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8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
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APOCALIPSIS
Francisco ontreras Molina
INTRODU ION
La primera impresión que produce este
libro
tanto
tiempo olvidado, y
cubierto de
polvo , es de una
profunda
atracción. El lec-
tor
se siente,
ya desde el principio,
hechiza
do y
en
sintonía espontánea con el Apoca-
lipsis:
participa
de sus
experiencias
reli-
giosas; oye la
voz
del
Señor
que
le
habla
en
forma de siete
cartas; es testigo
privile-
giado de las espléndidas liturgias que se de-
sarrollan
en
el cielo;
toma
parte
en el
com-
bate
a
muerte
entre
el
bien
y el mal.
La
lec-
tura va
interesando más
y
cobra un
ritmo
intenso y acelerado. Yal mismo tiempo, se
produce una sensación de vértigo.
Hay
mo-
mentos en que nos hallamos superados por
la visión alucinante
de este
libro misterioso;
nos resulta excesivo
en
demasía. Una pare
cida
sensación contrapuesta,
de
atracción y
de vértigo, experimentaba ya en el siglo 111
Dionisia
de
Alejandría:
Yo no
me
atreveré
a
rechazar
este
libro que muchos hermanos
consideran con
favor;
pero
estimando
que
sus
concepciones sobrepasan
mi propia
inteligencia, supongo
que la
significación de
cada
pasaje es, de
alguna
manera, oculta
y
maravillosa.
Y porque no lo comprendo,
supongo que
hay en
estas palabras
un sen
tido más profundo (HistOria Eclesiástica VII.
25.4). Esta
confesión podría ser
considera
da con ironía. Mejor es tomarla como
una
sincera invitación para
acercarnos
de
ma
nera
responsable
e inteligente al Apocalip-
sis.
Al
leer
este libro, atractivo y desconcer
tante al mismo tiempo, no debemos olvi-
dar que el
Apocalipsis
ha
nacido
en
el
con
texto
de
un
fecundo
movimiento, que pro
dujo
otras obras
literarias semejantes a ésta.
En efecto, el movimiento apocalíptico, que
se desarrolló
entre
los judíos primero, y lue
go
entre
los cristianos,
en
el
periodo de tiem-
po
que va
desde
el
siglo IV
a.
C. al
II d.
C.,
nos ha dejado numerosos
escritos
que nos
ayudan a entender el
simbolismo
y las ex-
presiones
del
Apocalipsis, por eso los
ten
dremos
en cuenta
y
los
citaremos a lo lar
go del
comentario.
l Simbolismo
Presencia masiva de símbolos Es
esta
peculiaridad, la
que
primero
y
más
pode
rosamente llama nuestra atención.
El
libro
se encuentra saturado
de
visiones simbóli-
cas. El autor sigue los usos habituales de los
escritores apocalípticos. No
en
vano
su
libro
comienza
con
esta palabra Apocalipsis , que
significa manifestación
de
algo oculto . Pe-
ro se aparta
del
hermetismo y de la
fantasía
de
las obras apocalípticas; su libro se pre-
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APOCALIPSIS
senta como una
profecía
de la historia, lle
na de símbolos.
El
autor se ve coaccionado a escribir de
esta manera, porque el mensaje que quiere
transmitir así se
lo impone. La victoria de
Cristo ha cambiado el curso del tiempo y las
dimensiones
del
espacio;
su
luz
nueva
baña
por completo nuestra realidad y llena de sen
tido los acontecimientos de
nuestra
historia;
éstos
quedan
transfigurados
por
la pre
sencia de Cristo. solamente el
símbolo
es
capaz
de superar el convencionalismo de
nuestro lenguaje, elevar lo concreto a una
dimensión
transcendente y
abrirlo
a
una
contemplación misteriosa.
El simbolismo del Apocalipsis proviene en
primer
lugar del Antiguo Testamento (la ser
piente, el paraíso, las plagas, las
trompetas
.. ,
también
de la apocalíptica judía,
yespe
cialmente de
la
concepción original, propia
del autor, que
sabe
incorporar los diversos
elementos
en
una nueva síntesis genial.
A fin de tener
una
visión lo más global
y coherente posible,
que
nos permita enten
der mejor el Apocalipsis, agrupamos las
diversas
clases
de símbolos.
Simbolismo cósmico significa la
dimen
sión transcendente,
la
presencia de
Dios. So
bre todo los cataclismos (sol negro, luna que
se
desangra, terremotos
..
, expresan
la pre
sencia inmediata de Dios
en la
historia. An
te
esta
presencia tan fuerte, la naturaleza se
resiente, y el hombre por ello está invitado
a reconocer a Dios; sin embargo
muchos
le
rechazan.
Simbolismo
teriomórj ico
(es decir,
to
mando
como referencia el mundo
animal):
alude
a
las
fuerzas
sobrehumanas,
casi
des
comunales, pero siempre controladas por
el poder de
Dios.
Estas fuerzas actúan
en
la
historia de manera bruta, bestial , des
humanizándola. Aparecen el gran dragón, la
primera y segunda bestia, los caballos, los
cuernos ..
Simbolismo
cromático
los
colores
ad
quieren una significación
que
sobrepasa
su
valor convencional y
meramente
estético. El
rojo indica
la
violencia y la
crueldad;
el
blan
co
hace
referencia
al
mundo
sobrenatural,
es
pecialmente a la resurrección; el dorado es el
696
color de
la
liturgia; el verde no significa
la
es
peranza, como se piensa
comúnmente,
sino
la
caducidad
de
la
vida y la muerte.
Simbolismo
aritmético
Los números ha
blan y
expresan
la calidad de
algo
que
su
cantidad indica. El siete y sus
múltiplos
sig
nifican
la
perfección,
la
totalidad; el doce
ha
ce
referencia
a la historia de la salvación, al
Antiguo Testamento
(doce
tribus)
o al Nue
vo
Testamento (doce apóstoles); las
frac
ciones de siete y
sus
múltiplos indican la par
cialidad, se refieren a un poder o un
tiempo
breve, limitado.
Actitud ante el símbolo
Lo
primero es
dejarse impresionar por la
fuerza
del símbo
lo; no ofrecer resistencia ante su
capacidad
de evocación;
meterse en
esta
atmósfera en
volvente y sobrecogedora,
que
tiene el po
der
de conmocionarnos
y
de
situarnos
en
re
giones abiertas, cercanas a la contemplación
del
misterio.
Por ello, una actitud fría que va armada
de
la
clave o del truco fácil
para
convertir en
seguida el símbolo en un dato intelectual, -sin
permitir que el
símbolo
sea elocuente e in
terpele-, es una actitud irrespetuosa para con
el Apocalipsis.
No
es
éste
un
tratado
de
dog
mas,
sino un
libro misterioso que habla de
la
revelación con el lenguaje de los símbolos.
Luego
hay
que
ir
descifrando el símbolo
pacientemente; analizando
desde un estu
dio
riguroso
cada elemento,
uno
a uno. Es
preciso extraer
su
contenido teológico,
sin
quitarle su poder de evocación. Por ello, no
se puede leer el libro
demasiado
de prisa; el
ritmo de
su
lectura debe ser lento,
interca
lado de
profundas
pausas
reflexivas y
aten
tos silencios.
Hay
que
comprender el contenido del sím
bolo desde
la
situación concreta que el lec
tor
está
viviendo: historia personal, de la co
munidad cristiana, de
la
IgleSia y de los hom
bres. Es preciso
contrastar
el símbolo con la
historia.
De lo contrario se quedará en una
ficción
desencarnada, sin ese
poder que
en
cierra
para
iluminar
y
orientar
nuestra
mar
cha por el mundo.
Todo
esto
significa
que
la
lectura
delli
bro
es evocadora y provocadora. Primero, ac-
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titud pasiva: dejarse
llenar;
después,
dili
gencia que
exige
del lector
una presencia
muy despierta, una actitud constante de
complicidad
para
ir
encontrando
la
respuesta
a sus inacabables enigmas. El libro se deja
leer
cuando
se
va respondiendo
a
estas
pre
guntas que
su
lectura
plantea.
2.
structura
del libro
El
Apocalipsis aparece como una obra
unitaria, precedida
de un prólogo litúrgiCO
Ap
1, 1-3 , Y concluida por un epílogo, igual
mente
litúrgico (Ap
22,6-21 . La obra
cons
ta de dos grandes partes, desiguales en
cuan
to a
su extensión
y contenido,
pero que son
fácilmente
apreciables.
La
primera
tiene co
mo
principal elemento
las
siete
cartas
a
las
iglesias
(Ap
2-3 ; la segunda comprende
el
resto del libro (Ap 4-22 . La división sería,
pues,
la siguiente:
Prólogo Ap
1,1-3
1. LAS SIETE CARTAS A LAS IGLESIAS
Ap
1,4-3,22
Introducción litúrgica Ap 1,4-8
Presentación
de Cristo resucitado
Ap 1,9-20)
Las
siete
cartas Ap
2-3
n
INTERPRETACION PROFETlCA
DE LA
HISTORIA Ap
4,1-22,5
Preludio Ap 4-5
Los sellos Ap 6-7)
Las trompetas Ap 8,1-11,14
Las
tres
señales Ap 11,15-16,16
Desenlace final Ap 16,17-22,5
Epílogo Ap
22,6-21
A lo
largo
del comentario
se encuentra
una
introducción
a cada una de
estas
par
tes o
secciones. Leyéndolas todas seguidas
podremos
hacernos
una idea del
desarro
llo del libro.
3. utor y
tiempo
Ya ha aparecido
con
frecuencia
la pala
bra
autor,
y
todavía
no
sabemos
quién
es;
APOCALIPSIS
mas podemos
barruntar
por cuanto se ha
dicho que debe tratarse de
una
persona
genial
que
ha logrado
escribir
una obra úni
ca
y
misteriosa.
Su
libro ha estado al ser
vicio de
esta
verdad teológica:
la
interven
ción decisiva de Cristo dentro de
la
histo
ria de
la humanidad.
Pero el autor del Apocalipsis no es Juan,
el apóstol, aunque él de manera explícita
así
se nombre Ap 1,10). Sin embargo, no de
be extrañarnos que
el verdadero autor del
libro se ampare en la autoridad
del
apóstol
Juan, pues este fenómeno (llamado técnica
mente
pseudonimia )
es muy frecuente en
tre los
escritores
apocalípticos. El autor real
del libro se refiere a un
personaje
célebre
del
pasado con
el cual siente
una
especial
afi
nidad
y
pone la revelación en
su
boca.
No
se trata de una
falsificación
ni de un
plagio;
es simplemente una
relación ideal
que
se es
tablece con este personaje. El autor, pues, del
Apocalipsis
es
distinto de
Juan,
el apóstol. Es
un discípulo, que se pone a
escribir
con ad
miración bajo la guía
ideal de
su maestro.
La fecha de composición del Apocalipsis
se sitúa hacia el fmal del primer siglo. El tes
timonio
de
Ireneo Hacia
el
fmal de Domicia
no Adv. haer. V,30) también lo confirma. No
es
posible una
mayor
precisión. Se admite,
pues, que fue escrito en
tomo
al año
95.
4.
Situación
vital. Mensaje
para
hoy
La
situación que
refleja
este
libro
es de
profunda crisis. Analizando sus principales
características, puede hacerse de
manera es
pontánea una
correspondencia
con
nuestros
días.
Las claves de
solución
que
da
el Apo
calipsis,
nos
son
perfectamente
válidas.
Crisis interna. Se
aprecia
sobre todo
en
las siete cartas. Dentro de
la
comunidad
se
han
infiltrado
las
herejías: se relativiza
la
obra redentora de Cristo, se
le
toma como
un personaje
celeste,
sin
incidencia en
nues
tra
realidad; se
ridiculizan
los imperativos
de
la ética
cristiana, se practica la
indife
rencia
y el
laxismo
moral,
esa
actitud
ambi
gua de la Iglesia, a la que el Señor llamó con
repugnancia
la
tibieza .
Crisis
externa
Hechos
que
han
conmo-
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APOCALIPSIS
cionado el mundo cristiano. El autor del
Apocalipsis ha
visto proféticamente en los
signos
de
aquellos tiempos especialmente
la persecución de los cristianos en Asia Me-
nor
bajo
el
imperio de Domiciano,
a quien
se pretendía
dar
un culto divina) un choque
inevitable
entre
la
fe
cristiana
y
el
imperio
romano.
El autor
no
sólo
ha hecho una
de
nuncia política, sino que ha
desenmascara
do
la verdadera realidad; debajo
del imperio
romano, que
pretende
erigirse
en
absoluto,
se
esconde y actúa una
fuerza
demoníaca.
El Apocalipsis está
escrito con acentos ra
dicales e intransigentes:
se
adora a Cristo,
el Cordero, o se es inevitablemente esclavo
de la bestia.
Es
preciso
tomar
partido. In
cluso en los
momentos
más grandiosos
del
libro,
hay
una
fuerte llamada
a
la
fidelidad
cristiana
Ap 22,15).
En esto consiste el mensaje del Apocalip-
sis.
La
Iglesia, purificada por la
palabra
de
Cristo, sabiamente
discernida por
el Espíri-
tu, se enfrenta, con tal de
mantener el tes
timonio de Jesús,
con un mundo
hostil, que
la silencia con
su
indiferencia y enemistad,
y
sigue la misma suerte que su Maestro: la
persecución
y el rechazo hasta la
muerte.
La
comunidad
cristiana,
ayer como
hoy,
está
invitada
a leer
este
libro. Aquí
se
habla
fundamentalmente de un hecho que ha
transtornado
la
historia
de la
humanidad: el
misterio pascual
de
Cristo, o dicho
con
pa
labras del
Apocalipsis,
la aparición
del
Cordero
de
pie, aunque degollado Ap 5,6).
Esta
intervención
decisiva
de Cristo ha
he
cho
que la eternidad de Dios
se meta
en
nuestro tiempo, y que el espacio
pierda
sus
coordenadas de arriba
y
abajo;
y el cielo, el
lugar
de Dios, se
abra e
invada la tierra
y
la historia.
Se
trata,
pues,
de una teología de
la historia, que se nos ofrece bajo
unas
cla-
ves
de comprensión,
en
forma de
símbolos,
la conducta providente de Dios para
con
la
Iglesia.
Se
le
ha llamado con razón,
el
libro
del
consuelo
cristiano.
No es un libro fácil,
698
ni
está
escrito para gente
curiosa;
es la res
puesta
divina
al
grito
de la
humanidad y
al
perseverante testimonio
de la
fe
de la
Iglesia.
Quien lee el Apocalipsis, se da cuenta de
que es
el
último
libro
de la
Biblia, el más sa
turado
de citas
del
Antiguo Testamento,
el
más
denso
y dificil.
Se
trata
de
una
historia
que va
progresando,
tiene
su
ritmo
interior
y
creciente. Su
lectura
debe
estar
acompañada
de una actitud sapiencial, meditativa, a fin de
discernir con
inteligencia
espiritual su
men
saje.
Estas pautas
ya
son
ofrecidas
por
el mis-
mo
libro:
son los
himnos
que de
manera es-
tratégica
lo
recorren de
principio a fin. Con
ellos se puede descubrir gozar cuanto su
lectura
va diciendo;
son remansos dentro
del
mismo
libro. Estos himnos nacieron en la
liturgia,
y
es en este ámbito
privilegiado
de la
liturgia, donde el libro
debiera ser
proclama
do, entendido y
celebrado.
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COMENT RIO
PROLOGO
1,1-3)
Desde el primer momento se insiste
en la centralidad que
ocupa
la
presencia
de Jesucristo: todo el Apocalipsis
se
re
fiere
constantemente
a su persona y
acti
vidad, pretende
desvelar
ante los ojos de la
Iglesia
la profundidad y riqueza de
su
misterio.
Sin embargo, el origen último de la
re
velación
es
Dios,
quien se
la entrega a
Jesu
cristo, y éste, como protagonista de una
cadena de testimonios,
la
muestra a sus sier
vos,
a su ángel intérprete, y finalmente a
Juan, el
cual
se
presenta ante
nosotros co
mo el testigo de cuanto ha visto; a saber, de
la palabra
de
Dios,
testimoniada por
Jesu
cristo.
Ya al comienzo del libro se proclama una
bienaventuranza. Es
la
primera de las
sie
te
bienaventuranzas
que lo jalonan, califi
cándolo
como
un
libro
de
dicha
y
de con
suelo;
imagen
completamente
positiva,
tan
lejana de
las
erróneas concepciones que
lo miran
como
un catálogo de
desventuras
y
fatalismos.
El Apocalipsis
es
el gran li
bro de la
esperanza cristiana. Es por
igual
dichoso quien proclama la
profecía
y quien
la
cumple.
Los primeros cuatro
versículos
ponen
de relieve
algunas
cualidades espe
cíficas. Esta revelación es totalmente divi
na,
no
parte de
la
iniciativa de
un hom
bre.
Revelación
no
cerrada
o
hermética,
sino descifrada;
es decir,
se trata de
una
profecía abierta: la
gran
profecía
de los
úl
timos tiempos. Cristo la
interpreta
median
te
su ángel y, muy especialmente a través
de
Juan. Se
subraya la mediación humana
del Apocalipsis.
Por
fin, puede
cerrarse
fe
lizmente este círculo de revelación,
cuando
el
libro
se proclama y, sobre todo, cuando
los
cristianos
lo escuchan y ponen en prác
tica
sus
enseñanzas.
I
LAS SIETE CARTAS A LAS IGLESIAS
1,4-3,22)
Esta primera parte del libro
del Apoca
lipsis
intenta
colocar al lector
en
la
situación
adecuada
para
entender
la segunda,
que es
la
más
extensa, y contiene el mensaje cen
tral del libro.
El
núcleo de esta primera par
te lo constituyen los capítulos 2 y 3. Estos
capítulos son
en su
conjunto un detallado
proceso penitencial, que
el autor
propone
a la
Iglesia
antes de desvelarle
el
sentido
de
la
historia, pues sólo aquellos que se han
convertido
a Cristo
serán
capaces de con
templar
el devenir de
la historia
en profun
didad. Los primeros versículos Ap 1,4-8 son
un
diálogo
litúrgico con
la
comunidad que
escucha
y aclama. En Ap 1,9-20 se hace una
detallada presentación
de Cristo
con
las mis
mas
imágenes con las que después se pre
senta
ante las
siete iglesias. En los
capítu
los
2
y
3,
siete
cartas
dirigidas a iglesias con
cretas
proponen un
proceso,
que se
dirige
en realidad a toda
la
Iglesia.
1,4-8
Introducción litúrgica.
Al
co
mienzo del libro asistimos a un diálogo li
túrgico entre un lector y
la
comunidad cris
tiana.
Este
diálogo inicial Ap 1,4-8 corres
ponde
a otro
diálogo
litúrgico final Ap
22,6-21 , Y los dos enmarcan perfectamen
te
el
Apocalipsis,
dándole
la
configuración
y
el
valor
de
un
libro
esencialmente
litúrgi
co, que encuentra su lugar
dentro
de
la
ce
lebración viva de la Iglesia.
Bajo la mención
de
las siete iglesias
de
Asia es preciso considerar la universalidad
de la Iglesia,
aquí vista
idealmente en el
sim
bólico número
de
siete, que indica plenitud.
A toda
la
Iglesia cristiana, pues, se dirige es
te saludo.
En tres
bloque literarios, perfectamente
delimitados, se
menciona
el misterio
de
Dios,
como
Trinidad santa.
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APOCALIPSIS 1
Dios
es considerado
como
El
que es, el
que
era el que está a punto
de
llegar; a
sa
ber, como quien tiene perfecto dominio so
bre
el
pasado:
el que
era,
sobre el presen
te: el que es y sobre el futuro: el que
está
a
punto de llegar. Es el dueño y señor de
la
historia;
en
sus
manos están
los
insonda
bles destinos y el barro
del
tiempo, que él
moldea providencialmente.
Los siete espíritus no denotan
siete
án-
geles
de alto rango,
o
arcángeles, sino la
presencia
viva del Espíritu Santo: un solo
Espíritu
en su
realidad personal
y esencial,
y que
es
totalidad -siete- en sus innume
rables manifestaciones. La historia
está
sem
brada
de sus asombrosas e
infinitas
ma
ravillas.
Cristo es recordado con
tres
atributos
principales, que provienen del Salmo
89
in
terpretado en clave
mesiánica.
Los tres tí
tulos corresponden respectivamente a
una
confesión de
f
e indican el mister io de vida
muerte, resurrección y ascensión del
Señor.
Es
testigo fidedigno,
porque con
una
vida
culminada
en
la
muerte,
y
con perseveran
cia
mantenida
hasta
la
cruz, ha expresado
perfectamente cuanto Dios quiso revelarnos.
Ha
surgido
victorioso
de
entre
los
muertos,
como primicia de los resucitados expresión
frecuente en
Pablo: Col 1,18; 1 Cor 15,20),
inaugurando
con su resurrección una nue
va
forma de
ser
y un reino nuevo.
La comunidad cristiana responde agra
decida a esta presencia de Dios, yen
espe
cial de Jesucristo. Toda la asamblea se sa
be
y se siente amada por el Señor.
Como fruto primero de este amor,
ha
si
do
perdonada de
todos
sus
pecados. La
so
licitud de Cristo le
ha
llevado a derramar
su
sangre redentora
por su
Iglesia;
está re
cién lavada
en el bautismo del agua y de la
sangre renovadora, y ahora el
Señor
la ha
ce
partícipe
de sus prerrogativas. La
con
vierte en reino, para que
combata
en favor
del evangelio y extienda por el
mundo
el se
ñorío de Cristo; y
la
convierte
también
en sa
cerdocio, a fin de ofrecer a Dios el culto de
su
vida.
Ambas funciones
tienen
sentido
cuando se realizan uniéndose del todo a
Cristo,
que
es
el rey de
reyes,
y único su-
700
mo sacerdote. Dios se manifiesta a los cris
tianos, merced a Jesucristo, como Padre.
1 9-20
Presentación
de Cristo resuci
tado. Juan, desde su destierro en
la
isla
de Patmos, en donde ha sido confinado a cau
sa
de
su
valiente
predicación
de
la
palabra
de
Dios,
se une
a todos los cristianos,
aun
que estén lejos. Se considera desde
su
más
profunda
identidad,
hermano
y
compañero
de todos; y
comparte
las tribulaciones apos
tólicas
que
conlleva
necesariamente el cre
cimiento
del
reino de Dios. es testigo de
una
misteriosa
revelación. Oye una podero
sa voz como el sonar de una
trompeta;
se
vuelve y ve a
Cristo,
adornado de una sim
bología
rica
y
brillante. Después, recibe
el
encargo de
una
misión
profética.
Cada
uno
de los símbolos remite
a pá
ginas
del Antiguo
Testamento, que
subra
yan ante
todo
la
divinidad del Señor. Aho
ra
aparecen
referidos a
la
persona de Cris
to; y
con
ello se realiza un
intercambio
de
títulos; quiere afirmarse categóricamente que
Cristo goza de
la misma
divinidad.
Descifrando este cúmulo de símbolos, ob
tenemos las siguientes afirmaciones teoló
gicas.
Cristo
es
el Hijo del
hombre,
lleno de
poder, que conoce por dentro, sondea y juz
ga
a la Iglesia
sus ojos
eran
como llamas
de
Juego). Es el
único
sumo
sacerdote
que pre
side
toda acción
litúrgica
dentro de la Igle-
sia, vista ésta en la imagen,
al
mismo tiem
po
unitaria y colectiva, de los siete candela
bros de oro.
Habla
a la Iglesia
con autoridad
divina
su voz como estruendo
de
aguas cau-
dalosas
y
con
fuerza combativa
de
su
boca
salía
una espada
cortante
de
dosJilos .
Es la
plenitud de la divinidad,
que
habita huma
namente en un
cuerpo
resplandeciente: por
su resurrección
ha llegado a
ser fuente
de
vi-
da
sus cabellos son de nieve, símbolo de di
vinidad;
su
rostro brilla
como un
sol a me
diodía, lleno de hermosura). Es sobre todo,
el Cristo
pascual;
estuvo muerto, pero vive
por
los siglos.
Es el
Señor
de la
vida.
El
único Señor,
quien
detenta todo el poder;
pues
en su resurrección ha derrotado
a
la
muerte y al abismo. Sostiene con
su
mano
poderosa la marcha de
la
Iglesia,
la
canfor-
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
7/49
ta, y le
asegura
un
destino
de gloria. Le
da
fIrmeza
sus
pies
se
apoyan en el bronce . La
Iglesia, que es candelabro, tiene aspiración
de
estrella; a
saber,
la
Iglesia que vive en la
historia terrena anhela realizar su vocación
escatológica,
es
decir, vivir
en
el
espacio de
la transcendencia
divina. Del
cumplimiento
feliz de este destino fmal Cristo es el garan-
te y el realizador; él tiene en su mano, fuer
temente
agarradas,
las
siete estrellas.
Esta presentación de Cristo es
impresio
nante. Nos
sorprende
el vigor y
la
multipli-
cidad torrencial
de
los símbolos. Todo ello se
pone de
acuerdo, aliándose
en
extraña sín-
tesis, a fin
de
ofrecer un
retrato
vivísimo del
Señor. Esta visión es una de las
más
origi
nales y
misteriosas
del Nuevo Testamento.
Su
fuerza
y
capacidad
de
evocación
aumen-
tan
de
grado
conforme
se la
contempla
con
detención y
se
profundiza
más
en ella, aun
en sus detalles
más
pequeños. A volver re
petidamente sobre
esta
visión
están
invita
dos los
cristianos, como
hizo el propio
Juan
Ap 1,12 .
Ante la grandeza de esta visión, Juan cae
como muerto. El
Señor
le reanima; con su-
ma
delicadeza
pone
su
mano sobre él
y
le
quita
todo temor.
Lo
levanta y le confiere
una
investidura profética. Juan debe
escribir
lo
que ha visto, lo
que está
sucediendo, a
saber,
las
cartas de las siete iglesias Ap 2-3 . lo
que
va a suceder después de todo esto, es
decir, la
segunda parte del
libro
Ap
4-22 .
Con
esta garantía
de
ser profeta
suscitado
por Cristo, y
de que su palabra es para
todos
nosotros verdadera, pues tiene el sello de
Dios, Juan va a redactar,
por
orden divina,
las cartas
a las siete iglesias.
ITINERARIO PENITENCIAL
2,1-3,22)
Cristo
interpela
a la Iglesia, le habla
con autoridad divina,
reconoce
y valora los
progresos en
su vida de
fe,
mas
también le
echa en cara
sus
defectos
y su
responsa-
ble culpabilidad; pretende a todo trance que
la
Iglesia,
dejando antiguos lastres, se arre-
pienta y
de
una vez por todas se convierta.
APOCALIPSIS 2
Este
es
el objetivo
principal de
las cartas: la
conversión
leal
de la
Iglesia.
La Iglesia aparece representada con el
simbólico número de siete: son siete iglesias;
es decir, toda
la
Iglesia en su esencial uni-
dad y universalidad; y
es
una comunidad
de
cristianos que
necesitan
convertirse de con-
tinuo a la palabra del Señor.
La función
de
estas cartas
Ap
2-3 , es
la
de
preparar y purificar a la Iglesia, a fin de
que pueda,
ya sin
inútiles impedimentos, aco
ger toda la revelación futura y
dar
testimonio
ante el mundo de
la
palabra
de Dios.
En las cartas
se
descubre una estructu-
ra
refinada; son un prodigio de esmero y com
posición literaria. Seis elementos formales
se
van repitiendo en cada una
de
ellas.
1)
Dirección
de
la
carta:
señala las
siete
ciudades
de
la provincia romana
de
Asia, si
guiendo
la
ruta
del
correo
imperial.
2 Autopresentación de Cristo: aparece el
Señor revestido de los símbolos y prerro-
gativas que ya hemos conocido
en la
visión
inicial
Ap
1,9-20 .
3
Juicio
de
Cristo: como
buen
conocedor
y pedagogo de la Iglesia, alaba el Señor, en
primer
lugar, cuanto de
bueno
ha
realiza-
do
la
comunidad.
Pero
no
quiere
una
Iglesia
contaminada, por eso le recrimina con se-
veridad
sus
pecados.
4 Exhortación a
la
conversión:
en todas las
cartas se repite de
manera
insistente
esta
ur-
gencia a la conversión. Es el momento cru-
cial
de
la carta,
su mensaje
teológico cumbre.
5
Promesa al vencedor: con
el
consuelo
de
participar
en
su victoria pascual, el Se
ñor
pretende
levantar el ánimo cansado
de
la
Iglesia.
6
Llamada
de
atención
profunda: se
trata
de
la formulación sapiencial: El que ten-
ga oídos,
que escuche
lo que el Espíritu dice
a
las iglesias.
Es un toque
de
alerta a fin
de
que
la
comunidad
cristiana
escuche con
di
ligencia
la
palabra
del
Señor, discernida e
interiorizada
por el
Espíritu, que
asiste
a
la Iglesia. Sólo
él
puede ofrecer la
recta
in-
terpretación
y
conducir
plenamente a la ver
dad de Cristo.
Toda
la
Iglesia
está
invitada,
pues,
a
leer
con fe y atenta reflexión
estas
siete cartas,
701
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
8/49
APOCALIPSIS 2
a fin
de
encontrar en ellas la palabra siem
pre salvadora del Señor y el aliento de su Es
píritu.
2,1-7 A
la iglesia
de
Efeso: ¡Vuelve l
amor primero La ciudad de Efeso
ocupaba
la
primacía
política, comercial y religiosa
de
todo el entorno
de
la
provincia de
Asia;
era
la metrópoli. A
esta
iglesia el
Señor se
apa
rece revestido del fulgor de su
divinidad
y
paseando entre los
siete candelabros de
oro
a
saber ejercitando
la
unción
de
sumo
sacerdote uniendo por medio de
la
liturgia
a
todas
las iglesias. El Señor conoce su ac
tividad y el esfuerzo positivo por mantener
intacta
su
fe; sabe cuánto ha sufrido
con
en
tereza,
sin
desfallecer.
Mas
no todo
brilla por igual en esta
igle
sia; el Señor le
echa
en cara que ha
aban
donado
su amor primero. No
se
refiere sólo
a un afecto inicial
en
el tiempo.
Se trata
del
amor mejor. el óptimo. La
comunidad
cri
tiana ha decaído
de
aquel amor primordial
cuyo símbolo
era
el
trato
transparente entre
Adán y
el Creador antes de la caída; amor
visto idealmente en las relaciones espon
sales de Israel
y DiOS, recordado con
nos
talgia
por
los
profetas Os 2 16-17.21-22;
3 1.21-22;
Is 54 4-8; Jr 2 1-4 4;
11.15; Ez
16; 23); amor
que
debe
unir
a Cristo y
la
Iglesia. Amor de preferencia exclusiva y gozo
de la mutua posesión, t n
cantado
en el Can
tar de
los
Cantares.
Este abandono
desleal
es sentido fuertemente por el Señor. Por ello
recomienda que haga memoria que
se
con
vierta
y realice
las
obras
primeras; es
decir,
que
recorra los
tres
estadios en la historia de
la
conversión.
Si
no
lo
hace
será
excluida
de
la comunión viva de las iglesias. Pero si lo
gra
mantenerse
y volver al amor primero, se
rá una
Iglesia vencedora y
recibirá
un
pre
mio: comer del árbol de la vida. Cristo, ver
dadero
árbol
de
vida, concede a
la
Iglesia,
no
sólo la de Efeso, sino a toda comunidad cris
tiana
vencedora, esta recompensa: le asegu
ra
la inmortalidad
-mediante
la Eucaristía-
la participación en la misma vida eterna de
Dios.
En
la
nueva
Jerusalén hay
un árbol
de
vida Ap 22,2).
2,8-11
A
la
iglesia
de
Esmirna:
¡Sé fiel
702
hasta
la muerte El Señor
se
aparece a esta
igleSia. que
está
sufriendo la persecución y
la
excomunión
por parte de los
judíos. En
toda la
carta
no hay un solo
reproche
sino
una continua
exhortación a
la
perseveran
cia y al aguante. Las prerrogativas del Señor
aluden
a
su
poder
sobre
la muerte
y
tie
nen que
ver
con el premio que concederá a
la Iglesia.
La
situación
de
la carta
muestra un hos
til antagonismo entre
los
cristianos
los
ju-
díos Oposición
que
resulta conocida en
el
Nuevo Testamento
1 Tes 2,15-16; Hch 13,50;
14,2.5; 14,19). Los judíos actuaban
median
te la
delación y acusaban con saña a los
cristianos.
Por ello, el Apocalipsis habla con
acentos
muy
negativos
de
los
judíos;
los lla
ma
sinagoga
de
Satanás. Ya no
son
el
pue
blo de Dios, sino
que
se
han
convertido me
diante una trágica pirueta en
instrumen
tos al servicio del diablo. Los cristianos
serán
tentados durante diez días, es decir, un tiem
po breve. Si
se
mantienen
fieles hasta la
muerte no
serán
alcanzados
por la
muerte
segunda expresión que
alude
a
la separa
ción total
entre
la criatura y
su
creador, y su
pone eliminación del mundo venidero: estar
excluidos para siempre
de la
vida en
la
nueva
ciudad de
Jerusalén. Quien
esté
libre
de
esta
muerte segunda podrá entrar y go
zar
en
la Jerusalén
celeste, donde la muer
te
ya
no existe Ap 21,4).
2,12-17 A la iglesia de Pérgamo: ¡Haz
frente al
errorl Cristo se presenta a
esta
igle
sia de manera beligerante. La espada de do
ble filo es su palabra: con ella combatirá por
los
suyos.
La
comunidad cristiana
vivía
en
una atmósfera infectada de idolatría. Pér
gamo
era
el
centro
del culto imperial
para
to
da
la provincia
de
Asia; los templos paganos
se
multiplicaban por doquier.
El ambiente
resultaba asfixiante y
confesar la fe
suponía
un
atrevimiento costoso. La comunidad ya
ha padecido en uno
de
sus miembros
in
signes el precio
de
la fidelidad. Cristo llama
a
Antipas mifiel
testigo; ha
sabido
mante
nerse
unido
a Cristo, sin
desertar
ni Siquie
ra en los días más duros. Pero viene
un
jui
cio
de
desaprobación. Se han
adherido
a
la
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
9/49
doctrina de Balaán y de los
nicolaítas. Pa
rece ser que las dos
cosas
nicolaítas no
es sino la traducción
griega
del hebreo Ba
laán: vencedor
o
dominador
del
pueblo-
sig-
nifican lo mismo.
El Antiguo
Testamento contiene una
tra
dición
positiva de Balaán, quien bendice
al pueblo
de Dios
(Nm 23,8);
pero coexiste
también una interpretación
desfavorable;
aparece como el
instigador
y provocador de
la
infidelidad del
pueblo (Nm
31,16).
el
que los arrastra a
la
idolatría. Esta tradi
ción se implantó en el
judaísmo
y el cris
tianismo
reciente;
de
ello
se hace
eco el Apo-
calipsis. Pretende el
Señor,
mediante el
recuerdo
de Balaán, que su
Iglesia
se man
tenga
fiel a
pesar de la presión circundante
corrupta. La imagen de
los
banquetes
y
de
la fornicación expresan la
comunión con
los
valores paganos
de
los cultos
imperiales. El
Señor
quiere que
la
Iglesia
no
pacte
con la
idolatría
reinante.
El
premio
es el
maná
escondido, a
saber,
reservado
en el cielo para el mundo
futuro.
Es el
alimento
que
Cristo dará íntegramen
te a su Iglesia en la nueva Jerusalén. Con el
que
ya nutre a su Iglesia
peregrina, comida
que
es
su
cuerpo resucitado
(véase
Jn
6).
La
piedra blanca
indica
la nueva condición del
vencedor, significa la participación en la mis-
ma victoria de Cristo: su resurección. Ya for-
ma
parte de
la
nueva creación,
instaurada
por el Señor
(simbolismo
del color blanco).
Tiene derecho a entrar en
la
nueva Jerusa
lén
(significación del nombre
nuevo
y de la
piedra blanca); su entrada es libre (pues su
nombre está escrito y escrito se quedará). Es
la nueva
y
magnífica personalidad del
cris-
tiano,
que
le
capacita
para
ser
digno
de
to-
mar parte
en
el
banquete de bodas
del Cor-
dero
y
tener acceso
a
la ciudad
de
la nueva
Jerusalén.
2,18-29
la
iglesia de Tiatira: ¡Con
servad la auténtica
doctrina
Es
la única
vez
en todo
el libro que Cristo se
presenta
con
el solemne título de Hijo de Dios. Tie-
ne
una
mirada
penetrante merced
a sus ojos
de
fuego,
y
una
firmeza de
bronce
en
sus
pies. Quiere
con este poder divino afianzar
APOCALIPSIS 2
la
f
de su Iglesia. Tiatira era la ciudad me
nos importante de las siete mencionadas, y
resulta
paradÓjicamente la
carta más
exten-
sa. El
Señor
reconoce el progreso impara
ble que
ha experimentado esta comunidad.
Cinco sustantivos realzan este avance, re
matado en
la
expresión:
Tus
últimas
obras
son
in luso mejores que las primeras Pero
si
el juicio aprobatorio es grande, grande
es
asi-
mismo la severidad
con que
Cristo la
recri-
mina. Se trata de una comunidad negligen-
te, que
deja
hacer a Jezabel.
Esta
figura
emblemática de mujer es símbolo
de
toda
persona que seduce
y
engaña. Según
Re
16,31 fue ella
quien arrastró
a
Jeroboán
a
la
idolatría. Esta mujer, al
igual
que Balaán
con quien forma una inseparable
pareja
de
instigadores,
sigue
una línea demoníaca.
Ambos realizan
las
mismas
acciones y tra
tan de corromper
con
la idolatría
la
f
de la
Iglesia.
El Señor la
amenaza. Y
existe aquí
veladamente
un
mensaje
para la
Iglesia
de
todos
los tiempos: ahora
dispone
de tiempo,
debe convertirse
al Señor.
La
expresión:
los
que tienen
ono imien-
to de eso que llaman las profundidades de
Satánas se refiere a personajes
que pre
tendían tener
el
conocimiento de
Dios, gen-
te autosufiente, los iluminados de siempre.
Creían que su conocimiento de Dios
les per
mitía emanciparse de las normas de
la
con
ducta cristiana. Mas
esa pretendida
sabi
duría
divina
es en realidad demoníaca,
pues de tal conocimiento, que hincha y enor-
gullece,
se vale
el maligno para
engañar
los.
Cristo, el ungido como Mesías, resucita
do
y glorioso,
promete un premio
a
la comu
nidad
de
Tiatira;
concede
su
propia autori
dad a
la
Iglesia,
para que siga
pastoreando
a los fieles y
luchando contra
el mal, a fm de
erradicarlo
de
la
historia con la fuerza de
su
resurrección. El
primer
evangelio
dirá
lo mis-
mo con otro
lenguaje (Mt
28,18-20). Cris
to, convertido
en
estrella
radiante en la ma
ñana de pascua,
hace
partícipe de
su poder
regio y
mesiánico
a los cristianos que
guar
dan sus obras hasta
el fmal.
Estos
brillarán
por
siempre
en
el cielo
de
la nueva Jerusa
lén.
703
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
10/49
APOCALIPSIS 3
3,1-6
la iglesia de
Sardes:
¡Estad
vigilantes Sardes se encontraba al su
deste de Tiatira, a unos 50 kilómetros, y era
un
importante centro
comerciaL Cristo se
presenta como
el Señor
de
la
vida;
quiere
despertar
y
reanimar
a
una comunidad mo
ribunda.
Por
eso tiene
en
su
mano
los sie
te
espíritus
(la
plenitud
del
Espíritu Santo)
y la capacidad
para realizar
la vocación
de
toda la Iglesia las
siete
estrellas), aunque
Sardes
ahora esté
postrada
en un grave le
targo.
Con su poderosa palabra, interpreta
da
por
el
Espíritu,
que actúa
en
los profetas
cristianos, el
Señor
dará vida a la Iglesia.
Sardes.
iglesia que está allúnite de
sus
fuer
zas, y recibe
una carta
llena
de
elogios
y
de ánimo. Cristo se presenta
a
esta
iglesia
con dos títulos que subrayan su divinidad:
el Santo Jn 6,69; 1 Jn 2,20; Ap 4,8) Y el
e-
raz Jn
17,3; 1
Jn
5,20).
Visiblemente
apa
rece el
Señor
como
el que
ti n
la
llave
de
Da-
vid.
Con
esta
designación
se indica que
Cris
to detenta
todo el poder
mesiániCO;
él
es el
nuevo
David,
el rey eterno que ha
vencido a
la muerte yal abismo (Ap 1,18); sólo él tie
ne
dominio
sobre
la
nueva
Jerusalén;
él abre
sus puertas. Esta
presentación simbólica de
Cristo encaja en
la
dolorosa situación de la
iglesia de Filadelfia. El
Señor
no le hace
nin
gún
reproche;
sabe
que
es una
comunidad
pequeña y que
carece de poder;
pero
tam
bién
sabe que es
fie1
Por ello, la anima
a
se-
guir mostrando
su perseverancia aun en me
dio de la
rabiosa persecución judía. Aunque
los cristianos sean expulsados de las
sina
gogas, delatados ante
las
autoridades ro
manas y abandonados, no
deben
inquietar-
El reproche
que
Cristo le dirige
es
sin
du
da el
más
duro de
cuantos
aparecen en las
cartas.
Tener
nombre
de
se
refiere a la co
munidad,
vista exclusivamente
desde
fuera,
en su
porte
social y
público; pero
por den
tro,
en
su vida de fe y amor,
está
muerta. Só-
lo
presenta la fachada hipócrita de una
exis
tencia, que interiormente
está
llena de po
dredumbre.
Cómo no
recordar
las
diatribas
que Jesús dirigía contra
los
escribas y fa
riseos (véase Mt 23,27-28). Mas
no
todos
han
muerto
del todo; aún
continúa un resto pal
pitante agarrándose a la vida. sos pocos
deben vigilar
y
confirmar
cuanto
de
bueno
hay en ellos. Sus obras
no
son perfectas a
los ojos de Dios, porque no
han
llegado
to-
davía a la
comunión
con Cristo, plenitud de
Dios y
del hombre. Tras
una larga requisi
toria,
que pretende hacer memoria de
los do
nes
recibidos
por
esa iglesia, el
Señor
la lla
ma, en un
emocionado fmal climático, a
una
conversión urgente.
Para fortalecer
su decisión
la
anima con
un
premio.
Los
Cristianos vencedores
pa
searán
con
él
vestidos
de
blanco; es
una se
ñal
de
triunfo
y de victoria; significa poder
participar totalmente en
el misterio de
su
muerte y de su resurrección, para entrar en
la plenitud de su
vida. El
Señor
les asegu
ra un destino de
gloria; él
escribe
sus nom
bres
en el libro
de
la
vida,
y
nada
ni nadie
los va
a
borrar.
Cristo mismo
será su de
fensor ante la gran asamblea
de
los cielos.
3,7-13 la iglesia
de Filadelfia: ¡Man-
tente fiel
Ciudad pequeña,
al sudeste de
704
se
ni
perder
la paz. Cristo
les va abrir de
par
en par
una
puerta,
que nadie será ya ca
paz de cerrar: les
franqueará
la entrada en
la
ciudad nueva. Se convertirán en morado
res
perpetuos
con
pleno derecho
y
no
serán
expulsados
nunca.
Este
es el
consuelo
que
recibe
esta
comunidad
y en
ella toda la
Iglesia.
Los cristianos son el
verdadero
Israel,
hi
jos
y
herederos de
la mejor
tradición
del
n-
tiguo
Testamento. En cambio
los judíos ya
no
son legítimos judíos, sino que mienten;
han renegado de su pasado y
sobre
todo de
su destino, que era
abrirse mediante la fe
a
Cristo. los
que se creían
el
centro
del
mundo, vienen
ahora a
postrarse delante
de
la Iglesia
cristiana.
Esta
alteración
tiene una
raíz
profunda y
una razón gratuita:
el
amor
con
que Cristo ha amado a su Iglesia. El Se
ñor
seguirá
mostrando su asistencia, ya que
la
comunidad
cristiana de
Filadelfia
se man
tiene en
la
fidelidad. Cuando vengan
las
prue
bas sobre todos los habitantes de
la
tierra,
el
Señor
la
protegerá con
la
predilección
de
su
providencia.
En medio de
su
perseveran
cia
conserva lo que tiene con su aguante
y
paciencia,
la
Iglesia está entretejiendo, tal
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
11/49
vez
sin
saberlo.
la
corona
de
su
premio. que
nadie debe arrebatarle.
El premio se refiere
a
la firme perma
nencia del
cristiano vencedor para siempre
Junto a Dios -nunca será echado fuera-o Las
tres inscripciones inciden
sobre esta consa
gración total
y exclusiva del
cristiano
a Dios
y Cristo; pertenencia que quedará asegu
rada del todo cuanto el cristiano habite
en
la ciudad eterna de la nueva
Jerusalén.
3,14-22 A la iglesia de Laodicea
¡Sal de
tu tibiezal Ciudad cercana
de
Colosas. Su
geografía y su historia se reflejan en
algunos
detalles
de
la carta.
como en
seguida
vere
mos.
Eran
muy
conocidas en
la
antigüedad
sus fuentes termales.
Ciudad
muy
rica
y flo
reciente; tras un terremoto destructor. se
ne
gó a
recibir
ayuda alguna. declarando con
manifiesto orgullo:
No
necesitamos de na
da . Famosa
por
sus telares y vestidos
de
la
na. célebre finalmente porque en ella
ha
bía una famosa escuela médica para la cu
ración de
los ojos.
El
Señor se presenta con tres
títulos.
que
le
designan
como
la
fortaleza propia
de
Dios.
la solidez de
la
palabra divina. y el origen
modelo arquetípico
que
recapitula
el
plan de
Dios.
Con
esta
consistencia
divina. el
Señor
se dirige a
una
iglesia a
la
que
habla con du
reza
inusitada. voy a vomitarte de mi bo-
ca.
le dice).
Es tibia.
es
decir. se
trata
de
una
comu
nidad
que
vive
sin comprometerse con su
fe.
que
se
mantiene entre dos aguas .
jugando
a
ser cristiana sin dejar
de
ser
pagana y
mundana. conviviendo con dos
maridos.
Es
te
juego resulta para el Señor de un efecto
insufrible y le produce
náusea.
La comuni
dad.
además.
anda diciendo con orgullo que
es inmensamente rica y que no le hace falta
nada. El juicio del Señor es. por ello. duro y
certero. Va
contra una
comunidad
que vi
ve
en
el permanente
engaño;
no sabe
esta
iglesia que. en el fondo.
-como
el
Señor
le di
ce-o
es miserable. pobre. ciega y desnuda
Tras el
juicio.
viene una triple recomenda
ción. La comunidad debe
buscar
sólo
en
el
Señor.
no en
ella
misma.
su
verdadero te
soro
y riqueza. Tiene
que
vestir
la vestidura
APOCALIPSIS 4
blanca
de
su dignidad
de
esposa
del
Se
ñor.
debe
untarse colirio
en
los
ojos. a
fin
de poder
ver.
mediante
la fe.
con la mis
ma mirada de
Cristo.
Cristo espera. aldabeando con
la
mano y
llamando con su voz. a que se
abra
por fin
la puerta
(Ap
3.20).
Sin
excluir
otros
en
cuentros. se
refiere
principalmente al
mo
mento privilegiado de unión.
de
la Iglesia y
del
cristiano.
en el sacramento de
la
Euca
ristía: encuentro con Cristo
resucitado.
que
en
la
noche
de
la pascua.
viene en busca
de
la
Iglesia. El
último premio
resulta el mejor.
Y
este
es el don
soberano
para
la
Iglesia ven
cedora:
reinar con Dios
y
con
Cristo para
siempre.
poder compartir eternamente el
mismo
trono de
la divinidad.
11
INTERPRET CION PROFETIC
E L HISTORI
4.1-22.5)
Después
del
proceso
penitencial
de puri
ficación
(Ap
1.4-3.22). la asamblea está
pre
parada para escuchar
la
revelación
de
lo
que
va
a
suceder
(Ap 1.1; 4.1).
El vidente
es
in
vitado a subir al nivel de
lo
divino para
contemplar el
desarrollo
de la historia des
de
la óptica
de
la
trascendencia.
Con
un amplio
despliegue
de
imagina
ción y utilizando
numerosos
símbolos. el au
tor presenta el desarrollo
de
esta
historia
en
cinco cuadros. El
primero
de ellos
(Ap 4.1-
5.14)
sitúa
al lector en la óptica adecuada:
la
historia sólo puede ser descifrada desde
Cristo. En el
segundo
(Ap 6.1-7.17)
apare
cen dibujadas las fuerzas
que intervienen
en este drama de la historia humana. En el
tercer
cuadro (Ap 8.1-11.14). estas
fuer
zas comienzan
a actuar y la historia
se
pone
en movimiento. El
cuarto cuadro
(Ap
11.15-16.16) presenta
con
fuerza
el
mo
mento
decisivo
de
esta
historia: el choque
entre las fuerzas
del
bien y las fuerzas del
mal. Finalmente.
en
el quinto (Ap 16.16-
22.5) se describe el desenlace
final
de
to
da esta
historia. Los
cánticos
se suceden sin
cesar. porque la victoria es
de
Dios y
al-
705
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
12/49
APOCALIPSIS 4
canza
a
os que han permanecido firmes
en
Jafe
1.
Lo que v suceder
4,1-5,14)
Estos
dos capítulos están entrelazados de
tal
manera uno
en el otro,
que
forman
una
rigurosa unidad teológica.
En
ellos se reve
lan las
claves para comprender
la
historia,
es decir, con frase del Apocalipsis:
todo
lo que
va a suceder Han sido colocados
expresa
mente aquí,
con
un sentido preciso;
inculcar
la
fe en la
providencia
y
sabiduría de
Dios,
aunque las apariencias de la
realidad
sean
engañosas.
La
historia
está
vista desde don
de debe
verse:
desde
los ojos
de
Dios.
El
conjunto de
estos dos
capítulos forma
literariamente un preludio
sobrecogedor
y
majestuoso.
Sus
evocadores símbolos
se
nos
manifiestan impregnados de fuerza. Asisti
mos
a un
espectáculo fascinante,
celestial.
La
residencia
de Dios aparece a manera de
un gran
templo
transfigurado,
y
las des
cripciones
son
litúrgicas.
4,1-11
El trono
de
Dios.
Nosotros, lec
tores del Apocalipsis, somos invitados con
Juan a subir al cielo, donde se nos mos
trará
lo que
ha de suceder. El
cielo
quiere
decir
el lugar
de
la
gloria
de Dios. Aquella
puerta
que
permanecía cerrada (véase Ez
44,2) se nos
abre. Lo que
se ve primero es
un misterioso
trono
y
alguien que está
sen
tado en
él.
La visión de
Dios, sentado
en
el
trono, indica su perfecto dominio
sobre
to
do
lo
creado
(véase
Sal
93,1-2).
Mas no es
un trono oscuro o desfigurado, sino
que
ocu
pa
la
posición central-catorce veces
sale
la
palabra-o El relato entero gira
en
torno del
trono
que está
lleno
de
luz.
Se insiste en
la
brillantez que emana
del trono, coloreado
por
el destello
de las tres piedras
preciosas
más
célebres de
la antigüedad. y
un arco
iris,
refulgente como
una
esmeralda,
nimba
el
trono
divino.
Se insiste de nuevo en
el ful
gor de
Dios (véase
Ez 1,28), como luz de
luz ,
ésta como
símbolo
de la
vida;
pero se
subraya ante todo,
que este arco
iris es
la
706
señal segura de una
alianza
perpetua que
Dios
ha
querido estrechar
indeleblemente
con
la human idad Ya
no
habrá mas di lu-
vios ni
catástrofes que destruyan
la huma
nidad
(véase
Gen 9,13-15). El
comienzo y el
final
de
la historia están envueltos
por la
presencia
y
la armonía
del
arco
iris,
que
sig
nifica
que
Dios
establece un
pacto
eterno
y
se
compromete con
la paz.
Los
relámpagos, las voces
y
los
truenos
contrastan con
la
contemplación
tranquila
del
trono
de
Dios.
Este simbolismo
acústi
co-atmosférico, propio
de
las
apariciones
de
Dios (Ex 19,16; Jue 5,4ss;
Job
37,44) indi
ca
la
proximidad
divina;
la poderosa
activi
dad
de
Dios, pronta a intervenir en
la his
toria.
Hasta
la
misma naturaleza se
resiente
y
se
conmueve ante
el poder
de
Dios.
De
lante del trono hay un mar,
no
opaco,
sino
transparente como
el cristal. En
el
Apoca
lipsis el mar es
símbolo
de la potencia
hos
t l Ap
21,1) Quiere,
pues,
afirmarse
que
Dios
es el dominador de todas las
fuerzas nega
tivas, que amenazan
al
hombre (Sal 66,6;
74,13).
La santidad
de Dios lo invade e ilu
mina
su turbulencia.
El
mar, tan
temido
y
caótico, se
pone ahora,
igual que
un
lebrel
domesticado,
a
los pies de
su
amo. Como
lectura cristológica, puede ser útil
recor
dar a Jesús, como
vencedor
de la tempestad
y
Señor
del
mar Mc
5,39.41). Los
veinticua
tro
ancianos
es
la
suma de doce (doce tribus
de
Israel)
más
doce (doce
apóstoles
del Cor
dero); representan la totalidad
de
los
santos,
quienes han
intervenido
de
manera eficaz
en
la historia
de
la
salvación
y
alaban
a Dios.
Portan vestiduras
blancas,
indicando que se
han
configurado
con
el
misterio de
la muer
te (Ap 7,13) de la resurrección del
Señor
Ap 6,2; 14,14). Viven
participando
de la glo
ria
de
Dios y de
su
dominio regio: están
sen
tados en tronos,
llevan
coronas de oro
e
in
terceden
ante el
trono en
favor
de
la huma
nidad.
El simbolismo de los cuatro
seres vi
vientes
es extraño, y
está
repleto de detalles
enigmáticos, no
fáciles
de entender. En me-
dio del trono a su
alrededor
Ap 4,6), lo
que
es una
contradicción
obvia;
pero quiere in
sistirse con esta desmesura en
su proximi-
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
13/49
dad
con Dios;
se
hallan tan cerca de Dios co
mo nadie puede estar.
Están
llenos de
ojos,
llenos de ojos
por
delante y por detrás llenos
de ojos porJuera y
por
dentro.
De
nuevo
una
desmedida cantidad
de ojos:
son
todo ojos ,
a
saber,
la
ciencia
y
la perspicacia,
la
vigi
lancia perfecta. Con las cuatro referencias
al león,
al
toro,
al hombre
y
al
águila, se alu
de
a toda la creación,
representada
en
sus
cuatro puntos
cardinales.
Las alas indican
su movilidad y agilidad. Están dedicados a
entonar
de por vida las
alabanzas
divinas.
Intervienen
activamente
en la historia de
la
salvación. Participan
en
la apertura de los
sellos { p 6,I8};
interceden
por la humani
dad { p 4,8; 5,14}.
Estos cuatro
vivientes in
dican
al mismo
tiempo
la
acción
de
Dios y
la
respuesta
positiva
de la humanidad.
Un himno litúrgico
cierra la
visión.
Los
vivientes
dan gloria
a Dios,
los
ancianos le
arrojan obsequiosamente sus coronas
en se
ñal de acatamiento y se
postran
con reve
rencia
ante él. y así, la presencia inefable de
Dios
sentado en el
trono, se impone abso
lutamente: empieza, centraliza
y
recapitu
la el relato. Es
digno
el Señor
de recibir
to
da gloria, honor y
poder, porque
es el
crea
dor de
todo
cuanto
existe;
él
ha
llamado
lo
que
no era
a
la
vida; y
es
el creador
incesante
del
universo.
La voluntad de Dios se mues
tra como
un
designio
de
vida. El
que
está
sentado en el
trono
vive por
siempre,
y
es
tá dispuesto
a dar vida.
5 1-14 El libro
del
Cordero
Todo
está
ya dispuesto para que el proyecto divino
de salvación comience a realizarse.
Dios mismo emprende la iniciativa. De
su
trono
emerge
una
mano
y
en ésta
hay
un
li
bro. La
mano está extendida en son
de
paz
y de comunión con la humanidad, a la
que
ofrece el don de
un
libro.
¿Quién
será
capaz
de
aceptar este gesto de
invitación y
de
un r
estrechamente a Dios con los hombres?
No
se encuentra
nadie. y
nadie en el cielo
ni
en la tierra
ni
debajo de la tierra podía abrir
el libro y ver su contenido.
Y la
esperanza se
muda en desolación y
en
llanto sin
consue
lo.
Juan,
l
vidente,
rompe a llorar
amar
gamente
..
hasta
que aparece
ante
sus
ojos
APOCALIPSIS 5
la gran visión
que es central
en
todo
el Apo
calipsis:
un
Cordero de pie, pero degolla
do, con
siete
cuernos y siete ojos. Es Cris
to pascual en la plenitud de
su fuerza me
siánica.
El va
a
cambiar
desde
dentro el
rumbo
de
la
historia.
ste
capítulo quinto continúa
en
las
mis
mas circunstancias
espaciales
que el ante
rior,
en
el
templo
del
cielo; y
se presenta
temáticamente como su culminación
y
de
senlace
dramático.
Lo
que allí se encontra
ba
en
situación estática
y
en una sublime
le
janía, ahora se convierte
en
dinamismo
y
cercanía merced a la presencia de Cristo
muerto y resucitado.
El
resorte que pone
en movimiento
el
re
lato
es
el misterioso libro, del
que
se
dicen
al
gunas características específicas. Está escri
to
por dentro y por fuera; es
decir, todo
en
él
es
elocuente;
libro
que
es
preciso
leer,
no
sólo exteriormente, sino desde dentro, sa
biendo
interpretarlo. Y está ya escrito y se
llado además con siete sellos; completa
mente acabado
y
hermético, al que no se le
debe
añadir
nada véanse las severas
reco
mendaciones
a
quien
trate de añadir o qui
tar
algo
de este
libro: Ap 22,18-19). El
libro
se encuentra en la mano
del
que
se sienta en
el
trono;
pertenece a
Dios. Este libro con
tiene el designiO misterioso
de
Dios sobre
la
historia.
Nadie puede
acercarse
a
tomar
lo,
ni
es
capaz
de leer
su interpretación.
Por
eso l humanidad, representada en Juan,
llo
ra
intensamente, porque no
encuentra
un
sentido
que
oriente su historia.
Este
llanto
acaba cuando
el vidente es consolado
por
las
palabras
de uno de los ancianos.
No
llores
-le dice- pues ha
vencido el león
de
la tribu
de
Judá
el retoño
de David.
Se
trata
de
una
referencia
a Cristo,
como
Mesías; él
cumple
el
oráculo con
que
Jacob
bendijo
a Judá
(véase
Gn
49,9). Yal
mismo
tiempo es el
bro
te que
ha crecido
de aquella
raíz de David;
es
el nuevo rey, el que
da
plenitud y
perfec
ción a
todas
las
promesas
(véase Is
11,1.10;
Ap
3,7;
22,16). Sólo Cristo,
muerto
y
resuci
tado,
es el intérprete del libro, el herme
neuta de Dios Padre.
y aparece ahora
antes
los
ojos
atónitos
de
Juan
y
también
nuestros
la
visión
cen-
707
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
14/49
APOCALIPSIS 5
tral del capítulo,
la aparición solemne, pero
envuelta
en
un
simbolismo atrevido, de Cris
to
en su misterio pascual.
A fin
de entender con corrección la
teo
logía del Apocalipsis, i remos descifrando
es
ta
cadena
de
símbolos.
Cordero.
Es
el símbolo
más
extraño pero
el
más rico de la cristología del Apocalip
sis. La
imagen se presenta
como
una
con
centración
teológica, resultante
de la per
fecta asimilación de tres modelos
inspira
dores: el siervo, el cordero pascual, el cordero
apocalíptico.
Es la
figura de inmolación, pro
pia
del siervo del Señor,
que cual
manso
cor
dero es
llevado
al
matadero véase
Is
53,6-
; Jr
11,19;
Hch
8,26-38).
Se
refiere a
la
pre
sencia
de Cristo que
derrama
su
preciosa
sangre, como
el
cordero pascual, sacrifica
do a fm
de que
su
sangre
sea señal
eficaz de
liberación
véase
Ex
12,12-13.27; 24,8; Jn
1,29; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-19;
Jn
1,29).
Ves
la
figura
poderosa de
Cristo, rey vencedor
de
la muerte, lleno de la
energía
de su resu
rrección;
esta
imagen
es característica
de
la
literatura apocalíptica,
donde
aparece un
cordero vencedor
y
guía
del
rebaño, dotado
de
potente
cornamenta y símbolo
de realeza
(véase
Primer
libro
de
Henoc
89,41-46;
90,6-10.37; Testamento de José
19,8; Tes
tamento
de Benjamín
3,8;
Targum de
Jeru
salén
sobre
Exodo 1,5).
El
símbolo del Cor
dero
para
designar
a
Cristo es único; no
existe en ninguna
otra página
de la
Biblia.
El Apocalipsis
ha
sabido presentar en
este
símbolo
animal,
de
una
manera original
y
sintética, la
plenitud del
misterio de inmo
lación, de
redención
y de victoria
regia,
que
corresponde
a
Cristo
muerto, resuci
tado
y enaltecido en favor
de la
humanidad.
En medio: El
Cordero se
encuentra en
medio, y
esta
posición
enfatiza
su
centrali
dad ya que
ocupa el
lugar más
digno y
pre
ferente,
lo
más
dentro pOSible
del
trono
de
la
divinidad.
De él se dirá más adelante: El
Cordero
que está
en medio
del trono
Ap
7,17l. Es
una alusión
a
su
divinidad.
Cordero
de
pie:
La
postura enhiesta
se re
fiere a
la resurrección de
Jesús
(véase
Ap
3,20;
14,1; 15,2-3);
ésta aparece como
una
victoria
de Cristo
sobre la muerte,
a
la que
708
pisotea, derrotándola,
e
incorporándose
él
mismo
egregiamente a
la
vida.
Como
degollado:
Alude a
su
muerte vio
lenta
en
la
cruz, por
la
que
derramó
su
propia sangre véase Ap
5,6.9.12;
13,8).
Con
siete
cuernos:
Indica la
plenitud del
poder
Nlli
23,22;
Dt
33,17;
1 Re
22 11;
Pri
mer
libro de Henoc 90,37). El
cuemo
es un
símbolo con
significación mesiánica
espe
cialmente en el canto
del Benedictus: Lc
1,69). Se afirma
que
Cristo posee
toda la
po
tencia
y
la
fuerza
mesiánica, gracias
a
su
re
surrección
Rom 1,4).
Con siete ojos:
Tiene
Cristo
la perfec
ción
de la ciencia
y
de la providencia
(Jr 5,1;
16,17;
Ez
5,11;
m 8,1).
como
estos
sie
te
Ojos
son
-dice
el texto del
Apocalipsis-
los
siete
espíritus
de Dios
enviados
a
toda la
tie
rra, se
indica
que Cristo posee
en
sí
mis
mo la plenitud
del
Espíritu Santo,
y lo
envía
permanentemente a
toda la
tierra.
Así,
pues, en un solo
verso aparece
de
manera
genial
y
concentrada
el
misterio de
Cristo: Su
dignidad divina
en
medio del
tro-
no),
su muerte degollado), su
resurrección
de pie),
la
totalidad del poder
mesiánico
sie-
te cuernos), y
su
íntima
posesión
y donación
-poseedor
y
dador
al mismo
tiempo- de
la
exuberancia del Espíritu siete
ojos que son
los
siete espíritus
de
Dios enviados
a
toda la
tierra).
Después
Cristo
es
entronizado. Se indi
ca, siguiendo un ceremonial
de investidura,
que Cristo ha tomado
la realeza,
se sienta
en
el
mismo trono
de Dios. Recibe todo el po
der
y gloria divina. La entronizacion regia de
Cristo,
punto culminante de
la
aventura
di
vino-humana
de
Jesús, desencadena
un
ver
dadero torrente de
alabanzas.
Los vivientes y
los
ancianos Ap
5,8-10)
ensalzan
a
Cristo
y
ofrecen
sus
motivacio
nes fundamentales: ha
sido degollado,
ha
adquirido con
el
precio de su sangre
el bo
tín de todas las naciones -se
alude a
la uni
versalidad
de la
redención,
realizada por
Cristo-.
Ha
instaurado un reino de
sacer
dotes. Es
la
fmalidad
de la
redención:
que la
humanidad
llegue a
ser
posesión
preciosa
en la alianza de
Dios y que
extienda su
rei
no en la historia.
-
8/18/2019 Apocalipsis (Com NT Casa de La Biblia)
15/49
Los
ángeles
entonan
siete claros
motivos
de glorificación divina
Ap
5,11-12). Las cria
turas Ap
5,13), desde
todos los rincones,
aun
los
ás
recónditos de
la
tierra, se
suman
a la
alabanza de
Dios y
de
Cristo. El tem
plo donde resuenan estas incesantes acla
maciones,
ha
ensanchado
sus
fronteras,
ya
tiene
las
dimensiones del
mundo.
Asistimos
a
una liturgia cósmica.
Los
vivientes
y
los ancianos redondean
esta
aclamación
universal, postrándose
re
verentes
y
confirmando
lo
que antes se ha
ido
proclamando,
con
un
amén
recapitula
dar.
Alrededor del
trono
de Dios
y
de Cristo,
centro de atracción hacia el que
todo
gravi
ta,
se
cierra
ya, como un perfecto círculo, es
ta alabanza
universal.
2 Los sellos
Revelación del sentido
de
la historia
6.1-7.17)
Esta segunda
sección se caracteriza por
la
apertura paulatina de los sellos, que man
tenían
cerrado
el libro. Es
la
primera expo
sición de los
elementos
típicos
que inter
vendrán en
la lucha
dialéctica entre el bien
y el mal. Los
cuatro
caballos expresan dra
máticamente el desarrollo de
la
historia, que
zigzaguea entre tantas dificultades. Los tres
caballos de llamativo pelcye rojo, negro, ver
de-amarillo) indican las grandes plagas de
la humanidad; la violencia, la
injusticia
so
cial,
la muerte con
todo
su
cortejo
de
males.
El jinete
montado
en el
caballo blanco,
re
presenta
a Cristo
resucitado,
lleno
de su
efi
ciente
energía,
que combatirá
contra
esos
grandes azotes de
la
humanidad
y
que
fi
nalmente resultará vencedor.
6,1-8
Los cuatro jinetes
Aquel
libro
herméticamente
cerrado
con siete
sellos,
se
abre para que los decretos de Dios se
cum
plan.
Cristo desata,
uno
a
uno, todos
los se
llos.
y de
ese
libro van saliendo, casi por
encantamiento,
unos
caballos.
No se
puede
caer
en
el
seco
intelectualismo, que
reduce
el
símbolo
a fríos
esquemas;
hay
que apre-
APOCALIPSIS 6
ciar
esta
originalidad iconográfica, típica del
Apocalipsis; y
tratar de visualizar la
ima
gen
y
la larga secuencia de unos caballos
surgiendo con fuerza de
las
páginas de un
libro.
Estas imágenes se inspiran remota
mente en Zac
1 8; 6 1-8. El
Apocalipsis es
una
visión revelada,
y
hay
que
mirarla;
es
preciso valorar el hechizo
único
que nos pro
porciona
este libro singular. A
esta
contem
plación se nos
invita:
¡Ven . iré vi.
El
primer caballo es de
color
blanco.
Su
jinete
lleva un arco
y
una corona. Es ven
cedor y
para
vencer cabalga.
Se trata de
Cris
to
resucitado,
adornado
con
el
color blan
co, el típico
cromatismo de la
resurrección.
El
es
por
su resurrección
el vencedor abso
luto
de la muerte
y del
mal.
Tiene
un arco
y
una corona
regia,
pues
está
dispuesto
a
se
guir combatiendo contra las
fuerzas negati
vas que
invaden la
historia los
otros tres
ca
ballos). Antes de que aparezcan
las gran
des
calamidades,
se nos
presenta la
clave de
la historia
y
la
fuerza de
la salvación:
Cris
to
vencedor,
lleno de
la
todopoderosa ener
gía de
su
resurrección.
El
segundo caballo es
rojo, el
color de
la sangre. Significa
la
violencia. Pues
la
vio
lencia consigue
quitar
la
paz
de
la
tierra,
y
hace que
surja la
guerra, y que por ella los
hombres se
asesinen unos
a otros. Comen
zando por
la
sangre derramada de Abel, has
ta la sangre de Cristo. y de sus testigos. La
violencia deshumaniza y desnaturaliza a los
hermanos.
El tercer caballo quiere indicar la injus
ticia
social, que
mata
de hambre
a
gentes
y
pueblos,
y d