PolisRevista Latinoamericana
26 | 2010
Ocio e interculturalidad
Ocio, tiempo libre y voluntariado en personasmayoresLeisure, free time and voluntary service in older people
Lazer, recreação e voluntariado em pessoas idosas
Loisir, temps libre et bénévolat chez les personnes âgées
Inmaculada Montero García et Matías Bedmar Moreno
Édition électroniqueURL : http://journals.openedition.org/polis/86ISSN : 0718-6568
ÉditeurCentro de Investigación Sociedad y Politicas Públicas (CISPO)
Édition impriméeDate de publication : 10 août 2010ISSN : 0717-6554
Référence électroniqueInmaculada Montero García et Matías Bedmar Moreno, « Ocio, tiempo libre y voluntariado enpersonas mayores », Polis [En ligne], 26 | 2010, mis en ligne le 19 avril 2012, consulté le 19 avril 2019.URL : http://journals.openedition.org/polis/86
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Ocio, tiempo libre y voluntariado enpersonas mayoresLeisure, free time and voluntary service in older people
Lazer, recreação e voluntariado em pessoas idosas
Loisir, temps libre et bénévolat chez les personnes âgées
Inmaculada Montero García et Matías Bedmar Moreno
NOTE DE L’ÉDITEUR
Recibido: 14.12.2009 Aceptado: 30.06.2010
Introducción: aspectos socio-demográficos. Elenvejecimiento de la población
1 El envejecimiento de la población es una característica que afecta a la población mundial.
Las sociedades envejecen en todas las partes del mundo. Tal como reconoce el Informe
2008 del IMSERSO1, los grupos de personas de 65 y más años comienzan a ser un segmento
importante de todos los países2. No obstante, “envejecer” es algo subjetivo y está
condicionado por factores socioculturales, políticos, económicos… Si nos atenemos a los
datos puramente cuantitativos, en España, durante los últimos cinco años, la población
mayor ha ascendido en más de 250.000 personas, con un incremento del 3,5%. El
panorama demográfico futuro presenta una sociedad envejecida en la que casi un tercio
de la población serán personas mayores. En cifras, por cada niño de 0 a 14 años habrá 2,3
personas mayores. En América Latina existe, de forma parecida a Europa, (aunque en
distinto grado), un descenso de la población de 15 años, un aumento de la población de 65
años y un engrosamiento de la pirámide entre estas edades3. De ello se concluye que la
población irá envejeciendo.
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2 El caso concreto de Chile merece una referencia especial. A diferencia de España y en un
país donde la migración internacional no ha sido un factor demográfico importante, los
cambios demográficos globales se explican en mayor medida por la evolución del
crecimiento natural de la población (natalidad menos mortalidad). La evolución desde
niveles altos a bajos de la mortalidad y de la natalidad que se produjo durante el siglo XX,
da cuenta del proceso de transición demográfica avanzada en que se encuentra Chile en la
actualidad junto a Argentina, Brasil y Costa Rica. Según las proyecciones de población,
todo indica que esta tendencia se mantendrá, lo que tendrá múltiples consecuencias
demográficas, como el progresivo envejecimiento de la población, e implicaciones
sociales, como una disminución de la proporción de población económicamente activa4.
3 Sabemos que el grupo de adultos mayores ha tenido un continuo aumento: superará el
20% en el año 2025 aproximándose al 30% hacia el 2050. Este proceso constituye el
llamado envejecimiento demográfico de la población. En el índice de Adultos Mayores5
(IAM) (expresa el número de adultos mayores por cada cien menores de 15 años), se
observa su tendencia a crecer a largo plazo, producto de una esperanza de vida cada vez
más elevada junto con el mejoramiento sustantivo de las condiciones de vida y salud. En
la actualidad, el sector de adultos mayores sigue siendo “minoría creciente”, no obstante
su ritmo de crecimiento anual es superior al total de las edades restantes. Se estima que
hacia el 2025, en Chile habría 1 adulto mayor por cada menor de 15 años y, hacia el 2050
habría 1,7 adultos mayores por cada menor de 15.
4 A mediados del presente siglo, Italia, Japón, España y Grecia serían los países más
envejecidos ya que, en promedio, los adultos mayores triplicarían a los menores de 15
años. Los 3 primeros países son, en la actualidad, los más envejecidos, con 1,6 adultos
mayores por cada menor de 15 años. En otras palabras, el envejecimiento casi se dupli ‐caría en estos países en 43 años más, en tanto que en Chile se triplicaría en igual periodo
(INE 2008, op. cit.).
5 Los datos cuantitativos aportados han venido acompañados de transformaciones socio-
económicas, políticas y culturales no menos significativas. A pesar de ello, justo es
subrayar que solemos disponer de más cifras sobre el envejecimiento que de serias
reflexiones y propuestas formales que respondan a las consecuencias derivadas de estos
cambios. En una época centrada en los avances tecnológicos, las personas mayores reman
contra corriente ante ideales consagrados de belleza, juventud y poder. Caracterizado por
niveles económicos aceptables, sin los problemas de salud de antaño, con 10 ó 15 años de
media de vida y con gran cantidad de tiempo libre por ocupar, los mayores quedan
socialmente relegados y desplazados en no pocas ocasiones. No obstante, el creciente
nivel formativo y cultural de este sector, junto con las importantes experiencias que lo
avalan, lo hacen firme candidato a protagonizar actividades y procesos de participación y
compromiso socio-comunitario. En España, según diversos autores (Bermejo, Pinazo,
Lorente, Limón, Fernández, 2010: 4), estos mayores niveles de autonomía y libertad se
manifiestan, entre otros aspectos significativos, en cómo están envejeciendo muchas
personas: * Más lentamente, con más capacidades personales, y con más salud; * Con
mayor grado de seguridad e independencia económica; * Con mucho tiempo para
disfrutarlo; * Optando a la participación activa en equipamientos, instituciones y
organizaciones de diverso tipo. Otros expertos hablan de que, efectivamente, España es
un “país de viejos”; pero de unos viejos que disponen de más tiempo libre, tienen mejor
salud y más educación, un mayor nivel adquisitivo y, por añadidura, otras inquietudes de
acuerdo a nuevos estilos de vida (Giró, 2009: 33). Dicho panorama puede generalizarse
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para muchos de los países europeos. Sin embargo, siendo más precisos, es conveniente
señalar que el acceso y las posibilidades se ven limitadas cuando las condiciones
económicas, políticas, sociales, que configuran el desarrollo y la calidad de vida de estas
personas, no acompañan el proceso. Según informes internacionales6, en América Latina
aún constan como principales preocupaciones de las personas mayores la falta de
seguridad de ingresos (menos del 30% de latinoamericanos mayores reciben una pensión);
la falta de acceso gratuito a los servicios de salud; la participación, dado que aún existe
poco reconocimiento, por parte de los gobiernos o la sociedad civil, hacia la implicación
activa de las personas mayores en la sociedad; la marginalización, siendo un colectivo
especialmente vulnerable a los abusos y violencia. Lo cual significa que son muchas las
personas que enfrentan la pobreza conforme envejecen. Y estas condiciones se agravan,
aún más si cabe, en el caso de las mujeres mayores.
6 Efectivamente, cuando hablamos de “adultos mayores” queda claro que no podemos
homogeneizarlos o simplificarlos en un determinado colectivo. Las condiciones descritas
anteriormente, la variabilidad de los contextos de referencia y actuación, los elementos
que, en suma, configuran su vida y desarrollo, requieren, al menos, un acercamiento y un
estudio mucho más específico y concreto. En España, uno de los retos que ha de afrontar
nuestra sociedad para paliar las desigualdades sociales que aún persisten, son la
cobertura de las necesidades asistenciales y económicas de la población jubilada y
anciana, la preparación para la jubilación de personas que se encuentran entre los 55 y 65
años y la creación o el desarrollo de recursos para la ocupación del tiempo libre
(Hernández Rodríguez, 2009).
7 Desde este presupuesto, y aun reconociendo que aún queda mucho camino por recorrer
en otros ámbitos, estamos convencidos de que existen maneras diferentes pero posibles
de vivir el ocio, tiempo libre y voluntariado, también a estas edades. Queremos
resignificarlo de forma expresa.
(Re)significación del ocio y el tiempo libre en lasociedad post-industrial
8 En los países de “mayor desarrollo” vivimos inmersos en una sociedad cambiante y
dinámica, caracterizada en este nuevo siglo por la productividad y el verdugo del tiempo.
Distintas variables resultan afectadas por los cambios que se suceden tan
vertiginosamente. El ocio, como elemento social y cultural, no permanece ajeno a tal
evolución y, a su vez, contribuye desde el punto de vista personal, social y económico, a la
configuración de determinados hábitos, estilos de vida, formas diferentes de entender el
descanso y desarrollo recreativo de nuevas actividades. Algunos autores se atreven con el
término “ocio posmoderno” para indicar un cambio en la orientación y los significados
del fenómeno (Águila, 2007). Relacionando este concepto con los cambios más
significativos que se están dando en las sociedades avanzadas (telecomunicaciones
digitales inteligentes a gran escala, incremento de la globalización, nuevas formas de
poder, cambios en los patrones de consumismo, mayores oportunidades para las mujeres
y nuevos contextos de trabajo y vida), parece que una nueva cultura se impone y, por
ende, transformaciones en otros órdenes que afectan a la organización, distribución y
disfrute de nuestro tiempo.
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9 Subrayamos, antes de seguir avanzando, que hablar de ocio y tiempo libre no es asunto
fácil. Implica, no sólo un cuestionamiento de la realidad, sino de los intereses y valores
que aportamos de forma implícita cada uno de nosotros cuando ponemos en juego
nuestra voluntad de decisión. El primero de estos conceptos, el ocio, es ante todo una
vivencia, y como tal una experiencia que, bien entendida, puede ayudar a realizarnos y
construir puentes de comunicación hacia los otros, mejorando la comprensión y el
entendimiento de nuestro entorno.
10 Respecto al segundo de los términos enunciados es cierto que, frente a la percepción que
en ocasiones podamos apreciar, en muchas sociedades el “tiempo libre” está aumentando
y cada vez se le concede mayor interés; no sólo porque se tiende hacia la disminución de
las jornadas laborales, sino por el desgraciado fenómeno del desempleo, el desarrollo
constante de las nuevas tecnologías que permiten ocupar nuestro tiempo de formas muy
diversas, las cada vez más prontas jubilaciones, el mayor nivel formativo, la importancia
prestada desde el ámbito legislativo y social... En realidad, no es que ahora dispongamos
de más tiempo, sino que su distribución se realiza en función de prioridades muy
diferentes. Frente a las sociedades más industrializadas, que entendían el ocio como
consecuencia y refuerzo positivo a la actividad central que constituía el mundo del
trabajo, las sociedades tecnológicas y de consumo actuales lo estudian y ejercen como
expresión individual y social, con protagonismo y funcionalidad propios. No obstante,
como adelantábamos al inicio de este trabajo, este fenómeno no es generalizable. Por
desgracia, en muchos países la realidad viene mostrando que el tiempo libre no está
siendo ampliado, y más bien viene siendo reducido en gran escala debido, principalmente,
a las condiciones sociales de existencia de la mayoría de las personas que son marcadas
por diversas formas de exclusión (Gomes y Elizalde, 2009) y que se extienden, de manera
inequívoca, a las personas de más edad. Lo cual, sin duda, constituye también un
mecanismo más de marginación desde el no reconocimiento al disfrute de un derecho
fundamental.
11 En otras sociedades, denominadas comúnmente modernas, occidentales, industrializadas,
de “bienestar” o “avanzadas”, pero donde sigue primando la desigualdad, la posibilidad
de disfrutar de ese tiempo libre ha provocado una mayor tolerancia hacia las actividades
que se desarrollan con fines más o menos recreativos y lúdicos, pero también una
revalorización de la autorrealización e identificación personal a través de expresiones
concretas a la hora de elegir cómo organizar el tiempo. Esto último podría reconocerse
como la vertiente más “positiva” del fenómeno. En efecto, el ocio, como tal, puede llegar a
ser un medio óptimo de compromiso y transformación social, ofreciendo oportunidades
de aprender y crecer desde el propio entorno. De ahí surge otro de los grandes conceptos
que consideraremos a lo largo de nuestra exposición: el voluntariado. Cada vez hay más
evidencia de que el ocio contribuye a la calidad de vida y al desarrollo medio-ambiental a
través de las distintas comunidades y naciones (Edginton, 2007).
12 La finalidad del presente artículo pasa pues por describir tres elementos
interrelacionados que adquieren significación propia en un sector concreto de población
con protagonismo creciente: las personas mayores. Sin dejar de lado la singularidad y
heterogeneidad que provienen de su consideración en un contexto y condiciones de vida
específicos, vamos a intentar explicar, a priori, las claves que subyacen tras los términos
empleados, al objeto de poder más adelante concretar a qué estamos aludiendo cuando su
uso se adecua al colectivo de las personas de más edad.
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Concreción de términos: acerca del ocio y el tiempolibre
13 Como decíamos, el concepto “ocio” puede tener comprensiones muy diferentes
dependiendo del contexto y la sociedad donde se planteen y la finalidad que se persiga. En
este sentido, distintas aproximaciones han otorgado comprensiones, en ocasiones, bien
distantes. Abordándolo de manera objetiva consiste, ante todo, en aquellos recursos o
actividades que, de manera opcional, ocupan nuestro tiempo. Subjetivamente, supone
además una experiencia gratificante, que refleja en cierta manera nuestras preferencias y
también nuestra forma de ser y manifestarnos libremente. No depende tanto del tiempo
empleado o la formación y el nivel adquisitivo del que lo experimenta. Es más bien una
consecución y expresión de los propios deseos y sentimientos que laten tras un mundo
deseado (Cuenca, 2004). En la misma línea se expresa Gil Calvo (1995), al señalar que el
ocio ha de sustentarse en dos supuestos básicos; por un parte, lo que se hace en ese
tiempo debe implicar actividades voluntarias, libremente elegidas y no impuestas por
ningún estado de necesidad; por otra, que no sean actividades lucrativas, independientes
de cualquier clase de retribución diferida, pues su única recompensa inmediata ha de ser
la misma participación.
14 Llegados a este punto, proponer una definición acerca del ocio nos obliga a recoger
conceptos y revelar intereses y valores que, en muchas ocasiones, quedan ocultos tras
diferentes posicionamientos. Probablemente cada uno de nosotros podría añadir
elementos que confieren un carácter propio a la revalorización personal de tal
experiencia. Lo evidente hasta ahora es que es un derecho, sin distinción de sexo,
procedencia y por supuesto edad, que va más allá del mero divertimento y que se
relaciona con formas diversas de entender nuestro tiempo.
15 Expertos que han estudiado el tema de forma rigurosa enfatizan algunas características
sobre el ocio. El profesor Cuenca las presenta en una definición de Kriekemans: “El ocio es
una recreación, o sea, un medio para restablecer la voluntad y el valor de vivir”(Cuenca,
1999: 20). Destaca el término recreación como experiencia básica de reconocimiento
personal y sustento de los valores. Desde este presupuesto no sólo alude a la posibilidad
del disfrute y el deleite en la consecución de determinadas actividades, sino que provoca
una felicidad y satisfacción compartidas. En un fin en sí mismo. La misma perspectiva es
resaltada por uno de los autores más relevantes en este campo. El profesor Dumazedier
(1968) destacaba las tres “D” en su estudio: descanso, diversión y desarrollo,
incorporando la creatividad como elemento constitutivo de la propia personalidad. Otros
expertos se expresan a través del término loisir en plural 7 para referirse a un cierto
número de representaciones de actividades concretas que cada uno puede escoger
libremente sin limitación alguna, fuera del tiempo consagrado a las ocupaciones
profesionales en sentido estricto, aun reconociendo la confusión que puede derivarse de
tal multiplicidad en las actividades como de la ambigüedad de la misma noción de trabajo
(Leif, 1992: 32-33).
16 Para Csikszentmihalyi (2001, 2004), el ocio es una de las condiciones fundamentales para
disfrutar la vida. Sin embargo, considera que existe un problema esencial en las
sociedades actuales dado que, en muchas ocasiones, no tenemos las destrezas
incorporadas para utilizar el tiempo libre de forma satisfactoria, lo que puede derivar en
el “ocio peligroso”. La importancia del ocio, desde el punto de vista del desarrollo
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humano, está en que ofrece oportunidades para salir de la rutina y experimentar y, por
otro lado, en su capacidad de potenciar las habilidades que pueden ayudarnos a descubrir
la dimensión lúdica de todo lo que cotidianamente hacemos.
17 ¿Cuáles son, entonces, las notas que diferencian los términos ocio y tiempo libre? Cuando
hablamos de éste, solemos referirnos a un tiempo posible cuyo empleo depende, en cierta
medida, de nuestra propia elección. Es algo objetivo, medible y cuantificable. Lo
constituyen todos aquellos momentos en los cuales la persona está fuera del trabajo y, por
ende, no siempre equivale a tiempo disponible para el ocio o la recreación (Elizalde, 2010).
Por tanto, el tiempo libre sería el “continente”, mientras que el ocio sería el “contenido”,
de tal forma que llegamos al ocio cuando empleamos el tiempo libre realizando aquello
que nos gusta y procura nuestro recreo y cultivo.
18 Lo que sí cabría destacar en este sentido, es que el desarrollo del tiempo libre, tal como
señala la Carta Internacional de WLRA para la educación del tiempo libre8, es facilitado por el
suministro de condiciones de vida básicas, tales como seguridad, vivienda, alimentación,
ingresos, educación, recursos, equidad y justicia social. De no cumplirse estas mínimas
condiciones sería paradójico hablar del disfrute en el tiempo libre. En todo caso, la
educación del tiempo libre debe adaptarse a las necesidades y requerimientos locales de
países y regiones diferentes, tomando en consideración los diferentes sistemas sociales,
culturales y económicos.
19 Tras lo expuesto, ¿cómo podría ser entendido el ocio? Suele concebirse como una
experiencia más personal relacionada con intereses y deseos, en la que es muy difícil
determinar el tiempo de proyección y deleite. Por eso es, además, una vivencia dinámica y
creativa.
20 La Carta Internacional para la Educación del Ocio, resultante del Seminario de WRLA
celebrado en Jerusalén en 1993, es uno de los documentos más representativos que
incluye los avances logrados en este campo. En esta carta el ocio se entiende como “área
específica de la experiencia humana, con sus beneficios propios, entre ellos la libertad de
elección, creatividad, satisfacción, disfrute y placer, y una mayor felicidad. Comprende
formas de expresión o actividad amplias cuyos elementos son frecuentemente tanto de
naturaleza física como intelectual, social, artística o espiritual”. Así pues constituye un
derecho humano, un recurso de salud y signo de calidad de vida, una acción voluntaria
elegida en función de la satisfacción que pudiera proporcionarnos de manera íntima o en
comunidad. Por otro lado, la experiencia comunitaria del ocio permite relacionar los
propios intereses con el resto del grupo y amplía los lazos afectivos entre los que
comparten esa misma visión de la realidad.
21 En referencia a su ejercicio o puesta en marcha, podemos subrayar algunas dimensiones
que, desde ámbitos complementarios, permiten explicar y planificar diferentes
expresiones. Estas expresiones aparecen relacionadas con distintos modos de vivir el
tiempo libre, ámbitos, ambientes, equipamientos y recursos. Pero de ninguna manera se
excluyen, sino que contribuyen a comprender y organizar la realidad del desarrollo
humano. Cuenca (1995, 1999, 2004) recoge cinco dimensiones fundamentales que vamos a
tratar de sintetizar brevemente: * Dimensión lúdica: referida al modo en que vivimos y
asumimos el tema del disfrute y el juego, las relaciones que se establecen, los intereses
subyacentes... Tiene pues, una finalidad de descanso y diversión, necesaria para el
equilibrio físico y psíquico. * Dimensión creativa: relacionada con el capital cultural de las
personas y grupos, es un disfrute más ligado a procesos de reflexión. Nos ayuda también a
adquirir los saberes desde una vertiente no productiva y a afirmar así nuestra identidad
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personal a través de un proceso de autorrealización.* Dimensión ambiental-ecológica:
expresa la sensibilidad hacia el impacto que ejercen las actividades de ocio y ayuda a
planificar un desarrollo sostenible que respete la armonía medioambiental. Tiene que ver
con el entorno físico y urbano de la comunidad, pero también con la vivencia de ocio
unida a la naturaleza. * Dimensión festiva: permite llevar a cabo experiencias que
cohesionan a la comunidad a través de determinadas vivencias. La fiesta se entiende como
manifestación extraordinaria de ocio a través de una exaltación de valores como la
libertad, la solidaridad, la cohesión y la identidad. * Dimensión solidaria: como signo de
calidad humana y sensibilidad desde una vivencia altruista y social. Se centra sobre todo
en la apertura, la comunicación y la entrega al otro, la ayuda desinteresada, el
compromiso... que repercuten en el desarrollo comunitario. En esta dimensión cabe
hablar, como veremos, del voluntariado.
22 Como decíamos, aun reconociendo que unas u otras puedan aparecer con mayor
frecuencia, estas dimensiones suelen entrelazarse, de manera que rara vez es posible
aislarlas en la realidad. A lo que sí contribuyen es a diagnosticar y planificar mejor los
procesos que ponemos en juego para llevar a cabo un óptimo aprovechamiento del tiempo
y, como consecuencia, un buen planteamiento de nuestro tiempo de ocio. Pero,
¿realmente son elementos comunes? O, dicho de otro modo, tales dimensiones, ¿podrían
considerarse presentes, en cualquier caso, en la práctica del ocio? En efecto, esta
conceptualización y su práctica podría evidenciarse en sociedades que así lo permiten.
Como decíamos, en excesivas ocasiones no es fácilmente visible, en tanto en cuanto
existen aún amplios sectores de población excluidos de la posibilidad de ejercer y
satisfacer otras prioridades básicas y fundamentales. Aun así, creemos firmemente que el
ocio, entendido como experiencia esencialmente humana y socializadora, sigue siendo
una de las necesidades a cubrir en todos los países y sociedades. Si bien es cierto que las
actuales prácticas de sobreconsumo y homogeneización pueden socavar las posibilidades
y disfrute de nuestro tiempo, se requiere aún más si cabe una atención mayor en este
sentido. Estamos de acuerdo con otros autores (Elizalde, 2010) en que actitudes críticas,
creativas y liberadoras, pueden colaborar en la transformación social al objeto de
construir sociedades más solidarias, justas y sustentables. Dada la posibilidad y partiendo
de esta libre elección, en adelante se propone el envejecimiento activo como principio y
concepto emergente en torno al cual poder centrar los elementos claves de participación
e implicación social en países en los que ya existen alternativas en esta dirección.
El envejecimiento activo, principio clave en laparticipación social
23 Retomando el discurso con el que comenzábamos, es en los países más occidentales
donde, en los últimos años, el uso del tiempo entre las personas mayores está
experimentando cambios notables. Por ello desde instancias sociales y políticas está
resultando de gran trascendencia el acercamiento a los intereses, motivaciones,
demandas y deseos de este sector de población, puesto que gran parte del desarrollo y el
funcionamiento de nuestra sociedad dependen directamente de las actividades que todos
realizamos en el vivir de cada día. Del mismo modo, el empleo del tiempo puede ser
considerado un indicador de la calidad de vida de las personas. De manera que las
sociedades, en última instancia, también configuran, posibilitan, fomentan, elementos y
espacios para el uso y disfrute de los diferentes tiempos y modos de vida. Las últimas
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investigaciones realizadas en cuanto al uso del tiempo en personas mayores en España9,
arrojan datos e informaciones realmente significativas. En una sociedad donde el
“mercantilismo” y la productividad suelen imperar y ganar terreno, pocas veces se tienen
en cuenta las actividades que se realizan fuera del mercado de trabajo. Sin embargo, las
personas mayores contribuyen al sostenimiento del Estado de Bienestar desde su apoyo a
la familia con el cuidado de nietos, de personas dependientes y ayudas informales a otros
hogares. Del mismo modo, su participación ciudadana a través de tareas de voluntariado
(entre otras) supone una importante inversión de tiempo, energía, conocimientos, apoyo
afectivo, que no siempre es reconocido ni valorado por el resto de la sociedad. Autores
como Belsky (1996) señalan que, para disfrutar de una vejez feliz y plena, tan importante
es estar razonablemente sanos y bien adaptados, como encontrar el estilo de vida que
mejor exprese nuestro “yo interno”.
24 En la actualidad se habla de tres tipos de envejecimiento que no siempre son justamente
diferenciados: satisfactorio, productivo y activo. Así, el envejecimiento satisfactorio es
el preocupado por la mejora de los aspectos físicos o fisiológicos, como evitar
enfermedades y discapacidades, mantener un buen funcionamiento físico y cognitivo y
sentirse vivo. Otro concepto relacionado es el de envejecimiento productivo. Este
término es relativamente reciente (nació en la década de los años ochenta) y, más allá del
sentido estrictamente económico que parece conllevar, alude a las “actividades
significativas realizadas por personas mayores, mediante un trabajo remunerado o no,
que contribuya a la mejora del bienestar social y a la producción o desarrollo de bienes y
servicios”10. Se contradice con la visión negativa relacionada con el menoscabo del
potencial a ciertas edades. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) utiliza
el término envejecimiento activo para expresar el proceso por el que se consigue este
objetivo: “el envejecimiento activo es el proceso por el cual se optimizan las
oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida con el objetivo de
ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez”.
El término fue adoptado por esta organización a finales del siglo XX con la intención de
transmitir un mensaje más completo que el de envejecimiento saludable y reconocer los
factores, además de la mera atención sanitaria, que afectan a cómo envejecen individuos
y poblaciones. Uno de sus objetivos básicos es: “Promover la autonomía y la participación
plena y activa de las personas mayores en la comunidad, en base a los principios del
Envejecimiento Activo”11.
25 En este sentido, en España, algunos de los espacios con creciente protagonismo y
repercusión socio-educativa lo constituyen los “centros de día”. De manera emergente
van tomando mayor trascendencia como centros de promoción del bienestar entre las
personas mayores. Tendentes al fomento de la convivencia, la integración, la
participación, la solidaridad y la relación con el medio social, sirven de encuentro para el
desarrollo de distintos tipos de actividades. Entre sus objetivos12: * Facilitar una mayor
cohesión entre la población mayor. * Fomentar la integración en la comunidad donde se
insertan, a través de la realización de actividades conjuntas.* Contribuir a la prevención
del aislamiento de la población de la Tercera Edad mediante la realización de actividades
con otros grupos e instituciones, llevando a cabo acciones de intercambio y ayuda mutua.
Teniendo estos elementos en cuenta, existirán actividades adecuadas para ocupar el ocio
y tiempo libre, estimular la participación y promover la cultura. De forma más concreta,
irán dirigidas a enriquecer la personalidad, fomentar la convivencia y solidaridad y
potenciar actividades de integración intergeneracional.
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26 Tal como venimos exponiendo, consideramos que lo esencial, independientemente del
tipo de actividad y del centro donde se lleve a cabo, es que la elección adoptada sea libre y
conforme a los centros de interés de cada individuo, produzca placer y bienestar
individual y colectivo, y llegue a convertirse en fuente de experiencias personales y
grupales a través de la cual poder expresar los propios deseos y potencialidades. En todo
caso, el uso del ocio y tiempo libre ha de ofrecer al sujeto la oportunidad de disfrutar y
desarrollarse desde la alternativa que, de acuerdo a sí mismo, manifieste o prefiera.
Estamos de acuerdo en que el ocio puede representar tanto un espacio de libertad y
dignificación, como una forma de reforzar las injusticias y opresiones sociales (Gomes y
Elizalde, 2009). Pero del mismo modo creemos que, al menos en las sociedades con
mayores posibilidades, también puede llegar a ser vehículo de transformación social y
objeto de educación al reflexionar sobre la propia sociedad y los elementos óptimos y
alienantes que la configuran. Esto, de alguna forma, repercutiría y contribuiría a una
mayor conciencia desde el ejercicio de una ciudadanía más responsable. Contribución, sin
duda, tan realizable como necesaria. Parece evidente que la educación en las sociedades
democráticas requiere el desarrollo de un tipo de ciudadanía comprometida, no sólo con
el mantenimiento de la “anatomía democrática de la comunidad”, sino también dispuesta
a implicarse cotidianamente en hacer democrática la convivencia social (Martín, 2006:
79). Aun así, reconocemos que abordar el papel de la educación implica definir tanto los
conocimientos y las capacidades que exige la formación de todo ciudadano, como la forma
institucional a través de la cual ese proceso de formación debe tener lugar (Fernández,
2001). Desgraciadamente, en este sentido, las alternativas no siempre se garantizan. Con
la pretensión de concretar las experiencias más cercanas a nuestro objeto de estudio, y
centrándonos en las sociedades que, al menos, presumen de tales posibilidades, vamos a
ver cómo ocupan su tiempo las personas mayores en Europa y las condiciones y variables
que inciden en tal elección.
Ocupación del tiempo libre en el colectivo de personasmayores en Europa: variables incidentes
27 Comenzamos reconociendo que no existen aún demasiados trabajos e investigaciones que
centren sus objetivos en delimitar cómo los adultos mayores se manifiestan y entienden
el uso y disfrute del ocio y tiempo libre. Quizá por esa comprensión equivocada de que,
quien está jubilado, no tiene otra cosa que hacer que “disfrutar” del tiempo sin
demasiadas exigencias ni justificaciones previas. Sin embargo, aun reconociendo las
circunstancias específicas y concretas que ayudan a interpretar la organización del
tiempo en cada población y sociedad de forma tan desigual, es posible intentar un
acercamiento desde las distintas dimensiones que describíamos en el apartado anterior.
Estas dimensiones podrían expresarse en relación a determinadas actividades que el
profesor Castro (1990: 60), recoge en cuatro grandes apartados: * Actividades con algún
componente físico: deportes, paseos, viajes, excursiones...; * Actividades de tipo práctico:
bricolaje, trabajos manuales, artesanía...; * Actividades culturales: lectura, música, teatro,
cine, radio, televisión..; * Actividades de carácter social: tertulias, fiestas, actividades
organizadas por clubes, asociaciones...
28 En cuanto al tiempo efectivamente empleado en estas ocupaciones, tomando como
referentes las cifras correspondientes a la población identificada, según los últimos datos
del Informe del IMSERSO, año 2006, en España, entre los mayores13, más de la mitad del
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horario que queda, una vez satisfechas las necesidades fisiológicas y de cuidado personal,
es tiempo libre que se dedica al ocio y las relaciones personales. Por término medio, los
mayores de los catorce países14 invierten en estas actividades unas seis horas y media, casi
tres más que el conjunto de la población de 20 a 74 años que se utiliza con fines
comparativos. Como decíamos, hasta cierto punto este concepto de uso del tiempo se
define de manera residual, es lo que queda una vez se han asumido las obligaciones que
impone la vida productiva y reproductiva; ese carácter tiene su reflejo en las diferencias
entre hombres y mujeres (las mujeres disfrutan de menos tiempo de ocio) y, en alguna
medida, en la distribución precisa de ese tiempo en las distintas tareas. Casi la mitad, unas
tres horas, se dedica a la audiencia de televisión y casi una hora más al ocio pasivo, es
decir, a descansar sin hacer nada en particular. Sin embargo, tomando el sector de
población juvenil como referencia, los mayores no son muy distintos: en el grupo de
edades de 20 a 74 años, también la mitad del tiempo libre se invierte en audiencia de
televisión; los más jóvenes ven la televisión durante menos tiempo que los mayores (unas
dos horas), pero el tiempo que le dedican es casi la mitad de todo el tiempo libre del que
disponen. En el resto de las actividades las diferencias son más sutiles: los mayores leen
más y oyen más la radio, sobre todo los varones, y participan más en actividades
religiosas, en este caso sobre todo las mujeres.
29 En tal sentido, las diferencias de género son constatables, sobre todo en aquellas
actividades que tienen que ver con el hecho de salir fuera de casa, como la asistencia a
clubes, asociaciones o centros de mayores. Normalmente esto obedece a las
representaciones sociales que perpetúan comportamientos estereotipados también en el
colectivo de las personas de más edad: la mujer suele estar vinculada al hogar y el hombre
con espacios fuera de éste. También la edad influye, puesto que al aumentar suele
deteriorarse la salud y disminuye la actividad en todos los ámbitos. Sin embargo, la mujer
está más comprometida con las actividades culturales (los Centros de Adultos y las
Universidades de Mayores tienen una proporción mucho mayor de población femenina).
30 Siguiendo la comparativa con los jóvenes, los mayores pasan menos tiempo delante del
ordenador, aunque esta actividad va adquiriendo cierta presencia en sus vidas cotidianas,
sobre todo en las de los varones. En otros capítulos, el tiempo de los mayores se ocupa de
una forma bastante similar al conjunto de la población, por ejemplo, invierten poco
tiempo en cultura y espectáculos, pero tampoco los más jóvenes dedican mucho tiempo a
estas prácticas. Algo parecido sucede con el ejercicio físico, los mayores practican algo
más; eso sí, el de los jóvenes suele centrarse en deportes propiamente dichos, mientras
que los mayores acostumbran, sobre todo, a pasear. Los varones mayores dedican también
más tiempo a lo que EUROSTAT15 llama “ejercicio productivo” que incluye actividades
como la caza y la pesca. La comparación con los mayores españoles indica que, en España,
los hombres mayores tienen más tiempo de ocio que el conjunto de los europeos; el
resultado de esta diferencia es un aumento de las diferencias de género y de edad en las
formas de utilizar el tiempo. Lo que sucede es que los mayores españoles participan
menos que los de otros países en el trabajo doméstico, lo que les deja más tiempo libre.
Además, dedican considerablemente más tiempo a los paseos, seguramente en
correspondencia con las condiciones climáticas del país; sin embargo leen menos y
dedican menos tiempo también a oír música o las emisiones de radio. Conviene destacar
que la Comisión Europea considera el envejecimiento como una de las diez áreas
relevantes en el mantenimiento del crecimiento sostenible. Vemos, por tanto, que las
Ocio, tiempo libre y voluntariado en personas mayores
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personas mayores dedican una alta proporción de su tiempo al disfrute de aquellas
actividades que más les satisfacen y, en buena parte, pueden ser compartidas con otras.
31 En definitiva, se constata que, en la actualidad, la acción educativa a través de programas
de ocio ha modificado su concepción y se define a través de parámetros que hacen
referencia a la autonomía, desarrollo, relación, participación, convivencia, creatividad y
utilidad16 (Limón, 2004). Consecuentemente, tal como expresa la profesora Núñez, “ha
llegado el momento de volver a reivindicar la educación como tiempo de ocio en su
sentido etimológico: la educación como oferta democrática de igualdad de oportunidades
de acceso a la cultura amplia, plural, que permita el enriquecimiento intelectual de todos”
(Núñez, 2003: 47). Es preciso entonces, que las normativas faciliten la no discriminación y
promuevan la inclusión efectiva. Consideramos, desde esta perspectiva, que la acción del
voluntariado es una expresión real, también en el caso de las personas mayores, para
contribuir al ejercicio y derecho de mayores niveles de equidad, equilibrio e inclusión
social. Y que este ejercicio es válido y realizable en cualquier comunidad con un mínimo
de inquietud y responsabilidad ética y social.
El voluntariado: expresión solidaria en las personasmayores
32 El voluntariado es una de las actividades que, actualmente, está ocupando un creciente
terreno entre el sector de población mayor perteneciente a las sociedades occidentales
más avanzadas. Sabemos que con la jubilación, las perspectivas, motivaciones y la manera
de organizar el tiempo pasan a modificarse sensiblemente. Es entonces cuando se dejan a
un lado las obligaciones impuestas por el mundo laboral y se ejerce más que nunca la
“opcionalidad” y una exaltación del tiempo disponible. Por otro lado, en los países de
mayor desarrollo, se constata que se accede a la jubilación, no sólo con mejores recursos
materiales, económicos y sociales que las generaciones precedentes, sino con más deseos
y oportunidades de realizar actividades de ocio (Bazo, 1999).
33 Efectivamente, uno de los principales fundamentos del envejecimiento activo es la
participación social y ciudadana de los individuos, es decir, que las personas mayores
sean partícipes de su entorno. En este contexto surge el voluntariado, refiriendo todas
aquellas tareas que, sin retribución económica, son realizadas por el bien de la comunidad
(Del Barrio, 2007). Así, en los últimos años el voluntariado ha experimentado un gran auge
entre las personas mayores que, además de atender sus obligaciones, dedican su tiempo
de modo continuo y desinteresado a favor de los más desfavorecidos.
34 Hasta fechas muy recientes, las asociaciones sólo se ocupaban de la asistencia a este
colectivo, e incluso mostraban una falta de interés por incorporar a personas mayores
como voluntarios ya que suponían desmotivación por participar en una organización. En
la actualidad, cada vez más, se preocupan por hacerlos participar activamente, no sólo
por la importancia dada a que sean protagonistas de su propio desarrollo, sino por la
enorme cantera de recursos humanos con una amplia disponibilidad horaria, que puede
cubrir horarios y tareas donde es difícil encontrar otros recursos.
35 En todo caso, ¿a qué hacemos referencia cuando hablamos de “voluntariado”? Como
tantos otros términos que se utilizan con excesiva frecuencia y versatilidad, el
voluntariado es un concepto cargado de connotaciones y acepciones no siempre exactas.
Según la Ley de voluntariado de 15 de enero de 199617 puede definirse como “el conjunto de
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actividades de interés general, desarrolladas por personas físicas, siempre que las mismas
no se realicen en virtud de una relación laboral, funcionarial, mercantil o cualquier otra
retribuida y reúna los siguientes requisitos: * Que tengan carácter altruista y solidario; *
Que su realización sea libre, sin que tengan su causa en una obligación personal o deber
jurídico; * Que se lleven a cabo sin contraprestación económica, sin perjuicio del derecho
al reembolso de los gastos que el desempeño de la actividad voluntaria ocasione; * Que se
desarrollen a través de organizaciones privadas o públicas y con arreglo a programas y
proyectos concretos”.
36 Dicho esto, las actividades de voluntariado se sitúan a caballo entre las actividades no
remuneradas (porque también podrían constituir un empleo), las de ocio (porque son
elegidas voluntariamente y ocupan el tiempo libre después de las obligaciones) y las
actividades sociales (fuera del ámbito familiar). La acción voluntaria es una acción
dirigida al desarrollo de la comunidad. Desarrollo basado en la participación de personas,
de grupos, de la comunidad en la resolución de sus problemas.
37 En realidad, el voluntariado, entendido como fenómeno participativo y regulado en el
caso de este colectivo, es un hecho relativamente reciente. Lo cual contribuye a que, con
frecuencia, sean confusos los datos que manejamos acerca del fenómeno. Podría decirse
que muchas personas mayores son voluntarias “sin saberlo” y, por tanto, es improbable
que tengan conciencia como tales y que se ubiquen formal e institucionalmente en el
marco normativo que hoy se ofrece al voluntariado. En efecto, la autoconciencia de las
personas mayores como voluntarias y su incorporación a los referidos marcos normativos
está siendo, sin duda, creciente en el caso de personas que colaboran en actividades de
voluntariado al servicio de terceras personas, sea en organizaciones que cuentan con
voluntarias y voluntarios de diferentes edades, sea en organizaciones en las que las
voluntarias y voluntarios son, exclusiva o preferentemente, personas mayores. Sea como
fuere, parece existir un consenso bastante extendido entre las personas expertas y
estudiosas del voluntariado en los países del entorno europeo acerca de que se trata de un
fenómeno en auge o crecimiento desde el punto de vista cuantitativo (Fantova, 2002). Sin
embargo, las últimas cifras hablan de que, en España, tan sólo un 0,6% de personas
mayores trabaja al servicio de una organización, el mismo porcentaje que el
correspondiente a las personas de entre 25 y 44 años. El trabajo voluntario parece estar
poco extendido y el número de personas que participa en estas actividades es aún
relativamente bajo (Del Barrio, 2007). A pesar de ello, las personas mayores voluntarias se
comprometen mucho más que otros grupos de edad. Esta conducta más comprometida se
atribuye al hecho de que el voluntariado resulta ser especialmente útil para las personas
mayores. Su naturaleza productiva tiene un efecto positivo sobre varias dimensiones del
bienestar, tales como la satisfacción de vida o la salud. Diversos estudios han demostrado
que el adecuado empleo del ocio de las personas mayores influye más sobre la percepción
de satisfacción en la vida que otros factores (salud, ingresos, educación, trabajos
anteriores. etc.) (Meléndez, 1991). Otras investigaciones han destacado una fuerte
relación entre voluntariado y satisfacción en la vida. Esta relación se mantiene incluso
considerando factores tales como edad, percepción de la salud, y nivel socioeconómico
(Maizel, 1987). Del mismo modo, estudios acerca de la conexión entre voluntariado y
salud en personas mayores, se han centrado en múltiples aspectos que manejan variables
como la salud física, el bienestar psicológico y la longevidad (Dávila y Díaz, 2009).
38 Efectivamente, según estudios recientes (Erlinghagen y Hank, 2005), la edad, la educación,
la salud y la implicación en otras actividades sociales, tienen una gran importancia en la
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tendencia de los individuos a dedicarse al voluntariado. Las conclusiones extraídas ponen
de manifiesto la necesidad de mantener una perspectiva contextual respecto al
voluntariado, y explican el papel de las instituciones y de la cultura, así como de las
políticas y los programas elaborados para favorecer que los ciudadanos de más edad
hagan uso de su potencial productivo en beneficio de ellos mismos y de la sociedad.
Siguiendo los datos extraídos del estudio citado (op. cit. 2005), más allá de todas las
diferencias transnacionales hay una proporción importante, de hasta el 20 por ciento, de
la población europea de 50 o más años de edad, que se dedica al trabajo de voluntario y su
potencial productivo ni siquiera se podría valorar todavía en toda su posible extensión.
39 Un aspecto importante de los señalados destaca lo decisivo de tener siempre presente el
aspecto beneficioso de esta actividad para quienes son voluntarios: las personas mayores
que participan no lo hacen sólo en beneficio de otros, sino que ellas, por sí mismas,
experimentarán una mayor calidad de vida a través de su participación activa en la
sociedad. En esta línea, el voluntariado no debe contemplarse aisladamente del contexto
social más amplio en el que tiene lugar. Como fenómeno cultural y económico, el
voluntariado es parte de la forma en que las sociedades se organizan, asignan
responsabilidades sociales y esperan compromiso y participación por parte de los
ciudadanos. Quizá por ello sea necesario hacer hincapié en la necesidad de mantener una
perspectiva contextual en los análisis sobre el voluntariado, así como en las políticas y en
los programas creados para potenciar que los ciudadanos y ciudadanas de más edad
hagan uso de su capacidad productiva en beneficio de sí mismos y de la sociedad. Es un
ejercicio crítico que posibilita, al mismo tiempo, una nueva perspectiva frente al estilo de
vida actual. De este modo, convenimos con otros autores (Gomes y Elizalde, 2009; Elizalde,
2010), en que experimentando el ocio con una actitud contrahegemónica frente al modelo
social y cultural actual, excluyente por otra parte para amplios sectores de la población,
se contribuye a transformar positivamente no sólo el entorno al cual pertenecemos, sino
la conciencia y el pensamiento que pueden favorecer un mayor compromiso en el
ejercicio de crecientes niveles de equilibrio y equidad social.
Recapitulando: el método interactivo como propuestade implicación socio-educativa
40 En este punto cabría preguntarse: ¿qué papel en entonces el que le corresponde a las
personas mayores, siempre que los condicionantes socio-históricos, políticos y
económicos así lo permitan, cara a la efectiva implicación y participación socio-
comunitaria? Si planteamos la respuesta desde la educación, por otra parte nuestro
ámbito de estudio, corrobora el profesor García Mínguez: “la clave de la autoconciencia
está en concitar el potencial de la experiencia cara a un acontecer duradero mediante la
educación como instrumento de cambio y transformación” (2004: 143).
41 Siguiendo el hilo conductor de lo que venimos exponiendo, lo cierto es que la inversión en
el capital humano es fundamental para captar la esencia de los procesos socioeducativos
implicados en el devenir social. Si partimos de contextos favorecedores, las personas
mayores son, al igual que el resto de los participantes, miembros de pleno derecho ante
las posibilidades de actuación e implicación socio-comunitaria. Desterrar ideas
benefactoras que no hacen sino justificar situaciones con fundamentación y legitimidad
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más que probadas, es una cuestión que habrá que encarar seriamente también desde la
participación social.
42 Retomando las filosofías que argumentan dicha participación, queda suficientemente
probado el hecho de que la sociedad no es puro instrumento reproductor, sino aparejo en
evolución constante representado por los sujetos que lo dotan de significado. O lo que es
lo mismo, la propia implicación social ofrece soluciones a determinadas cuestiones en
función de las representaciones o concepciones, imágenes e ideas que circulan en la
sociedad y que caracterizan dando forma a los grupos que la integran.
43 Efectivamente, el sector de las personas de edad provecta es significativamente
susceptible de “soportar” ciertos estereotipos y percepciones erróneas y contaminantes
de aquellas posibilidades y potencialidades que pueden llegar a desarrollar en la sociedad.
Sin embargo, en un análisis más detenido acerca de tales interpretaciones, cuando
además de abarcar los significados literales pensamos en las impresiones y reacciones de
la gente acerca de los mismos, entramos en la dinámica del conocimiento sobre el
pensamiento, la actitud y los sentimientos y emociones de los que participan en tales
discursos. Es así como llegamos a un entendimiento global y más cercano a la realidad que
queremos descubrir (Montero, 2003).
44 Si, tal como venimos defendiendo, pretendemos movilizar y potenciar en personas y
grupos una comprensión y una serie de capacidades que, en definitiva, permitan
optimizar los contextos donde se desenvuelven, las personas mayores son dignos y
expresos destinatarios también de la implicación socio-comunitaria. En efecto, los
principios de actividad, independencia y participación en los que se centra la implicación
de las personas de más edad, toman un cariz específico a partir de la perspectiva
transformadora que acometemos.
45 Apreciando no tanto lo que la persona es, sino aquello que puede llegar a ser, (principio
de actividad), se permite rescatar en el mayor competencias que conectan sus intereses y
necesidades con la misma vida. Es esto lo que, en buena medida, le posibilita avanzar
hacia actitudes con un creciente compromiso social y, sin lugar a dudas, de manera más
enérgica y optimista en el acercamiento a su realidad.
46 Como ya revelábamos, distintas investigaciones han demostrado que la actividad
recreativa y de ocio es la que más influye en la satisfacción de vida y el bienestar físico de
los jubilados (Csikszentmihalyi, Cuenca, 2001). De lo que se trata es de adecuar
alternativas a los propios intereses, posibilidades y capacidades. De ahí que el segundo
principio, el de la participación, vaya encaminado a fomentar vías y caminos que
permitan desarrollar, en efecto, las capacidades de relación interpersonal y el ejercicio
creativo que acompaña a toda acción socio-cultural. Aprovechar las oportunidades que,
sin duda, cada vez se brindan con mayor frecuencia a las personas de edad avanzada
desde instancias particulares y gubernamentales, pero también, por qué no, provocar que
sean ellas mismas quienes decidan de qué manera desean formar parte activa de una
sociedad en tantas otras ocasiones descorazonadora.
47 Para ello es imprescindible la provocación en el ejercicio de la reflexión personal. Los
procesos emancipatorios, que diría Giroux (2001), son procesos conscientes y necesarios
en los contextos en los que convivimos. Si algo caracteriza a nuestra sociedad es su
carácter dinámico en una evolución a veces desmedida y absolutamente imparable.
Enfatizar el desarrollo de la crítica y el distanciamiento de aquello que nos viene dado,
son objetivos completamente justificados y claramente beneficiosos desde la perspectiva
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transformadora de la educación y, por supuesto, también desde la animación e
implicación sociocultural.
48 El principio de independencianecesita para ser “de facto” invocar a la práctica del
razonamiento sin que por ello dejemos de ser naturalezas “sintientes”, tal y como
afirmaría Edgar Morín (2001). Estamos de acuerdo con que el afecto no está reñido con la
razón, pero en muchas ocasiones es preferible calibrar ambos. Convendría, entonces,
tomar conciencia de las necesidades que existen (o que sentimos) en el contexto del cual
formamos parte, pero también repensar hasta qué punto somos influenciados por él.
49 La participación socio-comunitaria no escapa a los instrumentos de dominación social y
cultural imperantes, sin embargo la crítica y la conciencia nos ayudan en el quehacer del
pensamiento y el discernimiento. Esta tarea desembocaría en una de las funciones más
comprometidas: el cambio estructural e incluso la transformación social. Pero antes
hemos de comenzar por facilitar de forma individual los procesos de cuestionamiento y
reflexión personal que anteceden al principio de independencia. No obstante,
concretando el discurso al tema que nos ocupa, no es posible anclarnos en planteamientos
únicamente individualistas. La Carta Internacional para la Educación del Ocio, antes
citada, afirma en este sentido que «los requisitos y condiciones para el ocio no pueden
asegurarse de manera individual»..... “La educación del ocio es un proceso continuo de
aprendizaje que incorpora el desarrollo de actitudes, valores, conocimiento, habilidades y
recursos de ocio”. Y continúa definiendo los objetivos de la educación del ocio en la
comunidad, entre los que destaca la capacitación, accesibilidad, aprendizaje de por vida,
participación social, disminución de impedimentos, inclusión, responsabilidad cívica y
moral y preservación.
50 Lo expresado hasta aquí confluye en el valor del método que defendemos para las
personas de más edad: el método interactivo. Dentro de la filosofía que persigue el
desarrollo comunitario, entendiendo como tal un trabajo destinado a compensar
necesidades sociopersonales y en el que participan los propios afectados, parece
conveniente no tomar a la ligera el papel que desempeñan cada uno de los participantes.
En realidad, es un proceso gradual y complejo dirigido hacia un creciente
autodescubrimiento y compromiso.
51 La implicación personal en un contexto social pasa a ser referente básico de actuación a
través del método interactivo, conteniendo las siguientes etapas:
• Una clarificación acerca de las ideas, capacidades y deseos.
• Un encuentro consigo mismo: qué elementos y acontecimientos han repercutido en mi vida
para considerarme tal cual soy.
• Un contraste de posicionamiento con los otros: cuáles son mis decisiones y qué actitudes
personales determinan una postura concreta frente a las mismas; cuáles son mis valores, mis
convicciones y mis actitudes prioritarias vistas por las demás personas del grupo.
• Un cuestionamiento particular: pasar a un proceso de introspección personal. Reflexionar
acerca de lo que he descubierto sobre mí y si se corresponde con lo que deseo conseguir en
el grupo: qué quiero y puedo ser y hacer.
• El establecimiento de conclusiones: cuál es mi compromiso social, hacia dónde me encamino.
52 Bajo un paradigma crítico, pasar de la reflexión a la acción conlleva un auto-
cuestionamiento pero también un acercamiento a la realidad, una clarificación de los
propios valores, una conciencia clara de aquello que puedo y quiero conseguir y una
apuesta por modificar, en la medida en que las posibilidades y circunstancias lo permitan,
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mi propio entorno. Sin embargo, como hemos venido exponiendo, hemos de ser realistas
y reconocer la evidencia: limitados y condicionados por múltiples circunstancias (socio-
históricas, económicas, políticas, personales…), la cuestión estriba en la dificultad de toda
persona a la hora de disponer y organizar el tiempo según sus propias determinaciones.
Partiendo de ello, habrá que seguir encarando los elementos que posibiliten la efectiva
participación e implicación, incluyendo los que tienen que ver con el disfrute del tiempo
libre, actividades de ocio y voluntariado como tareas de gran trascendencia y
(re)valorización socio-comunitaria, al menos dentro de los contextos y posibilidades que
así lo permitan. Porque, tal como afirma el profesor Csikszentmihalyi (2004: 374), por
dotada que esté una persona no tiene posibilidad alguna de conseguir nada creativo a
menos que el ámbito ofrezca las circunstancias adecuadas: formación, expectativas,
recursos, reconocimiento, esperanzas, oportunidades y recompensas. Siguiendo este
razonamiento, el pensamiento creativo y el desarrollo del ocio se pueden incrementar de
forma sustancial, siempre que la misma sociedad genere mayores posibilidades reales que
generen y favorezcan otros estilos de vida. Fundamentar su conveniencia, demandarlos
como ejercicio real y convertirlos en instrumento y objetivo socio-educativo, también es
nuestra responsabilidad como educadores.
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aportación
NOTES
1. IMSERSO (Instituto de Mayores y Servicios Sociales) es la entidad gestora de la Seguridad
Social en España, destinada a la gestión de los Servicios Sociales complementarios de las
prestaciones del Sistema de Seguridad Social y en materia de personas mayores y personas en
situación de dependencia.
2. Datos publicados en el año 2009. “Informe 2008. Las personas mayores en España”. Madrid:
Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO). Disponible en: http://
www.imsersomayores.csic.es/documentos/estadisticas/informe-mayores/2008/volumen-1/00-
informe-personas-mayores-2008-vol-01.pdf
3. “La fecundidad en América Latina: un descenso acelerado y heterogéneo con profundas
transformaciones demográficas y sociales”. CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el
Caribe). Observatorio demográfico. Nº 5. Abril 2008. Disponible en: http://redo.me.uk/ndymo/
www.eclac.cl/cgiin/getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/8/36498/P36498.xml&xsl=/celade/tpl/
p9f.xsl&base=/tpl/top-bottom.xslt#
4. Según datos extraídos del siguiente documento: “Población y Sociedad: aspectos
demográficos”. Publicado en mayo de 2008 por el INE (Instituto Nacional de Estadísticas).
Santiago (Chile). Disponible en: http://www.ine.cl/canales/chile_estadistico/
demografia_y_vitales/demografia/pdf/poblacion_sociedad_enero09.pdf
5. A lo largo del artículo utilizaremos indistintamente las expresiones “adultos mayores” y
“personas mayores” sabiendo que, refiriendo una misma significación, la primera acepción suele
ser utilizada en Latinoamérica, mientras que la segunda es más común en los países europeos.
6. Consultado en: http://www.helpage.org/es/Global/AmricaLatina-
CentrodeDesarrolloRegional/EnvejeciendoenAmricaLatina
7. En francés, suele hablarse de loisirs para referirse a los diversos modos de emplear el tiempo
de ocio, en vez de utilizar sólo el término loisir, en singular. En castellano, en cambio, no existe el
plural, por ello se mantiene el término en su acepción original.
8. WLRA (World Leisure and Recreation Association), “International Charter for Leisure
Education”, en ELRA (European Leisure and Recreation Association), Summer, 1994, pp. 13-16.
Fundada en 1952, ha pasado a denominarse Organización Mundial de Ocio (World Leisure
Organization). Es una asociación no gubernamental a nivel mundial, de la cual forman parte
personas y organizaciones dedicadas a descubrir y fomentar las condiciones que permitan un
mejor ocio. El WLO promueve el ocio como parte integral, cultural, económica, social y el
desarrollo sostenible del medio ambiente.
9. En el Boletín sobre el Envejecimiento dependiente del IMSERSO (Instituto de Mayores y
Servicios Sociales) en España, nº 27 de marzo (2007), se publica un interesante artículo al
respecto: “Uso del tiempo entre las personas mayores”.
10. Definiciones extraídas de los apuntes correspondientes al Curso Experto Universitario en
Gerontagogía: intervención socioeducativa con personas mayores, celebrado en Granada (2ª
edición, 2001). Elaboración del módulo por parte del profesor Mariano Sánchez Martínez.
11. Según IMSERSO (2007), se entiende por envejecimiento activo la forma de afrontar esta etapa
vital, potenciando la autonomía (física y mental), el crecimiento personal, las relaciones
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interpersonales (intergeneracionales) y la participación social. (II Jornadas sobre Discapacidad y
Envejecimiento Activo. Buenas Prácticas. Madrid, septiembre 2007). Por su parte, la OMS (2002, p.
79 y ss), lo define así: “El envejecimiento activo es el proceso de optimización de las
oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a
medida que las personas envejecen…” Desde una perspectiva política, “… se basa en el
reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores y en los Principios de las
Naciones Unidas de independencia, participación, dignidad, asistencia y realización de los
propios deseos... Y respalda su responsabilidad para ejercer su participación en el proceso
político y en otros aspectos de la vida comunitaria” (OMS (2002) Trad. por Regalado, P.
“Envejecimiento Activo: un marco político”. En Revista Española de Geriatría y Gerontología
2002, 37 (S2), 74-105).
12. Recogidos del Reglamento de los Centros de Día, Granada, diecinueve de mayo de 2003.
13. Según este organismo, se considera población de edad o mayor a aquellas personas que
tienen 65 años o más; el umbral es arbitrario, pero generalmente aceptado. Naciones Unidas
también considera el umbral de los 60 años, población mayor.
14. El IMSERSO ha considerado los siguientes 14 países para los datos que se refieren dentro del
Informe 2006: Alemania, Bélgica, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Italia,
Letonia, Lituania, Polonia, Reino Unido y Suecia.
15. El Eurostat (Statistical Office of the European Communities) es la oficina estadística de la
Comisión Europea que produce datos sobre la Unión Europea y promueve la armonización de los
métodos estadísticos de los estados miembros.
16. Mª R. Limón (2004: 165 y ss) elabora un capítulo al respecto muy interesante, en donde pone
de relieve la importancia del ocio y tiempo libre a estas edades y, en concreto, el papel que
pueden desempeñar los juegos de cartas como espacio de encuentro y desarrollo entre los
mayores.
17. Publicada en España. BOE (Boletín Oficial del Estado) nº 15, de 17 de enero de 1996.
RÉSUMÉS
Nombreux sont les changements en cours dans le monde. Le loisir en tant qu’élément
social et culturel n’est point exclue de cette évolution et contribue sur le plan personnel,
social et économique à la configuration d’habitudes, de modes de vie, de formes diverses
d’appréhender le repos et le développement récréatif de nouvelles activités. Dans cet
article sont traités l’usage du loisir, du temps libre et du bénévolat à partir d’un groupe de
personnes âgées, soulignant l’importance de leur participation à travers différentes
tâches. Cela suppose un investissement de temps, de connaissances et de soutient affectif
considérables, ce qui n’est pas toujours reconnu ou valorisé par le reste de la société. En
conclusion, nous soulignons de quelle manière l’action éducative à travers des
programmes de loisir a modifié sa propre conception et se définit selon des paramètres
qui font référence à l’autonomie, le développement, le relationnel, la participation et la
créativité, y compris chez des personnes âgées.
Numerosos cambios se suceden a nivel mundial. El ocio, como elemento social y cultural,
no permanece ajeno a tal evolución y, a su vez, contribuye desde el punto de vista
personal, social y económico, a la configuración de determinados hábitos, estilos de vida,
Ocio, tiempo libre y voluntariado en personas mayores
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formas diferentes de entender el descanso y desarrollo recreativo de nuevas actividades.
En este artículo se plantea el uso del ocio, tiempo libre y voluntariado, desde el colectivo
de las personas mayores, destacando la importancia de su participación a través de
distintas tareas. Esto supone una importante inversión de tiempo, conocimientos y apoyo
afectivo, que no siempre es reconocido ni valorado por el resto de la sociedad. Concluimos
destacando cómo la acción educativa a través de programas de ocio ha modificado su
concepción y se define a través de parámetros que hacen referencia a la autonomía,
desarrollo, relación, participación y creatividad, también en las personas de más edad.
Many changes are happening at a world scale. Leisure, as social and culture activity does
not stay out of this evolution, and at the same time, contributes, from the personal, social
economical point of view, to the configuration of certain habits, lifestyle, different ways
of understanding leisure and recreational development of new activities. This article
proposes the utilization of leisure, free time and voluntary service, within the collectivity
of older people, outstanding the importance of their participation on various tasks. This
requires a significant dedication of time, knowledge, experience and emotional support,
which is not always recognized or appreciated by society. We conclude emphasizing how
education, through leisure programs, has modified its conception and is defined trough
parameters that refer to autonomy, development, relationship, participation and
creativity, also in older people.
Muitas mudanças estão acontecendo em todo o mundo. O lazer, como elemento social e cultural,
não fica indiferente a esta evolução e, por sua vez, contribui, do ponto de vista pessoal, social e
econômico, com a configuração de determinados hábitos, estilos de vida, formas diferentes de
entender o descanso e o desenvolvimento de novas atividades. Neste artigo se considera o uso do
lazer, o tempo livre e o voluntariado no contexto coletivo de pessoas idosas, destacando a
importância da participação deste grupo através de distintas tarefas. Isto requer um
investimento significativo de tempo, conhecimentos e apoio afetivo, o que nem sempre é
reconhecido e valorizado pelo resto da sociedade. Concluímos destacando como a ação educativa,
através de programas de lazer, tem modificado o seu conceito e se define por parâmetros que
fazem referencia à autonomia, desenvolvimento, relação, participação e criatividade, também em
pessoas idosas.
INDEX
Keywords : leisure, free time, voluntary service, active ageing, older people
Palabras claves : ocio, tiempo libre, voluntariado, envejecimiento activo, personas mayores
Mots-clés : loisir, temps libre, bénévolat, vieillissement actif, personnes âgées
Palavras-chave : lazer, tempo livre, voluntariado, envelhecimento ativo, idosos.
AUTEURS
INMACULADA MONTERO GARCÍA
Universidad de Granada, Granada, España. Email: [email protected]
MATÍAS BEDMAR MORENO
Universidad de Granada, Granada, España. Email: [email protected]
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