Download - El Imam Oculto
-
El Imam oculto
Henry Corbin
Traduccin de
Agustn Lpez y Mara Tabuyo
-
Primera edicin: marzo de 2005
Editorial Losada
Viriato, 20 - 28010 Madrid, Espaa
T +34 914 47 05 73
T +34 914 45 71 65
F +34 914 47 05 73
www.editoriallosada.com
Moreno 3362 - 1209 Buenos Aires, Argentina
Producido y distribuido por Editorial Losada, S.L.
Calleja de los Huevos, 1, 2 izda. - 33003 Oviedo
Impreso en Espaa
Ttulo original: L'Imm cach
ditions de L'Herne, 2003
Traduccin: Agustn Lpez y Mara Tabuyo Supervisor de la correccin: Javier Augusto Gmez Montero
Queda hecho el depsito que marca la ley 11723.
Marca y caractersticas grficas registradas en el Instituto
Nacional de la Propiedad Industrial
Depsito legal: B-2258-2005
ISBN 84-96375-12-9
-
ndice
Nota de los traductores 5
Prlogo, por Christian Jambet 6
I. La profetologa chiita duodecimana
1. El Verus Profeta y la profetologa chiita 11
2. La idea fundamental de la profetologa chiita 13
3. Profetologa e imamologa 18
4. El horizonte paracltico de la profetologa chiita 23
II. La profetologa ismail
1. Chiismo duodecimano y chiismo ismail 25
2. Teologa apoftica y profetologa "en el Cielo" 27
3. El "drama en el Cielo" y la profetologa en la tierra 29
4. Imamologa y soteriologa 34
5. El horizonte paracltico de la profetologa ismail 36
III. Rzbehn Baql de Shrz
1. Prlogo 40
2. Rzbehn de Shrz 42
3. "Un mundo que Dios no mira" 50
4. "Bscame en la morada mstica del amor" 54
5. Majnn, el "espejo de Dios" 56
IV. Maniquesmo y religin de la belleza 62
V. Del sentido musical de la mstica persa 66
VI. Mstica y humor 70
VII. De Heidegger a Sohravard 84
VIII. Post-scriptum biogrfico a una conversacin filosfica 103
IX. Teologa a la orilla del lago 127
X. Transcendental y existencial 129
XI. El tiempo de Eranos 135
XII. De Irn a Eranos 141
A Olga Frbe-Kapteyn 144
-
Nota de los traductores
En 1981, las ditions de l'Herne (Pars) dedicaron un
volumen de su coleccin Cahiers de l'Herne a Henry Corbin,
preparado y coordinado por Christian Jambet. Se incluan all
trece textos de Corbin, as como artculos de diversos autores
sobre la obra del filsofo e islamista francs. En 2003, todos los
trabajos de Corbin que figuraban en el Cahier de l'Herne se
reunieron en un volumen que se public con el ttulo L'Imm
cach; del resto de los textos se conserv en este volumen
nicamente el "Prlogo" de Christian Jambet, y sta es la
compilacin que aqu se traduce.
El lector encontrar eventualmente algunas alusiones a
otros contextos "contenidos en este volumen", que sin embargo no
aparecen aqu: se trata de referencias a artculos que figuraban en
el Cahier de l'Herne, pero no en L'Imm cach, o incluso de textos
que originalmente iban a formar parte del Cahier de l'Herne y que
finalmente no se incluyeron en l.
Para la presente edicin hemos introducido en notas a pie
de pgina algunas referencias bibliogrficas sobre ciertos temas
corbinianos de especial relevancia, que nos parecan exigidas por
el contexto, aunque no figuren en la edicin francesa de L'Imm
cach.
-
Prlogo1,
por Christian Jambet
Este volumen podra justificarse tal vez por una urgencia: contribuir al
conocimiento de la obra de una gran filsofo, Henry Corbin.
La larga paciencia del concepto, el arte de meditar y renunciar a toda cuestin ftil,
dan a los libros autnticos un aire de extraeza. Exigen del lector un no-saber, un
despojamiento imperioso siempre inactual. Al final, el peso especfico de los
pensamientos recibe su juicio. Est, por un lado, la masa considerable y vana de los
escritos elaborados para satisfacer apresuradamente la necesidad de tranquilizarse y de
olvidar, ordenados por el deseo de obedecer. Estn, por otra parte, aquellos que
manifiestan la verdad. Nos asfixiamos bajo la ausencia ruidosa de pensamiento,
sentimos como una opresin complementaria la toma del poder por parte de la
mediocridad y las arrogantes corrientes de opinin. Esto sucede como si fuera evidente
que todo vale, que todo se puede escribir, sin trabajo, sin pruebas, sin probidad. El efecto
de esta insurreccin contra el espritu es el creciente desprecio por la filosofa. Se vuelve
uno entonces hacia las ciencias positivas buscando un poco de frescor, se admira el
rigor del matemtico, del lingista, el saber del historiador. Pensamos, pues, que la
filosofa se encuentra en una situacin crtica. Es necesario restablecer en ella los
derechos de una investigacin sostenida por la exigencia de la ciencia. No es que la
filosofa tenga que buscar fuera de s sus criterios de validez. Pero debe ponerse a la
medida de un saber, como ha hecho siempre en sus momentos de vida verdadera, y
debe reconstruir su mtodo y su objeto. Para eso, puede apoyarse felizmente en algunas
obras contemporneas cuya coherencia y soberana se igualan con las de las ciencias de
la naturaleza mejor fundamentadas: la de Henry Corbin, por ejemplo.
Henry Corbin dice con frecuencia que el sentido de una obra viva es estar viva en el
presente: leer no es medir la distancia que nos vuelve extrao lo que tenemos ante los
ojos, la parte de sombra necesaria que la lengua o las costumbres han depositado en la
obra. Es reconocer un rostro de la verdad, la forma, la copia de un modelo del que
nosotros somos, aqu y ahora, otra manifestacin. Es as como el tiempo del Espritu no
se escande como la cronologa de los movimientos naturales, sino que se repiten, de
1 Este texto fue redactado en 1980 y publicado a modo de introduccin general en el Cahier de l'Herne: Henry Corbin EN 1981. Se publica de nuevo aqu con algunas correcciones.
-
forma transhistrica, saberes que son tanto mundos visionarios como sistemas del
concepto.
He ah por qu los libros de Corbin tienen su destino ante ellos. No son solamente,
principalmente, eslabones de una larga cadena de erudicin. Por el contrario, logran
poner el saber ms extenso al servicio de la interpretacin filosfica. Pero,
inversamente, Corbin ha inaugurado una filosofa entregndose a la exigencia de un
largo rodeo: el de la exploracin fenomenolgica rigurosa, la ms completa posible, fiel
a las diferencias, capaz de dominar un universo abundante en acontecimientos
mltiples y jerarquizados.
En el dominio de las ciencias de las religiones, de la historia de la espiritualidad, de
la filosofa comparada, todo el mundo sabe que hacen poca. A contracorriente de
aquellos que se toman libertades con los rigores de la filologa, con las tcnicas
experimentales de la historia de los textos, los libros de Corbin muestran la va a
quienes quieren devolver al trabajo del filsofo su autoridad original. Basta tener entre
las manos esos tesoros de minuciosidad que son la Trilogie ismalienne, o la edicin del
Kit al-Mash'ir de Moll Sadr, para saber qu suma de trabajo o de abnegacin
requiere el ideal del verdadero filsofo.
Si, no obstante, esos libros tienen un destino que excede la sola erudicin, es porque
se consagran a un problema nico que la filosofa moderna dominante desea ocultar: el
hecho religioso. Esta ocultacin no carece de razn. Para que las filosofas polticas del
Estado moderno pueda construir sus redes de ilusin es necesario que se olvide su
origen en la religin legalista, en el literalismo eclesial o en las teologas racionales.
Inversamente, la fenomenologa del hecho religioso puede sacar a la luz esa
socializacin de la hermenutica y las tcnicas de esclavitud que ha heredado nuestro
mundo.
Las religiones del Libro dieron nacimiento a la mayora de los discursos de orden y
suscitaron tambin la mayor parte de los actos de conciencia irreductibles a esos
discursos. Por eso el hecho religioso y el fenmeno de la religin revelada son el elemento
de la interrogacin filosfica. La filosofa de la religin era, tradicionalmente, un
captulo de la enciclopedia filosfica. Pero se trata ahora de mucho ms: se trata de
plantear la mayor parte de las preguntas de la filosofa y de preguntarse por la forma en
que los hombres constituyen los sistemas de sentido, gracias a los cuales descifran el
mundo y unen sus voluntades, a partir de un estudio sistemtico del hecho religioso, sin
reducirlo al rango irrisorio de una ideologa de superficie. La religin es constitutiva del
-
discurso occidental: aunque no fuera ms que por eso, para conocernos a nosotros
mismos, es un hecho nodal.
Se trata de descubrir que, en las antpodas de la historia de los poderes, hay una
hierohistoria del espritu. Aqu se sita una tarea de resurreccin que incumbe al
filsofo y que Corbin ha hecho avanzar: levantar la chapa de plomo que pesa sobre
aquellos que han rechazado este mundo, por retomar las palabras de Kant, con su
"tejido de locura, de vanidad pueril, a menudo tambin de maldad pueril y de sed de
destruccin": lejos de nosotros "en el tiempo", Ibn 'Arab es nuestro verdadero
contemporneo, y con l lo son los gnsticos de todas las pocas.
Si se pregunta quin es Henry Corbin, se recibirn respuestas aparentemente
incompatibles: cmo es posible que el mismo hombre pueda haberse dedicado a la
resurreccin de los filsofos del Irn antiguo, a la traduccin de Heidegger y a la
hermenutica luterana?2 En realidad, su proyecto fue agitar nuestro paisaje mental
multiplicando las relaciones y tendiendo puentes entre las diferentes gnosis de las
religiones del Libro. Sobrepasa las geografas del mundo sensible sacando a la luz las
homologas que aproximan a los tesofos del islam con Proclo, Boehme o Schelling.
Estos trabajos rechazan la imagen que demasiado a menudo nos hacemos de los
pensamientos orientales.
2 Aqu mismo se encontrar la respuesta, en la entrevista "De Heidegger a Sohravard", seguida del "Post-Scriptum", textos que constituyen una verdadera autobiografa espiritual.
-
Sera cmodo, por ejemplo, sentirse satisfecho, con una oposicin abstracta,
distinguir entre la filosofa, de la que ya se sabe que se acab de una vez por todas con
Hegel o Marx, y las "espiritualidades". El sufismo, la alquimia, las gnosis: se admite que
se trata de mitos o de ensueos irracionales, cuya verdad es a la vez pueril, torpe y
conmovedora. Lo peor es que algunos, para invertir esta oposicin, se han contentado
con privilegiar las tcnicas del xtasis o las visiones del mundo surgidas de la mstica
oriental, rechazando la filosofa occidental. En ambos casos, como nos muestra Corbin,
somos vctimas de un prejuicio tpicamente "occidental", en el sentido en que lo
rechazan los verdaderos orientales del espritu, los espritus libres que saben encontrar a
sus semejantes fuera de los climas de la geografa poltica.
Subvertir los lmites del espritu es, para el propio Espritu, unir a Sohravard y
Plotino, a Leibniz y Moll Sadr, la hermenutica de Hamann o de Swedenborg y la de
los maestros de la escuela shaykh. Moll Sadr Shrz es tan plenamente filsofo como
el filsofo cristiano Leibnitz, y tan chiita aqul como cristiano ste.
La filosofa comparada, tal como Corbin la contempla, no es un ejercicio de escuela
que aspire a renovar la lista de los grandes autores o a poner al da los debates
acadmicos. Quiere elucidar lo que est en juego en la orientacin de los sistemas de
donacin de sentido, mostrando la autonoma irreductible de las filosofas profticas.
Si filosofar es interpretar, los filsofos que buscaron el sentido de los Libros
revelados, Biblia o Corn, han planteado de manera eminente la pregunta de la
naturaleza del significado: qu es lo que tiene para m un significado relevante? Ellos han
formulado la interrogacin filosfica ms profunda sobre la esencia del pensamiento.
Pero los hombres, las tradiciones surgidas del hecho religioso, no han trazado de la
misma forma el camino que conduce de la unidad del sentido a la pluralidad de los
significados, de la homogeneidad suprema del Ser al ocano de las diferencias y las
existencias. Unas tradiciones han culminado en sistemas en los que Naturaleza, Historia
y Revelacin concuerdan y se armonizan. Otras, por el contrario, khan sabido trazar
entre la historia profana y el Dios Desconocido una distancia ontolgica. Ah han
situado tiempos y espacios propios del acontecimiento proftico. Ah, tambin, se
fundamenta una propedutica de la salvacin personal, de la experiencia visionaria y
plural de un sentido que excede toda totalidad, finita o infinita. As, frente al hecho
religioso, dos tradiciones se han opuesto: una ha encontrado su culminacin en la
asuncin del sentido de la historia, la otra no ha dejado de proteger a sus defensores
contra ese asentimiento al desorden del mundo.
Es en virtud de esos conflictos como la investigacin de Corbin adquiere para
nosotros un sentido efectivamente presente.
-
Si se vuelve a coger el librito en el que Pierre Klossowski traduce las Meditaciones
bblicas de Hamann, se podr leer acerca del "telogo" Henry Corbin. El trmino har
sonrer a quienes conocen su extraordinario amor a la vida sensible. La oposicin de
materia y espritu, de pensamiento y extensin, le parece a Corbin responsable de dos
callejones filosficos sin salida, ntimamente relacionados: un puro intelectualismo y un
puro empirismo. A su manera, asume el objetivo de la filosofa crtica: superar el doble
dogmatismo, idealista o materialista. A este propsito se ajusta la defensa del mundo de
los ngeles.
-
La deduccin metafsica del mundus imaginalis tiene como fin revalorar la fuerza
creadora de la imaginacin, "la gran viajera por el pas metafsico". Gracias a ella, el
alma corporaliza lo que es espiritual y espiritualiza el mundo de los cuerpos. Ese
mundo intermedio entre la fugaz opacidad de las cosas y la eternidad transparente de
los conceptos es la patria del pintor, del msico, del enamorado, del filsofo o de aquel
que busca el Rostro de Dios a l solo destinado. Aqu no es admisible la dogmtica
religiosa, sino una verdad que se expresa en el universo del smbolo: all donde el
Pjaro oculta, en la profundidad de su cuerpo de luz, un sentido visible a los ojos del
alma y rebelde a todos los universales.
La palabra "telogo" oscurece lo que bien saben los anfitriones iranes del sabio
francs: que l es entre ellos un 'arf entre los 'oraf. Sohravard, su hroe tutelar,
concibi el proyecto de unir la gnosis del Islam con la sabidura de la antigua Persia.
Esta reminiscencia, con la conciencia de un iran del siglo VI/XII, de pensamientos que
haban deseado la Belleza y la Verdad, ofreca a la filosofa una salida exaltante: no sera
la sierva de las ciencias, ni su competidora, ni siquiera su seora. Tampoco se resignara
a servir a los poderes, a apoyar los discursos oficiales. La filosofa es una lgica del ser
que se transforma en una incandescencia del alma, en el amor luminoso del ngel.
Qu es el ngel? Es lo que se nos concede del Otro absolutamente oculto. El filsofo
conoce a sus amigos de contemplacin en una comunidad interior cuya memoria se
burla del tiempo y del lugar. Corbin ha querido, hoy, que esta memoria reviva, que los
amigos reunidos por el Shaykh al-Ishrq, a los que se aaden algunos ms, se renan de
nuevo entre nosotros, para sostener nuestro amor vacilante a la verdad, el bien y la
belleza. Y este Banquete es la nica comunidad en que el lazo social no impone su
tristeza.
Henry Corbin dice que el espritu del fenomenlogo se inspira en un deseo de
adhesin que le evita tener que matar el objeto que quiere estudiar. Mejor: no estudia
objetos, no aborda el universo percibido por los filsofos iranes como una representacin
que habra que remitir a causas exteriores. No ignora, por supuesto, lo que el saber
histrico propone de conocimiento cierto, pero l ofrece a su vez a los historiadores una
muralla contra el historicismo, pues aborda el mundo espiritual del chiismo como una
intencin original de significado. Trata de ver lo que el creyente dice ver, tal como l lo
ve, elucida la subjetividad que hace posible esa visin, que la llena de significado. Por el
rodeo de Oriente, Corbin enriquece la fenomenologa en general, alumbrando formas
de conciencia originales y no presentidas. Es as como recibe la visin del mundo de los
filsofos de la Iluminacin (los ishrqyn), pero tambin de poetas, msicos, de todos
aquellos que se encargan de las formas puras y de engendrar su propia materia. Pero, a
su vez, entre las galaxias de Oriente y sus "hermanas luminosas" de Occidente, hace
-
sonar todos los instrumentos en una nica sinfona; va hacia Ispahn y Kermn, pero
vuelve a la Europa de Dante y de Ravel. El viaje a Oriente no es una expatriacin, sino
un retorno que debe darnos a beber una luz que ya poseemos, pero que hemos olvidado
y que devuelve la vida a los rganos extintos.
Lejos de rechazar Occidente, su cultura, su horizonte, Corbin se consagra por el
contrario a su salvacin, a su conservacin. l quiere, con la ayuda de los "orientales"
del espritu, forjar una resistencia cuyas condiciones le parecen patticas. Desperatio
fiducialis, tal es la tonalidad de la percepcin que le anima: ni la esperanza ilusoria, ni el
nihilismo. Una fe que se enraza en el reconocimiento de todas las razones para
desesperar.
Y esto lo ha sentido Corbin en esos aos en que el siglo se doblaba bajo
totalitarismos conjugados. Del corazn de Europa, surgida hace veinticuatro siglos, y
que la pura figura de la Nike griega, a la vez ngel, mujer y Sofa, simboliza. Fue el
tiempo en que Husserl, en una conferencia heroica, pronunciada en Viena en la bruma
del nazismo ascendente, deploraba el derrumbe del ideal griego del Infinito y apelaba a
la metamorfosis y el retorno indefinido de la voluntad de la verdad. Freud haba
planteado a nuestra cultura la cuestin de su malestar, y pronto Alexandre Koyr,
escribiendo sobre Platn y Descartes, expresara la misma preocupacin: "Hoy, es decir,
en una poca en la que el pensamiento humano, renegando de su valor y su dignidad,
se proclama simple manifestacin de lo social, o tambin simple funcin de la vida; en
una poca en la que en un mundo de nuevo incierto vemos al hombre buscar a
cualquier precio una nueva certeza pagndola gozosamente con su libertad y con la de
su razn propia; en una poca de mito renaciente y autoridades infalibles, necesitamos
ms que nunca obedecer la exhortacin cartesiana que nos prohbe tener por cierto nada
que no veamos de forma evidente".
Corbin nos muestra que esta exhortacin no es solamente la de Descartes, sino que
debe guiar a todos aquellos para quienes la evidencia no est del lado del mundo, sino
del lado del Espritu.
Su obra es extremadamente valiosa no slo para el filsofo o el artista, sino tambin
para todo hombre que siente en su propia vida el deseo de preservar lo nico que
cuenta, la Creacin.
-
I
La profetologa chiita duodecimana1
1. El Verus Profeta y la profetologa chiita
Vamos a hablar de un tema que debera estar presente en el espritu de todo telogo y
de todo filsofo a la hora de plantearse el estudio del cristianismo en Occidente. La
historia de la profetologa chiita se funde, en efecto, con nuestra historia teolgica y
filosfica, aunque lamentablemente los avatares de los tiempos hayan hecho que el
tema haya sido casi completamente desdeado.
Para iluminar el camino que vamos a recorrer juntos en los prximos minutos,
recordar lo que ya telogos e historiadores del cristianismo han dicho y constatado en
diversas ocasiones, a saber, que la doctrina caracterstica del primer cristianismo, es
decir, del judeocristianismo, el de la comunidad de Jerusaln, la iglesia de Santiago, fue
la profetologa que culmin en el motivo del Verus Propheta, el "Verdadero Profeta", que
de profeta en profeta se apresura hacia el lugar de su reposo. No es ese cristianismo
primitivo el que ha sobrevivido en el cristianismo oficial de la historia. Su destino
estuvo sellado por el triunfo del paulinismo, al que el judeocristianismo consideraba el
gran adversario que desnaturalizaba la enseanza de Cristo, cuyos testigos, no obstante,
se encontraban todava en las filas de la primera comunidad de Jerusaln. Como se
sabe, el principal monumento que nos queda de ello es la literatura llamada clementina.
Creo que a partir de ahora ser necesario aadir a ella el largo y extrao texto del
Evangelio de Bernab, de prlogo expresamente antipaulino, que recibi una magnfica
acogida en el islam. Esta acogida hace eco a la constatacin de nuestros historiadores
del cristianismo, en el sentido de que la profetologa que ste haba rechazado fue
finalmente heredada y asumida plenamente por el islam.
De esta constatacin debemos partir, pues, aunque verdica, no sera sin embargo
ms que parcialmente verdadera si no la refirisemos a la profetologa que es
precisamente el objetivo de nuestra charla; la profetologa chiita. De entrada, debo
recordar que el chiismo comprende dos grandes ramas: por una parte, el chiismo de los
Doce Imames (o duodecimano), que es la religin oficial de Persia desde hace casi cinco
siglos. Por otra, el chiismo ismail, cuya teologa est ritmada no ya sobre el nmero
1 Conferencia pronunciada en la Universidad de Ginebra en 1975. Para un tratamiento ms detallado del tema de esta conferencia, vase H. Corbin, En Islam iranien ..., Gallimard, Pars, 1971, vol. I, todo el volumen, pero especialmente pp. 219-329. (N. de los T.)
-
doce, sino sobre el siete. Hoy vamos a hablar de la profeca del chiismo duodecimano.
Pero, en cualquier caso, tomadas en conjunto ambas formas de chiismo, y teniendo en
cuenta la profetologa que respectivamente implican, la pregunta que inicialmente
debemos plantearnos es: qu es lo que diferencia la profetologa chiita de la
profetologa sunnita, es decir, de la del islam mayoritario? Y, por qu esta diferencia es
precisamente lo que nos permite ver al islam chiita como heredero, si se puede decir as,
de la profetologa del judeocristianismo?
Dicho muy brevemente, lo que diferencia la profetologa chiita es que est, como
tal, duplicada por un aspecto a la vez complementario y esencial que es la imamologa.
Este ltimo trmino est formado sobre la palabra imm, que designa al gua, al que va
por delante y, por tanto, al que despierta, dirige e ilumina las conciencias. (El trmino
chiismo formado sobre el rabe sh'a designa el conjunto de los adeptos que siguen al
Imam). La persona y el papel del Imam no solamente surgen de la idea fundamental del
chiismo, sino que tambin son portadores de esta idea fundamental. Y esta idea
fundamental es inseparable de lo que he denominado en otra parte el "fenmeno del
Libro santo", del Libro revelado del Cielo por mediacin de un profeta, fenmeno que
nos es comn a las tres ramas de la tradicin abrahmica. La misin del profeta
concierne al descenso (tanzl) del Libro con su contenido literal. La misin del Imam es
reconducir esa apariencia literal a su verdad espiritual, reconduccin expresada por la
palabra ta'wl, que designa lo que nosotros llamamos hermenutica espiritual o
hermenutica de los smbolos. La idea de esta misin del Imam es, por supuesto,
perfectamente extraa, incluso escandalosa, para el islam sunnita.
De lo que constituye esencialmente la persona y la misin del profeta, como de lo
que constituye la persona y la misin del Imam, nace la idea de un doble ciclo en el
interior de la religin proftica que abraza la totalidad de la religin abrahmica.
Profeta e Imam son las dos formas de manifestacin de una misma Luz, de un mismo
Logos que designan las expresiones "Luz mohammad" (Nr mohammad) y "Realida
proftica eterna" (Haqqat mohammadya). Al ciclo de la profeca le sucede el ciclo del
Imamato o de la iniciacin espiritual, el ciclo de los "Amigos de Dios". Ah podemos
entrever en qu sentido la profetologa chiita es el lugar de conservacin de la teologa
del Verus Propheta. Recordaremos que para el judeocristianismo la cuestin es saber si
Jess era o no el profeta anunciado por Moiss (Deut 19, 15 ss.). En absoluto era su
muerte lo que tena un significado redentor, sino su retorno esperado, su parusa
triunfante. Era el Redentor en tanto que iluminador y despertador de las conciencias, y
en ese sentido sigui siendo esencialmente objeto de la espera y la esperanza
escatolgica. Todava no estaba todo consumado. El cristianismo de la comunidad de
-
Jerusaln segua siendo esencialmente escatolgico, sin entregarse a los peligros de la
historia. Son esos dos rasgos fundamentales los que encontraremos en la imamologa
chiita.
Ahora bien, segn la profetologa del islam sunnita, Mohammad es el Sello de los
profetas. La historia religiosa de la humanidad est terminada. No habr ya ni nuevo
Libro ni nuevo profeta. El ltimo profeta es as un acto del pasado; ha sucumbido a la
historia. Para la profetologa chiita el ciclo de la profeca ha terminado, ciertamente,
pero se fue el ciclo de lo que denomina "profeca legisladora". Lo que la sucede es algo
distinto, una profeca de carcter puramente interior, esotrico, y que, para evitar
cualquier ambigedad, se designa con otro nombre, el de walyat, trmino sobre el que
volveremos luego. La profetologa sunnita permanece cerrada sobre el pasado. La
profetologa chiita queda abierta hacia el futuro por su perspectiva esencialmente
escatolgica. Hay tambin, sin duda, una escatologa sunnita, que se expresa en la
espera del Mahd, pero sta no forma un cuerpo orgnico con la profetologa, mientras
que en el chiismo, justamente por la imamologa, por la persona del Imam esperado, el
XII Imam, la escatologa forma cuerpo orgnicamente con la imamologa, que es una
pare esencial, fundamental, de la teologa y el pensamiento chiitas.
As como la manifestacin del Verus Propheta no se haba cerrado con la
desaparicin de Jess, sino que el pensamiento y la devocin permanecan orientados
hacia su manifestacin por venir, as el pensamiento y la devocin del chiismo
duodecimano estn centrados en la parusa por venir del XII Imam. Y cuando vemos a
los pensadores chiitas ms profundos identificar la persona del XII Imam con el
Parclito anunciado en el Evangelio de Juan, comprendemos que existe tambin un lazo
orgnico entre la escatologa de las tres ramas de la tradicin abrahmica y que sera
necesario que aprendisemos por fin a ver las cosas en conjunto.
He aqu, yo creo, iluminado en alguna medida nuestro camino. Distingamos sus
etapas. Me gustara, pues, precisar estos tres puntos:
1. La idea fundamental de la profetologa chiita, que nos permite ver cmo aflora la
persona y la necesidad del Imam a partir del fenmeno del Libro santo.
2. La idea de un doble ciclo de la religin proftica, que nace de la relacin entre
profetologa e imamologa, indisociables una de otra.
3. La recapitulacin bajo el horizonte paracltico de la profetologa y la imamologa
chiitas, y el paso desde esta perspectiva al tema de la segunda charla: la profetologa
ismail.
-
2. La idea fundamental de la profetologa chiita
En esta breve charla me es imposible ofrecer una visin histrica del chiismo, ms
an cuanto que, a diferencia de los heresigrafos sunnitas, pienso que el chiismo
imamita naci en vida del Profeta. Es lo que atestigua el compagnonnage de aquel que
fue a la vez su primo y su familiar ms ntimo, 'Al ibn Ab-Tlib, el I Imam.
ste afirm ms tarde con vehemencia que ni un solo versculo del Corn haba
sido revelado sin que el Profeta se lo hiciera, primero, escribir con su propia mano y,
despus, recitarlo para ensearle a continuacin el tafsr (la explicacin literal) y el ta'wl
(la exgesis del sentido espiritual). El chiismo imamita considera que el legado de este
compagnonnage sagrado fue rechazado desde el ltimo suspiro del Profeta, y que el
islam sunnita mayoritario se ha embarcado desde entonces en la va que ha hecho de l
aquello en lo que histricamente se ha convertido.
Para comprender la idea fundamental del chiismo imamita, lo mejor es partir de lo
que tienen en comn aquellos que el Corn designa como los Ahl al-Kitb, es decir, las
comunidades del Libro, y que son las tres grandes ramas de la comunidad abrahmica.
Lo que estas tres comunidades tienen en comn es la posesin de un Libro santo
revelado a un profeta y que les ha sido enseado por ese profeta. El asunto fundamental
sigue siendo comprender y hacer comprender (es esto lo que designa la palabra
"hermenutica") el sentido verdadero de ese Libro. Para el imamismo, a ejemplo de
cualquier otra gnosis, ese sentido verdadero es el sentido espiritual. Comprenderlo
exige un cierto modo de ser. De entrada, el fenmeno del Libro santo plantea una
exigencia que pone en cuestin el modo de ser del hombre, y las tres comunidades del
Libro se han encontrado sucesivamente ante la misma dificultad que superar.
-
Esta dificultad consiste en que la gesta de los personajes relatada en el Libro santo
debe de tener un sentido diferente del que tendra si figurara simplemente en un libro
profano. El V Imam de los chiitas, Mohammad Bqir (115/733), formul la situacin en
trminos que habran podido aceptar todos los buscadores del sentido espiritual de la
Biblia. "Si la revelacin del Corn -dijo- no tuviera sentido ms que para el hombre o el
grupo de hombres a los que unos u otros versculos fueron revelados, todo el Libro
santo estara ya muerto desde hace mucho tiempo. Pero no! El Libro santo nunca
muere. El sentido de sus versculos se cumplir en los hombres del futuro como se
cumpli en los del pasado. Y as ser hasta el ltimo Da". El Imam desbarataba as por
anticipado las trampas del historicismo a las que tanto han sucumbido en Occidente.
Ahora bien, ese sentido que no cesa de cumplirse de edad en edad, que determina
un plano de permanencia transhistrico, es el sentido oculto, interior, esotrico, en el
sentido etimolgico del trmino. La intelligentia spiritualis que postula la percepcin de
ese sentido espiritual permanente y siempre nuevo determina en el hombre una forma
de temporalidad propia que no es ya la temporalidad emprica cronolgica, que sita y
fija el acontecimiento en el pasado. El acontecimiento es siempre inminente. Algunos de
nuestros pensadores chiitas han hablado de un tiempo sutil (latif), incluso hipersutil
(altaf), de un tiempo interior del microcosmos (zamn anfos), el tiempo del Malakt que
es el mundo sutil del alma. Ese sentido esotrico hacia el que apunta la hermenutica
chiita presenta una estructura ms orgnica que el esquema de los cuatro sentidos
tradicionales de nuestra exgesis medieval. En efecto, ese sentido interior concierne a la
imamologa misma en sus relaciones todava no desveladas con la cosmogona, la
antropogona, la escatologa, etc. En cada nivel hermenutico tenemos a la vez un
contenido esotrico (btin) que descubrir y un ta'wl que realizar. Es a esto a lo que
invita un clebre hadth del Profeta, que habla de las siete, e incluso de las setenta,
profundidades esotricas del Corn. El ta'wl consiste en reconducir una cosa a su
principio o arquetipo. Implica pues la idea de una marcha ascendente, anaggica. Como
tal, la hermenutica es una anfora (el acto de subir). Se tiene as, a partir del dato literal
aparente (zhir), una anfora de esa apariencia y un esotrico de ese exotrico. Se tiene
luego un esotrico de la anfora y una anfora de lo esotrico, para desembocar
finalmente en lo esotrico de lo esotrico (btin al'-btin). Por desgracia, no tengo tiempo
para ofrecer ejemplos de esta hermenutica ascendente que, como filsofo, estimo de un
inters apasionante.
Debo limitarme a recordar este axioma de la profetologa: la misin del profeta est
enfocada nicamente a lo exotrico, al descenso (tanzl) de la Revelacin literal. Lo que
est enfocado a lo esotrico es precisamente la misin del Imam, el Imamato, en virtud
del carisma que designa la palabra walyat (dileccin o predileccin divina), trmino
-
cuyo alcance vamos a tratar de ver. La antropologa proftica nos hace comprender la
reparticin de esa doble misin. Se puede representar el modo de ser del profeta
mediante tres crculos concntricos. El crculo central representa la walyat, ese carisma
de predileccin divina que ab initio sacraliza a la persona del profeta, haciendo de l un
wal, un Amigo de Dios, un Prximo a Dios. El segundo crculo que encierra a ese
crculo central representa la nobowwat, la vocacin y la misin proftica. El crculo
exterior representa la rislat, la misin del rasl, el profeta enviado como encargado de
revelar un nuevo Libro, una nueva Ley religiosa.
-
Este esquema permite comprender de entrada por qu tantas tradiciones chiitas
repiten que la walyat es lo esotrico de la profeca. La misin proftica, cualquiera que
sea, se sobreaade a la walyat, y es siempre temporal, mientras que la walyat es
perpetua. En principio, todo nab es, necesariamente, un wal, pero no todo wal es
necesariamente un nab. La risalt es como la corteza; la nobowwat es como la almendra;
la walyat es como el aceite que la almendra contiene. De ah la afirmacin de la
preeminencia de la walyat sobre la misin proftica. Segn como se entienda lo que
representa en la persona del profeta el crculo central en relacin al crculo exterior, se
podr mantener la superioridad del profeta sobre el Imam. Pero si se considera pura y
simplemente la superioridad de la walyat como tal sobre la misin proftica que la
presupone, entonces se manifestar la tendencia siempre latente a afirmar la
superioridad del Imam sobre el profeta. El chiismo imamita, as como el ismailismo
fatmida, se han esforzado en no ceder a esta tendencia y mantener el equilibrio entre lo
exotrico y lo esotrico. En cambio, la idea de la superioridad del Imam sobre el profeta
triunfa con el ismailismo reformado de Alamut, triunfo que marca la ruptura del
equilibrio en beneficio de lo esotrico.
Esta antropologa justifica por s misma las categoras de profetas, divisin basada
en una gnoseologa proftica. Segn una larga tradicin que se remonta al VI Imam,
Ja'far Sdiq (765), est el nab sin ms, investido de una profeca de alguna manera
intransitiva. Est el nab que tiene la visin del ngel que le inspira, pero solamente en
sueos. Estas dos categoras concuerdan con los que sern designados ms tarde
Awliy, "Amigos de Dios" (Dustn-e Khod en persa), cuando, a partir del Islam, no se
pueda emplear ya el trmino nab. stas incluyen, como la walyat, la idea de una
profeca secreta, esotrica (nobowwat btina). Est tambin el nab-morsal, enviado a una
comunidad, a una ciudad, a un pueblo, pero sin aportar una nueva shar'at. ste puede
tener la visin del ngel incluso en estado de vigilia. Los textos ponen como ejemplo el
caso de Jons y de todos los profetas de Israel que vivieron bajo la ley de Moiss. Est
finalmente el nab rasl, que es enviado para revelar a los hombres un nuevo Libro, una
nueva shar'at. En este caso, la misin proftica toma el nombre tcnico de "profeca
legisladora".
Y es de este teologumenon de donde veremos surgir la idea de un ciclo que se sita
en la prolongacin de la profetologa judeocristiana del Verus Propheta. Los telogos
chiitas hablan en general de seis grandes profetas que han marcado los perodos del
ciclo de la profeca. Son el propio Adn, como protoprofeta, No, Abraham, Moiss,
Jess y Mohammad, que es el "Sello de los Profetas". Algunos aaden el nombre de
David, porque consideran su salterio como un libro aparte. Evoquemos rpidamente de
paso la proftica judeo-cristiana entre los ebonitas, la "hebdmada del Misterio", los
-
siete que fueron la manifestacin de un Christus aeternus: Enoc, No, Abraham, Isaac,
Jacob, Moiss, Jess. Son los siete pilares del mundo, los siete pastores, y si se cuenta al
Adn-Cristo del que son manifestacin, los ocho Cristos de entre los hombres (octo
Christos hominum, en San Jernimo), mencionados por el profeta Miqueas. Por su parte,
el maniquesmo profesa una sucesin anloga, incorporando figuras extraas al
profetismo semtico: Adn, Set, No, Jess, Buda, Zoroastro y Mani.
No puedo ceder aqu a la tentacin comparativa; tenemos que concentrarnos en la
manera en que la figura del Imam surgi del esquema de la profetologa chiita. El ciclo
proftico est cerrado. Mohammad fue el lugar de reposo del Verus Propheta.
Pero ni el chiismo duodecimano ni el ismail pueden aceptar pura y simplemente
esta clausura que sienten como un drama para la humanidad. Pues todo el mundo est
de acuerdo en la necesidad de los profetas. Qu puede suceder si ha venido ya el
ltimo profeta? El profeta no es alguien que predice el futuro, sino el inspirado que
profiere el verbo de lo invisible, el ser sobrehumano al que la inspiracin divina
instaura como mediador entre la divinidad incognoscible y la ignorancia o la
impotencia de los hombres. Por su mediacin el Deus absconditus deviene Deus revelatus.
La idea chiita, surgida, lo acabo de sealar, en vida misma del Profeta, subraya el
aspecto trgico de la situacin. Si desde siempre la humanidad ha tenido necesidad de
profetas para sobrevivir a su destino, qu puede suceder si ya no hay profeta que
esperar, si no queda nada que aguardar? Consecuentemente, el Libro que fue revelado
desde el Cielo al ltimo Profeta no es un libro como los dems, cuyo significado se
limite a la literalidad aparente. Citaba hace un momento a este respecto unas palabras
decisivas del V Imam. Pero no se explora ni se reconstruyen las profundidades ocultas
del Verbo divino con ayuda de silogismos. El conocimiento no puede ser transmitido
ms que por "aquellos que saben". Slo con esta condicin podr ir amplificndose
siempre. En resumen, la realidad integral de la Revelacin cornica, que implica a la vez
lo exotrico y lo esotrico, supone un "Mantenedor del Libro" (Qayyim al-Qorn).
Este "Mantenedor del Libro", este gua que conduce al sentido espiritual del Libro y
que lo mantiene vivo hasta el ltimo Da, es el Imam (en el sentido chiita de la palabra,
que no se debe confundir con el imam que se ocupa de una mezquita). El Imam es el
sucesor del Profeta que sacraliza el carisma de la walyat, que, como ya hemos dicho, es
lo esotrico de la profeca: es al-amr al-btina, la res esoterica, y tocamos aqu lo que
constituye la diferencia radical con respecto al islam sunnita. La palabra walyat
significa propiamente "dileccin", "amistad" (el persa dst). Se empareja con mucha
frecuencia con la palabra mahabbat, que significa igualmente "amistad", "amor". Juntos,
los dos trminos dan al imamismo el sentido de una religin de amor. El wal, el Amigo
investido con la walyat, debe ser comprendido a la vez en el sentido activo y en el
-
sentido pasivo de la palabra. Es aquel que ama y que es amado. Cuando se habla de la
walyat de los imames se designa el amor, la predileccin de que son objeto por parte de
Dios. Desde la perspectiva de sus fieles, el trmino los designa en tanto que polarizan la
devocin de amor de dichos fieles. La walyat hacia el Imam es una participacin en la
walyat divina de la que el Imam es eternamente objeto (todos participan as de la
cualificacin de Amigos de Dios. Sealemos de paso que esta denominacin se
encuentra tambin entre los msticos de la escuela renana en el siglo XIV (los
Gottesfreunde). Su fundamento metafsico se nos mostrar enseguida; como tal, la
walyat del Imam se reviste entonces de un sentido y de una funcin csmicas que la
diferencian de su acepcin corriente en el sufismo, donde la palabra se vocaliza en
general como wilyat y se refiere a los estados subjetivos del mstico. Pero es inadecuado
traducir la palabra wal, plural awliy, por el trmino "santos", como se hace con
demasiada frecuencia.
En resumen, el Imam es para la comunidad imamita lo que es el corazn para el
microcosmos humano, no el rgano de carne, por supuesto, sino lo que nuestros autores
designan como el cuerpo sutil de luz que es la morada permanente del alma, el trono en
que sta se instala. El corazn es en el microcosmos el jefe y el Imam de las facultades
de percepcin espiritual.
De ah que haya un intercambio perpetuo entre lo que los pensadores chiitas
afirman respecto del papel del Imam en la comunidad y respecto de lo que sucede en el
interior de cada individualidad espiritual. Es ah, en el nivel de esa interiorizacin,
donde comprendemos cmo el Imam es el iluminador, aquel que salva alumbrando en
el corazn del hombre la llama del conocimiento perfecto, lo mismo que Cristo en la
profetologa judeocristiana.
Vemos as la diferencia radical respecto de la concepcin sunnita del califato.
Aunque el sunnismo emplee el trmino "imam", se trata nicamente de la persona de
un jefe temporal como principio del orden social y poltico; su funcin est enfocada
esencialmente a la consideracin de las cosas temporales y las necesidades sociales. Por
lo que no es en absoluto necesario que sea, como exige el concepto chiita del Imam, un
"impecable", un "inmaculado" (el trmino ma'sm es el equivalente perfecto del
namrttos de la profetologa judeocristiana). La existencia del imam en el sentido
sunnita no se impone de forma necesaria, y, en definitiva, puede ser objeto de una
eleccin expresada en un consenso. En cambio, la idea chiita inviste al Imam de una
dignidad sacra y de una funcin metafsica. La idea de que el Imam pueda ser elegido
por los hombres sera tan ridcula como la idea de que se pueda elegir a un profeta. El
-
carisma no depende de la eleccin de los hombres. Incluso reducido a la clandestinidad,
incluso en la invisibilidad (como actualmente el XII Imam), el Imam sigue siendo el
Imam. Como "Mantenedor del Libro", est investido de una ciencia divinamente
inspirada. El Corn es el Imam silencioso. El Imam es el Corn que habla, el Verbo
interior que enuncia el sentido secreto del Libro en el corazn de su fiel.
Demos pues un paso ms en compaa de nuestros pensadores chiitas, Moll Sadr
Shrz, Qz Sa'd Qomm, hasta el siglo XVII. Porque ellos no separaron jams la
investigacin filosfica y la meditacin teolgica, porque para ellos el ngel del
conocimiento es el mismo que el ngel de la revelacin, el ngel que inspira tanto a los
profetas como a los filsofos (situacin que tal vez nosotros hemos olvidado desde hace
mucho tiempo en Occidente), nuestros pensadores chiitas han sabido clarificar el
fundamento metafsico de la profetologa y de la imamologa. Ya las tradiciones (los
hadth) que se remontan a los Imames enuncian explcitamente la idea de una "Luz
mohammad" creada primordialmente. La idea se amplificar en la de una "Realidad
proftica eterna", que connota, ciertamente, la idea de un Logos divino, pero, dicho con
mayor exactitud, la idea de un pleroma divino constituido eternamente por Catorce
entidades de luz, cuyas manifestaciones teofnicas, pero no su encarnacin, son las
personas terrenales de los "Catorce Inmaculados". Por la idea de esta Luz se constituye
lo que en la teologa chiita corresponde al Verus Propheta de la profetologa
judeocristiana, pero, simultneamente, en virtud de la percepcin chiita original de las
cosas, esa idea une indisociablemente la profetologa y la imamologa y, por tanto, lo
exotrico y lo esotrico. Es esta unin indisociable la que determina que el chiismo sea
la gnosis islmica por excelencia, hasta el punto que en las dems regiones no chiitas de
esta misma gnosis se tiene la impresin de una imamologa que ya no se atreve a decir
su nombre.
-
3. Profetologa e imamologa
La "Realidad proftica metafsica", el pleroma de gloria, implica un doble aspecto,
una doble "dimensin", si se puede decir as, y, por consiguiente, postula una doble
manifestacin. Implica una dimensin exotrica o ad extra, que tiene su manifestacin
en la persona del profeta, y una dimensin esotrica manifestada en la persona de cada
uno de los Doce Imames, que juntos constituyen una sola y misma esencia, sin
confusin de personas. Juntas, las personas de luz que se denominan en este mundo los
"Catorce Inmaculados", a saber, el Profeta, su hija Ftima y los Doce Imames,
configuran el pleroma de luz de la profeca eterna. En su efmera manifestacin terrenal,
los Doce fueron sucesivamente los "Mantenedores del Libro", iniciando a sus discpulos
en su sentido integral. El conjunto de su enseanza forma un corpus de ms de cien
volmenes en la ltima edicin de Tehern.
Esta doble dimensin de la Realidad metafsica mohammad implica por tanto un
lado vuelto hacia las criaturas y un lado vuelto hacia la Presencia divina. El primero es
su lado exterior; tipifica la misin proftica. El segundo es su lado interior; tipifica la
walyat, el carisma de los Imames, y por ellos el carisma de todos aquellos que son
designados Amigos o Amados de Dios. De nuevo constatamos aqu por qu la walyat
significa lo esotrico de la profeca y del mensaje proftico y, al mismo tiempo tambin,
por qu la luz de la profeca y la luz de la walyat son dos luces que no forman ms que
una; Ftima, la hija del Profeta, origen del linaje de los Imames, es la "confluencia de
esas dos luces" (Majma' al-nrayn). Son palabras del Profeta con frecuencia repetidas:
"Yo y Al somos una sola Luz", lo que significa que cada uno de los dos nombres, el del
nab y el del Imm, slo adquiere realidad por el otro, en su simultaneidad. Son una bi-
unidad, un unus-ambo, lo mismo que zhir y btin, tanzl y ta'wl, son dos aspectos
complementarios del sentido integral del Libro.
Los Doce Imames tienen su manifestacin en los diferentes planos cosmolgicos de
la manifestacin del ser, lo mismo que se manifestaron en este mundo en el curso de los
tres primeros siglos de la Hgira (siglos VII-X) y que se haban manifestado con cada
profeta anterior. Cada uno de los grandes profetas enumerados anteriormente tuvo sus
doce Imames. Tambin Cristo tuvo sus doce Imames (que no hay que confundir con los
doce apstoles, sino que corresponden a los obispos de Jerusaln, sucesores de
Santiago, el "hermano del Seor"). En cuanto al nmero doce, es la expresin
aritmosfica de una ley del ser, de un ritmo fundamental tal como lo percibe la visin
chiita duodecimana del mundo. Ese nmero cifra la norma interior de una totalidad
perfecta, acabada, un "pleroma", que se ilustra remitiendo el nmero doce de los
Imames a los doce signos del zodaco, a los doce prncipes de las tribus de Israel, a las
-
doce fuentes que Moiss hizo brotar de la roca, a las doce horas del da y de la noche,
etc. Adems, varias veces, el profeta del Islam declar: "Los Imames despus de m
sern en nmero de doce". El duodcimo ser el Imam de la Resurreccin (Q'im al-
Qiymat),el "Mahd", trmino que se puede traducir por el "bien guiado" o por "aquel
por el que uno se gua".
El teologumenon de la Realidad proftica eterna fructifica en dos aspectos: preserva
la atestacin del nico (el tawhd) de la doble trampa del antropomorfismo y del
agnosticismo, y fundamenta la manifestacin en este mundo del doble ciclo de la
profeca y la walyat.
-
En cuanto al primer aspecto, hay que darse cuenta de que la teologa chiita es
rigurosamente apoftica (no admite ms que el tanzh, la via negationis). Ningn nombre
ni atributo pueden ser conferidos a la Esencia divina, incognoscible e inaccesible. Pero
precisamente el Deus absconditus inaccesible se revela en el nivel de la teofana
primordial que es la Luz mohammad, el pleroma de los Catorce Inmaculados. A falta
de esta teofana, el monotesmo cae en la idolatra metafsica, o bien en la alegora, que,
por horror racionalista hacia la imagen antropomrfica, vaca de su sentido el texto
revelado. En trminos chiitas, todos los nombres, atributos y cualificaciones
supuestamente teidos de antropomorfismo se refieren no al fondo de la Esencia
divina, al Deus absconditus, sino a las personas teofnicas del pleroma de Luz
primordial, manifestaciones de un mismo Verbo divino. Es en el nivel de esta teofana
primordial donde se constituyen y donde tienen sentido nuestros conceptos positivos
de Dios (los propios de la teologa afirmativa). Eso es lo que repiten incansablemente
numerosas tradiciones que se remontan a los Imames, por ejemplo, sta del V Imam
dirigindose a su famulus Jbir: "Nosotros, los Doce, somos esos conceptos positivos.
Nosotros somos la Mano de Dios, su costado, su lengua, su imperativo, su decisin, su
conocimiento, su verdad. Nosotros somos el Rostro de Dios que est vuelto hacia el
mundo terrenal, entre vosotros". O tambin: "Nosotros somos el Rostro de Dios (el del
Dios revelatus). Somos los templarios del Misterio divino. Somos la mina de la
Revelacin. En nosotros est el significado del ta'wl (es decir, el sentido esotrico de la
Revelacin)". Es ese misterio de la teofana primordial lo que hace decir al Shaykh
Ahmad Ahs': "Es hacia esa Esencia inaccesible hacia donde el hombre se vuelve,
aunque jams la pueda encontrar; y, sin embargo, no deja de encontrarla, aunque
permanezca inaccesible a l para siempre".
El misterio de la teofana primordial segn la concepcin chiita nos remite pues a
un acontecimiento que es como una antropomorfosis eterna "en el Cielo"; es el misterio
del Antrpos celestial, que habra que comentar refirindose a los libros de Enoc, al libro
de la Ascensin de Isaas y a todos los textos relacionados. El descenso a este mundo de
la Luz mohammad de profeta en profeta, no ser nunca una encarnacin, ni nada que
pueda recordar al paulinismo. Si es cierto que la imamologa chiita asume una funcin
anloga a la cristologa, hay que precisar al menos que se tratar ms bien de una
cristologa de tipo angelomrfico (Engelchristologie), tal como se encuentra en el
cristianismo primitivo.
Es esto lo que hace aparecer el segundo aspecto en el que fructifica el teologumenon de
la Luz mohammad, el de su descenso a este mundo. La sobrehumanidad del Logos
mohammad o de la Luz mohammad, la de los Catorce Inmaculados, preexiste
eternamente en la humanidad admica. Cuando el Creador cre a Adn, amas una
-
parte de esa Luz con la arcilla de 'Illyn (el grado ms alto del Paraso), y esa
substancia de luz fue incorporada a la substancia de Adn, como primero de los
profetas. Es as la dimensin divina (el laht) que, en el ser de cada profeta, duplica la
dimensin humana y creatural (el nast), sin que haya jams entre una y otra nada
semejante a una unin hiposttica. Por la primera, los profetas reciben de Dios; por la
segunda, comunican a y con los hombres. Esta substancia de Luz se transmite luego de
perodo en perodo, de profeta en profeta, hasta aquel que fuera el abuelo comn del
profeta del islam y de su primer Imam, 'Abdol-Mottalib, a partir del cual se escinde
para manifestarse en dos personas distintas: en la persona del profeta como Sello de la
profeca, y en la persona del Imam como sello de la walyat.
ste es tambin el significado de las palabras del Profeta: 'Al (es decir, el Imam) ha
sido misionado secretamente con cada profeta antes de m. Conmigo lo ha sido
pblicamente. Estas palabras apuntan, pues, en realidad, a la idea de un Imam eterno,
que se corresponde con el Christus aeternus de la profetologa judeocristiana del Verus
Propheta. (Recordemos que el ismailismo reconoce en Melquisedec al Imam de los tres
primeros perodos del ciclo de la profeca).
Por supuesto, la transmisin de esta Luz no responde a la fisiologa del organismo
fsico; debe ser comprendida en el nivel de lo que implica la idea del cuerpo sutil de luz
pura, digamos tambin caro spiritualis. Por eso, no es su sola descendencia carnal a
partir del Profeta (o de uno de los siete grandes profetas) lo que sacraliza a los doce
Imames. Su parentesco terrenal no es ms que el signo de su parentesco pleromtico.
No es simplemente por pertenecer a la familia del Profeta por lo que fueron los Imames
(ha habido decenas de miles de Imm-zdeh aparte de los doce Imames); sino que, al
revs, es por haber sido Imames ab origine, en el pleroma, por lo que deban ser en este
mundo la descendencia y los sucesores del Profeta.
El teologumenon del descenso de la Luz mohammad a este mundo determina,
hemos dicho, la idea del ciclo de la walyat que sucede al ciclo de la nobowwat, por tanto
una periodizacin de las edades del mundo que concierne no a la historia emprica
exterior (pues entonces su evidencia se impondra a todos), sino a la historia interior del
alma, a su hierohistoria. Un largo relato, que se remonta al I Imam por mediacin del
VI, formula esta idea de una manera sorprendente, refirindola al pleroma de los Doce.
Esta tradicin nos muestra la luz de la profeca, por tanto del exoterismo, progresando a
travs de doce Velos de luz hasta la maduracin perfecta y el surgimiento de la walyat
como lo esotrico de la profeca. Esos doce Velos de luz son los Doce Imames y sus doce
universos respectivos. Son designados tambin como "milenarios", lo que no tiene en
absoluto el sentido de una cronologa aritmtica, sino que equivale a un Aion (En)
gnstico, un saeculum intelligibile. La Luz mohammad progresa de velo en velo
-
integrando en s misma lo esotrico tipificado por cada uno de los doce Velos de luz. Lo
sorprendente, pero en lo que por desgracia no tengo tiempo de insistir, es que esta
periodizacin sobre un ritmo de doce concuerda con la cosmogona zoroastriana
ritmada, igualmente, sobre doce milenarios. Por otra parte, no es el nico ejemplo que
nos lleva a encontrar en la teologa del Irn chiita las huellas de la teologa zoroastriana
de la antigua Persia.
Esta periodizacin de las edades del mundo no responde, por supuesto, a ninguna
percepcin emprica. Lejos de ello, precede y condiciona toda percepcin emprica. Es la
Imago a priori lo que permite dar una configuracin a algo como una historia. La
configuracin chiita de la historia sacra se expresa en la idea de un doble ciclo. El ciclo
de la profeca est cerrado, eso est claro. Todo el mundo en el islam est de acuerdo en
este punto. El sunnismo se queda en esa afirmacin, y es volvindose de alguna manera
hacia el pasado como el creyente recibe el mensaje del ltimo profeta. Para el chiismo,
tanto imamita como ismail, el ciclo de la profeca que est cerrado es el ciclo de la
profeca legisladora. Pero con esa clausura comienza algo nuevo, tan nuevo que
prolongando la vocacin espiritual de los antiguos profetas no enviados, este nuevo
ciclo no puede ya llevar su nombre, hemos dicho, para evitar cualquier ambigedad.
-
Este nuevo ciclo recibe el nombre de "ciclo de la walyat", el ciclo de la iniciacin
espiritual, el ciclo de esos Amigos de Dios que en sentido estricto son slo los Imames,
pero que, en sentido amplio, son todos aqullos a los que engloba su walyat. As pues,
el chiismo mantiene la conciencia abierta sobre el futuro. Algo esencial se debe esperar
todava. An no est todo consumado. Ese algo que se espera es la parusa del XII
Imam, el Imam "actualmente oculto a los sentidos pero presente en el corazn de sus
fieles". Mantenindose en esta espera escatolgica, como lo estuvo la conciencia
cristiana primitiva, como lo est todava la espiritualidad juda, el chiismo escapa a los
peligros de la historia, dicho ms exactamente, a lo que nosotros hoy llamamos
historicismo. As como el Profeta fue el "Sello de la profeca legisladora", as el Imamato
mohammad es el Sello de la walyat, como esotrico de la profeca, en la doble persona
del I Imam como Sello de la walyat universal y del XII Imam como Sello de la walyat
particular del ciclo de la walyat.
La misteriosa persona del XII Imam polariza la vida especulativa y la espiritualidad
ms profunda del imamismo duodecimano. No se puede hablar de ello ms que con
una extrema discrecin, aunque los relatos que se refieren a l hayan dado lugar a
extensas obras. El XII Imam est presente a la vez al pasado y al futuro. Nio de cinco
aos, desapareci misteriosamente cuando su joven padre, el XI Imam, Hasan 'Askar,
dej este mundo (260/873). Comenz entonces el perodo que se denomina de la
"Ocultacin menor", durante el cual el Imam slo fue visible para algunos ntimos.
Despus, su cuarto delegado recibi de l la orden de no designar sucesor mediante una
pattica carta en la que el Imam anunciaba que ya no sera visible hasta la hora de su
parusa, y que quien apelara a l para una accin pblica sera eo ipso un impostor.
Comenz entonces el perodo de la "Ocultacin mayor" (329/940).
Estamos pues, ante un perodo de ms de diez siglos en los que el XII Imam, el
Imam esperado, el Deseado, es en persona la historia misma de la conciencia chiita.
Aqu debemos precavernos contra el falso dilema con el que nuestra rutina occidental
tiene la costumbre de tropezar preguntando: mito o historia? La hagiografa o la
hierologa del XII Imam no es ni mito ni historia. Sera absurdo, pues, hablar de
"desmitologizacin", y no hay lugar a ello. Nos es necesario reaprender a considerar la
realidad plenaria de acontecimientos que sin embargo no suceden en nuestro mundo
emprico, al que reservamos de manera abusiva el privilegio de ser acontecimientos
reales. La hagiografa del XII Imam est todava inacabada; llena todo el tiempo de su
Ocultacin; sus acontecimientos son mltiples. Es una historia que sucede en el Malakt,
en el mundo del alma que el hombre encuentra en el interior de s mismo. Es una
historia que tiene la virtud de arrancar a sus fieles a lo que nosotros llamamos
comnmente la historia. Sin duda, durante el tiempo de la Gran Ocultacin, el Imam no
-
es visible ms que en sueos; lo es a veces tambin en estado de vigilia, pero entonces
aquel que ha tenido ese privilegio no tiene conciencia de su experiencia sino a posteriori,
y nunca puede aprovecharse de ello para proclamar un mensaje de orden temporal.
Hacerlo sera eo ipso ponerse la mscara de la impostura. No se hace historia en el
sentido ordinario de la palabra con visiones teofnicas, pues stas transfieren por s
mismas a otro mundo. sa es la "dimensin escatolgica", y sta no se realiza en acto
ms que por una experiencia visionaria o litrgica; es, en cada ocasin, una anticipacin
nueva.
-
El profeta Mohammad haba anunciado varias veces: "Si a este mundo no le
quedara ms que un solo da de duracin, Dios alargara ese da hasta hacer aparecer
un hombre de mi descendencia cuyo nombre sera mi nombre. l llenar de paz y
justicia una tierra que hasta entonces habr estado llena de violencia y tirana. l
combatir por el ta'wl (la reconduccin al sentido espiritual) igual que yo mismo he
combatido por el tanzl (el descenso de la Revelacin en su sentido literal)". El da que
Dios alarga hasta el advenimiento del XII Imam es precisamente, para el fiel chiita, el
tiempo que vivimos ahora. Es el perodo de la Gran Ocultacin (ghaybat), que preserva a
la imamologa de la cada en la historia, es decir, de ser puesta en el pasado. Y es
necesaria, puesto que solamente doce Imames cubre el ciclo de la walyat.
El tiempo del Imam oculto es un tiempo intermedio "entre los tiempos" (lo mismo
que el mundo sutil, el mundo imaginal, es intermedio entre lo inteligible y lo sensible).
Su historia, su hierohistoria ms bien, en la conciencia de sus fieles, es la maduracin de
este "entretiempo" hasta la mutacin del tiempo en otro tiempo, el tiempo de la
eternidad. Por eso no es en el tiempo de este mundo cuando se tiene la visin del Imam.
El visionario se encuentra entonces "entre los tiempos". En la persona del XII Imam, que
no traer un nuevo Libro, una nuevas Ley, sino el sentido oculto de todo lo que le ha
precedido, se puede decir que el chiismo ha presentido el misterio ms profundo de la
historia humana, porque ese misterio no puede estar encerrado en los lmites de sta. Lo
ha presentido de la misma manera que lo presinti el zoroastrismo en la persona del
Saoshyant; el budismo mahayana en la persona del Buda futuro, el Buda Maitreya; todo
el profetismo judo en la persona del Rey Mesas; y la conciencia escatolgica del
cristianismo primitivo como la de los joaquimitas que anunciaban en el siglo XIII la
proximidad del reinado del Espritu Santo, el Evangelio eterno.
La parusa del XII Imam debe comprenderse a la manera en que el cristianismo
escatolgico hablaba de caro spiritualis Christi. Evtese, pues, a este respecto la palabra
"docetismo" o, ms bien, aprndase a considerar el docetismo como la primera crtica
pertinente al conocimiento teolgico como tal. Caro spiritualis no quiere decir ni
fantasma ni fantasa. Es paradjico que en nuestros das cueste ms comprender esto
que comprender las ideologas postcristianas. A diferencia de stas, toda aparicin del
Imam es el signo de una renovacin del hombre. Ese mismo es el sentido profundo que
los tesofos msticos del chiismo dan a la ghaybat, a la ocultacin del Imam. Si el Imam
est actualmente oculto, es porque los hombres se han vuelto incapaces de verlo. La
parusa no es un acontecimiento que surgir de improviso un buen da. Es algo que
madura lentamente, da a da, en la conciencia de los fieles del Imam. Esos fieles son
quienes anticipan la accin de aquellos que en el da de la parusa sern los
"compaeros del Imam". "Ser compaero del Imam" es una aspiracin chiita que
-
coincide, de forma sorprendente, con la aspiracin de los creyentes zoroastrianos de la
antigua Persia: ser "compaeros del Saoshyant". La aspiracin a este compagnonnage
desarroll, tanto en el antiguo Irn zoroastriano como en el Irn chiita, la tica de una
caballera espiritual que lleva en s misma la salvacin del futuro.
He intentado describir con una concisin quiz abrumadora lo que significa la
profetologa chiita tanto para el pensamiento filosfico como para la vida espiritual de
la comunidad chiita.
-
Quisiera cerrar la charla con una evocacin que corroborara las conexiones que he
tratado de sugerir entre las formas espirituales que se encuentran en las tres grandes
familias de la tradicin abrahmica. Evocar, pues, para concluir, la identificacin
expresamente afirmada por numerosos pensadores chiitas entre el XII Imam y el
Parclito anunciado en el Evangelio de Juan.
4. El horizonte paracltico de la profetologa chiita2
El poco tiempo de que disponemos no nos permite, tampoco aqu, ms que recordar
y sugerir. Est en primer lugar el gran nmero de textos reunidos en la gran
enciclopedia de las tradiciones chiitas titulada El ocano de las luces y elaborada en el
siglo XVII por el telogo de Ispahn Mohammad Bqir Majlis. Son testimonios sacados
de la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, cuyo agrupamiento responde a una
intencin precisa: justificar una profetologa que retoma a grandes rasgos, como hemos
sealado, la idea del Verus Propheta profesada por el judeocristianismo primitivo. El
propsito es inicialmente fundamentar la identificacin del Parclito con la persona del
Profeta Mohammad. Sabemos que ya Mani, el profeta del maniquesmo, haba sido
identificado por sus fieles con el Parclito. Pero por este agrupamiento de textos se
realiza en el pensamiento chiita el traslado de esta identificacin al XII Imam. La
transicin est preparada por sermones extraordinarios que la gnosis chiita atribuye al I
Imam, y en los que ste declara, por ejemplo: "Yo soy aquel que en el Evangelio es
llamado Elas", o tambin: "Yo soy el segundo Cristo".
El tema encuentra su amplificacin mayor en la monumental obra de un shaykh
chiita iran que vivi a principios de este siglo (Shaykh 'Al Akbar Nahvand) y que
conoca tanto la literatura zoroastriana como el conjunto de la Biblia, que lea en una
traduccin persa de la Sociedad Bblica. El shaykh distingue una doble epifana del
Parclito anunciado en el Evangelio: la primera en la persona del Profeta, mensajero d
la shar'at eterna. La segunda en la persona del XII Imam, mensajero del ta'wl. Es
sumamente sorprendente observar cmo un telogo chiita trabaja sobre el Evangelio de
Juan y sobre el captulo 12 del Apocalipsis. Sera deseable que nuestros estudios
teolgicos de Occidente no siguiesen ignorando este hecho.
Pero hay todava ms. Podemos constatar este horizonte paracltico de la
profetologa chiita a lo largo de los siglos. No citar ms que algunos ejemplos. Lo
encontramos en el siglo XII en Sohravard, el joven e intrpido shaykh que fue en el Irn
2 Para un estudio ms detallado de este punto, vase H. Corbin, "L'Ide du Paraclet en philosophie iranienne", en Face de Dieu, face de l'homme, Flammarion, Pars, 1983, pp. 311-358. (N. de los T.)
-
islmico el resurrector de la filosofa de la Luz profesada por los sabios de la antigua
Persia. Su influencia se ha hecho sentir hasta nuestros das en los pensadores iranes. En
el siglo XIV, un tesofo mstico de primera importancia, Haydar mol (de mol, en las
orillas del mar Caspio), cuya obra muestra bajo una luz nueva el nexo entre el chiismo y
el sufismo, escribe textualmente lo siguiente: "Aqul que los cristianos llaman el
Parclito es aquel que nosotros, chiitas, llamamos el Imam esperado (el XII Imam)".
-
En el siglo XV, otro gran tesofo imamita duodecimano, Ibn Abi Jomhr, afirma
explcitamente que la promesa del Parclito anunciada en el Evangelio de Juan se
refiere a la parusa del XII Imam que debe aportar el ta'wl (el sentido espiritual) de las
revelaciones divinas. Por otra parte, en el siglo XVII, Qotboddn Ashkevr, discpulo de
Mr Dmd, el gran maestro de pensamiento de la escuela de Ispahn, identifica
explcitamente al XII Imam con el Saoshyant de la soteriologa zoroastriana. El chiismo
iran nos presenta aqu, en sus ms grandes pensadores, no un sincretismo fcil, sino un
fenmeno especular en el que las grandes figuras de la dramaturgia proftica y
soteriolgica se reflejan unas a otras.
Un ltimo rasgo. Todava en el siglo XIX, un tesofo imamita iran, Ja'far Kashf,
desarrolla alrededor de un sermn del I Imam una extraordinaria epopeya de la
Inteligencia, el Nous-Logos, a la que se opone una contraepopeya ahrimaniana de la
nesciencia, la agnosa. El drama llega a su desenlace con la manifestacin del XII Imam,
cima y culminacin de una periodizacin de las edades del mundo cuyas analogas
entre los joaquimitas y los filsofos que sufrieron su influencia, hasta Schelling y
Berdiaev, deberamos considerar.
El sentimiento pattico de esta dramaturgia csmica lo volvemos a encontrar en la
profetologa ismail, a la que estar dedicada nuestra prxima conferencia. Ciertamente,
el ethos dominante de la conciencia chiita puede parecernos de un pesimismo profundo,
pero corrijamos inmediatamente, pues se trata de un pesimismo que nunca desespera,
un pesimismo que confa: desperatio fiducialis, deca nuestro Lutero.
Tehern, 7 de enero de 1975.
-
II
La profetologa ismail
1. Chiismo duodecimano y chiismo ismail
Nuestra primera conferencia ha estado dedicada a una de las dos formas
principales del islam chiita, a saber, el imamismo duodecimano o chiismo de los Doce
Imames. Hoy hablaremos de la profetologa profesada por la otra de esas dos grandes
familias chiitas, a saber, el ismailismo. ste debe su nombre no a Ismael, hijo de
Abraham, sino al Imam Ism'l, hijo del VI Imam, Ja'far Sdiq. Las afinidades entre las
dos familias chiitas son, por supuesto, estrechas. La profetologa y la imamologa de
una y otra estn centradas en la idea del Verus Propheta, cuyas huellas precisas en la
profetologa del chiismo duodecimano ya hemos sealado. Adems, hasta el VI Imam,
Ja'far Sdiq (m. 765), una de las grandes figuras de la imamologa, el linaje immico, y
con l el corpus de las tradiciones, es el mismo para las dos grandes familias del chiismo.
Es a partir de la sucesin del VI Imam cuando se manifiesta el ritmo diferente que
regula sus respectivas visiones del mundo: entre los imamitas predomina la ley del
nmero doce; entre los ismailes la ley del nmero siete. Est, sin duda, el aspecto
temporal de los acontecimientos, que recordar muy brevemente, pero que depende, en
realidad, de una exigencia interior que regula la arquitectura del edificio doctrinal y
determina la perspectiva de la vida espiritual.
En cuanto al aspecto temporal, recordar en primer lugar los nicos nombres
legtimos bajo los que la sodalidad ismail acepta que se la designe. Est el nombre de
"septimanos", que remite a una imamologa que considera por grupos de siete o
hptadas el linaje de los Imames que se suceden unos a otros. Est el nombre de
"batines", literalmente los "esoteristas", que califica con toda justicia a los gnsticos que
profesan que todo contenido exterior o exotrico (zhir) tiene un sentido interior o
esotrico (btin). Est, por ltimo, o ms bien ante todo, la denominacin de
"ismailismo", que se vincula al VII Imam, el Imam Ism'l, hijo del Imam Ja'far Sdiq. La
desgracia quiso que Ism'l muriera antes que su padre y que el Imam Ja'far remitiera la
sucesin immica no al hijo, sino al hermano de Ism'l, el Imam Ms Kzem, al que
los chiitas duodecimanos consideran el VII Imam, mientras que los ismailes remiten su
juramento de fidelidad al Imam Mohammad, hijo de Ism'l. Por tanto, no confundamos
ismaelitas e ismailes. Cuando decimos ismailes, la palabra remite no a Ismael, hijo de
Abraham, sino a Ism'l, hijo del Imam Ja'far, por cuya causa sus fieles mostraron una
devocin sin lmites.
-
La muerte prematura del Imam Ism'l marc la entrada del imamato ismail en una
clandestinidad que no hay que confundir con la ocultacin del XII Imam, tal como la
concibe el chiismo duodecimano. Esta clandestinidad dur hasta el advenimiento
triunfal de la dinasta fatmida en El Cairo en 297/909, con el Imam 'Obaydallh. El
linaje de los imames fatmidas se perpeta durante ms de dos siglos. Est marcado por
grandes nombres y grandes episodios.
-
Recordaremos tan slo dos nombres: el del VI Imam fatmida, al'Hkim bi-Amrillah
(muerto a los 36 aos en 411/1021), que est en el origen del movimiento y la religin de
los drusos, y el del VIII Imam fatmida, al-Monstansir bi'l-lh, cuya muerte en 487/1094
supuso la escisin de la comunidad ismail en dos grandes ramas, una fiel al Imam
Nizr, la otra al Imam Mosta'l (los dos hijos de al-Mostansir). Esta divisin deplorable
se ha perpetuado hasta nuestros das. Ahora bien, unos cinco aos antes de la muerte de
al-Mostansir (en 1090) Hasan Sabbh haba erigido la fortaleza de Alamut, en el
noroeste de Irn, como ciudadela ismail. se fue el lugar de refugio donde, segn la
tradicin ismail, algunos adeptos intrpidos pudieron trasladar clandestinamente al
nieto del Imam Nizr, asesinado en El Cairo. As se pudo perpetuar el linaje immico
legtimo.
Mientras que la antigua da'wat fatmida deba perder a su Imam con la desaparicin
del joven hijo (al-Tayyib) del ltimo fatmida (el Imam al-mir en 524/1130), y
prcticamente encontrarse en la misma situacin que el imamismo duodecimano cuyo
Imam es actualmente invisible a ojos de los hombres, he aqu que el 8 de agosto de 1164
estalla en Alamut un acontecimiento que, sin repercutir en el mundo de la historia
exterior, no dej de repercutir como misterio litrgico en el Malakt, el mundo sutil. Ese
da el Imam Hasan la dhkri-hi's-salm (Hasan, la salvacin sea con su nombre) proclama
la Gran Resurreccin que hizo del Islam ismail una religin inicitica personal de la
resurreccin, confirmando definitivamente la precedencia del Imam sobre el profeta, de
lo esotrico sobre lo exotrico, de la verdad espiritual, la Ida (haqqat) sobre la apariencia
literal de la Ley religiosa (shar'at). Ya hemos dicho por qu esta tendencia est siempre
latente en el chiismo. En 1256, las encomiendas ismailes en Irn, la de Alamut y las
otras, son asoladas por los mongoles. Pero el ismailismo reformado de Alamut no fue
sin embargo destruido. Se ha perpetuado en Irn, de siglo en siglo, bajo el manto del
sufismo y se ha propagado a la India. Es la rama que se designa all como la de los
khojas, que son los fieles de S. A. el Agha Khn, mientras que la antigua da'wat
fatmida, designada como la de los bohras, tiene a su cabeza un D', trmino que se
traduce inadecuadamente por "gran sacerdote".
He aqu a grandes rasgos algunos de los hechos. La densidad de la literatura ismail
slo nos es conocida desde hace algo ms de una generacin. Procede casi ntegramente
de la tradicin fatmida. La literatura ismail de Alamut, en lengua persa, pereci casi
toda en la tormenta mongola. Felizmente, cierto nmero de tratados a reaparecido a
mediados de siglo, gracias a la labor oscura pero tenaz del malogrado W. Ivanov. A
pesar de su extremo inters, no tendremos tiempo de dar aqu cuenta de ello.
Deberemos limitarnos a esbozar los grandes rasgos de la profetologa ismail segn la
abundante bibliografa, de la que sin embargo slo una dcima parte quiz, no ms, nos
-
es por fin accesible. Cosa extraa: mientras que los chiitas duodecimanos han pasado
varios siglos recogiendo, en los peligros de la clandestinidad, el corpus de las tradiciones
de sus Imames y los monumentos de pensamiento propiamente imamitas no aparecen
ms que con Nasr Tsi (siglo XIII), ms exactamente, con el eminente tesofo mstico
Haydar moli (siglo XIV), he aqu que desde el siglo X los manuscritos ismailes nos
ofrecen tratados completos, sumas especulativas completamente construidas, sin que
podamos decir qu las ha precedido y preparado. Son ms que suficientes para
permitirnos extraer los grandes rasgos de la profetologa ismail, y de su proximidad,
pero tambin de su originalidad respecto del imamismo duodecimano.
Nuestras fuentes en esta materia sern principalmente la obra de un prolfico autor
ismail iran del siglo X, Hamd Kermn, y la de un d' yemenita del siglo XV, Idrs
'Imdoddin. Nos fijaremos esencialmente en cuatro puntos:
1. Hay acuerdo profundo entre los dos grandes sistemas de pensamiento chiita en
cuanto a la teologa apoftica, la via negationis, el Deus absconditus no puede recibir ni
nombre, ni atributo, ni cualificacin. Es el "Misterio de los Misterios". Lo mismo que en
la teosofa duodecimana esta incognoscibilidad divina era sobrepasada por la teofana
primordial del pleroma de los Catorce Inmaculados, tambin aqu es sobrepasada por
una teofana que es la de un Arcngel-Logos Primer Creado, que es el "primer profeta",
aquel cuya llamada resuena "en el Cielo".
2. De este Arcngel-Logos inicial procede una teora arcanglica de Inteligencias
que forman, como en los filsofos Frb y Avicena, un pleroma supremo de diez
Inteligencias querubnicas. Es en el seno de este pleroma donde estalla el "drama en el
cielo", el drama propio de la adamologa (el del Adn espiritual), drama que enlaza
indisolublemente la iniciativa del demiurgo creador de nuestro mundo y el sentido de
la misin de los profetas en este mundo. Este episodio presenta muchas reminiscencias
de los libros de Enoc y de la cosmogona maniquea.
3. En esta demiurgia se origina la sucesin de los ciclos de epifana y ocultacin, la
sucesin de los imames segn un ritmo septenario, marcando la consumacin de cada
ciclo un nuevo grado de elevacin en la reconquista por el Adn espiritual, ngel de la
humanidad, de su rango original en el pleroma.
4. Esta ascensin por la que la humanidad reconquista su paraso perdido exige que
se mantenga la abertura sobre el futuro escatolgico. Imposible admitir que todo est
cerrado con el que fue el Sello de los profetas. La profetologa ismail se desarrolla,
como la del chiismo duodecimano, bajo un horizonte paracltico, pero como nos
-
mostrar cierta pgina de un texto sin duda anterior a los fatmidas, lo hace con una
audacia sin parangn en el islam.
2. Teologa apoftica y profetologa "en el Cielo"
"Misterio de los Misterios", "Aqul ante quien desfallece la audacia del
pensamiento": es mediante estos giros alusivos como la gnosis ismail, como toda
gnosis, designa al Principio primero. El Absconditum transciende todo lo que se pueda
afirmar de l y todo lo que se pueda negar de l. La via negationis, la teologa apoftica,
no se concibe ms que como una doble negatividad: negacin de toda afirmacin y
negacin de toda negacin. El Principio incognoscible, inefable, evoca al ser, pone en
imperativo el ser del Primer Creado, que es su Logos, su Verbo. Es la Primera
Inteligencia del pleroma arcanglico. La sola ipseidad divina de que podemos hablar es
el conocimiento que esta Inteligencia, este Verbo primero, posee, por su acto mismo de
existir, del Principio que lo evoca al ser. La ipseidad del Principio es el conocimiento
que de l puede alcanzar esta Inteligencia inteligindose a s misma. Ella comprende
que es del ser que ella no es, del ser que debe a Otro. Pero cmo esta negatividad
desvelar una ipseidad positiva del Principio? si ella afirmara que el Principio es un ser
que se conoce a s mismo, la Inteligencia no hara ms que definirse a s misma, definir
el Principio como si fuera lo que ella misma es, y el Principio instaurador del ser se
convertira en hecho-ser.
Las premisas de la teosofa ismail la ponen siempre de nuevo ante el abismo de la
filosofa primera. Esas mismas premisas se encuentran en la teosofa del chiismo
duodecimano (la escuela de Rajab ' li Tabrz, la escuela de Shaykh Ahmad Ahs'). No
comienza plantendose el ser necesariamente como acto de ser. A diferencia de los
filsofos (los de la escuela de Avicena o de Sohravard), el ser que es el Primer-Ser no es
aqu el Principio instaurador del ser. Ese principio instaurador permanece ms all del
ser y del no ser, como hyperousion, Super-ser. El Primer Ser no es nunca ms que el
Primer hecho-ser. Es l quien es la Primera Luz, la Luz de Luces. Nuestra categora del
ser no alcanza nunca ms que al ser ya nacido al ser, al hecho-ser.
En su acto de conocimiento de s misma, la Primera Inteligencia arcanglica se niega
as a s misma la divinidad y la atestigua como perteneciente a su Principio. ste es su
tawhd, la atestacin del nico que ella celebra como una liturgia eterna. Es por este acto
por el que el Protoktistos merece ser designado como el Sbiq, el que precede, el que
adelanta, en la cima del pleroma primordial. Ahora bien, es precisamente eso lo que
hace que paradjicamente sea en esa Inteligencia arcanglica donde resuene de hecho
-
como en eco el nombre de la divinidad (al-Lh), y esto en un doble sentido. Sin duda la
etimologa del nombre al-Lh tal como la entienden algunos gramticos rabes, en una
interpretacin a la que se adhieren nuestros tesofos ismailes, puede no encontrar el
asentimiento de los modernos fillogos especializados en lenguas semticas. Pero no se
trata de eso. Para nosotros, se trata de un hecho espiritual, se trata de saber lo que
nuestros pensadores ismailes se figuran bajo el nombre de al-Lh, y no es la filologa
moderna y profana la que puede decidir sobre ello.
Es en un doble sentido, pues, como el arcngel Protoktistos es el soporte del Nombre
divino supremo. En el sentido de que est deslumbrado de tristeza, queda afectado por
la angustia ante el conocimiento de su Principio, porque no tiene la capacidad de
alcanzarlo. Ahora bien, esto es lo que expresa la raz whl, que connota la angustia, la
nostalgia del viajero extraviado en el desierto, o la del nio separado de su madre. Los
nombres Ilh (Dios), ilhyat (divinidad), estn relacionados con esta raz verbal, de
manera que la forma original del nombre Ilh (cf. el hebreo Eloha) sera Wilh. El
Arcngel-Logos suspira de tristeza, queda sumido en la nostalgia de un conocimiento
que nada creado, nada hecho-ser, puede alcanzar. El segundo sentido no hace sino
completar el primero; concierne a la Primera Inteligencia no ya como sujeto, sino como
objeto de esa nostalgia. Ella recibe el nombre Ilh-Wilh porque todo el pleroma
arcanglico supremo est deslumbrado por la misma tristeza ante ella, est herido por
la angustia ante la gloria y la majestad que el acto de su tawhd le ha conferido.
Recordemos, pues, esencialmente -como misterio del pleroma- que es porque la
Primera Inteligencia, Primera Creada, se niega a s misma la divinidad, reconociendo
que sta est ms all de ella misma, por lo que es investida con el nombre de la
divinidad, precisamente porque su negacin -su abnegacin- es la nica ipseidad del
Principio que nosotros podemos conocer. Ella es el Deus revelatus, la teofana
primordial. Y en esta teofana el Nombre supremo bajo el que se revela el misterio
divino es un nombre que significa tristeza y nostalgia. La hiperesencia divina se
esencializa, pues, en la negatividad, en la tristeza del Logos creado, el primer Arcngel
del pleroma.
A partir de ah podemos comprender la manera en que nuestros tesofos ismailes
analizan la estructura esotrica del tawhd, la profesin de fe islmica: La ilha ill Allh.
Se traduce habitualmente en nuestras lenguas por: "No hay ms dios que Dios", Nullus
deus nisi Deus.
Esta traduccin exotrica es perfectamente inofensiva y deja escapar lo que oculta el
giro rabe. Los ismailes lo analizan as. Primer momento: La ilha, no hay Dios,
proposicin universal negativa a la que sigue inmediatamente la exceptuacin ill, una
-
proposicin particular afirmativa que no est preparada por ninguna premisa lgica.
Ill Allh: y sin embargo (a pesar de eso), hay este Dios, este Dios sobre el que recae en
realidad el nombre Allh (por eso es necesario aqu traducir el artculo determinado
rabe por el demostrativo).
Y lo mismo que en la cosmogona aviceniana es del primero de los tres actos de
contemplacin de la Primera Inteligencia (el acto por el que ella contempla su Principio)
como surge la Segunda Inteligencia3, as tambin aqu es de ese desafo que supone el
Ill Allh como la Segunda Inteligencia procede de la primera. La Primera es el Primer
Creado; la Segunda es el Primer Emanado, es decir, emanado de la Primera. A estos dos
jerarcas celestiales designados como el Sbiq (el que precede) y el Tli (el que le sigue)
correspondern en la jerarqua terrenal cada gran profeta y su I Imam. De la dada
celestial emana una Tercera Inteligencia, la que es el Adn espiritual, el Adn metafsico
o Anthrpos celestial, con quien se abrir el "drama en el Cielo" cuyo desenlace ser
introducido en la tierra por las manifestaciones del Verus Propheta.
Para comprender este drama consideremos el sentido esotrico que el ismailismo
atribuye al tawhd. El breve anlisis que ofreca hace un instante encuentra su aplicacin
en cada uno de los grados de la doble jerarqua esotrica. Nuestros autores definen el
tawhd como el conocimiento espiritual, la gnosis de cada uno de los rangos o grados
(hodd, "lmites") de las jerarquas celestial y terrenal, y el reconocimiento de que cada
uno de esos rangos, es nico en su posicin, remontndose hasta el nico de los nicos.
Es de alguna manera una concepcin monadolgica del tawhd. Romper esta
"ordenacin del ser" es arruinar todo el cosmos, espiritual y natural. Por eso la Primera
Inteligencia convoca a todo el pleroma a profesar el tawhd. Ahora bien, ste es el acto
por excelencia de la misin proftica. La Primera Inteligencia arcanglica es as el
primer profeta. La misin proftica comienza "en el Cielo". Adems, esta convocacin
(da'wat) tendr su prolongacin en la tierra, y se es el mismo nombre que se da la
cofrada ismail. Es la da'wat, la "Convocacin", el "Llamamiento". Por desgracia, este
Llamamiento no ser odo inmediatamente por la Tercera Inteligencia, que es el
Antrpos celestial, el ngel Adn o Adn primordial. De ello se seguir ese "drama en el
Cielo" que explica el miserable estado de nuestra humanidad terrenal. Digamos que