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R
EPISTOLARIO INÉDITO
DE DOÑA GERTRUDIS
GÓMEZ DE AVELLANEDA
(1841 – 1871)
PUBLÍCALO
ANTONIO RODRÍGUEZ-MOÑINO
VALENCIA
TIPOGRAFÍA MODERNA
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…Es la perla de la hermosa Antilla,
perla a su vez de los hispanos mares.
M. A. PRÍNCIPE
Fue Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, en opinión de sus
contemporáneos no desvirtuada por el juicio de la posteridad, la mujer que
con más altura y gallardía pulsó la lira en lengua española. Añejo
problema, resuelto ya, el de su incorporación a las letras peninsulares o a
las propias de la hermosa isla que la vio nacer; nadie, empero, duda hoy de
que, si magnífica figura de la tierra hispana, su formación primera, su larga
estancia y su raíz entrañable, nunca desmentida, la hacen ser astro de
primera magnitud en la constelación cubana.
Aún nos falta una buena biografía de la Avellaneda. Los libros de
Figarola1, Escoto
2, Rodríguez García
3 y Cotarelo
4 constituyen un
espléndido arsenal de noticias, datos y documentos de primer orden para
alzar el monumento literario que es preciso construir. Doña Gertrudis llena
treinta años de vida literaria, se relaciona con lo más granado de los
escritores de entonces, sostiene polémicas ruidosas, la arrastran tolvaneras
pasionales y remansa su ardoroso temperamento en puros amores como los
que profesó a sus dos maridos: Sabater y Verdugo.
La correspondencia con su gran amor, el hacendado Don Ignacio de
Cepeda, seguida durante el lapso de tiempo que corre desde 1839 hasta
1854, por lo menos, salvada en gran parte de la destrucción y accesible al
estudioso desde 19075, nos muestra toda la pasión que era capaz de
profesar Tula en la edad más crucial de la mujer: desde los veinticinco a los
cuarenta años. Muchos rasgos psicológicos, mucha alma desnuda hay en
esas cartas para quien tenga ojos limpios con que ver y pluma dispuesta a
trazar el perfil de un interesantísimo caso humano.
______________
(1) Domingo Figarola-Caneda: Gertrudis Gómez de Avellaneda. Biografía, bibliografía e iconografía.
Madrid, Industrial Gráfica, 1929. 4.º 292 págs. con láms.
(2) José Augusto Escoto: Gertrudis Gómez de Avellaneda. Cartas inéditas y documentos. 1859 a 1864.
Matanzas, Imp. La pluma de oro, 1912, 4.º 259-[3] págs. y láms.
(3) José A. Rodríguez García: De la Avellaneda, colección de artículos. Habana, Imp. Cuba intelectual,
1914. 8.º 523-[1] págs.
(4) Emilio Cotarelo: La Avellaneda y sus obras, ensayo biográfico y crítico. Artículos publicados en el
Boletín de la Real Academia Española, tomo XV (1928), 583; XVI (1929), 5, 131, 267, 395, 529; XVI
(1930), 5, 145. Hay tirada aparte, de la cual adquirimos hasta tres ejemplares; prestados uno tras otro, nos
hemos quedado sin los tres. Sirva esta nota de recordatorio a alguno de los amigos olvidadizos.
(5) Lorenzo Cruz de Fuentes: La Avellaneda. Autobiografía y cartas de la ilustre poetisa hasta ahora
inéditas. Huelva, Miguel Mora, 1907. 8.º 155-[1] págs. Se reimprimió en Madrid, Imp. Helénica, 1914,
muy aumentado.
5
Pero si los eruditos anteriormente citados dejaron ricos materiales
con los que labrar la precisa arquitectura biográfica, quedan aún por
recovecos y rinconcillos algunos testimonios biográficos, de no gran
importancia si se quiere, pero siempre útiles para perfilar sucesos, precisar
fechas o descubrir matices inéditos en la rica y compleja variedad vital de
la autora del Baltasar. Entendemos que es deber de todos el ir sacando a
luz esos humildes relieves con destino a la futura construcción: cumplir, en
parte, esta obligación nos mueve a trazar hoy las presentes páginas.
Vamos a limitarnos a engrosar el caudal epistolar de Doña Gertrudis
Gómez de Avellaneda con casi cuatro docenas de cartas que estimamos
inéditas. Dada la enorme bibliografía –española y americana– sobre la
escritora6, no puede en modo alguno afirmarse de manera rotunda que los
textos a que nos referimos sean completamente desconocidos. Casi
tenemos la certeza de que lo son, pero es tan precaria la información
disponible que no nos permite arriesgar la seguridad: ¿quién puede haber
examinado cuaderno a cuaderno la multitud de revistas publicadas en estos
tres cuartos de siglo últimos?
Nuestra aportación está constituida por cartas cruzadas con Don
Manuel José Quintana (dos), Don Francisco de Paula Mellado (una), Don
Vicente Asuero (trece), Don Francisco Vila y Goyri (siete), Don Leopoldo
Augusto de Cueto (dieciocho) y Doña Dolores Cruz (una), todas las cuales
consideramos como inéditas, con las salvedades expresadas. Hemos
añadido una escrita a Don Ildefonso Antonio Bermejo y tres a Don Narciso
del Campillo porque, aunque citadas, sólo lo eran por extracto y no por su
texto completo.
El epistolario de Doña Gertrudis hasta hoy conocido lleva como
fecha más antigua el 13 de julio de 1839 (primera de las de la colección de
Cepeda) y como más moderna el 20 de abril de 1872 en que escribe al
crítico Don Manuel Cañete, su viejo enemigo. Entre ambas hay poco más
de cien textos, cantidad verdaderamente exigua si se tiene en cuenta la
activísima vida literaria, social y amorosa de la inteligente y gentilísima
Tula. La colección que ofrecemos abarca, como fechas límites, 1841 y
1871, es decir, las que median entre la primera edición de las Poesías y el
último volumen de las Obras, postrer trabajo suyo que vio impreso en vida.
Doña Gertrudis llegó a Madrid a fines de mes de agosto o principios
de setiembre de 1840 y se relacionó con la persona más influyente entonces
de los altos y bajos cenáculos literarios, el gigantón zamorano Don Juan
Nicasio Gallego. Desde el comienzo lo tuvo a su lado como protector,
crítico y cariñoso consejero poético, hecho que le abrió de par en par las
puertas de todos los grupos y reuniones: Zorrilla ha recordado en página
______________
(6) Un resumen bibliográfico hasta 1930 en el trabajo de Cotarelo.
6
admirable7
la presentación de Tula y Don Juan Nicasio en los salones del
Liceo. Para mediados de 1841 tenía ya dispuesta una colección de Poesías,
prologada por Gallego, y quiso darla enseguida a las prensas.
Tratóse de elegir impresor y, contra los consejo de su mentor, eligió
el establecimiento tipográfico de Don Francisco de Paula Mellado,
activísimo e inteligente, emprendedor de múltiples negocios que iban desde
los editoriales hasta los de seguros. A él va dirigida la primera carta de
nuestra colección, relativa, sin duda, a la puesta en venta del tomo de
Poesías. No conocemos biografía alguna del impresor Mellado y ello nos
priva de ofrecer aquí algunos datos complementarios. Parece que, a pesar
de los cuidados puestos, la obrita salió con numerosas erratas, contra las
que truena Don Juan Nicasio en una carta de 4 de octubre.8
Ya en circulación el volumen, comenzaron los grandes éxitos de
Tula. Ella misma nos ha referido, en su Autobiografía9
de 1850, la
magnífica acogida que tuvo y cómo la diputaron los principales genios de
la corte por una lumbrera extraordinaria. Siempre se ha asociado el nombre
de Don Manuel José Quintana (1772-1857) a los primeros pasos de la
poetisa en Madrid, pero no creíamos que el conocimiento personal hubiese
tardado mucho en producirse. Las cartas II y III, por el tono en que están
escritas, revelan que, por lo menos, hasta los últimos días de 1841 no se
trataban.
Al referirse en la Autobiografía a Quintana, dice que éste le escribió
una carta asegurándole que había leído sus versos “con un placer que hacía
mucho tiempo no sentía, y a veces con admiración y asombro”; los
biógrafos han repetido este juicio, que hoy se encuentra confirmado con la
epístola III de las que publicamos, pues aunque la forma no es igual, sí lo
es el fondo. Después de este primer contacto ya las relaciones entre ambos
escritores fueron normales e ininterrumpidas durante los quince años que le
quedaron de vida a Quintana, quien en 1844 dirige a la poetisa un conocido
soneto10
aplaudiendo el éxito de Alfonso Munio y en 1846 una carta que, a
juicio de Rodríguez García, es un madrigal en prosa11
, felicitándola por su
casamiento con Sabater.
Doña Gertrudis, por su parte, guardó a Don Manuel José un
entrañable afecto personal y literario y en ocasión tan solemne como la de
la Coronación leyó la soberana Oda que comienza: Allá en el centro de la
______________
( 7) José Zorrilla: Recuerdos del tiempo viejo, en Obras completas, Valladolid, 1943, tomo II, págs.
2051-2057.
( 8) Publicada por Figarola-Caneda, págs. 139-140: “ No me admira lo que usted me dice de Mellado,
pues como mil veces se lo tengo anunciado a usted, he creído siempre que la edición sería… y sobre todo
lo más incorrecta y… del mundo.”
( 9) La Autobiografía de 1850 se publicó en La Ilustración, Madrid, 1850, pág. 351.
(10) El soneto de Quintana, fechado en 24 de junio de 1844, puede verse en Cotarelo, op. cit., pág. 134.
(11) La carta, publicada por Figarola-Caneda, op. cit., págs. 173-174; el juicio de Rodríguez García en la
página 162 de su libro.
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hermosa Antilla, una de las mejores que salieron de su pluma12.
Miguel
Agustín Príncipe, repasando los asistentes al solemne acto, nos ha dejado
una rápida semblanza del momento:
¡Oh, cuánta vida, variedad y encanto!
¿Mas qué mujer es esa, hermosa, altiva,
Que la tribuna escala, en ansia viva
De alzar ferviente su armonioso canto?
¡Miradla! El Genio santo
La hizo un día trocar los patrios lares
Por mejor horizonte aquí en Castilla:
¡Vedla! Es la perla de la hermosa Antilla,
Perla á su vez de los hispanos mares… 13
Poco, muy poco después tendría Tula que volver a tomar la lira en
honor de su admirado Quintana y, con el triste motivo de su fallecimiento,
ocurrido en 11 de marzo de 1857, escribió cinco cuartetos que leyó en el
cementerio14
, antes de los discursos de Don Cristino Martos, Don Emilio
Castelar, Don Pedro A. de Alarcón y de las poesías de Navarro Rodrigo y
Vila Goyri. Por cierto que de resultas del enfriamiento cogido en la
necrópolis, padeció Doña Gertrudis un catarro pulmonar en los días
siguientes15
.
A Don Vicente Asuero y Cortázar, el famosísimo Dr. Asuero de
nuestros bisabuelos, van dirigidas las trece cartas siguientes. Era Don
Vicente natural de Nájera, en donde había visto la luz el lunes 27 de
octubre de 1806, pero residente en Madrid desde que tenía diez años; aquí
cursó con aprovechamiento la carrera de medicina, concluida el 20 de
mayo de 1833. Dotado de unas extraordinarias cualidades humanas y
científicas, perteneció Asuero a la brillante pléyade de los galenos que se
llamaron Sánchez de Toca, Corral y Oña, Fourquet, Villaescusa, Mata,
etcétera16
.
Ignoramos cuándo entabló relaciones con doña Gertrudis, pero hay
buenos datos para suponer que se conocieran a poco de llegar a Madrid la
poetisa, pues las cinco primeras cartas pueden fecharse en 1844 e indican
que entre ambos existía ya buena amistad. La IV va dirigida al domicilio en
que vivió Asuero17
hasta 1845; a la V acompaña billete para el estreno de
______________
(12) Figura la Oda en el folleto Coronación del eminente poeta D. Manuel José Quintana, celebrada en
Madrid, a 25 de marzo de 1855. Madrid, M. Rivadeneyra, 1855. Fol., 96 págs.; págs. 33-38.
(13) Miguel Agustín Príncipe: A D. Luis López en elogio de su bello y magnífico cuadro de la
coronación de Quintana, Oda. Madrid, Imp. Manuel Galiano, 1859. 4.º [2]-16-[2] págs.; el pasaje relativo
a la Avellaneda en las págs. 6-7 y alcanza dieciocho versos.
(14) Se imprimieron en el tomo I de las Obras literarias de la Avellaneda, Madrid, M. Rivadeneyra,
1869.
(15) Véase la carta número XXI de las que publicamos luego.
(16) Fermín Caballero: Biografía del Doctor Don Vicente Asuero y Cortázar. Madrid, Vda. de Aguado e
hijo, 1873, 4.º 227-[1] págs. y lám.
8
Alfonso Munio; en la VI anuncia el envío de una novela que acaba de
publicar, probablemente Dos mujeres, cuyo tomo IV, con fecha de 1843, no
debió de repartirse hasta bien entrado el año siguiente; va con la VII
reconvención por la ausencia y aviso de un viaje que no llegó a realizarse.
Cierra la que pudiéramos llamar primera serie de estas cartas una invitación
para el estreno de su drama nuevo –seguramente Egilona– y para tomar un
vasito de ponche en su casa después.
Mucha agua llovió entre esta invitación y la epístola siguiente,
escrita, aunque en nombre de la Avellaneda, por persona extraña. En el
período transcurrido desde el 7 de octubre de 1844 hasta el 19 de abril de
1858, se suceden18
sus borrascosos amores con García Tassara, casa y
enviuda de Don Pedro Sabater, reanuda las relaciones con Cepeda, tiene
lugar el áspero episodio académico tan conocido, y se registran en su
producción dramática desde los éxitos apoteósicos de La Hija de las flores
y Baltasar hasta el estrepitoso fracaso de Los tres amores. El 25 de abril de
1855 casó con el coronel Don Domingo Verdugo y Massieu.
El doloroso suceso a que se contraen las cartas IX-XVI ha sido
largamente estudiado por Cotarelo en un trabajo documentadísimo que
tituló Una tragedia real de la Avellaneda, y por ello vamos sólo a recordar
aquí sus líneas esenciales19
. El 20 de marzo de 1858 se estrenó en Madrid,
en el Teatro del Circo, donde actuaba la compañía del famoso Don Julián
Romea, el drama en tres actos y prólogo titulado Los tres amores. Dividido
el público desde casi el comienzo, hubo un grupo de reventadores que no
cesaron de interrumpir y protestar durante todo el tiempo que duró la
representación; no concluyó ésta (a pesar del respeto que debía inspirar la
presencia de los Reyes en el estreno) porque en el momento culminante del
drama, cuando uno de los personajes asegura “que hay gato encerrado”,
desde un palco platea cercano al escenario, sólo ocupado por hombres,
soltaron un gato vivo “el cual, asustado por las luces y gritería del público,
empezó a correr de un lado al otro hasta que pudo ocultarse: ya no hubo
más representación, que acabó entre jarana, risas y silbidos”.
A circunstancias extrañas a lo puramente literario se achacó entonces
este rotundo fracaso, y de una parte despecho de enemigos y de otra
resquemores políticos motivaron el gran disgusto de la Avellaneda, del cual
fue honrosísimo desquite el éxito clamoroso y extraordinario que logró,
veinte días después, con el estreno de Baltasar, una de las más hermosas
tragedias que se han escrito en lengua castellana.
Pero en la vida de esta extraordinaria mujer las coronas de rosas
siempre descansaron sobre acerado cerco de espinas: aún no saboreadas las
_______________
(17) Caballero, op. cit., págs. 36-37.
(18) Cfr. Cotarelo, op. cit., para todo este párrafo.
(19) Publicado en la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento, Madrid, 1926.
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mieles de Baltasar, el 14 de abril, don Domingo Verdugo se encontró en la
calle, a la una y media de la tarde, con un sujeto de malos antecedentes,
expulsado del ejército, Don Antonio Ribera, y tras breves frases violentas
que degeneraron en bofetadas, sufrió dos heridas de estoque, una ligera y
otra que le atravesó el pulmón derecho.
Dada la significación social y política del agredido, ni que decir hay
que todo Madrid se interesó en la cuestión. Pero dejando aparte por ahora
lo relativo al asunto, digamos que Doña Gertrudis rodeó al enfermo de los
mejores médicos que había en la Villa y no descansó un segundo, pegada al
lecho en el que yacía su marido. Asuero intervino desde el primer momento
en su calidad de amigo y de extraordinario facultativo: de la confianza en él
depositada da fe el párrafo siguiente: “Amigo mío, en V. pongo toda mi
confianza; pues aunque reconozco y respeto los conocimientos del Sr.
Sánchez Toca y estoy muy satisfecha del interés con que asiste a mi
esposo… yo acudo a V. pidiéndole que sea… el moderador de toda
impaciencia, y el que dirija con su prudencia y saber cuanto haya que
hacerse, contando con que yo apoyaré lo que V. indique… en V. deposito
mi confianza absoluta y nada se hará que V. no apruebe.”
Por espacio de dos meses, pues, la voluntad de Asuero en el caso de
Verdugo fue ley. Y que no se equivocaba Tula al depositar ciega fe en Don
Vicente lo prueba el hecho de que, a mediados de junio, se daba de alta al
enfermo y recibía el médico un tributo material de la gratitud eterna que le
guardaba la familia. Estas cartas, a más de los de tipo puramente médico,
nos suministran otros datos de carácter biográfico que habían escapado
hasta aquí a la diligencia de los investigadores.
Limítase Cotarelo a decir que salieron de Madrid los esposos ya
entrado el mes de agosto y se detuvieron en Bilbao algunos días, pasando a
Francia para tomar los baños de Bagnères de Bigorre; terminadas las aguas
“siguieron por el Mediodía de Francia hasta llegar a Perpignan, desde cuyo
punto entraron en España por Cataluña. Llegaron a Barcelona el 22 de
octubre [y allí permanecieron hasta que]… antes de mediar el mes [de
noviembre] salieron para Valencia, donde permanecieron el resto del año
[1858] y parte del siguiente”.
Pero, según se desprende de las cartas XIV y XV, el coronel y
Gertrudis fueron directamente a los baños de Panticosa, desde donde volvió
sola la Avellaneda, permaneciendo días en Madrid y preguntando a Asuero
detalles sobre la conveniencia de beber o no aguas sulfurosas y de ir o no a
los Pirineos franceses. Afirmativo debió de ser el consejo del galeno
matritense por cuanto consta la realización del viaje. La carta XVI, desde
Valencia, acusa lo poco favorable que eran los aires levantinos al
matrimonio Verdugo y nos testifica de cómo el coronel había hecho una
escapada a Madrid, con toda seguridad en diciembre del 58. Con ella
termina la parte conservada del Epistolario.
10
Las siete cartas siguientes van dirigidas a Don Francisco Vila y
Goyri (Madrid, 1830-1898), abogado y escritor a quien ya vimos figurar en
anterior párrafo como uno de los que leyeron poesías ante la tumba de
Quintana. Apasionado por la literatura, trató Vila a la mayor parte de los
escritores de su tiempo y, muy joven aún, formó parte del grupo de amigos
de Doña Gertrudis. No son de gran interés biográfico, pero suministran
datos sobre algunas de las lecturas privadas de la poetisa, el proyectado
viaje a Aranjuez y sus deseos de conocer al incipiente crítico teatral Don
Emilio Castelar, a quien no había tratado personalmente aún en 28 de abril
de 1857.
Mayor importancia tienen las dieciocho dirigidas a Don Leopoldo
Augusto de Cueto, Marqués de Valmar, entre 1856 y 1871. Conviene
recordar aquí que la Avellaneda pretendió en 1853 ingresar en la Real
Academia Española, sin conseguir sus propósitos, a pesar del interés que
por ella manifestaron varios miembros de aquella Corporación; el acuerdo
de que no fuesen admitidas señoras20
cerró las puertas a su pretensión y
puso una dedada de acíbar en la copa de sus éxitos. Como estas gestiones
académicas arrastraron en su caída la candidatura del Conde de San Luis,
los amigos literarios de éste se convirtieron en acérrimos detractores de
Doña Gertrudis, atacándola desde entonces los Fernández Guerra (A. y L.)
y los Cañete, críticos teatrales leidísimos, con verdadera saña21
.
Por eso, al dirigirse en la carta XXIV a Don Leopoldo, arranca con el
dolido párrafo siguiente: “Soy acaso el único escritor en España que jamás
ha alcanzado de ningún gobierno distinción ni recompensa grande o chica.
Mi sexo ha sido un eterno obstáculo a la buena voluntad que algunos
Ministros me han manifestado, y mi amor propio herido ha tenido, sin
embargo, que aceptar como buenas las razones que, fundándose siempre en
mi falta de barbas, se han servido alegar muchos hombres ilustrados para
justificar la excepción poco grata que se ha hecho de mí. He admitido mi
suerte de Paria literario, y no pido ni deseo gracia alguna personal.”
Esta actitud le sirve, sin embargo, para postular a favor de su
hermano Don Manuel, de cuya carrera diplomática hay curiosas noticias en
______________
(20) Contra lo que suele repetirse en artículos de periódicos, jamás mujer alguna se sentó, con título
justo, en sillón de la Real Academia. El precedente que se señala es un puro disparate. La Real Academia
Española hubiera aceptado gustosísima –si tal hubiera sido la costumbre- honrarse con la compañía de
Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, Doña Emilia Pardo Bazán o Doña Concha Espina. Quien hizo
excepción, abriendo sus puerta a una mujer, fue la Real Academia de la Historia, eligiendo a Mercedes
Gaibrois, colombiana que se hizo española por su matrimonio con el académico (español aunque nacido
en Italia) Antonio Ballesteros Beretta. Hoy ya existen varias señoras que son Académicas
correspondientes de la Española.
(21) Don Luis Fernández Guerra escribió unos obscenísimos versos injuriando a la Avellaneda, titulados
Protesta de una individua que solicitó serlo de la Academia Española, y fue desairada, que cita Cotarelo
(op. cit., cap. XIII); se imprimieron en la Floresta poética de varios autores, 2.ª serie, Madrid, 1901
(tirada de 30 ejemplares), págs. 4-8. Debo ejemplar de tan raro libro a mi muy querido amigo el Excmo.
Sr. Don José Subirá, de la Real Academia de San Fernando.
11
las cartas. Podemos clasificarlas en tres grupos bien definidos: comprende
el primero las escritas durante los años 1856-1857 (números XXIV-
XXXIV); el segundo está formado por dos (XXXV-XXXVI), enviadas
desde Sevilla en 1867, e integran finalmente el tercero las cinco (XXXVII-
XLI) referentes a la edición del último volumen de las Obras de la
Avellaneda.
Siempre tuvo la Avellaneda pasión por su hermano menor, Don
Manuel, y hay abundantes testimonios de afecto, tanto en cartas de la
poetisa como en la dedicatoria de alguna de sus obras. Los biógrafos han
señalado que nació en Puerto Príncipe hacia 1823 y que, llegado a España
con su familia en 1836, acompañó a la poetisa en sus viajes a Portugal y
Andalucía previos a la fijación de residencia en Madrid el año de 1840.
Escoto, que le ha consagrado una breve nota, cree que “la vuelta de la
Avellaneda a Cuba le llevó a seguirla, pues a principios de 1863 se
encontraba residiendo en Guanabacoa con su esposa. En dicho año regresó
a Europa y al siguiente volvió en busca de su hermana. Los medios de
fortuna que poseía le permitieron establecerse en París… Falleció en enero
de 1869.”
Pero lo que no recordamos que se haya dicho hasta ahora, y eso lo
ponen en claro las cartas, es que, gracias a la influencia de su hermana, fue
nombrado Cónsul. Las primeras gestiones las emprendió con el poeta Don
Nicomedes Díaz Pastor, y estaba a punto de alcanzar el logro de sus deseos
cuando tronó el Ministerio. Por fortuna vino detrás, como Ministro de
Estado, el Marqués de Pidal, trayendo de Subsecretario a Don Leopoldo
Augusto de Cueto, amigo de la poetisa, al cual escribe ésta en 20 de
octubre de 1857, planteándole la cuestión.
En 10 de noviembre ya había visitado al Marqués de Pidal,
conseguido de Narváez la promesa de apoyar sus pretensiones y escrito de
nuevo a Cueto enviándole en persona a Don Manuel, para que aquel
“tuviese la amabilidad de aconsejarle y dirigirle, atendiendo a que es
novato en el oficio enojoso de pretendiente”. Doña Gertrudis, por su parte,
hizo intervenir hasta al Rey consorte y al cabo logró sus deseos, viendo
nombrado a su hermano para el puesto de Cónsul en Malta, que comenzó a
desempeñar en enero del 58, y condecorado dos meses después. En
noviembre aún seguía Don Manuel en Malta y su hermana procuraba que
se le trasladase. Noticias literarias también las hay en las cartas dirigidas a
Valmar en el año 1858, relativas al drama Catilina y a Baltasar.
Dos epístolas conservamos del 1867, escritas desde Sevilla, y por
ellas sabemos que Don Manuel y su esposa vivían con Doña Gertrudis,
enfermos ambos. En la del 27 de abril queda doblada una hoja aplazando
conversación sobre tema espinoso, probablemente relativo al deseo de
Rivadeneyra de publicar alguna Antología de poetas americanos: la
12
presencia de un poetastro cubano impidió que Tula fuera tan explícita
como hubiera deseado.
Las cinco cartas últimas a Valmar están escritas en 1871, desde
Madrid, y versan todas sobre la publicación del tomo V y postrero de las
Obras que estaba imprimiendo. Como si la poetisa presintiera su inmediato
deceso, se ocupa con ansia verdaderamente febril de recoger el material
que habían de llevar los Apéndices; y no erraba en sus premoniciones,
porque pocos meses después de que viese la luz pública, falleció la autora
en 1 de febrero de 1873. Gertrudis Gómez de Avellaneda se muestra, en
estas cartas a Valmar, tan activa y emprendedora como siempre, pero las
enfermedades y achaques ponen un velo de tristeza en muchas de sus
líneas.
En el importante libro que consagró Don José Augusto de Cueto a la
vida en Cuba de la Avellaneda (1859 a 1864), dio a la estampa todas las
epístolas que pudo hallar relativas a esta época: siete en total. De ellas van
dirigidas dos a Don Gonzalo Peoli, otras dos a Don Emilio Blanchet y tres
a la Srta. Doña Dolores Cruz. Al hablar de estas últimas22
, dice: “otras
tantas cartas completaban esta correspondencia. De las extraviadas ofrecía
mayor interés la dedicada a las bellezas cubanas de aquel tiempo, con las
cuales quiso la Avellaneda formar un Album, rogándole a la señorita Cruz
le enviase su retrato y a la vez tratase de hacerlo también con los de
Serafina Montalvo, Encarnación Chacón y Rita Duquesne. Regalada dicha
carta por la señora Cruz a esta última, no se ha podido saber su paradero
después de la muerte de la señora Duquesne, ocurrida en Madrid el año
1900.”
Perdida, pues, en 1912 cuando escribía Escoto, no aparece en el
voluminoso libro de Rodríguez García ni en el casi exhaustivo de Don
Emilio Cotarelo. ¿Se ha extraviado definitivamente el original? En 1956
debimos a la fineza de nuestro amigo el Prof. Dr. Agustín del Saz,
Catedrático de Literatura en Barcelona, una fotografía antigua, amarillenta
ya, del autógrafo y lo incluímos en nuestra colección. El Dr. del Saz no
recuerda quién le obsequió con la reproducción, ni si la ha visto publicada
alguna vez. Acaso en tal revista o en cual hoja periodística haya sido
impresa: nosotros no la conocemos y, con las reservas dichas, la colocamos
al final de la serie.
La carta dirigida al Sr. Bermejo, probablemente el conocido autor de
La Estafeta de Palacio Don Ildefonso Antonio Bermejo, fue extractada por
Cotarelo, pero no impresa en su totalidad23
. Féchala en 1852, en marzo o
abril, puesto que parece referirse al estreno del drama Errores del corazón
y a la grave enfermedad de una hermana de Doña Gertrudis que falleció po-
________________
(22) Escoto, op. cit., pág. 41.
(23) Extractada por Cotarelo, op. cit., Apéndices, carta núm. 12.
13
co después.
Imprimimos también las cuatro cartas escritas a Don Narciso
Campillo porque tres sólo fueron reseñadas y, aunque una figure íntegra en
el libro de Cotarelo24
, parece conveniente conservar la unidad del
Epistolario. ¡Ojalá sigan apareciendo nuevos textos con los cuales ir
conociendo más y más los detalles de la vida y de la obra de la primera de
las poetisas en lengua española que ha habido en todos los tiempos!
*
* *
Unas notas finales sobre los domicilios de doña Gertrudis Gómez de
Avellaneda en España. Don Emilio Cotarelo25
, en 1915, estableció la lista
siguiente, en un apartado que tituló Casas diversas que en Madrid habitó la
Avellaneda:
1 En noviembre de 1840, calle del Clavel, núm. 3, 2.º
2 En marzo de 1843, Desengaño, 15, 2.º izquierda.
3 En junio de 1845, Horno de la Mata, 9, principal.
4 En febrero de 1846, Fuencarral, 2, entresuelo.
5 En febrero de 1847, San Marcos, 18, principal.
6 En febrero de 1850, Puebla 19, 2.º derecha.
7 En marzo de 1854, San Quintín, 8, 3.º derecha.
En… Pavía…
En 1867, Cantarranas, 5.
y 8 En 1873, Ferraz, 2, entresuelo. Aquí murió.
Nuestro querido amigo Don Ricardo García López (K-Hito), en
1956, hizo el recorrido literario de estas casas que antaño albergaron a la
poetisa26
e incorporó a la lista nuevos domicilios:
9 En 1845, calle de la Ballesta, 4, principal.
10 En 1850, calle del Carbón, 8, principal derecha.
y 11 En 1853, calle de Pavía, 2, entresuelo izquierda.
Creemos que en presencia del epistolario ahora publicado y de las
noticias dispersas en otros trabajos, pueden señalarse de manera aún más
precisa las distintas fechas y casas, suprimiendo, desde luego, la de
Cantarranas, 5, porque es calle de Sevilla y no de Madrid.
_______________
(24) Ibídem, Apéndices, núm. 19.
(25) Emilio Cotarelo: Examen de libros. Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Indicaciones
bibliográficas con motivo de un libro reciente, art. en BRAEsp. II (1915), 362-383; cfr. la pág. 381.
(26) R. García López: Itinerario de la Avellaneda en Madrid, donde se rectifican errores de algunos de
sus biógrafos, art. en Dígame, Madrid, martes 18 de octubre de 1955.
14
Veamos, pues, los datos exactos que tenemos:
1 1840 Clavel, 3, 2.º Carta n.º 26 a Don Ignacio de Cepeda.
2 1843 Desengaño, 15, 2.º izqda. Carta n.º 27 a Don Ignacio de Cepeda (13
de marzo)
3 1844 Jacometrezo, 50, pral. Carta n.º IV del presente epistolario.
4 1844 Montera, 51, pral., frente a Jardines. Carta n.º VI del presente
epistolario (3 de julio)
5 1844 Desengaño, 3, 2.º izqda. Carta n.º VII del presente epistolario.
6 1844 Independencia, 3, izqda. Carta n.º VIII del presente epistolario (7 de
octubre.
7 1845 Horno de la Mata, 9, pral. Carta n.º 32 a Don Ignacio de Cepeda (25
de julio).
8 1845 Ballesta, 4, pral. Carta a Don Gabriel García Tassara, publ. por
Cotarelo, cap. VIII.
9 1846 Fuencarral, 2, entresuelo izqda. Carta n.º 33 a Don Ignacio de Cepeda
(26 de febrero).
10 1847 San Marcos, 18, pral. Carta n.º 35 a Don Ignacio de Cepeda (14 de
febrero).
11 1850 Puebla, 19, 2.º derecha. Carta n.º 52 a Don Ignacio de Cepeda (4 de
febrero).
12 1850 Carbón, 8, pral. Derecha. Carta a Don I. Estrada, publicada por
Figarola, pág. 205 (3 de marzo).
13 1851 Pavía, 2, pral. Carta a Don Manuel Cañete, n.º 9, publ. por Cotarelo
(12 de diciembre).
14 1853 Pavía, 2 entresuelo izqda. Carta a Don F. de la Puente, publ. por
Figarola, pág. 212 (31 de enero).
15 1854 San Quintín, 8, 3.º derecha. Carta n.º 53 a Don Ignacio de Cepeda (26
de marzo); carta n.º XVII del presente epistolario (sin día ni mes); carta n.º
XVIII de ídem (jueves 8 de julio); carta n.º XXIV de ídem (20 de octubre) y
carta n.º XXXIV de ídem (26 de noviembre).
16 1871 Barquillo, 29, pral. izqda. Carta n.º XXXIX del presente epistolario
(15 de abril); carta n.º XL de ídem (24 de abril); carta n.º 2 al P. Coloma,
pub. por el P. Constancio Eguía en “Razón y Fe”, 1918, págs. 348-362 (23
de abril).
17 1871 Fomento, 1, triplicado, pral. derecha. Carta n.º 3 al P. Coloma pub.
en ídem (12 de setiembre).
18 1873 Ferraz, 2, entresuelo. Casa en que murió.
He aquí, pues, siete nuevos domicilios de la insigne poetisa.
______
Las cartas núms. 1, 2, 3, 17 a 23 y 42 pertenecen al archivo del autor;
las 4 a 16 al de Asuero; las 24 a 41 al de Cueto, y las 43 a 47 a la Biblioteca
Nacional de Madrid.
15
I. 1841.
Sor. D. Franco
. de Paula Mellado.
Muy Sor. mio: estoy conforme con cuanto V. se sirve manifestarme: Mañana
puede V. si gusta hacer publicar la obra designando pª la venta [sic] la libreria q.e
V.
elija y la de Hermoso, frente al derribo de S. Felipe el Real. Creo q.e nada mas nos resta
que hacer sino poner por duplicado el contrato, uno pª V. y otro pª conservarlo yo.
Siempre q.e V. se sirva favorecer mi casa tendrá en ello una satisfaccion su atenta
S.
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Creo q.e
deben mandarse ejemplares de la obra á todas ó á algunas de las
redacciones de periodicos. Yo me encargo de la del Conservador y de la Revista: mande
V. al eco de comercio y al correo nacional, y si gusta á la del Semanario, y al Diario un
aviso. Es inutil rubricar los libros: me basta su delicadeza de V. por garante.
II. 1841, diciembre.
Sor. D. Manuel Quintana.
Muy Sor. mío: no sé si es suficiente excusa de la libertad que me tomo, enviando
a V. un ejemplar de mis composiciones poéticas, el declarar que debo mi afición á la
literatura al entusiasmo con que, desde muy niña, leía y releía las poesías de V., y el
deseo que alimento, desde que vine á esta corte, de someter al juicio del poeta que más
admiro mis débiles ensayos.
De todos modos, yo espero de la indulgencia de V. que no vea en mi
atrevimiento sino una prueba del alto aprecio y consideración con que soy su más
apasionada admiradora.
Q. B. S. M.
Gertrudis Gómez de Avellaneda.
III. 1841, diciembre, 20.
Hoy lunes, 20 de Diciembre.
Sra. D.ª Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Muy Sra. mía de toda mi estimación: Antes de contestar a la muy lisonjera carta
de V. de mostrarle mi agradecimiento por el precioso librito que la acompañaba, he
16
querido enterarme de su contenido para proceder, segun suele decirse, con conocimiento
de causa. Esta es la razon de que mi respuesta no haya ido tan pronto como debía. He
leído, pues, el libro, y he vuelto a leerle otra vez, y aseguro a V. con la ingenuidad que
acostumbro, que hace algunos años no he visto versos que más me hayan gustado, ni
talento poético que se haga más estimar. Y cuidado que esto no estan para nada ni la
urbanidad que en semejantes casos se usa con los hombres, ni la indulgencia que la
galantería prescribe para con las señoras. V. es demasiado buena en dar a mis
mocedades de otro tiempo el influjo que me dice han tenido para sus bellísimas
inspiraciones. ¿Qué más pudiera yo desear? Entonces la obra de que con alguna razon
pudiera envanecerme sería esta colección que V. acaba de dar a luz con la que tanto
deberá honrarse el ingenio español de la época presente, y que eleva á un grado tan alto
la capacidad literaria del bello sexo.
Doy a V. en suma un muy cumplido parabien y me lo tomo yo mismo: y
agradeciendo en extremo, no solo su amable y cortes atencion, sino el gusto que me ha
proporcionado con la lectura de sus composiciones, quedo su admirador más sincero y
su atento seguro servidor Q. S. P. B.
Manuel Josef Quintana
IV. 1844
Sor. de Azuero
Mi estimado amigo: mi mamá, á la que tengo el gusto de tener ahora en mi
compañía, se ha sentido mala desde ante ayer, y hoy me dá tanto cuidado que ruego a V.
se sirva venir a verla cuando salga.
Vivo calle de Jacometrezo n.º 50 cuarto pral.
Siempre de V. afectísima
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
[En la cuarta plana del pliego:] Al Sor. de Asuero. Calle de la libertad n.º 1.
V. 1844, junio 13.
Suplico a mi amable amigo Asuero me favorezca aceptando la adjunta luneta
para la representacion de mi tragedia esta noche en la Cruz.
Soy su mas apasionada y atenta S. Q. S. M. B.
G. G. de Avellaneda.
[En la cuarta plana del pliego:] Sor. de Asuero.- Calle de la libertad n.º 1, 2, ó 3.
17
VI. 1844, julio 3.
Sor de Asuero.
Mi muy estimado amigo: días ha que pienso rogar a V. se sirva llegar un ratito
por casa; pero como estábamos de mudada he retrasado el hacerlo. Vivimos ahora calle
de la Montera n.º 51, cuarto pral.; frente a la calle de Jardines.
En los días que estuvo V. en la otra casa, a visitar a mamá, no tube nunca el
gusto de verle porque como me paso la noche escribiendo me levanto tardísimo. Por eso
estimaría que si no le es a V. molesto el venir de tarde lo haga, desde las cuatro hasta las
7 estoy en casa: tambien estoy de noche en siendo despues de las 9.
Puede V. venir el día que guste pues no es caso de enfermedad aguda sino una
indisposicion cuyo riesgo a mi entender es el que puede hacerse crónica.
Como soy aprensiva deseo que V. me diga si es o no cosa que merezca la pena
de curarse.
Me tomo la confianza de enviar a V. una novelita que acabo de publicar,
sintiendo que la impresión sea tan mala, tan plagada de erratas y en tan ordinario papel
que causa vergüenza.
Siempre muy de V. servidora y amiga q. s. m. b.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Hoy 3 de Julio.
[En la cuarta plana del pliego]: Sor. de Asuero.- Calle de la libertad n.º 1.- E.S.M.
VII. 1844.
Sor de Asuero.
Muy Sor. mío y amigo: aunque V. parece olvidado de mi ecsistencia yo no lo
estoy de la de V.
Desde que V. me ofreció ir un día a verme despacio, para tratar de la curacion de
mis males de boca he esperado inutilmente días tras días y meses tras meses. Dos veces
he enviado a su casa: la una me permití la confianza de enviarle un ejemplar de mi
última novela; y la otra una luneta para el teatro de la Cruz en el que se ejecutaba mi
tragedia Alfonso Munio. No he sabido siquiera si V. las ha recibido y me veo precisada
a ponerle estas líneas, escritas por cierto con una malísima pluma, a ver si consigo que
V. se acuerde de mi ecsistencia.
Siendo muy probable que emprenda un viaje en breve estoy cortando cuentas
con todo el mundo, y no he olvidado que le soy a V. deudora de la asistencia que prestó
a mi mamá en su indisposición, con la eficacia que V. acostumbra, y otras visitas que
creo le merecí en no sé qué otra ocasion. Deseo, pues, tenga V. la amabilidad de ayudar
a mi memoria, diciéndome su número y deseo tambien no irme sin ver a V. como amigo
y como a médico, pues tanto me complacerá un ratito de su amable sociedad como el
saber su opinion respecto a la fastidiosa indisposición que me obliga a mudar de aires.
Si V. quiere favorecerme con una visita, vivo ahora calle del Desengaño n.º 3,
cuarto 2.º de la izquierda. Deseo mucho ver a V. y deseo igualmente me crea su afecma.
18
S. Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
[En cuarta plana]: Sor. de Asuero.- b. s. m.- G. G. A.
VIII. 1844, octubre 7.
Mi apreciable y querido amigo: esta noche se ejecuta en el teatro de la Cruz mi
drama nuevo, y deseo lo honre V. con su asistencia.
Me permito la confianza de incluirle una luneta, y le ruego que, si no tiene
causas que se lo impidan, venga despues de la funcion a esta su casa, calle de la
Independencia n.º 3 de la izquierda; para que, en familia, tome conmigo y mi mamá un
vasito de ponche. No sé si el Drama será aplaudido o silbado; pero de un modo o de otro
siempre será para mí satisfactorio ver despues del fallo del público a un buen amigo,
que tomará parte en mi pena o en mi alegría.
Soy siempre de V. amiga apasionada y atenta servidora
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Hoy Lunes.
[Pliego con un grabadito en relieve y color representando un cisne negro cuyo cuello enlaza una
cruz con corona de flores. En la cuarta plana:] Sor. de Asuero, b. s. m.- G. G. A.
IX. 1858, abril 19.
Sr. de Asuero.
Muy Sr. mío: me encarga la Sra. de Avellaneda rogar a V. que esta tarde a las
cuatro y media se sirva concurrir a esta su casa para celebrar junta con los SS.
facultativos que asisten a su esposo.
Con este motivo se ofrece a V. su muy at.º S. S. q. b. s. m.
Francisco Cantillo
S/c. y Abril 19. lunes.
X. 1858, abril 23.
Sor. D. V. de Asuero.
Hoy Viernes.
19
Mi estimado amigo: Toca me ha dicho que avise a V. que mañana sábado, a las
9 y cuarto de la mañana, se reunirán VV. en el cuarto del herido para proceder a la cura
y mudanza de ropa, cama, etc. Yo he contestado que avisaré a V., y que resolverán
luego si conviene o no que sea mañana la cura y mudanza. Ahora bien, amigo mío, en
V. pongo toda mi confianza; pues aunque reconozco y respeto los conocimientos del
Sor. Sánchez Toca, y estoy muy satisfecha del interés con que asiste a mi esposo, he
oído acusarle de algo atrevido e impaciente, y yo acudo a V. pidiéndole sea el
moderador de toda impaciencia, y el que dirija con su prudencia y saber cuanto haya de
hacerse, contando con que yo apoyaré lo que V. indique.
No sé si entenderá V. estas desatinadas líneas escritas de prisa y entre gentes,
pero creo que su talento adivinará lo que no esté legible. Si hasta el día 13 o 14 de la
herida no puede responderse del enfermo, que no se le mueva antes. Me parece que V.
lo ha aconsejado así y le ruego que lo sostenga siempre que así convenga, pues repito
que en V. deposito mi confianza absoluta y nada se hará que V. no apruebe.
Su affma. Amiga y s.
Q.S. M.B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda
XI. 1858, abril.
Sor. D. V. Asuero.
Mi buen amigo: Toca no ha venido hoy, aunque se le ha mandado llamar, y
Echegaray no me satisface. Ruego a V. que venga a ver al enfermo, ahora que casi no
tiene fiebre a ver si antes del recargo se le da algo, pues se queja de ácidos en la boca y
presenta síntomas de empacho gástrico. Por lo demás está bien, pero lleva ocho
levativas [sic] sin efecto, y está desasosegado, y yo no sé qué hacer. Por Dios venga V.,
pues es imposible que un enfermo tan delicado esté como está sin que hagamos algo:
creo firmemente que lo que tiene es del estómago.
Espero a V. su affma.
G. G. de Avellaneda
XII. 1858, mayo 24.
Sor. D. Vicente Asuero.
Mi distinguido amigo: quisiera que V. (sin perjuicio de favorecerme cuando
quiera y pueda, y cuando yo vuelva a molestarle con mis insistencias), me hiciese ahora
el favor de enviarme a decir qué honorarios debe enviarle a V. por las visitas que a
diferentes horas ha hecho hasta el presente a mi pobre enfermo, y las consultas a que ha
asistido; toda vez que me permití llamar a V. como a persona de mi especial afecto y
aprecio, y que en eso nada tiene que ver, en mi concepto, el Juzgado, al que me dicen
han de presentar sus cuentas los otros Sres. facultativos, encargados desde el principio
de la asistencia del herido.
20
Al mismo tiempo que me dirijo a V. con la anterior súplica (porque yo no sé ni
puedo calcular en tales días el número de mis visitas y de las consultas a que se sirvió
concurrir,) le ruego también que si en lo que voy a decirle en seguida, respecto al
enfermo, halla V. algo alarmante, tenga la amabilidad de venir a verlo todavía, y lo más
pronto que pueda. Lo ocurrido es que ayer padeció una especie de indigestión; es decir,
tuvo dolores de vientre, flatos, y los orines volvieron a ser turbios. Hoy, en la
madrugada, hechó [sic] bastante sangre por la nariz, por el lado derecho; pero sangre
blanquizca, como mezclada con agua. También le salió por la boca un poco del mismo
humor, destilado sin duda de la nariz. El día lo ha pasado algo inquieto, y ahora que son
las diez de la noche, ha vuelto a echar otro poco de sangre, siempre acuosa, y me parece
que está algo debilitado y fatigoso, aunque dice que se siente bien.
Estas feas letras, escritas de prisa, no las recibirá V. hasta mañana martes 25.
Dios quiera que no ocurra antes otra novedad, y que la que le comunico a V. no le
parezca digna de atención.
Adiós, amigo mío, reciba V. mi agradecimiento, y si algo hay en ésta que no sea
conforme a la práctica dispénseme V. porque yo no tengo mi cabeza en disposición de
escribir con talento.
Su apasionada
Q.B.S.M.
Gertrudis Gomez de
Avellaneda.
“Hoy 24 de Mayo”.
XIII. 1858, junio 13.
Sor. D. Vicente Asuero.
Mi escelente amigo: es V. tan amable conmigo que me atrevo a rogarle se sirva
aceptar esa pobre coleccion de mis obras literarias más correctas, conservándolas con
esa bandejita del uso especial de mi marido, en recuerdo de nuestro afecto y de los días
en que tanto consuelo nos ha prestado V.
Humilde en demasía es la ofrenda que a su bondad rendimos, porque humilde es
tambien la posición de un pobre poeta-mujer y un militar de reemplazo, pero el
sentimiento que vive en nuestras almas es digno, me atrevo a decirlo, de las bondades
que a V. debemos y del altísimo aprecio que ellas se merecen. V. lo sabe así; V. no
despreciará la pequeñez de la espresión, estimando benevolentemente la grandeza del
sentimiento, y nosotros rogaremos a V. que completando las pruebas de cariño que nos
ha dispensado, y el orgullo que con ellas nos inspira, nos cuente siempre y en todas las
circunstancias, en el número de sus más ardientes y sinceros amigos.
Aun no hemos decidido qué aguas tomará Verdugo en este verano. Si V. nos
honra con vernos, antes de que comience Julio, espero que nos ilustrará con sus
consejos, y el enfermo no quiere escuchar otros.
Adios, amigo mío, no hallo palabras con que repetirle a V. como quisiera, que
nada iguala al aprecio y a la gratitud con que soy de V.
Admiradora y amiga
21
Q.S.M.B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda
de Verdugo
Hoy 13 de Junio-58.
XIV. 1858.
Sor. D. Vicente Asuero.
Mi querido amigo: el enfermo, que se enfadó mucho de que V. se fuese sin verlo
el último día que nos favoreció, le impone a V. en penitencia de aquella falta el que
brinde por la felicidad de su próximo viaje, y con tal objeto le ofrece las 4 botellas
adjuntas de vino de Canarias. Él pensó poder reunir algunos de sus mejores amigos
antes de la partida, llamándolos a honrar nuestra humilde mesa; pero como su estado no
le permite todavía hacer dignamente los honores bebiendo por VV., espera que VV.
serán tan amables que beban por él, recordando su resurrección.
Adios, amigo mío; llevamos en el alma sus recuerdos de V., y sus magníficos
discursos van en nuestro neceser de viaje, para ser nuestro recreo en la soledad
pintoresca del valle de Guesalivar.
Un abrazo de Verdugo y otro de su apasionada de V.
Gertrudis
[Sigue con letra de Verdugo:] Me reservo un par de botellas de mi paisano para
que a la vuelta, libre de males, como espero gracias a mis buenos amigos Esculapios y a
la protección divina, las despachemos en grata compañía, pudiendo yo dar al amigo
Asuero un estrecho abrazo que hoy no le es posible por su reuma y demás enclenqueses
[sic] a su muy afecto y apasionado
Verdugo
Dispense V. mis garabatos nerviosos.
XV. 1858.
Mi estimado y distinguido amigo: ¡cuánto sentí que la bestia de mi criada me
hubiese privado del gusto de ver a V. en días pasados, cuando tuvo a bien favorecerme!
Aunque estaba en el baño iba a salir al instante, y tomándose V. la molestia de
aguardarme diez minutos, como no dudo lo hubiera hecho, me habría proporcionado el
gusto de verle, y además la ventaja de preguntarle sobre cierta duda que se le ocurre a
Verdugo y me ruega consulte con V. En vista de que V. no ha querido repetirme su
visita, como osé esperar, y de que mi ignorancia sobre sus horas de V. me hace temer ir
inutilmente a su casa, me resuelvo hoy a valerme de la pluma para someterle la duda de
Verdugo que, como V. sabe, continúa en Panticosa y espera saber su dictamen de V.
para señalar el itenerario [sic] del regreso. Vamos a la cuestion. El médico de los baños
22
de Panticosa y varias personas amigas le aconsejan a mi marido que vaya a tomar las
aguas sulfurosas de los Pirineos franceses: otro médico que allí está, y que le merece
confianza al enfermo, le dice que no lo haga, porque aunque en efecto para la ulceracion
de la faringe le serían convenientes las indicadas aguas, son perjudiciales a toda herida
de la parenquina pulmonar (creo que esta es la palabra; si no es parenquina V. adivinará
el nombre que confundo con éste.) Entre estos dos dictámenes tan diversos, Verdugo
suplica a su buen amigo Asuero (son sus propios términos) que le diga si cree o no
acertado el que beba algunos días las aguas sulfurosas suaves: sea en Aguas calientes,
sea en Aguas buenas.
Transmitida a V. la súplica, mi querido amigo, solo me resta recordar a V. que le
quiere mucho y siempre desea verle y oírle
su affma. amiga
q.s.m.b.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
XVI. 1859, enero 3.
Sor. D. Vicente Asuero.
Valencia 3 de Enero – 59.
Mi estimadísimo amigo: al comenzar el nuevo año debo y quiero saludar a V. y
desearle mil felicidades. Verdugo, que estuvo en Madrid unos pocos días, fue dos veces
a ver a V. sin tener ninguna de ellas el gusto de encontrarle. Hoy, en cama con un fuerte
resfriado, me encarga que, ya que él no puede hacerlo por sí mismo, esprese a V. los
votos que forma por que el 59 sea para V. y su apreciable familia un año de ventura y
alegría. Creo que pronto podremos los dos tener el placer de repetirle de viva voz a V. la
espresion de nuestro afecto, pues este clima húmedo no sienta bien ni a uno ni a otro y
es probable que no nos resolvamos a permanecer en Valencia todo el invierno. Los
médicos de Barcelona aconsejaron a Verdugo no ir a Madrid durante los grandes fríos y
por eso nos tiene V. aquí todavía, pero, con perdon de la ciencia, me parece que el
consejo no fue del todo acertado, pues el convaleciente se halló perfectamente los días
que estuvo en esa, y en ésta no tiene un día bueno.
Ruego a V., amigo mío, que tenga la amabilidad de saludar en nuestro nombre al
Sor. de Olózaga, a quien tambien deseamos feliz año nuevo.
Concluyo por no robar a V. con la lectura de mis borrones un tiempo que sabe
emplear en bien de la humanidad, reiterándole con todo mi corazon la seguridad del
grande aprecio con que soy siempre su amiga y agradecida servidora q. s. m. b.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda
de Verdugo.
[Sigue con letra de Verdugo]: Puesto que tanto me ha visto V. en cama, querido
amigo, quiero que también conozca V. mis garabatos escritos sobre la almohada y
enviarle en ellos un estrechísimo abrazo de su eternamente reconocido amigo
D. Verdugo.
23
XVII. ¿1854?
Sor. D. Francisco Vila y Goiri.
Amigo mío: la grave enfermedad de mamá, que dura hace ocho meses, es la
causa de que V. no me vea en parte alguna, y de que rara vez pueda recibir á mis
amigos. Sin embargo, ahora que está mejor y que pronto salimos para los baños, deseo
charlar con V. un rato, y le aviso que estoy visible de noche desde ocho a doce. Una de
ellas creo que leeré en mi despachito (pues el resto de la casa está trastornado con
motivo de la enfermedad de mamá,) una comedia destinada á abrir el teatro de Romea
en la próxima temporada. Me alegraría mucho que V. la oyese y me dijese su opinión;
así si V. se deja ver pronto convendremos en el día de la lectura. Mis amigos los
Cañetes, Ochoas, Tamayos, etc. se preparan sin duda á repetir las escenas con que
solemnizaron el estreno de mi drama último; pero me importa poco si mi nueva obra
merece el agrado de mis amigos inteligentes, y puedo contar con que algunos de ellos la
juzgarán por la prensa, cuando llegue el caso de oponer la verdad y el criterio á las
sandeces y mentiras de ciertos folletinistas, deshonra del periodismo.
Sobre esto y sobre todo lo que V. me indica en su carta del 30, hablaremos
cuando V. venga por esta su casa, calle de S. Quintín n.º 8 – 3.º dha.
Su siempre afecta amiga
Tula.
[Sobrescrito]: Sor. D. Francisco Vila y Goiri. Calle de Barrio Nuevo n.º 15 cto.
2.º
XVIII. ¿1854?
Hoy 8 de Junio – Jueves.
Amigo Vila: contesté a su carta de V. hace días, pero como no he tenido el gusto
de verle como esperaba, ni me ha respondido nada á lo que le decía respecto á la lectura
de mi nueva obra, le pongo hoy á V. estas feas letras, para advertirle que mañana
viernes á las 9 de la noche, debo leer la comedia á dos ó tres amigos y que celebraría
viniese V. No es reunión literaria, ni cosa que se le asemeje; sino lectura familiar, tan de
confianza que me permito hacerla en mi despachito, pues con la larga enfermedad de
mamá y los preparativos de viaje, mi casa está toda trastornada. No deje V. de venir á
oirme mi obra y á decirme su parecer.
Vivo, ya sabe V., calle S. Quintín n.8 – 3.º dha.
Su siempre amiga
Tula.
XIX. 1855, enero 2.
Amigo Vila: ruego á V. que me haga el obsequio de hacer llegar á manos del
director de la España Musical la adjunta carta, contestación á una suya; pues ignoro
donde vive.
24
He estado y estoy enferma. Déjese V. ver: deseo saber en qué teatro se dará por
fin la Ana Bolena, cuyo juicio crítico escribiré en las Novedades.
V. mientras tanto, me hará el fabor de anunciar en la Union que se prepara en la
Cruz la representación de mi comedia Oráculos de Talía ó los duendes de palacio,
añadiendo (porque me conviene mucho,) que es obra leída á algunos de mis amigos y
aceptada por el teatro desde principios del verano último, y cuya ejecución se ha
dilatado con motivo de los sucesos políticos que alejaron á la gente de los teatros.
Le pongo á V. estas feas líneas en cama ¡así van ellas!
Su amiga de V.
Tula
Deseo á V. felicidad en el nuevo año.
Hoy 2 de Enero.
XX. 1855, febrero 9.
Mi querido amigo Vila: esta noche se hacen en la Cruz dos juguetes que he
escrito. Hasta ahora que son las cuatro y media de la tarde, no he recibido las 6 butacas
que como á autor me reservan. El temor de que V. no esté ya en su casa, ni vuelva á
tiempo de aprobechar una de dichas localidades, hace que no me resuelva á incluirla en
esta, por no esponerme á inutilizarla. Si V. puede asistir, y no tiene ya otra localidad, y
recibe estas lineas a tiempo, ya sabe V. que puede enviar ó venir á recojer una butaca de
las 6 que tengo. Yo reservaré una hasta ultima hora por si V. dispone de ella.
Adios mi buen amigo, hasta la vista.
Tula.
[Sobrescrito:] Sor. D. Francisco Vila y Goiri.- Calle de Barrio nuevo n.º 15 cto. 2.º
XXI. 1855, marzo 30.
Mi estimado Vila: un atroz catarro pulmonar, que saqué de la coronación de
Quintana, me ha impedido contestar á V. antes. No tengo mas libro de los impresos por
la comision que uno encuadernado con lujo que me ha regalado dicha comision, y aun
este está en manos de una amiga desde el dia que lo recibí. Mi oda, aunque con erratas,
ha salido en varios periódicos.
Creo que me iré á Aranjuez unos días, y por si no nos vemos antes me despido
de V. cariñosamente hasta Pascuas.
Su muy amiga
Tula
Hoy 30.
25
XXII. 1857, marzo 15.
Mi estimado Vila: creo que el lunes 16; es decir, mañana, por la noche, á eso de
las 8 y media, vendrá á casa Martos, y quizá tambien Castelar y Alarcon, con objeto de
oirme el Baltasar. Esta lectura podrá ser decisiva para la suerte del drama, pues quizá
me decida á darlo á la escena ó á dejarlo dormir indefinidamente, porque prestaré fé á la
opinion sincera é imparcial de jóvenes inteligentes y no mezclados todavía en intrigas
de bastidores. Mucho me alegraría que si V. tiene gusto en conocer mi obra asistiese
tambien á su lectura, y me prestase como los demas su leal consejo; pero le advierto á
V. que no se trata de reunion literaria sino simplemente de una lectura de sucios
borradores, hecha por mi en mi mismo cuartito-escritorio, á tres ó cuatro amigos, todo
lo mas; pues hasta pudiera ser mi auditorio mucho mas reducido; como que yo solo con
Martos cuento, y espero que este me traerá quizá á sus amigos nombrados, por que asi
se lo he encargado, pero no tengo certeza de ello. Si V. viene seremos por junto media
docena de personas, que es cuanto cabe en mi chiribitil.
Su amiga de V. sincera.
Tula.
Hoy 15 de marzo.
XXIII. 1857, abril 28.
Amigo Vila: mañana miércoles leo mi drama Catilina en casa de mi amiga la
Sra. de Leon, (Plaza de Oriente n. 4 cto. 2.º) á las 9 de la noche. Tanto mi amiga como
yo rogamos á V. que no nos falte, y que nos lleve á Castelar, pues deseo conocerlo y oir
su voto respecto á mi obra. La reunion, adviertaselo V. asi, no tiene caracter literario: es
una mera reunion, muy reducida, de amigos de confianza.
Su amiga de V.
Tula.
Hoy 28 – martes.
XXIV. 1856, octubre 20.
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Muy Sor. mío y amigo: la amabilidad de V. me anima a dirigirle estas líneas
pidiéndole directamente un favor, porque no me agrada que se me dispense por ageno
empeño lo que por mí misma no merezca.
Diré a V. en las menos palabras posibles cual es el obsequio que me permito
esperar de V. y los motivos en que me fundo.
Soy acaso el único escritor de España que jamás ha alcanzado de ningun
gobierno distincion ni recompenza [sic] grande o chica. Mi sexo ha sido un eterno
obstáculo a la buena voluntad que algunos Ministros me han manifestado, y mi amor
propio herido ha tenido, sin embargo, que aceptar como buenas las razones que,
fundándose siempre en mi falta de barbas, se han servido alegar muchos hombres
26
ilustrados para justificar la escepcion poco grata que se ha hecho de mí. He admitido mi
suerte de Paria literario, y no pido ni deseo gracia alguna personal, pero he creido que
podía utilizar los buenos deseos a mi favor en beneficio de mi único hermano de padre y
madre, cuyos intereses y los míos son comunes ambos. En este concepto le indiqué a
nuestro amigo Pastor Díaz, pocos días antes de su salida del Ministerio, que le
agradecería como la mayor señal de aprecio que pudiera dispensarme, el que nombrase
a dicho mi hermano cónsul en cualquier ciudad de Francia, Italia o Portugal, pues posee
los tres idiomas y ha pasado la mayor parte de su vida en aquellos países. A pesar de
haber acudido tarde, Pastor Díaz me dió muy gratas esperanzas, pero cayó dos días
después, y las creí desvanecidas al pronto. Luego las circunstancias de ser V.
Subsecretario, y Ministro de Estado el Sor. Pidal (que aunque no es persona con cuya
amistad pueda contar, es demasiado ilustrada para que no espere, confiada, su
benevolencia) me han devuelto en parte las esperanzas perdidas. He creido que ni el
Sor. Pidal ni V. verían una pretension atrevida en las que yo les dirigiera a favor de mi
hermano, que es sujeto conocido, de talento, de actividad, y que aunque no está afiliado
en ningun partido político, (pues ha pasado su vida casi toda en viajes) siempre ha sido
reputado entre los que le tratan por hombre de ideas moderadas y monárquicas. He
creido tambien que podía prometerme el apoyo de V. cuando le dijera que lo que pido
para mi hermano será para mí la primera y la más lisonjera muestra de benevolencia que
recibiré del gobierno de mi país, al que no he merecido nada hasta ahora; y que el
Ministro de Estado, que no negará a V. lo que deseo, si V. tiene la bondad de interponer
su influencia, tampoco desairará a una dama que, bajo los auspicios de V. y del poco o
mucho merecimiento que pueda alegar por sí misma, le pide una única gracia, sin
molestarle con multitud de empeños ni con importunas visitas.
Si el Sor. Pidal quiere oírme y V. lo cree necesario al buen éxito de mi deseo, las
líneas adjuntas podrán facilitarme el gusto de verle en su casa o donde guste; pero si V.
no estima conveniente el hacerme el obsequio de entregar dicha carta al Ministro, yo no
insisto en ello, y me confío completamente a V., segura de que hará en todo lo que sea
más útil, y que no me engaño al esperar de V., cuando menos, una respuesta franca y
leal.
Soy siempre de V. amiga y affma s.
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda
“Octubre 20”
[Al principio de la carta, ángulo sup. izdo.:] C[ontesta]da/. [Ángulo sup. derecho:] (1856)
Octubre. 20. [Entre el encabezamiento y el texto, letra del marqués de Valmar:] D. Manuel Gomez de
Avellaneda.=Ce de S. quintin 8, 3.º dra.
XXV. 1856, noviembre 10.
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Mi muy estimado amigo: siguiendo el consejo de V. tuve el gusto de hablar al
Sor. marqués de Pidal de la pretension de mi hermano a un consulado, y hallé al
Ministro tan amable como me lo prometía de su conocida bondad y finura. Me
27
manifestó que siendo el interesado hombre nuevo en los destinos públicos, solo debía
aspirar a un consulado modesto, de los que llaman de entrada; pero me hizo esperar que
un destino de los de dicha clase no le sería negado. Repetidas veces me dijo que si
podía me dejaría complacida; y como yo sé que puede y creo que quiere, concibo
esperanzas que encuentran nuevo apoyo en el Duque de Valencia, que me dispensa de
muy antiguo una buena amistad, y que ahora me ha ofrecido recomendar eficazmente
mi asunto a su digno compañero de gabinete. Pero a pesar de todo, temo, por la poca
importancia de tal asunto, que sea olvidado completamente, y esos temores me mueven
a recurrir a V. de nuevo, rogándole me dispense el gran obsequio de recordar al
Ministro, cuando lo juzgue oportuno, mi humilde pretensión. Sin esto, toda su
benevolencia, que tanto agradezco; todo el valor de la mediacion del Duque, que
aprecio en lo mucho que merece; todo, amigo mío, sería quizás inútil para mí; pues
caería en el olvido con mis gratas esperanzas, sin tener ni aun el derecho de quejarme
del Sor. de Pidal, pues no será ciertamente culpa suya el que no se grabe con hondura en
su memoria una cosa tan pequeña a sus ojos.
Mi hermano (portador de esta carta porque desea dar a V. gracias por habernos
puesto en camino de tan buenas esperanzas), no se atreve a nada, receloso de importunar
y hacerse pesado. Yo agradecería a V. mucho que tuviese la amabilidad de aconsejarle y
dirigirle, atendiendo a que es novato en el oficio enojoso de pretendiente, y que tanto le
pesaría parecer importuno como descuidado.
¿Qué más diré a V.? ¿Qué me perdone tantas impertinencias, con las que abuso
de su galantería?... Si no contase con ese perdon confieso que no caería en la culpa, por
consiguiente toda la causa del mal está en V. que me ha hecho concebir tan gran opinion
de su bondad y cortesía.
Adios, amigo mío, aprovecho con gusto la nueva ocasion de repetirme con los
más distinguidos sentimientos, su affma. y atenta s.
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
“Hoy 10 de Novbre” [1856]
[Al principio de la carta:] Vi a su hermano.
[Entre el encabezamiento y el texto:] Contestada en 11 de Nov.e
[Ambas notas de letra del Marqués de Valmar].
XXVI. 1856, noviembre 18.
Excmo. Sor. D. Leopoldo de Cueto.
Muy Sor. mío y amigo: el día que segun quedé con V. debí ir a la Secretaría de
Estado para hablar por tercera vez al Sor. Marqués de Pidal, me fue imposible hacerlo,
porque desde la noche anterior me hizo tomar cama un atroz catarro, que aun me
molesta mucho. Luego, los sucesos de Málaga, que sin duda ocuparan estos días la
atencion del Gobierno, me parece que hacen inoportuno el recuerdo de mi asuntito, asaz
insignificante para él, y creo que lo mejor que puedo hacer por el momento es esperar
en silencio. Pero como V. podrá estrañar ese aparente olvido despues que ha tenido la
amabilidad de prometerme que detendría la resolucion de ciertas cosas hasta saber en
28
qué quedábamos, juzgo una obligacion mía el decirle a V. mi parecer, para que si
desaprueba mi deseo de aguardar sin hacer nuevas gestiones, se sirva indicármelo
francamente, a fin de no llevar a cabo aquel propósito. Nada sé del Sor. Duque de
Valencia desde el día que tuve el gusto de ver a V.; nada del Sor. Marqués de Pidal;
nada tampoco de V., y así las cosas no han adelantado un solo paso. Ignoro si V. por su
parte sabrá algo de nuevo, pero creo que no, toda vez que no me ha dicho cosa alguna.
Dejando por un instante el enojoso papel de pretendiente, ¿me permitirá V. que
le manifieste otro deseo mío, que no tiene que temer la severidad de sus principios de
V.?... Me dijo V. el otro día, cuando favoreció esta su casa, que debía yo reunir a mis
amigos para leerles mi drama Catilina. Yo he pensado que acaso no le sería a V. facil,
por las obligaciones de su actual destino, dedicarme un par de horas, y como toda
lectura que yo pueda hacer a mis amigos sería para mí doblemente grata y provechosa
contándose V. en el número de aquellos, no he resuelto promover una reunión literaria,
(que la larga y penosa enfermedad de mi madre hacen, por otra parte, casi imposible en
mi casa), sino enviar a V. mi manuscrito. Y bien, ¿querrá V. tomarse la pena de leerlo
en sus momentos libres? ¿Me permitirá V. poner en sus manos, incorrecta y todo como
está, mi nueva obrita, pidiéndole su sincero y respetable fallo sobre ella? Si, con toda
franqueza V. me dice que sí, lo estimaré como un gran favor, y si me dice que no
usando de la misma franqueza que reclamo, no me daré por ofendida en lo más mínimo.
Deseo no solo que V. lea mi última producción dramática, sino que también quisiera
que se la hiciera conocer al Duque de Rivas, cuya opinion merece todo respeto tambien,
por lo que, siempre que he podido, la he consultado con empeño. Tengo mucha
desconfianza respecto a este drama cuya índole es tan peligrosa y difícil, y solo si
mereciera la completa aprobación de dos personas tan inteligentes y desapasionadas
como V. y el Duque, me atrevería a lanzarlo a la escena. Si V., antes de leer la obra, lee
el prólogo con que la encabezo, se hará cargo del género de trabajo que he tenido que
emplear en la confeccion de ella, y las grandes dificultades que me han detenido muchas
veces.
Aguardo que, cuando V. pueda buenamente, me diga si puedo mandarle mis
cuadernos desaliñados; y aguardo tambien que, no obstante esa rigidez que me da
miedo, no empleará V. su hábil y fascinadora palabra en daño de mi pobre pretensión
con el Ministro; pues si tal hiciera V. me daba desde ahora por vencida. Tengo la
convicción de que en estas circunstancias puedo dirigirle a V. aquel ruego de cierto
caudillo a Dios.- Sed siquiera neutral y la victoria es nuestra.
Adios, amigo mío, de todos modos es y será de V. atenta y apasionada servidora
Q. S. M. B.
Gertrudis Gz. de Ave-
llaneda
Hoy 18-Novbre. 1856.
XXVIII 1856, noviembre 21.
Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto.
Muy Sor. mío y amigo: aunque no he tenido todavía contestacion a mi carta
anterior, vuelvo a molestar a V. con estas cortas líneas, porque hay una novedad
respecto al asunto que me interesa, y creo que debo comunicarla a V.
29
Como nada sé del Sor. Duque de Valencia despues de mi conversación con él, ni
tampoco de V., ni del Sor. Marqués de Pidal, y tuve ocasion ayer de hablar a S. M. el
Rey, seguí el consejo que V. mismo me dio, y le dije algo sobre mi pretension y el
estado en que se encuentra. S. M. se dignó escucharme con suma bondad e interés, y me
dispensó la honra de encargarme que le dijese a V. (puesto que tenía el gusto de
tratarle), que tuviese V. la amabilidad de detener un poco toda resolucion definitiva
tocante al asunto en cuestion, porque S. M. hablará pronto sobre esto al Sor. Ministro de
Estado, y hasta entonces no quisiera se determinara el éxito de mi pretension.
Autorizada para ello por S. M. le digo a V. lo que ha pasado y espero me perdonará V.
que tan a menudo le moleste con este asunto, que deseo vivamente quede pronto
decidido de un momento a otro, aunque no sea más que para no verme obligada a abusar
de la benevolencia de mis amigos por más tiempo.
Siempre muy de V. amiga affma. servidora
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Hoy 21 de Novbre. 1856.
[Al principio de la carta, letra del Marqués de Valmar:] Creo que influyó poco en el asunto la
recomendación del Rey D. Francisco. Por consideración a la ilustre escritora se concedió a su hermano un
consulado de entrada.
XXVIII. 1856.
Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto.
Mi estimadísimo amigo: doy a V. gracias, y se las repetiré mañana de viva voz;
pues iré a esa Secretaría con dicho objeto, y con el de llenar igual deber respecto al Sor.
Marqués de Pidal. Se lo aviso a V. para que, si es posible, no me haga esperar mucho el
gusto de llegar hasta V. y hasta el Ministro. De tres a cuatro creo que es la hora en que
V. me indicó era más facil el ver a Vds., y será, por tanto, la que escoja.
Siempre esperé –porque las mujeres tenemos una esperanza muy obstinada– que,
a pesar del empeño que V. ponía en que le creyera más sincero que galante, mi
pretension sería al cabo favorablemente resuelta, hallando en V. algo más que la
neutralidad que le pedía, y que V. desde luego prometió. Quedo igualmente agradecida
a todas las personas que me han prestado su apoyo, y crea V., amigo mío, que el placer
que tengo por haberles merecido tanta benevolencia a todos, es para mí de más aprecio
que el que recibo con poder pagarle a mi hermano una deuda de cariño.
Gracias tambien por la amabilidad con que V. se presta a leer mi Catilina, y a
hacer que lo lea el eminente poeta Duque de Rivas. Tendré gran satisfacción en saber el
juicio de VV. sobre aquella obra, y no dudo que me lo diran con toda franqueza. Otro
Catilina, creo que de Díaz, se pone en escena pronto, lo cual hace que aun cobre mayor
temor de dar despues el mío. V. me dirá también, ¿no es verdad? lo que sobre esto crea
conveniente.
Adios, mi estimado amigo, hasta mañana, en que irá a robarle a V. un momento,
su affma.
30
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez de Ave-
llaneda
XXIX. 1857, enero 16.
Excmo. S. D. Leopoldo A. de Cueto
Muy Sor. mío y amigo: estoy llena de inquietud por mi hermano, cuya última
carta es del 26 del pasado en Marsella. Me decía en ella que al día siguiente se
embarcaba a pesar de que el tiempo era pésimo, y que apenas llegase a Génova me daría
sus órdenes para que le librase cierta cantidad. Como V. vé es muy raro que si ha
llegado a Génova guarde tan largo silencio, cuando no solo era natural que escribiese
para sacarme de inquietud sino tambien para decir cuando y a donde se le había de
dirigir la libranza que necesitaba. Luego, se sabe que más de 300 buques han perecido
en las aguas de Malta: que en todas partes los temporales han sido espantosos. Mis
temores, pues, no pueden ser por desgracia mas justos, y suplico a V. que se sirva
preguntar al cónsul de Marsella, (al cual tuvo que presentarse mi hermano,) cuando
salió éste para Génova, en qué buque, y las noticias que el consignatario de él en
Marsella haya tenido. También me hará V. un gran favor preguntando al Cónsul de
Génova si llegó allá y se presentó a él D. Manuel G. de Avellaneda cónsul de Malta, y si
sabe cuando dejó a Génova y en qué buque salió.
Ruego a V., amigo mío, que no deje de hacer las indicadas preguntas lo más
pronto, pues me encuentro en inesplicable angustia con las malas noticias que corren y
el silencio estrañísimo que guarda mi hermano. Confío en su buena amistad que lo hará
así, y me comunicará cuanto sepa, y me reitero su amiga y servidora
Q. S. M. B.
Gertrudis G. de Ave-
llaneda.
Hoy 16 de Enero”
No se ría V. de mis repeticiones y del estilo destartalado de estas líneas. Mi
cabeza no está para nada hace 24 horas, y me siento completamente estúpida.
XXX. 1857, enero 21.
Excmo. Sor. D. L. A. de Cueto.
Muy Sor. mío y amigo: mi marido ha ido dos veces a ver si lograba hablar con
V. o con el Sor. Méndez Vigo, para saber si había en ese Ministerio algunas noticias de
Malta, posteriores a las del 9, o si los Cónsules de Génova y Marsella decían algo que
nos sacase de la cruel incertidumbre en que estamos. Como desgraciadamente nuestras
oficinas públicas están cercadas de una muralla más difícil de salvar que la del Imperio
Celeste, y ese Ministerio suele no tener porteros muy urbanos, mi marido no ha
conseguido llegar a la sagrada puerta, y ha vuelto, despedido con cajas destempladas
31
por los amables conserges. En vista de ello me veo en la necesidad de volver a molestar
a V. con la lectura de otras líneas, que son éstas, escritas en cama donde me hallo
enferma. Suplícole a V. que si reputa suficiente excusa de mi insistencia en
importunarle la acerba inquietud en que se encuentra toda mi familia por la suerte de mi
hermano, me haga saber por un recado verbal, o como quiera, si se sabe ya algo en esa
Secretaría.
Perdone V. repito, tanta pesadez; pues las mujeres como no hacemos política
gastándonos en ella, conservamos corazón todavía, y tenemos por primer interés
nuestros afectos.
Siempre de V. amiga y servidora
Q. S. M. B.
Gertrudis Gz.
de Avellaneda.
“Hoy 21 de Enero.”
XXXI. 1857, febrero 27.
Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto.
Muy Sor. mío y amigo: suplico a V. que si no ve en ello inconveniente, me haga
el favor de incluir la adjunta carta en los pliegos que salgan de esa primera Secretaría
para nuestro Embajador en Nápoles. Si hubiese inconveniente me hará V. el obsequio
de devolverme dicha cartita.
Aprovecho con gusto esta oportunidad de felicitar a V. por su nombramiento de
Consejero Real, que he sabido con satisfacción. Tambien aprovecho la ocasion de
rogarle que, si ha leído ya mi drama Catilina, se sirva devolvérmelo, pues una actriz se
empeña en hacerlo para su beneficio, y aunque creo imposible su reparto, quiero que lo
lea ella y conozca por sí misma las dificultades.
Mucho me alegraría de conocer su opinion de V. respecto a la nombrada obra; su
opinion de V. franca, sincera, por desfavorable que pueda ser; pues nunca lo será más
que la que yo tengo del desempeño de aquel trabajo difícil, que emprendí con harta
ligereza. Pero como creo probable que V. no tenga tiempo ni humor para satisfacer mi
deseo, no insistiré en apoyarlo. El Baltasar ha sufrido grandes modificaciones, creo que
ventajosas, pero no me determino a darlo a la escena todavía. Antes y cuando haya
ocasion de pretenderlo sin ser demasiado pesada e inoportuna, rogaré a mis amigos que
oigan la lectura de aquella obra, que será la última que someta al fallo del público.
Perdone V. que le hable de literatura en días que debe ocuparle intereses más
graves, y vea en ello, si bien una inoportunidad, una prueba tambien de la amistad y
grande aprecio con que soy su atenta servidora.
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez de
Avellaneda
Hoy 27 de Febrero 1857.
32
XXXII. 1857, marzo 4.
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Muy Sor. mío: con esta fecha escribo al Sor. Ministro de Estado pidiéndole un
pequeño favor, que creo justo, y me atrevo a rogar a V. que apoye mi instancia. Lo que
pido es simplemente una condecoracion insignificante para mi hermano, que de los
treinta y tantos cónsules que hay en Malta, es el único que no tiene ninguna cruz. Solo
aspiro para él a la d S. Juan, que allá vale algo todavía, aunque aquí no hay persona
decente que quiera llevarla. Le digo al Sor. Ministro que mi hermano desea dicha Cruz
porque ahora mismo sabe que el cónsul francés lo ha recomendado a su Gobierno para
que se le dé la de la legión de honor, por servicios que (con su pasmosa actividad), ha
logrado prestar al cónsul de Francia. Sabe tambien que Parma, cuyo consulado ejerce
interinamente, quiere recompensarle con otra condecoracion lo bien que le sirve,
nombrándolo al mismo tiempo su cónsul en propiedad: para darle dicho nombramiento
la pregunta el Ministro Parmesano cuales son sus condecoraciones, a fin de espresarlas
en el título; y como V. comprenderá, al pobre cónsul Español le causa tanta vergüenza
el haber de contestar que no tiene condecoracion ninguna por su Gobierno, que ha
preferido callar, esponiéndose casi con su raro silencio a no recibir el honroso
nombramiento que se le ofrece. Por todo esto creo que estimará infinito el recibir pronto
cualquier cruz o cintajo de las de aquí se prodigan tanto, y en esta persuacion [sic]
estimaré yo tambien muchísimo a V. que, en esto, que no lastima en lo mas leve su
severidad de V., me dispense el apoyo que cuando la cuestion del consulado no creyó
deber concederme, a pesar de su buena voluntad en mi obsequio. Ya he dicho a V. que
preferiría la Cruz de S. Juan, libre de gastos, pues hartos hace el pobre cónsul de Malta
en aquel país escandalosamente caro, y en el cual no podría vivir, ni aun pobremente, si
no tuviese más recursos que su sueldo. Creo que aunque nuevo en la carrera, mi
recomendado no me deja mal, pues me asegura que se porta bien, y el vice-cónsul
mismo me escribe que ninguno de sus antecesores habían merecido en el país tantas
muestras de simpatía y aprecio, ni tanta reputacion de empleado celoso e inteligente
como mi hermano, a quien califica de un Hércules para el trabajo. Dígnese, pues, el
Sor. Subsecretario dispensarle, ahora que la merece, un poquito de protección, y
obligará con ello a su affma. amiga y servidora q.s.m.b.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Hoy 4 marzo 1857 [Sigue a la vuelta]
P. D.
No sé si daría a V. el portero de esa Secretaría una carta mía hace cuatro o cinco
días. En ella le incluía otra para el Sor. D. S. Bermúdez de Castro, nuestro embajador en
Nápoles, rogando a V. me hiciese el obsequio de mandársela, si podía, entre las
comunicaciones oficiales.
También le rogaba me devolviese el Catilina, pues en el teatro quieren leerlo a
ver si es posible su ejecución, y no tengo otro ejemplar que el que mandé a V.
V. es muy bueno y me perdonará tantas impertinencias.
[Al principio de la carta, ángulo sup. izdo., a lápiz, letra de Valmar:] C[ontesta]da.
33
XXXIII. 1857, marzo 14.
Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto.
Mi estimado amigo: doy a V. las más expresivas gracias por sus dos obsequios:
el de haberse tomado la molestia de leer a Catilina, y el de haberme alcanzado para mi
hermano la condecoracion que deseaba. Ruego a V. se las dé igualmente en mi nombre
al Sor. Ministro de Estado. Mañana o al día siguiente, que estará mi marido algo menos
molestado por un atroz catarro que hoy le obliga a guardar cama, se pasará por esa
Secretaría para satisfacer los gastos que tenga la Cruz de S. Juan, y tambien, si logra ver
a V., para repetirle en mi nombre infinitas gracias.
A pesar del favorable juicio que V. hace de Catilina, parece que no se pondrá en
escena, pues los actores le tienen cierto miedo. En lugar suyo escogerá la Buzon, segun
se me acaba de indicar, mi ya conocida comedia la hija de las flores; y no sé si antes de
que concluya la temporada me resolveré por fin a someter el Baltasar a la temible
prueba de la escena. Me lo piden con empeño del teatro pero aun vacilo mucho.
Basta de literatura, que harto tiene V. con la política, y disponga como guste de
su sincera amiga y servidora
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda
Hoy Sábado 14 de Marzo.
[Al principio de la carta, entre el encabezamiento y el texto, a lápiz, letra de Valmar:] Gertrudis.
XXXIV. 1857, noviembre 26.
Excmo. S. D. L. A. de Cueto.
Muy Sor. mío y estimadísimo amigo: felicito a V. y su amable Sra. por la nueva
merecida distinción que acaba de dispensarle S. M. (1), y como estamos en días de
gracias, o lo estaremos pronto que es lo mismo, quiero rogarle a V. que antes de
abandonar del todo la subsecretaría de Estado se acuerde de mí, o mejor dicho, de mi
hermano, que está siempre enfermo en Malta, porque aquel clima le sienta mal. Lo que
cual gracia espero de V. es que apoye mi pretension de que lo trasladen a alguno de los
consulados de –Gibraltar – Perpiñan – o Gavre de Gracia, ya que no sea a otro de
ascenso; como serían los de Argel, Esmirna, Atenas, Nueva Orleans, Santo Domingo, u
otro general. Y bien, mi estimado amigo, al escribir a V. mi cordial enhorabuena deme
tambien motivo de felicitaciones, alcanzándome, por lo menos, que vaya mi
recomendado a Gibraltar o Perpiñan. Si no quiere V. hacer nada no lo haga, pero no se
me enfade de mis impertinencias, pues sería lo peor para mi.
Mil cosas a Amparito y a las encantadoras niñas, y V. disponga de la sincera
amistad de su affma.
________________
(1) [Esta indicación (1) va a lápiz, puesta por Valmar y entre el encabezamiento y el texto
responde:] (1) Ministro en Viena.
34
Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Hoy 26 de Novbre.- 57.
En esta su casa S. Quintín 8 – 3.º dha.
[Al principio, a lápiz, dice Valmar:] a Asensi y D. Frco.
XXXV. 1867, enero 22.
[Membrete grabado, en
Verde, con el enlace:] GGA
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Mi muy estimado amigo: tan apartada me hallo hace mas de un mes de toda
sociedad, con motivo de tener enfermos a mi hermano y su muger, que viven conmigo,
que ignoraba se encontrase V. en Sevilla; y aun no lo sabría sin la casualidad de
habérmelo dicho incidentalmente un joven que estuvo a visitarme en una de las escasas
horas que me es posible recibir. V. ha sido bastante amable para perdonar, atendido el
motivo, la falta involuntaria de no haberle enviado ni un recado de atencion a su
llegada, pero yo he sido al mismo tiempo bastante desgraciada para verme privada del
gusto de verle cuando me ha favorecido viniendo hoy a mi casa, segun acabo de saber.
Las malas noches que paso a la cabecera de mi cuñada, me han rendido al cabo, y
cuando V. estuvo me encontraba en cama sufriendo horriblemente de la cabeza. Algo
mejorada esta noche me apresuro a poner a V. estas mal trazadas líneas para saludarle,
darle gracias por su visita y rogarle que si se sirve repetirla me haga el obsequio de
escoger hora entre las tres de la tarde y las diez de la noche, así como tambien le pido
que aunque mis criados –que son muy torpes– le digan que no recibo, les ordene V.
subirme su targeta; pues a V. le recibiré siempre, cualquiera que sea la disposicion
general que me obligue a dar el estado de mi casa.
Lucho, amigo mío, con dos enfermos perdurables, pues las afecciones crónicas
son persistentes hasta desesperar al que las padece y a los que le asisten; y como esto
recae para mí sobre tantos disgustos como he sufrido, confieso que me siento postrado
el espíritu. Todo ello, sin embargo, no puede impedir que espere con verdadero placer al
[sic] ver a V. su siempre afectísima amiga.
q. b. s. m.
Gertrudis Gomez de
Avellaneda.
Hoy 22 de Enero / 67.
35
XXXVI. 1867, abril 27.
[Membrete con enlace grabado, en violeta:] G G A
Sevilla 27 Abril
1867.
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Mi distinguido amigo: el Sr. D. Fernando de Gabriel, que pasa a ocupar su
asiento en el Congreso de los Diputados, ha tenido la amabilidad de encargarse de llevar
a V. un egemplar de mi novela El Artista Barquero, y otro de mi Devocionario; por no
estar todavía terminada la impresion del drama Catilina no ha sido posible acompañar
tambien otro egemplar de él.
Como lo ofrecido es deuda, espero que, así como yo pago la mía, con mil
amores, V. no echará en olvido la contraída conmigo respecto al retrato de V. y a los de
esas Señoras.
Tenía muchos deseos de que no se me fuese V. sin que volviésemos a hablar,
porque la noche única en que tuve el gusto de verle me puso V. en terribles conflictos; o
mejor dicho, me fue terrible conflicto el que me mencionara V. a los escritores Cubanos
–queriendo colocarme entre ellos– hallándose presente a la conversación un poetastro
[¿o poeticastro?] cubano Pur sang delante del cual no podía cortesmente decir a V. lo
mucho que me enfadaba la asociación que V. me proponía; y por otra parte, ese mismo
embarazo exaltaba mi mal humor. No sé si V. comprendió bien lo difícil de mi posición
en aquel momento, y si ella disculpó a sus ojos la exaltación, al parecer inmotivada, con
que rechacé la idea de Rivadeneyra de hacer figurar mi nombre en la obra de que se
ocupa: dejó V. a Sevilla sin darme la ocasión de volver a hablarle, ni sobre este punto,
ni sobre otros muchos de que me hubiera sido grato departir con V., y ahora solo me
resta la esperanza de que nos veamos en Madrid o en París este próximo verano.
Mis saludos mas efusivos a esa Sra. y niñas (entre las cuales cuento, a pesar de
su santo estado, a la linda Flavia) y V., amigo mío, reciba con mi enhorabuena por su
magnífico discurso académico, que he leído, no una sino muchas veces, la seguridad del
afecto con que siempre soy su amiga y
S. Q. S. M. B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
[De letra de Valmar, a continuación:] Cantarranas, 5.
[Tambien de letra de Valmar, al principio de la carta:] C[ontesta]da el 4 de junio 1867.
XXXVII. 1871, abril 15.
Excmo. Sr. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Mi distinguido amigo: ofrezco a V. y a esa Sra. mi nueva habitacion, calle del
Barquillo n.º 29, cuarto principal de la izquierda y tan luego pueda salir iré a hacerlo en
persona.
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Van capillas de la última leyenda de mi último tomo que toca ya a su fin. Si V.
ve a juan Valera [1] –yo hasta ignoro su casa– hágame el obsequio de pedirle en mi
nombre su artículo sobre mis obras publicado en la Revista, y otro que me parece
escribió hace años sobre no sé cual de mis dramas.
También le estimaría mucho que me consiguiera de Cañete un juicio que dió a
luz sobre mis poesías a su primera aparición, y que si tiene V. las obras de Pastor Díaz
(impresas por la Academia segun me han dicho), me mandase el tomo en que se halla
un artículo suyo que tambien fue dedicado a la crítica de mis poesías. Todo esto lo
agradeceré mucho, pero más que nada el que venga pronto su artículo sobre las
leyendas. El Apéndice del tomo último es pedido ya por la imprenta.
Mi salud mal, pero mi espíritu siempre fuerte y mi corazón siempre afecto a mis
amigos, a cuyo frente coloco a V. entre otros igualmente antiguos y dignos.
Su apasionada admiradora
Tula.
S/C. hoy 15 de Abril/ 71.
[Al principio, letra de Valmar, a lápiz]: Gertrudis.
XXXVIII. 1871, abril 24.
Excmo. Sor. D. Leopoldo de Cueto.
Va, mi estimado amigo, el fin de mis leyendas: solo falta ya el Apéndice, y
depende de V. el que se imprima pronto o tarde, y salga a luz el tomo 5.º y último de la
Colección.
He estado malísima en estos pasados días, en términos de creer llegado mi
término en la carrera terrenal. Hoy me siento mejor, y si continúo progresando cuento ir
por allá en la semana que empieza hoy, para tener el gusto de ofrecer personalmente a
Amparito mi nueva casa calle del Barquillo, 29 pral. izda.
No se olvide V. y crea que le quiere siempre su enferma y aburrida amiga
G. G. de Avella-
neda.
Hoy 24 de Abril
P. D.- No sé donde vive Juan Valera: ¿podrá V. pedirle en mi nombre los
artículos que ha escrito sobre obras mías? No tengo ninguno. Tambien quisiera me
hiciese V. el favor de mandarme el tomo de las obras de Pastor Díaz en que se halle un
juicio que publicó sobre mis Poesías. Creo habérselo dicho a V. antes, pero lo ha puesto
en olvido.
__________________
[1]. [En letra roja, de Valmar, corregido entre líneas]: Valera.
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XXXIX. 1871, mayo 19.
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Mi amable amigo: ¿me ha olvidado V. completamente? En la tarde en que mis
achaques me permitieron salir la pasada semana, estuve a visitar a Amparito (como
tambien a Flavia), y a importunarle a V. un poco sobre el artículo consabido, que
aguarda la imprenta. No tuve la suerte de hallar a VV. y aunque despues mis males se
han recrudecido y me aburren sobre todo encarecimiento, no puedo menos hoy de
saludar a V. por medio de estas feas letras, rogándole de nuevo muy eficazmente y con
mucha necesidad, como dicen los pordioseros, que me mande su anhelado artículo,
único que esperaré, pues por ningun otro retardaré la aparicion del 5.º y último tomo de
mi Coleccion, que ansío terminar par irme a Alhama.
Con vergüenza devuelvo a V. el tomo de Pastor Díaz, pues en la imprenta han
manchado la cubierta horriblemente: no me he atrevido a hacerlo empastar por ignorar
si V. se propone hacer otro tanto con el resto de la obra.
Adios, acuérdese V. de que espera su amiga y apasionada s.
q.b.s.m.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
P. D.- Van capillas del Apéndice, y unos prospectos para si V. quiere hacerme el
favor de darles circulacion entre sus amigos íntimos.
S/c. hoy 19 de Mayo/ 71.
[Al principio, en lápiz, letra de Valmar]: 1871.
XL. 1871.
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto.
Muy estimado y distinguido amigo: Envío a V. las nuevas capillas que acabo de
recibir de la imprenta, y como el tomo 5.º avanza a su conclusión, haciéndose preciso ir
ordenando el apéndice, ruego a V. se sirva devolverme los artículos de Alarcón,
Catalina, Romero Ortiz y Navarro Rodrigo, a fin de que –revisados por sus autores–
puedan mandarse para el indicado apéndice. Continúo deseando vivamente me
proporcione V. el gusto de poner algunas líneas de su mano al frente de todos aquellos
artículos; pero no queriendo ser importuna en demasía, me limito a recordarle este mi
constante deseo y ya antigua promesa, dejando a su consideracion el satisfacer ambas
cosas, y las exigencias de la imprenta, cuando lo estime conveniente.
El estado de mi salud continúa tan malo que no salgo a parte alguna, por más
que mis sobrinos y mis criadas tengan la bendita costumbre de decir que estoy fuera de
casa siempre que, por hallarme en cama, les hago saber me es imposible recibir visitas.
Las primeras que yo haga serán para ir a saludar a Amparito y a Flavia, y ¡ojalá que al
hacerlo pueda ya tambien dar a V. las gracias por los preciosos renglones que dedique a
mis leyendas!...
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Mientras tanto sírvase V. saludar en mi nombre a esas Señoras y a la feliz recién
casada, disponiendo del afecto que a ellas y a V. profesa su apasionada amiga
Q. B. S. M.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
XLI. 1871.
Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto.
Mucho me pesa, amigo mío, ser importuna y molesta, pero la necesidad de irme
a Alhama el 17 del presente, día en que han determinado salgamos las amigas en cuya
compañía hago el viaje, me obliga a mi pesar a rogarle a V. que si quiere y puede
favorecerme con el prometido artículo, tenga la amabilidad de mandarlo para el 15 lo
más tarde, pues como de Alhama pasaré probablemente a Zaragoza donde acaso me
detendré algun tiempo, quiero antes de dejar a Madrid terminar y pagar el último tomo
de mi Obra.
Mucho, muchísimo sentiré que aparezca sin las líneas que V. le destinaba y que
serían su mejor ornato, pero veo imposible el que se detenga la terminación de la
impresión de la Obra indefinidamente, sin gran perjuicio de la imprenta y de mis
intereses. De todos modos, y aun cuando me vea privada de la satisfaccion tan anhelada
y pedida de que honre mi último libro su benévolo y respetable fallo de V., siempre
agradeceré mucho el buen deseo que se sirvió manifestarme, y siempre seré su más
apasionada amiga
q. b. s. m.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda
[Al principio de la carta, letra de Valmar, a lápiz:] Gertrudis.
[entre el encabezamiento y el texto, letra de Valmar, a lápiz:] escribí el artículo.
XLII. 1862, marzo 9.
Srita. D.ª Dolores Cruz.
Cárdenas 9 de Marzo 1862.
Mi bella y amable amiga:
días hace que debo y deseo escribir a V., pues desde que recibí la última con que
me favoreció estoy haciendo intención –como suele decirse– de charlar un poco con V.
sobre algunos puntos de aquella. Continuas ocupaciones domésticas y un catarro atroz,
que aun me molesta mucho, me han impedido cumplir mi grato propósito, y hacer que
aun hoy trace estas líneas de prisa y brevemente.
No me las agradezca V., despues de todo, pues tienen un obgeto interesado, que
voy á confesarle sincera.
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Estoy formando un Album de retratos pequeños, de esos llamados de targeta, en
el cual me propongo reunir las damas más bellas de la Isla de Cuba, á fin de que á mi
vuelta á España vean lo alto que raya nuestro país en eso de producir hermosuras. La
Duquesa de la Torre, la Sra. de Aldama, Serafina Montalvo, la Duquesne y otras
muchas lindas habaneras me mandan sus graciosas imágenes (algunas de ellas con los
trages que llevaron al último baile de palacio), y tambien de Puerto Príncipe, Cuba,
Trinidad y otros pueblos me van llegando ya bonitos retratos, que daran justa idea de las
hijas de nuestra amada tierra. Pero me falta V., Lola, me faltan bellezas Matanceras, y
me permito rogar á V. que llene tan gran vacío. En cambio de ese retrato mío (que le
pido conserve en su Album como recuerdo de afecto) mándeme V. pronto uno suyo que
deseo con amor y espero con ansia. Si puede ser mándeme V. tambien otros dos o tres
de las muchachas más bonitas que sean ornato de la ciudad de los dos ríos. ¿Cuál de
ellas rehusará ese favor a los ruegos de V. sabiendo por tan elocuente y linda boca que
esas imágenes están destinadas á honrar al país, probando más allá de los mares que no
existen mujeres como las que él produce?
Ea, pues, vengan esos retratos; venga antes de todo el de V. que colocaré en
lugar preferente, y saludando afectuosamente en nombre mío á toda su apreciable
familia de V. y tambien las amigas y amigos que de mí se acuerden, disponga V. de su
apasionada
q. s. m. b.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
Tendría mucho gusto en poner en el Album de bellezas cubanas á la señorita que,
con V., me honró poniéndome la corona con que fui obsequiada por Matanzas. No
recuerdo su nombre.
XLIII. 1852.
Sor. de Bermejo.
Mi estimado amigo: no crea V. que me había olvidado de lo prometido: ha sido
una absoluta imposibilidad la causa de no haberlo cumplido. No tengo un momento
libre: una noche sí y otra no velo á mi hermana, que continúa muy mala, con todos los
síntomas de una tisis pulmonar de las más rápidas. El día siguiente á la mala noche lo
paso en la cama, porque tambien yo me hallo delicada de salud; y el día que tengo
mejor, por lograr dormir la noche antes, llueven sobre mí visitas y ocupaciones que no
me dejan respirar. No piense V. que ecsagero: ha habido vez de no poder comer hasta
las diez de la noche: otras de no tener tiempo para peinarme y pasarme el día con la
cofia de dormir: Así es que no he podido ni aun buscar en mi revuelta librería el tomo
de la Chaussé que debo enviar a V.; cuanto menos escribir el prólogo del poemita que
devuelvo. Excúseme V. con Mellado haciendole ver que no es voluntad de complacerle
lo que me falta, y cuente con que tendrá el libro prometido tan luego pueda buscarlo. En
el día no puedo. Para el martes tengo compromiso de entrega á Arjona un drama que
aun tiene mucho que trabajar: para el lunes me hallo en el doloroso aprieto de oir leer
dos comedias á dos autores noveles: para el Domingo, día de descanso para todos, me
esperan á mí una porcion de arreglos de intereses que no puedo atender sino en días
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festivos, á causa de que no son míos los otros. Si a esto añade V.las correcciones de
pruebas, el cuido doméstico, la asistencia de una enferma querida, y los mil amigos que
me favorecen demasiado con sus visitas y que toman á desaire no hallarme siempre
visible; y los mil autores y autoras que me mandan sus obras para que las lea ó las
recomiende, y que se enojan y dicen pestes de mí si tardo ocho días en satisfacerles,
podrá formarse idea de lo que es mi vida en la actualidad. Se lo indico a V. para que en
ningun tiempo crea que me excuso de complacerle por poco deseo de hacerlo.
Reciba V. mis disculpas y creame su amiga sincera
G. G. de Avellaneda.
[Un plieguecito con membrete en relieve blanco: escudo rodeado de la leyenda] Villava. La
Navarra. Pamplona.
[En la cuarta página, de letra posterior:] Autógrafo de Puño y Letra de la Poetisa Gertrudis
Gomez de Avellaneda.- De la Colección del Pintor Manuel Castellano.
XLIV. 1867, abril 27.
Sor. D. Narciso Campillo
Sevilla 27 de Abril / 67.
Muy Sor. mío y de mi aprecio: doy a V. las mas cordiales gracias por su atenta
carta, fecha 25 del presente, en la que me ofrece la nueva Revista literaria que con el
título de El Domingo se ha empezado á publicar en esa ciudad bajo la ilustrada
direccion del Sor. Pbro. Leon y Domínguez, y teniendo por redactores talentos tan
distinguidos como el de V.
Tales circunstancias aseguran desde luego el buen éxito de la publicacion; pero
por mi parte, y en lo poco que alcanzo, tendré mucho gusto en corresponder á la amable
invitacion de V. contribuyendo alguna vez con mis escritos; que aunque sean
innecesarios para la feliz vida del periódico, procuraré no sean impropios de su índole.
Agradezco vivamente y acepto con amor la oferta que V. se sirve hacerme del
volumen de sus poesías que tiene en prensa; pues las que conozco, aunque pocas, han
sido más que suficiente para probarme las superiores dotes del autor, inspirandome
deseos de ver y admirar nuevas producciones de su ingénio. La franqueza algo salvage
de mi caracter, garantiza, creo, que no hay en lo dicho nada de esa vulgar lisonja,
moneda corriente que truecan entre sí escritores. Yo he preferido siempre la desgracia
de hacerme enemigos, á la perfídia de contentar vanidades á espensas de mi conciencia
literaria.
En cambio del precioso regalo que V. me promete, tendré el gusto de mandarle
algunas de mis últimas obras: buscaré cuantas tenga en mi revuelta librería, y como
quiera que las halle, encuadernadas ó sin encuadernar, las tendrá V. juntamente con el
drama Catilina q.e se está imprimiendo actualmente.
Mientras tanto permítame V. ofrecerle una pequeña casa calle Cantrarranas, n. 5,
y en ella una amiga, pues como á tal desea la considere V., su afecta y atenta servidora
q. b. s. m.
Gertrudis Gomez de
Avellaneda
41
Gracias tambien por el anuncio que V. me dice hará del Devocionario. Su
producto es de los pobres y por consiguiente es obra benéfica favorecer su venta. Yo lo
agradeceré y lo premiará Dios.
No sé si entenderá V. estos feos renglones. Hace mucho tiempo que no escribo a
nadie de mi puño, sino por medio de Secretario, porque mi miopismo ya es estremado.
[Un plieguecillo con membrete-enlace, en verde: GGA]
XLV. 1867, mayo 10.
Sevilla 10 Mayo /867.
Sr. D. Narciso Campillo.
Muy Sr. mío y amigo: he recibido su grata de V., del 6, y no quiero retardar el
darle gracias por las líneas que me dice ha dedicado á mi Devocionario, y que leeré con
sumo gusto cuando aparezcan en el Independiente, segun V. me indica. Hasta hoy no
han sido publicadas.
Tambien agradezco mucho al Sr. Leon y Domínguez el artículo que consagra á
la misma Obra, segun V. me dice, y que debe aparecer en la Revista el Domingo.
Siempre que voy á casa de mi amiga Cecilia Bohl (Fernan Caballero) le pido los
Números de la nombrada publicacion gaditana, y leo con avidez las buenas cosas que
comunmente contiene. Tenía el disgusto de haber buscado vanamente en sus columnas
el nombre de V.; pero ahora que sé la firma con que aparecen sus hermosos versos,
volveré á revisar con mayor interés los Números que conserve Cecilia, y fijaré la
atención particularmente en las poesías del Sevillano.
Mucho celebraré tener el gusto de conocer personalmente al inspirado autor de
esas y tantas otras notables composiciones; y en tal concepto, deseo que esas vacaciones
de que V. me habla no sean posteriores á mi salida de Sevilla, que será probablemente á
fines del próximo Junio; bien que, de todos modos, á mi regreso de Francia tengo
intencion de pasar una temporadita entre Cádiz y los demás Puertos.
D. Leon Carbonero, su Cated.º de V., no es solamente mi vecino, sino tambien
uno de mis mas queridos amigos; y á él precisamente le he hablado algunas veces de lo
mucho que me agradaban las poesías de V. que me eran conocidas. En el
amaneramiento en que por desgracia vá cayendo cada día mas lo que han dado en
llamar Escuela sevillana (como si fuera dable sujetar á Escuela el génio poético), sus
composiciones de V., llenas de verdadera espontaneidad, no podían menos de llamarme
desde luego la atencion, y hablar de ellas á las personas que en Sevilla cultivan las letras
ventajosamente.
Cuento con poder enviar a V., antes de dejar esta ciudad, alguna cosa en prosa, y
alguna cosa en verso para el Domingo; así como tambien las últimas obras mías que
existan en mi revuelta librería: mientras tanto me limito á reiterar á V. la espresion del
sincero aprecio con que soy su att.ª affma. S.Q.S.M.B.
Gertrudis Gomes de
Avellaneda.
PD. En un album, regalo de la ilustrada juventud sevillana, tengo versos y
retratos de muchos de los poetas que mas honran á Andalucía. ¿No tendría V. alguna
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fotografía y alguna cuarteta que dedicar á dicho libro? Para mas comprometerle le doy
el egemplo, mandándole el retrato que más recientemente me han hecho.
[Un plieguecito con membrete-enlace, en violeta: GGA]
XLVI. 1867, mayo 13.
Sevilla 13 Mayo
1867.
Sr. D. Narciso Campillo.
Muy Sr. mío y amigo: aunque he tenido el gusto de escribir a V., recientemente,
no puedo hoy menos que volver á hacerlo para rogarle que, en mi nombre, se sirva dar
las gracias mas espresivas al ilustrado Dr. del Domingo, así por su atencion en
remitirme los Núms. publicados de dicha preciosa Revista, como por las lisongeras
líneas, que en uno de ellos ha dedicado á mi Devocionario. Ofrézcale V., como leve
muestra de mis simpatías por su periódico, las adjuntas páginas en prosa, entresacadas
de un librito que estoy escribiendo, con el título Nuevo Mes de María; el cual, aunque
empezado hace ya mucho tiempo, quizás todavía tarde mas en concluirse y darse a luz;
por efecto de las muchas ocupaciones de prosáicos intereses y domésticos deberes que
pesan de continuo sobre mí. Si al Sr. Pro., Leon y Domínguez le agrada la muestra que
le envío, y no la juzga indigna de su ameno periódico, tendré mucho gusto en enviarle
sucesivamente algunos otros fragmentos de mi nueva obrita religiosa.
Supongo que ya sabrá V. que el estrafalario dueño de El Independiente se ha
rehusado á insertar el artículo que V. le envió por conducto de Lamarque, alegando que
ya se había publicado en su Diario otro juicio del Devocionario; pero teniendo por
motivo real la pueril venganza de la retirada que hice del manuscrito de mi última
incursión á los Pirineos, por haberse insertado sus primeras páginas en el Independiente
plagadas de erratas que hacían ridículo su contenido; y tambien porque solo había
accedido yo á la indicada insercion por mediar en el asunto el Sr. Vidart, mi amigo,
quien despues se retiró de la Direccion del periódico, cesando con esto mi compromiso.
Yo ruego á V. que ordene se me entregue su artículo, que anhelo conocer, y
puedo, si V. gusta, hacerlo publicar, ya sea en la Andalucía, ya en cualquiera de los
periódicos de Madrid.
No puedo concluir esta sin felicitar a V. por las lindas composiciones suyas que
he leido en el Domingo, y singularmente por sus Romances, en todos los cuales se
admira esa difícil facilidad que tan pocos poetas han logrado alcanzar. Tambien he leido
cosas muy bien escritas, firmadas por el joven Dr. del periódico, á quien dará V. mi
enhorabuena.
Sin mas por hoy, se reitera de V. affma. amiga y
S.Q.S.M.B.
Gertrudis Gomez
de Avellaneda.
PD. Vá tambien una composicion en verso, por si le conviene a V., para alguno
de los Núms. del Domingo.
43
[Un plieguecillo con membrete-enlace: GGA, en azul]
y XLVII. 1868, enero 16.
Sevilla 16
Enero 68.
Sr. D. Narciso Campillo.
Mi muy distinguido amigo: ruego a V., en vista de su grata carta del 6 del
presente, que se sirva decir á su amigo el Sr. Góngora que el domingo 25 si viene á
Sevilla, como V. me indica, tenga la bondad de pasarse por esta su casa para entregarle
las Obritas que he podido encontrar en mi revuelta librería, algunas de las cuales por
estar en rama he necesitado enviar á mi perezoso encuadernador, por cuyo motivo no
creo poder tenerlas disponibles antes del día que dejo señalado.
Nada supe que hubiese V. estado en esta ciudad a fines de año, ni por
consiguiente que hubiera favorecido por dos veces inútilmente mi morada. Mis criados
son como la mayor parte de los de su clase, y aun dejando tarjetas los que me visitan
cuando estoy fuera, suelen perderse sin llegar á mis manos. No necesito decir a V.
cuánto he sentido verme privada del gusto de conocerle, y lo mucho que le agradeceré
que, cuando vuelva por acá, se tome la molestia de mandarme por correo su tarjeta con
espresion del día y de la hora en que piensa visitarme, a fin de que me encuentre en
casa.
No creía yo que tuviesen Vs. allí un frío tan intenso como el que nos ha
molestado á las orillas del Betis, pero ya que así es, segun V. me dice, apelaremos á
aquel adagio que yo rectifico un poco, diciendo: mal de muchos consuelo de todos.
Queda de V. siempre affma. y verdadera amiga
Q.S.M.B.
G. G. de Avellaneda
[Un plieguecillo con membrete-enlace, en verde: GGA]