La responsabilidad civil de los profesionales de la medicina
1. Planteamiento2. Naturaleza de la responsabilidad3. Sujetos responsables4. Variables que intervienen en el proceso5. Supuestos concretos6. Conclusión7. Bibliografía8. Jurisprudencia consultada
PLANTEAMIENTO
La mayor parte de supuestos de responsabilidad médica son objeto,
actualmente, del contencioso-administrativo, así lo establecen la Ley
30/1992 y la Ley 29/1998, entre otras. El conflictivo tema del orden
jurisdiccional competente para conocer de las pretensiones sobre
responsabilidad civil respecto los actos médicos que lo originan, a la
Administración Sanitaria o entidad de la Seguridad Social, se había
manifestado en problemas, sobre todo a partir de la promulgación de la Ley
30/1992, dando ocasión a criterios jurisprudenciales no concordes, según el
orden jurisdiccional al que se acudía en petición de tutela judicial. En este
momento, no cabe duda que corresponde al orden jurisdiccional
contencioso-administrativo el conocimiento de las pretensiones dirigidas
contra la Administración sanitaria y sus entidades, cualquier que sea la
naturaleza de la actividad que determine el nacimiento de la
responsabilidad, según las disposiciones en vigor (artículo 2 de la Ley
29/1998, disposición adicional duodécima de la Ley 4/1999 incorporada a la
Ley 30/1992; y el artículo 9.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
En particular, el Derecho Civil se encarga concretamente de aquellos
supuestos que se planteen en el ámbito de la medicina privada. La
Jurisdicción Civil enjuiciará la actuación de las entidades públicas siempre y
cuando esta no se produzca dentro de las facultades soberanas de la
Administración Pública, sino que su actuación ha de asimilarse a las
privadas.
Una vez centrada la competencia de la Jurisdicción Civil, en este trabajo, se
va a proceder a exponer los tipos de responsabilidad susceptibles de
generarse a partir de dichos daños, se nombrarán los sujetos que
intervienen en dichos procesos relatando sus derechos y obligaciones y se
describirán las principales variables que hemos de tener en cuenta para
determinar las consecuencias jurídicas. En un apartado posterior, se hará
referencia al campo de la cirugía, el cual se considera específico por las
puntuales características de esta materia que se mostrarán en dicho
capítulo. Finalmente, se concluirá haciendo un juicio final a la luz de la
materia recogida en este trabajo.
NATURALEZA DE LA RESPONSABILIDAD
La diferencia entre la responsabilidad contractual y extracontractual ha sido
una cuestión polémica, de hecho, la jurisprudencia no ha llegado a ofrecer
una diferenciación clara sino que además en algunos casos califica la
responsabilidad como contractual y extracontractual simultáneamente. De
esta forma, incluso en ocasiones se puede optar entre exigir una u otra y, se
admite la compatibilidad entre la culpa contractual y extracontractual,
produciendo ambas el deber indiscutible de reparar las consecuencias
dañosas causadas.
Por otro lado, respecto a las diferencias entre una y otra responsabilidad, la
sentencia de 18 de octubre de 1983 establece que "siendo manifiesta la
incompatibilidad entre la responsabilidad contractual, que presupone la
existencia de un contrato, y la extracontractual establecida precisamente
para los supuestos en que no exista relación alguna entre el responsable y
el perjudicado, pues si bien es cierto que ambas responsabilidades tienen
presupuestos comunes, especialmente la producción de un daño y la
existencia de culpa, las acciones son distintas tanto en la existencia de
contrato en la primera y no en la segunda, cuanto en la graduación de la
responsabilidad, más fuerte en la acción contractual que en la
extracontractual y finalmente en cuanto a los plazos de prescripción que son
el de 15 años en la contractual y en de un año en la extracontractual. [...]
Cierta la diferenciación entre el régimen de la responsabilidad contractual
(arts. 1101 y siguientes) y extracontractual (1902 y siguientes), en los
supuestos de las de una y otra naturaleza se inscribe una conducta
antijurídica originadora de un mal que ha de ser reparado, como el propio
motivo recuerda, por lo cual, al lado de las diferencias entre ambos
regímenes (distinto origen; exigencia de capacidad para contratar cuando la
aquiliana pueda nacer sin ella; diferente plazo prescriptivo; obligación en la
aquiliana de probar la culpa, que no se precisa en la contractual; grado de
culpa exigible; extensión de la reparación; responsabilidad solidaria de las
nacidas «ex delicto», etc.) lo que ciertamente importa es evitar la duplicidad
de las indemnizaciones pues siquiera en principio la responsabilidad
contractual desplaza a la aquiliana, ni faltan ejemplos en contrario -como los
significados por las SS. de esta Sala de 8 junio 1962 y 3 octubre 1967 (RJ
1967\3712)- ni la separación originaria impide que se apliquen
indistintamente preceptos que por ello deben reputarse comunes".
La Doctrina moderna está cada vez más acercando estos dos sectores de la
responsabilidad civil. Aunque no faltan los autores, como YZQUIERDO
TOLSADA que se replantean su postura, unas veces abogando por la
unificación total de regímenes y otras apuntando una opinión moderada al
respecto.
Sin más preámbulo, se va a desarrollar cada una de estas esferas de
responsabilidad.
• Responsabilidad contractual
En términos generales, la responsabilidad civil contractual es aquella en la
que el hecho dañoso viene producido como resultado del incumplimiento de
un contrato. De esta forma el artículo 1101 del C.C. establece que "quedan
sujetos a la indemnización de daños y perjuicios causados los que en el
cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o
morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de aquéllas".
Para determinar la existencia de responsabilidad contractual, es preciso un
contrato válido entre el supuesto responsable y la víctima, así como que el
daño sea directamente imputable al incumplimiento.
De esta forma, se requiere una relación jurídica precedente, ello implica que
n es necesario que exista propiamente un contrato sino que con una
relación previa y análoga es suficiente.
En la responsabilidad contractual, , tal y como reconoce la Sentencia del
Tribunal Supremo de 13 de abril del 1999 "el acreedor o perjudicado que
acciona el proceso deberá acreditar la obligación y características de la
prestación -si es de hacer o de dar, si es de medios o de resultado- así
como el no cumplimiento porque el deudor no ha actuado bajo la
observancia de los deberes de esa prestación (art. 1101 CC), al no concurrir
la exoneración del "casus" del art. 1105 CC, mientras que el deudor puede
oponer, previa prueba, el pago o cumplimiento".
Por el contrario, en la responsabilidad extracontractual, "el perjudicado o
dañado, habrá de acreditar no sólo ese daño -es el subrogado de la
obligación precedente- sino la autoría de la conducta dañosa, el nexo causal
y la voluntariedad de esa autoría por infringirse deberes de prevención o el
general "naeminem laedere"" Una jurisprudencia muy vetusta establece
perjudicado que accione le basta con acreditar el daño, del que ya, sin más,
resultarán los demás presupuestos de la responsabilidad del autor -acción,
culpa o infracción, deberes y nexo-, salvo prueba de no culpa a cargo de
éste o demandado.
• Responsabilidad extracontractual
La responsabilidad aquiliana surge sin previa relación obligatoria, sino del
deber de conducta de no dañar a los demásy que recoge el artículo 1902
del CC "el que por acción u omisión causa daños a otro, interviniendo culpa
o negligencia, está obligado a reparar el daño causado". Por tanto, la
responsabilidad extracontractual es la derivada de un acto ilícito, según
reiterada jurisprudencia. Los requisitos para exigir dicha responsabilidad
son:
1. Una acción u omisión ilícita
2. La constancia de un daño causado
3. La culpabilidad
4. Un nexo causal entre el acto ilícito y el daño producido
En el art. 1903 del CC se constata que dicha responsabilidad no existirá
cuando se pruebe que ha sido empleada la diligencia debida para prevenir
el daño. A contrario sensu, existirá responsabilidad si el sujeto no empleó la
digiligencia requerida.
Según la sentencia de 9 de julio de 1984, la peculiaridad de este tipo de
responsabilidad es que "en la reclamación extracontractual el vínculo
obligacional surge después de producido el evento indemnizable, como
consecuencia de las normas generales impuestas por la convivencia y de la
aplicación del principio alterum non laedere, por lo que dicho nexo no
constituye un prius como en la culpa contractual, sino un posterius, lo que
indica que el ámbito de aplicación de ambas clases de culpa es
competamente diferente e independiente".
De esta forma, la indemnización exigible en el acto ilícito extracontactual, la
relación obligatoria emana por primera vez al producirse el daño.
SUJETOS RESPONSABLES
En general, los sujetos que pueden ser responsables en el campo de la
medicina privada son:
• El médico
• La clínica
• La aseguradora
• Sujetos diferentes a los contratantes
Sin embargo, para determinar quién es responsable, contractual o
extracontractualmente, de un daño producido en el ámbito de la medicina
privada, hemos de acudir al caso concreto; y sólo después de un examen
sobre el supuesto planteado se podrá determinar cuál o cuáles son los
sujetos responsables.
• El médico
La naturaleza de la obligación del médico, tanto si procede de contrato
(contrato de prestación de servicios, de obra...) o como si deriva de una
relación extracontractual, se trata de una obligación de medios, no de
resultado. De esta forma, el médico está obligado a recobrar la salud del
paciente (resultado) sino a prestar el servicio más adecuado para obtener
un resultado satisfactorio. El deudor de obligación de actividad (médico)
ejecuta la prestación consistente en una ejecución adecuada, sin requerir
que llegue a darse el resultado. Para apreciar incumplimiento, por tanto, se
requiere negligencia por parte del prestador de servicios,
independientemente de la consecución del resultado.
El médico se obliga a emplear la diligencia adecuada, y no garantiza la
sanidad del enfermo el médico no se compromete a curar, sino a intentar
curar. La obligación de medios comprende:
1. Utilizar cuantos elementos conozca la ciencia médica de
acuerdo con las circunstancias del paciente concreto.
2. La información al paciente, o a los familiares del mismo, del
diagnóstico, pronóstico, tratamiento y riesgos, especialmente
en el supuesto de intervenciones quirúrgicas. El deber en las
afecciones crónicas se extiende a los avatares que comporta el
control de la enfermedad.
3. la continuidad del tratamiento hasta el alta.
Llegado a este punto, se ha de destacar la la lex artis ad hoc para la
valoración de la negligencia profesional, cuya regla significa que "los
criterios médicos a desarrollar se ceñirán a los que se estiman correctos
para una actuación concreta, siempre en base a la libertad clínica y a la
prudencia".
Según las SSTS de 25 de abril de 1994 (RJ 1994\3073) y 2 de octubre de
1997 (RJ 1997\7405), tal y como se ha señalado en este trabajo, se debe
tomar en consideración el caso concreto donde se produce la actuación
médica y las circunstancias en que la misma se desarrolla, así como las
incidencias inseparables a una actuación profesional normal, teniendo en
cuenta las especiales características del realizador del acto médico, de la
profesión, de la complejidad del caso, de la transcendencia vital del paciente
y, en su caso, de la influencia de otros factores para calificar dicho acto
como conforme o no a la técnica media normal requerida.
En cuanto a la naturaleza de la obligación del médico se ha de probar una
conducta productora, en nexo causal, del daño y se acreditado que su
actuación no fue correcta. En este sentido, se sigue la posición mantenida
por la STS de 29 de junio de 1999 (RJ 1999\4895), que transcribimos
literalmente: "conviene recordar la doctrina jurisprudencial muy reiterada;
como dice la STS de 13 de diciembre de 1997 (RJ 1997\8816) y reitera la
de 9 de diciembre de 1998 (RJ 1998\9427), la naturaleza de la obligación
del médico, tanto si procede de contrato (contrato de prestación de
servicios; distinto es el caso si el contrato es de obra, lo que se da en ciertos
supuestos, como cirugía estética, odontología, vasectomía), como si deriva
de una relación extracontractual, es obligación de actividad (o de medios),
no de resultado".
En el tema de la responsabilidad médica, que constituye un espacio del
campo de la responsabilidad sanitaria (responsabilidad del centro médico
por deficiencias de funcionamiento u organización, negligencias del
personal, etc.), según indica la STS de 29 de junio de 1999, que "como una
subespecie de la responsabilidad médica más cerca de la responsabilidad
sanitaria en general, se sitúa la derivada de conductas que supongan una
falta de coordinación entre los especialistas que tratan a un paciente, más
aún cuando tal evento sucede dentro del mismo centro hospitalario".
• El paciente
El paciente, es titular de una serie de derechos y obligaciones como tal que
se resumen en los derechos a procurarse la salud y a obtener asistencia
sanitaria. En este escrito nos vamos a centrar en el derecho de información
(que sería también un deber del médico) por su relevancia que vamos a
detallar a continuación.
Existe la obligación informar al paciente o en su caso a los familiares del
mismo, siempre que esto resulte posible, del diagnóstico de la enfermedad
o lesión que padece, del pronóstico que de su tratamiento pueda
normalmente esperarse, de los riesgos que del mismo, especialmente si
éste es quirúrgico, pueden derivarse y, finalmente, y en el caso de que los
medios de que se disponga en el lugar donde se aplica el tratamiento
puedan resultar insuficientes, debe hacerse constar tal circunstancia, de
manera que si resultase posible, opte el paciente o sus familiares por el
tratamiento del mismo en otro centro médico más adecuado.
Es alegado en la ST del TC de 17 de enero de 1994 que "La inexistencia de
información es un hecho negativo cuya demostración no puede imponerse a
quien lo alega so pena de imponerle una prueba que puede calificarse de
perversa, contraria al principio de tutela efectiva por implicar indefensión,
prohibida en el art. 24.1 de la CE".
Hemos de destacar que un elemento esencial de la lex artis ad hoc y
esencia del contrato de arrendamiento de servicios médicos es el de la
obligación de informar al paciente o, en su caso, a los familiares del mismo.
Para definir lo que se puede estimar como información correcta hay que
recurrir al art. 10.5 Ley 14/1986, de 25 de abril (Ley General de Sanidad)
(RCL 1986\1316), precepto que especifica que el paciente o sus familiares
tienen derecho a que, en términos comprensibles para él y sus allegados,
se les dé información completa y continuada, verbal y escrita, sobre su
proceso, incluyendo diagnóstico, pronóstico y alternativas de tratamiento.
En resumen, el consentimiento prestado por el enfermo o sus parientes ha
de ser informado. Tal información comprenderá, para no incurrir en
responsabilidad, el diagnóstico de la enfermedad o lesión que se padece, el
pronóstico que de su tratamiento puede esperarse y los riesgos del mismo.
En Sentencia de 16 de octubre de 1998 se decía: " es cierto que la Ley
26/1984, de 19 de julio (RCL 1984\1906 y ApNDL 2943), General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios, determinó la expresa obligación
de informar al paciente [...] se desprende que el derecho del enfermo de ser
informado de las posibles consecuencias de las intervenciones quirúrgicas,
y, por otro lado, resulta incuestionable que el deber informativo forma parte
de las normas deontológicas de los Colegios Médicos y su observancia,
además, es una elemental aplicación derivada de principios lógicos, morales
y éticos indiscutibles, sin que, por tanto, la obligación informativa quepa
reducirla al rango de una costumbre usual existente en el ámbito médico-
hospitalario".
• La clínica
La responsabilidad de la clínica por los daños imputados al médico que
ejerce su profesión mediante el uso de instalaciones en virtud de acuerdos
con ella a este fin, dependerá si el profesional está unido a ella por
relaciones de dependencia o subordinación.
Así, el vínculo contractual de un paciente con un centro hospitalario
implicará la asunción de las obligaciones y responsabilidades por parte de
este. El contrato de hospitalización o de clínica engloba los supuestos en
que se puedan contratar servicios extramédicos como el alojamiento y
asistenciales, además de los servicios médicos propiamente dichos.
• La aseguradora
La responsabilidad contractual entre aseguradora y asegurado obliga a
aquélla a prestar la asistencia no sólo correspondiente al padecimiento de
cada enfermo, sino la más segura y eficaz que alcanza a la elección del
facultativo adecuado y que se pone al servicio del cliente, el que resulta
defraudado si la asistencia recibida resulta incorrecta con graves
consecuencias en su salud, derivadas de la actuación carente de la
diligencia y pericia debida del facultativo que practicó la operación y atendió
también al enfermo; acreditando todo ello una actuación carente de cuidado,
• Sujetos diferentes a los contratantes
Ya que la prestación del médico es personalísima, no podrá ser realizada
por medio de representantes. La utilización de auxiliares y ayudantes
comporta su responsabilidad in vigilando para los actos perjudiciales de
éstos, aplicando el art. 1903 del CC.
La responsabilidad civil de los sanitarios no es, por tanto, consecuencia de
la conducta de sujetos ajenos a la relación que colaboran como sanitarios
en el mismo nivel profesional o en concepto de auxiliares y dependientes.
La responsabilidad derivada de la propia conducta se regula en el art. 1902
del CC. la derivada de actos de terceros se prevé en el art. 1903. En este
segundo supuesto ha de distinguirse la actuación en equipo de grupos de
médicos y cuando el médico o equipo depende de una clínica, o, cuando
por el contrario, no existe esa dependencia del establecimiento sanitario.
Desde la perspectiva privada, la dirección de la clínica ha de responder por
los daños causados por sus auxiliares y dependientes, siempre y cuando
exista relación de dependencia o colaboración del responsable con el autor
del daño y que éste se cause en el servicio que se le mandó.
Respecto a los casos en que pueda concurrir responsabilidad solidaria entre
los diferentes sujetos cuando existe "pluralidad de agentes a los que
alcanza la responsabilidad por ilícito culposo, con la convergencia de
incidencia causal única, sin que sea posible individualizar los respectivos
comportamientos y las derivadas responsabilidades".
VARIABLES QUE INTERVIENEN EN EL PROCESO
• La carga de la prueba
A este respecto debemos tener en cuenta, según reiterada jurisprudencia
que se resumía en Sentencia de 16 de diciembre de 1997 (RJ 1997\8690):
1) Ante todo conflicto tendente a exigir responsabilidad al autor de una
conducta o ilícito, la carga de la prueba prevista en el art. 1214 CC, es
inevitable: El actor o perjudicado debe probar la obligación cuyo
cumplimiento reclama, y el demandado la extinción de esa obligación por su
no incumplimiento; en consecuencia, aquel actor habrá de acreditar no sólo
la existencia de la obligación, sino que el obligado no la ha cumplido por no
actuar adecuadamente en la observancia de su prestación.
2) Trasladada esa teoría a las clases de responsabilidad contractual y
extracontractual -pues en ambas opera.
3) Respecto a la responsabilidad médica, normalmente, de tipo contractual,
porque haya un contrato de asistencia, directo o a través de Entidad o SS, o
se integre merced al mismo acto médico, el mecanismo de prueba de
responsabilidad será contractual: el actor o paciente habrá de acreditar, no
sólo el daño sino la autoría y relación de causalidad y hasta la infracción de
los deberes profesionales o "lex artis ad hoc"; de ahí que se afirme, desde
siempre, que al ser la obligación del médico, la de observar esos deberes
asistenciales y no el resultado sin derivar el daño o mal del paciente, sin
más, la responsabilidad del médico.
4) Cuando se califica la responsabilidad del médico de extracontractual la
jurisprudencia ha sostenido la excepción a referida inversión del "onus
probandi" o el seguimiento de que "al actor le incumbe la prueba", con lo
que, por este camino, se alcanza igual solución a la de la contractual.
5) Es incorrecto presumir la culpa del médico en base al art. 1183 CC que
implica simplificar el problema y desconocer que este artículo sólo se refiere
a las obligaciones de dar al incumplirse. Tampoco se presume la culpa del
deudor en base al art. 1098, 1099,1103 ni del 1104 del CC.
También debemos mencionar que en sede de responsabilidad médica
(contractual y extracontractual) la culpa requiere relación de causalidad
entre el daño o mal del paciente y la actuación médica ha de probarla el
paciente, salvo las excepciones sobre la inversión de la carga de la prueba.
No puede olvidarse que la carga de la prueba se atribuye a la víctima, y así
lo contemplan las STS de 16 de octubre de 1989 y 24 de mayo de 1990 que
afirman que "en los supuestos de responsabilidad por infracción de deberes
profesionales o de la lex artis no es de general aplicación la inversión de la
carga de la prueba. Siendo entonces el paciente el que debe probar la
relación de causalidad y de la culpa.
Tal y como se ha evidenciado en este escrito, la jurisprudencia tiene
reiteradamente declarado que la obligación del profesional sanitario no es la
de obtener en todo caso la recuperación del enfermo, o lo que es igual, no
es la suya una obligación de resultados, sino una obligación de medios,
estando obligado solamente a proporcionar al enfermo todos los cuidados
que éste requiera, según el estado de la ciencia y la denominada lex artis
ad hoc.
Según Sentencia del Tribunal Supremo de 28 diciembre "En la conducta de
los profesionales de la medicina queda, en general, descartada toda clase
de responsabilidad más o menos objetiva, no operando en estos casos la
inversión de la carga de la prueba, admitida para otros supuestos; corriendo
finalmente a cargo del demandante la carga de la prueba de la existencia de
culpa, así como el de la relación o nexo causal entre ésta y el resultado
dañoso".
• Relación entre médico y enfermo
En general, la relación entre médico y enfermo tiene su base en el contrato
de servicios, aunque presenta relevantes diferencias con el típico contrato
de servicios que implica una obligación de resultado. Mientras que el
contrato de servicios celebrado entre médico y paciente es una obligación
de medios. Ya se ha explicado ampliamente en qué consiste dicha
obligación, de modo que a continuación enumeraremos las diferentes
relaciones contractuales que pueden surgir:
CONTRATO DE SERVICIOS
Los daños derivados del tratamiento se originan en el cumplimiento
defectuaoso del contrato, por ello sus efectos vendrían recogidos en los
arts. 1101 y ss del CC. Sin embargo, pueden existir numerosos supuestos
de hecho y es posible que puedan surgir relaciones extracontracuales
aunque de origen contractual.
A la forma normal de contrato de servicios, puede añadirse contratos de
obra de asistencia médica, así como los casos en que la misma asistencia
se basa en una gestión de negocios sin mandato (arts. 1888 y ss. del CC).
Si la asistencia es consecuencia del accidente de una persona inconsciente
que no puedo prestar su consentimiento expreso, el médico respondería por
los perjuicios derivados de su culpa o negligencia (art. 1889 CC). Para el
caso que el paciente obtenga beneficio de esta asistencia, este debe
indemnizar al medico respecto los gastos necesarios y también por las
obligaciones contraidas en su interés (art. 1893). De esta forma, deberá
pagar los honorarios del profesional en medicina que haya ido encaminado
a evitar algún daño inminente.
Para el caso que las consecuencias perjudiciales de la asistencia médica no
deriven de un contrato, tal como se ha mencionado, han de regularse por
los arts. 1902 CC. Si la conducta puede ser calificada como incumplimiento
de una obligación y acto ilícito, el perjudicado podrá elegir entre invocar el
arto 1902 o las normas contractuales infringidas. El incumplimiento del
contrato de servicios implica la lesión de los derechos de la personalidad del
paciente, lo que justifica la aplicación de normas extracontractuales. El acto
ilícito por omisión de curas urgentes y ausencia de asistencia pedida
estarían encardinadas en el supuesto de la responsabilidad
extracontractual.
Otra forma de contrato de servicios consiste en facilitar el tratamiento
médico además del alojamiento y cuidados. El enfermo realizaría dos
contratos: uno con el médico, para el tratamiento oportuno, y otro con el
hospital para alojamiento y cuidados. Respecto a al relación con el médico,
no se trata de una relación contractual con el paciente, aunque ello no es
óbice de que puedan derivarse responsabilidades por culpa, es decir,
extracontractuales. En este caso, se debe tener en cuenta si los daños tiene
su origen en el incumplimiento por parte del hospital o por parte del médico
y, de esta forma, determinar cuáles son los sujetos responsables.
En función de la tipología de la relación entre el enfermo y el profesional
médico, las consecuencias legales del daño causado serán diferentes. Así
se expone un cuadro ejemplificativo de distintas situaciones que pueden
plantearse:
RELACIÓN
CONTRACTUAL
TIPO DE
RELACIÓN
SUPUESTO CONSECUENCIA
JURÍDICA
Sí Contrato de
servicios
entre médico
y paciente
Daños derivados de
la culpa o
negligencia del
médico
Ar. 1101 CC
Sí
Contrato de
servicios más
contrato de
asistencia
médica
Daños por culpa o
negligencia del
médico
Ar.1889.1 CC
Culpa o negligencia
del paciente
Ar. 1893 CC
No --- No asistir a un
sujeto en estado
grave
1902 y ss CC
Debe señalarse que se puede plantear tipología específica, por ejemplo el
"Contrato desdoblado de asistencia en hospital" que implica la celebración
de dos contratos: contrato con el médico para tratamiento y contrato con
hospital para cuidados y alojamiento. En este caso, la responsabilidad
puede ser tanto contractual como extracontractual.
SUPUESTOS CONCRETOS
• Cirugía
Los supuestos de cirugía estética son regulados no por contratos de
prestación de servicios, sino de contrato de ejecución de obra , por tanto en
este tipo de contrato sí existe una obligación de resultado. Existe diferencias
doctrinales sobre la separación entre una cirugía estética y otra reparadora,
dudando incluso si la obligación es medios o de resultado. Delimitando, por
ejemplo, FERNÁNDEZ COSTALES dichas precisiones, aunque a grandes
rasgos podemos decir que la cirugía estética sería aquella que tiene por
finalidad reparar los defectos de la naturaleza, mientras que la cirugía
reparadora tiene como fin reparar diversas enfermedad congénitas o
adquiridas.
Constatan las Sentencias de 3 de diciembre de 1991 y 16 de abril de 1991,
entre otras, que la cirugía estética no puede realizarse sin tener en cuenta
las complicaciones que pueden sobrevenirle al paciente por dolencias o que
puedan surgir.
• Anestesistas
La doctrina de la Sentencia del Tribunal Supremo de la Sala Civil de 12 de
diciembre de 1998 establece que "La responsabilidad civil de los
anestesistas se exige cuando éstos no son rigurosos en la observancia y
aplicación de las reglas y técnicas de esta especialidad médica, cuya
funcionalidad no es la directa curación del enfermo, sino la de facilitar
medios y proporcionar estados insensibles al dolor para propiciar la
realización de actividades de diagnóstico, quirúrgicas y terapéuticas, lo que
necesariamente impone la máxima atención y concentración en la
aplicación del acto anestésico de los estándares que tienen como objetivo
su seguridad y éxito, y entre éstos resulta imprescindible en todo momento
la oxigenación, ventilación y circulación del paciente".
En todo caso, para que el anestesista sea responsable deben concurrir los 3
requisitos de :
1. Producción de un daño
2. Negligencia en la conducta de quien lo causó
3. Relación de causalidad entre la conducta de agente y del daño
causado.
CONCLUSIÓN
Es claro que el ejercicio de la profesión médica no es una ciencia exacta
que pueda garantizar unos resultados satisfactorios en todo caso. Sin
embargo, como ya se ha visto, sí se exigen unos cuidados y actuaciones en
cuanto al médico, los instrumentos que utiliza, la clínica... que deben ser
respetadas y sin cuyo respeto sí pueden surgir responsabilidades.
Independiente es, como se ha dicho también que la responsabilidad sea
contractual o extracontractual, porque en ambos casos será posible el
resarcimiento del daño si se prueba que ha sido este consecuencia directa
de negligencia.
Ante todo, se ha de tener en cuanta que la medicina ha evolucionado
mucho en estos años, por un lado en procesos técnicos y también en el
aspecto de la realación médico-paciente. Atrás quedaron bases de datos los
años en que el doctor era una persona de confianza, ahora que el
profesional de la medicina sea un desconocido influye en que el paciente no
tenga ningún reparo en reclamar indemnización a un sujeto extraño. Esta
situación ha influido positiva y negativamente, por un lado el paciente siente
que tiene "armas" para defenderse en caso de daños, por otro lado se le
imputarán al médico resultados nefastos, cuando como ya se ha tratado
extensamente, el profesional de la medicina está únicamente obligado a
poner la diligencia y medios adecuados pero no podrá asegurar un
resultado favorable en todo caso.
Por otro lado, la finalidad de la responsabilidad civil de reparar el daño
causado, debe tenerse en cuenta en todo momento. Es por ello que se
deben moderar los principios de causalidad, culpa y carga de la prueba,
teniendo en cuenta el caso concreto y las circunstancias que han motivado
la exigencia de responsabilidad.
De cualquier forma, hay muchos aspectos a tener en cuenta, y por ello se
recomienda encarecidamente la cobertura de un seguro de responsabilidad
civil profesional para todos los sujetos implicados.
BIBLIOGRAFÍA
• CLARA I. ASÚA GONZÁLEZ, AAVV, Tratado de responsabilidad civil,
Elcano, Aranzadi, 2002
• P. GONZÁLEZ POVEDA, AAVV, Tratado de derecho civil : teoría y práctica,
Barcelona, Bosch, 2003
• JOSÉ LUIS CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ,. Derecho de daños, Barcelona,
Bosch, 1997
• JUAN ANTONIO MORENO MARTÍNEZ, AAVV, Perfiles de la
responsabilidad civil en el nuevo milenio, Madrid, Dykinson, 2000
• SANTOS BRIZ, J., La responsabilidad civil. Temas actuales, Montecorvo,
Madrid, 2001
• YZQUIERDO T., La responsabilidad civil contractual y la responsabilidad
civil extracontractual, Madrid , 1993
JURISPRUDENCIA CONSULTADA
• RJ 1999\9150 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1189/1999 (Sala de lo
Civil), de 31 diciembre
• RJ 1999\9496 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1136/1999 (Sala de lo
Civil), de 30 diciembre
• RJ 1999\9752 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1181/1999 (Sala de lo
Civil), de 30 diciembre
• RJ 1999\9754 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1167/1999 (Sala de lo
Civil), de 30 diciembre
• RJ 1999\9747 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1087/1999 (Sala de lo
Civil), de 21 diciembre
• RJ 1999\8532 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1045/1999 (Sala de lo
Civil), de 3 diciembre
• RJ 1999\8527 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1020/1999 (Sala de lo
Civil), de 1 diciembre
• RJ 1999\8057 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 923/1999 (Sala de lo
Civil), de 10 noviembre
• RJ 1999\7998 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 922/1999 (Sala de lo
Civil), de 2 noviembre
• RJ 1999\7272 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 766/1999 (Sala de lo
Civil), de 24 septiembre
• RJ 1999\4895 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 593/1999 (Sala de lo
Civil), de 29 junio
• RJ 1999\3359 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 445/1999 (Sala de lo
Civil), de 24 mayo
• RJ 1999\3925 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 450/1999 (Sala de lo
Civil), de 24 mayo
• RJ 1999\2615 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 306/1999 (Sala de lo
Civil), de 14 abril
• RJ 1999\2611 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 325/1999 (Sala de lo
Civil), de 13 abril
• RJ 1999\1997 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 195/1999 (Sala de lo
Civil), de 12 marzo
• RJ 1999\1368 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 184/1999 (Sala de lo
Civil), de 9 marzo
• RJ 1990\9994 Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 11
diciembre 1990
• RJ 1990\9042 Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 23
noviembre 1990
• RJ 1990\8528 Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 6
noviembre 1990
• RJ 1990\5780 Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 6 julio
1990
• RJ 1990\668 Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), de 7 febrero
1990
• RJ 1998\7565 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 956/1998 (Sala de lo
Civil), de 16 octubre
• RJ 1998\4074 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 492/1998 (Sala de lo
Civil), de 29 mayo
• RJ 1998\2055 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 361/1998 (Sala de lo
Civil), de 17 abril
• RJ 1998\1284 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 221/1998 (Sala de lo
Civil), de 12 marzo
• RJ 2000\9303 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1086/2000 (Sala de lo
Civil), de 28 noviembre
• RJ 2000\9206 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 1009/2000 (Sala de lo
Civil), de 2 noviembre
• RJ 2000\9197 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 942/2000 (Sala de lo
Civil), de 23 octubre
• RJ 2000\8808 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 962/2000 (Sala de lo
Civil), de 17 octubre
• RJ 2004\2323 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 274/2004 (Sala de lo
Civil, Sección 1ª), de 31 marzo
• RJ 2004\1668 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 267/2004 (Sala de lo
Civil, Sección 1ª), de 26 marzo
• RJ 2004\2149 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 254/2004 (Sala de lo
Civil, Sección 1ª), de 25 marzo
• RJ 2004\2146 Sentencia del Tribunal Supremo núm. 203/2004 (Sala de lo
Civil, Sección 1ª), de 12 marzo
Carmen García M.
Licenciada en Derecho
Elche