Download - Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero
![Page 1: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/1.jpg)
1
![Page 2: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/2.jpg)
2
NOS HICIMOS A PULSO.
Memoria de los hijos de los enfermos de lepra en el Lazareto de Contratación en Santander.
Trabajo de Grado para optar al título de Antropóloga
Autora
Natalia Botero Jaramillo
Código: 473154
Director
Carlos Guillermo Páramo
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA
Bogotá, Octubre de 2009
![Page 3: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/3.jpg)
3
Agradecimientos:
A todos los contrateños, guacamayeros y guadalupeños,
A mi familia, mis amigos y profesores
A mi orientador y mi guía en este trabajo de grado.
![Page 4: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/4.jpg)
4
INDICE
Página
INTRODUCCIÓN 5
PRIMER CAPITULO. Recordando voy por Contratación 13
Contratación Interna. 13
Contratación Externa. 20
Cotidianidad, legalidad y no legalidad. 24
SEGUNDO CAPÍTULO. Genealogía Del asilamiento. 32
De la política a la medicina como política. Lepra, Estado y Ciencia. 32
Los salesianos y los lazaretos. 45
Los asilos para hijos de enfermos. 53
TERCER CAPITULO. Historia Oral del asilo y de los asileños. 61
Los asilos y los lazaretos. 63
Los hijos de la lepra: la separación de padres e hijos. 65
La política de la Zanahoria y el Garrote: disciplina y rutina diaria en el asilo. 67
La peluca de San Antonio, los castigos. 71
Las fiestas, el teatro y la música. 72
Contando las cebollitas de Egipto. 73
Estudio, trabajo y rezo. 74
La legión de María. Sistema de preferencias. 76
Nos plaquiaban. Exámenes y prácticas médicas en el asilo. 77
Mi madre María Auxiliadora. La devoción religiosa y la familia. 78
Llegó la hora. Saliendo del asilo… 80
El terremoto: se van para la casa, se acaba el asilo. 82
NOS HICIMOS A PULSO. 84
BIBLIOGRAFIA. 89
FOTOS 93
GRÁFICOS 102
MAPAS Y PLANOS 104
Anexo 1 106
Anexo 2 109
Anexo 3 110
Anexo 4 115
![Page 5: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/5.jpg)
5
RESUMEN
Este trabajo realiza una aproximación desde la antropología histórica a la memoria de los
hijos de los enfermos de lepra en el lazareto de Contratación, Santander. Tomando los
conceptos de liminalidad y de contaminación se analizó la condición histórica y social de los
hijos de los enfermos de lepra, explorando cómo para el Estado, la medicina y la
congregación salesiana se configuró el problema de la niñez en los lazaretos, en especial
de los sanos, creándose una serie de instituciones y de prácticas de poder para controlar a
la población, frente a las cuales existieron una serie de estrategias y respuestas por parte
de los contrateños. A través de la historia social, la vida cotidiana y la memoria de los
contrateños este trabajo busca aproximarse a las tensiones y paradojas vividas en estos
lugares, para pensar en cómo se construyeron los contrateños como personas, como
comunidad, y cómo estas experiencias están vivas o silenciadas en su memoria. Para la
realización de esta investigación se desarrollaron metodologías tales como observación
etnográfica; entrevistas semi-estructuradas con relatos de vida, y entrevistas temáticas
sobre el territorio, las fiestas y la vida cotidiana; se consultaron y analizaron fuentes
documentales primarias y secundarias sobre lepra y lazaretos, y se desarrolló una
metodología de cartografía social con elaboración de dibujos, planos y mapas, y recorridos
sobre el territorio.
![Page 6: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/6.jpg)
6
INTRODUCCIÓN
En el 2007 llegué por primera vez a Contratación y sin haberme percatado de la inminencia
del contagio, me fui dejando envolver por el trabajo de campo: por las historias sobre el
lazareto y la lepra que me abrían imágenes y experiencias de otras épocas, con personajes
cargados de recuerdos, de penas y alegrías, con lugares y caminos llenos de pasados. Allí
se fue elaborando una red en la cual quedé atrapada y en donde fui picada por la araña1,
por eso que llaman lepra. Y como muchas personas que sin tener la enfermedad la viven,
quiero compartir con ustedes esta experiencia.
En este camino de dos años se fueron elaborando rutas de investigación que contemplaron
búsqueda de documentación en archivos, etnografía, entrevistas con relatos de vida y
recorridos por el territorio. Todas estas vivencias se entretejieron en la construcción de una
historia social de Contratación, en especial de los asilos para hijos sanos de enfermos de
lepra. Con cada viaje entraba más y más en las historias de personas y lugares sobre el
aislamiento, el control, la medicina y la higiene. Sin embargo, en estas narraciones saltaban
anécdotas donde había risas, amor, aventura y odio.
Al indagar en la memoria social de los contrateños fueron apareciendo las tensiones entre
ellos, como sujetos con capacidad de actuación2, y la institución3. En todos los relatos
estuvieron presentes los conflictos y las tensiones vividas por las personas en los asilos y
en el lazareto, lo cual dibujaba la complejidad de la vida cotidiana en la que constantemente
1 En Contratación una forma para decir que una persona tiene lepra es usando la expresión ―lo picó la araña‖.
2 Quiero hacer una aproximación al concepto de ―capacidad de agencia‖ trabajado por Abadía y Oviedo (2008),
para estudiar dentro de una institución, trabajada en su contexto histórico, qué tantas posibilidades de actuación tiene un sujeto y éste como actúa. Teniendo presente que las instituciones limitan la capacidad de agencia de los sujetos por medio de las normas, la vigilancia, el castigo, etc., estos tienen la posibilidad de actuar dentro de la misma de diferentes maneras: ya sea por medio de actos de acepten la norma, o aquella que la subviertan o la resistan. 3 Goffman en Internados (2004) identifica las instituciones totales como aquellas donde el individuo en un mismo
espacio desarrolla actividades de la vida moderna como dormir, trabajar y recrearse. El Lazareto es trabajado aquí como un campo que se compone de múltiples instituciones totales. Los asilos para hijos sanos de enfermos de lepra son un ejemplo de esto. Dentro de estas instituciones se presentan una serie de ajustes tanto por parte de ésta, como por parte del interno. Es así que a través de la categoría de ―ajustes primarios‖ se definen todas aquellas normas y prácticas que la institución dispone para el interno. Y por ―ajustes secundarios‖ se define cómo el interno responde a la institución; estas respuestas pueden ser de subversión a la norma, evasión o aprovechamiento de ésta. Uno de los aportes de Goffman es describir y visualizar las relaciones y problemas desde la interacción y el cotidiano.
![Page 7: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/7.jpg)
7
se negociaban, se negaban, se aceptaban y se subvertían las normas, la vigilancia y el
control.
En este trabajo se hizo preciso entender de qué manera se configuró el lazareto como un
lugar para el aislamiento de los enfermos desde la medicina, la religión y el Estado,
considerando la legislación, las medidas higienistas, la religión y la educación. De este
modo se buscó explorar en las voces de los contrateños, en sus vivencias de la enfermedad
y del lazareto, su cotidianidad y sus trayectorias de vida, cómo vivían, qué tensiones
afrontaban, qué aceptaban y a qué se resistían.
En torno a esta reflexión, con los asileños4 trabajamos en el territorio, caminándolo, re-
conociéndolo, nutriéndolo de historias y pensándolo, para ver de qué manera en él, por un
lado, se reflejaban las políticas higienistas y de control de la enfermedad y, por otro, cómo
los contrateños se apropiaban de él, lo conocían, le daban un sentido y en él construían sus
vidas.
Es así como me propongo introducir al lector en una caminata por el territorio del pasado y
el presente de Contratación a través de historias, fotografías y mapas. Reconozco que aún
no he caminado todo y que, aunque desde el comienzo del trabajo en campo me aventuré
en compañía de contrateños y de guacamayeros a recorrer caminos, calles y ruinas,
indagando y registrando, son ellos quienes finalmente conocen su territorio. Algunas veces
los relatos bastaron para recorrer caminos en los que se indicaban los ―desechos‖, que
fueron lugares identificados por los contrateños, por los cuales se podían entrar y salir del
lazareto burlando los retenes. Al preguntar cuáles había, solo era necesario acercarse a la
puerta o a la ventana para ver frente a nuestros ojos los cerros que circundan el pueblo;
entonces, con la mano alzada, ellos me mostraban los lugares y sus historias, por lo cual
podría decir que muchos contrateños hicieron estos recorridos conmigo —al calor de un
tinto— con sus recuerdos y narraciones.
4 Así se les llama comúnmente a las personas que estuvieron en los asilos, por parte de contrateños y
guacamayeros.
![Page 8: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/8.jpg)
8
La vida se significa y se resignifica en las experiencias y en los recuerdos de esas
experiencias. Es importante señalar que en muchos casos, cuando hacía una pregunta
abierta, como por ejemplo cómo era la vida en tiempo del lazareto, los contrateños
comenzaban a hablar sobre el tráfico de licores, el consumo de chicha, los matrimonios
entre sanos y enfermos, las escapadas, los hijos… Estas narraciones me hicieron sentir que
tras ellas había una preocupación de los sujetos por tener las riendas de la vida en manos
de quien la vivía y no de quien la reglamentaba, por elaborar estrategias que les permitieran
hacer más llevadero el día a día, con formas de resistencia aparentemente pequeñas:
estrategias que realmente molestaban al Estado, a los curas y a los médicos e higienistas,
que en sus informes se quejaban, pedían más control y sacaban una normatividad extensa
para fijar en el papel lo que en la vida social no se pudo fijar completa y rotundamente.
Para esto fue importante entender los discursos y las prácticas provenientes del Estado, la
medicina y la religión a través de la revisión, recolección y análisis de fuentes documentales
tales como la Revista de Higiene, la Revista Colombiana de Leprología, los Informes de
Lazareto, el Diario Oficial, y otra serie de documentos sobre lepra y lazaretos conservados
en la Biblioteca Nacional, la Academia Colombiana de Medicina y el Ministerio de Salud;
también se consultaron libros y publicaciones de médicos que se fueron recopilando durante
mi trayectoria de investigación. Para entender el carácter de la congregación salesiana,
especialmente en como ella se define y establece su sentido, finalidad y prácticas, me
acerqué a la lectura y análisis de textos producidos por autores salesianos, consultados en
el Centro Histórico Salesiano del Colegio León XIII, incluyendo aquellos que hablaban
específicamente de la historia de los salesianos en los lazaretos (Véase Ortega, 1938;
Reyes, 2004).
La croniquilla de Contratación de Álvaro Ruiz Arenas (1998), logra ser una obra que reúne
la complejidad de la vida y de la historia de esta comunidad. Este texto consigue dar una
apertura a este universo al lector más ignorante sobre el tema, y a la vez, a aquel lector que
![Page 9: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/9.jpg)
9
ya le ha regalado un par de años de su vida a la investigación continua deleitándole,
haciéndole reír, causándole asombro y la necesidad de recurrir incontables veces a él.
Fue así como La croniquilla de Contratación (1998), y mis primeros a viajes al municipio
hicieron que me apasionara por la historia social de esta población, viéndome en la
necesidad de realizar varias rutas de investigación para poder conocer y aprehender
aunque fuese un poco de ese universo. Metodológicamente desarrollé varias técnicas de
investigación cualitativa, como observación etnográfica en el municipio de Contratación,
entrevistas semi-estructuradas con relatos de vida y entrevistas temáticas sobre el territorio,
las fiestas, celebraciones y la vida cotidiana, realizadas a contrateños y guacamayeros en
estos municipios y en Bogotá, y a un sacerdote de la congregación salesiana. También
desarrollamos una metodología de cartografía social5 donde se realizaron varios recorridos
por caminos, predios, ruinas, calles y monumentos, hicimos una serie de dibujos y planos
sobre el asilo y el lazareto, y sobre mapas dibujamos diferentes lugares significativos para la
memoria social de los pobladores. En todas las actividades se narraron historias en torno a
estos lugares de memoria se contaron anécdotas, se habló desde el conocimiento local
sobre legislación, medidas políticas, discursos médicos e higienistas que incidieron en la
organización del territorio y el control de la vida social, y a su vez de las tensiones y las
formas en que los lugareños se apropiaron del territorio, de las relaciones y prácticas
sociales.
Finalmente concluyo6 con este documento, intentando reproducir en el mismo lo que decía
anteriormente, la complejidad de la vida y de la historia social de los contrateños, de los
lazaretos y de la lepra en Colombia y reflexionando sobre las paradojas y ambivalencias.
En el primer capítulo nos aventuramos –contrateños, lectores y yo- a un recorrido por el
5 Pese a no haberme basado en un texto especifico sobre cartografía social, reuní varias experiencias
encontradas en algunos textos como el de Pilar Riaño, Jóvenes, memoria y violencia en Medellín (2006) y en las discusiones del curso de Laboratorio en Antropología Histórica. 6 O más bien dar un alto en el camino, porque es necesario detenerse por un momento, organizar la información,
dejar de ir a campo, como una vez mi director me recomendó pertinentemente, para escribir, reconociendo que no es un documento perfecto, pero que si era necesario escribirlo en el momento.
![Page 10: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/10.jpg)
10
territorio y por el tiempo de Contratación, reuniendo historias y experiencias de vida en torno
de algunos lugares significativos para ellos y en torno de algunas situaciones como el tráfico
de licores, la vida nocturna, los juegos, la presencia de sanos y especialmente de niños
dentro del lazareto, el matrimonio entre sanos (as) y enfermos (as) y la fiesta de la Virgen
María Auxiliadora. Todos estos lugares y situaciones muestran cómo era la vida de los
contrateños cuando existía el lazareto, tanto las tensiones con las normas y la organización
de la institución, como las estrategias para vivir dentro de la misma.
En el segundo capítulo hay una aproximación a los discursos y prácticas por parte del
Estado, la medicina y la congregación salesiana, intentando reconstruir la historia del
lazareto desde la lente de éstas y sobre todo intentando entender el carácter y las lógicas
de las mismas, con la intención de traer a la reflexión el deber ser que se proponía para los
contrateños, especialmente para los asileños, en el lazareto y en los asilos.
El tercer capítulo es un ejercicio de historia oral en el que los relatos de vida de los asileños,
de dos empeladas del asilo y de un cura salesiano se conjugan para reconstruir la historia y
vida al interior del asilo, y de sus vida atravesadas por la vivencia de la lepra en sus familias
y en ellos mismos7; aproximándonos no solo al momento en que estas personas viven en
los asilos, sino al antes y al después de los mismos. Específicamente se trabajó con el Asilo
San Bernardo del Guacamayo para hijos sanos de enfermos de lepra, como un lugar que
ancla estas narraciones, aunque en este trabajo se intenta dar cuenta de los asilos en
general.
Si bien en Colombia no ha existido un conceso sobre como referirse a la lepra, si llamarla
enfermedad de Hansen y al enfermo, enfermo de Hansen, me dispenso si alguien puede
7 Considero pertinente reflexionar sobre el carácter social de las enfermedades, específicamente de la lepra que
ha tenido una historia específicamente marcada por el estigma, el ostracismo y la situación específica de los lazaretos. Partiendo de la consideración de que las enfermedades son construcciones sociales y no solo patologías que tienen un desarrollo únicamente en una dimensión biológica, en algunos casos me atrevo a hablar de la vivencia de la lepra por personas que biomédicamente no son enfermas de lepra, pero que por sus experiencias sociales de vida la han vivido en tanto han estado en los lazaretos, en los asilos, han sido discriminados por ser hijos o familiares de un enfermo de lepra, o han tenido, en muchos casos evitar el posible estigma, que ocultar su procedencia.
![Page 11: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/11.jpg)
11
sentirse chocado con las palabras ―lepra‖ y ―enfermo de lepra‖ o ―leproso‖8. Considero
importante explicar que las utilizo en este trabajo por varios motivos: pese a lo difícil que
han sido históricamente los procesos de estigmatización y de ostracismo para los enfermos
y sus familias, considero que estas palabras precisamente evidencian una historia y los
significados que en determinados momentos han tenido. Ha sido evidente el uso de estas
palabras en las fuentes documentales consultadas, y en la mayor parte de las personas
entrevistadas era común el uso de las mismas, tal vez no con la intención de reproducir la
carga semiótica contenida en los documentos y en la historia de éstas, sino por el contrario
refiriéndose en muchos casos a sus amigos, familiares e inclusive a sí mismos como
enfermo de lepra o leproso con espontaneidad.
No podría terminar esta introducción sin dar mis más sentidos y profundos agradecimientos
a los contrateños, guacamayeros y guadalupeños, dedicando a ellos este trabajo.
Igualmente quiero reconocer y agradecer a muchas personas que me han ayudado y
apoyado en este proceso, ya sea con una referencia, una pregunta o un aporte, ya sea con
el consuelo, los consejos y los ánimos en los momentos difíciles, ya sea con la disposición
de leer o de escuchar mis historias y de responder a mis dudas, ya sea con el apoyo
económico, material y/o simbólico a este trabajo. Por todo esto y mucho más agradezco a
mi familia, a mis amigos y compañeros de estudio y de trabajo9, al grupo de investigación de
Antropología Médica Crítica, a mis profesores, especialmente a Carlos Miñana y Marta
Saade quienes me instruyeron metodológica y teóricamente; a Augusto Gómez quien me
escuchó en repetidas ocasiones ayudándome a entender los problemas; a mi director
Carlos Páramo por sus consejos oportunos, por su guía, reprensiones y consejos, y por
aceptar la dirección de esta tesis; a la profesora Claudia Platarrueda por todo el tiempo en
que trabajé a su lado y en cual crecí como investigadora. Agradezco a los estudiantes de la
Universidad Nacional y Externado que compartieron algunas experiencias de campo
conmigo. Agradezco a Mónica, del Centro Histórico Salesiano por su ayuda. Muy
8 De aquí en adelante dejaré de utilizar las comillas para estas palabras, recordándose la aclaración hecha.
9 Entre mis amigos quiero resaltar a Caro, María, Sergio, Felipe, Jorge, Martín, Jefferson y Catalina.
![Page 12: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/12.jpg)
12
especialmente agradezco a Hubert Báez, Jairo Peña, Alexandra, doña Inés, Álvaro Pinzón,
Gonzalo Ruiz y Jaime Martínez quienes en Contratación, Bogotá y Agua de Dios me
brindaron su ayuda, compañía y consejo; y vuelo a las personas que entrevisté, con las que
charlé, compartí un tinto, fui a una caminata… a Pedro Pablo Vanegas, Pascual Carrillo,
Ricaurte Pinzón, Jorge Bohórquez, Antonio Ruiz, Antonio Paredes, Rosa y María Otilia, las
Señoritas Ojeda, la señorita Helena, Rosendo Chacón, doña Olivia, doña Oliva, Rosario
Chacón, Hernando Marín, Che María, el padre Mario, el doctor Daguer, Abel Parra, Pablo
Emilio Cifuentes, Julio Sánchez, el Mono Emilio y doña Mariela, Juan Poblador, Carmelo
Gaona, Álvaro Ruiz Arenas y doña Evelia, a Marisol y doña Carmen que desde Ecuador me
dieron un motivo más para seguir esta investigación. Quiero hacer un reconocimiento a
Daniel Chacón por el trabajo durante muchos años de recolección y formación de un archivo
fotográfico de Contratación, hoy propiedad del Concejo Municipal de Cultura, a ellos
agradezco por facilitar la inclusión de varias fotos en este trabajo. Finalmente agradezco a
todas las personas que tanto en los documentos, como en el trabajo de archivo y en el
trabajo de campo hicieron posible este trabajo.
![Page 13: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/13.jpg)
13
PRIMER CAPITULO
Recordando voy por Contratación
Muchos contrateños recuerdan la cartografía del lazareto con una marcada división entre el
adentro y el afuera. Esta división definida por el ―cordón sanitario‖ y los retenes o puestos
de control que organizaban el espacio delimitando el lugar para los enfermos, denominado
por los contrateños ―Contratación interna‖ y los lugares para los sanos denominados
―Contratación externa‖. Esta división territorial procuraba definir un orden mediante el cual
los enfermos fueran aislados y los sanos como el personal médico y administrativo,
familiares y vivanderos que por diferentes razones estaban en el lazareto, se mantuvieran
distanciados de los enfermos, viviendo y permaneciendo en lugares específicos (Véase
Anexo 1 y 2).
Contratación Interna.
La ciudad de calles tortuosas, ciegas, taponadas, de casas en caótica disposición, sin duda el reflejo externo, mental y anímico de aquellos lazarinos primeros, trajinantes en el viacrucis dolorido de la reclusión. (Ruiz Arenas, 1998 p. 14). (Véase foto 1)
Circundado por montañas se encuentra el pueblo de Contratación. Sus calles empedradas
dibujan rutas y caminos tortuosos, que se articulan, por lo menos en sus calles principales,
con la plaza donde se encuentra la iglesia, la casa cural, algunas casas de dos plantas y el
antiguo Asilo San Evasio, hoy Instituto Técnico Industrial.
La plaza
Actualmente el centro de la plaza exhibe un monumento con una gran moneda que deja ver
dentro de sus inscripciones la cruz que identificó a los lazaretos. La Coscoja, como se solía
llamar antiguamente a esta moneda de circulación exclusiva para los lazaretos, comenzó a
pasar de mano en mano desde 1921 (Ruiz, 1998:50), aunque la idea de su creación vino
con el gobierno del General Reyes, a principios del siglo XX (ver Ley 8 de 1905, Decreto
1562 de 1906, Decreto 1452 de 1907, Decreto 2209 de 1918, Decreto 68 de 1919 y Decreto
831 de 1928, en República de Colombia, 1937, p: 227-232, Ruiz Arenas, 1998, p: 22,
![Page 14: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/14.jpg)
14
Obregón, 2002:229). Este monumento les recuerda a muchos contrateños el aislamiento y
la exclusión, y al respecto se refieren al Lazareto como a una ―república independiente‖ o
―república aparte‖. Don Rosario Chacón llegó junto con su familia de Paipa, Boyacá, al
lazareto de Contratación siendo niño. Con 83 años, de los cuales 78 ha vivido en el pueblo,
don Rosario es una de las personas más antiguas que hay allí viviendo y recordando
historias del lazareto y del municipio:
Esto aquí era una república aparte, prácticamente era una república. Aquí no había alcalde, había un corregidor, un administrador y un médico director, quienes prácticamente mandaban en el municipio. También había juez municipal y juez promiscuo, o sea que si había un crimen o un asesinato, el segundo era el que hacía la sentencia y toda esa joda, porque el juez municipal no podía hacer eso. Y había una cárcel, y aquí los mismos enfermos, por ejemplo, si alguno mataba a una persona, el juez promiscuo le hacía una sentencia y lo juzgaba, y lo echaban a la cárcel, ahí donde es la policía, ahí era la cárcel (Entrevista a don Rosario, Contratación, mayo 2009).
Don Rosario cuenta que antes de existir la gran moneda, allí había una pila de agua de la
que se abastecía una buena parte del pueblo. Él nos cuenta que ―de día y de noche estaba
cayendo agua. En burro se cargaban los barriles y las cantinas en las que se guardaba el
agua. Decían que ese era el acueducto de las tres ‗b‘: bobo, burro y barril.‖ (Véase foto 2)
Junto al atrio de la iglesia existía un lugar llamado ―La Piedra de los Aburridos‖ o ―El
Desplumadero‖ (Ruiz, 1998: 55). Este ha sido un sitio de reunión de muchos contrateños a
lo largo de los años, en donde se contaron y se cuentan chismes e historias. En este lugar
reafirmé que la memoria de los contrateños sobre el lazareto permanece, que se revive con
el encuentro de amigos que conversan sobre sus días, recuerdan anécdotas de sus
familias, echan cuentos que no vivieron pero que escucharon, relatos que todos saben pero
que se repiten causando nuevamente asombro, tristeza, expectativa y risas. La memoria se
inserta en la oralidad, las historias son narradas, se debate sobre ellas, se exponen otras
versiones, se confrontan, se complementan, se traen al presente, mueven el pensamiento,
crean sentidos de pertenencia.
Dicen que el Mono Emilio sale a un escenario y todo el público estalla en risas. Aquellos
que ya lo han visto actuar por muchos años lo admiran por su espontaneidad y no se
![Page 15: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/15.jpg)
15
cansan de su actuación, pues, como él dice, no hay papel que se aprenda de memoria y
cuando sale, improvisa. Es oriundo de Piedecuesta, Santander, a la edad de 14 años se
enfermó al parecer de apendicitis y fue llevado a Bucaramanga para la operación, allí le
hicieron exámenes médicos después de los cuales el doctor le dijo: ―Tiene que irse para el
lazareto de Contratación, usted es enfermo de lepra‖. Él contaba, ―yo me puse a llorar, a
gritar y toda esa joda, pero el médico me dijo ‗deje, no haga escándalos (…) ahí se sabe si
se alienta o se muere‖. Fue internado en el asilo San Evasio para niños enfermos, y desde
allí comenzó a interesarse por el teatro y a actuar en obras que los salesianos promovían
(Contratación, abril de 2007). En sus charlas y entrevistas el Mono Emilio siempre narraba
historias cotidianas del pueblo, de las bromas que le hacían a la gente, de los juegos, los
bailes y los bares, también de las muchachas. Esta es una de sus tantas anécdotas que
muestra esa vida en el pueblo:
Los patos10 nos llamaban a nosotros. Eso nos quedábamos hasta las once, doce o una de la mañana echando jeta por ahí, sentados en la piedra de los aburridos o se iba donde Pedro Carreño para jugar lotería y hueca11, y beba tinto y juegue esa joda. Y había el juego del tororó12, eso sí era mucho lo bravo, eso muchos el subsidio lo perdían ahí. Era bonita la vida, pa‘ uno era bonita, se lo pasaba uno por ahí en la calle. Eso sí, había que tener las tres herramientas: sombrero, ruana y linterna. (Charla con el Mono Emilio, Contratación, mayo de 2009)
Las calles y los ríos de gentes
Recorriendo las últimas casas del pueblo se pueden ver cercos de piedra que bordean y
delinean las formas irregulares de las calles, algunos cimientos de casas que
desaparecieron, y otras que están solas y abandonadas. Estos vestigios dan cuenta de que
el pueblo se ha reducido, lo cual reafirma los recuerdos de los contrateños, quienes
describían que en tiempos del lazareto las calles de Contratación eran inundadas por ―ríos
de gentes‖. (Véase foto 3)
10
―Pato‖ aquí quiere decir una persona vaga, del pueblo que mantiene sin mucho oficio por las calles. 11
―Hueca‖ es un juego de mesa que es similar al parqués pero con reglas distintas. Se utiliza el mismo tablero, y las cuatro fichas por cada jugador. Sin embargo, se usa un solo dado, pueden existir alianzas por parejas y si uno gana, gana la pareja. Más adelante ahondaremos en este juego. 12
―Tororó‖ es un juego de mesa en el que se usan las cartas del naipe, y se juega como el póker pero modificando sus reglas.
![Page 16: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/16.jpg)
16
Cuando hablé con don Rosario sobre Contratación se puso de pie, tomó un almanaque que
estaba colgado y mostrándome esta foto me contó:
Eso era muchísima la gente que había. Esto tiende a acabarse, porque ya la ciencia dijo que la lepra no era prendediza y al enfermo ya no lo obligan a quedarse como antes13 (…) pudo haber más de veinte mil habitantes. Como el caso mío, de ser sanos y vivir con enfermos, aquí había muchos. (Contratación, mayo de 2009)
De veinte mil habitantes el pueblo pasó actualmente a tener menos de cuatro mil. Las
personas envejecen, los jóvenes una vez terminan el colegio procuran salir a Bogotá o
Bucaramanga para conseguir un trabajo, estudiar y hacer una nueva vida. El pueblo está
lleno de niños y de ancianos, sin embargo, una vez crecen, los niños salen del colegio y se
van. Los ancianos viven en el recuerdo ambivalente del lazareto, ya que fueron tiempos
bonitos y difíciles a la vez. Se rememora la prosperidad que tuvo el lazareto, su importancia
para la región, pero también se recuerda el aislamiento y el escrúpulo. En estos recuerdos
la representación del lazareto no es unívoca, por el contrario está llena de matices, salta
entre la felicidad y la tristeza, lo bueno y lo malo.
Eso se acabó [en 1961, el lazareto pasó a ser municipio de Contratación]. No recuerdo la fecha, pero sucedió hace como 40 años cuando le dieron al enfermo cédula, porque cuando eso el enfermo no tenía cédula. Usted entraba aquí, tenía cédula, pero no la que tenía de afuera, porque aquí no le daban, ni tenía derecho a votar, ni esa joda. Por eso le digo que esto era una república aparte, había policía enferma y también había policía sana, esa era la que custodiaba los retenes pa‘ que los enfermos no se salieran.
Este cambio fue arrecho, porque antes ninguno pagaba impuestos porque anteriormente todo lo pagaba el Estado. Entonces esto cambio de esa joda a municipio, nos tocó empezar a pagar impuestos. Eso fue bastante el cambio. (Entrevista a don Rosario, Contratación, mayo de 2009)
Pero esto era muy bonito porque no había eso de política ni nada, como no se podía votar por nadie. Por ejemplo, que uno si llegaba ya mayor de edad al lazareto le quitaban la cédula y se la rompían14, uno no era ciudadano, uno era
13
Es interesante percibir como en muchos contrateños hay una apropiación del discurso médico para rebatir las ideas del contagio que han causado el miedo y la exclusión a esta población. Un contrateño al hablar citando a la ciencia y la medicina, elabora una estrategia mediante la cual toma el discurso validado por el poder del conocimiento, modificándolo para que sea conveniente a sus intereses y con este acto subvirtiendo las relaciones de poder de la ciencia y la medicina. 14
Para los enfermos de lepra que estaban recluidos en los lazaretos, había una cedula especial donde se incluía información como: le leprocomio de…, número, nombre y apellidos, naturaleza, fecha de ingreso, edad (probablemente edad a la cual ingresó al lazareto) y firma. Incluía también una foto del rostro de la persona y el documento tenía un sello que decía: Lazareto de… y ESTADISTICA. En ―INFORME sobre lepra…‖ (1935: 66) se hace una referencia a la entrega de cédulas de identidad a los enfermos de lepra argumentando que ―será muy
![Page 17: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/17.jpg)
17
ahí como un animal… (Entrevista Mono Emilio, Contratación, abril de 2007)
En la memoria de los contrateños es significativa la pérdida de ciudadanía que tenían los
enfermos al interior de los lazaretos. La posibilidad de votar como una forma de ejercicio de
la ciudadanía es un tema recurrente cuando se pregunta por el antes y el después de 1961,
como también la mención a objetos como la cédula y la moneda, que estaban marcados
con una cruz, símbolo del lazareto. Estos son vistos como una forma que reproducía la
exclusión, que rotulaba e identificaba a los enfermos como tal y que era un elemento más
que los diferenciaba de la sociedad nacional.
La Ley 148 de 1961 reformó la legislación sobre lepra, devolviendo a los enfermos el
carácter de ciudadanos, y transformando los lazaretos en municipios (Obregón, 2002:360-
368 y Ruiz Arenas, 1998:170-172).
El parque Federico Lleras
Fue construido en honor a uno de los más reconocidos leprólogos del país. Su formación
profesional correspondió a la medicina veterinaria, pero su pasión se encauzó hacia la
bacteriología, especialmente en el estudio del bacilo de Hansen. Su objetivo consistió en
intentar cultivar el bacilo en el laboratorio, conociendo ―el significado potencial de lograr el
cultivo del bacilo de Hansen, con la meta última de producir una vacuna‖ (Obregón,
2002:288). En 1935 Lleras afirmó haber cumplido su objetivo y con esto obtuvo un gran
reconocimiento no solo a nivel nacional sino internacional. No obstante, otros científicos
posteriormente intentaron repetir sus trabajos sin éxito alguno, por lo cual se concluyó que
tales resultados fueron producto de la contaminación de sus muestras; aún así su fama
persistió y en muchos lugares se le dieron reconocimientos15. (Véase foto 4)
En la mitad de este parque hay una estatua del ilustre investigador. Sin embargo, muchos
contrateños recuerdan con indignación a este científico, pues fue quien sostuvo que la lepra
fácil establecer una vigilancia permanente y efectiva sobre todos los recluidos y se podrá por lo tanto evitar el crecido número de fugas que en la actualidad se registra y controlar la aplicación de los tratamientos‖. 15
Como el Departamento Nacional de Higiene quien apoyó todos sus proyectos, el Dispensario Antileprosos de Cundinamarca del cual fue director, y el Instituto Dermatológico Nacional el cual lleva su nombre y la Academia Colombiana de Medicina de la cual fue director en 1936 (Obregón, 2002:286:292; 2004, 2005).
![Page 18: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/18.jpg)
18
era hereditaria, por lo cual se debía promover la esterilización de los enfermos16.
El viejo Lleras, que allí lo tienen en el parque, en la estatua de ahí, se inventó la joda de capar a los leprosos para que no engendraran hijos. Como no pudieron probar esa vaina, entonces se inventaron la inyección y los esterilizaban. Nacía el criaturo e inmediatamente se lo quitaban a la mamá, no lo dejaban mamar teta; a los barones los echaban pa‘ Guacamayo y a las hembras pa‘ Guadalupe, pa‘ que no mamaran más leche de esa de enfermo de lepra. Había mucho escrúpulo en ese tiempo. (Entrevista Che María, Contratación, abril de 2007)
En bastantes ocasiones su blanca estatua fue ―adornada‖ con desperdicios que muchos
contrateños tiraban indignados. En frente de este parque hay una edificación donde
funcionó la oficina de desinfección.
Ahí era donde funcionaban todas las oficinas de lo que era el Lazareto, ahí estaban todos los consultorios donde el médico consultaba los enfermos. Y a la parte posterior del Parque Lleras, allá era donde estaba la desinfección; eso eran unas calderas grandes donde echaban una tanda de menjurjes, químicos y yo no sé que más, y le metían candela en esa joda, lo metían en un cuarto y allá echaban todos los objetos de las personas, por decir la maletica que usted traía pa‘ desinfectarla y le daban una boletica que decía ―Desinfección‖. Había gente que también se quería meter allá para desinfectarse, ¿no? Pero eso si se metía usted no aguantaba ni cinco minutos allá con esos gases.
Había mucha gente que venía, gente a visitar a los enfermos. Una vez me contaron de un señor que vino por aquí para que un enfermo le vendiera una tierra. El hombre no se quiso tomar ni una gaseosa, no se quiso tomar nada, le firmó al señor la escritura para la venta, pagó y se fue. Allá afuera de los retenes había una casita que se llamaba… en el Tirano. Fuera del cansancio, el viejo llevaba hambre, era por ahí tres o cuatro de la tarde, entonces pensó aquí me deben de vender alguna joda pa‘ la sed ¿no? Entonces entró y había una señora.
— ¿Qué tiene de tomar?
— Hay guarapo, hay cerveza, y gaseosa.
— Véndame un guarapito.
Había una totuma de esas de calabazo y tenía un boquete, entonces el hombre le dijo:
— Hay mi señora, ¿Por qué no me sirve en la totumita esa desboquetada?
La señora le pasó el guarapo en la totuma desboquetada y se lo largó, y le dice un tipo… él no se había dado cuenta y atrás habían unos sentados que parecían unos monstruos jartando guarapo... y le dijo el hombre que le bajaban las orejas:
— ¡Ay, el señor tiene el gusto mío! Le gusta por el boquetico.
16
Pese a no haber encontrado ninguna referencia en los escritos revisados sobre Lleras que hablaran de este tema (Obregón 2002, 2004, 2005; Espinosa, 1998), es importante preguntarse ¿por qué los contrateños piensan y recuerdan esto? y ¿qué tanto tuvo que ver su intención por encontrar una vacuna para la lepra, con la relación que se hace de esta con la esterilización de muchas personas? (Cf. Obregón, 2002; 2004)
![Page 19: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/19.jpg)
19
Y salió el hombre pero disparado, él creyendo que por el boquete tal vez ninguno había bebido ¿no? (Entrevista Rosario, Contratación, mayo 2009)
Los Suspiros
En las afueras del pueblo, donde hay una estatua de la Virgen están Los Suspiros. Un día
fui en compañía de don Pascual a conocer este lugar. Pascual fue un asileño del
Guacamayo. Hijo de padres enfermos de lepra lo llevaron al asilo cuando tenía tres años y
medio de edad. Él cuenta que este lugar ha sido recordado por dos cosas: porque fue un
cementerio y porque ese era el lugar donde los padres, sobre todo aquellos que por la
enfermedad no podían caminar mucho, iban a despedir a sus hijos asilados en el
Guacamayo.
Álvaro Ruiz describió a Contratación como el lugar donde ―revolotea la tatagua‖, en un
momento en que la muerte por la peste de gripa llenó el cementerio de cadáveres,
obligando ―al escogimiento improvisado de un potrero para camposanto. El lugar
mencionado estuvo en el barrio Los Suspiros, por ahí donde hoy existe una casa frente a
una pequeña plazuela. Muchos cuerpos anónimos esperan allí la trompeta del Arcángel…!‖
(1998: 52). (Véase foto 5)
Recordado como sitio de encuentro y despedida, lugar de frontera, límite emocional, Los
Suspiros marca un espacio en la memoria donde se recuerda tanto a quienes se fueron de
la vida, como a quienes están lejos de sus familias. Aquí los padres despedían a sus hijos,
dando un adiós que podía durar meses, años o toda una vida.
Monte Redondo
Este lugar marcó uno de los límites del lazareto, uno de esos sitios de frontera construidos y
apropiados socialmente. Monte Redondo es otro de estos puntos de encuentro entre padres
e hijos asilados. Allí muchos conocieron por vez primera a sus padres… otro espacio de
sentimientos y de conflicto, otro más que marca la memoria de muchos contrateños, en
especial de los asileños.
![Page 20: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/20.jpg)
20
Don Juan Poblador también fue asileño del Guacamayo. Actualmente vive en Contratación,
aunque por muchos años fue ciudadano del mundo viajando por diversos lugares como
marinero y como cantante. De hecho, el canto lo cultivó en el asilo, gracias a la formación
en música de los salesianos nació su gusto por el canto gregoriano. En una ocasión
realizamos con don Juan una experiencia de cartografía social con el mapa del lazareto de
1925, durante la cual se iban ubicando algunos lugares significativos para la memoria (Ver
Anexo1). Al llegar a Monte Redondo paró un momento, se quitó las gafas y dejó ver sus
ojos brillantes de mirar perdido en algún lugar del recuerdo. Mientras relataba esta historia
reía, los que estábamos con él lo hacíamos también, pero su risa no era escandalosa, creo
que era más bien para disimular y mitigar un poco la tristeza que debió sentir al recordar
este momento:
Ahí llegaban los padres de familia para encontrarse con nosotros los asileños, trayéndonos piquete17 y comida. Cuando daban el permiso tanto en el asilo como en la dirección del sanatorio, dejaban ver a los padres con los niños. Una vez me dieron permiso. Cuando conocí a mi mamá, ya con uso de razón, yo decía que no tenía mamá. Entonces las monjas me dijeron: ―Si no va, entonces le zampamos‖18. Pa‘ que no me pegaran fui. [Mi mamá] sacó un canasto con gallina, y con todo eso me gustó tener mamá‖. (Contratación, mayo 2009)
Contratación Externa.
El pueblo terminaba donde comenzaba el aislamiento. Para los hijos sanos de los enfermos
de lepra se habían construido los asilos de Guadalupe y de Guacamayo, dos lugares
vecinos a Contratación, pero separados. En la década de 1930 se construyó el Asilo San
Bernardo en el antiguo corregimiento San Juan del Guacamayo, que pertenecía al municipio
de la Aguada (Gómez Plata, 1941: 51). Ahora solo quedan las ruinas del asilo, y pese a que
muchas de sus paredes ya han desaparecido, cuando caminaba por entre ellas junto con
muchos asileños su memoria se erigía, y a través de las historias se reconstruía el asilo y
así las ruinas se hicieron dormitorios, salones, patios, talleres y teatro. En 1965 este
17
―Piquete‖ se llama en el departamento de Santander a la Carne asada, usualmente acompañada de yuca o papa. 18
―Zampar‖ significa golpear.
![Page 21: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/21.jpg)
21
corregimiento se transformó en municipio, siendo su fundador el padre salesiano Juan
Bautista Solieri. (Véase foto 6)
Camino al Lazareto
El municipio de Guadalupe fue fundado en 1715. En 1911 se construyó el asilo, donde
actualmente está la Escuela Normal. Uno de los caminos obligados para llegar al Lazareto
era el que atravesaba Guadalupe. Muchas personas recuerdan el paso por este pueblo
como algo incómodo, donde sentían el escrúpulo y el recelo que los guadalupeños tenían
hacia los enfermos. Che María actualmente vive en el sanatorio para hombres enfermos
San Juan Bosco en Contratación. Oriundo de Sardinata, Norte de Santander, fue traído
desde muy pequeño junto a su madre, que había sido diagnosticada enferma de lepra, pero
A él le diagnosticaron la enfermedad una vez llegó al lazareto. En su relato de vida describe
cómo fue el viaje y el paso por Guadalupe:
Tenía tres años y medio cuando nos echaron a mi madre y a mí. En ese tiempo eran muy bravos con el leproso, era uno como un criminal. Nos tocó irnos al Lazareto, eran cuatro días de Cúcuta a Guadalupe, por lo que en ese tiempo no había carretera. Llegamos a Guadalupe a las 6 de la tarde y no nos dieron posada porque eran muy escrupulosos en ese tiempo. En una pesebrera grandotota, donde se guardaban los aperos para las bestias y toda esa joda, nos quedamos ahí en el puro piso, al otro día nos vinimos, salimos a las 6 de la mañana a Guadalupe, la Policía debía venir por nosotros. Cuando llegó a las 7 de la noche a recogernos de ahí —porque la Policía que venía de Cúcuta llegaba hasta Guadalupe y no pasaba más pa‘ca— fueron 10 policías enfermos de lepra y otros 10 de los sanos, para traernos hasta Contratación. (Contratación, abril de 2007)
El retén del río
Para ir de Guadalupe a Contratación debieron llegar hasta el río Suárez, el cual se debía
pasar en balsa y con cabuya19. Esta era la forma de atravesar el río hasta que fue
construido el puente Carlos Gómez Plata en 1943 en nombre del Jefe de la Sección de
Lepra del Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social. Veinte años más tarde fue
19
Por la turbulencia y la fuerza del rio, se debía atravesar una cabuya o un lazo de lado a lado del rio y con esta ayudar a dirigir la balsa. Se cuenta que en este rio murieron muchos enfermos, en algunos casos los que se habían volado del Lazareto, que se aventuraban a pasar nadando en él.
![Page 22: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/22.jpg)
22
sustituido por otra construcción a la que se le dio el nombre de Julián Figueroa, en honor al
padre salesiano (Ver Anexo 1).
El río marcaba uno de los límites geográficos en el cual comenzaba y terminaba el
aislamiento. Tanto por la fuerza y el peligro que representaba el curso del rio por este lugar,
estrecho, rocoso, profundo y rápido, como por el primer retén que encontraban los enfermos
una vez conseguían atravesarlo, este lugar marcó una frontera que los contrateños no
olvidan. Este retén fue construido cuando el perímetro del lazareto llegaba hasta el río y se
delimitaba por éste. Sin embargo, en 1926 cuando se redujo el área de aislamiento, se
eliminaron los retenes que había y se edificaron unos nuevos según el perímetro
establecido. Pero al parecer, se continuó manteniendo este retén por ser un lugar
estratégico para el control de la entrada y salida de personas al lazareto20 (Véase Anexo 1).
Pasando este puesto de control, los enfermos continuaban el camino para subir las
montañas empinadas y llegar al cerro de La Cruz, donde estaba el retén de Casa de Zinc, al
cual se debía llegar para entrar al lazareto. Por éste se llegaba a la Administración y se
hacía la admisión de los enfermos. Che María continuó contando cómo fue recorrer este
camino con su madre:
Había unos que tuvieron que subir en bestia porque venían mucho malos. Llegamos a las 11 de la noche, nos tocó esa noche quedarnos en [el retén de] Casa de Zinc. Llegamos y ahí le dieron el subsidio a mi mamá.
A mí me echaron al asilo [San Evasio], me declararon enfermo aquí y el colegio este (señalando el actual colegio ITIS) que fue hecho por el gobierno para niños enfermos de lepra. Habíamos 246 muchachos enfermos menores de 15 años. Había niños que de 3, 4 años en adelante ya estaban agravados de lepra; en ese tiempo había muchos niños, muchos casos, ahora no se ve eso casi. (Contratación, abril de 2007)
Don Álvaro Ruiz (1998) describe cómo era la entrada de los enfermos al lazareto. El camino
por el que llegaban era visible desde el pueblo, por lo que muchos contrateños con
20
En el taller de Cartografía Social Don Juan habla de este retén: ―Las bestias las lanzaban al rio, pero las personas y la mercancía las pasaban en balsas que construían ahí mismo. Al pasar al otro lado ya encontraban el primer retén‖ (Contratación, mayo de 2009). En una charla con el Mono Emilio también nos habla de este retén: ―Pero ya entonces pusieron otro retén en el rio, entonces ya le costaba a uno volarse porque si pasaba en un retén iban y lo prendían en el otro‖ (Contratación, mayo de 2009).
![Page 23: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/23.jpg)
23
curiosidad, algunos con miedo, otros con expectativa, esperaban, mirando hacia este
sendero para bajar la procesión de enfermos:
De la garganta del cerro pesadamente rueda una heterogénea caravana de hansenianos21 (…) Ancianos apergaminados, hombres maduros, jóvenes madres, núbiles doncellas y hasta niños de brazo completan el cuadro (…) Varios enfermos cargan su equipaje, lo traen consigo: una estera chingalé, una toalla, la cobija, y algunos, un gallo fino, pinto, tuerto, con una espuela mocha, y un perro flaco, acabado como la honradez. (...) Siempre hay escenas tristes y conturbantes. La madre que descubre dentro del grupo a su hija querida, el hijo reconoce a su progenitor (…) Lo paradojal: ver al esposo que no quiso seguir a su consorte cuando la echaron al sacrificado exilio (…) atenazado por prejuicios, escrúpulos, y creía, por equivocación, ser exento de la fatal dolencia. (1998: 97-98)
Acercándonos a la Contratación Interna
La Administración, ubicada en el cerro de Guadalupe, era el lugar donde se manejaba el
lazareto. Allí llegaban los medicamentos, se administraba el dinero, se cambiaba la moneda
interna por la nacional, y se llevaban las estadísticas. (Véase foto 7)
Cerca a la Administración quedaba el Cuartel de Policía. Allí estaba la policía sana,
encargada de custodiar los límites del lazareto, impidiendo la entrada y salida de los
enfermos, así como la de los familiares sanos de enfermos y de los vivanderos. Para la
Contratación Interna estaba la policía enferma o ―PÑ‖, como muchos contrateños los solían
llamar: ―Policía Ñoca22‖.
La Casa Médica era el hogar de los médicos del lazareto, que junto a la Administración y al
Cuartel se situaban fuera del poblado, constituyéndose como lugares para sanos. Hoy el
edificio de la Administración, que por mucho tiempo fue el centro de control del lazareto, es
una vieja casona con el techo cayéndose a piticos. La Administración, al igual que el Asilo
de Guacamayo agonizantes en sus ruinas, recuerdan el pasado del lazareto y de
21
La lepra llamada también como enfermedad de Hansen, por el médico noruego Gerhard Henrick Armauer Hansen, quien en 1873 descubrió el bacilo causante de la enfermedad. En muchos países se usa el término de enfermedad de Hansen como una forma políticamente correcta de referirse a la lepra. 22
―Ñoco‖ se autodenominan jocosamente algunos pacientes de Hansen con discapacidad o deformidad en las manos tipo ―garra‖. El bacilo de Hansen afecta principalmente la piel y el tejido nervioso periférico de manos y piel. La perdida de la sensibilidad protectora predispone al enfermo de herirse o quemarse, afecciones que se pueden ulcerar e infectar hasta comprometer los huesos (osteomielitis de las falanges) ocasionando perdida de la longitud de los dedos, deformándolos, dejando la uñas a 3 o 4 centímetro de distancia del dorso o palma de la manos. (Entrevista al Doctor Daguer, Contratación, mayo de 2009).
![Page 24: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/24.jpg)
24
instituciones que dejaron de existir, en cuanto otras, como los colegios y los hospitales, se
mantienen, siguen su función de enseñanza y de práctica médica.
Cotidianidad, legalidad y no legalidad.
Porque aquí éramos como un campo de concentración, aquí había Reténes en todas las salidas y uno no podía salir sin un permiso, al enfermo no lo dejaban salir, sino al sano, que le daban tres días de permiso. Yo me acuerdo que me volé tres veces de aquí, salía uno a las 2 de la mañana aquí por aquel desecho (con su mano indicando uno de los extremos del pueblo). Había una persona que era especial para sacarlo a uno, se le pagaba 50 centavos y lo sacaba a uno. (Entrevista con el Mono Emilio, Contratación, abril de 2007)
La vida de los lazaretos era mucho más compleja de lo que a simple vista se puede
observar. Si se leen los documentos más allá de los datos, es posible deducir que existe
una fuerte y recurrente preocupación por parte de legisladores y médicos de reglamentar y
controlar no solo los espacios, sino también la vida social en los lazaretos. En la memoria
social se inscribe lo legal, pero a su vez está cargada de recuerdos e historias sobre actos
no legales, que no por estar fuera de la ley significa que no sean legítimos.
Las imposiciones del Estado, la medicina y la religión sobre el lazareto y quienes habitaban
en él para hacerlo un lugar de aislamiento, de medicalización y de control de la vida social
de los enfermos, generaron una serie de conflictos y tensiones que están presentes en la
memoria social de los contrateños. En sus relatos de vida se fueron entretejiendo sus
vivencias desde las experiencias cotidianas, dejando entrever en éstas distintas formas de
resistencia, y una historia social que va más allá de la ley. Esto me llevó a privilegiar la
categoría de contrateños, en algunos casos, por encima de la de sano y enfermo, ya que
pese a que tal distinción es fundamental para entender la vida de muchas de estas
personas y la historia de los lazaretos, hubo en sus narraciones momentos de la vida social
en los que se desdibujaron tales categorías o por lo menos se luchó para que no impidieran
hacer lo que ellos querían para sus vidas. Ejemplo de lo anterior es el amor que surgió entre
![Page 25: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/25.jpg)
25
don Álvaro y Doña Evelia. Él es enfermo y ella es sana. Cuando se conocieron estaba
prohibido el matrimonio entre sanos y enfermos, y pese a esto se casaron23.
Es así como las historias de los contrateños se recordaron, se escucharon y se escribieron
trenzando sus recuerdos con el cordón sanitario, los desechos y caminos, mojando la
palabra con guarapo, aguardiente y cerveza, poniéndole nuevas reglas a la vida como al
parqués con la hueca, dándoles picante a los encuentros, el coqueteo de la enferma al sano
y viceversa, pariendo criaturas como historias, perpetuando sus recuerdos y sus
existencias, en las que se construyen y se construyeron ellos, su memoria y este trabajo.
Voladas, contrabando, chicha y juego
Cuando se habló con los contrateños sobre los retenes, necesariamente se contaron las
historias de las voladas. No obstante a la prohibición para los enfermos de traspasar el
perímetro del lazareto y a las restricciones que se impusieron para los sanos, tanto unos
como otros usaron los desechos. ―El sano no podía entrar sino con permiso y por solo tres
días, y el enfermo no podía salir del lazareto‖. Estos desechos eran caminos por donde los
enfermos podían burlar los retenes custodiados por la policía. Para pasar por ellos en
muchos casos se pagaba a un ―desechero‖ o baquiano, quien ya conocía la ruta y el
momento propicio para salir del lazareto sin ser descubierto. La Policía Nacional era la
encargada de vigilar el cordón sanitario. A ellos, por cada persona que cogieran intentando
entrar o salir de forma no legal al lazareto, les daban un día libre como recompensa. A quien
atrapaban le imponían una sanción: si era sano, era expulsado del lazareto, y si era
enfermo, debía pagar una multa, unos días en la cárcel o unos días arreglando las calles del
pueblo.
Un día cuando charlaba con el Mono Emilio tocamos el tema de los desechos. Desde el
interior de su casa salimos hasta la puerta, donde me indicó unos lugares en el paisaje
mientras me contaba:
23
Más adelante se ampliará esta historia.
![Page 26: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/26.jpg)
26
Le voy a mostrar porque yo me volé varias veces por aquí. Mire: por esta hondonada [que está en zigzag], por ahí hay un camino. Ese era un desecho, la Administración es esa casa que se ve ahí, vieja. El desecho quedaba lejos del retén, salía al aliñadero, echando por el Aliñadero bajan al retén de Casa de Zinc. Cuando yo me volé fue para ir a ver a la familia, ahí salí por un desecho, pero devuelta dije no, yo no me meto por el desecho, entonces me vine por el retén. Llegue al retén y allá, en un libro grandote donde le ponían a usted fulano de tal salió el día tal a las 3 de la tarde —a usted no le daban permiso sino por tres días— entonces allá buscaban el nombre de uno y claro yo no estaba. Entonces llegó la Policía y yo les expliqué:
— No, es que yo me fui por el desecho.
Entonces se calentaron, dijeron: ―No, no puede ser porque nosotros permanecemos por allá hasta las 2 de la mañana.
Como a ellos les daban día de descanso por cogerlo a uno, se la pasaban en esas lomas acurrucados. Pero entonces el que lo guiaba a uno sabía que a las 2 de la mañana se iban para el retén y uno se volaba. Entonces no me habían encontrado en el libro y yo les dije que me había volado allá. Y no, eso se calentaron, que era mentiras, entonces llamaron a otro policía y dijo: ―Bueno, vaya entréguelo, tocaba entregarlo aquí en el [Sanatorio de] San Juan Bosco‖. (Contratación, Mayo de 2009)
Los desechos se recuerdan con mucha precisión (Véase Anexo 1). Fueron utilizados por los
voceros de estas historias en múltiples ocasiones, en muchos casos pagando un desechero
o en otros siguiendo las indicaciones que familiares y amigos daban, donde gracias al
reconocimiento del territorio se sabían las rutas de memoria. En estos relatos también se
habla sobre el contrabando de productos como la cerveza y el aguardiente, que eran
permitidos en el territorio nacional, pero prohibidos y judicializados en los lazaretos.
Aquí venía mucho contrabandista a traer aguardiente, cerveza y cosas que no vendían acá, que por lo tanto eran contrabando. El contrabando era más que todo de Guadalupe con el aguardiente, porque en Guadalupe había estanco público. La venta de aguardiente era legal, pero lo que vendía el gobierno, entonces había estanco y el estanco era oficial. Entonces usted compraba en Guadalupe botellas de aguardiente que valían por ahí a 50 centavos, aquí se vendían a uno con cincuenta o a dos pesos. Un ron de 50 centavos, aquí lo vendían a dos pesos porque no lo había y era algo que como era vedado, entonces todo el mundo lo quería.
La cerveza la entraban de contrabando. Aquí venían para los enfermos los cigarrillos Piel Roja subsidiados. Como eran más baratos aquí, muchos los compraban para venderlos en Guadalupe. Por el lado de Chima había varios desechos por los que se traían cargas de cerveza tarde de la noche y con la guía de algún desechero. Algunas personas se cargaban al hombro los bultos de cerveza hasta una tienda, pero había que conocer bien el camino. Recuerdo que una noche fui a acompañar a una pareja para que se cargaran un bulto que traía 72 botellas, eran tantas y estaban tan bien puestas que el bulto quedaba
![Page 27: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/27.jpg)
27
cuadrado. Ellos le ponían un pretal y sobre la espalada se lo cargaban y así lo traían hasta el pueblo. (Cartografía Social, Ricaurte, Contratación, mayo 2009).
Para quienes contrabandeaban también hubo sanciones. Aparte de quitarles el producto, si
era sano lo sacaban del lazareto y si era enfermo lo castigaban quitándole el subsidio o
enviándolo a otro lazareto.
Los vivanderos llegaban todos los días, con excepción del miércoles, a vender sus
productos. Provenientes en su mayoría de las poblaciones vecinas, había algunos que
llegaban desde Moniquirá con almojábanas, arepas y quesos, y otros desde Vélez con
dulces y bocadillos. Había algunos que aprovechaban su situación para entrar contrabando
al lazareto.
Había grupos de arrieros. Traían papa, maíz y dos o tres cargas de cerveza. La carga que era bien pasaba por el retén y el resto se quedaba en La Vega y ya la pasaban de otra forma, entonces se la vendían a un tipo que se encargaba de pasarla. Ese era el sistema del contrabando.
Los vivanderos tenían pases, los renovaban cada rato. En el Parque Centenario (la plaza) había toldos, eso era bonito. En tiempo de Navidad las mujeres de la Aguada al estilo veleño: con sus blusas blancas adornadas muy bonitas, la falda negra plisada y de sombreros blancos cantaban guabinas en la plaza. (Cartografía Social, Ricaurte, Contratación, mayo 2009)
Don Rosario cuenta que en principio era permitido vender guarapo en Contratación. Cerca a
la Virgen de Los Suspiros había unas pipas grandototas que eran llenadas para las fiestas.
―Hacían guarapo pa‘ todo el que quisiera beber, era solo meter usted la cuchara y beber‖.
Sin embargo, fue prohibido cuando llegó una comisión del ministro Jorge Bejarano24 y vio
―eso la gente jartando gratis guarapo día y noche‖. Pero como me decía el Mono Emilio en
una charla:
De contrabando eso sí era mucho lo bonito. En mi tiempo había muchas guaraperías y uno se encerraba a beber. Cuando eso la policía decomisaba el guarapo. Pero cuando ellos llegaban a una casa, debían esperar en la puerta hasta que la persona les dijera que podían entrar, así que esto se aprovechaba
24
Pese a que en la entrevista don Rosario no conoce el año exacto en que esto sucedió, se podría decir que fue en algún año entre finales de la década de 1940 y comienzos de 1950. Jorge Bejarano ―Fue director Nacional de Sanidad; el primer ministro de Higiene, en 1947, y presidente de la Sociedad de Pediatría y Cirugía. Perteneció a la Academia Colombiana de Ciencias Exactas y Naturales, y a la Academia de Medicina de Nueva York. Entre sus obras están: Conferencias sobre los problemas de la raza en Colombia (1920), Alimentación y nutrición en Colombia (1950) y La Derrota de un vicio: origen e historia de la chicha en Colombia (1950).‖ (Uribe Gómez, 2006:42).
![Page 28: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/28.jpg)
28
para esconder el guarapo donde fuera.
Allá pa‘ lado de la casa había un viejito que tenían una guarapería, don Pedro Elías, que tenía unas pipas grandes de guarapo. Don Pedro era un viejito chiquitico: eso la piel le forraba el mero hueso. Entonces, cuando llegaba la policía las hijas lo empelotaban y lo zampaban entre la pipa llena de guarapo. A los guardas le decían: ―Siga‖. Entonces los policías entraban y veían allá metido al viejito, ―¡esto es guarapo!‖, decían. ―¡Sí!, pero ustedes verán: ése fue el remedio que el doctor le dio a mi papá, ustedes verán si lo botan para acusarlos‖. Entonces los policías sin nada que hacer se iban, las muchachas sacaban al viejo, lo bañaban y seguían vendiendo guarapo. (Contratación, mayo de 2009)
Aquí el guarapo era mucho sucio. Como era de contrabando. Uno iba allá donde misia Chinca, ¡guarapo más puerco! Eso Chinca tapaba los jarrones de barro con las pantaletas y decía:
— ¡Ah! pero es que ustedes sí que son desagradecidos, eso es para colarlo, para que no se me le vaya ninguna paja. (Contratación, abril de 2007)
Entre chicha, aguardiente y cerveza, muchos contrateños jugaban lotería y hueca.
Actualmente se continúa jugando hueca y es común ver, sobre todo a hombres, en el
Sanatorio o en algunas cafeterías, alrededor de una mesa adecuada con bordes altos para
no dejar caer el dado, rodando en las tardes contrateñas apuestas e historias. Cuentan que
antiguamente la gente solía apostar de todo. Muchos perdieron sus subsidios, sus casas,
animales y hasta la mujer.
El matrimonio entre sanos y enfermos
Muchos matrimonios se sucedían entre sanos y enfermos. Pese a la prohibición por parte
de la ley, muchas parejas jóvenes salieron de los confines del lazareto y consumaron su
matrimonio en poblaciones cercanas a Contratación, o a las escondidas con curas que
preferían el casamiento al amancebamiento, situación muy común en los lazaretos.
Esposos desde hace más de 50 años, don Rosendo y doña Oliva cuentan cómo era el
matrimonio entre sanos y enfermos. Aunque no fue el caso de ellos, describen cómo era
para estas parejas:
Hasta el 50 le tocaba a uno a escondidas: un enfermo para casarse con una mujer sana o un sano para casarse con una mujer enferma. Les tocaba salir por fuera del retén, por allá a escondidas y decirle al padre ―yo me quiero casar‖. Hay unos que se casaron en San Pablo, otro en Guadalupe o si no otros allá, al
![Page 29: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/29.jpg)
29
borde de una quebrada, por allá en una casa, en una choza. Pero aquí, aquí al enfermo con el sano no (Contratación, enero de 2008).
Sobre este tema don Rosario cuenta:
Si un enfermo se enamoraba de usted, usted no podía casarse con ese enfermo: no lo casaban. Para usted casarse con él se debía salir por fuera de los desechos por allá, a Guadalupe, a Chima o a Guacamayo, que son los tres poblados más cercanos, casarse por allá. O había un padre, Bruno Orjuela, que los casaba aquí en el pueblo por allá en cualquier casa humilde, en un trapiche. Eso era lo que más prohibían, no tomar licor, ni casarse con una persona enferma. Pero eso era lo que más hacían (Contratación, mayo de 2009).
Don Rosario se había conocido con su esposa desde la infancia en el pueblo donde nació
(Paipa, Boyacá). Pero solo años más tarde se reencontraron en el lazareto. Ella había
llegado por ser enferma y él porque sus padres lo eran.
Ella una vez me comentó que de una vez que me vio me puso el ojo, se enamoró de yo (…) yo me casé el 22 de febrero de 1947, antes de la toma de Bogotá, cuando mataron a Gaitán. Yo duré casado con mi esposa cincuenta… me hicieron falta veinte días para cumplir cincuenta y dos años de matrimonio, cuando ella murió. Tuvimos once hijos, ocho mujeres y tres varones. De todos mis años de casa solo hubo un disgusto, el resto fue una sola luna de miel. (Contratación, mayo de 2009)
En julio de 2007 viajé a Contratación con un estudiante de Historia de la Universidad
Industrial de Santander que iba a hacer un trabajo sobre matrimonios entre sanos y
enfermos. Acompañé la realización de las entrevistas, que quedaron solo en mis recuerdos
y en lo poco que registré en el diario de campo. Entrevistamos a don Álvaro Ruiz, el autor
del libro La Croniquilla de Contratación (1998), quien como historiador local supo apropiarse
muy bien de la historia llevando la voz líder en la entrevista. Sin embargo, sus dudas
saltaban y en gritos llamaba a su esposa, Evelia, que en la cocina silenciosamente hacía
sus labores. Doña Evelia respondía con muchísima propiedad y actitud a las preguntas de
don Álvaro. A los dos días tuve la oportunidad de hablar con doña Evelia en un momento de
fuga, donde mi compañero continuaba la entrevista con don Álvaro. Ella me contó
rápidamente su historia.
Doña Evelia llegó desde muy pequeña a estas tierras después de una travesía con sus
padres, en la que primero llegaron a San Vicente del Chucurí y luego a la vereda de San
![Page 30: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/30.jpg)
30
Pablo25, que fue la antigua colonia agrícola del lazareto, para finalmente llegar al lazareto. A
su padre le diagnosticaron la lepra estando en San Pablo, por lo cual los llevaron al pueblo;
el padre muere y doña Evelia ya adolescente, conoce a don Álvaro. Él la conquistó a través
de cartas que ella aún conserva. Ambos se enamoraron, pero la familia de doña Evelia se
oponía a este amor.
Cuando le pregunté a doña Evelia por qué su familia se oponía, no dejaba de pensar en que
don Álvaro es enfermo de lepra y, aunque esperaba una respuesta que había construido
desde dicho pensamiento, me sorprendí cuando doña Evelia me respondió que ―se oponían
porque don Álvaro era muy tomador‖.
Un día don Álvaro le preguntó a ella ―Evelia, ¿usted me quiere?‖. A lo que ella respondió
―Yo sí lo quiero‖ y entonces él le dijo ―casémonos el miércoles‖. Y con esta determinación
salieron para San Pablo, donde para esos días estaba por coincidencia el cura del pueblo
allá para que los casara, pese a que en el lazareto era prohibido el matrimonio entre sanos
y enfermos. En la relación entre doña Evelia y don Álvaro se había desdibujado la
enfermedad, importaba más el amor —a ella le preocupaba más si él era tomador y el luto
que debía llevar por la muerte de su padre— que el escrúpulo y la ley que prohibía ese
casamiento.
El monumento a la Virgen María Auxiliadora y la pertenencia al Lazareto
El 24 de mayo se celebra con gran pompa la fiesta de la Virgen María Auxiliadora en
Contratación. Por motivo de esta fiesta decidí viajar para así vivir esta celebración junto con
los contrateños. En ese fin de semana varios contrateños con los que hablé, como don
Juan, el Mono Emilio y don Rosario, me contaron que en la década de 1950 llegó la noticia
25
Actualmente San Pablo es una vereda del municipio de Contratación (www.Contratación-santander.gov.co).
![Page 31: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/31.jpg)
31
de que iban a acabar el lazareto26. Muchos contrateños preocupados con tal noticia pidieron
al padre Guillermo, párroco en ese entonces del lazareto, que hiciera algo para evitarlo:
Según la legislación nacional sobre lepra, querían dejarnos en un solo Lazareto, o Agua de Dios o Contrata, y creían que era mucho mejor trasladar los enfermos de Contratación a Agua de Dios. Ese fue el motivo. A mediados del 55. Le pidieron al padre Guillermo que lo evitara. El padre hizo la propaganda de que pidiéramos a la Virgen María y que ella no dejaría que se acabara el pueblo. (Cartografía Social, Juan Poblador, mayo de 2009)
El padre hizo la petición un 24 -que era su día- a la Virgen María Auxiliadora en Los Suspiros, para que hiciera el milagro y no dejara acabar el Lazareto, y que él le hacía un monumento arriba en la loma. Hizo la promesa, y a poquito tiempo dijeron que no, que ya no iban a acabar con esto. (Entrevista Mono Emilio, Contratación, abril 2007)
Se terminó de construir en 1959, se terminó por completo. Lo construyó la comunidad salesiana con los enfermos de lepra. Eso fue hace más de 54 años y todos los sábados últimos del mes de mayo va la peregrinación allá arriba, desde cuando eso.
Cuando el mandato de Rojas Pinilla se le dio la libertad al enfermo de lepra de tener cédula y de que se podía ir para donde se le antojara y acabó con esto; eso la población quedó poquiticos, entonces el cura mandó a hacer el monumento aquel, arriba, para que la Virgen no dejara acabar esta vaina, porque todo mundo yéndose, al que se le dio la libertad se fue y no volvieron a recoger más. (Entrevista Rosario, Contratación, mayo de 2009)
El monumento a María Auxiliadora no sólo nos habla del fervor religioso a esta virgen,
gracias a la presencia de la comunidad salesiana que educó moral y socialmente a los
contrateños, sino que también nos habla de cómo ellos, a través del milagro de la Virgen, se
resisten frente a la idea de acabar con el Lazareto, y más que acabar con él, acabar con la
población, con la comunidad que allí habían constituido al reconstruir sus vidas.
Desde la construcción del monumento a la Virgen María Auxiliadora en el cerro de
Guadalupe, todos los años se realiza una fiesta en torno a la madre y patrona de los
salesianos y de muchos contrateños devotos y admiradores de ella. Los contrateños todos
los 24 de mayo asisten masivamente a aquel cerro que representa la pertenencia que los
lugareños sintieron y sienten hacia Contratación. (Véase foto 8)
26
Hasta el momento no he encontrado en ningún documento escrito esta información. Sin embargo es algo que se guarda en la memoria de los contrateños, que configura las historias que explican el por qué la construcción de este monumento, bastante querido por ellos.
![Page 32: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/32.jpg)
32
SEGUNDO CAPITULO
Genealogía del aislamiento
De la política a la medicina como política. Lepra, Estado y Ciencia.
Desde finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, a través de la legislación
y los discursos médicos en Colombia se concibió la lepra como entidad médica, que debía
ser controlada con el aislamiento obligatorio de los enfermos. En 1833, Francisco de Paula
Santander, presidente de la república, publica la ley sobre lazaretos27 en la cual dispone
para la Nueva Granada el establecimiento de tres lazaretos, disponiendo fondos públicos de
para el establecimiento y conservación de los mismos. Además de esto, se determinó
mediante esta ley que el poder ejecutivo era quien debía hacer efectiva tal empresa,
llevando las cuentas y teniendo en su cargo reglamentar estos lugares (Santander, [1833]
1940).
Santander decretó también el primer reglamento específicamente para el lazareto del tercer
distrito, ubicado en ―las inmediaciones de la ciudad de Cartajena, en la isla denominada
Tierra-bomba‖. Este reglamento dispuso algunas directrices, que se reiterarían durante la
primera mitad del siglo XX, tales como: cuarteles o barrios para sanos y otros para
enfermos separados por sexos, para las personas que fueran enfermas de lepra ―sin
excepción alguna […] serán conducidas al lazaretos‖, la denuncia de los enfermos por parte
de los pobladores, especialmente de los ―profesores de medicina‖, la posibilidad de que el o
la conyugue del enfermo, con conocimiento ―del peligro a que espone su salud‖ estuviera en
el lazareto, exámenes cada seis meses de los habitantes del leprosorio. Para los hijos
sanos de los enfermos de lepra se dispuso:
―si los mismos tuvieren hijos pequeños, o les nacieren después de estar en el lazareto, i estuvieren sanos, se les quitarán inmediatamente i se entregarán a algún individuo de la familia que quiera recojerlos i criarlos, o se enviarán entre
27
Diana Obregón (2002) resalta que para la segunda mitad del siglo XIX se fue dejando de usar la denominación de ―hospital de San Lázaro‖, reemplazándola con el de ―lazareto‖. Esta palabra viene del italiano ―lazzaretti‖, que en el siglo XIV significó el lugar de cuarentena durante las epidemias de la peste. Es importante pensar en el significado que históricamente ha tenido esta palabra, pues hace referencia a sitios de aislamiento, de cuarentena, que para el caso de la lepra fueron espacios de confinamientos vitalicios.
![Page 33: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/33.jpg)
33
personas caritativas que se encarguen de su crianza; u si esto no puede conseguirse se pagarán nodrizas de las rentas del establecimiento para que tomen a su cargo las criaturas, procediéndose en el particular por la junta gubernativa con la posible economía.‖ (Santander, [1935] 1940:10).
Al interior del leprosorio se dispuso: el registro de quienes llegasen, las raciones de comida
con algunas prohibiciones de alimentos que pudiesen agravar la enfermedad, como también
la prohibición de beber licores ―espirituosos o fermentados‖, la implementación de algunas
prácticas de aseo de casas y espacios comunes, y las prácticas recreativas ―honestas‖. Se
dispuso también la creación de escuelas de enseñanza primaria una para hombres, otra
para mujeres, y la aceptación de visitas de amigos y familiares con algunos requerimientos
(Santander, [1833] 1940).
Aunque este reglamento se diseñó exclusivamente para el lazareto en Tierra-bomba,
encuentro importante la consideración del mismo para pensar cómo en el siglo XIX se
comenzó a legislar sobre los lazaretos y sobre la vida al interior de estos, con algunas
disposiciones que posteriormente, para la primera mitad del siglo XX, se complementarían y
complejizarían. Con este primer reglamento se reunieron las ideas del Estado para el
manejo de la enfermedad en una república en conformación, que asumió la lepra desde sus
inicios como un problema público y político28.
En respuesta a la necesidad de darle un tratamiento a la población enferma se crearon en
esta época los principales lazaretos que tuvo Colombia29. En 1778 el gobierno virreinal
realizó el primer censo de lepra, a partir del cual se decidió fundar un ―hospital-Lazareto‖ en
la misma real Villa del Socorro (Acosta Ortegón, 1941: 293), mas tarde, para 182 se fundó
en la vega del rio Suarez el lazareto en el sitio llamado el Curo30 (Véase Ramón Peñuela,
28
Aunque para Obregón los lazaretos ―eran parte de un proyecto filantrópico. Para estos legisladores, los leprosos eran objeto de compasión y caridad‖ (2002:184), considero que aunque social y de alguna forma políticamente se continuaban algunas consideraciones filantrópicas con valoraciones religiosas y morales de la enfermedad; la lepra fue un problema político que supero la compasión y la caridad, y se erigió, desde las primeras décadas de la república como un asunto de Estado, con un manejo político y con ciertos aspectos médicos integrados al mismo. 29
Caño de Loro (o Caño del Oro), Contratación y Agua de Dios (Véase Espinosa, 1998:32-34). 30
Pese a que en el documento de Santander de 1833, se habla de tres lazaretos ―el primero comprenderá las provincias de Bogotá, Cazanare, Neiva, Pamplona, Socorro, Tunja i Vélez: el segundo las de Antioquia, Chocó, Buenaventura, Popayán i Pasto: el tercero las de Cartajena, Rioacha, Monpós, Mariquita i Santa Marta.‖ No
![Page 34: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/34.jpg)
34
1822 en Acosta Ortegón, 1941: 293). Sin embargo, para 1861, por un decreto de la
Asamblea del Estado de Santander que autorizaba al gobernador para ―establecer el
Lazareto en la provincia del Socorro, en la forma que crea conveniente‖ (Acosta Ortegón,
1941: 299), se trasladó el lazareto para el sitio denominado ―La Contrata‖ del cual proviene
el nombre de Contratación.
Ocho años más tarde, la Asamblea Legislativa de este estado ordenó de nuevo la
construcción de un hospital para asistir a los enfermos de lepra de la aldea-lazareto de
Contratación. Para el Estado de Cundinamarca, en 1857 y más tarde en 1867, se promulgó
una ley ordenando la fundación de un lazareto. En este mismo año se compraron los
terrenos de Agua de Dios, cerca a Tocaima, un pueblo que por sus aguas termales había
atraído la presencia de muchos enfermos a esta región. Los primeros afectados
comenzaron a llegar a este territorio en 1870 y un año más tarde la Junta de Beneficencia
de Cundinamarca asumió este lazareto bajo su cargo. Los lazaretos, más que instituciones
médicas, fueron en esta época lugares para separar y ocultar a los enfermos de lepra
(Véase Obregón, 2007: Capítulo 2).
Durante el quinquenio del General Reyes (1903-1908) se concretaron estas preocupaciones
por el control de la lepra, articuladas con los discursos sobre modernización y progreso de
la nación (Obregón, 2002, Platarrueda, 2007). Con la Ley 14 de 1907 (véase República de
Colombia, 1937:5-7) la lepra se consideró una enfermedad de calamidad pública,
instituyéndose la reclusión obligatoria de los enfermos en los lazaretos de Contratación,
Agua de Dios y Caño de Loro31. Desde ahí hasta finales de la década del cuarenta se
produjo una amplia legislación sobre aislamiento (véase Resolución N° 13 de 1919,
Resolución N° 105 de 1919, Resolución N° 4 de 1920, Resolución N° 96 de 1932, Ley N° 32
de 1932, Resolución N° 60 de 1933, Resolución N° 66 de 1936, Decreto N° 638 de 1930 en
República de Colombia, 1937: 171-189).
queda muy claro si el primero fue en la provincia del Socorro, muy seguramente el Curo, un antiguo lazareto anterior a Contratación, ubicado cerca al rio Suarez (Véase Santander [1833] 1940). 31
En 1789 del Hospital de San Lázaro en Cartagena, que había sido fundado en el siglo XIX, se trasladó al sitio de Caño de Loro en la Isla de Tierra Bomba (Platarrueda, 2004: 16).
![Page 35: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/35.jpg)
35
Los congresos internacionales sobre lepra, ocurridos en 1897 y 1909, insistieron en el
aislamiento como la mejor medida para impedir la propagación de la enfermedad. Esto
promovió su obligatoriedad y vigilancia, como se estaba practicando en Noruega (Obregón,
2002, Maldonado, 1949: 24). El conocimiento médico que se generó internacionalmente
sobre la enfermedad se articuló con las formas de control en Colombia. Fue así como el
confinamiento se instituyó, y con éste una serie de prácticas higienistas que se
implementaron en los lazaretos.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las estadísticas de lepra en Colombia señalaban
un aumento en el número de enfermos, el cual llegó a 30.000 personas. Este fenómeno,
que Obregón denomina ―la retórica de la exageración‖, se dio como una estrategia para
acelerar el proceso de medicalización y al mismo tiempo para captar ayudas económicas
destinadas al sostenimiento de los enfermos32 (2002: 184). ―El gobierno aprobó leyes
severas que establecían como obligatorio el aislamiento de los leprosos, el Estado
colombiano tomó el control de los lazaretos y los médicos efectuaron los primeros intentos
de medicalización de la lepra‖ (2002: 204).
La lepra vivió una transformación en su concepción y manejo, en el cambio del siglo XIX al
siglo XX, con la medicalización y con esta la constitución de una política diferente que se
hizo desde el laboratorio. Confrontando a Noguera (2003) quien afirma que para la primera
mitad del siglo XX hubo una politización de la medicina y una medicalización e higienización
de la política, Latour (1980) no ubica el papel de la ciencia en un espacio/tiempo fijo, sino
que asevera que la ciencia es política. Para Latour, lo que se hace en el laboratorio es
política y rebatiendo la imagen del médico o del científico aislado del mundo en un
laboratorio o en una clínica, él nos mueve a pensar en que estos espacios aparentemente
aislados, están profundamente conectados con el mundo y sobretodo lo toman y lo
intervienen.
32
Este fenómeno respondía a una lógica mediante la cual era conveniente hacer más visible la enfermedad para captar el interés de la sociedad y de los políticos y así incentivar la investigación, la presencia de la comunidad médica en los lazaretos y la captación de dinero para el mantenimiento de estos lugares.
![Page 36: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/36.jpg)
36
“La ciencia es política ejercida con otros medios” (Clausewitz citado en Latour,
1980:65). En el siglo XIX el manejo de la lepra fue un manejo político, que pese a contar
con la presencia de médicos en los lazaretos y con algunas prácticas de vigilancia y
diagnostico de la enfermedad, consignados en algunos documentos como el de Santander
en 1833, solo hasta el descubrimiento del bacilo por Hansen, la lepra no solo se asumió
como una entidad médica y patológica, sino que la política se construyó a partir de la
ciencia. Por esto no negamos una dimensión política que atravesó el manejo de la lepra a lo
largo de su historia, sino que intentamos matizar, entendiendo las concepciones bajo las
cuales se construía y se constituía la misma.
La medicina se ocupó de la lepra, construyendo un conocimiento médico que avalaba el
paradigma bacteriológico. De este modo se transformó la percepción sobre la enfermedad,
que pasó de ser un problema político nutrido por la caridad y filantropía, a un asunto
biomédico como política de Estado. Este hecho reforzó las ideas de aislamiento, que se
alimentaban además de las teorías predominantes sobre el carácter contagioso de la
enfermedad. No obstante, tanto social como científicamente la lepra continuaba teniendo un
carácter ambiguo, en discusión y debate constante, atravesada por su legado de exclusión,
estigma y ostracismo, y permeada por una serie de creencias. Por lo que permaneció y
permanece en algunos contextos la discusión sobre la herencia o el contagio33.
Sin embargo, fue el paradigma bacteriológico, y no la ―heredabilidad‖, el que dio forma al sistema carcelario y policivo del lazareto, con sus retenes y rituales de desinfección persecutores de la contagiosidad de la lepra. En ese sentido es que se explica por qué ha sido el contagio y no la herencia el receptor de una tradición de resistencia local frente a la exclusión que resultó del extrañamiento al que fueron expuestos los enfermos. (Platarrueda, 2007: 160)
Claudia Platarrueda (2007) aborda la discusión de los disensos y los consensos sobre la
lepra, su carácter contagioso o hereditario y las representaciones sociales del lazareto y de
la enfermedad. En muchos de los relatos de contrateños (de aquellos que son enfermos y
de aquellos que a pesar de no tener la enfermedad comparten la vivencia de ésta) se
33
Actualmente la medicina considera la lepra como una enfermedad contagiosa, que, sin embargo, tiene un nivel de contagio muy bajo. La forma de transmisión de la enfermedad se da por aspersión aérea de secreciones nasales (Dynamed, EBSCO, base de datos en línea).
![Page 37: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/37.jpg)
37
encuentran posturas en las que se rebate y se niega el carácter contagioso de la
enfermedad, apoyándose en muchos casos, inclusive, en la idea de la herencia, y en otras
se niega tanto el carácter contagioso como heredable, explicando la tenencia de la
enfermedad por excesos o ―desmandes‖34, como muchos suelen llamar.
Don Rosario, como gran narrador de historias sobre el lazareto, que han sido sus propias
vivencias y que han generado en él actitudes muy específicas sobre la enfermedad, cuenta:
La lepra no es prendediza porque mi papá sufrió de lepra, después mi mamá resultó enferma y yo soy sano, me casé con mi esposa y ella también era enferma. Entonces si la lepra fuera prendediza, imagínese usted, papá enfermo, mamá enferma y mi esposa enferma. La lepra no es prendediza, la lepra se contrae por medio de desmandes que uno hace en la vida. Cuando uno está muchacho hace muchas piruetas, y a todo momento el cuerpo no está para aguantar cualquier desmando, entonces se puede contraer la enfermedad. (Entrevista Rosario Chacón, Contratación, mayo 2009).
En estas formas de negar el contagio de la enfermedad y de explicar otras maneras como
se adquiere, subyace una resistencia por parte de los contrateños al escrúpulo y sobre todo
al aislamiento y la segregación de enfermos y sanos. En muchos de estos relatos se
condena la separación de la familia por las nociones de contagio, y a su vez, la convivencia
de enfermos con esposas o esposos, con hijos sanos o enfermos se presenta como un
argumento para refutar estas ideas.
Doña Oliva y don Rosendo se conocieron, se enamoraron y se casaron en Contratación
durante sus años de juventud. Doña Oliva había llegado al lazareto de un año de edad
porque a su madre le habían detectado la lepra. Llevada a la fuerza, la madre de doña Oliva
llegó solo con su hijita porque su familia se había negado a irse con ella. A los cinco años
doña Oliva fue internada en el asilo de Guadalupe35, pero a los diez años le descubrieron la
enfermedad, por lo que fue devuelta a Contratación. En cuanto a don Rosendo, él llegó
enfermo cuando tenía 14 años de edad con la esperanza de que a los seis meses se
mejorara y se devolviera a su tierra. Sin embargo, como él dice ―resulta que los seis meses
34
La palabra ―desmandes‖ significa ―excesos‖, cosas que no se deben hacer. 35
En este asilo, ubicado en el Municipio de Guadalupe, vecino de Contratación, se internaban las hijas sanas de los enfermos de lepra.
![Page 38: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/38.jpg)
38
no se han cumplido‖. Producto del matrimonio nacieron cuatro hijas, que no son enfermas
de lepra, por lo cual doña Oliva, mientras me mostraba un álbum familiar, dijo:
Antes decían que la enfermedad era contagiosa ¿no? Eso se sabía y por eso era el miedo. Yo a veces pienso que la enfermedad podría ser hereditaria, pero prendediza no, porque nuestras hijitas nacieron cuando nosotros estábamos bien abrazados en la enfermedad y ahora uno dice que están bien. (Entrevista Oliva y Rosendo, Contratación, Enero 2008).
Desde la primera mitad del siglo XX el aislamiento se institucionalizó en el lazareto con la
consolidación de un cordón sanitario y la creación de retenes o puestos de control que
circunscribieron un área para la concentración de los enfermos (Ver Anexos 1 y 2). Esta
zona contó con hospitales-sanatorios para hombres y para mujeres, así como asilos para
niños y niñas enfermos dentro del Lazareto. Fuera de allí se construyeron asilos y
preventorios para alojar a los hijos e hijas sanas de los enfermos, como una forma de
separar y organizar a la población no solo entre sanos y enfermos, sino también entre
sexos.
Asimismo, se idearon para los lazaretos una serie de normas que prohibían el matrimonio
entre sanos y enfermos, restringían la convivencia de los sanos en el lazareto y obligaban a
la separación entre los hijos y sus padres enfermos. De este modo, en el lazareto se
organizaron lugares con fines y funciones específicas, y a la población se le distribuyó en
los mismos, creando espacios de aislamiento, ya no solo para los enfermos, sino para los
sanos36.
Esta preocupación por la niñez en los lazaretos apareció desde el siglo XIX en médicos,
religiosos y funcionarios del Estado, quienes comenzaron a plantear la necesidad de
construir asilos y escuelas para atenderlos (Gómez Plata, 1941ª,b; Sociedad Salesiana
36
La Ley 20 de 1927 ordena que los hijos sanos de los enfermos de lepra deberían estar en asilos que ―funcionaran en lugares cuya distancia impida el trato fácil con los enfermos‖. Los niños y niñas debían estar en estos asilos hasta la edad de 15 años; posteriormente se aumenta hasta 18 años, cuando se les daba la salida. El Estado fue el encargado, junto con la comunidad salesiana, de tomar cuenta de ellos proporcionándoles ―la instrucción conducente a que en adelante puedan subvenir por sí mismos sus necesidades‖ (República de Colombia, 1937: 13).
![Page 39: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/39.jpg)
39
(s.f)). El aislamiento de los hijos de los enfermos y la separación de los niños sanos con los
enfermos37 fue un tema presente en decretos y leyes hasta la década de 1950 (Véase Ley
N° 32 de 1932, Ley 32 de 1918, Ley 20 de 1927, Decreto N° 812 de 1930, Resolución N°
174 de 1932, Resolución N° 151 de 1933 en República de Colombia, 1937:15-18,189-193).
De hecho, para las décadas de 1930 y 1940, los asilos se insertaron en la Campaña
Antileprosa como una de las medidas profilácticas de la estructura ―trípode‖ que dicha
campaña implementaba.
Desde el punto de vista médico, la profilaxis de la lepra debe hacerse por la acción coordinada de las tres instituciones fundamentales: leprosorio, dispensario y preventorio (Maldonado, 1949: 41,61-63 y 85). (Véase gráfico 1)
Internacionalmente, en el ámbito médico y político se insistía y se enfatizaba en la
necesidad de la profilaxis de la lepra a través de la separación precoz de los niños de sus
padres (Maldonado, 1949:25).
Esta idea reforzaba la conveniencia de los preventorios dentro la Campaña Antileprosa, la
cual buscaba controlar la enfermedad a través de la profilaxis como una medida que
resultaba además económica38 frente al alto costo que tenían los lazaretos dentro del
presupuesto para la salud, sobre todo por el pago de la ración, que era un subsidio que el
gobierno había dispuesto para los enfermos. En el siguiente gráfico se puede observar que
cerca del 75% de los gastos el Departamento Nacional de Higiene para el año de 1932
estaba destinado a los lazaretos, siendo el pago de las raciones el 52% del presupuesto
total. (Véase gráfico 2)
La construcción de asilos y preventorios tuvo una significativa respuesta por parte de
diferentes entes a nivel nacional. Los departamentos de Caldas, Antioquia, Cauca y
Cundinamarca construyeron asilos, preventorios y hogares-escuela (Gómez Plata, 1940ª,
37
Desde la Ley 14 de 1907, en el artículo 4, el gobierno se hace cargo de los niños que residan en los lazaretos, los sostendrá y educará, y ―por ningún caso estarán en un mismo local los niños enfermos de lepra con los no leprosos‖. Ver también Ley 32 de 1918, artículos 20 y 21 (República de Colombia, 1937: 4,10). 38
Obregón señala el papel jugado por la Campaña Antileprosa como un modo de concebir la higiene pública a la luz de la racionalidad económica, frente al problema los lazaretos estaban representando para el presupuesto de la salud y la higiene en Colombia, sobre todo para las décadas de 1930 y 1940 (2007:272).
![Page 40: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/40.jpg)
40
1942), y fundamentaron estos proyectos no solo en la lucha biomédica por el control de la
enfermedad, sino también en consideraciones caritativas y religiosas, así como en ideas de
protección de la infancia39.
Los asilos fueron importantes para pensar la configuración del aislamiento como mecanismo
de control de la enfermedad por parte del Estado y de las comunidades religiosas, como los
salesianos, quienes estuvieron en los lazaretos.
De manera cada vez más firme, los lazaretos iban convirtiéndose en instituciones médicas y algunas de las órdenes religiosas fueron instrumentales en este proceso, convirtiéndose en eficaces difusoras de prácticas higiénicas y de desinfección en los lazaretos. (Obregón, 2002:223).
Aunque la lepra se medicalizó y adquirió una dimensión biomédica, su relación con lo
religioso permaneció, pero transformándose. Para comienzos del siglo XX, el vínculo entre
las comunidades religiosas y los enfermos, que hasta el siglo XIX había estado mediado por
sentimientos como la caridad y la compasión cristianas, en las que las comunidades
religiosas eran las que prestaban ayuda y asistencia a los enfermos, sumó sus esfuerzos
con la biomedicina en el tratamiento y el control de la enfermedad. La caridad se tradujo en
filantropía y se alió a las prácticas médicas e higienistas.
Para la década de 1930 se concluyó el carácter contagioso de la lepra, la necesidad de
privilegiar la profilaxis sobre el tratamiento, y la susceptibilidad de los niños hacia el contagio
de la enfermedad (INFORME sobre lepra…; Burnet; Parra 1935; Gómez Plata, 1942). Fue
así como se consideró la separación de los niños sanos de sus padres, enfermos en asilos,
como una forma de ―romper la cadena leprótica‖, para prevenir el contagio y, puesto en
lenguaje de médicos y funcionarios del Gobierno:
39
Desde mediados del XIX comenzó a constituirse en Europa y Estados Unidos ideas sobre la infancia, especialmente sobre los derechos del niño. La niñez se constituyó como una categoría para pensar una parte de la sociedad, los niños, quienes debían ser reconocidos y poseer derechos diferenciados. A finales del siglo XIX y en todo el transcurso del XX el tema de la niñez se afianza en los países Latinoamericanos. Sin embargo, las posiciones radicales de algunos literatos, psicólogos, pedagogos, etc., que plantearon derechos para los niños donde los liberaba del maltrato, la imposición de los adultos, la mala educación, la imposición de la religión, etc., fue asumida por los Estados de forma distinta, constituyendo un sistema de protección profundamente impositivo sobre lo que desde los adultos se quería del niño (Rojas Flores, 2007).
![Page 41: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/41.jpg)
41
Salvar la salud, y reincorporar a la sociedad, lo repito, el único valor humano cierto que puede salvarse de la grave calamidad social de la lepra, y además permitirá un mayor tiempo de control y conclusiones de importancia desde todo punto de vista. (Otálora: 1938: 22).
La Campaña Antileprosa también hizo énfasis en la creación de dispensarios y, aunque en
los lazaretos seguía manteniendo el aislamiento obligatorio de los enfermos
―reconocidamente contagiosos‖ (véase Ley N° 32 de 1932 y Ley 60 de 1933, República de
Colombia, 1937:181-185, Obregón, 2002:272), enfocó sus esfuerzos más en la profilaxis
que en el tratamiento de los enfermos.
No es el tratamiento el punto céntrico de la lucha antileprosa, es la profilaxis; y la primera medida de esta clase a que ha de atenderse es evitar la propagación de la enfermedad en los niños. (Parra, 1939:65).
En las décadas de 1940 y 1950 se articularon todas estas formas de ―lucha antileprosa‖: el
aislamiento de los enfermos contagiosos, los preventorios infantiles y los dispensarios, para
dar a los lazaretos la coherencia que les permitiera dejar de ser lugares
desordenados/contaminados, ya que desde su origen no habían tenido una planeación
científica y no se lograban definir ni como colonias agrícolas ni como sanatorios, modelos
internacionalmente difundidos para el asilamiento y control de los enfermos(véase Charria,
1940, Maldonado, 1949: 41,61-63;).
Si bien no se ha logrado establecer claramente quiénes, cómo y cuándo se asentaron por
vez primera en la región donde se encuentra Contratación, sí se tiene la certeza entre sus
pobladores de que fue uno, tal vez el último de muchos intentos por encontrar un territorio
en el cual construir un techo y resguardarse allí. Sin embargo, nadie quería a los enfermos
en sus linderos, nadie quería que estos errantes pasaran por sus tierras, ni tocaran sus
fuentes de agua o habitaran en sus poblados. Por lo que después de mucho caminar y
mucho errar llegaron a un pequeño valle incrustado entre montañas de la Serranía de los
Yariguíes, donde había tanta vegetación como peñascos. En ese lugar fue donde pudo
nacer y crecer Contratación, y aunque muchos de sus habitantes no nacieron ahí, llegaron a
![Page 42: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/42.jpg)
42
crecer, vivir y morir, algunos con la esperanza de la curación, muchos obligados a dejar sus
casas, denunciados y traídos por la Policía, exiliados de sus tierras, despedidos de sus
trabajos, algunos abandonados por sus familias y otros con la familia a cuestas llegaban y
ya adentro intentaban construir una vida.
No eran ni sanatorios ni colonias agrícolas. La preocupación de los médicos e higienistas
por ordenar y reordenar el lazareto, también sus constantes quejas, se evidencian en los
documentos legales y biomédicos como informes, leyes y decretos. Pero además se puede
entrever en la cantidad de producción de dichos documentos, sobre todo aquellos que son
legislativos, en los cuales se reiteran las mismas normas en diferentes leyes y decretos a lo
largo de la primera mitad del siglo XX. Algunas de estas disposiciones versaban sobre la
construcción de predios, la criminalización de muchos actos que para el resto de la
sociedad colombiana no eran delictivos, pero que para el enfermo y su familia eran causa
de penas judiciales y multas. En la Revista de Higiene fueron recurrentes las denuncias
sobre la mala organización, la masiva presencia de sanos dentro de los lazaretos, la
promiscuidad en que vivían enfermos y sanos, los vicios de la población, etc.
Como ya hemos dicho, Colombia disfruta en el exterior de la perjudicialísima reputación de país leproso, no tanto por el número de enfermos afectados sino por el modo como están organizados en los lazaretos, que no corresponden ni al concepto científico del verdadero sanatorio ni al de colonia-sanatorio, como la de Culion, en Filipinas. (Benchetrit, 1960: 31).
Los lazaretos no tienen una organización que permita utilizarlos como centros de tratamiento. (Maldonado, 1949: 18).
A nadie, medianamente entendido en la historia de la lepra en Colombia, le es desconocido el origen de nuestros leprocomios (…) El intercambio o tráfico entre sanos y enfermos continuó allí y estos mantenían vivo contacto con sus familiares.
Los leprocomios de Agua de Dios y Contratación tuvieron orígenes casuales, se formaron oficialmente cuando ya muchos enfermos se habían constituido en población, atraídos, o por la benignidad del clima, o por el ansia de huir a una persecución vergonzosa y anticristiana, como sucedió en Agua de Dios, tierra prometida a donde se dirigieron los enfermos de Tocaima.
El origen que hemos recordado sirve para darse cuenta de cuántos vicios de formación ofrecen nuestros leprocomios y como ellos no pueden considerarse como establecimientos modelos, ni lo serán rigurosamente. (Charria, 1940: 96-97).
![Page 43: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/43.jpg)
43
Medidas como el aislamiento obligatorio y disposiciones sobre la regulación de la población
sana dentro de los lazaretos fueron establecidas en varios documentos normativos. Se
permitió que sanos hasta con un segundo grado de consanguinidad pudieran convivir con
los enfermos, pero bajo la condición de que deberían someterse a las reglas del
aislamiento. La entrada y salida de personas al lazareto fue controlada y era necesario
tramitar permisos, habiendo multas para quienes violaran estas normas (véase Resolución
N° 105 de 1919, Resolución N° 96 de 1932, Resolución N° 66 de 1936, Ley 32 de 1918,
Decreto N° 638 de 1930, República de Colombia, 1937:175-179, 180-181, 186-189).
La Ley 14 de 1907 fue una de las primeras que implementó medidas drásticas y precisas
para el control de la lepra (República de Colombia, 1937: 5-7). Esta ley prohibió el
matrimonio entre sanos y enfermos, hizo obligatoria la desinfección de artículos y
documentos que salían del lazareto, impuso la expedición de un pasaporte o identificación
para los enfermos mediante el cual se certificaba que lo eran, dictaminó procedimientos
para la ―extirpación de los focos de infección‖40, reguló la entrada de sanos a los lazaretos
—tanto familiares como vivanderos— y penalizó las fugas con castigos como el traslado a
otro lazareto o el no pago de la ración.
Posteriormente se dictaminaron otras leyes generales para los lazaretos. La Ley 32 de
1918, la Ley 20 de 1927 y la Ley 32 de 1932 que reiteraron y complementaron la mayor
parte de las disposiciones establecidas en la anterior ley y emitieron algunas nuevas. Por
ejemplo la Ley 32 de 1918, destinó un dinero para la construcción de una plaza de mercado
que controlaría el tránsito de los vivanderos dentro del lazareto; la Ley 20 de 1927
reglamentó la separación de los sexos entre los enfermos con el fin de organizar los
lazaretos; y la Ley 32 de 1932 con las medidas para proceder con los ―curados sociales‖ y la
fundación de Dispensarios Antileprosos (República de Colombia, 1937: 8-18).
Para los enfermos que tuvieran consigo hijos sanos se dispusieron algunas providencias para hacer efectivo el aislamiento de estos niños, como la
40
Esto significó la desinfección de los lugares de habitación y los objetos de los enfermos una vez les era diagnosticada la enfermedad.
![Page 44: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/44.jpg)
44
suspensión del derecho a recibir la ración, con la Resolución 15 de 1933 (República de Colombia, 1937: 191-193).
El perímetro de los lazaretos se delimitó con el establecimiento de un cordón sanitario y con
diferentes retenes o puestos de control. El primer documento oficial que demarcó los límites
del lazareto de Contratación fue el Decreto 372 de 1910; después, en 1926 el Decreto 777
de ese mismo año redujo el área del lazareto. En 1934, con el Decreto 2116, se definieron
nuevamente los linderos (véase República de Colombia, 1937: 95-98; República de
Colombia, 1934: 419-423).
Para este trabajo se realizaron algunas actividades de Cartografía Social en dos salidas de
campo, la primera en marzo y la segunda en mayo del 2009, en las que se trabajó con un
mapa de Contratación del año 1925, titulado ―Para la reducción del perímetro del Lazareto
de Contratación”, en el cual se mostraban los retenes y el cordón sanitario anteriores a la
reducción del perímetro y los que se crearon41 (Ver Anexo 1). En estos trabajos se vio cómo
con el paso del tiempo se fue modificando la ubicación de los retenes y cómo se fue
estrechando más y más el perímetro del lazareto. A partir de las experiencias de vida y la
memoria, los contrateños que participaron en este ejercicio fueron identificando rutas y
caminos, se reconocieron quebradas y cerros, se discutió el nombre y la localización de los
retenes y su período de permanencia.
Don Ricaurte Pinzón fue el registrador del pueblo. Contrateño de nacimiento, creció en el
asilo para hijos sanos de enfermos de lepra, de donde se fugó a los 15 años para salir hacia
diferentes pueblos y ciudades, como Socorro, Guadalupe, San Vicente de Chucuri,
Bucaramanga y Bogotá, pero regresó a Contratación en la década de 1970, cuando tomó el
cargo de registrador. Con él realizamos varias actividades de Cartografía Social en marzo y
en mayo de 2009. Don Ricaurte describió el cordón sanitario como ―una línea real e
41
En vista de la ausencia de manuales de Cartografía Social, se construyó una metodología de trabajo a partir de algunas investigaciones en antropología (como por ejemplo el libro de Pilar Riaño, Jóvenes, memoria y violencia en Medellín (2006)) y del curso de Laboratorio en Antropología Histórica del primer semestre del año 2009 a cargo de la profesora Marta Saade. En este trabajo se hicieron dibujos y planos de los asilos, además se trabajó con un mapa del lazareto, el cual fue reproducido en tamaño de un cuarto de pliego, sobre el que se puso un acetato y los participantes se encargaron de identificar lugares señalándolos con marcadores, rayando y dibujando a partir del mapa, contando historias sobre sus experiencias de vida y sobre estos lugares.
![Page 45: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/45.jpg)
45
imaginaria. Antiguamente los retenes quedaban separados, pero con el tiempo se fueron
acercando más y más al pueblo. ¿Se da cuenta usted de que ya se cerró el círculo?‖.
(Véase mapa 1)
Los salesianos y los lazaretos.
Colombia pide a Don Bosco y sus hijos la educación de la juventud, se ha hecho mucho, pero falta mucho por hacer. Colombia pide esencialmente a los hijos de Don Bosco la formación de buenos trabajadores y expertos promotores del adelanto de la agricultura. Tenemos amplios espacios para la vida misionera, en su sentido real. También en este campo Colombia espera la presencia de los salesianos (Palabras del Dr. Rafael Núñez en Reyes, 2004: 85).
Los primeros salesianos llegaron desde Turín, Italia, en 1890, gracias a la petición que el
gobierno colombiano hizo ante la Santa Sede42. Se pactó el contrato entre el superior de los
salesianos, don Rúa, y el general Vélez con el fin de ―promover la educación religiosa,
científica y artística de la juventud colombiana, abriendo escuelas de artes y oficios‖ (Reyes,
2004: 58, Ortiz, 1938: 3). El gobierno eximió a la comunidad de pagar algunos impuestos y
se les ofrecieron algunos beneficios, por ejemplo el derecho al uso de locales, muebles,
máquinas y útiles de los talleres de oficios, como mecánica, carpintería, sastrería y
zapatería, que estos mismos debían implementar en la educación de los jóvenes.
En la época de La Regeneración (1878-1886), la Iglesia retomó su presencia y poder en los
ámbitos políticos, sociales y económicos que durante la Independencia y los gobiernos
liberales radicales había perdido. Con la Constitución de 1886 y el concordato de 1887, se
instituyó al catolicismo como la religión de la nación, considerada como un elemento
esencial del orden social y la encargada de la organización y dirección de la educación
(Reyes, 2004: 52).
Los primeros salesianos llegaron a Colombia en este nuevo panorama político encabezados
por los padres Miguel Unía y Evasio Rabagliati. Fundaron el colegio León XIII en Bogotá y
de allí comenzaron a expandir por varios lugares del país su obra, que consistió en la
42
Inicialmente, el superior de los Salesianos, don Miguel Rúa, se negó a esta petición argumentando no tener suficiente personal. Sin embargo, el gobierno insiste a través del papa León XIII, a quien los salesianos debían atender por obligación, gracias a la persuasión que el general Joaquín Vélez hace al Sumo Pontífice.
![Page 46: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/46.jpg)
46
fundación de casas donde impartían la educación en artes y oficios, propuesta educativa
novedosa para la época y motivo por el cual el presidente Rafael Núñez hizo el llamado a la
comunidad. (Sociedad Salesiana de Colombia, 1990: 3)
Los salesianos surgieron en 1858 como comunidad en Italia. Su fundador fue Don Bosco,
cuya vocación de trabajo estuvo enfocada en la educación de los jóvenes más pobres. El
contexto en que Don Bosco vivió fue el del surgimiento del capitalismo en Europa, sobre
todo en Italia, donde el desarrollo industrial comparado con países como Francia, Inglaterra
y Alemania fue tardío43. El desarrollo del capitalismo provocó un masivo éxodo de
campesinos a las ciudades que se industrializaban velozmente. Sin embargo, todos estos
cambios y transformaciones, el crecimiento de las urbes y la implementación de las
máquinas en las industrias manufactureras, causaron que la clase obrera, que surgía en
este momento, pronto se viera sumida en la pobreza, la explotación de su trabajo y el
desempleo (Peressón, 2000ª).
El padre salesiano Peressón en el documento Don Bosco y el trabajo (2000ª), hace un
breve recorrido por el siglo XIX en Europa, explicando el contexto de Don Bosco, las
preocupaciones y la influencia que éste suscitó en su trabajo como religioso. En esta
historia construida por el salesiano, Don Bosco identificaba los problemas de la clase obrera
resumidos en la pobreza, el desempleo y con éstos, los vicios y el olvido de la religión.
Peressón44 comprende la obra de Don Bosco, como una labor por mejorar las condiciones
de vida de los trabajadores, concentrándose su preocupación principalmente en los niños y
jóvenes que comenzaban a trabajar desde muy temprana edad, y que por su inocencia y su
falta de conocimiento en los oficios eran explotados por los patrones. Afirmando que Don
Bosco orientó la atención en esta población específica no solo por sus condiciones
43
Peressón señala los años de 1845 a 1870 como la época en la que Italia pasó al capitalismo industrial (2000ª: 16). 44
Peressón (2000ª) identifica en la obra de don Bosco algunos aspectos que relaciona con los conceptos y sucesos en este siglo por Marx, y que se desarrollaron en el siglo XIX como lo fueron la conciencia y la lucha de clase.
![Page 47: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/47.jpg)
47
materiales, sino también por la posibilidad que él veía en la infancia de formar y encauzar
por el camino de la religión (2000a).
Una primera característica del espíritu Salesiano: Urgencia de comprender nuestros tiempos y de ser fieles a la realidad histórica en que vivimos, como condición de nuestra fidelidad al Espíritu del Señor que nos interpela desde los signos de los tiempos y de los lugares. (Peressón, 2000a: 37).
La opción evangélica de Don Bosco hacia los jóvenes se desarrolló por medio de la
educación, especialmente de la educación en y para el trabajo. El trabajo se vio entonces
como un instrumento educativo, viendo en éste la potencia de formación de la personalidad
y de transformación de la sociedad, ―consciente de que la historia de la humanidad es en
gran medida la historia del trabajo, y del valor y función del trabajo para el bienestar de las
personas y de la nación‖ (Peressón, 2000a: 45).
Este sentido y filosofía del trabajo de los salesianos se implementó en las diferentes casas y
colegios que construyeron en Colombia. Sin embargo, gran parte del trabajo de la
comunidad se vio abocado a los lazaretos gracias al interés del padre Miguel Unía en los
enfermos de lepra. Existe una anécdota45 conocida por los padres salesianos sobre cómo el
padre Unía conoció y se interesó por estas personas. Esta historia fue relatada por el padre
Mario, quien actualmente trabaja en la parroquia del 20 de Julio en Bogotá. Este salesiano
estuvo haciendo uno de sus años de tirocinio46 en el asilo para hijos sanos de enfermos de
lepra, San Bernardo del Guacamayo, para el lazareto de Contratación.
Llegó un padre salesiano de Italia con las ganas de trabajar acá. Se fue a la diócesis, al despacho del señor arzobispo para identificarse como sacerdote y que le dieran las licencias de confesión y ahí ocurrió una cosa muy extraña. Él estaba esperando a que lo llamaran cuando salió un curita joven, pero hecho una furia, como triste, como preocupado, entonces este padre se le acercó, lo saludó y le dijo:
- ¿Qué le pasa?
45
Esta anécdota está consignada además en los textos de Ortega (1938) y Reyes (2004). 46
―El tirocinio es una etapa de intensa confrontación vital con la acción salesiana en una experiencia educativo-pastoral. En él, el salesiano joven se ejercita en la práctica del sistema preventivo y, sobre todo, en la asistencia salesiana.‖ (Sociedad Salesiana www.sdbcob.org). El tirocinio es una palabra de origen italiano que significa ‗aprendizaje‘ o ‗práctica docente‘. Su duración es de tres años y se considera como la última etapa de la formación inicial de los salesianos.
![Page 48: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/48.jpg)
48
- Es que acabo yo de llegar de graduarme en Roma, y en lugar de mandarme para una parroquia me mandan [a Agua de Dios] con los leprosos.
- Yo de eso no sé nada.
El padre ni había oído hablar de los leprosos, entonces le preguntó qué era eso.
- Aquí en Colombia hay enfermitos de lepra, en algunos pueblos había unos concentrados y otros regados, pero como ya se sabe que la lepra es contagiosa, entonces comenzaron a reunirlos en Agua de Dios.
Y ahí él quedó con la intriga en la cabeza y llegó al colegio ya tardecito; después de la cena le pidió al padre director de la casa que le diera permiso de ir a Agua de Dios, que él quería conocer que era eso, el padre lo autorizó, se fue allá y conoció a los leprosos. La lepra es una enfermedad terrible en el sentido de que lo primero que deforma es la nariz, comienza a aplastarse la nariz, se crecen las orejas, por eso la llama elefantiasis, porque tienen orejas de elefante, por decir, y luego comienza a demostrarse en las falanges de los dedos hasta caérseles una después otra hasta que termina cayéndose los dedos, y después la mano, hay muchos que ya no tienen sino el ñoquito de los brazos. Le impresionó verlos, pero sobre todo encontrarse con muchos niños allí en el pueblo que nadie los atendía… él se preocupó, conoció el pueblo por todos sus recovecos y encontró una casita y después vino a contarle al provincial lo que había visto y sobre todo que los niños no tenían quién los atendieran ni nada… (Entrevista al padre Mario, Bogotá, mayo de 2009).
Miguel Unía, llamado ―el Padre de los leprosos‖, fue nombrado capellán de Agua de Dios,
donde estuvo hasta 1894, cuando enfermó y debió regresar a su tierra natal, Italia, donde al
poco tiempo moriría. Él justificaba su presencia y trabajo en ―el país de la muerte‖, como
llegó a describirlo, por un llamado de Dios y como una muestra de sacrificio, abnegación y
cariño a los leprosos. Su labor fue descrita por un periodista que visitó el lazareto:
En la ceremonia del Lavatorio de los Pies, besa con cariño las llagas purulentas de los niños leprosos, tanto los sanos como los enfermos detienen el aliento ante ese acto de cariño y humildad; luego quieren representar la Cena de Pedro: prepara y lleva platos de comida a los enfermos que yacen en su lecho. (Reyes, 2004: 77).
Uno de los sentidos de la presencia de los salesianos en los lazaretos era la misión, llevar la
palabra de Dios a los otros47, a aquellos que por su condición de enfermos y probablemente
47
Las misiones religiosas históricamente se han implementado en las colonias de occidente para reducir a los salvajes, civilizarlos y convertirlos al cristianismo. Esta categoría de ―salvaje‖ es aquella que encierra al otro, y en esta se puede incluir al enfermo, quien es diferente y anormal por su condición, y el cual debía recibir además de la ayuda de la caridad cristiana, la religión. La lepra como enfermedad cargada de metáforas religiosas ha sido relacionada con el pecado, así que quien la adquiere es porque ha sido pecador, o bien con el purgatorio y la salvación, pues si bien quien tiene la enfermedad ya está viviendo el purgatorio en vida, con lo cual consigue la salvación.
![Page 49: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/49.jpg)
49
desconocedores de la religión debían ser cristianizados, siendo éstos además valorados
como sufridores y desgraciados por su misma condición, y por la ausencia de religión. El
padre Unía persuadió con esta razón a su superior, el padre Rúa, para continuar el trabajo
de los salesianos con los enfermos de lepra, que había sido cuestionado por este religioso
como algo que se salía de la misión de la comunidad:
Esas almas, redimidas por la sangre de nuestro señor Jesucristo, son las más desgraciadas del mundo, porque, además de los dolores físicos, sufren moralmente al verse sin sacramentos ni sacerdotes, lo mismo que los salvajes de la Tierra del Fuego. (Reyes, 2004: 77).
El padre Evasio Rabagliati llegó al Lazareto de Contratación en 1897, con lo cual se
consolidó allí la presencia salesiana. Este padre fue uno de los salesianos que más influyó
en el escenario político nacional, en especial en lo concerniente a los lazaretos. Él fue quien
promovió varias ideas de creación y reorganización de estos lugares en el país; inicialmente
apoyó la idea de la construcción de un ―gran lazareto‖48, sin embargo, esta propuesta fue
desaprobada por el Senado y la Cámara, y el mismo padre mudó su opinión con la visita al
doctor Hansen –quien identificó el bacilo causante de la enfermedad- en Noruega.
Posteriormente apoyaría la idea de construcción de lazaretos departamentales, y por
múltiples inconvenientes con políticos de los departamentos, decidió enfocar sus esfuerzos
en el mejoramiento de los ya existentes.
La visita del padre salesiano al doctor Hansen fue de gran importancia para el control y
manejo de la lepra en Colombia desde finales del siglo XIX. En 1898 el padre Rabagliati
realizó el viaje en compañía de un médico con el apoyo del gobierno y la Junta del Gran
lazareto. El objetivo de esta travesía era conocer la experiencia de Noruega en el manejo de
la lepra, cómo estaban diseñados los lazaretos, quién los financiaba, cómo se trataba la
enfermedad y sí había posibilidad de cura, y en especial de entrevistarse con el doctor
Hansen.
48
Esta idea era la de la construcción de un único lazareto nacional para allí aislar a todos los enfermos de lepra del país.
![Page 50: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/50.jpg)
50
Hansen dejó algunos puntos claros sobre la enfermedad; en primera instancia que ésta era
contagiosa. Respecto a la posibilidad de curación, el doctor fue explícito: ―Jamás he
prestado fe a ninguna curación‖ (Ortega, 1938:95), por lo cual recomendó que la mejor
forma de manejar la enfermedad era con el aislamiento rotundo y obligatorio49 de los
enfermos en los lazaretos. El doctor Hansen expuso algunas medidas esenciales para
controlar la enfermedad, como la denuncia de cualquier enfermo que fuese identificado50 y
la promoción de la higiene. En definitiva, sostuvo, ―el mejor remedio es la higiene, mucha
higiene‖, tanto de las personas sanas para no contraer la enfermedad, como de los
enfermos y del personal que trabajaba en los lazaretos (Ortega, 1938: 191-205).
Con base en la higiene, el doctor Hansen enfatizó en cuestiones muy específicas, como el
baño frecuente, los paseos, la ventilación, una buena calidad en los alimentos y la absoluta
abstención de licores. ―El trabajo, terminó diciendo, es parte de la higiene‖ (Ortega,
1938:200), por lo que los enfermos, dependiendo de las condiciones de su estado, debían
trabajar para así mantenerles ocupados y distraídos, además de ―aliviarlos moralmente‖. El
padre Rabagliati, después de esta visita presentó un informe a la Sociedad de San Lázaro y
comunicó las conclusiones de su viaje al presidente, proponiendo el modelo noruego de
tratamiento de la lepra como el camino a seguir por la nación colombiana ―para la salvación
de la república‖.
La Guerra de los Mil Días paralizó el país, detuvo los proyectos para el control de la lepra y
los lazaretos existentes vivieron un momento de angustia, hambre y olvido. En 1902, como
estrategia para llevar más recursos a los enfermos, el padre Rabagliati creó el Banco de los
Leprosos, con el que convocó a la sociedad nacional e internacional a invertir en dicho
49
El doctor hizo la salvedad de que para personas pudientes este aislamiento podía ser en el mismo hogar del enfermo con una serie de restricciones que evitaran el contacto del enfermo y sus objetos personales con personas sanas, y para los más pobres señaló la obligatoriedad de ser internados en lazaretos sin ninguna posibilidad de ver a sus familiares, a menos de que algún motivo lo ameritara y con el permiso de las autoridades médicas (Véase Ortega, 1938). 50
En el caso de Noruega, el doctor Hansen pidió a todos los médicos que le hicieran la denuncia a él mismo de todos pacientes enfermos de lepra.
![Page 51: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/51.jpg)
51
banco con el fin de ―dar casa, vestido y alimento a los leprosos de Colombia‖ (Reyes, 2004:
124).
El General Rafael Reyes llegó a la Presidencia en 1904. Fue con este gobierno donde más
se intensificaron las medidas de control y aislamiento de los enfermos de lepra en los
lazaretos (Obregón, 2002, Platarrueda, 2007). La relación entre el General y la comunidad
salesiana fue variable, en especial con el padre Rabagliati, siendo en principio de
colaboración y luego de discrepancia, lo que llevó a la petición por parte del General de
expulsar del país a este religioso. Mientras el padre estuvo de la mano con el General tuvo
una fuerte influencia en el manejo que se le dio a la lepra en el país. Fue él quien propuso
mejorar el Lazareto de Agua de Dios, implantando el sistema de hospital como se tenía en
Noruega, y no de población como se había dado en Colombia51 (Ortega, 1938: 402-414,
Reyes, 2004: 132-138).
El General Reyes redujo la acción del padre a simple empleado público. Su disgusto frente
a él se debía a la imagen que el cura había ayudado a construir de Colombia como ―un país
infectado por la lepra‖52 y como ―la primera potencia leprosa del mundo‖ (Martínez, 2006:
52-56). Esta imagen que se había venido construyendo desde la última década del siglo
XIX, con los informes de la Junta Directiva del Gran Lazareto Nacional y otros órganos que
hablaban de la enfermedad, con la Exposición de Paris en 1901 en la cual Colombia se
mostró como el país con más casos de lepra en el continente americano ―la parte
correspondiente a Colombia en el mapamundi estaba señalada con una gran mancha
amarilla, como la gran leprosa del continente americano‖ (Vélez, 1989:230, en Martínez,
2006:58), sirvió para captar recursos destinados al sostenimiento de los lazaretos y a la
construcción de otros proyectos. Sin embargo, este hecho se convirtió en la carta de salida
51
Por la falta de apoyo a la iniciativa de construcción de lazaretos departamentales por parte de los departamentos (idea inspirada después del viaje a Noruega, ya que en este país se habían construido varios lazaretos que encerraban un número pequeño de enfermos para mantener las condiciones higiénicas, sobre todo en relación con el aire y su buena circulación), el padre Rabagliati vuelve a la idea de un solo lazareto, que sería Agua de Dios por sus condiciones geográficas de ubicación y clima. 52
Recordemos que la comunidad médica también participó en la difusión de esta exageración como una estrategia para medicalizar la enfermedad.
![Page 52: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/52.jpg)
52
del padre Rabagliati a solicitud del General Reyes, quien para contrarrestar esta imagen de
Colombia, impulsó una campaña para informar a la comunidad internacional de que:
En Colombia no había más de cuatro mil leprosos y que estos se hallaban recluidos en los lazaretos, donde eran atendidos según las normas eficaces del doctor Hansen; que la lepra existe en Colombia como en todos los países tropicales y que puede contagiar a las personas abandonadas y sin recursos. (Reyes, 2004:148).
Mientras Rabagliati trabajaba para el gobierno con la organización y creación de nuevos
lazaretos, así que la dirección de la congregación fue asumida por el padre Aime (declarado
como provincial de los salesianos), quien consideró la labor en los lazaretos como
secundaria, como una excepción de la comunidad. Este cuestionamiento del papel de los
salesianos en Colombia por su énfasis en los lazaretos se entrevió además en la
preocupación de los padres que estaban en estos lugares por explicar la importancia del
trabajo con los enfermos, como un llamado divino en el que se lograba rescatar el sentido
de la comunidad:
¿Cómo compaginar el apostolado de los lazaretos con el carisma educativo-pastoral de Don Bosco? Decían las antiguas Constituciones de los Salesianos: el fin de la Sociedad Salesiana es que los socios, mientras se esfuerzan por alcanzar la perfección cristina, se dediquen con celo a toda la obra de caridad hacia los jóvenes, especialmente los más pobres. (Reyes, 2004:131).
Uno de los medios para sustentar el trabajo pastoral de estos salesianos en los lazaretos
fue la concepción de los enfermos, jóvenes y adultos como personas pobres y marginadas
de la sociedad. El trabajo con los jóvenes estaría contenido en los oratorios53, escuelas y
asilos para hijos de los enfermos. De esta forma se argumentó una coherencia entre el
trabajo en los lazaretos y la misión de la comunidad: ―Se trata, si vamos más a fondo, de un
apostolado especial dentro del carisma salesiano‖ (Reyes, 2004: 32).
53
Los ―oratorios‖ son como se conocen a una experiencia educativa fundada por Don Bosco, quien decide convocar a niños y jóvenes podres los domingos a una sesión informal de catequesis, donde además se les enseñaba a leer, a escribir y se jugaba con ellos, apartándoles de la calle y sus peligros (Sociedad Salesiana www.sdbcob.org) .
![Page 53: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/53.jpg)
53
Los asilos para hijos de enfermos.
Los salesianos, aparte de haber sido los encargados de construir hospitales y sanatorios en
los lazaretos, fueron los autores de la creación y construcción de asilos, escuelas y oratorios
para niños y jóvenes hijos de enfermos, huérfanos y residentes en los mismos centros de
reclusión. Como ya se anotó, la preocupación por la niñez, su cuidado y educación, se
remontó a la llegada del padre Unía a Agua de Dios. Allí el padre acompañó la construcción
en 1892 del Asilo Santa María, donde se albergarían los hijos de los enfermos54. En 1905 se
fundó el asilo Miguel Unía para los niños leprosos, iniciativa del padre Luis Variara, quien
había venido desde Italia por petición del padre Unía para colaborar con la misión y,
especialmente, para conformar la banda de música en el lazareto55.
Las Hijas de María Auxiliadora fundaron el primer oratorio en Contratación, que contó con la
presencia de ―setenta participantes, adultas en su mayoría y enfermas‖ (Reyes, 2004: 108).
Estas religiosas salesianas llegaron a Colombia en 1897 y al año siguiente a Contratación,
convidadas por el padre Rabagliati para colaborar con la misión de sus equivalentes
masculinos y hacerse cargo de las mujeres de los lazaretos. En ese mismo año las
hermanas aceptaron la propuesta del gobierno para la organización de una escuela que
inició con cincuenta y dos alumnas, muchas de ellas enfermas de lepra (Reyes, 2004)56.
En 1905 se abrió el asilo María Auxiliadora para niñas enfermas y huérfanas, pese a que el
gobierno estaba en desacuerdo con la presencia de estas niñas57 dentro de los lazaretos.
Seis años después se construyó el asilo para niñas sanas en Guadalupe, Santander, ―con el
fin de preservarlas del contagio‖. En 1929 se fundó dentro de Contratación el asilo Santa
54
La idea inicial de este asilo fue la de internar a los niños sanos. Sin embargo, fue convertido en escuela primaria para niños tanto sanos como enfermos (Gómez Plata, 1942: 56). 55
Estas iniciativas de la comunidad salesiana tenían el apoyo del gobierno, en especial de la Junta Central de Higiene. Para este caso específico, la Junta emitió un acuerdo por medio del cual dispuso la creación de este asilo (Revista de Higiene, Vol. 23 6-7 1942: 39). 56
En un artículo de la Revista de Higiene, aparece que fue en el año de 1938 que se dio el traslado de esta Sala cuna al asilo de San Bernardo, que anteriormente funcionaba en el Hospital Mazzarello, para enfermos, dentro de Contratación. En este mismo artículo se menciona el año de 1934 como el año en el que se fundó como tal el asilo (Revista de Higiene, Vol. 23 6-7 1942: 39). 57
Es necesario aclarar y resaltar que estas niñas que se consideraban huérfanas eran sanas.
![Page 54: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/54.jpg)
54
Catalina para niñas enfermas de lepra. Años más tarde, en 1971, se convertiría en el
Instituto Comercial Laura Vicuña.
En 1906 se edificó el asilo San Evasio para niños enfermos dentro del lazareto de
Contratación. Cinco décadas más tarde, en 1950, el padre Giua lo transformó en local para
escuelas y en oratorio dominical, y en 1962 el padre Trabuchi inició en este predio el actual
Instituto Técnico Industrial con talleres de carpintería, radiotécnica y escuela nocturna para
adultos. Para los niños sanos hijos de enfermos de lepra, el padre Solieri creó en 1925 el
asilo San Bernardo, con capacidad para cuatrocientos niños, ubicado fuera del lazareto en
lo que actualmente es el municipio del Guacamayo, Santander. En 1939 las Hijas de María
Auxiliadora entraron a este asilo para ayudar en el atendimiento de la sala cuna, párvulos,
enfermería, ropería y cocina (Sociedad Salesiana, (s.f)) 58.
Educación salesiana: sistema preventivo
El trabajo de los salesianos consiste en la educación y la misión, fundamentado en el
―seguimiento de Jesucristo e inspirados en el sistema preventivo de San Juan Bosco‖.
Como Iglesia, su propósito es ―llevar amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más
pobres y abandonados‖ (Sociedad Salesiana, 1990). Como parte de la labor educativa es
fundamental destacar el ―Sistema Preventivo‖ que surgió de la experiencia pedagógica de
Don Bosco como una respuesta al ―sistema represivo‖ de educación que primaba en Europa
en el siglo XIX, inspirado en el amor y en la prevención de los peligros a los que los jóvenes
estaban sometidos (Toti, (s.f)).
Este sistema educativo fue implementado por Don Bosco durante la mayor parte de su vida,
y más que ser una propuesta pedagógica consignada en el papel, estaba presente en la
experiencia de su vida. Sobre esto escribió solo un pequeño folleto de doce páginas y lo
hizo por petición de sus superiores (Don Bosco en Toti, (s.f)). Él definió este método como
58
En un artículo de la Revista de Higiene, aparece que fue en el año de 1938 que se dio el traslado de esta Sala cuna al asilo de San Bernardo, que anteriormente funcionaba en el Hospital Mazzarello, para enfermos, dentro de Contratación. En este mismo artículo se menciona el año de 1934 como el año en el que se fundó como tal el asilo (Vol. 23 6-7 1942:39).
![Page 55: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/55.jpg)
55
―ex-presivo‖ a diferencia del ―re-presivo‖, sistema que imperaba en la educación de su
época y que era fuertemente coercitivo (Peressón, 2000b). Este modelo educativo fue
definido por su creador como un sistema basado en el amor y en la razón, que daba a
conocer la reglas y prescripciones de la casa, pero al contrario del sistema represivo (que
buscaba las fallas para el castigo), en este había que prevenirlas ejerciendo vigilancia sobre
los alumnos, tratándolos con amor y permitiendo en ellos ciertos espacios para su
distracción y su formación, como por ejemplo el patio de recreo, donde se debía
implementar el deporte, la música, las artes y el teatro.
En el libro salesiano Disciplina, según el espíritu de San Juan Bosco (1946) se definió la
disciplina como un elemento importante para asegurar el orden y con éste el buen resultado
de los propósitos. Allí se consignaron algunas ideas sobre cómo debía ser la educación
salesiana y el trato a los jóvenes, como por ejemplo la prevención de la indisciplina. A la vez
se enfatizaba en la organización y la regularidad de las actividades como comer, dormir,
estudiar, hacer deporte, rezar, etc., y en sus horarios. Era importante prevenir las faltas por
medio de la vigilancia y evitar en la medida de lo posible los castigos, sobre todo aquellos
que implicaran violencia física. Sin embargo, los castigos eran considerados por Don Bosco
como medicina, como un remedio para curar una enfermedad. En dicho documento se
indicaron las faltas que no se podían perdonar y los castigos que no debían usarse como,
por ejemplo, las sanciones generales (a todos los alumnos), echar de la clase a un alumno,
aquellas amonestaciones humillantes y en público, correctivos penosos, los golpes y la
prohibición de las visitas de sus familiares (Anónimo, 1946:100). Don Bosco condenaba los
castigos de fuerza por ser estos poco eficientes para corregir al joven:
No detestamos el castigo corporal por ser ―demasiado grave para nuestras costumbres delicadas‖, sino precisamente por ser demasiado ligero, demasiado superficial, ya que los recursos pedagógicos deben ir, como la Pedagogía misma, a las profundidades del alma (Anónimo, 1946: 102).
Algunas actividades importantes y complementarias al sistema preventivo fueron la
gimnasia, el deporte, la música, la danza y el teatro, y la comunicación social. Don Bosco
![Page 56: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/56.jpg)
56
había promovido en su labor educativa todas estas actividades, siendo algunas de ellas
innovadoras para su época, como el teatro, que durante el siglo XIX fue considerado por
muchas comunidades educadoras como algo ―contrario a la honestidad y las costumbres‖
(Sociedad Salesiana de Colombia, 1990). Todos estos aspectos del sistema educativo
implementados por Don Bosco e institucionalizados por la comunidad salesiana fueron y
son la definición de su trabajo de enseñanza. La literatura sobre educación producida por
ellos mismos se ha encargado de resaltar estos aspectos de su modelo, sus buenos
resultados y la genialidad del religioso, quien en su práctica fue creando esta pedagogía.
Este sistema, que le daba importancia a la formación para el trabajo, se implementó en los
asilos para niños y se conjugó con la preocupación del Estado y de los médicos por separar
esta población de las personas enfermas. A lo largo de diferentes documentos, como
informes de lazaretos y artículos en la Revista de Higiene, médicos y funcionarios mostraron
esta preocupación y su consideración sobre los niños sanos:
Hay en Contratación una infinidad de niños, la mayor parte que viven con sus allegados enfermos, y aunque la generalidad no disfruta de ración, creemos que toca al gobierno, como encargado de velar por la salubridad pública, la misión de protegerlos, retirándolos de dicho lugar de alguna manera, aunque para ello sea necesaria la fundación de algún asilo especial donde recogerlos. ¡Será este el único modo de salvar esas existencias, que de otro modo serán perdidas para la patria y para la sociedad, condenadas como están a ser presa de la más terrible desgracia en no lejano día! (Alfonso, 1889)
Se debe implementar un sistema que ha de incorporarlos a la vida social, sin desvincularlos de la familia […] El esfuerzo ingente del gobierno para salvar la salud y reincorporar a la sociedad, lo repito, el único valor humano cierto que puede salvarse en la grave colonialidad social de la lepra, y además permitirá un mayor tiempo de control y conclusiones de importancia desde todo punto de vista. (Otálora, 1938:20-22).
Los llamados de médicos y funcionarios vieron un eco en el ánimo de los salesianos para
trabajar con la niñez y la juventud de los lazaretos. De hecho, el lenguaje con el cual estos
se refirieron a los asilos y los niños, en los informes de los lazaretos, en la Revista de
Higiene y la Revista Colombiana de Leprología, mostraba valoraciones de tipo religioso, que
fueron muy similares a las motivaciones de los salesianos para el tratamiento de la niñez.
Así, se apelaba a un ―natural sentimiento de filantropía‖, para emprender una ―cruzada
![Page 57: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/57.jpg)
57
nacional‖ y una ―cruzada sentimental‖, y ―salvar a millares de niños sanos‖, que como
―náufragos que vencieron la tormenta‖ se les debe capacitar en un ―arte u oficio para la vida‖
con el objetivo de ―reincorporar en la sociedad a los niños indiscutiblemente sanos y corregir
los prejuicios sociales que han condenado al asilamiento a estos futuros ciudadanos,
productores de riqueza y miembros útiles de la sociedad‖. De esta manera se podía
―conservarlos libres de la terrible enfermedad y hacerlos unidades útiles a la familia y a la
patria‖ (Charria, 1940:95-98, Gómez Plata, 1940ª: 26, 1940b: 100, 1941ª: 36-57; Parra,
1939: 65-77, Chala & Lleras, 1940: 215-217; Maldonado, 1949:22).
Tanto el Estado, como la medicina y la comunidad salesiana fueron partícipes de los asilos
de distintas maneras de los asilos. El Estado asumió el sostenimiento de estos, y pese a
que en los asilos para los niños sanos no se contaba con la presencia de médicos
permanentes, todos los años se hacía una visita donde se examinaban a todos los internos
en búsqueda de nuevos casos de lepra59. El trabajo de la comunidad salesiana con estos
niños se enfatizó en brindarles una educación que les permitiera el aprendizaje de un arte y
oficio que los capacitara para ―abrirse paso en la brega cotidiana‖, dándoles los medios
necesarios para tal fin (Gómez Plata, 1941b:276). El hecho de que estos niños fueran sanos
fue muy importante al considerárseles como lo ―único‖ que se podía ―salvar‖ de un lazareto.
Por lo que a diferencia de los niños enfermos, los niños sanos recibieron una educación
enfocada en la moral y el trabajo, ambos como constructores de un modelo de hombre, que
no pese a las desgracias de la vida y a un destino en ―la tierra del dolor, tienen la posibilidad
de salvación‖ (Parra, 1939; Otálora, 1938: 20)
Algunas disposiciones para los asilos
59
En el año de 1940, un grupo de 51 niños del Asilo de San Bernardo del Guacamayo fueron llevados a una excursión a Bogotá, en la que ofrecieron una velada ―lirico-literaria‖ a los señores ministro y secretario de Trabajo, Higiene y previsión Social y el Jefe del Departamento de Lucha Antileprosa (Gómez Plata, 1940b) y en el Instituto Lleras se les practicaron exámenes clínicos y de laboratorio para establecer si eran enfermos o no de lepra (Chala & Lleras Restrepo, 1940). En este último artículo, se describen los procedimientos médicos que se les practicaban a los niños.
![Page 58: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/58.jpg)
58
En 1931 se crearon las Cajas de Auxilio para los niños sanos y enfermos, que fueron unas
cajas de ahorro en las que el Estado depositaba un dinero por cada niño durante su estadía
en el asilo, siendo este entregado al adolecente en el momento de su salida con el fin de
―prestarle un apoyo‖ y facilitar su reinserción a la sociedad nacional (véase Decreto N° 2087
de 1931, Decreto N° 1153 de 1932 y Decreto N° 1662 de 1934 en República de Colombia,
1937: 149-155). Sin embargo, el doctor Ricardo Parra aseveró que estas cajas de auxilio
fueron creadas como una estrategia para que los padres accedieran a llevar a sus hijos a
los asilos, argumentando que de esta forma en ellos se iba a ―halagar su interés‖ como ―el
único modo que ha podido convencerlos para que los entreguen‖. Irónicamente, el médico
reconoce más adelante que esta medida solo surtió efecto por unos cuantos meses (Parra,
1935: 171, 1939: 74).
Pese a que el proyecto de creación e implementación de los asilos se consideró como una
medida importante y efectiva para la lucha antileprosa, especialmente en la profilaxis,
algunos médicos estuvieron en contra de estas instituciones ya que consideraban que las
mismas provocaban una conciencia de inferioridad en los niños y los estigmatizaba, además
de considerar que estaban lejos de prepararlos para la vida (Parra, 1935; Gómez Pinzón,
1935).
En muchos informes se registraron algunas medidas que se llevaron a cabo y otras que se
recomendaban, para disminuir la probable estigmatización de estos niños sanos hijos de
leprosos, como por ejemplo ―la mayor parte de los niños son bautizados en otra
poblaciones, para que no tengan el estigma de su nacimiento (…)‖ (Parra, 1939: 68) y se
procuraba que antes de que salieran definitivamente de los asilos, fueran pasados por un
lugar intermedio que en cierto modo hiciera ―olvidar su extracción‖ (Gómez Pinzón, 1935:
17).
Antes de la salida del asilo, a algunos jóvenes se les llevaba a otras instituciones educativas
como un paso intermedio para después sacarlos a la ―sociedad‖, mientras que a la mayoría
se les hacia prestar servicio militar. Este paso del asilo a la sociedad nacional, si lo
![Page 59: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/59.jpg)
59
consideramos como un paso ritual, tuvo una instancia, dentro de ese proceso, de
liminalidad. Turner (1988) define la liminalidad como un momento del rito de pasaje donde
hay una condición en que la persona no corresponde a ningún sistema de clasificación. Fue
así como muchos asileños tuvieron que pasar por instancias intermedias, como el paso por
otros colegios, para pasar de ser hijos de enfermos de lepra, separados de sus padres e
internados en un asilo, a ser hombres ―útiles a la familia y a la patria‖. Consientes de los
posibles problemas que debieron afrontar estos niños y adolecentes, tanto funcionarios
como salesianos dispusieron una serie de medidas mediante las cuales se les pudiera
educar y formar para reintegrarlos a la sociedad nacional, permitiéndoles así
proporcionarles un estatus social claro y definido.
Para los asilos y las casas hogares se emitió un reglamento en 1942 (Véase Anexo 3). En
este documento se establecieron algunos aspectos que definían el carácter del asilo, su
organización, su manejo y actividades. El objetivo de los asilos era ―recoger, sostener,
educar e instruir niños menores sanos‖; en las condiciones para la admisión, se fijaron
límites de edad ―para los varones de 12 años y las niñas de 13 años‖ y preferencia para
aquellos ―nacidos en los leprosorios, los que se encontraran en focos que ofrezcan mayor
peligro de contagio, los más necesitados‖. Las bajas y salidas que podían ser por
―fallecimiento, enfermedad de lepra, límite de edad (entre los 15 y los 18 años), solicitud de
parientes y persistente indisciplina‖. Se estipularon los cargos para la dirección y
administración del asilo y para el personal de las escuelas; sobre la enseñanza se
establecieron los cursos de ―jardín infantil, enseñanza primaria, pequeñas labores y trabajo
de campo, artes y oficios‖, la educación religiosa, moral y cívica debía estar presente en
todos los años de estudio y del trabajo de los internos dentro de la institución.
Estas fueron tanto las ideas como las normas que configuraron desde el Estado, la
medicina y la congregación salesiana a los asilos como una institución dentro de los
lazaretos, encargados del cuidado, la formación y la vigilancia de los hijos de los enfermos
de lepra. Especialmente para el caso de los hijos sanos, fueron claras las intenciones de
![Page 60: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/60.jpg)
60
separarlos de sus familias, bajo los discursos médicos que aceptaban la idea del contagio
de la lepra, considerándola como ―una enfermedad de la edad escolar‖ (Parra, 1935: 165)
aseverando entonces que ―los niños son mucho más sensibles que los adultos‖ (Burnet,
1935: 157). Los asilos se insertaron a la campaña antileprosa, en la que fueron además de
lugares de control y vigilancia médica, instituciones formadoras de sujetos. Por medio del
sistema educativo salesiano estos niños eran educados en artes y oficios, lo que les daba
algunas condiciones para sacarlos de los lazaretos, vistos como lugares de contaminación,
a la sociedad nacional, en que la deberían estar por su condición de sanos, ―pese‖ a su
procedencia.
Fue explícita, en los documentos de médicos y funcionarios, la intención de dichos asilos
por formar ciudadanos ―aptos‖ para la patria, alejándolos de sus familiares con quienes
tenían ―un seguro contagio‖ y de los lazaretos. Por esto se implementaron varias medidas y
estrategias para que tal fin fuese efectivo. Los niños eran registrados en otros municipios
para ocultar su procedencia; en el asilo se les formaba para el trabajo y para que se
―defendieran en la vida‖.
―es natural aspiración patriótica impulsar Escuelas Hogares, al par de aquellos Asilos, para dotarlas de todo los medios que les permitan realizar la tarea trascendentalísima que les incumbe: armar de las mejores armas a esos niños para el combate diario.‖ (Gómez Plata, 1941b:277)
![Page 61: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/61.jpg)
61
TERCER CAPITULO
Historia Oral del asilo y de los asileños
Estas son las experiencias de vida de seis asileños, de un padre salesiano, de un profesor y
dos empleadas del asilo, que fuimos consignando a los largo de los dos años de trabajo en
campo, en los que realizamos entrevistas con relatos de vida, recorridos por las ruinas de
los asilos, talleres de cartografía social y conversaciones informales. Adicional a esto
incluyo el diario de Don Ricaurte60.
Estas experiencias de vida fueron registradas en mayor parte a través de la oralidad, y
algunas técnicas empleadas en el trabajo de campo que ayudaron a estimular la memoria.
Junto a los contrateños construimos una historia oral del asilo en la que se exploraron
dimensiones de la vida social y cotidiana de los asileños; sus trayectorias de vida, sus
diferentes pasos por el asilo y una descripción de cómo era la vida al interior del mismo.
En la historia oral del asilo y de los asileños hay un proceso de construcción de historia
social a partir de la memoria61. Sin embargo, la memoria como un tejido que se encuentra
compuesto por finos hilos que forman una red, tiene aspectos propios de la subjetividad y
de las particularidades en las trayectorias de vida de los sujetos, y al mismo tiempo
aspectos comunes y recurrentes que nos recuerdan que toda memoria individual es social.
Esto implica considerar siempre el presente y los procesos de recuerdo y olvido del pasado
(véase Wachtel, 1999: 75). Por esto en esta historia dimos voz a todos ellos, permitiéndoles
describir y contar las particularidades en sus vidas y los aspectos generales, su presente y
su pasado, lo que significó conceder a cada una de las personas el espacio y la palabra
para describir su vida y así, parte de la vida e historia de su comunidad.
60
El diario de Don Ricaurte se transcribió en su mayor parte y se incluirá en su totalidad como Anexo 4 en este trabajo. Él mismo fue quien ofreció su diario y dio la autorización de ser incluido en este proyecto. 61
Cuando se trabaja Historia Oral hay un proceso de recolección de información en el que se intenta abarcar cierto número de población delimitado por los alcances del proyecto, pero también por la recurrencia en la oralidad. Es decir que el carácter social de la memoria implica lugares comunes en la misma, y la historia oral no se escapa de esto. Es así como Bom Meihy (2005), utilizando un concepto del campo de la economía, llama ―ley de las ganancias decrecientes‖ al momento en que en la investigación las historias orales son muy similares, recurrentes y con lugares y situaciones comunes. Es interesante explorar ese carácter de la historia oral que es dinámico, pero al mismo tiempo goza de redundancia, gracias al carácter social de la memoria.
![Page 62: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/62.jpg)
62
De esta forma construimos una historia del asilo con múltiples voces, trayectorias y puntos
de vista. Esta historia fue dividida en varias partes para describir momentos, prácticas y
actividades que configuraron el asilo y que acontecieron en la vida de estas personas,
importantes para conocer no solo la institución, sino también para adentrarnos en las
vivencias y en la memoria de estos sujetos.
Los relatos de don Ricaurte y don Pascua Carillo, ambos asileños, están presentes a lo
largo de esta historia. Les dimos relevancia gracias al amplio trabajo que con ellos
realizamos y a la riqueza y belleza contenida en sus relatos y descripciones. Con don
Pascual hicimos entrevistas, charlas, caminatas por Contratación y recorridos por las ruinas
del asilo San Bernardo en enero y abril de 2008. Con don Ricaurte realizamos entrevistas,
dos actividades de cartografía social que hicimos en Guacamayo y en Contratación en
marzo y mayo de 2009. Él fue quien me enseñó a jugar hueca y compartió conmigo
momentos muy agradables, otros muy emotivos y algunos melancólicos por las historias
que contaba.
En abril de 2007 realicé mi primer viaje a campo al que fui decidida a adentrarme en la
historia de la comunidad. Me aventuré a hablar y a entrevistar a diferentes personas. Fue en
ese momento en el que conocí a de don Julio Sánchez, cuya historia incitó mi interés por los
asilos para niños. Con don Hernando Marín hicimos una entrevista en la que no sólo él
habló de su vida, sino también de política, en marzo de 2009. A don Antonio Ruiz le hice
una entrevista en abril de 2008. Con Abel Parra recorrimos las ruinas del asilo San
Bernardo en marzo de 2009. Con don Juan Poblador hicimos varias caminatas por
Contratación, charlas y un ejercicio de cartografía social en abril de 2008 y mayo de 2009.
Con Don Jorge Bohórquez fuimos a Guacamayo, leímos poemas, hicimos una entrevista y
un ejercicio de cartografía social con el plano del asilo en marzo y mayo de 2009. Todos son
asileños, y don Abel no sólo es asileño, sino que fue profesor del asilo por algunos años.
![Page 63: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/63.jpg)
63
El padre Mario fue entrevistado en Bogotá, en mayo de 2009. Doña Rosa y doña Graciela,
llamadas comúnmente ―las señoritas Ojedas‖ habían sido empleadas del asilo; a ellas las
entrevistamos en Contratación en mayo de 2009.
Los asilos y los lazaretos.
Los hijos sanos de los enfermos de lepra debían ser llevados a dos asilos (Asilo San
Bernardo del Guacamayo para los niños, y asilo de Guadalupe para las niñas), en lo que se
denominó la Contratación Externa62. Mediante las leyes higienistas, articuladas con los
trabajos de los salesianos se implementó la creación de asilos con los cuales se intentaba
organizar la población de los lazaretos, distribuyéndola y reacomodándola, especialmente
los sanos, para separarlos de los enfermos y diferenciarlos por sexos. Como congregación,
los salesianos en los lazaretos desarrollaron sus propuestas de trabajo con población
pobre63, especialmente con los jóvenes, implementando la construcción de instituciones
médicas y educativas como hospitales y especialmente los asilos. Así mismo en estos
lugares no sólo se desarrollaron las ideas de los religiosos, sino que fueron lugares de
implementación de políticas médicas e higienistas que buscaban controlar la enfermedad,
siendo el asilamiento una de los requerimientos fundamentales promovidos por el Estado y
la institución médica.
Los hijos sanos de los enfermos de lepra tuvieron una consideración especial por ser, en
lenguaje de médicos, funcionarios y religiosos, el ―único valor humano‖ digno de rescatar
dentro los lazaretos. Por esta razón los asilos para niños sanos, a diferencia de los asilos
para niños enfermos, contaron con una formación más profunda, amplia y exhaustiva en
educación escolar y en formación para el trabajo.
62
Concepto utilizado en el capítulo 1 de este trabajo, con el que los contrateños diferenciaban el lugar de los enfermos, dentro del cordón sanitario, siendo esta la ―Contratación Interna‖ del lugar de los sanos fuera de este. 63
Como se trabajó en el capítulo 2, los salesianos que se interesaron por los lazaretos fueron criticados por que el trabajo con enfermos no hacia parte de la misión de la congregación. Por esto muchos salesianos como el padre Rabagliati y el padre Unía buscaron como acomodar la misión de la comunidad con el trabajo en los lazaretos. Así se argumentó la consideración de los enfermos como personas pobres y vulnerables, y la necesidad de educarlos y evangelizarlos, especialmente a los jóvenes.
![Page 64: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/64.jpg)
64
Sin embargo, escudriñando entre la memoria de los contrateños se dilucidó una historia
social del lazareto, especialmente de los asilos, en la que surgieron tensiones y
negociaciones entre la institución y los sujetos. A través de las percepciones, las
apreciaciones, los sentimientos, las emociones y los recuerdos de los asileños,
especialmente de su paso por el asilo, se fueron dilucidando una serie de actos y de
respuestas de los asileños hacia las prácticas de sujeción y de coacción de la institución64.
El asilo San Bernardo
El asilo San Bernardo comenzó su funcionamiento en la década de 1930, para los hijos
sanos de los enfermos de lepra. Inicialmente estaba dispuesto para niños mayores y
jóvenes65, y aproximadamente en 1938 fue construida la sala-cuna y párvulos66, manejados
por las Hijas de María Auxiliadora. Para 1961, con el cambio de los lazaretos a municipios,
el asilo pasó a ser colegio internado y se decidió enfocar la enseñanza técnica hacia la
formación agropecuaria. Pero en 1967 ocurrió un terremoto en esta región que destruyó
parte del asilo, cuentan muchos asileños que ese mismo día los internos fueron enviados a
sus casas y el colegio fue cerrado. El predio quedó abandonado y actualmente está en
ruinas.
En enero y abril del 2008, y en marzo de 2009 realicé junto con algunos asileños recorridos
por las ruinas del asilo San Bernardo, en las que ellos iban sobre el terreno y los pocos
escombros que aún quedaban, identificando los lugares y las partes de las que se
64
Foucault (1988, 2000, 2003, 2006) a través del estudio del poder busca ver las formas en que se construye el sujeto. Con el concepto de anatomo-política y biopolítica, con una perspectiva histórica, considera las formas en que se ha ejercido el poder sobre los sujetos. Sin embargo, es importante considerar la pertinencia de estos conceptos para estudiar lo que sucedió con los enfermos de lepra y sus hijos en los lazaretos, pero sin aplicarlos de forma acrítica y lineal. Por el contrario, es importante ver como distintas formas del ejercicio del poder pueden ser vistas en la historia del lazareto, y a su vez como podemos apoyarnos de otros teóricos como Goffman, que estudian la institución desde adentro, logrando dilucidar otras relaciones y tensiones que Foucault, por su metodología, objetivos y perspectiva no nos ofrece. De esta manera consideramos unas prácticas de ejercicio de poder sobre los sujetos, y sobre la población, pero intentando aproximarnos a la filigrana de la vida dentro de la institución. Por medio de lo que Goffman (2004]) denominó ―Ajustes secundarios‖ se trabajaron las respuestas que los sujetos daban a las normas y obligaciones de la institución. 65
Aunque no se sabe bien la edad, por lo referido en las narraciones se calcula que en el asilo entraban los niños de más o menos siete años. 66
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra ―párvulo‖ significa ―dicho de un niño: de muy corta edad‖ (www.rae.es). Según los relatos de los asileños, párvulos refería al lugar donde eran asilados los niños entre 3 y 7 años, aproximadamente.
![Page 65: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/65.jpg)
65
componía el asilo, y narrando historias y anécdotas sucedidos en el mismo. En marzo de
2009 realicé el primer ejercicio de cartografía social con don Ricuarte y don Jorge, en el que
ellos mismos dibujaron sobre una cartulina el asilo y sus partes. Posteriormente, durante la
salida de campo en mayo de 2009, trabajamos sobre una reproducción del plano
arquitectónico del asilo que data de 192567. (Véase plano 2 y véase foto 9)
El asilo estaba divido en dos partes. En un lado estaban los salesianos con los niños
mayores y los jóvenes, y en la otra parte estaban las monjas, quienes manejaban la
salacuna, los párvulos y un pequeño internado para niñas de la región. Estas niñas eran
sanas y por lo regular eran de familias campesinas que vivían en los municipios cercanos al
lazareto. A cargo de las monjas estaban las empleadas del asilo, que eran mujeres sanas,
algunas campesinas, otras hijas de enfermos de lepra provenientes del asilo de Guadalupe,
encargadas de la cocina y la ropería para todo el asilo. La parte de los salesianos contaba
con tres dormitorios llamados Domingo Savio, San Luis y San Juan Bosco, donde se
organizaban los niños y jóvenes por edad y por estatura. Entre cada dormitorio había
huertas donde se cultivaban algunas hortalizas para el asilo. Además de los dormitorios
había un patio interno, salones para los talleres de formación en oficios, y salones de
estudio. El asilo contaba con tres comedores: uno para los salesianos, otro para los
profesores (que no en todos los casos eran salesianos) y otro para los asileños. Cada
comedor tenía un torno por donde se pasaba la comida desde la cocina sin que los hombres
tuvieran contacto alguno con las monjas y las empleadas. La ropería también se manejaba
por torno y quedaba cerca de los comedores y la cocina.
Los hijos de la lepra: separación de padres e hijos.
Pascual * Mi nombre es Pascual y nací en Contratación, pero por cuestiones de salubridad
mi registro se hizo en el Guacamayo, a donde íbamos a parar todos los hijos de
67
Es importante anotar que el arquitecto de este plano J. Buscaglione, fue un padre salesiano italiano, que llegó a Colombia en 1910 para diseñar algunas obras civiles y eclesiásticas (García Estrada, 1998). Entre sus obras, que son importantes para considerar en este trabajo, se encuentran el ―Croquis para la reducción del perímetro‖, los planos arquitectónicos de la ―Escuela de niñas‖, el ―Asilo de niñas‖, el ―Hospital M. Mazzarello‖ y el diseño de algunas estructuras como el Acueducto, el Tanque, y el Altar para la Iglesia, todos estos para el Lazareto de Contratación, en el año 1925 (Estos planos se encuentran en el Archivo Histórico de los Salesianos en el Colegio León XIII, en Bogotá).
![Page 66: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/66.jpg)
66
los enfermos de lepra. Mi papá era oriundo de Ocaña, Norte de Santander y mi
mamá de Vélez, Santander. Por lo que yo supe, mi papá llegó al Lazareto en
1943, debido a que había salido con lepra por desmandos como bañarse
acalorado o porque de pronto durante el trabajo lo cogían aguaceros. Mi mamá
era vivandera; ella se venía de Vélez a la 4 y llegaba a Contratación a las 8 de la
mañana con quesos, arepas, bollos, cuajada y otras cosas para vender en la
plaza. Pero en esa época todavía era sana, entonces debía permanecer en el
Lazareto por máximo tres días con permiso.
Yo soy el mayor de seis hermanos, ninguno de nosotros tenemos lepra, o no
sabemos ¿no? Porque decimos que ninguno es enfermo, vivimos como sanos,
vivimos muchas veces al pie de enfermos y nunca ha habido contagio, ni
tampoco consideramos que sea heredable. Mis papás me tuvieron el 25 de
diciembre de 1945, pero ellos se casaron cuando yo tenía tres años y medio,
porque debía aparecer registrado y legitimado con el matrimonio. Ahí fue
cuando me llevaron para Guacamayo, mi mamá me llevó a párvulos con las
monjas porque aun era muy pequeño. Mamá dijo ―voy a comprarle un carrito al
pueblo‖, yo la esperé todo el día y sólo hasta el día siguiente entendí que no iba
a volver.
Ricaurte * Por el lado paterno la familia era de La Bateca, Norte de Santander. Llegaron a
Contratación debido a que el abuelo tenía no sé si una llaga en el pie, tal vez
varicosa, pero en ese momento se pensaba que era lepra. Aquí montaron una
curtiembre y mi papá entró a trabajar al Sanatorio. Lo que pasó con mi mamá
fue un caso escandaloso para esa época. Ella una china de 13, 14 años, se dejó
seducir por mi papá, un tipo bien simpático que sabía leer y escribir. Él la preñó
y de ahí salimos mi hermano y yo.
Resulta que el abuelo no dio bacilo de lepra, entonces todos se regresaron para
la tierra de ellos, y le dijeron a mi mamá que no se preocupara que ellos se iban
a instalar nuevamente en La Bateca y que después volvían o mandaban por
nosotros. Ellos se fueron y no volvieron. Entonces mi mamá se juntó con un
señor Pinzón que era asileño del San Evasio. Tuvieron un hijo. Para no echarlo
al asilo porque ese sí era hijo de enfermo, me legitimaron a mí para ir en
reemplazo de él.
La abuela tenía una guarapería y sancochería. Ella estaba llena de hijos, mi
mamá, mis tías y todas con hijos, lo que abundaba era la pobreza. Para alivianar
la situación se deshacían de los chinos llevándolos al asilo, y cuando el chino no
tenía familiares enfermos, entonces lo hacían reconocer por uno que sí fuera
enfermo para poderlo llevar. Había enfermos que fueron reconocidos por
legitimar hijos, estaba Roberto Murillo, el Mono Peñaranda y los Ordoñez.
Todavía y a pesar de contar con una edad de más de 50 años, no he podido
olvidar el día en que mi madre me llevó al asilo San Bernardo del Guacamayo y
me entregó como Judas entregó a Jesucristo al padre Alberto Cortés, director de
ese reclusorio, cura salesiano apestoso a cebolla y ajo como todo boyacense,
negociante y explotador de menores, y de quien siempre he recordado de mala
gana, pues este personaje ha sido causa de muchas de mis malas pesadillas.
![Page 67: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/67.jpg)
67
Entramos al mentado asilo pasado el medio día, hora de la entrega. Lloré toda la
tarde y parte de la primera noche hasta que por el cansancio me quedé dormido.
Tal vez en mi inocencia creía que estaba soñando, pero era la cruda realidad. Mi
madre no estaba a mi lado y qué terrible dolor, al despertar comprendí y sentí
una soledad que me partió el corazón en pedazos. Ya no había escapatoria y
comencé a aguantar y a sufrir las mofas y las burlas de los compañeros por mi
triste y haraposa vestimenta, por lo cual mi arrugado sombrero fue a parar a una
de las apestosas letrinas que tenía el establecimiento.
Tenía escasos 6 años, por lo tanto extrañaba a mi madre y a mi hermano menor
que estaba pequeñito, cada vez que lo recordaba lloraba y lloraba, hasta que
cualquier día el padre director viéndome tan afligido y tan pequeño, ordenó que
fuera llevado a la sesión de los párvulos, los cuales eran cuidados y vigilados
por monjas; esto alivió un poco mi tristeza. Sor Isabel Beltrán me recibió, me
consoló y me presentó a mis nuevos compañeritos, los que me hicieron olvidar
en parte la tan añorada casa materna. Hasta aquí llegó el ciclo de mi llegada al
Guacamayo; nunca he sido capaz de perdonar la actitud de mi madre por los
sufrimientos de la época que endurecieron mi alma y mi corazón y me causaron
traumas psicológicos los que nunca pude superar. Interiormente culpaba a mi
progenitora de todo lo malo que me sucedía.
Mi mamá se murió y aun así no he sido capaz de perdonarle que me haya
llevado al Guacamayo, eso fue terrible. Había mucho sufrimiento, se aguantaba
de todo, hambre, desnudez, desarraigo de la familia, regaños, castigos y
maltratos porque los curas venían de la guerra, eran italianos y alemanes,
venían con un ego de superioridad y nosotros no éramos nada. La mayor parte
de los nosotros, ahora ya viejos y muchos muertos, nos tocó lucharla, nos tocó
hacernos a pulso.
La política de la Zanahoria y el Garrote: disciplina y rutina diaria en el asilo.
Hernando * En el año 54 (1954) trajeron a mi mamá desde San Joaquín, Santander, al
lazareto con policía. Mi hermano y yo quedamos en el pueblo volando, yendo de
casa en casa de nuestros familiares. Sin embargo, unas monjitas del hospital
Mazzarelo68 le sugirieron a mi mamá que fuera por nosotros y nos llevara al
asilo San Bernardo. Le dieron el permiso y nos trajo. Cuando eso tendría como
unos seis años y mi hermano tendría unos cuatro. Cuatro años más tarde me
trajeron para Contratación porque resulté con la enfermedad de Hansen,
mientras que mi hermano sí continuó allá.
Quitando lo malo, la educación en el Guacamayo era buena porque recibíamos
orientación salesiana; los curas lo formaron a uno, porque uno sin papás, con la
mamá recluida, no tenía a donde más acudir. Le daban a uno oportunidades
para estudiar, porque además a mí sí me gustaba el estudio, me gustaba leer y
ponerle atención a las clases. Estuve seleccionado para irme a estudiar al
68
Este es el hospital o sanatorio para mujeres enfermas de lepra en Contratación.
![Page 68: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/68.jpg)
68
Colegio León XIII en Bogotá; ya estaba pronto para irme cuando se me atravesó
esa cuestión de la enfermedad, entonces tocó irme para Contratación.
La formación era muy buena, uno se daba cuenta que muchos de los que salían
del Guacamayo les iba bien en el panorama nacional, a ellos se los llevaban
para el ejército y la naval. Me he dado cuenta que allá le enseñaban a uno a ser
honesto, lo entrenaban a pa´ la guerra, como se dice, para enfrentar la vida. Si
uno se portaba bien, le iba bien, pero si uno se portaba mal, le iba muy mal. Por
eso era la política de la Zanahoria y el Garrote porque por un lado la formación
era excelente, pero por el otro los castigos eran demasiado fuertes.
Dependiendo de la falta se aplicaba el castigo. Las más graves eran fugarse del
asilo, eso era algo casi imperdonable, y robar. Los castigos eran que le rapaban
el pelo a uno; para ese tiempo eso era un castigo terrible. Otro era hacer
flexiones o dar vueltas al patio corriendo por una hora. A algunos salesianos se
les iba la mano: daban patadas, puños y cachetadas.
Padre Mario * En el año de 1952 me dieron el mandato de ir al asilo de Guacamayo para
hacer mi primer año de tirocinio, porque mi salud era muy buena. Todo el mundo
me dijo que pidiera cambio, que no fuera, que dijera que estaba enfermo, pero
yo tenía un compañero que prefirió salirse antes que ir allá y me dije que no, que
yo iba porque no quería retirarme de la comunidad.
El asilo de Guacamayo quedaba como a tres horas a caballo de Contratación,
porque cuando eso era a caballo. Por allá estuvieron lo salesianos con el asilo,
pues en ese tiempo había mucho chino y no había quién los atendiera, sobre
todo que no querían reunirlos con los leprosos, por el contagio. Pero ahí lo
curioso: eran todos niños sanos hijos de leprosos, aunque ellos podían resultar
con lepra en cualquier momento de la vida.
El asilo empezó siendo un rancho de paja, pero fue creciendo y se construyeron
salones y dormitorios. Las Hijas de María Auxiliadora, fundadas por el propio
Don Bosco se encargaban de los niños más pequeños. Así cuando un niño
nacía sano de padre leproso se lo quitaban a los ocho días de nacido, de ahí lo
educaban las hermanas y a los ocho añitos nos los pasaban a nosotros (los
Salesianos) para comenzar la primaria. Ellos se debían quedar por lo menos
hasta los 15 o los 18 años, cuando se les daba la libertad para que se fueran y
buscaran trabajo. Para esto se les preparaba bien; había unos talleres, porque
no solamente se les daba clase, sino que también aprendían cosas para
defenderse en la vida.
Me acuerdo mucho que lo primero que me tocó fue la vigilancia del comedor, del
desayuno almuerzo y comida. Ese era un momento azaroso y delicado. Así que
cuando llegué los saludé y les dije: ―bueno, lo primero que me dijeron era que
tenía que tener garrote en mano y eso no entra dentro de mi sistema, eso no me
gusta, así que no traeré garrote y les voy a pedir que ustedes me colaboren y se
porten muy bien‖. Pero no habían pasado ni ocho días - y contra todos los
anhelos de mi formación- cuando conseguí una vara de café, que es la más
dura.
![Page 69: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/69.jpg)
69
Ahora pienso que desafortunadamente las cosas duras pasaban porque a los
niños les faltaba el cariño, porque desde muy pequeños se les quitaba de sus
padres, y a un niño le hace falta afecto, así no sea con palabras… los
desordenes que podían armar de vez en cuando eran por esa razón; pero solo
ahora lo analizo… (Véase foto 10)
Pascual * La vida dentro del asilo era una vida de mucha disciplina. Lógico que con los
Salesianos usted tenía que levantarse a las 5 de la mañana, tenía que pasar a
una hora de estudio, después el desayuno, un rato de recreo y a recibir las
clases diarias. A las 11:30 era el almuerzo, después salía uno a una hora de
recreo y en la tarde otra vez a recibir clases. Así era para hacer uno 1A, 1B, 2A,
2B, 3A, 3B, 4A, 4B, 5A, 5B de primaria, ya entonces seguía la educación
industrial, porque estaban los talleres de sastrería, ebanistería, mecánica
eléctrica y el que a casi nadie le gustaba, agricultura. Los mismos salesianos
impartían la educación, era hasta una formación muy buena porque el que
trataba con un muchacho del Guacamayo se encontraba con una persona muy
instruida. Y en cuanto a la vida, pues dijéramos así, la manera de vivir pues sí,
al principio se vivía descalzo, el cambio de ropa era cada ocho días, los sábados
era el día del baño, del aseo, del arreglo de dormitorios y del cambio de ropa. Le
digo que andábamos descalzos porque los alpargates que mi papá o mi mamá
nos llevaban, no los gastábamos el par a la vez si no que utilizábamos un solo
alpargate y el otro nos lo colgábamos en la pretina para tratar de ahorrarlo. Ya
después vinieron unos padres alemanes y nos trajeron tenis y medias, mejoró la
alimentación, cambiábamos de ropa más frecuentemente, ya había más orden,
más disciplina, había más aseo y se sentía como más la urbanidad69.
El asilo se componía de la salacuna, en que estaban los puros pequeñitos y
párvulos, que eran manejados por las monjas. Después estaba lo que era de los
curas, donde había tres grandes dormitorios que eran Domingo Savio, San Luis
y San Juan Bosco, todos por órdenes de edad y de estatura. Cada uno tenía su
cama, pero lo que sucedía era que el frio era tan intenso, que uno se orinaba en
la cama. Al principio se recibía atención, pero como veían que era un vicio,
entonces ya no. Ya le tocaba a uno personalmente lavar la sabana, poner el
colchón al sol y en tiempos de invierno ¿qué sol había? Los colchones los
debíamos sacar al cuarto de las esteras, que quedaba detrás de uno de los
dormitorios, pero eran tantos que no se alcanzaban a secar, se engusanaban,
se podrían. Entonces había que dormir sobre el catre, permanecer todo el día
con la ropa orinada y así ir a misa, al comedor, al estudio. Lo que sí lo obligaban
a uno era a bañarse en una piscina a las 5 de la mañana ¡Los miones a la
piscina!
Usted entraba al taller que le gustaba, todos encaminados a que el muchacho
después de que hiciera quinto de primaria adquiriera conceptos y conocimientos
avanzados. Eso fue una cosa muy buena porque cualquier muchacho cuando
salía y se iba a trabajar a una finca –porque por lo general los trabajos eran en
69
Probablemente el padre Camilo Branvilla y Enrique Shuarz. Algunos Asileños contaban que ellos usaban unos zapatos de caucho y sin medias, que eso por el sudor del pie daba mucha pecueca, que el olor a pecueca en el asilo era insoportable.
![Page 70: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/70.jpg)
70
fincas- entonces lo apreciaban a uno porque sabía leer, escribir y hacer algún
oficio.
Cuando comenzó el bachillerato industrial, el padre Branvilla nos llamó a cada
uno para preguntarnos en qué taller queríamos ingresar. En mi caso le dije al
padre que mi madre quería que aprendiera sastrería, que por eso le decía que
elegía ese taller así no me gustara de a mucho, pero entonces el padre me dijo
que el problema no era que no me gustara, sino que por lo pequeño podía no
ser apto para la máquina. Por lo que fuimos a ensayar y logré alcanzar los
pedales, así que comencé en ese taller donde nos enseñaron a cocer desde
calzoncillos hasta sotanas para los curas, de esas de 40 botones, a hacer
overoles, piyamas, pantalones y camisas. Sin embargo, un día estaba en el
taller planchando un pantalón que había cocido y un chino me empezó a
molestar, salí corriendo detrás de él dejando la plancha encima del pantalón.
Cuando regresé ya se había quemado hasta la mesa de planchar. Por eso tuve
que retirarme del taller y me pasaron para agricultura. Ahí la cosa era más libre,
ya era otro el tratamiento porque uno podía salir al campo a cultivar, tocaba
duro, pero la pasábamos mejor.
En agricultura todas las tardes nos tocaba ir al campo, nos daban un azadón
para desyerbar los potreros, arreglar los cultivos de maíz, de papa, cebolla,
tomate o lo que fuera. Me pareció muy bonito porque entre otras cosas nos
dejaban llevar guarapo, un guarapo bien fresquito que nos preparaban las
empleadas del asilo. Yo fui muy bueno para echar azadón, eso fue lo único que
aprendí bien en el asilo.
Fui eternamente sancionado, me decían que era indisciplinado, pero yo era un
muchacho estudioso. Los sábados después del baño nos llevaban a un salón
para leernos las notas del estudio y del comportamiento. Comenzaban siempre
por lo grados menores, primero A, primero B. entonces cada vez que el padre
llegaba al año en que estaba decía enérgicamente ¡Carrillo Fontecha José
Pascual! Cinco menos en conducta, y me tocaba pasar adelante. Todas las
semanas presentaban una película en el teatro; pero el castigo por la mala
conducta era dejarnos sin película, o mejor dicho nos llevaban al teatro y nos
hacían sentar atrás de espaldas a la pantalla. Pero para eso nosotros nos
hacíamos los dormidos y en los momentos en que estaba la película
emocionante sacábamos un espejo y así mirábamos un poco. Lo grave de eso
era uno dejarse pescar porque ahí si lo encerraban en un cuarto y uno
escuchaba las risas de los chinos; eso sí era un martirio, sobre todo cuando
eran las películas de Tarzán o del Llanero Solitario.
En fin de año estábamos en un acto del asilo, cuando escuché el nombre de
―¡Carrillo Fontecha José Pascual!‖, me llamaron una, dos, tres veces. Pensaba
―¿Para qué me llamaran? Juepuerca sólo me llaman para el cinco menos en
conducta‖. ―¡Que tenga la bondad de pasar adelante que le van a dar el premio
de los mejores agricultores!‖ Sin poderlo creer, pasé y me dieron un pantaloncito
y una correíta. Lo que es ganar un premio. (Véase foto 11)
![Page 71: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/71.jpg)
71
La moda era una camisa de manga larga que podía ser cerrada. Cuando nos
llevaban de paseo donde había yuca, maíz, caña o naranjas, allá estábamos
nosotros echándolas en las bolsas que con amarrando las mangas y el cuello de
las camisas hacíamos. Por eso nos llamaban ―las Langostas‖. Había gente de
las fincas que salían a echarnos plomo, porque cuando eso no era la roya la que
devastaba con los cultivos, sino ―las Langostas‖. Por eso sabíamos que
camiseta era la apropiada para los paseos.
Nosotros cargábamos una bolsita de sal y una navaja hecha de de los zunchos
de las cajas, que en ese tiempo eran metálicos. Con eso desojábamos la caña,
la yuca, la arracacha. Cazábamos también grillos, los ensartábamos en una
varita, prendíamos candela y los asábamos; eso sabia como cuando usted suda
la gallina hoy y la deja hasta mañana para calentarla a la brasa. O cogíamos
―pececitos jaboneros‖ de las quebradas y cuando en el comedor nos servían
algunas veces la sopa bien caliente, los metíamos debajo del plato y cuando ya
terminaba la lectura, que por lo regular era un libro de literatura, ya se podía
comer el pescado o lo echábamos a la sopa y nos lo comíamos.
Ricaurte * En nuestro encierro vivíamos siempre deseosos de que nuestros familiares nos
visitaran y nos trajeran algo de comer, pero parecía que para ellos no
existíamos, porque nunca se imaginaban de nuestras hambres. Actualmente,
recordando ese pasado y con relación a mis hijos, trato de satisfacer cualquier
antojo por costoso que sea, no quiero que ellos pasen las hambres que yo sufrí.
Cuando salíamos a paseos dominicales siempre vigilados, aprovechábamos
para desquitarnos de nuestras hambres atrasadas robando frutas. Como si se
tratara de langostas, atracábamos sin compasión los solares, sin respetar
propiedad por la que pasáramos. La gente nos tenía miedo, ya que a nuestro
paso arrasábamos con cuanto árbol frutal encontrábamos a nuestro camino.
Siempre estábamos hambrientos, la alimentación era muy mala, el clima frío
ayudaba a que nuestro organismo nos solicitara comida. Había el deseo intenso
de una naranja, una guayaba, un pedazo de panela, pero qué difícil conseguir
esos sabrosos manjares.
Del menú diario ni que hablar: torta de maíz para el desayuno, todos los días
yuca y arracacha; todo preparado como para presidiarios. La administración
tenia ato lechero, pero el producto era para alimentación del personal
eclesiástico y el resto de profesores salesianos. El sobrante se vendía a los
lugareños del pueblo. Tenía también gallinero, pero los huevos eran para
comercializarlos, había porqueriza pero jamás comíamos carne de cerdo.
(Véase foto 12)
La peluca de San Antonio, los castigos.
Pascual * Yo me volé dos veces del Guacamayo. La última vez que lo hice no había
llegado a la casa y ya la policía estaba esperándome. Mamá me dijo, mijo
tómese esta aguadepanela y regrésese con la policía otra vez pal‘ Guacamayo.
En la primera volada tenía 12 años, en la segunda tenía como quince y fue
![Page 72: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/72.jpg)
72
cuando me sancionaron por haberme volado. Me dieron una tanda70
inmarcesible, me colocaron un vestido de mujer, me hicieron la peluca que
nosotros llamamos de San Antonio71 y el cura me dijo, ―hágase allá, se viene de
rodillas con el vestido hasta aquí y me pide perdón, porque vamos a poner en
práctica la parábola del hijo pródigo‖. Yo hice eso, y cuando llegué donde el
cura, él me metió la cabeza entre las piernas y sacó del bolsillo una braga72 y no
recuerdo cuantos latigazos me dio.
Lo hacían pararse a uno en una columna para que todo mundo lo viera, se
burlara y se diera cuenta que uno se había volado del asilo. Claro que después,
cuando ya recibió el nombre de colegio, ya eso no sucedía, porque ya la
atención era más digna, ya era más benéfica, ya había un interés por el cual uno
debía permanecer allá que era el estudio, la formación, y ya existía más aprecio
de los salesianos. Entonces ya no pensaba uno en eso, en volarse.
No dejaba de haber peleas entre compañeros, pero eso tampoco lo permitían
los salesianos, porque el muchacho que peleaba o que lo vieran peleando lo
castigaban. Pero de todas maneras nosotros teníamos que definir un problema
por medio de los puños. Entonces buscábamos dos testigos, uno para cada uno
y nos citábamos en el cuarto de las esteras o en un pabellón que había, donde
no nos viera ningún salesiano. Nos agarrábamos, nos dábamos a puño limpio a
ver cuál de los dos primero se afligía. Al otro día los testigos daban el resultado
de la pelea: ganó fulano de tal porque le reventó la nariz, la boca, porque le dejó
el ojo negro, así se concluía quién era el ganador.
Las fiestas, el teatro y la música.
Ricaurte * La navidad para nosotros los internos tenía cierta importancia, más que todo por
el regalo y la cena de media noche, en la que por única vez en el año
probábamos la natilla y un huevo al desayuno. Don Dámaso Mediano, un viejo
salesiano de origen español, viajaba del mes de septiembre de cada año hacia
la ciudad de Bogotá, recorría toda la ciudad pidiendo limosnas en las empresas
donde le regalaban saldos de distinta clase, de distintas características como
jabones, dentífricos, cepillos dentales, juguetería de plástico y caramelos. De
cada cosita formaban un paquetico que a cada pelado nos entregaba el viejito
disfrazado de Papá Noel el 24 de diciembre en la noche. Tal vez este sea el
único recuerdo grato de mi infeliz niñez.
Pascual * En las fiestas por lo general se hacían bazares, algunas veces había toros, y
para esos días la comida y la ropa eran especiales. Al desayuno daban tamal,
mojicón, caldo de huevo con papa, queso, galletas. Era un desayuno muy
bueno, el almuerzo también. Que yo recuerde, las fiestas que se celebraban
eran la del director, la de María Auxiliadora, la Semana Santa y la Navidad. Para
la fiesta del director montaban las corralejas, el chino que quisiera salir a torear
lo dejaban, la comida era súper especial y en la cancha interna nos hacían una
70
Una pela, golpiza. 71
La peluca de San Antonio consistía en rapar la cabeza dejando tan solo un aro de cabello. 72
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española Braga tiene como uno de sus significados: ―Cuerda con que se ciñe un fardo, un tonel, una piedra, etc., para suspenderlo en el aire.‖ (www.rae.es).
![Page 73: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/73.jpg)
73
piñata. Esa era una verdadera olla de barro que verdaderamente debíamos
romper cayendo por doquier caramelos y cositas. Algún muchacho resultaba
descalabrado, pero eso era el gusto. Otra fiesta muy buena era la de María
Auxiliadora: hacían olimpiadas deportivas y a los ganadores se les daban unos
bonos para cambiarlos por una gaseosa que se llamaba Chivo Clausen. (Véase
foto 13)
Contando las cebollitas de Egipto73.
Rosa * Mi familia es de Bucaramanga y yo vivía allá con mi papá, pero teníamos un
hermano enfermo aquí en Contratación. A mí me asilaron porque un día íbamos
con mi papá a Chiquinquirá para visitar la virgen, pues él era muy devoto de ella.
Pero entonces pasamos por el lazareto para ver a mi hermano y ahí fue donde
me agarraron para llevarme a Guadalupe. Qué tristeza. En el asilo estudié lo
elemental, pues en mi época no había bachillerato ni nada de eso. Cuando tenía
11 años me sacaron para el asilo del Guacamayo a trabajar, a buscarme la yuca
como digo yo. En ese momento Chela (Graciela) ya estaba allá.
Graciela * Yo nací en Guacamayo, o mejor dicho en una vereda que se llama La Laguna.
Llegué a trabajar al asilo como por el año de 1946. Me faltaban dos meses para
cumplir los 15 años. Los salesianos, cuando necesitaban, buscaban niñas
campesinas de la región o mandaban a pedir niñas a Guadalupe. Mi mamá me
decía que no fuera porque eso era muy pesado, ella lloraba para que no me
fuera, pero me fui.
Nosotras éramos las empleadas del asilo manejadas por los salesianos y las
salesianas. La vida era muy disciplinada, por lo menos en horas del almuerzo
cuando entraban al comedor los muchachos eran en fila y callados, el que no
rezara no recibía los alimentos, no podían ni hablar.
Nuestra nomina era de 10 centavitos por mes, eso no alcanzaba pa‘ nada. Pero
aun así servía de alguito pa‘ enviarle a mi mamá o a mi tía. A parte que era
poquito salimos sin un peso, porque no hubo liquidación ni pensión por el asilo.
Rosa * Nosotras teníamos nuestro reglamento y nuestra rutina aparte. Teníamos nuestras
horas de ir a la iglesia, al trabajo y a dormir. Por lo menos en la noche después
de rezadas las oraciones nadie podía hablar, ni las mismas monjas, así se
pensara alguna cosa tocaba callarla.
Fuera el día que fuera, tocaba madrugar. Si era a la panadería nos
levantábamos a la una de la mañana, y si era a la cocina o a la lavandería a las
tres o cuatro de la mañana. Todos los días así, hasta las 7 de la noche. Ropa y
comida la pasábamos por torno. Ni nosotras, ni los muchachos nos veíamos la
cara. Lo único para lo que nos dejaban ir a la otra casa era cuando había teatro
o fiestas importantes. Los muchachos se hacían siempre adelante y nosotras
atrás resguardadas por las monjas, que siempre nos estaban cuidando. No es
73
Esta expresión fue dicha por la Señorita Rosa durante la entrevista, al preguntarle qué significaba nos dijo que era cuando una persona recordaba su pasado, que esta era una expresión familiar.
![Page 74: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/74.jpg)
74
como ahora que las muchachas son brinque aquí brinque allá. Nosotros hemos
tenido vida de monjas.
La Navidad, eso sí era muy bonito. Papá Mediano, un cura salesiano iba a pedir
a Bogotá todos los años lo que sobraba de las fabricas: que muñecas, que
carritos, que jaboncitos, o lo que fuera y lo seleccionaban por grupos. Hacían su
bolsadita para cada dormitorio y entonces por la noche, saliendo de misa de
media noche los muchachos debían ir a buscar en la cabecera de las camas su
regalito. Eso los niños no veían la hora de salir de la iglesia, salían todos
embalados para ver lo que traía Papá Noel. (Véase foto 14)
Estudio, trabajo y rezo.
Antonio * De un pueblo de Boyacá me trajeron a asilo a los 12 años, cuando a mi padre se
le descubrió la lepra y lo mandaron a Agua de Dios. Allí la vida me pareció
supremamente hermosa, teníamos de todo: primero formación, educación moral
de primera, teníamos protección, comida, distracción, estudio. La relación entre
los salesianos y los muchachos era de primera. El sistema educativo era muy
bueno, sobre todo para los que estaban desde pequeñitos. Antes del asilo yo no
había tenido escuela, un hermano me había enseñado escasamente a leer y a
escribir, y cuando llegué hice un examen para ver en qué grado me ponían.
Quedé en tercero B y de ahí hasta quinto fueron solo tres años. Luego elegí el
taller de carpintería, pero no había demanda en ese trabajo, así que a los 18
pasé a trabajar con los salesianos en ganadería y desde entonces trabajo en
eso.
Había cosas que los salesianos no perdonaban. Si usted le robaba a un
compañero, eso era un castigo terrible, por ejemplo los ponían a hacer flexiones,
por decir algo 500, podíamos todos quedarnos dormidos y el castigado hasta las
12 de la noche cumpliendo su castigo. Pero así era nuestro pequeño mundo,
había una disciplina rígida, pero aquí lo teníamos todo, aquí no nos faltaba
nada, de pronto había la falta de los papás, pero para eso nuestros padres eran
los curas.
Se hacía lo que ellos mandaran. En el Guacamayo ellos eran gente muy
organizada e influyente, ellos escogían el alcalde, ellos daban la posada, la
comida, tenían los caballos para ir a las poblaciones vecinas, eran los dueños
de casi todo esto. Del asilo salían muchachos supremamente preparados para
el ejército, si se presentaban 40 muchachos, 40 muchachos se llevaban. Como
yo estaba trabajando con la ganadería para ellos, el día del reclutamiento me
dijeron ―usted no va‖, y eso sí era lo que ellos dijeran. Los militares les decían,
bueno de estos muchachos ¿cuál no quiere que nos llevemos?
Abel * En el Guacamayo había estudiado una parte de la primaria, después la completé
en Bogotá porque yo quería ser salesiano y entonces me fui para el Teologado.
En el año 1958 llegó el padre Jesús Becerra solicitando un profesor. El único
disponible era yo, además siendo santandereano. Entonces me fui en ese
mismo año a trabajar al asilo, esa era la modalidad que había, ya que cuatro
años más tarde lo transforman en colegio. Los niños eran como unos mil
![Page 75: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/75.jpg)
75
quinientos, y aparte de estos, en el lugar que correspondía a las monjas había
100 niñas internas que venían de todas partes, como de Cachipay, la Aguada.
Hubo mucha gente que supo aprovechar esto. Yo conozco grandes
profesionales: hay abogados, médicos, militares, y como le decía ahora esto
produjo de todo, hasta guerrilleros. La pedagogía que ellos implementaban era
muy completa. Desde niño se les enseñaba a ser responsable y a ser una
persona disciplinada, cosa que ya no se les enseña a los niños de hoy. La
disciplina era lo máximo, una disciplina que no conocía en ninguna parte, ni
siquiera en el Colegio León XIII. Cuando sonaba el primer pitazo todo mundo a
correr, cuando se daba el segundo no se oía ni una mosca. Este patio interno
fue testigo de las revistas que se presentaban en ese entonces y que jamás
volví a ver. (Véase foto 15)
Ricaurte * Como llegué tan pequeño me correspondió pasar por todos los niveles o modelos
de preparación estudiantil existentes en el reclusorio. Estuve con los párvulos
año y medio aproximadamente, nivel que administraban las monjas, hoy día
llamadas salesianas, allá conocí a Angélica, la cual hoy día es alcohólica
desanda74 de Contratación; ella era la encargada de cuidarnos a toda hora,
desde el amanecer hasta la hora de acostarnos.
Cumplido el ciclo de estadía con las monjas fui trasladado al grupo de Domingo
Savio. Integrado a ese grupo empecé a estudiar en forma: en la mañana clases
y en la tarde cargar leña para la sesión de la cocina. En ese tiempo allá no se
utilizaba gas, tampoco electricidad, esta era para tres horas en la noche,
únicamente de seis de la tarde a nueve de la noche, hora en que terminaba toda
acción en el reclusorio. Puede notarse que no había televisión ni radio; todo era
estudio, trabajo y rezo.
Al llegar al taller de sastrería había crecido en todo, en edad, en estatura y en
conocimiento, y a pesar de la ingenuidad lógica motivada por el encierro de
varios años, de todos modos ya me defendía de mis compañeros y de mis
profesores alegando, vociferando cuantas veces se presentaba la oportunidad.
En esa edad empieza uno a leer lo que llega a nuestras manos y se comienza a
acumular y a adquirir la verdadera cultura. Para nosotros la lectura de libros,
novelas profanas era prácticamente prohibida, solo se permitía leer libros
aceptados por la iglesia. Sin embargo, en las visitas a Contratación
encontrábamos libros escritos por José María Vargas Vila, que por esos años
estaba de moda. También llegaba a nuestras manos la revista Lux, dedicada
exclusivamente en su contenido a temas sexuales.
Gozo de buena memoria y recuerdo con claridad como la clerecía nos daba
consejos de que nunca fuéramos liberales, de que deberíamos salir
debidamente preparados para ser ―buenos conservadores‖, que los liberales
como el doctor Darío Echandia y Jorge Eliecer Gaitán eran masones, enemigos
de la iglesia y quienes lo seguían políticamente eran excomulgados. Claro está
que estas manifestaciones, más que todo eran pronunciadas por lo clérigos y
74
Tal vez Don Ricaurte quiso decir ―desana‖ que significa algo así como ―recaer‖ para referirse a la persona alcohólica que deja de tomar, pero que después vuelve a hacerlo.
![Page 76: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/76.jpg)
76
laicos nacionales, ya que los extranjeros tenían una cultura más adelantada, lo
cual les permitía entender que el asunto político no iba con ellos.
De todos modos hacían lo posible por lavarnos el cerebro, martillándonos en la
cabeza a los señores Laureano Gómez y Ospina Pérez, y su cabila de
seguidores. Estos eran hombres defensores de la religión y de la libertad y de la
tradición en conjunto, por lo tanto, por lo regular no se mencionaban las
matanzas políticas que por esa época eran el pan de cada día. Vi con mis
propios ojos y con la ingenuidad de mi edad cómo llegaban, así fuera de paso,
las manadas de godos, chulavitas, armados por el gobierno del doctor Laureano
Gómez que se dirigían a Santa Helena del Opón a matar liberales y a robar todo
lo que encontraban en su camino. Me parece estarlos mirando desfilar todos
descalzurriados y maltrajados vistiendo chaquetones de color caqui y calzando
cotizas o alpargatas los unos, y los otros descalzos. No he olvidado la especial
atención por parte de la dirección del reclusorio que hasta una corneta les regaló
y cuando fue la hora de despedirse, la santa bendición les echaban para que les
fuera bien matando liberales, situaciones que el destino nos convierte en
testigos presenciales al inicio de nuestras existencia y que posiblemente no
podremos olvidar nunca. No se olvida porque luego el mismo tiempo le muestra
con hechos la realidad.
La disculpa es que eran otros tiempo, otras situaciones, con otros actores. Esos
recuerdos comparados con la actualidad, dejan un resquemor dentro de nuestro
ser y con toda razón podemos testificar que las desigualdades siempre han
existido y que a nosotros nos correspondió por ser víctima de una sistema
avalado por el estado y la religión.
Particularmente no tengo nada que agradecer a mis ―distinguidos‖ profesores,
debido a sus rudimentarios métodos para educar. La cartilla Alegría de Leer en
su contenido traía una imagen de un niño con un gorro en el que había un
letrero en el que decía ¡burro! En la parte de abajo una frase que decía ¡la letra
con sangre entra! Esta representación era comúnmente aplicada por la mayor
parte de nuestros educadores, sin que esto causara sonrojo, pues parece que
esto se aplicaba como doctrina. Esta clase de tratamiento crea en el adolecente
un permanente estado de rebeldía y de dudas inmensas con relación a las
tantas veces explicada existencia de un dios supremo; se hace inaceptable que
sus promotores y representantes golpeen y castiguen, atropellen física y
moralmente a sus congéneres, valiéndose de su autoridad y condición, sin tener
en cuenta que se abusaba de niños prácticamente indefensos, ya que los
familiares no tenían conocimientos de esa situación de maltrato continuo, ni
mucho menos capacidad intelectual de denunciar esta clase de hechos ante la
autoridad competente.
La legión de María. Sistema de preferencias.
Jorge * Hasta los 7 años vivía en Bogotá, pero mi mamá trabajaba como empleada de
servicio y me llevó donde mi madrina para que ella me cuidara. Aquí en
Contratación todo mundo le decía a mi madrina que qué hacía con ese chino
ahí, que mejor lo llevaran al Guacamayo donde por lo menos tenía educación y
![Page 77: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/77.jpg)
77
en cierta forma buena. Yo estuve en el Guacamayo desde 1959 hasta 1967,
cuando ocurrió el terremoto y se acabó.
Cuando yo estuve ya no era más asilo, sino colegio agropecuario. Sin embargo
seguía funcionando como internado, pues allí nos daban el vestido, la comida y
el estudio. Cuando entrábamos nos daban un número, recuerdo que el mío era
el 149, y le cuento como dato curioso que con ese número me he ganado varios
chances. La ropa tenía el número y así se controlaba para llevar y reclamar las
ropas en la lavandería, donde además reclamábamos una prenda nueva si se
nos dañaba la que teníamos. Allá manteníamos descalzos y solo para fiestas
nos daban un par de tenis, aunque mi mamá me mantenía siempre con un
parcito de zapatos. Sin embargo, yo dejé de usar los zapatos que mi mamá me
daba porque mis compañeros me molestaban por tener los pies blancos,
apodándome ―patas de leche‖, en comparación con los de ellos que eran negros
y llenos de callos. Yo fui un niño como de papi y mami, pues mi mamá en
Bogotá trabajaba con una familia pudiente, y todos los años me visitaba
trayéndome buenos regalos.
La tal Legión de María era un grupo como de 15 muchachos que organizaban
los curas, donde estaban los sapos, lambones, los metidos, los que les hacían
los favores a los curas. Estos eran los queridos, en quienes los curas tenían
mucha confianza y privilegios. Decurión se llamaba al muchacho servidor en los
comedores de los curas, a estos les iba muy bien porque podían comer más y
mejor. Había un distanciamiento entre los asileños que hacían parte de la
Legión de María y los que no.
A mí me paso un cacharro con el padre Becerra. Todos los jueves en la tarde
nosotros debíamos ir a veces hasta lugares lejísimos. Un día el director padre
Becerra me dijo ―Bohórquez, se me presenta en la dirección el jueves después
del recreo del almuerzo‖. Y claro, a mí me cogió la tembladera, pensando en lo
que el padre me iba a hacer. Ese día fui después del almuerzo a esperar muerto
del miedo en frente de la dirección, y cuando todos los chinos se fueron para el
trabajo, el padre abrió la oficina, que además tenía un cuarto contiguo donde
dormía el director. Me dijo ―siga y siéntese ahí‖, entró el cura pa‘ la pieza y de
allá saco una gaseosa y unas galletas, las puso en la mesita y cuando las vi,
pensé a qué horas me la va a hacer, porque uno ya sabía. El cura volvió a entrar
al cuarto y volvió con un tablero de ajedrez. Yo descansé. Me dijo ―vamos a
jugar pero usted no tiene derecho a ganarme, porque yo soy el director‖; yo le
dije ―no padre, juego es guerra‖. Entonces él quería que yo le enseñara a jugar
porque él no sabía, pero me tenían como el consentido del padre.
Nos plaquiaban75. Exámenes y prácticas médicas en el asilo.
Pascual * Todos los años nos hacían un chequeo médico para tomarnos placas. Nos
tocaba a todos los chinos, por grupos nos organizaban según el curso de la
escuela y nos plaquiaban las orejas, los codos y la nariz. A usted lo desnudaban
completamente y le miraban el cuerpo a ver si tenía manchas, las muestras de
75
Con esta palabra Don Pedro y muchos contrateños hablan de las muestras que son tomadas en placas de laboratorio para hacer el examen bacteriológico en el que se mira si hay presencia o no del bacilo de Hansen.
![Page 78: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/78.jpg)
78
la nariz las tomaban hurgandola con un copito hasta hacerla sangrar. Decíamos
que a fulanito lo apagaron cuando salía con lepra, porque lo sacaban del asilo y
lo mandaban pal‘ San Evasio.
En Contrata hubo un chino que siempre mantenía sucio, era un negrito, le
decíamos ―el gordito de oro‖, el hijo de Ramiro Camacho. No se bañaba, olía feo
y donde le picaba por decir un zancudo, una mosca o alguna cosa comenzaba
con la uña a rascarse hasta que el mismo se iba formando una llaga. Le
decíamos ―por dios camine y se baña‖, yo me lo llevaba y lo hacía bañar a la
brava en la pila y al rato llegaba la mamá a pelear conmigo. Yo le decía, ―ah,
juepuerca, pero señora colabórenos porque es que nosotros no podemos así, el
muchacho huele muy feo‖. Terminó picado, el chino es enfermo de lepra, pero
después de todo para él ese era el objetivo: resultar enfermo de lepra; lo logró
porque a ellos se le daba el subsidio.
Ricaurte * Por ese tiempo resulté contagiado de una enfermedad llamada tiña, muy
mentada por ser comparada con la envidia. Esto llevó a que me tusaran raspado
con barbera. La tiña era unos manchones sobresalientes en el cuero cabelludo,
semejaban a los empeines que salen de la cara, muy difíciles de curar. Otro
número de reclusos y yo fuimos víctimas de sor Anita, una monja vieja
encargada de la enfermería. Para hacer ensayos de gran enfermera trajo acido
muriático y con una pluma de gallina nos lo untó en cada una de las manchas.
Al otro día amanecimos con la cabeza completamente ampollada y la cara
hinchada, la quemadura fue terrible. Desde ese desgraciado día llevo
escondidas en mi cabellera incontables cicatrices por causa de los inventos de
Sor Anita, quien en los infiernos debería estar pagando esa atrocidad.
Mi madre María Auxiliadora. La devoción religiosa y la familia.
Julio * Nací el 4 de abril de 1941 en Contratación, a pesar de que fui registrado en la
Aguada, de donde era mi padrino. Mi papá fue por mucho tiempo inspector de
policía y prefecto del Lazareto, de 11 hijos que tuvieron con mi mamá tres
hombres fueron llevados al Guacamayo y tres mujeres a Guadalupe, para dar
ejemplo.
Como los salesianos sabían tanto de música, si le veían a uno la actitud de
músico le daban a tocar algún instrumento. Junto a ellos yo aprendí muchísimo
de música, me enseñaron a tocar instrumentos como el piano y el violín. Sus
enseñanzas en música fueron maravillosas, nuestra banda era una de las más
reconocidas del departamento.
Los padrecitos nos decían al grupo de música que nuestros enemigos eran el
trago, por aquello de la voz, y cualquier placer, y más para nosotros, que
éramos asilados, personas reprimidas que no conocíamos nada del mundo
porque éramos muy vigilados y habíamos estado encerrados desde pequeños.
Tratándose de mujeres, decían que ellas eran como el diablo, y por medio de las
coplas nos enseñaron a decir que: ―ellas son el diablo/el diablo son las
mujeres/ellas están deseando/que uno se las lleve‖. Aparte de la música, estaba
en teatro y en sastrería. Me gustaba estar siempre activo y los salesianos nos
![Page 79: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/79.jpg)
79
mantenían ocupados. Yo fui un protegido de los curas. Los muchachos me
echaban vainas por eso, me decían, ―ah ¿y usted qué sabe de la arracacha
podrida y de las habas con gusanos?‖
Las salesianas desde muy chiquitico me enseñaron a no tener a nadie, a amar
mucho a María Auxiliadora pero de una forma casi de locura, también más
porque ellos conocieron a Don Bosco y todo lo que significaba la virgen para él,
además de sentir la ausencia de las madres que habían dejado al otro lado del
mundo, llenando el vacío con María. Y así llegué a los 12 años pensando que mi
madre era la virgen María Auxiliadora, pero a esa misma edad fui sacado del
asilo con mi hermanito para ir a conocer a mi familia, a mi madre.
Había llegado el día de salir del internado para ir a Monte Redondo76, un lugar
que servía como punto de encuentro para que los niños que llegaban del
internado de Guacamayo pudieran encontrarse con sus padres y familiares, en
especial aquellos a los que la enfermedad de la lepra había afectado lo
suficiente para no poder movilizarse.
En Monte Redondo, Jorgito y yo nos encontramos con Clarita. Los salesianos
nos habían dicho que íbamos a conocer a nuestras familias, a nuestra madre.
Le dije a Clarita ―mamá‖ con la idea esa, pero realmente creía que mi mamá era
María Auxiliadora. Clarita me respondió que ella no era nuestra madre, que ya la
íbamos a conocer, pues tenía un ―perforato77‖ en el pie que le impedía caminar
mucho. Le dije a Clarita que menos mal, porque mi madre era María y le mostré
una estampita que nos habían regalado en el asilo, describiendo la virgen como
una mujer de cabello largo y rubio, de ojos azules y tez blanca. Clarita se rió y
nos advirtió que no fuéramos a importunar a mamá, que ella no era así, por el
contrario era una mujer boyacense; nos pidió que no nos fuéramos a burlar pues
tenía una mano sin algunos dedos, causada no por la lepra directamente, pues
ella tenía de la liza78, sino por los oficios de la casa y la lavada de tantos
pañales, por lo que sus manos se fueron deteriorando.
En ese momento me sentía confundido, pues mi madre era la Virgen y no
entendía muy bien aquella noticia de que iba a conocer a mi madre. Entonces
llegamos donde mi mamá nos estaba esperando. Ella dijo ―Bendito sea el señor
santísimo‖. A nosotros ya nos habían hablado de arrodillarnos frente a nuestra
madre, pero entonces nosotros lo hicimos por el bendito, pensando que debía
76
Este lugar, al igual que Los Suspiros, fue descrito en el Primer Capítulo. Ambos eran sitios a las afueras del pueblo donde se reunían los padres con los hijos asilados en el Guacamayo. 77
Perforato es una palabra que el mismo entrevistado definió como una herida que es causada por tener un miembro del cuerpo en una misma postura por mucho tiempo, común en los enfermos de lepra por la pérdida de sensibilidad que causa la enfermedad. 78
La lepra liza es uno de los tipos de lepra descritos por la comunidad. Muchos de ellos refieren esta enfermedad como la que menos deformaciones causan en comparación a la lepra tuberculosa. Sin embargo, a nivel médico la lepra que denomina liza es aquella que tiene más presencia del bacilo, sobre todo en extremidades como las manos y los pies, lo que aumenta la posibilidad de deformación de estas partes. (esta información fue dada por un médico leprólogo del sanatorio en Contratación). Por lo que he percibido en las entrevistas, cuando los asileños hablan de sus padres sobre la enfermedad, la mayoría de ellos hablan de que sus padres eran enfermos, pero de la liza. Da la impresión de que la lepra liza por ser menos visible, es una lepra que puede tener una mayor aceptación social, por todo el miedo, el escrúpulo y la exclusión social hacia los enfermos que tienen signos notorios de la enfermedad, sobretodo en el rostro (como sucede con la lepra tuberculosa).
![Page 80: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/80.jpg)
80
ser a él por quien nos arrodillamos y no frente a esta señora, y le dijimos
―señora‖ hasta la hora que nos fuimos, porque la palabra ―mamá‖ no nos había
enseñado a decirla. (Véase foto 16)
Pascual * Muchos de nuestros papás iban a visitarnos hasta Los Suspiros; algunos que
podían, hasta el retén de La Colorada a más o menos tres kilómetros del pueblo
y otros sí iban hasta el Guacamayo porque podían caminar bien y, por ejemplo,
mi mamá sí iba hasta el asilo. Ella como que tenía buenas condiciones de salud,
pese a que salió picada de lepra. Mamá traía almuercito, me sacaba al pueblo y
me dejaba algunos centavitos, unos dos o tres centavos. Las mamás siempre
llegaban con mucha comida, canastados con gallina, papa y yuca. La consigna
era comernos todo, pero, claro, toda esa pilada de comida hacía que por la
noche hubieran unas vomitonas pero tenaces, sin embargo, esa era la consigna
para no dejar devolver a la mamá pero con ningún bocadito de comida.
Ricaurte * En junio del 48, dos años después de mi reclusión, mi mamá fue a visitarme con
mi padrastro don Guillermo, era su primera día y única visita. El primer contacto
con ellos desde aquel doloroso día que fui llevado y entregado al padre Alberto
Cortés. En ese momento me olvidé de todo lo que había sufrido y el abrazo que
nos dimos con mi mamá me hizo sentir completamente feliz, no le di tiempo de
nada, inmediatamente empecé a darle quejas y le manifesté muy sentidamente
que por ningún motivo seguiría viviendo más tiempo separado de ella y que
deseaba de todo corazón volver a mi hogar, a mi querida Contratación. Esa
tarde me fugué, me vine con ellos pensando muy alegre que jamás volvería.
Ohh libertad, que lindo sentirme libre de la mirada de esos odiados curas que
tanto me habían humillado y hecho sufrir.
Pero qué puta desilusión: a los 15 días de mi desaparición del internado
(presidio)79; mi padrastro fue notificado por la dirección del sanatorio que debía
regresarme inmediatamente al presidio, so pena de perder el subsidio que como
enfermo de lepra recibía. Único medio de subsistencia que la familia tenía como
entrada monetaria para sus gastos diarios. No valieron las lágrimas, y como no
teníamos palancas no había alternativa, éramos tan miserables y tuve que
regresar. Pero me dediqué a planear durante varios años para convertirme en
un experto y salir definitivamente de ese horrendo lugar.
Llegó la hora. Saliendo del asilo…
Pascual * En el comedor estábamos acostumbrados a cantar y a hacer algarabía. El padre
Becerra permitía eso porque él consideraba el canto como una forma de alegrar
a dios. Pero el padre tuvo que irse por un tiempo y llegó un cura Barreto para
asistirnos. A él si no le gustó eso de que estuviéramos contentos y de que
cantáramos, así que nos sancionó y no nos permitió ni ir a misa, ni a estudiar, ni
al comedor, ni a los talleres ni nada, y como castigo permanecer en una
columna. Pero al medio día nos pusimos a charlar con los compañeros para ver
79
Los paréntesis están en el escrito original del diario de Don Ricaurte, se decidió transcribirlo con la mayor fidelidad. Es importante notar como el habla del internado, y lo llama como tal, pero en este paréntesis deja ver su consideración del mismo como un presidio. La historia de Don Ricaurte aquí descrita corresponde tanto a su diario, como a las charlas y caminatas que se hicieron en las ruinas de asilo en Guacamayo, en marzo de 2009, y el taller de cartografía social hecho en mayo de ese mismo año.
![Page 81: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/81.jpg)
81
si le hacíamos una celebración a otro compañero que se llama Anselmo
Palacios que estaba cumpliendo años, pero nos vieron charlando y de una vez
el padre Barreto supuso que nosotros estábamos conspirando contra el asilo por
el hecho de haber sido sancionados. Inmediatamente nos reunieron con el
padre Roggero, y el padre Barreto solicitó nuestro retiro, poniendo un ultimátum:
era él o era nosotros. El padre Roggero nos dijo que lo sentía pero que lo mejor
era retirarnos; que, sin embargo, él nos iba a dar la libreta de ahorros, el
certificado de estudios y algo de ropita, para que saliéramos del asilo sin ningún
resentimiento.
Nos pusieron una fecha para irnos, dejándonos unos días como de
entrenamiento para que nosotros superáramos el aislamiento. Entonces lo único
que íbamos a hacer al asilo era a recibir las comidas y a dormir. Así estuvimos
hasta que llegó las 7 de la mañana del 22 de abril de 1962, cuando arrancamos
con nuestros chiritos. Durante el camino cantábamos un poco, reíamos otro y
llorábamos otro tanto, yo les dije pero ¿Por qué vamos a llorar si nosotros ya
somos capaces de defendernos?
Gastamos todo el día para llegar a Contratación, nos sentíamos capaces de
enfrentar la vida, nos sentíamos bien preparados, pero en ese momento también
sentíamos el miedo de llegar y explicar a nuestros padres el por qué estábamos
allí. ―¿Qué le pasó?‖ Fue lo primero que dijeron mis papasitos y les conté que lo
que nos había sucedido, y mi padre me dijo que me tranquilizara que lo que
había aquí eran potreros para trabajar. Cuando me entregaron el dinero de la
Caja de Ahorros en el Socorro, no tuve la precaución de comprarme la
maquinita de cocer para seguir trabajando. En cambio supe de otro muchacho
que salió conmigo también, ese si la compró y más tarde se hizo un sastre
famoso en la capital.
Tuve muchos trabajos como muchos asileños. Viajé por varios lugares,
Bucaramanga, Bogotá, Santa Helena… yendo y viniendo, oscilando entre
Contratación y el mundo de afuera. De muchos trabajos acabé siendo profesor
de educación física en el colegio salesiano de Contratación.
Ricaurte * Mi primo Saúl y yo, con mucho tiempo de anticipación planeamos cómo volarnos
del reclusorio. Tuve que poner en práctica todo mi sistema de convicción
desarrollado hasta el momento para convencer a mi primo de fugarnos un día
domingo después de misa. Mi primo tenía miedo pues si éramos sorprendidos
seriamos rígidamente castigados y ese castigo infundía temor. Comenzaba con
una azotaina del que nuestro trasero quedaba completamente amoratado, luego
rapada de cabeza y el escarnio público al ser mostrado ante todos los
compañeros con un vestido de dama y con alguien a nuestro lado pregonando
que quien se fugara era un cobarde, desagradecido, alejado de Dios.
De todos modos logramos superar todos esos temores y cumplidamente ese
domingo que habíamos programado, nos fugamos. Luego de la misa había
tiempo de recreo en los patios o canchas ubicadas en la parte de afuera del
reclusorio, esto en parte nos facilitó la fuga. Atravesamos el camino que
conduce hacia el poblado del Guacamayo, y tomamos como vía de escape una
![Page 82: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/82.jpg)
82
quebrada arriba y nos llevó a las afueras del poblado y seguimos el camino de
herradura que nos conducía a Contratación, meta de nuestra escapada.
Corrimos y corrimos sin parar, sin descanso alguno, pues nos parecía o
imaginábamos que nos perseguirían para darnos alcance y regresarnos otra vez
al odiado reclusorio; cada minuto, cada segundo era contabilizado mentalmente
y nuestras piernas se movían rítmicamente, veloces, sin sentir cansancio. Al
cabo de una hora larga llegamos cerca de un retén de la Policía Nacional en el
sitio llamado La Colorada, seguimos una senda por un potrero hasta encontrar
una quebrada, subimos la quebrada abajo hasta llegar un camino real que
llevaba a la finca llamada Monte Redondo, por el cual pasamos y en pocos
minutos entramos triunfantes a Contratación.
El retén era una barrera psicológica y real para encerrar al enfermo de Hansen
para que no se regara el contagio de la enfermedad, pues de tiempos
inmemoriales se ha creído que la lepra es contagiosa. Al llegar al hogar materno
lo primero, el saludo, y luego la mentira, ―que venía con permiso a visitar la
familia‖, mentira que al día siguiente fue descubierta al informar que nos
habíamos fugado del reclusorio e inmediatamente fui enviado a trabajar en una
finca fuera de Contratación donde estuve seis meses laborando en distintas
ocupaciones y donde logré ahorrar para comprar mi primera muda de ropa y
calzado, producto de mi primer trabajo y donde comienza el verdadero sentido
de la vida para mí, es el comienzo de vivir en libertad, de ir pensando cuál sería
mi futuro y de tener sueños amorosos, ilusionarme pensando que todo se
consigue fácilmente la fama, el dinero y el poder y todo lo humano en el
transcurso de su existencia, todas esas vanidades que acompañan al ser
humano.
Lo anterior puede ser causa para que se piense que soy un resentido social,
pero verdad que no. Lo que realmente sucede es que se encadenan
demasiadas situaciones acompañadas con la extrema pobreza vivida en esos
tiempos y los cuales hay que citar por su verdadero nombre. No sé, no entiendo
ni comprendo por qué mis padres fueron tan desprendidos de nosotros y todavía
ya en mi vejez me parece que ese tiempo no fue realmente vivido por mí, sino
que se trató de una muy mala pesadilla de la que no he podido despertar. Todo
esto me ha llevado a anidar dentro de mí cierta rebeldía hacia el Estado, ante la
religión y ante la sociedad. He aprendido a ser hipócrita, ocultando mi verdadera
personalidad ya que la hipocresía ha sido practicada desde tiempos
inmemoriales por todas las jerarquías llámense religiosas, políticas y militares, o
sociales. A medida que transcurrimos en el camino de la vida nos acompaña la
hipocresía y más la practicamos.
El terremoto: se van para la casa, se acaba el asilo.
Antonio * Los salesianos se retiraron no por la caída del colegio exclusivamente, sino que
tuvo otros motivos. El fin mediante el cual se había instituido la comunidad
salesiana era un fin muy social: recoger gente pobre y educarla, obviamente con
el patrocinio del gobierno. Resulta que a través del tiempo que ellos estuvieron
aquí fueron amasando una riqueza vastísima. Los salesianos que mandaban
para manejar los muchachos muchas veces eran castigados de otros colegios,
![Page 83: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/83.jpg)
83
pero estando unos dos o tres años en el asilo fueran salesianos, coadjutores80 o
aspirantes al sacerdocio, se retiraban. Por lo que la división general de Turín en
Italia creyó como indispensable acabar con esta casa porque estaba siendo
propiciadora de pérdida de vocación, entonces esto se sumó a la acumulación
de dinero y tierras, y a los daños del temblor, dando motivos para salir de una
vez por todas de eso.
Los salesianos llegaron a ser los dueños de todas estas tierras en parte por el
fanatismo religioso de la gente. El gobierno les había dado un pedacito para que
construyeran el asilo, pero con el tiempo si los curas le decían a un vecino que
les vendiera, esa persona no solo les vendía, sino que les daba más barato por
ser religioso. El difícil sopesar que hubiera sido mejor, porque por un lado la
educación en el Guacamayo hubiera sido mejor, pero económicamente la región
habría podido estar por debajo de cero.
Rosa y Graciela * No sabemos por qué dejaron caer el asilo, eso se cayó con el temblor
pero solo fue una parte. El temblor fue como a las 5 de la mañana, y a la hora el
padre director Becerra ya les estaba diciendo: ―bueno mis queridos niños cada
cual coge su ropita y si tienen papá, mamá, tíos, primos o los que sea se van y
los buscan‖. Ahí todos los muchachos fueron a la ropería a buscar su taleguita
de ropa y se fueron. Y nosotras nos fuimos para Bogotá porque dijeron que ya
no se necesitaban más empleadas.
Pascual * Pero lo que no se entiende es por qué acabaron esto con tantas tierras que
tenían, que se podría decir las mejores del departamento con todos los climas
para todas las clases de cultivo, con buen ganado, cría de cerdos y de aves de
corral.
Salí cinco años antes de que se acabara el asilo por una serie de sismos, que
sin embargo, no causaron los daños suficientes para que eso se acabara. De
pronto creo yo que los salesianos tuvieron alguna desatención por parte del
gobierno, por eso aprovecharon la situación para mandar a los muchachos a sus
casas con la excusa de que ya no podían tener más ahí por el deterioro de las
instalaciones. Después del abandono del colegio, poco a poco la gente fue
destruyéndolo, se fueron robando las puertas, el techo, la maquinaria, los
muebles. Se robaron hasta las últimas 19 gallinas que yo supe donde hicieron el
sancocho aquí en Contratación, de tal manera que la gente se llevó todo menos
la tierra porque esa si no se la podían llevar y así murió, así se acabó el dichoso
asilo del Guacamayo. (Véase foto 17)
Julio * Así esa era la vida de un asilado, mientras tanto aquí el leproso sufría sus
incomodidades.
80
Don Bosco comenzó a utilizar el término de ―coadjutor‖ para referirse a los salesianos religiosos laicos de su congregación y así evitar el uso del término fraile ( www.sdbcob.org).
![Page 84: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/84.jpg)
84
NOS HICIMOS A PULSO
De la Aguada, Guadalupe, Guacamayo… aparecían registrados estos niños y niñas sanos
hijos de enfermos, como una forma de esconder su condición y ocultar su origen. Cuando
llegaba la hora de salir del asilo, algunos jóvenes sobresalientes eran llevados a otros
colegios e instituciones salesianas, otros continuaban en el asilo pero asumiendo otras
labores y la mayoría eran enviados a prestar servicio militar. Estos lugares y momentos
representaban puntos intermedios entre los asilos y la vida fuera de los mismos. Una vez se
pasaba por esta instancia intermedia, estos jóvenes eran ―reintegrados a la sociedad‖, los
cual representaba una de las finalidades primordiales de la institución, para lo cual era
necesario sacarlos del ―foco de infección‖, alejándolos de sus padres y del lazareto,
proveyéndoles educación, cuidados y vigilancia, administrándoles controles médicos
periódicos para identificar nuevos casos, y formándoles en artes y oficios para que una vez
salieran del asilo pudieran ―defenderse en la vida‖.
La salida del asilo era para los asileños un rito de paso que implicaba un momento de
liminalidad. Como se refirió anteriormente, Turner (1988) considera este concepto como una
condición en que las personas escapan a las clasificaciones y a lo establecido social y
culturalmente. El ritual de transición se caracteriza por la inestabilidad, la cual debe ser
superada para retornar a la estructura, a la que se vuelve ya transformado.
Los roles y situaciones liminales son considerados peligrosas porque no tienen una posición
clara y una correspondencia a una estructura o forma definida (Turner, 1988:115). Este
carácter de peligrosidad está determinado por el desorden que representa la liminalidad.
Por su parte, Douglas (1973: 132) relaciona la contaminación con el peligro, y éste se
relaciona tanto con el desorden como con los momentos de transición. Para los asileños, el
momento de salida del asilo, el paso por otras instancias e instituciones y la integración con
la sociedad nacional significaron un rito de pasaje, en el cual los jóvenes pasaban de su
condición de asilados, hijos de enfermos de lepra, a ciudadanos.
![Page 85: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/85.jpg)
85
Sin embargo, si extendemos el análisis de la liminalidad no solo a los ritos de paso, sino a la
condición misma de los asileños, podemos pensar en el carácter liminal de estos sujetos.
Ser hijos de enfermos de lepra significaba para estos niños una situación dentro de los
lazaretos problemática y peligrosa. En los lazaretos no sólo se tenía el problema de
asegurar el control de la enfermedad conteniendo una población enferma que procuraba de
múltiples maneras construir una vida dentro de los lazaretos (trabajando, bebiendo,
jugando, teniendo familia) sino también controlar y reordenar a la población sana que hacía
presencia en estos lugares, ya fuese como familiares, hijos o vivanderos. Los sanos en la
Contratación Interna eran contraproducentes para las medidas de aislamiento obligatorio de
los enfermos.
Cuando se inició la campaña antileprosa, se enfatizó en la prevención y sobre todo en la
atención a los hijos sanos de los enfermos de lepra. Pese a que los lazaretos cumplían con
el aislamiento, esta campaña resaltó el papel de los asilos y los dispensarios por ser estos
quienes daban soluciones, permitiendo controlar y evitar la enfermedad. De alguna manera
había que encargarse de la población enferma a la que había que proveer de los
tratamientos hospitalarios, los cuidados y los medios mínimos de manutención dentro de los
lazaretos.
La presencia de sanos en los lazaretos, y el desorden de los mismos, implicó el desarrollo
de una serie de medidas para intentar reorganizarlos, permitiendo así el control de la
enfermedad a través de la reglamentación de la vida social, y del control sobre los espacios.
Es importante considerarlos como lugares en los cuales se ejercían prácticas de poder de
diferentes maneras. Foucault (1988, 2000, 2003, 2006) identifica distintas formas de
ejercicio de poder, como lo son la vigilancia-corrección y los dispositivos de seguridad, las
cuales se diferencian en sus técnicas, sentido y fines. Mientras que la primera trabaja sobre
el cuerpo individual, la segunda lo hace sobre la población, habiendo en ambas
![Page 86: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/86.jpg)
86
tratamientos sobre el espacio, aunque de forma distinta81. Sin embargo, para este estudio
consideramos útiles estas concepciones sobre el poder, en tanto de manera conjunta sirven
para analizar lo que sucedía en los lazaretos.
Hay que separarse, sin embargo, de la periodización que hace Foucault y del tratamiento
que da al tema de la lepra, estudiándola en la Europa del Medioevo. Pensar el poder desde
el control tanto de los cuerpos como de las poblaciones y sobre el espacio nos lleva a
pensar en diferentes formas de ejercicio del poder dentro de los lazaretos, tanto en la
distribución de los espacios como en las prácticas de las diferentes instituciones que
componían la Institución, como el hospital y los asilos. Así podemos ir viendo cómo se
ejercía el poder basado en el conocimiento médico e higienista y en el deber ser.
La disciplina, la coerción, la vigilancia y la regulación (Foucault 2000, 2003, 2006), eran
ejercicios de poder expresados en diferentes situaciones, lugares y actores en torno a los
lazaretos, los enfermos y sus familias. Para el caso de los asilos fueron claras las
intenciones de reorganización de la población en el espacio: los hijos sanos y enfermos, y
las niñas y los niños tenían sus instituciones de asilo para hacer efectivo el aislamiento, la
organización y disposición de sus cuerpos en espacios específicos que permitieran el
desarrollo de los fines de la institución.
Fue así como los asilos proveyeron a los niños alimentación, techo y cuidados.
Especialmente a los hijos e hijas sanas impartieron educación y formación en artes y oficios.
También en estos lugares, se impartieron prácticas de control médico: en el caso de los
hijos sanos con la identificación de nuevos casos y en el caso de los hijos enfermos con la
administración de tratamientos para combatir la enfermedad.
El énfasis en la formación y en la educación para el trabajo, sobre todo de los sanos,
caracterizaba la función de estos asilos y el papel desempeñado por los salesianos era
coherente con la filosofía de la congregación. Implícitamente en las prácticas disciplinarias,
81
En la segunda forma de poder, en la que se trabaja sobre la población, el tratamiento que se le da al espacio, es a través de la circulación (Véase Foucault, 2006).
![Page 87: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/87.jpg)
87
de vigilancia y de formación, se promovía un deber ser para los hijos sanos de los
enfermos.
El Estado y la institución médica y religiosa asumieron la responsabilidad sobre los hijos de
los enfermos de lepra, implementando una serie de medidas para fijar un carácter y una
condición que permitiera a estas personas recomponerse en la sociedad, según su
condición biomédica: quien era enfermo debía integrarse al lazareto, quien era sano debía
integrarse a la sociedad nacional. Esta responsabilidad implicó afrontar la liminalidad de
estos sujetos transformándolos y dándoles los medios materiales, mentales y espirituales
para reincorporarlos a la sociedad, que en términos de Turner (1988) sería la estructura.
Sin embargo, considerando los relatos de vida de los asileños, en espacial de sus
experiencias en el asilo San Bernardo del Guacamayo, fueron recurrentes las tensiones
vividas y recordadas entre los asileños y la institución: entre el deber ser y lo que fue.
Entrar en la mentalidad de la congregación salesiana, a su vez, fue ingresar en el plano de
los ideales tanto de sí misma, de su trabajo, como de sus productos. Fue así como el
sentido de la congregación, fundado en la experiencia y en el carisma de Don Bosco,
promovía el amor como fundamento del trabajo religioso, y a su vez una serie de estrategias
para llevar a cabo las empresas promovidas por la congregación, en la que se consideraba
muy especialmente la educación para el trabajo82 y el sistema preventivo.
Encontramos en la historia oral de la institución una multiplicidad de experiencias en las que
se pueden leer tensiones de diferentes índoles, las cuales sin embargo, se conectan con el
problema de estos niños y jóvenes, los cuales fueron sanos en la ―república de enfermos‖.
Como su condición era liminal y peligrosa, era necesario que pasaran por una serie de
discursos y prácticas que les permitiera reordenarse en el mundo, y así instalarse en la
―república de los sanos‖. Tejiendo fino en la memoria de los contrateños, los asileños, las
empleadas del asilo y un cura salesiano, encontramos tanto en la vida social y cotidiana de
82
La educación para el trabajo, promovida desde el siglo XIX por la congregación salesiana, fue tal vez uno de los motivos principales por los cuales fue esta fue invitada por el gobierno de Colombia.
![Page 88: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/88.jpg)
88
la comunidad, como al interior del asilo, una serie de tensiones, negociaciones y prácticas
de resistencia que entraban a confrontar los ideales de la institución y la vida de estas
personas.
Con los relatos de vida nos aproximamos ya no al deber ser contenido en las prácticas y
discursos de médicos, funcionarios y religiosos, sino a lo que fue la vida al interior del asilo y
lo que fue el asilo para la vida de estas personas. En estos encontramos resistencias a los
ejercicios de poder, las cuales podían contraponerse al mismo y/o aprovecharse de él.
Valga aclarar que estas resistencias, más que actos radicales en contra del poder, fueron
prácticas que se dieron dentro de los asilos y del lazareto, las cuales sacudieron los
dispositivos de vigilancia, control y coerción, agitando los ejercicios de poder y a quienes los
prescribían y ejercían, pero que no fueron lo suficientemente cabales para acabar con estas
instituciones.
La memoria de los contrateños dejó entrever el carácter ambivalente y paradójico del
lazareto y los asilos, y de las percepciones sobre los mismos. Fue así como estas
instituciones significaron para los contrateños el hogar y la prisión, el arraigo y el destierro,
el amor y el odio. Esto nos lleva a pensar las tensiones mas allá de la pretensión de acabar
con el lazareto, entendiendo lo que éste representó y cómo configuró sus vidas. Estas
tensiones finalmente configuraron al lazareto y los asilos como estos lugares de memoria
complejos y heterogéneos, y a sanos y enfermos como contrateños que recuerdan cómo se
hicieron a pulso.
![Page 89: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/89.jpg)
89
BIBLIOGRAFÍA
Acosta Ortegón, Joaquín. (1941). ―Orígenes del Lazareto de Contratación‖. Revista
Colombiana de Leprología (Bogotá) Vol. 2, N° 4, ene-mar, 1941. Pp: 291-304.
Abadía, Cesar & Oviedo, Diana. (2008). ―Intersubjetividades estructuradas: la salud en
Colombia como dilema epistemológico y político para las Ciencias Sociales‖. Universitas
Humanística (Bogotá) N° 65, Año 2008. Pp: 57-82.
Alfonso, Félix Antonio. (1889). INFORME de la comisión que visitó el Lazareto de
Contratación, en cumplimiento del Decreto del Gobernador del Departamento, de fecha 20
de Junio del corriente año. Documento transcrito por Claudia Platarrueda.
Anónimo. (1946). Disciplina. Según el espíritu de San Juan Bosco. Montevideo.
Anónimo. (1935). ―INFORME sobre lepra que la sección 5ª rinde al señor Director Nacional
de Higiene‖. Revista de Higiene (Bogotá) Año XVI, N° 7-10 jul-oct, 1935. Pp: 55-155.
Benchetrit, Aarón. (1960) Datos para la historia de la lepra en Colombia durante la década
de 1926 a 1936: resumen de la obra del departamento del Valle del Cauca a favor de sus
enfermos de lepra. Editorial Minerva. Bogotá.
Bom Meihy, Sebe. ([1996] 2005). Manual de história oral. Editorial Loyola. São Paulo.
Burnet, E.T. (1935). ―Respuesta del profesor Burnet‖. Revista de Higiene (Bogotá) Año XVI,
N° 7-10 jul-oct, 1935. Pp: 156-163.
Chala, Ignacio & Lleras Restrepo, Federico. (1940). ―Protección infantil en la lepra, niños
sanos del Asilo de San Bernardo‖. Revista Colombiana de Leprología (Bogotá) Vol. 2(3) oct-
dic, 1940. Pp: 230-249.
Charria Tobar, Ricardo. (1940). ―Profilaxis moderna de la lepra‖. Revista de Higiene
(Bogotá) Vol. 21 N° 11-12 nov-dic, 1940. Pp: 95-98.
Douglas, Mary. (1973). Pureza y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y
tabú. Siglo Veintiuno Editores. Madrid.
Enciso, Enrique. (1932). ―Breve historia de la campaña contra la lepra en Colombia. Nuevo
plan de lucha contra esta enfermedad.‖ Revista de Higiene (Bogotá) Año XIII, segunda
época, N° 8, ago 16, 1932. Pp: 257-295.
Espinosa, Germán. (1998). Federico Lleras Acosta, la guerra contra lo invisible.
Colciencias. Bogotá.
![Page 90: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/90.jpg)
90
Foucault, Michel. (2006 [2004]). Seguridad, territorio y población. Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires.
____________. ([1975] 2003). Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. México, Siglo XXI
Editores.
____________. ([1976] 2000). ―Clase del 7 de enero de 1976‖, ―Clase del 28 de enero de
1976‖, ―Clase del 17 de marzo de 1976‖. En Defender la sociedad: curso en el Collége de
France. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. Pp: 15-31, 67-83 y 217-237.
____________. (1988). ―El sujeto y el poder‖. En Revista Mexicana de Sociología. Vol. 50,
No 3 (Jul. –Sep. Universidad Autónoma de México. Pp: 3-20.
García Estrada, Rodrigo. (1998). ―Extranjeros en Medellín‖. Boletín Cultural y Bibliográfico,
Vol. XXXIV, 1997. [En Línea] Recuperado el día 19 de julio en
http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti1/bol44/bol44d.htm
Goffman, Erwing. ([1961] 2004). Internados, ensayos sobre la situación social de los
enfermos mentales. Amorrortu. Madrid.
Gómez Pinzón, F. (1935). ―Los hijos sanos de los enfermos de lepra‖. Revista de Higiene
(Bogotá) Vol. 16 N° 1-4, ene-abr, 1935. Pp: 15-17.
Gómez Plata, Carlos. (1940ª). ―La lepra y los preventorios infantiles‖. Revista Colombiana
de Leprología (Bogotá), Vol. 2 (3), oct-dic. 1940. Pp: 215-217.
____________. (1940b). ―Excursión de los niños sanos del asilo de San Bernardo‖. Revista
de Higiene (Bogotá) Año XXI, N° 11-12, 1940. Pp:99-104.
____________. (1941ª). ―Protección a los hijos sanos de leprosos en Colombia‖. Revista de
Higiene (Bogotá), Vol. 26 N° 6-7, jun-jul, 1942. Pp: 36-57.
____________. (1941b). ―Las escuelas hogares para niños sanos en Colombia‖. Revista
Colombiana de Leprología (Bogotá) Vol. 2, N° 4, ene-mar, 1941. Pp: 275-277.
Latour, Bruno. (1980) "Give Me a Laboratory and I will Raise the World". Science
Observed: Perspectives on the Social Study of Science (Londres). Pp. 141-170 (Versión en
español: Marta I. González García. http://www.brunolatourenespanol.org).
León Gómez, Adolfo. (1927). La ciudad del dolor. Imprenta de "Sur América". Bogotá.
Maldonado, Darío. (1949). Reforma de la profilaxis de la Lepra en Colombia, una obra de
redención nacional. Ministerio de Higiene, División Lepra, Bogotá.
Martínez, Abel Fernando. (2006). ―Boyacá: inmensa leprosería. Colombia: primera
potencia leprosa. Medicina, Iglesia y Estado (1869-1916)‖. Poder y saber en la historia de la
salud en Colombia. Editorial Lealon. Medellín. Pp: 47-72.
![Page 91: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/91.jpg)
91
Noguera, Carlos Ernesto. (2003). Medicina y política. Discurso médico y prácticas
higiénicas durante la primera mitad del siglo XX en Colombia. Fondo Editorial Fundación
EAFIT. Medellín.
Obregón, Diana. (2002). Batallas contra la lepra: estado, medicina y ciencia en Colombia.
Editorial Universidad EAFIT. Medellín.
Obregón, Diana. (2004). Federico Lleras Acosta. Biblioteca Virtual Banco de la República.
Recuperado el día 19 de Julio en http://www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/llerfede.htm.
____________. (2005). Federico Lleras Acosta. Un científico colombiano busca el bacilo de
la lepra. Biblioteca Virtual del Banco de la República. Recuperado el día 19 de julio en
http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/mayo1992/mayo3.htm
Ortega, José. (1938). La obra salesiana en los lazaretos (tomo I y II).Escuelas Gráficas
Salesianas. Bogotá.
Otálora, Benjamín. 1938. ―INFORME República de Colombia, Departamento Nacional de
Higiene, Sección segunda‖. Revista de higiene (Bogotá) Año XIV, N° 1-12, 1938. Pp: 19-23.
Peressón, Mario. (2000a). Don Bosco y el trabajo. Documentos de Formación en
Tecnología. Profortes. Bogotá.
____________. (2000b). Propuesta Educativa Salesiana. Documentos de Formación en
Tecnología. Profortes. Bogotá.
Parra, Ricardo. (1935). ―Lepra y niños‖. Revista de Higiene (Bogotá) Año XVI, N° 7-10 jul-
oct, 1935. Pp: 164-176.
____________. (1939). ―Lepra y niños‖. Revista Colombiana de Leprología (Bogotá), Vol. 1,
N° 2 jun, 1939. Pp: 65-77.
Platarrueda, Claudia. (2004). Ensayo de una bibliografía comentada sobre lepra y
lazaretos en Colombia, 1535-1871: construcción, representaciones y manejo sociales.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
____________. (2007). La voz del proscrito o la exclusión desde adentro: lepra y lazaretos
en Colombia una interpretación antropológica. Tesis de Maestría no publicada. Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá.
República de Colombia. (1937). Legislación colombiana sobre lepra. Editorial de la Lit.
Bogotá.
![Page 92: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/92.jpg)
92
____________. (1934) Decreto Número 2116 de 1934. Revista de Higiene (Bogotá) N° 11-
12, 1934. Pp:419-423.
Reyes, Pedro. (2004). Amor sin fronteras. Comunidad Salesiana. Bucaramanga.
Riaño, Pilar. (2006). Jóvenes, memoria y violencia en Medellín: una antropología del
recuerdo y del olvido. Universidad de Antioquia. Medellín.
Rojas Flores, Jorge. (2007). ―Los derechos Del niño em Chile, una aproximación histórica,
1910-1930. Historia (Santiago de Chile), Vol. 40, N° 1. Pp: 129-164. [Online].
Ruiz Arenas, Álvaro. (1998). Croniquilla de Contratación. Alcaldía Municipal. Contratación.
Santander, Francisco de Paula. (1833) ―Lei sobre Lazaretos‖. Revista Colombiana de
Leprología (Bogotá), Vol. 2, N° 1, 1940. Pp: 1-3.
____________. (1835) ―Decreto Del Poder Ejecutivo. Reglamento para el Lazareto del
Tercer Distrito‖. Revista Colombiana de Leprología (Bogotá), Vol. 2, N° 1, 1940. Pp: 3-30.
Sociedad Salesiana de Colombia. (1990). Don Bosco, Cien años en Colombia. Historia de
la familia salesiana 1890-1990. Nomos. Bogotá.
____________. (s.f) Contratación 1897-1997. Centro Don Bosco. Bogotá.
Toti, Andrés. (s.f). El sistema preventivo de San Juan Bosco. Pontifica Universidad Católica
Javeriana, Bogotá.
Turner, Víctor. ([1969] 1988). El proceso ritual. Estructura y antiestructura. Taurus,
Alfaguara. Madrid.
Uribe Gómez, Mónica. (2006). ―Entre la Beneficencia y la asistencia pública‖. Trabajo
Social (Bogotá), N° 8, 2006. Pp: 37-44.
Wachtel, Nathan. ([1987]1999). ―Memoria e historia‖. Revista Colombiana de Antropología
(Bogotá) Vol. 35, ene-dic, 1999. Pp: 70-90.
Bases de Datos consultadas en Línea y páginas web:
Base de datos Dynamed, EBSCO.
Biblioteca Luis Angel Arango: www.lablaa.org
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: www.rae.es
Município de Contratación, Santander: www.Contratación-santander.gov.co
Sociedad Salesiana: www.sdbcob.org
![Page 93: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/93.jpg)
93
FOTOS
1. Fotografía del pueblo de Contratación, desde el cerro de Guadalupe. Contratación, Santander. Tomada en mayo 2009.
2. Fotografía del Monumento de la Moneda en la plaza de Contratación, Contratación, Santander. Tomada por Catalina Quiroga en mayo de 2009.
![Page 94: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/94.jpg)
94
3. Foto ―Lugares 1926‖. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander, 1926.
4. Fotografía del Parque Federico Lleras. Archivo fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander.
![Page 95: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/95.jpg)
95
5. ―Casa Milton‖. Archivo fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander. Este lugar es conocido como Los Suspiros.
6. Ruinas del Asilo San Bernardo del Guacamayo. Guacamayo, Santander. Tomada en marzo de 2009.
![Page 96: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/96.jpg)
96
7. ―Curas‖. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander (1950 aproximadamente).
8. Peregrinación al Cerro de la Virgen. Contratación, Santander. Tomada el 24 de mayo de 2009.
![Page 97: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/97.jpg)
97
9. Fotografía del ―Asilo San Bernardo‖. Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander (1955 aproximadamente).
10. Comedor, asilo ―San Evasio año 1948‖. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander.
![Page 98: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/98.jpg)
98
11. ―Guacamayo‖. Foto de los niños del Asilo San Bernardo del Guacamayo. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander. (1950
aproximadamente).
12. Foto ―Curas‖. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander. (1955 aproximadamente).
![Page 99: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/99.jpg)
99
13. ―Curas 019‖ Día de los Faroles. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander. (1950 aproximadamente).
14. Foto del Álbum de Rosa y Graciela, de las empleadas del asilo San Bernardo del Guacamayo (aproximadamente 1950). Obtenida en Contratación, Santander en mayo de
2009.
![Page 100: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/100.jpg)
100
15. ―Revista‖ Asilo San Bernardo del Guacamayo. Archivo Fotográfico, Concejo Municipal de Cultura de Contratación, Santander. (1960, aproximadamente).
16. Foto del Álbum Familiar de un Asileño de San Bernardo del Guacamayo. Obtenida en Contratación en mayo de 2009. (1960 aproximadamente).
![Page 101: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/101.jpg)
101
17. Vista del municipio del Guacamayo y de las ruinas del Asilo San Bernardo. Guacamayo, Santander. Tomada en enero de 2008.
18. Don Ricaurte en la ruinas del asilo San Bernardo. Guacamayo, Santander. Tomada en marzo de 2009.
![Page 102: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/102.jpg)
102
GRÁFICOS
1. ―El problema de la Lepra‖ (Enciso, 1932: 271).
![Page 103: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/103.jpg)
103
2. ―Gasto del Departamento Nacional de Higine‖ (Enciso, 1932: 277).
![Page 104: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/104.jpg)
104
MAPAS Y PLANOS
1. Mapa del Taller de Cartografía Social. Contratación, Santander. Realizado en mayo de 2009.
![Page 105: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/105.jpg)
105
2. Plano del ―Asilo para niños sanos San Bernardo‖, 1925. El original se encuentra en al Archivo Histórico Salesiano en el Colegio León XIII de Bogotá.
![Page 106: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/106.jpg)
106
Anexo 1.
Ejercicio de Cartografia social con don Juan Poblador, realizado en mayo de 2009 en
Contratación, Santander. En este ejercicio se tomó el mapa ―Croquis para la reduccion del
perimetro del Lazareto de Contratación‖, de 1925, cuyo original se conserva en el Centro
Historico Salesiano del Colegio Leon XIII en Bogotá, y sobre el mismo con lapiceros de
colores se dibujaron e indicaron lugares, caminos, rios, retenes, etc., en tiempos de
Lazareto, con base en la memoria social de los contrateños y en la experiencia de vida de
don Juan.
Con puntos rojos se marcaron los retenes o puestos de control. Muchos de estos estuvieron
existieron en la epóca en que don Juan estuvo viviendo en el Lazareto. Sin embargo,
algunos de los retenes que fueron indicados por don Juan existieron y desaparecieron, pues
recordemos que el perimetro del lazareto cambió varia veces y por ende la ubicación de los
retenes. Con café oscuro se marcaron los caminos. Con azul se marcaron los desechos.
Con verde, se indicaron algunos lugares importantes y significativos para la memoria. Con
violeta y en linea punteada se marcaron tres quebradas, que don Juan indicó y que no
aparecian en el mapa.
![Page 107: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/107.jpg)
107
![Page 108: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/108.jpg)
108
1. Paso del Rio Suárez por el camino que va de Guadalupe a Contratación.
2. Puente sobre el rio Suárez. Se construyó a mediados de la década de 1940. La gente lo llama el del ―Curo‖.
3. Retén del Rio. Mire aquí está el Retén y aquí había gente que habitaba porque a diario debía de haber unos balseros para pasar la mercancía para atender la gente, que pasaban de aquí hacia Guadalupe y que venían de Guadalupe hacia Guacamayo, ahí tenía que haber viviendas por lógica. Entonces debía haber un asentamiento ahí.
4. Antiguo camino a Guacamayo.
5. Camino Guacamayo-Guadalupe.
6. Retén Macaligua, quedaba por el camino real. Este fue el primer camino a Contratación inclusive ese fue el primer Retén acá. Se mantuvo hasta que estuvo el Retén de Casa de Zinc por la vía a Guadalupe o Tambosuco. Después este Retén se fue…
7. Retén de la Colorada.
8. Retén de La Cruz.
9. Cerro de la Virgen.
10. Carretera actual Guadalupe-Contratación.
11. Retén loma verde.
12. Retén de San Vicente.
13. Retén.
14. Retén del Morro. El segundo de los que iría por los caminos de chima, y había otro, el de la piedra, con un camino antiguo que desde allá se traía el plátano y la yuca, camino de la piedra. Entre el límite de Chima y Contratación, y actualmente todavía traen el plátano y la yuca de allá.
15. Camino de la montaña.
16. Retén San Juan. Después del Retén del Morro, lo trasladaron a Canchali, el nombre del Retén me parece que es San Juan.
17. Retén Loma de Paja, uno de los más antiguos que estaba en el camino entre Contratación y la Aguada, porque en ese tiempo Guacamayo era un corregimiento de la Aguada.
18. Camino antiguo a Guacamayo.
19. Monte Redondo.
20. Retén, puede ser el que llaman ―Placitas‖.
21. Desecho de la Colorada.
22. Desecho. Era uno de los desechos más usados por los vivanderos, sobre todo aquellos que venían de Guadalupe. De allí se traía el aguardiente.
23. Desecho entre Tambosuco, pasaba por el muro de las monjas. Hace referencia al muro de tapia que encierra el antiguo Asilo Santa Catalina.
24. Puente San Ignacio, primer puente construido sobre el Rio Suarez, construido por los españoles, tumbado en el conflicto bipartidista, quedando aun hasta ahora los arcos del puente antiguo.
25. Alto del Curo.
26. Quebrada la Rayada.
27. Quebrada las Cuevas.
28. Quebrada Las Margaritas. De estas últimas tres quebradas se abastece de agua el pueblo.
![Page 109: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/109.jpg)
109
Anexo 2.
―CROQUIS. Del perímetro en proyecto para el leprocomio de Contratación con seis retenes.
1934‖. Publicado en: República de Colombia. (1934) Decreto Número 2116 de 1934.
Revista de Higiene (Bogotá) N° 11-12, 1934. P: 419-423.
![Page 110: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/110.jpg)
110
Anexo 3.
―Reglamento del Asilo.‖ Este Reglamento es una fuente documental cuyo registro
fotográfico me fue facilitada por el Comité de Cultura de Contratación en marzo de 2007.
Fue firmado en Bogotá, en Julio de 1941 por el Jefe del Departamento de Lucha
Antileprosa, Carlos Gómez Plata. Aquí presentamos su transcripción.
REGLAMENTO PARA ASILOS Y CASAS HOGARES.
ARTICULO 1°. – Los Asilos y Casas Hogares tienen por objeto recoger, sostener, educar e
instruir niños menores sanos hijos de enfermos de lepra, cuando no tengan
padres ni parientes que, por sus condiciones de buena salud y medios
económicos suficientes, puedan cumplir tales fines, bajo la vigilancia de las
autoridades sanitarias competentes.
Parágrafo. – En atención a la finalidad primordial que se proponen los Asilos y Escuelas
Hogares, los niños internos a que se refiere el Art. Anterior deberán
permanecer en los Preventorios, Asilos o Escuelas Hogares un mínimo de 5
años, salvo los casos contemplados en el Art. 6.
ADIMISIONES Y MATRICULAS.
ARTICULO 2°. Los límites de edad para las admisiones serán:
a) .- para los varones, 12 años.
b) .- para las niñas, 13 años.
Parágrafo.- Estos límites podrán ampliarse, excepcionalmente, si así lo dispusiere la entidad
directiva de la Escuela, por motivos profilácticos, administrativos, o
económicos, con la aprobación de la autoridad sanitaria competente.
ARTICULO 3°. – Todos los niños nacidos en los Leprosorios serán admitiditos en las
Escuelas Hogares, acompañados de una ficha que resuma la historia clínica
y bacteriológica del interno, tan completa como sea posible, especialmente
en lo relacionado con sus padres y parientes, y sobre todo, a la madre, caso
en que se indicara la forma de la enfermedad de ésta, el curso que tuvo el
embarazo, etc.
Esta historia llevará la firma del Director del Leprosorio respectivo.
ARTICULO 4°.- Los niños sanos de la misma clase, procedentes de otros lugares,
ingresarán a las Escuelas Hogares con los mismos requisitos indicados en el
Art. Anterior, en cuyo caso la guía o historia clínica y bacteriológica, será
![Page 111: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/111.jpg)
111
expedida por el médico encargado de la campaña antileprosa de la región de
donde procediere el niño.
Parágrafo. 1. Cuando no fuere posible obtener la guía en la forma indicada, por no existir
médicos oficiales, cualquier médico titulado, podrá, expedirla y, en caso de no
existir ninguno en la región el asunto quedará bajo la responsabilidad del médico
encargado de la dirección sanitaria de la Escuela.
Parágrafo. 2. El orden de la preferencia en la admisión de los menores será la siguiente:
a).- los nacidos en los Leprosorios;
b).- los que se encontraran en focos que ofrezcan mayor peligro de contagio, a
juicio de la autoridad sanitaria competente;
c).- los más necesitados, por falta absoluta de recursos de apoyo;
d).- los de más tierna edad;
e).- Los que no puedan ser sometidos a vigilancia adecuada.
ARTICULO 5°. – Todos los menores recogidos en las Escuelas Hogares, serán inscritos en
el libro general de matrículas, por orden cronológico, y sus fichas respectivas
catalogadas en un archivo especial, por orden alfabético. En el mismo
archivador se guardará, también la historia futura del interno.
BAJAS Y SALIDAS.
ARTICULO 6°.- Los internos serán dados de baja o saldrán de las Escuelas Hogares o
Asilos, por los siguientes motivos:
a).- fallecimiento;
b).- enfermedad de lepra;
c).- límite de edad, establecido en el Art. 7°;
d).- colocación ventajosa o matrimonio;
e).- solicitudes de parientes, personas o entidades extrañas, reconocidamente
sanas, de buena conducta y con capacidades económicas suficientes para
sostenerlos y educarlos, con el compromiso, también, de sujetarlos a la
vigilancia periódica de las autoridades sanitarias competentes;
f).- persistente indisciplina, o malos hábitos inveterados si se trata de mayores
de 15 años que se hayan resistido a todos los medios de corrección permitidos.
Parágrafo.- Para los casos de los apartes c.d.e.f. deberá oírse el concepto del
Juez de Menores, o de la autoridad que haga sus veces, cuya aprobación de la
medida tomada equivaldrán a la de los padres, tutores, parientes o
responsables. Es necesario, igualmente, en estos casos, la autorización de la
autoridad sanitaria competente y la del Jefe de la Lucha Antileprosa.
![Page 112: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/112.jpg)
112
ARTICULO 7°.- Los límites de edad para la salida a que se refiere algunos apartes del Art.
Anterior, serán los siguientes:
a) Para los varones, 16 años.
b) Para las niñas, 18 años.
Parágrafo.- la dirección general de la Escuela o Asilo podrá alterar estos límites,
excepcionalmente, si se presentare motivos de orden profiláctico, económico o
administrativo que así lo exijan, de acuerdo, en todo caso, con la autoridad
sanitaria del Departamento de Lucha Antileprosa.
ARTÍCULO 8°.- DIRECCION Y ADMINISTRACION
La Dirección General del Asilo o Escuela Hogar será ejercida por la Sociedad o
Junta legalmente autorizada, la cual organizará un régimen interno apropiado,
de acuerdo con un Reglamento expedido por la misma y sometido a la ulterior
aprobación de las autoridades educativas y sanitarias competentes.
Parágrafo.- Ningún miembro de la Dirección General podrá ejercer en las Escuelas o Asilos
referidos, cargo alguno remunerado.
ARTICULO 9°.- DEL PERSONAL DE LAS ESCUELAS.
Los Asilos o Escuelas Hogares tendrán el siguiente personal: un Director, que
debe ser maestro con diploma oficial; un médico encargado de la dirección
sanitaria del internado, y del examen periódico de los alumnos, que será uno de
los Médicos Visitadores de los Dispensario Antileprosos.
Personal suficiente, para los diversos servicios.
El Director se encargará de dar a los alumnos la enseñanza primaria, según el
pensum oficial y de acuerdo con el programa elaborado por la Dirección
General; el médico, fuera del examen periódico de los alumnos, se encargara
del régimen dietético, de dirigir la sanidad del establecimiento y de súper vigilar
la educación física de los niños.
El Subdirector- Ecónomo dará instrucción práctica de campo a todos los internos
que estén en edad adecuada de acuerdo con las indicaciones médicas,
comprendiendo esa instrucción en mayor número de actividades tales como
agricultura menor, fruticultura, jardinería, horticultura, crianza de animales
domésticos, etc. Y deberá presentar una fianza para garantizar el manejo de los
fondos del establecimiento.
DE LA ENSEÑANZA
ARTICULO 10.- En las Escuelas Hogares habrá los siguientes cursos:
a).- jardín infantil;
b).- enseñanza primaria de acuerdo con el programa oficial;
c).- escuela de enseñanza domestica en todas su múltiples actividades;
![Page 113: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/113.jpg)
113
d).- pequeñas labores y trabajos de campo;
e).- artes y oficios.
Parágrafo.- En el caso de cualquier interno mostrare grandes adiciones por las lepras, artes
o ciencias, la Dirección General procurara su instrucción fuera del
establecimiento, costeando todos los gastos.
En las Escuelas será creado, también, un curso de cultura física dentro de los
derroteros modernos.
ARTÍCULO 11.- La educación religiosa, moral y cívica hará parte de todos los años de
estudio.
ARTICULO 12.- Anualmente se hará, por la dirección general de la escuela, un
Presupuesto, de rentas y gastos del establecimiento, que se someterá a la
apropiación de la entidad de quien dependa económicamente la Escuela Hogar.
ARTICULO 13.- Las Escuelas tendrán los empleados necesarios para los diversos ramos y
servicios, manteniéndose, en todo caso la más rigurosa economía dentro de una
norma de trabajo justa, equitativa y racional.
ARTÍCULO 14.- Todos los empleados al servicio de las Escuelas Hogares deberán
presentar ante la entidad que los nombre un certificado del médico encargado
de la dirección sanitaria del establecimiento, en que conste que no sufren
enfermedad infecto contagiosa.
ARTÍCULO 15.- Los internos mayores de 12 años que presenten servicios eficientes a la
Escuela recibirán una gratificación nunca inferior al 30% del salario que se le
pagaba por idéntico trabajo al empleado extraño. Si se trata de obras ejecutadas
por ellos en los talleres, se les reconocerá un 20% sobre la utilidad que se haga,
y el 80% restante ingresara a formar el acervo de la Caja y Fondo rotario que
mantendrá cada Escuela en alguna entidad bancaria, con destino a incrementar
los mismos talleres, para dotarlos de materias primas y para crear otros nuevos.
Parágrafo. La mitad del porcentaje referido le será entregado al alumno para ayudar a sus
gastos personales y la otra mitad se le depositara en una Caja de Ahorros, para
serle entregada cuando se retire del establecimiento.
ARTICULO 16°.- Los alimentos de los internos serán sanos y abundante y de acuerdo con
el régimen indicado por el médico competente.
ARTICULO 17°.- La entidad directiva de la Escuela procurara dar el mayor desarrollo
posible a la producción del suelo a las pequeñas industrias explotadas y
manufacturadas en las Escuelas, teniendo estos como fin aliviar los gastos de
sostenimiento, y el brindar a los internos ocasión de adquirir conocimiento, para
la vida practica futura.
ARTICULO 18°.- Si hubiere abundancia de productos cultivados o fabricados en la Escuela,
esos excedentes deberán venderse y su valor se distribuirá teniendo en cuenta
lo establecido en el Art. 15 y el parágrafo del mismo.
![Page 114: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/114.jpg)
114
ARTICULO 19°.- La Dirección General rendirá semestralmente un informe de carácter
general sobre la marcha de la Escuela, al Jefe del Departamento de Lucha
Antileprosa.
ARTICULO 20°.- Todo caso no contemplado en este Reglamento será resuelto por la
Dirección General de la Escuela, en asocio de las autoridades sanitarias
competentes y consultando, si así lo estimares necesario, al Jefe del
Departamento de Lucha Antileprosa.
Bogotá, julio de 1.941.
(Firmado por)
CARLOS GÓMEZ PLATA
Jefe del Departamento de Lucha Antileprosa.
Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión social.
![Page 115: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/115.jpg)
115
Anexo 4.
―Diario de un Asileño‖. Se incluyó la transcripción del diario de don Ricaurte Pinzón, quien
autorizó su inclusión en este trabajo de grado. Considero importante resaltar el esfuerzo que
don Ricaurte hizo, ya que ha sido una de las pocas personas que en Contratación ha escrito
su historia.
RICAURTE PINZÓN
CONTRATACIÓN, SANTANDER
Regularmente se oye decir que las heridas sólo con el tiempo se curan, pero las cicatrices
permanecen imborrables como fiel copia para demostrar y recordar que alguna vez en el
pasado fuimos lastimados y maltratados física y espiritualmente.
En lo espiritual las heridas y cicatrices son inseparables, pues nos acompañan para siempre
por toda la vida, ya que el daño causado no tiene curación y si la heridas se infringieron en
la edad de la niñez difícilmente sanaran y su recuerdo nos acompañará hasta la muerte
porque los malos momentos sufridos desde la niñez llegan a nuestra mente con más fuerza
que los estados de alegría y felicidad que en ese tiempo hubiésemos podido disfrutar.
Todavía y a pesar de contar con una edad de más de 50 años, no he podido olvidar el día
en que mi madre me llevó al asilo San Bernardo del Guacamayo y me entregó como Judas
entregó a Jesucristo al padre Alberto Cortez, director de ese reclusorio, cura salesiano
apestoso a cebolla y ajo como todo boyacense, negociante y explotador de menores, y de
quien siempre he recordado de mala gana, pues este personaje ha sido causa de muchas
de mis malas pesadillas. Entramos al mentado asilo pasado el medio día, hora de la
entrega. Lloré toda la tarde y parte de la primera noche hasta que por el cansancio me
quedé dormido, tal vez en mi inocencia creía que estaba soñando, pero era cruda la
realidad, mi madre no estaba a mi lado y que terrible dolor. Al despertar comprendí y sentí
una soledad que me partió el corazón en pedazos. Ya no había escapatoria y comencé a
aguantar y a sufrir las mofas y las burlas de mi triste y haraposa vestimenta, por lo cual mi
arrugado sombrero fue a parar a una de las apestosas letrinas que tenía el establecimiento.
Para mí esto era peor que el infierno, me daban empujones, me pellizcaban y me gritaban
―tiñoso‖ y ―pañoso‖, por unas manchas que llevaba en la cara y en la cabeza. Era tanto el
tormento que uno de mis primos se apiadó de mi triste condición y se dedicó a consolarme y
a defenderme de los fastidiosos compañeros de reclusión.
![Page 116: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/116.jpg)
116
Tenía escasos 6 años, por lo tanto extrañaba a mi madre y a mi hermano menor que estaba
pequeñito. Cada vez que lo recordaba lloraba y lloraba, hasta que cualquier día el padre
director viéndome tan afligido y tan pequeño, ordenó que fuera llevado a la sesión de los
párvulos, los cuales eran cuidados y vigilados por monjas, esto alivió un poco mi tristeza.
Sor Isabel Beltrán me recibió, me consoló y me presentó a mis nuevos compañeritos los
que me hicieron olvidar en parte la tan añorada casa materna. Hasta aquí llegó el ciclo de
mi llegada al Guacamayo, nunca he sido capaz de perdonar la actitud de mi madre por los
sufrimientos de la época que endurecieron mi alma y mi corazón y me causaron traumas
psicológicos los que nunca pude superar. Interiormente culpaba a mi progenitora de todo lo
malo que me sucedía.
Con los párvulos estuve casi dos años, tiempo más que suficiente para adaptarme al
sistema y condiciones de vida existentes en el reclusorio. Luego fui trasladado y separado
de los párvulos en la nueva sesión que correspondió el grupo de Domingo Savio. La
disciplina era rígida al estilo reclusorio, toda actividad era haciendo cola en fila ordenada y
en silencio, y violar cualquiera de estas reglas acarreaba castigo inmediato y sin
consideraciones de ninguna especie, el método para aplicarlo era lo de menos,
coscorrones, golpes con la mano, palmadas en la cara, vejaciones, ejercicios que producían
cansancio en corto tiempo, etc, etc.
Recibimos educación, ¿si? ¡Pero a qué precio! El precio fue muy alto por los métodos para
impartirla existentes en la época. La educación dictada en ese tiempo por profesores
venidos de la Europa de la posguerra era la mejor, en un solo paquete recibíamos
educación primaria, secundaria y aprendizaje de talleres en un periodo aproximado de 12
años. Digo que el precio fue muy alto, no por el valor en dinero, pues el Estado pagaba
nuestra estadía a la comunidad salesiana, sino porque los educandos pertenecíamos a la
clase baja y nuestros profesores lo sabían y se aprovechaban de esa condición para
atropellarnos en casi todos nuestros derechos más fundamentales.
No existía una oficina de derechos humanos, no teníamos a quien darle nuestras quejas, ni
a quien reclamar, era una situación compleja, pareciera que no existía Dios, pues sus
representantes en la tierra no practicaban lo que Jesús predicó: amar al prójimo como a sí
mismo, y pareciera que no fueran emisarios de Dios sino enviados de Satanás. Éramos
atropellados física y mentalmente, los métodos de la época y los utilizados por la totalidad
del profesorado eran muy rudimentarios, como mencioné antes, se utilizaban los golpes, las
azotainas y los ejercicios agotadores, y qué decir en lo referente a la parte sentimental:
insultos, frases humillantes y el famoso recordar con relación al origen de nuestra
existencia, ¡hijo de leproso tenía que ser! ¡Desagradecido! ¡Aprendiz de masón!, y esa
![Page 117: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/117.jpg)
117
extraña palabra la asimilábamos como ―ateo‖ y ―alejado de Dios, palabras ofensivas y
humillantes que comprendí con el tiempo. Como puede verse a simple vista no existía el
afecto y esto hace que el niño vaya creciendo y a la par vaya endureciendo sus
sentimientos con el tiempo, facilitándose el desvió hacia la delincuencia.
El baño de todo el cuerpo era únicamente el día sábado, el cual era para todos al igual que
el cambio de ropa, no había una segunda muda, el cambio era cada ocho días y no era
más. Ese baño era en la piscina y se hacía en grupo y por turno a distinta hora. La primera
zambullida en dicha piscina fue horrorosa pues como yo desconocía esa forma de baño, al
ver semejante cantidad de agua salí corriendo y los otros pelados me persiguieron, me
agarraron de pies y manos, ―uno, dos y tres‖ y al agua. Esa tarde fui el motivo de diversión
de mis fastidiosos compañeros y no he podido olvidar ese odioso momento.
Alguna vez conversando con mi media hermana nos referimos con claridad a los
sufrimientos durante nuestra niñez y a la clase de padres y familiares que nos
correspondieron por aquello del destino, llegando a la conclusión de que no teníamos
familia y posiblemente tampoco tuvimos infancia. Mi llamada hermana fue entregada a las
monjas que regentaron el asilo de María Auxiliadora en Guadalupe cuando apenas tenía 1
año escaso de edad y vino a reencontrase con mi madre a los 16 años, ¿puede alguien
humanamente sentir cariño o amor por la madre que lo entrega a personas extrañas sin
volver si quiera a preguntar por el destino, el estado de salud y comportamiento de sus
hijos? Es duro analizar la realidad, pero con el tiempo he comprendido a medias la
indolencia de nuestra familia que por motivos de pobreza extrema hubiesen actuado de esa
forma…
Por lo regular estos años me sentí sin familia y fui creciendo convencido de que Dios me
estaba haciendo pagar un delito o pecado que no había cometido y para qué negarlo, esto
ayudó a que más tarde empezara a dudar de su existencia.
Hablemos de la alimentación: el menú diario ni que hablar, sopa de maíz, cuchuco, torta de
maíz para el desayuno, todos los días yuca y arracacha, todo preparado como para
presidiarios. La administración tenia ato lechero, pero el producto era para alimentación del
personal eclesiástico y el resto de profesores salesianos. El sobrante se vendía a los
lugareños del pueblo. Tenía también gallinero pero los huevos eran para comercializarlos,
había porqueriza pero jamás comíamos carne de cerdo.
En nuestro encierro vivíamos siempre deseosos de que nuestros familiares nos visitaran y
nos trajeran algo de comer, pero parecía que para ellos no existíamos, porque nunca se
imaginaban de nuestras hambres. Actualmente recordando ese pasado y con relación a mis
![Page 118: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/118.jpg)
118
hijos, trato de satisfacer cualquier antojo por costoso que sea, no quiero que ellos pasen las
hambres que yo sufrí. Cuando salíamos a paseos dominicales siempre vigilados,
aprovechábamos para desquitarnos de nuestras hambres atrasadas robando frutas que
como si se tratara de langostas atracábamos sin compasión los solares, sin respetar
propiedad por la que pasáramos, la gente nos tenía miedo, ya que a nuestro paso
arrasábamos con cuanto árbol frutal encontrábamos a nuestro camino, siempre estábamos
hambrientos, la alimentación era muy mala, el clima frio ayudaba a que nuestro organismo
nos solicitara comida, había el deseo intenso de una naranja, una guayaba, un pedazo de
panela, pero que difícil conseguir esos sabrosos manjares.
La relación con mis primos, también victimas del famoso internado y que fueron llevados tal
vez más pequeños que yo, era amistosa más que familiar, ya que en un lugar como aquel
existía la frase ―defiéndase como pueda‖. A pesar de estar en diferentes grupos
procurábamos en las horas de recreo encontrarnos, intercambiar saludos y teníamos
charlas y comentarios respecto de nuestra lamentable condición. Con el primo Saúl nos
correspondía estar juntos más tiempo porque pertenecíamos al mismo curso y dormitorio, y
además fuimos entregados casi en el mismo tiempo.
En junio del 48, dos años después de mi reclusión, mi mamá fue a visitarme con mi
padrastro don Guillermo, era su primer día y única visita. Este fue el primer contacto que
tuve con ellos desde aquel doloroso día que fui llevado y entregado al padre Alberto Cortés.
En ese momento me olvidé de todo lo que había sufrido y el abrazo que nos dimos con mi
mamá me hizo sentir completamente feliz, no le di tiempo de nada, inmediatamente empecé
a darle quejas y le manifesté muy sentidamente que por ningún motivo seguiría viviendo
más tiempo separado de ella y que deseaba de todo corazón volver a mi hogar, a mi
querida Contratación. Esa tarde me fugué, me vine con ellos pensando muy alegre que
jamás volvería. ¡Ohh libertad!, que lindo sentirme libre de la mirada de esos odiados curas
que tanto me habían humillado y hecho sufrir.
Pero que puta desilusión, a los 15 días de mi desaparición del internado (presidio); mi
padrastro fue notificado por la dirección del sanatorio que debía regresarme inmediatamente
al presidio, so pena de perder el subsidio que como enfermo de lepra recibía, único medio
de subsistencia que la familia tenía como entrada monetaria para sus gastos diarios. No
valieron las lágrimas y como no teníamos palancas no había alternativa, éramos tan
miserables que tuve que regresar. Pero me dediqué a planear mi fuga durante varios años,
para convertirme en un experto y salir definitivamente de ese horrendo lugar.
Gozo de buena memoria y recuerdo con claridad como la clerecía nos daba consejos de
que nunca fuéramos liberales, de que deberíamos salir debidamente preparados para ser
![Page 119: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/119.jpg)
119
―buenos conservadores‖, que los liberales como el doctor Darío Echandia y Jorge Eliecer
Gaitán eran masones, enemigos de la iglesia y que quienes lo seguían políticamente eran
excomulgados. Qué horror, claro está que estas manifestaciones más que todo eran
pronunciadas por lo clérigos y laicos nacionales, ya que los extranjeros tenían una cultura
más adelantada lo cual les permitía entender que el asunto político no iba con ellos.
De todos modos hacían lo posible por lavarnos el cerebro, martillándonos los señores
Laureano Gómez y Ospina Pérez, y su cabila de seguidores. Estos eran hombres
defensores de la religión y de la libertad y de la tradición en conjunto, por lo tanto, por lo
regular no se mencionaban las matanzas políticas que por esa época eran el pan de cada
día. Vi con mis propios ojos y con la ingenuidad de mi edad como llegaban, así fuera de
paso, las manadas de godos, chulavitas, armados por el gobierno del doctor Laureano
Gómez que se dirigían a Santa Helena del Opón a matar liberales y a robar todo lo que
encontraban en su camino. Me parece estarlos mirando desfilar todos descalzurriados y
maltrajados vistiendo chaquetones de color caqui y calzando cotizas o alpargatas los unos,
y los otros descalzos; no he olvidado la especial atención por parte de la dirección del
reclusorio que hasta una corneta les regaló y cuando fue la hora de despedirse, la santa
bendición les echaban para que les fuera bien matando liberales, situaciones que el destino
nos convierte en testigos presenciales al inicio de nuestras existencia y que posiblemente
no podremos olvidar nunca. No se olvida porque luego el mismo tiempo le muestra con
hechos la realidad.
Como llegué tan pequeño me correspondió pasar por todos los niveles o modelos de
preparación estudiantil existentes en el reclusorio. Estuve con los párvulos años y medio
aproximadamente, nivel que administraban las monjas, hoy día llamadas salesianas; allá
conocí a Angélica la cual hoy día es alcohólica desanda de Contratación, ella era la
encargada de cuidarnos a toda hora, desde el amanecer hasta la hora de acostarnos.
Cumplido el ciclo de estadía con las monjas fui trasladado al grupo de Domingo Savio.
Integrado a ese grupo empecé a estudiar en forma: en la mañana clases y en la tarde
cargar leña para la sesión de la cocina, en ese tiempo allá no se utilizaba gas, tampoco
electricidad, esta era para tres horas en la noche, únicamente de seis de la tarde a nueve
de la noche hora en que terminaba toda acción en el reclusorio. Puede notarse que no
había televisión ni radio, todo estudio, trabajo y rezo.
Por ese tiempo resulté contagiado de una enfermedad llamada ―tiña‖, muy mentada por ser
comparada con la envidia, esto llevó a que me tusaran raspado con barbera. La tiña era
unos manchones sobresalientes en el cuero cabelludo, semejaban a los empeines que
salen de la cara, muy difíciles de curar. Otro número de reclusos y yo, fuimos víctimas de
![Page 120: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/120.jpg)
120
sor Anita, una monja vieja encargada de la enfermería. Para hacer ensayos de gran
enfermera, trajo ácido muriático y con una pluma de gallina nos untó en cada una de las
manchas, al otro día amanecimos con la cabeza completamente ampollada y la cara
hinchada, la quemadura fue terrible; desde ese desgraciado día llevo escondidas en mi
cabellera incontables cicatrices por causa de los inventos de Sor Anita quien en los infiernos
debería estar pagando esa atrocidad.
Otro año más y me entregaron al grupo de San Luis Gonzaga, clases en la mañana y en la
tarde labores agrícolas, y entre los once y trece años de edad pasé a taller de sastrería,
entré al quinto curso que allá equivaldría como hoy día a undécimo, parece que para la
época esa clase de educación no estaba reconocida por el Ministerio de Educación, la
comunidad salesiana parece que no hizo gestión para lograr el dicho reconocimiento.
Al llegar al taller de sastrería había crecido en todo, en edad, en estatura y en conocimiento,
y a pesar de la ingenuidad lógica motivada por el encierro de varios años, de todos modos
ya me defendía de mis compañeros y de mis profesores alegando, vociferando cuantas
veces se presentaba la oportunidad. En esa edad empieza uno a leer lo que llega a
nuestras manos y se comienza a acumular y a adquirir la verdadera cultura. Para nosotros
la lectura de libros, novelas profanas era prácticamente prohibida, solo se permitía leer
libros aceptados por la iglesia, sin embargo, en las visitas a Contratación encontrábamos
libros escritos por José María Vargas Vila que por esos años estaba de moda, también
llegaban a nuestras manos la revista Lux dedicada exclusivamente en su contenido a temas
sexuales.
El cine en el reclusorio constaba de una vieja máquina proyectora de películas, las cuales
en su mayoría eran de vaqueros y de vidas de santos. A través de la vida nunca he tenido
o sentido esa grata añoranza que la mayoría sienten cuando recuerdan o hacen
reminiscencia de esos años escolares, porque esos años para la gran mayoría han sido los
mejores de su vida, siempre reunidos con sus familias en sus respectivos lugares y gozando
de un modelo de educación sino perfecta, por lo menos asequible para todo tipo de
estudiantes, y sobre todo con un trato de camaradería y amistad entre los profesores y
alumnos. Además bien vestidos, calzados y bien aseados. Pero para nosotros nada de eso
existió, siempre descalzos, mal trajeados, pesimamente aseados y mal abrigados en un
clima como el del Guacamayo, pero más que todo hambreados porque nunca supimos de
una lonchera para las medias nueves o para las onces, o que llamamos ahora refrigerio. La
disculpa es que eran otros tiempo, otras situaciones, con otros actores.
De todos modos esos recuerdos comparados con la actualidad, dejan un resquemor dentro
de nuestro ser y con toda razón podemos testificar que las desigualdades siempre han
![Page 121: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/121.jpg)
121
existido y que a nosotros nos correspondió por ser víctima de una sistema avalado por el
Estado y la religión. Particularmente no tengo nada que agradecer a mis ―distinguidos‖
profesores, debido a sus rudimentarios métodos para educar. La cartilla Alegría de Leer en
su contenido traía una imagen de un niño con un gorro en el que había un letrero en el que
decía ¡burro! En la parte de abajo una frase que decía ¡la letra con sangre entra! Ésta
representación era comúnmente aplicada por la mayor parte de nuestros educadores, sin
que esto causara sonrojo, pues parece que esto se aplicaba como doctrina. Ésta clase de
tratamiento crea en el adolecente un permanente estado de rebeldía y de dudas inmensas
con relación a las tantas veces explicada existencia de un dios supremo; se hace
inaceptable que sus promotores y representantes golpeen y castiguen, atropellen física y
moralmente a sus congéneres, valiéndose de su autoridad y condición, sin tener en cuenta
que se abusaba de niños prácticamente indefensos, ya que los familiares no tenían
conocimientos de esa situación de maltrato continuo, ni mucho menos capacidad intelectual
de denunciar esta clase de hechos ante la autoridad competente.
En esos tiempos parece increíble pero no se mencionaban los derechos humanos, también
azotaba al país una confrontación política atroz y sobretodo sangrienta, por la que matar
liberales no era pecado, todo sucedía y no éramos ajenos, ya teníamos conocimiento de la
tragedia que vivía el país la cual mirábamos pasar sin que a nosotros nos afectara.
Mis recuerdos me llevan a creer que nunca gocé de simpatía por parte de mis profesores en
la época nefasta de mi internado, me enrostraban que mi mirada era maliciosa y burlona,
esto muchas veces me hizo acreedor a inmerecidos castigos, por una simple mirada
bastaba para convertirme en cómplice indirecto de las embarradas de mis compañeros. Me
refiero a la época nefasta porque siempre he estado convencido que el internado equivalía
a estar pagando una pena de presidio sin haber cometido delito alguno y en verdad era la
muestra exacta de un presidio, salón enorme para el comedor, salones grandotes para el
dormitorio llenos de camastros o catres de hierro y alambra, aulas de clase y salón de
estudio también inmensos, patios interiores y externos, portones con cerrojo y acero,
inodoros y letrinas para cada sesión y dormitorio, capilla, corredores internos y encuadros.
Taller de sastrería, taller de carpintería, talabartería, sección de agricultura y cargadores de
leña. ¿No les parece a ustedes ésta descripción una cárcel o presidio?
En la parte educativa fui un alumno aplicado, mis profesores con cierta displicencia me
citaban como un tipo inteligente pero al mismo tiempo irreverente y desinteresado en los
aspectos religiosos. Estas citas me ubicaban entre los malos y por lo tanto entre mis
compañeros sin saber que era, decía que yo era un masón. En esa edad discutía y alegaba
con los de mi edad y estatura y no dudaba en enfrentarme a trompadas las veces que fuera
![Page 122: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/122.jpg)
122
necesarias, con tal de hacer valer lo que defendía. Por lo regular casi a diario había riñas y
trompadas por cualquier motivo o circunstancia. El estar recluido en gran número de chicos
hace que se presenten conflictos por motivos elementales y que terminan en riñas, al crecer
y llegar a la edad entre los 15 y 18 años fui un muchacho cansón, pelietas, casi podía decir
que terrible, tratando de hacerse respetar con demostraciones agresivas conocidas por
unos y mal recordadas por otros.
No he mencionado la navidad que para nosotros los internos tenía cierta importancia, más
que todo por el regalo y la cena de media noche, en la que por única vez en el año
probábamos la natilla y un huevo al desayuno. Don Dámaso Mediano, un viejo salesiano de
origen español viajaba el mes de septiembre de cada año hacia la ciudad de Bogotá
recorría toda la ciudad pidiendo limosnas en las empresas donde le regalaban saldos de
distinta clase, de distintas características como jabones, dentífricos, cepillos dentales,
juguetería de plástico y caramelos. De cada cosita formaban un paquetico que a cada
pelado nos entregaban el viejito disfrazado de Papá Noel el 24 de diciembre en la noche.
Tal vez este sea el único recuerdo grato de mi infeliz niñez.
Ahora hago comparaciones entre la niñez de mis hijos y la mía y debo decir con toda
sinceridad que la distancia es enorme: su familia acompañándolos, ellos con sus regalos y
juguetes, ropa nueva, música, alegría, todos integrados y nosotros nada de eso. Esto era
toda nuestra navidad, nuestras familias no sabían como la habíamos pasado, y creo que ni
les importaba todo eso, no tiene ni de lejos a los tiempos actuales. El olvido o abandono por
parte de los familiares hacia que los lazos de amistad entre los pelados fueran muy fuertes,
haciendo que todo se compartiera, un pedazo de panela, un pan y hasta los útiles de aseo,
los jabones, todas esas cosas.
En el tránsito de vida al encontrarse con cualquiera de esos compañeros de reclusión es
como encontrarse con un hijo o con un hermano muy querido. En varias oportunidades en el
trayecto de mi vida tuve la oportunidad de tener esos inesperados encuentros, en especial
en el ejercito prestando servicio militar; en una compañía de lanceros me encontré no con
uno sino con seis excompañeros los cuales pertenecían a un contingente anterior al mío,
este afortunado encuentro hizo más llevadera mi vida en el cuartel siendo yo recluta para
ellos, fueron muy formales con migo. A unos por el apellido a otros por el alias o por el
sobrenombre los recuerdo: a ―Secante‖, a ―Zancudo eléctrico‖ a ―Coy‖ y también a ―Majuña‖.
También divertido encontrarnos y hacer recuerdos hasta de las más mínimas hazañas en
los tiempos del reclusorio, pensar que el mundo no es tan grande para cualquier día de la
vida estar cara a cara con sus antiguos amigos en el sitio menos imaginado, el cuartel,
prestando servicio militar.
![Page 123: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/123.jpg)
123
Así como no he podido perdonar a mi mamá y a mi padrastro, tampoco he podido perdonar
ni perdonaré a mi papá y a toda su familia. Cuando llegan a mi mente la cadena de
recuerdos y enumero la cantidad casi interminable de sufrimientos y abusos de los que fui
víctima siendo un niño, siempre culpo a toda mi familia paterna, nadie más que ellos, mis
abuelos, mis papás, mis tíos, todos ellos fueron culpables de la miseria y pobreza que con
mi mamá tuvimos que pasar. Nos abandonaron y nunca supimos nada de su existencia. Mi
abuelo con uno de sus hijos trabajaba el curtiembre y mi papá era empleado del sanatorio,
eran muy unidos y eran oriundos de La Bateca, Norte de Santander. Cuando resolvieron
regresar a su tierra de origen se fueron prometiendo volver por nosotros pero nos
quedamos esperándolos toda la vida. Los odio a muerte, no abrigo ningún sentimiento
familiar hacia ellos y por lo tanto en la actualidad no quiero saber nada de su existencia, los
aborrezco como a enemigos acérrimos.
Tengo los peores tratamientos verbales hacia ellos porque engañaron a mi mamá, persona
corta de espíritu y además analfabeta, sin ninguna experiencia en todos los aspectos de la
vida, la abandonaron a su surte con sus dos hijos en la más angustiosa pobreza, le
prometieron que tan pronto se instalaran en su pueblo de origen, regresarían o enviarían a
alguien para que nos llevara y pudiéramos reunirnos con ellos. Pero esto nunca sucedió.
Jamás regresaron y nos quedamos esperándolos y que falta que nos hicieron, crecimos sin
papá, mal comidos, mal vestidos y mal calzados, sin ningún apoyo económico,
prácticamente abandonados hasta de Dios, podemos decir.
El rencor contra los familiares paternos me fue llegando a medida que iba creciendo en
edad y en conocimientos, y fue creciendo con el devenir del tiempo, de acuerdo a las
penalidades que acosaban a mi pobre existencia y se anidó dentro de mí un sentimiento de
odio en su contra, del cual no he podido desprenderme y creo con toda seguridad que los
odiaré hasta la muerte.
Me parece que es imposible perdonar en estas circunstancias, pues se trata de personas
que tuvieron un mal comportamiento con sus hijos y además eran personas que tenían o
habían recibido por lo menos educación primaria, que para esos tiempos era más que
aceptable dicha preparación. Además la falta de padre en el hogar trae consecuencias
graves que afectan el comportamiento de los hijos en relación con las demás personas que
los rodean, y para agregar algo más hay que tener en cuenta que estos familiares se
aprovecharon de la ingenuidad del estado, de la pobreza en la que por ese tiempo vivían los
familiares maternos de mi madre, adicionando a todo el estado de indefensión, con apenas
15 o 16 años y con dos hijos acuestas, sin entradas económicas para cubrir los más
elementales gastos para sostener a sus pequeños hijos.
![Page 124: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/124.jpg)
124
Lo anterior puede ser causa para que se piense que soy un resentido social, pero verdad
que no, lo que realmente sucede es que se encadenan demasiadas situaciones
acompañadas con la extrema pobreza vivida en esos tiempos y los cuales hay que citar por
su verdadero nombre. No sé, no entiendo ni comprendo porque mis padres fueron tan
desprendidos de nosotros y todavía ya en mi vejez me parece que ese tiempo no fue
realmente vivido por mí, sino que se trato de una muy mala pesadilla de la que no he podido
despertar, todo esto me ha llevado a anidar dentro de mí cierta rebeldía hacia el estado,
ante la religión y ante la sociedad. He aprendido a ser hipócrita, ocultando mi verdadera
personalidad ya que la hipocresía ha sido practicada desde tiempos inmemoriales por todas
las jerarquías llámense religiosas, políticas y militares, o sociales. A medida que
transcurrimos en el camino de la vida nos acompaña la hipocresía y más la practicamos.
Somos hipócritas con nuestros padres, somos hipócritas con nuestros semejantes, con
nuestras esposas y compañeros y con nuestros hijos y somos hipócritas sí, porque tratamos
de aparentar lo que no somos, porque somos desleales con nuestros amigos y porque no
fundamentamos con valores nuestra verdadera personalidad.
El mentado sacerdote, el padre Alberto Cortés, en alguno de mis renglones escritos le di
tratamiento de ―negociante y explotador de menores‖, es la pura verdad. El gobierno
nacional pagaba a la comunidad salesiana nuestra estadía en el llamado asilo, sin embargo
el padre Alberto como director del plantel explotaba sin misericordia a cada uno de los
internos. Todos tenían que trabajar en distintas labores, cargando leña, otros en labores
agrícolas, también en los talleres de carpintería, talabartería y sastrería, ninguno de estos
trabajos era remunerado, pero al estado si le era cobrado por parte de la comunidad. Este
sacerdote llego a enriquecer tanto a la comunidad que alcanzó a enriquecerse
personalmente con el trabajo de los muchachos y llegar a ser dueño de la mejor finca o
hacienda en la región del Opón, cuando la comunidad salesiana decidió pedirle cuentas,
resolvió retirarse de dicha comunidad y convertirse en un cura diocesano, y ese habilidad
para poder conservar su riqueza amasada. Su hermana carnal vivía por esa época en el
barrio 20 de Julio y allí administraba unas canchas de tejo, a ese lugar fueron a parar
muchos muchachos del internado para ser explotados siendo ayudantes de dicha señora,
póngase a pensar que si así se comportaba el director del plantel ¿Cómo serian sus
subalternos?
En los terrenos aledaños al internado había establos y por tanto hacían función de ordeño,
oficio que correspondía ejercer a los muchachos, además de racionar las vacas y apartar
los terneros había que limpiar el establo, acarrear el pasto y la caña para picar, y finalmente
racionar. Otros pelados repartidos en tres grupos o cuadrillas se encargaban de las labores
![Page 125: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/125.jpg)
125
agrícolas, rocería de potreros, siembra de yuca y arracacha para el consumo de los
internos, el resto de muchachos se repartían en cuatro talleres, sastrería, carpintería y
talabartería con lo anterior se ha demostrado que en su totalidad los muchachos o
educandos tenían que trabajar para la comunidad salesiana sin devengar ningún salario y
con una rigidez casi que de preparación militar, todo eso era tan parecido a un cuartel, sus
salones inmensos y sus patios peor de grandes y su regentes y malcarados semejaban la
panorámica de un campo de entrenamiento militar.
Muchos tiempo después cumplidos los 18 años fui decretado para prestar el servicio militar,
nada extraño para mí, me parecía sino mejor, por lo menos igual a mis años en el asilo del
Guacamayo. Creo que por esa época me pico un bicho llamado Pito, que transmite la
enfermedad de chagas, enfermedad mortal que más luego informare de su contagio,
consecuencias y tratamiento.
La volada
Con el primo Saúl con mucho tiempo de anticipación planeamos cómo volarnos del
reclusorio, tuve que poner en práctica todo mi sistema de convicción desarrollado hasta el
momento para convencer a mi primo de fugarnos un día domingo después de misa. Mi
primo tenía miedo pues si éramos sorprendidos seriamos rígidamente castigados y ese
castigo infundía temor. Comenzaba con una azotaina del que nuestro trasero quedaba
completamente amoratado, luego rapada de cabeza y el escarnio público al ser mostrado
ante todo los compañeros con un vestido de dama y con alguien a nuestro lado pregonando
que quien se fugara era un cobarde, desagradecido, alejado de Dios.
De todos modos logramos superar todos esos temores y cumplidamente ese domingo
programado nos fugamos. Luego de la misa había tiempo de recreo en los patios o canchas
ubicadas en la parte de afuera del reclusorio, esto en parte nos facilitó la fuga. A
travesamos el camino que conduce hacia el poblado del Guacamayo, y tomamos como vía
de escape una quebrada arriba que nos llevó a las afueras del poblado y seguimos el
camino de herradura que nos conducía a Contratación, meta de nuestra escapada.
Corrimos y corrimos sin parar, sin descanso alguno, pues nos parecía o imaginábamos que
nos perseguirían para darnos alcance y regresarnos otra vez al odiado reclusorio; cada
minuto, cada segundo era contabilizado mentalmente y nuestras piernas se movían
rítmicamente, veloces, sin sentir cansancio. Al cabo de una hora larga llegamos cerca de un
retén de la Policía Nacional en el sitio llamado ―La Colorada‖, seguimos una senda por un
potrero hasta encontrar una quebrada, subimos la quebrada abajo hasta llegar un camino
real que llevaba a la finca llamada ―Monte Redondo‖, por la cual pasamos y en pocos
minutos entramos triunfantes a Contratación.
![Page 126: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/126.jpg)
126
El retén era una barrera psicológica y real para encerrar al enfermo de hansen para que no
se regara el contagio de la enfermedad, pues desde tiempos inmemoriales se ha creído que
la lepra es contagiosa. Al llegar al hogar materno lo primero el saludo y luego la mentira,
―que venía con permiso a visitar la familia‖, mentira que al día siguiente fue descubierta al
informar que nos habíamos fugado del reclusorio e inmediatamente fui enviado a trabajar en
una finca fuera de Contratación donde estuve seis meses laborando en distintas
ocupaciones y donde logré ahorrar para comprar mi primera muda de ropa y calzado,
producto de mi primer trabajo y donde comienza el verdadero sentido de la vida para mí, es
el comienzo de vivir en libertad, de ir pensando cual sería mi futuro y de tener sueños
amorosos, ilusionarme pensando que todo se consigue fácilmente la fama, el dinero y el
poder y todo lo humano en el transcurso de su existencia, todas esas vanidades que
acompañan al ser humano.
Esto pensaba pero la realidad era otra, tanto el yo físico y mi espíritu estaban en esa edad
en la más completa oscuridad, falta de conocimientos básicos para subsistir en un mundo
que no conocía pues el tiempo que estuve encerrado no me permitió mirar paulatinamente y
realmente que a medida que el ser o la persona crece debe ir acomodándose para subsistir
en la competencia diaria, para lograr conseguir lo básico y lo primordial para vivir
dignamente como son la comida, el vestuario y la salud. En medio de esa obscuridad
estaba la parte intelectual, pues mis conocimientos apenas llegaban a lo básico,
prácticamente había aprendido casi correctamente a rezar pero de la realidad de la vida no
sabía nada, y sin darme cuenta empezaba a aprender tardíamente.
Durante algún tiempo acompañé al primo Luis Eduardo, de él aprendí varias cosas
importantes, él era trabajador, comerciante, parrandero como buen músico, muy buen
amigo y muy bien parecido, con él recorrí casi todas la veredas comprando ganado, mi
primo me ayudó para que me emplearan como auxiliar y ayudante en la casa médica lo cual
me convertiría en empleado público y devengaba un salario de 50 pesos mensuales en el
año 1956. En este empleo no estuve enganchado mucho tiempo y se trataba de laborar
haciendo varios oficios, desde acompañar a los médicos hasta el sitio llamado El Tirano
cuando salían a disfrutar de vacaciones o compensatorios y cuando salían hacia la ciudad
de Bogotá, debíamos hacer el mercado y transportar pasto para racionar las bestias que se
tenían para el servicio de la casa médica. También estábamos disponibles a toda hora para
hacer mandados y para acompañar a los médicos de turno cuando tenían que visitar algún
enfermo.
La salida hacia el sitio El Tirano, en el municipio de Guadalupe, era a las dos de la mañana
pues el recorrido era de diez horas de ida y regreso, como éramos dos empleados nos
![Page 127: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/127.jpg)
127
turnábamos para esa clase de oficios, el cual aprovechábamos para conseguir por lo regular
una docena de botellas de aguardiente Superior que traíamos de contrabando ya que aquí
en el pueblo era prohibida su venta. Además a nosotros no nos requisaban en los dos
retenes que había para ingresar al leprocomio, esta actividad nos permitía darnos ciertos
lujos personales como comprar ropa, calzado y participar en pequeñas tomatas y fiestas al
igual que vernos rodeados de amigos.
Por ese tiempo ayudábamos a un amigo que laboraba al igual que nosotros en la
administración externa del sanatorio, que se llevara a vivir con él a su novia, para lo cual
tuvimos que ir hasta la vivienda del padre de la afortunada y prácticamente sacarla del lugar
a escondidas o como hablando en lenguaje actual, raptarla o llevarla secuestrada, y esa
misma noche nuestro amigo anocheció y amaneció llevándose consigo a su adorada media
naranja.
Ahora ya viejos nos hemos vuelto a encontrar después de muchos años y estuvimos
recordando los dorados años en que nada nos atajaba y poco nos importaban los
desafueros que cometíamos ignorando toda norma de convivencia, sin sentir remordimiento
alguno, bendita juventud. Esto me hace recordar a un anciano victima de mi lenguaje,
siendo yo un pelado de cinco años… don Valentín Angarita padre y abuelo de algunos de
mis contemporáneos; limpiaba la calle casi a diario (frente a su vivienda); yo llegué y paré
frente a el anciano diciéndole: ―esta tiene pelos y esta tiene crin y estas son las barbas de
don Valentín‖. El viejito rastrilló contra el empedrado su también vieja macheta, cogiéndome
desprevenido y con su filo romo me arrancó de un solo tajo la uña del dedo chiquito del pie
derecho ¿Pueden imaginarse la que vino después? Ni siquiera contar la verdad de lo que
me había sucedido, y como siempre contar mentiras, inventar que me tropecé y que se me
cayó la uña así no más.
Parece que estuviéramos completamente dispuestos, que todo para nosotros es claro, que
sabemos todo, que nadie puede contradecirnos y que todo es fácil y que el mundo es muy
pequeño para nosotros, además, todas las mujeres que miramos están perdidamente
enamoradas de nuestra presencia y elegancia. Cosas de muchachos, por las que todos
hemos pasado, pero con el tiempo miramos con realidad y nos damos cuenta que estamos
completamente equivocados y que todos esos estados son imaginarios, que nada de eso es
real y que andamos en la más complicada oscuridad e ignorancia.
Lleno de ilusiones y buscando más la aventura que el deseo juicioso de trabajar, renuncié a
mi empleo seguro y bien remunerado de acuerdo a mis capacidades de la época y pasé
hacia el municipio del Socorro, donde sufrí una de mis primeras desilusiones; se me acabó
el poco dinero que llevaba y quedé completamente varado… sin trabajo ni empleo
![Page 128: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/128.jpg)
128
deambulé y recorrí casi todas las calles de la ciudad buscando quien me ocupara, pero todo
fue inútil. Yo no sabía ningún arte ni oficio y todos me miraban so penamente mi edad, mi
falta de conocimiento y mi forma de pedir y mirar las cosas.
Como caído del cielo me encontré con el doctor Jorge Samuel Meneses, eminente abogado
guadalupeño que me oyó y me llevó para su casa en el Municipio de Guadalupe, donde
permanecí seis meses aproximadamente, en ese corto tiempo hice una entrañable amistad
con todos los hijos del doctor Meneses, la cual ha perdurado hasta la actualidad. Tengo
grandes recuerdos de la estadía en ese hogar, el trato amable de todo el grupo familiar en
especial de Doña Chava, la esposa del doctor. Algo que nunca olvidaré es la hora de las
comidas, todos incluyendo los trabadores nos sentábamos a la mesa y almorzábamos o
cenábamos en compañía de toda la familia.
De Guadalupe partí para Socorro nuevamente a buscar a un excompañero de reclusorio
llamado Plinio Sánchez. Con este amigo fuimos a parar a San Vicente de Chucuri, la tierra
prometida de Santander, donde necesitaban manos laboriosas para trabajar en las labores
agrícolas pero también la tierra más violenta y sufrida por las persecuciones políticas de la
época.
Allá llegué con mi amigo y nos paramos en la ―Esquina de los Varados‖ que quedaba cerca
de la plaza. A esta esquina llegaban los finqueros o los mayordomos a contratar los
trabajadores o recolectores de café en tiempo de cosecha. Éramos muchos los que
llegábamos buscando al mejor patrón, la vereda más cercana y por qué no, donde fuera
buena la alimentación. Fuimos contratados para recolectar café en una finca ubicada en la
Vereda Llana Fría, allí estuvimos hasta la terminación de la cosecha en esa región, nunca
salimos al pueblo y nuestros patrones nos traían los encargos como la prensa, el mecato y
los útiles de aseo. Los sábados no trabajamos sino medio día y el domingo bajábamos a
una tienducha veredal a tomarnos unas polas y a departir amigablemente con trabajadores
de otras fincas.
El trabajo era duro desde que empezaba a clarear al día hasta que oscurecía, tomando
solamente los alimentos y muchas veces no importaba que lloviera, había que cumplir con
la tarea mínima: costalado de café de cinco arrobas, de lo contrario debía uno sentirse
apenado con los patrones y con los demás recolectores. En una finca de regular extensión
laboraba 20, 30 y a veces hasta 40 trabajadores. A pesar de lo fastidioso, el trabajo tenía su
atractivo ameno y placentero, pues entre el personal había cantores y copleros, cuenta
chistes y cuenteros, los había muy amigables como también serios y poco comunicativos.
![Page 129: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/129.jpg)
129
Como hacía poco había pasado la violencia política se escuchaba bastantes historias y
relatos de personajes tétricos como el inventado CABO FLORIDO, asesino uniformado
enviado por el gobierno conservador para exterminar a los liberales de la región de San
Vicente. Dicho sujeto lo conocí pero en fotografía publicada por Vanguardia Liberal…
Alguna vez publicaron un reportaje donde mencionaba algunos de los tropeles cometidos
por el funesto personaje, pero en todo caso su historial era narrado por aciagos y enemigos,
condenado por unos y elogiado por otros, todo según el color político de quien narrara sus
crímenes o sus hazañas.
A medida que se hizo mi estadía más larga en la región fui aprendiendo que habían veredas
liberales y veredas conservadoras, como también estaban igualmente repartido los
establecimientos públicos como cafés, bares y hasta las personas de alguna manera se
identificaban políticamente ya fuera con las prendas de vestir o con utensilios como peines,
bolígrafos y plumas en los sombreros lo cual a simple vista era reconocido a que política
pertenecía cada quien. Habían demasiados asesinatos muerte violentas por causas
políticas tanto en los campos o área rural, como también en lo urbano. Recuerdo que en
esa época fue asesinado el mismo alcalde municipal, un señor de apellido Calvete que fue
directamente apuñaleado en un bar de la zona de tolerancia, cuando buscaba a unos
músicos para darle serenata a su señora esposa ya que el día siguiente cumplían años de
casados. También en los campos esporádicamente ocurrían asesinatos y por lo regular
eran de carácter político.
Estuve ese final de cosecha deambulando, laborando en varias fincas y cuando llegó
diciembre con los ahorros compré ropa y buen calzado y demás complemento necesario,
con el resto de dinero viajé a Contratación a pasar fiestas de final y principio de año. Los
meses siguientes fueron para mí el despertad de la juventud, porque pude disfrutar de la
mal llamada libertad y digo disfrutar, porque pude hacerme ver ante mis amigos como todo
un varón, pues me sentía capaz de medirme a las trompadas con cualquiera, podía fumar,
beber, jugar billar, parrandear y asistir a reuniones que terminaban en festivales bailables.
Tenía amigos a granel, siempre en el trayecto de mi vida me fue fácil conseguirlos, hacerme
extrañar y odiar por todo el mundo según el decir de la gente.
Pasado el primer semestre del año 1958, creo que en el mes de agosto inventé viaje otra
vez hacia San Vicente; con mi amigo Ramiro Vanegas emprendimos el anunciado viaje, ya
que por anticipado Ramiro me consultó, como si yo fuera muy experto, si él podía
aventurarse conmigo hacia un destino seguramente desconocido para él, en el que yo
aparecía como experto. Con Ramiro éramos amigos y nos conocíamos desde cuando llegó
a Contratación, trabajaba con otro amigo llamado Ciro Báez en el taller de carpintería del
![Page 130: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/130.jpg)
130
señor Secundino Quintero uno de los pocos maestros de la verdadera carpintería y
ebanistería de la época en nuestro pueblo.
Desde ese tiempo con Ramiro hemos estado ligados en una entrañable amistad siendo con
toda seguridad la persona a quien verdaderamente aprecio y estimo como si se tratara de
un hermano, pues su comportamiento hacia mí así lo ha demostrado, en varias
oportunidades he recibido su ayuda desinteresada y en su casa siempre he sido bien
recibido, he sido participe de sus invitaciones y atenciones y a pesar de las diferencias
económicas entre los dos nunca ha cambiado en su trato y comportamiento para conmigo.
Estando yo prestando el servicio militar en el Batallón Ricaurte de Bucaramanga, fue la
persona que me tendió la mano y llegué ―como Pedro por su casa‖ a la vivienda donde
habitaba con su señora madre y donde tenía un taller de fotografía: viajamos a pie de
Contratación a Guadalupe donde pernoctamos en casa de mi prima Victoria que por ese
tiempo residía en esa población.
Era obligatoria el transitar a pie porque no había carretera en esos años, el transporte a pie
o en bestia cabalgar. Al día siguiente nos embarcamos en un destartalo bus que nos llevó a
la ciudad de Bucaramanga y de allí tomamos otro vehículo de mejor condición y apariencia
en el cual llegamos a nuestro destino, San Vicente de Chucuri. Íbamos programados para
llegar un día sábado; el domingo muy puntuales nos paramos en la esquina de los varados,
después de cierto tiempo y de averiguar nos contrató un señor llamado Joaquín Moreno
residenciado en la parte baja de la vereda Llana fría. Allá llegamos con mi amigo Ramiro, yo
todo un experto y él como un novato. La casa de paredes de bareque, columnas de madera
y el techo de palma de iraca con pisos de tierra, sin sanitario y lógicamente sin servicio de
electricidad, el agua un pozo adonde uno se bañaba a potadas con una totuma; cómo
podemos observar todo esta era nada agradable para el diario vivir. De todos modos esta
sería nuestra vivienda durante algún tiempo.
En esa edad uno hace castillos en el aire y se hace demasiadas ilusiones y también hace
cuentas largas con el dinero que todavía no se ha ganado, a mí por lo menos eso me
sucedía y más cuando se llega de primera vez a una finca, todo es desconocido el genio de
los dueños de la casa, hasta el sistema de alimentación y sobre todo el dormitorio; Ramiro a
estas alturas recordará y hará comparaciones del dormitorio de esa época al de la
actualidad. A mí me pareció estarlo viendo, era un zarzo o cañizo elevado; de colchón,
costales de empacar café y si no llevaba cobija o frazada se arropaba con los mismos
costales. Como podemos ver la situación era difícil y ese era el entrono, debíamos
acomodarnos y olvidarnos de toda la comodidad.
![Page 131: Nos Hicismos a Pulso_Tesis_Natalia Botero](https://reader033.vdocuments.pub/reader033/viewer/2022050802/55cf9b23550346d033a4e140/html5/thumbnails/131.jpg)
131
De todas maneras la vida nos fue enseñando poco a poco a mirar con buenos ojos las
dificultades que iban apareciendo. Con el transcurso del tiempo cuando terminaba la
jornada diaria, luego de la hora de la comida o cena cogíamos muy temprano a dormir, en
tal especial el dormitorio, mientras quedábamos en brazos de Morfeo yo empezaba a
recordar y ponía a mi mente a recorrer el interminable laberinto recorrido desde el día que
mi madre me entregó traicioneramente al director del reclusorio en el Guacamayo,
lentamente deambulada por todos los sitios ya transitados sin darle mucha importancia ni
trascendencia a la vivienda hasta el presente haciéndome ilusiones de los torrentes de
dinero que me llegarían con el tiempo e ingenuamente creía que mas luego sería un gran
finquero o que encontraría un buen puesto, y podría casarme con una mujer muy rica y
tendría una familia numerosa con la que disfrutaría las riquezas acumuladas del fruto de mi
trabajo y mis negocios. A la madrugada nos despertaba el canto impertinente del gallo
manda más del gallinero. Se acercaba la hora de dar comienzo a una nueva jornada, a
compartir con Ramiro el corte y tratar de ganarle en la cantidad recolectada. (Véase foto 18)