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Por fin, vea la recta final, el receso escolar de verano (casi escribo como en una traduccin yanqui, ya). La posibilidad de planear otro tipo de viaje, un viaje legalizado por otra cosa que no fuera amor. Y, con el pasaje que tena de mi abuelo, logr armar una ruta viajera que inclua un mes para mejorar el ingls en una universidad bostoniana. (Escribo este texto y alguien acaba de postear en Facebook una cancin de The Breeders que pertenece a la banda de sonido de la parte de la historia que sigue, hermoso sincronismo).

Llego finalmente al Bentley College. Mi nueva casa en Boston, el paraso desde donde lo voy a encontrar. Entro a los dormitorios que van a cobijarme durante el prximo mes y rpidamente tengo que elegir con qu comitiva voy a dormir. Hay argentinos y brasileos. Me cruzo del lado brasileo, mi compaera de cuarto resulta ser ms que agradable, los chicos derrochan simpata, aunque solo puedo verlos como inocentes compaeros de excursin, los prototipos van cayendo rpido: quin ser el playboy para el cual todas tienen va libre y competencia limpia, quines sern los compaeros de estudio, quienes los de salida, etc, etc.

Miro desde afuera, cuento las horas hasta la maana. Mi plan es llamar a la compaa de telfono y pedir el nmero nuevo de esa direccin. El anterior dej de funcionar. Amanece, lo hago. La respuesta es sencilla se pueden dar direcciones de telfonos, pero no telfonos de direcciones. Pensamiento no solo extrao sino enloquecedor. Llamo a las compaas de televisin por cable, agoto las guas, pido ayuda en la universidad, a mis nuevos amigos, y nada. No solo eso, nadie conoce el pequeo pueblo de Bellingham, Massachusetts, en donde vive la madre. No encuentro micros ni trenes ni nada. Me resigno por un rato al aqu y ahora. Un hermoso aqu y ahora. Hermoso grupo de gente, y una historia que servir para un relato bien diferente. Que ac, pesar por omisin.

Se cumplen dos semanas. Llego al lmite de lo que puedo soportar. Me despierto a las 5.00 AM de un da de menos 14 grados y en piyamas, con mi nuevo e infectado arito en la nariz, sin baarme y con las piernas no depiladas, llamo a un taxi y gasto mis ltimos 70 dlares en contarle toda la historia al conductor mientras l me lleva a destino: la casa de la madre de Chris, desde donde espero poder rastrearlo y darle fin y comienzo a todo lo dems.

Llego, pago y me bajo corriendo, toco timbre y ah, con un mosquitero de por medio, est l, parado, usando solo boxers, mirndome fijo sin hablar. El taxista me hace seas y al comprobar que no me desmay se aleja, supongo que pensando en el desenlace. Yo, muda, lo veo girar sobre su propio eje, cual patinador de hielo, y alejarse corriendo a toda prisa.

Abro el mosquitero y lo sigo, llego a su cuarto y veo en el piso mis fotos y mis cartas empapelando la alfombra. Me dice, en ingls: Justo hoy estaba por escribirte. Hasta aqu todo precioso, pero rebobinemos unos segundos hasta la puerta de entrada. l me mira a travs del mosquitero, yo lo miro, me mira, lo miro y no siento nada. No siento nada de nada. Y no solo eso, sino que siento que no siente nada, y que adems siente que no siento nada.

Volvamos al cuarto. Lo miro a los ojos y, pienso, lo am un ao entero, llor por l, cambi mi vida cotidiana por l, viaj por l. Me mira quieto, es como si estuviera pensando lo mismo. Saltamos uno adentro del otro, nos abrazamos, nos besamos, empezamos a desvestirnos, yo calmo mis nervios y pienso s, esta tiene que ser mi primera vez, estuve pensando en este momento los ltimos doce meses. Esta, es mi historia, vamos a hacerlo y no va a ser como me lo cuentan: una noche de borrachera; con el novio de la primaria que las deja al da siguiente; con un amigo solo para sacarse el peso de la virginidad de encima. Los relatos siempre eran parecidos, haba bellas excepciones, pero por lo general eran cuadros de desilusin. Y yo estaba ah, con l, o el que haba sido l. Llegamos a la cama, un retrato de dulzura, siento su peso encima mo y justo antes de que suceda le digo (en ingls) me alegra haber esperado. Y con esas palabras se detiene y me pregunta si sigo siendo virgen. Confirmo que claro que s, que haba estado esperndolo a l. Y entonces, me mira a los ojos y no, no lo hagamos as, nos quedan dos semanas, hagamos que sea especial. Este sbado te voy a buscar a la universidad, salimos, tenemos una noche entera para nosotros ... . Y lo miro y veo el esfuerzo que hace y lo escucho mentir y me escucho responderle que tiene razn, que va a ser hermoso, que es una excelente idea. Y los dos sabemos que ya nunca va a pasar y los dos sabemos que el otro sabe y nos vestimos en silencio y cuando me estoy poniendo la ltima media, entra su mam.

l estaba viviendo de nuevo con ella. No le haba ido bien y ahora trabajaba en el rubro de la construccin hasta poder ahorrar lo suficiente para alquilarse algo solo y tratar de retornar a la cocina. Contra todas mis averiguaciones, haba tren de Bellingham hasta muy cerca de mi universidad. Me subo a su camioneta celeste con la parte de atrs abierta. No queda duda: estoy en una pelcula estadounidense. Paramos solo para intercambiar datos para la cita del sbado. Nos damos un beso largusimo y me compra el boleto. Me subo y lo despido con mi mano/pauelo y en el trayecto de vuelta pierdo el papel con su telfono y s que nunca va a llamar, que no me va a buscar el sbado y que esa fue la mejor no primera vez que una chica pudo tener.


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