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Soñar, una nueva vida
— ¡Atrás monstruos salvajes! —Exclamó Ernesto— No queréis que os de una paliza,
pues soy el salvador de estas tierras y no le temo a nada, vosotros no me venceréis jamás.
— ¡Ernesto ya levántate!, te va a dejar el autobús, no quiero que me vuelvan a llamar de
tu colegio —Le gritó la Señora Eduarda—. — ¡Ah! Esa señora siempre esta molestándome. ¡Ya
bajo!
Ernesto era un niño que vivía en una casa de adopción, su padre había muerto en la guerra
y su madre murió al nacer él. Todos los días la señora Eduarda lo ponía a lavar y encerar el piso
antes del colegio. Tenía una amiga, Juana, ella era igual de soñadora a él, le encantaban los
cuentos y sus clases favoritas eran historia y literatura, lo único malo de esta niña es que no
existía, era un producto de su imaginación, tantos golpes y maltratos había creado a la única
amiga de Ernesto.
Ese día después de lavar y encerar el piso Ernesto salió de la casa y en la esquina se
encontró a Juana. —Hola Ernesto —. A pesar de ser una mentira Ernesto había creado toda una
vida para Juana, ella iba a la escuela con él, vivía en la calle 5ª, se sentaba junto a el en la escuela
e inclusive conocía a sus padres. — ¿Vamos a ir después de la escuela a la cueva?— Preguntó
Juana—, Ernesto hizo un gesto afirmativo con la cabeza y fueron juntos a la escuela.
Al llegar al salón de clase Ernesto sacó su libro de sueños, escribió su última pesadilla en
la cual él y Juana peleaban contra los monstruos del reino de Gotrex, un reino infestado de
aguilantras y metilonias, las aguilantras eran mujeres con pico, patas y alas de águila, mientras
que los metilonias eran hombres muy delgados con aspecto cadavérico, piel azul obscura y altos
como el cielo; pero en esta aventura había sucedido algo muy raro, ellos había fracasado en su
misión por que Juana se había desvanecido en medio de la guerra y los poderes que ellos tenían
se acababan cuando uno de los dos no estaba. Estuvo tan concentrado escribiendo, que no se dio
cuenta de que su maestra le estaba preguntando por un problema de matemáticas. — Ernesto
puedes pasar al tablero por favor, ya deja de estar perdiendo el tiempo en tus tontos libros— Dijo
Ana María Ruiz Marín
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la profesora Aguilar—, Ernesto como todos los niños que tienen gran imaginación, era un
estudiante brillante, el mejor de su clase y pudo resolver el problema sin ninguna complicación.
Luego de la escuela salieron corriendo directo a la cueva, pero un grupo de niños los
detuvo, — miren hay esta cerebrito, por que no te vas con tu locura a otra parte y ya deja de estar
escribiendo en tu ñoño libro— Dijeron todos en coro, y salieron corriendo pues en medio de todo
Ernesto tenia un aspecto sombrío y producía un poco de miedo. Juana quien siempre lo apoyaba
le dijo que no se preocupara que simplemente ellos no podían entender la maravillosa persona
que el era, “Siempre logra contentarme” — pensó Ernesto.
Al llegar a la cueva giraron el aviso que decía NO ENTRAR y de repente una de las
grandes rocas se corrió hacia un lado y dejo ver la silueta de una mano junto a otra formando con
los dedos un triangulo, los niños pusieron sus manos sobre la silueta y con sus poderes corrieron
la roca y entraron en la oscuridad de la cueva. Una vez adentro cruzaron un túnel y llegaron a
Karplogs el reino donde ellos eran los comandantes del ejército más poderoso de esas tierras. —
Mi Lord, me temo que he traído malas noticias, en el futuro veo una batalla perdida contra Gotrex
— Dijo Ernesto, el rey se estremeció y mando que todos se fueran de la sala principal del castillo,
para quedarse a solas con él. —Querido Ernesto, lamento ser yo quien tenga que decirte esto,
pero ya en dos semanas cumplirás 12 años y esta es la edad en la que la mayoría de guerreros
pierden sus poderes y no vuelven a visitar nuestro reino; pues están tan ocupados con cosas del
mundo real que se olvidan de nosotros—, Ernesto al saber esta noticia afirmo y juró que eso no
iba a pasarle a el, ya que había hecho un pacto de sangre con Juana de que siempre protegerían a
su pueblo.
Esa noche al salir de la cueva, preguntó a Juana si ella sabia que al cumplir los doce años
la mayoría de niños se olvidaban de Karplogs, ella le respondió con una sonrisa — No te
preocupes Ernesto, estoy segura que tomarás la mejor decisión y espero estar con tigo cuando la
tomes— y se fue sin decir nada mas. Camino a casa Ernesto pensaba en como una niña podía
calmarlo tanto y hacerlo sentir tan bien, cada vez que estaba con ella sentía que nada le faltaba y
que podía hacer todo lo que quisiera. Cuando llego a la casa la señora Eduarda le dejo una nota
diciendo que no había comida hoy, que podía decirle al vecino que le regalara un poco de arroz si
le daba hambre, y que no lo esperara para dormir, por que ella no llegaría a casa esa noche;
Ana María Ruiz Marín
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Ernesto, en medio del cansancio logro acostarse con el estomago vació y concilió el sueño
pensando en Juana y en Karplogs.
A la mañana siguiente y sin nada que desayunar si no tinto, Ernesto salio de su casa feliz
por que era viernes y los viernes en el reino de Karplogs había una fiesta grandísima donde el y
Juana siempre bailaban; no sabia por que pero últimamente había pensado mucho en Juana y el lo
bonita que se veía cuando luchaban contra las aguilantras, pero dejo de pensarlo al ver que ella
estaba en la esquina de siempre con un vestido nuevo muy bonito, — ¿Te gusta?— pregunto ella,
—¿que? El vestido, emmm si, es lindo— contestó Ernesto, y combina con sus ojos—pensó. En el
camino se fueron hablando de la fiesta y Ernesto le preguntó que si le había dicho a sus padres
que se quedaría en casa de el, pues la fiesta duraba toda la noche hasta el amanecer.
Cuando llegaron al salón Ernesto recordó que había vuelto a soñar lo mismo que la vez
pasada y estaba muy asustado por eso; cuando estaba recordándolo, un niño nuevo se sentó en la
misma silla que estaba sentada Juana, al ver esto Ernesto indignado le gritó que no tenía por que
sentarse encima de las personas y que había muchas otras sillas desocupadas, el niño extrañado le
dijo— pero si hay no hay nadie, no me senté encima de nadie—, Ernesto furioso empujó al nuevo
y le dijo que respetara, todo el salón empezó a burlarse — no tienes solo con ser un cerebrito,
también te estas inventando gente— y todo el mundo soltó una carcajada, incluyendo la maestra
quien había visto toda la escena sin hacer nada. —Loco, loco, ¿loco yo? Ellos son los ciegos que
no te vieron— dijo Ernesto a Juana en la ultima clase del día— espero que se pase rápido el
tiempo— pensó, pero esa hora fue eterna el reloj se detuvo uno o dos instantes.
Gracias al empujón que le dio Ernesto al chico nuevo, quedó castigado una hora más y a
Juana le tocó ir a la cueva sin el, por que el mismo se lo pidió. Media hora más tarde mientras el
cumplía su castigo vio por la ventana a Juana y sin pensarlo dos veces escapo del salón. — ¿Que
haces aquí?, ya deberías estar en la cueva—, —no puedo abrirla sin ti, se necesitan dos personas
para abrirla— los dos rieron al ver el error que había cometido y partieron felices hacia su
destino. Por el camino sucedió algo muy extraño, Juana tomo la mano de Ernesto y caminaron así
hasta llegar a la entrada. Ya en el reino pasaron la noche mas perfecta de sus vidas, comieron
hasta reventar, bailaron hasta no poder más y disfrutaron cada momento de alegría; al acabar la
fiesta era un requisito que todos los invitados ayudaran a organizar el salón, pero los dos niños
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estaban tan cansados que se escabulleron entre la gente y se fueron, salieron a caminar por el
reino y vieron el amanecer, ese amanecer que es único en Karplogs, en el momento más hermoso
del amanecer se miraron directamente a los ojos y sin pensarlo mas de 2 o 3 veces se dieron su
primer beso…
Esa semana fue espectacular estaban mas unidos que nunca, les iba muy bien en el colegio
e inclusive la señora Eduarda estaba siendo más amable con Ernesto. Todo iba muy bien hasta el
jueves, cuando Ernesto decidió contarle a la señora Eduarda a cerca de Juana y para eso la llevo a
su casa, — Que hay señora Eduarda, le presento a Juana nosotros… Pero antes de terminar la
señora preguntó — ¿donde esta esa niña de quien me hablas? Yo no veo a nadie— Ernesto
confundido miró a su lado y hay estaba ella radiante como siempre, y le indicó a la señora
Eduarda el lugar donde Juana se encontraba, la señora se puso furiosa por que pensó que Ernesto
le estaba haciendo una broma. Cuando Ernesto le dijo a Juana que la acompañaría a su casa, ella
se negó rotundamente y le dijo que solo la acompañara hasta la esquina, o si no sus padres la
regañarían. De camino hacia la esquina hablaron acerca de nuevas estrategias para vencer a los
monstruos de Gotrex y decidieron que iban a hacer un ataque sorpresa, al despedirse ninguno de
los dos quería soltar la mano del otro, se abrazaron y besaron hasta que se dieron cuenta que ya
estaba muy tarde. Al siguiente día no se pudieron ver, por que a Ernesto le tocó limpiar toda la
casa. Mientras la limpiaba pensó en por que algunas personas no veían a Juana y al ir pensando
más tiempo en eso descubrió que ella nunca participaba en clase, que nunca hablaba con nadie y
que jamás la había llamado a lista. En la noche cuando terminó decidió ir a visitarla y darle una
sorpresa, pero la sorpresa se la llevó el al descubrir que no había ninguna casa en la calle 5ª. Salió
corriendo hacia la cueva y no supo como pero logró abrir la entrada, al entrar al castillo despertó
al rey y le contó lo que había sucedido, el rey no se extrañó, al contrario agachó la cara y le dijo
que fueran al comedor a hablar. — Ernesto como sabrás dentro de 1 semana cumples los 12 años,
y hay cosas que debo contarte, la primera es que Juana no es una persona normal, es un producto
de tu imaginación creado aquí en Karplogs tu lo imaginas y nosotros lo creamos; esto quiere
decir que solo tu y las personas de nuestro reino la ven, nadie mas puede verla ella es tu
compañera de lucha pero no es real; la segunda es que si tu… — ¡NO!— Gritó Ernesto— no
puede ser eso es mentira no , no, no… y salió en un instante del reino. A la mañana siguiente no
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quiso ir al colegio pues estaba muy indignado, se sentía como un tonto ahora sabía por que todos
los niños lo molestaban y por que el era el rarito del salón.
La señora Eduarda lo obligó a ir el resto de la semana, pero para su sorpresa Juana no
estaba allí, y en toda la semana no fue. En ese corto tiempo Ernesto se dio cuenta que Juana era
una “persona” muy importante para su vida, aunque ahora todos le hablaban el extrañaba
muchísimo a su compañera y lo que más deseaba era verla y pedirle perdón por haber dicho que
no quería volver a verla (pues el pensaba que por esto es que ella no había vuelto a aparecer). Ese
viernes un día antes de su cumpleaños fue a Karplogs pero al llegar vio que todo estaba muy mal,
ya no había flores y el ambiente era muy lúgubre. Fue hasta el castillo pero el rey no estaba, no
había nadie solo encontró una nota de Juana que decía que por culpa de los niños que no seguían
soñando y de los niños que ya no pensaban en juegos e imaginación, su reino había sido
derrotado pues la batalla final ya había pasado y el no se había presentado, por ultimo se despidió
con un beso y una frase que decía “Apunta a tu corazón, para llegar a tu alma”. Al leer esto
Ernesto se sintió muy mal y se arrepintió de dejar de soñar y de imaginar, lloró como nunca había
llorado antes, fue al lugar favorito de Juana, el lago, allí se sentó y pidió perdón por todo. Antes
de irse resignado desenvainó su espada y la enterró en el piso, jurando que siempre iba a soñar y
a imaginar, al decir esto y gracias a las lágrimas que cayeron en la espada todo el reino se
desenterró, pues por una maldición de los metilonias su reino había quedado bajo tierra.
Desde ese momento Juana y Ernesto viven felices en su reino, Ernesto decidió quedarse a
vivir allí por siempre, ya que en casa nadie lo extrañaría y en ese lugar tan maravilloso siempre
estaría feliz, junto al amor de su vida y todos los sueños que lo hacían sentir vivo.
Ana María Ruiz Marín