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PONTIFICIO SEMINARIO
PALAFOXIANO ANGELOPOLITANO
ESCUELA DE TEOLOGÍA
EL EXORCISMO EN EL MINISTERIO DE JESÚS
Y EN LA LITURGIA DE LA IGLESIA
ERNESTO JUNIOR MARTÍNEZ AVELINO
PUEBLA DE LOS ÁNGELES, A 20 MAYO DE 2013
TIC TEOLOGÍA 2013/005D135
1
ASESOR:
Vo. Bo.
________________________________________________
Pbro. Lic. Roberto Valentín Ortega
2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….4
I. MARCO INTERPRETATIVO DE LA PRÁCTICA EXORCISTA
EN EL ENTORNO CULTURAL DE JESÚS………………………..…………...7
1. Conceptos y definiciones………………………………………………..…………..7
a. Posesión espiritual…………………………………………………...………7
b. El exorcismo………………………………………………………………..10
c. Tipología de espíritus……………………………………..………………..11
d. El demonio…………………………………………………………………14
2. Algunos testimonios culturales y veterotestamentarios……………………………18
a. Mesopotamia: las tablillas…………………………………………….……18
b. Egipto: los papiros mágicos……………………………………………..…19
c. Grecia: la República de Platón………………………………………..……19
d. Cultura judía y Antiguo Testamento………………………………….……20
3. Algunos testimonios novotestamentarios………………………………………..…23
a. Material de Marcos………………………………………..……………….25
b. Material de Mateo………………….………………………………………25
c. Material de Lucas…………………………………………….…………….25
d. Material de Juan……………………………………………………………26
II. MINISTERIALIDAD DE LA PRÁCTICA
DEL EXORCISMO EN JESÚS………………………………………..…….…..30
1. La práctica exorcista de Jesús
como signo del Reino de Dios en el Evangelio de Marcos…………..………….…32
3
2. El endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20)…………………………………...………34
3. La victoria de Jesucristo sobre Satanás………………………………………….…46
a. Jesucristo: vencedor de Satanás……………………………………………47
b. Jesucristo: vencedor en su actividad como exorcista………………………47
c. Jesucristo: vencedor por su muerte y resurrección……………………...…48
III. EL EXORCISMO COMO PRÁCTICA
DE LA IGLESIA DE CRISTO……......................................................................52
1. El ministerio del exorcismo en la Iglesia posconciliar………………………..……55
a. División y formas del exorcismo………………………………………..…56
b. El ministro del exorcismo………………………………………….………57
2. Ritual Romano De exorcirmis et supplicationibus quibusdam………………….…57
a. Contexto del Ritual…………………………………………………...……58
b. Lectura interna del Ritual…………………………………………..………59
c. Análisis de algunas oraciones importantes del Ritual………………...……62
3. Aspecto pastoral…………………………………………………………...……….73
a. Liturgia de doble enfoque: expulsión y curación………………………..…74
b. ¿Por qué suceden las posesiones? El problema del mal……………………78
CONCLUSIÓN…………………………………………………………………………....82
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA……………………………………………………..85
4
INTRODUCCIÓN
Actualmente, el tema de lo espiritual, ha quedado en el desván del pensamiento
humano. Tal fenómeno encuentra su causa en el vértigo socio-económico y político que
experimenta el hombre transmoderno. Y de este fenómeno, la Iglesia no se ve exenta.
La cuestión sobre el influjo de los entes espirituales, conocidos comúnmente como
ángeles, en la vida de las personas, ha sido puesta en tela de juicio por la psiquiatría y
demás ciencias que se postulan como criterio de conocimiento y pauta hacia una verdad que
presume de infabilidad, pero carecen de una visión holística de la realidad y del hombre. De
ahí que, en lo que concierne al tema de los demonios, que son entidades espirituales pero
con características muy particulares, también se ponga en duda su existencia. La siguiente
opinión de Gabriele Amorth1 pone de relieve tal tendencia:
… sigue habiendo muchos curas y obispos que no nos creen2 (…) hay
tantos curas que no creen en ellos -en los exorcismos-, y tantos obispos…
Sí, obispos. Algunos curas llegan a obispos y siguen sin creer; incluso
declaran públicamente que el infierno y el demonio no existen3 (…) Incluso
los obispos que nombran exorcistas suelen hacerlo a regañadientes. No se
1 AMORTH Gabriele, Memorias de un exorcista. Mi lucha contra Satanás, España 2010
2 Ibídem, p. 18
3 Ibídem, p. 22
5
informan de cómo van las cosas, de cuantos hay y cuantos se necesitarían,
ni del número de pacientes; y tampoco reúnen a los exorcistas para
analizar la situación. Nada de eso. Se limitan a nombrar a alguien y luego
el exorcista ya se las compondrá.4 (…)
–Quisiera preguntarle, hay jóvenes sacerdotes interesados en dicho
ministerio. –Muchas veces hay jóvenes sacerdotes dispuestos a ello, pero
el obispo se lo prohíbe…5
El siguiente trabajo que lleva por título El exorcismo en el ministerio de Jesús y en la
liturgia de la Iglesia, tiene como propósito mostrar que en el itinerario del ministerio de
Jesús, la práctica del exorcismo fungió un papel si no central, sí importante, siendo una de
las señales de la llegada del Reino de Dios: Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los
demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Mt 12, 28); Pero si por el dedo de
Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Lc 11, 20).
Esta práctica que ha sido recogida en los Evangelios, fue también ejercida por los
discípulos del Señor y conservada por la Iglesia a través de los siglos hasta nuestros días.
Obviamente que no han faltado los excesos, abusos y ambigüedades en torno a esta
práctica, provocando confusión y hasta desacreditación en el pensar y obrar de la Iglesia.
Por lo cual, este trabajo pretende ser una valoración de esta práctica del exorcismo como un
medio eficaz contra la acción de Satanás. Así mismo, este trabajo desea ser un
reconocimiento de que el que el tema del demonio y su acción para expulsarlo no solo está
vigente, sino que es real. Es también un intento por ofrecer un panorama general y sucinto
de lo que es el exorcismo y su valor en medio de la confusión espiritual de nuestros días, en
donde se suele buscar a Dios donde no está.
Este trabajo consta de tres capítulos. En el primero, aclaramos los términos necesarios
para el desarrollo de nuestro tema, que nos evitarán ideas imprecisas. Así mismo,
ofrecemos una perspectiva bíblica, socio-histórica y, ayudándonos con los datos que nos
aporta la antropología cultural, nos podamos situar lo más cercano posible al contexto de la
práctica exorcista en tiempos de Jesús.
4 Ibídem, p. 131
5 Ibídem, p. 150
6
En el segundo capítulo, abordamos la cuestión de la posesión demoniaca desde el
punto de vista bíblico, mediante el análisis del pasaje evangélico de Mc 5, 1-20 conocido
como el endemoniado de Gerasa. Acudimos al texto en la versión griega que ofrece José
María Bover y José O´Callaghan, en la edición crítica que nos brinda la Editorial BAC del
Nuevo Testamento Trilingüe del 2005. Ubicamos el texto en su contexto vital y concluimos
exaltando el papel vencedor de Jesucristo que se palpa a lo largo de su ministerio y que
llega a su plenitud en el sacrificio de la Cruz.
En el tercer capítulo, tratamos el tema del exorcismo en la liturgia de la Iglesia,
mediante el estudio de los elementos, agentes, destinatarios y fines del mismo. Para ello,
acudimos a los Prænotanda del Ritual Romano de Exorcismos y otras Súplicas, promulgado
por el Papa Juan Pablo II en el 2005. Además intentamos explicar la eucología y su razón
de ser en el desarrollo del Ritual. Por último, tratamos algunos aspectos pastorales sobre el
exorcismo, tales como la atención a los vejados, la necesidad de una pastoral de doble
enfoque en donde se atienda no solo la liberación, sino la curación misma de la persona.
Además, tratamos de comprender los motivos más profundos y el sentido cristiano que
tiene el que una persona sufra una posesión demoniaca.
Si los síntomas de una posesión estuvieran resueltos desde las manos de la ciencia
médica, seguramente no serían objeto de estudio por parte de la ciencia teológica y mucho
menos del quehacer de la Iglesia por tratar de combatir el mal con el instrumento que Jesús
mismo empleó para la expulsión de demonios y la liberación del hombre.
7
CAPÍTULO I
MARCO INTERPRETATIVO DE LA PRÁCTICA EXORCISTA
EN EL ENTORNO CULTURAL DE JESÚS
1. Conceptos y definiciones
Para abordar este tema y evitar ideas equívocas para luego adoptar posturas radicales,
abrimos este capítulo aclarando los términos necesarios para el desarrollo de nuestro tema,
ofreciendo un panorama bíblico, histórico, socio-cultural y los testimonios que nos ofrecen
las investigaciones antropológicas recientes, con tal de que podamos situarnos en el
contexto de la práctica exorcista y el manejo de espíritus en el que vivó Jesús.
a. Posesión espiritual
En la opinión de Esther Miquel, desde una interpretación socio-cultural, la noción de
posesión espiritual puede entenderse como un fenómeno cultural que se manifiesta en
conductas individuales extrañas que la sociedad interpreta como resultado de la
8
suplantación total de la voluntad del sujeto por una entidad espiritual.6 En la Sagrada
Escritura encontramos numerosas referencias a casos de este tipo.7 Cito dos de ellas:
Cuando llegaba a Lejí y los filisteos corrían a su encuentro, con
gritos de triunfo, el espíritu de Yahveh vino sobre él: los cordeles que
sujetaban sus brazos fueron como hilos de lino que se queman al fuego y
las ligaduras se deshicieron entre sus manos. Encontró una quijada de
asno todavía fresca, alargó la mano, la cogió y mató con ella a mil
hombres (Jue 15, 14-15).
Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a
unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó
sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: « ¿De qué discutís
con ellos? » Uno de entre la gente le respondió: « Maestro, te he traído a
mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él,
le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y le deja
rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.
» Él les responde: « ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré
con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo! ». Y se
lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al
muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos.
Entonces él preguntó a su padre: « ¿Cuánto tiempo hace que le viene
sucediendo esto? » Le dijo: « Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado
al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos,
compadécete de nosotros. » Jesús le dijo: « ¡Qué es eso de si puedes!
¡Todo es posible para quien cree! » Al instante, gritó el padre del
muchacho: « ¡Creo, ayuda a mi poca fe! » Viendo Jesús que se agolpaba
la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: « Espíritu sordo y
mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él. » Y el espíritu salió
dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como
muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero
Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie (Mc 9, 14-27).
6 MIQUEL Esther, Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús,
Salamanca 2009, p. 12 7 Cfr. 1 Sm 9, 5-13; Jue 14, 19-20; 15, 14-16; Mc 1, 21-18; 5, 1-20; 9, 14-29
9
Evidentemente que, por los avances en la investigación antropológica y bíblica la
suplantación total de la voluntad no se entiende literalmente o en el sentido que lo presenta
el individualismo moderno, sino como una limitación en la capacidad de control del
comportamiento del sujeto.8 Y algo que es importante señalar es que, aunque la psiquiatría
postule el fenómeno de las posesiones como problemas mentales, lo que sí es cierto, es que
negar la realidad de las posesiones y afirmar que son solo un mero símbolo de liberación
del mal es una afirmación herética, pues tal afirmación es contraria a la Tradición de la
Iglesia.9
En la literatura bíblica tenemos al profeta Jeremías que no puede contener las
palabras que Dios le ha inspirado, o las crisis que sufre el rey Samuel cuando le sobreviene
un espíritu maligno, y el testimonio de un hombre a quien un demonio que le posee lo
bloquea en su capacidad de hablar:
Yo decía: « No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre. »
Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis
huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía (Jr 20, 9).
El espíritu de Yahveh se había apartado de Saúl y un espíritu malo
que venía de Yahveh le perturbaba. Dijéronle, pues, los servidores de
Saúl: « Mira, un espíritu malo de Dios te aterroriza; permítenos, señor,
que tus siervos que están en tu presencia te busquen un hombre que sepa
tocar la cítara, y cuando te asalte el espíritu malo de Dios tocará y te
hará bien. » Dijo Saúl a sus servidores: « Buscadme, pues, un hombre
que sepa tocar bien y traédmelo. » Tomó la palabra uno de los servidores
y dijo: « He visto a un hijo de Jesé el belemita que sabe tocar; es
valeroso, buen guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y
Yahveh está con él. » Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: «
Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño. ». Tomó Jesé cinco
panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl con su hijo David.
Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio. Saúl le cobró mucho
afecto y le hizo su escudero. Mandó Saúl a decir a Jesé: « Te ruego que
8 Cfr. MIQUEL Esther, op. cit., p. 13
9 FORTEA José Antonio, Svmma Daemoniaca Tratado de Demonología y Manual de Exorcista, México
2010, p. 136
10
tu hijo David se quede a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis
ojos. » Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la
cítara, la tocaba, Saúl, encontraba calma y bienestar y el espíritu malo se
apartaba de él (1 Sm 16, 14-23).
Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado. Y
expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada,
decía: « Jamás se vio cosa igual en Israel. » (Mt 9, 32-33).
Apoyados en estas referencias bíblicas, se amplía nuestra noción de posesión
espiritual y dicha noción será la que manejemos en el desarrollo de este tema. Así,
cualquier limitación total o parcial, en el control del comportamiento que manifieste un
individuo, el entorno socio-cultural se la atribuirá a la acción de un espíritu, y dicho
fenómeno será interpretado como posesión espiritual. Tal posesión ira acompañada de
dolencias y enfermedades que, en cierta manera, lo atan o sujetan a un dominio, coartando
su capacidad de control y viéndose obstaculizada su reinserción en las actividades
sociales.10
b. El exorcismo
Ahora bien, una vez entendida la noción de posesión espiritual que aquí se va a
manejar, y por el conjunto de referencias bíblicas anteriormente citadas, nos es posible
hablar sobre el exorcismo. ¿Qué se entiende por exorcismo? En coherencia con la noción de
posesión espiritual, el exorcismo es la práctica que pone fin a la acción que ejerce el
espíritu poseedor sobre la persona poseída.11
La acción del espíritu que posee se denomina
como atar, y el poner fin a tal acción es desatar: Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que
ató (;Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura
en día de sábado? (Lc 13, 16).
El verbo atar/desatar aparece 24 veces en los Evangelios en los casos del sentido de
unión física y en el sentido moral y espiritual. En el caso de Lc 13, 16 es en el sentido
10
Cfr. MIQUEL Esther, op. cit., pp. 13-14 11
Ibídem, p. 15
11
moral y espiritual. El verbo édesen (;viene del verbo déo (,) y significa atar o
sujetar. Esto refleja que la acción de Jesús sobre esta hija de Abraham fue la de liberarla de
una condición o circunstancia opresora y desagradable producida por un espíritu llamado
Satanás.12
En la literatura novotestamentaria existe otro verbo con esa acepción liberadora, es el
verbo exorcizar. Este término se expresa normalmente por el verbo ekbállo (v,) que
significa echar fuera o expulsar, y apóllumiv ,que significa destruir o aniquilar.
La acción que se realiza sobre el poseso mediante el acto del exorcismo se expresa con el
verbo lúo (,) que significa desatar o desenganchar, y por el verbo apollúo (v,)
que significa soltar o liberar. Pero no es, sino hasta el siglo II de nuestra era, cuando
exorcizar adquiere el significado de expulsar espíritus, pues en épocas anteriores
significaba conjurar, es decir, que se podía exigir a alguien a hacer o decir algo por la
invocación de un poder sobrenatural.13
Citamos Mt 26, 63 que en todo el Nuevo
Testamento, es el único texto donde aparece el verbo exorcizar (exorkízo, V,):
Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: « Yo te conjuro (V,por
Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. ».
Ahora bien, si la posesión espiritual es la limitación o incapacidad del individuo por
el control de su comportamiento bajo el influjo de un espíritu y cuya cura o fin a este
fenómeno se encuentra en la práctica del exorcismo sobre el sujeto que padece dicha
posesión, ¿de qué espíritus estamos hablando?, ¿de qué tipo de posesiones se trata?
c. Tipología de espíritus
Por las investigaciones antropológicas e históricas acerca de las culturas antiguas, es
posible afirmar que la posesión tiene un carácter ambivalente, es decir, hay posesiones que
son consideradas por los grupos humanos como beneficiosas y otras como perjudiciales. A
las primeras nos referiremos como posesiones positivas, mientras que a las segundas nos
12
Ídem. 13
Ibídem, pp. 15-16
12
referiremos como posesiones negativas. En las posesiones positivas los poseídos se
convierten en un medio a través de los cuales el espíritu actúa o habla, o bien, entran en
trance y profieren sonidos articulados que son denominados como glosolalia.14
Cuando llegaron a la comarca de Suf, dijo Saúl a su criado que le
acompañaba: « Vamos a volvernos, no sea que mi padre olvidando las
asnas se inquiete por nosotros. » Pero él respondió: « Cabalmente hay en
esta ciudad un hombre de Dios. Es hombre acreditado: todo lo que dice
se cumple con seguridad. Vamos, pues, allá y acaso nos oriente acerca
del viaje que hemos emprendido ». Saúl dijo a su criado: « Vamos a ir,
pero ¿qué ofreceremos a ese hombre? No queda pan en nuestros
zurrones y no tenemos ningún regalo que llevar al hombre de Dios. ¿Qué
le podemos dar? ». Replicó el criado y dijo a Saúl: « Es el caso que tengo
en mi poder un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de Dios y
nos orientará sobre nuestro viaje. » Antes, en Israel, cuando alguien iba
a consultar a Dios, decía: « Vayamos al vidente, » porque en vez de «
profeta » como hoy, antes se decía « vidente ». Saúl dijo a su criado: «
Tienes razón; vamos, pues. » Y se fueron a la ciudad donde se
encontraba el hombre de Dios. Cuando subían por la cuesta de la
ciudad, encontraron a unas muchachas que salían a sacar agua y les
preguntaron: « ¿Está aquí el vidente? » Ellas les respondieron con estas
palabras: « Sí, ahí delante está el vidente. Cabalmente acaba de llegar
ahora a la ciudad, porque hay hoy un sacrificio por el pueblo en el alto.
En cuanto entréis en la ciudad, le encontraréis antes de que suba al alto
para la comida. El pueblo no comerá antes que él llegue, porque es él
quien ha de bendecir el sacrificio; y a continuación comerán los
invitados. Subid ahora y al momento le encontraréis. » (1 Sm 9, 5-13).
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo
lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento
impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron
sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se
14
Ibídem, pp. 47-48
13
pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía
expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían,
venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel
ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno
en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: « ¿Es que no son
galileos todos estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno de
nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y
elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia,
Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene,
forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les
oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios. » Todos estaban
estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: « ¿Qué significa esto?
» Otros en cambio decían riéndose: « ¡Están llenos de mosto! (Hech 2,
1-13).
La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! (Gal 4, 6).
Como es de notar, las posesiones positivas son atribuidas a espíritus que colaboran en
la cohesión del grupo humano y que favorecen las relaciones del grupo con el mundo
espiritual, según su cultura. En cambio, las posesiones negativas son las que producen
sufrimientos físicos o psíquicos a quienes las padecen y que, según los antropólogos,
poseen de manera indiscriminada a víctimas inocentes. Es entonces, cuando este hecho es
considerado como un castigo que muchas veces afecta a otras personas del entorno. Un
ejemplo lo tenemos en la pregunta que los discípulos hacen a Jesús sobre la sanación del
ciego de nacimiento:
Vio pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido
ciego?». Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se
manifiesten en él las obras de Dios» (Jn 9, 1-3).
En este pasaje es evidente que la pregunta de los discípulos a Jesús ¿quién pecó, él o
sus padres, para que haya nacido ciego? expresa la concepción de la cultura antigua de
estos pueblos con respecto a la manera de cómo actúan los espíritus en una posesión
14
negativa: que los espíritus de tal índole, poseen al individuo y afectan no solo su integridad,
sino a los que le rodean, produciendo inestabilidad en sus coetáneos. Con toda razón el
motivo de tal pregunta, pues según la cultura, estos espíritus actúan tras una trasgresión de
una ley o pecado.15
Así pues, en el desarrollo de este tema, cuando hablemos de posesión espiritual
negativa, nos estaremos refiriendo a la acción que ejerce un espíritu sobre un individuo,
produciendo alteraciones y limitaciones dolorosas que deterioran la salud física y psíquica
del poseso, obstaculizando la integración adecuada del individuo en su ámbito socio-
cultural.
Ahora bien, ¿cuál es la característica de este tipo de espíritus que son responsables de
las posesiones negativas?, ¿cuál es la identidad y naturaleza de este tipo de espíritus?
d. El demonio
Desde muy antiguo, el hombre ha creído en la existencia e influjo de fuerzas
sobrenaturales que lo han llevado a cuestionarse sobre el mal que experimenta en su vida
cotidiana. Esto puede hacer evidente que la práctica del exorcismo llevada a cabo por Jesús
no sea del todo novedosa, pues ya desde los comienzos de las civilizaciones antiguas había
intentos por tratar de interactuar e incluso, dominar dichas fuerzas:
El hombre en todos los pueblos, en todos los tiempos y en todas las
religiones, ha aceptado la creencia en los espíritus dotados de poder
superior.16
Las más antiguas culturas literarias (Mesopotamia y Egipto) revelan
la creencia en seres sobrenaturales temidos por considerarlos terroríficos
y hostiles. Estas creencias se remontan probablemente al Paleolítico.17
Los pueblos del entorno de Israel consideraban los fenómenos de la
naturaleza (sobre todo los nocturnos), las enfermedades físicas y
15
Ibídem, p. 49 16
Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de literatura, ciencias y artes, Barcelona 1980, p. 975 17
BRANDON S., Diccionario de las religiones comparadas, Madrid 1975, p. 753
15
psíquicas, los golpes adversos del destino y la muerte como causados por
la acción de los demonios malos.18
De ser así, la experiencia del mal constatada en la vida humana viene a ser
considerada como una manifestación del influjo de los espíritus responsables de las
posesiones negativas. Este tipo de espíritus, en el mundo de las religiones es conocido
como demonios.
Entonces, ¿qué se puede entender por demonio? Etimológicamente el término
demonio proviene de daímon (,) que significa divinidad inferior, genio, espíritu de
los muertos o del mal, sombra o espíritu maligno.19
En la Sagrada Escritura al demonio se
le identifica con el diablo y satanás, según el contexto particular.
En el judaísmo, el origen del demonio se explica por la interpretación de algunos
textos en donde se describe que los demonios son como ángeles caídos; y se les identifica
con los hijos de Dios que se han casado con las hijas de los hombres, como nos lo refieren
los siguientes textos. El primero de ellos del libro de los Jubileos, que corresponde a la
literatura apócrifa veterotestamentaria; y el siguiente texto del libro del Génesis que forma
parte del canon de las Sagradas Escrituras:
Cuando los hijos de los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la
faz de la tierra y tuvieron hijas, vieron los ángeles del Señor, en un año
de este jubileo, que eran hermosas de aspecto. Tomaron por mujeres a
las que eligieron entre ellas, y les parieron hijos, que fueron los gigantes.
Creció entonces la iniquidad sobre la tierra, y todos los mortales
corrompieron su conducta, desde los hombres hasta los animales, bestias,
aves y reptiles. Todos corrompieron su conducta y norma, empezaron a
devorarse mutuamente, creció la iniquidad sobre la tierra y los
pensamientos conscientes de todos los hijos de los hombres eran
malvados siempre. Miró entonces el Señor a la tierra, y he aquí que todo
estaba corrompido, que todo mortal había desviado su norma, y que
todos cuantos había en la tierra hacían mal ante sus ojos. Y dijo:
Destruiré al hombre y a todos los mortales sobre la faz de la tierra que
18
HAAG Herbert, El problema del mal, Barcelona 1981, p. 179 19
URBINA J., Diccionario Manual griego-español, Barcelona 1999
16
creé. Sólo Noé halló gracia ante los ojos del Señor. Se enojó
sobremanera con los ángeles que había enviado a la tierra,
despojándolos de todo su poder, y nos ordenó atarlos en los abismos de
la tierra, donde están presos y abandonados (Jub 5, 1-6).
Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la faz de la
tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los
hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de
entre todas ellas. Entonces dijo Yahveh: No permanecerá para siempre
mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean
120 años (Gn 6, 1-3).
Según la notas de la Biblia de Jerusalén, este pasaje del Génesis, se vale de elementos
de tradición popular y mitológica. La dificultad está en que ¿a quiénes se refiere con hijos
de Dios? Aludimos a algunos pasajes bíblicos que nos puedan dar alguna luz: Cuando el
Altísimo repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de
los pueblos, según el número de los hijos de Dios (Dt 32, 8).
Según la nota de este pasaje, los hijos de Dios o de los dioses (recordemos la
tradición popular y mitológica del texto genesiaco) son los ángeles que han caído y que
fueron miembros de la corte celestial: ¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios!
(Dt 32, 43); y que están en la presencia de Dios, incluido el mismo ángel que ha caído: El
día que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino también entre ellos el
Satán -(jó diábolos, ̀,)- (Jb 1, 6).
El libro de Job en la versión de los LXX utiliza el término ̀, que significa
calumniador o espíritu maligno para referirse al Satán. El término no es todavía nombre
propio, puesto que está precedido por un artículo; lo será solamente en 1 Cr 21, 1: Alzóse
Satán contra Israel, e incitó a David a hacer el censo del pueblo.20
El vocablo diablo
aparece también con el nombre de Satanás que asumen el rango de jefe de los demonios y
en la tradición religiosa judía es identificado como el tentador: Cuando el impío maldice a
Satanás -(tón satanán, ,/)-, a sí mismo se maldice (Si 21, 27). De cualquier
20
Cfr. Nota de Jb 1, 6 en Biblia de Jerusalén, Nueva edición revisada y aumentada, Bilbao 1998
17
manera, la palabra denota una disposición hostil e ingrata que se obstina en el intento de
impedir toda empresa de Dios en favor del hombre.21
El término satán es un verbo hebreo que designa la acción de contrariar o hacerla de
adversario u obstáculo como en 1 Sm 29, 4 y Nm 22, 22 pero también puede significar ser
el acusador ante un tribunal para recordar un delito o pecado como en 1 Re 17, 18; Zac 3, 1
y Ap 12, 10:
Pero los tiranos de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: «
Manda regresar a ese hombre y que se vuelva al lugar que le señalaste.
Que no baje con nosotros a la batalla, no sea que se vuelva contra
nosotros durante la lucha. ¿Cómo se ganará éste el favor de su dueño
mejor que con las cabezas de estos hombres? (1 Sm 29, 4).
Cuando iba, se encendió la ira de Yahveh y el Ángel de Yahveh se
puso en el camino para estorbarle. El montaba la burra y sus dos
muchachos iban con él (Nm 22, 22).
Entonces ella dijo a Elías: « ¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios?
¿Es que has venido a mí para recordar mis faltas y hacer morir a mi
hijo? » (1 Re 17, 18).
Me hizo ver después al sumo sacerdote Josué, que estaba ante el ángel
de Yahveh; a su derecha estaba el Satán para acusarle (Zac 3, 1).
Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo: « Ahora ya ha
llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad
de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. Ellos lo
vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de testimonio
que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte (Ap 12, 10).
En el Antiguo Testamento la identidad del demonio se delata por su acción sobre los
hombres, y que no tiene otro fin que el de sembrar confusión y engaño mediante el influjo o
la posesión espiritual:
21
Cfr. Comentario Bíblico de “San Jerónimo”, Tomo II, Madrid 1971, p. 456
18
Dijo Miqueas: « Escucha la palabra de Yahveh: He visto a Yahveh
sentado en un trono y todo el ejército de los cielos estaba a su lado, a
derecha e izquierda. Preguntó Yahveh: "¿Quién engañará a Ajab para
que suba y caiga en Ramot de Galaad?" Y el uno decía una cosa y el otro,
otra. Se adelantó el Espíritu, se puso ante Yahveh y dijo: "Yo le
engañaré." Yahveh le preguntó: "¿De qué modo?" Respondió: "Iré y me
haré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas." Yahveh dijo:
"Tú conseguirás engañarle. Vete y hazlo así." Ahora, pues, Yahveh ha
puesto espíritu de mentira en la boca de todos estos profetas tuyos, pues
Yahveh ha predicho el mal contra ti. » (1 Re 22, 19-23).
Los datos que nos ofrece la arqueología -como lo veremos en el siguiente punto- son
una prueba de que las prácticas rituales que se realizaban y la creencia en la posesión
espiritual, formaban ya parte del conocimiento socio-cultural y el ejercicio de ambas era
socialmente aceptado.
2. Algunos testimonios culturales y veterotestamentarios
Las culturas más representativas de la Antigüedad, estaban sumergidas en la
concepción, según la cual, el mundo está a merced del capricho y arbitrariedad del
demonio. Así lo muestran -según Esther Miquel- algunos de los vestigios hallados en
Oriente Próximo y Mediterráneo, en donde se desarrolló la firme creencia en el influjo de
los espíritus sobre el hombre. Aunque los testimonios ofrecidos a continuación no agotan el
tema ni abarcan totalmente la finalidad de lo hasta ahora abordado, lo que sí se pretende es,
que estos testimonios nos ofrezcan un panorama general de la situación sobre la práctica
exorcista en la Antigüedad.
a. Mesopotamia: las tablillas
Para Esther Miquel, tal vez el mayor testimonio que se relaciona con el fenómeno de
la posesión está en unas tablillas de origen mesopotámico, cuya producción parece
extenderse desde el III o II milenio a. C., hasta el final de la época Aqueménida (330 a. C.).
19
En estas tabillas se describen las distintas actuaciones rituales y fórmulas de carácter
exorcista, además de que registran los tipos de posesión del tiempo y la región. Este
testimonio permite suponer que ya antes del ministerio de Jesús se practicaba el exorcismo
como medio de dominación del mundo espiritual e intento de erradicación de los males que
producían las posesiones negativas, además de que muestra la influencia de la cultura
mesopotámica sobre la tradición bíblica.22
Algo que llama la atención es que la práctica de dichos rituales estaba en manos de un
personal especializado -probablemente un exorcista, o personal ya ubicado dentro de la
estructura social y cultual- que operaba en un contexto religioso institucionalizado, cuyo fin
era la curación de los males agresivos y que se pensaba que eran provocados por estos
demonios.
b. Egipto: los papiros mágicos
Otro testimonio arqueológico vinculado con la posesión negativa y la práctica
exorcista está en los llamados papiros mágicos que -según los estudios- proceden del
Egipto romano. Son fragmentos de instrucciones, fórmulas, conjuros y encantamientos. Su
contenido refleja que eran utilizados en el contexto de la práctica exorcista. Estos papiros
datan de los siglos II y III d. C., pero es posible pensar que estas prácticas ya se realizaban
desde antes como una tradición cultural.23
c. Grecia: la República de Platón
En la tradición griega, está la referencia de la República, obra que data del s. IV a. C.,
y en la que Platón alude burlonamente a los sacerdotes y a los adivinos que hacen conjuros
y afirman poder mandar a los dioses para causar daño a los enemigos de sus clientes:
Sacerdotes mendicantes y adivinos acuden a las puertas de los ricos,
convenciéndolos de que han sido provistos por los dioses de un poder de
22
Cfr. MIQUEL Esther, op. cit., p. 122 23
Ibídem, p. 123
20
reparar, mediante encantamientos y sacrificios acompañado de festines
placenteros, cualquier delito cometido por uno mismo o por sus
antepasados; o bien, si se quiere dañar a algún adversario por un precio
reducido, trátese de un hombre justo lo mismo que de uno injusto, por
medio de encantamientos y ligaduras mágicas, ya que -según afirman-
han persuadido a los dioses y los tienen a su servicio (Rep. 364c.).24
El testimonio de Platon apunta a que los sectores populares de la Atenas clásica
tenían la creencia de que era posible que los dioses agredieran sin algún motivo de carácter
moral a los hombres, y que un experto en el dominio de los espíritus fuera capaz de dirigir
sus embates.
d. Cultura judía y Antiguo Testamento
En la literatura veterotestamentarios encontramos algunas evidencias acerca de la
posesión espiritual en profetas, líderes carismáticos y sabios por el Espíritu de Dios:
Yahveh respondió a Moisés: « Reúneme setenta ancianos de Israel, de
los que sabes que son ancianos y escribas del pueblo. Llévalos a la
Tienda del Encuentro y que estén allí contigo. Yo bajaré a hablar
contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos, para
que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo
(…) Salió Moisés y transmitió al pueblo las palabras de Yahveh. Luego
reunió a setenta ancianos del pueblo y los puso alrededor de la Tienda.
Bajó Yahveh en la Nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu que
había en él y se lo dio a los setenta ancianos. Y en cuanto reposó sobre
ellos el espíritu, se pusieron a profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo
más. Habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado
Eldad y el otro Medad. Reposó también sobre ellos el espíritu, pues
aunque no habían salido a la Tienda, eran de los designados. Y
profetizaban en el campamento. 27 Un muchacho corrió a anunciar a
Moisés: « Eldad y Medad están profetizando en el campamento. » Josué,
24
PLATÓN, Diálogos IV, República, Madrid 1986
21
hijo de Nun, que estaba al servicio de Moisés desde su mocedad,
respondió y dijo: « Mi señor Moisés, prohíbeselo. » Le respondió Moisés:
«¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Quién me diera que todo el pueblo de
Yahveh profetizara porque Yahveh les daba su espíritu!». Luego Moisés
volvió al campamento con los ancianos de Israel (Nm 11, 16-17.24-30).
Los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh suscitó a los israelitas un
libertador que los salvó: Otoniel, hijo de Quenaz y hermano menor de
Caleb. El espíritu de Yahveh vino sobre él, fue juez de Israel y salió a la
guerra. Yahveh puso en sus manos a Kusán Riseatáyim, rey de Edom y
triunfó sobre Kusán Riseatáyim (Jue 3, 9-10).
Este mismo Daniel se distinguía entre los ministros y los sátrapas,
porque había en él un espíritu extraordinario, y el rey se proponía
ponerle al frente del reino entero (Dn 6, 4).
Sin embargo, también hay pasajes en los que se registran las posesiones por parte de
espíritus malignos y la relevancia de la práctica exorcista. En el pasaje de 1 Sm el espíritu
malo es enviado por Dios para que agite a Saúl y David lo exorciza con su música; y en el
libro de Tobías, el demonio mata a los pretendientes de Sara y es exorcizado por Tobías de
una manera muy peculiar:
El espíritu de Yahveh se había apartado de Saúl y un espíritu malo
que venía de Yahveh le perturbaba. Dijéronle, pues, los servidores de
Saúl: « Mira, un espíritu malo de Dios te aterroriza; permítenos, señor,
que tus siervos que están en tu presencia te busquen un hombre que sepa
tocar la cítara, y cuando te asalte el espíritu malo de Dios tocará y te
hará bien. » Dijo Saúl a sus servidores: « Buscadme, pues, un hombre
que sepa tocar bien y traédmelo. » Tomó la palabra uno de los servidores
y dijo: « He visto a un hijo de Jesé el belemita que sabe tocar; es
valeroso, buen guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y
Yahveh está con él. » Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: «
Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño. » Tomó Jesé cinco
panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl con su hijo David.
Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio. Saúl le cobró mucho
afecto y le hizo su escudero. Mandó Saúl a decir a Jesé: « Te ruego que
22
tu hijo David se quede a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.
Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la
tocaba, Saúl, encontraba calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba
de él (1 Sm 16, 14-23).
El joven abrió el pez y tomó la hiel, el corazón y el hígado. Asó parte
del pez y lo comió, salando el resto. Luego continuaron su camino, los
dos juntos, hasta cerca de Media (…) Cuando entres en la cámara
nupcial, tomas el corazón del pez y parte del hígado y lo pones sobre las
brasas de los perfumes. Se difundirá el aroma y cuando el demonio lo
huela, huirá y nunca aparecerá ya a su lado. Y cuando vayas a unirte a
ella, levantaos primero los dos y haced oración y suplicad al Señor del
Cielo que se apiade de vosotros y os salve. Y no tengas miedo, porque
para ti está destinada desde el principio; tú la salvarás; ella se vendrá
contigo y te aseguro que te dará hijos que serán para ti como hermanos.
No te preocupes. » (Tob 6, 8.17-18).
Los vestigios hallados -las tablillas mesopotámicas y los papiros mágicos del Egipto
romano- y las referencias documentales -el testimonio de la Republica de Platón y los
pasajes anteriormente citados del Antiguo Testamento-, muestran que en el contexto
cultural del Mediterráneo y del Próximo Oriente Antiguo, estaba vigente la creencia en la
posesión espiritual y podían distinguirse las posesiones positivas y negativas. Las primeras
por parte de espíritus que protegían al grupo humano, y las segundas por espíritus
denominados demonios que causaban estragos en los individuos, de una manera física y
psíquica, generando vicios y desequilibrios en su persona. Es evidente también, que la
práctica del exorcismo es culturalmente conocida y distinguida ya desde los tiempos que se
tienen registro y probablemente con cierta anterioridad.25
Tales datos nos permiten concluir
que, el contexto sociocultural en el que nace Jesús, ya contaba con los elementos de
reconocimiento e interpretación sobre el dominio del mundo espiritual y la práctica del
exorcismo, que los Evangelios recogen y vinculan con su ministerio.
25
Cfr. MIQUEL Esther, op. cit., p. 137
23
3. Algunos testimonios novotestamentarios
La finalidad de este apartado es ofrecer un breve elenco de referencias bíblicas de los
Evangelios que nos posibilite su interpretación en coherencia con el contexto cultural en el
que vivió Jesús. Además, aunque la figura del demonio no está puesta en el centro de la
actividad misionera de Jesús, es innegable que a menudo trata y habla con él, mediante
órdenes expresadas con autoridad. He aquí algunos pasajes en los que Jesús acepta ser
tentado por el demonio precisamente en el comienzo de su misión pública, y esta primera
confrontación con Satanás no es casual, pues funge como clave para entender el significado
de la obra del Mesías:
Y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por
Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían
(Mc 1, 13).
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado
por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta
noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: « Si eres
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. » Mas él
respondió: « Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios. » Entonces el diablo le lleva consigo
a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: « Si eres
Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te
encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en
piedra alguna. » Jesús le dijo: « También está escrito: No tentarás al
Señor tu Dios. » Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto,
le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: « Todo esto
te daré si postrándote me adoras. Dícele entonces Jesús: « Apártate,
Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás
culto. » Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos
ángeles y le servían (Mt 4, 1-11).
Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido
por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el
diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.
24
Entonces el diablo le dijo: « Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se
convierta en pan. » Jesús le respondió: « Esta escrito: No sólo de pan
vive el hombre. » Llevándole a una altura le mostró en un instante todos
los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: « Te daré todo el poder y la
gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a
quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. » Jesús le respondió: «
Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto. » Le llevó
a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: « Si eres Hijo
de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te
encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te llevarán para que
no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: « Está dicho: No
tentarás al Señor tu Dios. » Acabada toda tentación, el diablo se alejó de
él hasta un tiempo oportuno (Lc 4, 1-13).
En el discurso de la montaña, Jesús nos manda que estemos en guardia contra el
diablo: Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno
(Mt 5, 37); en la oración del Padrenuestro: y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos
del mal (Mt 6, 13); lo señala como obstáculo de la predicación: Los de a lo largo del
camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra,
no sea que crean y se salven (Lc 8, 12); al abandonar el cenáculo: en lo referente al juicio,
porque el Príncipe de este mundo está juzgado (Jn 16, 11); en el huerto de Getsemaní:
Estando yo todos los días en el Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima;
pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Lc 22, 53).
Ahora bien, en el intento de recopilación del material donde nos hable de manera
explícita sobre el papel de Jesús como exorcista y su dominio que tenía sobre espíritus que
generaban posesiones, tenemos el siguiente conjunto de textos evangélicos. Estos pasajes
dejan entrever que la fama que Jesús tenía de ser un sanador y exorcista estaba ya
ampliamente difundida y aceptada no solo entre sus paisanos, sino en el mundo pagano,
como es en el caso de Mc 9, 38-39. Los pasajes anteriores como los que a continuación se
muestran sobre el fenómeno de la posesión, son de alguna manera coherentes con el marco
antropológico que se expuso en los dos puntos anteriormente tratados.
25
a. Material de Marcos
Mc 1, 21-28: Relato de exorcismo: en la sinagoga de Cafarnaúm.
Mc 1, 32-34: Sumario de los exorcismos realizados por Jesús en Cafarnaúm.
Mc 1, 39: Sumario de los exorcismos realizados por Jesús en Galilea.
Mc 3, 7-12: Sumario de los exorcismos de Jesús entre gente de diversas regiones.
Mc 3, 15: Jesús elige a los Doce y les da poder para que expulsen demonios.
Mc 3, 21-22a.30: Los familiares de Jesús le consideran fuera de sí y los escribas de
Jerusalén afirman que está poseído por Belcebú y por un espíritu impuro.
Mc 3, 22b-29: Controversia sobre el origen del poder exorcista de Jesús.
Mc 5, 1-10: Relato de exorcismo: el endemoniado de Gerasa.
Mc 6, 7: Jesús envía a los Doce dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Mc 6, 13: Los Doce expulsan muchos demonios.
Mc 7, 24-30: Relato de exorcismo: la hija de la mujer sirofenicia.
Mc 9, 14-29: Relato de exorcismo de un muchacho.
Mc 9, 38-39: Referencia a un exorcista que no pertenece al grupo de Jesús.
b. Material de Mateo
Mt 4, 23-25: Sumario en el que se menciona la sanción de endemoniados.
Mt 7, 22-23: Reproche de Jesús hacia quienes expulsan demonios en su nombre pero
no cumplen con su enseñanza.
Mt 9, 32, 34: Relato de exorcismo: poseído mudo.
Mt 10, 25b: Dicho de Jesús: si al dueño de la casa le han llamado Belcebú, ¡qué no
llamarán a sus siervos!
c. Material de Lucas
Lc 4, 31-37: Relato de exorcismo: en la sinagoga de Cafarnaúm.
Lc 17, 18-23: Jesús sana a muchos de malos espíritus ante los enviados de Juan.
26
Lc 8, 1-3: Sumario: menciona a mujeres que han sido libradas de demonios por Jesús
y que le siguen junto a los Doce.
Lc 10, 18: Jesús ve a Satanás cayendo como un rayo.
Lc 13, 10-13. 16: Relato de exorcismo: Jesús libera a una mujer a la que un demonio
mantenía atada y le impedía enderezarse.
Lc 13, 31-33: Ante el aviso de que Herodes le busca para matarlo, Jesús reafirma su
intención de seguir sanando y expulsar demonios.
Lc 22, 3: Satanás entró en Judas durante la Última Cena.
Lc 22, 31: Jesús anuncia a Simón que será sacudido por Satanás.
d. Material de Juan
Jn 7, 20; 8, 48; 10, 19-21: Acusaciones contra Jesús de estar endemoniado.
Jn 13, 26-31: Satanás entra en Judas durante la cena de despedida.
Como ya vimos en la Tipología de espíritus, por las investigaciones antropológicas e
históricas acerca de las culturas antiguas, los grupos humanos consideran que hay
posesiones favorables y posesiones perjudiciales, y en el caso de Jesús, su capacidad para
proceder de forma controlada en el mundo espiritual sobre los espíritus negativos se
fundamenta en su relación con un Espíritu que él identifica como el espíritu del Dios de
Israel. Esta alianza íntima tiene lugar bajo la forma de una posesión positiva controlada y
ello lo capacita para actuar con toda autoridad y soberanía sobre los espíritus que generan
las posesiones perjudiciales:
Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a
unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó
sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: « ¿De qué discutís
con ellos? » Uno de entre la gente le respondió: « Maestro, te he traído a
mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le
derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y le deja rígido.
He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido. » Él les
27
responde: « ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con
vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo! » Y se lo
trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y,
cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces él
preguntó a su padre: « ¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?
» Le dijo: « Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua
para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de
nosotros. » Jesús le dijo: « ¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para
quien cree! » Al instante, gritó el padre del muchacho: « ¡Creo, ayuda a mi
poca fe! » Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu
inmundo, diciéndole: « Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y
no entres más en él. » Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con
violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos
decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él
se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus
discípulos: « ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle? » (Mc 9, 14-28).
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu
inmundo, que se puso a gritar: « ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de
Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios. »
Jesús, entonces, le conminó diciendo: « Cállate y sal de él. » Y agitándole
violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos
quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «
¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta
a los espíritus inmundos y le obedecen. » Bien pronto su fama se extendió
por todas partes, en toda la región de Galilea (Mc 1, 22-28).
Jesús hace partícipes de este poder a sus discípulos en su tarea de predicación:
Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de
expulsar los demonios (Mc 3, 14-15); Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en
dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos (Mc 6, 7), y no restringe este poder a
quienes no forman parte de este colegio de seguidores de Jesús: Juan le dijo: « Maestro,
hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y
tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. » Pero Jesús dijo: « No se lo
28
impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea
capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros (Mc 9,
39-40).
A este respecto, según la cita de Mc 3, 14ss, Jesús envía a sus discípulos, pero ¿a qué
les envía? A predicar y con el poder de expulsar demonios. Aunque ciertamente les envió
en primer lugar a predicar, a dar a conocer la Palabra, los apóstoles (vo,j) son ante
todo anunciadores y testigos de la persona de Jesús, y esta persona comporta el Reino de
Dios, pero para el evangelista, este Reino no es una mera palabra ni enseñanza, es un
acontecimiento. Este acontecimiento que dan a conocer los mismos enviados, a fin de
cuentas, es la misma persona de Jesús, que lucha contra las estructuras de pecado que se
enmarcan en las estructuras concretas de su entorno. Los mensajeros de Jesús, siguiendo
sus pasos tienden a exorcizar el mundo, a la fundación de una nueva forma de vida en el
Espíritu Santo, que libere de la obsesión diabólica.26
Entonces, ¿qué significa la expulsión de demonios? Por sí misma, la expulsión de
demonios es ya una prueba de que ha llegado a vosotros el Reino de Dios: Pero si por el
Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios
(Mt 12, 28); Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a
vosotros el Reino de Dios (Lc 11, 20). Esto nos quiere decir que la potencia de Satanás ha
sido vencida por el poder de Jesús: Él les dijo: « Yo veía a Satanás caer del cielo como un
rayo (Lc 10, 18); Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no
ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa (Mc 3, 27). De tal manera que
cualquier acción de expulsar demonios se hará en nombre de Jesús: Muchos me dirán aquel
Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? (Mt 7, 22); Juan le dijo: « Maestro, hemos visto a
uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de
impedírselo porque no venía con nosotros. » (Mc 9, 38).
Si los elementos de este marco interpretativo que conforman este primer capítulo
cumplen su función, según nuestra pretensión, entonces podemos asegurar que la práctica
26
RATZINGER Joseph, Jesús de Nazaret, México 2007, p. 211
29
exorcista de Jesús no constituiría un elemento marginal en la vida pública de Jesús, sino
como factor significativo, además de figurar como punto de atracción -y en algunos casos,
de rechazo- para posibles seguidores.27
Así pues, la actividad que Jesús desempeñaría
estaría vinculada no solo con el ambiente ético y social del Israel de su tiempo, sino que
también estaría íntimamente relacionada con la experiencia de lo trascendente, con el Dios
de Israel. Estos aspectos conformarían lo que Jesús llamaría la llegada del Reino y su
incidencia en su contexto vital, tema que será tratado en el siguiente capítulo.
27
MIQUEL Esther, op. cit., p. 174
30
CAPÍTULO II
MINISTERIALIDAD DE LA PRÁCTICA DEL EXORCISMO EN JESÚS
Como vimos en el capítulo anterior, en la cultura antigua, la creencia en demonios y
su influjo en la vida humana pertenece a las concepciones antropológicas primitivas y sus
dimensiones se reducen gracias a la idea monoteísta del Antiguo Testamento. Después del
regreso de Babilonia los israelitas vienen contagiados de aquellas culturas orientales, con lo
cual aumenta la creencia en la presencia de muchos demonios que habitan en la tierra y
transitan por el aire y han conformado un reino bajo el mando de Satanás. A él y a sus
cortes se les atribuyen calamidades, desastres y enfermedades. En la mentalidad judía, no se
tratan de fuerzas paralelas y contrarias a las fuerzas de Yahvé, pues su unidad y dominio
son absolutos, y sitúan así a Satanás y a los suyos en el conjunto creatural, caídos por
propia soberbia.
Los contemporáneos de Jesús atribuyen muchas de las enfermedades a la acción del
demonio, tales como parálisis: y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía
dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse (Lc 13, 11);
epilepsia: Uno de entre la gente le respondió: « Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un
31
espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos,
rechinar de dientes y le deja rígido (Mc 9, 17-18); locura: Apenas saltó de la barca, vino a
su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los
sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas
veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado
los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y
por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras (Mc 5, 2-5); sordera: Salían ellos
todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado (Mt 9, 32); ceguera: Entonces le fue
presentado un endemoniado ciego y mudo. Y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía
(Mt 12, 22). Las desgracias que ocasionan contradicen la voluntad de Dios y por lo tanto, su
expulsión se ve como liberación o desatadura del yugo infernal.
Ante estos fenómenos, cabe que hallen una posible explicación en que sean
considerados como manifestaciones de enfermedades nerviosas o mentales como histeria,
locura, desdoblamiento de personalidad, estados alternos de conciencia. Sin embargo, estas
posibles respuestas no agotan el planteamiento de fondo de estas narraciones, de lo
contrario, ¿cómo se explicaría el cambio de conducta frente a Jesús, que sin previo
conocimiento o contacto, lo rechazan apenas se percatan de su presencia?: Había
precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a
gritar… Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre
con espíritu inmundo (Mc 1, 23; 5, 2), ¿y su conocimiento sobre la verdadera identidad y
obra del taumaturgo, así como las confesiones públicas sobre su mesianismo?: Y no dejaba
hablar a los demonios, pues le conocían… Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban
a sus pies y gritaban: « Tú eres el Hijo de Dios. »… « ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo
de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. » (Mc 1, 34; 3, 11; 5, 7).
Por lo que toca a Jesús, Él expulsa a los demonios con el poder de su palabra sin
recurrir a prácticas mágicas como posiblemente otros recurrían al realizar dichas obras (Lc
11, 20; Mt 12, 18), y una vez expulsados les ordena callar sometiéndolos a la obediencia
plena. Este actuar de Jesús conlleva la vivencia del Reino, tan pregonado por Él. De ahí
que, la invectiva de sus detractores de que expulsa a los demonios por el poder de
Beelzebul resulta un pecado más grave: Los escribas que habían bajado de Jerusalén
32
decían: « Está poseído por Beelzebul » y « por el príncipe de los demonios expulsa los
demonios. »… Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados
y las blasfemias, por muchas que éstas sean (Mc 3, 22.28), pues ya han cerrado las puertas
de su conciencia a la majestuosidad del Reino. Este dominio con tinte escatológico que está
en contra de las fuerzas del mal y que mantiene en la espera del Mesías, debe ser signo de
la llegada del Reino de Dios: Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es
que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Mt 12, 28); Pero si por el dedo de Dios
expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Lc 11, 20).
1. La práctica exorcista de Jesús como signo del Reino de Dios en el Evangelio de
Marcos
El Mesías tiene una misión puramente religiosa que queda explicada por su mensaje y
su obra salvífica, cuyo núcleo interesante es la proximidad del Reino de Dios. De la
vinculación de la predicación con sus milagros curativos se desprende que su predicación
central no puede separarse de su persona, pues ella misma comporta, ya en sí, un testimonio
de la plenitud de la época de la salvación.28
De ahí la respuesta a Juan el Bautista ante la
petición de saber si Jesús era el que había de venir:
Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los
leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se
anuncia a los pobres la Buena Nueva (Mt 11, 4-5).
En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de
malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: Id y contad a
Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia
a los pobres la Buena Nueva (Lc 7, 22).
En este sentido, la curación es no solo liberación de un defecto corporal, sino la
apertura de los sentidos a las palabras de salud que anuncia Jesús. Las palabras de Is 61, 1:
El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A
28
Cfr. SCHNACKENBURG R., Reino y reinado de Dios. Estudio bíblico-teológico, Madrid 1970, p. 106
33
anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a
pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad, comportan la curación y
denotan a su vez el gozo soteriológico y el remitente de dicho envío. Y en el momento de la
plenitud, Jesús proclama el cumplimiento de estas palabras en su discurso de entrada en
Nazareth: « Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy » (Lc 4, 18). Jesús
muestra así por quien quiere ser tenido, como médico y salvador, portador de la gracia y
salud para los que aceptan su mensaje, que son los humildes y pobres, los humillados y
abatidos por la culpa y el Maligno.29
En este testimonio personal de Jesús es clara la subordinación íntima entre su
capacidad taumatúrgica y su predicación: las curaciones muestran solo lo que Él anuncia, es
decir, la voluntad salvífica de Dios, y son señales escatológicas que han llegado con Jesús.
Tales señales están presentes mientras los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, y
los oprimidos por el Maligno son liberados de su atadura.30
Es decir, esta salud no es
perfecta del todo, en tanto que no se curen todas las enfermedades ni se destruyan todos los
yugos que imposibilitan la libertad de los hijos de Dios. Pero por no ser perfecta, no quiere
decir que se anula la acción de Dios en Jesús, pues su mensaje, que comporta la salud y
liberación en todos los ámbitos del hombre, irrumpe en la historia manifestándose en
acciones milagrosas, que caracterizan al Reino de Dios, actual y actuante en toda la persona
de Jesús.
La predicación del mensaje salvífico de Jesús está íntimamente relacionada con la
expulsión de demonios, haciendo partícipes a sus apóstoles, quienes lo ejercen en sus
correrías misionales.31
Así pues, podemos decir que los demonios se ponen en guardia al
situarse frente a Jesús, y conocen su identidad divina, manifestando su santo nombre, pero
se ven obligados a obedecer al señorío de Jesús. Es así como el Reino de Dios se muestra
verdaderamente eficaz en la actuación de la persona de Jesús, que va haciendo retroceder el
poderío de Satanás.
29
Ibídem, p. 107 30
Ídem. 31
Ibídem, 112
34
2. El endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1-20)
Mt 8 Mc 5 Lc 8
28 Al llegar a la otra orilla, a la
región de los gadarenos,
vinieron a su encuentro dos
endemoniados que salían de
los sepulcros,
y tan furiosos que nadie era
capaz de pasar por aquel
camino.
1 Y llegaron al otro lado del
mar, a la región de los
gerasenos.
2 Apenas saltó de la barca,
vino a su encuentro, de entre
los sepulcros,
un hombre con espíritu
inmundo,
3 que moraba en los sepulcros
y a quien nadie podía ya
tenerle atado ni siquiera con
cadenas,
4 pues muchas veces le habían
atado con grillos y cadenas,
pero él había roto las cadenas
y destrozado los grillos, y
nadie podía dominarle.
5 Y siempre, noche y día,
andaba entre los sepulcros y
por los montes, dando gritos e
hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, corrió
y se postró ante él
26 Arribaron a la región de los
gerasenos, que está frente a
Galilea.
27 Al saltar a tierra, vino de la
ciudad a su encuentro un
hombre, poseído por los
demonios,
y que hacía mucho tiempo que
no llevaba vestido, ni moraba
en una casa, sino en los
sepulcros.
28 Al ver a Jesús, cayó ante él,
35
29 Y se pusieron a gritar: «
¿Qué tenemos nosotros
contigo, Hijo de Dios? ¿Has
venido aquí para
atormentarnos antes de
tiempo? »
30 Había allí a cierta distancia
una gran piara de puercos
paciendo.
31 Y le suplicaban los
7 y gritó con gran voz: « ¿Qué
tengo yo contigo, Jesús, Hijo
de Dios Altísimo? Te conjuro
por Dios que no me
atormentes. »
8 Es que él le había dicho: «
Espíritu inmundo, sal de este
hombre. »
9 Y le preguntó: « ¿Cuál es tu
nombre? » Le contesta: « Mi
nombre es Legión, porque
somos muchos. »
10 Y le suplicaba con
insistencia que no los echara
fuera de la región.
11 Había allí una gran piara de
puercos que pacían al pie del
monte;
12 y le suplicaron: « Envíanos
gritando con gran voz: « ¿Qué
tengo yo contigo, Jesús, Hijo
de Dios Altísimo? Te suplico
que no me atormentes. »
29 Es que él había mandado al
espíritu inmundo que saliera
de aquel hombre; pues en
muchas ocasiones se
apoderaba de él; le sujetaban
con cadenas y grillos para
custodiarle, pero rompiendo
las ligaduras era empujado
por el demonio al desierto.
30 Jesús le preguntó: « ¿Cuál
es tu nombre? « Él contestó: «
Legión »; porque habían
entrado en él muchos
demonios.
31 Y le suplicaban que no les
mandara irse al abismo.
32 Había allí una gran piara de
puercos que pacían en el
monte;
y le suplicaron que les
36
demonios: « Si nos echas,
mándanos a esa piara de
puercos. »
32 Él les dijo: « Id. »
Saliendo ellos, se fueron a los
puercos,
y de pronto toda la piara se
arrojó al mar precipicio abajo,
y perecieron en las aguas.
33 Los porqueros huyeron,
y al llegar a la ciudad lo
contaron todo y también lo de
los endemoniados.
34 Y he aquí que toda la ciudad
salió al encuentro de Jesús
a los puercos para que
entremos en ellos. »
13 Y se lo permitió.
Entonces los espíritus
inmundos salieron y entraron
en los puercos,
y la piara -unos dos mil- se
arrojó al mar de lo alto del
precipicio
y se fueron ahogando en el
mar.
14 Los porqueros huyeron
y lo contaron por la ciudad y
por las aldeas; y salió la gente
a ver qué era lo que había
ocurrido.
15 Llegan donde Jesús y ven al
endemoniado,
al que había tenido la Legión,
sentado, vestido y en su sano
juicio,
permitiera entrar en ellos;
y se lo permitió.
33 Salieron los demonios de
aquel hombre y entraron en los
puercos;
y la piara se arrojó al lago de
lo alto del precipicio,
y se ahogó.
34 Viendo los porqueros lo que
había pasado, huyeron
y lo contaron por la ciudad y
por las aldeas.
35 Salieron, pues, a ver lo que
había ocurrido y, llegando
donde Jesús,
encontraron al hombre del que
habían salido los demonios,
sentado, vestido y en su sano
juicio, a los pies de Jesús;
37
y, en viéndole, le rogaron que
se retirase de su término.
y se llenaron de temor.
16 Los que lo habían visto les
contaron lo ocurrido al
endemoniado y lo de los
puercos.
17 Entonces comenzaron a
rogarle que se alejara de su
término.
18 Y al subir a la barca,
el que había estado
endemoniado le pedía estar
con él.
19 Pero no se lo concedió, sino
que le dijo:
« Vete a tu casa, donde los
tuyos, y cuéntales lo que el
Señor ha hecho contigo
y que ha tenido compasión de
ti. »
y se llenaron de temor.
36 Los que lo habían visto, les
contaron cómo había sido
salvado el endemoniado.
37 Entonces toda la gente del
país de los gerasenos le
rogaron que se alejara de
ellos,
porque estaban poseídos de
gran temor.
Él, subiendo a la barca,
regresó.
38 El hombre de quien habían
salido los demonios, le pedía
estar con él;
pero le despidió, diciendo:
39 « Vuelve a tu casa y cuenta
todo lo que Dios ha hecho
contigo. »
38
20 Él se fue y empezó a
proclamar por la Decápolis
todo lo que Jesús había hecho
con él,
y todos quedaban
maravillados.
Y fue por toda la ciudad
proclamando
todo lo que Jesús había hecho
con él.
Texto griego
39
La escena del El endemoniado de Gerasa se resiste a la tendencia de una explicación
natural y solo puede ser comprendida en su conjunto como relato verídico de testigos de
vista o quedar declarada como una pura fantasía. Para Marcos es de vital importancia la
muestra del poder de Jesús sobre los demonios. Esta narración, sobre todo en su parte
central que comprende los vv. 11-14, fracasan todos los intentos de comprender los casos
de posesión de los evangelios como simples enfermedades mentales, como desdoblamiento
de la personalidad. El análisis del texto evangélico de Mc muestra las numerosas
incoherencias que se pueden explicar por la presencia de duplicados.32
Después de la travesía del
lago, se ha hecho ya
evidentemente de día, según el
relato anterior de La tempestad
calmada en Mc 4, 35: Este día, al
atardecer. Según Mc 5, 1 Jesús
llega a la región de los gerasenos,
y por el v. 2 en el que Jesús
abandona la nave que le ha
llevado hasta la orilla del mar,
podemos deducir que se trata de
la orilla del lago de Tiberíades -en el Nuevo Testamento se le llama simplemente mar de
Galilea y también mar o lago de Tiberíades, según Jn 6, 1: se fue Jesús a la otra ribera del
mar de Galilea, el de Tiberíades-. Ahora bien, la ciudad de Gerasa -ciudad perteneciente a
la región de la Decápolis, grupo de ciudades helenísticas con población mayoritariamente
pagana situado al sur de Siria y al nordeste de Palestina- que es la actual Djerash, se
encuentra a más de cincuenta kilómetros del lago, cosa que hace que los vv. 1 y 2 sean
inconciliables entre sí. Se puede pensar que tal mención proviene de un influjo del episodio
de los puercos, ya que estos se precipitaron en el mar.33
32
Cfr. SCHMID J., El Evangelio según San Marcos, Barcelona 1967, p. 158 33
Cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, Sinopsis de los cuatro Evangelios, Tomo II,
Bilbao 1977, p. 188; Cfr. SCHMID J., op. cit., pp. 158-159
40
No obstante, hay un problema con el término gerasenos. En los antiguos manuscritos
de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se encuentran diversos nombres gentilicios al
comienzo de este relato: gerasenos, gadarenos, gergesenos, gergesinos y gergistenos. Al
parecer, los escribas posteriores tenían sus propias ideas sobre dónde había que situar el
milagro y, con arreglo a ellas, cambiaron el nombre. A este respecto, según el crítico
textual Bruce M. Metzger, la correcta lectura de Marcos (del que dependen Mateo y Lucas
en sus versiones del relato) es, muy probablemente, región de los gerasenos.34
Ahora bien, es posible que el incidente de la entrada de los demonios en los cerdos,
que luego se arrojan por un precipicio al mar de Galilea y se ahogan (Mc 5, 11-13), sea un
añadido posterior y fácilmente separable del relato estricto del exorcismo. La razón es que
otras ciudades de la Decápolis distaban mucho menos del mar de Galilea; entre ellas
Gadara, que, aun presentando también sus problemas geográficos, se hallaba a una
distancia más razonable de unos ocho o nueve kilómetros. La probabilidad de que gadareno
sea el gentilicio correcto, se deba tal vez a una asimilación de la lectura original recogida
por el paralelo de Mt 8, 28 puesto que el Evangelio de Mateo era el predominante en la
época patrística. Sin embargo, Orígenes encontró como improbable la ciudad de Gadara, y
se inclinó a situar el hecho en Gergesa, en la orilla oriental del lago, y de ahí el gentilicio
de gergesenos.35
Mas, si se decide que gerasenos es el gentilicio correcto, ¿qué hacer con el hecho de
la estampida de los cerdos si se considera que Gerasa está a varios kilómetros del mar?,
¿acaso los cerdos correrían más de cincuenta kilómetros para arrojarse al mar? Puesto que
éste relato surgió en Palestina o en una región adyacente a ella y puesto que
presumiblemente el escritor original sabía bien que Gerasa no estaba cerca del mar de
Galilea, es posible concluir que gerasenos pertenece a la forma más primitiva del relato y
confirma la idea de que el incidente de los cerdos no estaba incluido en un principio en la
forma primitiva del relato. Nuestro análisis no se avoca a la piara, más bien, al relato
estricto del exorcismo.
34
Cfr. MEIER J., Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, Tomo II/2: Los milagros, Navarra
2000, p. 751 35
Ibídem, pp. 751-752, 767-768, 1243-1244
41
El hombre con espíritu inmundo del que habla el v. 2 está en un estado de locura y
furia y su aversión a los hombres le hace escoger como morada los sepulcros que, en la
mentalidad judía, eran motivo de impureza si se les frecuentaba, además de que eran
concebidos como el lugar de los demonios. Por su peligrosidad, el poseso había sido puesto
entre cadenas aunque en vano, pues ya varias veces se las había destrozado, de tal manera
que ya nadie podía dominarle. Ahora, ha huido de los hombres, que al parecer le son
hostiles.36
Sin embargo, según el v. 2, resulta interesante que este hombre con espíritu impuro
que huía de los hombres, fue al encuentro de Jesús. El verbo indica que una persona llega
cerca de otra persona de forma que se puede establecer un diálogo entre ellas: En esto,
Jesús les salió al encuentro y les dijo: « ¡Dios os guarde! » Y ellas, acercándose, se
asieron de sus pies y le adoraron (Mt 28, 9); Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus
siervos, y le dijeron que su hijo vivía (Jn 4, 51); y, al entrar en un pueblo, salieron a su
encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia (Lc 17, 12); y tal es el sentido
del verbo en el texto paralelo de Mt 8, 28b: vinieron a su encuentro dos endemoniados. Por
ello, causa extrañeza lo que dice Mc 5, 6: viendo a Jesús de lejos, corrió; tal expresión es
incompatible con lo que dice el v. 2. Tal vez por eso Lc 8, 28a suprimió las expresiones de
lejos y corrió: Al ver a Jesús se echó a sus pies.
En los vv. 2 y 3 de Mc se nota la repetición de la palabra sepulcro en dos formas
griegas diferentes: nemeíon (,) en el v. 2, término que también utiliza Mt 8, 28; y
némasin (,) en el v. 3, término empleado por Lc 8, 27. Este duplicado podría ser
el indicio de que Mc emplea dos fuentes diferentes.37
La expresión de Mc 5, 6: corrió y se postró ante él, no se trata de un ataque hostil
como podría dar a entender el v. 7, sino que es un acto de defensa y protección propia. Aquí
ya no actúa en realidad el poseso, sino los demonios, bajo cuyo poder se encuentra. El
echarse a tierra y el postrase que es un rendirse son un acto de defensa y reconocimiento,
pues los demonios sienten la cercanía de aquel hombre que es Jesús, Hijo del Dios
Altísimo. Esta designación, que también está en Mc 3, 11: Y los espíritus inmundos, al
36
Cfr. SCHMID J., op. cit., p. 159 37
Cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, op. cit., p. 188
42
verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: « Tú eres el Hijo de Dios. », es en el Antiguo
Testamento un nombre de Dios, usado principalmente por los no israelitas:
18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era
sacerdote del Dios Altísimo, 19 y le bendijo diciendo: « ¡Bendito sea Abram
del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra (…) 22 Pero Abram dijo al rey
de Sodoma: « Alzo mi mano ante el Dios Altísimo, creador de cielos y tierra
(Gn 14, 18-19. 22).
Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo (Is 14, 14).
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de loor, y tu nombre
sea glorificado eternamente (Dn 3, 26).
Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: « Estos hombres son siervos
del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación. » (Hch 16, 17).
Antes de estos momentos en los que se intenta revelar la verdadera identidad de
Jesús, solo se registra el episodio cuando Dios habla desde el cielo en el bautismo y en la
transfiguración. En este sentido, los demonios al ser exorcizados, tienen la capacidad de
delatar y expresar la filiación divina de Jesús. El diálogo que mantiene Jesús con le
endemoniado en Mc 5, 6-7 se ajusta a un programa teológico de la identidad de Jesús de
Nazaret y no meramente como un dato histórico.38
En las religiones paganas se emplea este
título también para la designación del primero de los dioses (vgr. Zeus), lo que encuadra
con el carácter predominantemente pagano de la región en la que se desarrolla el relato.39
Llama la atención la expresión gritó con fuerte voz del v. 7 (crázas, ,j), que se
encuentra también en Mc 1, 26 pero con un verbo diferente: Y agitándole violentamente el
espíritu inmundo, dio un fuerte grito (fonesan, ñ) y salió de él. Tal término ya no
se encuentra en ningún otro lugar, a no ser en labios de Jesús en la cruz en Mt 27, 50: Pero
Jesús, dando de nuevo un fuerte grito (crázas, ,j), exhaló el espíritu, pero que está
38
Cfr. MEIER J., op. cit., p. 753 39
Cfr. SCHMID J., op. cit., p. 159
43
con un verbo diferente en Mc 15, 13: La gente volvió a gritar (écrazan, ;):
«¡Crucifícale!».40
El relato de Mc no habla más que de un solo espíritu impuro en el poseso hasta el v.
10a, mientras que Mt 8, 28b menciona dos endemoniados: vinieron a su encuentro dos
endemoniados. Pero en los vv. 10b-13, paralelos a Mt 8, 30-32, todo está en plural como si
el endemoniado tuviera varios demonios dentro:
Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le
suplicaron: « Envíanos a los puercos para que entremos en ellos. » Y se lo
permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los
puercos, y la piara - unos dos mil se arrojó al mar de lo alto del precipicio y
se fueron ahogando en el mar (Mc 5, 10b-13).
Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le
suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de
puercos.» Él les dijo: « Id. » Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de
pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las
aguas (Mt 8, 30-32).
Esta anomalía es también un indicio de que Mc fusiona dos relatos diferentes, uno de
los cuales sería paralelo al de Mt. Esta fusión explica la razón de ser del breve diálogo de
Mc 5, 9: Y le preguntó: « ¿Cuál es tu nombre? » Le contesta: « Mi nombre es Legión,
porque somos muchos. »; que falta en Mt: este diálogo establece una unión artificial entre
los dos relatos que fusiona Mc, aquel en que no se trataba más que de un solo demonio y
aquel en que había varios.41
En este mismo v. 9, Jesús le obliga al espíritu inmundo a confesar su nombre. La
respuesta del demonio no hay que entenderla como una ocultación de su nombre real, como
un intento de esquivar el poder real de Jesús y en ningún caso como un querer alardear de la
miríada de sus compañeros con los que se sabe unido, hecho que no estaría de acuerdo con
la situación desesperada de la que él mismo es consciente al suplicarle que no los echara
40
Cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, op. cit., p. 189 41
Ibídem, p. 188
44
fuera de la región (v. 10). En efecto, su nombre es Legión (.) término que designa
una unidad militar de más de 6,000 hombres. La palabra latina como término técnico
militar había pasado como préstamo al griego y al arameo, por lo que no se trataba de un
latinismo de Marcos. Este nombre da a entender que no se trata de un solo demonio, sino de
muchos, un ejército, y expresa al mismo tiempo, tanto su multiplicidad como su
homogeneidad, formando una sola unidad en el poseso. Por eso aparece en el relato tanto
en número singular (vv. 8-10) como en plural (vv. 9-10. 12ss).42
En el v. 11 aparece una gran piara de puercos que pacían al pie del monte. Estos
puercos son el refugio solicitado por los demonios y que se ajusta al medio
predominantemente pagano de esta región, pues los judíos tenían prohibida tanto la cría de
cerdos como comerlos, según lo reporta Lev 11, 7-8: ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña
partida, hendida en mitades, no rumia; será impuro para vosotros. No comeréis su carne ni
tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros.43
En el v. 12 se encuentra el ruego de los demonios de que les permita introducirse en
los cerdos, no de irse con ellos, responde a su deseo de encontrar una nueva morada
terrenal. Así mismo, en el v. 13 Jesús accede a esta suplica, quedando los demonios
expulsados del poseso. Pero la posesión de los puercos les trae un resultado inesperado por
los demonios: los puercos pierden la vida, y con ello, los demonios pierden su morada
terrena. El daño causado a los propietarios de los puercos, no puede ser entendido como un
castigo intencionado de Jesús, ya que ellos no eran judíos.44
En los vv. 14-16 tenemos por dos veces la mención de que la gente de la ciudad va al
lugar del milagro y por dos veces son informados de lo ocurrido: y salió la gente a ver qué
era lo que había ocurrido (v. 14 que está en Mt y en Lc); Los que lo habían visto les
contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos (v. 16 que falta en Mt, pero que
42
Cfr. MEIER J., op. cit., p. 753; cfr. SCHMID J., op. cit., p. 160; P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L.
MALILLOS, op. cit., p. 189 43
Cfr. SCHMID J., op. cit., p. 160 44
Cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, op. cit., p. 189; cfr. SCHMID J., op. cit., p. 161
45
está en Lc). Así pues, ¿a qué venía el mandato de Jesús cuando toda la ciudad a sus
alrededores estaba ya al corriente de lo sucedido (v. 14)?45
El final del relato, los vv. 18b-20, que falta en Mt, se concilian difícilmente con lo
dicho en los vv. 14-17, que son en parte paralelos en Mt. En efecto, si el acto de Jesús
provoca la pérdida de toda una piara de puercos tuvo como resultado el hacerle indeseable
en la región, según el v. 17: Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
La reacción de aquella gente pagana no es de alegría, sino de temor ante el terrible y
misterioso poder de Jesús. De ahí, que le rogaran que se alejara.46
En contraste con los paganos, el exposeso, ahora liberado de los demonios por Jesús,
reconoce en Él al taumaturgo que lo curó. Sin embargo, ¿cómo le puede decir Jesús al
exposeso que vaya a anunciar a los suyos lo que el Señor ha hecho con él (v. 19)? Aunque
el exposeso reconoce el poder liberador de Jesús y agradecido quiere seguirle, Jesús no lo
permite. Por eso la petición de Jesús. Él no quiere aceptar a un pagano entre sus discípulos,
ni llevar consigo a un curado como evidencia de su poder, sino que lo manda a su casa,
donde deberá difundir lo que el Señor, es decir, Dios, ha realizado en su favor. La solicitud
de Jesús difiere con la de otros casos donde ordena tajantemente el silencio a los curados:
Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por
tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de
testimonio (Mc 1, 44); Pero él les mandaba enérgicamente que no le
descubrieran (Mc 3, 12); Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero
cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban (Mc 7, 36); Y le
envió a su casa, diciéndole: « Ni siquiera entres en el pueblo » (Mc 8, 26).
Tal vez, la razón más acertada por la que Jesús le ordenó contar lo que el Señor hizo
con él, sea porque sabía que se iría a proclamar por la Decápolis (v. 20). La Decápolis es
un territorio predominantemente pagano, en donde no existe el peligro de una falsa
interpretación de la mesianidad de Jesús. La Decápolis es el país de la Diez Ciudades, esto
es, el dominio formado por diez ciudades aliadas, aunque de tanto en tanto se eliminaba
alguna de la lista, mientras se agregaban otras. La Decápolis está situada al SE del lago de
45
Cfr. SCHMID J., op. cit., p. 161; cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, op. cit., p. 188 46
Cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, op. cit., p. 189
46
Genesaret (llamado también mar de Galilea o mar/lago de Tiberíades). Esta región está
habitada sobre todo por griego y sirios, y estaba sometida directamente al gobernador de la
provincia romana de Siria, después de su separación del dominio judío en la época de los
Macabeos, llevada a cabo por Pompeyo en el año 64/63 a. C.47
3. La victoria de Cristo sobre Satanás
De la práctica exorcista de Jesús es posible comprender la esencia del exorcismo. Él
vino para anunciar e inaugurar el Reino de Dios en medio de los hombres. Sin embargo,
esta capacidad de acoger a Dios queda ofuscada por el pecado, y el mal pasa a ocupar el
lugar de Dios en el corazón del hombre. Mas Cristo, por medio del misterio pascual de su
muerte y resurrección nos ha arrancado de la esclavitud del diablo y del pecado (CCE 394),
destruyendo su poder, liberando todas las cosas de los contagios malignos.48
Así pues, el poder de las tinieblas encuentra su fin con la acción obediente del Señor
hasta su muerte, con la que rechazó el ataque final de Satanás por el poder de la Cruz.49
Esta victoria de Cristo se hace patente en su resurrección -como dice Ef 1, 22- cuando
Dios lo exaltó de entre los muertos y lo sentó a su derecha, sometiendo todo a sus pies:
“Bajo sus pies sometió todas las cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia”.50
Ahora bien, presentamos a Jesucristo como vencedor de Satanás, como vencedor en
su actividad como exorcista y como vencedor por su muerte y resurrección, para que conste
que la victoria de Cristo sobre los poderes del infierno (cfr. Mt 16, 18), no se detiene en el
sacrificio de la cruz, sino que se perpetúa en la labor misional de sus discípulos y por el
encargo de sus sucesores en la Iglesia, y esta ejerce tal acción en nombre de Cristo.
47
Ídem. 48
Cfr. Ritual Romano de Exorcismos y otras Súplicas, Instaurado por mandato del Sacrosanto Concilio
Ecuménico Vaticano II, promulgado por la autoridad del Papa Juan Pablo II, España 2005, p. 16 49
Cfr. Misal Romano, Prefacio I de la Pasión. 50
Cfr. Ritual Romano de Exorcismos y otras Súplicas, Prænotanda 16
47
a. Jesucristo: vencedor de Satanás
El misterio de la iniquidad solo se ilumina con la luz del misterio de la piedad. La
revelación del amor de Cristo ha manifestado el alcance del mal, pero al mismo tiempo ha
manifestado la sobreabundancia de su gracia:
La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó
el pecado, sobreabundó la gracia; así como el pecado reinó en la muerte,
así también reinaría la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por
Jesucristo nuestro Señor (Rm 5, 20-21).
Y aunque alguien podría argüir que es evidente que el mundo entero está sometido al
poder del malo: Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del
Maligno (1 Jn 5, 19), sin embargo, Jesús lo venció.51
Así nos los recuerda el mismo
evangelista: El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo (1 Jn 3, 8).
También el autor de la carta a los Hebreos nos lo recuerda:
Por tanto, así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así
también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud (Hb 2, 14-15).
Y también nos lo recuerda el Concilio Vaticano II: Dios envió a su Hijo en nuestra
carne para arrebatar a los hombres del poder de las tinieblas y de Satanás (AG 3).
b. Jesucristo: vencedor en su actividad como exorcista
En los Evangelios se constata la autoridad con la que Jesús intervenía para expulsar
los espíritus inmundos. Los mismos judíos se asombraban de lo que eran testigos: Todos
quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: « ¿Qué es esto? ¡Una
doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le
obedecen. » (Mc 1, 27).
51
Cfr. FRAY BENIGNO, El diablo existe. ¡Yo lo encontré!, México 2011, p. 56
48
Los hebreos conocían bien los exorcismos practicados por algunos de ellos. Este
ambiente no les era extraño y el mismo Jesús ejerce su actividad como exorcista en este
contexto, pues algunos ya se dedicaban al dominio del mundo espiritual.52
La novedad de Jesús está en su persona y en la manera en cómo se manifestaba. Sus
palabras dichas con autoridad revelaban su identidad: « Espíritu sordo y mudo, yo te lo
mando: sal de él y no entres más en él. » (Mc 9, 25).
c. Jesucristo: vencedor por su muerte y resurrección
La misión de Jesús consistió en la Salvación del hombre y la llevó a cabo desde la
Encarnación, pasando por toda su vida, su predicación, milagros y ministerio en general,
culminándola en el patíbulo de la cruz. En el desarrollo de su ministerio se contemplan los
milagros de curaciones y exorcismos. En estos últimos, Jesús traba una batalla directa con
Satanás. En otras ocasiones son indirectas, como en el siguiente pasaje, en el que es obvio
que no hay actividad exorcista por parte de Jesús, pero es notoria la pugna que existe entre
Jesús y Satanás:53
Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de
vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la
verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le
sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8, 44).
Por lo tanto, es posible establecer que Jesús, en esta circunstancia, reveló que el
diablo tenia ciertos deseos de querer darle muerte valiéndose cualquier medio: Durante la
cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el
propósito de entregarle (Jn 13, 2).
Jesús, al asumir la muerte como una consecuencia de su misión, aceptó también ser
alcanzado por el odio de Satanás, y encontrándose ya clavado en la cruz ofreció al Padre su
muerte y la ofreció por amor a los hombres. Con este ofrecimiento, todo intento negativo de
52
Ibídem, pp. 52-53 53
Ibídem, pp. 54-55
49
Satanás se derrumbaba. En ese momento todas las obras del Maligno se destruían y
posteriormente con la resurrección, Jesús nos dona la vida eterna: …nosotros que creemos
en Aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús Señor nuestro, quien fue entregado por
nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación (Rm 4, 24-25).
La primera obra de Satanás que fue destruida por el sacrificio de Jesús fue el pecado.
De ello, San Pablo habló acerca de un recibo cuyo adeudo era nuestro y cuyas condiciones
nos eran desfavorables, pero que fue quitado de en medio, clavándolo en la cruz: Canceló
la nota de cargo que había contra nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas
desfavorables, y la suprimió clavándola en la cruz (Col 2, 14).
A su vez, Pedro dijo que Jesús subió nuestros pecados a la cruz para que nosotros
muramos a los pecados y vivamos para la honradez, añadiendo que con sus llagas fuimos
curados:
…el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a
fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con
cuyas heridas habéis sido curados. Erais como ovejas descarriadas, pero
ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas (1 Pe 2, 24-25).
Así también lo expresa el autor de la carta a los Hebreos: … así también Cristo,
después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se
aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado a los que le esperan para su
salvación (Hb 9, 28).
Otra obra de Satanás que Jesús destruyó con su muerte y resurrección fue
precisamente nuestra propia muerte y sufrimientos, que habían entrado al mundo a causa
del pecado. Jesús ofrece una nueva dimensión con valor redentivo tanto a la muerte como al
sufrimiento. Ahora, éstos ya no son la consecuencia del pecado de nuestros primeros
padres, sino el medio particular para alcanzar nuestra salvación y la de otros, y esto desde la
pasión y muerte de Jesús. De ahí la declaración a los discípulos de Emaús: « ¡Oh insensatos
y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el
Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? » (Lc 24, 25-26).
50
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Era necesario que Jesús muriera en la cruz para ser
salvados? ¿El Padre quería la muerte de su Hijo para que el género humano se salvara?
¿Acaso no había otra vía de salvación con tal de que Jesús no padeciera la cruz? ¿Jesús se
vio fuertemente afectado por Satanás en su intento de darle muerte? Ciertamente la muerte
de Jesús en este género de la cruz no era necesaria, de lo contrario, anularíamos la libertad
de Jesús al asumir Él la misión de Enviado del Padre y quitaríamos crédito al combate
(agón, o,) que Jesús sostuvo en el Getsemaní al aceptar la cruz. La muerte de Jesús en la
cruz no fue necesaria, sino que Él la hizo necesaria por su vida, ministerio y presencia.
Así pues, podemos concluir que la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección se
convierten en victoria sobre el pecado, la muerte y el sufrimiento eterno. Jesús no abolió de
la vida humana los sufrimientos temporales ni tampoco aquellos que son producidos por la
acción del pecado o el Maligno. Por eso, Jesús deja bien claro que estas manifestaciones,
aunque no lo parezcan, son para que se revele la gloria de Dios:
Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos: « Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido
ciego? » Respondió Jesús: « Ni él pecó ni sus padres; es para que se
manifiesten en él las obras de Dios (Jn 9, 1-3).
Por ello, quienes sufren a causa del Maligno, están llamados a participar de los
sufrimientos de Jesús y a tomar parte también de esta gloria:
Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de
Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados. Porque
estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la
gloria que se ha de manifestar en nosotros (Rm 8, 17-18).
En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda
medida, un pesado caudal de gloria eterna, a cuantos no ponemos nuestros
ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son
pasajeras, mas las invisibles son eternas (2 Cor 4, 17-18).
51
…alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo,
para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria (1
Pe 4, 17).
Por eso, quienes sufren, sobre todo, si es a causa del Maligno, al menos los creyentes,
deben captar tal acontecimiento desde la fe. Las vidas de estas personas que están
sometidas por el yugo del mal, son un motivo valioso para que en ellas se manifieste la
intervención divina.
52
CAPÍTULO III
EL EXORCISMO COMO PRÁCTICA DE LA IGLESIA DE CRISTO
El término exorcismo es la transcripción del griego exorkízo (,) que significa
conjuro, o sea, el acto de obligar con juramento a hacer algo. Tiempo después, el término
adquirió el significado de ordenar a los espíritus que dejen a las personas que se
encuentran poseídas. El verbo exorcixein procede del vocablo orkos, que es juramento,
aunque también puede significar hacer jurar en el sentido de invocar a alguien
insistentemente e inducirlo a hacer algo, y por ello puede referirse a personas, o bien, a
espíritus buenos o malos. En lengua latina, este término se traduce como exorcizare y tiene
el significado fundamental de conjurar para que una persona sea purificada del demonio.
Además de estos significados, conjurar puede entenderse como: librar de alguien, pedir
ardientemente algo, impetrar, implorar, rogar, suplicar, invocar, evitar, vencer, superar,
esquivar, derrotar.54
En el Codex Iuris Canonic (CIC) está indicado que el exorcismo es un sacramental y
se halla bajo el título De sacramentalibus:
54
Cfr. FLORES Juan Javier, Los Sacramentales: bendiciones, exorcismos y dedicación de las Iglesias,
Barcelona 2010, pp. 196-197
53
1166. Los sacramentales son signos sagrados, por los que, a imitación en
cierto modo de los sacramentos, se significan y se obtienen por intercesión
de la Iglesia unos efectos principalmente espirituales.
1172. §1 Sin licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar, nadie
puede realizar legítimamente exorcismos sobre los posesos.
§2 El Ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un
presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida.
Ahora bien, la Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium (SC),
nos ofrece una definición esencial de lo que es un sacramental:
60. La santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos
son signos sagrados creados según el modelo de los sacramentos, por medio
de los cuales se expresan efectos, sobre todo, de carácter espiritual
obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen
a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas
circunstancias de la vida.
Del exorcismo, en cuanto sacramental, nos habla también el Catecismo de la Iglesia
Católica (CCE):
517. Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. La Redención nos
viene ante todo por la sangre de la cruz (Cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1 P 1, 18-
19), pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya en su
Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (Cf. 2
Co 8, 9); en su vida oculta donde repara nuestra insumisión mediante su
sometimiento (Cf. Lc 2, 51); en su palabra que purifica a sus oyentes (Cf. Jn
15,3); en sus curaciones y en sus exorcismos, por las cuales "él tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8, 17; Cf. Is 53,
4); en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica (Cf. Rm 4, 25).
549. Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (Cf.
Jn 6, 5-15), de la injusticia (Cf. Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte
(Cf. Mt 11,5), Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino
54
para abolir todos los males aquí abajo (Cf. LC 12, 13. 14; Jn 18, 36), sino a
liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (Cf. Jn 8,
34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas
sus servidumbres humanas.
550. La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás (Cf.
Mt 12, 26): "Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que
ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12, 28). Los exorcismos de
Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios (Cf. Lc 8, 26-39).
Anticipan la gran victoria de Jesús sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12,
31). Por la Cruz de Cristo será definitivamente establecido el Reino de Dios:
"Regnavit a ligno Deus" ("Dios reinó desde el madero de la Cruz", himno
"Vexilla Regis").
1673. Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre
de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las
asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo.
Jesús lo practicó (Cf. Mc 1,25s; etc.), de él tiene la Iglesia el poder y el
oficio de exorcizar (Cf. Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). En forma simple, el
exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne
sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En
estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las
reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los
demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual
que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las
enfermedades, sobre todo síquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia
médica. Por tanto, es importante, asegurarse, antes de celebrar el
exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una
enfermedad (Cf. CIC, can. 1172).
2850. La última petición a nuestro Padre está también contenida en la
oración de Jesús: "No te pido que los retires del mundo, sino que los
guardes del Maligno" (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno
individualmente, pero siempre quien ora es el "nosotros", en comunión con
toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. La oración del
Señor no cesa de abrirnos a las dimensiones de la economía de la salvación.
55
Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve
solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos" (Cf. RP
16).
2854. Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser
liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es
autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre
todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que
abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la
espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando así, anticipa en la
humildad de la fe la recapitulación de todos y de todo en Aquél que "tiene
las llaves de la Muerte y del Hades" (Ap 1,18), "el Dueño de todo, Aquél que
es, que era y que ha de venir" (Ap 1,8; Cf. Ap 1, 4): “Líbranos de todos los
males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por
tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador
Jesucristo” (MR, Embolismo).
1. El ministerio del exorcismo en la Iglesia posconciliar
En el capítulo anterior vimos que, Jesús, durante su ministerio, expulsaba demonios y
libraba a los hombres de las posesiones de espíritus malignos para hacer patente tanto en
ellos como en los rasgos de su mensaje, el Reino de Dios. En las citas anteriores del CIC,
SC y CEC vemos que es la Iglesia la que recibe del mismo Jesús la potestad para continuar
este ministerio iniciado por Él. Desde luego que al rito al que nos referimos en cuanto
sacramental difiere al rito del exorcismo en el sacramento del Bautismo. En el caso del
sacramental del exorcismo, de manera específica se pide al Señor la victoria sobre Satanás,
para que libere a sus hijos que se encuentren oprimidos por su atadura. En los Prænotanda
del nuevo Ritual Romano de Exorcismos y otras Súplicas se lee:
11. Entre estas ayudas sobresale el exorcismo mayor, solemne, que
también se llama mayor, que es una celebración litúrgica. Por esta razón los
exorcismos que intentan expulsar a los demonios o liberar del influjo
56
demoníaco y además con la autoridad espiritual que Jesús dio a Su Iglesia
es una oración de la clase de los sacramentales, por lo tanto es un signo
sagrado que significa signos especialmente espirituales y que se obtienen
por el mandato de la Iglesia.
El fenómeno de la brujería y hechicería se presenta en estos tiempos de diversas
formas, manifestándose desde la superstición, adivinación y espiritismo hasta prácticas
mágicas de denso nivel como ritos satánicos o misas negras. Lo que más alarma es su
rápida expansión, y que lo único que denota es una necesidad imperiosa de volver a lo
trascendente en medio de las esferas de la confusión y el vértigo transmodernos. En este
sentido, el aquel entonces, Cardenal Joseph Ratzinger, declara:
… la cultura atea del occidente moderno vive gracias a la liberación del
miedo de los demonios aportada por el cristianismo. Pero si esta luz
redentora de Cristo tuviese que extinguirse, a pesar de toda su sabiduría y
toda su tecnología el mundo volvería a caer en el terror y la desesperación.
Hay signos de ese retorno de fuerzas oscuras, mientras crecen en el mundo
secularizado los cultos satánicos.55
a. División y formas del exorcismo
Según Reiner Kaczynski,56
los exorcismos se puede clasificar en:
Imprecatorios: órdenes dirigidas a los espíritus malignos para que dejen a una
persona, a otro ser viviente, un objeto, o bien, para que no ejerzan sobre ellos
ningún influjo nocivo.
Deprecatorios: oraciones dirigidas a Dios para la liberación del demonio.
Hay tres formas de exorcismo a lo largo de la historia de la Iglesia:
Exorcismo en la admisión a la Iglesia.
Los conjuros sobre las cosas.
55
RATZINGER J.; MESSORI V., Informe sobre la fe, Madrid 1985, p. 153 56
Cfr. FLORES Juan Javier, op. cit., pp. 203-205
57
Exorcismos sobre los posesos.
En el Ritual se hallan dos fórmulas:
Invocativas: Desus humanis generis conditor.
Imperativas: Adiuro te, Satan.
b. El ministro del exorcismo
El ministro del exorcismo depende siempre del tipo de exorcismo:
El exorcismo menor en el contexto del bautismo.
El exorcismo mayor está reservado para sacerdotes y diáconos.
Para los exorcismos a posesos se prevé un presbítero con piedad, ciencia,
prudente e integridad de vida.
En cuanto al último caso, los Prænotanda del nuevo Ritual Romano de Exorcismos y
otras Súplicas en el n. 13 se afirma:
El ministerio de exorcizar a los poseídos se concede por especial y
expresa licencia del Ordinario, que regularmente será el mismo obispo
diocesano. Dicha licencia debe concederse únicamente a un sacerdote
dotado de piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida. Además debe
estar preparado específicamente para este oficio. Se exhorta al sacerdote, a
quien se le encomiende el oficio de exorcista de manera estable o por un
caso aislado, ejercitar esta delicada y caritativa tarea con humildad y
confianza, bajo la dirección del obispo diocesano. En este Ritual cuando se
indica “exorcista”, siempre debe entenderse como el “sacerdote exorcista”.
2. Ritual Romano De exorcirmis et supplicationibus quibusdam
Este Ritual que data de 1999, es una simplificación del Ritual de 1614. No comporta
un cambio drástico de la teología, sino solo aspectos exteriores y de presentación de textos
redactados a la luz de la Biblia. El actual Ritual constituye el depósito de los textos
58
litúrgicos de la antigüedad, de la edad media y del Ritual de 1614, por lo que se puede decir
que el actual Ritual es un enriquecimiento a nivel teológico con los añadidos de nuevos
textos que manifiestan el camino de la Iglesia en el campo de la teología bíblica, dogmática
y liturgia. Por ello, el exorcismo expresa una realidad eclesial y que, siendo un sacramental,
pretende ser una respuesta celebrativo-litúrgica a una realidad humana concreta que se
halla afectada por el influjo o poder demoniaco.57
a. Contexto del Ritual
El Ritual Romano De exorcirmis et supplicationibus quibusdam es fruto de un largo
trabajo de estudios y revisiones, varias consultas a las Conferencias Episcopales, y de
análisis por parte de una asamblea ordinaria de la Congregación del Culto Divino y
Disciplina de los Sacramentos. El trabajo duró quince años y dio como resultado el texto
actual del Ritual, aprobado por el Papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 1998, y promulgado
con decreto de fecha de 22 de noviembre de 1998 y presentado por el Prefecto de la
Congregación, el Cardenal Jorge Arturo Medina Estévez el 26 de enero de 1999.58
La
publicación de este Ritual tiene que ser vista:
No como un libro aislado, sino como una parte del Ritual Romano, con una
revisión del Ritual anterior, equilibrada y atenta al mundo contemporáneo.
No como un freno a la práctica del exorcismo, sino como una respuesta a
casos dolorosos que siguen manifestándose.
Como un intento de la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II,
renovación requerida por expertos en la materia del exorcismo.
57
Ibídem, pp. 253-254 58
Ibídem, p. 255
59
b. Lectura interna del Ritual
La editio tipyca tiene como frontispicio: “Rituale Romanum ex decreto Sacrosancti
Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum, auctoritate Ioannis Pauli PP. II
promulgatum, De Exorcismis et Supplicationibus quibusdam, Typis Vaticanis, MMIV”.
Para la lectura interna del Ritual, tomaremos la versión castellana de la edición típica,
cuya fecha de edición es del 2005. El Ritual abre con la Presentación de la edición en
castellano, después el Decreto del cardenal Francisco Arinze y del cardenal Jorge Medina
Estévez, sigue el Proemio, y la Introducción General (Prænotanda) que contiene:59
I. La victoria de Cristo y el poder de la Iglesia contra los demonios (1-7).
II. Los exorcismos en el ministerio eclesial de santificar (8-12).
III. El ministro y las condiciones para realizar el exorcismo mayor (13-19).
IV. La celebración del rito (20-30).
V. Complementos y acomodaciones (31-36).
VI. Las adaptaciones que competen a las Conferencias Episcopales (37-38).
A continuación vienen dos capítulos. El primero contiene el rito del exorcismo mayor
o solemne, mientras que el segundo ofrece algunos textos que pueden usarse libremente
como alternativa a los propuestos en el primer capítulo:
Capítulo I. Rito del exorcismo mayor
Ritos iniciales
Súplica litánica
Recitación de salmos
Lectura del Evangelio
Imposición de manos
Símbolo de la fe o Promesas Bautismales
Oración dominical
59
Ibídem, pp. 257-258
60
Señal de la cruz
Insuflación
Fórmulas del exorcismo
o Fórmula deprecativa
o Fórmula imperativa
Acción de gracias
Rito de conclusión
Capítulo II. Varios textos que pueden utilizarse ad libitum en el Rito
Salmos
Evangelios
Fórmulas del exorcismo
Después siguen los apéndices. El primero de ellos presenta unos textos de súplica y
de exorcismo para usar en situaciones especiales, cuando el influjo del demonio se
manifiesta sobre lugares y cosas; el segundo capítulo oraciones que los fieles pueden usar
en la lucha contra el poder de las tinieblas:
Apéndices
Súplicas y exorcismos que pueden usarse en circunstancias particulares de la
Iglesia.
Súplicas que pueden ser utilizadas privadamente por los fieles en la lucha
contra el poder de las tinieblas.
El exorcismo del que habla el Ritual se le llama exorcismo mayor, tal concepto se
emplea para distinguirlo de otras fórmulas de súplica contra la actividad del demonio como
son los exorcismos menores, previstos en el transcurso del catecumenado y antes del
bautismo de un niño. Por lo tanto, el Ritual ha sido pensado en cuanto acción litúrgica, pero
61
con carácter de discreción, debido a la situación delicada que padece el afectado, de la
misma manera que se tiene cuidado con el enfermo en la Unción o en el viático.60
Hay que señalar que el exorcismo, como todo acto litúrgico, no es un hecho mágico,
por lo que hay que evitar cualquier forma de espectáculo, excluyendo la presencia de
cualquier medio de comunicación social:
19. El exorcismo se realiza de tal manera que manifieste la fe de la
Iglesia y que por nadie pueda ser considerado como una acción mágica o
supersticiosa. Debe cuidarse que el rito no se convierta en un espectáculo
para los presentes. De ningún modo se dé espacio a los medios de
comunicación social mientras se realiza el exorcismo; tampoco corresponde
divulgar la noticia del exorcismo antes o después de realizado, pues debe
guardarse la debida discreción
Ahora bien, ¿cuándo realizar el exorcismo? El sacerdote específicamente encargado
de celebrar el sacramental lo llevará a cabo una vez que tenga la certeza moral de que está
ante una obra del Maligno. Analizará el caso valiéndose de todos los instrumentos e
investigaciones que la medicina, psiquiatría y el ámbito espiritual le puedan proporcionar:
16. El exorcista, por lo tanto, debe proceder a celebrar el exorcismo sólo
cuando tenga seguridad de la verdadera posesión demoníaca y, si fuera
posible, con el consentimiento del mismo sujeto. Según una probada praxis
se juzgan como signos de la posesión demoníaca hablar con muchas
palabras en una lengua desconocida o entender al que la habla, movilizar
cosas distantes u ocultas, manifestar fuerzas por encima de la naturaleza de
la edad o condición del sujeto poseso. Estos signos pueden ser un indicio
pero podrían no ser atribuidos necesariamente a la posesión diabólica en
cuyo caso debe prestarse atención a otros posibles signos de índole
espiritual o moral que pudieren manifestar, de algún modo, la intervención
diabólica, como por ejemplo la aversión vehemente a Dios, al Santísimo
Nombre de Jesús, a la Bienaventurada Virgen María y a los santos, a la
Iglesia, a la Palabra de Dios, a los objetos sagrados, a los ritos,
especialmente sacramentales y a las imágenes sagradas. Conviene,
60
Ibídem, p. 258
62
finalmente, examinar la relación que existe de todos los signos indicados
con la fe y la vida espiritual teniendo en cuenta que el Maligno es enemigo
de Dios y de todo aquello que los fieles tienen para experimentar la acción
salvífica de Dios en ellos.
17. Corresponde al exorcista juzgar con respecto a la necesidad de
apelar al rito del exorcismo, después de realizar una diligente investigación,
guardando siempre el secreto de confesión, y consultados, en cuanto sea
posible, los expertos de vida espiritual; también, si fuere necesario podrá
consultar a expertos en la ciencia médica y psiquiátrica que tengan sentido
de las cosas espirituales.
Los cambios que se han dado en la liturgia son con el fin de hacer de este sacramental
un acto netamente litúrgico, excluyendo todo morbo, dramatismo y sensacionalismo,
simplificando algunos aspectos exteriores y presentando los textos y los actos más en
armonía con el lenguaje bíblico.
c. Análisis de algunas oraciones importantes del Ritual
La oración de preparación personal del exorcista se encuentra en el Ritual en el n. 39
y es de carácter privado, y se dice para pedir a Dios la fuerza para expulsar al Maligno. El
fundamento es siempre el poder dado a los apóstoles de expulsar los demonios en nombre
de Cristo y de vencer todo poder del enemigo.
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre,
Dios de toda criatura
que diste a tus santos Apóstoles la potestad
de someter a los demonios en tu nombre
y de aplastar todo poder del enemigo;
Dios santo,
que al realizar tus milagros
ordenaste: “huyan de los demonios”;
Dios fuerte,
por cuyo poder
63
Satanás, derrotado,
cayó del cielo como un rayo;
ruego humildemente con temor y temblor
a tu santo nombre
para que fortalecido con tu poder,
pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya.
Tú que vendrás a juzgar al mundo por el fuego purificador
y en él a los vivos y los muertos.
Amén.
La acción litúrgica comienza con la señal de la cruz, el saludo y unas palabras de
acogida. La celebración propiamente dicha inicia en el n. 40 con los Ritos iniciales. Lo
primero que se advierte es la presencia del pueblo que ora junto con el sacerdote.
En el n. 41 se halla una oración de bendición de agua, y que por su uso al servicio de
Dios, se recuerda al vejado el momento del bautismo en el que fue purificado de todo
pecado, y se pide que se pongan en fuga a los demonios. Sigue la Letanía de los Santos, en
las que se insertan las siguientes invocaciones:
Cristo, Hijo de Dios vivo
Tú que por nosotros fuiste tentado por el diablo
Tú que libraste a los atormentados de los espíritus inmundos
Tú que diste a tus discípulos el poder sobre los demonios
Tú que sentado a la derecha del Padre intercedes por nosotros
Tú que vendrás a juzgar a vivos y muertos.
A cada invocación se responde Ten piedad de nosotros o bien de él. Finalmente el
exorcista concluye la oración invocando la bendición de Dios sobre la persona vejada.
Después viene la oración con los Salmos que están en un tono de consuelo y alivio. Cada
uno de los salmos que ahí se proponen, van seguidos de una oración adecuada. Estos
salmos imploran la protección del altísimo y celebran la victoria de Cristo sobre el
Maligno.
64
Luego viene la lectura del Evangelio, en concreto el pasaje de Jn 1, 1-14: Al principio
existía la Palabra… aunque en ese mismo n. 52, también se proponen otras perícopas que
se encuentran en los nn. 76-80. La lectura del Evangelio es un signo potente y un
instrumento de la presencia de Cristo que, a través de su Palabra proclamada, alivia y cura
las enfermedades de los hombres.
A continuación se llega el momento en el n. 53 en que el exorcista impone las manos
sobre el poseso invocando la potencia del Espíritu Santo para que el afectado no sea más
morada de demonios, sino Templo del Dios vivo.
En el n. 54, el rito prescribe la recitación del Símbolo de la fe, ya sea renuncia a
Satanás o profesión dela fe como se hace en el bautismo. Para el Credo se puede emplear el
Símbolo Apostólico o el Símbolo Niceno-constantinopolitano en el n. 55.
Luego, en el n. 57, el exorcista introduce la recitación del Padrenuestro con una breve
monición que ahí mismo se propone. Después de la oración que Jesús mismo enseñó a sus
apóstoles, el rito llega al punto más importante en el n. 58, pues el exorcista muestra al
vejado la cruz del Señor, fuente de gracia y bendición, y traza la señal de la cruz sobre el
poseso para indicar el poder de Cristo sobre el demonio diciendo: Esta es la señal de la
Cruz del Señor; huid cuantos os oponéis a ella. Si se considera conveniente se puede
incluir el rito de la insuflación en el n. 59. El exorcista puede soplar sobre el rostro del
poseso diciendo: Con el Espíritu de tu boca, Señor expulsa los espíritus malignos,
mándales alejarse porque se aproxima tu Reino.
De este modo, el exorcismo llega a un punto culminante, constituido por las
oraciones solemnes ubicadas en los nn. 60-62: la oración deprecativa con la que se pide a
Dios en nombre de Cristo que el demonio salga; y la imperativa con la que el exorcista
manda al demonio que salga de la persona afectada. Se trata de una fórmula de exorcismo
propiamente dicha, porque es una oración dirigida a Dios y se dirige al demonio bajo forma
de mandato. El ritual ofrece tres series de textos. Estas formas han sido reelaboradas y se
inspiran en el lenguaje bíblico.
65
El rito termina con un canto de acción de gracias, como puede ser el Magníficat o el
Benedictus, ambos en el n. 63; mientras que en el n. 65 está el Rito de conclusión y la
bendición final.
Con respecto a las oraciones solemnes del rito, en el n. 61 se inicia las fórmulas del
exorcismo con la fórmula deprecativa:
Oh Dios, creador y defensor del género humano,
vuelve tu mirada sobre este siervo tuyo (sierva tuya) N.
a quien formaste a tu imagen
y llamas a ser partícipe de tu gloria.
El antiguo adversario lo (la) atormenta cruelmente,
lo (la) oprime con fuerte violencia
y lo (la) inquieta con cruel terror.
Envía sobre él (ella) tu Espíritu Santo
para que lo (la) haga fuerte en la lucha
le enseñe a rogar en la tribulación
y lo (la) defienda con su poderosa protección.
Escucha, Padre santo,
el gemido de tu Iglesia suplicante;
no permitas que tu hijo (hija)
sea poseída por el padre de la mentira;
no dejes que este servidor (servidora)
a quien Cristo redimió con su Sangre
sea retenido (retenida) por la cautividad del diablo;
impide que el templo de tu Espíritu
sea inhabitado por los espíritus inmundos.
Escucha, Dios misericordioso,
la oración de la bienaventurada Virgen María,
cuyo Hijo, muriendo en la Cruz,
aplastó la cabeza de la antigua serpiente
y encomendó a la Madre todos los hombres como hijos.
Que resplandezca en este siervo tuyo (sierva tuya) la luz de la verdad
66
entre en él (ella) el gozo de la paz,
lo (la) posea el Espíritu de la paz
y llenando su corazón le dé la serenidad y la paz.
Escucha, Señor, la súplica de San Miguel Arcángel
y de todos los Ángeles que te sirven:
Dios de poder, repele las fuerzas del diablo;
Dios de verdad y perdón,
Aleja sus falaces insidias;
Dios de la libertad y de la gracia,
desata los lazos del mal.
Escucha, oh Dios, que quieres la salvación del hombre
la oración de los apóstoles Pedro y Pablo
y de todos los santos que con tu gracia vencieron las asechanzas del Maligno.
Libra a este hijo tuyo (esta hija tuya)
de toda potestad ajena
y custodia la firmeza que necesita.
para que restituido (restituida) a la serenidad espiritual
te ame de corazón y te sirva con sus obras,
te glorifique con sus alabanzas y te celebre con su vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
La oración que se dirige a Dios Padre y se articula en seis invocaciones expresadas
por verbos: vuelve tu mirada, envía tu Espíritu, escucha Padre Santo, libra a este hijo tuyo.
En la oración, Dios es llamado creador y defensor del género humano:
Oh Dios, creador y defensor del género humano,
vuelve tu mirada sobre este siervo tuyo (sierva tuya) N.
a quien formaste a tu imagen
y llamas a ser partícipe de tu gloria.
El antiguo adversario lo (la) atormenta cruelmente,
lo (la) oprime con fuerte violencia
y lo (la) inquieta con cruel terror.
67
Dios que ha creado al hombre y lo defiende, es suplicado para que vuelva su mirada
sobre la persona vejada por el demonio recordando que él mismo la formó a su imagen y
semejanza en la inteligencia y en la voluntad. Esta persona está destinada y llamada a una
suerte mejor, la participación en la misma naturaleza divina. El demonio es llamado como
antiguo adversario y encuentra su satisfacción en el tormento del hombre, elevado a la
dignidad de hijo de Dios, que, por el sacramento del Bautismo, le permite participar de la
misma naturaleza de Dios.
En la segunda invocación se pide el envío del Espíritu Santo sobre la persona
atormentada por el espíritu maligno:
Envía sobre él (ella) tu Espíritu Santo
para que lo (la) haga fuerte en la lucha
le enseñe a rogar en la tribulación
y lo (la) defienda con su poderosa protección.
En esta parte de la oración, el Espíritu tiene la misión de confirmar o fortalecer al
vejado en la lucha contra el demonio siempre en un sentido bíblico: El Paráclito, el
Espíritu Santo… os lo explicará todo (Jn 14, 26). Por lo tanto, el Espíritu fortalece con su
protección. En esta invocación se pide que el Espíritu fortalezca al vejado en contra del
demonio, le enseñe a orar en la tribulación, dándole fuerza en la debilidad. La tercera
invocación tiene como sujeto a la misma Iglesia:
Escucha, Padre santo,
el gemido de tu Iglesia suplicante;
no permitas que tu hijo (hija)
sea poseída por el padre de la mentira;
no dejes que este servidor (servidora)
a quien Cristo redimió con su Sangre
sea retenido (retenida) por la cautividad del diablo;
impide que el templo de tu Espíritu
sea inhabitado por los espíritus inmundos.
68
Este fragmento se considera como un gemido de la asamblea en el sentido paulino
según Rm 8, 19-32:
Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los
hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no
espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser
liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa
libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime
hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros,
que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en
nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo.
El gemido de la Iglesia se refiere a la situación de dominio del maligno con tres
peticiones: Dios conceda que el cristiano no se más poseído por el demonio; Dios conceda
que el cristiano no se mantenga más bajo la esclavitud del demonio porque Cristo lo
redimió con su sangre, tal como señala Ef 1, 7: En él tenemos por medio de su sangre la
redención, el perdón de los delitos; Dios conceda que el cristiano no sea más la habitación
del espíritu inmundo porque ha sido hecho templo de Dios y del Espíritu Santo. En la
cuarta petición se implora la intercesión de María:
Escucha, Dios misericordioso,
la oración de la bienaventurada Virgen María,
cuyo Hijo, muriendo en la Cruz,
aplastó la cabeza de la antigua serpiente
y encomendó a la Madre todos los hombres como hijos.
Que resplandezca en este siervo tuyo (sierva tuya) la luz de la verdad
entre en él (ella) el gozo de la paz,
lo (la) posea el Espíritu de la paz
y llenando su corazón le dé la serenidad y la paz.
En esta sección de la oración, antes de iniciar con las peticiones, se propone una
anámnesis de la muerte de Cristo en la cruz en donde se llevó a cabo todo lo que se predijo
por las palabras divinas dirigidas a la serpiente según Gn 3, 15: Enemistad pondré entre ti y
la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su
calcañar, y que según la interpretación, uno de los hijos de la mujer será el vencedor, y ese
69
es Jesús, quien aplastó la cabeza de la serpiente al morir en la cruz, y también, en esa
misma cruz, se llevó a cabo el hecho de confiar a todos los redimidos a María como hijos
en la persona del discípulo amado: Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a
quien amaba, dice a su madre: « Mujer, ahí tienes a tu hijo. » Luego dice al discípulo: «
Ahí tienes a tu madre. » (Jn 19, 26-27). Sobre el hecho de la anámnesis se colocan las
peticiones. El texto bíblico inspirador podría ser Ef 5, 8-9: Porque en otro tiempo fuisteis
tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz
consiste en toda bondad, justicia y verdad. Se desea que el Espíritu posea y habite en el
cristiano por el que se está orando y con su presencia lo vuelva sereno y puro una vez
liberado del espíritu inmundo.
En la quinta parte de la oración se pide la intercesión del arcángel San Miguel y de
todos los ángeles:
Escucha, Señor, la súplica de San Miguel Arcángel
y de todos los Ángeles que te sirven:
Dios de poder, repele las fuerzas del diablo;
Dios de verdad y perdón,
Aleja sus falaces insidias;
Dios de la libertad y de la gracia,
desata los lazos del mal.
La oración se dirige a la cabeza del ejército angelical, el San Miguel Arcángel, y los
atributos con que se denomina a Dios corresponden a imploraciones: como jefe de los
ejércitos angélicos, como Dios de la verdad y del perdón, como Dios de la libertad y la
gracia.
En la sexta invocación se pide la ayuda de los apóstoles Pedro y Pablo y de todos los
Santos. La oración está dirigida a Dios como autor de nuestra Salvación y se le pide que
escuche las oraciones de los santos presentados como victoriosos en su lucha contra en
maligno y que imploran para el atribulado en cuestión la liberación del poder del demonio:
Escucha, oh Dios, que quieres la salvación del hombre
la oración de los apóstoles Pedro y Pablo
y de todos los santos que con tu gracia vencieron las asechanzas del Maligno.
70
Libra a este hijo tuyo (esta hija tuya)
de toda potestad ajena
y custodia la firmeza que necesita.
para que restituido (restituida) a la serenidad espiritual
te ame de corazón y te sirva con sus obras,
te glorifique con sus alabanzas y te celebre con su vida.
Es evidente que la fórmula deprecativa del exorcismo contiene una doctrina sobre el
Espíritu Santo, la Iglesia, María, los Ángeles, los Apóstoles y los Santos, y enseña que el
demonio atormenta al hombre formado a imagen y semejanza de Dios y la misión del
Espíritu Santo es fortalecer y proteger al afectado, mientras que la oración de la Iglesia, de
María, de los Ángeles, los Apóstoles y los Santos es poderosa intercesión para obtener la
liberación y para hacer resplandecer al vejado con la luz de la verdad y rescatarlo como
morada del Espíritu Santo y no del demonio, conservarlo en el amor de Dios para gloria del
Señor. Ahora bien, la fórmula imperativa se halla en el n. 62:
Te declaro anatema, Satanás, enemigo de la salvación humana;
reconoce la justicia y la bondad de Dios Padre,
que, con justo juicio, condenó tu soberbia y tu envidia:
apártate de este siervo (esta sierva) N.,
a quien Dios hizo a su imagen,
colmó con sus dones
y adoptó como hijo (hija) de su misericordia.
Te conjuro, Satanás, príncipe de este mundo:
reconoce el poder y la fuerza de Jesucristo,
que te venció en el desierto,
superó tus insidias en el Huerto,
te despojó en la Cruz,
y resucitado del sepulcro
transfirió tus trofeos al reino de la luz:
retírate de esta criatura N.,
a la cual Cristo al nacer hizo su hermano (hermana)
y al morir lo (la) redimió con su Sangre.
71
Te conjuro, Satanás, que engañas al género humano,
reconoce al Espíritu de la verdad y de la gracia
que repele tus insidias y confunde tus mentiras.
Sal de N., criatura plasmada por Dios,
a quien el mismo Espíritu marcó con su sello poderoso;
retírate de este hombre (esta mujer),
a quien Dios hizo templo sagrado
con una unción espiritual.
Por eso, retírate, Satanás,
en el nombre del Padre +, y del Hijo +, y del Espíritu + Santo;
retírate por la fe y la oración de la Iglesia;
retírate por la señal de la santa Cruz,
de nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Se trata de una fórmula trinitaria ya que dirige al demonio tres mandatos que lo
relacionan con cada uno de los autores divinos. El demonio es puesto frente a Dios Padre,
el cual condenó su soberbia y envidia. El demonio como enemigo de la humanidad es
obligado a salir del hombre en quien la bondad de Dios Padre realizó un triple acto: lo creó
a su imagen, lo adornó con los dones divinos, le dio el don más alto de la filiación divina y
que lo hace partícipe de la naturaleza divina:
Te declaro anatema, Satanás, enemigo de la salvación humana;
reconoce la justicia y la bondad de Dios Padre,
que, con justo juicio, condenó tu soberbia y tu envidia:
apártate de este siervo (esta sierva) N.,
a quien Dios hizo a su imagen,
colmó con sus dones
y adoptó como hijo (hija) de su misericordia.
En la segunda formulación, el demonio denominado príncipe de este mundo, es
puesto frente al Hijo de Dios, Jesucristo, cuyo poder en el cielo se ilustra en cuatro
momentos: la victoria en la tentación en el desierto; la pasión donde fue vencido con la
72
aceptación de la voluntad del Padre en la oración de Getsemaní; en el sacrificio de la cruz,
con el que Jesús con su sangre rescató al nuevo pueblo; el triunfo definitivo sobre el
demonio de Jesús con la resurrección, arrebatando al demonio la victoria que tenía sobre
los hombres y trasladándonos al reino de la luz.
Te conjuro, Satanás, príncipe de este mundo:
reconoce el poder y la fuerza de Jesucristo,
que te venció en el desierto,
superó tus insidias en el Huerto,
te despojó en la Cruz,
y resucitado del sepulcro
transfirió tus trofeos al reino de la luz:
retírate de esta criatura N.,
a la cual Cristo al nacer hizo su hermano (hermana)
y al morir lo (la) redimió con su Sangre.
Por lo tanto, se da al demonio la orden de que salga de la persona vejada, puesto que
ésta, por la filiación divina en virtud del bautismo, adquirió la fraternidad con Cristo.
La tercera fórmula indica una acción bajo el influjo del Espíritu Santo. El demonio
queda marcado con la característica de mentiroso, falaz, embaucador del género humano.
El diablo es contemplado como contrapuesto al Espíritu Santo, el cual rechaza las insidias
del enemigo. Por ello, al demonio se le da la orden de salir de aquel que sufre sus
vejaciones, ya que en el creyente el Espíritu imprimió su sello con el bautismo y la
confirmación.
Te conjuro, Satanás, que engañas al género humano,
reconoce al Espíritu de la verdad y de la gracia
que repele tus insidias y confunde tus mentiras.
Sal de N., criatura plasmada por Dios,
a quien el mismo Espíritu marcó con su sello poderoso;
retírate de este hombre (esta mujer),
a quien Dios hizo templo sagrado
con una unción espiritual.
73
La oración concluye con la triple repetición de la orden imperativa retírate, Satanás.
Las tres personas divinas son invocadas conjuntamente al nombrar a la Trinidad, misterio
en el que la Iglesia centra su fe y su oración; la señal de la cruz, convertida en bandera del
sacrificio de Cristo. Sendos elementos expresan toda la potestad comunicada a la Iglesia
para alejar al demonio.
Por eso, retírate, Satanás,
en el nombre del Padre +, y del Hijo +, y del Espíritu + Santo;
retírate por la fe y la oración de la Iglesia;
retírate por la señal de la santa Cruz,
de nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
La Iglesia tiene poder de exorcizar al demonio, obligándole a alejarse del creyente a
quien ha atormentado por envidia y lo hace invocando el poder de Cristo que ha vencido al
espíritu del mal. Su muerte y resurrección son ya una certeza de la victoria de los hijos de
Dios, quienes, redimidos por la sangre del Cordero y purificados por el bautismo, son
capaces de rechazar las asechanzas del enemigo.
Las fórmulas solemnes del exorcismo, deprecativas e imperativas, expresan, junto
con todas las demás oraciones y con los elementos del rito, la fe y la doctrina del rito de la
Iglesia en relación con el espíritu del mal, y no faltan las continuas alusiones a los
sacramentos del Bautismo y la Confirmación.
A través del exorcismo la Iglesia se compromete a sí misma en todas sus energías y
de la forma más alta e intensa, invoca eficazmente la fuerza del Espíritu Santo, que en su
poder, vence al demonio y libera a la persona de su posesión.
3. Aspecto pastoral
El Ritual del exorcismo nos enfrenta a dos realidades importantes y desiguales: la
existencia del mal en el mundo como problema fundamental -tema que será abordado más
adelante- y la victoria de Cristo sobre el mal. Sobre este último, hay que decir que, aunque
74
la acción del demonio es devastadora para el hombre y toda la creación, la victoria de
Cristo con su muerte ha puesto punto final a esta acción.61
El demonio no tiene la última palabra, sino que es Cristo quien ha hablado de una vez
por todas en el lenguaje de la donación de su persona en el patíbulo de la Cruz, y la derrota
del demonio se confirma por la Resurrección: estando muertos a causa de nuestros delitos,
nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados - (Ef 2, 5).
a. Liturgia de doble enfoque: expulsión y curación
Sobre el fenómeno de posesión demoniaca y sobre la efectividad del exorcismo hay
que decir dos cosas: primero, que los fenómenos de posesión demoniaca o son reales o solo
son supuestos; segundo, ¿qué dicen las Sagradas Escrituras con respecto a la existencia del
demonio y a la práctica de exorcismos por parte de Jesús y de sus apóstoles? El responder
este par de cuestiones nos ubicará en un punto importante, a saber: la liturgia de doble
enfoque, es decir, sobre la expulsión y liberación de demonios; y la curación de los
enfermos.
No hay que perder de vista que el exorcismo es un sacramental y que su práctica
indiscriminada pone en riesgo tanto al presunto poseso como la eficacia en el rito. El riesgo
principal es el de confirmar y arraigar en la persona su ya precaria condición. Por lo tanto
se requiere de gran prudencia antes de recurrir a la práctica del exorcismo. De esta manera,
la colaboración entre las ciencias médicas y las ciencias religiosas son fundamentales para
obtener un resultado terapéutico eficaz en beneficio de la persona afectada.62
El diagnóstico de posesión desde un punto de vista teológico-pastoral se basa en
ciertos elementos establecidos desde 1614 por el Ritual Romano, en donde se señala que
para que una persona sea declarada posesa por el demonio debe:
Entender o hablar lenguas desconocidas y que obviamente no sean lenguas
inventadas como en el caso de la ensalada de palabras del esquizofrénico.
61
Cfr. PHASE Revista de Pastoral Litúrgica, Barcelona noviembre-diciembre 2001, p. 493 62
Cfr. FRAY BENIGNO, op. cit., p. 10
75
Estar en posibilidad de referir hechos o acontecimientos de épocas remotas a
las cuales el supuesto poseso no pudo haber tenido conocimiento de ello, ya
sea directa o indirectamente. Además lo referido debe ser verificable.
Manifestar una fuerza física superior a su edad y condición física, y que
evidentemente vaya más allá de las capacidades humanas.
Mostrar total aversión hacia lo sacro, como pueden ser objetos sagrados,
imágenes, templos, etc.; manifestándose también coprolalia, que es dirigirse
obsesivamente con palabras inapropiadas a todo lo religioso.
Tales fenómenos y conductas no pueden constituir un criterio de diagnóstico absoluto
que declare que una persona está posesa por el demonio, más bien, se pueden entender
como indicios y no como procedimientos invariables del demonio. En este sentido, el
mismo Ritual, en los Prænotanda 16, señala que también conviene prestar atención a otros
aspectos de la vida de la persona, especialmente de orden moral y espiritual.
En el estudio de estos fenómenos y conductas es necesario proceder con la mayor
cautela posible, partiendo de las explicaciones más sencillas, razonables, y apegadas al
orden natural para llegar, si es el caso, a hipótesis más complejas y que tiendan a un orden
sobrenatural. En el análisis del caso siempre debe estar presente la supervisión del
exorcista, y el conocimiento y consentimiento del supuesto poseso (Prænotanda 16).
Ahora bien, con respecto a la primera cuestión citada desde el inicio de este apartado,
sobre si los fenómenos de posesión diabólica son reales o no, Fray Benigno cita en su obra
que únicamente el 2% de los casos reportados como posesión diabólica está comprendido
como posesión real y el resto se identifica con alguna otra categoría psiquiátrica, entre las
cuales está la histeria, epilepsia, esquizofrenia, delirios, psicosis maniaco-depresiva,
neurosis obsesivo-compulsiva, sonambulismo, disturbios de personalidad múltiple o
estados alternos de conciencia.63
Todas estas manifestaciones tienen un origen natural
enraizado en la psique humana.
63
Ibídem, p. 20
76
En lo que toca a la segunda cuestión, según las Sagradas Escrituras ¿existe el
demonio? Podemos aducir tres razones:64
Antropológica: El estudio atento del hombre en distintas biografías y en
diversos ámbitos, deja entrever una presencia de una injerencia maligna.
Psiquiátrica: En la actividad diagnóstico-terapéutica, se llegan a registrar
casos de coexistencia de una presencia real demoniaca con el conjunto de
fenómenos psiquiátricos y que no eran reversibles o curables con ningún
fármaco o terapia disponible.
Bíblico-teológica: Las Sagradas Escrituras y los comentarios concernientes a
ella manifiestan una actividad en dos vertientes del ministerio de Jesús, que
son la expulsión de demonios y la curación de enfermos. A fin de cuentas la
curación de enfermos es la liberación del mal que oprime a una persona. En
este sentido, los Evangelios refieren la ayuda que Jesús brindaba a los
afectados por enfermedades del cuerpo y que padecían a su vez una
enfermedad del espíritu:
32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y
endemoniados; 33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. 34 Jesús
curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y
expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le
conocían (Mc 1, 32-34).
21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a
él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. 22 Llega uno de los jefes de la
sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23 y le suplica con
insistencia diciendo: « Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus
manos sobre ella, para que se salve y viva. » 24 Y se fue con él. Le seguía
un gran gentío que le oprimía. 25 Entonces, una mujer que padecía flujo de
sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos
médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien,
yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por
detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: « Si logro tocar
64
Ibídem, pp. 21-22
77
aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré. » 29 Inmediatamente se le secó la
fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. 30 Al
instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se
volvió entre la gente y decía: « ¿Quién me ha tocado los vestidos? » 31 Sus
discípulos le contestaron: « Estás viendo que la gente te oprime y
preguntas: "¿Quién me ha tocado?" » 32 Pero él miraba a su alrededor
para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo
que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante
él y le contó toda la verdad. 34 Él le dijo: « Hija, tu fe te ha salvado; vete
en paz y queda curada de tu enfermedad (Mc 5, 21-34).
24 Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa
quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, 25 sino que,
en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba
poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. 26 Esta mujer
era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su
hija al demonio. 27 Él le decía: « Espera que primero se sacien los hijos,
pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos. » 28
Pero ella le respondió: « Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la
mesa migajas de los niños. » 29 El, entonces, le dijo: « Por lo que has
dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija. » 30 Volvió a su casa y
encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había
ido (Mc 7, 24-30).
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas,
proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo. 24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los
que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos,
endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó (Mt 4, 23-24).
1 Subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. 2 En esto
le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de
ellos, dijo al paralítico: « ¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados. » 3
Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: « Este está
blasfemando. » 4 Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: « ¿Por qué
pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados
78
te son perdonados", o decir: 5 "Levántate y anda"? 6 Pues para que sepáis
que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice
entonces al paralítico -: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". » 7
Él se levantó y se fue a su casa (Mt 9, 1-7).
11 y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho
años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. 12 Al
verla Jesús, la llamó y le dijo: « Mujer, quedas libre de tu enfermedad. » 13
Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios (…)
16 Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho
años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? (Lc 13,
11-13.16).
31 En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron:
« Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte. » 32 Y él les dijo: « Id
a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y
mañana, y al tercer día soy consumado (Lc 13, 31-32).
1 Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus
discípulos: « Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido
ciego? » 3 Respondió Jesús: « Ni él pecó ni sus padres; es para que se
manifiesten en él las obras de Dios. (…) 20 Muchos de ellos decían: « Tiene
un demonio y está loco. ¿Por qué le escucháis? » 21 Pero otros decían: «
Esas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir
los ojos de los ciegos? (Jn 9, 1-3. 10, 20-21).
b. ¿Por qué suceden las posesiones? El problema del mal
Es evidente que en la práctica de expulsión de demonios que perturban la
personalidad el hombre, la Iglesia busque los medios necesarios para llevar a cabo tal labor.
Así pues, la Iglesia ha recibido del mismo Jesús el medio para curar a una persona que se
encuentra bajo el influjo de una posesión demoniaca: el exorcismo.
La cuestión a reflexionar no es sobre la eficacia del exorcismo ni sobre las partes o
elementos del mismo, sino sobre el problema fundamental del mal. Dicho de otra manera,
79
¿cómo puede Dios permitir que un hombre sea arrollado por el poder del mal?, ¿puede la
omnipotencia de Dios verse sorprendida por la astucia de Satanás? Los teólogos de antaño
respondían que para descargar la culpa de Dios, se la cargaban al hombre: la posesión es el
castigo por un pecado. La posesión puede ser el castigo por la transgresión de alguno de los
mandamientos. Sin embargo, estas declaraciones o algunas otras semejantes se postulan
como demasiado atrevidas, pues el suponer que la causa de posesión descansa en el pecado,
denota entonces que la posesión es un correctivo para el pecador, y en caso de no haber
aspecto negativo en la vida de la persona afectada, se postula como un medio de
purificación. Además, muchos teólogos creen que la posesión sirve para poner de
manifiesto la maldad del demonio y revelar la superioridad de Dios. En este sentido es
lícito preguntarse: aun conociendo la inferioridad del demonio y la superioridad divina,
¿cómo Dios puede permitir algo tan horrible? La respuesta tal vez parezca cínica, pero
guarda en su interior un haz de verdad, puesto que Dios puede cambiar el mal en bien:65
Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria
que se ha de manifestar en nosotros (Rm 8, 18).
La teología escolástica enseña que las enfermedades y miserias son obra del demonio.
En el caso de posesión, los males tienen un grado más extremo y manifiesto. Por ello, tanto
la enfermedad, el dolor y la posesión son cosas que, aunque distintas, manifiestan el gran
desorden venido al mundo por el pecado y el demonio, pues no son connaturales al hombre,
sino consecuentes a la desobediencia. De ahí la actividad tanto liberadora como curativa de
Jesús en su ministerio, pues no sólo curaba físicamente alguna dolencia, sino que liberaba
de la atadura de Satán, y hasta perdonaba pecados, y todo en un solo acto del Reino que
anunciaba.66
En el trato con este tema, se puede correr el riesgo de encontrar a Satanás en todas las
cosas, aún en aquellas en las que no lo inspiran y estancarnos en una visión mágica y
dualista del mundo, en la que el bien y el mal se debaten por las almas de los hombres y el
poderío del mundo.67
Ya se ha comentado anteriormente sobre la magnificencia del
sacrificio de Jesús en la cruz y la derrota plena e irreversible del demonio, por lo tanto,
65
Cfr. HAAG Herbert, op. cit., pp. 179-180 66
Ibídem, p. 180 67
Ibídem, pp. 180-181
80
baste decir que, todo acontece bajo la mirada de Dios, tanto el bien como el mal, el mismo
pecado y el sufrimiento y que el demonio no puede hacer nada si Dios no se lo permite.
Por ello, la acción del mal y el pecado en la vida del hombre, debe ser entendida, a la
luz del poder de Dios y la soberanía de Cristo, como fruto de la libre elección humana, pero
también como una pedagogía divina, en donde es Dios quien va tejiendo los hilos de la
propia existencia, obteniendo gracias y bienes, incluso del pecado mismo, en favor de sus
hijos. No es que Dios quiera el mal o desee que el hombre peque, sino que lo permite por
amor al hombre y respeto a su libertad, y por ese amor atrae a todos hacia sí. Por eso,
aunque el sufrimiento y el dolor, son secuelas del pecado y del influjo del demonio en la
vida del hombre, Cristo mismo los ha convertido en medios para la vida eterna, de tal modo
que se configuran como una manera en la que también Dios habla por medio de esas
realidades con el único fin de depositar todo en sus manos. Desde esta óptica, el mal que
sucede en la vida del hombre no solo es por consecuencia del propio pecado, o por obra del
Maligno, como si él tuviera poder sobre nosotros, sino que todo sucede por la venia de
Dios, puesto que absolutamente todo acontece bajo su mirada. Tan es así, que el mismo
Satanás pide las licencias necesarias para ejecutar sus acciones.
6 El día que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino
también entre ellos el Satán. 7 Yahveh dijo al Satán: « ¿De dónde vienes? »
El Satán respondió a Yahveh: « De recorrer la tierra y pasearme por ella. »
8 Y Yahveh dijo al Satán: « ¿No te has fijado en mi siervo Job? ¡No hay
nadie como él en la tierra; es un hombre cabal, recto, que teme a Dios y se
aparta del mal! » 9 Respondió el Satán a Yahveh: « Es que Job teme a Dios
de balde? 10 ¿No has levantado tú una valla en torno a él, a su casa y a
todas sus posesiones? Has bendecido la obra de sus manos y sus rebaños
hormiguean por el país. 11 Pero extiende tu mano y toca todos sus bienes;
¡verás si no te maldice a la cara! » 12 Dijo Yahveh al Satán: « Ahí tienes
todos sus bienes en tus manos. Cuida sólo de no poner tu mano en él. » Y el
Satán salió de la presencia de Yahveh (Jb 1, 6-12).
Así pues, más que amedrentarse por el poder del demonio en nuestras vidas y
afligirse por los males y calamidades en el mundo, se exalta más el poder de Dios y su
presencia providente en nuestras vidas, ya que todo es provecho de su gloria, incluso los
81
mismos males físicos son también para que se manifieste la obra de Dios en nuestra propia
historia: Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos:
«Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «Ni
él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios» (Jn 9, 1-3).
82
CONCLUSIÓN
El tema sobre la creencia en espíritus demoniacos puede generar dos posturas: el
satanizar todo, o bien, secularizar todo. La primera postura crea una obsesión por identificar
cualquier cosa con los demonios y da lugar a una actitud escrupulosa y no sin una buena
dosis de paranoia, ya que todo suceso negativo se entiende como una experiencia del
Maligno, o bien, como un castigo justo por algún pecado propio o del entorno. La segunda
postura tiene que ver con la cultura iluminista propia de la modernidad, y que se ha
radicalizado por la posmodernidad y aún más por la transmodernidad. En líneas generales
la cultura iluminista profesa la absoluta autosuficiencia del hombre, y juzga la existencia de
seres espirituales como un error y una contradicción en el proceder de la inteligencia
humana, además, de que tal mundo espiritual resulta inconciliable con el positivismo o
cientificismo, rechazando lo metafísico como ilegítimo.
Los aspectos de los que trata la teología y en concreto, el tema en cuestión,
pertenecen a las cosas que van más allá de lo empíricamente constatable. De ahí que, la
creencia en seres espirituales que influyen en la vida humana sea algo que no resulta fácil
aceptar.68
68
Cfr. PHASE Revista de Pastoral Litúrgica, op. cit., pp. 494-495
83
También existe la tentación de negar la existencia del diablo y reducirla a un recurso
literario de la Sagrada Escritura, o a un apoyo pedagógico de la Iglesia para infundir miedo
y formar a las generaciones de fieles mediante el temor al pecado, al infierno y al diablo, en
lugar de centrarse en el amor a Dios y a su Palabra que es lámpara para nuestros pasos y
luz en nuestro camino (Sal 119, 105).
La cuestión no es fácil. Todo el Nuevo Testamento nos habla que parte del ministerio
de Jesús, estaba dirigido a la destrucción de las obras del demonio: El Hijo de Dios se
manifestó para deshacer las obras del diablo (1 Jn 3,8). Si se llega a negar la existencia del
demonio y su nefasta influencia en los hombres, se negaría entonces la realidad del pecado
y no se entendería la amplitud y el extenso alcance de la obra salvífica de Jesús. Así pues,
negar la existencia del diablo es ir en contra de lo que las escrituras y la misma Iglesia
afirma. En este sentido, el mismo Paulo VI en la Audiencia General del 15 de noviembre de
1972, declaró:
El mal no es únicamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser
vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa,
aterradora (…) Está fuera de la enseñanza de la Biblia y de la Iglesia
quien se niega a aceptar su existencia; o bien, quién la hace un principio
autónomo que no tiene como toda creatura su origen en Dios. O quien la
explica como una pseudo realidad, una personificación conceptual y
fantástica de las causas desconocidas de nuestros males.69
También el CCE comentando la invocación líbranos del mal del Padre Nuestro, dice:
En esta petición el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el
Maligno, el ángel que se opone a Dios (2851).
En último término, el tema del demonio permite tomar conciencia de la fuerza del
mal en el mundo y se descubre la imperiosa necesidad de combatirlo no solo con la fuerza
de la razón que, aunque indispensable, resulta insuficiente; ni sólo minimizando la seriedad
de la lucha con tal de exentarnos de la misión y atribuir a una fuerza superior su razón de
ser y la oferta de la solución. El tema del demonio revela, en cierta manera, la importancia
69
Cfr. PAULO VI, Audiencia General del 15 de noviembre de 1972, publicada en
http://www.mopal.org/es/form/Libranos.pdf
84
en esta historia concreta, en el aquí y en el ahora de la llamada opción fundamental por
Cristo.
Desde esta visión, es posible compilar todos los acontecimientos en una comunión de
la creación con su Creador, que inunda su obra a cada palmo y que en cada segundo
reclama a su Autor. Toda la creación grita a su Dueño, a su Dios y a su Revelador: hacer
que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef
1, 10); Él es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en él
fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los
Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para
él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia (Col 1, 15-17).
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