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8/19/2019 Vicente Huidobro y Lo Nuevo Como Categor
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Vicente uidobro
lo nu vo
como
categoría estética
ntonio
astilla erezo
El poeta tiene u pensamiento nue
vo; tiene una experiencia nueva para
desenvolver; nos dirá los caminos que
ha recorrido y enriquecerá a los hom
bres con sus descubrimientos. Pues
cada nuevo periodo requiere una nue
va confesión, otro modo de expresión,
y el mundo parece que espera siempre
su poeta.
R. W. EMERSON; El poeta .
El hecho nuevo, creado por el artista,
he ahí lo que nos interesa; y su estu
dio, junto
al
estudio de su origen, cons
tituye la estética o teoría del arte.
v
HUIDOBRO; La creación pura .
n
las siguientes páginas nos proponemos examinar
el
papel que la categoría de 10 nuevo desempeñó en la
configuración de la poética de Vicente Huidobro (1893-
1948). Para ello, hemos recurrido sobre todo a los ma
nifiestos, entrevistas y demás textos teóricos de nuestro
autor, en los cuales la alusión a dicha categoría
es
par-o
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LITERATURA LATINOAMERICANA
ticularmente explícita. Creemos que hay en Huidobro
l
una permanente apuesta por la creación
de lo
nuevo
bautizada en
su
momento
con
el
nombre
de
creacionismo ) que confiere unidad, no sólo a toda
su producción poética, sino incluso al conjunto
de
su
pensamiento. Al afirmar esto, nos distanciamos de la
posición sostenida por René de Costa, para quien el
creacionismo pasó a la historia como un momento
-breve y fulgurante-
en
la dilatada trayectoria de
Huidobro , y nos aproximamos a la manifestada por
Iván Carrasco Muñoz, cuando escribe que La perdu
ración del creacionismo a través de la obra huidobriana
se
perfila con mayor claridad
si se
observa en relación
a los tres tipos de textos que constituyen sus últimos
poemas, que siguen
de
modo diferenciado, pero seguro
y estable, el proyecto global del autor
.
2 Dicho·pro
yecto consiste, ante todo, en una teoría acerca
de
la
esencia de la poesía, pero se prolonga, de un lado, en
una determinada concepción de la modernidad y, de
otro, en una forma muy particular
de
entender la con
dición humana. Las secciones en que hemos dividido
nuestro artículo
se
ocupan
de
estos tres grandes temas
del pensamiento huidobriano por separado, pero sin
renunciar a mostrar las múltiples conexiones existen
tes entre ellos.
I René De costa, Introducción. Criterio de la edición
y
esbozo
biográfico de Huidobro , en Huidrobo, Vicente; Poesía
y
poética,
Madrid, Alianza, 1996 , p. 14.
2 Iván Carrasco Muñoz, Últimos poemas: la voz que no de
crece , en Huidobro, Vicente ; bra poética (en lo suces
iv
o, o . ,
Madrid, LLC xx, 2003, p.
15
49.
VICENTE HumOBRO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA
ES
TÉTICA
a poesía o el drama de la representación
Huidobro
fue,
ante todo, el defensor a ultranza
de
una
determinada concepción de la poesía, según la cual en
ésta
se
halla en juego nada menos que un elemento
decisivo para la redefinición
de
las relaciones del ser
humano con
el
mundo, con sus semejantes y consigo
mismo. Para esta poética, conocida habitualmente por
el nombre de creacionismo , la poesía
es
la opera
ción que posibilita la transformación de dichas relacio
nes. De ahí que no pudiera aceptar la concepción
habitual (en su época, pero también desgraciadamente
en la nuestra) de la poesía, según la cual ésta no
es
sino
un género literario entre otros, reconocible por la pre
sencia
de
cierto número
de
rasgos externos (métrica,
estrofa, rima, etc.) sin relación alguna con dicha trans
formación. Y sin embargo, para Huidobro la poesía no
es
el fundamento al que debe remitirse cualquier otra
.actividad humana, ni siquiera cualquier otro juego
de
lenguaje , para hallar su justificación o su causa pri
mera sino más bien su horizonte, esto
es,
el límite últi-
mo hacia el que apuntan todos nuestros actos y nuestras
palabras,
yen el
que incluso la distinción entre
el
mun
do y nosotros mismos
se
torna problemática. ¿En qué
consiste ese elemento presente en la poesía que
le
per
mite plantear esa des-fundamentación
de
la acción y del
pensamiento? Tendemos a creer que
los
actos y
las
pa
labras tienen en común
el
hecho
de
que alguien
los
rea
liza o profiere, y que es así por cuanto ese alguien
persigue, consciente o inconscientemente, conser,:,ar o
modificar por medio de tal acción o uso del lenguaJe un
estado
de
cosas determinado. La distinción entre
el su-
jeto y el objeto, entre el alguien y el estado
de
cosas,
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LITERATUR A LATINOAMERICANA
subyace, pues a nuestra forma de entender la relación
entre la acción y
el
lenguaje,
la
cosa y la palabra,
el
mun
do y nosotros mismos.
La epistemología moderna, como es sabido, ha lla
mado representación a la relación
de
conocimiento
que un sujeto mantiene con un objeto cualquiera. Ahora
bien, si conocer
es
representar, entonces al indagar en
qué consiste el conocimiento no hacemos otra cosa
que representamos en qué consiste toda representación.
Esta peculiar situación, en la que hacemos y, por 10
tanto, damos por sentada la legitimidad de hacer) jus
tamente aquello que
se
trata de investigar, y de cuya
legitimidad por tanto no podemos estar seguros, no
sería tolerable para el epistemólogo si no se estable
ciera una distinción entre las representaciones particu
lares, es decir, aquellas cuyo objeto no es la naturaleza
misma de la representación en general, y esa suerte de
meta-representación que pretende ser una respuesta
válida a preguntas del tipo ¿qué es la representación?
o ¿en qué consiste conocer? . Todo este procedimien
to encierra, sin embargo, la siguiente contradicción: sien
do la meta-representación también una representación
particular,
es
decir, concreta o determinable, debería
hallarse al mismo 'nivel que todas las demás represen
taciones, con independencia de que su objeto sea o no
la representación misma, y no a otro nivel, establecido
artificialmente por la propia representación, cuya na
turaleza entonces damos por supuesto. Pues bien, re
sulta que la distinción que hemos descubierto entre las
representaciones particulares y la meta-representación
es
solidaria con aquella otra que
se
establece entre los
objetos y el sujeto, dado que en esta última
se
ignora,
al modo en que
se
ignoraba la naturaleza particular
de
VICENTE HUIDOBRO LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
la meta-representación en la distinción anterior, el he
cho de que todo sujeto
es
por principio también
un
objeto (al menos posible) de conocimiento para otros
sujetos, por
10
que no cabe concebirlo como algo cerra
do o acabado, sino únicamente como una entidad en
permanente proceso de (trans)formación. El plantea
miento epistemológico se funda pues, sobre la base
de las dos distinciones mencionadas, la que
se
postu
la entre las representaciones particulares y la meta
representación, de un lado, y la que
se
establece entre
los objetos concretos y
el
sujeto abstracto, de otro.
Para dicho planteamiento, toda acción (incluiremos
en este término, en
10
sucesivo, tanto nuestros actos sen
sorio-motrices como nuestros usos del lenguaje) es
posterior a la existencia
de
un sujeto que actúa; ahora
bien, ya hemos visto que, dado que el sujeto es también
un objeto en algún sentido, debe estar constantemente
(trans)formándose
o,
en otras palabras, que la acción
forma parte de su propia constitución en tanto que suje
to, y no es, por consiguiente, tan sólo la acción de un
sujeto previamente constituido. Frente al concepto .
de
acción que se halla implícito
€n
los presupuestos del
planteamiento epistemológico existe, entonces, otra
concepción para la cual 1) la acción ( drama , en grie
go antiguo)
es
previa a la constitución de los objetos
y,
en particular, de los sujetos,
2)
la distinción entre obje
to y sujeto, por
10
anterior,
se
difumina, y 3) también la
L
distinción entre representación concreta y meta-repre-
sentación general, en tanto que solidaria
de
la estable
cida entre objeto y sujeto, se disuelve. En suma, frente
a la concepción teórica théoros
es,
de nuevo en griego,
el nombre que designa a aquel individuo que
se
man
tiene a distancia de una situación para poder captarla y
que, consiguientemente, establece
por
principio una
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LITERATURA LATINOAMERICANA
distinción entre dicha situación y
él
mismo) de la re
presentación, propia de la epistemología, existe una
concepción dramática (en el sentido etimológico del
término) de la misma, propia -según Huidobro-
de
la
poesía.
El poeta representa
el
drama angustioso que se realiza entre
el mundo y
el
cerebro humano, entre
el
mundo y su repre
sentación. El que no haya sentido el drama que se juega
entre la cosa y la palabra, no podrá comprenderme.
3
Tanto la poética como la poesía
de
Huidobro parti
cipan de esta concepción dramática de la represen
tación, la cual pone en cuestión las distinciones entre
objeto y sujeto, de un lado, y entre representación con
creta y meta-representación general, de otro. Ahora
bien, la poesía como drama de la representación no
sustituye las dos distinciones fundamentales de la epis
temología por otras, digamos, más adecuadas ;
10
que
niega es en pocas palabras,
la
legitimidad misma
de
todo fundamento, esto
es
del hecho de suponer la exis
tencia de instancias bien determinadas, defmitivamen
te formadas en la base
de
todo nuestro conocimiento
de la realidad. Como vimos,
si
tal fundamento resulta
imposible es porque, de existir, debería pertenecer a un
nivel distinto al de nuestras representaciones concre
tas, al tiempo que, por
el
mero hecho de ser conocido
por nosotros, es una representación concreta como to
das las demás; es decir, porque se halla implícita en él
la aceptación de una distinción aún más profunda e
3
La poesía , en
O.
P. p.
1297, 46-49.
V ICENTE H UIDOBRO LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
importante que las anteriores, a saber: la distinción entre
un dominio trascendente (en
el
que
se
situarían, de una
parte, la meta-representación como entidad general y,
de otra,
el
sujeto abstracto) y un dominio inmanente
(esto
es
,
el
de las representaciones particulares y los
objetos concretos). Así pues, la sustitución de estas dos
distinciones aparentemente fundamentales por otras no
cambiaría las cosas, pues dejaría intacta la distinción,
aún más profunda, entre lo trascendente y
10
inmanen
te
entre
el
fundamento y lo fundado, entre la Idea y
sus concreciones espacio-temporales. Por este motivo,
no
se
trata para Huidobro
de
sustituir a Dios (que para
la tradición metafisica occidental constituye
el
funda
mento último y trascendente
de
todo 10 real) por otra
figura que vendría a ocupar su lugar, sino
de
concebir
una acción y un lenguaje des-fundamentados, es decir,
que no remitan a una distinción entre
10
trascendente
y
10
inmanente como criterio último de validez. Cree
mos que esto
es 10
que nuestro autor intenta poner de
manifiesto en los siguientes versos de Altazor: Abrí
los ojos en el siglo / n que moría el cristianismo /
Retorcido en su cruz agonizante /
Ya
va a dar
el
últi
mo suspiro / ¿Y mañana qué pondremos en el sitio
vacío? / Pondremos un alba o un crepúsculo / ¿Y hay
que poner algo acaso? 4 Nada esencial cambiaría, efec
tivamente, en nuestra experiencia si en
el
lugar de Dios,
colocásemos al ser humano, o al Sujeto abstracto, pues
la distinción entre éste y los objetos concretos
se
ba.sa
en la misma dicotomía entre trascendencia e inmanen
cia sobre la que
se
sustentaba la idea de Dios. Por lo
4
.
p.739, 99-105 .
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I I
LITERATURA LATINOAMERICANA
mismo, tampoco hay en Huidobro una apuesta decidi
da por
el
mal ( No hay bien no hay mal ni verdad ni
belleza , dice uno de los versos más célebres del Can
to 1 de Altazor)5 como contrafundamento opuesto a la
bondad divina; no coincidimos pues, con Óscar Hahn,
(así como con otros críticos de similar opinión), cuan
do señala que Huidobro desaloja a Dios y a Jesucris
to, figuras patriarcales de la iconografia cristiana, y
las reemplaza, respectivamente, por el creador de mun
dos verbales o 'pequeño dios', y por el Anticristo .
Contra esta afirmación hay numerosos testimonios en
la obra de Huidobro, de
los
que
el
más significativo
se
halla, una vez más, en Altazor:
Que Dios sea Dios
O Satán sea Dios
O ambos sean miedo nocturna ignorancia
Lo mismo da . 7
Lo que define, en última instancia, a todo funda
mento último
es
el hecho
de
que es abstracto, y por
10
tanto ajeno a la materia, al espacio; pero esto, sin em-
5 D.P p.736
13
.
6 Óscar Hahn,
Vicente Huidobro
o
el atentado
celeste Santiago, LOM
Ediciones, 1998, p. 52. En este mismo sentido, léase también
Corva1án, Octavio; Huidobro, el satánico , en
Modernismo
y van-
guardia. Coordenadas
de
la literatura hispanoamericana del siglo
xx
Nueva
York, Las Americas Publishing Company, 1967, pp. 95-105, YBehar,
Henri, Vicente Huidob ro y la cara del mal , en Sobre el teatro Dadá
y
surrealista
Barcelona, Barral Editores, 1971, pp. 319-323.
7
O.P
p.
749,436-439.
VICENTE
HumO RO
y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
bargo, no 10 define por completo, ya que nuestros sen
timientos y pensamientos también son inmateriales e
inespaciales y no se confunden, sin embargo, con di-
cho fundamento, sino que se sostieneñ sobre él en la
misma medida en que 10 hace todo 10 demás. Tal fun
damento se distinguirá, por consiguiente, no sólo de
los cuerpos, sino también de todo sentimiento y pen
samiento, por el hecho de ser ajeno al tiempo (este
úl-
timo inherente a la sensación interna, como supo ver
Kant) y se postulará, así, como eterno e invariable, aje-
no a toda novedad, a toda modificación, a todo deve
nir.
Ahora bien, dado que hemos definido la poesía
como aquella operación por medio de la cual intenta
mos representar el drama de la propia representación
sin recurrir para ello a ningún fundamento trascenden
te, no habrá para el poeta nada que pueda considerarse
eterno; para éste, en efecto, todo cuanto existe ha sido
creado (esto
es,
ha sido nuevo) alguna vez, y la crea
ción de 10 nuevo
es
el único proceso del que todos los
seres participan en uno u otro momento. La poesía no
opera, pues, por medio del modelo de
la mimesis,
de
la
•
imitación de
10
ya existente, porque éste remite a
10
ya-existente-desde-siempre-y-para-siempre como a su
fundamento último. En lugar de eso, Huidobro define
la poesía como un proceso de creación de 10 nuevo,
es
decir, de 10 que nunca puede legítimamente reclamar
para sí
el
lugar del fundamento trascendente, el cual
sería por definición eterno e inmutable. Ahora bien,
nuestro autor quiere dejar muy claro que 10 nuevo
(o
10
inhabitmil , como en ocasiones llama a esta cate
goría) no
es
un concepto que se aplique de modo ex-
clusivo a objetos ya constituidos y bien delimitados,
sino que en rigor
es
el
proceso mismo por
el
que se
esta-
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LITERATURA LATINOAMERICANA
blecen entre tales objetos relaciones distintas a las que
nuestros hábitos (de origen ciertamente pragmático, pero
que apuntan, en la medida en que
se
pretenden estables
hacia un fundamento último a-temporal)
les
han
m p u e s ~
too
Así, en uno de sus manifiestos, escribe Huidobro 10
siguiente:
Un poema debe ser algo inhabitual , pero hecho con ele
mentos que manejamos constantemente, con cosas que es
tén cerca de nuestro pecho, pues si el poema inhabitual está
compuesto de elementos también inhabituales, nos asom
brará en lugar de conmovernos.
8
En
las páginas que siguen, intentaremos defender la
idea
de
que esta defmición de la poesía como drama
de la representación vinculado no ya a la creación de
objetos nuevos, sino a la composición, esto
es,
al esta
blecimiento de nuevas relaciones entre objetos: com
porta una determinada experiencia tanto de 10 exterior
como de 10 interior, tanto de los objetos como de los
sujetos, tanto del mundo (que, en la medida en que no
, nos referimos a
él
desde la perspectiva de la eternidad
sino desde la del devenir, no
es
otra cosa que
el m u n ~
de nuestros días, o también la modernidad ) como del
hombre
o,
más exactamente, del individuo contingente
e inestable que somos.
8 El creacionismo , en G.P p 1340,84-88.
VI
CENTE
HUIDO RO
y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
odernidad como creación de lo nuevo
vs
modernidad
como
época de
l
centralidad
del sujeto
La tesis de Huidobro acerca de la poesía corno compo
sición de 10 nuevo, por contraste con aquella otra que
apostaría por la introducción de objetos nuevos en
el
poema, contiene, corno hemos anticipado,
una
tesis
acerca de la modernidad. Huidobro identifica en el
futurismo de Marinetti a esta otra estética, contraria a
la suya, para la cual la novedad de los elementos acep
tados explícitamente por
el
poeta sería más importan
te
que la composición poética misma,
es
decir, que las
relaciones inhabituales establecidas entre dichos ele
mentos en
el
poema. Tres son las objeciones básicas
que
el
poeta chileno lanza contra la estética futurista :
En primer lugar, corno hemos visto, ésta surge de una
confusión entre los dos planos a los que la categoría de
10
nuevo parece aplicarse,
el de
los objetos y el de la
composición o la creación. Segundo, resulta extremada
mente pretencioso reclamar
el
estatuto
de
novedad no
sólo para
los
objetos producidos por la maquinaria
mo-
derna, más rápida, capaz
de
ejercer una violencia mayor
sobre la materia que ninguna otra tecnología inventada
por
el
hombre, sino incluso para esa misma rapidez y
vio-
lencia. Y ello porque, de un lado, la novedad de los obje
tos producidos por la máquina
es
discutible: la mayor
parte
de
las
veces,
10 que la máquina permite
es
hacer
más deprisa y con un menor esfuerzo (que resulta de la
violencia a la que
se
ha sometido previamente a la ma
teria) objetos ya conocidos; pero también, porque can
tar a la rapidez y a la agresividad por medio
de
las cuales
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LITERATURA LATINOAMERICANA
la máquina moderna produce objetos tampoco
es
pre
cisamente algo nuevo, como señala Huidobro en la si
guiente frase, perteneciente a un manifiesto de 1925
titulado Futurisme et machinisme Cantar a la guerra, a
los boxeadores, a la violencia, a los atletas, es más vie
jo que Píndaro .9
La tercera observación a este respecto puede plan
tearse
en
los términos de
una
sospecha: siendo discuti
ble tanto la novedad de los objetos modernos como de
la velocidad y la violencia que intervienen en su produc
ción,
¿es
sólo por una confusión entre el plano de los
elementos y el de la composición de los mismos que
surge
una
estética como la de Marinetti? Según Huidobro
no es así, creemos que en gran medida porque una con
fusión semejante es fácil de eliminar. Lo que se oculta,
y he ahí justamente lo que nuestro autor quiere denun
ciar, tras esta concepción futurista de lo nuevo,
no
es
más que
un
sueño imperialista , 1 esto
es
el deseo de
imponer la voluntad del sujeto a los objetos, de hacer de
la representación una representación de objetos para un
sujeto. El peligro en este punto reside en que, al colocar al
sujeto como centro
de
todas las representaciones, hacien
do de todos los objetos de la experiencia objetos
para un
sujeto, el sujeto mismo tiende a ignorar su condición de
objeto (al menos posible) de conocimiento para otros su
jetos, con lo que
no
sólo los objetos, sino también todos
los demás sujetos, deben ser objetualizados, es decir, so-
9 En o P. p. 1347,59-60. La traducción de este fragmento, así
como la de todos los fragmentos pertenecientes a este manifiesto,
es
nuestra.
lO
Ibidem pág. 1346,
12.
VICENTE HumOBRO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
metidos por el sujeto único de la representación, que en
lo sucesivo intentará imponerles su voluntad del mis
mo modo
que ya lo hiciera previamente
con
el resto
de los objetos. Son conocidas las consecuencias ideo
lógicas que esta percepción de la modernidad tuvo
en
el caso de
Marinetti,
quien acabó adscribiéndose
entusiásticamente al fascismo, el cual para él encarna
ba
los valores de agresividad y rapidez propios de la
época moderna.
Dicho
esto, queda claro que
no
pode
mos coincidir con
una parte de la crítica que, contravi
niendo las declaraciones del propio poeta, se empeña
en interpretar las alusiones a los objetos modernos pre
sentes en su obra como un síntoma de su profunda
aceptación de los principios del futurismo, entendien
do sus declaraciones en contra de la estética de dicho
movimiento como una superficial diatriba cuyo obje
to
no
sería otro que la voluntad narcisista de diferen
ciarse y de autoafirmarse frente a todas las tendencias
de la vanguardia literaria de
su
época.
Como
ejemplo
de esta interpretación
con
la que no comulgamos, cita
mos a continuación el siguiente párrafo que Norma An
gélica Ortega incluye
en
su libro Vicente Huidobro
Altazor y las vanguardias
Tanto en la idea del paracaídas como en la de los diversos
elementos que aluden a la modernidad, Huidobro rinde cul
to a los principios futuristas al ponderar la tecnología, el
paracaídas, sobre elementos tradicionales de la literatura, o
de su propia inventiva: celebra la máquina del mismo modo
que los manifiestos de Marinetti lo habían formulado.
11
11 Norma Angélica Ortega, Vicente Huidobro Altazor
y
las van-
guardias
México,
UNAM,
2000, pág.
138.
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LITERATURA LATINOAMERlCANA
Ante esta aseveración, nos parece conveniente rea-
lizar,
al
menos, tres observaciones: Primera,
el
futurismo
no tiene la exclusiva en
1
que a ensalzar los productos
de la modernidad se refiere, razón por la cual el argu-
mento que sostendría que, por el mero hecho
de
hacer
aparecer en uno o varios de sus poemas la Torre Eiffel,
los aeroplanos o cualquier otro objeto característico de
la era moderna, un poeta sería futurista, resulta inacep-
table. Segundo, Huidobro nunca pretendió negar al poe-
derecho a mencionar tales objetos, sino que
le
msto a no abusar de ellos y sobre todo, a distinguir el
plano de la composición, en el que
se
halla en juego
el problema de 1 verdaderamente nuevo, del de los
elementos explícitamente mencionados en el poema.
Huidobro se mostró muy claro a este respecto en nu-
merosas ocasiones, y en particular en el último párrafo
de Futurisme
et
machini
sm
e,
que citamos íntegramente a
continuación: Esto no quiere decir que no se deban
usar términos del maquinismo actual. Quiere decir que
es preciso no abusar y sobre todo no creerse moderno
por otra razón que por la base fundamental de nuestra
poesía .
12
La tercera observación que proponemos
entronca con problemas filosóficos más profundos y
merece, por ello, una exposición más detallada. A ella
dedicaremos el resto
de
este apartado.
La contraposición entre las dos estéticas a las que
hemos aludido, la creacionista y la futurista, represen-
tadas respectivamente por Huidobro y Marinetti, com-
porta a nuestro juici.o una nueva éontraposición, esta
vez entre dos lecturas bien distintas de la modernidad
que han sido objeto de un desarrollo filosófico al
12
n
o
P.
pág.
13
48
. 7
8-
81.
V ICENTE H UIDOBRO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
nos entre fmales del siglo
X
IX y los años previos a la
Segunda Guerra Mundial. La modernidad entendida
como la época
de
la representación
de
objetos para un
sujeto cuenta con Heidegger como principal defensor.
En su célebre conferencia de 1938, La época de
la
ima-
gen
del mundo el fIlósofo alemán definió su postura a
propósito de la representación como aquello que dis-
tingue al hombre moderno del hombre antiguo y
me
dieval vinculando la noción de 10 nuevo no tanto a
las creaciones concretas, sino a la modernidad misma
en su conjunto. Así, según Heidegger, en la antigüedad
la representación no
se
concebía como la representa-
ción
de
un objeto pa
ra
un sujeto, sino que, en ella, es
más bien
el
hombre
el
que es contemplado por 1 ente
o, dicho de otro modo, es en tanto que percibe lo
ente 13
n
cambio, siempre según este filósofo, en la
modernidad representar quiere decir traer ante sí eso
que está ahí delante en tanto que algo situado frente a
nosotros referirlo a
sí
mismo, al que se 10 representa ;
.
pero, además de por esa posición de prioridad del sUJe-
to humano, la época moderna se caracterizaría porque
es el propio sujeto quien establece dicha posición.
n
palabras del propio Heidegger, aquello que en último
término defme a la modernidad es que
el
hombre ocu-
pa esta posición 'por
sí
mismo' , en tanto que estableci-
da por él mismo, y que la mantiene voluntariamente
en tanto que ocupada por él y la asegura como terreno
para un posible desarrollo
de
la humanidad [
.
. La épo-
ca que
se
determina a partir de este acontecimiento no
13 Martin Heidegger, La época de la imagen del
mund
o , en
Caminos
de
bo
sque
Madrid, Alianza,
19
9
5
pág.
89
.
-
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LITERATURA LATlNOAMERlCANA
sólo es nueva respecto a la precedente a los ojos de
una contemplación retrospectiva, sino que
es
ella la
que se sitúa a
sí
misma y por sí misma como nueva .
14
Según esta concepción, pues, 1 nuevo no son tanto
los objetos producidos por
la
ciencia y
la
tecnología mo
dernas, como la modernidad en sí misma. Desarrollos
p o s t e r i o r e ~
de
esta teoría han defendido que, en tal caso,
la modermdad no se da sino acompañada por un dis
curso que la legitimaría presentándola, no ya como una
n.ovedad entre otras, sino como lo nuevo por excelen
CIa. En tal caso, la época moderna sería
al
mismo tiem
po un relato y la protagonista
de
dicho relato,
el
cual
no sería tanto su biografia
lo
que exigiría que dicho
relato no
se
produjera desde los orígenes de la moder
nidad, como
de
hecho sucedió -pensamos en la Ilus
tración-, sino cuando esta
ya
estaba bien avanzada)
como su propaganda. Ahora bien, dado que 1 consti
tuye para Heidegger
la
esencia
de la
modernidad es
el
hecho de que
se
postula a
sí
misma como
lo
nuevo, y
co.mo
sólo
es
cuestión
de
tiempo
el
que deje
de
consti
tUlr
una novedad,
el
optimismo
de
sus inicios no pue
de resolverse sino en una gigantesca decepción final
.
que nos mstana necesariamente a superarla esto
es
a
definir los rasgos
de
una época
p o s t m o d e r n ~
en la c ~ a l
la categoría
de
lo nuevo no podría desempeñar el papel
central y ~ s t a r í a suma, desacreditada, dando lugar
a una actItud propIa del collage que
se
caracterizaría
por revisar el pasado para mezclar, casi de forma irre
verente, sus contenidos más dispares, sus estilos y
gé-
4
Ibidem
pág.
90
.
V ICENTE H UIDOBRO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
neros más heterogéneos y aún contradictorios 1
5
En
consonancia con esta línea
de
pensamiento, Lyotard
ha denunciado el
carácter contradictorio del imperati
vo mismo de novedad, sosteniendo que éste estaría
caduco no sólo al final
de
la modernidad, sino desde
sus mismos inicios, pues dicho imperativo, lejos
de
arre
meter verdaderamente contra la tradición, fundaría una
tradición nueva, tomando esta vez como principio a
la
novedad misma.
16
Frente a esta lectura
de
la modernidad hay, cree
mos , otra que seguramente puede rastrearse en la obra
de
muchos autores, pero que nosotros expondremos
muy brevemente a partir
de
ciertas ideas de Bergson.
Cuando este autor examina, en
Maten a
y
me
mo ri
a
los
mecanismos que operan en la percepción, establece una
distinción entre dos formas
de
la misma: la percepción
habitual o automática, estructurada por la costumbre, y
la percepción atenta, que organiza en torno al objeto
percibido un circuito susceptible de ser amplificado, y
en
el
que intervienen tanto
el
objeto que va descubrién
donos a 1 largo
de
este proceso capas cada vez más
profundas
de
sí mismo, como la ,memoria del sujeto
que percibe.
En
la atención o concentración,
el
objeto
y
el
sujeto están imbricados en un mismo circuito, de
modo que no cabe hablar en rigor
de
la primacía
de
ninguno de ellos. Ahora bien, según Bergson, cada
15
Hernán Nazer, Nuevos sentidos de la oposición moderno
tradicional en
el campo
cultural
argentino , en
tt p
:
www.geocities.com / CollegePark/ S02S / mesa20b.htrn
16
Para un examen de esta cuestión, véase Marcelo Urresti, De
la conciencia moderna del tiempo a la explosión postrnodema , en
La
mo
ernidad en crisis
Buenos Aires, USA, pág . 78-79.
-
8/19/2019 Vicente Huidobro y Lo Nuevo Como Categor
10/14
LIT
ERATURA LAT IN OAMERICANA
prolongación
de
dicho proceso, cada profundización de
la atención, comporta una
nueva creación
tanto del
obje
to como de las relaciones establecidas entre éste y el
sujeto: el progreso de la atención tiene por efecto crear
de
nuevo, no solamente
el
objeto percibido, sino
los sis
temas cada vez más vastos a los cuales se pueda unir .17
Así pues, 10 que caracterizará a 10 nuevo no será
tanto
el
hecho de que nunca antes haya sido percibido
por un sujeto, como su vínculo con la atención,
es
de
cir, con un tipo específico de percepción que no
se
en
cadena en rápida sucesión con otras percepciones
apuntando hacia un determinado
fin,
al cual estarían
subordinados nuestros actos
(y
es por esta razón que
estamos de acuerdo con Saúl Yurkievich cuando aflf
ma que lt
z
or es un incomparable intento de des
trucción de la lengua utilitaria 18), sino que opera una
profundización del circuito perceptivo en el que entre
el
objeto percibido y la memoria del mismo
se
estable
cen un número progresivamente mayor
de
conexiones.
Entendida de este modo la categoría de lo nuevo la
modernidad, es decir, la época en que dicha categoría
se
convierte por fin en un objeto
de
debate prioritario,
no sería diferente por naturaleza
de la
antigüedad; en
efecto, si alguna diferencia cabe establecer entre am
bas etapas, será exclusivamente una diferencia de gra
do,
esto es, del número de las relaciones establecidas
entre los objetos y los sujetos, pero nunca una diferen-
17
Henri
Bergson, Mat eria y M emoria
Madrid
Libreria de
Victoriano Suárez, 1900, pág. l3l
18 Saúl Yurkievich, Vicente Huidobro: El alto Azor , en Fundado-
r
es
de la nu
eva
poesía
latinoa
mericana
Barc
el
ona, Edhasa, 2002, p
ág
. 81.
VI
CENTE H UIDOBRO
y
LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
cia relativa a la naturaleza de dichas relaciones ni, por
consiguiente, a la
de
los objetos o los sujetos ;xis.ten
tes en cada periodo cronológico (o, dicho en termm?s
heideggereanos, a la primacía del objeto sobre el sUJe-
to, o viceversa). . .
Ahora bien, si no cabe hablar una dU:erencIa de
naturaleza entre los objetos y los
sUjetos
antlguos y los
modernos ni tampoco a propósito de las relaciones
e s t a b l e c i d ~ s entre ellos, sino tan sólo de diferencias de
grado; habrá que concluir que la creación,de
10
nuevo
no es algo restringido a una determmada epoca, por
consiguiente destinado a ser superado
t r ~ s
la finalIza
ción de la misma, sino que es una posIbIlIdad de la
experiencia que no cabe suprimir por principio,
si n?
es
a riesgo de convertirnos en seres perfectamente
r U ~ I -
narios, previsibles y, en definitiva, carentes del mas
mínimo interés; 10 contrario, como acertadamente ha
escrito Paola Marrati en relación a un tema sólo apa
rentemente alejado del que aquí nos ocup.a, consIste
en entender la creación de
10
nuevo como mseparable
de la experiencia de la realidad en t n t ~ que mundo
que no
es
ni moderno,
n
premoderno posmoderno,
puesto que no tiene la
edad
de las e p o ~ s del se.r
heideggereano, ni de la historia humana, del Ulll
verso 9De ahí que, a nuestro juicio, el e n t u ~ l ~ s m o de
Huidobro por la modernidad deba ser r e l a t l v l ~ a d o ; y
es que si bien
es
innegable que en su obra poetlca
se
e n c u e ~ t r a n numerosas muestras de fascinación por la
modernidad, éstas no alcanzan nunca el nivel del fana-
19
Paola Marrati, Gilles Deleuze. Cine
y
filosofia Buenos Aires,
Nueva Visión, 2004, pág.34.
-
8/19/2019 Vicente Huidobro y Lo Nuevo Como Categor
11/14
LITERATURA LATINOAMERICANA
tismo que con frecuencia adoptan, por
el
contrario en
la obra
de
"1arinetti. Entre la modernidad y la anti.@e-
dad hay dIferencIas,
sí,
pero estas no son tan esencia-
les como los futuristas han pretendido hacer ver no
son d i f e r e n c i ~ ~ de naturaleza, sino únicamente de 'gra-
do. En defrnltlva, no cabe confundir 10 nuevo" con
1
0
moderno"; este último es, para Huidobro, un adje-
tivo sobrevalorado, cuyo uso reiterado denota cierta
tendencia a la superficialidad, la vulgaridad y la rutina,
aspectos que nuestro autor cree descubrir en la fasci-
nación futurista por la máquina,
de
cuya entronización
afirma que no puede resultar sino
10
moderno
de
su-
perficie, 10 moderno fácil, 10 moderno aparente, 10
moderno,
10
moderno .. 20
El hombre ladino
y
la política
"Ala ola ole ala Aladino
El ladino Aladino Ah ladino dino la"
Altazor Canto VI.
F i n a ~ m e n t e la poética de Huidobro comporta una
de-
~ e r m r n d concepción del ser humano, según la cual
este no
es
reductible a la noción
de
un Sujeto abstrac-
to, acabado y estable. Al contrario,
el
hombre
se re-
crea a sí mismo permanentemente, en virtud de la
constante mutación
de
sus relaciones con
los
seres que
le rodean. Lo nuevo, por 10 tanto, no
es
una categoría
20
o.p
pág
. 1348,
71.
VICENTE HUIDOBRO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
pertinente sólo cuando hablamos de los objetos y de la
composición poética,
que establece
vínculos
inhabituales entre ellos, sino también, y sobre todo,
cuando nos ocupamos
de
las subjetividades concretas,
de
los individuos.
En
tal caso,
10
nuevo
es
una catego-
ría estética en los dos sentidos que tradicionalmente
se
han atribuido a dicho término, a saber: de un lado,
esté-
tica es el discurso filosófico relativo a cierto tipo de
objetos, las obras de arte (sentido inaugurado por
Baumgarten en su famosa tesis doctoral);
de
otro, esté-
tica es aquella parte
de
la epistemología que
se
ocupa
de
determinar las formas
a priori
de
nuestra percepción
en general,
es
decir, las condiciones que
el
sujeto
im-
pone por principio a
los
objetos para poder percibirlos
(y aquí, como
se
habrá adivinado por la terminología,
la referencia
es el
Kant
de
la Sección 1
de
la Crítica
de
la
razón pura
titulada precisamente "Estética trascenden-
tal"). La categoría
de lo
nuevo al ser la que nos sirve
para conectar estos dos sentidos del término estética
se
revela como
el
concepto que nos permite replantear
las relaciones entre
el
hombre y cuanto
le
rodea, entre
el
individuo irreductible a la noción de Sujeto abstrac-
to y los objetos que conforman
el
mundo.
Los discursos en tomo al Hombre abstracto
se
han
caracterizado, tanto en la época antigua como en la
moderna, por constituir teorías acerca de la naturaleza
humana
es
decir de
su
bondad o maldad naturales.
.
Tanto las posturas que afirman la naturaleza perversa
del hombre (de entre las cuales, acaso la de Hobbes
sea la más conocida) como las que defienden su bon-
dad natural (Rousseau, por ejemplo) comparten la idea
de
que las categorías morales son pertinentes a la hora
-
8/19/2019 Vicente Huidobro y Lo Nuevo Como Categor
12/14
LITERATURA LATINOAMERICANA
de describir
el
fondo último de lo humano. Ahora bien,
¿qué sucederá si descartamos tales categorías en favor
de aquella otra, la categoría estética por excelencia, a
la que hemos llamado
lo nuevo
Antes de buscar los signos de una respuesta a esta
última interrogante en los escritos de Huidobro, qui-
siéramos dar un breve rodeo por el más antiguo
de
los
diálogos de Platón, el
Hipias menor
donde
se
plantea
justamente esta cuestión .
En
dicho texto, Hipias esta-
blece una contraposición entre los siguientes dos ca-
racteres humanos:
por un
lado, el hombre recto y
honesto, que para Hipias
es el
hombre superior, encar-
nado en la figura de Aquiles; por otro, el hombre astu-
to o ladino, esto
es
aquel que miente a sabiendas y con
vistas a la consecución de un fm ulterior, personifica-
do por Ulises.
En
este punto, Sócrates disiente de la
opinión de Hipias por dos motivos fundamentales:
1) Si se leen atentamente ciertos pasajes de Homero,
se llegará a la conclusión de que ni Aquiles era tan ho-
nesto, ni Ulises era tan ladino, sino más bien lo contra-
rio;
2) No
está tan claro que la honestidad sea superior
a la mentira interesada. El hombre que engaña a sa-
biendas es alguien que sabe la verdad, y que por tanto
puede o no ser honesto en virtud de lo que su voluntad
libre le dicte; en cambio,
el
hombre meramente hones-
to es
un
esclavo de la verdad, alguien que no puede
decir y
hacer
sino
10
que es verdadero.
En suma,
Sócrates considera que el tipo s.upuestamente repre-
sentado por Ulises, el del hombre astuto o ladino, es
superior al personificado por Aquiles, pese a lo cual
no se decide a suscribir plenamente la actitud del pri-
mero. Esta duda
es
expresada por Sócrates en
los
siguien-
tes términos: .. los que hacen
el
mal voluntariamente
V ICENTE UIDOBRO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA
ES
TÉTICA
y no a pesar de sí mismos, estos, digo, me parecen me-
jores que los que
10
hacen sin querer. Sin embargo, tam-
bién hay momentos en que soy de una opinión contraria;
en una palabra, me muevo de un sentimiento a otro, lo
cual demuestra que ignoro 10 que hay de ello
2 \ ¿Y
por qué Sócrates no se resigna a aceptar la conclusión
de su propio razonamiento? Porque, de admitirse que
quienes voluntariamente hacen el mal son superiores a
quienes lo hacen sin querer, los tribunales tendrían que
juzgar más severamente a estos que a aquellos , lo cual
le parece escandaloso a Sócrates. La justicia, tal y como
es
impartida por los tribunales, opera por medio de
oposiciones conceptuales (bien/ mal, culpable
li
nocen-
te etc.) y tiende, por consiguiente, a ignorar la paradó-
jica condición del hombre ladino.
Si hemos aludido a este momento de la obra de Pla-
tón, es porque creemos que nos proporciona un ele-
mento indispensable para entender, no sólo determinados
textos de Huidobro, sino incluso los aspectos más po-
lémicos de la personalidad de nuestro autor.
Para este,
21 372 d. Nos parece
qu
e es te fragmento contradice la lectura que
F P de Samaranch propone del
Hipias menor
según la
cu
al lo que en
es
te diálogo Sócrat
es
pretende
es
rea
li
zar una pru eba ind irecta
de reducción al absurdo. Si se admitía la concepción del mal co-
metido conscientemente se llegaba por lógica a una
se
rie de co n-
clu sion es casi esc
and
alosas. (Pró logo al Hipias menor en
Platón, Obras compl
et
as Madrid, Ag
uil
ar, 1
99
0, pág. 99). El lector
no encontrará, sin embargo, signos de tal prueba indirecta en el
texto
pl
atónico en cuestión, lo que era de esperar por cuanto la
reducción al absurdo es un procedimiento lógico que proporciona
a quien lo utili
za
una co nclusión singul
ar
y de validez bien d efini -
d
a
y ya hemos visto que Sócrates, en cambi
o
vacila en este diálo-
go entre dos conclusiones contradictorias entre sí.
-
8/19/2019 Vicente Huidobro y Lo Nuevo Como Categor
13/14
LITERATURA LATINOAMERICANA
en
efecto, el poeta debe crear sus propios valores,
irreductibles a
los
reconocidos por
la
sociedad debe ser
parafraseando la frase de Godard a propósito
de
la ima
gen, no un hombre justo, sino justo un hombre .
Es
así
como creemos que es preciso entender el siguiente
párrafo de la novela Pa áo el diario de Alicia M ir en el
que la protagonista, hija de un tal Alejandro Mir - que
no es sino un alter ego del propio Huidobro- pregunta a
Bertrand, un amigo de su padre, por qué este no
se
esfuerza en absoluto por ganar el pleito de divorcio en
el que
~ t á
involucrado, a
10
que Bertrand responde
como
SIgue:
Tu padre no tiene ningún interés en ganar el pleito . ¿Qué
puede importarle perderlo? ¿Qué probaría el hecho de per
derlo? A lo más probaría que la justicia o que un juez no
piensa como tu padre.
¿Y
qué? ¿Qué le importa a tu padre
no pensar como la justicia? Creo que, al contrario, estará
encantado de este desacuerdo en el modo de pensar. Tu
padre cree en su justicia, pero no cree en la justicia.
Esta actitud hacia los mecanismos sociales
de
la jus
ticia podría hacemos pensar que Huidobro defiende la
postura del individuo que, como consecuencia de un
individualismo exacerbado, da la espalda al mundo; nada
más lejos, sin embargo, del pensamiento de nuestro au
tor,
para quien la poesía, como ya advertimos, carece
de
sentido si no constituye el dominio en el que se
22
Vicente Huidobro,
Papá o el diario
de
Alicia Mir
Santiago,
Editorial Universitaria, 1996, pp. 175-176.
V ICENTE HUIDO RO y LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
replantean las relaciones entre el individuo concreto y
el
mundo. Para Huidobro,
el
político digno
de
tal nom
bre
es
aquel que aspira a crear lo
nuevo
en el ámbito
social, y es por
10
tanto un poeta. Poesía y política son,
así pues, los dos aspectos fundamentales
de
una única
operación, la creación de lo nuevo a la que Huidobro se
consagró por completo, como
10
muestra el siguiente
fragmento que extraemos de su correspondencia:
Yo siempre vivo en lo mismo, entre mis papeles y mis
libros. Con mi personalidad dividida en dos: la poesía y
la política. Algún abuelo político me tira
para
un
lado
y
algún otro abuelo o abuela me tira
para
el otro. A veces
creo haber llegado, a fuerza de meditar, a poder discernir
en
cada
acto de mi vida a qué línea de mis ancestros
pertenece.
3
La apología del hombre ladino y no su aceptación
vacilante, que encontramos en Platón) no estará com
pleta mientras el individuo, incapaz de reconocer la
necesidad de la actividad política, permanezca román
ticamente encerrado en su
torre
de
marfil.
No
se
llega,
parece decirnos Huidobro, a tener una justicia propia,
personal, sin albergar al mismo tiempo la ambición de
escapar al ámbito de 10 meramente privado, esto
es,
sin intentar contagiar de la misma a todo
el
tejido so-
cial. Además, y dado que la categoría de 10 nuevo cons
tituye simultáneamente la esencia de la verdadera
poesía y de la verdadera política, el poeta que
se
apar
ta por completo de la sociedad está condenado a
23
Vicente Huidobro, María Luisa Fernández,
Epistolario 1924
1945,
Santiago, LOM, 1997, pág.
28.
-
8/19/2019 Vicente Huidobro y Lo Nuevo Como Categor
14/14
LITER
TURA LATINOAMERICANA
malentender su propio trabajo
y
por consiguiente, a sí
mIsmo.
Hoy tenemos que luchar. El poeta que por sus an
gustias se refugia en la soledad en busca de calma, no
sólo es un desertor de la causa humana, sino además
es
un
equivocado.
No
alcanzará la serenidad. La calma
espiritual de la soledad es una quimera por la simple
razón de que la soledad no existe. El solitario vive con
frontándose a sí mismo y entonces establece en él
una dualidad devoradora, peor que toda otra confron
tación, dualidad entre el yo y
el
mí. Esa diferencia en
tre el
y
y el mí está explícitamente explicada en su
vieja metafísica hindú .
4
Todo encaja, pues, en el planteamiento de Huidobro,
y ello en
el
siguiente orden: primero, su manera de en
tender la poesía
le
lleva a concebir
de
una determinada
manera la modernidad y al ser humano; a continua
ción, el compromiso político imprescindible para la rea
lización en sociedad del hombre vincula al individuo a
su presente, esto
es
(para nosotros, hombres modernos),
a la modernidad. Poesía, modernidad y hombre son
los
tres grandes temas de la escritura huidobriana, y cada
una de las declaraciones de nuestro autor afecta simul
táneamente a estos tres dominios. Nuestra intención
ha
sido, a lo largo del presente trabajo, mostrar que
estos tres problemas están vinculados entre sí, en la
poética de Huidobro, por
o nu vo
en tanto que catego
ría estética. Sin duda, no hemos hecho sino apuntar
algunas ideas centrales de dicha poética, cuya exposi-
24
Interrogación a Vicente Huidobro , en
OP.
pá
g.
1644.
VICENTE
HUIDOBRO
LO NUEVO COMO CATEGORÍA ESTÉTICA
ción rigurosa exigiría mucho más espacio del que aquí
podemos concederle, pero pensamos que hem?s traza
do suficientemente las líneas mayores de una mterpre
tación de la misma que puede, cuanto menos, resultar
sugerente en lo sucesivo.