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HISTORIA SOCIOECONÓMICA DE VENEZUELA
2014
SAÚL AYOU LOS BARÍ, INDÍGENAS VENEZOLANOS.
Alfonzo Giornella.
Pulido Ylse.
Romero Angye.
Salas Ana.
V E N E Z U E L A
Características de
Los Barí
Los Barí como sociedades autosuficientes a Los Mayas
Aportes de los pueblos
indígenas en la formación
de la sociedad venezolana
Análisis de los
Derechos de los
pueblos indígenas
contemplados en
la constitución y
su relación con la
situación actual de
las comunidades.
En la piel de… En
casa de Los Barí.
EDITORIAL
Ana Salas
a Revista Saúl Ayou inicia con esta edición, un viaje
histórico, socioeconómico y cultural, sobre las comunidades
indígenas de Venezuela, dando un breve énfasis en la
población indígena Los Barí, logrando destacar, su autosuficiencia, sus
características en lo religioso, político, la organización social, el ámbito de
cultura y economía.
También, se contemplan los aportes socioeconómicos que brindan no
sólo Los Barí, sino todos los pueblos indígenas venezolanos. En efecto,
resaltamos los Derechos de todas estas comunidades, desde su
incorporación en la constitución de 1909, donde se permitió que los
misioneros interactuaran con ellos, con la idea de civilizarlos, y también se
impuso la libertad de culto. Pero, no es sino hasta 1947, cuando se empieza
a hablar del ciudadano ‘‘indio’’ afiliado a la vida nacional. Sin embargo, es en
la reforma de la constitución de 1999 donde realmente aparecen como
ciudadanos con Derechos a servicios de salud, educación, a la participación
política y al desarrollo de oportunidades económicas propias o de índole
distintas a las realizadas hasta ahora.
En fin, los pueblos indígenas fueron marginados por mucho tiempo
pero gracias a la integración en la constitución actual, gozan de un mejor
estilo de vida. Desde esta incorporación en el marco jurídico venezolano,
han iniciado un proceso de transformación en la actuación desde la
conformación de algunos partidos políticos como el PSUV y el PUAMA,
donde tienen voz y voto; y podrán luchar por los beneficios de sus pueblos.
L
LOS BARI, COMO SOCIEDADES AUTOSUFICIENTES A LOS
MAYAS.
n relación a este tema, primero se debe conocer un poco
acerca de “Sociedades Autosuficientes”. Son aquellas
Comunidades que producen su propia energía, alimentos,
bienes, servicios, organización, cultura, entre otros. Por lo tanto, pueden
valerse por sí mismas, sin depender de un mercado capitalista ni de un
Estado nacional, por supuesto, estos no existían en el mundo para esa
época. Sin embargo, las culturas Precolombinas de los Mayas, Incas y
Aztecas fueron capaces de adelantarse en el tiempo y aplicar una serie de
técnicas, sobre todo agrícolas, que los llevaron a producir cantidades en
exceso de alimentos, para la alimentación diaria de sus pobladores.
Los Mayas, los Incas y los Aztecas como Sociedades Autosuficiente
ofrecían lo que procuran hoy las Sociedades Capitalistas, e incluso más,
aun, sin depender ni política, ni económica, ni culturalmente de otras
instituciones externas a la propia Comunidad Autosuficiente, pero si existió
una interdependencia y una cooperación entre las diversas comunidades,
siempre desde un plano de igualdad, pues los habitantes de una Comunidad
Autosuficiente producen realmente su propia cultura y se construyen a sí
mismos, como personas y como comunidad.
Se puede decir, que en conclusión, estas civilizaciones representaron
las más grandes y perfectas culturas Precolombinas, que aunque no
pudieron impedir el avance de los conquistadores españoles, lograron
legarnos, una impresionante arquitectura, además de sus estructuras
sociales, políticas y culturales. Sus avances los llevaron a formar unas
civilizaciones, que hasta el día de hoy, son de reconocida relevancia y valor
histórico.
Vale mencionar que nuestros Indígenas, a pesar de no haber tenido
los mismos avances de estas civilizaciones, formaron sociedades
E
autosuficientes, cuyo primer nivel cultural, estaba basado en la caza y
recolección, en pequeños grupos humanos, logrando constituirse en
comunidades autosuficientes.
Los Bari como sociedades autosuficientes.
La población indígena de Los Barí, existen tanto en Colombia como en
Venezuela. En nuestro país, están ubicados al sur del Estado Zulia, en los
municipios Machiques de Perijá y Jesús María Semprún. Residen
específicamente entre los ríos Santa Rosa y Río de Oro. Es un pequeño
territorio en el que viven aproximadamente 1500 barí. Un pueblo que lucha
por no desaparecer, muy arraigado a sus orígenes, ya que, para años atrás,
su población era de aproximadamente 50.000 personas, lo que quiere decir
que los barí han perdido casi el 95% de su población.
Los primeros Barí, llamados Saimadoyi, fueron los encargados de
reconstruir el mundo e instruyeron a los indígenas Barí para pescar, cazar y
construir. El mismo Sabaseba estableció las reglas de conducta y de
comportamiento del Barí. Actualmente esta comunidad indígena tiene que
luchar con los conflictos fronterizos de la zona donde habitan, debido a los
enfrentamientos con la guerrilla colombiana.
El indígena Barí se ha caracterizado por utilizar los productos que le
brinda su medio, aunque también se dedican a la siembra de alimentos como
café y caraota, que sirve no solo para su subsistencia sino también para el
intercambio comercial con otras comunidades. En cuanto a la agricultura, se
realiza teniendo el mayor respeto hacia la naturaleza. Cada familia tiene por
lo general dos conucos, del primero se sacan los alimentos para los
primeros seis meses y del segundo para el resto del año. Ellos elaboran
artesanías sólo para sus labores comunales o espiritual, por ello es muy
difícil que las comercialicen.
Giornella Nathaly Alfonzo
Referencias:
Revista Misionera Venezuela Nº
622 Año LXVI (2006). Disponible en:
http://servidor-
opsu.tach.ula.ve/alum/pd_4/vica_a_m/ht
ml/baricu.html
Aprovechando su Medio Ambiente
Actividad Pesquera *
CARACTERÍSTICAS SOCIALES, POLÍTICAS, RELIGIOSAS,
ECONÓMICAS Y CULTURALES DE LOS BARÍ
os Barí, tribu indígena dominante de un área geográfica y
poblacional, que ha ido disminuyendo, desde la conquista
hasta la actualidad, motivado a las presiones originadas por
obras civiles como el ferrocarril del Zulia, así como las exploraciones
geológicas, y situaciones conflictivas con habitantes del entorno donde
habitan. Asimismo, la disminución de la población tuvo relación directa con
enfermedades infectocontagiosas.
Según datos estadísticos de Beckerman (1982), en el año 1960 se
produjo la disminución poblacional mas baja, aumentando a partir de los
años 70, desde el momento que inicio un proceso de pacificación,
alcanzando el beneficio de la construcción de viviendas unifamiliares,
conformando caseríos o poblados donde se observa la introducción de una
agricultura sedentaria y comercial, enfrentando cambios en la vida
seminómada practicada anteriormente y la manera de realizar las culturas,
dejando la rotación de las mismas.
Por otra parte, Los Barí están organizados socialmente por un sistema
de parentesco, el cual, se respalda ante todo en el reconocimiento de interior
de las relaciones de consanguinidad/afinidad, donde se dividen en dos
categorías, como lo son los sagdoyira quienes son relacionados como
hermanos y no se les permite la cohabitación sexual y esta comprendido por
padre, madre, hermanos, hermanas e hijos, cuando el ego es masculino, y
padre, madre, hermanos cuando el ego es femenino, los hermanos ficticios
de pacto y los individuos adoptados.
Seguidamente se encuentran los obyibara quienes son aquellos que
se han cedido o recibido mujeres y por ello se consideran entre si aliados.
Además Los Barí utilizan la afiliación para vincular a los individuos como
parte de la categoría del padre. Por su parte la afinidad se manifiesta por
L
medio de un pacto, formándose así una relación designada obyibara o de
alianza.
Asimismo la comunidad doméstica depende del bohío como centro de
la vida cultural, y es necesario que dos varones casados tomen la decisión
de construir una casa para así formar un grupo local y la jerarquización
depende de la proximidad de los vínculos sociales de alianza, cabe agregar
que, los hogares Barí están clasificados por hogar simple elemental: varón,
hembra y prole. Hogar elemental extendido agnaticio: hermano del padre,
padre, madre, hijos. Hogar elemental cognaticio: hermano de la madre,
padre, madre e hijos. Hogar poligínico: varón, hembras y prole; en este
hogar se observa siempre el sororato preferencial consanguíneo y el
sororato preferencial extendido al grupo de hermanas. Por último el hogar de
fisión que es resultado de circunstancias aleatorias como muerte o conflicto,
compuesto por madre e hijo, hermana y hermano.
Posteriormente Los Barí tienen un sistema político igualitario
apoyado en el reconocimiento de roles, el cual, se encuentra distribuido por
generaciones que se transfieren los roles, por encima de consideraciones de
parentesco, basada en alianza entre cazadores o guerreros. Según Castillo
1981 Los roles que existen dentro de la construcción de la casa son: Natubai
(delegado del territorio); aliado del Natubai o Abyiyibai (encargado de la caza
y de la pesca); aliado del Abyuyubau o Ibaibaibai; cuarto rol en jerarquía,
Atakyirominaibaibai y quinto, el Akschayirominibaibai. Y en caso de que
haya una disconformidad con las funciones asignadas, los individuos se
marchan y conforman otro asentamiento, tambien la sucesión de roles se
basa en su traspaso de padres a hijos de los pactos obyibara o de alianza,
para garantizar el equilibrio de las dos mitades (aliados) en el beneficio de
los territorios y la segundad de la procreación a través del control de las
mujeres.
Con respecto a la religión el Barí no se pregunta tanto por el origen
mismo del mundo sino por la necesidad de alguien que le de orden a las
cosas, las gentes y su conducta para que cada elemento este en su sitio.
Dado ha esto, Los Barí creen solo en Sabaseba quien no consideran un ser
ontológicamente distinto sino un conocedor y ordenador, un ser muy parejo
al barí. Sabaseba tambien consta de lo que nosotros llamamos Apóstoles y a
los que ellos les denominan Saimadoyi. A los Saimadoyi se les otorgo ser
auxiliares de Sabaseba en la reconstrucción del mundo, entre ellos esta,
Kokebadou quien les enseñaría a pescar, seguidamente se encuentra Ñandu
quien fue seleccionado para hacer el papel del sol. Luego Chibaig quien
cumple la función de iluminar como luna por la noche; continuamente
hallamos a Kassoso quien enseña al barí a construir el bohío, al mismo
tiempo Ourundou las caza y el fuego, mientras que Nunschundou la
agricultura y la artesanía y finalmente Dabasosa es quien enseña los
cuidados de la mujer embarazada y del recién nacido.
En la misma forma Sabaseba tambien reglamentó el comportamiento
que debían seguir los barí, implantando las normas de conducta. Para el barí
la función principal del grupo no la ejerce el shaman, sino el Ñatubay. Según
Castillo (1981), la cultura barí es caracterizada de aniconismo, ya que en ella
no se encuentran
ídolos, ni templos,
ni ritos, ni
sacrificios, ni
ofrendas, La
relación que
tienen con
Sabaseba es
acultural. No
obstante se puede
observar algunas
prácticas culturales como los diversos pasajes característicos en su vida,
los mitos tal como la iniciación.
En efecto los barí habían desarrollado sus propios instrumentos y la
habilidad necesaria para fabricarlos, utilizando los materiales que tenían al
alcance, tomados de su propia hábitat. Fabricaban vasijas de barro, arcos y
flechas, hilaban con algodón silvestre y tejían canastas, esteras y
chinchorros. Pero poco a poco estos materiales han ido desapareciendo en
la medida que van adoptando de parte de los colonos u obteniendo de las
tiendas de suministro, utensilios de la cultura occidental, la cerámica
desapareció con la adopción de ollas de aluminio y de plástico;
consecutivamente
las mujeres dejaron
de tejer sus telas
para los guayucos
y faldas; hoy en día
solo hacen los
canastos y las
esterillas, las
escopeta desplaza
día a día al arco y
la flecha, pero,
sobre todo, la
transformación del medio silvestre y el cambio de las actividades
productivas han afectado mayormente sus tradiciones.
Cabe destacar que, la técnica del cultivo era desconocida para el barí,
pero, actualmente en algunas fincas ya sean personales o colectivas realizan
tumbas con el fin de sembrar la mayor cantidad de plátano que les de
excedentes para el mercado, el maíz y el cacao les era desconocidos.
Algunos agentes de cambio dan mayor peso a la ganadería, sin embargo,
han tenido que requerir de peones entre los colonos para asegurar el
cuidado de los vacunos. Además de los cacaotales, practican el cultivo de la
caña de azúcar para producir panela. Finalmente se encuentra la crianza de
cerdos y aves de corral, los primeros son utilizados especialmente para la
venta en el mercado.
Los niveles de comercio y necesidades de consumo son directamente
correspondientes al nivel de aculturación que tenga el grupo indígena. Se
podrían establecer tres niveles: primero Los grupos del río Catatumbo:
Catalaura y Bebokira; segundo: Los grupos de Caño Tomás y Río de Oro y
tercero: Los grupos del interior. Mientras los del Catatumbo son mucho más
dependientes del mercado para abastecerse, los segundos continúan con la
tradición de ser autosuficientes en su alimentación, pero, el tiempo que les
dejan las labores productivas-comerciales no es suficiente para realizar la
tradicional recolección de caza y pesca. Y en los grupos del interior las
necesidades de consumo y comercio son menores así como las presiones
con este fin, ya que constan con mayor número de supervivencias culturales
determinadas ante todo por la existencia del bohío y, sobre todo, por la
posibilidad de desarrollar sus actividades cotidianas en su hábitat
tradicional de selva.
Finalmente los barí constan de un sistema de educación formal de la
sociedad mayor, es implantado en español y sigue el calendario escolar
tradicional con asistencia de niños y adolescentes. Aunque, los barí aun
conservan su propio idioma, la integración del indígena a la sociedad
nacional exige el conocimiento del idioma español, esta práctica va siendo
posible a medida que los niños van asistiendo a las escuelas.
Ana Rosa Salas Meza
Referencias:
GEOGRAFÍA HUMANA DE COLOMBIA Nordeste Indígena (Tomo II). Disponible
en:http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/geografia/geograf2/bari3.htm
Niños Barí frente al bohío.
APORTES DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN LA
FORMACIÓN DE LA SOCIEDAD VENEZOLANA
l proceso evolutivo de la cultura venezolana proviene de
raíces prehispánicas, hispánicas y africanas, unidas en los
siglos coloniales. Al transcurrir los años disfrutamos de
muchas cosas que provienen de estos pueblos como lo son: métodos
agrícolas sustentables como el tradicional conuco, artes milenarios como la
cerámica en la Niña Teodora. También siendo conocidos por sus comidas
tradicionales dentro y fuera de nuestro territorio, sin duda otro gran legado
de nuestros aborígenes podemos encontrarlos culturalmente de diversos
orígenes, tanto europeos como africanos e indígenas el rico folklore
venezolano, el arte rupestre, cestería, alfarería se suma un extraordinario
aporte lingüístico (en especial en las regiones andinas, en las áreas
montañosas del litoral, las sabanas de Los Llanos y las selvas amazónicas).
Continuamente
con la llegada de los
europeos, aparte de
que se establecieran
intercambios
culturales,
desarrollaron un
sistema de trueque del
que todos se
beneficiarían. En el
sistema comercial
existió una especie de
red comercial que
involucraba tanto
E
productos primarios como elaborados, gracias a esto se puede notar que la
zona de los llanos protagonizo un papel importante entre el eje de conexión
comercial de la zona de los Andes con la costa Caribe y la cuenca del rio
Orinoco. Durante este período la mayoría de los pueblos indígenas de
Venezuela desarrollaron la alfarería como su principal manifestación cultural
que se cree se inició durante el 900 AC en la desembocadura del río Orinoco
aunque cada pueblo con el tiempo desarrolló técnicas de alfarería propias.
Entre varios de los centros creadores de alfarería podemos encontrar,
la región de Quibor donde predomino la producción de boles e incensarios
de carácter ceremonial y un particular diseño geométrico. Luego
encontramos a los Andes venezolanos donde se destaco la elaboración de
figuras femeninas con rostros poco expresivos, seguidamente con la cuenca
de Maracaibo con una alfarería formal decorativa. Por último en los llanos
occidentales predominaba una producción de vasijas de cuerpos
biconvexos y de platos con base de pedestal.
En efecto, las formas de organización colectiva del trabajo se desarrollaron
en el área del Orinoco, los Llanos, la Costa Centro occidental de Venezuela y
parte de la cuenca del Lago de Maracaibo con la producción de alimentos
basada en un sistema agrícola desarrollado en torno a la yuca que dependía
del cultivo de tala y quema de terrenos, la caza, la pesca y la recolección de
frutos. En el caso de los Andes venezolanos, la organización social llegó a
ser más compleja y el manejo de técnicas y recursos hidráulicos permitió un
uso más eficiente de la tierra y un control político efectivo sobre la población
gracias a una compleja vida ceremonial y una estratificación social con una
estructura de poder centralizado.
Asimismo los aportes de los grupos indígenas mas resaltantes son:
primeramente Los Yanomami quienes cultivan plátano, ocumo, yuca dulce,
caña de azúcar, maíz y batata, además de cambur, aguacate, lechoza,
pijiguao, tabaco y algodón, que usan para la elaboración de hamacas y de
sus vestidos. La artesanía la desarrollan las mujeres haciendo cestería y
artículos utilitarios con bejuco de mamure descortezado. Luego están Los
Yukpa a los que la agricultura de tala y quema sigue siendo su principal
actividad de subsistencia, complementada por la caza, la pesca, la
recolección y una incipiente ganadería. El maíz es el cultivo y alimento
principal de los yukpa, combinado con la yuca dulce, el plátano y el cambur.
El cultivo del café se ha extendido por todas las comunidades y constituye
el cultivo comercial más importante. Los Yukpa comercializan el café a
través de su propia empresa cooperativa establecida en Machiques.
Posteriormente Los Karibe (Caribe), quienes cultivaban maíz, yuca, frijoles y
frutas tropicales, especialmente en las Guayanas y las Antillas. La pesca
constituía también parte de su actividad.
Los Timotocuicas, desarrollaron la agricultura de regadío en terrazas
construidas en las áreas montañosas; cultivaron la papa, el cacao, el maíz, el
tabaco y el ají. También fueron excelentes alfareros y textileros. Practicaban
el comercio con otras comunidades indígenas, mediante el intercambio de
sus artesanías por productos y frutos como el algodón y la sal. Tambien
encontramos los Wayúu los cuales subsisten en el desierto de la Guajira,
con la venta de artículos artesanales y el pastoreo de caprinos. Entre los
Wayúu el ganado es la principal riqueza y además el principal motivo de
prestigio. Aunque se comercia con él, se intercambia de modo no comercial:
para sellar una alianza matrimonial, como derecho sobre una descendencia
o para compensar daños o delitos, solucionar conflictos y establecer la paz.
Podemos culminar con el grupo indígena Los Barí, son agricultores,
cazadores, pescadores y recolectores. Cultivan en campos, en los
alrededores de las casas comunales, yuca, batata, plátano, zapallos, maíz,
ñame, piña, caña de azúcar, cacao, algodón, achiote y ají, cazan aves,
monos, el pecarí, la danta y roedores. Utilizan como arma de caza y pesca el
arco y flecha. La pesca es una fuente muy importante de su alimentación y
para multiplicarla construyen represas temporales y usan barbasco. Entre
los productos recolectados se destacan los frutos de la palma milpesos.
Practican el comercio desde época inmemorial para obtener sal y
actualmente para dotarse de herramientas metálicas, receptores de radio,
baterías y otros artículos.
Gracias a todos estos grupos indígenas el territorio venezolano se ha
ido enriqueciendo a medida que transcurre el tiempo, no solo, en la parte
económica sino también sus aspectos culturales sus costumbres lo que nos
representa y da identidad nacional. Poco a poco vamos avanzando pero no
dejemos de lado todo aquello que nos dejaron y nos siguen dejando y que
gracias a todos esos aportes el país subsiste y avanza.
Angye Andreina Romero Rivas.
Referencias:
Wikipedía, La enciclopedia libre. Disponible en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_bar%C3%AD
Blogspot Historia Socioeconómica de Venezuela. Unidad I, Génesis de
la evolución humana. Disponible en:
http://historiasocioeconomicadevenezuela.blogspot.com/2011/04/unida
d-i-genesis-de-la-evolucion-humana.html
DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
CONTEMPLADOS EN LA CONSTITUCIÓN Y SU RELACIÓN CON
LA SITUACIÓN ACTUAL DE ESTAS COMUNIDADES
os grupos indígenas se encuentran en las distintas culturas del
mundo por sus costumbres históricas, y por ser poseedores de
una ancha y desigual forma de ver la vida, con su condición
totalmente incomparable y a veces incomprensible para el resto de los seres
humanos que habitan el planeta.
Por lo regular, estas comunidades dispersas a lo largo y ancho del
globo terrestre, se han visto afectadas por el desarrollo de los países, por
sus sistemas normativos y por ende, marginados por la falta de interés, por
parte de las grandes élites sociales y gubernamentales.
En nuestro país, los indígenas se han establecido en tribus
independientes, unas de otras, sin mantener una unidad social ni política, es
decir, no poseían una igualdad entre sus culturas. Por tanto, algunas de
estas tribus se dedicaban a la pesca, a la caza y recolección de frutos, eran
nómadas. Mientras, otras obtenían su alimento gracias a la agricultura, pues
se habían establecido en una zona determinada de Venezuela.
Los derechos de estos pueblos indígenas, fueron olvidados por
nuestros gobernantes desde que nació nuestra Carta Magna a partir de 1811,
teniendo en cuenta que la Monarquía Española, no tomó en consideración la
igualdad y diferencia de su idiosincrasia de estos pobladores.
L
Luego, en la reforma
de la constitución de 1909,
se estableció en algunos
artículos que podían entrar
misioneros, con la idea de
civilizar indígenas, también
se impuso la libertad de
culto, pero no se especificó
que los indígenas tenían
derecho a sus cultos ancestrales.
Es en la constitución de 1947, donde se comienza a hablar del
ciudadano “indio”, incorporado a la vida nacional, pero no para ayudarlos, ni
tampoco asumiendo las condiciones de vida de éstos grupos autóctonos,
puesto que, para entrar en la vida de la civilización, se debían proteger y
considerar vulnerables. No obstante, en esta constitución el legislador dejo
claro al menos que el estado debería procurar la incorporación del indio a la
vida nacional, era un progreso significativo después de tanto tiempo
ignorado.
Cuando se reformó la Constitución de 1961, en la misma sólo se veía
un apartado alusivo a los pueblos indígenas que resultaba denigrante, pues
los creían como un régimen excepcional al cual el Estado debía responder a
una incorporación progresiva a la civilización.
Es con la reforma de la Constitución de 1999, cuando se reivindica los
derechos de los pueblos indígenas desde el preámbulo donde se reconoce a
Venezuela, como una República multiétnica y pluricultural y cuenta con el
Capítulo VIII, dedicado a los pueblos Indígenas, además de otros nueve
artículos vinculantes y tres disposiciones transitorias. Esto hace que los
ciudadanos indígenas puedan disfrutar de plenos derechos fortaleciendo y
enriqueciendo sus culturas ancestrales.
La mayoría de los derechos, fueron enfocados en servicios de salud,
educación, y las oportunidades económicas. Una vez que se establece este
reconocimiento constitucional de estos pobladores, empiezan a aparecer la
organización de partidos políticos en las tribus indígenas, los cuales han
comenzado a influenciar y florecer, en el mundo aborigen.
En la actualidad, muchos de estos pueblos indígenas, se han
preocupado de organizar algunos partidos políticos como el PSUV (Partido
Socialista Unido de Venezuela) y el PUAMA (Pueblo Unido Multiétnico de
Amazonas). Estos grupos, tienen una mezcla de tribus que apoyan los
derechos y democracia de los indígenas.
Lo que significa que, en el futuro estas organizaciones políticas
conformados por indígenas, tendrán que buscar y luchar por mejoras en su
población, reivindicación de la igualdad y libertad en sus pobladores,
buscando implementar una democracia para un grupo que, no lo tenía antes
y ahora adquieren la oportunidad de integrarse en el mundo de la
civilización. De tal manera, podrán tener voz y voto para luchar por
beneficios para todos, no les será fácil y muchos morirán, sin ver realizados
sus proyectos, pues la situación de muchos de estos indígenas es
dramática, viven en pobreza extrema y existe una alta mortalidad, debido a
las enfermedades, la miseria y la pobreza en la cual se encuentran
sumergidos.
Pareciera que muchas de estas etnias, están condenados a la
desaparición, en ocasiones, por la interferencia del hombre blanco.
Asimismo, diversos grupos se han asimilado a la población mestiza como
los Wayúu, integrados parcialmente en el sistema social, pero conservando
su condición de miseria. Muchos de ellos saben hablar español, para
poderse comunicar con los blancos y mestizos. Así como, con diferentes
tribus con distintos idiomas, en oportunidades, estas lenguas indígenas
están destinadas a la desaparición, esperemos que eso no pase y los
gobernantes hagan prevalecer los derechos adquiridos para mejorar la
calidad de vida de estos pobladores.
Ylse Nereida Pulido.
Referencias:
Taringa. La historia indígena. Disponible en : http://www.taringa.net/posts/info/11218242/La-historia-indigena.html
Jacques Poloni-Simard, Historia de los indios en los Andes, los indígenas en la historiografía andina: análisis y propuestas. Disponible en: http://nuevomundo.revues.org/651
Monografías, Derechos de los Pueblos Indígenas en Venezuela. Disponible en: http://www.monografias.com/trabajos91/derechos-pueblos-indigenas-venezuela/derechos-pueblos-indigenas-venezuela.shtml
Unet, Derechos indígenas. Disponible en: http://www.unet.edu.ve/unet2001/agrupaciones/amerindia/derechos_indigenas.htm
Andreina C. Barrios G. Blogspot. Indígenas de Venezuela. Disponible en: http://andreinacbarriosg.blogspot.com/2011/02/derechos-fundamentales-de-los-pueblos.html
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.453. 24 de marzo del 2000.
EN LA PIEL DE... EN LA
CASA DE LOS BARÍ
uisiera decir
que estuve en
una
comunidad con indígenas en
guayuco, con caras
pintadas, internados en una caverna de vegetación espesa, impenetrable por
la civilización. Pero no fue así.
Estuve durante 50 horas en Campo Rosario, un poblado fronterizo de
indígenas barí que queda en el municipio Jesús María Semprún, estado
Zulia. A cinco horas de Maracaibo y a media hora de Colombia. En la punta
del extremo oeste de Venezuela.
Allí, los nativos no tienen la particularidad de estar aislados ni
desnudos, pero son singulares por estar concentrados alrededor del cerco
de una industria petrolera, donde ven con desparpajo al hombre blanco y
mestizo haciéndose rico con sus tierras.
Tras cinco horas de recorrido por la Machiques -Colón, llego a una
intersección con movimiento de venezolanos y colombianos en un libre
intercambio de contrabando: El Cruce. A la izquierda, un camino
serpenteante es bordeado por cultivos de palmas aceiteras. Doce kilómetros
adentro está la explanada de asfalto triturado por años de sol, una pista de
aterrizaje de la Shell (1920) para los gringos que venían a buscar el tesoro
negro.
En una orilla de la pista hay chozas. En la otra, una línea con 20 casitas
de bloque que construyó, en 1999, el Instituto de Desarrollo Social de la
Gobernación, dejando fuera a 44 familias. Al finalizar la pista, emerge un trío
de tanques de petróleo encerrados en una malla de ciclón. Para convivir con
Q
ellos me despojo de atavíos, cosméticos y espejos que tanto me gustan. Me
visto de sencillez y no me reconozco. Estoy disfrazada.
Así voy en busca del primer cacique, a quien espero encontrar sentado
bajo una mata. Pregunto en su casa y su cuñada Fabiola Codacey me ubica:
“Debe estar en su oficina”. Sorprendida llego a una de bloque frisado, toda
pintada de blanco y con aire acondicionado. En la puerta, un cartel dice:
“Comunidad Arrutatakae”, que significa palma real, denominación que
dieron al caserío, en rechazo al nombre de campamento petrolero impuesto
por los blancos.
Antonio Sagostace, segundo cacique, me da esa explicación al
recibirme dentro de una cápsula alejada de la realidad exterior. Le propongo
convivir con el pueblo por unos días y Sagostace, un hombre de 48 años,
pómulos salientes y una boca que parece hecha con forma de sonrisa, deja
la decisión a Saúl Ayou, el primer cacique.
En unos minutos llega Saúl, un hombre 10 años menor que Sagostace,
rostro lleno, cabello erizo y sonrisa difícil. No entiendo cómo un hombre tan
joven lidera la comunidad y él mismo me explica: “Antes, los viejos eran los
caciques. Ahora es por votación. Fui el primero en votos y Antonio, estuvo
en segundo lugar, por eso es el segundo cacique”.
Sobre la posibilidad de quedarme se rehúsa: “Hay demasiado calor,
plaga y está dando dengue. En las chozas vive mucha gente, con un
chinchorro más se viene el rancho encima”.
“Por el calor no se preocupe, vengo de una tierra caliente. Para la plaga
me aplico insecticida y, si es posible, duermo en el suelo” —Insistí—.
Me refuta: “El insecticida no le hace a la plaga de aquí y si duerme en el
suelo le puede morder una culebra o un ciempiés. Voy a llamar a unas
muchachas a ver si pueden acompañarte, traducirte y además dormir en su
casa”.
Las jóvenes de su confianza comienzan a desfilar por la oficina y
entablan con él una conversación en barí, para excluirme del entendimiento.
Ninguna acepta. El cacique asume mi acompañamiento y estadía.
Es más del mediodía y Ayou, siendo el cacique, no tiene garantía de
comida. Me lleva a un rancho de palma que precede a su casa de bloques, es
la vivienda de su hermano Héctor. Murmulla en barí con su cuñada. El
tiempo pasa, mi estómago grita y él entra a su casa a hablar del mismo modo
con su hija mayor. Tras una hora, pregunta resignado: “¿Vos coméis
poquito?” Advierte que la ración no es copiosa.
En un plato de peltre me sirve arroz y dos presas de carne guisada. Él
sólo tiene una presa. Entiendo que ha compartido su almuerzo conmigo.
Devoro la carne excesivamente blanda y pregunto: ¿Qué es? Mona —
responde—. Agradezco no saber antes de desaparecerla del plato y
reconozco: “Estaba muy buena”.
Sus alimentos típicos son animales de monte, porque la etnia es
cazadora por tradición ancestral.
“Antes cazábamos con arco y flecha. Ahora, también con escopeta.
Comemos picure, lapa, cachicamo, tortuga, paloma y que ya no se
encuentran. Entonces comemos lo mismo que un blanco: arepas o
espaguetis y así no llegamos a viejos como antes”.
El único hombre centenario es Alfonso Kaseshimba. Tiene 110 años y
aparenta 80. Es el shamán. Mago de las hierbas que mastica y escupe en el
lugar de la dolencia de sus paisanos. Sus conocimientos son tan valorados,
que en la escuela de Campo Rosario es obligado escuchar todos los días
una hora de sus clases de historia.
En una de las aulas me siento a verlo dibujar un animal que ocupa toda
la pizarra. María Yanet, una muchacha de la comunidad, traduce: “El
hipopótamo vive en el agua y Sabaceba (Dios barí) le da comida. Pero se
come a los que se juntan con sadoyi (parientes)”. Los niños aprenden así, lo
que les espera si se enamoran de un familiar.
Cerca de esa aula, Héctor Ayou trabaja como obrero en la construcción
de otros salones, a pesar de ser uno de los más cultos de la comunidad.
Hizo estudios católicos en Colombia para ser agente pastoral comunitario y
convivió con los abuelos de las 17 comunidades barí del Zulia.
Héctor argumenta la valentía de los ancestros de Campo Rosario al
referir que antes de la llegada de los españoles estaban ubicados por todo el
Sur del Lago, en torno a los ríos Zulia y Catatumbo. Tras la invasión, muchos
huyeron a la Sierra de Perijá. Pero ellos se quedaron en la sabana,
respondiendo con arco y flecha a los conquistadores primero, a la
electricidad de las compañías petroleras después y luego, a las balas
malditas de los hacendados. “Muchas historias sangrientas se escuchan. En
Machiques, cuentan los indígenas, que los hacendados llegaron a pagar
cinco bolívares por una oreja barí. Y decenas de orejas ensartadas en
alambre se veían en los patios de sus casas”.
Cae la noche y Héctor me habla de historia en la cápsula, mientras su
esposa hace la cena: el mismo arroz y dos presas de carne negra con
huesos filosos. Nuevamente el primer cacique me concede parte de su
comida. Tiene una sola presa. ¿Qué es? Yaguasa, un pato de ciénaga. El
hambre basta para comer a tragos gruesos, sin saborear.
La casa de Saúl es una de las pocas con ducha y sanitario que desagua
en pozo séptico. Quienes moran en ranchos como el de Héctor, donde yo
duermo, usan un baño colectivo, una especie de pared, sin techo, que se
enrrolla para formar un espiral donde se entra sin posibilidad de que nadie
vea. Es como entrar al caparazón resbaloso y apretado de un caracol, con
las paredes internas renegridas por el moho. Dentro, un tubo trae agua del
suelo, el suelo donde, a pocos metros, están los pozos sépticos. El calor es
tal, que al salir del caracol el cuerpo está más lavado por el sudor que por el
agua.
Tras la ducha llego a la choza de Héctor a las 8:00 de la noche, hora en
que el pueblo entero duerme. Pero en casa de los Ayou comienza la
angustia. Héctor y Saúl van y vienen en busca de un chinchorro para mí. En
su lengua, Fabiola pelea con Anañira, una de las hijas menores de Saúl que
se retuerce de rabia porque le quitan su chinchorro para la visita. Va a
dormir hacinada en la casa de bloque, con sus nueve hermanos.
La choza de Héctor no tiene dentro divisiones de paredes. El techo de
paja púa, es apetitoso para muchos insectos. En una esquina, la cama
matrimonial se esconde tras una cortina, es el lecho de los esposos. Las
paredes de lata exhalan de noche la insolación del día y en ellas, repisas de
madera sostienen la ropa y enseres.
Un solo bombillo, da ambiente de cueva. Al apagarlo el silencio más
puro deja escuchar con ecos hasta la caída de una hoja de paja. Zancudos,
mosquitos y jejenes comienzan su sinfonía de zumbidos en mis orejas.
Pican cada centímetro de piel. Me envuelvo como una oruga en el
chinchorro, pero de nada vale.
A las 9:00 de la noche se inicia una procesión de ratas por los horcones
y el suelo. Todos duermen menos yo. Veo cómo los roedores trepan las
cuerdas de mi hamaca, se tiran al piso, chillan, suben las repisas y lanzan la
ropa, ollas y tazas. Entiendo por qué Héctor duerme con una linterna en la
mano. Cuando tumban todo, las alumbra. Se esconden. Apaga la linterna y
vuelven a adueñarse de la oscuridad. Otro ruido se suma: las latas
retumban. Un perro callejero se calma el picor de las pulgas recostado al
rancho. No duermo ni en la fracción de un segundo. Comprendo por qué los
pobladores piden al Gobierno, casas de bloque. ¡Es urgente!
La tranquilidad llega a las 2:00 de la mañana, cuando dispongo salir a
ordeñar. Héctor se levanta conmigo para abrir la casa. Le digo: necesito ir al
baño. Nosotros usamos el monte —responde—. Me meto entre las sombras
de las matas y agachada contemplo un cielo negro más desnudo que yo, sin
su abrigo de nubes, me deja ver todas sus constelaciones.
Saúl enciende el camión 350 de la comunidad, me monto como copiloto
y a la plancha sube Jaime Abisoura, un barí delgado que vive diagonal al
primer cacique. Por caminos de tierra llegamos a la vaquera. Hay 10 vacas
lecheras adquiridas por asistencia agraria de Baripetrol, la empresa petrolera
instalada en sus tierras.
Jaime saca el ganado. Toma por el cuello a un becerro para que dé un
solo chupito en la teta de la madre. Luego lo aparta con crueldad, lo amarra a
las patas traseras de la vaca para que vea mientras roba su alimento. Saca
chorros de leche firmes que parecen perforar el balde, y dice: “Aunque
perdamos un poco, dejo leche a los becerros, porque es de ellos”. Habla con
cantado acento colombiano porque trabaja en materas de la zona, donde
abundan obreros del otro lado de la frontera.
Junto con Jaime, Enrique Abigdú, también pastorea. Es famoso por
tener dos esposas que son hermanas.
Los barí son monógamos por principio, pero desde la época antigua se
permite la poligamia en dos circunstancias: Cuando la primera esposa sea
estéril y, sin repudiarla, se busque una segunda para cumplir la función
procreadora. Y tal es el caso de Enrique. O cuando el hombre casado muere
y la viuda es acogida por un hermano del fallecido, que ya está casado. En
ambos casos no hay primera o segunda. Ambas tienen igual importancia.
El primer cacique me da esa explicación, pero me aclara que tener dos
mujeres es cada vez más escaso: “Antes no nos vestíamos y era más fácil
construir una casa. Ahora hay que vestir a la mujer y a los hijos, buscarle
casa y alimento. Es más difícil”.
De regreso paramos en casa de Jaime, todavía el cielo está negro. Son
apenas las 4:00 de la mañana. El tiempo en Campo Rosario va muy lento. A
esa hora se ve cómo en lo alto del cielo se abre un chorro de humo blanco,
oloroso a metano y crudo. Viene de los tanques y piscinas de petróleo que
están detrás del ciclón, donde se separa al petróleo del agua que trae desde
el vientre de la tierra. Ese olor se mezcla con el perfume del café y las arepas
fritas. Las amas de casa están despiertas.
A las 6:00 de la mañana, algunos niños van a la escuela Campo Rosario,
los persigo y encuentro a las cocineras prendiendo el fogón para hervir la
carne del almuerzo. Otras amasan arepas para un batallón de 300 niños. Las
ayudo a mirarlas en el budare.
Luego de cantar el himno nacional, a las 7:00 de la mañana, la fila de
niños aguarda el desayuno: una arepa, un huevo cocido y jugo de melón.
Todos se devuelven por una pizca de sal para aderezar el huevo. Pasa media
hora y la comida se acabó, pero los niños no. ¡A correr! A Maritza Abiadog,
coordinadora del comedor, no se le ven las manos cuando amasa, sus
compañeras pellizcan la mezcla y forman torres de arepa. Los huevos se
acabaron. Complementan con mayonesa.
Frente a la escuela está el nuevo ambulatorio. Construido, equipado e
inaugurado con gran pompa por Baripetrol, el 12 de octubre del año pasado,
Día de la Resistencia Indígena. Desde entonces, nunca abrió. No hay médico
para tan apartado pueblo.
A medio kilómetro está el ambulatorio viejo dotado por la Gobernación.
Ahí trabaja Bernardita Akirouoda, enfermera por insistencia de las monjas
misioneras que la criaron. Sólo ella tiene nociones básicas de medicina y
cuenta lo insólito: Tienen dos comedores y actualmente hay cinco niños con
desnutrición.
Al lado del ambulatorio está el comedor popular creado por el Gobierno
nacional. Mayela Méndez, una barí de 25 años, es la encargada de la cocina,
un cuarto con una sola ventana, techo de zinc bajo y bloques vestidos de
manteca y carbón de fogón. Allí hierven más las cocineras que los
alimentos. Se da el almuerzo y la cena a 150 personas, dándole prioridad a
niños, embarazadas y abuelos. Pero en realidad, casi todo el pueblo come
allí.
A las 2:00 de la tarde las ayudo a preparar la cena: plátano verde
cocido. Ya a las 4:00 de la tarde llega una romería de niños con tazas y
botellas plásticas para buscar su ración, la de sus padres, hermanos, y
parientes. Servimos una mitad de plátano y una cucharada de mantequilla y
leche. Los últimos quedan sin comida.
Al terminar de despachar, salgo a recorrer el pueblo y me paro en una
de las casas de bloque donde la puerta está tan abierta como la disposición
de la mujer que aguarda dentro, sentada en el piso limpio. Rubia Asobarei,
una abuela que saluda con su amplia sonrisa de un solo diente. Tiene 65
años y pasa sus días ensimismada en las estrellas de bejuco que teje
formando sus cestas. Tiene 10 hijos, pero ninguno aprovecha su experiencia
en la cestería. Sólo dos pericos la acompañan.
Le pido que me enseñe y me orden mirar. Le comento que me duele la
cabeza y con las mismas semillas de achote con las que colorea las fibras de
sus canastas, pinta una algarabía roja en toda mi cara y ruega a Sabaceba
que me alivie. En barí perfecto y muchas señas, se señala los ojos, la
cabellera despeinada, la palma de sus manos y se toca el pecho. Llamo a
una nieta, María Yanet, experta en traducir el barí de los viejos, y me
transmite: “Primero se aprende viendo. Luego, con la cabeza y después con
las manos, haciendo. Por último, con el corazón. Si te gusta, lo haces con el
corazón”.
Cae la noche y le informo a Rubia que regresaré al otro día para verla
por última vez y parto a casa de Héctor.
Al mañana siguiente, me levanto a las 6:00 para pasar por los
comedores y despedirme. Las muchachas que el primer día se negaron a
acompañarme, preguntan: “¿Cuándo vuelves?”.
De última dejo a Rubia, a quien aparto para preguntarle el secreto de la
subsistencia del barí: “No molestamos a nadie. Recibimos con una sonrisa a
los blancos y mestizos a pesar de lo que nos han hecho por años. No
sentimos odio”. Al traducir, María Yanet me mira y la miramos a ella.
Rompemos el silencio con carcajadas que espantan a los pericos y Rubia
susurra: “Estamos hechos de resistencia”.
Referencia:
Panorama, En la piel de… En la casa de los barí. Disponible en:
http://panorama.com.ve/portal/app/push/noticia101420.php
CONCLUSIÓN
inalmente, estas civilizaciones representaron las más grandes
y perfectas culturas Precolombinas, que aunque no pudieron
impedir el avance de los conquistadores españoles, lograron
legarnos, una impresionante arquitectura, además de sus estructuras
sociales, políticas y culturales. Sus avances los llevaron a formar unas
civilizaciones, que hasta el día de hoy, son de reconocida relevancia y valor
histórico.
También, son sumamente importantes los aportes que nos dieron y
nos siguen dando nuestros pueblos indígenas al territorio venezolano
debido a sus necesidades, ya que ellos iniciaron por lo que hoy subsiste el
país; además lo que nos identifica como nación, desde su rica cultura y
costumbres hasta el comercio, que fue el comienzo del desarrollo
económico de Venezuela y poco a poco en los años fue avanzando hasta
nuestro presente.
Asimismo, podemos tomar como ejemplo a Los Barí, un pueblo
indígena ubicado en el Estado Zulia, quienes aun preservan su idioma,
denominado chibcha, disponen de una religión monoteísta, son agricultores
y ganaderos y aunque al pasar el tiempo han reemplazado sus utensilios
hechos a mano, por los que se encuentran en los abastos, gracias a que se
han ido adaptando a la cultura occidental, hoy en día siguen creando cestas
y esterillas.
Sin embargo se puede decir que, la condición de muchos pobladores
Indígenas en Venezuela, es muy dramática y, no cambiará en el corto tiempo.
Sin embargo, al establecerse en la Constitución de 1999, como ciudadanos
con derechos, lograron por primera vez que los aborígenes lucharan por
oportunidades que no tenían, tal vez por la supervivencia de un sistema
social clasista, heredero de la época colonial, podrán mejorar su condición y
se puede augurar un futuro menos hostil.
F
Cuando vinieron. …
Ellos tenían la Biblia
y nosotros teníamos
la tierra.
Y nos dijeron cierren
los ojos y recen.
………Cuando
abrimos los ojos, ellos
tenían la tierra y
nosotros la
Biblia.