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BHB B^^Ük^V ^B fascículo ^J ^fl ^B^ |H ^^^ ^m Wt ^^^. I ^g^ ^^L DR. CESAR FERNANDEZ-RUIZ LA MEDICINA EN LA PINTURA /LOS PINTORES ESPAÑOLES PUBLICACIONES MEDICAS 3IOHORM. - SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA | N.° R.i B. 1023-63 | D. L.: B. 27541-63 | EDITORIAL ROCAS. - DIRECTOR: DR. MANUEL CARRERAS. COLABORAN: DR. AGUSTÍN ALBARRACIN - DR. DELFÍN ABELLA - PROF. P. LAIN ENTRALGO - PROF. J. LÓPEZ IBOR - DR. A. MARTIN DE PRADOS - DOC- TOR CHRISTIAN DE NOGALES - DR. ESTEBAN PADROS - DR. SILVERIO PALAFOX -PROF. J. ROF CARBALLO - PROF. RAMÓN SARRO - PROF. MANUEL USANDIZAGA - PBOF. LUIS S. GRANJEL - PROF IOSF M» LOPFZ PINERO - DR. JUAN RIERA - SECRETARIO DE REDACCIÓN: DR. FELIPE CID - DIRECCIÓN GRÁFICA: PLA-NARBONA

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BHB B^^Ük^V B fascículo ^J fl ^B^ |H ^^^ ^m Wt ^^^. I ^g^ ^ L

DR. CESAR FERNANDEZ-RUIZ

LA MEDICINAEN LA PINTURA/LOS PINTORES ESPAÑOLES

PUBLICACIONES MEDICAS 3IOHORM. - SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA | N.° R.i B. 1023-63 | D. L.: B. 27541-63 | EDITORIAL ROCAS. - DIRECTOR: DR. MANUELCARRERAS. COLABORAN: DR. AGUSTÍN ALBARRACIN - DR. DELFÍN ABELLA - PROF. P. LAIN ENTRALGO - PROF. J. LÓPEZ IBOR - DR. A. MARTIN DE PRADOS - DOC-TOR CHRISTIAN DE NOGALES - DR. ESTEBAN PADROS - DR. SILVERIO PALAFOX -PROF. J. ROF CARBALLO - PROF. RAMÓN SARRO - PROF. MANUEL USANDIZAGA -PBOF. LUIS S. GRANJEL - PROF IOSF M» LOPFZ PINERO - DR. JUAN RIERA - SECRETARIO DE REDACCIÓN: DR. FELIPE CID - DIRECCIÓN GRÁFICA: PLA-NARBONA

De esta edición se han separado cien ejemplares

numerados y firmados por el autor.

Ejemplar n.° # ^ & f ^

DR. CESAR FERNAN.DEZ-RUIZ

LA MEDICINAEN LA PINTURA/LOS PINTORES ESPAÑOLES/

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«EL MEDICO EVANGELISTA SAN LUGAS» ope- . . . . . . . . . - , . . .rando en la cabeza de un paciente; otros es-peran su turno; tras el Médico los libros de laciencia y sobre la mesa el instrumental opera-torio. Nótese el ambiente de respeto y seriedaddel conjunto, y la unción con que el Médicorealiza su intervención. Tabla atribuida al arago-nés JUAN DE LEV! o a su escuela. S. XV.

Museo del Prado.

Por estar en la misma línea del pensamiento del ilustre profesor CHÁVEZ, uno de los más destacados médi-cos humanistas contemporáneos, me entusiasmaron aquellas palabras suyas : «Lo peor para un médico es lamutilación espiritual, el divorcio del humanismo ; al que le falte esto podrá ser un gran técnico, un sabio en suciencia, pero por lo demás será un bárbaro en el mundo normal. El hombre no puede caer de rodillas ante la téc-nica ; tiene que saber que la superior dignidad humana dásela una cultura, y el médico debe ser más culto quesabio para poner de acuerdo la vida 3 el pensamiento, que es la esencia del humanismo. SÍ la sociedad, si la Uni-versidad siguen olvidando estos principios, somos muchos quienes estamos convencidos que, el gran progresotécnico, las grandes conquistas científicas, tendremos que pagarlas a muy caro precio; y en muy triste monedalos médicos, los enfermos y la Medicina misma».Estas bellas palabras de CHÁVEZ ratifican aquello de nuestro LETAMENDI : «Del médico que sólo sabe Medicina,ten por cierto que ni Medicina sabe».«La trascendencia del Arte en la evolución histórica de la Medicina» fue el motivo de mi discurso de ingresoen la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, en 1959. Esa importante trascendencia, me refiero al títulode mi modesto trabajo, salta a la vista si pensamos que el Arte nos enseña métodos y técnicas seculares, costum-bres y ambientes en los que la Medicina se ejercita. Concretamente, la pintura nos hizo el precioso legado de las«Lecciones de Anatomía» ya realizadas en el siglo iv, como lo demuestra la pintura hallada en una sepultura deuna catacumba romana, aportada hace pocos años por BUSCH, representando «la lección» sobre el cadáver de unniño. También están en la mente de todos los famosos cuadros de Rembrandt, Van Neck, Perrin, Gervex, in-mortalizando las «lecciones» y «las figuras» de hombres tan brillantes como los profesores TULPIUS, RUYSCH,

VELPEAU y PEHAN, respectivamente. Y, muchas más, todas ellas obras pictóricas magistrales, de un gran realis-mo, de un naturalismo auténtico.Otras veces la pintura trata temas, con enorme expresividad, sobre creencias médicas populares y anécdotas cu-riosas, o plasma etapas de la evolución del saber médico, como, por ejemplo, ida operación de la piedra de lalocura» maravillosamente interpretada por SANDERS HEMESSEN, exponente de una «picaresca médica» de todoslos tiempos que, dicho sea de paso, explota la credulidad del vulgo ignorante. O «El Dentista» (STEEN, ROM-

BOUTS, etc.) que opera ante la pública admiración del vecindario, al igual que ocurre con la «Operación en elpie»y de Teniers. . • (

Tabla de PEDRO BERRUGUETE «El Pintor deCastilla» en la Iglesia de Covarrubias (Burgos).S. XV. LOS SANTOS COSME Y DAMIÁN MÉ-DICOS en el milagro de. «injerto de la pierna»a un amputado, bello símbolo precursor de la

«cirugía de los trasplantes».

Los pintores reflejan en sus obras el contenido de las ideas médicas de una época, como, por ejemplo, lo haceTeniers en «El alquimista». Aparece en los famosos «Médicos de las orinas» siempre con el matraz en la manoobservado al trasluz, tema muy manejado por la escuela flamenca del siglo XVII (Godfried-Schalken, Mieris,Steen, David, etc.) y cuya colección, muy numerosa, constituye un precioso documental históricomédico. Delmismo modo que el conocido cuadro de Andrés Brouillet, mostrando una de las famosas lecciones clínicas deCHARCOT en la Salpetriére, con la espectacular presentación de los casos de histeria.En otro aspecto se produce la colaboración estrecha entre Artistas y Médicos, en la que maestros del Arte ilus-traron las obras científicas de otros maestros de la Medicina : Calcar, y quizá Tiziano, lo hicieron en la obra deVE'SALIO ; el gran Leonardo colaboró con ANTONIO DELLA TORRE ; De MUSÍS con EUSTAQUIO ; Miguel Ángel conREALDO DE COLOMBO ; y es casi seguro que Becerra ilustró la obra de nuestro JUAN VALVERDE.

Los pintores también nos han legado magníficos retratos de médicos notables, como «El Médico» de El Greco,que según MARISCAL sería el Dr. MERCADO, aunque, MARANÓN basado en Allende Salazar y en Sánchez Can-tón, cree puede ser el Dr. RODRIGO DE LA FUENTE, famoso médico de Toledo ya citado por Cervantes, y como talfigura registrado en el Museo del Prado. Asimismo, cabe recordar «El Médico de Parma» de Tiziano, al queCastiglioni identifica con el Dr. BARTOLOTTI. Y el «Retrato de Vesalio» y del mismo autor.El estupendo retrato del Dr. JOHN CHAMBERS por Holbein. «Los Doctores Boekelman y Six» de Juliaen Poolcontemplando una preparación del corazón, con sus grandes vasos. Y «El Dr. Gachet» pintado por su clienteVan Gogh, quien nos dejó también su propio «autorretrato» claramente significativo de su demencia exaltada,con su mirada aguda, fija y penetrante, amenazadoramente agresiva.Estas pinturas nos enseñan muchas cosas sobre la figura del médico : su aspecto físico, su fisonomía y atuendo,datos de indudable interés histórico para los estudios biográficos. ¡Cuánto daríamos hoy por el retrato del granCASAL, el médico ovetense descubridor de las enfermedades carenciales ! Naturalmente muestran el ambiente delejercicio médico, la actitud del enfermo frente al médico, casi siempre cubierto con artistas de su alta jerarquíasocial. Los pintores consiguen este «íntimo coloquio», tan fundamental para la buena Medicina, para el llamado«humanismo médico» ; acostumbran a expresar la confianza del paciente, el mutuo entendimiento entre los dosprotagonistas de la escena, enfermo y médico, en el que se basa y seguirá basándose el auténtico sentido de lamedicina de todas las épocas,

CARREÑO MIRANDA. Museo del Prado. LaMONSTRUA DESNUDA, tipo de obesidad dien-céfalobipofisaria, en una niña de 5 años.

S. XVII.

Estas pinturas destacan con elocuencia, junto a la solemnidad de «la visita», el respeto que el médico merecey seguramente la atención que se pone a su dictamen ; son un exponente de la comprensión del médico y de lafe del enfermo, ambas profundamente humanas.Ejemplos del párrafo anterior pueden ser «La Consulta» de Quiringk Brekelenk ; «La mujer hidrópica)) y «Elmédico de las orinas» de Gerar David; «La visita médica» y «La mujer enferma» de Mieris ; «La consulta»(mal de amor) de Schalken, etc.En el aspecto patológico, llamémosle así, la pintura nos ha legado muchas obras maestras, la mayoría de ellasde un admirable realismo, presentando los defectos o anormalidades físicas ; con otras no tan veraces al tratarde representar enfermedades funcionales. Ejemplos de lo primero son, en primer término, la serie de «Tipospatológicos» de Leonardo de Vinci, entre los cuales, desde nuestro objetivo, llaman la atención las deformidadesdel esqueleto facial, el prognatismo y el gran bocio tumoral. «El hombre del rinofima» de Ghirlandajo y deHolbein. En el (.(Retrato de Susana Fourment», la cunada de Rubens, el pintor —naturalmente allende la trascen-dencia pictórica— plasma el hipotiroidismo, a mi modo de ver, único en la historia de la pintura ; el «Retratode hombre» de Jordaens es una magnífica representación de «ía obesidad», que desborda todas las medidas ; y elmismo autor representó, perfectamente, la «Idiocia» y el «Mongolismo».En el segundo aspecto, en el de las enfermedades funcionales, estaría, a mi juicio, el cuadro de «La Transfigu-ración» de Rafael, tipo de error interpretativo y de representación de un «poseso», en el que la convulsión his-térica aparece en una actitud totalmente inadmisible ; y ello aparte de la inaceptable desproporción muscular delbrazo izquierdo.El estudio médico de algunas obras de pintores famosos permitió llegar a conclusiones importantes en su inter-pretación ; a nuestro juicio es un gran mérito del profesor LERDAT haber pretendido demostrar que algunosde los tipos de Rafael eran simples maníacos, y que los convulsos y paralíticos que aparecen en muchas pinturascélebres eran sencillamente histéricos.Es asombroso el realismo de muchas de las expresiones pictóricas, por ejemplo, en la exactitud con el colory laxitud cadavéricas de Zurbarán y Coubert ; como máximos ejemplos o ante la profunda relajación del sue-ño que vemos en Miguel Ángel, Murillo, Rembrandt, etc. «La Donna Grávida» de Rafael nos parece la máshermosa expresión de la placidez y serenidad de lá mujer gestante.Enfermedades concretas las vemos en numerosas pinturas : la Sífilis en Rembrandt ; la lepra en Holbein ; la

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«EL PIE ZAMBO» de RIBERA muestra las lesio-nes residuales de una «hemiplejía juvenil». Laparálisis de la lengua se deduce del papel es-

crito de que es portador ( 1 6 5 2 ) .

hidropesía en Gerar David ; la aplicación de ventosas, escarificaciones y sangrías, etc. ; todos los aspectos de lapatología, incluidas las heridas de guerra, las epidemias, la asistencia hospitalaria, todos fueron recogidos y recogi-das por los pintores, demostrando con ello su interés por estos temas de la vida real, expresados con un pro-fundo sentido humano.Finalmente, podemos añadir que este realismo es sorprendente cuando el pintor enfermo hace su autorretrato,precisamente para destacar el motivo patológico. En este sentido son maravillosos los autorretratos de DickKet, recientemente estudiados por el profesor V. A. KUSICK. El pintor revela allí su cardiopatía evidente, condedos en palillo de tambor, cianosis, relieves vasculares del cuello que, a juicio del citado clínico, además deuna dextrocardia confirmada, sería una probable «tetralogía de Fallóte ; más adelante aludiré al impresionanteautorretrato del Goya enfermo.Podríamos engrandecer las citas, pero como nuestro intento, asimismo, en cierto modo era centrar la cuestión enla pintura española, a continuación, pues, nos referiremos a la misma.Velázquez, en este aspecto, es inevitable citarlo. Por lo tanto, aunque en estos mismos fascículos ya fue estu-diado (Fase. VI. Noviembre - Diciembre 1964), no podemos dejar de recordar los «bufones» de la corte de Feli-pe I V : la oligofrenia de «El niño de Valle cas», mixedematoso, imbécil, tranquilo, distintamente enfermo de «Elbobo de Coria» quien, además de hacer suponer una cierta mala intención, muestra un estrabismo convergente.«Sebastián de Morra» aparece con todos los caracteres de la acondroplasia, como en «El primo». Morra, empero,plasma el introvertido y «El primo», por el contrario, una mirada viva e inteligente ; en ambos se encuen-tran las condiciones de proporción, inteligencia y sexualidad ; MARASÓN dice de ellos que son «enanos de grancabeza, listos y rijosos» ; y es muy posible que esta rijosidad —entiéndase hipersexualidad, frecuente en estosindividuos— contribuyera, en gran parte, al éxito cortesano.Velázquez y su discípulo Carreño Miranda nos ofrecen dos composiciones magníficas de «la obesidad», el primeroen «El Capitán Barro» tipo del pletórico arrogante satisfecho de su gordura, en gran parte sin duda exógena ;y el segundo en «La Monstrua desnuda» (también la pintó vestida), ejemplo de «obesidad hipofisaria», en unaniña de cinco años.Ribera pintó con mucha sobriedad, en «La Mujer Barbuda» y el «tipo íntersexual de una hipertricosis suprarre-nal». Y, muy próxima su muerte, «El pie zambo» de un ehico con parálisis de la mitad derecha del cuerpo que,RiCHER, diagnóstico de «hemiplejía juvenil».

«Autorretrato de GOYA enfermo», recoge unacrisis aguda cardiorrespiratoria con manifiestadisnea; el ilustre pintor tiene sed de aire, y elamigo y médico Dr. ARRIETA le sostiene mien-tras administra la medicina adecuada. (1820) .GOYA pintó este cuadro en agradecimiento asu médico Dr. Arrieta, quien le salvó la vidaun año antes. (Debido a amabilidad del

Dr. G. Rico Avello)

La «virilización evolutiva de un climaterio femenino» con facciones duras, varoniles y acusado bigote, lo vemosen el cuadro titulado «La Señora de Delicodo», una creación tan veraz que, la dama, con otro atuendo, podríaser muy bien un hombre.Leopoldo Cortejoso, en su libro «Tuberculosos célebres», aporta una excelente iconografía artística sobre la en-fermedad consuntiva, destacando, por su expresividad, los «retratos de Balmes.y de Eduardo Rosales» queen sus rostros llevan la marca de la enfermedad evolutiva. El propio Rosales, en su cuadro titulado «EZ enfer-mo», incluso parece querer dejar la constancia histórica de su propia tisis.Francisco de Goya, que en algunas de las figuras de los «Caprichos» hace aparecer la clásica «nariz en sillade montar», secuela de una «vieja sífilis», nos legó dos obras admirables —y de un dramatismo instructivo—en relación con la patología. «El gdrrotillo» con el cuadro clínico de la «asfixia diftérica», situación tremenda-mente angustiosa, tanto en la expresión del niño enfermo que se ahoga como en la inquietud que refleja elrostro del hombre que le asiste, manteniendo abierta la boca del niño con la esperanza de que el aire llegue a lospulmones. La otra es su propio «Autorretrato» durante «un grave paroxismo car dior respiratorio» asistido porsu amigo el DR. ARRIETA. Tuve conocimiento, de este hermoso cuadro, a través de C. Rico Avello, quien hacede él una excelente interpretación médica.El Greco, sobre quien es obvio decir cómo cuidó la expresión de los rostros en cuanto reflejo del estado aními-co, buscó algunos de sus modelos, como lo confirmó MARANÓN, entre los locos del manicomio de Toledo ; el «Re-trato de un Rey» nos ofrece la expresión típica de la demencia, tranquila en el cuadro de El Louvre y exaltadaen el del Museo Toledano (MARANÓN), pero en uno y otro «El Rey loco».Entre los pintores modernos tienen interés documental, más que valor artístico, el cuadro de Antonio Bravoen el que aparece «El Dr. Argumosa» rodeado de sus colegas del claustro de la Facultad de Madrid, a quienesexplica, sobre el cadáver, «la operación de la hernia». Aparecen figuras muy destacadas de la Medicina espa-ñola de la época. Y el cuadro de Laveron, similar al anterior, en el que el ginecólogo asturiano Dr. Bellmunt,junto con otros colegas, aparece realizando la segunda ovariectomía que se practicó en Asturias, una de lasprimeras que se verificaron en España.Finalmente, a través de la pintura los médicos han podido estudiar y seguir en varias generaciones defectosy taras hereditarias, como lo hicieron, por ejemplo, Galuppe y Florestán Aguilar, en sus curiosos estudios sobre«el prognatismo» en las familias reales. Demuestra Aguilar, de un modo especial, que el prognatismo aparece en

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los retratos de reyes y príncipes españoles a partir de Alfonso VIII de Castilla y que no procede del emperadorMaximiliano ; estigma castellano, por tanto, que no sólo se transmitió per sucesivos enlaces entre los Haubsburgosino también entre Borbones, Mediéis y Estuardos ; independientemente puede confirmarse, en el Museo del Pra-do, a través de la rica colección de retratos reales pintados por Tiziano, Velázquez, Goya, Sánchez Coello, Pan-toja y Carreño Miranda.Hemos esbozado, pues, cómo el Arte contribuye a la elaboración de la Historia de la Medicina, en múltiplesy diversos aspectos. Y hemos intentado, también, hacer hincapié en el que, la aportación de los grandes pin-tores españoles a la Historia de la Medicina, es importante y elocuente.Como dijo Peugnier, el Arte y la Ciencia son como dos momentos de una misma actividad que penetran en el se-creto de la naturaleza, prestándose mutuo apoyo. La Medicina fue poniendo, a través de los siglos, su sabery experiencia al servicio del Arte, porque, alguna parte del arte naturalista y realista, podríamos aventurar,surgió de las lecciones anatómicas.

ÉL GARROTILLO por GOYA. Es impresionanteel cuadro asfíctico de! niño y la inquietud an-gustiosa de! asistente. (Cuadro propiedad del

Dr. Marañón)