Download - Ruiz de Alarcon - La Verdad Sospechosa
LA VERDAD SOSPECHOSA
LA VERDAD SOSPECHOSA
Personas que hablan en ella:
Don GARCA, galn
Don JUAN de Sosa, galn
Don FLIX, galn
Don BELTRN, viejo grave
Don SANCHO, viejo grave
Don JUAN de Luna, viejo grave
TRISTN, gracioso
Doa JACINTA, dama
Doa LUCRECIA, dama
ISABEL, criada
Un LETRADO
CAMINO, escudero
Un PAGE
Un CRIADO
ACTO PRIMERO
[Sala en casa de don BELTRN]
Salen por una puerta don GARCA y un LETRADO viejo, de estudiantes,
de camino; y, por otra, don BELTRN y TRISTNBELTRN: Con bien vengas, hijo mo.
GARCA: Dame la mano, seor.
BELTRN: Cmo vives?
GARCA: El calor
del ardiente y seco esto
me ha afligido de tal suerte
que no pudiera llevallo,
seor, a no mitigallo
con la esperanza de verte.
BELTRN: Entra, pues, a descansar.
Dios te guarde. Qu hombre vienes!
Tristn!
TRISTN: Seor?
BELTRN: Dueo tienes
nuevo ya de quien cuidar.
Sirve desde hoy a Garca;
que t eres diestro en la corte
y l bisoo.
TRISTN: En lo que importa,
yo le servir de gua.
BELTRN: No es crado el que te doy;
mas consejero y amigo.
GARCA: Tendr ese lugar conmigo.
TRISTN: Vuestro humilde esclavo soy.
Vanse don GARCA y TRISTNBELTRN: Dme, seor Licenciado
los brazos.
LETRADO: Los pies os pido.
BELTRN: Alce ya, Cmo ha venido?
LETRADO: Bueno, contento, honrado
de mi seor don Garca,
a quien tanto amor cobr,
que no s cmo podr
vivir sin su compaa.
BELTRN: Dios le guarde, que, en efeto,
siempre el seor Licenciado
claros indicios ha dado
de agradecido y discreto.
Tan precisa obligacin
me huelgo que haya cumplido
Garca, y que haya acudido
a lo que es tanta razn.
Porque le aseguro yo
que es tal mi agradecimiento,
que, como un corregimiento
mi intercesin la alcanz
--segn mi amor, desigual--,
de la misma suerte hiciera
darle tambin, si pudiera
plaza en Consejo Real.
LETRADO: De vuestro valor lo fo.
BELTRN: S, bien lo puede creer.
Mas yo me doy a entender
que, si con el favor mo
en ese escaln primero
se ha podido poner, ya
sin mi ayuda subir
con su virtud al postrero.
LETRADO: En cualquier tiempo y lugar
he de ser vuestro crado.
BELTRN: Ya, pues, seor Licenciado
que el timn ha de dejar
de la nave de Garca,
y yo he de encargarme de l,
que hiciese por m y por l
sola una cosa querra.
LETRADO: Ya, seor, alegre espero
lo que me queris mandar.
BELTRN: La palabra me ha de dar
de que lo ha de hacer, primero.
LETRADO: Por Dios juro de cumplir,
seor, vuestra voluntad.
BELTRN: Que me diga una verdad
le quiero slo pedir.
Ya sabe que fue mi intento
que el camino que segua
de las letras, don Garca,
fuese su acrecentamiento;
que, para un hijo segundo,
como l era, es cosa cierta
que es sa la mejor puerta
para las honras del mundo.
Pues como Dios se sirvi
de llevarse a don Gabriel,
mi hijo mayor, con que l
mi mayorazgo qued,
determin que, dejada
esa profesin, viniese
a Madrid, donde estuviese,
como es cosa acostumbrada
entre ilustres caballeros
en Espaa; porque es bien
que las nobles casas den
a su rey sus herederos.
Pues como es ya don Garca
hombre que no ha de tener
maestro, y ha de correr
su gobierno a cuenta ma,
y mi paternal amor
con justa razn desea
que, ya que el mejor no sea,
no la noten por peor,
quiero, seor Licenciado,
que me diga claramente
sin lisonja, lo que siente
--supuesto que le ha crado--
de su modo y condicin,
de su trato y ejercicio,
y a qu gnero de vicio
muestra ms inclinacin.
Si tiene alguna costumbre
que yo cuide de enmendar,
no piense que me ha de dar
con decirlo pesadumbre;
que l tenga vicio es forzoso;
que me pese, claro est;
mas saberlo me ser
til, cuando no gustoso.
Antes en nada, a fe ma
hacerme puede mayor
placer, o mostrar mejor
lo bien que quiere a Garca,
que en darme este desengao,
cuando provechoso es,
si he de saberlo despus
que haya sucedido un dao.
LETRADO: Tan estrecha prevencin,
seor, no era menester
para reducirme a hacer
lo que tengo obligacin.
Pues es caso averiguado
que, cuando entrega al seor
un caballo el picador
que lo ha impuesto y enseado,
si no le informa del modo
y los resabios que tiene,
un mal suceso previene
al caballo y dueo y todo.
Deciros verdad es bien;
que, dems del juramento,
daros una purga intento
que os sepa mal y haga bien.
De mi seor don Garca
todas las acciones tienen
cierto acento, en que convienen
con su alta genealoga.
Es magnnimo y valiente,
es sagaz y es ingenioso,
es liberal y piadoso,
si repentino, impaciente.
No trato de las pasiones
propias de la mocedad,
porque, en sas, con la edad
se mudan las condiciones.
Mas una falta no ms
es la que le he conocido,
que, por ms que le he reido,
no se ha enmendado jams.
BELTRN: Cosa que a sus calidad
ser daosa en Madrid?
LETRADO: Puede ser.
BELTRN: Cul es? Decid.
LETRADO: No decir siempre verdad.
BELTRN: Jess! Qu cosa tan fea
en hombre de obligacin!
LETRADO: Yo pienso que, o condicin,
o mala costumbre sea.
Con la mucha autoridad
que con l tenis, seor,
junto con que ya es mayor
su cordura con la edad,
ese vicio perder.
BELTRN: Si la vara no ha podido,
en tiempo que tierna ha sido,
enderezarse, qu har
siendo ya tronco robusto?
LETRADO: En Salamanca, seor,
son mozos, gastan humor,
sigue cada cual su gusto;
hacen donaire del vicio,
gala de la travesura,
grandeza de la locura;
hace, al fin, la edad su oficio.
Mas, en la corte, mejor
su enmienda esperar podemos,
donde tan validas vemos
las escuelas del honor.
BELTRN: Casi me mueve a rer
ver cun ignorante est
de la corte. Luego ac
no hay quien le ensee a mentir?
En la corte, aunque haya sido
un extremo don Garca,
hay quien le d cada da
mil mentiras de partido.
Y si aqu miente el que est
en un puesto levantado,
en cosa en que al engaado
la hacienda o honor le va,
no es mayor inconveniente
quien por espejo est puesto
al reino? Dejemos esto,
que me voy a maldiciente.
Como el toro a quien tir
la vara una diestra mano
arremete al ms cercano
sin mirar a quien le hiri,
as yo, con el dolor
que esta nueva me ha causado,
en quien primero he encontrado
ejecut mi furor.
Crame, que si Garca
mi hacienda, de amores ciego,
disipara, o en el juego
consumiera noche y da;
si fuera de nimo inquieto
y a pendencias inclinado,
si mal se hubiera casado,
si se muriera, en efeto,
no lo llevara tan mal
como que su falta sea
mentir. Qu cosa tan fea!
Qu opuesta a mi natural!
Ahora bien; lo que he de hacer
es casarle brevemente,
antes que este inconveniente
conocido venga a ser.
Yo quedo muy satisfecho
de su bueno celo y cuidado,
y me confieso obligado
del bien que en esto me ha hecho.
Cundo ha de partir?
LETRADO: Querra
luego.
BELTRN: No descansar
algn tiempo y gozar
de la corte?
LETRADO: Dicha ma
fuera quedarme con vos;
pero mi oficio me espera.
BELTRN: Ya entiendo; volar quisiera
porque va a mandar. Adis.
Vase don BELTRNLETRADO: Gurdeos Dios. Dolor extrao
le di al buen viejo la nueva.
Al fin, el ms sabio lleva
agramente un desengao.
[Una calle en las plateras]
Vase el LETRADO. Salen don GARCA, de galn, y TRISTNGARCA: Dceme bien este traje?
TRISTN: Divinamente, seor.
Bien hubiese el inventor
de este holandesco follaje!
Con un cuello apanalado,
qu fealdad no se enmend?
Yo s una dama a quien dio
cierto amigo gran cuidado
mientras con cuello le vea;
y una vez que lleg a verle
sin l, la oblig a perderle
cuanta aficin le tena,
porque ciertos costurones
en la garganta cetrina
publicaban la rina
de pasados lamparones.
Las narices le crecieron,
mostr un gran palmo de oreja,
y las quijadas, de vieja,
en lo enjuto, parecieron.
Al fin el galn qued
tan otro del que sola,
que no le conocera
la madre que le pari.
GARCA: Por esa y otras razones
me holgara de que saliera
premtica que impidiera
esos vanos cangilones.
Que, dems de esos engaos,
con su holanda el extranjero
saca de Espaa el dinero
para nuestros propios daos.
Una valoncilla angosta,
usndose, le estuviera
bien al rostro, y se anduviera
ms a gusto a menos costa.
Y no que, con tal cuidado,
sirve un galn a su cuello
que, por no descomponello,
se obliga a andar empalado.
TRISTN: Yo s quien tuvo ocasin
de gozar su amada bella,
y no os llegarse a ella
por no ahujar un cangiln.
Y esto me tiene confuso;
todos dicen que se holgaran
de que valonas se usaran,
y nadie comienza el uso.
GARCA: De gobernar nos dejemos
el mundo. Qu hay de mujeres?
TRISTN: El mundo dejas y quieres
que la carne gobernemos?
Es ms fcil?
GARCA: Ms gustoso.
TRISTN: Eres tierno?
GARCA: Mozo soy.
TRISTN: Pues en lugar entras hoy
donde Amor no vive ocioso.
Resplandecen damas bellas
en el cortesano suelo,
de la suerte que en el cielo
brillan lucientes estrellas.
En el vicio y la virtud
y el estado hay diferencia,
como es varia su influencia,
resplandor y magnitud.
Las seoras, no es mi intento
que en este nmero estn,
que son ngeles a quien
no se atreve el pensamiento.
Slo te dir de aquellas
que son, con alma livianas
siendo divinas, humanas;
corruptibles, siendo estrellas.
Bellas casadas vers,
conversables y discretas,
que las llamo yo planetas
porque resplandecen ms.
stas, con la conjuncin
de maridos placenteros,
influyen en extranjeros
dadivosa condicin.
Otras hay cuyos maridos
a comisiones se van,
o que en las Indias estn,
o en Italia, entretenidos.
No todas dicen verdad
en esto, que mi taimadas
suelen fingirse casadas
por vivir con libertad.
Vers de cautas pasantes
hermosas recientes hijas;
stas son estrellas fijas,
y sus madres son errantes.
Hay una gran multitud
de seoras del tusn,
que, entre cortesanas, son
de la mayor magnitud.
Sguense tras las tusonas,
otras que serlo desean,
y, aunque tan buenas no sean,
son mejores que busconas.
stas son unas estrellas
que dan menor claridad;
mas, en la necesidad,
te habrs de alumbrar con ellas.
La buscona, no la cuento
por estrella, que es cometa;
pues ni su luz es perfeta
ni conocido su asiento.
Por las maanas se ofrece
amenazando al dinero,
y, en cumplindose el agero,
al punto desaparece.
Nias salen que procuran
gozar todas ocasiones;
stas son exhalaciones
que, mientras se queman, duran.
Pero que adviertas es bien,
si en estas estrellas tocas,
que son estables muy pocas,
por ms que un Per les den.
No ignores, pues yo no ignoro,
que un signo el de Virgo es,
y los de cuernos son tres:
Aries, Capricornio y Toro.
Y as, sin far en ellas,
lleva un presupuesto solo,
y es que el dinero es el polo
de todas estas estrellas.
GARCA: Eres astrlogo?
TRISTN: O,
el tiempo que pretenda
en palacio, astrologa.
GARCA: Luego has pretendido?
TRISTN: Fui
pretendiente por mi mal.
GARCA: Cmo en servir has parado?
TRISTN: Seor, porque me han faltado
la fortuna y el caudal;
aunque quien te sirve, en vano
por mejor suerte suspira.
GARCA: Deja lisonjas y mira
el marfil de aquella mano;
el divino resplandor
de aquellos ojos, que, juntas,
despiden entre las puntas
flechas de muerte y amor.
TRISTN: Dices aquella seora
que va en coche?
GARCA: Pues cul
merece alabanza igual?
TRISTN: Qu bien encajaba agora
esto de coche de sol,
con todos sus adherentes
de rayos de fuego ardientes
y deslumbrante arrebol!
GARCA: La primera dama que vi
en la corte me agrad?
TRISTN: La primera en tierra.
GARCA: No;
la primera en cielo, s;
que es divina esta mujer.
TRISTN: Por puntos las topars
tan bellas, que no podrs
ser firme en un parecer.
Yo nunca he tenido aqu
constante amor ni deseo,
que siempre por la que veo
me olvido de la que vi.
GARCA: Dnde ha de haber resplandores
que borren los de estos ojos?
TRISTN: Mraslos ya con antojos
que hacen las cosas mayores.
GARCA: Conoces, Tristn?...
TRISTN: No humanes
lo que por divino adoras;
porque tan altas seoras
no tocan a los Tristanes.
GARCA: Pues yo, al fin, quien fuere, sea,
la quiero y he de servilla.
T puedes, Tristn, seguilla.
TRISTN: Detente, que ella se apea
en la tienda.
GARCA: Llegar quiero.
Usase en la corte?
TRISTN: S,
con la regla que te di
de que es el polo el dinero.
GARCA: Oro traigo.
TRISTN: Cierra, Espaa!,
que a Csar llevas contigo;
mas mira si en lo que digo
mi pensamiento se engaa;
advierte, seor, si aqulla
que tras ella sale agora
puede ser sol de su aurora,
ser aurora de su estrella.
GARCA: Hermosa es tambin.
TRISTN: Pues mira
si la crada es peor.
GARCA: El coche es arco de amor,
y son flechas cuantas tira.
Yo llego.
TRISTN: A lo dicho advierte...
GARCA: Y es?...
TRISTN: Que a la mujer rogando,
y con el dinero dando.
GARCA: Consista en eso mi suerte!
TRISTN: Pues yo, mientras hablas, quiero
que me haga relacin
el cochero de quin son.
GARCA: Dirlo?
TRISTN: S, que es cochero.
Vase TRISTN. Salen JACINTA, LUCRECIA, ISABEL, con mantos; cae
JACINTA y llega don GARCA y dale la manoJACINTA: Vlgame Dios!
GARCA: Esta mano
os servid de que os levante,
si merezco ser Atlante
de un cielo tan soberano.
JACINTA: Atlante debis de ser,
pues lo llegis a tocar.
GARCA: Una cosa es alcanzar
y otra cosa merecer.
Qu victoria es la beldad
alcanzar, por quien me abraso,
si es favor que debo al caso,
y no a vuestra voluntad?
Con mi propia mano as
el cielo mas qu import,
si ha sido porque l cay,
y no porque yo sub?
JACINTA: Para qu fin se procura
merecer?
GARCA: Para alcanzar.
JACINTA: Llegar al fin, sin pasar
por los medios, no es ventura?
GARCA: S.
JACINTA: Pues cmo estis quejoso
del bien que os ha sucedido,
si el no haberlo merecido
os hace ms venturoso?
GARCA: Porque, como las acciones
del agravio y el favor
reciben todo el valor
slo de las intenciones,
por la mano que os toqu
no estoy yo favorecido,
si haberlo vos consentido
con esa intencin no fue.
Y, as, sentir me dejad
que, cuando tal dicha gano,
venga sin alma la mano
y el favor sin voluntad.
JACINTA: Si la vuestra no saba,
de que agora me informis,
injustamente culpis
los defetos de la ma.
Sale TRISTNTRISTN: (El cochero hizo su oficio; Aparte nuevas tengo de quin son).
GARCA: Qu hasta aqu de mi aficin
nunca tuvisteis indicio?
JACINTA: Cmo, si jams os vi?
GARCA: Tampoco ha valido, ay Dios!,
ms de un ao que por vos
he andado fuera de m?
TRISTN: (Un ao, y ayer lleg Aparte a la corte?)
JACINTA: Bueno a fe!
Mas de un ao? Jurar
que no os vi en mi vida yo.
GARCA: Cuando del indiano suelo
por mi dicha llegu aqu,
la primer cosa que vi
fue la gloria de ese cielo.
Y aunque os entregu al momento
el alma, habislo ignorado
porque ocasin me ha faltado
de deciros lo que siento.
JACINTA: Sois indiano?
GARCA: Y tales son
mis riquezas, pues os vi,
que al minado Potos
le quito la presuncin.
TRISTN: (Indiano?) AparteJACINTA: Y sois tan guardoso
como la fama los hace?
GARCA: Al que ms avaro nace,
hace el amor dadivoso.
JACINTA: Luego, si decs verdad,
preciosas ferias espero?
GARCA: Si es que ha de dar el dinero
crdito a la voluntad,
sern pequeos empleos,
para mostrar lo que adoro,
daros tantos mundos de oro
como vos me dais deseos.
Mas ya que ni al merecer
de esa divina beldad,
ni a mi inmensa voluntad
ha de igualar el poder,
por lo menos os servid;
que esta tienda que os franqueo
d seal de mi deseo.
JACINTA: (No vi tal hombre en Madrid). Aparte Lucrecia, qu te parece
del indiano liberal?
LUCRECIA: Que no te parece mal,
Jacinta, y que lo merece.
GARCA: Las joyas que gusto os dan,
tomad de este aparador.
Habla TRISTN aparte a don GARCATRISTN: Mucho te arrojas, seor.
GARCA: Estoy perdido, Tristn.
Habla ISABEL aparte a las damasISABEL: Don Juan viene!
JACINTA: Yo agradezco,
seor, lo que me ofrecis.
GARCA: Mirad que me agraviaris
si no logris lo que ofrezco.
JACINTA: Yerran vuestros pensamientos,
caballero, en presumir
que puedo yo recibir
ms que los ofrecimientos.
GARCA: Pues Qu ha alcanzado de vos
el corazn que os he dado?
JACINTA: El haberos escuchado.
GARCA: Yo lo estimo.
JACINTA: Adis.
GARCA: Adis,
y para amaros me dad
licencia.
JACINTA: Para querer,
no pienso que ha menester
licencia la voluntad.
Vanse las mujeresGARCA: Sguelas.
TRISTN: Si te fatigas,
seor, por saber la casa
de la que en amor te abrasa,
ya la s.
GARCA: Pues no las sigas;
que suele ser enfadosa
la diligencia importuna.
TRISTN: "Doa Lucrecia de Luna
se llama la ms hermosa,
que es mi dueo; y la otra dama
que acompandola viene,
s dnde la casa tiene;
mas no s cmo se llama."
Esto respondi el cochero.
GARCA: Si es Lucrecia la ms bella,
no hay ms que saber, pues ella
es la que habl, y la que quiero;
que, como el autor del da
las estrellas deja atrs,
de esa suerte a las dems,
la que me ceg, venca.
TRISTN: Pues a m la que call
me pareci ms hermosa.
GARCA: Qu buen gusto!
TRISTN: Es cierta cosa
que no tengo voto yo;
mas soy tan aficionado
a cualquier mujer que calla,
que bast para juzgalla
ms hermosa haber callado.
Mas dado, seor, que ests
errado t, presto espero,
preguntndole al cochero
la casa, saber, quin es.
GARCA: Y Lucrecia, dnde tiene
la suya?
TRISTN: Que a la Victoria
dijo, si tengo memoria.
GARCA: Siempre ese nombre conviene
a la esfera venturosa
que da eclptica a tal luna.
Salen don JUAN y don FLIX, por otra parteJUAN: Msica y cena? Ah, Fortuna!
GARCA: No es ste don Juan de Sosa?
TRISTN: El mismo.
JUAN: Quin puede ser
el amante venturoso
que me tiene tan celoso?
FLIX: Que lo vendris a saber
a pocos lances, confo.
JUAN: Que otro amante le haya dado,
a quien ma se ha nombrado,
msica y cena en el ro!
GARCA: Don Juan de Sosa!
JUAN: Quin es?
GARCA: Ya olvidis a don Garca?
JUAN: Veros en Madrid lo haca,
y el nuevo traje.
GARCA: Despus
que en Salamanca me visteis,
muy otro debo de estar.
JUAN: Ms galn sois de seglar
que de estudiante lo fuisteis.
Vens a Madrid de asiento?
GARCA: S.
JUAN: Bien venido seis.
GARCA: Vos, don Flix, cmo estis?
FLIX: De veros, por Dios, contento.
Vengis bueno en hora buena.
GARCA: Para serviros. Qu hacis?
De qu hablis? En qu entendis?
JUAN: De cierta msica y cena
que en el ro dio un galn
esta noche a una seora,
era la pltica agora.
GARCA: Msica y cena, don Juan?
Y anoche?
JUAN: S.
GARCA: Mucha cosa?
Grande fiesta?
JUAN: As es la fama.
GARCA: Y muy hermosa la dama?
JUAN: Dcenme que es muy hermosa.
GARCA: Bien!
JUAN: Qu misterios hacis?
GARCA: De que alabis por tan buena
esa dama y esa cena,
si no es que alabando estis
mi fiesta y mi dama as.
JUAN: Pues tuvisteis tambin boda
anoche en el ro?
GARCA: Toda
en eso la consum.
TRISTN: (Qu fiesta o qu dama es sta, Aparte si a la corte lleg ayer?)
JUAN: Ya tenis a quien hacer,
tan recin venido, fiesta?
Presto el amor dio con vos.
GARCA: No ha tan poco que he llegado
que un mes no haya descansado.
TRISTN: (Ayer lleg, voto a Dios! Aparte l lleva alguna intencin).
JUAN: No lo he sabido, a fe ma,
que al punto acudido habra,
a cumplir mi obligacin.
GARCA: He estado hasta aqu secreto.
JUAN: sa la causa habr sido
de no haberlo yo sabido.
Pero la fiesta, en efeto
fue famosa?
GARCA: Por ventura,
no la dio mejor el ro.
JUAN: (Ya de celos desvaro!) Aparte
Quin duda que la espesura
del Sotillo el sitio os dio?
GARCA: Tales seas me vaya dando,
don Juan, que voy sospechando
que la sabis como yo.
JUAN: No estoy de todo ignorante,
aunque todo no lo s;
dijronme no s qu
confusamente, bastante
a tenerme deseoso
de escucharos la verdad,
forzosa curiosidad
en un cortesano ocioso...
(o en un amante con celos). Aparte Don FLIX habla aparte a don JUANFLIX: Advertid cun sin pensar
os han venido a mostrar
vuestro contrario los cielos.
GARCA: Pues a la fiesta atended:
contarla, ya que veo
que os fatiga ese deseo.
JUAN: Harisnos mucha merced.
GARCA: Entre las opacas sombras
y opacidades espesas
que el soto formaba de olmos
y la noche de tinieblas,
se ocultaba una cuadrada,
limpia y olorosa mesa,
a lo italiano curiosa,
a lo espaol opulenta.
En mil figuras prensados
manteles y servilletas,
slo envidiaron las almas
a las aves y a las fieras.
Cuatro aparadores puestos
en cuadra correspondencia,
la plata blanca y dorada,
vidrios y barros ostentan.
Qued con ramas un olmo
en todo el Sotillo apenas,
que de ellas se edificaron,
en varias partes, seis tiendas.
Cuatro coros diferentes
ocultan las cuatro de ellas;
otra, principios y postres,
y las vandas, la sexta.
Lleg en su coche mi dueo,
dando envidia a las estrellas;
a los aires, suavidad,
y alegra a la ribera.
Apenas el pie que adoro
hizo esmeraldas ya hierba,
hizo cristal la corriente,
las arenas hizo perlas,
cuando, en copia disparados
cohetes, bombas y ruedas,
toda la regin del fuego
baj en un punto a la tierra.
Aun no las sulfreas luces
se acabaron, cuando empiezan
las de veinte y cuatro antorchas
a oscurecer las estrellas.
Empez primero el coro
de chirimas; tras ellas,
el de las vihuelas de arco
son en la segunda tienda.
Salieron con suavidad
las flautas de la tercera,
y, en la cuarta, cuatro voces,
con guitarras y arpas suenan.
Entre tanto, se sirvieron
treinta y dos platos de cena,
sin los principios y postres,
que casi otros tantos eran.
Las frutas y las bebidas
en fuentes y tazas hechas
del cristal que da el invierno
y el artificio conserva,
de tanta nieve se cubren,
que Manzanares sospecha,
cuando por el Soto pasa,
que camina por la sierra.
El olfato no est ocioso
cuando el gusto se recrea,
que de espritus saves,
de pomos y cazolejas
y distilados sudores
de aromas, flores y hierbas,
en el Soto de Madrid
se vio la regin sabea.
en un hombre de diamantes,
delicadas de oro flechas,
que mostrasen a mi dueo
su crueldad y mi firmeza,
al sauce, al junco y la mimbre
quitaron su preeminencia;
que han de ser oro las pajas
cuando los dientes son perlas.
En esto, juntas en folla,
los cuatro coros comienzan,
desde conformes distancias,
a suspender las esferas;
tanto que, envidioso Apolo,
apresur su carrera,
de todas estas estrellas.
porque el principio del da
pusiese fin a la fiesta.
JUAN: Por Dios, que la habis pintado
de colores tan perfetas,
que no trocara el orla
por haberme hallado en ella!
TRISTN: (Vlgate el diablo por hombre! Aparte Que tan de repente pueda
pintar un convite tal
que a la verdad misma venza!)
Hablan don JUAN y don FLIX aparteJUAN: Rabio de celos!
FLIX: No os dieron
del convite tales seas.
JUAN: Qu importa, si en la sustancia,
el tiempo y lugar concuerdan?
GARCA: Qu decs?
JUAN: Que fue el festn
ms clebre que pudiera
hacer Alejandro Magno.
GARCA: Oh! Son nieras stas
ordenadas de repente.
Dadme vos que yo tuviera
para prevenirme un da,
que a las romanas y griegas
fiestas que al mundo admiraron
nueva admiracin pusiera.
Don GARCA mira adentro. Hablan don FLIX y don JUAN aparteFLIX: Jacinta es la del estribo,
en el coche de Lucrecia.
JUAN: Los ojos a don Garca
se le van, por Dios, tras ella.
FLIX: Inquieto est y divertido.
JUAN: Ciertas son ya mis sospechas.
LOS DOS: Adis.
FLIX: Entrambos a un punto
fuisteis a una cosa mesma.
Vanse don JUAN y don FLIXTRISTN: (No vi jams despedida Aparte tan conforme y tan resuelta).
GARCA: Aquel cielo, primer mvil
de mis acciones, me lleva
arrebatado tras s.
TRISTN: Disimula y ten paciencia,
que el mostrarse muy amante,
antes daa que aprovecha,
y siempre he visto que son
venturosas las tibiezas.
Las mujeres y los diablos
caminan por una senda,
que a las almas rematadas
ni las siguen ni las tientan;
que el tenellas ya seguras
les hace olvidarse de ellas,
y slo de las que pueden
escaprselas se acuerdan.
GARCA: Es verdad, mas no soy dueo
de m mismo,
TRISTN: Hasta que sepas
extensamente su estado,
no te entregues tan de veras;
que suele dar, quien se arroja
creyendo las apariencias,
en un pantano cubierto
de verde, engaosa hierba.
GARCA: Pues hoy te informa de todo.
TRISTN: Eso queda por mi cuenta.
Y agora, antes que reviente,
dime, por Dios, qu fina llevas
en las ficciones que he odo?
Siquiera para que pueda
ayudarte, que cogernos
en mentira ser afrenta.
Perulero te fingiste
con las damas.
GARCA: Cosa es cierta,
Tristn, que los forasteros
tienen ms dicha con ellas,
y ms si son de las Indias,
informacin de riqueza.
TRISTN: Ese fin est entendido;
mas pienso que el medio yerras,
pues han de saber al fin
quin eres.
GARCA: Cuando lo sepan,
habr ganado en su casa
o en su pecho ya las puertas
con ese medio, y despus,
yo me entender con ellas.
TRISTN: Digo que me has convencido,
seor; mas agora venga
lo de haber un mes que ests
en la corte. Qu fin llevas,
habiendo llegado ayer?
GARCA: Ya sabes t que es grandeza
esto de estar encubierto
o retirado en su aldea,
o en su casa descansando.
TRISTN: Vaya muy en hora buena!
Lo del convite entre agora.
GARCA: Finglo, porque me pesa
que piense nadie que hay cosa
que mover mi pecho pueda
a envidia o admiracin,
pasiones que al hombre afrentan.
Que admirarse en ignorancia,
como envidiar es bajeza.
T no sabes a qu sabe
cuando llega un portanuevas
muy orgulloso a contar
una hazaa o una fiesta,
taparle la boca yo
con otra tal, que se vuelva
con sus nuevas en el cuerpo
y que reviente con ellas.
TRISTN: Caprichosa prevencin,
si bien peligrosa treta!
La fbula de la corte
sers, si la flor te entrevan.
GARCA: Quien vive sin ser sentido,
quien slo el nmero aumenta
y hace lo que todos hacen,
en qu difiere de bestia?
Ser famosos en gran cosa,
el medio cual fuere sea.
Nmbrenme a m en todas partes,
y murmrenme siquiera;
pues, uno, por ganar nombre,
abras el templo de Efesia.
Y, al fin, es ste mi gusto,
que es la razn de ms fuerza.
TRISTN: Juveniles opiniones
sigue tu ambiciosa idea,
y cerrar has menester
en la corte, la mollera.
Vanse don GARCA y TRISTN [Sala en casa de don SANCHO]
Salen JACINTA e ISABEL, con mantos, y don BELTRN y don SANCHOJACINTA: Tan grande merced?
BELTRN: No ha sido
amistad de un solo da
la que esta casa y la ma,
si os acordis, se han tenido;
y as, no es bien que extrais
mi visita.
JACINTA: Si me espanto
es, seor, por haber tanto
que merced no nos hacis.
Perdonadme que, ignorando
el bien que en casa tena,
me tard en la Platera,
ciertas joyas concertando.
BELTRN: Feliz pronstico dais
al pensamiento que tengo,
pues cuando a casaros vengo
comprando joyas estis.
Con don Sancho, vuestro to,
tengo tratado, seora,
hacer parentesco agora
nuestra amistad, y confo
--puesto que, como discreto,
dice don Sancho que es justo
remitirse a vuestro gusto--
que esto ha de tener efeto.
Que, pues es la hacienda ma
y calidad tan patente,
slo falta que os contente
la persona de Garca.
Y aunque ayer a Madrid vino
de Salamanca el mancebo,
y de envidia el rubio Febo
le ha abrasado en el camino,
bien me atrever a ponello
ante vuestros ojos claros,
fando que de agradaros
desde la planta al cabello,
si licencia le otorgis
para que os bese la mano.
JACINTA: Encarecer lo que gano
en la mano que me dais,
si es notorio, es vano intento,
que estimo de tal manera
las prendas vuestras, que diera
luego mi consentimiento,
a no haber de parecer
--por mucho que en ello gano--
arrojamiento liviano
en una honrada mujer.
Que el breve determinarse
es cosa de tanto peso,
o es tener muy poco seso
o gran gana de casarse.
Y en cuanto a que yo lo vea
me parece, si os agrada,
que, para no arriesgar nada,
pasando la calle sea.
Que si, como puede ser
y sucede a cada paso,
despus de tratarlo, acaso
se viniese a deshacer,
de qu me hubieran servido,
o qu opinin me darn
las visitas de un galn
con licencias de marido?
BELTRN: Ya por vuestra gran cordura,
si es mi hijo vuestro esposo,
le tendr por tan dichoso
como por vuestra hermosura.
SANCHO: De prudencia puede ser
un espejo la que os.
BELTRN: No sin causa os remits,
don Sancho, a su parecer.
Esta tarde, con Garca,
a caballo pasar
vuestra calle.
JACINTA: Yo estar
detrs de esa celosa.
BELTRN: Que le miris bien os pido,
que esta noche he de volver,
Jacinta hermosa, a saber
cmo os haya parecido.
JACINTA: Tan apriesa?
BELTRN: Este cuidado
no admiris, que es ya forzoso;
pues si vine deseoso
vuelvo agora enamorado.
Y adis.
JACINTA: Adis.
Habla don BELTRN a don SANCHOBELTRN: Dnde vais?
SANCHO: A serviros.
BELTRN: No saldr.
SANCHO: Al corredor llegar
con vos, si licencia dais.
Vanse los dosISABEL: Mucha priesa te da el viejo.
JACINTA: Yo se la diera mayor,
pues tambin le est a mi honor,
si a diferente consejo
no me obligara el amor;
que, aunque los impedimentos
del hbito de don Juan
--dueo de mis pensamientos--
forzosa causa me dan
de admitir otros intentos,
como su amor no despido,
por mucho que lo deseo
--que vive en el alma asido--
tiemblo, Isabel, cuando creo
que otro ha de ser mi marido.
ISABEL: Yo pens que ya olvidabas
a don Juan, viendo que dabas
lugar a otras pretensiones.
JACINTA: Cusanlo estas ocasiones,
Isabel, no te engaabas.
Que como ha tanto que est
el hbito detenido,
y no ha de ser mi marido
si no sale, tengo ya
este intento por perdido.
Y as, para no morirme,
quiero hablar y divertirme,
pues en vano me atormento;
que en un imposible intento
no apruebo el morir de firme.
Por ventura encontrar
alguno que tal merezca,
que mano y alma le d.
ISABEL: No dudo que el tiempo ofrezca
sujeto digno a tu fe;
y, si no me engao yo,
hoy no te desagrad
el galn indiano.
JACINTA: Amiga,
quieres que verdad te diga?
Pues muy bien me pareci.
Y tanto, que te prometo
que si fuera tan discreto,
tan gentilhombre y galn
el hijo de don Beltrn,
tuviera la boda efeto.
ISABEL: Esta tarde le vers
con su padre por la calle.
JACINTA: Ver slo el rostro y talle;
el alma, que importa ms,
quisiera ver con hablalle.
ISABEL: Hblale.
JACINTA: Hase de ofender
don Juan si llega a sabello,
y no quiero, hasta saber
que de otro dueo he de ser,
determinarme a perdello.
ISABEL: Pues da algn medio, y advierte
que siglos pasas en vano,
y conviene resolverte,
que don Juan es, de esta suerte,
el perro del hortelano.
Sin que lo sepa don Juan
podrs hablar, si t quieres,
al hijo de don Beltrn;
que, como en su centro, estn
las trazas en las mujeres.
JACINTA: Una pienso que podra
en este caso importar.
Lucrecia es amiga ma;
ella puede hacer llamar
de su parte a don Garca;
que, como secreta est
yo con ella en su ventana,
este fin conseguir.
ISABEL: Industria tan soberana
slo de tu ingenio fue.
JACINTA: Pues parte al punto, y mi intento
le di a Lucrecia, Isabel.
ISABEL: Sus alas tomar al viento.
JACINTA: La dilacin de un momento
le di que es un siglo en l.
Sale don JUAN, al encuentroJUAN: Puedo hablar a tu seora?
ISABEL: Slo un momento ha de ser,
que de salir a comer
mi seor don Sancho es hora.
Vase ISABELJUAN: Ya, Jacinta, que te pierdo,
ya que yo me pierdo, ya...
JACINTA: Ests loco?
JUAN: Quin podr
estar con tus cosas cuerdo?
JACINTA: Reprtate y habla paso,
que est en la cuadra mi to.
JUAN: Cuando a cenar vas al ro,
cmo haces de l poco caso?
JACINTA: Qu dices? Ests en ti?
JUAN: Cuando para trasnochar
con otro tienes lugar,
tienes to para m?
JACINTA: Trasnochar con otro? Advierte
que, aunque eso fuese verdad,
era mucha libertad
hablarme a m de esa suerte;
cuanto ms que es desvaro
de tu loca fantasa.
JUAN: Ya s que fue don Garca
el de la fiesta del ro;
ya los fuegos que a tu coche,
Jacinta, la salva hicieron;
ya las antorchas que dieron
sol al soto a media noche;
ya los cuatro aparadores
con vajillas varadas;
las cuatro tiendas pobladas
de instrumentos y cantores.
Todo lo s; y s que el da
te hall, enemiga, en el ro;
di agora que "es desvaro
de mi loca fantasa."
Di agora que es libertad
el tratarte de esta suerte,
cuando obligan a ofenderte
mi agravio y tu liviandad.
JACINTA: Plega a Dios!...
JUAN: Deja invenciones.
Calla, no me digas nada,
que en ofensa averiguada
no sirven satisfacciones.
Ya falsa, ya s mi dao;
no niegues que te he perdido;
tu mudanza me ha ofendido,
no me ofende el desengao.
Y aunque niegues lo que o,
lo que vi confesars;
que hoy lo que negando ests
en sus mismos ojos vi.
Y su padre, qu quera
agora aqu? Qu te dijo?
De noche ests con el hijo
y con el padre de da?
Yo lo vi; ya mi esperanza
en vano engaar dispones;
ya s que tus dilaciones
son hijas de tu mudanza.
Mas crel, vive los cielos,
que no has de vivir contenta!
Abrsete, pues revienta,
este volcn de mis celos.
El que me hace desdichado
te pierda, pues yo te pierdo.
JACINTA: T eres cuerdo?
JUAN: Cmo cuerdo,
amante y desesperado?
JACINTA: Vuelve, escucha; que si vale
la verdad, presto vers
qu mal informado ests.
JUAN: Voyme, que tu to sale.
JACINTA: No sale; escucha, que fo
satisfacerte.
JUAN: Es en vano,
si aqu no me das la mano.
JACINTA: La mano? Sale mi to.
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO SEGUNDO
[Sala en casa de don BELTRN]
Salen don GARCA, TRISTN y CAMINOGARCA: "La fuerza de una ocasin me hace exceder del
orden de mi estado. Sabrla v.m. esta noche por
un balcn que le ensear el portador, con lo
dems que no es para escrito, y guarde N. Seor..."
Quin este papel me escribe?
CAMINO: Doa Lucrecia de Luna.
GARCA: El alma, sin duda alguna,
que dentro en mi pecho vive.
No es sta una dama hermosa
que hoy, antes de media da,
estaba en la Platera?
CAMINO: S, seor.
GARCA: Suerte dichosa!
Informadme, por mi vida,
de las partes de esta dama.
CAMINO: Mucho admiro que su fama
est de vos escondida.
Porque la habis visto, dejo
de encarecer que es hermosa;
es discreta y virtosa;
su padre es viudo y es viejo;
dos mil ducados de renta
los que ha de heredar sern,
bien hechos.
GARCA: Oyes, Tristn?
TRISTN: Oigo, y no me descontenta.
CAMINO: En cuanto a ser principal,
no hay que hablar; Luna es su padre
y fue Mendoza su madre,
tan finos como un coral.
Doa Lucrecia, en efeto,
merece un rey por marido.
GARCA: Amor, tus alas te pido
para tan alto sujeto!
Dnde vive?
CAMINO: A la Victoria.
GARCA: Cierto es mi bien. Que seris,
dice aqu, quien me guis
al cielo de tanta gloria.
CAMINO: Serviros pienso a los dos.
GARCA: Y yo lo agradecer.
CAMINO: Esta noche volver,
en dando las diez, por vos.
GARCA: Eso le dad por respuesta
a Lucrecia.
CAMINO: Adis quedad.
Vase CAMINOGARCA: Cielos! Qu felicidad,
Amor, qu ventura es sta?
Ves, Tristn, cmo llam
la ms hermosa el cochero
a Lucrecia, a quien yo quiero?
Que es cierto que quien me habl
es la que el papel me enva.
TRISTN: Evidente presuncin.
GARCA: Que la otra, qu ocasin
para escribirme tena?
TRISTN: Y a todo mal suceder,
presto de duda saldrs,
que esta noche la podrs
en la habla conocer.
GARCA: Y que no me engae es cierto,
segn dej en mi sentido
impreso el dulce sonido
de la voz con que me ha muerto.
Sale un PAGE con un papel; dalo a don GARCAPAGE: ste, seor don Garca,
es para vos.
GARCA: No est as.
PAGE: Crado vuestro nac.
GARCA: Cbrase, por vida ma.
Lee a solas don GARCA "Averiguar cierta cosa
importante a solas quiero
con vos. A las siete espero
en San Blas. --Don Juan de Sosa."
(Vlgame Dios! Desafo. Aparte Qu causa puede tener
don Juan, si yo vine ayer
y l es tan amigo mo?)
Decid al seor don Juan
que esto ser as.
Vase el PAGETRISTN: Seor,
mudado ests de color.
Qu ha sido?
GARCA: Nada, Tristn.
TRISTN: No puedo saberlo?
GARCA: No.
TRISTN: Sin duda es cosa pesada.
GARCA: Dame la capa y espada.
(Qu causa le he dado yo?) Aparte Vase TRISTN. Sale don BELTRNBELTRN: Garca?
GARCA: Seor?
BELTRN: Los dos
a caballo hemos de andar
juntos hoy, que he de tratar
cierto negocio con vos.
GARCA: Mandas otra cosa?
BELTRN: Adnde
vaya cuando el sol echa fuego?
Sale TRISTN y dale de vestir a don GARCAGARCA: Aqu a los trucos me llego
de nuestro vecino el conde.
BELTRN: No apruebo que os arrojis,
siendo venido de ayer,
a daros a conocer
a mil que no conocis;
si no es que dos condiciones
guardis con mucho cuidado,
y son: que juguis contado
y hablis contadas razones.
Pues que mi parecer
es ste, haced vuestro gusto.
GARCA: Seguir tu consejo es justo.
BELTRN: Haced que a vuestro placer
aderezo se prevenga
a un caballo para vos.
GARCA: A ordenallo voy.
BELTRN: Adis.
Vase don GARCABELTRN: (Que tan sin gusto me tenga Aparte lo que su ayo me dijo!)
Has andado con Garca,
Tristn?
TRISTN: Seor, todo el da.
BELTRN: Sin mirar en que es mi hijo,
si es que el nimo fel
que siempre en tu pecho he hallado
agora no te ha faltado,
me di lo que sientes de l.
TRISTN: Qu puedo yo haber sentido
en un trmino tan breve?
BELTRN: Tu lengua es quien no se atreve,
que el tiempo bastante ha sido,
y ms a tu entendimiento.
Dmelo, por vida ma,
sin lisonja.
TRISTN: Don Garca,
mi seor, a lo que siento,
que he de decirte verdad,
pues que tu vida has jurado...
BELTRN: De esa suerte has obligado
siempre a m tu voluntad.
TRISTN: ...tiene un ingenio excelente,
con pensamientos sutiles;
mas caprichos juveniles
con arrogancia imprudente.
De Salamanca reboza
la leche, y tiene en los labios
los contagiosos resabios
de aquella caterva moza.
Aquel hablar arrojado,
mentir sin recato y modo;
aquel jactarse de todo
y hacerse en todo extremado...
Hoy, en trmino de un hora,
ech cinco o seis mentiras.
BELTRN: Vlgame Dios!
TRISTN: Qu te admiras
pues lo peor falta agora;
que son tales, que podr
cogerle en ellas cualquiera.
BELTRN: Ah, Dios!
TRISTN: Yo no te dijera
lo que tal pena te da
a no ser de ti forzado.
BELTRN: Tu fe conozco y tu amor.
TRISTN: A tu prudencia, seor,
advertir ser excusado
el riesgo que correr puedo
si esto sabe don Garca,
mi seor.
BELTRN: De m confa;
pierde, Tristn, todo el miedo.
Manda luego aderezar
los caballos.
Vase TRISTNBELTRN: Santo Dios,
pues esto permits vos,
esto debe de importar.
A un hijo solo, a un consuelo
que en la tierra le qued
a mi vejez triste, dio
tan gran contrapeso el cielo?
Ahora bien, siempre tuvieron
los padres disgustos tales;
siempre vieron muchos males
los que mucha edad vivieron.
Paciencia! Hoy he de acabar,
si puedo, su casamiento.
Con la brevedad intento
este dao remediar,
antes que su liviandad,
en la corte conocida,
los casamientos le impida
que pide su calidad.
Por dicha, con el cuidado
que tal estado acarrea,
de una costumbre tan fea
se vendr a haber enmendado.
Que es vano pensar que son
el reir y aconsejar
bastantes para quitar
una fuerte inclinacin.
Sale TRISTNTRISTN: Ya los caballos estn,
viendo que salir procuras,
probando las herraduras
en las guijas del zagun.
Porque con las esperanzas
de tan gran fiesta, el overo
a solas est, primero,
ensayando sus mudanzas;
Y el bayo, que ser procura
mulo al dueo que lleva,
estudia con alma nueva
movimiento y compostura.
BELTRN: Avisa, pues, a Garca.
TRISTN: Ya te espera tan galn,
que en la corte pensarn
que a estas horas sale el da.
Vanse los dos [Sala en casa de don Sancho]
Salen ISABEL y JACINTAISABEL: La pluma tom al momento
Lucrecia, en ejecucin
de tu agudo pensamiento,
y esta noche en su balcn,
para tratar cierto intento,
le escribi que aguardara,
para que puedas en l
platicar con don Garca.
Camino llev el papel;
persona de quien se fa.
JACINTA: Mucho Lucrecia me obliga.
ISABEL: Muestra en cualquier ocasin
ser tu verdadera amiga.
JACINTA: Es tarde?
ISABEL: Las cinco son.
JACINTA: Aun durmiendo me fatiga
la memoria de don Juan,
que esta siesta le he soado
celoso de otro galn.
Miran adentro las dosISABEL: Ay, seora! Don Beltrn
y el perulero a su lado.
JACINTA: Qu dices?
ISABEL: Digo que aqul
que hoy te habl en la Platera
viene a caballo con l.
Mrale.
JACINTA: Por vida ma
que dices verdad, que es l!
Hay tal? Cmo el embustero
se nos fingi perulero,
si es hijo de don Beltrn?
ISABEL: Los que intentan siempre dan
gran presuncin al dinero,
y con ese medio, hallar
entrada en tu pecho quiso,
que debi de imaginar
que aqu le ha de aprovechar
ms ser Midas que Narciso.
JACINTA: En decir que ha que me vio
un ao, tambin minti,
porque don Beltrn me dijo
que ayer a Madrid su hijo
de Salamanca lleg.
ISABEL: Si bien lo miras, seora,
todo verdad puede ser,
que entonces te pudo ver,
irse de Madrid, y agora,
de Salamanca volver.
Y cuando no, qu te admira
que, quien a obligar aspira
prendas de tanto valor,
para acreditar su amor,
se valga de una mentira?
Dems que tengo por llano,
si no miente mi sospecha,
que no lo encarece en vano;
que hablarte hoy su padre, es flecha
que ha salido de su mano.
No ha sido, seora ma,
acaso que el mismo da
que l te vio y mostr quererte,
venga su padre a ofrecerte
por esposo a don Garca.
JACINTA: Dices bien; mas imagino
que el trmino que pas
desde que el hijo me habl
hasta que su padre vino,
fue muy breve.
ISABEL: l conoci
quin eres; encontrara
su padre en la Platera;
hablle, y l, que no ignora
tus calidades y adora
justamente a don Garca,
vino a tratarlo al momento.
JACINTA: Al fin, como fuere, sea.
De sus partes me contento,
quiere el padre, l me desea;
da por hecho el casamiento.
Vanse las dos [Paseo de Atocha]
Salen don BELTRN y don GARCABELTRN: Qu os parece?
GARCA: Que animal
no vi mejor en mi vida.
BELTRN: Linda bestia!
GARCA: Corregida
de espritu racional.
Qu contento y bizarra!
BELTRN: Vuestro hermano don Gabriel,
que perdona Dios, en l
todo su gusto tena.
GARCA: Ya que convida, seor,
de Atocha la soledad,
declara tu voluntad.
BELTRN: Mi pena, diris mejor.
Sois caballero, Garca?
GARCA: Tngome por hijo vuestro.
BELTRN: Y basta ser hijo mo
para ser vos caballero?
GARCA: Yo pienso, seor, que s.
BELTRN: Qu engaado pensamiento!
Slo consiste en obrar
como caballero al serlo.
Quin dio principio a las casas
nobles? Los ilustres hechos
de sus primeros autores.
Sin mirar su nacimientos,
hazaas de hombres humildes
honraron sus herederos.
Luego en obrar mal o bien
est el ser malo o ser bueno.
Es ans?
GARCA: Que las hazaas
den nobleza, no lo niego;
mas no neguis que sin ellas
tambin la da el nacimiento.
BELTRN: Pues si honor puede ganar
quien naci sin l, no es cierto
que, por el contrario, puede,
quien con l naci, perdello?
GARCA: Es verdad.
BELTRN: Luego si vos
obris afrentosos hechos,
aunque seis hijo mo,
dejis de ser caballero;
luego si vuestras costumbres
os infaman en el pueblo,
no importan paternas armas,
no sirven altos abuelos.
Qu cosa es que la fama
diga a mis odos mesmos
que a Salamanca admiraron
vuestras mentiras y enredos?
Qu caballero y qu nada!
Si afrenta al noble y plebeyo
slo el decirle que miente,
decid, qu ser el hacerlo,
si vivo sin honra yo,
segn los humanos fueros,
mientras de aqul que me dijo
que menta no me vengo?
Tan larga tenis la espada,
tan duro tenis el pecho,
que pensis poder vengaros,
dicindolo todo el pueblo?
Posible es que tenga un hombre
tan humildes pensamientos
que viva sujeto al vicio
ms sin gusto y sin provecho?
El deleite natural
tiene a los lascivos presos;
obliga a los codiciosos
el poder que da el dinero;
el gusto de los manjares
al glotn; el pasatiempo
y el cebo de la ganancia,
a los que cursan el juego;
su venganza, al homicida;
al robador, su remedio;
la fama y la presuncin,
al que es por la espada inquieto.
Todos los gustos, al fin,
o dan gusto o dan provecho;
mas de mentir, qu se saca
sino infamia y menosprecio?
GARCA: Quien dice que miento yo,
ha mentido.
BELTRN: Tambin eso
es mentir, que aun desmentir
no sabis sino mintiendo.
GARCA: Pues, si dais en no creerme...!
BELTRN: No ser necio si creo
que vos deca verdad solo
y miente el lugar entero?
Lo que importa es desmentir
esta fama con los hechos,
pensar que ste es otro mundo,
hablar poco y verdadero;
mirar que estis a la vista
de un rey tan santo y perfeto,
que vuestros yerros no pueden
hallar disculpa en sus yerros;
que tratis aqu con grandes,
ttulos y caballeros,
que, si os saben la flaqueza,
o perdern el respeto;
que tenis barba en el rostro,
que al lado ces acero,
que nacistes noble al fin,
y que yo soy padre vuestro.
Y no he de deciros ms,
que esta sofrenada espero
que baste para quien tiene
calidad y entendimiento.
Y agora, porque entendis
que en vuestro bien me desvelo,
sabed que os tengo, Garca,
tratado un gran casamiento.
GARCA: (Ay, mi Lucrecia!) AparteBELTRN: Jams
pusieron, hijo, los cielos
tantas, tan divinas partes
en un humano sujeto,
como en Jacinta, la hija
de don Fernando Pacheco,
de quien mi vejez pretende
tener regalados nietos.
GARCA: (Ay, Lucrecia! Si es posible, Aparte t sola has de ser mi dueo).
BELTRN: Qu es esto? No respondis?
GARCA: (Tuyo he de ser, vive el cielo!) AparteBELTRN: Qu os entristecis? Hablad!
No me tengis ms suspenso.
GARCA: Entristzcome porque es
imposible obedeceros.
BELTRN: Por qu?
GARCA: Porque soy casado.
BELTRN: Casado! Cielos! Qu es esto?
Cmo, sin saberlo yo?
GARCA: Fue fuerza, y est secreto.
BELTRN: Hay padre ms desdichado?
GARCA: No os aflijis, que, en sabiendo
la causa, seor, tendris
por venturoso el efeto.
BELTRN: Acabad, pues, que mi vida
pende slo de un cabello.
GARCA: (Agora os he menester, Aparte sutilezas de mi ingenio).
En Salamanca, seor,
hay un caballero noble,
de quien es la alcua Herrera
y don Pedro el propio nombre.
A ste dio el cielo otro cielo
por hija, pues, con dos soles
sus dos purpreas mejillas
hacen claros horizontes.
Abrevio, por ir al caso,
con decir que cuantas dotes
pudo dar Naturaleza
en tierna edad, la componen.
Mas la enemiga fortuna,
observante en su desorden,
a sus mritos opuesta,
de sus bienes la hizo pobre;
que, dems de que su casa
no es tan rica como noble,
al mayorazgo nacieron,
antes que ella, dos varones.
A sta, pues, saliendo al ro,
la vi una tarde en su coche,
que juzgara el de Faetn
si fuese Erdano el Tormes.
No s quin los atributos
del fuego en Cupido pone,
que yo, de un sbito hielo,
me sent ocupar entonces.
Qu tienen que ver del fuego
las inquietudes y ardores
con quedar absorta un alma,
con quedar un cuerpo inmvil?
Caso fue, verla, forzoso;
vindola, cegar de amores;
pues, abrasado, seguira,
jzguelo en pecho de bronce.
Pas su calle de da,
rond su puerta de noche;
con terceros y papeles,
le encarec mis pasiones;
hasta que, al fin, condolida
o enamorada, responde,
porque tambin tiene Amor
jurisdiccin en los dioses.
Fui acrecentando finezas
y ella aumentando favores,
hasta ponerme en el cielo
de su aposento una noche.
Y, cuando solicitaban
el fin de mi pena enorme,
conquistando honestidades,
mis ardientes pretensiones,
siento que su padre viene
a su aposento; llamle
porque jams tan haca,
mi fortuna aquella noche.
Ella, turbada, animosa,
mujer al fin!, a empullones
mi casi difunto cuerpo
detrs de su lecho esconde.
Lleg don Pedro, y su hija,
fingiendo gusto, abrazle,
por negar el rostro en tanto
que cobraba sus colores.
Asentronse los dos,
y l, con prudentes razones,
le propuso un casamiento
con uno de los Monroyes.
Ella, honesta como cauta,
de tal suerte le responde,
que ni a su padre resista,
ni a m, que la escucho, enoje.
Despidironse con esto,
y, cuando ya casi pone
en el umbral de la puerta
el viejo los pies, entonces...,
Mal hay, amn, el primero
que fue inventor de relojes!,
uno que llevaba yo,
a dar comenz las doce.
Oylo don Pedro, y vuelto
hacia su hija: "De dnde
vino ese reloj?," le dijo.
Ella respondo: "Envile,
para que se le aderecen,
mi primo don Diego Ponce,
por no haber en su lugar
relojero ni relojes."
"Ddmele," dijo su padre,
"porque yo ese cargo tome."
Pues entonces doa Sancha,
que ste es de la dama el nombre,
a quitrmele del pecho,
cauta y prevenida corre,
antes que llegar l mismo
a su padre se le antoje.
Quitmelo yo, y al darle,
quiso la suerte que toquen
a una pistola que tengo
en la mano los cordones.
Cay el gatillo, di fuego;
al tronido desmayse
doa Sancha; alborotado
el viejo, empez a dar voces.
Yo, viendo el cielo en el suelo
y eclipsados sus dos soles,
juzgu sin duda por muerta
la vida de mis acciones,
pensando que cometieron
sacrilegio tan enorme,
del plomo de mi pistola,
los breves, volantes orbes.
Con esto, pues, despechado,
saqu rabioso el estoque;
fueron pocos para m,
en tal ocasin, mi hombres.
A impedirme la salida,
como dos bravos leones,
con sus armas sus hermanos
y sus crados se oponen;
mas, aunque fcil por todos
mi espada y mi fuerza rompen,
no hay fuerza humana que impida
fatales disposiciones;
pues, al salir por la puerta,
como iba arrimado, asime
la alcayata de la aldaba,
por los tiros del estoque.
Aqu, para desasirme,
fue fuerza que atrs me torne,
y, entre tanto, mis contrarios,
muros de espadas me oponen.
En esto cobr su acuerdo
Sancha, y para que se estorbe
el triste fin que prometen
estos sucesos atroces,
la puerta cerr, animosa,
del aposento, y dejme
a m con ella encerrado,
y fuera a mis agresores.
Arrimamos a la puerta
bales, arcas y cofres,
que al fin son de ardientes iras
remedio las dilaciones.
Quisimos hacernos fuertes;
mas mis contrarios, feroces,
ya la pared me derriban
y ya la puerta me rompen.
Yo, viendo que, aunque dilate,
no es posible que revoque
la sentencia de enemigos
tan agraviadas y nobles,
viendo a mi lado la hermosa
de mis desdichas consorte,
y que hurtaba a sus mejillas
el temor sus arreboles;
viendo cun sin culpa suya
conmigo Fortuna corre,
pues con industria deshace
cuanto los hados disponen,
por dar premio a sus lealtades,
por dar fin a sus temores,
por dar remedio a mi muerte,
y dar muerte a ms pasiones,
hube de darme a partido,
y pedirles que conformen
con la unin de nuestras sangres
tan sangrientas disenciones.
Ellos, que ven el peligro
y mi calidad conocen,
lo aceptan, despus de estar
un rato entre s discordes.
Parti a dar cuenta al obispo
su padre, y volvi con orden
de que el desposorio pueda
hacer cualquier sacerdote.
Hzose, y en dulce paz
la mortal guerra trocse,
dndote la mejor nuera
que naci del sur al norte.
Mas en que t no lo sepas
quedamos todos conformes,
por no ser con gusto tuyo
y por ser mi esposa pobre;
pero, ya que fue forzoso
saberlo, mira se escoges
por mejor tenerme muerto
que vivo y con mujer noble.
BELTRN: Las circunstancias del caso
son tales, que se conoce
que la fuerza de la suerte
te destin esa consorte,
y as, no te culpo en ms
que en callrmelo.
GARCA: Temores
de darte pesar, seor,
me obligaron.
BELTRN: Si es tan noble,
qu importa que pobre sea?
Cunto es peor que lo ignore,
para que, habiendo empeado
mi palabra, agora torne
con eso a doa Jacinta!
Mira en qu lance me pones!
Toma el caballo, y temprano,
por mi vida, te recoje,
porque de espacio tratemos
de tus cosas esta noche.
GARCA: Ir a obedecerte al punto
que toquen las oraciones.
Vase don BELTRN Dichosamente se ha hecho.
Persuadido el viejo va.
Ya del mentir no dir
que es sin gusto y sin provecho;
pues en tan notorio gusto
el ver que me haya credo,
y provecho haber hudo
de casarme a mi disgusto.
Bueno fue reir conmigo
porque en cuanto digo miento,
y dar crdito al momento
a cuantas mentiras digo!
Qu fcil de persuadir
quien tiene amor suele ser!
Y qu fcil en creer
el que no sabe mentir!
Mas ya me aguarda don Juan.
Dir hacia adentro Hola! Llevad el caballo.
Tan terribles cosas hallo
que sucedindome van,
que pienso que desvaro.
Vine ayer y, en un momento,
tengo amor y casamiento
y causa de desafo.
Sale don JUANJUAN: Como quien sois lo habis hecho,
don Garca.
GARCA: Quin poda,
sabiendo la sangre ma,
pensar menos de mi pecho?
Mas vamos, don Juan, al caso
porque llamado me habis.
Decid, qu causa tenis
--que por sabella me abraso--
de hacer este desafo?
JUAN: Esa dama a quien hicisteis,
conforme vos me dijisteis,
anoche fiesta en el ro,
es causa de mi tormento,
y es con quien dos aos ha
que, aunque se dilata, est
tratado mi casamiento.
Vos ha un mes que estis aqu,
y de eso, como de estar
encubierto en el lugar
todo ese tiempo de m,
colijo que, habiendo sido
tan pblico mi cuidado,
vos no lo habis ignorado,
y as, me habis ofendido.
Con esto que he dicho, digo
cuanto tengo que decir,
y es que, o no habis de seguir
el bien que ha tanto que sigo,
o, si acaso os pareciere
mi peticin mal fundada,
se remita aqu a la espada,
y la sirve el que venciere.
GARCA: Psame que, sin estar
del caso bien informado,
os hayis determinado
a sacarme a este lugar.
La dama, don Juan de Sosa,
de mi fiesta, vive Dios
que ni la habis visto vos,
ni puede ser vuestra esposa;
que es casada esta mujer,
y ha tan poco que lleg
a Madrid, que slo yo
s que la he podido ver.
Y, cuando sa hubiera sido,
de no verla ms os doy
palabra, como quien soy,
o quedar por fementido.
JUAN: Con eso se asegur
la sospecha de mi pecho
y he quedado satisfecho.
GARCA: Falta que lo quede yo,
que haberme desafado
no se ha de quedar as;
libre fue el sacarme aqu,
mas, habindome sacado,
me obligasteis, y es forzoso,
puesto que tengo de hacer
como quien soy, no volver
sino muerto o victorioso.
JUAN: Pensado, aunque a mis desvelos
hayis satisfecho as,
que an deja clera en m
le memoria de mis celos.
Sacan las espadas y acuchllanse. Sale don FLIXFLIX: Detnganse, caballeros,
que estoy aqu yo.
GARCA: Que venga
agora quien me detenga!
FLIX: Vestid los fuertes aceros,
que fue falsa la ocasin
de esta pendencia.
JUAN: Ya haba
dcholo as don Garcia;
pero, por la obligacin
en que pone el desafo,
desnud el valiente acero.
FLIX: Hizo como caballero
de tanto valor y bro.
Y, pues, bien quedado habis
con esto, merezca yo
que, a quien de celoso err,
perdn y las manos deis.
Dense las manosGARCA: Ello es justo y lo mandis.
Mas mirad de aqu adelante,
en caso tan importante,
don Juan, cmo os arrojis.
Todo lo habis de intentar
primero que el desafo,
que empezar es desvaro
por donde se ha de acabar.
Vase don GARCAFLIX: Extraa ventura ha sido
haber yo a tiempo llegado.
JUAN: Que en efecto me he engaado?
JUAN: S.
JUAN: De quin lo habis sabido?
FLIX Spelo de un escudero
de Lucrecia.
JUAN: Decid, pues,
cmo fue?
FLIX: La verdad es
que fue el coche y el cochero
de doa Jacinta anoche
al Sotillo, y que tuvieron
gran fiesta las que en l fueron;
pero fue prestado el coche.
Y el caso fue que, a las horas
que fue a ver Jacinta bella
a Lucrecia, ya con ella
estaban las matadoras,
las dos primas de la quinta.
JUAN: Las que en el Carmen vivieron?
FLIX: S, Pues ellas le pidieron
el coche a doa Jacinta,
y en l, con la oscura noche,
fueron al ro las dos.
Pues vuestro paje, a quien vos
dejasteis siguiendo el coche,
como en l dos damas vio
entrar cuando anoche