FUNDAMENTOS DEL ARTE I. TEMA 13. ARTE DEL SIGLO XVIII (II): EL
NEOCLASICISMO
Ana Galván Romarate-Zabala
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TEMA 13. ARTE DEL SIGLO XVIII (II): EL NEOCLASICISMO 1.Introducción al arte neoclásico. 2. La arquitectura neoclásica. 3. La escultura neoclásica. 4. La pintura neoclásica. 5. Mobiliario, indumentaria y artes decorativas neoclásicas. 1.INTRODUCCIÓN AL ARTE NEOCLÁSICO Denominamos Neoclasicismo al movimiento cultural que surgió en el siglo XVIII y se extendió también a lo largo del siglo XIX por toda Europa con la finalidad de hacer frente a los excesos decorativos del Rococó. Supuso una vuelta a los ideales estéticos del mundo clásico y del Renacimiento. El término Neoclasicismo surgió en pleno siglo XIX con carácter peyorativo. Ideológicamente, va vinculado a los principios intelectuales de la Ilustración, con una voluntad de progreso, la supremacía de la razón y el deseo de culturizar a la sociedad de la época. Madame Récamier, David
En el campo de las artes el Neoclasicismo llevó a cabo un proceso de moralización, rechazando el estilo rococó como frívolo y decadente. Apareció ligado a una pujante burguesía, aunque muchos aristócratas no son ajenos al gusto por este estilo, y de hecho, aristócratas y burgueses fueron sus principales mecenas, coleccionistas y comitentes. El neoclasicismo no fue un movimiento homogéneo pero hay varias notas distintivas muy evidentes: *La reacción frente a la exuberancia ornamental barroca y rococó. *El interés por recuperar la antigüedad clásica como modelo o
paradigma cultural a seguir. *El arte se convierte en un instrumento educativo para reflejar las virtudes cívicas dejando de lado el hedonismo y frivolidad del rococó. El sentido didáctico de las artes propició el nacimiento de exposiciones y museos que mostraban al público en general, y no sólo a un grupo de eruditos, las diferentes etapas de la historia del arte. En París se abrieron en 1750 algunas salas del Palacio de Luxemburgo para que se pudieran admirar las pinturas, pero fue el British Museum de Londres (1753) el primer museo que se creó ex profeso para tal fin dando paso a instituciones similares en toda Europa. Por eso no es extraño que relevantes museos europeos surgidos en el siglo XVIII o inicios del XIX sean instituciones ilustradas y arquitectónicamente neoclásicas: Museo Británico de Londres, Museo del Prado de Madrid, museos de Berlín, Múnich (Los Propileos, la Gliptoteca) etc. *El lenguaje formal del Neoclasicismo es severo y solemne. Es un arte normativo, un dogma academicista, frío y equilibrado.
La pasión por las ruinas artísticas se refleja en la pintura neoclásica Para el surgimiento del Neoclasicismo fue esencial el descubrimiento en 1719 de las ruinas de Herculano y en 1748 de Pompeya1 –-‐ que provocarían un cambio de gusto evidente hacia la valoración de formas clásicas. A partir de entonces, la grandeza, la sencillez y la severidad se convirtieron en premisas fundamentales de cualquier manifestación artística y las Academias de Bellas Artes2, que se habían
1 Fueron dos míticas ciudades de la antigua civilización romana sepultadas por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d de C 2 En la segunda mitad del siglo XVIII se establecieron academias de bellas artes en toda Europa que daban una formación clásica a sus alumnos y les concedían becas para estudiar en Roma el arte de la antigüedad.
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extendido desde Francia por toda Europa, se convirtieron en los paladines del nuevo estilo y detractores furibundos de lo anteriores. Las academias establecieron una férrea dictadura artística al marcar de forma normativa el ideal estético imperante en la época. Todo artista que se preciara y que quisiera triunfar debía acatar sus normas. Así fue hasta buena parte del XIX. Muchos artistas se formaban en Italia y los nobles más cultos realizaban el “Grand Tour”, es decir, un aventurero viaje por Europa, sobre todo por el país transalpino donde disfrutaban del arte de la Antigüedad. Así se produjo el espectacular desarrollo del coleccionismo artístico, del que se nutrirán muchos museos como el Británico de Londres, mientras surgía la Historia del Arte como rama del saber, desarrollándose además, la crítica artística3.
El Neoclasicismo impregnó todas las Bellas Artes de la época (pintura, escultura, arquitectura) y las artes decorativas ya que fue un arte total o gesamtkunstwerk. 2. LA ARQUITECTURA NEOCLÁSICA Museo Británico, Londres
El Neoclasicismo encontró en la arquitectura un vehículo para transformar la sociedad y por ello proliferaron construcciones de hospitales, bibliotecas, museos, teatros, observatorios astronómicos, etc. Al mismo tiempo, se implementaron criterios urbanísticos racionales para mejorar las comunicaciones, dotando a las ciudades de espacios verdes, mejorando las condiciones higiénicas etc. Grecia, más que Roma, es el origen del Neoclasicismo, pero
también se tenía en cuenta a Vitrubio (arquitecto y tratadista romano) y al renacentista Palladio. Se volverán a utilizar los órdenes clásicos, especialmente el orden dórico y se abandonan las columnas salomónicas, el orden gigante, etc. Se toman como modelo los templos clásicos, incluso para edificios que no son de carácter religioso. Así lo vemos en ejemplos de museos de toda Europa: en Londres, Berlín, Madrid, etc. La columna recobra su antigua importancia y vuelven también los frontones, los cuales se decoran con esculturas en sus tímpanos. Predominan los edificios monumentales, las líneas rectas y las formas geométricas sobrias. Se pretende realizar una arquitectura basada en la razón.
3 Un ejemplo fue la obra del admirador de la cultura griega y detractor del rococó francés, Joachim Winckelmann, Historia del Arte en la Antigüedad (1764).
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Por lo que se refiere a las cubiertas, abundan las cúpulas y en cuanto a la ornamentación, es sencilla y de inspiración clásica. El neoclasicismo tuvo su epicentro en Francia. Este país, por obra de sus literatos, políticos y artistas, atrae la atención del mundo. Al rococó de Luis XV sucede el estilo Luis XVI cuya decoración está compuesta de temas clásicos y renacentistas tratados con gran sobriedad. Con el ascenso al trono imperial de Napoleón Bonaparte se establecerá el Estilo Imperio, una corriente ecléctica que aúna la influencia neoclásica con la etrusca y egipcia como se puede observar en los motivos ornamentales características de esta tendencia estética: lotos, esfinges y pirámides egipcias, elementos pompeyanos y los propios de su imperio (el águila). Ejemplos: la iglesia de la Madeleine en París. Se trata de un templo corintio y octástilo, ordenado construir por Napoleón como homenaje al gran ejército francés y terminado en 1842. Desaparece con este edificio el modelo de iglesia creado en la Edad Media, dotada de fachada vertical con dos torres. Otro relevante ejemplo es el Panteón de Hombres ilustres de París realizado por Jacques-‐Germain Soufflot (mediados del XVIII). En Francia también encontramos una serie de arquitectos llamados utópicos, revolucionarios o visionarios que plantearon edificios basados en las formas geométricas, aunque muchos de ellos no se llegaron a realizar, fue básicamente una arquitectura innovadora “de papel” de una modernidad pasmosa. Son Étiènne Louis Boullée y Claude-‐Nicolas Ledoux principalmente. No despreciaron la herencia del pasado clásico y, aunque respetaron las normas de simetría y la monumentalidad, sus edificios son a veces el resultado de la combinación caprichosa de las formas geométricas. Entre la gran cantidad de proyectos no construidos merece la pena mencionar el Cenotafio de Newton concebido por Boullée como una esfera, representación del modelo ideal, levantada sobre una base circular que había de cobijar el sarcófago del científico.
En Inglaterra el estilo neoclásico se basa mucho en el arquitecto italiano manierista Andrea Palladio, de hecho se le llama también estilo neopalladiano. Curiosamente en ocasiones el diseño es clásico pero los motivos ornamentales son barrocos. Y en Edimburgo (Escocia) es tal su desarrollo que a esta ciudad se la ha denominado como la “Atenas del Norte”. Los hermanos Robert y James ADAM son los principales propagandistas del neoclasicismo en Gran Bretaña, no sólo resucitando los temas decorativos de la Antigüedad, sino creando tipos arquitectónicos de gran sencillez. También John SOANE es autor de numerosos proyectos de edificios como casas de campo neoclásicas. Su obra principal es el Banco de Inglaterra de Londres donde emplea majestuosamente el orden corintio en una planta semicircular, a semejanza de los templos romanos redondos. Solicitados por los príncipes alemanes, numerosos artistas extranjeros neoclásicos fueron a trabajar a Alemania. El arquitecto del neoclasicismo alemán más destacado fue K.F. SCHINKEL quien soñó en el siglo XIX con diseñar Berlin como la Atenas de la antigüedad. Entre todas sus obras destaca el Teatro Real de Berlin. Precisamente en la capital alemana se encuentra la puerta de Brandemburgo, relevante monumento neoclásico y símbolo de
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Alemania. Múnich también es una ciudad con numerosos ejemplos de arte neoclásico, comenzando por su urbanismo, con enormes perspectivas rectas y edificios públicos agrupados en plazas rectangulares. Abundan en ella puertas y arcos de triunfo. Descuella especialmente la neoclásica plaza real con los Propileos, la Gliptoteca y el Museo de las Colecciones Antiguas. Múnich se convirtió en la ciudad más peculiarmente neoclásica de Alemania.
Fuente de la imagen y texto: J.V. Patiño http://escueladeartetalavera.blogspot.com.es/2015/09/libro-‐de-‐texto-‐para-‐fundamentos-‐del.html La emancipación de los Estados Unidos coincidió con el auge del neoclasicismo. En la capital, Washington, surgida en el siglo XVIII, el oclasicismo arquitectónico de corte palladiano fue un símbolo de la unión de Estados Unidos tras su independencia de Inglaterra en 1776. Se fundaron ciudades conforme al plano en damero, que por su carácter lógico se adaptaba a la perfección a la mentalidad pragmática norteamericana. Pero en el plano de Washington, diseñado por un ingeniero francés, se añadió el trazado radial a la manera de Roma y Londres. Si en Europa los símbolos de las ciudades históricas son las catedrales, dos edificios políticos señalan el perfil de Washington: la Casa Blanca (residencia del presidente de la nación) y el Capitolio (el Senado). El neopalladianismo perduró en Estados Unidos durante buena parte del siglo XIX.
En España el arte neoclásico tuvo que vencer a un barroco muy enraizado y por eso las mejores muestras del nuevo arte no se darían hasta el último cuarto de siglo XVIII. Fue el rey ilustrado Carlos III quien mandó al arquitecto italiano Sabatini construir la Puerta de Alcalá en 1778. Este estilo siguió vigente durante la primera mitad del siglo XIX conviviendo con los edificios neogóticos, todo ello englobado en la arquitectura historicista. Entre los principales ejemplos de la arquitectura neoclásica destacamos como principal arquitecto al gran Juan de VILLANUEVA, el autor, entre otras muchas obras del Museo del Prado de Madrid y de las Casitas de los Príncipes de San Lorenzo de El Escorial. También fue uno de los máximos exponentes de este estilo, VENTURA
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RODRÍGUEZ, autor, entre otras, del Palacio de Liria de Madrid. Bibliotecas, arcos de triunfo, panteones, e incluso fachadas de catedrales como la de Las Palmas de Gran Canaria se realizan en estilo neoclásico. Al igual que en España, el neoclasicismo en Hispanoamérica también estuvo dirigido por las Academias y cuentan con representativos ejemplos en Chile, México, Colombia… 3. LA ESCULTURA NEOCLÁSICA Lo mismo que en arquitectura, los modelos de la escultura neoclásica se encuentran en Grecia, más incluso que en Roma. Los escultores de este estilo consideraban que escultura griega era insuperable y se afanaban en copiarla hasta la extenuación, por eso, lo que encontramos es fundamentalmente imitación de la antigüedad: *Preferencia por temas mitológicos y de “moral” cívica virtuosa (patriotismo, generosidad, etc.). Decae la temática religiosa. *Materiales: predominan el mármol y bronce, sin policromar. *Buscan la armonía y la belleza idealizada (mímesis), en anatomías perfectas de canon griego. Domina el ethos sobre el pathos. Abunda el desnudo pero evitando el erotismo. Las figuras tienden a ser frías e inexpresivas, desprovistas de pasiones y sentimientos, es el “erotismo refrigerado” propio del escultor Canova. *Abundan los retratos (de héroes, personajes ilustres, etc.), las esculturas yacentes y los sepulcros (esculturas funerarias). También las estatuas ecuestres, como la de Carlos III en Nápoles: fue una forma de rendir tributo de agradecimiento al rey que introdujo en este reino el espíritu de la Ilustración. *Entre los escultores neoclásicos descuellan el italiano Antonio CANOVA y el danés Bertel THORVALDSEN. El mejor escultor del Neoclasicismo fue el veneciano Antonio CANOVA (1757-‐1822). Dotado de un gran talento, dominaba absolutamente la técnica escultórica. Tomó como modelo las obras griegas conservadas en Italia y solo tardíamente pudo contemplar los mármoles griegos, las esculturas del Partenón que instaló en Londres Lord Elgin. Entonces cayó en la cuenta de su gran error: Grecia surgía ante su vista como una realidad llena de vida y rica policromía. Gozó en vida de muchísima fama y todos los grandes de la época le estimaron: papas, reyes, políticos, intelectuales. Fue bastante modesto y no abusó de su celebridad, tampoco conoció el rencor. A pesar de vivir en una época convulsa (guerras, miserias...) no reflejó en su producción escultórica la realidad de su tiempo.
Tres obras maestras de Canova: Eros y Psyque. En esta obra se muestra el momento en que Eros revive a Psyche con un beso, después de que ella hubiera tomado una pócima que la había arrojado al sueño eterno; Paulina Bonaparte; Las tres Gracias. Sus personajes son siempre jóvenes y bellos. Trabajó el mármol sin policromía por eso resultan algunas de sus obras nos pueden parecer algo frías. Admiraba a Napoleón, en el que descubrió a un nuevo Alejandro Magno.
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Los temas que abundan en su producción son los mitológicos como las impresionantes esculturas de Eros y Psique y las Tres Gracias (de las que hizo varias versiones), etc. Entre sus retratos sobresale el de Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón, a la que representa como Venus Victoriosa, medio desnuda, tendida sobre una chaise longue de estilo Imperio con una manzana en la mano –recordando la victoria de Afrodita en el Juicio de Paris-‐. Fue un encargo de su marido, un Borghese, a Canova. Ella insistió en ser representada como la diosa de la belleza. De Napoleón realizó una estatua que se conserva en el Museo Brera de Milán, en la que aparece desnudo y heroizado, enarbolando el centro en una mano y una victoria en la otra. También retrató a George Washington. Como Miguel Ángel o Bernini, sus principales comitentes fueron los papas, realizando las tumbas monumentales de varios de ellos (Clemente XIII y Clemente XIV), imponiendo un nuevo modelo de sepultura majestuosa. El danés BERTEL THORVALDSEN (1770-‐1844) es el otro genio del neoclasicismo escultórico, rival de Canova. Nacido en Copenhague, su principal maestro fue el pintor Carstens que le inculcó el amor por la estatuaria helénica. Realizó el “Grand Tour” por Italia, viviendo en Roma, Palermo, Nápoles y también en Malta. Le interesaba además de la estatuaria griega y romana, las piezas etruscas de cerámica. Restauró los mármoles de Egina. Su obra es muy copiosa, la mayor parte la esculpió en Italia donde vivió treinta y nueva años. Buena parte de su producción escultórica se conserva en el museo que lleva su nombre en Copenhague. Entre sus esculturas más célebres destacan Jasón –inspirado en el Doríforo de Policleto-‐; Ganimedes y el águila, tema de la escultura griega del siglo IV que interpreta con bastante libertad y su célebre Jesucristo, de la iglesia de Nuestra Señora de Copenhague, lleno de serenidad y clasicismo. Tuvo una gran fama en su época.
Thorvaldsen o el neoclasicismo en estado puro: Jason y el Vellocino de oro; Ganimedes y el águila; Perseo; Museo Thorvaldsen en Copenhague, Dinamarca 4. LA PINTURA NEOCLÁSICA Es Francia el país que marca la pauta en el neoclasicismo pictórico y contará con extraordinarios pintores ligados a este estilo como Jacques-‐Louis DAVID o INGRES. La pintura neoclásica se caracteriza por: * Viene marcada por las directrices fijadas por las Academias de Bellas Artes que imponían un arte normativo, basado en la antigüedad clásica, y la búsqueda de la belleza, armonía y proporción. *Estudian el desnudo y la anatomía humana obsesivamente. De hecho un dibujo de un desnudo humano se denomina “academia”.
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*El ideal del pintor era el dibujo inspirado en la escultura grecorromana4. A este arte se aplicaba luego color, pero en lo fundamental, los pintores neoclásicos fueron extraordinarios dibujantes. En definitiva, es una pintura en la que prima el dibujo sobre el color. Para Ingres, el dibujo eran tres cuartas partes y media de la pintura. *Las composiciones son equilibradas, serenas y simétricas. Se abandona el tenebrismo, la luz es suave y tamizada. *El neoclasicismo impone la vuelta a los temas clásicos, históricos (Roma) y mitológicos. En ocasiones los pintores se dejan arrastrar por el sentimentalismo y el deseo de pintar temas moralizantes de valores cívicos (patriotismo, heroísmo, etc.) Es pues, una pintura en la antítesis del arte rococó. No faltan referencias al orientalismo (tocados, odaliscas, etc.). *Abundan los retratos idealizados, tanto masculinos como femeninos en ambientaciones estilo Imperio (mobiliario, indumentaria). *Se fomenta la formación artística en Italia mediante “pensiones” y galardones como el Gran Premio de Roma. Surge la institución pública del “Salón” donde los artistas exponían sus obras en París, después de contar con la aprobación de un exigente jurado. *La pintura propiamente neoclásica arranca de la Revolución Francesa y tiene en el historiador del arte alemán Winckelmann (1717-‐1768) a su principal teórico. La pintura neoclásica en Francia Las características generales de la pintura neoclásica se condensan en la obra del extraordinario pintor Jacques-‐Louis DAVID (1748-‐1825). Recordemos que las doctrinas de Winckelmann hallaron eco en este artista, verdadero promotor del neoclasicismo en Francia. Pero la vuelta al clasicismo de la pintura ofrecía el inconveniente de la falta de modelos grecorromanos. Por eso se inspiró en los relieves, de los cuales toma la simetría, la falta de profundidad y la ordenación de las figuras en filas paralelas. Buscaba el heroísmo de las historias legendarias de la antigüedad, como encontramos en el Juramento de los Horacios, una de sus obras más paradigmáticas. En ella quiere resaltar el protagonismo heroico y el patriotismo –virtudes cívicas adoradas por los neoclásicos-‐ de tres hermanos que se entregaron sin reservas a la patria, muriendo dos de ellos en combate. También quiere poner en valor la ternura y abnegación de las mujeres. Los cuerpos aparecen bien modelados, tratados como esculturas. Esta pintura, pintada en Roma, fue un encargo de la monarquía 1784. Paulatinamente, la pintura de David se hizo más política y revolucionaria presentando sus cuadros una clara intencionalidad política y propagandística de Napoleón Bonaparte al que no duda en representar de una forma idealizada, ya claramente romántica, en el impresionante retrato del general corso a caballo cruzando los Alpes (1801). Bonaparte le correspondió concediéndole la dirección de las artes bajo su gobierno, por eso a la caída de Napoleón, David tuvo que exiliarse a Bruselas. Impresionante es también, La muerte de Marat, donde retrata al político jacobino como un cristo pagano, mártir de la revolución. Aquí la emoción domina la escena y no la contención, característica del espíritu clásico. Por lo demás, entre sus mejores obras descuellan los retratos como el que hizo a la bella Madame Récamier (1800), cuya silueta se recorta sobre un diván de estilo Imperio. Este cuadro es epítome del neoclasicismo pictórico elegante y refinado. En conclusión, David fue un genio de la pintura neoclásica pero en buena parte de su obra ya es palpable el espíritu del romanticismo que triunfará en el siglo XIX. Y es que el romanticismo será la otra cara del neoclasicismo.
4 La vuelta al clasicismo en la pintura ofrecía el inconveniente de que apenas eran conocidas obras de pintura de la antigüedad, que tardaron en ser estudiadas y divulgadas.
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El pintor francés Jean Auguste Dominique INGRES (1780-‐1867), como Jacques-‐Louis DAVID, es plenamente neoclásico pero en sus obras anticipa el romanticismo. Sentía adoración por la obra del renacentista italiano RAFAEL, cuya pintura La Fornarina, fue su fuente de inspiración para la célebre La gran odalisca. Le fascinaba el estudio de la anatomía humana, especialmente la femenina, en ambientes exóticos y orientales, rasgo ya muy del romanticismo. Su dibujo era tan perfecto que dibujar “a lo Ingres” quedó como una frase hecha, sinónimo de perfección técnica.
Su pintura La Fuente muestra un desnudo femenino que nos remite al arte griego. Trata la anatomía como si fuera una escultura de mármol, utilizando una luz suave y tamizada que modela la figura. Realizó también impresionantes retratos y su trascendencia en la historia del arte ha sido profunda, incluso en el arte de vanguardia, del cubismo al Art Déco. Otros pintores neoclásicos franceses fueron François Gérard, Antoine-‐Jean Gros, etc. La pintura neoclásica en España
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En España el pintor bohemio Antón Rafael MENGS (1728-‐1779), fue el auténtico dictador artístico del Neoclasicismo en España, ya que su valoración podía significar el éxito o el fracaso de un artista. Su huella en el panorama artístico español fue profunda. Su técnica minuciosa y perfeccionista fue el referente para toda una generación de pintores, entre los que se encuentran BAYEU y su yerno, Francisco de GOYA, al que ayudó a conseguir un primer empleo en la corte. Goya también presenta algunas de sus obras bajo el influjo del neoclasicismo, en los que se hace patente la influencia de los retratistas ingleses. Este autor se estudia en detalle en Fundamentos del Arte II.
Goya neoclásico: retrato de la Condesa de Chinchón; la marquesa de Santa Cruz. La pintura neoclásica en Gran Bretaña En la época neoclásica es cuando propiamente se constituye la escuela pictórica inglesa. Se caracteriza por su amor apasionado hacia la naturaleza y el dominio del tema del retrato, logrado con captación psicológica y gran elegancia. La generación de 1725 constituye la espina dorsal de la pintura inglesa del siglo XVIII. A ella pertenecen sir Joshua REYNOLDS (1723-‐1792), el pintor que más ha influido en el rumbo de la pintura británica. Era un apasionado de la pintura italiana –realizó el Grand Tour-‐ y la española, en especial de Murillo. Miguel Ángel, la pintura veneciana del renacimiento, Rubens y Rembrandt se cuentan entre sus influencias. Tuvo en Londres un magnífico taller, con galería de exposición abierta para el público. Era el prototipo del artista erudito. Fundó con otros pintores la Real Academia de Artes en 1768 y fue su primer presidente, logrando hacer de esta institución el referente del arte inglés. Reynolds innovó en el arte del retrato, de técnica depurada y armonía cromática y tono amable. Valiéndose del retrato, pintó paisajes y temas mitológicos. Son imágenes idealizadas en los que evita la imperfección o la fealdad. Entre sus obras destacan los retratos de Coussmaker, Lord Heatfield, Lady Bamfylde, el Doctor Johnson y los retratos de niños Miss Bowles, los Brummel, el niño Hare, etc. Su principal rival fue otro gran pintor, Thomas GAINSBOROUGH (1727-‐1788).
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Thomas LAWRENCE (1769-‐1830) fue el sucesor de Reynolds, ya que fue miembro de la Real Academia de Artes y director de esta institución desde 1820 hasta su muerte en 1830. Fue un retratista muy cotizado y uno de los principales pintores del monarca Jorge III. Su pintura oscila entre el neoclasicismo y el romanticismo. Entre sus maravillosos retratos descuellan el de Elisabeth Farren y el de Arthur Atherle. Un fondo romántico se descubre asimismo en George ROMNEY (1734-‐1802), reflejado incluso en la vida del artista. Se negó a pertenecer a la Real Academia de Artes pero si ingresó en la Royal Society of Arts que aglutinaba no solo a pintores sino también políticos como Benjamin Franklin o escritores como Charles Dickens. Fue un excelente y muy célebre retratista. Retrató en numerosas ocasiones a su musa Lady Hamilton, la amante del vicealmirante de la Marina Real Británica, Lord Horacio Nelson, de la que estaba apasionadamente enamorado. La representó de muy diversas maneras de acuerdo con el gusto dieciochesco por el disfraz. En total la pintó en más de 60 arrebatadores retratos en diferentes poses, como ella misma o interpretada en clave mitológica o de personaje de la Antigüedad clásica.
EMMA HAMILTON (1765-‐1815) fue toda una celebridad en su época. Tuvo una vida de novela o folletín romántico. Nació en el seno de una familia humilde. Su verdadero nombre era Emma Lyon. Con 15 años se quedó embarazada de un aristócrata. Pasó de amante en amante en Londres y en Nápoles se casó con el embajador inglés, William Hamilton, del que tomó el apellido.
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En la imagen, la novela El amante del volcán de Susan Sontag; Nelson pintado por Lemuel Francis Abbott ya manco de su brazo derecho al ser herido por las tropas canarias en su ataque a Santa Cruz de Tenerife (1797); cartel de la película Lady Hamilton del director Alexander Korda (1941). En Italia, Emma Hamilton se convirtió en una excelente anfitriona de divertidas veladas artísticas que ella llamaba attitudes: eran juegos o fiestas de disfraces en los que los asistentes debían adivinar quién se escondía tras el disfraz. Fueron todo un éxito entre artistas, aristócratas y diplomáticos. A ella acudieron personajes relevantes de todo tipo, entre ellos la pintora Marie-‐Louise-‐Élisabeth Vigée-‐Lebrun, el escultor Bertel Thorvaldsen o el escritor alemán Goethe. Estas fiestas propiciaron el surgimiento de la moda neoclásica. De hecho, la moda femenina del llamado Estilo Imperio, es muy deudora de los modelos inspirados en la indumentaria grecorromana que Emma Hamilton desarrollaba en sus fiestas napolitanas y londinenses. Como curiosidad, podemos mencionar que uno de los amantes más famosos de Emma Hamilton fue el almirante Horacio Nelson, con el que vivió una relación muy abierta que prácticamente consistió en un ménage à trois entre ambos amantes y sir William Hamilton, para escándalo de la sociedad de la época.5 En la espléndida novela de Susan Sontag, El amante del volcán (2008) se da buena cuenta de esta historia. Los últimos días de la vida de Emma Hamilton fueron muy desgraciados, ya que en un breve lapso de tiempo -‐dos años-‐ murieron su marido, una hija engendrada por Nelson y el propio almirante. Acuciada por las deudas, pasó incluso un año en prisión y se estableció en Francia huyendo de sus acreedores, donde murió alcoholizada, en Calais. 5. MOBILIARIO, INDUMENTARIA Y ARTES DECORATIVAS NEOCLÁSICAS
Mobiliario. El ESTILO LUIS XVI Del mismo modo que el rococó va ligado al rey Luis XV, el neoclasicismo aparece vinculado al monarca Luis XVI (reinado 1774-‐1789). Cronológicamente se desarrolla entre 1775-‐1800. El estilo Luis XVI es una de las etapas de mayor perfección técnica en la historia del mobiliario europeo. En Gran Bretaña su equivalente será el neoclasicismo de Robert y James Adam (arquitectos y diseñadores de muebles de origen escocés). La decoración de interiores y el mobiliario Luis XVI implica un retorno a la sobriedad y la formulación de unos conceptos ornamentales “a la griega”. Valoran asimismo la
comodidad, la belleza y la elegancia de los diseños.
5 Por cierto, Nelson fue herido en Tenerife –se quedó manco-‐ luchando en la guerra angloespañola que enfrentaba entre 1796-‐1802 a las tropas españoles comandadas por Antonio Gutiérrez de Otero frente a las británicas de Nelson que pretendía hacerse con el poder de las islas Canarias.
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Predomina un gusto por la sencillez y las formas depuradas que devuelve a la línea recta su papel dominante, restringen el uso de la curva –aunque no la eliminan-‐ y restablecen el dominio de la simetría. Las formas geométricas predominan en el diseño del mobiliario Luis XVI: óvalos, rectángulos, cuadrados.. La influencia de Inglaterra, ahora ya gran potencia en la construcción de muebles, difundió en Francia el uso de la madera de caoba. En cuanto a los motivos ornamentales, abundan los de inspiración griega (grecas, meandros, esvásticas, etc.) y romana (grutescos, decoración a candelieri, esfinges, motivos geométricos, guirnaldas...) Los muebles solían aparecer adornados con aplicaciones decorativas de bronces dorados. Entre los ebanistas descuellan Riesener, Martin Carlin, Georges Jacob, etc. En cuanto a la policromía, predominan los tonos blancos, grises, dorados, plateados, etc.
Dos ejemplos de decoración de interiores Luis XVI: la habitación de la reina María Antonieta en el palacio de Fontainebleau (Francia) con grutescos y decoración a candelieri, con mesa diseño de Riesener y sillones de Georges Jacob; Detalle del Petit Trianon de Versalles donde aparecen guirnaldas y grutescos sobre fondo blanco. Fuente de las imágenes: Blog de Pablo Pena http://historiadelmueble.blogspot.com. El mueble Luis XVI se parece mucho al mueble Luis XV pero ya no con las patas en cabriole (forma de S) sino de forma recta y acanalada (con estrías).
Fuente de las imágenes: Blog de Pablo Pena http://historiadelmueble.blogspot.com. La tapicería sigue desempeñando un papel de primer orden, predominando la seda, el terciopelo y los damascos.
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El mueble favorito es la Chaise Longue, asiento amplio, con respaldo a un lado, que le da aspecto de cama. Está inspirado en el clasicismo, ya que en Grecia y Roma era la forma habitual de sentarse en los banquetes, recostándose de lado. Otro mueble muy usado esa el espejo de doble cara, de forma ovalada o rectangular denominado Psyqué, Aparece montado sobre soporte, con armazón de bronce dorado, madera pintada o dorada. Existía también en versión portátil, mucho más pequeño. Los muebles de asiento más destacados seguirán siendo el sillón o fauteuil (con las patas rectilíneas, el frontal del asiento curvo y el respaldo de forma oval).6 Se siguieron construyendo cómodas pero ya sin la característica rocalla del rococó, sino de formas más sencillas y elegantes. Muy característicos de esta etapa son los escritorios o secretaires de cilindro, también llamados de persiana, aunque el escritorio femenino por excelencia será el bonheur du jour.
Fuente de las imágenes: J.V. Patiño http://escueladeartetalavera.blogspot.com.es/2015/09/libro-‐de-‐texto-‐para-‐fundamentos-‐del.html El Estilo Directorio y el Estilo Imperio
El estilo Directorio y el estilo Imperio derivan del neoclasicismo y del estilo Luis XVI. Los dos primeros son prácticamente sinónimos dadas las escasas diferencias entre ellos. El equivalente en el caso español sería “estilo fernandino”, relativo al reinado de Fernando VII y en Inglaterra “estilo Regencia”. El Estilo DIRECTORIO se extiende desde los inicios de la Revolución Francesa con la Toma de la Bastilla (1789) hasta el fin del Consulado (1804), y es un estilo de transición hacia el Estilo Imperio. A los motivos ornamentales característicos del estilo Luis XVI (de inspiración griega y romana) se le añaden, con un cierto eclecticismo, ornamentaciones de inspiración egipcia (tras la campaña napoleónica que desató la egiptomanía) y los relativos al Sansculottismo7 de la
6 Hay una versión más cómoda, que imita las formas del fauteuil y se llama bergère. 7 Los sansculottes eran el ala extrema de los jacobinos. Se denomina Sansculottismo a la moda patriótica y revolucionaria que se extendió como la pólvora en tiempos de la Revolución Francesa y que abarcaba la indumentaria, la música, la forma de hablar, el humor, la decoración... por oposición a los realistas (partidarios de la monarquía y antirrevolucionarios).
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Revolución Francesa (gorros frigios, etc.) o a Napoleón. También se incorporaron emblemas, trofeos militares... El Estilo IMPERIO se desarrolla en Francia como evolución del Estilo Directorio y coincide con la ascensión de Napoleón al trono imperial (1804-‐1814). Implantó un estilo oficial clasicista, solemne y fastuoso. Los muebles del estilo Imperio son de formas sólidas y simétricas. No son muebles cómodos ni lo pretenden. Privilegian los valores simbólicos y propagandísticos, a mayor gloria del emperador. Entre los motivos ornamentales más arquetípicos de este estilo descuellan las composiciones de inspiración ecléctica (pompeyana, egipcia, etrusca, griega, etc.) que se concentran en los techos, parte superior de muros y puertas, realizados con estuco o pintados: trofeos guerreros, águilas con las alas extendidas, esfinges, coronas de laurel, guirnaldas, cisnes o abejas... Se usarán también motivos alegóricos y heráldicos de los Bonaparte, como la “N” inicial de Napoleón, todo con un espíritu grandilocuente propio de este emperador. Son habituales en los muebles estilo Imperio las aplicaciones doradas de bronce, especialmente en los tiradores: como las cabezas de león mordiendo una argolla. Las tipologías de mobiliario más importantes de esta corriente estética son las camas, las mesas, los muebles de asiento8, etc.
Fuente de las imágenes: J.V. Patiño http://escueladeartetalavera.blogspot.com.es/2015/09/libro-‐de-‐texto-‐para-‐fundamentos-‐del.html La difusión del estilo Imperio fue tan grande por Europa que sobrevivió al mismo Napoleón una década después de la desaparición de Bonaparte.
Hay que recordar que el siglo XVIII fue el de mayor auge y esplendor del mobiliario inglés. Una aristocracia rica, independiente, culta e ilustrada decoró suntuosamente y con refinamiento sus grandes casas de campo: es la época de fastuosas villas palladianas, con sus frontones clásicas, blancas cúpulas y largas columnatas, rodeadas por enormes parques. La figura del gentleman aristocrático y culto será el principal cliente de los mueblistas del siglo XVIII. Pero a fines del XVIII ese aristócrata da paso al burgués, con nuevos ideales de decoro y moralidad, sustituirá la búsqueda de lo “bello” por la del comfort, la intimidad. Los interiores dieciochescos, refinados y elegantes, nutridos de cultura ilustrada y de conocimiento de la antigüedad, cederán el puesto al calor de los hogares, acolchados y protegidos, del nuevo siglo. Se introduce la madera de caoba cuya ductilidad, finura y belleza la hacen maravillosa. Grandes ebanistas británicos marcan estilo: Chippendale9, Sheraton, Hepplewite. Y el arquitecto Robert Adam.10
8 Véase el espléndido blog de Pablo Pena http://historiadelmueble.blogspot.com.es/search/label/19.%20Neoclasicismo%3A%20estilo%20Imperio. 9 Thomas Chippendale (1718-‐1779) es un punto y aparte en la historia del mueble. Hasta que él llegara, los estilos habían tomado el nombre de sus monarcas; en cambio desde ahora se les conocerá por los artistas creadores. Su influencia llegaría a toda Europa. Su nombre llegó a ser, aún hoy en día, el más popular en toda la historia del mueble, incluso en América. No sólo construyó muebles sino que creó modelos y tipos (sillas…) y escribió libros ilustrados. En Chippendale se hace evidente el eclecticismo, ya presente en el siglo XVIII y en el XIX (chinerías, rococó, neogótico, neoclásico). Será muy
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Fuente de las imágenes: J.V. Patiño http://escueladeartetalavera.blogspot.com.es/2015/09/libro-‐de-‐texto-‐para-‐fundamentos-‐del.html La indumentaria NEOCLÁSICA La indumentaria neoclásica se puede observar en la pintura y escultura de la época como por ejemplo en los cuadros de los pintores franceses Gérard o David o en las obras de Canova. La moda tiende a ser mucho más sencilla y cómoda que en la etapa barroca y rococó. Esa simplificación se observa especialmente en la moda femenina.
La indumentaria masculina no experimenta grandes transformaciones con la difusión del neoclasicismo. No se basa en la vestimenta grecorromana como si ocurrirá en la moda femenina. Una vez más, hay que señalar que Francia y Gran Bretaña marcaban la pauta en la indumentaria masculina. Como es lógico, las vestimentas más lujosas se reservaban para las grandes ceremonias cortesanas en que aparecen los adornos de brillantes, perlas y bordados suntuosos, como los que se lucieron en la coronación de Luis XVI, diseñados por el sastre real, Louis René Boquet. El traje de diario solían ser realizado en lana, ya que tienden a desaparecer las sedas y los
copiado, en resumen, un árbitro del buen gusto. Creó muebles muy ingeniosos, confortables, innovadores, elegantes. Fue famoso por sus sillas y sus mesitas velador. Son mesas son muy prácticas que caben en cualquier rincón. 10 Robert Adam, fue arquitecto real (1728-‐1792). De origen escocés, daba una gran importancia a la decoración de interiores de los edificios que hacía. De hecho, diseñó muebles, telas y metalistería. Creó el llamado “estilo Adam” que fue una versión del neoclasicismo más sencilla, precisa y delicada que la del rico estilo palladiano, anteriormente de moda—. El estilo Adam es de dibujo y proporciones armoniosas, y procura una sensación de luminosidad y espaciosidad. Utiliza motivos clásicos, como festones, guirnaldas y urnas. El mobiliario Adam tiene características muy similares. Thomas Sheraton fue otro gran importante diseñador de muebles. Destaca en las últimas décadas del siglo XVIII. Realizó escritorios de tapa cilíndrica, mesas y sillas. Fue un teórico muy importante. A Sheraton le corresponde el mérito de haber continuado esta tradición durante las primeras décadas del siglo XIX. Se cree que fue el creador de las Twin beds (dos camitas juntas). Y George Hepplewite fue el máximo intérprete del estilo Adam y uno de los mejores ebanistas de la segunda mitad del siglo XVIII. Su nombre se utiliza para designar el estilo que se difundió en los últimos años del siglo XVIII. Creó “escuela” cuya producción podemos definir como para “clases burguesas”. Realizó destacadas sillas con respaldos calados con curvas ovaladas que se recortan formando un corazón o formando escudos.
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bordados. Los hombres utilizan ya pantalones largos y abrigos. A ellos no les afectan los modelos clásicos. Tienden cada vez más a prescindir de los modelos empolvados –síntoma de “realismo” o afición monárquica-‐ y llevan el caballo más corto. Por lo que se refiere a los peinados masculinos, son mucho más sencillos que en la etapa anterior. Se siguen utilizando pelucas, aunque mucho menos que en la etapa rococó. El típico peinado consiste en una serie de rizos y ondas hacia la mitad de la cabeza, dejando libre la frente y recogiéndose en la nuca dentro de una redecilla de seda negra atada con un cinta del mismo color. Suelen llevar cola de caballo. Hay que señalar que en nuestros días, los magistrados británicos todavía portan las pelucas blancas inspiradas en el siglo XVIII. Los sombreros más habituales eran los bicornios en vez de tricornios. Las prendas esenciales masculinas eran las casacas, las chupas (especie de chaleco hasta la cintura) y los pantalones largos ceñidos llamados culottes: por eso los revolucionarios franceses, de las clases populares, eran los sans-‐culottes.
La indumentaria femenina neoclásica se basa en el arte de la antigua Grecia y Roma, buscando la sencillez y la elegancia inspirada en esas civilizaciones. Emma Hamilton puso de moda una versión de la indumentaria femenina pretendidamente clasicista que en realidad se inspiraba más en la sencilla ropa de las campesinas napolitanas que le confeccionaban los trajes para sus performances que en el rigor arqueológico. Por lo que se refiere a los materiales, predominan el lino, batista o muselina. La seda será el tejido estrella y también se usaron con profusión otros tejidos livianos como el algodón. Frente al rococó con sus rígidos corsés, el neoclasicismo trae consigo –momentáneamente-‐ la liberación del cuerpo femenino porque se difundirán vestidos-‐túnicas vaporosos de gran sencillez y elegancia. Los vestidos, de tonos pastel, casi transparentes y ligeros se difunden para gran escándalo de los sectores más conservadores de la sociedad. La silueta femenina Estilo Imperio presentaba escote, bastante pronunciado, podía ser cuadrado, redondo o en pico y talle alto de forma que recordaba vagamente a una columna clásica. A estos vestidos se les llamaba también Vestidos Camisa. La falda del vestido era tubular talar (hasta los talones) aunque en ocasiones eran extremadamente largos. Los vestidos podían ser sin mangas o de mangas cortas o largas. Esta vestimenta se acompañaba con guantes largos. Como complemento del vestido solía usarse un chal o una chaqueta corta llamada Spencer, que cubría solo el busto, y si se usaba sombrero, solía ceñirse con una cinta bajo el mentón. Los motivos ornamentales podían ser de inspiración romano o incluso etrusca. Madame Tallien , es decir, la española Teresa Cabarrús11 (1773-‐1835) fue una de las primeras en rechazar el corsé y apostar por la vestimenta de influencia grecorromana. La esposa de Napoleón, Josefina Bonaparte, también popularizó este vestido, con amplio escote recto. Estos vestidos se complementaban con tocados o sombreros ya que seguían siendo accesorios importantísimos en la indumentaria de la época. Los tocados aparecen adornados con plumas. Se difundieron muchísimo los turbantes.
11 Sobre Teresa Cabarrús Carmen Posadas escribió una excelente novela de Carmen Posadas llamada “La cinta roja”.
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La indumentaria neoclásica pronto tendría detractores y acérrimos seguidores. Lo cierto es que los trajes femeninos a la griega y a la romana pronto triunfarían en toda Europa como epítome de la elegancia neoclásica. Sus defensores más extravagantes, los fashionistas de la época, fueron denominados los incroyables y ellas, las merveilleuses. Los incroyables fueron el precedente de los dandis del siglo XIX.
Los zapatos fueron ganando en comodidad hasta casi perder el tacón. Se impusieron las sandalias (tipo romanas).
El neoclasicismo en moda coincide con el llamado Estilo Imperio presente en el arte y las artes decorativas hasta circa 1820.
La moda en la Revolución Francesa: los sans-‐culottes; El gorro frigio, símbolo de libertad; La indumentaria tricolor se basa en los colores azul, blanco y rojo eran los símbolos de la República francesa. En la Rev. Francesa fueron prohibidos: los corsés, los encajes, las pelucas, los vestidos habituales del Ancien Régime so pena de ser acusado de realista, las joyas, etc. Estas prohibiciones fueron hasta que tomó Napoleón Bonaparte el poder y empezó el Imperio francés (1804) y en consecuencia, la moda neoclásica Imperio. Este Primer Imperio francés estuvo en vigor hasta 1815.
Las Artes Decorativas Neoclásicas Las artes decorativas alcanzaron un gran auge en el Neoclasicismo (cerámica, artes textiles, joyería…). Todas las manufacturas reales que comenzaron su producción de artes decorativas en estilo rococó fueron evolucionando hacia formas neoclásicas más sobrias y depuradas conforme fue pasando el siglo.
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Las joyas siguen las mismas tipologías del rococó pero con motivos decorativos neoclásicos, muchos de ellos inspirados en Herculano y Pompeya. Abundan los camafeos.
Porcelana, relojes y cerámica neoclásica: las referencias a Grecia y Roma son constantes y también a otras civilizaciones como la egipcia, oriental, etc.; La Revolución Francesa como tema está muy presente en la cerámica francesa neoclásica, en este ejemplo de Nevers aparece entronizada la alegoría de la Libertad; Joyería neoclásica con camafeos y motivos inspirados en el mundo clásico. la reina Luisa de Prusia, vestida con indumentaria y joyas neoclásicas: diadema, brazalete y broche en el hombro.