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ELREGRESODEANNACROWELL
JANETHG.S.
#ANNAHAVUELTO
ELREGRESODEANNACROWELL
V.1:abril,2018
©JanethG.S.,2018©deestaedición,FuturboxProject,S.L.,2018Todoslosderechosreservados.
Diseñodecubierta:TallerdelosLibrosImagendecubierta:Aleshyn_Andrei / Shutterstockyfaestock / Shutterstock
PublicadoporOzEditorialC/Mallorca,303,2º1ª[email protected]
ISBN:978-84-16224-24-1IBIC:YFDConversiónaebook:TallerdelosLibros
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública otransformacióndeestaobrasólopuedeserefectuadaconlaautorizacióndelostitulares,conexcepciónprevistaporlaley.DiríjaseaCEDRO(CentroEspañolde Derechos Reprográficos) si necesita utilizar algún fragmento de esta obra(www.conlicencia.com;917021970/932720447).
Ytú,¿quéeligirías?¿Viviroamarparasiempre?
AnnaCrowellmurióenunincendio.Perosuespíritusigueenelmundodelosvivos.
Necesitaresolverelmisteriodesumuerteydarconsucuerpoparairseenpaz.Peroloúltimoqueesperabaencontrardurantesubúsquedadelaverdaderael
amor…
Laesperadísimacontinuacióndelbestsellerinternacional¿QuiénmatóaAlex?
CONTENIDOS
PortadaPáginadecréditosSobreElregresodeAnnaCrowell
Capítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6Capítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13Capítulo14Capítulo15Capítulo16Capítulo17Capítulo18Capítulo19Capítulo20Capítulo21
Capítulo22Capítulo23Capítulo24Capítulo25
¿QuiénmatóaAlex?Elmisterioquenosune¿QuiénmatóaAlex?ElsecretodesveladoSobrelaautora
Capítulouno
Noqueríavivirmás.Estabaaterrada,queríaquelatierrametragaraynovolverapisarestelugarnuncamás.Meardíanlosojos,queríaecharacorrer,escaparyhuir tan rápidocomomefueraposible,peroestabaatrapada.Sola.Apesardeque no tenía ni una sola cadena que me atara, había una persona que memantenía aquí, con la esperanza de formar algún día la familia que siemprehabíadeseado.Abrílosojosyparpadeé,micuerposudaba,aunquemiespaldaestabafríaydolorida.Nosabíaquéhabíasucedidoexactamente,solorecordabahabersubidolasescalerastanrápidoquecasihabíatropezadoymicorazónlatíadesenfrenadamente.Lospasosqueoíadetrásdemíseacercabancadavezmás.Yo era bastante torpe, sobre todo con mis pies. Yo era esa persona que noquerríastenercerca,porqueencualquiermomentopodríasucederunaccidente.
El rostro me ardía. Una profunda preocupación me invadía como nunca:¿quémeharíaestavez?¿Volveríaagolpearme?Esperabaqueahorasolofuerangritosyuna regañina,pero estaba convencidadeque esanoera su intención.Ellaveníaapormás.
Tembléyunasperlasdesudoraparecieronenmifrente.Seguícorriendohastamihabitación,sinsiquieraatrevermeamiraratrás.La
casa,extrañamente,meparecíadistintacadadía.Cadavezhabíaalgonuevoconloquetropezabaoqueseestropeaba.Sinoeraunalámpara,eraunamesaconunjarróndeporcelana,dondeRebeccacolocabalasfloresqueleregalaban,quemuyprontosemarchitaban.Mehabíaapoyadoenelpasamanosdelaescalerapara irmás rápido y no perder el equilibrio.Mi cabello ondulado y rubio semovía al viento conforme subía para llegar a la segunda planta, elevabamisrodillasdesnudasunayotravez,tantocomomeresultabaposible,peroyoeramuypequeñaymispiernasnosemovíantanrápido.Sinembargo,nomehabía
detenidoniunsolosegundo,apesardequemecostabarespirar.Mialientosehabíadesvanecido,nopodíagritarleque lo lamentaba,quehabíaaprendido lalección.
Entré enmi habitación de un salto, pero sin ningún tipo de coordinación.Cerrélosojoscomodecostumbreyescuchéungolpeseco,yluegounardorentodoel cuerpo.Habíacaídoestrepitosamenteenel suelo,golpeándomeen loscodosyenlasrodillas.Chilléalinstante.Misojosseabrieronyvisualicétodolo que había ami alrededor: las cortinas gruesas de color crema, el aroma alimón,lacamaperfectamentehechaylimpia,loscuadrosantiguosquecolgabandelasparedesyquemeobservabansiempre,yqueparecíaqueseburlabandemíconaquellosojosfijosquemeaterraban.Loscoloressemezclabandeunaformaextrañaymerevolvíanelestómagoencuantoentraba,meincomodabanymehacíanrecordarmidesdicha.
Estabatanacostumbradaamihabitación,quelapodíadescribirconlosojoscerrados, detallando dónde se encontraba cada cosa. Esperaba que en aquelmomentosucedieraalgúnmilagro,quedeprontoyoestuvieraenotrolugar.Enunlugardondepudieramovermelibrementeyhacerloquemehacíafeliz,peroesanoeramirealidad,noeramivida.Sabíaquepormuchoquelodeseara,yoseguiríaaquí,encerradacomounaprisionera.Comosiemprelohabíaestado.
—¿Anna? —Una voz me llamó, pero no fui capaz de darme la vuelta.Estabaasustada.RebeccamecastigaríadespuésdeloquehabíasucedidoenlamansióndelosCrowell,porqueellanotolerabaesaclasedeerrores,yestaeralaterceravezquesucedíayyoeraplenamenteconsciente—.Teestoyhablando,asíquemírameantesdequepierdaelpococontrolquemequeda.
Acabábamos de llegar a la casa después de haber pasado una semana devacacionesenlamansióndeltíoGeorge.EncuantoelaviónhabíadespegadodeParís,echéacorrerparanodarlelaoportunidadaRebeccadesacudirmecomoaun saco de patatas y hacerme de las suyas. Aunque las cosas habían sidoextrañas en la mansión, Rosie había sido de lo más amable conmigo, comosiempre. Me consentía demasiado cuando Rebecca no estaba cerca. Yo laadmiraba, era lamujermásbonita delmundoy lamás cálidaymaternal quehabía conocido. He de decir que habíamolestado a Alex unas cuantas vecesparallamarsuatención,perosiempremehabíadadoventajaamíyhabíahechoqueAlexcompartieraloscaramelosqueletraíael tíoEric.¿Quiénibaadecirqueesaseríalaúltimavezquelovería?
Después,AlexdesapareceríaparanovolveralamansióndelosCrowell.Yoestabaunpocotristeporeso,sobretodoporqueRosiesemostrabamásfuriosa
contodoelmundo,inclusoconmigo.Enocasionesparecíaqueestabaenfadadacon alguien a quien no podía decírselo, y me dolía que a veces no pudieratratarme como lo que yo era: su hija. Lo bueno de Rosie era que venía avisitarmesiemprequepodía.Asíquenoleguardabarencor.Eramejorcuandovenía sola, sin Alex, de modo que ninguno de los dos tenía que pelear paraganarsesuatención.
Rebecca,porotrolado,teníamuchosproblemasconmigo.Eraunmonstruoconcarabonita.
Inspiréymepreparéparalopeor.La puerta se abrió de golpe y unos tacones resonaron entre las cuatro
paredes de la habitación, que no tenía ventanas. Estaba encerrada ymi únicasalidaestababloqueadaporaquelladesagradablemujer.Depronto,medolióelpechoymicorazónlatiócomonuncalohabíahecho.
Lasmanosmesudaban.Mearrastréporelsuelohastallegaraunadelasesquinasdelahabitación.
Inocentemente,meescondíahí.Elterrormehacíaapretarlosdientesycerrarlosojos.Sentada en el suelo y con la cabeza hundida entre mis rodillas, no osé
moverme. Cerré los ojos con fuerza esperando que alguien llegara paraayudarmeo,por lomenos,defenderme.Peronuncasucedía.Eramipalabraymisactoscontra los suyos.Ahoraestabaen lahabitaciónyesoerapeligroso.Ellanoveníaaquíparahablardedulcesnidecolores.Norespondícuandomehablóporterceravez.Misojosseabrieronunsegundoysolovielsueloblanco.Prontose teñiríadegotas rojas.Lohabíavividomuchasveces.Negué,queríahacer desaparecer la escena de mi mente. Tenía que relajarme y contestarcuando ella me lo pidiera. Eso la pondría de mejor humor. Sin embargo, nopensabalevantarlavista,todavíano,porqueesmovimientopodríacostarmeunapaliza, la cual implicaba dolor en las costillas y unasmanchas oscuras en elrostro. Los cerré de nuevo y me abracé con fuerza, protegiéndome con laspiernasylosbrazos,comosifueranmiescudo.Pensabaquetalvezsecansaríade gritarme y se iría, dándome una tregua, perome equivocaba.Rebecca,mimadreadoptiva,mecastigabaamenudo,losgritosylasmalaspalabrassiempresalían de su boca, no había un día que nomemirara con esos ojos llenos deodio, ardiendo en llamasnaranjas y rojas, como si quisiera vermedosmetrosbajo tierra. Sabía que por más que intentara portarme bien, buscaría algúnmotivoparacastigarme.Noimportabaqué.Sidabaunpasomeveíaobligadaa
mirar a mi alrededor para cerciorarme de que ella no estaba cerca y dar elsiguientepaso,conelmiedodesaberquenomedebíaequivocar.Cuantomejorintentarahacerlo,peormesalía.Losnerviosyelpánicomesuperaban.Rebeccanomedabatregua,nolegustabavermenidossegundoscercadeellaporquesusangre empezaba a hervir. Y no sabía qué le había hecho para ganarme taldesprecio.
DesdequeGeorge,RosieyAlexhabíandecididoqueerahoradevivircomounafamilia,RebeccayyotuvimosquemudarnosaParís,simplementeporqueaellalegustabamásEuropayhablabafrancéseitaliano.Desdeentonces,hacíacincoaños,yohabíaestadoviviendouninfiernoconRebecca.Ylopeoreraquetodosellosme gritaban, pero nunca lograba entender qué decían, ni tampocoquiénes eran y qué querían de mí. Las voces siempre estaban ahí, y cuandoqueríahablardeelloconRebecca,medecíaqueestabaloca,seponíahistéricay,sieraunmalmomentoyestabamuymolesta,medabaunafuertebofetada.
Nomeentendía,noeraunaverdaderamadre.Nosabíacómolidiarconmigoyesolafrustraba.Nolegustabaquehicieraelmínimocomentariodelasvocesque solo yo oía, ymuchomenos de las apariciones de aquellas personas quesiemprepululabananuestroalrededor.Estabaestrictamenteprohibidohablardeellos. Quiero decir, de los fantasmas, de las almas vagando que solo mecausabanpesadillas.Ellostampocomedejabanenpaz.Ynoeranadaagradableverlos cada día fuera donde fuera, estaban por todos lados, siempreobservándome.
Nadielospodíaver,tampocoRebecca.Talvezellallevabarazónyyoteníaunproblema.Omásbien,yoeraelproblema.
No sabía qué hacer. Quería llorar, pero tenía los ojos tan secos que laslágrimasnomesalían.Todaslasnochessucedíalomismo.ExtrañabamuchoaRosie,yesoquelaacababadeverhacíamenosdeundía.
—Anna…—susurróamenazante,peroseguísinmoverme.—Lo siento —dije en un murmullo. Luego, levanté el rostro y la miré.
Lanzaba chispas por los ojos, nunca la había visto tan enfadada—.Lo sientomucho,deverdad…Noqueríadecireso,simplementepasó.Nopudeevitarlo,él me estaba mirando, estaba sentado en la silla, justo a tu lado. Queríaprotegerte,Rebecca,élqueríahacertedaño.Lojuro.
Ella se rio, incrédula. Estaba aprovechando que Rosie no estaba cerca,porque sabía que era la única que podía defenderme, y al verme solasimplementequeríahacermesentirmaleindefensa.Sabíaquenoéramosnada
sinRosie.Cerrélosojosypenséenmiverdaderamadre.Susojosazulesrelucientesy
profundos,aquelloslabiosrojossonriéndome,diciendoquetodoiríabien.Losabrí de nuevo, deseando que ella estuviera aquí. Miré por encima de loshombrosdeRebecca,esperandoverlaentrar,peroRosienoaparecíaporningúnlado.Depronto,habíadesaparecidodemispensamientosymehabíadejadoconeste monstruo. Estaba enfadada con ella por haberme dejado así, sin más. Acargodealguienquenopodíadarmeamor,comoelqueyosentíaporRosie.
Tensélamandíbula.TambiénodiabaaGeorgeyaAlex.—¿Cuántas veces te he dicho que está prohibido mencionar a esos
fantasmas,eh?—Lavoz le temblabade la rabia,nopodíasiquierahablar.Yoestabaigual.
—Rebecca…losiento,losiento.Deverdad.—Levántate,Anna—pidió,apretandolosdientes.—Por favor —supliqué con el corazón en un puño. Hice una mueca de
dolor,tratandodedemostrarqueyahabíaaprendidolalección,quenovolveríaapasar,quemeperdonaraunavezmás.
Diounpasohaciamí.—Hazloquetehedicho.—Apretabalospuñosaloslados—.Levántateo
televantaréyo.¡Hazlo!Noestabajugando,surostronomostrabaningunaexpresión.Siemprehabía
sidoasí.Meodiabacon todas sus fuerzas,no sentíaningúncariñopormí.Elrostroduroytensoyanomeeraextraño.Estabaacostumbrándomeaesamiradallenadeodio.
—Hazlo—repitió—.¡Pontedepie!Abrí losojosyelsuelosemovióbajomispies.Toméaireymedispusea
ponermeenpiesobremispequeñasydelgadaspiernas.Tembléunossegundos,pero logréapoyarmeen lacama,queestabaaunospasosdemí,para tenerelsuficiente equilibrio. Contuve un quejido porque las rodillas me dolíanmuchísimo. La caída de hacía unos minutos me estaba pasando factura. Mehabíaprovocadounasheridasqueahoraardían;eracomosilasmagulladurasseestiraran.Sentí cómo las líneas rojas e hinchadas se abríande nuevo como sifueran grietas, dejando que brotaran unas diminutas gotas de sangre de lasheridas.Notabaloscodosylasrodillashúmedos.
—Porfavor,nomehagasdaño—rogué.Rebeccadiodospasos,giróelrostroparamirarporlapuertay,cuandose
aseguródequeningunadelassirvientasestabacerca,volvióaavanzar.—Teodiotanto…Mehasarruinadolavida,hasarruinadotodoloquetenía,
yportuculpaestoyencerradaenestelugar.Destruyestodoloquetocas,estásmal de la cabeza—dijo con los ojos inyectados en sangre—. Eres igual queRosie, sois idénticas.Temiroyparecequeveoaesedemonio.Túeres igual.Eresundemonio.Nomerecesestaraquí.Poreso teodio,Anna.Vosotrasdossolotraéisdesgracias,estáismalditas.Ytejuropormividaquemientrasestésconmigonoserásfeliz.
Sumanoderechasealzóatalvelocidadqueapenaslavivenir,peroyaerademasiado tarde para reaccionar, para hacer algún movimiento que pudieraamortiguarelgolpe.Supalmamegolpeólamejillaconfuerza.Instintivamente,cerré los ojos y sentí cómo el dolor se expandía por todo mi rostro. Sentíapalpitacionesportodoelcuerpo.Depronto,sentíalgosuavealcontactoconmipiel,eran lassábanasfrías.Elgolpehabíasido tanfuertequemehabíahechocaer sobre la cama, que habíamanchado ligeramente de sangre.Me toqué ellabioyestabamojado.Lamanometemblócuandovilasangre.Lacabezamedabavueltas.
Delantedemí,dossiluetasfantasmalesgritaron.MiréaRebecca.Laimagenseestabavolviendomásnítida,ysurostroera
cadavezmásaterrador.Teníalosojosmuyabiertos.Noestabaarrepentida.Megolpearíaotravez.
—¿Cuántas veces tengo que repetirte que nadie debe saber lo de losfantasmas?¿Sabesquépuedesucederte?—Sesentóenlacamaysuspiró,comositodasufrustraciónfueraaevaporarsedeesamanera—.Puedesterminarenunmanicomio,¿esesoloquequieres,Anna?
—Noteportasbienconmigo—respondísinmoverme.Unalágrimasurgiósinprevioaviso.Lagotaestabacalienteytodavíanotaba
unlatidointensoenlamejilla.—Anna,nadiepuedeportarsebienconalguiencomotú.Todaslaspersonas
con lasque te topes teharándaño, loquierasono.Porqueeresmala,ynadiequiereestarconalguienasí.Enalgúnmomentotedaráscuentayrecordarásmispalabras.
—Rosiemequiere.—¡Puesclaro!—exclamóysoltóunacarcajada—.Porqueescomotú.Depronto,alguienempujólapuerta,peronopudelevantarelrostroporque
lacabezaseguíadándomevueltas.Loúnicoquesentíaeraelsabormetálicoen
laboca.—¡¿Dóndeestá?!—gritóunavozfamiliar—.¡Anna!Escuchégritosdesmedidos.—¡¿Quélehashecho,Rebecca?!Unasmanoscálidasmesostuvieronlacabezaymelevantaronconlentitud.
Viunosojosazulesyunoslabiosrojos.—¡¿Anna?! Soy Rosie, estoy aquí. Ya ha pasado, te pondrás bien, ¿de
acuerdo?Rosiemedejódenuevosobrelacamacondelicadeza.Alfinestabaaquí.—Rosie… —dijo Rebecca—. ¿Cómo es que has venido? Estabas en la
mansióndelosCrowell…—Sabíaquealgoibamalyveoquenomeequivocaba.QueríaveraAnna,
asíquecogíunvueloquesalíadespuésdelvuestro.¿Algomás?Rebeccaparecíasobresaltada,sorprendidaporlainesperadavisita.—Havueltoamencionar los fantasmas.Meestávolviendo loca.Diceque
vepersonasanuestroalrededor.Lomencionaamenudo,casiadiario,yayerlohizofrenteaGeorgedurantelacena,justocuandofuisteaversielpostreestabalisto.Todos lamiraronmal…Debescomprenderqueesonoesnormal.Annatiene alucinaciones. Debería estar ingresada en un hospital para enfermosmentales.
—¿Qué?—La voz de Rosie era apenas un susurro para mis oídos, y laescuchabacadavezmáslejana—.¿Cómoquefantasmas?¿Desdecuándo?
—Yo…nosé…desdehaceunaño,másomenos—respondióRebecca.—¿Porquénomelohasdicho?—preguntóRosie.—No pensé que fuera importante… creía que lo hacía para llamar la
atención,comosiempre.—¿Porquélehaspegado?—Ya te lo he dicho. Ha vuelto a mencionar a los fantasmas. Creo que
deberíasingresarlaenunhospital,porquealgomalolepasa.Hazmecaso.Estonoesnormal,measusta.Nosésipuedoseguirconestamentira,Rosie.
Oíuntaconeo.Quiselevantarme,perounafuerzaseapoderódemí,comosinopudieracontrolarmicuerpo.Dossombrassemovierondelantedemí.Sabíaque aRebecca no le esperaba nada bueno, yme alegraba por ello.Me habíahechomuchodaño,yRosieseloharíapagar.
—¿Quéhasdicho?—Lavozfuedura,firme.—Nopuedoseguirconesto—repitió.—¿Que no puedes seguir con esto? —Se escuchó una risa sonora,
amenazante—. Debes de ser muy tonta para decir eso, Rebecca. ¿No puedesseguir con esto?Muy bien. Puedes irte cuando quieras, puedes ir y decirle aGeorge que Anna no es tu hija y que te he obligado a hacerte pasar por sumadre. Puedes hacerlo. Adelante. Pero si lo haces, contaré todo lo que hashecho,y tedejaré sinnadaninadie.Loharé.También lesdiréquenoeres lapersonaqueelloscreen,quesoloteimportaeldinero.Ynoolvidarémencionarquefuistetúquienmetrajoaestacasa,yqueerastúlaquequeríaqueacabaraconellosparaquedartecontodo.Túmesacastedeaquelhospital,¿recuerdas?No tuviste ni el valor ni el coraje para conseguir lo que yo he logrado. Teentregaréalajusticiasiintentashaceralgocontramíomifamilia,ysabesquesiempremesalgoconlamía.Notengonadaqueperder.Túsí.
—Rosie…—Ahoraquieroquetelarguesdeaquí.Yanosveremosmástarde.Túyyo
tenemosmuchodequehablar.—Suvozeraamenazadora,yambaslosabían—.Yserámejorquenovuelvasamencionarloqueacabasdedecirsinoquieresquetodosalgaalaluz.Recuerdaquelaúnicaquetienealgoqueperdererestú.
—Yo… Está bien —se resignó Rebecca sin añadir nada más. Se dio lavuelta,lostaconesrepiquetearonylapuertasecerróalcabodeunossegundos.
—Anna,¿meoyes?—Sí—respondíaduraspenas.—¿EsciertoloquehadichoRebecca?¿Vesfantasmas?Pensé qué decir. No estaba segura de si debería contárselo a Rosie. Yo
confiabaplenamenteenella,perolaspalabrasdeRebeccayeldolordelbofetónmeimpedíanmencionarlo.
—Séquepuederesultardifícil,peroesimportantequemedigaslaverdad,¿deacuerdo?
—Sí—contestéenunmurmullo—.Losveo.Tambiénlosoigo.Peronosésison reales, aunque lo parece, Rosie. Están por todas partes. Los veo y meaterran.Megritanmuchascosas,quierenalgo.Creoquequierenhacermedaño.TalvezRebeccatienerazónyestoyloca.
—Vaya,yoempecéaescucharlosalosquince—susurróparasímisma—.Yenveranocumplesaños.
—Sí,quince.
—Vaya,quérápidopasael tiempo—contestósorprendida.SutonodevozeramuydiferentealquehabíausadoconRebecca;ahoraparecíamásrelajada—.Parecesmáspequeña.
Mereí,perolascostillasmedolían.Rosie era inteligente y buena, y lo que admiraba de ella era que sabía
controlarse, era analíticayno sedejabahumillar pornadani por nadie, sabíautilizar las palabras correctas y sonreía con fascinación, y eso la ayudaba acontrolaralosdemás.
Tratédegirarmeparaverlamejor,perolacabezameseguíadandovueltas.Todomedolía.
—¿Tútambiénlosves?—pregunté.—Sí.—No puede ser. Soy la única que los ve, y puede que me los haya
imaginado.—¿Nomecrees,verdad?Neguéconlacabeza.—¿Hayalgunoenlahabitación?—Queríaconfirmarloquemedecía.—No,Anna.Lamayoríaestánfuera.Eracierto.Yosabíaquehabíaunfantasmacercacuandosentíaunescalofrío
enlanuca.YjustoahoranolosentíayenlahabitaciónsoloveíaaRosie,peroanadiemás.
Traguésaliva.—¿Cómoesquepuedesverlos?—Esundon—respondió.—¿Desdecuándolosves?—Desdequeteníaquinceaños,másomenos.Túhasidomásrápidoqueyo.
Seguroqueeresmuyinteligente.—¿Alguienmáspuedeverlos?—Nolosé.—¿Sonmalos?—Metemblólavozalpreguntarlo.Rosiereflexionó.—Notodos.Después teexplicaréporquéestánaquíyporqué lospuedes
ver,peroahoratienesqueprometermequenoledirásanadiequelosvesylosoyes.Tienesundonincreíbleymuypocaspersonastenemosesafortuna.Debessermuycuidadosacontuspalabras,sobretodoconlosmiembrosdelafamilia.
Nopuedesconfiarenellos.Tratarédequelosfantasmastedejenenpaz.—Meacaricióelcabello—.Mealegramuchosaberquehasheredadoestedondemí.Nopodríaserdeotraforma,eresmihija.
—Rebeccamehahechomuchodaño—soltéderepente.—Lo sé, Anna. Y pagará por ello. Solo eres una niña y ha jugado con
ventaja.Peronovolveráapasar.Recuerdaqueereslomásimportanteparamí.Asentíylaabracéconfuerza.—¡Tequieromucho,mamá!—¡Shhh! —me interrumpió—. Eso es un secreto, nadie debe saberlo, al
igualquetudon,¿deacuerdo?Esalgomuydelicado,Anna.Estoyseguradequeloentiendesyqueharáslonecesarioparaguardarelsecreto.¿Meprometesquesolotúyyosabremosesto?
Nodudéenresponder.—Teloprometo.—Muybien, ahora descansa.Lo necesitas.Yo tengo que resolver algunos
asuntos.Cuandoselevantódelacama,meobliguéahablar.—Rosie, ¿los veré siempre? ¿Estoy enferma? ¿Estoy loca, como dice
Rebecca?Serioconsuavidad.—Claroqueno.Noestásenferma.Yatelohedicho,tienesundonúnico.—¿PorquéRebeccanomequiere?¿Quéhehechomal?¿Esporeldon?—No,Anna.Yellatampocodebesaberlo.Teenviaréconunapersonaque
podráayudarte,yentenderásporquétehasucedidotodoesto.Esdeconfianza.Teayudaráahacerdesaparecerlasvoces.Notepreocupes,estaréatulado.¿Oesquealgunavezhefaltadoamipalabra?
—No.Nunca.Suspiréyneguésinmuchaenergía.—Mealegraescucharesarespuesta,porquenuncatefallaré.Siempreestaré
contigo.Antesdequesefuera,melimpióelrostrocontoallitashúmedasymepuso
enunaposiciónmáscómodaparaquedescansaramejor.Mequitóloszapatosymeajustóelvestidoamarilloparaquenoselevantaramásarribadelasrodillas.Porúltimo,mediounbesoenlafrente.
—Cuidarésiempredeti,Anna.
Acompañadadeaquellaspalabras,caíenunprofundosueño.Cuandodespertéaldíasiguiente,elrostrotodavíamedolía.Estabaenvuelta
ensábanascolorcrema,girélacabezayviqueRosieestabatumbadaamilado.Cuandonousabamaquillajeparecíamayor,diferente,comounamujersinvida.En cambio, cuando se pintaba los labios de rojo, sus profundos ojos azulesresaltabanyledabanaspectodepoder.
Observé su cabello y vi que se estaba volviendo opaco, el tinte rubio sedesvanecía en las raíces.Me toqué los rizosdel cabelloy los comparé con lamelena de Rosie, que dormía plácidamente. Los míos eran más rubios ybrillantes.
Me solté el peloyme concentré en su expresión.Eraguapa e inteligente.Deseabasercomomimadrecuandofueramayor,queríaviviryestarconellatodoslosdíasdemivida.NecesitabaqueRosiemeabrazaraymedijeraquemequería.
Me sentía muy afortunada por tenerla. Lamentablemente, Alex era quiendisfrutabamásdesucompañía.Seguroqueprontovolveríaalamansión.Yotansolo era su sobrina cuando toda la familia estaba cerca, y esomemolestaba.Aunque Alex era un buen chico y lo veía relativamente poco, sabía que éltambién apreciaba aRosie.Alex era adoptado, pero nopodía contarlo porqueeraunsecretoentreRosieyyo.Ymeencantabatenersecretosconella,porqueesosignificabaqueconfiabaenmí.
—¿Quémiras?Diunrespingoenlacamayellasonrió.—Nada—respondíconunamediasonrisa.—¿Quieressercomoyo,Anna?—¡Sí!—exclamé,emocionada.Ellaserio.—Seguroquecuandoseasmayorseráspreciosaymuyinteligente.Vamos,
eshoradelevantarse.Hoytellevaréaunlugarmuyespecial.Tuveganasde saltar por la emoción, perome contuve.Debía reprimirmi
entusiasmo porque me alteraba demasiado cuando Rosie me proponía algodivertido.Me encantaba salir con ella, que fuéramos juntas a cualquier parte.Era feliz cuando estaba con ella, sentía que a su lado podía ser yo misma.Bueno, también sabía que había unos límites y cuál sería el castigo si lossobrepasaba.
—¿Cuándopodremoscontarlotodo,mamá?
—Anna…—Yaséquedeboesperar,peronopuedoseguirmástiempoconRebecca.Es
muymalaconmigoycontodoelmundo.Solomequiereversufrir—mequejé,peronosirviódenada.Misquejasnuncaservíandenada.
—Pronto.Suspiréymedilavuelta.—Siemprediceslomismo.—Todoasudebidotiempo,Anna.Selevantódelacamayentróalbañodelahabitación,cerrólapuertayme
dijo queme preparara porque íbamos a salir muy temprano. Cuandomiré elreloj,mepercatédequeeranlassiete.Melevantéeignoréeldolorqueaturdíamicuerpo.
Cuando Rosie salió del baño, entré yo.Me duché muy rápido, no queríaperderniunsegundo.Measustéunpococuandoelaguase tiñóderojo,peroluegorecordéqueaunqueRosiemehabíalimpiadolasangre,probablementenolahabríapodidolimpiartoda.
Mevestíconunosvaquerosyunablusarosa,sencillaybonita.Eraverano,elsolbrillabaconfuerza,asíqueesperabairacomerunheladoaalgúncentrocomercial. Pero, al fin y al cabo, cualquier lugar era bueno para salir de estacasatanoscurayesomeponíadebuenhumor.Rosieentróalbañoymepeinóel cabello rubio. Sus dedos sostenían mis mechones dorados a medida quepasabaelpeine,ymesonreía.
—Teveoalegre—medijo,mirándomeporelespejo.—Loestoy,estoymuyfelizdeestarcontigo.—Yotambién.¿Nosvamosya?—¡Sí!—Muybien, porque tenemos que hablar de los fantasmas—dijo antes de
salir.Apartirdeesedía,pudedormirtranquila.Rosiemecontótodalaverdady
losmisteriosdeaquelsupuestodonquehabíaheredado.Además,cumpliósupalabra:nuncamedejaríasola.Nunca.Hastaesedía.
Capítulodos
Fuego.Las cuatro paredes se iluminaron aquella tarde lluviosa. Ni siquiera las
grandesgotaspodíandetenerloqueestabasucediendo.Nohabíamaneradequelatormentaapagaralasllamasqueseextendíanporelsuelodebidoalagasolinaqueyomismahabíacompradohacíaunascuantashoras.Cuandovi lachispa,mi corazón saltó ymis ojos semovieron de un lado a otro en busca de unasalida.Lasparedesderepentesevolvieronenormesysetiñerondecolornegro.Elfuegoloestabadevorandotodo.
El olor a plástico quemado inundó el espacio y me entraron ganas devomitar.Lagargantamepicabayempecéatoser.Habíallamasportodaspartesynadiepodíahacernadaparaapagarlas.Yaerademasiadotarde.
Elfríodelanochesehabíaconvertidoenunagranfogataenlaquenosotroséramos el alimento que la hacía cada vezmás grande. El calor comenzaba aabrasarme. Hacía solo unos instantes, Rosie había encendido una cerilla. Alprincipio, había vacilado.Los dedos le habían temblado y había permanecidoconlosojosabiertosdeparenpar,sinpestañear.Perodespuéshabíaencendidootracerillaylahabíalanzadoalapuerta.Ahora,todoardía.
Me dolía todo: las piernas, los brazos, la espalda… Las mejillas mepalpitabanfrenéticamente.Elmiedocorríapormisvenas.
Nopodíapensarconclaridad.Todavíaestabaaturdidaporlosgolpesquemehabíadadomimadre.Perocuandoel fuegoempezó,mis sentidossepusieronalertaymisubconscientemeadvirtiódelpeligro.
Parecíaqueestabadrogada.Teníamuchomiedo.Nopodíavalermepormímismaeneseprecisomomentoyesotodavíameasustabamás.
CuandoRosiesonrióydejócaerlacerilla,elfuegoaprecióenuninstante.Fue rápido. Noté el calor en todo el cuerpo, pero afortunadamente estaba losuficientementelejosparaquelasllamasnomequemaran.Sinembargo,prontoloharíansinoencontrabaunasalida.
Miinstintodesupervivenciamehizoabrirlosojosy,aldarmecuentadequelas llamasanaranjadas se acercaban rápidamente amíy aRosie, retrocedí sinpensarlo.Laspiernasmetemblaban,elcorazónmelatíamuyrápido,yelcaloryaeraabrasador.
Lasllamasrozaronlapieldemibrazoderechoy,alinstante,ysinpoderloevitar,ungritoasfixiantesaliódemiboca.Estabaasustada.Elhumonegroseestabaadueñandodeesepequeñolugar.
No podía mantener los ojos abiertos durante mucho tiempo, tenía quecubrirlosantesdequemecegaraporcompleto.Mellevéelbrazoalacaraparaprotegermedelhumo.
HevistoaHannahcorrer,lahevistohuir.Queríairtrasella,peroestabamuylejosdemí,yunavigademaderahabía
caído enfrente y creadouna gran barrera de fuego entre nosotras.Aunque lasllamasiluminabanellugar,nopodíavernada.
—¡Hannah!—grité,peroellanomeoyó.Estabatanaterradacomoyo.Intentabasalvarsuvida,ylaadmirabaporeso.
Yo siempre había sido el juguete favorito de todos los Crowell, incluida miverdaderamadre.
Teníaelritmocardíacoporlasnubes,estabaentrandoenpánico.Elcorazónme dolía. Estaba gastando todasmis energías y sabía quemuy pronto caería.Estabadándomeporvencida.Mirabaportodaspartes,peronohabíasalida,tansolollamas.
Hannah no había vuelto. Ni siquiera para asegurarse de que Rosie y yoestuviéramos sanas y salvas. Nos odiaba y ahora sabía que yo nunca podríapedirleperdón.Nuncapodríacambiareso.Lohabíaarruinado todo.Nopodíaevitarsentirmeculpable.
Sabíaqueesaseríalaúltimavezquelavería.Medilavueltaenbuscadeunasalida.Dabavueltasunayotravez,perolo
únicoqueveíaeranlasgrandesllamaradasqueseformaban.Ya no había salida. Rosie y yo estábamos atrapadas en las llamas, que
consumíanellugaragranvelocidad.Nuncahabíaestadoenunasituacióntanhorrible.Seguramentelloraba,pero
ni siquieraeracapazdemoverelbrazoparacomprobarlo.La sangre secamecubríalabocaylabarbilla.Nosabíaexactamentecuántotiempohabíapasadodesde queme había desmayado. Estaba confundida.Miraba ami alrededor yveíaconimpotenciacómopocoapocolamaderaylostraposseconvertíanencenizas.
Debíadeserunapesadilla,debíadeestarsoñando.Eralaúnicaexplicaciónplausible.Nopodíaestarpasándomealgotanmalo.Nootravez.—¡Rosie!—chilléentreelfuego.Percibía el calor intensode las llamas.Podría desmoronarme en cualquier
momento.—¡Rosie!—gritéunavezmás,sinéxito.Estabasola—.¡Porfavor!¡Ayuda!
¡Auxilio!Ahora sí lloraba pero las lágrimas se evaporaban rápidamente debido al
calorabrasador.—Porfavor…—Cerrélosojosconfuerzaysusurréparamímisma—.Que
alguienmeayude,porfavor.Noquieromorir.—Venaquí.—Unamanomeagarródelbrazo.Noqueríamirar.El ardor que sentí en el brazomehizo pensar que había
pasado algo muy desagradable. El calor sofocante no me dejaba respirar. Sitratabadeinhalaraire,loúnicoquealcanzabaarespirareraelhumonegro.
Laheridadelbrazomeardió.Al sentir el contacto de los dedos de la mujer que había provocado el
incendio,supequeteníaelbrazoencarneviva.Nosabíasipodríasalirdeesta.La puerta había sido lo primero en arder, y la única salida estaba inutilizada,bloqueadapormaderasardiendo.
—¿Porquélohashecho?—grité.Ahoranosolomequemabaelbrazo,sinotodamipiel.Lasllamasestaban
muycercademí.—Anna.—Memiróasustadamientrasmeempujabaparasalirdeahí.Tratabade encontraruna salida,peroera inútil, estábamosatrapadas en el
corazóndelinfierno.—Vamos,Anna.Noesmomentodediscutir,salgamosdeaquí,¿deacuerdo?
Teprometoquetodoirábien.Estaremosbien,perotenemosquesalirdeaquí,ytúdebesayudarme,comosiemprelohashecho.
Estabadesesperada,hablabamuydeprisa,tratabadearrastrarmehaciaalgúnlugar,peroyoyamehabíaresignado.Ibaamorir.
—Noquieroayudarte—respondí.—Vamos,poraquíhayunasalida—lloriqueópresionándomeelbrazo.Sus
uñas se hundieron en mi piel con desesperación y apreté los labios para nogritar.
Eldolormeestabamatando.Eraindescriptible.LamentabahabersidopartedelplandeRosie,dondeellaera laúnicaque
salíabeneficiada.Noleimportabanadie,nisiquierayo,queerasuhijayhabíasalido de su vientre. Me había abandonado para dejarme con Rebecca, quefingíaqueyoerasuhijaaunqueambassabíamoslaverdad.Habíamentidoparahacer creer que había tenido un aborto y, así, hacer la vida imposible a losCrowell.Yoeraunjugueteparaella.Meusabadeceboparaatraerasuspresas.
AhorasabíaqueRosienoteníasentimientos,queestabamaldelacabezayque,desafortunadamente,yohabíacaídoensusgarras.
—¡Teodio,teodio!—Apartéelbrazoymezafédesuagarre.Losdedosyel cuerpo le temblaban. Sabía que era nuestro fin, y aun así, quería que unapuertaseabrierafrenteanosotrasparahuir.
—Anna…—intentó cogerme de la mano, pero retrocedí.Mi codo chocócontrauntrozodemaderaardiendo,peroyanomequedabanfuerzasparagritar,solo podía lamentarme por haber creído en las palabras de Rosie—. Venconmigo,tesacarédeaquí.
Buféconrabia.—¿Esqueno loves?Nohaysalida.Estamosrodeadasdefuego.Vamosa
morir.Ytodoesportuculpa.¡Esportuculpa!Las llamas se reflejaron en sus ojos, en esos hipnóticos y profundos ojos
azulesquedurantetantotiempomehabíanatormentado,siempreacompañadosdeamenazasdulces.Ahoraestabacolérica,apretabalospuños,perotodavíanohabía lanzadoel primergolpe.Memiraba intensamente, como si susojosmeordenaranloqueteníaquehacer.Eranpoderosos.
—¿Pormiculpa?—Suvozsonóronca.—Sí—confirmésinmiedo.Despuésdetantosaños,meestabaenfrentando
a esa mujer que siempre me había intimidado, pero que, de alguna manera,admiraba—.Vamosamorirportumalditoegoísmo.¡Bruja!
Estabacansadadeserlamismachicaalaquetodoscreíanquepodíanusar.Estabacansadadefingirserunapersonaquenoera,dehacercosasquenome
gustabansoloparasatisfaceralosdemás,dejandodeladomipropiafelicidad.Siemprehabíacaídoenlacuentadequenecesitabaaotrapersonaparaserfeliz,para seguirviviendoenestemundo.Mis emocionesdependíandeRosie.Ellame había metido esa idea en la cabeza. Un día podía decirme que yo erainteligente,quepodíahacerloquemepropusiera,siempreycuandofueraparasupropiaconveniencia,peroaldíasiguientepodíaestardándomeunabofetada,para después vociferar lo torpe y tonta que era al hacer las cosas. Y eso eracierto,yoeratontaytorpe.Medejabainfluenciarporlaspersonasmuyrápido.Hacía loquemepedían sinprotestar,no teníacarácter,no teníapersonalidad,eraloqueellosqueríanquefuera.Yyaestabacansadadeeso.
Yonoeraunjuguete,eraunapersona.Yyoteníavalor.Meenjuguélaslágrimasconelantebrazoy,ocultandoeldolor,meforcéa
mirarla.Nomeimportabaqueelhumomehicieraarderlosojosunossegundosmás.
Siibaamorir,porlomenosteníaquedesahogarme.—¿Porquémehashechotantodaño?No apartó la vista de mí. Me miraba tratando de comprender qué me
sucedía.Erainteligente,estabaanalizándome,sabíaquecuandoentrecerrabalosojos, intentaba leer mi comportamiento, y casi siempre lograba atinar lo quesentía.Bruja.
Seguroqueseharíalavíctima.Peroyoyaestabapreparadaparaafrontarlo.—Teditodoloqueestabaenmismanos.Eresmihija,Anna.Tequieromás
queanadieenelmundo.Todoestolohehechoporti.—¡Mentira!Todoloquedicesesmentira.Finges,comosiempre.Peroesta
vez se acabó.No habrámás juegos nimásmentiras. Deja de actuar, deja defingirqueenalgúnmomentoteheimportado.Séquenuncahesidonadaparati.
Lloréconganas.Lospulmonesmedolían.—Salgamosdeaquí,ven…—Tratódecogermedelamano,perolaaparté
deuntirón.Susojosseabrierondelasorpresa.—Prefieromoriraquíqueseguircontigo.—Anna…—Déjame aquí, ¡vete! —chillé—. Nunca te he importado. No intentes
preocupartepormíahora,nolohagas,porqueyamehasdestruidoyestedañono tienesolución.Yano tequiero.Fuiuna ingenuaalcreerqueeras lamejorpersonadelmundo…aladmirarte.
—Vamos,Anna.—Noquierovertenuncamás.Teodio—exclaméconrabia.Decía la verdad.Amedida que las palabras salían demi boca, el veneno
tambiénsalíademisangre.Melimpiabapordentro,mesentíamáslibre.Todoloquenuncahabíasido.Intentó tocarme el brazo. Di un paso atrás para alejarme de ella lo más
rápido posible, pero mis zapatos chocaron con algo duro y muy resistente,tropecé y caí al suelo. Me di un golpe en la cabeza, pero no perdí elconocimiento.
EscuchéaRosiegritar.—¡Anna!—corrióhaciamí.La vi aproximarse con terror en los ojos, pero cuando estuvo a punto de
tocarmeyayudarmealevantarme,untrozodemaderacayóencimadeRosie,yluegootroyotro,creandootrabarreradefuego.Lasllamascrecieron.
AbrílosojoscomoplatosparabuscaraRosie,peronohabíanadaninadie.Estabasola.
—¡Rosie!—grité,peronohuborespuesta.Seguroqueestabamuerta.—¡Socorro!—Esperabaquesucedieraalgúnmilagro.Me levanté, pero un segundo después estaba de nuevo en el suelo, que
estabacaliente,comosifueralava.Yotambiénardía.Oía el sonido de la madera al consumirse, el crujido de los tablones al
romperseycaeralsuelo.Las llamascrepitabancercademioído,cercademipiel.Noeracomoenlaspelículas,eratodavíamásaterrador.
Suspiré.—Perdón—dijealanada—.Perdónportodoloquehehecho.Intentélevantarmedenuevo,perolaspiernasmefallaron,noteníafuerzaen
el cuerpo, estaba muy débil. Tenía las piernas rojas e hinchadas. La tela delvestidosehabíadesgarradoyteníalapieldeuncolorrojovivo.
Tratédemoverlaspiernas,perofueimposible,solopudegritar.Gritarcomonuncaanteslohabíahecho.
Eldolornosepodíacompararconnada.Sentí un hormigueo desde las rodillas hasta la cadera. Si trataba de
moverme,dolía.Unagotadesudormeresbalóporlafrente.Melasequéconunmovimientorápido,perocuandomemirélosdedos,estabandecolorrojo.Era
sangre.Laangustiayladesesperaciónmeconsumieron.Mevolvía tocar la frenteysentí lahumedad.Ahorasangraba.Apesarde
que la temperatura era altísima, las lágrimas no dejaban de brotar. No seterminaban.
—Dameotraoportunidadyloharébien—supliquésinsaberloquedecíayaquiénselopedía.Laslágrimasmenublabanlavista,másinclusoqueelhumo—.Dameotraoportunidad.
Cerré losojosconfuerza. Inhaléoxígenodemanera inconscientemientrasmeimaginabaenunlugarlimpioyllenodefloresfrescas,peroempecéatoser.
Elfuegonoolíaanada.Solopodíaolerelaromaagasolina.Ellugarseestabahundiendo.Algocrujió.Abrílosojos.Elsonidoserepitió.Veníadearriba.Alcé la cabeza y todasmis ilusiones se vinieron abajo.El techo crujió, el
cementoseabrió,aparecióunagrieta,yluegootrayotra,hastaqueseunieron.Vilodelgadasqueeranaquellaslíneasenzigzag.Seescuchóuntrueno,peroeltechonocayó;habíaalgomásquecrujía.Girélacabezayviunenormepedazodemaderallameantecaermeencima.Mecubríelrostroconlosbrazosygrité.Sentíelgolpeentodoelcuerpo,mecrujieronloshuesosysemequemólapiel.
Entonces,dejédellorar.Teníalabocasecaydemifrentebrotabaunlíquidorojoquemeimpregnabalacara.Todoardía.Abrí losojosporúltimavezy loúnicoquevifuecómoelfuegoseacercabaamí.
Cerrélosojosymedejéllevarporelcalor.Eramifin.—Solo quiero una oportunidad. Solo una—pedí entre las llamas queme
consumíanconlentitud.
Capítulotres
Escuché un ruido. Tenía la mente en negro, como si estuviera a punto dedespertardeunlargosueño.Mesentíapesadaalprincipio,mecostabamovermey entender lo que había sucedido. La cabezame daba vueltas.De pronto, lasimágenesdelincendiovolvieronamimente.Vilasllamascercademí,apuntodeconsumirme,yentoncesdiunsalto,asustada.
¿Podríaser?¡Sí!¡Sí,teníaquesereso!Seguíaviva.Micorazónlatía,sentíalaspulsacionesenelpecho.Todavíano
comprendíaquéhabíasucedido.Peroseguíaaquí.Estabasegura.Abrílosojosconunamedia sonrisa, esperanzada.Parami sorpresa, había despertado en lamansiónde losCrowellconun fuertedolordecabeza; sinembargo,nohabíadespertadoenunacama,nilaluzdelsolmebañabaelrostro,noestabaenunahabitaciónblanca,ymuchomenosteníaconectadaalbrazounabolsadesuero.Todolocontrario;cercademínohabíanadie.
Estabasola,comosiempre.Nohabíaruido.Lasonrisaseesfumó.Memiré losbrazosy laspiernas.Loúltimoquerecordabaeran las llamas
acercándose peligrosamente hacia mí. Después de eso, nada más. Tenía lasensacióndequealgomuyraromeestabapasando,esdecir,mesentíaextraña,micuerpoparecíaligeroynoteníasednihambre.Solomedolíalacabezayelpecho. Las tripas no gruñían para reclamar comida, no tenía la boca seca, ysentíaquepodíaflotarenelaire.Dehecho,eracomosifuerapartedelaire.Micabelloestabarelucientecomonunca,podíavermelaspuntasyerandeuncolororo.Estabasorprendida.
Nopudeevitarsentirmeemocionadadenuevo.Había sobrevivido. Estaba bien. Estaba viva y eso era lo que importaba.
Tenía una segunda oportunidad, lo sabía. Ahora podía hacer las cosas bien,podíaempezardecero.Noimportabadóndehabíadespertado,estababienyesoeraloquemeanimaba.
Meobservélasmanos;estabanpálidas,noparecíaquehubieraestadoenunincendio,muchomenosquemehubieraquemado.Eracomosiaquellasllamasnunca hubieran existido. Pero yo lo recordaba, recordaba las heridas en misbrazosypiernas,todavíateníamuypresenteeloloragasolina,y,sinembargo,ahíestaba, tendidaenel sueloenposición fetal.Elcabellomecaíaen lacaracomo una cortina. Intenté levantarme, pensando que las piernasme arderían,que el hormigueo volvería y que esta vez sería peor. Llevaba unos vaqueroslimpios,noestabanquemadoscomounahojadepapel,nirasgados,ytampoconotabaningunaquemazón.Contuvelosnerviosyvacilé,nosabíasitocarmelaspiernasporque,talvez,lasheridasseguíandebajo.
Me senté en el suelo y, todavía sin atreverme a mover por completo laspiernas, las toqué lentamentecon lasyemasde losdedos,comosime fueraahacerdaño.Peronosentínada,nohabíadolor,yesomeanimóapresionarmás.
Nada.Las estiré y algo crujió, pero fue un crujido indoloro. Como si hubiera
partidoporlamitadunapatata.Fueelcrujidomásagradablequehabíaoídoenmivida.Ahoramesentíamásaliviada, conmásenergía,podíamovermemásrápido. Mis movimientos empezaban a ser veloces, estaba recuperando laflexibilidad.Eracomosihubieradespertadodeunalargasiestaymeestuvieraestirandoparahacercrujirtodosmishuesos.
Fruncíelceño,confundida.¿Acasomehabíasalvado?¿Cuántotiempohabíapasadodesdeelincendio?
¿Hannah había logrado salir? Luego sentí un espasmo en el estómago y casivomité.¿Rosiehabríalogradosalirtambién?
Esperaba que no,muy en el fondodeseaba queRosie se hubiera quedadoatrapada entre las llamas. Deseaba que el fuego de aquel infierno la hubieraconsumido.
Melevanté.Sonreí un poco, lo suficiente para sentir ese hormigueo en el estómago.
Estabasanaysalva.Yaunquetodavíasentía las llamascalentarmipiel,sabíaqueesohabíaterminado.
Pero¿quéhabíasucedido?¿Dóndeestabaexactamente?¿Porquéestabaahí,sola y sin ningún rasguño después de haberme quemado y haberme caído unpedazodemaderaencima,dejándome inconsciente?¿Dóndeestaban todas lasheridas? ¿Alguien me había salvado? ¿Me había estado curando todo estetiempo?
¿Otalvezestaba…?No.Pensarlomehizosentirescalofríos.Toméunpocodeaireyentoncesmequedéquieta,observandotodoloque
habíaamialrededor,peroparamisorpresanohabíanada,eraunabodegasincajas,sinratasysinningúnolorhorrible,entreesascuatroparedessoloestabayo.Medimediavueltaparaobservarquéhabíadetrásdemíyentonceslovi.
Habíaunasalida.Eraunapuertagrandedemetal,parecíalapuertadeunacaja fuerte, pero era grande y estaba oxidada. Caminé hacia allí con pasoslentos, esperando que alguien entrara para detenerme, pero cuanto más meacercaba,másaumentabanmisnervios.
Di un respingo cuando vi una sombra acercarse.La vi por el espacio quehabíaentrelapuertayelsuelo.Laluzalotroladodelapuertaestabaencendida,erablanca,muyblanca.
Retrocedí,asustada.Micorazónlatióconfuerza.¿Ysimehabíansecuestrado?No, no, no.Esono era posible, porque recordaría a alguien entrando aquí
para alimentarme o curarme las heridas, y a juzgar por el estado demi piel,suave y libre de heridas y rasguños, sabía que eso habría requerido un largotiempo.Un tiempo en el que seguramente yo podría haber visto o escuchadoalgo.Perotansolorecordabaelfuegoy,apartirdeesemomento,nada.
Nisiquieraunsusurro.Luegoescuchévoces,lejanasyextrañas,peronadieentró.Lasombraibade
unladoaotro,semovíarápido,sereíayluegovolvíaahablar,peronopodíadescifrar las palabras ni la voz, me resultaba muy difícil comprender lo quedecía.
Cuandolasombrasealejó,mevolvíaacercaralapuerta,temerosadequeestavezsehubieradadocuentadequemehabíadespertado.Peguélaorejaalapuertaoxidadayfríaparaescucharmejor.Yanohabía ruido.Lavozsehabíacallado.
Titubeante,empujélapuerta.Erapesadaytuvequehacermuchafuerzaparaabrirla.
Mequedéquieta,petrificada.Allí estaba ella, sentada en la cama, con los pies descalzos y el teléfono
pegadoalaoreja.Sonreía.—¡No!—dijoriendo—.Mimadrenomedejaráir.Yatelohedicho.Talvez
después.Miréalrededor.Estabaenunahabitaciónconparedesblancas,había libros
tiradosportodaspartesyelambientehabíapasadodeserfríoacálido.Elsuelodemaderahizoquemiszapatoscrujierancuandoestuvedentrodelahabitación,peroellanosepercatódenada.Estabaconcentradaenlallamadadeteléfono.Habíaotrapuertacercadelacama,entreabierta,yentrevíunatazadeváteryuntapete de color morado. Más al frente había otra puerta. También había unescritorio sencillo, conunordenador encendido rodeadodepapeles, libretasylibros de distintos colores; en la mesa vi pequeños botes de plástico quecontenían clips, grapas, lápices, colores y rotuladores. Estaban en diferentesbotes y perfectamente ordenados, aunque los libros estaban esparcidos yabiertosunossobreotros.
Aunladodelacamahabíadosmueblesdemaderabrillantequeadornabanlahabitación junto condos lámparasde color crema,queestabanencendidas.Nohabíaespacioquenoestuvierailuminado.
La puerta se abrió de golpe y unamujer de unos cuarenta años asomó lacabezaconelceñofruncido.
—¿Hannah, has visto mi gabardina verde? Estoy buscándola y no laencuentroporningúnlado.Estoyseguradeque la llevabapuestaestamañanacuandofuialalavandería.
Entró a la habitación despreocupadamente y empezó a husmear en laspertenenciasdelajoven.SuprimermovimientofuebuscarenloscajonesdondeseguramenteestabalaropadeHannah.
¿Quéhacíaaquí?¿QuéhacíaenlahabitacióndeHannahReeve?¿O,deberíadecir,deHannahCrowell?
Cuandome giré hacia la puerta por donde había entrado, me golpeé confuerzaenelrostro.Yanoestaba.Lapuertademetalhabíadesaparecido,ahoraeraunaparedblanca,comosilahubierantapadoencincosegundos.
—Creoquelahevistoenlasala.—¿Yquéhaceallí?
—Mamá,nolosé,seguroquelahasdejadoahíynoteacuerdas.Parecequeporfinestásdespejandolamenteylalimpiezayelordenyanosontuprioridad—respondióHannahconunasonrisadivertida,sincolgarelaparato.
LamadredeHannahsepusolasmanosenlacinturaysemordióel labio,confundida y tratando de recordar qué había hecho la última vez que habíausado la gabardina verde. Luego se dio la vuelta, aunque por su expresiónparecíaquedabacréditoaloqueHannahdecía.
—¿Con quién hablas? —preguntó cuando se dio cuenta de que Hannahestabaalteléfono.
—ConAlex.—Seruborizó,peroellanolonotó.Margaretsonrió.—Oh.—Su sonrisa se hizomásprofunda, y las comisuras se le elevaron.
Estabarisueña—.Creoquedeberíairme,entonces.MevoyconEric,saldremosestanoche.
—Salúdalodemiparte—respondió.MargaretseacercóaHannahylearrebatóelmóvildelasmanos.Hannahni
siquieratuvooportunidaddeprotestar.Loúnicoquepudohacerfueadoptarunamuecadedisgusto,enpartedepreocupación,yaquenosabíaloqueMargaretibaadecirleaAlex.
—Hola,Alex.—HannahabriólosojosdeparenparyfulminóasumadreconlamiradaparaquenoledijeranadadesagradableaAlex—.SoyMargaret,sé que quieres seguir hablando con Hannah hasta tarde, pero recuerda quemañanatenéisclase,asíqueséprudente.Despuésdeclasepuedesveniracasaacomeryseguirconvuestraconversación.Teenvíounsaludo.Buenasnoches.
Hannah le susurró algo, peroMargaret le devolvió el teléfonoy le dio unbesoenlafrente.
—Asegúratedeque todoesté cerradoantesdeque tevayas adormir, ¿deacuerdo? —Hannah asintió sin hacer mucho caso, porque volvía a prestaratención al teléfono—. Sé que Alex es buen chico, pero no os paséis, ¿deacuerdo?Tequiero.
Ydichoeso,sefue.Nomehabíaatrevidoahablartodavía,peroporloqueparecía,ningunade
lasdosmehabíavisto.CuandolamadredeHannahcerrólapuertatrasella,meaclarélagarganta.Estabadispuestaahablarle.
—Losiento,Alex.—Estabaavergonzada,perounapartedeellasonreía—.Yasabescómoesmimadre…EstanochesaldráconEric.Quierodecir,conmi
padre.Mepicabalagarganta.Sentíaunnudoquenomedejabahablar.Dehecho,
no había hablado durante mucho tiempo, y dudaba de que mi voz siguieraconmigo.Porunmomentopenséquenopodíahablar,quemehabíancosidolabocayquelaspalabrasnoibanasalirpormásquelointentara.
Carraspeé,peroesonisiquierallamósuatención.—¿Hannah?—preguntéporfinsinobtenerrespuesta.Talvezhabíahabladodemasiadobajo.Laspalmasdelasmanosmesudaban.—¿Listoparalagranfiesta?—dijoellaalteléfono.Parecía emocionadaymostraba unagran sonrisa.Me sorprendí al ver esa
expresión,porquesiemprehabíatenidocaradepreocupadaosuspensamientoslaconsumíanenunsegundo,peroesaveznoeraelcaso.
Suspiréylointentédenuevo.Meaclarélagargantaymeobliguéagritarunpoco.Mi voz tenía que escucharse con potencia, debía hacerle saber que yoestabaahídealgunamanera.
—Hannah, soy Anna. —Mi voz era fuerte, podía escucharse en toda lahabitación.Sinembargo,Hannahnoreaccionó.Eracomosinopudieravermenioírme.Dehecho,soloesbozóotrasonrisa.Peronoeraparamí,sinoparaAlex.
Tembléymequedéquieta.—¿Hannah?—Elvolumendemivozdisminuyó.Nada.Yonoexistía.—¿Meoyes?Denuevo,ningunarespuesta.Mimediahermanaestabaperdidaen suconversaciónconAlexynadie la
ibaa interrumpirpornadadelmundo,ni siquierayo,queacababade salirdequiénsabedónde.
Me moví por la habitación, mi calzado hacía crujir el suelo mientrascaminaba,peroellanisiquieraloescuchaba.FuihastalaventanaparaponermeenfrentedeHannaheintentarlodenuevo.TalvezestabademasiadoconcentradaenlavozdeAlex.Talvez,simeponíajustodelantedeella,sedaríacuentademipresencia.
Talvez…Memoví con lentitud. Su risa era fuerte y sonora, y sonreía comonunca.
Sentícelosdeella,ynoprecisamenteporAlex,sinoporqueellaparecíafeliz.Ymealegrabaporeso,selomerecíadespuésdetodoloquehabíasucedido,delo
queRosieyyohabíamosprovocado.Cuando llegué a la ventana,me detuve y esperé a queHannah volviera a
mirar hacia allí. Cuando lo hizo, se quedó quieta, como si hubiera visto aalguien,perosimplementepermanecióasí,quieta,mirandoalanada.
¿Meveía?Laansiedadmeinvadió.Lasramasdeunárbolcrujieron,peronolesprestéatención.—Alex,dameunsegundo.Creoquehevistoalgo.Teníaelrostropreocupado,alarmado.Meestabaviendo.Estabasegura.—Hannah…—empecéadecirconextremaemoción.Quería queme abrazara, que el calor de aquel infierno desapareciera. De
pronto,empecéasonreír.Micorazónparecíauntambor.Laspiernasmetemblaban.¿Estabaviva?¿Todoestababien?¿Porfin?—¿Quéhacesaquí?—Sehabíalevantadodelacamayahoracaminabaen
mi dirección con los ojos abiertos, expectantes a mi respuesta. Sus piesdescalzoscaminaronporelfríosuelo,peroesonoladetuvo
Juguéconmisdedos.—Esmuyextraño,nisiquierayolosé…Peroentoncesocurrióalgoextraño.Hannahsonrió.La dirección de sus ojos pareció cambiar cuando se acercó más. No me
estabamirandoamí,sinoaotrapersona.Sentí una ráfaga de viento frío atravesar mi cuerpo. La espalda se me
congeló.—Mimadrevaamatarnos,Alex.Lacabezamedabavueltas,lahabitacióneracomouncastillodearena,todo
empezabaadesvanecerseamialrededor.Medilavueltaenloqueparecióseruna eternidadyvi aAlex colgandode la ventanadeHannah conuna sonrisatriunfante, emocionado.Los ojos le brillaban, tenía los brazos apoyados en elmarcodelaventanayparecíanecesitarayudaparasubir.Lomásdecepcionanteeraverquetampocoparecíadarsecuentademipresencia,apesardequeestabaenmedio de los dos. Justo enmedio, donde deberían verme claramente, pero
ellosnolohacían.Yestabaseguradequenadiemáspodría.CuandoHannahdiounpasoadelanteparaayudaraentraraAlex,meatravesó.
O,mejordicho,yolaatravesé.La habitación se volvió fría, la piel de Hannah se puso de gallina, quizá
pensóquesedebíaalvientoquehacíaafuera.Peroesonoeraverdad,erayo.Semenublólavista.Mesentídébil,perdida.Nopodíacreerlo.Elmiedome invadióydenuevoescuchéesasvocesgritándome.Volvíaa
veraesaspersonasamialrededor,burlándosedemí.Estabaenunasituaciónterribleynisiquierasabíaporquéhabíaterminadoallí.
Nosabíaporquéahorayoera…esoquetantohabíaodiado,quetantomehabíafrustradoycausadomilesdepesadillasycientosdenochesdeinsomnio.Yo era eso que nadie deseaba ver. El ardor enmi estómago era insoportable,estabafuriosaporhabermeconvertidoenalgoquenosoportaba.Queríallorarydesaparecerdeunavez,peroahoraeraimposible.
Seguroqueestabamuerta,seguroqueestabaadosmetrosbajotierra,comosiemprehabíasoñadoRebecca,peromialmaseguíaaquí.Yyonopodíahacernadaparairmedeestemundo,deningunodelosdos.
Estabacondenada.Entonces comprendí lo que estaba sucediendo. No había heridas por una
solarazón,mesentíamásligeraporalgoqueyoconocía,algoquehabíavistoenAlexyencientosdepersonas,ono-personas.
Sentí queme ahogaba.Estonomepodía estar pasando.Despuésde tantotiempo,ydespuésdeloquehabíasufrido,lascosasmalasseguíanpasándomeamí.Eraunimándelamalasuerte.Sonaráirónico,peroqueríamorirme,aunqueyaconocíalarespuesta.
Cuandome acerqué para apoyarme en el escritorio deHannah, pasó algoincreíble.Mimanoatravesóaquelpedazodemadera.Fuesorprendente,losentífrío.
Memirélamano,queseguíaintacta.No,no,no.Mesentícaer.Yoeraunfantasma.
Capítulocuatro
Me apoyé en una de las columnas de mármol que sostenían el techo de lamansión de George. Me dolía la espalda por la incómoda postura en la queestaba;sinembargo,nomehabíaatrevidoabajarlasescalerasymezclarmecontodoslosamigosdeHannahyCara.Sabíaquenadiepodíaverme,aexcepcióndemimadre,queestabaencerradaenunpsiquiátricoajenaalarealidad.
Ella había provocado mi muerte, pero no lo recordaba. Cuando iba avisitarla,nopodíahacerqueentraraen razón,nopodíamencionarlenadaqueimplicara un incendio o a la familia Crowell. Se ponía histérica y paranoica.Estabaenuntranceenelquecreíaqueyoseguíaviva,cuandonoeraverdad.Yoestabamuerta, pero de una formau otra, seguía en estemundo sin que nadiemásme viera.Aunque había cientos de personas, ruidos, voces y almas amialrededor,mesentíasolayexcluida,comomehabíasentidosiempre.MiúnicaconexióneraconRosie,peronopodíahacermuchoconsusituación.
Estabadesesperadayasustadaporloquepodíapasarme.Noqueríaolvidarcuáleramimisión.Teníaque encontrarmi cuerpoparapoderme ir enpazdespuésde todoel
infiernoquehabíasidomivida,antesdequefuerademasiadotarde.Tenía laesperanzadequesi ibaa lamansiónymepresentabaen la fiesta
que organizarían para Cara, Hannah podría verme o sentir mi presencia paraayudarmeacumplirmimisión igualquehabíahechoconAlex,peronadadeesohabíasucedido.Lohabíaintentadotodo,peroHannahnosehabíapercatadodenada,solobailabaconlosdemásestudiantes.Habíasubidounpardevecesalahabitaciónabuscarunoszapatosconotrotacón,ysucuerpohabíaestadoasolodiezcentímetrosdedistanciademicuerpofantasma,yellanisiquierame
habíamiradoomehabíadichonada.Eracomosirealmenteyonoestuvieraahí.Simplementeselimitóaseguirsucaminocomosinohubierapasadonada.
PorqueesoeraloqueHannahestabapensando.Creíaquenopodíasucedernada más, que todo lo malo había desaparecido después de que internaran aRosie.Peroestabaequivocada.Todocomenzabaahora.
Recordélatardeenquefuimosdecomprasypaguéporunvestidoquehabíafingidoquemegustaba.Hubieraqueridocontarlelaverdadantesdelincendio.Antes de morir allí. Todavía no sabía por qué esta noche llevaba un vestidopúrpura,melohabíapensadovariasvecesantesdeponérmelo,sabíaquenadiemevería,peroqueríasentirmeguapa.Trasmeditarloduranteunosminutos,medicuentadeque,despuésdetodo,elpúrpuraerauncolorbonito.Erainocenteyparecíaqueemanabaoloralavanda.Aunqueeraextraño,nuncahabíavistoaunfantasmacambiarsederopa,peroyopodíacambiardeconjuntosi lodeseaba.Eraextrañoydivertido.
La escena del incendio se seguía repitiendo enmimente a cada segundo.TodavíarecordabalasdurasyfríaspalabrasquelehabíadichoaHannah.
Mesentíamuymal.Nisiquierayocomprendíacómohabíahechoalgodeesenivel.Habíamosheridoamuchaspersonas,yyonoeraconscientedeello,porque Rosie me había manipulado. Pero también había sido culpa mía, yconsiderar a Rosie la única culpable era una excusa para negar miresponsabilidad.
Mecrucédebrazosalvermeenlasituaciónmásaburridaeincómodademivida. Era la primera fiesta a la que asistía, y mi temor se estaba haciendorealidad:todosmeignoraban.Eraunfantasma.
Neguéconciertaironíayseguíenmimundo.Almenospodíacaermecon loszapatosde tacónalto,odarme lavueltay
que alguien me manchara el increíble y bonito vestido con una bebida, otambiénhacerlacosamásvergonzosadelmundo.Encualquiercaso,nadiemevería.
Miréelvestidounavezmás.Era tanbonitoquedeseabaquedármeloparasiempre.TeníaunescotequeformabaunapreciosaVenelpecho,dondehabíauna tela cosidadelmismocolor que formabaun top, yde estamisma tela sedesprendíaotramásdelgada,quedejabacaermástelabrillanteylisaalolargodemicuerpo.Lostiranteserantandelgadosyfinosqueapenassenotabanenmishombros.
Afortunadamentenohabíatenidoquepeinarme,losrizosestabanperfectos
y no necesitaba tenacillas para repasarlos. Ahora eran más rubios y, cuandoestaba bajo el sol resplandeciente, parecía que mi cabeza brillaba como unaseñaldeadvertenciadecoloramarillo.Noestabaseguradesiesoerabuenoomalo.Me gustabamucho el color demi cabello, pero no quería parecer unaluciérnagabrillandoenlaoscuridad.
Me desplacé hasta el balcón de lamansión, del que nacían dos escaleras.Apoyé las palmas de las manos en la barandilla protectora y observé lo quehabía en la primera planta. El salón parecía más pequeño con tanta gente.Globosde diferentes colores semovíande un lado a otro y alcanzaban ciertaalturacuandoalguienlos lanzabaparadespuésvolveracaero toparconotrasmanosquelosvolvíanalanzarlejos.
Sonreíunpoco.Todossedivertían.Veíalascabezasyloscuerposmoversecon agitación. Algunos cantaban y otros bailaban ridículamente, pero no lesimportaba.Eraunaocasiónespecialytodoslaestabandisfrutando.
MiréunparderostrosconocidosyluegoviaHannahyendohastalabarra,dondeun chico preparaba las bebidas.Las luces de la bola de espejos nomedejabanverconclaridadlosrostros,peropodíareconoceramimediahermanaaunkilómetrodedistancia.
Se dejó caer en una de las sillas disponibles y después vi que el chico ledabaunvasodeagua.
Yo lo observaba todo con cierta dificultad.Mi corazón de disparó cuandounosminutos después, élme señaló, como si pudiera verme.Negué, confusa.Talvezestabaseñalandoaalguienqueteníadetrás.Soloviunasombra,porquelas luces no me permitían verle el rostro, pero sabía que señalaba en midirección.
Derepente,sentímuchocalor.Hannahestuvoapuntodecaersedelasilla,peroAlexlasostuvoconfuerza.
Ella le dijo algo y sonrió delicadamente, como si le hubiera dicho que todoestababien.Alexasintiónomuyconvencidoydespuéslatomódelamanoparallevarlafuera;seguramentelehabíapedidoquefueranatomarelaire.Mientrasse alejaban, parecía que Hannah trataba de asimilar lo que sucedía a sualrededor.
¿Quélehabíadichoaquelchicoparaquesepusieradeesamanera?Mearmédevalor.Simehabíaseñalado,eraporalgunarazón.Sihabíasido
unerrorymeacercabaahablarle,nopasaríanada,porqueyoeraunfantasmaynadiepodíacomunicarseconmigo.
Perosiélmehablaba…No,nomelocreía.Bajélasescaleras,vacilando.Élestabasirviendomásbebidas,eraágilcon
lasmanos,semovíarápidoeneseespacioreducido.Nosehabíapercatadodequemeestabaacercandoyesoerabuena señal,
porquemisnerviosdisminuíancadavezmás.Almenosnomesentíaintimidadaporsumirada.Yporningunadelasque
había en la fiesta. De alguna manera, era reconfortante saber que nadie meestabaobservando.
Peroentoncessucedióalgoextraño.Depronto,HannahestabaamiladoymeatravesóagranvelocidadmientrasAlexlaseguía.Teníangotasdesudorenlafrenteysusojosreflejabanpreocupación.PodríajurarqueHannahcasiestabamordiéndose las uñas mientras avanzaba, pero iba tan rápido que apenasmanteníaelequilibrio.
CuandoHannahme rozóelhombro,vi cómosuboca seabríay segirabapara ponerse frente a Alex. Este se detuvo abruptamente y la observó sincomprenderquésucedía.
Yotambiénestabadesesperadaeinquieta.VeraHannahconesaexpresiónenelrostromeponíanerviosa.Alex,alcontrario,tratabademantenerlacalma,noteníaniideadeloqueHannahleibaacontar.
—EsAnna—ledijoenunsusurroqueapenasescuché.Mequedéquietaenmediodelosdos.—¿Anna?—Alexlevantólascejas.Hannahasintiósindecirnadamásyvolvióagirarseparaseguirsucamino.
AlexreanudóelpasoycasicorriódetrásdeunaHannahqueparecíahechaunlío. Reaccioné y memoví, ya que cuando escuchémi nombre todo se habíadetenido.EsechicolehabíadichoalgoaHannah,yyodebíasaberquéerayporqué se había puesto así. Cuando entraron en una habitación con los rostrospálidos,meobliguéaseguirlosyatratardecalmarmicorazónpalpitante.
Una vez dentro de la habitación, Alex cerró la puerta. Todo estaba ensilencioyaoscuras.Mequedéenunaesquina,ydepronto lascuatroparedestomaroncolorylaoscuridaddesapareció,dejandoverunacamahechaenmediodel cuarto y varios estantes con colecciones de coches. La habitación estabalimpiayordenada,perolatensiónqueseempezabaasentirlahacíaparecermáspequeñaysofocante.
Hannahcaminódeunladoaotro,pensando.
—¿Qué pasa? —preguntó Alex, que no comprendía absolutamente nada.Sus ojos estaban fijos en ella. La seguían cuando iba y venía. Se estabaponiendonerviosoportantomovimientoytantomisterio.
—EsAnna—repitiódenuevo.Jugabacon losdedosmientraspensaba laspalabras correctas. Estaba helada y notaba la tela del vestido sobre la piel—.Estáaquí.
Alexsoltóunarisitayserelajó.Suspiró,dejócaerloshombrosymostrósusdientesblancosenunasonrisa.
—Oye, sé que estás preocupada—empezó a decir con calmamientras seacercabaaHannah—.PeroAnnamurió.Ydondequieraqueesté, seguroqueestámejorqueaquíylosabesperfectamente.Notepreocupespornada.
Ellanegóconlacabezayseapartó.—No, no. —Le temblaban los dedos. Las palabras de Alex no habían
causado ningún efecto tranquilizante en ella, sino todo lo contrario—. No loentiendes.Estáaquí.Lapuedosentir.
—Hannah…—susurré, pero no reaccionó. Nome había escuchado en lomás mínimo. Y yo estaba desesperada porque sabía que Hannah podíaayudarme.Loharía.Peronopodíavermenioírme.Ynosabíaquéhacerparaquemepercibiera,paraquesupieraqueestabaaquí.
Alexintentósonreírdenuevo.—Annayanoestáaquí,Hannah.Nodejesquesumuerteteagobie,nofue
culpa tuya. Lo sabes, ¿verdad? No tienes de qué preocuparte, de verdad. Nocreo…nocreoquepuedasucedertedosveces.
—Alex…—Losiento—sedisculpó.Hannah dio pasos largos hasta la puerta y, en un segundo, sus ojos se
iluminaroncomosisupieraloqueteníaquehacer.—Elchico…elchicoqueestabaenelbar,Alex—dijoconrapidez—.Me
ha dicho que ha visto a Anna. Tenemos que hablar con él antes de que seademasiadotarde.
—Puede que te estén gastando una broma,Hannah.No te obsesiones conesa idea. La policía confirmó que Anna murió en el incendio. Así que tencuidadoconquiénhablasyquéesloquecrees.Haymalaspersonasahífueraylosabesmuybien.Noquieroquenadietehagadañootehagasentirmal.
—Solo…—La mano derecha de Hannah estaba aferrada al pomo de lapuertaparaabrirlocuantoantes—.Soloconfíaenmí,¿deacuerdo?
—Confiaré en ti siempre y cuando no seas tan obstinada y te pongas enpeligro.
Hannah asintió y la puerta se abrió, dejando entrarmás luz de la que yahabía.Lamúsicaseescuchabaalolejos,mientrasdecenasdepersonasgritabanycantabanconemoción.
Amboscuerpossalierondelahabitaciónconlasmismasexpresionesconlasque habían entrado. Intenté seguirlos, pero cuando salí del cuarto, el pasilloestabavacío,nohabíaabsolutamentenadie.
Habíandesaparecido.Miréalfrenteyunasombraborrosamehizogritarconfuerza.Retrocedíde
golpe hasta tropezar con la tela del vestido. Caí hacia atrás con rudeza,intentandoamortiguarelgolpeconlasmanos,peronoloconseguíymerasquélos codos. No obstante, sabía que eso era una simple ilusión, no me habíapasadonada.Mipielseguramenteseguíalimpiaybrillante,sinrastroalgunodeherida.Sinembargo,ardía.
Me quedé aturdida allí en el suelo, pero volví a la realidad y vi que lasombraseaproximabahaciamí.Semepusolapieldegallinacuando,enmediodelaoscuridad,vielrostrodeRebeccaconlosojosabiertos,acechándomeconesaexpresióndura.Apretélospuñosparadarmefuerza,perotodofueenvanocuando vi que la sombra se hacíamás grande y sus brazos se extendían paratocarme.
—¡No!—gritéalverquealgosinformamequeríaatraparconsusgrandesmanos—.¡Aléjatedemí!
Metapélosojosychillémientraspensabaqueeramitrágicofinal.—Oye —escuché una voz suave y tranquila—. Solo quiero ayudarte a
levantarte, ha sido culpa mía. Lo siento, creo que he aparecido en un malmomento.Teheasustado,¿verdad?
La voz era grave, ronca, nada parecida a la deRebecca.Y, por supuesto,nadafemenina.Su tonoeraamable.Abrí losojosy levanté lamirada, todavíaconmiedo.
La imagen adquirió nitidez y vi a un chico joven. Su cabello negro y susojosinyectadosdecarbónmellamaronlaatenciónenelmismoinstanteenquenuestrasmiradassecruzaron.Teníalapielcolormiel,erabrillanteysedosa,casile daba un toque moreno, aunque no lo era. Tampoco estaba bronceado, ymuchomenos era una copia de los chicos que vivían por aquí. Era diferente.Fruncía sus cejas gruesas, negras y pobladas mientras me observaba con
aquellosojoscautivadores.Loslabios,porelcontrario,eranlargosydelgados,pero tenían lamismaexpresiónque lascejas:estaban fruncidos.Nomehabíapercatadodequeextendíalamano,conlapalmahaciaarriba,esperandoaqueyolacogieraparatomarimpulsoylevantarme.
—¿Estásbien?—preguntósinmodificarlaexpresióndesurostro,queahoraseveíamásradiante.Lavozlehabíadadootrotoqueespecialy,paramimalasuerte, se me había puesto la piel de gallina. Lo extraño era que aunque lahabitaciónestabafríayniunaráfagadevientohabíaentradoporlasventanas,ya que estaban cerradas para la seguridad de los Crowell, supuse que misescalofríossedebíanaunasencillayclararazón.
—¿Quiéneres?—pregunté,todavíasinaceptarlamanoquemetendía.Semehizoextrañohablarconalguiendespuésdeltiempoquehabíaestado
atrapada en esta dimensión. No había tenido la oportunidad de hablar conHannahniconnadiemás,aexcepcióndeRosie,peroellaestabaenfermaynopodía comprenderquéhabía sucedido.Conocía este lugar, que tantodañomehabíacausado,desdequeeraunaniña,peroahoraeradiferente,porqueestabaalotrolado,ahorayoeraelfantasmaynosabíaquéhacerexactamenteparasalirdeaquí.Apesardesaberqueeramiconexión,Rosienoayudabaenmuchoyeltiempo se iba reduciendo y mi condena aumentando. Así que, como unapequeñallamaenmediodelaoscuridad,hablarconestejovenquenuncahabíavistofueesperanzador.
Loobservédenuevo.Talvezélpodíaayudarme.Parecíaqueél tambiénpodíaver fantasmas.Teníaquesermiotraopción,
queríaconvencermedeello,peroloquehabíapasadoconHannahmeobligabaamantenermequietayanohacermemuchasilusionesparanodecepcionarme.Peronohabíaduda,meestabahablandoymemirabaamí,anadiemás.
Elchicoeramayorqueyo.Porsucomplexión,supusequetalvezrondaríalos veintipocos. Era fuerte, pero delgado, tenía un torso firme y duro. Podríahaber jurado que estaba algo tenso, pero la sonrisa en su rostro lo desmentíatodo.Vestíaunacamisasencilladecolornegro,sinestampadonidibujossobrela tela, y encima llevaba una chaqueta de cuero sin abrochar. Sus pantalonesnegrosseajustabanasusgrandescaderas,nollevabacinturónparasujetarlosynoparecía suestilo.Tenía laspiernas largasperonoeraalto, eraunchicodeestaturamedia,aunquedesdemiposición,eramuchomásaltoqueyo.Estarenel suelo me dejaba en clara desventaja. Parecía un chico de otra época: sucabelloestabaperfectamentepeinadoylollevabaalnatural,sinningúntipodeproducto.Estabalimpioysedosoyolíaauva.O,talvez,yoestabaalucinando.
Sinembargo,sufraganciacomenzabaaimpregnarelambiente.Nosabíaaquéolíaexactamente,peroeraunaromafantástico.Noerapesadonidulce.Eramuyagradable. Pero no sabía identificar exactamente de qué era.No obstante,megustaba.
—SoyAaron—dijoconunamediasonrisa—.TúdebesdeserAnna.—¿Cómosabesminombre?—Lavozmetembló.Aaronnodejódesonreírcuandofruncíelceño.Semiró lamanoy,alver
quehabíaciertadesconfianzaenmisojosyqueno ibaaaceptar suayuda, laapartó con tranquilidad y se la metió en el bolsillo derecho para sacar unpaquetedetabaco.Suspiróydejócaerloshombrospararelajarse.
Yo,encambio,mequedéahí,tiradaenelsuelo,observandocómosellevabaelcigarrilloalabocayencendíaunacerilla.Teníaunlunarextrañoypequeñodebajodelojoizquierdo,apenasselenotaba.
—Todoslosaben—contestó,exhalandohumo.Yanoparecíainteresadoenayudarme.Sehabíaapoyadoenelmarcodela
puertayestabadisfrutandodesucigarrillo,aunquehabíaalgodiferenteenél.Todo su cuerpo parecía de piedra, y de vez en cuando trataba de simularloinspirandoydejandocaersushombrosconsuavidad.Cadavezqueledabaunacalada,inspirabayexhalabaelhumoquehabíacontenidoenlaboca.Comosilavidaselefueraenello.
—¿Todos? ¿Quiénes son todos?—pregunté, tratando de levantarme, perocuandoapoyétodoelcuerpoenlaspalmasparadarmeimpulso,resbalé.
Mequejéenvozbaja.—Ten cuidado. Te puedes hacer daño… —Sus ojos estaban fijos en el
pasillo,peroluegomevolvióamirarylasonrisareapareció—.Otalvezno.Hiceungestodedesagradoyalsegundomedicuentadeloquehabíadicho.
Loobservéconcautela.—¿Quéquieresdecir?—pregunté,sofocada.—Túyyosabemosloqueeres.Éleradiferente…loeraentodoslossentidos.—¿Quiéneres?—volvíapreguntar.—Yatelohedicho,Anna.—Aaron.Loheescuchado.Asintió.Ydespuésseescucharonruidos,pasosapresuradosyrespiraciones
agitadas. Aaron dio una última calada al cigarrillo, y, mientras las vocesdistorsionadas se acercaban, él dejaba salir el humo de su boca. El humo,
inesperadamente,llenóporcompletoelespaciodelapuertaabierta,comosiseestuviera incendiando el pasillo y el humo se esparciera. Era humo espeso ygris.Tosíy,alinstante,unhombretrajeadoentródandograndespasos.Atravesóelhumo,queparaélparecíanoexistir,ydespuésAaronsepusoenmediodelapuerta,comosifueraunmuroynoquisieraquenadiemásentrara.Mededicóunaúltimasonrisa,brillanteyburlona.Yentoncessucedióloquesuponía.Unamujerdelgadaycon losojoscolorcafé,ya laqueyoconocíaperfectamente,atravesóaAaron.
Así,sinmás.Élno semovió.Se limitabaaobservarmi expresión.Noparecía afectado
porloqueacababadesuceder.—Hacemuchofrío,¿noteparece?—dijolamujer.Era lapsicólogaquemehabíaatendidodurante losúltimosmeses,cuando
me había cambiado de residencia siguiendo órdenes de Rosie para liberar aRebecca del sufrimiento y la desesperación que yo le causaba. Era Lisa. Elhombre que había entrado delante de ella era George. Seguramente queríabuscaralgoen lahabitacióndeAlex.Nosabíaqué,y tampocome importaba.Mi atención estaba al frente, donde Aaron seguía plantado sin inmutarse.Además,elhombrequeteníadelantedemíestabadesapareciendoconelhumo.
Eraunfantasma.—Nos veremos pronto, Anna —dijo, e hizo una reverencia. Inclinó el
cuerpoy,depronto,laventanadelahabitaciónseabriódegolpeyunaráfagadevientoazotótodoloquehabíadentro.Lospapelesseesparcieronporelsueloyunvasodecristalquehabíacercademíserompió.Lamujergritóconfuerza,dandounsaltoparaalejarsedelospedazosafiladosycortantes,queporsuertenoestabancercadeella.
—¿Estásbien?—preguntóGeorge,queencendióunalámpara.Lahabitaciónsevolvióailuminar,yconella,elrostrodeAaronsehizomás
claro.—¿Quéquieresdemí?—lepreguntérechinandolosdientes.Yoodiabaesedondesdequesemehabíadado,yRosie loamaba.Nome
gustabaverapersonasquenadiemásveía,nomegustabaescucharlas,yahora,detestaba con todas mis fuerzas ser una de ellos, y, para mi desgracia, estarhablandoconuno.Nomedabanbuenaespina.Elloshabíansidomalosconmigoyyonopodíapermitirquetambiénlofueranaquí.
—Todobien,soloesquenomeloesperaba.—Soltóunarisitanerviosa—.
Meheasustadounpoco—respondióconlamanoenlafrente,confusapor loqueacababadesuceder.Oíasuvozalolejos.
—Sientonopoderquedarmemás tiempo,Anna—dijoAaron—.Hayalgoquemeimpidequedarme,eltiemposeagota.Alguienmásvieneaverteynolopodemosevitar.Volveré.
—Hablaba muy rápido; de pronto, parecía ansioso por irse o pordesaparecer.Eracomosinotaraquealguien seacercaba,peroyonooíanadamásapartedesuvoz.Girabalacabezadevezencuandoparaasegurarsedequenadieveníaporelpasillo.Elhumoseguíasaliendodesuboca,peroahoraeramásfino,casiimperceptible.Aaronmeguiñóunojoapresuradamenteysegiróunaúltimavezparacomprobarsialguienseacercaba.Alverque todoseguíasilenciosoysolitario,abriólaboca—.Nosvolveremosaver.
Mi corazón palpitó con la ilusión del dolor enmi pecho, y, durante unossegundos, tuve la sensación de desmayarme. El miedo me consumió deinmediato y mi cuerpo se tornó de piedra. Los ojos de Aaron se volvieronnegrosyprofundos,elfuegodelcigarrillosetrasladóasusojos,quebrillaroncon intensidad.Quisealejarme,deseabapoder correr, alejarmedequienquieraquefueraél.
Unpardesegundosdespués,elhumoyAaronsehabíanesfumado.—Heencontrado las llaves.—LavozgravedeGeorge llamómiatención.
Niél,nilamadrebiológicadeAlexpodíanverme—.Eshoradeirnos.Ambossonrieroncálidamenteysalierondelahabitación.Yome quedé sola en la oscuridad,me levanté del suelo yme senté en la
camadeAlexconel corazón latiéndomemuy rápido, sin sabermuybienquéacababadesuceder.FueentoncescuandorecordélaspalabrasdeHannah.
«Elchico…elchicoqueestabaenelbar.MehadichoquehavistoaAnna.Tenemosquehablarconélantesdequeseademasiadotarde».
¿Aquésereferíaconeso?¿Alguienmásmehabíavisto?¿Ysiresultabaquetambiéneraunfantasma?¡No!¡Noqueríalidiarconeso!¡Nopodía!
Pero no tenía opción. Tuve que armarme de valor para saber qué estabapasando, si realmente ese chico del bar me había visto o Hannah se habíaconfundidoy se sentíaculpablepormimuerte,que,a juzgarpor lo sucedido,creíaqueAlexteníarazónyellasentíaciertaresponsabilidadpormieternidad.Mehubieragustadodecirlequenoeraasí,quesiyoestabaaquíeraporquemelomerecía,porqueyomismamelohabíabuscado,siguiendolosruinesplanesdeRosie.Habíasidocómpliceyhabíahechomuchodaño,yestabaarrepentida.
Peroesonojustificabamisacciones.Caminédenuevoporelpasilloymealejéde lahabitacióndeAlex.Dejé
atrás varias puertas hasta que llegué a las escaleras, que se dividían en dos.Había subido y bajado por estos peldaños cientos de veces, y hoy se veíancoloridas, llenas de vida. Ya no sentía la necesidad de correr para pasar estetramo de la mansión sin sentir escalofríos.Me apoyé en la barandilla de lasescalerasytratédelocalizaraAlexyHannah.Habíadecenasdepersonasqueiban y venían, la música estaba a todo volumen y las risas se escuchabanlejanas.Lascancionesresonabanportodalamansión.
Yentonceslovi,yélmesonrió.Enmediodelagente,justoahí.Mirándome.Nosabíadurantecuántotiempo
habíaestadoasí,peroparecíaquemehabíaestadoobservandodesdequehabíallegado.
Apartólamirada,avergonzado,ycaminóhastaelminibar.Me quedé quieta. Si Hannah y Alex habían hablado con él, y él no
atravesabaaningunapersona, solopodía significarque,efectivamente,noeraunfantasma.Ymeestabasonriendoporquepodíaverme.Nohabíadudadeeso.Teníaqueirhastaallíyhablarconél.Ysinoerayoaquienobservaba,entoncesnoteníanadaqueperder.Porqueentonces,éljamásmehabíavisto.
Perosirealmentemehabíavisto…Lascosascambiaban.La llama sevolvió a encender.Estavezmás fuerte, y, de repente, sentí la
extrañasensacióndequererirhastaallíyhablarconél.Mesentíaatraídaporél.¿Y si él era mi conexión y Rosie lo había estado evitando, solo para
mantenermeconella?Existíaesaposibilidad,porquesuegoísmonolepermitíasaberosentirquéqueríanlosdemás.Siempreprimabanellaysusdeseos,porencimadetodo.Noleimportabaaquiénibaahacerdaño.
Suspiré.El chico estaba detrás del minibar, cogía vasos y botellas de diferentes
colores para verter líquidos totalmente desconocidos para mí. Sabía que loestabaobservando,peronoseatrevíaa levantar lavista.Yesomeponíamásnerviosa,porquemissospechasibanenaumento.
Sinqueyo leordenaraamicuerpoavanzar,este semovió.Habíasidouninstinto,mimente pensaba y se debatía, peromi cuerpo se dejaba llevar confacilidad.Diunpasoy luegootro,yotro.Hastaquemedi cuentadeque ibacaminandodemasiadorápidoyquemirespiraciónseentrecortaba.Losnervios
mehacíansentirmareadayperdidaen lamansión.Medetuveenmediode laescalerayexhalé.Ydespués,seguícaminandoconmásnaturalidad,esquivandoalaspersonasparaquenomeatravesaranoyolasatravesaraaellas.
Cuando estuve a solo unos pasos del minibar, suspiré y dejé caer loshombrosconsuavidad.Élmedabalaespalda.Estavezteníaquehablarfuerteyclaro para no volver a repetir lo que había sucedido con Hannah. No podíatitubear.
Abrílabocaparaempezarahablar,peroentonces,sinquemeloesperara,élsegiró.
—Hola—dijo.Mecogiódesprevenida.Porelreflejo,viquenohabíanadiemáscercademí.Portanto,eraamía
quiensaludaba,nocabíaduda.Teníalosojosfijosenlosmíos,yyotambiénlomirabafijamente.Suspupilasseiluminabandevezencuandoporlaslucesdecoloresdelaboladeespejos.Mequedésinaireunossegundos.Micuerponosemovióenabsoluto,apesardequesabíaperfectamentequesehabíadirigidoamí.
Teníamiedo,nosabíaquédecirohacer.Todoeramuyconfuso.Laspiernasme temblaban y lasmanos no dejaban de sudarme. Con tanta gente yendo yviniendoyeloloraalcohol,todomedabavueltasynopodíapensarclaramente.Tantomovimientomeabrumaba.
—Yo…El chico ensanchó su sonrisa mientras me observaba con curiosidad. Me
quedémirandosusojosduranteunossegundosinquietantes.Yanoescuchabalamúsica. De pronto, todo el ruido del exterior se había ido. Era como si soloexistiéramosélyyo.Sehabíaformadounagranburbujaynosseparabadetodolo que había alrededor. Mi corazón no dejaba de latir con fuerza. No meimportabaquesolofueraunailusión,megustabasaberquetodavíapodíasentiralgoasí.Algoquenuncamehabíapasado.
—¿Quieresalgodebeber?—preguntóconamabilidad.Susojosgrisesmostrabandiferentesemociones.Estabaconfusoynervioso,
pero no tartamudeaba. Las luces verdes, rojas y azules se reflejaban en sucabeza una y otra vez y dejaban ver un rostro limpio y sonriente. Todo sedetuvo. Bajo la tela de mi vestido, las piernas me temblaban. Mi cuerpo noreaccionaba.Nomesalíanlaspalabras.Nopodíaevitarlasdiversasemocionesque me invadían. Sentía que, por fin, había encontrado a alguien que meentendía.
—¿Estás bien? —preguntó, cambiando de expresión. Ahora parecíapreocupado.Yosolopodíaverquerealmentemeestabamirando.
—Sí—respondí,tartamudeando.Mesentímásperdidaquenunca.MehubieragustadopreguntarleaAlexqué
habíahechoparaqueHannahno saliera corriendo.Peroahoranohabíanadiequepudieraayudarmeadecirlaspalabrascorrectas.
—¿Quieressentarte?—preguntó—.Tehaspuestoblanca.Negué.Sime sentabapasaría algomalo.Si eraun fantasma, seguramente
podíaatravesarcosas,yesanoseríaunabuenaprimeraimpresión.Estechiconoteníani lamásmínima ideade loquesucedíaydequiénerayo.Empezabaaponerme nerviosa.Y, sobre todo, a asustarme, porque si él podía verme, solosignificabaunacosa.
Tratédecontrolarmeofreciéndoleunasonrisaalgotorcida.—Estoybien—dije,ardiendopordentro—.Esquesoymuypálida.Élserio.—Tienesunbonitocolordepiel,entonces.Dios,saldríacorriendoynopodríadormircuandoalguienledijeraqueyo
eraunfantasmayquehabíamuertohacemuchotiempo.Teníaquedecírselodeinmediato.
—Yo…—melopensé.Nopodía,nosabíacómo—.Gracias.—Soy Caleb —dijo, volviendo a sonreír de oreja a oreja. Y, para mi
sorpresa,extendiósumanoparaestrecharlaconlamía.Grité enmi interior.Casi puedo jurar que una gota de sudor cayó pormi
frente,yluegolasentídeslizarsepormirostro.Elcorazónsemeencogió,provocándomeunfuertedolor.Enmiestómago
sehabíaformadounnudoenorme.Quisellorar.Nopodíaestrecharlelamano,seguramenteloatravesaría.Yesonoerabueno.Enabsoluto.
Mientras vacilaba en estrechar nuestrasmanos, levanté el brazo y, con unrápidomovimiento, toqué sumano, rogandoparaquenada extraño sucediera.Laspalmasynuestrosdedosseunieron.Fueuncontactodelicado.Susmanoseransuaves,seacoplabanalasmías,yhabríaqueridonosepararlasnunca.Perotrasunossegundosenquenuestrosojosestuvieronconectados,algoardió.
Sentíunadescargaeléctricaquemerecorriódesdelasmanoshastalaúltimapartedemicuerpo;lospiesmecosquillearonylacabezamediovueltas.Nuncahabíasentidounasensacióndeesa,unaespeciedesoplofrío.Laelectricidadsehabíaextendidocomolalluviadeunatormentallenaderelámpagos.
Quemaba.Miré sus ojos verdes y supe que él sentía lomismo que yo. La corriente
eléctricacorríaporcadadiminutapartedenuestroscuerpos,recorriéndonoscongran velocidad. Sentí calambres durante dos segundos, que desaparecieron talcomohabíanllegado.Rápidosydolorosos.
Estábamosconectados.Apartélamanodegolpe.—Mi nombre es Anna. —Las piernas todavía me temblaban—. Anna
Crowell.—Muybien,AnnaCrowell—dijosorprendidotodavíaporlasensación—.
Entonces,¿quieresalgodebeber?—Sí—respondísinsaberquédecir—.Quiero…quieroagua.—Porsupuesto—dijo—.Dameunsegundo.Me quedé quieta. Me invadían mil sensaciones que no comprendía. Ese
chicomehabíamiradoymehabíahabladohacíasolounossegundos.¿Acasosabíaquiénera?¿Sabíaloquehabíasucedidosemanasatrás?¿Sabíaqueestabamuerta?
Medio laespalda.Susmúsculossecontrajeroncuandonotóque loestabamirando.Terminódellenarelvaso,sediolavueltaymeloentregó.
—Tuaguaestálista.Dejóelvasosobrelabarra.—¡Oye!—Unchicolollamóagritos;nosabíaqueyoestabaahí—.¿Puedes
darmealgodeeso?Élladeosurostroyapartólosojosdemí.Mesentíperdida.Nopodíairse.—Losiento,Anna—medijo conunamirada tristeperoamable—.Tengo
queseguiratendiendo.Micorazónsecontrajoporenésimavez.Cuandosediolavuelta,neguéconlacabeza.Estabadesorientada.Rosieme
habíadejadoamisuerteyesonoseloperdonaríanunca.Siqueríadejardeserunfantasma,teníaquecumplirconmimisión.
El camarero no podía irse y dejarme, así sin más.Me había visto. Podíacomunicarseconmigo.Teníaquehaceralgoantesdequefuerademasiadotarde.
Y,de repente, locogídelbrazo, toquésupielcubiertade lucesdecoloresquebailabananuestroalrededor,presionélosdedosytirédeélconfuerza.Segiróyvisurostroconfundido.
—Tú…—dijeconnudoenlagarganta—.Solotúpuedesayudarme.
Capítulocinco
Cuando nací, enseguida supe que algo andabamal conmigo.Recuerdo haberlloradoenelquirófano,recuerdoverlucesazulesyescuchargritos.
Seguramenteeranlosmíos,peroerademasiadopequeñacomopararecordartodo lo que había sucedido aquel día. Según la versión de Rosie, yo habíamuerto;algotrágicoparalosCrowell,perolasalvaciónparaRosie.Ydespuéssucedióelmilagro, cuando todos sehabíandadoporvencidosy lahabitaciónhabíaquedadoensilencio,empecéallorar.
Yahoraestabaenunafiesta,frenteaunchicoquenosabíanadademíyquehablabaconmigo,totalmenteajenoalmundodelosfantasmas.
Mi mano le apretaba el brazo, y mis uñas, sin darme cuenta, estabanclavándoseensupiel.Noqueríadejarloir.Tampocoqueríahacerledaño.Soloél podía ayudarme. Estaba tan desesperada que seguramente le mentiría paraquenoperdieraelcontactoconmigo.Enlafiestanadiepodíavermeotocarme,peroahoratodohabíacambiado,yyonopodíasentirmemásfeliz.
Ignoré al fantasmadeAaronduranteunosminutosymeconcentré en esechico.
—¿Ayudarte?—preguntóconelceñofruncido,comosinocomprendieraloqueyohacíaydecía.Pero,claro,¿cómoibaaentenderlo?
Traguésalivaconfuerza,peronolesoltéelbrazo.Todavíano.Unapartedemícreíaquehuiríaencuantolosoltara.
Tuvequepensarenalgorápido.—Micoche…—Eraloúnicoquepudepronunciar—.Micocheestáfueray
nopuedoarrancarlo.Yyo…necesitoquealguienmeayude,¿podrías…?Estaba tartamudeando, pero no podía evitarlo. Me asustaba escuchar una
respuestanegativa.Él sonrió con amabilidad. Lo solté con lentitud, con dedos temblorosos.
Afortunadamente, no huyó. Seguía ahí, detrás de la barra llena de vasos conlíquidosdediferentessaboresycolores.
—¿Tucoche?—Sucejaselevantó.—Sí—mentí—.Estáfuera.Noarranca.¿Creesquepodríasayudarme?Miróasualrededorymisojossiguieronsurecorrido.Pordentrorogabaque
susgrandesojosnosequedaranclavadosenunajovenqueleimpidierair.Peroesanoerasuintención,soloestabaconsiderandolaideayelmovimientodesusojos era un simple gesto, pero dudaba, porque apretaba ligeramente lamandíbula.Losdistintosoloresdelasbebidasmehicieronsentirnáuseas.
—Oye,tengoqueirme—ledijoaunodeloschicosquetambiénestabaenlabarra.Lehabíahabladocercadeloídoparaquepudieraescucharlobien,peroelotrosoloasintió,sonrióylediounfuerteapretóndemanos,yluegoélvolvióamirarmesinapartarsedeljoven—.DileaChrisquemeheidoacasa.
Empezóacaminarhaciamíconpasodecidido,aunquelabarraaúneraunmuroquenosseparaba.
—¿Dóndeestátucoche?—Enelaparcamiento,cercadelafuentedelamansión—dijerápidamenteparaquenonotaraquementía.Enrealidad,noteníacoche.Nomegustabamentir,peronecesitabaalguna
excusaparasacarlodeahí.Teneratantagentealrededornoayudabamucho,yloúnicoquequeríaerausarlaspalabrascorrectasparanoasustarlo.
De pronto, se subió a la barra de un salto, volvió a saltar y sus piesaterrizaronenelsuelo.Lohabíahechoconbastanteagilidad,yahoraqueestabafrenteamíparecíamásgrande,eraunpocomásaltoqueyo.
—Puesvamosallá.Lamúsicaestabamásalta.Asentí y me di la vuelta para empezar a guiarlo. Intenté alejarme de las
personas, porque si alguien trataba de pasar y chocaba contra mi hombro,seguramente yo lo atravesaría. Así que traté, de la formamás natural, de notoparmeconnadieynotocarabsolutamentenada.Eraunatareadifícilcuandodecenas de jóvenes iban y venían de un lado para otro. Debía ser lo máscuidadosaposible.
Las personas semovían rápido, gritaban para hacer valer su voz sobre lamúsica y lanzaban globos y pelotas de diferentes colores, y eso me ponía
nerviosa.Noquería asustarlo conmi inquietud, así que respiréhondoy seguícaminando.
Afortunadamente, la puerta estaba cerca y el volumen de la músicadisminuíaamedidaquenosalejábamos.
—¿Quélehasucedido?¿Esunneumático?—mepreguntó.Estabadetrásdemí.Tuvoquelevantarunpocolavozparaquelooyera.
Mi labio tembló y agradecí que no pudiera verme la cara, porque habríanotadoquealgonoibabien.
—Esocreo.Nosémuchodecoches.Intentéreírme,perosolomesalióunarisanerviosa,yquedómuymal.Élno
dijonada,selimitóaseguircaminando.Entonces atravesamos la puerta principal y cuando esta se abrió, el aire
fresconosgolpeóenelrostro,lamúsicaseamortiguóylaspersonasylosgritosdesaparecieron. Ahora solo nos acompañaban el silencio y nuestrasrespiracionesagitadasporlaadrenalina.
Cerrólapuertaymedirigióunasonrisacálida,dispuestoaayudarmeconelcoche.Aunqueelneumáticodemisupuestocochenoeraelproblema.
Eraalgopeor.Teníalasensacióndequemicorazónseguíalatiendo.Eracomositodavíalo
tuviera.Talvezconeltiempodejaríadeteneresassensaciones,tansolodebíaacostumbrarmealavidadeunfantasma.
—¿Todobien?—mepreguntó.—Esperoestarbiencuandomeayudes—respondí.Afuera, todo estaba oscuro, había coches aparcados por todos lados.
Blancos,azules,rojos,negros…Eraimposibleverlascallespavimentadas,peroafortunadamenteeljardínestabalibreylahierbaverderesaltabaconlaluzdelas lámparas que había en el suelo y las farolas. Me sorprendí porquenormalmentelamansiónestabavacíaylosúnicoscochesqueseaparcabanaquíeraneldeAlex,eldemitíoGeorge,y,muypocasveces,eldeEric.
Loúnicoquenosacompañabaeraelruidodelaguaquebrotabaenlafuente.Cuandomiréalcielo,viquelalunaeraenormeyestabamuyredonda.Ojalá
estuviera viva para divertirme como los demás. Me arrepentía de habermedejadomanipularcomounamarioneta.Sinembargo,yaerademasiadotarde,yahora solo quedaba cumplirmimisión antes de que la olvidara y tuviera quequedarmeaquítodalaeternidad,sinsaberadóndeiryquéhacer.
Labrisafríahizoquesemepusieralapieldegallina.Elvientoempezabaa
soplarconfuerza.Avancéhastalafuenteparaganaralgodetiempoypensarencómo iba a contarle lo que de verdad necesitaba de él. El vestido púrpura searrastrabaporelsueloyseensuciaba,peronomeimportó.
Traguésalivadenuevo.Medetuvecercadelafuenteymedilavueltaparamiraralchico,queveníadetrásdemí.
Mibocaseabrióparaempezarahablar,perolavolvíacerraralinstante.Seestabaquitandounapelucanaranjaydejóaldescubiertosucabello,rubioyliso.Enrealidadnoeraunapeluca,sinomásbienunaespeciedegorroqueimitabaelpelajedeunleón,peroeldiseñoeratanmaloquesolosepodíadescribircomounapelucamuynaranja.Lailuminacióneramásclaraaquíqueenlacasa.
Mesonrióapenadoymiróloquemisojosestabanviendo.—Losiento—sedisculpóconunamediasonrisa—.Teníaqueusarla,elotro
chicome obligó a ponérmela por la temática de la fiesta. Era imprescindibleparapoderentrarenlabarra.
Me lo explicó como si fuera normal para él. De pronto, ya no estabaavergonzado,solodisfrutabadelanocheydemiexpresióndesorpresa.
Asentí tratando de no reírme. Ese chico ignoraba por completo que aHannahlegustabahacerfiestasconpelucasamarillas,peronodijenadaparanoherirsussentimientos.Sinduda,habíasidounabromademalgustoporpartedelotrochicodelabarra.Aélnolehabíavistonadaparecidoenlacabeza.
Tras quitarse la peluca, tenía el cabello despeinado, pero a él no leimportaba,nisiquierasehabíasacudidolacabezaparaconseguirun lookmásinteresante.Losmechonesseagitabanconelviento.Entoncesmedicuentadeque sus ojos eran negros. Tenía las cejas del mismo color, eran gruesas,pobladas, aunque no exageradas. Tenía el perfil marcado, muy bello. No eracomounaesculturaperfecta,perosupielparecíasuavey limpia.Esdecir,eramuyatractivo.Eramásaltode loquehabía imaginado,yseguramente tendríamás de dieciocho años. Para mi sorpresa, no era un chico blanco, ni pálido.Teníalapieldecolorcaramelo,suaveybrillantebajolailuminación.
Parecía un chico malo con la camisa blanca marcándole el pecho y losbrazos,definidosyfuertes.Eracorpulento,perotampocoparecíaunchicoqueseesforzaramuchoporteneruncuerpoatlético.Eraguapo,muyguapo.
Elvientosoplóunavezmásyderepentepercibíunaromaajabón.Meestremecíy tratéde tranquilizarme.Suatractivonomehabíaafectado
hacíaunosminutos, cuandohabía enroscado losdedos alrededorde subrazo,peroahorameparecíacasi imposiblevolvera tocarlo.Tenía losojosclavados
enmí, y esomeponía nerviosa.Tuvequebajar la cabezaunos segundosporvergüenza, porque no sabía qué decir ni hacer. De repente me había vueltoinsegura,noqueríaquememiraraalacara.Estabaavergonzada.
Lasangresemeacumulabaen lasmejillas, lassentíacalientesynopodíahacernadaparacontrolarme.
—¿Estásbien?—mepreguntóyseacercóamí.Retrocedíunpaso.Élnotómireacciónydecidiónovolverainvadirmiespacio.Suspiréconpesadez.—Sí—contesté levantando lamirada, intentandonoverlo tanmagníficoy
cautivador.Pero fue imposible.Susojosnegrosbrillabancon intensidad, eranmuyoscurosyprofundos,yhabíaalgoextrañoenellos,algoquenuncaanteshabíavistoenunapersona.Nopodíaadivinarquéera,perollamabamuchomiatención—.Esquetehementidounpoco.
Me estaba comportando de forma ridícula. Aunque en algún momentollegaraaparecerleatractiva,nopasaríanadaentrenosotros.
Élsuspiróysonrió.—Lo sé. —Empezó a mostrar los dientes conteniendo la sonrisa—. No
tienescoche,¿verdad?Asentí,temerosa.Empecéahablarmientrasjugabaconmisdedos.—Tútienesalgomuyespecialquemehallamadolaatención.Élserio.Suscomisurassehabíanelevado,susdientesresaltaronylosojos
lebrillabantodavíamás.—Esohasonadomuybien,perocréeme,notengonadadeespecial.Negué, porque no me refería a eso, aunque ya era demasiado tarde para
rectificar lo que había dicho, así que traté de expresarme de una forma másadecuada.
—Esque tú…—empecéadecirrápidamente,peromedetuve—.Necesitocontartealgo.Esmuyimportante.
—¿Algo de qué?—preguntó—. Estoy intrigado porque nos acabamos deconocer y es como si fuéramos unos viejos amigos. Y pareces demasiadoansiosaporcontarmeesotanimportante.
Inspiré y sostuve la mayor cantidad de aire en los pulmones, si es quetodavíafuncionaban.
—¿Creesenlosfantasmas,Caleb?Eralaprimeravezquepronunciabasunombreenvozalta.Élserio.—¿Qué? ¿Esas preguntas hacen las chicas que viven en unamansión?—
Tratabadesonardivertidoparaeliminar la tensiónquesehabíaacumulado—.Esescalofriante,¿sabes?
Nosabíaquédecir.Teníaquedarmarchaatrás.Qué mala idea, había empezado con el pie izquierdo. No sabía siquiera
cómoentablarunaconversaciónconunchicoyesoerahumillante.—Sololohepensado,nomehagasmuchocaso.—Mellevéunamanoala
cabeza como simedoliera—.Esque este lugar ha habidomuchos secretos yemociones,ydeprontosemehaocurrido.Haycosasquenologrodescribir,losrecuerdosvienenamímuyrápidoyhablosinpensar.Peronomehagascaso.Seráelclima.Hasidotodoesto.Talvezhebebidoalgomuyfuerteyporesotelohepreguntado.
Estabaintentandorectificar.Él asintió, divertido, porque seguramente había dicho todo aquello en un
tiempo récord.Miró al cielo como si allí fuera a encontrar una respuestamáslógicay,cuandoparecióhallarla,volviósusojosnegroshaciamí.
—¿Esperas que me lo crea? Si lo has preguntado es por algo.—Dejó lapelucaysesentóenelbordede lafuente,dondeelaguanopudiera tocarloosalpicarlo. Los pantalones se le arrugaron un poco al sentarse—. ¿Has tenidopesadillas?¿Hasvistoalgoextraño,Anna?Puedollamarteasí,¿verdad?
—Sí,porsupuesto.—Muybien,Anna.—Mesonrióparaanimarme—.¿Quésucede?Estabasiendomuyamable,yesomedabamalaespinaporqueentoncesse
sentiría decepcionado al oír todo lo que necesitaba decirle. Tal vez debía serdirectaeiralgrano,sinrodeos.
Mequedéenpie,observándolo.Porsupostura, intuíaqueestabarelajado.Susojosmemirabanconatención.Noseapartabandemí.
Meintimidaba,debíaadmitirlo.—Hasidounamalapregunta,losiento,esquenosécómoempezar.—Me
disculpéporsertanmalamentirosaypornosaberquédecir.Diunospasosparaacercarmea la fuentey,cuandoestuveahí, toméasiento,aunque lo suficientelejosdeélparanotocarlo.Suspiré,desanimadapormiintroducción.
Élmeseguíaobservando,habíaseguidotodosmispasoshastalafuente.
—¿Empezarqué?—preguntóconcuriosidad.—Unaconversación.Lasonrisavolvióaaparecer.—¿Porquémehassacadodelafiesta?—insistió.—Porquesolotúpuedesayudarme—susurré.—¿Ayudarte?¿Aqué,sinotienescoche?Traguésaliva.—Escomplicadodeexplicar.Élsoltóunarisita.—Yaloentiendo.—Misojosseclavaronenél—.¿Quieresvengartedeun
chico?—Susonrisaeramásgrande.Noparecíaofendido;alcontrario,parecíadivertidoconlaideaydispuestoacolaborarsiselopedía.
Misojosseabrieronconsorpresa.—¡No!—dije,negandorápidamente—.Noquierohacereso.Denuevoempecéajugarconmisdedos.Odiabahacereso,bajarlamiraday
mirar la falda demi vestido como si fuera lomás importante que había amialrededor.Caleb,encambio,memirabaconatención.Eramásseguroqueyoytratabadecomprendermeysercálidoconmigo.Estabaesperandoaqueledijeraloquesucedíaenrealidad.
—¿Entonces?¿Quétienesquedecirme?—Quiero irme —respondí—. Esta noche no quiero estar en la mansión.
¿Podríasllevarmecontigo?Lasonrisadesaparecióyadoptóungestodeconfusión.—Peronosacabamosdeconocer,Anna.—Lo sé, pero pareces de fiar. Y sé que solo tú puedes ayudarme. Estaré
bien,puedesconfiarenmí.Mi familianosedarácuentadequemehe ido,yvolveréantesdequesalgaelsol.
Calebmemiró como si intentara leer mi pensamiento. Dudaba, y por surostro serio intuí queme daría una respuesta negativa. Seguro que no queríameterseenproblemas,yesoqueélnisiquierasabíaquealaceptarmiinvitaciónparasalirdelafiestayasehabíametidoenungraveproblema.
—Tengo que pensarlo—se excusó—. No sé si puedo hacerlo, Anna. Losiento.Noquierometermeenproblemas,ymuchomenoscontufamilia.
—Por favor…—Tenía que convencerlo de algunamanera, era importantesacarlo de aquí, porque cualquier distracción destrozaría el plan que había
urdido—.Soloseráestanoche.Loprometo.Notendrásproblemas.Miróalcieloypareciópensárselo.—¿Por qué quieres salir?—preguntó. Sus ojos se entrecerraron y adoptó
unaexpresiónseriaquemehizoquedarmequieta—.¿Hasmatadoaalguienyahoraquieresescapar?
—¡No!¡Claroqueno!—respondíentrerisas.Depronto,mishombrossehabíanrelajado.Mesentíamásligeraycalmada.
Nisiquieramemolestéenreprimirlarisa,oenocultarla.Norecordabacuándohabíasidolaúltimavezquemehabíareídotanfuerte.
Susentidodelhumormeempezabaagustar.Eradivertidoyamable.Cuandoambosdejamosdereírnos,Calebhabló:—Estábien.Conozcounlugarquepuedehacerquetesientasmástranquila.
Noesunamaravilla,pero teserviráparadistraerte, siesoes loquenecesitas.No sé qué está pasando allí dentro, pero espero no tener problemas con tufamiliaoconlapolicía,¿deacuerdo?
Asentíconunasonrisa.—Nolostendrás—contesté—.¿Eselugarestáalejadodelaciudad?—me
aventuréapreguntarparasaberdecuántotiempodispondría.Siellugarestabamásalejado,teníaventaja,asínopodríaescapartanrápido.Cuandolopensédenuevo,medieronescalofríos.Talvezestabasiendopococonsideradaynoteníaen cuentamuchas cosas que podrían pasar cuando le contara la verdad, perodebíaarriesgarme.
¿Calebseasustaríasiledijeraquesoyunfantasma?—Lo suficiente para que regreses mañana—respondió y se puso en pie,
dispuestoainiciarnuestroviaje.Asentídenuevo.LoimportanteeramanteneraCalebalejado,paraquenopudieraescapartan
fácilmente,segúnmiplan.Eralaúnicaopciónenlaquepodíapensarporahora,yparecíaserlamásviable.
Caleb parecía buen chico. Así que tenía que repasar cada detalle para noatormentarlo.Miintenciónnoeracausarlepesadillas.
—Genial,esoesperfecto.—¿Has discutido con tu familia? —preguntó con curiosidad mientras
caminábamoshaciasucoche,oesosupuse.—Algoasí—volvíamentir.—¿Hasidomuymalo?
—Nisiquierapuedesimaginártelo—respondíenunmurmullo.—¿Ytendréproblemasconellosporsacartedeaquí?—¡No!—respondí—.Nisiquieraseenterarán.Eralaverdad.Nadieseibaadarcuenta.—Muybien.Confiaréenti.Sonrió de soslayo y le devolví la sonrisa por pura educación. Estaba
preocupadaporhacerleesto.Talvezdefraudaríasuconfianza,perocuantomáshablabaconél,másconectadamesentía.
Nopuderesponder.Meahogaba.Élnoteníaniideadenada,nosabíaloquedecía,solosesentía
atraídopormíporunasencilla razón:estábamosconectadosporqueyoeraunfantasma,yextrañamenteélpodíaayudarmeacumplirmimisión.Peroaúnnolograbaentenderporquépodíatocarloaélperonoaotraspersonas.Estechicoyyonoteníamosnadaencomún.Nuncahabíahabladoconnadiequenofuerade la familia Crowell. Me habían mantenido aislada desde que era pequeña,siempreencerradaenmimundo.Esanocheera laprimeravezquemedejabaguiar pormis instintos y pormi adrenalina de hacer algo fuera de las reglas.Ahoranohabíanadiequepudieraimpedirmequemefueraconesedesconocidoal lugar al que quería llevarme. Ni Rosie ni Rebecca podían hacerme dañoporqueyoyalohabíaperdidotodo,noeramásqueunsimplefantasmaconunamisión.Nohabíacríticasnillantoporlasnoches;alfinlaspersonasmalasyanoestabanjuntoamí,habíandadopasoalapazylatranquilidad,algoquenuncahabíatenido.Siempresemehabíannegadomilibertad,yahoraCalebseestabaconvirtiendoenlapersonamásimportanteparamí.
Ahorayoteníalasriendas.Soloquedabaunacosaporhacer.—¿Lista?—preguntóCalebcuandoestuvimosdentrodesuautomóvil.Eraunacamionetagrandedecolornegro,decincopuertas,yhabía tenido
quedarunbuensaltoparapodersubir.Elcalormeenvolvió,yapesardequelosasientoserandepiel,nosentífrío.Dentroolíaapino.Lacamionetaestabalimpia, no había botellas, ni papeles tirados, nimuchomenos había restos depatatasogolosinas.Losasientostraserosestabanllenosdelibrosycuadernosyhabíaunamochilarojaenelsuelodelcoche.
—¿Estudias?—preguntéaCaleb.—Estoyapuntodegraduarme,dentrodemedioaño.—Ah,entonces¿quéedadtienes?
—Veintiuno.—Ah—repetí.—¿Ytú?—¿Yo?Asintióymetiólallaveparaencenderlacamionetadecristalesoscuros.A
decir verdad, me empezaba a arrepentir, quería bajarme de ahí. Estaba en lafurgonetadeundesconocido.
Me puse tensa, pero traté de seguir el hilo de la conversación y no darletantas vueltas al asunto. Ya estaba dentro y no podía dar marcha atrás porsegundavez.
—Sí,tú—confirmó—.¿Cuántosañostienes?—Tengodieciocho—respondí,ymepuseelcinturóndeseguridadporpura
costumbre.Sabíaquenomepasaríanada,peromiinstintoaúnseguíaconmigo.Élmeimitó.
—Creí que erasmás pequeña queHannah—contestó, luego aceleró paracalentarelmotorymemirósorprendido.
Por enésima vez tragué saliva y recordé que Rosie me había obligado afingir sermenor queHannah, y todo lo queyohabía hechopara perjudicar aAlexyaella;habíasidounasoplonaquesedabacuentadelascosascuandoyaerademasiadotarde.Soloesperabapoderdisculparmeporhabersidotanmalapersona.
—Bueno,esunalargahistoria.—Noqueríacontarlenadaporahora.Talvezselodiríacuandollegaraelmomentoadecuado.Además,noeraalgodeloquepodíasentirmeorgullosa—.¿Laconoces?
Élnegóconlacabeza.—Creoque soismuy reservados.Osgusta tenermuchos secretos,y sobre
todo,soislospeoresmentirosos.Meguiñóelojoinocentemente,burlándosedemíporlamentira.—¿Nuncahasmentidoatuspadres?—bromeé.Surostrosepusoserio.—Mispadresmurieronhaceunosaños—soltósinmás.—Oh,losientomucho,yo…noséquédecir.Yeracierto,nosabíaquédecir.Habíasidotodaunasorpresa.—Notienesquedecirnada.—Sumanoaccionólapalancadecambioynos
pusimosenmarcha—.Poralgopasanlascosas,¿verdad?
Memiróunossegundos.Nuestrosojosconectaron.Asentípor instinto.Losabíamejorquenadie.
—Sientomucholodetuspadres.Lacamionetanegradejóatráslamansión,consucolorblancomisteriosoy
loscochesaparcadosportodosloslugaresposibles.Tardamos unos minutos en salir del barrio residencial. Nunca me había
detenido amirar las grandes y bonitas casas que había en la urbanización, nimuchomenoslosverdesjardinesapuntodeserrociadosconaguaparadarlesmás vida.Nunca salí a dar un paseo, ni siquiera una caminata rápida por losalrededores.Había tenido la oportunidad de hacerlo y, sin embargo, no habíadisfrutado de nada, hasta ahora. Fue entonces cuandome di cuenta de que lamayoríadelascasasmanteníanalgunaslucesencendidas,comolailuminaciónde losgarajeso los jardines,yporesoelvecindarioparecíamásbonitode loqueyaera.
Misojosqueríanatravesarlaventanaparavertodavíamásallá,queríaolerel aroma de las flores y sentir el aire frío en el rostro. Me sentía como siestuvierasaliendodelamansiónenunanochecalurosaconmiparejadebailepara lagraduación.Siemprehabía soñadoconesemomento.Ahora llevabaelvestido púrpura yCaleb conducía ami lado, y esomehacía sentir comounaniñapequeñaqueacababadecumplirsusueño.
Meentraronganasdellorar.Sentíaangustiaenelpecho,porquenadadeesopasaría.Todosmissueñosymisilusioneshabíandesaparecidoconmigoaquellanochedelincendio.
Dejédecontemplarlascasasymiréalfrente.Calebpareciódarsecuentademicambiodeánimo,peronodijonada.
Enunosminutosnosincorporamosalacarreteraypisóelaceleradorparairmás rápido. Encendió las luces largas para poder tener una mejor visión delcaminoyacelerótodavíamás.
—Bueno,despuésdetodoestedrama,¿vasadecirmeyaloqueteníasquedecir?—Suvozresonóentodalacamioneta.Eradulceysuave.
—Sí —respondí, armándome de valor. Aquí no podría escapar. Estabaconcentradoenlacarretera.
—¿Tehasarrepentidodevenir?—No—negué.—Pareces asustada, ¿quieres un poco de agua? Tengo una botella atrás,
puedo parar para que tomes aire, si es lo que necesitas—dijo, reduciendo la
velocidad.—Estoy bien, solo que es algo complicado de decir. —La garganta me
picaba, sentía un nudo que nome dejaba hablar—. Estoy asustada por cómopuedesreaccionar.
Élsonrió.Luegoalejósumanoderechadelvolanteyduranteunossegundosmemiró
dereojoparatocarmeelbrazo.—Tranquila.—Sumanosealejó.Fuerontansolounossegundos,peronovi
ningunamaliciaensucontacto.Encambio,mehabíahechovibrar.Paraélhabíasidounmovimientorápido,peroelbrazomequemaba,sentíasusdedossobremipielyundoloragradable—.Podréconello.
Ahíestabalaconexióndenuevo.Yolasentía.—Essobreloquetepreguntéantes.Estabapensativo.—¿Sobrelosfantasmas?—Sí.—¿Porquémepreguntaseso?—Sonabapreocupado,peroalavezcurioso.—Esque…yo…creoquehevistoauno.Élserio.—Anna,esonoexiste.—Habloenserio,Caleb.Lohevistoconmispropiosojos,estánaquí,hay
muchos.¿Nocreesenlosfantasmas?—Esinútilcreereneso—respondió—.Laspersonasmuerenytodoloque
habíaenellasmueretambién:losrecuerdos,sufamilia,susfracasos,todoseva.En estemundo solo estamos los vivos. Seguro que has visto una película deterror y tu subconsciente te ha engañado como amuchas personas.No debescreereneso,nimuchomenosobsesionarte.Puedehacertedaño,¿sabes?
—¿Algunavezhasescuchadolodelasconexiones?Susmanosseaferraronalvolante.—¿Conexiones?¿Dequé?—De losvivoscon los fantasmas, con los espíritus.He leídoalgodeeso.
¿Quieresquetelocuente?Nosabíaquéhacíaniadóndequeríallegarcontodoeso,peroestabasegura
de que Caleb podía ayudarme. La única forma de que todo saliera bien erasiendohonestaconélycontándolelaverdad.
—Tienesrazón—empezóadecirconvozentrecortada,casicomosisoltaraunarisita,peroparecíanerviosoyansiosoporterminarlacharla—.Notienesniidea de cómo iniciar una conversación. Me estás asustando, Anna. ¿Quierespararconeso?
—Estoeraloqueteibaadecir,yesimportante.—Bien, dejaré que me lo cuentes con la condición de que no vuelvas a
mencionaresodelosfantasmas,odelosespíritus,ocomoseaquelosllames,¿deacuerdo?
Asentí.—Cuandotelocuente,querrássabermás.—Lotenté,peronodijonada,lo
quemediopieparacontinuar—.Lasconexionesentrelaspersonasvivasylosespíritussonmuyfuertes.Estosespíritusnosonmásquealmasenun…¿cómodecirlo? —Intenté buscar la palabra que pudiera describir lo que estabasucediendo—.Escomounviajeastral,esdecir,estáncomoenotradimensiónyhaceun tiempoquehanmuerto.Este tiempopuedevariar,puedenserhorasodías. Incluso años. Su muerte puede deberse a distintas circunstancias:accidentes de tráfico, armas de fuego, drogas, suicidios, algún descuido porparte de un ciclista o de un peatón, incendios, no lo sé, cualquier tipo deincidenteesperadoono.Cuandolamuertetienelugaryyanohayuncorazónbombeando sangre, normalmente los espíritus están destinados al descansoeterno, ya sabes lo que quiero decir. Sin embargo, en un porcentaje de lasmuertessehaquedadopendienteuncompromiso,unapromesa,algoquedebíanhacerantesdemorir.Seguroquelohasvistoenlaspelículas.
—Entiendo. ¿A dónde quieres llegar? —Al parecer, Caleb se estabainteresando por el tema.Aunque seguía siendo escalofriante para él, prestabaatenciónaloqueyodecía.
—Estaspersonasconcosaspendientesquedanatrapadasennuestromundo,talvezenotradimensiónoalgodesconocidoyquesolamenteellosconocen.Lacuestiónesquetienenlamisióndecumpliraquelloquedebieronhacerenvidaparalograreldescansoeterno.
Calebseriounpoco.—¿Yporquéesosespíritusnosequedanparasiempreaquí?Esdecir,sivan
aestaratrapadosennuestromundoyconviviránconotrosfantasmas,¿porquénohacerseotravidacomofantasmas?
—Esoes imposible—negué—.Lamisión losobligaahacer loque tienenquehacer.Cuandolosfantasmasoptanporhacerloquetúsugieres,pierdenel
recuerdodeporquéestánaquí,ycasisiempreacabanvagandoporestemundosinsaberquéhaceroadóndeir,condenadoseternamente.Noescomounavida,porque realmente no puedes disfrutar de la comida ni de las sensaciones.Cuando pierden la noción de su misión pendiente, ya no queda nada. Estáncondenados a la infelicidad. Los fantasmas no se hacen amigos, seguramentepuedenayudarse,perocuandonohayemociones,nopuedenformaramigos,nopueden tener empatía ni nada. Cada uno debe resolver su problema, su temapendienteenelmundo.
—¿Cómosabestantodeeso?—preguntó,peronolleguéaresponder,solocontinué.
—Los espíritus crean una conexión, Caleb. Esta conexión es con un serhumano,unapersonaquetieneuncorazónquelate.Esapersonadebeayudaralespíritu a cumplir su misión. Algunos fantasmas llegan a descubrir estaconexión, otros no. Sonmuy pocos quienes lo logran. Las conexiones suelenestablecerseconalguienqueconocen,oalguienqueestuvo involucradoensuvida,oaveces…soncondesconocidos.Yesteesnuestrocaso.
Calebsepusotenso.—Todosuenamuyinteresanteyalavezescalofriante.Traguésaliva.—Esque…loquetehecontadoesverdad…Caleb pareció ralentizar un poco, se giró con lentitud y me miró sin
comprender. Sus ojos se apartaron de la carretera y vi cómo alzaba una cejamientrasmeobservaba.Todosucediómuyrápido.Depronto,unaluzbrillantedestellóenfrentedenosotros, lapielsenosiluminóenlacarretera,queestabavacía,yescuchéungrito.
Los neumáticos resbalaron sobre el pavimento. Los ojos de Caleb seabrieron de par en par y sus manos sujetaron con fuerza el volante paramantenerelcontroldelacamioneta.
—¡Agárrate!—gritó.La camioneta giró de golpe. Apenas alcancé a ver que los ojos de Caleb
buscaban un lugar donde estuviéramos a salvo. Maniobró con el volante,apretándolo con fuerza. Parecía que algo se nos había cruzado y le habíaobligadoadesviarnuestra trayectoria sinpensarlo.Sepusoblanco.Golpeé laventanillaconlacabezaycerrélosojosporinstinto,micuerposetensóyclavélasuñasenelasientodepiel,comosifueraasalirdisparada.Nosupesihabíagritado,peroencualquiercaso,nopodíapasarmenada.Aunasí,seguíaconlas
uñasclavadasenelasiento,esperandoaquetodoacabara.Todohabíasucedidomuyrápido.Estabaseguradequealgosehabíacruzadoenelcamino.
Los neumáticos chirriaron de nuevo y un olor a quemado nos inundó. Lacamionetasedetuvodegolpeymicuerposeabalanzóhaciaelparabrisas,peroelcinturónmedetuvoantesdequemicabezapudieraestrellarse.Todoquedóensilencio.Elmotordelacamionetasonabaforzado,comosifueraaestropearse.Mipielseerizóylevantélavistarápidamenteparaverquéhabíaocasionadoelaccidente.Miréalrededorycomprobéqueestábamosenmediodelanada:habíaárbolesfrondososyfríosportodoslados,unmantodehojasverdesseextendíapor encima de nosotros, eran gruesas y semovían al compás del viento.Misojoslocalizaronenseguidaunacasa.Estábamosfueradelacarretera,habíamosentradoenelbosquecuandolacamionetahabíagiradoparaesquivarloquesenos había cruzado. Miré al frente y vi una cabaña, sola y abandonada. Lamadera parecía vieja y la hierba estaba tan alta que parecía imposible llegarhastalacasasinseratacadoporunanimal.Habíaestadotanconcentradaloquele contaba a Caleb que me había perdido en mis pensamientos. Y ahoraestábamosaquí,conlaúnicailuminacióndelosfarosdelacamioneta.Eracomounapelículadeterror.Noentendíacómohabíamosllegadohastaaquí,yparecíaunlugarpeligroso.Estabaasustadaporquenosabíaregresar,nohabíavistoelcaminoporelquehabíamosderrapado,ydetrásdenosotrossolohabíaárboles.
—¿Estásbien?Fueloprimeroqueescuchédespuésdeunzumbido.—¿Quéhapasado?—MiréaCalebymedicuentadeque tenía lamisma
expresiónqueyo.Noeraconscientedecómohabíamos llegadoaquí,perosinduda,sabíaalgomásyesolepreocupaba.
—¿Tehashechodaño?Meincorporéydijequeno.Nomedolíanada,nisiquieramedabavueltasla
cabeza. Supuse que era una de las ventajas de ser un fantasma.Me aclaré lagargantacondisimulo.Aunquenomedolíanada,elaccidentemehabíapilladoporsorpresa.
—Sí,estoybien,¿ytú?—También.—Se recolocó en el asiento ymiró por la ventanilla, como si
esperaraveralgo.Susojosreflejabanpreocupación—.Noteasustes,perocreoquehevistoaalguienenmediodelacarretera.
—¿Qué?—Creoqueeraunamujer.
Neguéyacontinuaciónsentíquemipielseponíamásfría.—Deberíamossalirdeaquí.Medabalaimpresióndequenoibaasucedernadabueno.Eintuíaloque
podíaseraquellamujer.Caleb, en cambio, seguía conesamiradadepreocupación.Observaba con
atenciónlosalrededores,esperandoveralamujerdelacarretera,pero,parasusorpresa,nohabíanadie.Estábamossolos.
Porsupuestoquejamáslavería.—¿Puedesvolveralacarretera?—Nopudeocultarelmiedoqueempezaba
aconsumirme.Laspiernasme temblabandebajodelvestido,pero intentéquemivozsonaranormal.Soloqueríaquedieralavueltayvolviéramosaunazonailuminada.
—Loharéenunminuto.Séquehevistoaalguien,puedeestarporaquí.Meacomodéenelasiento,apoyé lasmanosconfuerzaenel reposabrazos
delapuertaymiréporlaventanillaconlailusióndequemicorazónlatíaconvelocidad.
—Creoquehasidounanimal.—Intentéhacerlocambiardeopinión.Peroentoncesélsegiróparamirarporlaventanatrasera,comosilamujer
pudieraestarallídetrás.Suspiernasseguíanenelasiento,perosutorsosehabíainclinado para observar la oscuridad que nos rodeaba.Me arrepentí de habersalidode lamansión.EncuantoCaleb seconcentróen loquehabíaplaneadohacer,fijélavistaalfrente,notéquemisorejassepusieroncalientesylailusióndemi corazón dejó de latir cuando vi a unamujer delante del coche, con elrostroiluminadoporlasluces.Lossegundossevolvieroneternos.Estabaquieta,serena.Noapartélavistadeella,penséqueeralamujerdelaquehablabaCalebyme quedé petrificada. Ninguna de las dos se atrevió a desviar la vista. Nohabíadudas,meestabaobservando.Sabíaloqueyoeradelmismomodoqueyosabía lo que era ella.Era delgada y no tenía ni una sola cicatriz que delataraheridasoquehabíasufridounaccidente,estabaenperfectascondiciones,conelcabellolisoylimpio,sedosoyperfecto,ydebajodelosojosnohabíamanchasoscuras,teníaelrostropálido,peroesoeranormalenlosfantasmas.Loquemesorprendiófuequeteníaloslabioscurvadosenunaexpectantesonrisa.Comosisupieraqueyoestaríaaquí.Y,paramisorpresa,lasonrisaeraamigable.
Peroyoestabaaterrada.Cuando Caleb volvió a mirar al frente, frustrado por no haber visto a la
mujer,elladesaparecióenunamilésimadesegundo.Dejélavistaclavadalugar
dondeelfantasmahabíaestado.—Tenías razón —dije sin saber muy bien cuál era mi intención—. Hay
alguienaquí.—¿Lahasvisto?Asentí,todavíaconmocionada.Calebabriólapuertaysalió.Elvientoentró
enlacamionetaydespertédemiensoñación.Calebseadentróenlaoscuridad.Saltédegolpe,abrílapuertaybajéencuestióndesegundos.Elvientomeenvolvióelcuerpo.Nomehabíadadocuentadequehabíauna
ligera capa de bruma, y cuanto más le prestaba atención, más se ibaextendiendo.
—¿Caleb?¿Adóndevas?—Tenemosqueayudarla—respondió.—No,no,no—dije.—Seguroqueestácercaynecesitaayuda.—Yo…tengoquecontarteloquesucede,Caleb.Loquehasvistonoesreal.—Anna,estoysegurodequedespuéspodráscontármelo.Perounapersona
puedeestarenpeligro.Sí,tú.Caleb volvió para apagar el motor de la camioneta, pero dejó las luces
encendidasyabriólapuertatraseraparasacarunalinternaeiluminarlacabaña.Lohacíatodoconmovimientosrápidosyseguros.
—Caleb,no.Lo intenté detener antes de que fuera demasiado tarde. Y, luego, algo
extraño pasó. Alguien corrió como un rayo por detrás de él. Retrocedí sinocultar mi temor, pero el lodo amortiguó mis pisadas y Caleb seguía con lacabezagacha.Nisiquierasepercató,porqueseguíabuscando laspilaspara lalinterna.
Lo vi. Era un hombre, no llegué a verle el rostro, pero sabía que era unfantasmayqueerademasiadogrande.teníamosqueirnosdeallí,huirantesdequequisieranhacernosdaño.
Temía por Caleb, porque seguro que no podría defenderse, y todo habríasido pormi culpa, porque yome había empeñado en que nos fuéramos de lafiesta.
La sombrahabíapasado rápido,peroyo sabía loqueera.Habíavistounasilueta como esa tantas veces que no podía estar confundida. De nuevo, losescalofríosquesentíacuandoeraniñavolvieronamicuerpo.
Fantasmas.Mesobresaltéporenésimavez.Estelugarnoeraseguro.Apretélosdientes
ytembléinvoluntariamente.—Caleb,tenemosqueirnos—dijeymesubíalacamionetacomounaniña
temerosa.Nisiquieraesperéaqueélsubiera.Solodeseabaquehicieralomismoque
yo y subiera a la camioneta paramarcharnos. Puse el seguro ami puerta sindejar de temblar. Cada vez tenía más miedo. Los fantasmas me habíanatormentadodesdequeerapequeña;sabíanqueyolospodíaveryescuchar,ymesusurraban,megritabancientosdecosas,peroyonopodíahacernada.
Aparecíanportodaspartes:enlascalles,enlacocina,enmihabitación,eneljardíndelosvecinos,enlamansióndelosCrowell.Nomedejabanrespirar,siempre estaban molestándome y nadie me creía, excepto Rosie, porque ellatambiénpodíaverlos.Sufríainsomnioyteníapesadillasporsuculpa.Yahora,denuevo,estabanaquí.Eranmalosconmigo.Meaterraba terminar locacomoRosie.
—Túquédateaquí,yoiréaverquésucede.—Hevistoa alguien—respondí, estremeciéndomeenmiasiento.Megiré
paramirar lapuertaqueCaleb tenía abierta.Sosteníauna linterna.Mis rostrodenotabamis ansias pormarcharme de allí, pero él no se percataba—. Y nopareceserunabuenapersona,porfavor,vámonos.
—¿Dequéhablas?—Noloentiendes—dijeconmiedoenlavoz—.Nohevistoaunhumano.
Esunfantasma.Calebserio.—Nocreoeneso.—Caleb,vámonos.Porfavor—supliquéconunnudoenlagarganta.—Alguienpuedeestarenpeligro.Vuelvoenseguida,quédateaquí.Yluego,echóacorrer.Cerrólapuertadegolpe,meguiñóelojoalotrolado
del cristal oscuro y corrió hacia la cabaña, atravesando la hierba verde y altaque, con cada paso que daba, lo iba consumiendo. No sabía qué hacer, medebatía entre si debía bajar para ir tras él o quedarme allí sin hacer nada, yambasopcionesresultabanpeligrosas.
Sedetuvoyviabriólabocaparagritaralgo,perolasventanascerradasnomepermitieronoírlo.
—Estonopuedeestarpasando—dijecuandoCalebmehizoungestopara
quebajaradelcocheylosiguiera.Entréenpánicoalvermesolaenlacamionetaycontodoslosárbolesamialrededor,rodeándome.Y,sobretodo,entreellos.
Apretélosojosydiunlargosuspiroparaarmarmedevalor.Medesabrochéelcinturóndeseguridad,quitéelsegurodelapuertaylaabrí
pocoapoco.EsperéaquealgúnmilagrosucedierayqueCalebaparecieraparavolveralacarretera.Elairemegolpeódenuevoymipielseerizó.
—¿Caleb?—lollamé,peronorespondió.Bajédeunsaltoymerecogíelvestidoparapodermovermeentrelatierray
lahierba.Eltacóndeloszapatossehundióenellodo.Cerrélapuertayavancévacilando.
Parecíaqueestaba sola.Noseoíaabsolutamentenada,y loúnicoquemeacompañabaeranlaslucesencendidasdelacamioneta.Estabanerviosa.Acadapaso,sentíaescalofríos.
No me gustaba estar sola. Y menos en un lugar como ese. Caleb habíaentradoenlacabañaymehabíadejadosolaenlaoscuridad.
Las piernasme temblaban.Mi peor pesadilla se estaba haciendo realidad.MearrepentíadehabermetidoaCalebenestoyahorateníaquesacarlodeaquí.Necesitabaarmarmedevalor;encualquiercaso,yanadapodíahacermedaño.
—¿Caleb? —volví a llamar, pero su rostro acaramelado no asomó porningunaparte.
Meobliguéaseguiravanzandosinmiraratrás,sinmiraralrededor,porquesabíaquemeobservabanunoscuantosparesdeojos.
Respiréeinhalé,comosiesofueraatranquilizarme.Sentíaquecuantosmáspasosdaba,másmealejabadelacabaña.Elcaminosehacíaeterno,yellodoylos tacones de los zapatos no ayudaban demasiado. Estrujé la tela entre misdedosfríos.
Dospasosmásymemetíentrelamaleza,queestabanmojada.Norecordabaquehubierachispeadoenlasúltimashoras,seguroqueerangotasacumuladasde otras lloviznas. O tal vez el lugar era muy húmedo, pero eso era casiimposible,porqueellodoerademasiadoespeso.¿Oesquealguienhabíasalidoaregarunjardínsinforma?
Casi resbalé cuando mis pies se enroscaron con unas hierbas.Afortunadamente,logrémantenerelequilibrio,tirédelapiernaconfuerzaparadeshacerme del agarre y escuché que algo se separaba haciendo un ligerocrujido.
Seguícaminandohacialacabaña.
Cuandollegué,mefijéenlamadera,descuidadayllenademusgoylodo.Lacabañanoeraenabsolutoatractiva,tansolounahabitaciónentablada.
—Anna—escuchéunsusurroalolejos,busquédedóndeprocedíalavozymeencontréconelrostrodeCaleb,apuntándomeconlalinterna.Estabadentro,pero asomaba la cabeza por lo que parecía ser una ventana totalmentedescubierta—.Pensabaqueestabasenlacamioneta.
—Quieroayudar—mentí.Élasintióytragósaliva.—Lapuertaestájustoenfrentedeti,entra.Herevisadoelinteriorynohay
nadie.Hablabaenvozbajayyohicelomismo.—Estábien.Mirespuestafuesoloaudibleparamí.Cuandoenfoquélavistaenlapuerta,
el rostro de Caleb y la linterna desaparecieron para volver al interior de lacabañayyomeencontréaoscurasdenuevo.Almenosmesentíamástranquilaporestarconél.
Lapuertarechinócuandolaabrí,estabarotayparecíaqueibaadesplomarseconcualquiermovimiento.Cuandolasolté,mismanosquedaronmanchadasdela tierramojadaquehabíaenella.Estabasucia,descuidada.Noera lodo,sinotierrahúmeda.
Paramisorpresa,cuandoentré,lacabañaestabatotalmenteaoscuras.Laluzde la linternadeCalebnoestaba.Seguramentesehabríamovidode lugar.Nosabía si había algo frente amí porque no veía nada.Absolutamente nada.NisiquieraescuchabaaCaleb.
Silencio.Estiré losbrazospocoapocoparadetectar sihabíaalgo frenteamí,pero
todoparecíaestardespejado.Barríelsueloconelpieizquierdoenfrentedemí,porquenoqueríatropezarconnada.Luegocaíenlacuentadelotontaqueera,porque yo era un fantasma, podía atravesar cosas, pero sin duda era mejorasegurarme,¿verdad?Unonuncasabíaquépodíaencontrarenelcamino,sobretodocuandoestabaenplenaoscuridad.
Didospasosymedetuveporquealgocayó.Parecíaunamoneda,noestabamuysegura,peroelsonidohabíasidocomosialgoredondoymetálicohubieracaído.
—¿Caleb?—susurré,peronohuborespuesta—.Cal…Nopudeterminarporquealgomeempujóconfuerzaporlaespalda.Caíde
rodillasyescuchécómolateladelvestidoserasgaba.Puselasmanosdelantedemíparaamortiguarlacaída,peroerademasiadotarde,megolpeélacabezaconalgo. Por suerte, nome dolía nada.Me levanté en un segundo yme puse enguardia.
—¿Quiénestáahí?—pregunté,aunquesabíaperfectamentequehabíansidoellos.
Escuchéunarisasuavecercademioído.Meestremecí.—Anna,Anna…nuncaaprendes.—Eralavozmásroncaysecaquehabía
escuchadojamás.Eraunamujer,estabasegura,peronopodíaverla.Entrecerrélos ojos y giré sobre mis talones una y otra vez para encontrarla, peroquienquieraquefuerasemovíarápido.
—¿Quiéneres?—preguntéconvozgélida—.¿Porquéestáshaciendoesto?Escuchécómolamaderarechinaba.Sevolvíaamover.Estabaasustadapor
Caleb.Estanoeralamaneraadecuadadedecírselo,tampocopodíapermitirquesepercataradelosterriblesfantasmasqueestabanaquí.
—¿Creesqueélpodráayudarte?—mepreguntó lavoz.Habíaciertaburlaeneltono,perolevantélabarbilla,aunquesabíaquenoibaaverme.
—Élesmiconexión.Puedeverme—dijeconconvicción—.¿Quiénerestú?¿Quéquieres?
—¿Porquéestás tanasustada si sabesquenopodemoshacertedaño?¿Teaterraserloquemásodias?
—¿Aaron?—preguntéenunsusurro,peronomeescuchó.Habíahabladoenplural;entonces tenía razón,habíamásdeunoporaquí.
DebíaapresurarmeysacaraCalebdeaquí.—No—respondí—.Estoy confundida.No sé distinguir los buenos de los
malos,ysabesqueloshay.¿Dóndeestá?Luegoescuchémáspasos.Alguien,personaso fantasmas, seacercaba.Lo
sentía.Habíamásenlahabitación.—¿Elchico?—Lavozgraveyanoeratangraveyparecíaladeunamujer.
Aunquetampocoeraamable.—Sí—respondíconlagargantaseca.—Estábien.Intentéseguirlavoz,tratédeseguirelcalordeCalebparaencontrarlo,pero
meestabaresultandodemasiadodifícilconcentrarmeenambascosas.—¿Quéqueréisdenosotros?
Alguiensesentóenunsillón.—Deélnada;deti,todo.—¿Qué?—Fruncí el cejo, no entendía qué quería decir. Yo no era nada
especial,alcontrario—.¿Tododemí?¡Esquenovesquesoyigualquetú!—Erestúlaquetodavíanolohaentendido,perotediréunacosa:prontome
conocerás.Nodebestemerme.Yoteprotegeré.—¡Nonecesitotuprotección!—objetéconrabia.—Mi nombre es Marissa —dijo con voz tranquila, serena. Aunque el
ronquido escalofriante no se había ido, claramente no buscaba pelea—. Teconozco desde hace mucho tiempo, Anna. Por eso sé que eres débil en estemundo,necesitasmiayuda.Noestarássola.
—¡Túnosabesnadademí!—grité.—Tienesunamisiónque…De repente oí ruidos ymuchos,muchos pasos. Parecía que un ejército se
acercabaanosotras.Laspisadasestabancadavezmáscerca.Retrocedísinsaberadóndeirhastaqueunaparedcubiertadetierramojadameimpidiómoverme.
Lospasosestabanmuycercademí,peronopodíavernada.Lacantidaddevocesypisadasqueresonabanenlapequeñacabañaeraimpresionante.
—¿Quiénesson?—¡Vete!—rugiólavoz—.¡Vete,Anna!Depronto,unapuertacontiguaseabriódegolpeyalguienconunalinterna
entró a paso rápido. Tenía una ligera capa de sudor en la frente, sus ojos semovíanfrenéticamente,parecíaangustiado.Lalinternatemblabaensusmanos,peronodijenada.Yoestabaigualdenerviosa.
—Anna,tenemosqueirnos—dijoconlarespiraciónagitada.Misojosseabrieron.—¿Quéhasvisto?—preguntéenunmurmullo.Éltragósaliva.—Tumbas,cientosdetumbas.
Capítuloseis
—¿Oyeseso?—lepreguntécuandomedetuveenlapuerta.Habíamossalidocorriendodeallí.Calebmehabíadadola linternaporque
susdedosnodejabandetemblarymehabíaseguido,aunquesurostrodelatabaelmiedoquesentía.Nisiquierahabíamencionadoalamujerquehabíavisto.
—¿Qué?—preguntóconvozronca.—Creoqueestoyalucinando,salgamosdeaquí—respondí.Los pasos y los murmullos seguían ahí, pero eran tantos que no podía
descifrar lo que decían. Sabía que sucedía algo. No podía evitar sentircuriosidadporsaberquéhabíapasado.
Cuando subimos a la camioneta, Caleb no esperó ni un segundo paraacelerarmarchaatrásyvolveralacarretera.Esperábamosnotenerqueregresara ese lugar. Tenía el rostro cubierto de sudor. Sujetaba el volante conmanostemblorosas.Parecíaquesuspensamientosestabanperdidosenlacarretera.
No quise decir nada, tal vez debería darle un respiro para que pudieraasimilarloqueacababadesuceder.
Pensé en lo sucedido. La voz de la mujer me había resultado vagamentefamiliar,aunquenosabíaubicarla.
¿Porquésabíaminombre?¿Deverdadhacía tiempoquemeconocía?¿Osoloqueríamanipularmeparaqueconfiaraenella?Era imposiblequealguienmeconocieramejorqueRosie.Asíque,¿quiéneraesatalMarissa?
—¿Estásbien?—mepreguntóCalebalfin.Asentí,peroélnolovioporqueseguíaconcentradoenlacarretera,conlos
ojosfijosenlaoscuridad.—Sí—contesté.
—¿Por qué me has mencionado esas historias, Anna? —La pregunta deCalebmetomóporsorpresa,ytuvequedejaraunladomispensamientospararesponder.Megiré,esperandoverelrostrolívidoyserenodeCaleb,perosoloviunaexpresióndeenojo.
—¿Ladelosfantasmas?Asintiósinarticularpalabra.—Soloqueríacompartirmisinvestigacionesconalguienmás.Estodo.—Mientes—exclamóconvozseca.Porlaventanillaviquelosárbolesquedabanatrásencuestióndesegundos;
estabaacelerando.—¿Quésabes?—meatrevíapreguntar.—Quetúnoeresnormal.—¿Esoestodo?Negóyapretólosnudillos.—Mehacessentiratraídoporti.Tienesunaespeciedeenergíaquemehace
querer estar cerca de ti, es algo extraño, nuncamehabía pasado.Cuandonosdimos la mano, sucedió algo, ni siquiera lo puedo explicar, Anna. Tengo lasensacióndequemehasmanipuladodealgúnmodoparaquevinieracontigo.—Laspalabrasquedaronsuspendidasenelaire—.¿Eres…eresunaespeciedebruja?¿Oalgoasí?
—¡No!—espeté.Calebasintió,desesperadoporsabermás.—¿Quéquieresdemí?—Yatelohedicho,necesitotuayuda.—¿Quéclasedeayuda?—Tienes que levantar un poco el pie del acelerador, no puedo hablar si
vamostanrápido.Medesconcentro—mentí;enrealidadmeestabapreparandoparadarlelanoticia.
Caleb ralentizó. Los árboles se volvieronmás claros, y ya nos estábamosacercandoalosedificios,alacivilización.
—¿Quéclasedeayuda,Anna?—preguntódenuevo.—Tienesrazón,Caleb.Nosoynormal.—¿Quéquieresdecir?—Estopuedesonarextraño,pero…—medetuve.Si lecontaba loqueera
mientras conducía, la respuesta no seríamuy agradable—. ¿Puedes detener la
camioneta?Noprotestó,estabaansiosoymolestoporquenolehabíacontadolaverdad.
Ahora no iba a ser un niño caprichoso que fuera a objetarlo todo. Estabacooperandodemalagana.Yyonopodíadiscutírselo.
Aparcóenunaacerayapagóelmotorylasluces.Segiróymemiró,esperandounarespuesta.—Lacosadelosfantasmasesreal—empecéadecir,jugandoconmisdedos
—.Yo…nosolamenteloshevisto.—Explícate,Anna.—Soyunadeellos—dije,finalmente—.Soyunfantasma,estoymuerta.Élserioacarcajadas.Mequedémirandosusdientesfijamente.Seestabariendodeverdad,noera
unarisafingida,élcreíaquehabíamentido,peronoeraasí,ymisilenciohizoquefinalmentedejaradereír.
Susojosseclavaronenlosmíos.Erannegros.Negroscomolaoscuridaddeaquella cabaña, y no podía ver nada a través de ellos. Estaban cerrados amimundo.
—Porfavor,dimequeesbroma.Negué.—Eslaverdad.Calebnosemovió.—Bajademicoche.—¿Qué?—Sieresunfantasmano tedarámiedoquedarteenmediode lacarretera,
¿verdad?Parecíadecidido.—Caleb…—Baja—meinterrumpió.—Estoquehacesnoespropiodeuncaballero.—Sibajasdelcoche,tecreeré.—¿Seguro?—Segurísimo.Entonces,abrílapuertaybajédeunsalto.Elvestidopesabaporculpadel
lodo que se había adherido a la parte inferior. Pero no me importó estar enmediodelacarretera.Sola.
CerrélapuertayCalebbajólaventanilla,despuésseinclinósobreelasientodelcopilotoymeobservócondetenimiento.
—Nopuedes serun fantasma.Eresunachicadecarneyhueso.Eso…noexiste.Estásjugandoconmigo.
Neguéconimpaciencia.—Túereselúnicoquemehavistoenlafiesta.Nadiemáshapodidoverme.
Llamaatuamigo,elchicoqueestabaenlabarra,porqueélnimehanotado.Opuedes llamaraChris,seguroqueélsabe loquepasóconmigo,seguroqueélsabequemoríhacetiempo.
—Basta—mehizocallar.—Caleb… no sé cómo decirte esto, pero tienes que ayudarme. No voy a
hacertedaño,noesmiintención.Nodebestemerme.Sellevólasmanosalacabezayluegosefrotóelrostroconlaspalmas.—Sube, te llevaré a tu mansión y ambos volveremos a nuestras vidas y
podrásgastarbromasaquienquieras.—¡Estonoesunabroma!—grité.—Estás asustándome, Anna. —Trató de sonreír, pero solo le salió una
muecatensaydolorosa—.¿Entiendesloquemeestásdiciendo?—Escúchame.¡Notienesquetenermiedodemí!—¿Ah,no?—¡No!—exclamé—.Mira,Caleb,séqueestoesmuyextraño,yséquees
aterrador, pero no puedo continuar yo sola, necesito tu ayuda porque eres elúnicoquepuedeverme.¿Recuerdasloquetecontédelasconexiones?Bueno,puesyosoyelfantasmaytúelhumanoconelquetengolaconexión.Nadiemáspuedeayudarme.Moríhacetiempoenunaccidenteytengounamisión.Sinolallevoacabo,estarécondenadaapermanecerenestemundoparasiempre,yestemundo no tiene ningún sentido paramí.Morí en un incendio,Caleb. Soy unfantasma y eso no lo puedes cambiar, y no podrás deshacerte de mí tanfácilmente. No hagas que a partir de ahora me convierta en tu pesadilla, noquierohacerlo,noquieroserdelosmalos.
No contestó, estaba atónito, esperando que me echara a reír por lo queacababadedecir.
—Sube.—Caleb…—Vamos,notedejaréaquísola.Sube.Abrílapuertadenuevoysubíalacamioneta.
Habíasidodemasiadoforzado,losabía.Peronohabíaencontradounmejormomento para contárselo.Cuanto antes lo supiera, antes podría irme de aquí.Talvezestabasiendodemasiadoegoísta,peroenestecaso,nomeimportaba.Eltiempo era oro, cada segundo que pasaba era un segundo que podía emplearparacompletarmimisión.
Calebarrancólacamioneta.Duranteeltrayectonomedijonada,nisiquieramemiró.El ambiente eramuy tenso, y desafortunadamente estábamos a solounosminutosdelamansión.
Cuandoentramosenelbarrioresidencial,todomeresultófamiliar.Mevolvíasentirsegura,protegida.
—No me crees, ¿verdad? —intenté por última vez. Mi voz sonabaresignada,peronomeibaadarporvencidatanfácilmente.
—En absoluto. Aunque tengo que reconocerte el mérito por la historia,suenacasireal…
—Porqueloes.Calebsuspiró.—Estásencasa,Anna.Buenasnoches.Asentíyéldetuvolacamionetacercadelafuentedondehabíamoshablado
alsalirdelafiesta.Elaguaseguíacayendo,peroelsonidoeramáspacífico.Lascallesyeljardínestabandespejadosy,graciasaeso,lamansiónparecíafríaygris.
Bajédelacamionetadeunsalto.Todoquedóensilencio.Cerrélosojosconfuerza. Pensé en algo que seguramenteAlex habría dicho.Abrí los ojos y lomiréfijamente.
—Volveréabuscarte,Caleb—exclamécontonoamenazante.
Capítulosiete
CuandolacamionetadeCalebdiolavueltapararegresaralacarretera,sucedióalgoincreíble.Unaráfagadevientomegolpeó,empecéaflotaryderepentemeencontréenelasientotraserodelacamioneta,detrásdelasientodelpiloto.Nosabíaquepodíahacereso.Mequedéquieta,pensandoquetalvezCalebpodríaverme, pero enseguida comprobé que no era así; ni siquiera se inmutó,simplemente condujo con la vista en la carretera y sujetando con fuerza elvolante.
Estabatenso.No sabía si estaba en estado de shock o no creía enmis palabras porque
parecíaalgoimposible,absurdo,irreal.Traté de analizar su expresión por el espejo retrovisor, pero no podía ver
mucho.Mirabaa lacarretera, lanarizpequeñay fina semanteníaquieta, a laespera de volver a exhalar. Tenía los labios apretados, como si se negara ahablar. Me pregunté si respiraba correctamente, porque estaba demasiadoquieto,comounaestatua.Apesardelfríoquehacía,Calebsudabaligeramente,comosiestuvierapreocupadoporalgo.
Depronto,sumóvilsonó.Calebseasustócuandoelmóvilvibróydespuéscayóenlacuentadequesoloeraunallamada.
Como lacarreteraestabavacía,disminuyó lavelocidad,peronodetuvoelcoche. Su vista se apartó de la oscura y solitaria carretera y frunció el ceño.Cogióelpequeñoaparatoconlentitudparanoapartardemasiadolavistadelacarreterayluegomirólapantalla.Alcancéaleerelnombrequeaparecíayvilafotografía de unhombre conunagran sonrisa, llevabauna camisa azul y unabebidaenlamanoderecha,losojoslebrillabanconintensidad.Calebdejóque
el teléfono sonara, noparecía tener intenciónde contestar ymuchomenosdehablar.Unos segundos después, elmóvil dejó de sonar yCaleb lo puso en elasientodelcopiloto.Peroencuantolodejócaer,elsonidovolvióasonar.
Calebresopló.Cogiódenuevoelteléfonoydeslizóelbotónverdeparadescolgar.—¿Sí?—¿Caleb?—Escuché una voz ronca—.Un chicome ha dicho que te has
ido.¿Vatodobien?Teníaelteléfonopegadoalaorejaderechayconlamanoizquierdasujetaba
el volante. Su expresión de preocupación se había convertido en una deconfusión.
—Sí, es que yo… —hizo una pausa y negó con una sonrisa dedesaprobación—.Tengoqueestudiaryacabarmuchosdeberes.
Soltóelvolantey,conunmovimientoveloz,serestrególapalmadelamanoizquierdaporelrostro,comosiestuviesemojándoselacaraconaguafría.
—Bueno, es que el chico me dijo que parecía que ibas hablando solomientrassalías,comosiestuvierassiguiendoaalguien.Tambiénmencionóquecuandosalistedelabarraestabasunpocoextrañoyhablandosolo.¿Seguroquetodovabien?
Calebsequedóensilenciounossegundos.—¿SabesquiénesAnna?—preguntó.Alescucharminombre,micorazónsaltó.Mesituéenelasientodelcopiloto
paraescucharmejorloqueCalebyesechico,queenlapantallaaparecíacomoChris,decíansobremí.
—¿Anna?Uncochenosadelantó.—Sí—afirmó—.AnnaCrowell.¿Sabesquiénes?Hubounsilenciodramático.—TodossabenquiéneraAnna.De pronto, la conversación se tornó incómoda y silenciosa. La tensión se
palpabaentodalacamioneta.ParaCalebtodoparecíaserconfuso,yterrorífico.—¿Era?¿Dequéhablas,Chris?¿QuiéneraAnnaCrowell?—Esuna larga historia, leí algo en el periódico. ¿No sabes nada?Eric, el
padredeHannah,tambiéneselpadredeAnna,obueno,loera.EsqueelmuydescaradofueameterseconlamadredeHannahyconlaseñoraRosie,esposa
deGeorge,esdecir,desuhermano,yasabes…eldueñodelamansióndondefuelafiesta,soloqueestaseñora,Rosie,estáingresada,porqueparecequeteníaproblemas mentales o algo así. La internaron porque había secuestrado a supropiohijoylohabíamantenidooculto,peronotodolohizoella.Annaerasuconejillo de indias. Anna era su primera hija pero nadie lo sabía. Hasta quesucedióloinevitable.
—¿Qué?—preguntóCaleb,ansioso—.¿Quésucedió?—RosieCrowell,enmediodelalocuraylafrustración,incendióunsótano
conHannahyAnnadentro.LapropiaRosietambiénestabaahí.—¿Sobrevivieron?LasmanosdeCalebsudaban.Chrisserioporlobajo.—No,claroqueno.—¿Entonces?—Annamurió en el incendio.No pudo salvarse, las llamas acabaron con
ella.Cuandollegaronlosbomberosyaerademasiadotarde.—¿Yesposiblequeestéviva?Tragósaliva.—Caleb,teestoydiciendoquelasllamaslamataron.Noestáviva.Murió.—¿Entoncesestámuerta?¿Deltodo?—Sí,deltodo.¿Porquéestástaninteresado?Calebsesacudióenelasiento,teníalosojosabiertosdeparenpar.—Esque…viunafotografíadeAnna.Teníacuriosidad.—¿Seguroqueteencuentrasbien?—preguntóelmuchachoalotroladode
lalínea.Calebfingiótoser.—¿Sabes,Chris?Creoquetengofiebre.Serámejorquecuelgue.Tengoque
encontrarunafarmaciacuantoantes.Nosvemosmañana.Calebcolgósinmás,noesperóunadespedidaporpartedesuamigo.Frenó
el cochedegolpey sequedóquieto, observando el pavimento.Luegogiró lacara.
—Teníasrazón.Eresunfantasma.Y,dichoesto,sedesmayó.No pasó mucho tiempo antes de que volviera a abrir los ojos. Lo había
recostadoenelasientodelpiloto,sacudiéndololigeramenteparaquedespertara,
y dio resultado, porque sus ojos empezaban a abrirse con lentitud. Estabaconfundido,probablementenosabíadóndeestabayquéhabíasucedido.
Cuandomemiró,levantóelbrazoymetocólamejilla.—¿Cómo es que puedo tocarte? ¿No se supone que los fantasmas pueden
atravesarcosas?Me reí y él apartó sumano para reincorporarse en el asiento. Sacudió la
cabezayvioqueaúnseguíamoscercadelamansión.Aunqueyaeramuytarde,habíaunaextrañailuminaciónalfinaldelacalle.Elcieloestabaoscuro.
—¿Estásbien?—pregunté,preocupadaporloqueacababadepasarle.Asintió.—Mejorquetú,creoquesí—bromeó.Parecía un poco más calmado, aunque había momentos en los que me
miraba como si quisiera asegurarse de que yo seguía ahí y no me iba adesvanecer en cualquier momento para convertirme en algo horrible. Por suexpresión,sabíaqueestabaaterrado,peronoloibaareconocer.Estabatratandodeasimilarlo.
Ahoratocabaalgoimportante:hablardelamisión.—Séqueesmuypronto,perotengoquecontartealgomás.—Espera…espera.Mequedémirándolo.—Dameunpocodetiempo.Asentí.—Loquenecesites,perocuantoantes,mejor.Esto…escomplicado.Tengo
untiempolimitadoparacumplirmimisión.—¿Ysinolacumples?Resoplé,pensandoenlopeor.—Tendréquequedarmeaquíparasiempre.—¿Por qué soy tu conexión?—preguntó—. Te acabo de conocer. No lo
entiendo.—Yotampoco—susurré—.CreíqueRosieseríamiconexión.—¿Rosie?—fruncióelceño—.¿Lamujerinternadaenunhospital?—Sí—respondíconculpabilidad.Siyonohubieramuertoenel incendio,
talvezhabríaterminadoigualopeorquemimadre.—¿Nofueellalaqueprovocóelincendio?—Sí —confirmé con voz cansada—, fue ella. Pero fue culpa de sus
trastornos.Nopretendíamatarme.—PeroaHannahsí…Neguédeinmediato.—¡Noesunaasesina!—saltéenelasiento.MedolíapensarqueRosiehabía
cometidotalatrocidad,ynoentendíaporquédeprontoestabadefendiéndolasisentíaunprofundoodiohaciaellaytodoloquemehabíahecho.Mehervíalasangre. Suspiré y traté de tranquilizarme—. ¿De acuerdo? Ella no es unaasesina,fueunaccidente.
Caleblevantólasmanosenelaire.—Deacuerdo,nohayporquéalterarse.—Creoquedebemosdeempezarporella,Caleb—puntualicé.—¿Quépretendes?—Séqueellasabealgomás,peronomeloquieredecir.Lahevisitadotodos
los días. Ella sabe que estoy ahí, habla conmigo, o almenos lo intenta. Solopronunciamonosílabos.Nadaenparticular.Estátratandoderecuperarseconlamedicación.Nodicemucho,ocuandoempiezaahacerlo,lostrastornosvuelvenyempiezaaautolesionarseoagritar,yentoncesmeveoobligadaairme.
—Nosoylapersonamásadecuadaparainvestigarcuálestumisión,Anna.—Nonecesitasserlo.—Mepuserígidaymequedéconlamiradafijaenla
carretera—.Sécuálesmimisión.—¿Entoncesparaquénecesitasmiayuda?—Paracumplirla.—Nolosé…—Solo necesito saber qué fue demí.Quiero irme en paz. Sé que no nos
conocemos, séquenosabesabsolutamentenadademivida,yyo tampocosénadade la tuya,peroes importanteparamí.Enelmundode loshumanosnopude tenerpaz,Caleb.Ahora,quiero tenerlaenestaeternidad.Adondequieraquevayadespuésdeesto,quierotenerpaz,irmetranquila,saberquehicealgobuenoporelmundo,hacerloquedebíhacerantes.Esqueyo…yosiemprefuiunestorbo, laspersonasnomequeríancercadeellas.Siempremeusaron.Yonunca importé le importé a nadie, no eramás que un juguete, algo de lo quepodíandeshacerseconfacilidad.Perodespuésdetodoloqueviví,ahoraséquealaúnicaqueledeboalgoesamí.Poresoquierohacerlo.
—Anna…—Porfavor—supliqué.Calebsuspiróresignado.
—Estábien,teayudaré.Perosihayproblemas,mealejaré.Yahepasadopormuchoyheaprendidolalección.
Sonreíconemocióncontenida.—Seremosmuycuidadosos,teloprometo.Nohabráproblemas.—¿Cuándo quieres que vayamos a ver a esa tal Rosie? —preguntó sin
muchailusión.—Mañanamismo.Élsaltóenelasiento.—¿Cómo?—Mañana—repetí.—Anna,tienesquecomprenderqueestonoesfácilparamí.—¿Aquéterefieres?—Hablar…contigo.Sentíunaopresiónenelpecho.—Oh.Yo…loentiendo.—Necesitounasemana.—¿Porqué?—fruncíelceño.¡Unasemanaerademasiadotiempo!Yélya
habíaaceptadoayudarme,nopodíaecharseatrásydejarmeamisuerte.—Antes quiero investigar por mi cuenta y saber quién eres. Necesito
asimilarlo,¿entiendesloquequierodecir?Asentí.—Porsupuesto,soloqueeltiempopasa,Caleb.Yanorecuerdocómofestejé
mianteriorcumpleaños.Mimemoriasedeterioraconcadasegundoquepasa,ylosrecuerdos,quesonnuestraspistas,desaparecenpocoapoco.
Mis palabras lo dejaron más confuso. Me miraba como si tratara deconfirmarqueeraunadeellos.
—Unfantasma…vaya—dijo,resoplando.Suspiré.—Estábien,estábien…entiendo tupuntodevista,yescomprensible.Sé
queesdifícilyarriesgado.Losé.Asíqueteverédentrodeunasemana.Hazloque tengasquehacer,yo…volveré.Eresmiúnicayúltimaesperanza.Adiós,Caleb.
Empecéaabrirlapuertaparabajar.—Espera,¿adóndevas?¿Dóndeteveré?—megritódesdeelasiento.Medetuveymedilavueltaparamirarlo.Sonreí.
—Notepreocupes,tebuscaré.—¡Anna!—gritó,perodesaparecíenunsegundo.Para mi sorpresa, volvía a estar en la mansión. Me preguntaba si Alex
también podía hacer eso, aunque, mirándolo bien, nunca había visto a unfantasma moverse tan rápido. Era muy extraño porque, cuando llegaba a midestino, me tambaleaba, memareaba durante unos segundos. No sabía cómoocurría,peromegustabahacerlo.
Cuandomegiré,estabafrentealamansión.Paraentonces,yaestabavacíayensilencio.Detrás,unhermosocírculodefuegoibatiñendoelcielo.Lasnubesgrisesseestabandispersandoydabanpasoalsol.
***
Fue una semana fría. Había tenido que refugiarme en lugares cálidos porquesentía el frío en los huesos. Era extraño.De pronto, sentía quemis dedos secongelaban,mismúsculossequedabanparalizadosy,cuandointentabavolveramoverlos,medolían.Aunquememirabaenelespejoymeveíaconloslabiosrojosynomorados,queríafrotarmelosbrazosydarmecalor.Peronisiquieraesoaliviabamipesar.Por fuerameveíaperfectamente,peropordentrosentíaqueelhielomequemaba.
HabíavisitadoaRosiesinéxito.Laspalabrasquedecíaeranininteligiblesylos monosílabos respondían preguntas que necesitaban una explicación másextensa. Los labios pálidos siempre le temblaban y tenía los ojos totalmenteabiertos,comosiestuvieraatentaaalgo,yapenasparpadeaba.Cuandomeveía,queríadeciralgo,pero laspalabrasnosalíandesubocaporquesucerebronoenviaba las señales correctamente. Simplemente se quedaba en silencio hastaqueabríalabocaymurmurabapalabrasconfusas.
LamentabalasituaciónenlaqueseencontrabaRosie.Hastaelmomento,nose habíamirado al espejo y no había visto lo que le sucedía a su rostro. Sucabello rubioyanocrecía en la zonadonde sehabíaquemado.Si algunavezRosievolvíaaserladeantes,tendríaqueusarpelucaymuchomaquillajeparacubrirlascicatrices.AhoraRosienoerabellaniporfueranipordentro.
Elviernespor lamañaname levanté temprano.Mehabíapasado lanochecon losojosabiertosmirandoel techo,comosi fuera lomás interesantede lahabitación.SaltédelacamaysonreíduranteunsegundoconlaesperanzadeveraCaleb.Misalvación.
Eratemprano,elsolganabaterrenoenelcielo,losrayossefiltrabanporundiminuto espacio que quedaba entre la cortina y elmarco de la ventana. Porsupuesto,nopodíaabrirlascortinasnimovernadadesusitio,asíqueencendíuna lámpara que iluminaba ligeramente la habitación, cubierta por sábanasblancas.
Al ver el cuarto tan solo y lleno de recuerdos, por primera vez sentí quepertenecíaaeselugar,queahíestaríaasalvodecualquierpeligro.
Almediodíamepuseunosvaquerosyunacamisablanca,con losbotonesabrochados hasta el cuello.Me calcé unas zapatillas deportivas yme solté elpelo.Cuandome lo recogía,mesentía incómodaydesprotegida,eracomounvelo que me cubría el rostro disimuladamente. Luego me puse un suéterpúrpura, aunque no creía que fuera a hacer frío, pero con ese clima ya nadiesabíaquétiempoharíaporlatarde.Cuandomepaséelsuéterporlacabeza,mesentí protegida. Era como si Hannah estuviera cuidándome; aunque era máspequeñaqueyo,necesitabapensarquealguienmeestabaprotegiendo.
LamansióndelosCrowellerademasiadogrande,asíquemeautoinvitéparahospedarme allí. Días antes me habría causado terror dormir con las lucesapagadas. Cuandome tumbé en la cama, pensé en las voces, en las sombrasatravesando toda lahabitación, en losmurmullosy las risas,perodespuésmepercatédeque,porprimeravez,todoestabaensilencio,yasíeramássoportableestarenlaoscuridad,porqueyoeraunadeellosyyanohabíarazónparaqueme molestaran. Había sido una noche tranquila y, aunque no había podidodormir,síhabíadescansado.
Esomepermitióreflexionaryorganizarhastaelúltimodetalleloquedebíahacerhoy.Teníaquedarle lasgracias aCalebpor su ayuda, aunquenodebíaatosigarlo. Era la primera vez que iba a pasarmucho tiempo con un chico ynecesitabaapaciguarmisemocionesymissentimientos.
Teníaqueasumirqueyanoteníaesperanzayquemidestinoestabaescrito.Despuésdeesto,nosabíaadóndeiría,peroesperabamarcharmesindejarnadapendiente.
Porlamañanamesentéenlalargamesadelcomedor,dondeHannah,Alex,George,EricyMargarethabíandesayunadoentrerisas.Porsupuesto,ningunodeellosmehabíanotado.Sentíunpocodeenvidia,perocuandovi aGeorgesonreír como antes, me animé. Tal vez Rosie nunca fue la esencia de estafamilia,comosiemprehabíapresumido.Eratóxica.
Mealegrabapor losCrowell.Estabansaliendoadelanteyeso lesbrindaba
felicidadypaz,algoqueyoansiaba.Melevantédelamesasinmuchoesfuerzoymemarchéconunasonrisaen
loslabios.Aunasí,meseguíasintiendomiserableysola.Despuésvaguéporlamansión,esperandoencontraralgoque llamaramiatención,pero todoparecíacomosiempre.
Sentíuntirónenelpechoymetrasladéaunlugarquenisiquieraconocía.Cuandoabrílosojos,estabadentrodeunacamionetaqueolíaauva.
Mi cuerpo se estabilizó casi al segundo y vi a un Caleb distraído que seacercabaalacamionetamientrasjugabaconlasllaves.Llevabalamochilarojacolgada del hombro derecho; parecía no pesar demasiado. Supuse que solollevabaunpardecuadernosydosbolígrafos.Teníaelrostroserio,limpioysinningunaarrugaomanchaoscuradebajodelosojos.Caminabacontranquilidadmientras cavilaba. Alguien lo había saludado y él devolvió el saludo con lacabeza, intentando sonreír.El cabello lebrillabacon intensidad.Llevabaunospantalonescaquiqueleresaltabanlapieldelosbrazosyelcolordelcabello,ylacamisetablancalehacíajuegoconlaszapatillasdeportivas.
Meestremecíypenséque,talvez,elsuéterpúrpuranohabíasidolamejorelección. Y mucho menos si tenía un estampado con un dinosaurio verde.Observémireflejoenlaventanaymedicuentadequeporlamañanamehabíapuestounadiademanaranjaparamantenerlosmechonesalejadosdelacara.EraunacopiadeDaphneBlakedeScooby-Doo,peroenversiónrubia.Melaquitédeinmediatoylaescondídebajodelasientodelcopiloto.
Lapuertaseabrióysonreí.—¿Listoparadescubrirmimuerte?—preguntédescabelladamente.Caleb se sobresaltó y dio un paso atrás, asustado. Las llaves cayeron al
suelo, lo que llamó la atención de varios estudiantes que estaban en elaparcamiento.Levantaronlamiradaysequedaroncalladosparaverquéhabíasucedido,perocuandovieronquenopasabanada,volvieronalosuyo.Calebnodijo ni una palabra hasta que se agachó para recoger las llaves y entró en lacamioneta,fingiendoqueyonoestabaallíparaquelosdemásnosospecharan.
Cerrólapuertayencendióelmotor.—¿Cómo has llegado hasta aquí? —me preguntó con el ceño fruncido
mientrastratabaderecuperarlacalma.—Bueno,digamosquesemedabienatravesarcosas.Caleb me observó como si estuviera hablando en serio, quizá todavía no
habíaasimilado loqueyoera.Enarcóunacejaymemiró.Misuéter,queera
muy colorido para su camioneta, llamó su atención y desvió la mirada paraobaservarlo.
Sonrió.—¿Quéeseso?—¿Elqué?—Miréfijamentesurostro.Mesentíavergonzadaalinstante.—Esoquellevaspuesto—señalóconteniendolarisa.Mesonrojé.—Pues…¿unsuéter?—contesté,insegura.—Pensabaqueteníasdieciochoaños—seburló.—Lostengo,soloqueestamañanahacíademasiadofrío—me excusé, removiéndome en el asiento para intentar respirar con
normalidad.Aunque,ciertamente,nolonecesitaba.—Esunsuéterbonito,megustaeldinosaurio—dijoconunasonrisaamable
para intentarquenomesintiera incómoda—.Solo te falta ladiademanaranjaparaserlanoviadeFredJones.Yasabes,lachicapelirrojaqueusaropamoradaytieneunequipoparadescubrirmisterios,soloque,vaya…túeresrubia.Ynotienesunadiademanaranja.
Me sonrojé todavía más. Me removí en el asiento y lo fulminé con lamirada,aunquenomesaliómuybien.
Tuvequeesforzarmeparamirarloalosojosymostrarlemifingidamolestia.—Muygracioso—murmuréentredientes,apenada.—Era una broma, Anna. —La sonrisa que me dedicó entonces me dejó
inmóvilenelasiento—.Elpúrpuratequedabien.—Gracias—susurré,encongiéndomedehombros.Élserioenvozbajaytomóaire.—¿Adóndeiremos,entonces?Meaclarélagargantayhablé.—AveraRosie.Loheplaneado todo.Esta semanahedescubiertociertas
cosas. Tendrás que entrar a hablar con ella. Eres el único al que puede darinformación.
—¿Cómo?Pensaba que te ayudaría siendo tu chófer, un acompañante, nosé…—se quejó—. Anna… yo no estoy listo para hacer eso. No conozco aRosie,peroporloquemehancontado,séquenoesbuena.
Neguédeinmediato.—Notienesquepreocupartedenada,noteharádaño
—expliqué—.Simplementetendrásquehacertepasarporpolicía.Reprimióunquejido.—Esoesabsurdo,nollegarénialarecepción.Memetílamanoenelbolsillodelpantalónysaquéunpuñadodellavesque
había robado del hospital. Estaban unidas con una cinta roja y se las enseñé.Habíaseisllavesycadaunateníaunnúmero.
—Nonecesitaráspasarporlarecepción.Tragósaliva.—Esoesilegal,Anna.Noquieroproblemas.—Sé dónde están las cámaras y por dónde puedes entrar sin que te vean.
Haceunosdíasestuveinspeccionandoellugarycréeme,laseguridadespésima—expliqué antes de que dijera que no—. La mayoría de las cámaras nofuncionan.Estamañanalohevueltoacomprobar.Todosigueigual.Confíaenmí,¿deacuerdo?
Resopló.—¿Estásseguradequequiereshaceresto?—Sí—confirmé con absoluta convicción—.Ahora te contaré lo que hay
quehacerunavezqueestemosahí.—¿YsiRosienohabla?Mequedémirandofijamentealanada.—Lotendráquehacer.
Capítuloocho
Duranteel trayecto,expliquéaCaleb todo loquenecesitabasaber.Lediunahojadepapelqueleyóunpardevecesmientrasestábamosaquelossemáforossepusieranenverde.Leíael textounayotravez.Elambienteera tensoenlacamionetaynadieseatrevíaahablar.ObservéaCalebporencimadelhombroytenía esa expresión de arrepentimiento por haber venido; sin embargo, seguíasentado y conduciendo a nuestro destino. Tenía los músculos de la espaldatensos,parecíaincómodo.
Cuandoestábamosapuntodellegar,rompióelsilencio.—¿De verdad pasó esto? —señaló la hoja con repugnancia mientras se
concentrabaenelcamino.Negabaconlacabeza,comosinolocomprendiera.Asentí.—Yesonoes todo.Tienemuchossecretosquesoloyoconozco.Rosiees
capazdecualquiercosa—murmuréyrecordéaquellavezenquemeencerróenuna habitación a oscuras mientras ella viajaba al otro lado del mundo paratomarseunasvacacionesconGeorge.Todavíanoentendíacómosobreviví.
Todo había empezado cuandoGeorge yAlex llegaron a casa deRebecca.Fueunavisitainesperada—aunqueRosielosabíaynoshabíallamadoparaqueestuviéramos preparadas—. Yo vivía con ella y supuestamente era su hija.Recuerdoqueteníaunosdoceaños.Noeratanpequeña.Alex,porelcontrario,estaba a punto de cumplir los diez yme costaba demasiado verlo abrazado aRosieyllamarlamamá.Asíquecuandoestábamosenunacomidafamiliar,yomemostrabaresentidaconAlex,hastaelpuntodehacerlollorarydecirlequenadie lo quería. Sentí una gran satisfacción al decírselo, peromimala suertellegóencuantopronunciéesaspalabras,porqueRosieestabadetrásdemíylo
escuchó todo.Vi su furiamientras trataba demantenerse serena para que losdemásnosedierancuentadenada.LedijoaRebeccaque,encuantopartieran,me encerrara en una habitación vacía para que aprendiera la lección. PeroRebeccasepasóconel castigo,porquemedejóahíduranteuna semana,ynisiquierame daba de comer, lo hacía unamujer regordeta de pielmorena quetrabajabaenlacasadondevivíamos.Porsupuesto,teníaprohibidocontarnadadeloqueRebeccamehacía.
Loquemásmehabíadolido,noobstante,fuelabofetadaqueRosiemedioantes de irse. Recuerdo haber visto sus ojos llenos de fuego, retándome aresponder,aunqueyonunca lohacíaysolosentíamiestómagoarder.CuandoestabaconRosiesiempreconteníalaslágrimas.Llorarmeharíaparecercobardefrenteaella.Nolegustabaquelloraradelantedeella.Yosabíaquemerecíalabofetada porque el pobreAlex había terminado con la cara pálida y los ojosrojos e hinchados. Le entró fiebre de tanto llorar y, por supuesto, yo era laculpable.
Desdeesemomento,odiéaAlexcontodasmisfuerzas.Melohabíaquitadotodoysolopodíasentirresentimientohaciaél.Poreso
no dudé en ser cómplice de Rosie, porque, a fin de cuentas, yo también meestaba vengando. Aunque al principio todo salió mal y desde ese terribleincidentemearrepentídetodasmismalasacciones.
Nomesentíarenovada,nicomoalguiendiferente.Lopeorde todoesque, aunenesta condición, seguía siendoyo.YRosie
seguíaviva,sinningúncastigo.—Recuérdameporquéestoyhaciendoesto,porfavor—dijoCaleb,devolviéndomealarealidad.—Porquedecidisteayudarmeyeresmiúnicasalvación—murmurémásparamíqueparaél.Élasintió,nomuyconvencido.—Noeresmuyconvincente.Lomirésonreír.—Puedequeno,perograciasporseguiraquíyhaceresto.ElrostrodeCalebestabacongelado,estabanerviosoyansioso,yesonoera
un buen augurio.Rosie era unamujer inteligente y, aunque le dijera aquellaspalabras, ella se daría cuenta de todo, así que traté de tranquilizarlo cuandoaparcó la camioneta y bajamos discretamente. Debíamos entrar por la partetraseraparaquenadienosviera.
A las tres de la tarde las enfermeras llevaban a los pacientes al jardín o acomer,dependiendodelestadodecadaunoydelarutinaquehabíanestablecidolosmédicos.Lamayoríaestabanocupadascuidandoalospacientesparaquenosehicierandañoonointentaranescapar, locualeraimposibleporqueel lugarestababienprotegidoy la carreteramás cercana estaba a casi doskilómetros.EsonosdabaventajaporquelahabitacióndeRosieestaríasinvigilanciahastalas 4:20 de la tarde, hora en que entraba una enfermera para inyectarle unmedicamento que evitaba que se arañara la cara y le quitabamucha energía.Después, caía en un profundo sueño o se quedaba sentada, mirando por laventanadesuhabitación.
George no era de piedra, y aunque no permitía que nadie la visitara, almenosnosinsuautorización,lehabíadadociertascomodidadesaRosie.Nolahabíaabandonado.PeronoselohabíadichoaningúnmiembrodelosCrowellnidelosReeve.
Rosieteníaunahabitacióncolorcremacongrandesventanalesyconvistasaunverdeyenorme jardíncon floresamarillasymoradas.Estaba iluminaday,aunque no tenía televisor ni ningún aparato con el que pudiera hacerse daño,dormíaenunacómodacamaconedredonesbeige.Sinembargo, todoeraunasimple ilusión para Rosie, ya que los ventanales estaban permanentementecerradosy lacama teníaunosmecanismosquepermitíanataralpacienteparaque no se autolesionara.Un sillón delmismo color, y bastante bonito, estabaatornillado al suelo, para queRosie nopudieramoverlo y hacer de las suyas.Dentro de la habitación también había un bonito baño y al cual solo entrabacuandoalgunaenfermeralaayudabaaducharse.Rosienopodíavalerseporsímisma.Esomepreocupaba,porqueentoncesnopodríadecirlemuchoaCaleb.
Peroteníamosqueintentarlo.Así que Caleb y yo entramos al hospital, que en la actualidad hospedaba
treintapacientescondiferentestrastornos.Crucéunapuertaymiréamialrededorconlaesperanzadenoveranadie.
Elpasilloestabavacíoyensilencio.MegiréylehiceseñasaCalebparaqueentrara.Tomóaireeintrodujounadelasllavesenlacerraduraparaentrar.
Giróelpomoconlentitudymemiró.—¿Todobienalotrolado?Asentí.—Nohaynadie,puedesentrar.Abrió la puerta poco a poco y rechinó, pero nadie vino a comprobar qué
pasaba. Se detuvo un segundo para volver a tomar aire y, cuando vio que sucuerpocabíaenlaaberturadelapuerta,entróyvolvióacerrarla.
Caminéporunpasilloangostoyblancoqueseextendíahastallegaraotrapuerta.Habíasietepuertas.Esteeraelprimerbloque,dondeseencontrabanlospacientes en mejor estado, es decir, los que estaban recuperándose y solonecesitarían medicación para salir de allí. De hecho, todo estaba demasiadotranquilo, no habíamucho ruido y podías andar sin temer que algún pacienteperdieraelcontrolyteagrediera,peroesocambiabaeneltercerbloque,dondelatensiónsenotabaenelambiente: todoerapuraenfermedadydesesperanza.Rosie estaba en el quinto y último bloque, donde se encontraban lashabitacionesdelospacientesmásgravesyqueestabanpasandoporunprocesodeexámenesmédicosypsicológicos,asíqueaúnnosquedabancuatropuertasporcruzar.
Lo terrible de caminar por el pasillo era que en cualquiermomento podíasalir una enfermera y descubrir a Caleb. Otro de los problemas era que elespacioestabatotalmenteabiertoynohabíaningúnlugarparaesconderse.Todoera blanco y cualquier persona llamaba la atención. Los únicos adornos quedecoraban el centro eran unas plantas artificiales y cuadros pintados conacuarelas; eran bonitos, aunque muy simples y sin ninguna forma, pero loscolores eran atractivos. Aunque el hospital era sofisticado, causaba ciertaincomodidad.
Calebyyoseguimosavanzando.Andábamosconpasoligero.Alllegaralasiguiente puerta, le hice una señal a Caleb para que esperara mientras yoinspeccionaba el segundo bloque. Atravesé la puerta y me encontré en unespacioidénticoalprimerbloque,conlasmismaspuertasylosmismospomos,perocondiferentenúmeroydistintosnombresdepacientes.
Nohabíanadie.Volvíatrásyledilaseñalparaqueaccedieraalsegundobloque.Lohizode
lamismaforma,primerolentoydespuésavanzócomosilavidaselefueraenello,hastallegaralapuertanúmerotres,quenosllevaríaalsiguientebloque.
Llegamosaltercerbloqueylopasamos.Al acercarnos a la penúltima puerta para acceder al cuarto bloque,
escuchamosunruido.Cuandoaguzamoseloído,nosdimoscuentadequeeranrisasmezcladasconelsonidodelasruedasdeuncarritoquesearrastrabaparallegarhastaestebloque,dondeestábamosnosotros.
—¡Escóndete!—legrité.
Pero erademasiado tarde, lapuertaya se estaba abriendoy asomarondosmujeresconpantalonesybatasblancasquellevabanuncarritoconunabandejadecomidavacía.Ibanhablandoentrerisas.Esperabaquelasrisaslasdistrajerandeaqueljoveninfiltrado.Calebsemoviórápidoysepegóalapared,justoaunlado de la puerta, esperando pasar desapercibido, aunque su presencia erademasiadoclara.
Cuandolasdosmujerescruzaronlapuerta,guardaronsilencioysequedaronquietas.Susojosmirabanalfrenteconexpectación.Yoestabafrenteaellasyvicómo sus rostros se ponían amarillos. Trataba de hacerme visible paradistraerlas y que Caleb pudiera pasar al siguiente bloque. Mi plan parecíafuncionar,porqueelcuerpodeCalebestabaatravesandolapenúltimapuerta.Semovíaconcautela.Loestabahaciendomuybien.Cuandoatravesólapuerta,seocultódetrás.
Casilooíexhalar.Lasmujeresseguíanmirándome.Fueentoncescuandomedicuentadeque
podíahacerquealguienmeviera.TalvezpodríahablarconHannahyAlex.Poruna parte me sentía feliz, aunque las expresiones de las mujeres eranaterradores.
Meestabanmirando,porfinpodíamanifestarmipresencia.ElrostrodeCalebseasomóunossegundosdespuésynegócondecepción.
Surostroparecíatriste,memirabaconlástimay,alavez,conpreocupación.—Detrásdeti…—dijoentredientes,ocultandolamitaddesucuerpoenla
pareddelsiguientebloque.Noentendíaaquéserefería.Fueentoncescuandolasdosmujeresavanzaronhaciamíymeatravesaron.
Mesentífría,solayapagada.Medisolvícomolaarena.Habíanatravesadotodomicuerpo.Mehabíadisueltoparavolveraformarmedenuevo.
Cuando me di la vuelta, comprendí que sus rostros se habían puestoamarillos y habían echado a correr, asustadas, porque unode los pacientes sehabíaescapadode lahabitacióny seestabagolpeandoenel suelo, apesardellevar la camisa blanca de seguridad que le sujetaba los brazos. El hombreestabamanchadodesangre,asíquelasenfermerassemovieronmuyrápido.
—¿Estás bien?—me preguntó Caleb cuando reanudé la marcha, todavíadesorientada por la confusión y por creer queme habían visto. Caleb seguíasiendoelúnicoquepodíaverme,apesardequeyodeseaba intensamentequealguienmásmenotaraysedieracuentadequeyoseguíaaquí.
—Sí…—respondíconlavistaenelsuelo—.Pensabaquemeveían.
Mitonodevozsonabadecepcionado.—Almenosnonoshandescubierto.Estoysegurodequeestosdosbloques
estaránvacíos.¿Vamos?Asentí.—Adelante.Llegamosalquintoyúltimobloque.LarespiracióndeCalebestabaagitada
porque había cruzado el cuarto bloque corriendo. Una vez ahí, le señalé lahabitación506paraqueentrarayledijeraaquellaspalabrasquehabíaestudiadoaRosie. Esperaba que, de algúnmodo, la hicieran entrar en razón, almenosunosminutos.Lerecordéquedebíahablarconconvicción,yaqueellanopodíahacerledaño.Teníaquedecirlelaspalabrastalycomoaparecíanenelpapel,sinomitirnada.
Aquellaspalabrasnoeranmásquementiras.Habíaescrito loque lehabíapasadoalamadredeRosie.Segúnloqueyosabía,miabuelahabíamuertoenunaccidentede coche cuandoRosie tenía catorce años, aunqueella creíaquehabía sidoculpadesupadre,unalcohólicoquenoqueríaniamiabuelaniaRosie. Pero nunca localizaron el cuerpo y Rosie no la había visto comofantasma.
La idea era que el oficial de policía, interpretado por Caleb, le diera estainformacióndespuésdemuchasinvestigacionesyledijeraquehabíandadoconsuparaderoyqueestabaviva,acambiodequeellaconfesara suscrímenesyhablarasobrecómosehabíaproducidoel incendioyquéhabíapasadoconsuhija.
—¿Creesquepodrádecirtodoeso?—Conozco a Rosie, y puede que esté fingiendo el trastorno—empecé a
decir entre susurros—. No confíes en ella. Es demasiado inteligente ycalculadora.Limítateatratardeconvencerladequesumadreestávivayquiereverla,queestáenfermaenunhospitalyquedeseahablarconellaantesdequeseademasiadotarde,perodilequeparaesosenecesitamuchopapeleoyRosieno puede salir de aquí tan fácilmente, necesita una orden de un juez o laautorizacióndeGeorge.
—Muybien,Anna.Esperoqueestofuncione.—Gracias,Caleb.—Nomeloagradezcastodavía.Inhalóairehasta llenar lospulmonesy lo soltó lentamente.Cerró losojos
con fuerzay losvolvióaabrirparaofrecermeuna sonrisa llenade seguridad.
Pusolamanoenelpicaporteyabrió.—¿Rosie? —preguntó una vez que estuvo adentro. Tras pronunciar su
nombre,lapuertasefuecerrandopocoapoco—.Minombrees…Elsilencioseadueñódellugar.Mequedéenelpasillo,vigilandoquenadie
seacercaraalapuertaparaquenodescubrieranaCaleb.Siyohubieraentrado,Rosie no habría creído absolutamente nada. Esperaba que la estrategiafuncionara.
Pegué el oído a la puerta, pero no se escuchaba nada. Ni siquiera losmurmullos. Debía admitir que las puertas estabanmuy bien diseñadas. En elquintobloque tododebíaestarperfectamenteprotegido, asíqueaquínohabíaplantas artificiales ni cuadros de colores. Las paredes estaban limpias y sincolor.
Pormásqueprestabaatención,nooíanada.Laorejaempezabaadolermepor pegarla a la puerta con tanta fuerza, aunque el dolor desaparecería muypronto.
—¡Anna!Mesobresalté,diunrespingoymecaíalsuelo.Oíunasonoracarcajaday
levantélavistadeinmediato.Temíquealguienfueraahacermedaño.Mesorprendíalveraunhombrefrenteamí.Ahíestabadenuevoelchico
delosojoscolorcarbón.Sereíaconfuerza.Seburlabademí.Surisaeragraveyronca.
—¿Teheasustado?—preguntódespuésdedejardereír.Teníaunasonrisasocarrona en el rostro que era difícil de eliminar. De nuevo, vestía esa ropanegraconoloratabaco.Suspestañasparecíanmáslargasygruesas.
Conlasparedesblancasdefondo,suimagenresaltabamás.—Aaron…—Recuerdasmi nombre, eso estámuy bien. Significa que te causé buena
impresión,dulceeinocenteAnna—dijoconsorna.—¿Quéquieres?—inquirímientrasmelevantabadelsuelo.Enrealidad,no
teníaganasdehablarconél.Teníaesamalacostumbredeasustarmeyhacermecaer.Y,además,eraunprepotenteyuncreído.
Apoyélosbrazosenelsueloymeimpulsé.Élmeofreciósumano,perolaignoré.Selimitóaencogersedehombros,quitándoleimportanciaamirechazo.
—Quiero hablar contigo —me dijo. No parecía ofendido; al contrario,estabatranquiloyhablabaconlentitud,dándoleuntoquedramáticoacadaunadesuspalabras.
—Ya lo estás haciendo, ¿qué quieres? —insistí. Me sentía demasiadopequeñacuandoestabaconél,sobretodocuandonohabíanadiealrededorparaprotegerme.
—¿Sabes cuál es tu nombre?—Jugaba con el envoltorio de un caramelo,que era el único sonido que nos acompañaba y que, para él, era demasiadorelajanteyagradable.
—AnnaCrowell—respondí.Élasintiócongusto.—Entoncesestoyconlachicaindicada—medijoconunasonrisa.Avanzó
unos pasos y yo retrocedí, asustada. Se detuvo yme hizo señas para quemetranquilizara, se dio la vuelta paramostrarme su gran espalda y caminóhastaunadelasparedeslateralesdelpasillo.Sesentóenunodelossillonesblancosqueestabanatornilladosalsueloysepusocómodosinmostrarmuchorespetopormí—.Verás,Anna, tú llevasaquíaproximadamente tressemanas,¿no?Séqueestásbuscandorespuestasy,paraeso,haypersonasquequierenconocerteparaayudarte.¿Porquénovienesconmigoylosconoces?
Neguéconlacabeza.—¿Quéquieresdemí?¿Novesquesomos iguales?¿Quévanaquererde
mí,quienesquieraquesean?Nolessirvo,asíquedéjameenpaz.Élresopló.—Mira, Anna, yo solo cumplo órdenes y me han enviado a buscarte, y
quienquieraqueseastú,teestánbuscandodesdehacemuchotiempo.Porloquesé,sonpersonaspoderosas.Nointentesretarlos.
Aaronserecostóenelsillón,estirólaspiernassinreparoalgunoysepusocómodo.
—¿Personaspoderosas?—arqueéunaceja.Élserio.—Errormío,sonfantasmaspoderosos.Me quedé inmóvil. Rosie me había contado historias de los fantasmas,
aunqueyohabíacreídoqueeranmásbienmitos.Oquesolomelascontabaparaasustarme.Hastaahora,recordababuenapartedelashistorias,ysabíaquehabíafantasmasbuenosymalos.Y,parasersincera,yonoqueríaestarenningunodelosdosbandos,porquesabíaqueningunoeradeconfianza,asíqueprefería irpormicuenta.
—¿Quéquieren?—Mealejéunpocomáscondisimulo.Élseencogiódehombrosamododerespuestaysemetióuncarameloenla
boca.—Nolosé,averígualotú—respondióconpocaamabilidad.Parasertanjoven,teníaunhumorpésimoyprepotentequenomegustaba
muchoyque,enciertaforma,medabamalaespina.—¿Quéeres?—preguntéconcuriosidadcuandoviqueeldulcenolohabía
atravesado.—Unfantasma.Otrasonrisasocarronaaparecióensurostro.—¿Ycómoesquepuedescomer?—Porcostumbre.Realmentenolohago—respondióasecas—.Porcierto,
séqueestáshablandoconunhumano.Enrealidad,heescuchadovariascosasdeti.Asíquevoyadarteunconsejo:siesainformaciónhallegadohastamisoídos,alguienmáspuedeestaralcorriente.Terecomiendoquetengascuidado.
—¿Dequién?—Enestemundohaybuenosymalos.—Noentiendonadadeloquedices.Nimuchomenosloquequieres.Medilavueltaparadarlelaespalda.—Esoesmuyfácil,Anna.Queremosqueteunasanosotros—dijoconun
tonomásserio.—¿Nosotros?Volvíagirarsobrelostalonesparamostrarlemiceñofruncido.—Sí.Queremosayudarte.Peroclaro,tútambiénnostienesqueayudar.—Se
levantódelsillónymemirócontantaintensidadquesentíescalofríosportodoelcuerpo.
Élnomegustaba.—¿Sabéisquéfuedemí?—pregunté,tragandosaliva.—No puedo decirte más. Solo quiero hacerte la propuesta, nosotros te
necesitamos,ytúanosotros.—No—respondínegandoconlacabeza—,noyno.Noséquiéneresniqué
quieres. Así que vete y no me vuelvas a buscar, no necesito vuestra ayuda.Puedodescubrirquémepasó.Tengoamiconexiónyesoesmásquesuficiente.
—¿Noloentiendes?—Noquieroentenderlo.Vete,Aaron.—Estásbastantedesprotegida.Nosnecesitas.Nomegustabael tonodevozqueutilizabacadavezquemehablaba,me
tratabacomosifueraunatontayélunDiossuperioralquenoselepodíadecirnada,nimuchomenosnegarlenada.
—Yocreoqueno.¡Asíquevete!¡Fuerademicamino!Susojosirradiaronfuego.—Prontocomprenderásqueestásequivocada,Anna—dijoentredientes—.
Y,porcierto,elpúrpurayapasódemoda.Nodigasquenoteavisé.—Fueradeaquí.—Créeme,elhechodequeestésenestasituaciónnoteprotegedenada.Y
muchomenosdeellos.Estásenpeligro.Nuestrosojos estabanconectados.Enel fondo temíapormíy él lo sabía,
sabíaque teníamiedoymiexpresión lodemostraba.Erademasiadodébil, talvezteníarazónynecesitabasuayuda.Talvezdecíalaverdad.
—Anna.—Megirédegolpealoírlavoz,miinstintomehizoreaccionaralsegundo. Caleb había salido con una ligera y resplandeciente sonrisa que lehacíabrillarlosojosverdeesmeralda—.Lotengo.
Cuandomedi lavueltaparahacer saber aAaronqueyanonecesitaba suayuda, me vi sumida en la decepción. Había desaparecido. Ahora soloestábamosCalebyyo.
—Rosiehahablado—dijoCaleb,ajenoatodoloqueacababadepasarconelchicomisteriosodeojosnegros.Levantóunahojadepapelqueparecíallenadetintanegraymelamostrócomosifuerauntrofeo.
—Sabíaqueesoibaafuncionar—murmuré,elevandolascomisurasdemislabiosdisimuladamente.
Capítulonueve
Calebllevabaunbolígrafonegroenlamanoderecha;enlaizquierda,sujetabalahojaquelehabíadado,peroahoraparecíaqueconteníamásinformación.Vique lahojaestaba llenade líneasextensasydelgadas; ibandeun ladoaotro,hastacruzarse.Habíamuchas.Parecíaunmapa.
—Tenemos que salir de aquí—dijo con urgenciamientras se guardaba lahojaenelbolsillo traserodelpantalón.Susojossemovíandemasiado rápido,comosialguienseestuvieraacercando.
Me limité a asentir sin mediar palabra. No pregunté nada más hasta quesalimosdelhospitalyestuvimosasalvodelasenfermerasylascámaras,delasque,sorprendentemente,noshabíamoslibrado.
Élseguíaagitadoportodalaadrenalinacontenida,asíqueleditiempoparaquevolvieraarespirarcontranquilidadymedijeraquélehabíadicho.Nopasómuchotiempo.Calebpusoenmarchalacamionetaynosalejamosdelhorriblehospital.
—¿Ybien?—preguntéalfin,jugandoconmicabello.—Mehahechotrazaruncamino.—¿Tehadadounmapa?—Creo que sí. —Sacó el papel del bolsillo, levantándose un poco del
asientoparapoderextraerlo—.Serámejorqueloveastú.Talvezsepasdóndees.
Nolopensédosvecesycogílahoja.Desdobléelpapel,plegadoencuatropartes,yoícómocrujíaentremisdedos,ansiososporsaberquéeraloqueCalebhabíadibujado.
Una vez abierto, vi que se formaban dos cruces, y ambas estaban unidas.
Habíaunagranlínearectaquepartíalahojaporlamitad,ydeestasalíandoslíneas horizontales quepartían por lamitad la línea vertical, es decir, la línearectateníacuatroramas,dosal ladoizquierdoydosalderecho,peronohabíanadamás.
—Noséquésignifica—dijeenunmurmullo.—¿Cómo?Dejécaer lasmanossobremispiernassinsoltar lahojay levanté lavista,
incrédulaporlapocainformaciónquehabíaconseguido.SabíaqueRosieharíadelassuyas.Nomedejaríairtanfácilmente.
—Esque…noloentiendo.Nolorelacionoconnada.Élmemiróysesintiódecepcionado.—Pensabaquesabríasinterpretarlo.Mehadichoquesolounapersonasabe
dóndeestáeselugar.Resoplémolesta.—Porsupuestoquesí.Ella.—Nosé,Anna.Yotengounaopción…—¿Cuál?Nos incorporamos a la carretera, dejando atrás el camino por el que
habíamosentradoparairalhospital,yavanzamoshastallegaraunagasolinera.Calebaparcóallíytratódeexplicarmeloquepensaba.
—Hayunlugarquesepareceaeste.Norecuerdoelnombre,peroestáaquí.Estoysegurodeque lohevistoenmapasynoperdemosnadacon intentarlo,¿verdad?
—Claroqueno.—Dameunsegundo.Bajódelacamionetaysedirigióalatiendadelagasolinera.Atravésdela
enorme ventana vi que estaba en la caja, preguntándole algo al anciano queatendía.Elseñormedaba laespalda,asíquenopodíasaberdequéhablaban.Caleb, por el contrario, parecía creer en su idea, y yo también, ya que elgarabatonomerecordabaanada.Rosiepodríaestartomándonoselpelo,pero¿quiénsabe?Talvezqueríaqueyosupieradóndeestabamicuerpooquéhabíasucedidoconmigorealmente.
Yo solo deseaba paz y tranquilidad, quería encontrarme a mí misma ydejarlo todo atrás. Pedir perdón a mi media hermana y a Alex, a quien aúnguardabaunpocoderesentimiento.Peronomeimportabanadamás.
Calebcorrióhacialacamionetayelcabellorubiolebrillóconlosrayosdel
sol. Ni siquiera se percató de que el hombre le había hecho señas para queregresaraaporsucambio,perocuandoestuvodemasiadolejos,elancianodejódeagitarlosbrazos.Calebsosteníaunpequeñolibro.
Abriólapuertayentródeunsalto.—Muybien,tenemosunmapa.—Señalóellibroconorgulloylodesplegó.
Enrealidadnoeraunlibro,sinounahojadepapelbrillantedeporlomenosunmetro de largo y otro de ancho. Lo bastante grande para que llegara hasta elasiento del copiloto y pudiera tener unabuenapanorámica de unaparte de laciudad.
—Nosotros estamos aquí —señalé un lugar marcado con una señal decombustibleyque,segúnmiscálculos,eralarutadelacarretera.
Caleb estaba concentrado, buscando algo más. En el mapa había líneasamarillas, verdes y azules que indicaban varias carreteras. Era unmapamuygrande,y las letraserandemasiadopequeñas,casientrabanganasdeusarunalupaparapoderverloquedecían.
Tratédebuscarlasdoscrucesunidas.Perohabíademasiadaslíneas.—Esabsurdo.Tehamentido—dijeentredientes.—No,no,no.Estoyseguroquehevistoeselugar.Neguéymeapoyéenelasiento,cansadadetodaslascosasqueRosiehacía.
Cerrélosojosydeseésentirelcalordelsolenlasmejillas.Perosolomesentíafríaysola.
Cuando abrí los ojos,medi cuenta dequeCaleb tenía una ligera capadesudor en la frente. Fruncía el ceño y sus ojos iban y venían, ansiosos porencontraralgo.
—NoconfíesenRosie,Caleb.—Nolohago.—Entoncesdéjalo.Notehadicholaverdad—respondícontristeza.—Vamos,Anna—Caleb soltó elmapaparamirarme con esperanza—.Sé
queese lugarexiste,noseas tannegativa.Yaveráscomotodosesolucionará,¿vale?Loencontraremos,estoyseguro.
Volvióaconcentrarseenelmapaysiguióbuscando.Mefue imposiblenosonreír.
—Gracias—respondí con una ligera sonrisa. Al menos, Calebme estabaalentandoadescubrirmiparadero,esoayudaríaaresolverycumplirmimisión.
—¡Lo tengo!—Diounsaltoenel asientoymepidió lahojadondehabíadibujado sumapa.Comparó ambos papeles, poniendo la hoja blanca sobre el
mapaquehabíacomprado.—¿Qué?—pregunté—.¿Quéhasencontrado?—Sinduda,esaquí—dijoconseguridad—.Mira.Dejó la hoja de papel para que la observara y después la quitó. Elmapa
quedóalavistayvilaspequeñascrucesqueseformabanenél.Eraahí,ellugardeldibujoeraese.
—¿QuétehadichoRosie?—quisesaber.Leílaspequeñasletrasparatratarderecordarsialgunavezhabíaestadoahí.
—Solodijo:«Pista».—¿Lo ha dibujado ella?—pregunté, refiriéndome al mapa de líneas mal
trazado.—Sí—respondió.—¿Tehadichoalgomás?—No.—Entoncestenemosqueaveriguarquéhayahí.—Supongoqueesoesloquequiere.—Gracias,deverdad.—Aúnnosabemosquéhayahí,Anna.—Losé.Nomeharéilusiones,enserio—dije,tratandodeparecerserena.Élasintióyvolvióaarrancarlacamioneta.—Entoncesvamosparaallá.Parpadeéyasentí.Nosmarchamosde lagasolineray losneumáticosretumbaronalpasarpor
unbachedegrava.Calebtratódenocorrery,unavezestuvimosfuera,aceleró.—¿Qué hay de ti? —le pregunté para romper la tensión, ya que era la
segundavezqueloveíay,sinembargo,nosabíamuchodeél.Meconstabaquesus padres habíanmuerto en un accidente y que estaba a punto de graduarse,peronadamás,apartedequemecausabaciertacuriosidadquemeayudaraysetomaralasituacióntanbien.Suponíaqueeraunchicodevalores,alcontrarioque el talAaron;Calebparecía amable y sincero.No tenía ningúnmisterio ynadaqueocultar.Yporsupuesto,noparecíaunfantasmaynoteníapintadeserunegocéntricocomoAaron.
Élserio.—¿Demí?¿Quépuedotenerdeinteresante,Anna?Meencogídehombrosamododerespuesta,peroélesperabaalgomás.
—No lo sé, mmm…—Vacilé, yo no era la mejor haciendo preguntas, ymucho menos dando conversación a un chico tan guapo como él—. ¿Tieneshermanos?
Odiabaquemivozfueracomounsusurro,eratanbajaqueavecesllegabaadesesperarme, pero no podía hacer mucho. Rosie y Rebecca me habíandestruido. Jamás me habían dado la habilidad ni la libertad para hablar conalguienapartedeellasoalgúnmiembrodelafamiliaCrowell.
Calebnegóconlamismasonrisa.Lascomisurasdesuslabiosseelevarondeformaespontáneaydejaronaldescubiertounaresplandecienteybellasonrisa,nada socarrona como la de ese creído con ojos flamantes queme dabamalaespina.
—Ninguno.—Oh.¿Familia?—VivenenEuropa.Estoysolo.—Oh.Nosupequémáspreguntar.—¿Qué hay de ti? —dijo, tratando de recuperar mi fallida y seca
conversación.—Yo…yonotengonadainteresantequecontar.—Seguroquesí.Dime,¿quiéneraAnnaenvida?—tratódeanimarme.—Unachicamuyaburrida.Profundizósusonrisa,divertido.—Yalocreo,conesarespuesta—seburló.Inhaléyexhalé,contagiándomeconsusonrisa.—Esquenoséquédecirte.—Puedesempezarcontusgustosoconloquetemolesta.Porejemplo,amí
nomegustatomarbebidasconpajita,esabsurdo.¡Tengosed!Nopuedoesperaraqueellíquidolleguealagargantadeunamaneralentaydesesperante,¡beboyya!Creoquesinoexistieranlaspajitas,habríamuchagentefelizenlassalasdecine,ymenosniñossorbiendoaireenlosvasosdeplástico.
Mereí.—Tienestodalarazón—dijeriendosilenciosamente.Nomehabíadadocuentadequetratabadeevitarlarisa,mehabíatapadola
bocaconlasmanosyamortiguabanelsonido.Peroélnodijonada.Nisiquierasehabíadadocuentadequemeestabaanalizando.
—¿Esohasidosuficiente?—preguntó.—Creoquesí.—Entoncesadelante.Asentí.—Bueno, amí nome gusta que las personas haganmucho ruido cuando
intento concentrarme.Esmolesto.—Hiceunamuecay negué, imaginándomeviendoundocumentalenmiantiguahabitaciónyRebeccaentrabaparagritarmeyordenarmequelimpiaralahabitacióncuandotodoestabaenperfectoestado.Dehecho,yoerabastanteorganizada.
—¿Esoestodo?—Mmm,sí.—Vamos…inténtalo.Asentíymearmédevalor.—Bueno, teharéunresumen:megustamuchoelpúrpura,yocreíaque lo
odiaba, pero adivina qué, me encanta. Soy alérgica a los gatos, algunos mecausanescalofríos,sobretodositienenojosverdes,ynoteofendas.—Calebserio más fuerte y continué hablando—. Mi bebida favorita es la leche o losbatidosdechocolate.¿Hasprobadoelaguadefresa?Bueno,nuncamedesunaguadefresasinoquieresvermevomitar,aunqueclaro,ahoraesimposible.Nomegustanlaspelículasdeterrorporquesuelotenerpesadillasymedabastantemiedolaoscuridad.Cuandoerapequeña,mimadrecontratóaunpsicólogoparaquemevisitarayesteledijoqueyonopodíairalaescuelaporqueestabamuymal, así quemimadre lo despidióy contrató a profesores particulares y a unnuevo psicólogo. Hablo tres idiomas, aparte de inglés: español, alemán yfrancés.Cuandoterminédeaprenderalemán,supequequeríaserprofesoradeidiomas o traductora, ambas profesiones me llaman, o, mejor dicho, mellamaban la atención. Soymalísima en historia y en geografía. Y, bueno,megustamáselveranoqueelinviernoporquetodoesmáscalurosoypuedessalirajugarsinpreocupartedeestarbienabrigado.Miespecialidadsonlaslimonadas.
—¡Uau! Y dices que no eres nada interesante. De verdad, eres muyinteligente,¿tehasdadocuenta?—Desviólavistadelacarreteraymemiróconasombro.
Mesonrojéymeocultéentremishombroscuandoélvolvióaconcentrarseenlacarretera.
—La Anna en vida también tuvo cientos de problemas y muchos maloshábitos.Cometíerroresfatales.Sipudieracambiarlo…
—¿Loharías?—meinterrumpió.—Porsupuesto—respondíenseguida—.¿Túquécambiaríasdeti?—¿Laverdad?Asentí.Elchicorubioqueestabaaunoscentímetrosdemítragósalivacondureza.—Lamuertedemispadres.Perovaya,esonoesposible.Hacemuchoque
sucedió aquel trágico accidente que me los arrebató, yo apenas era un niño.Durante la última semana he estado dándole vueltas a tu asunto y llegué apensar que tal vez terminaron como tú, por eso decidí ayudarte. Porque mehabríagustadoquealguienhicieraalgobuenoporellosdespuésdelinfiernoquepasaron.Esperoqueesténenunlugarmejor,yséqueloestán.Elloseranmuybuenos,perolamaldadganó.
—Lamuerteesinevitableyllegaenelmomentojusto.Soydelasquepiensaquelascosassucedenporalgo.
Élnegó.—Lamuertedeellosnofuejusta,Anna,ladeellosno.—¿Fueunalcohólicoalvolante?—Algoasí.Calebnoparecíademasiadocontentoconeltema,asíquemelimitéadecir:—Losientomucho.Treintaminutosdespués,Calebyyoestábamoscansadosdehablar.Durante
eltrayecto,mehabíacontadoqueunadesusasignaturasfavoritasenlaescuelaeranlasmatemáticas,ylaverdadesquemiexpresiónfuetodounpoema.Yoeramala para todo lo que tuviera números, nunca encontraba la lógica y, sinembargo,eramuybuenaparamemorizarhistoriasocancionesocualquiertipode teoría, y esome había salvado de sacar un terrible cero enmis clases deestadística. Caleb había mencionado que tenía muchas ganas de conocerFrancia,yqueesperabadominarelidiomaantesdeirallí,asíqueyomehabíaofrecidoparasersumaestradurantemiestanciaaquí,peroélhabíarechazadolaidea porque pensaba que no iba a seguirme el ritmo. Igualmente le dije queestaríaencantadadeayudarlosienalgúnmomentocambiabadeidea.
Cuandonosquedamoscallados,mesentí cómoda.Normalmente, si estabaen una habitación con una persona, de cualquier edad y sin importar si erahombreomujer,meponíanerviosaoquería salir lo antesposiblede ahí.Mesentía asfixiada si alguien me observaba, jugaba con mis dedos o con micabello;sialguiensonreíaosiescuchabaunarisacerca,pensabaquealguiense
estababurlandodemí.Sicaminabapor lascallesyalguienmepedía lahora,tartamudeabademasiadoylagentememirabamal.Porunaparte,agradecíalasclases particulares, aunque, por otra, me habían privado de conocer a laspersonas,desalirapatinarconmisamigas,odeirajugaraotracasa.
Mi forma de vestir siempre había sido exagerada. A partir de los catorceañossolomehabíanpermitidovestircolorespastelo tonosmuyclaros.Teníaprohibidousarescotes,vestidosofaldas.Rosiequeríaquepermanecieracomounadulceniñaparamontarsuplan.
Bajélamiradaynegué.Megustabaelpúrpura,noloibaacambiar.Miré a Caleb y me sentí segura. Había hablado como nunca antes y me
sentíasatisfecha.EmpezabaadescubriraunanuevaAnnaqueconfiabaenlaspersonasy sedesenvolvíaunpocomejor.Claroque todavíadebíamejorar enalgunas cosas, pero por lo pronto estaba feliz de haber mantenido unaconversación.Sobre todo si era conun chico tan atractivoy respetuoso comoCaleb.
Me sumí en el asiento, suspirando, yme quedé en un perfecto y cómodosilencioqueagradecía.Después,sentíelcalordelsolenelrostro.Québien.
***
Llegamos a nuestro destino cuando el sol descendía en el cielo y se ocultabaentrelosedificiosqueseveíanalolejos.Estábamosbastantealejadosdelbarrioresidencial donde vivían los Crowell y de la casa deCaleb, que suponía queestaba cerca de la universidad a la que asistía. Sin embargo, aún teníamostiempodedarunavueltaporlasmanzanasseñaladasenelmapaantesdequelaluznosabandonara.
Calebralentizócuandoestuvimosenlacivilización,giróporunaavenidayluegocontinuórectohastallegaralfinal,dondevolvióagirarparaadentrarseenunacallevacía.Meacomodéenelasientoyajustélaposturaparapoderverporla ventanilla de cristales polarizados. Me sorprendí cuando entramos en unbarriobastantedescuidadoyqueolíafatal.Duranteunmomento,unaideavagamecruzólamente.Fuehorrible.Asíqueladesechédeinmediatoymefijéenlascasasconpatiossecosyamarillos.Todaslasviviendasteníanalgunaventanarota o algo descuidado. Había letras pintadas con espray en algunas casasabandonadasoenlasesquinas,dondesuponíaquesereuníanlaspandillas.
Nosadentramos todavíamásyvi adosniñosde cincoo seis años en susdescuidadasyoxidadasbicicletas.Tratabandechocarentresí,reíanacarcajadasydevezencuandounodeellosseponíaseriopararetaralotro.Teníanlacarasucia,pringadadechocolateodealgúnalimentopegajoso.Suszapatosestabanllenosdelodoynosehabíanmolestadoenatarseloscordones.
—¿Dóndeestamos?—pregunté,asustadaporelbienestardeCaleb.TalvezhabíasidounamalaideavenirtanprontoynocomprobarenelGPScómoeraellugar.
—Nolosé,peroparecequeestamoslejosdecasa—concordóconmiideasinqueselohubieradichoenvozalta.
—Creo que será mejor que volvamos. Está oscureciendo y no sabemoscómosonlascosasporaquí.Deberíasdarlavuelta.
—Deacuerdo,aunque todavía tenemos tiempodeecharunvistazorápido.Soloseráncincominutosynosayudaráaconocerelperímetrocuandopodamosregresar.
—Vale.Taly comohabíadichoCaleb, el recorridonos llevó justo cincominutos.
Echamosunvistazorápidoperonovimosnadaquepudieraayudarnos.Soloeraunbarrioconpandillashaciendodelassuyasparamolestaralosvecinos.¿Quépodíahaberallí?
Nada,porsupuesto.AunqueyosentíacuriosidadyCalebtambién.Loveíaen sus ojos, estaba ansioso por volver y descubrir por qué Rosie nos habíaenviado ahí. Yo no había reunido el coraje suficiente para preguntárselo, nimuchomenosparavolveraverla.Todavíasentíaesapresiónenelpecho.Lasimágenesdelincendiovolvíanamimentecasitodaslasnoches,ymeresultabaimposiblenorecordaraRosieprendiendofuegoallugarsinserconscientedelpeligro.Repetíalaescenaunayotravez,perosiempreterminabaenlomismo:soloveíalasllamasdelfuegoenvolverme,cerrándosesobremí.Elcalordecadaunadeellasmeabrasabasinpiedad.
Aldíasiguiente,volvimosalbarrio,estavezmástempranoporqueCalebnoteníaclaseslossábados,yyoestabamuyfelizporello.Noshabíadadotiempoadarvariasvueltas,aunquealgunosinquilinossepercatarondenuestrapresencia,peronodijeronnada,solonosobservaban.AlverlacamionetadeCaleb,quizápensabanqueeraunagenteyestaba investigandoobuscandoaalguien.Alaspersonas de allí no les gustabameterse en problemas con las autoridades pordiversas razones. Así que nuestros paseos habían sido tranquilos, aunque sin
obtenerinformaciónquepudieraayudarme.—Hellegadoapensarquemicuerpopuedeestarenunadeestascasas—
solté, llamando la atención de Caleb, que seguía con la vista al frente,aproximándosealasviviendasparaversiveíaalgoextraño.
—¿Cómo?—Sí,yasabes…Lapolicíanuncaentraenestoslugaresamenosquehaya
unapelea.Ylamayoríadelosasesinosocultaasusvíctimasenlugaresquesonpoco concurridos o en barrios marginados, ya que si alguien los ve, es muyposibleque los amenacen,y sabemosquepagaruna fianzay tenerproblemaslegales es muy costoso, así que prefieren omitirlo y hacer como si nada. O,simplemente,participanenelcrimenacambiodeunacomisión.
Élserio.—Eresmuyimaginativa.¿Quétehacepensartodoeso?—Eslógico—respondí,encogiéndomedehombros.—Paramíesalgolocoysurrealista.Calebllegóalfinaldelcircuitoalquehabíamosentradoydiolavueltapara
salirdeallí,peroentoncessevioforzadoafrenardegolpecuandounhombredeunos cuarenta años se quedóparado en lamitad de la calle, observándolo.Elmorro de la camioneta quedó a solo unos centímetros de distancia. Si Calebhubieraaceleradoalintentardarlavuelta,lohabríamosarrollado.
ElhombregolpeóconsuavidadlapartefrontalycaminóhastalaventanilladeCaleb,peroestenolaabrió.Cuandoelhombreestuvoasu lado,golpeóelcristal oscuro para que Caleb cediera y pudieran hablar sin levantar la voz.Inmediatamente,bajóelcristalapretandounbotón.
—¿Estábien?—preguntóCalebtratandodesonaramable.Peroelhombrenosonrió.Susojosnegrosestabanfijosenelchicodeojos
verdes, tratando de leer su expresión. Tenía la barba larga y sucia, era unhombre grande y gordo. Llevaba una bata de color rojo, que apenas lograbaatarse en su gran cintura. Debajo de la bata, rota y descuidada, llevaba unacamiseta blanca, que, por el sudor y la grasa, se estaba volviendo gris. Lospantalonescortosdelpijama,azulcondibujosdecarros,desprendíanunoloramugre.
—Esodeberíapreguntárteloati.¿Estásbien?—Cuandohablómostróunosdientes amarillos y el olor a hamburguesa grasienta llenó la camioneta. SentílástimaporCaleb,porqueélloteníadefrente,yestabaseguradequeelolorasudor,mezcladoconeldehamburguesa,noeraelmásagradable.
—Porsupuesto,señor.Estoyperfectamente,muchasgracias.Elhombresequedómirándolo.—¿Quéhacesporaquí?¿Buscasaalguienenespecial?Mequedéquieta,conscientedequeélnopodíaverme.—No,yosolo…—Lagentequeviveporaquíestápreocupada.Tevieronayerdandovueltas
porelbarrio,yhoyvuelvesaestarporaquí—lointerrumpióconsuvozgrave—.Nonosgustan losproblemas como tú.Así que si estásbuscandoalgo, esmejorqueloencuentresprontoytevayasdeaquíantesdequealborotesalosvecinos.Nonosgustaquenosinvadan.Nos…incomoda.
Calebnegóconlacabeza.—No,esanoesmiintención,yo…—Dime,¿québuscasaquí?Meaclarélagarganta.Calebtuvoelimpulsodegirarlacaraymirarme,pero
siguiófingiendoqueyonoestabaahí.—Dilequebuscasaunapersona—propuse.Calebvaciló.—Estoybuscandoaunapersona.Elhombrecambiósuexpresióndeintimidaciónporunadecuriosidad.—¿Cuálessunombre?Calebesperóaqueyoledijeraquédecir.Asíquememovíenelasientoy
mefijéenlasexpresionesdelhombre.—RosieCrowell.—Sonésegura,sabíaqueelhombreesperabaescucharese
nombre.—RosieCrowell,eseessunombre.Medijoquelabuscaraaquí.Bueno,me
diounmapaparallegar,perocreoqueestoyperdido.—Mesiguióeljuego.Elhombre,porotrolado,empezabaaentrecerrarlosojos.
—¿Paraquélabuscas?—inquirió.—Esconfidencial.Elhombreasintió.—Aparca allí. —Señaló un jardín de tierra con duendes resguardando la
entrada principal—.Esmi casa, deja la camioneta ahí y después dirígete doscallesmás abajo, gira a la derecha, al final de la calle, y a unos cienmetroscamina todorecto.Verásquehayunacasaabandonada.Paraentrar,desliza lacadena,notienecandado.Estoysegurodequeeseesellugarquebuscas.
Calebasintióy,sindecirnadamás,aparcólacamionetadondeelhombrelehabíaseñalado.Cuandobajamos,eltipohabíadesaparecidoenelinteriordesucasasindespedirse.
Calebyyonosmiramoscontemorcontenido.—¿Confíasenél?—mepreguntóCaleb,preocupado.—No confío en nadie que trabaje para Rosie —contesté—. Si quieres,
puedesquedarteaquí.Yonocorroningúnpeligro;tú,encambio,sí.Sacudiólacabezayseadelantó.—Deningunamanera,voycontigo.Recorrimos en silencio el camino que el hombre nos había indicado y,
efectivamente,lacasaestabaahí.Erapequeñayrectangular.Lafachadafrontalera de color amarillo. Las paredes estaban humedecidas y había cientos degrietas,parecíaqueencualquiermomento ibaadesmoronarse.Calebquitóelcandado y entramos. Afortunadamente, no había personas alrededor, erademasiadotemprano,asíqueaprovechamoseltiempolomáximoposible.
Alentrar,unoscristalescrujierondebajodeloszapatosdeCaleb,quesiguióavanzando con cautela sin detenerse. Llegamos a la puerta, sacó su móvil yencendiólalinterna.
—¿Lista?Asentí.—Creoquelascasasabandonadassonnuestraespecialidad.Caleb giró el descuidado picaporte, que no tenía seguro, y entró con
facilidad.Iluminóelaccesoconlalinternadelmóvil.Apesardequehacíasol,elinteriorestabaoscuro.Lanieblaquesehabíaformadodurantelamadrugadacomenzabaadisiparseylascallessecalentabanconlosrayosdelsol.
—Anna—escuchéminombreantesdeentrarenlacasa.Lavoz,porsupuesto,noeraladeCaleb.Megiré,asustada,peronohabía
nadie.Ignorélavozydiotropaso,talvezestabanerviosayparanoicaymelohabíaimaginado.
Sin embargo, no pude avanzarmás. Unamanome agarró del codo ymedetuvo.Quisegritar,peromiprimerinstintofuegirarmeparaverquiénera.
Misojosseabrierondeparenparyencuantoreconocíaquelrostromoreno,mesentímolestaeirritada.
—Anna—dijoaquellavozgrave—.Noentresahí.—¿Quéhacestúaquí?—FruncíelceñoalveraAaron.Meestabaapretando
el codo con mucha fuerza. Esta vez no parecía divertido, ni con ganas de
bromear.Estabamuyserio.—Tratodedecirtequenoentresahí.Esmuypeligroso.¿Meoyes?—¿Quién eres tú para darme órdenes? Eres bastante pesado, ¿lo sabías?
Mejordéjameenpaz.Presionóconmásfuerza.—Escúchame.—Susojosestabanclavadosenlosmíos—.Loquevasaver
allídentronoesnadabueno.Vetedeaquíahoramismo.—¿Quéhay?—susurré.—Nisiquieravoyadecirteque loaverigües túmisma,porquenoesnada
bueno,noestáspreparadaaún.Tienesqueirteya.—Estabaansioso,nerviosoyconbastantemiedo,porloquepenséquédebíadehaberallídentroparaqueunfantasma se pusiera de esa manera. Abrí la boca, pero él me interrumpió alimaginarloqueibaadecir—.Nohagasmáspreguntas,solovete.
Lecreí.Noibaaarriesgarme.Peroentoncesrecordéalgoimportante.Mesoltédesuagarreyloapartécon
unafuerzaquelohizotambalearse.—Nopuedo—dijeconpena—.Calebestádentro.Éltambiéncorrepeligro.
¡Debodeiraporél!—No, Anna. —Me detuvo sosteniéndome de nuevo. Estaba
impacientándose,seleveíaenelrostro—.Nosotroslosacaremos.Asentí;estabadeacuerdo.Me di la vuelta y un grito desgarrador llegó desde el interior.Mi piel se
erizó.—¡Caleb!—grité.Todo sucedió muy rápido. En cuanto mis oídos reconocieron el grito de
Caleb,temíporsuvidaycorríhacialapuertaporlaquehabíaentrado.Aarontratódeatraparmeparallevarmeconélyevitarqueaccedieraalinterior,perodealguna extrañamanera y gracias a una fuerza sobrenatural,me zafé de él.Loempujélejosycayó,derrotadopormiacción.Sinembargo,volvióalevantarsecomosinohubierapasadonada,peroyaerademasiadotarde.
—¡No,Anna!—gritó.Después,todofuesilencioyoscuridad.Lapuertasecerródetrásdemíyun
pánico parecido al que tenía cuando Rebecca entraba en mi habitación parapegarmemeinvadió.Mehizosentircomosiestuvieravivadenuevoyfueraamorirporunataquedeansiedad.Notabaunafuertepresiónentodomicuerpoquemeimpedíamoverme.
—¿Caleb?—pregunté.Loslabiosmetemblabanyparecíaqueelcorazónmeibaamilporhora.No
veíaabsolutamentenada.Solopodíasentircómocientosdeserpientesreptabansobremispies.
Tratédeapartarme,gritandocomonuncaanteslohabíahecho.Sentíquelasaplastaba y que, cuantomás intentaba alejarlas, más serpientes llegaban paraenroscarsepormispiernas.
Larespiraciónsemeestabacortando.—¿Anna?Tienesqueveresto.Escuchéunavozalfondo.Elecoretumbóyoíminombreunayotravez.—Anna,Anna,Anna…Luego se oyeron risas. Muchas carcajadas; se estaban burlando de mí.
Estabanenmioído.Sentíaelcalordeloscuerposamialrededor,siguiéndomeadondequieraquefuera.
—¿Quiénessois?¡Dejadmeenpaz!—sollocé.Sentíalasmejillasmojadas,pero como todo estaba a oscuras ni siquiera podía atinar a saber dónde seencontrabamirostro.Estabaperdida—.¡Fueradeaquí!—pedíconunnudoenlagarganta.
—Anna…—volvióapronunciaraquellavozescalofriantequenomedejabapensarconclaridad.
—¡Dimequiéneres!—grité,desesperada.—Alfinencasa,Anna.Alfinencasa.—¡Déjameir!—Anna,Anna…—Lavozmellamaba,provocándomeescalofríosportodo
elcuerpo.Yaerademasiadotardeparahuir.—¿Caleb?—volvíapreguntar.Peronohuborespuesta.Memoví,pisandocientosdeinsectosquemecaían
encima.Gritémientrascorría.Y,depronto,sucedió.Tropecéconalgoduro.Caíconfuerzasobreunapersona,estabasegurade
queeraunapersona.Atientas,tratédetocarloparasabersieraCaleboalguienmás.Me desesperé al buscar conmismanos temblorosas algo que sabía queestabaahí.
—¿Caleb?—insistí.Luego,todosesilenció.
Me quedé quieta unos segundos, tratando de comprender qué habíasucedido.Esperaba escuchar un quejido, o algo queme ayudara a comprobarqueeraél,yqueestabavivo.
—¿Caleb?¿Erestú?¿Quétehanhecho?¡Dimealgo,porfavor!—Anna.—Micerebro reconoció lavoz. Inmediatamente,busquésumano
paraapretarlayhacerlesaberqueestabacercadeélyqueprontosaldríamosdeesteinfierno.
HabíasidounacrueltrampadeRosie.—Losientomucho…—dijeconlavozentrecortada.Escuchéunarespiraciónagitada.—¿Tedijoalgo?—preguntóalcabodeunossegundostortuosos.—Caleb…nohables,buscaréayuda.—Anna—arrastraba las palabras, parecía que estaba herido, la voz se le
entrecortaba—. Creo que estás aquí por algo más, no solo para descubrir tuparadero.
UnapuertaseabriódegolpeyunhombrellegóhastamíparacogermedelosbrazosyapartarmedeCaleb.Teníamuchafuerza.Sentíasusuñasclavarseenmipiel.Apoyabalasmanosenmishombroscondureza.Mequejéytratédeesquivarlo,peroeramásfuertequeyo.
—Telodije.Ibasanecesitarnuestraayuda.—¡Suéltame,Aaron!—Dipatadasfrenteamí,convencidadequelohabía
golpeadobastantefuerteparaquemedejaralibre,perohabíamedidomifuerzayahoraestabasiendomásrudoqueantes.
—Déjaloya,Anna.—¡No!Melevantódelsueloconfacilidadymesujetóconfuerzacontrasucuerpo,
queparecíahechodepiedra.Estababastantemolestoy,aunquenopodíaversusojos, sabía que estaban llenos de furia contenida, como de costumbre. Sinembargo,élnomeimportaba.
—¿Es que no lo puedes entender, niñata? —me gritó en el oído parahacerme entrar en razón.Apretaba los dientes, contenidos para no decir nadadespectivo.Estabadetrásdemí,sosteniéndomeconfuerzaparaquenointentaraescapardenuevo.Apesardemiinsistenciaporapartarmedesupielfría,élnolopermitíadeningunamaneraymesosteníaconfuerza—.¡Noloquierenaél!¡Esati!
—Nopuedodejarlo…¡Noquieroircontigo!¡Noquiero!
—Puestendrásquehacerlo.Dichoesto,mellevólejos,lejosdeCalebydeaquelbarriosolitario.
Capítulodiez
NohabíadudadequeAaron,apartedeserunogroconunrostropetrificadoycon aquellos ojos envueltos en llamas, tenía un corazón de piedra y solo leimportaba él mismo. No tenía sentimientos y, si los tenía, no pensabademostrarlosnunca.Lucíaunaexpresióndetranquilidadynisiquieramehabíapreguntadosiestababienosimehabíahechodaño.Noteníaniunpoquitodeeducación.
Egoísta.Me supo mal por Caleb, que se había quedado quién sabe dónde y con
fantasmasmalvadosquequeríanhacernosdaño.Estabapreocupada.Además,aAaron lemolestabami presencia. Se notaba a leguas, pero no era culpamía.Había ido a por nosotros sin previo aviso. Entonces, ¿por qué se molestabatanto,siélmehabíatraídohastaeselugar?
Noloentendía.Me enjugué las lágrimas, pero fue demasiado tarde para evitar soltar un
gemidodedesesperación,quehabíaderivadoenintensoslloriqueos.Sentía los ojos hinchados y pesados. Ahora me estaba costando bastante
mantenerlosabiertos.—¿Dejarás de llorar alguna vez? No queremos inundarnos —resopló
molestomientrassesentabaenunsillónantiguodeterciopelorojo.Levantéelrostroyloobservéconlosojosllorosos.Lacasaytodoloquehabíaenellaolíaa polvo. Ni siquiera la luz era clara. El espacio era lúgubre, apagado. No seescuchabaniunsolo ruido.Había lámparasantiguasque iluminabanconmuypocaluz.Aunquenoeranvelas,ellugarteníaesearomaaceraeincienso.Mesorprendíalveruncuadrodeunleónquemeobservabaconfuria.
Apartélavista,incómoda.—¿QuévaapasarconCaleb?—pregunté,asustada.Me enjugué las lágrimas con el antebrazo y me dispuse a plantar cara a
Aaron.Estaveznosesaldríaconlasuya.Solointentabasacarmedemiscasillasyesonoerajusto,porqueyonoqueríaestarconél,niélconmigo.Además,noloconocíadenada.Asíquequeríadarleguerraparaquemedejaraenpazdeunavezportodas.
—Nada.Estarábien.¿Quieressentarteycalmarteunpoco?El tonoconelquemehablabaeradesinteresadoydespectivo.Cuandosus
ojosconectabanconlosmíos,éllosapartabadeinmediato,hacíaunamuecayparecía sentir asco ante mi presencia. Yo le causaba repugnancia, y él a mítambién.Nosabíaquéhabíahechoparamerecer suodio,pero imaginabaquealgoimportante.
MidesesperaciónpornosaberquéhabíapasadoconCalebmepreocupabamásde lo normal.Presentía que algono ibabien.Tal veznodebería haberlometidoenesto,peroahoraélsabía laverdadynohabíamarchaatrás,aunquetampoco iba a permitir que se fuera, porque le había cogido cierto aprecio yestabademasiadoagradecidaconél.Nosemerecíaquelohubieradejadoenesebarriopeligroso.Ahoraestabasoloyesperabaquepudieraarreglárselas, igualqueyo,quetendríaqueescapardelraptodeAaronyvolveraaquellacasaendondehabíansucedidocosasextrañasyqueaúnnolograbaexplicarme.
Sinembargo,estabaconvencidadequeAaronteníaalgoquevercon todoesto.Élsabíaqueestaríamosallí.SeguramentehabíasidounplanparaalejarmedeCalebydemimisión,ytraermeaestelugardesconocido.
¿Ysiqueríahacermedaño?Mis dedos temblaron y sentí un ligero pinchazo al imaginar que Caleb
estabaherido,oalgopeor.Asíquelointentédenuevoconlosnerviosdepunta.—PeroesqueCa…—Caleb,Caleb,Caleb…¡Sunombremetienehastalacoronilla!—exclamó
molesto,pusolosojosenblancoysetapólacaraconlaspalmas,tratandodenoperderelpococontrolquelequedaba—.PorDios,¡elchiconotendráningúnproblema!Noloquierenaél.Vanaporti.¿Cuándolovasaentender?
Misojossenublaron.ElsalónsevolvióborrosoyelrostrodeAaronapenassepudosuavizar.
—¡Yo no te pedí queme sacaras de allí! ¡El que no lo entiende eres tú!Calebnecesitamiayuda,yyonecesitoladeél.Túnomepuedesayudar,¡eres
unfantasma!Dime,¿quémepuedesofrecertú?—¡Yabasta!—Selevantódelsillóndegolpeyadoptóunaexpresiónduray
contrariada. Di un salto por la sorpresa, retrocedí y traté de apartarme de sucamino. Me daba la impresión de que Aaron quería derribar todo lo queestuvieraasualcance.Todoleponíademalhumoryyonosabíacómolidiarconél.Susojoslanzabanchispas,ytodasibandirigidashaciamí.Sugritohabíahechoque las lámparas color crema retumbaran en el gran salón, que parecíaestardeshabitadodesdehacíamuchotiempo.
—¿Adóndevas?—preguntéenunsusurrocuandolovicaminar.Yoni siquiera sabía dónde estábamos, y, para ser sincera, los laberintos y
todo aquello que tuviera que ver con encontrar una salida no se me dabanespecialmentebien.Pornomencionarquenomegustabacaminarsolaporunlugardesconocido.
—Adondenopuedaverte—respondióconvozgrave,ysalióechandohumodel salón. Antes de que atravesara la puerta, una mujer pelirroja entró en lahabitación,exasperada.
Mequedépetrificada.Intentéretroceder,peromiszapatosnosemovían,ymi cuerpo no captaba las señales alarmantes quemi cerebro enviaba, ningúnmúsculorespondía.Solopudeparpadearytragarsalivaparaprepararmeparaloquevenía.
Sabíaquiéneraella.Afortunadamente, todavía nome había percibido.Lo cualme dio algo de
tiempoparatomarunagranbocanadadeoxígenoymantenermipulsoestable.Paraentonces,habíademasiadasemocionesdentrodemí.
—Pero¿quépasa?¿Porquégritastanto?—Suvozeramássuaveahora.Nose había dado cuenta de que yo seguía ahí. Sus ojos estaban fijos en Aaron,tratandodeaveriguarquélehabíapuestodeeseterribleeinsoportablehumor.
—Ahítienestuencargo.Yomevoy.Aaron se dio la vuelta con brusquedad y me señaló con el dedo con
desprecio.Lonotabaensurostrodefastidio.Segiródenuevoparanovermeymiróalamujer,esperandoalgomás.
—Anna…—dijoella,asombradaantemipresencia.Porsupuestoquesabíaminombre.Eralamismamujerquesehabíacruzado
ennuestrocaminoaquellanocheenlaqueCalebmehabíasacadodelamansiónde los Crowell. Nunca podría olvidar ese rostro observándome a través delparabrisas.Eraella.Noteníaningunaduda.
Meaclarélagargantacondisimuloymeobliguéahablarcondureza.Noibaapermitirquenadiemásmevolvieraahacerdaño.Asíqueencuantovia lamujer,puseunescudoinvisibledelantedemíparaprotegerme.
—¿Quéqueréisdemí?—preguntédirectamente.Elloshabíanirrumpidoenaquellacabañayprobablemente,comoyahabíasospechado,tambiénteníanqueverconloquehabíapasadohoyenelbarrio—.¿Porquéestáishaciendotodoesto?
—Anna—repitió,parpadeandounpardeveces, como sinopudiera creerqueyoestuvieraahí.MiróaAaronconfusaydespués suavizósu rostroymeofreció una ligera sonrisa que nome reconfortó en absoluto—.Me alegro deverteporaquí.¿Hasllegadohoy?
—Nosabenada—seadelantóAaron,antesdequeyopudieradeciralgo—.Nosabenada,comotehedichosiempre,Marissa.
—¿Lahastraídotú?—lepreguntóconunacejalevantada.Lamujerparecíatranquilayserena,encomparaciónconlarudezadeAaron,
quenodejabadeponermedelosnervios.Teníaganasdedarleungolpeenlanarizparaquereaccionaraymedijeracuálerasuproblemaconmigo.Aunquepor la formaen laquehablabaaMarissa, suponíaqueyanadapodíahacerseconunapersonatanpesimistaynegativacomoél.
—EllosibanaporAnna.Estabaconotrochico.—¡Caleb!—gritéydiunpasoparaacercarmeaellosyllamarsuatención.
Ambos habían girado la cara para mirarme, en especial Aaron, que estabamordiéndose la lengua para no decirme algo despectivo—.Estaba conCaleb.Estátratandodeayudarmeconmimisión,yAaronsehametidoenmedioynonoshapermitidoavanzar.Está…fastidiándolotodo.
Él bufó y negó molesto. Miró a Marissa, que se encontraba frente a él,cubriendolasalidaparaquenopudieramarcharse.
—¿Deverdadconfíasenesaniña,quenotienenadadecarácter?Notienecorduranirazón.Noentiendocómoesqueellapodrá…
—Aaron…—sentencióMarissaenunmurmullo,yél secalló.Apretó losdientesysucuerposetensó.
—Hecumplidoconmiparte.Nosvemosdespués.—Porfavor,Aaron…quédate—lepidióella.—Nadie puede con su mal humor —dije sin pensar. Al segundo, me
arrepentí.Peroestabatanmolestaquehubieradisfrutadoviendosurostrollenode furia. Él ni siquieramemiró, solo vi que tomaba aire y después salía del
salón.Marissaresopló.Alzólamiradaysonriósosegadamente.Aunqueyosabía
que solo trataba de relajar el ambiente, porque el problema seguía ahí. Eraevidente que yo no le gustaba a Aaron, y él a mí tampoco. Me veía comoalguien frágil e insegura, y aunque probablemente era cierto, habría preferidoqueseloguardaraparaél.Bastanteteníaconloquemeestabapasando.
—No sabes lo feliz que estoy de que por fin estés aquí,Anna. Te hemosestadoesperando.
Avanzóvacilando.Apesardeloquehabíasucedidoenlacabaña,noparecíaquelamujerfueraahacermedaño,asíquenoretrocedíyellasiguiócaminando.
—Siéntate.Seguroqueestásalgoconfusaportodoesto.—Estoy bien así, gracias —dije sin parecer demasiado maleducada. Ella
aceptómidecisiónysesentójustodondesehabíasentadoAaron.—¿TehadichoalgoAaron?—preguntó,cambiandoel tonodevoz.Ahora
eraserio,ysonabauntantopreocupado.—No.Absolutamentenada.Loconocíhaceunasemanaynoparecequenos
llevemosbien.—Aaronesbuenchico—dijoconunamediasonrisa.Levantélascejas,incrédulaporescucharaquellamentira.—¿Sí?—meatrevíadecir—.Puesnoloparece.Marissaseacomodóenelsofáyresopló.—Séqueseguramenteesalgo…duro.Peroleiráscogiendocariño.Loneguéinmediatamente.—No.Nopiensoestarmuchotiempoaquí.Ellaasintió.—Sí,esloqueheescuchado.Estar en pie me ayudaba a sentirme más segura. Mi cabeza estaba por
encimadelasuya,ysiqueríanhacermealgúndaño,yoteníaventajaparahuir.Aunqueparaentonces,lapuertaseibaalejandocadavezmásdemialcance.
—¿Quésabesdemí?¿Porquémehabéistraídoaestelugar?—Bueno,Anna…—empezóadecir—.Primerodejaquemepresente.Mi
nombreesMarissa,comoyasabes.Llevodoceañosatrapadaenestemundo.Enmicaso,nomeasesinaron.Ibaatenerunahermosafamilia,conlaquesiemprehabíasoñado.Cuandoestabaapuntodedaraluz,tuveunparocardíaco.Teníaapenasveinticincoaños.Aúnnoséporquésucedió.Talvezfuelaimpresióno
laemociónquesentíaenaquelmomentoloquemetrajoadondeestoyahora.Fueimposibleparalosdoctoressalvarmelavida,perolapequeñaqueestabaenmi vientre sobrevivió. Eso mantuvo a flote a mi esposo. Ahora ella es unaadolescenteyviveconsupadre.Nuncapudedescubrir cuáleramimisión.Yconeltiempodecidíqueeramejorpermaneceraquí,juntoamifamilia.
—Yo…—Aún no he terminado —me interrumpió—. Tres años después de la
tragedia, escuché que no solamente existían esos fantasmas novatos, sino quetambién los había malos; son los que querían hacer daño para aliviar lafrustracióndeencontrarseenesteestado.Sinembargo,siempredebehaberunequilibrio,¿verdad?
—Sí,poresoestánlosfantasmasbuenos.—Exacto.Losfantasmasbuenosqueolvidaronsumisiónoquedecidieron
quedarseaquí.—¿Porqué?Siyanohayvida…estaráncondenadosaunaeternidadinfeliz.—Alan tieneuna teoríaqueyohe apoyadodesde siempre.Por eso, desde
que la escuché, formé este grupo, recluté a fantasmasque estabanvagando, aaquellos que no podían encontrar su conexión o a los que simplemente nopudieron llevar a cabo la dichosa misión, convenciéndoles de que había unaesperanza y que estaba formando un plan que nos ayudaría a todos. Así meconvertíenlalíderdeestegrupo,dondesomosmásdecuatrocientosfantasmas,de diferentes lugares y razas, pero unidos. Desafortunadamente, no hemostenido esa oportunidad de la que hablé, y estamos desesperados. Han pasadomuchosaños,Anna.—Suspiró,cansadamásporladerrotaqueporhablar—.TecontaréloqueAlanmehadicho.
—¿Alan?—preguntéextrañadacuandovolvióapronunciaresenombrequeyonoconocía.
—Es un amigo que pronto conocerás. Por ahora, voy a contártelo todo ydespuésvendrálapartedifícil:tendrásquedecidir.
—¿Decidir?No entendía nada de lo que decía. Todo se estaba volviendo demasiado
confuso.Cuandointentabacolocarunapieza,otrasemovía.—Alanpiensaquelosfantasmasmalosnoquierenquetermineesteestilode
vida. Eran personas desagradables antes de llegar a estemundo y de ningunamaneramerecíanestasegundaoportunidad.Paraellosesmejorasí.Consideranque son inmortales, creen que la eternidad solo existe aquí. No tienen
preocupaciones,nolesinteresanada,soloexisteelinteréspropio,Anna.Ahoranadiepuedemandarsobresucomportamiento,puedencrearlasreglas,poneratodosasudisposición,controlarunmundoquenopuedenidebesercontrolado,unmundo que no tiene un propósito claro porque la eternidad siempre estaráaquí.Ellosconsideranquepuedenhacerloquelesplazca,ylomásterribleesquecreenquepuedenformarunanueva…unanueva…
Sequedócalladaypensóenlaspalabrasadecuadas.Talveznopodíaonoqueríapronunciarlas.
—¿Unanuevaqué?—presioné.—Unanuevacivilización—terminódedecircondolor.—Esoesabsurdo—dije.—Nosotros, nuestro grupo, quiere detener esa idea absurda. Estamos
dispuestosatodo,yanotenemosnadaqueperder—contestóconvencidadesuspalabras.Aunqueelcabellorojoledabaunaspectojuvenilymásllamativo,lasarrugas se le notaban en la frente y en el contorno de los ojos. Eran finas ydelgadas.
LosojosdeMarissabrillaronconfuerza,dándoleasucabellountoquemásdeslumbrante.
—¿Qué pasa conmimisión?—cuestioné, dudosa—. ¿De qué serviríamiayuda?
Marissaseaclarólagarganta.—Mira,Anna.Hemosoídomuchosrumoresdesdetullegada.Tumisión,y
todaslasdemásquevengan…esposiblequeningunadeellaspuedacumplirse.Micorazónsecongeló.—¿Losfantasmasmalosestáninterviniendo?—Sí,esotelopuedoasegurar.—¿Quérumoresoshanllegado?—pregunté,prestandoatenciónatodaslas
palabrasquedecía.Noparecíaestarmintiendo,asíqueseguíescuchando.—Yo…nopodríadecírtelo.Noestoyseguradeloqueheoídoymeparece
que eso no puede suceder aquí. Es como romper todo lo que se ha creadoduranteaños;todoloquelosfantasmasdebenconocercuandolleganaquí.Losrumores pueden ser falsos, pero si son ciertos, todo este mundo seríacomplicado, acabaría destrozado. Muchas cosas cambiarían, Anna. Y ni elmundo humano ni este están preparados. Cuando hables con Alan te daráscuentadetodoloquehedicho.Alanllevabastantetiempoaquíyhemostenidosuertedequesenoshayaunido.
—Dime,Marissa.¿Quérumorestehanllegado?Ellajugóconlosdedos.Bajólacabezaycerrólosojosconfuerza.—Porfavor—supliqué—,meenterarédetodosmodos.Volvióalevantarelrostroymemirófijamentealosojos.Alcabodeunos
segundosdesilencioydeunabatallademiradastorrenciales,abriólaboca.—Mehandichoquetúereslaconexióndeunfantasma—dijo—.Algoque,comosabes,nopuedeserposible.—Perolasconexionesson…conhumanos.Esaeslaley.Asíhafuncionado
siempre.Lasmisionessolopuedencumplirsesiunfantasmatienelaconexiónconunhumano,nadiemáspuedeayudar—respondí,sinpodercreerel rumorqueMarissahabíaoído.
Marissasemovióincómoda.Teníaloslabiosapretados.—Esonoestodo,Anna.Selevantódelsillón.Ahoraelrostroparecíamáspálido,seestabaponiendo
amarillentoysoloexpresabapreocupación.Nuncaanteshabíalamentadoestarenunlugarasí.Alversuslabiosapretados,intuíquenomegustaríaloqueibaadecirme.
—¿Quésucede?—Metemblabalavoz.LosmechonesdeMarissasehabíanvueltoopacosysecos.Ahoranoerande
un color rojo brillante, ni mucho menos estaban sedosos y limpios. Habíancambiadodrásticamente.Y,aligualquesucabello,susojossehabíanapagado,lasonrisadesaparecióyunaexpresióndepreocupaciónllenósurostro.
Lahabitacióncomenzabaadarvueltas.Tratédeapoyarmeenunsillónqueteníacercaparadisimularmi inesperadomareo.Sentíaquemefaltabaelaire,que lasparedes se iban cerrandomásymás, aunquenada en lahabitación semovíarealmente.Marissaseguíajugandoconsusdedos.Apesardesermayorqueyo,teníaeseaspectodeniñaasustada.
—Comentanqueereslaconexióndellíderdelosfantasmasmalos.O,comoellossehacenllamar,LosEternos.
Tragué una espesa cantidad de saliva que había estado conteniendo. Deinmediato,losrecuerdosvinieronamimenteenunsegundo;cuandohabléconCalebporprimeravezytuvimosel incidenteenlacarretera.Yahora…lodelbarrio.
—¿Losque estaban en aquella cabaña, y en el barriodonde estabaCaleb,eran ellos, Los Eternos? —pregunté con un incipiente dolor de cabeza. Losmareos me revolvían el estómago. En la frente sentía una vibración terrible,
como si tuvieramigraña. La luz comenzaba amolestarme, el lugar se estabavolviendo demasiado pequeño y sofocante. Aguanté la respiración mientrasesperabalarespuesta,que,paraentonces,yaerademasiadopredecible.
—Sí.—Ibanapormí,¿noesasí?Asintió,ydijo:—Esoesloquecreemos,Anna.Meagarréal reposabrazosdel sillóny, sin soltarlo,me fuiguiandopor su
contornoparasentarme.Olíaacigarrilloyaceniza.SeguramenteAaronhabíaestadoaquíantes.Sololehabíavistofumaraél,yunmontón,aunquerealmenteno podía satisfacerle y solo era una simple ilusión. Finalmenteme senté concuidado.Noqueríaestropearnada.
Porunosmomentos,mehabíaolvidadodeCaleb.Meloimaginéenelsuelo,enuncharcodesupropiasangre.No.Nolepodíanhacerdaño,nopodíanmatarami conexión.Él no sabía nada. Pegué un salto y abrí los ojos comoplatos.Estabaaterrada.Silepasabacualquiercosa…
No.Nisiquierapodíaimaginarloopensarlo.Porunmomento,quisecreerenlaspalabrasdeAaron.Noloqueríanaél,
mequeríanamí.¿Dequélesserviríaunmortal?Absolutamentedenada.Calebteníaqueestarbien.
Convencermenofuefácil.—¿LeharándañoaCaleb?—susurréenmediodelaoscuridad.Todo dentro demí se había congelado. Imaginaba aCaleb herido, pormi
culpa.—No. —Trató de animarme. No había parpadeado, me había mirado
fijamenteyhabíaciertasinceridadensutonodevoz,aunquedudé—.Ellosnoloquierenaél.Tequierenati.Nopuedenhacerledaño,perodebestenerclaroqueatisípuedenhacértelo.
EranlasmismaspalabrasqueAaronmehabíadicho.Yhastaesemomento,nohabíaentendidoelsignificado,porqueahorasabíaloquehabíadetrás.Ahorasabíaloqueellosquerían.
—¿Quéquierendemí?—No lo sé,Anna—dijo y se sentó ami lado—.Ellos solo dicen lo que
quierenqueescuchemos.Nadamás.NadieconoceallíderdeLosEternos,nadielohavistonunca.Sehamantenidooculto.Perohedesuponerquetienea,porlomenos, dos personas de confianza que seguro que lo han visto, pero que son
fielesaélynuncalotraicionarían.—Vaya.—Resoplé.Ladesgraciaylamiseriameseguíaninclusodespuésdelamuerte.Creoque
alavidanolehabíabastadoloquehabíasufrido;ahoraseguíaaquí,enunlíobastantegrande.
—Anna, nosotros queremos protegerte.Vamos a ayudarte, te lo garantizo.Sabemosqueeresmuyvaliosaparaél.Paranosotros también loeres.Aúnnosabemosconquéfinquiereencontrarte.Pero,Aaron,Alan,todoelgrupo,yyocomosulíder,teaseguramosprotección.
—¿Acambiodequé?—Eso lo veremos después. Ellos dirán algo pronto. Estoy segura de que
sabenqueahoraestásconnosotros.Nodebestemer;estelugareselmásseguropara ti. Mientras tanto, puedes seguir con tu misión, si es lo que quieres.Ningunodenosotrosseopondrá.
—¿YCaleb?Élesmiconexión.—PuedesseguirconCalebsicreesqueesnecesario,Anna.Hemosestado
observando al joven y no representa ningún peligro, incluso podría servirnoscomodistracción—dijoconrapidez—.Nadietelimitarásiemprequenocorraspeligro.Yomeencargarédebuscar informaciónmientras tanto…paracuandollegueelmomento.
Me quedé mirando a un punto muerto y negué, todavía sin comprendercómo era posible que por lamañana tuviera cierta informacióny, ahora, todohubiera cambiado.Era increíble cómounpar depalabraspodían cambiar unasituación crítica. Lamentablemente, paramí, todas las palabras siempre traíanalgonegativo.Talvezdeberíaacostumbrarmeaesoyenfrentarmeaello.
—Yo…realmentenoséquédecir.Nopuedocreerqueyosealaconexióndeunfantasma.Estoymuerta.¿Cómosesuponequeiréaél,dadoelcaso?¿Cómolobuscaré?—preguntéconmiedo,esperandolopeor.
—Nolosé,Anna…—Volvióabajarlamirada,avergonzadapornotenerlarespuestaamipregunta.
La miré con el ceño fruncido, esperando que todo fuera una broma; sinembargo, todo parecía demasiado real. No había risas por ningún lado, nicámarasqueestuvierangrabandomicaradeterror.
—Éltebuscará.—Escuchéunavozgraveyroncaalolejos.Marissayyolevantamos la cabeza a la vez, sorprendidas por el intruso que parecía haberestadoescuchandonuestraconversaciónduranteunbuenrato.Meenderecéen
elsillónymepuseenguardia.Unescudoseformódelantedemí.Alverlo apoyadoen elmarcode lapuerta,me relajéunpoco,perono lo
suficiente.Marissa y yo nos encontramos con el rostro frío e inexpresivo deAaron.
—Llegaráaticuandomenosteloesperes—remató.
Capítuloonce
Aaron avanzó hacia nosotras sin vacilar, con pasos seguros. Su torso estababienformado,lacamisaseajustabaasufiguradepiedra,yparecíamásgrandequeantes.Eraaltoyfuerte.Derepente,unasonrisaaparecióensurostroy,alsegundosiguiente,seensanchó.
—¿Tengoquevolverarepetirtequenecesitasnuestraayuda,Anna?Seburlabademí.Minombreensubocasonóaasco.Inclusohabíapuesto
unavozagudaalpronunciarlo,cosaquemehizoarderelestómagodelarabia,peronodijenada.
—Aaron…—sentencióMarissa,quesepusoenpie.Peroélnoparecíaquererdarmetregua.Seveíaclaramentequelaguerraiba
a continuar. ¿Cuándo sacaría la banderablancay la ondearía en el vacíoparadeclararlapaz?
—Ahoraqueyasabebuenapartedelahistoria,¿lecontaráslodemás?Meatragantéconmipropiasaliva.—¿Mástodavía?—ApartélavistadelosojosbrillantesdeAaronymiréa
Marissa, que parecía molesta por las palabras toscas de aquel joven queaparentabasermásviejoporsuamargura.
—Claroquesí—dijoél—.Ahoranoestásenunmundoderositascomoenelquevivías.
Micorazóndiounvuelco.Aaronnosabíanadadeloquehablaba;eraunapersonaquehablabaantesdepensar.Erademasiadoinstintivo.¿Porquéinsistíaen atacarme, cuando nome conocía en lomásmínimo? ¿Acaso sabía lo delincendio de los Crowell? ¿Sabía que yo era parte de un plan macabro einhumanodeRosie?Aestasalturas,yanadapodíaserpeor.
Abrí labocapara comenzar adiscutir, si era loque él quería, pero lavozsuavedeMarissamedetuvo.
—Yabasta,Aaron—dijosinamenazarlo.Eltonofueclaroyprudente,eraunaordenqueéldebíaseguirporlealtad,porqueellaeralalíderdelgrupo.SiAaron conocía toda esta información, si estaba presente en esa complicadaconversaciónyhabíaidoabuscarmeparatraermeaquí,significabasindudaqueera una parte importante del grupo. Tal vez incluso era la mano derecha deMarissa.
—¿Quémástengoquesaber?—pregunté.Aaronparecíadisfrutardelasituación,yesonoeranadabueno.—Tenemos que prepararte para cuando llegue el momento. Necesitas
aprenderadefenderte…—Memiró,parecíaapenadaporloqueibaadecir—.Sientotenerqueseryoquiente lodiga,especialmenteenestemomento,perotodos los que estamos aquí sabemos que eres una persona a quien se puedeinfluirconrapidez.
Por la expresión en su rostro y la mueca que había hecho de manerainconsciente, efectivamente, sabían lo que había pasado conRosie yHannah.Me sentí amarga por dentro, miserable por todo eso. El arrepentimiento noservíadenadaporqueyanopodíacambiarlascosas.
—Yo…losé.—Nosemeocurrióotrarespuesta.—Aaronseráquientepreparará,éleselmásadecuadoparaesto.Saltéinmediatamente.—No,no,no.Nopuedoaccederaeso.Noquieroqueseaél.—Loseñalé,
dejando de lado mi educación, pero para entonces no me importaba serirrespetuosaconél.
—Noteharédaño,siesloquecrees.La sonrisa era lo que me daba más rabia, pero tenía que contenerme y
mantenermisemocionesbajocontrolparaqueélnoganaraestabatalla.—No,simplementenoquieroqueseastú—repliqué.—Puesquélástima,porqueasíserá.Marissaresoplóconirritación.Aaronyyonosestábamosdestruyendocon
lamirada,perolavozdeMarissanoshizoapartarlavista.—Bueno,yabastalosdos.Yanosoisunosniñosparaqueospeleéisdeesa
manera.Estamospasandoporalgomuyserioquenosafectaráengranmedida.Debemosconcentrarnos.Estarunidos.Nopidomucho,yséquelocomprendéisalaperfección.
Mis ojos se apartaron del rostro risueño de Aaron y le hice un gesto dedesagradoquelemolestó.MiréaMarissa,quesedisponíaasalirdelsalónconoloraincienso.
—¿QuépasaráconRosie?Cuandoescuchósunombre,sequedóhelada.Pestañeóunpardevecespara
intentarprocesarlaspalabrasquesalíandemiboca,ylevantólascejascuandoporfinpudorecobrarelaliento.
—¿ConRosie?—Sí—dijeconclaridad—.Ellaesmiconexión.De pronto,Aaron se puso rígido y prestó atención a lo que yo decía. Sus
ojosseabrierondeparenpar;yanoparecíatandivertidoyburlóncomohacíaunossegundos.
—¿Cómo? —cuestionó, tartamudeando—. ¿Tu conexión no es ese chicollamadoCaleb?
Negué.—No.EsRosie.AaronyMarissasemiraron,confusos.Enaquellamiradahuboalgoqueyo
aún no sabía y que, probablemente, me estaban ocultando, pero preferíguardármeloparamíyesperarelmomentocorrectoparabuscarlarespuesta.
—¿Porqué?¿Quésucede?—preguntéconinocencia.Aarontomólapalabra,hablandoconrapidez.—Es que es muy extraño que tengas dos conexiones, es decir, que dos
personaspuedanverte,yque,apartede todoeso, túseasunaconexión.No losé… Tal vez deberías andar con cuidado —me advirtió Aaron con el ceñofruncido,mirandomásaMarissaqueamí.
—Anna, ¿tú sabes qué sucedió en el incendio? —me preguntó Marissa,curiosaporelaccidentequemehabíacostadolavida.
—No recuerdo mucho, pero sé que morí. Nadie pudo salvarme, ya erademasiadotarde.SoloestabanRosieyHannahenaquellugar,yningunadelasdos pudo regresar para sacarme de ahí. Las llamas consumieron todo lo quehabíaasupaso.¿Sabes?Creoqueenparteesbuenonorecordareldolor.
Marissaasintió.—Estoydeacuerdo,Anna.Aaronmemiróconlosojosentrecerrados,comosiyoleocultaraalgo.—Estoestáalterandocadavezmáslascosas.Marissa, tenemosquehablar
con Alan —dijo Aaron, pensando en algo que todavía no quería compartir
conmigo.Marissa sacudió la cabeza y me volvió a brindar esa sonrisa pacífica y
tranquilizadoraqueRosie tambiénmeofrecíacuandoalgo ibamalconmigoyellasolointentabadecirmequetodosaldríabien.
—Esmejorquedescansesunrato.Hansidomuchasemocionesseguidasyseguroquetesientesatosigada.Descansalamenteycuandoquierassaberalgoo tengas dudas de cualquier cosa, puedes preguntarme a mí o a Aaron.Estaremosaquí.
—En realidad yo quisiera…—Pensé en lo que iba a decir, al principiovacilé,perodespuéscaíenlacuentadeque,porelmomento,eramejornodecirnada—.Sí,creoquemeirábiendescansarunpoco.
Aaronsaliódelsalón,pensativo.Marissalosiguióycuandoestuvoapuntodedesaparecerdemivista,memiró.
—Estásentucasa.—Meofrecióunasonrisaparatranquilizarelambienteyserelajó—.Deverdad,Anna.Estásencasa.
Asentí, agradeciendo suamabilidadyelhospedajequemeestabandando;sin embargo, había algo en Marissa y en Aaron que no me terminaba deconvencer.Ambossalierondelsalón.
Dealgúnmodo,confiabaenellos,ycreíaenloquemedecían,peroporotrolado,sabíaquemeestabanocultandoalgomásgrave.Asíquesinoqueríatenerunosenemigostanpoderososcomoellosdos,seríamejormantenermecercayseguirlasindicacionesquemedieranparanocausarproblemas.Coneltiempo,iríadescubriendoloquemeocultaban,sinponermeenpeligro.Mehabíandichoquemeprotegerían,peroaúnnosabíadequién.Lleguéapensarquesidebíadesconfiardealguien,eraprecisamentedeellos,peronoestabacompletamentesegura.Además,meestabanbrindandoalgoqueyonuncaanteshabía tenido:atención.
Ahorayoeraunapersona importantea laquebuscabanvariosgrupos.Nome sentía especial, como si fuera lamejor pieza del rompecabezas, lamejorpiezadelajedrez,unpequeñopeónquepodíadarlavictoria,matandoalareinaoalrey.¿Podríaserasí?
Tal vezme estaba ilusionando demasiado y simplemente era el peón quenecesitaban para llegar al final del juego y me usarían como carnada paradistraer al enemigo. No lo sabía, pero esperaba que no fuera así, que nosucedieradenuevo,porqueentoncestodovolveríaasercomocuandovivíaconRosieyRebecca.Y,aesasalturas,nisiquierasabíadóndeestaba.
ConelencierrodeRosieyconmimuerte,Rebeccaestabaliberadadetodopeligro. Imaginaba que habría vuelto a Europa, que por fin había llegado sumomento de ser libre, que después de todo el infierno que había pasadoconmigo,tendríasurecompensa,comosiyohubierasidounsacrificioparaella.ARebecca legustabanmás los lugaresfríosque loscálidos.Siempre ibabienabrigada. De niña pensaba que Rebecca era demasiado analítica, no era taninteligentecomoRosie,perohabíacierta incertidumbreconella,porquesabíacalcular bien las cosas, aunque otras, como enamorarse, no tanto. Cuandosalíamosacomeralgo,parecíaestarsiemprenerviosayansiosaporescapardeahí. Sabía que Rebecca ocultabamuchos secretos, al igual que Rosie. Nuncahabía escuchado a Rebecca decir una palabra dulce, solo se quejaba de mipresenciaymaldecía.
Asíque,dondequieraqueestuvieraellaenesosmomentos,Rosietambiénlosabía y, si no era así, en cuanto se recuperara, lo sabría. No dudaba que mimadre saldría de ese trance, aunque no sabía durante cuánto tiempo y sifinalmentepodríaestarbien.
Noqueríavisitarla, no tenía agallaspara enfrentarmea ella.Solo lehabíareprochadoquemehubierausado,peronadamás.Mesentíamástranquila,sí.Peronocambiabanada.Rosieseguíasaliéndoseconlasuyayesodebíaacabar.La últimavez que estuve en el hospital fue cuando acudí conCaleb, pero noentréparahablarconella,sinoqueseencargóelpropioCaleb,yahoranosabíadóndeestaba.
CuandoMarissayAaronsemarcharon,merecostéenelsillónycerré losojos, esperando descansar.Aunque no pude dormir,mimente ymi cuerpo serelajaron.Todoestabaensilencioyaoscuras.
Nopenséennada,solomequedéquieta,conelcuerpoinerteylamenteenblanco.Mesentíaligeraydébil,comosiyanotuvierafuerzaenlosbrazosnienlas piernas. Si quería mover un dedo, me costaba demasiado. Lo intenté denuevoymedejéllevarporlafuerzaquemearrastrabaaotrolugar,queparecíavolversepolvoamialrededor.
Escuchévocesnítidasamilado.Erancasiirreconocibles,lasoíamuycerca,pero cuantomás quería e intentaba aguzar el oído para descifrar las palabras,estasparecíanalejarsemásymás.
Deformainesperada,sentíungolpeenelbrazo.Saltéentreelpolvoymequedéquieta,esperandoquesucedieraalgomás.Unospasosseacercaban.Eranpesados. La respiración sonaba agitada. Unas manos delgadas y suaves mesostuvieronconfuerzaporlasmuñecasy,derepente,mipielardió.Unacerilla
seencendióyluegosentíalgocalienteenlaespalda.Quisegritar,peronosaliónada de mi boca. Solo alcancé a oír el crujido de la madera consumida porcientosdellamas.Después,nada.
—Anna.—Sentíalgocalienteenelhombro—.Anna,tienesquelevantarte.Una cremallera se cerró.Mis ojos seguían cerrados, pero los ruidos eran
clarosyfuertes.Unzumbidomemareaba.Lleguéalaconclusióndequehabíatenido una pesadilla. Esperaba levantarme en la cama en la que había estadodurmiendolosúltimosmeses.TalvezhabíatenidounaccidenteyRosiesehabíaquedadoadormirconmigoyahoraseestabavistiendoydeahíveníaelruido.Abrílosojosytodoestabaaoscuras.Sinembargo,estabaconfundidaymevien un lugar fúnebre y con un chico semidesnudo que se estaba vistiendo. Lacamisa había desaparecido en algún lugar, y su piel morena brillaba conintensidad.
Traguésalivayapartémirostrodeinmediato,avergonzada.¿Quéeraesto?¿Quéhacíayoaquí?¿Quéeraeselugar?¿Dóndedemonios
estaba?Volvíamiraraljoven,queseestabavistiendo,ymisojosseabrierondepar
enpar.Elchicomesonriópícaramente.¿Quéhabíasucedido?
Capítulodoce
Memiréelbrazodondehabíarecibidoelgolpeyviqueteníaunamancharojaque iba adquiriendo un color morado. Enseguida lo oculté para que él nopudieraverlo.
—Buenosdías,Anna.Mivozsehabíaperdidoenalgúnlugar.Élmemiróextrañado.Neguésinpoderdecirnada.Entonces,sucedióalgo.Susojoscambiaronde
expresión.Vilapreocupaciónensurostro.—¿Qué pasa? —Sacudió la camisa y corrió al sillón donde me había
quedadodormida.Seinclinóparaponerseamialturaysusojosquedaroncercadelosmíos.Mequedéobservándolocomounaboba.Teníalaspupilasgrandesyprofundas.Algodentrodemíqueríaalejarlocuantoantes,peroeloloramiely jabón estaban cerca de mi nariz y no quería privarme de ese aroma tanagradable.Depronto,unadesusmanosmetocólafrente.
Micorazónlatió.—Qué tontosoy.—Luegoseapartó. Incréduloypesimista,comolohabía
conocido.Me quedé quieta, a la espera de algo más. Pero él regresó a ponerse la
camisaysiguióvistiéndose.Levantéelbrazoymetoquélafrente.Estabafría.—Novuelvasahacereso,Anna…creíaque…—Mehequedadodormida—lointerrumpíantesdequeterminaralafrase.
Encuantopronunciéaquellaspalabras,élsoltóunacarcajada.—Nosotrosnodormimos,Anna.
Miréalrededoryviquetodoseguíaigual.Recordétodoloquehabíapasadoy que era un fantasma.Había despertado con la ilusión de que, tal vez, todohabía sido una pesadilla y que yo seguía acostada en una de las camas de lamansióndelosCrowell,pero,encambio,seguíaallí,enunsillónanticuadoconolorapolvoyacigarro.
—Puesyohedormido—afirméconfastidio.—Esoesimposible,telohasimaginado.Resoplé.Apartélavistaymeobliguéalevantarmedelsillón,quemehabíacausado
unpequeñoycasiinsignificantedolorenelcuello.Escuchéunruidoencuantoflexionélaspiernasparaponerlospiesenelsuelo.Aaronseacercóamíentansolodossegundosymecogiódelabarbilla,cosaquemepillóporsorpresa.Melevantóelrostroynuestrosojosconectaroncomodosimanes.
—¿Has dormido?—me preguntó, ladeandomi cabeza para asegurarse dequeestabaentera.
Bufémolesta.—Contigonosepuede,eres imposible—ledijecuandodejóde jugarcon
micaraymibarbilla,queseguíasosteniendoconfuerza.—Paratino,Anna.Bajélamiradaunpocoylamentéhaberlohecho.Aarontodavíanosehabía
puestolacamisa.Ylasúltimasvecesquelohabíavisto,pornodecirlaspocasveces,nuncalohabíavistoasí.Siempreibabiencubiertoconesasropasnegrasquelehacíanparecermásgrande.Supielparecíasuaveysedosa.
—Tunovioteestábuscando.Suvozmetrajodevueltaalarealidad.Escuchéunarisayelairevolvióa
ser fresco.LosdedosdeAaronyano estabanpresionandomibarbilla.Ahoraestabalejosdemí,burlándose.
—Eresunidiota,Aaron.—¿Nomehasoído?Tunovioteestábuscando.Aaronsepusolacamisablancaconunsimplegestoyyotratédenomirar,
locuallehizociertagraciaalhombrenegativoquenomedejabaenpaz.Misojosseabrierondeparenpar.—¿Novio?¡Yonotengo…!—¿Te suena el nombre de Caleb? ¿El chico rubio recién salido deHigh
SchoolMusical?¿Enserio,Anna?¿Tanpronto tehasolvidadodeél?—negó,fingiendosentirpenapormí.
Melevantédeunsaltoymivoztembló.—¿DóndeestáCaleb?—Loslatidosdemicorazón,queseguíansiendouna
ilusiónquequería seguir sintiendo, se aceleraronyelpechomedolió.Queríaver aCaleb y saber qué le había pasado.Me olvidé de todo elmal rollo conAaronysalídisparadadeaquellugarparaquemedijeradóndeseencontraba.Siestaba herido, nome lo perdonaría nunca.Deseaba con todomi corazón queestuvierabien.
Aaronhizoungestoinexpresivo.—Ensuhabitación.¿Sabesdóndevive,no?—Porsupuesto—dijecondesesperación.—Pues ahí está.Te ha estado llamandodurante un tiempo.Está bien, ¿de
acuerdo?Dejadeponeresacaradepena.Notesientanadabien.—Volverédentrodeunrato.Tengoqueiraverloyseguirconlamisión.—Nosoytumadre,Anna.Notienesquepedirmepermiso.—Lavozroncay
fríaquelocaracterizabavolvióencuantolachaquetapasóporsushombros.Asentí.—Nosvemos,entonces.Salícomounrayo.Laspiernasmetemblaban.Apesardeloquemehabía
dichoAaron,nopodíaignorarmiresponsabilidadconCaleb.Sabíaquelohabíapuestoenpeligro.
Unos minutos más tarde llegué a la casa de Caleb, que era grande yespaciosa,apesardequevivíasolo.Eljardínestabaverdeypodado,lasfloresmojadasyfrescas.
Entré en la casa y me dispuse a buscar a Caleb. Pasé por la cocina,totalmenteiluminada,yviquelaestufaestabaencendidayhabíaunateteraenelfuego.Aunquenoestabaapuntodeexplotar,elvaporyasalíaconfuerza.Mefijéenelrelojquecolgabadelasalayviqueerademasiadotemprano,apenaslas sietede lamañana.SupusequeCaleb se estabapreparandopara salir.Eradomingoyprobablementetendríaalgunascosasquehacer.
Seguícaminandoporlacálidavivienda,perfectamentelimpiayordenada,yme topé con una fotografía de dos adultos inclinados sobre un niño rubio deunos cuatro años, todos con los rostros sonrientes. Parecía que estabanfotografiandounregalodecumpleañosmuyespecial.Al fondo,habíaungranjardín conmesas coloridas y sombreros en forma de cono para los invitados,que,porsuerte,nosehabíancoladoenlafoto.Cientosdeserpentinascolgabandehilosblancos,rojos,azulesyamarillos.
Cogílafotografíaymirécondetallealniño.Vestíaunacamisablancaconrayashorizontalesamarillas,yenlasmanosteníaunpardejuguetes,unapelotade fútbol y una camioneta que funcionaba con control remoto. Los brazospequeños y delgados se aferraban a los juguetes, mostrándolos con emocióncontenida. Los padres estaban mirando a cámara. La mujer llevaba unospantalonesrosacremayunablusadetirantesblanca,quelahacíanparecerunfantasma.SusmanosestabanapoyadasenloshombrosdeCaleb,presumiendodehijo.Elpadre,porelcontrario,vestíaunpantalóncolorcaquiyunacamisablanca, y a conjunto llevaba una pajarita verde que no le quedaba nada bien.Parecía de las que habían regalado durante el cumpleaños para que todos sevieran coloridos y felices. Definitivamente, ese niño tierno que sonreíainocentementeeraCaleb.
Sonreí.—Nosabíaqueestabasaquí.—Unavozmesorprendió.Estuveapuntode
dejarcaerlafoto,perolasalvéenelúltimoinstante.Megiréysonreí.—Noteheoídollegar.Memiraba con asombro, y, en parte, con temor. Estaba dolido porque lo
había dejado solo en aquel lugar, pero afortunadamente parecía en perfectoestado y no veía ni un solo rasguño, así que me relajé, aunque no del todo,porqueCalebtambiénmemirabacontristeza.
—¿Quétepasó?—mepreguntó,confuso,mirandolafotografíaqueteníaenlasmanos—.Desapareciste,ybueno,supongoqueesnormal,peroparamínoloes.Mequedéahí,atrapadoenlanada,sinsaberadóndetefuiste.
—Tengomuchoque contarte, pero por ahoramehanpedidoqueno se lodigaanadie.
—¿Quién,Anna?—Fruncióelceño,confusoporloqueleestabadiciendo.—Unos amigos que he conocido—respondí con rapidez sin darlemucha
importancia,peroCalebparecíademasiadopreocupado.Seguramenteestabatanasustado como Hannah al saber que había más fantasmas. Sin duda, loshumanosnoeranlosúnicosenlaTierra.
—¿Y son de fiar? —Estaba sentado en un sillón y, aunque trataba derelajarse, su cuerpo estaba tenso y su rostro no mostraba ninguna expresión.Másqueestarnervioso,estabapreocupado.Yloentendía.
Nodudéencontestar.—Claro.Soncomoyo—respondíconseguridad.
—¿Quépasóenelbarrio?¿Eranellos?¿Ibanaporti?Noentiendonada—dijo con cierta frustración en la voz. Se le habían formado unas pequeñasarrugasenelceño.
—Algoasí,peroaúnnomelohandicho—mentí.Luegointentécambiardetema para que su expresión se relajara y pudiera contarle algo que me dabamucho que pensar e imaginar—. Hoy me ha pasado algo muy extraño. Porcierto,¿sontuspadres?
Él se acercó y le tendí la fotografía. Los ojos de Caleb brillaron conintensidad.
—Sí.—Asintióysonrióalosrostrosdesuspadres,comosiellossiguieranahí,sonriéndole—.Esperoqueesténenunlugarmejor.
Volvióaponerlafotografíaensulugarymemiró.—Siéntate,porfavor.Mesentésinprotestar.Calebhabíatomadoasientoenfrentedemíysolonos
separaba una mesa de madera con velas aromáticas. Las ventanas grandes ycubiertasporunafinaydelgadatelablancacasi transparentedejabanentrar laluzde los rayosdel sol.Nuestros rostrosestabanbien iluminados.LacasadeCaleb no mostraba rastro alguno de fiestas nocturnas ni de ropa sucia pordoquier.Alcontrario,todobrillaba,relucienteysatisfactorio.
—Gracias.Séquetehetraídomuchosproblemas—medisculpé.Élserioconsuavidadmientrasnegabaconlacabeza.—No,Anna.Alcontrario,túeresmisalvación.Séquesiestásaquí,espor
algo.Y no sé por qué, pero siento que, de algúnmodo, tiene que ver con lamuertedemispadres.Creoquesiteayudo,tútambiénpodrásayudarmeasaberquésucedióconellos.
Miré sus ojos y vi un repentino sentimiento de tristeza. No le habíapreguntado muchos detalles sobre la muerte de sus padres; sabía que habíanmuertoenunaccidente,peronadamás,yaesasalturasesperabaqueélhubierasuperado su muerte. Seguramente hablaría de ello cuando lo necesitara. Porsuerte,yohabíatenidoaRosie,ytambiénaRebecca,peroeraconscientedequeteneradospersonascercademínohabíasignificadonada,yentendíacómosesentíaCaleb.DespuésdelarevelacióndeRosieantesdelincendio,todohabíasidounasorpresaparamí.YonosabíaqueEriceramipadre.Enesemomento,soloqueríahacerlesunpocodedañoaAlexyaHannahporhabermequitadolafamiliaquesiemprehabíasoñado.
—Puedoayudarteconeso—respondísinvacilar.
Calebasintióconunasonrisatemblorosaquemederritióelcorazón.Teníaunasonrisademasiadobrillante,contagiosa.Eramuydulce.
—Entoncesyotambiénteayudaré—dijo—.Cuéntamequéhasucedido.TraguésalivaymepreparéparapronunciaraquellaspalabrasqueAaronno
había creído. Sin embargo, Caleb lo haría, porque él tenía una percepcióndiferentedeloqueeraesemundototalmentedesconocido.
—Yo…estanochemehequedadodormidayhesoñadoalgo.Caleb frunció una ceja, sin comprender. Por supuesto que no lo
comprendería tan rápido si no le explicaba cómo funcionaba. Así que meacomodé en el sillón para comenzar a explicarle nuestra función y nuestraslimitaciones.
—Losfantasmasnopodemosdormir,Caleb.Nimuchomenossoñar.¿Sabesloqueesosignifica?
—Vaya,séquesoisfantasmas,peronuncaimaginéqueteníaisalgoqueverconlosvampiros—seburlóy,alinstante,yotambién.
—Eso ha sido un chiste malo. No tenemos nada que ver. Los fantasmassomos reales. Estamos por todos lados, tratando de curar ciertas heridas. Encambio, los vampiros son solo un mito. Te aseguro que hay más personascreyentesenfantasmasqueenvampiros.
—Losé,Anna.—Serio—.¿Aquéquieresllegarcontodoesto?—Bueno,nohepodidohabérmeloimaginado.Silohesoñadoesporalgo.
Podríaexistirunaposibilidaddequeyo…—¿Dequéestésviva?—meinterrumpió.Levanté los hombros, agradecida por las palabras que Caleb había dicho.
Esoseríalomejordelmundo,quepudieraregresaradondepertenecía,peroestavezfeliz,pidiendoperdónalosquehabíacausadodaño.
—¿Quiénsabe?Talvez.—¿Ycómopodemosaveriguarsisiguesporaquí?—preguntó,interesadoen
elhechodequeesopodríacambiartodoloquemeestabapasando.Ladecepciónmeinundó.—Leheestadodandovueltasmientrasveníahaciaaquí.Nosécómo,pero
esperabaquetuvierasunaidea.Calebsonrió.Susojosbrillaronconintensidad.—Pueslatengo.Calebselevantódelsillónymetendiólamanoparaayudarmealevantarme.
Laaceptécongustoynuestraspalmassepegaroncomounimán.Yahíestaba
denuevoese rayoeléctrico recorriendo todomi cuerpo, con esa sensacióndequerer estar cerca de él todo el tiempo que fuera posible. Susmanos cálidasestaban sobre las mías, sosteniéndolas con delicadeza. Ambos lo sentimos,porque nuestros cuerpos saltaron y, enseguida, nuestros ojos conectaron. NohabíadudadequeCaleberamiconexión.
—Caleb…—dije,enmediodelatensiónquesehabíaacumulado.—Quierocreerquesiguesviva,Anna.—Suvozroncaestabacasialladode
mi oído. Aunque él estaba frente a mí, yo lo sentía más cerca. Su calor mellenabadeunamaneraenlaquemehacíasentirtranquilayenpaz.
—Yotambién,aunquecreoqueescasiimposible.—Ven. —Sus dedos se ajustaron a los míos con más fuerza. Una vez
estuvieronenlazados,sentíunhormigueoenelestómago,tiródemíymellevófueradelacasa,dondevisucamioneta.
NuncahabíaconocidonitenidolaoportunidaddehablarconalguiencomoCaleb. Era tan protector y dulce que me transmitía seguridad. Mi piel ardíacuandome tocaba.Teníaunolordiferentealde losdemás.Cuandomedio laespalda para abrirme la puerta, me temblaron las piernas. No sabía por qué.Cuandoélsegiró,volvíarecuperarlaestabilidadylesonreí.
—¿Adóndevamos?—pregunté.—Yaloverás.Di un salto y subí a la camioneta, aturdida todavía por el mareo.
Afortunadamente, Caleb no se había dado cuenta. Cerró la puerta y rodeó lacamionetaparairhaciasuasiento.Parecíaemocionado.
Cuandosubióalacamioneta,lasonrisanolohabíaabandonado.Mostrabasusperfectosdientesalineadosyblancos,y sucabello rubio lecaíapor todoslados.Arrancó lacamionetayelmotor rugió.Nospusimosenmarcha.Porelespejoretrovisor,vicómolacasadeCalebseibaquedandoatrás,lasventanasse hacían cada vez más pequeñas, las casas del vecindario se iban alejando.Parecíaque losneumáticosdejabanmarcamientrasavanzábamospor lacalle.Vilaslíneasdiscontinuasblancasyamarillasdelacarretera.
Y, luego,viunamanchaoscura.Unrostroenfadadoyquemostrabaciertofastidiomeobservabaporelretrovisor.Estabarígidoytenso.Sucuerpoestabaenlacalzada.AbrílosojosdeparenparymiréaCalebconlaesperanzadequeél no hubiera visto nada. Afortunadamente, seguía conduciendo, ajeno a lamanchaoscuradelretrovisor.
—Aaron—dije,entredientes.
—¿Eh?—Calebpreguntó.—No,nada.Pensabaenvozalta—expliquéquitándoleimportancia.VolvíamirarelretrovisoryAaronyanoestabaallí.Lacalleestabavacía,
solohabíacasasycochesaparcados.Suspiréynegué.—Tranquila,Anna.LamanoderechadeCalebsealejódelvolanteybuscómimanoizquierda
parapodersostenerla.Cuandolaencontró,sentimosesenuevotoque,peroestavezmásintenso.
TeníaqueadmitirqueCalebmegustaba,ymucho.Alcabodemediahora,aparcamosenunlugarquemeresultabavagamente
familiar.Unosminutosatráshabíamosentradoenuncaminollenodebarro,enelqueCalebhabíatenidoqueacelerarvariasvecesparaquenonosquedáramosatascados.
Bajé de la camioneta sin esperar a que Calebme abriera la puerta. Todoestabaensilencio.Unavezqueestuveafuera,diunpasoyescuchéelsonidodelas piedras bajomis zapatos.Alcé la vista y vi que los árboles frondososmecubrían con una ligera capa de recuerdos. Las hojas de los árboles estabanquietas y, de vez en cuando, algunas semovían ligeramente por la acción dealgún animal trepador. Eran más grandes que antes, tal vez porque habíanterminadolaslluviasynosehabíanpodadoatiempo.
Diunospasosmás.Miszapatillasdeportivassehundieronenseguidaenlatierramojada,perotiréconfuerzaparasalirdelbarro.EntoncesrecordécuandohabíabajadodelcochedeRosieyhabíacaminadoporlaspiedrashastallegarala tumba de Alex. Cientos de emociones encontradas que me habían cegadoreaparecieron.Mesentícohibida,comosillevaraunchalecoexplosivoatadoaltorso.Loshombrosmepesaban.RecordéelrostrodeRosiecuandomediounbesoenlamejillaymedijoqueyasabíaloqueteníaquehacer,quemuyprontonos veríamos. Después, se marchó, dejándome sola, escondida en el espesofollaje.
Unescalofríomerecorrióelcuerpoymefueimposiblenotemblar.Este lugar nome gustaba en absoluto. Por suerte, esta vez no venía sola.
Calebme acompañaba y esome daba cierta confianza para adentrarme en elcementerio.
El sol brillaba en lo alto, pero yo solo sentía frío. Tenía las manos y laespaldacongeladas.
—Hepensadoquetalvezpodríamosencontraralgoaquí—dijoCaleb,quevenía detrás de mí. No me había percatado de que él ya había bajado de lacamioneta.Despuésdetodo,yomehabíaadelantado.
—Haspensadobien.HannahyAlexlodescubrierontododeestamanera.—Bien,puesempecemosabuscar.Asentí. Nos adentramos en el cementerio y empezamos a leer lápidas,
esperandoencontrar lamía.Nosabíaexactamentequéhabíasucedidodespuésdelincendio.NisiquierasabíasilafamiliaCrowellmehabíadespedidoconunfuneralosimplementemehabíandejadoamisuerte.
Caleb y yo nos separamos. Él se dirigió a la parte sur del cementerio,mientrasqueyofuialnorte.Esperabaquepudiéramosresolverelgranmisterio.Avancéyavancé,leyendocadatumbaqueencontraba.Misnerviosaumentabancadavezmás.Ignorabasielhechodequemitumbaestuvieraonoallíseríaunabuenaomalaseñal.Habíadosopciones:oestabaviva,oa losCrowellnoleshabíaimportadoynosehabíanmolestadoendarmesepultura.
¿Seríancapaces?Quién sabe, tal vez lomerecía.Nohabía sido la personaque elloshabían
esperado.HabíasidolapersonaqueRosiehabíamanipuladoasuantojo.Pasé por otra tumba pero no sirvió de nada.Me quedémirando la placa,
dondemereflejaba.Vimirostropálidoymicabellorubioybrillante.Lacamisarosaquemehabíapuestomehacíaparecermásblanca,casi transparente.Misojosestabansecos,tuvequeparpadearvariasvecesparaquenomeardieran.Talvezerami imaginación,peromeveíamásdelgada.Lospómulossemarcabanmásqueantes.Teníalosdedosmáslargosymásdelgados.
Eracomootrapersona.Nome reconocía en absoluto.Dudabaque el reflejo en la placa fuera yo.
Apretélosojosyneguéconlacabeza,apartándomedeeselugarparacontinuarconlabúsqueda.Entonces,unasflorespúrpurasllamaronmiatención.Estabanatansolocincotumbasdedistancia.
Caminé hacia allí y las miré con mucha atención. Eran seis flores quecomenzabanavolverseamarillasyfeas.Cubríanlaplacadelatumba,asíquelasapartéyempecéaleerelnombredelapersonaqueseencontrababajotierra.
Misojosseabrieronconsorpresa.Eramitumba.Minombreestabaescritoconmayúsculasyletracursiva.No
había nadamás, ni siquierami fecha de nacimiento ni la fecha de lamuerte.CorríparacontárseloaCaleb.
Memovíporelcamposantoatalvelocidadquenisiquierasabíapordóndeiba,aunqueesonoimportabatanto,porquemicuerpoatravesabatodoloquesecruzaba en mi camino. Mis dedos sudaban, al igual que mi frente, pero yoseguíacongelada.
Corrí y corrí con desesperación hasta quemi cuerpo atravesó algo cálido.Intentédetenermeymequedéatresmetrosdedistanciadelapersonaquehabíaatravesado.Esapersona ibaacompañadadenadamásynadamenosqueAlexCrowell.
Mesentídesfallecer.—¿Hannah?—pregunté,mirándolosconterror.Ellosnisiquierasehabíanpercatadodequeyoestabaahí,nimuchomenos
dequeloshabíaatravesado.Hannahllevabaflorespúrpuraenlasmanos,yeranidénticasalasdemitumba.
Me acerqué a ellos, parpadeandopara asegurarmede quemis ojos habíanvistoamimediahermanayamiprimo.Parecíaquetodoeraunsueño.
—Por favor, Alex —dijo Hannah, dándome la espalda y siguiendo sucaminohastamitumba.
¡Calebteníaquehablarconellos!Sí,esoera,poresoestábamosaquí.Teníaquedecirlesqueyoestabaaquí,quepodíaverlosyescucharlos,queaúnseguíaenesemundo,conectadaconCaleb,que teníanqueayudarmeasaberquémehabíasucedido.
Eralaúnicasolución.Volví a buscar a Caleb antes de que fuera demasiado tarde. Corrí a toda
velocidadylovileyendoalgunasplacas.—¡Caleb!—gritéconeuforia,yélmemiróenseguida.—¿Lahasencontrado?Tardéunos segundos en llegar a su lado, agitadapor la carrera.Calebme
sostuvopor los brazos para que recuperara el aliento.Nopodía hablar, sentíaquemiscuerdasvocalesyanoexistían.
—¿Quéhapasado?—volvióapreguntarcuandonorespondídeinmediato.—Son Hannah y Alex.—Mi respiración se entrecortaba y apenas se me
entendía. Estaba muy nerviosa y me tambaleaba, pero Caleb me sujetaba—.Estánaquí.
Abriólosojosdeparenpar.—¿Qué debemos hacer,Anna?—preguntó, decidido a hacer lo que yo le
dijera.
—Tienesquedecirles…—Vacilé—…Tienesquecontarlesqueestoyaquí.Élnegódeinmediato.—Nopuedohacereso,¡alteraríasmuchascosas,Anna!—¿Alterar?—pregunté.—¿Nohaspensadoquesiselocuentasaellos,puedesdesaparecer?—Noté
quelavozdeCalebsehabíavueltomásronca,parecíamolestoypreocupado.Quise retroceder, pero algoenmímegritabaque eso era lo correcto.HannahhabíaayudadoaAlex,talvezpodríaayudarmeamítambién.Yoerasumediahermana, nome lo reprocharía, lo sabíamuybien, y esta vezAlex estaría denuestrolado.TeníaquehacerloposibleparaqueCalebaccediera.
—¡HannahyAlexsondeconfianza!—grité,exasperada.SiCalebnoseapresuraba,ellossemarcharíanynohabríaotraoportunidad
comoesta.Peroélnoparecíaquerercooperar.—No,Anna.Nolohasentendido.Elmundodondeestásatrapada,oloque
sea, tiene sus reglas.Un humano que no sea tu conexión no puede saber queestásviva.¿Nolohaspensado?¡Teestásarriesgandodemasiado!
—Esque…Medetuveypensé.De pronto, recordé las palabras deAaron. Era demasiado extraño que yo
tuviera dos conexiones y que yo fuera la conexión de un fantasma. Si élmebuscaba por algo, era por esa razón, porque las leyes se estaban rompiendoconmigo, y si rompía una más, todo se acabaría. No sabría lo que pasaríadespués. Romper otra regla podría acabar conmigo, y esta vez para siempre.Ahora no solo me estaría buscando ese grupo, sino que serían muchos másfantasmas.
—Podríanserlosquemepuedenayudar…Negóconlacabeza.—Losiento,Anna.Enesonocolaboraré.Noquieroinvolucrarmemásdelo
debido.Estoesdemasiadomisteriosoydesconocidoparamí, tantoquemedamiedoaventurarmemás.Deverdad,losientomucho.Nopuedoayudarte.
Sonaba decidido. Asentí, comprendiendo las palabras de Caleb y Aaron.Todavía no podía arriesgarme de esa forma, así que tuve que resignarme yaceptarloqueCalebdecía.
—Almenos,vayamosaescucharloquedicen.Tienenquemencionaralgoquenospuedallevaralaverdad.Amiregreso.
—Tendrásqueirtúsola,Anna.
—Caleb…—Deverdad, lo sientomucho—sedisculpó,ocultandoel rostro.Susojos
mirabanelsuelo,comosifueramásinteresantequeyo—.Megustaríaayudarte,ylosabes,Anna.Peroestoesdemasiado.
—Bien—respondíymedilavueltapararegresarconHannahyAlex.Encuantomedilavuelta,echéacorrer,atravesélastumbasytodoloquese
interponía enmi camino. El estómagome ardía, estaba un pocomolesta conCaleb,pero entendía el punto al quequería llegar.Élhabía arriesgadomuchopormíyyonohabíahechonadaporél,niporsuspadres.
ViaHannahalolejos.Seinclinabasobrelatumba;sucabellonegroylargoseguíalacioybrillante.Alex,porsuparte,lollevabarizadoydespeinado,comodecostumbre.NuncahabíavistoaAlexvestidodenegro,ysupielparecíamásblancadelohabitual.Lastelasnegrashacíanrelucirsucabelloysusojoscolorcafé.HannahtodavíallevabalasfloresenlasmanosyAlexestabarecogiendolas viejas para sustituirlas por las nuevas que acababan de comprar. Hannahlimpió la placa y después colocó las flores. Esta vez, mi nombre quedó a lavista.
Todoeramuyextraño.Ellosnopodíanvermenisentirme.Yo,alcontrario,lossentíaencadalatidodemicorazón.Estabatremendamentefelizdeverlos.Eran mi familia, de una forma u otra. De pronto, me sentí nostálgica. Teníaganas de llorar y, aunque no hacía frío,me abracé amímisma, frotandomisbrazosconmismanosheladasparadarmecalor.Enmimenteaparecieronvariosrecuerdosdemi infancia;enunodeellosyo jugabaconAlexy le robabasuscaramelos, pero él no decía nada, aunque en cierta manera le molestaba.Siempre fue amable y generoso. Después, todo cambió, me volví fría yvengativa. Odiaba a Alex por haberme robado a Rosie. Sentía un profundoresentimientohaciaélytodaslaspersonasqueintentabanganarsesucariño.Y,ahora,ambosestabanallí,recordándomedespuésdetodoeldañocausado.
Habíaquesermuyfuerteparaperdonaralgotangrave.Yonoloera,porquenopodíaperdonaraRosie.Sabíaqueellahabíahecho
las cosas mal, pero en el fondo sentía un extraño agradecimiento hacia ella,comosiledebieraalgo.Comosihubierahechoalgobuenopormíyyoaúnnoselohubierapagado.
—¿Teencuentrasbien?—lepreguntóAlexaHannahcuandoellasetocólafrenteycerrólosojos.
Deinmediato,Alexlasostuvodelosbrazosparaquenosecayera.Sehabía
movidorápido;encuantovioqueHannahibaperdiendofuerza,lasostuvoantesdeque fuerademasiado tarde.Peronohabía sucedidonada.Hannahno iba adesmayarse. Solo había dado unos pasos atrás y se había frotado los ojos,cansada.
—Sí…—respondió, volviendo a abrir los ojos—. Solo me he mareado.Debendeserlasemociones.Heestadopensandomuchoestosdías.Peroestoybien.Metomaréunaaspirina,porsiacaso.Además,hoynohedesayunado.
—Dijistelomismolasemanapasada.Séquealgonoandabien.Nodeberíasdejardecomer,mírate:estásamarilla.Estonoestánadabien.
—Alex…—¿Otravezconesospensamientos?Hannah bajó la mirada, avergonzada. Alex negó, molesto porque la
respuestaerapositiva,peroHannahnoteníaelvalorparadecírselo.—Talvez…—LevantólavistaymiróaAlex—.Talvezella…—Hannah…—leadvirtióAlex,quetodavíalasostenía.Se estabanmirando fijamente y, aunqueHannah tenía los ojos cristalinos,
Alexlamirabaintensamente,tratandodeintuirquépasabaporsucabeza.Peropor su tono de voz, sabía que Alex ya había adivinado los pensamientos deHannah.
Hannahsesoltódeélcondelicadeza.Alexnoprotestóyladejóirsindecirnada.Medieronlaespalda,asíquecaminéymepusedelanteparapoderverlasexpresionesdesusrostros.Ambosestabanpreocupadosytensos.
¿Quépasaba?—Tienesquecreerme,Alex—dijoHannah,finalmente.Alexdiounpasoatrás,incrédulo.—Seguroquetehasconfundido—respondióélconvozseca,porquetenía
unnudoenlagargantaquenopodíatragar.—Hasidoella,losé—aseguró,cruzándosedebrazos.Mipielseerizó.—Hannah…—Lahevisto,Alex.—Lavozfuemásduraestavez.Habíahabladoentre
dientes,comosilemolestararepetirlomismounayotravez.Estabairritada,laconocíabien.SolosemostrabaasíconsumadreyconAlex—.Poresoqueríaqueviniéramos aquí.Séquenadiemáspodría escucharnos.Séque algo andamal.Tengoelpresentimientodequealgomuygravepuedepasar,ynoquieroperderte…noquieroperdertedenuevo.Noquiero,Alex.
—Nomeperderás.Teprometoqueharéloimposibleporencontrarla,siesquesigueporaquí.
Misojos se abrieron. ¿Quién seguíapor aquí? ¿Dequéestabanhablando?Metensétodavíamásymeconcentréensusexpresiones,porquetalvezpodríandecirmealgoquesuspalabrasnohacían.¿Quésabían?Noentendíanada.
—No quería que Anna se marchara, Alex. Todavía le quedaba muchotiempo.
—Losé.—Eramimediahermana.Esinjustoqueleestéllorandoaunatumbavacía
porquenoquedónada.Noselomerecía…Hannahsesentójuntoalatumbayjugóconlasflores,moviéndolasunpoco
paradistraerse.LosojosdeAlexlamirabanconternura.—Ni siquiera sé cuál es su fecha de nacimiento, ¿puedes creerlo? —se
reprochó.Entoncesmedicuentadequeeltiemposeguíacorriendo.Aunquetratarade
averiguarquéhabíapasado conmigoydónde estabami cuerpo, los recuerdosdesaparecían.Yo,aligualqueHannah,habíaolvidadomifechadecumpleaños.
Misrecuerdosseestabandeteriorando.Yesoeraunamalaseñal.Eltiemposeacababa.
Capítulotrece
RegreséaduraspenasalacasadondeMarissayAaronmehabíandadocobijo.Eraunacasademasiadograndeyabandonada,nadaencomparaciónconlacasadeCaleb.Teníaeljardíndescuidado,lasplantasestabansecasyamarillas,casicomo la paja. La puerta principal, flanqueada por altas columnas de ladrillososcurosydosbloquesgruesosdecemento,estabadestruida.Aunquelapuertaestabaabierta,ningúnhumanoseatreveríaaentrar.Noobstante,habíaciertaspiezasquesemanteníanperfectamente limpiasycuidadas.Encuantocrucé lapuertamugrienta,queanteshabíasidodemaderabrillante,eloloranaranjasmeinvadió.
Todavíanomehabíaaventuradoavisitarlacasa,solosabíadóndeestabaelsalón al que me habían llevado cuando me trajeron aquí, que parecía uncalabozo, y la habitación de Aaron y de Marissa, que no tenían mucho queadmirar.Nisiquieralasvistas.Todoerademasiadooscuroylúgubre.
Bajando por las escaleras que daban al sótano y caminé hasta el salón.Mientrascruzabalaentradadelacasa,viquesolohabíadosmesasgrandesyunos cuantos cuadros colgando de las paredes. No mostraban nada especial,probablemente eran de los antiguos dueños de la casa.Me dieron escalofríosmientrascaminaba,peroseguíadelante,pensandoquenadaeramásterroríficoqueyo,unfantasma.Porunmomento,sonreíalpensarqueeragraciosotemerleaalgoqueyoera,yqueconocíadesdepequeña.
Sin embargo, seguía sintiendoun soplido en lanuca.Como si alguienmeestuvierasiguiendo.Nomeatrevíadetenermeyagirarme,melimitéaseguircaminandoconlavistaalfrentehastamidestino.
Bajélasescalerasdedosendos,yelpánicoaumentó.
Talvezestabasiendodemasiadoexagerada,perotenía lasensacióndequealguien me seguía. ¿Era posible? Me exasperaba la idea de no encontrar aalguien que pudiera ayudarme, que me dijera qué era ese sitio y por qué lohabíanadornadodeestamanera.
Cuando pisé el suelo del calabozo, que realmente era el sótano,me sentítranquila.Respiréconnormalidadytratédehacerdesaparecerelsudorquemecubríaelcuerpo.Laluzdelasvelasiluminabamejorelsalónquelasescaleras.Lasescaleraseranunatortura.
Atraveséotrapuerta,yaquelashabitacionesdeMarissayAaronestabanallíabajo,ylasdemásprobablementeestabanarriba.Nolosabíaconcerteza.Peroencualquiercaso,nadie lasnecesitaba.Noeracomosiunfantasmatuvieraeltiemposuficienteparasentarseyescucharmúsicamientrasveíapasareltiempoparaolvidarsumisión.
Encuantoestuveapuntodeentraralsalón,quisedarmelavueltaysufrirlaterrible torturadesaberquealguienmeseguíaomeobservaba.Preferíaesoaquedarmeallí,conunapésimacompañía.
No lo dudé,me di la vuelta, frustrada y demal humor. Elmiedo quemehabía acompañado al entrar en la casa se había disipado como el humo quehabíaenelsalón,graciasalincienso.
—Espera—dijo una voz detrás de mí. Luego, el sillón crujió. Aaron seestabalevantandoparavenirhaciamí—.Marissaquierepresentarteaalguien.
Resopléymedilavuelta.—Quelohagacuandonoestéstú.Mirespuestalodejoatónito,perodespuéssonrióconmalicia.—¿Túsabesquiénsoy?—Laverdadesquemeimportauncomino—respondí.—Puesnodebería.—¿Porqué?—Nomelimitoconnadaniconnadie,Anna.Ymenosconunaniñataque
nacióenunacunadeorocomotú.SicreesquetienesaMarissaprotegiéndoteytratandodedarteunmejorlugarqueelmío,estásequivocada.
—Nonecesitoquenadiemeproteja.—Hoy has estado con ese chico otra vez. ¿De verdad crees que lo hará
mejorquenosotros?Traguésaliva.—Claroquesí.Eshumano—contesté—.Yesbastanteracional.
Élnegó.—Qué equivocada estás. Tienes un concepto bastante bueno de los
humanos,cuandosabesquenofuncionaasí.Lamaldadpuedeestarenalguiendulcey tierno, enalgoqueparecequenuncavaahacertedaño.Víctimas.—Soltóunacarcajadafingida—.Algoasícomotú.
—Sivasaempezarainsultarme,mejormevoy.Me di la vuelta y reanudé mi camino, pero en cuanto di el quinto paso,
Aaron me detuvo, sosteniéndome con fuerza del brazo derecho. Sus uñas seclavabanenmipiel.Mediountirónparadarmelavueltayquedarfrenteaél.
A tan solo unos centímetros de distancia, sus ojos eran fuego. Nunca lohabíavistotanenfadado,parecíafueradesí.
—Nopuedeshacermedaño—dije,segurademispalabras.Probablemente Aaron había sido uno de esos fantasmas que me habían
atormentadocuandoempecéadescubrirestemundo.Norecordabahabervistosu rostro, pero por lo que sus ojos expresaban, sabía que era unode aquellosfantasmasaquieneslesgustabatorturarysusurraraloshumanosquepodíanverfantasmas.Asíquehabíallegadoelmomentodehacerlefrenteaesemiedoquedurante tantos añosme había perseguido.Aclarémi voz yme armé de valorparahablarcondeterminaciónypotencia.Queríadejarlebienclaroqueyonolotemía.Levantélabarbillayloretéconlamirada.Susojosestabanfijosenlosmíos,peroesonomedetuvo.
—Porqueda la casualidad, por si no te has dado cuenta, deque somos lomismo.Nopuedeshacermedaño.Nitúninadie.
—Yoquetúnolovolveríaadecir.—Susdedosseaferraronmásamibrazo,peronoleditregua.Encambio,opusemásresistenciaylomirésinpestañear.Éltampocoparpadeó.
—Admítelo,nopuedeshacermedaño.Pormásquelointentes,nopuedes.Misojosseabrierondeparenparcuandounterribledolormedebilitó.Algo
semehabíametidodentro ymehabía apretado el corazón con ambasmanosparadejarmesinrespiración.Mequedésinaliento.Mellevélasmanosalpechoyapretéconfuerza,comosiesofuerasuficienteparadetenereldolor,pero,porelcontrario,sololoempeoró.Sentímáspresión.
Aaronmesoltóynisiquieratuvetiempodemirarlo.Grité,perofuiincapazde reconocerlo en esemomento.Me inclinéparadejarmecaer en el suelo.Eldolorseibaextendiendopormiestómagoymisbrazos.Sentíaunagranpresiónpor todomicuerpo.Nopodíahablarnipedirlequesedetuviera.Mimentese
estabaponiendoenblanco.Elsillóntapizadodondemehabíatumbadolaúltimavez se estabamultiplicando.Aaron, que estaba frente amí, tenía seis piernasquesemovíandearribaabajo.Loúnicoquevitressegundosdespuésfueronsuszapatosnegros.
Recéparaquesedetuviera.Elpechomedolíaunabarbaridadysentíaqueelcuerpomeardía.¿Estabaenelincendiodenuevo?
—Noluchescontralasolasdelmarcuandoteestánarrastrando.Nopodrásenfrentarte a una fuerza más grande que tú y tu voluntad.—Escuché la vozroncadeAaronalolejos—.Dejaquelasolastellevenhastadondequieran,yellasmismastedevolveránalaorilladelmar.
Tratédelucharcontraeldolor,perosoloseintensificó.—Cuantomásluches,másdébiltesentirás.Escúchame,Anna.Dejaqueel
dolortelleve,y,cuandoestéslista,levántate.Suspiréeintentérelajarme.—Respira.Manténelcontroldetusemociones—dijo.Respiréytratédehacerloquemedecía.Merelajéeintentépensarenotra
cosa que no fuera el dolor. Dejé de luchar, pensé en el vestido púrpura queHannahyyohabíamoscompradoenelcentrocomercialysonreíenmiinterior.Era un buen recuerdo.Tenía que funcionar.Mi cuerpo iba ganando fuerza, eldolordesaparecíapocoapoco.
—Yalotienes.Cerrélosojosydejéqueelpocodolorquehabíaenmicuerpomellevara.
Micabezacayósobreelsuelodelsótanoysuspiré.Sentílosbrazosliberadosydejé de notar en las piernas esa descarga eléctrica queme había causado unaterriblepresión.Pocoapocosentíquevolvíaalarealidad.
Mi pecho subió y volvió a bajar. Exhalé el aire que se había quedadoatrapadoenmiorganismoytosíinesperadamenteparadespuésvolverainhalareloxígenoquehabíaperdido.
—¿Cómoestás?—mepreguntóAaron,quesepusoderodillasparaquedarcasiamialtura.Suvozeradulceyempática.
Quisedarleunafuertebofetada.—¿Quémehashecho?—susurré,todavíaenelsuelo.—Heusadotufuerzacontrati—respondió.—¿Cómohaspodido?Mepesabanloshombros.Nopodíalevantarmedelsuelo.—Hasidoalgoquenadiepuedeexplicarse.
—Aléjatedemí—lereproché.Élserio.—Bienvenidaatuprimerentrenamiento,Anna.Al cabo de unos minutos, me ayudó a levantarme. Me sacudí la ropa y
negué,todavíasinpodercreerloqueAaronmehabíahecho.—¿Tantomeodias?—ledijecuandorecuperélavozyelaliento.De nuevo, sentía que tenía bastante fuerza para detener a un tren que se
aproximabaagranvelocidad.Aunque, ciertamente, loúnicoquepodríahacereraatravesarlo.
—Noteodio—respondió.Sehabíavueltoasentarenelsillóntapizadodecolorrojo.Nohabíadudado
enponersecómodo,sin importarleenabsolutomipresencia.Sehabía llevadolasmanosalanuca.Micamisetaeraelúnicocolorbrillanteenelsalónoscuro.Yo era comounamancha amarilla reluciente que resaltaba por encima de losnegrosylosrojos.
—Puesparecequesí.Micejaselevantóinvoluntariamente.—Vuelvesaestarequivocada.Noteodio—repitió.Mesentéenelotrosillón,mepeinéelcabelloytratédemantenermelomás
lejosposibledeAaron,que,paraentonces,yasabíaqueejercíaunpodersobremí. Y eso parecía gustarle y divertirle. Sus ojos llenos de fuego se habíanesfumado y ahora me observaba con sus ojos negros y brillantes como lasaceitunas,siguiendocadamovimientoquehacía.
—¿EsoesloqueMarissaquierequeaprenda?—Sí.Suspiré.—Vaya.—Unaidealocamevinoalamenteynodudéenhacérselasaber
—.¿Tambiénsepuedehacerconloshumanos?—No.—¿PorquéestásconMarissa,sitienesestedon?Podríasapañártelastúsolo.Élnegó.—Marissatieneotrodonmásgrandequeelmío.—Suspalabrassalíancon
lentitud,comosi lasanalizaraunaporunaantesdesoltarlas—.Talvezquieraenseñártelotambién.Peroesolodecidiráella.Poresoeslalíder.YaMarissaseledamejorqueamí,porquecomohasvistonosemedamuybienrelacionarme
conlaspersonas,niconlosfantasmas.Laverdadesquenuncasemehadadobien.
—¿Porqué?—Creíquenoestabasinteresadaenmí,nienloquesoy—seburló.—¡Ah!Contigonosepuede.—Talvezdeberíasirtepreparandoparatusentrenamientos.Marissaquerrá
quelosempiecesloantesposible,yesosignificamañanamismo.—Bueno.Nosquedamosensilencio.Ningunodelosdosteníanadamásquedecir.Así
queAaronsuspiró,doblóeltorsoybuscóalgoqueestabadebajodelsillón.Susmanossemovieronconagilidad,hastaqueporfinsacóunperiódicoarrugadoyllenodepolvoycomenzóaleerdespreocupadamentemientrasyomequedabasentadaenelotroextremodelsalón,observandolasparedessinmuchointerés.
Crucélaspiernasymequedéquieta.Aaronnoestabainteresadoenmantenerunaconversaciónconmigo,asíque
no iba ahablar conél si no lodeseaba.Nomegustaba importunar.Ymuchomenosinterrumpirsulectura,queparecíademasiadointeresante.
Me levanté al cabo de unos minutos, aburrida porque no había nada quehacer. Pasé los dedos por varios muebles que había en los extremos, perocuandomedicuentadequeestabanllenosdepolvo,mealejé.Nomegustabalasensacióndelatierraenlaspuntasdelosdedos,asíquemeloslimpiéenlaropaycontinuécaminandoporelsalónmientrasesperabaaquellegaraMarissa.
PenséenCalebyenloqueestaríahaciendoahoramismo.Seguroqueestabaen su casa, realizando alguna tarea. Después de lo del cementerio, habíamosregresado a su casa. Me había preguntado cosas sin importancia, y, para midesgracia,me había invitado a comer.No se había dado cuenta.Me reí de lacaraquepusoal caer en la cuentadequeyanoerahumana.Sehabíapuestocolorado,rojocomountomate.
Creoquenuncalehabíapreguntadositeníanovia,aunquelomásseguroeraque no. Porque, a veces,memiraba de forma diferente. Sus ojos brillaban y,cuandometocaba,algoenmívibraba.Lapielmequemabaysabíaqueélsentíalo mismo. No era simplemente por la conexión. Había algo más. Él erademasiado amable conmigo, pero eso no podía significar nada. No queríaconfundir las cosas, ymuchomenosen la situaciónen laquemeencontraba,perohabíaalgoenCalebquellamabamuchomiatenciónysabíaquealgopodía
suceder.Eracomoeltipodechicoqueyoqueríaparamí.MepreguntabacómoAlexhabríaconquistadoaHannah.Talvezsiendoélmismo.Esaeralaformaenlaqueunapersonaseenamoraba,cuandoveíaelinteriordelaotrayconocíasustemoresmásgrandes,peroparamíesaposibilidadseveíademasiadoreducida,porqueyono teníaunapersonalidaddefinida,nisiquierauncarácter.SiemprehabíaestadosometidaaRosieyRebecca.
Seryomismaerademasiadocomplicado.SihubieratenidounavidadiferenteylejosdelosCrowell,mepreguntési
habría sido una chica sin problemas, ¿tal vez estaría en una banda de rock,formada con amigos y amigas? ¿Iría al cine con ellos y con un posiblepretendientecuandoseestrenaraalgunapelícula?
Sonabamuydivertido.Talvezseríaunachicaaventurera.Enloslibrossiempremehabíaquedado
algoclaro:nadadeloquesucedíaallísevolvíarealidad.Todoerauninvento.En esta vida no había finales felices, y, por poner un ejemplo, mi vida eraprueba de ello. Aunque si hubiera sido diferente y nacido en otra familia,¿habríaestadoenfiestasnocturnas,corriendoporloscallejonesparaescapardelapolicía?¿Habríamentidoamispadresdiciéndolesquesalíaconunaamigaparaescaparmeconel chicoquemegustaba?¿Quémúsica seríami favorita?Talvezhastapodríasercantante.Mivoznoeratanmala.Asíque,¿quiénsabe?
Otradelaspreguntasquesiempremehabíanperseguidoerasitendríaeldonde ver fantasmas en el caso de ser hija de otra mujer que no fuera Rosie.Probablemente no. Creo que, aparte de todo eso, mi sueño más grande eraenamorarme.Encontraraalguienquepudieraentendermeyquemellevaralejosdetodoeseinfierno.
Suspiréyescuchéelcrujidodelperiódico.Aaron seguía leyendo, aunque parecía desconcentrado, como si algo le
molestara.Empezóagolpearelsueloconelpie,aunquenosedabacuentadelrepiqueteo.
Le explicaría a Caleb todo eso. Tal vez él podría ayudarme. Sonreí pordentro.
—¿Quieressentartedeunavez?—dijomolesto.Seescucharonunospasos.Alguienveníacorriendo.Larespiraciónagitada
seescuchabadesdeallí.Aaronselevantódeinmediato,comosisupieraloquesucedía. Los zapatos de aquel fantasma bajaron las escaleras, se percibíaclaramentecómopisabacadaescalónconfuerza.
—Hapasadoalgo—dijoydejóelperiódicosobreelsillón.Susmúsculossetensaron,viqueaguantabalarespiraciónysepreparabapararecibiralqueveníaadarlanoticia.Unchicoalto,deunosveinteaños,sedetuvojuntoenelumbraldelapuertadelsalónymiróaAaronconsumapreocupaciónyterror.Nopodíasiquierahablar;quiénsabecuántohabíacorridoparallegarhastaallí.
—¿Qué?—preguntó al chicode cabello rizado.Losojos azulesdel jovenmemiraron,peroenseguidaseapartarondemí,comosiyo fuerauna intrusa.VolvieronaAaron,queesperabaconimpaciencia.
—¿Paul?Depronto,unachicadelgadaconloslabiosgruesosyrojossedetuvodetrás
de él. Lo auxilió para que recuperara el aliento. Había aparecido de la nada;seguramente sehabíadadocuentadel alboroto.Senotabaqueeran fantasmasnovatosqueacababandellegaraestemundo.Parecíaqueambosteníanunlazode conexión muy fuerte. La joven de ojos color esmeralda lo miraba conpreocupación.
—Habla—ordenóAaronsindecirnadamás.Estabafrenteaél,rígido.—Lahandevuelto.Estáaquídenuevo—dijo.—¿Dónde?Aaron se limitaba a preguntar. De pronto, a mi alrededor, aparecieron
decenas de fantasmas.Cada uno era diferente: algunos altos, otros bajos, concabellorizadoolacio…Procedíandedistintospaíses,esosenotabaaleguas,yaunqueseguramentealgunosnoentendíanelidioma,podíanadivinardeloquesetratabaporlasexpresionesdeangustiadelosdemás.
Losobservédarvueltas,yaunquenadiememirabaamí,sabíaqueyoeraelcentrodeatención.Estabasorprendidapor lacantidaddefantasmasquehabíaen el salón. Podía jurar que había cerca de cincuenta. Estaban a nuestroalrededor,esperandoescucharaljovenque,aparentemente,sellamabaPaul.
—Havenidohastaaquí.Teníaalgoextrañoenlosojos,peroencuantolahevisto, loshacerradodenuevo.Noquieredecirquéhasucedidoniqué lehanhechohastaqueunlídervayaahablarconella.
Yonosabíaquépasaba.—¿Dequécolorloshasvisto?Paultragósaliva.—Yanotienencolor.Huboexclamacionesdesorpresamezcladascongritosdemiedo.—Marissanoestá.IremosAnnayyo.
Meagarródelbrazoymediountirónparaalejarmedelamultitud.Alverlosrostrosdemiedodelosfantasmas,retrocedí,llenadepánico.
—No.Nopiensoiraningúnsitio.Me solté de su agarre, temerosa por lo que acababa de escuchar.Mi voz
había sido demasiado fuerte y, ahora, los ojos de todos los fantasmas estabansobremí.
Aaron se me acercó con lentitud y prudencia para que nadie pudieraescucharloquemedecía.Subocaestabaaescasoscentímetrosdemioreja,ysucabellonegroqueolíaajabónrozabaelmío.
—Ahoraeresunalíder.Noquerrásquedarmalentupresentación—dijoenun susurro, con losdientes apretadosparaque soloyopudiera escucharlo.NisiquieraPaulnilajovenhabíanoídoloqueAaronmehabíadicho.
No tuvemás remedioqueaccederyseguirloparasalir loantesposibledeaquellugar,plagadodefantasmasconlosojospuestosenmí.
—Aaron, tienes que saber que Lilith acaba de llegar. Tienes que sercuidadosoconella,puedequetengauntrauma,oalgopeor.Porfavor,tepidoqueseascauteloso.Nosabemosloquelehahecho.
Lachicaquehabía auxiliadoaPaul estaba ami lado,hablandodetrásdelchico.EllamemiróymeofrecióunacálidasonrisacuandoAaronnorespondió.Ledevolvílasonrisa,aunquemásbienhabíasidounaespeciedemueca.
—¿Mehasoído?Séprudente,Aaron.Aaron se marchó decidido y con la mandíbula apretada. Yo intentaba
seguirleelpaso,perotantolajovencomoyoíbamoscorriendo.Aarondabaunpasoynosotras teníamosquedardos.Lebrindéunamiradadedisculpasa lajovenporelcomportamientodeAaron.
Subimoslasescalerasparairalasegundaplanta,dondeseguramentehabíanresguardadoaloqueseaqueacababadellegar.TuvequesubirlospeldañosdedosendosparaalcanzaraAaron.Afortunadamente,lasescalerasdelamansióndelosCrowellmehabíanentrenadobastante,perolajovendecabellocastañose había quedado atrás. Sin embargo, no se había dado por vencida y seguíatratandodealcanzarnos.
Avanzamosporunpasillolargocuandoterminamosdesubirlasescaleras.Acada lado había tres puertas. Supuse que habían sido las habitaciones de laspersonasquevivíanallí.Eraunacasagrandeyespaciosa.Supedeinmediatoaqué habitación nos dirigíamos cuando vi a dos fantasmas apostados en unapuertaoxidadaymugrienta.EncuantovieronaAaron,seapartaron.
—No hemos entrado. Solo Paul ha hablado con ella —dijo uno de losfantasmas.Eranfuertesyaltos.AligualqueAaron,ibanvestidosdenegro,ylascamisas se ajustaban a sus brazos y a su torso dejando ver la tensión de losmúsculos.
Los dos eranmuy guapos. Tenían el cabello lacio y bien peinado, y unosojosazulesquebrillabanconintensidad.
—Bien.—Segiró—.Vamos,Anna.Aarontomóairedisimuladamenteyabriólapuerta.Avancévacilandopara
entraraaquellahabitación.Laspiernasmetemblaban.Depronto,algomesostuvodelbrazo.Megiréconunamuecadedoloryvi
alachicajoven,mirándomecomosiyofuerasuúnicaesperanza.—MinombreesJohanna.SoylahermanadePaul.—Sepresentóymesoltó
el brazo cuando le presté atención—. Ambos encontramos a Lilith. Estabacaminandocercadelacasa.Llegóhacedosmeses.Marissalabuscóylainvitóanuestrogrupoyellaaceptó.Lilithnosabequélesucedió,yalparecernadielosabe. Es decir, no sabe cuál es su misión. Un mes después, hizo algo quesolamente los líderes saben lo que es, pero no han querido decírnoslo pornuestrobien.
—Anna—mellamóAaron.—Entonces,lacapturaron—dijoconrapidez.—¿Quién?—pregunté,aunqueyaimaginabacuáleralarespuesta.—¿Quiénvaaser?LosEternos.Hansidoellos.Asentí.Johannasonabasegura.—Anna,vamos.—Confiamosenti,Anna—medijolajoven.Y,después,desapareció.Medi
lavueltaparaseguiraAaron.Traguésalivaylosdoschicosseapartaronparadejarmeentrar.
Diunpasoyluegootro,vacilando.Cuandoestuvedentro,lapuertasecerródetrásdemí.Lapielsemepusodegallina,peromemantuveconlabarbillaenalto.
—Prepárate,Anna.LavozdeAaronfueloúnicoqueescuchédespuésdequetodosevolviera
oscuroysilencioso.Conlarespiraciónagitada,asentí.Losdedosdemismanossehabíancerradoenunpuño.Nosabíaexactamentedequédebíadefenderme,peroestarpreparada,aunquefuerasoloconlospuños,yaeraunaventaja.
Entonces,escuchéunclic.
Mequedéquieta,esperandolopeor.Lahabitaciónseiluminó.—Estamosaquí,Lilith—dijoAaroncondureza.
Capítulocatorce
No sabía qué sentir cuando la habitación se iluminó.Enmedio de las cuatroparedes, justo en el centro, había una silla de madera maciza. Sentada y sinhacerningúnmovimiento,ahíseencontrabaunajovendecabellosalborotadosdecolornaranja.NoteníaelpelorojoscomoMarissa,sinonaranja,casicomoelamanecer,yentrelosmechoneshabíahojassecasdelosárbolesyunascuantaspelusas,quesupusequeselehabíanacumuladodurantesuencierro.Llevabauncárdigandealgodónnaranja,conlosbotonesmalabrochados,loqueledabaunaspecto pequeño y desaliñado. No había nadamás en la habitación. Solo lasparedes tapizadas de un color verde opaco que se estaba deteriorando por elpolvo. El suelo de madera crujía cada vez que él avanzaba. Aaron habíaencendido unas velas que se encontraban cerca, lo que añadíamás tensión alambiente.
Unaromaamalvaviscosllegóhastaminariz.Eraunolordulceydelicioso.Lilithsemantenía inmóvil,esperandounaspalabrasdeAaron.Nosabíasi
iba a atacarnos o ni siquiera tenía fuerza para hacerlo, pero de todas formasintenténoacercarmedemasiadoymemantuvejuntoalapuertaporsiteníaquehuirrápido.Sinembargo,Aaronnovacilóyavanzóhastalajoven.
Disimuléyditansolounpasoparaquedarmedetrásdesuespaldagrandeymusculosa.
Lo quemás llamabami atención era que Lilith, en su rostro, llevaba unavendade color cremaque le cubría los ojos.Nodudé enpensar que le habíapasadoalgograve.Lavendaestabaatadaconmuchafuerza.Teníamásdetresnudosydetrásdesumatadecabello,habíaungranbultovendado.
Aaronseacercóa la joven,quesemanteníaquieta,decididoencadapaso
quedaba.Cuandoestuvoaunoscentímetrosdeella,sedetuvo.Parecíafrustradoydolidoporsusituación.Luegodiootropasomásyseinclinó,apoyandotodosupesoenlaspuntasdelospies.Lajovennosemovió.Teníaloslabiossecosymorados;lapiel,blancaysucia,eracasitransparente.Aarondeslizólasmanosporlosbrazosdeellaydespuéslesujetólasmanos.Lachicadiounsaltodelasorpresacuandoélenredósusdedosconlossuyos.
Ningunodelosdosseseparó,apesardequeellasabíaqueestábamosahí.Lilith,porelmomento,nosuponíaningúnpeligroparanosotros.
Misnerviosibanenaumento.Sentíasudorfríoenmiespalda.—¿Lilith?—Aaronpronunció su nombre enun susurro.Alejó unade sus
manos, que seguían sosteniendo las de Lilith, y la llevó hasta el rostro de lachicaparatocarlelavendaypartedesupiel—.¿Quétehanhecho?
—Ellos…losabentodo.Aaron se tensó. Apartó sus manos de la joven y se dirigió a su espalda.
Quedódetrásdeellaymemiróconseriedad.Despuéstocóelbultocubiertodevendas.Alinstante,Lilithlevantólosbrazosylodetuvo.
—No —dijo en un murmullo—. No lo hagas. No sabes cómo me handejado.
—Paulnoslohadichoatodos.Ellasuspiró,tratandodecontrolarse.—No lo hagas.—Sonaba resignada—. Será mejor que me acostumbre a
estarasí.—Lilith…—dijoél.—Noinsistas,Aaron.Porfavor.—Yaveo.Noquieresquelohagayo.—Apartólasmanosylevantólavista.
Mebuscóconlamirada—.Entonces,dejaquelohagaAnna.Yoneguédeinmediatoydiunpasoatrás.—¿Anna?—dijoellaconsorpresa.Aunquehabíaciertaemociónensuvoz,
tratódecontenerse.Sinembargo,yo,que la teníade frente, lavi esbozarunadébilsonrisa—.¿Estáaquí?
—Haestadoaquídesdequehemosentrado—respondióél.—CreíqueeraMarissa.—No.—Los ojos de Aaron estaban fijos en mí—. Por fin tenemos a la
grandísimayesperadaAnna.Yestáconnosotros,Lilith.Teayudará.Solodejaquetequiteesavenda.
—Todosmetemerán.—Dejaquelodecidanellos.Aaron me hizo una señal para que me acercara. Negué, pero él estaba
decididoanodejarmemarchar.Asíque tuvequedarunpasoparaacercarme.¿Y si era una trampa? Tampoco es que confiaramucho enAaron.Apenas loconocíay,honestamente,erademasiadodesagradable.
La madera crujió debajo de mis pies. Llegar hasta la joven se me hizoeterno.Lasvelas formabanuna luzdiferente.Para intentardistraerme,busquéalgoenloquepudieraconcentrarmeyapartarmisnerviosyelpánico.
—Hola,Lilith—dije,cuandoestuvecercadeella.Mi voz pareció algo mágico para la joven de cabello naranja. Sonrió
inmediatamente.—Anna.—Tequitarélavenda,¿deacuerdo?Ellaasintió.—Estábien.Aaron se apartó ymiró cómo intentabamantener una conversación cálida
conLilith.Queríaasegurarmedequenoibaahacermedaño,perocuandoAaronse le había acercado y la había tocado, ella no había hecho nada. No habíaatacado,locualsignificabaqueesanoerasuintención.
Tratédeconfiarenesepensamiento.Deshicelosnudosdelavendacondelicadezaparanohacerledaño.Losojos
fijosdeAaronsobremímeponíannerviosa,meintimidaba.Ahorasabíaqueélpodíahacermedaño.
Yesedolorhabíasidoinsufrible.Cuando deshice los nudos, retiré la venda de su cabeza. El pelo estaba
enredadoentrelascapasdelavenda,asíquecadavezqueledabaunavueltaalatela,aparecíanmásmechonesypequeñosdesperdicios.
Lilithresoplócuandosoloquedabaunacapa.—Notengáismiedodemí,porfavor—pidió.Yo estaba demasiado nerviosa. Las piernas me temblaban. Eso le dejaría
claroaAaronqueteníamiedoyque,porsupuesto,estabaasustada.—Notepreocupes—dijimosAaronyyoalunísono.Apartélavendayledilavueltaalasilla,paraquedarfrenteaella.Teníalos
ojoscerrados.
—Hemosvistocosaspeores,Lilith—laanimé.Aaronsemanteníaensilencio,cediéndometodalaresponsabilidad.Lilithabriólosojoslentamente.Yoesperé,impaciente.Entonces, me quedé helada. Aquellos ojos negros estaban totalmente
cubiertos,yparecíaqueahínuncahubieranexistidodosojosbrillantesyllenosdevida.Ahorahabíadoshuecosnegrosquenoexpresabannada.Quisegritaryhuir,peroselohabíaprometido.Respiréhondoytraguésaliva.
Porunmomento lleguéapensarqueesosojosnegrosconocían todosmispecados.Mesentíaobservadaytotalmentecautivadaporellos.Nopodíaapartarlamirada,erandemasiadoextraños,meatraíanconunafuerzadesconocida.Nopodíadesviarlamirada,mesosteníanconfuerza.Nisiquieralograbaparpadear.
Depronto,mesentímareada.Lahabitacióngiróyel techocayósobremí.Cerrélosojosunavezy,cuandolosvolvíaabrir,meencontrabaenotrolugar.Estaba encerrada entre cuatro paredes donde apenas cabía. Tenía las manosatadasconcintanegray laboca tapadaconunacamisa rosaqueRebeccamehabíapuestoparaquenadiemeoyeragritar.Teníalosojosllenosdelágrimas.Lacamisarosaestabahúmedadebidoalasalivaylaslágrimas.
Nohabíanadadeluz.Sabíaperfectamentedóndeestaba.Unos pasos se acercaron. Ni Lilith ni Aaron estaban cerca de mí. Ahora
estabasola.Semepusolapieldegallina.Cuantomásseacercabanlospasos,másmiedosentía.Ellaveníadenuevo.Veníaapormí.
Lloré.Notévariaslágrimascalientesdescenderpormismejillas.Peroesonoerasuficienteparadetenerla.Gritéypataleéenun intentoporalejarla.Ellanisiquiera había abierto la puerta, aunque ya veía su sombra por debajo de lamadera.
—Basta,Lilith.Lehacesdaño.Volvíacerrar losojosycuando losabrí,estabadenuevoen lahabitación
verde,conlasvelasencendidasyeloloramalvaviscosflotandoenelambiente.Aaronmeestabamirando.Deinmediato,mepaséunamanoporlamejillaparalimpiarme las lágrimas. Sin embargo, cuando me toqué la cara, no teníaabsolutamentenada.Mipielestabacompletamenteseca.
—Losiento,Anna.LavozdeLilithresonóportodalahabitaciónymedevolvióalarealidad.
HabíasidounasimpleilusiónporlosojosnegrosdeLilith.
Neguéconlacabezayenseguidamerecuperé.—Estoybien—dije,avergonzada.—¿Te han llevado ellos?—preguntó Aaron, restándole importancia a mi
declaración.Noestabainteresadoenmislágrimas.Queríasaberloquelehabíasucedidoaella.
—Sí—contestóLilith.—¿Porquéati?—Nolosé.—Sabemosloquehiciste,Lilith.—Losé.—Teníalacabezagacha—.Séquefueunerror.Losé,deverdad.
Losientomucho.Yo…noséenquéestabapensando.Habéissidomuybuenosconmigoycreíquemeharíansentirespecial.Creíquemeayudarían,peromeequivoqué.
—Ahora ya no podremos utilizar tu don en su contra.Y eso nos sitúa endesventaja. Te vieron, te provocaron y tú accediste. No supiste controlarte.Fuistemuyingenua,Lilith.Sabíasquéeran,dequéerancapaces.
Ellaasintió.—Asumotodalaresponsabilidad.—Porsupuestoquesí.Debeshacerlo.—Losé.—Comosabes,yMarissaestarádeacuerdoconmigoenmidecisión,yano
eresdeconfianza,porlotanto,nopuedescontinuarsiendolíder.EstásfueradeesecargoyDavidyThomas teestaránvigilando,siesquequieresseguirconnosotros,queyosupongoquesíporquehasregresado.
—Estábien,hedichoqueasumiríalaresponsabilidadyloharé.Séquesonmalvados.
Yonomeatreví ahablar.Mequedéquieta, escuchandoconatenciónparaintentarhilarlotodo.
—Ahoradinos,¿quéhasucedido?¿Quétehahechovolver?—Mehandadounmensaje,Aaron.Queríanquevosotroslosupierais.—¿Quémensaje?—Sutonodevozerasecoyapagado.Noestabarisueño
niretador,comolohabíavistohastaahora.EsteeraotroAaron.Lilithtragósaliva.—SabenqueAnnaestáconvosotrosymehandichoquevendránaporella.
Noimportaloquelescueste,vendrán.Sonabandemasiadoseguros.Nosésies
verdad,Aaron,peroesmejorquenospreparemos.Hubounsilencio.—¿Lohasvisto?—¿Aél?Aaronasintió.—No.Nolovi.Sabesquenadiepuedehacerlo.—¿Quiéntehadadoelmensaje,entonces?—Yatelohedicho,LosEternos.—¿Cuántoseran?—Los que me capturaron eran tres. Cuando estuve allí, había más de
cincuenta. Sé que había más. Los podía sentir, eran como un ejército. Te logarantizo. Son demasiados. Sin embargo, no sé exactamente dónde está suterritorio.Noséadóndemellevaron.Sipudierarecordarlo…Peronolosé.—Hizounapausaparasuspirar—.Escierto,fuiunaingenua.
—¿Leshasmostradotudon?Ellaasintió.—Meobligaron.—¿Selohasenseñado?Lopensóy,despuésdeunossegundos,volvióaasentir.—Meobligaron.Noteníaopción.—¿Notastealgoextraño?¿Algoensusojos?¿Lapiel?Nolosé,talvezeran
másfuertesquenosotros,algoquepuedaayudarnosasabercuálpuedesersupuntodébil.
Ellanegóconlacabeza.—No.Hansidodemasiadocuidadosos.Aaronresopló.—Bien,puesnosprepararemos.YAnnatambiénlohará.Túpermanecerás
aquímientras intentamos solucionar tuproblema.Losdemásnoquerránverteasí,ycreoqueeslomejor.
—Aaron, ni siquiera le has preguntado si se encuentra bien—interrumpí,ligeramenteofendidaporsucomportamientoagresivo.
Lilithsonrió.—Estoybien,Anna.Yasemepasará.Notepreocupes.Asentí.—No,nolohagas.Nitienesquepreocuparte—dijoAaron,despectivoyun
pocodesilusionado.Despuéssedio lavueltayavanzóhasta lapuerta.Se iba.La tensióny los
nerviossehabíanconvertidoentristezayciertadecepción.Fueentoncescuandolocomprendítodo.LilithyAaronhabíansidopareja,
es decir, eran novios. Antes de que la curiosidad me carcomiera y se lopreguntara a Lilith, salí disparada de la habitación sin siquiera despedirme.Afuera,debidoamihuidatandrástica,tropecéconalguien.
—Vaya,¿adóndevastanrápido?Aaronmesujetóconfuerzaparaquenomecayera.DavidyThomasestaban
junto a él,mirándome con ojos divertidos.Yome aparté deAaron en cuantorecuperéelequilibrio.Loempujéconsuficientefuerzaparaquemesoltara.Susojosretadoresahoraestabanapagados.Desilusionados.Peronoselosmostraríaalosdemás;sinembargo,yoerademasiadolistaparadarmecuenta.
Nohabíaduda,entreellosdoshabíahabidoalgo.—¡Mevoy!—dije,unpocoirritada.Lacabezamedabavueltasytodoeselíomesacabadequicio.Soloquería
alejarmedeesacasayveraCaleb.Eraloúnicoquedeseaba,élmehacíasentirenpazysegura,algoqueAaronnoentendía.
—¿A dónde? ¿Otra vez con ese High School Musical? —se burló,mirándomedivertido.
—NoesningúnHighSchoolMusical.SunombreesCaleb.—Como sea—contestó, levantando los hombros a modo de respuesta—.
Mañanaempieza tuentrenamiento, teveoa las seisenpuntoenel jardín.Nolleguestardey,sobretodo,nomehagasiraporti.Nomegustaserelpadrequevaabuscarasuhijarebeldealacasadesunovio.Nomegustavermeenesepapel.
Sonreí.—Entoncesnoasumasesepapelydejadedarmeórdenes.¡Adiós!DavidyThomasestallaronenrisas.Desaparecí de aquel lugar antes de que Aaron pudiera hacerme algo.Me
dirigí a casa de Caleb, donde seguramente estaría cocinando o viendo latelevisión.Nodudéenentrarcuandovilaslucesencendidas.
EstabaansiosaporcontarleaCalebelplanquehabíapensadoalsalirdelacasadelosfantasmas.Nosabíaporquéestabatanemocionada,peroesperabaque a Caleb también le provocara el mismo sentimiento y emoción. Nosdivertiríamosmucho.Ambosnecesitábamosunadistracción.
Encuantoentré,escuchéeltelevisor.Mepreparéparasaludaralchicorubioquehabíaestadopresenteenmispensamientosdurantecasitodoeldía,perolasalaestabavacía.Eltelevisorestabaaunvolumenalto,porloquesupusequeCalebestabacercaylohabíadejadoasíparairseaotrapartedelacasayseguirescuchándolo.Enlapantallaseanunciabaunpartidodebéisbol,lasvocesdeloscomentaristas sonaban fuertes y claras. De vez en cuando, se emocionabancuandounequipohacíaoestabaapuntodehacerunagranjugada.
¿DóndeestaríaCaleb?Penséquetalvezloencontraríaenlacocina,porqueaéllegustabamucho
cocinar. Pero, sin duda, era mejor con las bebidas. Lo recordaba porque laprimeravezquelovifueenelbarqueHannahhabíapuestoenlamansión.Y,ahora,yoestabaallí,ensucasa.Solos.
¿Podríadarleunbeso?Soloconimaginarmesuslabiosjuntoalosmíos,miestómagosellenabade
mariposas. Caleb erami chico. Esperaba que yo también le gustara, es decir,teníamisdefectos,peronoerademasiadofea,¿osí?
Crucélasalayfuihastalacocina,dondeefectivamenteseencontrabaCaleb.Parecíamuyconcentradoenloqueestabahaciendo.Mezclabadosbebidas,unadeellaseracolorcaféylaotra,azul.Enlabarradepiedrahabíavariostazonesdeplásticoyvasosdecristal.Tambiénhabíamásbotellas, lassuficientesparaqueunequipodefútbolseemborrachara.
—¡Caleb! —grité. Se sobresaltó. El líquido que estaba vertiendo saliódisparado por todos lados. Dos botellas que tenía cerca del brazo cayeron alsueloyserompierondeinmediato.
Caleblevantólavistaymeobservó,sorprendido.—Anna.Miréel suelo.Mesentíaculpablepor loqueacababadehacer.Peroélno
parecíatanpreocupadocomoyo.—Sientolodelasbotellas—dijeapenada,ycaminéhaciadondeestabaél
paraayudarloalimpiar.Negóconlacabeza.—Deja,yalolimpioyo.Hasidounaccidente.—Deverdad,losiento—medisculpé.Caleb volvió a mover la cabeza, sonriendo con esa mirada dulce y
encantadoraquesoloélpodíahacer.—Nohapasadonada,Anna.
Meencantabaescucharminombreensuboca.Sonababonito.—Yo…yosoloqueríadarteunasorpresa.Élmemiró, despreocupadopor el líquidoy los cristales esparcidospor el
suelo.—Puesquésorpresatanbonita.Deverdad.—Déjameayudarte—insistí,apenadaporelaccidente.Élasintió.—Bien, solo para volver a ver esa sonrisa y eliminar ese rostro de
culpabilidad. ¿Por qué no me acercas el friegasuelos? Está en ese cajón.—Señaló unode los cajones que se encontraba cerca de la estufa.Era un cajóncuadradoy,encimadeélhabíadoscajoneslargosypequeños.Imaginéqueahíguardabaloscubiertos.
Yoasentí,agradecidaporquemeasignaraunatarea.Fuihastaelcajónyloabrí.Porsuerte,enseguidalocalicéelfriegasuelos.Locogíyselopasé.Estaballenando un cubo con agua del fregadero para fregar. Mientras tanto, Calebbarrióloscristalespararecogerlosytirarlosaunabolsadeplástico.Cuandoelcuboyaestabacasilleno,cerróelgrifo.
Meofrecídenuevoparaayudarlo,peronomelopermitió.—Así que, ¿a qué se debe esta bonita sorpresa? —me preguntó curioso
mientraspasabalafregonaporelsuelo.Elolordelalcoholfuereemplazadoporeldelfriegasuelos.
—Queríahacerteunapropuesta.Calebsedetuvo.Levantólavistaymemiródivertido.—Esasonrisasolopuedesignificarunacosa…¿Quéestástramando,Anna?—¡Nadamalo!—Levantélasmanosconinocencia—.Soloqueríainvitarte
asalir.—¿Salir?—Vamos,puedeserdivertido.Calebapartólafregona.—¿Adóndemeinvitarás?—Túereseldelasbuenasideas.Sonrió,ilusionado.—¿Tegustabailar?—mepreguntó.En realidad, yo solo sabía bailar aquella música lenta que ponían en los
eventosalosqueasistíaRebeccaylafamiliaCrowell.Losbaileslentoseranmi
especialidad.Conocía varios pasos elegantes y delicados que había aprendidocon el tiempo, pero estaba segura de que esos pasos nome servirían para ellugaralqueCalebmellevaría.Esperabaalgomásruidosoyfueradecontrol.
Conunasonrisa,asentí.—¡Meencantabailar!—mentí.Caleb sonrió, contento de que aceptara su invitación, aunque yo estaba
temerosa,porquenoqueríamentirleotravez.Sinembargo,lodelbaileeraunamentirainocenteyesperabacontarlelaverdadcuandoestuviéramosallíyyanopudiera arrepentirse. Era una jugarreta, lo sabía. Pero tampoco esperaba queCalebsemolestaraporello,alcontrario,estabaseguradequesereiría.
Había algo quemegustabamucho deCaleb: esa espectacular sonrisa quemostrabapurezayfascinaciónporcadacosaquehacía.Caleberasencillo,peromuyinteresante.Seguramentehabíamuchosmisteriosensuvida,se lenotabaen la mirada. Algunas veces era muy reservado, como con la muerte de suspadres.
Ledevolvílasonrisa.—Conozcounlugarquepuedegustarteyenelqueestaremossegurosy,por
supuesto,dondenadiesedarácuentadequeestoyhablandoconunfantasma.Alcéunaceja.—¿Arruinaría tu reputación? ¿Se confirmarían sus sospechas acerca de tu
saludmental?—meburlé.Élasintió,siguiéndomeeljuego.—Exacto.Peronotepreocupes,estaremosbien,sinningúnprejuicio.—Esomeparecegenial—dijeconemocióncontenida.Despuésdeunosminutos,Calebcerróconllavelapuertadesucasa.Antes
se había asegurado de que las persianas estuvieran bajadas y de que todo seencontrara en su lugar. Incluso había cerrado la llave del gas. Era muycuidadosoydisciplinadocontodoloquehacía.
¡Cuántafuerzadevoluntad!Probablemente yo habría vacilado si alguna vez Rosie o Rebecca me
hubieran dicho que tenía que arreglármelas para mantener la ropa limpia yplanchada, cocinar, encargarme de las tareas domésticas…Nunca me habíanasignado una tarea del hogar, aunque siempreme daban órdenes. Tal vezmeayudaría adoptar algúnbuenhábitodeCaleby comenzar a ser independiente,aunquehabíaunproblemademagnitud:estabamuerta.
Qué injusticia y qué impotencia sentía al pensar que ya no podría hacer
algunascosas.Estabaenfadadaconmigomismaporquenuncahabíahechoalgoquerealmentemegustara.
SuspiréyesperéaqueCalebmehicieracompañíaen lacamioneta,dondeyo ya había ocupado el asiento del copiloto. Como muchas veces, ignoré elcinturóndeseguridadymeesforcéporolvidartodoloqueteníaqueverconlosCrowell,Rosie,Rebecca y los nuevos fantasmas queme habían acogido.Esateníaqueserminoche.Melomerecía,muyenelfondosentíaquealgobuenodebíapasarme.Calebteníaqueseresealgobueno.Yestabafelizdequefueraél,porqueenrealidaderaunagranpersona,ymegustabamucho.
El joven rubio subió a la camionetadeun saltoy se abrochó la chaqueta.Tenía el pelo tieso, inmóvil. Parecía que estábamos a bajo cero.Afuera hacíamuchofrío.Elvientosoplabaconfuerza,parecíaqueibaaarrancarlosárbolesderaíz.
—Tengo los dedos congelados—dijo en cuanto estuvo dentro y cerró lapuerta.Sucuerposeestremecíapor losescalofríos.Tiritóyapretólosdientes,conteniendo un grito de dolor. Los dedos estabanmorados, las uñas parecíanpintadasdecolorpúrpura.CuandomiréelrostrodeCaleb,medicuentadequeestabapálido,habíacogidouncoloramarilloqueseestabavolviendoblanco,ysuslabiosestabanadquiriendountonomorado.¿Acasonevaba?No,nolocreía.Elclimahacíacosasraras,estábamosenprimaveraysesuponíaquedebíamosestarusandoropaligera.Todoeramuyextraño.
—¿Notegustaelfrío?—pregunté,arqueandounaceja.Yonosentíatantofrío,alfinyalcabo.Estabacondenadaasentirmeheladahastaquecumplieramimisión y fuera a quién sabe dónde.Mientras tanto, tenía que apañármelasparasaberquédecirparaqueCalebnosesintieraenotradimensión.Depronto,empecéaperdersensibilidad.
—Prefieroelcalor—contestó,frotándoselaspalmasdelasmanos.Asentí.—Yotambién,aunquebueno…ahorayanosientomucho.Calebmemiró.—¿Ventajaodesventaja?Susojosseclavaronenlosmíos.—Desventaja—respondí.Caleb volvió la vista al frente e introdujo la llave de la camioneta en el
contactoparaarrancarelmotor.Teníaprisaparaencenderlacalefacciónydejardesentiraquelfríotanintenso.Unossegundosdespués,lacamionetasepusoen
marchaycomenzamosaavanzar.Definitivamente,noestabanevando,peroloscristalesestabanmojados.
Empezó a conducir por la carretera, donde varios coches con las lucesencendidas circulaban. De vez en cuando, yo miraba de reojo a Caleb, quemirabafijamentealacarretera,concentradoenelasfaltoylossemáforos.Teníaun perfilmuy fino y bonito. Su nuez era notoria desde ese ángulo. Tuve quetragarsalivaunmontóndevecesparadeshacerelnudoenmigarganta.Elpechose me oprimía de una forma dolorosa cuando veía cómo parpadeaba por elcansancio.Y,apesardeeso,estabaaquí,llevándomeaalgúnsitioparapasarlanoche.Seguroquenuncaloolvidaría.
Mepreguntésiyosería tanafortunadacomoAlex.Siyopodría tenerunaoportunidad con mi conexión, después de todo lo que había pasado. HabíamomentosenlosquesentíaqueCalebmemirabadiferente,comositrataradeadivinaralgoquesoloélqueríasaber,algoqueleinteresabamucho,buscandoalgoespecialenmisojos.Talvezestabaalucinando,perolosentía,porquemicorazón se aceleraba cuando nuestros ojos conectaban. De todos modos, losnerviosmeganabanyyoapartabalosojosenseguidaparanodemostrarloquesentía. Aunque probablemente él ya lo sabía. Mis emociones salían a flotecuando estaba cerca de él. Si hubiera tenido un corazón latiendo, todos loslatidoshabríansidoparaCaleb.
Aparté lavistadeélcondisimulo,aunqueni siquierahabíanotadoque lohabíaestadoobservandolosúltimostresminutos.Estabapensandoenalgo.
—¿Teencuentrasbien?—pregunté,llamandosuatención.Giróelrostrounossegundosparaobservarmey,cuandosumiradaseclavó
directamente en la mía, me quedé quieta en el asiento, conteniendo larespiración. Miré sus ojos un segundo, pero él volvió la vista al frente paraevitarcualquierdistracciónquepudieracausarunaccidente.
—Estoybien.Fueloúnicoquecontestó.Asentí,peromequedéconganasdesabermás,y
meatrevíahacerotrapregunta.—¿Enquépiensas,entonces?La preocupación me invadió. No quería exagerar pensando que Caleb se
había apartado solo porque ya no le gustaba. Sentiría un profundo dolor sidejaba de gustarle. Tampoco quería creer que había sucedido algo, porquerealmentenorecordabahaberhechonadamalo,apartedelasbotellasdealcoholrotas.Hubounsilenciodentrodelacamioneta.
Lascomisurasdesuslabiosseelevaronconemoción.—Enti,Anna.Misojosseabrieronconsorpresa.—¿Enmí? ¿Quéha pasado?—Mi tonode vozdenotabapreocupación, al
igualquelaexpresiónenmirostro.Caleb,porelcontrario,seguíasonriendo.—Noesnadamalo—dijoenseguida,antesdequemimenteformularalas
posiblesrespuestasquepodíahaber.—¿Entonces?Se encogió de hombros a modo de respuesta, todavía con las comisuras
elevadasyconlosojosbrillandodeunamaneraquenuncahabíavistoenél.—Creoqueeres increíbleymuyhermosa.¿Estámalque te lodiga?—Su
vozhizoecoenmimenteynotuvetiempoderesponderporquevolvióahablar—:Mira,yahemosllegado.
Aparté la vista de su rostro iluminado por unas luces rojas que se habíanfiltrado. Vimi reflejo en la ventanilla. Unos segundos después, la imagen seclarificóynotéqueenelexteriorhabíamuchaspersonas.Lasmujeresllevabanvestidoscortosyajustados,muchomaquillajeenelrostro,loslabiospintadosderojoycasitodaslucíanelmismotipodevestidosinmangas,totalmentelisoydelicra.Suszapatosdetacónaltoresonabanenlatarimadondehabíaunagranfiladepersonasesperandoparaentraraunbarqueseanunciabaconlucesrojas.Cuatro hombres con traje negro y mal ajustado estaban en la entrada,comprobandoquetodoslosqueaccedíanfueranmayoresdeedad.
Mibocaseabrióconsorpresa.Afuera, el ruido era escandaloso. Había risas por todas partes, la música
estabaaunvolumenaltísimoyvariaspersonashablabanporteléfonogritandopara hacerse oír sobre la música. Los hombres llevaban pantalones coloridosconcamisassinabotonarenelcuello.Algunosmasticabanchicleosimplementesaludabanaotrosamigosqueacababandellegar.
MesorprendíalveraunchicoidénticoaAaronentrelamultitud.Susojosnegroscomolanocheresaltabansobrelosdemás,yeraninclusomásnegrosquelosojosdeLilith.Negué,pensandoque talvezera frutodemisubconsciente,queseimaginabaaesechicofastidiosoquenomedejabaenpaz.Apartélacaracuandonuestrosojosconectaronsobreelcristalpolarizado,aunquesabíaqueélnopodíaverme,porquenoeraAaron.Además,él,alcontrarioqueAaron,teníamássentidodelamoda.
Aaronparecíareciénsalidodelatumba,conesaropanegrayesaexpresión
deamarguraquenoledejabavivir.TraguésalivayvolvíalatierraconCaleb.—¿Queríastraermeaquí?—Señaléabrumadaalveratantaspersonas.Pensé
queellugarestaríaapuntodeexplotarporlacantidaddegentequehabíaenelexterior. Ahora entendía por qué las mujeres llevaban esos vestidos cortos,seguramentelatemperaturaenelinteriorseríaaltísima.
Calebnegó.—No—contestó—,nosotrosiremosallí.Sudedo índice apuntaba aunadirección similar adondeyohabíamirado
antes, solo que ahora él señalaba un callejón vacío donde había una puertaoxidadaconunacintaamarillaqueprohibíaelpaso.Estabajustoaunladodelaentradaoficialdellocal.
Capítuloquince
La calle estaba abarrotada de coches, pero tuvimos suerte y Caleb aparcó lacamioneta.Elcorazónmelatíaconfuerzacuandoveíapasaratodaprisaalaspersonasqueintentabancolarseenlafila.Megustabalaideadeentrarsinservista.Eraunfantasmaymeaprovecharíadeello.
Ninguno de los Crowell, que eran los únicos que podrían habermereconocido,habríaidoaeselugardemalamuerte.Ysialguienmeveía,nomereconoceríanisabríaquehabíamuertohacíaunassemanas.
Encuantoelmotorsesilencióylaslucesseapagaron,salídelacamionetaescopetada. Ni siquiera el frío me detuvo. Caleb me siguió, tratando dealcanzarme. Estaba segura de que estaría ami lado tan rápido como le fueraposible.Estabaenmuybuenaforma.
—¿Emocionada?—mepreguntó.Asentíensilencio.—¿Hasvenidoaquíalgunavez?Negué.Aquellugarnomesonabaenabsoluto.—Nunca—respondí.—Teencantará.—¿Porquévamosaentrarporallí?¿Nosllevaráaeselugarruidoso?—Sí. Esmás rápido, y lomejor es que no tendremos que pagar nada. El
interiortesorprenderá.Vasaflipar.Estaba tannerviosaqueestuveapuntodeecharacorrerdenuevo.Nunca
anteshabíaestadoenunlugartanllenodegente.Nosabíaquépeligrospodíahaber allí dentro, aunque, de todas formas, nada podía pasarme, y a Calebtampoco,porqueparecíaconocerellugaralaperfección.Probablementehabía
accedidoporesaentradaunmontóndeveces.Yyoconfiabaenél.MedetuvefrentealapuertademetaloxidadoyCalebmealcanzó.Seplantó
delantedemí,dándomelaespalda,quitólacintaamarillayentrórápidamentepara que nadie lo viera. Yo atravesé la puerta. Sentí como el metal frío meabsorbíaduranteunossegundosy,después,todosedesvaneció.Meadentréenuna oscuridad total.Me quedé quieta, esperando ver algomás, pero las lucesrojas habían desaparecido y las risas de las personas ya eran inaudibles. Depronto, escuché un crujido.Me sobresalté yme alejé unos cuantos pasos dellugar por donde había entrado. La puerta se abrió de golpe y dejó entrar unpequeño rayo de luz. Olía a plástico quemado. Entonces, escuché unarespiraciónagitaday,entre lapoca luzquese filtraba,vislumbréaCaleb,queentrabaallugaratodavelocidad.
Cuandolapuertasecerró,laoscuridadsecerniósobrenosotros.—¿Caleb?—preguntéalanada.—Yahemosllegado.¿Tienesmiedo?Traguésalivayneguéconlacabeza,aunquesabíaqueél,comoyo,noveía
nada.—No.Solté una risita nerviosa. A pesar de que estaba convencida de que tenía
miedo,lavoznomedelató.—¿Lista?—interrogó.Escuchéunospasoscercademí,queluegosefueron
alejando cada vez más. Intenté seguirlos, pero no conocía aquel lugar, alcontrarioqueCaleb,queparecíahaberestadoallíunmontóndeveces.
—¿Adóndevas?—Encenderélaluz.Asentí.Lospasosdejarondeescucharse,perooíunarespiracióncercademioído.
NosabíadóndeestabaCalebexactamente,perohabríajuradoquehabíaalguienmásenlasala.Meaterréalpensarquetalvezsetratabadeotrofantasma.Cerrélosojoscuandoalgoheladomeacariciólaespalda.Megiréporinstinto,peronovi nada. Suspiré inconscientemente y pensé que quizá solo se trataba de lacorriente del exterior, que se filtraba por alguna parte. Pero entonces, cuandotodo estuvo en silencio, sentí un soplido frío en la nuca, pero no se lo dije aCaleb.Me aguanté las ganas de querer gritar. Al fin y al cabo, ahora era unfantasma y nadie podría hacerme daño; tenía que convencerme de eso. Meabracéenlaoscuridadymefrotélosbrazosalsentirunescalofrío.
—Cierralosojos—medijoCalebdesdealgunaesquina.Suvozresonó.Suvozsonabalejana.
—¿Unasorpresa?—Sí,algoasí.Tegustará.Asentíycerrélosojos.—Yaestá.Depronto,sentícaloryviunaluzenmediodelaoscuridad.Noabrílosojos
hasta que Caleb me lo pidió. Cuando lo hice, me di cuenta de que se habíaacercadoamíymesobresalté.
—¿Cómohasllegadotanrápido?—¿Dequéhablas?—preguntó,confundido.Parecía tan extrañado como yo. Sus ojos estaban fijos en los míos,
esperandounarespuesta.Negué,aturdida.—Pensabaqueestabasmáslejos.—Avecesestelugarpuedehacertecreercosasquenoson.Me guiñó un ojo para queme relajara. Sonreí, no demasiado convencida,
aunqueesolebastó.Calebparecíaemocionadoporenseñarmeellugar,asíquemeconcentrésoloeneso.
—¿Y bien? —me dijo mientras recorría con la vista el enorme salón,iluminadoporunaslucesazules—.¿Quéteparece,Anna?
Aparté losojosdesucara,aunqueenrealidadqueríaseguirobservándolo.Notéquemevolvíadehieloy,depronto, sentíunaemociónquenuncaanteshabíatenido.Semeerizólapiel.
FijélavistaenCalebdenuevoyneguéconlacabeza.Nopodíadarcrédito.—Esto…Nopudecontinuar.Teníaunnudoenlagargantaytuvequeesforzarmepara
contener las lágrimas. Estaba sorprendida. El salón era demasiado grande,cabrían unas trescientas personas. Imaginé las risas de las chicas que habíanestado haciendo fila llenando el lugar.Eramuybonito, estaba completamentedecorado. Levanté la cabeza y miré el techo, donde había unas serpentinasbrillantesdecolorazulyplataquebailabanalcompásdelligerovientoquesefiltraba.Alfondo,habíaunescenarioconsuelodemaderabarnizada,listoparaserusado.Enelcentrohabíadossillasacolchadasdecolorrojo,sencillasperomuyelegantes.Enlapartesuperiordelescenariohabíaunasnubesblancascontonos azules que simulaban las sombras, y tambiénhabía estrellas de plástico
plateadas y brillantes atadas con hilo transparente. El suelo estaba lleno deglobosblancosyanuestroalrededorhabíamesasconmantelesblancosymássillas adornadas. Unas bonitas lámparas antiguas iluminaban el centro de lasmesas,acompañadasporunasfloresmoradas,rosasyamarillas.
—¿Dónde estamos? —pregunté, asombrada. Todavía estaba sobresaltadaporlabellezadellugar.
—Esunsalóndondehabráunafiestadegraduación.¡Nosécuándo,perolahabrá!
Ambosnosreímos.—¿Cómoconocesestelugar,Caleb?—Esbastantepopular.Casitodaslasfiestasdegraduaciónsehacenenesta
zona.Lascelebracionesempezarándentrodeunassemanas,perodemomento,esto estávacío.Yhepensadoque tegustaríavenir.El sitio estámuychuloyestaremosasolas.Notienesnadaquetemer.
—Lociertoesqueesprecioso—confirmé.—El bar al que quería llevarte está lleno. ¿Te importa que nos quedemos
aquí?—¡No!Meencanta,mepareceperfecto.Élasintió,gustoso.—Hasdichoquequeríasbailar,asíquevoyaponermúsica.—¿Música?—Fruncíelceño.—Claro.¿Quéseríadeunafiestadegraduaciónsinmúsica?Notéciertaironíaensuvoz.Calebdesaparecióentrelasserpentinasazulesysubióalescenario.—¡¿TegustaKeane?!—gritódesdearriba.Mientras Caleb encendía los altavoces, yo me distraje con los adornos
floralesdelasmesas,que,paramidecepción,eranplantasartificialescubiertasdepolvo.
—Sí,meencanta.Caleb asintió y conectó su móvil a un cable. Esperaba que él tomara la
iniciativa y bailara primero. Intentaría seguirlo, pero era la personamás torpedelmundoybailar,sinduda,noeralomío.
Depronto,lamúsicaseescuchóentodoelsalón.Lasmesastemblaron,laslámparasvibraronyparecióquelasserpentinasbrillabanconmásfuerza.Estabaseguradequelamúsicaseescuchabadesdefuera,peronomepreocupé,porque
lasrisasylosmotoresdeloscochesquepasabancercaamortiguaríanelsonido.Merelajéydejécaerloshombros.Todoiríabien.Enseguidasonreí;reconocílacanciónquesonaba.«SomewhereOnlyWeKnow.»
Cerré los ojos ymedejé llevar por la voz del cantante, lamelodía de losinstrumentos y elmensaje de la canción. Inesperadamente, el rostro deCalebapareció en mi mente y sentí un fuerte nudo en el estómago. Un millón demariposasaleteabanenmiinterior.
Teníaclaroqueélmegustaba,pero¿legustabayoaél?Meagarréaunadelassillasqueestabancercaparaapoyarmeynocaerme,
porque,depronto,tantasemocionesmehabíanabrumadoylacabezamedabavueltas. Traté de volver a relajarme, pero en cuanto estuve a punto de tomaraire,unasmanoscálidasseposaronenmicintura.Abrí losojosconsorpresa,peronomeaparté.
—Anna.—Calebhizoquemedieralavueltaparaestarfrenteaél.Nomeresistíymedejéllevarporsusmanos.Desprendíaundulcearomaavainillayamiel—.Tengoalgoquecontarte.
Abrílosojosconlentitud.Susmanos,ardientesyfuertes,seguíanenmicintura.Mesentímásmareada
y el salón pareció volverse más pequeño. Nuestros rostros estaban frente afrente, a tan solo unos centímetros de distancia, y olía su delicioso aliento amenta.Mecostómuchotrabajoconcentrarmeensusojosynoensuslabios,queseabríandeunamaneraprovocadoraysensual.
—¿Quésucede?—preguntéentretartamudeosmuydifícilesdeocultar.—Esque…Sequedóensilencio.—¿Si?—loaniméparaquecontinuara.Eraunmanojodenervios.—Creoquesientoalgoporti,Anna.—¿Cómo…?—Sí—meinterrumpió—.Megustas.Ycreoquemegustasmucho,porque
nopuedodejardepensarenti.Pormásquelointento,estásentodaspartes…Nosécómoexplicártelo,pero,cuandoestáscerca,sientoqueelcorazónsemesale del pecho. Sé que parece exagerado, pero es así. Me gustas. Me gustasmucho,Anna.
Abrílosojoscomoplatos.—Yo…
—Notienesquedecirnada,enserio.Yosoloqueríaquelosupieras.—No, no —empecé a contestar. Las manos de Caleb no me permitían
moverme,aunqueen realidadnopensabaalejarmedeél—.Esquees justo loqueestabapensando.Tútambiénmegustas.Creoquenuncahesentidoalgoasí.
Calebsonrió.—Mealegrasercorrespondido.Elcorazóncomenzóapalpitarmeconfuerza.Sentíaquetodoeraunsueño.
Caleb era un chico guapísimo, amable y con una sonrisa radiante que mecontagiabasualegríacadavezquesuscomisurasseelevaban.Yyolegustaba.
—Siemprehecreídoque,algúndía,alguienmeescucharíaymeentendería,Caleb. —Mi voz se cortó, pero me animé a seguir porque realmente queríadecirle lo quemi invisible corazón sentía—.Y creo que esa persona eres tú.Yo…yosoloquierodespertardeestapesadilla.
Calebsuspiróymesostuvolasmuñecasparadarmeapoyo.Elcontactomehizoestremecer.
—Todoirábien,Anna.Lamúsicaseguíasonandodefondo.Megustóescucharaquellaspalabrasen
labocadeCaleb:yolegustaba.Nonecesitabanadamás.—Tengoalgoparati,lohedejadoenelsótano.Neguéconunasonrisaenelrostro.—Caleb,túyamelohasdadotodo,notienesquedarmenada.Soyfelizcon
tupresencia.Soloquieroqueestésconmigo,mientrasseaposible.—Noesalgoquemehayacostadomillones,Anna.Dejadepreocupartepor
loquenodebes.Estoesalgoquehequeridodartedesdeelprincipio,desdequeteconocíyteviconesevestidopúrpuraenlamansióndelosCrowell.Dameunsegundo,no tardaré. Iréabuscarloyyadecidirás tú si te loquedasono, ¿deacuerdo?
Asentí, un poco disgustada porque esperaba algo más después de laconfesión.
—Estábien.Peroquequedeclaroquelopuedorechazarsinolomerezco.—Tegustará,yaloverás.Caleb se apartó de mí y se marchó escopetado, aunque antes de irse me
guiñó el ojo. Sonreí comouna tonta yme senté en una de las sillasmientrasescuchaba la nueva canción que se reproducía automáticamente. De pronto,estaba sola en el gran salón, esperando aCaleb.Todo era demasiado extraño,confusoy…fácil.
AldíasiguienteempezaríamipreparaciónynosabíamuybienquéesperardeAaron.Aunquenomegustaba la idea, sabíaqueélmeprepararíabien,asíquemeesforcépormantenermetranquila.
Entre mis pensamientos algo tronó. Levanté la vista, asustada. El salónestabamásiluminadoyentoncesmedicuentadequelapuertapordondehabíaentradoCalebestabaabiertadepar enpar.Diun salto cuandoviuna sombraacercarseconpasodecididoalapuertaoxidada.
Me quedé inmóvil. Esperaba que solo fuera un guardia que estuvieravigilandolazona.Encualquiercaso,nomevería.Sinembargo,amedidaquelasombra se fue acercando, tuveunmalpresentimiento.Mepreparéparaver elrostrodelintruso.
Entonces, sucedió. La sombra se fue haciendo más pequeña y los pasosresonaronentodoelsalón.Juntoalapuerta,tomóformaunafiguramasculina.Inmediatamentehiceunamueca.Él,alcontrario,semostrabasonriente.
—AnnaCrowell.Susojos negros azabachememiraban condesdén.Mimundode color de
rosasehizoañicoscuandoelrostromorenodeAaronseplantóaunosmetrosdemí.Habíafantaseadounpardevecescondarleunbuengolpeenlabarbillaparaquedejarademeterseconmigo.Ahoraqueloteníadelante,nosabíaquéeraloquemehabíadetenidotodoestetiempo.
—¿Quéhacesaquí?—pregunté,iracunda.—Hevenidoacuidarte.Mipechosehinchó.—¿Tú?Nomefíodeti.Aaron dio un paso para acercarse.Yono retrocedí ni un ápice.Noquería
pelear,perotampocoibaadejarqueganasetanfácilmente.—Estásmuyequivocada.Me llevé las palmas de lasmanos al rostro yme lo froté con frustración.
Resopléyvolvíalevantarlavista,esperandoquecuandoabrieralosojos,yanoestuvieraallí.
Peroclaro,misdeseosnuncasehacíanrealidad.—Vete—dijemientrastratabadecontenerme—.Márchate,Aaron.—Vamos,Anna.Soloquería comprobarque estabas a salvo. ¿Quéhayde
maloeneso?—Ignorómispalabras—.Mira,sitehacesentirmejor,serécomotuhermanomayor.Estoyaquíparacuidarde ti.Esoes todo.Deverdad.Élnisiquierasedarácuentadequeestoyaquí.Peronomepidasquefinjasentircelos
detuchico,noseréesetipodehermano.Puselosojosenblanco.—No quiero un hermano mayor. Y mucho menos uno como tú. Estoy a
salvo,¿noloves?—Resopléymedilavueltaparaintentarevitarlo—.Fueradeaquí,metraerásproblemas.
—¿Contuchicorubio?Suspiré.AlmenosnolohabíallamadoHighSchoolMusical.—Eresunarrogantesinremedio.—Sí —dijo, y entró al salón dando zancadas. La puerta se cerró y la
oscuridad se cernió sobre nosotros—. Un arrogante que intenta protegerte,Anna.
Suvozsesuavizó,peroyonolocreí.—Intentasprotegermealavezquetratasdehacermeinfeliz.Síqueseteda
bienesto…Aaron soltó una carcajada, se sentó en una de las sillas y colocó los pies
sobrelamesacondespreocupación.—Exageras.Nointentohacerteinfeliz.—¿Entonces?—Megustaincomodarte.—No—contesté—.Tegustaserunproblema.Élsonrió,fascinadoconmirespuesta.—Soyesaclasedeproblemaquetodasdesean.Medilavueltaylomiréconasco;sinembargo,sufiguraesbeltamehizo
dudar unmomento.Contuve la respiración y traté de nomirar sus esculpidosbrazos, que llenaban las mangas cortas de su camisa. Y tenía absolutamenteprohibidocontemplarsupiel.Surostroperfectoylisomeobservabaconciertadiversión.
Abrílabocaparaseguirpeleandoconél.—¡Claro!Ereseseproblemaqueningunachicadesea tener—meburlé—.
Arrogante.Aaronsonrió.—Tranquila,muñecadeporcelana.Me hervía la sangre. No me gustaba que me pusieran apodos, y mucho
menosAaron,aquiennosoportaba.—¿Quéquieresdemí?
—Nada.—Entoncesvete.—Anna,solo…Lafrasequedócolgadaenelaire.—¿Qué?—interroguécuandosequedóensilencio.—Silencio—pidió.Yonoescuchénada.—¿Qué?—volvíapreguntar,estavezconunhilodevoz.Sureacciónme
llevóapensarquealgomaloestabaapuntodepasar—.¿Quépasa,Aaron?Élsonrió.—Escucha.De pronto, se reprodujo una nueva canción.Vi que el rostro deAaron se
volvíainexpresivo.Nosabíasihabíanotadoalgoextrañoenelsalóneintentabaconcentrarse en algún movimiento o en un sonido, o si la canción le habíapuesto tenso. Parecía sermás la segunda opción, porque no semovía nada anuestro alrededor, ni siquiera sentía la presencia de Caleb cerca, quienseguramente seguía buscando mi regalo. Esperaba que se encontrara bienguardadoparaquemedieratiempodeecharaAarondeallí.Debíaapresurarmeyserlomásamableposible.
Aunqueaestasalturas,meeracasi imposibleseragradableconAaron.Nisiquieraparpadeaba;sehabíaquedadoquietoenlasilla,escuchandolamelodía.
De pronto, cerró los ojos y no supe qué hacer. Me quedé paralizada yescuchécómolamúsica llenabamisoídos.Lavozdelcantantenoseescuchóhasta que no pasaron, por lomenos, quince segundos. Solo escuchábamos lamúsica de fondo, que, para entonces, hacía temblar las mesas y las floresartificiales. Entonces, el corazón se me aceleró a medida que comencé areconocerlacanciónymeerizólapiel.
«Every Breath You Take» de The Police retumbaba en cada parte de micuerpo.Dejécaer loshombrosysentíquealgocambiabaenmi interior.Notéquelamúsicamellevabaaotrolugarquenoalcanzabaavisualizar.Eracomosinoestuvieseenaquelsalónynotabaunaquemazón.Sinembargo,megustabalasensación. En mi mente, vi el rostro de un chico rubio frente a mí,sosteniéndomeconunadulceydelicadasonrisa.
Bailábamos enungran campode flores frescas y coloridas.Ledevolví lasonrisa.
Sentí una oleada de aire frío queme atravesaba y un dolor en los huesos
cuandounasmanosfríasmerozaronelbrazo.Medespertédemisueñoyabrílosojos,aterrorizada,esperandoveralgoqueno ibaagustarme.Peroparamisorpresa solo era Aaron, que inexplicablemente estaba delante de mí,mirándomeasombradoyconlosojosbrillantes.
—¿Tegustaestacanción,Crowell?Noesperómirespuesta.—Porquedebería.Esunadelasbuenas.Traguésaliva.—Parecequelahayaescritounacosador.Élserio.—Nosabesinterpretarlaletra.Significamuchomás.Escucha.Me sentí desesperada, nopodía hablar, algomehabía sucedidodurante el
trance. Pormás que lo intentara, nada salía demi boca. Todo era demasiadoextraño.
«How my poor heart aches with every step you take —cantó con unamelodiosavozquenuncahabíaoído.Susbrillantesojosnegros estaban sobremí,observándomeconintensidad.Derepente,sentíunpinchazoenelcorazón.Quiseretrocederporsiél intentaba jugarmeunamalapasada,peronoparecíatenerintencióndehacerlo,y,detodosmodos,sentíaunaextrañasensaciónenelestómagoquemehacíaquererpermanecerahí,conél.Asíquemequedépegadaalsuelo,observándoloatansolounoscentímetrosdemí.Estabahelada.Penséque tal vez quería intimidarme, perome sentía extrañamente cómoda con sucover inesperada y él solo estaba disfrutando de la canción.Aaron tomó unabocanadadeaireysusojossetornaronvidriosos—.Sinceyou’vegoneI’vebeenlostwithoutatrace…»
Nopudocontinuar.Sequedóensilencio,mirándome.—Eh, ¿qué pasa?—pregunté con un hilo de voz, pero ambos decidimos
ignorarlo y me pareció la mejor decisión—. Lo estabas haciendo genial, nosabíaquecantabas.
Intentéquitarlehierro al asunto.Aaronbajó lamirada,derrotado.Losdosestábamos disfrutando del momento y era evidente que nos sentíamosincómodos.
—Porsupuestoqueno.Nolosabes—susurró.—¿Quéhasdicho?—interrogué,conunaceja levantada.Pocoapocomis
músculosrecuperaronsufuerza.—Esto…¿puedes…quieresbailarconmigo,Anna?
Abrílosojoscomoplatos,sorprendida.—Si esto es alguna especie de broma tuya…—empecé a decir, molesta.
PeroAaronmesilencióymetomódelamanosinpedirmepermiso.Fuiincapazdeapartarme.
—Noloes.Bailaconmigo.—Nosébailar—dije,ytraguésalivacondisimulo.—Mientes.Él se rio y se pegó ami cuerpo. Su risa era diferente; no parecía que se
estuvieraburlandodemí,sinoqueloestabapasandobien.Sushombrosestabanrígidosyfirmes,aunqueparecíaquetratabaderelajarse.Meagarrabadeformainsegura,temblorosa.Susdedosrozaronmicinturaycontuvolarespiración.Nodije nada, porque parecía demasiado concentrado en lo que estaba haciendo,incluso nervioso y desesperado. Yo sentía que era otra persona y ansiaba elcontactodesupiel.Eraconfusoydesgarrador,porqueyoodiabaaAarondesdequeloconocí…No.PenséenCaleb.Penséqueeraél.
Inhalé y lo contuve enmis pulmones cuando las yemas de sus dedosmepresionaron delicadamente la cintura. Pensé que tal vez creía que iba aromperme si hacía demasiada fuerza. Solté el aire y me dejé llevar por lamúsica. Aaron por fin pudo poner sus manos por completo en mi cintura,aunque todavía se notaba el miedo que había en sus movimientosdescoordinados.Diounpasomásynosquedamospegadoselunoalotro.Sentícómo su aliento pasaba cerca demi boca y, luego, noté su respiración enmicabello.
Suspiré.Y,depronto,meolvidédeCaleb.Unolorajabónimpregnabalaestancia;eraunaromasuaveydelicado.EraAaron,noCaleb.Esoloteníabienclaro.Vacilante,Aaroncomenzóabailar.Alprincipio,ledivariospisotonesyse
burlódemí,peronomedejótanfácilmente.Puselosojosenblancoeintentéapartarme,perotiródemíparaterminarloquehabíamosiniciado.Mellevóalcompás de la música hasta que mis pies empezaron a moverse siguiendo elritmo.Aaronsemovíabastantebien.Parecíaunbailarínprofesional.
¿Quiénlohabríadicho?Ambosreímoscuandotratódecambiarelritmo,dándomeunavuelta.Como
eradeesperar,fueunfracaso.Rompimosareíracarcajadasypreferimosvolverabailarlento.Susmanosvolvieronamicinturaysonrió,satisfecho.
—Esmicanciónfavorita—medijoaloídoencuantotuvoocasión.Yo asentí, feliz de que me diera más información sobre él. Cuando la
canción estaba a punto de terminar, me apartó con suavidad y delicadeza.Nuestrosojosbrillaban.
Me sentía extrañamente feliz por haber compartido un momento así conAaron.
—¿QuéhayentretúyHighSchoolMusical?Mereí.—Su nombre es Caleb —le corregí, esbozando una gran sonrisa. Sin
embargo,nopareciógustarleque lohiciera,porquefruncióelceñoyvolvióaponerse serio. Se alejó lo bastante de mí para volver a darme mi espacio ymirarmemejor.Avecescreíaqueintentabaleermelamenteoalgoasí,consumiradaabrasadoraeintimidante—.Ynohaynada,siesloquequieressaber.
—Legustas—respondióenunsusurro.Micorazónlatióconfuerza.¿Noshabíaestadoespiando?¡Esoyaeraelcolmo!—¿Cómolosabes?—¿Quémástehadicho,Anna?Mehirviólasangre.—Esoesalgoquenoteincumbe.—Anna…—empezó a decir—. Tendrás que irte en algún momento. Lo
sabes,notequedamuchotiempo,yesmejorquevuestraconexiónnosevuelvamás fuerte. Si quieres un consejo, te sugiero que te alejes de él tanto comopuedas,deverdad…Noteencariñesconél.LoquesucedióconHannahyAlexnoesalgoquepuedavolvera repetirse.No intentescambiaralgoqueyaestáescrito.TúeresunfantasmayCaleb,unhumano,notodaslashistoriasdeamorterminanbien.Nopuedes…enamorarte.Ymenosahoraquetienesotramisión.
Neguéconlacabeza.—¿Por qué tienes que ser tan horrible? ¿Quién te hizo tanto daño? —
pregunté, sofocada.LasheridasqueAaronmehacíacadavezmedolíanmás.Erauninsensible.
—Solointentoprotegerte.—Diounlargosuspiro.Parecíatandolidocomoyo—.Noteenamores,Anna.Eslopeorquepuedeshacer.Tutiempoyasehaterminado,ahoratienesotras…prioridades.
—Elamornopuedeevitarse.Aarontragósaliva.
—Créeme,soyplenamenteconscientedeeso—respondió.—Vete—gruñíconmolestia.Los ojos deAaron se oscurecieron. Resopló, susurró algo que no oí y se
acercó a mí, esta vez con más seguridad, sin vacilar. No me dio tiempo deretroceder ni de agarrar nada para golpearlo, aunque eso no iba a ayudarmedemasiado.
—¿Quévasahacerme?—loretéunavezlotuvedelante.—Tehasdespeinado.Meagarróunmechóndecabelloymelorecolocódetrásdelaoreja.Apreté
los puños amis costados para contenermey no darle un puñetazo en la cara,aunqueganasnomefaltaban.Sentíaquelasangremehervíayteníalasorejascalientes. Seguramente tenía la cara roja. Ni siquiera las luces de colores loocultarían.
Y,entonces,Aaronhizoalgoquenomeesperaba.Mediounbesoenlamejilla.Cuandoparpadeéyvolvíaabrirlosojos,viaCalebdelantedemí,conlos
ojosabiertosdeparenpareinexpresivo.Aaronleestabadandolaespaldaymesujetaba por la cintura. Me moría de ganas de pegar a Aaron, pero Calebmanteníasusojosfirmesennosotrosdos.Todosucedióacámaralenta.Aaronseapartódemíconunaligerasonrisaenloslabios.
—Vaya,creoqueinterrumpo.Caleb se dio la vuelta para volver por donde había entrado sin esperar ni
pedirunaexplicación,queabsolutamentemerecía.Sentíquemeardíaelestómago.Aaronmemirabacondiversión.Legustabamolestarmecomoanadie.Yo
erasujuguetefavorito.—Tú…—loacuséconlamirada.Aaronesbozóunaampliasonrisa,comosi
noleimportaranadadeloquehabíasucedido.EstabaclaroquesabíaqueCalebseaproximaba.Todoformabapartedesuplanparaalejarmedelchicoquemegustaba.
Eraengreído,egoístaeinsufrible.—Teveomañanaenelentrenamiento—medijoconunguiñoelectrizante.—Si pudiera matarte, créeme que no dudaría en hacerlo. Lástima que
alguienlohizoantespormí—respondí,apretandolamandíbula.MezafédesuagarreconunempujónyechéacorrertrasCaleb.
Aaron se quedó en medio del salón, sonriendo, aunque yo sabía
perfectamente que en cuanto lo había atravesado y lo había dejado atrás, sehabíaformadounamuecaensurostro.
Peroloignoré.Yamelaspagaría.
Capítulodieciséis
Calebnoquisohablarconmigo.Estabamuyenfadadoconmigoyyonosabíacómoexplicarleloquehabíapasado.LanocheperfectasehabíaconvertidoenuninfiernograciasaAaron.Sehabíanegadotodalanocheybuenapartedelamadrugada a escucharme. Yo le había insistido en que no había nada entrenosotrosyquenosllevábamosbastantemal.Peroesonolohabíaconvencido,así que tenía que seguir insistiendo para queme creyera. Sabía que lo habíadecepcionado,y¿cómono,despuésdetodoloquehabíahechopormí?
Aaronsehabíaconvertidoenmipeorpesadilla.Suspiré y esperé a que fuera mediodía para ir hasta donde Marissa me
llevaríaparamiprimer«entrenamiento».Adecirverdad,nomeemocionabaenabsoluto,peromerelajéypenséenidearunnuevoplanquellevaríaacabomuypronto. Aquella no era mi pelea y no dejaría de lado mi misión por estarpensandoenotrascosasquenomellevaríananada.Losúltimosdíasmehabíadistraído y alejado de mi objetivo: averiguar qué me había ocurrido. Ahoraparecía casi imposible hablar conHannahyAlex, y sospechaba que se traíanalgoentremanos.Calebestabamolestoconmigoydeningunamaneralepediríaque ledijeraaHannahyaAlexqueyoseguíaallí.Puedequepensaraque lohabíaestadoutilizando,yesonoeracierto.Teníaqueesperarunpocomáshastaquelascosassecalmaran.
Inspiréymetumbéenelsillónrojo.Dabalasensacióndequeelsalónerami territorio; nadie entraba, y esome parecía perfecto. La verdad era que noestabadehumorparahablarconnadie,nisiquieraconMarissa.
Me acosté bocabajo y empecé a dibujar las orillas del sillón que podíaalcanzar con las yemas de los dedos, mientras mi mente volaba entre nubes
llenas de ideas que, al final, no me llevaban a ningún lado. Me sentía unafracasada.
Suspiré. Tal vez podría encerrarme allí para siempre y no ir alentrenamiento.SeríacomodarleaAarondesupropiamedicina.Hacerloesperarpodríamolestarlebastante,yesoerajustoloquequería.
Cuando me fijé en el reloj, me di cuenta de que todavía era demasiadotemprano;faltabancuatrohorasparaelmediodía,Calebdebíadeestarllegandoa la escuela y Aaron debía de estar quién sabe dónde. En realidad no meimportaba, pero no quería toparme con él después de lo que había sucedido.DecidíenelúltimomomentovisitaraRosieparasaberporquéhabíaenviadoaCalebaeselugar.Aesebarriodondecasimecapturaron.¿Acasoellasehabíapercatadodequemehabíanestadopersiguiendo?
Negué. Probablemente Rosie ni siquiera supiera su nombre. Seguía en laruina,comotodoslosmiembrosdelafamiliaCrowellesperaban.Mealegrabaunpoco,aunquetambiénmesentíamalporella.AligualqueHannah,creíaquedebíaprotegeramimadre.Alfinyalcabo,apesardequehabíaacabadoconmivida,tambiénmelahabíadado.
—¿Teimportasientro?Escuchéunavozalolejos,diunrespingoporlasorpresaycuandovolvía
reproducirlavozquemehabíahablado,mealegrédequesetratasedeunavozfemenina.Merelajé,melevantédeunsaltoyviloscabellosrojizosdeMarissa.Su cuerpo delgado estaba apoyado en el marco de la puerta. Parecíaincreíblementeligero.
—No,paranada.Adelante.Entrómirándomeconlosojosentrecerrados.—¿Enquépiensas?Parecestriste.—En nada…—Me encogí de hombros y volví a sentarme en el sillón,
tratando de ocultar cualquier señal que pudiera hacerle pensar que queríalargarmedeallí—.QueríahacerleunavisitaaRosie.
Ellalevantólascejas.—¿Tumadre?Asentí.—Puesnosé,Anna…Noparecíaestardemasiadodeacuerdoconlaidea.Aunquenohabíahecho
ninguna mueca, se la veía un poco disgustada. Sabía que estaba analizandomentalmenteesaposiblesituación.
—¿Porqué?—Creoqueesmejorquenotevea.Podría…retrasarelprocesodemejora.
Sisigueviéndote,pensaráquesiguesvivaysucerebronolepermitirámostrarloqueverdaderamentesucedió.
—Nuncaserecuperarádesutrastorno…—Anna,silaves,esprobablequeRosiesigapensandoqueestásviva,yno
loestás.Resoplé.—Enrealidad,esoes loque tratodeaveriguar.Noséquémeocurrió.No
tengoningún recuerdo tras el incendio.Novininguna imagendemivida, notuve ningún flashback. Sé que en la tumba no hay nadie ni nada porque noencontraronmicuerpo.Lapolicíacreequemicuerpoquedóreducidoacenizas.
No me costó pronunciar aquellas palabras. Había estado esperando elmomentoperfectoparasoltarloqueguardabaenmiinterior.
—Ay,Anna—secompadeció.—Creoquepodríaestarviva.—¿ComoAlex?Asentíconlacabeza.—¿Tienesesperanza?—mepreguntó.—Sino,nadadeestotieneexplicación.—Podríasdesilusionartesinoesasí.De pronto, Marissa parecía menor que yo. Se llevó las uñas a la boca,
jugueteaba con su cabello cada vez que tenía oportunidad y fruncía el ceñocuandonocomprendíaalgo.Estabavisiblementenerviosa.
—¿Túquéopinas?—pregunté.—¿Yo?—Sí.Ellatomóaireylevantóloshombrosmientrasparpadeaba.—Puesnolosé.Nosotrosnosabemosquétesucedióenrealidad,solouna
parte de la historia, nada más. No te ofendas, pero el caso de Alex fue unaexcepciónynocreemosquealgoasípuedavolveraocurrir.Tepuedodecirquetodos los que estamos aquí estamosmuertos. Ya no hay vuelta atrás, tal vezdeberías hacerte a la idea. Tu lugar está aquí y no tienes ningún asuntopendienteenelmundodelosvivos.¿Nocreesqueeresdemásutilidadaquí?
Su tono de voz había cambiado y ambas nos habíamos dado cuenta.
Enseguida, y con las mejillas enrojecidas, me levanté. No me había gustadonadaloquehabíadadoaentender.
—Creoqueserámejorquemevaya.—Anna…—intentólevantarseparadetenerme.—Lohepillado.—Noqueríadecireso,Anna.Losiento.Peroerademasiadotardeparadarmelavueltaydecirlequenopasabanada.
Crucé la puerta y su voz se convirtió en un susurro lejano.Acto seguido,medirigíhaciadondeseencontrabahospitalizadaRosie.
De camino por el pasillo,me topé con Johanna. Llevaba su cabello rubiopeinadoenunacoletaaltaylosrizoslecaíancomounacascadasedosa.Vestíaunospantalonesdeportivosyuntopnegroquedejabaaldescubiertosuvientreblanco, casi transparente. En cuanto me vio acercarse, echó a correr paraalcanzarme.
—¿Anna?¡Espera!Medetuveensecoyesperéaquehablara.Lacarrerano lehabíaafectado
para nada; en cambio, yo estaba fatigada. Además, estaba que echaba humo,peroesonosignificabaqueme fueraadesquitarconella;nomehabíahechonada.
Toméaireeintentérelajarme.—¿Quésucede?—pregunté.Parecíaignorarloquehabíaocurridojustounosinstantesantesyteníauna
sonrisa perfecta dibujada en el rostro. Se la veía animada, pero no me dejécontagiarporsuentusiasmo.Tratédenosonreír,porquesabíaqueloúnicoqueapareceríaenmirostroenesemomentoseríaunamuecadedisgusto.
—Yo,eh…hola—saludóconnerviosismo,aunquelasonrisaseguíaahí—.Estabaapuntodeirabuscarte.Quésuertequetehayaencontradoaquí.Aaronmehadichoquepodéisempezarelentrenamientoahora,porquemástardetienecosasquehaceryqueríasabersitúpodíasempezarantesdeloacordadoysitesientesmáscómodaasí.
Entrecerrélosojos.Estabaseguradequeesasnoeranlaspalabrasquehabíaempleado Aaron. Probablemente su tono había sido mucho más duro, y nisiquierame habría preguntado sime sentía cómoda cambiando el horario delentrenamiento.Mehabríaobligadoahacerlo.PordentroagradecíaJohannaelesfuerzodecambiarunpocolaversiónenlugardedarmeelavisodirectamente.
Accedísoloporunarazón.
—Meparecegenial.Ellaasintióyrelajóloshombros.—¡Qué bien!—Esbozó una sonrisa todavíamás amplia y sincera—.Voy
contigo,sinoteimporta.—Adelante.Empecé a caminar, pero, al no escuchar ninguna pisada cerca de mí, me
detuve.Medilavuelta.Johannaparecíaconfusa.—¿Quépasa?Ellavaciló.—Esque…¿novasacambiarte?Apuntóamiropaconeldedoíndicemientrasseformabaunamuecaensu
rostro. Bajé lamirada yme di cuenta de que llevaba unos vaqueros bastanteajustados y un suéter rosa de felpa, y debajo del suéter vestía una blusa detirantesdelmismocolor.Miszapatos,aunqueparecíandeportivos,no loeran.Noobstante, no consideraba que debiera cambiarme.Al fin y al cabo, era unfantasma…
—Sí,¿creesquevoymal?—preguntéconcalma.Johanna no parecía ser de esas chicas que se burlaban de las demás, pero
estabaseguradeque,envida,habíatenidounbuensentidodelamoda,apartedequeeramuyguapa.Másalládequelasdoséramosrubiasyteníamoselpelorizado, no nos parecíamos en nada. Los rasgos y las facciones de nuestrosrostros eran diferentes; ella tenía la cara redonda y llamativa, sus ojos erangrandes y profundos, le destacaban los pómulos y su perfil parecía el de unamuñecaacabadadediseñar.AunqueJohannateníaunabonitafiguracurvilínea,eramásanchaqueyo;suscaderaseranmásgrandesquelasmíasysuspiernasmáscortas;dehechoeraunoscincocentímetrosmáspequeñaqueyo.Yoeramássimpleymenosagraciada.
VeíaenlosojosverdeesmeraldadeJohannaqueteníalaintencióndesermiamiga.
—Pues… Creo que algo de lo mío te quedaría bien. Tengo conjuntosdeportivosquepodríangustarte.
—Nocreoqueseanecesario.Soloesunentrenamiento.Viladecepciónensurostro.—Tengoalgunosrosasypúrpuras.Heoídoqueestucolorfavorito.Resoplé.—Bueno,creoquenomevendríanadamaluncambio,¿verdad?
Susonrisa seensanchó.Mecogióde lamanosinningunapreocupaciónytiródemíparavolverporelpasilloqueacabábamosderecorrer.Imaginabaqueíbamosa suhabitación, si esque la tenía.Aunquea ciencia cierta,no leveíasentidoalhechodetenerunahabitación,puesyanolanecesitábamos…
Puedequefueseporlacostumbre.Cruzamosvariaspuertashastallegaraunaconelnúmerocincuenta,comosi
fueraunaclasedehoteloalgoasí.Johannalehabíadadosutoqueespecialalnúmero pintándolo de colores pastel. Entonces, atravesamos la puerta y mesorprendí. Parecía que habíamos entrado a otro mundo. Era una habitacióncompletamenteblanca con lámparasde cristal y cuadrosde coloresbrillantes.De no haber sido por la ventana de madera podrida y las vistas al campodesiertoyquemado,habríadichoqueestabaenuncastillo.Parecíalahabitacióndeunmiembrodelarealeza.
—¿Lahasadornadotú?Ellaasintió.—¿Acasoerasunaprincesa?Negó entre risas y se dirigió a un armario que se encontraba cerca de la
ventana.—No. He robado un par de cosas para ponerlas aquí. Siempre quise una
habitaciónasí.Habríasidogenialserunaprincesa,ynounastripper.Surespuestametomóporsorpresa;nuncamelohabríaimaginado.—¿Tehicierondaño?—pregunté.—Bueno…Novalelapenahablardeello.Asentí sin querer preguntar nada más. Johanna no quería hablar más del
temayyonoibaainsistirle.—Mira,¿tegustaeste?Memostró un pantalón de licra rosa con una raya blanca a un costado, a
juegoconunachaquetadelmismocolorconuncierreblanco.Deinmediato,elcolormellamólaatenciónyasentí.
—Creoqueesperfecto.—Saldréparaquetecambies.Sinotegustaelresultado,puedesmirarsite
gustaotro,notengoproblema.Creoquetequedarábien.Asentí.—Gracias,Johanna.Salióde lahabitaciónsin lanzarmeningunamiradaacusatoriaparaqueno
tocara nada.Mequité los vaqueros ymepuse lasmallas de licra.Luego,me
deshice del suéter rosa de felpa y lo tiré al suelo. Me puse uno de los topsblancosdeJohannay,finalmente,lachaqueta.Amiespalda,habíaalgocubiertoconunasábanablancaynodudéenquitarladeuntirón.Escuchéelfrufrúdelatela y se levantó una nube de polvo.Tosí un par de veces y cuando el polvopareciódarmetregua,mecentréenloqueacababadedescubrir.Eraunespejo,ysí,mireflejoestabaahí.Estabapáliday,alvermelosojos,parecíacansada;sinembargo,noteníaojeras.Meveíamásjoven;teníalapielbrillanteylimpia,yelcabelloalborotado.
Peroalgonomegustaba.Teníaunaspectoinfantil.Yyoyanoeraunaniña.Quería creer que, durante el cambio, me había vuelto madura y estaba
tomandodecisionespormímisma,queyanadiemedabaórdenesyquepodíahacerloqueyoquisiera.Yanoteníaporquéfingirqueelcolorrosaerapartedemí,nodebíaactuarcomounaniñamalcriada.Aunquenuncalohabíasido,sabíaquelosCrowell teníanesaideasobremí.MehabíatocadointerpretarelpapeldelaadorableAnnaCrowell,quelerobabaloscaramelosaAlexcuandoéramospequeños.Perotodoesohabíaacabado.Calebsehabíareídoenunprincipiopormiscolorespastel.Aunquenolohabíahechoconla intencióndeherirme,mehabíarecordadotodoloquehabíasidoparalosCrowell:unaniñatontaquesedejabamanipular.
No iba apermitir quenadiemás seburlarademíyme infravalorara.Lascosasibanacambiardeunavezportodas.
Fui al armario y busqué algo que me llamara la atención, algo que mesorprendieratantoamícomoalosdemás.Estabadispuestaacambiarydejardeserlachicaqueseguíaórdenes.Mepusederodillasparabuscarropadeportivaen lascajasquehabíaenelcuarto.Por suerte, Johanna teníavariosconjuntosquepodríanservirme.Cogítodoslosqueviyloslancéalacama.Impacienteyansiosa,analicécadaconjuntoparaencontraralgodemiagrado.Levantéunasmallas de licra roja que descarté enseguida; la cosa era causar impresión, nohumillarme. Saqué más ropa de color pastel, hasta que al final apareció unpantalóndecolornegro.Meloenfundéenunabrirycerrardeojos.Después,busquéun topnegro como el de Johanna.No fue difícil encontrar uno: habíadecenasdeellos.Hedeconfesarquepreferíponermeunoqueteníaunrellenopara realzar el pecho. Tampoco era que tuvieramuchos atributos.Me reí pordentro,porque,segúnrecordaba,habíaempezadoausarsujetadorcuandoteníatreceaños,pero,entonces,todoelmundocreíaqueteníaunosdiez.Mepuseeltop completamente negro junto con una pequeña paloma blanca justo donde
debíadeestarmicorazónymefijéenmisbrazospálidos.EsperabanotenerquequitarmelachaquetaparaevitarunaburladeAaron.
Despuésmepuseunachaquetadelmismocoloroscuroylaabrochéhastaelpecho. Cuandomemiré en el espejo,me di cuenta de quemi figura parecíadiferente.Inclusoyomesentíadiferente.Ahoramiscurvaseranmásevidentes,era más voluptuosa y parecía más alta. Mis piernas estaban perfectamentetorneadas.Apesardequemeconsiderabadelgadacomounfideo,lachicaquehabíaenelespejonoseparecíaalaAnnaCrowelldesiempre.Peronobajélamirada.Seguícontemplandomireflejo,intentandoconvencermedequeerayo.Jamásmehabíamiradoenelespejodurantetantotiempo.
Escuchéunossuavesgolpesenlapuerta.Parpadeéparavolveralarealidadycaminéhastalacamaparasentarmeenelborde.
—Un momento —pedí mientras me ponía las zapatillas deportivas, quetambiénmequedabanjustas.Melasabrochéydiunsalto.Depronto,sentíqueteníaunaposturamáserguida.
—Yapuedesentrar—añadí.La puerta se abrió y, en cuanto Johanna entró, escuché un chillido de
emoción.—Mírate.—Tuvoquedarunavueltaamialrededorparaasegurarsedeque
erayo.Susojosestabanbrillandoporlasorpresayyosonreíaporquetampocopodíacreerquealgo tan insignificantehubierasupuestouncambio tangrande—.Estásincreíble.Selescaerálababa,Anna.
—Noexageres—dije.—Solotefaltaalgo.—¿Qué?Fuehaciaunodeloscajonesysacóuncoletero.Loestiróparaqueloviera
mientraslevantabalascejas.—Tienesqueatarteelcabello.—Nuncalohehecho—respondí,vacilante.Llevarelcabellosueltomedaba
cierta seguridad porque me permitía ocultarme el rostro. Era una especie decortinaquemeapartabadelosdemás,y llevarlorecogidosignificabanotenerningúnrefugiocuandoquisieraescapar.
—Seguroquenuncaantestehabíaspuestounmodelitoasíy,mira,tequedafenomenal.
Suspiré.—Estábien…—contesté,ypuselosojosenblanco.
Elladiounsaltomientrassonreía.—¡Deja que te peine yo!—dijo, y se abalanzó sobre mí—. Te haré una
coletalomásnaturalposible.Mereí.El resultadomegustó.Paramisorpresa, lacoletanoestabaestiradacomo
las que se hacíanRosie oRebecca cuando iban a un evento formal; tenía unaspectonatural.Nadadeestirar lapielconpasadoresni lacaparamantener lacoleta alta y perfecta. Unos cuantos mechones se salían del peinado y merozabanlasorejas.Porsuerte,losrizoshabíancooperadoysehabíanadaptadoperfectamentealpeinadodeJohanna,queparecíaestarmásemocionadaqueyo.
—Sifuerauntío,tumodelitoyaestaríaenelsuelo—medijomientrasmeobservabaenelespejo.Johanna estaba detrás de mí, sonriendo con satisfacción por su increíble
trabajo.Recogímisuéter,queseguíaenelsuelo,debajodemiszapatos,yselolancéalacaratanrápidoquelefueimposibleesquivarlo.Ellaserio.
—Venga,vámonos.Asintió y salimos de la habitación. Al caminar por el pasillo, escuché el
murmullo de varios fantasmas que pasaban a nuestro lado. Al verme, sedeteníanunossegundosparamirarnos.Escuchéminombreentresusurrosquese preguntaban si era yo y seguí avanzando con seguridad. Todo erancumplidos.Johannasehabíaaferradoamibrazomientrascaminábamosjuntas.Unassemanasantesmehabríamolestadoquealguiensehubieratomadotantaslibertadesconmigotanpronto,perolaverdaderaquemesentíamuycómodaensucompañía.
—QuieroverlacaradeAaron.—¿Aaron?—pregunté.Johannaseencogiódehombros.—Claro,eselquemásrencorteguarda.
***
Cuando salimos de la mansión, fuimos hacia las montañas. Subimos por uncerro enorme que parecía no tener fin. Afortunadamente, utilizamos nuestrospoderesfantasmalesyllegamosantesdeloesperado.Lasplantasestabanverdesyensumáximoesplendor.Elsolsereflejabaenelhorizonteycubríalamayorparte de los cerros.Me dejé llevar por Johanna, que parecía conocer el lugar
mejor que yo, hasta que llegamos a un camino cubierto de hierba y tierra.Después,elcaminosefueensanchandohastaconvertirseenunenormecampode césped perfectamente verde con árboles podados alrededor. En algunoslugareshabíacírculosdetierra,dondecientosdehormigassedesplazabancondelgadashojassobresuscabezas.Calculabaqueenaquelenormeterrenocabíanunoscientocincuentacoches.Enelcentro,viaAaronydoschicosmás,igualdejóvenesqueél.
EranDavidyThomas,losmismoschicosfuertesyaltosquehabíanestadovigilandoaLilithenlahabitaciónenlaquehabíasidoencerrada.Davidjugabaconunapelotadebéisbol,yThomasyAaronmedabanlaespalda.Parecíaestarhablandodealgointeresante.
—Desabróchatelachaqueta—mesugirióJohannaenunsusurro.Noséporquélehicecaso,peromebajélacremallera,dejandovermitopy
buena parte de mi vientre. Me puse demasiado nerviosa cuando los chicoscomenzaronagirarlacabezahacianosotrasynopensabaconclaridad.
MientrasavanzabahaciaAaron,sentíuncosquilleoenelestómago.Marissay Lilith estaban allí, sentadas en una de lasmil ramas de los árboles que seencontrabancerca.Mesorprendíalverquenosoloestabanellas,sinotambiénelejércitocompletodelosfantasmas.Ytodosmeobservaban.ApesardequeJohannaestabaamilado,dándomeapoyomoral,mesentíacompletamentesola,porque ningunode los ojos lamiraban ella, sino amí.He de admitir quemesentíabiensiendoelcentrodeatención.
Davidmecontemplóconunasonrisamacabra.Dejódejugarconlapelotayasintió con la cabezapara llamar la atencióndeAaronyThomas.Este fue elprimeroendarselavuelta,yaqueAaronseencontrababastantetensoyocupadoen sus asuntos. Veía sus omoplatos duros y contraídos debajo de su camisanegra.Nohabíadudadequecuantomásguapos,másarrogantes.
Mantuveelmentónlevantadosiguiendomicamino,queparecíaeternoentretantomurmullo,hastaqueAaronsegiró.
Entonces, sus ojos se posaron en mí y tuve la sensación de que medesvanecía.Laspiernasmetemblaronymesentíbastanteestúpidaporcreerqueun conjunto deportivo negro me cambiaría la vida. Aaron estaba quieto,observandomisandares,algodescoordinados.Johannamesusurróalgo,peronoloalcancéaescucharporqueestabahechizadapor losojosnegroazabachedeAaron.Nohabía ninguna expresión en su rostroquepudiera dejarmever quépensaba, y eso me frustraba. Porque no sabía si sentirme bien o sentirme
humillada.Menudaestúpida.Me detuve antes de llegar hasta ellos. Tanto David como Thomas me
mirabandearribaabajoconuna sonrisaenel rostro.Menudos sinvergüenzas.Eranigualquesulíder.
De pronto, Johanna ya no estaba a mi lado. Parpadeé, pensando en quémomento se había apartado demí.Mi confusión llamaba la atención, así quealcélavista,intentandoocultarmidesconciertoyviquealosdossubordinadosdeAaronselesmovíaelcabellodebidoaunafuerteráfagadelviento.
Mipelotambiénsesacudió.Aaron dio unos pasos hasta mí y todos se quedaron en silencio,
observándonos.—¿Quéintentas?—mepreguntóconelceñofruncido.Él,alcontrarioquelosdemás,noparecíaafectadopormivestimenta,sino
algoincómodo.Noentendíaaquéveníamicambiorepentino.Fruncíelceño,enseñaldedesagrado.—No voy a distraer a tu ejército para ponerlos en tu contra, si es lo que
piensas.Hevenidoaentrenar,yJohannameayudóconlaropa;nopodíausarlos vaqueros—expliqué sinmuchos rodeos, aunque él no parecía demasiadoconvencido—.¿Quéhaydemaloeneso?
Élentrecerrólosojos,comosicreyeraquementía,peroalnocaptarnada,sedioporvencidoysegiró.
—Hagamosestorápido.Johanna estaba subida sobre uno de los árboles. Me dio ánimos para mi
primerentrenamiento.Hastaesemomento,nosemehabíaocurridopreguntarlesisabíaalgodeloqueíbamosahacer,almenosparaestarpreparada,peroyaera demasiado tarde. Estábamos a unos minutos de empezar y todos estabanemocionadosporver…loquefueraahacerenelprimerentrenamiento.
David y Thomas se alejaron bastante. Aaron estaba tenso y parecíapreparado.Yonosabíaquéesperar,asíquesolocerrélospuñosconfuerzaporsiqueríapelear.Habíaidoaclasesdedefensapersonal,peronuncahabíaestadoenpeligro.Alfinyalcabo,nosalíademasiado.
—¿Cómofuetucita?¿Osbesasteisporfin?Apretélamandíbula.—Hagamosestorápido—repetílasmismaspalabrasqueélmehabíadicho,
ignorandoporcompletosupregunta.
—Creoqueno—seburlóDavidasusespaldas.Lofulminéconlamirada.Seguramenteleshabíahabladodemirelacióncon
Caleb.Noibaapermitirquenadieseentrometieseenmisasuntospersonales.—Ponteahí.Meseñalóuncírculodetierradondecabíaperfectamente.Meplantédondemehabíaindicadoyseguíapretandolospuñosporsime
tomabaporsorpresa.—Bueno, Anna, los fantasmas somos invisibles, ¿verdad? Muy pocas
personasnospuedenver,ysabemosqueaquellaspersonasquenosven tienenunaconexiónconnosotros,asíquedeningunamaneralespodemoshacerdaño.
Asentí.—Sin embargo, nosotros no pelearemos con humanos. Pelearemos con
fantasmas. Ellos sí que nos pueden ver, lo cual son malas noticias. Pero,afortunadamente, gracias a nuestro amigo Alan, conocemos un truco quepodemosaplicar.Podemosvolvernosinvisiblesparaellostambién,asíqueestonosdaráunagranventaja.Noobstante,antesdeenseñarteestetruco,tienesqueprometerquenodirásnadadeestoanadie.
Antesdequepudieravolverahablar,Davidseacercóaélylediounacajaqueparecíateneralgocalientedentro,porquedesprendíamuchovapor.
—Debesteneralgoquesimbolicequeeresunadelosnuestrosyquevasaluchardenuestrolado.—Metiólamanoenlacajaysacóunanillodeoroconunnúmerograbado,eraunceroyununo;elceroestabaalaizquierdayelunoaladerecha.Eranmuypequeños,perosedistinguían.
—Siestásdeacuerdo,ponteesteanillo.CuandogiréelrostroparamiraraJohanna,medicuentadequeellatambién
llevaba uno. Entoces, observé a todos los que estaban a mi alrededor: todosllevabanunanilloconunnúmerograbado.
Toméelanilloconfirmezaymelopusesintemblar.Sentíaelzumbidodeloslatidosdemicorazónenlacabeza.Derepente,todoscomenzaronaaplaudir.DavidseapartóyAaronsonrió.—Bienvenida,Anna.—Gracias—murmuré.Después,iniciamoselentrenamiento.—Quieroqueintentesgolpearme—pidió—.Dondequieras.
Asentí,gustosa.—Esoseráfácil.Apretélospuñosconfuerzaynodudéenlevantarlosparaasestarleunbuen
golpe, pero en ese momento desapareció. Parpadeé, confundida. Entoncescomprendí lo que había querido decir con que tenían un truco para que losdemásfantasmasnonosvieran.
AaronmehablódesdeeltroncodondeestabasentadaJohanna.—Hassidodemasiadolenta.Intentémoslodenuevo.Pero cuando lo repetimos, sucedió lo mismo. Desapareció sin más. Y de
prontoestabaenotroextremodelcampo,esbozandounasonrisasocarrona.—Medoyporvencida.Dimecómohacerlo.—Piensaenalgohumillanteytratadedesaparecercontodastusfuerzas.—¿Solounacosa?—pregunté,levantandolascejas.Élasintió.—Solouna.—¿Yquiéntratarádegolpearme?Serio.—Nadie.Lodelgolpesoloeraparavercómovolabatupequeñopuñoenel
aire.Hasidodivertido.Apretélamandíbulaconfuerzadenuevo.Entonces,me vino un recuerdo demasiado gráfico a lamente. Tenía trece
años y había intentado besar a un chico que me gustaba. Se llamaba Diego.Teníaunabonitasonrisaycompartíaconmigolaschocolatinasquecomprabaenlacafeteríacuandoyomeponíaallorar.Recordabaquelehabíainsistidomuchoa Rebecca para entrar en una escuela normal. Diego era dulce y amableconmigo. Tenía el cabello oscuro y unas gafas grandes y redondas que leocultaban las pecas rosadas que se amontonaban en susmejillas.No eramuyguapo,tampocointeligente,peroeramimejoramigoporaquelentonces.Sabíaque le gustaba, pero era demasiado tímido para decírmelo y nunca se habíaatrevidoadarelprimerpaso.Oalomejoryoibademasiadorápido.Lacosaesquecuandoyolehabíaintentadodarunbesoenlaboca,esperandoquefueraunbesoencantador,miscabellosquedaroncubiertosdebarroymiropa,bañadaenmiel. Alguien me había lanzado un cubo de miel y, aprovechando midistracción,mehabíanempujadoal suelo, llenodebarro a causade la lluvia.Acto seguido, unmontón de hormigas comenzaron a trepar por mi cuerpo ytuvieronquellevarmealhospital.Rebeccamecastigóynomepermitióvolvera
esecolegio.NuncasupenadamásdeDiego,perosíteníaclaroqueélhabíacolaborado
conquienesmehabíagastadoaquellabroma.Aquellomehirió.Aaroncontemplómirostroentristecidoyseaclaró lagargantaparaque lo
mirara.—Nohacefaltaqueseaalgomuytriste,eh—meanimó.Asentí sin hacerlemucho caso yme concentré en la tristeza que sentí en
esos momentos, porque en realidad no había sentido ni odio ni rencor. Soloestaba ilusionada por dar mi primer beso. Y acabó siendo una experienciahorrible.
—Bien,yaquelotienes,ahoratienesquedeseardesaparecercontodastusfuerzas.Seráfácil.Luegolocalizaunpuntodondequierasestar.Terecomiendoque sea cerca, no puedes ir demasiado lejos. Esto no es teletransportación ninadadeeso.Utilizarásdosherramientasenunsolotruco.Cuandodesaparezcas,iráshastaeselugarapie.Perotienesqueserveloz.
Asentí.—Creoquelotengo.Volvíalrecuerdoysentíunpinchazoenelcorazón.Semehizounnudoen
lagarganta,peromeobliguéanollorar.Aquelloeraaguapasadayseguroqueesaspersonasyahabíanpagadoeldaño.Oalmenosesoqueríacreer.
Deseédesaparecer.Cerré losojoscon fuerzay,depronto,mesentí ligera,comosipudieraecharavolar.Cuandovolvíaabrirlos,Aaronestabadelantedemí, pero, por su expresión,medi cuenta de que él nomeobservaba.Fijé losojos en los fantasmas que nos acompañaban y todos miraban curiosos a sualrededorparaverdóndeaparecía.
—Muéveteantesdequecreanquenoshasdejado—susurróAaron.Puse los ojos en blanco. ¿Qué le pasaba a este hombre con las órdenes?
¿Acaso había sido profesor en vida o tenía algún problema? Negué con lacabeza,noentendíacuáleralarazón.Dealgúnmodo,Aaronsabíaqueseguíadepieenelmismolugardondemehabíaplantado.Lehicegestosdedesagrado,peroélnoseinmutó.Aligualquelosdemás,tampocomeveía.
MiréaJohannaymedirigíaellaconpasoveloz.Despuésvolví a aparecerpor artedemagia.Cuando Johannamevio a su
lado,dioungritoymeabrazó.—¡Lohaslogrado!Asentí.Nohabíasidotandifícil.
Aaronmehizoseñasparaquemeacercara.Noeraunodeesoslíderesquetedanlaenhorabuenacuandolograsalgo.Teníaunrostroimpasible.
—Hastardadodemasiado.—Perolohelogrado—repuse.—Intentémoslodenuevo—dijo.Lohiceunavezmás,peroesavezfuimásrápida.Encuantodesaparecí,me
planté detrás de él. No pasaron ni dos segundos cuando vi su espalda tensadelante de mí. Le di dos golpecitos en el hombro derecho para llamar suatención.Aaronsesobresaltóysegiróechandohumo.Memiróconesamiradahabitual quemeatravesabayyo ledevolví el gesto.Por suerte, yameestabaacostumbrandoynomeintimidaba.
—¿Asíomásrápido?—Otravez.Creo que fue lo peor que podría haber dicho. Me hizo repetirlo unas
cuarentavecesmás.Sentíquemeagotabay,alfinal,mimenteyanofuncionabayelrecuerdoyanoparecíatanhumillante.Peroeltrucoseguíafuncionando.Amedida que lo hacía, desparecíanmás fantasmas, las ramas se iban quedandovacíasylasvocesylosmurmulloscomenzabanadisminuir.Enlaúltimaronda,melimitéamirarhacialaramadondeestabaJohanna,queeralaúnicaquemeimportaba.Ellaseguíaahí.
Cuandomegiré para ver quiénmás nos hacía compañía,medi cuenta deque David y Thomas también se habían marchado. Solo quedábamos Aaron,Johannayyo.Aunqueelsoltodavíabrillabaenloalto,yosoloqueríatumbarmeenelsillónyesperaraqueeldíaacabara.
Alcabodeun rato,meconocíael terrenodememoria.Sabíadóndedebíapisar y cuál era el lugar más adecuado para esconderme. Aaron no se habíasentadoenningúnmomento;observabacadapasoquedaba.
Johannaparecíacansadayaburrida,inclusosehabíaacurrucadoeneltroncodel árbol. Se le cerraban los ojos de vez en cuando y trataba de distraersejugandoconlashojasdelosárbolesoconlasramasquecrujíandebajodeella.Por suerte, no podíamos dormir, porque de lo contrario se habría echado unabuenasiestaenmediodelanada.
—Eh,noestásayudando—legrité.—Losiento,Anna—contestóconunasonrisa.—Puedesirte,nohayproblema.Parecequeseguiremosaquíunratomás.Un sentimiento de culpa me invadió. Ahora Johanname seguiría a todas
partesyharíaloqueyolepidiera.Marissamehabíadichoqueyoeraunalíder.MiprimeraaliadaeraJohanna,asícomoAaronteníaaDavidyaThomas.
—Nomeimporta,puedoquedarme.Negué, porque en realidad ella estaba tan asqueada como yo, pero mi
compromisoymisresponsabilidadeserandiferentesalassuyas.—Nosveremosporlanoche.—Bueno,vale…Sebajódeltroncoydesaparecióentrelasramasylamantafrondosadelos
árbolesquenoscubrían.—¿Una nueva amiga?—preguntó Aaron con curiosidad cuando Johanna
estuvolobastantelejosparanoescucharnos.—Sí—dijesinmás—.¿Quieresquelohagaotravez?Élasintió.Lohiceunavezmásyvolvíadondeestabahacíaunossegundos.Después,
nosquedamosensilencio.Susojossequedaronclavadosenlosmíosyresopló.—Tómateundescanso.Teservirá.Nocontesté.Mealejétantocomopudedeél.Mientrascaminaba,mesentí
acalorada yme di cuenta de que aún llevaba la chaqueta puesta.Me la quitérápidamentey,justoenesemomento,mesentíobservada.Nolediimportancia,porquesabíaquesoloqueríamolestarme,comosiempre.
Mesentéjuntoauntronco,apoyélaespaldaenlamaderaycerrélosojos.—Bonito top—oí que me decía al oído. Abrí los ojos y me encontré a
Aaronjuntoamí.—Mehasdichoquetomaraundescanso,noquehablasecontigo.—¿Tanmaltecaigo?—Lomismomepreguntoyo—respondí.—Hagamosunatregua,entonces.—¿Contigo?Nidebroma.Escuchésurisa.Suverdaderarisa.Erabonita.—¿Porquéno?—Porquenomefíodeti.—Nomeconocestodavía—contestóconelceñofruncido.—Noquierohacerlo,detodosmodos.Élsonrió.—Peroyosí,quieroconocerte.
—¿Porqué?¿Mequedabienelnegro?—loreté.Volvióareír.—No,Anna—contestóconseriedad.Sutonodevozhabíacambiadoynoté
unescalofrío.Nosabíaporqué,peronoconfiabaenAaronyensutregua—.Noesporeso.Aunquedebofelicitarteporelcambio,tequedabastantebien.
—Gracias—respondí,nerviosa.—Haréloquemepidascontaldenegociarunatregua,¿deacuerdo?Melopensé.Ahoramismonoteníanadaquepedirle,perosindudaconel
tiempo encontraría algo para hacerle pagar por todos losmalos ratos quemehabíahechopasar.
—Bueno,estábien.Aaronextendiólamano.—¿Haytregua,entonces?Meviforzadaaextenderlamía.—Siemprequenotepasesdelaraya—puntualicé.Sonrió.—Noloharé.De pronto, algo crujió. Levanté la vista, aterrorizada, y vi que una rama
gruesasemecaíaencima.Seguramentealguienhabíaestadosaltandoenlaramahastaqueseseparódeltronco.Notuvetiemponidegritar.
Sentíquemedabanunempujónynotéalgoduroypesadoencimademí…Abrílosojosdegolpeyviquelashojasdelaramaquesehabíacaídoseme
habíanmetidoentreelcabelloyquelagruesaramaestabaaescasoscentímetrosdemí.Cuandomiréalfrente,incapazdemantenerlarespiración,medicuentade que Aaron estaba encima de mí. Sus esculpidos brazos estaban a miscostados,casialaalturademishombros.Altenersurostrotancerca,contemplésusbonitosrasgos.Enesemomentonofruncíaelceñoysuexpresiónarrogantesehabíaesfumado.Subocaestabacercade lamíaysentíuncosquilleoenelestómago.
Me aventuré amirarlo a los ojos yme arrepentí enseguida. Se veíanmásnegros y profundos; su piel morena me obligó a clavar la vista en su rostroperfecto.Eramuyguapo.Demasiado.PeronoeraCaleb,yaquelloestabamal.
Apretélosojosyloapartédeunempujón.—Mejorquemevaya—dije,sacudiéndomelashojasquesehabíanpegado
al conjunto deportivo de Johanna. Aaron se había levantado con muchoesfuerzo,preguntándosequéacababadesuceder.
—Anna…—mellamócuandoagarrélachaqueta.—¿Sí?—SientolodeCaleb.Asentí.—Yotambién.Medilavueltaparamarcharmeynocaerenlatentacióndegirarmeybesar
loslabiosdeAaron.Pero¿enquéestabapensando?¡DeningunamanerabesaríaaAaron!¡Amí
megustabaCaleb!¡Debíahuirdeahí!
Capítulodiecisiete
Acababa de salir del entrenamiento cuando pensé que tal vez Marissa teníarazónynoeramomentoparairaveraRosie.Vermeleafectaríamásdeloqueyopensaba.Silograbarecuperarse,podríarecordarunpocomejorqueyoloquehabía sucedido en el incendio.No era bueno subestimarla, porque era posiblequehubiesevistohastalamásmínimacosa.Asíqueahíestabayo:sentadaenelsillónrojoesperandoaquefueraelmomentocorrectoparavisitaramimadre.
Mequité lachaquetadelconjuntoy la lancéenalgúnlugardelgransalónqueahoramepertenecía.
Nomegustabamucho;talvezdebíadarlemitoqueespecial,comoJohanna.Parecía la estancia de un vampiro. Era demasiado fúnebre y yo prefería loscoloresclaros.
Aunquelaropanomequedabamal,lastelasoscurasquellevabapuestas,dehecho,mostrabanmi edad.A lomejor, con un poco demaquillaje,mi rostropareceríamásexpresivo.MegustabaeldelineadodeJohanna,queleresaltabaelcontornode losojos.Estabaseguradequeamí tambiénmequedaríabien.Probablementeintentaríamaquillarmecuandodescubrirmicuerpodejaradeserunaprioridad.
Meburléenmimente.Losdíassiguientesfueronhorribles.TodaslasmañanasAaronmeesperaba
enelmismolugardondehabíaempezadomientrenamiento.Ahoralaúnicaqueme acompañaba y que observaba el espectáculo era Johanna, que se habíaconvertidoenmiamigayenmimanoderecha.Nosllevábamosbastantebien,incluso me había enseñado unos trucos que Aaron no sabía para que losempleaseenlosentrenamientos.
Lo sorprendí en alguna ocasión gracias a eso. Johanna y yo hacíamos ungran equipo y ella parecía ser fiel. A Lilith no parecía gustarle mucho quefuéramosamigas.Devezencuando,hacíamuecasonosesquivaba,sobretodocuando estábamos juntas. Se mostraba demasiado incómoda y miraba mal aJohanna,comosihubierapasadoalgoentreellas.PerocuandoAaronseuníaanosotras, su rostro resplandecía casi de forma inmediata y no parecía tenerningúnproblemaconnuestrapresencia.Nosabíabiensinoteníaclaroqueeranfantasmasyque su relaciónno iba adurar comoellospensaban.Era absurdosiquiera pensarlo. PeroLilith estaba aferrada a esa idea y ni siquieraMarissaparecíapoderhacerqueentraseenrazón.
Susojos todavía erannegros, algoque recordaba aAaron sudeslealtad alhaberestadoconelotrogrupoenemigo.
Losentrenamientos ibanbien.Estabaaprendiendoadefendermey losdíaspasabancadavezmásrápido.Todosparecíanconocermedeundíaparaotroy,poralgúnmotivoquedesconocía,desdequellevabaelanillogozabadebuenareputación. Caleb trataba de no hablar conmigo y solo me respondía conmonosílabos. Seguíamos buscando mi cuerpo, pero no habíamos dado conningunapistalobastanteinteresante.NohabíanadiemásquepudierasaberloquehabíasucedidoenelincendiosalvoRosie.
Marissaibaalosuyo.Laveíaalgunasvecesycasisiempreeraparahablarde los entrenamientos. No parecía queme ocultara nada; se la veía tranquilapreparando a los demás miembros del grupo. Y aunque parecía agotada, sucuerposeguíafirmeysusojosabiertos.Comounsoldado.ErabuenaconmigoymedefendíacuandoaAaronse leolvidabaquehabíamospactadouna tregua,aunque lo cierto es que cada vez me molestaba menos. Después de haberloganadounascuantasvecesenlosentrenamientos,comenzabaadarsecuentadequeyonoeratandébilcomoélcreía.
En el noveno día de entrenamiento, llegué ami cueva yme tumbé en elsillón.Sentía lospárpadospesadosy lacoletameestiraba lapiel.Mequité lagomaelásticadeuntirónparaliberarmicabelloydejardesentirlapresiónenlacabeza.
Cerrélosojos,sinesperanzasdepoderdormir,ypenséenlosavancesquehabíahecho:ninguno.Rosieseguíaenlasnubesynadapodíahacerqueentraseen razón.Me levanté del sillón, incómoda y tensa por las emociones que sehabíanacumuladodurantetodalasemana.Mecrucédebrazosyesperéaquesemeocurrieraalgoparaavanzarconlamisión.
TendríaquehaberalgunaformadeconvenceraCalebparairaalgúnlugary
aprovecharlaocasiónparadestruirelmuroquesehabíalevantadoentrelosdosdespuésdelosucedidoconAaron.
Peroyoerademasiadoimpaciente.Teníaquehaceralgoya.Debíadejardepensaryactuarantesdequefuera
demasiadotarde.Antesdequeolvidaramáscosas.Melevantéymedirigíhacialapuerta.EsanocheibaavisitaralosCrowell.
Hacíabastantetiempoquenosabíadeellosyestabaimpacienteporsabercómoibansusvidastrasmimuerte.Aunquecreíaquenohabíacambiadonadaytodoseguíaigualqueantes,soloqueahoranoestábamosniRosie,niRebeccaniyo.Aprovecharía también para husmear entre las cosas de Rosie para ver siencontraba algo. Tenía la esperanza de encontrar un certificado de adopción,comohabíahechoAlex,perosabíaqueesonoibaasuceder;meparecíatantoaRosiequenisiquierapodíadudarquefuesemimadre.
FuihastaelpasilloycuandovilahabitacióndeJohannanovaciléenllamaralapuerta.
Tardóunossegundosenresponder.—SoyAnna—susurré juntoa lapuerta,comosialguienestuvieracercay
noquisieraquemeescuchara.Lapuertaseabrió.—Hola—contestóJohanna,mirándomedirectamentealosojos.—Voy a salir, tengo que investigar algo y necesito a alguien que me
acompañe.¿Quieres…?Ni siquiera había terminado de hablar cuando salió de su habitación. La
seguíconlamiradayesbocéunaligerasonrisa.Megustabaquemesiguieraacualquierlugarsinpreguntarnada.
—Vámonos.Tuvequeseguirlaaltroteporquesehabíaalejadodandosaltitos.—¿Cuándomeloibasadecir,Anna?Abrí los ojos, sorprendida. Esperaba que no hubiera visto nada de lo que
había pasado con Aaron el primer día del entrenamiento. Al fin y al cabo,éramos amigas, y debería habérselo contado yo antes de que se enterase porotro.
—¿Qué?—pregunté como si no supiera de lo que hablaba, aunque en elfondosabíaqueloquehabíapasadoconAaronyanoeraunsecretoyqueellalo había visto. Fruncí el ceño para añadir más dramatismo a mi terribleactuación—.¿Dequéhablas?
Mivoz sonaba nerviosa.Nome importaba que supiera que nos habíamosquedadosolosal finalizarelprimerentrenamiento.Acababade llegaryeraelcentrode atención,peronoqueríaque lagente se fijase enmíporquehabíanoído algún rumor sobre Aaron y yo. Solo esperaba que quienquiera que noshubiesevistonohubieramalinterpretadoloocurrido;entreAaronyyonohabíanada.
Johannamediouncodazosuave.—Bueno,puesquenecesitasqueteprestemásconjuntos—respondióconunasonrisacómplice—.Tienesqueadmitirquetuvisteuna
granentrada.Merelajéysentícómomishombroscaían.AlnooírelnombredeAaron
salirdeloslabiosdeJohanna,dejédesentirmemareadayvolvíarespirarconnormalidad.
Sonreí.—Sí,escierto.—Notengoningúnproblema,tequedanmejorqueamí.—¿Porquéteportastanbienconmigo?—pregunté.—Porque lo mereces. No dejes que nadie te haga creer lo contrario.
Sabemos por lo que pasaste, y eresmuy fuerte,Anna.Te admiro.Y, además,quieroqueseasmiamiga.Siemprehequeridotenerunaamigadeverdady,alparecer,tútambién.Asíquenotenemosnadaqueperder.
Durante el camino, Johanna no dejó de hablar yme contó cómo iban lascosasenlacasadondevivíamos.Nohabíanadafueradelonormal.Lamayoríadefantasmaserannovatosqueacababande llegaryquenosabíancuálerasumisiónosimplementelahabíanolvidado.Mesentímuymalporellos.Aligualque por Johanna, porque ella también había olvidado cuál era sumisión. Loúnico que recordaba era que tenía veinte años y que su familia no la queríamucho;noseparecíaasupadreycreíaquesumadrehabíatenidounaaventura.Tambiénrecordabaqueteníadoshermanospequeñosquesemetíanmuchoconella.Tampocolaquerían.
No mencionó nada de su muerte. Se mostró reservada y yo no traté deconvencerlaparaquemelocontara.
Me dijo que Aaron llevaba bastante tiempo allí, que le había costadoestablecersecomoellíderyquenosabíanmuchosobreél,soloqueeramuylealalgrupoyaMarissa,queera la lídermás fuerte.Meconfirmósuedadydijoquenomelotomaracomoalgopersonalsisemostrabamuyfríoconmigoome
hacíaalgúncomentariodespectivo,porqueéleraasí.Tampocosabíadedóndeera, quién era su familia y cómohabía llegado con el grupo.Lo quemásmellamó la atención era que había mantenido una relación con Lilith. CuandovinieronaavisardequeellahabíaregresadoylosojosdeAaronseiluminaron,sospechéquehabíahabidoalgoentreellosdos.
Yoapenashablé.Tampocoteníamuchoquecontar.Sololedijedóndehabíavivido, cómo había sido mi vida, le conté cuáles habían sido mis momentosfelicesyalgunastonteríasquehabíahechocuandoeraniña;soloeranrecuerdos.TambiénlenarréloquehabíasucedidoconlafamiliaCrowellyelinfiernoquehabíavividoconRosieyRebecca.Porúltimo, lehablédel incendioenelquehabíaestado involucradayquemehabía llevadohastaallí. Johanna resoplóymedio ánimos, pero siguió sinhacerningún comentariode sumuerte.Yonoteníaningúnproblemaencontárselo,pueseraunsecretoavoces.
Eraalgoquetodavíaestabaasimilandoyconsiderabaquelosdemástambiéndebíanhacerlo.
Cuando llegamosa lamansión, Johannadiounchillidodeemoción.Se leiluminaronlosojosysedetuvoacontemplarlasgrandesventanas,queestabaniluminadasporquesehabíahechodenochemientrasnosdirigíamosallí.Supuseque le gustaba lo que veía por fuera. Al fin y al cabo, la mansión era muybonita, tenía un enorme jardín y la fuente seguía funcionando; sin embargo,aquellugareraunatumbadesecretos.
Suspiréymepreparéparaentrar.DespuésdelafiestaquehabíaorganizadoHannah,yonohabíavueltoaponerunpieenlamansión.Nocreíaquehubieramuchas cosaspordescubrir, pero lo cierto eraqueRosie tenía tantos secretosquecualquierlugarleeraútilparaocultarloquenoqueríaquenadiesupiera.
—MedijistequeErichabíaestadoenelejército,peronuncamehascontadoquefuesepolicía—dijoJohannaconsorpresa.
—¿Policía?—arqueélascejas.Eric,mipadre,yeldeHannah,habíaestadountiempoenelejércitoyhabía
aprendido cientos de cosas durante su instrucción. Gracias a ello, le habíasalvadolavidaaHannahcuandoSarahhabíaintentadoacabarconella.
Tras su tiempo en el ejército, Eric conoció a Margaret, y luego nacióHannah. Pero yo nací antes. Y me escondieron. Esperaba que por lo menosalgunadelasfloresqueseencontrabanenmitumbafueradeEric.
—Sí,mira.—Señalódos cochespatrullaqueestabanaparcados junto a laentradadelamansión.Estabandetrásdelportónqueapartabalamansióndelos
Crowellde lasdemásresidenciasqueseencontrabanalrededor.Delejos, tratédeversihabíaalguiendentrodeloscoches,peronohabíanadieenelinterior.
Seguramenteyaestabandentro.Pero¿quéhacíalapolicíaallí?EstabaseguradequeGeorgenoestabanadacontentodeverseimplicadoen
algoasítraselsecuestrodeAlex,peroparecíaquelosescándalosloperseguían.LosmediosdecomunicaciónnocesabandepublicarnoticiassobreRosieymimuerte.
—¿Qué habrá sucedido?—pregunté más para mí que para Johanna, queseguíaamiladoobservandolosdosautomóviles.
—Nolosé,peronoparecenadabueno.Asentíparamostrarqueestabadeacuerdoconella.—Serámejorqueentremos.Apartélavistadeloscochesydimediavueltaparavolveraestardefrentea
lamansión y dirigirme allí.Ahora la puerta principal se veíamás grande.Encuanto di el primer paso, tuve el presentimiento de que algo no iba bien. Lamansiónvolvióaparecermeoscuraysilenciosa;nisiquieralaluzdeHannahyAlexhabíahechoque lamansión fueseun lugarbonitoenelquevivir.Habíamuchascosaspordescubrir,yesosignificabamástragediaydolor.Avanzamosporelcaminodecementoquedividíaeljardíneibadirectoalaentradaysentíque las piernas me temblaban. Intenté tranquilizarme pensando que solo setratabadeunavisitayquenohabíapasadonadamalo.
PeromimentenocolaboróymeimaginéaRosieenunacama,totalmenteinerteyfría.Sacudílacabezaparadeshacermedeaquellaimagen.
No,esonopodíahaberpasado.Rosieestababien.Bueno,nodel todobien,peroestabaviva,yesoera lo
queimportaba.Simoría,nopodríallevaracabomimisión.Atravesamos la puerta en cuanto llegamos. Hacer algo así se había
convertido enuna costumbre, pero esavez losmúsculos seme tensaronunossegundos, noté que los ligamentos se me estiraron y sentí un nudo en elestómagoquemeprovocabanáuseas.Alcabodeunosinstantes,lasensaciónsedesvaneció y me sentí liberada. Estábamos dentro de la mansión. Las lucesestabanencendidaseiluminabancadarincóndelaenormeysolitariacasa.Lasescaleras de mármol que se dividían en dos estaban frente a nosotras,invitándonosasubir.ArribaestabanlashabitacionesdelamayoríadelafamiliaCrowell, asícomoeldespachodeGeorge,queseguramente seencontrabaallí
conlospolicías.Enesaocasión,Johannanodijonadaycaminóamiladoparaatravesarel
pequeño espacio que se interponía entre nosotras y las escaleras.Dimos unoscuantos pasos antes de que el olor a naranja invadiera nuestras fosas nasales.Inhalamos el delicioso aroma y seguimos avanzando. Ella se detuvo unossegundos después a admirar un jarrón que había sobre la mesa del centro ysuspiró.
—Ese jarrónseguroquecuestamásquemicasa—bromeóenunsusurro,aunquenadiepodíavernosnioírnos.
Yo negué, dándole poco crédito a sus palabras, y reanudé la marcha.Subimoslasescalerastanrápidocomopudimosyatravesélaprimerapuerta,ladeldespachodeGeorge.Johannaimitabacadamovimientoqueyohacía.Nomepreocupabaquehicieraalgoquenodebía,porqueeramuycautelosaysabíaquenoeraelmomentodehacerningunabromaparaasustaraalguien.
La iluminación se atenuó. Una vez dentro del despacho, el color blancodesaparecióyfuesustituidoporgrandeslibreríasoscurasdemaderabrillanteysillonesdepielnegros.Elescritorioseguíadondesiempre,justoalfondodelahabitación, enfrente del gran ventanal que daba a una parte del jardín de lamansión. Las gruesas cortinas de color crema estaban corridas y dejaban aldescubierto el cristal y el césped. George estaba allí, sentado en su silla, deespaldasaloscurojardín.Delantedeélestabanlosdospolicías,sentadosenlassillasejecutivas.Georgeteníaunamiradainexpresiva,unadesusmanosestabaensubarbillayteníaelcodoapoyadoenelrespaldodelasilla.Estabapensandoenalgo.
Losdospolicíasestabantensos.Meadentrémáseneldespachoparaoírmejor.Johannasequedócercadela
puerta.Mefijéenqueteníaelpestillopuestoparaquenadielosinterrumpiera—Hannahnopuedesaberesto.—Aquellasfueronlasprimeraspalabrasque
oídeciraGeorgeenmuchotiempo.Estabaserioyparecíamuypreocupado—.Alextampoco,asíqueloúnicoquequieropedirlesesquesetengabastante…consideración.
Me fijé en lospolicías.Amboseran jóvenesyningunode losdosparecíahaberestadoantesenlamansión.SusojosestabanfijosenmitíoGeorge,queparecía impaciente. Llevaban puestos unos uniformes color café, con lospantalonesperfectamenteplanchados, teníanelcabello limpioyolíana jabón.Sin embargo, teníanojeras bajo los ojos.Lasmanchasoscuras dejabanver lo
terriblequeeratrabajarcomopolicía.Nodebíandetenermásdecuarentaaños,aunqueseconservabanbastantebien.
—Entendemos su punto de vista, señor, pero es nuestra obligaciónanunciarlo. Lo sabe. Por eso hemos querido venir a decirle lo que estásucediendo,paraqueestépreparado—dijounodeellos,queparecíaserelqueteníaunoscuantosañosmásqueelotro.
Tenía el pelo rizado y despeinado. Sus ojos eran azules y, aunque no eranadaatractivo,estabamuyfuerte.
Georgeasintió.—Porsupuesto.Séqueessutrabajoyquehacenloquecreenqueesmejor,
yyosoydelosqueestándelladodelajusticiayrespetasutrabajo,pero,comohanvisto,mifamiliahaestadoenvueltaenvariossucesosqueesmejorolvidarycreo que una noticia como esta llamaría mucho la atención y crearía muchapolémica.Además,consideroqueestopodríaponeramifamiliaenpeligro.
—Tenemosquedar lanoticia loantesposible, señor.Nopodemosesperarmás.
Eloficialdepolicíanoparecíaquererceder.Elotrohombresemanteníaensilencio,observando.Georgetratabadecontrolarsuvozysusemociones,comosiemprehabíahecho.Seguíafirmeysurostroreflejabaseriedad.Eraverdadquemirarloalosojosenunmomentotensoteintimidaba.
—Sarahaparecerá—aseguróGeorge.¿Sarah?¿Quélehabíaocurrido?—¿QuiénesSarah?—preguntóJohannaconinterésdesdelapuerta.ElrostropálidodeSarah,consucabelleraanaranjada,aparecióenmimente.
Cuandoestábamosconmimadre,nosllevábamosbien.Esdecir,teníamosquellevarnosbiensinoqueríamosmolestaraRosie.Asíqueellanoeraalguienquequisierahacermedaño.
—Era una cómplice de mi madre —le expliqué—. Iba al instituto conHannah,Alexy todossusamigos.Nosayudóadescubrir loque tramaban,yaque yo no podía entrar al instituto a vigilarlos. Sarah estuvo con nosotras yconocíaelplandeRosiedesdeelprincipio.IntentóatropellaraHannahundíaque regresabade lamansión, peropor suerteEric estaba con ellay evitóqueocurrieseunatragedia.Lametieronenuncorreccionalporqueaúneramenordeedad,perosegúntengoentendido,prontocumplirálamayoríadeedad.Supadreespolicíayteníaunacuerdoconelcomandante,porloquesupongoquenolahabrántratadoigualquealrestoenelcorreccional.
—¿Ysehaescapado?—volvióapreguntar.Alprincipionomeparecióinteresantesuhuida.SabíaqueSarahteníaque
pagarporloquehabíahechoyhuireralamejoropciónparaella.—Esoparece.Estáapuntodealcanzar lamayoríadeedady, entonces, la
condenarán.Estáclaroque sumejoropcióneraescapar.No lehabríagustadonadairalacárcel,asíquesupongoquenolehaquedadoalternativa.Rosieestáenferma y esta vez no iba a salirse con la suya.Nadie la ayudaría durante eljuicio.
—Vaya—exclamóJohanna.—Losé.Esotambiénpodríahabermepasadoamí.Yotambiénfuicómplice
y,peoraún,yaeramayordeedad.—Teinfluenciaron,Anna.—Pero debí haber diferenciado entre el bien y elmal.Y no lo hice. Solo
actué.—Mire,señor—elpolicíaretomólaconversaciónconGeorge—.Hagamos
un trato. Trataremos de ser lomás discretos posible y llevaremos este asuntointernamente.Buscaremosalajovenconnuestrasherramientassinllevarloalaprensa,queyapareceinteresadaenelcaso.Perosisucedealgomásquepuedaafectaralbienestardelosciudadanos,tomaremoscartasenelasunto.Sabemosquehapasadopormomentosmuytensos,ynoqueremostenerotroproblema.
—Loentiendo,ynosabecuántoleagradezcoquetengaestaconsideración.Pormiparte,contrataréaalgunapersonaparaquelabúsquedaseamásrápida.
Losdospolicíasasintieron.—Sabemosqueesjoven,perotambiénsabemosquenoestábienyqueha
cometido un delito. Participó en un secuestro junto con su esposa y estuvo apunto de quitarle la vida a su sobrina. Los hechos hablan por sí solos, señor.Sarahespeligrosa.
—Créame,oficial,yosoyelmásinteresadoensaberadóndehaido.Séqueesachicapuedeserunproblema.
—¿Havisitadoasuesposadurantelosúltimosdías?—Elotropolicíaquesehabía mantenido en silencio habló finalmente. Tenía una voz ronca y grave.Georgegiróelrostroparamirardefrentealnuevointerlocutor.
Antesdecontestar,seletensaronloshombros.—Sí.—¿Cómoestá?—Sigueigual,noparecesalirdesuburbuja.
—¿Le ha mencionado algo de Sarah? ¿Algo que le parezca sospechoso?Cualquiercosaopalabrapodríaservirnoscomopistaparaestabúsqueda.
George se rio, pero era una risa amarga y desgastada. Ambos policíasestabanserios.
—Ellanisiquierasabequiénsoy.Nopuedenihablar,nuncaacabalasfrasesy a veces son ininteligibles. Creo que no está mejorando como los doctoreshabíanpronosticado.
Lospolicíassepusieronrígidosytuvieronqueacomodarseenlassillas.—Esosolopuedesignificarunacosa.—Volvíaahablarelpolicíaquehabía
iniciadolaconversaciónyparecíatantensoypreocupadocomoGeorge,queenningúnmomentohabía relajado loshombros—.Rosienopuede ir a lacárcel.Tendráquepermanecer enesehospital si losmédicos creenqueesnecesario.Lasenfermedadesmentalessonasí.
Georgeasintió.—Lo sé. No sabe cuánto desearía que Rosie pagara por lo que hizo. Su
castigonuncaserájusto.Mientrasellarespire,nosotrosviviremosconelmiedodesaberqueencualquiermomentopuedevolverahacernosdaño.
—Noeselúnicoalqueleindignaestasituación,George.Traguésaliva.Seguroqueéltambiénpensabaesodemí,quemedespreciaba
por haber sido cómplice de Rosie durante tanto tiempo. Alex era su hijo y,aunquehabía sido adoptado, él lo quería como si fuera su hijo biológico.Mesentícomounabasura.
—Séqueenalgúnmomentotendráquepagarloquehizo.Ambosasintieron.—Confiamosenqueasí sea.—Comenzarona levantarsede las sillaspara
despedirse;oíuncrujidodehuesosy,después,unsuspirodealivio—.Bueno,mantendremosnuestrapalabrayesperamosquesufamiliayustedseencuentrenbien.Trataremosdemantenerloinformadoconrespectoalcaso,aligualquelepedimos que si sabe algo, lo que sea, nos lo haga saber. A la prensa laevitaremostodaslasvecesquehagafalta.
—Sisupieradóndeestáesachica,selodiría—contestóGeorge—.Tenganporseguroquecolaboraréconustedesparaencontrarlayhacerlepagarpor loquehizo.
Seestrecharonlasmanos.LosapretonesdeGeorgeeranfirmesydolorosos.—Muybien,entoncesnosotrosnosretiramos.—Permítanme—dijoGeorge, rodeando lamesamientras se recolocaba la
corbata y la chaqueta mientras esbozaba una ligera sonrisa neutral—. Losacompañoalapuerta.
Quitóelpestilloyabrióparaquelosoficialessaliesen.—Seguro que esa Sarah ya está en el otro lado del mundo —se burló
Johanna.—Nolosé—dijeyo,insegura.Sarahnopodríahaberseidotanfácilmente.Noteníaahorrosparacomprarse
unbilletede avióne irse aotro continente, dondenadie lapudiera reconocer.Era lo bastante lista como para mantenerse cerca. Sabía que primero labuscaríanenlasestacionesdeautobusesoenelaeropuerto.Asíqueno,esenoseríasuplan.
Sarahestabacerca.—Bueno,siyofueraellaysupieraquemeibanameterenlaprisióndurante
un par de años, me iría del país —dijo Johanna—. A menos que tuviera aalguienquemeprotegiera.
—Pero ella ya no tiene a nadie. Su padre ya no puede interferir más—respondímientrasdabavueltasporeldespacho.
—¿Enserio,Anna?Johannasemordióellabioinferior.—¿Qué?—pregunté.Ellasabíaalgomás.—CreoquelaúnicapersonaquequedaesRosie.—No.—¿Porquéno?—PorqueRosienopuedenipronunciarsunombre.Johannasuspiró.—¿Qué?—volvíapreguntar,esavezconelceñofruncido.—Nada.Seencogiódehombrosyfuehastaunadelaslibreríasconsutilligereza.Yo
laseguíconlamirada,sabíaquenohabíaterminado.Fingióleerlacubiertadeunlibro,perosuslabiosestabanansiososporhablar.
—CreoqueintentasconvencertedequeRosienoharíanadamalodenuevo.Neguédeinmediato.—Esoesmentira.—No lo es.La has perdonado.—Dejó el libro en su lugar y se giró para
mirarme—. Intentas convencerte de que tiene algo bueno en su corazón,
justificassusacciones.Erescapazdeperdonarlaaella,peronoati.—Sarahnoestáconmimadre.Sabequeespeligroso.Depronto,sentíunpinchazoenelpecho.¿Ysieracierto?—PuesentoncesaverigüemosdóndeestálatalSarah.Micorazónlatióconfuerza.—Estábien.¿Quésugieres?—VayamosalhospitalenelqueestáRosie.Mereíconnerviosismo.—Sarah no iría allí de ninguna manera. Sabría que aquel sería el primer
lugarenelquelabuscarían.Johannaasintió.—Exacto,Anna.
***
No.Deningunamanera.Sarahestabaenalgunapartedelaciudad,lejosdeesamansión,seguramente
enlasafueras,siesquehabíaescapado,peronoconRosie.Noestabaconmimadre,quenisiquierapodíapronunciarsunombre.Habíaperdidolarazónyyano podía ayudarla ni protegerla. Sería una estupidez buscar a Rosie cuandohabíasidodeclaradaculpableyestabanvalorandosiestabaincapacitadaparaira la cárcel y si, en su lugar, debía cumplir condena en un hospital. Sarah nopodíaacudiraella; si ibaahuiroaesconderse, lomejorquepodíahacereraalejarsedemimadre,porqueesosololetraeríaproblemasylosabíamuybien.Supadreyanopodríaprotegerla.
—¿A dónde vamos?—me preguntó Johanna, queme seguía. Sus pisadasresonabanenmicabeza,queyacomenzabaadolerme.
No tenía sentidoseguiren lamansión.Debíamos ir tras laúnicapistaqueteníamos,yesapistaeraSarah.
—AlhospitaldondeestáRosie.—¿Entonces,lohasconsiderado?—Sí —respondí avanzando con más rapidez—. Pero no creo que haya
hechoesatontería.Sarahsabequesepondríaenpeligro.YsiestáconRosieesporqueestáplaneandoalgo.
Johannamesiguiósinpreguntarnadamás.DejamosatráslamansióndelosCrowellyfuimoshastaelhospitaldondeestabaRosie.
Laenormeedificación seerigíacomouncastillo.Estabaoscuroycostabaapreciar los detalles de aquel apartado hospital. A pesar de que había lucesencendidas, estas no iluminaban completamente aquel escalofriante lugar.Losgrandesjardinesestabanverdesynoparecíaqueningúnpacientehubierasalidoatomarelsolesedía.Todoestabademasiadosilencioso.
Parecíaabandonado.Misalarmasseencendieronencuantonosacercamosmás.Unaslucesrojas
parpadeabanenmimente,anunciandounnuevopeligro.Algohabíasucedido.Laspuertasdelhospitalestabancerradasyhabíaunos
cuantosautomóvilesaparcadosenelmediocírculoempedrado,elúnicocaminoparaentrar,ycubríangranpartedelaentradadelfantasmalhospital.Lafuentetodavía estaba encendida, lo que significaba que había personas dentro. Laspiernasmetemblabanconcadapasoquedabaparaacercarmeydescubriralgoque temía. Entonces me detuve y reconocí los coches azules y blancos. Lapolicíaestabaallí.Seguroquehabían idoaporSarahyaesasalturasestaríanrevisandolahabitacióndeRosie.Opuedequeinclusointerrogándola.
Eldespliegueaquínoeranadacomparadoaloquehabíavistoenlamansiónde los Crowell. Había más de ocho automóviles aparcados, con las sirenasencendidas. De pronto, el lugar se llenó de vida y ruido. Unos policíasuniformados bajaron de los coches y una mujer de mediana edad salió delhospitaltemblando.
MiréaJohanna,quemeobservabatanconfundidaypreocupadacomoyo.—HanvenidoaporRosie—dije.El corazón comenzó a martillearme el pecho y mis pies comenzaron a
moverse como nunca lo habían hecho. Cuando un altomando se acercó a lamujerdespavoridaqueacababadesalir,yomeadentréenelhospital.Lamujer,apesardeestarmuynerviosa,tratabadeexplicarleloquesucedíaalpolicíaquelamirabaconatención.Mássirenasseescucharondefondo,peroyosolovialosoficialescorrerdeunladoaotrocuandolamujerterminódehablar.
Mequedéquieta,observandocómotodosemovíaamialrededor.Johannaseplantófrenteamí.Megritó,peroyonolaoía.Soloveíacómosuslabiossemovían.
Luego,sentíuntirón.Johannamecogiólamanoymellevóhastalapuertadel primer bloque. Los sonidos se iban haciendo cada vez más claros. Oí
algunasvoces,perolacabezaseguíazumbándome.Cadavezqueatravesábamosun bloque, sin abrir las puertas ni esperar a que alguien lo hiciera, se oía unsonidonuevoyelzumbidodesparecía.
CerrélosojosconfuerzaymedicuentadequeestábamosapuntodellegaralbloqueenelqueestabaRosie.
¿YsiSarah lehabíahechodaño?Rosie seguía siendomiconexiónconelmundo de los vivos. No podía hacerle daño, de lo contrario, yo no podríacompletarmimisión,yentoncesmequedaríaatrapada,sinunpropósito.
Girélacarayviqueunaoleadadepolicíasseaproximabaanosotras.PerosabíaquenoveníanniapormíniaporJohanna.SinoaporRosie.Nisiquieranosveían,asíquenomepreocupé.SoloesperabaveraRosiesanaysalvaensuhabitación. Cuando entramos a la habitación, antes de que los policías nosalcanzaran,sehizoelsilencio.Johannayyonosquedamosquietasjustodetrásdelapuertaynohicimosningúnruido.Nuestrosojossemovieronconrapidezdeun ladoaotro, enbuscade lamujer rubiaquemehabíadado lavida.Laslucesestabanencendidas,cadacosaestabaensulugar.Todoseveíalimpioysinusar. Pero el perfume de Rosie seguía impregnando la estancia. Busqué condesesperaciónalgoquemellevarahaciaella.Parecíaquenoestabaporningunaparte.Miréhaciaelsuelo,esperandoveralgodesagradable.ElcorazónmelatióconfuerzaymeaferréalaideadequesoloeraunapesadillayqueRosieestababien,enalgunasala,dondelapolicía laestabainterrogando.Eramejorpensareso.A continuación, vi la camisa de fuerza que le habían puesto para que nopudierahacersedaño;estaba tiradaenel suelo sinningún rastrode sangre, locualmerelajóunpoco.
Lapuertaseabriódegolpeynosatravesóaambas,queestábamosconlosojosabiertosdeparenpar,buscandounarespuestaaloqueestábamosviendo.Entonces, los policías, igual que la puerta, atravesaron nuestros cuerposfantasmales.Ambasnotamosunaoleadadeairefrío,peronodijimosnada.
—Que se organicen en cuatro grupos para buscar a lamujer, no debe deestar muy lejos. —Habló un hombre gordo de bigote blanco con las puntasamarillentasporeltabaco.Loescuchabanseispolicíasqueestabandetrásdeél,observandolahabitaciónconlamismaexpresiónqueyo.
—Sí,señor—respondieroncuatrodeellos,quesedieronlavueltaysalieronatodaprisa.
El comandante y los otros dos hombres uniformados se quedaronobservandolahabitaciónatentamenteysintocarnada.
Mehabíaquedadosinaliento,eracomosimehubierandadounapatadaenel estómago. Por más que intentaba controlar la respiración, mis pulmonespedíancadavezmásoxígeno.Estabatandesesperadaquecomencéatemblar.
—Investiguentodoloquepuedan.Losdetectivesllegaránprontoyquerránuninformedelosucedidoparaempezar.QueunodeustedesllamealafamiliaCrowellydéelavisodequeRosieCrowellsehafugado.
—Sí,señor.Unodeellosabandonólahabitación.Viquesacabasumóvilyempezabaa
marcarunnúmeromientrassedirigíaalpasilloparaalejarsedelescándalo.Elotropolicíaseestabaponiendounosguantesdelátexqueunaenfermeralehabíadado. Todos los que iban con bata blanca parecían estresados y tenían unaexpresión de culpabilidad en el rostro, pero ninguno era capaz de decir nadasobrelahuida.Selimitabanamirarselosunosalosotros,tratandodedescifrarquiénhabíaayudadoaccidentalmenteaRosieahuir.
—Quiero un informe dentro de veinteminutos.Que todos los enfermerosescriban en un papel lo que han hecho durante los últimos cuarentaminutos.Quiero nombre, edad, domicilio y teléfono. Si alguno no quiere cooperar,interróguenlo.Quierotodalainformacióndetodoslosqueestabanaquí.
—¿Todos,señor?—preguntóelpolicíaconunacejalevantada.—Sihayalgunaseñorade la limpieza, también.Quierosaberlo todosobre
todos.Elpolicíaasintió.—Sí,señor.—Estaré con los equipos en el exterior.Recibimos la llamadahace veinte
minutosydebemoscubrirelperímetro.Nohapodidoescaparde laciudadentan poco. Si encuentra algo interesante en el informe de algún enfermero,llámeme.Ysinecesitaayuda, tieneaPatrickyaLucy.Cuando losdetectivesesténaquí,hagaloqueelloslepidan.Siencontramosalamujercercadeaquí,leavisaremos.
El policía asintió, apuntando en su mente todo lo que el comandante ledecía.Elhombre,algogordo,sediolavueltaysacóuncigarrillodeunodesusbolsillosdelpantalón,encendióunacerillaysemetióelcigarrilloenlabocaenunrápidomovimiento.Avanzóhastalapuertadelpenúltimobloqueparallegaralaentradaprincipal,dándoleunacaladaasucigarro.Entoncessevioobligadoadetenersecuandounpolicíaseinterpusoensucaminoylecerróelpasohacialasalida.
—He hablado con Eric, señor —lo avisó con un ligero movimiento decabeza que indicaba que había seguido su orden.El policía, un hombre rubioque al parecer eraPatrick, todavía llevaba el teléfonoen lamano.Suvoz eraroncayfirme.Susojosnoreflejabanningunaansiedadni temor.Estabaalertaparaatacarsieranecesario.
—¿QuéhadichoEric?No me sorprendió ver que el comandante llamaba a Eric por su nombre
comosifuerangrandesamigosypudierantutearse.—Avisará a la familia para que tengan cuidado. Al principio parecía
conmocionado y no respondía. Creo que le ha pillado por sorpresa. Me hapedidohombresparalamansión.Hellamadoalacomisaríayalgunospolicíasya están patrullando la zona. Le he asignado diez hombres para que esténpendientesporsilamujerquiereirhaciaallí.
Elcomandanteasintió.—Muybien.Diootracaladayavanzóunpaso.—Señor—le interrumpió antes de que siguiera avanzando. Los ojos del
viejoygordocomandantesefijaronenélconunaexpresiónfríaylejana—.Mehadichoquehoysehanacercadodospolicíasalamansión.GeorgeCrowelllehadichoasuhermanoqueunachicallamadaSarahBenson,queintentómataraHannahReeve hace unosmeses y que también fue cómplice de lamujer, hahuidodelcorreccional.
Elcomandantefruncióelceño.—¿SarahBenson?¿LahijadeCarlBenson?—Alparecersí,señor.El comandantedioun largo suspiro; sushombros se levantaronydespués
cayeroncomodosrocaspesadasytensas.—Esaniña jamásha estadoenel correccional.Yoestoya cargodeellay
nuncahevistosunombreen las listas.Cuandomeasignaron lacomandancia,tuve que dejar algunos asuntos cerrados en el correccional yCarl se quedó acargoduranteun tiempo,porqueyose lopedíacambiodeese favor.Nocreíquefuesetangrave.
Me quedé helada al saber que Sarah no había estado en el correccional,comomuchos habían creído. Sin duda, el comandante no tenía ni idea de lopeligrosa que podía ser junto con Rosie. No podía ni imaginarse que,seguramente en esos momentos, estaban juntas. Esperé a oír algo más
interesantequepudieradarmealgunapistaparairtraslasmujeresymeacerquéun poco más para escuchar la conversación, que de pronto se había vueltosilenciosa.
Elcomandanteexhalóhumogris,lediootracaladaasucigarroyadquirióunaexpresiónpensativa.
—Llama aBenson y dile que incluya a su hija en esas listas.—Sus ojosestabanfijosenlapared,aunqueyosabíaquenoestabainteresadoenunaparedplana y sin vida, sino que estaba pensando en cómo arreglar el desastre quehabía provocadopor unamala decisión—.Que se invente una firmao utilicefotos de la jovenpara asegurar que estuvo allí.Quehaga todo lo necesario yrellene todos los documentos. Y que prepara un informe sobre una supuestahuida.Noquieronadaquemeinculpe.Estoysegurodequenoquerráperderelpuesto, y tú tampoco, así que haz lo que te digo y avísame cuando todo estélisto.
Elotropolicíafruncióloslabios,peroenvezdereplicar,selimitóaasentirconlacabezaycerróconfuerzalamandíbula.
—Sí,señor.Sentíquemedesmayaba.Johannaestabaamilado,observándolotodo.—Se ha ido con Sarah—anuncié, llevándome las manos a la boca para
camuflar un desgarrador grito queme consumía por dentro. El estómagomeardíacomonuncayelcalorempezabaaacumularseenmismejillaspálidas.
—Tenemosquebuscarlas.Rosieestuconexión.Lanecesitas.Neguéconlacabeza—Nolosé…—Lavozmetembló—.Noséadóndepodríanhaberido.Estabaenshock.—Teayudaremosaencontrarlas—aseguróJohanna.—Si Sarah y mi madre están juntas, algo malo pasará. Seguro que están
planeandoalgo.—Inhaléprofundamenteypenséenlopeor.Todoempezabaacobrar forma en mi mente—. Mi madre estaba fingiendo, Johanna. No estáenferma,nuncalohaestado,siemprehasidoconscientedeloquesucedíaasualrededor.Todo este tiempo sabíaqueyo estaba aquí.Sabíaque ahora eraunfantasma,aligualquesabíaqueeramiconexiónconelmundodelosvivos.Ynohaqueridoayudarme.¿Porqué…?
—Anna…—Esverdad.Rosiesiemprehasidounamentirosa,no…—Metraguéelnudoqueteníaenlagargantaysentíquemedesvanecíade
nuevo—.Siempre se ha hecho pasar por una víctima. Sé que algomalo va apasar,porquequerrávengarsedelosCrowell.Yosolosoyunacargaparaellaypor esohadecidido irse conSarah.Ella estáviva, yono.No le soyútil yhadecididoqueeramejorignorarme.Fingir.
—¿Quéharás,entonces?Sentícomolarabiamerecorríalasvenas.—Tenemos que detenerlas. Tengo que hacer que Rosie pague por todo
cuantohahecho.
Capítulodieciocho
Regresamosalacasadondenosalojábamos.Entréconlaspiernastemblorosasy tropezando, y algunos ojos nos observaron con curiosidad, como si yasupieranquealgomalohabíapasado.Vimereflejoenunespejo:teníaelrostroamarillento.Mislabiosseestabanponiendomorados,ynoeraprecisamenteporelfrío.
FuihastaelsalónquesehabíaconvertidoenmihabitaciónpararecogeralgoquemepertenecíayqueeravitalparaencontraraRosieyaSarah.Nosabíasiestabaflotandoosiibademasiadorápido,peroveíapasarlascosasdemasiadorápido, y apenas veía bien el camino que tenía delante. Afortunadamente, nochoqué con nada; lo de atravesar cosas se estaba volviendo uno de mispasatiemposfavoritos.
DerepenteAaronseplantódelantedemí.Apareciócomoporartedemagiay,por laexpresióndesurostro,sabíaquealguienlehabíacontadoquenomeencontrababien.Susojosestabanfijosenmí.Tratabadeaveriguarquéera loquemepreocupabao loquehabíasucedido.Aunquesemostrabamásamableconmigo,sucarácternohabíacambiadoporcompleto.Surostroestabatensoyniunsolomusculosemovía;parecíaunaestatuadepiedra.
Cuando estuvimos frente a frente, mi expresión de angustia hizo que surostro se suavizara. Relajó losmúsculos yme observó con preocupación.Nodijenada,porquenopodíahablar,yfijólosojosenJohanna,queseencontrabadetrásdemí.
Como ella tampoco dijo ni una palabra, Aaron se vio forzado a volver amirarme. Sus ojos, aunque oscuros, tenían un pequeño brillo que me hacíaquerercontarleloquehabíasucedido.
—¿Quéhapasado?—preguntóenvozbaja,comosisoloestuviéramoslosdos.
—Mimadre—susurréenuntonoagudo.Trataba de contener las lágrima, que seguro no tardarían en brotar.Ya no
sabíasisentíarabia,enfado,tristezaodecepción.Quizáeraunacombinacióndelascuatroemociones.
—¿Quépasaconella?—Aaron tratabadedarme tiempoparaquepudieradeshacermedelnudoqueteníaenlagargantayrecuperarelaliento.
—Sehaescapado.Fuimosabuscarlaalhospitaldondeestaba internaday,cuando llegamos, nos dimos cuenta de que se había fugado. El lugar estabarepleto de policías. La están buscando, pero, sinceramente, no creo que laencuentren, no hasta que ella así lo quiera.Y no solo es eso, sino que se hamarchado con la que era su cómplice, Sarah Benson. —Él asintió, como sisupieradequiénlehablaba—.Nosédóndeestánniquéplanean,peroqueesténjuntasnoesnadabueno.
Meapartéunmechóndelrostroy,cuandomerocélapieldelacaraconlosdedos,mepercatédequeunpardelágrimasmecaíanporlasmejillas.Melasenjuguéconelantebrazoytoméaire.
Aaronnoparecíasorprendido.—Laencontrarán,Anna.—Fueloúnicoquedijo.FruncíelceñoyechéunvistazorápidoaJohanna,queseguíadetrásdemí.
Supe que ambas estábamos pensando lo mismo en cuanto nuestros ojosconectaron. Volví a mirar a Aaron, que me observaba con una expresión deinocencia,esperandounarespuesta.
—¿Losabías?—pregunté,ylosdientesmerechinaron.Intentóabrirlabocaparadeciralgo,peroyoestababastantefuriosaporlo
queacababadesuceder,asíquelomejorseríaquenomemintiera.Sabríaquemedaríacuenta,porloque,porsupropiobien,debíadecirmelaverdad.PeroAaron no dijo nada. Simplemente bajó la mirada y se quedó quieto. Por suexpresiónysusilencio,lleguéalaconclusióndequesíestabaenterado.
—¿Pensabaiscontármelo?—interrogué.—Porsupuestoquesí.Lo miré fijamente y él parpadeó, lo cual me indicó que mentía. Era
demasiadocobardeparadecirmequeibanaocultarmealgotangravesoloparasu propio beneficio y conveniencia. Me aguanté las ganas de empujarlo yalejarlodemí,einhalélentamente.
—IréabuscaraRosie.Esmiconexión.MedilavueltabruscamenteyJohannadiounpasoatrásparadejarmepaso.
AntesdequepudieraavanzarparaalejarmedelmentirosodeAaron,sentíunamanoquemerodeabaelbrazoparadetenerme.
—Anna,espera…Semetensaronloshombrosyquiseapartarmedeuntirón,pero,ensulugar,
medilavueltacontranquilidadylomiré.—Suéltame—leexigí.—Anna,nopuedesirabuscarla,espeligroso.—Peroellaesmiconexión.—¿YHighSchool?—Élnopuedehacermucho.Rosie,sí.—¿Quiénteaseguraeso?Levantéloshombrosenformaderespuesta.—Nopuedesir,losientomucho,Anna.Sonórdenes.Nodebessalirdeesta
casahastaquenotengasautorización.Eresunaparteesencialdeestegrupoyundescuidocomoestepodríahacerquefracasáramosennuestramisión.NodebesbuscaraRosie.Además,ellayanotenecesita.
—Tengoquehacerlo.Rosietieneunplan,séquesetraealgoentremanos.No quiero buscarla porque crea que todavía me quiere… Sé que es unamentirosa,peroseguroquepuedohaceralgoparadetenerla.LosCrowellsiguensiendomifamilia.Noveoquéproblemahayenquevayaabuscarla.
—Nosaldrásdeaquí,Anna.Entonces,meapretó elbrazoconmás fuerzayyomeobliguéanogritar.
Los entrenamientos me habían servido para no dejarme vencer por nadie, ymuchomenosporAaron.Sabíacuáleseransuspuntosdébilesypodíavencerlosimeloproponía.
Entrecerré los ojos, retándolo.Élmemiró fijamente y se hizo un silenciosepulcral.Depronto,viundestelloensusojosquemehizopensarqueescondíaalgo. Algo me decía que el grupo sabía algo que yo desconocía. Sentí unpinchazoenelpechoymeobliguéaocultarloquemisojosacababandever.
¿Ysiellosnoeranlosbuenos?Aaronmeodiabayyonoconocíasusplanes.Elgrupohabíasidoformadoantesdequeyollegara,ynosabíagrancosasobreellos. Solo me habían entrenado y me habían contado cosas generales y sinimportancia.
—Yaveo—contesté,ymedeshicedesuagarreconligereza.
¿Por qué tanto él como Marissa no querían que buscara a Rosie? Nosupondríanadaparaellos.Podíaseguirentrenandoconellosmientraslohacía.¿Quiénessecreíanqueeranparadarmeórdenes?Seguramentemesesatrásleshabría creído y habría aceptado cualquier orden. Pero las cosas habíancambiado.Teníaquevalermepormímismayhacerloqueyocreíacorrecto.
—Tendrás que quedarte aquí. Hablaré con Marissa para suspender losentrenamientosmientrasbuscanaRosieyaSarah.
—¿Noloentiendes?Yopodríaayudarconlabúsqueda.Tenía que decirme por qué no podía salir y por qué quería suspender los
entrenamientos.Algonoibabien,ytantoJohannacomoyoéramosconscientes.Que me quisieran tener encerrada y apartada mientras Rosie estaba
desaparecidanoerabuenaseñal.—Losiento,perono.Lasórdenessonclaras.Aarontratabadehablarlomenosposible.Semostrabaimpasible,esperando
aqueguardarasilencioyquelascosassecalmaran.Peroélsabíaqueyoestabatranquilayqueerayoquienliderabalaconversación.
—¿Quiénhadadoesasabsurdasórdenes?—pregunté.Escuchéunospasosacercarseydimediavuelta.Unoscabellosrojos,como
enllamas,aparecieronderepente.—Yo.La voz deMarissa ya no era suave ni cálida, sino tosca. Al igual que a
Aaron,selenotabaenlamiradaqueyasabíaloquehabíapasadoconRosieySarah. Estaba segura de que conocían la historia de ambas, y eso mepreocupaba.Quizássabíanalgomásqueyo.
—¿Porqué?Pasópormicostado,mirándome.SepusoaunladodeAaronparamostrar
su apoyo. Quizá alguien había estado escuchando nuestra conversación y lahabía avisado para que viniera a poner orden. Marissa no parecía una malapersona,perosusojosmedecíanqueellatambiénocultabaalgo.
—Porseguridad.Puselosojosenblancoymeofendí.—¿Porvuestrapropiaseguridad?Marissanegó.Aaronmeobservabaconimpaciencia.—Porlatuya,Anna.—¿Qué hay demalo en ir a buscar a Rosie? Creo que estoy en todomi
derecho.Rosieesmiconexión.Menecesita,yyolanecesitoaella.
—Nosaldrásdeaquí,Anna—espetóMarissa,tensa.—¿Quiénmeloimpedirá?—Anna…—dijoAaron,tratandodesilenciarme.—¿Tú,Marissa?—continué,sinhacercasoaAaron.Ellaasintió.—Tenloporseguro.—Puesinténtalo,porquevoyairtrasRosieySarah.Medilavuelta,pero,denuevo,lamanodeAaronmedetuvo.—Nolohagas—meadvirtióenunsusurro.Lediunempujónparaalejarlo,yélsesorprendióyseapartósinvacilar.Meocultabanalgoynoparecíaqueme lo fuesenadecir.Noconfiabaen
ellos. Lo mejor era alejarme hasta que descubriera lo que ocurría y por quéestabantannerviososytensos.
—Graciasportodo—dijeantesdecontinuarmicamino—.Completarémimisiónyosolaapartirdeahora.
—Anna…AquellafuelaúltimapalabraqueoísalirdeloslabiosdeAaron.
***
Horasmás tarde, estaba fuera de esa casa, lejos de ellos.Me sentía confusa,aunquealgodentrodemímedecíaquehabíahecholocorrecto.Simeestabanocultandoalgoeraporquenolesconveníaqueyolosupiera.Nomeinteresabatanto saber por qué me habían prohibido salir, sino por qué no querían quebuscaraaRosie.Algomedabamalaespina.
Ellos,comoyo,sabíanqueeraunaparteesencialenmimisión,yperderlelapistaeracomofirmarmipropiacondena.Quedarmeenesemundonoeraunaopción,noeraloqueyoqueríaparamiespíritu.Deseabaquetodoterminaraeiradondedebíaestardesdeelmomentoenquelasllamasmehabíanconsumido.
Trassalirdelacasa,mederrumbé.Lascálidaslágrimasquebrotabandemisojosmerecordabanquesiemprehabíaestadosola.Sinembargo,ahoraeramásfuerte;sabíaquelaúnicapersonaalaquenecesitabaparafinalizarlamisiónerayo.Debíaarmarmedevalor.Yanadiepodríadecirmequéhaceroquénohacer;ahora era yo quien tomaba las decisiones. Eramomento de dejar de culpar aotraspersonasportodolomaloquemehabíaocurrido.Mehabíaperdonadoa
mímismayalosdemás,yesomehacíasentirlibreytranquila.Y ahora que estaba bien conmigo misma, intentaría hacer cambiar de
opinión a Rosie. Tenía que convencerla de que lo que pretendía hacer a losCrowelltendríaconsecuenciasnegativasparaella.
Mesequé las lágrimasyme levantédelbancodelparquedondemehabíasentado.A esas horas, las calles estaban oscuras y silenciosas, todos dormíanplácidamente en sus camas, abrazados por el calor de las sábanas. Yo, encambio, esperaba con ansias a que el sol estuviera en lo alto para seguir micaminoeirtrasRosie.
Elparqueseencontrabafrentealacomisaría,dondeesperabaimpacientealoficialqueestabaacargodelaorganizacióndelabúsquedadeRosieparasabersihabíandescubiertoalgodurantelamadrugada.Alasnuevedelamañanalovibajarse de su coche patrulla. Parecía que no había dormido lo suficiente yllevaba lamismaropadeldíaanterior,aunqueahoraseveíasuciayarrugada,tanto como las líneas que se le empezaban a formar en la frente debido a suavanzada edad. Su barriga lo obligó a bajar del coche conmás lentitud de loesperado.Encuantolovientrar,fuitrasélparacolarmeensuoficinayponermealtantodelosavancesdelainvestigación.
—Buenos días, comandante—lo saludaban las personas que se cruzabanconél.
Larecepcionistaestabahablandoporteléfonoysolopudosaludarloconungesto de la cabeza. El hombre respondió sin mucha amabilidad. Siguiócaminando hacia las escaleras y subió como una tortuga, deteniéndose variasvecesparatomarseundescanso.Continuósucaminoyentróaunenormesalóndondehabíacientosdepersonasfrenteaordenadoresyteléfonosquenodejabandesonar.Parecíanhaberestadoallí toda lanoche.Sobresusescritorios,habíamontonesdepapelrevueltosyvasosqueolíanacafé.
Entonces,elcomandantesedirigióaunasalaapartadaenlaquehabíaunaplacaconsunombreysucargo.Entróenlaoficinadandopequeñaszancadas.Dentroloesperabandospolicías.Losdoshombresuniformadossepusierondepie,yelcomandanterodeólassillasysecolocótrassuescritorio.
—¿Cómovaelcaso?—preguntómientrassesentabaensusilladepiel.Sinduda alguna, la deGeorge estaba perfectamente cuidada en comparación conesta.
Elhombredecabellosplateados leshizounaseñaa losdoshombresparaquevolvieranasentarse,yestosobedecieronenseguida.
—Nohemospodidoseguirleslapista.Solohemosencontradoaunamujerde una pequeña tienda del centro que dice haber visto a dos mujeres que seajustanasusdescripciones.
—¿Habéisvistolasgrabacionesdealgunacámara?—Nohabíaningunacerca.Lacámaramáscercanaallugardondepudieron
servistasestáaunoscuatrokilómetrosdedistancia.Elcomandante resopló.¿Paraqué iralcentrode laciudad,dondepodrían
encontrarlasoverlasfácilmente?¿Quétramaban?—¿Quémássabéis?—Estamos interrogandoavariaspersonaspara trazarunaposible rutaque
podrían haber utilizado para escapar. Todos los policías están avisados y lascomisarías han recibido fotografías para reconocerlas. No les resultará fácilocultarse,ymuchomenoshuir.
Porsupuestoqueno,noibaaserfácil,poresoRosieySarahestabanenelcentro,camuflándoseentreotraspersonasparamoversecontotallibertad.Porlogeneral, cuando alguien escapaba, la policía solía centrar su búsqueda en laafueras,dondeocultarsesiempreresultamásfácil.
—¿Dóndeestabalamujeralaquehabéisinterrogado?—preguntó el comandante, y dio un sorbo al café caliente que tenía en el
escritorio.—Juntoalaentradadelaplazaprincipal,comandante.—¿Habéisidoaloshotelesdelazona?—Sí, señor,ynohemosdadoconningunapista.Noshanconfirmadoque
han pagado en efectivo en una tienda. Y, según tengo entendido, el señorCrowellcongelólacuentadeRosiecuandolahospitalizaron.
—Estaría bien que las activara de nuevo. Rosie podría volver a intentarusarlayesonosdaríaunapistamáscerteradedóndepodríaestar.
Losdoshombresasintieron.—Hablaré con el señorGeorge, comandante.—Uno de los policías cogió
unascarpetasyselastendióalcomandante,queseguíabebiendocafé—.Estosson los informesquehemosobtenidode lascuentasbancariasde losCrowell.Eric Crowell ha decido cooperar con la investigación y nos ha enviado estosinformesanualesquehanpedidoyrecibidoestamañana.Élcreequealgunadelas tiendas o direcciones que se encuentran en los documentos podría darnosalguna pista. Hemos dado prioridad a analizar la cuenta de Rosie, porquecreemosqueencontraremosalgoquenosguíehastaella.
—Ericparecemuyinteresadoencooperar—comentóelcomandante.—Lehemostraídoestascopias,nosotrostenemosotrojuego.Esperábamos
quepudiera revisarlos—dijounode lospolicías, ignorandoelcomentariodelcomandante,quienalparecerteníaotrosintereses.
—Muybien,asíloharé.Seguidmeinformando.Loshombressepusierondepieydejaronalcomandantesoloensuoficina.
Asintieronligeramenteconlacabezaysalieroncontranquilidad.Meacerquéalescritorio para ver qué contenían las carpetas, pero ninguna de ellas revelabanada interesante.Loúnicoqueveía era la cubierta azul conunapegatinaqueindicaba que eran documentos confidenciales. Tenía que abrirlas para ver elcontenido,yelcomandantenoparecíainteresadoenhacerlo.
Teníaquepensarenalgoparaahuyentaralpolicíayecharunvistazoalosdocumentos.
Peronadaparecíaayudarme.Elventiladorestabaencendidoynopodíaabrirlasventanasparaquelospapelessalieranvolando.Además,parecíanestarbiensujetosdentrodelafunda.
Entonces,vielvasodecafé.Esomedaríatiempoparahojearrápidamentelos informes. Fui hasta el escritorio y, con un ligero toque, acerqué el vasodesechablehastaelbordedelescritorioparadejarlocaer.Elcomandanteestabademasiadoocupadoconsuteléfonocomoparadarsecuentadequealgoextrañoestabasucediendo.
Cuandoestuvoenellímite,diunsuaveempujón.Escuchéunapalabrotaydespués un quejido acompañado de un grito. El comandante había tratado deecharseparaatrásenlasilla,perolasruedasparecíantenerunfrenooestabanatascadas,asíquetodoelcafélecayóenlospantalones.
Selevantódegolpe,cogióunpañueloqueteníacercayempezóalimpiarse,pero,alverqueelpañuelonoeradegranayuda,sevioobligadoa iralbañoparaintentarlavarlamancha.
Escuché cómo cerraba la puerta de golpe. Casi de forma instantánea, meabalancé sobre los documentos y comencé a hojearlos. Eric no se habíamolestado en separar los informes de las cuentas bancarias de Rosie. Habíainformaciónde lascuentasde todos losmiembrosde la familia:George,Eric,Margaret,Hannah,Alex,Rebecca,Caroline,y tambiéndeotrosCrowell a losqueyojamáshabíaconocido.Inclusominombreestabaahí.
Me sorprendí de inmediato, porque yo no había tenido nunca una cuentabancaria.Rosiemeprestabaalgunatarjetadedébitocuandomedejabadurante
bastantesdíasconRebecca.Peronuncamehabíamencionadoquetuvieseunacuentabancaria.
Abrí la carpeta mientras la curiosidad me devoraba por dentro. En lasprimeras páginas solo aparecían los datos personales y, para mi sorpresa, mifechadenacimientoeralacorrectaynolaqueRosiemehabíaobligadoadecir.Todos los datos parecían correctos, mi nombre estaba bien y Rosie aparecíacomomi tutora legal,comoyaesperaba.Seguí leyendo lospapeles,perosoloencontré información sobre las políticas y condiciones de la cuenta bancaria.Ignorérápidamentetodoeserolloyfuidirectamentealoquemeinteresaba.Enrealidad,nohabíamuchaspáginas,perolaprimeraimpresiónquetuvefuequelacuentallevabaabiertadesdeminacimiento.Todoslosmeses,sinexagerar,meingresabanunacantidaddedineroqueyonuncapodríahaberganadoniaunquetrabajaradurante todounmes.Las transaccioneserananónimasyno se sabíamás,soloseveíaeseabono.Vialgunosextractosqueyonuncahabíarealizadoyresoplé,indignada.Cuandomefijéenlacantidadquehabíaenesemomentoenlacuenta,estuveapuntodecaerdelasilla.Mequedéparalizadaytuvequeparpadearparaversilacantidadquehabíavistoeralacorrecta.Laspalmasdelasmanosmeempezaronasudaryabrílosojosdeparenpar.
Nosabíasiestabaalucinando.Esedineronoeramío.Fuialasúltimaspáginasdelinformeymepercatédealgoqueseguramente
lospolicíashabíanpasadoporalto.Trasmimuerte, la titularidadde lacuentahabríaidoapasaraRosie.
Me quedé sin aliento. Había dos páginas repletas demovimientos que sehabían realizadoen losdosúltimosmeses.Nohabíadudadeque si nohabíasidoRosielaquehabíahechoesascompras,habíasidoSarah.Lamayoríaerandealimentosyropa,perotambiénhabíapagosenhotelesquecambiabancadadía.Noeranhoteleslujosos,perotampocodemuymalacalidad.
Miréelúltimomovimiento.Habíancompradoenunsupermercadoesemismodía,justoalassietedela
mañana. Levanté la cara, impaciente por buscar un reloj.Afortunadamente elordenador estaba encendido y el reloj digital estaba visible. Apenas eran lasnueve y veinte minutos. Solo habían pasado veinte minutos desde que habíallegadoalacomisaria.
SeguramenteErichabíarecibidolosdocumentosensucorreoyseloshabíaenviadoalapolicíasindarsecuentadelgrandetallequerevelabanesashojas.
Ellos, al concentrarse enRosie, nuncahabíanpensado enque la cuentade suhija muerta seguía activa porque la mayoría de los Crowell desconocía suexistencia.
Arranqué las páginas, cerré las carpetas e intenté dejarlas como elcomandante las había dejado, y salí disparada hasta el supermercado queaparecía en la lista de movimientos. Efectivamente, estaban en el centro.Seguramenteteníanaotrapersonamásparaquefueraahacerestascompras,yaqueellasnosearriesgaríantanto.Alfinyalcabo,teníandinerodesobra.
Fui hasta el centro y, por el nombre del lugar donde habían realizado lacompra,supusequeseencontrabaenunbarriopeligroso.RosieySarahdebíansercuidadosasparanollamar laatenciónconsusvestimentasysus joyas.Meresultaríafácilencontrarlas.Rosiesiempredestacabay,aunquenoquisiera,unapartedesusubconscientelaobligabaahacerlo.Ybueno,elhechodequeSarahfuerapelirrojanolaayudabaennada.
Busquéfrenéticamenteladirecciónhastaquediconella.Yotambiéndebíatener cuidado ahora. Rosie no tenía que verme hasta que llegara elmomentoadecuado.Ellaseguíasiendomiconexióny,por loquesabía, todavía teníaeldondeverfantasmas.
Esperabaque la técnicadeAaronparaocultarmedeotros fantasmasdieratambiénresultadoconRosie,puesmeotorgaríaunagranventajaparaaveriguarloqueplaneabaconSarah.
Atravesé varias habitaciones de un hotel que se encontraba cerca, dondeseguramente se habían hospedado. La pista era clara. No había duda de queestabanporahí,enalgunaparte.
Verifiqué cada una de las pequeñas habitaciones con detenimiento. UnsonidoounpasopodríallamarlaatencióndeRosieyquemeviera.Tuvequearmarmedevalory forzaramispiernasparaquesemantuvieran firmesynoempezaranatemblar.Porfortuna,aúnmanteníaelcontroldelmicuerpo,yesoerabueno.DebíaseguirasíhastaquesupieracuáleseranlosplanesdeRosieypoderactuar.
Entonces escuché su voz. A pesar de haber pasado tanto tiempo, la oíclaramente.Estabaalfondodelpasillo.Habríareconocidoesavozencualquierparte.Rosieestabahablandoconun tonoclaroyfirme.Sonabarisueña,noseparecíaennadaalaRosiequehabíavistoenelhospitalpsiquiátrico.
Meacerquéhastalapuertadelahabitacióndelaqueproveníasudulcevozymequedéquieta.
—Noloentiendo,¿porquédebemossepararnos?—escuchélavozroncadeSarah.
—Yatelohedicho,paradespistarydistraerlos.Se me erizó la piel. Su voz sonaba dulce, amable, demasiado angelical.
Falsa.NopodíacreerqueestabaatansolounosmetrosdeRosie.Quemimadreestababienyquehablabaperfectamente,quehabíaestadofingiendoyquesabíaloquehabíasucedidosemanasatrás.
—Bueno,¿ydóndenosencontraremos?—Aquímismo,volveremosaquídentrodedossemanasparavercómovan
lascosas.Tehellenadolamochiladebilletes,ypuedesllevarteelcocheparairmásrápido.Yomequedaréunpocomásaquíy,después,yamelasarreglaré.
—Bien.Escuchéquealgosemovía.—¿Seguroquenoteimportaquemelleveelcoche?Seoyóunarisita.Yosentíescalofríosalescucharla.—Para nada, Sarah. Estaré bien. Tienesmi número, llámame si necesitas
algunacosa.Algomuymaloestabasucediendo,lopresentía.Rosienuncaeratanamable
connadie;siemprequeríaalgo.Eraunatrampa.El pomo de la puerta se giró y yome alejé para que Rosie nome viera.
Vislumbréunoscabellosnaranjasescondidosdebajodeunpañuelonegro.Enlaespalda, llevaba unamochila negra discreta. Supuse que ahí llevaba el dineroqueRosielehabíadado.
Dudé.¿DebíaseguiraSarahoquedarmeconRosie?Teníaquetomarunadecisión.Tragué saliva y, cuando Sarah cerró la puerta, fui tras ella, Se dirigió
rápidamentehaciaelascensor.Suszapatillasdeportivasestabansuciasysuropaapenasolíaalavanda.
PodíaperderlapistadeSarahenseguida,sinembargo,estabaseguradequeRosiemebuscaría.
AsíquedecidíqueiríatrasSarah.EllanopodíavermeyestabaclaroqueeramenosinteligentequeRosie.
ElascensorabriósuspuertascasialsegundoySarahentró.Apretóelbotón
de laplantabajay sepusounasgafasoscuras.Parecíanerviosapor salir a lacalle.Yolaobservabaporlosespejosqueseencontrabanenlascuatroparedes.
El corazónme latió con fuerza y, por una extraña razón, quise detener aSarahyobligarlaavolveralahabitación.Sinembargo,yaerademasiadotarde,laspuertasseabrieronyellasalióconprisa,empujandoaunaparejaqueibaasubir.Lehicierongestosdedisgusto,peroellanosedetuvo,continuósucaminoysaliódelhotelporunapequeñaentradaqueseencontrabaalladodelatiendadondehabíanhecholaúltimacompra.
Sarah conocía su camino. Se dirigía a un coche azul que no parecía tenerningún pero. Era bonito, estaba limpio y no levantaba ninguna sospecha. Eraperfectoparaquesemarcharasinlevantarsospechas.
Abrió la puerta y colocó lamochila en el asiento trasero. Se subió de unsalto,encendióelmotorenseguidayaceleró.Losneumáticosrechinaronyunaligeranubedehumoconoloraquemado llenó laestrechacalledelbarrio.Alcabodeuninstante,meencontréenelasientodelcopiloto,alladodeSarah.
Meimaginabaqueellanisiquierateníaideadequeyolaestabaobservando.Sarahcondujoduranteunosveinteminutos.Pasamosjuntoacuatrocoches
patrullayningunosepercatódequeenelinteriordelcocheseencontrabaunaprófuga.MiansiedadaumentócuandoSarahseadentróenuncampo,fueradelaciudad.Cuantomássealejaba,mástemorsentía.Nuncadaríanconella.
La ciudad y sus luces, junto con los coches que nos habían acompañadoduranteeltrayecto,habíanquedadoatrás.
MisojossaltabandeSarahalcaminoporelquenosadentrábamos.Tratéderecordarloporsialgunavezlonecesitaba.
Entonces,algomehizobrincarenelasiento.Sarah,porelcontrario,parecíaestardisfrutandodelsonidoqueseescuchabaenel interiordelcoche.Alzó lamanoyporunmomentocreíquemeestabaobservando,perocogióunaparatoqueestabaenelposavasos.Elculpabledemisustoerasuteléfonomóvil,queahoravibrabaensumanoderecha.
Sonrióalverlapantalla.—Rosie—contestó.Alverque se acercabanunpardecurvas,Sarahdecidióque lomejor era
ponerelaltavoz,cosaquemeresultabamásútilparaoírsuconversación.—¿Cómo va todo?—preguntóRosie con esa suspicacia en la voz que la
caracterizaba.YometenséenelasientoyagradecíqueSarahnopudieraverme.—Bien. Ya estoy fuera de la ciudad —anunció ella con una sonrisa
cómplice.Parecíabastantealegredeestarlejosdelaciudad.Seguroquesabíaadónde
sedirigía,ysaberqueestabaapuntodellegarsinhabertenidoproblemasconalgúnpolicíalaponíafeliz.
Rosieserio.—Esoesfantástico.Sabíaqueelcocheteserviríamásatiqueamí.Meheléenelasiento.Esetonodevoz…Loconocíamuybien.Algoibamal.—Sarah—dijeconunnudoenelestómago.No.No.No.—Sí,realmentemehaayudadomucho—contestóSarah,girandoporunas
curvas cada vez más cerradas, aunque sin dejar de pisar el acelerador. Legustabalaadrenalinayyolosabíamuybien—.¿Cómovaelplan?
Mis ojos se dirigieron al teléfono de Sarah, que se encontraba en elsalpicadero, en un soporte de plástico. Miré la pantalla y solo vi pasar lossegundos.Rosiesehabíaquedadoensilencio.
Empecéallorardenuevo.SabíaqueSarahnomerecíaquellorasenporella,peroeraconscientequeRosieestabaapuntodehacerunadelassuyas.
—¿Rosie?—dijoSarahcuandonoobtuvorespuesta.—¿Sí?Nopodíamoverme.Estabapegadaalasiento.—¿Cómovaelplan?—volvióapreguntar.—Perfectamente,Sarah.Neguéymiréalapelirrojaqueestabaamilado,totalmenteajenaaloque
sucedía.ParecíaqueRosieyyoestábamospensandoenlomismo.Nopodíahacernada.Lehabíatendidounatrampa.—Muybien.Entoncesseguiréconlomío.Tendrásnoticiasmíasmuypronto
—dijolapelirroja.—Asíserá.Adiós,Sarah.Colgóyyomequedéconelnudoenlagarganta.—Tienesquedetenerte,Sarah—dijemásparamíqueparaella.Alfinyal
cabo,ellanomeveíanimeoía,aunqueunapartedemídeseabaquelohiciera.Estabacomenzandoafrustrarmecuandoellaempezóaacelerar.
Rosieseibaadeshacerdeella.Yolosabía.Miré al frente.Una curva se acercaba, y era demasiado estrecha para que
pasarandoscoches.Sarahdebíabajarlavelocidad.Teníaquehacerlosiqueríasobrevivir.Merelajéunpococuandoviqueapartabaelpiedelaceleradorparacomenzarapisarelfreno.Peroentoncesalgosucedió.
Algo que hizo que Sarah adquiriera una expresión de terror que nuncaolvidaré.Losfrenosnofuncionaban.
Ese era el plan deRosie.Usar a Sarah para que la ayudara a escapar delhospitaly,después,deshacersedeella.
—Sarah—susurré.Lacurvaseacercaba.Erademasiadotarde.Sarah, nerviosa, siguió intentándolo, pero al ver que los frenos no
respondían, perdió el control de sus emociones y de sus reflejos. Apartó lamiradadelcaminoquehabíadelantedeellaypresionóconmásfuerza.
Yoapartélamiradaparanoverloqueibaaocurriracontinuación.—No,no,no,estonopuedeser…Escuchéunclaxoncercademioídoydespuésmealejédelcoche.Mequedé
enmediodelacarretera,justoenlacurva,paranoobservarelfinaldeSarahenprimerafila.Lapelirrojahabíaperdidoelcontroldelcocheysedirigíahaciaunbarranco,dondecientosdeárbolesyramassecaslaesperabanparaengullirla.
LamalezadevoróaSarahyalcochequeRosiehabíamanipuladoantesdequeellalousara.
Escuchéungritolejanoy,después,algotronó.Meacerquéalfinaldelacurvaysoloviunpequeñocochedestrozadoque
habíadadocientosdevueltasparaterminar,porlomenos,setentametrosabajo.Notuveelvalordeacercarme.SabíaqueSarahhabíamuerto.Ysinoestaba
segura de eso, la explosiónque tuvo lugar cuandomis ojos se clavaron en eldiminutococheconloscristalesrotosconfirmómissospechas.Elcocheestabaardiendo.
Capítulodiecinueve
No pude descansar los siguientes días. Por suerte, no necesitaba dormir. LaescenadelcochedeSarahserepetíaenmimenteunayotravez.Escuchabaelsonidodelaceleradory,luego,gritos.Veíacómolapelirrojatratabadepisarelfreno con sus sucias zapatillas deportivas con las que había salido del hotel.Presionabacontantafuerzaquepensabaqueibaaromperlo.Susojossemovíanparamirarme,estabanabiertoscomodosgrandescanicasbrillantesyreflejabanterror.Mepedía agritosque la ayudara,pero cuandoyo intentabahacerlo, laatravesaba, no podía tocarla ni hacer nada para que el coche se detuviera. Yentonces yo también comenzaba a llorar porque me sentía impotente. Eraincapazdesalvarla.
Me sentía terrible por su muerte. La presión que tenía en el pecho meprovocabaunardorenelestómago.
SarahyyohabíamosidodetrásdeRosielamayorpartedeltiempo,fuimossus fieles cachorritos que asentían sin protestar cuando ella daba una orden.Aunque no éramos amigas y no nos habíamos contado nuestras intimidades,Rosienoshabíaunidodealgunamanera.Ambas laqueríamosy laseguíamoscomodosovejasobedientesqueadmirabanalamujerrubiadeojosazules.
NoqueríaimaginarmeaSarahenelautomóvil,todavíaconscientedespuésdecaerporelbarranco.Deseabaquehubieraperdidoelconocimientodurantelacaída. No me gustaba la idea de que ella también hubiese muerto en unincendio.Ambosprovocadosporlamismapersona.¿CuántodañopodríahacerRosie? ¿En qué estaría pensando en esos momentos? ¿Odiaba tanto a losCrowellcomoparahacercosasqueseguramentelallevaríanalinfierno?¿Cuálerasuplan?
Suspiré y me senté en un banco verde del parque, donde había estadodeambulandoparanoperderdevistaaRosie.DesdequeSarahhabíamuerto,parecíamástranquila,comosisehubiesequitadounpesodeencima.Elhoteldondelashabíaencontradoseguíabastantetranquilo;dehecho,lospolicíasibanacompraralatiendaquehabíaenlaplantabaja,peronohabíaninvestigadoaloshuéspedes.Rosieestabaenelparaíso,disponíadelosahorrosdemicuentabancaria y tan solo conun clic podía irse del país sin quenadie la detuviera.Debíaadmitirqueera inteligente, sabíaprever losmovimientosde losdemás,siempreestabaunpasopordelante.Deseaba,almenos,haberheredadoesodeRosie.
Sinembargo,estabasentadaallí,enlapartefrontaldelhoteldondeRosienopodíaverme.Nisiquierasalíadelahabitación.Teníaqueirconmuchocuidadoparaquenomevieraporqueconservabasudonynoqueríaquesedieracuentade que conocía una parte de su plan y que había acabado conSarah.Aúnnosabíaquélediríacuandolatuvieradelante.Despuésdetodo,tambiénmehabíamentidoamíynomehabíaincluidoensuplan.
Probablementeyasehacíaunaideadequelaodiaba.—Anna.Una voz me sobresaltó. Mi corazón palpitó estrepitosamente, pero, en
cuanto levanté el rostro, me relajé. Aunque al principio me había asustado,pensandoquepodíaserRosieoMarissa,reconocíladulcevozantesdecometerunalocura.
EraJohanna.—¿Quéhacesaquí?—preguntéenunsusurro,comosialguienmáspudiera
escucharme. Esperaba que ni Aaron ni Marissa se encontraran cerca, de locontrario,mellevaríanconellos,yahoraquehabíaencontradoaRosienolaibaaperderdevistaniunsegundo—.¿Hasvenidotúsola?
Ellaasintiósindecirnadamás.—¿Por qué?—pregunté, con el ceño fruncido—. ¿Te han obligado a que
vinierasconmigo?Negóysesentóenelbancojuntoamí.Habíadejadoelespaciosuficiente
parapudieracontemplarsurostro.Nomepreocupé,noparecíaquelehubieranhechodaño.Parecíaestarcontentaporhabermeencontrado.
—Tedijequeeresmiamiga.—Teestásponiendoenpeligro.—Intentéahuyentarlaparaquevolvieraala
casaenlaquesiemprehabíaestado.Ahíestabaasalvoynadiepodríahacerle
daño.Encambio,aquí,Rosiepodríahacerdelassuyas.—Anna,lascosassehanpuestofeas.Fruncíelceño.—Perosiacabodemarcharme…¿Quéhasucedido?—AaronyMarissahandiscutido.Yo asentí. Comprendía lo que quería decirme. Sus ojos reflejaban
preocupación.—LilithhainterferidoyAaronsehamarchado…Hadejadodeserlíder.Mis alertas se encendieron.Me recosté en el banco, mirando de reojo el
hotelparaquenosemeescaparanadade lavistaniunminuto.MecentréenJohannaysupequemeestabadiciendolaverdadyquelascosasestabanpeordeloqueimaginaba.
—¿Porquésehaido?—Ahoralapreocupaciónsehabíatrasladadoamivoz—.¿Sobrequédiscutían?
—¿RecuerdasaDavid?Asentí.Eraunode losque seguíanaAaronprácticamente todoel tiempo,
junto con Thomas. Ambos eran fuertes y grandes, como dos troncos. Porsupuestoquelorecordaba,éltambiénestabacuandoAaronyyoentramosparahablarconLilith.
—Sí,meacuerdodeél.—Bueno, pues él estaba fuera, esperando a Aaron. Cuando te marchaste,
Aaron se puso demal humor y fue a reclamarle algo aMarissa. Parecía quequería que te contaran la verdaddeunavezpor todas.PeroMarissa se negó.Davidestabaescuchandosinquenadiesedieracuenta.Nosédequéhablaban,estomelohacontadoél.Notengomásdetalles,silossupiera,telosdiría.Poresohevenido,porquesupusequetegustaríasaberlo.
—¿Ellossabenqueestásaquí?—No, pero supongo que creerán que he venido a buscarte. No creo que
sepan que he venido para contarte lo queDavidme ha dicho.Todos estamosmuynerviosos,almenos,losquesabemosquehayotraverdad.
—¿Otraverdad?Asintió.Entonces,todosevolviómásclaro.SiAaronsehabíamarchadodespuésde
habersidounodeloslíderesmejorentrenadosyconmayorconocimiento,eraporque sabía esa verdad y no le gustaba. ¿Acaso Marissa y Lilith queríanhacermedaño?¿EraporesoquenoqueríanquebuscaraaRosie?¿Sabíanquesi
labuscaba,podríaterminarmimisión?—Creoquesécuáleslaverdad.Melevantédelbancoycaminéunoscuantospasos.Fuideun ladoaotro,
golpeteándomeloscostadosconlasyemasdelosdedosacausadelaansiedad.Considerédenuevolaideaquehabíaestadorondándomelacabezayasentí.Esodebía ser. Las piezas encajaban correctamente. Marissa y Lilith solo habíanactuado como lo habían hecho porque me querían de su lado. Me habíanimpedidoquevisitaraaRosie,mehabíanentrenadoymehabíandadoelanilloporqueteníanunúnicoobjetivo.Porqueyoeralaconexiónconellíderdelotrogrupo, losEternos,comoella loshabíallamado.YelgrupodeMarissaqueríadestruirlosparasalirseconlasuya.
Toméaireporpuracostumbreytuvequevolverasentarmepararecuperareloxígenoquehabíaperdido.Elpechomedolía.Porunaparte,mealegrabaqueAaron se hubiese marchado y hubiera abandonado ese grupo, al igual queJohanna. Ellos dos eran los únicos que me habían estado protegiendo. Sinembargo, estaba molesta con Aaron, porque supuse que él había estado alcorrientedetododesdeelprincipioynomehabíacontadolaverdad.Éltambiénhabíaformadopartedeesegrupodefantasmas.
Johanna me miró, mordiéndose el labio inferior mientras esperaba mirespuestaconnerviosismo.
—Ellosnosonlosbuenos,¿verdad?—medijo,comosipudiera leermelamente.
—Creoqueasíes.Soltóungritoagudoquemuyprontosilenció.—¿Qué pasará con los demás? Ellos tampoco lo saben. Nos reclutaron a
base dementiras. Les pueden hacer daño. ¡Tenemos que decirle aDavid y aThomasquetienenquehuirloantesposibledeahí!
—No —dije de inmediato, tomando una decisión que antes no hubierapodidotomar.Porsuerte,nometemblabanlaspiernasymicerebrocontrolabamisnervios—.Silesdecimosqueloshanengañado,Marissaactuaráantesdeloplaneado, y lo que necesitamos es tiempo para pensar en cómo podemosdetenerla.
—¿Nosotrasdos?—preguntócontemor.Yomequedémirandoalvacío.—¿AnnaCrowell?—Unavozllamómiatención.Mesorprendíalverqueunhombredeunosveinticincoañosestabafrentea
mí,hablándome.Teníapecasen lasmejillas,quecasinosenotaban,el rostrosuaveysusojoserannegros,comolosdeAaron.Soloquelossuyosteníanunbrillomásencantador.
Fruncí el ceño y me alejé lo bastante para verlo mejor. Llevaba unospantalonesdecolorcaquiyunacamisablancaconcuadrosazulesqueresaltabaelcolordesupiel.EraigualdeatractivoqueCaleb.
Johannaestabatansorprendidacomoyo.—¿Quién eres tú?—pregunté, tratando de ponerme frente a Johanna para
que no le hiciera daño. Ella eramás pequeña que yo, y sentía el impulso deprotegerla.Élnosesintióofendidoyselimitóalevantarlasmanosenelaire,haciendoseñasparaindicarquenoqueríaatacarnos.
Yomerelajéunpoco.Élextendiólamano.—SoyLouie.Alverquenorespondíaasusaludo,ladejócaersindejardesonreír.—¿Louie?—pregunté,extrañada.—SoydelgrupodelosEternos,comoMarissanosllama.—¿Qué eres de ella? —Mis ojos estaban fijos en él. Esperaba que no
estuviesemintiendo.Élserio.—Porsuerte,nada.—¿Porquéestásaquí,entonces?—interrogué.Éltomóunlargorespiroparapoderhablar.Louie,aligualquenosotras,era
un fantasma. Y, para ser sincera, tenía mejor aspecto que los del grupo deMarissa.Teníaunaampliayamablesonrisaenelrostro.
—Bueno, he oído que te has librado de ellos. Sabemos queMarissa tieneotrosplanesqueno te esperabas,ynosotros tenemos la respuesta a susactos.Sabemos por qué quiere hacerlo, y debes creerme, somos los únicos buenosaquí.Losúnicos.FueellaquiennospusoelnombredelosEternos,aunquenosabemos por qué. Pero nos ha gustado tanto que hemos decidido utilizar esenombre.Hemosestadobuscándotedesdequellegasteaquí,peroningunodesugruponoshapermitidollegarhastati.—Hizounapausaquemehizopensarqueaúnnohabíaterminadodehablar—.Deverdad,Anna.Lointentamostodoparallegar a donde estabas, pero ellos son demasiados. No te dejaban sola ni unsegundoyesonospusolascosasmásdifíciles.
—Siqueréisquepelee,noloharé.
—No,noqueremosesodeti.Nuestrolíderquiereverte—contestóentrerisas.—¿Paraqué?—Solo quiere hablar contigo. Tú le serás de gran ayuda. Como debes de
saberaestasalturas,eressuconexión.Sehapuestomuycontentoalsaberqueestabasaquí.Aunque,claro…lamentamucholoquetesucedió.
MiréaJohannayellaparecióacceder.Despuésdetodo,Marissanoshabíafallado.
—¿Dóndeestátulíder?—Te llevaré con él. Si tu amiga quiere acompañarte, no tenemos ningún
problemaenquealguienmásseunaanosotros.—MellamoJohanna.Larubiaseasomópordetrásdemíysonrió.Enseguida,extendióelbrazoy
le dio un apretón de manos a Louie. Él la estrechó con gusto y esbozó unaampliasonrisadesatisfacción.
—No puedo.—Señalé el hotel que estaba vigilando desde hacía días. Lamayoría sabía quién era Rosie y quién era yo, y lo que había pasado connosotrasylosCrowell—.Rosieestáahídentro.
JohannaapartólosojosdeLouieunossegundosymemiróconsorpresa.—¿Lahasencontrado?—Sí.—TraguésalivaymisojosfuerondeJohannaaLouie—.Yhamatado
aSarah.—¿Qué?¿Cómo?—Lapequeñarubiameobservaba.Nodabacréditoatodo
lo que había pasado en tan pocos días. Tenía el ceño fruncido y los ojosvidriosos.
—Le tendió una trampa —empecé a explicar—. Cuando llegué, Sarahestaba a punto de salir. Rosie le había dicho que era mejor separarse paradespistar a la policía. Por supuesto, Sarah accedió porque parecía la mejoropción. Le dio un teléfono para que estuvieran comunicadas y dinero enefectivo. Rosie tenía una cuenta bancaria a mi nombre. Al parecer, la abriócuandonacíparautilizarlallegadoelmomento.Tambiénledejóelcoche,perolecortólosfrenosparaqueparecieraunaccidente.
—Estáloca—dijoJohannaencuantoterminédehablaryyoasentí.Estabadeacuerdoconella.
—Notepreocupes,Anna—dijoelchiconuevodevozsuave,queparecíacomprender todo lo que sucedía a la perfección—.Mi líder quiere conocerte
cuantoantesy,paraquetesientastranquila,haremosqueunodelosintegrantesde nuestro grupo vigile a Rosie. Así no la perderemos de vista. Seremos tancuidadososcomolohassidotú.
Johannamediounapretóndisimuladamente.Ellacreíaquedebíaaceptarlaoferta,quedebíamosirconélparadescubrirdeunavezportodaslaverdadqueMarissayLilithnoshabíanocultado.
—Está bien. Pero no perdáis de vista a Rosie ni un momento, podríadesaparecer en un segundo. —Me temblaron los labios y no pude evitartartamudear—.Ynoosacerquéisdemasiado,osospecharáalgo.
—No lo haremos, Anna —afirmó el chico, que, al parecer, estaba másencantado con la presencia de Johanna que con la mía—. Te llevaré ahoramismoaconoceramilíder.Estoysegurodequeosllevaréisbien.
***
Debíaadmitirqueellugardondeestabaneramásbonitoqueeldelotrogrupo.Los colores resaltaban y cientos de personas me recibieron con una ligerasonrisa. Algunos de ellos asentían con la cabeza al verme y continuaban sucamino. Por arte de magia, cambié mi expresión amarga por una sonrisa.Johannaestabatanencantadacomoyo,parecíaquesusojosibanasalirsedelascuencasysaltabandeun ladoaotrocomosi fuera lomásbonitoquehubieravistoensuvida.Yeraverdad, lospisosestaban relucientesybrillantes, tantoque me veía reflejada en ellos si bajaba la mirada. Cientos de cuadros dediferentesartistascolgabandelasparedesparaserobservados.
Louie sonrió al ver la emoción en nuestros rostros pálidos en cuantollegamos.
—¿Dóndeestátulíder?—Prontollegará.Johannamemiró.Yoledevolvílamiradaparacalmarla,porqueseguroque
estaba tan nerviosa como yo. Después de recorrer la nueva casa a la queacabábamosdellegar,estábamoscansadas.Ansiabaconoceralnuevolíderparasaberexactamentequéeraloquenecesitabademí.Teníaciertasdudas,porqueyonoeradelasqueteníaamigosportodoslados.Ahoraeradiferente,peronoentendíaporquéyoerasuconexión.Seguroquehabíaalgoquenosunía,perono lograba imaginarme quién podía ser. Ni mucho menos recordar a ningúnfamiliar que hubiera muerto y que fuera joven. ¿Este líder era mayor o de
nuestraedad?Nisiquieralosabía.Losdedossemeestabancongelandoymipiegolpeaba con suavidad una y otra vez el suelo brillante de la casa mientrasintentabarelajarmeynodarletantasvueltasalaideadequiénpodíasersulíder.
Horasmástarde,Louieselevantódelsillónynosavisódequeregresaríaenunmomento.Éleraelquemásdeseososemostrabadequenosencontráramosconsulíder,pero,alparecer,noestabacerca.
Nosesperabaunlargodía.Porsuerte,seestabanencargandodevigilaraRosie,yesomequitóunpeso
deencima.Esperabaquepermanecieratodavíaenelhotelparanotenerqueirtrasella.
Pasaronotrastreshoras.NiLouiehabíaregresadoniellíderaparecía,yyomeestabadesesperando
porque no sentía que estaba haciendo nada útil. Entonces, me atreví apreguntarmequéestaríahaciendoAaronenesosmomentosy,sobretodo,dóndeestaríasihabíaabandonadoalgrupodeMarissa.
—Anna.—Oí una voz suave y tuve que levantar la vista porque tenía lavistafijaenelsuelodesdehacíahoras.MeencontréconelrostrodeLouie,queparecíademasiadoapenadoporhacernosesperar—.Metemoquetendréisqueesperarunpocomás.Milíderestáocupadoconunascuantascosasytardaráenllegarporlomenosunostresdías.
—¿Tres días? —pregunté con los ojos abiertos. No podía esperar tantotiempo.Lascosasestabanpasandodemasiadorápido.
—Sí—dijo,ocultandoelrostroalvermiexpresióndedesagrado—.Apenashe podido comunicarme con él y es lo queme ha dicho. ¿Crees que puedesesperar?
MelevantédelsillónyJohannameimitó.—Nopuedoesperartresdías.Rosiehaescapadoyplaneaalgo.—Teaseguroquetresdíaspasaránmuypronto—intentóconvencermecon
unavoztiernayunasonrisaencantadora—.Además,Rosienecesitamástiempoparamejorarsuplan,ymientrastantonosotroslodescubriremosyharemosloquehagafaltaparadetenerla.Sabesquecuentasconnuestroapoyo.
Asentí.—Bien. Pero entonces iré a vigilarla. Podéis venir a buscarme cuando tu
líderestéaquí.Élnegódeinmediato.—Esonoseráposible—contestóconuntonomisterioso—.Marissayasabe
queestásconnosotros,asalvo,ysitevesolaporahí,iráaporti.Noqueremosperdertedenuevo.Creoquelomejorquepuedeshaceresquedarteaquí.
Miré a Johanna. Parecía estar de acuerdo con el plan. Tal vez era cierto,teníalógica.SisalíaaseguirlelapistaaRosie,Marissaestaríaahí,esperándomeparallevarmedenuevoconsugrupoyhacermequiénsabequé.LomejoreranoarriesgarmeyquedarmeconlosEternos.Además,yonoeralaúnicaqueestabaen peligro. Johanna se había escapado y, sime encontraban amí, también laencontraríanaella.
Notuvequepensarlodemasiado.—Bien.Deacuerdo.Élsonrióyasintió,conformeconmidecisión.Mevolvíasentarenelsillón
ymequedéobservandotodoloquehabíaamialrededor,que,despuésdeunascuantashoras,yasehabíavueltoaburridoyordinarioparamivista.
Aldíasiguiente,decidíque lomejorerahaceralgoqueno implicaraestarsentada todo el tiempo, así que me encerré en una de las habitaciones paraempezaracontrolar todoloquehacíaRosie.Porfortuna, llevabaconmigolospapeles de la cuenta bancaria. Había estado leyéndolos una y otra vez parapoderentenderlotodo.Nohabíanadaquenosupiera:lacuentaeramía,Rosieahoraeralatitularyhabíamovimientosrecientes.
Johanna,porotrolado,estabamuyfelizalladodeLouie,queseconvirtióensupersonafavoritadesdelamañanaenqueélleofreciósaliracaminarjuntos.Ellaparecía encantada, así que, cuandopidiómi aprobaciónpara salir, asentí.Lociertoesquesentíalgodecelos,porqueJohannasehabíaconvertidoenmimanoderechayenunabuenaamiga.Lehabíacogidomuchocariñoysabíaquenuncalaolvidaría.
Amediodía,decidíqueestaríabienvisitaraCaleb,queseguramenteseguíamolestoconmigo.Nolehabíacontadoloquehabíapasadoenlosúltimosdías,asíqueestabaemocionadaporverloydecirlequemuyprontosabríaquéeraloqueestabasucediendo.TambiénlehablaríasobreRosie.
Tuvequesaliracompañadade tres fantasmasdespuésde insistirleaLouiequedebíavisitaramiconexión.Alprincipio,vaciló,perodespuésaceptóconlacondicióndequetresfantasmasmeacompañaran.Notuvemásopciónquedecirque sí.Una vezme reuniese conCaleb, haría de lasmías para ocultarnos deellos.
Esperabaquesealegrasedeverme,quequisieraescuchar loque teníaquedeciryquemeperdonaraporloocurridoconAaron.
Alcabodeunrato,lleguéasucasa.Measombrabaquetodosemantuvieratranquilo. Las personas que vivían en las casas contiguas ni siquiera seimaginaban lo que pasaba en elmundo de los fantasmas. Esmás, ni siquierasentíannuestrapresencia, apesardequepasábamospor su ladoo incluso lasatravesábamos.
Debíaadmitirqueestoúltimoteníaalgodegracia.Nomedetuveatocareltimbreporqueeramediodíayseguroqueestabade
caminodelinstituto,asíqueloesperaríaenelsalónparadarleunagransorpresay,deunavezportodas,hablarconélsobrelosucedido.Mientrasloesperaba,meaventuréainspeccionarsucasa.Fuihastalacocina,dondehabíaunosplatosreciénfregadosytodoestabaensulugarylimpio.Laalacenaestabarepletadelatascolocadasdeunaformapeculiar.
NeguéconlacabezaalpensarenloperfeccionistaqueeraCaleb.Me detuve y me puse de puntillas para mirar por la ventana. No había
ninguna camioneta aparcada en el jardín. Sin embargo, los tres fantasmasestabanahí,mirandoalrededorparaver si alguienpeligrososeacercaba.SolodosdeelloserantanfuertesyaltoscomoDavidyThomas;elotroeradelgadoyteníaunasfaccionesfinas.Noobstante,teníaunatractivointeresante,aunquesucabello parecía una especie de estropajo. Sus cabellos rizados parecían unamaraña y llegué a pensar que dentro habríamiles de telarañas y de animalesdesconocidos. Ninguno de los tres me había dirigido la palabra en todo elcamino,aunquelosoísusurraralgoamisespaldas.
En esemomento,me enderecé yme dirigí a las escaleras para subir a laplantadearriba.YaqueCalebnoestaba,deseaballevarmealgodeélantesdequefuerademasiadotarde.Sonabacursi,peroqueríatenerunafotografíadeéldonde mostrara su perfecta sonrisa. Fui de nuevo hasta el salón y, con unmovimientorápido,cogíunafotoenlaqueCalebaparecía juntoasuspadres.Yalahabíavistoantes.
Seguramentesedaríacuenta,peromedabaigual.Loconvenceríaparaquemeladiese.Calebnosenegaríasisabíaquealgoasímeharíamuyfeliz.
Memetílafotoenlospantalonesyoícomolapuertaseabría.Megirédegolpe,tratandodeocultarmisorpresa.Calebentróobservándomeconlosojosabiertosdeparenpar.Enloshombrosllevabacolgadasumochilaroja,quenoparecía irmuy llena.Llevaba unos vaqueros limpios y planchados, y un polonegroquecombinabaconsuszapatillasdeportivas.Susojosverdesestabanfijosenmí,asombrados.
—Anna,¿quéhacesaquí?—mepreguntó,ycerrólapuerta.—Teníaquedisculparmeporloqueocurrió.Élfruncióelceñoymemiródearribaabajo,cosaquemepusonerviosa.Sin
embargo,tratédeocultarloymeaclarélavoz.—¿Qué ha pasado contigo? —dijo al observar mi cambio de ropa y mi
peinado.Alparecer,legustabaloquehabíahecho.Sonreíconconfianzaymeenderecéparaqueloapreciaramejor.
—¿Tegusta?—interroguéconcuriosidad.—Megustabaelrosa,peroelcolornegroyesepeinadosindudatequedan
genial.—Mesonrióconsatisfacciónyañadió—:Meencanta,Anna.Él se alejó de la puerta, mirándome con los ojos entrecerrados, como si
estuviera tramando algo. Quería convencerlo de que todo estaba bien entrenosotros.Dejósumochilaenelsuelo,sesentóenunodelossillonesymehizoseñasparaquehicieralomismo.
Oíquelafotografíasearrugabacuandomesenté,asíqueempecéahablarrápidamenteparaqueélnosedieracuenta.
—LodeAaronfueunaccidente.Notendríaquehaberpasado.Simplementeesunidiotaquemeodiayqueríamolestarme.
—¿Aaron?—preguntó,interesado.Asentí.—Sí,noloconoces.Esotrofantasma.—Yaveo.—Estaba molestándome y, cuando llegaste, quiso hacerme una broma de
malgusto.Unosminutosantesmehabíapedidoquebailaseconélynoquisedecirle que no porque quería que se fuera lo antes posible para seguir connuestraincreíblevelada.Perosuplaneraarruinarnoslanoche.
HablardeAaronmeprovocóunasensaciónextraña.Antesdequemedieracuenta, su rostro estaba enmimente y los nervios comenzaban a invadirme,cosa que Caleb notó. Ahora estaba pensativo y confuso. Si seguíatartamudeando, creería que le estabamintiendo, así que dejé de hacerlo ymecallé.
—Anna,notienesqueexplicarmenada—dijoélconunaligerasonrisa.—Sí tengo que hacerlo —contesté rápidamente—. Estos días has estado
serioytehasalejadodemí.Tedebíaunaexplicación.TodofueculpadeAaron,queintentabatomarmeelpelo.
Élnegóconlacabeza.
—Noheestadoserioporeso—empezóadecirconunaligerasonrisaquemeestremeció—.Heestadoasíporqueséquenodebodeencariñarmecontigo.Prontoteirás,¿noesasí?AcabodeoírenlasnoticiasqueRosiesehafugadocon Sarah y las están buscando por todos lados. Estoy seguro de que en estetiempo ya has dado con ellas. Sé que Rosie es tu conexión más importante,porque ella estuvo contigo en el incendio.Megustaría hacer algomás por ti,peroséquenopuedohacerlo.Tehedadotodocuantotengo,Anna.Ynosabescuántomegustaríaqueestuvierasviva.
Sentí que iba a comenzar a llorar, pero no lo hice. Ya había derramadodemasiadaslágrimas,yahabíasufridobastante,yeldolormehabíaconsumidotantas veces que ahora lomejor era sonreír. Era hora de reconocer que habíapersonas queme querían yme valoraban. Tanto Caleb como Johanna habíandadolomejordesímismosparaayudarme.Apesardequemeardíanlosojos,meobliguéacontenerlaslágrimas.
—Amítambién,porquetequiero,Caleb.Élsonrióyseacercóamí.Sesentóamiladoymeobservóconesasonrisa
torcida suya queme encantaba.Me sentí acalorada cuando susmanos fueronhastamismejillas.Teníalosdedosfríos,peronomeimportó,nisiquieratuvelaintención de echarme para atrás para alejarme, sino todo lo contrario.Queríaquedarmeahísiempre,juntoaél.Meacaricióconsuavidadconlasyemasdelosdedos.
Contuveelalientoymefijéensuspreciososojosverdeesmeralda,quemeatrapabancomoaunachiquilladesecundariaenamorada.
—Yotambiéntequiero,Anna.Noté su aliento por todomi rostro.Olía amenta, era un aroma delicioso.
Acercótantolacaraamíquemeviobligadaacerrarlosojos.Depronto,suslabiossepegaronalosmíos.Mesentíestremecerdebajode
él;unasensaciónextrañame invadíadesdeelmomentoenque lohabíavisto.Porfinnosestábamosbesando,porfinestabadandomiprimerbeso.Sentíqueelestómagomeardíaymislabiossemovieronalcompásdelossuyos.Aunqueyofuiunpocotorpealprincipio,élmeguiodelicadamenteparaquesiguierasuritmo.Suslabiossuavessemovíandeunamanerasensualytierna,lentamente.
Cuando su lengua se adentró en mi boca, un gemido se escapó de mí y,entonces, sentí que su cuerpo se estrechaba todavía más contra mi cuerpofantasmal. Sus manos me rodeaban la cintura y hacían que me sintieraacalorada.Cerré losojosconmásfuerzaymedejé llevarpor lapasión.Sabía
queteníaunasonrisaenelrostro.Sutactomequemaba,peroeraunasensaciónquenoqueríaquepararanunca;noeracomoelinfiernoenelquehabíaestadoconRosie.Nuestros cuerpos fríos estaban tan cerca queni una ráfagade airepodíapasarentrelosdos.
Cuando su cuerpo pidió que nos apartáramos, me separé de él. Sus ojosreflejabanuntorbellinodeemociones.Esperéquenosehubiesedadocuentadequeaquelhabíasidomiprimerbeso.
—¿Quédebohacer,Anna?—susurró.—¿Aquéterefieres?Tragósalivacondolor.—¿Qué pasará con nosotros? No quiero dejarte ir. Primero fueron mis
padresyahoratú.Creoqueestoycondenadoaquelaspersonasquequierosevayan.
—Yo…—Intentébuscarunarespuestaconvincente,peronosemeocurriónada—.Nolosé,Caleb.Noséquévaapasar.
—¿Puedeshacermeunfavor?—Seapartódemítansolounoscentímetros.Parecíatenerunanuevaideaquepodríaayudarnos,almenosporelmomento,asíquenodudéenresponder.
—Sí,claro.¿Dequésetrata?—Arriba,eneldesván,hayalgoquemegustaríaquevieras.Essobremis
padres.Tengoquetraeralgodelacamionetaqueheconseguidohoyytardaréunosminutos.Irécontigoenseguida.
Yoasentí.—Claro.Calebselevantóymediootrobesolargo,llenodedulzura.Sonreíentresus
labios y él hizo lo mismo. Después se apartó de mí y se dio la vuelta endirecciónalaentradaprincipal.
Yosuspiréysubíconmuchoánimo,sabiendoqueenunosminutosvolveríaareunirmeconél.
Cuando estuve en la segunda planta, vi que solo había tres puertas. Enrealidad,nuncahabíasubido.Casisiemprenoshabíamosencontradoenelsalónonosveíamosfueradesucasa,asíqueeraemocionantedescubrirlossecretosqueCalebteníaallí.
Mefijéenlaspuertasyneguéconlacabeza.Ningunadeellasparecíallevaraldesván.Teníaquehaberalgunaentradaeneltecho.Levantélavistayviunpequeñocuadradoeneltecho.Bastabacondarungransaltooponereltaburete
que había justo al lado de una planta para abrir la trampilla. Opté por eltaburete.
Cuandodiunpasoparaacercarmeal taburete,oíunruidoextrañoy,antesdequepudieraponermeenguardia,unamanofuertemeagarródelbrazoconbrusquedad y tiró de mí con dureza. Abrí los ojos como platos y mi primerinstinto fue apartarme. Quise gritar, pero enseguida otra mano me aplastó elrostroymecubriólabocaparaamortiguarelgrito.Metensé,peronodejéqueel miedo me invadiera. Ahora era fuerte y podía luchar contra quien fuera,inclusocontraRosie.CerrélosojosconfuerzayrecordéloqueAaronmehabíaenseñadoenlosentrenamientos.
Intentédarunapatadaamiagresor,peroestesabíaloqueibaahacerymedetuvoconfacilidad.Tratédemorderle,peronomesoltó,sinoquemeapretóconmás fuerzaymepresionóhastahacermedaño.Tratédedarle otrogolpe,perosucuerposemovióconvelocidadypusolospiesdelantedemisrodillaspara inmovilizarme. Me impedía moverme y enseguida me quedé de piedra.Congelada. No podía luchar. Si era Marissa, no me haría daño, porque menecesitaba.Perosisetratabadealguiendistinto…entoncesestabaenpeligro.
Su agarre se fue aligerando. La mano que me tapaba la boca dejó depresionaryvolvíarespirarconnormalidad,aunquemipechoseguíaagitándosecon rapidez. Tenía que recuperar el aliento lo antes posible. Inhaléprofundamentey,entonces,unolorfamiliarmellegóhastalanariz.Olíaajabóny, entonces, vi la piel morena y brillante con la que tantas veces me habíatopado.Uninstantedespués,meinvadiósuaromaamiel.
—SoyAaron—medijoaloído.Sucuerpoestabapegadoalmíoy sentíaqueestaba tenso,durocomouna
rocae,incluso,devezencuandoparecíaquetemblaba.Yoestabadeespaldasyno podía verle la cara, pero estaba segura de que era él. Era Aaron. Porsupuesto.Soloélhabríapodidoburlaralostresfantasmas.
Antesdequepudierahablarysinsoltarme,meobligóacaminarconélhastauna de las habitaciones. Las puntas de sus pies chocaban contra mis talonesdebidoalpocoespacioquehabíaentrenosotros.Sutroncoestabapegadoamiespalda.Fueunasensaciónquemepusolapieldegallina;nuncalohabíatenidotancerca.Aarontodavíameapretabalabocaparaquenogritase,aunquesabíaqueno loharía.Abrió lapuertacon rapidezy,encuantoestuvimosdentro, laoscuridad se cernió sobre nosotros. Una vez entramos, cerró la puerta conmuchocuidado.Porsuerte,losrayosdesolsefiltrabanporunadelascortinasyhabíaalgodeluz.
Mesoltóymealejéunoscentímetrosdeél.—¿Qué haces aquí? —pregunté en un murmullo. Vislumbré su silueta y
partedesurostro.Paramisorpresa,élestabatanagitadocomoyo.—Tienesquesaberalgo,Anna.—Noquierosabernadasobreti,traidor.Élapretólamandíbulaydijoalgoqueyonopudeoír.Entonces,levantóel
rostro.Supechosubíaybajaba,aligualqueelmío.Nosehabíaacostumbradoadejar de hacer los movimientos que hacíamos inconscientemente cuandoestábamosvivos.Yesosignificabaalgo.
Surostrovolvióafijarseenmí.—Noessobremí—susurró—.EssobreCaleb.—¿Caleb?Abrílosojosmucho,sorprendida.EralaprimeravezqueAaronllamabaa
Calebporsunombreynoporsuapodo.
Capítuloveinte
MiréaAaron,esperandoquemedijeraalgomás.Estabanerviosoysemovíaagitadamente.Sabíaquealguienseacercaba,asíquecorríhacia lapuertay lepuseelpestillo.
Cuandonosmiramos,nuestrosojos conectaronenseguida, pero él nodejóescaparniunsegundoyempezóamoverse,avanzandohaciadondeyoestaba.Aaron se abalanzó sobre mí, me levantó con fuerza la camiseta que llevabapuestaymedejóelvientrealdescubierto.Sentísusdedosfríosenmiestómago.NodijenadayloobservécogerdeuntirónlafotografíadelafamiliadeCalebque yo había robado delmarco unosminutos antes.Aaron la desdobló ymemiró,iracundo.
—¿Quieressaberlaverdad?—Letemblabanlosdedos,lavozselecortabayyopresentíaquealgomaloibaasuceder.Unospasosseescuchabancadavezmáscerca—.Calebesunmentiroso.Tehatraicionadoytevaaapuñalarporlaespalda.¿Porqué?Bueno,porque…
—Aaron,basta.—No—espetó—.Escúchame.Estaeslaverdad.—Calebnopuedetraicionarme.Élmequiere.Sentíquelosojosmeardían.—Caleb no tiene corazón, Anna. Te hará daño. Solo escúchame, ¿de
acuerdo?Mequedéhelada;nadasalíademiboca.Depronto,penséquequizádebía
creerlo. No parecía que estuviera mintiendo o bromeando. Sonaba serio yhablaba a gran velocidad. Sabía que alguien se aproximaba. Inspiróprofundamenteymemiróconlástima.
—Éleselotrolíder,Anna.Todoestetiempotehamentido.Noesquiendiceser,sientohabérteloocultado.—Parecíadolidoylopeordetodoesquesonabasincero—.Deverdad,nosabescuántololamento,porquetehasenamoradodeél.EsaeslaverdadqueMarissayLilithteocultaron,ellas…ellassolosabíanque Caleb era un fantasma, quiero decir… todos lo sabíamos, pero nadie seimaginabaqueeraelmalo,ymuchomenosqueerael líder.Soloyo losabía.Siemprelohesabido.
—Mientes.—No.Notementiríaconalgoasí—respondiódeinmediato—.Elgrupode
Marissanoesmalo.Alcontrario,ellossonlosbuenos,siemprelohansido,¿deacuerdo?LouieeslamanoderechadeCaleb.Tehatendidounatrampa,atiyaJohanna.Notengomuchotiempo,Anna.Ytútampoco.DebesirconMarissa.Tienesqueirtedeaquíloantesposible.
Negué.—Soloquierescausarmeproblemas.—No,Anna.Teestoysiendocompletamentesincero.—¿Entoncesporquétefuiste?Élbajólamirada,peroenseguidaserecuperóymemirócomonuncaantes
lohabíahecho.Teníael rostroafligido.Parecíaquequeríaecharsea llorarenmisbrazos,peroalgolodetenía.
—Yomefuidelgrupoporquequeríaprotegerte…protegerteamimanera.He estado contigo todo este tiempo,Anna.La noche que bailamos, no queríadejartesolaconCalebyporesoosseguí.Séquetemolesté,séquehicequenotuvieraslanocheperfectaconélynosabescuántomealegroporeso.
—Tragósalivayesbozóunasonrisatorcida—.Todaslasvecesqueestuvistea solasconél,yo tambiénestabaahí.LodeCaleb lo supedesdeelprincipio,desdeelmomentoenquetevienlafiestadeHannah,enlamansión,enelbar…estábamoslosdos.SabíaqueCalebibaaporti,peronopudehacernada.
—¿Cómoséqueloquemedicesesverdad?—susurré—.¿Cómoséquenomemientes?
—Lafotografía—dijoél,ydirigiósuatenciónalpapelbrillantequeteníaenlasmanos.Todavía temblaba.Cuando empezó adesdoblarla,medi cuentadequehabíaunplieguemásqueyohabíaignorado—.Calebyyo…
Mellevéunamanoalabocayneguéconlacabeza.Unalágrimasedeslizópormimejilla.QueríagolpearaCaleb.
Aaron y Caleb eran hermanos. Estaban en lamisma fotografía y, junto a
ellos,estabansuspadres.CalebhabíahechoelpliegueparaocultaraAarondela fotografía. Ambos eran pequeños, sonreían a la cámara con unos dientesperfectamente alineados y una sonrisa torcida, casi inocente, y aunque eranfísicamente diferentes, había algo en ellos similar: llevaban la mismavestimenta.Comosifuerangemelos.
—Tenemosquesalirdeaquí,Anna.Teloexplicarétodo.—Caleb…no.Élno…Todavíanomelopodíacreer.Escuché que alguien subía las escaleras con tranquilidad. Sabía que era
Caleb, sabía que detrás de él venían los fantasmas que habían sido asignadoscomomisguardianes.MeimaginéqueCalebsabíaperfectamentequehabíamásfantasmasensucasa,porqueélloslideraba,peroteníaquefingirparaquenosedieracuentadeque…
—Aaron… —lo llamé entre las sombras—. ¿Caleb…? ¿Caleb es un…fantasma?
Élasintió.—Sí,Anna.Máslágrimasbrotaron,peronotuvetiempodesecármelas.—¿Cuálhasidosuplandesdeelprincipio?¿Sabíaisqueeraellíderdelotro
grupoyqueseestabahaciendopasarporunhumano?—Calebparecíaunfantasmacomocualquierotroynadieseimaginabaque
él era el líder porque…bueno…era independiente.Siempre estaba solo, o almenosesoera loqueaparentaba.Peroyosabía loqueplaneaba.Sabía loqueera. Entonces, pensé que,mientras yo averiguaba cuál era su plan, tú sola teprotegerías estando con él, porque Caleb no te haría daño mientras siguierafingiendo que era humano. Él te tendría, nosotros también, y tú… tú, bueno,estaríassegura.
—Vetedeaquí—loempujé.Teníaelpechodurocomounapiedra.—Anna…tienesquevenirconmigo.—Intentóvolveracogermedelbrazo
peroyomeaparté—.Vamos.Me enjugué las lágrimas y negué con la cabeza. Después, le arrebaté la
fotografíaymelavolvíaguardardebajodelacamiseta.—Hermanos…Nomelopuedocreer.—Teloexplicaré.Vámonosya.—¿Anna?—seoyóalotroladodelapuerta.LavozdeCalebresonóenmicabeza.Sentínáuseas.
—Vamos, Anna—suplicó Aaron, poniéndose más nervioso, pero cuandoentendióqueno ibaaceder, resoplóensilencio,dejandover la tensiónen losmúsculosdesurostro—.Mira,tengoalgomás.Tomaesto.Esotraprueba.
Sacóunospapelesdobladosdedentrodesuspantalones.Eranporlomenosunasdiezpáginas.
—¿Quéesesto?—susurréycogílosdocumentos.CalebsedaríacuentadequeAaronestabaaquísipermanecíamástiempo,asíquemediprisa.
—El certificado de defunción de nuestros padres. El de Caleb y el míotambién están ahí. Toda la información que necesitas la tienes en tusmanos.Tuvimosunaccidente.Debescreerme.
Yoasentí.Caleb.Dios.No.Nopodíasercierto.—Tecreo.Ahoratienesqueirte.—Lovolvíaempujar.—No,Anna.Nomeirésinti.—Tienesquehacerlo—dijeentredientes.—Teheestadoprotegiendotodoeste tiempoyahoranodejarédehacerlo.
Nomepidaseso,porfavor.—Aaron, escúchame —empecé a decir con rapidez. Caleb volvió a
llamarme pero lo ignoré—. No le tengomiedo. Voy a seguir con el plan. Siquiereseguirfingiendo,entoncesambosloharemos.Confíaenmí.Séquesimevoyahora,estoexplotaráynodescubriremossusintenciones.Noestamoslistos.Necesitopermanecerensugrupoeinvestigarloquepueda.
—No,noyno.Espeligroso,Anna.—Confía enmí.Esto es lomejor que podemos hacer ahora.Me infiltraré
con su propia ayuda—dije con voz firme—. Funcionará. Seguiremos con elplan,¿entendido?
—Anna…—¿Entendido?—volvíapreguntar.Élasintió.—Tebuscaremos.Noestarássola.Nuncalohasestado—medijo.—¿Anna? —La voz tenebrosa volvió a llamarme y sentí que su voz se
calabaenmishuesos.—¡Estoy aquí! —grité, tratando de sonar lo más tranquila posible, pero
entonces laspiernasempezarona temblarme.Actoseguido,miréaAaroncon
profundatristeza—.Nosvemospronto,Aaron.Asintió con la cabeza y desapareció. Entonces,memetí los papeles en la
camiseta y me giré de golpe cuando la puerta empezó a abrirse. Tomé otrabocanadadeaireymepreparéparalamejoractuacióndemivida.Despuésdetodo,esaeramimejorhabilidad.Actuar.Desdeniñahabíafingidoseralguienque no era, y esto era más sencillo y divertido; primero, porque yo queríahacerloynadiemeestabaobligando,ysegundo,porqueapartirdeahoranadieseburlaríadeAnnaCrowell.
Calebmelaspagaría.La luzdelexteriorcomenzóa filtrarsemásyrespiréprofundamente.Tuve
que parpadear un par de veces para que el ardor de ojos que sentíadesapareciera.Esperabaquemisojosnoestuvieranrojosehinchados.Aunqueahora loúnicoquesentíaera la rabiadeslizarsepormisvenas,al igualqueelcalorenelrostroyenlasorejas.
Calebseasomóysonrió.Parecíalasonrisamásinocentedelmundo.SeladevolvíymearmédevalorparaserlamejoractrizdelafamiliaCrowell.
—Hola—medijoconelceñofruncido.—Hola—contestéyesbocéunasonrisamásamplia.Lafotoquellevababajolacamisetamequemabalapiel.Meentraronganas
decorreryarrastrarmeporelsueloparanoestarcercadeCaleb.Sinembargo,memantuvedepieytratédehablarsinlevantarningunasospecha.
—¿Quéhacesaquí?—mepreguntóconunasonrisaligera.Encogíloshombrosenformaderespuesta.—Queríavertudormitorio.Caleb encendió las luces y la habitación se iluminó. Antes, no me había
dado tiempo de echar un vistazo a la habitación. Aquella era una buenaoportunidadparaapartarlosojosdeCalebydistraermemirandolascosasquehabíaamialrededor.Megiréyvicajasdezapatostiradasenelsuelosinmuchocuidado. Entre las sombras, había vislumbrado una cama con sábanasperfectamente limpias; una cama que, sin duda, Caleb nunca había utilizado.Pero ahora la cama había cobrado vida con la luz. Para mi sorpresa, lahabitacióneramásgrandedeloqueesperaba.Debajodemíhabíaunaalfombraque cubría lamayor parte del suelo. Era de color crema y tenía unas cuantasmanchasdecafé.Enrealidad,lahabitaciónnoestabatancuidadacomoelrestodelacasa.EstaparecíalaguaridadeCaleb.
—Siento el desorden. No me ha dado tiempo de limpiar, he estado
demasiadoocupado.Nosabíaquequeríasvermihabitación.Megiréparamirarlo.Denuevoestabafingiendoserunchicorubiodeojos
colorverdeesmeraldatotalmentenormal,dulceytierno.Medirigióunasonrisa,yyolerespondíconunacálidasonrisafalsa.
Mepreguntésimehabíabesadoporpuraobligación.Muyenelfondo,sabíaqueasíera.Habíadesperdiciadomiprimerbesoconunmentiroso.
—No te preocupes. Me gusta mucho, creo que refleja muy bien tupersonalidad.
Élserio.—Siempretanocurrente…Élseacercóamíymecogiódeloshombros.Enmiinteriormeretorcídel
dolor,perograciasamifuerzadevoluntadmeaguantélasganasdegritarydeapartarlodemí. Intentémostrarmecariñosay sonrienteconél.Como la tontaAnnaCrowellquecreíaquesehabíaenamoradodeunchicoamableybueno.Nosabíaloequivocadoqueestaba.
—Gracias por cruzarte enmi camino, Anna—dijo, y esbozó una ampliasonrisa.
—No.—Aparté susmanos demis hombros y las sostuve entre lasmías.Estabaseguradeque lecostabademasiadosercursiydeciraquellaspalabras,asíqueintentéserlomásempalagosaposibleparadarleunalección—.Graciasati,Caleb.Eresadorable.Nosabeslofelizquesoyatulado.Túereslaúnicapersonaquemehaayudado.Durantetodoestetiempo,hevividoenuninfierno,peroahoratúmehasdadoesafelicidadquetantoansiaba.
Entoncesloviensusojos.Sentíque,pordentro,estabaponiendolosojosenblanco. Sonreí paramis adentros por haberlo hecho enfadar. Caleb tenía quefingirquemequeríaasulado,peronosabíaqueestabaconlamejoractrizdelmundo. Lo cierto es que estaba disfrutando del momento. Entonces, di unospequeños pasos al frente sin vacilar para acercarme a él. Cuando nuestroscuerposquedaronaunadistanciaprudente,posémislabiossobrelossuyosylediuncálidobeso.
AhoraelsabordeloslabiosdeCaleberaamargo.Tenersuslabiosjuntoalosmíosmeprovocóun terribledolordeestómagoyunasganas inmensasdevomitar.
Cuandonosapartamos,viqueseguíasonriendo.—Dijistequeibasaenseñarmealgodeldesván.¿Quéera?Élsonrió.
—Creoquenoestanimportante.Esunatontería.Mecogiódelacinturaymepegóaél,comosifueraunchicle.Enunparde
ocasiones,mientrasestabadevisitaenlamansióndelosCrowell,habíavistoaRosie coger a George de la nuca cuando estaban muy cerca y besarse condelicadeza.Deslicémismanosporsupechohastallegarasucuelloyélsonrió.Imité el gesto de mi madre y llevé las yemas de mis dedos hasta su nuca.Después,enterrélosdedosensucabellorubioyloobservécomosilodeseara.
—¿Deverdad?—Prefierobesarte,Anna—susurró,yseacercóamicuello.Semeerizólapielporculpadeltemoryéllonotóenseguida,peroyotraté
de sonreír, esperando que creyera que era consecuencia de la cercanía denuestros cuerpos. Se lo creyó porque, entonces,me besó lamejilla, luego lascomisurasy,finalmente,loslabios.
Cuandoacabó,meapartéunpocodeél.Estabamuynerviosay realmenteesperabaquenosedieracuenta.
—Me gustaría quedarme más tiempo, pero he venido con otros tresfantasmasquequierenprotegerme.
Élfruncióelceño,comosinosupieradequéhablaba.—¿Quéhapasado?Suspiréyaprovechéparaalejarmedeélmientrasmepreparabaparasonar
afligida. Me abracé a mí misma y negué con lástima. Mis ojos se tornaronvidriososylahabitaciónempezóadesdibujarse.Calebtratódeanimarmeparaqueselocontara,aunqueéllosabíaperfectamentetodo.Lohabíaengañadoconmiactuación.
Me pregunté por qué yo era la conexión de Caleb. No teníamos nada encomúnyestabaseguradequenuncanoshabíamoscruzado.Habíaalgoquenosunía,pero¿qué?
—Han pasado muchas cosas, Caleb —comencé a decir, y de pronto elnombredelchicorubiodejódesonarenmicabeza.Optéporpensarenelapodoque le había dado Aaron, el supuesto hermano de Caleb. ¿Odiaba Caleb aAaron?¿Porquéestabanengruposseparados,sisesuponíaqueeranhermanos?No loentendía—.Meuníaungrupoquememintió.Mehicieronpensarqueeran losbuenos.Aaronformapartedeél.Desdeelprimermomentosupequequeríahacermedaño,quenoerabueno.DespuésdescubríqueRosie sehabíaescapado del hospital y, cuando quise ir a buscarla, ellos me lo prohibieron.Supe en ese momento que algo andaba mal. Me fui en busca de Rosie y la
encontré,aligualqueaSarah,queyatecontéqueerasucómplice.Bueno,puesademásdetodoeso,RosiesedeshizodeSarah.Elgrupoquedeverdadesbuenomeha encontradoymeha pedidoquemequede con ellos y por esomehanacompañadohoytresfantasmas.
Élabriólosojos.—Nosabíanada,Anna.—Yoentrecerrélosojosenmiinterioryviqueuna
chispa seencendíaen susojosverdes.Por supuestoque lo sabía—.LosientomuchoporSarah,perocreoqueselomerecía.
—Esunalástima.Yotambiénlosiento—dije,ymeapartémásdeél.—Entonces,¿tevas?Yoasentí,aliviada.Alejarmedeéleralomejorquepodíahacer.Noquería
teneraCalebcercaymuchomenosseguirfingiendoytenerquebesarlo.—Tengo que irme, solo quería visitarte unos momentos, así que me voy
feliz.Comosabes,Rosieesmiprincipalconexiónynecesitoquemedétodalainformaciónde loquepasó en el incendio, porque solo ella lo sabe.Necesitosaberquémeocurrió,ysiestoyviva…Esperovolvermuypronto.
Élasintió.—Tenporseguroqueestaréaquí.Meacerquéylediunúltimobeso.Mecostómásdeloquehabíaimaginado.
Suslabioshabíanpasadodesersuavesyapeteciblesasergruesosyrasposos.Entonceslovi.Vilaprofundidaddesusojosyelpocobrilloquehabíaen
ellos.Supe entoncesqueCaleb era un fantasma.Ahora sentí su frío.Siemprehabíaestadohelado;cadavezquemetocaba,notabasusdedoscongeladosenmi piel. Me había mentido y lo había hecho muy bien. Había caído en sutrampa.Pero¿porquélohabíahecho?¿Porquéfingirqueeraunhumano?Noentendíanada.
La cabeza me daba vueltas y no encontraba ninguna respuesta. Lo quenecesitabaeraalejarmedeeselugarparanoolersuaromanisentirsupresencia.Caleb era de losmalos; tenía una energía potente, fuerte e indestructible. Lanotabaportodosladosynosabíahastaquépuntopodíahacermedaño.EseeraelotroCalebquehabíapermanecidooculto.Lodemáseraundisfraz.
MalditoCaleb.No,malditoHighSchoolMusical.—Adiós,Caleb.Sonreíaduraspenas.Oíunavozenmicabezaquemegritabaquesalierade
ahí lo más rápido posible. Tenía un pie fuera de la habitación y me sentíademasiadoansiosaporirme,pornoverlojamás.
—Adiós,Anna.Desaparecídesuvistaymefuijuntoalosotrosfantasmas,ensilencioysin
decirnada.EncuantomevieronsalirdelacasadeCaleb,mesiguieron.Lesdijeque ya había terminado, que estaba lista para volver y que empezáramos acaminarloantesposible.SolopensabaenleerlospapelesqueAaronmehabíadado.Sabíaque,comoélhabíadicho,todalainformaciónestabaenmismanos.Solo esperabaquenadiemedescubriera hasta que tuviera tiempode idear unplan.
LodeCalebmehabíadolidomucho.
***
Cuando llegué a la casa, los fantasmas desaparecieron y yo fui corriendo abuscar a Johanna, que seguramente seguía con Louie. Cuando atravesé unpasilloquellevabaaunjardínpintoresco,missospechasseconfirmaronalverqueJohannaestabariéndoseacarcajadasconLouie,queparecíatantensocomoCaleb. También estaba fingiendo. Por suerte, Johanna no habría pasado tantotiempoconélcomoparahaberlobesado.
Lamalasuertemeperseguía.Avancé hasta ellos con lentitud para no dejar ver mi angustia y mi
desesperaciónporsepararlos.Elloshicieroncasoomisodemipresenciacuandoestuveaunoscuantospasosdedistancia.Tuvequeaclararmelagarganta.
Lospapelesseguíandebajodemicamiseta.TeníaquehablarconJohanna.Ellatambiénmerecíasaberlo.
—Eh, ¿un buen chiste? —pregunté con una ligera sonrisa. Amboslevantaron la vista ymemiraron con los ojos entrecerrados. Las lágrimas notardaríanensalirsiseguíanriendodeesamanera.
—Bastante bueno —respondió Johanna, sosteniendo a Louie del brazo,comosifuerandosíntimosamigosqueseloestabanpasandomuybien.Lástimaqueyofueseaarruinaresanuevaamistadyaromperleelcorazónaminuevaamiga.
—Mealegrodequeosestéisdivirtiendo.Yohetenidounmaldía.Johanna me miró extrañada. De inmediato, notó que no estaba actuando
comosiempre.Louie,encambio, teníaunaexpresiónextrañaenel rostro.Sinduda,noqueríasabernadadeloquemehabíasucedido.
—¿Deverdad?¿Porqué?—Johannamesiguióel juegoyyo le lancéuna
miradacómplice,quecaptódeinmediato—.¿Quierescontármelo,Anna?Louie se mostró incómodo y miró a Johanna con lástima. Entonces, se
levantó del banco como si le costara demasiado y se sacudió los pantalonesajustadosquellevabapuestos.Después,hizounamuecaynosmirócontristeza.
—Bueno,yometengoqueir.Parecequequeréistenerunaconversacióndemujeresycreoquenodeberíaestaraquí.¿Nosvemosdespués,Johanna?
«Porsupuestoqueno,idiota»,penséenmiinterior.Ellaasintióconlacabeza.—Bien.Nosvemos,Anna.—Nosvemos,Louie,sientohaberosinterrumpido.—Nopasanada.Élsediolavueltaysefue.Loseguíconlamiraday,cuandodesaparecióde
mivista,measegurédequenadieestuvieracercaparahablar.MiréaJohannaconrapidez.Sabíaquehabíadescubiertoalgo.
—Esunasuertequelohayaconocido.—Noshanpuestounatrampa—empecéaexplicarentresusurros—.Caleb
esellíderdeestegrupo,esmalo.Siemprelohasido.Creíqueeramiconexiónyqueporesopodíaverme,peroestabamuyequivocada.YosoylaconexióndeCaleb.Nosédesdecuándoniporqué.Nuncaloconocíenvidaynoentiendoporquéhapasadotodoesto.AaronmehadichoqueCalebesunfantasma.
Johanna me escuchaba con atención. Estaba sorprendida, pero no decíanada. Sabía que en esos momentos debía camuflar sus emociones para queningúnfantasmasediesecuentadeloqueestábamoshablando.
—Aaron y Caleb son hermanos —susurré y me señalé el vientre. Lospapelescrujieronysentíque lapuntadeunade lashojassemeclavabaen lapiel—. Me ha dado unos documentos que prueban que son hermanos y quefallecieron.Marissa está en el grupo de los buenos, por si te lo preguntabas.Aaronmehadichoquetodoestetiempohaestadoprotegiéndome.
Ellasonrió.—Losabía.—¿Qué?—pregunté,yelevéunadelascejas.—QuelegustasaAaron.Neguéconlacabeza.—¿Qué?¡No!Esanoeslacuestión…—Todoslosabíamos,Anna.Noeraunsecreto,pormásqueéllointentara
ocultar. Era demasiado evidente. Si no te lo dijo fue porque estabas con esechicorubioqueteteníaenlasnubes.TodaslasmiradasqueAarontededicabaestaban cargadas de amor. ¿Nunca lo notaste? Le gustas tanto que tenía queocultarlohaciéndotecreerqueteodiaba.Asíactúanalgunoschicos.Desdequellegaste,supequeAaronsecomportabaasíporti.Semostrabamásagresivoytrataba de mantenerse alejado de ti, pero tú más que nadie debes saber quesiempre intentaba estar cerca de ti. ¿Crees que te protegía solo porque sí?Legustabas,Anna.—Hizounapausa.Yoestabaatónita.Esonopodíasercierto,Aaronmeodiaba—.Tienesqueentenderquenotodaslaspersonassonvalientesenloquealamorserefiere.Élnohaqueridodarselaoportunidaddeintentardecirteloquesentíapormiedo.Siemprehasidomuyprudente,sabeque…
Sedetuvo.—¿Qué?—pregunté—.¿Quésabe?—Creoquehehabladodemasiado.Losiento,mevaamatar.—¿Quésabe,Johanna?—volvíapreguntar,esavezconmásautoridad.—Anna…Misnerviosaumentaban.¿QuémássabíaAaron?¿Porquélecostabatanto
decirmeloquesabía?¿Acasoeratangrave?—Johanna…Sehizounsilencioyluegocontestó:—Sabequetemarcharásencuantocompletestumisión.Yoentrecerrélosojos.—Esverdad.No temiento—dijo rápidamente, y levantó lasmanos en el
aire.Yoasentí.—Bien.CogídelbrazoaJohannay la levantédelbancoparaquemesiguiera.No
protestó y vino detrás de mí con paso rápido. Entramos en una de lashabitacionesvacíasymeasegurédequenohabíanadiecerca.Después,paséelpestillodelapuertaymelevantélacamisetaparasacarlospapelesqueAaronmehabíadado.
Johannaseacercóamiladoyempezóaleerconmigo.Mesorprendíalverquelospapelesnotemblabanentremisdedos.Lashojasestabandesgastadasyamarillentas, tenían unas cuantasmanchas oscuras por elmoho, pero todo seentendía a la perfecciónyparecían auténtico.LosnombresdeCalebyAaronaparecíanenlosdocumentos.Aquelloconfirmabaqueambosestabanmuertosy
que, efectivamente, los dos eran fantasmas. Sin embargo, no entendía quépintabayoentodoeso.Calebqueríaquitarmedeenmediodealgunamanera.Según Marissa, él y los suyos querían desafiar a la naturaleza y vivireternamenteenestemundo.
—¿SabescómomurióAaron?—preguntéconelceñofruncido.Todavíanoentendía ciertas cosas—. Caleb me contó que sus padres murieron en unaccidente, pero, claro, él nunca mencionó que tuviese un hermano y muchomenos que él también murió en ese accidente. Así que estoy segura de quemintió.
—Aaron murió en un accidente de tráfico. Aunque creo que no fue unaccidente y que el responsable no sabía que los dos niños iban en el coche.Aaron dijo que ese día iban en el coche de su madre. —Me arrebató lafotografía donde salían los padres de Caleb y Aaron, y suspiró—. No lo sé,llámameloca,peroelpadredeestosdoseramuyguapoyatractivo,¿nocrees?
Lequitélafotografíaparaobservarlomejor.Lociertoesqueerabastanteguapoyseparecíaalosdoschicos.Teníalos
ojos verdes como los deCaleb y una sonrisa sombría como la deAaron.Eraalto,fuerteyrobusto.Parecíatenerunapersonalidadcautivadorayseguramenteteníaunavozroncaysensual.Peroestabarodeadoporunhalodemisterio,queledotabadeatractivo.
Sí,eramuyguapo.Loslabiosdelostreshombreseranidénticos.Lamujer,encambio,eradelgada,deojosnegrosybajita.Teníaelcabellorubioylacio,como Caleb. El padre tenía una piel bastante llamativa y era moreno. En lafotografía, Aaron parecía unos tres centímetros más alto que Caleb. Todosestabansonriendo.Enespecial,Caleb.
Esasonrisaparecíamássinceraquetodaslasquehabíavisto.—¿Unaamante?—mecuestionéenvozalta.—¿Túcrees?—dijoella.Traguésalivayempecéaformularunateoría.—Bien. Supongamos que fue una amante. Manipuló los frenos del
automóvilparamataralaesposade…¿cómosellamaba?Johannarevolviólospapeleshastaqueencontróloqueestábamosbuscando.—RichardBrennan—respondió.Yoasentí.—RichardBrennan—repetí para no olvidar el nombre.Era la primer vez
queescuchaba losapellidosdeAaronydeCaleb—.Bueno,pongamosque laamantemanipulólosfrenos,perojamásseimaginóquelosniñosestabanenel
coche, ¿verdad? Ella no quería acabar con toda la familia, pero todos sesubieronalcocheyfallecieron.CalebyAaronsevolvieronfantasmas,perosuspadresno.Teníanasuntospendientes.Pero¿qué?
Johannaseencogiódehombro.—¿Acaso Caleb tenía que conocerme? Tal vez el destino quería que nos
uniéramos.LomismosucedióconHannahyAlex.Ellosteníanqueconocerse.¿Porquésoysuconexión?
Penséencuálpodíaserlarespuesta,peronosemeocurríanada.—Enlafoto,Calebparecefeliz,¿noteparece?—Sí…¿Quélepasóparaconvertirseenloqueesahora?Me quedé en silencio. De pronto, se me ocurrió una idea. Ella era la
respuestadetodasmispreguntas.—¿Qué,Anna?—Rosie—murmuré—.Claro.Fueella.—¿Cómo?—preguntóconcuriosidad.—Soloesunateoría—dijeantesdeempezar,peroparaentoncesningunade
lasdoscreíaenlasteorías.Sihabíapensadoenella,eraporalgo—.RosieeralaamantedeRichard.Caleb estabamuy feliz en la foto, seguroquequería a sufamilia.Depronto,undíavioasupadreconsuamante,besándose,cogidosdelamano,loquesea,yempezóasentirrencorhaciaellos.
—¿Creesqueélpudohabermanipuladolosfrenos?—¡No!Recuerdaqueerael cochede sumadre.Rosie seguramentequería
deshacerse de ella. Sé que le daría igual acabar con la vida de alguien, no leimportaría destruir a una familia. No tiene corazón. Puede que estuvieratramandoalgodesdeelprincipio.Rosieesdemasiadointeligenteparasaberqueamaraalguien ladestruiría.De laúnicapersonade laqueverdaderamenteseenamorófuedeEric,yesoleafectómucho.EstoyseguradequesoloestabaconRichardparautilizarlo.Quizáeramédicooalgoasí.
Johannarevolviólospapelesyleyóalgoquelaimpresionótantoquelevantólamiradaconrecelo.
—¿Teloshasleído?—No,¿porqué?—PorqueRichardBrennaneramédico.—Médico…bien.AaronyCalebsontresocuatroañosmayoresqueyo.En
esta fotografía ellos tendrían unos cuatro o cinco años. Yo, en cambio, teníaapenas uno o dos. Puede que su padre trabajase en un hospital psiquiátrico y
supiesequeRosieestabaenferma.Ellaseguramenteloenamoróparaquenolaencerraran, porque sabía que, si George se enteraba de que no se habíarecuperado,ladejaríaylaapartaríadeAlex,alqueestabanapuntodeadoptar.Enesaépoca,Rosieestabamuymal.DelirabaycreíaqueHannaherasuhija.Cuando elmédico se preocupópor su estado, decidió encerrarla antes de quecometiera una locura, y ella actuó. Puede que lo amenazase con matar a suesposasilaencerraba,yéllaignoró.
—¿Seguroqueestumadre,Anna?Resoplé.—Megustaríaquenolofuera.—Entonces,¿insinúasqueCalebsabíalodelaamante?—mepreguntóconunacejalevantada.Susojosestabanabiertosdeparen
paryparecíatanasombradacomoyo.—Sí—contesté, cansada—. Seguro que se enteró de queRosie tenía una
hija y, al igual que ella, quería acabar con nuestra pequeña familia. Rosie learrebatólafelicidad.Calebquierevenganza.Almorir,quedóconectadoconesaideayconmigo.Oquizá…Tengootrateoría:puedequelegustetantotenerlospoderesqueposeeyserunfantasmaquedecidiesequedarseaquí,peroentoncesse enteró de que su conexión estaba en esta dimensión, en este misterioso ydesconocidomundo.Seenteródequeyohabíamuertoyqueera laúnicaquepodíadetenerlo.Calebsevolviómalo.
—Me inclinomás por la segunda teoría.Ningún fantasma puede recordardurante tanto tiempo su misión. Eso lo explicaría todo. Sabe de ti porquellegasteaquí—asintió,deacuerdoconmigo—.Encambio,Aaron…¿Cuálcreesqueeslarazónporlaquetodavíasigueaquí?
—No lo sé. Pero tengo la impresión de que no recuerda lo que tenía quehacer.
—Vaya.Avecespreferiríaserdelosmalos,siempreparecenmásfelices.—Nilopienses.Alfinal,siemprerecibensumerecido.—Erabroma,Anna.Johannabajólamirada.Cuandobajé lavista al suelo,mientras reflexionaba en todo loque estaba
sucediendoytratabademantenertodalainformaciónenlacabeza,lahabitaciónempezóadarvueltasysentíqueeltechosemecaíaencima.
Entonces,vi fuego,una ligerachispaquemequemabaelbrazo, suficienteparasoltarunchillido.Porsuerte,Johannanolooyó.Cerrélosojosconfuerza
y decidí que lo mejor era sentarme y relajarme. Estaba procesando toda lainformación y seguro que estaba comenzando a alucinar. La cabezame dolíacomonunca.Estabacansada.Medolíanloshombrosyteníalabocaseca,comosiestuvierasedienta.Laspiernasmepesaban.
Cuandomesenté,viquemispiernascomenzabanadesaparecer.Sentía laropamojadayteníafrío,aunquemeardíalafrente.Queríatomaragua,estabasedienta. Cerré los ojos con fuerza para hacer desaparecer la sensación. Nonecesitabatomaragua,peromicuerpomelopedíaagritos.
Merelamíloslabiosconlaesperanzadedejardesentirlasgrietasquesemeestabanformandoenloslabios.Alsentirlahumedadenlaboca,suspiré.
—Bueno,ahoraquesabesesto,¿quévamosahacer?Abrí los ojos y vi a Johanna, desdibujada. Sabía que estaba mareada y
cansadaporlapresión.Elmareoprontocesaría.—DebemosdeteneraCaleb.
Capítuloveintiuno
Johanna y yo salimos a toda prisa de la habitación en la que nos habíamosescondido para hablar sin decir ni una palabra. Oculté de nuevo los papelesdebajodemicamiseta.TodomeserviríadepruebaparaculparaRosiecuandola tuviera frente amí.Mientras tanto, seguíadándolevueltas al asunto.Calebmehabíamentido,habíajugadoconmigoyestabatratandodevengarseporalgoqueRosiehabíahechoañosatrás,oalmenosesaerami teoría.Nohabíaotraexplicación.Rosie había destruido a la familia deCaleb y deAaron, y ahoraeranenemigos.
LoúnicoquequeríaeraalejarmedetodoyhablarconAaron,queconocíacasi toda la verdad y las verdaderas intenciones deCaleb. Puede que inclusosupiesecuáleraladebilidaddesuhermano.
SuspiréycaminéjuntoaJohannaconunterribledolordecabeza.Sentíaunpinchazoenlafrentey teníaunzumbidoenlacabezaquemeponíanerviosa.Nosabíaporqué,peroteníaelpresentimientodequealgoestabasucediendo.
Entonces pensé que, si Caleb era el líder de ese grupo y me habíanprometido que vigilarían a Rosie para que no volviera a escapar, lo másprobable era que la hubieran perdido de vista, ignorandomi petición. SeguroqueaCalebleinteresabasaberdóndeestabaRosie,peroélnomelodiríahastaquereconocieseloqueera:unfantasma.Talvezformabapartedesuvenganza.
—TengoqueirdondeestéRosie—ledijeaJohannamientrascaminábamos.Ahoraque lasdossabíamos laverdad,éramosconscientesde lasmiradasquenos lanzaban los fantasmas de aquel grupo. Nos seguían saludando con lacabeza, pero, en realidad, estaban vigilando nuestros pasos. Ahora era másevidentequenunca.
Mesentíaobservada.—¿Estásloca?—mepreguntóJohannaenunsusurro.Apretaba los dientes, al igual que yo, molesta porque tanto Caleb como
Louienoshabíanengañadoconsuamabilidad.—No,noloestoy.Necesitotuayuda—contesté—.Tienesquecubrirme.Si
tequedasaquí,estarásprotegidaypodrásseguir fingiendoquenosabesnada.No teharándaño.Perosivienesconmigo,sedaráncuentadequesabemos laverdadytendremosproblemas.
Johannapareciópensárselo.—¿Y qué pasará cuando conozcas a Caleb como fantasma? ¿Cómo te
enfrentarásaélsieressuconexión?—susurró.—Yapensaré en algo.—Cerré los ojos con fuerzay sentí que el suelo se
movíabajomispies—.Dimequéharás.Johannaserelamióloslabiosyasintió.—Estábien—dijodespuésdepensarlounosminutos—.Mequedaréaquí.
Eslomejorparati,asílosdistraeré.Soymásdeseguirórdenesquededarlas.Mequedaréaquíyteavisarésipasaalgo.
—¿Seguro?Ellaasintió.—Seguro.Estarébien.Le di un abrazo por impulso y le conté queme iría por la noche, cuando
todos estuvieran dispersos en sus pensamientos. A ella le pareció lo mejor,apoyómiplanymedijoquemepondría al tantoyhablaría conLouiedemihuida.Me cubriría las espaldas diciéndole que estabamuy confundida y quenecesitabaalgodeaireyespacioparapensarmejorlascosas,yque,encuantollegaraeltercerdía,volveríaparaconocerasulíder.
Johanna asintió tantas veces que cuando intenté recordar la cantidad deveces que lo había hecho ya había perdido la cuenta. Como todavía eratempranoyhacíabastantesol,decidimosquelomejorerasentarnosyesperaraque anocheciera. No hablamos absolutamente de nada; nos quedamos ensilencio,mientras los rayosde solnosbañaban.Ambasestábamoscansadasytensas.Lamirédereojoyviqueteníalosojoscerrados;suspestañaseranmáslargasde loquemehabíaparecidoenunprimermomento.Supielerapálida,peroenlosojosllevabasombrasdecoloresclarosquealegrabansuspárpadosylosresaltaban.Tratabaderelajarseenlasilla,pero,igualqueyo,fracasóenelintento. Era muy difícil relajarse cuando éramos conscientes de todo lo que
ocurríaanuestroalrededor.Laspiernasmeseguíantemblandoysentíaqueelcorazónsemeibaasalir
del pecho. Parecía que unas manos fuertes y grandes se encontraban en miinterior,apretándomesindelicadezaelcorazón,quebombeabasindetenerse.
Abrílaboca,perovacilécuandoibaapreguntarleaJohannaloquemehabíamantenidoenascuas.Noqueríahacerlerecordarunmalmomentoniherirla.Erami amiga y estaba interesada en conocerla, y era verdad; quería saber cómohabíafallecidoysirecordabasumisión.Alserpartedelgrupo,eraevidentequeeratannovatacomoyo.Aunqueprobablementellevabamuertamástiempoqueyo.
—Anda, pregúntame —dijo ella con delicadeza. Yo abrí los ojos,sorprendida.
—¿Qué?—Fruncíelceño—.Noqueríadecirtenada.—Anna,somosamigas.Yotequieromuchísimo,¿losabes?Asentí.—Puedespreguntarmeloquequieras,nomeenfadaré—murmuróconuna ligera sonrisa, ymeguiñó, ungestoquehabíahecho
suyo desde que se enteró del incidente entre Aaron y yo durante uno de losentrenamientos.
—¿Cómofue?Yasabes…Johannasonrió.—¿Mimuerte?Volví a asentir y me recosté en la silla. Johanna pareció pensárselo unos
segundos.Aunque no parecía afectada pormi pregunta, su expresión cambió.Eraunachicamuyguapay,dehaberseguidoviva,seguramentehabríasidounamodeloconmuchotalento.Aunquenoeramuyalta,teníaunrostroangelicalyeramuyinteligente,locualcompensabalafaltadealtura.
—Fuiyo,Anna—contestódepronto.Abrílosojosytuvequereformularlapreguntaquequeríahacerleunayotra
vez en mi cabeza. No podía imaginarme a Johanna en una bañera con aguateñidaderojo.No.
—¿Te…heriste?—Nisiquierapudepronunciarlapalabra.Ellaserio.—No,perofuepormiculpa.Merelajéunpocoyfruncíelceño.
—¿Porqué?—Bueno, pues porque me metí con alguien que tenía mucho poder. Era
jovenyqueríaquemi familia tuviera lomejor.Loconocí enunclub.Eraunbuentipo,¿sabes?Metratabamuybienymellevabaasitiosenlosquenuncahabíaestado.Hastaque,depronto, todocambió.Yyo leaguanté todopormifamilia,poreldinero.
Vitristezaensusojos.—Sinoquieresseguir,loentiendo,Johanna.Ellanegó.—Apenas teníaquinceaños.Estabaapuntodecumplir losdieciséis.Para
entonces,yaerabastante…madura.Sabíaloqueeraelmundoynuncaesperabanadadenadie.Eraconscientedequeestabasola.Élmequeríaporqueerajoven,ymifamiliaporeldinero.
—Johanna…—Nuncameacostéconél,Anna.Contélasvecesquemelevantólamano.
Fueroncuatro.Séquenodebía,esoestuvomal.Nuncalojustificaré.Tampocoloperdonaré.Fueunerrorquepagómuycaro.Undía…Él…meempujóenlasescalerasymeresbalé.Memató.Séquenoerasuintención.Fueunaccidente.Estabamolestoycreyóquemeagarraríaconfuerzaypodríasostenerme.Ahoraestáenlacárcel.Élmismofueacomisaríaparacontarloqueocurrió.Losientomuchoporél.Megustaríadarlelasgraciasporquefuelaúnicapersonaquemehizofeliz,aunquefueseconcosasmateriales.SellamabaJoseph.
—¿Porquélohizo?—Porrabia.Estabaenfadado.Sushijosnoloquerían.Metriplicabalaedad,
yateimaginas.Nisiquieranosbesábamos,Anna.Ynuncahicimosnada.Johannaserio.—¿Loamabas?—Sí.Creoquesí.Meduele loque lehapasado.Pobre, era tanmiserable
comoyo.—Qué extraño, ¿no?—dije de pronto—.Parece que todos los que hemos
sidomiserablesestamosaquí,comosituviéramosunasegundaoportunidad.—Claro,unasegundaoportunidad—dijomientrasasentía.—Iré a verRosie para preguntarle sobre el incendio, sobremimuerte.—
Johannaabriólosojos,giróunpocoelrostroymemiróconcomprensión—.Séquecuandopasólodelincendio,lafamiliaCrowellseenteródequeyoeralahijadeRosie,asíquesupongoquehubounmontóndepapeleoparadecidirqué
ibanahacerconmiscenizas,oconmicuerpo…Imaginoquealguientuvoquetomar la decisión mientras Rosie seguía fingiendo que estaba enferma, peroestoy segura de que se enteró de lo que me pasó. Solo quiero resolver estemisterioyhacerentrarenrazónaCaleb.Nadieperteneceaestemundo.Loqueélquiereesimposible.
—Yo creo que fue George, ¿no?—Levantó una de sus delgadas cejas ysiguió con su mirada fija en mí—. Él parece ser el que se encarga de losdocumentos, de solucionar todos los problemas. Tal vez deberías darle lospapelesquemehasenseñado.YsobreCaleb…ese tipoestá loco.Seguroqueolvidósumisión,Anna.Esprobablequenoseastúsuobjetivo.Notienesqueponerteenpeligroporesto.
Yonegué.—Sientoquemelomerezco,porloqueleshiceaHannahyAlex.—¿Secuestraron a Alex? —preguntó con recelo—. ¿Lo secuestraron e
hicieroncreeratodosqueAlexestabamuerto?—Sí,peroélllegóaeste…mundo.EraunfantasmayHannahlopodíaver.
Sin embargo, él siempre estuvo vivo, yo cuidaba de él. Sarah y yo loalimentábamos.Rosielohiriómuchasveces,nisiquieraséporquélodejóvivir;si hubiese queridomatarlo, lo habría hecho hacemucho tiempo.No sé cómopudesoportarhaberformadopartedesuplan,todofuetan…cruel.PobreAlex,esperoquesepaquehepagadoporelsufrimientoquelecausé.—Traguésalivaymequedémirandoalanada—.Melomerezco.
—Anna,túyahaspagado.HasvividoconRosie.Yanotienesentidoqueteculpesporalgoquenovalelapena.¿Quiénsabe?Alescuchartuspalabras,semeocurrequequizáRosielohavueltoahacer.
—¿Qué?—pregunté.—Quizátemantengaconvidaenalgunaparte.Neguéymelevantédeunsalto,asustada.—No.Esoesimposible.Estoyseguradequemoríenelincendio.Viqueun
pedazo demaderame cayó encima. No tenía escapatoria. SoloHannah ymimadreestabanahí,ylasdosselibrarondelfuego,peroyonopudehacernadaparasalir.
Johannatambiénselevantóysepusodelantedemí.—CreoquesivasaveraRosie,lapreguntaquedeberíashacerleessiestás
viva. Tú la conoces mejor que nadie y sabrás si te miente. No pierdes nadaintentándolo.
Volvíanegar.—Noquierohacermeilusiones,Johanna.—Esmejorquenotequedesconladuda.Hazmecaso,debespreguntárselo.Misnerviosaumentaron.Volvíanegaryviqueseestabahaciendodenoche.
MeapresuréacaminarparanoescucharloqueJohannamedecíaentresusurros.Intentaba convencerme de que podía estar viva y que Rosie sabía lo quemehabíaocurrido.Yocreíaque era imposibleporqueRosiehabíapasadomuchotiempo hospitalizada. De haber estado encerrada en algún lugar, ya habríamuertosinnadiequemecuidase.
—Creoquedebomarcharme.—Inténtalo,Anna.Mirésusojosyestuveapuntodeasentir,perotampocoqueríadarlefalsas
esperanzas,asíquemelimitéaobservarlayledediquéunatiernamirada.Teníaqueirmeantesdequealguiensedieracuenta.
—Nosvemospronto,¿deacuerdo?—ledijeconunnudoenlagarganta.Nosabíacuándovolveríaaveralaúnicaamigaquehabíatenidoenmivida;estabafelizporhaberlaconocidoperotristeporalejarmedeella—.Sisucedealgo,losabré.Aligualquetú.Tardeotempranoteenterarásdeloquepase.
Ellaseabalanzósobremícomounrayoymeabrazó.Enterróelrostroenmicuello y la oí sollozar.Acepté sumuestra de cariñoyme sentí satisfechapordemostrarlemiaprecio.SentíaungranafectoporJohanna,yestabaseguradequeerarecíproco.
—Adiós,Anna.—Adiós,Johanna.AsímedespedídeJohanna.Sezafódemiabrazoydesaparecícuandocreí
que nadie me miraba. Sabía que ella podría defenderse y que sería taninteligentecomoparaquenadieseenterasedeloquesabía.Actoseguido,medirigíalhoteldondeRosiesehabíahospedado.
***
Cuandollegué,viquelaslucesdelatiendatodavíaestabanencendidas,aligualquelosfocosdealgunasdelashabitacionesdelhotel.Lascortinasimpedíanverlo quehabía en el interior, pero estaba segura de que algunoshuéspedes solopasabanunashorasallí.Habíacochesaparcadosen lacalle,apesardequeelhotelteníaungranaparcamientosubterráneo.Unascuantaspersonascaminaban
conbolsasdel supermercadocon lacenaparasu familia.Por suerte,nohabíaningúnfantasmadelgrupodeCalebporlazona;todoestabavacíoyensilencio,ysehabíalevantadounfuerteviento.
Comohabíasospechado,mehabíanmentidoaldecirmequeibanavigilaramimadre.Suspiréytratédenoenfadarmemás.
Caleb había estado jugando sucio. En parte, lo entendía, pero no lojustificaba.Vengarsenoeraunactointeligente.
SabíaenquéhabitaciónestabahospedadaRosie,peroyanomeocultaríaenlashabitacionescontiguasparaescuchar loquehacía.Estavezmepresentaríadelantedeellaparaenfrentarla.QueríaconfirmarmiteoríasobrelafamiliadeCalebyAaron,queríasabersiellahabíasidolacausantedetantosufrimientoalchicorubioquemehabíarotoelcorazón.
Avancéhasta lapuertade la entradadelhotelymedispusea subirpor elascensor. Una pareja joven pulsó el botón y el ascensor llegó al cabo de unminuto. A pesar de que no había mucha gente y había poca demanda, losascensorestardabanenllegar.Entréantesqueellos;estabanerviosísimaporqueibaaencontrarmeconRosie.Fuihaciaunadelasesquinasymemantuveahí,alejada de ellos y pensando en las palabras que tenía que decirle aRosie. Laparejaestabamuyacaramelada,peroteníaqueaguantarmesinoqueríasubirporlas escaleras. Me obligué a concentrarme, pero todo intento fue inútil. Porsuerte,sebajarontrespisosantesqueyo.
Cuando las puertas del ascensor volvieron a abrirse, sentí una extrañasensación,comosihubieraalgunapresenciadesconocida.Enesemomento,laspiernas empezaron a temblarme y sentí que alguien me soplaba en la nuca.Aquellohizoquelapielsemepusieradegallina.Cuandoquisedarunpaso,nome pudemover.Mis zapatos se habían quedado pegados al suelo.Me quedéquietaenlaesquinadelascensoryviqueelpasilloestrechoseextendíacomoun camino eterno. La alfombra de color café con círculos marrones, rojos yazulesmehacíasentirmareada.Rosieestabaenalgunahabitacióndelasdeenmedio,asíquenodebíacostarmedemasiadodarconella.
Suspiréymearmédevalorparaavanzar.Conmuchoesfuerzo, separé loszapatosdelsuelo.Diunoscuantospasosy,denuevo,sentíuntemblor.Salídelascensoryoíquelaspuertassecerraban.Tuvelatentacióndegirarmeparaversihabíaalguiendetrásdemí,pero tratéde tranquilizarme.Nohabíanadaquepudieraasustarme.Alfinyalcabo,eraunfantasma.
¿Aquéletemía?¿ACaleb?
Suspiréydejé caer loshombros.No,no teníamiedodeCaleb.Pero sídeRosie.Ellaerapeorquecualquiercriaturasobrenatural.Volvíatranquilizarmeyme convencí de que todo iba bien.Yo era su hija, era un fantasma, y ella nopodíahacermenada.Teníalasdeganar.Apesardehaberpasadotantotiempoconella,sentíaquenolaconocía.Aunquesísabíaqueeramalvadaycruel.
Noera conscientedehastadóndeera capazde llegar.Y, sinceramente,noqueríadescubrirlo.
Seguíavanzandoconlabarbillalevantada.Aunqueperdíelequilibriounpardeveces,meobliguéamantenermetranquilayacaminarconatención.Cuandollegué a la puerta de la habitación deRosie,me preparé para llamar.Di otrolargosuspiroycerrélosojosconfuerza.Cuandolosabrídenuevo,seguíaahí,frenteaunapuertacolorcaféprácticamentedescolorida.Esperabaactuardelaformamáspacíficaposibleparanoalertaralamujerquemehabíadadolavida.Ella no era consciente de nada de lo que estaba sucediendo conCaleb y conAaron.
Levantélamanoylallevéhastalapuertademaderaquemecerrabaelpaso.Entonces sentí que había otra persona dentro. Fruncí el ceño y oí una vozmasculina.Bajéelbrazoypeguélaorejaalapuertaparaescuchar.SeguramentesetratabadealgúncómplicedeRosie.
—Mañanatenemosqueestarahí—dijounhombre.Teníaunavozgraveymeresultabauntantofamiliar.
—Ay,cariño.—Semeerizólapiel.EralaauténticavozdeRosie,pero¿aquién le hablaba? Sonaba demasiado cariñosa ymanipuladora. Pegué todavíamás la oreja y escuché con atención—. Esperaba tener unas vacaciones máslargasantesdeirmecontigo.Todavíatengomuchascosasquehacer,ylosabes.
—Sí, lo sé, Rosie—respondió de nuevo el hombre con una voz rasposa.Sentíunvuelcoenelestómago—.Perodebemosactuarrápido.Hemosdejadopasar mucho tiempo. Lo que tengas que hacer, tendrás que hacerlo lo antesposible,sobretodoconella.Tienesquedecidirte.
¿Ella?¿AcasosereferíanaSarah?¿Odequéestabanhablando?¿Quiéneraesehombreconelqueconversabayporquéselosescuchabatanacaramelados?Quienquieraquefueraél,nosabíalopeligrosaqueeraRosie.Sentílástimaporél.
—Losé.Tengoquepensármelobien.¿Quéharíastú?—preguntóRosie. El tono de su vozme indicó que ya había tomado una
decisiónyquesoloqueríalaaprobacióndelhombre,queparecíasuamante.
—No importa loqueyodiga—contestó él.Sabíaquehabíaoído esavozgrave y ronca en alguna parte, pero no lograba asociarla con nadie—.Tienesque deshacerte de ella. Esmi sugerencia.Nome cabe duda de que pronto lodescubrirátodo.
Escuchéunprologandosilencioy,luego,unlargosuspiroyunrechinidodealgoqueparecíaseruncolchón.Imaginélaescenaenmicabezaymeforcéaprestarmás atencióna loquedecían.Teníaque sermuycuidadosa.Nodebíaverme,oírmeni sentirme.De locontrario, sabríaque laestabavigilando.YaRosienolegustabaquelavigilaran;legustabatenercontroladosatodoslosquelarodeaban.
—No lo sé, cariño. —La imaginé haciendo un puchero. Rosie podíaconvenceralaspersonasmuyrápidocuandoseloproponía.Eltonomelosoqueempleómeindicóqueestabaincitandoaaquelhombre,aunquenosabíatodavíaaqué—.Talvezdeberíadejarladondeestá.Quieroquepermanezcaamiladomástiempo.
Alinstante,oícomoalgocaíaalsueloyserompíadentrodelahabitación.Parecía que algún objeto de cristal se había hecho añicos, que se habíanesparcidoportodoelsuelo.
—¡No!—gritó con fuerza, tanto, que tuve que apartarme unos segundosparaquenomedolieranlosoídos.Cuandovolvíapegarlaorejaalapuerta,oíunlargosuspiroacompañadodeunsusurroquepedíadisculpas—.Nocreoquesealocorrecto,Rosie.Noserálomejorparaella,¿sabes?Túlaconocesmejorquenadieysabesquenohabríaqueridovertodoesto.
—¿Insinúas que…? —La pregunta se quedó colgando en el aire. No laterminóynoescuchélarespuestadelhombre.
Empecé a darle vueltas al asunto. No parecían estar hablando de Sarah.Probablemente se referían a otra persona y creí saber de quién hablaban. ElrostrodeJohannaaparecióenmimenteyreprodujesupreguntaunayotravez.¿Y si estaba viva? No, no podía ser. Escapar de aquel incendio habría sidoimposible.Nodebíahacermeilusiones.
De pronto, sentí un roce frío en el hombro. Se me heló el cuerpo y losmúsculos se me tensaron . Me sentí atrapada. Seguramente los hombres deCalebseguíanvigilandoaRosieparaguardarlasaparienciasyahoramehabíandescubierto. Salté por instinto yme llevé lasmanos a la boca para no gritar.Unosbrazosmeatraparonynomeresistí,porquehacerlohabríasidounerrorsiqueríafingirquesolohabíavenidoaveramimadre.Siseguíaconelplanque
habíatrazadoconJohanna,lopeorquemepodíapasareraquemellevarandevueltaaaquellacasadementiras.
Pero,paramisorpresa,nosetratabadeningunodelosfantasmasdelgrupodeCaleb, sinodeunchicodepielmorenaquememirabaconunosbrillantesojos negros. Me ofreció una delicada sonrisa y yo lo observé con el ceñofruncido.Nodabacrédito.
—¿Aaron?—preguntéenunmurmullo—.¿Quéhacesaquí?Élseapartódemíysepusoserio.Parecíadisgustadoyqueestabaenalerta.
Teníaloshombrostensosymirabadeunladoaotrocomosiestuvieravigilandoaalguienohubieraescapadode lacárcel.Llevabaunachaquetanegraque seajustaba a sus brazos y a su perfecto torso.Cuando sus ojos se fijaron en losmíos y bajó la guardia unos segundos, me sonrió levemente y dejó caer loshombrosconfuerza.
—Te dije que nunca te dejaría sola, Anna. Estoy tratando de cumplir mipromesa—respondió.
—¿Cómosabíasqueestabaaquí?—interroguéenunsusurroparaqueRosienomeoyera.Aaronesbozóunasonrisamásamplia,peroesavezerasocarronaydivertida.Porprimeravez,mealegrédeverladenuevo.ElAaronarrogantehabía vuelto, y esome gustaba.Me guiñó ligeramente el ojo y no apartó surostrodelmío.
—Teheseguido.Yadeberíasestaracostumbrada.Yo negué. Eso explicaba la sensación de que había alguien más en el
ascensor.Eraél.EraAaron.—Puesesunamuymalacostumbre.Enserio,¿noserásunacosadoroalgo
así?Aaron se rio y sacudió la cabeza de un lado a otro. Parecía un tanto
divertido, pero sus hombros y sus ojos reflejaban que algo lo preocupaba.Entonces,recordélaconversaciónqueestabaescuchandoyseñalérápidamentelahabitación.
—Mi madre… Rosie —empecé a decir, volviendo a pegar la oreja a lapuerta—.Hayalguienconella.Medalasensacióndequeessuamante.Creoqueheoídosuvozantes,peronoestoymuysegura.Nosedequiénpodríaser.Hepensadoquequizá se tratabadeunode losCrowell,perono locreo.Estavozesmás…joven.
PorlaexpresióndeAaron,medicuentadequeélsabíaperfectamentequiénera la persona que estaba en el interior hablando conRosie.No parecía nada
sorprendido.Levantéunacejaymeaclarélagargantamentalmente.Entonces,meapartédelapuertaligeramenteylomiréconelceñofruncido.
—Dimequiénes.Talvezloconozco—pedíenunsusurro.Aaronhizounamueca.—Loconocesmuybien,Anna.—Susojos se apartarondemíy sentíque
algonoibabien.Lascosassehabíancomplicadomásdeloquehabíaimaginado.Porcómo
actuabaAaron,sabíaquesetratabadealgomuymalo.—Entonces dímelo —volví a pedir, esa vez con más autoridad aunque
todavíaserena.Estabahaciendounbuentrabajocontrolandomisemociones,yesoeraalgomuypositivo.
—Esto…puedeserdifícil—dijoél.—Creoquepodrésoportarlo.Loprometo.Quierosaberquiénesél.—¿Sí?—Sí,Aaron.—Bien.Serámejorqueentremos.—¿Qué?¿Cómo…?Me agarró del brazo antes de que pudiera preguntar nada y noté que
atravesábamoslapuertademaderadelahabitación.IntentézafarmedeAaronydecirlequenoestabapreparadaparaqueRosiemevieseenesemomento.Debíaseguir escuchando la conversación y averiguar lo que planeaba, pero erademasiado tarde, porque, cuando volví a abrir los ojos, ya estábamos en elinterior.
Lacamadelahabitaciónteníaunassábanasdecolorgrisqueparecíaquenosehabían lavadoenningúnmomentoyestabadesecha.Cientosdeenvasesdecomida cubrían el lugar y olía a leche agria. La televisión era un pequeñocuadrado con una antena enorme que casi le llegaba aAaron a la cabeza. Elbaño estaba abierto. Había una bañera y un retrete pequeño. El espacio erareducidoysabíaqueRosienohabíadisfrutadoesosúltimosdías.Inclusoenelhospitalpsiquiátricoestabamejor.
Para mi sorpresa, ninguno de los dos pareció vernos. Ni siquiera Rosiesentía nuestra presencia.Miré aAaron, pero él estaba concentrado en lo quesucedíaenlapequeñahabitación.ElhombreconelqueestabahablandoRosieestabadeespaldas,erafuerteyalto,másomenosdelamismaalturadeAaron.Llevaba unos vaqueros y una chaqueta azul con capucha, que le cubría elcabelloylanuca.Lodejabatodoamiimaginación.Porloquevi,parecíajoven
yestabacruzadodebrazos.—¿Porquénonospuedenver?—pregunté,peroAaronestabamuytensoy
nomecontestó.Teníalamandíbulaapretadaconfuerza.Estabafurioso.¿AcasoeraporRosie?
Noentendíanada.—Yatehedicho loquepiensohacer.Solohayunapersonaque tieneque
pagarpor loquehepasado,yaunque laprimeravez fallé,nopiensovolverafracasar.
—¿Cuándoloharás?—preguntóél,todavíadeespaldas.Depronto,alacercarme,reconocíligeramentelavoz.Estabaseguradeque
lahabíaoídoantes.Dehecho,meparecíaquelahabíaoídoenlosúltimosdías.VolvíamiraraAaron,sorprendidaysindarcrédito.Notóqueloobservaba
con los ojos abiertos de par en par y fijó la vista enmí. Sabía lo que estabapensando.
—Esta noche—respondióRosie, y se sentó en una de las esquinas de lacama.
Cruzó las piernas y sonrió con delicadeza. Llevaba unos vaqueros y unasudadera negra, algo que nunca le había visto vestir. Tenía quemaduras en elrostroyunasheridasque ledejaríancicatricesvisiblescuando lahinchazónylas ampollas desaparecieran.Aunquehabía perdido lamayor parte de su pelorubio,llevabaunapelucadecabellosnegrosquelellegabanhastaloshombros.Esanoeramimadre,noeralamismaRosie.
—¿Ycuándoestarásconmigo?Elhombrepateabaelsuelocondesesperaciónunayotravez.Entoncesme
dicuenta.Queríamarcharmedeaquellugarydesaparecer.Otravezno.Nopodíapasarmedenuevo.Miré de nuevo a Aaron, con la esperanza de que me dijera que estaba
equivocada,perosuexpresiónmedejóperplejaymásdecepcionada.Sentíaqueelcorazónmepalpitabaconfuerzaynohabíanadaquepudieradetenerlo.
—Esperoestarcontigodemadrugada.—¿Quéharásconella?¿Lohasdecididoya?—Empezóadarselavueltay
yosolosentíqueelmundosemeveníaencima.—Unbuenasesinonuncadejasupervivientes.Haréloquedebíhaberhecho.
Acabarconella.—¿MatarásatuqueridaAnna?
El hombre se dio la vuelta por completo y, cuando mis sospechas seconfirmaron,mederrumbéenelsueloydeseéquelatierrametragara.Ansiabadesaparecerdeaquelhorriblemundo,dondesolosufría,nadiemequeríaytodosmementían.
Noté una presión en el pecho y un terrible dolor en el estómagome hizoinclinarme.Parecíaquealguienmehabíadadounapatadaenelvientre.Metapélabocaparanovomitar.Erademasiado tarde.Sentíun líquidoen lagargantaque escupí de inmediato. Era blanco y espeso. Aaron vino hacia mí deinmediato.Meobservó con el ceño fruncido, como si supiera algoqueyonosabía. Estaba harta de que todos supieran lo que pasaba, excepto yo. Nomegustabaquememintieran,nomegustabasentirmedecepcionada.Y,enespecial,medolía descubrir quedos personas a las quehabía querido tantomehabíanengañado.
Lahabitaciónempezóadarvueltas.Nisiquieramediotiempodeapoyarmeenlapared,quemeparecíabastantelejana.Nisiquierateníafuerzaparadarunpaso.
Aaronmesostuvoantesdequemegolpearacontraelsuelo.Entonces,Calebseacercóamimadreparadarleunsuaveydelicadobesoensus labios rojos.Eraél.SucuerposemovíaentrelosenvasesdecomidaparallegarhastaRosie.Novacilóniuninstantey,después,labesóenlacara,desfiguradaygravementeherida.Parecíaquenoeralaprimeravezquesefundíanenunbeso.
Habíanactuado juntosdesdeelprincipio.Ahorano teníaningunadudadequeCaleberahorrible.Estabanhechoselunoparaelotro.Lesdabaigualhacerdañoa losdemás.Enesemomentoentendíque todohabía sidouna trampayqueyohabíasidounaingenua.MeodiéamímismaalrecordarelmomentoenquepenséqueCaleberamisalvadorydeseéviajarenel tiempoynohaberlovistoaquellanocheenlamansióndelosCrowell.Deseabanohabermetopadoconélynohaberlodejadoentrarenmicorazón
CuandoviaCalebporprimeravez,mellevóensucamionetayfingióqueno sabíanadade estemundo,de estadimensión en laque se encontraban lasalmas perdidas que trataban de llevar a cabo unamisión. Él era un fantasmapoderosoycongrandesambiciones.Calebprontodesapareceríasinohacíaalgoque lo mantuviera aquí. Me había utilizado. Que nos topásemos con aquelfantasmaenlacarreterahabíaformadopartedesuplan.
Me había llevado hasta los suyos, aunque pronto se dio cuenta de queMarissa estaba ahí. Él me había llevado hasta donde estaba su grupo. Habíatratadodeatraparmedesdeelprincipio,peroelgrupodeMarissayAaronme
habíaprotegido.PoresoAaronhabíaaparecidoaqueldíaen lamansión,paraadvertirmedequecorríapeligro.Yeraverdad.
RecordénuestravisitaalhospitalenelqueRosieestabaencerradaycómohabíamos burlado la seguridad para hablar con ella.Qué estúpida había sido.Calebentróahablarconellay,porartedemagia,Rosielediounadirecciónalaquedebíamosir.¿Cómonomedicuenta?
Calebmellevóaaquelbarrioparaatraparme.PoresoAaronmegritabaqueno loqueríanaél,quemequeríanamí.Dios,Aaronsiemprehabía intentadoprotegermeyyolohabíatratadofatal.Sabíaquesuhermanoeraellíderdelosmalosdesdeelprincipioyquesuplaneravivireternamente.
PeroCaleb…¿PorquéCalebmehabíahechoenamorarmedeél? ¡Eramiprimeramorymehabíarotoelcorazón!¡Ymehabíaengañadoconunamujeralaquehabíaadmiradoyahoraodiaba!¡Conmipropiamadre!¡Rosie!Mesentíadestrozadayteníaganasderompertodoloquehubieraamíalrededor.
Me habían engatusado con sus mentiras y era evidente que lo estabandisfrutando.Noteníaganasdenada,nisiquieraoíaloquedecían.Aarontratabade animarme, pero yonopodía creer quemehubiesenhechodañodenuevo.Volvíaaestarsola.NoimportabaloqueAaronmedijera.Noqueríallorar,asíquemeaguantéelnudoqueteníaenlagargantaymeobliguéaserfuerte.Pero,entonces, no sentí nada. Estaba deshecha, vacía.Me esforzaba por ocultar lorotaqueestabapordentro.Fijé lavista en laparejayobservécómosonreíanmientrassebesaban.
Me limpié la boca con la mano una y otra vez, cada vez con másdesesperación.Utilicétodasmisfuerzasymepaséelbrazoporloslabiosparahacerdesaparecerelterribleardorquesentía.Queríalavarmelabocaconlejíaydeshacermedesudulcesabormentolado.
Losmiréconlosojosentrecerradosyjuréquemevengaría.Observé a Aaron, que todavía me sostenía entre sus brazos. Traté de
contener todasmisemocionesymeconcentréenvolveraponermedepie.Lologréconsuayuda,quenomesoltóenningúnmomento.Inhaléprofundamentey,pocoapoco, lahabitacióndejódedarvueltas.Mispiernas recuperaron lasfuerzas,aunqueseguíantemblorosas.
—Vámonosdeaquí—ledijeaAaron,quememirabaconelceñofruncido.—¿Esquenolohasoído,Anna?MisojossaltarondelafelizparejaaAaron.Mientrasestabaperdidaenmis
pensamientos,RosieyCalebhabíandichoalgomuyimportante.
—¿Qué?—preguntéconunavozgraveyfría.Nosabíaquéhabíasucedidoenlosúltimosminutos,estabaconfusa—.¿Quéhandicho?
Entonces,vielarmaqueRosieescondíadebajodesusudadera.—VaaporlosCrowell.
Capítuloveintidós
Rosie y Caleb salieron de la habitación con paso rápido y sin mirar atrás,cargandotansoloconunamochilaquecolgabadeloshombrosdeRosie.Calebibadelantedeella,mostrándoleelcamino.Aaronyyolosseguimos.LoscuatroentramosenelascensoryvolvíamiraraAaron,queparecíamuyansioso.SusojosibandeRosieaCaleb.
—¿Porquénonospuedenver?—volvíapreguntarentresusurros,temiendoquepudieranoírme.
Aaronmehizoseñasparaqueguardarasilencioylevantéunacejaamodode respuesta,peroélnovolvióadecirnada.Rosie seaseguródequeelarmaseguíadebajodelasudadera.Supusequellevabaalgomásenlosbolsillosdelachaquetanegray en lamochila, pero loquemásmehabía sorprendidoera lapistola.ConsoloapretarelgatilloacabaríaconlavidadealgunodelosCrowell.Las puertas se abrieron cuando el ascensor pasó la planta baja y llegó alaparcamiento subterráneo. Ambos bajaron, chocando hombro con hombro.Estaban demasiado cerca el uno del otro.Rosie se había puesto una gorra debéisbolparacubrirselapelucayelcráneo.
—¿Qué sabes de Sarah?—preguntó él cuando llegaron a una camionetanegra. Sin duda, era la camioneta de Caleb, en la que tantas vecesme habíamontado.MenegabaacreerqueRosietambiénsehabíasubidoaella.Sentíunardorenelestómagosolodepensarenello.
—Handadolanoticiaporlatelevisión.Estámuerta.Conducíaporuncerroparaalejarsedelaciudady,enunacurva,losfrenoslefallaron.Despuésdecaerporunbarranco,elcocheexplotóyfueimposibledetenerelfuego.Handichoqueelautomóvilerarobado.Creoquequedódestrozado,perolociertoesque
noprestémuchaatenciónporqueestabademasiadocontentaporloquelehabíaocurrido.Elpadredelamuytontayahaempezadoadardeclaraciones.
—¿Declaraciones?—Sí.—¿Sobrequé?Rosietorcióloslabios.—Me culpa amí.Cree que estábamos juntas y que ellame ayudó a huir,
aunque,bueno,esoescierto.DicequeSaraheraunabuenachicaybla,bla,bla.¿Pero sabes qué es lo bueno?Lapolicía ahora pensará que iba con ella en elcoche.
—Creeránqueestásmuertaoquetehasperdidoenelcerroencasodequenoencuentrentucuerpo,que,comoeslógico,noestaráahí.
EntoncesmeasaltóunadudaymiréaAaron.Habíaalgoquenocuadraba.—SiCalebesunfantasma,¿cómoesquetodoelmundolove?Aaronapretólosdientes.—Calebnoesdelosbuenos,Anna.—¿Quéquieres decir?—Medetuve a pensar en lo que estaba sucediendo
mientrasseguíalospasosdemimadreydeCaleb—.¿Hahechounaclasede…pacto?
—Sí,esposible.—Vaya…Nos subimos a la camioneta yRosie se sentó en el asiento del conductor.
Sacudió las llavesen lasmanosy lasmetióenelpequeñocontactoquehabíadetrásdelvolante.Calebdiounsaltoysesubióalasientodelcopiloto.Sonreía,pero,aligualqueAaron,teníaloshombrostensos.Desdelosasientostraseroseraevidentequesuespaldaseestabaendureciendocadavezmás.
Sin mediar palabra, Rosie metió marcha atrás para salir de la plaza deaparcamientoy, después, giró las ruedaspara incorporarse al estrecho caminodelaparcamiento.Cambiódemarchayluegopisóelacelerador.Losneumáticoschirriaronyunanubedehumogrisse levantódetrásdenosotros.Entoncesvique las ruedas se habían quedado marcadas en el suelo de cemento. Lacamioneta se alejó y salió del aparcamiento sin frenar. Las casas, la surtidatiendaquemehabíaayudadoalocalizaraRosieyelparquequedaronatrás.
Escuché un crujido y vi queAaron toqueteaba el cierre de lamochila deRosie, que ella había lanzado a los asientos traseros. La estaba cerrando conmuchocuidadoy sinhacer ruido.Por sumirada, supuseque estaba tramando
algo. Pero no había nada más que él pudiera hacer. Pensé que quizá estabanerviosoyhabíaoptadopordistraerseconelcierredelamochila.
—¿Qué haces? —pregunté en busca de algo que pudiera calmar mispensamientos.Nopodíadejardedarvueltasatodo.
—Nada,¿porqué?—¿PorquésujetaslamochiladeRosie?—Estoyansioso—respondió,yseencogiódehombros.Habíasidounarespuestasimpleycalculada.Entrecerrélosojos,peroélno
dijonadamás.Volvióadejarlamochilaenelasiento,enmediodenosotrosdos.Lamiréconreceloperonopregunténada.
Yotambiénestabaansiosa.Aaronyyoesperábamosescucharalgomás,peronodecíannada.Rosieseguíaconcentradaconduciendoparasaliralasavenidasprincipales,mientrasCalebsemanteníaocupadoensuspensamientos.
—¿Seguro que quieres hacer esto, Rosie?—preguntó Caleb con el ceñofruncido. Parecía preocupado y algo temeroso. Todos sus músculos estabancontraídosyeraevidentequeestabaincómodo—.Tengounmalpresentimiento.Deberíamosvolver.
—No—dijoRosie convoz firmey sin levantar el piedel acelerador.Susperfectosojosazulesestabanfijosenlacarretera.NisiquieragiróelrostroparamiraraCalebcuandoañadió—:Sinolohagohoy,noloharénunca.
Solo veía el perfil deCaleb, pero noté que estaba apretando lamandíbulacon fuerza. Parecía un chiquillo asustado con ganas de salir corriendo de lacamioneta.Seestabaechandoparaatrás,peronoseloqueríadecirdirectamenteaRosieporquesabíaqueladecepcionaríayquepensaríaqueerauncobarde.Seaferró al asiento de piel con unamano y se llevó un puño a la barbilla paraapoyarse.
—TenemosqueavisaralosCrowell.—ApartélavistadeCalebymisojosseclavaronenlaspupilasdeAaron,queestabandilatadasybrillabanmucho—.HannahyAlexestaránahí.¡TodosestaránahíyRosieestádecididaaterminarloqueempezó!¡Losmatará!—gritéentresusurros,mirándoloconterror.
—Haypolicíasvigilandolamansiónyestánpatrullandolazona.Sitodovabien,capturaránaRosieantesdequeentreenlacasa.
—¿Ysinolohacen?¿Ysinolograndetenerla?—preguntéconuntemblorenelcuerpo.
—Puesentoncestendremosquehacerlonosotros.Suspalabrasnomesirvierondenada,nomedieronningún tipodealivio,
másbien todo locontrario.Teníaquealertara losCrowelldealgunamanera,pero ¿cómo? Ellos no me veían ni me oían. Quise convencerme de que lospolicíaseraninteligentesysedaríancuentadequehabíaunaintrusaenlacasa.Pero¿aquiénengañaba?Esosolomepreocupabamás.
Rosie se libraría de esta fácilmente.Conocía lamansión de losCrowell ypodíaentrarosalircuantasvecesquisierasinquenadielaviera.
—Tenemosqueapartarlosdelcamino—espeté.Lomejoreramaniobrarelvolante.Siellosnonosveíanninosoían,podíamoshacerqueRosietuvieraunaccidente y acabar con ella antes de que llegara a la mansión. Aaron negó,desechandolaideaporcompleto.
—Nopodemos.—¿Porquéno?Estabaponiéndomedemasiadonerviosa.Movíalospiessincesaraunritmo
desconcertante,yesomeestabadesquiciandotodavíamás.Queríajuguetearconmi cabello para distraerme, pero, por desgracia, lo llevaba recogido con unagomaelásticaylonotabatantirantequemedabadolordecabeza.
—Supoderesmásfuertequeelnuestro,Anna.Sihacemosloquehasdicho,Calebsabráqueestamosaquí.Haráalgoparavernosyacabaráconnosotros.LedaigualqueyoseasuhermanoyquetúseaslahijadeRosie.
—Soysuconexión.Simehacedaño,cumplirásuvenganzaydesapareceráparasiempre.
—¿Venganza?¿Dequéhablas,Anna?Respiréprofundamente.Lacamionetaibaaunavelocidadmoderadaparano
levantarsospechas;sinembargo,yosentíaquelascasasyloscochesquehabíajuntoalacarreteraseibanquedandoatrásdemasiadorápido.
—Tengo una teoría—empecé a explicar, pero tenía que ser lomás breveposible para no perder el tiempo—. Johanna y yo creemos que Rosie era laamantede tupadre.Leíqueéleramédicoyesposibleque laconocieraenelhospital psiquiátrico.Cabe la posibilidad de que se cruzaran un par de veces.Cuandoyoteníadosaños,Rosiesufrióunafuerterecaída.AlexestabanaciendoenalgúnhospitaldelmundoyHannahestabaapuntodeverlaluz.RosiesabíaqueperderíaaEricsilaencerrabanenunhospitalmientrasMargaret,lamadredeHannah,dabaa luz.EricesmipadreyelpadredeHannah.Somosmediohermanas.EstoyseguradequeRosieloenamoróyquecuandoélquisodejarlaporquesabíaqueestabarealmentemal,ellalochantajeóyamenazócondestruiratufamilia,alaque,porcierto,Calebadoraba.
Aaronpareciópensárseloydijo:—Caleb estaba demasiado unido a mis padres, era el pequeño y, por
supuesto,elconsentido.Aunque,enrealidad,amínomeimportaba.—Me lo imaginé—susurrémásparamíquepara él, y continué—.Puede
queRosie cortara los frenosdel cochede tumadre,Aaron.Seguroquepensóqueasíacabaríaconellay,alfinal,acabócontodos.
—Calebestabamuynerviosoylejanodíasantesdelaccidente.Parecíaquealgolequitabaelsueño.¿CreesquesabíaquemipadreyRosieeranamantes?
Miré al chico rubio que se encontraba en el asiento del copiloto.Tenía lavista fija en el frente y los omoplatos todavía tensos. Parecía que estabapensandoenalgoysumandíbulaseguíaapretada.Calculabatodosycadaunodelosgestosquehacía.
—Sí—asentísinvacilar—.Él losabía.PoresoestáconRosie,porquenosoloquierevengarsedemí,sinotambiéndeella.
Aaronsuspiró.—Tiene sentido, parece descabellado, pero tiene sentido. Por eso eres la
conexión de Caleb, porque quiso vengarse de Rosie y la mejor manera dehacerloeracontigo:suhija.
Asentí.LacamionetadioungirobruscoyestuveapuntodecaerencimadeAaron,
perologrésostenermeconeltiradordelapuertaymeaferréconfuerzaparanocaer.Aaron fue directo a la puerta y se quedó pegado a ella.Los neumáticosvolvieronachirriary,entonces,Rosiediounfrenazoquenoshizochocarcontralosasientosdelanteros.Lacamioneta sedetuvoyRosie se llevó lamanoa lacadera,dondellevabaocultalapistola.
—Estamos a tresminutos de lamansión.Hay cuatro policías vigilando lacasa. Tendré que caminar. Sé de una entrada por la que puedo entrar sin servista. Tú ve al punto donde hemos quedado. Nos veremos aquí para el granespectáculo.—Sonrióymostrótodoslosdientes,queparecíancolmillos.Enesemomento,vislumbreunbrilloensusojos—.Teverédentrodeveinteminutosdondeteheindicado.¿Recuerdascómollegar?
Calebasintióybajódeunsalto.Rosieapagóelmotor,bajóysedirigióalmaletero.El chico rubio la siguió.Teníaunaexpresióndepreocupaciónenelrostro,mientrasqueRosieparecíamuyseguradeloquehacía.Entonces,abriólapuertadelmaleteroysacódosbidonesdegasolina.Elolorerainconfundible.
—Creoquenolanecesitaremos,¿verdad?
Calebasintió.—Lomejoresdeshacernosdeesto.CalebcogióunodelosbidonesyAaronyyonosacercamosparaverloque
hacían.Cuandoquitaronlatapaaambosenvases,unoloramuerteinvadiómisfosas nasales. Rosie y Caleb comenzaron a rociar la camioneta con gasolina.Mojaronelsalpicadero,losasientos,elmotorylasventanas;todocuantoestabaasualcance.Porúltimo,Rosieseaseguródetirarellíquidosobranteencimadelmotor.Calebvertióunreguerodegasolinaycomenzóaandarhaciaatrás,hastaestaraunostresmetrosdedistanciadelacamioneta.Todosucedióenmenosdetresminutos.Seestabandandoprisaporquesabíanquecualquierpersonapodríaverlos.Almenos,aRosie.
Acto seguido, sacó una caja de cerillas del bolsillo delantero de suspantalones,cogióunaylaencendió.Entoncesviunbrillomortíferoensusojos.Sonrió y dejó caer con delicadeza la cerilla en el suelo. Rebotó una vez y,después, las llamas siguieron el camino trazado por Caleb hasta llegar a lacamioneta,queexplotóencuantoelfuegotransformólagasolinaenllamas.
Unaondacalientenosacaricióel rostro.Rosie secayócuando laalcanzó,peroenseguidaselevantóyechóacorrer.Habíaincendiadolacamionetaparallamar la atenciónde lospolicíasyasegurarsedequenadie laveíaentrar.Loteníatodoplaneado.
Aaronyyocorrimos trasella,peroentoncesnosdimoscuentadequeunodebíairconRosieyotroconCaleb,porqueambossehabíanseparadoycorríanendireccionesdistintas.YofuitrasCaleb,porquesabíaquepodíaacabarconél,y Aaron haría todo lo posible para que Rosie no entrara en la mansión. Siacababa con Caleb, me quitaría un peso de encima. Sin duda era la mejoropción.
NosupedurantecuántotiempoestuvoCalebcorriendo,peroloquesísabíaeraque,dehaberestadovivo,lapolicíayalohabríaatrapado,puesestábamospasandoporsuladoynisiquierasehabíandadocuentadenuestrapresencia.
Nosabíaadóndesedirigía,pero,ajuzgarporelcaminoporelqueíbamos,sabíaqueestabacercade lamansiónyque laestábamosrodeandoparaentrarpor la puerta trasera. Detrás de la mansión de los Crowell había una casitaabandonada. Era como una vivienda para el servicio. Tenía un salón, uncomedor, una pequeña cocina, dos baños completos, dos habitaciones y uncuartodeservicio.Por loquesabía,Rosiese lahabíaregaladoaAlexcuandoeste había cumplido quince años, pero a él nunca le había gustado estar ahí.
Creíaquenoeraunregaloparaunchicodequinceañosy,por lo tanto,nolohabíaaceptadoylacasahabíaquedadoabandonada.
Calebatravesósinproblemaunadelasvallaselectrificadasquerodeabanlamansión,sedirigióhastalacasitayentrósinpreocuparseporhacerruido.Unavez dentro, revolvió todo cuanto encontró a su paso y fue hasta una de lashabitaciones.Algunas latasderefrescocayeronenelsuelocongranestrépito,pero pareció darle igual. Yo siempre había tenido la curiosidad de saber quéhabíaallí,peronuncamehabíaatrevidoaentrar.SobretodoporqueRosiemelohabíaprohibido.
Alatravesar lapuerta, solovimueblesenvueltoscon sábanascubiertasdepolvo.Nosabíaloquehabíaexactamentedebajo,peroparecíansillonesymesasdecentro,unatelevisióninservibleycuadros.Elsueloerademaderaycrujía,peroniCalebniyoestábamoshaciendoeseruido.
SeguídetrásdeCaleby,cuandointentédarunpaso,miszapatossetoparonconunenvoltoriodepatatasfritas.Cerrélosojosconfuerza,esperandoquenosedieracuentadequeloestabasiguiendo.Calebsegiróconlentitudy,porunmomento,creíquemeestabamirando,peronodijonada,volvióafijarlavistaal frente y siguió caminando sin preocuparse. Yo lo seguí. Debía tener máscuidadosiqueríaacabarconCaleb.
Entonces,entróenunade lashabitaciones.Olíaamedicina.Elolorse ibahaciendocadavezmásfuerteamedidaquemeacercaba.Tratédenopensarennadaquepudieradistraerme.
De repente, me sentí mareada. Algo me pinchó en el brazo y tuve lanecesidad de gritar. Parecía que me había picado una avispa, pero cuandolevantéelbrazoparaverloquemehabíapasado,noteníaabsolutamentenada.Talvezestabacomenzandoaalucinar.Actoseguido,sentíuncalorportodoelcuerpo y, después, lo vi todo borroso. Estaba a punto de caerme, pero unosbrazosfuertesmesostuvieron.
Abrílosojosytuvequeparpadearpararecuperarlarazón.—¿Quétesucede,Anna?—susurróAaron.—Caleb—dijeconlagargantasecamientrasperdíatodasmisfuerzas.Me
sentía agotada y agonizante. La pequeña casa daba vueltas a mi alrededor ysentíaqueeltechoibaavenirseabajo—.Calebhaentradoenesahabitación.
SeñaléellugarqueCalebhabíaatravesado.—LosEternoslosabentodo,Anna.Leshandichoquesabeslaverdadyque
quieresacabarconsulíder.Vienenhaciaaquí.LehepedidoaMarissaquelos
detengaantesdequevayanaporti.—¿Cuántotiempo?—preguntéaduraspenasmientrasintentabacontenerla
respiración, pero nada parecía funcionar, Me sentía débil—. ¿Cuánto tiempotenemos?
—Nolosé.—Gruñíaloírsurespuestay loforcécon lamiradaaquemedieraotraopción—.TienesmenosdequinceminutosparaacabarconCaleb.Siellíderdesaparece,nohabránadiequelosguíe.Silodetienes,ellostambiénsedetendrán. Tendrán que ceder. Caleb tenía demasiado poder sobre ellos yseguiránalapersonaqueacabeconél.Marissapodráconvencerlosdequehayotraopción.
—¿Lesharándaño?—interrogué,ymeretorcídedolor.—No, Anna. Tranquila. Todo irá bien. Marissa tratará de no pelear. He
calculadolosquinceminutospensandoquepodríashacerloantesdequeellossenieguenaseguirhablando.
—Johanna —dije de pronto. Tenía la vista nublada y comencé a toser.Entoncesviquemesalíasangredelaboca—.Johannaestabaconellos.Ladejéallí.Estáenpeligro,tienesqueiraporella.
—Johanna está bien—contestó—. Está conMarissa. Fue inteligente y semarchóantesdequeseenterasendequehabíashuido.
Sentíaundolorterribleenelpecho,comosimicorazónquisieraescaparse.—¿Por qué estoy sangrando? —pregunté, pero entonces un sonido que
parecíaprocederdelmismo infiernoamortiguómivozy lapuerta seabriódegolpe.
Calebestabadelantedenosotrosynosobservabaconunamiradairacundaalavezquedivertida.SusgrandesirisesmeraldassaltabandeAaronamí.Vernosenestasituaciónlehabíapuestodebuenhumor.
—Mira qué bien, ¿AnnayAaron juntos? ¿Pero qué es esto? ¿Unanovelaromántica? —dijo en un tono burlón. Tenía una sonrisa socarrona que memolestaba.DesdequemehabíaenteradodequeCaleberael líder,solosentíalástima y rabia por él—. Lo siento mucho, tortolitos, pero me temo que notendréisunfinalfeliz.
—Caleb…—empezóadecirAaron.—Sabíaquemetraicionarías.—No,Caleb—contestóAaronconprofundatristeza.Empezabaatenerlos
ojosvidriosos—.Eresmihermano.No teharía algoasí.Sabesque tequiero,sabesquetehequeridosiempre.
—Mientes,túnomehasqueridonunca.Aaronnegó.—¿Cómovoyaodiaramihermano,Caleb?¿Tedascuentadeloquedices?
Estásheridoytratasdebuscaralgoparaculparme.Larabiatehacegado.—Nadadeloquemedigasmeharácambiardeopinión.Séloquequieroy
loquevoyahacer.Rosieestaráconmigosiempre.—Rosiemiente—interrumpíyoparahacerleentraren razón—.Simatóa
Sarah, ¿qué crees que hará contigo? Cuando consiga lo que quiere de ti, tedesecharácomosi fuerasbasura.Es loquehacecon todoelmundo.No tienesentimientos,ynosientenadaporti.Notedaránadadeloquetehayaofrecido.Miente.
Calebpareciópensárselo,aunquenocediótanfácilmente.SabíaqueRosieeramala,perounapartedeéldeseabasercomoellaporlasencillarazóndequecreía que todo le salía bien, pero no era así. Estaba equivocado, y prontotendríanunfinalfatal.Sinosealejabadeella,acabaríamuymal.Aaronyyotratamosdetranquilizarloyconvencerlodequelomejoreradejartodoatrás.Yasabíamoslaverdadynoteníasentidoquesiguieraconsusplanes.
—Séquequieresvengarte.SéqueRosiefueamantedetupadre—volvíahablar.EstabaansiosaporquesabíaqueJohannayMarissaestabanenpeligro.SinodeteníamosaCaleb,estaríamostodosacabados—.Peroyonotuvenadaquever,Caleb.Nofuemiculpa.DelaúnicadelaquetienesquevengarteesdeRosie,nodemí.
—Eres su hija. Rosie mató a mis seres queridos, ¿por qué yo no puedoacabarconsumáspreciadotesoro?
Sus ojos se empañaron y sentí una presión en el pecho.Mientras hablabaconmigo, Aaron trataba de acercarse para detenerlo. Estaba siendo muycauteloso,yyointentabamantenerdistraídoaCalebparaquenosedieracuenta.
Mereíconcinismoypuselosojosenblanco.—¿CreesqueRosiemequiere?—Neguéconlacabezadeinmediatoyseguí
hablandoparaqueAaroncontinuaraavanzandoporelsuelopolvoriento.Estabasiendosincera,noteníanadaqueocultarynoteníasentidomentirle—.Cuandoalguiennosequiereasímismo,esincapazdesentiramorporotrapersona.
Depronto,Aaronseabalanzósobreélyloempujócontraunapared.Calebreaccionó lobastante rápidoparanogolpearse contraun fríomuro.Abrió losojos y solo vi que ponía lasmanos delante de él para absorber el impacto deAaron y forcejear con él.Aaron captó las intenciones deCaleb y aplicómás
fuerza,empujándolodenuevocontralaparedqueseencontrabadetrásdeellos.Sin embargo, Caleb logró desviar la fuerza de su hermano y ambos cayeroncontralapuertademadera,quecayóalsueloysepartióendosconuncrujido.
Al instante, ambos cuerpos cayeron al suelo con gran estruendo. Oí unquejido,peronosupedistinguirsieradeAaronodeCaleb.Cuandocorríhaciaellosvi que en lahabitación en laquehabían entradohabíaunagran alacenarepletadebotesyfrascosllenosdelíquidosconnombresextrañosylargos.Casitodos estaban etiquetados, aunque había algunos frascos vacíos tirados en elsuelo. Cuando di un paso, las puntas de mis zapatos chocaron con cajas decartónblanco.Habíacientosdeenvasesdemedicamentostiradosenelsueloyunascuantasjeringassuciasyusadas.Lahabitaciónteníaunaspectodesolador.Tansolounfococonunaluzmuytenueiluminabalaestancia.Ledabauntoquesiniestro,comosidentrohubieraneblinayfueracasiimposiblever.Entrecerrélosojosyviunacamaalfondo,cubiertaconunassábanascolorcrema.Estas,alcontrario que las demás, no estaban cubiertas de polvo, sino bañadas de unlíquidorojo.
Abrílosojos,sorprendida,ytratédebuscaralgomás.Diunavueltaparavertodoloquehabíaenaquellahabitación.Sentíqueelcorazónmediounvuelcoy,depronto,recordéqueCalebyAaronestabanenelsuelo,tratandodehacersedaño.Escuchéqueunpuñochocabacontraunamejilla,luegoungruñidoyotrogolpemás,peronofuicapazdeapartarlavistadelasfríascuatroparedes.
¿Aquiénteníanallí?¿Porquéparecíaqueteníanaalguiensecuestrado?Escudriñétodalaestanciaenbuscadealgoquemellamaralaatenciónode
alguien, pero allí solo estábamos nosotros tres. No había nadie más. Sinembargo,miinstintomepedíaquesiguieraintentándolo,quemeconcentrarayobservarabientodoloquehabíaamialrededor.Dereojo,viaCalebyAaron,queseguíandándosepuñetazosenelrostro;aunqueningunoestabasangrando,sabía que a los dos les estaba doliendo. Descarté la idea de que estabaalucinando y volví a escuchar unos ruidos extraños y más gruñidosacompañadosdedurosgolpes.Mispies sedespegarondel sueloy comencé acorrer.Cogíunbatequeseencontrabacercademí.MeaferréaélyfuidirectaaCaleb.Entonces,legolpeélacabezacontodasmisfuerzasconlaesperanzadedarleciertaventajaaAaron.
Sinembargo,elbatesololoatravesó.Mequedéquietaytodosevolviósilencioso.Caleb se dio la vuelta, furioso. Me miró con los ojos llenos de rabia y,
después, me empujó con fuerza. Atravesamos una pared que daba a otrahabitacióncubiertaconsábanasy,entonces,meacorralóymeagarródelcuellopara que nomemoviera.Me llevó hasta otra pared, dondeme levantó ymepegósindelicadeza.Mispiesestabancolgadoylediunpardepatadas,peronofuncionó,porqueéleramásfuertequeyo.Cerré losojosconfuerzayvolvíasentirunsabormetálicoenlaboca.Apenaslosaboreécuandomedicuentadelo que era. Estaba volviendo a sangrar. Cuanto más presionaba Caleb, mássangre me salía de la boca. El sabor era amargo y tenía un ligero aroma amedicamento.Entonces,percibíunligeroaromaajarabe.
Durante un segundo sentí que su agarre se aflojaba.AunqueCaleb seguíaconlasmanosalrededordemicuello,sentíaquevolvíaarespirar.Eraextraño.CuandoCalebapretómás,nopuderesistirmásytosísangre,peroellíquidoloatravesó.
Entonces me di cuenta de que algo iba mal. Yo no podía haber tosido,porquesusdedosseguíanaferradosamipielynopodíamoverme,nisiquieratoser.Entonces,volví a repetir el sonidoenmi cabezaymedi cuentadequeaquella tos sonabamás real de lo que había pensado.No era yo quien habíatosido.TodavíaentrelosdedosdeCaleb,meobliguéavolveraabrirlosojosygirarunpocolacabezaparaverdedóndeprocedíaaquelsonido.
El cuerpo me temblaba. Sentía que unas manos dentro de mi cuerpo merasgabanlasentrañas,lagargantamepicabayestabainvadidaporunaextrañasensación de felicidad.AunqueCaleb seguía presionando, algo enmi interiorluchaba para descubrir de dónde procedía aquella suave tos que apenas habíaalcanzadoaoír.
Entonceslovi.Micorazóndiounvuelcoytuvequedejarquelaslágrimascayeranpormis
mejillas como una cascada. En ese momento, recordé todo el dolor que mehabían causado Rosie y Rebecca, y me sentí feliz y triste al mismo tiempo.Todaslashumillacionesylosmalostratosquehabíasufridoserepitieronenmicabezaenunaráfagadefotografíasinstantáneas.Elpechomeardíaysentíaquemifinestabacerca.Laslágrimasnosedeteníanyyonomepodíacontrolar.Medolíaelcuerpoyelalma.Sentíaqueunasolasinmensasmehabíanatrapadoymeimpedíanrespirar.Cadavezqueintentaballegara lasuperficiepara tomarunpocodeoxígeno,lasnegrasygrandesolasmecubríandenuevo.Mesentíaperdidaenlasprofundidadesdeunlugaroscuroysilenciosodonde,pormuchoquegritase,nadiemeoiría.
Abrílosojosdenuevoenunintentoporvolveralarealidadysentíunnudo
enelestómago.Erayo.Micuerpo.Estaba en una cama, conectada a una multitud de aparatos. Las lágrimas
siguieron brotando sin detenerse. Todo lo que había aguantado por fin estabasaliendo de mi cuerpo. Toda la rabia, todo el resentimiento, brotaba en esaslágrimascalientesquemequemaban.Caleb siguiómimiradayvio loqueyoestaba observando.Aaron se acercó boquiabierto y con los ojos como platos.Estabatansorprendidocomoyo.Porunmomento,susojossehabíanapagado,pero después fijo la vista enmí, dándome a entender que se alegraba de quesiguiera con vida. Caleb, por el contrario, no parecía compartir la mismaemoción.
Había una chica idéntica a mí en la cama, solo que ella estaba viva,respirabayteníacientosdemoratonesyheridasabiertas.Ella,alcontrarioqueyo, parecía haber estado en un incendio semanas antes. En el brazo derecho,teníaunaheridaqueseconvertiríaenunalargacicatriz.Lacarneestabaalrojovivo.Erayo.Yrespiraba.Estabaviva.
¿Desde cuándo lo sabía? ¿Querían que me muriera aquí y que fuese unfantasma durante toda la eternidad? ¿Eso era lo que Rosie estaba planeandocuandoCaleblehabíapedidoquetomaraunadecisión?
—Caleb,suéltala.Por unmomento,me había olvidado de queCaleb seguía apretándome el
cuello para ahogarme, pero cuando se dio cuenta de su error,me soltó y fuehastalajovenqueseencontrabaenlacama,descansandocomosisoloestuvieradormida. Entonces me percaté de que mis brazos estaban comenzando adesaparecerymiréaAaronconpreocupación.
Caleb cumpliría su venganza y ambos desapareceríamos. Yo habíadescubierto dónde estaba y él llevaría a cabo su plan.Me froté el cuello consuavidad para aliviar el dolor lo más rápido posible. Cuando estuve mástranquila y pude mirar a Caleb sin sentir demasiada molestia, lo observé ysuspiré.Meresignéyaceptéqueaqueleramidestino.Eljovenrubiomepusouna almohada encima e hizo presión. Yo caí al suelo, sintiendo un dolorinsoportableenelestómagoylacabeza.
—Caleb,nolohagas—pidióAaron,ytratódeacercarseaél,peroyosabíaqueesonoloharíacambiardeopinión.
Ambossabíamosloqueestabaapuntodesuceder.Elchicorubioteníalosojosrojosy,aunquehabíaesperadoañosesemomento,noparecíaqueestuviera
disfrutandodesuvenganza.Seloveíaafectado,peronosedetuvo.Ajuzgarporsurespiración,losdosestábamosapuntodemarcharnosparasiempre.Volvióapresionarunavezmásyyogritédedolorymeretorcíenelsuelo.
Talvezeralomejor.Talvezyodebíamorir.Miré una vez más mi cuerpo fantasmal y vi que cada vez era más
translúcida.Encambio,laAnnaqueestabatumbadaenlacamillaseencontrabaenteraperoapagadaysinmuchasganasderecuperartodassusfuerzas.
—Caleb,debessaberlaverdad—susurróAaron.Sehabíadetenidoparanoabrumar aCaleb, queparecía demasiado tensoy enfadado—.Rosie no fue laque nos mató, ella no fue quien cortó los frenos. No fue ella, no tienes quevengarte,ymuchomenospagarloconAnna.Voyacontarte laverdad, tediréporquéambosestamosaquí,¿deacuerdo?
—¡Mentiroso! ¡Fuera de mi camino, Aaron Brennan!—gritó él, lleno derabiaydespavorido.
Aaron ignoró el comentario de su hermano y continuó hablando con lasmanosenaltoparaquesedieracuentadequenoibaahacerledañoyquenoibaaabalanzarsesobreél.
Yofruncíelceño.¿Dequéverdadestabahablando?—Encontré unos documentos, Caleb. Estaban en el despacho de papá. Es
ciertoqueviste apapáconRosie, tambiénesverdadqueeranamantes,no lovoyanegar.Estabanjuntos,perodebessaberalgoquenuncapudedecirteyquetalvezesloquememantieneaquí.—Hizounapausaytragósaliva—.Nuestramadretambiénestabaconotrohombre,teníaotrafamilia,ypapálosabía.Loleíenesosdocumentos.Rosienodestruyóanuestrafamilia,fuenuestramadre.Séquelaamabas,séquepiensasquetemiento,peronoesasí.Quiennosmatófueelamantedemamá.
—Mientes.—No,nolohago.—Basta,Aaron.—No. Anna no tiene nada que ver en esto. El amante de mamá quería
matarla porque quería deshacerse de ella y volver con su esposa, con suverdaderafamilia.Poresocortólosfrenosdesucoche.SihubierasidoRosie,estoysegurodequelahubieramatadoagolpes.Aellaleconveníaquenuestropadreestuvieradesulado,piénsalo.Lascosassalieronmal,nuncasalíamosdepaseoenelcochedemamá,yesavezcometimoselerrordehacerlo.
Calebfruncióelceñoyparecióhaberrecordadoalgo.Entonces, levantóla
cabezaymiróalosojosaAaron,quelesuplicabaqueentraraenrazón.—Finley…¿FinleyKirkland?Hubo un silencio. Aaron apenas asintió, como si ambos estuvieran
compartiendounrecuerdodelpasado.—¿Losabías?—preguntóAaronalvera suhermano,pensativo.Calebse
llevólasmanosalacabezacondesesperaciónygritóalgoquenopudeentender.—MalditoFinley—murmuró.—Caleb.Notienesporquévengarte.Annanotuvonadaqueverconeso.Entonces,algosucedió.CuandoCalebquisodeciralgo,sediocuentadeque
cadavez eramás translúcido, al igual queyo, que todavía seguía tirada en elsuelo, toda dolorida. El chico rubio suspiró y pareció entender lo que habíasucedidoañosatrás.
—Me temoqueha llegado elmomentode irme, entonces.No tengonadamásquehaceraquí.
Sonrióconpocadulzuraynosemolestóendisculparse.ParecíademasiadoarroganteyahoraentendíaporquéAaroneracomoera.Nohabíaduda;aunqueeran físicamente diferentes, tenían ciertas similitudes que no pasabandesapercibidas.Ambosalzabanlacejacuandoqueríanparecermásatractivosointeresantes,yaningunolesfallaba.Calebmehabíaengañadoaparentandoserun chicodulcequeparecía entenderme,mientras queAaron tratabade ser unarroganteparaocultarquesolointentabaprotegerme.LaparadojaeraqueCaleberaenrealidadelarrogante,mientrasqueAaroneraunprotector,casicomounaespeciedeángelguardiánsinalas.Ahoraeraélquienmásseguridadmedaba.
—Espera, Caleb —dijo Aaron con un tono de voz que reflejabaarrepentimiento—.Sientomuchonohabértelocontado.Perdónameporhabertemantenido aquí durante todo este tiempo, pero yo… no he sido capaz derecordarlohastaqueAnnameplanteóunateoría.Entonces…lorecordétodo.
ÉlsuspiróyCalebsequedóquieto,reflexionandosobreloquesuhermanolehabíadicho.
—Yaestáhecho.Creoquetúseguiráspagandoaquí.CalebsesacóalgodelpantalónyselolanzóaAaron.Eraunafotodonde
losdosestabanjuntos,abrazados.Calebleguiñóy,luego,segiróparahacermeungestoconlacabezaconelquemepidiódisculpasasumanera.
—Hedeconfesartequehedisfrutadomuchode tusbesos,Anna.Hassidodemasiado buena conmigo—dijo con una sonrisa burlona, aunque noté quehabía algomás en su tono de voz.Entonces añadió—:Pero creo que alguien
másdeseabesarte,¿verdad,Aaron?—Fuera de aquí —soltó Aaron, despidiéndose de su hermano con la
mandíbula apretada y con cierto nerviosismo. Tal vez habría sonreído si nohubieraestadotiradoenelsueloconelcuerpodolorido.
—Voya ayudarosunpocopara compensaros elmal ratoqueoshehechopasar—dijoCalebenuntonomisterioso.Amboslomiramosyesperamosaquehablara—.RosievaamataraunCrowell.Nomehadichoaquién,perodicequesetratadealguienqueledestruyólavida.
—Margaret—respondíconlabocaseca.—No—Calebnegó—.Mehadichoquelamentabamuchonohaberpodido
estardenuevoconél.Abrílosojosdeparenpar.—VaaporEric.Vaapormipadre.Calebresoplóynomostróinterésporloqueibaasuceder,pero,aligualque
Aaron,deseabaquetodoterminaradeunavezportodas.—Bueno,yoyaheterminadoaquí.—Yasintióconlacabeza.Calebmemiróamíy luegoposó lavista en suhermano,Sonriócomosi
fueraunniñoqueacababaderecibirelmejor regalodesuvida.Y,depronto,desapareció. Su cuerpo se fue volviendo cada vez más tenue hasta quedesapareció.Calebsehabíamarchado,habíacumplidosumisión,o,másbien,se había dado cuenta de la verdad. Ahora estaba en un lugarmejor. Una luzrelampagueante llenó toda lahabitacióny tuvimosquecerrar losojosparanoquedarnosciegos.
Entonces,seoyóunclicy,depronto,todovolvióaseroscuroysilencioso.—Sehaido—dijoAaronconunapequeñayligerasonrisadesatisfacción.Yohiceunamueca.Medolíanlospulmonesyvermicuerpoenlacamilla
hacía queme sintieramás débil y enferma.Tuve que esforzarmemucho parahablar.
—Sí,Calebsehaido,peroRosiesigueaquí.
Capítuloveintitrés
Cuando intenté levantarme, los huesosme crujieron y sentí cómo todosmismúsculosseestiraban.Depronto,meardieronlosbrazos.Aaronvinocorriendoa donde yo estaba y se plantó ami lado, preocupado. Tenía los ojos abiertoscomoplatosytratabadeayudarmealevantarme,peroyomeneguéamoverme,porque el dolor estaba comenzando a ser insoportable. Tuve que apretar losdientesparacontenerun fuertegritoqueestabaapuntodesalir.Entoncesmemiróydijoalgo,peroyonooínada,soloviquesuslabiossemovían.
Estabaentrandoen trance.Misoídosnocaptabanningúnsonido.Despuésempecéavertodoborroso.Todoseconvirtióenformasquesemovían.
MisojosfueronhastalaAnnadecoloramarillentoqueestabaenlacamillasinmoverniunsolomúsculo.Estabaquietayparecíaquequeríavolveraella.Tenía la barbilla bañada en sangre, las ropas tenían pequeñas gotas rojas y elcabelloestabagrasientoysucio.
Cerrélosojosencuantomesentímareada.Ydenuevo,volvíalinfierno.Entrelasllamas.Sentíunhormigueodesdelasrodillashastalacadera.Todomedolíacuando
tratabademoverme.Unagotadesudormeresbalópor la frente.Me lasequécon un movimiento rápido, pero cuando me miré los dedos, vi que estabanmanchadosdeunlíquidorojo.Erasangre.
Laangustiayladesesperaciónmeconsumieron.Volví a tocarme la frente y sentí la humedad. Estaba sangrando y las
lágrimasnocesabandecaer.—Dame otra oportunidad y lo haré bien —dije sin saber lo que estaba
diciendoyaquiénseloestabapidiendo.Laslágrimasmenublabanlavista,másqueelhumo—.Dameotraoportunidad.
Cerré los ojos. Inhalé oxigeno de manera inconsciente, imaginando queestabaenunlugarlimpioyllenodefloresfrescas,peroentoncestosí.
Percibíelolordelagasolina.Entonces,oíuncrujido.Abrílosojos.Elsonidoserepitió.Veníadearriba.Alcé la cabeza y todasmis ilusiones se desvanecieron. El techo crujió, el
cemento se abrió, apareció una grieta y, luego, otra y otra, hasta que estas seunieron.Vilodelgadasqueeranaquellaslíneasenzigzag.Seoyóunestruendo,pero el techono sevinoabajo.Giré la cabezayviqueunenormepedazodemadera llameante caía sobre mi cuerpo.Me cubrí el rostro con los brazos ygrité.Sentíelgolpeentodomicuerpo.Loshuesosmecrujieronynotéquesemequemabalapiel.Teníalabocaestabasecaylacaracubiertadesangre.Abrílosojosporúltimavezyloúnicoquevifueelfuego.
MiréamíalrededoryviqueRosieseapartabademícuandoelpalochocócontramicabeza.Mederribóygrité.Estabaenelsuelo,cubiertaporunpedazodemaderaenllamas.
Cerrélosojos.Eramifin.—Solo quiero una oportunidad. Solo una—pedí mientras las llamas me
consumíanconlentitud.Entonces, cerré losojos.Yen esemomento, salí demi cuerpo.Y todo se
volviómásterrible.Veíacómomicuerpoestabasiendoconsumidoporelfuego;mivientreymipiernaderechafueronlosmásafectados.Lasllamasconsumíanlas telas queme cubrían ymuy pronto adquirían un color negro. Cuando lasropas desaparecieron, supe que la parte más dolorosa estaba a punto decomenzar,yaqueahoralasllamasibanapormipiel.
Meapartédemicuerpoy tratédehaceralgoquesabíaqueera imposible.Traté de apartar el palo demadera queme cubría. Las piernasme temblaroncuandomelevantéy,al igualquelaAnnaqueestabaderrumbadaenelsuelo,sentía el calordel fuegoenmi cuerpo fantasmal.Seguía ardiendo.Mepuse allorar al ver que ni siquiera podía tocarlo. Cuando lo intentaba, atravesaba elfuegoylamaderaqueseestabaconvirtiendoenceniza.
—¡Quealguienmeayude,porfavor!—grité,yvolvíaintentarlo,perotodo
siguióigual.Nadasemovía.Elfuegodelpaloseseguíaextendiendo.Parecíaqueestaba
en una película de terror, donde todo era demasiado real y doloroso. Nomegustaba ser la protagonista, no me gustaba ser la única que pagara por lasfechoríasdeRosie.Teníaquebuscaralgunamaneradesalirdeahí,antesdequefuerademasiadotarde.
Meabrumabavermeeneseestadoynopoderhacernada.Queríacogermedelosbrazosyarrastrarmeamímismafueradeeseterriblelugar,cadavezmásoscuro.Lasmanosmetemblaban.Ibaacolapsardeunmomentoaotro.
Laslágrimasnodejabandebrotary,aunquepodíaformarunlagoconellas,nobastabanparaapagarel fuegoqueestabaconsumiendoel sótanoenelqueRosiehabíamantenidoatrapadaaHannah.
—¡Porfavor!—volvíapediralanada.Quiseinclusohablarlealfuegoparaque se detuviera. Sabía que era imposible, pero nada perdía por intentarlo.Prontoempecéaagonizar.
»¡Estoy aquí! —grité por enésima vez, pero Rosie y Hannah habíanabandonado aquel espantoso lugar antesdeque fuera imposible salir.Ellas sehabían librado,yono.Yoseguíaallí, sola,enaquellaestanciaoscura.Cuandolasllamashabíanconsumidoalgoensutotalidad,elhumonegroseextendíaportodoellugar.
Mequedéquieta,buscandoalgoquepudieraayudarmeamoverme.Tratabadeconcentrarme.Pensabaquesiconvencíaamimentedequepodíahacerlo,talvezloharía.Queríaviviryestabadispuestaahacertodoloposibleparasalirdeahí.Sinembargo,laAnnaqueestabarodeadadefuegoestabainconsciente,conlosojoscerrados,esperandosufin.Seestabadandoporvencida.
Gemíymeenjuguélaslágrimas.¿Quédebíahacer?Nolosabía,estabatanperdidacomounaniñaensuprimerdíadeescuela.O
peor.Entonces,oíunruido.Proveníadealgúnlugarcercano.Parecíaquealguien
estabagolpeandoelsuelodesdeabajo.Talvezestabaalucinando,peroparecíaque alguien trataba de entrar por el suelo. Entre el humo, me esforcé porentrecerrar los ojos y agudizar el oído para descubrir de dónde provenía esesonido.
Depronto,viqueunpedazodemetal cuadrado semovía.Abrí losojosyparpadeé,creyendoqueestabacomenzandoaalucinaroqueelhumonegrome
hacíacreerquealgosemovía.Entrecerré losojosyviunhoyocon lamismaforma que el pedazo de metal. Una puerta secreta se abrió de golpe y mesobresalté. Al instante, una cabeza con cabellos rojos se asomó. Durante unsegundopensé que tal vez lo veía rojo a causa de las llamas, pero cuando seasomó un poco más, vi que no se trataba de una ilusión. La joven tenía elcabellodecolornaranjayunascuantaspecasenelrostro.
—¿Sarah?—la llamé, pero ella no pareció oírme. Estaba confusa por elincendio—.¡Estoyaquí!
Recéparaquegiraralacabezayvieraqueestabaapuntodeserconsumidapor las llamas. Ambas estábamos juntas, éramos delmismo bando, tenía queayudarmeasalirdeahí.Elproblemaeraquenomeveíaentreelhumonegro.Una neblina oscura había cubierto el lugar y todo empezaba a llenarse deceniza.
Entonces,alolejos,oíquelosserviciosdeemergenciacomenzabanallegar.Peroestabaapuntodedarmeporvencida.Yanisiquieratosía.Tampocoparecíaquerespirara.¿Ysiyahabíamuerto?
No.Esonopodíaser.Sarahcomenzóagirarlacabeza.Memovíconrapidezylevantélasmanos
paraquemeviese.—¡Estoyaquí,Sarah!¡Sácamedeaquí!—¿Anna?—preguntócuándovislumbrómicuerpo.Frunció el ceño e intentó salir del agujero que llevaba a un lugar que yo
desconocía.Sentíunaliviotremendo.Loúnicoquequeríaeraquemesacaradeahí.Nomeimportabaadóndemellevaraesetúnel,soloqueríaescapardeeseinfierno.
Sarah apoyó las manos en el suelo, con cuidado de no tocar nada quepudiera causarle una quemadura, y después tomó impulso para elevar laspiernas.
—¿Qué ha sucedido?—preguntó ella, dándose prisa para llegar hastamí.Esquivóunpedazodemaderaqueestabaapuntodeconsumirseycontinuósucaminoparallegarantesdequefuerademasiadotarde.
—Vamos,sácame,¡sácamedeaquí,Sarah!—grité.Ellameatravesóenunsegundo,vioelpaloquemecubríalapiernaderecha
y el vientre y lo apartó de una fuerte patada. Lo que vi entonces fuedesagradable. Mi piel estaba al rojo vivo y tenía unas ampollas amarillentasenormes.Laperneraderechademipantalónhabíadesaparecido,aunquetodavía
mecubríalaotrapiernaylacadera.Cerrélosojosyapartéelrostro.Sarahgruñó.Parecíatanaterrorizadacomo
yo. Oí que decía algo, pero seguía demasiado preocupada por mí. Si no meatendíanencuantomesacaradeahí,probablementemoriría.Lapelirroja tratóde no lastimarme y me levantó con cuidado; sin embargo, el tiempo estabaconsumiéndose,aligualqueaquellugar.Debíaactuarrápido.
Me cogió de los hombros y, cuando me tuvo de pie, apoyándome en sucuerpo,queparecíaderoble,meagarródelacinturaymeempujó.Seinclinóunpocosobremicuerpoycargóconmigo.Meapartédelcaminocuandoregresó,pensandoquepodríahacerquesedetuviera.Merozóelhombro,peroparecióquesololeprovoquéunescalofrío.
Mirésuespaldayrecéparasalirdeaquellugar.Llorédenuevocuandonolavimás.Habíaregresadoalmismoagujero.Vi
cómolatapavolvíaacerrarsey,luego,escuchélosgritosdeRosie.Proveníandefuera.
¿Cómonorecordabaesto?¿Sarahmehabíasacadodeeselugar?¿Ellamehabíasalvado?¿Mehabíamantenidooculta?
Sabíaque sí.Yahora todocuadraba.CuandoCaleb lehabíapreguntadoaRosiesihabíadecididoloqueibaahacer,alparecerconmigo,Calebsabíaqueyoestabavivaynomelohabíadichoporquenoleconvenía.
Pero ¿qué ganaba Rosie manteniéndome con vida y como un fantasma?¿Cuáleseransusverdaderosplanes?
Me quedé en medio del incendio y, luego, todo pareció desintegrarse. Elalmacénfuepastodelasllamasytodoloquehabíaallíseconvirtióenpequeñosgranosdearena.Derepente,elfuegoseapagóyvolvíaabrirlosojos.
***
VolvíjuntoaAaronylaAnnaenferma,tendidaenunacama.—¿Anna?¿Quétehapasado?—preguntóAaron,aterrorizado.Parpadeéde
nuevoparadejardeverneblinaymeconcentréensurostromoreno.Susojosaceitunadosparecíanmásnegrosquenunca.
—Rosie—fueloúnicoquepudedecir.Sentíaquemefaltabaelaliento—.VamosaporRosie.
Élnegóymevolvióasentarcuandosediocuentadequemiintencióneralevantarme.Nuncahabíaestado tancansaday tenía labocamuyseca.Quería
beberagua,mojarmeloslabiosyvolverarespirar.Mefaltabaelaire.—No, Anna —espetó con firmeza—. Tienes que quedarte aquí. Debes
guardarenergíaparasobrevivir.Tenemosqueesperaraquealguienllegueytesaque.Teestásmuriendo.Sisalesdeaquí,noaguantarás.
Volví a cerrar los ojos.Notaba que tenía el cuerpomuy caliente, como situvierafiebre.
—¡Rosie va a cometer unamasacre! ¡Matará a los Crowell! ¡Losmatará,Aaron!¡Dejaquememarche!
—Anna…Comencéalevantarmedenuevo.Cuandoélintentósujetarmeparaqueme
sentara, lo aparté con suavidad. Sabía que lo que decía era verdad. Debíaconservarlasenergías,peroloúnicoquequeríahacererasalvaralosCrowell.Aunqueyonopodíahaberdisfrutadodemipadre,queríaqueHannahtuviesesucompañíaysuamor.NomeimportabapagarporloquelehabíahechoaAlex.
—Porfavor,tienesqueayudarme,¿deacuerdo?Nomeimportamorir.Yahecumplidomimisión.Puedoirmedeaquítranquila,porfinséloquemeocurrió.Loúnicoquepuedohaceressalvarlos.
—Anna,notemerecen.—Tensólamandíbula.—Sí,sonmifamilia.TengoqueiraporRosie.—¡Nosontufamilia,Anna!¡Notienesquehacerlo!—Selodebo.—Escúchame, Anna. Puedes vivir, ¿no era eso lo que querías? Debes
quedarteaquíyesperaraquealguienllegue.—¿MientrasRosiemataamipadre?¡Deningunamanera!Porfavor,Aaron,
todoserámásfácilsivienesconmigo.Solotepidoesto.Considéralomiúltimavoluntad.AyúdameadeteneraRosie.
Aaronpareciópensárselo.—¿Esesoloquequieres?—mepreguntóentredientes.—Sí—respondí.—Bien,Anna.Teayudaré.Encuantopronuncióesaspalabras,medi lavueltayprácticamenteechéa
correr. Enseguida me mareé, pero intenté ocultárselo a Aaron, porque si lonotaba, seguramente me haría regresar y me diría que había cambiado deopinión.
Traté de tranquilizarme y de respirar profundamente para controlar micuerpo.Aaronyyoatravesamoslapequeñacasa.Llegamosalsalónyvimosde
nuevo lassábanas llenasdepolvoquecubrían losmuebles.Entonces, salimospor la puerta y nos percatamos de que la noche había caído. Estaba oscuro.Delantedenosotrosseencontraba lamansiónde losCrowell.Casiparecíaunpalacio.Teníamosunavistaperfectade laparte traserade lacasa.Unade lasventanasestabaabierta.Lacortinaestabadescorrida,laslucesapagadasynosepodíaapreciarnadadelinterior.EralahabitacióndeAlex.
Aaron siguiómimirada y observó la increíble casa que se erigía frente anosotros, lista para ser fotografiada. Delante teníamos un gran jardín que seextendíahastalamansión,llenodefloresperfectamentealineadas,detodosloscoloresquepudierahaber.Lamayoríadeellasolíaa rosasya lavanda.Entrenosotrosylacasahabíaporlomenosunosveintemetrosdedistancia.Elcéspedestaba iluminado por focos enterrados en el césped. Era perfecto. O casiperfecto,puestoqueteníamosquedeteneraRosie.
—¿Dóndepuedeestar?—mepreguntó.—Nolosé.QuedóconverseconCaleb,peronotengoniideadedónde—
respondí,aguantándomelasganasdetoserydedesvanecerme.DebíadeguardarlacomposturaparaqueAaronnosepreocupara.
Seguimosavanzando,atravesandodeprisaelgranjardín.Aaronveníadetrásdemí;estabatensoyparecíanoestardeacuerdoconmidecisión,peronomeimportaba.Preferíaquealguiensano,quetuvieramásoportunidadesdevivir,sesalvara.Yoestabaen lasúltimas.Lasprobabilidadesdequesobrevivieseeranprácticamentenulas.
Esperabaestarhaciendolocorrecto.Traspasamos lamansióny, en un instante, estuvimos en el interior.Aaron
observótodoconatenciónyyolomiré.Teníaunperfilfino.Loobservétansoloduranteunossegundos,unpequeñolapsodetiempoquemehizosentirunnudoenelestómago.Elcorazónsemeaceleróysentí lanecesidaddeabalanzarmesobreélyenterrarlacaraensupechoparasoltartodaslaslágrimasqueestabaconteniendo.Aúnnocreíaquehubierarenunciadoamivida.Teníaunamanchamorada debajo del ojo, justo en su pómulo derecho, a causa de la pelea quehabíaprotagonizadoconCaleb.Prontodesapareceríaynoquedaríanirastrodelaherida.Estabainmóvil,perosusojossemovíandeunladoaotro,esperandoveraRosie, ajenoamimirada.Eraafortunadaporhaberloconocido,al igualqueaJohanna,dequienseguramentenotendríatiempodedespedirme.
Memirélosbrazosynotéquecadavezeramástranslúcida.Veíaelsueloatravés de mis brazos, casi incoloros. Estaba perdiendo color y eso solo
significaba que debía moverme rápido, antes de que me fuese para siempre.Suspiréytoméunrespirolargoyentrecortadoquemehizoquemedolieranlospulmones.
—Aaron—lo llamé,yélmemiróde inmediato.Estabaatentoacualquierseñalqueleindicasequedebíaregresarconmicuerpo.Peromemostréfuerte,apesardequemedolíatodo—.Lomejoresquenosseparemos.Puedeestarencualquierlugar.
Élasintió.—¿Estarásbien?—preguntó.—Loestoyahora.Vamos,tenemosqueencontrarla.Ambos nos separamos en un segundo. Lo vi darme la espalda y caminar
hacialaotrapartedelamansión.Yoatravesélasparedesquehabíaenel ladoopuesto.Paraentonces,yanopodíatocarnada.Estabadesapareciendo.
Me detuve y volví a tomar aire; me estaba cansando con demasiadafacilidad.Mepregunté entonces si era algobuenoquehubiese encontradomicuerpo.Aaroneraunfantasmayestabaseguradequelegustaba.Amítambiénmegustaba,peroyahabíacumplidomimisiónylosiguienteeraadentrarmeenlo desconocido, donde nadie sabía qué había. Quizá, si no lo hubiéramosencontrado,yohabríaseguidoenesemundocomounfantasma.Ylociertoesque nome importabamorir, porque almenos había tenido la oportunidad deconoceraAaron.
Reanudé la marcha en silencio para que Rosie no me oyese cuando meacercara.Cuandolleguéalúltimosalón,medicuentadequeestabaapuntodellegaraunlugarsimbólicodelamansión.
Caminé un poco más. Cuando atravesé la última pared, volví a respirarprofundamente. Me quedé de pie frente a las escaleras de mármol que sedividíanendos.LasmismasescalerasquehabíanrecibidoaHannahlaprimeravez que había llegado aquí. Estaban perfectamente limpias y brillantes, justocomo las recordaba. Tenían algo especial que siempre me había llamado laatención. Habían sucedido tantas cosas en esas escaleras que era imposibleenumerarlas; solosabíaquemeencantabanyqueesperabaqueenelmásalláhubiera unas iguales. Sonreí ligeramente y di gracias por los momentos quehabíavividoallí, tantoporlosbuenoscomoporlosmalos.Noimportaba.LosCrowell eran parte de mi vida y me habían dado y quitado muchas cosas.Guardéelrecuerdoenmimente,porqueseguramenteesaibaaserlaúltimavezqueveríalasgrandesescalerasdelamansión.
Continué caminando para seguir inspeccionando los demás salones. Todoestaba en silencio, no parecía que hubiese nadie cerca. Ni George ni Eric seencontrabanenningunade las salas, locualpodía significarqueRosieya loshabíacapturado,pero¿adóndeseloshabíallevado?
Mi pregunta fue respondida casi de inmediato. Escuché unos gritosdesgarradoresy,después,loquemeparecióundisparo.Mesobresalté,peroloignoréyagudicéeloídodenuevoparaaveriguardedóndeproveníanlosgritos.Pero,entonces,volvióahacerseelsilencio.Aaronllegóamiladoenseguida.
—¿Lohasoído?—lepregunté,moviéndomeparaempezarabuscar.Aaronasintió.—¿Creesqueyalohahecho?Tuve la tentacióndedecirlequeno,pero sabía lomalaqueeraRosie, así
quepreferíquedarmeensilencio,mirandoconatencióncualquierobjetoquemeindicaradóndepodíahaberidoesamujer.Entonces,viaEricenmimente,conunabalaenelcráneo.Erauna imagen terrible.Noqueríapensarenello,peroRosienovacilaba.
—Tenemosqueaveriguarlo.—Puede que estén en la cocina. Estaba cerca de allí cuando he oído los
gritos,ysonabanconmuchaclaridad—dijoél.—Vamos.Avancéyélmedetuvoantesdequesiguieraandando.—Anna,tienesqueregresar,nosobrevivirás.Sus ojos reflejaban temor. Estaba serio y sumano se aferraba ami brazo
translúcido.Almenos,élpodíatocarme.Susdedosmequemabanlapiel.Mequedéquietaytraguésaliva.—Confíaenmí.Loharé.—Anna…no.Nolohagas.Notehagasesto.Losgritosvolvieronaoírse.Giréelrostroyneguéconlacabeza.—Losiento,eslomejor.Aaronestabaequivocado,aunquelacocinaestabaenlahabitacióncontigua,
losgritosparecíanprocederdelcomedor.Medirigíallíatodaprisa.Laspiernasnodejabandetemblarme.Cuando llegué al comedor, me encontré con una escena escalofriante.
Hannah,Alex,George,LisayMargaretestabanatadosenunassillas.Teníanlabocacubiertaconunpedazodecintaqueamortiguabacualquiertipodesonido.
Además, tenían los tobillos atados con cuerda y las muñecas, por detrás delrespaldo de la silla, sujetas por la misma cuerda que unía sus pies. Lamesaestaba puesta y los vasos y las copas estaban llenos. Parecía queRosie habíairrumpidoenlamansiónenmitaddelacena.
Todos estaban asustados. Excepto George, que se mantenía con unaexpresióndura.MirabaaRosieconodio,conrencor.Peroellaestabademasiadoocupadaconloquehacía.
Eric era el único que no estaba atado. Se mantenía de pie, dándoles laespalda a losCrowell, colocados en una fila en el lado derecho del comedor.Rosie estaba frente a ellos, delante de Eric. Tenía el arma en sus sudorosasmanos,queapuntabanalafrentedemipadre.
Ellanohabíanotadoqueyoestabaallí,observándolotodo.—¿Creíaisqueyaoshabíaislibradodemí?—seburló.Todavíallevabalapelucanegra,quehacíaquesusojossevieranmásazules
quecuandoteníaelpelorubioyrizado.Ahoraseveíaapagada,secayamarga.No era lamisma Rosie quemeses antes presumía de joyas y de vestimentaselegantesquelahacíandestacarporencimadetodos.Yanobrillabacomoantes,yanoeraelcentrodeatención,estabadestruidaysureputaciónbajotierra,yeraplenamenteconscientedeello.Ahorasubellezaexternasehabíaesfumadoy,alparecer,nuncahabíasidobellapordentro.Eradepiedra;noteníasentimientos.Perolopeoreraquenuncahabíasidofeliz.
Rosieestabadesquiciada,enfermayterriblementemal.—¿Quéquieres,Rosie?—preguntóEricconlosbrazosenalto.Lamujerloseguíaapuntandoconlapistola.Parecíaquelohabíaobligadoa
levantar lasmanosparaqueno laatacase.Estaba loca,perosabíabien loquehacía. No era tonta, aunque tampoco era inteligente. Lo que estaba haciendoestabamal.¿Porquénoentendía?
Rosienorespondió.—Di lo que quieres. ¿Es dinero?—dijo él, elevando una de sus gruesas
cejas.Tenía los labioshúmedos;podía imaginarmequehabíaestadobebiendovino hacía solo unos segundos. En la camisa blanca que vestía, justo dondeestabansusaxilas,seestabaformandounacapadesudor.Estabanervioso.
Siguiósinresponder.SusojosestabanfijosenlosdeEric.No sabía qué se le pasaba por la cabeza. ¿Sería capaz dematar al único
hombre al que había amado? Quería decir que no, que no lo haría, pero suenamoramiento lahabíahechosentirsedespreciadayahoranosabía loquesu
corazón sentía. Si de algo estaba segura, era que se cometían locuras en dossituaciones:laprimera,cuandounoteenamorasycuandoterompenelcorazón.
—¿Quieres dinero? Te lo daremos, Rosie—volvió a decir, hablando confirmezay confianza—.¿Cincomillonesdedólares es suficiente?Los tendrás.Tedejaremossalirdelpaísyningúnpolicíatedetendrá,teloprometo.Pero…nolehagasdañoanadie.Tedaremosloquequieras.
EllasemolestóconelcomentariodeEricypresionólapistolaensufrenteconmás dureza, haciendo que este tragara saliva y cerrara los ojos,mientrasesperabaoírelclicdelgatillo.
—¡Túnopuedesdarmeloquequiero!—gritóconfuerza,escupiéndoleenelrostro sin ser consciente. Cuando entrecerré los ojos, me di cuenta de algoterrible.LaspupilasdeRosieestabandilatadasyteníalosojosrojos,inyectadosen sangre, lo cual significaba que se había drogado o se había inyectadoadrenalinaparanofallarennada—.¡Yamearrebataronloúnicoquequería!
—¿Qué querías? —preguntó él, fingiendo que la entendía para que sedesahogaraynopensaraenloquehacía.Queríaganartiempo.
—Yo…soloqueríaquemeamaras.—Rosie…—¡No! —volvió a gritar ella, haciéndolo retroceder. Eric se tambaleó y
chocó contra la mesa que se encontraba detrás de él. Los Crowell estabanpresenciandounespectáculoenprimerafila.AunqueseguíansinverelrostrodeEric—.¡Nomedigasqueesonopudoser!¡Yoloteníatodo!Dime,¿quéteníaellaqueyonotuviese?
Mequedéen silencio,observando la escena.Esperabaencontrar algoparadistraeraRosie.Lomejoreraesperaraqueellasepercatarademipresencia.Silehablaba,RosiepodríadistraerseunosmomentosparaqueEric lequitara elarma.Élhabíapasadotiempoenelejército,asíqueleresultaríafácily,además,eramásfuertequeella.Solodebíaesperarelmomentoadecuado.
Ericsuspiró.—Rosie,nomehagashablar.Losabesperfectamente.Ellasacudiósucabeza,desquiciada.—¡No!¡Nolosé!—Ella teníacorazónypasión.Seveíaen todo loquehacía. Irradiaba luz.
Algo que tú nunca has tenido. No puedes perdonar, has vivido siempre conresentimiento, esperas a que todos se inclinen ante ti y te alaben, estásacostumbradaamanipular,amentir,ainfundirmiedo…Margaretsacrificótodo
loquetenía.Mediounahija.Rosiesepusoroja.—¡Seguro!—gritóconrabia.Seleempezabanaverlasvenasdelafrentey
tenía la peluca algo despeinada, pero Rosie parecía ajena a todo ello—. ¡Sesacrificótantoqueteocultóatuhijadurantecasidiezaños!
Ericadquirióunsemblanteserioylelanzóunamiradacondesprecio.—¿Ytúnohicistelomismo?¡MeocultasteaAnnaeldobledeaños!¡Casi
veinteañossinsaberqueellaeramihija,sinsaberquepodíahacerlafeliz!—Eric tenía los ojos abiertos comoplatos y contemplaba aRosie con dolor.Lavistaseleestabanublandoylavozseleentrecortaba,peroparecíaquerersoltarmás cosas—. ¡Y la mataste! ¡Mataste a mi hija! ¡A tu propia hija! ¿Cómoesperasquetequiera,sinopudisteamaralaúnicapersonaquesaliódeti?¡Quetuvotucalor! ¡Alaúnicaquepodíacambiar tuvida, tucorazón!¡Lamataste!¡La dejaste sola! ¿Cómo iba a saberlo? ¿Adivinándolo? ¡Me drogaste! ¡Meutilizaste!
—Notehagaslavíctima—espetóella.Ericnegó.—Nolohago,Rosie.Túsabescuándoalguienseestáhaciendolavíctima,
porque miente. Se refugia tras mentiras para no hacerse responsable de susactos.Losmentirosossiemprequierenhacersepasarporvíctimas,¿oacasonolosabestúbien?
—Quieroacabarcontigo,Eric.Leapuntóconlapistolaylomiróalosojos.Vicómosusdedosempezaban
amoverseporelarmanegraconlaqueestabaapuntodedisparar.LosCrowellobservaban.Ericestabaquieto,esperandosufinal.Rosieestaba
listaparacometerelactofinal.—¡No!—gritéyocuandoestabaapuntodehacerlo—.¡Nolohagas!—¿Anna?—preguntóella,ysefijóenmí.Susojosazulesseapartaronde
mi padre un segundo. Eric miró hacia donde Rosie miraba. Frunció el ceño,porque,efectivamente,niélninadiequenofueraAaronoRosiepodíaverme.TalvezpensabaqueRosieestabacomenzandoaalucinar—.¿Quéhacesaquí,cariño?
Sentíquemepicabalagarganta.Tenía la esperanza de queHannah notase algo extraño.No quisemirarla,
porque tenía que mantener la vista fija en mi madre para que ella siguierapronunciandomi nombre y dijera algo que les hiciese saber que estaba viva;
mientrastanto,Ericpodíaaprovecharladistracciónparaquitarlelapistola.—Heescuchadolosgritos.—Has llegado justoa tiempo.¿Tegustaríaquepapáestuviesecontigo?—
MiplanfallóporqueRosievolvióelrostrohaciaEric—.Supongoquetequedóalgopendienteenestemundo.¿TehubieragustadoconoceraAnna?
Ellalomiró.—Rosie…—dijoél.—¡¿Tegustaría?!Nose loestabapreguntando.Leestabaobligandoaquedijeseque sí.Así
moriríaconunamisiónporcumplir.Ericfruncióloslabios,perofinalmentehabló:—Sí,megustaría.Rosiesonrió,satisfecha.Luegomemirócontristeza.—¿Por qué nomehas visitado hasta ahora?—preguntó ella, haciendo un
puchero.Definitivamente, sehabía inyectadoalgunadroga.Noeraconscientede lo
que estaba sucediendo. Sus músculos empezaban a relajarse, pero tenía lasmanostiesascomountronco,ytodavíaapuntabaaEricconelarma.
—Creíaquenoqueríasverme.Teníaquecumplirmimisión.—¿Tumisión?—Rosie frunció el ceño y vi de reojo queHannah yAlex
también lo hicieron; parecía que estaban captando la indirecta. Sabíanqueyoestabaahí,queRosienoestabaalucinando.Teníaquecontinuar.
—Sí—dije.Ericseguíamirandoalvacío,noparecíacomprendernadadeloqueRosie decía.Apesar de todo, recobró el sentidoy comprendióquedebíaquitarlelapistolaahoraqueestabadistraída—.Queríasaberporquémehabíaquedadoaquí.Túerasmiconexión.
—¿Era?Rosieparecíademasiadointeresadaenloquemehabíapasado.Asentí.—Heestadoenlacasitadeatráshaceunosmomentos.Entrecerrólosojos,tratandodeadivinarloquehabíahechoallí.Seguroque
sabía que había descubiertomi cuerpo.Me esforcé pormantener una actituddespreocupada.
—¿Quéhacíasallí?Tenía que darles una pista a Alex y a Hannah para que supieran dónde
estaba,pero¿cómoibaahacerlo?¿Cómoselodiría?Tembléenmiinteriorypenséquelomejorerahacermelaloca.—¿Qué?—¿Quéhacíasallí,Anna?Rosieestabadesesperada.—¿Dónde?—preguntécomosisemehubieraolvidado.—¡Enlacasadeatrás!¿Quéhacíasallí?Entonces,sucedió.Ericactuócuandovioqueteníalasdeganar.Laagarródelbrazoytratóde
quitarlelapistoladeuntirón;sinembargo,Rosieseresistióymantuvoelarmaenlamano.Entonces,Ericseabalanzósobreellaytratódequitarleelpeligrosoartefacto. Forcejearon y, aunque Eric era más fuerte, Rosie tenía una férreavoluntadqueleimpedíasoltarlapistola.Parecíaquenoibaadarseporvencidafácilmente.Duranteunossegundos,Ericsostuvoelarmacondureza,apuntandodirectamentealrostrodeRosie,peroellalediounapatadaenlaentrepiernaquelehizosoltarelarmasegundosdespués.Rosielasostuvoentresusresbaladizosdedos,apuntándolojustocomoélhabíahecho.Suscuerposestabanpegadosyluchabanporhacerseconelarma.RosiellevóentonceslosdedosalgatilloyoícomoHannahgritabaenlasilla,aunquelamordazaamortiguóelsonido.
—¡Déjalo,Rosie!—grité.Aunquemehabríagustadointerferirenlapelea,nopodía,noteníafuerzasy
nopodía tocarnada,ymuchomenosaEric.Rosieyanoeramiconexión,yaquemimisiónhabíaacabado;sinembargo,ellaaúnmeveía.
Aaronmeagarródelosbrazosymeapartó.—¡Voyaacabarcontigo,EricCrowell!—rugióella,yseesforzóporapretar
elgatillo.Teníalosdedossudorososyestabademasiadocerca.Unoscentímetrosmás
yunabalaatravesaríalafrentedeEric.Empecéallorar.—¡Déjalo!Rosielomiróunavezmás.—Siintentastematarlos,¿porquéahoraquieressalvarlos?—mepreguntó,
aunquenomehabíagiradoamirar, locualhabríasidomejorparaqueEric lesacaraventaja,peroyaerademasiadotarde.
Rosie teníamuchaadrenalina enel cuerpoyélno iba a tratardematarla,soloqueríaapartarelarmaparaquenadieresultaraherido.
Me quedé en silencio. Era cierto. Yo era culpable. Parecía que estabareviviendoloquehabíaocurridounassemanasantes.
Rosieapretólosdientes,ansiosaporapretarelgatillo.AbriólosojoscomoplatosyEricsediocuentadequeaquellaerasuúltimaoportunidad.Lapistolaestaba entre ambos cuerpos, lista para expulsar una bala. Eric apoyó todo supesoensuspiernas.Omoríaenel intentoomoríasinhacernada.Asíqueseimpulsó y ambos cayeron al suelo. Escuché un crujido de huesos cuando seestrellaroncontraelsuelo,alguiensoltóungemidoy,después,oíelsonidomásaterradordetodalanoche.
Elsonidodeundisparo,queresonóportodoelcomedor.Todosequedóensilencio.Hannah,queeralaqueestabamáscercadeellos,comenzóallorar.Ambos
cuerpos habían caído a su lado y tenía una visiónmás clara de lo que habíaocurrido.Alexlamiróaterrorizadoyseimaginólopeoralverquenodejabadellorar.
No,no,no.Ericnopodíaestarmuerto.—¡No!—grité.Aaronmesostuvo.Entonces,meechéunvistazoynotéquemequedaban
pocosminutos.Todosequedóensilencio.Cubiertoporunaneblina.Depronto,uncharco
desangreseformódondeRosieyErichabíanforcejeado.OíunruidoyviqueRosieselevantaba,conunasonrisatriunfal.—¡Lohasmatado!¡HasmatadoaEric!Rosienomehizocaso.MiróalosCrowell,queobservabanelsuelo,tristesy
dolidospor la recientepérdida.Ella,por el contrario, estabadisfrutandode laterribleydesagradablemuertedeEric.
Sentí una presión en el pecho y volví a perder las fuerzas. Ya nada meimportaba.Mepuseallorar,enterréelrostroenelhombrodeAaronyderramétodoelsentimientodeculpaydedolorquellevabadentroconmislágrimas.Lasolas me consumían de nuevo. Otra vez estaba en el bosque, donde todo eraoscuroysilencioso.Dondevolvíaaestarsola.
Mipadre….Despuésdecasiveinteañosdeseandotenerunafigurapaternaenmivida,porfinlatenía,peroibaamorir.Nopodíasercierto.Nisiquieraloconocía.Nohabíacompartidoconélningúnmomentomemorable,nolohabíaabrazado nime había sentido protegida y cuidada por él. Ahora nada de eso
pasaría.Yomemoríayéltambién.Parecíaunahorriblepesadilla.Sí,debíadeserlo.
Sinembargo…todoerareal.Nipellizcándomedespertaríadelterriblesueño.—¡Teodio!¡Teodio!—legritéaRosie.—¡Ahoravosotros,Crowell!¡Erichapagadosuerror,yvosotrostambiénlo
haréis! Si creéis que no vais a ir al infierno, ahora lo veréis —se burló,esbozandounasonrisaaterradora.
—¡Yabasta,Rosie!—grité,peromeignoró.—¡Osmataréatodos!Entonces,oímosuncrujidoquenospusoalerta.Algoextrañoocurría.Eric
se levantó del suelo. Después, se sacudió el pantalón ymiró al suelo, dondeRosieseencontrabatirada,inerte.Nisiquierarespiraba.Supechonosemovía.Rosieestabamuerta. ¿Cómoeraposible?¿Porquéeraun fantasmaentonces?¡Noteníaningúnasuntopendiente!¡Debíairsedeaquí!Rosienopodíaserunfantasma.Nopodía.
Susropascomenzaronamancharsedesangre.Fruncíelceñoymellevélasmanos a la boca cuando me di cuenta de lo que sucedía. Rosie observó miexpresiónybajólamiradaalatarcabos.Levantólosbrazos,notóquelasangresedeslizabasobresupielcomounaserpientequelaqueríaenvolvery,luego,setocóel rostro,que seguíabañándose en la sangreque emanabade su interior.Levantólacabezayclavósusojosazulesenlosmío.Meestabapidiendoayuda,peroambassabíamosquenohabíanadaquehacer.
Tembléalverqueseponíarojayfuriosa.Gritóconganasyunescalofríomerecorriólaespaldaylospies.Cerrélos
ojosdegolpe.Mequedéinmóvily,después,sentíunhormigueoenlaspiernas.—¡No!—volvióagritar.Y, de pronto, se convirtió en un gran charco de sangre en el suelo para
despuésconvertirseenunespesohumonegro.—¡Rosie!—lloriqueé,peronopudehacernada.Habíadesaparecido.Rosieestabamuerta.—Anna—susurróAaron.Conunamiradadeterror,meindicóquebajaselavistaparaqueobservara
lo que me ocurría. Lo hice y, entonces, vi lo que tanto temía. Mis ojos setornaronvidriosos.Medejévencerporeldolorycaíenlaoscuridad.Eracasitransparente. Iba a marcharme. Yo también estaba a punto de morir. Miré a
Hannah.Albergaba ciertas esperanzas, pero, seguramente, ya sería demasiadotardecuandollegasealacasita.Aúnestabaatadaenlasillay,aunqueErichabíacomenzado a quitarle lamordaza de la boca, me quedabamuy poco tiempo.Moriríaencuestióndeminutos.
Derramé las pocas lágrimas que me quedaban antes de partir y sonreíligeramentemientrasmereíaconsuavidad.MiréaAaron,quemecontemplabaconimpotencia.
—¿Creesqueesdivertido?—mepreguntó.Cerrélosojosycuandolosvolvía abrir, vi que él estaba llorando.Nomiento, susmejillas estabanbañadas enlágrimas,caíanunasobrelaotra,sincesar,sinquererdetenerse.Elcorazónsemepartióendos.Aaronestabaderodillas,aferradoaloquequedabademí—.Noesgracioso,Anna.Noloes.
Gimoteó.—Meriodeti,engreído—meburlé,arrastrandolaspalabras.Susurraba de forma casi ininteligible. El techo se movía, las cosas se
distorsionaban. Pero Aaron estaba más guapo que nunca. Su piel morena ybrillantemehacíasentircosquillasenelvientre.Noqueríaquemesoltara.Noquería irme.Deseabaserunfantasma.Nome importabavolveraserlo.Sieraporamor,valíalapena.YoqueríaaAaron.Exhalémipenúltimorespiroymeconcentré en sus labios rosados y apetecibles. Ojalá hubiera tenido laoportunidaddebesarlo,detocarlounavezmás.O,porlomenos,degolpearle,de discutir de nuevo con él. Estaba cansada y solo quería cerrar los ojos ydormir. Pero mis ganas de seguir contemplando los ojos negros de Aaron,sumergidosenlaagoníayenlatristeza,meobligaronamantenerlosabiertos.
—Unamimada,esoesloqueeres—merespondióélentrelágrimas.Estabamuytriste,yyotambién.
Meacaricióelcabello,peroyoyanosentíasusdedos.—Creído—murmuré.—Infantil—contraatacó.—Elcolorrosamequedabagenial,acosador—espetépararecordarleeldía
quebailamosjuntos.Élsequedóensilencioymedejóganar.—Todotequedababien,Anna.—Teecharédemenos—dijeenunmurmulloapenasaudible.Hubounapausa.Fijélavistaensusojosdecarbónquemetransportabanacientosdepaisajes
hermosos.Susaceitunasnegrasbrillabancomodosesferascoloridas.Algoen
Aaronhabíacambiado.Depronto,oíellatidodesucorazón.—Tequiero,Anna—dijodepronto.Yoasentíysonreítratandodevolverahablar,peroyanopodía.Respirépor
últimavezyesbocéunaampliasonrisadelirante.—Yotambiéntequiero—respondí.Yluego,suslabiosseunieronconlosmíos.Eranfrescos,suaves,tiernosy
deliciosos.Fueunbesolentoycargadodesentimiento.Jamásloolvidaría.Movíun poco la boca, disfrutando de su increíble sabor, y me dejé llevar por lapasión.
Pero,entonces,todosenubló.
Capítuloveinticuatro
Enmicabezasolohabíaoscuridad,devezencuandooíalavozdeHannahquemellamabaalolejos.Sabíaqueestabaenalgunapartedemisubconsciente.LaimaginabasonriendoydelamanodeAlexparaesperarmillegada,pero,poreltonodevozconelquemellamaba,meparecíaqueestabatristeypreocupada.
Avecesqueríamovermeyhacerlesaberquelaoía,queprontoestaríaconellosyquesalvaríaaAaronyaJohanna.Sentíamuchonohabermedespedidodeellos.Enelfondo,sabíaqueestababien,queHannahmehabíarescatadoyquelosmédicosestabanhaciendotodoloposibleporestabilizarme.
DesdeelbesoconAaron,todosehabíavueltonegroynadameparecíaenorden,oíaruidoscercademí,peronopodíaabrirlosojos.Mesentíapesadaycansada. Puede que los médicos me hubiesen anestesiado, pero no era tonta,porque llevaba bastante tiempo así, hablándome a mí misma en mi oscuramente.Puedequellevaseasíunmes.
Eraagotadorestaracostadatodoeldía,medolíalaespaldaysentíaqueloshuesosmecrujíancuandoalguienmepasabaunatelahúmedaporlosbrazosylaspiernas.Deseabaabrir losojos.Quería sentir laadrenalinaenmicuerpoysaboreartodalacomidaquemefueraposible,noimportabaquefueragelatinadelhospitalycaldodepollo;deverdad,nomeimportaba.Soloqueríaabrirlosojosyvolveraverelmundo.Perocuandosentíaquenopodíahacernadamásyque todo estaba en manos de los médicos y de las máquinas que estabanconectadasamicuerpo,meimaginabaparasiempreenlacamaenlaqueestabaacostada.
Porque sabía perfectamente que aquellos zumbidos y los pitidos de lasmáquinaserandelosaparatosdelhospital.Algunavezoíllantosincontrolables,
pero entonces tampoco pude levantarme. Los párpadosme pesaban yme eraimposible mover un solo músculo del cuerpo. Me sentía como una estatua,estabahechadepiedra.
Recordé todo loquehabíapasadoconAaron.Aunqueyanoescuchabasuvoz,sabíaqueestabaen lahabitación,sentíasupresenciaenalgúnrincóndelcuarto que olía a medicina y a naranja, al igual que sentía la presencia deJohanna,queveníaavermeconél.Esperabaque,cuandoabrieralosojos,ellosdos estuvieran conmigo. Deseaba despertar lo antes posible, pero había máscomplicacionesdelasqueyoimaginaba.
Porsuerte,niRosieniCalebseguíanahí.Había terminadoconellosymealegrabadehabermelibradodeesamujerporfin.¿Estabamalquemesintieraaliviada porque hubiesemuerto? Sabía que no era correcto, pero Rosie se lotenía bien merecido. No la quería, aunque tampoco le iba a guardar rencor,porque me había dejado claro que tener rencor solo mataba el alma; laenvenenabayteobligabaacreerqueelperdónnoeraunaopción.
Me sacudí un poco. Me incomodaba pensar en ella. Traté de hacer unamueca,perosequedóenmiinterior.Nadiemásoíamispensamientos.Suspiréenmimenteymemantuvedespiertaelrestodeldía,escuchandolatelevisiónylamúsicade fondo.Aunque lossonidosnoeranclaros,megustabasaberquepodríavolveravivir.
Pasarondíasynochesenlosquememantuvedespiertay,cuandosentíaunlíquidorecorrermeelbrazo,sabíaqueeramomentodeecharmeunalargasiesta.Sentíaunpocodedolor, sobre todoen laspiernasy laespalda,peroesperabaquenofueranadagrave.Nosabíaexactamentequépasabaamialrededor;devezencuandooíavoces,peroaveceshablabanmuybajitoonoentendíaloquedecían.
Erictambiénhabíaestadovisitándome.Veníacasiadiario.HannahyAlexme traían rosas púrpuras, pero Eric me traía lilas que desprendían un olorincreíble.Eraunbuenhombre,debíaadmitirlo.Yonoeranadieparajuzgarloysabía que lo que había pasado con Rosie y conMargaret debía quedar atrás.Rosie lohabíapuestoenunadifícilcomprometida.Lehabíaobligadoaelegirentre ellayMargarety, por supuesto,Eric sehabía idocon lamujer a laqueverdaderamenteamaba.
***
Unamañanamedespertéconunaromaalimón.Tratédeabrirlosojos,comotodoslosdías.Aunquenuncapasabanada,no
me daba por vencida. Todas las veces sentía los ojos pesados y, luego, memareaba.
Peroesamañana,ocurrióalgodistinto.Sentílosojosligerosy,depronto,losabrí.Lospárpadosmetemblaban,al
igualque lasmanos.Seguímoviéndolos,perocon lentitud.Laspalmasde lasmanos comenzaron a sudarme. Cuando abrí los ojos un poco, vi una luzbrillante.Eracomosielsolestuvierafrenteamí.Parpadeéporlaintensaluzylosmantuvecerradosparaquenomeardieran.Lointentédenuevo,pestañeéymedicuentadequelaluzproveníadeunalámparaquecolgabadeltecho.Mereídemímismaalrecordarquehabíacreídoquesetratabadelsol.
Gruñícuandoalgomecayóenelrostro.Porlodelgadoqueera,supequesetrataba de unmechón demimelena, que, para ser sincera, no estaba enmuybuenestado.
—¿Anna?Oíminombrealolejos.Eraunavozsuaveyfemenina.Alinstantemedicuentadequesetratabade
Hannah. El corazón me dio un vuelco y me agité en la cama. Estabadespertando.
Ylomejoreraqueestabaviva.TeníaqueveraAaron.Escuchéunzumbidoquemehizovolveragruñir.Alsegundosiguiente,el
rostroredondodeHannahestabafrenteamí,mirándomeconasombro.Susojosazulessenublaronymesonrió.
—¡Anna!Saltódepuraemoción.Alex apareció a su lado, tan sorprendido como Hannah. Tenía el cabello
despeinado y ojeras, aunque no eranmuy evidentes.No sabía cuántas nocheshabíanpasadoenvela,peromesentíamuyagradecidaconellos.Quisesonreír,pero me dolían los músculos. Y sabía que, si me esforzaba mucho, podíahacermedaño.Apesardequehabíaabiertolosojos,teníaqueesperaraquemicuerposevolvieraadaptaralmovimiento.
—Bienvenidaacasa,Anna—medijoAlexconuna ligerasonrisa.Luego,rozóelbrazodeHannah—.Esperaaquí,voyabuscaralmédico.
Hannahasintió.
—Anna.—Meacaricióelcabelloyunalágrimabrotódesusojos—.Nomelocreotodavía.Estoytanfelizdequeporfinhayasdespertado.Nosabescuántotequiero,nosabeslofuertequehassido.Alexyyoteencontramosalbordedelamuerte.Estoyencantadadesaberquemimediahermanaestáviva.Mealegrasaberqueestásbien,Anna.
Sonreídesdelomásprofundodemicorazón.—Elmédicoyaviene—informóAlexmientrasentrabaen lahabitacióna
todaprisa.Cuando el médico llegó y me hizo una exploración rápida, dio la gran
noticia de queme iba a poner bien.Me iba a recuperar enmenos de lo quecantabaungallo,asíqueyotambiénmedejécontagiarporlafelicidaddeellos.Luegoexplicóqueteníaqueseguircientosdecosasquenoentendí,peroestabamuycontentadesaberqueestabaviva.
Mesentíaliviadayemocionada.AlexyHannah tuvieronquesalirde lahabitaciónparaqueunaenfermera
me diera de comer y me lavara. Me cepilló el cabello y me desvistió; paraentonces,yapodíamovermeunpoco.Mepasóunatoallahúmedaporlapielymelimpió.Cuandofuiconscientedeloqueestabahaciendo,mepercatédequelascicatricesapenaseranvisibles.
—¿Dóndeestán?Laenfermeramemiró.—¿Elqué,cariño?—preguntócondulzura.Susojos colormielmemirabanconcompasión.La ignoré.Nonecesitaba
quelaspersonasmetrataranconlástima,estabacansadadeeso.AhoraeraotraAnna.UnaAnnafuertequepodíatomarsuspropiasdecisiones,peroque,sobretodo,habíaaprendidoavalorarlavida,aquererseyaamaraotraspersonas.
—Lasquemaduras,¿dóndeestán?Ellaparecióentenderlo.—Oh,bueno,losmédicostehanquitadoalgodepielparaquelaheridase
cerrara.Yasabes,todoquedaráperfectamenteyconunascremaspodrásquitartelascicatricesquepuedanquedar,aunquedudomuchoquetequedealgo,porquelosmédicos sonmuy buenos. Pero te recomiendo que lo hagas igualmente siquierestenerunapielperfecta.Estasúltimassemanas,tucuerpoharespondidobienatodo.Tienesmuchasuerte;nadieteníafeenti,ymírate.Estásaquí.Viva.
—¿Cuántosdíasllevoaquí?Tuvoquemirarunpapelquecolgabadelacamilla.
—Parecequeunmesymedio—respondiólevantandoloshombros—.Notehasperdidomucho,nohapasadonadainteresanteporaquí.
Yoasentí,tratandodeasimilarlotodo.—¿Medaránprontoelalta?—Sí —dijo ella, que seguía limpiándome los brazos—. Dentro de una
semanaestarásfuera.Tetendremosquevigilarestasemanatodavíaparaverquétal evolucionas. Simuestrasmejoría, pues genial, te irás de aquí.Qué alivio,¿verdad?Anadielegustanloshospitales.
Yoasentí.Estabadeacuerdo.Despuésdequelaenfermeramearreglaraunpoco,GeorgeyLisa,lamadre
biológica de Alex, vinieron a visitarme. Estabanmuy contentos y sonrientes.George parecía un tanto preocupado,me había dicho que sabía que no era elmomentoadecuado,peroqueríaquemeprepararaparahablarconmigosobrelodeRosieyloquehabíapasadoeldíadelincendio.
Hannah me había puesto al corriente de todo lo que había pasado en laescuela ymedijo que, si estaba lista, podía ir almismo instituto al que ellosiban. La verdad era que estaba bastante emocionada por ir a un instituto congentenormal,conalumnosquenoteníanningúnproblemamental,comotantasvecesmehabíandicho.Sindudarlo, lehabía respondidoaHannahqueestabadispuesta a aceptar su invitación si salía pronto del hospital. Ella estuvocharlando conmigo durante horas y me contó todo lo que había sucedidodespuésdequeRosiedisparara.Tambiénsehabíaofrecidoaacompañarmealcementerio donde habían enterrado a Rosie. Aunque no estaba muy segura,asentíydijeque,encuantosalieradeallí,seríaelprimerlugarquevisitaría.
Cuando Eric entró a la habitación después de que Alex y Hannah semarcharan,mepusenerviosa.Talvezestabamolestoconmigo,oalomejornoqueríaniverme.Sieraasí,loentendíamuybienyrespetaríasudecisión.
—Hola—saludóélconunligeroasentimientodecabeza.—Hola —respondí yo, y me acomodé en la camilla. Me había quedado
helada.—¿Te encuentras bien?—me preguntómientras se sentaba en una de las
sillasqueseencontrabancerca.Duranteunossegundos,mesentíincómoda.—Creoquesí.Élasintió.—Mealegromuchodequeasísea.—Mededicóunaligerasonrisayluego
sesacóalgodelbolsillo—.Estoespara ti,quieroquelo tengas.Todoestoha
pasadotanrápidoquenosécómosentirme,perodebescreerqueloquesientoesfelicidad.TengoaHannahytetengoati.Intentaréserelmejorpadreparalasdos,Anna.
Cuandoalgodemetalcayóenmismanos,sentímuchofrío.Abrílapalmaymedicuentadequeeraunacadenaconuncorazónpequeñoqueseabría.Nodudé en abrirlo, con paciencia. Las lágrimas se arremolinaron en mis ojoscuandoviunafotodeunaHannahpequeñaenunodeloshuecosy,enelotro,unafotografíamía,tambiéndecuandoeraunaniña.Talvezteníaunoscuatrootresaños.Ambasestábamossonriendo.
—SoisHannah y tú,mismayores tesoros a partir de hoy y para siempre,Anna. Y ese…—Señaló el collar queme acababa de regalar—… ese esmicorazón,yesvuestro.
—Papá…Él se sorprendió cuando lo llamé así. Yo también; me había salido de
repente,había sidoun impulso, laspalabrashabían salidoantesdequeyo laspudieradetener.Perolaverdaderaquenomeimportaba.Ericeramipadre.Yyoqueríallamarloasí.
—Meencanta,muchasgracias.Yo…—Eresmihija,queridaAnna—meinterrumpiósinresultarmaleducado—.
Recuperarélosañosperdidos,teloprometo.Nosoyelmejor,séquefallé,yporesomismonoquierovolverahacerlo.Rebeccapagaráporloquetehizo,yameheenteradodetodo.Nosabescuántololamento.
Ericbajólamirada.—¡No!—dije,agitandolacabeza—.Noestiempoparalamentarse.Solo…
tenemos que vivir, nos queda mucho por aprender. Yo quiero estar contigo,quierocompartircontigo loquenuncapudedecirte,quieroqueestésconmigoenmismejoresmomentos,aligualqueconHannah.
Élasintióylevantóelrostro.Estaballorando.—Estarécontigosiempre,Anna.—Mediounbesoenlamejillaysentíque
meescocíalagarganta—.Midulceniña,tequierodesdequesupequeveníasalmundo.Yahora,tequieromásporqueséqueeresunapartedemí.Esperoquepuedasperdonarme.
Yosonreí.—Nohaynadaqueperdonar,papá.Tequiero.CuandoEricsemarchóamediodía,estabaagotadaymedormí.Nisiquiera
mediotiempodecomernidecenar.Nodespertéhastaeldíasiguiente,cuando
vinieronparahacermeotroexamenmédico.Siempreeralomismo:meiluminabanlosojosconunalinterna,mehacían
caminar, me sacaban sangre y me inyectaban un líquido que me daba másenergía.Miúnicabebida,desdequehabíadespertado,habíasidosuero,asíqueestaba ansiosa por probar un batido de fresa. Hannah y Alex me habíanprometidoqueellosmelotraerían.
***
Cuando pasó una semana y pudemover los huesos sin que las articulacionescrujierancadavezquedabaunpaso,elmédicodijoqueeramomentodevolveracasa.
Estabamuyfeliz.Sin embargo, había estado dándole vueltas a algo desde que había
despertado.NohabíavistoaAaronniaJohannacerca.Noqueríadesanimarmeypensarquesehabíanolvidadodemíduranteelmesymedioquehabíaestadoenelhospital.Eramuycruelpensaralgoasí.Estabaseguradequehabíasentidosupresenciaenelhospital,mientrasestabaencoma.Pero¿porquéahoranolosveía?
QueríadespedirmedeJohanna.Yoteníaeldondeverfantasmas,¿porquénohabíanvenidoaverme?¿Acasohabíallegadootrachicaqueloshabíahechoolvidarse de mí? No lo entendía. Estaba un poco triste y desanimada. Mepregunté si serían capaces de no venirme a ver, o si directamente estabanolvidándose de mí. Tal vez mi tiempo con ellos había pasado, quizá eramomentodeseguirconmivida.Peronoloaceptaba,nomecabíaenlacabezaquesehubiesenolvidadodemí.
Aunque estaba segura de que ni Aaron ni yo olvidaríamos jamás nuestrobeso.
Eramisueñofavorito.Megustabapensarenélunayotravez.QueríaveraAaronloantesposible.Loansiaba.Si creían que iban a escaparse de mí, estaban muy equivocados. Los
buscaríaenlacasadondeestabanrefugiados.Losencontraríaymelaspagaríanpornohabervenidoavisitarme.
Estabadolida.—¿Lista? —me preguntó Hannah, ayudándome con una mochila que
conteníaropaquehabíausadodurantelasemana.LehabíapedidoaHannahquenometrajeranadainfantil,queríapantalones
ajustadosygomas elásticaspara atarmeel cabello.Nadade camisetas sueltasconestampados.QueríavestircomoJohannamehabíaenseñado.Debíaadmitirquelaechabamuchodemenosy,enparte,sentíaqueeramiculpahabermeidosin decir adiós. Hannah se había asegurado de traerme la ropa que le habíapedidoylaverdaderaqueambasvestíamosdeacuerdoanuestrapersonalidad.
—Lista—respondí,ymerecogíelcabelloantesdesalirdelahabitación.Llevabaunosvaquerosyunasudaderaamarillaquemehacíaparecermás
pálida.Miszapatillasdeportivaserannuevasymeapretaban,peronomequejé.Debíadargraciasportodoloqueteníaapartirdeahora.
Hannahyyosalimosdelahabitaciónconoloramedicina,riéndonoscomodoshermanasquecompartíanunatravesura.
—Alexnosesperaabajo,enelaparcamiento.—Genial—respondíentrerisas,despidiéndomedellugar.Mientrascaminábamosporelpasillo,Hannahsecalló.—¿Quésucede?—pregunté.Ellacomenzóairmásdespacio.Dudóunmomentoyyolamiré,preocupada
porsihabíaocurridoalgo.—EssobreRosie—contestóalfin.Elcorazónsemedetuvo.—¿Quépasaconella?—Bueno,cuandolapolicíallegó,estuvieronrevisandolamansión.¿Sabías
queSarahmurióenunaccidente?Alexyyofuimosasufuneral.Fueterrible.—Hannahnegócondesaprobación—.Rosiellevabaunamochilacuandollegóalamansión.Lapolicíaselallevócomoprueba.
Yo asentí. Por supuesto que la recordaba. Mientras estábamos en lacamioneta,Aaronhabíaestadojugandoconellaparatranquilizarse.
Pensar en Aaronme provocó un vuelco en el estómago y en el corazón.¿Dóndeestabaeseengreídoacosador?
—¿Qué pasó con la mochila? —pregunté, caminando con cuidado. Depronto,mehabíapuestonerviosa.
—Dentrodeellahabíaunacarta.—¿Unacarta?¿Paraquién?Hannahsuspiró.
—Parati.Yomesorprendí.Fruncíelceñoynegué.SieradeRosie,nolaquería,no
queríaescucharsunombreenmivida.Laaborrecía.—Nolaquiero.—Anna…Volvíanegaryavancémásrápido,dejándolaatrás.—SiesdeRosie,nolaquiero.Hannahtratódealcanzarmeconlamochilaenlamano.—Anna,escúchame.NoesdeRosie.Esdeunchicoalquevihacetiempo.
Estaba en el minibar. Seguro que estabas ahí…, me refiero a… como… yasabes. Como fantasma —dijo en un susurro—. Fue durante la fiesta queorganizamos para Cara. Ese chico me dijo que te había visto en la segundaplanta.Justodondeestabanlasescaleras.Élmedijoqueseguíasaquí,poreso,cuandoRosiemencionó tunombreesanoche, sabíaqueestabasconnosotros.Nos fue de gran ayuda, en realidad. Desde ese día, supe que tenía queencontrarte.
Lorecordaba.Peroesoeraimposible.Elchicoqueestabadetrásdelabarraese día era Caleb. Y Caleb estaba en un mundo que nadie conocía. Habíacumplidosumisiónysehabíamarchadoparaseguirsucamino.Fruncíelceño,confundida.Aunasí,meaventuréapensarquelacartaeradeél.
—¿Caleb?—pregunté,nerviosa.Hannahalzóunacejaynegó.—No.EsdeunchicollamadoAaron.¿Loconoces?
Capítuloveinticinco
CuandoHannahmediolacarta,nodudéenapartarmedeella.Ledijequemedieraunosminutosyquemeencontraría conella enel aparcamiento.Asintiósinestarmuyconvencida,peroaccedióynomepreguntónada,locualagradecí.
Semarchóensilencioarrastrandolamochilaporelsuelo.Suspiréymiréelpapel.Era un sobre de color crema, bastante bonito y elegante. A pesar de que
habíaestadoenlacomisaría,estabaperfectamentecuidado,loquemeindicabaquenadielohabíaabierto.Detrásdelsobrehabíaunasletrasgrandesdondeseleía el nombre deAaron como remitente ymi nombre como destinatario. Laletraeramuybonita.Inclusomásqueelpapel.
Sonreí,porqueestabaseguradequeaquelloeraunabroma.Giré el sobre y despegué la punta del triángulo de papel para abrirlo. Se
separó con facilidad: pasé el dedo por debajo y se despegó en un segundo.Cuandomirédentrodelsobre,viunahojadepapeldobladaporlamitad.
Saquéconcuidadoel papel, que crujió entremisdedos, y lodesdoblé sinrompereldelicadomaterialquerozabanlasyemasdemisdedos.Conlasmanostemblorosas, el corazón latiéndome amil por hora y una sonrisa en el rostro,comencéaleer.
De:AaronBrennanPara:AnnaCrowell
AnnaCrowell.Eselnombremásbonitoqueheescuchadoenmivida.Notemiento,estoyencantadocontigo.Nodejodepensarenti.Imagínate,ni
siquierapuedocerrarlosojosporquemiprimerimpulsoescreerqueestásaquí conmigo, ami lado, volviendo a tocarmis labios.Anna, si pudieravolver a tocar algo en tu mundo, escogería sin duda tu dulce rostro.Créeme,asídelocoestoyporti.
Llámamecursi,nomeimporta.Tequieroymegustadecirlo.Perobueno,iréalgrano.Seguro que estarás molesta con nosotros, pero quiero decirte que la
única que no deja de ponerse colorada de rabia es Johanna. Está furiosacontigoporquenotehasdespedidodeellacomoesdebido.Lacosaesquemepidióquetedijeraquenoteguardarencor,quetequieremuchoyquetevaaechardemenostantoqueniteimaginas.Tambiénmehadichoqueestará vigilándote para que no vuelvas a usar esa ropa de niña de colorpastel.Melohadichomuyenserio.AntesdequetepongasallorarporqueJohannaestámolestacontigo,quieroquesepasquesoyunpocoexagerado.Noestá tanenfadada,pero sí sehapuestounpoco sentimental.Ya se lepasará.
Encuandoalosdemás,David,Thomas,MarissayLilith,teenvíanunfuerte abrazo y estánmuy felices de haberte conocido. Tambiénme handichoque teagradezca loquehashechopornosotrosyque lamentannohaberse podido despedir. Espero que muy pronto todos ellos puedanencontrarpaz.
Ahoraquieroexplicarteunacosa.Hayalgomuycomplicadoquedebessaber.Tómateloconcalma,todovabien.Anna, cuando despiertes, te habrás dado cuenta de que algo extraño
sucede.Prestaatenciónatualrededor,miraalaspersonas,observaloquehacen,cómosemuevensindetenerse,todosellosestánhaciendoalgoqueles impide preguntarse si alguien más los está observando. Todo parecenormal, ¿verdad?¿No sientesque te falta algo?¿Algoque siempre tehaacompañado?Vuelveaprestaratención.
Séqueloquevoyadecirtelocambiarátodo.Ya te habrás dado cuenta de que las voces no están, de que no hay
personas que levitan, que ninguno de ellos te habla para torturarte. Queningunodelosqueestánahípuedeatravesarcosas.
Anna,estoquevoyadecirtemehacemuyfelizporti,peroesalgoque
tambiénme llenade tristeza.Ni siquierapuedoescribirlo.Tienesquesermás fuerte que nunca. Anna… ya no tienes tu don. Ya no podrás verfantasmasnuncamás.Sehanido,ereslibre.Tualmaeslibre.
Nosabemosporqué.Quisimosarreglarlo,peronohemospodidohacernada.Quizáhayasidoeldestino,nolosé.Peroestoysegurodelascosassiempresucedenporunarazón.Notemas,estarásbien.
Hequeridodecírteloporqueestosignificaqueyanonospodrásvernioír.Hasidoungolpequenadieesperaba.Sinembargo,quierodecirtequetodosestaremoscontigoparaprotegertesiempre.
Enespecialyo.Anna,aunquenopuedasvermenioírme,séquesentirásmipresencia.
Estaré contigo para defenderte a mi manera de todo lo que pueda. Teprotegeré,séqueyanolonecesitasporqueahoraereslachicamásfuertequeheconocido,peroigualmenteloharé.Yquieroprometertealgo:estarécontigosiempre.Siempre,Anna.
Noloolvides.Noestarássola;cadavezquellores,estarécontigo.Cuandorías,estaré
contigo, riéndome también. Te escucharé siempre que necesites hablar.Recuerdaqueeresespecialyquenotemerecesquenadietehagadaño.
Para finalizar esta carta, quiero que sepas que estoy junto a ti ahoramismo,esperoquepuedassentirme.Séquenomeves,peroyoatisí.Yaunque no te haga sentir calor como lo narran en las novelas, espero almenosprovocarteescalofríos.Alfinyalcabo,soyunfantasma.
Nomeolvidesnunca.Tequiero,Anna.Serétuengreídoacosador,siempre.Yrecuerdanodejarnadapendiente.Seguroquenosencontraremosen
eselugargloriosoyeternodelquetodoshablan.
Teecharédemenos.
Siempretuyo,AaronBrennan.
Cuandoterminédeleerlacarta,teníalosojosllenosdelágrimas.Nopodíacreer quemi don hubiera desaparecido.Nunca volvería a ver aAaron, nunca
vería esos ojos negros queme provocaban unamultitud de sensaciones.Ni aJohanna,nianingúnotrofantasma.
Tenía ganas de vomitar. No era justo. Nuncamás volvería a verlos. Estodebía de ser una broma. Seguramente Aaron se estaba burlando demí comosolíahacer.Levantélavista,asustada,tratandodeconvencermedequemidonseguíaconmigo.Sinembargo,alecharunvistazoamialrededor,viquetodosestabanalosuyo,ignorándome.Nadiememiraba,ningunodelosqueestabanallíeranfantasmas.Nisiquieralosoía.Nohabíanada.Nadieatravesabaparedesnimepedíaayuda.Todoera…normal.
Mederrumbéenlasillayllorémientrasmirabaelpapel.Mesentíafatal.—¿Aaron?—lollamé,peronohuborespuesta.Gimoteéyseguíderramandomidolor.—Hazalgo,Aaron.Loquesea—pedíalanada.Depronto,elaltavozdelhospitalemitióunzumbidoquehizoquetodosnos
tapáramos los oídos.Entonces, se oyó un silbido suave que provenía del otrolado del altavoz y, después, una canción que sonó en todos los pasillos delhospitalyquehizoqueelcorazónmedieseunvuelco.
Sentía que se me iba a salir por la boca y la sangre se acumuló en mismejillas.Meardían.
«Every Breath You Take» de The Police retumbaba en cada parte de micuerpo,enviandovibracionesquemehacíanrecordaryllorarsinparar.
EraAaron.Losabía.Teníalapieldegallina.—Acosador—dijealanada,conunaligerasonrisa.Luego,sentíunsoplidoenelcuelloquemehizosuspirar.—Teecharédemenos,Aaron.Nuncateolvidaré,teloprometo.
Sobrelaautora
JanethG.S. (León,México,1998)hasidounode losmayores fenómenosdeWattpadencastellano.Siemprehasentidopasiónpor la literatura,enespecialpor los thrillers psicológicos, las novelas de terror y las de género románticojuvenil.
Alosdieciséisaños,inspiradaporunvídeodeYouTube,decidióescribirsuprimera obra, ¿Quién mató a Alex? Tras el éxito en la plataforma Wattpad,dondehasuperadoloscuarentamillonesdelecturas,¿QuiénmatóaAlex?dioelsaltoalaslibrerías,dondesehaconvertidoenunbestsellerinternacional.
Ademásdeseguirescribiendo,JanethestudiaAdministracióndeEmpresasyRecursosHumanosenlaUniversidadTecnológicadeLeón.
Segundasoportunidades(Unasemanacontigo2)Murphy,Monica9788416224364320Páginas
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AtréveteadarleunasegundaoportunidadalamorDrewhaapartadoaFabledesuvidaporquecreequenolamerece,peronopuedeolvidarla.Fablehaintentadopasarpáginayseguirconsuvida.SumadresiguesiendounproblemaconstanteyesellaquientienequecuidardesuhermanoOwen.Parapoderpagarlasfacturas,FableencuentraotrotrabajoenTheDistrict,elnuevobardemodadelaciudad,quedirigeelmisteriosoColin.PerocuandoelequipodefútboldeDreweligecelebraruncumpleañosenTheDistrict,elcorazóndeFabledaunsaltoalpensarquevolveráaverlo…SegundasoportunidadesvuelveamontaraDrewyaFableenunamontañarusadeemociones.Delaalegríamásdesbocadaalapenamásoscura,DrewyFablesondosalmasqueseenfrentanaldolordesuentornoconelpoderdelamorylapasiónquehayentreellos.
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HechizadaS.Amore,Elisa9788416224111432Páginas
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¿Quéestásdispuestaasacrificarcuandolaúnicapersonaquepuedesalvarteeslamismaquedebematarte?EvanesunángeldelamuerteysumisiónesgarantizarqueeldestinodeloshabitantesdelaTierrasecumplatalycomoestáescrito.EltiempodeGemmaestáapuntodeacabarseyEvaneselelegidoparaasegurarquemuerayacompañarsualmaalotromundo.¿Peroquésucedecuandoentraenjuegoelamor?¿Puedeunángeldelamuerterenegardesímismoydesafiaraldestino?Evantendráqueenfrentarsealasleyesdelcieloydelinframundosiquieresalvaralachicadelaquesehaenamoradoperdidamente."Jóvenesquesoñáisconelamor,¡estanovelaesparavosotras!"MarieClaire"Unanovelaespectacular,frescaeinteresante.Hayquecomprarla."IoDonna"ElisaS.Amoreesunaestrellaindiscutibledelfantasysobrenatural."Metro
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LahermandadHojanegraRamírez,JoseAntonio9788416224050288Páginas
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Todaunapoblaciónarrasadaenunsolodía.Másdediezciudadesenunasemana.NadiesabededóndevienelaPlagaymuchomenoscómodetenerla.SiloscuatroreinosdeVendavalnodejanatráslasguerrasysusconflictos,noquedaránadaporloqueluchar.¿Dóndeestás,NoahEvans?LoscuatroreinosdeVendavalvivenenalertamáxima.LaPlagalodevastatodo,sembrandolamuerteasupaso.Noah,unadolescentedeManchester,descubrelaexistenciadeestemisteriosomundoatravésdesussueños.CuandolosdemoniosdelreinodelaDiscordiasecuestranasupadre,NoahviajahastaVendavalpararescatarlo.ConlaayudadedossoldadosdelalegendariaHermandadHojanegra,emprendeunapeligrosabúsquedaenlaquedescubriráquesuvidaestáligadaaVendavaldeunmodoquenuncahabríaimaginado.
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NacidaamedianocheHunter,C.C.9788416224012384Páginas
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EnShadowFallsnadaesloquepareceKylievaapasarelveranoenelcampamentoShadowFallsparaadolescentesconproblemas.Allínotardaráendescubrirquetodossuscompañerosposeenpoderessobrenaturales:vampiros,hombreslobo,cambiaformas,brujasyhadasaprendenenelcampamentoacontrolarsushabilidadesparapoderconvivirconloshumanos.PeroKylienotieneningúnpoder.¿Osí?EnShadowFallsconoceaDerek,unfaedispuestoatodocontaldeconquistarla,yaLucas,unfascinantehombreloboconquiencomparteunsecreto.DerekyLucassonmuydiferentes,peroambosluchanporsucorazón.CuandoKylieporfincomprendequeShadowFallsesellugaralquepertenece,elcampamentocorreelriesgodeserdestruidoporunaamenazamayor.
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ElsecretodeCallieyKayden(Lacoincidencia2)Sorensen,Jessica9788416224128288Páginas
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¿Creesqueelamorpuedesalvartelavida?CalliequiereestarcercadeKayden.Quierevolverabesarleyperderseentresusbrazoscomolaprimeravezqueestuvieronjuntos.Noentiendeporquéahorasehaalejado,peroharátodoloposibleparavolverconél.KaydenestálocoporCallie,lapequeñachicamorenaqueacaparatodossuspensamientos.Nosabecómoenfrentarsealhechodequerertantoaalguienyesoleasusta.Esincapazdesersólosuamigoynosabesiestápreparadoparaalgomás.Tendráqueserellaquienlehagaverquesudestinoesestarunidos.
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