Download - Revista Subterra num 15
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are mokkelbost
ficcionario: el ed
a journey round my skull
bolutas de humo
recuerdos
dossier: recordar es volver a vivir
imaginantes
9000
murakami y los beatles
belleza pálida
dossier: el misterioso tunelde la memoria
portada: calamar en su tinta.
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ilustración: Gerardo Vargas
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*Una Publicación de Calamar en su tinta.
Luis Fernando SafaGabriel GutiérrezOrlando Portillo
www.calamarensutinta.com
DirecciónOrlando Portillo
Dirección EditorialLuis Safa
Difusión y mediosGabriel Gutiérrez
Editor de FotografíaRaúl Rámirez Kigra
Dirección Artística: Calamar en su tinta.Diseño Gráfico: Calamar en su tintaEdición: Calamar en su tintaRedacción: Janeth RogelioCorreción : Omar Arturo Garfio y Janeth RogelioEstílo: Omar Arturo Garfio Soporte: Patricia Luevano
Ventas: Orlando [email protected]. 6141380900
Colaboraron en este número
Omar Garfio,Gerardo Vargas,Oscar Jimenez, Roberto Andrade, Frvto, Luis San Vicente, Memex,Francisco León, Ed Carussi, Max Luccini, Tooco, Paty Luevano, Enrique Servin, Javier Lomelí,Janeth Rogelio, Victimario López,Yazmin Huerta y Monster Poster Agradecemos
Ed Carussi,Revista Picnic,Oscar Jimenez, IvánJimenez, Watcha-vato, Grupo Horma,SalónCorona,Zozaya,Enventura,Wof TIger,Zhino Roberto Andrade,Kimberly de Pablo, Empi,Yazmin Huerta, Alejandra Esparza, Fabio Bonilla, Abdón Méndez,Gerardo Vargas,Instituto Chihuahuense de la Cultura, a Sdax,Iker Basauri,a todos nues-tros patrocinadores,colaboradores y demás personas que hacen posible que esta publicación suceda, miles de gracias, esto es para ustedes...
Una bella tipografía del recuerdo engalana algunos textos en esta edición, se trata de la familia de tipos Parisine de la casa francesa TypoFonderie, diseñada originalmente para hacer mas efectiva la legíbilidad en el sistema de metro Francés.
“Esta revista cuenta con apoyo otorgado por el Programa “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2009 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes”.
Revista Subterra XV:Recordar es... Volver a vivir
Impreso en México.
Apoyo en logística y producción del evento: Programa de desarrollo cultural para la juventud del Instituto Chihuahuense de la Cultura.
ilustración: Roberto Andrade
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La mayoría de las tragedias vienen del olvido y del comodísimo no me importa. Nuestra generación, cualquiera después de 1970, excluye con orgullo a la realidad en todos sus tiempos. Estamos suspendidos en un sitio donde gobierna el prejuicio basado en envidias, la perpetuación de apariencias, una nostalgia pretensiosa por revoluciones caducas, y sobre todo, un indiscutible desinterés por lo que sucede más allá del círculo intelectual y facebook.
En nuestra edición XIV los integrantes de Revista Subterra tomamos la decisión de no engrosar la lista de publicaciones sóloamigos, egotecas o cualquier tipo de clasificado primer mundista. Si bien desde un inicio se ha pugnado por incluir cola-boradores y temas que, forman parte de nuestra identidad social y memoria colec-tiva, explorando al lado del colectivo Calamar en su Tinta reafirmamos la necesidad de legitimar el sitio del pasado para crear un proyecto ambiguo y propositivo entre quienes vivieron antes y nosotros: Evolución. En medio de una verdadera crisis so-cial y con la permisión absoluta hacia cualquier clase de información, es demasiado ingenuo continuar con viejos y desgastados estándares que lejos de proponer o simplemente divertir, nos atrapan en una realidad ajena a nosotros.
Es común observar en las calles el rostro de figuras históricas o sobresalientes sin hallarles el menor sentido, la verdadera intención fue relegada por el uso sistemáti-co. Así vemos pues a Zapata sin Tierra y Libertad, a Malverde enaltecido sin un por qué, al menos aparente, para quienes circulan por las principales avenidas. ¿Cuál sería realmente la razón para hacerlo? La mayoría aún no lo desciframos. ¿Será que los autonombrados rebeldes se adhieren a la lucha del santo narcotrafican-te? ¿O se burlan de nuestros gobernantes mediante la pega de su rostro? Habría que preguntarles. Y desgraciadamente hay cientos de ejemplos más en un mundo donde la pretensión y globalización parecen llenar necesidades y sólo complacen banalidades. Las carreras de ego entre fotos y número de comentarios por internet son la principal inquietud matutina, las fiestas con finta y disfraz de neoyorquino son el tema y preocupación máxime entre los círculos intelectuales y artísticos.
Resulta asqueroso y decepcionante ver a los más saciando su antojo creativo con sobras de países lejanos, mendigando la última receta de ilustración MTV, parafra-seando reseñas musicales o textos ajenos por miedo a ser juzgado en sus propios zapatos. Cada día con pesar se multiplican diseñadores, literatos e individuos que añoran ser lo que sea mientras parezca extranjero, entran como ratas a las cloacas internacionales para salir portando caretas apestosas de segunda mano, andrajos franceses, americanos o chinos claro, se venden al mayoreo y más baratos. Y lo irónico es la inconformidad que deviene al día siguiente, la cruda física aumenta con la sensación de no tener una identidad propia que nos haga sentir verdaderamente parte de algún sitio, de algún México.
De allí la necesidad imprescindible de recordar y volver a vivir, de retomar elementos que dormitan entre nuestras calles, casas, costumbres y tradiciones. Recuerda que el hombre no sólo se forma de experiencias pasadas y presentes, sino de lo que añora para sí mismo. Así que atáscate, en más de cincuenta hojas podrás hacerte agua los ojos o servirte un trago de conciencia. Como muestra dos talentos mexi-canos: el memorable Roberto Andrade a cargo del reportaje de portada cien por ciento a mano y Gerardo Vargas con su manejo sublime de arte serigrafía: grande-za y sencillez admirables. Aunque parezca imposible los conocimos sin internet o visitas a Barcelona, fue a la antigüita, con interés, interacción persona a persona. Así pues, legitimamos uso de imagen y palabra como arma que lejos de perse-guir culpables persigue la formación de tu propio criterio. En medio del clamor de un impulso desarrollista, el hombre ha perdido su participación y libertad en sociedad gracias a la indiferencia o miedo de ser empático. Y no se trate nadie de confundir, de afirmar que es anticuado pensarse en cúmulo ante la entrada del postmodernismo: aferrase a iniciar un viaje hacia el futuro sin haber conocido y amado suficientemente tu pasado y presente es darse un tiro directo a la sien que siempre, siempre, mata.
Janeth Rogelio.
hola.
David Lynch, el pescador de ideas.Cortesía Imaginantes
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El tiempo se puede definir de muchos modos. Una definición podría ser la que dan los físicos al definir el tiempo como aquello que pueden medir con exactitud los relojes. Otra podría ser algo más filosófica al considerarlo como una forma real y objetiva de
existencia e incluso como una forma de envolver los sucesos reales que crea nuestra propia mente. Pero, ¿por qué considerarlo como una cuarta dimensión?
Are Molkelbost, logra por medio del uso del collage, utilizando medios impresos desechados, como revistas y periódicos que comúnmente la gente tira o desperdicia, una obra que a pesar de su abstracción genera un diálogo muy interesante, a veces
retórico, cuestionando qué tan desechables somos, sobre todo tomando en cuenta el día a día lleno de miles de experiencias, que es lo que hace que algunas sean mas válidas que otras, o como dice Stephen Hawking, la memoria reside en una cuarta dimen-
sión llamada tiempo.
imprimiendo es memoria llamada cuarta dimensión
Imaginaria: Se requiere el uso de la imaginación
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...El tiempo, ya que al tiempo y al destinoSe parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocableDel agua que prosigue su camino...
-Jorge Luis Borges
entidad 2Are Mokelbost
collage sobre acrílico
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El tiempo es decidido,no suena su campana,se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,aparece
como un agua profundaen la mirada...
-Pablo Neruda
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entidad 1Are Mokelbost
collage sobre acrílico
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entidad 2Are Mokelbost
collage sobre acrílico
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¨Coleccionar libros de todo el mundo, me permite contribuir con material visual que poca gente ha visto.¨
1. SubTerra (ST): Háblanos de tu sitio en BlogSpot
Will Schofield (WS): En un inicio A Journey Round My Skull mostraba imágenes digitalizadas de mi colección de libros y otras ilustraciones, y a veces citas de o anéc-dotas acerca de tales libros. He estado coleccionando libros desde la preparatoria, la mayoría de autores no muy populares de talla internacional de los años 1850 a 1950. Me interesa la literatura extremadamente visual, en especial de escritores franceses como Lautreamont, Raymod Roussel y Henri Michaux. Tal enfoque atrajo artistas al sitio. De hecho uno de los placenteros efec-tos colaterales de crear el sitio web es conocer artistas de todo el mundo. Así, el verano pasado empecé a ha-cer más cosas basadas en imágenes.
El blog es además un proyecto de colaboración con el escritor Gilbert Alter-Gilbert. Él provee la mayor parte del mejor material, ensayos de introspección de fasci-nantes escritores desconocidos. Además ha contribui-do con bastantes traducciones.
El blog se llama así por un libro salvaje del autor húnga-ro Frigyes Karinthy. Se trata de unas memorias de 1930 tituladas A Journey Round My Skull, en las que escribe vívidamente acerca de someterse a una cirugía cerebral solo con anestesia local.
2. ST: Cuando descubrimos tu BlogSpot nos quedamos impresionados, el perfil de las co-sas que muestras es único. ¿Cómo encuentras este tipo de cosas?
WS: Durante poco más de un año, las imágenes jugaban un papel secundario en el blog. Gracias a la positiva res-puesta que tuvieron las entradas cargadas de imágenes, como las de Rokuro Taniuchi, Walter Schnakenberg y un libro de texto de Biología de los 70 bizarramente ilustrado, comencé a buscar material visual. Primero volteé a ver mi propia colección buscando más imágenes que palabras, portadas creadas por artistas y diseñadores famosos, pu-blicando cubiertas incluso cuando no tuviese nada qué de-cir acerca del libro. Luego comencé a comprar catálogos de colección y y revistas internacionales de diseño gráfico difíciles de conseguir así como libros de arte. Ahora colec-ciono imágenes de la misma manera que lo hago con los libros: encuentro un artista que me gusta, investigo quién fue su influencia, a su vez quién fue la influencia de este y así sucesivamente.
Peacay del sitio web BibliOdissey me enseñó todo lo que sé acerca de hacer búsquedas y escarbar en línea. Te re-comiendo que cheques su lista de interminables fuentes de imágenes. La cacería de imágenes en línea involucra mucha talacha, buscar a ciegas en páginas interminables para encontrar algo que valga la pena, me hace recurrir a mi falso lado obsesivo compulsivo.
3. ST: Nombra tres artistas que representen la mayor influencia para realizar tu BlogSpot o tu búsqueda de arte.
WS: Descubrir al ilustrador japonés Rokuro Taniuchi (1921-1981) fue una revelación. Encontré un libro suyo por azar. Estaba buscando libros de Tadanori Yokoo, quien editó un libro en japonés del trabajo de Rokuro. Lo compré a ciegas, sin saber que terminaría por adorar su trabajo. Este libro resultó ser muy escaso y difícil de encontrar, así que sentí como si hubiera encontrado un tesoro enterrado. El libro de Rokuro me llevó a apreciar libros ilustrados para niños, los cuales han sido un enfo-que reciente que le he dado a mi sitio web. También fue uno de los primeros libros que compré a sabiendas de que no iba a entender una sola palabra del mismo. Co-leccionar libros de todo el mundo, me permite contribuir con material visual que poca gente ha visto.
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4. ST: ¿Cuál fue tu primer contacto emocional con el arte, lo primero que te motivó emocionalmente para hacer A Journey Round My Skull?
WS: Dos portadas extrañas de libros me inclinaron a iniciar el Blog: Una portada anónima del libro A Dark Stranger de Julien Gracq: www.flickr.
com/photos/ajourneyroundmyskull/1570755159/ y la portada de Seymour Chwast para Moravagine, obra de Blaise Cendrars. También me interesa
que la gente voltee a ver el libro The Writing of Stones de Roger Caillois, el cual contiene trabajo accidentalmente artístico en piedras cortadas:
www.flickr.com/photos/ajourneyroundmyskull/2630355426/
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TAKASHI MURAKAMI y su relación con el anime (animación) y el manga
(cómic) resulta central en la concepción estética de este artista que debutó
a comienzos de la década de los noventa. Ambos géneros son, según sus
propias palabras, “representativos de la vida cotidiana en Japón” y tienen
su origen en la subcultura otaku, un término referido a jóvenes recluidos
en sus casas y obsesionados con el anime y el manga.
Su trabajo también está influido por la cultura popular y por determina-
das corrientes artísticas europeas y americanas, de ahí que la práctica de
Murakami combine brillantemente la viva paleta del pop, la planaridad
del arte tradicional japonés, y algunos elementos del movimiento Surre-
alista, donde lo onírico era una parte fundamental del proceso creativo.
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klint.bolutas de humo.
Serie ganadora de la bienal de fotografía del centro de estudios de la imagen, 2009
Gerardo Montiel Klint
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estudio de marina con sobreviviente de atque de tiburón I
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estudio de paisaje con vomito I
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Y de ese ambiente redondo,redondo por negativo,mi corazón salió heridoy mi conciencia turbada.Un recuerdo mantenido:redonda, redonda nada.
klintandphoto.com
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VIVIR DE RECUERDOS
el relato de mi extraña cita con el destino en el hotel Lafayette
fotos.Gabriel Gutiérrez
texto.
Victimario López
y las fabulosas ilustraciones de:
Roberto Andrade
de portada
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Venía de afuera, de tragar humos donde nada sucede y todo se pasa, venía de Chihuahua. Era un día de no me acuerdo si llevo dos o tres vagando por el defeño. Entré al Hotel Lafayette para darle de largo hasta mi cuarto, cuando vi una puerta empare-jadita con cara de estoy lo suficientemente dispuesta para que me empujes y puedas ver adentro. Me acerqué, con la mano aventé un poco la puerta y allí vi un hombre sentado frente a la cama, inclinado con lápiz en mano.
Normalmente hubiera echado hasta la habitación, no tengo tiempo para cazar
sombras y armarle historias a desconocidos. Últimamente, parezco añorar días
que, me conducen a días, que sólo prometen más días infinitamente venideros.
Pero ya estaba con el tacón enterrado en la alfombra y echar un ojito podría, como
en los viejos tiempos, traficar otras cosas.
El citado hombre que será multicitado en los siguientes párrafos, no se inmutó con
mi presencia. Se quedó echándole impulso al grafito versus papel, donde se veía el
conocido gallito del Peje. Pensar que todavía algunos le prenden su veladora. Total,
entré y como él no hablaba y yo, ya estaba con los ojos muy entretenidos en las
pilas de libros y revistas, nos quedamos tragando silencio. Miré mucho en poco:
ilustraciones, diplomas, una botella de brandy Don Pedro. No sabía cómo sacarle
plática y lo peor, tenía que irme porque quedaron de darme aventón a la expo de
La Chapelle, pero obvio, debía volver para sacarle historia y de paso algunas fotos.
¿Qué decirle? Él callado dibujando, yo clavada de los dientes por la precisión de
sus trazos y el coloreado perfecto sin la mugre del photoshop. En cinco minutos
me supe presa de mi seudo vouyerismo ya rehabilitado. ¿Qué relación podría haber
entre las galletas príncipe sobre la cama, las revistas Vaquero, el ex perredista a
medio hacer, las revistas de El Semanal y aquel hombre? Y en eso estaba cuando
el morador del cuarto uno, me miró haciendo la silla para atrás y prendiendo un
tabaco Raleigh.
Aló, le dije abriendo en abanico mis dedos. Lo maravilloso de las sorpresas es
saberse desprotegido, sin expectativas, lo que es más, ni siquiera sabemos estar
a la víspera de algo. La casualidad tiene la cualidad de la inocencia, te topas de
frente, te entregas sin frases o poses premeditadas, de humano a humano. Cruzas
el lobby, mirujeas y de pronto:
Estás con la boca abierta y la mano temblando, estás magnetizada por la habilidad
del hombre que vive dentro del hotel a donde llegaste por mero azar y buen precio.
Te agarran desprevenida y cuando reaccionas, hay alguien abriendo el hemisferio
izquierdo de tu cerebro, haciéndole cosquillas a tu piedra de la locura. Pero ni chan-
ce de explayarte, debes dar fuga a la exposición, porque es re tarde. Y sí me fui, no
había de otra, excepto quedar de platicar al día siguiente y por supuesto, quedé.
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Y le caí a la exposición de La Chapelle. Salimos, y entre que me echo un taco,
otra chela y alguna quesadillita, la constante siguió siendo quien más tarde,
sabría es Roberto Andrade. Fue tan sencillo como abrir la puerta correcta, como
prestarse al espacio donde el tiempo es pleonasmo y dos personas de diferente
época se unen en presente.
Al siguiente día bajé al desayuno continental: café negro, pan tostado y avena
instantánea. Su puerta estaba cerrada. Toqué y no contestaron, fue hasta más
tarde cuando al pasar, para darle fuego a un delicado, vi la invitación del cuarto
entreabierto.
Don Roberto estaba sentado en el lugar del día anterior, alzó la vista enraizada
a un buenas tardes, ¿quieres agua? Y yo ni pío, tenía el ánimo de nomás le di
un trago y mira cómo me puse, con la cámara en mano empecé a retratar y él
a sacar revistas y diplomas de los buenos y viejos tiempos. Jamás nos dijimos
mucho, era cual si cada quien, adivinará nuestro interés.
“¿Y pa qué quieres las fotos?” Preguntó en tono desconfiado. Porque en tiempos
donde la moda viene de hacerse luchador y secuestrar, como dice el gobierno,
a adultos mayores, nadie es de fiar. “Para una revista de Chihuahua, se llama
Subterra”. Ah dijo, y soltó que hace rato vinieron unos a sacarle entrevista, foto
y mucha porra y jamás enviaron algo, y además “con eso del Internet y compu-
tadoras a uno lo sacan del juego”.
¡Tanto talento sucumbido ante la falta de un correo electrónico! o de perdis el latin
chat. Ya en nuestros tiempos el hombre ha sucumbido ante la máquina, los verda-
deros talentos se vuelven consuelo de su propia memoria. Haber trabajado treinta
años para el Grupo Novedades y de eso sólo las gracias, el adiós y el recuerdo
donde vuelve a revivir su fino pulso, en revistas como El Semanal, Mecánica Po-
pular y Vaquero.
“¡No así no!”, me dijo dándome un manazo cuando puse los dedos al interior de
una de sus imágenes, “se agarra así porque se maltrata”. Y allí lo supe, vive solo.
Sobrevive en el primer piso del hotel donde quizá alguna vez alguien se atreva a
irrumpir, para calcar sus huellas digitales en sus ilustraciones o para preguntarle
desde su infancia hasta el nombre de los santos que tiene en el buró junto a cuatro
dados de cubilete y un cenicero: religión, juego y vicio, indispensables para nuestra
condición humana.
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Y Don Roberto, le pregunté, ¿desde cuán-
do dibuja?, y a placer fue contando lento,
anécdotas donde le pedían ilustraciones al
por mayor, y él no titubeaba, añoraba verse
de pie, a un paso del precipicio de la hoja en
blanco donde cabe cualquier trazo, mas no
cualquier orden de colores y formas.
“Vivo aquí ya no me acuerdo hace cuanto, pues esto es lo mío, dibujar”. Y
aunque yo le solté a modo de ráfaga decenas y decenas de preguntas, la
respuesta siempre fue similar. Para aquel de pocas palabras, compañía con
diez ojos y una cámara digital.
Y sí vive allí, sus amigos son los clientes del hotel con los que nunca habla,
los empleados y sus recuerdos. Ayuda de vez en cuando a tender las camas
de otros cuartos y dibuja por gusto y sueldo; robando miradas extrañas de
cualquiera con tiempo para hojear y escuchar el pasado.
Recordar es volver a vivir, pensé, y nada mejor que hacerlo en compañía
de quien cuenta, de quien manipula a placer la historia y es además, su
protagonista.
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izq ilustración para novela gráfica
derla deidad árabe y
el arte deRoberto Andrade
abajoel torturador, para el libro siniestro
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dossier
RECORDAR...ES VOLVER A VIVIR.con las actuaciones de:
Gabriel Gutierrez,Fco,Frvto,Max Luccini El Ed, Memex, Gerardo Vargas,Roberto Andrade,ToocoYazmin Huerta, Alan OronozLuis San Vicente y Monster Poster.
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Luis Sanvicente
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Max Luccini
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Utiliza iconos de la cultura pop globalizada y sobrentiende un lenguaje
simbólico global (para los que nacieron y vivieron en la gestion del i love
ny) Desgarra, ironiza y viola brutalmente varios paradigmas de la comuni-
cación moderna, por medio de sus ya clásicos collages amarillentos y de
mala calidad; de origen colombiano y casi anónimo, 9000 está conmocio-
nando con su inventivo y sorprendente trabajo, desde publicaciones como
yuxtapose en Estados Unidos, o la bak en Portugal, todos sucumben ante
la transgresión comunicativa de este (según dicen las leyendas) adolescen-
te diseñador latinoamericano.
digital.
visita su multigalardonado flickr:
www.flickr.com/dinosonic
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Utilizando iconos de la cultura pop globalizada, y sobrentendien-do un lenguaje simbolico global (para los que nacieron y vivieron en la gestion del i love ny) desgarra, ironiza y viola brutalmente varios paradigmas de la comunicación moderna, por medio de sus ya clásicos collages amarrillentosos y de mala calidad; de ori-gen colombiano y casi anonimo, 9000 esta conmocionando con su invientivo y sorprendente trabajo, desde publicaciones como yuxtapose en estados unidos, o la bak en portugal, todos sucum-ben ante la transgresion comunicativa de este (segun dicen las
leyendas) adolescente diseñador latinoamericano.
Meg se define como una optimista, y su trabajo lo demuestra, utilizando
solo ténicas manuales y un estilo relajado, cuenta historias románticas de-
trás de escenas rutinarias de la vida, donde todo es acentuado por un muy
romántico uso del color, el color expresa el estado de ánimo de sus per-
sonajes, en un lenguaje claramente impresionista, mitad humanos,mitad
figuras mitológicas,estos conviven y juegan como niños a ser adultos, o
adultos jugando a ser niños.
manual.
échale un vistazo en:
www.meghunt.com
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Son los sesenta y la cultura pop vale la pena. Watanabe se enamora, se desenamo-ra, vive, muere y renace siempre con una canción de fondo, la banda sonora de su película. Su película: Mi vida en la universidad, que por cierto, apesta. Emociones menos frecuentes que una luna llena, sin amor ni paz, ni sicodélia, sólo colores sombríos y paisajes de otoño en primavera. Lástima por todo, mientras todo lasti-
ma, qué pena ser él, que pena ser.
De esta mala película sólo vale la pena la música, prefiere cerrar los ojos para evitar una escena triste y disfrutar solamente la música, Norwegian Wood. el final de la película es trágico: dos suicidios, dos desamores, que bueno que ya ha
terminado.
30 años han pasado y todo ha pasado. Y en el pasado se ha quedado, hoy está en un aeropuerto alemán, esperando su vuelo a Estados Unidos. Mientras tanto en el sonido ambiental del lugar: Norwegian Wood, maldita sea. Y junto con ella, un recuerdo, luego otro, de repente todo es recuerdo, un mar de recuerdos al son del
rock británico. Recordar es dejar de vivir, piensa con la vista perdida.
Norwegian Wood.
inspirado en el libro Norwegian Wood de Haruki Murakami
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Son los sesenta y la cultura pop lleva por nombre The Beatles, más famosos que Jesucristo. Su Mesías Lennon, bajó a la tierra como hombre y conoció el pecado, el amor y el desamor, nacía y renacía mientras componía sus melo-días pop, milagros, que multiplicaban masas, su vida genial: besos y caricias a la orden de cada noche de concierto, amor psicodélico. Cada experiencia lo
acerca un poco más...
Compone Norwegian Wood en 1965. Es su pecado su secreto, su confidente donde en su letra se descubre un amor fugaz, la cítara es ella, es el sonido ajeno a su naturaleza, es como la India, una tierra exótica y única, la ama y la posee, el ídolo encuentra un ídolo. Norwegian Wood, el testigo de este amor.
el Mesías muere como mártir.
30 años han pasado y todo ha pasado, y en el pasado se ha quedado. Hoy estoy en un aeropuerto estadounidense, en el lobby sentada frente a mí una chica esperando su vuelo hacia Alemania mientras el sonido ambiental hace sonar Norwegian Wood. El sonido de la cítara y su rostro es casi lo mismo, son el uno para el otro, ella sólo cierra los ojos, y sonríe: está recordando lo
que ha dejado de vivir.
Norwegian Wood.
Inspirado en la canción Norwegian Wood de The Beatles.
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Fotográfia Raúl Kigra Dirección Calamar en su tinta Maquillaje Dahena Buhaya Vesturario Roberto de la Nuva
Ilustración Gerardo Vargas y Francisco Leon fco
Modelos Gabriela y Laura Perez,Gema Martinez ,Ada Lozoya y Marian Dursterwitz
belleza pálidano sos igual a las demás, perla rosada,frágil caparazón
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g.l. l.
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g.
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g.
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a.
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Bibio.
Ambivalence Avenue.
2009Warp Records.
selección del staff...
Tracks recomendados :
Ambivalence Avenue.
Jealous of roses
Sugarette
Bibio es la buenaondez, definitivamente, está dentro de esa categoría de reciente denominacion : piratas bpm, artistas sonoros que extraen su materia prima o la reciclan de fuentes poco comunes, videos low fi de youtube, coros grabados en teléfonos celuláres, etc. Desde el oscuro burial en Inglaterra,el
Banksy de la música y el collage house de girl talk en Gringolandia, la propuesta francesa, Bibio, nos regresa a esa sensacion que provocaba oir a Air en los
noventa: Buenaondez.
album.
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esos lugares oscuros de la memoria
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Texto : Enrique Servin Foto : Raúl Kigra
La relación entre fotografía y mundo exterior sigue constituyendo un elemento
muy poderoso en nuestra manera de percibir y apreciar este lenguaje artístico.
El aura de referencia directa que sigue emanando la fotografía no ha logrado
debilitarse ni mucho menos desaparecer, por más que los géneros de la fo-
tografía manipulada o compuesta hayan alcanzado situaciones de verdadero
auge y popularidad. Frente a una imagen fotográfica, casi cualquiera que ésta
sea, siempre sentimos algo de testimonial, y por lo tanto nuestras actitudes
interpretativas deben adoptar estrategias diferentes a las que utilizamos frente
a una escultura, una pieza musical o una pintura.
La serie “Muertes en la Esperanza”, del fotógrafo Raúl Ramírez, al tratar, además,
el polémico tema de las corridas de toros, opera muy dentro de esta órbita de
referencialidad que he mencionado, y sin embargo logra sortear los peligros del
fotorreportaje o la de la fotografía ideológica. Un tema que suscita en nuestro
contexto cultural respuestas emocionales inmediatas —tanto de quienes ven
en el toreo uno de los aspectos más llamativos y ritualizados de nuestro patri-
monio cultural, como de quienes vemos en él, por el contrario, una costumbre
inhumana y cruel, independientemente de su elaborada forma externa— no
puede dejar de enfrentar al fotógrafo a los peligros de la sensiblería, o todavía
mucho peor, del efectismo expresivo.
A SANGREFRIA
Radar
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Como en cualquiera de las artes, una de las tentaciones más burdas del fotógra-
fo, es ciertamente, el efecto. Una temática por sí misma controvertida, que ha-
brá de suscitar entre los espectadores reacciones garantizadas. Pero conformar-
se con este resultado es, por supuesto, una facilidad, y el arte es precisamente
lo contrario de la facilidad. El arte es la técnica, es decir, la maña, la marrullería
expresiva, el juego de estrategia intelectual, la dificultad plenamente buscada
y dominada.
Ya en otras circunstancias, al hablar de la literatura, he comentado que el escri-
tor debe escribir para el lector malicioso, ya que el lector ingenuo o no existe,
o es, evidentemente, un mal lector. Algo análogo puede decirse de las artes
plásticas, incluyendo a la fotografía. El fotógrafo no debe chantajear al espec-
tador ingenuo con imágenes sensibleras, estridentes o mediante ninguna otra
facilidad, ya que el espectador ingenuo, para empezar, no está, ni jamás estará
interesado en la fotografía de arte. Los interesados en el arte son personas
inteligentes, formadas, maliciosas, y a estas no se le compra con unos cuantos
fuegos artificiales.
¿Cuál es, entonces, el juego lícito del creador de imágenes fotográficas? El lugar
común nos remite, por supuesto, a temas como la composición, el dominio
técnico, el sentido de oportunidad y la habilidad (aparentemente sencilla pero
en realidad difícil de encontrar) de quien sabe oprimir el obturador en el lugar
preciso del tiempo y el espacio
Si el martirio del animal es susceptible a sernegado, también essusceptible a sernegado el martirio del individuo que no se nos parece: el del hereje, el del disidente, el del “bárbaro”.
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Y sin embargo nada de esto es suficiente. En la fotografía, como bien lo ha de-
mostrado Susan Sontang, la realidad exterior es ineludible y de esta condición
deriva, precisamente la especificidad y la magia del arte fotográfico. El talento
está entonces en saber generar imágenes de significación que, partiendo de la
realidad, logren espacios de libertad estética e intelectual en los que lleguen a
ser posibles la ambigüedad, la magia y la pluralidad de significados.
Una de sus virtudes más inmediatas es la conjugación eficaz de los bloques
de luz y de sombra en un contexto de movimiento e impresión general de fu-
gacidad. En ocasiones, por entre las rendijas que sobreviven a estos grandes
bloques de luz y sombra aparecen, como si fueran jeroglíficos, o signos de in-
terrogación, o desgarradores garfios, los cuernos del toro que todavía no se ha
dispuesto a convertirse en la gran presencia de la escena fotográfica. En medio
de la velocidad, súbitamente nos detienen los artefactos rituales que el toreo
ha desarrollado con el pasar del tiempo: sacos bordados y manieristas, espadas
amenazadoras y posturas que en ocasiones recuerdan a las de la escultura o
la danza.
Si el martirio del animal es susceptible a ser negado, también es susceptible a
ser negado el martirio del individuo que no se nos parece: el del hereje, el del
disidente, el del “bárbaro”. Así, será igual de fácil decir que la conquista no fue
una guerra de exterminio sino un episodio histórico inevitable; que los indios
no tienen alma y que por lo tanto sus tierras pueden ser repartidas desde el
otro lado del mundo; que el genocidio armenio no fue un genocidio sino la res-
puesta a una insurrección, que el holocausto judío es una fabricación que nunca
ocurrió. Pero el otro existe y es nuestro deber el aprender a imaginarlo y a de-
fenderlo. En la corrida de toros el martirio del animal está allí, frente a nosotros,
realmente ocurre, es desgarrador, es atroz, y no tiene más sentido que el frívolo
e inaceptable sinsentido de emocionar por un rato a los espectadores.
Una fotografía, al igual que cualquier otra manifestación del arte, no puede por
sí misma (para volver a Susan Sontag) generar una conciencia. Pero si dicha
consciencia preexiste, si la sensibilidad ética —que necesariamente representa
la crítica de la Ley del más fuerte— es parte de quien contempla la fotografía,
la imagen es capaz de erigirse en un llamado, en una exhortación para que sus
destinatarios tengan el valor y la inteligencia de emprender la difícil tarea de
hacer la crítica de su propia cultura.
Visita www.kigra.com para ver la serie completa “Muertes en la Espe-ranza”
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agridulce ychicloso
radar
texto Yazmin Huertailustración Luis Safa
1. Los patrones y el Zócalo
Me sorprendo de nuevo mirando a los niños con melancolía agridulce, se reúnen
justo en el centro de la enorme plaza al lado del asta a jugar con sus globiproyecti-
les metálicos. Siento de nuevo el deseo de volver al tiempo en que el mundo estaba
arriba y todo era gigante; el librero enorme, inalcanzable, que solía derrumbarse
conmigo en el afán de trepar, cortando de algún cadáver polvoso unas cuantas
páginas para dibujar con mis plumonitos, esos que se borraban con el “mágico
blanco”. esta atrocidad mutilante era, en ese entonces para mí, la manera más fácil
de obtener hojas nuevas. En esta enorme plaza han caminado cientos de miles
de locos, los recurrentes, manifestándose y recordándonos que por más que nos
guste, no debemos olvidar el pasado; hordas interminables coreando eufóricos la
ingrata y/o hips don´t lie, hombres con machete en mano exigiendo justicia, milita-
res que lucen sus nuevos uniformes en vehículos que sólo salen del los cuarteles el
día del tan esperado desfile, estudiantes de teatro practicando estatuaria, Winton
Marsalis con Lila Downs, miles desnudos incentivados por Spencer Tunick y otros
menos por el orgullo gay, interminable lista de bellos locos, todo esto gracias a la
bendita Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, que nos da muy
buen circo. A los 6 años me encantaba observar los zapatos de toda la gente,
sobre todo en las multitudes, juntos y moviéndose rítmicamente, como siguiendo
un compás; ahora sé, el compás del tiempo acelerado, nunca suficiente. Miles de
zapatos de formas y tamaños distintos, siempre me gustaban más los de colores
vibrantes o brillantes, ellos siempre me caían bien, en ese tiempo con sólo mirar
sus zapatos sabía si me caería bien, era muy sencillo conocer a las personas por
medio de sus zapatos, ahora todo es complejo, ambivalente y engañoso. La fasci-
nación por los ritmos y patrones secuenciales viene de ahí, justo de cuando tenía
seis años.
2. Las texturas y Venezuela 27
Cuando cumplí nueve años todo cambió: me llevaron a vivir al Centro Histórico.
Una niña nerd, hiperactiva, proveniente del sur del DF., lleno de árboles, plazas
comerciales, pijamadas en casa de mis amigas, salidas a andar en bici y noches
coloniales; sí, todo rosa y chicloso, ahora en el centro de la ciudad más grande
del mundo. De pronto me encontré atorada en medio de una manifestación, ate-
rrada en los brazos de mi papá, llorando de desesperación y miedo, entre basura,
vendedores ambulantes y mares, ahora sí, verdaderos mares de gente gritando.
Protestaban por un aumento del 50% en el sueldo; entre los gritos me enteré de
que eran maestros Oaxaqueños de la sierra, así supe que en el sur México, había
más pobreza que en la capital, que los maestros estaban furiosos, llenos de rabia,
desesperación y dispuestos a todo con tal de obtener su aumento. Esto se volvió
cosa de todos los días, maestros de Michoacán lanzando bombas molotov, grana-
deros gas lacrimógeno, la calle se volvió un caos, violenta, viva, exigente, todo esto
me lleno de miedo. Por ese profundo miedo a salir a la calle en la tarde después de
la escuela, perderme en esa vorágine de pies, gritos, violencia, protestas y ratas,
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elegí el encierro temporal en Venezuela 27. El edificio viejo de departamentos donde
crecí, oscuro, frío, sucio, lleno de telarañas y varillas salidas por todas partes, resul-
tado de una fallida restauración después del temblor desastroso de 1985. Él fue mi
refugio antibombas, antigente y antirealidad; en él nació mi compulsión por observar
los detalles, descubrí la textura oxidada maravillante, mi favorita; el yeso roto y polvo-
so que roía y comía cuando nadie me observaba; los vidrios rayados con telarañas y
reflejosespejos borrosos; encontré portales a mundos paralelos en los charcos, todo
esto decorado con la interminable caca de paloma.
3. La máquina de la memoria
¡Salud!. Es la media noche en el viejo Salón Corona y hemos cerrado un número
más de PICNIC; hoy me cuesta creer que a los veinticinco años no me queda
tiempo para contemplar con voracidad el mundo; ya no hay más momento para
ese antiguo y placentero vicio. Ahora, atorada en el tráfico, miro el vidrio empañado
con gotas de jugo de arándano, resultado del reflejo en cada gota de las luces rojas
de miles de autos estancados en Reforma. Un tarro de michelada cubana oscura
¡Por favor! La sorpresa, cada vez más escasa, se asoma en la entrada de la cantina,
dibuja la silueta que hace tanto no abrazo; ha llegado de Canadá después de La
Feria de Ceniza. Me pregunta si esta noche vamos a dormir, escupo un rotundo NO,
hay tanto que contar. Tomo mi tarro de a Hidalgo, me despido de todos y salimos
de la cantina. Caminamos silenciosos por Madero, tiendas, boutiques, cafés y
cantinas, incrustadas a fuerza en edificios altos, viejos, barrocos y polvientos, como
los de todos los centros de las ciudades mexicanas. Al fin después de tres cuadras
él rompe el silencio; -La presentación fue muy emotiva, todos lloraron, no lo podía
creer, es tan bello tener el poder de usar las imágenes para provocar y evocar en las
personas; me sentí poderoso, realmente poderoso,
y el dolor de espalda se esfumaron, aunque después de todo, sentí una
extraña culpa por usar mi historia personal, ya sé que es un recurso infa-
lible, pero me da culpa. Interrumpo, damos vuelta en Palma. Chocamos
con usureros y vendedores de oro, plata, relojes, y anillos arrebatados de
sus dueños en tiempos de vacas flacas. -Culpa, ¿Por qué?, ¿De qué más
vamos a hablar nosotros?; la historia personal es lo único que nos queda
además de los sueños. Los sueños y nuestro pasado son el punto de par-
tida cuando el blanco de la pantalla del monitor, fría, déspota, imponente;
demanda creación. Doblamos a la derecha en Donceles; libros viejos,
cientos de miles; telescopios para desafiar el cielo capitalino contaminado,
buscando una que otra estrella y lo último en cámaras fotográficas, que
congelan el tiempo a la maravillosa resolución de quince megapixeles.
Tú, frente la página en blanco con ella oxidada, rechinante, intentando
arrancarla
hay tanto en ella, tanto y nunca se llena, o ¿sí?; tal vez con el tiempo, va tirando
a la basura lo que no le significa, lo que no ella no desea, lo que se estanca y no
crece; crac, crac, crac, suena la bella máquina de la memoria y uno comienza
a recordar. A la izquierda en Brasil con dos Seveneleven en la misma cuadra y
hombres insistentes que preguntan ¿Quéleimprimoquenecesitanotasfacturas-
hornorariooooos?. Siempre ayuda el olfato, si se tiene la suerte de ser invadido
por un aroma conocido, ella se aceita inmediatamente y todo comienza a surgir
a borbotones. Llegamos a la plaza de Santo Domingo, aquí mataban “brujas” en
milquinientos y tantos; pobres hippies torturadas, ahora sólo quedan impresores
de títulos profesionales, pagados por médicos que nunca han pisado un hospital
e invitaciones de bodas y XV años, cada vez más sofisticadas. Los recuerdos
a borbotones son los que cada que se necesita, te sacan del apuro de crear.
La máquina apurada funcionando; apurada porque hoy a los veinticinco años,
crear es cuestión de minutos. Derecha en Venezuela, las altas paredes de la SEP
producen el eco de nuestros pasos y palabras; silencio, al fin silencio con viento
y eco. Caminar por el centro de la ciudad más grande del mundo en silencio, es
privilegio de fantasmas, noctámbulos y borrachos, llegamos a Venezuela 27.
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recordar es volver a morir.(por eso del 68)
por Victimario López
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J. Manuel Lomelíwww.chango100.blogspot.comEl autor es criminólogo, escritor y periodista independiente
Cada vez que tengo sentimientos de nostalgia por la Tijuana perdida, pienso que
toda remembranza o recuerdo está cimentado en un enorme engaño. Cualquiera
que guarde alguna memoria grata de su vida en cualquier ciudad fronteriza, Ti-
juana o Juárez por ejemplo, y que pueda hacer de lado a las putas, los congales,
los bares sórdidos y llenos de placeres inmediatos, y cualquier clase de leyenda
negra, debe saber también que vivió engañado.
Así puedo ir sacando de la cabeza el olor del eucalipto, la quietud de los cerros al
sur de la ciudad, la mar rítmica y en perpetua caída, y el placer de ser niño en una
ciudad donde había sitios oscuros, lugares anexos de culpabilidad y alegría. En
realidad, pocos sabíamos que, mientras el alcohol y las prostitutas corrían contro-
ladas por su respectivo mercado, y unos se escandalizaban por eso, también se
germinaba todo lo que ahorita nos esta haciendo pedazos.
La primera vez que llegué a Tijuana, frente a la terminal de autobuses, cruzando
la avenida, descubrí a un indigente parado al borde de la banqueta. Su barba
rubicunda le daba un toque contundente a tantísima mugre. Recuerdo que pensé
que jamás había visto un hombre así, tan miserable, y que además tenía la bra-
gueta y el botón sueltos para sobarse los genitales flácidos y ocultos tras el vello
púbico y las moscas. Yo tenía once años.
A los pocos días me hallé a un hombre vestido de mujer y más que sorpresa me
provocó alegría. Los únicos que me asustaron fueron los punks que intentaban
encender un cigarrillo de mariguana, y que frustrados, le pidieron lumbre a mi
mamá que nos llevaba de la mano después de ir al cine. Recuerdo que les dijo
que no fumaba y que yo la desmentí frente a ellos: pero tú sí fumas, mamá.
Miro en retrospectiva y todo eso es Tijuana, y lo acepto y me da gusto haber
crecido mi adolescencia en una ciudad que permitía siempre un poco más de la
cuenta. Me niego aceptar que esos recuerdos tengan que ver con la condición
actual, prostitutas y narcos no son lo mismo, drogas y asesinatos tampoco, sordi-
dez y crimen no están obligadamente relacionados. La tolerancia que ofrecía, por
que ya no la ofrece, se ha agotado o cuantificado o diluido o controlado, no tiene
que ver con la guerra que celebra el estado contra la mafia.
Lo que ahora sucede es producto de cosas que jamás estuvieron a la vista, de
mecanismos y engranes que se ajustaron y luego fueron soltándose en su in-
mensa movilidad y velocidad hasta perder el control. De algo que, quiero decirlo,
se gestó entre el estado y los mafiosos que ahora se regodean asesinando y
decapitando.
El narcotráfico – quiero gritarlo – es producto del estado, de su corruptela, de
sus incapacidades, de su complacencia e incompetencia, no del devenir social
inherente de Tijuana. No fueron las putas ni los yonkis ni los bares ni los indigen-
tes ni los migrantes los que alimentaron el poder del narcotráfico. No son mis
recuerdos a los que debo culpar por lo que ahora sucede. Los ciudadanos sólo
somos culpables de permitir que el estado sea simplemente imbécil e incapaz
y corto de miras, y de permitirle que celebre una guerra ridícula donde nosotros
estamos sufriendo y donde la solución de fondo, la real, yace aletargada como
una mujerzuela que manosean los políticos, intelectuales y periodistas, que se
hacen de fama restregándola en sus discursos.
Lo que ahora sucede, todavía peor, será el recuerdo de las nuevas generacio-
nes. Y pienso en lo que sigue, en cómo el estado ha llegado a estas ciudades
fronterizas a tergiversar nuestra forma de vivir, reinterpretándola para ajustarla a
sus sazones bélicas. Esta guerra contra el narcotráfico va dejar, como legado,
además de muertos, miedo y hartazgo, un aparato capaz de reprimir la tolerancia
que la sociedad debería comprender, asimilar y ajustar. La propuesta es esa
precisamente, ajustar. La solución es pulir las muescas para ensamblar el enorme
rompecabezas y no deshacernos de las piezas que no hemos podido acomodar.
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Nostalgia por Tiempos que Nunca Existieron
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Nostalgia por Tiempos que Nunca Existieron
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texto de Omar Arturo Garfio Méndezilustración de Oscar Jimenez
Carne asada, barbacoa, hamburguesas. La cuaresma quedó atrás y con su fin,
regresa la fiebre de viernes por la carne de ganado bovino y caprino. Al menos
para quienes acostumbran abstenerse de ingerir tales delicias durante 40 días con
todo y sus noches. No menciono al ganado porcino porque dicho animal casi no
eructa metano. Y es que curiosamente las cabras y en mayor medida las vacas,
víctimas de nuestro apetito por la carne, más allá de agradecer la cuaresma tienen
una manera de desquitarse con todos los humanos, carnívoros y vegetarianos
por igual.
No me refiero a los paros cardiacos o congestión de nuestras arterias al comernos
su carne o sus derivados lácteos. No. Sus eructos, y en menor medida sus flatu-
lencias son, por increíble que parezca, más nocivos al medio ambiente que todos
los medios de transporte combinados en cuanto a emisión de gases de efecto
invernadero, pues generan el 18% de la contaminación que incide directamente
en el calentamiento global. En otras palabras, una tonelada de eructos de metano
producidos por los rumiantes, es 25 veces más dañina al medio ambiente, que
su equivalente en dióxido de carbono. Todo se debe a que los estómagos de los
rumiantes, contienen unos microorganismos que les ayudan a digerir el alimento
y a cambio generan metano. No resulta entonces del todo sano comer solamente
hierba, al menos no para el Planeta.
Todo indica que nuestras necesidades de consumo de carne y lácteos se du-
plicarán en los años por venir. Pero al parecer, no todo está perdido y no será
enrolarnos en una Cuaresma eterna para que el planeta sobreviva y nosotros con
él, sólo cambiar un poco nuestros hábitos alimenticios, quizás comer más marsu-
piales en vez de rumiantes. Los canguros por ejemplo, eructan 600 veces menos
metano que las vacas. El caso es que los marsupiales tienen un sistema digestivo
más sofisticado que las vacas y no afectan tanto al medio ambiente. Me parecería
interesante ver menonitas criando koalas en sus campos. Habría que probar si su
carne es tan tierna como su apariencia. La de los marsupiales, desde luego.
Otra alternativa sería alimentar el ganado con una mezcla de pasto y maíz, en vez
de dejarlo que solamente paste. Con ello se reducen hasta en un 20% las emi-
siones de metano. Quizás sea buena idea en otros países, pero dudo que lo sea
en México donde el maíz es base de nuestra alimentación. Mejor aun me parece
la idea de que las vacas y chivas coman tréboles y otras legumbres, o grasas no
saturadas como el aceite de coco y de girasol. Por el momento se me antoja difícil
que cambiemos la carne de res por carne de koala o de canguro. Sobre todo
porque no son dóciles como las vacas en cuanto a su crianza y en particular los
koalas son especie protegida. En torno al sabor, ¿taquitos de marsupial? Quizás,
pues si en Australia e Inglaterra la carne de canguro es comercializada, ¿qué tan
mala puede ser? Todo sea por el medio ambiente. Aunque por otro lado, la sola
idea de tomar leche de cangura no me resulta del todo agradable. Y de canguro,
muchísimo menos.
vacas ymarsupiales
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Recuerdo el inicio de mi existencia, cuando mi vida era inocente y
solo contaba con algunas expectativas de cómo podrían ser las co-
sas. Corrían tiempos difíciles para mis amigos de la infancia, quienes
como Morris, con bellas utopías buscaban la solución a la deshuman-
ización en los objetos. Fui creciendo en un ambiente de herreros,
ceramistas y artesanos de todo tipo, que me enseñaron a jugar con
formas y materiales definiendo mi carácter estético y evitando a toda
costa al demonio de la industrialización.
Poco a poco fui conociendo líneas curvas y fluidas que cegaron mi
visión. Me enamoré de mujeres hermosas de cabellos largos y vesti-
dos flotantes que entre sueños misteriosos me hablaban de la evolu-
ción de las especies. Con procesos de hierro forjado y madera doblada
traté de conquistarlas, pero borracho de cariño, me dejé llevar por el
glamour de los tiempos y preferí la suavidad exótica de pieles de ani-
males, y la riqueza visual de la decoración sin fundamentos. Aquellas
doncellas que me habían conquistado la primera vez, habían cortado
en línea recta sus cabellos y endurecido sus facciones. Era inexperto
en aquel entonces, y en esta juventud no podía más que derrochar
banalidad, pero ¿quién se toma las cosas en serio con tan poca edad?.
Sin embargo, aprendí que esta ideología no era la indicada. Vino ti-
empo de guerra y el dolor de mis usuarios me hizo retomar el camino
y entender que no era cuestión de lujo o belleza; tenía la responsabili-
dad de mejorar la calidad de vida de todas las personas.
Retro spec t i va :
Vida y obra de un Diseño Envejecido
Replanteando mi vida, maduré de pronto y comencé a explorar el
significado de la verdadera estética, la funcionalidad con que daba
solución a los problemas guió mis nuevos trazos limpiándome el es-
píritu de tantos excesos del pasado. Acogí la belleza tal y como era,
sin maquillaje material o colores volumétricos. ¿Para qué pintar labios
de mujer color rojo carmesí, si al beso a beso van perdiendo su color?
¿De qué sirven los collares de oro y piedras preciosas, si estamos des-
nudos cuando hacemos el amor? Y con esta mentalidad, traté de com-
partir estas ideas a mis amigos más queridos como Ludwig, y Marcel,
entre otros en mi primera escuela, dando preferencia a mis antiguos
amigos artesanos pero acogiendo otros nuevos como la tecnología y
los procesos de la época. Fueron los años más felices. Años en los que
mi enfoque era bueno y noble; embellecía mi vida, ayudando a los
que me necesitaban.
Pero todo por servir se acaba, y a la mitad de mi caminar fui seducido
por nuevas tecnologías que representaban el reto de lo desconocido
en ese momento para mí. Formas, plásticos y texturas espaciales in-
vadieron mi composición y me orillaron a divorciarme de mis buenas
intenciones. Dejando atrás todo lo que había alcanzado hasta ese día,
me uní al sentimiento revolucionario de los jóvenes de la época al
manifestar mi propia inconformidad y rebeldía a todo lo establecido.
Escupí en la cara a mis antiguos principios y decidí que no había
envejecido demasiado todavía, estaba a tiempo de “soltarme el pelo”
y desvariar.
texto de Patricia Luevano
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A mi alrededor todo me motivaba a creer que había hecho lo cor-recto. Me volví frívolo y superficial, buscaba expresar mis caprichos personales en cada silla, cada tetera, cada abrelatas. Me convertí en el canal de moda para los intelectuales que al igual que yo querían, experimentar nuevas (o no tan nuevas) maneras de comunicar. Lam-entablemente desvirtué mi propia esencia, dejando de ser el medio y convirtiéndome en pretexto. Amistades como Mendinni o en oca-siones incluso Starck me aconsejaban mal, creando productos sin fun-ción, pero con mucho significado.
Después de algunos años de diversión desenfrenada, me percaté del error. La resaca de la fiesta me hizo darme cuenta que tal como sucedió en mi adolescencia, me había perdido del camino deslumb-rado por tanto hábito de rockstar. Con el paso de los años había gen-erado una cantidad inmensa de basura, que no servía más que para ocupar un lugar en nuestro espacio cada vez mas reducido a causa del crecimiento de la población. Fui en parte contribuyente de la cultura de consumo desmedido que enferma a nuestra sociedad, ofreciendo a la gente puros espejismos inútiles de prestigio o absurda riqueza y despreciando una vida sencilla pero plena. Enamorado de mí mismo, permití que marcas, corporativos y estrategias de mercadotecnia usa-ran mi nombre para enriquecerse y así abusaran de la ingenuidad de los consumidores. Fue indescriptiblemente horrible.
Me retiré un pequeño lapso de tiempo para analizar la situación y hacer algo al respecto. Conviví con tendencias más humildes y que emanaban cierta espiritualidad. Algunos conocidos como el arqui-tecto Ando me ayudaron a desintoxicarme y volver a comenzar con un silencio formal basado en una inspiración oriental a través del balance entre la abstracción de la naturaleza y la materialización del pensamiento. Fue así como encontré el valor para enfrentar mi propia decepción y volver a soñar. Posteriormente, realicé varios ex-perimentos más a fondo y con esto descubrí nuevas rutas hacia la belleza volumétrica que alguna vez me había apasionado. Estudié la estructura morfológica de los seres vivos, de algunos inexistentes y resolví la tridimensionalidad de mi pensar con complejos algoritmos matemáticos. Mezclé romanticismos de otros tiempos con materiales y estéticas modernas.
Aún así, he alcanzado una edad en la que los fantasmas del pasado me atormentan, Me da miedo encontrarme con el fin y entregarle cuentas con acciones que hayan dejado más problemas que mejoras. Siento ridiculizada mi imagen, y confundida mi esencia. Incluso llegué a oír que soy el error más grave de la modernidad. ¿Dónde quedaron mis sueños de la infancia? ¿Qué pasó con mi vida?
Sin embargo, en este momento de la historia, tan complicado y sin buenos pronósticos a la vista, siento que ha llegado mi última opor-tunidad para reivindicarme. Es ahora o nunca. Tengo la esperanza de volver a nacer de la necesidad más básica de mis queridos usuarios; la supervivencia. Me gustaría volver a ganar su confianza y ayudarlos a salvar este planeta; a fin de cuentas estoy en el diseño de sus cunas, sus contenedores de agua, sus medios de transporte y de comuni-cación. Y hoy, avergonzado pero con la esperanza de un mejor ma-ñana, entiendo que como en el caso de muchos, he tenido que vivir toda mi vida para darme cuenta que la estrategia a seguir se asemeja a la inocencia artesanal que recuerdo de mi infancia.
“A los 12 pintaba como Rafael, pero necesité toda la vida para aprender a pintar como niño.”
- Pablo Picasso-
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HASTAPRONTO
y gracias por conservarme!
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