el archivo parroquial de san pablo (zaragoza) · 2015-04-10 · conocimiento de una parcela de la...

528
ANA ISABEL BRUÑÉN IBÁÑEZ INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» (C. S. I. C.) Excma. Diputación de Zaragoza El Archivo Parroquial de San Pablo (Zaragoza) Origen, formación e historia, inventario de los fondos documentales y proyecto de digitalización de la colección diplomática medieval (siglos XIII y XIV) FUENTES HISTÓRICAS ARAGONESAS 67

Upload: others

Post on 21-Jan-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • ANA ISABEL BRUÑÉN IBÁÑEZ

    INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» (C. S. I. C.)Excma. Diputación de Zaragoza

    El Archivo Parroquialde San Pablo (Zaragoza)

    Origen, formación e historia,inventario de los fondos documentales

    y proyecto de digitalización de la coleccióndiplomática medieval (siglos XIII y XIV)

    F U E N T E S H I S T Ó R I C A S A R A G O N E S A S 67

  • FUENTES HISTÓRICAS ARAGONESAS

    67

  • Ana Isabel Bruñén Ibáñez

    El Archivo Parroquial de San Pablo (Zaragoza)

    Origen, formación e historia,

    inventario de los fondos documentales

    y proyecto de digitalización de la colección

    diplomática medieval (siglos XIII y XIV)

    INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» (C.S.I.C.)Excma. Diputación de Zaragoza

    Zaragoza, 2013

  • Publicación número 3.237de la Institución «Fernando el Católico» (CSIC)Organismo Autónomo de la Excma. Diputación de ZaragozaPlaza de España, 2, 50071 Zaragoza (España)Tff.: [34] 976 28 88 78/79 - Fax: [34] 976 28 88 [email protected]://ifc.dpz.es

    © La autora, Ana Isabel Bruñén Ibáñez.© De la presente edición: Institución «Fernando el Católico».

    Impresión: Huella Digital, S. L. Zaragoza

    IMPRESO EN ESPAÑA - UNIÓN EUROPEA

  • PRIMERA PARTE

    ORIGEN, FORMACIÓN E HISTORIA

  • 6

    PÁGINA ANTERIOR: Inicio de las partidas que recogen los gastos de remodelación del Archivo de los Clérigos. (Libro de Obrería, 1588).

  • 7

    INTRODUCCIÓN La pujanza de la Parroquia de San Pablo, demarcación fundamental en la ampliación urbanística medieval de Zaragoza, llevó consigo un cambio importante en el orden y configuración de la ciudad, de su demografía y de su cultura, quedando reflejado en el contenido del conjunto documental.

    En el archivo de la Iglesia de San Pablo se halla depositado un patrimonio transmitido por generaciones que ha quedado como memoria viva de la comunidad cristiana que albergaba la Parroquia. Ha llegado a nosotros, para lo que es habitual, con un montante de documentos lo suficientemente amplio y bien conservado para considerarlo como una fuente primordial en el conocimiento de una parcela de la historia de Aragón, de Zaragoza y de uno de los distritos más populosos e importantes de la ciudad.

    Actualmente se localiza dentro del recinto del edificio, en dos salas acondicionadas para tal fin en la nave de Nuestra Señora del Pópulo, entre la capilla del Obispo don Diego de Monreal (o capilla de Santiago) y la de San Miguel del Tercio. Alberga 199 unidades de instalación, distribuidas en 98 metros lineales y 6.159 unidades documentales desde el siglo XIII hasta el XX, incluida la colección diplomática.

    La documentación fue trasladada a lo largo de los años a diferentes estancias hasta que en el siglo XX, en la década de los 90, se logró darle ubicación definitiva. En esas fechas, gracias a varios voluntarios y bajo la responsabilidad de don Ángel Soler García, vicario de la iglesia, se recogió toda la documentación dispersa hallada en las diferentes dependencias del templo, de la casa parroquial y despachos anexos. Los constantes traslados precipitados y la continua manipulación del conjunto documental en el momento de la última restauración de la iglesia (1975) hicieron que llegara hasta nosotros deslegajado y ordenado cronológicamente, con lo que intentar conocer su contenido y efectuar una primera clasificación fue prácticamente imposible, ya que los legajos cuyos documentos que, habiendo mantenido una cierta unidad, pudieran haber servido de base para la reconstrucción de los archivos (Luminería, Obrería y Capitular) carecían de ella.

    Hacia 1996 se procedió a la revisión de los documentos y se determinó que por el volumen, variedad y falta de unidad del fondo, así como para la mejor conservación de los papeles, escrituras y pergaminos, se le diera una ordenación en principio topográfica con una numeración correlativa tanto de las cajas como de las unidades que albergaba cada una con el fin de dejar abierta la posibilidad de integración de documentos.

    A partir de aquí se comenzó a elaborar el Inventario1, describiendo cada unidad documental con los datos concretos e imprescindibles para localizar el documento lo más rápidamente posible; queda completado con un índice toponímico y onomástico y otro que informa sobre la materia y tipología documental generada, facilitando la localización por temas. Se sistematizaron los criterios de descripción del documento y se elaboró un modelo de ficha fácil de procesar y abierto a los cambios que se pudieran producir durante la elaboración del trabajo:

    Data cronológica: [año/mes/día], data tópica y número de documento. Descripción del contenido: en estilo directo, encabezado por la tipología documental, y lo más conciso posible. Se completa la ficha con la descripción del fedatario (si existe), tradición y elementos accesorios que pudiera presentar. En caso de ser un expediente o un grupo de documentos variados cosidos entre sí, se describen todos y cada uno de ellos, de la misma manera que el principal, con la fórmula “Acompaña” o “Contiene”.

    1 Vid. en la Parte II de este mismo trabajo: Inventario de los fondos del Archivo de la iglesia parroquial de San Pablo.

  • 8

    A cada documento se le ha otorgado un número correlativo, que es básico para su localización en los índices tanto onomástico y toponímico como en el de materias y tipología documental. Una vez verificado, remite al registro de uso interno del Archivo para localizar la unidad de instalación en la que se encuentra.

    La colección diplomática se compone de 691 pergaminos guardados en dos muebles metálicos, donde se conservan desplegados y numerados; siguen orden cronológico y abarcan desde 1277 hasta 1690. Con objeto de darle unidad al trabajo, y al no ser su finalidad el estudio paleográfico y diplomático de esta serie, se ha determinado utilizar para su descripción el mismo tipo de ficha catalográfica que para la documentación en papel, considerando que el conjunto documental presenta unas características interesantes pero no extraordinarias. La información reseñada es concisa, usando en la medida de lo posible el estilo directo en su redacción y optando por conservar los datos toponímicos y patronímicos originales, ya que su actualización sería más propia del usuario a quien se dirige la documentación (filología, lenguas, etnografía, etc.) Completan la descripción algunos caracteres externos que ayudan a identificar el documento (medidas, ornamentación, sellado e idioma). Los documentos en los que no se determina la data figuran al final de cada periodo cronológico, incorporando entre corchetes la cronología aproximada o identificada por alguna referencia interna de la escritura; desde 1277 se fechan por la Era Hispánica, y a partir de la segunda mitad del siglo XV se unifican con la Natividad del Señor.

    La base del fondo la constituye la documentación gestionada por la doble administración: Vicario y Capitulo Eclesiástico, por una parte, y Capítulo Parroquial por otra, además de la correspondiente a cofradías y otras asociaciones que colaboraban en sus actividades. Los desvelos e inquietudes de sus integrantes por hacer eficaz el cuidado y el gobierno de una entidad que compartía el ministerio eclesiástico con el civil hicieron que sus esfuerzos se nos transmitieran en el tiempo a través de estos fondos, trascendiendo más allá de la propia Institución2. Se custodiaron para proporcionar la información necesaria que facilitara la gestión de sus bienes y para que la práctica religiosa fuera la adecuada, consiguiendo además ser testimonio de las actuaciones de todo un colectivo, de cada uno de sus miembros y de su conexión con la comunidad.

    La vinculación de la información religiosa, sacramental, jurídica y administrativa del Capitulo Eclesiástico con la generada por la de índole humana y civil procedente de los feligreses otorga a este Archivo el valor de ser una fuente esencial para la investigación y una herramienta de primer orden para poder acceder al conocimiento de la iglesia y Parroquia en todas sus actividades, no sólo religiosas y sociales, sino incluso políticas.

    El deseo de reunir los testimonios de los hechos que marcaron la vida de un vecindario creyente determinó la conservación de todo aquello que explicara el entendimiento del espíritu cristiano y el desarrollo de la iglesia de san Pablo como institución, sirviendo de referencia para épocas posteriores. La cantidad y calidad de los documentos generados por el desarrollo de su propia actividad, como elemento vivo que era la Institución, crecían y disminuían al mismo tiempo que las oscilaciones demográficas y acontecimientos sociales del distrito, reflejando las causas y consecuencias de la actitud que los regidores y administradores (Vicario, Párroco, Luminero, etc.) asumieron ante la norma, ante el poder eclesiástico y ante los condicionamientos establecidos por los organismos civiles, ya fueran locales o nacionales.

    2 El término Institución se aplica cada vez que se hace referencia a las dos administraciones (eclesiástica y parroquial)

    conjuntamente.

  • 9

    REGULACIÓN DE LOS ARCHIVOS ECLESIÁSTICOS Constituida por una gran densidad y variedad de población, el área que se trazó en torno a la iglesia de San Pablo albergó una comunidad plural en la que los feligreses debían defender y conservar su fe colaborando en el sustento de sus ministros que, mediante su función pastoral y el contacto directo con el pueblo, incitaban a fortalecer y a asegurar su hegemonía frente a otras creencias. Fueron desde el principio los parroquianos quienes aportaron los medios económicos necesarios para su mantenimiento; legados, donaciones y limosnas, procedentes de sus bienes patrimoniales, se comenzaron a escriturar para tener constancia en el tiempo de todo lo concertado y de sus posteriores implicaciones económicas. De ahí surgió la necesidad de custodiar estos comprobantes, que en principio estuvieron en poder del Vicario y Capítulo Eclesiástico y que a partir de las primeras décadas del siglo XIV, merced a la aplicación de una serie de normas emanadas de las autoridades eclesiásticas, conformaron poco a poco lo que ahora es el Archivo Parroquial.

    Lo heterogéneo de la población en todos sus aspectos enriqueció notablemente las relaciones de la comunidad religiosa y civil con el alto clero, nobleza, comerciantes y burgueses llegados desde diferentes lugares y reinos, tanto de dentro como de fuera de la península. Su influencia implicó el conocimiento de criterios y proyectos que se estaban elaborando en otras diócesis siguiendo unas directrices papales que nuestros prelados, abiertos a las innovaciones culturales y buenos administradores de rentas y beneficios, no dudaron en aplicar rigurosamente.

    Primero se reguló el control de los Quinque Libri, y es en la Corona de Aragón donde se encuentran los registros parroquiales más antiguos, pues fue el Concilio Provincial de Tarragona, celebrado en 1360, el que ordenó el control del uso y custodia de los mismos. Aunque en Trento se dictaron varias disposiciones acerca de la protección de documentos, realmente sólo se estableció la vigilancia exhaustiva de los registros sacramentales, lo que indirectamente implicó la salvaguarda de la documentación complementaria que generaban. De esta manera las disposiciones trentinas ya proporcionaron las primeras pautas para la creación de un archivo y por ello los primeros pasos para el nacimiento de los archivos parroquiales. A partir de 1564, con Felipe II, los mandatos del Concilio sobre este asunto se convirtieron en ley, y sería de cumplimiento obligado la dirección por parte de la Iglesia de sus propios archivos.3

    Fue a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI cuando los obispos (el primero, el de Milán) comenzaron a transmitir las normas y reglamentos para tutelar un archivo, así como el establecimiento de los medios necesarios para su organización (inventarios, registros de entrada, índices, etc.) Durante el siglo XVII la Iglesia siguió con una actitud relativamente conservadora y continuista, aunque fue a causa de lo establecido en las Sinodales de 1656, promulgadas por Fray Juan Cebrián, cuando se consolidaron los archivos parroquiales uniendo a las normas de Trento las aprobadas por los prelados zaragozanos don Pedro Fernández de Luna, don Lope Fernández de Luna y don Alonso de Aragón.

    «Canon 535: […] En toda parroquia ha de haber una estantería o archivo, donde se guarden los libros parroquiales, juntamente con las cartas de los Obispos y otros documentos que deben conservarse por motivos de necesidad o de utilidad; todo ello debe ser revisado por el Obispo Diocesano o por su delegado en tiempo de visita o en otra ocasión oportuna, y cuide el párroco de que no vaya a parar a manos extrañas. También deben conservarse los libros parroquiales más antiguos, según las prescripciones del derecho particular.»4

    3 FOURNIER GARCÍA, E.: Los archivos de la Iglesia Católica, pasado y futuro. El caso de Costa Rica. Rev. Historia, n.ºs

    49-50 (2004) pp. 221-242. 4 CUELLA, O.: Archivos Parroquiales de la Diócesis de Zaragoza. Excma. Diputación Provincial de Zaragoza. Zaragoza.

    1998/2001, p. 8.

  • 10

    Habrá que llegar al siglo XVIII para que comience un cierto avance en esta materia. Con la Constitución Maxima Vigilantia, de 1724, se intentó organizar los archivos a escala mundial5 dictando normas de seguridad y acceso a los mismos. A partir de ese momento las reglas se irán ampliando hasta llegar a señalar los criterios de conservación y el tratamiento de los documentos.

    En el siglo XIX el concepto de archivo como un ente cerrado y secreto, cuyos fondos se utilizaban exclusivamente para probanza y defensa de actuaciones jurídicas, cambió con León XIII (1880) y se facilitó el acceso y consulta de los mismos a estudiosos y eruditos, permitiendo la aparición de numerosas colecciones bibliográficas. Esta tendencia se consolidó en el siglo XX con Benedicto XV6 y con la legislación y acuerdos tomados entre las instituciones religiosas y civiles.

    EL ARCHIVO DE SAN PABLO ADAPTACIÓN DE LOS ESPACIOS: EL DEPÓSITO DOCUMENTAL7 En las primeras décadas del siglo XVI se habían comenzado obras de envergadura en el edificio y los feligreses estaban sensibilizados en aportar económicamente lo necesario para que su iglesia destacara y compitiera con el resto de las parroquias de la ciudad. Fue en 1514 cuando María Navajas, por iniciativa propia, mandó construir una estancia preparada para albergar los documentos que acreditaran la fundación de un legado a favor de la Luminería y Obrería de San Pablo. Es la primera vez en que aparece documentada la palabra “archiu” como tal, no sólo como concepto sino como el proyecto de organización de un espacio al que ya se dotará con unas medidas de seguridad concretas:

    «… quiero que por los dichos vicario et obrero y herederos mios sean tomados los dichos quatrocientos sueldos de pension puestos en un archiu que quiero sea fecho en el suelo del campanal dela dicha yglesia…el qual archiu a de tener quatro llabes…en el qual archiu sean puestos todos los encartamientos et contractos de la renda que suso lexo».8

    Mediante concordatos entre el Capítulo de Parroquia y el eclesiástico se fueron delimitando las competencias y los derechos que unos y otros tenían sobre el gobierno y fábrica del edificio; seguían las obras en el claustro y en el coro, y se aprovechó el momento para realizar modificaciones en diferentes áreas de la iglesia. El archivo de los capitulares, localizado junto a la plaza y en la zona que se estaba remodelando, no era el lugar idóneo para su ubicación, y la Parroquia sugirió al Vicario la conveniencia de reconstruirlo en otro sector del edificio. Se constata así la existencia de dos archivos: el situado al pie del campanario desde 1514, propio de la Luminería y Obrería, y el reedificado en la plaza, cuyo acceso se localizaba en el interior del claustro junto a la Puerta de los Ahorcados (construida en 1587), propio del Capítulo Eclesiástico.

    La necesidad de la obra se determinó en 1586, comenzándose en 1588. En principio su distribución y estructura se proyectó sin excesivas modificaciones con respecto al anterior, aunque en el nuevo diseño se puso especial interés en que la iluminación fuera una de las piezas claves para su construcción, concertándose sobre todo la apertura de dos claraboyas en la parte alta, cubiertas por ocho tablas de alabastro. Se fabricaron armarios nuevos y capaces, y parece ser que el trazado

    5 RUBIO MERINO, P.: Archivística Eclesiástica. Bogotá. Consejo Episcopal Latinoamericano. 1998, p. 164. 6 Código de Derecho Canónico. 1917. 7 Salvo excepciones, y para evitar reiteraciones excesivas de datos, tanto en el texto como en las notas se remite al

    Anexo 2, dedicado a la documentación básica consultada para la realización de la totalidad del estudio. 8 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2571.

  • 11

    también se fue modificando: cambiaron de lugar la escalera y la puerta del Archivo antiguo y repararon y ornamentaron las paredes de la capilla adjunta del Crucifijo, igualándose también la parte del pavimento que limitaba con el claustro. El grueso de la edificación se realizó en un año aproximadamente, pero habría que esperar hasta 1594 para reanudar los trabajos, sobre todo en lo relativo a infraestructuras, debido a la constante existencia de humedad en los cimientos. Unos años más tarde, ya en 1603 y continuando con las obras en la iglesia, el Archivo Capitular precisaba protección y, siendo prioritaria la tarea de custodiar los caudales del erario eclesiástico, se determinó reforzar y reconstruir las puertas del mismo y el acondicionamiento de las estancias.9

    Durante las primeras décadas del siglo XVII las salas se fueron amueblando en función de las necesidades, y la iluminación siguió siendo uno de los objetivos principales de la reforma; las “lumbreras” se cerraron con encerados, las paredes se fueron cubriendo con numerosos cuadros donados o comprados por los propios capitulares, y se construyó un altar con un Cristo crucificado que presidía el recinto en donde se celebraba el capítulo. En esta nueva ampliación se cambiaron de lugar los “calages”, se construyeron “bancos” o mesas para que el Procurador Mayor desempeñara su trabajo con mayor facilidad, asegurándose de nuevo los cajones y armarios en los que se custodiaba la documentación generada por los Oficiales.

    Adentrándonos ya en el siglo, la producción documental aumentaba y las condiciones del depósito requerían una mejora de las instalaciones para tener siempre a disposición de los archiveros los libros y escrituras precisas para su consulta, e incluso la acumulación de “papeles reservados” hizo que se fabricaran arcas exclusivamente para su orden y custodia. La descripción acerca de la apertura de ventanas y vidrieras, de la disposición del ornato y del ajuste al espacio de un mobiliario de amplias dimensiones hacen adivinar un lugar capaz e idóneo para albergar el Archivo.

    Tomaron conciencia de la protección que debía tener esta dependencia cerrándola con dos puertas consolidadas con planchas de hierro, cambiaron las cerrajas y pestillos y reforzaron el aro de la puerta a base de ladrillo y madera. Las condiciones medioambientales fueron más difíciles de controlar; la localización del archivo por debajo del nivel de la calle y la cercanía del río causaron que la humedad fuera persistente, localizándose filtraciones en los muros; los tejados se resintieron por el descuido y las incidencias atmosféricas, cuya consecuencia fue que durante un siglo no cesaran las obras de restauración y mantenimiento.

    A principios del siglo XVIII, con los Decretos de Nueva Planta, la administración y burocracia de la iglesia y parroquia de San Pablo se amplían; los negocios y asuntos económicos debían estar organizados y coordinados en aplicación de las nuevas normas establecidas, siendo necesaria la continua revisión y conservación de escrituras, papeles y libros que demostraran la propiedad de bienes muebles e inmuebles, de rentas, la vigencia y legalidad de las gestiones administrativas ejecutadas y de las que se debían efectuar a posteriori. Era imprescindible recuperar y agregar al archivo todas las copias, extractas, certificados y documentos que por negligencia e inciertos intereses habían desaparecido y que se pudieran hallar en los depósitos de otras instituciones de la ciudad.

    En este momento surge la necesidad de ampliar de nuevo el Archivo, y se hizo en altura, edificando otra planta de las mismas proporciones sobre la existente con el fin de mantener organizados y protegidos los fondos, procurando que el trabajo de los capitulares y archiveros fuera eficaz, cómodo e independiente, disfrutando además de la luz natural el mayor tiempo posible.

    Se definieron las funciones de cada planta: el archivo “alto” se utilizó para oficinas y custodia de documentos y el “bajo” como Sala Capitular, cuya remodelación combinó la estética del momento con la consolidación de la estructura, sirviéndose de la azulejería para cubrir muros y suelos. El

    9 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 4483 «… sea memoria salieron del archivo quatrocientos diez y siete escudos y catorze

    sueldos los quales se llevaron del archio cierta gente de malas almas rompiendo 14 cerrajas…»

  • 12

    espacio se comenzó a compartimentar para que los asuntos se trataran con autonomía; se renovó el mobiliario, las arcas y los armarios, y se le dotó de nuevas medidas de seguridad reforzando las puertas y cerrajas; un mantenimiento que será constante hasta nuestros días.

    La información que se halla actualmente en el Archivo de la iglesia es parca en relación a la existencia de alguna estancia que estuviera únicamente dedicada al archivo de la Luminería y Obrería. Se tiene constancia de una primera noticia, ya mencionada y datada en 1514, que lo situaba al pie del campanario (en el claustro), y de otra fechada en 1604 en que se indica su localización en el mismo lugar, pero habiéndose reestructurado convenientemente:

    «… dentro dela iglesia del señor san Pablo… y en el archivo nuevo que el capitulo de parroquianos de dicha yglesia tiene en el claustro de dicha yglesia…»10

    La última de las menciones aparece en 1775, cuando este aposento ya no estaba en uso:

    «… tambien se hizo presente que en el quarto que en lo antiguo servia para archivo de la parroquia, que esta dentro dela iglesia a la puerta que sale al cementerio se havia notado que en algunos de sus maderos de las bueltas avian hecho bastante vicio…considerando ser preciso el reparo assi de las bueltas como de los texados…»11

    Es de suponer que la interacción de las dos administraciones en el gobierno de la iglesia supuso que los gestores de cada una de ellas reconocieran que la duplicidad y repetición de escrituras acarreaba ciertos trastornos y confusiones. El empleo de espacios anejos impropios para albergarlos posibilitó una custodia conjunta de todos aquellos documentos que les fueran comunes a sus negocios, quedando en poder de cada administración lo específico para su propio gobierno. A esto había que añadir la utilización de otras dependencias para albergar los fondos de diferentes instituciones; la Junta de Gobierno de La Almozara tenía sus papeles (parece ser que en pésimas condiciones) en lo que había sido tribuna de la Capilla de Nuestra Señora del Pópulo, y en algún otro espacio mejor adaptado se almacenaban los fondos del término de Miralbueno y los de la Cofradía de Santa Bárbara.12

    Gracias al crítico comentario recogido de la obra de Manuel Abizanda y Broto en 1914, conocemos que la dependencia que había servido de Archivo a la Junta Parroquial se había convertido en un recinto arrendado a un industrial:

    «… y hasta los armarios hallanse a su disposición porque los que fueron allí a buscar algo antes de 1888 se llevaron lo que quisieron y esta es la causa de que no se conserve nada».

    Aproximadamente diez años más tarde de esta aseveración (1925-1926) se comenzó el inventario de los papeles correspondientes a la Cofradía de Nuestra Señora del Pópulo y al Capítulo de Luminería, Obrería y Parroquia, localizándose los primeros en su propia Sala Capitular y los segundos divididos entre dicha sala del Pópulo y las casas de la parroquia. En esta misma fecha, y según el informe redactado (a petición del Arzobispado) por don Guillermo Legaz sobre el estado de la iglesia, de su documentación y de sus rentas, el espacio destinado a Archivo Eclesiástico se estaba reformando de nuevo, aunque los fondos existentes, dispuestos una parte en la Sala Capitular «… en unos cajones no muy bien acondicionados…» y otra parte en la sala alta, no podían colocarse ordenadamente a pesar de haberse mandado confeccionar un nuevo mobiliario que se adaptaría en el momento de poder asumir económicamente el gasto de su instalación.

    10 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2566. 11 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2480. 12 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2752.

  • 13

    Actualmente, tras la restauración integral del edificio (1972-1980) se habilitaron tres salas en altura, distribuidas en el espacio que un día fue casa del sacristán y se localiza entre la capilla del Obispo don Diego de Monreal (o capilla de Santiago) y la de San Miguel del Tercio, en la nave de Nuestra Señora del Pópulo.

    CONSTITUCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL FONDO DOCUMENTAL Los archivos parroquiales surgen en teoría en el momento de la erección de la parroquia y firma del acta de consagración de la iglesia, siendo estos los primeros documentos que debieran estar presentes en el archivo. La existencia de ellos in situ en algún momento de la historia se ha constatado través de varios instrumentos de información13 que detallan algunas noticias acerca de las escrituras más antiguas y actualmente desaparecidas. El periodo cronológico que abarcan oscila entre 1210 –carta de población de Zaragoza–, la erección en parroquia en 1241, su unión al arcedianato de La Seo por Bula de Unión en 125214, la delimitación del territorio por el prelado don Arnaldo de Peralta en 1259 y la concesión y confirmación de varias ferias y privilegios otorgados a la parroquia hasta aproximadamente 1369.

    El documento más próximo a la fecha de origen de la parroquia es una sentencia dada por la Curia en 1277 a favor del Capítulo, en la que se confirma una organización ya establecida y formada por el Capítulo de Clérigos, Vicario, Sacristán y Procuradores.

    Por la localización de unas Ordinaciones fechadas en 1477 (copiadas de otras anteriores) se deduce, a la vista de su contenido, la importancia de tener información detallada de los documentos que permitieran la subsistencia económica de sus miembros. Se trata de los estatutos de la Cofradía de San Pablo y de San Blas, formada por clérigos y seglares –hombres y mujeres– en un número tan importante que permite aventurar la hipótesis de que constituyeran los primeros órganos de gobierno de la Institución, además de servir de un auténtico censo de población en el que se detallan algunas de las características del vecindario (filiación, oficios, etc.) La finalidad de esta Cofradía era benéfico-asistencial, y en las notas que acompañan a los artículos correspondientes se describen los documentos de los que derivan la percepción de rentas y propiedades.15 Este hecho y el de que se conservara documentación desde 121016 implican la voluntad de guardar y custodiar todo aquello que sirviera a los intereses de la comunidad eclesiástica y civil, no existiendo un archivo formalizado pero sí garantizando la tutela de los documentos por parte de los directores de la Cofradía, Capítulo y Parroquia.

    Vuelve a ser el testamento ya citado de María Navajas, fechado en 1514, el que define el concepto de archivo, y en cuyo tenor se dispone que se habilite un espacio al pie del campanario y que en él se custodien bajo cuatro llaves «… los encartamientos y contratos de la renda que suso lexo».17

    Allí debió permanecer hasta 1586, fecha en que comenzó la reconstrucción y acondicionamiento del Archivo; en este momento la documentación se reubicó en otras dependencias, en las que se almacenó durante aproximadamente el año que duró el grueso de la obra. Más tarde (1591), seguramente como consecuencia del desorden y descontrol producidos por los traslados del fondo a otras estancias, se notificó a los Capítulos el decreto del arzobispo don Andrés de Cabrera y Bobadilla

    13 Vid. en la Parte IV de este mismo trabajo: Pergaminos medievales de los siglos XIII y XIV. 14 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2485. 15 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 5080. 16 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2265. 17 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2571.

  • 14

    en el que se instaba a los responsables la necesidad de tener preparados y bien conservados todos aquellos papeles y libros referentes a las rentas y treudos propios de la iglesia18. Por las órdenes emanadas de las sucesivas visitas, y ya adentrándonos en mediados del siglo XVII (1640-1652), se reconoce que había un claro apremio en revisar y preservar todo documento que tuviese función probatoria frente a litigios. Es en ese momento cuando las escrituras, en especial las notariales, comenzaron a incrementarse. Abundan las copias y extractas que se distribuían a los Oficiales encargados de la tarea, los cuales, considerando los temas a investigar, necesitaban de un mismo documento para interpretar la información según la finalidad de su trabajo (Archiveros, Procurador Mayor, Procurador Menor y Contador) «… como personas que ven los libros y papeles del capitulo… a quien mas convenga lo que hubiere que advertir…»

    Ya en el siglo XVIII, como se ha dicho, los Decretos de Nueva Planta influyeron en el aumento y comprobación de las actividades administrativas por parte de la iglesia de San Pablo. La organización del Archivo era primordial para disponer de una información precisa frente a las nuevas normas que imponían la necesidad de justificar sus propiedades, usufructos y mantener el prestigio de la Institución frente a la sociedad. Entre 1738 y 1775 fueron constantes las resoluciones tomadas en capítulo acerca de la necesidad de clarificar los estados de las cuentas y rentas. La documentación estaba dispersa y sin control, se habían perdido escrituras y libros, y su conservación comenzaba a requerir un material específico para la protección de las escrituras19, regulando la distribución en legajos o ligámenes. Tal era la desorganización y el desconcierto que incluso el Macero de la parroquia reclamó su gratificación por haber participado en la tarea20.

    A partir de la segundad mitad de siglo las obras por filtraciones y humedad son frecuentes; se desmoronaban las paredes y la documentación estaba sufriendo las consecuencias. Se siguen haciendo copias de los documentos, de los libros de misas, de celebraciones… Entre lo extraviado en años anteriores y lo dañado por las malas condiciones de conservación la tarea era intensa e inaplazable. Por decreto de 26 de agosto de 1763 se ordenó que los libros de Nuevo y Antiguo Fundado se volvieran a hacer con sus entradas y salidas desde el año 1730 en adelante.

    Mediante un memorial fechado en 1764 e inserto en el libro de resoluciones del capítulo se conoce que por anteriores decretos de visita (1760) se mandaron hacer los cabreos de Bellestar, Pastriz, Utebo y La Puebla de Alfindén; se ordenó que todos los años se hiciese regulación de la celebración antigua y moderna y que se pasaran las cuentas en los libros específicos, a los que les faltaba una continuidad cronológica de 17 años. Quedó dictaminado que en menos de un año se organizase el Archivo, coordinándose y recogiendo en él todas las escrituras y asimismo que, en un tiempo no superior a seis meses, se redactaran nuevas ordinaciones y una vez aprobadas e impresas se distribuyera entre los capitulares un trasumpto de las mismas para que tuvieran conocimiento preciso de sus obligaciones.

    En esta misma década don Pedro Adán21 estaba trabajando en la recomposición del Archivo y se encargó de recuperar toda la información que pudiera localizarse en otras instituciones zaragozanas. Se revisaron los fondos de la Audiencia, Juzgados y Zalmedinado, aportándose al Archivo de San Pablo extractas, copias, noticias y documentos que pudieran completar el fondo, e igualmente se ordenó a

    18 APSPZ. Inventario. Docs. n.ºs 2486-2487. 19 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2455 «… se compren unos cartones para la conservación de las escrituras del archivo…»

    Todavía se conservan en el Archivo varios “talegos” o bolsas de arpillera y badana en los que se guardaban los documentos.

    20 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2450 «… Ittem el Señor Conejos hizo relacion de la necesidad que ay de poner en orden las escrituras, cabreos y demas papeles del archivo y de que faltan muchas escrituras segun se ve en el libro de sacas de escrituras y se resolvio se entiendan el Señor Ballabriga, Gargallo y los archiveros…»

    21 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 3583 «… 1777. Expediente formado para la composición del Archibo de la Parroquia del Señor San Pablo … teniendo noticia de que Don Pedro Adan, traductor de letras antiguas dela presente Ciudad desea entrar en esta obra…» Vid. documento íntegro en la Parte I de este mismo trabajo: Instrumentos de descripción.

  • 15

    todos los asesores y procuradores que tuvieran en su poder escrituras las devolvieran a su lugar de origen, con el fin de proceder a organizar el depósito documental.

    Parece ser que hasta 1785 no se continuaron las labores de clasificación e inventario, posiblemente como consecuencia de la falta de medios económicos que ya había apuntado unos años antes la rama de la Luminería:

    «… aviendose abierto el archivo para entregarse en el sus llaves al primero [Joaquin Estremera, Luminero], a presencia de no estar con el correspondiente aseo reconocerse sin la debida colocación sus papeles, no encontrarse inventario para una formal entrega y correspondiente, respectivamente responsabilidad para subvenir a ello, se acordó de una conformidad la colocación y reconocimiento de dichos papeles y que se arreglase inventario y comprobado se autorizase para conservar los derechos de la parroquia, prompta instrucion y fácil uso y encuentro de qualquier papel o documento a cuio fin es la custodia de ellos».22

    Se encargaron de «buscar persona inteligente para el arreglo del archivo…», y en 1787 don Pedro Adán siguió a cargo de dicho trabajo con la pretensión de completar las lagunas existentes, integrando en él numerosas escrituras procedentes de las oficinas de otros organismos de la ciudad.

    Los conflictos bélicos que sufrió Aragón a lo largo de los siglos y sus consecuencias influyeron notablemente tanto en la calidad y cantidad de la producción documental como en la destrucción de la misma, por lo que no es de extrañar que, ante una posible justificación de los Administradores sobre la inexistencia de escrituras fundamentales para los intereses de la comunidad, algún informe delate el destino de los mismos o bien sirva de argumento para descargo de posibles negligencias.

    Según la noticia aportada por un registro realizado entre 1831 y 1853 se tiene constancia de que la integridad del archivo quedó mermada con la Guerra de la Independencia:

    «Información subministrada a instancia del doctor Don Tomás López, médico colegial de la Ciudad de Zaragoza y obrero ejerciente de la parroquia de San Pablo de la misma, sobre el atropello por los franceses del archivo de la Parroquia de San Pablo en el año de 1809, recibida y con citación del Caballero Síndico Procurador de esta Ciudad ante don Mariano Gil Sancho, Alcalde mayor de la misma y escribanía de don José de Latorre».23

    A pesar de los acontecimientos políticos y sociales que fueron mermando el volumen de los fondos hay que destacar la conservación de un gran número de escrituras notariales originadas por las operaciones económicas y actuaciones jurídicas realizadas, verificándolas por medio de documentos que las justificaran. Eran numerosas las transacciones económicas procedentes de la gestión de los legados y de sus rentas; testamentos, codicilos, institución de capellanías y de beneficios otorgados por los fieles dieron lugar a la redacción de escrituras originales, copias y extractas acerca de ventas, arriendos, tributaciones, imposiciones, censos, etc., que quedaron unas rubricadas y depositadas en el archivo y otras registradas en el protocolo del notario correspondiente

    Al servicio de los gestores de la iglesia se hallan ejerciendo su trabajo varias generaciones de notarios de una misma familia; entre los siglos XIII y XIX desempeñaron el cargo con continuidad Johan Crespo (cuya firma aparece ya en 1303 y sigue figurando hasta 1322), la familia Gurrea (a mediados del siglo XIV) y, alternando la tarea con ella, la familia Serrano, documentada en la iglesia desde 1350 hasta 1535.

    22 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2480. 23 APSPZ: Descripción de los documentos existentes en el archivo de la Iluminería, Ejecuciones y Pios Legados y obrería

    de la Parroquia del Señor San Pablo de la Ciudad de Zaragoza [1831-1863], p. 163.

  • 16

    Pero será el de los Villanueva el linaje más prolífico, ya que sus 20 miembros ejercieron su actividad desde el siglo XV hasta mediados del XVIII. Afincados en el barrio, no sólo testificaban lo determinado por el capítulo de la iglesia sino que rubricaban la mayoría de las escrituras que los labradores del distrito otorgaban para concretar y regular sus actividades agropecuarias, bien con otros particulares o bien con las asociaciones de los términos agrícolas de la ciudad, asuntos que generalmente tenían repercusión en los intereses de la iglesia y parroquia de San Pablo (arriendos, concordias censalistas, primicias, alfardas, derechos de aguas, riegos, treudos…)

    Estas interacciones entre los miembros de la parroquia y el propio vecindario propiciaron que otros fondos procedentes de diferentes organismos estuvieran depositados y custodiados en las dependencias de la iglesia. Tal es el caso de la documentación de24:

    – Herederos de La Almozara. – El Alfaz. – Miralbueno. – Jarandín. – Real Casa de Ganaderos.

    SERIES FUNDAMENTALES DEL ARCHIVO El libro de visita firmado por don Andrés de Cabrera y Bobadilla, Arzobispo de Zaragoza, ha sido una de las fuentes principales para determinar las prioridades de la institución eclesiástica en cuanto a la conservación de su patrimonio documental. La puntualización y enumeración de las normas con las que los gestores debían comprobar periódicamente la exactitud de la administración económica aportan de manera coetánea la valoración de conjuntos documentales que se incorporarán a las series parroquiales ya existentes y determinadas desde Trento.

    LOS “CINCO LIBROS”

    La primera y más importante recomendación fue cumplir con las reglas dispuestas en Trento en relación a los Quinque Libri, concretándose por escrito unos formularios específicos para la redacción de las partidas de bautismos, confirmados, casados, confesados, excomulgados y difuntos, que posteriormente se reflejarán de la misma manera en los certificados que se expidan. Para evitar su manipulación o extravío y controlar los daños que esto pudiera generar, se prohibió bajo pena de excomunión sacarlos del Archivo y se reglamentó su custodia tomando las medidas de seguridad pertinentes (uso y número de llaves, responsables de ellas, depósito, etc.) Desde el origen de su composición, y apenas sin variaciones en su texto hasta el momento, recogen las actas de los bautismos, matrimonios, defunciones y confirmaciones administrados en la parroquia; como documentación complementaria generan expedientes matrimoniales, de buena conducta y las minutas marginales, así como índices y bastardelos de las partidas.

    La celebración de un matrimonio llevaba consigo la presentación de documentos legales para su tramitación, creándose un expediente en el que se recogían testimonios y certificaciones, dispensas,

    24 Vid. ut supra: Nota 10 y GARCÍA ARMISÉN, Daniel: El Registro de Actos Comunes del Capítulo y Cofradía de San

    Simón y San Judas como fuente para el conocimiento del Aragón del Quinientos. II Jornadas de Estudios sobre Aragón en el umbral del siglo XXI. Alcorisa, 1999. pp. 397-409. Según el autor, estos libros estuvieron bajo la custodia de la iglesia del Portillo en el siglo XVI; a partir de esta fecha, pero sin determinar su traslado, parece ser que se ubicaron en la iglesia de San Pablo. Actualmente no existe referencia alguna en el Archivo a estos documentos.

  • 17

    legitimaciones y toda la información que posibilitaba o no la celebración del sacramento. Las partidas de casados tenían definidos ya desde Trento sus formularios, donde constaban data, amonestaciones, nombre del cura, contrayentes con su filiación, testigos y data de su administración; no se podían utilizar guarismos. El primer libro de los que se conservan corresponde a 1550.

    En cuanto a las defunciones, además de reseñar los datos fundamentales del finado se destacaban los apuntes que determinaban la condición de pobres de solemnidad o la de párvulos, creando libros aparte. La documentación complementaria se puede encontrar ligada a la actividad de la Procura Menor (o de Muertos), cuya labor ampliaba la información y el conocimiento de las mandas, testamentos y legados, sirviendo de testimonio de la legalidad del usufructo de dichos bienes por parte de la iglesia. El libro más antiguo data de 1556.

    Los libros de confirmación abarcan desde 1557 hasta 1902, y suele ser una excepción encontrarlos en las parroquias. Estos libros están muy bien definidos por la importancia que tienen para el control de la administración de la feligresía.

    Elaborados por los Coadjutores, las matrículas y los libros de confesados son auténticos censos parroquiales. En ellos los formularios también estaban definidos: nombres y apellidos, determinación del cabeza de familia, oficio, hijos, habitantes en la misma vivienda (familiares, criados, aprendices, etc.) La finalidad de su creación fue controlar el número de feligreses que debían cumplir con las obligaciones cristianas y determinar las sanciones económicas y espirituales correspondientes. Se completaban con la filiación de todos aquellos que residían o habitaban en las heredades situadas fuera del recinto urbano. Tras la Cuaresma, época en la que se confeccionaban estos censos, se emitían las cédulas correspondientes certificando la confesión y comunión. En la iglesia de San Pablo se han conservado muy pocos, y los que hay son de época tardía: comienzan en 1800 y terminan en 1907, con lagunas importantes. Aprovechando la información obtenida anualmente, daban lugar a la confección de los padrones parroquiales

    El castigo eclesiástico por excelencia, la excomunión, produjo como tipo documental los carteles de excomunión. De carácter público, notificaban la pena establecida fijándolos en las puertas de las iglesias, de donde se retiraban una vez otorgada la absolución.

    LIBROS DE ACTAS Y RESOLUCIONES

    Abarcan tanto las del Capítulo Eclesiástico como las de la Junta de Parroquia, además de las que se compusieron en las diferentes Juntas que se celebraban para los resolver las múltiples cuestiones concernientes al gobierno de la iglesia y parroquia. En estos libros, cuadernos y bastardelos se especificaban los pormenores de la reunión, data, tema, asistentes, votaciones y soluciones tomadas.

    LIBROS DE ANIVERSARIOS

    Para la revisión, rectificación y asentamientos de aniversarios se ordenó hacer un libro en pergamino, otro en papel para las cuentas y un borrador para los archiveros. Comienzan en 1489 y hay constancia como tales hasta 1586.

    LIBROS DE VISITA

    Abarcan un periodo cronológico comprendido entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XVIII, y suelen llevar anejos los mandatos y ordinaciones del momento; debían guardarse en el Archivo como recordatorio de las recomendaciones dadas por el visitador.

  • 18

    Estos libros se encuadran en la documentación eclesiástica por antonomasia. Se crearon por la obligación que tenía el prelado de visitar su diócesis y proveer los medios convenientes para mantener el gobierno y dignidad de la parroquia en todas sus competencias. La visita solía realizarse una vez al año, y el prelado podía nombrar entre sus ministros (lo que era frecuente) un sustituto. Esta actividad lleva consigo la elaboración de unos documentos preliminares: edicto de visita, sermón y petición de un inventario de jocalias y ornamentos.

    Lo primordial en la inspección era la visita del Archivo: en ella el visitador debía reconocer la buena custodia de los libros y papeles y si existía inventario; examinar el lugar destinado a los “Cinco Libros” y el contenido de los mismos, el cabreo de rentas de la iglesia, de celebraciones de aniversarios, de misas cantadas y de las fundaciones que el capítulo debía cumplir anualmente; los libros de entradas y salidas de archivo, constituciones, libros de beneficios y capellanías, libro de cumplimiento de celebración; examinar los datos y actividades propios de las cofradías, de los hospitales y del exacto desempeño de lo establecido para la recaudación de las primicias, legados y limosnas. Determinaba el acatamiento de los mandatos de anteriores visitas, realizaba los informes correspondientes y se confeccionaba un libro de reservas de testamentos para remitirlo al Tribunal y Escribanía de Pías Causas, que documentaba el respeto o no a lo estipulado. Reconocía el libro cabreo de rentas, las partidas de censos y los cargamientos y nuevas fundaciones que se habían efectuado desde la última visita.

    Examinado el libro de beneficios y capellanías, tomaba declaración individual a cada Beneficiado de lo que había ejecutado durante el tiempo de su obligación. Todo ello se asentaba en un tomo específico en el que se anotaba el día de la visita, advocación de la iglesia, nombre del vicario, valor de la primicia, filiación del primiciero, número de capitulares, reparto de las distribuciones, nombre y edad del beneficiado, lugar de nacimiento, capellanía y tipo de la misma, instituyente, renta de fundación, cantidad a cobrar, misas a celebrar, admisión de distribuciones y número de misas cumplidas. Una vez reconocido en el Arzobispado el libro quedaba en su poder, pero remitiendo las determinaciones correspondientes a la iglesia, generando la entrada y producción de nuevos documentos.

    La visita secreta (dictaminada ya desde Trento) detectaba por medio de la transmisión oral de los feligreses las negligencias e incumplimientos de los órganos rectores de la iglesia, originando una documentación que incrementaba notablemente los fondos del archivo.

    LIBROS CABREO DE RENTAS

    En ellos se relacionan los treudos, censos y posesiones que hubiera a favor de las fundaciones. Por medio de un formulario se unificaban los datos para evitar cualquier confusión; era imprescindible el apunte de la cantidad del treudo o censo, la filiación del pagador, la relación de bienes con sus confrontaciones, el notario testificante del acto primero y la data, todo ello en letra y nunca utilizando guarismos. El cabreo dedicado a nuevas fundaciones debía especificar la fundación correspondiente y completar el resto del formulario. El libro se compartimentaba por fundaciones, acotando la información de cada una mediante espacios en blanco en los que se anotaban los procesos documentales generados a lo largo del tiempo.

    Ya en el siglo XVII (1629) parece ser que la burocracia exigía un control exhaustivo de todo lo concerniente a rentas, por lo que se vieron en la necesidad de hacer cabreos nuevos de censos y treudos. Durante este proceso tuvo que recuperarse la información de las escrituras existentes en los archivos de la iglesia, complementándola con la existente en otras instituciones eclesiásticas y civiles del Reino. Abarcan desde 1500, aportando noticias de 1418 hasta 1943.

  • 19

    LIBROS DE PROCURA MENOR

    Otra serie importante a tener en cuenta son los documentos y libros de la Procura Menor, en los que se recogen los testamentos, legados píos y misas que los parroquianos habían dispuesto para cuando se produjera su fallecimiento en beneficio de la iglesia. Todos los datos, por escrito, se remitían a los archiveros para que los asentaran en el Libro de Gestis, como siempre se había realizado. Los “Libros de Muertos” son un complemento en los registros parroquiales de los relativos a los de difuntos. Los hay desde 1556 hasta 1904.

    LIBROS DE LA ADMINISTRACIÓN DE LA CUARTA DÉCIMA, SUBSIDIO Y EXCUSADO / SANTA CRUZADA

    Los libros como tales abarcan un periodo cronológico entre 1670 y 1718, documentando el impuesto de la Cuarta Décima, Subsidio y Excusado y Santa Cruzada. Si a lo largo de los siglos desde su implantación la iglesia fue contributiva a este impuesto, desde la segunda década del siglo XVII se le otorgó al Capítulo de San Pablo el nombramiento de Tesorero de la misma. La documentación generada es amplia: concordias firmadas entre el Rey, el Arzobispo y el Capítulo para la colecta; informes escuetos y concretos sobre las actividades a realizar; libros de cuentas (por duplicado) en los que se asienten los cobros; recibos, correspondencia; cartas de aviso a los contribuyentes y firmas presentadas al fiscal. La recaudación y las ápocas justificativas debían archivarse cada quince días, y cada quinquenio, en razón de lo recaudado, se realizaba el reparto del “capsueldo” (beneficio obtenido del depósito hecho en el quinquenio anterior).

    Toda esta actividad llevó consigo la creación de la Junta y la escrituración ante notario por parte del cajero de fianzas para poder ejercer. Se crearon padrones de contribuyentes (difuntos o no) y de poseedores de beneficios, registrándose las extractas y copias de los documentos procedentes de las Juntas Arzobispales y del Tribunal Eclesiástico que justificaban el cobro del impuesto. Hay que tener en cuenta que la actividad de la oficina no se limitaba a la parroquia, sino que se extendía por todo el Reino de Aragón, gestionando la producción de una nueva y amplia documentación que se completaba con la que los colectores de las cabezas de partido dependientes del Arzobispado generaban: informes, solicitudes, memoriales, peticiones, correspondencia, cabreos de tierras, de frutos, de ganados, de habitantes, etc., lo que enriquece notablemente la información que esta serie acumula.

    LIBROS DE CELEBRACIÓN

    El cumplimiento de la celebración de misas cantadas, rezadas, aniversarios y demás fundaciones admitidas en la iglesia se supervisaba diariamente dejando constancia en los Libros de Celebración. En ellos se plasmaba la fundación correspondiente, el día obligado de su celebración, nombre del fundador y la dote que le había asignado. El cómputo se hacía mensualmente, generando esta actividad ápocas, cédulas, cuadros estadísticos y reseñas. Los libros y liquidaciones se presentaban en la visita pastoral; abarcan desde 1541 hasta 1914 y, si bien la serie posee ciertas lagunas cronológicas, no le restan continuidad en el tiempo.

    LIBROS DE ENTRADAS Y SALIDAS DE ARCHIVO

    Pese a lo que pueda parecer son libros de contabilidad, pues ya se ha indicado que el fin primordial del Archivo era la salvaguarda del erario del Capitulo y de sus rentas. Contienen los apuntes de las partidas de dinero procedentes de luiciones de censos y treudos, de aniversarios y de misas. Existen tres tipos con sus formularios correspondientes: los que recogían las entradas de dinero (en los que

  • 20

    se debían especificar la cantidad, identificación del depositante, data y la fundación a la que pertenecía); el siguiente tipo es el que se dedicaba a las luiciones, en donde debía constatarse el treudo o censo impuesto, notario que lo escrituró y data; en el tercero, de salidas de dinero, se describía la cantidad abonada, la data del finiquito, el notario que realizó la escritura original y el folio del Libro Cabreo en el que se registró. El periodo cronológico abarca desde 1635 hasta 1923.

    LIBROS DE BENEFICIOS / CAPELLANÍAS / PÍAS CAUSAS

    Según la propia documentación de la Administración Parroquial se les considera un Archivo independiente (tanto para su custodia como para su composición y tratamiento), ya que además participan de las dos administraciones –eclesiástica y parroquial– y son en realidad el fundamento de la subsistencia de la iglesia y parroquia. Las normas para su uso y custodia se fijan de igual manera que para el resto de las secciones: era imprescindible hacer inventario de los documentos que recibían y generaban, y preciso que se controlase la producción documental existente fuera del propio Archivo localizándola en otras instituciones. Se debían hacer antípocas de sus censos y examinar y confrontar las heredades usufructuadas por lo menos cada diez años.

    En estos libros se debía anotar lo fundado en la iglesia o en sus filiales (ermitas, conventos u oratorios) consignando su institución y obligaciones, y se completaban con los que describían los ingresos y su distribución. La constitución de beneficios o capellanías produce una documentación relacionada con la jerarquía eclesiástica: peticiones al fiscal, entrega a éste de todos los documentos necesarios para la verificación de los bienes asignados, diligencias convenientes para asegurar que la dote y aportes son verídicos, y cargos que pudieran tener; tras su estudio e informe favorable se comunicaba la licencia del Arzobispo. Para proveer una vacante se debía presentar: titulo de órdenes, fe de bautismo, certificados de tener o no la condición de clérigo, de mayoría de edad, de ser hijo legítimo o dispensado de ilegítimo. Completan la información testamentos, relación de bienes, capitulaciones matrimoniales, imposición de censos, títulos de propiedad, provisiones de capellanías, árboles genealógicos o certificados de títulos nobiliarios. Sus fechas abarcan desde 1580 hasta 1925.

    LIBROS DE TESTAMENTOS

    Vinculados a varias oficinas, pero principalmente al área de ejecuciones y a la Procura Menor, recogen los datos aportados por los herederos y albaceas de la última voluntad del difunto, entregando un ejemplar a la parroquia y otro al arzobispado. En esta memoria se debían hacer constar los sufragios y mandas pías contenidas en el testamento y todas las declaraciones añadidas a lo instituido. Se anotaban también en el libro correspondiente del registro sacramental expresando los ejecutores, y se tomaban fiadores para garantizar el cumplimiento del legado establecido. Generan una documentación complementaria con inventarios, tasaciones, ventas, permutas etc. Si el legado era únicamente pecuniario, los herederos y administradores debían controlar el tiempo y forma de pago, en cuyo defecto el Capítulo informaba al Tribunal de Pías Causas del arzobispado para que deliberase y ejecutase lo correspondiente (Concilio Provincial de 1318-1319).

    LIBROS DE LA PROCURA DE OBRA

    En 1702, como consecuencia de la cantidad de beneficios y Beneficiados de la iglesia, capellanías y disposiciones testamentarias, las rentas procedentes de los inmuebles adjudicados a estos no debían reducirse como consecuencia del deterioro físico que pudieran sufrir a lo largo del tiempo; por ello la conservación y el mantenimiento en buen estado eran imprescindibles. La gran cantidad de edificios que se tutelaban originó la necesidad de liberar de trabajo al Procurador Mayor, que hasta entonces se había encargado del mismo, nombrándose otro oficial –Procurador de Obras– dedicado exclusivamente al control de los reparos: cuentas, relación de materiales y sus características, visuras,

  • 21

    proyectos de obras, salarios, peones, maestros de obras, contratos etc. Abarcan desde 1747 hasta 1867, sin apenas lagunas cronológicas.

    BOLSA DE PROCURA

    Surgió como consecuencia de la administración de las propiedades que los capitulares poseían en diferentes términos de Zaragoza (Utebo, La Puebla, Pastriz y Monzalbarba), generando una serie documental incluida en la Administración de Hacienda compuesta por libros de cuentas, gobierno de las torres incluidas en los términos, producción, frutos, rentas, arriendos, sogueación, catastros, peonadas, salarios, censos de población, ventas, permutas, catástrofes y cosechas, aportando una significativa información económica. En este sentido un fondo interesante lo constituye el procedente de los lugares de Bellestar y Corvinos, en la provincia de Huesca, trasladado desde estas poblaciones con el fin de documentar y justificar la propiedad de las rentas establecidas en el momento de su compra por parte del Capítulo Eclesiástico de San Pablo, señor temporal de estas localidades y de sus términos.

    LIBROS DE LUMINERÍA Y DE OBRERÍA (DE FÁBRICA)

    La denominación de esta serie no aparece definida como “de fábrica” en ningún documento de la iglesia de San Pablo, distinguiéndoseles en cambio como Libros de Luminería y Obrería. Trento los clasificó, junto con los sacramentales, como los de mayor importancia por consignarse en ellos puntualmente los gastos e ingresos ocasionados en la práctica del culto. El contenido de estos libros da lugar a la creación de documentos jurídicos ejecutados en defensa de los derechos y privilegios de los que gozaban, amén de escrituras más simples en las que se refleja la actividad cotidiana de los responsables de esta administración (contratos, compras, ápocas, etc.). Abarcan un periodo cronológico comprendido entre 1493 y 1823.

    HERMANDADES Y COFRADÍAS

    Esta sección, se configura como una réplica de la organización eclesiástica. Sus objetivos (benéficos, religiosos o asistenciales) se reflejan en sus estatutos y en los libros de actas de sus capítulos; sus miembros, en las cartas de hermandad; su economía, en los libros de cuentas y entrada de cofrades e inventarios de pertenencias; su religiosidad popular, en todos los documentos que proporcionan información sobre sus festividades y celebraciones (invitaciones, oficios, saludas, oraciones, partituras musicales y novenas.). A estos repertorios se les adjunta la documentación recibida de órganos superiores y la que, siguiendo las normas de Trento, debía tenerse en cuenta para la redacción de los estatutos, su aprobación por el prelado, licencias para constituirse como hermandad o cofradía, actas e informes de inspección de bienes y rentas. La serie abarca desde 1477 hasta la actualidad.

    ESCRITURAS NOTARIALES

    Las series documentales básicas que forman el fondo parroquial se complementan con la gran cantidad de escrituras notariales que alberga (siglos XIII al XX), fruto de la necesidad de que una persona experta en leyes determinara su legalidad y redactara el tenor de los documentos autentificándolos por medio de su rúbrica; otra labor del notario consistía en dar fe de los acuerdos tomados en las Juntas y Capítulos y firmar las actas correspondientes. Este conjunto es imprescindible para completar la información suministrada por la propia parroquia y estudiar la evolución de la institución, del barrio y de sus gentes tanto en el ámbito social como en el religioso y en el jurídico. Se crea una documentación que refleja la unión o la discrepancia entre las partes,

  • 22

    dependencias familiares e intercambios de propiedades, al mismo tiempo que pueden ser medios de reducir los conflictos entre los miembros de la comunidad eclesiástica y civil de la parroquia.

    COLECCIÓN DIPLOMÁTICA

    Los pergaminos que integran esta colección abarcan un periodo que se extiende desde 1277 hasta 1691. Están ordenados cronológicamente y numerados de manera correlativa en cada siglo, dejando abierta la posibilidad de la integración en cada siglo de nuevos ejemplares.

    Del siglo XIII sólo ha aparecido uno, fechado en 1227; 126 del siglo XIV (1303-1398); 291 del siglo XV (1400-1498); 260 del siglo XVI (1500-1584) y nueve del siglo XVII (1631-1690).

    Son documentos de carácter privado y verificador de los negocios económicos procedentes de la gerencia de legados testamentarios, celebración de aniversarios y funerales. En menor número, y datados desde finales del siglo XVI, comienzan a aparecer algunas bulas, breves y licencias apostólicas.

    INSTRUMENTOS DE DESCRIPCIÓN Desde el momento en que se produce un documento la descripción del mismo es una operación esencial para la posterior utilización de los papeles. La definición de sus características, detalladas en los inventarios, debía tener diferentes grados de elaboración según la forma, el tiempo y el motivo para el que fueron concebidos; su finalidad fue proporcionar a las diferentes oficinas el servicio informativo necesario para coordinar sus actuaciones.

    Confeccionados para uso interno de las oficinas, según el servicio que estas relaciones e inventarios debían dar a los administradores de la iglesia la norma fue diferente, y los datos recogidos también. En estos instrumentos, cuya información es intrínseca, no era preciso el apunte de una distribución física determinada, por lo que son raros los ejemplares en los que se menciona algún tipo de referencia topográfica. Las relaciones y registros de escrituras, papeles y documentos fueron para los productores herramientas esenciales para manejar los fondos y coordinar la información entre las diversas oficinas, reuniendo los datos precisos con el fin de facilitar la labor de los gestores y comisionados. En ocasiones ayudan a entender el proceso de producción documental de una oficina concreta, pero su información es parcial, les falta unidad en los conceptos y descripciones e incluso en los periodos cronológicos que delimitan, no pudiendo considerarlos un instrumento de descripción como tal.

    Las normas establecidas en las ordinaciones y constituciones, tanto parroquiales como del Arzobispado, precisaban los datos imprescindibles para controlar la entrada y salida de documentos del archivo (tipo, fecha, demandante, uso, etc.) quedando plasmados en los libros confeccionados para ello, pudiendo encontrar en estos un instrumento eficaz para conocer el destino de los documentos. Han quedado muy pocos, y los que existen no reflejan lo reseñado en los estatutos, siendo escasos y confusos los datos que aportan.

    El traslado de la documentación de la Luminería y Obrería a diferentes edificios y estancias recomendó la realización en 1588 de un registro de documentos. Encuadernado en pergamino, contiene 75 folios manuscritos en los que se describen documentos desde el siglo XIV, detallando cláusulas testamentarias, censales y escrituras ordenadas alfabéticamente. Otra parte está dedicada a

  • 23

    reseñar y numerar 15 privilegios de los que se tiene constancia gozaba la parroquia, aunque la mayoría de ellos han desaparecido25.

    Pero hasta 1775, en que el Capítulo Eclesiástico determinó la organización de su Archivo, no hay testimonios de que se produjera una labor continuada y sistemática sobre el conjunto documental. Se hizo a puerta cerrada y en presencia de la autoridad civil:

    «Quaderno de Resoluciones de Capitulo del mes de Diciembre de 1775 que al presente no se citan en el Libro Corriente por estar inventariando por Don Pedro Escanero, por el oficio del Señor Alcalde Mayor, don Luis Gorron y Contreras y escribania de Lorenzo Yoldi y siguen los años 1776, 77 y 1778 que se ingerieron por que no andasen sueltos en 26 de junio de 1778.

    [Al margen] Inventario de papeles

    Capitulo de 4 de Diciembre de 75: Presidio el señor Vicario y asistieron la mayor parte de los Señores Capitulares: Este Capitulo lo mando congregar el Señor Vicario con el motivo de haversele notificado por el Señor Don Luis Gorron y Contreras, Alcalde Mayor de esta Ciudad un auto que havia provehido en el Archivo de esta Iglesia, enseguida del Inventario de papeles, Libros que se estaba practicando con asistencia de S.M., a instancia de don Pedro Camon, en el qual auto mandava que todos los particulares individuos de esta Iglesia que tuvieren llave o llaves de cajoncillos en el mismo archivo para el uso de sus intereses las manifestaran para registrarlas a instancia de don Pedro Escanero, señalador de dicho inventario. Y congregado el Capitulo asistio el mismo Señor Alcalde Mayor, con don Joseph Ortiz, escribano Real, que actuava las diligencias y haviendose propuesto por el señor Vicario el provehido que arriba se cita, en el mismo instante se levantaron de sus asientos y entregaron las llaves que respectivamente tenian para uso suyo los Señores Lorente, Lacosta, Borao y Vidal, sin que se entregaran mas en el capitulo por entonces, por quanto el Señor Vicario entrego dos que tenia, uno el procurador mayor secular, y haviendo dispuesto el Señor Alcalde Mayor que el capitulo pasase noticia a estos del referido auto para que las entregaran, suspendio la diligencia de inventario y habiendo aplazado a las partes para las tres de la tarde a fin de proseguirlo en esta misma ora, se le entregaron todas las llaves que estaban en poder de los que no assisten a este Capitulo».26

    Por estas mismas fechas27 se acordó igualmente en Capítulo General de la Parroquia recoger las escrituras, hacer un inventario e índice de los documentos y ordenar el archivo. Por la claridad con que el propio documento especifica el trabajo a realizar se transcribe íntegro, ya que detalla de manera comprensible el tiempo y métodos utilizados en ello.

    «Expediente formado para la composicion del archibo de la Parroquia del Señor San Pablo, por Comisionados del Capitulo General de la misma.

    En el Capitulo General celebrado por la muy insigne parroquia del Señor San Pablo en el dia 24 del mes de junio del año 1777 para la extraccion de los Señores Iluminero y contadores de dicha parroquia entre otras cosas se acordo lo siguiente:

    25 APSPZ: Inventario. Doc. n.º 2537. 26 APSPZ. Inventario. Doc. n.º 2453. 27 APSPZ. Inventario. Doc. n.º 3583, fechado el 24 de junio de 1777. También es interesante destacar la figura de don

    Pedro Adán, «traductor de letras antiguas», que podría ser pionero en Zaragoza en el desarrollo de la disciplina paleográfica.

  • 24

    [Al margen] Comision para el arreglo de escrituras y papeles del Archivo de la Parroquia. Se dio comision a los Señores don Martín Marco, Yluminero que concluye, a don Thomas Garces, obrero compañero, a don Anton Campos y a Don Miguel Almazan, parroquianos todos de la misma, a, todos conformes, o, a la maior parte de estos para que tomen sobre si el trabajo de registrar el archivo de la citada parroquia, haciendo un cabreo y formando una nota individual con el indice correspondiente por el que resulte con toda distincion y claridad, las rentas pertenecientes a la citada parroquia valiéndose de los señores Comisionados para su descanso y alivio del amanuense que les pareciese, gastando en uno, y otro y en la remuneracion que considerasen justa a la persona de quien se valiesse de las rentas de la misma Parroquia el tanto que les pareciesse debiendose exigir este asi de las rentas de la citada ilumineria como de las de la Parroquia, obreria y execuciones por el interes que respectivamente resultasse a favor de cada uno de estos cuerpos, o, representados, todo en la forma que dichos señores comisionados, o, la maior parte de estos tuvieren por conveniente.

    [Al margen] Gratificacion a don Pedro Adan. Que a don Pedro Adan se le gratifique por haver exibido a don Pedro Marin iluminero que fue de dicha Parroquia en el tiempo de su ilumineria algunas escrituras y documentos en que interesa la parroquia y esto hasta en la cantidad que a los mismos señores comisionados de parte de arriba nombrados, o, a la maior parte pareciesse, debiendose exigir esta gratificacion del ramo, a, quien tocasse y resultasse tener intereses en el hallazgo de los citados documentos y escrituras.

    Quaderno de Acuerdos y Deliberaciones de don Martin Marco y Royo, don Thomas Garces, don Miguel Almazan y don Antonio Campos, Luminero, Obrero y Parroquianos de la del Señor San Pablo de Zaragoza y Comisionados por el Capitulo General para la composicion de sus Archibos.

    [Al margen] Acuerdo de 28 de junio de 1777. En la Ciudad de Zaragoza a 28 de junio de 1777: juntos y congregados en las Cassas de la Parroquia del Señor San Pablo y su sala capitular, los señores don Miguel Almazan, don Thomas Garzes, don Antonio Campos y don Martin Marco y Royo, Parroquianos de la misma y comisionados para rexistrar el Archibo de la citada Parroquia, hacer un cabreo y formar una notta individual, e, indice general de todos los documentos, escrituras, privilegios y demas papeles correspondientes a los derechos y rentas de la Lumineria, Obreria y Execuciones, que estan a su cargo, deseando desempeñar la Comision a los mismos atribuida por resolucion del capitulo general de 24 de los mismos, de que antecede copia para lo que se abrieron los tres archibos, y vimos en ellos por maior los papeles que en ellos se hallan; y deseando hacerlo con la posible prontitud, y maior perfeccion, teniendo noticia de que don Pedro Adan, traductor de letras antiguas dela presente Ciudad desea entrar en esta obra y que a explicado, hara la posible equidad, conformes acordamos: Que por don Martin Marco se vea al dicho Adan, confiriendo con este el tanto equitatibo en que querra hacerlo, para que hecho, nos lo haga presente a la Junta. Y assi mismo, respecto de hallarse en los referidos Archibos muchos papeles antiguos, dificultosos de leer y extractar y estar estos sin orden, ligamenes, ni formalidad alguna, sino todos barajados y rebueltos, entre si acordamos, que en la forma que vayan saliendo se bayan extractando, y poniendo lista individual en un quaderno que se forme separado para cada archibo, señalando los documentos que se anotasen con numeros romanos, poniendo el correspondiente al margen del quaderno, para que assi despues con mas claridad, con solo estos quadernos pueda copiarse en limpio, quando se execute la Rubrica y Cabreo, poniendo en el lugar, y puesto que

  • 25

    correspondan cada instrumento en su respectibo ligamen con los numeros naturales latinos, que frequentemente se usan para la mas clara inteligencia de los que necesiten usar y valerse de dichos Documentos y Rubrica. Y asi mismo habiendo reconocido en dichos archibos la falta de Privilegios, de los muchos que corresponden a la Parroquia de San Pablo, que debian estar en ellos o, quando menos la noticia correspondiente de las personas que los habian sacado, y para que efectos, y en que causas se habian presentado según lo prevenido en las Ordenanzas, conformes acordamos, que por el mismo don Martin Marco se tomen las posibles noticias de las escrivanias de la Audiencia y Juzgados de esta Ciudad y de los Archibos de la misma Audiencia y del Zalmedinado, o, de los Processos que hubiere, proponiendo a la Junta el medio que le pareciere oportuno para extraher de dichos procesos, los Documentos que en ellos se encontraren, copia, o, notta de ellos, según su calidad, o, noticia de los derechos que se hubieren ventilado y sentencias favorables, que hubiere obtenido; y que asi mismo sepa de los Assesores y Procuradores de esta Parroquia los Papeles y Documentos que pudiessen tener en su poder, los que recoja desde luego, y traiga a la Junta para unirlos en los que se hallan en los respectivos Archibos. Que assi mismo para que en todo tiempo constasse las diligencias que se fueran practicando se formasse un Expediente con una notta, o, Copia de la Resolucion en que se nos comisiona, y las deliveraciones que tomassemos, y demas diligencias dignas de anotarse, con lo que se disolbio esta Junta, y todos los referidos quatro comisinados firmamos la presente resolucion.

    [Firma autógrafa: Martin Marco y Royo]

    [Al margen] Otra. En Zaragoza a 2 de julio de 1777 años. Juntos y congregados en las cassas de la Parroquia del Señor San Pablo y su sala Capitular los Señores don Antonio Campos, don Migel Almazan, don Thomas Garzes y don Martín Marco comisionados para el Rexistro y formacion del Archibo: Habiendose hecho presente por el referido don Martin Marco, que en conformidad de lo que se le tenia encargado habia tratado y conferido con don Pedro Adan, traductor, el tanto que habia de darsele por leer y extraher la nota correspondiente de los papeles del Archibo y que había convenido con este el que se le daria una peseta por cada hora de las que empleasse en dicho trabajo; y reconociendo ser equitatibo este premio, atendido lo penoso y dificultosso del trabajo y que aunque en alguna de las escrituras y papeles del Archibo sea facil su lectura, en otras es dificultosa y que el segregar unas de otras, seria aumento de trabajo y tiempo, acordamos: se le de la peseta por hora al referido Adan y que para que este trabaje sin intermision y pueda adelantarse mas se le den dos amanuenses, que le ayuden, a, sacar y recoger papeles y limpiarlos para cuyo efecto nombramos a Bernardo Matheo, escribiente y a Eugenio Judez, mazero, a los que teniendo presente el trabajo que hubieren puesto, se les gratifique lo que nos parezca conveniente. Y acordamos que desde luego se empieze esta obra asistiendo siempre uno, o, mas de los 4 comisionados y anotando diariamente en este expediente las oras que se empleassen, rubricando esta nota el comisionado que asistiesse. Y assi mismo acordamos que por el señor Thomas Garzes se tomen de cada uno de los Ramos de Lumineria, Obreria y Execuciones 16 libras jaquesas, las que retenga en su poder para satisfacer y que satisfaga con ellas los gastos que ocurran. Con lo que se disolbio la Junta.

    [Firma autógrafa: Marco]

  • 26

    Dia dos de julio en que se dio principio a la lista de los papeles del Archibo de la Parroquia del Señor San Pablo correspondiente a la de obrero, se empleo por la mañana tres horas y por la tarde dos.

    Dia tres, se asistió por la mañana de 9 á 12 y por la tarde de 4 á 5.

    Dia 4, se asistio por la mañana de 9 á 11, en cuya hora se acabaron los papeles del archivo de la Obreria y respecto de haverse hallado alguno correspondiente al Ramo de Lumineria y Execuciones, se pusieron respectivamente en el Archibo, que les pertenece y se suspendió el índice, o, nota de este Archibo, dejando en el quaderno formado para continuar en anotar en el mismo, los que en los otros archivos se hallaren, correspondientes á este y los demás papeles que pudieran encontrarse.

    Dia 4 de julio por la tarde se empezó el Archibo de Execuciones y se empleo en el tres horas.

    En Zaragoza, a, 5 de julio de 1777 años: Juntos y Congregados en la Sala Capitular de la Parroquia del Señor San Pablo, los señores comisionados don Miguel Almazan, don Thomas Garzes, don Antonio Campos y don Martin Marco y Royo: habiendose hecho presente por el señor don Thomas Garzes que don Pedro Arocena, Procurador de la Lumineria y execuciones se escusaba absolutamente, a, entregar dinero alguno por el Ramo de la Lumineria por no tenerlo, lo que se habia hecho presente a don Pedro Garzes, actual luminero, por quien tampoco se habia tomado providencia para este fin; acordamos que por el mismo don Thomas Garzes, actual obrero, en la primera junta de Parroquia en que se halle, lo haga presente por si en conformidad de la Ordenanza tuvieren por conveniente providenciar se extraigan por ahora del caudal de la Obreria, o, tomar otra providencia, a, fin de que no falte dinero para satisfacer los gastos pertenecientes al Archibo de la Lumineria. Y assi mismo se le abise al referido don Pedro Arozena, procurador sobredicho para que asista algun rato a la Junta de formacion del Archibo de Execuciones e Ilumineria para dar las noticias que tubiere como tan instruido en los muchos años que hace lleba estas Procuras. Con lo que se disolbio esta Junta.

    [Firma autógrafa: Marco]

    Dia 5 se asistió por la mañana de 9, à, 12 y por la tarde de 4, à, 6.

    Dia 7 de julio se asistio por la mañana de 9, à, 12 y de 4, á, 6 por la tarde.

    Dia 8 de los mismos se asistió de 9, à, 12 por la mañana y de 4, à, 6 por la tarde.,

    Dia 9 de los mismos se asistió de 9, à, 12 por la mañana y por la tarde de 4, à, 6.

    Dia 10 se asistio por la mañana de 9, à, 12 y por la tarde de las 3 à las 5.

    Dia 11 del mismo mes de julio, continuando en los papeles del Archibo de las Execuciones, se asistió por la mañana de 9, à, 12 y de 4, à 6 por la tarde.

    Dia 12, se asistió por la mañana de 9, à, 12 y de 4, à, 6 por la tarde.

    Dia 14 de los mismos se asistio por la mañana de 9, à, 12 y de 4, à, 6 por la tarde.

    Dia 15 de los mismos se asistio por la mañana de 9, à, 12 y de 4, à, 6 por la tarde.

    Dia 17 de los mismos se asistio por la tarde de 4, à, 6.

  • 27

    Dia 18 de los mismos se asistio por la mañana de 9 à 12 y de 4, à, 6 por la tarde.

    Dia 19 de julio se asistio por la mañana una hora, con lo que se acabo el Archibo de Execuciones y dexo en el quaderno de Anotaciones correspondiente al mismo.

    En Zaragoza a 19 de julio de 1777 años: Juntos, congregados en la sala Capitular de la Parroquia del Señor San Pablo, los Señores don Thomas Garces, don Miguel Almazan, don Antonio Campos y don Martin Marco, Comisionados, con asistencia de don Pedro Arocena, Procurador de la Lumineria y Execuciones habiéndose dicho por el señor don Thomas Garzes que había hecho presente a la Junta de Parroquia lo que se le tenia encargado en la Resolucion de 5 de los corrientes, se le había respondido por esta que el Procurador de la Ilumineria entregara lo necesario, en la forma que pudiese, y sin ocasionar retrasso, à la formación del Archibo, como obra de la mas importante: Y habiéndose expuesto por el referido don Pedro Arocena, procurador, que de ninguna manera podía dar dinero alguno del caudal correspondiente a la Lumineria porque en las quentas que estaba para presentar de los dos años próximamente pasados, constaría tenia suplidos dineros de su caudal propio, y que también era preciso hacer el correspondiente acopio de azeite, para lo que también tenia mui mala disposición, con otras razones que expreso, con las que vimos la ninguna esperanza de recoger, ni ahora, ni en tiempo alguno el caudal necesario para la continuación de este Archivo, pareciéndonos irregular acabar el correspondiente, à, obreros y execuciones, dexando intacto el de la Lumineria para el que según el juicio que havemos formado se necesitarían como unas 24 libras jaquesas conforme acordamos: Que por don Martin Marco se traigan algunos papeles que expresa haver recogido en virtud de la comisión al mismo atribuyda por esta nuestra Junta, cuyos papeles, sacándose la nota correspondiente por el escribiente Bernardo Matheo respecto de expresarse por dicho don Martin Marco están todos en letra legible y regular, se pongan en los respectivos Archibos, à, que correspondan, y siendo de la Obreria y execuciones se degen con el mismo orden y método que los restantes: Que se satisfaga por el señor don Thomas Garzes a don Pedro Adan por las 66 horas que de este expediente aparece haverse empleado hasta el dia de hoy 66 pesetas que hacen 14 libras 8 dineros jaqueses = 2 libras 6 sueldos y 12 dineros por la correspondiente al ramo de la Obreria y 11 libras 13 sueldos y 12 dineros del caudal de las execuciones, que es lo que entendemos corresponde a ambos ramos respectivamente.

    Y assi mismo habiendo visto y rexistrado las onze escrituras que don Pedro Adan enbio, à, don Pedro Marin en el tiempo que fue luminero desta parroquia (las que quedan puestas en sus respectivos archivos) conformes entendemos se les debía dar a dicho Adan por via de gratificación 15 pesetas, las 4 por la lumineria. Y acordamos que por el dicho don Thomas Garzes se le entregue al referido Adan 11 pesetas las 8 por el ramo y del caudal de execuciones y las 3 por el de obrería en conformidad del de la comisión que por este efecto se nos tiene atribuida por el Capitulo General de esta Parroquia. Y respecto de la ymposivilidad en la prosecución de nuestra comisión por falta de caudal del ramo de la Lumineria conformes los quatro comisionados acordamos que por ahora, se sobresea toda diligencia, se debuelban las llaves de los Archibos a las personas en cuio poder deven estar según ordenanza, y que pase este expediente original por el señor don Thomas Garces, actual obrero compañero, a la Parroquia para que viendo el preciso motivo de la suspensión, acuerde la providencia que tuviere por conveniente: Con lo que dimos por disuelta esta Junta y firmamos esta resolución para que en todo tiempo conste.

    Notta: Por don Martin Marco se entregaron 18 documentos con la nota de ellos, bajo los mismos 18 numeros que se unió a este expediente».

  • 28

    Tras el intento de composición del Archivo en los últimos años del siglo XVIII no hay novedades en la producción de documentos hasta la época de la Desamortización, fecha en que se agregan al Archivo los fondos procedentes de otras comunidades religiosas y asociaciones (cofradías, hermandades, etc.)

    Las consecuencias de la política económica se reflejan en la vida cotidiana de los párrocos y del clero secular. Por parte de la autoridad civil se pide a la Iglesia que proporcione documentos estadísticos sobe las rentas, y la documentación se repite en su tipología: solicitudes de rebajas y condonaciones, apremios de pago, control de licencias para la predicación y confesión, certificados de buena conducta, inventarios de bienes, rentas censos, jocalias y ornamentos, etc. De esta época la documentación es escasa; la presentación en las diferentes instituciones de los libros y documentos para su examen por parte del gobierno civil causó que, quizá por negligencia (o por interés) no volvieran a su lugar de origen.28

    El único registro que presenta cierta unidad en su composición es el realizado entre 1830 y 1840, aportando algún dato de la década de 1860. Recoge la información de una manera más sistemática que las relaciones anteriores y distribuye el contenido en tres apartados: comienza con un índice de las escrituras que se han registrado, sin foliar y ordenadas alfabéticamente, indicando al margen la página en la que se encuentra la unidad documental y el número que le corresponde en la unidad de instalación indicada; una segunda parte recoge la descripción de 31 legajos con un total de 517 documentos, y una tercera detalla el contenido de 22 pergaminos fechados sin continuidad cronológica entre 1310 y 1387, y otro de 1586.29

    En la nota que este índice aporta en la página cinco se corrobora la subjetividad de la información recogida:

    «En otro legajo… se hallan varios papeles que por ahora no hacen al caso por ser borradores, otros comandas de obreros muy antiguas, que al fin del reconocimiento de los documentos del archivo se reconocerán, con los demás que se separan de igual clase que vayan saliendo en los legajos que se vayan registrando. Zaragoza, 2 de marzo de 1830.»

    Fue realizado por don Mariano Monzón y Esforcia en 1831, haciendo copia de él don Víctor del Pueyo, Procurador de la Luminería en septiembre de 1831:

    «Hizo la descripción de los documentos que arriba se mencionan don Mariano Monzón y Esforcia, en mayo de 1831 y copio la misma con dos índices, uno para la original, y el otro para la copia, el procurador de la Ylumineria de la Iglesia del señor San Pablo, Victor del Pueyo en setiembre de 1840.»

    28 MARTELES LÓPEZ, Pascual: La Desamortización de Mendizábal en la Provincia de Zaragoza (1836-1851). Facultad de

    Filosofía y Letras. Barcelona. 1990. «… se hallen en sus respectivas iglesias personas competentes autorizadas por el Ilustrísimo Cabildo y Capítulos Eclesiásticos con objeto de recibir al alcalde o comisionados que pasaran ha hacerse cargo de cuantos papeles y documentos existan en los archivos de los mismos o en poder de los administradores relativos a fincas y derechos de que se incorpora la Nación…» Y el autor nos sigue informando que, según un Real Decreto de 1841 «… todos los prelados, cabildos, colegiales y beneficiales, los curas párrocos, mayordomos de fábrica, ermitas, santuarios y cofradías… deben dar relación circustanciada de estos con arreglo a los modelos establecidos…»

    29 APSPZ: Inventario. Libros n.º 19: «Yndice de todos los documentos que contiene esta descripción según las paginas y números de los legajos de la misma que al margen se notan. Descripcion de los documentos existentes en el Archivo de la Ilumineria, ejecuciones y Pios legados y Obreria de la Parroquia del Señor San Pablo de la Ciudad de Zaragoza.»

  • 29

    En las páginas posteriores se agregó la reseña de otros documentos; en ellas cambia la grafía, estando datada la última escritura en 1863.30

    Inserto en el Libro de Actas del Capítulo, fechado entre 1800 y 1889, se halló lo que ellos mismos denominaron “índice”31.

    Si en los demás instrumentos la sistematización de los elementos descriptores es confusa e incoherente, este documento refleja el intento de organizar topográficamente los fondos del archivo. Al comienzo del mismo, y sin foliar, se indexan las resoluciones capitulares que se tomaron desde 1801 hasta 1889, anotando al margen la fecha y a continuación el tema que se trató. Una vez completadas estas referencias, se detalla el «Indice de lo que se contiene en los armarios del archivo de la planta baja o Sala Capitular.» En él se combinan las referencias al número de armarios, número de cajones de cada armario y la localización de los fondos en los diferentes espacios y estantes (derecho, izquierdo, arriba, abajo, etc.); legajos independientes ordenados por orden alfabético y libros con diferente organización numérica, a lo que se le adjunta la clasificación en “saquetes” y “paquetes”. En unas ocasiones la descripción se realiza sobre un conjunto de documentos, y en otras se refiere exclusivamente a una unidad documental. Proporciona una mayor información sobre la cantidad de documentos y de su contenido, pero el complicado sistema utilizado dificulta el análisis de los órganos de gobierno, de la administración de la institución y de la producción y clasificación de los fondos documentales.

    Un cuaderno manuscrito revela el contenido documental propio de la Cofradía de Nuestra Señora del Pópulo y de los documento