Estados Unidos: ¿caperucita o el lobo?

Para algunos el nuevo milenio comenzó el martes 11 de septiembre del 2001. Un hecho catastrófico, que rompe con las leyes separadoras de la realidad y la ficción, abatió al inviolable y poderoso Estados Unidos.

Los medios de cinco continentes difundieron incansablemente noticias, imágenes y opiniones sobre el desolador episodio. Tampoco se hicieron esperar las reacciones, que van desde la venganza de una guerra a favor de "la justicia" hasta los que piensan que la misma no existiría respondiendo aún con más violencia.

Duele pensar en la pérdida de tantas vidas inocentes, tantos desafortunados que tuvieron el infortunio de formar parte del esplendoroso corazón de Estados Unidos. Como todos pudimos apreciar en la televisión, una enorme ola de humo y destrucción se apoderó de la ciudad y, al retirarse, no dejo más que ruinas. Ruinas de lo que alguna vez representó al poderío económico de un país liberal, ya sea en sus conceptos más no en sus acciones. Pero hay que ser sinceros, el dolor ajeno no existe y no todos comparten el odio que sienten los talibanes hacía el pueblo norteamericano. " Se lo merecen" fue otras de las tantas opiniones que se difundieron desde aquel oscuro 11 de septiembre, pero... ¿ cuál es el motivo de aquel sentimiento antiamericano, ese sentimiento que une a tantos países y que los líderes estadounidenses no advierten ni aceptan?

No es por el tipo de vida que llevan en EE.UU., ni el poderío que representa su imponente país. No son sus luminosas cincuenta estrellas ni sus monumentales edificios que desprestigian a sus aliados obligados... No es el pueblo norteamericano, tan inocente como cualquier otro, quien genera odio en sus adeptos sino lo que reflejan sus dirigentes, aquellos elegidos para representar. Su gobierno siempre ha intervenido en los asuntos más insólitos a favor de sus propios intereses, apoyaron decenas de injusticias, frenaron procesos de libertad, entrenan y continúan entrenando asesinos, respaldan dictadores... La discriminación siempre se vio presente en su sociedad, fueron racistas y aún lo son, cuestión que se mostró en el boicot norteamericano a la Conferencia Internacional contra el Racismo en Durban (Sudáfrica).

Sus bancos, sus sistemas financieros, sus consultoras económicas y sus organismos de crédito se apoderan de miles de personas en todo el mundo, quitándoles a veces la posibilidad de vivir en dignidad. Son ellos también los mismos que bloquean a Cuba e Irak desde hace años y disfrazan sus ataques como " ayudas comunitarias".

Ahora, luego del trágico atentado a las Torres Gemelas , surge la fuerte figura de un presidente en pleno estreno que para recuperar la dignidad de su país disfraza la sed de venganza en una supuesta lucha contra el terrorismo, terrorismo al cual alimentan ¿O no son ellos quiénes entrenaron a sus propios verdugos? ¿No son los EE.UU uno de los principales beneficiarios del comercio y tráfico de armamento? ¿No son ellos quiénes alimentaron al " monstruoso Bin Laden" mientras sirvió a sus intereses?

Es este país que, con el orgullo herido, busca la paz olvidando Hiroshima, Vietnam, Cosovo, Somalia, Granada y Panamá, penando crímenes que ellos mismos legitimaron.

En conclusión las medidas económicas, políticas y militares de EE. UU han generado como resultado pobreza indefinida y muertes a nivel global, lo han hecho desde sus inicios como país y lo seguirán haciendo hasta el último (Requiem o no, no me gusta final) de sus días.

"La violencia que proponen sus líderes sólo logrará hacer perpetuar el ciclo de violencia", esa es la visión que sostienen los seguidores de diferentes religiones, quienes no se ven optimistas sobre el accionar de Estados Unidos. La población del mundo entero tiembla al escuchar sobre

bombas nucleares y guerras biológicas. El conjunto de estos pensamientos marcaría una ruptura en la historia que acabaría con el mundo que todos conocemos. Pero, por ahora, sólo tenemos las enormes listas de muertos que acompañan a otra de miles de desaparecidos y heridos, dos monumentos destruídos, cuatro aviones derrumbados, héroes sacrificados, miles de lágrimas y una eterna indignación. Sentimientos de odio, dolor, miedo, tristeza e inseguridad conviven en conflicto dentro de los corazones de los sobrevivientes, los parientes de las víctimas, los que lograron superar la catástrofe, los norteamericanos, la población del mundo, vos y yo. Lo que el futuro nos depara nos es incierto, todo depende de que por una buena vez triunfen las buenas decisiones, la sensatez y las verdaderas ganas de descubrir la paz, la paz con todas las letras, no la que nos muestra Bush ensus discursos. Porque si eso es paz no vale la pena seguir escribiendo estas palabras.

Laura Estevez