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GIMENEZ, DARIO FERNANDO Y OTRO C/ MAEZO,
MARIA SOLEDAD Y OTROS.- ORDINARIO - DAÑOS Y PERJ.-
ACCIDENTES DE TRANSITO.- EXPTE. N° 1044719/36
PRIMERA CUESTIÓN: ¿Proceden los recursos de
apelación de la parte actora y de la demandada?
SEGUNDA CUESTIÓN: ¿Qué pronunciamiento
corresponde adoptar?
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA, EL SEÑOR
VOCAL DR. JULIO C. SÁNCHEZ TORRES DIJO:
I) En contra de la Sentencia relacionada, cuya parte
resolutiva ha sido transcripta ut supra, la parte actora (fs. 797)
y la codemandada Cooperativa Obrera de Transporte Automotor
de La Calera Ltda. (fs. 799) interpusieron recursos de apelación,
los que fueron concedidos a fs. 801 y 804, respectivamente.
Radicados los autos en ésta sede e impreso el trámite de
ley (fs. 831), la parte actora expresó agravios a fs. 842/848 vta.
Corrido el traslado del art. 372 del CPCC, a fs. 853/855 vta. lo
contestó la codemandada Cooperativa Obrera de Transporte Automotor de La Calera Ltda., prestando conformidad al primer
agravio de la actora y solicitando el rechazo del segundo. A su
turno, la citada en garantía QBE Seguros La Buenos Aires S.A.
contestó los agravios a fs. 867/873 vta., solicitando la
deserción del recurso y, subsidiariamente, su rechazo. A fs.
861, se dio por decaído el derecho dejado de usar a la
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demandada Sra. María Soledad Maezo al no haber evacuado el
traslado corrido de la expresión de agravios.
Impreso el trámite de ley al recurso de la codemandada
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor de La Calera Ltda.
(fs. 874), ésta expresó agravios a fs. 899 y vta.; los que fueron
contestados por la citada en garantía QBE Seguros La Buenos
Aires S.A. (fs. 901/902 vta.) y la parte actora (fs. 910), quienes
solicitan el rechazo del recurso. La actora solicita aplicación de
la multa procesal del art. 83 del CPCC, en contra de la
recurrente.
Dictado y firme el decreto de autos, quedó la presente
causa en estado de ser resuelta.
II)Ingresando a la cuestión sometida a decisión de este
Tribunal de Grado, cabe ponderar:
1.- Plataforma fáctica del recurso.El A quo resolvió
rechazar la demanda incoada por los Sres. Darío Fernando
Giménez y Micaela Luciana Bertorello en contra de la Sra. María
Soledad Maezo, y su extensión a “HSBC La Buenos Aires
Seguros” (hoy QBE Seguros La Buenos Aires SA), por la que
perseguía la pago de la suma de Pesos ciento ochenta y tres mil
quinientos sesenta y cuatro con 95/100 ($ 183,564,95) e
intereses, con motivo del accidente de tránsito ocurrido el 15 de
noviembre de 2005; con costas por el orden causado;
condenando únicamente a las codemandadas Cooperativa
Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. y Sr. Rubén
Eduardo Abregu, por la suma de Pesos siete mil doscientos
noventa y tres con 60/100 ($ 7.293,60); con costas en un
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ochenta por ciento (80%) a cargo de la actora (4% a cargo del
Sr. Giménez y un 76% a cargo del Sr. Bertorello), y en un veinte
por ciento (20%) a cargo de la demandada Cooperativa Obrera
de Transporte Automotor La Calera Ltda.; con extensión de la
condena a “La Económica Comercial SA” en los límites del
seguro.
Para decidir en tal sentido, el Tribunal consideró
acreditada a favor de la demandada Sra. Maezo la eximente de
responsabilidad prevista por el art. 1113 del CC, en tanto
mientras se encontraba detenida, esperando la habilitación del
semáforo, fue impulsada de atrás por el colectivo provocando la
embestida al rodado del actor. Así, concluyó que la causa
eficiente del siniestro fue consecuencia de la embestida e
imprevisible maniobra realizada por el conductor del vehículo
mayor embistente, el Sr. Abregu; siendo también responsable la
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. en
su carácter de propietario de éste último rodado.
Los recurrentes se alzan en contra dicho
pronunciamiento, cuyos disensos admiten el siguiente
compendio:
a)La parte actora se agravia por la errónea calificación
legal. Señala que la culpa del tercero no ha sido la exclusiva
causa del daño, sino que ha concurrido con la culpa real o
presumida de la demandada. Esgrime que de la posición 4° de
la absolución de posiciones de fs. 243/244 se desprende que el
colectivo embistente no fue el único causante del accidente
acreditado en autos, sino que la culpa de la codemandada Sra.Maezo, tras su inobservancia a la distancia mínima que deben
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guardar los vehículos conforme la normativa de tránsito,
excluye la posibilidad de exonerarla de responsabilidad. Solicita
que se condene a esta última y su compañía aseguradora por
los rubros demandados, subsidiariamente, se solita eximición
de condena en costas por el mismo.
Como segundo agravio, embate la resolución impugnada
por defecto en la valoración de la prueba y por violación al
principio de no contradicción. Sostiene que se acreditaron las
lesiones incapacitantes sufridas por la actora y la relación de
causalidad con el accidente sufrido en autos. Se queja por el
apartamiento del Dictamen pericial médica. Postula que, si bien
la pericia no es vinculante para el juez, se requiere de
fundamentos objetivos demostrativos de que el dictamen se
halla reñido con las reglas de la sana crítica racional, a fin de
apartarse de él. Enfatiza que la resolución es contradictoria en
cuanto tiene por acreditado que, como consecuencia del
accidente, la actora sufrió un traumatismo al considerar el
daño moral, cuando anteriormente lo había negado al tratar la
incapacidad sobreviniente.
b) A su turno, la codemandada Cooperativa Obrera de
Transporte Automotor La Calera Ltda. se queja por la atribución
exclusiva de la responsabilidad en su contra. Señala que su
responsabilidad es concurrente con la Sra. Maezo, debido a que
esta última transgredió el art. 49 de la Ley Provincial de
Tránsito relativa a la distancia mínima y velocidad exigible.
Aduce violación al principio de razón suficiente al haberse
omitido considerar de la posición 4° absuelta por la
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codemandada, Sra. Maezo, la que –señala- constituye un
elemento fundamental para la causa.
Como segundo agravio, arguye que ha sido condenada en
los autos caratulados “Maezo, María Soledad c/ Empresa
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. y
otro.- Ds. y ps.- Accidentes de tránsito.- Expte. n°
1023770/36”, ha sido condenada en costas hasta el importe del
momento de la franquicia, cuya sentencia se encuentra firme y
deviene del mismo hecho, razón por la cual -de condenársela
nuevamente en estos obrados-, se vulneraría dicho tope
indemnizatorio.
2.- Deserción del recurso de la actora.Un discurrir
argumental lógico y legal (arts. 155 de la CPcial. y 326 del
CPCC) indica que, primeramente, se deberá tratar el pedido de
deserción del recurso de la actora, formulado por la citada en
garantía.
En ese orden de ideas, se erige como premisa mayor de
éste silogismo práctico prudencial que el tribunal de segunda
instancia es revisor de lo decidido en la instancia anterior, y no
renovador de lo actuado y resuelto.
De tal guisa, recae sobre el recurrente la carga procesal
de excitar la jurisdicción de la Alzada, mediante una crític
concreta y razonada de la resolución objeto de impugnación,
efectuada en su expresión de agravios. (cfr. ALSINA, Hugo,
Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, t.
IV, ed. Ediar., Bs. As. p. 206 y sgts.; HITTERS, Juan Carlos,
Técnica de los recursos ordinarios, p. 253 y sgts; LOUTAYFRANEA, Roberto G.,El recurso ordinario de apelación en el
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proceso civil, t. I, p. 61 y sgts; PALACIO, Lino E - ALVARADO
VELLOSO, Adolfo,Código procesal civil y comercial de la Nación:
explicado y anotado jurisprudencial y bibliográficamente, T. 6, p.
63/64).
De allí que, constituye un principio directriz en materia
recursiva la máxima que establece que, para ser técnico o
formalmente idóneo, el sustento de la apelación debe trasuntar
un ataque pertinente, razonado y suficiente del fundamento
fáctico y jurídico del pronunciamiento recurrido.Pertinente, por
cuanto debe apuntar a las consideraciones o razonamiento que
constituyen el verdadero sostén del fallo.Razonado, es decir,
explicitado mediante una argumentación crítica y fundada de
los motivos por los que se estima que el decisorio resulta
injusto o contrario a derecho. Y suficiente o trascendente, por
cuanto debe involucrar la totalidad del respaldo jurídico-legal
soporte de lo decidido, de modo que no subsista ninguna razón
o motivo que pueda, de manera individual o independiente,
sostener válidamente la resolución atacada.
De la subsunción del caso traído a resolver al marco
normativo descripto se colige que, la actora apelante efectuó
una correcta expresión de agravios, al confutar categórica y
razonadamente los fundamentos sobre los cuales el A quo
cimentó su resolución.
En efecto, basta una simple lectura del escrito de fs.
842/848 vta. para advertir que la parte recurrente intenta
conmover los argumentos vertidos por elIudex,censurando ,
por un lado, los argumentos del Juez los que eximió de
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responsabilidad a la codemandada Sra. Maezo y, por el otro, se
aparta del Dictamen pericial médico.
En ese lineamiento, la apelante embate la calificación
legal considerada por el Juez, criticando categóricamente la
atribución de responsabilidad exclusiva en contra de la
codemandada Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La
Calera Ltda., esgrimiendo que el actuar de esta última no ha
sido la exclusiva causa del daño, sino que ha concurrido con la
culpa de la demandada, Sra. Maezo. A tal fin, embate la
valoración efectuada respecto de la absolución de posiciones de
la Sra. Maezo (videfs. 842 vta./843 vta.)
Asimismo, cuestiona la valoración de la prueba pericial,
confutando el apartamiento que el A quorealizó respecto del
dictamen pericial a través de una diatriba concreta, que excede
la mera disconformidad con los fundamentos argüidos por el
sentenciante.
En eseiterargumental, a todas luces, se vislumbra en el
discurso de la recurrente una crítica pertinente, razonada, y
suficiente respecto de los argumentos sobre los cuales elIudex
fundó el rechazo de la demanda en contra de la demandada Sra.
Maezo, sin perjuicio de su procedencia lo que será objeto de
consideración en los acápites siguientes.
Por lo expuesto, corresponde rechazar el pedido de
deserción del recurso formulado por la citada en garantía.
3.- Litis recursiva.Descartada la deserción del recurso,
incumbe examinar su procedencia.
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Los recursos impetrados serán tratados conjuntamente, a
mérito de la identidad e interrelación de los argumentos que
sustentan los agravios.
En esta línea, de conformidad a como ha quedado trabada
la litis recursiva, elthema decidendum lo constituye dirimir: 1)
si ha existido culpa concurrente de los demandados en la
producción de los daños que se reclama; 2) si resulta
contradictorio el rechazo de la incapacidad sobreviniente
habiéndose concedido el daño moral con base a los
traumatismos sufridos por la actora; 3) y, finalmente, si la
condena de la Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La
Calera Ltda. en los autos “Maezo, María Soledad c/ Empresa
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. y
otro.- Ordinario.- Ds. y ps.- accidente de tránsito.- Expte. n°
1023770/36”, obsta la resolución bajo anatema.
4.- Marco normativo pertinente a la cuestión a decidir.
A fin de elucidar la cuestiones sometidas a decisión de este
Tribunal, cabe precisar que los daños padecidos como
consecuencia de un accidente de tránsitos recaen en el ámbito
de la responsabilidad extracontractual del art. 1113, segundo
párrafo, segundo supuesto del CC, toda vez que implican la
utilización de rodados y, por ello, el aprovechamiento de cosas
riesgosas.
En virtud de responsabilidad objetiva derivada el art.
1113 del C.C., la doctrina más moderna y los más recientes
pronunciamientos de nuestra jurisprudencia proclaman que los
riesgos o presunciones no se neutralizan. La idea de una
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neutralización o compensación de presunciones carece de
sustento normativo en nuestro sistema. Constituye, si se quiere,
un argumento endeble en procura de limitar injustificadamente
los alcances de la doctrina del riesgo creado, a la que procura
reducir a su mínima expresión. Ello no se compadece con la
amplitud de los términos del art. 1113 del CC (En este sentido:
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, “Responsabilidad en las
colisiones entre dos o más vehículos en Temas de
responsabilidad civil” (en honor al Dr. Augusto M.Morello), p.
224; MOSSET ITURRASPE, Eximentes verdaderas y falsas en
los accidentes de automotores, en Estudios sobre
responsabilidad por daños, t. IV, p.92; ZAVALA DE GONZÁLEZ,
Responsabilidad por riesgo, 2ª ed., Cap III, p.77 y ss; ALTERINI,
A., “Presunciones concurrentes de causalidad en la colisión
plural de automotores”,LL, 1988-D- 295; ALTERINI - AMEAL -
LÓPEZ CABANA,Derecho de obligaciones, n. 1728-4, p. 707 y
ss; BUSTAMANTE ALSINA,Teoría general de la responsabilidad
civil, n. 700 bis, p. 305; MOSSET ITURRASPE,Responsabilidad
por daños, t. III (El acto ilícito), p. 139/140; FERREIRA RUBIO,
“Responsabilidad derivada de la colisión de automóviles
(¿Concurrencia de presunciones o dos relaciones jurídicas de
responsabilidad?)”,LL, 1992-A- 138; TRIGO REPRESAS - LÓPEZ
MESA,Tratado de la responsabilidad civil, t. III, p. 847 y ss;
LLAMBÍAS,Obligaciones, t. IV-B, n. 2888, b), p. 217 y ss;
GALDÓS,Derecho de daños en la Suprema Corte de Justicia de
la Provincia de Buenos Aires,p. 265 y ss; CONDE - SUÁREZ,
Tratado sobre responsabilidad por accidentes de tránsito, t. I,
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n.14, p. 154 y ss; PIZARRO, “Accidentes de tránsito: colisión
entre dos o más automotores. El riesgo recíproco”,LL, 1983-D-
1011; CS, 22/12/87, “Empresa Nacional de Telecomunicaciones
c. Provincia de Buenos Aires y otro”,LL, 1998-D-296 (con nota
aprobatoria de A. Alterini, Presunciones concurrentes de
causalidad en la colisión plural de automotores) y en ED, 128-
281; ídem, 26/3/91, “Radziwill Carlos c. Racco, Nicolás y
otros”, LL, 1991-D-476; ídem, 10/12/92, Dorallo Romero c.
Provincia de Buenos Aires, Fallos, 313: 1636; ídem, “Moreno”,
9/3/2004, LL, 2004-D- 376. En sentido coincidente: SCBs.As.,
8/4/86, “Sacaba de Larosa c. Vilches”,LL, 1986-D, 479 (con
nota aprobatoria de Trigo Represas, Aceptación jurisprudencial
de la tesis del “riesgo recíproco” en la colisión de automotores);
ídem, 9/8/88, “Gamero, Beatriz M. c. Demarchi, Mario A. y
otro,LL, 1989-C-630; SC Mendoza, 19/6/84, “Caja Nacional de
Ahorro y Seguros c. Bauco, Gloria” (L.S. 183 - 121) (inédito);
ídem, 2/9/88, Filiti, Santos c. Mercado, Pablo, LL, 1989-B-
333; ídem, 27/12/91, “Martínez c. Verdadguer”, JA, 1993-I-
133; SCSanta Fe, 5.6.90, Manzano, Manuel, JA-1990-IV- 363,
con nota de Pizarro, Ramón Daniel, Consolidación de una
acertada jurisprudencia; TSJ, Córdoba, 30.11.93, Semanario
Jurídico, n. 97 del 3.3.94; TSJ, Córdoba, 30/11/93, “Espíndola
c. Loriz”, Foro de Córdoba, 1994, n. 19, p. 133; ídem, 11/5/94,
“Squiaparelli c/ Márquez”, Foro de Córdoba, n.21, p. 138 (con
voto del Dr. Luis Moisset de Espanés); TSJ, Entre Ríos,
16/2/95, “R., F.R.”, Jurisprudencia de Entre Ríos, 1995, n. 67,
segunda época, Delta, p. 745; CNciv, sala D, 18/3/92, JA,1992-III-242; ídem, CNCiv, sala F, 2/8/91, LL, 1991-E- 337
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(con nota aprobatoria de Bustamante Alsina, Los riesgos
recíprocos en la producción del daño”; CNCiv, en pleno,
14/11/94, “Valdez c. El Puente S.A.”, ED, 161- 402 y LL, 1995-
A, 136, donde se resolvió que la colisión plural de automotores
en movimiento “no debe encuadrarse en la órbita del art. 1109
del Cód. Civil”; Cam.Fed.Córdoba, sala B, 7/9/88, LLC, 1989-
136; C1a Apel.civ.Com.Córdoba, 18/12/03, Actualidad Jurídica
de Córdoba, n.51, 19/4/04, p. 3121 (citados por PIZARRO, R.,
Responsabilidad civil por riesgo creado y de empresa, Tomo II,
La Ley, Buenos Aires, 2006, p. 278/79).
De allí que, el dueño o guardián de cada uno de los
vehículos intervinientes en la colisión debe responder por los
daños causados al otro, salvo que acredite una eximente idónea
a fin de desvirtuar la presunción de causalidad en su contra.
Los riesgos o presunciones no se neutralizan.
En eseiterargumental, el artículo 1113 del CC, sienta
una presunción de culpabilidad que invierte elonus probandien
los supuestos de responsabilidad del dueño o guardián de la
cosa riesgosa. Ello pues, la ley presume -de manera
concurrente- la culpa, y responsabiliza al dueño o guardián de
un automotor (cfr. ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde,
Responsabilidad por Riesgo. El nuevo art. 1113, ed. Hammurabi,
1987, Cap. I, p. 29, cfr. T.S.J. de Cba, Sala CC, in re
“Espindola, Elvio H. y Otro c/ Loriz, A. Roasenda- Ordinario-
Rec. de Casación”, Sent. n° 28).
En su mérito, la víctima del daño no se ve obligada a
acreditar la culpabilidad de quien causa el perjuicio, le bastacon probar la relación causal entre la acción de la cosa y el
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daño. En otras palabras, pesa sobre la víctima la carga
probatoria de la existencia del daño, de la intervención de la
cosa riesgosa, y de la relación causal entre tales extremos.
Antitéticamente, es sobre el demandado que pesa la carga
procesal de acreditar la configuración de la eximente de
responsabilidad capaz de fracturar el nexo causal que sustenta
la atribución de responsabilidad con base a un factor
puramente objetivo, es decir, el deber de responder por los
daños causados a otro atento conducir una cosa riesgosa. Si
dicho extremo no logra ser debida y acabadamente acreditado
por el accionado, la demanda prospera. Así, le compete al
demandado probar la intervención de una causa extraña en la
producción del daño, estas son:la culpa de la víctima o de un
tercero por quien no debe responder, a los fines de la exención
de su responsabilidad (cfr. C8CC de Cba., 28/8/93, Semanario
Jurídico, 959, 18/11/93; cfr. ZAVALA de GONZÁLEZ, Matilde,
Doctrina Judicial –Solución de Casos 1, ed. Alveroni, Córdoba,
1998, p. 162/3).
Por tanto, acreditado que un vehículo tuvo intervención
en la producción de determinados perjuicios, -es decir, estado
de manifiesto un nexo de causalidad aparente que justifique
una imputación provisoria de responsabilidad-, es su
propietario o guardián el que debe poner de relieve que aquel
ocurrió por intervenir una causa ajena. La inversión de la carga
de la prueba sobre la causalidad, y la consecuente necesidad
del demandado de acreditar la eximente de la causa ajena, se
aplica incluso a la hipótesis del choque entre dos vehículos enmovimiento.
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En idéntica exégesis la Corte Suprema de Justicia de la
Nación sostiene: “…(conforme con)el art. 1113, 2° párrafo, del
Código Civil, (…) basta con que el afectado demuestre el daño
causado y el contacto con el automotor, quedando a cargo del
demandado, como dueño o guardián de ella, acreditar la culpa de
la víctima o de un tercero por quien no deba responder.”(Fallos:
315:854). A igual temperamento adscribe doctrina autorizada y
la jurisprudencia local (cfr. TRIGO REPRESAS, Félix A. -
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H.,Responsabilidad civil por
accidentes de automotores, t. II, ed. Hammurabi, Buenos Aires,
1992, p. 353/354; cfr. CNCiv., Sala H, 2000/03/07, “De
Agostino, Nélida I. y otros c. Transportes 9 de Julio",La Ley,
2000-D, 882 (42.912-S) -DJ, 2001-2-72; C3CC de Cba.,in re
“Soto, Víctor Hugo c/ Horacio Ramón Koning s/ Ordinario”,
Sent. n° 93, del 30/10/97, publicado en “Revista de Derecho de
Daños 2 – Accidentes de Tránsito II”, ed. Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 1998, p. 288).
Ahora bien, habida cuenta la circunscripción en donde
tuvo lugar el accidente de tránsito de autos, esta es, la ciudad
de Córdoba, la norma aplicable es la Ordenanza n° 9981.
En dicho marco normativo, se erige como principio
cardinal vial, que el conductor debe transitar en todo momento
respetando los límites de velocidad, con un completo dominio de
su rodado y de tal modo que se preserve su seguridad y de
quienes se encuentran transitando en la vía (cfr. arts. 46 y 81
de la Ordenanza Municipal 9981).
A tal fin, se establece como orden de prioridad normativa,que los vehículos destinados a circular en la vía pública deben
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respetar las indicaciones de la Autoridad de Aplicación, las
señales de tránsito y las normas vigentes, en ese orden de
prioridad (art. 40 del CPCC).
5.- La solución del recurso traído a resolver.
Determinado el marco normativo aplicable a las cuestiones
traídas a resolver, corresponde juzgar sus procedencias.
a.- Sobre la atribución de la responsabilidad en forma
exclusiva en contra de la codemandada Cooperativa Obrera de
Transporte Automotor La Calera Ltda. La actora y la
codemandada Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La
Calera Ltda., se quejan por la atribución exclusiva de la
responsabilidad a cargo de esta última, esgrimiendo que en el
hecho concurrió la culpa de la demandada Sra. Maezo, al no
haber respetado la distancia mínima con el vehículo precedente.
La recurrida contestó que no existe distancia mínima
exigible si los rodados se encuentran detenidos.
En orden a dilucidar la cuestión, incumbe señalar que,
ha quedado sentado que tanto el vehículo del actor como el de
la demandada Sra. Maezo se encontraban detenidos conforme lo
indicaba el semáforo, toda vez que tal hecho surge acreditado
del Sumario Penal (fs. 355) y ha quedado firme al no haber sido
impugnado.
Dicha circunstancia minimiza la injerencia de la
distancia que esta última mantenía respecto del accionante.
En efecto, el hecho generador del daño que se reclama en
autos no ha sido otro que la colisión del colectivo de la empresa
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. en
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contra de la codemandada Sra. Maezo, en virtud de constituir la
causal idónea en la producción del evento dañoso.
Ciertamente, a partir de un método de exclusión mental
hipotético, si se elimina el accionar de la demandada
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. de
la escena del siniestro, esto es, su embestida en contra del
automóvil de la Sra. Maezo, se colige -sin hesitación- que, al
estar detenidos, la distancia que esta última mantenía respecto
de la actora no hubiese generado ni tenido injerencia causal en
la producción del siniestro.
Más aun cuando habiendo sido condenada la propietaria
y el conductor del colectivo, éstos no impugnaron su
responsabilidad, la cual se cimentó en la embestida de su
rodado mayor en contra del vehículo de la codemandada Sra.
Maezo.
Máxime, cabe señalar que,a la luz de las circunstancias
de autos, en elsubexamen no puede inferirse que la distancia
que mediaba entre el vehículo conducido por la codemandada
Sra. Maezo y el rodado del actor haya tenido incidencia causal
en el siniestro bajo examen.
En este derrotero, cabe precisar que la Ordenanza de
tránsito no contiene disposición expresa en cuanto a la
distancia mínima que deben respetar los vehículos detenidos en
virtud de la luz roja del semáforo respecto de su precedente.
En su lugar, únicamente, regula la distancia mínima que
debe mediar entre rodados en conducción. En tal sentido,
dispone que se encuentra prohibido:“…d) Conducir el vehículo auna distancia del que le precede, menor a la racionalmente
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aconsejable, según las condiciones climatológicas de la vía por la
que se transita, la velocidad de circulación y el tipo de vehículo
que se conduce…”(art. 74 de la Ordenanza n° 9981).
Ahora bien, pese a que el ordenamiento vehicular no
dispone una norma expresa que establezca la distancia mínima
que deben mantener los vehículos detenidos conforme lo indica
el semáforo, una exégesis sistemática de la norma permite
colegir que aquella se encuentra dada por la que a la luz de las
circunstancias del caso resulte razonable. Tal solución no es
sino una aplicación más del principio de razonabilidad que debe
imperar en toda hermenéutica forense, en virtud del art. 28 de
la CN.
De tal guisa, ante vehículos que se encuentran detenidos,
la distancia mínima que debe mediar entre ellos no puede
determinarse en forma abstracta y general. Antitéticamente,
aquella está determinada por la razonabilidad, la adecuación, es
decir, la distancia que resulte proporcional o no exagerada –en
más ni en menos- a las circunstancias que rodean el hecho. A la
postre, la razonabilidad de la distancia mínima de vehículos
detenidos por el semáforo es aquella que permite la maniobra o
dominio del vehículo a la luz de las circunstancias del caso.
En este punto, cabe destacar que la distancia mínima
entre los rodados que se encuentran detenidos en virtud de la
luz roja del semáforo no es la misma que deben respetar los
vehículos que se encuentran en movimiento.
Ciertamente, dicha distancia es mayor ante la circulación
de los rodados, toda vez que al implicar un desplazamiento, essusceptible de detenerse en cualquier momento e, inclusive, de
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imprevisto. Ello, exige una mayor separación entre los
vehículos, a fin de garantizar las posibilidades de frenado ante
una detención inminente del rodado precedente.
Tal particularidad no se vislumbra cuando los vehículos
se encuentren detenidos, razón por la cual la distancia mínima
podrá ser inferior a la que debe mediar entre rodados en
movimiento.
A la postre, en el caso de autos, estando detenidos los
rodados no puede deducirse que la distancia que mediara entre
el vehículo del actor y el conducido por la codemandada Sra.
Maezo haya tenido incidencia causal alguna en la producción
del accidente.
Por su parte, no merece recibo el agravio relativo a la
confesión ficta valorada por el Juez a quo respecto de la
posición 4 que debió absolver la Sra. Maezo (fs. 243/244).
Ello, pues la inasistencia a la audiencia confesional (art.
222 del CPCC), no conlleva de por sí a la confesión fìcta, sino
que importa un indicio, el que como tal a fin de configurar una
determinada presunción debe unirse a una serie de indicios que
permitan colegirla.
La norma del art. 222 del Código ritual establece si se
dejare de comparecer a la audiencia fijada a fin de absolver
posiciones“…podrá ser tenido por confeso en la sentencia…”; así
la técnica legislativa ha optado por emplear el verbo “podrá”,
cuya conjugación condicional implica contingencia,
eventualidad, lo que en el ámbito del proceso se perfila como un
indicio que sólo potencialmente podrá llevar a una presunción.
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No óbice,aun ante la ausencia de mayores indicios en
apoyatura a la supuesta confesión ficta-, a mérito de las
consideraciones precedentes la distancia mínima en el caso de
marras no posee injerencia a fin de atribuirle responsabilidad a
la codemandada.
Por lo expuesto, corresponde rechazar los primeros
agravios de la actora y de la codemandada Cooperativa Obrera
de Transporte Automotor La Calera Ltda.
b.- Apartamiento de la prueba pericial médica.Censura
la actora recurrente la valoración que elIudex realizó del
Dictamen médico, señalando que no existen elementos objetivos
que lo faculten a apartarse de aquel.
En esta línea, incumbe establecer si resulta factible
apartarse del dictamen presentado por el Perito Oficial y, en su
caso, si corresponde hacerlo en el caso traído a juzgamiento.
En ese orden de ideas, cabe señalar que el ordenamiento
de rito prescribe que el dictamen pericial no resulta vinculante
para el juez, salvo que se haya dado al especialista el carácter
de árbitro, conforme dispone la manda del art. 283 del CPCC.
En consonancia a ello, el sistema de valoración de la
prueba pericial la constituye la sana crítica racional, debiendo
el juez examinar el dictamen del especialista a luz de los
principios de la lógica, de la experiencia, y de la psicología.
Luego, a fin de ponderar la prueba pericial frente a otras
que arrimen elementos probatorios opuestos a aquélla, el
dictamen debe brindar al juez la convicción menester a fin
decidir con cierto grado de certeza sobre un determinado hecho.
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En tal contexto, la fundamentación en el discurrir
argumental del perito resulta dirimente, pues es a partir de
aquélla que eliudicantealcanza a ilustrarse sobre el elemento
de prueba.Corolario de ello es que el informe pericial no debe
ceñirse a afirmaciones ni conclusiones dogmáticas, sino que la
opinión técnica del perito debe desarrollarse y fundarse
suficientemente a fin de posibilitar el control de razonabilidad y
verosimilitud de la opinión idónea. La fuente de convencimiento
del dictamen pericial no reside en la solución que el técnico
propicia sino en la entidad de los motivos que la respaldan, es
decir, en la capacidad que éstos evidencian como medios de
comprobación de la conclusión (cfr. CCDV, 6/7/94,Sem. Jur.
73-82; CCMJ, 8/3/94,LLC,995-542, citados en MARTÍNEZ
CRESPO, Mario- MAINA, Nicolás, Código Procesal Civil y
Comercial de la Provincia de Córdoba,ed. Advocatus, Córdoba,
2012, p. 399).
En el caso traído a resolver, el agravio relativo a la
valoración de la prueba pericial no merece recibo.
Ciertamente, de un riguroso examen del Dictamen médico
(fs. 565/569 vta.) no se advierte que la especialista haya
expresado cómo determina cuales son las lesiones físicas
sufridas por la actora. Simplemente, se confina a establecerla
como “cervicalgia postraumática” (fs. 565 y vta.)
Máxime, al momento de establecer sus conclusiones
periciales, al punto de pericia requerido por la parte actora
consistente en que se determine:“Las lesiones sufridas por la
actora en el accidente relatado en la demanda”(fs. 166 vta.), laSra. Perito expuso etéreamente:“Ver lesiones sufridas en el
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momento del accidente relatado en la Demanda”.De ello se
deduce que la especialista se limita a remitirse, sin fundamento
alguno, a los dichos de la propia interesada (actora) invocados
en su libelo de demanda.
Por su parte, tampoco explicita cómo arriba a la
conclusión que“La referida patología tiene exlusíva relación con
el accidente de tránsito sufrido.” –sic- (punto c de la respuestas
al planteo de la parte demandada, fs. 569 vta.), y que“No hay
constancia de pre-existencias. No tiene relación la patología
reclamada con antecedentes, heredofamiliares, alimentarios,
tóxicos, constitucionales y/o personales, que indiquen que
hubiere padecido otras patologías sufridas.”(punto dibídem ).
En esa inteligencia, no surge del Dictamen pericial que la
facultativa haya demostrado la relación causal entre el siniestro
de marras y las lesiones físicas por ella dictaminadas.
Antitéticamente, la Sra. Perito Oficial Médica Dra. Meyer se
limita a, sin más, afirmar que las dolencias son consecuencias
directas del accidente de tránsito, omitiendo dar fundamentos
convincentes sobre cómo arriba a tal conclusión.
A la postre, resulta acertado el apartamiento del
Dictamen Médico efectuado por el A quo,debiéndose rechazar
-en consecuencia- el agravio en cuestión.
c.- Violación al principio de no contradicción.Se queja la
parte actora, esgrimiendo que ha existido una contradicción en
el discurso argumental del Juez a quo, al valorar la existencia
del daño moral, considerando acreditado el padecimiento de
traumatismo, cuando estos fueron negados al tratar el rubroincapacidad sobreviniente.
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En este andarivel, enfatizo que en virtud del principio
lógico de no contradicción, la cual constituye una de las
causales de la teoría de la arbitrariedad acuñada por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, una resolución judicial no
puede afirmar y negar, al mismo tiempo y una misma relación,
algo sobre un mismo sujeto u objeto. Para su configuración,
resulta requisitosine qua nonque exista identidad del hecho o
el principio jurídico respecto del cual se predican
simultáneamente la negación y la afirmación. De allí, que sólo
existe violación al principio de no contradicción cuando es una
misma premisa fáctica o jurídica la que está siendo refutada y
aceptada (cfr. FERNÁNDEZ, Raúl,Impugnaciones ordinarias y
extraordinarias en el CPCC de Córdoba, ed. Alverioni, Córdoba,
2006, p. 379; T.S.J., Sala Penal,in re“Rodríguez, Raúl Daniel
Alejandro p.a.a. Robo calificada reiterado”, del 16/9/1998,Foro
de Córdoba,N° 49, p. 292).
Luego, no se perfila en el camino argumental del Jueza
quo contradicción alguna, pues lejos de negar y afirmar la
existencia de traumatismos en la persona de la Sra. Bertorello,
las considera a la luz de los rubros resarcitorios reclamados,
los que resultan disímiles. Una misma lesión, puede no
conllevar a una incapacidad sobrevinientes, empero –sumada a
otras circunstancias- sí generar un daño moral en la víctima.
En esa hermenéutica, basta ponderar que el Juez al
considerar la procedencia del lucro cesante concluyo
expresamente:“Ahora bien, cabe aclarar que la falta de prueba
de la incapacidad que torna improcedente el rubro que la
accionante peticiona como ‘lucro cesante por incapacidad21
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sobreviniente’, no impide que las molestias, dolores y angustias
que de ordinario genera un accidente como el de autos, sean
tenidas en cuenta a la hora de valorar la procedencia del daño
moral.”(fs. 790 y vta.)
De manera diáfana, surge que el juez ha ponderado un
mismo hecho, estos son, los traumatismos, desde distintas
perspectiva, -por un lado- a partir de la aptitud de aquellos
para generar el daño por lucro cesante, y –por el otro- desde su
idoneidad para configurar un daño moral.
En este lineamiento, no es posible afirmar que el A quo
haya primeramente negado la existencia de traumatismos, para
posteriormente afirmarla; sino que, partiendo de su existencia,
las considera en el ámbito de rubros indemnizatorios distintos,
los cuales exigen requisitos disímiles. No se da en el caso, el
requisito de “misma relación” que debe existir en la negación y
afirmación de un mismo hecho a fin de perfilarse la
contradicción.
Por lo expuesto, corresponde rechazar el agravio en
cuestión.
d.- El límite indemnizatorio en contra de la codemandada
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor de La Calera Ltda.
Censura el recurrente la resolución bajo anatema,
aduciendo que mediante la Sentencia dictada por el Juzgado de
Primera Instancia y 34 Nominación en lo Civil y Comercial, en
autos caratulados “Maezo, María Soledad c/ Empresa
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. y
otro.- Ordinario.- Ds. y ps.- Accidente de tránsito.- Expte. n°1023770/36”, se la condenó en costas hasta el monto de la
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franquicia, por lo que habiendo quedado ella firme, confirmar la
resolución que en esta instancia se impugna, vulneraría dicho
tope indemnizatorio, resarciendo dos veces un mismo hecho y
con idénticas partes.
En virtud del principio,iura novit curia,corresponde
señalar que el recurrente pretende hacer valer lo dispuesto por
el art. 141 de la Ley adjetiva, en cuanto dispone que la cosa
juzgada puede ser alegada por las partes, o declarada de oficio,
en cualquier estado y grado del juicio.
De la inteligencia de la norma, se vislumbra que la
autoridad de cosa juzgada tiene una doble función en cuanto a
sus efectos, por las cuales pueden ser invocada en un proceso
posterior al dictado de la resolución que ha adquirido dicho
estado (función negativa) –como es en el caso-, o constreñir al
juez a reconocer la existencia del fallo (función positiva). (cfr.
T.S.J.,in re“Trevisiol, Agustín c/ Eduardo Trevisiol- Arbitral”).
Huelga decir que la aplicación de la cosa juzgada negativa
(art. 141 del CPCC), se encuentra sujeta a que entre el caso
resuelto y aquel que se intenta replantear concurran tres
elementos comunes, a saber, los sujetos, el objeto, y la causa.
Es decir, los procesos deben tratar sobre una misma cuestión y
respecto de mismas partes. En otras palabras, debe existir
identidad respecto de las pretensiones de sendos procesos.
En esta senda, la argumentación brindada por el
recurrente, a fin de dar fundamento a su agravio, resulta falaz.
Por cierto, ella importa un sofisma de falsa premisa por
antecedente incompleto, pues el recurrente reduce la supuestaidentidad de pretensiones, la cual generarían una doble
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indemnización por un mismo hecho, al evento dañoso y a
algunas de las partes intervinientes en él, omitiendo elementos
dirimentes a fin de arribar a una conclusión lógicamente cierta.
Ciertamente, La Cooperativa Obrera de Transporte Automotor La
Calera Ltda. apelante prescinde considerar los elementos de la
pretensión que no son idénticos entre la sentencia que pretende
hacer valer y elsublite,a saber, el objeto y los sujetos, los que
resultan decisivos y, en consecuencia, vicia la rectitud de su
argumentación forense.
Si bien los daños reclamados en ambos procesos se
refieren al mismo hecho, el accidente de tránsito de fecha 15 de
noviembre de 2005, en aquellos se demandado y, por
consiguiente, posteriormente se condenó por daños distintos.
En los autos “Maezo, María Soledad c/ Empresa Cooperativa
Obrera de Transporte Automotor La Calera Ltda. y otro.-
Ordinario.- Ds. y ps.- Accidente de tránsito.- Expte. n°
1023770/36”, se condenó a la recurrente por los daños que
dicho evento dañoso le generó a la Sra. Maezo; mientras que en
elsubexamen la condena se da en virtud de los daños sufridos y
reclamados por sujetos diferentes, Sres. Giménez y Bertollone.
De tal guisa, si bien sendos procesos se dan por una
mismacausa petendi, esta es, el accidente de tránsito de fecha
15 de noviembre de 2005, el objeto y los sujetos de la
pretensión resultan disímiles.
Consecuentemente, no existe identidad en los elementos
de la pretensión de dichos procesos, y por ello tampoco la cosa
juzgada que pueda ser opuesta respecto de los límites
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indemnizatorios a favor de la Cooperativa Obrera de Transporte
Automotor La Calera Ltda.
Por lo expuesto, el agravio en cuestión no merece recibo.
No corresponde eximir a la actora de las costas impuestas
en primera instancia, en virtud del rechazo de su acción en
contra de la codemandada Sra. Maezo, toda vez que no se
advierten elementos de mérito que lo habiliten, en los términos
del art. 132 del CPCC. Más aun, cuando ha resultado perdidosa
en dicha contienda.
En su mérito, corresponde rechazar el recurso de
apelación intentado.
III) Multa del art. 83 del CPCC. Al momento de
contestar los agravios expresados por la codemandada, la parte
actora solicitó la aplicación de multa procesal, en los términos
del art. 83 del CPCC (videfs. 910 y vta.)
En orden a establecer su procedencia, incumbe resaltar
que las facultades establecidas por el Código ritual a favor de
las partes, deben ser ejercidas en el marco de los principios de
la ética.
De allí que, la probidad, la buena fe, deben dirigir el
actuar de los litigantes, a fin de evitar que sus actos procesales
redunden en un daño ilegítimo respecto de la contraria.
Caso contrario, importaría un abuso en el proceso, al
pretender el ejercicio de actos procesales en desvío de sus
rectos objetivos de bien común.
No óbice de ello, el juzgador debe ser lo suficientemente
cauto al imponer una multa procesal (art. 83 del CPCC), a finde no afectar el razonable ejercicio del derecho de defensa
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propio de los justiciables (arts. 18 del CN y 8 del CADDHH).
Consecuentemente, toda sanción procesal debe efectuarse con
prudencia de manera que su implementación no derive en un
avance peligroso en un terreno reservado al razonable ejercicio
del derecho de defensa propio de los justiciables (cfr. C6CC de
Cba.,in re “Centineo, Alessi C. y otro C/ Stefanelli, Osvaldo A. –
Abreviado – Consignación de Alquileres – Recurso de apelación-
Expte. n° 736590/36”).
En el caso de marras, no se advierte -con la certeza
menester- la existencia de malicia ni temeridad que permitan
establecer que la codemandada recurrente, a través de la
interposición de la apelación, tuvo un actuar abusivo reñido con
las máximas de la ética, que habiliten la imposición de la
sanción procesal. La interposición, expresión de agravios, y
demás actuaciones realizadas por la apelante se encuentran
dentro del margen del trámite recursivo dispuesto por la Ley de
rito.
Por lo expuesto, corresponde rechazar la aplicación de la
multa del art. 83 del CPCC.
IV) Costas de la alzada. A mérito del principio objetivo
de la derrota (art. 130 del CPCC), habiendo resultado
perdidosa, las costas devengadas en el recurso de apelación
incoado por la actora deben ser impuestas a su cargo.
Por idénticos fundamento, las costas del recurso de
apelación promovido por la codemandada, deben ser impuestas
a la parte recurrente, pues ha resultado vencida (art. 130 del
CPCC).
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V) Regulación de honorarios.Conforme lo dispuesto por
los arts. 26, 36, 39, 40, y concordantes, de la Ley 9459, los
honorarios profesionales del Dr. Rodrigo Paulí, por su actuación
en el recurso promovido por la actora, se regulan en el cuarenta
por ciento (40%) del punto medio de la escala legal, sin
perjuicio de la regulación mínima establecida en el art. 40 in
fine de la Ley 9459; y los de la Dra. Elisa Julia Ray se
establecen en el treinta y cinco por ciento (35%) del punto
medio de la escala del art. 36 ib., sin perjuicio delminimo
minimorum antes citado. No corresponde regular honorarios al
Dr. Hugo F. Hadad, en virtud del art. 26ibídem.
Asimismo y conforme las normas citadas, los honorarios
profesionales de los Dres. Rodrigo Paulí y Hugo F. Hadad, por
sus actuaciones en el recurso impetrado por la codemandada,
se establecen, para cada uno de ellos, en el cuarenta por ciento
(40%) del punto medio de la escala legal, sin perjuicio de la
regulación mínima establecida en el art. 40 in fine de la Ley
9459. No corresponde regular honorarios a la Dra. Elisa Julia
Ray, en virtud del art. 26ibídem.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA, EL SEÑOR
VOCAL DR. SÁNCHEZ TORRES, DIJO:
Corresponde:
I) Rechazar el recurso de incoado por la parte actora,
confirmándose el fallo apelado en todas sus partes, con costas a
su cargo. A tal fin, los honorarios profesionales del Dr. Rodrigo
Paulí, por su actuación en esta instancia, se regulan en el
cuarenta por ciento (40%) del punto medio de la escala legal,
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sin perjuicio de la regulación mínima establecida en el art. 40
in fine de la Ley 9459; y los de la Dra. Elisa Julia Ray se
establecen en el treinta y cinco por ciento (35%) del punto
medio de la escala del art. 36 ib., sin perjuicio delminimo
minimorum antes citado. No corresponde regular honorarios al
Dr. Hugo F. Hadad, en virtud del art. 26ibídem.
II) Rechazar el recurso de promovido por la parte
codemandada Cooperativa Obrera de Transporte Automotor de
La Calera Ltda., confirmándose el fallo apelado en todas sus
partes, con costas a su cargo. A tal fin, los honorarios
profesionales de los Dres. Rodrigo Paulí y Hugo F. Hadad, por
sus actuaciones en esta instancia, se establecen para cada uno
de ellos en el cuarenta por ciento (40%) del punto medio de la
escala legal, sin perjuicio de la regulación mínima establecida
en el art. 40 in fine de la Ley 9459. No corresponde regular
honorarios a la Dra. Elisa Julia Ray, en virtud del art. 26
ibídem.
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