economia del desarrollo

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La Economía del Desarrollo: una perspectiva histórica El presente trabajo analiza la evolución y el contenido de las modernas teorías del desarrollo eco- nómico en dos etapas claramente diferentes. Una primera, que cubre desde finales de la II Guerra Mundial hasta mediados de la década de los setenta del siglo pasado, caracterizada por la apari- ción de distintas teorías desgajadas del cuerpo central de la economía, y una segunda que, desde mediados de la década de los setenta hasta finales de siglo, recupera la ortodoxia neoclásica. A la vista del aparente fracaso de ambas, se señala la importancia que en el proceso de desarrollo eco- nómico han tenido una serie de variables institucionales, cuyo papel no fue suficientemente re- conocido en dichas teorías. Lan honek garapen ekonomikoari buruzko gaur egungo teorien bilakaera eta edukia aztertzen du, eta, horretarako, bi etapatan banatzen ditu, garbi-garbi bereizita: lehena II. Mundu Gerraren amaie- ratik joan den mendeko 70eko hamarkadaren erdialdera arte zabaltzen da, eta ezaugarri nagusia du ekonomiaren gorputz nagusitik hainbat teoria bereizi zela; bigarrena, ostera, 70eko hamarkadaren erdialdetik mende bukaerara arte luzatzen da, eta ortodoxia neoklasikoa berreskuratzen du. Itxuraz biek egin zutenez porrot, zenbait aldagai instituzionalek garapen ekonomikoaren prozesuan izan du- ten garrantzia azpimarratu dugu, teoria horietan ez baitzitzaien behar besteko lekua egin. This paper analyses both, the main theoretical body and the evolution of modern economic theories on Economic Development at two different stages. The first stage, covers the period from the end of second World War till the 1970’s, when a complete set of new theories, dealing with the problem of underdevelopment, and declaring themselves independent of the main body of economics, appeared; the second one, covering roughly the period from the middle of the 1970’s to the end of the century, witnesses the comeback of the neoclassical paradigm. Since the results of both approaches in terms of economic development seem to have been very poor, the importance of the role played by different institutional variables in the process of development, and that were neglected in those theoretical attempts, is stressed. 14 Ekonomiaz N. o 64, 1. er cuatrimestre, 2007

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Economia del Desarrollo

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La Economía del Desarrollo: una perspectiva histórica

El presente trabajo analiza la evolución y el contenido de las modernas teorías del desarrollo eco-nómico en dos etapas claramente diferentes. Una primera, que cubre desde finales de la II GuerraMundial hasta mediados de la década de los setenta del siglo pasado, caracterizada por la apari-ción de distintas teorías desgajadas del cuerpo central de la economía, y una segunda que, desdemediados de la década de los setenta hasta finales de siglo, recupera la ortodoxia neoclásica. A lavista del aparente fracaso de ambas, se señala la importancia que en el proceso de desarrollo eco-nómico han tenido una serie de variables institucionales, cuyo papel no fue suficientemente re-conocido en dichas teorías.

Lan honek garapen ekonomikoari buruzko gaur egungo teorien bilakaera eta edukia aztertzen du,eta, horretarako, bi etapatan banatzen ditu, garbi-garbi bereizita: lehena II. Mundu Gerraren amaie-ratik joan den mendeko 70eko hamarkadaren erdialdera arte zabaltzen da, eta ezaugarri nagusia duekonomiaren gorputz nagusitik hainbat teoria bereizi zela; bigarrena, ostera, 70eko hamarkadarenerdialdetik mende bukaerara arte luzatzen da, eta ortodoxia neoklasikoa berreskuratzen du. Itxurazbiek egin zutenez porrot, zenbait aldagai instituzionalek garapen ekonomikoaren prozesuan izan du-ten garrantzia azpimarratu dugu, teoria horietan ez baitzitzaien behar besteko lekua egin.

This paper analyses both, the main theoretical body and the evolution of modern economictheories on Economic Development at two different stages. The first stage, covers the period fromthe end of second World War till the 1970’s, when a complete set of new theories, dealing with theproblem of underdevelopment, and declaring themselves independent of the main body ofeconomics, appeared; the second one, covering roughly the period from the middle of the 1970’s tothe end of the century, witnesses the comeback of the neoclassical paradigm. Since the results ofboth approaches in terms of economic development seem to have been very poor, the importanceof the role played by different institutional variables in the process of development, and that wereneglected in those theoretical attempts, is stressed.

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Diego Azqueta OyarzunDaniel Sotelsek Salem

Universidad de Alcalá

ÍNDICE

1. Introducción2. La aparición de la teoría económica del subdesarrollo3. La crisis de la Economía del Desarrollo4. ¿Economía del Desarrollo? La importancia de las variables institucionales5. A modo de conclusionReferencias bibliográficas

Palabras clave: Economía del Desarrollo, modelos de acumulación, Escuela Estructuralista, teorías de la de-pendencia, Consenso de Washington, desigualdad, inestabilidad social, delincuencia, corrup-ción, capital social

N.o de clasificación JEL: O20; B29

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1. INTRODUCCIÓN

El análisis económico se ha preocupa-do de la realidad de lo que hoy llamamoseconomías subdesarrolladas sólo muy re-cientemente. Con anterioridad a la II Gue-rra Mundial no existen, prácticamente, re-flexiones teóricas estructuradas sobreesta problemática. La situación, sin em-bargo, experimenta un giro dramático enla inmediata posguerra, y se suceden lasteorías que, al tiempo que buscan descri-bir la realidad de los países subdesarrolla-dos como algo diferenciado a la de lospaíses desarrollados, avanzan diversasrecomendaciones para tratar de superarla situación de pobreza y atraso relativo.Es la denominada «etapa formativa», enla que aparecerán las distintas «teoríasmagnas» (por la generalidad de sus pro-posiciones) del desarrollo. Este cuerpo teó-rico, articulado en cuatro grandes líneas,

y desgajado de la economía neoclásica,entra en crisis a comienzos de los añossetenta del siglo pasado. Como resultadode la misma, será la economía neoclásicala que tomará el relevo, desarrollando unaserie de modelos y propuestas que, unavez adoptados por las principales institu-ciones económicas internacionales (FMI,Banco Mundial), desembocarán en elConsenso de Washington. De nuevo, sinembargo, los resultados no parecen ava-lar este marcado cambio de rumbo y, anteesta constatación, desde la última décadadel siglo XX el énfasis comienza a ponerseen la importancia de las variables socia-les, políticas e institucionales que carac-terizan el contexto en el que se han deenmarcar las distintas estrategias de de-sarrollo.

El propósito de estas líneas es el demostrar que el fracaso de las distintas es-

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trategias de desarrollo experimentadas sedebe, en gran parte, al olvido de estas va-riables institucionales. Para ello se encuen-tra estructurado como sigue. La primerasección presenta las denominadas «teo-rías magnas» del desarrollo, agrupadas encuatro grandes familias: la Economía delDesarrollo, los modelos de acumulaciónacelerada, la Escuela Estructuralista de laCEPAL, y las diversas teorías de la de-pendencia. La segunda sección abordael análisis de la crisis que se produce, eneste cuerpo teórico, a mediados de la dé-cada de los setenta del siglo pasado, y lairrupción en escena de la economía neo-clásica, con un nuevo conjunto de reco-mendaciones de política económica. Latercera sección introduce un elementofundamental para explicar el aparente fra-caso de todas estas concepciones: la va-riables institucionales. Finalmente el tra-bajo se cierra con unas conclusiones.

2. LA APARICIÓN DE LA TEORÍAECONÓMICA DEL SUBDESARROLLO

La reflexión específica, desde unaperspectiva económica, sobre los proble-mas de las economías atrasadas no apa-rece sino hasta finalizada la SegundaGuerra Mundial. En efecto, si bien es in-dudable que con anterioridad han apare-cido, ciertamente, trabajos que tienencomo objeto de estudio la realidad de losentonces llamados países pobres, atrasa-dos o, simplemente, colonias, las gran-des escuelas de pensamiento (clásica,marxista, neoclásica o keynesiana) nodedicaron una especial atención a esteproblema. Las escuelas clásica y marxis-ta se ocupan, indudablemente, de losproblemas del crecimiento a largo plazo,pero lo hacen en el contexto de econo-

mías maduras, desarrolladas: si bienAdam Smith menciona, de pasada, elcaso de aquellos países que, como Chi-na, alcanzan el estado estacionario antesde haber explotado todas las potenciali-dades de su territorio, no les presta ma-yor atención. Por su parte, Carlos Marxse refiere al caso de la India (en sus ar-tículos en el New York Daily Tribune) y alde las economías precapitalistas en ge-neral (en el prólogo al primer volumen deEl Capital) para señalar que las econo-mías capitalistas muestran su futuro a lasatrasadas, algo que no aceptarían la ma-yoría de sus seguidores en el siglo XX,aunque sí autores como Lenin (en el«Desarrollo del capitalismo en Rusia» oen el «Imperialismo fase superior del ca-pitalismo»)1. En cualquier caso, se trataigualmente de planteamientos que, si noenteramente marginales, distan muchode tener una identidad propia en el cuer-po central de su doctrina. Lo mismo pue-de decirse de las escuelas neoclásica ykeynesiana, como tendremos ocasión dever más adelante.

Dos acontecimientos, combinados, vana explicar la aparición de un súbito inte-rés con respecto a la realidad, hasta en-tonces poco menos que olvidada, de laseconomías subdesarrolladas: la llegada ala independencia política de un número

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1 Con respecto a la postura de Marx, algunos au-tores afirman que realmente podría hablarse de dosposturas claramente diferenciadas. La primera, ex-puesta aquí, y en la que el desarrollo del capitalis-mo se extendería a las colonias precisamente de lamano de sus relaciones con la metrópoli. La segun-da, propia de sus escritos más tardíos, posteriores a1875, en los que esta visión deja paso a una con-cepción más pesimista y más congruente con loque, como se verá más adelante, constituye la líneafundamental de pensamiento de las teorías tercer-mundistas del imperialismo: el bloqueo del desarro-llo de las fuerzas productivas en las colonias (véa-se, por ejemplo, Bustelo, 1998, cap. 4).

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considerable de las antiguas colonias,junto con el hecho de que el mundo cami-na hacia una división en dos bloquescompetitivos, que tratarán de atraer a losnuevos países a su órbita de influencia. Sia ello se une que los países adelantadosentran, una vez terminada la guerra y con-tra todo pronóstico, en una senda de cre-cimiento equilibrado con pleno empleo ysin inflación, que les permite ocuparse delos problemas ajenos, las condiciones es-tán dadas para que se produzca, a todoslos niveles (político, académico e institu-cional), un auge del interés por los proble-mas del mundo subdesarrollado.

Aunque son numerosos tanto los autorescomo las teorías que desde finales de losaños cuarenta se ocupan de los problemasde estos países, podrían identificarse, aefectos de facilitar el análisis, cuatro gran-des líneas de pensamiento que cristaliza-rán en esta denominada «etapa formativa»de la teoría económica del subdesarrollo, yque darán lugar a la aparición de distintas«teorías magnas» del desarrollo:

—La Economía del Desarrollo.

—Los modelos de acumulación acele-rada.

—La Escuela Estructuralista de laCEPAL.

—Las distintas teorías de la dependen-cia.

Vale la pena analizar brevemente cadauna de ellas por separado.

2.1. La Economía del Desarrollo

En 1979, W. A. Lewis recibía el pre-mio Nobel de Economía (compartido conT. Schultz). La distinción, reconocimiento

a toda una trayectoria dedicada al estu-dio de la problemática de los países sub-desarrollados, coincidía con el 25 aniver-sario de la publicación de un artículo quese revelaría clave en el desarrollo de lanueva disciplina: Economic developmentwith unlimited supply of labour, publicadoen la revista de la universidad de Man-chester (Lewis, 1954). En él, Lewis, par-tiendo de la división de los países subde-sarrollados en dos sectores («moderno» y«tradicional»), desarrollaba el conceptode «desempleo encubierto» en ese últi-mo: trabajadores con una productividadmarginal muy baja, nula o incluso negati-va. Esta constatación, unida al hecho deque no podía mantenerse en estas cir-cunstancias una remuneración de la manode obra que la igualara a la productividadmarginal, le llevaba a afirmar que la eco-nomía convencional de la época (funda-mentalmente keynesiana y, en menor me-dida, neoclásica), no era de utilidad paraentender el funcionamiento de las econo-mías subdesarrolladas. Si había de bus-carse alguna fuente de inspiración, la eco-nomía clásica ofrecía un campo muchomás prometedor (recuerde el lector la de-terminación en ella de los salarios comouna variable exógena al modelo, y a nivelde subsistencia), aunque lo mejor era co-menzar prácticamente de cero y construirun nuevo paradigma para abordar la pro-blemática del subdesarrollo.

En un terreno más aplicado, el artículode Lewis planteaba una posibilidad cier-tamente interesante: la utilización de estamano de obra encubiertamente desem-pleada en el sector tradicional para el de-sarrollo del sector moderno. El trasvasede estos trabajadores a un precio cons-tante (y próximo al salario de subsisten-cia) permitiría incrementar los beneficios

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del sector moderno que, al igual que enlos modelos clásicos, se constituyen en elmotor del desarrollo una vez reinvertidos.Finalmente, se apuntaba, dada la prácti-ca inexistencia de una clase empresarialen los países subdesarrollados, y la esca-sa experiencia con respecto al funciona-miento de unos mercados todavía muy in-cipientes, el sector público tendría quepaliar ambas deficiencias.

Aun a riesgo de simplificar en exceso,podríamos sintetizar a partir de estas bre-ves anotaciones sobre el trabajo de Lewis,los rasgos fundamentales que habrían decaracterizar la recién nacida Economía delDesarrollo en su primera etapa:

—Se identifica la acumulación de ca-pital (inversión) como el elementoclave del proceso: en este punto laEconomía del Desarrollo tendía unpuente con los modelos keynesianosde crecimiento. De hecho, el modeloHarrod-Domar sería incluso utilizadoen los ejercicios de planificación,para calcular la tasa de ahorro re-querida a efectos de alcanzar unadeterminada tasa de crecimiento.

—Se identifica, asimismo, desarrollocon industrialización: a pesar de lasadvertencias en contra, por parte delpropio Lewis, intuitivamente se leedonde reza «sector moderno», sec-tor urbano e industrial; y donde seha escrito «sector tradicional», sec-tor rural y agrícola.

—De la mano de lo anterior, se carac-teriza el sector agrícola como unsector atrasado, renuente al cambioy poco dispuesto a reaccionar yaprovechar las posibilidades econó-micas que ofrece el proceso de cre-cimiento, pero que puede proporcio-

nar no sólo una mano de obra exce-dente sino, sobre todo, un exceden-te capitalizable sobre el que apoyarel proceso de acumulación.2

—Finalmente, se otorga un papel fun-damental a la planificación estatal entodo el proceso, con prioridad sobrela empresa privada y las fuerzas delmercado. Como se apuntó con an-terioridad, se partía de la base deque los mercados carecían del de-sarrollo suficiente como para funcio-nar eficientemente, y el desarrollo dela empresa privada todavía era muyincipiente. Raro fue, en efecto, elpaís subdesarrollado que no recurrióa los planes de desarrollo como ins-trumento para la materialización deuna determinada estrategia.

El proceso de desarrollo se contempla-ba así, en definitiva, como un proceso deacumulación que reposaría sobre la pla-nificación estatal de la industrialización,con base en el excedente proporcionadopor una agricultura atrasada.

Alrededor de este eje central se pue-den articular la casi totalidad de las va-riantes y teorías que aparecieron en aque-llos años fundacionales, enriqueciendo elnuevo paradigma: las «trampas» y los«círculos viciosos de la pobreza» (Nurske,

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2 En efecto, fueron Gustav Ranis y John Fei quie-nes pusieron de relieve el hecho de que lo realmen-te relevante del modelo de Lewis no era tanto laexistencia de desempleo encubierto en el sector tra-dicional, cuanto la de un excedente capitalizable(diferencia entre lo producido en el sector y el con-sumo a nivel de subsistencia de sus miembros), queaumentaría a medida que se produjera el trasvasede población y que podría financiar el proceso deacumulación en el sector urbano (Ranis y Fei, 1961).Puede afirmarse, a partir de aquí, que la extracciónde este excedente no sólo es necesaria para el fun-cionamiento del modelo de Lewis, sino que introdu-ce un componente de violencia institucional ineludi-ble (Azqueta, 1980).

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Rosestein-Rodan), el «crecimiento equili-brado» (Rosenstein-Rodan), el «esfuerzocrítico mínimo» o el big push (Leibenstein),el «crecimiento desequilibrado y los sec-tores pautadores» (Hirschman), los «polosde desarrollo» (Perroux), la selección detécnicas (Dobb, Sen), etc. La «teoría delas etapas» de Rostow, o teoría del «des-pegue», quizá sea el mejor resumen, a nivelmuy simplificado, de esta forma de ver lascosas (el lector interesado encontrará lostextos fundamentales de los autores men-cionados reproducidos en Meier, 1970).

Ahora bien, observado con cierto deta-lle, el proceso de desarrollo que plantea-ban estos autores, por lo menos en lasprimeras etapas, era ciertamente descon-solador: el principio básico del éxito de laestrategia era el de que ni los campesinosni los trabajadores industriales debían me-jorar su nivel de vida en el proceso, puesello conspiraría contra los beneficios y sureinversión. Se detectaba, por tanto, a cor-to plazo, una contradicción entre consumo(satisfacción de las necesidades presen-tes) e inversión (consumo futuro); una con-tradicción entre crecimiento, por un lado, ymejoras en la distribución de la renta, porotro, a pesar de que el desarrollo se hubie-ra definido, precisamente, como «creci-miento más redistribución».

2.2. Los modelos de acumulaciónacelerada: el modelo soviético de industrialización3

Muchos años antes, y con una mínimarepercusión en el ámbito de la teoríaeconómica, se había desarrollado una

experiencia cuyos resultados, sin embar-go, no podían pasar desapercibidos paralos planificadores del desarrollo en losnuevos países independientes: aquellaque había llevado a la recién formadaUnión Soviética a ser la segunda poten-cia mundial. Lo que aparecía a primeravista era que la URSS había sido ca-paz, en muy pocos años, de alcanzarese estatus, a través de un proceso deplanif icación (planes quinquenales)centrado en la industrialización del país.Teniendo en cuenta el desconocimientoexistente entonces sobre los costes so-ciales del experimento, no es de extrañarque éste se convirtiera en un poderosofoco de atracción y de emulación paramuchos países, y no sólo de la órbita so-cialista. De hecho, tanto la República Po-pular China, como la India, seguirían muyde cerca este modelo en sus primerosplanes quinquenales. Vale la pena, portanto, analizar siquiera brevemente lasprincipales características de esta estra-tegia de industrialización de la mano delmodelo que mejor la resume: el debido aG. A. Feldman.

Cuando Feldman publicó en la revistaoficial del Gosplan, en 1928, un artículo(en dos partes) sobre las tasas de creci-miento de la renta nacional, el debate so-bre la industrialización en la URSS, unode los períodos más fructíferos en la his-toria del pensamiento económico sobrelos problemas del desarrollo y la acumu-lación, había llegado a su fin. El hecho deque este trabajo, en el que se encontrabala justificación teórica de la estrategiaque se seguiría en los sucesivos planesquinquenales, comenzando por el prime-ro, hubiera visto finalmente la luz, era unbuen indicador del tipo de posturas quefinalmente habían prevalecido.

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3 Este apartado se apoya fundamentalmente enAzqueta (2003).

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Feldman procuró, a la hora de formularsu modelo, ceñirse a la más estricta orto-doxia marxista.4 En el ámbito de una eco-nomía cerrada, con ausencia de progresotecnológico y depreciación de los bienesde capital, dividía la economía en dos sec-tores industriales: K, productor de bienesde capital (maquinaria) y C, productor debienes de consumo. Suponía, asimismo,que las máquinas producidas en el sectorK podrían emplearse indistintamente en elpropio sector K (para producir más máqui-nas) o en el sector C (para ampliar la pro-ducción de bienes de consumo), pero queuna vez instaladas en uno de los dos sec-tores ya no podían desplazarse al otro.

Partiendo de esta base, sus dos ecua-ciones fundamentales de crecimientoeran las siguientes:

Kt – Kt – 1 = βk λk Kt – 1 (1)

Ct – Ct – 1 = βc λc Kt – 1 (2)

Expresión en la que β es la relaciónproducto-capital y λ el porcentaje de laproducción de bienes de capital que seasigna a cada uno de los dos sectores(λk + λc ≡ 1).

La interpretación de estas dos ecuacio-nes es bien sencilla: el incremento de laproducción en cualquiera de los dos sec-tores será función de la inversión que reci-ba (cantidad de bienes de capital produ-cidos el año anterior que se le asigne)multiplicada por la eficiencia con que se

utilicen dichos bienes de capital (relaciónproducto-capital). El factor trabajo no apa-rece pues como una limitante en el proce-so de crecimiento ya que Feldman, en líneacon las teorías de Strumilin, considerabaque la economía soviética se encontrabacaracterizada por lo que años más tarde,como hemos visto, se denominaría «de-sempleo encubierto»: trabajadores agríco-las cuya productividad marginal es cero.

Si a las dos ecuaciones anteriores seune la siguiente, relativa a la evolución dela renta nacional (Y):

Yt – Yt-1 = Kt – Kt-1 + Ct – Ct-1 (3)

y se resuelve el sistema de ecuacionesanterior en diferencias finitas de primerorden, se llega a la expresión clave delmodelo de Feldman:5

(4)

Ahora bien, si el objetivo del planifica-dor es la maximización de la renta na-cional en algún momento futuro del tiempo(Yt), la recomendación clave del modeloen términos de política económica se des-prende del hecho de que:

(5)∂∂

⟩ ⟩ =+( )

+( )Y

t tt

k

c k k

k k c c k kλ

β β λ

β λ β λ β λ0

1si *

Y st k k

t k k c c

k k

= + +( ) −

+( )

1 1 10 β λβ λ β λ

β λ

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4 Aunque ello no impidió que, como tantos otros,cayera víctima de las purgas de Stalin, acusado de«excesivamente optimista» y de «deducir tenden-cias de largo plazo de modelos abstractos», aun-que lograra salvar la vida y morir, aparentemente,en un campo de concentración. Debido a ello, elmodelo de Feldman pasó totalmente desapercibidohasta que, ya en la década de los cincuenta, Domarlo rescató del olvido.

5 s0 es la tasa de ahorro en el período inicial y sederiva de K0 = s0 Y0 que marca las condiciones ini-ciales del modelo. Se ha seguido, en este caso, laformulación que del mismo modelo realizó, en 1953,el estadístico indio P.C.I. Mahalanobis, presidente dela Comisión de Planificación de su país y que sirviócomo soporte teórico al Primer Plan Quinquenal de laIndia. La única diferencia entre ambos es que mien-tras que Mahalanobis utiliza un sistema de ecuacio-nes en diferencias finitas de primer orden, Feldmanutilizó un sistema de ecuaciones diferenciales tam-bién de primer orden.

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En otras palabras, si el período de plani-ficación es lo suficientemente largo (t > t*),el planificador habrá de conseguir que λk

sea lo más alta posible: producir maquina-ria para producir más maquinaria.

Ahora bien, la historia es algo máscomplicada. El sector agrícola jugaba unpapel mucho más relevante que el que sele atribuía explícitamente en el modelo, yel debate previo a la publicación del tra-bajo de Feldman había sido testigo deello. En efecto: la industria necesita traba-jadores, pero éstos, a su vez, necesitanser alimentados y, en una economía ce-rrada, los alimentos sólo pueden provenirdel sector agrícola. ¿Estaba el sectoragrícola en disposición de proporcionarel excedente de su producción necesariopara alimentar a los trabajadores indus-triales del sector urbano? ¿Cómo conse-guiría el Estado trasladar este excedentede un sector a otro?

Por otro lado, la sorprendente ausenciade la tasa de ahorro en la ecuación deFeldman (obsérvese que so sólo determinalas condiciones de partida) no implicaba,en absoluto, que la tasa de crecimiento dela renta nacional fuera independiente delvalor que alcanzara la misma. Lo que laexpresión (4) está indicando, implícitamen-te, es que cualquiera que sea la tasa deahorro nacional necesaria para financiar elproceso de acumulación emprendido, elEstado estará en disposición de forzarlasobre la población. ¿Cómo? Precisamenteimponiendo al sector agrícola el sacrificionecesario y extrayendo del mismo el exce-dente capitalizable correspondiente sincontrapartida. Y esta fue la política que im-puso Stalin al lanzar el Primer Plan Quin-quenal: una vez consolidado su poder,adoptó las llamadas «medidas extraordi-narias», también conocidas como «méto-

do ural-siberiano», que no era sino unacombinación de entregas obligatorias dela producción más la colectivización forza-da de la agricultura. Los costes sociales yhumanos de todo tipo que esta políticaconllevó son hoy mucho mejor conocidos,y permiten situar en un contexto muchomás riguroso los logros de la industrializa-ción soviética en aquel período.

Es de notar, sin embargo, la similitudde este planteamiento con el anterior: enambos casos se contempla un procesode acumulación financiado por la agri-cultura, que alimenta la reinversión co-rrespondiente en el sector industrial,sacrificando tanto el consumo como lasmejoras en la distribución de la renta. Lateoría económica del subdesarrollo, ensus dos primeras variantes, era, en efec-to, una economía de oferta y, como tal, seplanteaba solucionar el estrangulamientoque impedía aumentar la capacidad deproducción de la economía (que no eraotro que el ahorro y la inversión), dandopor supuesto que la demanda jugaba unpapel secundario y adaptativo. La mejoraen las condiciones de vida de la pobla-ción se produciría, a medio plazo, graciasal efecto «desbordamiento» (spill over)de las políticas seguidas. En este sentido,el modelo de acumulación soviético nohacía sino añadir un nuevo componenteal planteamiento anterior, el énfasis en laindustria pesada, y hacer más explícita lafuente de financiación del mismo: la ex-plotación de la agricultura.

2.3. La Escuela Estructuralista de la CEPAL

A comienzos de la década de los cin-cuenta del siglo pasado se reúne en San-tiago de Chile, en el seno de la Comisión

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Económica para América Latina y el Cari-be de Naciones Unidas (CEPAL), un gru-po de economistas latinoamericanos, en-cabezados por Raúl Prebisch, su primersecretario ejecutivo, que formarán una delas escuelas de pensamiento económicomás influyentes de su época: la EscuelaEstructuralista.6

El pensamiento que articularon autorescomo Juan Noyola, Aníbal Pinto, OswaldoSunkel, Celso Furtado etc., se apoyabaen cuatro pilares básicos:

—Una concepción bipolar del mundoeconómico y social, dividido en un«centro», en el que reside el poder yse toman las decisiones fundamen-tales, y una «periferia» subordinaday dependiente. Una concepción quetambién sería recogida por GunnarMyrdal, asimismo premio Nobel deEconomía, en su teoría de la causa-ción acumulativa.

—La negación de los postulados de lateoría clásica del comercio interna-cional y de las ventajas comparativas(Ricardo, Heckscher-Ohlin, Stolper-Samuelson), a partir de la formulación,por parte de Prebisch y Hans Singer,de la teoría del deterioro secular de lostérminos de intercambio. De acuerdoa esta teoría, los países de la periferiase veían sistemáticamente perjudica-dos en el comercio internacional tantoen su calidad de exportadores de ma-terias primas como por el simple he-cho de pertenecer a la periferia.

—La teoría de la inflación estructural,como explicación de los fenómenos

inflacionistas recurrentes en el área,y en contraposición a las teorías mo-netaristas convencionales. Si bien seacepta que la inflación tiene un indu-dable componente monetario (sin elaumento de la oferta monetaria nopodría desarrollarse), se afirma quesus causas últimas no lo son, sinoque reposan en las característicasestructurales de la economía: la con-centración en la distribución de latierra, el atraso del sistema fiscal, larigidez de la estructura de la balan-za de pagos, etc.

—La «industrialización sustitutiva de im-portaciones» como salida del subde-sarrollo y la dependencia económica.

Esta sustitución de importaciones ha-bía tenido lugar de forma espontánea enalgunos países de América Latina comoresultado de la Gran Depresión (en la quela capacidad de importar de la región seredujo drásticamente como resultado dela contracción del comercio internacionaly la caída del precio de las materia pri-mas), y de la Segunda Guerra Mundial(cuando la capacidad de importar eramuy alta, dada la demanda de materiasprimas por parte de los países beligeran-tes, pero los países proveedores de pro-ductos manufacturados no podían seguirproporcionándolos por estar sumidos enel esfuerzo bélico). Ahora, sin embargo,se convertía en una estrategia de desa-rrollo, apoyada en la política arancelaria yla utilización de tipos de cambio diferen-ciales. Es de notar, además, que estospostulados venían reforzados por una se-rie de modelos desarrollados en el senodel Banco Mundial y, más concretamen-te, por Hollis Chenery, director de estu-dios de la entidad, que también apunta-ban, como origen de los problemas de

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6 Para mayor información al respecto puede con-sultarse Kay (1989), especialmente el capítulo 2, oBustelo (1998), capítulo 15.

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balanza de pagos en estas economías, auna serie de deficiencias estructuralesque impedían transformar ahorro internoen divisas: los modelos de «las dos bre-chas», llamados así porque a la brechadel ahorro se unía ahora la brecha de lasdivisas. Estos modelos jugarían un papelmuy relevante en el renacimiento de estaescuela en los años ochenta (el neoes-tructuralismo), de la mano de autorescomo Edmar Bacha o Lance Taylor.

En cualquier caso, y siguiendo en la tó-nica anterior, la Escuela de la CEPALtambién proponía un proceso de indus-trialización en el que el Estado debía lle-var la voz cantante, si bien con un marca-do énfasis en la producción de bienes deconsumo («textiles primero») y, en uncontexto más populista, prometiendo unamejora de los niveles de vida de la po-blación desde un principio. De lo que nocabe duda es de que, al igual que en lasotras dos estrategias, la agricultura apa-recía no sólo en un papel claramente su-bordinado, sino que ella sería la gran sa-crificada del proceso (junto con el sectorexportador): dentro de cada país, y comoresultado de la política sustitutiva de im-portaciones, el deterioro de los términosde intercambio del sector agrícola conrespecto al industrial fue superior al quePrebisch había denunciado entre los paí-ses del centro y la periferia.

2.4. Las teorías de la dependencia

A diferencia de los tres casos anterio-res, en los que una cierta caracterizaciónde las economías subdesarrolladas, másbien descriptiva, desemboca inmedia-tamente en un conjunto de recomenda-ciones de política económica (el diseño

de una determinada estrategia de desa-rrollo), en las diversas teorías de la de-pendencia es la caracterización cuidado-sa de las causas del subdesarrollo la queocupa el grueso de las reflexiones pro-pias de esta tendencia.

Con algunas excepciones (la propia Es-cuela Estructuralista), estas teorías se ins-criben dentro del marco de la economíamarxista. Ahora bien, como ya se indicóanteriormente, Marx no dedicó mucha aten-ción a la situación de las economías sub-desarrolladas (colonias), y cuando lo hizofue para afirmar, en términos generales,que seguirían el mismo camino que laseconomías desarrolladas (metrópolis): elcapitalismo terminaría por imponerse, en suopinión, a las formaciones sociales anterio-res al mismo (el feudalismo y el «modo deproducción asiático»). Las teorías marxis-tas del imperialismo, como terminó por co-nocerse el fenómeno, surgen con fuerza enla etapa anterior a la Primera Guerra Mun-dial de la mano de autores como Lenin,Rosa Luxemburgo o Rudolf Hilferding pero,de nuevo, con una característica muy pe-culiar: son teorías eurocéntricas, es decir,que tienen como objeto de estudio el com-portamiento de las economías capitalistasavanzadas. Al igual que ocurre con la eco-nomía convencional, también en esta esfe-ra se produce un cambio significativo trasla Segunda Guerra Mundial, con la llegadaa la independencia de multitud de nacionessubdesarrolladas que reclaman una aten-ción que se les venía negando (como ilus-tran, por ejemplo, las quejas reiteradas dela delegación india en el seno de la II Inter-nacional), y que da lugar a la aparición delas teorías tercermundistas del imperialismoen la órbita marxista. Dentro de éstas, sinembargo, es posible identificar dos tenden-cias claramente diferenciadas:

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—Por un lado, la que podría considerar-se mayoritaria, hace hincapié en lasrelaciones entre los países imperialis-tas y las economías dependientes, yen los mecanismos a través de loscuales los primeros extraen la plusva-lía de los segundos, bloqueando eldesarrollo de estos últimos. El inter-cambio desigual en el comercio in-ternacional (Arghiri Emmanuel, SamirAmin) es el mecanismo clásico de ex-tracción de plusvalía, junto con la in-versión extranjera y la ayuda interna-cional. Los países subdesarrollados ydependientes sólo podrán plantearsela superación de su situación si soncapaces, en primera instancia, deromper estas relaciones de depen-dencia, para lo que se justificaría in-cluso una alianza entre el proletariadode estos países y su burguesía: la for-mación de un frente nacional. En estacorriente, que a veces replica el mo-delo centro-periferia también en el in-terior de las economías subdesarrolla-das (en las que existiría un centrosubordinado con su propia periferia,como en el modelo de André GunderFrank), el punto central es el del blo-queo del desarrollo de las fuerzasproductivas de la periferia como re-sultado de su relación de dependen-cia con el centro (Paul Baran).

—Por otro lado, una tendencia minorita-ria, aunque más cercana al pensa-miento de Marx y de los primeros teó-ricos del imperialismo, afirma que lasrelaciones de dependencia entre elcentro y la periferia se traducen enque el primero exporta su modelode desarrollo a la segunda: es decir,un desarrollo capitalista distorsionadoy desequilibrado, como el del propio

centro. Estos autores (Charles Bettel-heim, Bill Warren) mantienen, por tan-to, que los países subdesarrollados,al igual que los desarrollados, han deromper con el sistema capitalista parasuperar su situación, y que no existeuna convergencia «nacional» de inte-reses entre la burguesía y los trabaja-dores de los países subdesarrollados.

Este breve repaso de las principalestendencias alrededor de las que fue es-tructurándose el pensamiento económicosobre la problemática de los países sub-desarrollados, sin mayores pretensiones,pone de relieve, sin embargo, que no eranteorías, ni propuestas de política económi-ca, precisamente lo que faltaba. Lo que,aparentemente, brillaba por su ausencia,eran los resultados: el desarrollo mismo.7

3. LA CRISIS DE LA ECONOMÍA DEL DESARROLLO

A mediados de la década de los 70 delsiglo pasado, las teorías económicas delsubdesarrollo (básicamente la Economíadel Desarrollo y las teorías estructuralis-tas) atravesaron una profundísima crisisen la que, no sólo quedaron descalifica-das las políticas y estrategias de desarro-llo propugnadas en los años anteriores,sino el propio paradigma teórico que lassustentaba.8

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7 Decimos aparentemente porque es una afirma-ción que requiere de fuertes matizaciones, tanto entérminos de lo que realmente se consiguió, como delo que era alcanzable con perspectiva histórica, yde lo que realmente se pretendía conseguir. Estasideas están más desarrolladas en Azqueta (1996).

8 La crisis del modelo soviético de industrializa-ción fue anterior, ya que la India lo abandonó en sutercer plan quinquenal y la República Popular Chinaen 1962, tras un fallido intento por parte del presi-dente Mao de mantener su vigencia tras la rupturade relaciones con la URSS en 1959.

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El motivo: las condiciones de vida de lapoblación daban la sensación de no me-jorar, aparecían problemas de paro des-conocidos hasta entonces, y al fenómenode la pobreza se unía ahora un proble-ma de marginación y exclusión social quelo hacía cualitativamente diferente. Lassociedades subdesarrolladas se habíantransformado profundamente, ocupandolos procesos migratorios del campo a laciudad y el crecimiento del sector infor-mal en estas últimas, un lugar muy desta-cado. La aparición de toda una línea depensamiento (y de política) que centrabael énfasis en la satisfacción de las «nece-sidades básicas» y en el «crecimientocon equidad», ponía de relieve que losproblemas básicos de la pobreza y lamejora en las condiciones de vida esta-ban lejos de solucionarse.

La necesidad de impulsar una estrate-gia de satisfacción de las necesidades bá-sicas, así como el crecimiento exponencialdel sector informal mostraban, en efecto,que los aspectos claves de la caracteriza-ción del equilibrio interno de la economía,así como de su proceso de transición or-denada, estaban lejos de cumplirse. Loscrecientes problemas de balanza de pa-gos, que desembocaron en el inicio delos procesos de endeudamiento, hacíanlo propio con los aspectos relativos alequilibrio externo. Los dos pilares sobrelos que se sustentaban la caracterizacióndel problema y la estrategia recomenda-da para superarlo (dualismo y políticasustitutiva de importaciones: crecimientohacia adentro) parecían tambalearse se-riamente.

Vale la pena recordar, al mismo tiem-po, el cambio de actitud de la economíaneoclásica con respecto a la problemáti-ca del subdesarrollo en general.

La escuela que en los años cincuenta yprincipios de los sesenta había quedadocomo el último reducto de la ortodoxia enuna economía predominantemente key-nesiana, la Escuela de Chicago, habíaterminado por convertirse en hegemóni-ca. Los economistas neoclásicos, comoya se apuntó, y salvo contadas excepcio-nes, no habían prestado particular aten-ción a la problemática del subdesarrollo,ocupados como estaban en afirmar susposiciones en el campo de la macroeco-nomía y, por extensión, la reivindicacióndel papel del mercado y la libertad eco-nómica en el de la asignación de recur-sos. Esta falta de atención, así como laadopción de una estrategia más bien de-fensiva, habían permitido el desarrollo teó-rico tanto latinoamericano (Escuela de laCEPAL) como anglosajón (Economía delDesarrollo) sin graves interferencias, sal-vo en un campo específico: la teoría de lainflación. Ocupados en otros menesteres,los economistas de la Escuela de Chica-go podían observar con cierto distancia-miento una rama del pensamiento econó-mico que, si bien separada del troncocomún del neoclasicismo, no planteabauna alternativa abierta al tipo de proble-mas que a ella le ocupaban de maneramás urgente: la gestión micro y macroe-conómica de las economías avanzadas.Ahora bien, en el caso de la inflación, elterreno de confrontación era claramentecomún, y ello probablemente invitaba ano dejar pasar sin más una explicacióndel fenómeno (la teoría de la «inflaciónestructural») que negaba la esencia delparadigma neoclásico: la vigencia estric-ta de la teoría cuantitativa del dinero queKeynes, finalmente, había abandonadoen la Teoría General, tras los fallidos in-tentos del Tract on Monetary Reform(1923) y el Treatise on Money (1930), y

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cuya vigencia la Escuela de Chicago ha-bía mantenido como uno de los núcleosfundamentales de su propuesta. De estaforma, una de las polémicas más ácidasque estallaron en la década de los sesen-ta fue la que enfrentó, con respecto al ori-gen de la inflación, a los «estructuralis-tas» de la CEPAL con los «monetaristas»de la Escuela de Chicago.

Ahora bien, con el transcurso deltiempo y el afianzamiento de la escuelaneo-neoclásica de pensamiento, queabandona su reducto de Chicago y ex-tiende su influencia por todo el mundohasta hacerse ella misma, a su vez, he-gemónica, lo que había sido el empeñode unos pocos autores (el ya menciona-do Theodor Schultz, más Arnold Harber-ger, lord Bauer, de la Universidad deLondres, etc.), o de unos muchos en elcampo de la teoría monetaria (los ata-ques monetaristas a la teoría de la infla-ción estructural), experimenta un cambiocualitativo: la teoría neoclásica, ya domi-nante, no podía permitir la existencia deun paradigma competitivo (heterodoxo)en un campo que, si bien no había sidoobjeto preferente de atención, ahora,afianzadas ya las posiciones en lo quepodría denominarse el objeto de estudio«convencional» de la economía, se con-templaba bajo una nueva perspectiva.

Aparecen, pues, en aquellos años unaserie creciente de textos que, desde unaperspectiva abiertamente neoclásica,abordan la problemática económica delsubdesarrollo de forma integral. Quizá elmás representativo de todos ellos, y unode los más influyentes, aunque por su-puesto, no el único, sea el debido a Little(1982). Poco a poco, los autores neoclá-sicos van desmontando los distintos ele-mentos de las teorías heterodoxas del

subdesarrollo, reivindicando el papel delmercado y los precios en la asignaciónde recursos (get the prices right); el de laempresa privada como motor del creci-miento; la plena vigencia de las ventajascomparativas en el comercio interna-cional; la teoría monetaria de la inflacióncon su correspondiente énfasis en elequilibrio presupuestario, etc. En definiti-va, un regreso en toda regla al monismometodológico que, con el apoyo de lasprincipales instituciones internacionales(Fondo Monetario Internacional, BancoMundial), desembocará en el llamado«Consenso de Washington».

No obstante, y analizado en perspecti-va, aun con las limitaciones del caso, esteretorno a la ortodoxia neoclásica en elcampo de la economía del subdesarrollo,tampoco parece haber ofrecido los resulta-dos esperados por sus promotores. Por unlado, aquellos países que, abandonandola estrategia del desarrollo hacia dentro yapostando por una política de promociónde exportaciones, y obtuvieron un éxitoque está en la mente de todos, a pesarde que no siguieron en absoluto las reco-mendaciones de esta escuela, con res-pecto al papel del Estado, del mercado yde los precios. Se trató, de nuevo, de unproceso dirigido y planificado desde arri-ba, y con una importante distorsión de losprecios relativos (Bruton, 1998).9 Por otro,los países que siguieron más de cerca las

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9 La subvención a las exportaciones, al desplazarhacia la derecha la curva de oferta de dólares, su-pone una apreciación del tipo de cambio nacional,exactamente lo mismo que ocurre en la política sus-titutiva de importaciones con los controles a la im-portación, que desplaza hacia la izquierda la curvade demanda de dólares. El acceso preferencial alcrédito para estas empresas endurece las condicio-nes para las restantes, al igual que las exencionesfiscales representan un incremento de los impues-tos pagados por los demás.

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recomendaciones del modelo no lograroncambiar sustancialmente la tendencia an-terior, sumergiéndose algunos de ellos encrisis financieras sin precedentes, comomuy bien ha puesto de relieve, por ejem-plo, Stiglitz (2002). De resultas de ello, elConsenso de Washington ya no aparececomo una fórmula mágica capaz de de-volver a las economías al buen camino, ysu apoyo ha dejado de ser unánime.

Tratando de superar esta aparente or-fandad teórica, en la que ni la Economíadel Desarrollo ni la ortodoxia neoclásicaparecen haber acertado en su caracteri-zación, mucho menos en la superacióndel problema, una parte importante delos esfuerzos más recientes en estecampo se han dirigido en una direcciónque, abandonando en cierto sentido elénfasis en el análisis de lo acertado oequivocado de las distintas políticaseconómicas, o estrategias económicasde desarrollo, como causas últimas deléxito o el fracaso, vuelve a reivindicar laimportancia de las variables políticas ysociales.

4. ¿ECONOMÍA DEL DESARROLLO? LA IMPORTANCIA DE LASVARIABLES INSTITUCIONALES

En efecto, la búsqueda de una explica-ción al fracaso de las distintas estrategiasde desarrollo, fueran éstas alejadas delas recomendaciones de la teoría econó-mica más convencional (política sustitu-tiva de importaciones), o estrictamenteceñidas a sus recomendaciones más or-todoxas (Consenso de Washington), haterminado por devolver el protagonismo auna serie de variables más relacionadascon el contexto político, social e institu-

cional, en el que se han desarrollado lasdistintas estrategias de desarrollo, quecon las políticas económicas específicasasociadas a las mismas.

4.1. Desigualdad, inestabilidad social ydelincuencia

Como ya se apuntó anteriormente, tan-to la Economía del Desarrollo como elmodelo de acumulación e industrializa-ción socialista implicaban, implícitamenteen el primero de los casos, un empeora-miento en la distribución de la renta enlas fases iniciales del proceso de desa-rrollo. No era éste el caso de la políticasustitutiva de importaciones promovidapor la CEPAL, más producto, sin embar-go, de una concepción populista del de-sarrollo que de un análisis riguroso de lasconsecuencias distributivas de la estrate-gia recomendada, a la vista del sesgomarcadamente anti-rural y pro-urbano dela misma. No es de extrañar, por tanto,que el progresivo crecimiento de la desi-gualdad en estos países no despertaraexcesivas preocupaciones. Es más, lostrabajos empíricos de Kuznets parecíanmostrar que esto era lo esperable en lasprimeras etapas del desarrollo y que, in-cluso, podía ser algo beneficioso para elmismo, debido al impacto positivo quesobre la tasa de ahorro, se argumentaba,tendría una distribución de la renta másdesigual.

Esta visión complaciente de un procesoque venía acompañado de crecientes de-sigualdades cambia sustancialmente enla última década del siglo XX, de la manode un replanteamiento radical del impactode la desigualdad sobre el crecimiento yel desarrollo económicos, enfatizando la

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influencia negativa de la primera sobre lossegundos. Dos son las líneas a través delas que se materializa este cambio derumbo (Alesina y Perotti, 1994).

En primer lugar, el planteamiento deuna serie de razones que, desde unaperspectiva estrictamente económica, ex-plicarían esta relación negativa entre de-sigualdad y crecimiento. Entre ellas:

—La desigualdad genera una deman-da caracterizada por una elevadapropensión marginal a importar que,por tanto, contribuye poco a estimu-lar la producción nacional.10

—Una distribución muy desigual de larenta, acompañada de elevados ín-dices de pobreza, impide la apari-ción de dos factores clave para eldesarrollo: el capital humano y el ta-lento empresarial. Ambos, en efecto,requieren de un esfuerzo inversor(coste de oportunidad del estudian-te, capital para poner en marcha elnegocio) que no está al alcance delos más pobres, y que el sistema fi-nanciero no va a proporcionar.

—El teorema del «votante medio» im-plica que una distribución muy ses-gada de la renta propiciará sistemasfiscales con un elevado nivel de gas-to público y de impuestos, reducien-do el atractivo de las inversiones pri-vadas.

En segundo lugar, la desigualdad en ladistribución de la renta genera inestabilidad

social. No es sencillo establecer un indi-cador cuantitativo que pueda capturaraquello que queremos decir cuando ha-blamos de inestabilidad social, y quepermita analizar rigurosamente su evolu-ción a lo largo del tiempo, su relacióncon otras variables socioeconómicas ypolíticas, o establecer comparacionesentre distintos países. En este sentido, elprocedimiento comúnmente aceptadopara establecer índices de inestabilidades el de identificar una serie de variablesque se consideran relevantes como indi-cadoras del fenómeno, y aplicar la meto-dología del componente principal paraconsolidarlas en un índice único. En elcaso de la inestabilidad social se distin-guen dos familias de variables que refle-jarían el fenómeno: socioeconómicas(huelgas, manifestaciones, etc.) y estric-tamente políticas: frecuencia e intensi-dad de los cambios de gobierno (norma-les, mayores y golpes de estado). Puesbien, partiendo de esta base, la eviden-cia empírica parece mostrar consistente-mente dos cosas: primero, que la inesta-bilidad es inflacionista, retrae la inversión(sobre todo extranjera), y está asociadaa menores tasas de crecimiento econó-mico; segundo, que una de las variablefundamentales que explican la inestabili-dad es, precisamente, la desigualdad enla distribución de la renta.

Estrechamente asociadas a la desigual-dad y a la inestabilidad social se encuen-tran las elevadas tasas de delincuenciaprevalecientes en algunas economíassubdesarrolladas, sobre todo latinoameri-canas. Que la desigualdad en la distribu-ción fomenta la delincuencia es algo quese deriva, directamente, del modelo deGary Becker: reduce el atractivo del com-portamiento honrado (aproximado, en los

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10 Una variante ciertamente interesante de esteargumento es la relativa a la composición de la de-manda con respecto a la producción del sector in-formal. Ranis y Stewart (1999), por ejemplo, argu-mentan que aquí radicaría una de las posiblesexplicaciones del distinto desempeño relativo de losdiferentes países.

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estudios empíricos que se han efectuadoen este campo, por el salario promediodel 25 por ciento más pobre de la pobla-ción); y eleva los rendimientos de delin-quir (son mayores los activos transferiblesde la población más rica). A ello se une,desde una vertiente más dinámica y so-ciológica, el hecho de que la desigualdadsuele venir acompañada de una escasamovilidad social por lo que las expectati-vas de rentabilidad de un comportamientohonrado se reducen drásticamente. Si, fi-nalmente, la desigualdad está vinculada aalgún componente de identidad que per-mita distinguir fácilmente el «nosotros» del«ellos», por ejemplo, la raza o el origengeográfico, la resultante suele ser un in-cremento de las tasas de criminalidad nosólo económica (explicadas por el modelode Becker), sino también de aquellos deli-tos que no proporcionan, aparentemente,tal rendimiento (agresiones, violaciones).La evidencia empírica parece mostrar, enefecto, que la desigualdad es una de lasprincipales causas de la violencia y la cri-minalidad: el coeficiente de Gini aparececomo la variable independiente más rele-vante y significativa a la hora de explicarla tasa de crecimiento de la criminalidaden una amplia muestra de países (Bour-gignon, 2000). Asimismo, en su estudiosobre los factores de riesgo de violenciaurbana en América Latina, la región delmundo con mayores problemas en esteterreno, Arriagada y Godoy (2000) identifi-can la «desigualdad del ingreso urbano»como la primera de ellas.

4.2. Corrupción y crecimiento económico

Las relaciones entre corrupción y de-sempeño económico han sido objeto deuna creciente atención. Aunque la intui-

ción tiende a relacionar, acertadamente,corrupción con bajos niveles de desarro-llo y a considerarla como un freno al cre-cimiento económico, conviene introducir,sin embargo, algunos matices.

Algunos autores, en efecto, han seña-lado los efectos positivos que podría te-ner un determinado nivel de corrupciónen una economía distorsionada por lapresencia de controles, racionamiento, li-cencias, etc.11 Desde el punto de vistade la asignación de recursos, se argu-menta, la corrupción puede facilitar laconsecución de la eficiencia económi-ca. Un ejemplo podría ayudar a ilustrarel argumento. Dos personas necesitanun permiso municipal (una licencia deobras) para, en el primer caso, reformarla terraza de su apartamento y, en el se-gundo, ampliar su negocio. El recursoescaso a asignar es el tiempo del funcio-nario, o de la dependencia municipal,encargado de estudiar y aprobar el ex-pediente correspondiente. La asignacióndel mismo se hará respetando escrupulo-samente el orden de llegada de la solici-tud. Sin embargo, este procedimiento notoma en cuenta el coste de oportunidaddel tiempo perdido para los agentes in-volucrados: puede que mientras que alprimero la eventual obra no le corra mu-cha prisa (incluso que al final no se deci-da a acometerla), el segundo puede per-der una oportunidad única. En este caso,se argumenta, un pequeño sobre paraagilizar el trámite y adelantar la cola, me-joraría la eficiencia en la asignación derecursos. Es más, la corrupción permitiríaque se descubriera la verdadera disposi-ción a pagar por este recurso escaso: el

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11 Para una excelente revisión de la literatura,véase Bardhan (1997).

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tiempo del funcionario.12 Sin embargo, noes difícil plantear inmediatamente un con-tra-argumento que, adicionalmente, identi-fica una de las consecuencias más nega-tivas de la corrupción: su tendencia aexpandirse. En efecto, debido al secretis-mo de la operación y a la asimetría de in-formación, ni el funcionario puede garanti-zar el servicio ofrecido (a lo mejor senecesita una segunda firma que escapa asu control), ni el «demandante» conocerel verdadero motivo del fallo (puede serque el otro funcionario se niegue a firmar,como le dirá el sobornado, o que otropostor haya pagado un precio más alto yel funcionario haya vendido dos veces elmismo servicio); ni, mucho menos, recla-mar el cumplimiento del contrato. Todoello, que se traduce en una incertidumbrecon respecto al resultado final, reduce elprecio del soborno por conseguir algo.Ahora bien, sobre lo que existe muchamenor duda es sobre el hecho de que elfuncionario, si quiere, puede retrasar sinedie el expediente. En este caso, el funcio-nario corrupto tiene un incentivo para re-trasar todo el trabajo, y elevar así su pre-cio. Si, como suele ser muchas veces elcaso, el funcionario ha tenido que invertirdirecta o indirectamente una determinadacantidad de dinero para adquirir el puesto(a través, por ejemplo, de favores), se ha-brá puesto en marcha un proceso de se-lección adversa que estimulará el avancede este tipo de corrupción, como una for-ma de recuperar la inversión.

No es fácil, por tanto, mantener laeficiencia asignativa de la corrupción.Por otro lado, los efectos negativos de lamisma sobre el crecimiento son bien co-nocidos. En primer lugar, reduce el in-greso público cuando es «con robo».13

En segundo, reduce también la inversiónprivada, ya que no sólo eleva su coste enla cuantía del pago de sobornos, sinoque aumenta la rentabilidad de las activi-dades de «búsqueda de rentas» (rentseeking). Finalmente, la corrupción nosólo reduce la inversión pública (dismi-nución de los ingresos públicos) y priva-da, sino que modifica la composición delgasto público en favor de aquellas parti-das que ofrecen mayores posibilidadespara el negocio (material de defensa dealto valor, grandes obras de infraestruc-tura) y en contra de las que no (educa-ción, agricultura, salud primaria). Esta rea-signación del gasto público puede llegara ser incluso más perniciosa que su re-ducción.

Esta breve introducción al problema dela corrupción en países subdesarrolladosno estaría completa, sin embargo, si nose hiciera una breve mención siquiera alo que ha venido en denominarse la orga-nización industrial de la corrupción.

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12 Un argumento paralelo al que se utiliza a favorde la reventa. La asignación mediante colas otorgael bien a las personas cuyo coste de oportunidaddel tiempo es menor, que no tienen por qué ser,precisamente, aquéllas con una mayor disposicióna pagar por asistir al espectáculo. La reventa (si nohay acaparamiento) hace más eficiente la asigna-ción de este bien escaso en un contrato voluntario ymutuamente beneficioso.

13 La corrupción «con robo» aparece cuando elfuncionario corrupto ofrece gratis, contra el pago deun soborno, un servicio que tiene un coste: porejemplo, mira para otro lado cuando pasa la aduanaun camión con mercancías que requieren de una li-cencia de importación; o cuando el inspector fiscal«no descubre» un fraude. La corrupción «sin robo»aparece cuando el funcionario entrega el serviciocorrespondiente (un pasaporte) cargando el precioestipulado y entregándolo a la administración co-rrespondiente, pero acepta un pago para lubricar elproceso. La primera es mucho más complicada decombatir que la segunda porque muchas veces de-semboca en una colusión de intereses entre sobor-nante y sobornado (el soborno puede ser un pagoinferior al de la tasa oficial), mientras que en el se-gundo caso se produce una contradicción de inte-reses entre ambos: el soborno encarece el precio.

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La evidencia empírica muestra que, entérminos generales, aquellos países queexperimentan altas tasas de corrupcióntienden a tener tanto una menor renta percápita, como una menor tasa de creci-miento (en algunos casos incluso negati-va). Un grupo de países parece escapar,sin embargo, a esta generalización: China,Corea, Indonesia, Tailandia y Japón (Rocky Bonnett, 2004). Para tratar de explicareste fenómeno se hace necesario analizar,por tanto, con un poco más de detalle,cómo está organizada la corrupción.

Partiendo de la base, para simplificar,de que cada funcionario (o dependenciaadministrativa) es un monopolista con res-pecto a la oferta del servicio público enco-mendado a su cargo (licencia, permiso),la corrupción puede estar organizadacomo un conjunto de monopolios coordi-nados, o como una serie de monopoliosindependientes. En el primer caso, cadamonopolista toma en cuenta, a la hora defijar el precio, el impacto que lo que va ahacer tendrá sobre los ingresos de los de-más vía demanda total, lo que le llevará areducir su precio con respecto al que hu-biera fijado si hubiera actuado indepen-dientemente. Por el contrario, si las distin-tas dependencias no están coordinadas(monopolios independientes), cada unade ellas fijará el precio buscando maximi-zar su beneficio, sin tomar en cuenta lasposibles repercusiones sobre los demás.Suponga el lector que a lo largo de unacarretera, los distintos municipios por losque ésta atraviesa pueden instalar unpeaje al paso de los vehículos. Un mono-polio coordinado establecerá un peajeque maximice los ingresos del conjuntode municipios, y probablemente lo cobra-rá una sola vez: es el caso del «bandidoestacionario». Por el contrario, si los muni-

cipios actúan descoordinadamente, cadauno cobrará lo que pueda y el tráfico sereducirá dramáticamente: es el caso del«salteador de caminos». La corrupción or-ganizada y estructurada, por tanto, es me-nos dañina para el desarrollo que la de-sorganizada y anárquica. Añádase a elloel horizonte temporal con el que se estáresolviendo el problema de maximizaciónde beneficios. En Estados desestructura-dos e inestables, carentes de legitimidadsocial, el funcionario, o la AdministraciónPública en general, funciona con un hori-zonte temporal muy corto. Ello se traduce,en el ámbito de la corrupción, en que elfuncionario ha de maximizar sus benefi-cios, o la rentabilidad de su «inversión»en un período de tiempo muy corto, lo quele llevará a elevar el precio cobrado sinimportarle las consecuencias que estopueda tener en el futuro. Por el contrario,en sistemas más estables, la planificaciónse hace a largo plazo, teniendo buen cui-dado de no secar el estanque en el quese pescan los peces: incluso puede que sereinvierta una parte de lo obtenido me-diante la corrupción en mantener la saluddel estanque (en el crecimiento económi-co) para así poder seguir pescando. Estoes precisamente lo que se argumenta haocurrido en los países anteriormente men-cionados (China, Corea, Taiwán).14 En elcaso de América Latina se da un fenómenode corrupción más o menos organizada,pero con un horizonte temporal muy corto,

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14 Rock y Bonnett (2004) añaden otra variable expli-cativa también relevante: el tamaño del país. En paísesgrandes, como los mencionados, la política sustitutivade importaciones (con sus correspondientes nichos decorrupción) pudo mantenerse durante mucho mástiempo sin temor a la competencia internacional. Porotro lado, el tamaño del mercado interno hace rentablea las empresas multinacionales operar e invertir en es-tos países aún teniendo que pagar los correspondien-tes sobornos. En los países pequeños la situación esbien distinta, y la corrupción mucho más dañina.

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mientras que en el África subsaharianaconfluyen los dos fenómenos (Estados dé-biles y desestructurados, caracterizadospor un marcado clientelismo étnico, y conun horizonte temporal muy corto) lo que ladeja en la peor de las situaciones posibles.

La inestabilidad política y social, portanto, también influye negativamente so-bre el desarrollo económico, no sólo ha-ciendo más probable la aparición del fe-nómeno de la corrupción, sino las formasmás dañinas de ésta.

4.3. Capital social y gobernabilidad

Es probablemente, sin embargo, elconcepto de capital social el que mejorrecoja la relevancia de todas las variablessocioeconómicas que se han ido apun-tando como fundamentales (desigualdad,inestabilidad social, legitimidad, corrup-ción etc.) para entender el proceso dedesarrollo económico.

El concepto de capital social ha recibi-do últimamente una gran atención, sobretodo a partir de algunos trabajos empíri-cos debidos fundamentalmente a RobertPutnam, que mostraban su importancia ala hora de explicar la efectividad de deter-minadas políticas de desarrollo. Sin em-bargo, es un concepto no exento de pro-blemas, no siendo el menor de ellos el desu misma definición y posterior medición.

El capital social puede definirse como«la solidaridad que una persona o un gru-po siente por los demás» y se «basa en re-laciones de solidaridad que pueden descri-birse mediante el uso de redes» (Robisonet al., 2003, p. 52); «normas o valores com-partidos que promueven la cooperaciónsocial» (Fukuyama, 2003, p. 37).

De acuerdo a Durston (2005), el capitalsocial posee dos componentes (formas)fundamentales que pueden ser diferencia-dos a efectos de análisis: el estructural y elcognitivo. Mientras que el primero se pre-senta en el marco de las relaciones inter-personales (estructura y organización so-cial), el segundo encuentra su espaciodentro de la mente de cada persona (valo-res), convirtiéndose en capital social cuan-do se comparte. Como afirma Uphoff (2003,p. 125), las formas cognoscitivas constitu-yen la esencia del capital social, siendo lasformas estructurales aquellas mediante lasque se expresa. En función de las caracte-rísticas concretas de los valores comunesde partida (y del tipo de vínculos interperso-nales a que dan lugar) y de la intensidadcon que se comparten estas formas cogniti-vas, el capital social puede adoptar distin-tas formas (Robison et al., 2003):

a) Capital social de unión, que se daen relaciones socialmente estre-chas a través de compromisos in-tensos, como es el caso, por ejem-plo, de la familia.

b) Capital social de vinculación, queaparece cuando se construyen re-laciones sociales horizontales, me-dianamente estrechas, basadas encompromisos (explícitos o implíci-tos) a medio plazo: con los compa-ñeros de trabajo, por ejemplo, losmiembros de una misma asociacióncultural o los seguidores de un de-terminado club deportivo.

c) Capital social de aproximación, queaparece cuando estas relacionesinterpersonales son asimétricas(profesor-alumno, empleador-em-pleado) y el capital sirve comopuente para efectuar la conexión.

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Medir la contribución del capital socialal desarrollo implica, en primer lugar, es-tablecer una identificación y estimacióndel valor de sus servicios. En este senti-do, el capital social probablemente jue-gue un papel más relevante en términosde cohesión social en las economíassubdesarrolladas, siendo más importan-te en las avanzadas en términos de cos-tes de transacción (Pérez García, 2005).En efecto, la característica fundamentaldel capital social en economías atrasa-das es la de proporcionar a quien lo tie-ne una red de protección ante la ad-versidad, y un sitio en la sociedad dereferencia: capital social de unión. Es elque permite que la pobreza no se trans-forme en marginación y exclusión social,pero, al mismo tiempo, es difícil que porsí solo, sin el concurso de otras formasde capital, tanto social (de vinculación y,sobre todo, de aproximación) como hu-mano y físico, logre superar esta situa-ción (Bebbington, 2005). Ahora bien,aceptado lo anterior, el capital social deunión, propio de las sociedades atrasa-das, no sólo reduce la conflictividad so-cial sino que, desde una perspectivamás positiva, incrementa la rentabilidadsocial de inversiones en otros camposque involucran a la persona como ciu-dadana: educación, salud, infraestruc-turas comunes, etc.15

El Banco Mundial ha desarrollado unejercicio ciertamente encomiable para tra-tar de estimar la riqueza de los distintospaíses del mundo (World Bank, 2005). Elprocedimiento seguido ha sido una adap-tación a variables fondo (riqueza), del mé-todo de la contabilidad del crecimiento (di-señado para variables flujo: renta). Paraello, se calcula la riqueza total acumuladade un país cualquiera, y se estima la contri-bución de los distintos tipos de capital a lamisma: capital construido, capital humano,capital natural y «capital intangible». Ésteúltimo queda identificado como el «resi-duo» resultante de sustraer el valor de lasdistintas formas de capital previamenteidentificadas, del total de la riqueza estima-da. Acto seguido, los analistas del BancoMundial se adentran en el terreno de tratarde averiguar los componentes de este ca-pital intangible y la importancia de cadauno de ellos. Apoyándose en el trabajo deKauffman et al. (2005), identifican seis posi-bles variables que explicarían el valor deeste capital intangible:

—Voz y rendición de cuentas.

—Estabilidad política y ausencia deviolencia.

—Eficiencia del gobierno.

—Calidad de la acción reguladora delgobierno.

—Cumplimiento de la ley.

—Control de la corrupción.

Es difícil, por supuesto, establecer indi-cadores cuantitativos, homogéneos y com-parables que cubran una muestra significa-tiva de países y permitan establecer lascomparaciones pertinentes, a pesar de losavances realizados en muchos de estoscampos. La evidencia empírica existente,

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15 No se pueden perder de vista, sin embargo, doselementos igualmente importantes aunque, en estecaso, negativos, vinculados al capital social. En primerlugar, que el capital social (sobre todo el de unión) con-lleva en sí mismo el fenómeno de la exclusión haciaquien no pertenece al grupo. En segundo lugar, quepolíticas que fomentan la adquisición de capital socialde vinculación y aproximación, pueden tener efectosnegativos sobre el capital social de unión de distintosgrupos sociales, al introducir en ellos elementos de di-ferenciación (Bebbington, 2005). Es por ello importanterecordar, como hace Fukuyama (2003) parafraseandoa Schumpeter, la necesidad de una cierta destruccióncreativa del capital social en el proceso de desarrollo.

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sin embargo, muestra que estos seis in-dicadores se encuentran fuertemente co-rrelacionados entre sí, lo que facilitaría laelección de uno cualquiera como repre-sentativo del conjunto. Esto es, preci-samente, lo que hacen los analistas delBanco Mundial, decantándose por el pe-núltimo de ellos: el grado de cumplimientode la ley. Es más, de acuerdo a Paldam ySvendsen (2005), la correlación existenteentre el nivel de capital social (estimadomediante un indicador de confianza gene-ralizada para una muestra de veinte paí-ses) y el imperio de la ley es, asimismo,muy elevada. No es de extrañar, por tanto,la afirmación de Fukuyama (2003, p. 43),en el sentido de que «en estos casos[sociedades que carecen de confianza so-cial], el único enfoque posible para crearcapital social en toda la sociedad es forta-lecer políticamente el imperio de la ley».A pesar de lo meramente indicativo de estetipo de resultados, el punto que vale lapena resaltar, en cualquier caso, es impor-tante: el capital social es muy relevante a lahora de explicar la riqueza de un país (y,por tanto, su renta futura y sostenible).

5. A MODO DE CONCLUSIÓN

El análisis económico comienza a ocu-parse de la realidad de las economíassubdesarrolladas recién terminada laSegunda Guerra Mundial. Durante unosaños, la «etapa formativa», aparecen mul-titud de modelos y teorías que, al tiempoque tratan de explicar las característicasdiferenciales de los países subdesarrolla-dos, avanzan distintas estrategias paraconseguir el desarrollo. A pesar de susmuchas diferencias, hay una coincidenciacasi perfecta en el hecho de que el proce-so de desarrollo es un proceso de indus-

trialización planificada por el Estado yapoyada en el desempleo encubierto y elexcedente capitalizable que puede pro-porcionar el sector agrícola. Tras una se-rie de lustros en los que, aparentemente,no se alcanzan los objetivos propuestos,esta propuesta metodológica entra en cri-sis, y es sustituida por una serie de mode-los y recomendaciones emanados de laescuela neoclásica (precios relativos,mercado, empresa privada), plasmada enel Consenso de Washington. No puededecirse, sin embargo, que este regreso ala ortodoxia haya procurado los resulta-dos que se buscaban: los países más exi-tosos se embarcaron en una política depromoción de exportaciones muy alejadadel funcionamiento del sistema de merca-do y de unos precios de equilibrio. Porotro lado, aquellos que las siguieron másde cerca obtuvieron resultados, en algu-nos casos, muy negativos.

Ante esta nueva encrucijada, que pa-rece haber agotado la validez de laspropuestas estrictamente económicas, laliteratura ha comenzado a centrar su aten-ción en el marco social, político e institucio-nal en el que han de aplicarse. Variablestales como la desigualdad, la inestabilidadsocial, la corrupción y la delincuencia, la le-gitimidad (gobernabilidad) o el capital so-cial han pasado a ocupar el primer plano.Partiendo de la base de que son clavespara el éxito de cualquier estrategia de de-sarrollo, son cada vez más numerosos losestudios que tratan de establecer sus rela-ciones de interdependencia, entre sí, y condistintas variables económicas, buscandode esta forma garantizar un marco social einstitucional en el que las distintas políticaseconómicas dirigidas a conseguir el objeti-vo del desarrollo puedan tener alguna via-bilidad.

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