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P. JORGE LUIS ZARAZÚA CAMPA, fmap
-‐ 3ª Edición -‐
Apóstoles de la Palabra
el mal de ojo
y otras supersticiones
LA SANTA MUERTE
PRESENTACIÓNdel P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
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Nihil obstat: P. Flaviano Amatulli Valente, fmap Censor eclesiástico
Imprimatur Mons. Guillermo Moreno Bravo Vicario General
Arquidiócesis Primada de México
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Diseño y edición de interiores: P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap Renato Leduc 231
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FAMILIAR CATÓLICA
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Presentación
Una de las características más sobresalientes del siglo XX ha sido la de promover los valores humanos a expensas de los valores estrictamente espirituales y religiosos. Se insistió demasiado sobre la importancia de la educación, la salud, los derechos humanos, la participación política, etc.,
... se enalteció demasiado lo positivo ya presente en el hombre,
en sus costumbres, creencias y prácticas
religiosas, dejando en la penumbra la importancia de profundizar la propia relación con Dios a la luz
del Evangelio.
a expensas de la formación religiosa y, en general, el desarrollo de la dimensión espiritual y trascendente del hombre. Se pensó que la misma superación humana podría ser considerada como sinónimo de superación espiritual y religiosa o por lo menos como un coeficiente muy valioso.
E n e s t a l í n e a s e enalteció demasiado lo
positivo ya presente en el hombre, en sus costumbres, creencias y prácticas religiosas, dejando en la penumbra la importancia de profundizar la propia relación con Dios a la luz del Evangelio. Se miró con ojos demasiado complacientes
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al hombre en su realidad concreta, con sus conquistas, luchas y deficiencias, en lugar de cuestionarlo y empujarlo hacia un compromiso serio en el campo propiamente espiritual y religioso.
Se confundieron las «Semillas del Verbo» con el Verbo Encarnado, presente y actuante en su Iglesia, las migajas con el pan de los hijos, el río con los riachuelos, el camino real con las veredas. ¿Consecuencias? Una tremenda asfixia espiritual, seguida por una desbandada general, buscando cada quien la manera de dar sentido a la propia vida, por los caminos más inseguros y tortuosos, al canto de las sirenas más atractivas y seductoras.
En esta confusión general, los que más sufrieron el embate, fueron los que se encontraban más metidos en la así llamada «religiosidad popular», una religiosidad muy rica en sentimiento, pero al mismo tiempo muy pobre en conocimiento y vivencia de la auténtica fe cristiana, entremezclada con las más variadas supersticiones.
Estando así las cosas, felicito al Hno. Jorge Luis Zarazúa Campa por su preocupación en querer ayudar a los hermanos más débiles en la fe a separar el trigo de la paja y lo que brilla de lo que vale, una tarea de nunca acabar.
Ojalá que este trabajo sirva de ejemplo y estímulo para otros, para que no dejen de profundizar el amplio fenómeno de las supersticiones con el afán de ayudar al católico a ser más cuidadoso en su fe, sabiendo distinguir el oro de la escoria.
México, D.F. a 27 de noviembre de 2004.
P. Flaviano Amatulli Valente, fmap.
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Introducción
Para los Misioneros Apóstoles de la Palabra, un aspecto importantísimo de la proclamación del Evangelio consiste en la purificación de la religiosidad popular, puesto que puede ser influenciada fácilmente por prácticas supersticiosas.
De hecho, debido a una deficiente formación en la fe, el pueblo católico tiene muchas supersticiones y con
... el pueblo católico tiene muchas
supersticiones y con facilidad es engañado
por personas sin escrúpulos
facilidad es engañado por personas sin escrúpulos que ap rovechan e s ta característica del catolicismo lat inoamer icano, para obtener fuertes ganancias económicas.
Por eso es necesario aclarar que muchas creencias y prácticas muy comunes en el pueblo católico distorsionan notablemente el sentido de la fe y la praxis cristianas.
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Me refiero a supersticiones tales como el mal de ojo, la «devoción» a la así llamada Santísima Muerte, el uso de diversos amuletos y talismanes (herraduras, pulseras, cuarzos, pata de conejo, ojo de venado, etc.) para atraer la buena suerte y alejar a posibles personas envidiosas. Lo mismo ocurre con las famosas «buenas y malas vibras», de las que tanto se habla en el medio artístico o las así llamadas «energías positivas y negativas».
También es necesario aclarar lo relativo a los horóscopos, la consulta a los autodenominados «maestros espirituales» y la lectura de la abundante literatura esotérica. Es conveniente aclarar todo lo relacionado con la lectura de la palma de la mano, las cartas del tarot y otras formas de adivinación, muy extendidas actualmente entre nuestro pueblo y difundidas en los diversos medios informativos.
Es necesario aclarar todo lo que se refiere a las llamadas a diversos números telefónicos atendidos por “psíquicos”, que afirman conocer «nuestro futuro» y tener la solución a nuestros más variados problemas. Recuérdese que estas llamadas telefónicas se caracterizan por los costos elevados por minuto y las respuestas sumamente ambiguas que reciben quienes llaman para hacer una consulta.
¿Por qué hablamos, en este contexto, de la necesidad de la purificación de la religiosidad popular? Aunque estos aspectos de los que hemos hablado no entran propiamente en lo que se llama religiosidad popular, tienen mucho que ver con ella, puesto que las creencias y las prácticas supersticiosas son percibidas, muchas veces, en un contexto
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religioso y están relacionadas con devociones de la piedad popular católica.
De hecho, en muchas prácticas supersticiosas, se hace uso abundante de imágenes religiosas, agua bendita, medallas, flores, veladoras, inciensos, novenas, oraciones especiales e, incluso, peregrinaciones y procesiones, todo esto con la finalidad de obtener «milagros» en el área de la salud, la situación económica y las relaciones interpersonales.
La proliferación de todas estas creencias y prácticas debe ser un acicate para que los agentes de pastoral anunciemos el Evangelio de Cristo, teniendo presente todas estas situaciones.
En este contexto, se trata de retos y oportunidades que se presentan a nuestra actividad evangelizadora.
Por ejemplo, podemos empezar a insistir en nuestra catequesis sobre la correcta veneración a los santos y a las imágenes y reliquias de los santos; el significado auténtico de los escapularios; la finalidad auténtica de las novenas, el agua bendita, las veladoras y la bendición de objetos religiosos; la concepción católica sobre la muerte, el destino y la fortuna; etc.
Este folleto representa un intento de respuesta a esta problemática, desde un enfoque catequético y popular.
Jorge Luis Zarazúa Campa, fmapSeminario de la diócesis de Tacámbaro;
a 22 de octubre de 2004, 26 Aniversario del inicio del Pontificado de Su Santidad Juan Pablo II.
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Introducción a la 3ª edición
in crescendoLas supersticiones están en aumento en América Latina
y entre los hispanos que residen en los Estados Unidos de América. A través del boca a boca y mediante los medios de comunicación se difunden ampliamente este tipo de creencias y prácticas.
Por eso esta tercera edición se ha enriquecido con nuevas formas de superstición y aquellas prácticas cuya penetración ha crecido recientemente. Se ha ampliado la investigación sobre la así llamada Santa Muerte, ahondando sobre sus orígenes y explorando los motivos de su rápida expansión; se ha ampliado el espectro de las supersticiones presentando el culto a Jesús Malverde y al así llamado “Niño” Fidencio y el de los santos susceptibles a una práctica supersticiosa. Tal es el caso de San Chárbel Makhlouf, cuya devoción ha crecido notablemente a la par de ciertas formas erróneas de venerarlo.
Esperamos que siga ayudando a muchos católicos en un mejor conocimiento de la fe católica.
P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmapValle Hermoso, Tamps., a 11 de julio de 2011,
Fiesta de San Benito Abad.
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Primera Parte
LA SUPERSTICIÓN
EN GENERAL
“Dejad de creer en Dios y creeréis en cualquier cosa”, dijo Chesterton, el gran escritor inglés. Es el drama de nuestro tiempo, donde hay una creciente expansión de diversas creencias y prácticas supersticiosas.
En esta primera parte nos asomaremos a las supersticiones, descubriremos cuáles son las más comunes y la influencia nociva que pueden tener en nuestras vidas.
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Capítulo 1
¿Qué es la superstición?
En el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica se nos dice que la superstición es una «desviación del culto debido al Dios verdadero» y señala que se puede expresar también «bajo las formas de adivinación, magia, brujería y espiritismo» (n. 444).
Por eso no extraña que el P. Manuel Guerra afirme que la superstición «es como la sombra de la auténtica postura religiosa» (Gran Enciclopedia Rialp) y Santo Tomás de Aquino señale que se presenta cuando «se ofrece culto divino a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un modo impropio» (S. Th. 2-‐2 q92 a1).
El Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte, nos ayuda a entender que la superstición es la desviación del sentimiento religioso que se encuentra en el corazón de todo hombre y que se orienta a otras cosas que no son Dios. Además, el Catecismo señala que la superstición puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, como
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cuando se atribuye una importancia, de algún modo mágica, a ciertas prácticas religiosas, que son legítimas y oportunas cuando se hacen adecuadamente.
De hecho, puede considerarse superstición cuando se atribuye la eficacia de ciertas prácticas a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, sin tener en cuenta las disposiciones interiores que exigen (cfr. Mt 23, 16-‐22; cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2111).
En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua encontramos que la superstición es «una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón».
... la superstición es la «tendencia, derivada del temor o de la ignorancia,
a atribuir carácter sobrenatural, sagrado u oculto, a determinados
acontecimientos».
Por su parte, el Pequeño Diccionario Larousse 1996 afirma que la superstición es la «tendencia, derivada del temor o de la ignorancia, a a t r i b u i r c a r á c t e r sobrenatural, sagrado u oculto, a determinados acontecimientos».
El Gran Diccionario Educa t i vo E s tud ian t i l I lust rado , también de
Larousse, señala que la superstición es la creencia en lo sobrenatural que no está basada en la razón o en la religión.
Como es fácil notar, la superstición implica una serie de creencias y prácticas irracionales que derivan de la ignorancia, el miedo a lo desconocido y el desconocimiento apropiado de la religión.
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No hay que olvidar que detrás de las supersticiones existe la creencia en fuerzas invisibles y desconocidas sobre las que sería posible influir a través de ciertos objetos, palabras o ritos, que precisamente se denomina mentalidad mágica o pensamiento mágico.
Por eso no hay que extrañarse de que la magia, la hechicería, la brujería y, en general todo lo oculto o esotérico, entren en el amplio campo de las supersticiones. Así que los católicos debemos estar prevenidos, para no caer en este tipo de situaciones, que atentan contra el primer mandamiento de la Ley de Dios, que nos ordena amarlo sobre todas las cosas (Cfr. Mt 22, 37).
Actualmente, ¿cómo se puede presentar la superstición entre los católicos? Cuando algunos católicos piensan que hay que bautizar a los niños pequeños para que no se enfermen frecuentemente o para que no lloren tan seguido, o que debe bautizarse a los niños “para que se le caigan los cuernos”.
O cuando se piensa que rezando determinado número de veces ciertas oraciones, Dios está obligado a concedernos todo lo que le pedimos. Es el caso de las famosas «cadenas», especialmente la de San Judas Tadeo, y la práctica de las novenas mal entendidas, puesto que «se pretende obligar a Dios mediante ciertas oraciones, repetidas un cierto número de veces (3-‐7). Pero sabemos que a Dios nadie le puede obligar a conceder algo. Lo que podemos hacer es pedir con fe y confianza. Si se trata de algo que nos convenga, seguramente Dios lo concederá. De otra manera es inútil intentar obligarlo repitiendo la oración un cierto número de
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veces y acompañándola con flores y veladoras» (Amatulli Valente, Flaviano, La Iglesia católica y las Sectas. Preguntas y Respuestas, Ediciones Apóstoles de la Palabra, 2004, 106).
En resumen, la superstición:
* Es desviación del culto debido al Dios verdadero.
* Es falta al primer mandamiento de la Ley de Dios.
* Es como la sombra de la auténtica postura religiosa.
* Es desviación del sentimiento religioso.
* Consiste en ofrecer culto divino a quien no se debe.
* Pero también cuando se tributa a Dios, o a las personas y cosas relacionadas con Dios, de un modo impropio.
* Es una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón.
* Deriva de la ignorancia, el miedo a lo desconocido y el desconocimiento adecuado de la religión.
* Se manifiesta bajo formas de adivinación, magia, brujería y espiritismo.
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Capítulo 2
Supersticiones más comunes
Las supersticiones son innumerables. Entre los ejemplos de superstición más comunes se incluye la creencia de que la mala suerte caerá sobre aquel que se cruce con un gato negro. Otra más dice que aquel que pasa por debajo de una escalera, sufrirá alguna desgracia.
Otra más es el uso de amuletos de la buena suerte, como herraduras de caballo, patas de conejo, ojo de venado, monedas, relicarios e, incluso de medallas religiosas, se guardan o usan para alejar el mal o atraer la buena suerte.
Otra superstición común es la de creer que se atrae la mala suerte cuando se abre una sombrilla en la casa, porque puede traer desgracias tanto a la persona que la abre como a la familia que vive en aquella casa.
Se dice también que el número 13 es de mala suerte, por eso, cuando el día 13 del mes cae en martes o en viernes, quien desee evitar un suceso desfavorable, lo mejor es que permanezca en casa.
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La peor desgracia que le puede suceder a alguien, dicen también algunos supersticiosos, es romper un espejo, ¡puesto que le traerá siete años de mala suerte! Y todo esto como consecuencia de romper un simple espejo.
Una superstición muy generalizada es aquella de tocar madera para la buena suerte o alejar alguna posible desgracia. Esta medida se toma cuando se cree que se ha dicho algo que pueda afectar en forma negativa el propio futuro, como «mi carro nunca se ha descompuesto en carretera. ¡Toco madera!», o con otras expresiones parecidas.
No falta los que afirman que tirar sal en la casa atraerá mala suerte o salación, como se le conoce comúnmente.
Las prácticas y las creencias supersticiosas
son comunes en situaciones que implican
un alto riesgo, azar o incertidumbre...
Otras personas afirman que no se debe barrer por las noches ni sacar la basura, pues hacerlo implica que «estás barriendo tu suerte».
Otra superstición muy común es la de cruzar los dedos o «hacer changuitos». Este gesto inició en Inglaterra
hacia el siglo XVI. Se supone que este gesto atrae la buena fortuna o la buena suerte. Se piensa que originalmente era una invocación a Jesucristo que posteriormente se deformó para dar origen a una práctica supersticiosa.
Las prácticas y las creencias supersticiosas son comunes en situaciones que implican un alto riesgo, azar o incertidumbre, así como en momentos de tensiones o crisis
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tanto personales como sociales, cuando los acontecimientos parecen escapar al control humano.
No hay que extrañarse, pues, si aquellos que tienen ciertas profesiones, actividades y oficios con alto riesgo o incertidumbre, son supersticiosos. Es el caso de los toreros, los deportistas, los corredores de autos, los adictos a los juegos de azar (como la lotería o los naipes), los que hacen apuestas en casinos y las carreras de autos, caballos o galgos, y los que trabajan en el medio del espectáculo.
Aunque no están exentos ni los gobernantes ni los grandes hombres de negocios o de la política ni la gente común, que atraviesa por momentos difíciles en el campo afectivo, económico y laboral.
Es significativo que los que trabajan en la farándula sean los más grandes propagadores de las supersticiones, como puede verse fácilmente en las entrevistas televisivas o radiofónicas que les hacen continuamente o en las revistas dedicadas al mundo del espectáculo.
El problema es que, por el simple hecho de que estos personajes «salen en la tele», amplios sectores de la población les creen con suma facilidad y llegan a copiar sus prácticas supersticiosas, pensando que son correctas. Y como estas personas se presentan como católicos y hablan incluso de la Virgen de Guadalupe, mucha gente adopta más fácilmente sus puntos de vista y sus prácticas supersticiosas.
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Capítulo 3
Influencia en nuestras vidas
Las supersticiones tienen gran influencia en la vida de muchas personas. Basta pensar, por ejemplo, en que algunos hoteles omiten el piso número trece. Lo mismo se hace en los aviones, en los que no encontramos la fila trece de los asientos disponibles para pasajeros. Y todo a causa de una superstición.
Muchas personas temen salir de sus casas cuando se da la «maléfica» combinación de ser viernes o martes trece. Hasta existen refranes populares que expresan la supuesta influencia negativa que tienen algunos días de la semana: «El martes ni te cases ni te embarques».
Continuando con el tema del matrimonio, hay que recordar aquella creencia irracional que dice que el novio no debe mirar a su futura esposa vistiendo su vestido de novia antes de la boda, puesto que es de «mala suerte».
La superstición también influye en la preparación del atuendo nupcial, que tiene que incluir «algo usado, algo nuevo, algo prestado y algo azul» para garantizar la felicidad de la pareja. Es significativo tener en cuenta
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que muchas parejas jóvenes llegan a divorciarse o a fracasar en su relación matrimonial, a pesar de haber seguido puntualmente las prácticas supersticiosas que les recomendaron sus amistades, los personajes del mundo del espectáculo, algunas revistas, ciertos sitios en internet y diversos programas televisivos.
... la influencia más dañina de las
supersticiones en la existencia de muchas
personas es que afecta la calidad de vida, no sólo de los supersticiosos, sino también de sus
seres queridos...
Pero la influencia más dañina de las supersticiones en la existencia de muchas personas es que afecta la calidad de vida, no sólo de los supersticiosos, sino también de sus seres queridos y de quiénes los rodean. ¿Y ésto a qué se debe? A que las personas supersticiosas gastan grandes cantidades de dinero en consultar v identes y adiv inos, a expertos en numerología o cartomancia y en la compra de amuletos y talismanes.
Es decir, las supersticiones distraen tiempo y dinero que podrían aprovecharse de una mejor manera.
«No es que yo sea supersticioso, pero dicen que si uno pone una herradura en la puerta, aunque no crea en ello, le da buena suerte». Esta respuesta, atribuida al genial científico Albert Einstein (1879-‐1955), ilustra la actitud de muchos seres humanos hacia la superstición: la mayoría parece no creer en las supersticiones o incluso llegan a negarlas y a decir que son boberías, pero siempre
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le hacen algunas pequeñas concesiones. Es decir, existe esta tendencia: «Yo no soy supersticioso, pero por si las dudas...».
Los distintos diccionarios asocian la palabra superstición con estas tres ideas: una falsa religión o un desconocimiento de ella y la supervivencia de costumbres antiguas y el temor.
El origen de la superstición es la creencia de que la naturaleza tiene poderes y de que existen ciertas prácticas que permiten defenderse de lo malo, contrarrestar el dolor y las malas vibras y atraer lo que da buena suerte y felicidad.
¿No será que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo aceptar la realidad tal como se nos presenta, por eso es que intentamos encontrar atajos para alcanzar muchas de nuestras metas? No hay que perder de vista que no sirve recurrir a la magia o a las prácticas supersticiosas para mejorar las cosas. No, la práctica supersticiosa puede agravar los problemas, puesto que implica grandes gastos y nos distrae de las cosas verdaderamente importantes.
En efecto, la superstición hace que la gente crea en cosas falsas y tenga miedo de lo que no existe en realidad.
No es bueno ser supersticioso, puesto que la superstición es una forma equivocada de expresar la propia fe, confiando en objetos, palabras, ritos o fuerzas imaginarias.
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Segunda Parte
CULTO
A LA SANTA MUERTE
Es un culto que está cuestionando la incidencia de la catequesis y la tarea evangelizadora de la Iglesia, pues la mayoría de los que son devotos de la Santa Muerte son, por lo menos, bautizados y han asistido a la catequesis en nuestras parroquias.
En este apartado presentamos sus posibles orígenes, sus características más relevantes, las causas de su expansión y la información oportuna de aquellos que están aprovechando el boom de este extraño culto, que se ha convertido en un auténtico negocio.
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Capítulo 1
Culto muy extendido
“Voy a cantarle un corridoa la Santísima Muerte
para que también lo escuchenaquellos que son creyentesporque ya somos millones
que damos culto a la Muerte…”(La Santísima,
corrido de Gerardo Beltrán).
El culto a la Santa Muerte está de moda en muchos estados de la República Mexicana, pero ya está extendiéndose hacia otras latitudes del continente amaricano y en algunos países europeos.
En efecto, “en la actualidad su popularidad es generalizada y existe en todas partes, especialmente en las grandes ciudades de México, Guatemala, El Salvador, y las regiones fronterizas entre México y los Estados Unidos” como lo señala Malgorzata Oleszkiewicz-‐Peralba en su ensayo “El narcotráfico y la religión en América Latina”.
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En los puestos de periódicos es fácil encontrar folletos y revistas que se ocupan de promover la «devoción» a la Santísima Muerte, como le llaman afectuosamente sus devotos. Su culto se ha difundido tanto que encontramos comunidades virtuales en Internet que propagan esta superstición.
Sus imágenes y todo lo relacionado con esta «devoción» pueden conseguirse con suma facilidad en las tiendas esotéricas, en los mercados populares y cada vez más por Internet.
“Es la santa de los ladrones y los asesinos, cierto, pero también de muchísima gente común
que le pide el milagro de hallar un empleo. La santa de aquellos que
se cansaron de rogarle a San Judas Tadeo...”
Tanto se ha extendido su culto que muchos católicos la consideran un santo más de la Iglesia Católica, tal vez porque sus promotores se encargan de difundirla con métodos similares a la forma en que se promueven las devociones católicas (rosarios, procesiones, “misas”, etc.), precisamente para atraer y atrapar a los católicos más desprevenidos y desorientados.
No falta, por ejemplo, algún católico «despistado» que lleva a bendecir la imagen de la Santa Muerte al templo parroquial, o que construya en su casa «un altar» a la también llamada «Niña Blanca».
De hecho, su culto se ha extendido no sólo geográficamente, sino también entre las más variadas personas:
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“Primero apareció en tímidos altares en las colonias de Tepito y Morelos del D.F. entre la gente humilde y marginal, expuesta al peligro, como los vendedores ambulantes, los delincuentes, las sexoservidoras, los homosexuales, los travestis, los narcotraficantes y se expandió a los comerciantes, los taxistas, los camioneros, los estudiantes, los músicos, los emigrantes, los policías y los políticos, o sea todos los que están en movimiento y en peligro, cruzando diferentes fronteras. Hoy día se la puede ver en altares públicos en las calles, en los grandes mercados, especialmente los de Tepito y Sonora en México D.F., y paseándose por las calles en altares móviles – costumbre heredada de las carretas de la muerte coloniales (Perdigón Castañeda, 2008: 24).
He aquí las palabras con que describe este culto un periódico de circulación nacional:
“Es la santa de los ladrones y los asesinos, cierto, pero también de muchísima gente común que le pide el milagro de hallar un empleo. La santa de aquellos que se cansaron de rogarle a San Judas Tadeo. En épocas de crisis y violencia, de desesperanza e incertidumbre, hay que tener de qué agarrase. Por eso los devotos de la Santa Muerte se han multiplicado con rapidez” (La Jornada, 9 de mayo de 2004).
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Capítulo 2
Origen incierto
El origen del culto a la Santa Muerte es muy incierto, aún para sus mismos promotores. He aquí un acercamiento a los posibles antecedentes más mencionados.
Origen prehispánico.Algunos de ellos lo consideran un culto prehispánico,
que habría sobrevivido a pesar de la oposición de la Iglesia Católica.
Según los que promueven esta «devoción», se trataría de la supervivencia del culto a Mictlantecuhtli, que, en la mitología azteca, es el dios de la muerte, señor del Mictlán, el silencioso y oscuro reino de los muertos.
En efecto, a Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto, o, simplemente, con una calavera. Los historiadores señalan que los aztecas, con el fin de tener «aplacado» a Mictlantecuhtli, le hacían regalos costosos, entre los que no faltaban las pieles de hombres desollados para que éste cubriera sus huesos descarnados.
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Origen africano.Otros difusores de este tétrico culto lo consideran
de origen africano, introducido por los miles de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra para trabajar en los territorios conquistados en el Nuevo Mundo, aunque esta teoría es poco consistente.
En efecto, es difícil que pueda tener un origen prehispánico o africano, pues los elementos con los cuales se le representa son más bien de la cultura occidental, como son el manto, la túnica, la guadaña y el reloj de arena.
A este propósito, las antropólogas Katia Perdigón y Elsa Malvido señalan que el culto a la Santa Muerte nació en los años cincuenta y que no tiene ninguna raíz prehispánica.
Veracruz o Hidalgo.Otros más aseguran que en el siglo XIX, sin llegar nunca
a precisar la fecha exacta, la Santa Muerte se le «apareció» en una visión a un brujo o chamán del pueblo de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Según esta versión, la Santa Muerte le ordenó a este chamán difundir su culto. Ella, por su parte, se comprometió a auxiliar pronta y grandemente a quien acudiera a ella en búsqueda de ayuda.
Otra versión señala que el culto contemporáneo a la Santa Muerte inició en el estado mexicano de Hidalgo hacia 1965, sin dar mayores datos.
La conexión
con el espiritualismo trinitario mariano.Este grupo religioso, iniciado por Roque Rojas e
influenciado por la sacerdotisa Damiana Oviedo, ambas
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cosas a finales del siglo XIX, señala que hay un espíritu de luz que ellos consideran como un santo.
Le llaman la Hermana Blanca, la Niña Blanca o el Espíritu de Exterminio, el ángel exterminador del libro de Éxodo. Es la así llamada Santa Muerte, a quien consideran un espíritu escogido por Dios que puede aparecer en cualquier momento, especialmente en la cátedra (= ceremonia de adoctrinamiento) del 2 de noviembre, cuando expone su rol de cumplir la justicia de Dios en los lugares de culto del espiritualismo trinitario mariano.
Una idea semejante tiene la Iglesia Católica Tradicional México USA, que incluso tiene un Santuario Nacional del Ángel de la Santa Muerte en la colonia Morelos de la capital mexicana.
... hay una serie de imágenes realizadas en Roma a lo largo de los
siglos XVII y XVIII con el tema Memento mori (...) y que se caracterizó por la representación de la muerte simbolizando así la brevedad de la
vida y la seguridad de la muerte.
Desviación de una devoción católica.
H a y a l g u n o s investigadores que aseguran que el origen del culto a la Santa Muerte se debe a una desviación de una devoción católica con este mismo nombre, promovida en la Nueva España durante la implantación del Evangelio y cuyos orígenes se remontan a Europa.
De hecho, hay una serie de imágenes realizadas en Roma a lo largo de los siglos XVII y XVIII con el tema Memento mori, frase latina que significa “Recuerda que morirás” y que se caracterizó por la representación de
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la muerte simbolizando así la brevedad de la vida y la seguridad de la muerte.
Estas representaciones de la muerte se colocaron en monumentos funerarios y fueron realizadas por los grandes artistas del momento. Conviene destacar que Bernini y sus diseños influyeron en muchos artistas (Antonio Canova, Paolo Posi, Pietro Bracci, Francesco Aprile, Domenico Guidi, Ercole Ferrata, entre otros) y sus ricos clientes, entre los que encontramos Urbano VIII, Alejandro VII, Clemente X, Clemente XIII y diversos personalidades de la época.
Encontramos estas representaciones en la Basílica de San Pedro, en Santa María de la Victoria, en Santa María del Popolo, en la Iglesia de Jesús y María (Chiesa di Gesù e Maria), en Santa Maria in Monterone, en San Pietro in Vincoli, etc.
De hecho, en la Basílica romana de San Pietro in Vincoli (San Pedro encadenado), además de albergar las cadenas con que ataron al Apóstol san Pedro durante su encarcelamiento en Jerusalén (Hch 12), el Mausoleo de Julio II con la bellísima estatua de Moisés esculpida por Miguel Ángel y el sepulcro del Cardenal Nicolás de Cusa, contiene también el mausoleo del Cardenal Cinzio Aldobrandini, realizado por Carlo Bizzaccheri (1655-‐1721), que tiene una bellísima imagen de la muerte, con la peculiaridad de que es una muerte alada.
Parece que en todas estas imágenes se trata más bien de representar a los esqueletos de los muertos, más que buscar una representación de la muerte.
Una de las iglesias más representativas es la iglesia de la Arciconfraternità di Santa Maria dell’Orazione e Morte (Archiconfraternidad de Santa María de la Oración y la Muerte), que tiene como función dar sepultura a aquellos cuerpos encontrados en el río Tíber o en el campo que no
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fueran identificables o cuyos familiares no pudieran pagar las exequias. Hay que recordar que se trata de una de las obras de misericordia recomendadas por la piedad cristiana. Pues bien, tanto en el interior como en el exterior de la iglesia se aprecian innumerables decoraciones alusivas a la muerte y a la vida post-‐mortem.
Por ejemplo, en esta iglesia hay una alcancía muy especial para recoger las limosnas para la lámpara perpetua del cementerio, que arde en sufragio por los difuntos. Pues bien, la alcancía está acompañada por una representación de la muerte con una inscripción latina que dice “Hodie mihi, cras tibi”, cuyo significado es “Hoy por mí, mañana por ti”.
En este sentido, el Arcipreste de Hita, al hablar de la muerte de Trotaconventos, escribe: “daré por
(...) “daré por ti limosna, también haré oración; / misas haré cantar,
ofreceré oblación. ¡Leal Trotaconventos, Dios te dé redención! ¡El que al mundo salvó te dé su
salvación” (...)
ti limosna, también haré oración; / misas haré cantar, ofreceré oblación. ¡Leal Trotaconventos, Dios te dé redención! ¡El que al mundo salvó te dé su salvación” (Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor, Madrid, 1972, pp. 294-‐301). Pues bien, este era el clima general de la época.
Además, en la Cappella Chigi, ubicada en la iglesia Santa Maria del Popolo, está otra inscripción latina muy interesante: “Mors ad caelos”, es decir, “Por la muerte al cielo”, que nos da una perspectiva de la muerte más positiva. En realidad, en esta época el cristiano se debatía entre el lamento por la caducidad de la vida y la alegría por la salvación del alma.
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Memento moriLa expresión “Memento mori” (“Recuerda que
morirás”) indica esta preocupación por la salvación del alma. Así, las imágenes que representan la muerte tenían la finalidad de expresar que la experiencia de la muerte es algo inevitable.
Al mismo tiempo, se considera la muerte como descanso deseado, y a la vida como un trámite penoso e inexorable. Muestra de ello son la obra “Milagros de Santa María”, de Gonzalo de Berceo, o la «Vida de Santa María Egipciaca”, que nos describen la muerte como un pórtico al cielo.
La imagen de la santa muerte era, por tanto, una verdadera catequesis visual, no sólo por lo contundente que puede ser un esqueleto, sino también por todos los elementos que lleva consigo: el globo terráqueo, la guadaña, el reloj de arena (o clepsidra), la balanza, la túnica, etc.
El globo terráqueo, por ejemplo, nos muestra la universalidad de la muerte, es decir, la conciencia clara de que todos vamos a morir, la certeza de que no sabemos cuando, por lo que conviene estar preparados.
La guadaña, por su parte, es por excelencia una herramienta agrícola. No un instrumento cualquiera, sino al que se utiliza cuando se completa el ciclo de la cosecha. Cuando se adopta como símbolo, la misma familiaridad de la herramienta para los hombres de un mundo aún basado en la agricultura, hace que la asociación del final del ciclo agrícola, se identifique inmediatamente con el final del ciclo de la vida. La guadaña lleva con frecuencia la inscripción latina “Nemini parco”, que significa «A nadie respeto», para expresar también la universalidad de la muerte.
El reloj de arena es también muy elocuente, pues señala el incesante transcurrir del tiempo. Lo dice muy bien
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este refrán: “No hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla”, que está muy bien expresado gráficamente en cada reloj de arena.
No resulta extraño que en la Nueva España una práctica importante en la época colonial fuera la de procurar una santa muerte. En este sentido debemos recordar que muchos de estos elementos se utilizaron para instruir a la gente en el continente americano.
¿En qué consistía? En que el cristiano se
esforzara por tener una santa muerte, es decir,
una enfermedad y agonía tal que cada uno pudiera
recibir los auxilios espirituales necesarios para morir santamente.
¿En qué consistía? En que el cristiano se esforzara por tener una santa muerte, es decir, una enfermedad y agonía tal que cada uno pudiera recibir los auxilios espirituales necesarios (la confesión, la comunión y la Unción de los enfermos, denominada en ese tiempo como Extremaunción, y la indulgencia plenaria), para morir santamente.
E n e s t e s e n t i d o , conviene recordar que la procesión que se hacía para llevar el Viático (la Sagrada Comunión) a los enfermos y moribundos, era sumamente solemne, puesto que se llevaba el Santísimo Sacramento, lo que ayudaría a un cristiano a morir santamente.
En este mismo contexto, se promovió el culto a san José como patrono de la Buena Muerte, puesto que él murió asistido por Jesús y la Virgen María; por eso los novo-‐
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hispanos solicitaban la intercesión de san José para alcanzar una santa muerte, es decir, una muerte santa.
De hecho, se conservan jaculatorias al respecto, dirigidas a la Sagrada Familia: “Jesús, José y María: os doy el corazón y el alma mía; Jesús, José y María: asistidme en mi última agonía”.
En algunos lugares sobrevive esta devoción en la llamada preparación a la buena muerte o preparación a bien morir. De hecho, cuando un familiar se enferma gravemente, sus parientes procuran ayudarle a tener confianza en la misericordia de Dios, de manera tal que pudiera confesarse y recibir los sacramentos de la Eucaristía y la Unción de los Enfermos (Cfr. Amatulli Valente, Flaviano, Novenario de Difuntos, Ediciones Apóstoles de la Palabra, México 2004, pp. 75-‐81).
A esta práctica, aún ahora, se le llama de distintas maneras: preparación a la buena muerte, preparación para bien morir, morir con todos los auxilios espirituales, obtener la gracia de la perseverancia final... y aparece incluso en la oración oficial de la Iglesia.
La oración de Completas, por ejemplo, concluye con esta bellísima bendición: “El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. Amén”.
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Capítulo 3
Culto a la Santa Muerte:Superstición, idolatría y credulidad
Para prevenir a los católicos, conviene señalar que esta falsa devoción atenta contra el primer mandamiento, que
«prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la superstición y la irreligión. La superstición representa en cierta manera una perversión, por exceso, de la religión. La irreligión es un vicio opuesto por defecto a la virtud de la religión» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2110).
¿Por qué es superstición creer en la Santa Muerte? Porque sus devotos creen que las imágenes de la Santa Muerte tienen “poder”, un poder que supuestamente les viene de los rituales que se hacen para «consagrarla».
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“Consagración”.Los que promueven este culto señalan detalladamente
el ritual necesario para «consagrarla» y colocarla en el sitio más adecuado.
Según ellos, la «Señora», como también la llaman, se encargará de avisar al «creyente» si le agrada o no el lugar escogido. Esto lo hará a través de un sueño o de un suceso extraño. Si ella quiere ser cambiada de lugar, no hay más que complacerla, repitiendo todo el ritual necesario para consagrarla.
Ofrendas.Las ofrendas que se le presentan a la imagen suelen
ser las siguientes: manzanas, dulces, pan, licor, etc. Lo que nunca debe faltar en la ofrenda, aseguran sus devotos, es el vaso con agua, una veladora encendida y un pan.
Aparte de esto, cada devoto puede ofrecerle lo que considere más conveniente. ¡Hay quien le ofrece hasta cigarros, puros, aguardiente, mezcal, cerveza y botellas de vino!
He aquí una lista de los objetos devocionales y rituales más promovidos para el culto: velas, imágenes, inciensos, escapularios, limpias, amarres, cartas, amuletos, oraciones, etc.
Días especiales para el culto.Los días más adecuados para festejarla, dicen, son el
dos de noviembre y el aniversario de su llegada a cada casa.
Aunque otros promotores señalan que los días de culto son los días primero de cada mes, rivalizando con la
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devoción a la Divina Providencia, y señalan que el mero día de su fiesta es el siete de septiembre. Para otros el día más apropiado es el quince de agosto.
Conviene señalar que los diversos promotores de este culto rivalizan en cuanto a cuál es la fecha más apropiada.
Supuestos favores de la Santa Muerte.Los devotos de la Santa Muerte la consideran una
ayuda invaluable en los problemas familiares, desempleo, envidias, enemistades, cuestiones de salud, amor, estudios académicos o cualquier otro problema.
Incluso, aseguran, la «Santísima» avisa oportunamente a sus devotos para que eviten accidentes, robos o cualquier
... la creencia en la Santa Muerte se expande por
cierta tendencia a la idolatría y a la credulidad de muchos católicos mal
instruidos.
otro imprevisto que atente contra la integridad del creyente.
Así que la creencia en la Santa Muerte se expande por cierta tendencia a la idolatría y a la credulidad de muchos católicos mal instruidos. Hay que tener presente lo siguiente: el
culto a la Santa Muerte no está reconocido por la Iglesia Católica.
En este sentido, conviene tener presente que “la idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el
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hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2113).
He aquí el supuesto significado de los colores utilizados en el culto a la Santa Muerte:
-‐ Dorado: Representa el poder económico, el éxito, el dinero. Los propagadores de este culto promueven las imágenes de la Santa Muerte de este color, como ideales para tener éxito en los negocios o comercios.
-‐ Hueso: Este color de la Santísima Muerte es muy recomendado para las casas o negocios. Los devotos creen que este color natural ayuda a mantener la paz, la armonía y el éxito donde quiera que se le coloque.
-‐ Rojo: Lo relacionan con el amor y la pasión. Por eso creen que poseer una imagen de la Santa Muerte de este color, les ayudará a que todo esté en armonía con la pareja y con las personas que les rodean. También relacionan este color con la estabilidad emocional.
-‐ Blanco: Para los devotos, este color representa la purificación total donde quiera que esté una imagen. Creen que les ayuda a limpiar toda energía negativa, principalmente en los hogares donde abundan las envidias y los rencores entre los propios familiares.
-‐ Verde: A esta imagen de la Santa Muerte le hacen peticiones para solucionar problemas de índole legal o relacionados con la justicia. En este color es muy frecuente verla en los despachos y bufetes jurídicos. Es muy «venerada» por los abogados.
-‐ Ámbar: Las imágenes de este color son veneradas en los centros de rehabilitación para gente que
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tiene problemas relacionados con las drogas y el alcoholismo. Se dice que si se coloca por debajo de esta imagen un papel donde va escrito el nombre completo del enfermo, los resultados serán magníficos, por ejemplo, la recuperación total para los adictos.
-‐ Negro: Al color negro en la vestimenta de alguna imagen de la Santa Muerte le atribuyen la protección total. Creen que evita que entre cualquier tipo de «trabajo», ya sea de magia negra o velaciones obscuras en contra de la familia o en el negocio y los libera de obras espirituales que le quieran perjudicar, ya sea de santería, Palo Mayombe o de vudú.
Sin negar cierta influencia que los colores pueden tener en nuestra vida y que pone de manifiesto la llamada psicología del color, no es cierto que el uso de algunos colores pueda determinar el éxito o el fracaso en nuestras vidas.
Es ir demasiado lejos el atribuirle ciertos poderes «mágicos» a un fenómeno físico y óptico como los colores, aunque percibirlos sea un proceso neurofisiológico sumamente complejo.
Es entrar, precisamente, en el problema de la idolatría, puesto que se atribuye “poderes” a animales y a objetos inanimados (en este caso a las imágenes de la Santa Muerte y a sus respectivos colores). Esta mentalidad mágica está bien descrita en la conseja popular: “Cuando el tecolote canta, el indio muere”.
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Capítulo 4
En busca de devotos
Muchos que promueven el culto a la Santa Muerte han visto que puede ser un excelente negocio, por eso algunos se disputan el culto «auténtico» a la Santa Muerte y cada uno de ellos se considera el único autorizado a realizar la así llamada «curación de sus imágenes» o de ser sus verdaderos devotos.
Pues bien, ¿quiénes están aprovechando este boom del culto a la Santa Muerte?
a) “La Iglesia de la Santa Muerte”.Es la llamada Iglesia Católica Tradicional México-‐ USA,
cuyo líder máximo saltó a la fama por haber celebrado la controvertida boda religiosa de Niurka y Bobby Larios, consiguiendo una significativa exposición mediática por la polémica suscitada. Este grupo proselitista pretende tener a su cargo el así llamado «Santuario Nacional del Ángel de la Santa Muerte», aunque no todos los que promueven a la Santa Muerte aceptan su liderazgo.
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b) La vertiente esotéricaHay que señalar que hay locatarios de los mercados
populares donde se hacen “limpias” y otros rituales, los pasajes esotéricos y diversas editoriales que también pelean en esta disputa por los feligreses. Pues bien, cada uno de ellos se considera el más autorizado para señalar los rituales específicos que deben ser realizados, siguiendo las instrucciones que ellos proporcionan «al pie de la letra».
He aquí lo que se lee en una de las revistas más populares que difunden el culto:
«Tengo que decirles que también hay personas que no les ha servido este ritual, porque no preparan las cosas como se debe. Aquí en mi local trabajo cada uno de los elementos que utilizo, los preparo de una forma especial que solamente yo sé; es parte de mi éxito al ayudar a las personas. Si alguien lo hace y no resulta, tiene que venir a verme personalmente para que yo lo realice».
Hay otros que dicen que lo importante es la «fe» que cada uno tenga, de manera tal que uno mismo puede diseñar sus propios rituales. Eso sí, para que los rituales sean eficaces, deben adquirir las imágenes y todo lo necesario «exclusivamente con ellos», de otra manera el ritual no surtirá ningún efecto.
c) Los “santuarios locales”. Actualmente existen diversos santuarios de la Santa
Muerte, los más famosos están en el Valle del Mezquital (Hidalgo), en Sombrerete (Zacatecas) y en el Barrio de Tepito
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(México, D.F.). Además, están surgiendo por aquí y por allá pequeños locales que ostentan también el nombre de “santuarios” de la Santa Muerte. Lo que se observa es que existen algunas personas y grupos muy concretos que tratan de capitalizar en su favor el culto a la «Santísima». Por eso se explica el enorme difusión que tiene este tétrico culto.
d) El brinco al satanismo.Algunos aprovechan este culto para promover la
incursión en el mundo del satanismo y sus prácticas y
... están surgiendo por aquí y por allá pequeños
locales que ostentan también el nombre de
“santuarios” de la Santa Muerte.
creencias, representando el máximo alejamiento de Dios y de su Iglesia.
E n l o s d i v e r s o s encuentros de exorcistas realizados en México, por ejemplo, los sacerdotes católicos que se dedican a este ministerio específico, señalan que muchos casos que han tratado en la última década tienen que ver con el culto a la llamada Santa Muerte.
e) La conexión con el crimen organizado.El culto a la Santa Muerte es promovido como el culto
a una divinidad o entidad espiritual con características muy peculiares en el ámbito de las casas de seguridad de las más variadas bandas y carteles y en los reclusorios mexicanos, como una alternativa a la religión católica, en búsqueda de una religiosidad que legitime las actividades delictivas y
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“proteja” a quienes se dedican al crimen organizado, tanto de los grupos rivales y del “fuego amigo”, como de la acción del Ejército y las dependencias policiacas.
Se trataría, por tanto, de una divinidad y una religiosidad creadas a la propia medida, sin exigencias de tipo ético y con múltiples formas de culto supersticioso, en convivencia con otros personajes como Jesús Malverde y afines, considerados protectores o “santos patronos” de la delincuencia organizada.
Como hemos visto, este culto es un verdadero negocio para sus promotores. Por eso no extraña que afirmen que la Santa Muerte pueda ayudar en toda circunstancia, así
... afirman que la Santa Muerte pueda ayudar en
toda circunstancia, así que promueven rituales,
imágenes, colores y vestimentas «para cada
necesidad».
que promueven rituales, imá g ene s , c o l o r e s y vestimentas «para cada necesidad».
Según ellos, hay dos tipos de rituales: los rituales personales y los rituales para otros. Estos últimos los realizan las personas que han recibido el «don especial» para ayudar a otros.
He aquí una lista de los rituales que más promueven y practican los devotos de la Santa Muerte:
Ritual para alejar las malas amistades de la pareja, contra la magia negra, para alejar un amante, para alejar a los novios de las hijas, para que la pareja ayude económicamente, para que no entren chismes o «energías
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negativas» en la casa o negocio, velación a la Santa Muerte para recibir el pago de una deuda, para socorrer a los que están presos, para los que van a ser sometidos a una intervención quirúrgica, para incrementar las ventas en el negocio, para que marche bien el negocio, para limpiar el dinero, para dominar al amante, novio o esposo, para obtener dinero, para el amor, para «ligar» a una persona, para un amor difícil, para retirar a un mal vecino o a las malas amistades de los hijos, para que los hijos no abandonen los estudios, para que un matrimonio no se realice, etc.
Una de las imágenes más populares para este tipo de rituales es el de la llamada Santa Muerte de las «siete potencias», que se caracteriza por estar pintada de siete colores y que debe ser empleada con el incienso de las «siete potencias» y el atomizador de las «siete potencias». Según los devotos, «La Santa Muerte «Siete Potencias» es de las más poderosas.» Claro que todo esto hay que comprarlo en lugares autorizados, pues de otra manera no se garantiza que funcionen.
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Capítulo 5
¿Qué es la muerte?
Tal vez lo que favorece la extensión de este culto es su parecido con la devoción católica a los santos y a las imágenes de los santos. Pero no hay que irse con la finta. Mientras las imágenes de los santos representan
... la muerte no es otra cosa que la cesación o
el término de la vida. Es sólo un proceso biológico
...
a personas históricas que vivieron en grado heroico las virtudes y la fe cristiana, la Santa Muerte no representa a nadie, puesto que la muerte no es una persona. De hecho, no ha existido ninguna persona llamada «Doña Muerte».
En efecto, la muerte no es otra cosa que la cesación o el término de la vida. Es sólo un proceso biológico que ocurre cuando las funciones vitales — la respiración y la circulación de la sangre (expresada por
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los latidos del corazón) — se detienen y se da la pérdida irreversible de actividad cerebral, especialmente cuando se da la ausencia de actividad en los centros cerebrales superiores, principalmente el neocórtex.
Así, pues, la Santa Muerte no puede ayudar a nadie, puesto que «no existe». No es un ser personal y no tiene existencia ni física ni espiritual.
Conviene recordar que los seres humanos tendemos a personificar las ideas y conceptos.
Pues bien, ¿qué es la personificación? Es la representación de objetos inanimados o ideas abstractas como seres vivientes. Consiste, pues, en atribuir vida o acciones o cualidades propias del ser racional al irracional, o a las cosas inanimadas, incorpóreas o abstractas.
Así, los seres humanos hemos personificado a la Justicia, representada por una mujer vestida con una venda sobre los ojos y una balanza entre sus manos. Otra personificación es la de la Libertad, representada, por ejemplo, con la famosa Estatua de la Libertad en la ciudad de New York.
Esto ha pasado con la muerte, a la que los seres humanos hemos representado con un esqueleto o una calavera.
Recordemos, por ejemplo, que la «muerte» es una de las figuras del popular juego llamado «lotería» y de “Macario”, película mexicana de 1959, dirigida por Roberto Gavaldón, que trata sobre acontecimientos en la relación del indio Macario (Ignacio López Tarso) con la Muerte (Enrique Lucero). Más recientemente Brad Pitt protagonizó un film
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titulado “¿Conoces a Joe Black?”, donde el popular actor caracterizó a la muerte.
Sin duda, una de las personificaciones más famosas de la literatura es “La muerte en Samarkanda”, de Farid al-‐Din ‘Attär, que transcribimos a continuación:
Una mañana, el califa de una gran ciudad vio que su primer visir se presentaba ante él en un estado de gran agitación. Le preguntó por la razón de aquella aparente inquietud y el visir le dijo:
-‐ Te lo suplico, deja que me vaya de la ciudad hoy mismo.
-‐ ¿Por qué?-‐ Esta mañana, al cruzar la plaza para venir a palacio,
he notado un golpe en el hombro. Me he vuelto y he visto a la muerte mirándome fijamente.
-‐ ¿La muerte?-‐ Sí, la muerte. La he reconocido, toda vestida de negro
con un chal rojo. Allí estaba, y me miraba para asustarme. Porque me busca, estoy seguro. Deja que me vaya de la ciudad ahora mismo. Cogeré mi mejor caballo y esta noche puedo llegar a Samarkanda.
-‐ ¿De veras que era la muerte? ¿Estás seguro?-‐ Totalmente. La he visto como te veo a ti. Estoy seguro
de que eres tú y estoy seguro de que era ella. Deja que me vaya, te lo ruego.
El califa, que sentía un gran afecto por su visir, lo dejó partir. El hombre regresó a su morada, ensilló el mejor de sus caballos y, en dirección a Samarkanda, atravesó al galope una de las puertas de la ciudad.
Un instante más tarde el califa, a quien atormentaba un pensamiento secreto, decidió disfrazarse, como hacía a veces, y salir de su palacio. Solo, fue hasta la gran plaza,
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rodeado por los ruidos del mercado, buscó a la muerte con la mirada y la vio, la reconoció. El visir no se había equivocado lo más mínimo. Ciertamente era la muerte, alta y delgada, vestida de negro, el rostro medio cubierto por un chal rojo de algodón. Iba por el mercado de grupo en grupo sin que nadie se fijase en ella, rozando con el dedo el hombro de un hombre que preparaba su puesto, tocando el brazo de una mujer cargada de menta, esquivando a un niño que corría hacia ella.
El califa se dirigió hacia la muerte. Está, a pesar del disfraz, lo reconoció al instante y se inclinó en señal de respeto.
-‐ Tengo que hacerte una pregunta -‐le dijo el califa en voz baja.
-‐ Te escucho.-‐ Mi primer visir es todavía un hombre joven, saludable,
eficaz y probablemente honrado. Entonces, ¿por qué esta mañana cuando él venía a palacio, lo has tocado y asustado? ¿Por qué lo has mirado con aire de amenaza?
La muerte pareció ligeramente sorprendida y contestó al califa:
-‐ No quería asustarlo. No lo he mirado con aire amenazante. Sencillamente, cuando por casualidad hemos chocado y lo he reconocido, no he podido ocultar mi sorpresa, que él ha debido tomar como una amenaza.
-‐ ¿Por qué sorpresa? -‐preguntó el califa.-‐ Porque -‐contestó la muerte-‐ no esperaba verlo aquí.
Tengo una cita con él esta noche en Samarkanda.
Los que promueven su culto aseguran que la Santa Muerte es una de las entidades espirituales más poderosas
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que existe, puesto que nadie se escapa de la muerte. De hecho, una de sus «oraciones» más populares inicia con estas palabras: «Jesucristo vencedor, que en la cruz fuiste vencido...».
¿Qué decir al respecto? Que es uno de los motivos por los que se considera que este culto no es sólo supersticioso, sino idolátrico.
Por lo demás, no se sabe que la «Muerte» haya
... no se sabe que la «Muerte» haya sido
canonizada por algún Papa, puesto que no se trata de un personaje
histórico ...
sido canonizada por algún Papa, puesto que no se trata de un personaje histórico, con existencia concreta y física y que haya practicado heroicamente las virtudes cristianas que ameriten la beatificación y la canonización.
Por eso nunca vamos a encontrar en el santoral la fiesta patronal en honor de la Santa Muerte, como si hay la fiesta en honor de san Francisco de Asís (4 de ctubre 4), san Judas Tadeo (28 de octubre), etc.
Para la Iglesia Católica la muerte consiste en la separación del alma y el cuerpo. Es decir, cuando el
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hombre muere, su cuerpo cae en la corrupción, mientras su alma inicia una existencia de gozo o sufrimiento, según la situación en que se encuentra con relación a Dios, su Creador y Juez supremo.
Cuando alguien muere en paz con Dios y se encuentra totalmente purificado, pronto va a su encuentro en espera de reunirse con su cuerpo glorificado, el día de la resurrección [cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n 997]. Si tiene alguna mancha de pecado, primero tiene que purificarse mediante el sufrimiento.
Por la fe y por la Sagrada Escritura, los católicos sabemos que la muerte es el «salario del pecado» (Rm 6, 23; cf. Gén 2, 17). Para los que mueren en la gracia de Cristo, es una participación en la muerte del Señor Jesús, para poder participar también en su resurrección (cf. Rm 6, 3-‐9; Flp 3, 10-‐11).
La muerte es, también, el final de la vida terrena. Es el desenlace normal de la vida. En este sentido, el recuerdo de nuestra mortalidad debe servirnos para hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida. Por eso el autor del Eclesiastés nos exhorta:
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud..., mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio (Ecl 12, 1.7).
En la Biblia está muy claro que la muerte tal como la experimentamos es contraria al proyecto de Dios. Entró en el mundo a causa del pecado (cf. Sab 2, 23-‐24). Por eso,
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para nosotros católicos, la muerte temporal, de la cual el hombre se habría liberado si no hubiera pecado, es el último enemigo a vencer (cf. 1Cor 15, 26).
Pero también la muerte tiene un sentido positivo, gracias a la pasión y la muerte de nuestro Señor Cristo. Por eso no sorprende que San Pablo escriba:
Para mí, la vida es Cristo
y morir una ganancia (Flp 1, 21).
Y es que, en la muerte, Dios llama al hombre hacia sí. Por eso el cristiano puede experimentar hacia la muerte un deseo semejante al de San Pablo:
Deseo partir y estar con Cristo (Flp 1, 23).
Los santos nos muestran cómo afrontar este momento ineludible para todo ser humano.
Santa Teresa de Ávila escribió:
«Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir».
Y Santa Teresa del Niño Jesús:
«Yo no muero, entro en la vida».
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Capítulo 6
La verdadera santa muerte
Para el católico, la verdadera Santa Muerte consiste en poder terminar la propia existencia en este mundo en amistad con Dios, para poder entrar en la vida eterna.
Para lograrlo, tiene que vivir en conformidad con las enseñanzas de Jesús, predicadas por la Iglesia Católica.
Por eso los católicos pedimos constantemente a la Virgen María, en esa bellísima oración que llamamos Ave María, que interceda por nosotros «ahora y en la hora de nuestra muerte».
He aquí lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica para animarnos a preocuparnos por la salvación y el destino eterno de nuestros familiares y amigos enfermos y moribundos:
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«A los moribundos se han de prestar todas las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos en la dignidad y la paz. Deben ser ayudados por la oración de sus parientes, los cuales cuidarán de que los enfermos reciban a tiempo los sacramentos que preparan para el encuentro con el Dios vivo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2299).
Debemos, por tanto, recordar lo siguiente: Para tener una muerte santa, hay que vivir todos los días una vida santa.
La muerte no es el fin de la vida, sino el comienzo de la Verdadera Vida. Para los que mueren en Dios, la muerte
Para tener una muerte santa,
hay que vivir todos los días
una vida santa.
es un paso a un sitio/estado mejor ... mucho mejor que aquí. No hay que pensar en la muerte con temor. La muerte no es tropezarnos con un paredón donde se acabó todo. Es más bien el paso a través de esa pared para vislumbrar, ver y vivir algo inimaginable.
Santa Teresa de Jesús decía que esta vida terrena es como pasar una mala noche en una mala posada.
Para San Juan Crisóstomo, “la muerte es el viaje a la eternidad”. Para él, la muerte es como la llegada al sitio de
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destino de un viajero. También hablaba de la muerte como el cambio de una mala posada, un mal cuarto de hotel (esta vida terrena) a una bellísima mansión.
“Mansión” es la palabra que usa el Señor para describirnos nuestro sitio en el Cielo.
“En la Casa de mi Padre hay muchas mansiones, y voy allá a prepararles un lugar ... Volveré y los llevaré junto a mí, para que donde yo estoy, estén también ustedes” (Jn 14, 2-3).
Es en la Liturgia de Difuntos de la Iglesia donde tal vez encontramos mejor y más claramente expresada la visión realista de la muerte.
Así reza el sacerdote celebrante en el prefacio de la Misa de Difuntos: La vida de los que en Tí creemos, Señor , no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo.
... la muerte no tiene que ser vista
como algo desagradable. ¡Es el encuentro
definitivo con Dios!
Por eso la muerte no tiene que ser vista como algo desagradable. ¡Es el encuentro definitivo con Dios! Los Santos (santo es todo aquél que hace la Voluntad de Dios, aunque no sea reconocido oficialmente) esperaban la muerte con alegría y la deseaban no como una forma de huir de esta vida, que sería un pecado en vez de una virtud-‐ sino
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como el momento en que por fin se encontrarían con Dios. “Muero porque no muero” escribió santa Teresa de Jesús:
“Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero”.
Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.
“Qué dulce es morir si nuestra vida ha sido buena”, escribió san Agustín. San Agustín fue un gran pecador hasta su conversión ya bien adulto. El problema no es la muerte en sí misma, sino la forma como vivamos esta vida. Por eso no importa el tipo de muerte o el momento de la muerte, sino el estado de nuestra alma en el momento de la muerte.
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Capítulo 7
Motivos de la expansión del culto a la Santa Muerte
Uno de los estudios que más luz arroja sobre el tema es el realizado por Juan Antonio Flores Martos, titulado Transformismos y transculturación de un culto novomestizo emergente: la santa muerte mexicana.
Pues bien, Flores Martos pone de manifiesto que en el culto contemporáneo a la Santa Muerte “no nos encontramos ante una reliquia prehispánica, o una supervivencia colonial”.
Estamos más bien en el contexto de formas de la hibridación religiosa en contextos urbanos y la construcción de la identidad religiosa en situaciones de multipertenencia como la que vivimos en México, pues, como lo hace notar Flores Martos, el culto a la Santa Muerte es netamente de factura mexicana.
Echemos un vistazo a los principales rasgos de este complejo de creencias y prácticas rituales. Transcribimos aquí lo expuesto por Flores Martos:
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a) Individualista, accesible, utilitario.
Este complejo ritual y místico se halla focalizado en gran medida en el sujeto. Se trata de rituales mágico-‐religiosos y de un culto cuyo agente es el individuo, sin requerir prácticamente la intervención de intermediario o especialista ritual alguno.
La santa necesita su propio altar doméstico -‐en el hogar o en el negocio, si se trata de proteger éste último-‐, y la acción ritual sobre éste contribuye a la toma de conciencia individual, y a la construcción y práctica de la subjetividad propia del individualismo y de los escenarios urbanos actuales.
Según los “recetarios” de los rituales y rezos, repletos de indicaciones prácticas de fácil comprensión, del tipo “hágalo usted mismo”, dichas prácticas rituales deben ser realizadas en soledad, y en un cuarto o espacio solitario.
Este complejo ritual y místico
se halla focalizado en gran medida
en el sujeto.
Ahí realiza el devoto sus peticiones, y se encomienda a la santa, manifestando su petición y a la búsqueda de un objetivo práctico e inmediato (asuntos de amor, sexo, dinero, éxito en negocios o trabajo, enviar un daño a alguien, dejar algún vicio o sanar de alguna enfermedad), dentro el perfil de un “culto utilitario”, y sin la mediación de especialista ritual alguno.
b) Con lógica mercantil.
La comprensión de la idiosincrasia y gran difusión de este culto, pasa necesariamente también por su ubicación
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en una lógica y carácter mercantil en el que se encuentra inmerso. No es casualidad que la génesis del culto, las primeras referencias tangibles a esta imagen hayan tenido lugar en los dos mercados más populares de México Distrito Federal –el mercado de Tepito (barrio bravo por excelencia de la ciudad) y el mercado de Sonora-‐.
La comprensión de la idiosincrasia y gran
difusión de este culto, pasa necesariamente
también por su ubicación en una lógica y carácter mercantil en el que se encuentra inmerso.
La Santa Muerte no sólo inaugura un mercado simbólico, sino que pone en circulación y activa la compraventa de objetos relativos a sus prácticas rituales y culto –ahora t amb i é n c o n amp l i a extensión en las páginas web dedicadas al culto o de esoterismo en general, dentro de Internet.
La balanza que la figura de la Santa Muerte sostiene en una de sus manos, es un aspecto de su iconografía que resalta su facultad de hacer justicia. Una justicia que en las oraciones y testimonios de sus devotos, se señala accesible, “equilibrada” y mercantil. Sus seguidores dicen que si a la santa se la cumple, ella siempre cumple, considerándola una “justa jueza”. El “pago” para cumplir a la santa pasa por mantener siempre atendido y con ofrendas su altar, hacerle sus rezos, y no olvidarla; todo ello dentro de una lógica de “dar para recibir”, que entraña la circulación de bienes.
c) mestizo, marginal, popular y de clase media.
De unos perfiles de fieles o devotos que inicialmente identifiqué en el Puerto de Veracruz –y la literatura ha identificado en México desde un principio-‐ como los “grupos
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en mayor riesgo” en estas sociedades: narcotraficantes, policías, taxistas, camioneros, prostitutas, presos, delincuentes, etc…., se ha pasado en apenas diez años, a un perfil de devoto y “cliente” de la Santísima Muerte, donde se han incorporado comerciantes, vendedores, empresarios, estudiantes, políticos, músicos y cualquier gente que camina o viaja en un transporte por las calles, que espera
... los “grupos en mayor riesgo” en estas sociedades:
narcotraficantes, policías, taxistas, camioneros, prostitutas, presos, delincuentes, etc….,
sobrevivir y salir adelante en una realidad donde ni las tendencias o cifras macro, ni las experiencias y carencias a nivel micro, ofrecen ningún tipo de esperanza o garantía de mejora o estabilidad.
d) “Protector”.
Se trata de una imagen y una santa invocada por la gente sobre todo para protegerse de sus enemigos –conocidos o imprevistos–, para anularlos y defenderse de ellos, y en buena medida, para que les dejen sin sobresaltos, en paz. Así se le pide para no ser asaltado, ni secuestrado, o desde otro ángulo, se implora su ayuda para que un asalto o un secuestro tenga éxito. En esta veneración a la Santa Muerte esta se convierte en una especie de madrina celestial, a la que todos sus devotos –ahijados-‐ estarían obligados a respetar y a servir.
Este conjunto ritual y de creencias, de oraciones, devoción doméstica e individual, con rituales accesibles, permite a los actores sociales lidiar con la precariedad, la provisionalidad y las pequeñas catástrofes cotidianas en las que se hayan inmersas muchas personas del D.F. y de otros escenarios urbanos de México atravesados por la inseguridad y el riesgo.
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e) Católico y “caníbal”.
Se trata de una devoción inserta en el campo plural del catolicismo popular mexicano, y al mismo tiempo es un culto hibridado y fagocitador de otras agencias y perfiles simbólicos.
Se puede considerar a la Santísima Muerte como una mutación más del amplio y polimórfico panteón de figuras poderosas del catolicismo, de su santoral, sistema de creencias y rituales, y entrever su importancia como un ejercicio más de su flexibilidad ante los nuevos tiempos, las nuevas realidades vivenciales de sus fieles. Se puede hablar de un culto “caníbal“ o fagocitador, que devora y asimila a otros santos y figuras de poder místico/espiritual, así como a otros referentes étnicos y nacionales del catolicismo -‐”Virgen de la Covadonga”, “Virgen de la Caridad del Cobre”, “Santo Ángel de la Guarda”.
Se trata de una imagen y una santa invocada
por la gente sobre todo para protegerse de sus enemigos –conocidos o
imprevistos–,
f) Transnacional, virtual.
A la vez, la Santa Muerte se está configurando y expandiendo como un culto transnacional y en buena medida virtual. La expansión/globalización de la imagen y el culto de la Santa Muerte en Internet, demanda ser analizada también desde la perspectiva de las redes y flujos transnacionales, desde el trasvase y génesis de iconografías en tránsitos, con especial atención a sus transformaciones y mutaciones por Internet, estando éstas acompañadas en ocasiones por movimientos migratorios y poblacionales relevantes.
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Este culto ha encontrado su vehículo más importante de expansión, de generación y transformación, en los usos que tanto sus fieles, clientes de productos y demandantes de orientaciones y “recetas” para la realización individual de rituales y rezos de oraciones, como los proveedores de las mismas, han articulado en el mundo de Internet.
En esta expansión ha seguido en buena medida las
Es una devoción inserta en el campo plural del
catolicismo popular mexicano, y al mismo
tiempo es un culto hibridado y fagocitador
de otras agencias y perfiles simbólicos.
vías de expansión y fórmulas de comercialización que la santería afrocaribeña –cubana, dominicana– ha abierto en el espacio virtual y electrónico de Internet, al calor de la diáspora y migraciones de sus gentes, generando unas auténticas redes transnacionales de esta religión.
Aunque es comprensible la difusión de este peculiar culto, pues parece responder a las necesidades más apremiantes de los mexicanos, especialmente en el contexto socioeconómico actual, caracterizado por la inseguridad, la violencia, el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo y múltiples problemas en las relaciones interpersonales, conviene señalar que no se trata de una devoción auténtica, sino de una mera superstición.
Sin embargo, hay que considerar que la popularidad de este tipo de cultos puede ayudar a que nosotros, los agentes de pastoral católicos, podamos orientar adecuadamente al pueblo católico sobre lo inútil de este tipo de prácticas y «devociones».
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En este sentido, conviene tener en cuenta los desafíos pastorales que nos presenta, para que podamos afrontarlos. Examinemos los signos de los tiempos para descubrir que quiere decirnos Dios por medio de estos fenómenos, especialmente un culto tan peculiar como lo es el culto a la Santa Muerte.
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Capítulo 8
Sociodrama sobre el culto a la Santa Muerte
Personajes+ Ramón, católico comprometido.
-‐ Inocencio, católico confundido.
* Cándido, católico confundido.
El diálogo se desarrolla después de haber presentado el tema sobre la Santa Muerte.
+ Ramón: Desde este tema que hemos reflexionado, ¿alguno de ustedes tiene alguna pregunta o quiere hacer una aclaración? (De entre el público se levanta una persona para intervenir. Lleva una imagen de la Santa Muerte en las manos).
-‐ Inocencio (Desde su lugar) Yo quiero hacer una aclaración con respecto a lo que usted está diciendo.
+ Ramón: Si, el joven que tiene la imagen en sus manos, venga, pase aquí adelante. (El señor se ve un poco inseguro, pero al fin pasa adelante con su compañero). ¿Qué aclaración quiere hacer con referente a lo que hemos dicho? ¿Cuál es su duda?
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-‐ Inocencio: Si, mire. Usted dijo que el culto a la santa muerte está mal y que la muerte no existe. Pero eso es completamente falso, puesto que a mí y a mi compadre Cándido la Niña Blanca nos ha ayudado en muchas cosas. Por ejemplo, nos ha dado salud, dinero y muchas cosas más.
+ Ramón: Está bien, está bien. Vamos a aclarar tu duda… Pero antes quiero hacerles una pregunta: ¿Por qué traen esta imagen de la santa muerte?
-‐ Inocencio: Es que nos dijeron que iba a ver una misa especial para bendecir la imagen de la Niña Blanca. Y le hago una aclaración, no es la Santa Muerte, es la «Santísima Muerte o la Niña Blanca», como a ella le gusta que le llamen.
+ Ramón: Les hago otra pregunta: ¿ustedes son cristianos católicos?
-‐ Inocencio: Si, de la Iglesia Católica Mexicana.
+ Ramón: No, no, esa es una falsa iglesia que ha fundado un falso obispo para todos aquellos disque católicos despistados que no quieren saber nada de la Iglesia católica, ni del papa. Yo estoy hablando de la Iglesia Católica que fundó Jesús en Pedro (Mt 16, 18) y que durará hasta el fin del mundo (Mt 28, 20). A ver Cándido, te pregunto: ¿tú eres católico?
* Cándido: Pues, sí (lo dice dudando).+ Ramón: ¿Cada cuanto vas a la Santa Misa?
* Cándido: Cada vez que me da ganas o cuando hay alguna
+ Ramón: ¡Qué bueno que viniste! Déjenme aclararles por qué nosotros los católicos no creemos en la llamada Santa Muerte.
En primer lugar, la muerte no es fue ninguna persona. Tampoco es una «entidad espiritual», ni mucho menos es la «entidad espiritual» más poderosa que existe, como dicen sus devotos.
La muerte es solo el término de la vida. La muerte no es ninguna persona que pueda ayudarnos en los diversos problemas de la vida. Aunque la representan como a una persona, jamás ha tenido existencia física y espiritual.
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-‐ Inocencio: Pero, ¿por qué ustedes tienen que a san Francisco, que a san Martín de Porres, que a santa Clara…? Y hasta les piden que les hagan algunos milagros. Que de malo tiene que yo le diga a la Niña “Santa”.
+ Ramón: Inocencio, fíjate bien: cuando nosotros en la Iglesia Católica le anteponemos el título “san” o “santa”, por ejemplo a “san Francisco” o a “santa Clara”, es porque la Iglesia Católica reconoce que ellos vivieron de manera heroica la fe católica. La Iglesia reconoce que ante todo ellos han vivido en la fidelidad a la gracia de Cristo. Además, la Iglesia les da en título de santo, porque han sido canonizados por un papa, es decir, agregados a la lista de los santos, después de un estudio atento y cuidadoso.
No es el caso de la mal llamada Santa Muerte, pues jamás ha vivido una persona llamado «Doña Muerte». Por lo tanto, nunca ha sido canonizada.
+ Ramón: No, porque creer en la santa muerte es politeísmo.
-‐ Inocencio: Y, ¿qué es eso de politeísmo? ¿Es algún otro santo de la Iglesia Católica?
+ Ramón: No, claro que no. Te explico que es el «politeísmo». Politeísmo es creer en varios dioses. Pues bien, los que creen en la «Santa Muerte» la divinizan y llegan a considerarla como «más poderosa que el mismo Dios». Dicen que es la entidad espiritual más poderosa que existe. Incluso el conjuro más popular de este culto empieza con estas palabras: «Jesucristo vencedor, que en la cruz fuiste vencido».
Mira, pon atención te voy a leer lo que dice la Biblia al respecto:
«No tendrás otros dioses delante de mí» (Ex 20, 2-‐3).
«Yo soy Yahvé, no hay ningún otro; fuera de mí ningún dios existe» (Is 45, 5).
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¿Te das cuenta? Dios prohíbe el politeísmo, es decir, que creamos en otros dioses porque Él es el único Dios creador de todas las cosas.
-‐ Inocencio: Pero la Niña Blanca es requete milagrosa (lo dice con mucha énfasis). Si no, que le cuente mi compadre Cándido.
y me dijo: “No seas tonto, ve a Tepito, al santuario de la Niña Blanca, y pídele lo que quieras y verás que rete milagrosa es”.
+ Ramón: Mira, eso que me estás diciendo se llama idolatría. Y la idolatría consiste en atribuir a la Santa Muerte poderes que no tiene. Lo que me dices es superstición.
Escucha: la Biblia prohíbe toda clase de idolatría y de superstición:
«No practiques la magia» (Lv 19, 26).
«No ha de haber dentro ti… nadie que practique la adivinación, la astrología, la hechicería o la magia… A ti, Yavé tu Dios, no te permite». (Dt 18, 9-‐14)
Además, creer en la Santa Muerte es un pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios. La Palabra de Dios dice en Deuteronomio capítulo 6, versículo 5: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, y en el evangelio según san Mateo capítulo 4, versículo 10, Jesús declara: “Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás”.
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+ Ramón: En primer lugar tienen que hacer lo que dice Hechos capítulo 19, versículo 19: “Un buen número de los que practicaban la magia trajeron sus libros y los quemaron delante de todos. Calculando el precio de los libros, se estimó unas cincuenta mil monedas de plata.”
Te das cuenta, hay que deshacerse de todos los altares, imágenes, estampas, dijes, medallas, estatuas. Es decir, de todo lo relacionado con la Santa Muerte.
En segundo lugar, deben acudir a su parroquia para confesarse de este gravísimo pecado como dice Hechos capítulo 19, versículo 18: “Muchos de los que habían aceptado la fe venían a confesar y a exponer todo lo que antes habían hecho.”
En tercer lugar, no volver a caer en este tipo de supersticiones ni en ninguna otra. Es lo que dice Juan capítulo 8, versículo 11: “Vete y no peques más.”
Ya por último, pueden integrarse en algún grupo de tu comunidad parroquial o en el movimiento católico de tu preferencia, para que te prepares y puedas vivir tu fe.
-‐ Inocencio: Por lo visto, compadre Cándido, ya quieres abandonar la Iglesia católica mexicana, ¿verdad? Recuerda que no es tan fácil deshacerse de la Niña Blanca. Acuérdate que ella es muy vengativa.
+ Ramón: ¡¿Tienes qué?!
+ Ramón: No te preocupes, Cándido. Si tú quieres deshacerte de todo esto y quieres realmente pertenecer a Cristo, tienes que tener en cuenta estos tres principios básicos:
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El demonio tiene poder sobre su gente. No tiene poder sobre los que pertenecen a Cristo. Yo, por mi parte, pertenezco a Cristo.
Por lo tanto si tú quieres también pertenecer Cristo:
El demonio no tendrá poder sobre ti (Jn 14, 30).
Tú tienes poder sobre el demonio (Lc 10, 17ss)
Hasta puedes expulsar al demonio (Mc 16, 17ss).
+ Ramón: No, Ignoracio, ya te dije que no te va a pasar nada. ¿Quieres darte cuenta? (En ese momento agarra la estatua y la rompe dejándola caer al suelo).
-‐ Inocencio: Yo mejor me voy de aquí antes de que me lleve la calaca. (Sale muy asustado).
+ Ramón: Ahora te pregunto, Cándido: ¿Quieres seguir haciendo honor a tu nombre?
Por el seminarista Pascual Pérez Rodríguez, fmap
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Tercera Parte
SUPERSTICIONES
MÁS COMUNES
En todas las culturas antiguas ha existido la creencia en prácticas mágicas. Pero las sociedades modernas no están exentas de este tipo de prácticas y creencias supersticiosas, difundidas ahora por la magia de los medios de comunicación, incluyendo la Internet.
Presentamos ahora las supersticiones más recurrentes en México, tales como el recurso a los brujos, la creencia en el así llamado “mal de ojo”, el culto a Buda por motivos económicos, la difusión tan amplia de formas adivinatorias y el extraño culto a personajes como Jesús Malverde y el Niño Fidencio.
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Capítulo 1
Brujería
Se trata de un conjunto de prácticas realizadas por personas que reciben el nombre de brujos y brujas. Se supone que estas personas tienen poderes sobrenaturales y que los usan en determinados ritos, generalmente
Es un fenómeno presente en todos los
continentes y en la mayoría de los países, no sólo en las naciones menos desarrolladas.
para provocar un perjuicio o daño, aunque también con una finalidad benéfica. Otros nombres que recibe la brujería son magia negra y hechicería.
E s u n f e n ómeno presente en todos los continentes y en la mayoría de los países, no sólo en las naciones menos desarrolladas.
Algunos antropólogos sugieren tres distinciones básicas en este fenómeno: la hechicería, practicada en
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las sociedades más antiguas y que permanece en muchas comunidades indígenas; la brujería diabólica, que se caracteriza por los pactos satánicos; y la moderna brujería, inscrita en el movimiento neopagano y la New Age (Nueva Era).
En todas las culturas antiguas existía la creencia en prácticas mágicas. Los antiguos egipcios en sus escritos hablan de los conjuradores y de los adivinos. Según lo que relatan, estas personas obtenían sus poderes invocando a
En todas las culturas antiguas existía la
creencia en prácticas mágicas. Los antiguos
egipcios en sus escritos hablan de los conjuradores y de los
adivinos.
los demonios y a los dioses extranjeros.
En la Biblia encontramos un precepto que dice: «No dejarás con vida a la hechicera» (Ex 22, 17), lo que nos habla que la hechicería era una práctica conocida por los antiguos israelitas.
S i n emb a r g o , l a prohibición más antigua de este tipo de prácticas la encontramos en el célebre Código de Hammurabi, el primer código legal conocido de la historia. Sin embargo, a pesar de esta prohibición, la brujería continuó floreciendo en Mesopotamia y tanto los caldeos y los egipcios, como otros pueblos occidentales, se hicieron famosos por sus conocimientos sobre la brujería.
La hechicería y la magia también se desarrollaron en la antigua Grecia y su práctica pasó a Roma y fue asimilada por la población.
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En el siglo II d. C., el filósofo y escritor latino Lucio Apuleyo (c. 125-‐180 d. C.), escribió sobre los poderes y ritos de las hechiceras y en su Apología afirmó que la región helénica (griega) de Tesalia era morada de brujas que podían dominar la naturaleza.
Los sacerdotes católicos luchaban por erradicar la fe pagana y el elemento mágico o milagrero que se atribuía a un remedio
medicinal, sin lograr mucho éxito, por lo visto.
Con el establecimiento del cr ist ianismo en e l Imper io Romano y l a conversión del emperador Constantino I el Grande (c. 274-‐337), las herejías empezaron a ser castigadas con leyes civiles. Durante el siglo IV se desarrolló el Código Teodosiano (año 438), en el que se condenaba explícitamente el culto de idolatría y los ritos mágicos.
Una de estas leyes condenaba con la pena capital, es decir, con la muerte, a quienes celebraran sacrificios nocturnos en honor del Diablo y sus acólitos, lo que dio comienzo a la persecución de las brujas.
La Iglesia, sin embargo, fue indulgente con ciertos ritos que estaban muy arraigados en la población, sobre todo con los supuestos hechizos o pócimas que acompañaban a las oraciones y que servían para curar un resfrío o despertar una pasión amorosa.
La Iglesia consideraba que no eran más que hierbas medicinales y afrodisíacos, y las personas convictas por estas prácticas sólo eran condenadas a hacer penitencia.
Los sacerdotes católicos luchaban por erradicar la fe pagana y el elemento mágico o milagrero que se atribuía a
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un remedio medicinal, sin lograr mucho éxito, por lo visto. Precisamente como ocurre en nuestros días.
La actitud de la Iglesia empezó a endurecerse conforme se fue fortaleciendo para poder luchar abiertamente contra los ritos antiguos, ya en decadencia. Por otra
La fiebre de la caza de brujas obsesionó a Europa desde el año
1050 hasta finales del siglo XVII, apaciguándose
ocasionalmente para resurgir después con
furia.
parte, la creciente inquietud y las tensiones sociales que formaron la Europa moderna, encontraron su expresión en la brujería, la herejía y la secularización, proceso mediante el cual las ciencias y realidades t e r r ena l e s adqu i e ren independencia de la religión, por lo que para explicarlas, no es necesario recurrir a interpretaciones religiosas. Como estas tendencias amenazaban con minar la autoridad eclesiástica, los prelados de la Iglesia las consideraron herejías e intentaron acabar con ellas.
La fiebre de la caza de brujas obsesionó a Europa desde el año 1050 hasta finales del siglo XVII, apaciguándose ocasionalmente para resurgir después con furia. En el siglo XIII apareció el tribunal de la Inquisición (el año 1231, por iniciativa del Papa Gregorio IX), que tenía la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía.
La bula papal más influyente contra la brujería fue la Summis Desiderantes Affectibus, promulgada por Inocencio VIII en 1484, que para ejecutarla nombró
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inquisidores regionales, y el Malleus maleficarum (el célebre Martillo de las brujas), escrito dos años después por los dominicos alemanes Heinrich Kraemer y Johann Sprenger. La persecución se dio en toda Europa, principalmente en el norte de Francia, suroeste de Alemania, países de Escandinavia e Inglaterra.
Los colonos ingleses llevaron a Norteamérica las prácticas de la brujería. Es famoso el proceso de Salem, en el estado norteamericano de Massachusetts, que tuvo lugar en 1692 y en el cual, después de numerosos interrogatorios y torturas, se condenó a más de 20 personas.
Las brujas y brujos de la Europa medieval hasta el siglo XVII organizaban actos de brujería denominados
Las brujas y brujos de la Europa medieval hasta
el siglo XVII organizaban actos de brujería en los que participaban
brujas en su mayoría y en las que intervenía el Demonio como líder del
acto.
aquelarres , reun iones en las que participaban brujas en su mayoría y en las que intervenía el Demonio como líder del acto. Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos.
El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo que generalmente constituía una reunión local. En estos actos las brujas llevaban a cabo supuestamente ritos de culto al Demonio, informaban de sus actividades y preparaban las próximas intervenciones a realizar en la comunidad.
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Otras reuniones regionales, denominadas shabats —al parecer, acto provocativo hacia el shabat judeo-‐cristiano—, congregaban probablemente a centenares, a veces miles de alegres asistentes, incluyendo los brujos y sus neófitos.
El lugar de reunión más famoso de la Europa antigua y medieval fue Brocken, el pico más alto de los montes Harz en Alemania, donde transcurre la impresionante escena del shabat descrita en el Fausto del dramaturgo y novelista alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-‐1832).
Los dos más importantes se celebraban en la noche del 30 de abril (noche de Walpurgis) y del 31 de octubre (Halloween, víspera del Día de Todos los Santos). También se celebraban en las noches del 31 de julio (Fiesta de la Cosecha) y 1 de febrero (víspera de la Candelaria).
El shabat comenzaba con la iniciación de los neófitos y la ceremonia incluía prestar juramento de obediencia al Diablo, firmando con él pactos de sangre y profanando crucifijos y otros objetos sagrados; asignar un espíritu ayudante bajo la forma de gato, ratón, comadreja, sapo u otro animal pequeño, que actuara de sirviente del brujo, y realizar diversos actos obscenos de obediencia al Diablo y su vicario. A la ceremonia de iniciación le seguía un acto de culto general que, con frecuencia, incluía una misa negra, parodia de la misa católica que rendía culto a Satán, y que finalizaba en danzas que degeneraban en una orgía sexual.
Por lo general, las prácticas de brujería han desaparecido, aunque de forma esporádica surgen casos aislados en comunidades menos cultas o en regiones de escaso desarrollo social.
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En algunas sociedades, los brujos, algunos considerados chamanes o curanderos, han desempeñado una función incuestionable dentro de su propia comunidad. Al asumir que reciben su poder de espíritus que son venerados o temidos por los miembros de su pueblo, se cree que tienen acceso a un mundo oculto y reservado sólo para ellos, siendo contemplados con respeto e incluso temor.
Los médicos brujos, al contrario que los brujos y brujas malignas de la época medieval, afirman que ahora luchan contra las fuerzas del mal: poseen supuestamente poder para curar las enfermedades, convocar la lluvia y asegurar el éxito de la caza o de la guerra; también, practican exorcismos para expulsar a los demonios que puedan poseer a miembros de la comunidad o aplacan a los que podrían volverse hostiles; asimismo, extirpan el mal, denuncian a los malhechores e intentan llevar a cabo su destrucción.
En Latinoamérica, el vudú de Haití, Cuba o Brasil, y los brujos, hechiceros y echadores de mal de ojo, todavía presentes en algunas comunidades, practican ritos mágicos y de brujería, al igual que algunos habitantes de las Islas Salomón y Vanuatu (antigua Nuevas Hébridas, en el Océano Pacífico) que hoy continúan rindiendo culto al Diablo.
En los últimos años ha aumentado el interés general por diversos tipos de ocultismo. Se han publicado numerosos libros sobre brujería y astrología, y surgen personajes que se cree poseen poderes sobrenaturales.
Una figura representativa de todo esto es J. K. Rowling, autora de libros de aventuras que se han convertido en un auténtico fenómeno comercial y que tiene como protagonista principal a un chico brujo o mago llamado Harry Potter, que ha tenido múltiples imitadores para aprovechar el atractivo mundo de la magia, la brujería y los hechizos.
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En la República Mexicana es común este tipo de prácticas. Muchos lugares son famosos porque ahí residen brujos y brujas que atraen a muchísimas personas. Uno de los lugares más populares es Catemaco, en el estado mexicano de Veracruz. Aunque no es el único.
Es frecuente escuchar programas radiofónicos conducidos por brujos mexicanos y extranjeros, en los que éstos ofrecen sus servicios a los desprevenidos radioescuchas. También se anuncian ampliamente en los periódicos y revistas. Incluso hay revistas especializadas en el tema, donde explotan la credulidad de la gente sobre éste y otros temas como la reencarnación, la comunicación con los espíritus de los muertosy la existencia de seres extraterrestres.
No es inútil decir que un católico no debería consultar a este tipo de personas ni recurrir a este tipo de prácticas.
Conviene recordar que el atraso en que viven numerosas personas se debe a la mentalidad mágica con que se enfrentan a la realidad y a las distintas situaciones de la vida.
En efecto, muchas personas piensan que a través de la repetición de ciertas palabras, el uso de ciertos objetos o la realización de ciertos ritos es posible dominar a la naturaleza y a las demás personas o, incluso, a Dios.
No faltan personas atemorizadas a causa de la sospecha de que alguien está «haciéndoles algún daño» por envidia, odio o el solo afán de hacer daño a los demás. Estas personas llegan a desembolsar grandes cantidades de dinero con tal de protegerse, recurriendo a otros brujos.
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El caso peor es cuando alguien atribuye alguna desgracia a la intervención de algún brujo y para vengarse llega hasta provocarle la muerte. ¡Hasta dónde puede llegar la ignorancia!
En esto consiste precisamente la brujería: en atribuir a personas, objetos y palabras poderes especiales o sobrenaturales que no tienen ni tendrán. Lamentablemente la brujería es una de las supersticiones más difundidas en el mundo moderno y su expansión va en aumento.
La brujería no es apta para católicos, pues su práctica está prohibida claramente en la Biblia. He aquí uno de los textos más significativos:
Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvéh tu Dios te da, no aprenderás a cometer abominaciones como las de esas naciones.
No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos.
Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvéh tu Dios y por causa de estas abominaciones desaloja Yahvéh tu Dios a esas naciones delante de ti.
Has de ser íntegro con Yahvéh tu Dios. Porque esas naciones que vas a desalojar escuchan a astrólogos y adivinos, pero a ti Yahvéh tu Dios no te permite semejante cosa (Deut 18, 9-14).
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Más claro ni el agua. En efecto, las Sagradas Escrituras afirman concretamente: «No ha de haber en ti nadie que practique la hechicería o la magia». Desafortunadamente por el poco conocimiento de su fe, muchos católicos acuden frecuentemente a consultar a quienes practican este tipo de ritos.
Alguien puede preguntar: «En este tipo de creencias y ritos, ¿puede haber algún influjo diabólico?» Claro que sí. De todos modos, no hay que preocuparse demasiado, exagerando el alcance que tiene Satanás. A este respecto, es importante tener en cuenta estos principios básicos:
1. El demonio tiene poder sobre su gente.
2. No tiene poder sobre los que le pertenecen a Cristo.
3. Yo pertenezco a Cristo. Por lo tanto:
a) El demonio no tiene poder sobre mí (Jn 14, 30).
b) Yo tengo poder sobre el demonio (Lc 10, 17ss).
c) Hasta puedo expulsar al demonio (Mc 16, 17ss). (Cfr. Amatulli Valente, Flaviano, Comunidades «Palabra y Vida», México 2004, pp. 17-‐18 y Amatulli Valente, Flaviano, Un nuevo rostro de Iglesia, México 2005, p. 140).
Otra pregunta: «¿Qué podemos hacer en caso de que estemos practicando la brujería o consultando a los brujos?» Lo mismo que hicieron los primeros cristianos y que nos relata San Lucas en los Hechos de los Apóstoles:
Muchos de los que habían aceptado la fe venían a confesar y exponer todo lo que
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antes habían hecho.
No pocos de los que habían practicado la magia hicieron un montón con sus libros y los quemaron delante de todos.
Calculado el precio de los libros se estimó en unas cincuenta mil monedas de plata (Hch 19, 18-19).
He aquí lo que podemos hacer, a la luz de la Sagrada Escritura y la fe católica:
1. Aceptar la fe católica así como es. Si hay cosas que no estén de acuerdo con las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia, no hay que creerlas ni practicarlas. De otra manera estaremos desobedeciendo a Dios, en quien debemos poner toda nuestra confianza.
2. Confesar y exponer lo que hemos hecho. Se trata del Sacramento de la Reconciliación.
Examínate, entre otras cosas, sobre el Primer Mandamiento, que nos manda amar a Dios sobre todas las cosas.
He aquí los puntos más significativos, que se refieren al Primer Mandamiento:
-‐ ¿Soy un católico practicante o alejado? ¿He puesto en riesgo mi fe, escuchando o dando crédito a gente, que habla mal de la Iglesia Católica?
-‐ ¿Tengo creencias que chocan contra la fe católica, tomadas del budismo, el esoterismo, la Nueva Era o la brujería?
En concreto, ¿creo en la reencarnación, el tarot, el horóscopo, los amuletos, el ojo de venado, la
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herradura, la sábila, los cuarzos, las vibraciones, la energía, la lectura de las cartas, de los naipes, del café o del humo del cigarrillo?
-‐ ¿He asistido a ceremonias o sesiones del espiritismo, el espiritualismo, la santería, la brujería, el mentalismo o la ouija, que tiene mucho que ver con el influjo de Satanás?
-‐ ¿Hago limpias o permito que me las hagan?
-‐ ¿He consultado en serio a adivinos?
-‐ ¿Uso con mentalidad mágica los signos de la Iglesia, como pueden ser la imagen de algún santo, el agua bendita, las velas, el aceite del Santísimo o las llaves del sagrario, como si tuvieran algún poder especial?
-‐ ¿Creo en Buda, Jesús Malverde o la «Santa Muerte», como si se tratara de dioses?
Una vez hecho un buen examen de conciencia, acude a tu parroquia y confiesa tus pecados al sacerdote.
Él te orientará y te propondrá la penitencia que considere conveniente y que tú deberás cumplir.
3. Destruye todo lo que tenga relación con la brujería, la magia y la hechicería: libros, amuletos, talismanes, etc.
4. Empieza una nueva vida: participa en un curso bíblico e intégrate a alguna pequeña comunidad cristiana o a algún movimiento apostólico presente en tu parroquia.
Empieza a conocer y vivir tu fe. No te arrepentirás.
La brujería puede distraerte. No confíes en estas prácticas y creencias, que en lugar de ayudarte te perjudican,
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puesto que entregas tu libertad y tu capacidad de decidir a personas y cosas que no son Dios.
Mejor trata de conocer a Dios y el proyecto que Él tiene para tu vida. Recuerda las palabras de Jesús:
«Yo he venido para que tengan vida
y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10b).
En tus necesidades, recuerda que cuentas con la fuerza de la oración, especialmente con la oración de petición. Recuerda que Cristo es glorificado por las peticiones que ofrecemos al Padre en su Nombre, como lo dice Él mismo en Jn 14, 13.
San Pablo escribió a los filipenses estas bellas palabras:
No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús (Flp 4, 6-7).
Y san Pedro escribío estas palabras, exhortándonos a confiar en Dios
Depositen en Él todas sus preocupaciones, pues Él cuida de ustedes (1Pe 5, 7).
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Capítulo 2
El mal de ojo
«Mi hermana tiene un niño muy hermoso, que estaba gordo y muy guapo, y nunca estaba enfermo. Un día pasó por su casa una señora y acercándose al niño comenzó a decir: «¡Qué niño tan guapo, qué hermoso! ¡Que San Antonio bendito te lo guarde! Tengo yo un nieto de la misma edad, pero no está tan hermoso como éste».
Estuvo un rato hablando con mi hermana, mirando al niño y luego se marchó. Al día siguiente el niño amaneció enfermo.
Seguramente fue aquella mujer de mirada penetrante la que hizo el mal de ojo a mi sobrino».
Expresiones y relatos como éste, son comunes en muchas de nuestras comunidades.
A alguien que se le empieza a caer el pelo, que de pronto se empieza a sentir mal, un bebé que se pone inquieto, etc., todo puede atribuirse, y de hecho se atribuye, al funesto «mal de ojo».
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Es una superstición popular, que consiste en creer en el influjo que una persona malintencionada o envidiosa ejerce sobre otra, de manera que el receptor, o aojado, llega a enfermarse.
Posiblemente el origen se remonte a la sospecha de que personas dedicadas a la brujería o a la hechicería que tuvieran alguna característica específica en los ojos eran capaces de provocar desgracias, enfermedades, e incluso la
Es una superstición popular, que consiste en creer en el influjo
que una persona malintencionada o
envidiosa ejerce sobre otra, de manera que el
receptor, o aojado, llega a enfermarse.
muerte a aquellos a quienes miraban.
En cualquier caso, de todos los órganos del cuerpo, el ojo ha ejercido siempre un poderoso atractivo como fuente de toda especie de supersticiones, tanto por el poder de la mirada, como por poseer alguna malformación, o debido a su forma o color.
El mal de ojo se relaciona también con la creencia de que mirar a alguien que tenga lo blanco del ojo muy grande trae mala suerte, así como ser mirado por alguien con nubes, cataratas u opacidades, o simplemente ser envidiado por alguien que mira a su víctima con «malos ojos» o malas intenciones es motivo de desgracias.
Además de ser una superstición en sí misma, el mal de ojo es motivo de muchas prácticas supersticiosas. Por ejemplo, se recomiendan ciertos ritos y objetos para evitar el «mal de ojo». A los niños pequeños se les ata un listón
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rojo o se les intenta proteger con amuletos, talismanes y ciertas imágenes religiosas, hierbas, semillas (en México se usa mucho el «ojo de venado») e, incluso, herraduras.
Muchas de estas cosas se recomiendan también para los adultos, puesto que nadie, afirman los que tienen esta creencia, nadie está exento de padecer el «mal de ojo».
Popularmente se considera que las víctimas más propicias del mal de ojo son los niños pequeños, aunque los mayores y adultos no están exentos de padecerlo.
Pero, ¿cómo saber si un niño pequeño tiene «mal de ojo»? En los bebés, afirman los que creen en esta superstición, se manifiesta con llantos prolongados, enfermedades recurrentes o inquietud inexplicable.
En los adultos, se sabe por una serie de desdichas y desatinos, así como por un desasosiego e intranquilidad generalizados.
Creo conveniente mencionar que, en el caso de los niños pequeños, esta creencia favorece que no se les dé la atención médica al momento oportuno. Se prefiere hacer algunas «limpias» con hierbas. En algunas regiones de México se hacen las limpias con ruda, albahaca, pirul o pirú (Schinus molle) o con otras plantas aromáticas como la ruda, el albahaca. En otros lugares se hace con huevos de gallina. Como no se lleva al niño con el médico, algunos enferman gravemente y algunos mueren en forma prematura.
Esta superstición se inscribe en cierta mentalidad mágica que subyace en la cultura mexicana y latinoamericana, no
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sólo por el elemento indígena, sino también europeo. A todo esto hay que agregarle la creciente proliferación de prácticas supersticiosas que proceden de la New Age (Nueva Era).
Esta mentalidad mágica se manifiesta en que se le llegan a otorgar o atribuir cierto poder a ciertas personas (brujos), animales, plantas y objetos. Lo que contradice la enseñanza bíblica, que presenta claramente al ser humano como el rey de la creación, pues ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.
En el caso de que un niño se enferme, lo más recomendable es asistir al médico, a la clínica o al centro de salud, para recibir la atención médica adecuada. No hay que esperar a que la enfermedad se complique, especialmente si se trata de niños pequeños, que aún no saben explicar el malestar que tienen.
De todos modos, para cualquier problema de este tipo, es importante reconocer a Cristo como el único Salvador y Señor de la propia vida, invitándolo a tomar completa posesión de todo nuestro ser. Haciendo esto, lo demás sale sobrando.
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Capítulo 3
¿Podemos los católicos venerar a Buda?
No sabemos dónde ni cuándo empezó esta costumbre, pero en muchos hogares católicos donde se coloca un altar, no falta una pequeña imagen de Buda, sentado en posición de flor de loto o de pie, exhibiendo su vientre abultado.
Muchas personas creen que frotar el vientre
de la imagen de Buda les traerá prosperidad
económica.
Muchas personas creen que frotar el vientre de la imagen de Buda les traerá prosperidad económica.
También se le atribuye la capacidad de atraer la buena suerte y el éxito en los negocios, por eso se coloca la imagen de Buda en algún lugar especial de la casa o del negocio.
Iguales propiedades se les atribuyen a otras imágenes religiosas, como la de San Martín Caballero, a objetos como
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la herradura y a vegetales como la sábila y a condimentos como el ajo, al que también se le atribuye la propiedad de alejar las«envidias» y las «salaciones».
Conviene aclarar desde un principio que Buda no es un personaje que haya formado parte de la Iglesia Católica. Nunca ha sido canonizado (reconocido como santo) por
Buda no es un personaje que haya formado parte de la Iglesia
Católica. Nunca ha sido canonizado por algún
Papa.
algún Papa y nunca ha sido propuesto por la Iglesia como modelo de vida ni como intercesor de los fieles católicos. No aparece, pues, en ningún santoral católico.
De ahí que nunca se haya hablado de San Buda y que no haya templos católicos que lo tengan como santo patrono ni haya una fecha especial para honrarlo, como se hace con tantos santos, esos sí reconocidos por la Iglesia Católica, como San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Rosa de Lima, San Judas Tadeo y muchos otros más.
Pero, entonces, ¿quién es este personaje y a qué se debe su popularidad en países de tradición católica y la presencia de sus imágenes en hogares cristianos?
Empecemos por aclarar que hay dos personajes a quienes se les llama por este nombre: el príncipe Siddhartha Gautama y el monje budista Bu Dai. Veámoslos a continuación.
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a) Siddhartha Gautama, el BudaBuda es el título por el que se conoce mundialmente
a Siddhartha Gautama en Lumbini (Nepal). Vivió aproximadamente entre los años 566 y 478 a. C., a finales de lo que se conoce como periodo védico, esto es, cuando se terminó de componer el Rig vedá (texto sagrado hindú).
Es una figura religiosa sagrada para dos de las religiones con mayor número de adeptos, el budismo (de hecho se considera que Siddhartha Gautama fue el fundador del dharma budista y primer «gran iluminado» = Buda) y el hinduismo (donde es considerado como la encarnación del dios Vishnú).
-‐ Fundador del budismo.
Es el fundador del budismo, una religión que ha tenido una influencia muy importante en países como la India, Sri
...también ha empezado a difundirse en Occidente a causa de la inmigración
y la fascinación que se tiene por doctrinas
orientales en los países occidentales
Lanka, Tailandia, Camboya, Birmania y Laos, donde la rama predominante es la Theravada. Por su parte, la rama Mahayana ha tenido una especial influencia en China, Japón, la isla de Taiwan, Tíbet, Nepal, Mongolia, Corea y Vietnam, así como en la India. Se estima que el número de miembros de la religión budista que hay en el mundo oscila entre los 150 y los 300 millones, puesto que también ha empezado a difundirse en Occidente a causa de la inmigración y la fascinación que se tiene por doctrinas orientales en los países occidentales.
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Buda nació en el bosque Lumbini, en las proximidades de Kapilavastu (actualmente en Nepal, cerca de la frontera con la India). El nombre de Gautama Buda, por el que se conoce al Buda histórico, es una combinación del nombre de su familia, Gautama, y el título «Buda», que significa El Iluminado.
Para el budismo, los mitos y leyendas que rodean la figura del
Buda histórico son tan importantes como sus palabras y hechos, de ahí que los detalles históricos resulten
difíciles de establecer.
A pesar de todos los esfuerzos realizados por los analistas y estudiosos, las fechas de su nacimiento y muerte siguen siendo dudosas. Las diversas fuentes budistas están de acuerdo en que vivió 80 años, pero no sobre las fechas concretas. Los seguidores de la escuela budista Theravada sitúan su nacimiento en el año 623 a.C. y su muerte en el 543 a.C., pero estas dataciones son rechazadas por la mayoría de los historiadores occidentales e hindúes.
Todos los relatos que han llegado hasta la actualidad sobre la vida de Buda fueron escritos, muchos años después de su muerte, por discípulos muy inclinados a la idealización de su maestro, por lo que resulta difícil para nosotros separar los acontecimientos reales de los numerosos mitos y leyendas sobre su vida.
Además, la mayor parte de las tradiciones budistas sostiene que Buda no fue sino la última encarnación en una serie de vidas recogidas en diversas historias edificantes.
Para el budismo, los mitos y leyendas que rodean la figura del Buda histórico son tan importantes como sus palabras y hechos, de ahí que los detalles históricos de su
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vida resulten difíciles de establecer y, acaso por ello, no reciban un tratamiento preferente respecto a los relatos y doctrinas que se añadieron.
b) Buda de la AbundanciaLa imagen conocida como el Buda de la abundancia
ha estado presente en los altares de católicos mexicanos desde hace bastante tiempo, con frecuencia al lado de las imágenes más entrañables para los mexicanos, como las de la Virgen de Guadalupe y san Judas Tadeo.
Ahora, la amplia difusión que de ella hacen los que difunden el Feng Shui la ha hecho más común en casas y negocios.
Hay que tener presente que esta imagen no representa
Bu Dai fue un monje budista de la época de la
dinastía Liang.
Se dice que era muy sonriente, bondadoso,
amoroso, de un carácter y carisma sin par.
a Siddhartha Gautama, el Buda, que era delgado y atlético por su conocido ascetismo.
Esta imagen representa a Ho Tei o Bu Dai, un monje budista. Significa amistoso, amoroso. Para un occidental el término Bu Dai se asemeja al de Buda, por ello se le conoce y se le confunde en occidente como Buda. Bu Dai fue un monje budista de la época de la dinastía Liang. Se dice que era muy sonriente, bondadoso, amoroso, de un carácter y carisma sin par.
La gran barriga que lo caracteriza, dicen, representa la felicidad, suerte y plenitud. Es considerado uno de los dioses de la suerte en varios países de Asia. Las orejas largas
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simbolizan sabiduría y buena salud. Es tradicional rascarle la barriga a Bu Dai, pues se cree que con esto Bu Dai se sentirá más feliz y la suerte favorecerá al creyente debido a la felicidad que le ha proporcionado al Buda.
Buda es un personaje sumamente respetable por su estilo de vida y la belleza de algunas de las enseñanzas, que invitan a tener una adecuada visión de las cosas, buenas intenciones, un modo de expresión correcto, realizar buenas acciones, tener un modo de vida adecuado, esforzarse de forma positiva, tener buenos pensamientos y dedicarse a la contemplación del modo adecuado.
Sin embargo algunas de sus enseñanzas se oponen a la fe católica. Tal es el caso de la reencarnación, pues Buda creía que la vida es cíclica, por lo que la muerte simplemente precede a una nueva reencarnación.
Esta doctrina se opone a la esperanza cristiana en la resurrección, expresada ampliamente en la Biblia y enseñada por la Iglesia católica durante dos mil años. En relación a la imposibilidad de la reencarnación, conviene recordar lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
(...) Cuando ha tenido fin «el único curso de nuestra vida terrena» (LG 48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. Está establecido que los hombres mueran una sola vez (Hb 9, 7). No hay «reencarnación»
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después de la muerte (Catecismo de la Iglesia
Católica, 1013).
Debemos recordar que ni Buda ni Bu Dai son dioses ni santos al estilo católico, por lo que no es recomendable que los católicos los veneren a ellos o a sus imágenes, por muy loable que haya sido su estilo de vida.
¿Por qué? Buda es el fundador de una de las grandes religiones mundiales, que en muchos aspectos se opone a la fe católica. Y Bu Dai es considerado en muchos países asiáticos como uno de los dioses de la suerte.
En lugar de frotar el vientre de las imágenes de Buda para lograr la prosperidad económica, recordemos lo que escribió hace muchos años el autor del libro de Proverbios:
Encomienda al Señor tus tareas,
y te saldrán bien tus planes (Prov 16, 3).
O estos bellos versículos del Salmo 37 (36):
Confía en el Señor y haz el bien,
que el Señor sea tu deleite,
y él te dará
lo que desea tu corazón (Sal 37, 3-4).
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Capítulo 4
Adivinación
Esta superstición intenta descubrir conocimientos ocultos y penetrar en los acontecimientos —pasados, presentes y futuros— a través del contacto directo o indirecto de la inteligencia humana con lo sobrenatural.
Generalmente se trata de predecir el futuro o descubrir lo desconocido por medios sobrenaturales.
Este contacto con lo sobrenatural se busca normalmente a través de un médium psíquico, es decir, a través de una persona que supuestamente tiene la capacidad especial para comunicarse con los espíritus o que tiene supuestos poderes.
Las formas de adivinación inductiva más conocidas en la actualidad son la astrología; la cristalomancia o contemplación de cristales; la bibliomancia o interpretación de mensajes secretos en los libros, especialmente en la
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Biblia; la numerología, es decir, el estudio de los números; además de la quiromancia, las hojas de té y las cartas.
He aquí una breve descripción de cada uno de ellas.
Se cree que se puede adivinar el futuro a través de los sueños. Hay libros y folletos especializados en esta práctica, donde se señala las cosas más comunes.
¿Qué podemos decir al respecto? Los nuevos
Se cree que se puede adivinar el futuro a
través de los sueños. Hay libros y folletos
especializados en esta práctica, donde se señala las cosas más comunes.
avances en el conocimiento de la fisiología del sueño d emue s t r a n q u e l o s sueños no carecen de sentido ni son formaciones aleatorias de imágenes sin sentido. Por el contrario, a l parecer los sueños son productos mentales llenos de significado, como los pensamientos o las ensoñaciones diurnas.
Según los expertos, los sueños expresan deseos, miedos, preocupaciones y obsesiones del individuo, por lo que su estudio y análisis de contenido pueden ser útiles para revelar ciertos aspectos de su funcionamiento mental. Ya lo apuntaba el médico y neurólogo austríaco Sigmund Freud (1856-‐1939), fundador del psicoanálisis, en sus trabajos pioneros en este campo de la psicología, cuando postulaba el análisis de los sueños como la ‘vía regia’ para conocer la estructura psíquica de los pacientes.
Pero de ahí a pretender asomarse al futuro y predecirlo a través de los sueños, hay una gran distancia. Más bien el
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análisis de nuestros sueños puede ayudarnos a conocernos mejor. Este análisis lo hacen los psicólogos, es decir, profesionistas que se han preparado para realizar este tipo de análisis, no los charlatanes que buscan embaucarnos y apropiarse de nuestro dinero.
Esta palabra proviene del griego necrós, ‘cadáver’, y manteía, ‘adivinación’). Es una de las técnicas adivinatorias por la que se evoca a los muertos para obtener de ellos
Es una de las técnicas adivinatorias por la que se evoca a los muertos para obtener de ellos revelaciones sobre el
futuro.
revelaciones sobre el futuro. Es el caso del rey Saúl, que podemos leer en 1 Sam 28.
Ot ro nombre que recibe es el de nigromancia (alteración de la palabra necromancia por el influjo del latín niger, ‘negro’, que proviene de ‘magia negra’), aunque esta palabra parece tener un sentido más amplio, puesto que se le suele aplicar como sinónimo de magia, encanto o conjuro.
Los que recurren a esta superstición, creen que la necromancia es el arte de suscitar revelaciones de las almas de los muertos. Este método directo de adivinación es muy cercano al moderno espiritismo, doctrina según la cual los muertos pueden entrar en contacto con los vivos, por lo general a través de un clarividente o médium.
¿Qué decir al respecto? Que la Biblia prohíbe terminantemente consultar a los espíritus de los muertos, como puede verse en el siguiente texto de la Escritura:
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No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvéh tu Dios (Deut 18, 10-‐12a).
El término proviene del griego cheir, ‘mano’; manteia, ‘adivinación’, y designa a la técnica adivinatoria de interpretar la personalidad y predecir el futuro mediante la lectura de la mano.
Se fundamenta en los montes de la mano, las líneas que
... técnica adivinatoria de interpretar la
personalidad y predecir el futuro mediante la lectura de la mano.
Se fundamenta en los montes de la mano,
las líneas que surcan la palma y los dedos.
surcan la palma y los dedos. Según los que practican esta forma de adivinación, la mano izquierda refleja las cual idades innatas (con las que nacemos) y la derecha las características adquiridas.
Cada monte indica un determinado rasgo de la personalidad. El monte de Júpiter denota honor, amor por la naturaleza y un carácter feliz; el de Saturno prudencia y por lo tanto éxito; el de Apolo sensibilidad ante la belleza; el de Mercurio intereses científicos y comerciales; el de Marte coraje; el de la Luna un carácter soñador, y el de Venus sensualidad.
Las cuatro líneas principales de la mano, dicen, representan la vida, la inteligencia, el corazón (o las emociones) y la fortuna personal.
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Otras marcas de la mano pueden corroborar o modificar, en virtud de su posición, las interpretaciones realizadas a partir de los montes y las líneas.
¿Qué decir al respecto? Que es sumamente ingenuo pretender que el futuro esté escrito en las palmas de las manos. De ser así, podría hacerse lo mismo con otras partes de nuestro cuerpo, como las plantas de los pies, la frente o el área cercana a nuestros ojos (patas de gallo).
¿Por qué aparecen líneas, montes y valles en la palma de la mano? Precisamente porque la podemos flexionar, pero lo mismo pasa en la parte opuesta de nuestra mano. No están ahí para revelarnos nuestro futuro.
Es el nombre que recibe la baraja de cartas que se emplea para decir la buenaventura o la buena suerte, como también se le llama.
El origen de las cartas del tarot es incierto. Fueron probablemente introducidas en Europa por los cruzados
... técnica adivinatoria de interpretar la
personalidad y predecir el futuro mediante la lectura de la mano.
Se fundamenta en los montes de la mano,
las líneas que surcan la palma y los dedos.
entre 1095 y 1270, o quizá por los gitanos. Se sabe que se utilizaban en Italia a comienzos del siglo XIV.
Aunque el juego del tarot (también llamado taroco) se sigue practicando en algunos países de Europa central, las cartas del tarot se usan principalmente para juegos de adivinación y cartomancia.
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La baraja de tarot completa consta de 78 cartas: los arcanos menores (56 cartas) y los arcanos mayores, también conocidos como triunfos (22 cartas con figuras simbólicas).
Los arcanos menores, similares a una baraja moderna, se dividen en cuatro palos de bastos (tréboles), copas (corazones), espadas (picas) y oros (diamantes). Cada palo consta a su vez de 14 cartas: cuatro figuras (rey, reina, caballo y sota) y 10 cartas numeradas del 1 al 10.
Los arcanos mayores están formados por el loco y una serie de cartas con diversas imágenes, numeradas del 1 al 21.
La serie más común es la siguiente: (1) el mago; (2) la sacerdotisa; (3) la emperatriz; (4) el emperador; (5) el sumo sacerdote; (6) los enamorados; (7) el carro; (8) la justicia; (9) el ermitaño; (10) la rueda de la fortuna; (11) la fuerza; (12) el ahorcado; (13) la muerte; (14) la templanza; (15) el diablo; (16) la torre; (17) la estrella; (18) la luna; (19) el sol; (20) el día del juicio; (21) el mundo.
Para decir la buenaventura se interpretan las combinaciones formadas al echar las cartas. Hoy en día son cada vez más las personas que recurren al tarot como método de autoconocimiento y desarrollo personal, lo que constituye una superstición, utilizando lo que ha sido desde el principio un simple juego de cartas.
¿Qué decir al respecto? Se trata de un juego de cartas, que no tiene nada que ver con nuestro futuro. Es un simple juego, por lo que no hay que creer que, si alguien «nos hecha las cartas», puede predecir nestro futuro.
Para muestra un botón. Hay sitios en la Internet que ofrecen el servicio de la lectura de las cartas del Tarot. He aquí los resultados que dos personas recibimos al hacer una supuesta consulta.
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«Tal vez se producirá un cambio brusco en tu economía y puede tratarse de una pérdida o de una ganancia. No obstante, puedes contar con el apoyo de una persona que es un maestro en las finanzas. Así que no te deprimas».
«El Seis de oros te asegura que obtendrás lo que te mereces en tu entorno laboral. El Arcano Mayor de La Templanza te recomienda paciencia».
Algunas cosas llaman la atención en este tipo de respuestas. Primero, la ambigüedad con que están expresadas.
En los ejemplos anteriores uno puede concluir lo que más le interesa, es decir, que se puede tener una pérdida o una ganancia. Dice que habrá un cambio brusco. Son cosas sumamente generales.
Hay que recordar que las personas no acuden a este tipo de prácticas supersticiosas cuando las cosas marchan viento en popa. Nada de eso, las personas van a consultar a los brujos y charlatanes cuando tienen problemas, cuando las cosas no van bien. Por eso los que formulan este tipo de predicciones no fallan y, también, por eso dan consejos tan generales, que se pueden aplicar a cualquier situación. La mente de las personas hace lo demás.
Se da este nombre a cada uno de los caracteres (letras) del alfabeto que usaron los pueblos germánicos, es decir, los pueblos del norte de Europa, entre los que destacan
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cimbrios, teutones, suevos, francos, alamanes, godos, vándalos, visigodos, anglosajones y lombardos.
En toda la Europa occidental se han encontrado inscripciones rúnicas, en monumentos de piedra y en objetos metálicos como puntas de lanza y amuletos; el mayor número de ellos se han localizado en Inglaterra y Escandinavia.
El alfabeto rúnico, que previamente había recibido el nombre de futhark, en su origen estuvo formado por veinticuatro caracteres o letras. De éste surgieron otros como los ingleses que llegaron a tener hasta 33 caracteres, o los escandinavos que primero lo redujeron a 16 y luego lo aumentaron hasta 26.
Los expertos creen que las runas proceden del alfabeto etrusco que usaron las tribus itálicas del norte asentadas en los Alpes orientales, y que un pueblo germánico, que vivía en una región de lo que hoy es Bohemia, lo desarrolló, entre el siglo II o el III d.C.
La inscripción más antigua que se conoce de este alfabeto parece haber sido escrita a mediados del siglo III. Los estudiosos piensan que los caracteres rúnicos se usaron ampliamente entre los siglos IV y XII, y existen más de cuatro mil inscripciones rúnicas y bastantes manuscritos.
En Escandinavia (que abarca los actuales países de Noruega, Suecia y Dinamarca, al norte del continente europeo) se utilizaron unas runas diferentes durante la Edad Media, como variación del alfabeto latino que empleaban los monjes, e incluso esporádicamente, las runas sobrevivieron al menos hasta el siglo XVII en algunas zonas rurales de Suecia.
Evidentemente se trata de un alfabeto más, como el egipcio, el maya, el sánscrito o el alfabeto en que está escrito este folleto.
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¿Qué tiene que ver esto con la posibilidad de adivinar el futuro? Ninguno. Tal vez su éxito se debe a la antigüedad del alfabeto rúnico y a sus formas especiales, que les dan cierto toque de misterio.
Pero, ¿cuál de los distintos alfabetos rúnicos es el más apropiado? En efecto, existen distintos alfabetos rúnicos. ¿Se puede predecir el futuro con todos ellos o con uno específico?
¿Cómo sabemos cuál es el más apropiado? Por lo demás, sería como si en la cultura china, que usan un alfabeto distinto al nuestro, se pusieran a intentar adivinar el futuro utilizando los caracteres del alfabeto que usamos en Occidente. Eso es algo que ni nosotros mismos hacemos ni con el alfabeto chino ni con el alfabeto maya, ni con otros alfabetos.
¿Por qué? Porque los alfabetos son fruto de la invención humana, que trata de representar cada sonido que emitimos al hablar por medio de un solo signo. No son signos que tengan la finalidad de predecir el futuro, sino de perpetuar gráficamente el pensamiento y las experiencias humanas.
En efecto, los alfabetos tienen la finalidad de poner por escrito, sea para comunicar a otros, sea para conservar el pasado, lo que pensamos o lo que ha sucedido en nuestro entorno.
En este sentido, los alfabetos nos permiten conocer el pasado y el pensamiento y las obras de quienes nos precedieron y, también, dejar nuestra propia huella en la historia; no nos permiten conocer mágicamente nuestro futuro inmediato, que tratamos de conocer a causa de los problemas y dificultades por las que atravesamos y que queremos resolver por cualquier medio, aun recurriendo a las supersticiones.
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Seguramente más de alguno diga: «Pero cuando asistí a una consulta, me adivinaron todo, hasta los más mínimos detalles».
¿Cómo puede explicarse esto? Puede tratarse de un engaño bien planeado o puede implicar la intervención de algún ser sobrenatural. ¿Cuál? Aquí está precisamente todo el asunto.
Por tanto, si no se sabe de qué ser se trata, mejor no meterse en problemas. A este respecto, es oportuno echar un vistazo a un texto bíblico muy significativo:
Un día, cuando íbamos al lugar en donde se reunían para orar, nos salió al encuentro una muchacha que tenía un espíritu de adivinación gracias al cual procuraba a sus dueños grandes ganancias. La muchacha comenzó a seguir a Pablo y a nosotros gritando: -Estos hombres son siervos del
de la salvación. Y así lo hizo durante muchos
enfrentándose con el espíritu, le dijo: -En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella. El espíritu salió de ella en ese mismo instante (Hch 16, 16-18).
Quiero terminar este capítulo señalando lo que al respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
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Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana consiste en entregarse con confianza en las manos de la Providencia en lo que se refiere al futuro, y en abandonar toda curiosidad malsana al respcto. Sin embargo, la imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad. (Catecismo de la Iglesia Católica, 2115).
Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos y otras prácticas que equivocadamente se supone que «develan» el porvenir (cf. Dt 18, 10; Jr 29, 8).
La consulta de horóscopos y otras formas de la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de «visión», el recurso a los mediums, encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos.
Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios. (Catecismo de la Iglesia Católica, 2116).
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Capítulo 5
Jesús Malverde
Es conocido como “El Bandido Generoso” o “El Ángel de los Pobres”; también como “El Santo de los Narcos”. Sus seguidores afirman que era una especie de Robin Hood.
Los relatos sobre su vida son muy variados, y es imposible dilucidar qué aspectos son reales y cuáles son
De acuerdo con las creencias locales,
Jesús Malverde fue un bandolero que operaba en los Altos de Culiacán.
Asaltaba y robaba a hacendados y familias
adineradas de la región.
inventados. De acuerdo con las creencias locales, Jesús Malverde fue un bandolero que operaba en los Altos de Culiacán. Asaltaba y robaba a hacendados y familias adineradas de la región, entre los que se encontraron los Martínez de Castro, los Redo, los De la Rocha o los Fernández; posteriormente repartía el botín entre la gente pobre. Se afirma que la
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muerte por hambre de sus padres, víctimas de los abusos de los terratenientes, fue lo que le movió a ello.
Según la tradición, antes de hacerse al monte, Malverde podría haber sido albañil u obrero en el tendido de vías férreas. Se supone que habría trabajado en la obra del Ferrocarril Occidental de México y en el Ferrocarril Sud-‐Pacífico, línea que llegó a Culiacán desde el norte en el año 1905.
La leyenda de Malverde se alimenta de historias de narcotraficantes, que aseguran haberlo visto en medio de balaceras en las que incluso les
ha salvado la vida, recibiendo un disparo en
la nuca.
S u s a s a l t o s a a d i n e r ada s p e r s ona s hicieron que el entonces Gobernador del Estado, el general Francisco Cañedo, compadre de Porfirio Díaz, ofreciera recompensa por su captura. Perseguido por las autoridades, Malverde habría muerto el 3 de mayo de 1909. No existe acuerdo sobre la forma en la que murió: según algunas versiones fue aprehendido por la policía y ejecutado; también se cuenta que un compañero lo traicionó para cobrar el dinero ofrecido por el Gobierno. La narración más extendida es que recibió una herida de bala en un enfrentamiento con las fuerzas de la ley, que le produjo una gangrena. Malverde, sabiendo que no sobreviviría y que la recompensa por su captura aumentaba, soportó mientras pudo antes de pedir a un amigo que lo entregara para recoger la recompensa y repartirla entre los pobres.
La leyenda de Malverde se alimenta de historias de narcotraficantes, que aseguran haber visto a Malverde en medio de balaceras en las que incluso les ha salvado la vida, recibiendo un disparo en la nuca.
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En torno a la figura de Malverde se ha desarrollado un culto sincrético que une creencias propias del catolicismo popular y otras que la Iglesia católica considera supersticiones. Al no haber sido aceptada su santidad por la Iglesia católica, y siguiendo la ortodoxia católica, normalmente no se le denomina santo, sino “ánima”. Su figura ha ingresado en la religiosidad popular junto con figuras como San Judas Tadeo, la Virgen de Guadalupe, el Sagrado Corazón o la Santa Muerte, de los que se pueden también encontrar representaciones junto a las imágenes de Malverde. En general, el culto está fuertemente impregnado por los usos y costumbres del catolicismo, siendo un ejemplo de esto la celebración de novenas.
Desde el fallecimiento del bandido se forjó la reputación de una especie de Robin Hood que lo ha hecho popular entre la gente pobre de Sinaloa. Muchos solicitan su intercesión y se le han atribuido diversos milagros, curaciones y bendiciones, como devolver una vaca perdida a su dueño o la curación de un cáncer.
Tras su ejecución, hubo una proclama gubernamental prohibiendo la inhumación de los restos, quedando éstos a la intemperie y pendiendo de un mezquite a manera de escarmiento (según otras versiones, fue su cabeza la que se cortó y colocó en un árbol, a la vista de todos, como advertencia a sus partidarios). Con el paso del tiempo, los restos cayeron al suelo. Fue cuando los habitantes del viejo poblado de Culiacán comenzaron a arrojar piedras para proteger el cuerpo, pues aunque la restricción se aplicaba a un entierro en ningún lugar se prohibía “empedrar”; al colocar además cada persona una piedra por vez, nadie incumplía personalmente la prohibición. En la actualidad continúa la tradición de llevarle, además de flores o
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veladoras, piedras del lugar de origen de los devotos, como forma de rendir culto.
La acumulación de piedras creó un montículo que dio lugar a una tumba. Con la expansión de la ciudad de Culiacán, la tumba fue destruida y los huesos de Malverde trasladados a una capilla. El sepulcro de Malverde atrae a miles de devotos cada año. Muchos dejan velas u otros objetos asociados con sus vidas, y algunos pescadores dejan camarones en alcohol en agradecimiento por una buena pesca. Otras personas dejan fotografías de aquellos que necesitan ayuda. Cuando algún milagro tiene lugar, vuelven a agradecerlo a Malverde, a menudo dejando placas que lo conmemoran.
A Malverde, al igual que a cualquier otro santo de influencia católica, se le atribuye especialización en el tipo de milagros que puede realizar, llamados advocaciones. La más conocida, por controvertida, es la protección de las personas dedicadas a la producción o tráfico de drogas; sin embargo, no es la única. Tradicionalmente, sus devotos le atribuyen la protección de los emigrantes que cruzan irregularmente a Estados Unidos, función que comparte con Juan Soldado, así como de sus familiares que quedan en México. Existen en las rutas más frecuentes de cruce de la frontera santuarios donde se han encontrado figuras de Malverde. Se le atribuye, asimismo, la protección de los pobres al enfrentar causas penales, por lo que en muchas zonas del país se le relaciona con San Judas Tadeo, patrono de las causas perdidas.
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Jesús Malverde, como se ha dicho, es conocido como “El Santo de los Narcos”. Supuestamente, en los años 70, el capo Julio Escalante ordenó matar a su hijo Raymundo por realizar negocios sin su conocimiento. Según se afirma, herido de bala y arrojado al mar, Raymundo suplicó a Malverde su ayuda y fue entonces salvado por un pescador. Desde ese momento, famosos narcotraficantes como Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca y Amado Carrillo Fuentes comenzaron a acudir a la capilla de Malverde. Algunos días se pasan grupos musicales a las afueras de la capilla interpretando los conocidos “narco corridos” sin ningún motivo aparente, pero la verdad están haciendo tributo a Malverde, en agradecimiento porque se ha pasado droga al otro lado de la frontera con Estados Unidos.
Gilberto López Alanís, no obstante, considera que la vinculación de Malverde con el narcotráfico es una deformación del culto. También Jesús Manuel González, encargado de la capilla de Jesús Malverde en Sinaloa, rechaza esta conexión.
a) Malverde como personaje históricoPara muchos, la existencia de Malverde es real. Existía
una tradición que afirmaba que su verdadero nombre era Jesús Juárez Mazo, nacido el 24 de diciembre de 1870, y que “Malverde” era un apodo derivado de “el Mal Verde”, dado que realizaba sus asaltos entre la espesura verde del monte. Por otra parte, a finales de 2004, según Gilberto López Alanís, director del Archivo Histórico de Sinaloa, se encontró en los archivos del Registro Civil de Culiacán
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un acta de nacimiento de 1888 de un niño llamado Jesús Malverde, hijo de Guadalupe Malverde. El acta diría lo siguiente:
“En Paredones, a 15 de Enero de 1888, ante mi, Marcelino Zazueta, compareció el C. Cecilio Beltrán, mayor de edad, soltero, jornalero y de esta vecindad, y presentó un niño vivo, nacido en este lugar hoy a las 5 de la mañana, a quien se puso de nombre Jesús, hijo natural de Guadalupe Malverde, mayor de edad, soltera, y de este punto. Fueron testigos de este acto los CC. Cipriano y Tiburcio Espinoza, mayores de edad, solteros, jornaleros, y de este don... la presente acta interesada exponente y testigos manifestaron su conformidad, ratificaron su contenido, no firmado, por no saber...”
b) Malverde como mito popularDiversos investigadores afirman que, aunque pueda
tener una base real, no existió un Jesús Malverde tal y como narra la leyenda. Ésta es la opinión expresada por la historiadora sinaloense Patricia Castro, para quien Malverde es un producto de un pueblo que rechaza la injusta división del trabajo y de sus beneficios. César Güemes afirma en su trabajo Jesús Malverde: de bandido generoso a santo laico, por el que obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en el 2000, que se trata de un mito popular, parecido a otros sobre bandidos generosos.
Je sús Ma lve rde ha i n sp i rado numerosas manifestaciones artísticas de todo tipo, que a su vez han
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contribuido a la expansión del culto. Esto es especialmente así en relación con la música: existen más de 56 canciones y corridos dedicados a él. Óscar Liera escribió una obra teatral inspirada en su figura, titulada El Jinete de la Divina Providencia y convertida en película con el mismo título.
Manuel Esquivel Alva, a su vez escribió una novela que aborda la biografía del personaje (Esquivel, Manuel, Jesús Malverde el santo popular de Sinaloa; editoral Jus, México, 2008, ISBN 968-‐607-‐412-‐010-‐3). Así mismo, varios grupos norteños le han dedicado corridos. Tal es el caso de Los Cadetes de Linares, así como películas.
En el año 2011 aparece su santuario de Culiacán en varios capítulos de la serie de Telemundo y Antena 3 La reina del sur, basada en la novela del mismo nombre de Arturo Pérez-‐Reverte, protagonizada por Kate del Castillo. Esa misma capilla en Culiacán apareció en la película Salvando al soldado Pérez. Sus fieles no solo son narcotraficantes, sino también de familias pobres o de bandidos que, antes de realizar un asalto grande, se encomiendan, ya que lo conocen como el Ángel de los pobres.
En México, cada vez son más fieles que se encomiendan a él y han levantado varios altares en su honor, como el ubicado en la colonia Doctores en México D.F., en donde varios años se levantó un altar a Malverde, un lugar que es considerado por la Secretaria de Seguridad Pública como un foco rojo.
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Capítulo 6
Niño Fidencio
El Niño Fidencio, nacido hacia 1898 y fallecido en Espinazo, Nuevo León, el 19 de octubre de 1938, fue un famoso curandero mexicano. Su nombre verdadero fue José de Jesús Fidencio Constantino Síntora, venerado ahora por la Iglesia Fidencista Cristiana. La Iglesia Católica no le
La Iglesia Católica no le reconoce estatus oficial de santo, pero su culto
se ha extendido por gran parte del norte de México y el sur de
Estados Unidos.
reconoce estatus oficial de santo, pero su culto se ha extendido por gran parte del norte de México y el sur de Estados Unidos.
En la escuela primaria conoció al sobrino del padre Segura, Enrique López de la Fuente, quien era el conserje y su amigo , posteriormente, su protector. Ambos niños ayudaban al sacerdote en los oficios religiosos y se piensa que con él, Fidencio aprendió a realizar curaciones con hierbas.
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En 1912, Enrique y Fidencio partieron a la ciudad de Morelia, Michoacán, donde este último trabajó como ayudante de cocinero hasta que su amigo decidió participar en la Revolución mexicana, hecho por el que se separaron por espacio de nueve años. Fue entonces que Fidencio partió a Loma Sola, Coahuila, donde vivió junto con su hermana Antonia.
A la edad de quince años, Fidencio asistió a la escuela en Mina, Nuevo León, poblado cercano a Espinazo. Según
Según sus seguidores, Fidencio sigue obrando
milagros a través de encausadores de sus
poderes denominados Cajitas.
lo que apunta Raúl Cadena, Fidencio no se desarrolló sexualmente, siempre fue lampiño, de voz aguda y nunca tuvo relaciones sexuales.
En 1921 , En r ique r e g r e s ó d e l a l u c h a revolucionaria y fue a trabajar para Antonio L. Rodríguez en la mina de San Rafael, en Espinazo. Ahí tuvo varios hijos y, ante la necesidad de alguien que los cuidase, acudió a su amigo de la infancia. Fidencio llegó al pueblo ese mismo año, y ahí permaneció toda su vida. Fue entonces cuando comenzó a realizar curaciones.
El 8 de febrero de 1928, el presidente Plutarco Elías Calles visitó Espinazo y acudió a una sesión curativa con el Niño Fidencio. Aunque, de acuerdo con las declaraciones de Enrique, nadie conoció el padecimiento del mandatario, se ha dicho que se trataba de lepra nodular.
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Era famoso por realizar operaciones sin anestesia y que no causaban dolor en sus pacientes, y por relacionar sus curaciones con lugares específicos del poblado, como un árbol de pirul desde el cual arrojaba objetos a los congregados a su alrededor siendo curados quienes recibían el golpe, y un
Según sus seguidores, Fidencio sigue obrando
milagros a través de encausadores de sus
poderes denominados Cajitas.
charco lodoso ubicado en las afueras del poblado, donde sumergía a sus seguidores, que afirman que Fidencio sigue obrando milagros a través de encausadores de sus poderes denominados Cajitas.
En vida, inspiró la aparición de multitud de imitadores e impostores, llegando incluso a confundirse la muerte de uno de ellos con la del original: la muerte del impostor fue anunciada por la prensa, y su funeral motivó una asistencia multitudinaria; la muerte de Fidencio llegó algo más de un año después. Décadas después, domina la economía de la población de Espinazo. Su fama es la clave de la actividad turística del pueblo, así como de la venta de productos más o menos relacionados con sus curaciones y su persona.
El culto al Niño Fidencio se caracteriza por el curanderismo, que consiste en una mezcla de “fe” con medicina herbórica (la cual en sí no es mala) y prácticas supersticiosas, mediante amuletos y talismanes.
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Esta creencia implica que mediante la recitación de ciertas oraciones acompañadas de hierbas, comidas o bebidas o el uso de algunos objetos, la persona puede obtener la salud. Como se ha visto arriba, en el fidencismo las “Cajitas” (personas que supuestamente guardan en sí mismas el espíritu del Niño Fidencio) hacen creen a la gente que tienen el poder para curar.
Este culto, como otros cultos de curación, representa un serio peligro para las personas enfermas, que no acuden a recibir la debida atención médica en espera de una curación milagrosa. He aquí lo que dice el Eclesiástico:
Honra al médico por sus servicios, como corresponde, porque también a él lo ha creado el Señor. La curación procede del Altísimo, y el médico recibe presentes
prestigio y él se gana la admiración de los grandes. (...) Así, las obras del Señor
mío, no seas negligentes, ruega al Señor, y él te sanará. No incurras en falta, enmienda
pecado. Ofrece el suave aroma y el memorial de harina, presenta una rica ofrenda, como si fuera la última. Después, deja actuar al
aparte de ti, porque lo necesitas. En algunos casos, tu mejoría está en sus manos, y ellos mismos rogarán al Señor que les permita dar una alivio y curar al enfermo, para que se restablezca (Eclo 38, 1-3.7-14).
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Cuarta Parte
SUPERSTICIÓN
EN LA VENERACIÓN
A LOS SANTOS
La gloria de Dios resplandece en cada uno de los santos. La Iglesia los venera y subraya estos aspectos, esenciales para una correcta devoción: Con su vida, nos proporcionan ejemplo; ayuda con su intercesión y por nuestra comunión con ellos, participamos de sus bienes.
Sin embargo, la veneración a los santos no está exenta de supersticiones. Aquí presentamos a los santos más populares en nuestro país: San Martín de Tours, más conocido como San Martín Caballero, san Judas Tadeo, san Antonio de Padua y san Chárbal Makhlouf.
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Capítulo 1
San Martín Caballero
Todos conocemos la imagen de San Martín Caballero, que lo presenta montado en un hermoso caballo, vestido como soldado romano, mientras corta su capa con la espada para compartirla con un mendigo semidesnudo.
Pues bien, ¿quién fue este santo, tan venerado en nuestro continente,
especialmente por los que se dedican al
comercio?
Pues bien, ¿quién fue este santo, tan venerado en nuestro continente, especialmente por los que se dedican al comercio?
Es San Martín, nacido en el año 316 y fallecido el 397, obispo de Tours, fundador del monacato en la Galia y santo patrón de Francia.
Martín era hijo de un tribuno militar romano, nació en Szombathely (en la actual Hungría) y se convirtió al cristianismo a los 10 años de edad. A los quince años ya
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vestía el uniforme militar y llegó a ser capitán del ejército imperial.
Cuando todavía se desempeñaba como militar, un día de invierno, Martín se encontró por el camino con un pobre hombre, que estaba temblando de frío a causa de su escasa ropa. En ese momento Martín no llevaba nada más que regalarle, así que sacó su espada y cortó en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre.
Esa misma noche vio en sueños que Nuestro Señor Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: «Martín, hoy me cubriste con tu manto».
A raíz de esto, Martín se hizo bautizar, pues era catecúmeno, renunció a seguir formando parte del ejército y viajó a Poitiers, donde fue discípulo de san Hilario, obispo de aquella diócesis y uno de los principales oponentes a la doctrina del arrianismo, que negaba que Jesucristo sea Dios.
Tras pasar un tiempo en la península Itálica, volvió a reunirse con san Hilario y fundó en Ligugé el primer monasterio de la Galia (hoy Francia).
En 371 fue nombrado, contra su voluntad, obispo de Tours, ciudad al oeste de la Francia central. Fundó un nuevo monasterio, en Marmoutier, que se convirtió en un importante centro religioso, y continuó su trabajo misionero en Turena y por toda Galia.
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En los 27 años que fue obispo de Tours se ganó el cariño de todo el pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran algunas personas que querían vivir en paz con sus vicios y que eran amonestados por San Martín.
Una de estas personas llegó a atreverse a inventar toda clase de calumnias y cuentos contra San Martín. Varias
Murió santamente, después de desgastarse
en favor de los más pobres de su diócesis.
Se le atribuyen muchos milagros. Su festividad
se celebra el 11 de noviembre.
personas le recomendaron a nuestro santo que debía castigarlo, pero San Martín respondió: «Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?».
También se enemistó c o n f u n c i o n a r i o s imper ia les , porque se oponía terminantemente a la tortura de los prisioneros. Y es que los funcionarios torturaban ferozmente a los presos para que confesaran sus delitos. San Martín se oponía y no dejaba que en su diócesis se llegara a estos extremos.
Murió santamente, después de desgastarse en favor de los más pobres de su diócesis. Se le atribuyen muchos milagros. Su festividad se celebra el 11 de noviembre.
El origen de nuestro término «capilla» está muy relacionado con San Martín de Tours, más conocido entre nosotros como San Martín Caballero. He aquí la historia:
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Recordemos que San Martín regaló a un pobre la mitad de su manto. Pues bien, la otra mitad fue guardada en una urna y se le construyó un pequeño santuario para venerarla como una reliquia. En latín, para decir medio manto se dice «capilla», por eso la gente decía: «Vamos a orar donde está la capilla». De ahí se extedió para llamar así a los pequeños salones que se hacen para orar.
Pero, ¿a qué viene toda esta historia de San Martín Caballero y su manto cortado por la mitad (capilla)?
Es que la imagen de San Martín de Tours es muy utilizada por numerosos católicos, especialmente en los locales comerciales (negocios), como amuleto para atraer la buena suerte y la prosperidad económica.
Y la imagen siempre está acompañada de sábila, herraduras y otros objetos, a los que seguramente se les atribuyen los mismos poderes. Se trata, pues de una superstición. Y es que la imagen no tiene ningún poder.
El católico debe conocer que ésta no es la enseñanza católica sobre las imágenes. Los católicos no creemos que las imágenes tengan algún poder o que tengan, por sí solas, alguna propiedad milagrosa.
Echemos, pues, un vistazo a lo que enseña la Iglesia Católica sobre las imágenes.
Es un culto de veneración y no de adoración. Además es un culto relativo: el honor va a los seres representados en las imágenes, esculturas o pinturas. Por esta razón, están equivocados los que acusan a los católicos de ser idólatras.
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En efecto, nosotros no adoramos a los ángeles y los santos, ni sus representaciones.
Tenemos las imágenes y las reliquias (algo relacionado con Cristo y los santos: cruz, partes del cuerpo de los santos, objetos que usaron, etc.), como algo sagrado, que merece respeto y cariño. No pensamos que tengan algún poder especial.
He aquí lo que dice uno de los más antiguos documentos de la Iglesia sobre el tema de las imágenes:
«Como si continuáramos el camino regio, y
siguiendo el magisterio divinamente inspirado de
nuestros santos Padres y la Tradición de la Iglesia
cruz, así también las venerables y santas
imágenes ya sean de colores y pinceles, como de
otro material, decentemente se propongan en las
santas Iglesias de Dios, en los vasos y vestidos
sagrados, en las paredes y retablos, en las casas
y en los caminos: a saber, tanto las imágenes de
nuestro Dios, Señor y Salvador Jesucristo, como
de la lnmaculada Señora Nuestra, Santa Madre
de Dios, de los honorables ángeles y de todos los
santos junto con los varones ilustres.
Los que contemplan estas imágenes, más
rápidamente se elevan a recordar y desear a
quienes representan, y a besar con veneración
no de latría [adoración], que solamente a la
naturaleza divina se debe dar... el honor a las
imágenes pasa a los que se representan. Así se
refuerza la doctrina de nuestros santos Padres,
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la Tradición de la santa Católica Iglesia...» (II
Concilio Ecuménico de Nicea: 24 de septiembre-23
de octubre del año 787).
Como se ve, podemos tener imágenes de Cristo, la Virgen María, los santos (es el caso de la imagen de San Martín Caballero) y los varones ilustres, es decir, personajes que hicieron algo en favor de la humanidad por lo cual merecen el respeto de todos.
Pero conviene aclarar que los católicos las tenemos para recordar a las personas que representan y manifestar hacia ellas nuestro cariño (= veneración), no para adorarlas.
He aquí un documento que presenta claramente la doctrina de la Iglesia Católica al respecto:
«El sagrado Concilio manda... que, además, las
imágenes de Cristo, de la Virgen Madre de Dios
y de los santos, se conserven principalmente en
los templos y se les tribute el debido honor y
veneración, no porque se crea que en ellas resida
alguna divinidad o poder, por lo cual deba dárseles
culto, o que a ellas haya que pedirles algo, como
hacían antiguamente los paganos, que ponían
su esperanza en los ídolos, sino porque el honor
que ellas representan: de tal modo que a través
de las imágenes que besamos, ante las cuales
nos descubrimos la cabeza y nos inclinamos, es
a Cristo a quien adoramos y a los santos, cuya
representación tienen ellas, veneramos» (Concilio
Ecuménico de Trento: 3 de diciembre de 1563).
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Así pues, la doctrina católica con relación al culto que se debe a las imágenes, que no es de adoración, sino de simple veneración o respeto, como se hace con la fotografía de la abuelita difunta, el monumento a un héroe, etc.
En efecto, si rendimos homenaje a ciertos objetos que nos recuerdan a la Patria (la bandera), a un héroe (monumento a Emiliano Zapata) y a un ser querido (retrato o carta de la mamá difunta), ¿por qué no podemos hacerlo con todo lo que nos recuerda a Dios, a la Virgen, a los ángeles y los santos? Viendo estos objetos, nos acordamos de las personas que representan y tratamos de conformar nuestra conducta a sus enseñanzas y ejemplos.
Además, es muy importante subrayar que cualquier acto de homenaje que se rinda a estos objetos, va a las personas representadas o simbolizadas en ellos. (Amatulli Valente, Flaviano, Diálogo con los Protestantes, México 2002, pp. 86-‐87).
Conviene distinguir entre los «santos» y las «imágenes» o «estatuas» de los santos. Cuando hablamos de los «santos», nos referimos a todos los personajes que se encuentran con Dios en la gloria (es el caso de San Martín y San Judas Tadeo) o que se están purificando. No nos referimos a las estatuas o imágenes de los santos. Éstas, como ya apuntamos arriba, no tienen ningún poder mágico, aunque estén benditas.
Una vez que sabemos esto, no vamos a tirar las imágenes de los santos, como hacen los que ya no son católicos. Vamos a venerar las imágenes de los santos, sabiendo a quiénes representan. Ya no vamos a pensar
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que tienen el poder de darnos la prosperidad económica y el éxito en los negocios.
Otro aspecto: la mejor manera de venerar a San Martín de Tours (y a los demás santos) consiste en seguir su ejemplo y pedir su ayuda (intercesión). En efecto, ellos pueden pedir en favor nuestro a nuestro buen Padre Dios.
Aparte de esto, los católicos debemos esforzarnos por conocer y vivir la fe católica. Y que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo lo recibe y lo paga Jesucristo, como si lo hubiéramos hecho a Él en persona (cf. Mt 25, 31ss).
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Capítulo 2
San Judas Tadeo
Poco sabemos de San Judas Tadeo. Los Evangelios son relatos de la vida de Jesucristo, por eso los demás personajes, incluida la Santísima Virgen María, son secundarios, por lo que se da pocos datos sobre cada uno de ellos.
Ciertamente el Apóstol más mencionado es San Pedro por su papel protagónico en muchos pasajes. Lo mismo ocurre con Santiago y Juan. Pero el otro Simón, Tadeo o Bartolomé, apenas son mencionados.
El nombre de San Judas Tadeo aparece varias veces en los relatos evangélicos, por ejemplo, cuando se enumeran los nombres de los Doce Apóstoles (Cfr. Mt 10, 1-‐4; Mc 3, 13-‐19; Lc 6, 12-‐16; Hch 1, 13) y también en el evangelio de San Mateo, cuando se nos dice que era pariente de Jesucristo:
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«¿No se llama su madre María y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?» (Mt 13, 55).
San Judas Tadeo es, por tanto, uno de los Doce Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Además de ser apóstol de Jesús, era pariente y buen amigo suyo.
Por eso es un eficaz intercesor ante nuestro Señor, por lo que podemos pedirle con mucha confianza, para
... es un eficaz intercesor ante nuestro Señor, por lo que podemos pedirle con mucha confianza, para que él presente
nuestras necesidades a Áquel que es capaz de
obrar milagros.
que él presente nuestras necesidades a Áquel que es capaz de obrar milagros y que ha concedido a sus amigos los santos el don de hacer milagros (Cfr. Eclo 48, 12-‐14; Hch 5, 12; 1Cor 12, 28).
Los santos t ienen también la mis ión de interceder en favor de nosotros. Pues bien, ¿qué significa interceder? Quiere decir hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal.
Esto es lo que hacen la Virgen María y los Santos en favor nuestro: le hablan a Jesús de nuestras necesidades y le piden que nos conceda lo que necesitamos, como vemos en el libro del Apocalipsis:
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Los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Tenían cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos (Ap 5, 8).
Así que los discípulos de Cristo (= santos que viven en este mundo: Col 1, 2) oran y los santos que están en la gloria (= cuatro vivientes y veinticuatro ancianos) toman estas oraciones (= perfumes) y las presentan delante del Cordero (= Jesús glorificado).
Pero los Santos son también nuestros modelos, pues nos enseñan como se debe vivir la fe cristiana.
En el caso de San Judas Tadeo, él fue un apóstol que anunció valientemente el Evangelio, desgastando su vida para que muchos tuvieran la oportunidad de conocer las enseñanzas de Cristo. Ayudó también con generosidad a los que tenían dudas (Judas 22) e invitó a los primeros cristianos a hacer lo mismo y los exhortó también a «luchar por la fe» (Judas 3).
El sobrenombre de Tadeo, que en sirio quiere decir bondadoso, se aplica al San Judas para diferenciarlo del otro Judas, el Iscariote, que traicionó al Señor Jesús.
San Judas Tadeo es reconocido como el autor de una pequeña carta (apenas 24 versículos) que ya desde el año 200 es aceptada como canónica (=inspirada por Dios) y por lo tanto incluida en la Biblia, casi al final del Nuevo Testamento.
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La devoción a San Judas Tadeo ha tenido mucho auge últimamente, y se le invoca con mucha confianza, sobre todo en situaciones difíciles y desesperadas. De hecho, uno de los títulos que recibe es el de santo patrono de los casos difíciles y desesperados.
Su fiesta se celebra el 28 de octubre (la misma fecha en que se celebra el de Simón Cananeo). No es raro ver que el día 28 de cada mes, los templos dedicados a San Judas Tadeo, sean muy visitados por los feligreses.
Pero como suele suceder, se han dado desviaciones y exageraciones muy cercanas a la superstición o a la idolatría, como son las famosas «cadenas» carentes de toda lógica y veracidad y por tanto absolutamente reprobabas.
Se trata de la superstición más extendida alrededor de la figura de San Judas Tadeo.
Pues bien, ¿en que consiste? En el caso de la llamada cadena de San Judas Tadeo, se tienen que hacer 81 copias de una carta que «está dando la vuelta al mundo».
La superstición está en que se asegura éxito y bienestar para los que hacen caso del mensaje y hacen las copias solicitadas para colocarlas en 9 templos. Los que no lo hacen y «rompen la cadena», sufrirán terribles desgracias.
La carta no trae remitente, por lo que no sabemos quién la inició. Los datos que da son poco claros.
Por ejemplo, dice que el «presidente de Brasil»,
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encargó a su secretaria que hiciera las copias señaladas, aunque sin darle mucho crédito al contenido y, al poco tiempo, «se sacó la lotería». También señala que fulano de tal no hizo las copias y al poco tiempo perdió el empleo.
Como puede verse, se trata de situaciones poco claras.
Nunca explica cómo se enteró el autor de estos datos,
No hay que hacer caso de este tipo de mensajes (ahora también se envían por correo electrónico).
Lo mejor que puedes hacer es romper estas
«cadenas» y tirarlas a la basura...
pues la carta no trae en sí ningún mensaje. Sólo se dedica a hacer promesas y amenazas, apoyándose en supuestos bienes o males recibidos.
No hay que hacer caso de este tipo de mensajes (ahora también se envían por correo electrónico). Lo mejor que puedes hacer es romper estas «cadenas» y tirarlas a la basura o a la papelera de reciclaje.
No gastes tu dinero y tu tiempo inútilmente. ¿Y las desgracias que pueden ocurrirte? Ninguna. Yo, por ejemplo, cada vez que encuentro estas cartas en algún templo parroquial o en alguna capilla, simplemente las rompo y las pongo en el cesto de la basura. A veces uso la parte posterior como papel de reciclaje, especialmente para redactar algún artículo. Una cosa es cierta: nunca las he enviado. Y nunca he recibido alguna desgracia, como las descritas en la famosa cadena.
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Capítulo 3
San Antonio de Padua
Se le llama el «Milagroso San Antonio» por ser interminable la lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el momento de su muerte.
Uno de los milagros más famosos de su vida es uno relacionado con una mula:
Quiso uno retarle a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin comer, y luego, cuando la trajo a la puerta del templo, le presentó un bulto de pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La mula dejó el pasto y se fue ante la Santa Hostia y se arrodilló.
Se trata de un fraile franciscano de origen portugués. Su nombre es Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de Frailes Menores. Nacido en Lisboa en el año 1195, a los
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15 años de edad profesó como monje de la orden de los agustinos pero, en 1220, ingresó en la recién fundada de los franciscanos.
Conoció personalmente a san Francisco de Asís(1182-‐1226), y, a instancias suyas, estudió teología, disciplina de la que posteriormente ejercería como docente en las universidades de Bolonia (Italia) y Montpellier (Francia).
En 1227 fue nombrado ministro provincial de los franciscanos en la Romaña, pero tres años después renunció a su cargo para poder dedicarse al apostolado.
En efecto, sus superiores notaron, cada vez con mayor claridad que, la verdadera misión del hermano Antonio estaba en el púlpito. Por cierto que poseía todas las cualidades del predicador: ciencia, elocuencia, un gran poder de persuasión, un ardiente celo por el bien de las almas y una voz sonora y bien timbrada que llegaba muy lejos. Por otra parte, se afirmaba que estaba dotado con el poder de obrar milagros y, a pesar de que era de corta estatura y con cierta inclinación a la corpulencia, poseía una personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética.
A veces, bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies; parecía que de su persona irradiaba la santidad. A donde quiera que iba, las gentes le seguían en tropel para escucharle, y con eso había para que los criminales empedernidos, los indiferentes y los herejes, pidiesen confesión.
Las gentes cerraban sus tiendas, oficinas y talleres para asistir a sus sermones; muchas veces sucedió que algunas mujeres salieron antes del alba o permanecieron toda la noche en la iglesia, para conseguir un lugar cerca del púlpito.
Con frecuencia, las iglesias eran insuficiente para contener a los enormes auditorios y, para que nadie dejara
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de oírle, a menudo predicaba en las plazas públicas y en los mercados.
Predicador incansable, sus profundos conocimientos de las Sagradas Escrituras le valieron para combatir distintas herejías de su tiempo, principalmente las protagonizadas por cátaros y valdenses.
San Antonio de Padua falleció a la temprana edad de 36 años el 13 de junio de 1231 en Arcella (en las cercanías de Padua) y, ese mismo año, fue canonizado por el papa Gregorio IX. En 1946 fue proclamado Doctor de la Iglesia por Pío XII. Es santo patrón de Padua y de Portugal. Su festividad se celebra el 13 de junio.
Su nombre se invoca para encontrar objetos perdidos. Pues bien, ¿de dónde viene esta costumbre?
No hay ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un suceso que se relata entre los milagros, en la «Chronica XXIV Generalium» (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.
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Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la casa de un amigo. En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos.
En las representaciones anteriores al siglo XVII aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó con un lirio en las manos y también junto a una mula que, según una antigua tradición, se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo, como hemos visto anteriormente.
En torno a San Antonio de Padua y a sus imágenes hay una serie de supersticiones. No falta quienes llegan a poner «de cabeza» la imagen como una manera de obligar al santo a que les ayude a conseguir novio o algún otro favor.
Como se ve, esto entra en la línea de la superstición, pues se le atribuye a la imagen un poder que no tiene.
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Capítulo 4
San Chárbel Makhlouf
Nació en el pueblo de Beqakafra, a 140km. del Líbano, capital libanesa, el 8 de mayo, de 1828. Era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, una piadosa familia campesina. Fue bautizado a los ocho días en la Iglesia de Ntra. Señora en su pueblo natal, recibiendo por nombre Yusef (José).
A los tres años el padre de Yusef fue inscrito en el ejército turco en la guerra contra los egipcios y muere cuando regresaba a casa. Su madre cuida de la familia siendo gran ejemplo de virtud y fe. Pasado un tiempo, ella se casa de nuevo con un hombre devoto quien eventualmente será ordenado sacerdote (en el rito maronita, hombres casados son elegibles al sacerdocio).
Yusef ayudó a su padrastro en el ministerio sacerdotal. Ya desde joven era ascético y de profunda oración. Yusef estudió en la pequeña escuela parroquial del pueblo. A la edad de 14 años fue pastor de ovejas y aumenta su oración. Se retiraba con frecuencia a una cueva que descubrió cerca
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de los pastizales para adentrarse en horas de oración. Por ello recibió muchas burlas de otros jóvenes pastores. Dos de sus tíos maternos eran ermitaños pertenecientes a la Orden Libanesa Maronita. Yusef acudía a ellos con frecuencia para aprender sobre la vida religiosa y el monacato en especial.
A los 20 años de edad, Yusef es el sostén de su casa. Es el tiempo de contraer matrimonio pero el se siente llamado a otra vida. Después de tres años de espera, escuchó la voz del Señor: “Deja todo, ven y sígueme”. Así, una mañana del año 1851 se dirige al convento de Ntra. Señora de Mayfouq, donde fue recibido como postulante. Al entrar en el noviciado renuncia a su nombre bautismal y escoge como nombre de consagración: Chárbel.
Un tiempo mas tarde lo envían al Convento de Annaya, en donde profesó los votos perpetuos como monje en 1853. Lo enviaron inmediatamente al Monasterio de San Cypriano de Kfifen, donde realizó sus estudios de filosofía y teología, llevando una vida ejemplar de obediencia y observancia. Fue ordenado sacerdote el 23 de julio, de 1859 por Mons. José al Marid, bajo el patriarcado de Paulo Massad. Al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya por orden de sus superiores. Ahí pasó muchos años de vida ejemplar de oración y apostolado. Entre estos, el cuidado de los enfermos, el pastoreo de almas y el trabajo manual en cosas muy humildes.
Chárbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875 . Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro y Pablo, la víspera
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de la Navidad del año 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas), la ascesis, la penitencia y el trabajo manual. Comía una vez al día y llevaba silicio.
El padre Chárbel alcanzó la celebridad después de su muerte. Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios: Su cuerpo se ha mantenido incorrupto, sin la rigidez habitual, con la temperatura de una persona viva. Suda sangre, ocurren prodigios de luz constatados por muchas personas. El pueblo lo veneraba como santo aunque la jerarquía y sus mismos superiores prohibieron su culto formal mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto. En 1950, al pasarle un amito por la cara, quedó impresa en la prenda el rostro de Cristo como en el Sudario de Turín. (Ver “Leyendas Negras de la Iglesia”, escrito por Vittorio Messori, p. 210).
Dado al constante culto del pueblo, el Padre Superior General Ignacio Dagher solicitó al Papa Pío XI en 1925, la apertura del proceso de beatificación del P. Chárbel. Fue beatificado durante la clausura del Concilio Vaticano II, el 5 de diciembre, de 1965 por el Papa Pablo VI. El Papa dijo: “Un ermitaño de la montaña libanesa está inscrito en el número de los Bienaventurados... Un nuevo miembro de santidad monástica enriquece con su ejemplo y con su intercesión a todo el pueblo cristiano. El puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios”.
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El 9 de octubre de 1977, durante el Sínodo Mundial de Obispos, el Papa canonizó al P. Chárbel con la siguiente proclama: “En honor de la Santa e Individua Trinidad, para la exaltación de la fe católica y promoción de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, después de madura deliberación y tras implorar intensamente la ayuda divina... decretamos y definimos que el beato Chárbel Majluf es SANTO, y lo inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que sea venerado como santo con piadosa devoción en toda la Iglesia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”
Es el primer santo oriental desde el siglo XIII.
La costumbre, vuelta piedad popular, nació en México, en el Centro Histórico, y ahora en el extranjero pueden verse imágenes del santo maronita con vistosos listones atados a sus brazos, su cuello, sus pies…Tomó un listón que compró minutos antes en alguna de las incontables mercerías de la calle República de Uruguay en el Centro Histórico, escribió sobre su costado la petición que guardaba su corazón: “Te pido, por favor, intercedas por mí…”; luego, lo ató al cuello de San Charbel Makhlouf… y el resto es historia. Fue una mujer que, al no encontrar un papel para escribir su petición al santo, utilizó un listón iniciando así un acto popular de devoción que en la actualidad ha rebasado las fronteras de la ciudad de México y del país mismo.
El P. Rogelio Peralta Gómez, sacerdote maronita, explica que el uso de listones es una extensión de los
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populares exvotos, cuya práctica se sabe existió desde las primeras comunidades cristianas y que Teodoreto de Ciro las documenta hacia el siglo V.
En particular, el P. Peralta reflexiona sobre esta práctica documentada en 1989 por un sacerdote jesuita en el Líbano que colocaba listones en el templo para protegerlo de calamidades: “La manera de aplicarlos era: las cabezas de familia brindaban bufandas de seda o algodón, las ataban para formar un largo listón con el cual circuncidaban el edificio, o bien, los pilares del mismo. Lo ‘amarraban’ para no permitir al mal causar un daño. Pasada la plaga, el largo cinturón se volvía a dividir y se repartía para beneficio de los pobres”.
Sin embargo, tal como conocemos los listones hoy en día, estos tienen su historia en México y en San Charbel: “Los listones de petición no existían antes de San Charbel”, recalca categórico el P. Peralta.
Aunque la Iglesia Católica no reconoce alguna cualidad especial en el color de cada listón y las peticiones, sí recomienda que todo acto de esta naturaleza esté libre de magia o superstición. Además, el P. Peralta explica que el hecho de colocar un listón a San Charbel no debe pensarse como una especie de ‘trueque’, que al poner un listón el fiel cree cumplirle al santo y éste, en correspondencia, debe interceder en su favor: “Se trata de un acto devocional que debe estar alimentado de la oración; el listón es el símbolo no sólo de la petición, sino de la oración constante hecha vida en cada uno de nosotros”.
En todo caso, respecto a los colores, el sacerdote explica que los listones de color son utilizados para las peticiones y
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los listones blancos para dar gracias. El sacerdote reconoce que, sin embargo, la gente otorga diferentes significados a los colores de los listones, llegando al absurdo de considerar el listón negro como un listón del mal. Y es que, mucha gente no ha entendido que un santo no puede interceder ante Dios para causarle un mal a otra persona.
A pesar de todo, aún si la gente quiere darle un significado ‘añadido’ a su petición o si cree que una manera de recordar su compromiso (porque toda petición lleva consigo un compromiso en la intención y en la oración) según el color del listón, sería:
+ Azul: para la fuerza, poder, protección y voluntad divina.
+ Dorado: iluminación, amor por los seres queridos y la paz mundial.
+ Rosa: para el amor divino de la adoración y reconciliaciones.
+ Verde: esperanza, fe y salud física o espiritual.
+ Rojo: para situaciones difíciles y pedir provisiones.
+ Violeta: para la misericordia, perdón y meditación.
+ Amarillo: para la paz, el equilibrio, sabiduría e intuición.
+ Morado:lo malo en bueno.
+ Blanco: para agradecer los favores concedidos.
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Conclusión
La Nueva Evangelización, a la que nos ha llamado insistentemente Su Santidad Juan Pablo II, no puede descuidar la aclaración a los temas expuestos en este folleto, relacionados con las múltiples supersticiones.
Recordemos que es el fondo que subyace a la praxis de muchos católicos, que influye notablemente en su «vivencia» de la fe y en la manera en que experimenta y se relaciona con «lo sagrado».
En esta noble tarea no debe faltar nunca el uso frecuente de la Sagrada Escritura. En ella el católico encontrará la lámpara que guiará su camino al encuentro de Cristo.
Sólo de esa manera cada católico estará en condiciones de poder reconocer a Jesús como el único Salvador y el único Señor de la propia vida.
Solamente así estará en condiciones de seguirlo radicalmente, aceptando y viviendo las exigencias del Evangelio.
Ojalá que este pequeño folleto pueda ayudar en algo a los agentes de pastoral en su búsqueda constante de material adecuado para realizar un apostolado fecundo.
P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
México, D.F.; a 8 de septiembre de 2011,
Fiesta de la Natividad de María.
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IndicePresentación ......................................................... 3
Introducción ......................................................... 5
Introducción a la 3ª edición ................................ 8
Primera parteLA SUPERSTICIÓN EN GENERAL
Capítulo 1¿Qué es la superstición? .................................... 10
Capítulo 2Supersticiones más comunes ............................. 14
Capítulo 3 .............................. 17
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Segunda parteLA SANTA MUERTE
Capítulo 1Culto muy extendido ......................................... 22
Capítulo 2Origen incierto ................................................... 25
Capítulo 3Culto a la Santa Muerte: ................................... 33
Capítulo 4Negocio redondo ................................................ 38
Capítulo 5¿Qué es la muerte? ............................................ 43
Capítulo 6 ............................... 50
Capítulo 7
del culto a la Santa Muerte ............................... 54
Capítulo 8Sociodrama
sobre el culto a la Santa Muerte ....................... 61
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Tercera parteSUPERSTICIONES MÁS COMUNES
Capítulo 1Brujería............................................................... 68
Capítulo 2El mal de ojo ....................................................... 81
Capítulo 3 ......... 85
Capítulo 4......................................................... 92
Capítulo 5 ................................................. 103
Capítulo 6Niño Fidencio ....................................................110
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Cuarta parteSUPERSTICIÓN
EN LA VENERACIÓN A LOS SANTOS
Capítulo 1San Martín Caballero .......................................116
Capítulo 2San Judas Tadeo .............................................. 124
Capítulo 3San Antonio de Padua ..................................... 129
Capítulo 4San Chárbel Makhlouf ................................... 133
Conclusión ........................................................ 139
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Se terminó de imprimir el 30 de septiembre de 2011,
Fiesta de San Jerónimo -‐ 50.000 ejemplares -‐