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A VUELTAS CON EL VERDADERO PARADERO DE LA TUMBA DE
VICENTE BARRANTES
Los bibliófilos, esos hombres tan extraños en estos tiempos de lecturas
superficiales y vacuas, capaces de guardar todo tipo de papeles que puedan
ayudarnos en el futuro a desenmarañar cualquier duda que se nos presente,
vamos a dar nuevamente respuesta a una falsa noticia que se ha venido
dando como buena respecto al enterramiento del prestigioso académico
(don Vicente Barrantes fue académico de la Real de la Lengua, de la
Historia y de San Fernando) y que ha servido para que a estas alturas de la
historia, siga utilizándose el dato como inamovible.
Había nacido en Badajoz, un 24 de marzo de 1829 y, como tantos
jóvenes extremeños de clase media sin recursos económicos había
ingresado en el Seminario de San Atón, lugar común en el que podemos
encontrar los nombres de muchos de los más importantes personajes de las
letras extremeñas de aquellos tiempos. La muerte temprana de su padre
anuló cualquier posibilidad de proseguir los estudios en dicha institución
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religiosa, teniendo que ganarse la vida de los suyos con un trabajo como
escribano del Cuerpo de Administración Militar.
Nunca llegaría a terminar carrera alguna, pero su gran inquietud por
la cultura y su claro entendimiento hicieron de él un gran erudito, sobre
todo en cuestiones relacionadas con su tierra extremeña.
Como tantísimos extremeños de todos los
tiempos que hemos pretendido salir de los
limitados campos profesionales y culturales a que
Extremadura nos condenaba a los muchachos sin
recursos económicos, en 1848, se trasladará a vivir,
ya para siempre, el joven Barrantes a Madrid. Son
años de incertidumbres, de soledades dolorosas
donde la falta de cariño materno y la nostalgia por
la tierra hagan vacilar en mucha ocasiones la
voluntad de seguir en la capital del reino.
Pero Madrid ha tenido siempre un encanto especial para los jóvenes
de provincia, y Barrantes, que desde que pisó suelo madrileño soñaba con
abriese camino en el mundo literario, frecuentaría el mundo de la bohemia
literaria que por aquellos años de mediados del siglo XIX se reunía
alrededor de una mesa de mármol en cualquier café madrileño para
arroparse en sus miserias y alimentarse con los deseos de triunfos venideros
a falta de alimentos verdaderos con los que llenar sus estómagos. Este
cuadro lo completaba el extremeño malviviendo en una concurrida pensión
de la calle Jacometrezo.
Será por aquellos años de penalidades e ilusiones en Madrid cuando
comience sus primeras incursiones en el mundo del periodismo y en
estudios históricos y bibliográficos. Hombre de gran talante satírico,
redactó por aquello años una revista titulada La Píldora, que fue prohibida
por el Gobierno. Sus mejores trabajos periodísticos podemos encontrarlos
en La Ilustración Española, en Las Novedades, El Semanario Pintoresco
Español, La Ilustración Católica y Los Niños, de Madrid, y en El Mundo
Ilustrado, de Barcelona. Utilizó a veces los seudónimos de Publicio y
Abate Cascarrabias en la prensa, y Modesto Infante, Bachiller Clarín
Brocado y Barvic para publicar libros.
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Don Joaquín Entrambasaguas y Peña, en un hermoso trabajo sobre
Mariano José de Larra titulado: Reliquias románticas, nos cuenta de los
amores del recién llegado Barrantes con la hija mayor de Fígaro, doña
Baldomera, a la que seguramente había conocido a través de su hermano
Luis Mariano de Larra, contertulios ambos en el café Levante, amores
desconocidos para muchos, pero confirmados de propia mano por
Barrantes, cuando en el libro manchado por la sangre del suicida escribe:
Este ejemplar de Macías se hallaba sobre la mesa del desgraciado Fígaro
cuando se suicidó. Suyas son las dos manchas de sangre que tiene en la
página 28. El ejemplar se hallaba en rama, cosa entonces más frecuente
que hoy, y que me fue regalado por Luis Mariano de Larra con otros
recuerdos de su padre en tiempos de mis amores con su hermana
Baldomera. Y a continuación, con letra más moderna: Letra de mi padre,
Vicente Barrantes, a quien he oído referir estos muchas veces. Madrid, 13
mayo 1904. Barrantes (Rública)
Amante de su tierra, fue nombrado por
méritos propios más que suficientes, Cronista
Oficial de Extremadura, denunciando los
innumerables saqueos, destrozos y rapiñas que
se venían cometiendo sobre el patrimonio
artístico y monumental extremeño desde la
Desamortización de Mendizábal, sobre todo
con el monasterio de Nuestra Señora de
Guadalupe, cuyos tesoros fueron
desapareciendo en pocos años, víctimas de
especuladores sin escrúpulos. Sus grandes
conocimientos bibliográficos hicieron que
denunciara el saqueo y venta al por mayor a ropavejeros y comerciante de
papel de la rica y bien surtida biblioteca monacal, cuyos libros, cuenta la
leyenda (y hay que creerla a tenor de las donaciones de libros por parte de
los vecinos de la zona muchos años después) fueron sacados en carros
tirados por mulas. La avaricia de los comerciantes o de los transportistas
ante tan suculento y barato bocado comercial hizo que llenaran los carros
con tantos libros que al subir las empinadas cuestas de las Villuercas los
animales no pudieran con la carga, por lo que los carreteros, para aligerar
peso, iban tirando libros a las cunetas del camino.
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Tampoco podemos olvidar que fue él quien en un denodado esfuerzo
por recuperar parte de lo perdido, inició una campaña para comenzar la
reconstrucción del monasterio de Guadalupe, consiguiéndolo, e iniciando
nuevamente la perdida biblioteca, donando la suya propia, en donde había
muchos libros de indiscutible calidad bibliográfica, así como
numerosísimos sobre la historia de Extremadura.
Todo este interés por su patria chica
quedará patente, además de lo ya dicho, en su
colaboración en la Comisión de monumentos de
la provincia de Badajoz, junto a Tomás Romero
de Castilla, su nombramiento como socio de la
Real Sociedad Económica de Amigos del País,
donde colabora a engrandecer su espléndida y
hoy, desafortunadamente, desaprovechada
biblioteca, su colaboración imprescindible en la
revista El Folklore frexnense y bético
extremeño, el ya citado nombramiento como
Cronista Oficial de Extremadura y, los que a
nosotros nos parece más importante, su enorme esfuerzo en la monumental
obra titulada: Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura, cuyo
primer tomo sale a la luz en el año 1875 y el tercero y último en el año
1877, recopilando sus impresiones, datos y noticias de su tierra natal,
siendo: no ya meramente acopio y clasificación de materiales históricos –
como él decía– sino traza también, cuerpo de doctrina, exposición
metódica de las grandes tesis y síntesis de la raza extremeña, desde las
más remotas edades, ha producido en el desarrollo de nuestra grandeza
nacional…
Barrantes, hombre muy acreditado entre sus contemporáneos por la
amplitud de sus conocimientos, será nombrado en 1871 Académico de la
Historia, ocupando la vacante dejada a su muerte por don Modesto
Lafuente. El día 14 de enero de 1872, con motivo de su posesión, leerá un
magnífico discurso con el título de: Isabel la Católica en Extremadura,
contestado por su amigo don Antonio Cánovas del Castillo. Lógicamente,
su entrada en la Academia de la Lengua y el posterior discurso sobre: La
importancia de Extremadura en la conquista de tierras americanas en el
siglo XVI a través de sus mejores hijos, verdaderos sansones en fortaleza
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física y acreditada fe en Dios, al que llevaron como estandarte de sus
triunfos y del que gustosamente predicaron su doctrina salvadora, fue
calurosamente recibido en su tierra de nacimiento con la publicación del
texto original y con honores y nombramientos oficiales, tan socorridos en
estos casos.
En el primer gobierno de Antonio
Cánovas del Castillo fue nombrado Director
General de la Administración en Filipinas,
miembro del consejo del gobernador y su
secretario; ya toda su vida se interesaría por
la hispanización del archipiélago. Publicó al
respecto obras como su Teatro tagalo
(1889), donde sostiene que los filipinos son
incapaces de pensamiento creativo tras
analizar su teatro religioso tradicional, lo
que le valió las pullas de José Rizal;
Apuntes interesantes sobre las Islas
Filipinas que pueden ser útiles para hacer
las reformas convenientes y productivas
para el país y para la nación escritos por un español de larga experiencia
en el país y amante del progreso (1869) Madrid : [s.n.], 1869 (Imp. de El
Pueblo) o su La instrucción primaria en Filipinas de 1586 a 1868; su
pensamiento en estos aspectos es colonialista.
Fue consejero de Instrucción Pública y académico de la Historia
(1872) y de la Lengua (1876), diputado a Cortes y senador por Cáceres en
las legislaturas 1891-1893 y 1896-1898. Su Diccionario de extremeños
ilustres inédito se ha perdido. Imprimió la Recopilación en metro del
bachiller Diego Sánchez de Badajoz Madrid: Librería de los Bibliófilos
Fernando Fé, 1882-1886 y editó, con prólogo y notas a cuatro tintas y con
ilustraciones (litografías y una fotografía), de Lope de Vega, Soliloquios
amorosos de un alma a Dios (Madrid: Imp. de Prudencio Cuartero, 1863),
para lo cual utilizó el texto de la edición que publicó en Roma, 1646,
Leonardo de San José. Tradujo, de Alejandro Dumas, El Conde de Monte-
Cristo (Madrid: Murcia y Martí, 1861) y La piel de zapa de Balzac
(Madrid, 1854), para el folletín de Las Novedades.
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Intentó adentrarse en el mundo del teatro escribiendo en
colaboración con Cándido Barrios el drama en verso y prosa Laura de
Monroy, o Los dos maestres Madrid: Vicente de Lalama, 1850. Su novela
histórica en dos volúmenes Juan de Padilla (Madrid, 1855-1856) fue
prohibida por la autoridad eclesiástica a causa de sus pasajes anticlericales,
por edicto del 28 de diciembre de 1857.
Hombre polifacético y con grandes conocimientos en diferentes
materias culturales, dará a la imprenta importantes trabajos, tan alejados
entre sí, como: Barros emeritenses, donde narra sus experiencias como
director de las excavaciones en la ciudad romana de Mérida, La patria de
Vasco Díaz (1882), El teatro Tagalo (1890), Los extremeños en América
(1892), Las Jurdes y sus leyendas (1893), Una visita al Monasterio de
Guadalupe (1894-95), los Apuntes para un catálogo de impresores, o su
magnífica Biografía de Arias Montano, en cuyo homenaje en su pueblo
natal de Fregenal de la Sierra colaboró de manera principal.
Después de una vida intensa, cansado y
minado por diferentes enfermedades, a su
regreso a España se retira a descansar a las
afueras de Madrid, Pozuelo de Alarcón, donde
inválido y paralizado por reúma muere el 16
de octubre de 1898.
A continuación de estos breves apuntes
biográficos, vamos nosotros a comenzar lo
que verdaderamente nos importa en estos
momentos como es el destino de sus restos
mortales.
Removiendo papeles viejos entre
nuestros numerosos depósitos acumulados en
más de cuarenta años de rebusca, nos
encontramos con el primer número de la
Revista de Extremadura, fechada en enero de 1899, es decir pocas fechas
después del fallecimiento del personaje aquí reseñado, (Pozuelo de
Alarcón, 16 de octubre de 1898)
Esta importantísima revista cultural y científica fue la respuesta de
un grupo de sabios cacereños (Daniel Berjano, Joaquín Castel, Manuel
Castillo, el Marqués de Castrofuerte, Gómez Santana, Publio Hurtado,
Gabriel Llabrés, Vicente Paredes y Sanguino Michel) a la profunda crisis
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de identidad nacional que se produjo con la derrota naval por las fuerzas de
los Estados Unidos de América sobre la flota española, lo que, entre otras
muchas desgracias para España, significó la pérdida de las últimas colonias
americanas como lo fueron Cuba, Filipinas y Puerto Rico, una vez firmado
el Tratado de Paz en París.
Este desastre, no por muy esperado, o cuanto menos con muchas
posibilidades de que así sucediera, dado la calamitosa política llevada a
cabo por los gobiernos de España en los territorios de ultramar y los
intereses económicos y militares de la ya potencia americana que
necesitaba expandir su poderío, hizo que saltaran en pedazos todos los
mecanismos políticos y sentimentales de una nación que había sido durante
muchos siglos la gran potencia militar, y desde luego, la gran dominadora
de los mares de todos el mundo con su flota de barcos que comerciaban e
influían en el equilibrio comercial, político y militar de todas las tierras
conocidas.
La pérdida de los territorios de
ultramar (Cuba era una provincia más
de España), y la derrota de lo que se
consideraba una flota, si no invencible
sí poderosa, hizo que la nación quedara
paralizada, empobrecida y sin
horizontes. Fue entonces cuando
aparecen los primeros síntomas de
desunión en el propio territorio
nacional y muchas son las voces de
políticos provinciales reivindicando sus propia personalidad territorial,
continuación de la Revolución cantonal producida entre julio de 1873 y
enero de 1874, por parte de los republicanos federales intransigentes,
contra la Primera República, fracasada en un corto espacio de tiempo.
Este desánimo en el pueblo español, esta constatación de derrota y
fracaso está perfectamente reflejada en las obras literarias de lo que
después se llamó Generación del 98 (Azorín, Baroja, Unamuno, Maeztu,
Valle-Inclán, Ganivet, Machado, etc.)
Pero no sólo en estos grandes escritores podemos ver el daño
causado por este acontecimiento. En algunas regiones españolas empiezan
a aparecer, como otra forma de reivindicación de lo propio y alejado de lo
nacional, obras escritas en los dialectos de la zona: Rosalía de Castro, en
Galicia, José María Gabriel y Galán y Luis Chamizo en Extremadura,
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Vicente Medina en Murcia, Maragall en Cataluña, etc., que tuvieron una
aceptación y un éxito editorial más que significativo entre el público.
Naturalmente, el mundo editorial se convulsionó con estos nuevos
movimientos reivindicativos y empezaron a proliferar revistas culturales y
científicas ensalzando lo regional y dando paso a una multitud de
escritores, hasta esos momentos desconocidos o poco publicados, que
continuaron el camino de los más destacados.
Así surge la Revista de
Extremadura, una revista que hasta su
desaparición en 1911, fue, en palabras
del prestigioso filósofo Ortega y
Gasset: el más serio y valioso esfuerzo
que en provincias se ha hecho de
aportación a la cultura. Como el
camino ya estaba abierto, a la
desaparición de esta importantísima
revista apareció, también en Cáceres, la
Revista Archivo Extremeño, de corta trayectoria pero de gran enjundia
literaria y a la desaparición de ésta, surge la revista Alcántara, cuya
trayectoria ha tenido varias etapas y que hoy, afortunadamente sigue
publicándose en Cáceres. También Badajoz, la otra provincia extremeña,
va ver nacer otro gran proyecto cultural, seguramente arrastrado por el ya
fenecido en Cáceres y, todos los hombres de la cultura extremeña juntos,
van a dar vida a la Revista de Estudios Extremeños, en la que desde el años
1929 hasta la fecha han colaborado las plumas más importantes de
Extremadura y nacionales.
Cotejando este primer número de la Revista de Extremadura, Tomo
I, Cuaderno I, Enero de 1899, en su primera página aparece un sentido
homenaje de su director, Sanguino Michel, a la figura del desaparecido
Vicente Barrantes, a quien le había ofrecido las páginas de la citada revista
para publicar en ella sus trabajos. Es aquí, en este primer número de la
Revista Extremadura y de la mano de su director Sanguino Michel donde
va a dar comienzo el error del enterramiento del bibliófilo extremeño,
cuando literalmente nos dice; Llegó el 17 de Octubre de 1898, y del ilustre
paladín de Extremadura la parte principal, volvióse al cielo; los ojos que
anhelosos le miraban, se nublaron; la Fama tendió sus alas para pregonar
la nueva, y mientras se daba tierra á sus despojos en Pozuelo, Badajoz
donde tuvo su cuna, presa de grande amargura, trataba de perpetuar la
memoria del hijo que perdía, de un modo digno.
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Sanguino Michel, seguramente en su afán de homenajear a tan digno
personaje, no contrastó la noticia del enterramiento de Barrantes y los
demás escritores que han escrito sobre él han seguido confundiendo la
noticia, que si bien no altera la importancia del escritor, sí, creemos
nosotros, debe ser conocida por los extremeños, toda vez que tan ilustre
paisano no merece tan cruel olvido, ni mucho menos las condiciones en que
desde hace muchísimos años se encuentra su tumba.
Vamos nosotros a relatar cómo descubrimos la verdadera tumba del
insigne escritor pacense y los pasos que tuvimos que dar hasta dar con su
insondable y olvidado destino:
Cuando en el año 2004 nos pusimos a
trabajar en el libro Escritores extremeños en los
Cementerios de España (tomos I y II)
publicado por Beturia Ediciones, pudimos ver
en los periódicos madrileños los primeros
movimientos por parte de las autoridades
académicas para celebrar dignamente el 4º
Centenario de la publicación de El Quijote,
obra de nuestro más importante escritor como
lo es Miguel de Cervantes. Naturalmente, en
dicho homenaje, entre otras muchas
manifestaciones públicas se hablaba de la
tumba de Cervantes. ¿Pero dónde está la tumba
de Cervantes? Se preguntaban algunos
periodistas, aunque no recibieran respuestas claras sobre el asunto.
Los españoles, que nunca hemos sido muy dados a hacer alabanzas
de los vivos que han alcanzado la fama por cualquier motivo digno de
mencionarse, no lo íbamos a hacer una vez muertos. Sólo en un país como
este, donde la envidia es el mayor de nuestros pecados, es capaz de
escribirse sin rubor: el muerto al hoyo y el vivo al bollo, dando a entender
que la muerte todo lo borra, y más aún si le acompaña la Fama.
Naturalmente, Cervantes, como Lope, Calderón, Quevedo, Herrera,
Velázquez… (y así hasta un sinfín de nuestros grandes hombres de letras,
de ciencias o de la milicia) por la desidia de nuestras autoridades y,
naturalmente, del pueblo, han desaparecido o se encuentran en paradero
desconocido, como consecuencia de nuestras constantes guerras tribales,
destrucción de monumentos o especulación del suelo que hizo que los
antiguos cementerios fueran clausurados en el siglo XIX para dar paso al
ensanche de las ciudades, pero que nadie con dos dedos de frente reclamara
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(salvo en contadísimos casos –Larra y Espronceda–) los restos de nuestros
más grandes personajes.
Conmovidos por estas noticias, nos propusimos trabajar sobre las
biografías de personajes extremeños (sobre todo del mundo de las Letras),
pero, señalando siempre fotográficamente su lugar de enterramiento para
que no ocurriera como en los casos antes mencionados. Queríamos dejar
constancia visual de la tumba de nuestros grandes hombres, como un
homenaje a ellos y una contribución a los posibles investigadores o lectores
que se preguntaran por sus últimos destinos.
No nos interesa la muerte (aunque
muchas veces esta sea más literaria que la
propia obra del escritor, como es el caso de
Meléndez Valdés), pero no está demás que
aunque el mejor homenaje que se le pueda
hacer a un escritor es leer sus libros, que en
algún momento las autoridades Autonómicas
o municipales (tambien las Académicas)
presten atención y cuiden (como se hacen en
otros muchos paises de Europa) las tumbas
de nuestros personajes.
Mucho tiempo y muchas horas de
investigación nos ha llevado encontrar estos
últimos destinos de los restos mortuorios de
los 32 personajes aquí biografiados en los tres tomos publicados, a los
queremos añadir en pocas fechas un cuarto tomo, pero, estamos seguros,
son muchas más las satisfacciones que las posibles molestias de andar
buscando por los cementerios de España sus tumbas. Nuestro humilde
trabajo dará respuesta a muchas preguntas sobre sus últimos destinos y
facilitará el trabajo de posteriores investigadores.
Cuando nos pusimos a trabajar en la biografía de don Vicente
Barrantes también caímos en la trampa de dar como válida la noticia de
Sanguino Michel, por lo que comenzamos a indagar noticias sobre su
muerte y posterior enterramiento en Pozuelo. Curiosamente, es el personaje
que más se nos ha resistido y del que más tiempo hemos empleado en su
búsqueda, pues parecía que la fatalidad nos perseguía y solamente nuestra
constancia y deseos de no darnos por vencidos nos llevó a un feliz término.
Sus restos mortales no tuvieron suerte: el tiempo y las nuevas
tecnologías borraron, en un principio, sus huellas, toda vez que ni en su
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archivo personal de la Real Academia de la Historia, ni en de la Lengua, ni
en la de San Fernando (Barrantes, como ya hemos dicho anteriormente fue
miembro de las tres Academias), conocían el dato del lugar de su último
reposo.
Una esquela publicada en
un periódico de la fecha
consultado en la Hemeroteca
Nacional nos puso en el inicio
de nuestras investigaciones, ya
que después de enumerar sus
múltiples cargos, títulos y
condecoraciones, terminaba
enunciando: Ruegan a sus
amigos se sirvan encomendar su
alma a Dios y asistir a la
conducción del cadáver que
tendrá lugar el día 18 del actual
–octubre de 1898– a las once de
la mañana, desde la puerta
exterior de la estación del Norte
al cementerio de la Sacramental de San Justo.
¡Más de un año nos costó
encontrar su tumba! La mala
suerte hizo que la
informatización que se ha
realizado en dicha Sacramental
(como en todos los cementerios de Madrid) y que abarca desde 1848 hasta
nuestros días, se olvidaran de nuestro escritor y político, teniendo que
recurrir a la paciencia y a la ayuda de su Director-Gerente señor Pino, para
que con su permiso y guía, consultar nosotros ficha a ficha con los apuntes
manuales que se hacían por aquellos años de finales del siglo XIX.
Pero el resultado de nuestro esfuerzo nos recompensó de manera
equívoca; si bien el lugar de su enterramiento no dejaba lugar a dudas, el
humildísimo nicho fue hace muchos años dañado por las filtraciones del
agua de la lluvia y por el abandono de tan antiguas galerías, habiendo
perdido muchos de los enterramientos sus lápidas originales. Un posterior
arreglo de las galerías motivada por la construcción de nuevos nichos han
adecentado el lugar, pero sin que se hayan repuesto sus antiguas y
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arruinadas lápidas, ni señalado a quién pertenecen cada nicho. Fue el
mismo director del citado cementerio quien amablemente nos acompañó en
esta ocasión para certificar, documento en mano, la certeza de la propiedad
del nicho.
Vicente Barrantes, el gran bibliófilo extremeño, ha sido olvidado por
todos, y así permanecerá si nadie lo remedia, hasta su completa
desaparición. Creemos, y no estamos muy alejados de esta verdad, que
desde 1898, fecha de su enterramiento, hemos sido los únicos extremeños
que aunque sea por motivos tan peculiares como es el de fotografiar su
tumba, nos hemos acercado hasta tan olvidado lugar.
Sin embargo, y este es el segundo motivo de este trabajo literario,
quisiéramos públicamente dar a conocer dicho lugar de enterramiento a la
espera de que posibles investigadores alienten a las autoridades extremeñas
a recuperar dignamente sus restos, o su lugar de enterramiento, como un
último homenaje a quien tanta gloria dio a Extremadura, su tierra y la
nuestra.
Vicente Barrantes Moreno
Sacramental de San Justo
Nicho de Adultos, fila 6, nº 9, 3ª sección
Patio de Santa Gertrudis
El mejor homenaje que nosotros podemos ofrecerle a un personaje
tan contradictorio en lo personal y político, como importante para la
Historia de Extremadura, serán las palabras de su amigo don Antonio
Cánovas del Castillo: Su amor al saber, su laboriosidad incansable, su
afanosa y discreta curiosidad, su modesta, sincera y constante profesión en fin, de un hombre de letras.
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Bibliografía de Vicente Barrantes
Poesía
Baladas españolas, Madrid: Imp. de Julián Peña, (1853, segunda
edición 1865 con un prólogo de Luis de Eguílaz y un artículo crítico
de Agustín Bonnat). Reeditado por Gregorio Torres Nebrera,
Badajoz: Carisma Libros, 1999.
Días sin sol, (1875) poesías filosóficas; incluye una carta de Antonio
Trueba.
Epistola religiosa y social dirigida al... Fr. Zeferino González
Badajoz, 1873 (José Santamaría y Navarro)
San Pedro de Alcántara: cristiano romance en que se refiere la vida
y virtudes del extático varon, Madrid, 1880 (Imprenta de la V. é H.
de D. E. Aguado)
España vencedora: poesía. Madrid, 1860 (imprenta y litografía de J.
J. Martínez)
Narrativa
Juan de Padilla Madrid, t. I, 1855; t. II, 1856 (Imp. de Ramón
Campuzano), novela histórica.
Siempre tarde, Madrid, 1852 (C. González), novela original,
reimpresa en Madrid (Imprenta de Alhambra y Compañía) 1862.
La viuda de Padilla Madrid, 1857 (Impr. de Gabriel Alhambra),
novela histórica.
Narraciones extremeñas Madrid, 1873 (Imp. de J. Peña)
Cuentos y leyendas Madrid, 1875 (P. Núñez)
El veinticuatro de Córdoba narración popular, Córdoba, (Imp. y lib.
de D. Rafael Arroyo), 1859.
La querida del soldado, Nueva York, colección Novelas de La
Crónica (1848-1851)
Un suicidio literario. La joven España.
La corte de los poetas. Novela histórica del año 1619.
Don Rodrigo Calderón. Novela histórica, folletín, publicado en La Ilustración, 1851-1852.
Teatro
Con Cándido Barrios, Laura de Monroy, o Los dos maestres Madrid:
Vicente de Lalama, 1850.
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Sobre Extremadura
Catálogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles,
impresos y manuscritos, que tratan de las provincias de
Extremadura, así tocante a su historia, religión y geografía, como a
sus antigüedades, nobleza y hombres célebres, Madrid: Imprenta y
Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1863, 1865
Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura, (Madrid:
Estab. Tip. de Pedro Núñez, 1875-1877), 3 vols., reimpreso en
Badajoz: Institución Pedro de Valencia, 1977 y reeditado con las
notas de Barrantes a su ejemplar en Mérida, 1999.
Índice de la Biblioteca extremeña Madrid, 1881 (Imp. de "El Mundo
político")
Barros emeritenses: estudio sobre los restos de cerámica romana:
que suelen hallarse en las ruinas de Mérida Madrid, 1877 (Imp. de
T. Fortanet)
Las Jurdes y sus leyendas: conferencia leída en la Sociedad
Geográfica de Madrid la noche del 1o de julio de 1890 Madrid,
1891 (Establecimiento tipográfico de Fortanet). Impresión facsímil
Valladolid: Editorial Maxtor, 2001.
Nota final sobre Las Jurdes (S.l.: s.n., 1893)
La Virgen de Guadalupe y las mujeres extremeñas Badajoz: La
Económica, s. a. (tip. de Rodriguez y compañía)
Sobre Filipinas
La instrucción primaria en Filipinas de 1586 a 1868 (sin año, sin
cuna de imprenta, en la página 8 se dice 1869)
Apuntes interesantes sobre las Islas Filipinas que pueden ser útiles
para hacer las reformas convenientes y productivas para el país y
para la nación escritos por un español de larga experiencia en el
país y amante del progreso Madrid, 1869 (Imp. de El Pueblo)
El teatro tagalo Madrid, 1889 (Tip. de Manuel G. Hernandez)
Guerras piráticas de Filipinas: contra mindanaos y joloanos
Madrid, 1878 (Imp. de Manuel G. Hernandez). Reimpreso en 2004.
Otros ensayos y escritos
La joven España: folleto dedicado á la Asamblea Constituyente
Madrid: Libr. de Cuesta, 1854 (Imp. de Julian Peña)
Viaje electoral, hecho con la bolsa a cuestas y el cuerpo molido á
palos, por Barvic á los infiernos del sufragio universal Madrid, 1872
(Imp. Viuda e hijos de Galiano)
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Plutarco de los niños: libro de lectura para las escuelas de
instrucción primaria, Madrid: 1857 (Imprenta de Julián Peña);
Madrid, 1861 (Establecimiento lito-tipográfico de J.J. Martínez);
Manila, 1868 (Imp. de Ramírez y Giraudier), declarado libro de
lectura para las escuelas de instrucción primaria de niños y niñas;
Madrid, 1876 (Tip. de G. Estrada, Ca); Madrid: Establecimiento
tipográfico de P. Nuñez, 1876, 1877 y 1882; y Madrid: Librería de la
Viuda de Hernando y C.ia, 1890 y 1896.
Discurso leído ante la Academia de la historia en su pública
instalación en la casa del nuevo legado por el Excmo. Sr. Vicente
Barrantes... el día 21 de junio de 1874 Madrid: Academia de la
Historia, 1874 (Imp. de José Rodriguez).
La línea recta: carta a S.A. el Regente de España Madrid, 1869
(imprenta de los señores Rojas)
Cursos seguidos en la Universidad de la Vida Madrid, 1867 (Imp. de
E. Aguado)
Bibliografía sobre Vicente Barrantes
Bernal, José Luis.- Nota al publicación del facsímil del Aparato
Bibliográfico por UBEx, 1999.
Cortijo Valdés, Antonio.- Biografía del Excelentísimo Sr. D. Vicente
Barrantes, Académico de la Historia y Cronista de Extremadura
Madrid, 1873 Julián Seña, 1ª edición.
Cossío, José María.- Cincuenta años de poesía española, 2
volúmenes, páginas 189-191, Madrid, 1960.
Ferreras, Juan Ignacio.- La novela en España. Catálogo de novelas y
novelistas españoles. Siglo XIX. Madrid: La Biblioteca del Laberinto
S. L., 2010.
Grande Quejigo, Francisco Javier.- La aportación de Vicente
Barrantes a la historia de la literatura extremeña, en Ponencia V
jornadas bibliográficas “Bartolomé José Gallardo”, Campanario,
Badajoz, diciembre 1998.
Lama, Miguel Ángel.- Introducción y Notas al facsímil del Aparato
Bibliográfico, UBEx, 1999.
Marqués de Sieteiglesias.- Real Academia de la Historia. Catálogo
de sus individuos. Vicente Barrantes Moreno. Noticias sacadas de su
archivo, Artegraf, tomo I, páginas 16-21, Madrid, 1981.
Muñoz Gallardo, Juan Antonio.- Páginas biográficas sobre
Barrantes, en Revista de Estudios Extremeños, 1972.
Pecellín Lancharro, Manuel.- Vicente Barrantes Moreno, en
Gazetilla de la UBEx, nº 2, octubre 1992, páginas 2-3.
16
- Literatura en Extremadura, tomo II, páginas 99-114.
Ramiro Chico, Antonio.- Vicente Barrantes Moreno. Historiador de
Extremadura, en Revista Guadalupe, nº 753, año 1998, páginas 24-
33.
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