Download - ARTÍCULO EL DERECHO PROCESAL INSTRUMENTAL
EL DERECHO PROCESAL INTRUMENTAL, UNA MIRADA
DIFERENTE DEL PROCESO CIVIL.
Por: Marlys Ángela Marcela Silva Rincón
Artículo propuesto para acceder al grado de Especialista en Derecho
Procesal
UNIVERSIDAD LIBRE Curso de Especialización en Derecho
Procesal
República de Colombia, Bogotá D.C., marzo de 2.013
INTRODUCCIÓN
Concebido el proceso civil bajo una visión holística, es coetáneo en todas
sus partes considerarlo como norma de orden público, sin embargo, tal
calificativo no endurece su concepción constitucional de ser asimismo un
instrumento materializador del derecho sustancial y, por ende, una
acumulación prescriptiva poco restrictiva. A éstas voces se adjudica el
carácter instrumental del derecho procesal, cuya vista ahora se fija en el
proceso civil, para dar cabida a reglas de interpretación preconcebidas
en el proceso de constitucionalización y judicialización del derecho, ora,
para introducir el carácter puro del derecho viviente y, además, el
contenido dinámico del conjunto de disposiciones para el enjuiciamiento
de causas civiles.
Así, el derecho procedimental despunta en concreción y no fuerza
compresora del derecho subjetivo, ergo, a pesar de disolverse en fatuos
conceptos vejaminosos de orden público inalterable por el Juez o por las
partes, socavando el umbral de los derechos fijos y, por demás,
fundamentales de acceder a la Justicia. Otrora, bajo el criterio del debido
proceso se yergue el rigorismo extremo que ha combatido el derecho
procesal en épocas resientes, cuyo cuidado efectivo a estado atribuido a
la Corte Constitucional.
Bastión del último aserto son las múltiples posiciones propositivas en la
hermenéutica constitucional, que abarcan expresiones de libertad y
firmeza integrada, tal como se desprende del cuidado apremiante de la
res iudicata y los defectos que erigen causales de procedibilidad de
petición de amparo contra providencias judiciales.
TABLA DE CONTENIDO
1. Resumen – Abstract
2. Palabras Clave – Key Words
3. Objetivos
I. Generales
II. Específicos
4. El derecho procesal instrumental
5. Función jurídica del derecho procesal civil
I. Contenido dinámico del derecho procesal
II. El derecho viviente como criterio integrador de las reglas de enjuiciamiento.
III. Las reglas de balance y contraste
IV. Carácter de orden público del derecho procesal civil y el
exceso del rigor procesal manifiesto.
6. Conclusiones
I.- RESUMEN Un conjunto bien integrado de postulados, valores, principios y normas
jurídicas, pueden constituir un ordenamiento jurídico que regularice las
actuaciones personales ante las autoridades judiciales y administrativas.
Tal componenda entrelaza, indefectiblemente, un coordenado conjunto
vertical de proposiciones jurídicas, encaminado a efectivizar los derechos
objetivos de cada uno de los asociados al Estado.
Sin embargo, se destaca, el ordenamiento jurídico no es estático, por
manera que su dinamización va inmersa en el concepto propio del
conjunto de sistemas de derecho que lo componen, de los cuales, cobran
gran relevancia el carácter de derecho viviente, la constitucionalización
del derecho procesal y, la doctrina constitucional, además, en lo referente
al rigorismo procesal manifiesto. Tales componentes, integran
armónicamente el derecho procesal y lo reducen a un grado dúctil para
su empleo, por manera que lo hace eficiente y eficaz, como un fin
instrumental del derecho material.
Así, el proceso civil redunda en la materialización del sustantivo, sin
quererle arrebatar su autonomía, pero, si haciendo ver que ante su
inexistencia, hay reglas de contraste y balance que permiten plenamente
generar criterios ultra-normativos para adecuar procedimientos a las
normas sustantivas, en manera que de todas formas se patenticen dentro
del Estado social de derecho.
Amén, la reglas de balance y de contraste, son fuentes unificadoras e
integradoras del ordenamiento jurídico, y, además, extrapolan sus
criterios más íntimos dentro de la teoría del derecho.
I.- ABSTRACT
A well-integrated set, values, principles and rules of law, are a law
regulating human behavior before the judicial and government. Such
composition is, inevitably, a vertical array coordinate legal propositions,
designed to make the rights objectives of each of the partners to the
state.
However, it notes, the legal is not static, so that its dynamic is immersed
in the concept of the set of systems that compose right, of which gain
great relevance in the nature of right living, the constitutionalization of
procedural law and constitutional doctrine, also as regards the procedural
rigor manifest. Such components, harmoniously integrated procedural law
and reduce it to a degree ductile for employment, so that makes it
efficient and effective, as an instrumental view of the right material.
Thus, the civil process results in the realization of the noun, without loving
him snatching their autonomy, but, noting that at his absence, there are
rules that allow contrast and balance fully generate ultra-normative
criteria to adapt procedures to substantive rules, in so anyway materialize
within the social welfare state.
Therefore, the rules of balance and contrast are unifying and integrating
sources of law, and also extrapolated their innermost criteria within legal
theory.
II.- PALABRAS CLAVE/ KEY WORDS
Derecho procesal instrumental – contenido dinámico del derecho
procesal – Reglas de balance y de contraste.
Instrumental procedural law - Procedural law Dynamic Content - Rules of
balance and contrast.
III.- OBJETIVOS
3.1.- Generales 3.1.1.- Mostrar el derecho procesal civil como un mero medio de
instrumentalidad del derecho objetivo.
3.1.2.- Evidenciar las reglas de balance y contraste, como medio
propositivo supletorio del derecho procesal civil.
3.1.3.- Hacer línea jurisprudencial acerca del excesivo rigor procesal
manifiesto, como causal de procedibilidad de la acción de tutela contra
providencias judicial.
3.2.- Específicos
3.2.1.- Discernir los caracteres del derecho procesal civil.
3.2.2.- Mostrar medios supletorios del derecho procesal civil.
3.2.3.-Evidenciar los pormenores del excesivo rigor procesal manifiesto.
IV.- EL DERECHO PROCESAL INSTRUMENTAL Dice la Doctora Mabel Londoño Jaramillo, en su artículo “Deberes y
Derechos Procesales en el Estado Social de Derecho”1 que “La idea de
Estado social de derecho se remonta al año de 1850 cuando Lorenz Von
Stein, apuntalado en Hegel, fundamenta el concepto que en la década de
los veinte acuña Herman Heller y se constitucionaliza por primera vez en
la Constitución del Estado alemán, llamada Constitución de Weimar2.
Esta Carta propone numerosos compromisos materiales denominados en
su momento derechos sociales destinados a mejorar las condiciones de
vida del pueblo”, lo que de hecho acompasa el contenido normativo del
artículo 228 del Carta, cuando regla “La Administración de Justicia es
función pública. Sus decisiones son independientes. Las actuaciones
serán públicas y permanentes con las excepciones que establezca la ley
y en ellas prevalecerá el derecho sustancial…” subrayo.
A su turno, el Profesor Hernán Fabio López Blanco3 manifiesta como
primera característica del derecho procesal su esencia instrumental, por
ser el medio obligado y necesario para hacer efectivos los derechos
consagrados en las normas de derecho sustancial.
Tales prolegómenos dejan ver de entrada que la verificación del derecho
procesal, en el sistema normativo, es meramente instrumental de
derechos objetivos de tipo sustancial, lo que no riñe con las
concepciones más seguidas de éste tipo de dispositivos jurídicos de
procedimiento. Sin embargo, éste cariz, debe verse bajo un prisma
concreto, y es prístino, el derecho procesal por sí sólo no cumple ningún
fin. En efecto, todo el procedimiento que entregue el legislador va 1 Opinión jurídica: Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Medellín, No. 11 (enero - junio de 2007), Vol. 6; p. 69-101. ISSN 1692-2530. 2 Cfr. RAMÍREZ GÓMEZ, José Fernando. Principios constitucionales del derecho procesal colombiano; investigación en torno a la Constitución Política de 1991, 1ª. ed. Medellín: Señal Editora, 1999. p. 66. 3 Procedimiento Civil, t. I, General, 10° Edición, Dupre Editores, año 2.009, pág. 63
supeditado a la prevalencia del derecho sustantivo, por manera que la
integración armónica de lo objetivo y lo adjetivo permite un sistema
absoluto de extremos jurídicos.
Al caso, valga decir, la Corte Constitucional en sentencia C-029 de 1.995
dejó en claro que:
“Cuando los intereses individuales o colectivos tutelados por el
derecho objetivo no se satisfacen espontáneamente por
aquellos obligados por la norma, el Estado provee a su
realización por medio de la actividad jurisdiccional. El objeto de
ésta es "la declaración de certeza o la realización colectiva y
concreta de los intereses tutelados en abstracto por las normas
de derecho objetivo, cuando, por falta de certeza o por
inobservancia de las dichas normas, no quedan ellos
directamente satisfechos por aquellos a quienes se dirigen las
normas jurídicas". (Ugo Rocco, Tratado de Derecho Procesal
Civil, tomo I, pág. 48, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1969).
“En cada caso concreto, la actividad jurisdiccional se ejerce en
el marco del proceso, sobre cuyo fin específico ha escrito
Carnelutti: "La conclusión de la investigación hasta ahora
efectuada, puede resumirse en esta fórmula: el proceso se
desenvuelve para la composición justa del litigio.
“"Paz con justicia podría ser, de ese modo, el lema del Derecho
procesal. Ni paz sin justicia, ni justicia sin paz. Nada de paz sin
justicia, porque el proceso, como se ha visto, no tiende a
componer el litigio de cualquier modo, sino según el Derecho.
Nada de justicia sin paz, porque el derecho no se aplica o no
se realiza por quien está en conflicto, sino por quien está sobre
el conflicto: supra partes, no inter partes; a fin de componer un
litigio y no de tutelar un interés". (Sistema de Derecho Procesal
Civil, tomo I, pág. 287, Ed. UTEHA, Buenos Aires, 1944).
“En síntesis -dijo la Corte-: la finalidad del derecho procesal en
general, y de los procesos en particular, es la realización de los
derechos que en abstracto reconoce el derecho objetivo,
realización que supone la solución de los conflictos”.
Y es que la prevalencia del derecho sustancial sobre las reglas de
procedimiento ha sido tema abordado por todas las instancias nominales
que informan el derecho (art. 230 C.N.), especialmente por la
Jurisprudencia de tutela emanada de la Corte Constitucional4, que
reiteradamente a dejado expuesto que:
“…por disposición del artículo 228 Superior, las formas no
deben convertirse en un obstáculo para la efectividad del
derecho sustancial, sino que deben propender por su
realización. Es decir, que las normas procesales son un medio
para lograr la efectividad de los derechos subjetivos y no fines
en sí mismas. Ahora bien, con fundamento en el derecho de
acceso a la administración de justicia y en el principio de la
prevalencia del derecho sustancial, esta Corporación ha
sostenido que en una providencia judicial puede configurarse
un defecto procedimental por “exceso ritual manifiesto” cuando
hay una renuncia consciente de la verdad jurídica objetiva
evidente en los hechos, por extremo rigor en la aplicación de
las normas procesales”.
4 Sent. T-268 de 2.010
A su turno, en Sentencia C-131 de 2.002, sostuvo la Corte:
“2. Uno de los espacios en los que mayor incidencia ha tenido el constitucionalismo es el derecho procesal. En la tradición del positivismo formalista el derecho procesal estaba desprovisto de una vinculación sustancial con lo que era materia de litigio; se agotaba en una ritualidad cuya configuración se realizaba fundamentalmente en la instancia legislativa; era ajeno a propósitos que lo conectaran con los fines estatales y la protección de las garantías que lo integraban sólo se brindaba en esas actuaciones y bajo los estrechos parámetros de protección establecidos por el legislador. Así, no llamaba a interés el hecho de que, en materia de derechos, la sustancia que se tenía entre manos se desvaneciera ante las ritualidades y formalidades de unos procedimientos que las más de las veces se explicaban por sí mismos y que perdían puntos de contacto con lo que era objeto de controversia”.
Por tanto, ha de verse, los ritos adjetivos tienen un carácter
eminentemente tuitivo del derecho objetivo y material, no pudiendo
preconizarse sobre su objetivo iusfundamental de merecer un orden
lógico para que el Juzgador atienda el clamor de Justicia, instruyéndose
en aras de formar un Juicio, pero en tal aprehensión, justificando
talanqueras bajo el arropo de normas de orden público que sólo dejan ir
al traste lo que realmente se debate dentro de la Litis.
V.- FUNCIÓN JURÍDICA DEL DERECHO PROCESAL CIVIL
Empleando lo antecedente como exordio, desde ya se avista que la
conclusión del presente epígrafe no es lisonjera si determina que la
función Estatal de Administrar Justicia es la justificación del derecho
procesal civil, como especie del derecho adjetivo. Sin embargo, para
justificar el aserto se sigue el estudio de:
5.1.- Contenido dinámico del derecho procesal 5.1.1.- A riesgo de equivoco, asumiré éste punto de forma individual, sin
apoyo directo de las fuentes del derecho, para no incriminar ilustres
juristas o sentenciadores, aunque, debo aclarar, apalancaré mi dialogo
con la sapiencia tan pulcra del Dr. Ricardo Zuluaga Gil5; ello, atendiendo
que no habrá lugar a citas bibliográficas en éste acápite.
5.1.2.- A simple vista, la materialización del positivismo combatido por la
Escuela Historicista, en cabeza de Federico Carlos Von Savigny, al
momento de confeccionarse el Código Civil Francés, imponía la
estaticidad del derecho y, de contera, su anquilosamiento; pues, para el
derecho legislado del sistema modal europeo continental, la regla de
derecho se soporta en el escrito. En tal axioma descansa el criterio de
legalidad en nuestro sistema jurídico; sin embargo, componente axial
para el cabal entendimiento del derecho son sus ciencias auxiliares,
cuando no determinantes, bajo un esquema propio de la Teoría Pura del
Derecho.
Al recurrente estilo normado, se avino un carácter muy versátil del
derecho, quizás incomprendido para la época Napoleónica, el cual
pugnaba por la verificación dinámica en los contenidos de la norma
jurídica; tales presupuestos, se desarrollaron por los mismos pretores
romanos, muchos siglos antes, pues, los Juzgadores, debían aplicar
reglas hermenéuticas apropiadas a disposiciones de derecho legislado
que ya no podían surtir los vitales efectos de su época de emanación. Un
ejemplo claro en el caso colombiano es el derecho de los daños por la
vía aquiliana, cuyas fuentes directas descansan en preceptos de hace
5 Doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca y Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana-Cali. Véase el artículo LA RACIONALIDAD ARGUMENTATIVA EN LA APLICACIÓN DEL DERECHO, http://www.iupuebla.com/Doctorado/Docto_derecho/Material_profe/MA_Lectura%2011%20Ricardo%20Zuluaga.pdf.
más de un siglo (1.887) pero no han impedido su desarrollo jurídico a
través del derecho judicializado.
Tan constante laborío ha discernido, incluso, un carácter dinámico del
contrato social en nuestro país, pues, al interpretar derechos de
raigambre iusfundamental, por su núcleo duro, ha visto la nación un
constante desarrollo que impacta las relaciones jurídicas intersubjetivas,
a pesar de no tocarlas en forma directa. Así, además de la
constitucionalización del derecho, se ha visto una transformación
irradiada desde los preceptos constitucionales más caros. No obstante,
las relaciones jurídicas, de índole privado, también avanzan en puridad
dogmática, debido a la misma dinámica social y mercantil de postulados
económicos específicos, involucrados en el liberalismo, mercantilismo,
consumo, gasto, trabajo, dinero y, por demás, ideologías que trazan una
vertiente negocial particular, conforme las necesidades extrínsecas de
los seres humanos.
5.1.3.- Otro factor determinante de la dinámica jurídica, se guarda en la
hermenéutica, la cual, ha mostrado variaciones conceptuales y, por ende,
medios y formas tan profusas como escuelas interpretativas; así, han
avanzado la confección del iusnaturalismo, iuspostivismo, realismo
jurídico (escandinavo y norteamericano), el materialismo jurídico, más
recientemente el análisis económico del derecho, etc. Además, es
también de verse, la tecnología ha tenido que convenir con la norma
positiva para converger en los raciocinios jurídicos, pues, lo avasallante
de su empuje y la necesidad de reglamentación dentro de un orden
social, impone una conversación cercana entre los factores que inciden
la conducta humana, como sujeto del derecho.
Amén de lo dicho, la norma jurídica en todos los órdenes, a pesar de
textuales y per se mantenidas, avanzan en sus contenidos; ora, por vía
de juicios judiciales de sus alcances, dónde el papel del Juez se levanta
como determinante, o, también, por su grado de abstracción en la
realidad contempore y, por lo mismo, su inaplicabilidad actual. Así, el
desarrollo humano, quizás lejos de requerir avances normativos,
escudriña por principios generales de adjudicación, que permitan limitar
los movimientos judiciales y pregonen con menos textos y mayor claridad
los limites conductales en los que se enmarca el orden social. Ora, no
puede olvidarse, además, que el legislador juega un papel fundamental
de depuración, completitud y verificación basilar del sistema, por manera
que puede derogar, abrogar, subrogar o complementar (interpretar con
autoridad), contenidos normativos adheridos al sistema por medio de
leyes posteriores.
5.1.4.- Un criterio final, en éste punto, permite ver con mayor
detenimiento el concepto de orden público, e incluso, el de derecho
fundamental; los cuales impregnan el derecho procesal civil (art. 6 C. de
P.C. y art. 13 C.G. del P.), pues, el orden público no escatima en la
norma jurídica sino en su concepto propio, por manera que cobra vida y
se desenvuelve en sí mismo considerado, así, para prevalecer el orden
público, se debe saber que lo mantiene y cuáles son las reglas de
contraste que lo permiten en la sociedad, v.gr., cuando se derrocó el
imperio de Sadam Husein en Iraq, la sociedad iraquí avanzó a
postulados occidentales en su modo de vida, de manera que una mujer,
ahora, puede transitar en la calle sin necesidad de usar velo, y, con ello,
no se trasgrede el orden público, como si ocurría antes dentro del
régimen derrocado6. Implica lo anterior, que tratándose el derecho
procesal como una norma jurídica de orden público, habrá que
evidenciarse el dinamismo de sus contenidos, con las prenotadas bases,
incluso, bajo el imperio de la decisión judicial que generalmente lo
decanta y facilita.
6A penas ilustrativo del aserto, no de la sustancia: http://www.observatori.org/documents/dones_irak_cas.pdf
5.2.- El derecho viviente como criterio integrador de las reglas de
enjuiciamiento
5.2.1.- Tal como conoce el criterio la Corte Constitucional al referirse a la
doctrina del llamado “derecho viviente”7, cuando un texto legal sea objeto
de diversas interpretaciones, y alguna de ellas resulte cuestionada por su
aparente oposición a los mandatos constitucionales, para los efectos de
establecer su verdadera concepción jurídica y su sentido racional y lógico
-a la luz de los acontecimientos y transformaciones sociales-, debe
tenerse en cuenta la interpretación que de la misma hayan hecho la
jurisprudencia y la doctrina especializada. Según éste Tribunal, en la
medida en que la referida interpretación jurisprudencial y doctrinal
configure “una orientación dominante bien establecida”, surge para el
juez constitucional el deber jurídico de asumirla como criterio válido de la
regla de derecho que se extrae8 del texto legal cuestionado, a menos que
la misma resulte arbitraria e irrazonable y del todo incompatible con la
Carta Política9.
5.2.2.- En torno a este punto, viene sosteniendo la Corte Constitucional,
que aun cuando el control constitucional de las leyes no se genera a
partir de una concepción casuística o de la simple aplicación a
situaciones particulares y concretas, es incuestionable que, para efectos
de fijar la concordancia de los contenidos normativos acusados con la
totalidad del ordenamiento Superior, resulta relevante tener en cuenta
tanto el medio social y político que justificaron el nacimiento o
surgimiento de la norma al mundo jurídico, como el contexto real dentro
del cual viene siendo aplicada e interpretada. Para el cumplimiento de
estos objetivos, termina siendo determinante la actividad de los jueces y
doctrinantes, quienes en el ejercicio del derecho, en la actividad 7 En la Sentencia C-557 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa), la Corte hace una clara exposición sobre la doctrina del derecho viviente y el papel preponderante que para la misma tiene la jurisprudencia y la doctrina especializada. 8 Sentencia C-903 de 2.001 9 Cfr. la Sentencia C-426 de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
académica y en la judicatura, “han interpretado los conceptos técnicos
que ella [la norma] contiene y (...) los han aplicado a casos concretos”10.
Así, la Corte, ha venido reconociendo el criterio dinamizador e integrador
del ordenamiento jurídico, a través de la aplicación del concepto de
“derecho viviente”, pues, según dice, está labor interpretativa que de las
normas realizan la jurisprudencia y la doctrina, y que determina su
margen de aplicación en el contexto social, constituye una garantía de
imparcialidad, efectividad y seguridad del juicio, ya que permite
establecer con claridad cuál es el verdadero alcance de la norma
examinada, tomando conciencia clara de la regla de derecho que va a
ser confrontada con la Constitución Política. Ello, bajo la consideración
de que el control de constitucionalidad está llamado a cumplirse sobre el
texto de la norma demandada que se encuentra produciendo efectos
jurídicos y que es oponible a los destinatarios de la ley, y en ningún caso
sobre aquellos contenidos que carecen de eficacia y que son del todo
intrascendentes en el mundo del derecho11.
5.2.3.- Siguiendo el criterio hermenéutico fijado por la Corte12, dejo dicho:
“[e]l cumplimiento efectivo de la misión institucional que le ha
sido confiada a la Corte Constitucional como guardián de la
integridad y supremacía de la Constitución, requiere que ésta
se pronuncie sobre el sentido real de las normas controladas,
no sobre su significado hipotético. De lo contrario, podría
declarar exequible una norma cuyos alcances y efectos son
incompatibles con la Constitución, lo cual haría inocuo el
control. En el mismo sentido, al suponer un determinado
sentido hipotético de la norma en cuestión, podría declarar
inexequibles disposiciones cuyo significado viviente es
10 Sentencia C-557 de 2001. 11 Sentencia C-426 de 2002. 12 Cfr. et supra, Sentencia C-557 de 2001.
compatible con la Carta, lo cual representaría un ejercicio
inadecuado de sus funciones.”.
5.2.4.- Así, conforme lo establecido por el alto Tribunal, en Sentencia C-
557 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa), seguida por la
sentencia C-426 de 2002 (M.P. Rodrigo Escobar Gil), puede
considerarse que constituye derecho viviente la interpretación
jurisprudencial y doctrinal: i) que sea consistente, aun cuando no sea
idéntica y uniforme, y salvo que resulte abiertamente contradictoria, caso
en el cual no puede hablarse de una regla normativa generalmente
acogida; ii) que esté plenamente consolidada o afianzada, como se
mencionó, una sola opinión doctrinal o una decisión judicial de los
órganos de cierre de la respectiva jurisdicción -Corte Suprema de Justicia
y Consejo de Estado-, no alcanza a conformar un criterio dominante de
interpretación; y que sea relevante o significativa, en cuanto permita
señalar el verdadero espíritu de la norma o determinar sus alcances y
efectos.
5.2.5.- En el caso específico de la doctrina, dijo la Corte13, su valor en el
campo del derecho viviente está también condicionado a un análisis de
tipo cuantitativo y cualitativo. Frente al aspecto cuantitativo, se requiere
que sean varios los tratadistas, que exista concordancia entre las
opiniones vertidas sobre la materia tratada en la ley, y que la opinión sea
lo suficientemente conocida. Y respecto del elemento cualitativo, la
autoridad e importancia académica del tratadista le reconoce a éste una
distinción especial, que en suma, se traduce en una mayor aceptación de
la interpretación que le haya dado a la ley en discusión.
5.2.6.- Asimismo, asentó la Corte, sobre la jurisprudencia, producida por
los órganos judiciales que se encuentran en la cúspide la respectiva
13 ibídem
jurisdicción, como es el caso de la Corte Suprema de Justicia en la
jurisdicción ordinaria (C.P. art. 234) y el Consejo de Estado en la
jurisdicción de lo contencioso Administrativo (C.P. art. 237-1), en cuanto
cumplen la función de unificar los criterios hermenéuticos y de aplicación
de las normas que integran el ordenamiento, resulta ser un referente de
gran autoridad para evaluar con mayor precisión el alcance de las
disposiciones sometidas al juicio de constitucionalidad. Es evidente que
al acoger sus criterios, el órgano de control no solo está reconociendo la
importancia que tiene para el derecho la labor interpretativa y de
unificación asignada a los organismos de cierre de las distintas
jurisdicciones, sino además, rescatando el verdadero significado de la
norma, esto es, su significado viviente o el que surge de su aplicación.
5.2.7.- Empero, la mayoría de las consideraciones que vienen de
reseñarse, constituyen la ratio para el estudio Constitucional del artículo
625 del C. de P.C., luego, como puede verse, es el criterio de derecho
viviente un factor dinamizador de las normas procesales, pero, sobre
todo, integrador de un sentido univoco de sus contenidos.
Así, la doctrina del derecho viviente, permite interpelar las normas
procesales, como por ejemplo, la razón propia e implícita de la Ley 791
de 2.002, por la cual se permite invocar la prescripción adquisitiva de
dominio por vía de acción o excepción, cuya implicación procedimental,
en palabras de Ramiro Bejarano Guzmán14, es la adecuación del trámite
ordinario a los institutos edictales y comprobatorios del artículo 407 del C.
de P.C., pensamiento que ha sido acogido por la doctrina Judicial de La
Corte Suprema de Justicia, Sala Civil de Casación15, cuando se formula
en la respectiva demanda de reconvención.
14 Procesos Declarativos, Ejecutivos y Arbitrales, 5° Edición, Temis, año 2.011, pág. 109 a 116. 15 Sent. Tutela., 27 de septiembre de 2.011, Exped. 68001-22-13-000-2011-00355-01; M.P. Arturo Solarte Rodríguez
Ora, pensarse en la inmutabilidad del derecho procesal, como objetivo
básico de su expedición, escudriña como desconocer el derecho viviente,
que no sólo aplica para la formulación de juicios probabilísticos de
exequibilidad, sino que regenta el derecho en sus fuentes formales
directas e indirectas (art. 230 C.N.).
5.2.8.- En la misma línea, la Sentencia C-131 de 2002, sirvió como
referente a la Corte, en relación al tema de la constitucionalización del
derecho procesal, de la siguiente manera:
“2. Uno de los espacios en los que mayor incidencia ha tenido
el constitucionalismo es el derecho procesal. En la tradición del
positivismo formalista el derecho procesal estaba desprovisto
de una vinculación sustancial con lo que era materia de litigio;
se agotaba en una ritualidad cuya configuración se realizaba
fundamentalmente en la instancia legislativa; era ajeno a
propósitos que lo conectaran con los fines estatales y la
protección de las garantías que lo integraban sólo se brindaba
en esas actuaciones y bajo los estrechos parámetros de
protección establecidos por el legislador. Así, no llamaba a
interés el hecho de que, en materia de derechos, la sustancia
que se tenía entre manos se desvaneciera ante las ritualidades
y formalidades de unos procedimientos que las más de las
veces se explicaban por sí mismos y que perdían puntos de
contacto con lo que era objeto de controversia.
Pero esa dimensión del derecho procesal ha sido superada
pues el constitucionalismo ha rescatado las garantías
centenariamente elaboradas como contenidos del derecho
procesal para vincularlas inescindiblemente a la realización de
las normas sustanciales. Las ha dotado de una teleología que
no se explica a partir del solo rito o procedimiento sino en
relación directa con las normas jurídicas que consagran los
efectos jurídicos que las partes pretenden. Las ha
redimensionado para darles ahora el carácter de facultades
irrenunciables, históricamente consolidadas y positivizadas;
esto es, para advertir en ellas derechos fundamentales.
Con ello, ha dotado al proceso de una nueva racionalidad pues
ya no se trata de agotar ritualismos vacíos de contenido o de
realizar las normas de derecho sustancial de cualquier manera
sino de realizarlas reconociendo esas garantías irrenunciables
pues su respeto ineludible también constituye una finalidad del
proceso. (…)”.
5.3.- Las reglas de balance y contraste 5.3.1.- Una verificación concreta de las reglas de contraste,
primeramente, implica la necesidad de colegir los conceptos de sistema y
ordenamiento jurídico. De tal suerte, el sistema, es un conjunto de
normas en un momento específico, al paso, un ordenamiento, impone un
conjunto de sistemas concatenados sincrónicamente. Tal explicitud,
permite ahora analizar, en el fondo, cual es la proposición de las reglas
de contraste, veamos:
5.3.1.1.- Las reglas de contraste, son remedios al sistema que pugnan
por un cabal desenvolvimiento de la norma jurídica, intentando, de un
lado, acompasarla con el restante cumulo normativo en lo que toca su
aplicabilidad y procedencia, que no explícitamente con el reglamento
legal (decreto), como sí con la completitud normativa (de la Ley o el
enunciado) y su ajuste con la Carta Política. Así, la regla de contraste,
permite cotejar la disposición dentro del sistema jurídico, bien sea,
aproximándolo (analogía iuris), retrotrayéndolo (ultractividad),
inaplicandolo (art. 4 C.N.) o, incluso, extrayéndolo del sistema
(inexequibilidad o nulidad dentro del control difuso de constitucionalidad).
5.3.1.2.- Además, la regla de contraste, permite adecuar bajo criterios
hermenéuticos (doctrina probable) una norma del sistema, ponderándola
y ajustándola a éste, por medio de la aplicación de principios propios del
subsistema al cual corresponda la norma, veamos: Hace un momento se
dijo que, por vía del derecho viviente, se hizo fortuna la adecuación al
trámite cuando un demandado propone la excepción de prescripción
adquisitiva del fundo que compone el litigio subyacente a la resistencia;
pues bien, para la Corte Suprema, tal laborío sólo es posible por la mutua
pretensión, ahora, veamos cómo puede aplicarse una regla de contraste
al asunto, para buscar una salida intermedia. I) Es principio del derecho
procesal su economía; II) La demanda de mutua pretensión (art. 400 C.
de P.C.) es una forma acumulativa de acciones, palmaria de la economía
procesal, apoyada en hechos comunes relevantes y dirigidas entre los
mismos litigantes; III) La Ley 791 de 2.002 permitió oponer la
prescripción adquisitiva de dominio por vía de acción o excepción, la
cual, como es sabido, surte efectos erga omnes; IV) Se tiene sabido que
el Juez tiene por obligación interpretar la demanda, sin suplantar a la
parte, pero si haciendo claro lo inextricable.
5.3.1.3.- Con todo, los elementos formulados abstraen una regla de
contraste, la cual permitiría admitir que debe adecuarse el trámite de un
proceso, cuando se oponga como excepción la prescripción adquisitiva,
pues, no basta con simplemente demostrarla cumplida sino surte los
efectos que su naturaleza apareja, todos los cuales son la proximidad del
ciudadano a la propiedad por sus méritos y función social. Luego, la regla
no imperante dentro del sistema, se halla ajustada al mismo y permite
contrastar otros elementos normativos que lo integran.
Adjetívese, la regla de contraste permite un cotejo, un reconocimiento
social de todo cuerpo normativo en el marco del sistema que integra,
para hacerlo más provechoso al mismo y convertirlo en un instrumento
más eficiente y eficaz.
5.3.2.- Por su parte, las reglas de balance son adyacentes a las reglas de
reconocimiento o contraste, pues condescienden su instauración y
prosecución dentro del ordenamiento. Así, una regla de balance, permite
ponderar los principios elegidos por el Juzgador para contrastar el cuerpo
normativo dentro del sistema jurídico. En otras palabras, la regla de
balance tiene como fin verificar la identidad del cuerpo normativo al
sistema del cual se extrae y alimentarlo del ordenamiento, como conjunto
de sistemas momentáneos, para permitirle su contrastación posterior.
Volviendo al ejemplo de la adecuación del trámite cuando se opone la
prescripción adquisitiva, tiénese claro que la disposición que permite tal
enunciado resistivo no es propia del sistema jurídico – procesal, pues
tiene por objeto la modificación del Código Civil, sin embargo, tal
precepto balancea el ordenamiento al innovar la proposición de un medio
de defensa como una verdadera pretensión y el ejercicio consiguiente de
la acción de pertenencia, un tanto soterrada, pero prístina en sus efectos.
Así, la regla de balance coloca la porción del sistema jurídico en tono con
el ordenamiento y, la regla de contraste, hace que su aplicación sea
eficiente al valorar los principios que la regentan en la materia que no
regula, permitiendo la armonía del ordenamiento jurídico.
5.4.- Carácter de orden público del derecho procesal civil y el extremo rigor procesal manifiesto Es tradicional, según López Blanco16, admitir la división entre derecho
público y derecho privado, el primero de los cuales corresponde a las
normas reguladoras de intereses generales en cuyo obligatorio
cumplimiento se encuentra celosamente interesado el Estado. Así, el
derecho procesal cumple una labor pública y por demás irrenunciable
(art. 15 y 16 CC), inmodificable e intransigible, pues, a su gracia,
encuentran equiparación las partes del proceso y, por ende, se concreta
la prerrogativa de igualdad material, así como el debido proceso, entre
otras.
Sobre lo anterior no hay punto de discusión, sin embargo, las normas de
derecho público obedecen un interés integrador con las normas de
derecho privado, cuando se trata el derecho objetivo y el adjetivo.
Mírese, a pesar de ser normas de derecho público su interpretación está
dada para materializar el derecho objetivo que contemplan las normas
renunciables (art. 4 C. de P.C., art. 15 CC, y art. 11 C.G. del P.), punto de
ello, aunque no concretamente, las posiciones que puede asumir el
demandado, actualmente, respecto a la demanda (art. 92 a 95 del C. de
P.C.).
Sin embargo, en goce del carácter instrumental del derecho procesal,
debe reconocerse que su verificación como de derecho público,
resguarda sus preceptos y, de contera, materializa postulados
constitucionales que de cualquier forma superan criterios propios del
derecho objetivo.
16 Optc, et supra.
Empero, muy a pesar del carácter público del derecho procesal, su
desbordamiento atenta contra los postulados que lo regenten; sobre el
particular ya tiene averiguado la jurisprudencia, en línea de principio, de
la Corte Constitucional:
“…con fundamento en el derecho de acceso a la administración
de justicia y en el principio de la prevalencia del derecho
sustancial, esta Corporación ha sostenido que en una
providencia judicial puede configurarse un defecto
procedimental por “exceso ritual manifiesto” cuando hay una
renuncia consciente de la verdad jurídica objetiva evidente en
los hechos, por extremo rigor en la aplicación de las normas
procesales.
La línea jurisprudencial relativa al “exceso ritual manifiesto”
tuvo su inicio como tal en la sentencia T-1306 de 2001. En esa
oportunidad la Corte precisó17:
“[L]os jueces deben ser conscientes de la trascendental
importancia que tiene el derecho procesal en cuanto a medio
garantizador de los derechos materiales dentro del marco de un
debido proceso. En consecuencia, el actuar general debe ser
guiado por la coexistencia de estas manifestaciones normativas
permitiendo que en un marco jurídico preestablecido se
solucionen los conflictos de índole material.
17 En esa ocasión la Corte Suprema de Justicia, a pesar de afirmar claramente que el accionante sí debería gozar del derecho a pensión, según la jurisprudencia unificada de esa Corporación, no casó la sentencia objeto del recurso por falta de técnica de casación. La Corte Constitucional decidió conceder el amparo impetrado al considerar que, aun cuando los requisitos formales y técnicos de la casación son constitucionalmente legítimos, en el caso concreto la Corte Suprema de Justicia, tras constatar que efectivamente el actor cumplía con todos los requisitos para acceder a la pensión de vejez (derecho constitucional) decidió no casar la sentencia por razones puramente formales incurriendo en un “exceso ritual manifiesto”.
Sin embargo, si el derecho procesal se torna en obstáculo para
la efectiva realización de un derecho sustancial reconocido
expresamente por el juez, mal haría éste en darle prevalencia a
las formas haciendo nugatorio un derecho del cual es titular
quien acude a la administración de justicia y desnaturalizando a
su vez las normas procesales cuya clara finalidad es ser medio
para la efectiva realización del derecho material (art. 228).
De lo contrario se estaría incurriendo en una vía de hecho por
exceso ritual manifiesto que es aquel que se deriva de un fallo
en el cual haya una renuncia consciente de la verdad jurídica
objetiva evidente en los hechos, por extremo rigor en la
aplicación de las normas procesales convirtiéndose así en una
inaplicación de la justicia material.” (Negrillas fuera de texto
original).
La anterior posición fue reiterada por esta Corporación en la
Sentencia T-1123 de 200218. Consideró que en ese caso se
había configurado una “vía de hecho” por la ruptura deliberada
del equilibrio procesal, haciendo que contra lo dispuesto en la
Constitución y en las leyes aplicables, una de las partes
quedara en absoluta indefensión frente a las determinaciones
que adoptó el juez, atendiendo con exclusividad al ritualismo y
sacrificando valores de fondo. Sostuvo que la prevalencia del
derecho sustancial constituye el fin principal de la
administración de justicia y que “la validez de una decisión
judicial de carácter procesal debe necesariamente juzgarse a
partir del problema de fondo de derecho sustantivo a cuya
18 La Corte en ese caso amparó a favor de varios accionantes los derechos fundamentales al debido proceso, acceso a la administración de justicia y primacía del derecho sustancial vulnerados por los jueces laborales de primera y segunda instancia que inadmitieron primero y después rechazaron la demanda presentada por el apoderado de varias personas, por no haber corregido la demanda en el término otorgado para que dirigieran los poderes al juez laboral y no al juez civil del circuito, como había ocurrido.
resolución ella se enderece”. Ello en razón de que “el estado
social de derecho, exige la protección y el respeto a la persona
humana y en tal medida no se puede mantener la vigencia y
eficacia de actos jurisdiccionales lesivos de los derechos y
garantías de las personas constitucionalmente establecidos. La
propia concepción del Estado de derecho no se agota en la
proclamación formal de los derechos de las personas sino que
se configura a partir de su efectiva realización”.
Posteriormente esta Corporación, en Sentencia T-950 de 2003,
concedió una acción de tutela al considerar que la autoridad
judicial demandada había incurrido en un defecto
procedimental al decretar la perención de un proceso de
responsabilidad extracontractual debido a la inasistencia del
demandante, sin tener en cuenta que la misma se debía a que
éste se encontraba interno en un centro penitenciario y que fue
notificado de la audiencia a realizarse un día antes de su
celebración. Para la Corte la actuación del juez civil fue por
completo irrazonable y desproporcionada, especialmente
porque conocía plenamente la situación del peticionario. Al
respecto la Corte señaló:
“Exceso ritual manifiesto.
14. En el presente caso se observa que el juez cumplió a
cabalidad con las disposiciones que regulan el proceso de
responsabilidad extracontractual. Sin embargo, la interpretación
de las circunstancias del caso resultan abiertamente
incompatibles con la Constitución y con la ley. Consta en el
expediente que el Juez demandado notificó al demandante en
el proceso de tutela la celebración de la audiencia de
conciliación el día anterior a su celebración. Dicha notificación
se surtió ante el centro de detención en el cual se encontraba
el demandante.
El juez, al notificar al demandante la realización de la
audiencia, ha debido tener presente las dificultades de
notificación inherentes a la situación de éste. Aunque el
telegrama se envió el día 13 de junio, sólo fue recibido el día 20
de junio. No se trata de una circunstancia imputable al
demandante, sino consecuencia de la situación de privación de
la libertad e imputable al Estado colombiano.
En este orden de ideas, para la Corte es claro que resulta
desproporcionado que el Juzgado demandara una actitud
diligente tomando en consideración exclusivamente los
términos procesales.”
En sentido similar, en Sentencia T-974 de 2003 la Corte
amparó los derechos fundamentales del accionante al debido
proceso y de acceso a la administración de justicia, en armonía
con los principios constitucionales de celeridad procesal y de
prevalencia del derecho sustancial sobre las formas, al concluir
que el juez (i) al ignorar manifiesta y ostensiblemente una
prueba, cuya valoración tenía la capacidad inequívoca de
modificar el sentido del fallo y, (ii) al hacer una interpretación
incorrecta y desproporcionada de las normas aplicables al caso
y otorgarle a la oponibilidad mercantil un efecto sancionatorio
no previsto en el ordenamiento procesal, había incurrido en una
vía de hecho “en la interpretación judicial”, en desmedro de los
derechos sustantivos en litigio. En aquel entonces indicó:
“Por consiguiente, aun cuando los jueces gozan de libertad
para valorar el material probatorio con sujeción a la sana
crítica, no pueden llegar al extremo de desconocer la justicia
material, bajo la suposición de un exceso ritual probatorio
contrario a la prevalencia del derecho sustancial (art. 228 C.P).
Por ello, es su deber dar por probado un hecho o circunstancia
cuando de dicho material emerge clara y objetivamente su
existencia.
38. Adicionalmente, el sistema de libre apreciación resulta
proporcional cuando su ejercicio no supone el sacrificio de
otros principios o derechos constitucionales más importantes.
Por ejemplo, la sujeción a la libre apreciación no puede
conducir a un interpretación formalmente restrictiva de la
prevalencia de los derechos sustantivos en litigio. Así, en
Sentencia C-029 de 1995 (M.P. Jorge Arango Mejía), la Corte
sostuvo que: ‘(...) Cuando el artículo 228 de la Constitución
establece que en las actuaciones de la Administración de
Justicia ‘prevalecerá el derecho sustancial’, está reconociendo
que el fin de la actividad jurisdiccional, y del proceso, es la
realización de los derechos consagrados en abstracto por el
derecho objetivo y, por consiguiente, la solución de los
conflictos de intereses. Es evidente que en relación con la
realización de los derechos y la solución de los conflictos, el
derecho procesal, y específicamente el proceso, es un medio’.
(…)
46. Como se dijo anteriormente, se incurre en una vía de hecho
en la interpretación judicial cuando el juez adopta una decisión
en desmedro de los derechos sustantivos en litigio19…”.
En la Sentencia T-289 de 2005 la Corte Constitucional se
pronunció sobre la petición de amparo de un ciudadano al cual
se le había rechazado una acción de nulidad y restablecimiento
por estar caduca, decisión que el afectado impugnó mediante
recurso de reposición y en subsidio de apelación, recursos que
igualmente fueron rechazados por considerar que, de acuerdo
con las normas aplicables, el único recurso procedente era el
de súplica. La Corte concedió la acción de tutela interpuesta al
considerar que el juez administrativo había incurrido en una vía
de hecho de carácter procedimental, dado que, teniendo en
cuenta que tanto el recurso de reposición como el ordinario de
súplica se debían interponer en el mismo término, la autoridad
judicial debió haber adecuado el recurso presentado a la
normatividad del recurso ordinario de súplica y darle el trámite
correspondiente. En esa oportunidad esta Corporación precisó:
“En el ejercicio de la protección del debido proceso,
armonizada con el respeto a la autonomía judicial, la Corte
considera que sólo se constituye una vía de hecho por defecto
procedimental cuando el juez ignora completamente el
procedimiento establecido, escoge arbitrariamente las normas
procesales aplicables en el caso concreto o hace caso omiso
de los principios mínimos del debido proceso contenidos en la
Constitución, señalados, principalmente, en los artículos 29 y
228 constitucionales.
19 La jurisprudencia constitucional tiene definido que el derecho procesal no puede ser un obstáculo para la efectiva realización del derecho sustantivo, entre otras, sentencias C-596 de 2000 y T-1306 de 2001.
En este orden de ideas, prima facie, no se configura una vía de
hecho cuando el juez lo que hace es cumplir con lo prescrito en
la ley.
2.1. Ahora bien, puede llegar a configurarse una vía de hecho
al aplicar una norma procedimental según su tenor literal si se
trata de una disposición de contenido manifiestamente
contrario a la Constitución, caso en el cual se hace
indispensable emplear la excepción de inconstitucionalidad y
aplicar directamente disposiciones constitucionales.
(…)
2.2. Otra forma de incurrir en un defecto procedimental es
mediante la configuración de un exceso ritual manifiesto. La
Corte ha abordado la existencia de tal ciega obediencia del
derecho procesal cuando de esta se deriva el desconocimiento
de un derecho sustancial20.
(…)
A la luz de este alcance dado al principio de prevalencia del
derecho sustancial sobre las formas, la Sala entrará a analizar
el caso en concreto. Lo anterior, no sin antes señalar que la
prevalencia de lo sustancial sobre lo formal no sólo se debe
presentar cuando es preciso dar paso al derecho sustancial
sobre el procesal –según el alcance dado al exceso ritual
manifiesto en la Sentencia T-1306/01- sino cuando dentro del
mismo derecho procesal la materialidad de las actuaciones
procesales adelantadas, entre ellas la interposición de
recursos, desplazan su denominación formal. Esto es lo que
20 El concepto de exceso ritual dentro del proceso se ha extendido a la apreciación probatoria. En esta materia la Corte ha dicho: “aun cuando los jueces gozan de libertad para valorar el material probatorio con sujeción a la sana crítica, no pueden llegar al extremo de desconocer la justicia material, bajo la suposición de un exceso ritual probatorio contrario a la prevalencia del derecho sustancial (art. 228 C.P). Por ello, es su deber dar por probado un hecho o circunstancia cuando de dicho material emerge clara y objetivamente su existencia.” Ver Sentencia T-974 de 2003.
sucede, mutatis mutandis, con el principio iura novit curia.”
(Negrillas fuera de texto original).
Los anteriores argumentos fueron reiterados en la Sentencia T-
1091 de 2008. En esa ocasión la Corte Constitucional revisó un
proceso de simulación de un contrato celebrado por el padre en
perjuicio de su menor hijo, en el cual el juez de segunda
instancia negó la declaratoria de simulación por considerar que,
a pesar de estar probada la simulación relativa, el actor había
pedido la declaratoria de simulación absoluta o total. La Corte
tuteló los derechos fundamentales del menor de edad, en
especial el derecho al debido proceso por “exceso ritual
manifiesto”, pues el juez civil del circuito, no obstante reconocer
que el contrato era simulado, por aplicar con excesivo rigor una
regla de carácter procesal omitió amparar el derecho
sustancial. Al hablar del “exceso ritual manifiesto” sostuvo:
“2.1. La Corte Constitucional ha considerado que la aplicación
de las reglas de carácter procedimental no puede llegar a un
grado de rigor tal, que se sacrifique el goce de los derechos
fundamentales (Corte Constitucional, Sentencia T-1306 de
2001). Ha considerado que ‘si bien la actuación judicial se
presume legítima, se torna en vía de hecho cuando el actuar
del juez se distancia abiertamente del ordenamiento normativo,
principalmente de la normatividad constitucional, ignorando los
principios por los cuales se debe regir la administración de
justicia’ (Corte Constitucional, Sentencia T-1306 de 2001). Para
la Corte Constitucional
‘el juez que haga prevalecer el derecho procesal sobre el
sustancial, especialmente cuando este último llega a tener la
connotación de fundamental, ignora claramente el artículo 228
de la Carta Política que traza como parámetro de la
administración de justicia la prevalencia del derecho sustancial
sobre las formas.
(…) si el derecho procesal se torna en obstáculo para la
efectiva realización de un derecho sustancial reconocido
expresamente por el juez, mal haría éste en darle prevalencia a
las formas haciendo nugatorio un derecho del cual es titular
quien acude a la administración de justicia y desnaturalizando a
su vez las normas procesales cuya clara finalidad es ser medio
para la efectiva realización del derecho material (art. 228).’
En esta decisión, la Corte indicó que se viola el derecho al
debido proceso ‘por exceso ritual manifiesto’ en una sentencia
cuando este implica una ‘renuncia consciente de la verdad
jurídica objetiva evidente en los hechos, por extremo rigor en la
aplicación de las normas procesales’. Así lo ha considerado la
Corte incluso para el caso de los procedimientos de casación,
en los cuales el rigor procesal exige el cumplimiento de
especiales y particulares requisitos formales. (Corte
Constitucional, Sentencia T-1306 de 2001).”.
Igualmente, en la Sentencia T-052 de 2009 esta Corporación
amparó al accionante el derecho fundamental al debido
proceso en conexidad con el principio de primacía del derecho
sustancial, por considerar que las entidades accionadas
incurrieron “en un exceso de ritualismo”, a propósito del caso
de un participante en un concurso de notarios que, pese a
haber cursado una especialización, no la acreditó de la forma
señalada, ésto es, mediante acta de grado y diploma, sino por
medio de certificación expedida por la universidad. Dijo
entonces la Corte:
“Si bien las formalidades o ritos son parte de todo proceso
judicial, dichas formas han sido establecidas para garantizar a
las partes intervinientes el cumplimiento de un debido proceso
que respete sus derechos. No obstante, al aplicarse de
manera manifiesta, las normas atendiendo únicamente a su
texto o haciendo una aplicación mecánica, se incurre en un
exceso ritual manifiesto.
(…)
Así las cosas, en aras de garantizar el respeto de los derechos
fundamentales, y evitar la negación de los mismos, en los
casos en que la observancia de las formalidades atente contra
la protección del derecho fundamental quebrantado, éste debe
prevalecer sobre las normas procesales.”
Más recientemente, en sentencia T- 264 de 200921, esta
Corporación precisó que puede “producirse un defecto
procedimental en una sentencia cuando el funcionario judicial,
por un apego excesivo a las formas” se aparta de sus
obligaciones de impartir justicia sin tener en cuenta que los
procedimientos judiciales son medios para alcanzar la
efectividad del derecho y no fines en sí mismos. La Corte al
conocer en sede de revisión la providencia atacada, consideró
que el Tribunal había incurrido en un defecto procedimental por
“exceso ritual manifiesto”, actuando en “contra de su papel de
21 En ese pronunciamiento, la Corte analizó un caso de una acción de tutela en donde la accionante consideró vulnerados sus derechos fundamentales por el Tribunal Superior de Bogotá, al proferir el fallo de segunda instancia dentro de un proceso ordinario de responsabilidad civil extracontractual iniciado por ella, mediante el cual el Tribunal revocó el fallo de primera instancia con base en dos consideraciones centrales: (i) la falta de legitimidad por activa de la peticionaria pues, aparte de las afirmaciones de la demanda, no se aportó prueba alguna sobre la relación de parentesco; y (ii) la falta de legitimidad por pasiva de uno de los demandados, pues el vehículo de servicio público que se encontraba en el accidente no era de su propiedad.
director del proceso y del rol protagónico que le asigna el
ordenamiento en la garantía de los derechos materiales, al
omitir la práctica de una prueba imprescindible para fallar, a
pesar de la presencia de elementos que le permitían concluir
que por esa vía llegaría a una decisión indiferente al derecho
material. Por esta vía, la autoridad accionada cerró
definitivamente las puertas de la jurisdicción a la peticionaria,
olvidó su papel de garante de los derechos sustanciales, su
obligación de dar prevalencia al derecho sustancial, y su
compromiso con la búsqueda de la verdad en el proceso como
presupuesto para la adopción de decisiones justas”.
Igualmente, indicó que la jurisprudencia constitucional se ha
referido al defecto por “exceso ritual” en eventos en los cuales
el juez vulnera el principio de prevalencia de derecho
sustancial o el derecho al acceso a la administración de justicia
por “(i) dejar de inaplicar disposiciones procesales que se
oponen a la vigencia de derechos constitucionales en un caso
concreto; (ii) exigir el cumplimiento de requisitos formales de
forma irreflexiva, aunque en determinadas circunstancias
puedan constituir cargas imposibles de cumplir para las partes,
siempre que esa situación se encuentre comprobada; o (iii),
incurrir en un rigorismo procedimental en la apreciación de las
pruebas”. En consecuencia, (i) concedió el amparo
constitucional, (ii) ordenó dejar sin efecto el fallo para que la
autoridad judicial demandada abriera “un término probatorio
adicional con el fin de ejercer sus deberes para arribar a la
verdad y adoptar un fallo de mérito basado en la determinación
de la verdad real”.
En conclusión, el defecto procedimental por “exceso ritual manifiesto” se
presenta cuando el funcionario judicial, por un apego extremo y
aplicación mecánica de las formas, como normas de orden y derecho
público, renuncia conscientemente a la verdad jurídica objetiva patente
en los hechos, derivándose de su actuar una inaplicación de la justicia
material y del principio de la prevalencia del derecho sustancial.
VI.- CONCLUSIONES
El cumulo de normas de derecho procesal civil, frente a su inutilidad
fundamental, pueden ser retiradas del ordenamiento jurídico, cuando, a
fuer de su carácter de orden y derecho público, quieren prevalecer frente
al derecho sustantivo, sin medir su renuncia irrazonada a la razón que las
vida. En efecto, el derecho procesal civil es instrumental, no determinante
de las relaciones intersubjetivas entre los sujetos del derecho.
Amén de lo dicho, pueden crearse reglas intrínsecas al ordenamiento
jurídico sustantivo, permitiéndose desplazar al procesal, para balancear y
contrastar las necesidades de adjudicación que prevalecen ante el
acceso real y efectivo a la Administración de Justicia. Empero, no es tal
un ideal, sino un llamado a la previsión instrumental del derecho procesal
civil, que no puede ser caustico ni emancipar al derecho material y
objetivo, so capa de su aplicación obligatoria.
Además, la dinámica en el contenido del derecho lo permea, y, le exige
ponderarse como instrumento, de manera que al desatender tal criterio,
puede suplirse o alienarse conforme los discernimientos de adjudicación
establecidos dentro del componentes del derecho viviente. Por demás, el
derecho procesal civil enfrenta la crisis de su exacerbada aplicación y,
por ende, el requerimiento de versatilidad en su proposición jurídica, para
dar cabal cumplimiento a su razón de ser como instrumento social.