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Sábado 16 de marzo de 2019 23 www.elsoldecuernavaca.com.mx / www.elsoldecuautla.com.mx EDITORA: MARÍA JOSÉ DÍAZ COEDITOR GRÁFICO: EDUARDO VALVERDE Aspecto de la comunidad de Izquitepetl-Tlalmimilolpan (San José de los Laureles), Tlayacapan, entre la serranía /FOTOGRAFÍAS: RAÚL FRANCISCO GONZÁLEZ QUEZADA. Historia antigua de Tlalmimilolpan RAÚL FRANCISCO GONZÁLEZ QUEZADA San José de los Laureles, en Tlayacapan, es una comunidad con una profunda historia aún por investigarse a fondo. Se llamaba antigua- mente Tlalmimilulpan, como lo recuerdan cada vez más vagamente sus pobladores, y quizá durante los primeros tiempos del virreinato se conociera como Izquitepetl. Los reconocimientos arqueológicos nos muestran que tuvo una ocupación humana desde el período Preclásico Tardío (500 a.n.e.-200 n.e.) y cuenta con relevantes sitios arqueológicos, testigos de su historia. Arqueología de San José de los Laureles, Tlayacapan 873

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Sábado16 de marzo

de 2019

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www.elsoldecuernavaca.com.mx / www.elsoldecuautla.com.mx

EDITORA: MARÍA JOSÉ DÍAZ COEDITOR GRÁFICO: EDUARDO VALVERDE

Aspecto de la comunidad de Izquitepetl-Tlalmimilolpan (San José de los Laureles), Tlayacapan, entre la serranía /FOTOGRAFÍAS: RAÚL FRANCISCO GONZÁLEZ QUEZADA.

Historia antiguade Tlalmimilolpan

RAÚL FRANCISCO GONZÁLEZ QUEZADA

San José de los Laureles, en Tlayacapan, es una comunidad con unaprofunda historia aún por investigarse a fondo. Se llamaba antigua-mente Tlalmimilulpan, como lo recuerdan cada vez más vagamentesus pobladores, y quizá durante los primeros tiempos del virreinatose conociera como Izquitepetl. Los reconocimientos arqueológicosnos muestran que tuvo una ocupación humana desde el períodoPreclásico Tardío (500 a.n.e.-200 n.e.) y cuenta con relevantes sitiosarqueológicos, testigos de su historia.

Arqueología de San José de los Laureles, Tlayacapan

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La comunidad conocida comoSan José de los Laureles se loca-liza a tres kilómetros y medio enlínea recta al noroeste de la ca-becera de Tlayacapan, de quien

depende políticamente. Su altitud es ma-yor que la de la cabecera en casi 200 me-tros más, alcanzando los 1,866 m.s.m.n., locual la acerca más al bosque y a recursosdiferenciales con respecto a los de la ca-becera. Esta comunidad fue emplazadasobre una loma entre peñas con altas pa-redes verticales que le otorgan un paisajenotable.

En las Relaciones Geográficas del sigloXVI de Totolapan, realizadas en 1579, seindica que Tlayacapan era una cabeceraque tenía como sujetos a seis comunida-des: “…Hizquitepeque, Cuitlapila, Acto-pa[n], Tezontlitlan, Nonopala, Zacatilihu-can: todos los cuales están en torno de ladicha cabecera y distan de ella media le-gua, poco más o menos, excepto Xocoyo-can, que dista una legua, poco más o me-nos” (Acuña 1986:159).

Un registro realizado por los agustinosque tenían a cargo dichas comunidades deTlayacapan, en el siglo XVI, aportan losnombres de los santos asignados a cadacomunidad reconocidos entre 1571 y 1573.En este caso se registraron trece comuni-dades: Los Tres Reyes Xocoyacan; SantLucas Teapoyucan; Asunción de Nra. Se-ñora Atepexic; San Gregorio Atlteapoti-tlan; San Andrés Nonopala; San PabloTexoaçan; Sant Agustín Atocpa; Sant Mar-cos Tlalyuacpan; San Pedro Cuytlapilco;Sta. Mónica Tepenacanco; S. Joseph In-quitepec; S. Francisco Tepozoco; y Sta. Ca-talina Çacatiliuhcan (Brinckmann1969:139).

La única comunidad de Tlayacapanque tiene asignado a San José en su capillalocal es precisamente San José de los Lau-reles. Y la comunidad registrada en la se-gunda mitad del siglo XVI vinculada conSan José es la de Inquitepec. El profesor denáhuatl local de San José de los Laureles,Carlos Tamariz Flores, argumenta que enalgunos papeles en el Archivo Municipal

cer la comunidad de Los Tres Reyes Xoco-yacan, fue congregada hasta 1604 y quizásu ubicación sea la de la actual capilla deLos Reyes, en el Barrio de Texcalpa (Gar-cía Mendoza 2010:387-388).

Sea cual fuere el nombre original, ladesignación en náhuatl local actual de lacomunidad de San José de los Laureles esTlalmimilulpan, aunque éste ha ido ca-yendo en desuso, para dar paso al omní-modo San José de los Laureles. Sobre estenombre se ha argumentado que Tlalmi-milulpan “Se compone de tlalli, tierra, demimilloli ó mimilluli, cosa rolliza comopilar, redonda, y de pan, en o sobre; y sig-nifica: En Remolinos de tierra” (Robelo1897:64). También se ha traducido Tlalmi-milòlpa como la/tierra/del/borde, ademásde que se ha dudado que haya perteneci-do a Tlayacapan, sino que más bien esta-ría vinculado con Tepoztlán o Tlalnepan-tla por el solo hecho topográfico y la cer-canía con este último (Favier 2004:28,184), lo cual, como hemos visto por laidentificación del pueblo de Izquitepetl enlas fuentes vinculado con San José, es po-co probable asumir que no haya pertene-cido a Tlayacapan.

Quizá la voz Tlalmimilolpan derive detlalli que es tierra, mimiloa que significarodar, y pan que indica sobre, lo cual indi-caría “En tierra que rueda”, lo cual se rela-ciona con la topografía abrupta de la loca-lidad que se encuentra entre peñas congraves pendientes que frecuentementemuestra deslaves de rocas.

Desde el año 2012 que comenzamos aejecutar el Proyecto de Investigación yConservación de la Zona Arqueológica ElTlatoani, Tlayacapan, Morelos, llegamos arealizar recorridos en la región de Tlalmi-milolpan, identificando primeramente suspinturas rupestres. En 2015 realizamos unproyecto de recorrido sistemático paraesa localidad en particular, para el quecontamos con la asistencia del P. A. JuanManuel Ramos García y de un vecino de lalocalidad, don Epigmenio Salas. De estaforma fuimos localizando diversos sitiosen la totalidad del área que comprende lacomunidad, algunos de ellos fueron con-centraciones de materiales arqueológicossobre la superficie, otros fueron los restosde antiguas edificaciones, y finalmente,una considerable cantidad de elementosarqueológicos rupestres tanto pictóricoscomo petrograbados, que son relevantesen el área y han resultado de los más re-presentativos hasta el momento, en todoel municipio.

Se han registrado al momento diez si-tios con pintura rupestre y siete con sig-nos petrograbados dispersos en los cam-pos agrícolas e incluso en algún muro deuna casa en la comunidad de Izquitepetl-Tlalmimilolpan.

gares en el siglo XVI (ca. 1571) (GarcíaPimentel 1904), donde son nombradastrece estancias con ligeras diferencias alas del censo agustino, aunque quizá deri-vado de una misma fuente. Las variacio-nes son menores, se encuentran en losnombres de Nonoxala (por Nonopala),Texoacan (por Texoaçan), Texinacanco(por Tepenacanco), Texozoco (por Tepo-zoco), y Zacatiliuncan (por Çacatiliuhcan),quizá por efectos de diferencias entre lospaleógrafos. Se tiene registrado, además,que el pueblo de Inquitepec “…dista de lacabecera tres cuartos de legua al norte”(García Pimentel 1904:120), tal como seencuentra aproximadamente el día dehoy el propio San José de los Laureles.

En el período que comprende 1601 a1604 se realizaron congregaciones en Tla-yacapan, ocho de las trece comunidadesfueron agrupadas en otras entidades ma-yores, sobreviviendo solamente cinco se-paradas. Las comunidades que sobrevi-vieron alejadas de la cabecera de Tlaya-capan registradas en los archivos de esaépoca, podrían coincidir con algunas co-munidades que continúan actualmenteen esta condición y algunas que hemos lo-calizado ya abandonadas. San Andrés No-nopala, podría ser el actual San AndrésCuauhtempan; San Pablo Texoaçan, quizácorresponda a la actual capilla abandona-da de San Pablo, al norte de la cabecera deTlayacapan, entre San Agustín y San An-drés; San Agustín Atocpa, podría ser el ac-tual San Agustín Amatlipac; San José In-quitepec, podría ser el actual San José delos Laureles, Tlalmimilolpan; y Santa Ca-talina Çacatiliuhcan quizá sea la actualSanta Catarina Tlayca, también conocidacomo Ignacio Bastida, en Yautepec (cfr.Gerhard 1986:108). Esta comunidad deSanta Catarina, se encuentra al otro ladode la sierra, al suroeste de la cabecera deTlayacapan, y en el año de 1554 Tlayaca-pan y Yautepec se disputaban tierras cer-canas a ésta, denominadas Maquiztlan(García Mendoza 2010:368-369). Al pare-

de Tlayacapan identificó el nombre de sucomunidad registrada como San José Ix-quitepetitla, y él señala que su traducciónal español derivaría de la voz ixquitl, quesignifica tostado, tepetl, cerro, y titlan, querefiere abundancia, todo lo cual haría re-ferencia al cerro de tezontle, localmentellamado Tezontlala.

Es ampliamente probable que el nom-bre original de la comunidad sea el de Iz-quitepetl, donde izquitl es maíz tostado, ytepetl, cerro, lo que permitiría la lecturade “Cerro de maíz tostado”, lo cual no secontrapone necesariamente con la ideadel profesor Tamariz, y coincide con el re-gistro que se hizo entre 1571 y 1573 de lascomunidades atendidas por los agustinosen Tlayacapan como Inquitepec, quizá re-gistrada así por un error, en lugar de Iz-quitepec. El mismo listado de trece estan-cias aparece también en la obra Los obis-pados de Tlaxcala, Michoacán y otros lu-

Aspecto general del cerro Tezontlala, que está constituido en su mayor parte de tezontle, unbasalto rojizo, poroso y ligero.

Petrograbado con la representación de una escalinata rematada por una alfarda.

A FONDO

TLALMIMILULPAN SE compone detlalli, tierra, de mimilloli o mimilluli,cosa rolliza como pilar, redonda, yde pan, en o sobre, y significa: EnRemolinos de tierra

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Los petrograbados muestran signos vege-tales, acuáticos y en un caso se trata deuna maqueta que representa una estruc-tura arquitectónica donde se advierten losescalonamientos y el remate de la alfarda(González et al. 2016).

De todas las zonas con pinturas rupes-tres destacan por su magnitud y compleji-dad aquellas que denominamos San Joséde los Laureles I, II y III, y Cihuapapalo-tzin, al oeste de Izquitepetl-Tlalmimilol-pan, pero existen otras de menor magni-tud e incluso, casi perdidas, en los cerrosAyotzin, Tepozoco y Tonantzin. Todos loscerros están nombrados y la comunidadmantiene una tradición oral sobre el sig-nificado de cada nombre y algunas leyen-das al respecto, el más famoso de ellos,que se ha convertido incluso en la imagende la Ayuntamiento de Tlayacapan, es elcerro Tonantzin, ya que los vecinos an-cestralmente han advertido que desde laperspectiva de su comunidad se puedever la cabeza de perfil de esta deidad.

El más investigado de los sitios conpintura rupestre es el denominado San Jo-sé de los Laureles III, ubicado en el parajeEl Mirador, en la ladera de una peña. Deeste sitio, se cuenta con dos trabajos aca-démicos relevantes que abordan, por unlado, el registro de los signos representa-dos y su posible significación (Valdovinos2014), y por otro, su posible vinculacióncon ciertas prácticas del sistema de valo-res de la actual comunidad de Tlayacapan

no sabemos con plenitud la cronología deesta zona arqueológica, pero hemos des-cubierto materiales pertenecientes alPreclásico Tardío al Terminal (500a.n.e.-200 n.e.) de manera más frecuente.

Al norte del cerro Tezontlala se locali-za, en el nacimiento de una barranca, unyacimiento de piedra foliácea del cual seextrajeron desde el período PreclásicoTerminal (200 a.n.e-200 n.e.), lajas parasu uso en contextos funerarios que han si-do localizados en múltiples entierros delPreclásico en toda la región, y más tardepara la construcción de los soportes de lostableros saledizos en la arquitectura aná-loga a la teotihuacana, los cuales estánpresentes en la arquitectura de la cima dela peña El Tlatoani. Quizá el propio Iz-quitepetl-Tlalmimilolpan mantendría uncomercio específico de este materialconstructivo que no hemos localizado enninguna otra parte de la región de los Al-tos de Morelos.

En los recorridos sistemáticos realiza-dos pudimos recuperar materiales cerá-micos que nos permitieron tras su análi-sis, identificar que en la comunidad hahabido asentamientos desde el PreclásicoTerminal (200 a.n.e.-200 n.e.), hasta elVirreinato (1521-1821 n.e.). Uno de los tiposmás significativos perteneciente al perío-do Clásico (200-600 n.e.) es el BlancoGranular. Pero no cabe duda que la mayorfrecuencia de materiales corresponde alPosclásico Temprano (900-1200 n.e.), co-incidiendo en este aspecto con el granasentamiento que existió en Tlayacapanen ese momento. Entre los tipos de estatemporalidad contamos con el Rojo Bru-ñido, circunscrito a esta temporalidad, asícomo el Negro sobre Anaranjado Puebla/Morelos, que continúa produciéndosehasta el Posclásico Medio (1200-1438 n.e.).En menor cantidad relativa existen mate-riales del Posclásico Tardío, tanto locales,como aztecas y xochimilcas, procedentesde la Cuenca de México.

un signo relevante en el sistema de valo-res de América Media desde el PreclásicoMedio (800-500 a.n.e.) (González 2017).

El sitio San José de los Laureles I se lo-caliza también sobre una pared de la pe-ña, pero adyacente al nivel del terreno ag-rícola. Este aún no se ha analizado plena-mente, su grado de conservación es infe-rior a los antes mencionados, pero seadvierten decenas de signos, la mayoríaen tinta blanca, aunque también podríahaber alguno en tinta roja, entre los que seadvierten signos zoomorfos cuadrúpedosy también antropomorfos.

Otro sitio con pintura rupestre es el dela peña Cihuapapalotzin, el cual está muyprobablemente relacionado con el pueblode Izquitepetl-Tlalmimilolpan no solo porel estilo de los signos, sino porque el en-cumbramiento al área de la cima donde seencuentra es accesible a partir de ésta co-munidad, intentarlo por Tlayacapan seríamuy complicado. Entre los seis signospresentes en este sitio podemos distinguirrepresentaciones de Venus, el ojo de rep-til, y el glifo-emblema de Tláloc, todos entinta roja (González 2013 y 2016).

El pueblo de Izquitepetl-Tlalmimilol-pan cuenta con una gran zona arqueológi-ca llamada Los Teocholes, la cual fue re-gistrada por el INAH Morelos desde el añode 1987, probablemente por el ArqueólogoArturo Oliveros. Se trata de dos conjuntosde tres estructuras piramidales en torno aplazas que alcanza más de 1000 metroscuadrados cada una, tanto al norte, comosur de este espacio; entre los dos conjun-tos median 250 metros lineales, y cercadel centro se ubica una gran plataformade 50 x 40 metros y hasta 1,8 m. de alturade altura. La estructura más alta pertene-ce al conjunto norte y mide 15 m. de altura,30 m. de largo y 20 m. de ancho. Al estedel cerro Quiahtepetl también existe otromontículo en muy mal estado de conser-vación. Los materiales arqueológicos aso-ciados en superficie son mínimos y aún

asociados al aire (Granados y Cortés2009).

Este sitio consiste en un amplio paneldonde a manera de un palimpsesto, sepintaron signos en tinta roja, y sobre éstay en al menos dos etapas más, se advier-ten signos pintados en tinta blanca. Desdeeste lugar se advierten los cerros Ayotzin,Tonantzin, Tezontlala, El Sombrerito yCihuapapalotzin, muy vinculados con Iz-quitepetl-Tlalmimilolpan y quizá tuvo al-gún vínculo de observación de los astroscon respecto a estas elevaciones.

La cantidad de signos en este primersitio en color rojo son veinte, mientras quelas de color blanco, suman treintaidós. Laspinturas en color rojo son con alta proba-bilidad efecto del período Epiclásico(600-900 n.e.), y entre éstas existen sig-nos antropomórficos y calendáricos,mientras que en la pintura blanca existenrepresentaciones de Tláloc, también quizáde Mictlantecuhtli, el quincunce, zoomor-fos cuadrúpedos y un interesante signo deaspas giratorias que identificamos comoel nepaniuhtli que representa “…movi-miento con la idea del ollin, al tiempo quesirve como representación del ilhuitl co-mo noción del tiempo ritual… y poseenatributos correspondientes al movimientoy la alternancia.” (Martínez et al. 2018).

El sitio denominado San José de losLaureles II se localiza cerca de un miradoren el camino para acceder más arriba,hasta el sitio que acabamos de describir.Este sitio está constituido exclusivamenteen signos elaborados con puntura roja,también claramente pertenecientes al pe-ríodo Epiclásico (600-9000 n.e.). Entrelos signos representados existen algunosantropomorfos y otros claramente de ca-rácter calendárico asociados directamen-te con signos análogos a los representadosen Xochicalco, en Morelos, así como Pie-dra Labrada y Texmelican en Guerrero.Además, se ha identificado la representa-ción de un cerbatanero, el cual constituye

Imagen con filtro donde se aprecia un signo en pintura blanca perteneciente al período Pos-clásico (1200-1521 n.e.), que representa a un animal cuadrúpedo sobre otro que representa alSigno Xi, con un numeral siete, en el sitio San José de los Laureles III, pintura roja pertenecien-te al Epiclásico (600-900 n.e.).

Cerro Tonantzin visto desde la comunidad de Izquitepetl-Tlalmimilolpan (SanJosé de los Laureles), sus habitantes aseguran que de esta manera se puedeadvertir la cabeza de la deidad que le da su nombre.

El pueblo de Izquitepetl-Tlalmimilolpancuenta con una gran zona arqueológica llama-da Los Teocholes, la cual fue registrada por elINAH Morelos desde el año de 1987, probable-mente por el Arqueólogo Arturo Oliveros.

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Nosotros solamente hemos realizado unapequeña excavación arqueológica en elparaje denominado Axahuizco, dondepreviamente se habían recuperado vasi-jas por parte de sus dueños en trabajosagrícolas. En la exploración localizamossolamente una vasija perteneciente al pe-ríodo Preclásico Terminal (200 a.n.e.-200n.e.), y por el contexto general del descu-brimiento y los materiales que conserva lacomunidad y recuperados del mismo si-tio, pensamos que se trataba de unaofrenda agrícola, con varias vasijas, algu-nas de las cuales contenían cuentas depiedras verdes, significando el agua.

Otros materiales arqueológicos locali-zados que nos permiten inferir activida-des pretéritas en el lugar, son las variadasmanos de metate, metates y metlapilespara la preparación de alimentos, así co-mo machacadores para la preparación dela fibra vegetal del amate del cual se hacíauna especie de papel.

El saqueo en la comunidad no es siste-mático, pero sí ha existido, aunque re-cientemente la comunidad está organiza-da y se construyó una caseta a la entradade la misma, la cual pretende controlarmás el flujo de visitantes a la misma.

Recientemente la comunidad ha dadoseñales claras de querer recuperar no so-lamente su historia ancestral, sino tam-bién de ir recuperando la lengua náhuatl.

Debemos recordar que con la seculari-zación durante el siglo XVIII de las doctri-nas que estaban en manos del clero secu-lar, comenzó un ataque que exterminó elnáhuatl de muchas comunidades en Mo-relos. La doctrina de Tlayacapan se secu-larizó en 1754 y, por ejemplo, en lugarescomo Ocuituco Tetela y Atlatlauhcan losvicarios seculares que sustituyeron a losfrailes no sabían el náhuatl, por lo que pe-dían frailes que lo supieran (Álvarez2015:96, 248).

Durante las Reformas Borbónicas delsiglo XVIII, las diversas lenguas indígenasa las que muchos de los frailes del cleroregular se habían adaptado desde el sigloXVI, de manera destacada los propiosagustinos que impartían la doctrina ennáhuatl en Tlayacapan, comenzaron a re-sentir el embate de una política que pre-tendió erradicar las lenguas indígenas yprivilegiar el castellano. Durante el sigloXX se impuso el español sobre las lenguasindígenas en un intento de “modernizar” yuniformar el sistema educativo, y no seríahasta la década tercera del siglo XX que sevolteó a las comunidades indígenas y suslenguas para valorar lo que, en realidad enmuchos casos, era prácticamente un pro-

los grupos nacionales posrevoluciona-rios con la lengua originaria, será muydifícil de revertir aún en comunidadescomo Tlalmimilulpan, que cuenta aúncon unos pocos hombres y mujeresmayores de edad hablantes del náhua-tl, así como algunos entusiastas de laidea de un renacimiento de esta lenguaen su localidad. Aun así, tienen de sulado múltiples “prestamos” del náhuatlal español contemporáneo, un entornocimentado en esa lengua donde cadaanimal, planta, flor, insecto, peña, pa-raje, campo agrícola, cañada, manan-tial, camino y calle les recuerdan quealguna vez, toda la comunidad nom-braba al mundo que la rodeaba en esalengua que ahora se le ve languidecer.Pero, sobre todo, tienen una larga his-toria fundamentada al menos desde elsiglo VI de nuestra en esta lengua,plasmada en sus contextos arqueoló-gicos, que les otorga identidad, singu-laridad y a la vez, universalidad comofenómeno humano de larga duración.

ceso imposible de rescindir, la pérdidadefinitiva de las lenguas indígenas enamplias regiones y comunidades.(Garza 1991)

Ese habría sido el escenario delnáhuatl en Tlayacapan que para laprimera década del siglo XX ya se ha-blaría muy poco el náhuatl en la cabe-cera, y cuya única comunidad quemantuvo unos cuantos hablanteshasta la actualidad sería precisamen-te la que hubiera perdido casi en sutotalidad, el uso de su nombre antiguoen esa lengua y preferir el nombre deSan José de los Laureles. Quizá estesea un buen ejemplo de lo que para lascomunidades indígenas llegó a signi-ficar siglos de ataques a su lengua, y laimposición de una triste estigmatiza-ción sobre aquellos que no hablaranespañol, equiparándolos con el rostrodel atraso de la nación, la pobreza y laindignidad. Lo que hicieron los inva-sores españoles en el XVI, los gruposcriollos en el México independiente y

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Aspecto del teochol de mayor magnitud en el campo de Izquitepetl-Tlal-mimilolpan (San José de los Laureles), adviértase la escala humana endistintos planos de altura de esta estructura.

Vasija localizada en las exploraciones arqueológicos que realizamos en2015 en el predio de Axahuizco, en San José de los Laureles, procede deuna ofrenda agrícola.