educación diferenciada gustavo sosa gonzález
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Testimonio sobre la Educación Diferenciada por Gustavo Sosa GonzálezTRANSCRIPT
Ni bien me enteré que mi sobrina había sido anotada en un colegio donde, a pesar de
concurrir varones y mujeres, se recibe educación diferenciada en las aulas, mi reacción
fue negativa. No pude resistir la tentación de manifestarle a mi hermana, que como
docente, consideraba su decisión poco pertinente. Que en pleno siglo veintiuno, una
pedagogía así era “retrógrada” y completamente anacrónica.
Por esos caprichos de la vida, destino o plan divino -como prefiera el lector llamarlo-
transcurridos unos días de ese episodio, recibí un llamado de la misma Institución para
tener una entrevista laboral. Al poco tiempo, me convertí en el Profesor de Historia de la
Sección de Varones.
Desde aquel momento cada hora de clase dada allí, me permitió descubrir un mundo
nuevo en mi vida docente. Las diferencias con las clases dadas a grupos mixtos de similar
condición socioeconómica, no se hicieron esperar. El trabajo con un grupo compuesto
solamente por varones me presentó menor dificultad. Ya no debía estar suponiendo, sino
que podía comprender perfectamente los momentos y los modos de cada uno de quienes
tenía delante.
Hasta allí todo es obviedad, al ser varón no había interferencia cuando a varones me
dirigía. Sin embargo la posibilidad de un vínculo con alumnos que no tenían necesidad de
disfraces, me permitió descubrir en estos jóvenes un mundo interior que consideraba de
antemano, inexistente. No por falta de experiencia con adolescentes, sino porque en los
grupos donde actuaban de manera mixta, vaya a saber uno si por mandato social o por
qué razón, no había presenciado manifestaciones tan sinceras de sensibilidad.
En esta atmósfera de trabajo masculino, a diferencia de lo que ocurre en los grupos
mixtos, la presencia de mujeres generaba un cuidado especial. Así como también la
posibilidad de un respetuoso diálogo abierto, facilitaba la apertura de las emociones sin
temor al ridículo. Desde la misma sección, se los acompañaba destacando que también
los sentimientos son algo natural y propio del varón; y no solamente aquello que hace a la
destreza física u operacional-lógica.
Sin mayor intervención externa, más que alentarlos a no quedarse en un segmento de su
ser, el mensaje fue recibido. Por iniciativa de ellos y en el marco de la asignatura que
dictaba, se realizó una obra de teatro de producción original.
Durante varios meses un grupo de entre veinte y treinta muchachos de tercero a quinto
año, volvían los sábados al colegio a pasar desde las diez de la mañana hasta las tres o
cuatro de la tarde, haciendo algo muy distinto a lo esperado.
Seminario I: Educación Diferenciada
Gustavo Sosa González 2
Ya sea escribiendo el libreto, interpretando una escena, buscando música, diseñando
publicidades, confeccionando escenografía o simplemente colaborando con sus
compañeros, con el único fin de conseguir recursos para la capilla que se visitaba en las
afueras de la provincia de Buenos Aires, estos jóvenes empeñaban horas y esfuerzo. Una
vez finalizado esto, y para demostrar su igualdad con el resto de los varones de su edad,
pasaban a la actividad deportiva lógica, que también forma parte de su masculinidad.
¿Es esta experiencia de trabajo artístico conformada plenamente por varones, una
excepción que confirma la regla? No lo creo. Quizás con un grupo en particular podría ser
así; pero cuando sin proponerlo, se convirtió en una esperada tradición a continuar y
mejorar año tras año con alumnos diferentes, la excepción se convirtió en regla.