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Newsletter Mensual de Acontecimientos Internacionales
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STAFF
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STAFF
SISTEMAS Y COMUNICACION FUNIF
Consejo Acadmico
Coordinacin General
Consejo de Redaccin
Colaboradores
Diseo y DiagramacinSyC (sistemas y comunicacin) FUNIF
Carlos AbaloAnabella BussoRoberto Miranda
Germn Martnez
Valeria ArredondoVernica DovalMara Eugenia KokicMarisol ManciniEmilio Ordoez
Juan Pablo AriasHernn ArujLuciano BolinagaCeleste CfolaMara del Mar ErricoClaudia FernndezNadia GonzlezDiego GuevaraCarla MorassoMarcela PinedoGabriela RosalesFabian Vidoletti
Mario del BarcoLenidas Maximiliano Gorski
Con el aporte de:Nicolas Heredia, Fernando HidalgoLeandro Oli
SUMARIO
EL DEPORTEen las relaciones internaionales. . . . . .5
Gigante Chino. . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
El partido dos Trabahadores. . . . . . .11
Uruguay de cara a las elecciones. . . .15
La mezcla perfecta para unabebida amarga, el Efecto Tequila. . .18
Mercosur - Sudafrica . . . . . . . . . . . .22
27
Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.
encargada de llevar a buen puerto el men-
cionado acuerdo, se ve retrasado porque
las partes tienen como producciones
nacionales principales productos de origen
primario que compiten entre s en los mer-
cados del mundo desarrollado y que pue-
den llegar a competir en los respectivos
mercados nacionales. Debido a esto,
ambas partes adoptan posiciones defensi-
vas que retrasan la firma del acuerdo.
Adems, poco se sabe en el MERCOSUR,
tal vez con excepcin de algunos sectores
productivos brasileros, sobre el mercado
africano y viceversa. No obstante, todos
estos obstculos pueden ser superados,
sobre todo si existe una fuerte voluntad
poltica que promueva la cooperacin y la
integracin a travs de una estrategia de
largo plazo que trascienda los meros inte-
reses coyunturales y objetivos de cada
mandatario en particular.
Los vnculos entre el MERCOSUR y
Sudfrica adquieren renovada relevancia si
se considera la posibilidad de desarrollar
una poltica conjunta de cooperacin Sur-
Sur desde la cual sea factible fortalecer las
posiciones e intereses comunes del hemis-
ferio, tanto en niveles bilaterales como
multilaterales. Es manifiesto entonces que
Sudfrica es importante para el MERCO-
SUR en la medida en que este pretenda ser
un actor autnomo de relevancia, con pro-
yeccin y decisin a nivel mundial en el
nivel poltico, y un global trader indepen-
diente, con una economa fuerte y pujan-
te, del comercio internacional.
6) LECHINI; Gladis; Op. Cit. (2).7) La SACU, constituida en 1968, es un acuerdo subr-regional por el cual los aranceles y derechos aduanerosderivados del comercio transfronterizo se vuelcan a unfondo comn y se distribuyen entre los cinco estadosmiembros (Botswana, Lesotho, Namibia, Sudfrica ySwazilandia), segn una frmula favorable a laseconomas ms dbiles8) LECHINI; Gladis; Op. Cit. (2).9) Decreto N 36/00 CMC, 29/06/00, en sitio web oficialde la Cancillera Argentina:http://www.cancilleria.gov.ar/comercio/mercosur/norma-tiva/decision/2000/dec3600.html, consultado el da 8 deabril de 2004.10) KHANYILE, Moses; "South Africa's Security rela-cions with the MERCOSUR countries"; submitted inpartial fulfillmente of the requirements for the degreeDoctor Philosophiae (International Politics); publicadoen el sitio web: http://upetd.up.ac.za/thesis/avail-able/etd-03242004-150754/unrestricted/06chap-ter3.pdf, consultado el da 12 de julio de 2004, pg.112.11) Decreto N 62/00 del Consejo del MercadoComn, 15/12/00; en sitio web oficial de la CancilleraArgentina:http://www.cancilleria.gov.ar/comercio/mercosur/normativa/decision/2000/dec6200.html, consul-tado el da 8 de abril de 2004.12) Documento "Acuerdo Marco para la Creacinde un rea de Libre Comercio entre el MERCOSURy la Repblica de Sudfrica"; en sitio web oficial dela Cancillera Argentina:http://www.cancilleria.gov.ar/comercio/mercosur/normativa/decision/2000/dec6200.html, consultado elda 8 de abril de 2004.13) FROHMANN, A.; "Cooperacin poltica e inte-gracin latinoamericana en los '90"; en RelacionesInternacionales y militares, FLACSO - Chile, 1996, pg. 18.14) BALASSA, Bela; "Teora de la integracineconmica"; Ed. UTHEA, Mxico, 1980, pg.2.15)Segn la Comisin Econmica para Amrica Latina(CEPAL), se entiende por regionalismo abierto "al pro-ceso que surge de conciliar la interdependencia nacidade los acuerdos de carcter preferencial y la impulsa-da bsicamente pro las seales del mercado. Lo que sepersigue con el regionalismo abierto es que las polti-cas explcitas de integracin sean compatibles con laspolticas tendientes a elevar la competitividad interna-cional y las complementen."CEPAL, El regionalismoabierto en Latinoamrica y el Caribe, LCL 808(c.e.g.19/3), UN, Santiago de Chile, 13 de enero de1994; citado por ZANIN, Gabriela; "Grupo de los Tres.Comunidad Andina y MERCOSUR en el marco delregionalismo abierto"; en "El MERCOSUR en el sigloXXI", Stharinger de Caramuti (coordinadora); ed.Ciudad Argentina, Bs. As., 1998, pg.467. 16) Por el art. XXIV del Acuerdo de la OMC, se per-miten las creaciones de zonas de libre comercio dondelas partes se se conceden recprocamente un tratocomercial ms favorable que a los dems pases delmundo, incluidos los Miembros de la OMC, lo cualcontrasta con uno de los principales principios subya-centes al marco normativo de la OMC, el trato denacin ms favorecida entre los Miembros. ArtculoXXIV del Tratado de la OMC: Aplicacin territorial-Trfico fronterizo-Uniones aduaneras y zonas de librecomercio; en sitio web oficial de laOMC:http://www.wto.org/english/thewto_e/whatis_e/eol/s/wto08/wto8_60.htm, consultado el da 24 dejunio de 2004.17) Siguiendo a Vacchino, utilizo el trmino "con-certacin" para referirme a actos por los cuales sepacta o arregla un determinado comportamiento que
tendr diferentes fines y consecuencias para cadaactor, y el trmino "cooperacin" para referirme aacciones conjuntas entre diferentes actores quetienen como fin alcanzar objetivos compartidos.VACCHINO, J. M.; "Integracin, cooperacin y con-certacin en Amrica Latina", Ed. Mimeo, Bs. As.,1989, pg. 4 .18) Embajada de Sudfrica en Buenos Aires, datosactualizados al 15/06/2003 en: http:// www.emba-jadasudafrica.org.ar, consultado el da 3 de mayo de2004.19) La 1 reunin fue en octubre de 2001 en Montevideo,la 2 en agosto de 2002 en Brasilia, la 3 en diciembre de2002 en Pretoria y la 4 en abril de 2004 en Pretoria.20)TACCONE, y NOGUEIRA (editores); "Informe MERCO-SUR N 8, perodo 2001-2002"; Ed. BID- NTAL, Bs. As.,200321) Reunin N XXIV del Consejo del Mercado Comn,17 y 18/06/2003; en sitio web oficial del MERCOSUR:http://www.mercosur.org.uy/espanol/sdyd/actas/cmc/2003/Acta_01_03.htm, consultado el da 8 de abril de 2004.22)Agenda del MERCOSUR 2004; publicada en el sitioweb oficial del MERCOSUR del Gobierno de Brasil:http://www.mercosul.gov.br/html/textos/file_279.doc23)LOURENS,Carli; "SACU, MERCOSUR to renewtrade pact negotiations"; en Business Day 1st Edition,1 de diciembre de 2003; publicado en sitio web:http://www.myneweconomy.com/articles/011203/sacu.htm, consultado el da 16 de julio de 2004.24)Ministerio de Comercio e Industria de Sudfrica,en el sitio web:http://www.dti.gov.za/econdb/raportt/rapcoun.html,consultado el da 20 de julio de 2004.25) Los datos sobre las exportaciones e importacionesrealizadas entre los miembros del MERCOSUR ySudfrica expuestos en esta parte son los publicadospor el Ministerio de Comercio e Industria de Sudfricaen su sitio web: http://www.dti.gov.za, consultado elda 20 de julio de 2004.26) Ministerio de Desarrollo, Industria y ComercioExterior, documento Importao y exporto brasileraAfrica do Sul principais produtos; sitio web:http://www.desenvolvimento.gov.br/arquivo/ascom/ascom/misCom_IntComAfrSul.pdf, consultado el da29 de mayo de 2004.27) LECHINI DE ALVAREZ, G.; Op. Cit. (2).28)La Nacin, publicado el 18 de junio de 2002; enel sitio web:http://www.lanacion.com.ar/suples/ccioext/0225/P14.HTM, consultado el da 28 de junio de 2004.29)Diario C, publicado el da 24 de junio de 2002;publicado en el sitio web:http://www.diarioc.com.ar/economia/id/155, consul-tado el 17 de mayo de 2004.30)http://www.econlink.com.ar/datos/mundo/pbi.shtml, consultado el da 20 de julio de 2004.31)La Nacin, publicado el 23 de abril de 2002; en el sitioweb:http//:www.lanacion.com.ar/suples/ccioext/0225/P14.HTM, consultado el da 28 de junio de 2004.32)ZIBECHI, Ral; "Brasil, India y Sudfrica acuerdanimpulsar el G3"; publicado el 21 de junio de 2003 en sitioweb oficial del Equipo Nizkor:http://www.derechos.org/nizkor/econ/g3.html., consultadoel da 8 de abril de 2004.33)BBC Brasil, publicado el 5 de marzo de 2004; en el sitioweb:http//:www.bbc.co.uk/portuguese/economia/story/2004/03/040305_indiamla.shtml 34)Fuente de los datos: Fondo MonetarioInternacional; publicados en el sitio web:http://www.econlink.com.ar/datos/mundo/pbi.shtml, consultado el da 20 de julio de 2004.
BIBLIOGRAFA
1)ALVES PENHA, Eli; "Relaes Brasil-frica: osavatares da cooperao sul atlntica"; en sitio web:http://www.google.com/search?q=cache:7Nv5H7d14n4J:www.clacso.edu.ar/~libros/aladaa/alves.rtf+brasil+africa+do+sud+rela%C3%A7oes&hl=es, consultadoel da 31 de mayo de 2004.2)LECHINI DE ALVAREZ, Gladys; "Las polticas exterioresde Argentina y Brasil en la dcada del 90 frente a reasde prioridad secundaria: el caso de Sudfrica"; enDesarrollo y Regin, Anuario 2002, Rosario, 2002 pg179. (1).3)LECHINI DE ALVAREZ, Gladys; "Argentina ySudfrica en el frica Austral"; publicado en el sitioweb:http://www.google.com/search?q=cache:tDEEbHiQFqIJ:www.clacso.edu.ar/~libros/aladaa/lechini.rtf+mercosur+sud%C3%A1frica&hl=es&ie=UTF-8, consul-tado el da 31 de mayo de 2004. (2)4)La SADC est compuesta por 10 pases: Angola,Botsawa, Lesotho, Malawi, Mauricio y Seychelles,Mozambique, Nambia, Rep. Democrtica del Congo,Sudfrica, Swazilandia, Tanzania, Zambia y Zimbawe.5)En sitio oficial web de la Embajada Brasilera enPretoria: http //www.brazil.co.za/relations.htm, con-sultado el da 10 de abril de 2004.
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Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.
2003. A diferencia de Brasil, las exporta-
ciones argentinas hacia Sudfrica estn
representadas por productos de origen
agropecuario, sobre todo los derivados del
girasol y la soja, en tanto que las importa-
ciones principales son de minerales, herbi-
cidas y papel. (28)
En cuanto a las oportunidades de generarnegocios, entre los das 24 y 28 de junio de2002 se realiz la primera misin comercialconjunta de los pases del MERCOSUR aSudfrica. En tal oportunidad, viajaronrepresentantes ejecutivos de ms de 80grandes empresas del MERCOSUR (Arcor,Volkswagen, SanCor y Daimlerchrysler,entre otras), y un elevado nmero deempresarios Pymes de los rubros: farmacu-ticos, plsticos, software, biotecnologa ylogstica, materiales de la construccin,autopartes, alimentos y equipos elctri-cos.(29) La misin fue encabezada por elVice Canciller argentino, Martn Redrado,quien expres que Sudfrica es el pas msslido de la regin, un mercado altamentediversificado con bastante integracincomercial con el resto de los pases del con-tinente, por lo que puede ser el punto departida para que los productos argentinoslleguen a otros mercados. Resalt adems lacuestin de los bajos costos de transporteexistentes entre el MERCOSUR y Sudfrica,lo cual es un fuerte aliciente para comerciarcon ella. (30)
Sudfrica representa un enorme poten-cial para los industriales y productores delMERCOSUR, ya que, adems de ser unmercado de 43 millones de consumidores,con un PBI per cpita de uss 2.866 y unaeconoma que crece en el orden del 3.1por ciento anual, cuenta con una muybuena infraestructura comunicacional yfinanciera, que lo hace la puerta de entra-da al resto de la regin subsahariana, yabundantes recursos naturales. (31)
La Cancillera argentina considera quelos sectores del MERCOSUR con mayoresposibilidades de negocios son los de ali-mentos (carne aviar, porotos, aceitescomestibles, quesos, vinos finos y comu-nes, alimento balanceado); maquinariapara el procesamiento de alimentos; taba-co; medicamentos que contengan vitami-nas, antibiticos, hormonas; instrumentalodontolgico; calzados con suela de cau-cho, plstico o cuero; construccin (bal-dosas, piezas de cermicas, grifera, pintu-ras y revestimiento); autopartes (motores
de cilindrada superior a los 1000 cm3,bombas de carburante, aceites o refrige-rantes, neumticos); maquinaria agrcolay para trabajar maderas; autotransporte;instrumentos y aparatos para medida ycontrol (caudal, nivel, presin), e instru-mentos y aparatos para regulacin decontrol automtico.(32)
Es evidente que Brasil es quien msaprovecha las oportunidades de negociosy se interesa por ampliar los canales ecomercializacin y transporte. Esto esresultado de la poltica activa que dirigehacia Sudfrica. De hecho, tras la firmadel Acuerdo Marco, Brasil ha continuadode manera individual la reafirmacin delos lazos con tal Estado africano. Ambospases junto a la India crearon en junio de2003, por medio de la declaracin deBrasilia, el foro llamado IBSA, tambindenominado G3, el cual fue presentadoante la ONU en septiembre del mismoao. Tal alianza tiene como objetivosprincipales acordar posiciones comunesen negociaciones multilaterales ante laOMC y la ONU para fortalecer a los pasesen desarrollo, y crear un ALC.(33) Estaalianza colabor en el fortalecimiento delas relaciones entre los empresarios deBrasil y Sudfrica, en especial luego de quese creara, en el marco del IBSA, unConsejo Empresarial que tiene como finpromover los vnculos comerciales e indus-triales entre los tres pases a travs de ini-ciativas econmicas del sector privado.
Adems, varias visitas empresariales serealizaron en el marco de la gira realizadapor el Presidente Lula por pases africa-nos, entre ellos los miembros de la SACU,en noviembre del pasado ao. Al viaje delos empresarios brasileros tambin fueroninvitados hombres de negocios de losotros pases del MERCOSUR, debido a lasnegociaciones que el bloque mantienecon la SACU. (34)
El inicio de las negociaciones formalespara implementar un ALC entre el MER-COSUR y Sudfrica dio impulso al comer-cio interregional, y, aunque las negocia-ciones llevan un ritmo lento, el incremen-to de los montos es notable. La actuaciny determinacin de los gobiernos en avan-zar en el acuerdo son totalmente necesa-rias para el xito de las conversaciones.Sin la voluntad poltica la cooperacin Sur-Sur es casi imposible. Sin embargo, tam-bin es fundamental que los sectores pri-
vados de ambas partes comiencen a apre-ciar las reales potencialidades de los res-pectivos mercados, no slo para la expor-tacin, sino tambin para complementa-ciones productivas que disminuyan costose incorporen tecnologas propias con elfin de ganar cuotas de competitividadinternacional. Esta complementacinpuede ser el camino apropiado para adap-tar las producciones a las necesidades par-ticulares del hemisferio sur.
La incorporacin de los miembros de laSACU a las negociaciones para firmar unALC har, en un futuro, que el volumende comercio crezca. Sin embargo, esteincremento no ser en las mismas pro-porciones que lo hizo con Sudfrica. Estose debe principalmente a la diferenciaexistente entre la muy dinmica econo-ma de Sudfrica y la de sus vecinos. Estadiferencia es evidente tan slo comparan-do los PBI sudafricano del ao 2000, (uss126 billones) con el PBI de Botswana (6billones) (35). Debido a esto, se consideraa Sudfrica como el principal socio con elcual las potencialidades de crear alianzascomerciales estratgicas son muy altas ycon el cual es posible lograr avanzar enacuerdos de integracin y cooperacineconmicos, sociales y polticos a nivelinterregional.
En ssntesis
Dentro del MERCOSUR, Brasil fue el
nico pas que siempre tuvo una poltica
especfica para con Sudfrica, formulada
en el marco de su poltica africana, y es el
mayor impulsor de las relaciones con la
misma. Aunque en la dcada del noventa
se observa un acercamiento de Argentina
y Sudfrica, desde ese momento
Argentina considera la relacin con
Sudfrica desde una visin netamente
econmica-comercial, en tanto que Brasil
adems atiende de forma especial el
aspecto poltico. La causa de esto puede
hallarse, en gran medida, en el hecho de
que Brasil procura realizar sus intereses y
objetivos de mediana potencia en el con-
cierto mundial.
El comercio con Sudfrica es evidente-
mente favorable para el MERCOSUR y los
beneficios seguramente sern mayores
una vez firmado el ALC con la SACU. El
trabajo de la Comisin Negociadora,
Editorial
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"Sean uno para que el mundo crea". Esta consigna impartida hace ms de dos mil aos en un
mbito ntimo y con una direccionalidad muy especfica parece ser la consigna de todos los que,
pensndose y asumindose como "pequeos" ante los "poderosos", deciden sumar esfuerzos, jun-
tar energas en proyectos cooperativos. As, esta frase cada vez ms se fue alejando de un idealis-
mo voluntarista para transformarse en una consigna poltica profundamente realista: ante un
mundo caracterizado por las desigualdades manifiestas - y hasta intolerables en casos - "ser uno"
es una invitacin a renunciar al individualismo, al slvese quin pueda, para entrar en la construc-
cin colectiva de alternativas que se transformen en ejemplos de que "otro mundo es posible".
La etapa histrica reciente - signada por el neoliberalismo como expresin descarnada de mar-
cos filosficos y antropolgicos casi invisibles - exacerb a escala internacional las diferencias en
el mapa de la distribucin del poder econmico, poltico, militar, cultural. Las variantes locales de
este modelo y sus aplicaciones a libro cerrado en pases de todos los continentes y de todos los
niveles pusieron a las naciones ms dbiles frente a una disyuntiva, todava vigente.
Una de ellas fue buscar la negociacin bilateral con los poderosos (muchas veces con el
"Todopoderoso", para seguir con la metfora religiosa...) tratando de "salvarse" a travs del esta-
blecimiento de las relaciones privilegiadas an a costa de cesiones increbles de soberana polti-
ca e independencia econmica, con las consabidas consecuencias en el plano de la vigencia de los
principios de la justicia social. Las "relaciones carnales" fueron un ejemplo cercano de esta postu-
ra, pero tambin lo fueron los acuerdos de libre comercio de pases como Chile y Mxico, el poco
sustentable sistema financiero del Uruguay y las alianzas entre sectores concentrados de la bur-
guesa de Brasil con sus pares del norte de Amrica. Este modelo de ganar relevancia internacio-
nal, que los transform prontamente en irrelevantes hasta para con sus mismos "socios" que die-
ron vuelta la cara cuando comenzaron las crisis en sus territorios, fue sostenido por funcionarios
de gobierno, grupos econmicos, organizaciones del establishment, universidades y medios de
comunicacin social. Es hipcrita centrar las crticas en una cabeza visible cuando ellos slo fue-
ron la punta de un iceberg mortal para las sociedades de sus respectivos pases.
La otra alternativa que se les present a los "dbiles" fue encarar el desafo sumando fuerzas
entre varios pases que, compartiendo sus limitaciones objetivas, puedan enfrentarse con dignidad
a la influencia de los ms fuertes. As nacieron muchas alianzas regionales, articulaciones de obje-
tivos, polos comunes, donde una visin crtica fue afinando los diagnsticos y perfilando las estra-
tegias. En lugar de jugar el papel seguro auto relegndose a la condicin de serviles, prefirieron
ser considerados "locos" - porque en todo marco autoritario, y el neoliberalismo lo es, el que pien-
sa diferente es tildado de irracional - buscando caminos nuevos, por dnde nadie haba camina-
do antes. La incertidumbre de "lo nuevo" pes ante la certidumbre de "lo conocido".
Vale la pena aclarar: estas posturas manifestadas casi en blanco y negro se dieron en todos los
matices y colores. Pases que discursivamente manifestaban apostar por las alianzas inter - pares
terminaban cerrando negociaciones en forma bilateral sin ningn tapujo y sin que sus lderes deja-
ran de decirse "progresistas". Y hubo otros que bajo la consigna de insertarse en el mundo capi-
talista fueron lentamente tejiendo relaciones subterrneas con naciones de similares caractersti-
cas. Tambin existieron las mezclas y estados intermedios donde la poltica avanzaba desde lo
regional y la economa profundizaba los alineamientos automticos con los poderosos.
Y para ser ms realista an, la alternativa de "construccin colectiva" no siempre result exito-
sa medida en trminos polticos (porque en trminos econmicos sus malos resultados pueden ser
ms entendibles...). En este juego de poder, el "otro" tambin juega sus fichas. Y en varias oca-
siones favorecieron las desarticulaciones y las traiciones que provocaron desconfianzas an hoy
vigentes. Pero no hay que cargar con todas las responsabilidades a los dems (as los directivos de
los organismos de crdito internacionales no se enojan con nosotros). Hubo falta de voluntad pol-
tica (no querer), hubo problemas concretos de articulacin (no poder) y hubo incapacidades tc-
nicas para acelerar estos procesos (no saber).
En esta mezcla de indecisiones, traiciones, incompetencias y limitaciones estructurales se jug
el destino del Tercer Mundo en la dcada pasada. Y sus consecuencias son manifiestas: unilatera-
lismos crecientes, prcticas terroristas, devastaciones ecolgicas, pobreza extrema, violaciones fla-
grantes a los derechos humanos. Es decir, no slo se consagr al mximo el mundo de las des-
igualdades sino que se transform en intolerables las formas de vida a que se condenaron a millo-
nes y millones de personas.
En los ltimos meses se fueron dando una serie de posicionamientos y noticias que permiten
alentar la esperanza en los que estamos "en otro lado del mundo". En primera instancia podemos
Edi
tori
al
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Editorial
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mencionar los avances en las negociaciones de la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) en
materia de productos agrcolas: la presin ejercida por el G-20 y la coherencia en las posturas de
buena parte de ellos (es sabido que pases desertaron de este espacio por propia decisin y por
sutiles extorsiones de potencias mundiales) logr que en el mes de agosto pasado se destraba-
ran las condiciones para discutir las subvenciones a la produccin y comercializacin de estos pro-
ductos. Todos recuerdan el fracaso de Cancn del ao pasado. Con este nuevo panorama (que
todava carece de plazos concretos de implementacin) vuelve sobre la mesa el temario tratado
en la Ronda del Desarrollo de Doha. Vale la pena alegrarse de un acuerdo sin cronogramas de
ejecucin? Seguramente, porque el acuerdo significa un precedente importante para nuestros
pases productores de materias primas y abre expectativas para las economas domsticas.
Otro caso a tener en cuenta es ms reciente: aprovechado el marco de la Apertura del 59
Perodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, un grupo de pases confor-
mado por Brasil, Francia, Chile y Espaa, entre otros, propuso la creacin de un fondo financie-
ro mundial para combatir el hambre y la pobreza. La conformacin inicial del mismo, de 50 mil
millones de dlares, podr ser el resultado de la aplicacin de tributos a las transacciones finan-
cieras internacionales y al comercio de armas. Una utopa? Quizs, dado que el fondo ser muy
pequeo para los desajustes econmicos mundiales. Pero un paso poltico importante ya que
pone en el centro del debate la necesidad de discutir cmo se enfrenta la pobreza en el mundo.
Acaso no nacieron ciertas instituciones internacionales con esta finalidad hace ms de medio siglo?
Este es el tercer aspecto a destacar. El Presidente de Argentina pronunci en su discurso en la
Asamblea de ONU una fuerte crtica a los organismos financieros internacionales. Tras hablar de
los fracasos del "derrame" y del peso del endeudamiento externo en nuestros pases, hizo un
repaso de los errores de diagnstico y de las recetas errneas del FMI en el caso argentino. Y cul-
min pidiendo mayor autonoma de los gobiernos nacionales adems de bregar por encontrar
una ecuacin sustentable entre los pagos de deuda y las posibilidades de desarrollo armnico de
cada pas. Una gota de agua en el mar? Puede ser, pero si el discurso de Kirchner fue grata-
mente recibido por muchos y escasamente criticado por ciertos sectores es porque un aire dis-
tinto corre por los foros internacionales. Esto obviamente no desobliga a los pases deudores a
un tratamiento responsable de estos temas y del anlisis de las causas nacionales que contribu-
yeron tambin a la debacle.
Finalmente, un ltimo ejemplo de construccin colectiva que crece con bases slidas: la Unin
Sudamericana. Este ttulo que ha ocupado centralidad en ltimos discursos del presidente de
Brasil, el ex presidente argentino Duhalde y el recientemente revalidado en su cargo Hugo
Chvez, no es ms que la expresin manifiesta de viejos sueos y luchas, de guerras y alianzas,
de avances y retrocesos en la bsqueda de lazos de integracin poltica, cultural, econmica y
fsica de todo el continente. Nuevamente las aspiraciones irrealizables? Los hechos parecieran
estar en contra de los pesimistas funcionales que slo legitiman lo dado, lo existente. La profun-
dizacin de los lazos polticos en el Mercosur (donde la pronta batalla electoral en Uruguay defi-
nir el mapa de relaciones), la consolidacin de Chile, Per, Bolivia y Venezuela como asociados,
el pedido de Mxico para ser aceptado en esa condicin, los acuerdos con la Comunidad Andina
de Naciones, son todos ejemplos de que hay una voluntad poltica que crece en medio de un con-
texto favorable donde los grandes pases estn demasiado preocupados en sus frentes internos
y sus fronteras cercanas. Las prximas elecciones en EE.UU. servirn - sea cual fuere sus resulta-
dos - para agregar como dato a los anlisis de escenarios la posicin que la mayor potencia mun-
dial mantendr para con la regin.
Vale entonces la pena seguir apostando por la "construccin colectiva" en pases como el
nuestro?. Suele decirse que la unin muchas veces es provocada ms por la necesidad y el terror
que por las convicciones profundas. Bienvenidas sean entonces las crisis si somos capaces de
aprender de los errores y ante la cercana del abismo cambiamos las posturas individualistas por
el restablecimiento de principios de asociacin y cooperacin con pases hermanados por la cul-
tura y la condicin de perifricos. Argentina - y toda Sudamrica - todava tiene que superar la
prueba de revalidar sus opciones polticas de integracin regional en un contexto interno que
muestra signos de recuperacin econmica conviviendo con otros indicadores preocupantes de
desempleo, pobreza y marginalidad. Si tras una recuperacin econmica sostenida, nuestros pa-
ses refuerzan la voluntad de unin y no se abandonan al facilismo de las relaciones directas con
los ms fuertes habrn superado la prueba de la necedad, que slo recuerda a sus pares cuando
su existencia individual se ve en franca declinacin.
Lic. Germn Martnez
Septiembre / Octubre de 2004
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Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.
MERCOSUR, lo cual no ocurri. Se espera la
confirmacin para el segundo semestre de
2004 de la prxima reunin entre la SACU y
el MERCOSUR a realizarse en Pretoria, capi-
tal de Sudfrica (23).
Las negociaciones MERCOSUR-SACU
han sido realmente lentas. Una de las
razones de esto pueden hallarse en la falta
de inters que mostraron los sectores
empresariales de ambas partes, en parte
por desconocimiento mutuo de las econo-
mas regionales (24). Otra razn est vin-
culada a que ambos bloques tienen pro-
ducciones similares, commodities de pro-
ductos primarios principalmente, que ven-
den a los mismos socios, la Unin Europea
(UE) y Estados Unidos. Es tambin por la
misma causa que hay una gran cantidad
de productos sensibles marcados por
ambos bloques que no permiten un
aumento de las concesiones, lo cual tam-
bin tiende a retrasar las negociaciones.
Este lento progreso tiende a frustrar la
idea de una cooperacin Sur-Sur vital que
defienda en conjunto sus intereses y reduzca
su dependencia del comercio con los pases
desarrollados al aumentar el intercambio
entre los pases en va de desarrollo.
Tanto la SACU como el MERCOSUR
estn negociando con Estados Unidos, la
SACU un ALC y el MERCOSUR la confor-
macin del Area de Libre Comercio de las
Amricas (ALCA). Tambin ambos estn
en tratativas con la UE por temas relacio-
nados al acceso al mercado europeo.
Ambos tambin Esto puede ser considera-
do como un obstculo que impide el avan-
ce de las negociaciones entre los bloques
del sur, puesto que ambos pueden llegar a
prestar ms atencin a la relacin con los
principales pases del norte que a la rela-
cin Sur-Sur. Sin embargo, tambin puede
ser visto como una oportunidad para que
los actores sureos acuerden posturas
frente a Estados Unidos y la UE para obte-
ner concesiones difciles de conseguir de
manera individual en las negociaciones
bilaterales y multilaterales. Vale recordar
que tanto Sudfrica como Argentina y
Brasil son parte del Grupo Cairns y del G-
20 Plus, grupos informales que presionan
en la OMC por la liberalizacin del merca-
do agrcola del primer mundo y por un
comercio ms equitativo con este, por lo
cual ya tienen experiencias actuando con-
juntamente y sobre el tipo de resultados
que se obtienen.
Las negociaciones latinoamericanas y
sudafricanas con Estados Unidos se
encuentran afectadas por la posicin
adoptada por Sudfrica y Brasil. Los mis-
mos plantean que no aceptan que los pa-
ses en vas de desarrollo se hallen someti-
dos a los perjudiciales efectos del protec-
cionismo practicado por los pases des-
arrollados en aquellos sectores en los que
los subdesarrollados poseen ventajas com-
parativas. A esto se suman los reclamos
brasilero y sudafricano por obtener mayo-
res cuotas de poder y decisin en las rela-
ciones internacionales como representan-
tes del mundo en desarrollo. De este
modo, la SACU y el MERCOSUR pueden
buscar apresurar la firma del ALC con el
fin de presionar sobre Estados Unidos a los
efectos de obtener mayores beneficios en
las negociaciones con este.
LA EEVOLUCIN DDE LLAS RRELACIONES
COMERCIALES
Las relaciones comerciales entre
Sudfrica y los miembros del MERCOSUR
se han incrementado desde los comienzos
del cambio poltico interno sudafricano en
el primer lustro de los noventa, pero el
aumento se hace verdaderamente notable
luego de 1994, ao en que se finaliza con
el rgimen de apartheid en Sudfrica. Este
aumento del intercambio comercial fue un
gran aliciente para la firma del Acuerdo
Marco, el cual, a su vez, impuls el comer-
cio, en especial para Argentina y Brasil.
Desde la ptica del MERCOSUR, Sudfrica
es su socio comercial ms importante en el
frica Subsahariana, hacia ella se canalizan
la mayora de las exportaciones. En el mbi-
to mundial, sin embargo, es un socio menor
si se lo compara con los principales socios del
MERCOSUR considerados en bloques, el
Acuerdo de Libre Comercio de Amrica del
Norte (NAFTA), la UE y la Comunidad Andina
de naciones (CAN).
El MERCOSUR es el principal socio de
Sudfrica en Amrica Latina, y consideran-
do a sus miembros individualmente, Brasil
y Argentina ocupan los lugares 1 y 2. A
nivel mundial, en cambio, Brasil es el socio
N 12 y Argentina el N 18. Sin embargo,
no es menor que para Sudfrica seamos
ms importantes que la India o Nigeria,
pas este ltimo importante para Sudfrica
a nivel regional. (25)
En 1994 el intercambio comercial entre
Brasil y Sudfrica era de uss 221 millones,
mientras que en el 2000 super los uss 550
millones para ser rcord en el 2003 al alcan-
zar la cifra de uss 1.000 millones. Hasta el
ao 1999, los saldos comerciales de Brasil y
Sudfrica eran parejos, si bien Brasil mantena
un pequeo supervit en su balanza. Pero,
desde el ao 2000, los nmeros favorecen
ampliamente al gigante sudamericano. En el
2003, Brasil export a Sudfrica uss 857.782
millones, aumentando 100 millones en com-
paracin al ao anterior, mientras que impor-
t desde all 214.297 millones. (26)
Principalmente Brasil exporta a Sudfrica pie-
zas y menudencias de aves, autopartes y
accesorios para automviles, hierro y sus deri-
vados, carroceras, tractores, automviles y
productos para la construccin, en tanto que
importa hulla y derivados, gas licuado, aceto-
na y minerales de ferrosos. (27)
Las cifras del intercambio entre
Sudfrica y Argentina son sensiblemente
menores. En el pasado ao, el intercambio
comercial fue de poco ms de uss 402.600
millones. Sin embargo el comercio ha cre-
cido de manera espectacular. Las exporta-
ciones argentinas hacia Sudfrica se tripli-
caron entre 1994 y el 2003, pasando de
uss 92.500 millones a uss 349.710 millo-
nes respectivamente. Las importaciones
sudafricanas tambin aumentaron, aun-
que a un nivel mucho menor. Los montos
de productos sudafricanos comprados por
Argentina nunca superaron los 100 millo-
nes, excepto en los aos 2000 y 2001,
para luego caer a la mitad, ya que apenas
superaron los 50 millones en el 2002 y
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24
Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.
de individualmente que tarifas y restriccio-
nes impone a terceros Estados no Partes
del acuerdo (14).
En la parte introductoria del Acuerdo,
los firmantes reconocen los principios de la
Organizacin Mundial de Comercio
(OMC) y que el multilateralismo comercial
con reglas claras es necesario para la esta-
bilidad internacional. Adems, reafirman
la importancia del principio del regionalis-
mo abierto (15).
El artculo 2 del Documento Marco
expresa que los objetivos son "fortalecer las
relaciones entre las Partes, promover el
incremento del intercambio comercial y
establecer las condiciones para la creacin
de un rea de libre comercio". Se acord el
establecimiento de dos etapas para alcan-
zar tales fines, una en la cual se identificar-
an los mecanismos ms convenientes para
aumentar el nivel de los intercambios, y
otra donde finalmente se negociara la
firma de un acuerdo para crear un ALC de
acuerdo a las reglas de la OMC (16).
Para cumplir con las disposiciones institui-
das en el Acuerdo, se establece, en el art. 4,
la creacin de una Comisin Negociadora
(CN). Adems, las partes se comprometie-
ron a desarrollar acciones y actividades de
cooperacin con el propsito de intensificar
los lazos y el conocimiento mutuo. Por esto
acordaron estimular proyectos de coopera-
cin en diferentes sectores, tales como agri-
cultura, servicios e industria, y de promocin
comercial, es decir, organizando ferias,
misiones comerciales, simposios y semina-
rios (arts. 6, 7 y 8).
El Acuerdo Marco entre el MERCOSUR y
Sudfrica tiene el objetivo de reglar futuras
negociaciones comerciales, por lo cual hace
hincapi en cuestiones econmicas sin
siquiera mencionar propsitos polticos o
culturales. Sin embargo, el Documento
posee importancia poltica porque denota el
inters de los dos actores de estrechar los
vnculos. As, en este primer momento, se
fortalece la relacin econmica, siendo muy
factible que, en un momento posterior,
cuando la confianza mutua sea mayor, se
llegue a un nivel de concertacin poltica en
el rea multilateral y hasta de cooperacin
poltica (17). La concertacin y la coopera-
cin pueden darse en foros de naturaleza
comercial, tal como la OMC, o en temas
eminentemente polticos en donde ambos
posean especial inters, tal como pueden
serlo las reformas del Consejo de Seguridad
de la ONU o posturas en torno a la conser-
vacin del medio ambiente o a cuestiones
de seguridad internacional, las cuales pue-
den contrastar con las posiciones de los pa-
ses desarrollados.
En esta misma lnea de pensamiento, es
decir, considerando una posible concerta-
cin Sur-Sur en aquellos temas que afec-
tan particularmente a los pases en des-
arrollo, la firma de este Documento Marco
puede juzgarse como relevante porque
consisti en el puntapi inicial hacia el
estrechamiento de relaciones con el conti-
nente africano de manera regional, sobre
todo si se considera la prominente posi-
cin poltica y econmica que ocupa
Sudfrica en la regin del frica
Subsahariana, de la cual es pas llave.
Aunque slo posee un 3% del total del
territorio africano, su produccin industrial
representa el 40% de la produccin total
del continente, su produccin minera el
45% del mismo y su producto bruto inter-
no (PBI) conforma el 25% del PBI africano.
Detenta una economa parecida a la de
Brasil, aunque con una bolsa de valores
dos veces ms grande que la de San Pablo.
Adems, es la "puerta de entrada" de las
inversiones del frica Subsahariana, sien-
do Sudfrica misma la mayor inversora de
la regin y siendo tambin pas lder de la
SACU y de la SADC (18).
EL TTRABAJO DDE LLA CCOMISIN
NEGOCIADORA YY LLA IINCORPORACIN
DE LLA SSACU AA LLAS NNEGOCIACIONES.
Tal como lo estipul el Acuerdo Marco,
se organiz una CN MERCOSUR-Sudfrica
que trabajar en la consecucin del ALC.
Desde el primer encuentro, en octubre de
2001, se realizaron hasta hoy cuatro
encuentros de la CN (19). Los mismos fue-
ron de carcter puramente tcnico, en los
cuales principalmente se intercambiaron
informaciones relativas al acceso al merca-
do de cada parte y sobre la situacin
comercial que cada una atraviesa, as
como tambin los mecanismos que se uti-
lizarn para implantar el ALC. Sudfrica
acept la propuesta del MERCOSUR de
negociar en la primera etapa del proceso
un acuerdo de preferencias fijas para una
canasta de productos. Tambin se discu-
tieron temas referentes a los regmenes de
salvaguardias, origen y sistemas de solu-
cin de controversias. (20)
Durante la segunda reunin de la CN, rea-
lizada en Brasilia en agosto de 2002, acon-
teci un hecho importante. Al tratarse el
tema de los procesos de integracin de la
cual cada parte es miembro, Sudfrica indi-
c que la SACU se hallaba en proceso de
reestructuracin, la cual se prevea que termi-
nara hacia fines del ao 2002, y propuso que
en las prximas reuniones de la CN MERCO-
SUR-Sudfrica se incluyera a los miembros de
la SACU. El MERCOSUR respondi que la
posible incorporacin de los miembros de la
SACU a las negociaciones hacia un ALC sera
tratado ms detenidamente en la prxima
reunin, puesto que el Acuerdo Marco no
prevea la inclusin de tales pases en las
actuales negociaciones. Sin embargo acord
que los miembros de la SACU presenciaran
la siguiente reunin de la Comisin (21).
Cabe mencionar que esta idea sudafricana
de incorporar a la SACU a un ALC con pases
sudamericanos haba sido ya desarrollada
con anterioridad y se haba manifestado en al
reunin que mantuvieron los Ministros
Lampreira y Erwir en el ao 2000.
A lo largo del ao 2003 no se observa-
ron significativos avances en las negocia-
ciones, debido principalmente a las asime-
tras existentes entre la economa del MER-
COSUR y la sudafricana. El hecho destaca-
do fue que finalmente la propuesta sud-
africana de incorporar a la SACU a las
negociaciones con el MERCOSUR fue
aceptada por el CMC. En el mes de junio,
el CMC en su XXIV reunin, donde estu-
vieron presentes representantes del
Gobierno de Sudfrica, manifest una dis-
posicin favorable hacia la misma (22). Por
este motivo, en octubre de 2003 se reali-
z en la ciudad de Montevideo, Uruguay,
una primera Reunin Tcnica de
Negociaciones MERCOSUR-SACU. En la
misma, las partes abordaron los aspectos
relacionados a las diferencias entre las
nomenclaturas arancelarias nacionales y
acordaron un cronograma de trabajo.
Siguiendo el plan de trabajo establecido
en la 1 Reunin Tcnica de Negociaciones
MERCOSUR-SACU, entre los das 15 y 16 de
abril de 2004 se consum en Pretoria la IV
Reunin de la CN MERCOSUR-SACU, donde
se discuti sobre el texto principal del acuer-
do y sobre normas de origen y tcnicas, sal-
vaguardias y medidas sanitarias y fitosanita-
rias. A esa altura ambas partes esperaban
poder firmar el ALC en julio de 2004, con
ocasin de la Cumbre de Presidentes del
5
Los dueos de la pelota
al como pueden revelar en la actuali-dad los Juegos Olmpicos (JO) deAtenas 2004, el deporte constituye
por s mismo un importante instrumento dela accin poltica. Sin sobrestimar ni menos-preciar su funcin social, se puede analizar,sin embargo, la presencia del deporte en lasrelaciones internacionales de los ltimostiempos a la luz de fenmenos propios deun mundo globalizado: la creciente interde-pendencia de la comunidad internacional,el surgimiento de nuevos actores y la profu-sin de temas en la agenda poltica interna-cional, por slo citar algunos.
Desde el surgimiento del deporte moder-no durante la primera mitad del siglo XIX,los aparatos estatales han advertido en suregulacin y promocin ventajas inexora-bles en materia de construccin de identi-dades nacionales y legitimacin de regme-nes polticos (especialmente los autoritarios)(1), as como han comprendido que lasgrandes competencias deportivas reprodu-cen ms o menos solapadamente aspectosrelevantes de la realidad social, manifestan-do estados latentes de paz o de conflictoentre los pueblos.
En este plano (la reproduccin ms omenos fiel de la realidad social comocaracterstica del deporte moderno) lascontribuciones tericas son numerosas.Maarten Von Bottenburg sugiere que laconstruccin del sistema deportivo mun-dial ha estado dominado por la difusinde los deportes originarios de los Estadosque han ocupado posiciones de poder endiferentes momentos de la historia de losdos ltimos siglos. Tal es el caso del ft-bol, el cricket, el rugby, el hockey sobrecsped o el tenis por parte del poderobritnico o la gimnasia y el handball porparte de Alemania y, luego de la SegundaGuerra Mundial, el bsquetbol, el bis-bol y el voleibol, por parte de los EstadosUnidos o incluso el judo, el karate y otras
artes marciales, por parte de Japn(2).Pascal Boniface en su Geopoltica del ft-
bol, sostiene que la penetracin futbolsticainglesa se dio cuando, imitando a los mari-neros y comerciantes ingleses que llegaban adiversos puertos del mundo, se constituye-ron equipos locales en diferentes ciudadesde Europa y Amrica Latina. Esto, sumado auna consolidacin ms reciente de dichaexpansin por medio de las transmisionestelevisivas, puede ser equiparado a las con-quistas en el plano militar que le permitierona Inglaterra constituir su imperio(3).
Sin embargo cabe precisar que, en elmbito deportivo, la reproduccin de unsistema global de una potencia hegem-nica, potencias medias y pases perifri-cos, se ve algo distorsionada respecto a larealidad internacional. En el ftbol, porejemplo, existe una potencia hegemnica(Brasil), potencias medianas (Argentina,Alemania, Inglaterra, Italia, etctera) ypases imposibles de rivalizar con aqu-llas. Precisamente es en esta distorsindonde se encuentra una de las caracters-ticas ms interesantes de la instrumentali-zacin poltica internacional del deportemoderno: la posibilidad de Estados mspequeos en cuanto a sus capacidades detrastocar el tablero mundial de poderpoltico y econmico, fundamentndoseen una sutil capacidad de construccin deprestigio internacional para las nacionesintervinientes en las principales compe-tencias deportivas.
El fin de la gran concentracin de losmedalleros con la cada de la Unin deRepblicas Socialistas Soviticas (URSS) yel uso que de ellos se hizo como registrode los enfrentamientos indirectos propiosde la Guerra Fra (4), le ha permitido tam-bin a numerosos Estados perifricoshacerse or con una fuerza inusitada en elsistema deportivo internacional. Cuba,por ejemplo, se ha dado el lujo de lidiar la
punta del medallero a los EstadosUnidos en las ltimas ediciones de losJuegos Panamericanos. Para estos Estadossumarse una victoria en el plano deporti-vo es un vehculo indiscutido para ingresaren la vidriera internacional.
GEOPOLTICA OOLMPICA
Segn se evidencia, el deporte es uninstrumento para alcanzar visibilidadinternacional, pero no slo a travs delas victorias, sino tambin mediante laorganizacin de grandes pruebasdeportivas, lo que pone de manifiesto lacapacidad organizativa, tcnica y eco-nmica del pas anfitrin (5) as comosirve de expresin del dinamismo alcan-zado por el mismo o de excusa paraprofundizar procesos de modernizacinintranacionales.
Bien en claro tienen estas funcioneslos miembros del ComitOlmpico Internacional (COI),exclusivsima y politizada orga-nizacin privada internacionalque tiene el privilegiado man-dato de abrir (y abrirse) a milesde millones de dlares y amiles de millones de televiden-tes en todo el mundo las fron-teras del pas seleccionadopara la organizacin de los JO.
Ya desde el vamos, la elec-cin de la ciudad anfitriona setie de un espritu competitivoen el cual se invierten recursosde todo tipo, desde los finan-cieros hasta los humanos,pasando por polticas de lobbyen todos los flancos posibles.En general dicha eleccin havenido respondiendo conmayor o menor fuerza a razo-nes polticas y econmicas.
Durante la eleccin de lasede para los JO de 2000,fresca la sangre de la Plaza deTiananmen, el gobierno chinotrat de influir a su favor, porla va de una diplomacia suigeneris, en la decisin de otrospases. Ante su derrota "la
razn aparente eran los derechoshumanos (pero) la verdadera razn erapoltica, demostrar la fuerza polticaoccidental" (6). Sin embargo, la poste-
EL DEPORTE en las relaciones internacionales
Por HHugo HH. RRabbia Lic. en Relaciones Internacionales
T
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6Los dueos de la pelota
rior victoria de Pekn (prxima sede delos JO en 2008) termin avalando -ade-ms de las consideraciones respecto alimparable avance del capitalismo mun-dial en su economa y los impresionan-tes esfuerzos de sus cuerpos diplomti-cos por demostrar logros en la polticade respeto de los derechos humanosencarada por el gobierno comunista (7),un giro geopoltico global hacia la cuen-ca pacfica. Smese a este ejemplo larealizacin del Mundial de Ftbol FIFA2002 en Corea-Japn, los pasados JO deSydney 2000, el mundial de atletismo y losJO de invierno en Nagano (Japn), y tene-mos como resultante un impresionanteescaparate del peso en la economa ypoltica internacional que han venidoadquiriendo las naciones del PacficoAsitico.
Incluso la eleccin de Atenas paralos JO 2004 responde a mucho msque a una reivindicacin histrica.Parece constatarse en este gesto unavoluntad de hacer entrar al mundo aEuropa Oriental, recientemente incor-porada a la Unin Europea (UE), porla puerta del pas que tradicionalmen-te ha sido un aliado de Occidente enla regin.
EL RRITUAL DDE UUNA GGUERRA SIN AARMAS.
El deporte se ha constituido comopocos, en un vehculo de comunica-cin entre los pueblos, especialmentedonde sta carece de canales por loscuales fluir con normalidad. Dehecho, el deporte establece, con supropio lenguaje estandarizado, unmarco normativo, unas reglas de juego,que pueden al menos escenificar unavirtual convivencia pacfica entre losestados.
Histricamente los griegos asignabanuna preeminencia especial a susOlimpadas que, adems de congregar alos mejores atletas de la poca clsica,implicaban necesariamente un tiempoen el cual los combates entre los pue-blos participantes quedaban en suspen-so. Ya en el siglo XX "la diplomacia delping-pong", con la que Nixon hbilmen-te abri puertas al establecimiento derelaciones diplomticas entre laRepblica Popular China y los Estados
Unidos, remarc la utilidad del deportecomo herramienta de la diplomacia.
Frente a esto, sin embargo, numero-sas competencias deportivas internacio-nales han servido por el contrario comoforma de ritualizar o canalizar enfrenta-mientos ms o menos latentes entre lospueblos en competencia. Las polticasde exclusin de Alemania y sus aliadospor parte del COI en los Juegos Olmpicosposteriores a las dos grandes conflagracio-nes mundiales y los boicots sufridos pordiversos JO de mano de numerosos pases(8), constituyen los ejemplos ms claros deestas expresiones.
Sin embargo, a veces el ritual de lasguerra sin armas no culmina all. Esimposible evitar la mencin de la famo-sa "guerra del ftbol" que en 1969libraron El Salvador y Honduras, a razde un encuentro clasificatorio para elMundial FIFA 1970 que se realiz enMxico. En este evento, el enfrenta-miento deportivo no logr contener unestado latente de enfrentamiento entrelos dos pases, y todo deriv en cuatrodas de enfrentamientos militares, unaorden de cese al fuego de laOrganizacin de Estados Americanos(OEA) y posterior retiro de las tropas sal-vadoreas del territorio hondureo.
Un ejemplo ms reciente refiere a losviolentos disturbios acontecidos tras losenfrentamientos futbolsticos entre elDnamo de Zagreb y el Estrella Roja deBelgrado, el 13 de marzo de 1990, yentre el Hajduk de Split y el Partizan deBelgrado, el 26 de septiembre de 1990, aslo meses de iniciarse la guerra civil en laex-Yugoslavia. El primer acontecimientomostr que los hinchas serbios y croatasno podan ms compartir siquiera elmismo estadio; el segundo, en el cual loshinchas enfervorizados de Split quemaronbanderas yugoslavas, simboliz la prdidade autoridad del Estado yugoslavo sobreuna buena parte de su territorio (9).
En ambos ejemplos, un partido de ft-bol ha servido como episodio detonantede una serie de causas histricas, socia-les y polticas que se mantenan ansolapadas o silenciadas incluso por losaparatos de poder tradicional. En una zonade conflicto endmico o guerra, el ftbolha movilizado la locura y exasperado laspasiones reflejando fielmente la violenciade los antagonistas (10).
NUEVOS EEQUIPOS, NNUEVOS AACTORES
El deporte como expresin de estadoslatentes de las relaciones internacionalesadquiere otra complejidad de anlisis apartir de la evidencia que proporciona elservir como caja de resonancia al surgi-miento de nuevos actores internaciona-les, tanto Estados como nacionalismos,el terrorismo fundamentalista o inclusolas empresas transnacionales.
En lo que respecta a Estados, vastadecir que 202 son los comits nacionalesreconocidos por el COI y 198 las filiales
nacionales de la FIFA en el mundo, mien-tras que slo 192 son los estados miem-bros de la Organizacin de NacionesUnidas (ONU). Sobran los ejemplos para-digmticos: Palestina es miembro del COIy de la FIFA, as como Irlanda del Norte,Islas Cook, Taipei y Puerto Rico.
En estos casos, puede pensarse en unreconocimiento internacional de dichasnaciones, pero sin el peso de los compro-misos que puede implicarles a las grandespotencias o a las partes ms interesadasel otorgarles voz y voto en la AsambleaGeneral de la ONU.
Tal como refiere Pascal Boniface, "noresulta nada inocente constatar que,
23
Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.
sectores empresariales, se realiz una serie
de jornadas y mesas de discusin para tra-
tar el tema de las relaciones entre
Sudfrica y el MERCOSUR.
De este modo, es recin en el ao 2000
que la idea de firmar un ALC con Sudfrica
comienza a plasmarse en la realidad. El
primer paso fue dado cuando el canciller
Lampreira visit Sudfrica en el mes de
febrero y se entrevist con el ministro de
industria de tal pas, Alec Erwir. Ambos
ministros firmaron una Declaracin
Conjunta y un Acuerdo Bsico de
Cooperacin Tcnica, y conversaron sobre
las relaciones comerciales de sus respecti-
vos pases (6). Pero lo importante fue que
al tratar sobre un posible ALC vislumbra-
ron la idea de que este abarcara a la Unin
Aduanera de frica del Sur (SACU)(7) y al
MERCOSUR. Tambin se consider la posi-
bilidad de instituir un grupo informal de
negociacin que podra incluir, a Nigeria,
Egipto e India.
Cabe destacar que actualmente, tras la
firma del Acuerdo Marco MERCOSUR -
Sudfrica, la idea de incorporara a la
SACU al acuerdo se est materializando,
ya que la misma presencia las reuniones
de la Comisin Negociadora, y que, por
otra parte, la idea del grupo de negocia-
cin informal se corporiz en el ao 2003
en el IBSA (India, Brasil y Sudfrica).
En el mencionado contexto de las nego-
ciaciones brasileras-sudafricanas, y ante las
potenciales incorporaciones de la SACU o
de la SADC a las mismas, Brasil consider
adecuado hacer formalmente extensiva al
MERCOSUR la invitacin a negociar, sobre
todo porque la idea de un ALC entre el
MERCOSUR y Sudfrica estaba siendo con-
siderada desde la Cumbre Presidencial de
Ushuaia, y porque se quera evitar que la
tarifa comn del MERCOSUR se perforara
an ms si el acuerdo envolva a Brasil y
Sudfrica solamente. De este modo el can-
ciller Lampreia propuso a su par argentino
Rodrguez Giavarinni la participacin del
bloque sudamericano en las conversacio-
nes con Sudfrica. Se plante entonces
que la implementacin del ALC deba lle-
varse a cabo en diferentes etapas. En la pri-
mera se firmara un acuerdo marco, el cual
otorgara las pautas generales por las cua-
les se regiran las negociaciones. En la
segunda etapa se llegara a un acuerdo de
tarifas arancelarias fijas, y en la ltima se
rubricara un ALC. (8)
Es as como el da 29 de junio de 2000,
el Consejo del Mercado Comn (CMC),
rgano superior del MERCOSUR que toma
las decisiones necesarias para cumplir con
los tratados fundacionales, autoriza al
Grupo Mercado Comn (GMC), rgano
ejecutivo del MERCOSUR, a iniciar nego-
ciaciones formales con la Repblica de
Sudfrica. Para tomar la decisin, el CMC
consider que la creacin de vnculos
comerciales con otros pases era prioritaria
para la estrategia de relacionamiento
externo del MERCOSUR y que tanto este
como Sudfrica podran beneficiarse
mutuamente a travs de la liberalizacin
comercial recproca (9).
Siguiendo los pasos de su antecesor, el
presidente Thabo Mbeki se hizo presente
en la Cumbre de Presidentes del MERCO-
SUR realizada en diciembre del ao 2000.
La visita fue un signo positivo para el acer-
camiento entre Sudfrica y el MERCOSUR,
ya que demostr el apoyo poltico con el
que contaba el proyecto de ALC desde
ambas partes.
Es evidente que Brasil fue el pas miem-
bro del MERCOSUR que ms trabaj en la
construccin de lazos con Sudfrica y
logr su objetivo. Los vnculos culturales
entre Sudfrica y Brasil indefectiblemente
influyeron para que esto sea as, en tanto
que la falta de una identidad cultural com-
partida entre Sudfrica y los dems miem-
bros del MERCOSUR impide la consolida-
cin de lazos regionales ms efectivos.
Pero sin dudas, la estrategia de largo plazo
desarrollada por Itamaraty (Ministerio de
Relaciones Exteriores de Brasil) hacia el
continente africano y hacia Sudfrica en
particular, fue el factor determinante. El
"Proyecto de Acuerdo Marco para la
Creacin de un rea de Libre Comercio
entre el MERCOSUR y la Repblica de
Sudfrica" del ao 2000, fue, en gran
medida, fruto del accionar brasilero guia-
do por una poltica exterior nacional plani-
ficada, con metas consensuadas interna-
mente y muy claras, pero, sobre todo,
constante a lo largo de varias dcadas.
Pero, constante no implic que sea ana-
crnica, sino que, por el contrario, fue
continuamente adaptada a los cambios
operados en el modelo de desarrollo
nacional, de insercin externa del pas y
conforme con el contexto externo e hist-
rico que los enmarc.
De acuerdo con M. Khanyile, Brasil tiene
intereses concretos que busca satisfacer
en su relacin con Sudfrica, intereses que
tambin esta comparte y halla importan-
tes, por lo cual la relacin se torna ms
fructfera. La bsqueda de mercados para
las nuevas producciones manufactureras
cariocas y la defensa de producciones tra-
dicionales, tales como caf, algodn o
cacao, que hallan competencia en las pro-
ducciones africanas, son los principales
intereses econmicos. En trminos de coo-
peracin poltica busca un acercamiento
con Sudfrica para defender intereses
comunes propios del tercer mundo en
organismos multilaterales. (10) Estos obje-
tivos son fines esenciales en s mismos
pero que hacen al objetivo ms general de
la poltica exterior brasilera, convertir a
Brasil en una potencia internacional inter-
media con fuerte presencia regional e
internacional, sobre todo entre los pases
en desarrollo.
EL AACUERDO MMARCO
Tras la aprobacin del inicio de las nego-
ciaciones formales entre el MERCOSUR y
Sudfrica, el da 14 de diciembre de 2000,
el CMC aprob el "Proyecto de Acuerdo
Marco para la Creacin de un rea de
Libre Comercio entre el MERCOSUR y la
Repblica de Sudfrica"(11). Un da des-
pus, los Estados Partes del MERCOSUR y
la Repblica de Sudfrica firmaron el
"Acuerdo Marco para la Creacin de un
rea de Libre Comercio entre el MERCO-
SUR y la Repblica de Sudfrica" (12).
Un acuerdo marco es un primer paso
que expone las intenciones de las partes
en temas como comercio e inversin y que
generalmente antecede otros niveles de
compromiso de integracin econmica
(13). Este Acuerdo Marco suscripto por el
MERCOSUR y Sudfrica dispone de las
reglas ms generales y amplias tendientes
a regular las negociaciones que se enta-
blarn con el fin de establecer un ALC, por
el cual las tarifas y las restricciones cualita-
tivas son abolidas, aunque cada pas deci-
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22
Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.
l Mercado Comn del Sur (MERCO-
SUR), inaugur en el ao 2000 una
nueva fase del proceso de integra-
cin denominada "Relanzamiento del
MERCOSUR" con el fin de dar un nuevo
impulso al proceso que haba perdido
dinamismo a causa de diferencias comer-
ciales y productivas entre los miembros, y
a la existencia de una compleja situacin
financiera internacional. Los objetivos de
este relanzamiento fueron el reforzamien-
to de la Unin Aduanera y la promocin
del bloque a nivel externo, fortificando y
diversificando lazos con otras regiones. En
el marco de esta poltica, en el mes de
diciembre de 2000, el MERCOSUR firm
con la Repblica de Sudfrica un Acuerdo
Marco que tiene como finalidad lograr un
Acuerdo de Libre Comercio (ALC).
El ccamino hhacia eel AALC
Histricamente, el grado de relaciona-
miento que Brasil mantuvo con frica es
mucho mayor que el que sostuvo
Argentina con la misma. Esto se debe, en
gran parte, a la estrategia de poltica exte-
rior desplegada por Brasil, la cual tuvo
como uno de sus ejes desde la dcada del
'60 la relacin con el continente Africano.
La meta de la "poltica africana", definida
formalmente durante el mandato del Gral.
Ernesto Geisel (1974-1978), es, desde
entonces, asegurar una mayor comple-
mentacin poltica y econmica que refor-
zara el perfil externo brasilero en las cues-
tiones internacionales (2). La realizacin de
este objetivo se ve facilitado y reforzado
por la historia y cultura comunes que unen
a Brasil con frica. Argentina, en cambio,
nunca consider frica como un rea rele-
vante, por tanto, la poltica hacia ella des-
arrollada fue escasa y espordica, depen-
diendo de la coyuntura internacional y de
los intereses circunstanciales de nuestro
pas. Claro ejemplo de esto es que se acer-
c a los pases africanos cada vez que
necesit de sus votos en la Organizacin
de las Naciones Unidas (ONU) en la cues-
tin de las Islas Malvinas. Sin embargo,
tanto para Brasil como para Argentina,
reunin de la Comunidad del Desarrollo
del frica Austral (SADC) (5), cuya evolu-
cin acompaaba con toda atencin en
vistas de la posibilidad futura, pero real, de
establecer lazos concretos de intercambio
y compromisos de liberalizacin comercial
entre el MERCOSUR y la SADC.
La iniciativa para firmar un ALC entre el
MERCOSUR y Sudfrica, era, hasta ese
momento, una idea compartida principal-
mente por los gobiernos de Brasil y
Sudfrica y se reflejaba en cada encuentro
mantenido entre los representantes de
ambos pases. La situacin cambia tras la
presencia del presidente sudafricano
Nelson Mandela en la Cumbre de
Presidentes del MERCOSUR realizada en
Ushuaia en julio de 1998. De all en ms,
la idea de reforzar los vnculos comerciales
entre el MERCOSUR y Sudfrica se exten-
di a los dems miembros del bloque sud-
americano y tom un nuevo impulso.
Nelson Mandela fue el primer presiden-
te de un pas no miembro del MERCOSUR
invitado a dar un discurso en una reunin
de Jefes de Estados. All expres que la
cooperacin socio-econmica y tcnica
ayudara a unir al Sur, siendo la coopera-
cin Sur-Sur bsica para alcanzar una
sociedad mutuamente beneficiosa con el
Norte y para influir en el nuevo orden
mundial naciente, siendo la coordinacin
en foros multilaterales es esencial a este
fin. Adems, Mandela manifest que
haba un compromiso para fortalecer los
vnculos entre el MERCOSUR y la SADC y
que ya se estaba trabajando en ello, y
subray la posicin estratgica de
Sudfrica. La misma se sita como un
puente entre Sudamrica, el Este Asitico
y frica, esencial para el desarrollo de la
cooperacin del Sur en vas de desarrollo.
Tras la visita del presidente sudafricano,
las expectativas y el compromiso de llegar
a algn tipo de acuerdo comercial se
incrementaron. Sin embargo, en el corto
plazo, no se logr concretar nada real-
mente a nivel gubernamental, si bien el
nmero de las visitas e intercambios diplo-
mticos fue alto. Sumado a esto, desde los
sectores acadmicos, con aportes de los
Sudfrica siempre fue un caso especial. Es
el pas de frica Subsahariana ms impor-
tante para ambos, sobre todo en los mbi-
tos comercial y estratgico.
El rgimen de apartheid sudafricano tuvo
como consecuencia que el pas sufriera el ais-
lamiento internacional y diferentes sanciones
de la ONU. A la crtica al rgimen poltico
sudafricano se sumaron Brasil y Argentina,
los cuales durante la dcada del '80 mantu-
vieron una poltica muy distante hacia
Sudfrica. Argentina rompi relaciones diplo-
mticas con Sudfrica en 1986, mientras que
los flujos comerciales no mermaron, aunque
tampoco se incrementaron. Brasil en tanto,
mantuvo sus relaciones diplomticas, pero
limit otro tipo de relaciones con Sudfrica.
En 1985, el gobierno de Sarney prohibi por
decreto los contactos culturales, artsticos y
deportivos, adems de apegarse a los embar-
gos realizados por la ONU a Sudfrica en
materia petrolera y armamentstica. (3)
Con el proceso de democratizacin que
comienza a gestarse en Sudfrica en los
inicios de los '90 y el fin de la Guerra Fra,
que torna centrales las cuestiones econ-
micas y desplaza las militares, las posturas
argentinas y brasileras hacia tal pas cam-
bian rotundamente y comienza una nueva
era en las relaciones transatlnticas basa-
das en la cooperacin econmica y comer-
cial. A esto se le suma el advenimiento de
gobiernos de corte neoliberal en
Argentina y Brasil, los cuales priorizaban
las relaciones econmicas, siendo muy
pragmticos a la hora de pensar en las
relaciones con otros Estados.
La iniciativa de firmar acuerdos comer-
ciales con Sudfrica provino de Brasil, cuyo
Ministro de Relaciones Exteriores en el ao
1995 lanz la propuesta a su par sudafri-
cano (4). Desde ese momento los inter-
cambios entre funcionarios de las reas
econmicas y diplomticas. En 1996 el
Presidente Fernando H. Cardoso visit
Sudfrica con el propsito de estrechar la
cooperacin socio-econmica entre los
dos pases, con la posibilidad de extender
tales vnculos para incorporar al MERCO-
SUR. En ese momento, el canciller
Lampreia declar que Brasil particip de la
Las relaciones comercialesMERCOSUR - SUDFRICA
E
Por CCarla MMorassoInvestigadora de la Funif
7
Los dueos de la pelota
entre las primeras manifestaciones devoluntad de los nuevos Estados indepen-dientes, consta la demanda de adhesina la FIFA. Como si ella fuera tan natural ynecesaria como la ONU; como si la defi-nicin del Estado no debera limitarsems a los tres elementos tradicionales -territorio, poblacin y gobierno-, sino quedebera aadirse un cuarto tambin esen-cial: un equipo nacional de ftbol" (11),esencial desde el punto de vista que,como pocas herramientas, usualmentecontribuye de manera central a la cons-truccin de la nacionalidad.
En lo que respecta al terrorismo, fan-tasma que hoy parece sobrevolar tambinlos JO de Atenas 2004, cabe resaltar queel ataque terrorista a los atletas israelesen los JO de Munich en 1972, revel parala comunidad internacional al fundamen-talismo rabe organizado como un actorque adquirira ms y ms poder y presen-cia con el paso de los aos. Desde enton-ces, la agenda de las relaciones interna-cionales ha planteado al terrorismo inter-nacional como una de sus problemticascentrales. ste ha sabido, por su parte,ejercer su amenaza con mayor o menorcriterio, con mayor o menor fortuna, enesta reproduccin de la realidad-mundialque son las competencias deportivasinternacionales, incluso en su dificultadpor categorizar actores de las relacionesinternacionales de tan dismil naturaleza.De ms est decir que resulta imposiblede creer un futuro en el cual los smbolosde la Jihad Islmica se paseen con sucomitiva de atletas por el desfile inaugu-ral de unos JO.
LO IIMPORTANTE EES CCOMPETIR
En este esquema de transcripcionesalgo deformadas del texto de la realidadinternacional, nos encontramos con losJO de Atenas 2004: una estimacin de40.000 millones de televidentes de todoel mundo en audiencia acumulada, con laparticipacin de ms de 10.500 atletas de202 naciones del mundo, y gananciasestimadas en el doble de los 6000 millo-nes de euros invertidos (12). Frente astos datos por dems de elocuentes, elgesto de Robina Muqimyar, pionera atle-ta afgana que corre en los JO utilizando eltradicional velo sobre los ojos, o el "res-cate" por parte de la fuerza area austra-
liana de los atletas irakes especialmenteinvitados a intervenir en los JO, no dejande exhibir hasta el paroxismo un estadode cosas en el mundo actual.
Ms all de claros smbolos de resistenciacultural o de las expresiones del avasalla-miento de un Estado en manos de la carro-a internacional, la globalizacin capitalistaencuentra en el deporte a uno de sus mejo-res exponentes. La industria del deporte(como en general toda la industria delentretenimiento) constituye uno de los sec-tores ms dinmicos y en mayor crecimien-to de la economa mundial. Por otra parte,la lgica de la competencia (propia del capi-talismo global) es exaltada con naturalidaden las competencias deportivas, las nacio-nes se cargan sobre los hombros de susatletas y la desproporcin del que puede ydel que no, se profundiza a medida que seacrecienta la brecha entre el deporte profe-sional y el amateur.
Las empresas transnacionales, por suparte, cierran negocios millonariosembarcadas en los "mandatos" de laindustria del patrocinio e, incluso, cadavez ms, gozan del poder de determinarquines pueden o no tomar partido de lascompetencias, a la vez de quienes debenservir de anfitriones, segn lgicas pura-mente comerciales.
Es cierto, los JO de Atenas "celebran lahumanidad", tal como reza su lema, perouna humanidad globalizada, integrada almundo de las comunicaciones y al consu-mo, capitalista y democrtica en lo posi-ble, un mundo en el cual los Estados pocoa poco no constituyen ms que espaciosde franquicias o diseos publicitarios. Aese mundo quieren ingresar aquellospequeos Estados an no reconocidoscomo iguales. A esa realidad parecen aludirlas amenazas de los ms de veinte gruposterroristas que pugnan por lograr la reper-cusin internacional que la mega concen-tracin de medios de comunicacin de todoel mundo puede brindarles.
Como bien resume Christian Bromberger,el deporte de competicin no apela slo a lareligin de la mundializacin, sino a la vez asus templos, sus ceremonias, su liturgia, sucredo y sus fieles, sus evangelistas, su inqui-sicin y sus mrtires; constituyen por s unavitrina abierta sobre el advenimiento radian-te del capitalismo planetario, es decir, de lasociedad del entretenimiento y de la mer-cantilizacin universal (13).
1) Desde el fascismo italiano, pasando por la Juntamilitar argentina que particip en la organizacin delMundial FIFA de 1978.2) Citado por Cashman, Richard, en Global Games:from the Ancient Games to the Sydney Olympics enhttp://www.aafla.org/SportsLibrary/SportingTraditions/2002/st1901/ST1901j.pdf.3) Boniface, Pascal, La geopoltica del ftbol enhttp://alainet.org/active/show_text.php3?key=67.4) A esta poca le debemos las valoraciones seudo-militaristas de las competencias deportivas: "contien-das", "hazaas", "hroes deportivos", etctera.5) Velsquez Buenda, Roberto. El deporte moderno.Consideraciones acerca de su gnesis y de la evolu-cin de su significado y funciones sociales, en:http://www.efdeportes.com/. Revista Digital. BuenosAires. Ao 7. No. 36. Mayo de 2001.6) Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones,Ed. Paids, Bs.As., 2002, p. 234.7) A modo de ejemplo, numerosas son las publica-ciones oficiales distribuidas por las embajadas chinasen todo el mundo que refieren a la problemtica encuestin, a partir de la decisin del COI en 1992:Boletines oficiales de la Oficina de Informacin delConsejo de Estado de la Repblica Popular China: Losderechos humanos en China (1992), The report ofthe Peoples Republic of China on the implementa-tion of the Nairobi forward-looking strategies for theadvancement of women (1994), Nuevos avances delos derechos humanos en la Regin Autnoma deTibet (1996), Libertad de creencia en China (1997),por citar slo algunos. 8) En 1956 Egipto, Irak y el Lbano boicotearon los JOde Melbourne para manifestar su oposicin a la ocu-pacin franco-inglesa del Canal de Suez, lo mismohicieron Espaa y Suiza para protestar contra la ocu-pacin sovitica en Hungra. En 1980 Estados Unidosorganiz el boicot contra los JO de Mosc, mani-festndose en contra a la invasin sovitica deAfganistn, devolvindosele el favor en 1984,durante los JO de Los ngeles, en los cuales ni laURSS ni 12 de sus pases aliados intervinieron. 9) Ozren Kebo, Erasmus Zagreb, citado por Boniface,Pascal, op. cit.10) Ramonet, Ignacio, Le sport c'est la guerre, enManire de voir, N 28, Le Monde, Pars, Mai 1996.11) Boniface, Pascal, op. cit.12) Cabe aclarar que el mayor financiador de los JOAtenas 2004 ha sido la Unin Europea (UE) en suconjunto, aportando en algunos casos, hasta el 75%de la inversin demandada en, por ejemplo,infraestructura urbana. En "La UE contribuye con1.400 millones de euros a financiar infraestructurasesenciales de los JJOO de Atenas", enhttp://www.lukor.com/not-por/0408/10211320.htm,10/8/2004. 13) Bromberger, Christian, Aimez-vous les stades?, enManire de voir, N 28, Le Monde, Pars, Mai 1996.
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8La importancia comercial de China.
EL AATRACTIVO DDEL AASIA OORIENTAL EENGENERAL YY DDE LLA RRPCH EEN PPARTICULAR.
a he realizado, en nmeros ante-riores, referencia a la precisingeogrfica del concepto de AsiaOriental (1), por lo cual me intere-
sa destacar en este artculo la vinculacinde la Argentina con la Repblica PopularChina (RPCh) como eje estructural de suestrategia para relacionarse con dicharegin. Su importancia no slo se explicapor su peso econmico sino tambin pol-tico. Por un lado, el primero sugiere laposibilidad de convertirse en el medianoplazo, de mantenerse en el tiempo lasvariables que hacen al crecimiento econ-mico, ceteris paribus, en la segunda eco-noma a escala mundial y, por consiguien-te, en la locomotora econmica de laregin. Por otro lado, el segundo nos hacepensar en una China interlocutora con elresto de la regin, por lo que una buenarelacin poltica con esta nacin es el pri-mer punto para mantener una vinculacincordial con el Asia Oriental.
En general, el atractivo de la regin seexplica en que sta detenta el 33% de lapoblacin, el 22% del producto brutomundial y el 28% del comercio mundial.En lo particular, la RPCh participa del 7%del comercio mundial y mantiene tasas decrecimiento superiores al 7% (durante losltimos 3 aos). Su importancia como des-tino comercial radica en los ms de 1.300consumidores que da a da detentanmayor poder adquisitivo, el ingreso percapita de China se ha cuadriplicado en losltimos 15 aos. Sin embargo, esta nacinslo cuenta con el 1% de las reservas depetrleo mundial, slo un 3% de su super-ficie es zona forestal y tan slo el 7% de suterritorio es tierra cultivable. Pero lo ciertoes que, China ha comenzado ha consumiry eso modifica la actual tendencia delcomercio internacional.
de las compras asiticas, en general, y delas chinas, en particular, radica en un doblefenmeno: la crisis crnica (2) y la altadependencia en soja.
Por su parte, el modelo de vinculacinde la Argentina ha gravitado en torno atres estrategias. La primera, de tipo bila-teral, se trata de la accin propia de losrganos diplomticos del Estado, misio-nes empresariales, acompaadas por per-sonal diplomtico o por las visitas oficia-les, entre otras. La segunda, de tipo pluri-lateral (3), consiste en el desarrollo de losdilogos MERCOSUR - Japn / RPCh /ASEAN. Finalmente, la tercera es la detipo multilateral, que si bien encuentra enla Organizacin Mundial del Comercio(OMC) y en las Naciones Unidas (NU) suprincipal mbito de actividad, cuentadesde 1998 con una nueva opcin: el
MODELO DDE VVINCULACIN DE LLA AARGENTINA CCON LLA RREGIN
En una mnima retrospectiva histrica dela poltica exterior argentina, es fcilcomprender que el Asia Oriental ha teni-do baja prioridad en comparacin conotras regiones y principalmente conOccidente. Si bien la relacin poltica conla RPCh ha sido muy importante desde elestablecimiento de relaciones diplomti-cas en el ao 1972, la vinculacin con elresto de la regin (a excepcin del Japnque se presenta como el segundo eje devinculacin con el Asia Oriental) no se haestructurado en modo alguno en unapoltica de Estado. Esta situacin se expli-ca principalmente por la propia culturapoltica argentina de corte eurocntrica yporque, tanto el continente europeocomo el americano, han sido los mbitosnaturales para el desarrollo progresivo dela poltica exterior nacional.
Por qu debe la Argentina repensar supoltica hacia el Asia Oriental en general yhacia la RPCh en particular? La respuestaes simple: el peso econmico-comercialde la regin y de China (parte integral desta) y la necesidad de revaluar el mode-lo de insercin argentina con el mundoexterior parecen entonces, haber llegadoa un punto de interseccin.
En este contexto, el giro comercial ines-perado producido durante 2003 convirtia la Asociacin de Naciones del SudesteAsitico (ASEAN), a la RPCh, a Japn, a laRepblica de Corea y hasta a la India (queen sentido estricto pertenece a AsiaCentral), en el segundo de los principalesdestinos de las exportaciones argentinas.Sin embargo, esto parecehaber sido ms el resultadode la coyuntura que de laestrategia de vinculacinargentina. (Cuadro N 1)
En este sentido, la clavepara entender el aumento
GIGANTE CHINO
La importancia comercial de China y nuestra vinculacion politico-comercial con el
Y
Unin Europea
MERCOSUR
NAFTA
Chile
ASEAN
RPCh
Medio Oriente
India
Repblica de Corea
Japn
Resto de ALADI
Resto
19.8 %
19.0 %
14.2 %
11.7 %
11.5 %
8.7 %
2.8 %
1.9 %
1.5 %
1.2 %
4.0 %
11.4 %
Cuadro de elaboracin propia. Fuente: "IntercambioComercial de Argentina. Datos de Exportaciones eImportaciones. Enero - Diciembre de 2003".www.cei.gov
Cuadro NN 11: EExportaciones AArgentinasPeriodo: eenero // ddiciembre dde 22003
Por LLuciano BBolinaga.Licenciado en Relaciones Internacionales UNR. Investigador de la FUNIF
21
La Mezcla perfecta para una bebida amarga.
vas generaron el obvio resultado de esteproceso, la devaluacin de diciembre, eltristemente clebre "error de diciem-bre". As, la indisciplina fiscal y moneta-ria sirvi como catalizador de inestabili-dad, incertidumbre y prdida de confian-za en la economa mexicana, que tuvocomo consecuencia la fuga masiva decapitales y la fuerte especulacin en con-tra del peso mexicano. Esto hizo que eltipo de cambio fuese insostenible y deri-vara en una devaluacin acumulada decasi 100% en tan solo unos meses. Porltimo, pero no menos importante, hubofactor externo y exgeno: el alza en lastasas de inters internacionales y deEstados Unidos que atrajeron las inver-siones de portafolio salientes de Mxico,funcionando como la una gota amargams en la preparacin del margarita(Schiavon, 2003).
CONCLUSIONES
Qu hubiera prevenido o, al menos,reducido la magnitud de la crisis? Al menostres opciones eran posibles. Primero, pudoreforzarse el tipo de cambio existentehaciendo ms estricto el control de la pol-tica monetaria; sin embargo, debido a queel peso estaba sobrevaluado en trminosreales, esto solamente hubiese retrasado loinevitable. Segundo, pudo devaluarse elpeso y estabilizarlo en un nivel de equilibrioa largo plazo o incluso cambiar hacia unanueva institucin monetaria, un consejomonetario. Lo primero se intent con lamini devaluacin de 15% el 20 de diciem-bre, pero la poca confianza de los inversio-nistas desencaden un ataque especulati-vo contra el peso que hizo imposible estaaccin. Lo segundo hubiese sido muy cos-toso polticamente para un gobierno tannacionalista como el mexicano, pueshabra tenido que renunciar a su autono-ma en poltica monetaria y seguir la deEstados Unidos; adicionalmente, el fracasodel consejo monetario argentino evidencilos altos costos de esta opcin. La ltimaposibilidad -que fue la que finalmente seescogi- era la de abandonar el tipo decambio fijo con devaluacin menor prea-nunciada y permitir la libre flotacin delpeso. (Whitt, p. 13). Cules son los costosy los beneficios de esta opcin?
Los defensores de los sistemas de tasasde cambio flexibles argumentan que
economa, reducir an ms el papel delgobierno en la economa, inducir el aho-rro interno y la inversin, controlar ladeuda pblica y privada (y su estructura ydenominacin), e incrementar la transpa-rencia de la accin gubernamental,haciendo pblicas de manera ms fre-cuente las cuentas nacionales y la infor-macin financiera del gobierno. No obs-tante, en el todava funcional sistemaautoritario mexicano, se percibi que loscostos polticos de estas acciones, en tr-minos de constreir las opciones de pol-tica pblica del gobierno, eran relativa-mente altos. No fue sino hasta que sebebi la ltima gota de esta bebida amar-ga y que se gener internacionalmente elefecto tequila que estas polticas se con-sideraron necesarias (Schiavon, 2004).
stos: 1) corrigen automticamente losdesequilibrios en la balanza de pagosmediante depreciaciones y apreciacionesdel tipo de cambio, sin la intervencin delgobierno o cambios en las reservas inter-nacionales; 2) generan una clara defini-cin del grado de ventaja comparativaentre las naciones; 3) aseguran el balanceexterno y las polticas nacionales puedendedicarse a alcanzar el balance interno; 4)incrementan la efectividad de la polticamonetaria; 5) no imponen costos por laintervencin gubernamental y; 6) evitanque el gobierno establezca el tipo de cam-bio en un nivel de desequilibrio. Sinembargo, estos sistemas tienden a serms inflacionarios que los fijos, porqueimponen una disciplina menor en los pre-cios nacionales, aumentando relativamen-te la incertidumbre en el comercio y lasfinanzas internacionales, pudiendo gene-rar una reduccin menor en el intercam-bio de bienes y en el flujo de capitales(Salvatore, captulo 20).
As, si un sistema de tasas de cambioms flexible se hubiera impuesto durantela administracin de Salinas -posiblemen-te mediante la devaluacin paulatina deltipo de cambio que reflejara de maneraefectiva la diferencia real entre las tasasde inters de Mxico y Estados Unidos-, elgigantesco dficit en la cuenta corrienteno se hubiera desarrollado, los flujos decapital externo hubieran sido menorespero ms controlables, el consumo des-medido hubiera disminuido y las tasas deahorro se hubieran mantenido en nivelesms altos. Tambin, las tasas de intersreales hubieran sido ms moderadas yhubieran inducido mayor inversin, lasreservas internacionales se hubieran man-tenido en un nivel ms bajo pero a la vezms estable, y la poltica monetariahubiera sido ms eficaz. Sin embargo,una mayor inflacin y ms incertidumbrehubieran sido los costos de estas accionesy se hubiera reducido el influjo de capitalexterno que se necesitaba para inducir elcrecimiento de una nacin en desarrollocomo Mxico.
Asimismo, se pudieron llevar a cabootras polticas que hubieran disminuido laincertidumbre y generado confianza en elmbito domstico y en el internacional,como mantener un crecimiento modera-do y estable en la oferta monetaria, con-tinuar con las reformas estructurales en la
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La Mezcla perfecta para una bebida amarga.
de capital externo para compensar el des-equilibrio. Para atraerlos, el gobiernocomenz a aumentar las tasas de intersreal y puso en circulacin deuda con unatasa de inters alta, a corto plazo y conpago garantizado en dlares, llamadosTesobonos. Esto gener un influjo decapital masivo; sin embargo, mientras lainversin extranjera directa se mantuvorelativamente constante de 1990 a 1993,la inversin de portafolio subi vertigino-samente de alrededor de 4 a 28.5 milmillones de dlares (Whitt, p. 10).
Las inversiones de portafolio son muysensibles a los cambios en las tasas deinters y al riesgo, y estn sujetas a trans-formaciones sorpresivas e inmediatascuando las condiciones naciona-les e internacionales se modifi-can. El crecimiento de este tipode inversin extranjera se produ-jo por la diversificacin de losportafolios de inversin en losfondos de pensin y las compa-as de seguros en EstadosUnidos, la liberalizacin interna-cional de los mercados financie-ros, el crecimiento en las opcio-nes de fondos mutuos y la dis-minucin en las tasas de intersen Estados Unidos. (Eichengreenand Fishlow, p. 30).
El alza en la tasa de intersreal en Mxico tambin priv alos inversionistas nacionales decrditos accesibles, reduciendola inversin interna y generandouna recesin en trminos percpita y una baja en el creci-miento del PIB per cpita realdesde 1990, el cual alcanz una cifranegativa de -1.5% en 1993. En su lugar,las instituciones financieras mexicanastransformaron el capital extranjero encrdito dirigido al consumo y lo emplea-ron tambin para llenar las reservas inter-nacionales del banco central mexicano aun nivel histrico nunca alcanzado.
Finalmente, debido al alza repentina enlos crditos de los bancos comerciales y,ms an, en el gasto privado en consumointerno -aunado a un crecimiento percpita bajo o negativo y un vertiginosoaumento del desempleo-, el ahorro priva-do interno decreci de un ya bajo 21%del PIB en 1989 a un 11% en 1994. Estohizo a la economa mexicana muy vulne-
plazo por la estabilidad poltica en el cortoplazo; sin embargo, el desequilibrio eco-nmico que se gener como consecuenciade esta decisin se volvi inmanejable alargo plazo y provoc la peor crisis polticay econmica en el Mxico moderno. Dequ manera se combinaron las variablespolticas y econmicas para producir estacrisis tan dramtica?
Ante todo, la crisis se gener por laerosin de los pilares econmicos quehaban mantenido un ambiente econmi-co estable, aun frente al gigantesco dfi-cit en la cuenta corriente y al muy sobre-valuado peso. Las estrictas y acertadaspolticas monetarias y fiscales se reempla-zaron por una rpida y creciente oferta
monetaria y un alza considera-ble en el gas