El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz.
La historia de vida del joven Meyer Cuellar desde una perspectiva de memoria y territorio.
David Roberto Escobar Baracaldo
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de trabajo social
Bogotá, Colombia
2020
El arte y las transformaciones culturales para la construcción de
paz.
La historia de vida del joven Meyer Cuellar desde una perspectiva de memoria y territorio.
David Roberto Escobar Baracaldo
Tesis o trabajo de investigación presentada(o) como requisito parcial para optar al título
de:
Especialista en Acción sin Daño y Construcción de Paz
Directora:
Profesora Leonor Perilla Lozano
Línea de Investigación:
Análisis de Caso
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social
Bogotá, Colombia
2020
A Meyer, a todas, todos y todes aquellas
personas que hicieron de este trabajo algo más que
una pretensión personal, que me enseñaron y con los
que disfruté compartir y espero seguir aprendiendo.
La función del arte en la sociedad es edificar,
reconstruirnos cuando estamos en peligro de
derrumbe.
Sigmund Freud
Agradecimientos
De corazón, razón y espíritu, le agradezco a Meyer por abrirme su vida tan sincera y
auténticamente, por sacar tiempo aun estando cansado de camellar o hacer cualquier otra
cosa diferente. A John por dejarme involucrar en sus expedientes y abrirme las puertas de
su casa para dialogar acerca de la vida y de este proyecto. A la profesora Leonor por
leerme con cautela, sugerirme palabras e irradiarme la sensibilidad suficiente para
continuar. A Lucho y Arturo por ayudarme haciendo infantería urbana. A Susana por
permitirme estar en el Bronx y ver en sus ruinas la pasión del arte. A Carlos por brindarme
su amistad sin ningún pedido a cambio en la posproducción del documental. A Johan por
darme consejos audiovisuales. A Bogotá por permitirme habitarla, olerla, analizarla,
transitarla, contemplarla. A mis padres, hermanas, amigos, que me decían: “Hágale que
se puede, está una chimba lo que está haciendo, ánimo”. Y a mi esposa, porque me apoya
incondicionalmente desde que me metí en esta locura de querer transformar el mundo.
Resumen y Abstract IX
Resumen
Las historias de vida son voces, a la hora de establecer análisis experienciales de
personas que transforman constantemente su relación con el mundo, gracias a la
potenciación que le dan a su existencia y sus capacidades para transformarse y hacer la
diferencia en medio de territorios marginados y excluidos. En el antiguo sector del centro
de Bogotá llamado El Bronx y sus alrededores, vivió Meyer Cuellar; un joven que desde el
recorrido territorial y de memoria, le da sentido al arte y las transformaciones culturales
para la construcción de paz.
Palabras clave: Cultura, transformaciones culturales, construcción de paz, arte,
memoria, territorio.
X El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
Abstract
Life stories are voices, when establishing experiential analyzes of people who constantly
transform their relationship with the world, thanks to the empowerment they give to their
existence and their abilities to transform and make a difference in the middle of
marginalized territories and excluded. In the old sector of downtown Bogotá called The
Bronx and its surroundings, lived Meyer Cuellar; a young man who, from the territorial and
memory route, gives meaning to art and cultural transformations for the construction of
peace
Keywords: Culture, cultural transformations, peace building, art, memory, territory.
Contenido XI
Contenido
Pág.
Resumen ........................................................................................................................ IX
Introducción .................................................................................................................... 1
1. Contextualización territorial………………………………………………………... ......... 1.1 El Bogotazo y el Barrio Santa Inés..................................................................... 1.2 El Cartucho ...................................................................................................... 5 1.3 El Bronx ........................................................................................................... 5 1.4 Mi acercamiento al territorio ............................................................................. 5
2. Aproximaciones conceptuales .................................................................................. 2.1 Cultura, transformaciones culturales y el arte .................................................... 2.2 Enfoque de construcción de paz y la cultura de la No Violencia ........................ 2.3 La importancia de la memoria y el territorio ....................................................... 2.3 El arte como generador de paz ..........................................................................
3. La historia de Meyer ............................................................................................... 13
Bibliografía .................................................................................................................... 34
Introducción
Entre el viernes 27 de mayo y el sábado 28 de mayo de 2016, alrededor de unos dos mil
quinientos uniformados colombianos -policías y militares-, ingresaron a la fuerza y
desalojaron a todas las personas que vivían y/o transitaban dentro de un sector
denominado como El Bronx, en la localidad de los Mártires, ubicada en el centro de la
ciudad de Bogotá. Este operativo fue llevado a cabo bajo la segunda alcaldía de Enrique
Peñalosa (2016- 2019), quién sostuvo desde su candidatura un lema bastante ambicioso
en términos de desarrollo: “Bogotá mejor para todos”, sin embargo, esa “mejoría
totalizante” tuvo unas consecuencias bastante desafortunadas en afán por el
embellecimiento urbano y en la memoria de los miles que habitaban el sector. Para llegar
a este punto de la historia será relevante echar un vistazo a la memoria para entender el
estudio de caso que en este trabajo se va a analizar.
Inicié este proyecto a partir del acercamiento que tuve con el fotógrafo independiente y
gestor cultural John Bernal, quien ha generado un sin número de procesos comunitarios
dirigidos al reconocimiento del territorio y a la construcción de tejido social durante veinte
años en la localidad de Mártires, desde un enfoque antropológico para la construcción
social. Estos procesos van desde “caminar la localidad de los Mártires en las noches” para
el reconocimiento de territorio hasta los círculos audiovisuales para jóvenes del Bronx,
Plaza de España y las Cruces. John es actualmente el fundador de ARCUPA, la Otra
Mirada, una fundación que tiene como misión realizar un reconocimiento a través de
procesos artísticos con los jóvenes y la población del sector, estableciendo tejido social y
la finalidad de hacer un buen uso del tiempo libre, a su vez generando pertinencia hacia y
dentro del territorio para potenciar habilidades artísticas en la población objetivo.
Arcupa se convirtió en una herramienta de intervención y transformación social en niños,
niñas y jóvenes de la ciudad de Bogotá, realizando procesos artísticos y educativos con la
comunidad para la construcción de sentido y pertenencia de la ciudad, valorando el
patrimonio material e inmaterial, en especial se ocupa del reconocimiento del sector del
2 Introducción
centro de Bogotá, donde se encuentra los más importantes patrimonios arquitectónicos, y
escenarios de foco social relacionados con el consumo y venta de estupefacientes1. Varios
de los trabajos producidos por los niños y niñas de esta organización fueron premiados
como: Suburbio Capital, 2014 (realizada con los niños del Bronx), y El Espíritu del Túnel,
2014 (con los niños de Plaza España. En medio de este entramado territorial, satanizado,
empobrecido, turbulento, cargado de violencias y de hostilidades diarias, aparece Meyer
Cuellar, un joven de 20 años de edad que vivió en el sector del Bronx desde los seis años
de edad hasta que fue desalojado en el marco del gigantesco operativo dirigido por el
alcalde Enrique Peñalosa. Este sector con fama nacional, fue el epicentro experiencial más
importante de la vida de Meyer, que (en sus palabras) a pesar de estar sujeto a tantas
negatividades y espejos, le ha permitido conocer otra versión de su vida. Por ende, en
esta investigación pretende rescatar la memoria que vivió Meyer en su niñez y la incidencia
que tiene en su existencia actualmente como artista formado a pulso que trata de
transformar culturalmente -desde acciones de paz- el futuro de muchos que como él viven
a la sombra de la violencia. Indagar sobre esas “otras realidades” de las que se tiene una
percepción muy corta y a distancia desde la academia y en las que existe una marcada
frontera desde el imaginario social, merecen ser investigadas para escucharlas,
analizarlas, entenderlas y transmitirlas a la comunidad en general para abrir el horizonte
de la transformación cultural, la memoria y la construcción de paz.
Desde los conocimientos adquiridos en la Especialización en Acción sin Daño y
Construcción de Paz, considero que este tipo de trabajos son de vital importancia y
pertinencia para el contexto actual en términos de reivindicar las posibilidades prácticas
del arte para una transformación social desde el sujeto y la subjetividad en contextos de
marginalidad y exclusión social. Esto posibilitará la apertura de nuevos campos de acción
desde el diálogo inter y transdisciplinar, aportando relatos de las múltiples historias urbanas
que muestran la diversidad oculta en los territorios deteriorados y “olvidados” de la ciudad
de Bogotá, sobre todo los que han estado marcados por la hostilidad y las tensiones
cotidianas sufridas por el abandono social, pero que permiten generar reflexiones
dialógicas potentes y sensibles a la hora de escudriñar debajo de ese caparazón
robustecido por la indiferencia.
1 Consultado en: https://fundacionarcupa.wordpress.com/que-hace-arcupa/
Introducción 3
Creo que es momento de acoger tales historias y hacerlas visibles para transformarnos,
para interiorizar y resignificar el papel de la memoria, para recorrer con “los otros” aquellos
territorios ajenos a nuestra cotidianidad. Es hora de situar a la complejidad de la violencia
vivida en este país desde un marco paradójico, coyuntural, pragmático, útil, que genere un
profundo interés en analizar tales escenarios donde existen aquellas “otras miradas de la
realidad”, en donde están inmersos una multiplicidad de conflictos, una cantidad de
historias olvidadas o no recordadas, unos pasos que fueron y son testigos de la
reproducción cultural etérea para la mayoría de habitantes, y cómo a través del arte y la
transformación cultural se ha abierto hacia la construcción de paz.
El objetivo general del presente trabajo es vislumbrar y analizar los factores identitarios,
los valores, los proyectos, las costumbres y prácticas artísticas presentes en un habitante
del extinto sector del Bronx, desde las perspectivas de memoria y territorio, además de las
reflexiones acerca de la importancia las prácticas artísticas en las transformaciones de la
cultura para generar acciones de paz. Como objetivos específicos están: Hacer una
aproximación al territorio, desde relatos históricos- vivenciales. En segundo lugar, dar a
conocer las aproximaciones conceptuales de: cultura, transformaciones culturales, arte,
memoria y territorio. En tercer lugar, facilitar la historia de vida de Meyer Cuellar fruto del
trabajo de campo. Además de los objetivos, se realizó un micro- documental que da cuenta
del acercamiento, el diálogo y la reflexión frente al relato que fundamenta esta
investigación como producto tangible.
La realidad social no es un laboratorio, es un “organismo” vivo que se construye, que
evoluciona y que cambia. Teniendo en cuenta las características del objeto de la
investigación, se desarrolló una metodología desde el paradigma cualitativo- etnográfico,
un acercamiento experiencial dialogante que implicó que la información arrojada fuera vista
desde un enfoque humanístico- interpretativo. Este enfoque permitió una proximidad fiel a
los datos de la subjetividad estudiada y también a su posterior análisis y explicación a partir
de un ejercicio de constante de triangulación de las categorías. Las fases
(progresivamente) fueron: observación, acercamiento, generación de confianza y diálogo,
profundización, análisis y reflexión, y por último un producto final (micro- documental).
4 Introducción
A través del análisis de caso, se utilizó el método de la historia de vida, teniendo como
base las técnicas de recolección: observación, reflexividad, entrevistas semi- estructuradas
y a profundidad. La etnografía rápida permitió “… la recopilación de datos y métodos, pero
en tiempo limitado y con fines claramente definidos”. (Paramo. 2011. pp. 144) De igual
manera esta estrategia “reconoce de manera explícita la necesidad de la participación”
(Páramo. 2011. pág. 144) conjunta y activa entre los sujetos.
El primer momento fue dedicado plenamente al acercamiento y observación de la
población objetivo y sobre todo a la generación de confianza y diálogo con el protagonista
de la historia, quién además de haber estado muy de cerca a lo largo del proceso vivencial
del investigador, mostró interés desde que se estaba engendrando la idea en acceder a
brindar información sobre su vida en este sector urbano deprimido y tener mantener a tope
su disposición. Se mantuvieron como principios básicos de la Acción sin Daño y la
construcción de paz: la libertad, la dignidad, la autonomía, la inclusividad, la apropiación
compartida, la confidencialidad, el aprendizaje y reconocimiento mutuo y la perspectiva a
largo plazo. En el segundo momento surgieron los análisis de las categorías arrojadas por
parte de las entrevistas a profundidad y semi- estructuradas realizadas. Para el tercer
momento, se realizó la triangulación de las categorías en las reflexiones acerca de la
importancia las prácticas artísticas para la generación de acciones de paz.
1. Contextualización territorial
1.1 El Bogotazo y el Barrio Santa Inés
Hubo un antes y un después de El Bogotazo2, ya que esta tragedia no solo marcó un hito
en la vida política nacional, también es el punto de partida de nuevos conceptos
urbanísticos para Bogotá: la destrucción del centro de la ciudad a manos de la enardecida
turba, acabaron con numerosas construcciones antiguas y se dio inicio a una nueva era,
como afirma Alfredo Iriarte: “…la de la jungla de concreto; la de las ingentes moles de
propiedad aérea, horizontal, sin contacto alguno con el suelo”3.
Un lugar como el barrio Santa Inés inicia siendo el protagonista. Ubicado entre las calles
sexta y doce y las carreras décima y quince (actual avenida caracas), contaba con una
gran riqueza arquitectónica colonial y de prestigio social. Allí vivieron hasta principios del
siglo XX familias de renombre económico y político que fueron trasladándose
paulatinamente hacia el norte de la ciudad (Teusaquillo, Chapinero, Usaquén) con el pasar
del tiempo; además de ser el primer barrio de la ciudad donde se construyeron edificios de
apartamentos y tener el mercado más importante después de que la Plaza Mayor (actual
Plaza de Bolívar) dejara de serlo. Fue la zona de llegada de campesinos, comerciantes,
2 Desde 1945 y en medio de éste proceso de densificación y cambio, Bogotá, se preparaba para celebrar la IX Conferencia Panamericana; empieza entonces una labor precipitada de embellecimiento de la ciudad, que consistía en una serie de obras de mejoramiento, que para algunos autores, provocaron un fenómeno de especulación, que afectó no sólo los precios del suelo y de los materiales de construcción sino los productos básicos de la canasta familiar y por lo tanto las condiciones de vida de los bogotanos. Estos procesos de “embellecimiento” no lograban solucionar el problema urbano más profundo que constituía el principal obstáculo para una intervención urbana de fondo: los problemas de propiedad múltiple en el centro. El 9 de abril, día en el que fue asesinado el jefe único del Partido Liberal, doctor Jorge Eliécer Gaitán, la ciudad estaba engalanada y en general el ambiente era festivo. Revista Uniandes: Impacto de “El Bogotazo” en las actividades residenciales y los servicios de alto rango en el centro histórico de Bogotá Estudio de caso). 3 Consultado en: https://issuu.com/dearq/docs/dearq05/160. Pág. 160.
6 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
viajeros y migrantes de diferentes partes del país; sin embargo, el desbordamiento de la
violencia del Bogotazo generó daños sociales irreparables para el barrio, llegando a verse
deteriorado no sólo arquitectónica sino también socialmente. Se dio un incremento de
delincuentes, habitantes de calle y trabajadoras sexuales, incluso en 1957 se ordenó por
el alcalde de la época, Fernando Mazuera, que uno de sus símbolos históricos demolido:
la iglesia de Santa Inés, no sólo con el argumento de ampliar la carrera décima sino
precisamente por el grave detrimento en alza que se notaba en el ambiente.
1.2 El Cartucho
La oleada de violencia en Colombia se profundiza y por ende los desplazamientos
forzados, que entre los años 1960 y 1980 provocará la migración de miles de personas
huyendo voluntariamente de sus sitios de origen o fueron víctimas del desplazamiento
forzado, a causa de los problemas relacionados con: actores armados, desatención
estatal, amenazas, secuestros o falta de desarrollo rural, y quienes llegarán al terminal
informal de transportes de Bogotá ubicado sobre la avenida caracas con calle 10. Ésta
última se llamará: la Calle del Cartucho, gracias a que en los antiguos jardines de las casas
que allí existían se daban las flores de cartucho, sin embargo, esa elegancia y porvenir se
vino a pique luego del deterioro posterior, convirtiéndose en un sitio recuperación de los
materiales de construcción o botellas.
La amplia llegada a la capital de pobladores de diversas regiones del país será recibida en
este territorio complejo sumergido en el peligro, la habitabilidad de calle, la prostitución, el
crimen organizado, los asesinatos, la mendicidad, el tráfico de drogas, el sicariato, incluso
el origen del oficio de reciclador informal4. Por consiguiente, toda la gente que va llegando
a la zona se convertirá en caldo de cultivo para las bandas de crimen organizado, quienes
se aprovecharán de las condiciones de vulnerabilidad con las que llegan y se volverán un
elemento fácil de manipular en pro de los intereses de los traficantes de droga -jíbaros-.
4 Los recicladores como población económicamente activa existen hace más de 60 años, básicamente surgieron de la
migración forzada, como consecuencia de la extrema situación de violencia que se vive en las zonas rurales. También el origen del reciclaje se puede atribuir a la situación de alto desempleo en las zonas urbanas, que obliga a las personas pobres pero responsables a generar opciones de supervivencia. Ante esta situación un día un gran número de habitantes humildes decidió buscar entre las basuras, los residuos y los desechos una digna alternativa para vivir (En: https://www.academia.edu/37252477/Historia_del_Reciclaje_y_los_Recicladores_en_Colombia).
Capítulo 1 7
Para los años 90´s, esta zona de Bogotá ya se había convertido en un “horno caliente”, en
una “olla” (como lo llaman coloquialmente), un territorio en el cual confluían personas que
no encontrarán nada diferente a desechos humanos, malos olores, plagas, desperdicios
materiales, muertos, inseguridad, delincuencia común, tráfico de armas y elementos
robados, expendios ilegales de sustancias psicoactivas, hoteles y bares clandestinos para
fiesta y consumo, adictos a las drogas (pegante, bazuco, marihuana, cocaína, licor
artesanal y adulterado, cigarrillo), habitantes de calle transitorios y centenares de personas
que allí residían en condiciones de precariedad y vulnerabilidad, sobre todo niños y niñas,
mujeres y adultos mayores.
Tras la llegada a la primera alcaldía de Enrique Peñalosa (1998), se comenzó a dar
prioridad a la “recuperación” y “apropiación del espacio” en el centro de la ciudad, con
especial foco en El Cartucho. La intervención fue más que caótica ya que se abordó desde
la mirada desarrollista urbana que contempla los intereses comerciales y estéticos por
encima de las problemáticas esenciales de la población que allí vivía o transitaba
temporalmente. Efectivamente el operativo desembocó en pérdidas humanas, destrucción
de construcciones arquitectónicas patrimoniales, desalojo forzoso y descentralización de
los focos de pobreza, miseria, tráfico de drogas y armas.
1.3 El Bronx
En este panorama hostil y desolador, emerge El Bronx -o La Ele-, un sector compuesto por
sólo 5 cuadras, cargado de mitos e historias que parecían sacados de un cuento de terror.
Se ubicaba entre las carreras 15 y 15A y las calles 9 y 10, en diagonal a la plaza de los
mártires donde se encuentra la iglesia del Voto Nacional -Basílica del Sagrado Corazón de
Jesús- y justo detrás del Batallón de Reclutamiento del Ejército (antigua escuela de
Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, inaugurada en el año 1916). Como se
ha mencionado con anterioridad, toda esta zona siempre ha gozado de una ubicación
privilegiada en Bogotá, por ende su reconocimiento en el manejo de altos volúmenes
comerciales y residenciales, al tiempo de recibir gran parte del desalojo de El Cartucho.
8 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
El Bronx era un territorio de altísimo deterioro urbano y social, utilizado inicialmente para
el alquiler de habitaciones, apartamentos e inquilinatos de personas que no poseían una
suficiente capacidad económica, hasta mutar en el centro de expendio de drogas más
importante del país. La zona “independiente” fue controlada por “ollas” o “ganchos”
(organizaciones de venta de sustancias psicoactivas bastante poderosas), que estaban
distribuidas a lo largo del espacio pero que mantenían fronteras invisibles muy marcadas.
Entre las más importantes, se encontraban: Mosco, Escalera, Homero, Millonarios y
Manguera. Estas “ollas” mantenían el festín de miles de consumidores que llegaban al
Bronx a cualquier hora del día, sin descanso. Cada una controlaba varias taquillas o
“bahareques”, los cuales vendían desde bazuco, marihuana, cocaína, éxtasis, licor, hasta
pipas para el consumo. En el Bronx nadie dormía, los sitios siempre estaban llenos.
También se rumoraba que algunas de estas organizaciones tenían en sus filas comandos
de grupos paramilitares que migraron hacia el sector luego de la firma del acuerdo de
Santafé de Ralito en 2002, ya que muchos de los “sayayines” (comandos armados ilegales
al servicio de los jefes de las ollas, que adoptaron este apodo gracias a la serie japonesa
“Dragon Ball Z”, como los guerreros heroicos que velan por la seguridad del mundo) tenían
dominio de armas de grueso calibre, además de practicar torturas y ejecuciones
extrajudiciales con gran destreza. Los “sayas” eran el ejército de los “ganchos”. En ellos
recaía la seguridad, vigilancia, control y dominio del Bronx y sus cuadras aledañas, de tal
manera que se aseguraría siempre la rentabilidad del negocio.
1.4 Mi acercamiento al territorio
Desde que estudiaba en antiguo Colegio Agustiniano San Nicolás (ubicado en la Cra. 4
con calle 12), veía con inquietud aquellos territorios del centro de la ciudad que se veían
sumergidos en la escasez, me parecían sumamente complejos, cargados de historias y a
la vez de una decadencia mística. Algunas veces hicimos excursiones por dentro de los
pasajes más turbios del centro de Bogotá y fue cuando conocí el interior de El Cartucho.
Me sorprendieron las dinámicas que allí se encontraban, hicimos análisis en clase con el
profesor de Sociales, quién se encargaba de generar en nuestros pensamientos un análisis
crítico más allá de las estéticas, prejuicios o percepciones que nos brindaban tales
acercamientos fugaces. Leía crónicas, reportajes, cuentos, ensayos y libros que
alimentaron ese gusto por explorar más allá de la superficialidad del mundo.
Capítulo 1 9
Posteriormente - y gracias a esa afición- decidí ingresar a estudiar el pregrado de
sociología y desde el inicio mantuve el interés por todos aquellos escenarios de la ciudad
ocultos, invisibles, proclives al abandono estatal y al desdén social. Tuve como ejemplo las
investigaciones realizadas por Orlando Fals Borda y Alfredo Molano, las cuales me
impulsaron hacia una sociología de campo (en caliente) que explorara otras maneras de
ver y relacionarse con el entorno, y los estudios culturales pragmáticos desde el epicentro
de las sociedades marginadas, que transgredían los parámetros convencionales de las
teorías clásicas o desarrollistas. Luego de salir de la universidad y siguiendo este camino,
me topé con Son Callejero, una banda de salseros que interpretaban sus canciones en
diferentes tarimas del centro de Bogotá y que eran impulsados en su momento por la
Secretaría de Integración Social como un proceso exitoso de habitantes de calle que a
través de la música resignificaban su sentido de vida, como su creador Dairo Cabrera lo
menciona hoy en día acerca de la orquesta: “Terquedad vestida de SALSA, perfumada de
INDEPENDENCIA y peinada con AUTO-GESTIÓN; proyecto integrado por 4 niños
mayores de 60 años de edad, que fueron glorias salseras del país y por consecuencia del
abuso de SPA han caído en condiciones de habitabilidad en calle. Actualmente es una
iniciativa respaldada por la tenacidad de unas pocas buenas personas (músicos cómplices,
artistas locos, y profesionales necios.) gente del común que no es nada común”5.
Mi gusto por la música me hizo seguir de cerca la orquesta y sus procesos musicales,
empecé a entender que, gracias al arte se podían generar transformaciones culturales con
gran contundencia. Detrás de Son Callejero caminaban varias personas que al igual que
yo tenían una disposición por colaborar desde sus oficios en lo que necesitaran para que
sus proyectos se hicieran realidad, luchando en contravía de la burocracia estatal de las
instituciones gubernamentales para adquirir permisos, contratos o “algo de plata” para vivir.
Entre reuniones en diferentes lugares comunes, comenzamos a juntarnos unos con otros,
a pensar qué hacer por todas estas personas que mantenían en sectores deprimidos pero
con grandes historias de vida. Entre unas seis personas nos inventamos una campaña que
se llamó: No Somos Invisibles, autofinanciada, informal pero comprometida, que buscaba
adentrarse en las dinámicas de la población que caía en las drogas y generar productos
conjuntos que reinventaran el imaginario social que se mantiene comúnmente desde la
5 Consultado en: https://soncallejero.blogspot.com/p/somos.html
1
0
El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
sociedad: el desprecio. Fue una etapa muy corta pero muy enriquecedora para todas y
todos. Surgieron amistades entrañables, cada uno seguía su labor convencional sin perder
de vista estos procesos barriales de las localidades de Mártires y Santafé. Precisamente
una de mis amigas antropólogas venía realizando un trabajo importante acerca de la
historia de El Cartucho y me abrí a la inquietud de comenzar a reconocer y a conocer a
profundidad las dinámicas que allí se encontraban, sin embargo y para la época, sólo
quedaba el recuerdo en la memoria oral de los que habitaron o transitaron ese territorio.
Sin duda, muchas de esas historias confluían en otro espacio que para la época ya tenía
la suficiente fama de ser el “otro” cartucho: El Bronx. Recuerdo mucho la frase que
sobresalía en la fachada de una de las casas esquineras que hacían de entrada en la calle
10 con carrera 15: “Cristo te ama”, me impactó. Cada una de las entradas siempre estaba
resguardada, era como un bunker público al que se podía tener acceso siempre y cuando
se fuera a consumir cualquier cosa. Las primeras barreras eran cientos de habitantes de
calle, muchos de ellos parecían en un mundo paralelo llevados por el bazuco y el licor
“chiviado”. Había cierta uniformidad en esa estética, todos sucios, trajinados, despojados
de su dignidad. La demás barreras eran invisibles pero notorias, cada cliente era llevado
por habitantes de calle hacia el gancho de su preferencia, y se marcaba una fidelidad casi
contractual. Dentro pululaba el ruido de las discotecas, máquinas “tragamonedas” y el uso
y abuso de las sustancias psicoactivas. La población rotaba entre jóvenes (barristas la
mayoría), estudiantes de colegio, habitantes de calle y “sayayines”, quienes permanecían
temporalmente, hasta población adulta, adulta mayor, niñas y niños que vivían en alguno
de los edificios del Bronx.
Después de darle paso a la curiosidad latente acerca de lo que sucedía en el Bronx,
comencé a enterarme de los procesos culturales y artísticos inmersos en el sector. Uno de
los que me llamó especialmente la atención, fue el proceso que llevaba la Fundación sin
ánimo de lucro Arcupa (Arte, cultura y patrimonio) dirigida por John Bernal, “que refleja el
propósito de realizar los sueños de diferentes jóvenes que habitan la ciudad de Bogotá
quienes han sido marginados e invisibilizados. Uno de los énfasis de la fundación era el
de reconocimiento territorial, en el cual se organizaban caminatas que fomentaban
conversaciones sobre la estigmatización, la segregación social, la marginalización, la
gentrificación, la planeación urbana y el desplazamiento de los habitantes del centro de la
ciudad. En una de las caminatas dirigidas por John, conocí a Meyer Cuellar, un joven que
Capítulo 1 11
vivió desde la temprana edad en el Bronx hasta su desalojo en 2016. Era calmado,
introspectivo, callado. Su labor era la de contextualizar al público y “estar en la juega” por
si sucedía algún evento que requiriera urgencia. Desde la primera charla que sostuvimos,
me parecían místicas sus conversaciones, a veces hacían silencios prolongados, otras
tantas, disparaban una ráfaga de palabras que mezclaban sentimientos y experiencias
poco frecuentes en los diálogos comunes. Poco a poco y con el tiempo, Meyer me permitió
acercarme a sus mundos interiores, a sus motivaciones, a sus recuerdos de infancia, a sus
relaciones familiares y sociales, a su vida.
2. Aproximaciones conceptuales
2.1 Cultura, transformaciones culturales y el arte
El desarrollo de la humanidad ha estado especialmente marcado por hechos y
acontecimientos que le han permitido a la cultura transformarse, ya que la cultura se va
construyendo con los aprendizajes colectivos que se tornan verdades en cuanto son
convenientes para que el grupo sobreviva (Martínez, 2015. pág. 17). El individuo, su
comunicación con el otro y su entorno, han sido el móvil de la construcción social, lo que
le ha permitido darle sentido y producción de sentido a tal interacción desde el intercambio
de prácticas significativas concretas situadas en contextos determinados en la cultura. Es
una relación constructiva entre el individuo y su socialización, es el elemento primordial
que hace a los seres humanos diferentes de los demás seres vivos.
La cultura se entiende como una representación, una simbolización que queda impregnada
históricamente y se dinamiza. En otras palabras, la cultura es una manera de interpretar,
de narrar, de explicar la realidad que nos rodea y penetra todas las esferas privadas y
públicas humanas, abriéndose o cerrándose, según el paso que marquen la historia y la
socialización. También, contiene, congrega e interpreta los valores de una sociedad de
modo que el conjunto social reconoce y aprecia lo que tiene valor en la misma. La gente
descubre precisamente a través de la cultura el sentido y la intención de la vida individual
y social, pues proporciona una fuerte orientación de las escalas valorativas sociales. “La
cultura ejerce un impacto sobre las dinámicas sociales, económicas y a grandes rasgos
ambientales, promoviendo patrones o comportamientos adquiridos a partir de la educación
o conocimientos, es así como la cultura desempeña un papel frente a la construcción de
paz (…), siendo un canal o herramienta para generar transformaciones en torno a la
14 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
violencia y fortaleciendo la memoria histórica de los territorios y países, a través de
espacios como los museos, entre otros”6.
Un sistema cultural abierto combate al cerrado- dominante todo el tiempo, ya que éste
paradigma inventa nuevas formas de estancamiento para las sociedades emergentes,
sobrevalora y coloca adeptos al avance tecnológico, desconoce los procesos emergentes
de los individuos y su interacción comprometida con su propio desarrollo consciente;
mientras que la cultura abierta formula herramientas para dinamizar escenarios, supone
retos en pro de horizontalidades o democratizaciones que amplíen la mirada hacia la
alternatividad, fomenta discusiones epistemológicas interdisciplinarias y participa de forma
comprometida en su desarrollo desde adentro.
El arte desde su trabajo incisivo, transgresor y potenciador de creatividad, ejerce un papel
imprescindible como un gran móvil que atraviesa la cultura, desde el ojo que la percibe,
que la interpreta y le da trascendencia, que la significan y le dan sentido, a través de la
traducción de las realidades complejas y distintas. Salir en la búsqueda de fugas que
permitan el desarrollo humano es el detonante creativo que permite que el arte sea aquel
contenedor que siembra en los individuos búsquedas incesantes de calcar momentos,
hechos, fenómenos, sucesos y de inmortalizar realidades. Esa ruptura convencional
agudiza la sensibilidad y se convierte en la salida hacia la exploración de otros mundos.
El arte rompe fronteras y permite que los individuos caminen por ese sendero subjetivo,
emancipado, pretencioso, para ejercitar su interpretación y percepciones; es el sello que
mantiene un espíritu impulsor de visiones de acción proyectadas hacia la posteridad, como
creador y potenciador de transformaciones culturales.
Los artistas que mantienen prácticas cercanas a transformación positiva de la sociedad,
inmortalizan hechos, discursos y memorias, son creadores rigurosos, cadenciosos,
meticulosos, profundos, metódicos, conciben un universo abierto, centrífugo, cautivador,
6 En: https://www.comunicacionsostenible.co/site/como-influye-la-cultura-en-la-construccion-de-paz/
15
que ha sido hasta el momento explorado muy bien desde algunos círculos culturales desde
la cultura de base, sin embargo, aún en la sociedad existe una ausencia de espacios y
tendencias que propulsen este tipo de manifestaciones artísticas. Teniendo en cuenta que
una manifestación artística no tiene un valor absoluto, sino que cambia de significado
según el contexto histórico en que se realiza, algunos artistas se han reconciliado con la
sociedad desde una concepción democrática del arte, al menos desde el punto de vista
que debiera estar al alcance de todos.
Así pues, el poder de la transformación cultural desde la construcción artística genera una
la posibilidad de “encuentro”, siendo ya una disrupción del pensamiento común porque se
da sentido con el otro, sus significaciones y la capacidad de reflejo que resignifica el
sentimiento común. La necesidad natural de compartir con la otredad, resituar la palabra,
darle importancia al intercambio comunicativo, posibilitar nuevas miradas para gestar retos
compartidos, promover la cultura desde las manifestaciones comunes, le da nuevas formas
al individuo -a su identidad- y a su colectividad. Este cambio transforma, penetra en el
pensamiento y la cotidianidad, se evidencia en la nueva sociedad.
2.2 Enfoque de construcción de paz
Ni la paz es sólo la ausencia de guerra, ni el conflicto debe ser eludido por ser en sí mismo
agresivo. La paz es un proceso constante, que persiste en la construcción de dinámicas
sociales donde se disminuya la violencia y se eleven los indicadores de igualdad, justicia
y dignidad. Para Galtung por ejemplo, la paz debe ser positiva, pues hace referencia a la
reducción de las violencias: directa, estructural y cultural.
Desde una visión amplia, la cultura de paz se entiende como: un conjunto de valores,
actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) el respeto a la
vida, el fin de la violencia, la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la
educación, el diálogo y la cooperación; el respeto pleno y la promoción de todos los
derechos humanos y las libertades fundamentales; el compromiso con el arreglo pacífico
de los conflictos; el respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de
mujeres y hombres; el respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad
16 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
de expresión, opinión e información; la adhesión a los principios de libertad, justicia,
democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y
entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones (Unesco, 1999). Por
tanto, la cultura de paz se extiende pacíficamente hacia la inclusión social, las identidades,
los comportamientos, los valores, los estilos de vida, que promuevan el bienestar individual
y colectivo, la seguridad y la igualdad, sin acudir a los patrones convencionales de
violencia.
Es importante ubicar al enfoque de construcción de paz como la base de la transformación
social desde una intención de cambio bajo la gestión o la resolución pronta de conflictos,
que incida en las causas violentas estructurales y culturales que se mantengan en un
contexto para superarlas positivamente y de forma duradera.
Para Lederach, la transformación debe comprender el conflicto como un fenómeno natural
e implica la resignificación de la vida con perspectiva “desde abajo” y con un compromiso
más amplio sobre los elementos relacionales y territoriales que permitan ir más allá de la
solución de las violencias directas, ya que “la relación interpersonal, el sentido de
comunidad, la comunicación, la articulación, la identidad” (Lederach, 2001) son el puente
de las negociaciones, el diálogo y las salidas al conflicto.
Así pues, la construcción de paz confronta los patrones culturales tradicionales que se
aferran a la idea destructiva de la reproducción de violencias, para trasladarlos hacia la
generación de espacios de unidad, de confianza, de creatividad, de imaginación, de
comunicación, de liderazgo, de pertenencia y de identidad. (Lederach, 2001), por más que
hayan sido históricamente marginados, prejuiciados o excluidos.
Las violencias son el eje central de las culturas hegemónicas dominantes, empero, el
desmonte de su legitimidad (bajo paradigmas clásicos que reconocen y aprueban el uso
de la violencia –ejemplos: guerras en nombre de la voluntad de la mayoría, desalojos
territoriales en nombre de un mejor uso del espacio público, las llamadas “limpiezas
sociales” en nombre de la corrección comportamental-), es fundamental en el aporte de la
construcción de paz, ya que se afinca en la humanización y en la solución creativa a los
17
conflictos, y las reflexiones sobre sus destrucciones han permitido que desde el sentir
colectivo se provoque la posibilidad de vivir sin ellas.
Recordando las palabras de Martin Luther King: “La violencia para conseguir justicia es
tanto impráctica como inmoral. Es impráctica porque es una espiral descendente que
termina con la destrucción para todos. Es inmoral porque busca humillar al adversario
antes que ganar su comprensión; busca aniquilar, antes que convertir. La violencia es
inmoral porque está movida por el odio antes que por el amor. Destruye la comunidad y
hace que la hermandad sea imposible. Deja a la sociedad en un monólogo, antes que en
un diálogo. La violencia termina derrotándose a sí misma. Crea amargura en los que
sobreviven y brutalidad en los destructores”7.
Ahora bien, concebir que la humanidad tiene el desafío de construir una nueva cultura, con
valores, inquietudes, métodos y acciones significantes, que le permitan interconectarse en
medio del caos o la desolación. Adquirir nuevas dinámicas, percepciones y propósitos que
abran paso hacia un futuro diferente.
2.3 La importancia de la memoria y el territorio
Hacer historia no siempre es lo mismo que hacer memoria, y para hacer memoria se debe
volver al territorio. La memoria es dinámica, está en todos y cada uno, en todos los lugares
de la ciudad, se encuentra en la calle, y las calles son las “venas abiertas” de la ciudad. La
memoria propone lecturas múltiples mientras que la historia tiende a la verdad única. La
memoria tiene una potencia que la historia nunca alcanza8.
La memoria está en las huellas, los indicios, las pistas, en la visiones de respeto, en las
estéticas corporales, en los síntomas de silencios, en la sobrevivencia, en el deseo de
olvidar, en los despojos; es recordar una serie de situaciones y realidades sin una total
fidelidad, ya que los seres humanos tenemos algo llamado: memoria colectiva, por ende,
sería abrumador recordarlo absolutamente todo. Una de las características de la memoria
7 Consultado en: http://www.todociencia.com.ar/la-violencia-es-inmoral/ 8 Consultado en: http://www.gistain.net/todorov-entrevista-daniel-gascon/
18 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
es la temporalidad y la espacialidad -se construyen socialmente- que dan sentido e
interpretación hacia el pasado (algunos sentidos se imponen sobre otros, legitimándolos
como verdad). Es traer el pasado al presente, siendo cambiante –por estímulos- y
subjetiva.
Para Todorov, los individuos y la sociedad tienen “momentos críticos” que requieren ser
revisados en su pasado para entenderlos, entonces la memoria narra, comunica con el
pasado, lo coloca allí donde fue, y puede lograr transformaciones positivas. Siguiendo este
autor, existen dos tipos de memorias, por un lado está la literal, que va hacia el pasado
para contar los hechos “tal cual” sucedieron, haciéndola sumamente visceral. Por otro lado,
está la ejemplar, que va hacia el pasado y trabaja minuciosamente sobre los hechos, los
analiza, diagnostica y reflexiona. Con el primero, se somete al pasado por el presente,
haciendo del acontecimiento pasado como indispensable y por tanto no trasmisible hacia
otras experiencias; el pasado no conduce a nada más allá de sí mismo. Por el contrario, la
memoria ejemplar, además de permitir superar el dolor causado por el recuerdo, aprende
de él, permite la acción en el presente pensando en el futuro; se hace generalizante (Jelin,
2005).
Para E. Jelin, transmitir el pasado es transformador y fundamenta las bases de un proceso
de identificación intergeneracional -las historias recordadas y las vividas-, dando la
posibilidad de la reinterpretación y de los propios sentidos. Para la autora, existen dos rutas
para la memoria: 1) teórico– metodológica: conceptualizar la memoria desde distintas
disciplinas y 2) la memoria como categoría social, en la cual se trabaja a partir de una serie
de discursos para su uso, abuso o ausencia en horizontes políticos y sociales.
La memoria y la identidad establecen una relación esencial en tanto cualquier identidad
individual o grupal está ligada a un sentido de pertenencia espacial- temporal; es decir que
recordar el pasado es lo que sostiene la identidad. Son dos elementos con los que
pensamos, no sobre los que pensamos.
La memoria es una herramienta primordial para construir paz ya que reconstruye el tejido
social quebrado por las violencias y reubica narrativas para darles lugar a los individuos
que las han sufrido. Lederach menciona que el pasado está vivo y se empeña en
reaparecer en el umbral del cambio social encaminado hacia la construcción de paz,
porque para emprender este proceso siempre debemos saber dónde, en qué lugar y
19
tiempo, estamos situados. De esta manera, el pasado vive y se propaga en cada individuo,
pero es necesario relatarlo, recordarlo, y cotejarlo con los hechos, de tal forma que sea
posible darle sentido al presente y proyectar el futuro.
La historia de vida reconoce la conexión de las experiencias propias con las ajenas, se
vale de las experiencias para interpretar las temporalidades en la memoria, es la visión de
su propia historia que destaca ciertos acontecimientos y los eleva al nivel de un
reconocimiento enaltecido. Estos acontecimientos configuran y dan forma a la identidad
colectiva (Lederach, 2008). En esta línea, también se pueden destacar algunos elementos
que aporta Carlos Beristain para comprender los aportes que la memoria hace para la
construcción de paz: respeto y reconocimiento mutuo de las personas, colaboración con
base en objetivos, búsqueda de espacios comunes, ruptura de barreras físicas o
psicológicas de forma recíproca, procesos de restablecimiento de confianza.
La memoria y el territorio se acompañan constantemente en la identidad de Meyer,
pareciera que transitaran en cada gesto, paso, elemento simbólico, proyección que tiene
de su vida, su identidad y formas de transformación mantienen permeadas por ambas
categorías, sin negar ninguna. Meyer, ese niño del Bronx, quien mantenía una familiaridad
tan cercana a un espacio- temporalidad violenta y excluida, forjaba su destino con una
visión cargada de sobrevivencia y cambios estructurales que le permitieron convertirse en
un ejemplo como agente cultural y constructor de paz.
2.4 El arte como generador de paz
El arte está en medio de la transformación cultural, ya que sin importar que los individuos
habiten o transiten territorios marginados o excluidos, sus capacidades individuales y
colectivas se convierten en virtudes para asumir la vida cuando están involucrados en
escenarios de creatividad, ésta última “(…) se mueve más allá de lo existente hacia algo
nuevo e inesperado, surgiendo a partir de y hablando a lo cotidiano. Ese es, de hecho, el
papel del artista y la razón por la cual la imaginación y el arte están en los márgenes de la
sociedad (Lederach. 2008. Pág. 60).
20 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
El periodista e investigador social Germán Rey afirma que: “el arte fortalece el arraigo, la
identidad, la convivencia, y los lazos de unión de las comunidades que han sido rotos por
el desplazamiento forzado y las otras estrategias de la guerra”9. Vemos entonces que el
arte ha sido un bastión importante en ese camino de reconciliación, de ilusión y eje de
sostenimiento identitario. Se han logrado tener procesos exitosos de construcción de paz
gracias a la sumatoria de esfuerzos de “parches” o colectivos barriales, ONG´s, alcaldías
locales, centros de memoria, agencias de cooperación, que han generado
transformaciones en muchas personas en medio de territorios que históricamente han sido
sometidos por la violencia, fortaleciendo las bases del capital social, el compromiso, el
respeto y la resignificación territorial; de manera participativa y consiente han mejorado las
condiciones de vida de muchos a través de procesos musicales, audiovisuales, pintura,
dibujo, danza, entre otros.
Cada uno de estos espacios abiertos al cambio social se han establecido como una opción
idónea para ayudar de forma eficiente y firme en la recuperación de múltiples realidades
violentas, con el fin de trascender en los conflictos cotidianos de manera diferente: artística,
pacífica, dinámica, unida, educativa y novedosa. Como afirma J. Lederach: “debemos
vernos realmente como quienes somos, artistas que damos a luz y mantenemos vivos algo
que no ha existido hasta ese momento”.
El arte penetra las entrañas de los individuos, los motiva al cambio, les brinda otras
maneras de adaptación que les permite avanzar hacia nuevos senderos potentes,
dialógicos, contestatarios, reflexivos, sensibles. Esas semillas, como el proceso artístico
en sí mismo, palparon la imaginación moral. Creer en la sanación es creer en el acto
creativo (Lederach, 2003, p.244). Tal y como lo menciona la antropóloga Bertha Quintero:
“la transformación que puede hacer el arte no es a corto sino a largo plazo, pero es una
transformación profunda”.
9 En: https://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-y-la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-reconciliacion-en-colombia/529466
21
3. La historia de Meyer
Como se ha venido mencionando a lo largo de este trabajo, la identidad cultural, la visión
de un mundo transformado, por parte de agentes artísticos que contribuyan a la cultura
de paz, que alcancen a cimentar principios como: el respeto a la vida, la dignidad, la
libertad, el amor, la confianza, la resiliencia, la unidad, no es nada fácil, y menos si estos
individuos han estado acostumbrados a múltiples realidades cercanas a las violencias
directas, estructurales y culturales. Construir un escenario diferente requiere de bastantes
motivaciones y compromisos, por eso, la vida de Meyer Esnéider Cuellar Martínez nos
ofrece “una luz entre tanta adversidad”10.
Nunca conoció a su padre, después de tener algo de conciencia (a la edad de 9 años) se
enteró que era policía, pero eso “le da igual”; aunque sabe quién es su madre natural
(Magda Cuellar) y “de vez en cuando la llama o se ve con ella”, no tienen un alto nivel de
cercanía, aunque le ayudaba de vez en cuando económicamente con el sostenimiento del
apartamento. A la que realmente le dice “mamá” es a Doña Amparo Cuellar (su abuela),
que desde que nació se hizo cargo de su crianza. Doña Amparo es una persona bastante
introspectiva, de carácter fuerte, no le gusta intimar, recia, seca. Recuerda a Meyer: “como
su nieto consentido, un niño cansón (alegre), llorón –porque a veces llegaba al
apartamento “cascado”, que le habían pegado no sabía dónde por “estar chimbeando” por
ahí-, también que era muy juicioso y metido en el arte, precisamente porque siempre
rayaba las paredes de la casa por estar dibujando”. Meyer vivió desde los 6 años en
arriendo en un apartamento del edificio más alto (Edificio Quinto Piso) del El Bronx, al lado
10 El único dato que Meyer mencionó sobre su nacimiento es que nació en el año 2000.
22 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
de otro edificio que le decían “La Palomera” (incendiado y de vez en cuando habitado por
consumidores). Desde esa cercanía territorial, comenzó a entender los lazos de afecto más
cercanos, lo que sería “su familia”, porque “se la parchaba” con sus primos, con unos
amigos, todos vivían debajo o al lado.
Aparte de Doña Amparo, en el apartamento también vivió un tiempo con su tía y con su
abuelo (el novio de la abuela). Entre los tres “llevaban plata para pagar el arriendo y para
comer”, se la rebuscaban como fuera, aunque a veces no era de la forma más “santa”.
Doña Amparo rentaba una habitación del apartamento a diferentes personas, llegaban de
“trabajar” y se subían a consumir al cuarto, luego se salían a jugar parqués con ella y a
tomar tinto durante largas jornadas todos los días. Ella les vendía a veces la droga.
El sobrino consentido de la tía (Meyer me pidió omitir su nombre) efectivamente fue él. La
tía siempre estuvo pendiente de lo que necesitara, le daba plata para que saliera a jugar
maquinitas con los primos y a “joder en la calle”. También le daba consejos, le decía: “ojo
por ahí, no se vaya a estar metiendo donde no debe”. La tía era una de las ladronas más
importantes del sector, y luego se ganó un gran prestigio por “hacer vueltas grandes” en
diferentes zonas de Bogotá. Al cabo de un tiempo fue detenida in fraganti y apresada en
la cárcel el Buen Pastor hasta la actualidad. Meyer siempre le ha tenido mucho aprecio,
aunque recuerda con algo de incomodidad cuando le tocaba vestirse con “la percha” o la
“mejor pinta” para ir a visitarla los domingos, porque la abuela lo hacía levantar desde muy
temprano para arreglarse y acompañarla a la cárcel. Era el día de ponerse elegante y eso
duraba mucho.
El abuelo trabajaba en un sector que se denomina como: La Playa -de repuestos-, sobre
la calle sexta debajo de la carrera décima. Allí pasaba su día pintando rines, reparando
espejos, vendiendo artículos automotrices. Cuando terminaba su jornada laboral iba al
apartamento a consumir con Doña Amparo, allí pasaba su tiempo libre, era una persona
amorosa, estuvo muy pendiente de la manutención de Meyer, le gustaba darle para “el
pan”. El abuelo murió traumáticamente, ya que luego de encontrarse con un dolor intenso
en el estómago e ir a pedir ayuda al hospital más cercano, fue dejado en urgencias hasta
que falleció sin haber sido atendido durante más de tres días. Su cuerpo fue hallado al
frente del hospital y recogido como NN. Al cabo de un período salió en la prensa del barrio.
23
Meyer recuerda su cumpleaños que fue el celebrado en una casa del barrio Santafé a los
8 años con gran parte de la familia. Estaba su mamá Magda y, le regalaron unos buenos
zapatos. Esa fue la excepción, ya que nunca ha sido “muy familiar”, si mucho ir a comer
pollo por la séptima fue algo que hizo no más de diez veces en toda su vida con su familia.
Una de las épocas felices era la navidad, a todos en La Ele se les notaba con otra cara,
como de buen ánimo, a todos se les olvidaba la tristeza, hasta los habitantes de calle
permanecían como más despiertos, había mucha alegría, todos juntándose para hacer
grandes comidas en ollas comunales o matar un cerdo que correteaban junto con Balalo y
los otros primos, días antes de nochebuena. Meyer siempre habla del valor de la comida,
se nota satisfecho cuando recuerda que podía comer aunque fuera un pan, o poder
almorzar “combinado” (comida típica muy económica de El Bronx, compuesta por una
porción de arroz, huevos, pasta, lenteja, fríjol o plátano), o ir a “gorriarle” comida a los
policías “buenagente” del CAI. Me dice que siempre se la pasaba con ganas de comer y
aún le sucede.
Meyer recuerda que los momentos más difíciles eran “las batidas” de la policía, cuando
entraban sorpresivamente al Bronx y de manera violenta saqueaban las tiendas
(bahareques), subían gente a los camiones a la fuerza, requisaban y golpeaban a todo el
que se atravesara, y las personas que vivían adentro de La Ele también eran increpadas
de la peor forma. Meyer recuerda que en una “batida” llegaron a tocar la puerta de su
apartamento, cuando abrió se fijó en un policía que le tenía una pistola colocada en la
frente, él no entendía que había hecho, era un niño y no sabía porque una persona tan
“grande” le estaba apuntando. Ese día inspeccionaron su apartamento, y fue un operativo
que tiene en su cabeza por la cantidad de disparos que se escucharon a lo largo de muchas
horas. En otra “batida”, una afluencia de habitantes de calle le pasó por encima para no
dejarse coger de la policía, y le partieron la clavícula. Las “batidas” daban miedo.
Señala que en El Bronx se podían identificar 4 estratos sociales, siendo el más bajo el de
los habitantes de calle “más dejados”, los más marginados, sucios y adictos, éstos
dormían entre las calles en “cambuches” o en su propia carreta con sus perros. Luego se
encontraban los individuos que vivían en una pieza con cocina pero en un espacio reducido
y baño compartido, también consumidores de SPA. Le seguían los que vivían en espacios
24 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
más generosos, ya que tenían dos habitaciones, cocina y baño. La generalidad era que
entre varias familias se rentaran estos espacios por ser más grandes, “aunque fuera
amontonados”. El estrato más alto era -sin duda-, el de los habitantes de los apartamentos
de tres o cuatro habitaciones, que tenían baño privado, servicio de TV y equipo de sonido.
En uno de estos vivía Meyer. Se distinguía que el espacio habitacional era único que hacía
la diferencia socio- económica en este territorio, sin embargo cabe remarcar que a pesar
de ciertas características, absolutamente todos se encontraban en medio de una estética
exterior bastante sucia, e interior a veces peor, en condiciones de pobreza e incluso miseria
(muebles viejos y deteriorados, equipos electrónicos reparados, camas y colchones sobre
el piso, espejos trizados, olores nauseabundos, plagas, etc.).
Meyer tenía cuarto propio, “pequeñito” pero justo. Esa era su cueva, su refugio. Apenas
entraba en ella parecía que dejara atrás cualquier infortunio. Tenía una cama, un TV
pequeño, un espejo y una ventana que daba hacia la calle, hacia adentro de El Bronx. A
cada elemento le dio la mejor utilidad: en la cama descansaba y “echaba cabeza”, incluso
fue su amiga en las largas jornadas de migraña que tenía cuando era niño -enfermedad
que fue mermando y que su abuela le endilga a un golpe que sufrió en la cabeza cuando
era bebé-. El TV lo hizo aficionarse a la serie Los Simpsons, y por ende, al cómic. Pasó de
ver “muñequitos” a rayarlos en todas las paredes. Inclusive, desde que tiene memoria veía
a su tío –Didier Ávila, alias Didier Man- dibujando cómics y pintando en la calle. Cuando
Didier notó que tenía sensibilidad hacia el dibujo le comenzó a dar tips para mejorar su
trazo, le ayudó a entender el comic; al cabo del tiempo Meyer había superado a “su
maestro”. Ese hobby lo utilizaba para “matar el tiempo” desde los 9 años. Comenzó a
retratar historias que se daban en El Bronx, “luego de ver lo que pasaba, lo plasmaba en
hojas”, dice Meyer.
Podía quedarse bastante tiempo contemplando el panorama cotidiano a través de la
ventana con una vista privilegiada, era su fuente de inspiración, el “VIP”. Con el tiempo,
surgió el superhéroe de la ciudad de La Ele: Meyernan, “la voz del pueblo”. Meyerman no
tenía súper poderes, sólo le gustaba “relatar la realidad de lo que pasaba ahí”, fuera de lo
que decía la gente ajena de El Bronx, a la imagen que se tenía habitualmente. Los comics
tenían como ejes temáticos: la fiesta, las familias que vivían allí, los operativos policiales,
los juegos de azar, el abuso de las drogas, las plagas, los “sayayines”, la arquitectura del
25
espacio, la salvación, la esperanza. El espejo de la habitación de Meyer permanecía
encima de un caballete viejo, a un lado de la ventana, así que cuando se veía era como
ver el reflejo de una obra de arte, así se sentía a veces. Se acuerda de los conciertos de
Hip Hop dentro de La Ele, cómo se subía con sus primo/as y amigo/as (John Bairon –
JonhBa-, Jossy -Juan Diablo, Winny, Naomi y Julieth) al cuarto y se quedaban viendo con
detalle las presentaciones de los artistas, analizaban sus letras, repetían, cantaban,
molestaban, pasaban un buen rato. Luego de eso, cuando se quedaba sólo, se ubicaba al
frente del espejo, se ponía los audífonos y se ponía a cantar, a improvisar, soñaba que
estaba en un escenario lleno de gente, que lo aplaudían, quería ser un cantante
reconocido.
En la actualidad, el hip hop le gusta, pero el género que más le despierta emociones y en
el que está incursionando es el reggaetón. Ya ha grabado varias canciones de su autoría
y ha hecho los videos que próximamente saldrán en diferentes aplicaciones musicales. Le
gusta escribir acerca del amor y dedica gran parte de su tiempo libre a componer canciones
y melodías. Algún día espera llegar lejos con la música urbana. Reflexiona frente a esto
de la siguiente manera: “toca arriesgarse para alcanzar los sueños, a veces no son iguales
a los que pensaba, pero se puede tener la satisfacción de que por lo menos se hizo el
intento, no importa donde haya nacido o las condiciones sociales en las que haya crecido”.
Estudió en el Liceo Nacional Agustín Nieto Caballero, que se ubica exactamente frente a
la Plaza España (Cra. 19 #11-17); le decían “mi primera puñalada” pues estudiaban todas
las niñas y niños del sector. Antes de ingresar al colegio a los 7 años estudió en la
Fundación Rompiendo Cadenas, ubicada en la localidad del Santafé. La recuerda como
un espacio donde era feliz pues compartía con otros niños de su edad y podía desayunar
y almorzar generosamente. Tanto la fundación como el liceo eran lugares que le gustaban,
porque: “todo era muy ordenado, muy bien cuidadito, el ambiente era bien limpiecito, yo
creo que por eso es que hoy en día me gusta mucho ser ordenado, tener todo bien bacano”,
son sus palabras.
El paso por el Liceo fue fundamental para Meyer, tenía una “banda de menores” muy
juiciosos, un parche de amigos con los que salía a jugar diferentes deportes, escondidas
o a correr, por la Plaza España, el Voto Nacional o al frente del Instituto de Medicina Legal
26 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
en el Parque Tercer Milenio. Era un combo de amigos entrañables que fueron creciendo
juntos, olvidándose de lo difícil de sus vidas haciendo cosas que los entretenían. Meyer
era un niño de novias, le gustaba salir con niñas a bailar reggaetón o salsa. Precisamente
junto con ellos comenzó a involucrarse con lo que realizaba John Bernal en la Plaza
España, los procesos artísticos del círculo audiovisual, como Meyer recuerda: “Me di
cuenta por medio de unos amigos que allí en la iglesia del Voto Nacional ofrecían talleres
para niños. Entonces yo empecé a asistir a las clases. Poco a poco, fui aprendiendo más
con mis amigos del barrio, que también constantemente iban allí para distraerse de tanta
locura que había en ese sector, alejándonos de tanto mal y vicios”.
“Este soy yo, a la izquierda en la foto, manejando a los pelados de mi parche, durante uno de los
días que grabamos El Bicho en el Bronx en el 2013”. Fuente: Rodaje del cortometraje El Bicho.
Talleres de Audiovisuales Fundación Arcupa.
John estuvo siempre animándolo para que explotara su lado creativo, como bien afirma
Meyer: “John nos dictaba clases de artes plásticas, cosas así como: malabarismo, teatro,
jugábamos con las pelotas, dos palitos y un rollito que da vueltas (diabolo), dibujos, y lo
que tenía que ver con plastilina, y talleres en grupo. Yo iba como para distraerme y salir
de esa monotonía. Aprendí a manejar temas del circo, aprendí a fortalecer más mi
habilidad en el dibujo. Gracias a eso, muchos de nosotros no fuimos esclavos. Me refiero
a la esclavitud como monotonía del sitio, ya que por ir a los talleres del Voto Nacional, no
fuimos esclavos condenados a siempre hacer lo mismo y estar involucrados en lo mismo,
27
sino abriendo el espacio de la mente a otras cosas”. Además John lo motivaba con el
dibujo, con los cómics.
Cómic de Meyer. Un recorrido al Bronx con la Fundación Arcupa. 2018.
Meyer era el más talentoso en ese oficio artístico –la profesora de primaria que más lo
quería era la de dibujo precisamente, lo tenía como el mejor de la clase, era su monitor y
le enseñaba o hacía el trabajo al resto del salón- también lo designaba en cargos
relevantes en producciones audiovisuales que ejecutaban, veía en Meyer un niño juicioso,
abierto a aprender, líder, sociable, y sobre todo, un gran artista. Con la Fundación Arcupa
ganaron festivales de cortometrajes, hicieron exposiciones fotográficas al aire libre,
escribieron guiones, fantasearon cinematográficamente.
28 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
La música lo estuvo siguiendo a cada paso, nunca se le despegó, Meyer cantaba música
urbana, se fue puliendo; frente a las características artísticas de sus demás amigos, él
sobresalía, “todo lo cogía rápido”. Actualmente descarga pistas de canciones de internet
en su celular IPhone y se va fluyendo la composición. Para él, el arte “le ha producido una
extracción de los problemas, una salida de la monotonía, una manera de olvidarse de todo.
Por ejemplo, cuando dibujaba de chiquito que me hacía olvidar lo del dinero, porque no
había para arriendo, y yo veía a mi abuela todo lo que sufría por eso, siempre estaba
sumando y eso me aburría, por eso me inventé a Meyerman, el superhéroe urbano que le
daba solución a los problemas de la gente que como yo, vivía es esas condiciones. Con el
cine me olvidaba también de las necesidades, me gustaba aprender y distraerme en algo
distinto y ahorita, con la música mi sello musical es El Lobo –Lobby-, lo asocio con los
lobos, por eso todo lo que le ha pasado, todo lo que no he tenido que “guerrear” sólo, eso
me gusta, mostrar ese animal que se enfrenta valientemente y se levanta ante las
calamidades, le pelea a los problemas como la falta de dinero, el dolor o a los vicios
callejeros. El último sencillo que saqué que fue algo de amor, algo bien sentimental, un
cambio necesario”.
Luego de escuchar a Meyer durante muchas horas, durante muchos días -compartiendo,
dialogando, caminando- cada uno de los sitios que deambulaba, donde se sentaba a
pensar, jugaba con sus amigos, iba a comer; donde soñaba, lloraba, bailaba, reía,
“chanceaba”, peleaba; donde se sentía solo, se angustiaba; donde tenía hambre; donde
comenzó a dibujar, a aprender danzas, a hacer cine, a componer canciones, pude
descubrir un universo de intenciones y posibilidades que gritaban “aquí estoy”, “quiero
ser…”, “pude cambiar”. Esto me generaba encrucijadas, a veces nostalgias,
estremecimientos, frustraciones, llantos, pero también me irradiaba una energía llena de
bondad, de resiliencia, de confianza, de tenacidad, que traspasaba los momentos más
complejos y difíciles. Siempre lo respete, lo traté con la dignidad más elevada, fui sincero,
lo abrigué como mi “hermanito menor”. Esa cercanía, aparte de la sensibilidad que me ha
caracterizado con este tipo de problemáticas sociales, me hizo reflexionar bastante, a
desaprender sobre múltiples paradigmas que pensaba no tener y a aprender de él.
Aprendimos juntos.
29
La especialización de acción sin daño promueve principios que llegan a tener sentido en
la medida que se practican “en caliente”, cuando se enfrentan en realidades habitadas por
sujetos que no se quedan en el oficio asistencialista temporal, que revictimizan o se
resienten, sino que se transforman a través de un diálogo enriquecedor, paciente,
responsable, amoroso, significante, contundente, en el que caben absolutamente todas las
miradas y formas de ver y percibir el mundo, la experiencia vivida y la ajena. El tiempo
tiene valor cuando dejamos de ver el reloj, cuando nos aferramos a lo cotidiano sea cual
fuere su origen, cuando trasciende el espíritu que nos une a la humanidad “del otro” y nos
transformamos conjuntamente, cuando nos impulsamos con entusiasmo a la naturalidad
variopinta que nos brinda la existencia, o como decía Gastón Bachelard: cuando
alcanzamos el “estado abstracto”, aquella que nos permite hallar el alma en trance para
provocar cambios estructurales ligados a la curiosidad y a la pasión.
Hay unas palabras que se encuentran en un libro de Mario Mendoza llamado: La locura de
nuestro tiempo, que me recuerdan todo el tiempo a Meyer, a su familia, a sus amigos
cercanos, a sus conocidos, y lo que metafóricamente comprendo y ratifico como la
construcción de paz “desde abajo”, aquella que emerge con otros lenguajes, aquella que
nos permite resignificar los territorios y las memorias, aquella que nos sitúa desde el poder
de las transformaciones sociales y culturales, aquella que incide en actores que se han
situado desde lógicas diversas, poco convencionales, críticas, violentas, invisibilizadas,
esas palabras son las siguientes: “la vida es como un juego de póker, es casi idéntica. Yo
recibo las cartas y puedo cambiar si acaso una o dos de ellas. Influyen el lugar en el que
crecí, el medio, la educación, los amigos, los amores, las lecturas, el deporte, el buen cine,
todo ello o la ausencia de ello modifica mi cerebro, mis ideas, mis afectos. El ambiente en
el que me desarrollé influye en esa información. Y el resto es saber cómo jugar con las
cartas que me dieron, cómo apostar y cómo aguantar también la presión de los otros
jugadores. No gana quien tiene las mejores cartas, sino quien sabe jugar muy bien con las
cartas que le dieron. Hay personas que recibieron excelentes genes y un ambiente
propicio, y que son embargo, a lo largo de su vida, tomaron pésimas decisiones, jugaron
mal. Su final será proporcional a sus apuestas. Y lo contrario, hay gente que nace y crece
con todo en su contra, y no obstante persevera y elige bien cuando el camino presenta
encrucijadas. Y muchas veces termina mejor que los primeros”. (Mendoza, 2010. p. 20.).
30 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
4. Conclusiones
Para este análisis de caso, se mostró que la profunda humanidad, la sensibilidad artística
y la trasformación cultural expresada por Meyer Cuellar claramente se ha visto influenciada
en su acercamiento a las prácticas artísticas que ha desempeñado desde que era un niño.
Trayendo las palabras de J.F. Lyotard: “la función del arte es (…) hacer que la gente sueñe,
cumplir con sus anhelos, transformar el mundo, cambiar la vida y ofrecer un escenario
sobre el cual el deseo pueda actuar su fantasmal teatro”. Además, se ha comprendido que
la generación de transformaciones culturales profundas surgen gracias a la creatividad, la
imaginación de una vida con calidad, de las buenas disposiciones actitudinales, el
fortalecimiento del diálogo, el consenso, la cooperación y la participación colectiva, la
condición de resolver conflictos de manera No violenta, el compromiso con los principios
éticos fundamentales (dignidad, autonomía y libertad), la reconciliación con el pasado
(memoria) y las “otras” formas de recorrer y habitar los territorios, incluso aunque estén
bajo el imaginario de la marginación, el desprecio, la exclusión y el maltrato social.
Se hizo un breve estudio de memoria, tomando en cuenta una lectura previa del contexto
problemático alrededor de Meyer y luego se indagó en el mismo espacio, lo cual también
permitió ir contrastando con los hechos y las personas cercanas a él. Meyer es hoy en día
un joven de 20 años que ha ejercido su papel como ciudadano de manera activa, positiva
y propositiva, se ha destacado por su proximidad en los procesos colectivos locales,
enalteciendo el espíritu del arte -con los cómics, el cine o la música-, y la construcción de
paz como líder que a partir de sus experiencias y compartirlas con los demás, genera
escenarios amplios de solidaridad, paz, reinvención, reflexividad, reinterpretación, catarsis,
y donde la palabra y la acción empática y voluntaria son protagonistas.
31
El arte y las transformaciones culturales van generando efectos en las personas que sirven
para identificar elementos complejos en contextos vulnerables, situaciones particulares
que establezcan criterios de análisis profundos para reconstruir memorias y acciones de
construcción de paz ocultas para los ojos de la mayoría, saltando la barrera de lo
meramente estético y posicionando a los involucrados como los ejes de la práctica del
cambio.
El arte cimienta los caminos para abrir el proceso de transformación cultural pues es un
medio de expresión de desahogo, de denuncia, de resistencia, de rebeldía, de liberación,
de expulsión de tantas emociones de frustración, tristeza, dolor, amargura y sufrimiento;
es una herramienta que conduce los eventos más traumáticos vividos en el pasado, los
imagina diferentes, los repiensa creativamente y los reconcilia con el individuo y la
sociedad, permitiéndole nuevas proyecciones sobre la realidad y reflejando nuevas
respuestas salidas de las acostumbradas para no repetir o no recaer en la misma lógica
del daño o el error.
El arte establece los caminos que tienen gran importancia en el proceso de construcción
de la paz, es una dimensión capaz de sintetizar las experiencias, opiniones y sentires sin
necesidad de llegar a un reduccionismo presuntuoso; es el lugar que a veces los
ciudadanos no encuentran como el más pertinente pero si el más cómodo para expresar
sus realidades particulares, desde la unión de estas individualidades se crea una identidad
colectiva que tiende a rescatar las palabras y la memoria de los que históricamente han
sido víctimas de la violencia. El arte transforma porque permite enaltecer, representar,
significar, plasmar las alegrías, ausencias, deseos, frustraciones y sueños de la vida.
Este tipo de investigaciones a profundidad le permiten al “investigador” conocer como
sujeto responsable de generar lazos de sensibilidad, identidad cultural, aprendizaje,
comprensión de la diferencia, respeto, confianza y empatía a través del diálogo abierto y
genuino, además de poder acercarse a realidades que clarifiquen sus percepciones y
fortalezca sus habilidades en contextos de conflictos y violencias permanentes.
Igualmente, y como lo menciona C. Beristain: “de generar un espacio de reconocimiento
plural de tristeza, que responda a la conciencia ética y no a la norma institucionalizada,
que sepa leer el contexto, que cree sentido en todas las partes y que piense en
32 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
perspectiva”, son otras características que el investigador adquiere gracias a los vínculos
que ha desarrollado.
El arte es también un reconstructor de la memoria ejemplar, pues rescata al pueblo de la
repetición de los ciclos de violencia y tiene la capacidad de transformar la realidad, de
solidarse, de trascender el daño, superando sin olvidar y actuando de manera dispuesta
con personas que desde el arte transforman el conflicto y posibilitan una paz estable,
conjunta y duradera.
La ilusión esperanzadora de construir paz en un país desalentado por la violencia, reside
en la posibilidad de participar colectivamente en acciones que busquen alternativas de
desarrollo ante el conflicto. El tema de la paz está en todas y todos, en las propuestas que
emergen de los territorios, en las disposiciones individuales, en los compromisos conjuntos
por querer generar un cambio. Es importante entrever las alternativas de construcción de
paz en todas sus expresiones ya que involucran realmente a cada individuo en el proceso.
Retomo las palabras con las que Meyer finalizó la última entrevista: “una de mis fortalezas
es el sentido que le doy al amor, recordando el pasado “pesado” que tuve para cambiarlo
del todo, siendo arriesgado pero siempre con el lado positivo, de alguna manera me he
arriesgado a hacer las cosas y siempre me salen bien o cuando me salen mal siempre hay
alguien que me tiende la mano, pero por más que me sintiera derrotado siempre hubo algo
que hizo permanecer “parado”. Me imagino en un futuro teniendo tranquilidad, salud y
siendo un cantante exitoso, con una casa propia, con un buen hogar, con mi esposa y mis
hijos, enseñándoles mis logros y a ganarse las cosas como debe ser, de manera honrada,
sin vicios, sin miseria. Me gustaría vivir en medio de la naturaleza, con animales. Me
gustaría ser recordado por todo lo que he hecho, pienso en mis hermanitos menores y
quisiera que ellos tomaran mi ejemplo, que se vuelvan artistas, que hagan cosas que les
apasionen –al menor le estoy enseñando a dibujar y dibuja mejor que yo- que no sean el
producto de las drogas o la delincuencia, que sean juiciosos, y que por más cosas
complicadas que pasen en la vida siempre tengan cerca el amor”.
Concluye diciendo: “Yo soy risas, siempre le he ofrecido eso a la gente cuando está
conmigo, porque frente a tantas cosas, la verdad si me gusta reír arto”, y sí, me reí, nos
33
reímos bastante, fuimos felices de haber participado esta investigación que nunca tuvo
orillas extremas, nos lanzamos a caminar sin grandes pretensiones, nos conocimos y
reconocimos, fuimos autónomos, directos, reflexivos, “nos hicimos bien”. A propósito de
esta afirmación final, el sociólogo Guillermo Solarte afirma: “El concepto de desarrollo
mucho antes que una metáfora dirigida a indicar los cambios y metas a las cuales debe
llegar una comunidad a partir de unos ideales ajenos a ella misma, es entendido como un
amplio marco de trabajo colectivo que se construye en la acción ciudadana y que hace
referencia a las decisiones tomadas con el propósito de mejorar el bienestar de los
ciudadanos. Concepción de bienestar, que por cierto, puede variar según sea el ámbito
cultural y el territorio al que se haga referencia”. (Solarte, 2015. p. 70). En medio de la
construcción de paz hay: bienestar, cultura, arte, libertad, compromisos que asumir y
responsabilidades por seguir.
34 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
Bibliografía
Bachelard, Gastón (2004). La formación del espíritu científico. Contribución a un
psicoanálisis del conocimiento objetivo. México, Siglo Veintiuno editores.
Beristain, Carlos Martín (2000). Justicia y reconciliación. El papel de la verdad y la justicia
en la reconstrucción de sociedades fracturadas por la violencia. Bilbao: Editado por
HEGOA. Instituto Universitario. Universidad del País Vasco Cuadernos de trabajo nº 27.
Elizalde, Antonio. (2010). Navegar en la incertidumbre. Corporación Universitaria Minuto
de Dios. Bogotá.
Iriarte, Alfredo. “Desarrollo Urbano en Historia de Bogotá” (capitulo 1): Versión Electrónica,
Tomo IX, Siglo XX.Bogotá, Villegas Editores, 1988 (acceso octubre 20, 2005).
Fisas, Vincen. (1998). Cultura de paz y gestión de conflictos. Barcelona, Icarial editorial.
Fundación Arcupa. Sitio web: https://fundacionarcupa.wordpress.com/
Fundación Son Callejero. Sitio web: https://soncallejero.blogspot.com/
Galtung, Johan. (1998) Tras la violencia, 3R: Reconstrucción, Reconciliación, Resolución.
Bakeaz. Bilbao. Cap. I y II, Ps. 13- 25.
Jelin, Elizabeth (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid, Siglo Veintiuno Editores.
35
Lederach, J.P. (1983). Breve historia del pacifismo y la noviolencia. Sal Tarrae.
Lederach, J. P. (2003). El pequeño Libro de la Transformación del Conflicto. Bogotá: Good
Books.Intercourse.
Lederach, J. P. (2016). La Imaginación Moral. El arte y el alma de construir la paz. Editorial
Nomos impresiones.
Mendoza, Mario. (2010). La locura de nuestro tiempo. Póker. Bogotá, Editorial Planeta.
Padilla Mosquera, K. Piñerúa Naranjo, S. (2018). Cultura y construcción de paz. Aliados
por el desarrollo sostenible. Sitio web: http://www.scielo.org.co/pdf/ppo/n19/2011-804X-
ppo-19-40.pdf
Red de periodistas por el desarrollo sostenible. (2017, 7 de Junio) ¿Cómo influye la cultura
en la construcción de paz? Sitio web: https://www.comunicacionsostenible.co/site/como-
influye-la-cultura-en-la-construccion-de-paz/
Revista Esfera Pública (2011, 16 de Junio). Arte y Construcción de Paz. Sitio web:
https://esferapublica.org/nfblog/arte-y-construccion-de-paz/
Revista Semana (2017. 22 de Junio). ¿Y si el arte y la cultura fueran las claves de la
reconciliación en Colombia? Sitio web: https://www.semana.com/nacion/articulo/el-arte-y-
la-cultura-como-agentes-de-transformacion-y-reconciliacion-en-colombia/529466
Solarte, Guillermo. (2015). No necesito pelear para tener la razón. Hacia una cultura de
paz. Bogotá, Ediciones Libertaria.
Soto Santamaría, D.M y Fino Peña, D.A (2018). Arte y agenciamiento cultural para
trascender el dolor y transformar el conflicto. Sitio web:
36 El arte y las transformaciones culturales para la construcción de paz
https://www.magisterio.com.co/articulo/arte-y-agenciamiento-cultural-para-trascender-el-
dolor-y-transformar-el-conflicto