douglass f vida de un esclavo americano escrita por el mismo

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  • 7/29/2019 Douglass F Vida de Un Esclavo Americano Escrita Por El Mismo

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    Vida de un esclavo americano,

    escrita por l mismo

    Frederick Douglass

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    IntroduccinE1 ensayista de temas sociales y polticos C. L. R. James, al describir las condiciones

    que generaron el abolicionismo estadounidense, dice lo siguiente: La historia slo se poneen marcha de verdad cuando el sector tradicionalmente ms civilizado de la poblacin (en

    este caso los ciudadanos de Nueva Inglaterra que representaban la tradicin ms prolongadade soberana legtima) se une en condiciones de igualdad con aquellos sin cuyo trabajo lasociedad no podra existir ni un solo da... en este caso los esclavos de las plantaciones. Si nosucede eso, la historia se mantiene prcticamente igual o, peor an, se repite a s misma. Losestudiosos de la historia cultural estadounidense han tenido tradicionalmente cierta nocin delas actividades y los sentimientos abolicionistas de William Lloyd Garrison, Ralph WaldoEmerson, Henry David Thoreau, John Greenleaf Whittier y Harriet Beecher Stowe. Estos

    portavoces blancos, cuyos esfuerzos antiesclavistas se han estudiado a menudo, sonrepresentantes de lo que James describe como una tradicin americana de soberanalegtima. Pero el papel del esclavo de la plantacin en el abolicionismo y en la historia de lacultura del pas en general, durante el siglo XIX, no ha llegado a ser hasta fecha reciente untema de investigacin acadmica en condiciones de igualdad. No son difciles de hallar lasrazones de este menosprecio previo.

    Antes de la dcada de 1960 era una opinin aceptada en los estudios histricos yliterarios que no exista ninguna expresin escrita afroamericana diferenciada y autntica enlos cnones del discurso que rodeaba al abolicionismo. Esta posicin admita que la figuraindefinida y borrosa que apareca en la publicidad dirigida a los esclavos fugitivos durante elsiglo XIX era una imagen simblica del impulso afroestadounidense hacia la libertad que

    proporcionaba una fuerza motivadora para la cruzada abolicionista. Pero los investigadoresadscritos al viejo paradigma afirmaban que las declaraciones escritas de los ciudadanos libreseran los nicos documentos vlidos e ilustrativos para investigar la fusin de intereses entre

    los soberanos legtimos y los esclavos de las plantaciones. As pues, para que pudiesehaber una historia autntica del abolicionismo habra que esperar hasta un perodo en el quelos afroestadounidenses se pusieran de nuevo en movimiento.

    La historia literaria y cultural del abolicionismo en el pas se mantuvo prcticamenteigual hasta que volvieron a unir sus voces al discurso histrico y de la crtica literaria de lasdos ltimas dcadas portavoces afroestadounidenses. Estos portavoces llamaron la atencinsobre el hecho de que haba habido una expresin escrita que haba constituido una partesingular y enteramente beneficiosa de la reforma ms completa que se produjo en el pas en elsiglo XIX. Los afroestadounidenses escribieron entre 1820 y 1860 innumerables relatos sobrela institucin peculiar; expusieron con meticulosidad cautivadora sus complejas actitudesticas y psicolgicas frente a la esclavitud y exigieron, en trminos inequvocos, la abolicin

    de la tirana surea. Sus manifestaciones colectivas constituyeron lo que la escritoraafroestadounidense Arna Bontemps denomina un gnero estadounidense de narracinliteraria. El gnero recibe la denominacin ms rigurosa de narracin de esclavo, y entrefinales del siglo XVIII y el comienzo de la guerra de Secesin se publicaron miles deejemplos representativos. Las narraciones, escritas por ex esclavos, siguen una pauta comnde exposicin basada en las experiencias del narrador en la esclavitud, su heroico viaje de laesclavitud a la libertad y su subsiguiente dedicacin a los principios y objetivosabolicionistas. Los motivos para publicar y distribuir tales narraciones los esbozentusisticamente un editor del siglo XIX de la forma siguiente:

    La literatura del esclavo fugitivo se halla destinada a ser una poderosa palanca.

    Estamos profundamente convencidos de su potencial. Vemos en ella un medio fcil einfalible de convertir en abolicionistas a los estados libres. Un argumento conduce a

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    otro, se responde a la razn con sofismas; pero las narraciones de esclavos vanderechas a los corazones de los hombres. Desafiamos a cualquier hombre a que piensecon paciencia y tolerancia sobre la esclavitud despus de leer la narracin de [Henry]Bibb. Con una docena de ejemplares de este libro en cada escuela, distrito o barriadade los estados libres se podra arrastrar a todo el norte a una plataforma general en pro

    de la libertad y de la abolicin de la esclavitud, en todas partes y en todas sus formas1

    .

    Aunque la euforia del escritor quiz sobrevalore el poder de las simples palabras paraproducir cambios, su entusiasmo no subestima la poderosa influencia que ejercieron lasnarraciones en un inmenso pblico lector. Obras como The Interesting Narrative of the Lifeof Olaudah Equiano or Gustavus Vassa, the African (1789), Narrative o f Moses Roper's,

    Adventures and Escape from American Slavery (1837), The Narrative of William WellsBrown (1847) y The Narrative of Solomon Northup (1853) vendieron miles de ejemplares.No slo circularon en mltiples ediciones en Estados Unidos sino que se tradujeron tambinal holands, el alemn y el cltico. Es indudable que entre 1820 y 1860, el perodo en que se

    publicaron ms relatos, la voz del narrador esclavo logr atraer a la causa abolicionista a un

    amplio pblico internacional.Las narraciones de esclavos, que se vendan a veinticinco o cincuenta centavos en

    rstica y a un dlar y medio en un formato ms elegante, aportaron una prueba inmediata enfavor de los argumentos de los portavoces antiesclavistas. Los relatos de antiguos esclavos noslo daban testimonio de las crueldades de la esclavitud en Estados Unidos sino quedemostraban tambin que los afroestadounidenses posean la capacidad intelectual superiorotorgada a todos los seres humanos. Los abolicionistas blancos se apresuraron a proclamarque un portavoz elocuente que poda producir una obra como Narrative of the Life and

    Adventures of Henry Bibb, an American Slave (1849) slo poda ser considerado propiedadpersonal por un sistema injusto e intelectualmente extraviado de tirana surea, que estabadestinado a extinguirse bajo el peso de sus falsos principios.

    Las narraciones eran, en gran medida, ampliaciones de los papeles activos, oratorios ydramticos, que desempeaban los ex esclavos en el movimiento abolicionista. La presenciams importante en cualquier acto pblico abolicionista era la del antiguo esclavo. La pruebade los horribles efectos de la esclavitud se poda exhibir dramticamente pidiendo al fugitivoque volviese al pblico su espalda desnuda, mostrando para que todos la vieran ladeformacin permanente causada por los ltigos del mayoral y del negrero. Pero las cicatrices

    psquicas causadas por la esclavitud, menos visibles, slo podan exponerse a travs de laoratoria en primera persona, vvida y estremecedora, del propio esclavo. La mayora de losautores de narraciones de esclavos haban contado sus historias innumerables veces enreuniones abolicionistas antes de ponerlas por escrito. Tenan que ser realmente muy hbiles

    en el uso del idioma para transmitir su mensaje con eficacia a estas asambleas. El historiadorBenjamn Quarles indica por qu el orador apocado no tena ninguna posibilidad de hacerseor:

    Los abolicionistas estimulaban en sus reuniones la libertad de expresin con elfin de dar ejemplo al clrigo tmido, al gobierno corrupto y a la prensa venal.Haba, por esa causa, en las reuniones una atmsfera informal [...]. Como se insistaen la libertad de discusin, las reuniones abolicionistas se caracterizaban por la

    presencia de personas de opiniones muy diferentes sobre cuestiones polticas. Se dabarienda suelta al individualismo [...]. Los oradores de las reuniones abolicionistastenan que ser fuertes. A los golfillos les encantaba alborotar. Haba tambin entre el

    1 Apud Charles Nichols: Many Thousand Gone: The Ex-Slaves' Account of their Bondage andFreedom, Leiden, 1963, p. 178

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    pblico ciudadanos serios a los que les resultaba imposible a veces escuchar ensilencio lo que ellos consideraban aberraciones incendiarias de agitadores

    profesionales. A los abolicionistas, como fomentaban el impulso combativo, lesresultaba difcil conseguir locales para sus actos, sobre todo teniendo en cuenta que noestaban dispuestos adems a hacerse cargo de las prdidas que pudiese ocasionar una

    destruccin de la propiedad2

    .

    Fue en marcos agitados como los descritos aqu donde pasaron su aprendizaje comonarradores muchos antiguos esclavos. El uso de vvidas imgenes y de detalles coloristas pararelatar una vida de aventuras horribles, desgarradoras, pasmosas, que aguijoneaban laconciencia y que resultaban a veces enaltecedoras, se convirti pronto en una forma familiarentre los esclavos que sobrevivan con xito en el circuito abolicionista. Fueron varios losmotivos que propiciaron el paso de una forma de exposicin oral de sus relatos a una formaescrita. El acicate ms importante para esta transformacin fue el deseo de los abolicionistas

    blancos de difundir el relato del fugitivo entre un pblico lo ms numeroso y diverso posible.Pero haba otras razones para transformar los relatos orales en escritos que correspondan al

    propio ex esclavo, y que se hallan resumidas en el prlogo de Henry Bibb a su propianarracin:

    Cabe preguntarse por qu he escrito esta obra, cuando hay ya tantas escritas ypublicadas del mismo tenor de otros fugitivos. Y por qu se publica despus dehaberlo contado pblicamente por toda Nueva Inglaterra y por los estados delOeste a miles y miles de personas.

    Mi respuesta es que en ningn sitio he expuesto oralmente con detalle minarracin; y algunos de los acontecimientos ms interesantes de mi vida no hanllegado nunca a odos del pblico. He escrito adems el relato que sigue a peticinde muchos amigos de la humanidad pisoteada para que la luz y la verdad pudieranarrojar el mximo posible de luz sobre el pecado y los males de la esclavitud.Quise dejar tambin por escrito mi humilde testimonio contra este sistemadestructor del hombre, para que lo lean las generaciones futuras cuando mi cuerpoyazca pudrindose en el polvo3.

    La razn primordial de que Bibb escribiese una narracin fue que comprendi que laforma escrita permita detallar ms y ampliar el campo de los acontecimientos narrativos.Aunque dice antes en el mismo prlogo que no alberga ninguna pretensin de literatura,

    parece justo decir que hizo una relacin escrita porque se dio cuenta de que las convenciones deun campo de actuacin literario le permitiran crear efectos perdurables (cuando mi cuerpo

    yazca pudrindose en el polvo) que le eran imposibles al orador itinerante. Los narradoresesclavos reflejan as, en el acto de escribir y publicar sus propios relatos, la etapa final de unviaje geogrfico y psicolgico que les lleva desde la esclavitud a la libertad y al abolicionismo.El papel que desempean en nuestra poca actual es el de escritores que han aportado sucontribucin a los cnones de nuestra literatura nacional, el de creadores de un gnerodiferenciado de obras de arte literarias que se destaca como una faceta nica de la literaturaestadounidense.

    Dos declaraciones del polmico ministro de la Nueva Inglaterra del siglo XIXTheodore Parker dan una idea de la importancia de la aportacin del ex esclavo. En unsermn que predic el 22 de noviembre de 1846, Parker dice: No tenemos ninguna literatura

    2Frederick Douglass,Nueva York, 1970, pp. 24-25.3 Apud Gilbert Osofsky, ed.: Puttin' On Ole Massa: The Slave Narratives of Henry Bibb, William

    Wells Brown, and Solomon Northup, Nueva York, 1969, p. 63.

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    estadounidense que sea permanente. Nuestros libros cultos son slo una imitacin de unmodelo extranjero. [...] Todo es el reflejo de esta clase que es la ms poderosa. Las verdadesque ellos dicen, y las mentiras. Pero cuando dio una charla casi tres aos despus, el 8 deagosto de 1849, es evidente que haba encontrado un motivo para revisar su opinin. Dice:Tenemos una serie de producciones literarias que nadie podra haber escrito ms que

    estadounidenses, y slo aqu: me refiero a las vidas de esclavos fugitivos. Pero como no setrata de la obra de hombres de cultura superior, difcilmente justifican el esfuerzo delacadmico. Pero en ellas est todo lo romntico de Amrica, no en las novelas del hombre

    blanco4. Lo que indica Parker en su frase final es que la geografa autntica de laimaginacin estadounidense slo puede cartografiarse examinando primero el territorioesclavo. Es dentro de ese territorio donde escenificaron el drama de elaborar un productoliterario exclusivamente estadounidense (un producto que slo podra haber escrito unestadounidense, y slo aqu) unos afroestadounidenses que se abrieron paso por una rutaardua y escabrosa desde un analfabetismo y un silencio impuestos legalmente en el Sur a undominio elocuente de la forma narrativa escrita en el Norte.

    Por tanto, aunque los lectores actuales han de tener muy en cuenta el medio

    sociocultural que proporcion a las narraciones sus condiciones de existencia, deben asignarla misma importancia a las condiciones histrico-literarias de los orgenes de ellas. Bibbhaba comprendido que una forma escrita le dara ms libertad que una oral debido a quehaba descubierto las muchas estrategias narrativas que estaban a su disposicin en el mundode la literatura. En medio del tumulto de las reuniones abolicionistas, los narradores esclavosdebieron de preguntarse sin duda en ms de una ocasin: Cmo narran los hombres conmayor eficacia relaciones de hechos? Los narradores habran descubierto como lectores, y

    partcipes, como tales, del universo del discurso literario popular decimonnico, que tenan asu alcance las tcnicas y las tradiciones de las novelas de plantacin, de los relatossentimentales, de los sermones, de las conferencias publicadas de autosuperacin, los versosmoralizantes rimados, los relatos biogrficos de las vidas de los grandes hombres, los relatosmorales de las escuelas dominicales, los libros de viajes por la frontera, estampashumorsticas del Viejo Suroeste, como las de Augustus Baldwin Longstreet, y otras formasescritas que constituan el grueso de las lecturas de su poca. Contaban adems con un

    pblico familiarizado no slo con estas formas populares sino tambin con las narracionesautobiogrficas seculares y espirituales que caracterizaron la literatura inglesa y europeadurante los siglos XVIII y XIX.

    El crtico literario afroestadounidense George Kent ha sealado que los relatosconfesionales puritanos y los de conversin metodistas ejercieron un influjo evidente en lasnarraciones de esclavos, conformando su tono piadoso as como los perfiles de sus reflexionesmorales. Y el crtico Henry Louis Gates, Jr., aduce persuasivamente que los narradores

    esclavos crearon lo que l llama un contragnero, una forma intermedia que participa deelementos de la novela sentimental y, sobre todo, de la transmutacin especficamenteestadounidense de la picaresca europea5. Parece correcto, pues, insistir en que el mediotextual para las narraciones de esclavos era un contexto denso y extremadamente rico para lacreacin. Este contexto se enriqueci an ms en 1852 con la publicacin de la obramonumentalmente popular de Harriet Beecher StoweLa cabaa de l To Tom. El narradorde Twelve Years a Slave de Solomon Northup relata del modo siguiente su nombramiento

    para el cargo de contramayoral: Hasta el momento de mi partida [de la plantacin de losEpps como un hombre libre] tuve que llevar en el campo un ltigo alrededor del cuello. Si

    4 Collected Works, vol. VII,Nueva York, 1911 (reed. 1976), pp. 25, 245.

    5 Henry Louis Gates, Jr.: Binary Opposition in Chapter One ofNarrative of the Life of FrederickDouglass, an American Slave, Written by Himself, Afro-American Literature: The Reconstruction of

    Instruction, Robert B. Stepto y Dexter Fisher, eds., Nueva York, 1978, p. 214.

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    Epps estaba presente, no me atreva a mostrar la menor indulgencia [sic], pues no tena lareciedumbre cristiana de cierto famoso To Tom en grado suficiente para desafiar su clera,negndome a ejercer mi oficio. Slo de este modo evit el martirio inmediato que sufri l[To Tom]6. Northup comenta en su narracin, ms adelante, la descripcin errnea eincompleta de su obra que aparece en A Key to Uncle Tom's Cabin (1853) . Pese a que

    Henry Bibb lo niegue, los narradores esclavos tenan en realidad pretensiones literarias. Eranal mismo tiempo lectores y tmidos autores de narraciones que se planteaban como obras dearte literarias, como obras autobiogrficas realizadas tanto al servicio de la posteridadliteraria como en nombre de una masa contempornea de afroestadounidenses esclavizados.

    Cuando los investigadores George Fredrickson y Christopher Lasch afirman que noexisten, sencillamente, testimonios adecuados de la reaccin personal de los esclavos frente ala esclavitud7 lo que hacen, ms que poner en duda la autenticidad de los narradores, esreconocer que los relatos de ex esclavos tienen ms importancia como expresionesautnticas en un universo de discurso literario que en uno histrico. As que si la historiaha empezado a ponerse en marcha como consecuencia del inters reciente por los relatos deesclavos y por sus narradores, el movimiento es primordialmente el de una historia

    intelectual, una historia cultural amplia que no considera las narraciones simplemente comoprueba histrica documental directa. La historia que est actualmente en marcha intenta, msbien, determinar la relacin de los textos de los narradores esclavos, que son (por su mismanaturaleza autobiogrfica) literarios e histricos al mismo tiempo, con nuestra interpretacindel pasado estadounidense, con nuestra elaboracin de un texto consensuado de historia.

    Para valorar esta relacin en su forma ms vigorosa, es esencial dirigir la atencinhacia las narraciones afroestadounidenses ms representativas y de ms perfecta ejecucin, yla VIDA (1845) de Frederick Douglass no tiene rival en ese campo. Es un clsicoestadounidense que no ha recibido hasta fecha reciente la exgesis acadmica rigurosa quetan sobradamente se merece. Su aparicin en la serie de la Penguin American Library indicaque ha surgido en nuestro tiempo un nuevo paradigma acadmico.

    II

    El autor de VIDA DE UN ESCLAVO AMERICANO, ESCRITA POR L MISMOdice al principio de su relato que naci en Tuckahoe, cerca de Hillsborough y a unos veintekilmetros de Easton, en el condado de Talbot, Maryland. Como indica su bigrafoBenjamin Quarles: l [Douglass] es la nica autoridad sobre la primera parte de su vida8.

    No tiene objeto, pues, repetir todos los detalles biogrficos que aparecen en la versin

    autorizada que aport el propio Douglass en su VIDA.

    La primera parte de la vida se puedeesbozar concisamente como el desarrollo de la conciencia de un joven esclavo, seguida de surebelin fsica contra la esclavitud surea y su subsiguiente huida de ella.

    El mejor clculo de que disponemos establece como ao del nacimiento de Douglass1818. Su madre, Harriet Bailey, era una esclava que perteneca al capitn Aaron Anthony.Su padre, nos dice Douglass, fue un blanco. Todas las personas a las que o hablar de miorigen confesaban que lo era. Tambin se rumoreaba que mi amo [el capitn Anthony] era mi

    padre; pero no s nada sobre la veracidad de esa opinin; me privaron de medios de saberlo.De acuerdo con las prcticas esclavistas de su poca, el pequeo Douglass asumi el apellidoy la condicin esclava de su madre. Frederick Augustus Washington Bailey, escribe, fue

    6 Op.cit., p. 3497 Resistance to Slavery, Civil War History, 13, 1967, pp. 318-319, 324.8 Op.cit., p. 1

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    el nombre que me puso mi madre.Despus de pasar los primeros siete aos de su vida en, o cerca de, la plantacin

    familiar del coronel Edward Lloyd, de la que su amo era administrador, fue enviado aBaltimore a servir al seor Hugh Auld. ste era hermano de Thomas Auld, que estaba casadocon Lucretia, hija del capitn Anthony. El traslado a la ciudad permiti a Douglass no slo

    eludir el trabajo embrutecedor del campo, que habra sido su suerte si se hubiese quedado en lafinca de Lloyd, sino que le proporcion tambin una perspectiva de posibilidades humanas y deoportunidades de progreso que no le habran salido al paso en las regiones agrcolas de la CostaAtlntica.

    La seora Sophia Auld, esposa de Hugh, ense al pequeo Douglass los rudimentos dela lectura, convirtindose con ello en agente del descubrimiento de lo que l llama el caminode la esclavitud a la libertad. Cuando Hugh Auld se enter de las actividades de su mujer, lareprendi severamente diciendo: Hasta el mejor negro del mundo se estropeara con elestudio. Has de saber [...] que si enseas a ese negro [...] a leer, no habra modo de controlarloluego. Le incapacitara completamente para ser un esclavo. Pero la suerte estaba echada.Douglass se haba adentrado ya en el camino que le llevara a convertirse en el esclavo letrado

    que hojeando el Columbian Oratorhabra de llegar a la firme conviccin de que la libertadera la condicin natural del gnero humano. El muchacho lograra adquirir tambin lasnociones bsicas de escritura que acabaran permitindole escribir su propio paso a la libertad.Adems, Hugh Auld, en sus esfuerzos por convertir a Douglass en una propiedad ms valiosa,supervis la instruccin y el trabajo del joven esclavo como calafateador de barcos.

    Es prcticamente seguro que Douglass, como otras figuras representativas de laliteratura estadounidense, adquiri en la ciudad una perspectiva de la vida que le transform,incapacitndole completamente para ser un esclavo. Cuando le devolvieron a la CostaAtlntica como consecuencia de una pelea entre Hugh Auld y su hermano Thomas, elmuchacho fue, como mucho, un pen refractario. Su nuevo amo, Thomas, considerimprescindibles los servicios de un domador de negros. As que en 1833 se cedi a Douglassen arriendo al seor Edward Covey, un adiestrador de jvenes esclavos de dureza implacable.La historia de sus primeros seis meses de mortificacin a manos de Covey y de su luchaespectacular contra las tentativas de someterle del domador de esclavos constituye uno de losepisodios ms significativos de la narracin. Estos acontecimientos llevaron al esclavo a tomarla decisin que l explica del modo siguiente: Y entonces decid que, por mucho tiempo que

    pudiera seguir siendo esclavo oficialmente, haba quedado atrs para siempre el da en quepudiese ser un esclavo de hecho. No vacilara en dejar que se supiera de m que el blanco queesperase conseguir azotarme deba conseguir antes matarme. La libertad fsica y la dignidadespiritual se convirtieron en objetivos por los que Douglass estaba dispuesto a pagar el preciode su vida. En el ao 1835 hizo una tentativa fallida y peligrosa de escapar de la esclavitud.

    Como consecuencia de esta tentativa fallida volvieron a ponerle al servicio de Hugh Auld enBaltimore.En 1838, disfrazado de marinero negro libre, cogi un tren de Baltimore a Filadelfia,

    trasbord a otro que iba hacia Nueva York y el tercer da de septiembre alcanz la libertad.Describe del siguiente modo sus sentimientos al llegar a Nueva York: Me sent, supongo,como uno puede imaginar que se siente el marinero desarmado cuando un navo de guerraamigo le salva de la persecucin de un barco pirata. Una de las primeras cosas que hizo en

    Nueva York fue llamar a la ciudad a su prometida, Anna Murray, una mujer libre de Baltimoreque haba colaborado econmicamente en su fuga. Les cas el reverendo James W. C.Pennington el 15 de septiembre de 1838. Douglass y su esposa se trasladaron a New Bedford,Massachusetts, inmediatamente despus de la boda y se convirtieron en seguida en miembros

    respetados de la comunidad negra. Cuando Douglass, que haba adoptado el apellido Johnsonen Nueva York, fij su residencia en New Bedford recibi el nombre de Douglass, que haba de

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    llevar el resto de su vida.Tras haber escapado del cementerio de la inteligencia que era la esclavitud

    estadounidense, Douglass dedic una vida larga y productiva al servicio de la libertadhumana. En 1839 asista a reuniones abolicionistas negras en New Bedford y se habaconvertido en lector del peridico de William Lloyd Garrison, el Liberator. En el verano de

    1841 conoci a Garrison, pronunci un emotivo discurso en una reunin abolicionista blancaen Nantucket y fue contratado como conferenciante por la Sociedad Antiesclavista deMassachusetts. De 1842 a 1844 viaj a Pennsylvania, Vermont y otros lugares. Entre 1839 y1844 se convirti en padre de Rosetta (1839), Lewis (1840), Frederick, Jr. (1842) y CharlesRemond (1844) Douglass.

    En 1844, su credibilidad como conferenciante abolicionista fue objeto de ataques porparte de los que insistan en que no pareca, no actuaba, no pensaba ni hablaba como alguienque hubiese huido recientemente de la esclavitud. Como las actividades, los motivos y los

    productos del abolicionismo eran siempre sospechosos para los que apoyaban activa otcitamente opiniones proesclavistas, a los dirigentes de la Sociedad Antiesclavista deMassachusetts les preocupaba el que su orador afroestadounidense ms vigoroso se viese

    asediado por acusaciones de fraude. El carcter de estas acusaciones nos lo indica la carta deun corresponsal de Filadelfia alLiberatorde 1844: Muchos miembros del pblico parecanincapaces de dar crdito a las cosas que l [Douglass] explicaba sobre s mismo, y no podancreer que fuese realmente un esclavo. Les resultaba absolutamente inconcebible que unhombre que no llevaba ms que seis aos libre de la esclavitud, y que no haba ido a laescuela en toda su vida, pudiese hablar con tanta elocuencia, con tanta precisin en ellenguaje y tal vigor de pensamiento9. La direccin de la Sociedad Antiesclavista deMassachusetts inst por tanto a Douglass a dar a la imprenta la historia de su vida, para que

    pudiera aadir as detalles que no haba incluido en sus actuaciones pblicas orales, y paraque describiera algunos de los acontecimientos interesantes de su vida que no habanllegado nunca a odos del pblico, como dice Henry Bibb refirindose a su propio caso.Quarles escribe: Douglass apenas apareci por las salas de conferencias en los meses deinvierno de 1844-1845; estaba afanosamente dedicado a escribir una crnica de susexperiencias como esclavo10.

    La VIDA DE FREDERICK DOUGLASS se public en la primavera de 1845. Conun precio de venta de cincuenta centavos, el libro, de 125 pginas, que contena comentariosintroductorios de William Lloyd Garrison y Wendell Phillips, se convirti inmediatamente enun xito de ventas. A los tres aos se haban impreso ya 11.000 ejemplares en EstadosUnidos. Durante ese mismo perodo se haban hecho nueve ediciones inglesas de la obra y sehaba traducido al francs y al holands.

    La reaccin de la crtica fue abrumadoramente entusiasta. El Liberator del 23 de

    mayo de 1845, por ejemplo, daba noticia de la publicacin del libro, citaba fragmentos yhaca la siguiente prediccin laudatoria: Es indudable que producir una fuerte impresinpor donde circule, sobre todo entre la esclavocracia. El 30 de mayo de 1845 el Liberatorreproduca la siguiente valoracin de la VIDA que haca el Lynn Pioneer: El cuadro queofrece de la esclavitud es demasiado horrible para que se pueda contemplar, y sin embargo noes ms que un cuadrodifuso de lo que para millones es una vidaintensa. Es evidente que esttrazado con una visin amable y que el colorido es suave y atenuado en vez de exagerado oextremado. Pese a ser conmovedor y estar lleno de la elocuencia ms ardiente, es sencillo ydesapasionado. Su elocuencia es la elocuencia de la verdad. [...] Hay en el libro pasajes queenalteceran la fama de cualquier autor actual, mientras que juzgado en su conjunto, comomera obra de arte, aumentara la fama de Bunyan o Defoe. El comentarista pasaba a

    9 Philip S. Foner:FrederickDouglass, Nueva York, 1969 (reed.), p. 59.10 Ob. cit., p. 35.

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    profetizar para la obra de Douglass un papel inspirador en la eliminacin de las injusticiassociales en el pas. En junio de 1845 apareci en elLiberatoruna nota delBoston Courierenla que se deca que la VIDA contena muchas descripciones de escenas en el Sur que, si sonciertas, aportan testimonio suficiente contra la "institucin peculiar" como para hacer desear atodo hombre honrado su rpida cada y casi por cualquier medio. Un redactor del Boston

    Transcript proclamaba que la obra era en conjunto [...] una historia bien escrita y,procediendo como procede de alguien que slo pudo instruirse a retazos, y eso adems con elltigo ensangrentado listo para castigar, si le sorprendan cometiendo el delito de adquirirconocimiento, ha de calificarse como una proeza extraordinaria.

    El 20 de junio de 1845 el Liberator poda comunicar: A nuestros amigosantiesclavistas les agradar saber que est ya casi agotada la primera edicin de la VIDA.De hecho, entre mayo y septiembre se haban vendido 4.500 ejemplares de la VIDA. Y al cabode cinco aos las ventas del libro haban superado los 30.000 ejemplares. Las edicionesinglesa e irlandesa se hicieron inmediatamente populares entre los lectores, y los peridicosextranjeros alabaron la elocuencia nativa y la capacidad para difundir ideas acertadassobre la esclavitud y los males que la acompaan.

    La predecible acusacin de fraude se lanz conta la VIDA a finales de 1845. Laacusacin, redactada por A. C. C. Thompson y publicada por primera vez en el Delaware

    Republican, se reprodujo en el Liberatordel 12 de diciembre. Citamos un fragmento: Nosiento ninguna animosidad hacia los que urdieron la VIDA , y no s quines son, pero afirmotaxativamente que es toda ella una sarta de falsedades, de principio a fin. Thompson decaser un antiguo habitante de la Costa Atlntica y afirmaba conocer desde haca mucho alcobarde esclavo llamado Frederick Bailey, que, segn el autor de la acusacin, erademasiado inculto para que hubiese podido escribir un libro como la VIDA . Deca ademsque las personas que en la obra de Douglass se pintaban como individuos de una maldadinconcebible eran, todas ellas, personas generosas, cristianas y compasivas.

    Douglass rechaz con firmeza las acusaciones de Thompson en una carta alLiberator fechada el 27 de enero de 1846. Daba en primer lugar las gracias a su acusadorpor confirmar una afirmacin primordial de la VIDA, es decir, que Douglass haba sidorealmente un esclavo. Usted, seor, escriba, me ha ayudado. Me veo ahora frente al

    pblico, tanto britnico como americano, respaldado por usted justamente como lo que hedicho que soy, es decir, como un esclavo americano. Douglass demostraba acontinuacin, citando las leyes del estado, que las afirmaciones de Thompson de que lalegislacin de Maryland trataba igual a negros y a blancos era una patente falsedad. Lasacusaciones de Thompson y la respuesta de Douglass se incluyeron en la segunda edicin dela VIDAque se hizo en el Reino Unido.

    La invectiva de Thompson era caracterstica de las reacciones proesclavistas a los

    esfuerzos intelectuales de los ex esclavos. Haba, claro, razones para que los proclives alescepticismo pusieran en duda la estricta autenticidad autobiogrfica de las narraciones deesclavos, ya que muchas de las obras procedan de relatos orales que haban sido transcritos

    por abolicionistas blancos. Pero en la VIDA de Douglass no hubo ninguna colaboracin delos colegas abolicionistas blancos del autor. Haba sido, en realidad, el vigor oratorioexcepcional de Douglass lo que le haba proporcionado su empleo como conferenciante de laSociedad Antiesclavista de Massachusetts. Y su brillante dominio y su uso del idioma erandotes que nadie que le conociese poda negar. Hay, de hecho, razones para suponer quemuchos afroestadounidenses cuyas narraciones se ofrecieron al pblico fueron sus propiosmejores cronistas y revisores. El historiador de la literatura Charles Nichols emplaza el temade la elaboracin de narraciones de esclavos en una perspectiva mucho ms positiva que

    portavoces como Thompson, el detractor de Douglass, cuando escribe: Los amanuenses delos esclavos (Lydia Maria Child, John G. Whittier, Edmund Quincy, Samuel Eliot) eran

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    personas de probada integridad. Tenan todos clara conciencia de que su labor de propagandacontra la esclavitud no poda progresar a travs del engao. [...] Los editores abolicionistas

    blancos [de las narraciones de esclavos] se esforzaban todo lo posible por indicarcuidadosamente la cuanta de su intervencin [...] y son muchas ms autobiografas de staslas que son obra de los ex esclavos de lo que suele suponerse11. La VIDA de Douglass fue

    indiscutiblemente obra de ste, y tanto el relato de 1845 como sus revisiones y ampliacionesposteriores, My Bondage and My Freedom (1855) y Li fe and Times of Freder ickDouglass (1881, 1892) muestran lo ntimamente que la forma de narrar, el tono autorial, laspautas lingsticas y las imgenes y los puntos de vista reflejan el paso progresivo del autorde la esclavitud a la fama internacional.

    La fama lleg inmediatamente despus de la publicacin de la VIDA, cuandoDouglass (que al revelar su verdadera identidad y su lugar de residencia en la obra de 1845 seexpona al peligro de una vuelta a la esclavitud) zarp para Inglaterra. Durante los dos aossiguientes dio conferencias en Inglaterra, Escocia e Irlanda y recibi el aplauso y el elogio demiles de personas. En diciembre de 1846 qued emancipado legalmente al comprar Ellen yAnna Richardson, de Newcastle, Inglaterra, su libertad a Hugh Auld por setecientos dlares.

    Douglass regres de Inglaterra en marzo de 1847 y poco despus inici la carrera deperiodista, que ocupara gran parte del resto de su vida. Fue propietario, director y editorsucesivamente del North Star, Freder ick Douglass Weekly, Freder ick Douglass '

    Paper, Douglass ' Monthly y elNew National Era. Como editor y periodista se convirti,en palabras de Quarles, en un dirigente negro en la totalidad de sus planteamientos eintereses. Su inters se extendi desde el problema de la exclusin de los negros de lasiglesias "blancas" a la prctica de la segregacin racial en las escuelas pblicas y a un anlisisde todo el principio en que se basaba la imposicin de puestos diferenciados para blancos ygente de color12. Se convirti, en suma, en un dirigente afroestadounidense cuya brillanteelocuencia le otorg el puesto del negro ms destacado en la vida pblica de su poca. Luegofue presidente del malogrado Freedmen's Savings Bank, alguacil del distrito de Columbia,oficial de registro del distrito de Columbia, embajador residente y cnsul general de larepblica de Hait y charg d'affaires de Santo Domingo. En 1892 fue nombrado por elGobierno de Hait para actuar como su representante en la Exposicin Colombina deChicago.

    Douglass muri de un ataque al corazn en su ciudad adoptiva de Washington, el 20de febrero de 1895. Su cadver, despus de permanecer expuesto al pblico en la capillaardiente en Washington, fue trasladado a Rochester, Nueva York, donde se halla enterrado enel cementerio de Mount Hope. En ese ao de su muerte se public la ltima edicin revisadadeLife and Times of Frederick Douglass.

    El texto que se da aqu de VIDA DE UN ESCLAVO AMERICANO, su obra maestra

    del arte literario estadounidense, es idntico a la primera edicin americana. Se presenta talcomo apareci en el original, sin enmiendas ni comentarios editoriales.

    HOUSTON A. BAKER, Jr., 1982

    11Many Thousand Gone: The Ex-Slaves' Account of Their Bondage and Freedom, Leiden, 1963,p. XIII.

    12 Ob. cit., p. 98

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    VIDA DE UN ESCLAVO AMERICANO,

    ESCRITA POR L MISMO

    PrefacioEn el mes de agosto de 1841 asist a una convencin antiesclavista en Nantucket, enla que tuve la dicha de conocer a FREDERICK DOUGLASS, el autor de la narracin quesigue. Era un desconocido para casi todos los miembros de aquel organismo; pero comohaba huido recientemente del presidio de la esclavitud surea y le espoleaba la curiosidadde conocer los principios y las medidas de los abolicionistas (de los que le haba llegadouna descripcin un tanto imprecisa cuando era un esclavo), se sinti impulsado a hacer actode presencia, en la ocasin aludida, aunque residiese por entonces en New Bedford.

    Suceso afortunado, afortunadsimo!... Afortunado para los millones de hermanossuyos encadenados, que siguen anhelando verse libres de su espantosa servidumbre! Afortu-nado para la causa de la emancipacin negra y de la libertad universal! Afortunado para la

    tierra en la que naci, que tanto ha hecho ya por salvar y bendecir! Afortunado para unamplio crculo de amigos y conocidos, cuya simpata y cuyo afecto se ha ganado firmemente

    por los muchos sufrimientos que ha soportado, por sus virtuosos rasgos de carcter, por surecuerdo siempre presente de aquellos que estn encadenados, como si estuviese encadenadocon ellos! Afortunado para las multitudes de diversas partes de nuestra repblica, cuyasmentes ha ilustrado sobre el tema de la esclavitud, y que se estremecieron hasta las lgrimas

    por su patetismo, o se enardecieron hasta la justa indignacin por su conmovedora elocuenciacontra los esclavizadores de hombres! Afortunado para l mismo, pues le introdujoinmediatamente en el campo de la utilidad pblica, dio al mundo seguridad de unHOMBRE, aviv las energas aletargadas de su alma y le consagr a la gran obra dequebrar la vara del opresor y dejar en libertad al oprimido!

    Jams olvidar su primer discurso ante la convencin (la emocin extraordinaria quedespert en mi espritu), la poderosa impresin que caus al numeroso pblico, que no seesperaba nada parecido, el aplauso que sigui desde el principio al fin a sus oportunoscomentarios. Creo que nunca odi la esclavitud tan intensamente como en aquel momento;desde luego, mi percepcin de la enorme ofensa que se inflige con ella a la naturaleza divinade sus vctimas result mucho ms clara que nunca. All estaba una de ellas, imponente y

    precisa en la talla y la proporcin fsica, prdigamente dotada en cuanto a la inteligencia, unprodigio en cuanto a la elocuencia natural, en el alma manifiestamente creado slo un pocopor debajo de los ngeles y sin embargo un esclavo, ay, un esclavo fugitivo, temblando porsu seguridad, sin atreverse apenas a creer que pudiera hallarse en el pas una sola persona

    blanca que le amparase en todos los peligros, por el amor de Dios y por humanidad. Capazde tan grandes logros como sujeto moral e intelectual que no haca falta ms que una escasacuanta de instruccin para convertirle en un ornato de la sociedad y en una bendicin para suraza, y sin embargo, debido a las leyes del pas, a la voz del pueblo, a los trminos del cdigoesclavista, no era ms que una propiedad, una bestia de carga, una posesin personal!

    Un amigo querido de New Bedford consigui convencer al seor DOUGLASS paraque se dirigiese a la convencin. Se dirigi al estrado con una vacilacin y una turbacin queeran compaeras inevitables de una inteligencia perceptiva en una situacin tan novedosa.Tras disculparse por su ignorancia y recordar al pblico que la esclavitud era una pobreescuela para la inteligencia y para el corazn humanos, pas a explicar algunos de los hechosde su propia historia como esclavo, y en el curso de su narracin expres muchos nobles

    pensamientos y muchas reflexiones conmovedoras. Tan pronto como tom asiento, melevant, lleno de esperanza y de admiracin, y proclam que PATRICK HENRY, el famoso

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    revolucionario, no haba hecho nunca un discurso ms elocuente por la causa de la libertadque el que acabbamos de escuchar de labios de aquel fugitivo perseguido. Eso pensentonces y eso sigo pensando ahora. Record al pblico el peligro que corra aquel jovenautoemancipado en el Norte, incluso en Massachusetts, en la tierra de los Peregrinos, entrelos descendientes de los revolucionarios; y apel a ellos, pregunt a los presentes si

    permitiran alguna vez que le arrastraran de nuevo a la esclavitud, con la ley o sin la ley, conla Constitucin o sin la Constitucin. La respuesta fue unnime y atronadora: NO!. Lesocorreris y le protegeris como a un hermano, un habitante del viejo Estado de la Baha?S! gritaron todos, con una energa tan impresionante que los implacables tiranos del surde la lnea Mason y Dixon casi podran haber odo la poderosa explosin de sentimiento yhaberla reconocido como el compromiso de una resolucin invencible, por parte de quieneslo manifestaban, de no traicionar nunca a los fugitivos, sino de ocultar al proscrito y arrostrarcon firmeza las consecuencias.

    Se me grab profundamente en el pensamiento en seguida que, si se pudieseconvencer al seor DOUGLASS para que dedicase su tiempo y sus dotes a la difusin de laactividad antiesclavista, se aportara un vigoroso impulso a sta, y se asestara al mismo

    tiempo un golpe contundente a los prejuicios norteos contra una tez de color. As que meesforc por infundir en su mente esperanza y valor, con el fin de que pudiese atreverse aasumir una actividad tan anmala y de tanta responsabilidad para una persona en su situacin;y me secundaron en esta labor amigos bondadosos, especialmente el difunto agente generalde la Sociedad Antiesclavista de Massachusetts, el seor JOHN A. COLLINS, cuyo juiciocoincidi totalmente con el mo en este caso. l se mostr reacio en principio; manifest, contimidez sincera, su convencimiento de que no era la persona idnea para una tarea tanimportante; el camino a seguir era una ruta totalmente inexplorada; tena un temor sincero ahacer ms mal que bien. Pero despus de mucho deliberar consinti en hacer una prueba; ydesde entonces ha seguido actuando sin interrupcin como conferenciante bajo los auspiciosde la Sociedad Antiesclavista Estadounidense o la de Massachusetts. Ha trabajado conahnco; y su xito combatiendo los prejuicios, ganando proslitos, agitando a la opinin

    pblica, ha superado con mucho las expectativas ms optimistas que despert al principio desu brillante carrera. Est dotado de una amabilidad y una mansedumbre natas, pero tambinde autntica hombra de carcter. Sobresale como orador en el patetismo, en el ingenio, en lacomparacin, la imitacin, el vigor del razonamiento y la facilidad de palabra. Se da en l esaunin de la cabeza y el corazn que es indispensable para ilustrar las cabezas y ganarse loscorazones de los dems. Ojal su vigor aumente con los aos! Ojal siga creciendo engracia y en el conocimiento de Dios, para que pueda ser cada vez ms til a la causa de lahumanidad atormentada, tanto en este pas como en el extranjero!

    Es ciertamente un hecho muy notable el que uno de los defensores ms eficaces de la

    poblacin esclava, que ahora se presenta al pblico, sea un esclavo fugitivo, FREDERICKDOUGLASS; y que la poblacin libre de color de Estados Unidos est tan idneamenterepresentada por uno de los suyos, CHARLES LENOX REMOND, cuyas elocuentesapelaciones han obtenido el mximo aplauso de multitudes de ambos lados del Atlntico. Quelos calumniadores de la raza de color se desprecien a s mismos por su vileza e intoleranciade espritu, y dejen as de hablar de la inferioridad natural de los que slo necesitan tiempo yoportunidades para alcanzar el ms alto grado de perfeccin humana.

    Quiz sea justo plantearse si alguna otra porcin de la poblacin de la tierra podrahaber soportado las privaciones, sufrimientos y horrores de la esclavitud sin habersedegradado ms en la escala de la humanidad que los esclavos de origen africano. Se ha hechotodo lo posible por mutilar su inteligencia, oscurecer su mente, degradar su carcter moral,

    borrar todo rastro de relacin con la humanidad; y qu maravillosamente han soportado sinembargo la carga imponente de la esclavitud ms aterradora, bajo la que llevan siglos

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    padeciendo! Para ilustrar los efectos de la esclavitud en el hombre blanco, para demostrar queste no tiene ninguna capacidad de resistencia en semejante condicin que sea superior a lade su hermano negro, DANIEL O'CONNELL, el distinguido defensor de la emancipacinuniversal y el ms vigoroso adalid de la postrada pero jams vencida Irlanda, relat laancdota siguiente en un discurso pronunciado por l en el Conciliation Hall de Dubln, ante

    la Loyal National Repeal Association, el 31 de marzo de 1845. La esclavitud, dijo el seorO'CONNELL, sigue siendo odiosa sea cual sea el trmino especioso con el que puedadisfrazarse.Hay en ella una tendencia natural e inevitable a embrutecer todas las facultadesnobles del hombre. Un marinero estadounidense que naufrag frente a las costas de frica,donde fue mantenido en la esclavitud durante tres aos, se comprob que se hallaba alfinalizar ese perodo embrutecido e idiotizado... haba perdido toda capacidad de razonar; yhaba perdido su lengua materna, no siendo capaz de proferir ms que un galimatas, salvajemezcla de ingls y rabe, que nadie poda entender y que hasta a l mismo le resultaba difcil

    pronunciar. He aqu la influencia humanizadora de "la institucin domstica"!. Aunqueaceptemos que se trata de un caso excepcional de deterioro mental, demuestra sin duda que elesclavo blanco puede hundirse tan bajo como el negro en la escala de la humanidad.

    El seor DOUGLASS ha decidido, muy apropiadamente, escribir su propia narracin,segn su estilo, y de acuerdo con su mxima capacidad, en vez de servirse de algn otro. Es,

    por tanto, obra exclusivamente suya; y si consideramos lo largo y sombro que fue el caminoque tuvo que recorrer como esclavo, las escasas oportunidades que ha tenido de cultivar suinteligencia desde que rompi sus cadenas, dice mucho, a mi juicio, sobre su cabeza y sucorazn. El que pueda leerlo detenidamente sin que se le salten las lgrimas, se le encoja elcorazn y se le aflija el espritu, sin que le invada un aborrecimiento indescriptible hacia laesclavitud y todos sus cmplices y se sienta impulsado a luchar por la abolicin inmediata deese sistema execrable, sin que tiemble por el destino de este pas a manos de un Dios justo,que est siempre de parte de los oprimidos y cuyo brazo no se acorta y no se puede eludir,debe de tener un corazn de pedernal y estar calificado para representar el papel de un trafi-cante en esclavos y almas de hombres. Estoy seguro de que el relato es fundamentalmenteveraz en todas sus afirmaciones; que no hay nada en l inspirado por la malevolencia, nadaexagerado, nada extrado de la imaginacin; que se queda corto al exponer la realidad, msque exagerar un solo hecho respecto a la esclavitud tal como es. La experiencia deFREDERICK DOUGLASS como esclavo no tuvo nada de especial; su suerte no fue

    particularmente dura; su caso puede considerarse como un ejemplo muy justo del tratamientoque reciben los esclavos en Maryland, estado en el que se admite que estn mejoralimentados y se les trata con menos crueldad que en Georgia, Alabama o Luisiana. Sonmuchos los que han sufrido incomparablemente ms, mientras que son muy pocos los quehan sufrido en las plantaciones menos que l. Qu deplorable fue, sin embargo, su situacin!

    Qu terribles castigos se infligieron a su persona! Qu ultrajes an ms espantosos seperpetraron contra su inteligencia! Contra todas sus nobles capacidades y sus sublimesaspiraciones, tratndole como a una bestia incluso los que afirmaban que habitaba en ellos elmismo espritu que en Jesucristo! A qu terribles obligaciones estuvo continuamentesometido! Qu desprovisto de ayuda y consejo afectuosos, incluso en sus mayoresaflicciones! Qu profunda era la medianoche de infortunio que envolva en obscuridad elltimo rayo de esperanza y llenaba el futuro de terror y de pesadumbre! Qu anhelos delibertad se apoderaron de su pecho y cmo aument su desdicha a medida que iba hacindosereflexivo e inteligente, demostrando con ello que un esclavo feliz es un hombre extinto!Cmo pensaba, razonaba, senta, bajo el ltigo del capataz, con las extremidadesencadenadas! Qu peligros afront en sus tentativas de huir de su horrible suerte! Y qu

    notables fueron su liberacin y su supervivencia en medio de una nacin de enemigos im-placables!

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    Esta narracin contiene muchos incidentes conmovedores, muchos pasajes de granelocuencia y vigor; pero yo creo que el ms emocionante de todos ellos es la descripcin queDOUGLASShace de sus sentimientos cuando monologa sobre su destino, y la posibilidad deser un da un hombre libre, en las orillas de la baha de Chesapeake, viendo cmo se alejanlos navos alzando sus blancas alas al viento y apostrofndolos como animados por el espritu

    vivo de la libertad. Quin puede leer ese pasaje y permanecer insensible a su patetismo y susublimidad? Hay en l condensada toda una Biblioteca de Alejandra de pensamiento,emocin y sentimiento, todo lo que puede, todo lo que debe exigirse en forma de protesta,ruego, crtica, contra ese crimen que es el mayor de todos, hacer al hombre propiedad de susemejante! Oh, qu infausto es ese sistema que sepulta el espritu sagrado del hombre, mutilala imagen divina, reduce a los que fueron creados coronados de gloria y honor a un nivel deanimales cuadrpedos, y exalta al traficante de carne humana por encima de todo lo que sellama Dios! Por qu habra de prolongarse su existencia una hora ms? No es maldad, slomaldad y continuamente? Qu entraa su presencia sino la ausencia de todo temor de Dios,toda consideracin del hombre, por parte del pueblo de Estados Unidos? Que el cielo aceleresu destruccin eterna!

    Hay muchas personas que son tan profundamente ignorantes de la naturaleza de laesclavitud que se muestran obstinadamente incrdulas siempre que leen o escuchan cualquierrelacin de las crueldades de las que la esclavitud hace objeto diariamente a sus vctimas. Noniegan que los esclavos se posean como una propiedad; pero ese hecho terrible no parecetransmitir a sus mentes ninguna idea de injusticia, ningn riesgo de ultraje o de barbarie

    brutal. Si les hablas de flagelaciones crueles, de mutilaciones, de personas marcadas con unhierro al rojo, de escenas de sangre y depravacin, de destierro de toda luz y de todoconocimiento, fingen una gran indignacin ante tan enormes exageraciones, tan inmensastergiversaciones, tan abominables calumnias sobre el carcter de los plantadores sureos!Como si todos estos ultrajes espantosos no fuesen las consecuencias naturales de laesclavitud! Como si fuese menos cruel reducir a un ser humano a la condicin de una cosaque azotarle con saa, o privarle de la ropa y de los alimentos necesarios! Como si ltigos,cadenas, empulgueras, palizas, sabuesos, mayorales, capataces, patrullas, no fuesen todosindispensables para mantener sujetos a los esclavos y para dar proteccin a sus implacablesopresores! Como si al quedar abolida la institucin del matrimonio no hubiesen de proliferarinevitablemente el concubinato, el adulterio y el incesto; como si cuando todos los derechoshumanos son aniquilados quedase alguna barrera que protegiese a la vctima de la furia delexpoliador; como si cuando se asume el poder absoluto sobre la vida y la libertad no seesgrimiera con poder destructor! Abundan en la sociedad los escpticos de esta naturaleza. Enalgunos casos contados, su incredulidad procede de una falta de reflexin; pero en generalindica un odio a la luz, un deseo de proteger la esclavitud de los ataques de sus enemigos, un

    desprecio a la raza de color, libre o esclava. sos procurarn desacreditar las historiasestremecedoras de la crueldad de la esclavitud que se refieren en esta veraz narracin; pero seesforzarn en vano. El seor DOUGLASS ha revelado con toda franqueza su lugar denacimiento, los nombres de los que se pretendan propietarios de su cuerpo y de su alma, ytambin los nombres de los que cometieron los crmenes de que les ha acusado. Susafirmaciones pueden refutarse, por tanto, fcilmente, si es que son falsas.

    A lo largo de su narracin, el seor DOUGLASS relata dos ejemplos de crueldadasesina, en uno de los cuales un plantador mata de un tiro deliberadamente a un esclavo que

    pertenece a una plantacin vecina, que haba penetrado involuntariamente en su dominioseorial en busca de pesca; y en el otro un capataz le vuela la cabeza a un esclavo que sehaba metido en un ro para huir de una flagelacin sangrienta. El seor DOUGLASS afirma

    que en ninguno de estos casos se llev a cabo ningn tipo de detencin legal o investigacinjudicial. ElBaltimore American del 17 de marzo de 1845 relata un caso similar de atrocidad,

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    perpetrada con similar impunidad, del modo siguiente: Mata a tiros a un esclavo. Hemostenido noticia, a travs de una carta del condado de Charles, Maryland, recibida por uncaballero de esta ciudad, de que un joven llamado Matthews, sobrino del general Matthews, ycuyo padre ostenta, al parecer, un cargo en Washington, mat a tiros a uno de los esclavos dela finca de su padre. La carta afirma que el joven Matthews haba quedado al cargo de la

    finca, que dio una orden al criado, que fue desobedecido, tras lo que se dirigi a la casa, seprovey de un arma, regres y mat a tiros al sirviente. Inmediatamente, contina la carta,huy a la residencia de su padre, donde an permanece sin que nadie le moleste. No hay queolvidar que ningn propietario de esclavos ni ningn capataz puede ser declarado culpable deningn atropello, por muy diablico que sea, perpetrado contra la persona de un esclavo, envirtud del testimonio de una persona de color, esclava o libre. Segn el cdigo de laesclavitud, se les considera incapaces para testificar contra un blanco, como si perteneciesenrealmente al mundo animal. No hay por tanto ninguna proteccin legal de hecho, diga lo quediga la letra de la ley, para la poblacin esclava; y puede infligrseles cualquier crueldad contoda impunidad. Puede concebir el pensamiento humano una situacin social msespantosa?

    Los efectos de la fe religiosa sobre la conducta de los amos sureos se describenvvidamente en la siguiente narracin y demuestran ser cualquier cosa menos saludables.Dada la naturaleza del caso, tienen que ser perniciosos en el mximo grado. El testimonio delseor DOUGLASS sobre este punto lo apoyan toda una nube de testigos, cuya veracidad esirrefutable. La profesin de fe cristiana de un propietario de esclavos es una impostura

    patente. Es un feln del mximo grado. Es un ladrn de hombres. Carece de importancia loque se coloque en el otro platillo de la balanza.

    Lector! Estn tus simpatas y objetivos con los de los ladrones de hombres o dellado de sus vctimas pisoteadas? Si ests con los primeros, eres un enemigo de Dios y delhombre. Si con las segundas, qu ests dispuesto a hacer y a arriesgar por ellas? S fiel, svigilante, s incansable en tus esfuerzos por romper todo yugo y dejar que los oprimidosmarchen libres. Pase lo que pase, cueste lo que cueste, graba en el estandarte que desplieguesal viento, como tu lema poltico y religioso: NINGN COMPROMISO CON LAESCLAVITUD! NINGUNA UNIN CON LOS PROPIETARIOS DE ESCLAVOS!

    WM. LLOYD GARRISON

    Boston, 1 de mayo de 1845

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    Carta de Wendell Phillips, Esq.

    Boston, 22 de abril de 1845

    Mi querido amigo:Recuerda usted la vieja fbula de El hombre y el len, en la que el len se quejaba

    diciendo que no se le representara tan falazmente si los leones escribiesen la historia.Me alegro de que haya llegado la hora de que los leones escriban la historia. Se

    nos ha tenido ya tiempo suficiente conociendo la naturaleza de la esclavitud a partir de laspruebas involuntarias de los amos. Podramos darnos en realidad por suficientementesatisfechos con lo que es evidente que deben ser, en general, los resultados de esa relacin,sin investigar ms para saber si se han cumplido en todos los casos. De hecho, los que secentran en el medio peck13 de grano a la semana y disfrutan contando latigazos sobre laespalda del esclavo, raras veces son de la madera de la que se hacen los reformadores ylos abolicionistas. Recuerdo que en 1838 muchos esperaban para ver los resultados delexperimento de las Antillas, antes de incorporarse a nuestras filas. Esos resultados se han

    producido hace ya mucho; pero, por desgracia, pocos de ellos se han unido a nosotros comoconversos. Un hombre debe estar dispuesto a juzgar sobre la emancipacin por otras pruebasque por la de si ha incrementado la produccin de azcar, y a odiar la esclavitud por otrasrazones que porque mata de hambre a los hombres y azota a las mujeres, para estar encondiciones de poner la primera piedra de su vida antiesclavista.

    Me alegr al enterarme, por su relato, de lo pronto que los hijos de Dios msdesvalidos despiertan a la conciencia de sus derechos y de la injusticia que se les hace. Laexperiencia es una aguda maestra; y mucho antes de que usted hubiese dominado suabecedario, o supiese a dnde se dirigan las velas blancas de Chesapeake, empez, veo, a

    calibrar la desdicha del esclavo no por su hambre y su necesidad, no por los latigazos y eltrabajo agotador, sino por la muerte cruel y destructora que se cierne sobre su alma.Hay en relacin con esto una circunstancia que hace particularmente valiosos sus

    recuerdos, y ms notable su precoz percepcin. Viene usted de esa parte del pas donde se nosdice que la esclavitud muestra sus rasgos ms benignos. Oigamos, pues, lo que es en su mejorestado, contemplemos su lado amable, si es que lo tiene; y luego ya puede la imaginacinutilizar sus poderes para aadir lneas sombras al cuadro, mientras viaja hacia el sur, haciaese Valle de la Sombra de la Muerte (para el hombre de color) por donde se arrastra elMississippi.

    Adems, hace mucho que le conocemos y podemos depositar la ms completaconfianza en su veracidad, franqueza y sinceridad. Todo el que le ha odo hablar se ha

    quedado, y, estoy seguro, todo el que lea su libro se quedar, convencido de que les da usteduna muestra justa de la verdad completa. Nada de retratos unilaterales, nada de quejas al pormayor, sino justicia estricta, siempre que la bondad individual ha neutralizado, por unmomento, el sistema mortal con el que estaba extraamente aliada. Ha estado usted tambincon nosotros unos aos y puede comparar bien la penumbra de derechos de que goza su razaen el Norte con esa mitad de la noche bajo la que pena al sur de la lnea Mason y Dixon.Dganos si, despus de todo, el hombre de color semilibre de Massachusetts est peor que elesclavo mimado de las cinagas arroceras!

    Nadie puede decir al leer su vida que hayamos elegido injustamente algunas rarasmuestras de crueldad. Sabemos que las gotas amargas, que hasta usted ha apurado de la copa,no son agravaciones incidentales, ni males individuales, sino las que han de mezclarse

    siempre e inevitablemente en la suerte de todo esclavo. Son los ingredientes esenciales del13 Medida de ridos equivalente a 9,087 litros. (N. del T.)

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    sistema, no los resultados ocasionales.La verdad es que leer su libro temblando por usted. Hace unos aos, cuando

    empezaba usted a revelarme su nombre real y su lugar de nacimiento, quiz recuerde que leinterrump y prefer seguir ignorndolo todo. A excepcin de una descripcin vaga, continuas, hasta el otro da, en que me ley usted sus memorias. No supe muy bien por entonces si

    darle las gracias o no al verlas, al considerar que era an peligroso, en Massachusetts, para unhombre honrado, decir su nombre! Dicen que los padres fundadores, en 1776, firmaron laDeclaracin de Independencia con el dogal al cuello. Tambin usted publica su declaracinde libertad rodeado de peligro. En todas las dilatadas tierras que ensombrece la Constitucinde Estados Unidos, no hay un solo lugar, por estrecho y desolado que sea, donde un esclavofugitivo pueda plantarse y decir: Estoy a salvo. No hay ningn escudo para l en todo elarsenal del Derecho del Norte. Puedo decir abiertamente que yo en su lugar arrojara elmanuscrito al fuego.

    Quiz pueda usted contar su historia sin peligro, despus de haberse granjeado comoha hecho el afecto de tantos corazones por sus dotes excepcionales, y por una entrega anms extraordinaria de ellos al servicio de otros. Pero se deber slo a sus trabajos, y a los

    esfuerzos intrpidos de aquellos que, pisoteando las leyes y la Constitucin del pas, estnresueltos a ocultar al proscrito y a que sus corazones sean, a pesar de las leyes, un asilo

    para el oprimido, si, en un momento u otro, el ms humilde puede permanecer en nuestrascalles y dar testimonio sin ningn peligro contra las crueldades de que ha sido vctima.

    Es triste pensar, sin embargo, que estos mismos corazones palpitantes que dan labienvenida a esta historia suya, y constituyen su mejor salvaguardia al contarla, latan todos encontra de la norma acordada y estipulada en este caso. Contine, mi querido amigo, hastaque usted, y aquellos que como usted han sido salvados, como del fuego, de la prisin oscura,

    plasmen esas pulsaciones libres e ilcitas en normas legales; y Nueva Inglaterra, separndosede una Unin manchada de sangre, se gloriar de ser el refugio de los oprimidos. Hasta queno nos limitemos a ocultar al proscrito, o a considerar un mrito mantenerse ociosamenteal margen mientras se le persigue en medio de nosotros, sino que, consagrando de nuevo latierra de los Peregrinos como asilo de los oprimidos, proclamemos nuestra bienvenida alesclavo tan alto que llegue su eco a todas las cabaas de las Carolinas, y haga levantarse deun salto al esclavo abatido cuando piense en el viejo Massachusetts.

    Que Dios apresure la llegada del da!Hasta entonces y siempre, sinceramente suyo,

    WENDELL PHILLIPS

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    I

    Yo nac en Tuckahoe, cerca de Hillsborough, a unos veinte kilmetros de Easton, enel condado de Talbot, Maryland. No tengo conocimiento exacto de mi edad, porque nunca he

    visto un documento autntico en el que constara. La inmensa mayora de los esclavos sabentan poco de su edad como los caballos de la suya, y es deseo de la mayora de los amos, porlo que yo s, mantener a sus esclavos en esa ignorancia. No recuerdo haber conocido nunca aun esclavo que pudiese decir el da que haba nacido. Raras veces se aproximan ms a elloque la poca de la siembra, la poca de la recoleccin, la poca de las cerezas, la

    primavera o el otoo. Esta falta de informacin sobre m mismo me hizo sufrir muchodurante la infancia. Los nios blancos podan decir su edad. Yo no poda entender por qutena que estar privado del mismo privilegio. No me estaba permitido hacerle preguntas a miamo sobre ello. Consideraba esas preguntas, si las haca un esclavo, impropias eimpertinentes, e indicio de un espritu revoltoso. El clculo ms aproximado que puedo hacerme atribuye entre veintisiete y veintiocho aos de edad. Digo esto porque en 1835 ocomentar a mi amo que yo tena unos diecisiete aos.

    Mi madre se llamaba Harriet Bailey. Era hija de Isaac y Betsey Bailey, ambos decolor y muy oscuros. Mi madre era de un color ms oscuro que mi abuela y mi abuelo.

    Mi padre fue un blanco. Todas las personas a las que o hablar de mi origenconfesaban que lo era. Tambin se rumoreaba que mi amo era mi padre, pero no s nadasobre la veracidad de esa opinin; me privaron de medios de saberlo. A mi madre y a m nossepararon cuando yo era slo un nio de pecho... antes de que la conociese como mi madre.Es una costumbre comn, en la parte de Maryland de la que escap, separar a los nios de susmadres a una edad muy temprana. Es frecuente que antes de que el nio cumpla doce mesesse separe a su madre de l y se arrienden sus servicios en alguna finca situada a considerable

    distancia, y se ponga al nio al cuidado de una anciana, demasiado vieja para las labores delcampo. No entiendo por qu se efecta esa separacin, salvo que sea para impedir que el niole tome afecto a su madre, y para embotar y destruir el afecto natural de la madre hacia elnio. se es el resultado inevitable.

    No vi a mi madre, para poder conocerla como tal, ms que cuatro o cinco veces en mivida; y fueron todas ellas muy cortas en duracin, y de noche. Arrend sus servicios un talseor Stewart, que viva a unos veinte kilmetros de mi hogar. Haca viajes para verme denoche, recorriendo todo el trayecto a pie, despus de realizar el trabajo del da. Trabajaba enel campo, y se castigaba con el ltigo no estar en el campo al salir el sol, a menos que elesclavo tuviese un permiso especial de su amo o de su ama para no hacerlo, permiso que rarasveces se conceda, y que otorgaba al que lo conceda el honroso calificativo de amo bueno.

    No recuerdo haber visto a mi madre a la luz del da. Estaba conmigo de noche. Se echabaconmigo y me arrullaba, pero mucho antes de que yo despertase ya se haba ido. Hubosiempre muy poca comunicacin entre nosotros. La muerte puso fin muy pronto a la poca que

    pudimos tener mientras ella vivi, y a sus penalidades y sufrimientos. Muri cuando yo tenaunos siete aos de edad, en una de las fincas de mi amo, cerca de Lee's Mill. No se me

    permiti estar presente durante su enfermedad, ni en su muerte ni en su entierro. Murimucho antes de que yo pudiese darme cuenta. Como no haba disfrutado nunca, en unamedida significativa, de su presencia consoladora, de sus tiernos y atentos cuidados, recib lanoticia de su muerte quiz con las mismas emociones que podra haberme producido lamuerte de un extrao.

    Al fallecer as de pronto, me dej sin la menor indicacin de quin haba sido mi

    padre. El rumor de que mi amo era mi padre puede que sea verdad y puede que no; y, cierto ofalso, tiene poca importancia para mi propsito mientras que sigue en pie, con toda su

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    manifiesta crueldad, el hecho de que los propietarios de esclavos han dispuesto, y establecidopor ley, que los hijos de las esclavas tengan que seguir sin excepcin la condicin de susmadres; y esto se debe, como es claro y notorio, a que quieren sacar provecho de su propialujuria y que resulte rentable adems de placentera la gratificacin de sus deseos inicuos; yaque con esta astuta disposicin el propietario de esclavos mantiene con ellos, en no pocos

    casos, la doble relacin de amo y padre.Conozco casos as; y merece la pena comentar que esos esclavos soportaninvariablemente ms penalidades, y tienen ms problemas, que otros. Son, en primer lugar,una continua ofensa para su ama. sta anda siempre vigilando para ver si descubre en ellosalgn fallo; raras veces son capaces de hacer algo que la complazca; nada la satisface msque verles bajo el ltigo, sobre todo cuando sospecha que su marido concede a sus hijosmulatos favores que se abstiene de conceder a sus esclavos negros. El amo suele verseobligado a vender a esta clase de esclavos, por respeto a los sentimientos de su esposa blanca;y por cruel que pueda parecer el hecho de que un hombre venda a sus propios hijos atraficantes de carne humana, es a menudo un sentimiento humanitario el que le obliga ahacerlo; porque si no lo hace, no slo debe azotarlos l mismo, sino que ha de ver y soportar

    que un hijo blanco ate a su hermano, slo un poco ms oscuro que l, y aplique el ltigoensangrentado a su espalda desnuda; y si murmurase una palabra de desaprobacin seatribuira a su parcialidad paternal, y no hara ms que empeorar las cosas, para l y para elesclavo al que quisiera proteger y defender.

    Cada ao trae consigo multitud de esclavos de esta clase. Fue sin duda a consecuenciadel conocimiento de este hecho por lo que un gran estadista del Sur predijo la cada de laesclavitud debido a las leyes inevitables de la poblacin. Independientemente de que secumpla o no alguna vez esa profeca, es evidente sin embargo que est surgiendo en el Sur, yse la mantiene en la esclavitud, una clase de individuos de un aspecto muy distinto de los quellegaron en principio de frica a este pas; y aunque su aumento no cause otro bien, privar almenos de fuerza al argumento de que Dios maldijo a Cam, y por ello la esclavitud es vlida.Si los descendientes directos de Cam son los nicos que pueden ser esclavizados segn lassagradas escrituras, no cabe duda de que la esclavitud en el Sur dejar pronto de estar

    justificada por ellas; pues vienen al mundo anualmente miles que deben su existencia, comoyo, a padres blancos, y cuyos padres suelen ser casi siempre sus propios amos.

    Yo he tenido dos amos. El primero de ellos se llamaba Anthony. No recuerdo suapellido. Solan llamarle capitn Anthony, ttulo que supongo que adquiri manejando unaembarcacin en la baha de Chesapeake. No se le consideraba un propietario de esclavos rico.Slo tena dos o tres fincas y unos treinta esclavos. Sus fincas y sus esclavos estaban al cargode un mayoral. El mayoral se llamaba Plummer. El seor Plummer era un borrachodespreciable, un blasfemo y un monstruo brutal. Iba siempre armado con un ltigo de piel de

    vaca y una gruesa porra. Haca cortes y heridas tan horribles a las mujeres en la cabeza, segnme han contado, que hasta el amo se enfureca con l por su crueldad y amenazaba conazotarle si no se controlaba. Pero el amo no era una persona humanitaria. La barbarie delmayoral tena que ser excepcional para que le afectara. Era un hombre cruel, endurecido poruna larga vida como propietario de esclavos. A veces pareca producirle un gran placer azotara un esclavo. Me han despertado muchas veces al amanecer los gritos estremecedores de unata ma, a la que l sola atar a una viga y azotarla en la espalda desnuda hasta dejarlaliteralmente cubierta de sangre. Ni las palabras ni las lgrimas ni las oraciones de su vctimaensangrentada parecan desviar su corazn de acero de su propsito maligno. Cuanto ms altogritaba ella, ms fuerte la azotaba; y donde la sangre corra ms de prisa, all era donde mstiempo la azotaba. La azotaba para hacerla chillar y la azotaba para hacerla callar; y hasta que

    le venca la fatiga no cesaba de blandir el ltigo cubierto de sangre. Recuerdo la primera vezque presenci ese horrible espectculo. Yo era muy nio, pero lo recuerdo bien. No lo

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    olvidar mientras sea capaz de recordar algo. Fue la primera de una larga serie de atrocidadessimilares, de las que estuve condenado a ser testigo y partcipe. Me afect con una intensidadsobrecogedora. Era la puerta manchada de sangre, la entrada al infierno de la esclavitud, porla que haba de pasar. Fue un espectculo absolutamente terrible. Ojal pudiera trasladar al

    papel los sentimientos con que lo contempl.

    Este suceso tuvo lugar muy poco despus de que me fuese a vivir con mi viejo amo, yen las siguientes circunstancias. Ta Hester sali una noche (adnde o a qu, no lo s) ysucedi que estaba ausente cuando mi amo reclam su presencia. Le haba dado orden de nosalir por las noches, y le advirti que no quera verla nunca en compaa de un hombre jovenque la haca objeto de sus atenciones pese a que perteneca al coronel Lloyd. El joven sellamaba Ned Roberts, y solan llamarle Ned de Lloyd. Se puede dejar sin duda a la conjeturala razn de que el amo la controlara tanto. Era una mujer de nobles formas y de elegantes

    proporciones, muy pocas la igualaban y la superaban an menos, en cuanto a la aparienciapersonal, entre las mujeres blancas o de color de nuestro entorno.

    Ta Hester no slo haba desobedecido las rdenes del amo al salir, sino que la habanencontrado en compaa de Ned de Lloyd; circunstancia que, por lo que l deca mientras la

    azotaba, descubr que era su principal delito. Si l hubiese sido un hombre de moral pura,podra haberse pensado que tena inters en proteger la inocencia de mi ta; pero los que leconocan no sospechaban de l semejante virtud. Antes de empezar a azotar a ta Hester, lameti en la cocina y la desnud del cuello a la cintura, dejndole el cuello, los hombros y laespalda completamente al descubierto. Luego le dijo que cruzara las manos, llamndola m . .a

    p . . a. Despus le at las manos, con una cuerda fuerte y la llev hasta un taburete debajo deun gancho grande de la viga, colocado all para aquel fin. La hizo subirse en el taburete y leat las manos al gancho. Estaba ya lista para su propsito infernal. Tena los brazos estiradosen toda su longitud, de modo que se apoyaba en las puntas de los dedos de los pies. Entoncesl le dijo: Ahora aprenders a desobedecer mis rdenes, m . . a p . . a!, y, tras remangarsela camisa, comenz a golpear con el grueso ltigo y pronto empez a gotear la sangre, cliday roja, en medio de chillidos desgarradores de ella y de horribles juramentos de l. Yo estabatan aterrado y abrumado por el horror que me causaba lo que vea, que me escond en unarmario y no me atrev a salir hasta mucho despus de que acabase la sangrienta operacin.Supona que luego sera mi turno. Todo aquello era nuevo para m. No haba visto hastaentonces nada parecido. Haba vivido siempre con mi abuela en las afueras de la hacienda,donde ella se dedicaba a cuidar los nios de las mujeres ms jvenes. Haba estado por ello,hasta entonces, apartado de las sangrientas escenas que solan producirse en la plantacin.

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    II

    La familia de mi amo estaba compuesta por dos hijos, Andrew y Richard; una hija,Lucretia, y su marido, el capitn Thomas Auld. Vivan en una casa, en la plantacin

    central del coronel Edward Lloyd. Mi amo era el contable y administrador del coronelLloyd. Era lo que podra llamarse el mayoral de los mayorales. Yo pas dos aos deinfancia en esta plantacin con la familia de mi viejo amo. Fue all donde presenci lasangrienta operacin relatada en el primer captulo; y dado que recib mis primerasimpresiones de la esclavitud en esa plantacin, har una pequea descripcin de ella, y dela esclavitud tal como exista all. La plantacin est situada a casi veinte kilmetros alnorte de Easton, en el condado de Talbot, y se extiende por la orilla del ro Miles. Los

    principales productos que se cultivaban eran tabaco, maz y trigo. Se cultivaban en granabundancia; de manera que el amo, con los productos de esta y de otras fincas que le

    pertenecan, poda mantener en actividad casi constante una gran balandra, que losllevaba al mercado de Baltimore. Esta balandra se llamaba Sally Lloyd, en honor de unade las hijas del coronel. El patrn de la embarcacin era el capitn Auld, el yerno de miamo; los marineros eran esclavos del coronel.

    Se llamaban Peter, Isaac, Rich y Jake. Los otros esclavos les considerabanmuchsimo y les tenan por los privilegiados de la plantacin; porque no era asunto de

    poca monta para los esclavos, que les permitieran ver Baltimore.El coronel Lloyd tena de trescientos a cuatrocientos esclavos en su plantacin

    central, y era propietario de muchos ms que estaban en las fincas de los alrededoresque le pertenecan. Los nombres de las fincas ms prximas a la plantacin central eranWye Town y New Design. Wye Town estaba bajo la supervisin de un hombre llamado

    Noah Willis. New Design estaba bajo la supervisin de un tal seor Townsend. Los

    supervisores de estas dos fincas, y del resto, unas veinte en total, reciban asesoramientoy directrices de los administradores de la plantacin central. sta era el gran centroadministrativo. Era la sede del gobierno para las veinte fincas. All se solventaban todaslas diferencias entre los mayorales. Si un esclavo era considerado culpable de una faltagrave, se volva incontrolable o se mostraba resuelto a huir, se le llevabainmediatamente all, se le azotaba severamente, se le suba a bordo de la balandra, se letrasladaba a Baltimore y se venda a Austin Woolfolk, o a algn otro traficante deesclavos, como advertencia para el resto.

    Tambin era all donde los esclavos de todas las dems fincas reciban suasignacin mensual de vveres, y sus ropas para el ao. Esclavos y esclavas recibancomo provisin mensual de alimentos tres kilos y doscientos gramos de carne de cerdo,

    o su equivalente en pescado, y un bushel14

    de harina de maz. Las ropas anualesconsistan en dos toscas camisas de lino, unos pantalones de lino, como las camisas, unachaqueta, unos pantalones para el invierno, hechos de una tosca tela negra, unoscalcetines y unos zapatos; todo lo cual no podra costar ms de siete dlares. La racinde los nios esclavos se entregaba a sus madres, o a las ancianas que se cuidaban deellos. A los nios que no podan trabajar en el campo no les daban zapatos ni calcetinesni chaqueta ni pantalones; su ropa consista en dos toscas camisas de lino por ao.Cuando se les rompan esas camisas andaban desnudos hasta la entrega siguiente. Sevean nios de ambos sexos de siete a diez aos casi desnudos en todas las estacionesdel ao.

    A los esclavos no les daban camas, salvo que se considerase tal una spera manta, y

    eso slo lo tenan los hombres y las mujeres. Pero no se considera una carencia muy grande.14 Medida de ridos equivalente a 35,24 litros. (N. del T.)

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    Plantea menos dificultades la falta de camas que la de tiempo para dormir; porque cuandoterminan el da de trabajo en el campo, la mayora de ellos han de lavar la ropa y coserla yhacer la comida, y como tienen pocos o ninguno de los servicios normales para hacer esascosas, consumen muchas de sus horas de sueo preparndose para ir al campo al dasiguiente; y una vez hecho esto, viejos y jvenes, hombres y mujeres, casados y solteros, se

    tumban unos junto a otros en un lecho comn (el suelo hmedo y fro), tapndose cada unode ellos con su msera manta; y all duermen hasta que les convoca para salir al campo lacorneta del mayoral. Nada ms orla deben levantarse todos y dirigirse al campo. No debehaber la menor demora; tienen que estar cada uno y cada una en su puesto; y ay del que nooiga esta convocatoria matinal para acudir al campo; porque si no se despiertan por el sentidode la audicin, les despiertan por el sentido del dolor: no hay piedad para ninguna edad nisexo. El seor Severe, el mayoral, sola ponerse a la puerta del barracn, armado con unalarga vara de nogal y un grueso ltigo de cuero de vaca, dispuesto a pegar a cualquiera quefuese tan desdichado como para no or, o que no pudiese, por cualquier otra causa, estardispuesto para salir hacia los campos al or la corneta.

    El seor Severe tena un nombre apropiado: era un hombre cruel. Le he visto

    azotar a una mujer hacindola sangrar media hora seguida; y esto, adems, en medio delos llantos de sus hijos, que pedan que soltasen a su madre. Pareca disfrutar demostrandosu brutalidad diablica. Y a la crueldad se aadan sus juramentos y blasfemias. Bastabaorle hablar para que se le helara la sangre y se le erizaran los cabellos a cualquierhombre. Apenas se le escapaba una frase que no empezase o concluyese con algnhorrible juramento. El mejor lugar para presenciar su crueldad y su lenguaje indecenteeran los campos de cultivo. Su presencia los converta en campos de sangre y de

    blasfemia. Desde que sala el sol hasta que se pona, estaba maldiciendo, desvariando yrepartiendo golpes y latigazos entre los esclavos de los campos, de la manera msaterradora. Su carrera fue breve. Muri muy poco despus de que yo me fuese con elcoronel Lloyd; y muri como haba vivido, mascullando, en sus estertores agnicos,amargas maldiciones y horribles juramentos. Los esclavos consideraron su muerteconsecuencia de una providencia misericordiosa.

    El puesto del seor Severe pas a ocuparlo un tal seor Hopkins, un hombre muydistinto. Era menos cruel, menos blasfemo y menos escandaloso que el seor Severe. Su

    proceder no se caracteriz por demostraciones extraordinarias de crueldad. Azotaba, perono pareca proporcionarle ningn placer hacerlo. Los esclavos le consideraban un buenmayoral.

    La plantacin central del coronel Lloyd tena la apariencia de una aldea. All eradonde se efectuaban todas las operaciones mecnicas de todas las fincas. Los esclavos dela plantacin central eran los que se encargaban de hacer y arreglar zapatos, de la fragua,

    de carros y carretas, de los barriles, de tejer y de moler el grano. Todo aquel lugar dabauna impresin de actividad muy distinta de la de las fincas vecinas. El nmero deedificios ayudaba tambin a que pareciese ms importante que las fincas prximas. Losesclavos le llamaban la Finca de la Casa Grande. Pocos privilegios estimaban ms losesclavos de las fincas de fuera que el de ser elegidos para ir a hacer recados a la Finca dela Casa Grande. Estaba asociada en su pensamiento con la grandeza. No podra estar msorgulloso un candidato de su eleccin para el Congreso de Estados Unidos de lo que

    poda estarlo un esclavo de una de las fincas exteriores de que le eligieran para hacerrecados a la Finca de la Casa Grande. Lo consideraban una prueba de que sus mayoralesdepositaban en ellos una gran confianza; y era ste el motivo, adems del deseo constantede estar lejos de los campos y del ltigo del capataz, de que lo estimaran un alto

    privilegio, por el que mereca la pena portarse bien. Al que le otorgaban ese honor conmayor frecuencia se le tena por el individuo ms listo y de ms confianza. Los que

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    competan por este cargo procuraban complacer a sus mayorales con la misma diligenciacon que los que buscan cargos en los partidos polticos procuran complacer y engaar a lagente. En los esclavos del coronel Lloyd podan verse los mismos rasgos de carcter quese ven en los esclavos de los partidos polticos.

    Los esclavos elegidos para ir a la Finca de la Casa Grande a buscar la racin

    mensual para ellos y para sus compaeros de esclavitud se mostraban especialmenteentusiastas. En el camino hacan retumbar con sus locas canciones los densos y viejosbosques en kilmetros a la redonda, expresando al mismo tiempo la mxima alegra y lams profunda tristeza. Las componan y cantaban sobre la marcha, sin atender al ritmo nia la meloda. El pensamiento que surga, sala, si no en la letra, en el sonido; y tan amenudo en la primera como en el segundo. Cantaban a veces el sentimiento ms pattico enel tono ms arrebatado, y el sentimiento ms arrebatado en el tono ms pattico. Siempre selas arreglaban para entretejer en sus canciones algo que se relacionase con la Finca de la CasaGrande. Hacan esto sobre todo cuando salan de casa. Entonces cantaban en el tono msentusiasta lo siguiente:

    Me voy a la Finca de la Casa Grande!Oh, s! Oh, s! Oh!

    Cantaban esto como un coro con letras que a muchos les pareceran un galimatas sinsentido, pero que sin embargo estaban para ellos llenas de sentido. A veces he pensado que lasimple audicin de aquellas canciones hara ms por inculcar en algunas mentes el carcterhorrible de la esclavitud de lo que podra hacerlo la lectura de volmenes enteros de filosofasobre el tema.

    Yo no entenda, cuando era esclavo, el profundo significado de aquellas cancionestoscas y en apariencia incoherentes. Estaba tambin dentro del crculo; as que ni vea ni oa,igual que los que no tienen capacidad de ver ni or. Contaban una historia de infortunio queexceda entonces completamente mi dbil comprensin; eran tonos altos, prolongados y

    profundos; expresaban la oracin y la queja de almas que desbordaban la angustia msamarga. Cada tono era un testimonio contra la esclavitud, y una oracin a Dios por laliberacin de las cadenas. Escuchar aquellas notas salvajes siempre afliga mi espritu y mellenaba de una tristeza inefable. Se me han saltado muchas veces las lgrimas oyndolas.Hasta ahora me aflige la simple repeticin de aquellas canciones; y, mientras escribo estaslneas, ya ha hallado su camino mejilla abajo una expresin de sentimiento. A aquellascanciones remito mi primera trmula concepcin del carcter deshumanizador de laesclavitud. Me es imposible librarme de esa concepcin. Aquellas canciones an me siguen,

    para profundizar mi odio a la esclavitud y avivar mis simpatas por mis hermanos

    encadenados. Si alguien desea convencerse de que el efecto de la esclavitud es matar el alma,que vaya a la plantacin del coronel Lloyd y que se site un da de reparto en los profundosbosques de pinos y que analice all, en silencio, esos sonidos que le traspasarn las cmarasdel alma... y si no se convence as, ser slo porque no hay carne alguna en su coraznobstinado.

    Me he quedado muchas veces completamente atnito, desde que vine al Norte, alencontrar personas que eran capaces de alegar el canto de los esclavos como prueba de queestn contentos y felices. No se puede concebir mayor error. Cuando ms cantan los esclavoses cuando se sienten ms desgraciados. Las canciones del esclavo reflejan los pesares de sucorazn; y le alivian slo como alivian las lgrimas a un corazn afligido. sa es al menos miexperiencia. Yo he cantado muchas veces para ahogar el dolor, pero muy pocas para expresar

    felicidad. Llorar de alegra y cantar de alegra eran para m dos cosas igual de inslitasmientras estaba entre las mandbulas de la esclavitud. Podra considerarse tan adecuadamente

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    prueba de alegra y felicidad el canto de un hombre que naufraga y llega a una isla desiertacomo el canto del esclavo; la emocin que alimenta las canciones del uno y el otro es lamisma.

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    III

    E1 coronel Lloyd tena un huerto grande y cultivado con esmero, que proporcionabatrabajo casi constante a cuatro hombres, adems del hortelano jefe, el seor M'Durmond. Este

    huerto probablemente fuese la principal atraccin del lugar. Durante los meses de veranovena a verlo gente de lejos y de cerca (de Baltimore, Easton y Annapolis). Haba en labundancia de frutos de casi todo gnero, desde la dura manzana del norte a la naranjadelicada del sur. Este huerto era una importante fuente de conflictos en la plantacin. Suexcelente fruta era una enorme tentacin para los hambrientos enjambres de muchachos, ascomo para los esclavos ms viejos, que pertenecan al coronel, pocos de los cuales tenan lavirtud o el vicio de resistirla. Durante el verano apenas haba da que no tuviese que serazotado algn esclavo por robar fruta. El coronel tena que recurrir a toda clase deestratagemas para mantener a los esclavos alejados del huerto. La ltima y de mayor xito fueembrear la valla en toda su extensin; tras lo cual si se sorprenda a un esclavo con algo de

    brea sobre su persona se consideraba prueba suficiente de que o haba entrado en el huerto ohaba intentado entrar. En cualquier caso, el hortelano jefe le azotaba severamente. Este planfuncion bien; los esclavos le cogieron tanto miedo a la brea como al ltigo. Parecieroncomprender que era imposible tocar brea sin mancharse.

    El coronel tena un equipo esplndido de carros y caballos. El establo y la cocheratenan la apariencia de una de nuestras grandes caballerizas de alquiler de la ciudad. Los ca-

    ballos eran de la mejor estampa y de la ms noble raza. En la cochera haba tres coches decaballos esplndidos, tres o cuatro calesines, adems de dearborns15y cabriols de los estilosms elegantes..

    Este establecimiento estaba al cargo de dos esclavos, Barney el Viejo y Barney elJoven, que eran padre e hijo. Atenderlo era su nico trabajo. Pero no era en modo alguno una

    tarea fcil, pues en nada era tan exigente el coronel Lloyd como en el cuidado de suscaballos. El ms leve descuido con ellos era imperdonable, y haca recaer sobre losencargados de su cuidado el castigo ms severo; ninguna excusa poda ampararle, si elcoronel llegaba a sospechar siquiera cualquier falta de atencin a sus caballos... una sospechaa la que se entregaba con frecuencia, y que haca, claro est, que el oficio del joven y d