Fernando Calvo GarCía nació en el año 1945 en Villa-seca de Laciana (León).Ha publicado cinco libros de poesía, Cantos de gorrión en el año 2005, Palabra en el umbral en 2007, Reflejo y realidad en 2009, Poema en grano en 2011 y ahora Poemas sin cáscara en 2014. Todos en edición de autor.Ha escrito Poesía en la escuela, un tratado de técnicas de creación (inédito).Colabora con la revista El Mixto, de Villablino (León), en la re-vista de poesía del grupo OMNIA de Alcalá de Henares y con la revista El Turullo de Corniero (León).Ha dirigido un taller de poesía en la Casa de la Cultura de To-rrejón de Ardoz.Colabora en la Tertulia Poética el Cafetín - Desván de Torrejón de Ardoz.Colabora en la revista de poesía Desván que edita la Tertulia Poética el Cafetín - Desván.Fue primer premio de poesía “Café otras voces” en el año 2005 en Alcalá de Henares.Mención de honor en el primer certamen poético (2013) de la Tertulia Poética el Cafetín - Desván de Torrejón de Ardoz.
Poemas sin cáscara es un libro en el que el poeta ha querido buscar la esencia de las cosas, el verdadero fruto que se es-conde o se guarda tras la piel o la cáscara.El gran recurrente de su poesía: el silencio. El silencio que es una forma de hablar y de expresar, pero sobre todo de apren-der el difícil arte de la vida.Un libro de poemas cortos, casi de sentencia. En ellos nos muestra el interior de las cosas, la auténtica verdad de la vida, su verdad, su manera de ver el mundo y sentirlo.Aforismos que se convierten en adagios con un sentido mo-ralizante y popular. En pocos versos expresa todo el bagaje de su propia existen-cia. Se desnuda ante el mundo de toda la belleza e ideas que habitan en su interior y en su vida más íntima.
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cásca
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Gar
cía
ISBN: 978-84-615-0000-0
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1ª Reimpresión, julio 2014
Copyright © 2014
© Fernando Calvo García
© Fotografías de cubierta e interior: Javier Rego, fotógrafo y escultor de Torrejón de Ardoz
Prólogo: Fernando Sánchez Mayo, poeta cordobés
Maquetación e impresión: Zridi, diseño digital
ISBN: 978-84-616-8294-2 Depósito Legal: M-3.460-2014
Impreso en España
Poemas sin cáscaraFernando Calvo García
Poemas sin cáscara
Al silencio porque es donde oigo.
9
Prólogo
La poesía es también un camino personal de autoconocimiento. Y esa es otra
realidad que los poetas tocan con sus emociones y con su discurso interior
y que apenas se aleja del propio entendimiento que uno tiene sobre la vida
y todo lo que la rodea.
Fernando Calvo García es un poeta que reflexiona sobre esa otra realidad
a la que nos hemos referido. Poemas sin cáscara es pues un libro al que ha
querido buscarle la esencia de las cosas, el verdadero fruto que se esconde o
se guarda tras la piel o la cáscara. Es un poemario extenso dividido en siete
partes. La primera parte titulada “Manantial” trata aspectos como el paso del
tiempo, la muerte, los recuerdos, la soledad… Y todo con el protagonismo
de la visión que el propio poeta tiene de la luz y de las sombras y que dan
a los textos poéticos la impronta, el sello personalísimo de una lírica rica en
matices y en ideas. En “Existencia”, la segunda parte del libro, nos habla de la
amistad, del ser, de la relación con el mundo, de la fragilidad del ser humano,
del deseo de eternidad, de la contemplación del mundo, del olvido, del yo, de
la evocación y de los recuerdos. Y el gran recurrente de su poesía: el silencio.
El silencio que es una forma de hablar y de expresar, pero sobre todo de
aprender el difícil arte de la vida. En la tercera parte del libro con el título
“Leyendo el corazón” nos introduce en esa compleja temática del amor y de
la belleza utilizando un lenguaje sensual y seductor. En “Habla el silencio”, que
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es la cuarta parte del libro hay una preponderancia por la palabra y todas sus
encrucijadas. Calvo García reflexiona sobre la escritura poética. Así pues, la
metapoesía cobra aquí un sentido reivindicativo y de enseñanza. “Naturaleza”
es el apartado quinto del libro y en donde el poeta se detiene en la natura-
leza entregándonos su visión del mar, de los árboles, del sol, de los pájaros,
de los ríos, de los campos, de las estaciones y sus estados… En el apartado
sexto “Cielo sin tierra y tierra sin cielo” el poeta nos habla en su vena más
social; se acerca a los más humildes, a los desprotegidos, a los marginados y
se acuerda de los países más humillados por la guerra. En el séptimo aparta-
do “Otros” se muestran una serie de poemas descolocados; en una parte de
ellos el poeta siente el dolor por la pérdida de la madre.
Estamos ante un poeta que escribe usando el poema corto, casi de sentencia,
porque quizá eso es lo que busca, mostrarnos el interior de las cosas, la auténtica
verdad de la vida, su verdad, su manera de ver el mundo y de sentirlo. Son afo-
rismos que hablan de la experiencia que tiene el poeta de las cosas y aconteceres
de la vida. A veces estos aforismos se convierten en adagios con un sentido
moralizante y popular. O se convierten en una máxima cuando el poema es una
frase que expresa brevemente una regla de enseñanza o un principio moral gene-
ralmente admitido. Calvo García se siente a gusto en este estilo poético puesto
que le permite en pocos versos expresar todo el bagaje de su propia existencia.
Así pues solo me queda felicitar a Fernando Calvo García, al poeta, al amigo,
por esa bondad de entregarnos otro poemario que viene de esa región íntima
de su ser, y que al fin y al cabo es una manera más de desnudarse ante el mun-
do de toda la belleza e ideas que habitan en su interior y en su vida más íntima.
Fernando Sánchez Mayo, poeta cordobés.
Fernando Calvo García
Foto
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Manantial
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E l viento es la mano invisible
del destierro.
✶ ✶ ✶
C uando sale la luna
besa mis tristes ojos.
✶ ✶ ✶
C ada uno vive
en sus escombros.
✶ ✶ ✶
H uir es emigrar de uno.
✶ ✶ ✶
L lueve en la ducha
agua tropical.
✶ ✶ ✶
E stamos sin ser.
Somos sin estar.
✶ ✶ ✶
C uando la lágrima ha caído
lo ha dicho todo.
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H e oído un ruido
en la habitación de al lado,
alguien empezaba a morir.
✶ ✶ ✶
L os aviones soltaban cintas de colores
para adornar la cabellera
de las nubes.
✶ ✶ ✶
¿Q uién será “el sastre de las mariposas”?
✶ ✶ ✶
A sí es hoy.
Yo me preparo para el frío.
✶ ✶ ✶
¿D ónde comienzan mis recuerdos?
En el día futuro
donde no hay olvido.
✶ ✶ ✶
L os artistas viajan con un capazo
de mariposas.
Las devoran en la locura.
De noche, ellos cultivan el silencio.
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E n las fotografías está
detenido el tiempo.
Fue el instante.
✶ ✶ ✶
T odos llegamos
aunque no vayamos
a ninguna parte.
✶ ✶ ✶
Y es piedra la estatua.
Solitaria, inmóvil
con sus ojos de la edad.
✶ ✶ ✶
E l otro no debe existir
en las afueras;
debe ser el yo mismo.
✶ ✶ ✶
Y o jugaría en la risa
de los niños.
18
E l agua dormida
en la copa de cristal.
Las hojas sólo aplauden
cuando hay viento.
H e hecho un muñeco de nieve
y resultó tener el corazón caliente.
✶ ✶ ✶
L a memoria guarda la magia
de lo perdido.
✶ ✶ ✶
T odo acabará en un presente.
✶ ✶ ✶
E l tiempo nos desgasta
de continuo.
✶ ✶ ✶
N o es grato vivir
en la amistad perdida.
✶ ✶ ✶
L a meta se nutre
de lo pasado.
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20
S in risa
todas las manos
están frías.
✶ ✶ ✶
F ui con él
y me enseñó la luz.
En la nada vi el todo.
✶ ✶ ✶
E n los cementerios todo el mundo
baja la voz.
Será que no quieren despertar
a los muertos.
✶ ✶ ✶
E l tiempo era de nieve
para paladear
sin luz las luciérnagas.
Acurrucado
en aguas quietas
no pesa morir.
Nadie nos llama.
Es el día de la cuna del frío.
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A nte la luz del conocimiento
me callo y me quedo
contemplando…
✶ ✶ ✶
E l río cuando se seca
deja una pisada alargada.
✶ ✶ ✶
P erdiendo todo
se gana la nada.
Sentir nada,
ser nada
se llega al Todo.
✶ ✶ ✶
L a muerte es la quinta
estación.
✶ ✶ ✶
H ay siempre una mota de polvo
que espera
un rayo de sol filtrado
por una rendija.
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E l instante sólo contiene: una unidad, una palabra, una luz, un sonido. Un sí. Y no hay tiempo para el no.
✶ ✶ ✶
U n arado hace un surco, es la huella en el alma.
✶ ✶ ✶
Q uien no ha subido no tiene opción a caer.
✶ ✶ ✶
L a espera es redonda hasta el encuentro. Después es una línea recta.
✶ ✶ ✶
L a piedra siempre c a e
derrotada de su vuelo.
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T odo fue aprendido.
Todo será olvido.
✶ ✶ ✶
E l olvido,
silencio perdido.
24
L a piedra no es muda
cuando cae en el estanque.
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U no también es
todo lo que no ha sido.
✶ ✶ ✶
U n recuerdo es algo
que hemos perdido.
Y un olvido es
una puerta cerrada
donde sólo hay noche.
✶ ✶ ✶
L as fronteras están
dentro de uno.
✶ ✶ ✶
E l salero espolvorea lágrimas
petrificadas
de las noches oceánicas.
Lágrimas quemadas por el sol.
✶ ✶ ✶
L a vida comienza en la simiente
pero en ella está también la muerte.
La vida tiene fin,
la muerte continúa.
A unque creas que oyes,
no oyes.
Aunque crees que sabes,
no sabes.
Aunque crees que ves,
no ves.
Hay tanto por oír, por saber,
por ver.
Una parte no lo es todo.
Uno es ciego ante tanto.
No hay respuesta sin el otro.
✶ ✶ ✶
E l que recuerda sabe,
pero sabe más el que recuerda
el olvido.
✶ ✶ ✶
U n día se paró el niño
y siguió el hombre.
Un día se detendrá el todo
y seguirá la nada.
26
27
S i quieres conocerte
mira con la yema de los dedos
las hendiduras de tu piel,
los secos surcos de tu vida.
✶ ✶ ✶
S í, pasa la vida;
no pasa el morir.
✶ ✶ ✶
A rdió la niñez
se quemaron los recuerdos.
✶ ✶ ✶
E n la soledad
uno no puede ser vencido,
ni ganador de nada.
Uno se contempla a sí mismo.
✶ ✶ ✶
E n el último viaje
todo es inasible.
28
L a sombra no huele,
la sombra no tiene sabor.
✶ ✶ ✶
E l otoño es el mejor tiempo
para envejecer.
Un día, en silencio,
uno será hoja seca
a la orilla de un camino.
✶ ✶ ✶
E xtiendo mis manos
para tocar el aroma del viento.
✶ ✶ ✶
A hora queda la esquina
Yo la desdoblo
y no la encuentro.
✶ ✶ ✶
E n el vacío
sólo está la luz.
L a vida tiene su propia luz
para vivirla. En la oscuridad uno se pierde.
✶ ✶ ✶
E l tiempo tapia los puentes y cuelga de los andamios corazones secos.
✶ ✶ ✶
La verdad (Antonio Machado) ¿dónde? Donde no hay mentira. Cada uno ve su verdad.
✶ ✶ ✶
E l pretérito olvida los recuerdos.
✶ ✶ ✶
L a gran guarida guarda silencios. Todo cenizas.
✶ ✶ ✶
R ecordar es leer
la herrumbre del tiempo.
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H a i k u sL loré sobre tus
lágrimas en silencio
sin tu respuesta.
✶
A legre, triste
historia de palabras
verso de verdad.
✶
M i mano en el agua
y se hizo cóncava
la transparencia.
✶
T odos seremos
escritos en el humo
caídos de la luz.
✶
S ilencio, ceniza,
agua, lluvia
sobre mi rostro.
31
N os esperamos
la soledad y yo
para no estar solos.
✶
V iene la noche.
Lágrimas en las hojas
y en mis ojos.
✶
M iramos atrás
para ver el futuro
y no tropezar.
✶ ✶ ✶
S e posa en mis manos,
se va en el viento.
En la tarde resbala
la luz hacia la noche.
✶ ✶ ✶
L os trajes colgados en los armarios
todavía guardan el recuerdo
de los caminos.
32
L a vida de uno
es la vida entre dos momentos.
Es un intervalo.
✶ ✶ ✶
E n la repetición
uno se hace a sí mismo.
✶ ✶ ✶
L a luz, presencia
sin espacio.
La que hace
el borde de todo
y todos.
✶ ✶ ✶
A cabas de pasar.
Has dejado hueco en el aire.
Se llenará de tus recuerdos.
✶ ✶ ✶
P ara encontrarse uno mismo
hay que ir al fondo,
a desenterrar lo no conocido.
33
Una luciérnaga
en la ciudad.
pág. 35
34
U n sueño es un cuadro sin marco,
es el paisaje abierto
donde no hay umbral.
✶ ✶ ✶
El valor mas alto…
Antonio Machado
U no sin ser nada
lo es todo.
Es una persona.
✶ ✶ ✶
Y o tengo miedo
Sabe a noche.
✶ ✶ ✶
U na casa sin humo
es una casa sin alma
en su soledad.
✶ ✶ ✶
Q ue sea la única cadena,
el aire
suspiro inocente en su silencio.
35
V ivir es donde estar,
ser.
✶ ✶ ✶
U no se repite
todos los días
para ser uno mismo.
✶ ✶ ✶
U na farola.
Una luciérnaga
en la ciudad.
Greguería
✶ ✶ ✶
S i hay tiempo
y lugares
y hombres.
Hay esperanza.
✶ ✶ ✶
I guala la muerte,
pero no la vida.
36
U n álbum de fotos
es un baúl donde
se guarda el tiempo.
✶ ✶ ✶
U no no es uno,
somos todos.
✶ ✶ ✶
N o fue ayer,
es hoy.
Demasiado tarde
para ser mañana.
✶ ✶ ✶
S i el hombre fuese al hondo
de todos sus proyectos;
encontraría luz
debajo de los adoquines.
✶ ✶ ✶
L o abstracto se mira
desde el interior.
37
C aminamos y caminamos.
Vamos al fin del encuentro.
✶ ✶ ✶
L o que no se dice,
calla.
Está ahí hablando más alto.
A veces lo que no se dice
es lo que importa.
Todo y todos cuando callan,
hablan.
✶ ✶ ✶
U na pluma cuando cae
se busca en el silencio.
✶ ✶ ✶
H ay calor y luz y sombras en las escorias
del recuerdo.
✶ ✶ ✶
Q uiero escribir sin tiempo
el tiempo.
38
V ivid afuera,
no dentro;
sin muros.
✶ ✶ ✶
L o recordado son las miradas
pegadas a lo mirado.
✶ ✶ ✶
T odos fuimos, somos;
pero no sabemos si seremos.
Un día llegaremos a no ser
habiendo sido.
✶ ✶ ✶
E scuchadme:
no toquéis la noche.
✶ ✶ ✶
S obre todo recuerdas
al que te hace dolor.
✶ ✶ ✶
I mpuro diálogo
el de los hombres que acechan.
39
E s posible vivir en el olvido
como uno más,
como todos.
✶ ✶ ✶
L o bueno de no volver
es que no lo sabes.
La sombra no tiene memoria.
✶ ✶ ✶
¿Q ué es la soledad?
No poder hablar de ella
con nadie.
✶ ✶ ✶
¿Q ué importa más?, dónde estuvimos ayer,
dónde estamos ahora,
dónde estaremos mañana.
✶ ✶ ✶
L a muerte eres tú mismo.
No olvides esto.
40
V ivir, a veces es mirar
la palma de nuestras manos
y encontrarlas vacías.
Sólo blancas con cicatrices.
✶ ✶ ✶
E l grito del asfalto
subió a las ventanas
para comulgar con
el grito de los hombres.
✶ ✶ ✶
E s nuestro ajuar
en el adiós.
Escanciaremos nuestras lágrimas
en nuestras manos.
✶ ✶ ✶
E l ocho es un cero con cinturón.
Greguería
✶ ✶ ✶
H ay que escuchar
a los que preguntan,
no a los que hablan.
41
H ay caminos que te llevan sólo a los descampados.
pág. 42
42
H ay caminos que te llevan
sólo a los descampados.
A lo mejor son los mejores
lugares.
✶ ✶ ✶
U no vuelve a la confusión
para encontrar la verdad.
✶ ✶ ✶
P or mis lágrimas regreso.
✶ ✶ ✶
E n el silencio
uno es peregrino.
✶ ✶ ✶
T odo será nada.
Este es el secreto más desvelado.
43
A Kavafis.
P asan los días.
El mañana no parece mañana
porque es igual que hoy.
Todo es monotonía.
✶ ✶ ✶
L os poderosos levantan muros
para que los humildes
no vean el mundo.
✶ ✶ ✶
E n el soñar
caben todas las vidas.
✶ ✶ ✶
Q uien profundiza en el silencio
encuentra la nada,
la muerte.
✶ ✶ ✶
E l que habla con la mentira
teme la verdad.
44
R ecordar es irrumpir en el olvido y atizar el recuerdo. Entrar donde estaban los recuerdos.
✶ ✶ ✶
L a belleza es un suspiro del alma, si es pura luz.
✶ ✶ ✶
C uanto más… más pretérito.
✶ ✶ ✶
E l viento es un puñal de viento que hiere sin darnos cuenta.
✶ ✶ ✶
P or el dolor supe que existía.
✶ ✶ ✶
L a belleza te aísla
de la realidad.
45
E l dolor nos hace plenos.
✶ ✶ ✶
¿D ónde habitas?
si ya eres silencio.
✶ ✶ ✶
L a soledad es un abrazo
sin tacto, como la sombra.
Un frío alado,
una noche en el aire.
✶ ✶ ✶
E n la cima uno es ciego
porque la luz no deja ver.
✶ ✶ ✶
L os días son como la carcoma
del recuerdo.
✶ ✶ ✶
S aber el porqué uno está triste
no te consuela.
46
N adie puede escapar
del nosotros.
✶ ✶ ✶
L legarás al hondo de tu luz
si habitas el silencio.
✶ ✶ ✶
E l contorno de uno
tiene barrotes.
✶ ✶ ✶
S ólo quien sufre, escribe.
y quien ama
ve lo que no se ve.
✶ ✶ ✶
V ivir tarde
es vivir en el olvido.
✶ ✶ ✶
U no no puede volver
al manantial.
47
S omos el camino
y éste no tiene regreso.
✶ ✶ ✶
T odo se ve claro
y nada se ve.
La luz ciega al que
la mira de frente.
✶ ✶ ✶
C uando no dejas hablar
nadie te escucha.
Existencia
51
M e han hecho una fotografía
La miro…
en ella veo la ruina.
✶ ✶ ✶
E stoy llegando
a sentir
la noche
en el silencio
que me acompaña.
✶ ✶ ✶
C ogí en el cuenco de mis manos
el agua de la fuente.
Frágil, desnuda,
sin sombra.
Me miré en ella,
vi mis cicatrices.
✶ ✶ ✶
T ú verás mi palidez
en los puentes de la bruma.
Cuando se pierda mi rostro
mi cuerpo ya no volverá a despertar.
52
D esde mi frío
en mis manos hay lágrimas
congeladas
como hojas de hielo.
✶ ✶ ✶
P erdí las llaves para abrir las puertas. Buscaré en los desiertos fríos.
✶ ✶ ✶
M e separé con un punto de mis amigos. Lo mismo que una oración de otra.
✶ ✶ ✶
N o sé si a mis amigos unirlos a mí con la “y” o separarlos con un punto y aparte.
✶ ✶ ✶
M e gusta la amapola
el cardo
y la avena loca.
Solitarias como yo
por los caminos.
53
C uando yo me vaya
escribiré una carta
a las palomas,
a los mirlos,
a los gorriones
y a las urracas
de mi jardín.
–¿Por qué?
–Porque todos ellos
alegraron mi soledad
cuando miraba por la ventana.
✶ ✶ ✶
S iempre estaré a pie de calle,
en mis dedos siempre habrá
una caricia.
Siempre miraré a ras de tierra,
nunca por encima del hombro,
nunca…
✶ ✶ ✶
S e mueren todos.
Me están echando de este mundo.
54
S ale la luna
y deja su rostro en mis ojos.
✶ ✶ ✶
M e siento roca destructible.
Un día seré grano de arena
de una playa,
de un desierto;
o del último camino andado.
✶ ✶ ✶
H e vaciado mis ojos
de recuerdos
para morir aquí.
✶ ✶ ✶
C uando me muera
cógeme en brazos
porque habré regresado
al niño que fui siempre.
Guárdame en la cuna
de tus manos
y seca mis lágrimas
con la piel de tu ser.
Hijo mío guárdame
en tus manos.
55
Y o miro el sol cuando sale,
pero también cuando cae.
Uno es luz y noche.
✶ ✶ ✶
N o quiero “morir callando”. Me rebelo;
morir gritando.
No quiero el deterioro,
ni el dolor, ni el no ser.
Antes morir.
¡Dios!
que sea un beso de amor.
Morir con todos los sentidos.
✶ ✶ ✶
E n las noches, cuando no duermo
se posan los pájaros azules
a beber mis lágrimas
en los ojos.
✶ ✶ ✶
A caricio el temblor
de mi nombre
en el silencio
de mi sombra.
56
Q ué risa
a mí
responda.
Agonía del silencio.
✶ ✶ ✶
E n la caída
arde
mi silencio.
Sombra desterrada.
57
M is ojos tristes sembraron
“girasoles abrasados por el fuego”.
pág. 58
58
M is ojos tristes sembraron
“girasoles abrasados por el fuego”. Oscuro paisaje.
Me derrito en el salitre del rocío.
✶ ✶ ✶
E n un rayo de luz,
en silencio,
vi mi alma flotar
como partícula diminuta.
✶ ✶ ✶
T odos los días paseo
por las calles.
Cada día es un hombre nuevo
que deja sus huellas sobre el asfalto.
Cada día, cuando paseo me escucho a mí mismo
y escribo renglones sobre las aceras.
✶ ✶ ✶
A doro las grietas
de los muros
donde pondría mi alma
a vivir.
59
N ací en un cuadro
que no tenía marco.
Los ojos se saciaron.
Hoy esperan lo perdido.
✶ ✶ ✶
N o es un hombre
quien camina.
Es su silencio
sin consuelo.
✶ ✶ ✶
¡Q ué silencios alzan
los hombres
sobre mí!
Son igual que la sombra.
✶ ✶ ✶
S eré el último en creer
la no existencia mía.
Dejé al niño,
después al joven.
Ahora camina el hombre.
Un día llegará la aurora
y yo me habré quedado […]
60
desposeído de caminos.
Los días que vendrán ya vinieron.
✶ ✶ ✶
H an pasado los años.
He vuelto a la casa.
No me espera nadie.
Hace frío
y silencio.
Y afuera llueve.
✶ ✶ ✶
E n los silencios
soy libre.
En mis soledades
preso.
Hoy me debato
entre el recuerdo
y el olvido.
✶ ✶ ✶
Y o vaciaré mi alma
para que se llene de rocío.
La gota que viene del cielo,
inocente, pura y solitaria.
La que no tiene morada,
la que serena vive en el vacío.
61
E n el desierto de las brasas,
al amanecer,
puse mis manos a calentar.
En ese rescoldo me quité
el frío.
✶ ✶ ✶
E n la lumbre me paso las horas
contemplando en silencio,
las llamas.
Pensamientos…
Sombra y luz,
luz y sombras.
Uno aviva el rescoldo
para seguir calentándose.
✶ ✶ ✶
R ompí a llorar
sobre el brillo de la luna.
Mis lágrimas se hicieron transparentes.
Cuando no me queden días
me iré a morir
entre los árboles.
Las hojas amarillas caerán
y me cubrirán en silencio
lentamente… […]
62
Ese día dejaré de oír el tiempo.
Ese día seguiré oyendo a los poetas
en las hogueras doradas.
✶ ✶ ✶
Y o dejaré un hueco
en el aire.
Vendrá el olvido
y lo llenará de musgo.
✶ ✶ ✶
S oy ese tramo
donde el hombre llora.
✶ ✶ ✶
C uando me encuentro solo
soy un objeto perdido.
Cuando me encuentre
tan solo;
de todos, y de mí
querré ser un copo de escarcha.
✶ ✶ ✶
E l tiempo me ha hecho
saber lo que no sé.
63
U n viejo desván
sin rostro
soy.
pág. 65
64
D e niño acariciaba el
agua mansa de los pilones.
En un temblor
despertaba el agua dormida.
Clara luz la de la bóveda del cielo
en el reflejo del agua.
✶ ✶ ✶
D e qué sirve volver
si ya no queda nadie.
Yo camino hacía ti
en la memoria de la nieve.
Silencio,
olvido,
tristeza,
lugares vacíos.
Ortigas,
zarzas
y musgo.
✶ ✶ ✶
E l recuerdo siempre espera.
Es una mota de polvo
que se incendia con la luz.
65
C opos de nieve
cayeron sobre mis labios.
Yo supe el sabor del frío.
✶ ✶ ✶
U n viejo desván
sin rostro
soy.
Todo lo cubre el polvo.
✶ ✶ ✶
Y o soy de las arenas de los desiertos
la última brizna.
✶ ✶ ✶
M i mirada ya no respira.
Está amorada el alma.
✶ ✶ ✶
V ivo en diciembre
en la eternidad del tiempo,
en las edades blancas.
66
¡Q ué poco tiempo!
Me acecha la boca de las sombras.
Pronto seré un nombre en el mármol.
Concluido,
cenizas…
El eco será el hueco de mis huellas.
Todos vamos camino de la tierra.
✶ ✶ ✶
E ntré en el silencio del silencio,
me precipité a lo hondo
a ver el mundo blanco.
✶ ✶ ✶
M i memoria se hace
recordando a mi madre.
Aquel tiempo donde uno
empezaba a abrir puertas.
Donde todo se hacía luz.
Donde mi corazón latía
con el de mis amigos
y mis pasos iban junto
con sus pasos.
En aquel entonces
yo ya me miraba en mi interior
para hacerme hombre.
67
N o me llaman todos igual.
Para unos soy Fer,
para otros Fernando,
para otros Fernando Calvo
y para algunos Calvo
y para muchos profe.
Yo soy el mismo para todos.
✶ ✶ ✶
L entamente, gota a gota,
palabra a palabra
como la lluvia
me sentí llegar
a donde hay alguien.
✶ ✶ ✶
C uando me visito
sólo quedan regresos.
Por las palabras
cicatrizan mis heridas.
✶ ✶ ✶
M iro asombrado
cómo el grano se hace espiga
y su temblor en el viento.
Y en mis ojos la vida.
68
E n la naturaleza yo podría oír:
caer una pluma,
quebrarse las alas de las mariposas,
sentir el rocío,
evaporarse los copos de nieve.
Yo podría sentir en mis ojos
el silencio de una montaña.
Podría sentir las brasas,
todas las tardes,
en el horizonte.
Podría oír el llanto de una roca
cuando el hielo la quiebra
y se va haciendo arena,
y se va haciendo polvo.
Yo podría oír el grito de la noche.
Podría oír el sueño y el frío.
Yo sigo todos los días
el silencio de mis días
y la ceniza de mis noches.
✶ ✶ ✶
L lámame.
Llámame en la lluvia,
en el rocío y en la nieve.
Llámame mientras
caigan las hojas de los árboles. […]
69
Llámame como un viento en los postigos.
Llámame …
✶ ✶ ✶
B ebí tanto de la noche
que mis ojos se cerraron
para estar en la luz.
✶ ✶ ✶
V endrán hojas secas a mis ojos;
truncadas,
muertas
a hablarnos del otoño
que puebla la tierra
y que me puebla.
✶ ✶ ✶
M i vida, hoy, conjuga
ya verbos irregulares
en estas calles
en este lugar.
✶ ✶ ✶
H e mirado en el agua
y he visto la sombra de mis ojos.
70
S e cerraron las ventanas
de mi infancia.
Hay transparencia en la oscuridad.
✶ ✶ ✶
¡Q ué de recuerdos hay en las buhardillas!
Los hombres han dejado el tiempo
en las cosas,
para que se aletarguen lentamente.
Volveré sobre lo ido
a escuchar los caminos.
Volver a la inocencia
que está en uno mismo.
✶ ✶ ✶
M e regalaron un mapa
al nacer.
Me señalaron los caminos.
Yo me salí de ellos
y del mapa.
Ahora me miro al espejo
y veo ese mapa
y los caminos.
71
M is pétalos están secos.
caen y caen.
pág. 72
72
M is pétalos están secos, caen y caen en la negrura de los océanos.
✶ ✶ ✶
E n vez de estar en los días estoy debajo de las noches.
✶ ✶ ✶
H uele mi cuerpo a recuerdos y a olvidos. Huele a tiempo, huele a la vida, huele a lo perdido. Los niños huelen a fresa.
✶ ✶ ✶
S obre las playas de mis manos flota el dolor de mí mismo.
✶ ✶ ✶
E l Seropram me ayuda. Voy de la mano con él.
Es mi amigo.
73
M is brazos como aspas
de un molino
muelen los pétalos caídos
de mi tiempo.
✶ ✶ ✶
E n la caída
yo me he agarrado a mí mismo.
Todas las manos estaban cortadas
en los floreros.
✶ ✶ ✶
A lmohada de piedra y musgo,
sábanas de tierra.
Dormiré un día
y el alba no volverá a mi.
✶ ✶ ✶
E s más real
el sueño de los recuerdos
que el vivir de hoy.
Todo lleno de sombras,
todo vacío en el tiempo.
Asomado a mi ventana,
hoy muero recordando
esa estación de vida.
74
A ndo sobre hojas secas
en esta estación dorada.
Mi mirada está por el suelo,
ya no miro al infinito;
el día a día
antesala del umbral
donde los ojos acaban.
✶ ✶ ✶
R eflejo.
Esculpido en la fuente,
eres fuente
y después arroyo
y río
y luego mar.
Esculpido en tu libertad.
✶ ✶ ✶
U n día llegaré al hondo,
a lo oscuro de mí.
Ese día no sé si regresaré
o me quedaré allí.
En ese silencio me escucharán
y me escucharé.
75
S e irán…
Yo les llevaré mis sueños.
Me levanto.
Corro hacia el eco de mi nacer,
hacia esa nada
donde no hay más que noche.
✶ ✶ ✶
D onde tengo tierra
no tengo casa.
Y donde tengo casa
no tengo tierra.
Mi alma vive arrancada
en la pura diáspora.
✶ ✶ ✶
S ubí las escaleras
de dos en dos,
después uno,
después otro.
Más tarde
los dos pies en uno.
Hoy subo en ascensor.
76
L o que yo vi
no lo ves tú.
Y lo que tú no ves
lo vi yo.
Puente engendrado en la luz.
✶ ✶ ✶
T rabaja la muerte
para encontrarme.
Un día se adelantará
a mis pasos.
Ese día mi calavera
dormirá en mi almohada.
✶ ✶ ✶
T odos huyeron,
los quise,
amé sus almas,
sonreí a sus cuerpos.
Todos huyeron,
todos se fueron.
“Yo me quedé solo con mi alma” Rostro en sombra.
77
M is ojos me salvan
de la soledad.
Todo lo que me rodea
me acompaña.
✶ ✶ ✶
V oy a mí, pero
tampoco allí me quieren.
✶ ✶ ✶
¿A dónde vas?
Al huerto de las estrellas
a coger desnudo a Dios
para que mi rostro tenga luz.
✶
A la tarde, a las brasas
del horizonte
para calentar mis manos.
✶
Al mar para vaciarlo
y en su hueco sembrar
mis inviernos de frío.
[…]
78
A las perchas de los armarios
donde viven en silencio
las ropas del recuerdo
de los que un día fueron.
✶
A los caminos donde están
las huellas de los hombres
que pasaron.
✶
Al sueño donde voy cayendo
conmigo en eterna soledad.
A la noche para que me
alivie del dolor de vivir.
✶
A la sinrazón para
poder entender este mundo.
Yo voy a donde no esté yo,
sólo mi sombra.
✶ ✶ ✶
M i sombra ya no es mi sombra;
Sólo es un gesto de silencio.
Yo espero encontrarme con ella
en los bordes del horizonte.
79
E l árbol busca la brisa.
Yo busco los huracanes.
✶ ✶ ✶
N adie me puede quitar
lo que yo veo.
Nadie me puede quitar
lo que yo pienso.
Yo sólo en la llanura.
✶ ✶ ✶
L a luz siempre está
al otro lado.
Donde yo habito
habita la noche.
✶ ✶ ✶
E n el abismo me salvaré
si sé que soy yo.
✶ ✶ ✶
P or donde he pasado
sólo quedará un rumor de pasos.
Dirán: por allí pasó,
por allí paseaba. […]
80
Su figura ensombrecida
de niebla
quedará en el recuerdo.
En los territorios donde viví,
imágenes del tiempo.
Lo que dije en silencio
retornará a la boca.
Cuando cierre las puertas,
para siempre,
alguien oirá mi llanto;
simplemente al hombre.
✶ ✶ ✶
Y a tengo en mis manos
la ceniza de mi muerte.
Ríen por mí
las viejas flores de los arrecifes
en los sueños de mis manos.
Hiere la boca la tiniebla
de los harapos del alma.
No puedo dejar de soñar
en el temblor de la ceniza.
Se cerrarán los postigos
y habrá sombra y silencio.
Solas, las veredas,
duermen.
81
T odas las pérdidas
me dejaron vacío.
Me embarco en un viaje
al horizonte donde
no vive nadie.
✶ ✶ ✶
T u mirada, hoy
me envejece más
que yo me siento.
Será acaso que tu lectura
se quedó en los minutos
que son horas de mi vida.
Ya mis gestos tienen
la montura del tiempo.
Me duele el presente
porque envejezco.
Busco en el tiempo
una frontera de pasos.
Cuando miro las fotografías
se han vuelto amarillas.
✶ ✶ ✶
C uando la muerte
quiera quitarme lo que tengo […]
82
me encontrará vacío.
“Ligero de equipaje” como Antonio Machado,
me iré.
✶ ✶ ✶
M is ojos se llenan
de limaduras de óxido,
en las tardes,
cuando el sol se apaga.
✶ ✶ ✶
C uando camino
leo mis pasos:
corpóreos, lentos, solitarios
desnudos;
cada día más cortos
de un silencio de frío.
✶ ✶ ✶
A Antonio Gamoneda.
S iempre, la injusticia
me dio de comer.
No conocí “la cara del amo”. Hoy se deshace en mis manos.
[…]
83
Arrojo al silencio su rostro, al olvido, a la nada. Él sigue dándome migajas para comer.
✶ ✶ ✶
L loro, y por quien lloro me trae recuerdos azules.
✶ ✶ ✶
E n mi memoria, al recordar, siempre me gustaría que hubiese una ventana abierta. Iría al regreso a buscarme.
✶ ✶ ✶
S e harán cenizas los espejos cuando cruce el umbral. El espejo me trajo la transparencia.
✶ ✶ ✶
I ré solo a abrir las puertas frías
para reflejarme en el agua.
M i sombra lleva una máscara
llena de cicatrices.
✶ ✶ ✶
E n mis días siempre está anocheciendo.
✶ ✶ ✶
S i me das la mano no tendré miedo.
✶ ✶ ✶
E n mi pequeño corazón cabe el inmenso amor, la inmensa amistad. Y aún sobra mucho espacio.
✶ ✶ ✶
E ntre paso y paso siento el vacío. Me desdibujo para vivir.
✶ ✶ ✶
F ui a la soledad, me encontré a mí mismo
en el olvido.
84
85
P lanté manzanos, perales
y ciruelos
con mi padre.
Algunas ramas se han secado
y aquel niño, hoy,
tiene el pelo nevado
y el corazón desgastado.
✶ ✶ ✶
M is ojos se cansan
de mirar las miradas lejos.
Hay arañas enredadas
en las luces de los días.
✶ ✶ ✶
M e enterrarán
y dejaré un poema de vida
para que lo lean en la noche.
✶ ✶ ✶
C uando miro descoso
las enredaderas de mis ojos
para ver la locura del mundo.
Mundo astillado y poroso de sed.
86
E chado sobre el vaho del cristal
me duele el alma
y me duelen mis manos abiertas
cuando miro.
Las ramas desnudas
se quedaron frías.
Gesto de soledad en mis ojos deshojados.
✶ ✶ ✶
A caricié el osario
de mi sombra
y me llevó al abismo,
al ocaso.
Plumaje seco escondido en la noche.
✶ ✶ ✶
N adé en el río
y fue agua mi cuerpo
y viento y río.
Desnudo y blanco
sobre las aguas
en el estío.
87
S iempre la luz en el cielo,
en lo alto, imposible de tocar.
¡Oh, sol! quema tu resplandor
todos los días en el horizonte.
Amanece y el pájaro canta,
amanece y la flor se abre,
amanece y en mí resuena
un vacío de plomo.
✶ ✶ ✶
V i desvanecerse mi paisaje
en un espejo de aguas,
río abajo, en la corriente.
✶ ✶ ✶
E n el ocaso abriré mis ojos
para ver mis cenizas.
Los chopos altos, llenos de sol
anuncian la luz.
✶ ✶ ✶
S igo oyendo el eco
en los muros de mi infancia.
88
S alió la luna
y se apagó en mis manos.
✶ ✶ ✶
C aen los pétalos
como mis lágrimas
en las orillas.
✶ ✶ ✶
C on tristeza
mis manos en el agua
buscaban peces.
✶ ✶ ✶
M i mundo no tiene cielo
sólo tierra triste.
✶ ✶ ✶
T odos los días
miro por la ventana
para ver lo que no se ve.
Ocaso sin risas,
lágrimas de frío.
89
E l tiempo dejó de venir a mí.
Se me van cayendo las viejas ramas,
las hojas amarillas.
El cielo que me rodea
es un viejo cielo
donde ya no vuelan los pájaros.
Mi alma duerme en las orillas
donde la luz se apaga.
Desnudo el viento mueve telarañas
en los viejos aposentos.
Todo se acaba aquí y ahora
en la soledad de las calles.
Es el estío de un hombre
donde el tiempo dejó de venir a mí.
Es el fondo, la irrealidad;
un espejo donde uno se ve roto.
✶ ✶ ✶
M ontes de plata al alba.
Mi alma va descalza
por el rocío.
Sobre las flores dormirá.
90
C autivo
En las calles de esta ciudad
todavía me siento hecho de
aroma de fruta,
de hojas verdes,
de murmullo de fuente
y de trino de pájaro
que canta una canción.
Todavía me siento escarcha,
y rocío
y nieve.
En este otoño sigo cautivo
en el recuerdo de una vida.
✶ ✶ ✶
C anto para todos
y lloro para mí.
Los harapos también
cubren el alma.
✶ ✶ ✶
M e gusta ser poeta,
pero prefiero ser hombre.
91
N o cantó el grillo;
yo me quedé esperando la noche.
Me dormí en las brasas.
✶ ✶ ✶
R obé las estrellas
para que no hubiera noche.
He fabricado un cielo de luz
para mis ojos muertos.
✶ ✶ ✶
L o de nadie es de todos.
La luz, el aire, la lluvia.
Todo se adueña con el mirar.
Soy dueño de la brisa
cuando envuelve mi rostro.
Soy dueño de la luz
cuando de par en par
ilumina mis ojos.
Soy dueño del agua
cuando llena mis manos.
No tengo nada
y soy dueño de todo
porque todo es nada.
92
U no se muere a pedacitos.
Yo guardo fotografías
de cuando vivía.
✶ ✶ ✶
C uanto más sé
más estéril me siento
en el conocimiento.
Nunca se sabe la verdad
de todo.
✶ ✶ ✶
R englones de tiempo.
Cuántas veces he leído
las arrugas de mi cuerpo
para escribir un verso.
Cicatrices,
renglones de tiempo,
recuerdos, atardeceres.
Imágenes rotas de mi experiencia.
Soles apagados, reflejos fugaces
en mis manos de otoño.
Envejezco y muero para vivir.
En mí no hay versos sin mí.
No estoy invitado a un nuevo amanecer. […]
93
Seré ceniza en busca de la palabra. Oquedad, vacío, nada,
mundo blanco.
✶ ✶ ✶
T odo se destruye en la eternidad. Yo me hospedo en el tiempo y mi mirada es el horizonte donde busco al que fui, el cantar de la luz. Sólo encuentro el espacio donde rescato mi niñez. Un niño sin voz, un texto roto.
✶ ✶ ✶
E n mi ventana hilo todo el paisaje en los rayos que caen sobre mis ojos tristes. El silencio atrapa mi mirada. En el mirar de mis ojos sé lo que ignoran, lo que olvidan. Quema el ocaso.
94
E n los goznes oxidados
chirrían las horas.
pág. 95
95
E n los goznes oxidados chirrían las horas. El tiempo abre y cierra las puertas. Voy a donde no hay nadie, sólo el grito despiadado de las serpientes en el espacio vacío.
✶ ✶ ✶
M orir en la transparencia. Sentirte entrar en el albor de la luz, el cuchillo del aire. Anidarán los pájaros en las manos de ceniza; pero ya no volarán.
✶ ✶ ✶
P asos hacia el silencio. Llego a la puerta de la calle. Saco mis llaves del bolsillo. Abro la cerradura. Cruzo el umbral y estoy dentro. Ya la lluvia no moja mis cabellos. En el buzón hay correspondencia; sueños de los que están lejos.
Uno a uno subo los escalones […]
96
y llego al rellano. Otra puerta. Esta me lleva al silencio. En esa casa duermo, escribo, hago el amor. Y algunas veces defeco las putadas de la vida.
✶ ✶ ✶
P obladas mis manos de olvidos; el óxido deshace el llanto.
✶ ✶ ✶
C uando abrí la puerta sólo oí los ecos del tiempo. Vacío y sombras, frío y noche. Todo había terminado. Yo me quedé quieto, esperando.
✶ ✶ ✶
C aligrafía de silencios. Solo soy un atardecer de lágrimas.
✶ ✶ ✶
M e gusta el eco, me trae nostalgia. Palabras de un niño
que lloraba en las paredes.
Leyendo el corazón
99
T u desnudez,
tu blanca desnudez.
pág. 101
100
N i arroyo,
ni río,
ni fuente.
Yo quiero ser gota
y nacer en tus ojos.
✶ ✶ ✶
H e ido detrás de ti,
siempre,
leyendo tu corazón.
✶ ✶ ✶
C uando me besas
deshojas mis labios.
✶ ✶ ✶
S in ti
no me llevo bien
conmigo mismo.
Siempre te busco.
✶ ✶ ✶
J untas duermen nuestras sombras.
101
Y o paseo por tu nombre
y me paro en cada letra
a recoger las lágrimas
de tus pisadas.
✶ ✶ ✶
T u desnudez,
tu blanca desnudez
ha dejado mis ojos sin ver.
✶ ✶ ✶
A sí nos escuchamos
en la noche
con nuestros silencios.
Así nos decimos
nuestros secretos
desnudos de sombra y luz.
Nuestros bulevares son caminos
con las bocas cerradas
y nuestro aliento de papel.
✶ ✶ ✶
Y o hurgaré en tus lágrimas
para deshacer tu corazón
de melancolía.
102
M e acerco a tu reflejo
en el agua.
Los dos nos miramos
con nuestras pupilas mojadas
y en nuestras manos
temblando las lágrimas.
Sólo somos agua
y un reflejo de nuestras miradas.
Ya no existimos,
somos invierno.
✶ ✶ ✶
L a seda de tu piel
me amalgama, es su calor.
Habito en el olor, clandestinamente de tus sábanas
en las noches sin pijama.
✶ ✶ ✶
T u jardín secreto
guarda el pozo de la luz de seda.
✶ ✶ ✶
T e amo:
arden las manos en la caricia
de espumas oceánicas.
103
D iciendo tu nombre
leo tu cuerpo,
aún sin estar.
✶ ✶ ✶
E n nuestras lágrimas
tiembla el adiós.
✶ ✶ ✶
E ncontré tu nombre
en el calendario;
después te encontré a ti.
La realidad fue más
que tu nombre.
✶ ✶ ✶
A hora que voy siendo silencio
tú, coge mis manos
para abrigarme.
✶ ✶ ✶
T u belleza despoja
mis ojos
de suburbios de tierra.
104
¿Q ué quieres?
Yo te quiero
en mi silencio contemplativo.
✶ ✶ ✶
E n el fondo de un abrazo
no hay dolor;
sólo la verdad de la alegría.
✶ ✶ ✶
U n cuerpo al lado del otro
se reconocen por el eco.
✶ ✶ ✶
M iro al infinito para ver.
Si quieres conocer mi corazón
pregunta a mis recuerdos,
nunca a mis olvidos.
✶ ✶ ✶
T e llamo en el contorno
de tu silencio
para que seas ilusión
en mis veredas sin regreso.
105
D esnudos los dos
nos lo dijimos todo;
con nuestras bocas cerradas
y nuestras manos abiertas
como palomas.
✶ ✶ ✶
M iré en tus ojos las luciérnagas
floreciendo
cuando dormías.
Callada respirabas en las sombras.
Hubo pájaros volando, sin plumas,
en el silencio.
Un río seco corrió por mi garganta.
Fuego de soledad en el vaho
que respiraba.
Miré tus labios y brotaba una luz
crepitante.
Noche fría, titilando la noche
en la soledad.
✶ ✶ ✶
L a primera vez que te vi
fue un instante claro.
En ese momento toqué tu alma. […]
106
No sé lo que tú hiciste de mí.
Sé que nos miramos
resbalando nuestras miradas.
✶ ✶ ✶
T e cincelaré etérea
para que vueles en mis pensamientos.
✶ ✶ ✶
D éjame ver
tu sonrisa huérfana
para mi querer.
✶ ✶ ✶
S i te fueras
el dolor sería
mi último adiós.
Lloraría en el viento
cristales de silencio.
✶ ✶ ✶
H e vuelto a acariciar
tu sonrisa
en mis manos arrugadas.
Hoy queda tatuada, envejecida,
como anciana de un sueño.
107
D ormiremos sobre las hojas secas.
Temblaremos en nuestras risas
en la vigilia de la noche.
✶ ✶ ✶
M e gustaría estar
en el trino de tu aliento,
en el trino de los alientos.
✶ ✶ ✶
¿A dónde vamos tú y yo
cogidos de la mano?
A besarnos detrás de los muros,
donde hay sombras
para perdonarnos.
✶ ✶ ✶
U n día quemaré tu recuerdo
para soñar con tu sonrisa.
✶ ✶ ✶
B esará mi última lágrima
en el instante último,
ella,
la que seguirá conmigo.
108
S e hace infinito el placer
en el deseo.
✶ ✶ ✶
L lena tus cántaros
en mis fuentes
y el agua jugará en ti.
109
Á mate en el falo
de las flores.
110
L a rosa exhala su perfume,
su humedad
en el ciprés de Silos.
✶ ✶ ✶
Q uiso hacer en ti,
la rosa
arquitectura pura.
Caídos tus pétalos
el viento juega
a llevarte en ataúd.
Quedará el perfume
sin tu ser.
✶ ✶ ✶
V ed la arcilla en mis manos,
ved la metamorfosis del cántaro.
En su vientre temblará la fuente.
✶ ✶ ✶
N o la toques
porque arderán sus pétalos.
¡Tócala para que arda!
111
Y mi sangre se hizo blanca
en la pleamar de tus muslos.
✶ ✶ ✶
E scribiría sobre ti
Escribiría sobre ti,
con mi pluma
versos blancos.
Escribiría entre tus muslos
un poema de vida.
Se acabaron tus lunas,
somos dos juguetes rotos
en tu silencio y el mío.
✶ ✶ ✶
T u boca es un ascua
que a mí me abrasa.
Encendido, ceñido
entre mis piernas.
En el silencio te escucho
serenas pieles nevadas.
112
B ebería en el cuenco de tus manos tu sangre hecha de amor. Éxtasis de locura.
✶ ✶ ✶
B ajo las sábanas en una tarde de siesta veraniega yo sucumbía al salario del goce en un diluvio de luz. Púrpura lluvia lluvia de sables por los muslos.
✶ ✶ ✶
D erramad la simiente en los altares vírgenes. Llegará un día en que se quiebren los sexos jóvenes.
✶ ✶ ✶
S oy ladrón de la nieve
de mi cuerpo.
113
B rota un manantial
en el alba de mis manos.
✶ ✶ ✶
G otean las velas cera fría.
✶ ✶ ✶
H oy me he querido celebrar
cuando la tarde caía.
Vendimiarme en gotas de rocío.
Toda mi alma caía como lluvia
en las amapolas floridas.
✶ ✶ ✶
L as rosas se hicieron espinas
en las manos
del que no sabe amar.
✶ ✶ ✶
L loré sobre tus ojos
la esperanza perdida.
Mis lágrimas fueron tus lágrimas.
La respuesta fue una pregunta
y la pregunta no tuvo respuesta.
Habla el silencio
117
E l silencio dice
lo no dicho.
✶ ✶ ✶
C uando leo un verso triste
me ilumina un sol negro.
✶ ✶ ✶
E scribir sobre la nieve
no tiene futuro.
Palabras blancas
y agua.
✶ ✶ ✶
E xiste mi palabra
donde nadie existe.
118
E scribo surcos de viento
donde el verso vuela.
119
E scucha este verso
porque he traído a él
el sonar de la fuente.
✶ ✶ ✶
A Nietzsche.A través del verbo
de la poesía:
“Vivo lo que pienso y pienso lo que vivo”.
✶ ✶ ✶
L a poesía va del exterior
al interior
y del interior al exterior.
Siempre se regresa a la soledad.
Llegarás donde llegue tu voz.
✶ ✶ ✶
L a sombra no tocó el verso.
Se hizo ceniza al llegar la noche.
✶ ✶ ✶
H oy escribo metáforas desnudas
para adornar las olas de los versos.
Temblaban las hojas en mitad de la lluvia.
120
Q uien rompe un poema malo
purifica la poesía.
✶ ✶ ✶
E l poeta
El poeta, el que se lava
con la lluvia,
el que mira el viento,
el que sube en las hojas
de los árboles.
Ése, el poeta, el que roe
la nieve en los neveros,
el dueño del reflejo
de sus manos.
El que amasa en las maseras
el viento, el agua y la harina.
Ése, el que camina en la niebla.
El pastor de pájaros en las colinas,
el que roba al otoño las hojas secas,
el que se acuesta en los prados
sobre la hierba verde,
el que habla a los colores de las flores.
El poeta, ése que mira la luz
como los girasoles.
El que compra y vende sus sentimientos.[…]
121
Dice el poeta lo que dice
evaporando el tiempo.
Yo como poeta,
llevo en mis bolsillos
la llave de mis sueños.
✶ ✶ ✶
U n poeta cuando está muerto
es un verso en una línea.
✶ ✶ ✶
C uando cae una hoja
es como si cayese el corazón
del árbol.
Verso dormido
en el asfalto.
✶ ✶ ✶
E n el silencio
mis manos
escriben desolados
versos.
Plumas negras
sobre la corteza
de la nieve.
122
E n el verso se desprecintan
las palabras.
Cuando escribo es como si
nevaran mis manos
copos blancos
y yo entretejiera su luz.
✶ ✶ ✶
E s un fruto frío
el de mis manos.
Yo oigo la sombra
de mis versos.
✶ ✶ ✶
P asad por mí,
por mis caminos de tierra
y llevad mis pensamientos
a las altas moradas del sueño.
Pasad por mí,
coged mis manos,
las de las nieves blancas
caídas.
Pasad por mí
a recoger el último verso,
ése que lleva un silencio[…]
123
en sus palabras.
Después que muera
pasad por mí
y recorred mis calles frías
oyendo los ríos
de mis versos tristes.
✶ ✶ ✶
L a poesía me anima a vivir.
Mi alma es ya
una vieja alma.
Cada día más sabia
y cada día menos poderosa.
No quiero morir sin luz.
✶ ✶ ✶
Y o escribo
donde sueñan los pájaros,
en los relámpagos de los árboles.
✶ ✶ ✶
C uando escribo un poema
saco a pasear mi alma
por un silencio.
Calla…
llora el verso[…]
124
en el surco abierto
en la tierra de barbecho.
Desnuda el alma
la cubrió la luna
con un recuerdo.
✶ ✶ ✶
Y o te escribo
y vas al aire
y vuelas como un vilano
que arrastrara el viento.
Y después caes en silencio
como un pétalo de una flor
en las manos de los hombres.
✶ ✶ ✶
L as letras que caen de mis manos
sobre las hojas blancas
son lágrimas que se hicieron
en las pupilas de mis ojos.
Los versos son caminos del regreso.
✶ ✶ ✶
A caso es tarde
para escribir lo olvidado.
125
L a palabra dice
lo que no estamos acostumbrados a oír.
Calla lo que dice
y dice lo que calla.
Esto nos lleva a la luz.
✶ ✶ ✶
C uando dices una palabra
se hace viento en el aire.
Abre sus manos para no regresar.
✶ ✶ ✶
E scribo para llegar antes,
para llegar a mí.
✶ ✶ ✶
H ay que escribir de la nada
para decir algo.
El presente se hace solo.
✶ ✶ ✶
E scribir es dar claridad
a los días.
Es dar pasos dentro de uno.
126
S oy errante en mis versos
y con ellos me siento
en las esperas del amanecer.
✶ ✶ ✶
S eco es el verso
que no tiene silencio.
✶ ✶ ✶
H ay poetas de voces arraigadas,
otros desarraigadas.
Unos escriben lo que ven,
otros plantean otras vidas.
✶ ✶ ✶
M iro la hoja.
Los versos hablan de mis silencios.
El poema de mis atardeceres.
✶ ✶ ✶
U n pétalo en el aire
habla como una palabra
suelta en el viento.
127
C uando el día amanece
por la persiana
se cuela un verso de luz.
✶ ✶ ✶
H ay un desván lleno de recuerdos.
Mi voz se queda
donde las puertas se abren.
✶ ✶ ✶
C uando un poeta
pone una palabra al lado de otra
surge la emoción
porque separadas son dos
y en un verso es una.
✶ ✶ ✶
P or la palabra he llegado
al silencio oceánico
de mi abismo.
✶ ✶ ✶
128
L a palabra me ha dicho quién soy y dónde estoy. Me ha llevado al reencuentro del yo con el otro. Los dos uno, y el mismo. El que fui y el que soy lo he encontrado en los libros. La palabra me ha salvado del exterminio y ha purificado mi interior. por la palabra me defiendo de mí mismo.
✶ ✶ ✶
M i verdad que vaya al aire. Que se escuche mi verso como la lluvia. Y que el susurro levante los ojos. Que mi palabra silenciosa en mí sea eco en ti.
✶ ✶ ✶
U n verso no debe ser uno; dos, tres…
tantos como lectores
del mundo mayoritario.
129
B elleza lánguida
la del verso sin aire.
✶ ✶ ✶
M e interesa la poesía.
Su belleza me eleva
sobre mí mismo.
Romper los cristales del umbral;
me libera del dolor,
me libera de mí mismo.
✶ ✶ ✶
Y o busco lo que no tiene dirección;
el silencio de la imagen
y el canto de la metáfora.
✶ ✶ ✶
H ay quien no ve
lo que escribe el otro.
No se atreve a arañar
su corazón;
ni a meterse en su alma.
A veces entrar es ir al hondo,
bajar la escalera.
Y uno tiene miedo de sí mismo
cuando vives en el otro.
130
A rriad las banderas de los mástiles.
Izad las palabras.
El eco sonará
en el viento que las lleva.
✶ ✶ ✶
E s necesario ir solo
para andar este camino.
Esperad mi regreso del sueño
de la aventura.
Yo os regalaré un verso.
Os llevaré conmigo
si queréis acompañarme.
✶ ✶ ✶
E xistir:
es soñar que somos.
La casa del poeta no existe.
Él vive en una escalera
que baja.
Él vive en la verticalidad.
✶ ✶ ✶
U n lector de poemas,
al pasar de uno a otro
debe abrir sus puertas.
131
C amino en las heridas
de los versos.
Abriré las palabras
para limpiar sus cicatrices
de tiempo.
✶ ✶ ✶
E l silencio es la perfección
de la palabra.
✶ ✶ ✶
Q uien lea el silencio
leerá la última palabra
de mis versos.
✶ ✶ ✶
C ierro los sobres
para contarte los sueños
de mis palabras.
Espero sepas devolverme
los secretos.
132
D espués de leer mis poemas los adelgazo. Quedan restos. Me gusta la esencia.
✶ ✶ ✶
M urió el poeta sigue su cantar…
✶ ✶ ✶
C olgaré un verso mío en el frío de una rama desnuda. La escarcha lo hará blanco, sólo con silencios.
✶ ✶ ✶
E n lo que escribo ¿Alguien llegará a tocar mi alma? Quien me mira, ve mi cuerpo apenado.
✶ ✶ ✶
N o me destruyo porque mi destrucción está en mis palabras.
Regreso en mi verso.
C olgaré un verso mío…
la escarcha lo hará blanco.
pág. 132
133
134
A lgún día os hablaré
como noche sin luz.
Oiréis mis versos secos.
Quedará el silencio
en vuestras manos.
✶ ✶ ✶
M i verso es mínimo,
puro,
donde un día sólo
será silencio.
✶ ✶ ✶
H ay límites.
La palabra te lleva más allá;
te rompe por dentro.
✶ ✶ ✶
Vientos del pueblo…
Miguel Hernández.
¿E scribiré algún día un verso
en el que exista?
Sentarme en el camino
y esperar que llegue
el viento del pueblo.
135
S iempre me he parado
a escuchar:
la palabra del otro,
el gemido,
el río, el arroyo, la fuente.
A todos menos a mí.
Yo os daré mi voz
para la nostalgia.
✶ ✶ ✶
Y o que voy leyendo
escucharé tu vuelo,
escucharé tu canto.
Tu vuelo y canto
será mi canto y vuelo.
✶ ✶ ✶
D ónde estoy
que hoy cantan mis manos.
Hoy cuento historias
sin historia.
Hoy me canto yo.
✶ ✶ ✶
M is versos son más verdad
que yo.
136
E scribir el alma
es un acto de valentía.
El verso es un reguero triste.
Para el poeta no hay compuertas.
Cada palabra es una lágrima.
✶ ✶ ✶
E l oficio de poeta consiste
en maquillar las palabras.
Pensaré en lo imposible
para escribir lo posible.
Serán sueños.
✶ ✶ ✶
C aracola.
Me regalaron una caracola.
Me la acerco al oído
a ver si todavía
no se ha marchitado
el oleaje del mar.
Peregrina el rumor a mi poesía
para que ondee en el mástil
como palabra viva.
137
S erá palabra
si la habito,
si la habitas,
si la habitamos.
Será palabra
la oída por todos.
✶ ✶ ✶
S e esconde el decir
para decir más.
✶ ✶ ✶
S e mustia la flor,
pero queda su perfume.
Un poema no termina
hasta que el lector
gasta las palabras
y se queda en silencio.
✶ ✶ ✶
M e gusta el silencio
que calla un libro.
138
E l verso es un azucarillo
en el agua.
Se disuelve cuando se lee.
✶ ✶ ✶
S obre los muros
están escritos los gritos.
La cal se ha desconchado.
Los armarios guardan
los olvidos del tiempo.
Yo oigo los silencios
para oír a los que callan.
✶ ✶ ✶
L a última palabra
no la diré yo,
la escribirán en mi tumba.
Yo seré deshabitado
por la luz.
Naturaleza
141
D onde quiera que esté,
mi tierra está conmigo.
✶ ✶ ✶
L a hoja es el arpa
del viento.
✶ ✶ ✶
E n otoño los árboles
tienen risas secas.
Callan en el viento.
✶ ✶ ✶
S e ha roto el cielo,
cayó sobre la tierra.
Se rompieron las estrellas.
✶ ✶ ✶
N o pude contar toda
la risa de las olas
que el mar me ofreció.
✶ ✶ ✶
E l agua cuando es libre
es una arquitectura del azar.
142
C uando resbala el sol
por las tardes
en el horizonte
renuncio a la luz.
Cierro mis ojos para no ver
esa verdad.
✶ ✶ ✶
L a mar, espejo
donde se mira Dios.
✶ ✶ ✶
S e oía la esquila
fría por el rocío.
Su reflejo colgado
en la luz de la luna.
El ladrido del perro
hacia el encuentro.
✶ ✶ ✶
L os pájaros son parte
del cielo
cuando abren sus alas.
143
I ré… y me posaré en los ríos, en los fríos remansos, en las pozas. Y beberé con mis labios y mojaré mis ojos hasta que sea agua. Siempre amé la lluvia rota sobre los cristales de las casas.
✶ ✶ ✶
H oy el viento se ha abrochado su boca. Ya no suenan los árboles de mi jardín. El silencio de las hojas ha caído en mi alma. Ya no hay conversación entre las hojas y mi ser.
✶ ✶ ✶
L loró el mar y se hicieron islotes de sol a la deriva, desnudos, bajo la bóveda del viento.
El mar, lágrimas de olvido.
144
D espués de la lluvia
todo es un espejo.
La luz espera tus ojos
para ver el tiempo
de las hojas.
El sol de nuevo volvió
a acariciar los lugares.
Frente a mí
todo es nuevo.
Tal vez oiga la luz de ese día,
tal vez sienta el cansancio de la lluvia,
tal vez no cierre los ojos, ese día,
para sentir el brillo.
145
E n aquel pueblo vacío
el silencio me dio frío.
146
C uando la ola llega a la playa
sus labios se hacen de arena.
✶ ✶ ✶
L as flores del silencio
habitan en los musgos
y en las nieves
de los muros.
✶ ✶ ✶
N ieva sobre los campos.
El silencio se purifica,
se dulcifica la quietud.
Me colma su caída.
Celebro ese tiempo
excavando en mis recuerdos.
✶ ✶ ✶
S e apagaron las luciérnagas,
se enfría el verano.
El fruto maduro comba
las ramas.
la naturaleza se prepara
para las nieves blancas.
147
P ara ser libre
en mi mirada
y en mi corazón
busco los prados,
las montañas.
Allí no se rompe el silencio.
✶ ✶ ✶
E l mar, agua de cien mil ojos,
espuma ciega.
✶ ✶ ✶
N ieva
todo es un océano de silencio.
Callas
te invade la blancura.
Miras
un rostro de resplandor.
Todo
es armonía.
✶ ✶ ✶
L a humedad de la fuente
se durmió en mis manos.
[…]
148
Me embalsamaban sus reflejos.
Callado escuché la última gota
c a e
r.
✶ ✶ ✶
L as brañas son tierra de nadie,
son del canto de la naturaleza.
Los pájaros son en ellas más libres.
Tierras donde yo, un día,
hice que mi mirada se posara
para volver a las nieves blancas
a arrullar mis sueños.
✶ ✶ ✶
Y la palabra del roble
habla en el arrullo del Sil.
Cántame hoja y agua
en el camino del cielo azul.
Y subiré a las montañas
para tocar la luna y el sol,
y sentir el viento.
Tocaré las ramas y cortezas.
Y las hojas del roble
seguirán cantando a las orillas del Sil.
149
Q ué cerca está el sol
en la fruta madura
y en la espiga dorada.
Yo lo enhebro en mis manos.
✶ ✶ ✶
F lota la espuma en el mar,
ojos de peces muertos.
Ellos ya han llorado
y llenaron de sal el agua.
✶ ✶ ✶
L a mariposa incendia
el aire cuando vuela.
Se hace el color
cuerpo de viento.
✶ ✶ ✶
E l cielo
me gusta rojo
cuando la tarde cae.
Me gusta ver resbalar la luz
hacia la oscuridad.
150
E l viento me traía
sonidos de un río
que yo soñaba
entre piornos amarillos
y abedules blancos.
La primavera tejía
sus pétalos rotos
y negras hojas.
Yo a través de mis ojos
en lágrimas
alargaba la mirada
para ver lo que no tenía.
Voy errante por mis viejos caminos
como niebla desnuda.
Hoy es tiempo pasado.
✶ ✶ ✶
M i tierra es un álbum
lleno de cromos.
Paisaje en la ausencia,
recuerdos…,
donde el silencio puebla los sueños.
151
Y o subí a las montañas donde el silencio puebla los sueños de las piedras, donde existe el éxtasis de la belleza, donde el viento corre las verdes hierbas, donde nacen los manantiales casi en los azules del cielo, donde hablas y tu voz es una brisa. Volvía y en la vuelta mi alma temblaba como agua de arroyo entre los musgos. Volvía con un traje nuevo en mi piel de naturaleza ardiendo. Volvía con mis manos como alas bajando del azul hasta el lecho. Volvía con horizontes lejanos, colmados mis ojos de las verdes lontananzas. Mi voz traía el silencio, sólo un rumor en mi boca que se perdía de pureza.
En la montaña todo calla, […]
152
sólo habla el viento.
Sueño de viajero que soñó con estrellas,
en lo alto, y con la luz eterna.
✶ ✶ ✶
E s invierno:
El almendro ha sido nevado.
Caen lentamente sus pétalos;
lágrimas
que lleva el viento.
Ataúdes crecerán en las ramas
con frutos de vida.
En el olvido,
un nuevo invierno volverá,
y traerá flores.
Su sombra es blanca
porque son luz sus ramas.
✶ ✶ ✶
L a ola es una metáfora
del agua.
Ella por sí sola canta
sin ahogarse en el mar.
Ellas leen su propio verso
cuando se disgregan,
cuando lentamente se rompen
y caminan por la arena.
153
L a niebla,
sobre mí, serena
flota calladamente.
Una gasa cuelga
de las alas de los pájaros.
La mañana es gris.
Cierro los ojos a los contornos.
✶ ✶ ✶
C uando íbamos a los prados
nuestro sudor se mezclaba
con la hierba.
Nuestras gotas germinaban
en los surcos
y resultaban ser frutos
del sol, la tierra, la lluvia
y el viento.
En los atardeceres el cielo rojo
pesaba sobre nuestras manos,
manos cansadas.
Silenciosos volvíamos por el camino.
Allá a lo lejos queda desnuda la tierra.
154
E n los sorbos se oye
la soledad del agua.
Mojaré mis ojos en los manantiales.
✶ ✶ ✶
D espués de nevar,
sobre la tierra blanca,
brilla el silencio.
Quietud, paz,
mundo puro y perfecto.
Celebremos el hecho.
✶ ✶ ✶
P or los robles
vuelvo al idioma de los bosques.
Por las brasas
regreso a las caricias.
Por sus palabras
subo de la umbría a la luz.
✶ ✶ ✶
Y o busco la montaña verde
en la que viven mis muertos.
Yo busco el eco
[…]
155
en los corazones poblados de musgo.
Desvanes donde se guardan los silencios.
Mi tierra convertida en memoria.
✶ ✶ ✶
R ío del otoño
que arrastras las hojas secas
hacia el desván del tiempo.
✶ ✶ ✶
L os robles,
los viejos robles
han resistido el viento,
la lluvia,
el rocío, la escarcha.
En sus ramas
la nieve,
la helada.
Hoy están desnudos.
Llegará el estío
y cantará la brisa.
✶ ✶ ✶
L os pájaros van descalzos
en su silencio.
156
E n las cumbres,
la nieve,
la claridad,
el frío.
Puro espacio.
Silencio del mundo.
✶ ✶ ✶
V uela el pájaro
se posa en la rama.
Tiembla el viento.
✶ ✶ ✶
C anta un pájaro.
Se abre el silencio.
La cigüeña vuela
en el cielo vacío.
✶ ✶ ✶
C ae el pétalo de la flor
y no hace ruido.
Toca lentamente el suelo.
Su perfume queda en el aire.
157
S e desnuda el otoño
para dormir el invierno
de las blancas nieves.
Busca reposo
en una cuna de plata.
En el viento llegan
las pavesas de la eternidad.
✶ ✶ ✶
S obre el arroyo
corre la luna.
Mi mirada se alarga
en su huida.
✶ ✶ ✶
E l rocío en la hierba.
Llenad vuestras manos.
Tenéis toda la noche.
Al alba sólo vacío.
✶ ✶ ✶
G razna el cuervo
sobre la rama blanca.
En la nieve una pluma negra.
158
P erdió el árbol las hojas.
Murió aterido.
pág. 159
159
P erdió el árbol las hojas.
Murió aterido.
Perdió su sombra.
✶ ✶ ✶
Y o estuve allí,
en la quietud de las brasas,
medio esperando,
como pasaba el invierno.
✶ ✶ ✶
A sí recuerdo,
el viejo temblor de las hojas
de roble,
en mis ojos,
como sueños.
✶ ✶ ✶
S obre el pétalo de una flor,
en el rocío,
se oye el trinar, el corazón
del cielo.
160
S igo amando a los grillos,
a las enredaderas que trepan
por los árboles.
Sigo acariciando el musgo
de las piedras.
Me quedo en los atardeceres
contemplando…
Sigo esperando el rocío
sobre mis manos.
✶ ✶ ✶
E n la punta de la rama
vi como un pájaro
que quería volar.
Caer, caer…
en el otoño de las hojas.
✶ ✶ ✶
S obre los arroyos helados
huye el gemido.
✶ ✶ ✶
L as gotas de lluvia
se bordaron de colores
en el arco iris.[…]
161
Y heme aquí, solo,
mirando el mapa de mis manos
y la lumbre que arde sin llama.
Todo se hizo templo del espíritu.
✶ ✶ ✶
S e mece el árbol
en su sombra
y en soles de alegría.
✶ ✶ ✶
Y o iré allí donde
los árboles hablan.
Y desnudo de soledad
vestiré mi voz
en las cuerdas del viento.
✶ ✶ ✶
T arde de sol y lluvia.
El arco iris.
Las niñas jugaban con él
a la comba.
162
Cuántas veces me senté
a la orilla del río
a escucharlo,
para no encontrarme solo
en mi soledad.
✶ ✶ ✶
C ogí una gota de rocío
en mis manos.
La bebí.
Mis labios sintieron
los besos de las estrellas.
✶ ✶ ✶
L as olas de los trigales
encendían mis ojos.
Huía en sus sueños.
✶ ✶ ✶
A brid las cortezas de los árboles
para sorber la savia.
Sangre de voces
que se agitan en el viento,
desgarrando, temblorosos
el acero de la luz.
163
H a i k u sE l otoño huye
en las hojas caídas que
se lleva el viento.
✶
Hay que habitar
en los extremos para
el goce y el dolor.
✶
El aire, el viento
y sus palabras verdes,
hojas que vuelan.
✶
Sobre la nieve
los grajos vuelan alto
con plumas negras.
✶ ✶ ✶
Q ue hable la piedra
y su mudez se haga ver
y se enhebre en el arco iris
como una ráfaga.
164
L os sueños nos hablan
como versos perdidos
en las entrañas.
Son el eco de la noche.
✶ ✶ ✶
F ueron roca,
hoy son arena.
Cuentan historias
los guijarros de los ríos.
✶ ✶ ✶
M iré la charca.
En su lisura
hablaba la luna
y cantaba el agua.
El aire se quedó quieto.
El instante fue el silencio.
✶ ✶ ✶
L a araña construye
con hilos de plata
sobre paredes viejas,
sobre las ramas
[…]
165
el patíbulo del viento.
Muere el grito
donde suena el arpa.
✶ ✶ ✶
L a pureza anida
en la cima de las montañas.
El aire es un nómada en la luz.
✶ ✶ ✶
V ale lo que no tiene precio.
Vale un copo de nieve
cayendo en tus manos,
las gotas de la lluvia,
una brisa que roza
tu cara.
Vale la risa de las hojas,
el agua de un río
que alarga tu mirada.
El trigo verde
y la amapola roja.
Vale el canto de los pájaros.
Vale lo que no tiene precio.
166
C uando nieva la tierra se amortaja
con un velo blanco.
Largo silencio caído.
✶ ✶ ✶
S on las olas, versos
que duermen en las arenas.
✶ ✶ ✶
D e todos y de nadie
El viento, la luz,
el río que pasa,
la hoja que cae,
el trino de un pájaro,
el rocío,
la fuente
son palabras en el viento.
Cielo sin tierra y tierra sin cielo
169
A lo lejos una triste
melodía se oye.
Parece un abrazo vacío.
Instrumentos
en los pasillos del metro.
Sonidos, olvidos.
✶ ✶ ✶
E n las esquinas
una ráfaga de viento
en el vértice de su soledad.
Aúlla en sus pasos.
✶ ✶ ✶
U n emigrante y su maleta
ruedan por las calles.
Mira lejos, pero no tiene donde mirar.
Sus manos presas
de su necesidad.
Presos de libertad.
Diáspora de los caminos
buscando un mundo sin límites.
170
P or aceras frías
los emigrantes venden la nada.
pág. 171
171
S iempre es tiempo de revoluciones
y si no, mira a tu alrededor.
Siempre hay otras manos
menos libres.
✶ ✶ ✶
A Ben Clark.
“Losas, losas, ¿tú quieles una losa?”
P or aceras frías
bajo la noche con farolas
los emigrantes venden la nada.
Unos rosas. Rosas ¿Tú quieres una?
Cintos, gafas, colonias, CDS…
Nadie quiere nada.
Ni verlos a ellos.
Nadie. Nada.
Vuelven a casa
con sus cuerpos fríos
y sus bolsillos vacíos.
“¿Tú quieles una losa?” Yo quiero un ramo
para que tú rías.
172
H e mirado a las personas mayores,
todos callan.
Y sus ojos están tristes,
tropiezan en las aceras.
Ya no miran con luz;
derraman sombras.
Sus manos caídas.
Viven de regresos.
✶ ✶ ✶
Redes rotasLos pobres siempre pescan
con redes rotas.
Ellos viven donde la ciudad
no tiene alma.
Su memoria es el hambre.
Te miran a los ojos;
al aire
extienden sus manos.
Caminan con zapatos
de tristeza.
El frío, la noche
y las estrellas
son su cobijo.[…]
173
Buscan una tierra
con cielo
y un cielo con tierra
donde se dé la justicia.
✶ ✶ ✶
B usca:
en la ciudad siempre
hay algún lugar
donde los árboles tiemblan
y en los que vuelen las palomas.
✶ ✶ ✶
L a vida te va desalojando
de los lugares.
Sólo queda el vacío de los pasos.
Cuando eres viejo
no tienes lugar.
Ya no se oye tu tiempo.
Miras por las ventanas
con los cristales marchitos.
No tienes lugar,
Apaga la luz al salir
y enciende la noche.
No te vuelvas.
A pesar de todo
en tu pasado está el porvenir. […]
174
No te calles.
Busca el mejor recuerdo
en tus olvidos
y déjalo como herencia.
El fulgor del pasado enciende el porvenir.
J.M. Caballero Bonald.
✶ ✶ ✶
O lvidamos su rostro.
Alargamos las manos
y tocamos el frío
de su corazón.
✶ ✶ ✶
E sos viejos,
ese rayo de sol último
en la plaza.
Unce la luz
sus pasos lentos.
Delgada su mirada
espera el verdor
de una nueva primavera;
esperan el manantial
de la niñez
en sus manos arrugadas. […]
175
Esos pasos lentos
en la luz de la mañana.
✶ ✶ ✶
El miedoL ianas de viento
que envuelven las manos
y no se pueden abrir.
Puños guardados en cajas,
miradas sin mirar.
Un bisturí que cercena el aliento
para ahogarse en la propia palabra.
Alcantarillas donde se arrastran los ojos.
Fuego, llama donde arden los pasos.
El miedo es el miedo a la nada.
176
CarasC aras en las calles
por donde transito.
Caras de segunda mano,
gastadas y hoyadas por el tiempo.
caras con cuerpos de rebajas.
Sus ojos son espejos del olvido.
Van desapareciendo
en un camino perdido,
en paisajes inadvertidos.
Son muchos, pero dicen poco.
Ya no saben si son, o si no son.
Sus desfiles son silenciosos,
sus huellas un laberinto
en las calles y plazas
de la ciudad.
✶ ✶ ✶
C ontemplo la plaza
como un lugar donde la gente
espera una soledad de otoño
y un puñado de oro en el cielo
en el atardecer sangriento.
177
ArengaM aldito el silencio del hombre
que no toma partido.
Malditos los países
que dejan que otros sangren.
Maldito aquel que bebe
en copa de Bohemia
y otros tienen la sed
en sus bocas.
Maldito el hombre
que lo tiene todo
mientras otros no tienen nada.
Maldito este mundo
porque hay muchas madres que paren
a sus hijos
en sábanas de seda
y otras en harapos
bajo chozas de barro.
Maldito el que no escribe
con conciencia
y sólo busca la forma.
Maldito yo, porque a veces
me callo.
178
Lágrimas de cenizaY o no vivo en esa casa.
Cuando regreso veo
las madreñas vacías,
varadas para siempre.
Sombras en mi alma,
espejos llorando,
sobre las ventanas lágrimas
de ceniza,
silencios caminando por las alfombras,
sillas esperando los recuerdos
y un escaño blanco, desnudo.
Yo ya no vivo en esa casa.
Trajes vacíos, sólo el aire
llena sus siluetas.
Olas de viento arremolinan
los recuerdos
descorriendo las cortinas.
Es para mí, esta casa
un terreno herido.
Yo ya no vivo en este olvido.
Cerraduras del silencio
en los nuevos amaneceres.
Sangre coagulada.
La vida volverá a abrir las puertas.
179
Los hombres de los peldañosL os hombres de los peldaños
de las aceras lloran lágrimas verdes.
En los desiertos de sus ojos
y manos se imploran árboles sin hojas,
ramas caídas, desnudas,
y cuando miran los escaparates
sólo son figuras reflejadas
de sus rostros aceitunados
con escamas en su piel.
Duermen cobijados para que
la luna no se vea en sus ojos.
Mantas de raso de escarcha
acunan sus pies y manos ateridas.
Rostros sin rostro, temblores
en sus fuegos apagados.
Escupís salitre de vuestra
saliva amarga
en las aceras de la ciudad.
Un día vuestros pasos se perderán
en los vacíos de los cipreses
cuando la noche afeite el rostro.
180
S e derrama echada
como un rumor vacío.
pág. 181
181
La sombraL a sombra es pura,
es virginal.
Se derrama echada
como un rumor vacío.
Prisionera de la luz
en sus huecos duerme.
Siempre caída como un llanto,
siempre enredada en los pies,
siempre desnuda como grito
de la noche,
siempre ahogada en la luz.
Se evade, no se puede coger.
✶ ✶ ✶
H agamos una escultura
al silencio
con nuestros ojos ciegos.
Hagamos del miedo
un sepulcro
de tierra amarilla.
Juguemos a la risa
en los alambres encendidos,
en los estambres de sangre.
Juguemos a las sombras
en los espejos.
182
En GazaS obre las vastas ruinas quedan los juguetes rotos. Cien niños no volverán a jugar. La primavera no hará flores sobre los cascotes; bordará amapolas rojas sobre las aceras. Gaza, tierra con esperanza de un nuevo amanecer. Volverás a crecer sobre tu sangre, Gaza brama en el corazón de lo perdido. La paz llegará en silencio sobre las alas rotas de los inocentes.
Cuánta sangre para apagar tu sed, Israel.
✶ ✶ ✶
L os niños quieren ser hombres. Las manos abiertas como espigas, esperan
una noche de silencio.
Y no ser devorados por los cuervos.
Palestina espera…
Otros
185
S e sentaron a mi mesa,
calaveras teñidas de plomo.
El mantel de nieve,
los vasos llenos de espuma.
El azar quiso que hubiera
un ramo de rosas
ahorcadas en el aire.
El aire era puro
y el sueño eterno.
✶ ✶ ✶
PeregrinoD e dónde a dónde, peregrino.
Lo tuyo es andar caminos.
Toda la vida de ayer a luego.
Un día caminarás tu noche.
✶ ✶ ✶
H a llovido en las calles
de la ciudad.
Las ventanas se reflejan
en las aceras.
Espejos dormidos
en el tiempo de la noche.
186
Ríos SecosL a ciudad está llena de calles,
ríos secos
que no van a la mar.
Unas y otras se cruzan
en plazas
donde vuelan las palomas.
Existes, pero tus huellas
son negras en el asfalto.
Existes, pero caminas
a la sombra de los muros.
Loca mirada la que sólo ve
sábanas colgadas en las fachadas.
Calles, ríos secos
donde siento el frío del vivir.
✶ ✶ ✶
L as flores de plástico
no saben lo que es
un rayo de sol,
ni una gota de rocío
temblando en sus pétalos.
Nacen muertas para el olvido.
Nadie las recuerda.
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V ino el hombre y se fue.
Allí quedaron las fuertes heladas,
los árboles sin hojas
en los bordes de los caminos.
Los armarios vacíos
guardan los recuerdos.
Yo en el cristal de la ventana
sigo preguntándome si soy yo
viendo el paisaje que ya no es.
Invierno:
mirada triste de fotografía.
✶ ✶ ✶
Q uedó el armario vacío,
sin ropa;
sólo las perchas en el aire.
Anidará el tiempo
en su silencio.
✶ ✶ ✶
T u figura sigue aquí,
madre,
en los aleros del cielo
construyendo recuerdos.
[…]
188
Donde tú no estás
sigues estando.
En el mármol,
en la oscuridad.
El tiempo es un recuerdo.
✶ ✶ ✶
P asó el tiempo.
El rostro de mi madre
sigue en mi rostro
como un huracán de melancolía.
✶ ✶ ✶
D ormí donde ella murió.
Aún había calor.
✶ ✶ ✶
S u mirada hablaba
reposadamente, silenciosa.
Tengo ganas de llorar
recordando sus ojos.
✶ ✶ ✶
¿P or qué el tiempo
no es una elipse?
Y poder volver a verla.
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M adre, todos los días miro
el hueco abandonado de tu cuerpo.
Todavía el aire está caliente
de tu aliento.
La ausencia se hace palpable
en mis manos extendidas
y en mis ojos que te miran
en el recuerdo.
Madre, sigues perenne,
camino a tu lado
con mi nostalgia.
✶ ✶ ✶
A cuno tu recuerdo
en mis manos, madre.
Pájaros de piedra
pían en el corral.
Silencio, frío.
Hiere la ausencia.
Habito en los bordes del dolor.
✶ ✶ ✶
T odas las banderas
se izaron sobre
tierras de sangre.
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Cuadro A Paqui Morales, pintora.
S e mece el árbol ante
el rumor del río que pasa.
Lánguidas ramas, casi azules
resbalando en la tarde la luz.
Crece el musgo bajo
el sol de la primavera.
El pincel hizo:
árbol, ramas y agua
en esa espesura.
✶ ✶ ✶
Antonio Machado
…como una pompa de jabón al viento…
P ompas de jabón.
Un niño caminaba
haciendo pompas de jabón
al viento.
El sol las iluminaba.
Volaban, volaban
y el niño las miraba. […]
191
¡Cómo explotaban en agua!;
en el viento, en su cara.
Él corría para estrujarlas,
para atraparlas,
para vivir en ellas.
✶ ✶ ✶
L as pajaritas de papel
esperan una brizna de viento
para alzar el vuelo.
La mano que las hizo
las dejó sin libertad.
✶ ✶ ✶
R ompió la caracola
el silencio
de los arrecifes del mar.
Escucha cómo se oye su llanto
peregrinar:
mar,
mar,
mar.
192
B ush bordó de sangre sus manos,
de sangre de Irak.
✶ ✶ ✶
N o os gustan mis palabras.
Yo sabía que no las escribía
para vosotros.
193
E l olor de tu trabajo.
pág. 195
195
SudorN unca sabrás hasta dónde
llegará el olor de tu sudor,
el olor de tu trabajo.
El trabajador alquila su cuerpo,
y su cuerpo llora de sudor de esfuerzo.
Aranceles, memoria, trabajo.
Todos los días, al alba,
nuestras manos golpean
y suena el ruido de las fábricas,
de las oficinas, de los campos…
En los atardeceres, pausa,
descanso, sed de labio,
con la espalda doblada,
encorvados bajo la luna.
Suave luz en la noche
cuando descansamos
para un nuevo alba
en las fábricas, en las oficinas,
en los campos…
[…]
196
El sudor es el precio que
tenemos que pagar todos los días.
Estigmas de sal suenan
en los músculos de acero
de los cuerpos de los trabajadores.
Tu silencio enriquece a otro.
Repican las gotas cuando caen en los pies.
Sorbo a sorbo uno bebe su propio resistir.
Aprende, el trabajo es lo único
que tiene el obrero.
El alma tiene el eco del descanso
en sus manos.
La tierra, en parte, produce lo que
trabaja el hombre.
El sudor es la sangre hecha savia
en los versos de este poema.
✶ ✶ ✶
A l final de mi voz
alguien doblará la hoja
y la guardará en su bolsillo.
Índice
Manantial ............................................................................ 13
Existencia ............................................................................ 49
Leyendo el corazón ......................................................... 97
Habla el silencio ............................................................... 115
Naturaleza .......................................................................... 139
Cielo sin tierra y tierra sin cielo ................................ 167
Otros ................................................................................... 183
Este libro
se escribió entre
junio de 2008 y febrero de 2010
y se imprimió en
febrero de 2014
Fernando Calvo GarCía nació en el año 1945 en Villa-seca de Laciana (León).Ha publicado cinco libros de poesía, Cantos de gorrión en el año 2005, Palabra en el umbral en 2007, Reflejo y realidad en 2009, Poema en grano en 2011 y ahora Poemas sin cáscara en 2014. Todos en edición de autor.Ha escrito Poesía en la escuela, un tratado de técnicas de creación (inédito).Colabora con la revista El Mixto, de Villablino (León), en la re-vista de poesía del grupo OMNIA de Alcalá de Henares y con la revista El Turullo de Corniero (León).Ha dirigido un taller de poesía en la Casa de la Cultura de To-rrejón de Ardoz.Colabora en la Tertulia Poética el Cafetín - Desván de Torrejón de Ardoz.Colabora en la revista de poesía Desván que edita la Tertulia Poética el Cafetín - Desván.Fue primer premio de poesía “Café otras voces” en el año 2005 en Alcalá de Henares.Mención de honor en el primer certamen poético (2013) de la Tertulia Poética el Cafetín - Desván de Torrejón de Ardoz.
Poemas sin cáscara es un libro en el que el poeta ha querido buscar la esencia de las cosas, el verdadero fruto que se es-conde o se guarda tras la piel o la cáscara.El gran recurrente de su poesía: el silencio. El silencio que es una forma de hablar y de expresar, pero sobre todo de apren-der el difícil arte de la vida.Un libro de poemas cortos, casi de sentencia. En ellos nos muestra el interior de las cosas, la auténtica verdad de la vida, su verdad, su manera de ver el mundo y sentirlo.Aforismos que se convierten en adagios con un sentido mo-ralizante y popular. En pocos versos expresa todo el bagaje de su propia existen-cia. Se desnuda ante el mundo de toda la belleza e ideas que habitan en su interior y en su vida más íntima.
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ISBN: 978-84-615-0000-0
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