Download - Pasión ciega por el teatro
PASIÓN CIEGA POR EL TEATRO
ACTO PRIMERO
Cuadro primero
La sala de ensayo representa un interior lóbrego, donde apenas
caben una silla y una taza de váter. En un primer término, una mujer
con una venda en los ojos y las manos atadas a la espalda, llora.
Detrás, un hombre permanece en la oscuridad, vigilándola, pero no
se acerca
Mujer: ¿Dónde estoy?
Voz: No haga preguntas
Mujer: Me duele todo el cuerpo
Voz: Se le pasará pronto
Mujer: ¿Por qué tengo los ojos vendados?
Carme Querol interpreta a esta mujer, esposa de un político
corrupto a la que un grupo terrorista secuestra. Entra en la sala de
ensayo risueña junto al resto del elenco de La Sang, drama escrito
por Sergi Belbel, actual director del Teatre Nacional de Catalunya.
Los ocho actores del grupo Sarau y su directora Ariadna Morros,
arman un alboroto considerable. Ríen, se saludan, comentan las
incidencias del día y empiezan a arrastrar sillas.
Pasan diez minutos de las siete. La estancia es amplia. A lo largo y
ancho de dos paredes, grandes paneles de madera con tiradores
empotrados de metal, hacen las veces de armarios. En todo el
perímetro, sillas arrimadas. Sólo una enorme columna en el extremo
derecho y una mesa en el rincón de la izquierda. El resto, podría ser
recorrido por una mano sin encontrar apenas irregularidades u
obstáculos.
Ariadna (Joven enérgica, vestida con falda corta y mallas de
colores. Su indumentaria informal contrasta con su firmeza y
exigencia como directora): Venga, empezamos. Carme, allí
(Señala.)
Cipriana (Irónica): Sí, tú señálale, que verás cómo se entera. ¿Voy
a buscar una cuerda?
Mercedes: Yo tengo un pañuelo de seda para atarla.
Jaume: Hui, esto es muy erótico.
Ariadna: La silla representa el váter.
Carme: ¡Fedra!, bonita, ponte allí.
Fedra, mezcla de labrador negro y golden retriever, deambula de
aquí para allá, meneando la cola y buscando quién le preste
atención.
Ariadna (Alzando la voz): ¡Fedra, venga, allí!
La perra se dirige hacia la mesa del rincón y se echa debajo.
Carme (Cariñosa). Muy bien, aquí.
Ariadna: Al suelo, Carmen.
Jaume Solé, uno de sus secuestradores en la ficción, se dispone a
atar las manos a su compañera de escena. Es un hombre de
mediana edad, robusto que oculta sus ojos tras unas gafas oscuras.
Carme: No aprietes el pañuelo, que si no lo estropeamos.
Ariadna (Mira el cuaderno y lee las notas que ha escrito): Cuando
queráis. Quiero que os relajéis y disfrutéis. Si se olvida el texto, da
igual. ¡Dejaos sorprender, hombre, que es lo más bonito del teatro!
Se inicia el diálogo entre los dos actores. Mientras Carme llora y se
queja, su perra aprovecha para dormitar. Por fin, su carcelero la ha
liberado de la venda que la cegaba y de la cuerda que le impedía
moverse, pero su miedo no disminuye.
Mujer (angustiada): ¿Por qué no se cubre el rostro? (Pausa.)
Tanto tiempo con los ojos vendados, tanta oscuridad, tengo las
pupilas dilatadas, ahora le veo muy bien la cara. Demasiado
bien (Pausa.) Preferiría no vérsela.
Acabada la escena, compañeros y directora aplauden la actuación
de los intérpretes. Fedra y Osaka, el otro ejemplar blanco de
labrador, irrumpen en lo que sería el escenario, moviendo la cola
para participar en lo que ellas creen, es un juego. Carmen,
tanteando el aire con las manos hacia abajo, busca a su perra
lazarillo para acariciarla.
Apunte 1º. El propósito de Carme llamando así a su compañera de
fatigas, demuestra la estima que le merece el teatro. Porque si hay
algo que une a los miembros de esta formación teatral de la ONCE
no es sólo su ceguera sino, sobre todo su deseo de subirse a un
escenario y actuar. El motivo es el mismo que mueve a todos los
que atrae la actuación. “Somos gente que nos gusta que nos
miren”, sentencia Carme.
En el mundo de la interpretación ha habido mujeres que han hecho
de hombres, hombres que se han disfrazado de atractivas féminas,
blancos que se han hecho pasar por negros e incluso videntes que
han fingido ser ciegos. Su esfuerzo por imitar los gestos y las
expresiones de las personas sin visión les ha valido el
reconocimiento de la crítica y en muchos casos se les ha premiado
por ello.
Los actores y actrices de Sarau también realizan un sobreesfuerzo
para que sus movimientos y su gestualidad no delaten su
deficiencia visual. Sin embargo, a diferencia de las grandes
estrellas, ellos preferirían que el público obviara su discapacidad y
valorara más su actuación. Con esta obra, se alejan del género de
la comedia, adoptando un registro más dramático y subrayar así sus
dotes interpretativas. Comparado con los mil contratiempos que
supone vivir el día a día en una gran ciudad sin ver, pasearse por
un escenario con naturalidad, es un mal menor.
Cuadro segundo
Apartamento de 30m, junto a la plaza Joanic. Sólo en la salita de
apenas 12m se apiñan mobiliario y multitud de objetos. Pegado a
una pared, preside la sala un sofá de dos plazas, justo enfrente una
mesita de centro. A un lado, una estantería que combina las
figurillas de porcelana, con recuerdos de viajes y candelabros; al
otro lado, otra estantería con libros, papeles y equipo de música. En
la pared de enfrente, una mesa escritorio, encima de la cual
conviven apretujados una pantalla de ordenador, una tele lupa y un
montículo de papeles. Delante una butaca de color negra. En el
suelo dos colchonetas para la perra. Son la once de la mañana y
por el balcón de este entresuelo, la luz, levemente tamizada por
unos visillos, alcanza todos los rincones del piso
Carme (Viste pantalón corto y una camiseta holgada. Lleva en las
manos una bandeja con el desayuno que instala encima de la
mesita, luego se acomoda en el sofá): Distingo la noche del día y
cuanto más contraste de luz, mejor. Eso para mí (Señala la butaca)
es una mancha oscura. Yo, cuando interpreto a esa mujer no noto
contraste entre lo que digo y lo que me pasa. No ver para mí es
constante, pero no constantemente me lo estoy planteando. No creo
que todos los actores se planteen cada frase, partiendo de su
situación personal. Quizás yo, no viendo, si estuviera en un lugar
muy oscuro, también pediría que me encendieran la luz porque yo
la tengo muy interiorizada (Se sirve el café en la taza sin derramar
una gota y Fedra, atraída por el olor de una pasta de cabello de
ángel se acerca y olisquea. En seguida vuelve a echarse en el
colchón.) Lo mío fue una pérdida muy lenta. A los 26 o 27 años me
enteré que tenía glaucoma (Enfermedad que se caracteriza por un
aumento de la presión ocular) y a los 32 me afiliaron en la ONCE.
Fue el disgusto más grande de mi vida. Era el reconocimiento de
todo lo que había perdido.
Apunte 2º Su personaje no vuelve a aparecer hasta la última
escena. El lugar es el mismo, pero las circunstancias han cambiado.
Le han cortado un dedo, una oreja y un pie, y están a punto de
asesinarla.
Mujer: Lo único que he sentido cuando he vuelto en sí, ha sido
este picor insoportable. He mirado. No he visto el pie, aun así
me pica. Y el dedo. Y la oreja. (…) La realidad es otra, pero me
da igual. En la cabeza, todo continúa en su lugar.
Carmen: Sí que está relacionado con lo que me pasa a mí, pero no
lo utilizo. Haber perdido la visión es un pesar muy grande, y yo en
este momento lo cambiaría todo por ver, pero no quiero vivir con la
situación de la pérdida, porque eso no te deja vivir lo que puedes
ganar. Yo, para el papel, pensé en varias víctimas de la banda
terrorista ETA como Miguel Ángel Blanco (Concejal del Partido
Popular de Ermua, cuyo asesinato conmocionó a todo el país en
julio de 1997) Estoy segura que sus asesinos le dijeron desde el
principio que iba a morir. (Se emociona).También me ayudo haber
trabajado con gente discapacitada de movilidad que me dicen que
,aún no teniendo pierna, la perciben. A mí me ocurre lo mismo: no
veo pero percibo. Cuando alguien me dice este tío está buenísimo,
esto yo ya lo sé. (Suena el timbre de la puerta y Carme se levanta a
abrir.)
Carme: Hola
Jordan: Hola soy…
Carme (No le deja acabar la frase) ¡Ay Jordan dime!
Jordan: ¿Me dejas otra vez la llave?
Carme: Sí hombre sí. No te preocupes. (Coge la llave de una
estantería y se la da) Toma.
Jordan: Gracias
Carme: Venga, guapo, hasta luego. (Cierra la puerta y vuelve a
sentarse en el sofá esquivando la mesita.)Una de las cuestiones
que me preocupaba cuando perdí la visión era perder la
gestualidad. Siempre me había llamado la atención la
inexpresividad de los ciegos totales.
Apunte 3º. Aquéllos que ven, consideran que todos los ciegos viven
en una noche cerrada y que sólo la visión posee mil matices. Se
equivocan. Las formas de no ver son también muchas y cada una
condiciona la movilidad del ciego de una manera distinta. Por eso
los movimientos de Carme y de otros actores del grupo, gracias a
ese resto visual, transmiten seguridad y sensación de normalidad.
Cuadro tercero
Sala de ensayos de la ONCE. Ahora una mesa ocupa el centro del
espacio y la directora coloca dos sillas a cada extremo. Se ensaya
la escena tercera, en la que dos policías ven interrumpida su
conversación por el terrorista de la primera, ahora reconvertido en
Hombre Tímido. Trae consigo un paquete que contiene el dedo de
la retenida. Cipriana ayuda a Jaume Solé, ciego total y jubilado, a
colocarse en un extremo desde el cual entrará. Lourdes Presa,
ciega total y jubilada, ya está sentada con los codos apoyados en la
mesa y un bocadillo entre las manos. Ella interpreta el papel Mujer
Policía.
Mujer Policía: ¿Qué quiere?
Hombre Tímido: He encontrado esta bolsa en el metro, con una
nota (El Hombre tímido alarga un papel a la Mujer Policía)
Tienen departamento de objetos perdidos, ¿verdad?
Mujer Policía (Leyendo): “Llévenlo inmediatamente a la
policía”. No es para objetos perdidos. Es para la policía.
Démelo.
Los dos han conversado con la naturalidad que exige el diálogo,
pero Ariadna para la escena.
Ariadna: Jaume, tú alargabas la mano y ella buscaba la nota.
Acuérdate, porque si no le tocas la teta.
Lourdes: Bueno, de vez en cuando ya va bien.
Ariadna (Riendo). Ya, ya. He visto que lo ha hecho dos veces y no
te has quejado.
Acabado el ensayo, Jaume Solé coge su bastón y se dirige al
ascensor. Una vez en el exterior, enfila la calle Sepúlveda a la vez
que mueve su bastón de derecha a izquierda donde las fachadas de
las casas son el punto de referencia.
Jaume: La calle es el lugar donde uno aprende a moverse con más
confianza, aunque sea a fuerza de sustos. Una vez en el metro, creí
que estaba en un pasillo, cuando en realidad estaba justo delante
del andén y a punto de dar el paso equivocado. Al final, un viajero
me advirtió. (Ya ha cruzado dos travesías). Me quedé ciego a los 15
años, cuando el mecanismo que manipulaba en un taller de material
de construcción, explotó y cortó el nervio óptico. Me dieron 800
pesetas de indemnización. Yo veo una espesa niebla con algún que
otro destello. (Cruza la calle Viladomat y gira a la derecha, pasa por
un vado, sigue y golpea levemente con el bastón a una adolescente
sentada en el escalón de la puerta de entrada a su domicilio. La
chica sonríe y repliega las piernas) Aquí es. (Pausa.) Hace años,
antes del accidente, veía siempre en Tremp a una pareja de ciegos
y sufría porque me sentía impotente. No sabía cómo ayudarlos.
Ahora entiendo a los demás.
Apunte 4º. Ni Carme ni Joan, pierden el tiempo en inútiles
amarguras. Aceptan la ceguera y dedican parte de su vitalidad, al
teatro. El juego de la ficción , que ellos se toman muy en serio, es el
que demuestra su fortaleza para encarar cualquier obstáculo. Por
que como señaló Borges “si el ciego tiene una vocación artística, ya
está salvado”. Una sentencia aplicable igualmente a los que siguen
aferrados al mundo de las apariencias.
ACTO SEGUNDO
Cuadro primero
Despacho de la psicóloga Loles Martín en la ONCE. Una enorme
placa con letras y número en relieve y en Braille, lo indican. Tras
una puerta de cristal translúcido, su oficina mantiene la desnudez y
austeridad en el mobiliario de todo el recinto. Mesa, dos silla,
estantería con puertas y ventana. Sentada, consulta su agenda
mediante un ordenador que habla. En el suelo, un perro
repanchingado en una colchoneta color azul. Esta especialista lleva
26 años afiliada a esta institución y 24 atendiendo a ciegos y a
familiares. Habla con seguridad, sin apenas pausas, como una
alumna aplicada que recita la lección, pero entendiendo su
contenido.
Loles Marín: La gente viene tocada y necesita saber que hay otras
personas con una discapacidad como la suya y llevan una vida
normal. En las actividades socioculturales, la persona puede hablar
de manera relajada con otras, a la vez que hacen cerámica o teatro,
así pierden un poco esa idea egocéntrica que se crea, cuando
tienes un problema. (Pausa breve) El teatro lo fomentamos porque
es una manera de afrontar situaciones sociales muy amplias. Desde
el punto de vista terapéutico aprovechamos aspectos como el
compromiso con el grupo, la memorización de textos y la
orientación que se gana en un escenario sin bastón, pero la
actividad en sí no es una terapia, es lúdica (El ordenador anuncia
que son las diez y después suena el teléfono). Sí, bajo ahora
mismo. Recomendamos que no pierdan contactos sociales a pesar
de que cuesta. La ONCE es una válvula de oxígeno: llegas,
respiras, coges estrategias de funcionamiento y sales fuera. (Se
levanta y anima a su perro para que haga lo mismo) Venga, vamos
Yeco. (El animal sigue cómodamente recostado, y ella lo zarandea
levemente) Venga, ¡qué vaguncio estás ¡ (Finalmente se levanta
medio adormilado y ella le coloca el arnés) La ONCE asusta porque
crees que vas a cambiar de mundo y entrar en el mundo de los
ciegos. Quitar ese mito pasa por entrar en un grupo de teatro y
hacer amigos, ir a tomar un café (Reflexiona para encontrar las
palabras adecuadas) van cambiando un poco esa actitud de
autocomplacencia en la lástima a una situación de socialización. (se
(Se dirige a la puerta.) Pero cada uno es un mundo, vemos el global
de la persona y trabajamos el ajuste a la discapacidad que mejor le
va. (Abre la puerta y se va a desayunar con otros dos compañeros
que ya están esperándola. Caminan lentamente por un largo pasillo
de suelos relucientes y puertas de madera a ambos lados, distintas
porque el tono de éstas últimas es más oscuro,- una de las pocas
concesiones al sentido de la vista que hay en este edificio.
ACTO TERCERO
Cuadro primero
Martes, 2 de mayo 2011.En Barcelona la lluvia está arreciando.
Falta una hora y media para que se inicie la semifinal de la
Champions entre el Barça y el Real Madrid. Una alargada mesa de
madera ocupa gran parte de esta aula de la ONCE, dándole un aire
ministerial. Tres integrantes del grupo Sarau – Cipriana Mediavilla,
Joan Casoliva y Francisca Sánchez- sentados en el extremo más
cercano a la puerta, charlan amigablemente.
Apunte 6º. Cipriana es la que conserva más resto visual: distingue
colores, puede leer desde cerca y no necesita bastón. Durante su
niñez, adolescencia y juventud vivió acomplejada por su escasa
visión, soportando insultos y maltrato en la escuela. La ceguera de
Joan, “un cristal empañado por el vapor con una luz detrás” dura ya
casi veinte años, pero éste es sólo su segundo año como actor.
También Francisca es una novata en el campo de la interpretación y
también su ceguera es reciente (desde 2009 está afiliada a la
ONCE). Quizás por ello se resiste a dejar de vestirse con colores, a
pesar de de que sólo diferencia entre negro y gris.
Cipriana (Jubilada): Los ciegos aceptan la ceguera hasta cierto
punto. Pero viven con la amargura de ser ciegos. Aquí, lo que pasa
es que algunos creen que sólo tiene derecho a pertenecer los
ciegos totales.
Joan (Hombre joven): No, no. La mayoría viven, vivimos nuestra
ceguera muy mal, no queremos mostrarnos al mundo como
personas ciegas.
Cipriana: Yo creo que no.
Francisca (Mujer joven): Joan tiene toda la razón. Porque si fuera
como tú dices, yo vendría con el bastón cada día. El rehabilitador ya
me dijo que con mi que usarlo visión tendría. Y yo erre que erre, sin
bastón. No es que me dé vergüenza…pero
Cipriana: (La interrumpe). Te hiere tu orgullo.
Francisca: Sí, por ejemplo que los vecinos me vean con él.
(Dirigiéndose a Joan). ¿A ti no te pasaba al principio? ¿Verdad que
sí?
Joan: Ser ciegos es de lo peor que te puede pasar. Entonces en
este mundo que la imagen lo es todo, nadie quiere mostrarse frente
a los demás así. Nos escondemos de nuestra propia ceguera.
Puedes ir cogido del brazo de una persona y pasar desapercibido.
Cipriana: Quizás sí. Porque mira, el día que me puse a vender
cupones, todo el mundo se quedó de piedra. Ninguno sabía de mi
problema. ¿Por qué?, porque para mí era un tabú.
Francisca: Justo estás dándole la razón a Joan.
Cipriana: Pero yo, ya desde que estoy en la ONCE, todo lo
contrario, soy la reina de los mares. A ver, no es lo mismo en un
rebaño de ovejas blancas, una oveja negra, que en un rebaño de
ovejas blancas y negras, ser una más. No sé si he puesto bien el
ejemplo.
Joan: Pero el problema está en la calle. Uno se siente orgulloso de
ser guapo, alto, de tener los ojos claros, de tener dinero, de tenerla
muy grande, pero, claro, ¿cómo vendes que te sientes orgulloso de
ser ciego? .Es que eso tiene muy mala venta.
Ríen los tres
Cipriana: Si no es vender nada. Pero, escucha, yo jamás había
hecho una broma con mi visión…
Joan (La interrumpe): Es que eso es un bálsamo.
Cipriana: Ahora sí, porque lo tengo muy superado.
Francisca: Bueno Cipri, pero tú no eres ciega total.
Joan: Lo que pasa también es que entre ciegos te sientes cómodo,
viven en tu mismo mundo, están en tu misma dimensión y hablan
en tu mismo idioma.
Francisca; Yo me sigo relacionando más con videntes, pero claro
llevo poco tiempo con la invalidez. Que esto supongo que con el
tiempo se pierde
Joan: Entre personas que ven, te sientes que los demás no
entienden tu mundo. Ni lo entienden, ni falta que les hace.
Cipriana: A mí, me molesta mucho aquí, cuando viene gente y
tratan de explicarles las cosas con mímica. Una cosa es que en la
calle te digan o hagan lo que sea, pero no en la ONCE. ¡Hay gente
estúpida pero estúpida!, que lleva años trabajando aquí, y no es
capaz de entender que un ciego no ve.
Francisca: A mí me sorprendió muchísimo cuando me afilié y
escuchaba a ciegos totales decir “Bueno, mañana nos vemos”.
Joan: ¡Es que yo te veo a ti y a ella! A mi manera os veo. El
lenguaje no hay que cambiarlo. (Después de pensar un rato
continúa) A mí me molesta que estoy haciendo algo y me lo quitan
de las manos para hacerlo igual, o cuando te dicen no sé como lo
has hecho. Pero lo peor es cuando te dicen si yo estuviera en tu
lugar, ¡ooooooh!
Francisca: Pues alguna vez te lo he dicho (Carcajadas). Lo que no
sabía era que te molestara.
Joan: No, no, no. Hablo de gente que ve, porque lo dicen sintiendo
mucha lástima. Me ven como un inútil. Relacionan la ceguera con la
imbecilidad total.
Cipriana: En el teatro, algunos piensan ¡pobrecitos ciegos!, lo hacen
bastante bien para no ver.
Apunte 7º.Ciprina ya es una veterana en el grupo, pero es la
primera vez que finge ser un hombre, de profesión policía. En
cambio para Francisca éste es su segundo papel con la compañía.
Interpreta a una terrorista fría y calculadora, que no siente ninguna
empatía hacia su víctima. Nunca antes se hubiera atrevido a actuar,
pero ahora como no ve al público, no pasa ninguna vergüenza. Para
Joan, La Sang, supone todo un desafío porque realiza un doble rol:
primero es un joven que coquetea en el parque con una chica,
después un político corrupto y esposo de la mujer secuestrada. Ello
le obliga a moverse y a hablar de maneras muy distintas, para no
confundir al espectador.
Joan: El primer comentario es que no se les notaba, no es qué bien
habéis actuado o me ha gustado la obra.
Cipriana: A mí me molesta que no valoren la interpretación y sí que
te defiendas en el escenario. Vas a ver una obra de teatro, no a un
ciego.
Joan: Ése es un tema que tengo con vosotros y con Ariadna desde
el primer día. Para mí es un error salir a actuar sin el bastón.
Francisca: Tiene razón. Hay gente más pendiente de si te chocas o
si encuentras eso, o si te tropiezas.
Joan: Sin el bastón, te mueves con torpeza, con miedo, con
inseguridad. Eso el cuerpo lo expresa de una forma muy cruda. Y a
los ojos de los demás les es desagradable, y a las personas que te
quieren, les es hiriente, les duele verte así. ¡Es muy chungo eso!.
Cipriana: Pero es que estamos haciendo teatro. Actuamos
doblemente.
Joan: Pero si yo fuera un inválido que va en silla de ruedas, ¿me
colgarían de una cuerda para hacer ver que camino? (Carcajadas)
Con el bastón no tendríamos que esconder nuestra ceguera,
intentando mostrarnos como videntes.
Cipriana: Pero salir con el bastón, te machaca mucho el papel. Mira,
llega un momento en que hueles la humedad, hueles la pared que
te para, te corta el aire (Pausa) El agujero que hay en el suelo,
puedes sentir su profundidad. El aura te lo recoge todo, te
desarrollas el aura de una manera muy increíble.
Joan: Sí señora. Es que el sentido de la vista es tan potente que
ciega todos los demás.
Apunte8º.Demócrito, filósofo presocrático del siglo 400AC se
arrancó los ojos para que las apariencias no le impidieran “ver” la
auténtica realidad. Su meta era descubrir el constituyente esencial
de la materia.
ACTO CUARTO
Cuadro primero
El departamento de Psicofísica de la Universidad de Barcelona, y
más concretamente el .Despacho del profesor, José Antonio Aznar
Casanovas, miembro del departamento de Psicofísica de la
Universidad de Barcelona. Su mesa está pegada a una ventana, no
muy grande, por la que se cuela un pedazo de Collserola. Dos
estanterías donde se entremezclan libros de referencia de la
materia con dossiers y cajas de distinto tamaño. En las paredes
destacan un tablón de corcho con gráficos, anuncios de congresos
y un ejemplar de la contraportada de La Vanguardia con la
fotografía de François Ansermet, psiquiatra; al lado un enorme
póster del Museo de la Ciencia que se puede contemplar desde una
mesa con dos pantallas de ordenador y un queratómetro, aparato
imprescindible en cualquier centro oftalmológico para poder revisar
el fondo de ojo (la retina) y detectar disfunciones visuales.
El profesor utilizará un tono pausado y, acostumbrado al trato con
estudiantes, sus explicaciones son didácticas y buscan ante todo la
claridad.
José Antonio Aznar: La visión ciega existe. Hay invidentes que no
tienen dañado el córtex occipital, área del cerebro donde se recibe y
se profesa la información visual. Y se han hecho experimentos,
colocándoles delante de los ojos objetos y colores para que digan
qué perciben. ¡¡Los aciertos están por encima del nivel de azar!! La
visión ciega es capaz de detectar a un metro que hay un objeto e
incluso los ciegos congénitos pueden advertirlo . (Abre los ojos con
expresión de incredulidad) ¿Cómo se explica que diferentes
longitudes de onda lumínica sean percibidas sin visión? Lo que no
sabemos, es que sensores lo hacen posible. Los ciegos completan
su interpretación del mundo a través de un sistema compensatorio:
exploración táctil, auditiva, somatoestésica (percepción a través de
la piel) y móvil. (Pausa) En cuanto a manejarse en un escenario,
son básicos la memoria cinestésica (orientación espacial) y táctil.
En el caso de los invidentes su sistema de localización es
exocéntrico; es decir sabe su posición, pero respecto a los objetos.
Lo que no tienen es la certeza de que estén ahí, sólo es una
posibilidad. Además su control sobre el espacio es únicamente peri
personal, lo que alcance la mano estirando el brazo. (Hace ver que
tiene un bastón entre sus manos) Por eso el bastón es una especie
de dedo virtual que permite verificar si hay un vacío o un objeto a
una distancia mayor. Las personas que han visto poseen una gran
ventaja. Tienen otra manera de conceptualizar el espacio. En
cambio los ciegos congénitos llevan un retraso cognitivo de dos
años por no poseer esta experiencia. (Mira el reloj, falta un minuto
para las dos. Coge unos papeles y sale del despacho para acudir a
una reunión con otros colegas).
ACTO QUINTO
Cuadro primero
Salón de estar en un piso de la calle Balmes en el barrio de Sàrria
Sant Gervasi. Consol Pérez saca de uno de los cajones de una
librería llena de fotografías familiares, una caja con varios papeles y
fotografías.
Consol Pérez: En esta fotografía estoy en la primera fila, la segunda
empezando por la izquierda. (Una niña vestida de blanco y con una
melena negra de tirabuzones mira a la cámara). Aquí tenía unos
ocho o nueve años, estaba en el Orfeo el Roser, en el Poble Sec
donde empecé a cantar en el coro y hacer teatro. Durante la Guerra
Civil seguimos haciendo, luego se interrumpió todo. Años después,
nos trasladamos aquí y me enteré que en el Club barcino, justo aquí
delante (Señala hacia la terraza) había un grupo de teatro y me
apunté. Hicimos todo tipo de obras (Rebusca entre el amasijo de
papeles, acercándoselos mucho, los programas de las piezas que
represento) Y a los 70 años me profesionalicé. Aquí tengo
apuntados varias de las cosas que hice. (Es una libretita pequeña
de tapas verdes y hojas cuadriculada. Pasa una página,
coproducción italiana con Virna Lisi; pasa otra, película para TV3, y
en la siguiente La ciudad de los prodigio). Creo que por aquí debe
estar una foto mía vestida de época. Todos eran trabajos de
figuración. No aquí no, bueno es igual. (Suena el teléfono). No
necesitamos nada, gracias (Cuelga). Era una oferta de no sé qué.
Bueno, (Reflexiona), lo último fue trabajar en Barrio Sésamo,
haciendo de vieja estrambótica, que duro bastante.
Apunte 9º. A los 74 años una trombosis en el ojo izquierdo le deja
un 10% de visión. Sigue trabajando. Con 87, trombosis en el
izquierdo. Diagnóstico, ceguera.
Carme: Ahora todo es my borroso. A tres metros ya no reconozco a
nadie. Pero sigo cocinando y cosiendo. Eso sí, mi marido me
selecciona los hilos y me dice de qué color son. Y miércoles y
domingo tengo partida de póquer con las amigas. Utilizamos una
baraja enorme. Somos muy informales, merendamos y nos dejamos
ver las cartas.
Cuadro segundo
Consol está a punto de ensayar dos de las escenas en que
interviene. Antes la directora insufla ánimos a las actrices
Ariadna: Venga, vamos a hacer de lo imposible posible, de lo
posible difícil, de lo difícil fácil y de lo fácil divertido.
Empieza el ensayo. La víctima, Carme, se levanta al oír como la
puerta del zulo se abre y entra el personaje de Consol, vestida con
una falda roja a juego con la chaqueta, en las piernas calcetines
blancos hasta las rodillas y los pies calzados con unas manoletinas.
Mira a la secuestrada y ésta siente un escalofrío.
Mujer: ¿Cuántos años tienes?
Niña: Doce. (Pausa.) Mentira. (Pausa) Diez (Pausa). ¿Se ha
creído que tenía doce?
Mujer: No lo sé. Sí
Niña: Sé engañar. Me lo enseñó mi madre.
Mujer ¿Quién es tu madre?
Niña: Está muerta
Mujer: ¿Y tu padre?
Niña: Los asesinaron (Pausa.) El enemigo (Pausa.) Delante de
mí. (Pausa.) Hace cuatro años.(Pausa.)Todavía tengo
pesadillas.
Apunte 10º. Esta veterana actriz, a punto de cumplir 90 años en
agosto, ciega y con problemas de oído, representa a una niña de
diez años. Además de su aspecto delicado, Consol posee una
facilidad innata para la actuación que se evidencia, cuando en
escena pasa de la ingenuidad infantil a la maldad más atroz, con
una facilidad pasmosa Pertenece al grupo terrorista que ha
secuestrado a la Mujer, y la relación con esta señora sacará lo peor
y lo mejor de su personalidad. Su interpretación suena igual de
convincente al hablar de sus padres con aire triste, que cuando pide
a la terrorista ayudar en la amputación del dedo. Su método de
preparación lo resume así: “entró en el escenario, me concentró y
sale”.
Ahora toca ensañar la última escena. Consol no se encuentra bien,
esta mareda
Ariadna: Consol, ¿llevas el aparato en el oído?
Consol: No, nunca me lo pongo, así chillo.
Ariadna: Mejor. Espérate allí sentada. Recuerda que al final te
abrazas a Carme y le susurras las últimas palabras
La mujer ya ha sido ejecutada. Su último deseo, despedirse de la
Niña, no se ha cumplido, pero ella ha presenciado todo lo ocurrido.
La obra se cierra con un monólogo que dirige a su “enemiga amiga”,
asegurándole que visitará a su hijo, acompañada de su abuela.
Niña: Llamaremos a la puerta. Preguntaremos por él. Tu hijo. Él
aparecerá, me mirará y dirá que no me conoce de nada.
(Pausa.) Pero da igual. El me habrá mirado y yo le habré visto.
Las nueve y media. Hora de irse a casa. Consol coge su bastón y
se va del brazo de Carme, que a su vez es conducida por Fedra.
Consol baja las escaleras como le enseñó el rehabilitador de la
ONCE. En Plaza Catalunya se separan y la niña-anciana se dirige a
los Ferrocarriles catalanes, dirección Tibidabo. Se apea en la última
parada y baja por la calle Balmes,. Hasta llegar a su casa, los
porteros de todas las fincas vigilan que entre en su portería. Si en el
camino alguien le dice adiós, ella corresponde “no sea que lo
conozca”. En casa la espera su marido para cenar y un televisor de
65 pulgadas.