Download - Unidad 1- Psicologia Laboral
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CURSO TECNICO AUXILIAR EN
OPERACIONES DE
COMPLETACION/WORKOVER & PULLING
UNIDAD 1 – MES 1
PSICOLOGIA LABORAL
Es fundamental que la persona tenga una formación psicológica al momento de
trabajar en los pozos petroleros, tenga presente que es un ambiente bajo peligro
constante, y bajo mucha presión operacional.
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PSICOLOGÍA LABORAL
UNIDAD 1:
LA PSICOLOGÍA
DESARROLLO HISTÓRICO DE LA PSICOLOGÍA
El rico acervo de conocimientos sobre la conducta humana y sobre la personalidad con que
cuenta hoy la psicología fue resultado de un proceso gradual que se inicio en la antigüedad.
Profundas reflexiones o sagaces observaciones sobre la motivación, sobre las pasiones, sobre las
relaciones entre lo corporal y lo anímico, los diversos tipos de caracteres, y otros temas netamente
psicológicos, se pueden hallar a todo lo largo del desarrollo de la filosofía, desde los presocráticos
pasando por las famosas “Confesiones” de San Agustín en la Edad Media, de tal sutileza en los
análisis introspectivos hasta nuestros días... para no referirnos a las contribuciones de los
escritores, dramaturgos y poetas; pero solo cuando se emprendieron investigaciones empíricas de
estos fenómenos, entendidos como actividades o funciones observables, en lugar de encarárselos
como objetos de especulación mental y atribuibles a una sustancia espiritual, separable del cuerpo
y acaso mortal, el “alma”, se constituyó la psicología en tanto que disciplina independiente.
El paso fue dado con la aparición de la psicología experimental; ésta es hoy, después de haber sido entendida como escuela, una de las ramas de la psicología, y cada vez más va convirtiéndose en simplemente uno de los métodos de la misma, aplicable a casi todas las ramas y aprovechado por varias escuelas. La investigación experimental se había revelado notablemente fecunda en la física, gracias a los trabajos de Galileo y de Newton, y hacia mediados del siglo XIX, había determinado grandes progresos en la biología resultó natural que fuese el modelo que se quiso seguir cuando, por esa misma fecha aproximadamente, la curiosidad científica se volcó específicamente hacia el mundo subjetivo.
Pero lo que determinó el surgimiento de la psicología como ciencia, no fue que se siguiese
el modelo experimental, puesto que hay ciencias, incluso entre las más rigurosas, que no lo
permiten, sino que se exigiese que los fenómenos estudiados fuesen verificables a través de
recursos asequibles para todo científico que se propusiese repetir las pertinentes observaciones,
experimentos o inferencias lógicas los casos.
Tales exigencias se impusieron primeramente en laboratorios de psicología experimental,
en los que primaban determinados presupuestos sobre la vida psicológica que consolidaron una
escuela. Los presupuestos eran los siguientes: los hechos psíquicos son subjetivos, conscientes,
accesibles a la introspección, netamente separados de los fenómenos corporales, con los que
hallan sin embargo correlación, pueden ser estudiados en forma independiente de otros, y se
componen de elementos aislados que se asocian entre sí, a modo de mosaico. (1) Ésta última
convicción corresponde al atomismo psicológico, que inducía a estudiar sensaciones
especialmente.
La neta separación que había establecido Descartes en el Siglo XVI entre “sustancia extensa” y
“sustancia pensante” continuaba vigente en el pensamiento científico, y habrían de transcurrir
siglos antes de que se sustituyera ese dualismo con una concepción holística de los fenómenos
humanos. Así Wudt, cuya labor en el primer laboratorio de psicología existente constituyó un jalón
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fundamental para la estabilización de la nueva ciencia, afirmaba, característicamente: “Toda
psicología comienza por la introspección”, y aplicó al estudio de los fenómenos de conciencia sus
trabajos experimentales. En su laboratorio se entrenaba a sujetos para que prestasen atención a
hechos determinados y describiesen luego sus impresiones relativas al proceso de atender, o se
variaban ciertas condiciones externas o se provocaban cambios en el estado físico de los sujetos y
se interpretaban los resultados de tales experimentaciones en función de la introspección. (2)
La obra de Wundt es importante sobre todo porque logró separar la psicología de la
fisiología, conjurando el peligro de que la nueva ciencia, independizada ya de la filosofía, quedase
ligada con aquella. Wundt realizó experimentos nuevos y enfocó desde un ángulo psicológico
muchos de los que habían sido efectuados anteriormente por físicos y fisiólogos; por ejemplo,
retomó las investigaciones sobre tiempos de reacción de Helmholz y Donders, atendiendo a las
vivencias involucradas en los procesos, en lugar de observar tan sólo la velocidad de los recorridos
nerviosos. (3)
Los primeros estudios experimentales sobre fenómenos psicológicos se cumplieron dentro
del terreno de la psicofísica y de la psicofisiología. Las formulaciones de G. R. Fechner (1.801-
1.887) sobre los umbrales de la sensación introdujeron las primeras leyes cuantitativas en la
psicología, y Johannes Müller (1.801-1.858), con sus doctrina de las energías específicas de los
nervios sensitivos, en razón de la cual las impresiones sensibles dependen más de los sentidos
excitados que de la clase de estímulo, señalaba indirectamente la complejidad de la dialéctica entre
organismo y medio en el fenómeno de la percepción. Tanto los Elementos de psicofísica del
primero, obra de 1.860, como los Elementos de fisiología de Müller, de veinte años atrás,
desempeñaron un papel importante en el surgimiento de la psicología; sin embargo, la orientación
netamente psicológica se constituyó más adelante, con Wundt.
Correlativamente, las concomitancias que se fueron comprobando entre determinadas
características de los estímulos y las experiencias sensoriales, o éstas y fenómenos fisiológicos
específicos, hicieron penetrar en la nueva ciencia diversas hipótesis que ya habían sido debatidas
en la filosofía.
Según la posición monista espiritualista, que halló en Fechner un audaz defensor, la
conciencia se halla difundida en el cosmos, y las relaciones matemáticas que ligan estímulos
físicos y sensaciones vividas subjetivamente no harían sino confirmarlo. En su Zend Avesta (1851)
que revela el influjo del pensamiento oriental, expone su teoría de que sólo existe un único universo
que es a la vez natural y espiritual; sus Elementos de psicofísica constituirían una ciencia exacta
sobre las relaciones funcionales o de dependencia entre lo corporal y lo mental.
Una teoría monista de signo opuesto es la posición materialista denominada
epifenomenismo, según la cual la conciencia es una especie de sombra inane de los procesos
orgánicos o nerviosos, únicos fenómenos efectivos.
Era la tesis sostenida por ejemplo por el biólogo T. H. Huxley.
Buena parte de los psicólogos adoptaron tesis dualistas para explicar los fenómenos de correlación
que se comprobaron en los laboratorios de psicología experimental. Los procesos físicos y los
procesos psíquicos, constituyen dos series independientes pero coexistentes, según el dualismo
paralelista y ambas se hallan subordinadas posiblemente a una tercera instancia, lo cual vuelve a
transformar el dualismo en monismo. Wundt era paralelista, y en la actualidad sustentan esta
posición los gestaltistas, con su teoría del isomorfismo. (4)
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El auge de la psicología experimental no suprimió las consideraciones filosóficas, sino que
añadió nuevos elementos para la especulación, sin embargo, los límites de la psicología científica
se diseñaban cada vez con mayor nitidez a medida que iba aumentando el número de las
investigaciones y se ampliaba también su campo, en un abandono progresivo de las posiciones
atomistas e introspeccionistas.
Entre 1879 y 1884 Hermann Ebbinghaus estudió la memoria atendiendo ya a aspectos
objetivos del proceso de la recordación; la reproducción oral o escrita de lo recordado. El material
escogido eran por ejemplo series de sílabas carentes de sentido utilizadas en calidad de elementos
asociativos, y se analizaban los resultados en forma cuantitativa. J. Me Keeb Cattekk, discípulo de
Wundt y de Galton, investigó entre otros fenómenos el influjo de las diferencias individuales en los
tiempos de reacción y en la percepción de colores, letras y palabras. Empleó métodos objetivos
para establecer tales diferencias, y fueron estas investigaciones las que condujeron a la
elaboración de tests psicológicos, los primeros de los cuales se aplicaron para evaluar procesos
anémicos, asociaciones y tiempos de reacción. A estos primeros tests fueron sometidos a un
mismo tiempo un elevado número de estudiantes de la Universidad de Columbia, en el año de
1894, fecha que marca el nacimiento de uno de los más importantes instrumentos con que cuenta
hoy la psicología clínica. (5) A la vez, se fue perdiendo la convicción de que los procesos complejos
son aproximables a través de hipotéticos “elementos” más simples, y otras investigaciones que
paulatinamente fueron abordando comportamientos más amplios, fueron las de Külpe, Jefe de la
Escuela de Wurzburgo, que combinó introspección y experimentación en sus estudios del
pensamiento (se le deben los primeros conocimientos sobre el pensamiento sin palabras), de los
tipos de decisión y de otros aspectos de los procesos volitivos. No se intentaba ya parcelar la
conducta en detalladas descripciones de sensaciones o sentimientos, a modo de átomos psíquicos.
En 1886 A. Binet inició las investigaciones sobre diferencias individuales en la inteligencia
en relación a otros fenómenos, tales como la sugestión, y en general según un enfoque más
totalista que los que solían primar en la psicología de la época, y en 1950, en colaboración con T.
Simon, elabora el primer test de inteligencia, que sometido a varias modificaciones por sus propios
autores y luego por otros, se emplea aún hoy. La creación de estas famosas pruebas de
inteligencia obedeció a una necesidad práctica: el Ministerio de Educación de Francia necesitaba
organizar clases especiales para niños incapacitados para seguir los cursos corrientes, y habría
que clasificarlos y agruparlos.
A medida que los trabajos de los psicólogos, después de abandonar la pura especulación
mental para iniciar en cauteloso examen empírico de los funcionamientos mentales más sencillos,
estudiados primero como desligados del organismo total en que se dan, iban abordando procesos
más complejos, se abandonó la oposición atomista y asociacionista: los procesos psicológicos
dejaron de considerarse descomponibles en “elementos” más simples —”átomos psíquicos”:
sensaciones, imágenes, ideas, emociones— que se “asocian” entre sí a modo de mosaico para dar
lugar a las funciones más complejas. Pero la gran reacción contra esta concepción del psiquismo
se produjo con el surgimiento de la escuela de la Gestalt (o escuela de la forma o de la estructura),
hacia 1910.
Los psicólogos que integraron esta escuela (Wertheimer, Köhler, Koffka), contribuyeron en
manera decisiva, aunque se ocuparon casi exclusivamente en fenómenos, de la esfera
cognoscitiva: percepción, memoria, inteligencia, en orientar a la psicología hacia la concepción que
hoy prima de abordar la conducta como fenómeno total.
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También el mentalismo y el introspeccionismo que le estaba naturalmente ligado, habían
sido reemplazados gradualmente por otras posiciones, pero la reacción decisiva en lo relativo a
esta orientación se debió al conductismo de John Watson, que aparece también, como la escuela
de la forma, a comienzos de la segunda década del siglo. El conductismo o behaviorismo
reemplaza el análisis de los estados mentales, impresiones sólo comprobables por quien los
experimenta —y por ello mismo, afirma Watson inaccesibles a todo control y en consecuencia
inadecuados para el manejo científico—, por el de la conducta objetiva: movimientos musculares,
palabras, secreciones glandulares. (6)
Con Freud se realizó otro avance fundamental: el análisis psicológico de la vida profunda y
la concepción dinámica del psiquismo. No sólo el ámbito propio de la nueva ciencia se extendía
más allá de lo mental, sino que, según se comprendió, lo mental no se limitaba a la vida de la
conciencia.
Quedaban establecidas las bases para una nueva psicología, precisamente según los
lineamientos que queremos caracterizar a lo largo de esta obra. Habían de estudiarse tanto los
fenómenos subjetivos como las manifestaciones objetivas del comportamiento; se considera a este
último como una operación compleja en que se halla comprometido el organismo todo, en el plano
corporal y mental, consciente e inconsciente, con su pasado y sus orientaciones hacia el futuro. El
organismo, a su vez, es determinado por sus condiciones hereditarias y ambientales, pero movido
también por una tendencia espontánea de auto-realización, y tal como se ha comprendido sobre
todo en los últimos años, actúa constantemente en un medio interhumano con el cual establece
redes de comunicación.
En lo que a esta última comprobación respecta, surgió en gran parte de campos ajenos a la
psicología, esto es, de la antropología cultural, de la sociología, y de la filosofía de la existencia y
dentro de la psicología en sí, de influjos varios: del concepto de campo psicológico de Lewin, de la
tendencia culturalista dentro del psicoanálisis —deudora, a su vez, de la labor de los
antropólogos—, de las investigaciones sobre pequeños grupos, de las investigaciones
psicopatológicas sobre los efectos de la privación afectiva y en general sobre psicología infantil, y
en su sentido más vasto que todo lo anterior, de la clínica psicológica en casi todas sus ramas. Las
dos guerras mundiales, especialmente la última, hicieron progresar mucho a la psicología, debido a
las necesidades que se debió satisfacer, sobre todo en el campo de los pequeños grupos y de la
ingeniería humana.
DIVERSAS RAMAS
A lo largo del siglo transcurrido, aproximadamente, desde el comienzo de la psicología
como disciplina científica independiente, se han ido constituyendo dentro de su seno diversas
ramas especializadas, como consecuencia inevitable tanto del aumento de caudal de hechos
observados de naturaleza bastante dispar a veces, como de distintas necesidades, de la psicología
en tanto que ciencia aplicada. Hay que tener en cuenta que son igualmente problemas
concernientes a la conducta las asociaciones de ideas o de imágenes, los distintos ritmos
individuales del aprendizaje, las tomas de decisión, los efectos de la privación afectiva, los
mecanismos de defensa, las líneas de tensión dentro del pequeño grupo, la palidez ante una
noticias agradable, los sentimientos de auto-realización o de fracaso... Y que el mantenimiento o la
promoción de la salud mental, o la organización de los servicios educativos, los tratamientos
terapéuticos, la orientación vocacional, así como muchos otros campos y actividades relacionadas
de una u otra manera con el bienestar del hombre, requieren que se disponga de conocimientos
adecuados sobre su comportamiento individual y grupal. Sería imposible que un psicólogo
abarcase en su totalidad un panorama tan vasto y variado, pero también es natural que los límites
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entre una y otra especialización se tornen a veces imprecisos en lo que respecta a algunos temas y
sobre todo que los mismos fenómenos o procesos enfocados diversamente, puedan ser
examinados en una o en otra rama. (7). Así, la psicología de la personalidad incluye puntos que
son también considerados por la psicología infantil, por la psicología evolutiva, la diferencial, la
social; la psicopatología requiere el auxilio de la psicología fisiológica, y la psicología general y la
diferencial así como de la dinámica de grupos; la psicología educativa integra temas de la
psicología del aprendizaje y por lo tanto de la psicología animal, de la psicología infantil, social, y
así sucesivamente.
La especialización no debe significar falta de integración, por difícil que resulte a veces
mantener el equilibrio entre esas exigencias opuestas, e incluso tal integración debe darse, más
allá de la psicología en sí, dentro de la esfera total de las ciencias humanas. El surgimiento de la
cibernética ha señalado el camino en cierto modo; su objeto de investigación específico es la
transmisión de información y el control y la coordinación de operaciones que tal transmisión
posibilita, (8) pero se ha comprobado que tanto en el sistema nervioso, como en las máquinas,
como en las relaciones interhumanas, como en la conducta individual, funcionan igualmente esos
sistemas de transmisión de información. Las “máquinas pensantes” que diseña la cibernética se
fundan en conocimientos matemáticos, de física electrónica, de mecánica y de neurología, y las
conclusiones que se derivan de su funcionamiento se extienden al plano psicológico y social.
Otro desarrollo científico reciente, el estructuralismo, que fue inaugurado en la antropología
por Claude Lèvy-Strauss, apunta en la misma dirección de descubrir organizaciones o pautas
similares en campos de investigación tradicionalmente alejados entre sí. El estructuralismo
descubre en las pautas de la vida social (las que rigen en culturas primitivas fueron las
primeramente estudiadas), en el lenguaje, en la literatura, en la lógica, la matemática, el
funcionamiento de estructuras. El psicoanalista Jacques Lacan representa en la actualidad la
corriente estructuralista dentro del psicoanálisis, y sólo profundizando la naturaleza de las
estructuras lingüísticas puede comprenderse a su juicio, el modo de operar de la inconsciencia.
Más adelante nos referiremos nuevamente al estructuralismo de Lacan, de modo algo más
detallado.
Esta aplicación de marcos referenciales semejantes a tan diversos sectores de actividades y
de conocimientos indica probablemente una futura reorganización dentro del cuadro de las ciencias
humanas y aún de las ciencias naturales.
J. Bleger, a quien ya nos referimos en relación a este punto, formula la tesis de que “estos
fenómenos estudiados por la psicología, la sociología y la axiología corresponden a un mismo nivel
que podemos llamar el nivel humano de integración”. Y dice también: “... no postulo la desaparición
—por ahora— de ciencias específicas que estudien cada una un segmento del mismo nivel, tales
como la psicología o la sociología, pero es seguro que tenemos que hacerlo gradualmente de otra
manera “. (9)
Son problemas no sólo académicos; los modos de relación interhumanos son
insensatamente primitivos o más aún, patológicos, en esferas que afectan las existencias de
millones de personas en el mundo todo. Si la sociología y la economía trabajasen en más íntima
relación con la psicología, que puede indicar cuáles son las auténticas necesidades humanas y
cuáles son los requisitos mínimos de la salud mental, acaso el quehacer político en el plano
nacional y sobre todo internacional tendría consecuencias menos nefastas para la existencia del
hombre.
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LA PSICOFISIOLOGÍA
La psicología se estableció en sus inicios en un estrecho contacto con la fisiología, y a pesar
de numerosos desarrollos posteriores en direcciones opuestas, siempre hubo vinculaciones entre
psicología y fisiología, en especial, la neurofisiología, y en nuestro tiempo la medicina
psicosomática ha vuelto a recalcar estas vinculaciones dentro de un enfoque globalista que
considera la enfermedad como una reacción del organismo todo en situación.
Durante el siglo XIX la teoría de las localizaciones cerebrales pareció explicar de manera
satisfactoria una parte importante del funcionamiento psíquico, y si bien ya no resulta aceptable en
los términos en que había sido expuesta, la reflexología ha corroborado el papel fundamental que
desempeña la corteza en la conducta, incluido el funcionamiento visceral, y precisamente la actual
neurofisiología ha avanzado enormemente gracias a las investigaciones experimentales de esta
escuela.
Dentro de una orientación distinta, representaron grandes progresos en la psicofisiología los
trabajos de Kurt Goldstein, inspirado en la corriente gestaltista, con lesionados cerebrales de
guerra; los de H. Head precursor de los estudios sobre el esquema corporal, y los de W. Cannon,
sobre la participación del sistema glandular y el sistema nervioso autónomo en los estados de
emoción. Mas recientemente, tuvieron importante repercusión en la psicología las investigaciones
de Hans Selye sobre los fenómenos del stress, las de los neurofisiólogos que analizan la
posibilidad de que la memoria dependa de modificaciones en las neuronas cerebrales provocadas
por el ácido desoxi-ribonucleico y el papel de las enzimas cerebrales, y mencionamos ya la
corriente para la cual el porvenir de la psicología reside en la investigación de las relaciones entre
el cerebro y la conducta.
LA PSICOLOGÍA INFANTIL
Sólo a fines del siglo XVIII se empezó a comprender la especificidad de la psicología infantil,
en lugar de seguirse considerando al niño únicamente como un hombre futuro en proceso de
formación. Los precursores de esta actitud pertenecían sobre todo al campo de la pedagogía y ya
en el siglo XVII habían comenzado a exponer sus nuevos puntos de vista, como por ejemplo
Comenio (1592-1670), Rousseau (1712-1778), Pestalozzi (1746-1827), Herbart (1776-1841),
Froebel (1782-1852).
Los dos últimos percibieron con claridad la relación que debe darse entre la psicología infantil y los
sistemas pedagógicos, y gracias a su interés en la educación es como se iniciaron investigaciones
psicológicas detalladas sobre el comportamiento infantil. Muchos psicólogos eligieron como sujetos
de estudio a sus propios hijos. En 1881 apareció la clásica obra de W. Preyer “El alma del niño”,
que constituyó un jalón importante.
Influyeron asimismo, y de manera decisiva, la invención de los tests de inteligencia, que
exigieron el concepto de edad mental, con su implicación de una interpretación evolutiva de las
facultades intelectuales, la teoría de las neurosis de Freud, que permitió percibir la profunda
impresionabilidad de los años de formación, y antes aún, los comienzos de la psicología clínica con
L. Witmer quien, como ya mencionamos, fundó la primera clínica psicológica en 1896, impulsado
por el anhelo de prestar ayuda a niños afectados de retardo mental.
Entre los psicólogos actuales se destacan en este campo, con doctrinas que corresponden
igualmente a la psicología evolutiva, Jean Piaget, sobre todo por sus estudios genéticos del
desarrollo intelectual, en relación con las necesidades generales, de adaptación de los organismos
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vivos; Henri Wallon, interesado en el influjo de la interacción social en la formación de la
personalidad; Arnold Gesell, a quien se deben minuciosas descripciones sobre las pautas
evolutivas del comportamiento infantil y estudioso asimismo del interjuego entre los aportes
hereditarios y las características del medio; Karl y Charlotte Bühler, René Zazzo y muchos otros. A
Leo Kanner se le deben fundamentales contribuciones sobre psicopatología infantil.
Dentro de la orientación psicoanalítica, ejercieron fuerte impacto las doctrinas de Melanie
Klein así como, en un investigación se dedica la parapsicología, no constituyen al presente hechos
científicos incontrovertidos.
Suspendemos aquí la reseña de las diversas ramas especializadas dentro de la psicología,
aunque la lista presentada no es por cierto exhaustiva. No señalamos las características de la
psicología animal y comparada, de la psicología general, la psicología clínica, la psicología
experimental, la psicología legal, la ingeniería humana, la psicohigiene, y otras. A varias de ellas
nos referiremos más adelante, al ocuparnos de las aplicaciones o de los métodos de la psicología.
En lo que respecta a la psicología animal y a la psicología general, la primera presta una
contribución sumamente importante para el conocimiento de sectores importantes del psiquismo
humano; como lo comprobamos en especial en lo referente al aprendizaje, y las descripciones y
explicaciones que ofrece la psicología general sobre las estructuras funcionales del psiquismo,
integran inevitablemente la esfera de otras ramas: la psicofisiología, la psicología evolutiva, la
psicología de la personalidad, la parapsicología entre ellas.
LAS ESCUELAS
Tal como se fueron diseñando numerosas disciplinas internas dentro de la psicología
también se constituyeron distintas corrientes de interpretación de los fenómenos estudiados, dando
lugar a la creación de escuelas. En la actualidad éstas son numerosas y las concepciones
encontradas que sustentan sobre puntos fundamentales configuran un panorama crítico para la
ciencia psicológica. Sin embargo, se van advirtiendo parejamente posibles acercamientos entre
varias de ellas, y como señalamos ya, pese a las divergencias se ha impuesto en el ámbito casi
total de la psicología contemporánea una concepción holística de la conducta que intenta abarcarla
en su complejidad concreta de fenómeno humano.
Describiremos ahora los rasgos principales de las escuelas psicológicas de mayor influjo en
nuestros días, aunque en parte nos hemos referido implícitamente a ellas en lo que hemos venido
exponiendo hasta aquí. Las distintas escuelas prestan un interés especial a determinados
procesos, lo que influye en parte en los métodos escogidos y en las ramas en que se concentran.
LA ESCUELA REFLEXOLÓGICA
Ivan Pavlov (1849-1936) y Vladimir M. Bechterev (1857-1927) — se debe a este último la
creación del término “reflexología”— son los iniciadores de esta escuela, caracterizada por una
marcada orientación fisiologista.
Pavlov se dedicó a la investigación de los reflejos condicionados, que consisten en un
“enlace temporario entre el factor del ambiente y una actividad del organismo”, a diferencia de los
reflejos simples o incondicionados, “enlaces permanentes entre un excitante preciso y una acción
del organismo”. Ambos resultan de la actividad de la corteza cerebral, aun cuando también centros
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subcorticales y otros sectores del sistema nervioso intervienen en la producción de los reflejos,
incluyendo el sistema autónomo (Véase Cap. VI).
La posición más extrema dentro de la reflexología es la de Bechterev al reducir
exclusivamente a las acciones reflejas la totalidad de la vida psíquica. En Pavlov lo esencial es su
concepción reaccional de la conducta, que se da siempre como una respuesta a los estímulos del
medio (10). Estos tienen el valor de desencadenantes del comportamiento por una adaptación
innata del organismo o merced al aprendizaje, como es el caso de los reflejos condicionados, que
se establecen en el organismo cuando un estímulo en sí indiferente se transforma en “señal” del
estímulo natural; pero existen además las “señales de señales” en que consiste el lenguaje, gracias
al cual pueden constituirse además todos los procesos simbólicos que caracterizan la vida
específicamente humana dentro de la serie natural.
“Con la aparición del hombre, surgieron, se desarrollaron y se perfeccionaron unas señales
extraordinarias de segundo orden, que son señales de aquellas señales primeras, en la forma de
palabras habladas, oídas y visibles”. Pero Pavlov no realizó investigaciones sobre este segundo
sistema de señales; los sujetos de sus experimentos fueron animales invariablemente, en particular
perros.
Bechterev estudió reacciones más complejas que las que interesaron fundamentalmente a
Pavlov, reacciones que involucran la participación de la musculatura estriada, y aplicó técnicas
enteramente objetivas para la investigación del aprendizaje humano. Mientras que Pavlov no negó
la importancia de la vida subjetiva, aun cuando no se hubiese ocupado en analizarla, según
Bechterev ni siquiera las asociaciones que permiten la transferencia del efecto de señal de un
estímulo a otros constituyen procesos mentales, sino que son a su vez, reflejos. El pensamiento,
por ejemplo, dependería de actividades de la musculatura que rigen el habla, de modo que también
los procesos superiores de la vida intelectual, y aun la volitiva son explicados en la reflexología de
Bechterev por un mismo principio “objetivo”. Pensamiento, imaginación y voluntad dependen de la
adquisición de los símbolos verbales, recalca en su Psicología objetiva (1907-1912) (11), pero la
adquisición de los símbolos se funda a su vez en condicionamientos. Los trabajos clínicos y
experimentales de Bechterev comprenden asimismo investigaciones sobre procesos grupales,
abriendo incluso la posibilidad de una reflexología colectiva. (12)
Las corrientes actuales dentro de la reflexología de orientación pavloviana adoptan una
posición más flexible. Entre los “neorreflexólogos”, uno de los más destacados, K. M.Bycov,
sostiene por ejemplo que no se justifica una concepción tan universal del reflejo condicionado.
Otros son Smirnov, Y. Frolov y S. L. Rubinstein, a quien se deben importantes teorizaciones sobre
los niveles de integración de la conducta. Rubinstein afirma, por ejemplo lo siguiente: “ La
aplicación de las leyes más generales de las esferas que se encuentran en un plano “inferior” a
esferas más especiales, no excluye la necesidad de descubrir las leyes específicas de estas
últimas, (13) o sea, que la neurodinámica no puede explicar por sí sola los fenómenos psíquicos,
los cuales constituyen “una forma original de manifestación que encuentra su expresión en las
leyes de la psicología”. (14)
EL CONDUCTISMO
John Watson (1878-1958) denominó conductismo (behaviorismo) a su posición, señalando
ya terminológicamente su total discrepancia con la orientación mentalista e introspeccionista que
predominaba en su época. En 1913 publicó un artículo, La psicología vista por un conductista, que
era un vigoroso manifiesto contra la psicología de la conciencia, con su método correspondiente de
“introspección” de los procesos conscientemente vividos por parte del propio sujeto. El psicólogo no
puede confiar en el testimonio del sujeto para llegar a conocer sus “hipotéticos” estados de
conciencia, sostiene el conductismo, sino que sólo puede aceptar como dato válido la conducta
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exterior, objetivamente comprobable y por lo tanto pasible de un control científico. Las reacciones
materiales y las reacciones corporales (las áreas 2 y 3 del comportamiento) deben constituir el
único material de observación. Incluso el lenguaje debe ser considerado como una actividad
laríngea, y el pensamiento es por su parte, lenguaje sublaríngeo.
Aun cuando acaso Watson no haya querido negar la existencia de la vida subjetiva, sino tan
sólo su carácter de material propio de una ciencia, su doctrina revolucionó los conceptos vigentes a
principios de siglo sobre la vida psicológica, (15) y como señalamos ya anteriormente, a pesar de
su carácter extremo y parcial desempeñó un papel importante en el desarrollo de la psicología al
incluir aspectos del comportamiento que no habían sido considerados; contribuyó con ello a la
gradual constitución de las posiciones organismicas, que procuran aprehender en su complejidad
concreta la vida psíquica.
Otro aporte de Watson lo constituye su apreciación de la importancia del medio en la
determinación de la conducta y de la personalidad. Colocándose resueltamente en una posición
antinnatista, destacó el papel de los factores adquiridos. Estos van modelando la personalidad a
través de condicionamientos, sostiene Watson, que adoptó la doctrina reflexológica sobre el
aprendizaje. El caudal de las reacciones innatas es sumamente pobre: ira, miedo y amor, que en
los primeros meses de vida son respuestas, respectivamente, a la constricción en los movimientos,
a la falta de sustentación y al contacto con superficies suaves. Y, desde luego, tales emociones
sólo son diferenciables a través de sendas manifestaciones corporales: gestos y tensión corporal
cuando el bebé se halla encolerizado, movimientos incontrolados y cierre de los ojos cuando
“siente” miedo, sonrisas e intentos de acercamiento cuando siente amor. Estudios posteriores no
confirmaron, sin embargo, la existencia de estas tres emociones básicas en los recién nacidos, que
al parecer responden con una reacción emocional indiferenciada a cualquier situación de
estimulación intensa.
Lo fundamental, en relación a lo que estamos considerando, es la posición antiinnatista y el
papel adjudicado a los factores adquiridos en la modelación de la personalidad. La interpretación
reflexológica sobre el modo de operar de estos influjos: graduales procesos de condicionamiento
van estableciendo tipos de respuesta cada vez más variadas y complejas, influyó para que, a
través del conductismo, aunque a veces en forma más atenuada que en Watson, y considerando
otro tipo de respuestas aparte de las musculares y las glandulares —como es el caso de Sheffield,
que tomó en cuenta, en 1961, “respuestas perceptivas”—, (16) los puntos de vista pavlovianos
fuesen adoptados por un número considerable de psicólogos anglosajones.
H. J. Eysenck, interesado en la teoría del aprendizaje y en técnicas objetivas de medición,
entre otros temas se cuenta entre ellos. Aunó la teoría pavloviana con otras posiciones
conductistas que se ciñen también al modelo estímulo-respuesta. El condicionamiento opera en
todos los seres humanos, sostiene, como condición ineludible del proceso de la socialización, y es
en parte el azar y las condiciones del medio las que determinarán el desarrollo de una personalidad
normal o el surgimiento de perturbaciones. Algunos rasgos innatos contribuyen, sin embargo, a
este resultado: la mayor o menor susceptibilidad al condicionamiento, por ejemplo: cuanto mayor
es el grado de reactividad del sistema autónomo, con propensión a reacciones intensas, tanto
mayor neuroticismo; cuanto mayor la tendencia a que se establezcan en general respuestas
condicionadas, tanto mayor el grado de introversión, etc. Las personalidades equilibradas no
presentan ni exceso ni déficit en su condicionabilidad.
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De todas maneras los estímulos que condicionan proceden, desde luego, del medio, y de
éste dependerá en medida considerable que las conductas sean adaptadas o no. Las reacciones
neuróticas son aprendidas, como lo son las demás, con la sola diferencia de que resultan
inadecuadas.
Eysenck se apoya en el famoso experimento de Watson de condicionar a un niño de modo
que le provocasen fuerte temor los animales cubiertos de pelo. Para eso se había producido un
ruido intenso cada vez que se hacía aparecer, simultáneamente, un conejillo de Indias. El niño
desarrolló así esa fobia. Se trataba evidentemente de una conducta inadaptada, pero hubiera sido
lo contrario si se tratase de serpientes o de cualquier otro animal peligroso. Tanto en uno como en
otro caso, las reacciones adquiridas se explicarían igualmente por un proceso de aprendizaje por
condicionamiento.
De ahí que, en lo que atañe a la psicoterapia, Eysenck haya adoptado la posición de los terapistas conductales, que extendieron las conclusiones de los experimentos de laboratorio sobre el aprendizaje a la interpretación de los trastornos de la conducta. Precisamente, se debe a Eysenck la denominación de terapia conductal con que se conoce este método terapéutico. Según sus postulados es preciso limitarse, en la cura, a la eliminación de los síntomas, que son conductas manifiestas originadas en asociaciones establecidas que es necesario quebrar. En ellos reside la neurosis, y querer llegar más lejos, al plano de lo subjetivamente vivido, se hurta, de acuerdo con esta posición, a la posibilidad de un control científico. Una dirección opuesta dentro del conductismo es la adoptada por Edward C. Tolman (1886-1959),
propugnador de un conductismo finalista. Tolman efectuó numerosos experimentos con ratones, y
el aprendizaje no se constituye por respuestas a estímulos crudos, según su posición, sino a
signos-Gestalt, que son complejos que implican relaciones significativas de medio-fin.
EL PSICOANÁLISIS
En una orientación diametralmente opuesta de la “psicologías sin conciencia” anteriores, se
halla la escuela psicoanalítica, a la que nos hemos debido referir ya repetidamente; la vasta
repercusión de esta doctrina en el campo total de la psicología torna inevitable tomar en cuenta sus
interpretaciones sobre aspectos varios de la conducta.
No es que Sigmund Freud (1856-1939) haya omitido la consideración del comportamiento
objetivo; muy por el contrario, como uno de los precursores de las posiciones organísmicas, incluyó
en la dinámica de la conducta las manifestaciones en área dos y área tres, pero distinto en esto del
conductismo, concedió también un papel primordial a la experiencia subjetiva. Su contribución
fundamental consistió precisamente en que amplió el concepto de la subjetividad que debe
interesar al psicólogo con el nivel de lo no consciente. Experiencias que se viven de manera vaga o
que incluso son desconocidas por el propio sujeto constituyen igualmente material subjetivo, al
menos en forma potencial, y justamente están dotadas de un alto poder dinámico. (Este dinamismo
distingue el concepto freudiano de teorías anteriores sobre el tema).
Ya expresamos nuestra posición de que sólo son psicológicas las operaciones del
organismo que, de hecho o en principio, pueden llegar a configurar una experiencia vivida e
integrar una significación mental. Cuando el rubor, por ejemplo, no está de alguna manera
vinculado con una emoción, constituye una reacción sólo fisiológica, esto es, no involucra a la
totalidad del organismo en situación, y lo mismo cabe decir de muchos otros procesos orgánicos y
de las acciones en el mundo exterior que se realizan de modo mecánico; en suma no son
psicológicas si no implican directa o indirectamente el área uno. Y bien, el psiquismo no consciente,
en el sentido de intenciones, pensamientos, fantasías o afectos que aunque operantes en la
conducta resultan inadvertidos para su propio protagonista, pertenecen ya directamente a esta
área.
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Constituyen la vida psíquica profunda reprimida, porque su naturaleza, o bien sexual o bien
agresiva, las torna inaceptables para el yo, que debe atender por una parte las exigencias morales
del super-yo y por otras las exigencias que plantea la realidad natural o social como condiciones de
la supervivencia del organismo.
Los inicios del psicoanálisis, hacia fines del siglo pasado, están estrechamente ligados con
la práctica médica de Freud, pero muy pronto de sus observaciones clínicas fue constituyéndose
un vasto cuerpo teórico: su “metapsicología” llamada así en contraposición con aquéllas.
Formulaciones capitales de esta metapsicología son las de que Eros y Thanatos, las dos
fuerzas pulsionales del ello, (17) son responsables en definitiva de la dinámica total de la conducta,
aun cuando no se manifiestan de manera directa sino que debemos suponerlas tras las tensiones
experimentadas. Esto significa asimismo el dominio del principio del placer, la tendencia hacia la
descarga de las pulsiones instintivas. Pero el “aparato” psíquico, según la significativa expresión de
Freud, (18) comprende también el yo, que se rige por otro principio: el principio de realidad. No se
trata, pese a lo que cabría imaginar, de dos principios divergentes: el principio de realidad funciona
como prevención o salvaguardia contra choques displacenteros, desviando por canales viables las
descargas pulsionales. También significa guiarte según el principio de placer eludir el displacer, y
Lagache considera incluso que en el susto el principio del placer es en verdad un “principio de
displacer”, porque la tendencia a la descarga obedece a que las tensiones acumuladas originan
estados penosos.
Otras formulaciones esenciales dentro del psicoanálisis corresponden respectivamente al
enfoque dinámico, económico y estructural. El primero ofrece una explicación de la vida psíquica
en términos de conflicto entre afectos conscientes e inconscientes; el segundo toma en cuenta la
intensidad relativa de las fuerzas contrapuestas en tales situaciones de conflicto, determinante en
gran medida de su evolución posterior; y el tercero, por fin, describe la estructura de la
personalidad en tres instantes: ello, yo y super-yo.
El psicoanálisis configura así una teoría “metapsicológica” sobre la conducta y la
personalidad, pero es a la vez un método terapéutico y un método de investigación. El tratamiento
psicoanalítico fue inicialmente de inspiración médica, y con ello abrió una vía de acceso privilegiada
a la elucidación de la dinámica psíquica, siendo así la primera escuela que presentó un cuadro de
la misma penetrado de sentido, con sus constantes interacciones de planos conscientes y no
conscientes, de lo anímico y lo corporal, de los condicionantes del medio y los constitucionales, del
presente y del pasado.
Acaso una de las mayores críticas que quepa hacerle es que al recalcar con tanta insistencia el
influjo de los acontecimientos del pasado —en especial los sucesos infantiles— deja escaso lugar
para una interpretación teológica de la conducta, y que al enfatizar el dominio del principio del
placer, si bien acierta al acentuar la importancia de los afectos, deja de lado, en cambio, el papel
que cumple en la conducta la tendencia a la auto-realización.
Otras objeciones que se le hicieron al psicoanálisis atañen al status científico de la doctrina.
Psicoanalistas como Else Frenkel-Brunswick sostienen que sus afirmaciones no son menos
rigurosas que las de psicólogos conductistas del tipo de Hull o Tolman, y que muchas de las
objeciones contra el psicoanálisis se originan en una interpretación excesivamente estrecha del
empirismo o del operacionismo científico y, en general, en una actitud vagamente antiteórica, y
hace un detallado análisis de las similitudes que, según aduce, cabe hallar entre la física moderna
y el psicoanálisis, que tienen en común el haberse apartado de lo “natural” para adoptar en cambio
un lenguaje “ficticio”, representado en el psicoanálisis por constructos hipotéticos tales como los de
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“inconsciente”, “yo”, “superyó”, “represión”, etc., que sólo indirectamente se refieren a datos
observables.
Pero otros autores, como por ejemplo, Eysenck, Skinner, R. L. E. Faris, y muchos otros,
critican o bien las limitaciones del psicoanálisis en lo que respecta a la posibilidad de
experimentación, o bien la escasez de correlaciones estadísticas, el hecho de que se presten sus
datos a interpretaciones subjetivas, o el carácter metafórico de muchas de sus denominaciones,
como lo reconoció el propio el propio Freud. Tales insuficiencias harían en suma, concluye Skinner,
que “la estrategia metodológica de Freud haya impedido la incorporación del psicoanálisis en el
cuerpo de la ciencia propiamente dicha”.
Es una polémica difícil de resolver, pero lo que debe evitarse es tratar de encerrar
indiscriminadamente a todas las ciencias en marcos que sólo corresponden a algunas de ellas o no
tomar en cuenta que los modelos científicos inevitablemente cambian. El psicoanálisis permitió sin
duda aperturas fundamentales en la comprensión del hombre; si sus métodos de aproximación no
resultan suficientemente rigurosos para algunas criterios científicos, eso no implica que haya que
desechar sus enseñanzas, sino averiguar primero si tales criterios son válidos dentro de su campo,
y en caso de que así fuera, tratar de perfeccionar los métodos de descubrimiento y de verificación
correspondientes, o ceñirse si no a criterios nuevos, igualmente rigurosos, y atenerse a ellos en la
recolección y verificación de datos.
Nos referiremos ahora a varios de los seguidores iniciales de Freud, que introdujeron
modificaciones importantes en la doctrina, configurando orientaciones distintas, y otras similares
desviaciones teóricas (con las consecuentes modificaciones en la terapia) que continuaron
dándose con posterioridad a las primeras divergencias, en forma tal que en la actualidad la escuela
psicoanalítica incluye, junto a la línea “ortodoxa” una serie de corrientes diversas.
Alfred Adler (1870-1937) se separó de Freud al restar importancia a los impulsos sexuales
en la determinación de la conducta, subrayando en cambio el papel del afán de poderío y de los
complejos que provoca su no gratificación. Comprender la vida anímica requiere un enfoque no
esencialmente causal, sino teleológico, aduce Adler, quien fue el primero en adoptar este criterio:
“la vida del hombre está determinada por su meta”. La meta fundamental es la de conquistar
poderío, a modo de compensación por los sentimientos de inferioridad que necesariamente abrigan
los hombres, como consecuencia de la situación de desvalimiento biológico en que nacen. La
psicología debe ser psicología individual, como denominó Adler a su sistema, porque en la
prosecución de esta meta cada persona actúa mental y corporalmente (existe un “lenguaje de los
órganos”) según una “línea de movimiento” propia que diseña su peculiar plan o estilo de vida. Este
estilo de vida rige la totalidad del comportamiento, y una vez conocido, permite aprehender el
sentido de cada conducta particular e incluso prever acciones futuras. Si bien no es preciso que se
manifieste en “síntomas”, es en las situaciones de conflicto donde mejor se lo advierte.
El afán de poderío constituye un motor esencial del comportamiento pero la vida psíquica
incluye también como vector capital el sentimiento de comunidad. El carácter depende, según
Adler, del interjuego entre estas dos tendencias contrapuestas: “...las diferencias humanas están
condicionadas por la magnitud del sentimiento de comunidad y del afán de dominio, factores que
se influyen recíprocamente. Es un juego de fuerzas cuya forma fenomenal constituye lo que
llamamos carácter”. (19) Cuando lo que predomina es el afán de poderío (meta-final ficticia), nos
hallamos ante las desviaciones patológicas. “Toda neurosis es vanidad”, afirmó Adler como
resumen de su teoría psicopatológica, y sus objetivos finales rebasaron el campo exclusivamente
médico, pues le interesó intensificar los sentimientos de comunidad, o sociales, en las
generaciones futuras, y se dedicó en sus últimos años a una labor pedagógica.
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Carl Jung (1875-1963) se separó de Freud en 1912, un año después que Adler. Su principal
aporte reside en la teoría del inconsciente colectivo producto de experiencias ancestrales de la
humanidad en su conjunto, cuyo residuo en el alma individual constituye los arquetipos. Estos son
formas típicas de percepción y de conducta que en cuanto se tornan conscientes son vividos como
ideas o imágenes o en general como todo lo que constituye un contenido de conciencia. (20)
Similar en este punto a la psicología individual, la doctrina junguiana concede gran
importancia a la dirección prospectiva del psiquismo. No acentuar la etiología sexual ni dar
primacía al pasado permiten una interpretación más adecuada del mismo, desde esta perspectiva.
Hay que tener en cuenta, en cambio, el gradual proceso de integración personal, la tendencia a la
“individuación” como eje rector de la conducta. Según el psicoanálisis freudiano, en el curso del
tratamiento el terapeuta debe evitar cuidadosamente la contratransferencia y constituir algo así
como una “pantalla en blanco”, pero en la psicosíntesis o psicología compleja que propone Jung, el
terapeuta debe trabajar como un ser completo, con la totalidad de sus potencias anímicas, pues
sólo así llegará a comprender a su paciente como individuo singular y ayudarlo sobre todo en el
camino de esa individuación, en lugar de catalogarlo meramente según una determinada teoría.
(21)
El grupo de psicoanalistas culturalistas, derivación neofreudiana en la que se destacan
K.Horney, H. S. Sullivan y E.Fromm, tomó especialmente en cuenta, como ya señalamos en
pasajes anteriores, el influjo de los factores sociales y en particular de las relaciones
interpersonales en la formación de la personalidad. A Karen Horney (1885-1952) se le debe, entre
otros trabajos, un notable análisis sobre cómo exigencias culturales contradictorias, entre las
cuales los individuos se sienten como desgarrados, conducen a la neurosis.
El “conflicto entre ambición y afecto es uno de los más graves y típicos dilemas de los
neuróticos de nuestro tiempo”. (22) Vivimos en medios de pautas altamente competit ivas e
individualistas; pero a la vez se considera, de manera por cierto irrealista, que el éxito es una
recompensa a las buenas cualidades. Rige una doble moral: adoramos el éxito que en verdad sólo
se obtiene con frecuencia a través de medios poco escrupulosos, y a la vez apreciamos la
consideración al prójimo y la falta de egoísmo. Esta ambigüedad en la valoración constituye uno de
los importantes factores de desequilibrio psíquico en la época actual.
Si no las formulaciones particulares de los integrantes de la corriente culturalista, al menos
la orientación fundamental de la escuela ha quedado incorporada a los marcos teóricos de la
psicología: ya constituye un principio general recalcar, aún a través de conceptuaciones diferentes,
el papel esencial de las interacciones humanas.
LA PSICOLOGÍA DE LA FORMA
Al surgir esta escuela en la primera década del siglo, período tan decisivo en la conformación de nuevas direcciones en la psicología, sus principales representantes: W. Köhler (1887-1967), M. Wertheimer (1880-1943), K. Koffka (1886-1941), se ocuparon preferentemente de la percepción, pero se les debe también estudio sobre la inteligencia, la memoria y el aprendizaje, que también significaron un giro fundamental en la interpretación de esas funciones. El gestaltismo, según sabemos, significó el abandonó decisivo del asociacionismo y elementalismo
dentro de la psicología. En los Estados unidos, autores como J. Dewey, W. James y J. R. Angell,
de orientación funcionalista e interesados en la consideración de los ajustes de los organismos a su
medio, había asumido ya una posición antiasociacionista, como se advierte claramente en la
concepción de James, expuesta en 1890, sobre la corriente de la conciencia, irreductible por cierto
a meras conexiones entre elementos psíquicos. Pero fue fundamental la rigurosa metodología
empleada por la escuela Gestalt para que se impusieran los nuevos criterios en la interpretación
del psiquismo.
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En lo que toca a la percepción, minuciosos estudios experimentales revelaron su carácter
estructural — en donde la existencia de las ilusiones ópticas, debidas al influjo de los tamaños
relativos de los estímulos involucrados, o al de los conjuntos en que se hallan incluidos, etc.; de
donde la percepción del movimiento como un continuo (el fenómeno phi estudiado en especial por
Wertheimer); y así sucesivamente—. Y también se logró demostrar que en la memoria o en la
inteligencia “el todo es más que la suma de las partes”; en la primera de estas funciones el carácter
estructural se pone de manifiesto muy claramente en el fenómeno de la evocación: la excitación de
un miembro de una situación tiende a hacer revivir en la conciencia el todo; en la inteligencia, se
pone de manifiesto en la capacidad de comprender una situación como una trama de relaciones, a
través de un acto integrativo. Esta concepción de la inteligencia influyó en los métodos de
enseñanza: ya que logramos aprehender totalidades, es innecesario enseñar según un esquema
analítico.
Recordemos también que según esta escuela la índole totalizadora del funcionamiento
mental tiene su contraparte en la realidad objetiva; obedece a un isomorfismo pues “todo estado de
conciencia está en cada caso no solamente acoplado a un proceso psicofísico correspondiente,
sino que es semejante a él en propiedades estructurales esenciales”,
La concepción estructuralista tuvo amplia repercusión no sólo en la psicología, sino más allá
de ella. Kurt Lewin la extendió a la interpretación de la conducta en sectores más vastos que los
inicialmente investigados y a la interpretación de la personalidad, con su teoría del campo, ya
expuesta aquí. (23)
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GLOSARIO
-1- Como Herbart y su escuela, como Stuart Mill etc. Taine sostenía: “Hay que dejar de lado las
palabras razón, inteligencia, voluntad, poder personal y hasta yo, así como se dejan de lado las
palabras fuerza vital, fuerza mediadora, alma vegetativa; son metáforas literarias... Lo que la
observación desprende del fondo del ser pensante, en Psicología, son sensaciones, imágenes de
distintas clases, primitivas o consecutivas, dotadas de ciertas tendencias y modificadas en su
desarrollo por el concurso o el antagonismo de otras imágenes, simultáneas o sucesivas. Así como
el cuerpo vivo es un polípero de células mutuamente dependientes, así el espíritu es un polípero de
imágenes mutuamente dependientes”. (De L` Inteligente, París, Hacheite, 1.900, Tomo I, p. 123)
-2- En el laboratorio de Leipzig se investigaron en especial cuatro temas: la psicofisiología de la
vista y el oído, los diversos tiempos de reacción ante los estímulos perceptivos, fenómenos de
psicofísica y fenómenos de asociaciones verbales.
-3- Cfr. Gardner Murphy, Historical Introduction to Modern Psichology, New York, Harcourt, Brace
&Co., 1.949. (Hay traducción española: Introducción histórica a la psicología contemporánea,
Buenos Aires, Paidós, 1.960)
-4- Dentro de la filosofía la tesis paralelista fue expuesta primeramente por Spinoza. Leibniz expuso
su famosa ilustración del paralelismo comparando el universo con un reloj que posee dos esferas,
cuyas indicaciones naturalmente coinciden, porque ambas dependen de un mecanismo único.
-5- Nos referimos a los tests al ocuparnos de los métodos y técnicas de la psicología; por ahora
adelantamos tan sólo que, surgidos de la psicología experimental, tienen aplicación en diversas
ramas de la psicología desde la infantil hasta la social, desde la educativa hasta la patológica, etc.,
pero que la utilización de tests, no importa en qué especialización sea, constituye un procedimiento
clínico, excepto en los casos en que sirven para la investigación teórica.
-6- Si bien Watson sustituyó ciertos aspectos parciales, por otros que igualmente los son, detenta el
mérito de haber introducido en el campo de la psicología el área del cuerpo y de la actuación en el
medio externo, que se consideran hoy inomitibles. En suma, su influjo ha sido, altamente positivo a
pesar de todas las objeciones que quepa hacer a su sistema.
-7-No incluiremos aquí la psicología animal, pese a su importancia, porque sólo nos ocupamos de
la conducta humana. Es sin embargo significativo el aporte de la psicología animal para la
comprensión de múltiples aspectos de esta última.
-8- El vocablo “cibernética” procede del griego, significa “piloto”.
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-9- Psicología de la conducta, op. cit., p. 292.
-10- El equilibrio interno del organismo, así como el de su relación con el medio es requisito
indispensable para la existencia, enfatizó Pavlov; el primero lo asegura la actividad nerviosa
inferior, el segundo la actividad nerviosa superior, en la que consiste la conducta o
comportamiento.
-11-Buenos Aires, Paidós 1958.
-12- Aún cuando hubiese que interpretar todos los fenómenos psíquicos como sucesiones de
reflejos en cadena, esto constituiría a lo sumo el requisito psico-biológico de tales fenómenos, por
cuanto implica tanto la impresionabilidad como la capacidad de respuesta, pero se pierde la real
comprensión de la parte más rica de la experiencia humana si se omite las significaciones
vivenciales, sin las cuales lo psicológico es solo neurología. Y una objeción similar cabe hacer a las
orientaciones conductistas que desechan igualmente el plano vivencial.
-13- El ser y la conciencia. op. cit., p. 303.
-14-- ibid., p. 301.
-15- En los Estados Unidos el estructuralismo introspeccionista de Tichtener, psicólogo inspirado
Wundt, era una de las escuelas de mayor predicamento en la época. El propósito que se perseguía
era el de analizar los “elementos” de la vida psíquica mediante la introspección.
-16- Otros autores van, por el contrario, más allá aún que Watson. B.F. Skinner, cuya obra de 1953, Science and Human Behavior (La ciencia y la conducta humana) ejerció gran influjo en la psicología norteamericana, cree, que en los hombres sólo se da una complejidad mayor que en los animales en la que llama “conducta verbal”, y que tanto en unos como en otros hay que presuponer un estricto determinismo. “La hipótesis de que el hombre no es libre, es esencial para la aplicación del método científico al estudio de la conducta humana”, aduce. Skinner influyó en la terapia de condicionamiento operante verbal, que le permitió controlar muchas formas de conducta. En una obra de 1943, Principios de la conducta, Clark Hull expuso una “ciencia de la conducta
matemático-deductiva” que inspiró varios psicólogos del aprendizaje. La conducta se reducía a
procesos mecánicos automáticos que configuran ciclos que parten de la emergencia de una
necesidad hasta su abolición.
-17. El término “ello” fue tomado del psiquiatra G. Groddeck, quien a su vez lo tomó de Nietzsche,
pero solo Freud le adjudicó su significación actual de instancia pulsional de la personalidad.
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-18- Expresión altamente reveladora de su orientación biologista: existe un “aparato” psíquico tal
como existe un aparato digestivo, respiratorio, etc. Podría parecer una orientación contradictoria
con la índole tan especulativa de buena parte de la doctrina freudiana, pero el mismo Freud llamó
“mitología” a su teoría sobre los instintos, aduciendo que resulta indispensable el empleo de
“expresiones metafóricas peculiares a la psicología”.
-19- Conocimiento del Hombre, Sgo. de Chile, Ed.Cultura, 1937, p.149.
-20- Los arquetipos son denominados también imágenes primarias. Siempre son colectivas,
comunes a pueblos enteros o al menos a épocas determinadas. Son sedimentaciones anémicas de
vivencias psíquicas reiteradas y responden a acciones exteriores igualmente constantes y
generales que han plasmado disposiciones fisiológico-anatómicas determinadas. De tales
experiencias aparecen alegorizadas de distintas maneras — por ejemplo los diversos mitos solares
— es porque la psique obedece a determinaciones propicias en lugar de ser un producto exclusivo
de las condiciones del medio. En tanto que organización heredada de la energía psíquica, los
arquetipos o imágenes primarias son los que ordenan las funciones psicológicas desde la
percepción sensible hasta la espiritual íntima, desde el obrar hasta la idea, de la cual constituye
una fase previa, su “humus materno” .
-21- La finalidad de la individuación no es otra que la de liberar el sí mismo por un lado de los
envoltorios positivos de la persona, y por el otro el poder sugestivo de las imágenes inconscientes
(El yo y lo inconsciente, Sgo. de Chile, Ed.Época p.93). “Con ello el hombre no se vuelve egoísta
sino se limita a buscar la plenitud de su peculiaridad, lo que difiere enormemente de egoísmo o de
individualismo” (Ibid. p. 92). Ya sabemos que en la concepción de Jung, “la persona” representa la
máscara que adoptamos en la vida social, y es solo un recorte de la psique colectiva, en cuanto a
las imágenes inconscientes, están englobadas en el sí mismo, en el consciente e inconsciente se
completan mutuamente, pero es preciso distinguir perfectamente entre los contenidos personales y
los de la psique colectiva, de modo que “la individuación es un proceso de diferenciación”, así
como supone “un ensanchamiento de la esfera de la conciencia y de la vida psicológica
consciente”. Esto significa que la actividad inconsciente puede devenir enteramente consciente,
pero sí que el sujeto no está dominado por complejos autónomos, en una “desunificación de sí
mismo” que es lo que caracteriza la neurosis.