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La autoridad del necio 2011
Primer Coloquio Internacional sobre Argumentación Carlos Vaz Ferreira 3 y 4 de noviembre de 2011, Montevideo-Uruguay
LAS RAZONES DEL NECIO
Hubert Marraud (U.A.M.)
In auribus insipientium ne loquaris, quia despicient doctrinam eloquii tui.
(Proverbios 23:9)
INTRODUCCIÓN
Si les dijera que un perfecto estúpido mantiene una determinada opinión o
que alguien conocido por su imprudencia recomienda una acción, pensarían que
estoy intentando desacreditar esa opinión o desaconsejando esa acción. Pero si les
dijera que hasta el estúpido de fulano cree que P o que incluso el imprudente de
mengano recomienda hacer A, su interpretación sería muy diferente. Pensarían
entonces que estoy invitándoles a adoptar esa opinión o esa decisión. Así, puede
aducirse un mismo hecho -una opinión es mantenida por un estúpido, un
imprudente recomienda un curso de acción- para sustentar conclusiones
contradictorias.
Fenómenos como estos llevan al lingüista Oswald Ducrot a mantener que la
argumentación lingüística es algo totalmente diferente de la argumentación lógica o
retórica.1 Esa opinión a menudo es compartida desde el campo lógico-filosófico.
Sirva de muestra Luis Vega: “Los lingüistas (…) gustan de hablar de la
argumentación y de las propiedades o funciones argumentativas allí donde uno solo
encontraría una gramática de la intención y la inferencias discursivas” (2003, pp.54-
55).2
El propósito de mi ponencia es esbozar un análisis lógico de argumentos
lingüísticos como Hasta el estúpido de fulano cree que… o Incluso el imprudente de
1 Ducrot entiende por “argumentación retórica” un intento verbal de persuasión y por “argumentación lingüística” un segmento discursivo formado por dos proposiciones ligadas entre sí por un conector como por tanto, así pues, etc. Para Ducrot la idea de que hay una cierta racionalidad que se manifiesta es tales encadenamientos lingüísticos es puramente ilusoria. 2 Aunque opiniones como estas son ampliamente compartidas, no son universales. El lingüista José Portolés, por ejemplo, aduce que aunque “la propuesta de la teoría de la argumentación en la lengua se centra en el hecho discursivo (…) no obstante, considero que sus planteamientos se pueden adaptar a una concepción inferencial de la comunicación” (2004, p.235).
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mengano recomienda que… Esto es, trataré de contestar a preguntas como “¿En
qué circunstancias el hecho de que un estúpido crea algo puede constituir una
razón para adoptar esa creencia?” o “¿Cuándo justifica la adopción de un curso de
acción la recomendación de un imprudente?”.
MI PERSPECTIVA TEÓRICA
Umberto Eco comienza La estructura ausente estableciendo una distinción
entre una disciplina científica y un simple campo de investigación. Mientras que una
disciplina se caracteriza por tener un método unificado y un objeto concreto, un
campo de investigación solo tiene un repertorio de temas aún no unificados del
todo. Uno de los pocos acuerdos que existen entre quienes se dedican a la teoría de
la argumentación es que ésta es un campo y no una disciplina.
El carácter campestre de la teoría de la argumentación aconseja comenzar
declarando cuál es la perspectiva adoptada. La mía es la de la lógica informal.
Según una conocida definición de Johnson y Blair: “La lógica informal es el estudio
normativo de la argumentación. Precisando un poco más, la lógica informal es una
rama de la lógica que tiene por objeto desarrollar estándares, criterios y
procedimientos no-formales para el análisis, la interpretación, la evaluación, la
crítica y la construcción de argumentaciones en el discurso cotidiano”. (1987,
p.148).
La lógica informal es pues una disciplina normativa cuya pregunta central es
“¿qué es un buen argumento?”. Esa pregunta es muy distinta de preguntas como
“¿qué argumentos se usan?”, “¿qué argumentos son eficaces?” o “¿qué
argumentos se tienen generalmente por buenos?”. Al mismo tiempo, está claro que
para responder a la primera pregunta hay que tener en cuenta las respuestas que
se den a las demás.
Los enfoques lógicos de la argumentación se distinguen de otras perspectivas,
como la retórica o la lingüística, por su carácter normativo, en el que insiste la
definición de Johnson y Blair. Por lo demás puede haber grandes diferencias entre
dos enfoques lógicos. El adjetivo “informal”, por ejemplo, apunta entre otras cosas
a un giro pragmático que consiste en centrarse, no en los argumentos entendidos
como objetos, sino en la práctica argumentativa
UN MODESTO CORPUS
La insistencia de la lógica informal en la práctica argumentativa se pone de
manifiesto cuando se consideran conceptos clave como falacia y esquema
argumentativo. Un requisito imprescindible para optar tanto a la condición de
falacia como a la de esquema argumentativo es ocurrir con cierta frecuencia. Por
tanto, la coherencia me exige documentar mínimamente la ocurrencia del tipo de
argumentos que me propongo analizar. Dicho con otras palabras, necesito un
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corpus de casos reales si no quiero incurrir en el error, denunciado por Vaz Ferreira,
de limitarme a estudiar animales embalsamados, o peor aún animales de cera o
cartón. He aquí mi modesto corpus.
1. Pues bien –volvió a decir entonces Girolamo- acerca de esta cuestión tengo un
argumento que corta como la espada… (…) El argumento es que los orientales y los
griegos, que están mucho más familiarizados que nosotros con la doctrina de los
santos padres, están seguros de la pobreza de Cristo. Y, si esos herejes y cismáticos
sostienen con tanta claridad una verdad tan clara, ¿acaso querríamos ser más
heréticos y cismáticos que ellos negándola? ¡Si los orientales escuchasen lo que
algunos de nosotros predican contra esa verdad, los lapidarían! (U. Eco, El nombre de
la rosa).
2. El multimillonario y especulador György (George) Soros, de origen húngaro, ha
reconocido en unas declaraciones que la política social de los regímenes comunistas
ofrecía mejor nivel de vida al colectivo gitano que el capitalismo. (Foro de acción
comunista http://www.forocomunista.com/t6004, consultado el 23/02/2011).
3. Incluso Rajendra Kumar Pachauri, presidente del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (conocido por sus siglas en inglés IPCC), dijo que
sería científicamente incorrecto vincular cualquier serie particular de eventos con el
cambio climático inducido por los seres humanos. (Econoticias.com, 28/10/2010,
http://www.ecoticias.com/, consultado 23/02/2011).
4. Navarro acompañó al equipo que nombró el presidente de la República, Hugo Chávez
Frías, el pasado 4 de octubre, para encargarse del procedimiento, cuando decidió la
nacionalización de esta empresa que “venía atropellando a los productores”.
“Tres meses después hicimos un balance y notamos un cambio que incluso
reconocen los productores que no creen en el proceso”, dijo.
Entre los logros de Agropatria, mencionó que los créditos se mantienen e incluso
aumentaron los montos; los precios de los productos bajaron hasta en un 60% y se
eliminó la figura del intermediario que llevaba los insumos hasta los productores a un
costo bastante elevado. (Agencia Venezolana de Noticias, 27/10/2011).
5. Otra cosa ha quedado clara, y es que los ricos se beneficiarían de la ingeniería
genética mucho más que los pobres. (…) Si somos incapaces de gastar los 50
céntimos por persona que costaría comprar mosquiteros para proteger de la malaria
a la mayor parte de África, parece poco probable que vayamos a hacer llegar a todo
al mundo, salvo a los máximos contribuyentes, las más avanzadas fórmulas de la
tecnología genética. Más poder para los ricos. Esta injusticia es tan evidente que ni
siquiera los más acérrimos partidarios de la aplicación de la ingeniería genética se
esfuerzan en rebatirla. (Bill McKibben, “¿El mal del sentido de la vida?”, Magazine El
Mundo, 24/08/2003).
6. Que somos un país pobre y pequeño que no puede permitirse la existencia de
diecisiete bandas de derrochadores es tan evidente que incluso el político español
medio, tan proclive a la pereza intelectual, podría entenderlo a poco que se
esforzara. (Pablo Molina, Libertad digital, 17/02/2011).
7. Otero ya no es hoy el de ayer. En los últimos meses se ha producido una
transformación en su 'día a día'. Beligerante sólo unos años atrás, lo cierto es que a
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fecha de hoy la llama reivindicativa de Joaquín Otero se ha ido apagando de una
forma tan evidente que incluso ha llamado la atención a sus propios compañeros en
los sillones de las cortes. (J.Calvo, “Otero se acerca a Herrera”, 16/03/2011,
Leonoticias.com).
8. "Hasta los miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela reconocen la grave
crisis hospitalaria por la que hoy atraviesan todos los hospitales del país".
(Declaraciones del diputado de la Asamblea Nacional Miguel Ángel Rodríguez
recogidas en Noticias-Venezuela.com., 13/03/2011).
9. Cierta tendencia cientifista -que no científica- contemporánea aspira a relativizar
todas aquellas apreciaciones éticas que no pueden ser sustantivadas en
fundamentos biológicos o neurológicos de nuestra especie. (…) Según bastantes de
ellos [epígonos poco perspicaces de la psicología evolutiva], sólo los curas y los
predicadores de toda laya se empeñan en agitar el espantajo de los prejuicios éticos
frente al arrollador avance de la tecnociencia (…) Incluso un observador tan agudo
como Arcadi Espada despacha a Michael Sandel –empeñado en un uso público de la
filosofía para debatir cuestiones morales contemporáneas (…)- con el mote
derogatorio de “cura párroco”. (F. Savater, “Lo racional y lo razonable”, 07/02/2008,
El País).
10. A veces se ha atribuido el origen de esta hipótesis persistente [los intereses del
individuo bastan para explicar el comportamiento humano y la operación eficiente de
las economías de mercado] al padre de la economía moderna, al mismo Adam Smith.
Por ejemplo, incluso un economista tan perspicaz como George Stigler ha elogiado a
Smith por hacernos entender la verdad, así como las consecuencias excelentes, del
hecho de que "el interés propio domina a la mayoría de los hombres." (…) Este error
común con respecto a Smith (del cual Stigler es portavoz) surge de los intentos de
deducir la teoría general de Smith sobre la motivación humana a partir de su
afirmación específica de que no hace falta apelar a ninguna otra causa salvo la del
interés propio para explicar por qué la gente busca un intercambio fructífero.
(Amartya Sen, “La razón antes que la identidad”, Letras libres, noviembre 2008).
OPERADORES ARGUMENTATIVOS
La presencia de operadores argumentativos en varios de los textos
propuestos parece crucial para determinar el tipo de garantía invocada en el paso
de las premisas a la conclusión. Un operador argumentativo es un morfema que
aplicado a un enunciado transforma sus potencialidades argumentativas. Pues bien,
en los textos 3, 4, 6, 7, 9 y 10 aparece el operador incluso, en el texto 5 el operador
ni siquiera y en el texto 8 el operador hasta. En los dos textos restantes podrían
insertarse esos operadores sin alterar su sentido: si hasta los herejes y cismáticos
están seguros de la pobreza de Cristo…, si incluso Soros reconoce en que la política
social de los regímenes comunistas ofrecía mejor nivel de vida al colectivo gitano
que el capitalismo,… Podría decirse por tanto que me propongo analizar una clase
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de argumentos que se construyen o pueden construirse por medio de
(determinados usos de) esos operadores.
También hay que reparar en la presencia en algunos de ellos de expresiones
que suelen desempeñar el papel de calificadores modales: tan clara en el texto 1 y
tan evidente en los textos 5, 6 y 7. Según Toulmin un calificador modal es un
morfema que “indica la fuerza conferida por la garantía en el paso” de las premisas
a la conclusión (2003, p.137). No se trata de una mera coincidencia: algunos usos
argumentativo de partículas como hasta, incluso y ni siquiera invitan a usar o
sobrentender en la conclusión calificadores como es evidente, es obvio o está claro.
Aunque en los casos que estamos considerando incluso se comporta más bien como
un operador, esta afinidad puede ser parte de las razones de los lingüistas para
afirmar que el conector incluso señala que el segmento discursivo que le sigue es
argumentativamente más fuerte que el que le precede. Con todo hablar aquí de
“fuerza” me parece confundente, porque como argumentaré en su momento a
veces las razones introducidas por incluso o hasta solo son aptas para sustentar
una conclusión de la forma es evidente que C, y no pueden aducirse a favor de la
propia C.
Si en los argumentos 1, 5, 6 y 7 se trata de establecer que una tesis es
evidente, en los argumentos 9 y 10 se intenta establecer que una opinión está muy
extendida o muy arraigada. Pese a las diferencias entre “evidente” y “extendido”,
obvis y ampliamente compartidas, creo que en las argumentaciones que estamos
considerando el funcionamiento de evidente y arraigada presenta algunas
semejanzas.
Finalmente, es notorio el uso de verbos con un sentido concesivo como
admitir o reconocer, a menudo acompañados de los adverbios hasta e incluso, y de
otros como negar, rebatir o dudar, en forma negativa y con el adverbio ni siquiera.
ESQUEMATIZACIÓN
Para representar la forma de estos diez argumentos me guiaré por el modelo de
Toulmin, distinguiendo entre las premisas o datos, la garantía y la conclusión.
Comenzaré por extraer la conclusión y las premisas que la sustentan, aunque lo
fundamental es la elucidación de la garantía desplegada, de la que depende la
legitimidad y la fuerza del paso inferencial.
Superficialmente, todos estos argumentos parten de premisas de las formas
Incluso/hasta los tal y cual afirman/creen/etc. que P y Ni siquiera los tal y cual
niegan/dudan/etc. para concluir P, Es evidente que P o P es una opinión extendida.
Eso los asemeja a esquemas argumentativos conocidos los argumentos basados en
la posición o en la opinión experta. Walton (1996, pp. 61-63) describe así los
argumentos basados en la posición:
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Premisa mayor: La posición de la fuente S le permite saber cosas sobre un
determinado dominio temático D al que pertenece la proposición P.
Premisa menor: S afirma que P (en el dominio D) es verdadera (falsa).
Conclusión: P es verdadera (falsa).
Reformulándolo en términos del modelo de Toulmin, la premisa mayor de Walton
sería la garantía y la premisa menor el dato. En todos los casos el dato es que
alguien ha afirmación algo y la garantía invocada para justificar el paso a la
conclusión parece tener que ver con una determinada cualificación de los
declarantes. Lo mismo vale para los argumentos basados en la opinión experta, que
Walton (1997, p.210) considera un subtipo de los argumentos basados en la
posición. Lo distintivo de esta variedad es la garantía (para Walton la premisa
mayor), que ahora reza: La fuente S es un experto en el dominio temático D al que
pertenece la proposición A.
Hay sin embargo una clara diferencia lingüística entre los argumentos de la
muestra y los basados en la posición o en la opinión experta. La garantía de los
argumentos basados en la posición aduce un tipo de cualificación de la fuente que
es incompatible con la presencia de operadores como incluso, hasta o ni siquiera en
la premisa. No obstante, la diferencia puede ser sutil. Una frase como
- Hasta los peritos confirmaron que no existe ninguna manipulación en la cinta
grabada el día del soplo.
puede sonar “rara”, pero deja de hacerlo cuando se añade alguna información:
- Hasta los peritos de la acusación confirmaron que no existe ninguna
manipulación en la cinta grabada el día del soplo.
ARGUMENTOS A FORTIORI
La presencia de conectores argumentativos como hasta o incluso puede
hacernos pensar que, al menos en algunos casos, se trata de argumentos a fortiori.
En efecto, esos operadores pueden introducir argumentos a fortiori, como sucede
en el ejemplo siguiente:
11. “… estos primates [los chimpanzés] son, sin lugar a dudas, las criaturas que más se
asemejan a los seres humanos. Tienen conciencia de sí mismos, capacidad simbólica
y cultura que transmiten de generación en generación; pueden aprender el lenguaje
de los signos con un vocabulario de unas 300 palabras, y son incluso superiores a
nosotros en algunas habilidades de memoria matemática” (J. de Jorge, “Una
inteligencia casi humana”, diario ABC, 15/08/2011).
Pero sería precipitado concluir que esos operadores no tengan otros usos
argumentativos.
La denominación “argumento a fortiori” resulta al menos tan problemática
como la de “argumento por analogía”. Como escribía J. S. Mill, “No hay ninguna
palabra, sin embargo, que se use más laxamente, o en una mayor variedad de
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sentidos, que analogía” (Un Sistema de Lógica, Cap. XX). La poca atención prestada
por la teoría general de la argumentación al argumento a fortiori contrasta con el
interés del que es objeto en la teoría de la argumentación jurídica. Desde la
argumentación jurídica el argumento a fortiori está próximo al argumento
analógico, hasta el punto de que la relación entre esos dos esquemas
argumentativos es una de las dos cuestiones centrales que articulan el análisis de la
argumentación a fortiori.
Por mi parte mantengo que los argumentos a fortiori se asemejan a los
argumentos por analogía porque en unos y otros se opera una transferencia de la
fuerza de un argumento a otro (Cfr. Marraud 2007a, 2007b). Mi posición se
asemeja, pues, a la defendida por Van der Eycken, para quien el argumento a
fortiori es una modalidad del analógico ya que ambos extienden al caso estudiado
una solución formal de la ley, alegando que para este resultado vale tanto una
razón igual (argumento analógico) como superior (a fortiori).
. En las argumentaciones por analogía y a fortiori se aduce que la fuerza de un
primer argumento (el foro, en la terminología de Perelman) es suficiente para
mostrar que también lo es la fuerza de un segundo argumento (el tema, en esa
misma terminología). La diferencia radica en que en una argumentación por
analogía se pretende que el foro y el tema tienen una fuerza similar, y en una
argumentación a fortiori que tema es (incluso) más fuerte que el foro.
En la argumentación de Judith de Jorge se alega que si la conciencia de sí
mismos, la capacidad simbólica y cultural, y la capacidad de aprender el lenguaje
de los signos son razones para atribuir una inteligencia comparable a la humana a
los chimpancés (foro), su superioridad en algunas habilidades de memoria
matemática constituye una razón aún más fuerte para esa misma conclusión
(tema). Esto es, si la posesión de algunas capacidades intelectuales en menor grado
que los humanos es una razón para considerar que los chimpancés son inteligentes,
entonces la posesión de otras en un grado superior a los humanos es una razón
más fuerte para esa misma conclusión.
Consideremos un segundo ejemplo de una procedencia bastante diferente.
Francisco Javier Ezquiaga (2008, pp. 144-146) analiza una argumentación a fortiori
que toma de la sentencia 110/1984, de 26 de noviembre, del tribunal constitucional
español.
“El secreto profesional, es decir, el deber de secreto que se impone a determinadas personas, entre ellas los Abogados, de lo que conocieren por razón de su profesión, viene reconocido expresamente por la Constitución que en su artículo 24.2 dice que la Ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se está obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos. Evidentemente y a fortiori tampoco existe el deber de declarar a la Administración sobre esos hechos. La Constitución consagra aquí lo que es no un derecho sino un deber de ciertos profesionales que tiene una larga tradición legislativa (cfr. artículo 263 de la LECr).”
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El foro es un argumento normativo que invoca el artículo 24.2 párrafo 2º de la
Constitución Española para concluir que una persona no tiene la obligación de
declarar ante un juez o tribunal sobre hechos presuntamente delictivos de los que
ha tenido conocimiento por razón de su profesión. Esquemáticamente y con las
debidas simplificaciones:
S ha tenido conocimiento de los hechos H por razón de su profesión
Por tanto, S no tiene la obligación de declarar ante un juez o tribunal sobre H
Porque el secreto profesional es reconocido expresamente por el artículo 24.2 de la Constitución
La sentencia no usa este argumento, cuya solidez considera comúnmente aceptada, para establecer su conclusión, sino para justificar la solidez de un segundo argumento (el tema): S ha tenido conocimiento de los hechos H por razón de su profesión
Por tanto, S no tiene la obligación de declarar ante la Administración sobre H
Porque …
Esto es, se pretende que si la primera inferencia es legítima, tanto más lo es la
segunda. La garantía desplegada en el tema no se hace explícita, sino que se
muestra, por así decir, a través del primer argumento. Ezquiaga (Op.cit., p. 146)
explica así el razonamiento que subyace al tema: “si ese artículo reconoce el
secreto profesional frente a los jueces y tribunales, a fortiori lo reconoce frente a la
Administración. ¿Por qué? Porque la Administración merece “con mayor razón” que
los jueces esa regulación”. Me parece indudable que, según el modelo de Toulmin,
Ezquiaga está hablando aquí, no de la garantía, sino del respaldo de esa garantía.
Recuérdese que según Toulmin el respaldo se refiere a la aplicabilidad general de la
garantía.
¿Qué es la mayor razón? ¿Cómo se determina? Asumiendo que la fuerza
depende de la garantía desplegada, podemos explicar el incremento de la fuerza
propio de los argumentos a fortiori de dos formas diferentes aunque no
mutuamente excluyentes. Para explicar cómo puede suceder que el foro y el tema
desplieguen garantías distintas entre sí pero cuya fuerza es proporcional podría
recurrirse a los respaldos. Si la relación entre el respaldo y la garantía es similar a la
relación entre los datos y la conclusión, el respaldo aducido proporcionará una
razón más o menos fuerte para concluir que la garantía es generalmente aplicable.
También puede pensarse que aún cuando la garantía desplegada sea la misma,
podría haber diferencias de fuerza en el paso de las premisas a la conclusión
debidas a que en cada caso concurren distintas circunstancias. Adviértase a este
respecto que Toulmin incluye en su modelo condiciones de refutación, que “indican
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circunstancias en las que la autoridad general de la garantía queda en suspenso”
(2003, p.137).
CONTRAARGUMENTOS A FORTIORI
El conector ni siquiera también puede ir asociado con una argumentación a
fortiori. Una expresión canónica de argumentación a fortiori es “Si A es suficiente
razón para B, tanto más lo es C para D”. Cuando las conclusiones de los dos
argumentos coinciden, pueden usarse en su lugar frases como “B porque A e
incluso C” (como hace Judith de Jorge en el texto 11). Pero los argumentos a fortiori
también tienen una forma negativa, en la que se trata de mostrar, no que un
argumento tiene la fuerza requerida, sino que es demasiado débil. Frase como “Si A
fuera suficiente razón para B, tanto más lo sería C para D” y “A no es suficiente
razón para B, ni siquiera lo es C” expresan argumentaciones de ese tipo. El texto
que viene a continuación ilustra esa posibilidad.
12. “… sólo una visión descarnada sobre la seguridad (…) podría sostener que la
intervención estatal debería limitarse a eliminar el riesgo directo para las personas, al
costo que fuere: pasándose por alto las garantías que apuntan a evitar o minimizar
los castigos injustificados… Esta visión descarnada… no explica siquiera por qué la
vida en sociedad debería ser defendida. Si se creyera, por ejemplo, como lo hace
buena parte del pensamiento liberal, que sólo el consentimiento (real o hipotético)
genera las condiciones de justificación para la existencia del Estado, sería difícil
suponer que las personas accederían a vivir bajo una sociedad en la que ellas
mismas podrían ser objetos potenciales del maltrato estatal. Es que, además, ni
siquiera lo aconsejaría el cálculo 'racional' de costos y beneficios de una persona que
descontara la posibilidad de ser ella misma objeto del aparato punitivo: si algo no es
obvio es que el peligro que representa la delincuencia vaya a ser minimizado
mediante el encierro y el maltrato de una persona.” (J. González Bertomeu y M.-P.
Saffon, “Ni un preso más sin cupo”, Sin Permiso, 06/12/10).
¿HAY ARGUMENTACIONES A FORTIORI EN LA MUESTRA?
¿Cuáles de los textos la muestra exponen argumentaciones a fortiori? Según
lo dicho, en una argumentación de ese tipo ocurren al menos dos argumentos. Esa
circunstancia es reconocible en los textos 1, 4, 5 y 9. Girolamo usa primero un
argumento que combina la opinión experta con la autoridad: “los orientales y los
griegos, que están mucho más familiarizados que nosotros con la doctrina de los
santos padres, están seguros de la pobreza de Cristo”, y lo completa con un
argumento ad hominem: “si esos herejes y cismáticos sostienen con tanta claridad
una verdad tan clara, ¿acaso querríamos ser más heréticos y cismáticos que ellos
negándola?”. Obsérvese que Girolamo usa el primer argumento para persuadir a
sus interlocutores de la pobreza de Cristo, no para tratar de convencerles de la
bondad del segundo argumento. Aún más, al usar de forma consecutiva esos dos
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argumentos, Girolamo parece incurrir en una contradicción pragmática. Su primer
argumento presenta a griegos y orientales como expertos en patrística, y por tanto
como una fuente fiable en cristología, mientras que el segundo los presenta como
herejes y cismáticos, y por tanto indignos de crédito. Precisamente ahí radica el
efecto cómico del pasaje.
La razón primordial de Navarro para afirmar que la nacionalización de
Agroisleña, para convertirse en Agropatria, ha propiciado cambios positivos es el
balance realizado a los tres meses; la opinión de los productores contrarios al
proceso se invoca después para tratar de mostrar que esos cambios son evidentes.
No obstante, aquí no puede decirse que el segundo argumento sea más fuerte que
el primero, porque lo importante es que mientras el primer argumento invita a
concluir C, el segundo hace lo propio con Es evidente que C.
En el texto 5 para sustentar la tesis de que la ingeniería genética beneficiaría
los ricos mucho más que a los pobres se recurre a un argumento paralelo: “Si
somos incapaces de gastar los 50 céntimos por persona que costaría comprar
mosquiteros para proteger de la malaria a la mayor parte de África, parece poco
probable que vayamos a hacer llegar a todo al mundo, salvo a los máximos
contribuyentes, las más avanzadas fórmulas de la tecnología genética”. Como en el
texto 4, a continuación se ofrece un segundo argumento para concluir que la tesis
ya establecida es, además, obvia: “Esta injusticia es tan evidente que ni siquiera los
más acérrimos partidarios de la aplicación de la ingeniería genética se esfuerzan en
rebatirla”.
Savater trata de persuadir a los lectores de que hay una tendencia
cientificista que rechaza cualquier juicio ético no basado en la biología o en la
neurología invocando, en primer lugar, la opinión de “algunos epígonos poco
perspicaces de la psicología evolutiva”, y, en segundo lugar, que “incluso un
observador tan agudo como Arcadi Espada” despacha al filósofo moral Sandel
calificándole de “cura párroco”. La idea viene a ser que si alguien tan agudo como
Espada comparte, en alguna medida, una opinión tan poco fundada, es que se trata
de una opinión bastante extendida. Así el primer argumento establecería la
existencia de esa tendencia cientificista, mientras que el propósito del segundo
sería más bien mostrar su extensión.
En la cita de Savater se ha omitido la segunda frase que sin embargo no está
desprovista de interés por el uso que en ella se hace del operador incluso: “Incluso
en ciertos casos, algunos epígonos poco perspicaces de la psicología evolutiva
tratan de convencernos de lo inútil que es la indignación moral… frente a prácticas
seculares como la violación o la agresividad contra el extraño, puesto que fueron
estrategias útiles a la especie…”. Merece la pena reparar en que incluso no se usa
aquí para comparar la fuerza de dos razones, sino más bien la fuerza de dos tesis
que irían en una misma dirección.
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En resumidas cuentas, ninguno de las cuatro argumentaciones analizadas
encaja del todo dentro de la descripción de la argumentación a fortiori, puesto que
no puede decirse que en ellas se establezca una ratio entre la fuerza de los
argumentos involucrados.
ESCALAS ARGUMENTATIVAS
En la jerga de los lingüistas el marcador incluso es una partícula aditiva focal
escalar. Eso quiere decir que comporta una inferencia cuantitativa (otros
afirman/creen/reconocen que P) y otra escalar (S ocupa una posición elevada en
una determinada escala). Eso sugiere dos factores distintos de los que puede
depender la legitimidad del paso de la premisa Incluso los S reconocen que P a la
conclusión P. El énfasis puede estar en la inferencia cuantitativa, porque, por
ejemplo, la opinión de los S puede considerarse un indicio de que se trata de una
opinión muy extendida o comúnmente aceptada. Pero la clave también puede estar
en que, por su posición en la escala invocada, puede presumirse que la opinión de
los S está avalada por razones de peso.3
Atendiendo al tipo de escala invocada se pueden formar tres grupos con los
textos propuestos.
- El primer grupo está formado por los argumentos 2, 3, 4, 5 y 8. En estos
casos la escala tiene que ver con el sesgo más o menos marcado de las
opiniones sobre ciertos asuntos.
- El segundo está formado por los argumentos 1, 6 y 7. La escala se
refieren a la mayor o menor falta de cualificación, o a la posición más o
menos desventajosa, de quienes opinan para saber o darse cuenta de algo.
- El tercero está formado por los argumentos 9 y 10. Si en los textos
anteriores se aduce la opinión de una fuente que se presenta como
normalmente poco fiable para apoyar una tesis que el argumentador
suscribe, en los dos últimos se produce una inversión. Savater aduce la
opinión de alguien “tan agudo como Arcadi Espada” y Sen la de “un
economista tan perspicaz como George Stigler” en relación a una tesis
reputada como errónea.
3 Por pasar de la lingüística a la lógica informal, esa duplicidad de inferencias puede ponerse en relación con una observación de Walton y Reed (2002): “La apelación a la opinión popular es un esquema separado del argumento basado en la posición, aunque a menudo están conectados. (…) Un ejemplo sería “En Lyon todo el mundo dice que el metro es una buena manera de moverse”. Este argumento apela a la opinión popular pero su valor se ve reforzado por el argumento entrelazado de que la posición de quienes viven en Lyon (presumiblemente) les permite saber esas cosas”. La apelación a la opinión popular parece poner en juego algún tipo de inferencia cuantitativa (muchos-pocos) mientras que los argumentos basados en la posición parecen remiten a una inferencia escalar (mejor-peor posición).
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Cada grupo se relaciona con un esquema argumentativo estudiado por Douglas
Walton. El primer grupo está relacionado con el argumento basado en el sesgo del
oponente, el segundo y el tercero con el argumento etótico, en sus formas negativa
y positiva, respectivamente.
ARGUMENTOS BASADOS EN EL SESGO DEL OPONENTE.
Muchos lingüistas señalan que el operador incluso precede a menudo a un
elemento que en principio no resultaba esperable. Esta observación cuadra con los
casos que estamos considerando:
• El millonario y especulador Soros reconoce los logros del comunismo en relación
a los gitanos.
• Rajendra Kumar Pachauri, presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático, niega la existencia de pruebas empíricas del cambio
climático.
• Los productores antichavistas reconocen los logros de la nacionalizada
Agropatria.
• Los más acérrimos partidarios de la aplicación de la ingeniería genética no
intentan rebatir que los ricos se beneficiarían de la ingeniería genética mucho más
que los pobres.
• Los miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela –en el poder- reconocen
la grave crisis hospitalaria por la que atraviesan los hospitales de la República
Bolivariana.
En todos los casos la sorpresa se explica porque puede presumirse que los autores
de las declaraciones citadas en las premisas tienen prejuicios contrarios a lo que
declaran. Eso los vincula a uno de los esquemas estudiados por Walton: el
argumento basado en el sesgo del oponente.
Walton (1996, pp.88-89; ver también 1998, p. 228) describe los argumentos
basados en el sesgo del oponente como “un tipo negativo de argumentación en la
que el respondente en un diálogo ataca al argumento del proponente declarando
que tiene una opinión sesgada”. Según Walton, los argumentos basados en el sesgo
del oponente se ajustan al siguiente patrón:
1. El proponente del argumento tiene una visión sesgada.
2. Si el proponente tiene una visión sesgada es poco probable que haya
tenido en cuenta todos los aspectos de la cuestión antes de llegar a una
conclusión.
3. Por tanto es improbable que el proponente haya tenido en cuenta todos
los aspectos de la cuestión.
Por consiguiente, si se apelara a las mismas fuentes para justificar opiniones
contrarias a las defendidas, podría rebatirse el argumento alegando que tienen una
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La autoridad del necio 2011
visión sesgada: Soros negaría los logros del comunismo porque es un millonario y
un especulador, Rajendra Kumar Pachauri afirmaría que hay pruebas empíricas del
cambio climático antropogénico porque es el presidente de IPCC, los productores
negarían los logros de Agropatria porque son antichavistas, etc.
Aunque Walton y Gordon declaran que “algunos esquemas argumentativos,
como el argumento a partir del sesgo, son inherentemente negativos por su
naturaleza, porque se usan para rebatir otros esquemas” (2007, p.121), las
consideraciones precedentes muestran que esa tesis es infundada.
Los argumentos positivos basados en el sesgo del declarante ponen en juego
una inferencia escalar. La idea es que si el declarante está inicialmente
predispuesto en contra de lo que afirma, es muy probable que haya tenido en
cuenta todas las posibles objeciones y argumentos en contrario antes de
concederlo. Esto es, el paso de la premisa a la conclusión estará justificado en la
medida en que lo esté ese supuesto.
ARGUMENTOS BASADOS EN LA FALTA DE CUALIFICACIÓN.
Resultaría chocante que se invite a alguien a adherirse a una creencia
aduciendo que es o podría ser profesada por herejes y cismáticos o políticos
calificados de intelectualmente perezosos. Si evidente funcionase aquí como un
calificador modal, expresaría la fuerza del argumento y le atribuiría una fuerza
considerable. Esa evaluación positiva de la fuerza del argumento contrastaría con la
posibilidad de derivar una conclusión opuesta a partir de las mismas premisas. La
aparente paradoja queda explicada porque los argumentos de este tipo puede
servir para apoyar una conclusión de la forma Es evidente que P, sin hacer lo propio
con la conclusión P, que presuponen. Puede traerse aquí a colación el Diccionario
Enciclopédico Hispanoamericano de 1887 del argumento a fortiori: “Tiene por objeto
refutar errores y precisar verdades ya reconocidas, fortaleciéndolas merced a determinadas
comparaciones” (el subrayado es mío). Esa imposibilidad no es fácil de explicar desde
un análisis toulminiano de los calificadores, porque el argumento que puede
resultar plausible para establecer que algo es evidente parece débil para establecer
que ese algo es el caso.
Esta forma argumental parece emparentada con el argumento etótico
negativo, del que Walton (2002, p.292) distingue cinco variantes, según se refieran
a la veracidad, la prudencia, la percepción, las habilidades cognitivas o la
moralidad. Walton atribuye a los argumentos etóticos negativos la forma:
a está poco dotado para la veracidad/el juicio prudente/la percepción
realista/el razonamiento lógico/los estándares morales
Por tanto no hay que aceptar las razones de a.
Partiendo de la esquematización de Walton, podemos proponer representar así la
forma de los argumentos basados en la falta de cualificación:
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La autoridad del necio 2011
a está poco dotado para la veracidad/el juicio prudente/la percepción
realista/el razonamiento lógico/los estándares morales
a dice que P y P es verdadero/prudente/realista/lógico/moral
Por tanto es evidente que P.
La asunción que está detrás de esta inferencia es que algo es tanto más evidente
cuanto menos cualificación se precise para advertirlo.
La descripción precedente parece convenir más claramente a los
argumentos 1 y 6, en los que aparecen descalificaciones como “hereje”, “cismático”
o “intelectualmente perezoso”, que al argumento 8, en el que no ocurre nada
semejante. No obstante, el argumento 8 presupone que los compañero de Otero en
los sillones de las Cortes serían, por su proximidad, los últimos en darse cuenta de
su cambio de actitud. Al decir que incluso ha llamado la atención de sus
compañeros en las Cortes, se está diciendo que ha llamado la atención no solo de
estos sino también de quienes se encuentran en una posición mejor para advertir el
cambio –como los periodistas que cubren la información de las Cortes. Esta forma
argumental comporta por tanto una apelación a un argumento basado en la
posición del conocedor, que es sobre la que gravita la conclusión Otero es
últimamente menos reivindicativo. Lo que añade la apelación al testimonio de otras
fuente peor colocadas y coincidentes es la posibilidad de insertar es evidente en la
conclusión previa.
ARGUMENTOS ETÓTICOS Y TOPOI
Según una definición muy general, que Walton (1996, p.85) atribuye a
Brinton, en los argumentos etóticos se invoca el ethos del declarante para dar o
restar credibilidad a la tesis que defiende. Walton parece asumir que los
argumentos etóticos son de dos especies:
positivos: se invoca una rasgo positivo del declarante para dar credibilidad a
su tesis; y
negativos: se invoca un rasgo negativo del declarante para restar
credibilidad a su tesis.
Esta descripción de los argumentos etóticos hace pensar en la noción de topos de
Anscombre y Ducrot. El topos es un principio general que actúa como garante del
paso de las premisas a la conclusión y “consiste en una correspondencia entre dos
gradaciones no numéricas” (Anscombre y Ducrot, 1994, p.207). La descripción
precedente de los argumentos etóticos parece involucrar dos topoi muy generales:
(+rasgo positivo, +credibilidad) y (+rasgo negativo, -credibilidad). El primero es un
topos directo, puesto que la correspondencia respeta el sentido de las escalas, y el
segundo un topos converso, porque invierte el sentido al pasar de una a otra. Como
señalan Anscombre y Ducrot, esos topoi también pueden presentarse bajo las
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La autoridad del necio 2011
formas tópicas equivalentes (-rasgo positivo, -credibilidad) y (-rasgo negativo,
+credibilidad), respectivamente.4
Los textos 1, 6 y 7 revelan que los rasgos negativos pueden servir para
otorgar credibilidad a la conclusión cuando esta contiene expresiones como es
evidente. Parece, en concreto, que para que pueda usarse el topos (+rasgo
negativo, +credibilidad) deben darse las siguientes condiciones:
(1) Una de las premisas es del tipo “S afirma que P”.
(2) La conclusión es del tipo “Es evidente que P”.
(3) Se asume que P es (tenida por) verdadera.
En los textos 9 y 10 también se parte de premisas del tipo “S afirma que P”, aunque
ahora las habilidades cognitivas de S son valoradas positivamente (“tan agudo” y
“tan perspicaz”) y P es tenida por falsa o errónea.
Centrémonos en la argumentación de Amartya Sen. Un argumento basado
en la opinión experta permitiría concluir tentativamente de la premisa de Amartya
Sen que Adam Smith mantuvo que los intereses del individuo bastan para explicar
el comportamiento humano y el funcionamiento de la economía de mercado.
Un economista tan perspicaz como Stigler afirma que Smith mantenía que
el interés propio domina a la mayoría de los hombres.
Por tanto, es plausible que Smith mantuviera esa tesis.
Aunque la tesis resulte, pese a todo, ser falsa, el argumento no pierde toda su
virtualidad, puesto que permite mantener que la tesis es al menos plausible. Esto
es, la asunción de que en realidad Smith no mantuvo la tesis que, entre otros, le
atribuye Stigler lleva a reinterpretar la conclusión del argumento anterior,
debilitándola:
Un economista tan perspicaz como Stigler afirma que Smith mantenía que
el interés propio domina a la mayoría de los hombres.
No es cierto que Smith mantuviera que la mayoría de los hombres actúe
por interés propio.
Por tanto, es un error plausible que Smith mantuviera que la mayoría de los
hombres actúa por interés propio.
Este análisis pone de manifiesto que puede apelarse a rasgos positivos del
declarante en relación a una tesis valorada negativamente si la conclusión es del
tipo “Es plausible que C” o “es creíble que C”, y no puede hacerse si la conclusión
comporta la aserción de C.
CONCLUSIONES
4 Sin embargo tengo la impresión de que la fuerza de las formas (-rasgo positivo, -credibilidad) y (-rasgo negativo, +credibilidad) es generalmente menor que la de las formas (+rasgo positivo, +credibilidad) y (+rasgo negativo, -credibilidad) pretendidamente equivalentes.
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La autoridad del necio 2011
(1) Los operadores incluso, hasta, etc. desempeñan una pluralidad de funciones
argumentativas. Entre otras: introducir argumentos a fortiori, argumentos
basados en el sesgo del oponente y argumentos etóticos, comparar la fuerza
de conclusiones con la misma orientación.
(2) Los argumentos a fortiori son, como los argumentos por analogía,
argumentos que tratan de otros argumentos, meta-argumentos (Woods y
Hudak, 1989). Cuando se argumenta a fortiori se alega que un argumento es
más fuerte que otro presentado como suficiente.
(3) El mecanismo que interviene en los argumentos a fortiori puede explicarse
recurriendo a la hipótesis de que los respaldos de las garantías usadas en
cada uno de los argumentos son similares.
(4) Aún cuando la garantía desplegada en dos argumentos sea la misma, podría
haber diferencias de fuerza debidas a que en cada caso concurren distintas
circunstancias.
(5) La legitimidad del paso de la premisa Incluso los S reconocen que P a la
conclusión P puede depender, en mayor o menor medida, de una inferencia
cuantitativa (otros creen que P, muchos creen que P, etc.) o de una
inferencia escalar (S ocupa una determinada posición en una escala
sobrentendida).
(6) Los argumentos basados en el sesgo del declarante pueden usarse para
sustentar una tesis, y no solo para rebatirla. En los argumentos positivos
basados en el sesgo del oponente el declarante ha de estar predispuesto en
contra de lo que afirma. Esos argumentos suponen que si alguien está
predispuesto en contra de una tesis, es muy probable que tenga en cuenta
todas las posibles objeciones y contraargumentos antes de concederlo.
(7) Algunas premisas de argumentos etóticos pueden apoyar una conclusión de
la forma Es evidente que P, sin hacer lo propio con la conclusión P, que
presuponen. Por tanto, evidente no funciona siempre como un calificador
modal.
(8) En algunos argumentos etóticos en los que la conclusión contiene
expresiones como es evidente se usan rasgos negativos del declarante para
otorgar credibilidad a la conclusión.
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