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Running head: ESCUCHAR
Desarrollando la habilidad de escuchar
Efraín Duany Jr.
Iglesia Adventista Hispana de Hialeah
Running head: ESCUCHAR
Desarrollando la habilidad de escuchar
Introducción
Una de las necesidades más grandes que tiene la humanidad es la necesidad de ser
escuchados. La falta de escuchar ha causado problemas en todos los niveles sociales. Desde el
núcleo más pequeño de la sociedad, la familia, hasta las estructuras sociales más complejas hay
un denominador común en los problemas que se enfrentan: problemas de comunicación.
Esposos/as que no escuchan a su conyugue, padres que no escuchan el clamor de sus hijos,
lideres que no escuchan a sus subalternos, y un mundo, que al final, no escucha a Dios.
He llegado a la conclusión que muchas personas, intencionalmente, deciden no
escuchar. El no escuchar se convierte como en algo vengativo para ellos. Es como si dijeran: “no
escuchamos porque ellos no escuchan”. Tristemente castigamos a otros cuando no escuchamos
activamente. Cuando no se escucha, se envía un mensaje negativo que dice, no tienes valor. Sin
embarco, escuchar a otras personas es un regalo valioso que extendemos y refleja el respeto, la
estima y el sentimiento fuerte de dignidad que sentimos hacia otra persona. En 1999 el
Departamento de Trabajo reveló que el 46% de las personas que abandonaron su trabajo lo
hicieron porque ellos sintieron que no eran escuchados y por ende no apreciados en el empleo
(Luecke & Patterson, 2008, p. 25).
Mi intención en este papel es ayudar a pastores y coachs a desarrollar la habilidad de
escuchar activamente. Presentaremos un análisis bíblico sobre escuchar, los diferentes niveles de
escuchar que existen en coaching, como desarrollar el arte de escuchar en los Niveles II y III; y
al final analizaremos la importancia de escuchar.
La Biblia y la habilidad de escuchar
Toda relación humana tiene como base la comunicación. Y esta tiene dos elementos
principales: el emisor y el receptor. En otras palabras, el que habla y el que escucha. Estos dos
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elementos tienen tanta importancia el uno como el otro. Pero tristemente nos gusta hablar más
que escuchar y no nos percatamos que fuimos creados por Dios con una sola boca para hablar
pero con dos oídos para escuchar. Tal parece que Dios estaba consciente de la necesidad que
tendría el ser humano para escuchar más que para hablar. Para Dios es tan importante este
detalle de aprender a escuchar que advierte a través del apóstol Santiago, que “seamos prestos
para escuchar y lentos para hablar” (Sant. 1:19).
De cierto, nuestro Dios es un Dios relacional. Un Dios que vive en comunión. Valora la
comunión a un grado tan elevado que cuando estaba estudiando el crear a la raza humana dijo:
“hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza” (Gen.1:26,27). Es decir,
hagamos al hombre con la misma capacidad que nosotros tenemos. La capacidad de vivir en
comunión, de comunicarse y relacionarse en amor. Esta acción amorosa de Dios fue la que nos
permitió contar con el desarrollo psicomotor y cognitivo que nos permite poner en palabras el
mensaje que queremos trasmitir, y escuchar activamente ese mensaje enviado, para así construir
relaciones más íntimas y duraderas. Ese acto de escuchar me permite expresar sensibilidad,
emociones y empatía hacia esa persona que busca desarrollar lazos interrelaciónales que le
permitirán recibir aceptación, valía y amor; elementos indispensables para la salud física,
emocional y espiritual.
Tenemos un Dios que escucha. Le agrada escuchar nuestras plegarias y peticiones. Le
agrada que hablemos con él continuamente. Escuchar es una expresión básica del amor. Existen
muchas formas a través de las cuales expresamos amor, pero una de las formas más básicas es
tomar a esa personas que nos esta hablando tan seriamente como para escuchar activamente lo
que nos quiere decir. Cuando escuchamos, estamos afirmando y expresando lo que Dios dice
sobre esa persona, “eres aceptada y amada”. Escuchar activamente es parte de “hablar la verdad
en amor” (Efesios 4:15).
Muchas veces nos encontramos en situaciones donde no tenemos la respuesta a los
problemas de la vida, pero aun se puede predicar y ayudar al necesitado si tan solo escuchamos.
Es por eso que Job en su dolor le dijo: “Oíd atentamente a mis palabras y sea esto el consuelo
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que me deis” (Job 21:1). Job lo que necesitaba en ese momento era alguien que lo escuchara y
sintiera empatía hacia su dolor, y es por eso que hace un pedido desde lo más profundo de su
corazón a que se le escuche. Y eso solo sería para él la medicina que necesitaba para calmar su
dolor físico y emocional. El sabio Salomón presenta un consejo muy oportuno para todo pastor
que desea influenciar en las vidas de otras personas. “Al que responda antes de oír, le es
insensatez y deshora” (Prov. 18:13). Antes de responder a una petición, problema, o
situación que demanda nuestra atención, el escuchar debidamente determinará el resultado
de nuestra intervención. Mucho antes que Carl Roger, promotor de la terapia centrada en la
persona, hablara sobre la importancia de escuchar empáticamente, ya la Biblia había
presentado la importancia y el beneficio de escuchar.
¿Que es escuchar?
Valdría la pena preguntar, ¿qué es escuchar? ¿Cual es la diferencia entre escuchar y oír?
Oír es detectar con nuestros oídos las palabras que han sido habladas. Escuchar envuelve todos
nuestros sentidos para ayudarnos a entender las palabras habladas. Cuando oímos lo hacemos
con nuestro sistema auditivo. Cuando escuchamos involucramos nuestros sistemas auditivos más
las funciones cognitivas. Tales como, prestar atención, recordar, pensar y razonar. Uno oye
palabras en un mensaje. Por otro lado, uno escucha las palabras de un mensaje y cualquier otro
mensaje que complemente el mensaje. Uno oye voces y sonidos y escucha mensajes por otro
lado.
Es por eso que oír es más que escuchar las palabras que han sido habladas. Escuchar
significa pensar sobre el mensaje y entenderlo clara y completamente. Escuchar es oír las
palabras, notar el tono de voz y disposición de ánimo. Como pastor o coach para poder escuchar
necesitas prestar atención conscientemente. Es como olvidarte de ti y concentrate en escuchar
todo los detalles del mensaje hablado, corporal y emocional. Escuchar es analizar, interpretar
todo lo recibido para dejarle saber a esa persona que escucha que tú estás en sus zapatos y
entiendes lo que sientes a través de su mensaje.
ESCUCHAR
Imagínate por un momento que estás en Times Square en New York, y quieres realmente
vivir la ocasión. Comienzas a notar el ruido de los carros que transitan por las calles y tocan la
corneta desesperadamente para avanzar. Ves personas apresuradas hacia sus centros de trabajos,
otros turistas abismados por las escenas del momento. Notas el tiempo cálido y las nubes que
pasan a toda velocidad. Percibes el aroma del perfume de los que están a tu lado, el olor de las
comidas exquisitas de los restaurantes cerca de ti. Tus ojos quedan electrocutados al ver las
pantallas gigantes de alta definición que anuncian los productos más exóticos del momento.
Todo este mensaje que has captado te lleva a abrir tus labios y decir: “nunca antes en mi vida he
percibido algo similar”. Simplemente lo que ocurrió fue que realmente prestaste atención y
procesaste cognitivamente todo el mensaje captado. Eso es exactamente lo que debe ocurrir
cuando decides escuchar como un coach.
Por otro lado, si solo percibes o captas el mensaje y no actúas y respondes a ese mensaje
recibido, solo has cumplido con una parte de tu responsabilidad como un coach. Todo coach
debe no tan solo escuchar sin jugar un papel activo en la conversación, sino responder al mensaje
que está escuchando de parte de aquel que se está comunicando. Tu respuesta como coach puede
llegar de varias formas y con diferentes fines. Algunas de las formas como responde un coach a
los mensajes que escucha con gran atención por ejemplo son: con palabras afirmativas,
validación, preguntas abiertas que ayudan a una mayor exploración del asunto que se esta
tratando, y a través de la reflexión. Estas son cualidades y prácticas básicas que debe tener todo
coach.
Niveles de escuchar
Existen varios niveles de escuchar. Todos nos hemos encontrados en situaciones donde le
hemos preguntado a la persona con la que hemos estado hablando, oye, ¿estás escuchando? El
mensaje corporal de esa persona, su mirada nos dice que a pesar de que está al frente de nosotros
y aparenta estar escuchando, no es realmente lo que está pasando. Lo percibimos y nos sentimos
defraudados. Es cierto que nuestro escuchar cambia con el interés, la concentración y la
disposición que dirigimos hacia el mensaje que estamos recibiendo. Mientras más interés
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pongamos en el mensaje que estamos recibiendo, más agudo y profundo será nuestro escuchar
hacia esa persona que nos está hablando. Entonces todo se resume en nuestra disposición y el
valor que le damos a la persona y al mensaje que se nos quiere dar.
Nivel I - Escucha Interna
Este es el nivel más superficial de escuchar. Como dice el título del mimos (??)
escuchamos internamente. Escuchamos el sonido de nuestra propia voz interna, de nuestra
conversación. Oímos lo que la otra persona está hablando, pero nuestra atención está, no en la
otra persona, sino en nosotros. En este nivel mi atención está en mí mismo, mis pensamientos,
mis juicios, mis sentimientos, mi conclusión sobre mí, y otras personas. Puede que esté oyendo
las palabras de la otra persona, pero esa persona es principalmente consciente de sus propias
opiniones, historias, juicios, de sus propios sentimientos, necesidades y manías. Puede que esté
asintiendo y diciéndose “¡hmmm!”, pero por dentro está diciendo cosas como éstas: “Tuve
exactamente la misma experiencia”. “Esto empieza a aburrirme.“ “Tengo ganas de llegar a
casa y ver la tele.“ “Tengo hambre; ¿cuánto tiempo hace que no he comido?“ “Me aterra la
idea de decir algo equivocado y quedar como un idiota“. La pregunta que nos hacemos
mientras empleamos esta forma de escuchar es la siguiente: ¿Que me puede reportar lo que
estoy escuchando?
Por otro lado, esta forma de escuchar tiene también su uso. Por ejemplo, cuando estás en
una terminal, o esperando por alguien y estas escuchando las conversaciones que se están
desarrollando alrededor tuyo. Estás juzgando a las personas que hablan a tu alrededor,
analizando que significa esto para ti, o de que forma puedes beneficiarte de la conversación. Para
este tipo de situación esta forma de escuchar es muy efectiva. Es el tipo de escuchar que
manifestamos cuando escuchamos un sermón o discurso. La prioridad no es escuchar para
interactuar con la persona que nos esta hablando, sino escuchar con un interés personal.
El nivel I de escuchar internamente tiene un mayor uso cuando lo analizamos desde la
perspectiva de que nos informa sobre nosotros y lo que está pasando alrededor de nosotros. La
persona a la cual usted está ministrando necesita estar en este nivel I para que nuestra ayuda o
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coaching (sustituir esta palabra por una equivalente en español y si no existe una sola al menos
una frase, por ejemplo: para que nuestra ayuda o la enseñanza de la palabra de Dios) sea
efectiva. Su responsabilidad mientras le ministramos es mirarse a sí mismo y su vida, procesar,
pensar sobre, sentir, entender. Por el otro lado, necesitamos reconocer que en nuestra
conversación como coach tendremos momentos donde perderemos la concentración en la
persona que estamos ayudando y caeremos en el Nivel I, aun sin darnos cuenta. Pero a través de
la práctica podemos entrenarnos para regresar a los niveles II y III lo más pronto posible. Es en
estos niveles donde se debe producir la experiencia de coaching (Whitworth, Kimsey-House,
Kinsey-House & Sandahl, 2007, p. 35).
Nivel II - Escucha enfocada
En este nivel existe una concentración grande en la persona que nos está hablando. Algo
que se nota en la postura que tienes: te acercas, mirando intencionalmente a la otra persona. Hay
una gran atención en la persona que te habla y te olvidas de tu entorno y de tí mismo. Imagina
una madre con un niño enfermo; toda su atención se centra en el niño. Aunque haya mucho caos
a su alrededor, la madre sigue concentrada en el niño y en sus necesidades. Imagina una pareja
joven y enamorada sentada en un banco de un parque; pueden olvidarse del mundo que les rodea.
Ambos casos se encuentran en el Nivel II, escuchando con atención cada palabra y cada matiz de
su conversación. Para ser pastores o coaches eficaces, debemos ser capaces de hacer coaching
( atender las necesidades de los otros ) en el Nivel II.
Escuchar en este nivel significa que estarás empleando más esfuerzo para escuchar y
procesar información que hablar. Tendrás la intención de mantenerte enfocado en lo que la otra
persona esta diciendo para poder entender completamente lo que te están diciendo. Estarás
continuamente confirmando que estas escuchando haciendo sonidos apropiados, gestos y
expresiones que demuestran el nivel de interés que tienes en la otra persona. Estarás activamente
buscando entender lo que la otra persona te esta diciendo, usando preguntas abiertas para
clarificar y ayudando a la persona procesar lo que experimenta, repitiendo información de
regreso a ellos y ofreciendo observaciones o conclusiones.
ESCUCHAR
Cuando como pastor escuchas en el Nivel II, escuchas las palabras, expresiones,
emociones, todo lo que trae el mensaje. Tu notas lo que ellos dicen, como lo dicen, aun lo que no
dicen. Tú ves su sonrisa o escuchas sus lágrimas en su voz. Escuchas por lo que valen, su visión,
por la forma única a la cual miran al mundo. Este nivel es el de la empatía, clarificación,
colaboración. Es como si existiera una conexión eléctrica entre el pastor con la persona que se
ministra. Estas tan concentrado en escuchar que desaparece de tu mente pensamientos y voces
que reflejan un interés personal. Ya no tratas de pensar en como vas a contestar a la persona que
ministras, o qué será lo próximo que harás. De echo, si te encuentras pensando por ti mismo en
lo próximo que harás cuando la persona que te habla deje de hablar, será una prueba de que no
estas en el Nivel II sino que has regresado al Nivel I (Whitworth, et al., 2007, p. 36).
En este Nivel II tu escoges lo que vas a responder y como lo vas a hacer. Entonces,
prestarás atención al impacto que estará produciendo tu respuesta a la persona que ministras y
recibirás esto como información también. Es como escuchando dos veces. Escuchas la
conversación inicial de la persona que ministras y luego vuelves a escuchar nuevamente la
reacción al comentario o respuesta que tu le brindaste. Esto es básicamente escuchar en el Nivel
II (Whitworth, et al., 2007, p. 37).
Nivel III - Escucha global
Whitworth y sus colegas (2007), hablan de este escuchar como si el pastor o el coach
estuviera con su cliente ( por qué esta palabra? ) en el centro del universo recibiendo información
de todas partes a una vez (p. 38). En este nivel debes de emplear todos tus sentidos: ver,
escuchar, oler, sentir, tacto y sensaciones emocionales. “Este Nivel III incluye la acción, la
inacción y la interacción” (Whitworth, et al., 2007, p. 38).
Cuando el pastor entra en este nivel, su mente está callada y calmada. La atención esta
completamente concentrada en la otra persona. Notas la temperatura, el nivel de energía, la
iluminación o oscuridad, literal y figurativa. En este nivel aprendes a confiar en tus sentidos y
comienzas a depender de tu intuición para hacer observaciones y ayudar a la persona ministrada
procesar su experiencia.
ESCUCHAR
En este nivel se escucha de una forma empática para decirle a la persona que estamos
ministrando, la esencia sentida de su mensaje. Luego verificamos con ella para estar seguro de
que escuchamos correctamente. Esto permite que la persona ministrada pueda clarificar y
articular sus procesos internos, explorar asuntos, dejar atrás lugares obstructivos y alcanzar sus
ideales y metas. Puesto de una manera simple: la persona ministrada ( la persona a quien se está
enseñando ) es escuchada al decir algo. El pastor toma toda la expresión de la persona para sí
mismo, escucha su resonancia y después dice de vuelta palabras que apuntan hacia la sensación
sentida que ha escuchado. Luego el pastor verifica con el comunicador si esta captando bien el
mensaje enviado. Puede, por ejemplo, resumir el mensaje recibido y al final preguntar, ¿tomé
bien la idea? Si la respuesta es sí, la persona ministrada sigue en lo que sea que tenga que decir.
Si la respuesta es no, la persona que comunica corrige al pastor, quien trata una vez más de decir
el mensaje recibido correctamente. Este proceso completo es llamado por los expertos
retroalimentar y verificar (Friedman, 2005, p. 218).
Para ilustrar considera la siguiente sesión de escuchar que realizó Friedman (2005) con
un experimentado cliente masculino de 45 años. En paréntesis voy a indicar la sensación sentida
y el cambio sentido cuando ocurran.
C: (De hecho) Déjame plantear el problema como yo lo veo. Tengo una imperiosa
necesidad de autonomía, que viene del hecho de que mi madre era muy cercana a
mí. Y tengo dificultades para tratar de saber lo que se necesita con las mujeres...
por miedo a desagradarles.
T: Déjame ver si capté eso.
C: OK.
T: ( Más lentamente de lo que C ha estado hablando) Sientes en ti una necesidad
de autonomía, una necesidad que es como un fuego, rabiosamente fuera de
control...
C: (Interrumpiendo) Sí, pero no fuera de control...
T: (Corrigiéndose a sí mismo) La necesidad de autonomía no está fuera de control.
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C: Correcto.
T: (Continuando, lentamente) Y sientes que esa necesidad –que sientes viene de
haber tenido a tu madre tan cerca de ti- es bloqueada por una necesidad igual o
más fuerte –que viene de la misma fuente- por agradar, o al menos, no desagradar
a las mujeres...
C: (Rápidamente) Sí, exactamente... (Pausa) Cuando oigo eso de vuelta, me siento
triste y deprimido dentro de mí. (Esto es la sensación sentida)
T: Triste y deprimido de oírlo de vuelta.
C: (Ahora más lentamente) Sí... se siente pesado... una pesada carga.
T: Todo el asunto se siente pesado para ti...
C. Correcto.
T: ¿Cómo si cargaras con un peso muy grande en tú interior?
C: (Después de alguna consideración) Sobre mí... sobre mi pecho.
T: Siente como si se posara en ti, sobre tu pecho.
C: No, posándose dentro de mí, no sobre mí... Presionando hacia abajo desde adentro.
T: Se siente como un gran peso dentro de tu pecho que te deprime.
C: (Rápidamente) Sí. La imagen es la de un cuadrado negro.
T: Un cuadrado negro que se posa en tu pecho presionando hacia abajo y profundo.
C: Siento enojo...
T: ¿El cuadrado tiene enojo...?
C: No, DEBAJO DE él.
T: Oh... DEBAJO DE lo triste y deprimente, EL ENOJO vive.
C: (La voz mejora en velocidad y en expresión de aquí en adelante) Sí,
exactamente.
Cuando dijiste eso... ¡Se movió! Ahora lo siento en mí mandíbula... Estoy
molesto.
¡Molesto! (Este es el cambio sentido)
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T: La ira debajo la depresión a salido a flote.
C: Se está esparciendo a través de mi cuerpo. Wow. Por mis brazos, piernas. Mi
cabeza quiere sacudirse de lado a lado. Escucho las palabras, “Déjame ser.”
“Déjame solo.”
“Déjame ser” (cambio sentido)
T: (Con una expresión cambiante para ajustarse a la de C) Tu completo ser está
enojado...
C: No, ¡FURIOSO!
T: ¡FURIOSO!
C: Sí.
T: Y sólo quiere ser dejado solo, dejarlo ser...
C: Ahora las palabras vienen en torrente...
T: Algo ha sido escuchado y liberado dentro de ti.
C: (Las lágrimas afloran) Sí. (Otro cambio sentido)
T: Como los ríos cuando se deshielan...
C: Si (Llorando), gracias.
Como muestra este ejemplo, escuchar en el Nivel III es una forma de acompañar
con lo que sea que esté “dentro” de la persona (“Debajo de lo triste y deprimente, vive el enojo”).
Escuchar en el Nivel III es una forma de ayudar a una persona a identificar una
sensación sentida, una forma de mantener la sensación sentida en compañía de alguien, y decirlo
de vuelta de una forma tal que las palabras de uno tengan un efecto emocional; ellas permitirán
que un cambio ocurra en el interior de la persona necesitada (Friedman, 2005, p. 220).
Cuando una persona viene a buscar ayuda en un pastor, ellos lo hacen porque están
angustiados. Por lo tanto hace sentido ayudarlos a explorar sus sentimientos de angustia. Es en
este Nivel III donde se logra ser el espejo de los sentimientos experimentados de esa persona que
queremos ayudar. Carl Roger dice que las emociones son un elemento importante en nuestra
experiencia. Ellas nos dicen como estamos reaccionando al mundo. Muchas veces se ignoran,
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niegan, distorsionan, o se reprimen porque tal vez se le ha dicho a esa persona que no se le debe
prestar atención a las emociones, o por miedo a volver a vivir una experiencia traumatizante
(Hill, 2009, pp. 141–142). Esta es la razón por la cual el pastor juega un papel extremadamente
importante al escuchar y tratar de reflejar las emociones de la persona a la cual ministra, porque
solo así ayudará a la persona procesar sus experiencias internas y poderse aceptar así misma. Al
final, esto le dará a la persona ministrada la valía para hacer los cambios necesarios en su vida.
Escuchando en los Niveles II y III
Lo que viene a continuación es mi intento de descubrir el proceso que se debe usar para
escuchar en los Niveles II y III en los cuales debe trabajar el pastor o el coach. Existen otros
métodos pero este es el que más uso en mis terapias.
1. Aquietar mi mente
El primer paso es aquietar mi mente y dirigir toda mi atención a la persona a quien estoy
escuchando. Primero considero que mi mente necesita aquietarse. Antes que llegue la persona
que necesita mi atención, cierro mis ojos. Me siento cómodamente, respiro, y me pregunto a mí
mismo, ¿Cómo estoy interiormente ahora? Dejo que la atención baje a mi cuerpo y de una forma
amigable, busco y rastreo alrededor para ver qué hay en mi mente que me pueda impedir
escuchar. Pregunto si hay una palabra, frase o imagen que concuerde con mis sentimientos
internos. Muchas veces estamos distraídos, no logramos concentrarnos ya que estamos
pendientes de otros problemas, preocupados, ansiosos, enojados, a la ofensiva, refutando,
interpretando, juzgando, etc. De esta forma no estamos verdaderamente presentes. Tenemos una
conversación interna. No estamos concentrados en un punto. Tenemos ansiedad, miedo, culpa,
preocupación, enojo, auto-protección, y todo esto interfiere con un buen enlace emocional con la
persona que necesita nuestra ayuda. Como hemos planteado anteriormente, esto es escuchar en el
Nivel I. Pero el objetivo del pastor es llegar a escuchar en los Niveles II y III.
Cuando cualquiera de estos síntomas te esté pasando, óyete a ti mismo. Escucha
internamente tus propias barreras y obstáculos para el buen contacto con la gente que ministras.
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Toma conciencia de lo que se siente dentro de ti cuando hay claridad. Toma conciencia de lo que
se siente cuando estás confundido. Toma conciencia de las diferencias y de cómo pasar del Nivel
I al Nivel II y III. En pocas palabras, una mente calmada ayuda a escuchar.
2. Inclinarse con cariño sobre la persona que queremos ayudar
El paso número dos es inclinarme con cariño sobre el hablante. He vaciado mi mente. Me
he vuelto receptivo “un canal abierto”. Ahora “me vuelvo” hacia el hablante. Dejo todo mi
cuerpo expresar éste estado de “volverme hacia el hablante”. Hago contacto visual. Cambio mi
postura en la dirección de la persona hacia la cual estoy escuchando. Mi cuerpo expresa, “Estoy
aquí para escucharte”.
3. Reflejo de vuelta a la persona que habla toda la esencia sentida de lo que dijo.
Para cada “unidad de significado o mensaje” fabrico palabras que reflejen, hacia la
persona ministrada, mi mejor entendimiento de lo que él o ella está experimentando. Esto es
parafrasear. La gente necesita escucharte hablar. Necesitan escuchar que entendiste cada paso.
Por lo tanto, parafrasea cada punto principal del mensaje que presentan. No los dejes “sólo
hablar”, sino que relaciona cada cosa que ellos sienten; y trata de obtener el núcleo del mensaje
exactamente de la manera que ellos quieren decirlo y sentirlo.
No es suficiente, en este caso, simplemente decir de vuelta lo que se ha escuchado.
También es esencial decir de vuelta cualquier sentimiento no dicho verbalmente, su postura de
cuerpo, expresiones faciales, gestos, y además tus propias suposiciones acerca de lo que la
persona podría estar sintiendo en ese momento. La persona puede verificar tus suposiciones
comparándolas con sus sentimientos y ofreciéndote una palabra más adecuada para que puedas
entender mejor. Las suposiciones no tiene porque estar bien. Lo más importante es que ellas
guían a la persona a mirar hacia sus sentimientos, a preguntarse a sí misma, “Bueno, si no es eso,
¿qué estoy sintiendo acerca de esto?” (Friedman, 2005, p. 221).
ESCUCHAR
¿Por que escuchar?
No quiero terminar sin contestar esta pregunta. Escucho como pastor con la intención de
desarrollar y demostrar empatía. Escuchar es una manera de demostrar sensibilidad y empatía.
Carl Roger define empatía como entrando al mundo privado del otro y volverse completamente
como si fuera él o ella. Abarca el ser sensible, momento a momento, de los significado sentidos
que fluyen en la otra persona, hacia el miedo o ira o ternura o confusión, o lo que sea que la otra
persona esta experimentando. Significa, temporalmente vivir en su vida, moviéndose
deliberadamente en ella sin hacer juicios (Hill, 2009, p. 135).
Escucho con la intención de hacer desaparecer el estado de alineación y crear entonces un
sentido de comunidad. Todos nosotros pasamos mucho tiempo encerrados en nuestros
“armarios”. Vemos el mundo sólo a través de nuestras pequeñas ventanas. Nos sentimos,
separados, alineados, divididos, solitarios. Cuando no somos reales con la gente, comenzamos a
perder el sentido de nuestra propia realidad. Nuestras paredes nos mantienen alejados del mundo.
Escuchar disuelve la alineación y promueve la comunión: “por un momento, al menos, el
hablante se considera conectado a la raza humana” (Roger, 1980, p. 6).
Escucho para estimular la auto exploración. De hecho, el escuchar provee el espacio que
necesita el que habla para escucharse a si mismo. Cuando una persona no está del todo clara en
lo que debe hacer a continuación, o simplemente necesita ayuda, lo mejor que puedes hacer es
escuchar, ayudándola a encontrar las palabras que le ponen nombre a los sentimientos que está
experimentando. Esta capacidad de expresar con palabras sus sentimientos, lleva a la persona
ministrada a ver su problema en otra dimensión y le facilita la búsqueda de mejores decisiones y
soluciones (Friedman, 2005, p. 224).
Conclusión
Escuchar es una habilidad, una herramienta que todo pastor necesita desarrollar. Estoy
convencido que si nos preocupáramos de escuchar como nos preocupamos de hablar tendríamos
ESCUCHAR
un ministerio diferente. Nuestra iglesia necesitan de hombres de Dios que escuchen a los
feligreses que están en angustia emocional producto de traumas y problemas en la vida. Nuestras
iglesias necesitan de lideres que sepan escuchar especialmente cuando alguien esta en
desacuerdo con sus opiniones. Dios está buscando hombres y mujeres que escuchen el dolor de
corazones quebrantados por el pecado y la maldad. En este papel no se ha podido cubrir todo lo
que implica el escuchar porque necesitaríamos un libro para poder plasmar todo en detalle.
Quiera Dios que el análisis aquí presentado pueda cubrir la necesidad que tenemos en nuestra
iglesia y comunidad de pastores y que tengan la habilidad de escuchar.
References
Friedman, N. (2005, Spring). Experiential listening. Journal of Humanistic
Psychology, Vol. 45, 217–238.
Hill, C. E. (2009). Helping Skills: Facilitating exploration, insigth, and action.
Third Edition. Washigton, DC: American Psychological Association.
Luecke, R. A., & Patterson, J. G. (2008). How to Become a Better Negotiator. (2.
ed). New York: AMACOM. Retrieved from http://www.questia.com.
Roger, C. (1980). A way of being. Boston: Houghton Mifflin Company.
Whitworth, L., Kimsey-House, K., Kinsey-House, H., & Sandahl, P. (2007). Co-
Active coaching: New skill for coaching people toward success in work
and life.. Mountain View, California: Davies-Black Publiship.