Download - REVISTA DIEZ, NÚMERO 79
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo.
Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres
Contacto: [email protected]
Contenido
6.- EDITORIAL:
Un acto inédito.
7.– ZAGUÁN:
ARENILLA: A los comitecos nos gustan los tutisitos.
11– PATIO:
Exposición de Antonio Ruiz, El Corcito, en Comitán.
18.– Chica de DIEZ: FRIDA
19.– BALCONES:
Fabiola
Autor: Gabriel Laló Jacinto.
25.– CORREDORES:
Casa de Citas
Cuestión de comas.
Autor: Héctor Cortés Mandujano.
32.– SITIO:
Piedra de toque.
Regreso de Rosario Castellanos (IV de VII).
Autor: Ricardo Cuéllar Valencia.
40.– ACTUALIDADES.
43– MOJOL. Galería.
Obra de Arbey Rivera y de Ángel Gabriel Penagos
Gordillo.
48.– Chica de DIEZ: FRIDA
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Comitán, ciudad que habla de vos
Frida
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Comitán, ciudad que habla de vos
Visitanos
¡No te arrepentirás!
Comitán, ciudad que habla de vos
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EDITORIAL Un acto inédito
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Comitán, ciudad que habla de vos
Comitán está acostumbrado
a las presentaciones de libros,
pero no está acostumbrado a
las Firmas de Autógrafos. El
pasado viernes 17, en el Res-
taurante Café, canela y can-
dela, se llevó a cabo una fir-
ma de autógrafos a cargo del
autor del libro Conjuros.
Amigos del autor y lecto-
res de su obra se presentaron
al lugar y dieron una nota de
aliento para este tipo de acti-
vidades. El autor atendió en
dos horarios: de once de la
mañana a una de la tarde, y
de cinco de la tarde a siete de
la noche. Por la mañana úni-
camente acudieron cuatro
lectores; pero en la tarde mu-
chas personas acudieron, por
lo que el horario tuvo que
ampliarse hasta las ocho y media de la noche.
¿Cuál fue la diferencia? Una muy sencilla, los lectores no tuvieron que
escuchar palabras de alabanza al autor por parte de los presentadores. Acá
no hubo más que el contacto entre el lector y la obra.
El juicio crítico está en la percepción de cada lector.
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Comitán, ciudad que habla de vos
ZAGUÁN
ARENILLA
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Comitán, ciudad que habla de vos
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Comitán, ciudad que habla de vos
En Comitán, en lugar de la palabra culo,
empleamos una palabra maravillosa:
tutís. Así pues, cuando un extraño llega,
y está comenzando la temporada de llu-
vias le recomendamos ir al Mercado Pri-
mero de Mayo y comprar una su medida
de tzizim (algunos escriben tsisim y pro-
nuncian sisim). Una vez que ya tiene listo
el limón y la tortilla, hacemos una última
recomendación: ¡que coma sólo los tutisi-
tos! ¡Son los más sabrosos!
El otro día, Amín Guillén Flores su-
bió al facebook la foto de un tzizim y
provocó un alud de comentarios. Quienes
radican en otros lugares hablan del tzi-
zim y de la temporada con gran nostal-
gia. Juan Carlos Gómez Aranda pre-
guntó si recordaban las “peleas” que or-
ganizaban los niños en las escuelas. Bue-
no, he de decir que esta tradición ¡sigue
incólume! El patio central del Colegio
donde laboro amaneció lleno de tzizimes,
la mañana posterior al aguacero. Los
alumnos de secundaria los levantaron y
organizaron peleas de hormigas sobre los
escritorios.
Debo confesar que nunca he asistido
a levantar hormigas. Mis amigos de la
primaria platicaban con gran emoción la
“pepena” de los tzizimes; contaban que
metían los animales en una cubeta llena
de agua (un amigo mostraba sus piernas
llenas de piquetes). ¿Cuál es el proceso
del dorado? No lo sé, bien a bien. Parece
que los colocan en un comal y ahí le
están mueve y mueve.
Francisco, quien nació en San
Cristóbal de las Casas, me cuenta que
allá no sale tzizim. Le pregunto por qué
pero no sabe decirme. Tal vez es por el
clima, dice. Y debe ser por esto. Debe ser
que el tzizim es sandunguero y se apare-
ce sólo en lugares de climas templados y
cálidos. ¡Deben ser más arrechos los de
La Costa! ¡Sus culitos deben ser más sa-
brosos!
La medida es pequeña y cuesta
¡veinte pesos! El comprador reclama fu-
ribundo, se le hace muy caro. La mujer,
con el hijo envuelto en su espalda, no di-
ce algo, pero en su mirada está la frase:
“Si le gusta, si no puede‟sté seguir su ca-
mino”. Al final, el comprador cede y saca
un billete de veinte. La mujer sigue seria,
pero yo sé que en su interior esboza una
sonrisa que dice: “¿No que no, cabrón?”.
Y es que este alimento ¡vale lo que pesa!
No pesa algo pero cuesta mucho, porque
es como nuestro caviar, cuando menos el
color es muy parecido.
El otro día saludé a la poeta Ma-
rirrós Bonifaz, tenía en la mano una bol-
sa de plástico; de tanto en tanto, metía la
mano en la bolsa y se la llevaba a la boca.
Yo oía un ligero crujido y miraba la cara
de Marirrós que tenía una línea como de
orquídea trepada en enredadera. ¿Qué
comés?, le pregunté. Hmm, mmm, tzizim,
dijo y sonrió.
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Las cajitas de Molinari
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PATIO
Exposición de Antonio Ruiz,
El Corcito, en Comitán.
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¡Se me hace que sos pura boca, vos
Pancho! ¿‟Onde está que sos muy
lechudo, si las botellas siguen
vacías?
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Comitán, ciudad que habla de vos
¡Con esto demuestro que soy muy
buen gallo, porque el que es buen
gallo canta hasta en la garganta de
las sopranos gordas!
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Comitán, ciudad que habla de vos
¿Salazar? No, no y no.
Yo al único que conozco, siempre,
es al que está en turno.
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Comitán, ciudad que habla de vos
¡Chin, ya vienen otra vez éstos con
sus mañanitas!
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Comitán, ciudad que habla de vos
¡Otra vez tengo ganas de ir a
Cancún este verano!
¡Hmm, vos, si nunca hemos ido a
Cancún!
¡No, dije que otra vez tengo ganas!
Chiste viejo
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e-mail: [email protected]
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Frida
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BALCONES
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Gabriel Laló Jacinto
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Hace un par de semanas tuvimos la
oportunidad de visitar una comunidad
de habla tzeltal en los límites del muni-
cipio de Comitán con el de Amatenango
del Valle, muy cerca de la Floresta. El
caserío se ubica en una pequeña caña-
da, algunos dicen que es un poblado za-
patista aunque esto no lo puedo asegu-
rar.
De no llevar vehículo deberíamos de
caminar alrededor de una hora y media
para llegar a él, sin embargo nuestra
camioneta facilitó el ingreso, aunque
un torrencial en estos terrenos arcillos
y rojizos hubiese impedido nuestra lle-
gada.
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Comitán, ciudad que habla de vos
El poblado no tiene agua, así que los
habitantes, para lavar la ropa o bañarse
tienen que recorrer un largo camino para lle-
gar al lugar donde se acumula el agua; cuando la
llevan en cántaros a la comunidad suele hacerlo toda
la familia.
Es viernes a media mañana. Después de cruzar la cerca de madera ingresamos
al patio donde lo primero que encontramos es a una niña morena y delgada con
apenas 10 años de edad. Estaba sentada, al mirarnos entrar se paró y fue en di-
rección hacia donde estaba su madre. Interrumpimos su actividad de esa maña-
na. Hoy no tuvo clases porque su maestro fue a Tuxtla en busca de apoyo para
la construcción de un aula escolar. Por eso se encontraba en el patio lavando con
agua y jabón unos caracoles que recolecta en la montaña, una vez secos los pinta
con crayones de diferentes colores. Estos caracoles pintados son vendidos (a 10
pesos cada uno) en San Cristóbal de las Casas y es el papá quien se encarga de
comercializarlos y así ayudarse con los gastos de la familia.
Por la tarde, al llegar a casa, coloqué el caracol que había comprado sobre uno
de los estantes de mi librero, en ese momento me acordé de una canción que in-
terpreta Susana Harp de Gustavo Lhópez y del cual comparto un fragmento:
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Comitán, ciudad que habla de vos
Hoy tropecé
en el camino un caracol;
lo vi vacío y me atreví
a hundir mi vista y mis oídos
por sus formas de espiral.
Y lo que vi,
un caracol es un milagro de colores,
es un depósito de océanos y de sol,
un remolino detenido
es un tornado encasquillado,
un caracol.
Un caracol
es sortilegio de silencio revelados,
es la fantástica y genial habitación
de los secretos extraviados;
es un asomo en el pasado
un caracol.
Me puse a pensar que un caracol
debe existir dentro de todos,
y ha de ir guardando el álbum del amor
en su memoria de espiral.
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Comitán, ciudad que habla de vos
Si algún día te encuentras con estos objetos no dudes en adqui-
rirlos, quizás detrás de estos caracoles estará la mano, el tiempo y
el sentimiento de algún pequeño.
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CORREDORES
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Héctor Cortés Mandujano
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En Vida de Eduardo II de Inglaterra, de
Bertold Brecht —no sé en realidad lo
que de historia real tenga—, se cuenta
la desgracia de este rey y este país que
entra en guerra intestina porque su so-
berano, el Eduardo del título, casado y
con hijo, se enamora de otro hombre,
Gaveston, a quien entrega no sólo su
amor, sino la potestad de hacer y des-
hacer a su antojo.
Que cada cual haga de su vida un
papalote. Lo que aquí vengo a contar-
les es de cómo el tristemente célebre ex
presidente Fox sin haber leído nunca,
como presumía (dijo algo así: “yo no
leo y por eso soy feliz”), citó al Brecht
de esta obra (Teatro completo, Edicio-
nes Cátedra, 2006:232): “Saber dema-
siado disminuye el apetito. Desde que
dejé libros y saberes duermo más sana-
mente y digiero bien”.
Ah, también Fox entregó nalgas y
reino a otra analfabeta, de cuyo nom-
bre no quiero ni acordarme. Pero ese es
otro cantar.
Mortimer, que odia a Eduardo, usa co-
mo estrategia para que lo maten una
orden que no lo comprometa: no pone
una coma. Sé que para muchos, en este
reino del analfabetismo, las comas son
nada más pulgas molestosas, pero en la
obra determinan la vida o la muerte (p.
240): “Y prescindo de la coma. Podrán
leerlo: „Matar a Eduardo no temer,
conviene‟. O según las condiciones de
su inocencia y si ha comido o ayunado:
„Matar a Eduardo no, temer conviene‟.
„Matar a Eduardo no temer conviene‟.
Sin coma, tal como es, podrá valer”.
Esto me hizo recordar el título de
uno de los libros que uso con regulari-
dad en mis cursos de redacción: Perdón
imposible, guía para una puntuación
más rica y consciente (Océano, 2005),
de José Antonio Millán, cuyo asunto es
el mismo. El título alude, lo explica
Millán en el prólogo, a (p. 11) “una
anécdota atribuida a Carlos V (luego la
he encontrado referida a otros reyes,
pero nos dará lo mismo…). Al empera-
dor se le pasó a la firma una sentencia
que decía así: Perdón imposible, que
cumpla su condena. Al monarca le ganó
la magnanimidad y antes de firmarla
movió la coma de sitio: Perdón, imposi-
ble que cumpla su condena. Y de ese
modo, una coma cambió la suerte de
algún desgraciado…”
***
Brecht, por cierto, en La ópera de cua-
tro cuartos dice de sí mismo (libro cita-
do, p. 377): “Habéis oído hablar de
Brecht./ ¡Con él todos cantáis!/ Y cuán-
do él ha preguntado/ todo eso, ¿cómo lo
sacáis?/ De este país lo habéis echado”.
En Lenguaje y silencio (Gedisa,
1982), George Steiner dice que en el na-
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Comitán, ciudad que habla de vos
zismo los mejores escritores alemanes
fueron al exilio: Brecht, Thomas Mann,
Stefan Zweig, Hermann Broch…
Zweig, dice (p. 123), “llegado sano
y salvo a Latinoamérica, hizo lo posible
por reanudar su obra. Pero se vio sumi-
do en la desesperación. Estaba conven-
cido de que los nazis convertirían el
alemán en una algarabía inhumana. No
vio ningún futuro para un hombre de-
dicado a la integridad de las letras ale-
manas y acabó suicidándose. Otros de-
jaron de escribir. Sólo los muy tenaces
o los mejor dotados fueron capaces de
transformar su cruel situación en ar-
te”.
Disfruté hace tiempo con la novela
de Zweig, 24 horas en la vida de una
mujer, pero me encontré hace poco un
ensayo suyo que me llamó mucho la
atención: Montaigne (Editorial de la
Universidad Juárez del Estado de Du-
rango, 2008). Un ensayo sobre un ensa-
yista, sobre el inventor del ensayo
(Montaigne fue el primero en llamarlos
así y en escribirlos como tales, en
1580). El libro es magnífico, porque
Zweig deja de leer los ensayos como li-
teratura, como textos; los lee como la
vida de alguien muy cercano (p. 26):
“Si tomo los Ensayos, el papel impreso
desaparece en la penumbra de la habi-
tación. Alguien respira, alguien vive
conmigo, un extraño ha entrado en mi
casa, y ya no es un extraño, sino al-
guien a quien siento como amigo. Cua-
trocientos años se han disipado como
humo”.
Los célebres Ensayos de Montaigne
tocaron profundamente a Zweig (p.
97): “No se puede aleccionar a los hom-
bres, sólo guiarlos para que se busquen
a sí mismos, para que vean con sus pro-
pios ojos. Ni gafas ni píldoras”.
Lo cita constantemente (p. 108):
“Se dice a sí mismo lo que todos nos de-
cimos en parecidas épocas de desvarío:
no te preocupes por el mundo. Tú no lo
puedes cambiar ni mejorar. Ocúpate de
ti mismo, salvar en ti lo que haya que
salvar. Mientras los otros destruyen, tú
construye, trata de ser sensato contigo
mismo en medio de la locura. Enciérra-
te. Construye tu propio mundo”.
Sin duda, una de las frases de
Montaigne le ayudó a suicidarse (p.
102): “La vida depende de la voluntad
ajena; la muerte de la nuestra. La
muerte más voluntaria es la más her-
mosa”
***
Thomas Mann fue de los escritores te-
naces y dotados de fuerza y talento pa-
ra no sucumbir ante lo que perpetraba
el nazismo. Steiner cita sus palabras (p.
122): “¿Debe guardar silencio un escri-
tor alemán, que es responsable del idio-
ma porque lo usa cotidianamente,
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
guardar absoluto silencio ante todos los
males irreparables que se han cometido
y se cometen día tras día, especialmen-
te si ello tiene lugar en el propio país,
contra el cuerpo físico, el alma y el
espíritu, contra la justicia y la verdad,
contra la humanidad y el individuo?”
No se calló, claro. En La montaña
mágica (Plaza y Janés, 1993), volumi-
nosa y proteica, aborda una infinidad
de temas de la mano de su personaje
emblemático Hans Castorp. Fuera de
lo que ya se ha dicho tanto de este libro
épico y totalizador, hay varias cosas
que cito. La primera tiene que ver con
cómo el lenguaje popular, el que se
habla, está en constante tensión con la
erudición escrita. Hans creía que Caro-
lina era un ser espantoso entre otras
razones por sus lapsus continuos (p.
409): “Decía ‘agomía’ en lugar de
„agonía‟, „inóslito‟ en vez de „insólito‟ ”.
Hace muy poco fui a una comida
donde me hablaron de una señora de
Villaflores (el asunto es muy fino, me
anticiparon) que en lugar de
“tergiversado” dice “tersivergado”.
Dice Mann en la página 481: “El
tiempo es activo, produce. ¿Qué produ-
ce? Produce cambios”.
Una amiga me contó la historia de
unos judiciales que fueron retenidos en
una comunidad donde los golpearon y
nos les dieron agua por no sé cuánto
tiempo. Al rescatarlos, lloraban, “fue
horrible, fue horrible”, repetían, como
si ellos estuvieran muy lejos de hacer lo
que probaron. El asunto ya lo conocía
Mann. Hans Castorp (p. 629) “había
leído además que en las casas de reclu-
sión los más terribles bandidos y asesi-
nos más robustos lloriqueaban como
niños cuando se les administraba una
paliza”.
Sobre la muerte dice (p. 735):
“Nuestra muerte es más asunto de los
que nos sobreviven que de nosotros
mismos. Tanto si recordamos eso o no
por el momento, esas palabras de un
sabio malicioso son, en todo caso, vale-
deras para el alma: „Mientras existi-
mos, la muerte no existe, y, cuando la
muerte existe, no existimos nosotros‟ ”.
Maribel Carrasco, dramaturga, y yo
conversamos sobre las dificultades que
se nos presentan cuando empezamos a
escribir una obra de teatro. Luis
Martín Solís, director de escena, nos
oía hasta que nos interrumpió con ges-
to y voz molesta:
—Me choca que para montar bien
una obra se necesite tanto conocimien-
to técnico e inteligencia. En cambio a
ustedes les basta con el talento. Para
ser dramaturgo no se necesita inteli-
gencia.
Los dos clavamos los ojos en él y
creo que fui yo quien preguntó lo que a
los dos nos sugirió su comentario.
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Comitán, ciudad que habla de vos
—¿Es un halago o un insulto?
Mann no estaba evidentemente con
nosotros, pero opina del tema en La
montaña mágica (p. 811): “El talento es
superior a la inteligencia y a la estupi-
dez, y también es un valor de la vida”.
***
Madre e hija discuten en Secretos y
mentiras (Secrets & Lies, 1996, dirigida
por Mike Leigh); la una dice a la otra
que dejó de vivir para ocuparse de ella.
La hija grita:
—¡Yo no te pedí nacer!
La madre responde:
—¡Yo tampoco pedí que nacieras!
La hija concluye:
—¡Eso lo hubieras pensando antes
de bajarte los calzones!
***
En Antojo de trampa, segunda antología
personal (Fondo de Cultura Económi-
ca, 1999), de Francisco Hernández, hay
poemas memorables, pues es él un
hombre que ha pulido sus versos y mu-
chos de ellos, además, se notan que han
sido antes experiencias, emociones ge-
nuinas. Más que fragmentos te regalo
lector, lectora, estas líneas:
De “acotaciones y deudas” (p. 18):
“Mi casa, mi renaciente fábrica de an-
gustias/ parece un largo cuerpo sin ven-
tanas”.
De “Domingo” (p. 35): “Estoy tan
solo, que cualquiera diría que estás
conmigo”.
De “Antojo de trampa” (p. 199):
“Desnúdate. Blanquea la oscuridad”.
***
En Storytelling (en español le agregaron
Historias de ironía y perversión; 2001,
dirigida por Todd Solondz) un niño
pregunta a su sirvienta salvadoreña
por qué llora y ésta le cuenta que a su
nieto le van aplicar la pena de muerte
por homicidio y violación.
—¿Qué es violación?, dice el pe-
queño.
La sirvienta se sale por la tangente:
—Es cuando amas a alguien que no
te ama y haces algo al respecto.
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PIEDRA DE TOQUE
Regreso
de
Rosario
Castellanos ( IV de VII)
Ricardo Cuéllar Valencia
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En otro apartado de la conferencia de
Andrea Reyes leemos:
En el año 1971, dos meses antes
de asumir su posición como embaja-
dora de México en Israel, la autora
escribió unos ensayos especialmente
significativos. Parecía que estuviera
tratando de aclarar pendientes antes
de emprender su nuevo oficio. Uno de
esos ensayos, “La abnegación: una
virtud loca”, fue el discurso que pre-
sentó frente al presidente Echeverría
y un público numeroso en la celebra-
ción del Día Internacional de la Mu-
jer. Curiosamente, el ensayo nunca
fue recopilado en ninguna de sus an-
tologías, aunque sus amigos y colegas
reconocieron su gran aportación, y
fue la única obra completa de la auto-
ra que incluyeron en una colección de
apreciaciones de ella por sus amigos
en un homenaje en 1975 Helena Po-
niatowska lo destacó:
El día 15 de febrero de 1971 es un
día clave en la causa de la mujer. Ro-
sario pronuncia su discurso en el Mu-
seo Nacional de Antropología e Histo-
ria. Habla del trato indigno entre hom-
bre y mujer en México y sus palabras
la convierten en cierta forma en pre-
cursora intelectual de la liberación de
las mujeres mexicanas. Por primera
vez, a nivel nacional (puesto que Rosa-
rio habla en una tribuna pública), Ro-
sario denuncia la injusticia en contra
de la mujer y declara que no es equita-
tivo ni legítimo que uno pueda educar-
se y el otro no; [. . .] Este grito de Rosa-
rio ― porque grito fue ― tuvo una
amplia resonancia. Nadie hasta enton-
ces, ninguna señora diputada, ninguna
senadora se había ocupado realmente
de la condición femenina, y si lo pre-
tendió levantó la mano con tantas pre-
cauciones, lo hizo tan tímidamente que
nadie la vio.
Castellanos denunció la injusticia
en contra de la mujer como nadie lo
había hecho antes en México, pero su
“grito” fue mucho, mucho más. En el
discurso, ella insistió en que una in-
vestigación detallada de las cualida-
des que definían a la mujer “va a con-
ducirnos a un descubrimiento muy
importante: el de que no existe la
esencia de lo femenino. Porque lo que
en una cultura se considera como tal
en otra o no se toma en cuenta o for-
ma parte de las características de la
masculinidad.” Entonces, “lo femeni-
no” era una construcción cultural que
se podía cambiar, y el valor de que
una mujer debía ser abnegada era
uno de los muchos que necesitaban
revaloración. Ella mantenía que, afor-
tunadamente, la ley en México esta-
blecía en principio la equidad entre el
hombre y la mujer, aunque las cos-
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Comitán, ciudad que habla de vos
tumbres lo burlaban. Por eso la auto-
ra denunció una serie de inequidades
que existían, a pesar de no ser legíti-
mas bajo la ley, en la relación matri-
monial, en la educación, en el acceso a
un trabajo productivo para la comu-
nidad y en la libertad de movimiento.
Ella concluyó la denuncia con un pun-
to fundamental en el que recordó las
palabras de Simone de Beauvoir que
la independencia de la mujer tenía su
principio en el vientre:
No es equitativo ― luego no es le-
gal ― que uno sea dueño de su cuerpo
y disponga de él como se le dé la real
gana mientras que el otro reserva ese
cuerpo, no para sus propios fines, sino
para que en él se cumplan procesos
ajenos a su voluntad.
No es equitativo el trato entre hom-
bre y mujer en México. Pero nos da-
mos el lujo de violar la ley para seguir
girando, como las mulas de noria, en
torno de la costumbre. Aunque la ley
se haya hecho, y lo sepamos, para co-
rregir lo que la costumbre tiene de ob-
soleto, de viciado y de injusto.
Elena Urrutia citó una buena
parte de esta diatriba contra las in-
equidades para concluir su presenta-
ción en 1984 sobre la preocupación
por la mujer en el ensayo de Castella-
nos. Enfatizó el entusiasmo con que el
público recibió “la memorable catili-
naria que Rosario Castellanos pro-
nunció ante el jefe del ejecutivo, cati-
linaria que la ovación sostenida de las
mujeres ahí congregadas suscribía
con pasión.” Valía mucho para ese
público principalmente femenino que
alguien expusiera tan claramente lo
injusto de la situación.
Sin embargo, el reto del discurso
venía en seguida. Sin detenerse, Cas-
tellanos fue al grano, al estilo de -
Woolf y Beauvoir, ya que no quería
oír excusas de las mujeres pues se
debía exigir una mejor situación:
Si la injusticia recae aún sobre las mu-
jeres mexicanas no tienen derecho a
quejarse. Ellas lo han escogido así.
Ellas han despreciado las defensas
jurídicas que tienen a la mano. Ellas se
niegan a asumir lo que los Códigos les
garantizan y la Constitución les conce-
de: la categoría de persona.
El “grito” de Castellanos en el
museo tan digno en el bosque de Cha-
pultepec, en 1971, tuvo el objetivo de
despertar en las mujeres mismas su
responsabilidad de tomar la situación
en sus manos. El punto principal fue
que ninguna otra persona lo podía
hacer por ellas.
Castellanos exigió más de sus
compatriotas femeninas que nadie les
había insistido anteriormente. En los
Estados Unidos yo recibí la influencia
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Comitán, ciudad que habla de vos
de Virginia Woolf y de Simone de -
Beauvoir antes de conocer la literatu-
ra mexicana, pero fue Castellanos
quien me enseñó la importancia de es-
tudiar cuidadosamente la aportación
de esas intelectuales feministas. Hay
una obra de Woolf que tiene muchos
paralelos con el “grito” de Castella-
nos, desafiando a una nueva genera-
ción de mujeres: A Room of One’s
Own (1929) (Un cuarto propio) , basa-
da en unas pláticas que Woolf había
dado a las estudiantes en dos universi-
dades de mujeres en cuanto a la im-
portancia de escribir y de aportar a la
sociedad. Aunque era evidente la in-
fluencia colonialista que venía con el
hecho de ser inglesa a principios del
siglo XX, aún así su mensaje fue pun-
zante:
¿Cómo alentarlas de otro modo a
encarar el riesgo de la vida? Señoritas,
les diría yo, y escúchenme bien, pues la
peroración ya empieza, en mi entender
todas ustedes son vergonzosamente ig-
norantes. Jamás han descubierto nada
que valga. Jamás han sacudido un im-
perio o capitaneado un ejército. Los
dramas de Shakespeare no los escribie-
ron ustedes, y nunca han introducido
en un pueblo bárbaro los beneficios de
la civilización. ¿Qué disculpa tienen?
La severidad de la crítica de -
Woolf fue precisamente para desper-
tarlas de su conformismo, además de
que era bien merecida. En aquel en-
tonces el mundo estaba, y hoy mismo
todavía está, repleto de situaciones
difíciles que requieren la actuación de
personas más concienzudas que las
que están en el poder. Como las muje-
res constituimos la mitad de la pobla-
ción humana, nos toca la mitad de la
responsabilidad. Es la obligación que
Castellanos exigía que sus compatrio-
tas asumieran: la categoría de perso-
na completa, dueña de su propia vida.
…………………….
Rosario Castellanos rehusó que-
darse en el vacío que los filósofos de
antigüedad le habían designado a la
mujer. En sus ensayos, ella estableció
una presencia femenina honesta y ri-
gurosa dentro de las letras mexicanas.
Planteó la cuestión del “feminismo”
en las páginas editoriales de la capital
de México en 1963, cuando en muchas
partes del mundo aún no se había oí-
do el término. Llamó la atención a las
costumbres retrógradas sobre asuntos
sociales tan básicos como el matrimo-
nio, la maternidad y el control de la
natalidad. Expuso los estereotipos cul-
turales del hombre machista y la mu-
jer abnegada al examen del público
lector. Defendió la integridad y la in-
dependencia del cuerpo de cada mu-
jer, para usar “como se le dé la real
gana” a ella misma, únicamente. Co-
mo dijo José Emilio Pacheco en 1974
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en su introducción a El uso de la pala-
bra: “Gracias a Rosario Castellanos,
las mexicanas rencontraron su
voz” (7). Los ejemplos que he presen-
tado sólo ofrecen un vistazo rápido de
la originalidad de esta gran pensado-
ra mexicana; es preciso leerla en todo
detalle. Los ensayos y el periodismo
narran la formación que como
“contrabandista” tuvo Rosario Caste-
llanos, una de las más dignas concien-
cias de México en el siglo veinte.
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Estamos llenos de cultura.
¿Cuándo venís a
Comitán a
llenarte de luz?
Consejo Ciudadano de Cultura Municipal
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Honorable Ayuntamiento
de Comitán
y
Universidad
Mariano N. Ruiz
¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es
¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo
auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.
Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del
Niñito Fundador.
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“Hechos en Comitán” es el órgano de difusión del Honorable Ayuntamiento de
Comitán 2011-2012.
Esta semana circuló el número 2.
Con un concepto que privilegia la imagen, en selección de color, la gaceta da a
conocer las actividades que realiza el Ayuntamiento a favor de la comunidad.
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CRÓNICAS DE ADOBE
En el programa radiofónico del martes 14 de junio, “Crónicas de Adobe” se llenó de
luz con la presencia de Estefanía Campos Flores (reina de la feria de agosto 2009) y
de Francisco Javier López Hernández (conductor de la radio Brisas de Montebello).
El tema fue: “La romería, un camino de luz y flores”.
En la fotografía: Genaro, Fanny, Francisco, Alejandra y su hijo.
Todos los martes, de tres a cuatro de la tarde: www.imer.gob.mx
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El Consejo de Redacción de DIEZ, la Revista Digital de
Comitán felicita a Anahí Mariela Espinal Moreno, por
obtener el grado de Licenciada en Ciencias de la Educación,
con terminal en psicología educativa.
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“El paso de la luz a través de la espiral de
un sueño”.
Mixta de hilos sobre madera encerada
(2010).
Autor: Arbey Rivera.
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“El camino de la luz en la poesía
del vértigo” (detalle).
Mixta de hilo sobre madera
encerada
(2010).
Autor: Arbey Rivera.
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“Pasionaria 1”
Autor: Ángel Gabriel
Penagos Gordillo.
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“Pasionaria 2”
Autor: Ángel Gabriel
Penagos Gordillo.
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En tiempos de
confusión
¡tenemos el
hilo de la
armonía!
Nos vemos en el
80 Frida