LA CIUDAD CONSTRUIDA. LA CIUDAD DE LOS PATIOS.
ROOO LFO GIUNTA MARÍA ROSA GAMONDÉS
A. Plan de la ville de Buenos Ayres de Pierre Francois Xavier de Charlevoix (1756). Al principio pareció que la traza de Garay había sido excesiva, que nunca se llenaría. En efecto, que la ciudad hubiese sobrevivido sus primeros 200 años pareció un milagro.
B. La manzana comprendida entre las calles Perú, México, Bolívar y Venezuela, a través del tiempo. Plano de Garay
(1s8o).
C. Catastro Beare (I86o-187o).
D . Catastro !!Jarra (con;ecc•onaao en oase a vuelos auojo<v
gramétricos, 2001).
E. Imagen satelital actual (Google Earth).
F. Fotografia actual del patio del convento de Santa Catalina
en SanTelmo.
G. Fotografia actual del Museo Mitre, antigua casa de Bartolomé Mitre.
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Rodolfo Ciunta Profesor en Historia (UBA); Encargado del Área de Historia Cultural Urbana del Museo Histórico Sarmiento (Secretaría de Cultura de la Nación).
María Rosa Comandes Licenciada en Historia. Investigadora de/Instituto de Arte Americano, FADU, UBA. Fue consultora del Cetty Research lnstitute for the History of Art and the Humanities. Historiadora
urbana. Creadora de Historiadores Online (~)-
Este capítulo cubre el lapso de consolidación de Buenos Aires, durante el cual el ambicioso esquema de la ciudad imaginaria completa que Garay dibujó de modo indeleble sobre el territorio bonaerense se fue convirtiendo en una ciudad construida, en un proceso histórico que conoció momentos en los que pareció que la matriz dibujada había sido desmedida. Nos cuenta de las primeras normativas, con la aparición de alarifes y maestros mayores. Cambios en el espacio público, crecimientos sobre el ejido, divisiones administrativas y pa· rroquiales . En su primer siglo de vida el crecimiento fue lento pero continuo, pero el solo hecho de que haya sobrevivido puede considerarse como un milagro, habida cuenta de las prohibiciones comerciales, pobreza y aislamiento. "Seguía siendo el extremo de un largo y
azaroso camino que se iniciaba en Lima y venía a morir en un villorrio, que otra cosa no fue hasta llegar al siglo XVIIr. A mediados de ese siglo, ya había muchos hornos de ladrillos y de
tejas, y las casas principales tienen sus ventanas protegidas por rejas que, según los viajeros, les daba un aspecto de prisión. Una carta fechada en 1729 dice que quedan aun muchas casas de paredes de barro cubiertas de paja, habitadas hasta por personajes ricos, como el señor Obispo. Grandes cambios acontecen cuando la ciudad es sede de la Gobernación, y del Virreinato, luego, en 1776. Durante un largo período se va generalizando un tipo, el de la casona con patios, que pasará a constituir la arquitectura de la ciudad. En el Catastro Beare (1856) pueden reconocerse en toda la ciudad la tipologia de casa de patios, y los impactos de la Revolución industrial y comercial, que provocaron ensanches y densificaciones. El pantallazo está ilustrado por una colección de impresiones de viajeros, que aportan singular colorido sobre estas épocas tan pródigas en acontecimientos, algunos tan
aciagos como las epidemias que asolaron la ya pujante capital comercial.
LA CIUDAD CONSTRUIDA. LA CIUDAD DE LOS PATIOS.
Rodolfo Giunta 1 María Rosa Gamondés
Buenos Aires en el contexto internacional La gestión de la Corona Espaiíola, que bajo la dinastía de los Habsburgos vivió w1uoreueme s1g10 xv1 rep;¡mao enrre 10s remaaos ae Lar/os v y t<eupe 11 , ae-cayó de manera notable a lo largo del siglo XVII , que culminó con la muerte sin descendencia de Carlos 11, conocido como el Hechizado, lo que desató ur1a larga guerra de sucesión. Finalmente, la Paz de Utrecht (1713) garantizó la llegada de los Barbones a la Corona Española, y con ellos una profunda resignificación en la administración de los dominios en territorio americano. El mercantilismo de estado, basado en la acumulación de metales preciosos, fue mutando hacia ur1a fisiocracia que ponía en valor la producción de la tierra y, a su vez, vinculaba los dominios americanos con los requerimientos de materias primas de 1:! Revolución Industrial. La ciudad de Buenos Aires, en el inicio del siglo XVIII, obtuvo la distinción del Rey Felipe V con el título de "Muy noble y muy leal", por la acción del coronel Baltasar Garda Ros, al hacer rendir el bastión portugués instalado en Colonia de Sacramento (1705). A mediados de siglo se crearon dos ur1idades territoriales con gobernadores propios, pero subordinados a Buenos Aires: Montevideo (luego casi toda la Banda Oriental) y Misiones (para las comunidades guaraníes tras la expulsión de los jesuitas). Finalmente tuvo lugar la creación del Virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires (1776). Dicho Virreinato comprendía las gobernaciones del Río de la Plata, Montevideo, Misiones, Malvinas, Paraguay y Tucumán; la Presidencia de Charcas (Alto Perú) y los territorios de b jurisdicción de las ciudades de Mendoza y San Juan del Pico, que hasta entonces dependían del gobierno de Chile. Como mandatarios locales, el Río de la Plata, Paraguay y Tucumán contarían con gobemadores y Cuyo y los distritos del Alto Perú, con corregidores. El proceso de transformación que implicó la capitalización virreina! de Buenos Aires, en sus aspectos jurídico, institucional, estratégico y militar corrió paralelo con la evolución comercial que adquirió la ciudad. Múltiples factores produjeron una velocidad de cambio inusitada para la estructura socioeconórnica de la ciudad. En los comienzos mismos del Virreinato, Pereira Fernandes de Mesquitai señalaba que en la ciudad ya había más de seiscientas tiendas y pulperías. El relato de Haenke' en 1787 resulta explícito: "Se conocen a vista, aún de los menos observadores, los considerables progresos que hace esta ciudad en comercio y población, ya por las franquicias y libertad que se han conseguido a aquel, ya por la agregación de ricas provincias al nuevo Virreinato, la erección de nuevos tribunales; como también por la internación de efectos y correspondencias para Chile y el Perú. Se ven muchas nuevas tiendas, y se hallan los efectos de Europa en mucha abundancia y con bastante equidad con respecto a los precios que antes tenían. "l
Es de gran interés el estudio de Susan Socolow,4 que permite apreciar cómo el grupo de los comerciantes en Buenos Aires era en un 85% de origen español, y en un 15% de origen criollo. Confeccionó un cuadro donde se registran los bienes que poseían al casarse y al morir algunos de los integrantes de dicho sector. Si de la lista extractamos solamente aquellos que pasaron ambas instancias en el período virreina! veremos oscilaciones que en sus valores mínimos registran una duplicación de su fortuna y que en los casos extremos logran incrementar cuarenta y cincuenta veces su patrimonio original. La Ordenanza de Intendentes, de 1783, fue el último intento de organización territorial en la etapa colonial, y por la misma se dividió el virreinato en ocho intendencias que tomaron su nombre de las principales ciudades (capitales)
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 33
1{ Pereira Fernandes de
Mesqu1ta, Pedro (1980) Relación de la conquista de la
Colonia por Don Pedro de
Cevallos y descripción de la
ciudad de Buenos Aires.
Traducción, prólogo y notas
Fernando O. Assun~ao.
Buenos Aires: Academia
Nac1onal de la Historia ,
Biblioteca de Publicaciones
Documentales, tomo XVI.
2{ Haenke, ladeo (1943)
Viaje por el Virreinato del Río
de la Plata. Buenos Aires:
Emecé Editores. Colección
Buen Aire.
3/ [Gayo!, Sandra (2000)
Sociabilidad en Buenos Aires:
hombres, honor y cafés 1862·
1910. Buenos Aires: Ediciones
del Signo).
4/ Socolow, Susan (1978)
La Burguesía comerciante de
Buenos A1res en el siglo XVIII ".
En: Desarrollo Económico
-Revista de Ciencias Sociale
N0 70, Vol. 18, Buenos Aires:
julio-septiembre [205-216).
donde residirían los intendentes. La de Buenos Aires incluía Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos.
Cambios en el espacio público Una de las prioridades de la etapa virreina! estuvo vinculada con el saneamiento de la ciudad. Con relación a la higiene pública, en el acta del Cabildo, del 2 de noviembre de 1783 (Libro XLV; 236-244) se pidió la renovación de los Bandos que se habían promulgado para el aseo y limpieza de las calles " ... Esto es que no se arrojen a ellas basuras, y materias inmundas que frecuentemente se advierten. Que se cierren precisamente los huecos que están abiertos, y sin pared, y que se compongan absolutamente las calzadas ... ". El objetivo era que las calles estuvieran "limpias", esto es "barridas y aseadas", "llenar con tierra los pozos", "reparar los pantanos", y no "atar caballos en las calles". · La nueva reglamentación tendió a tr~sladar "extramuros" algunos de los problemas de salubridad interna de la ciudad. Los Corrales del Abasto, que se hallaban en terreno del convento de Santo Domingo en el Alto de San Pedro, estaban muy deteriorados y no podían dar cabida al continuo incremento de animales. Recién en 1784 se decidió trasladarlos a un terreno apropiado. Incluso para la provisión de mercaderías se designarían parajes en la periferia donde las tropas de carruajes serían descargadas por las noches en los arrabales "por el problema que causan los orines de los animales a la salud y aseo de la ciudad". Finalmente, para ciertos establecimientos que se consideraban perjudiciales, se dispuso trasladar, como en el caso de panaderías y atahonas (molino de harina cuya rueda se mueve con caballería) fuera del radio céntrico por el uso de "muchas cabalgaduras" y por la "gran cantidad de ratones y sabandijas que se concentran en dichos ámbitos" (Figura 1). Un aspecto clave estuvo signado por la circulación y el estado de las calles. Una de las metas, largamente perseguidas, fue el empedrado. Para ello se tomaron una serie de medidas que intentaban, por lo menos, subsanar los problemas más graves. En la misma acta citada anteriormente, se prohibió el uso de carretas en la ciudad (aún en las calles empedradas) por ser éste uno de los principales causantes de los deterioros. Para las mercaderías deberían utilizarse "carretillas de caballo", mucho más livianas que las otras. Una de las principales preocupaciones era nivelar las calles -tarea que se le encargó al brigadier don Custodio Saa y Farias-, componer veredas y calles (lo cual, en algunos casos, incluía tareas de pavimentación). Para evitar los clásicos problemas de inundación se decidió dividir la ciudad en dos partes, tomando como centro de la misma, la Plaza Mayor. Desde allí las calles se dividirán en Norte y Sur, otorgándoles declives para que desagüen en los dos zanjones entre los cuales se hallaba inserta la ciudad. Para mayor seguridad se dispone que "será muy esencial que en todas las encrucijadas de las calles se pongan unas fajas de piedra o ladrillo fUndido, y parado, que demuestre la elevación que debe mantener siempre aquel terreno". Se pone fin a la costumbre, en la realización de obras nuevas, de acumular "tierras y escombros" en la calle. A partir de ese momento, estos materiales se debieron guardar dentro del predio donde se llevaba a cabo la obra. Uno de los problemas que más preocupaban era el abasto de mercaderías. La capitalización virreinal (1776) y el Reglamento de Libre Comercio (1778) como se señala en el acta del 23 de Julio de 1779 (Libro XLII; 385) desencadenarían un gran crecimiento en tanto "la ciudad tomara más cuerpo con la concurrencia del comercio de mar y tierra, como principal cabeza de este virreinato, por la grande concurrencia de gente y mayor tráfico de todas especies de ganados conducentes a los comercios y abastecimientos ... ". Se tomaba conciencia de que la ciudad se había quedado sin ejido; es decir que no quedaban campos libres donde poner el ganado e incluso muchos moradores habían pretendido ocupar los bañados. La Plaza Mayor debió dotarse de elementos propicios para el cambio. En marzo de 1782 se decidió el establecimiento de una barraca de madera para vender co-
34 HABITAR BUENOS AIRES
mestibles (libro XLIV; 42). Incluso se construiría una "casucha portátil de madera" para los fieles ejecutores que controlaban las ventas. En 1784 ya se pensaba en la construcción de una recova para ventas en tiempos "impertinentes e incómodos" (libro XLVI; 378) que recién se materializará en r8o5 (Figura 2). El puerto (aún cuando no se tratase de una infraestructura consolidada) ligaba Buenos Aires con el comercio exterior. La circulación interna requirió la formación de "puertas" que posibilitasen y regulasen el intercambio. Repetidas veces aparecieron peticiones para la construcción de puentes (sobre todo en Barracas) para salvar los escollos de los zanjones, ya que en tiempos de lluvias la ciudad quedaba aislada. Por otro lado surgió la necesidad de formar nuevas plazas. El 2 de mayo de 1781 se realizó la petición para formar una plaza en Monserrat (libro XLIII; 66r). El22 de mayo, se pidió abrir puertas en la Plaza Nueva (libro XLIII; 663) y el 5 se septiembre se solicitó el establecimiento de una plaza en el Barrio de uestra Señora de la Piedad, que terminó llevando el nombre de su propulsor: "Plaza Lorea" (libro XLIV; 85). En una linea norte-sur, que actualmente ocupa la Avenida 9 de Julio, se establecieron algunas plazas prácticamente en el límite de una traza plenamente consolidada con el extramuro de los arrabales, que limitaban las áreas del campo y la ciudad.
Las divisiones administrativas Una de las primeras divisiones establecidas en la ciudad de Buenos Aires fue de orden parroquial. Debemos tener en cuenta que hasta la creación del Registro Civil, las parroquias eran las encargadas de los archivos de nacimientos, casamientos y defunciones. Fue en 1769, por pedido del obispo don Manuel Antonio de la Torre que se logró (real cédula del8 de julio de 1769) la creación de seis parroquias: San Nicolás, Socorro, Concepción, Monserrat, La Piedad y La Catedral. En tiempos del virrey Vértiz, y a los fines de llevar a cabo un empadronamiento ordenado por el Rey, se realizó una división en seis cuarteles (1778). En dicho censo la población de la ciudad ascendia a 24.335 habitantes. En 1790 la Real Audiencia, presidida por el virrey Arredondo acordó dividir la ciudad en cuatro cuarteles nombrando alcaldes. Rápidamente se notó la insuficiencia de dicha división, por lo cual el capitán Martín Boneo -intendente de Policia- solicitó al Cabildo la subdivisión de la ciudad en veinte barrios, designándose un alcalde para cada uno de ellos. Lógicamente, con el crecimiento de la ciudad estas divisiones sufrieron modificaciones. En el Registro Estadistico de Buenos Aires que efectuó Ricardo Trelles (1859) se publicaron los planos relativos a la división de las parroquias (Figura J)(que para ese entonces ya eran once) en tanto el resto de las divisiones administrativas ascendia a trece secciones.
(Figura 1) (Figura 2)
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 35
Figura 1: Dibujo de Wernicke
1849· Figura 2: Litografía de
D 'Orbigny 1828.
5/ Cfr. los trabajos de Ángel
López Cantos y Manuel
Luce na Gi ralda sobre el
siglo XV III.
6f Diccionario de derecho
canónico ... Pa rís, Librería de
Rosa y Bouret, 1}54, p. 406.
7/ Cfr.: Gamondes, María
Rosa; Giunta, Rodolfo.
Desarrollo controlado o es
pontáneo: dos imágenes de la
ciudad de Buenos Aires en el
siglo XVIII. [En: Anales del
Instituto de Arte Americano e
1 nvestigaciones Estéticas
Mario J. Buschiazzo (IAA)
Vol. 33-34 (1998-1999), p. 13·
21. Buenos Aires: Universidad
de Buenos Aires (UBA). Facul
tad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo (FADU).
8¡ Las comillas responden al
hecho de que fueron "forma
lizadas" de modo precario
dado que, como ya se dijo,
eran entregadas en carácter
de depósito.
9/ Zabala, Rómulo (y)
Enrique de Gandia (1980)
Historia de la Ciudad de
Buenos Aires 1536-1800.
Buenos Aires: Municipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires.
10/ En su "Relations de divers
voyages faits dans 1· Afrique,
dans 1" Amerique , & aux
lndes Occidentales" ed1tada
en París por Claude Jombert
en 1718.
11 / Buschiazzo, Mario J.
(1982) "La arqUitectura Colonial"
en: Academ1a Nacional de
Bellas Artes, Histona General
del Arte en la Argent1na.
Buenos A~res.
12/ La m1sma está grabada en
cobre con recuadro en doble
~lete; su tamaño es de 138
mm por 193 mm y fue publi
cada en Lisboa por Francisco
Luiz Ameno en 1748.
13/ Feuillée, Louis (1714)
Journal des observations
physiques, mathématiques, et
botaniques faites par l'ordre
du Roy sur les Cótes Orienta·
Crecimiento espontáneo sobre el ejido Dentro de la lógica que la bibliografia ha planteado recientemente para otras áreas de Hispanoamérica en el tiempo de los Habsburgos ,5 a saber: explosión demográfica y conflicto de la Corona con las élites locales, podemos afirmar, para el caso de Buenos Aires que, hacia fines del siglo XVII , el crecimiento de la ciudad resultó tal que, en un impulso expansivo espontáneo, la ocupación con fines habitacionales desbordó los límites de la traza, y se volcó sobre el ejido. Esto dio lugar, en el siglo XVIII, a un proceso de formalización que conllevó el otorgamiento de títulos provisorios a particulares, en calidad de "depósito",6 y que fue conducido y encauzado por los miembros más conspicuos del ayuntamiento.7 Desde el punto de vista de la dimensión de los terrenos, como es de esperarse, los mayores beneficiarios fueron los integrantes de un grupo del Cabildo que se los asignó a sí mismo y a sus allegados,~ que dio lugar a quintas para recreo y productoras de alimentos frescos. También los recibieron un buen número de militares. En cuanto a la ocupación concreta, las anteriores unidades (quintas) alternaron con hornos de ladrillos y viviendas de carácter precario, que fueron habitadas, prioritariamente, por inmigrantes provenientes de áreas cercanas que, luego, formarían parte del Virreinato del Río de la Plata. Las dimensiones de las tierras otorgadas resultaron, en este último caso, harto menos generosas y parecieron estarse "formalizando"8 situaciones previas de ocupación de hecho. Así, el ejido brindó gratuitamente sitios donde solucionar el problema habitacional y, de este modo, albergó a recién llegados e indigentes expulsados por una zona céntrica, que verificaba una presión demográfica en ascenso. El área acogió también pequeñas empresas que fabricaron ladrillos y tejas para las nuevas y mejores construcciones que se levantaban en la traza, y fue uno de los lugares en que se produjeron alimentos para satisfacer una demanda siempre creciente. La población de la zona quedó constituida por soldados cuya presencia daba cuenta de la importancia estratégica que, para la Corona, tenía por entonces Buenos Aires, y por personas que estaban involucradas en tareas semirurales que abastecían al mercado urbano o que ofrecían servicios dentro de la traza. Con la incorporación del ejido a la economía urbana se contó con hornos de materiales, huertas y quintas a pocas cuadras del centro. El resultado de este proceso fue el acercamiento de una zona de producción de bienes y servicios para abastecimiento de la demanda siempre creciente de la población de la ciudad de Buenos Aires. Durante el siglo XVIII , a pesar de los esfuerzos en contra realizados por los funcionarios de la Corona, los precarios "depósitos" en el ejido fueron perdiendo su carácter transitorio, y sus ocupantes fueron considerándose propietarios con pleno derecho a las tierras ocupadas. De esta manera, nuestra ciudad participaba del antedicho fenómeno, de conflicto de las élites locales y los intereses de la Corona, previo al advenimiento de los Borbones al trono español. Al momento de la designación de la ciudad de Buenos Aires como capital del Virreinato del Río de la Plata (r776) los hechos más importantes de este proceso ya se habían verificado, sólo restaba la consolidación de su formalización legal y la densificación de su ocupación.
La vivienda colonial porteña La ciudad de Buenos Aires, desde el denominado "Plano que manifiesta el repartimiento de Solares que hizo el General Juan de Caray a los Fundadores de Buenos Ayres. Año de 1583 ", contó con una traza cuya efectiva ocupación requirió prácticamente dos siglos. Como reseñaron oportunamente Rómulo Zabala y Enrique de Gandía 9 el crecimiento de la ciudad de Buenos Aires en su primer siglo de vida fue "lento pero continuo" y si se tienen en cuenta las condiciones de desarrollo "hemos de admitir que el solo hecho de que continuase existiendo fue casi un milagro y que su pequeño adelanto resultó en verdad notable". Reseñaron las prohibiciones comerciales, su aislamiento geográfico y su pobreza como factores
36 HABITAR BU ENOS AIRES
que hubieran malogrado cualquier otra población. En el "Plan de la ville de Buenos Ayres" que realizó en 1756, Pierre Franc¡:ois Xavier de Charlevoix figuraban tan sólo 47 manzanas efectivamente ocupadas, de las cuales 29 lo estaban en forma completa y 18, sólo fragmentarias . Dralse de Grand-Pierre'0 dejó constancia en 1718, que "EL cuerpo de esta ciudad está compuesto de ochocientas o novecientas casas, que están construidas con tierra y paja, excepto algunas, que lo están con ladrillos; pero hay pocas de este tipo". Para Mario J. Buschiazzo", en una obra pionera sobre la historia de la arquitectura argentina, había que partir de una realidad contundente: "Buenos Aires seguía siendo el extremo de aquel largo y azaroso camino que se iniciaba en Lima y venia a morir en un villorrio, que otra cosa no fue hasta llegar al siglo XVII 1". Desde la iconografia, podríamos remitirnos a la vista de Ferreira Da Sylva, titulada "Planta da cidade de Buénus-Ayres, Ryo da Prata"12 en la cual sólo cabe destacar un conjunto de iglesias (Figura 4). Una descripción de Louis Feuillée,'J nos presenta el paisaje edilicio de principios del siglo XVIII, donde "Las casas son de un piso solo, cubiertas de tejas que se hacen en el país a la manera europea; casi todas tienen un jardín, en el cual se ven todas las plantas que nosotros tenemos en los nuestros, muchas flores que no tenemos, y una cantidad de árboles frutales de la misma especie que los que tenemos en Europa, y varios otros particulares del país". A su vez, por la carta del padre Carlos Gervasonil'4 de 1729, al padre Comino de la Compañía de Jesús, sabemos que estas casas perduraron en el tiempo, aún para quienes tenían una destacada jerarquía social: "Quedan todavía muchas fabricadas de tierra y cubiertas de paja, habitadas aun por personas principales: entre ellas el Señor Obispo, que tendrá una renta de seis mil escudos romanos y sin embargo su casa es de adobe con techo de teja". La progresiva refuncionalización del área, por parte de los Borbones, pudo evidenciarse en un notable crecimiento de la ciudad, tal como lo presentó Pedro José de Parras:'5 "Tiene hoy la ciudad más de media legua de largo, y con poca diferencia otro tanto de ancho, sin admitir en esta cuenta las muchas quintas y granjas que le rodean, y cada día se va alargando más y más, y se cree que en breve tiempo será tan grande que pueda competir con la corte de Lima". Desde mediados del siglo XVIII, las casas principales tenían sus ventanas protegidas por una reja'6 que, para la mayor parte de los viajeros, les otorgaba un aspecto de prisión.'7
Francisco Millau,'8 cual si describiera un plano de la ciudad, brinda una detallada reseña de la Ciudad de Buenos Aires cuando estaba a punto de ser designada como capital del Virreinato del Río de la Plata. Identificó al centro mismo de la ciudad como un fragmento de unas 100 cuadras, que formaba parte de un conjunto, densamente construido, de unas 700 cuadras. Un segundo anillo, de unas 300 cuadras, presentaba cierta discontinuidad en la construcción, cuyos vacíos se completaban con "muchas verduras y árboles que encubren graciosamente esa falta ". Un tercer anillo, que representaba el área de intersección de lo rural y lo urbano, con grandes recintos "cercados por tunas", que podían alcanzar subgrupos de hasta 8 o ro cuadras , con un número ínfimo de construcciones, ya sean "haciendas o casas de recreo que llaman quintas". Prosiguen "un gran número de hornos de ladrillos y c!sas esparcidas", que se integran progresivamente con las nuevas construcciones, de una ciudad "que aumenta sin cesar considerablemente su extensión". El proceso de crecimiento de la ciudad, obligó a un mayor control en la aplicación de una normativa, que, si bien regía desde hacía mucho tiempo, no se implementaba: "La inobservancia de los bandos que en todos los tiempos consta que se publicaron para que los vecinos sujetasen a la precisa uniformidad y patrón de erección de esta ciudad la construcción de sus edificios", daba como resultado "el general desarreglo que se advierte en los frentes de las casas de esta capital y el Plano de sus calles".'9 A partir de la capitalización virreina!, la ciudad contó con un aparato administrativo más sólido y además se fueron incorporando profesionales idóneos, como alarifes y maestros mayores de obras, lo cual garantizó una mayor racionalidad constructiva.
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 37
les de I'Amérique M ériod inale
& dans les lndes Occidenta
les, depUIS l'année 1707,
¡usque en 1712. París.
(Traducc1ón del Dr. Pablo
Keins en el Artículo "Una des·
cripción de Buenos Ai res en
el año 17o8" publicado en la
Revista Geográfica Americana).
14/ En: Navarro Viola, Miguel
(y) V1cente G. Quesada (Dir)
(1865) La Rev1sta de Buenos
Aires. Tomo Octavo. Buenos
Aires: Imprenta de Mayo.
15/ Parras, Pedro José de
(1943) D1ano y derrotero de
sus viajes 1749-1753 España,
Río de la Plata, Córdoba,
Paraguay. Buenos A1res:
Ediciones Solar.
16/ Mario J. Buschiazzo.,
"La Arquitectura Colonial" en:
Historia General del Arte en
la Argentina. Buenos Ai res:
Academia Nacional de Bellas
Artes, 1982:185, La Casa en
H ispano-América, p.18.
17/ Samuel Haigh, por ejem
plo, reseñó que "Las ventanas
rara vez tienen vidrios, pero
están protegidas por rejas de
hierro que producen un as·
pecto de cárcel " (Sketches of
Buenos Ayres, Chile and Peru.
London: Effingham Wilson ,
1831).
18/ Millau, Francisco (1947)
Descripción de la Provincia
del Río de la Plata, 1772.
Buenos Aires: Espasa Calpe.
19/ Serie 111,05/08/1784. En:
Arch ivo General de la Nación
(1932) Acuerdos del Extin·
guido Cabildo de Buenos
Aires. Buenos Aires: G. Kraft
Ltda . S. A. 23 Noviembre de
1784. Intendente De Paula
Sáenz. Acuerdos ... Serie 3
tomo 9 pp. 38, 74, 130, 134,
179-
Figura;: Acuarela de
Pellegrini 1835·
Figura 4: Grabado de Ferreira
Da Sylva '735· Figura 5' Casa de tipo "A"
Domus, proyectada para don
Antonio Norberto en la calle
que corre detrás de la iglesia de
la Concepción a 2 de Enero de
!875·
jFigura 3)
Mismas fuentes, diferentes interpretaciones En 1774 una ordenanza obliga en Buenos Aires a trazar planos de lo que se iba a construir, con el objetivo de "prevenir en lo sucesivo el notable desorden experimentado hasta hoy en la libertad arbitraria con que los vecinos emprenden la construcción de muchas casas y la ninguna uniformidad y daños reciprocas, que tanto al público como a ellos mismos resultan de faltarse en esta parte a las reglas y métodos fijos de policia ". Pese a la existencia de normativa, desde larga data, recién a fines del siglo XVIII, se incidió directamente sobre la construcción privada, al menos en lo que se refiere a las vinculaciones con el espacio público, la calle, y las propiedades vecinas. Carlos Maria Morales, en el Censo de la Capital Federal de 1904, destacó que "con la introducción del ladrillo en las construcciones, se fueron levantando casas más sólidas y de mayores dimensiones, pero, casi sin excepción, con techos de teja, representando con su arquitectura el tipo de las casas españolas, con sus grandes patios plantados de naranjos y plantas de Jloref, rodeados por una amplia galería cubierta, prolongación del techo de las habitaciones, y sostenidas por maderos verticales que hadan las veces de columnas. En el fondo de los terrenos había huertas con árboles frutales y legumbres". José Torre Revello, en el artículo "La casa en Hispano-América", sostuvo la filiación andaluza de la vivienda porteña con un primer patio sobre el cual "convergen las puertas de las habitaciones principales y cuyos muros se contornean con graciosos zócalos de azulejos, llenos de vistosidad y color". Buschiazzo, abrió un poco más el espectro, reconociendo que hubo un fondo andaluz, sobre todo a partir de "la aparición de rejas voladas, hechas con barrotes cuadrados y planchuelas de hierro de Viscaya", sobre el cual se adicionaron aportes brasileños y alto peruanos. Fue precisamente Buschiazzo, quien caracterizó más claramente el modelo que predominó en la historiografía: ... "Si bien hubo muchas variantes, la gran mayoría de las casas habían adoptado para esa época un tipo de planta o distribución cuyo uso se prolongaría hasta comienzos de nuestra época, y cuyo origen se encuentra indudablemente en las zonas mediterráneas, en las que el patio es el elemento espacial dominante. Es la conocida casa de patio, segundo patio y huerta, con acceso por unzaguán a veces acodado con respecto al pasaje que comunicaba ambos patios, para evitar las vistas directas desde la calle. Al frente, uno o dos locales para negocios; las habitaciones privadas, en enfilada una tras otra; el comedor separando los patios, y al fondo, la cocina y el lugar común" (Figura 5). Manuel Augusto Domínguez en el artículo "La vivienda colonial porteña" que apareciera en el primer número de los "Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas", intentó realizar una tipología de la vivienda porteña del siglo XVIII, diferenciando cuatro grupos: a. Domus "Constituye la casona principal de varios patios, netamente clásico, con
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(Figura 4) (Figura 5)
HITAR BUENOS AIRES
entrada a fauces, zaguán, un patio anterior pequeño (recuerdo del atrio) el comedor puesto de través (tablino) y el, o los andrones (zaguanes) que vinculan patios". b. Pequeña Domus "Constituye la vivienda de menor jerarquía, pero dedicada al uso exclusivo de sus dueños y a lo sumo complicada por la conversión de una sala en cuarto para uso comercial. La entrada se opera en forma directa o través de un zaguán lateral que abre a un patio pequeño donde ventilan los ambientes. El tipo nace de la parcelación de los grandes solares en lotes de pequeña anchura". c. Domus-ínsula "Nace de la conjugación de los dos tipos que la integran. Al exterior se abren los negocios con sus anexos de viviendas y al interior se conservan los núcleos básicos de la domus, de una relativa amplitud todavía". d. La ínsula "Constituye un tipo de exclusivos móviles comerciales y se complica desde los pequeños núcleos de dos unidades hasta la pluralidad extraordinaria para la época, que ofrecen los altos de Escalada. Agrupo en esta categoría no sólo a los cuartos con aposento sino a todas las combinaciones que hagan predominar el móvil de lucro en la construcción de viviendas". Los modelos puros fueron: domus, postulándose su origen en la "casa pompeyana" de los tiempos romanos, e ínsula. La "casa-chorizo" se presentó como la
· evolución de la domus, y los conventillos, como la evolución de la insula. A su vez, la ínsula en el periodo virreina! y el conventillo en el periodo agroexportador, fueron considerados como respuestas a fuertes impactos demográficos. Daniel Schavelzon.zo al indagar las fuentes que habían sustentado la construcción de ese modelo explicativo, se remitió a los planos existentes en el Archivo General de la Nación, que reúnen los permisos de edificación entre r884 y r895· A partir del análisis de 74 planos que incluyen 223 viviendas, las clasificó en: r. Vivienda mínima (r3,2%) con un único ambiente sobre la línea municipal, con entrada por la parte posterior y que en algunos casos contaba con un zaguán de acceso. 2 . Unidad básica de vivienda (73,6%) que rendía cuenta de una estructura que creáa por adición de cuartos y que solía contar con infraestructura de cocina y baño en el fondo del patio. 3· Unidad básica ampliada (9-4%) en tanto poseía dos o tres habitaciones y disponía de espacios para otros usos, como ser un negocio de esquina. 4· Casa de patios en serie (3,8%) que podía alcanzar hasta tres patios rodeados de cuartos y salas. Junto con Alicia Novick21 analizamos el proceso que llevó a la normalización de la cuadrícula gracias al impacto que tuvo la legislación, sobre todo porque hubo un poder de policía cada vez más eficaz y por la presencia de técnicos especializados. La regulación fue indicativa de un proceso de consolidación urbana que tuvo su manifestación más evidente en la diferenciación entre espacio público y privado, con la prohibición de servidumbres de pasos, la construcción de medianeras y la constitución de frentes corridos sobre la calle. Legitimación jurídica que a su vez rinde cuenta de un proceso de alta valorización inmobiliaria que también se reflejó en el proceso de !oteo. El relato del viajero Beaurnont>2 nos peAnite recorrer una vivienda porteña de aquella época: "Las casas están construidas de acuerdo a un diseño muy similar a aquellas de Montevideo; las paredes son de ladrillo, cocido o no, y estucadas o blanqueadas, con techos planos embaldosados o estucados [azotea]; los pisos están embaldosados o entablonados. Hasta hace poco, pocas casas tenían más de un piso, la planta baja, en la cual se construían las habitaciones de toda la familia; pero últimamente se han incorporado pisos más elevados [altos] y muchas de las casas recientemente construidas los tienen. La planta baja está generalmente ocupada por negocios y depósitos, las familias residen en los altos. Las casas casi siempre rodean un patio dejando en el medio una supeljicie cuadrada. Este está, en todas las casas, provisto de un aljibe. Las ventanas que miran hacía el patio como también las que dan a la calle, llegan casi hasta el suelo. En los antepechos de las ventanas, las damas de Buenos Aires se sientan y gozan
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 39
20/ Schavelzon, Oaniel
(1994) "La casa colonial
porteña. Notas preliminares
sobre tipología y uso de la vi·
vienda". En: Medio Ambiente
y Urbanización N° 46.
Buenos Aires: IIEDAL.
21 / Novick, Alicia (y) Rodolfo
Giunta (1994) "La casa de pa·
!lOS y la leg1slación urbanis·
tica. Buenos Aires a fines del
siglo XVIII". En: Medio
Ambiente y Urban1zación N°
47-48, Buenos A~res: IIEDAL.
22/ Beaumont, J. A. B. (1828)
Travels in Buenos Ayres, and
the ad¡acent provinces of the
Río de la Plata w1th observa
tions, mtended for the use of
persons who contemplate
emigrating to that country; or
enbarking capital in its affairs.
London: james Ridway.
23/ D' Orbigny, M. Alcide
(1836) Voyage pittoresque aux
deux Ameriques. Paris: L.
Tensé.
24/ Lima González Bonorino,
Jorge F. (2005) La ciudad de
Buenos Aires y sus habitantes
1860-1870 a través del catas
tro Beare y el censo poblacio
nal. Buenos Aires: Instituto
H istórico de la Ciudad de
Buenos Aires.
25/ Sección 1: Rivadavia,
Córdoba, Maipú y la Ribera;
Sección 2: Rivadavia.
Independencia, Chaca buco y
la Ribera; Seccrón r Rivadavia, Córdoba, Libertad
y Maipú; Sección 4:
Rivadavia, Independencia,
Chaca buco y Salta; Sección 5:
Rivadavia, Córdoba, Libertad
y Garantías y Sección 6:
Rivadavia, Independencia,
Salta y Solís.
26/ Vicuña Mackenna,
Benjamín (1936).
La Argentina en el año 1855.
Buenos Aires: Edición de la
Revista Amerrcana de
Buenos Aires.
del aire fresco, y de los saludos de Los amigos que pasan, que son mantenidos a una distancia prudente por las barras de hierro que aseguran cada ventana. Pocas casas están provistas de hogares y chimeneas en Buenos Aires; por cierto, ninguna sino aquellas que han sido construidas en los últimos tiempos por los ingleses, y unas pocas incorporadas por los nativos a imitación de ellos. [ ... ] La falta de chimeneas y ventilación en sus cuartos, los hace terriblemente húmedos y fríos. Esto es corregido, insuficientemente, por el uso del brasero, que consiste en un elemento de bronce de unas doce pulgadas {aproximadamente 30,48 cm] de diámetro, ubicado en un marco de madera, unas seis pulgadas [aproximadamente 15,24 cm] elevado del suelo. Este cuenco es llenado con brasas de madera del JUego de la cocina, transmite un calor mediano al residente que está encimado sobre e'l, pero no es un calor genial; el gas anhídrido carbónico y otras emanaciones, que se desprenden, producen desvanecimientos, vértigos y a veces apoplejía; y produce inflamaciones de los pulmones y tuberculosis frecuentemente fatales. La introducción del hogar inglés abierto ~ un beneficio al que los naturales son debidamente sensibles. Las azoteas aportan un paseo agradable para aquellos que no se inclinan por mezclarse en el bullicio de las calles. En el ataque a esta ciudad, por Whitelock, una de las principales causas de su derrota .fUe la construcción de estas casas: cada cuadra formando una batería separada de la precedente, y estando bien cerrados y asegurados por abajo, los criollos pudieron, bajo la cobertura de los parapetos, tomar una descarga mortífera contra nuestras tropas, sin peligro para si-mismos".
De la vivienda tradicional a la vivienda moderna A partir de mediados del siglo XIX se produjo, en las viviendas particulares de Buenos Aires, una diferenciación clara entre la vivienda tradicional y la moderna. Podemos recurrir a Alcide D' Orbigny 2 J para contar con una detallada descripción de las viviendas "tradicionales", sobre todo las que se hallaban en las dos calles más importantes de la ciudad, Victoria (actual Hipólito Yrigoyen) y Santa Trinidad (actual San Martín). La Calle Victoria era una de las preferidas por la clase más alta y en ella y sus inmediaciones estaban las casas mejor construidas de la ciudad, con "ladrillos, blanqueadas con cuidado, con patios espaciosos, algunas veces pavimentados con mármol blanco y negro, y sobre los cuales se extienden toldos, para preservarlos de los calores de un sol muy ardiente". Con relación a la distribución de las casas de los más ricos, D'Orbigny destacó la presencia de tres patios; el primero de recepción, el segundo de los sirvientes y el último que solía utilizarse como corral, parque o para los caballos. Los cuartos se distribuían alrededor de los patios, consignando un criterio de circulación y ventilación muy diferente al de las viviendas actuales. En el salón principal se encontraba el amueblarniento más destacado "debido a la industria inglesa, norte americana o francesa; asientos elegantes, piano, tapices, vasos, candelabros". Los dormitorios de los dueños contaban con camas de gran tamaño, con sofá y cómoda, y aquellos de los hijos y sirvientes "con cuatro paredes blanqueadas, una cama de campo recubierta en cuero, una pequeña mesa y un vaso de agua". A su entender se podía hablar de un modelo típico de vivienda en su forma de construcción, distribución e incluso amueblarniento. En las representaciones urbanas se advierte una transición que puede inscribirse en la confrontación entre un paisaje "chato", característico del período colonial con predominio de viviendas de una sola planta, y un paisaje que apostó cada vez más a mayores "alturas", que eran un símbolo de la modernidad. Por cierto, la contraposición en las valoraciones, de lo "tradicional" y lo "moderno" , no fueron homogéneas en la época, y puede desagregarse una diversidad de perspectivas desde las cuales se efectuaron las lecturas correspondientes. Muchas veces los resultados encerraron contradicciones o, por lo menos, ambivalencias; por ejemplo con relación a la presencia, todavia muy fuerte, de lo colonial, se pueden encontrar juicios que la condenaron por ser sinónimo de atraso, y otros que defendieron su permanencia por brindar una calidad de vida que la modernidad no podía satisfacer. Las construcciones caracterizadas como nuevas o modernas, para
40 HABITAR BUENOS AIRES
-. algunos dotaron de elegancia a la ciudad y para otros sólo encarecieron, comprimieron y distorsionaron el espacio privado. Para complejizar aún más el tema, ciertos conceptos, por ejemplo los provistos por el higienismo, fueron utilizados para criticar tanto lo tradicional como lo moderno. En el Catastro Beare,"~la Parroquia de "Catedral al Sud", cuenta con 48 manza· nas, en las cuales se localizaban más de 700 viviendas. Se debe tener en cuenta que en dicha parroquia muchas manzanas estaban parcialmente ocupadas por viviendas, en tanto se localizaban los principales edificios públicos como la Casa de Gobierno, la Casa de Justicia, Municipalidad, Policia y Cuartel; las Plazas Victoria y 25 de Mayo; los Conventos e Iglesias de Santo Domingo, San Francisco, San Roque y la denominada "Manzana de las Luces" con San Ignacio; también se localizaban alli el Mercado de Abasto y la Aduana ueva. Ya desde antes de la epidemia de fiebre amarilla de r871, este ámbito tradicional de localización de los sectores más acomodados, comenzó a relegar hacia "el orte" las manifestaciones de la modernidad urbana (Figura 6). El censo de r869, permite evaluar las diferencias en la evolución en las áreas norte y sur de la divisoria que constituía la calle Rivadavia.'> Las viviendas fueron diferenciadas en casas de azoteas, de teja, de madera y de paja y, a su vez, por la cantidad de plantas. En el siguiente cuadro sólo se tomó el caso más representativo, el de las casas de azoteas. En el mismo se puede constatar que la mayor cantidad de viviendas de tres plantas, se ubicaba en el área norte (Secciones I, 3 y 5).
·-Secciones Cantidad de Plantas Total de
Una Dos Tres Viviendas 1 825 292 68 n8s 2 599 280 21 900
3 1402 279 18 1699 4 1005 162 8 II75 5 1330 6o 43 1433 6 1295 57 4 1356
Benjamín Vicuña Mackenna,>6 al comparar la vivienda particular de Buenos Aires con las de Santiago de Chile, sostuvo que "Las casas son generalmente peque· ñas [. .. ]. Media docena de patios de las casas de Buenos Aires harían uno de los de nuestra capital, pero están perfectamente enladrillados, y algunos pavimentados con mármoles de colores. Su tamaño no es tampoco un inconveniente desde que las azoteas, que corren en todo el frente de la casa, le sirven de frescas y agradables plataformas".
(Figura 6)
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 41
Figura 6: Nueva Aduana de
Taylor, 1856.
Fuente: Fototeca del Instituto
de Arte Americano e Investiga·
ciones Estéticas FADU-UBA.
27/ "En el centro de cada
patio se levanta el pretil de un
alj ibe o bóveda subterránea
donde se preserva el agua de
las lluvias[ ... ]. Esta es la única
agua potable de Buenos Aires
[ ... ]. Los aljibes, si bien de
propiedad partic~lar de las
casas, son del uso consentido
de todo el barrio, lo que esta
blece una agradable y cordial
comunicación entre vecinos".
28/ "Estos patios t1enen de
común con los nuestros el
servir de muda y solitaria an
tesala a las visitas [ ... ]la distri
bución de los aposentos
principales se limita al patio.
La sala de recibo, que rara vez
es más extensa que nuestras
piezas comunes de habita
ción, cae sobre la calle y su
elegante menaje, que general
mente es de terciopelo car
mesí, se luce por dos
ventanas a los o¡os de todos
los paseantes. El frente lo
ocupa por lo común el come
dor. Y de los costados latera
les, el más próximo a la sala de
recibo sirve para la señora, y el
opuesto al dueño de casa. Los
niños se alo¡an en elmtenor"_
29/ Page, Thomas )efferson
(1859). La Plata, the Argentine
Confederat1on, and Paraguay.
Being a narrative of the explo
ration of the tributaries of the
River La Plata and ad¡acent
countries during the years
1853, '54, '55, and '56, under
the orders of the United
S tates Government. New
York: Harpers & Brothers.
Remarca la subsistencia de los problemas para conseguir agua potable y la consiguiente sociabilización de los aljibes que efectúan algunos propietarios con sus vecinos .'7 En la descripción que hace tanto de la vivienda como del uso de la misma se advierten muy pocos cambios respecto de las costumbres coloniales.'8
A su vez, Vicuña Mackenna confrontó el sistema de construcción "más antiguo y general" de la ciudad de Buenos Aires con las nuevas construcciones, lamentándose que se hubiese "iniciado por desgracia una revolución en la arquitectura" respecto de la cual sostuvo que: "sacrificando la elegancia al lujo, la sencillez a la recargazón, va a dar a la ciudad un nuevo aspecto pesado y sombrío." Por cierto el encarecimiento de la tierra y por ende de las viviendas, llevó a sacar un mayor partido del lote: "La escasez del terreno incita actualmente a construir enormes casas de altos, y ya se ven algunas de dos o más pisos que se levantan como promontorios sobre las azoteas aplastadas del resto de la ciudad. " El futuro urbano que avizoró Vicuña Mackenna fue sumamente pe~imista respecto al resultado: "Bordeadas de estos enormes edificios[. .. ] las calles van a verse en extremo angostas y oscuras y, como además el clima es húmedo, serán un verdadero nido de neblinas, moho y lodo". Vicuña Mackenna apoyó su crítica a las nuevas tendencias constructivas en los preceptos de un incipiente higienismo que venía a ofrecer nuevos parámetros de evaluación de las viviendas: "Los que creen que cada nuevo piso o cada balcón es un nuevo adorno añadido a la ciudad, van sólo a sacrificar a las malentendidas reglas del arte, los preceptos más graves del clima y la higiene, alejando el sol, la luz y el espacio que son la salud y el placer". En el relato de Thomas Jefferson Page'9 la permanencia de lo colonial, si bien comienza a modificarse , todavía no cobra una adecuada jerarquía: "La Buenos Aires de 1857 es solamente la ciudad de Caray embellecida y extendida; sus calles regulares dominan en todas direcciones largas vistas y ahora contienen dentro de sus límites residencias que poseen todas las elegancias y comodidades que los europeos y los americanos han hecho que sean esenciales en la arquitectura doméstica. " A su juicio "pocas o ninguna estructura de gran mérito arquitectónico llaman la atención". A finales de la década de los 50 del siglo XIX, Hermann Burmeister (en su viaje entre r857-r86o) comparando las casas de las ciudades de Montevideo y Buenos Aires, encontró cierto parecido en el aspecto material, aunque las de Montevideo "en su mayor parte son bajas y por regla general menos elegantes, porque corresponden a una época anterior". Para Burmeister lo específico de la ciudad de Buenos Aires radicaba en cierta energia latente que podía advertirse en tanto "el movimiento es más animado y el conjunto aparenta tener mayor importancia, pudiera decirse más carácter de gran ciudad." A diferencia de Jefferson Page, consideró que el centro de la ciudad ya presentaba un paisaje que se había jerarquizado: "Muchos edificios nuevos de varios pisos ejecutados en un estilo de lo más elegante, sobre todo en las calles próximas a la plaza, acentúan el efecto de riqueza y bienestar que en Buenos Aires se exterioriza en todos sus aspectos". Alrededor de r86r Thomas Hincliff (r863) señaló que "todas las casas viejas y gran parte de las nuevas consisten en una sola planta y están arregladas en tomo a dos o tres courtyards o patios, hacia los cuales se abren los diversos cuartos. " Sobre el telón de fondo de la chatura colonial, la construcción de altos que arrancó en la etapa en que Buenos Aires fue capital del Virreinato del Río de la Plata, todavía era una tenue salpicadura aleatoria: "Muchas, de todas maneras, ahora son construidas de acuerdo al plan más familiar de altos o plantas más altas, con un gran .frente y decoraciones elaboradas". El relato del mayor Francisco Rickard (r863) es una decidida defensa de los cambios que se evidenciaban en la ciudad. Para lograr mayor fuerza en el contraste reseñó que la "imponente y pintoresca" primera impresión que brindaba desde el Río la "elegante" ciudad de Buenos Aires se disipaba una vez que se circulaba por la parte vieja de la ciudad. A su entender sólo el avance de las nuevas construcciones modificaría esta situación en tanto "casas modernas, sólidamente construidas
42 HABITAR BUENOS AIRES
y muy ornamentadas, están rápidamente reemplazando el viejo estilo español de edificios con techos bajos de tejas". Domingo Faustino Sarmiento, en "Arquitectura doméstica" (1879) consideró que los inmigrantes, en la que denominó la "década Mitre", trajeron "consigo otras formas, otras ideas de construcción y, además, saber profesional. El arquitecto empieza a sustituir al albañil; los brazos abundan, la prosperidad crece y aun los albañiles son de ordinario italianos e introducen medallones, molduras, frisos dentados, arquitrabes y dinteles salientes". En el semanario "El correo del domingo" (1864-1868) se aprecia que el surgimiento de ciertos ámbitos para introducir las variantes constructivas más significativas estuvieron muy asociadas al avance modernizador del ferrocarril. Al describir el recorrido hacia la localidad de San Fernando, José María Cantilo deja constancia de que tiene "a la izquierda las barrancas pintorescas coronadas de edificios modernos, entre los cuales descuella la caprichosa morada del señor Azcuénaga [sede de la actual quinta presidencial] dirigida por el señor Pueyrredón, el arquitecto mas caprichoso y espiritual que yo conozco y cuya pluma festiva siempre interesa". Incluso en el seno mismo de la ciudad, le llamaba la atención, la velocidad de cambio que se registró:Jo "¡Cómo se edifica hoy! Las casas viejas se rejuvenecen, las chicas se agrandan, las bajas se van a las nubes, y los alquileres más arriba. Los jardines se generalizan mucho. Casi no hay casa que no tenga plantas. Esto es bueno para la salud, es un adorno y un placer". Robert CunninghamJ' describió la Buenos Aires de 1866 como "una gran ciudad" donde ya predominaban las nuevas construcciones: "En un tiempo la mayoría de las casas eran sólo de una planta en altura, pero ahora, excepto en las afueras, en general están provistas de dos o tres". La sensación de rotura del delicado equilibrio entre tradición y modernidad a favor de las nuevas construcciones, en algunos casos, endureció las críticas. Robert B. Cunninghame GrahamJ2 fue enfático al sostener que la mayor parte de las casas tenían techos planos, "aunque acá y acullá se erguía alguna horrenda manzana de edificios modernos sobrecargada de detalles, que empequeñecía a las casas vecinas y parecía un inmenso lurteJJ de estuco sobre un gran mar de ladrillos". Mencionó las construcciones de los Anchorena y los Lumb con un estilo que calificó de "semi-italiano", que contaban con patios de mármol llenos de palmeras, con fuentes y con una "gran esfera de vidrio opaco de monstruosas proporciones balanceada o sostenida por una columna de mármol". Quienes, como William HadfieldH incorporaban en su mirada el desarrollo comercial de la ciudad de Buenos Aires, leían la modernización en términos más positivos: "Las numerosas casas de dos o tres plantas, los grandes nuevos hoteles, los negocios elegantes y depósitos y el gran movimiento en la calle, todo indica un floreciente lugar de comercio, que Buenos Aires es incuestionablemente". Los hermanos Mulhall en su "Manual del Río de la Plata" de 1863 destacaron algunas viviendas. En el Paseo de Julio (actual Leandro N. Alem) las viviendas de los comerciantes UavalloJl5 y Anchorena .36 En la calle Florida, "la casa principesca de los Alzaga [. .. ] tiene una altura de tres pisos". El impacto del cambio empezó a evidelfciarse en el centro de la ciudad, donde aquello que había perdurado empezó a ser la excepción: "El otro día no he podido menos de detenerme un momento a gozar de la vista que ofrece una hermosa casa de la calle Cangalla [actual Teniente General Juan Domingo Perón] entre Esmeralda y Suipacha, con su jardín y los .frondosos arbustos del fondo. Estas bellezas no se encuentran sino en casas muy contadas del centro. El negocio hace estrecho todo; pronto se alquilará a tanto la pulgada de casa. Hay propietarios que piden un ojo de la cara por una vara de habitación" (José María Cantilo, "La Semana" del 13 de marzo de 1864). Para Mulhall (1863) se advierte el cambio: "Las calles Florida y Perú con sus cruces y las de Rivadavia y Victoria [actual Hipólito Yrigoyen] con los suyos respectivos, son las más alegres de la ciudad. Allí pueden verse los locales comerciales más elegantes al estilo del Palais Royal de París y las viejas casas de familia del siglo pasado han cedido, lugar en su mayoría, a elegantes casas de dos plantas." Este recambio habitacional
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 43
30/ "El enorme desarrollo fi.
sico de la ciudad
(MCBAfUBA, 1972:25)".
31 / Cunnmgham, RobertO.
(1871). Notes on the Natural
History of the Strait of
Magellan and West Coast of
Patagoma made during the
voyage of H. M. S.· Nassau '
in the years 1866, 67, 68, &
6g. Edmburgh: Edmonston
and Douglas. [Empresario
que se dedicó a la ganadería].
32/ Cunninghame Graham,
Robert B. (1914). El Río de la
Plata. Londres: Wertheimer.
[Naturalista que recorrió la
Patagonia].
33/ Del vasco lurte, corri·
miento de tierras o alud (Dic
cionano de la Real Academia
Española) .
34/ Hadfield, William (186g).
Brasil and the River Plate in
1868, showing the progress of
those countries since the
former visit in 1853- London:
Bates, Hendy and Co.
35/ "La casa del Señor
Llavallolllama la atención, es
tando construida en estilo ita·
liano, en la esqu1na de la calle
Cuyo [Leandro N. Alem y
Sarm1ento], y dominando una
buena vista del puerto: se
dice que ha costado alrededor
de 25.000[. siendo el dueño
un comerciante español im
portante y un notable de la
ciudad. El piso de abajo es al
quilado para oficinas, y aquí
está la conocida agencia de
barcos a vapor del Señor
Dowse cuyas líneas de paque
tes se encontrarán en otra
sección."
36/ "En la esquina de la calle
Corrientes encontramos el es
pléndido ed1ficio del Señor
Anchoren"a de quien se dice
que es el propietario de la
casa más grande de América
del Sur. Se asemeja a la ante
rior [referencia a la vivienda
de Lavallol] y es igualmente
espaciosa".
37/ "En 1869 había en Buenos
Aires 33 arquitectos, 121 inge
nieros, 61 agrimensores, 3-258
albañiles, 3-094 carpinteros,
1.301 herreros, 104 marmolis
tas, 804 pintores, 50 vtdrieros
y 27 yeseros. En el nivel supe
rior la mayoría e;an europeos,
ingleses al principio, y luego
italianos (los primeros traídos
para las obras de puertos e
infraestructura; los segundos
ocupados en construcctones),
más unos pocos argentinos
educados en Europa"
(MCBA/UBA, 1972:35).
38/ "La construcción de
Buenos Aires" (MCBAfUBA,
1972:29)-
39/ Lucio V. Lopez, La Gran
Aldea 1884.
40¡ Los hermanos Mulhall en
su Manual del Río de la Plata
de 1863 comentaron: "Frente
al hospital (Británico], se en
cuentra la hermosa villa del
señor Lezama, paseo favorito
de las clases altas. En total su
superficte es de, alrededor de
14 acres y costó por encima
de las 50.000 libras. El acceso
a la villa tiene lugar los do
mingos y en vacaciones, me
diante una entrada extendida
por el proptetario, quien por
extraño que parezca , nunca la
ha visitado y vive en la calle
Bolívar 33- Los cammos tnte
riores están bten trazados con
canteros de flores, estatuas,
casa de té, etc. y cuenta con
una hermosa vista del puerto
y de los suburbios. Aquí paró
el General Urquiza durante su
última visita. Este jardín es
único en Buenos Aires y bien
merece una visita."
41 / Lucio V. Lopez, La Gran
Aldea 1884.
42/ [Gayol, Sandra (2000)
Sociabilidad en Buenos Aires:
hombres, honor y cafés
1862-1910. Buenos Aires:
Edtctones del Signo].
estuvo íntimamente ligado al encarecimiento del suelo en el área central: "Las rentas son realmente exorbitantes, alrededor de tres mil pesos mensuales o sea el equivalente a un monto de trescientas libras anuales por una pequeña residencia familiar. En el centro de la ciudad, a veces es necesario esperar años antes de encontrar una casa disponible." Por primera vez se revierten los significados de la relación centro-periferia (referida como suburbios, villas, etc.) en tanto la cada vez mayor especialización comercial del "centro" desplazaba hacia la "periferia" las funciones residenciales. Por lo cual los "suburbios", que en su misma designación denotaban una jerarquía menor a la urbe, pasaban a jerarquízarse, lo cual implicó un recambio de sectores sociales: "Está visto que dentro de muy poco tiempo las casas habitables, cómodas, modernas, elegantes y con espacio para jardín, estarán en la parte que antes se llamaba suburbios y que se va convirtiendo en villas" (José Maria Cantilo, "La Semana", r864). Este proceso de transformación ya se encuent!a consolidado en el relato de Marion Mulhall (quien residió entre r86r y r878): "Los principales barrios de la ciudad[. .. ] están construidos de una manera magnifica, la fachada, columnatas y patios de mármol genovés. Los cuartos son mucho más grandes y espaciosos que en Londres". Richard Burton proporciona un relato muy minucioso de las viviendas, y destaca que se trataba de una empresa en manos de los italianos, abarcando 'jefes de albañiles y albañiles".J7 Con relación a las más antiguasJ8 sostiene que "todo es tosco y pesado; el patio pavimentado con ladrillo, con sus rudos arcos de herradura, el techo plano drenando en el aljibe [. .. } y el plano mal proyectado en el cual los dormitorios, por ejemplo, conducen a los salones, hablan de un tiempo en que la riqueza era general y el refinamiento raro" ,39 Aún para las viviendas construídas a la antigua se podía observar un cambio sustancial por las modificaciones sufridas en elloteo, que dio lugar a terrenos de angosto frente por una gran profundidad: "El frente es en su mayoría angosto y reducido a una puerta y dos ventanas; por otro lado, la profundidad es de media cuadra o 225 pies. Las grandes construcciones, de esta manera, tienen generalmente dos o más patios,formando una agradable vista que se desvanece en corredores en sombra, pavimentados con mármol blanco y terminando en un jardín o al menos en arbustos. " (Figura 7). Hubo otra confrontación, entre lo que se consideraba, en términos actuales, una determinada "calidad de vida" individual y un proceso de valorización de la tierra para la cual era inconcebible la utilización de grandes espacios: "El sistema es agradable para el individuo, pero es malo para la comunidad, por el desperdicio de un espacio prodigioso". La restricción de la extensión del terreno también favoreció el crecimiento en las alturas, y se tomó en si misma como símbolo de status, lo cual provocó ciertas desproporciones "El gusto por las casas altas ha exagerado el mirador o atalaya". El uso de grandes terrenos quedó reservado como espacio de ostentación y fue creando sus propios lugares simbólicos en la ciudad, vinculados también al ferrocarril (la primera estación de tren estuvo ubicada donde actualmente tiene su sede el Teatro Colón). Allí se destacó el denominado Palacio Miró, demolido posteriormente en la ampliación de la Plaza La valle, que en la crónica de la época fue destacado por su magnificencia, "la novedad de su arquitectura y la pintoresca localidad donde se levanta tan valioso edificio le hacen el monumento de propiedad particular que llama más la atención en esta ciudad que tanto ha progresado en construcciones de ese género". La presencia de parques y jardines, fuentes y un conjunto de estatuas de mármol que adornaban su frente fueron referentes para una "morada lujosa y de gusto". Dicha vivienda fue presentada en la columna "Crónica del Correo del Domingo", como un modelo digno de ser imitado para "hermosear" la ciudad. Esta ostentación rompía aquella "homogeneidad" social que siempre se había marcado para Buenos Aires, cuando se la comparaba, por ejemplo, con otras capitales virreinales como Lima o México. Durante mucho tiempo lo más destacado de las construcciones estaba en ámbitos alejados y permanencia "invisible" para
44 HABITAR BUENOS AIRES
el común de la gente. Puede darse como ejemplo, el llamado "Versalles" porteño o Caserón de Rosas (demolido) en el actual barrio de Palermo o la Quinta Lezama (actual Museo Histórico acional) en el parque homónimo.4° Todo un repertorio de nuevos gustos se hizo presente, incluso para los interiores: "Se cuenta como una gran novedad el que un rico haya hecho traer unas cincuenta varas cuadradas de espqo para cubrir las paredes de una sala. No niego que eso sea principalmente una prueba de que se tiene mucho dinero, y que los pobres no se han de ver en ese espejo. n (José Maria Can tilo, "La Semana"). La grandilocuencia en el ornato interior se incorporó a la literatura con Lucio López (r884) al describir la vivienda del doctor Montifiori .4' Ya se había ensanchado la brecha social entre el Palacio Miró como paradigma de modernidad y las viviendas muy humildes ,.., que sólo eran noticia por algún accidente: "Una gran parte de las casas de madera de la Boca han desaparecido consumidas por las llamas de un incendio" (Correo del Domingo, "Crónica", r866). Robert Crawford, recién superados los estragos de la fiebre amarilla de r87r, documenta que la "energía" que percibía Burmeister sólo una década antes, ya se había materializado: "Muchas de las casas privadas, como también los edificios públicos, son muy elegantes, y los negocios son numerosos y bien surtidos, no sólo con las cosas necesarias, sino con los lujos de la vida. En un todo, Buenos Aires es una ciudad elegante". Se dieron 3 importantes factores que apoyaron un nuevo imaginario urbano: r. Mayor circulación de capitales originados por la actividad comercial. 2. Creciente incremento demográfico debido a la inmigración. 3· Surgimiento de un nuevo sistema constructivo. Estos factores pusieron en debate el rumbo de ese imaginario urbano: "Es preciso apurarse a edificar otra ciudad; aquí ya no hay donde vivir" (José María Cantilo, "La Semana", r86s).
(Figura 7)
LAS MANZANAS. LOS LOTES y LAS CASAS 45
Figura T Imagen de patio late
ral con galería semicubierta.