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EL ANARQUISMO INDIVIDUALISTA

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  • EL ANARQUISMO INDIVIDUALISTA

  • MILE ARMAND

    EL ANARQUISMOINDIVIDUALISTA

    Lo que es, puede y vale

    Seguido de El stirnerismo

  • Terramar Ediciones Libros de AnarresPlaza Italia 187 Corrientes 47901900 La Plata Bs. As. /ArgentinaTel: (54-221) 482-0429 Tel: 4857-1248

    Traduccin: Margarita MartnezISBN: 978-987-617-017-8

    La reproduccin de este libro, a travs de medios pti-cos, electrnicos, qumicos, fotogrficos o de fotoco-pias est permitida y alentada por los editores.

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

    Impreso en Argentina / Printed in Argentina

    Armand, mileEl anarquismo individualista. Lo que es,

    puede y vale - 1a ed. - La Plata: Terramar, 2007.154 p.; 20x12,5 cm. (Utopa Libertaria)

    ISBN 978-987-617-017-8

    1. Anarquismo. I. TtuloCDD 320.57

  • Descontamos y agradecemos a los amigos dePepitas de calabaza, la autorizacin por utilizarel original de este libro, editado por ellos enLogroo, Agosto de 2003.

  • Primera edicin en castellano, Barcelona, 1916.

  • PRLOGO / 11

    PRLOGO

    mile Armand es el pseudnimo de Ernest Juin, nacido enPars en 1872, principal exponente de las ideas anarquistas in-dividualistas y un apasionado defensor del amor libre durantelas primeras dcadas del siglo XX. Se cree que, aun cuando ha-bra recibido una educacin laica, a los 16 aos result fuerte-mente impresionado por la lectura del Nuevo Testamento. Sugradual aproximacin al anarquismo fue impulsada por la lec-tura de Temps Modernes de Jean Grave, uno de los fundadoresdel club o grupo El Arte Social. Armand cre su primera publi-cacin peridica en 1901: LEre Nouvelle (Tribune libre duproltariat redige par des disciples du Christ), cuya cruza deideas cristianas, socialistas, comunistas y libertarias se situabaparcialmente bajo la influencia de Len Tolstoi. Al mismo tiem-po comenz un intenso activismo antimilitarista: en 1904 pre-sent una ponencia sobre la insumisin ante el servicio militaren un congreso internacional en Amsterdam; en 1917 fue arres-tado y condenado a cinco aos de crcel por haber asistido a ladesercin de un soldado durante la Primera Guerra Mundial.Su etapa ms conocida de actividad anarquista comenz a par-tir de esos aos. Entre 1929 y 1939 dirigi el peridico LEndehors, y entre 1945 y 1956, LUnique. Por otra parte, escribiy public numerosos ensayos, entre los que se cuentan Qu estquun anarchiste?: thses et opinions, Linitiation individualisteanarchiste, Idalisme et ralisme mels, La Rvolution sexuelleet la camaraderie amoureuse, algunos de ellos traducidos alespaol, idioma en el que tambin pueden hallarse Amor libreo sexualismo subversivo: variaciones sobre la voluptuosidad,Formas de vida en comn sin estado ni autoridad y La camara-dera amorosa, entre otros.

    La actual edicin de El anarquismo individualista (Lo quees, puede y vale), que fuera publicado por primera vez en espa-ol en 1916 por traduccin de M. Costa Iscar en la imprentaGerminal de Barcelona, se trata de una exposicin al mismotiempo sinttica y detallada de una corriente de pensamiento y

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    accin sobre la cual se han desplegado numerosas interpreta-ciones y equvocos, por no mencionar prejuicios.

    En las ltimas dcadas del siglo XIX, la formacin de gru-pos de afinidad que rechazaban la organizacin en sindicatos ysociedades obreras, as como una constante participacin enatentados y asaltos a mano armada, fue realizada bajo la no-menclatura o etiqueta del anarcoindividualismo. Armand dis-cute precisamente con esta tendencia en el captulo La ilegali-dad del presente libro, sealando los peligros de un ilegalismoprofesional que limitara el desarrollo intelectual y no condu-cira a la liberacin econmica.

    Las preocupaciones de Armand se orientan en torno de dosejes: por un lado, el individuo y sus relaciones con una socie-dad definida como el producto de las adiciones individualeso la suma de las individualidades que idealmente deberan aso-ciarse a voluntad; y por el otro, la camaradera amorosa, quese distingue de la libertad sexual por intentar basarse en unaeleccin consciente y razonada, en un proyecto de distribucinequilibrada de ternura y voluptuosidad en los vnculos entrecompaeros.Vivir la vida intensamente, con placer, no implicadejar rienda suelta a los apetitos brutales y a la licencia irrazo-nable, dir acerca de la educacin de la voluntad: El domi-nio de s mismo es la primera condicin de una vida plena. Elanarquismo individualista es, para Armand, un principio socialy moral: el punto de partida de una sociedad ideal donde losseres humanos se uniesen mediante un contrato libremente con-sentido, respetando la libertad de todos sin molestar la de cadacual. Ello requerira el derecho a la propiedad individual delsuelo y de los medios de produccin, as como el de la libredisposicin de los productos, ambos considerados una garan-ta esencial de la autonoma personal.

    Si la utopa de una sociedad agraria y artesanal donde to-dos intercambian libremente sus productos sin mediacin deinstitucin alguna puede constituir hoy un proyecto cerradopara la historia, seguramente no tendremos la misma impre-sin ante la relevancia otorgada al yo dentro del ideario anar-coindividualista. De hecho, la jerarquizacin de una individua-lidad que se desea libre de toda obligacin social aparece comoinsistente modelo en la sociedad contempornea. Un examen

  • PRLOGO / 13

    ms profundo habra de revelar las diferencias y semejanzasentre el ideal del yo preconizado por Armand y el que se pre-senta bajo las formas modernas y posmodernas de la sociedadde mercado. La elevacin del yo al rango de un absoluto quetrasciende toda estructura y toda forma de ser se hallara en loque el filsofo ngel Cappelletti llam la ltima etapa de laprehistoria del anarquismo, encarnada fundamentalmentepor Stirner. Sera necesario dar un paso ms, abolir eseconstructo que se cree ley, soberano, nico: destronar eserey vaco, derogar sus privilegios, denunciar su artificiosidad,su ficcin, su fragilidad Armand reivindica el ideal de Stirner,pero cabe sealar el nfasis que tambin puso en el trabajo deasociacin con otros a lo largo de su vida, como se observa ensu inters por la historia de las comunidades y por el grupoAtlantis, que l mismo habra formado para la prctica del amorlibre en las afueras de Pars.

    En suma, el inters de Armand parece centrarse en esaminora de indomables o refractarios que ansan practicar uncompaerismo radical entre seres libres y vivir en paz y con elmayor grado de independencia posible sus experiencias perso-nales. Una suerte de especie dentro del gnero humano, talcmo l se senta inclinado a expresar. Queda por ver si esatribu dispersa en el tiempo y el espacio podr sobrevivir a unode sus ms fervientes incitadores.

    La Segunda Guerra Mundial sorprende a Armand en suelofrancs y termina recluido en varios campos de concentracin.Muere en la ciudad de Rouen en 1962. La vigencia de su prdicaquiz podra sintetizarse con las ltimas palabras del captulodedicado a El esfuerzo y la alegra de vivir: Ni jefes ni servi-dores, ni amos ni siervos: he aqu lo que quieren los anarquistas;lo que ellos entienden por vivir por vivir y lo que convienerecordar continuamente. Y aunque slo se consiga en ciertamedida, esta tendencia o aspiracin no deja de constituir surazn de existir, de manifestarse y de formar una especie.

    Osvaldo Baigorria

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    ADVERTENCIA PRELIMINAR

    En 1908 hice editar por la imprenta de Conversaciones Po-pulares, entonces bajo la influencia de Alberto Libertad, unestudio intitulado Qu es un anarquista? y me esforc en eltranscurso de la obra por situar al anarquista bajo el ambienteexterior y en su propio medio.

    Desde entonces, los acontecimientos han transcurrido sincesar.

    En presencia de los errores y de las confusiones, creo nece-sario tratar hoy no del anarquista, trmino vago que se prestafrecuentemente a equvocos, sino del anarquista individualis-ta, con relacin al medio social en general y a la filosofascrata en particular.

    Esto es lo que he querido explicar en las pginas siguientes,que son cosa bien diferente a una refundicin de mi primertrabajo.

    Aado que lo he hecho sin pretensin, sin una sistematiza-cin extremada, y no ignoro que de las tesis y opiniones ex-puestas, algunas son apenas bosquejadas y otras, en cambio,adolecen de excesivo desarrollo. Tambin s las repeticionesque mi obra contiene.

    En fin, tengo la conviccin de que estas pginas, tal comoson, pueden llevar a muchos a reflexionar sobre los asuntostratados y a adquirir sobre el anarquismo individualista unaopinin personal.

    . A.

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    CAPTULO 1LA SOCIEDAD ACTUAL

    1. CUADRO DE LA SOCIEDAD

    Un caos de seres, de hechos e ideas, una lucha desordenada,violenta y despiadada; una mentira perpetua, por la que arbi-trariamente unos se elevan al pinculo y otros quedan aplasta-dos sin piedad en los bajos fondos.

    Cuntas imgenes que describiran la sociedad actual, sien realidad pudiera hacerse!...

    El pincel de los ms celebrados artistas y la pluma de losms notables escritores se quebraran cual frgil cristal, si seempleasen en representar siquiera un eco lejano del tumulto yla refriega que produce el choque de aspiraciones, apetitos, odiosy abnegaciones en que se encuentran y mezclan las diversascategoras que dividen a los hombres.

    Quin podr explicar exactamente la interminable batallalibrada entre los intereses particulares y las necesidades colec-tivas; entre los sentimientos del individuo y la pseudolgica dela generalidad humana?

    Todo lo que constituye el desbarajuste de la actual sociedadno basta an para hacer reflexionar a las gentes y escapa fcil-mente a la penetracin de su conocimiento.

    Una minora que posee la facultad de hacer producir y con-sumir, o la posibilidad de existir a ttulo parasitario bajo diver-sas y numerosas formas, y en frente una inmensa mayora queno tiene ms que sus brazos, o su cerebro, u otros rganosproductivos, que se ve forzosamente obligada a alquilar, o pros-tituir, no solamente para procurarse lo indispensable a fin deno morir de hambre, sino tambin para permitir a este peque-o nmero privilegiado, detentador de la potencia propiedad,o valor de cambio, vivir a costa del esfuerzo ajeno, ms o me-nos beatficamente.

    Una masa, ricos y pobres, esclavos de prejuicios seculareshereditarios: los unos porque en estos atavismos encuentran suinters; los otros porque, sumidos en la ignorancia, no quieren

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    salir de ella; una multitud cuyo culto es el dinero y su aspira-cin el hombre enriquecido; una gran mayora embrutecidapor el abuso de los excitantes o por la conducta viciosa; laplaga de degenerados de arriba y de abajo, sin aspiracionesprofundas, sin otro fin que el de alcanzar una situacin de gocey saciedad, para poder aplastar, si es preciso, a los amigos deayer y elevarse sobre sus costillas.

    Lo provisional, que amenaza sin cesar con transformarseen definitivo, y lo definitivo, que no parece dejar de ser jamsprovisional.

    Vidas que mienten a sus convicciones aparentes y convic-ciones que sirven de trampoln a bajas ambiciones. Librepen-sadores que se revelan ms clericales y devotos que los mismoscuras y devotos que dejan entrever el ms grosero materialismo.

    Lo superficial, que quiere pasar por profundo, y lo profun-do, que no consigue hacerse valer por serio.

    Repetir que todo esto es el cuadro vivo de la sociedad esponer en evidencia una verdad que nadie osar contradecir.

    Cualquiera que sepa reflexionar comprender, perfectamen-te, que la pintura no es exagerada, sino que ms bien quedamuy por debajo de la realidad.

    2. EL ANSIA DE FIGURAR

    En nuestro tiempo, todo el mundo va enmascarado; y nadiese preocupa de ser y s nicamente de parecer.

    Parecer! He aqu el ideal supremo; y si tan ardientementese desea la buena posicin o la riqueza, es porque se sabe queslo el dinero permite figurar.

    Esta mana, esta pasin, esta tendencia a la apariencia y atodo lo que la proporciona, devora al rico y al pobre, al ins-truido y al ignorante.

    El obrero que maldice de su patrn, desea ocupar un lugarigual; el negociante que se precia de honrado, no repara en lossucios procedimientos de su profesin, mientras le reportenventajas; el comerciante en pequeo, miembro de los comitselectorales, patriotas y nacionalistas, se apresura a exportarsus artculos a los fabricantes extranjeros, ya que en ello ve

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    provecho; el diputado socialista, abogado del msero proleta-rio que vive amontonado en lo peor de la ciudad, veranea ydescansa en un palacio o habita en los barrios mejores de lacapital, donde el aire se respira abundante y puro. El librepen-sador todava se casa voluntariamente por la Iglesia y bautizaa sus hijos. El religioso no osa hacer gala de sus creencias, por-que es de buen tono ridiculizar la religin.

    As, pues, dnde encontrar sinceridad? A todo se extiendela gangrena. La encontramos en el seno de la familia, dondefrecuentemente padres e hijos se odian y se engaan, diciendoque se aman y sobre todo hacindolo creer; la vemos en lasparejas que, mal avenidas, se traicionan, sin atreverse, no obs-tante, a romper los lazos que los encadenan; se percibe en lasagrupaciones, donde cada individuo busca el modo de suplan-tar al vecino en la estimacin del presidente, del secretario odel tesorero, acechando siempre algunos, los ms ambiciosos,el momento propicio para arrebatarles el puesto, cuando nopuedan ya sacarles otras ventajas; abunda en los actos de ab-negacin, en las acciones de relumbrn, en los discursos oficia-les. Parecer, parecer!... Parecer puro, desinteresado, generoso,cuando se consideran pureza, desinters y generosidad comovanos espejismos. Moral, honrado, virtuoso, cuando la probi-dad, la virtud, la moralidad, son la menor preocupacin de losque dicen profesarlas.

    Dnde encontrar alguien que escape a la corrupcin, quese conforme a no figurar?...

    Sin embargo, no pretendemos asegurar que no haya habi-do y haya alguno, pero s hacemos constar que son rarsimaslas personas eminentemente sinceras, y afirmamos que el n-mero de seres humanos que obran desinteresadamente es re-ducidsimo.

    A mi me inspira ms respeto el individuo que declara cni-camente querer gozar de la vida aprovechndose de otro que elburgus liberal y filntropo, cuyos labios pronuncian palabrastan bellas como hipcritas, puesto que ha hecho su fortunaexplotando disimuladamente a los desgraciados.

    Se nos objetar que nos dejamos llevar de nuestra indigna-cin; que nada prueba, en principio, que nuestra clera o nues-tras invectivas no sean tambin una manera de figurar. Aten-

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    cin! Lo que en este libro se encontrar son observaciones,opiniones, tesis, cuyo valor ha de determinar el lector, pues nihacemos alarde de infalibilidad en las pginas que siguen nibuscamos que los dems estn totalmente conformes con nues-tro punto de vista.

    Hemos constatado, notado, concluido, no siempre a ttulopersonal y bajo toda reserva. Nuestro objeto es hacer reflexio-nar a los que nos lean, sin perjuicio de admitir o rechazar loque no cuadre con sus propias concepciones.

    3. COMPLEJIDAD DEL PROBLEMA HUMANO

    No vamos a tratar esta cuestin desde muy alto, o bajo unpunto de vista metafsico; sabemos que es preciso descender alterreno de las realidades concretas. Y la realidad es sta:

    La sociedad actual es el resultado de un largo proceso hist-rico, en sus principios tal vez, y la humanidad en sus diferentesetapas evolutivas va simplemente buscando o preparando susvas; ella tantea, tropieza, pierde su camino, vuelve a encon-trarlo, progresa, retrocede; es a veces sacudida hasta su base porciertas crisis, arrastrada, lanzada sobre la ruta de sus destinos,para acortar enseguida su marcha o seguirla acompasadamen-te. Araando un poco el pulimento, el barniz, la superficie delas civilizaciones contemporneas, quedan al descubierto losbalbuceos, las nieras y supersticiones de los antepasados.Quin negar esto? Por nuestra parte convenimos en que todoesto contribuye a hacer el problema humano singularmentecomplejo.

    4. LAS DOS ACTITUDES

    Se nos argumentar, sin duda, que es locura buscar y esta-blecer la responsabilidad del individuo, puesto que si ste quedaabsorbido por el medio ambiente, si sus gestos y sus pensamien-tos reflejan los de su convivencia, si forzosamente en todos losgrados de la escala social la aspiracin es parecer y no ser, lafalta corresponde al plano actual de la evolucin general y no

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    al individuo, miembro de la sociedad, tomo minsculo perdi-do en un formidable conglomerado.

    Replicamos que, si es cierto que el espritu que razona yconsidera a los hombres y a la sociedad en general encuentrauna barrera casi infranqueable a la vida libre, independiente,individual, en la que todas las actividades tuviesen una real ynatural expansin, no por eso deja de desear la desaparicinde las causas que lo esclavizan a los actuales artificios en queforzosamente se desenvuelve.

    De dos caminos uno: o curvarse ante las circunstancias yasistir cobarde y pasivamente a los acontecimientos, creyendoque esperando mejor, todo es aceptable en nuestra sociedad,o bien, sin optimismo exagerado, desviarse un poco de lacorriente para sondear y preguntarse la verdadera causa delpropio malestar.

    5. A QUINES VA DIRIGIDO ESTE LIBRO

    Exponemos francamente que no escribimos para la socie-dad en general, sino para los reflexivos o para los capaces dereflexionar, para los curiosos, para los crticos, para los insa-tisfechos, para todos, en suma, los que no se conforman conlos formulismos y las soluciones actuales.

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    CAPTULO 2LOS REFORMADORES DE LA SOCIEDAD

    6. EL DOLOR UNIVERSAL

    Son raros los que de un tranquilo optimismo proclamanque la sociedad es perfecta. Todo el mundo se queja de su suer-te, hasta los ms privilegiados, y sin examinar el grado de sin-ceridad que haya en las lamentaciones de cada uno, lo cierto esque el dolor universal est bien patente. Por eso los reformadoressociales forman legin, pero podemos abarcarlos en tres gran-des divisiones.

    7. LOS REFORMADORES RELIGIOSOS Y SUS IDEAS

    Es antigua la historia de stos; su obra y sus pretensionesno tienen ya gran importancia; pues ante la claridad del libreexamen y de la investigacin cientfica, los dogmas se ocultan,huyen avergonzados a las tinieblas del pasado, como murcila-gos que, sorprendidos por una intensa luz, volviesen a la som-bra de las cavernas. Sus proyectos no presentan ms que uninters retrospectivo. Sus fantasas tuvieron valor en los tiem-pos no muy lejanos en que los hombres, hasta los mejor dota-dos, temerosos ante los fenmenos mal explicados o ante losincidentes fortuitos de la existencia, buscaban un recurso y unapoyo, una satisfaccin a su ignorancia en una intervencinextrahumana. Y as, los reformadores religiosos fundamentantodos sus argumentos en la voluntad divina o en la revelacinde la misma. La criatura es un juguete en manos del Creador, elgran drama de la evolucin, la historia de las agrupacioneshumanas, la desigualdad de nacimiento y aptitudes, la influen-cia de los poderosos y de los arrogantes sobre el resto de loshombres, todo proviene de los altos designios y de la expresintangible de la divinidad.

    Hgase su voluntad. He aqu la ltima palabra de lasalmas ms espirituales, las ms profundamente religiosas, aun-

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    que esa supuesta voluntad implique anulacin personal, acep-tacin pasiva de todo lo que ahoga la expansin y el crecimientode la vida individual.

    Los reformadores religiosos nunca han conseguido ms quedos resultados: o, so pretexto de reformas, hundir a sus disc-pulos en un abismo de resignacin y de atrofia ms profundoque del que pretendan sacarles, o bien, si han dado pruebas dealguna sinceridad, impulsar a sus partidarios a que los aventa-jen, es decir, a que lleguen a ser, ms que modificadores de lasformas religiosas, verdaderos crticos de la misma base de lareligin. Tal fue el caso de la Reforma, que lleg ms lejos de loque realmente queran sus iniciadores, o sea: a los librepensa-dores del siglo XVIII primero, a la difusin del espritu crticocontemporneo enseguida y al anarquismo por fin, que se puedeconsiderar como el punto culminante, normal y lgico de laevolucin del librepensamiento.

    Qu reformas, qu transformaciones nos han propuestolos reformadores religiosos? Generalmente, el retorno a unaconcepcin religiosa ya abandonada, o desfigurada, corrompidao entibiada. Qu ideales han presentado? Una divinidad nicao dividida, un panten de dioses o semidioses dotados oafligidos de todos los atributos, de todas las cualidades, detodos los defectos, de todas las necedades con que los mortalesse desnaturalizan. Escandinavos o semitas, hindes, catlicos,etc., todos llegan al mismo extremo: al de los dioses accionan-do como hombres, para que stos lleguen a ser dioses a su vez.ste es el mayor afn de los reformadores religiosos: que elhombre se haga semejante a Dios, anulndose en su gracia, sino en este bajo mundo, a lo menos en el supuesto despus de lamuerte, donde la criatura elegida contemplar cara a cara alCreador, donde el alma se complacer en eternas beatitudes,donde el espritu volver al Espritu. Poco importa que estelugar de delicias eternas vare segn las razas o los climas, quese llame Paraso, Campos Elseos, Walhalla o Nirvana. Elresultado siempre ser el mismo, o sea el de afirmar ms y msla resignacin de la vida.

    Se nos objetar que somos demasiado exclusivos, que tra-tamos desconsideradamente la elevacin de los metafsicos te-logos y el gran misterio en que radican las religiones, la lucha

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    entre el bien y el mal, lo bello y lo feo, lo grande y lo vil, lopuro y lo impuro. Las religiones hablaron el lenguaje de sutiempo, se nos replica, pero su ltima visin era el triunfo de lojusto y de lo bueno, que simbolizaban con efigies exaltadorasde la imaginacin. No negaremos la importancia de las religio-nes en la historia del desenvolvimiento humano, porque es unafase por la que debi pasar, pero s haremos constar que lossacerdotes aclaman siempre el triunfo del dogma sobre el libreexamen, el del tirano sobre el rebelde; y, sin embargo, esPrometeo quien tiene razn contra Jpiter y Satn contraJehov. Todo el esplendor de la Teologa, bien examinado, noes ms que pura casustica. Si fuese cierto que las sutilezas reli-giosas hubiesen alcanzado el grado de elevacin que se pretende,no quedara ms que una conclusin: el sentimiento de saberque inteligencias bien dotadas se hayan dedicado a tales ga-limatas. Finalmente nadie pretende negar el desinters, lasinceridad, el puro entusiasmo de algunos reformadores reli-giosos, cuyas ideas no alcanzaron a traspasar las concepcionesdominantes. stos tienen derecho a nuestra apreciacin y nadams.

    En resumen, los reformadores religiosos tienen:a) Como ideal humano, el creyente, a quien se educa en la

    fe, que le sirve de freno para que jams traspase ciertos lmitesy no ose gustar el fruto del rbol del bien y del mal, pues siendoun timorato rehuir encontrarse de frente con un hecho queatente contra esa virtud indemostrable.

    b) Como ideal supremo, Dios, entidad ficticia, cientfica-mente indemostrable y produccin imaginativa.

    c) Como ideal social, el reino de Dios sobre la tierra, com-puesto de sacerdotes encargados de explicar y comentar lavoluntad divina y creyentes obligados a obedecerla.

    8. LOS REFORMADORES LEGALES

    Si los que proponen una reforma religiosa de la sociedadvan perdiendo irremisiblemente su prestigio y su influenciasugestiva, no sucede lo mismo con los reformadoreslegislatarios, que no conciben la sociedad sino regida por re-

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    glamentos, cdigos y ordenanzas, designados por una abstrac-cin, que es: la Ley. Estos admiten que la sociedad actual no esperfecta, pero que puede ser perfectible en graduacin eminen-te e infinita. Hacen depender los defectos sociales precisamen-te de las leyes insuficiente o injustamente aplicadas y creen quesi stas fuesen modificadas en un sentido ms generoso, equi-tativo y humano, tambin la sociedad se transformara y seracada vez ms soportable y agradable la convivencia.

    9. DE DNDE EMANA LA LEY

    La Ley puede emanar tericamente de un solo monarcaautcrata, pero en realidad, aun en los regmenes msabsolutistas, las leyes en vigor representan los intereses o lasconcepciones de la camarilla que rodea al trono o de los parti-darios de la dinasta reinante. Bien que los privilegiados influ-yentes del Estado sean sacerdotes, como en las antiguas teo-cracias, en que la Ley tena fundamentos msticos, o bien seanaristcratas y oligarcas, como en las repblicas italianas de laEdad Media, lo cierto es que la Ley siempre ha sido destinadaa concentrar en algunas manos la gestin gubernamental, aconservar la dominacin poltica y econmica de unos cuantosambiciosos, cuya obra consiste en hacer admitir por revelacindivina o por razn de Estado la necesidad de continuar la au-toridad.

    Las democracias pretenden que la ley por ellas mantenidaes la expresin de la soberana popular e igual dicen las monar-quas constitucionales y las repblicas. Pero bien se ve el enga-o, pues dada la educacin de las masas en nuestras colectivi-dades contemporneas, stas no pueden reflejar sino las ideasy los intereses de las clases dirigentes de la burguesa.

    10. LA LEY EN LA PRCTICA

    He aqu cmo se resume: siendo admitidos ciertos princi-pios cvicos, morales, econmicos, etc., que rigen a las socieda-des, se trata de formular una regla de aplicacin que determine

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    las circunstancias en que el ciudadano afianza o atenta a di-chos principios. Sea, por ejemplo, el principio de propiedad,piedra angular del derecho civil. La ley en l consistir no sloen confirmar los derechos de los poseedores, sino en proteger-los contra todo ataque; determinar las condiciones en que lapropiedad se adquiere, se pierde y se transmite; las infraccio-nes y los castigos, o la significacin jurdica de los hechos cali-ficados de violencia, estafa, fraude, dolo. No ir ms all; nose ocupar de saber si es justo o no que la propiedad o el capi-tal est concentrado en unos cuantos y si de este acaparamien-to no nace precisamente toda la materia penable.

    Veamos otro ejemplo: las leyes constitucionales decretan eldisfrute de lo que se denominan derechos civiles y polticos enla mayora de edad, pero no se preocupan de la capacidad moraldel ciudadano, que desde ese momento puede ya elegir a loslegisladores, ejerciendo el sufragio, aunque no posea la msligera nocin de la gestin gubernamental. Puede ser un pca-ro, un cobarde, un hipcrita, un alcohlico, poseer las ideasms retrgradas, las ms perversas, ser analfabeto o ignoran-te... la Ley se desentiende en absoluto.

    Consideremos el matrimonio, que juega un importante pa-pel en el derecho actual. Por l, dos seres se unen para toda lavida donde no existe el divorcio y siendo ste vigente, por unperodo ms o menos largo. Pues bien, siempre resultar que elmarido ejercer una autoridad de la que la mujer raramentepuede librarse. La Ley no se inquietar por saber si es una uninde amor o un desposorio de conveniencias, un acoplamientoarreglado por familias ms atentas a los intereses que a losafectos. No indagar si hay engao, disimulo de carcter y tem-peramento; si los que van al tlamo nupcial pueden cumplirsus naturales funciones; si, en fin, los gua la inspiracin deuna profunda y mutua simpata o bien se dejan arrastrar porun entrenamiento sensual y pasajero. Una vez ms la Ley esinflexible y ciega. Se limita a decretar, pero no quiere discurrirsobre sus designios.

    Un criminal, por un delito cualquiera, comparece ante eltribunal. Mecnicamente, un juez, generalmente de origen yeducacin burguesa, le infligir la pena prescrita por el Cdi-go. Solamente, en algunos casos, y gracias al juego de las cir-

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    cunstancias atenuantes, arbitrariamente y con frecuencia err-neamente aplicadas, disminuir el castigo. Embutido en su lu-josa toga, el defensor de la sociedad y de la Ley no inquirir laeducacin, las influencias hereditarias, las peripecias de la vidadel acusado; no se preguntar si, antes de caer en las mallaslegales, el delincuente resisti a muchas tentaciones, ni si lamisma sociedad fue quien le impuls al delito imputado. LaLey condenar. Tal es su misin.

    11. EL BUEN CIUDADANO

    Nuestra aglomeracin de hombres dicen los legalitariosno puede subsistir sin leyes escritas, regulando los deberes y losderechos de cada uno, fijando las infracciones, determinandolos castigos. A las leyes, a la Ley, expresin ideal, el ciudadanodebe obedecer como el creyente religioso obedece a la Divini-dad. A los comentadores de la Ley debe la misma respetuosadeferencia que los fieles a los intrpretes de la voluntad divina.Se reconoce, pues, al ciudadano modelo por la conformidad desus actos externos con la Ley, estando siempre dispuesto a sa-crificar estpidamente por ella su independencia, sus aspiracio-nes personales las ms legtimas y hasta sus afecciones. Duralex, sed lex.

    12. ASPIRACIN LEGALITARIA

    a) Un ideal humano: el perfecto ciudadano, el ser que obe-dece a la Ley. Por eso la educacin que el Estado dispensa congran premeditacin est exclusivamente saturada de respetohacia los hechos, los gestos y los hombres que consagran, pro-tegen y perpetan las cosas reconocidas y fundadas en la Ley.

    b) Un ideal moral: la Ley, una abstraccin esencialmenterestrictiva de las necesidades y aspiraciones humanas.

    c) Un ideal social: el Estado, una sociedad en que las rela-ciones humanas se conciben y realizan exclusivamente en loslmites establecidos por la Ley o por el hecho legal.

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    13. LOS REFORMADORES ECONMICOS

    En oposicin aparente con las teoras de los reformadoresreligiosos y legalitarios, con el fin evidente de suplantarlas, selevantan estos ltimos poderosos, que fundan la vida de lasaglomeraciones humanas en el arreglo de la produccin, de ladistribucin y del consumo de las subsistencias. Son los socia-listas.

    14. ORGENES DEL SOCIALISMO

    Aunque el socialismo colectivista, cientfico, se atribuye or-genes recientes, y el comunismo, que es un matiz de aqul, noquiera remontarse ms all de principios del siglo XIX, es indu-dable que las diferentes escuelas socialistas cuentan numerososprecursores, sobre todo entre las sectas cristianas de la EdadMedia. En Francia, en Alemania, en los Pases Bajos han abun-dado los socialistas o comunistas, que pretendan extraer delas ideas evanglicas sus teoras de igualdad econmica, de co-munismo en la riqueza colectiva. Los episodios histricos sonuna prueba suficiente, aunque nos lleguen bajo una forma le-gendaria, truncada o desfigurada por la malignidad de los cro-nistas contemporneos. Adems, los anales judiciales tambinnos ensean algo y, a pesar de la parcialidad de su jerga jurdi-ca, calificando de malhechores o de posedos del demonio aesos precursores condenados a muerte, es fcil adivinar la ver-dad, ya que no restablecerla rigurosamente.

    Por otra parte, la idea de igualdad econmica ha persistidosiempre latente entre los cristianos heterodoxos; es una tradi-cin que parece remontarse a la aglomeracin judeo-cristianade Jerusaln que, al da siguiente de la desaparicin de Jessde Nazareth, se constituy en agrupacin colectivista volun-taria. El socialismo y el cristianismo preconizan el amor entrelos hombres para que todos puedan gozar del banquete de lavida sin otro esfuerzo que su adhesin exterior al programa oal credo. As, puede afirmarse que la forma cientfica del co-lectivismo o del comunismo contemporneo no es ms queuna adaptacin, bajo otra terminologa, del cristianismo, y

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    sobre todo del catolicismo. El socialismo es la religin delhecho econmico.

    15. EL HECHO ECONMICO

    Bajo su forma actual, el socialismo se afirma y pretendeprobar que el problema humano consiste nicamente en unadificultad de orden econmico. El hombre en s no le interesa,sino en su doble funcin de productor y consumidor y la so-ciedad funcionara perfectamente desde el momento que lossocialistas pudieran organizar el trabajo y repartir los productos.

    Numerosos son los medios propuestos para llegar a esteresultado, segn las pocas y las razas, pero para explicar msla idea que acabamos de iniciar, aadiremos que el socialismoy el catolicismo agrupan todos los temperamentos, caracteresy mentalidades imaginables bajo un lazo puramente exterior.Los socialistas afirman de un modo infantil que si dispusierandel poder necesario para administrar la sociedad, de grado opor fuerza aplicaran sus doctrinas.

    A la hiptesis socialista, que hace depender todos los detalleshumanos del hecho econmico, objetaremos que, sin olvidarun solo instante tan transcendental factor, que implica el pri-mordial problema de sustentacin, no podemos, sin embargo,atribuirle todos los sucesos histricos que, segn las circuns-tancias, han tenido tan pronto un origen poltico como unmotivo religioso o un mvil econmico, y eso sin tener en cuentalas influencias climatricas. El ejemplo del error de la metafsi-ca socialista lo tenemos precisamente en que perodos de lafilosofa, las artes y la literatura indican de un modo preciso elpoder determinante de la religin.

    16. DIFERENTES TENDENCIAS SOCIALISTAS

    A pesar de un antagonismo aparente, los medios propuestospara conquistar el poder se completan. Entre los socialistas, losunos quieren la violencia revolucionaria para ampararse de laadministracin social y los otros el boletn de voto para llegar

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    ms rpidamente a la conquista de los poderes pblicos. EnFrancia y en los pases latinos, el socialismo se proclama mate-rialista y es ateo y sensualista violentamente. Hay que excep-tuar el movimiento francamente cristiano social o protes-tante. En Alemania es monista y haeckeliano. En los pasesanglosajones congenia con el cristianismo y no es raro ver al-guno de sus prohombres predicar el sermn del domingo enalgn templo independiente. En Francia fraterniza con losantimilitaristas y los sindicalistas cratas. En Alemania es je-rrquico y huye de los anarquistas como de la peste.

    17. VOTOS Y NO HOMBRES

    En todas partes, en tiempo de elecciones, y para no asustaral pacfico ciudadano que ejerce sus derechos, el candidato so-cialista sabe adaptarse, cambiar la casaca de antimilitarista porla del pacifismo y hacer el caldo gordo a los capitalistas de lacircunscripcin. Tambin el catolicismo tiene sus confesores deinflexible autoridad y otros de manga ancha que se prestan amaravilla para absolver los dulces pecados de las mundanas.

    Todo esto es lgico, pues lo que importa es la organizacinde la produccin y de la reparticin, que es cuestin de cifras,bien por los procedimientos de los socialistas revolucionariosy antiparlamentarios o bien por la saturacin lenta y progresi-va de las masas, segn la aspiracin de los oportunistas. Elsocialismo es bueno para todos. Ninguna importancia se da alos sentimientos religiosos y patriticos ni al mantenimiento delos prejuicios privados. Cuanto mayor sea el nmero de lossocialistas, ms cerca estar su Gran Ciudad, no sin haber atra-vesado antes todas las fases del progreso y retroceso insepara-bles de un movimiento de vastas colectividades. No se tiene encuenta el valor personal, la mentalidad. En tiempo de escruti-nio tanto vale el boletn de un alcohlico como el de un genio.Adems, los impacientes del socialismo nada deben reclamar,puesto que su minora ya tiene tambin sus representantes enlas juntas del partido.

  • 18. IMPORTANCIA DEL SOCIALISMO

    Sera pueril negar la influencia que ste ha alcanzado, susci-tando en el fondo del proletariado y en muchas almas genero-sas parecido entusiasmo y esperanzas que el cristianismo le-vant entre los esclavos del Imperio Romano. En los tiemposde supersticin, mientras el prestigio de los dioses se debilita-ba, el cristianismo proclam por la boca de sus apstoles, enprincipio ardientes y desinteresados, que delante de Dios, crea-dor de cielos y tierra, todos los hombres eran iguales, halagandoas la ilusin de los desheredados.

    En nuestros das, que a medida que la instruccin se extien-de ms disminuye el respeto al pasado, el cristianismo est enquiebra y el socialismo se preocupa de las necesidades inme-diatas, reduciendo la cuestin social a una cuestin de alimen-tacin, magerfrage1.

    En una sociedad donde incesantemente se afirman nuevasnecesidades, a veces artificiales, pero que reclaman satisfac-cin, no es extrao que el socialismo halle eco, tanto ms quepara propagarlo y comentarlo no le ha faltado ni talento niabnegacin.

    19. DOCTRINA DEL SOCIALISMO

    Se resume as:a) Un ideal humano: el perfecto productor y consumidor

    cuya vida integral consistira en adaptarse a una organizacinde la actividad productiva que le permitiese asegurar la satis-faccin de sus necesidades materiales. La enseanza socialistatiende a relacionar con el hecho econmico todos los aspectosdel desarrollo de las sociedades humanas, incluso el tico.

    b) Un ideal moral: el derecho para todos a la subsistencia,con la desaparicin de los diversos matices de la desigualdad,fruto del capitalismo, y la abolicin de la propiedad, fruto dela explotacin. Todo esto con variedades, segn las diversasescuelas.

    c) Un ideal social: el Estado colectivista, o la sociedad1 Expresin oficial del socialismo alemn (N. del T.).

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    comunista, en que las relaciones humanas estuviesen determi-nadas por la reglamentacin matemtica o cientfica de la vidaindividual. Quedara desterrada la competencia econmica yla lucha por la vida.

    20. SINDICALISMO

    Bajo este nombre se manifiesta una actividad revoluciona-ria, hostil a la accin parlamentaria y poltica, esforzndoseprincipalmente en agrupar a los proletarios en sindicatos pro-fesionales y de mantener en el mundo obrero una continuaagitacin. Los medios preconizados por el sindicalismo consistenen presentar a la clase patronal reivindicaciones siempre cre-cientes; aumento de salarios, reduccin de horas de trabajo,etc., etc. Y en empujar a la huelga en caso negativo, con el finde infligir prdidas ms o menos considerables a los capitalis-tas, que ven as inactivos sus elementos de explotacin. El sin-dicalismo avanzado adopta el sabotaje, la accin directa, elantimilitarismo y como hijo que es del socialismo, fija la basede su concepcin social en el hecho econmico. Su xito hasido grande entre los elementos obreros revolucionarios, porquese puede decir que es el acicate de su mejoramiento.

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    CAPTULO 3LA ANARQUA Y SUS ORGENES

    21. ACLARANDO UNA CONFUSIN

    Parecer que despus de haber hablado de los reformadoreso transformadores de la sociedad, bajo el triple carcter reli-gioso, legalitario y econmico, la lista queda completa; peroexaminando a fondo los proyectos propuestos, pronto seapercibe una laguna: los reformadores religiosos consideranal individuo como instrumento de la divinidad, los legalitarioscomo funcin de la Ley y los socialistas como mquina deproducir y consumir. Ninguno le da valor personal por s mismo,sino como responsable ante las abstracciones que cada unosostiene, pretendiendo hacer de l el fin de sus designios. Allenar el vaco individual viene precisamente el anarquismo.Mucho se ha divagado sobre el valor y la significacin delmovimiento anarquista. Con razn o sin ella se lo ha catalo-gado, asimilndolo al terrorismo y al nihilismo, unindolo alsocialismo y formando su vanguardia, englobndolo al sindi-calismo revolucionario y hacindolo sinnimo del individua-lismo. Se lo ha hecho proceder de Babeuf, Saint-Simon, Fourier,Proudhon, de la Internacional y del cristianismo original.

    Vamos a intentar aclarar esta confusin, deseada por algu-nos y explotada por otros. No pretendemos formular un dogmao proporcionar las bases de un cdigo anarquista. Nuestro planrechaza toda idea de exclusivismo, pues consiste en presentaropiniones, tesis y hacer conclusiones que se pueden verificarpara ser admitidas o rechazadas.

    22. DEFINICIONES: ANARQUA, ANARQUISMO, ANARQUISTA

    El vocablo anarqua viene de dos palabras griegas, que sig-nifican negacin o ausencia de gobierno, de autoridad, de man-do. En el sentido de desorden no nos interesa, pero debemosreconocer que la significacin de reglamentacin le es com-

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    pletamente extica. Segn su fisionoma verbal, el trminoanarqua es esencialmente negativo o crtico y nunca positivoo constructor. Sin embargo, por extensin se le ha hecho desig-nar una concepcin filosfica de la sociedad, sin obligacin nisancin autoritarias.

    El anarquista es el protagonista o realizador de las ideas yde los hechos consiguientes a la anarqua y el anarquismo noes ms que el procedimiento, la descripcin ideal, el punto esen-cial especulativo y prctico para llegar al ms all.

    Creemos que prcticamente puede considerarse comoanarquista a todo el que, despus de una reflexin seria yconsciente, rechaza toda coercin gubernamental, intelectual yeconmica, o sea toda dominacin, cuyo corolario econmicoes la explotacin del hombre por el hombre, del hombre porel medio o del medio por el hombre.

    23. ORGENES DEL ANARQUISMO

    El primer anarquista fue sin duda el que deliberadamentereaccion contra la opresin de otro individuo o de una colec-tividad. Por esto es difcil definir el origen histrico del movi-miento anarquista. La leyenda y la historia citan a Prometeo,Satn, Jess, Epicteto, Digenes, Robin Hood, consideradosbajo diferentes aspectos como tipos anarquistas. Los princi-pios filosficos del anarquismo actual parecen remontarse alRenacimiento, o ms exactamente a la Reforma, que abriendolos espritus al libre examen en materia bblica traspas el lmi-te de sus iniciadores y condujo a la difusin de la crtica entodos los dominios intelectuales. Naci el libre examen; pero,en lugar de desarrollarse hasta la crtica racional de las institu-ciones y de las convenciones humanas, qued convertido en unmedio poltico, no sigui el impulso de sus ms decididospropagandistas y se retard en la diseccin de las fbulas pue-riles, sobre las que los cristianos ortodoxos edificaban suscreencias.

    Lleg, por fin, el movimiento anarquista, completando yacabando la obra del librepensamiento, sometiendo al anlisisindividual los reglamentos, las leves, los programas de la ense-

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    anza, las condiciones econmicas y las relaciones sociales detoda clase, alcanzando a ser definitivamente la oposicin mspeligrosa que han encontrado las tiranas gubernamentales.

    24. EL ANARQUISMO Y LA INTERNACIONAL

    Inexactamente se pretende hacer depender la historia de laanarqua del movimiento obrero que, bajo el nombre de la In-ternacional, floreci hacia el fin del reinado de Napolen III.El odio y las invectivas con que el gran profeta del socialismo,Carlos Marx, persigui a Miguel Bakunin, no tuvo por causadivergencias profundas intelectuales o ticas. Bakunin y susamigos fueron expulsados de la Internacional porque se mos-traron federalistas, descentralizadores, insurreccionales, hostilesa la forma estadista o a la conquista parlamentaria a que seinclinaba la actividad socialista. Los amigos de Bakunin, losfederalistas, se proclamaron abiertamente colectivistas, y algu-nos de ellos reprochan hoy al socialismo de haber acaparadoeste calificativo. Tradujeron y propagaron en los pases medi-terrneos la obra de Marx El Capital. Ciertamente Bakuninfue un anarquizante, violento con frecuencia y profundo aveces, bastante ms que muchos de sus continuadores; pero sise estudia detenidamente el movimiento de la FederacinJurasiana, se encontrarn todas las reminiscencias del socia-lismo de antao, creencias en la igualdad, en la fraternidadhumana, ideas de solidaridad y amor universales, sociedadfutura, revolucin salvadora y transformadora, concepcionestodas que el anarquismo somete al anlisis individual, a pesarde que especficamente nada tienen de anarquistas. La verdades que los federalistas de la Internacional se mostraronanarquizantes en cuanto a la concepcin de la tctica y de laorganizacin del movimiento socialista y nada los diferenciabade los socialistas revolucionarios de entonces.

    25. EL ANARQUISTA Y LA SOCIEDAD

    Fuera de partido y anttesis viviente del socialismo, como

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    esperamos irlo demostrando en el transcurso de estas pginas,los anarquistas se encuentran en completo desacuerdo con lasociedad actual. En todo momento y ocasin hacen valer supersonalidad y no se dejan arrastrar por la necesidad, la envi-dia, el prurito de parecer que caracteriza a los hombres de nues-tros das. En primer lugar, el anarquista est en camino de ser,y si niega la Ley, se levanta contra la autoridad de sus represen-tantes, contra los actos ejecutivos de la sociedad, es porqueafirma poder servirse de su propia ley y encontrar en s mismoel resorte necesario para conducirse sin ninguna intervencinexterior.

    Las sociedades donde el anarquista se desarrolla necesitanpara perpetuarse, para continuar existiendo, el auxilio de di-versas especies de autoridad, como son: Dios, Ley, Riqueza,Consideracin, Respetabilidad, Historia de los antepasados ytoda clase de programas. El anarquista lo examina y consideratodo, acepta o renuncia, segn que las ideas propuestas o ex-puestas estn de acuerdo o no con su concepcin de la vida osus aspiraciones individuales. En fin, todos los hombres se con-forman con ser determinados por su medio y, en cambio, elanarquista se esfuerza, bajo las reservas inevitables de ordenfsico, en determinarse por s mismo.

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    CAPTULO 4EL ANARQUISMO INDIVIDUALISTA

    26. CONCEPTO DEL ANARQUISTA INDIVIDUALISTA

    Hemos visto que el anarquismo es la filosofa delantiautoritarismo. El anarquismo individualista es una concep-cin prctica de esta filosofa, postulado que apercibe a cadauno de los que la siguen a traducir en su vida diaria y para smismo los actos y gestos consiguientes, sin ningn lmite aldesarrollo personal o al desplazamiento propio sobre el planosocial, salvo, naturalmente, el de invadir el terreno donde otrocamarada evolucione.

    Desde luego que el anarquista individualista es igualmentenegador de autoridad y de explotacin, bajo sus diferentes ynumerosas formas, odiando y despreciando a la vez todo cuantomantiene el dolor humano y le impide proseguir su mayor libe-racin sin descanso ni fatiga.

    El movimiento anarquista individualista consiste, pues, enuna actividad intelectual que se extiende a todos los dominiosdel saber, tratando de resolver en beneficio del individuo cons-cientemente crata los problemas concretos de las manifesta-ciones de la vida, creando entre sus adeptos, ya dotados de untemperamento especial, un espritu de crtica permanente eirreductible en frente de las instituciones que ensean, mantie-nen y preconizan la tirana de unos hombres sobre la resigna-cin de los dems. Y puesto que por los hombres conocemoslas instituciones, justo es que midamos a ambos con el mismorasero.

    El pensamiento director estriba, pues, en impulsar a los quehan asimilado la idea anarquista a que sientan el deseo impe-rioso de vivir las fases de su vida diariamente, fuera de todaautoridad exterior y de toda institucin impuesta y no ejer-ciendo influencia coercitiva alguna sobre los dems camaradasque conciben de modo distinto los detalles de su existencia co-tidiana. En fin, es hacer de cada anarquista individualista unpropagador personal de las ideas esclarecidas, una especie de

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    antorcha luminosa en las tinieblas de la autoridad, cuya llamay calor son destructivos de toda tendencia dominadora.

    En resumen: la tendencia es suscitar en los individuos elmayor conocimiento, en el sentido de experimentar, demostrary asimilar el antiautoritarismo en las diferentes etapas de laactividad humana: tica, intelectual, social y econmicamente.Y en la resolucin personal, anarquista, de los problemas queplantean las manifestaciones de la vida en general.

    Entre los individualistas hay unos partidarios del aislamien-to, porque as se creen ms fuertes, pues la autoridad dicencuando ataca es ms enrgica contra los asociados y ms dbilcuando se defiende. Adems, cuando se obra de concierto, auninvoluntariamente puede aparecer la traicin. Otros afirmanque la asociacin permite obtener resultados bastante aprecia-bles con menos esfuerzo y menos tiempo. En realidad estasapreciaciones son cuestin de temperamento, pero cuando losindividualistas se asocian por un inters cualquiera, no pierdende vista la salvaguardia de su autonoma, en lo que son y en loque tienen, pudiendo desde luego libremente tambin dejar laasociacin en el momento que cese la necesidad o el peligroque la haya inspirado.

    27. INDIVIDUALISMO Y COMUNISMO

    El anarquismo individualista se diferencia del comunista dela Federacin Jurasiana y sus continuadores en que considerala propiedad del medio de produccin y la libre disposicin delproducto como la garanta esencial de la libertad individual,que no puede existir sin esa plena posesin de los resultadosdel esfuerzo de cada uno y de los objetos de placer que formanuna prolongacin de la personalidad, quedando bien entendi-do que esta propiedad se limita slo a la posibilidad de hacervaler siempre la extensin de la tierra o los tiles de produc-cin indispensables a sus necesidades, bajo reserva para elposesor de no poder disponer por ningn concepto del esfuer-zo ajeno en la evaluacin de sus facultades.

    El hecho de que los instrumentos de produccin, o el capi-tal, sean detentados por una minora de poseedores actuales, o

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    por el Estado, la Colectividad o la Comuna, es lo mismo parael individuo. Aunque los monopolios y los privilegios sean tras-ladados de las grandes asociaciones capitalistas a la Comuna,el individuo se halla igualmente desnudo de recursos que an-tes. En lugar de hallarse dominado econmicamente por laminora capitalista, lo es por el conjunto comunista. Nada lepertenece, es un esclavo.

    Es slo por la posesin de su producto, y la facultad dedisponer de l a su gusto, que el productor deja de ser un domi-nado, un explotado. Slo un mtodo parceme asegurarle esteresultado, y es el que consiga que todo cuanto el individuoposea sea el resultado de su esfuerzo individual. Este mtodode vida econmico me parece esencialmente anarquista yconstituye el objeto de nuestra actividad o reaccin sobre elambiente.

    Declarndome anarquista individualista no comprendo porqu no podr serlo econmicamente. El anarquismo indivi-dualista debe tener los recursos suficientes para orientar a losque se interesen por una solucin netamente anarquista delproblema econmico.

    28. CRTICA DEL COMUNISMO

    El comunismo qu es en resumen? Es un sistema econmi-co por medio del cual todas las riquezas naturales y todos losresultados del trabajo, producidos por cada uno, segn sus es-fuerzos, son distribuidos a cada uno segn sus necesidades,mediante un mecanismo dado, una oficina de estadstica cen-tralizadora, con el mtodo de depositar y retirar los productosen comn.

    En rgimen comunista, los individuos gozarn de toda li-bertad, menos la de producir para ellos mismos y disponer, asu gusto, de sus productos, y cambiarlos con sus vecinos, fueradel mecanismo impuesto.

    Qu tiene este sistema de anarquista? Esto es colectivismodisfrazado, liberalizado, endulzado y nada ms. El individuocontina sujeto a la colectividad. En dnde la dignidad perso-nal se encuentra salvaguardada?

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    Dadle vueltas al comunismo, en todos sentidos, y siemprellegaris al punto que, de grado o por fuerza, el individuo de-ber sacrificarse a la Colectividad o a la Democracia comunista.

    Anarquista, mientras una sociedad no me permita comer,vestir, morar, difundir mis ideas a mi manera y sin control al-guno a condicin de que no domine ni explote a nadie con-siderar su funcionamiento como autoritario.

    Se ha definido seriamente el mtodo depositar y retirarlos productos en comn? Cul ser la forma de los depsi-tos: cuadrada, cilndrica o piramidal? Se mezclarn confituras,carbn, zapatos y patatas? Se necesitar un mtodo de alma-cenaje para cada producto, para cada especie de utilidad? Sellevar a los almacenes la materia bruta o la materia elaborada?Quin vigilar la calidad? Cmo se evitar la superproduc-cin? Cmo se remediar el que los primeros se lleven lomejor y ms de lo que les corresponda? Se registrar la casade X, bajo denuncia, para verificar si no ha conservado o rete-nido parte de su producto o si lo que posee H ha pasado, o no,por el depsito? Qu medios de verificacin se emplearn?Qu ejrcito de policas en perspectiva! Ante ello uno sepregunta en dnde estar la diferencia con la sociedad actual.

    Por conscientes que se hayan hecho los individuos, desde elmomento que su regla de conducta se basa nicamente sobresu inters o sobre la utilidad bien comprendida, no hay msque la violencia que pueda impedirles contravenir a una regladada, cuando encuentran ventaja en hacerlo.

    El comunismo slo es compatible con la moral del renun-ciamiento o con el cristianismo, es decir; con una moral deesclavos.

    Practicado en gran escala, el mtodo de depositar y retirarlos productos en comn exige una administracin de las cosascomplicada e inquisitorial, como lo son todas las administra-ciones.

    29. EL COMUNISMO Y EL SER INDIVIDUAL

    Descartado el comunismo, hay que dar con un mtodo que,no dejando subsistir ningn vestigio de explotacin del hom-

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    bre por el hombre, o por la colectividad, salvaguarde la digni-dad individual, de acuerdo con el inters de cada uno, no lesionea nadie, cierre la puerta al parasitismo, a la ociosidad, a lapereza, no frustre a cualquiera el placer resultante de la reali-zacin de su propio esfuerzo, permitiendo al individuo el em-pleo, ms intenso, de su facultad de iniciativa. Hasta que yo noencuentre otro mejor, el mtodo de cambio de los productos,entre individuos o entre grupos, parceme responder aldesideratum.

    Es evidente que, permaneciendo dueo de su producto, dis-poniendo de l a su antojo, el productor podr elevarlo al gradode perfeccin y de calidad posiblemente imaginable. Y ya noser la obra annima, abarrotada, cuyo destino se ignora.

    30. LA PROPIEDAD DEL MEDIO DE PRODUCCIN Y LA LIBRE DISPOSICINDEL PRODUCTO

    La libre disposicin del producto entraa la posesin delmedio de produccin, de la herramienta y del suelo. En el sen-tido anarquista, la propiedad ha consistido siempre en la posi-bilidad de hacer valer individualmente, por asociaciones sexualeso familiares, segn las circunstancias la extensin del suelo,indispensable a la unidad social, a condicin de no hacerloexplotar, por nadie, a nuestro servicio, o arrendarlo.

    Esta posesin del suelo no impide que, cada vez que hallanocasin, los anarquistas individualistas se unan para los traba-jos de la recoleccin susceptibles de ser realizados en comn.

    El reemplazamiento gradual del vapor, por la electricidad,hace la fuerza motriz asequible, en gran cantidad, a cada uno.Cuanto ms racionalmente se realice el trabajo, ms se limitara la produccin de una alimentacin y de abrigos higinicos,de una morada y al medio de cambiar nuestros pensamientos.Para ello slo habr que perfeccionar lo existente y es indu-dable que una multitud de industrias intiles y parasitariasdesaparecern.

    Quin lo lamentar? Por mi parte prefiero la restriccin demis necesidades secundarias, o intiles, a la restriccin de mipensamiento. Antes que productor y consumidor soy anarquista

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    individualista y tiendo a renunciar a toda consumacin quepueda hacerme esclavo. Nunca admitir que se me obligue acontribuir a una produccin, que se me antoje intil, para eldesarrollo normal de los egostas, con quienes me asocie. Sino viajo y no recibo en casa visitantes alejados, no veo por quse me ha de obligar a contribuir a los gastos de alimentacindel tren rpido y de sus conductores. Slo los que viajen y reci-ban visitas debern preocuparse de la cuestin.

    En cuanto a los medios a emplearse para arreglar las condi-ciones del cambio de los productos, entre productores indivi-duales o grupos de productores, los ignoro an. Si este mtodoes adoptado por los anarquistas, estoy seguro que ser porlibre acuerdo y nada, de cerca o de lejos, recordar la autori-dad y la explotacin. Esto me basta, y son los egostas quie-nes deben arreglar los detalles de su actividad econmica.

    31. LA EQUIDAD COMO PUNTO DE PARTIDA

    Adems, una vez en posesin del medio individual de pro-duccin, poco importa el resto. Tanto mejor para mi vecino si,no haciendo trabajar a nadie por su cuenta, obtiene mejorrendimiento que yo, acaso porque su consumacin es ms con-siderable que la ma, acaso porque se preocupa de dar a su tra-bajo una mayor distincin personal. Tanto mejor para aquelloscon quienes cambia, no dinero, sino productos, si su calzadoest mejor acabado, su trigo maravillosamente molido, sus li-bros lujosamente impresos, sus vestidos artsticamente presen-tados, con higiene y comodidad, y sus frutos son deliciosos.

    Esto no puede ms que incitar a los dems a trabajar mejor,sirvindoles de estimulante. Tanto mejor para el que obtieneen cambio ms productos o ms finos, pues es equitativo quecada uno aproveche todo lo que pueda su esfuerzo individual.No podr sentir celos, y mucho menos no interviniendo yo ensu consumacin, as como l tampoco participa en mi produc-cin. La determinacin de las necesidades es cuestin de apre-ciacin personal y tal objeto de consumo que a m me pareceindispensable, para otro es superfluo. Me parece equitativo quequien consuma ms produzca tambin ms y rehso en buena

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    inteligencia, yo que consumo poco o que razono mi consuma-cin segn mi concepto, producir para el camarada que gastamucho, empleando un mtodo que me desagrada. Esto no se-ra compaerismo, sino explotacin.

    Por otra parte, la preocupacin mayor de los societariosfuturistas en pequeo o en grande es restablecer el equilibriode toda actividad. Queda bien determinado que el productordepositar toda su produccin en el almacn colectivo, en lacomunidad o en la modesta dependencia de las provisiones. Sepueden tambin preveer funcionarios colectores que se harncargo de los productos remitidos al delegado, a la direccin decada taller o seccin, y los centralizarn. El reparto se harentre todos con o sin verificacin. Vaya por la altivez indivi-dual! El sueo comunista, el logro de la igualdad quimricaque implica negacin del individuo, puesto que igualdad equi-vale a nivelacin, es hacer de la dependencia del medio un m-todo inevitable, bajo pretexto de que es ms racional, en lugarde considerarla como un accidente que puede evitarse; es exi-gir, en principio, el sacrificio del individuo a la masa. Mas yopretendo que el anarquista individualista es un ser arroganteque no se sacrifica ni exige a nadie que lo haga, aunque lobtuviese algn provecho. No abandonar benvolamente atodo el mundo el producto de su esfuerzo, sino que lo cambiaro ceder gratuitamente a quien ms le plazca.

    No habiendo necesitado concurso alguno para transformaren objeto de consumo la materia bruta o ya trabajada y obteni-da como cambio o donacin, no tendr tampoco que rendircuentas. El compaerismo se fundamentar en lo que la mismaexperiencia nos ensea, o sea, que cuanto ms independientessomos, cuanto menos debemos a los dems, mejor y ms libresnos encontramos.

    Para imponer el sacrificio del esfuerzo individual al medio,la autoridad o la sugestin son necesarias. Para retirar del indi-viduo el mayor valor resultante de su propio trabajo, se ha derecurrir a la violencia. Luego el restablecimiento del equilibriode toda actividad, o sea la nivelacin, postula la frmula delEstado regulador.

    Yo no s si es posible un estado de cosas mundial o territo-rial en que exista en principio el equilibrio. Yo no pretendo

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    ms que indicar las diferencias que separan el individualismo yel comunismo anarquistas. El primero reposa sobre una baseesencialmente moral: en primer trmino y sobre todo el indivi-duo libre, independiente del medio, aunque sea en su detri-mento material. El segundo, hipnotizado por las condicionesen que se opera la produccin, trabajo colectivo, por instru-mentos accionados por una fuerza motriz comn, no consideraal individuo en oposicin constante con el medio; desde elmomento que se trata del aumento del bienestar no se hablams que de concesiones. Se adopta el lenguaje de la pequeaburguesa bajo pretexto de que es ms razonable, ms cientfi-co, fijar la atencin en el inters, en el menor esfuerzo, y entoda suerte de sentimientos ms bajos que elevados.

    32. CONTESTANDO ALGUNAS OBJECIONES

    Soy, por mi caracterstica, incapaz de sentar una premisasin llegar, a la vez, a las conclusiones a que la experiencia, omis reflexiones, me lleven. No soy de los que escriben parahacer triunfar sus opiniones, sino para inducir a otro a la re-flexin.

    Deseara que se comprendiera bien que, hablando de losanarquistas y de las relaciones individuales entre ellos, no hagaalusin alguna a los anarquistas tal como ellos podrn sercuando yo deje de existir. Los anarquistas que me interesanson los que conocemos, los que he conocido y frecuentado, talcomo ellos me han parecido. Slo los anarquistas del presenteme preocupan.

    Declaro, francamente, que ignoro qu resultados podr darla educacin distribuida sin discernimiento. No soy profeta, eindudablemente no ver nada de tales resultados.

    La educacin es una experiencia, un ensayo, y cuando lapractico no lo hago para ser recompensado, estimado o consi-derado. Es porque los camaradas encuentran una satisfaccinen ello, que me ayudan en mi propaganda anarquista, de libreexamen. Es muy cierto tambin que yo aporto, al trabajo, elmximo de aplicacin, de anlisis y de razonamiento, pero esigualmente por satisfaccin, por egosmo que lo hago. Si por

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    hallar una satisfaccin removiendo las ideas o exponiendo misopiniones me disminuyera interiormente, desde un punto devista cualquiera, dejara inmediatamente de hacerlo.

    Se nos dice que el egosmo o el individualismo anarquistanos conducir forzosamente a una especie de solidaridad. Nadanos prueba que el egosmo bien razonado no pueda llegar aotra cosa que a la camaradera, tal como yo la concibo. ste esun azar que no debemos pasar en silencio, si queremos evitarlas desilusiones. El egosmo anarquista me parece que llegar ala formacin de una multitud de asociaciones de egostas.Digo me parece; no prejuzgo. Corresponder a las asocia-ciones de entonces el adoptar tal o cual mtodo de vida inte-lectual, moral o econmico que ms convenga a sus intereses.Creo tambin que, tanto menos se har sentir la obligacin delmedio, ms aumentar el nmero de los egostas aislados. Entodo caso, a nadie le corresponde dictar, a la asociacin o alindividuo aislado, el mtodo a emplear para sentirse vivir.Es de presumir que los egostas anarquistas no permitirn, enningn caso, que nadie atente contra su dignidad individual.

    Yo he bosquejado un compromiso entre la idea de asocia-cin, el concepto del trabajo convertido en recreo, y nuestraspasiones individuales, puestas al servicio de la actividad huma-na y si me he interesado en las colonias comunistas ha sidoporque cre ver en ellas una protesta enrgica, una revueltaprctica, de individuos seleccionados, contra la obligada fre-cuentacin de la masa repugnante que oscila entre el cretino yel arribista. Debo manifestar, no obstante, que las considerslo desde el punto de vista moral.

    Nada queda de la famosa Fraternidad Internacional deBlaricum, la mejor constituida de todas las tentativas edifica-das desde la ltima dcada.

    Las colonias comunistas han dado psimos resultados,engendrando la suspicacia y la desconfianza. En cambio haexistido, no lejos de Nueva York, una colonia anarquistaindividualista denominada Moderar Times que ha practi-cado el cambio de los productos y el empleo de los bonos decambio, cuyo trmino hiere los odos comunistas. Los que lavisitaron quedaron siempre maravillados de la inteligencia rei-nante entre los colonos que la guerra de Secesin dispers.

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    En verdad, nunca acept la frmula a cada uno segn susnecesidades, si no era con la restriccin de que el esfuerzorealizado por cada uno sirviera de medida a la determinacinde sus necesidades.

    Cualquiera que sea el grado de conciencia a que llegue unanarquista, nunca conseguir que nadie atente a su libertadindividual, tanto en lo que es, como en lo que tiene. Al queintente oprimirlo le opondr una resistencia activa, siempreque no fuera tolstoyario, y, entonces, ste sera ya otro puntode vista. Nunca una asociacin de egostas permitir a nadieque venga a usurpar su bienestar, aunque sea econmico. Ellaresistir al agresor. La resistencia a la opresin es el corolariolgico de la libertad del individuo, como de la asociacin.

    En tiempos futuros como en la actualidad, el mtodo mssimple, para eliminar a un individuo de un grupo, del cual seaun factor de desarmona, y dado que no quiera eliminarse elmismo, ser la expulsin. Esto acongoja el alma. Pero se com-prende que ello se realizar despus de haber agotado todoslos medios de persuasin posibles. Creo, no obstante, que en losucesivo uno se volver lo suficientemente consciente para re-tirarse de un medio cuando vea que est de ms en l. Debemostener presente que esto es slo una esperanza y que hay quecontar con el azar, es decir, con el hecho de que un individuoquiera demorarse en un medio, en el cual no se lo quiere,debido a que su inters se lo determine. Todo mtodo de vidaprctica que prescinda de este azar es defectuoso.

    Desde el punto de vista econmico, desde los otros domi-nios, la dificultad est en encontrar una solucin que haga in-tiles e imposibles las luchas entre anarquistas. Se aproximaraa ello todo mtodo de vida que no atentara a la dignidad per-sonal, no restringiera el libre ejercicio de la iniciativa indivi-dual y en el que la suspicacia y la desconfianza no intervinieranen la determinacin de las necesidades de cada uno.

    No debemos olvidar que el anarquismo individualista no espara los inaptos del esfuerzo. No se nace anarquista, sino queuno se hace tal por razonamiento, por sentimiento, por obser-vacin, por anlisis y por sensibilidad. Pero siempre es necesa-rio el esfuerzo. Es presumible que, sin haber llegado a un gradode conciencia muy desarrollada, los dbiles de entre nosotros

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    comprendern, por su inters, que no deben reproducirse. Du-rante el perodo de transicin encontraremos un inters paraevitar todo factor de desarmona en procurar, a aquellos delos nuestros, desheredados por la naturaleza, ocupaciones enrelacin con su grado de fuerza fsica. Del mismo modo halla-remos inters ya que podemos caer enfermos en cuidar aaquellos de los nuestros atacados de una enfermedad, no obs-tante las precauciones de higiene que hayan adoptado. Y con-cluyo.

    Comprndese que correr an mucha agua por debajo delos puentes antes que se levante la aurora de una sociedad anar-quista. Quin sabe si ella llegar a existir? Lo importante es,pues, vivir su vida enseguida, sentirse vivir.

    Creo que con lo dicho basta para responder a los que acusana los anarquistas individualistas de no tener ningn mtodo devida, econmico, para oponerlo al comunismo. Tan incompletocomo sea este estudio, es suficiente para indicar que el anar-quismo individualista, que garantiza la dignidad individualdesde el punto de vista intelectual y moral, posee bastantesrecursos para garantizarla desde el punto de vista econmico.Por otro lado estimo que, todo aquel que actualmente cambiaun producto con otro, sin preocuparse de la valorizacin quele atribuya el medio y sin intermediario alguno, realiza, econ-micamente hablando, un acto materialmente anarquista.

    33. EL IDEAL ANARQUISTA INDIVIDUALISTA

    Concede un lugar secundario al inters econmico. Antesuna choza, un vaso de agua y un puado de castaas, que lalabor en comn con quien no place. Que toda la civilizacinperezca con sus casas de seis pisos, sus ascensores, sus aeropla-nos, sus rpidos, su telegrafa sin hilos y sus monstruos mari-nos de guerra, si todo esto debe aumentar la dependencia delindividuo.

    En resumen, se presenta:a) Un ideal humano y moral: el individuo negador de auto-

    ridad y de su corolario econmico: la explotacin; rehu-sando ejercerlas; el ser cuya vida consiste en una

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    reaccin continua contra un medio que no puede niquiere comprenderlo ni aprobarlo, puesto que los cons-tituyentes de este medio son los esclavos de la ignoran-cia, de la apata, de las taras ancestrales, del respeto a loestablecido. Tiende, adems, hacia la realizacin de unnuevo tipo: el hombre que no necesita ninguna regla-mentacin o violencia exterior, porque posee bastantepotencia de volicin para determinar sus necesidadespersonales y guardar su propio equilibrio.

    b) Un ideal moral y social a la vez: una sociedad donde loshombres determinasen su vida bajo los aspectos intelec-tuales, ticos, econmicos, por un contrato librementeconsentido y aplicado, respetando la libertad de todossin molestar la de cada uno, implicando especialmentebajo el punto de vista econmico: propiedad del mediode produccin y libre disposicin del producto, conside-rados como garanta esencial de la autonoma personal.

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    CAPTULO 5EL ANARQUISTA INDIVIDUALISTA Y LOS

    REFORMADORES DE LA SOCIEDAD

    34. LTIMAS ARGUCIAS DE LOS REFORMADORES RELIGIOSOS

    Puesto que todos los sistemas de renovacin social releganal ltimo trmino al individuo, es muy natural la indiferencia uhostilidad del anarquista hacia los mismos, puesto que consi-dera los seres y los hechos de modo muy distinto.

    En vano los reformadores religiosos afirmarn que los de-signios supremos de la sabidura divina son la realizacin cor-dial entre los humanos, suprimiendo las desigualdades de for-tuna y educacin y que las etapas dolorosas de la humanidadson indispensables a su perfeccin para llegar con fe inque-brantable al reino de Dios, sinnimo de armona equitativa yfraternal; el anarquista preguntar por qu medios tangibleseste Dios todo amor les comunica sus pensamientos, qu no-ciones cientficas tienen de su existencia y cmo la ejercita.

    Acosados los ltimos representantes del misticismo religioso,acaso contesten que Dios es un sentimiento interior del serhumano, una categora ideal que avanza, aunque todava no sehaya manifestado completamente. Esta explicacin y otras tannebulosas podrn satisfacer a los creyentes excesivamente pia-dosos, pero de ningn modo a un espritu abierto. Para el anar-quista, todo ideal es creacin de la voluntad humana, unamanifestacin del pensamiento individual, un fenmeno de lavida interior, una aspiracin personal. Luego esta afirmacines a la par negacin divina y evidencia de que Dios es un sofisma.

    35. MI ATESMO

    Yo soy ateo y enemigo irreconciliable de toda concepcinmonotesta y politesta y lo soy sobre todo en mi calidad deanarquista individualista y no porque los supuestos represen-tantes de Dios sean a veces detestables, pues tambin hay otros,

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    aunque en minora, que son superiores a la moralidad mediageneral. Estoy muy persuadido de que los humanos estn de-terminados por su temperamento para dar gran importancia alas inconsecuencias de los cristianos, de los musulmanes o delos budistas, o a las diferencias que la vida diaria de algunosanarquistas puede presentar con las teoras de que hacen gala.Es ms fcil abstraerse cerebralmente del medio que triunfar alas solicitudes que ste hace a los sentidos, y cada vez me sientomenos inclinado a lanzar la piedra a los que no pueden realizaruna teora que est por encima de las fuerzas humanas. El queun cura no pueda guardar su voto de castidad no me har du-dar de Dios, como tampoco me hara repudiar la anarqua unacceso de celos por parte de un anarquista. Mi conclusin esque ambos han presumido demasiado de sus fuerzas y han he-cho intervenir sus teoras en actos completamente extempor-neos, propios del temperamento, que no quitan valor intelec-tual y social a las ideas. Puede haber destas voluptuosos oanarquistas celosos y yo no me creo con derecho a condenar-los; lo nico que he de desear, si convivo con ellos, es que semanifiesten tal como son.

    Tampoco soy ateo a causa de la imposibilidad en que seencuentran los destas para contestar a las objeciones del libre-pensamiento vocinglero. Las afirmaciones teolgicas propor-cionan a ste muchos argumentos para sus bellas declamacionesoratorias. Tomando, por ejemplo, el problema del sufrimiento,se dice que si Dios no lo evita es porque no quiere o no puede y,por tanto, la existencia del dolor sobre la tierra desmiente losatributos de bondad, omnipotencia y de sabidura de ese servertebrado y gaseoso a la vez. Estas razones, que parecenaplastantes, no me impresionaran si fuese desta y alzara lasespaldas con bastante buen sentido si se me hablase de los atri-butos divinos, de la creacin o de la cuestin del mal. Yo medira que estas cuestiones son el producto de la imaginacinhumana y que nada tiene de comn con la realidad. Dios, lacausa primera inteligente, la causa permanente y consciente,creadora y activa, tendra, a mi modo de ver, si existiese, unaconcepcin de la vida en general muy diferente a la nuestra,pobres parsitos terrestres. No soy, pues, un ateo por razonesescolsticas. Tampoco lo soy cientficamente y, para evitar todo

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    equvoco, he de hacer constar que no confundo la ciencia, con-junto de observaciones prcticas, de aplicaciones provechosasy tiles con la Ciencia especulativa (con mayscula). De laciencia, Haeckel dice que es imposible sin hiptesis y HenriPoincar proclama sta indispensable. De acuerdo con los fil-sofos contemporneos eminentes, yo creo que el hecho cientficoes un fenmeno social, humano, esencialmente relativo, cuyaexplicacin vara segn la mentalidad de aquellos a quienesinteresa. Si yo me ocupase profundamente de la ciencia, some-tera con la misma severidad a la crtica las hiptesis religiosasy las cientficas. Reclamo el derecho de dudar de la existenciade Dios, del tomo y del ter hasta que los haya contempladoy observado por m mismo y rehso a oponer una hiptesis aotra, aunque tuviera la simpata propia, la de una colectividado la de la masa.

    Mi atesmo no es ms que la consecuencia de mi anarquismo.Puesto que la inteligencia humana no puede concebir a Diosms que como un superhombre dictador, autoritario y despti-co, yo no puedo aceptarlo, pues lo mismo me repugna un Pa-trn del Universo que un Patrn del taller. Bakunin dijo: SiDios existe, el hombre es esclavo, y si el hombre es libre, Diosno existe. No voy a discutir aqu lo que debe entenderse porlibertad del hombre, pero s afirmar que, aspirando a serlibre, Dios no puede existir para m. Repito con Proudhon queDios es el enemigo del hombre y, por tanto, no hay conciliacinposible entre mi antiautoritarismo, mi odio a la dominacin, mirebelda contra la explotacin y contra cualquier concepcindivina.

    No solamente niego a Dios, sino que adems no lo necesito.Para tener conciencia de mi vida, para desarrollarme fsica eintelectualmente, para constatar, meditar, moverme, amar yejecutar cuanto me atae, no me es necesario un creadorprovidente y legislador. Puedo conocer una vida interior, pro-funda, que resista a las desilusiones procedentes del exterior ode mis propios errores, y para perseverar y seguir la ruta indi-vidual, cosechando experiencias, apreciando goces, buscandola expansin completa de mi intelecto y de mis sentidos no mees necesaria la creencia en el Todopoderoso, producto efectivodel temor y de la ignorancia ancestrales. No detesto perversa-

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    mente al creyente, y digo con Benjamin Tucker: Aun viendoen la jerarqua divina una contradiccin de la anarqua y sien-do incrdulos, los anarquistas no dejan de ser partidarios deci-didos de la libertad de creer; y lo mismo que proclaman el de-recho para el individuo de ser o elegir su propio mdico, rei-vindican el de ser o elegir su propio sacerdote. Ni monopolioni restriccin en teologa o en medicina. Aado que me prestoa cooperar a una determinada labor con espiritualistas indi-viduales, es decir, no perteneciendo a ninguna organizacineclesistica y adversarios profundos de las explotaciones y delas autoridades.

    36. EL CONTRATO SOCIAL

    En vano los legalitarios afirmarn que el objeto de la Leyno es el de oprimir al individuo, sino el de asegurarle, segnel contrato social, las posibilidades de vivir en sociedad, paralo cual codifica, cataloga y establece los deberes y los dere-chos que aseguran el buen funcionamiento autoritario. Elanarquista, apoyndose en las pruebas histricas, demostra-r que el dicho contrato ha sido impuesto siempre por unaminora de fuertes o de astutos, sacerdotes o magos, soldadosafortunados o conquistadores, familias clebres o capitalistaspoderosos.

    Jams contrato alguno fue propuesto, consentido y aplica-do libremente. Lo nico que conocemos de la sociedad es sumecanismo de imposiciones y castigos, sus ejecutantes y soste-nedores, sus policas y justicieros, sus tribunales y sus presi-dios, y su enseanza dogmtica, deprimente, intolerante, tantosi se titula laica como si es francamente clerical.

    El Estado es la forma laica de la Iglesia, como sta es laforma religiosa de aqul, y estos dos enemigos siempre se re-concilian sobre el terreno de la dominacin. Antes se condena-ba a la hoguera a los que osaban negar la divinidad de Jess, elmisterio de la trinidad o cualquier otro dogma y hoy el queataca violentamente, tan slo de palabra o por escrito, losintangibles principios de Propiedad, Patria y los dems, en quese basan las instituciones civiles del siglo XX, tambin se ver

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    fcilmente enredado en las mallas del Cdigo y amenazado depunicin. El contrato social no es ms que la amalgama demorales trasnochadas y prejuicios ridculos, cuyo respeto seinculca en la escuela, a pesar de que est vaco de sentido enfrente de los conocimientos actuales.

    37. PRODUCTORES INTILES Y NECESIDADES SUPERFLUAS

    Examinando crticamente la cuestin de produccin y con-sumo, el anarquista pretende que es ostensiblemente extremadoen nuestra sociedad agrupar a los hombres por profesiones uoficios, que en rgimen de exceso productor y explotacincapitalista esta clasificacin es arbitraria, peligrosa y hasta mal-sana. Por ejemplo, el productor de trigo o cereales, uno de losms tiles, hace vivir a su costa, y a costa de los consumidores,a los intermediarios y corredores de toda especie.

    Exaltar al productor en el estado actual es la consecuenciade un puro sofisma. Muchas veces produce objetos y valoresintiles o perjudiciales individual y socialmente. Los metalr-gicos de los arsenales, de las manufacturas de armas, de lasfundiciones de caones; los carceleros, los aduaneros, loscobradores de contribuciones e impuestos, los cagatintas de laadministracin oficial; los obreros que fabrican bebidas alco-hlicas y toda clase de venenos; los ferroviarios dedicados altransporte de tantos objetos de lujo superfluo, al de las provi-siones adulteradas o al de los soldados que van a la matanza,producen acaso todos stos funciones tiles? En vano los cons-tructores de prisiones, cuarteles e iglesias se agrupan en sindi-catos revolucionarios, en vano igualmente los que producenametralladoras, fusiles y uniformes se adhieren a las bolsas detrabajo, pues no por este hecho dejar de ser funesta su pro-duccin.

    Es innegable que una gran parte de los productores vivencomo parsitos de un gran nmero de consumidores quemantienen las necesidades artificiales en que la humanidadse desequilibra.

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    38. LA SOLIDARIDAD Y LA ACTITUD ANARQUISTA

    Msticos, legalitarios, socialistas, discurren sobre la solida-ridad que unir a los hombres; los primeros, porque afirmanque Dios es el padre del gnero humano; los segundos, porqueatribuyen a la Ley la buena convivencia social y los ltimosporque creen que la produccin y la consumacin tienen mu-tuos deberes y derechos ineludibles.

    El anarquista individualista no se curva ante estas tres abs-tracciones. Fra y lealmente somete a la crtica este formidableargumento: Solidaridad obligada no merece tal nombre. Yaade que, habiendo venido a la sociedad humana por el con-junto de circunstancias de un fenmeno natural, se encontrdesde un principio en frente de condiciones morales, intelec-tuales y econmicas impuestas sin discusin. Desde la ms tier-na infancia las instituciones y los hombres se coaligaron paradeterminarlo a la resignacin y a la solidaridad del medio am-biente. En la familia, la escuela, el cuartel y la fbrica se lepredic la misma virtud hacia sus semejantes. Solidario de lospadres, aun en el momento de impedirle por fuerza el correrhacia la joven que despertaba sus sentidos, solidario del maes-tro que lo retena en verano largas horas en clase, mientrasfuera las flores se abran y los pjaros trinaban, solidario delsuperior militar que le impona humillaciones y ejercicios est-pidos, solidario del patrn, a quien una hora de trabajo de susobreros vena a aumentar ms y ms la fortuna y el bienestar...Hay suficiente para comprender que tal solidaridad es sinni-mo de esclavitud.

    Por mi parte, una ms detenida reflexin me ense que yoera tan esclavo de los de arriba como de los de abajo. El indi-gente que aclama la retreta militar; el guardin que retiene enla crcel al desgraciado; el obrero, sopln de sus camaradaspara conseguir una plaza de capataz; el polica, astuto paraquitar la poca libertad a los infelices delincuentes; el aldeano,que me mira con desprecio porque prefiero pasearme por elcampo mejor que respirar el aire viciado de fbricas y talleres;el sindicalista que con placer me vera despedido del trabajoporque me niego a ser su coasociado, todos estos seres afirmanque yo les debo solidaridad y que por ellos y con ellos debo

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    pensar, accionar, producir, es decir, consagrar lo mejor de misfacultades.

    He reaccionado, y a este determinismo terrorfico he opues-to el mo propio, no aceptando otra solidaridad que la que yopueda debatir en previsin de las consecuencias resultantes. Envano los exaltados me objetarn que el agricultor devoto, elsastre radical, el empleado de correos socialista, el panaderoconservador, el marino patriota son necesarios a mi vida, pues-to que contribuyen directa o indirectamente a proporcionarmelo necesario a mi subsistencia. Yo replicar que en las condicio-nes en que actualmente la sociedad evoluciona, estos diferen-tes miembros de ella no son slo productores, son tambin elec-tores, a veces jurados, con frecuencia genitores de jerarquasoficiales y explotadores siempre que pueden; son partidariosde la autoridad y la emplean moral y materialmente en mante-ner por fuerza el rgimen de solidaridad que sufrimos.

    La solidaridad universal se revela realmente como un fan-tasma y la historia nos ensea que ha servido sobre todo paraedificar dogmas y suscitar dominaciones. Para asociar tempe-ramentos e intereses encontrados ha sido precisa la Religin yla Ley y, para que no fuesen letra muerta las relaciones queellas determinaban ente los hombres, se erigieron los ejecutores,sacerdotes y magistrados.

    En resumen, el anarquista aceptar voluntariamente la soli-daridad que le convenga y se aislar siempre que se apercibaque practicndola se afirma ms y ms la dominacin y la ex-plotacin en sus mltiples formas. El individualista va ms le-jos, pues ni siquiera se hace solidario de sus ms caros amigos,cuando realizan actos cuya apreciacin no est en el dominiode su juicio o de su temperamento. No sintiendo ninguna afini-dad moral e intelectual por la sociedad, procurar rehuir comomejor entienda y pueda las obligaciones que sta le impone. Sunica preocupacin consistir en obtener siempre mayor liber-tad integral sin estorbar la libertad de pensar y obrar de losdems. Bajo este criterio determinar su vida, todos los actosde su existencia.

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    CAPTULO 6LOS CRISTIANOS Y LOS ANARQUISTAS

    39. EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y JESS

    Existe algn lazo de parentesco entre el cristianismo y elanarquismo? Pueden ambos conciliarse? Puede sostenerse quesi el cristianismo no se hubiera cristalizado en frmulas y ritosy hubiera seguido su evolucin normal, los cristianos se hubie-ran hecho anarquistas?

    Nadie, de buena fe, podr afirmar estas preguntas. Cuandose habla de cristianismo anarquista, social y hasta revolucio-nario, siempre se hace referencia al primitivo, pues hoy el cristia-nismo es el sostn del capitalismo y admirador de la violenciagubernamental. La gran dificultad estriba en la falta de do-cumentos serios, testimonio de la iniciacin histrica delcristianismo, porque los datos concretos no aparecen hasta queel movimiento cristiano se transforma en una organizacinreligiosa, en una Iglesia que pretende conquistar el mundo, im-ponindole una supremaca espiritual y temporal gracias a unajerarqua formidablemente dispuesta. En los comienzos, la granpreocupacin consista en asimilar las creencias y supersticio-nes paganas, a fin de evitar las disensiones y las divisionesintestinas que servan de excusa a manejos polticos. Cuantoms se remonta el pasado, mayores son las conjeturas, lasleyendas ms inconsistentes y contradictorias. Ni siquiera en-contramos una prueba indudable de la existencia de Jess-Cristo,y como el mayor inters de sus bigrafos consiste en favorecery hacer triunfar las ideas del partido que representan, de ahque sea difcil apreciar realmente la fisonoma del Redentor atravs de sus cronistas.

    Jess, de nacimiento irregular, acaso con sangre griega ensus venas, parece haber tenido mayor resentimiento contra lospseudocreyentes judos que contra los opresores romanos de laJudea. Empapado en la lectura de los grandes profetas israeli-tas, interesado acaso en el conocimiento de la filosofa griega,

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    mecido seguramente desde la infancia por los apocalipsis ju-dos, parece que se crey llamado a renovar las profecas ante-riores, puesto que antes de predicar la rebelda contra los ex-tranjeros, preconiz una revolucin interior, de modo que hizoobra educativa antes que subversiva. Jess se nos aparece comoun hombre de origen modesto, educado en una carpintera, oen una granja, segn E. Crosby, pero su propia reflexin y elefecto de los viajes lo hicieron alejarse del contacto inmediatocon la vulgaridad. A pesar de participar de muchas supersticio-nes, adoptando las teoras cosmognicas de su poca, parecehaber posedo un alto valor personal y ejercido una seria in-fluencia sobre los que lo rodearon. Se nos presenta dotado demucho sentimiento, de vivo entusiasmo. Desligado de las con-cepciones mezquinas y aborreciendo el espritu mercantil quebaca tan detestables a sus compatriotas.

    No habiendo encontrado eco entre las clases acomodadas,excepto en dos o tres burgueses liberales o rabinos, Jess reclutsus amigos entre las gentes de mal vivir, caminantes, vagabun-dos, prostitutas y dems hampa, a los que se agregaron mu-chos de los judos que esperaban la llegada del Mesas que loslibertase del yugo de las legiones romanas. No tuvo muchorespeto por las leyes civiles y la propiedad, y la libertad de suscostumbres qued manifiesta en el episodio de las dos herma-nas a quienes am tiernamente. En fin, con este puado deamigos fanticos y poco escrupulosos se lanz al asalto de laimponente fortaleza en que se albergaban el formalismo y lahipocresa israelitas.

    Como todos los reformadores religiosos, acus con vehe-mencia a los que haban pervertido el sentido primitivo de sureligin, abandonando la vida interior y reemplazando el esp-ritu por la letra, o sea por el texto fro, estril, que deseca ymata, pues la pretendida austeridad de los tales ocultaba undesenfrenado sensualismo. Y en oposicin a la enseanza ofi-cial de los rabinos, Jess adopt probablemente la que se basaen este consejo: Lo que hagas, no sea por obediencia, sinoporque en tu fuero interno te parezca bueno.

    Tal mxima, ms nueva que comprendida, suscit la aten-cin de las gentes, que se apresuraron relativamente a rodearal joven propagandista demagogo, cuyas invectivas contra los

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    poderosos y los