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ISSN 2308-9911 HOY Economía Mayo 2014 | Volumen 6 | Número 63 Editorial Artículos: Aumento al salario mínimo 2016, ¿cuál salario mínimo? Por: Saira Barrera y Meraris López, docentes e investigadoras del Departamento de Economía, UCA. La cuarta revolución industrial Por: Iris Alberto, docente e investigadora del Departamento de Economía, UCA. Afiche ganador del Concurso de afiche para la VI Jornada de Reflexión Económica “P. Francisco Javier Ibisate, S. J.”, “50 años de investigación económica por la dignificación del trabajo” Presentado por: José Óscar Ordóñez Marroquín, estudiante de Administración de Empresas. Abril 2016, volumen 8, número 71 Publicación bimensual

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ISSN 2308-9911ISSN 2308-9911HOYEconomíaMayo 2014 | Volumen 6 | Número 63

Editorial

Artículos:Aumento al salario mínimo 2016, ¿cuál salario mínimo?Por: Saira Barrera y Meraris López, docentes e investigadoras del Departamento de Economía, UCA.

La cuarta revolución industrialPor: Iris Alberto, docente e investigadora del Departamento de Economía, UCA.

Afiche ganador del Concurso de afiche para la VI Jornada de Reflexión Económica “P. Francisco Javier Ibisate, S. J.”, “50 años de investigación económica por la dignificación del trabajo”Presentado por: José Óscar Ordóñez Marroquín, estudiante de Administración de Empresas.

Abril 2016, volumen 8, número 71 Publicación bimensual

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Departamento de EconomíaPublicación bimensual

Universidad CentroamericanaJosé Simeón Cañas, UCA

Consejo EditorialIris Alberto,

catedrática e investigadora del Departamento de Economía

Meraris López, catedrática e investigadora del

Departamento de Economía

Saira Barrera, catedrática e investigadora del

Departamento de Economía

Edición de textosGabriela Burgos

Diseño y DiagramaciónMiguel Campos

Dirección: Boulevard de los Próceres, Antiguo Cuscatlán, Apartado Postal (01) 168, San Salvador, El Salvador

Teléfono: 2210 6600 Ext. 460 y 1013 Fax: 2210 6667Correo electrónico: [email protected] Web: www.uca.edu.sv/deptos/economia

HOYEconomía

En este número del Boletín Economía Hoy se presenta una edi-ción conmemorativa a quien en vida fuera maestro de tantas generacio-nes de economistas en El Salvador, el P. Francisco Javier Ibisate S. J.

A nueve años de su deceso, celebramos ser parte de una ins-titución que representó tanto en la vida del P. Ibisate. Consideramos que la mejor forma de conmemorar su vida es dedicar una edición que verse sobre algunos de los tópicos que él solía discutir y sobre los que escribía periódicamente.

De este modo, se puede dar continuidad a la investigación de los fenómenos económicos teniendo en cuenta no solo la mera investiga-ción sin más, sino el que la investigación económica debe centrarse en seres humanos representados en los indicadores. De allí que los resul-tados sean más que la verificación de la hipótesis: son la comprobación de la forma en la que se realiza la vida de las personas en una sociedad. Solo si se tiene presente este aspecto medular de la investigación, esta servirá como insumo para que quienes tienen la responsabilidad de en-rumbar a la sociedad por una senda más inclusiva, más sostenible, más justa, puedan efectivamente hacerlo.

Una de las características de las exposiciones verbales o escri-tas del P. Ibisate era la sencillez con la que nos hacía comprender los fenómenos económicos. Por ejemplo, en su artículo «La oración del salario mínimo: “Danos hoy nuestro pan de cada día”», publicado en Carta a las Iglesias el 30 de junio de 2003, expone:

EDITORIALUniversidad Centroamericana

José Simeón Cañas

1965-2015UCA

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Se dice que el salario es función de la ‘productivi-dad’, pero eso no es muy cierto, y basta un sencillo ejemplo. El salario mínimo del obrero industrial es $144 mensuales, y $144 es lo que cuesta dormir una noche en un hotel elegan-te. Por lo visto ¿es igual la productividad de un mes de trabajo en una industria que la productividad de una cama de hotel en una sola noche? Esto significa que hay dos géneros de vida y de remuneraciones.

Ilustra la falacia del discur-so predominante en relación a la determinación del salario mínimo y la productividad del trabajo.

La discusión en torno al sa-lario mínimo vuelve a la mesa de discusión en la sociedad salvadore-

ña. De allí la relevancia del artículo principal de este número, titula-do “Aumento del salario mínimo 2016, ¿cuál salario mínimo?”. En este, se sintetizan las propuestas en torno al salario mínimo realiza-das por diferentes sectores de la sociedad salvadoreña: sindicatos, movimientos sociales, Gobierno y empresa privada.

El escrito parte de una crí-tica a la base metodológica que con regularidad se maneja para fijar el salario mínimo. Luego se realiza una propuesta de monto de sala-rio más congruente con el criterio de inflación y de crecimiento pro-puesto por el Consejo Nacional del Salario Mínimo, la cual mejora-ría significativamente la cobertura de las necesidades de las familias.

Se suma a esta edición un comentario en torno a la ‘Cuarta revolución industrial’, tema central

del Foro Económico Mundial 2016.

Este escrito retoma la ex-presión “proceso de creación des-tructiva”, que escuchamos en las clases del P. Ibisate y leímos en más de alguna ocasión en los artículos y comentarios que él escribiera.

En un momento de ajuste, luego de la primera crisis econó-mica del siglo XXI, observamos cómo se inicia un proceso de revo-lución tecnológica que, de manera paulatina, se concilia con la dinámi-ca cíclica del capitalismo, es decir, se condiciona al incremento de la tasa de ganancia necesaria para la reproducción del capital.Para finalizar se presenta el arte ganador de la VI Jornada de Re-flexión Económica “P. Francisco Javier Ibisate S. J.”, que tendrá lu-gar en el campus de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, el próximo mes de agosto.

EDITORIAL

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Barrera, S. y López, M.

HOYEconomía

2016

Aumento al salario mínimo 2016, ¿cuál salario mínimo?

Por: Saira Barrera y Meraris LópezDocentes e investigadoras del Departamento de Economía, UCA.Correos electrónicos: [email protected] [email protected]

Palabras clave: salario mínimo, ajuste salarial, inflación, salario mínimo ajustado.

(...) el debate no debe centrarse solamente en si ha habido o no una pérdida de la capacidad de compra (que de hecho la hay), sino que debe estar enfocado, además, en si los salarios mínimos son suficientes para brindarle a esta población una vida justa y digna.

El salario mínimo es una de las temáticas en las que el padre Francisco Javier Ibisate, S. J. mostró especial interés, no solo por la urgencia de los aumentos salariales para mejorar la vida de las familias que dependen de él y por la conveniencia para la actividad económica agregada; sino también por el talante de justicia (o injusticia) que tiene esa medida.

Por ello, nuestra manera de celebrar la vida del padre Ibisate es retomar este tema y proponer un cri-terio de cálculo que haga justicia al término ‘aumento’ al salario mínimo. En esa línea, se adopta como punto de partida una breve exposición sobre las diferentes propuestas de ajuste salarial para 2016, presentadas al Consejo Nacional del Salario Mínimo (CNSM) y los argumentos en que se han fundamentado. Posteriormente se presenta el procedimiento utilizado para calcular un monto de salario mínimo nominal ajustado tanto para las actividades urbanas como para la tarifa agrícola. Al final se presentan las conclusiones.

De acuerdo con el CNSM, se recibieron 12 propuestas en el plazo establecidoi: 7 provenientes del movi-miento sindical, 2 del gremio empresarial, 2 del movimiento social y 1 del sector gubernamental.

La propuesta presentada por la representación sindical, destaca como principal argumento el costo de la vida. De hecho, todas las propuestas concuerdan con que debe realizarse un incremento que, como mínimo, permita que los salarios cubran el costo alimentario y otras necesidades básicas (agua, energía eléctrica, vestuario, transporte, entre otros), tanto para el área urbana como para la rural. Las propuestas son múltiples y van desde $153.66 a $550.0 para trabajos agrícolas y entre $314.63 y $550.00 para los no agrícolas.

Por su parte, la propuesta de los representantes del Movimiento Socialii, no se aleja de lo expuesto por los sindicatos: las organizaciones retoman el costo de la vida como principal factor que evidencia la necesidad de un aumento del salario mínimo. Además, destacan que una mejora en las condiciones de vida de la clase trabajadora no solamente es un acto de justicia social, sino es una condición necesaria para impulsar el desarrollo socioeco-nómico del país. Se propone un salario sin diferenciación agrícola y no agrícola entre $300.00 y $400.00.

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Aumento al salario mínimo 2016, ¿cuál salario mínimo?

Economía Hoy 2016, Vol. 8, número 71, Págs. 4 – 8

De la propuesta del Gobierno, se retoman a continuación los tres principales criterios: costo de la vida, productividad e inversión. El costo de la vida es abordado en el mismo sentido en que lo hacen los sindica-tos y organizaciones del Movimiento Social. Respecto a la productividad, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MTPS) manifiesta que en el sector Servicios cada persona empleada genera anualmente, en promedio, $14 000.00; en los sectores Comercio e Industria se generan entre $6 000 y $12 000 y en el Agro $5 300.0 por persona ocupada al año.

Respecto a la inversión, se sustenta que los salarios no representan más allá del 20% de los costos totales para los diferentes sectores productivos. En ese sentido, un incremento salarial no afectaría de manera significati-va la inversión y empleo en el país. Concluye que en El Salvador existen las condiciones suficientes para aprobar un salario mínimo urbano de $300.00 y de $250.00 en el área rural.

Finalmente, el sector empresarial ha sugerido un incremento del 9% en cada uno de los sectores econó-micos, escalonado en 3 años (3% anual). Su principal argumento es que, desde la aprobación del último aumento del 12% en 2012, la inflación acumulada (julio 2013 – octubre 2015) ha sido de 1.7%; por tanto el último ajuste salarial no solo ha sido suficiente para compensar las variaciones en los precios; sino que además, el poder ad-quisitivo de las personas, señalan, habría incrementado.

De las propuestas anteriores puede destacarse que, en su mayoría (y especialmente las del sector empre-sarial) tienen a la base una incongruencia, incluso con el criterio más restrictivo de incremento salarial, el cual es el de inflación. De ahí que sea necesario y útil reformularlo y calcular un salario mínimo ajustado, el cual resulta de una aplicación más ‘consecuente’ del criterio convencional de aumento salarial.

Lo que se propone en este escrito consiste, justamente, en tomar en serio el término ‘aumento del salario mínimo’ y estimar, sobre esta premisa, cuál sería el monto actual del salario mínimo nominal si en la úl-tima década se hubiera incrementado el poder de compra de este salario en las proporciones acordadas por el CNSM. Esto nos da una idea del salario mínimo sobre el cual debería negociarse el actual ajuste salarial.

El procedimiento seguido para estimar este salario mínimo ajustado fue el siguiente: en primer lugar se estimó un IPC que correspondiera con la estructura de gasto del primer decil según el nivel de gasto del hogar, lo cual es más acertado dado que el salario mínimo está más cerca de este monto que del promedio general. Esta estructura de gasto está registrada en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de 2005-2006. Luego, con este IPC reponderado, se estimó la tasa de inflación promedio anual para el periodo 2004-2015. Para finalizar, se asumió como punto de partida la tarifa de salario mínimo vigente para el año 2003 y se realizaron los sucesivos ajustes aprobados por el CNSM, pero aplicando primero un ajuste por inflación y luego el incremento; de esta manera obtenemos montos de salario mínimo nominal ajustados por inflación e incrementados con cada decre-to publicado en el Diario Oficial.

Los resultados se presentan en el gráfico 1 y 2. Como se observa, si los incrementos al salario mínimo aprobados por el CNSM se hubiesen aplicado sobre una tarifa nominal que no perdiera poder de compra en el tiempo, la tarifa de salario mínimo para las actividades comerciales y de servicios sería hoy de $359.8, muy distante de su monto vigente. Por su parte, las tarifas de Industria manufacturera y de Maquila serían $350.1 y $342.0 respectivamente.

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Barrera, S. y López, M.

HOYEconomía

2016

Gráfico 1. Salario mínimo nominal ajustado y salario mínimo observado para el sector Comercio y Servicios. En dólares corrientes

Tabla 1. Salario Mínimo Agrícola Ajustado por cobertura de CBA para 2003

Fuente: elaboración propia con datos de BCR, ENIGH 2005-2006 y Diario Oficial varios números.

Fuente: elaboración propia con base en Salario Mínimo de Comercio y Agricultura para 2003 y Digestyc -CBA-.

Por su parte, los salarios mínimos agrícolas históricamente han presentado una marcada brecha respecto a los del resto de sectores; tal diferenciación ha sido ‘justificada’ por la ‘índole de la labor’ y hasta por un costo de vida que, en apariencia, es menor al gasto que presentan los hogares urbanos. Sin embargo, aun ajustándose únicamente a esos argumentos es plausible esperar que, por lo menos, sea posible comprar con un salario agrí-cola, un número de Canastas Básicas Alimentarias (CBA) rurales, equiparable al número de CBA urbana que se compran con un salario no agrícolaiii. En ese sentido, el cálculo del punto de partida para mostrar los ajustes reales por inflación y por aumentos salariales aprobados entre 2003 y 2015, se muestra a continuación:

Salario Comercio CBA

UrbanaCobertura (N° CBA) Salario

AgrícolaCBA Rural

Cobertura real (N° CBA)

Cobertura ajustada

Salario Agrícola Ajustado

$158.4 $126.90 1.25 $74.1 $89.8 0.83 1.25 $112.25

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Aumento al salario mínimo 2016, ¿cuál salario mínimo?

Economía Hoy 2016, Vol. 8, número 71, Págs. 4 – 8

Gráfico 2. Salario mínimo nominal observado y Salario mínimo nominal ajustado para el sector agrícola. En dólares corrientes

Fuente: elaboración propia con datos de BCR, ENIGH 2005-2006 y Diario Oficial varios números.

Por tanto, la base que equipara la cobertura de la CBA tanto en el área rural como urbana, tomando como referencia el año 2003, sería de $112.25. En este caso, no se están eliminando las inequidades preexisten-tes; sin embargo, se asegura con este criterio, que se cubra lo más básico a lo que todo hogar debería acceder: la alimentación.

Aunado a lo anterior, se han definido dos criterios adicionales para la estimación del salario mínimo ajus-tado: la inflación y las variaciones aplicadas a los salarios en el período señalado. El gráfico 2 presenta los resulta-dos de este cálculo: no solo se observa una marcada divergencia entre el salario ajustado y el nominal observado, sino también se muestra que con el último aumento del 4% (que entró en vigencia en enero de 2015), el salario mínimo agrícola debería ser, hoy por hoy, $255.15.

Lo anterior muestra que, por ejemplo, si se retoma la propuesta del Gobierno, ni siquiera se lograría re-cuperar el poder adquisitivo perdido en una década. Además, se desvirtúan las palabras de la ANEPiv, según la cual “…no existe justificación alguna de aumentar el salario mínimo para restituir una pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores…”

El tema de fondo es que la capacidad de compra de las personas trabajadoras que ganan el salario mínimo nunca ha sido suficiente ni siquiera para cubrir las necesidades calóricas de ellas y su familia. En esa línea, el debate no debe centrarse solamente en si ha habido o no una pérdida de la capacidad de compra (que de hecho la hay), sino que debe estar enfocado, además, en si los salarios mínimos son suficientes para brindarle a esta población una vida justa y digna.

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Barrera, S. y López, M.

HOYEconomía

2016

Referencias bibliográficasBanco Central de Reserva. (2003 – 2009). Base de datos económica. IPC 2003-2009 (base 1992) e IPC 2009-2015 (base 2009). Gobierno de la República de El Salvador. Recuperada de http://www.bcr.gob.sv/bcrsite/?cat=1000&lang=es

Dirección General de Estadísticas y Censos. (2008). Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los hogares (2005/2006). San Salvador. Recuperada de http://www.censos.gob.sv/enigh/descargas/ENIGH_Publicacion.pdf

República de El Salvador. (Varios años). Diario Oficial. Recuperados de http://www.diariooficial.gob.sv/diarios/

Ministerio de Trabajo y Previsión Social. (2016). Versiones públicas de las propuestas presentadas al Consejo Nacional del Salario Mínimo. Gobierno de la República de El Salvador.

Resulta claro que el salario mínimo nominal ajustado es evidencia contundente respecto a la incongruen-cia entre la retórica y la postura política de aquellos que esgrimen que la inflación debe ser el criterio prevale-ciente para el establecimiento de los ajustes salariales. Si así hubiese sido en la última década, el salario mínimo sería hoy muy superior a lo que es y las negociaciones actuales se establecerían sobre esta base mayor.

Por otra parte, a medida que los ajustes salariales realizados se queden muy por debajo de un aumento real o incluso no compensen siquiera el poder adquisitivo perdido a lo largo del tiempo, las posibilidades de que los salarios mínimos cumplan con su cometido de garantizar la reproducción adecuada de las personas que ganan este salario y la de sus familias se reducen progresivamente en el tiempo. Además, incrementa la probabilidad de que este salario deje de ser un referente o de que se deban hacer cambios drásticos en un contexto de mayor conflictividad.

Asimismo, es importante denotar que si con el nuevo escenario se asume la propuesta gubernamentalvde incrementar el salario mínimo en un 19% aplicable tanto en el área urbana como en la rural; los salarios re-sultantes serían $427.1 y $303.63 respectivamente. Sin embargo, aun tomando la postura más conservadora (en este caso, la de la ANEP), con un aumento de 9% en ambas zonas, el salario mínimo en el área urbana llegaría a $392.18 y a $278.11 en la rural.

Finalmente, lo presentado demuestra que aún bajo el criterio preferido del sector empresarial, sí hay un justificante para incrementar los salarios mínimos por lo menos a un monto que recupere la capacidad de com-pra de las personas trabajadoras, perdida sistemáticamente desde hace por lo menos una década. Es momento pues, de que por fin se realice un verdadero incremento salarial y deje de prevalecer la miopía capitalista que impide ver que mayores salarios no solo se traducen en un bienestar para la clase trabajadora y sus familias, sino para la economía y la sociedad en general.

i: La fecha límite para entregar propuestas fue el 18 de diciembre de 2015.i: Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD) y Centro para la Defensa del Consumidor (CDC).i: Se toma por referencia para el salario urbano o no agrícola el del Sector Comercio.iv: Palabras expresadas en el numeral 5 de la propuesta presentada ante el CNSM, el 11 de diciembre de 2015. Si el lector/a desea ahondar más en la

propuesta, puede consultar las versiones públicas mediante la OIR del MTPS.v: Se ha tomado el incremento propuesto para el sector comercio, a partir de: Tc=(salario propuesto – salario actual)/salario actual.

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Alberto, I.

Economía Hoy 2016, Vol. 8, número 71, Págs. 9 – 12

La cuarta revolución industrial

Por: Iris Albertodocente e investigadora del Departamento de Economía, UCA.

Palabras clave: cuarta revolución industrial, proceso de creación destructiva, empleo

Ibisate (2005) considera que los efectos de la revolución

tecnológica en el capitalismo liberan a hombres y mujeres

de muchas de las necesidades materiales, pero que al mismo

tiempo los ata a las operaciones de los mecanismos de mercado. Sumerge a la humanidad en un

proceso de creación destructiva.

Uno de los tópicos de regular reflexión en la vida del P. Ibisate era el seguimiento a las reuniones del G-7, las cumbres de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la reunión anual de Davos denominada formal-mente como el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), el Foro Social Mundial, entre otros.

Este escrito centrará su atención en una de las discusiones de la edición número cuarenta y seis de la reunión de Davos, desarrollada en enero recién pasado. La agenda de Davos 2016 incluyó asuntos de relevancia mundial tales como: el problema de seguridad internacional; la crisis humanitaria, en específico la migración de los pueblos por conflictos armados, crisis políticas, etc.; el ritmo de crecimiento económico mundial, entre otros.

La discusión principal del foro giró en torno a la Cuarta Revolución Industrial y su incidencia en la vida de las personas. Las transformaciones que se han experimentado en aspectos como la práctica médica, las tran-sacciones comerciales de bienes tangibles e intangibles, las modificaciones en el empleo de las personas, entre otros. Este comentario centrará su atención en esta temática, procurando poner en perspectiva la relación entre desocupación y revolución tecnológica.

La cuarta revolución industrial y el proceso de creación destructiva

Las reacciones en torno a los cambios efectivos y potenciales generados a partir de la aplicación de las innovaciones tecnológicas en los diversos campos de la actividad humana nos dejan una pregunta ¿deberíamos temer a esta cuarta revolución industrial?

La cuarta revolución industrial nos remite a la habilidad creativa del ser humano, una característica innata en las personas. La creatividad humana ha hecho posible expresiones artísticas como la danza, la pintura, la músi-ca. Adicionalmente, ha posibilitado construcciones colosales como el Machu Picchu o las pirámides de Guiza. En la actualidad, nos maravillamos de los avances en el campo de la medicina, la posibilidad de crear partes del cuer-po humano, por ejemplo. Todo esto parece acercarnos cada vez más a una vida mejor. Sin embargo, no se puede pasar por alto que, vinculadas al capitalismo, estas innovaciones en las múltiples facetas de la vida se encuentran asociadas a la dinámica de un sistema de producción cuya finalidad es el incesante incremento del capital.

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La cuarta revolución industrial

HOYEconomía

2016

“Los robots, la cuarta revolución industrial. Los autómatas y la Inteligencia Artificial afectará a cinco mi-llones de empleos para 2020” (Constantini, 2016), cita uno de los titulares del diario El País, a raíz de la discusión en Davos. Ya se plantea la duda sobre los efectos que pueden esperarse de los avances de la ciencia, estas inno-vaciones producen, a diferencia de las creaciones antes mencionadas, una especie de pánico y horror.

La humanidad encarna la historia del personaje Víctor Frankenstein, quien en principio es deslumbrado por su propio ingenio, se apresura a materializarlo trabajando día y noche sin parar en su creación; sin embargo, lo que parecía ser el más brillante hallazgo de la ciencia termina generándole culpa y vergüenza. De este modo termina por responsabilizar a su propia creación de las penas propias y ajenas. ¿Pero es en realidad la creación responsable de tales pesares?

¿Es responsable la innovación técnica y el avance científico de las miserias de los trabajadores? ¿Es res-ponsable el avance en la robótica o la genética por la pérdida de empleos dignos en el primer mundo y de la mi-serable condición laboral que vive el tercer mundo? Aceptar que es el avance de las ciencias la causa de los males sería no haber superado la mentalidad de los luditas del siglo XIX. Este movimiento consideraba responsable a la máquina de las precarias condiciones de vida de la época y que, por lo tanto, la destrucción de esta se traduciría necesariamente en una superación de la precariedad.

Ibisate (2005) considera que los efectos de la revolución tecnológica en el capitalismo liberan a hombres y mujeres de muchas de las necesidades materiales, pero que al mismo tiempo los ata a las operaciones de los mecanismos de mercado. Sumerge a la humanidad en un proceso de creación destructiva. Ibisate retoma de J. Schumpeter este término, con él pretende caracterizar el impacto tecnológico en el mundo capitalista.

El proceso de creación destructiva significa que

el inventor se beneficia inicialmente de su innovación y que el resto de empresarios o empresas deben imitar al innovador. De hecho, estas innovaciones tienden a contagiarse dentro del mismo país y entre países diferentes. Por supuesto, las innovaciones tecnológicas afectarán las fases de auge y contracción de los ciclos económicos. (Ibisate, 2005, pág. 46).

Los beneficios del avance de las ciencias son innegables. Por ejemplo, la contribución de la robótica en el campo de la medicina es uno de ellos. Desde el robot cirujano Da Vinci (Allen, 2016), hasta pruebas recientes que dan esperanzas a las personas parapléjicas de ser capaces de desplazarse por ellos mismos (Capper, 2013) dan muestra de la virtud de tales avances.

Entonces, ¿por qué el ser humano teme a su propia creación?

Si bien se ha manejado durante mucho tiempo la idea de que la innovación tecnológica es la que provoca la desmejora en las condiciones del trabajo y el desempleo, algunos autores como Gérard Duménil y Dominique Lévy (Duménil & Lévy, 2007) consideran que “el progreso técnico entra en el análisis de la desocupación debido a su papel en la evolución de la tasa de ganancia”.

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Alberto, I.

Economía Hoy 2016, Vol. 8, número 71, Págs. 9 – 12

Por ejemplo, suponemos que en los procesos productivos la integración de la robótica provocaría, en la medida de que su uso se generalice, una reducción de la cantidad de trabajo humano para ser producidos en un período determinado; esto es un ahorro de costos salariales, de allí un incremento en la tasa de ganancia de los empresarios. Pero para que este incremento sea efectivo, el costo de capital fijo también debe disminuir. Así concluyen Duménil y Lévy este aspecto de su análisis de la crisis de los años setenta y ochenta en Estados Unidos y Europa:

Así como la productividad del trabajo mide el producto obtenido por una hora de trabajo, la producti-vidad del capital mide el producto obtenido por unidad de capital… Si la mecanización permitió el cre-cimiento de la productividad del trabajo, su costo limitó las potencialidades en términos de rentabilidad: La mecanización podía ser eficaz en relación con la mano de obra que permitía ahorrar, pero era cara. (Duménil & Lévy, 2007, págs. 57-58).

Cuando la rentabilidad del capital no logra generar la tasa de crecimiento económico necesaria para incrementar la tasa de ganancia de los empresarios capitalistas, entonces estos buscarán disminuir sus costos va-riables, ya sea con una menor cantidad de trabajadores o con una disminución en sus prestaciones: “La cadena iba del progreso técnico a la desocupación, a través de la rentabilidad del capital y de la acumulación. No se trataba, por consiguiente, de los excesos del progreso sino de sus debilidades”. (Duménil & Lévy, 2007, pág. 63).

De modo que sí es probable que esta introducción de innovaciones en los diferentes campos de la vida humana provoque un detrimento en las condiciones de vida de la clase trabajadora, pero esto no se debe a que en sí mismo este proceso de creación sea destructivo. El problema radica en la finalidad de su uso, un incremento en la tasa de ganancia.

Mayor brecha entre ricos y pobres

Lo anterior, visto desde la perspectiva del subdesarrollo, implicaría un aumento de la búsqueda de capita-les por mano de obra más barata, con respecto a sus regiones de origen. Hoy por hoy, luego de que la imposición de las reformas neoliberales despojara a la clase trabajadora europea de todos los beneficios sociales, ¿qué se puede esperar para las condiciones de los trabajadores en economías como la salvadoreña?

¿Qué productores tienen acceso a estas nuevas invenciones? Es ya conocido que son inicialmente las grandes empresas transnacionales las que, gracias a sus millonarias inversiones en ciencia y tecnología, logran integrar en primicia toda clase de innovaciones tecnológicas al proceso productivo. Luego, si las condiciones son aptas, estos procesos productivos se generalizan de empresa a empresa, de país a país, hasta que las nuevas invenciones terminan por integrase al proceso productivo regular, como en el caso del taylorismo y el fordismo.

La llamada cuarta revolución industrial tendrá, según las previsiones, un impacto menor en las economías desarrolladas que en los mercados emergentes —especialmente América Latina y Asia—, que se verán afectados por la reducción de la ventaja competitiva representada por la mano de obra barata. (Constantini, 2016).

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La cuarta revolución industrial

HOYEconomía

2016

En cuanto al factor trabajo serán, también, las personas mejor cualificadas las que obtendrán un espacio en el campo laboral, de allí que:

Según el panorama que pintan expertos, analistas y economistas, en un primer momento, los trabajos manuales y los más repetitivos serán los que más sufrirán la llegada de los robots. Posteriormente, la inteligencia artificial convertirá en obsoletas muchas profesiones cualificadas de los servicios, aunque en este ámbito el sector tecnológico creará también nuevos empleos: 900.000 trabajos, según las estimacio-nes de la Unión Europea, que necesitarán empleados con altos conocimientos informáticos, habilidades comunicativas y versatilidad. (Constantini, 2016).

Innovaciones en la producción de bienes que no generan bienestar

El proceso de creación destructiva también implica la ciencia y la tecnología al servicio de la carrera ar-mamentista. De igual manera, este tema fue contemplado en las discusiones del Foro Económico Mundial 2016:

Otra de las mesas redondas que tuvo lugar en Davos esta semana se centró en el uso de las máquinas y de la inteligencia artificial con fines militares. Uno de los paneles tenía como título: ¿Qué pasaría si los robots decidieran ir a la guerra?

Stuart Russell, miembro Comité Internacional para el Control de los Robots Armados (ICRAC en inglés), reconoció que, si esa es la voluntad de los gobiernos, técnicamente será posible introducir máquinas para matar en los campos de batalla dentro de pocos años. Y como ejemplo citó los llamados cuadricópteros, que pueden ser equipados con armas y sensores destinados a realizar ataques selectivos, y podrían tener como objetivo a individuos específicos o grandes grupos de personas. (Allen, 2016).

De modo que, adicionalmente al detrimento de las condiciones de vida de la clase trabajadora, el temor de la humanidad ante su propia creación proviene a partir de la generación de productos para la destrucción del mismo ser humano. En este sentido parecen cínicas las reflexiones sobre si un robot debe tener o no la suficiente autonomía para actuar por juicios propios y si tales juicios pueden ser éticos en un campo de batalla.

El proceso de creación destructiva es un hecho, tanto si se limita al momento de la producción como si se extiende al consumo (en especial de bienes que son males, como ya se ha expuesto). El punto es que el proceso de creación se encuentra controlado por un sistema destructivo. Si, como bien enseñara el P. Ibisate, el sistema económico tuviera en su centro la reproducción plena de la vida humana y no la rentabilidad del capital, la creatividad humana tendría la posibilidad de construir un mundo mejor para todos y todas.

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Alberto, I.

Economía Hoy 2016, Vol. 8, número 71, Págs. 9 – 12

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Capper, S. (5 de Marzo de 2013). Esperanzas tecnológicas ante la discapacidad. Swissinfo.ch. Recuperado de http://www.swissinfo.ch/spa/rehabilitaci%C3%B3n_esperanzas-tecnol%C3%B3gicas-ante-la-discapacidad/35137158

Constantini, L. (8 de Febrero de 2016). Los robots, la cuarta revolución industrial. El país. Recuperado de http://economia.elpais.com/economia/2016/02/05/actualidad/1454685123_400320.html

Duménil, G., & Lévy, D. (2007). Crisis y salida de la crisis. Orden y desorden neoliberales. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.

Ibisate, F. J. (2005). Libro de Apuntes. Historia Económica. San Salvador: UCA editores.

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2016

Afiche ganador del Concurso de afiche para la VI Jornada de Reflexión Económica “P. Francisco Javier Ibisate, S. J.”, “50 años de investigación económica por la dignificación del trabajo”

Presentado por: José Óscar Ordóñez Marroquín, estudiante de Administración de Empresas.

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HOYEconomíaAbril 2016, volumen 8, número 71 Publicación bimensual