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UNIVERSIDAD DE GRANADA DEPARTAMENTO DE FILOLOGA ESPAOLA
TESIS DOCTORAL
LA PENTAGONA DE REINALDO ARENAS: UN CONJUNTO
DE NOVELAS TESTIMONIALES Y AUTOBIOGRFICAS
Stphanie Panichelli Teyssen
Granada, 2005
- USEREditor: Editorial de la Universidad de GranadaAutor: Stephanie Huguette Lucie PanichelliD.L.: Gr. 2292 - 2005ISBN: 84-338-3730-3
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Stphanie Panichelli Teyssen i
NDICE
Agradecimientos. p. 1 Introduccin. p. 3 Primera parte: La novela autobiogrfica y la literatura
testimonial. p. 7 Introduccin. p. 9 Captulo 1: La autobiografa y la novela autobiogrfica. p. 11
1. De la autobiografa a la novela autobiogrfica.. p. 11 2. Gusdorf y la importancia de la faceta interior del individuo..... p. 13 3. Philippe Lejeune y el pacto autobiogrfico... p. 16 4. Autobiografa versus novela autobiogrfica... p. 17
Captulo 2: El testimonio y la novela testimonial. p. 21
1. La historia del testimonio.. p. 21 1.1. El testimonio en Amrica Latina.. p. 21
1.1.1. Los cronistas.... p. 21 1.1.2. La literatura picaresca. p. 23 1.1.3. La literatura de campaa. p. 23 1.1.4. El realismo socialista.. p. 24 1.1.5. Antecedentes ms directos.. p. 25
1.2. El testimonio en Cuba.. p. 25 1.2.1. La literatura de campaa. p. 26 1.2.2. Las dcadas anteriores a la Revolucin... p. 28 1.2.3. El Moncada y el triunfo de la Revolucin. p. 29 1.2.4. Los aos post-revolucionarios. p. 31 1.2.5. Las diferentes lneas dentro del testimonio cubano. p. 33 1.2.6. El testimonio cubano versus el testimonio latinoamericano. p. 34
2. El gnero testimonial. p. 42 2.1. Una posible definicin.. p. 42
2.1.1. Un gnero hbrido.... p. 42 2.1.2. Las mltiples definiciones... p. 44
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2.1.3. Una nueva definicin del gnero testimonio y de la novela testimonial.. p. 47
2.2. Las caractersticas del testimonio. p. 47 2.2.1. El Diccionario de la literatura cubana... p. 47 2.2.2. El testimonio en s y el testimonio para s de Margaret Randall... p. 48 2.2.3. Las cinco caractersticas segn Prada Oropeza... p. 49 2.2.4. El testimonio de Miguel Barnet... p. 50
2.3. Estudio ms detallado de algunas caractersticas. p. 51 2.3.1. La situacin de opresin.. p. 51 2.3.2. El contexto histrico p. 57 2.3.3. Las propiedades del narrador, autor e informante... p. 59 2.3.4. Dar voz a los sin voz p. 61 2.3.5. La ficcin dentro del testimonio.. p. 64
Captulo 3: La represin a los intelectuales bajo el rgimen castrista..... p. 71
1. Los primeros aos de la Revolucin..... p. 71 2. El primer Congreso de Escritores y Artistas en Cuba... p. 73 3. El hombre nuevo de Ernesto Guevara p. 76 4. El caso Padilla... p. 79 5. El Primer Congreso de Educacin y Cultura.... p. 82 6. Del Mariel hasta hoy..... p. 85
Captulo 4: Reinaldo Arenas: vida y obra.... p. 89
1. La vida de guajiro.. p. 89 2. La Habana.. p. 90 3. El camino hacia la libertad p. 100
Captulo 5: La pentagona: cinco novelas autobiogrficas
y testimoniales..... p. 105
1. Cinco novelas: un solo libro.. p. 109 1.1. El argumento de la pentagona. p. 111 1.2. Reinaldo, un personaje de Arenas. p. 114
2. El testimonio en la pentagona....... p. 116 2.1. El alter-ego de Arenas, un yo colectivo.. p. 116 2.2. La persecucin al protagonista en la pentagona... p. 117 2.3. Las caractersticas del testimonio pentagnico p. 120
2.3.1. La situacin de opresin. p. 121 2.3.2. El contexto histrico....... p. 125 2.3.3. El narrador, autor e informante... p. 127 2.3.4. Dar voz a los sin voz... p. 128 2.3.5. La ficcin dentro del testimonio. p. 131
Conclusin... p.135
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Segunda Parte: La pentagona de Reinaldo Arenas.. p. 137 Captulo 1: Celestino antes del alba........ p. 139
0. Introduccin...... p. 139
1. La primera novela de la pentagona...... p. 140 1.1. Peripecias de la novela. p. 140 1.2. El argumento y los personajes.. p. 148 1.3. Los ttulos. p. 150 1.4. La estructura de la novela. p. 153
2. Los rasgos testimoniales en Celestino antes del alba....... p. 158
2.1. La situacin de opresin... p. 159 2.1.1. La represin dentro del ncleo familiar... p. 159
2.1.1.1. La persecucin al poeta p. 159 2.1.1.2. La persecucin al homosexual.. p. 174
2.1.2. Los diferentes escapes del nio....... p. 178 2.1.2.1. La neblina y la noche. p. 181 2.1.2.2. La muerte como ltimo escape....... p. 185
2.2. El contexto histrico p. 187 2.2.1. El a-historicismo en Celestino p. 187 2.2.2. Una crtica indirecta p. 192 2.3. El narrador, autor e informante p. 198
2.3.1. Celestino: el doble....... p. 198 2.3.2. Celestino y yo: un solo personaje. p. 204 2.3.3. Celestino: el nico amigo p. 209 2.3.4. El carcter de Celestino....... p. 211 2.3.5. El papel protector del narrador.... p. 214 2.3.6. El nombre del primo inventado....... p. 218
2.4. Dar voz a los sin voz p. 219 2.4.1. Los guajiros del oriente cubano.. p. 219
2.4.1.1. La fauna y la flora.. p. 223 2.4.1.2. Los nios del campo....... p. 225 2.4.1.3. Las creencias.. p. 227 2.4.1.4. El analfabetismo y la ignorancia p. 228 2.4.1.5. El trabajo agrcola.. p. 230 2.4.1.6. El agua... p. 231 2.4.1.7. La pobreza y el hambre.. p. 232
2.4.2. El poeta en la sociedad agrcola.. p. 236 2.5. La ficcin dentro del testimonio...... p. 246
2.5.1. La realidad mltiple p. 247 2.5.2. La imaginacin y la alucinacin del nio... p. 253
2.5.2.1. La muerte... p. 253 2.5.2.2. El mundo surrealista del nio p. 259 2.5.2.3. Las transformaciones. p. 264
2.5.2.3.1. La animalizacin y la vegetalizacin p. 264 2.5.2.3.2. La prosopopeya. p. 266
2.5.3. La influencia de la literatura infantil y de los cmics. p. 271 3. Celestino antes del alba: una novela autobiogrfica p. 273
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3.1. Los familiares.. p. 277 3.1.1. La madre. p. 278 3.1.2. La abuela p. 281 3.1.3. El abuelo. p. 285 3.2. El campo.. p. 286
3.2.1. La miseria y la libertad... p. 286 3.2.2. El pozo y el agua p. 287 3.2.3. La cosecha de maz. p. 288 3.2.4. El aguacero. p. 289 3.2.5. La neblina... p. 290 3.2.6. La noche. p. 291 3.2.7. La Nochebuena... p. 291
3.3. La homosexualidad.. p. 293 3.4. La creatividad.. p. 294
3.4.1. El mundo surrealista del nio. p. 295 3.4.2. El castillo y las botellas de plstico p. 296 3.4.3. El espectculo. p. 297
4. Conclusin p. 298
Captulo 2: El palacio de las blanqusimas mofetas... p. 301
0. Introduccin.. p. 301
1. La segunda novela de la pentagona.. p. 302 1.1. Peripecias de la novela. p. 302 1.2. Similitudes con Celestino antes del alba. p. 305 1.3. El argumento p. 309
1.3.1. La emigracin a Cuba y la vida en el campo.. p. 309 1.3.2. Las cinco tas de Fortunato. p. 311 1.3.3. La tercera generacin.. p. 315
1.4. Fortunato y su palacio.. p. 319 1.5. La estructura de la novela. p. 320
2. Los rasgos testimoniales en El palacio de las blanqusimas mofetas. p. 326
2.1. La situacin de opresin... p. 326 2.1.1. La opresin de la familia. p. 327 2.1.2. La opresin a Fortunato.. p. 327 2.1.3. Los diferentes escapes. p. 330
2.1.3.1. La imaginacin... p. 331 2.1.3.2. El alzamiento y la muerte.. p. 332
2.1.4. La crtica directa e indirecta p. 333 2.2. El contexto histrico p. 334 2.3. El narrador, autor e informante p. 341
2.3.1. Fortunato, el homosexual. p. 343 2.3.2. Fortunato, el escritor... p. 346 2.3.3. Fortunato, el poeta maldito. p. 348 2.3.4. Fortunato, Adolfina y Esther.. p. 353
2.4. Dar voz a los sin voz p. 358
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2.5. La ficcin dentro del testimonio... p. 365
3. El palacio de las blanqusimas mofetas: una novela autobiogrfica p. 368 3.1. Reinaldo/Fortunato: un alzamiento comn.. p. 368 3.2. Reinaldo/Fortunato: una misma familia... p. 375 3.3. El Repello de Eufrasia. p. 380 3.4. Otras convergencias. p. 382
4. Con los ojos cerrados y El palacio... p. 387 5. Conclusin. p. 390
Captulo 3: Otra vez el mar.. p. 393
0. Introduccin... p. 393
1. La persecucin a los homosexuales en Cuba. p. 394
2. La tercera novela de la pentagona p. 405 2.1. Peripecias de la novela. p. 405 2.2. Similitudes con Celestino antes del alba y El palacio de las blanqusimas mofetas.. p. 410 2.3. El argumento p. 421
2.3.1. Los personajes. p. 422 2.3.2. Los tiempos. p. 424
2.4. El ttulo. p. 428 2.5. La estructura de la novela. p. 432
3. Los rasgos testimoniales en Otra vez el mar. p. 436
3.1. La situacin de opresin... p. 436 3.1.1. Los diferentes tipos de represin. p. 437
3.1.1.1. La represin poltica... p. 437 3.1.1.2. La represin intelectual.. p. 441 3.1.1.3. La represin sexual. p. 443
3.1.2. Los diferentes escapes. p. 445 3.1.2.1. La imaginacin y la lectura p. 445 3.1.2.2. La muerte p. 446
3.2. El contexto histrico. p. 449 3.3. El narrador, autor e informante p. 455
3.3.1. Hctor.. p. 455 3.3.1.1. Hctor, el lector voraz p. 456 3.3.1.2. Hctor, el escritor... p. 457 3.3.1.3. Hctor, el homosexual p. 463 3.3.1.4. Hctor, el hombre decepcionado p. 465 3.3.1.5. Hctor, el cnico. p. 468
3.3.2. Los dobles p. 470 3.3.3. El autor p. 473
3.4. Dar voz a los sin voz p. 477 3.5. La ficcin dentro del testimonio... p. 480
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4. Otra vez el mar: una novela autobiogrfica.. p. 481
5. Conclusin. p. 490 Captulo 4: El color del verano.. p. 493
0. Introduccin... p. 493
1. La cuarta novela de la pentagona. p. 495 1.1. Peripecias de la novela. p. 495 1.2. Similitudes con las novelas anteriores. p. 501 1.3. El argumento p. 504 1.4. Los personajes.. p. 507 1.5. El ttulo. p. 508 1.6. La estructura de la novela. p. 511 1.7. Las tcnicas narrativas.. p. 512
1.7.1. La parodia, la carnavalizacin y la hiprbole.. p. 512 1.7.1.1. La burla al gobierno de Fifo.... p. 514 1.7.1.2. La burla a la religin catlica. p. 515 1.7.1.3. La burla a la cultura cubana p. 518
1.7.2. Otras tcnicas innovadoras.. p. 520
2. Los rasgos testimoniales en El color del verano... p. 524 2.1. La situacin de opresin... p. 525
2.1.1. Los diferentes tipos de represin. p. 526 2.1.1.1. La represin poltica... p. 526 2.1.1.2. La represin intelectual.. p. 528 2.1.1.3. La represin sexual. p. 532
2.1.2. Los diferentes escapes. p. 537 2.1.2.1. La escritura. p. 537 2.1.2.2. El sexo p. 539 2.1.2.3. El roer de la isla.. p. 541 2.1.2.4. La muerte p. 543
2.2. El contexto histrico p. 544 2.2.1. La isla en el presente p. 545 2.2.2. La isla en el pasado. p. 547 2.2.3. La isla en el futuro... p. 548
2.3. El autor, narrador e informante p. 548 2.3.1. Gabriel/ Reinaldo/ la Ttrica Mofeta.. p. 549 2.3.2. Clara Mortera: el doble pintor.. p. 552 2.3.3. El autor p. 553
2.3.3.1. Primera carta.. p. 554 2.3.3.2. Segunda carta. p. 556 2.3.3.3. Tercera carta... p. 557 2.3.3.4. Cuarta carta p. 558
2.4. Dar voz a los sin voz p. 560 2.5. La ficcin dentro del testimonio... p. 562
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3. El color del verano: una novela autobiogrfica p. 563
4. Conclusin. p. 569 Captulo 5: El asalto p. 573
0. Introduccin.. p. 573 1. La quinta novela de la pentagona. p. 574
1.1. Peripecias de la novela. p. 574 1.2. Similitudes con las novelas anteriores. p. 576 1.3. El argumento p. 577 1.4. Los personajes.. p. 581
1.4.1. El protagonista p. 584 1.4.2. La madre. p. 586
1.4.2.1. La madre segn Reinaldo Arenas.. p. 586 1.4.2.2. El matricidio... p. 589
1.5. El ttulo. p. 591 1.6. La estructura de la novela y las tcnicas narrativas. p. 591
2. Los rasgos testimoniales en El asalto... p. 594
2.1. El gobierno antiutpico del Gran Reprimero p. 595 2.1.1. Una crtica a los gobiernos dictatoriales comunistas.. p. 595
2.1.1.1. La produccin p. 595 2.1.1.2. El rechazo del individuo. p. 597 2.1.1.3. Algunos ejemplos de condenas.. p. 599 2.1.1.4. Un gobierno corrupto. p. 600
2.1.2. La represin poltica p. 600 2.1.2.1. La memoria p. 601 2.1.2.2. El lenguaje oficial.. p. 603
2.1.3. La represin sexual p. 606 2.2. El contexto histrico p. 608
3. Conclusin p. 610
Conclusiones. p. 613 Glosario de cubanismos... p. 619
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Stphanie Panichelli Teyssen viii
Bibliografa... p. 627
1. Bibliografa areniana. p. 627 1.1. Obras de Reinaldo Arenas p. 627
1.1.1. Narrativa.. p. 627 1.1.2. Poesa... p. 627 1.1.3. Teatro... p. 627 1.1.4. Ensayo.. p. 627 1.1.5. Autobiografa... p. 628 1.1.6. Artculos consultados... p. 628
1.2. Entrevistas a Reinaldo Arenas.. p. 629 1.3. Bibliografa crtica sobre la obra de Reinaldo Arenas.. p. 630
2. Obras relacionadas con la literatura y la historia de Cuba. p. 647 3. Obras relacionadas con el testimonio p. 651
4. Obras relacionadas con la autobiografa p. 654
5. Obras de consulta general.. p. 656
6. Diccionarios consultados... p. 657
ndice onomstico... p. 659
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Agradecimientos
Stphanie Panichelli Teyssen 1
AGRADECIMIENTOS
A Reinaldo, por hacerme descubrir un mundo diferente y la importancia de la
literatura en los momentos difciles.
A ngel Esteban y Alejandro Gonzlez Acosta, dos excelentes directores que
me ayudaron con sus consejos y con su apoyo a lo largo de estos cuatro aos de
trabajo.
A Cristian, mi esposo, quien estuvo siempre a mi lado, en los buenos y malos
momentos desde el principio de la escritura de esta tesis. Gracias por nuestras
conversaciones, por tus consejos, por tus revisiones, por tu paciencia y por tu inters
en esta pasin ma.
A mi familia, por haber credo en m durante todo este tiempo y haberme
apoyado a seguir adelante. A Jean, mi primer sobrino, por sus sonrisas en mis
momentos de descanso.
A Dolores Koch, por hacerme entrever el lado humano de Reinaldo. Gracias
por tu apoyo constante, por tus correos electrnicos animadores y por tus respuestas a
mis numerosas preguntas. Gracias tambin por haberme dado la oportunidad de entrar
en el mundo de los amigos de Reinaldo.
A los amigos de Rey: Ren Cifuentes, Juan Abreu, Reinaldo Garca Ramos,
Delfn Prats, Carlos Victoria, Toms Fernndez Robaina, Miguel Correa, Liliane
Hasson y todos los dems que me dejaron entrevistarlos y entender mejor la obra y la
vida de este gran escritor.
A los miembros de la seccin de los manuscritos de la Universidad de
Princeton, quienes facilitaron mi investigacin con una constante serviabilidad. Mi
agradecimiento en particular a Annalee Pauls, quien, despus de tantas horas
compartidas, se convirti en una verdadera amiga.
A mis amigas Ccile, Graldine, Nadge, Audrey e Isabelle, por haberos
interesado en ese tema tan distante de vuestro mundo, y por haberme echo rer en los
momentos de desnimo.
A Norberto, mi conexin en Granada. Gracias por tu disponibilidad y por toda
la informacin conseguida. Gracias tambin por tu apoyo y por esa larga amistad.
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Agradecimientos
Stphanie Panichelli Teyssen 2
A Ana Pellicer, con quien comporto una misma pasin sobre Reinaldo.
Gracias por tus consejos.
A todos aquellos que me acompaaron en este largo viaje y que me ayudaron
de alguna forma a que este da llegara. Gracias.
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Introduccin
Stphanie Panichelli Teyssen 3
INTRODUCCIN Hasta hace poco tiempo, la celebridad del escritor cubano Reinaldo Arenas en Espaa
no era relevante. En Francia y en Estados Unidos, as como en algunos pases de
Amrica Latina, su obra se haba publicado ampliamente, y novelas como Celestino
antes del alba y El mundo alucinante pertenecan ya al grupo de la literatura
latinoamericana de calidad. Sin embargo, en la pennsula, fue a raz de la pelcula de
Julian Schnabel, Before night falls, que se foment el inters por este autor cubano.
Desde hace unos aos, la editorial Tusquets tiene dentro de sus proyectos la
publicacin de toda su obra narrativa; asimismo en el campo de la investigacin
aparecen cada vez ms trabajos y tesis doctorales sobre sus libros y su situacin
poltica en Cuba.
Muchos estudios monogrficos y artculos se han publicado sobre el autor holguinero.
La mayora de ellos son, sobre todo, publicaciones estadounidenses, aunque no se
deben olvidar los excelentes estudios del alemn Ottmar Ette o de la francesa Liliane
Hasson. A menudo, se mencionan los trminos testimonio y autobiografa en los
anlisis realizados, pero hasta ahora slo un libro ha estudiado la pentagona1 de
Reinaldo Arenas dentro del contexto de la narrativa testimonial latinoamericana. Se
trata del ensayo Reinaldo Arenas. The Pentagonia de Francisco Soto, que es adems
el primer trabajo sobre la pentaloga en su totalidad.
En Cuba, Reinaldo Arenas conoce el rechazo y la persecucin. En un primer
momento, es considerado como un ser diferente por sus familiares a causa de su
pasin por la escritura y de su obsesin por la lectura en un mundo rural. Ms
adelante, en La Habana, demuestra rpidamente una opinin y una actitud diferentes a
las exigidas por el rgimen de Fidel Castro. Al ser un intelectual y adems
homosexual, Reinaldo Arenas se opone totalmente al ideal del hombre nuevo de
Ernesto Che Guevara. El gobierno revolucionario necesita personas tiles que, a
1 Las cinco novelas de la pentagona de Reinaldo Arenas son Celestino antes del alba, El palacio de las blanqusimas mofetas, Otra vez el mar, El color del verano y El asalto.
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Introduccin
Stphanie Panichelli Teyssen 4
travs de un trabajo productivo, contribuyan a la construccin de la nueva sociedad
socialista.
A mediados de los aos setenta, Arenas es encarcelado por sus actitudes
contrarrevolucionarias y, despus, rigurosamente controlado por la Seguridad del
Estado. Esta persecucin finaliza con su salida inesperada y oculta por el puente
martimo del Mariel en 1980. Llega a Estados Unidos donde, por fin, puede vivir sin
restricciones y disfrutar por primera vez de la libertad de expresin; dicho segn sus
propias palabras: Grito, luego existo2. All, sigue escribiendo su obra literaria y re-
escribe las novelas perdidas en Cuba. Enfermo de sida y de cncer decide suicidarse
el 7 de diciembre de 1990 con su pentagona y autobiografa acabadas.
Su obra literaria se acerca intensamente a su vida. Los personajes de Arenas viven
bajo la misma persecucin que l sufri, y encuentran en la escritura y en la
imaginacin la nica manera de escapar de esa vida horrorosa. Finalmente, como l,
optan por la muerte, que representa el nico alivio y la verdadera liberacin. La obra
de Reinaldo Arenas es muy amplia, por esta razn, he preferido limitarme a su
narrativa. Dado el conjunto de su pentaloga y la interrelacin que se encuentra en sus
diferentes partes, he decidido centrarme solamente en estas cincos novelas.
El objetivo de este trabajo es demostrar que la pentagona de Reinaldo Arenas son
novelas testimoniales y autobiogrficas. Cabe mencionar que el testimonio en Cuba
suele atacar los regmenes dictatoriales anteriores al de Fidel Castro o elogiar la
Revolucin cubana. Por lo tanto, el caso de Arenas es completamente diferente y la
crtica de la isla no lo reconoce como parte del testimonio cubano. Sin embargo, desde
mi punto de vista, cumple con los requisitos de este gnero y es lo que intentar
exponer en este trabajo.
El estudio est dividido en dos partes: La novela autobiogrfica y la literatura
testimonial y La pentagona de Reinaldo Arenas. La primera tiene un carcter
general e introductorio y est estructurada en cinco captulos. En los dos primeros,
har un recorrido a travs de la teora sobre la autobiografa/novela autobiogrfica, as 2 Arenas, Reinaldo, Grito, luego existo, en Necesidad de libertad (grito luego existo), Miami, Ediciones Universal, 2001, pp. 13-24.
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Introduccin
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como sobre el gnero testimonio/novela testimonial. Adems, establecer cuatro
rasgos que me parecen imprescindibles para que una novela se pueda considerar
testimonial. En el tercer captulo, proseguir con un repaso de la situacin de los
intelectuales bajo la Revolucin cubana. En los dos ltimos, presentar la vida y obra
de Reinaldo Arenas e introducir el tema de la pentagona dentro del contexto
autobiogrfico y testimonial.
La segunda parte est tambin ordenada en cinco captulos, y en cada uno de ellos se
estudiar una novela de la pentagona por separado. En este anlisis intentar
demostrar que los cuatro rasgos seleccionados de la novela testimonial se encuentran
en este conjunto. Adems, realizar una comparacin entre la novela investigada, la
autobiografa Antes que anochezca3 y entrevistas realizadas al autor, a fin de aclarar el
carcter autobiogrfico de cada obra.
Finalmente, quisiera aadir que para facilitar la lectura, me ha parecido oportuno
poner a disposicin un glosario de cubanismos que se basar en las definiciones
ofrecidas por el Diccionario del espaol de Cuba4.
3 Arenas, Reinaldo, Antes que anochezca, Barcelona, Tusquets, 2000. A partir de ahora, me referir a la autobiografa en las notas de pie de pgina slo con su ttulo. 4 Diccionario del espaol de Cuba, Madrid, Gredos, 2000.
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PRIMERA PARTE
LA NOVELA AUTOBIOGRFICA Y
LA LITERATURA TESTIMONIAL
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Introduccin
Stphanie Panichelli Teyssen 9
Introduccin _____________________________________________________________________
Esta primera parte se puede considerar como una introduccin al anlisis que se
presenta en la segunda. En los dos primeros captulos, voy a esbozar lo que se
entiende por autobiografa y novela autobiogrfica, as como, ms adelante, por
testimonio y novela testimonial. Me detendr ms profundamente en estos dos ltimos
ya que se puede considerar que Cuba es el pas que convirti el testimonio en un
gnero literario.
Primero realizar un recorrido histrico del testimonio en Amrica Latina y ms
concretamente, en la isla de Cuba. En segundo lugar analizar el gnero testimonio y
sus definiciones. Dada la hibridez del mismo, la dificultad de definirlo es uno de los
obstculos principales de la crtica. En este caso, es importante hacer la diferencia
entre la novela testimonio y la novela testimonial, ya que la pentagona de Reinaldo
Arenas se debe considerar como perteneciente a esta ltima.
Despus de cotejar las definiciones establecidas por diversos investigadores, ofrecer
una delimitacin propia de la novela testimonial. Ms adelante estudiar las
caractersticas del gnero que ofrecen algunos crticos, como Miguel Barnet, y har
mi propia seleccin de los rasgos imprescindibles del mismo. Acabar con un estudio
ms profundo de las cuatro claves que utilizar para el anlisis de las cinco novelas de
la pentagona.
El tercer captulo recorrer brevemente la persecucin a los intelectuales en Cuba
desde el triunfo de la Revolucin en 1959. Es necesario detenerse en su situacin para
poder entender mejor, ms adelante, lo que Arenas quiere demostrar a travs de sus
personajes. Despus, presentar una corta biobibliografa de este autor holguinero
para, finalmente, en el quinto y ltimo captulo de esta primera parte, hacer un repaso
de las cinco novelas de la pentagona y los objetivos que me llevan a considerarlas
novelas autobiogrficas y testimoniales.
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Captulo 1: La autobiografa y la novela autobiogrfica
Stphanie Panichelli Teyssen 11
Captulo 1
LA AUTOBIOGRAFA Y LA NOVELA AUTOBIOGRFICA
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Las Memorias no son nunca sinceras ms que a medias, por muy grande que sea el deseo de verdad: todo es siempre ms complicado de lo que lo decimos. Tal vez nos acercamos ms a la verdad en la novela.
Andr Gide5 Pero es buscar excusas el haberme ceido a un solo captulo de mis memorias. La verdadera razn de mi pereza, no es que nuestras novelas expresan lo esencial de nosotros mismos? Slo la ficcin no miente; ella entreabre en la vida del hombre una puerta secreta por donde se desliza, ms all de todo control, su alma desconocida.
Franois Mauriac6
1. De la autobiografa a la novela autobiogrfica Al principio del siglo XVIII, en las primeras pginas de sus Confesiones, Jean-
Jacques Rousseau apunta:
Je forme une entreprise qui neut jamais dexemple et dont lexcution naura point d'imitateur. Je veux montrer mes semblables un homme dans toute la vrit de la nature; et cet homme ce sera moi.
5 Lejeune, Philippe, El pacto autobiogrfico, Suplementos Anthropos, 29 (diciembre 1991), p. 59. 6 Ibid.
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Moi seul. Je sens mon cur et je connais les hommes. Je ne suis fait comme aucun de ceux que jai vus; jose croire ntre fait comme aucun de ceux qui existent. Si je ne vaux pas mieux, au moins je suis autre.7
Con este libro, Rousseau empieza a escribir de un modo totalmente innovador. Por
primera vez, un escritor cuenta su vida, detenindose no slo en los acontecimientos
que la marcaron sino tambin en la intimidad del narrador. Este tipo de escritura
revoluciona la literatura y por eso se considera que las Confesiones de Rousseau es el
texto fundador del gnero autobiogrfico y su autor, el padre.
Se encuentran tres grandes etapas en el desarrollo de la autobiografa que Jean Molino
ha clasificado de la siguiente manera:
1) el tiempo que precede el nacimiento de un gnero literario en cuanto tal (), y que va, en lneas generales, hasta el siglo XVIII; 2) el tiempo de la autobiografa como gnero literario, desde J. J. Rousseau hasta principios del siglo XX; 3) por fin, una ltima etapa, la que vivimos hoy en da, caracterizada por el triunfo, la crisis y la fragmentacin del gnero que, en una dialctica sin fin, invade la literatura mientras se deja devorar por ella.8
A finales del siglo XIX, Wilhem Dilthey ya haba considerado la autobiografa como
un gnero de gran importancia. En su caso, se trataba sobre todo de un anlisis de esas
obras con el fin de entender mejor la historia a travs del relato de sus vidas. El
estudio de la autobiografa, no obstante, es un fenmeno todava muy reciente,
fechado en la segunda mitad del siglo XX. En 1948, Georges Gusdorf publica su
artculo Condiciones y lmites de la autobiografa, con el que se empieza un perodo
de gran detenimiento en este gnero tan peculiar. Como comenta Paul de Man, es un
gnero problemtico ya que resulta muy difcil encontrar una definicin que permita
cubrir a todas las obras autobiogrficas:
Emprica y tericamente, la autobiografa no se presta fcilmente a definiciones tericas, pues cada ejemplo especfico parece ser una excepcin a la norma, y, adems, las obras mismas parecen solaparse con gneros vecinos o incluso incompatibles; y tal vez el detalle ms revelador sea que, mientras las discusiones genricas pueden tener un gran valor heurstico en casos como
7 Rousseau, Jean-Jacques, Confessions, Pars, Livre de poche, 1963, p. 21. 8 Molino, Jean, Interpretar la autobiografa, en VV.AA., La autobiografa en lengua espaola en el siglo veinte, Lausanne, Hispanica Elvetica, 1991, p. 108. (cursiva en la cita)
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el de la tragedia o el de la novela, resultan terriblemente estriles en el caso de la autobiografa.9
En 1969, Philippe Lejeune empieza con el estudio de este gnero y publica seis aos
ms tarde un artculo que, hasta hoy en da, es de suma importancia: Le pacte
autobiographique. En l intenta dar una definicin de la autobiografa,
diferencindola de la ficcin y analizando tambin la existencia de la novela
autobiogrfica, como se ver ms adelante.
Otros como Paul de Man, Georges May o Silvia Adela Kohan han seguido con el
estudio de la autobiografa. En el contexto de Arenas y de su pentagona, lo ms
relevante son las ideas propuestas por Gusdorf, la definicin de la autobiografa de
Lejeune y la explicacin que da sobre su diferencia con la novela autobiogrfica. Por
lo tanto, me limitar en este apartado a lo directamente relacionado con estos
aspectos.
2. Gusdorf y la importancia de la faceta interior del individuo Georges Gusdorf es el primero en poner el acento en la identidad del autobigrafo
presentada en su obra. Ya no le parecen tan relevantes los hechos relatados ni su
veracidad sino ms bien el inters que representa, en la autobiografa, el relato de la
experiencia de un ser interior. Explica en su excelente anlisis del gnero:
El autor de una autobiografa se impone como tarea el contar su propia historia; se trata, para l, de reunir los elementos dispersos de su vida personal y de agruparlos en un esquema de conjunto. El historiador de s mismo querra dibujar su propio retrato, pero, al igual que el pintor slo fija un momento de su apariencia exterior, el autor de una autobiografa trata de lograr una expresin coherente y total de todo su destino.10
9 Man, Paul de, La autobiografa como desfiguracin, Suplementos Anthropos, 29 (diciembre 1991), p. 113. 10 Gusdorf, Georges, Condiciones y lmites de la autobiografa, Suplementos Anthropos, 29 (diciembre 1991), p. 12.
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Seala un poco ms adelante que es el testimonio individual del hombre lo que
diferencia la autobiografa de los dems gneros:
en el caso de la autobiografa, la verdad de los hechos se subordina a la verdad del hombre, pues es sobre todo el hombre lo que est en cuestin. La narracin nos aporta el testimonio de un hombre sobre s mismo, el debate de una existencia que dialoga con ella misma, a la bsqueda de su fidelidad ms ntima.11
Ya no se trata de utilizar la autobiografa para entender mejor la historia, como en el
caso de Dilthey, porque la veracidad de los hechos narrados ha perdido su
importancia. A partir de ahora, son las experiencias propias del escritor las que
adquieren relevancia:
La significacin de la autobiografa hay que buscarla, por lo tanto, ms all de la verdad y la falsedad, tal como las concibe, con ingenuidad, el sentido comn. La autobiografa es, sin duda alguna, un documento sobre una vida, y el historiador tiene perfecto derecho a comprobar ese testimonio, de verificar su exactitud. Pero se trata tambin de una obra de arte, y el aficionado a la literatura, por su parte, es sensible a la armona del estilo, a la belleza de las imgenes. Poco importa, por esa razn, que las Memorias de ultratumba estn plagadas de errores, de omisiones y de mentiras; poco importa que Chateaubriand haya inventado la mayor parte de su Viaje a Amrica: la evocacin de los paisajes que no ha visto, la descripcin de los estados de nimo del viajero, no resultan menos admirables. Ficcin o impostura, el valor artstico es real; ms all de los trucos de itinerario o de cronologa, se da testimonio de una verdad: la verdad del hombre, imgenes de s y del mundo, sueos del hombre de genio que se realiza en lo irreal, para fascinacin propia y de sus lectores.12
Con posterioridad a Gusdorf, Karl J. Weintraub se detiene en ese elemento de
diferenciacin entre la autobiografa y la biografa. As lo comenta en su artculo
Autobiografa y conciencia histrica:
El objetivo de la autobiografa es dejar constancia de toda una vida y no simplemente de aquellas cosas que han marcado su existencia. Si la vida es una interaccin entre el yo y sus circunstancias, entonces su historia debera ser algo ms que el mero relato de unas circunstancias.13
11 Ibid., p. 15. 12 Ibid., pp. 15-16. 13 Weintraub, Karl J., Autobiografa y conciencia histrica, Suplementos Anthropos, 29 (diciembre 1991), p. 19.
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Ha llegado el momento de entender que la autobiografa no es una obra objetiva como
la biografa, sino que est escrita por un autor que cuenta su vida ayudado por su
memoria. Como explica Sylvia Molloy en su excelente libro At face value,
autobiography does not rely on events but on an articulation of those events stored in
memory and reproduced through rememoration and verbalization.14 No se puede
olvidar que nuestra memoria es selectiva y que la imagen dada por el autobigrafo no
es siempre muy fiable: The past evoked is molded by a self-image held in the present
the image the autobiographer has, the one he or she wishes to project or the one the
public demands.15 As seala Gusdorf:
Resulta necesario admitir, por consiguiente, una especie de inversin de perspectiva, y renunciar a considerar la autobiografa a la manera de una biografa objetiva, regida nicamente por las exigencias del gnero histrico. Toda autobiografa es una obra de arte, y, al mismo tiempo, una obra de edificacin; no nos presenta al personaje visto desde fuera, en su comportamiento visible, sino la persona en su intimidad, no tal como fue, o tal como es, sino como cree y quiere ser y haber sido.16
La autobiografa tiene, por consiguiente, mucho en comn con la obra de ficcin de
sus autores y, por lo tanto, se vuelven, muy a menudo, a encontrar hechos de la vida
del escritor dentro de sus novelas:
De modo que la creacin de un mundo literario comienza en la confesin del autor: la narracin que hace de su vida ya es una primera obra de arte, el primer desciframiento de una afirmacin que, a un nivel ms alto de diseccin y recomposicin, florecer en novelas, en tragedias y en poemas. El novelista Franois Mauriac asume una intuicin familiar a muchos escritores cuando escribe: creo que no hay una gran novela que no sea una vida interior novelada. Toda novela es una autobiografa por persona interpuesta ().17
As llega Gusdorf a una primera diferenciacin entre dos gneros muy similares y
anuncia ya de esta manera lo que Lejeune analizar ms detalladamente en El pacto
autobiogrfico:
14 Molloy, Sylvia, At face value: autobiographical writing in Spanish America, Cambridge, Cambridge University Press, 1991, p. 5. 15 Ibid., p. 8. 16 Gusdorf, G., op. cit., p. 16. 17 Ibid.
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Habra, entonces, dos versiones, o dos casos, de autobiografa: por una parte, la confesin propiamente dicha, y, por otra, toda la obra del artista, que se ocupa del mismo material pero con toda libertad y trabajando de incgnito.18
3. Philippe Lejeune y el pacto autobiogrfico En 1975, Philippe Lejeune publica su artculo El pacto autobiogrfico en el que, por
primera vez, se da una definicin realmente clara de la autobiografa. Este la describe
como: Relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia
existencia, poniendo nfasis en su vida individual y, en particular, en la historia de su
personalidad.19 Es decir que, en este gnero, se encuentran cuatro diferentes
categoras:
1. Forma del lenguaje: a) narracin; b) en prosa.
2. Tema tratado: vida individual, historia de una personalidad. 3. Situacin del autor: identidad del autor (cuyo nombre reenva a una persona real) y del narrador. 4. Posicin del narrador:
a) identidad del narrador y del personaje principal; b) perspectiva retrospectiva de la narracin.20 Debajo de las categoras, aade Lejeune:
Una autobiografa es una obra que cumple a la vez las condiciones indicadas en cada una de esas categoras. Los gneros vecinos de la autobiografa no cumplen todas esas condiciones. He aqu la lista de condiciones que no se ven cumplidas en otros gneros: -memorias: (2); -biografa: (4a); -novela personal: (3); -poema autobiogrfico: (1b); -diario ntimo: (4b); -autorretrato o ensayo: (1 y 4b).21
18 Ibid., p. 17. 19 Lejeune, P., op. cit., p. 48. 20 Ibid. 21 Ibid.
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En el contexto del testimonio se debe aadir a esta lista el autotestimonio, el cual no
cumple siempre el rasgo 4b de las caractersticas establecidas por Lejeune. Ms
adelante, explica qu rasgos debe cumplir una obra para que sea considerada
autobiogrfica. Para ello, esta debe respetar el pacto autobiogrfico, es decir que es
necesario que coincidan la identidad del autor, la del narrador y la del personaje.22
4. Autobiografa versus novela autobiogrfica Un gran problema que concierne a la dificultad de delimitar el gnero autobiogrfico
es su similitud con la ficcin. Toda obra literaria tiene rasgos autobiogrficos, y en
ciertas ocasiones la novela llega a acercarse tanto a la autobiografa que resulta difcil
distinguirlas. Como seala Georges May:
le roman lui-mme peut souvent tre, mme lorsquil ne se donne pas pour tel, une forme dexpression autobiographique. Selon cette manire de voir, ce nest pas seulement lorsquil prend la plume pour crire lhistoire vridique de sa vie que lcrivain exprime sa personnalit et ses vrits intrieures. Il peut lui arriver en fait de se rvler davantage lorsquil ny pense pas que lorsquil en a lintention consciente et dclare.23
As tambin lo apunta Silvia Adela Kohan:
Se dice que toda obra de arte, an la ms absurda, tiene algo experimentado por su autor, de modo consciente o inconsciente. La mayora de los escritores coinciden en considerar como ineludible el componente autobiogrfico en una novela, aparece aunque el autor no se lo proponga. () Para Borges, toda novela de ms de 150 pginas es inexorablemente autobiogrfica; era su modo de exponer la cuestin que unos desdean, otros exaltan, y la mayora acepta: lo autobiogrfico es inevitable en toda creacin literaria, sobre todo cuando se pasa de una cierta extensin.24
Por lo tanto, cabe reconocer la existencia de dos tipos de autobiografa. Kohan habla
de la autobiografa real y de la ficticia:
22 Ibid. (cursiva en la cita) 23 May, Georges, L'autobiographie, Pars, Presses universitaires de France, 1984, p. 183. 24 Kohan, Silvia Adela, De la autobiografa a la ficcin, Barcelona, Grafein Ediciones, 2000, p. 69.
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En unos casos se impone lo referencial, lo externo, entonces la autobiografa es un documento o un testimonio; en otros, prevalece el trabajo textual, potico, novelesco, entonces es considerada un texto literario. Dos vertientes fundamentales son, por tanto, la real y la ficticia.25
Y explica lo que entiende por la segunda:
Es la literaria (se puede desarrollar en una novela, y en forma muy condensada en un cuento o en un poema), tiene un punto de contacto con la real, en cuanto a que se narra la vida completa o un episodio de la vida del protagonista. Sin embargo, desde el punto de vista del que la escribe es lo contrario: mientras que la autobiografa real se cie (aparentemente) a los datos ocurridos en la vida de su autor, la autobiografa ficticia se inventa, se le atribuye a un personaje. Puede ser uno de tantos desdoblamientos del escritor a travs de un narrador, con la ventaja de que puede combinarse con la experiencia vivida por otros. Por lo tanto, otorga la libertad total al autor.26
Para referirse a la autobiografa ficticia, Philippe Lejeune prefiere utilizar el trmino
de novela autobiogrfica y as la define:
llamar as a todos los textos de ficcin de los cuales el lector puede tener razones para sospechar, a partir de parecidos que cree percibir, que se da una identidad entre el autor y el personaje, mientras que el autor ha preferido negar esa identidad o, al menos, no afirmarla. Definida de esa manera, la novela autobiogrfica engloba tanto las narraciones personales (en las que hay identidad del narrador y del personaje) como las narraciones impersonales (personajes designados en tercera persona); y se define por su contenido. A diferencia de la autobiografa, implica graduaciones. El parecido supuesto por el lector puede ir desde un vago aire de familia entre el personaje y el autor, hasta la casi transparencia que lleva a concluir que se trata del autor clavado.27
Al igual que Lejeune, Georges May menciona la escala del contenido autobiogrfico
que puede variar en una obra de ficcin:
il devient littralement impossible de distinguer dans la masse des romans ceux qui sont autobiographiques et ceux qui ne le sont pas. Seul varie le dosage relatif de la part de lautobiographie, mais celle-ci entre toujours dans la formule.28
25 Ibid., p. 17. 26 Ibid., p. 23. 27 Lejeune, P., op. cit., p. 52. (cursiva en la cita) 28 May, G., op. cit., p. 187.
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Aunque sea, en algunos casos, realmente difcil diferenciar una novela de una
autobiografa y viceversa, Lejeune defiende la idea de que algunos rasgos las separan
y establece otro pacto:
Simtricamente al pacto autobiogrfico podra postularse el pacto novelesco, el cual tendra dos rasgos: prctica patente de la no-identidad (el autor y el personaje no tienen el mismo nombre), atestacin de la ficcin (hoy en da, el subttulo novela cumple esta funcin ()).29
Segn los pactos de Lejeune, esas son las diferentes situaciones que se pueden
presentar:
El personaje: 1) tiene un nombre diferente al del autor; 2) no tiene nombre; 3) tiene el mismo nombre que el autor. El pacto es: 1) novelesco; 2) no hay pacto; 3) autobiogrfico. Al articular estos dos criterios obtenemos nueve combinaciones tericas: de hecho slo siete resultan posibles, al quedar excluidas por definicin la coexistencia de la identidad del nombre y del pacto novelesco, y la posibilidad de que se d un nombre diferente y un pacto autobiogrfico.30
Aade sobre uno de esos casos imposibles: Nombre del personaje = nombre del
autor: Este hecho mismo excluye la posibilidad de la ficcin31, y sigue:
El hroe de una novela, puede tener el mismo nombre que el autor? Nada impide que as sea y es tal vez una contradiccin interna de la que podramos deducir efectos interesantes. Pero, en la prctica, no se me ocurre ningn ejemplo. Y si el caso se da, el lector tiene la impresin de que hay un error ().32
Este comentario de Lejeune resulta muy interesante para el anlisis de la pentagona
de Reinaldo Arenas. Como pondr de relieve en este estudio, en las novelas
estudiadas se vuelven a encontrar los rasgos del pacto novelesco que permiten
considerar este conjunto de cinco novelas como autobiogrficas. Sin embargo, en El
color del verano se presenta especficamente el supuesto caso imposible de Lejeune:
Arenas le da a uno de sus personajes su propio nombre. Como se ver en el estudio de
29 Lejeune, P., op. cit., p. 53. (cursiva en la cita) 30 Ibid. 31 Ibid., p. 54. (cursiva en la cita) 32 Ibid., p. 55.
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esa obra, el protagonista de la cuarta novela de la pentagona tiene tres facetas
diferentes: la primera se llama Reinaldo Arenas, la segunda Gabriel Fuentes y la
ltima la Ttrica Mofeta; tres nombres que pertenecen al propio autor. Esto
demuestra que, con esta obra, Arenas aporta un rasgo innovador a la novela
autobiogrfica, y obliga, en cierta forma, a matizar las palabras de Philippe Lejeune
en su artculo, porque este libro demuestra que uno de los rasgos del pacto novelesco
puede en algunos casos no ser aplicable.
Finalmente, ya que segn el grado autobiogrfico de la novela, esta puede ser muy
cercana a la autobiografa, concluye Lejeune:
Ya no se trata de saber si es ms verdadera la autobiografa o la novela. Ni lo uno ni lo otro: a la autobiografa le faltar la complejidad, la ambigedad, etc.; a la novela, la exactitud.33
Las novelas de Arenas, adems de ser autobiogrficas son tambin testimoniales. Es
decir que, en ellas, el autor intenta dejar a travs de sus personajes un testimonio sobre
la persecucin que sufri como intelectual y homosexual en Cuba, representando as a
una parte de la sociedad rechazada en la isla. Explica Sylvia Molloy que, en Amrica
Latina, la autobiografa se suele acercar al testimonio:
a strong testimonial stance informs autobiographical writing in Spanish America. If not always perceiving themselves as historians the perception seems to wane as generic difference becomes more specific in Spanish American literature autobiographers will continue to see themselves as witnesses. The fact that this testimony is often endowed with the aura of terminal visions the autobiographer bearing witness to that which is no more not only aggrandizes the authors individual persona but reflects the communal dimension sought for the autobiographical venture. Spanish American self-writing is an exercise in memory doubled by a ritual of commemoration, in which individual relics () are secularized and re-presented as shared events.34
Sus palabras se adaptan claramente a la autobiografa de Reinaldo Arenas, as como a
sus novelas autobiogrficas, dentro de las que se encuentran los cinco libros de la
pentagona. 33 Ibid., p. 59. 34 Molloy, S., op. cit., pp. 8-9.
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Captulo 2
EL TESTIMONIO Y LA NOVELA TESTIMONIAL
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1. La historia del testimonio 1.1. El testimonio en Amrica Latina 1.1.1. Los cronistas Los precursores ms antiguos del testimonio latinoamericano se remontan al siglo
XVI. Se trata de los cronistas de la conquista del Nuevo Mundo: Cristbal Coln,
Hernn Corts, Fray Bartolom de las Casas, lvar Nez Cabeza de Vaca, Bernal
Daz del Castillo y otros ms. Su objetivo al escribir sus textos era narrar la verdad
de los hechos35, describir sus experiencias extraordinarias en el Nuevo Mundo. Prada
Oropeza da como ejemplo a Bernal Daz precisando que este, como los dems, no
pretenda otra cosa que atestiguar, dar testimonio de sus hazaas y de las de sus
compaeros36. En su libro, Carmen Ochando enumera las coincidencias que se
encuentran entre las crnicas y el testimonio:
- orgenes literarios y no-literarios;
- manera sui generis de pensar y sentir la historia;
- el uso del yo narrativo. Al ser protagonista real de la historia, lleva a una lectura del texto como verdad;
35 Prada Oropeza, Renato, De lo testimonial al testimonio. Notas para un deslinde del discuros-testimonio, en Jara, Ren y Vidal, Hernn (eds.), Testimonio y Literatura, Minesota, Institute for the Study of Ideologies and Literature, Monographic Series of the Society of Contemporary Hispanic and Lusophone Revolutionary Literatures, 1986, p. 7. 36 Ibid.
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Captulo 2: El testimonio y la novela testimonial
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- expresiones de la realidad contextual;
- importancia de la funcin ideolgica.37 Se trata a partir de entonces de una historia escrita por los mismos protagonistas y ya
no por historiadores. No obstante, en el caso de Coln, Corts y otros, se ofrece el
punto de vista de los colonizadores y no del de los colonizados, es decir, que no se
narra todava la experiencia de los marginados, del otro o del subalterno38. Por
esta razn, se pone en duda el origen del testimonio. Eso me lleva a especificar esta
relacin con los cronistas a dos textos, a saber la Brevsima relacin de la destruccin
de las Indias de Fray Bartolom de las Casas y la Historia verdadera de la conquista
de la Nueva Espaa de Bernal Daz del Castillo.
Por un lado Daz del Castillo desea rastrear la verdad y dejar constancia de lo que
sus ojos vieron cuando atesoraban el paisaje, los hombres y la vida del Nuevo Mundo;
afn de verdad que no debe considerarse ni como recurso estilstico ni como guio
retrico.39 Lo que hace es describir sus experiencias tal y como las vivi siendo
protagonista de la historia sin necesidad de mitificar el nuevo continente segn
esquemas previamente establecidos, como lo haban hecho Coln o Corts. Por lo
tanto no siente reparo, por ejemplo, en criticar la obra anterior de Francisco Lpez de
Gmara. As comenta Ochando, nos hallamos ante una necesidad contextual y
biogrfica que conforma una esencia textual coincidente, en algunos aspectos, con el
testimonio contemporneo.40 En sus textos se encuentra la necesidad de desmitificar
la versin histrica oficial, que es una caracterstica muy relevante del testimonio del
siglo XX.
Por otro lado Fray Bartolom de las Casas destaca, sobre todo, por ser el primero en
defender a los indgenas y en luchar por el respeto de sus derechos, denunciando las
prcticas feroces y violentas utilizadas por los espaoles. Se puede decir que l
37 Ochando, Carmen, La memoria en el espejo. Aproximacin a la escritura testimonial, Barcelona, Anthropos, 1998, p. 55. 38 Spivak, Gayatri Chakravorty, Can the subaltern speak?, en Williams, Patrick y Chrisman, Laura (eds.), Colonial discourse and post-colonial theory. A Reader, Nueva York-Londres-Toronto, Harvester Wheatsheaf, 1994, pp. 66-111. 39 Ochando, C., op. cit., p. 54. (nfasis mo) 40 Ibid.
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Captulo 2: El testimonio y la novela testimonial
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perteneca ya al grupo del otro. Por consiguiente, parece ms justo considerar que
estos dos cronistas son los antecedentes ms directos del gnero testimonio.
Poco despus aparecieron tambin testimonios escritos por los propios indgenas:
textos mayas, aztecas e incas. Se trata en este caso de los primeros testimonios
escritos por los marginados, por los subalternos. Sin embargo, aunque ofrezcan
una idea de la actitud de los indios frente a la invasin espaola, son como seala
Bart Depestel testimonios todava muy influidos por los cronistas de la Madre
Patria.41
1.1.2. La literatura picaresca Otro antecedente que suele mencionarse son los textos que tienen como protagonista
al pcaro. Las similitudes que han llevado a esta comparacin son dos: el
protagonismo de personajes marginales desde un punto de vista social y el recurso
estilstico de la primera persona narrativa.42 Ochando compara el Esteban Montejo
de Miguel Barnet con el Lazarillo de Tormes: Ambos se esfuerzan por reconstruir su
maltrecha historia personal hablndonos de las penas que pasaron antes de devenir un
nombre y una memoria sobre el papel.43 Sin embargo, una diferencia importante que
resalta inmediatamente es el canto a la individualidad de la novela picaresca mientras
que el testigo de la novela-testimonio representa la colectividad de un pueblo, de una
clase social o de cualquier grupo marginal.
1.1.3. La literatura de campaa Este trmino proviene del crtico cubano Ambrosio Fornet (1967) para referirse a los
textos escritos por los luchadores de las guerras de independencia de Cuba. Se trata de
la Guerra de los Diez Aos (Primera Guerra de Independencia: 1868-1878) y de la
Segunda Guerra de Independencia (1895-1898) en la cual combati Jos Mart. Dado
que se trata en este caso de los orgenes ms especficamente cubanos, se comentarn
en el segundo apartado de este captulo dedicado al testimonio en Cuba.
41 Depestel, Bart, Postmodernidad, postcolonialidad y novelstica testimonial. La re-escritura de la historiografa cubana en la obra de Miguel Barnet, Tesina de licenciatura, Universidad de Lovaina (Blgica), 2002, p. 43. 42 Ochando, C., op. cit., p. 56. 43 Ibid.
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Captulo 2: El testimonio y la novela testimonial
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1.1.4. El realismo socialista Finalmente, Jean Franco llama la atencin sobre la posible influencia de la literatura
de protesta del realismo socialista sovitico. Basada en las ideas de Andrei Zhdnov,
poltico bajo el rgimen de Stalin, esta literatura tena como objetivo principal apoyar
la lucha revolucionaria44 y reflejar la lucha de clases45. Sin embargo, como apunta
Ochando, no se puede dejar de mencionar que en la isla, en su discurso El socialismo
y el hombre en Cuba, Ernesto Che Guevara rechaza como va nica de literatura
revolucionaria el realismo socialista dominante en los pases de la rbita sovitica46.
A pesar de las palabras del Che sobre el realismo socialista, la literatura cubana ha
llegado a convertirse, en numerosos casos, en una literatura de propaganda basada en
los ideales socialistas y comunistas de la Revolucin. As, en un discurso ledo en la
Casa de las Amricas de La Habana, comentaba Julio Cortzar sobre la escritura del
cuento bajo la Revolucin cubana:
Es evidente que las posibilidades que la Revolucin ofrece a un cuentista son casi infinitas. La ciudad, el campo, la lucha, el trabajo, los distintos tipos psicolgicos, los conflictos de ideologa y de carcter; y todo eso como exacerbado por el deseo que se ve en ustedes de actuar, de expresarse, de comunicarse como nunca haban podido hacerlo antes.47
Y sigue:
El entusiasmo y la buena voluntad no bastan por s solos, como tampoco basta el oficio de escritor por s solo para escribir los cuentos que fijen literariamente (es decir, en la admiracin colectiva, en la memoria de un pueblo) la grandeza de esta Revolucin en marcha. Aqu, ms que en ninguna otra parte, se requiere hoy una fusin total de esas dos fuerzas, la del hombre plenamente comprometido con su realidad nacional mundial, y la del escritor lcidamente seguro de su oficio.48
Eso es claramente lo que sucede en Cuba despus del triunfo de los barbudos en la
Sierra Maestra, y ms especficamente en el gnero de la literatura testimonial.
44 Depestel, B., op. cit., p. 46. 45 Ibid. 46 Ochando, C., op. cit., p. 82. 47 Cortzar, Julio, Algunos aspectos del cuento en Obra crtica, Vol. II, Madrid, Alfaguara, 1994, pp. 380-381. 48 Ibid., p. 381.
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1.1.5. Antecedentes ms directos A pesar de las similitudes encontradas en los cuatro gneros mencionados
anteriormente, algunas obras ms recientes de la segunda mitad del siglo XX pueden
considerarse como los antecedentes directos del gnero testimonio49. En 1952 aparece
Juan Prez Jolote-Biografa de un tzotzil del antroplogo mexicano Ricardo Pozas
texto que ser la principal fuente de inspiracin de Miguel Barnet para su Biografa de
un Cimarrn50 sobre la vida cotidiana de una parte de la poblacin indgena
mexicana. En 1957, se edita en la revista Mayora de Buenos Aires Operacin
Masacre del periodista argentino Rodolfo Walsh: testimonio sobre los fusilamientos
de inocentes que tuvieron lugar durante la tentativa de golpe de estado por un grupo
de peronistas en 1953. Este fue el primer testimonio que trat propiamente de un
asunto poltico y que ense que esta forma literaria poda servir como arma de
combate en la lucha poltica.
Un ao despus, Jorge Ricardo Masetti, periodista en la Sierra Maestra y amigo de
Walsh, publica Los que luchan y los que lloran, una recopilacin de reportajes sobre
los guerrilleros revolucionarios cubanos. En este tipo de testimonio, que se llamar
ms adelante testimonio periodstico, se basarn muchos autores de la isla para
escribir sobre las intervenciones cubanas en Vietnam, Nicaragua o Angola. Ms tarde,
en 1961, se edita Los hijos de Snchez de scar Lewis: libro que trata la vida
cotidiana de una familia pobre mexicana. Esas cuatro obras marcarn el camino para
el nacimiento del testimonio como gnero en los aos sesenta.
1.2. El testimonio en Cuba El origen del testimonio cubano se encuentra sobre todo en la literatura de campaa
con autores como Manuel de la Cruz y, ms tarde, Mximo Gmez y Jos Mart.
Aparecen tambin algunos precursores en la primera mitad del siglo XX, antes del
triunfo de la Revolucin en 1959, a travs del Grupo de los Minoristas con autores
como Pablo de la Torriente Brau y Ral Roa. Analizar ms detalladamente estos dos
perodos, as como su influencia en estos autores para entender mejor la aparicin del
49 Este apartado se basa en las informaciones que ha recogido Abdeslam Azougarh en su libro, Miguel Barnet: Rescate e invencin de la memoria, Ginebra, Slatkine, 1996. 50 Vase Azougarh, Abdeslam, op. cit., pp. 7-8.
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gnero testimonio en la isla de los aos 60. Los tres estudios en los que me voy a
basar para este recorrido son La memoria en el espejo51 de Carmen Ochando, Miguel
Barnet: Rescate e invencin de la memoria52 de Abdeslam Azougarh y El testimonio
en la Revolucin Cubana53 de Marta Rojas.
1.2.1. La literatura de campaa Ambrosio Fornet (1967) se refera con este trmino a los textos escritos por los
hombres que lucharon en las dos Guerras de Independencia. Como seala Jos Mart
en su prlogo a la primera edicin de Los poetas de la guerra, dos rasgos que se
vuelven a encontrar en todas estas obras son la fijacin de la memoria histrica y el
valor revolucionario54.
La primera Guerra de Independencia, llamada tambin la Guerra de los Diez Aos,
estalla el diez de octubre de 1868 y est encabezada por Carlos Manuel de Cspedes.
Dos textos relevantes sobre este primer enfrentamiento son los Episodios de la
Revolucin cubana de Manuel de la Cruz y A pie y descalzo de Ramn Roa,
publicados en La Habana en 1890. Azougarh llama la atencin en las similitudes entre
lo que escribe de la Cruz en su prlogo y lo que ser setenta aos ms tarde el gnero
testimonio:
Redactada sobre autnticos datos de actores y abonadsimos testigos, utilizando, adems, las noticias depuradas de la tradicin oral, // la idea predominante en la composicin no ha sido otra que la de fijar el hecho, el cuadro o la lnea, // procurando reproducir la impresin original del que palpit sobre el trgico escenario.55
En cuanto al segundo libro, Azougarh explica que provoc un enfrentamiento entre
los cubanos revolucionarios de Cuba y los de Nueva York encabezados por Jos
Mart. Apunta el Apstol en una carta a Enrique Collazo sobre el texto de Ramn
Roa:
51 Ochando, C., op.cit. 52 Azougarh, A., op.cit. 53 Rojas, Marta, El testimonio en la Revolucin Cubana, en Jara, R. y Vidal, H., op. cit., pp. 315-323. 54 Ochando, C., op. cit., p. 57. 55 Cruz, Manuel de la, Episodios de la Revolucin cubana, La Habana, Letras Cubanas, 1981, p. 29, en Azougarh, A., op. cit., p. 18.
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Si es noble decir la verdad, lo noble es decirla toda. Ocultar la verdad es delito; ocultar parte de ella, la que impele y anima, es delito: ocultar lo que no conviene al adversario y decir lo que le conviene, es delito.56
Finalmente, Azougarh acaba con una referencia al prlogo que Enrique Collazo
escribi en su libro Desde Yara hasta el Zanjn (Apuntaciones histricas):
Mi propsito es narrar los hechos tan fielmente como lo permita mi memoria, sealar los errores que nuestra inexperiencia nos hiciera cometer, para que sirvan de ejemplo a los que quiz maana se encuentren en igual caso que nosotros.57
Cabe llamar la atencin en las coincidencias que se encuentran ya en estos textos con
el gnero testimonio. El propsito de estos hombres era escribir la historia respetando
una condicin insoslayable: acercarse lo ms posible a la verdad a travs de su
memoria, ya que ellos fueron los propios protagonistas de los acontecimientos.
Sobre la Segunda Guerra de Independencia (1895-1898) existen muchos ms escritos.
Aparte del Diario de campaa de Jos Mart o del Diario de campaa (1868-1899) de
Mximo Gmez, hay muchas obras menos conocidas que tratan de ella. Algunos
ejemplos son Mi diario de Guerra de Barnab Moza, Cuba: Crnicas de la guerra de
Jos Mir Argenter, Con el rifle al hombro de Horacio Ferrer, o Mis primeros 30 aos
de Manuel Piedra Martel.
La literatura de campaa se termin con el final de ambas guerras y el establecimiento
de la repblica en Cuba. La autora cubana Marta Rojas apunta unas impresiones sobre
este tipo de literatura:
No son obras escritas por historiadores, no con la concepcin metodolgica de quienes escriben la historia, sino anotaciones, impresiones, emocionantes y hermosas narraciones, dilogos, descripciones de la naturaleza en que se combate o se vive en campaa, episodios extraordinarios registrados
56 Mart, Jos, Carta a Enrique Callazo, en Obras completas, La Habana, Ed. Nacional de Cuba, Tomo I, 1963, p. 291, en Azougarh, A., op. cit., p. 18. 57 Collazos, Enrique, Desde Yara hasta el Zanjn (Apuntaciones histricas), La Habana, Instituto del Libro, 1967, p. 16, en Azougarh, A., op. cit., p. 19.
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magistralmente por grandes observadores que son protagonistas y testigos a la vez.58
1.2.2. Las dcadas anteriores a la Revolucin La llamada dcada crtica (1923-1933) por Lisandro Otero en un estudio sobre la
literatura testimonial cubana59 es un perodo de revueltas y tumultos contra las
injusticias del gobierno dictatorial de Gerardo Machado. Con las huelgas y
manifestaciones desarrolladas durante el machadato, muchos intelectuales haban sido
encarcelados. Esta experiencia dio lugar a una prosa periodstica en la cual la manera
de hablar y la manera de escribir se fundan en un nuevo lenguaje60.
Se destacan dos autores del Grupo Minorista (grupo que tena un vivo inters por
mostrar y denunciar la situacin de Amrica Latina en general y de Cuba en
particular61): Ral Roa (nieto de Ramn Roa) y Pablo de la Torriente Brau. Algunas
obras de Ral Roa que merecen ser mencionadas en el contexto testimonial son El
fuego de la semilla en el surco (una suerte de biografa del minorista Rubn Martnez
Villena), La revolucin del 30 se fue a bolina, La Jornada Revolucionara del 30 de
septiembre y, sobre todo, Aventuras, Venturas y Desventuras de un Mamb. Otras
obras de Pablo de la Torriente Brau que pertenecen a este nuevo periodismo que
llegar a denominarse testimonio periodstico son: Presidio Modelo (sobre la
experiencia carcelaria del autor bajo el machadato), Peleando con los milicianos
(sobre su situacin de soldato en la guerra civil espaola) y La isla de los 500
asesinatos. A esta lista aade Lisandro Otero 105 das preso y comenta que estos dos
autores son autores-protagonistas, lo que ms adelante se llamar autores-
testigos.62 Sin embargo, en aquel entonces el testimonio no se considera todava
como literatura.
58 Rojas, M., op. cit., p. 317. 59 Vase Rojas, M., op. cit. 60 Fornet, Ambrosio, En blanco y negro, La Habana, Instituto del Libro, 1967, p. 72, en Azougarh, A., op. cit., p. 21. 61 Ochando, C., op. cit., pp. 65-66. 62 Vase Rojas, M., op. cit., p. 318.
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1.2.3. El Moncada y el triunfo de la Revolucin El 26 de julio de 1953 marca la historia de la Repblica de Cuba: unas 150 personas
encabezadas por el joven abogado Fidel Castro asaltan el Cuartel Moncada en
Santiago de Cuba. Este acontecimiento aparece como el detonante63 de la narrativa
testimonial de mitad del siglo. Muchos autores abordan este tema aunque, censurados
por el rgimen de Batista, sus obras slo se publican despus del triunfo de la
Revolucin. Segn Marta Rojas, incluso La historia me absolver de Fidel Castro,
texto de su autodefensa judicial despus del asalto al Cuartel Moncada, podra
considerarse como un texto testimonial en tanto su autor, protagonista principal del
acontecimiento narrado, describe magistralmente cuanto aconteci y cmo aconteci
el asalto al Moncada64. Sin embargo aade que como ese documento trasciende por
su importancia al testimonio no podemos enmarcarlo en el gnero o en la modalidad
narrativa que tratamos en este forum65, refirindose al encuentro Testimonio y
Literatura editado por Ren Jara y Hernn Vidal.
Segn Azougarh, el testimonio en Cuba se puede dividir en dos grupos temticos: los
que tratan de los aos que van desde el inicio del siglo hasta el triunfo de la
Revolucin, y los que describen los mltiples aspectos de la Cuba post-
revolucionaria.66 El primer grupo incluye sobre todo obras que abordan el perodo de
la repblica o ms bien el asalto al Cuartel Moncada y el triunfo de la Revolucin.
Dentro del segundo grupo se encuentran libros como En marcha con Fidel de Antonio
Nez Jimnez sobre el primer ao de la Revolucin, Cuba: ZDA de Lisandro Otero
sobre la implantacin de la Reforma Agraria o Girn en la memoria de Vctor Casaus.
Una de las pioneras de primer grupo ha sido la propia Marta Rojas con La generacin
del Centenario en el juicio del Moncada. En este libro reconstruye las diferentes
partes del juicio donde estuvo presente como periodista. Caben en este conjunto
tambin las obras escritas por los protagonistas de la Revolucin, recuperando as la
tradicin de la literatura de campaa del siglo anterior. El primero de enero de 1959,
Fidel entr en La Habana, consiguiendo as el derrocamiento de la dictadura de
Batista. Unos ejemplos de obras que se escribieron durante esta tercera guerra de 63 Rojas, M., op. cit., p. 318. 64 Ibid. 65 Ibid. 66 Azougarh, A., op. cit., p. 24.
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independencia67 son los Pasajes de la Guerra Revolucionaria de Ernesto Che
Guevara, el Diario de Ral Castro y el Informe de Invasin de Camilo Cienfuegos.
En el prlogo de los Pasajes de la Guerra Revolucionaria, el Che destaca la
importancia de la veracidad del testimonio:
Muchos sobrevivientes de esta accin y cada uno de ellos est invitado a dejar tambin constancia de sus recuerdos para incorporarlos y completar mejor la historia. Slo pedimos que sea estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una posicin personal o magnificarla o para simular haber estado en algn lugar, diga algo incorrecto. Pedimos que, despus de escribir algunas cuartillas en la forma en que cada uno lo pueda, segn su educacin y su disposicin, se haga una autocrtica lo ms seria posible para quitar de all toda palabra que no se refiera a un hecho estrictamente cierto, o en cuya certeza no tenga el autor una plena confianza.68
Una de las caractersticas del testimonio en la que el mdico revolucionario argentino
llama la atencin es el hecho de observar los sucesos histricos con los ojos de los
que normalmente no salen del anonimato en cuanto individuos, de modo que se abre
paso al desarrollo de un quehacer literario en que el pueblo deja de ser objeto de la
historia para llegar a ser sujeto colectivo del desarrollo histrico en una doble
acepcin de la palabra historia: el pueblo contribuye con sus actos al desarrollo
histrico, y, al fijar por escrito su contribucin y participacin en l, escribe lo que
puede adquirir un da un inters histrico, documental; esto es, escribe la historia.69
En este apartado histrico del testimonio sobre sucesos de la Revolucin aparecen
numerosas obras. Marta Rojas hace en su artculo una enumeracin de ttulos70.
67 Se podra llamar la Revolucin as por ser la lucha por la independencia econmica e ideolgica de los EE.UU. 68 Guevara, Ernesto, Pasajes de la guerra revolucionaria, La Habana, Arte y Literatura, 1975, p. 8, en Azougarh, A., op. cit., p. 22. 69 Azougarh, A., op. cit., p. 22. 70 Recuerdos del Moncada, de Mario Lazo; Bajando del Escambray, de Enrique Rodrguez Loeches; De la Sierra al Escambray, de Joel Iglesias; La batalla de Jige, de Jos Quevedo; Camilo, seor de la Vanguardia, de William Glvez; Tiempo de Revolucin, de Quintn Pino; 7 RR, la historia de Radio Rebelde, de Ricardo Martnez; Jos Antonio Echeverra, la lucha estudiantil contra Batista, de Julio Garca Olivera; El asalto al Palacio Presidencial, de Faure Chomnt Mediavilla; El que debe vivir, de Marta Rojas; La cueva del muerto, de la misma autora; Rojito, de Dolores Nieves; Marcelo Salado, de Virgilio R. Hernndez; Aqu se habla de combatientes y bandidos, de Ral Gonzlez Cascorro; Crimen de Barbados, de Nicanor Len Cotayo; La prisin fecunda, de Mario Mencia; Salida 19, de William Glvez; Con la adarga al brazo, de Mario Rodrguez; Trazos para el perfil de una combatiente, (Frank
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Aunque todava no se haba establecido la institucionalizacin del testimonio, son
obras que ya se pueden considerar como tales.
1.2.4. Los aos post-revolucionarios Este es el perodo ms importante ya que es el del uso del trmino novela-testimonio
de Miguel Barnet, de la publicacin de Biografa de un Cimarrn y del principio de
las polmicas de crtica literaria sobre la existencia o no de este gnero. Es necesario
recorrer brevemente los acontecimientos de la cultura cubana de estos primeros aos
para entender la aparicin de los testimonios en los sesenta en la isla.
Uno de los logros de la Revolucin en sus primeros aos fue la revaloracin de la
cultura. En 1960 se fund la Casa de las Amricas, una de las instituciones culturales
ms importantes de Cuba y de toda Amrica Latina. Un ao ms tarde nace la
UNEAC (Unin Nacional de Escritores y Artistas Cubanos) y aparecen tambin
revistas como Unin, Casa y La Gaceta de Cuba. Este mismo ao se organiza en todo
el pas una campaa de alfabetizacin y, por consiguiente, la demanda de los nuevos
lectores aumenta poco a poco. As surge en 1962 la Editorial Nacional de Cuba
encabezada por Alejo Carpentier, quien desde el principio empuja masivamente la
produccin de obras maestras de la literatura. Unos aos despus, en 1965 se fundan
las Ediciones Revolucionarias.
En 1966, aparece en la revista Etnologa y Folklore el primer captulo de lo que ms
adelante se publicar bajo el ttulo de Biografa de un Cimarrn de Miguel Barnet.
Este libro representa lo que se podra denominar el verdadero principio del gnero
testimonio en Cuba. El cimarrn marc un momento clave en el intento, por parte
de la nueva prosa latinoamericana, de responder a las demandas acarreadas por los
nuevos procesos sociales y polticos que se han venido desarrollando en el continente.
Debe subrayrsele, pues la utilizacin de las formas documentales se hizo necesaria
en nuestras literaturas dado que la inmensa afluencia de realidades histricas,
Pas), de Caridad Miranda; y se anuncia la aparicin de Ms alla de nosotros, de Efigenio Ameijeiras., en Rojas, M., op. cit., p. 319.
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sociolgicas, polticas, etc., escap a los mtodos y formas de que se dispona para su
tratamiento.71
El propio Barnet se convierte en terico del gnero y publica varios artculos sobre el
testimonio y sus caractersticas. Se edita en 1983 la obra crtica La fuente viva sobre la
novela-testimonio.
Poco a poco, las instituciones literarias cubanas empiezan a promocionar el gnero
integrndolo en los concursos ms importantes del pas. En 1970 el premio Casa de
las Amricas, confrontado con el problema de varios textos que no caban en ningn
gnero de sesgo tradicional (poesa, cuento, novela, teatro y ensayo), aade el
apartado testimonio. En cuanto a la limitacin de este gnero para la participacin
en el concurso, la institucin lo esboza de la siguiente manera:
Los libros de testimonio documentarn, de fuente directa, un aspecto de la realidad (). Se entiende por fuente directa el conocimiento de los hechos por el autor, o la recopilacin, por ste, de relatos o constancias obtenidas de los protagonistas o de testigos idneos. En ambos casos, es indispensable la documentacin fidedigna, que puede ser escrita y/o grfica. La forma queda a discrecin del autor, pero la calidad literaria es tambin indispensable.72
Los jurados del primer ao del Concurso son Ricardo Pozas (Mxico), Ral Roa
(Cuba) y Rodolfo Walsh (Argentina) y el ttulo premiado es La guerrilla tupamara de
la uruguaya Mara Esther Gilio porque documenta de fuente directa, en forma
vigorosa y dramtica, las luchas y los ideales del Movimiento de Liberacin Nacional
Tupamaros, as como algunas de las causas sociales y polticas que han originado en
el Uruguay uno de los movimientos guerrilleros ms justificados y heroicos de la
historia contempornea.73 Reciben una mencin los cubanos Vctor Casaus con
Girn en la memoria y Jorge Caldern Gonzlez con Amparo: millo y azucenas.
71 Rincn, Carlos, El cambio actual de la nocin de literatura en Latinoamrica, en Azougarh, Abdeslam y Fernndez Guerra, ngel Luis, Acerca de Miguel Barnet, La Habana, Letras Cubanas, 2000, p. 23. 72 Base para el Premio Casa de las Amricas 1983, Casa de las Amricas, 132 (1982), p. 189. 73 Casaas, Ins y Fornet, Jorge, Premio Casa de las Amricas. Memoria, La Habana, Casa de las Amricas, 1999, p. 72.
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Varios de los textos citados en el apartado histrico74, como El que debe vivir de
Marta Rojas o Aqu se habla de combatientes y bandidos de Ral Gonzlez de
Cascorro, tambin fueron premiados por la Casa de las Amricas. Otros concursos
que incluyen el testimonio son los organizados por la UNEAC y por el MINFAR
(Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) aunque se limitan a la
produccin nacional.
1.2.5. Las diferentes lneas dentro del testimonio cubano Segn Marta Rojas, cuatro son las vertientes en las que se divide el testimonio
cubano75:
- la lnea histrica, con obras como El que debe vivir de Marta Rojas o Aqu se habla de combatientes y bandidos de Ral Gonzlez de Cascorro;
- la lnea etnolgica-social, cuyo exponente sera Biografa de un Cimarrn
de Miguel Barnet;
- la lnea autobiogrfica, en la que se encuentran las obras Pginas Vueltas de Nicols Guilln, Letra con filo de Carlos Rafael Rodrguez o Agua pasada de Dora Alonso;
- la lnea periodstica, que contiene textos sobre el internacionalismo cubano
en Vietnam, Chile, Angola, Nicaragua: Viet Nam del Sur de Ral Valds Viv y Marta Rojas, Escenas de Viet Nam de Marta Rojas, En busca de Viet Nam de Lisandro Otero, Sobre el viaje de Fidel a Chile de Baldomero lvarez Ros, Angola fin del mito de los mercenarios de Ral Valds Viv y Cr-nicas desde Nicaragua de Manuel Pereira.
A estas cuatro lneas, tambin aade otra costumbrista, en la que se podran nombrar
Memorias de una cubanita que naci con el siglo de Rene Mndez Capote, Muy
buenas noches seores y seores de Rigoberto Cruz, La abuela de Antonio Nez
Jimnez, Conversacin con el ltimo americano de Enrique Cirules, Amparo: millo y
azucena de Jorge Caldern, La fiesta de los Tiburones de Reynaldo Gonzlez y
Lengua de Pjaro de Nancy Morejn.
74 Vase nota 70. 75 Rojas, M., op. cit., p. 320.
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Finalmente, en su artculo Defensa del testimonio76, Vctor Casaus incorpora a los
ya citados la lnea del testimonio mltiple, es decir que el autor desarrolla el tema
basndose en varios puntos de vista de protagonistas, en documentos suplementarios y
en artculos de prensa. Unos ejemplos de dicha vertiente son Contra viento y marea
del Grupo Areto, Cancin de Rachel de Miguel Barnet o Girn en la memoria del
propio Vctor Casaus.
1.2.6. El testimonio cubano versus el testimonio latinoamericano Cuando se habla del testimonio, es necesario tener en cuenta que no tiene el mismo
significado en todos los pases donde surge. No se trata tanto de las caractersticas del
testimonio sino ms bien de sus temas, de su contenido ideolgico. Resaltan dos
grupos en cuanto a esta diferencia: el testimonio latinoamericano y el testimonio
cubano revolucionario. Vctor Casaus es uno de los autores que la ha mencionado en
sus artculos sobre este gnero. Comenta Carmen Ochando a este propsito:
Vctor Casaus, profundizando en la funcionalidad ideolgica y poltica del discurso testimonial, no tiene ningn reparo en sealar las diferencias entre la expresin cubana y la de otros pases del mbito latinoamericano. Mientras que el testimonio en Cuba participa, como prctica cultural que asume una tarea de institucionalizacin y de rescate de la memoria histrica colectiva, con las instituciones revolucionarias en el objetivo de entregar al pueblo la poesa de su propia habla (1982, 19), en el resto de Amrica Latina la funcin ideolgica del gnero consiste en mostrar la opresin a travs de la denuncia.77
Lo cual quiere decir que el testimonio en Cuba deba estar en consonancia con los
supuestos ideolgicos de la Revolucin; el testimonio en el resto del continente deba
denunciar las condiciones de opresin e injusticia derivadas de las dictaduras
implantadas despus de los setenta.78 Ochando sigue ms adelante:
Adems de cuestionar esa nueva oficialidad de una prctica discursiva que, espontnea en sus inicios, naveg con los remos propios de la creacin e innovacin literarias, cabra preguntarse por el espacio discursivo que le queda a la versin de la historia de los otros otros. Es decir, qu papel le corresponde al testimonio que, a su vez, ofrece una visin no oficial de la
76 Casaus, Vctor, Defensa del testimonio, en Jara, R. y Vidal, H., op. cit., pp. 324-332. 77 Ochando, C., op. cit, pp. 45-46. 78 Ibid., p. 145.
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historia de la revolucin cubana? Rizando el rizo hasta fragmentarlo, esta cuestin deviene, si cabe, un tema ms espinoso.79
Finalmente aade:
La constatacin de que los testimonios ideolgicamente desafinantes respecto de la msica oficial de la Cuba revolucionaria no han sido publicados en el interior del pas, conduce a la imposibilidad del debate entre visiones y opciones distintas y alternativas que cualquier sistema nacional debe poseer, as como a su no inclusin en el estudio actual. Estos testimonios quedan, de inmediato, ideolgicamente adverbializados con un fuera o con un contra con claras connotaciones excluyentes. Fenmeno que, paradjicamente, subraya, una vez ms, la ideologizacin parcial y oficialista de gran parte de la crtica literaria testimonial.80
Hace referencia en este caso a textos como Against all hope del poeta Armando
Valladares, al documental Conducta Impropia de Nstor Almendros y Orlando
Jimnez-Leal sobre la persecucin a los homosexuales bajo el rgimen castrista o a las
obras mencionadas en el estudio La novelstica cubana de la Revolucin81 de Antonio
Fernndez Vzquez que estudia el testimonio cubano escrito fuera de la isla entre los
aos 1959 y 1975. Esa es tambin la situacin de la obra literaria de Reinaldo Arenas
y, ms especficamente, de su pentagona. Por alejarse de la versin oficialista del
gobierno revolucionario no se reconoce la presencia del testimonio del autor
holguinero en su literatura.
La literatura testimonial cubana se convirti rpidamente en, segn las palabras de
Vctor Casaus, un arma de la revolucin, eficaz y comunicativa82. Seala Ochando:
79 Ibid., p. 46. 80 Ibid.. 81 Fernndez Vzquez, Antonio A., La novelstica cubana de la Revolucin, Miami, Ediciones Universal, 1980. Estas novelas son: Rivero Collado, Andrs, Enterrado vivo, Mxico, Dinamismo, 1960; Daz Versn, Salvador, Ya el mundo oscurece, Mxico, Botas, 1961; Fernndez Camas, Emilio, Camino lleno de borrascas, Madrid, Grficas Orbe, 1962; Cobo Sausa, Manuel, El cielo ser nuestro, Medelln, Granamrica, 1965; Nez Prez, Orlando, El grito, San Jos (Costa Rica), Victoria, 1966; Landa, Ren G., De buena cepa, Miami, Rema Press, 1967; Gmez Kemp, Ramiro, Los desposedos, Miami, Ediciones Universal, 1972; Mrquez de la Cerra, Miguel F., El gallo cant, Ro Piedras, Editorial San Juan, 1972; Pea, Humberto, El viaje ms largo, Miami, Ediciones Universal, 1974; Hernndez, Enrique C., Patria o muerte!, Santo Domingo, Horizontes de Amrica, 1974 y Arroyo, Anita, Races al viento, San Juan de Puerto Rico, 1974. 82 Casaus, V., en V.V.A.A., Mesa redonda sobre el testimonio, Revolucin y Cultura, 133-134 (1983), p. 26.
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En Cuba, se pas de unos primeros aos experimentales y enriquecedores, en que los textos testimoniales sirvieron para dar a conocer unas realidades historiogrficas, culturales y sociales ignoradas o relegadas durante el perodo dictatorial, a unos aos que, una vez institucionalizado el gnero, se integraron sus propuestas innovadoras como meros mecanismos de propaganda al servicio de la nueva oficialidad cultural. En otros pases de Amrica Latina, en cambio, se reclamaba con urgencia la aparicin de testimonios para denunciar situaciones de opresin poltica.83
Carmen Ochando no es la nica en llamar la atencin en la censura aplicada por el
propio gobierno cubano que pretende, segn las palabras de Barnet, aplicar una
comunicacin que garantiza la verdad.84 En la Cuba castrista, slo se publicaron y
se siguen publicando los textos que sirven a la Revolucin. Ivana Sebkov apunta en
su artculo Para una descripcin del gnero testimonio85 que los cuatro temas del
testimonio cubano son: la lucha armada revolucionaria, los acontecimientos anteriores
a la Revolucin, la emigracin y la construccin de la nueva sociedad; todos
abordados desde la ideologa de la Revolucin. Pero, dnde est el testimonio crtico
al rgimen castrista?, dnde est el testimonio sobre los marginados de la Cuba
revolucionaria? Aqu se confirma la idea de Ochando sobre la ideologizacin parcial
y oficialista de gran parte de la crtica literaria testimonial86.
Margaret Randall hace un comentario muy relevante sobre el testimonio bajo un
rgimen socialista:
En la etapa socialista tenemos la posibilidad de escribir una historia mucho ms veraz: para empezar, se escribe desde el punto de vista del proletariado, del pueblo en el poder. Y no slo desde el punto de vista de, sino que en la medida en que el pueblo tenga real acceso a la cultura y a las herramientas propicias, puede por primera vez escribir su propia historia.87
83 Ochando, C., op. cit., p. 145. 84 Barnet, M., Testimonio y Comunicacin: Una va hacia la identidad, en Jara, R. y Vidal, H., op. cit., p. 308. 85 Sebkov, Ivana, Para una descripcin del gnero testimonio, Unin (La Habana), 1 (1982), p. 134. 86 Vase cita 80. 87 Randall, Margaret, Qu es y cmo se hace un testimonio?, en Beverley, John y Achugar, Hugo (eds.), La voz del otro: Testimonio, subalternidad y verdad narrativa, Lima/Pittsburgh, Latinoamericana editores, 1992, p. 24.
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Y sigue, llamando la atencin en lo que no se puede hacer:
Pero an en el socialismo ha habido distorsiones de la historia: a veces encontramos el temor de plasmar los hechos como realmente han sido, con toda la complejidad, incluyendo los errores as como los aciertos de los revolucionarios. A veces se ha pensado que cambiando un poco la versin se haca un favor a nuestra causa. Nada ms lejos de la verdad. Para que la historia que nosotros hacemos sea realmente til para nuestros hijos, tiene que ser transmitida en toda su riqueza y complejidad.88
En este contexto, cabe mencionar el episodio del xodo del Mariel en 1980, sobre el
que el estado cubano escribi su propia versin de los hechos. Un slo crtico, George
Ydice, alude a este acontecimiento en el contexto del testimonio y de la historia (no-)
oficial. Se detiene primero, en un plano ms general, en la existencia de dos versiones
de la historia, la estatal y la censurada:
hay una doble historia del testimonio, por una parte, el testimonio estatalmente institucionalizado para representar, como el que se encuentra en cierta produccin testimonial en Cuba y Nicaragua, y por otra parte el testimonio que surge como acto comunitario de lucha por la sobrevivencia, especialmente en Centroamrica y otros lugares donde el modelo activista establecido por las comunidades eclesiales de base ha ejercido gran influencia. () Si bien es cierto que tanto el gobierno cubano como el ministerio de cultura sandinista han apoyado y promovido luchas populares y comunitarias y han publicado sus testimonios, tambin hay que reconocer que parte de la produccin testimonial en Cuba ha seguido las pautas populistas de aglutinar un pueblo por medio de la alterizacin y demonizacin de sectores sociales que se extravan de los lmites ideolgicos establecidos institucionalmente por la direccin revolucionaria ().89
Luego menciona el ejemplo del Mariel: