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Gane quien gane HISTORIA ·Programas burgueses en disputa tras las crisis del ´30 ·El CEA: el partido en las sombras ·Reseña de Cuarenta balas : un balance del PO sobre los ´70 ·El PC y la burocratización del sindicalismo en EE.UU. CLASE OBRERA ·Brukman: el fin de un emblema ·Las huelgas rurales olvidadas de La Pampa ·Brasil: el MST y Dilma, de la mano ·Obreros industriales en la UATRE TEATRO ·Reseña de El peor de los males POLÍTICA ·La pelea (miserable) por Ganancias ·El fracaso de La Cámpora ·Tiempos violentos en Venezuela ·La nueva estrategia de EE.UU. en Medio Oriente ECONOMÍA ·Venezuela al borde del abismo EDICIONES RYR ·Adelanto del prólogo de Literatura y revolución, de Trotsky · Adelanto del prólogo de Osvaldo Bayer a la historieta de La Patagonia rebelde Año XIII • Mayo-junio de 2015 Precio: $20 / ISSN 1851-1813 Nº 84 Dilma, entre la espada y la pared Cristina, la mejor alumna del Banco Mundial Los subsidios al pequeño capital agrario Los ocupantes de tierra en Misiones Observatorio Marxista de Economía Taller de Estudios Sociales Laboratorio de Análisis Político Gabinete de Educación Socialista Entrevista Benjamin Beit- Hallami sobre el apoyo de Israel a los regímenes reaccionarios

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Periódico cultural piquetero

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  • Gane quien gane

    HISTORIAProgramas burgueses en disputa tras las crisis del 30El CEA: el partido en las sombras Resea de Cuarenta balas: un balance del PO sobre los 70El PC y la burocratizacin del sindicalismo en EE.UU.CLASE OBRERABrukman: el fin de un emblemaLas huelgas rurales olvidadas de La PampaBrasil: el MST y Dilma, de la manoObreros industriales en la UATRETEATROResea de El peor de los males

    POLTICALa pelea (miserable) por Ganancias

    El fracaso de La CmporaTiempos violentos en Venezuela

    La nueva estrategia de EE.UU. en Medio Oriente

    ECONOMAVenezuela al borde del abismo

    EDICIONES RYRAdelanto del prlogo de Literatura y

    revolucin, de Trotsky Adelanto del prlogo de

    Osvaldo Bayer a la historieta de La Patagonia rebelde

    Ao XIII Mayo-junio de 2015Precio: $20 / ISSN 1851-1813N 84

    Dilma, entre la espada y la pared

    Cristina, la mejor alumna del Banco Mundial

    Los subsidios al pequeo capital agrario

    Los ocupantes de tierra en Misiones

    Observatorio Marxista de Economa

    Taller de Estudios Sociales

    Laboratorio de Anlisis Poltico

    Gabinete de Educacin Socialista

    Entrevista

    Benjamin Beit-Hallami sobre el apoyo de Israel a los regmenes reaccionarios

  • Mayo-junio de 20152

    Los cambios de ciclo suelen ser traumticos. En especial, porque estn mediados por una crisis. Amrica Latina est atravesan-do uno de esos momentos: el fin de los regmenes bonapartis-tas y de las experiencias supuestamente progres. En diferentes dosis, Maduro, Cristina, Dilma y Bachelet estn pagando los costos del desmantelamiento de aquello que haban construido. Con distinta intensidad, cada uno de estos pases est atravesan-do una crisis poltica originada en la necesidad de cerrar por de-recha las experiencias bonapartistas y seudo-progres y encauzar el ajuste. Otros gobiernos bonapartistas, como el de Correa y Morales, todava no han chocado contra ningn obstculo im-portante, aunque el ltimo ya tuvo una llamada de atencin, por ahora limitada al plano electoral. Lo mismo sucede con el bastin latinoamericano del progresismo cool, Uruguay, a res-guardo todava de mayores cuestionamientos.Venezuela est viviendo el proceso ms agudo. Con o sin in-tento de golpe, la burguesa venezolana y estadounidense que tambin se ha beneficiado con el chavismo- ya decidi sacarse del medio a Maduro (ver nota de Nicols Grimaldi). All Oba-ma comenz a intervenir directamente para debilitar al gobier-no, que por su parte sigue afianzando su relacin con China, la cual le ha prestado desde 2008 unos 50 mil millones de dlares para afrontar la crisis. Aun con esta ayuda, la cada del precio del petrleo contina haciendo estragos sobre la economa ve-nezolana, que recae en los bolsillos obreros. En Brasil, Dilma, cuyo gobierno, igual que el de Lula, nunca lleg siquiera al bo-napartismo, est avanzando lentamente con el ajuste (Ver nota de Nicols Grimaldi), aunque la tendencia es al avance a mayor velocidad. Algo parecido, pero con menor intensidad, sucede en Chile. Es decir, el cierre por derecha del bonapartismo, igual que el del progresismo, lo est realizando el mismo personal poltico que lo encarn.

    Pero en los dos pases ms comprometidos, la clase obrera se encuentra movilizada y dividida. En Venezuela, se divide entre quienes se movilizan a favor del gobierno y quienes apoyan a la derecha. En Brasil, hubo manifestaciones a favor y en contra del gobierno, con direccin de la derecha estas ltimas. Pero tambin comenz a movilizarse una fraccin de la clase en de-fensa de los puestos de trabajo, en especial el sector automotriz. El problema en ambos pases es que la clase obrera carece de una alternativa que impulse una salida por izquierda. As las cosas, el descontento obrero es capitalizado por la derecha.

    Lavada de manos

    En Argentina Cristina tambin est dando el giro a la derecha que tanto le reclama la burguesa, aunque no en la forma que se le exige. En especial porque el ajuste se est realizando mediante un mecanismo invisible y que no afecta solo a los obreros: la inflacin. Gracias a ella, y de los sindicalistas que aceptaron un techo inferior en las paritarias, los salarios se han ido licuando, fenmeno potenciado por el impuesto a las ganancias. Tambin se depreciaron los montos de la asistencia social. Pero esto no es suficiente. Cristina no se anim, todava, al recorte presupuesta-rio ni a una mayor devaluacin. Sabe que la ayuda que la infla-cin le da por un lado, se la quita por otro: los propios gremios oficialistas abandonaron su usual acatamiento a las rdenes de la Rosada. Por ello, si no quiere terminar de romper lazos con el sector de obreros ocupados que an la apoya, deber tomar alguna medida con Ganancias (Ver nota sobre el tema), lo cual resentir la recaudacin e incrementar el actual dficit. El esce-nario empeora con la cada en los ingresos por las exportaciones agropecuarias. Incluso el gobierno se vio obligado a desembolsar subsidios a los pequeos productores para desactivar la protes-ta del sector (Ver nota de Damin Bil y Sebastin Cominiello).Como su par venezolano, Cristina apuesta al endeudamiento. El prstamo que consigui Kicillof, a tasas bastante altas, alcan-za para cubrir el dficit que el gobierno acumul en lo que va del ao. A eso se suma lo que est desembolsando China. No al-canza para llegar a octubre tranquilos, pero le da cierto aire para patearle el ajuste al prximo gobierno, dejarle la deuda de rega-lo y no ensuciarse tanto las manos. Quizs a sabiendas de esto, la presidenta prefiera dejar el prximo mandato en manos de la oposicin. Aunque Randazzo sea su candidato, no se ha esme-rado en impulsarlo demasiado, mientras intenta imponerle un candidato a vice propio a Scioli.Mientras tanto, Cristina va preparando su retirada de forma de dejar la cancha marcada. Para eso, la principal apuesta del go-bierno pasa por la batalla en la Corte Suprema de Justicia. La presentacin de Carls en reemplazo de Zaffaroni fue por el mo-mento rechazado. Por eso, no suena descabellado que Cristina est barajando la posibilidad de ampliar los miembros de la cor-te, al igual que lo hizo Menem en su momento. Ello le permiti-ra tener mayores probabilidades de garantizarse impunidad una vez que abandone el gobierno. Como ya mencionamos, la lim-pieza de la SIDE sigui la misma lgica. Por ltimo, las posibles

    postulaciones como legisladores de Mximo y Cristina asegura-ran los fueros necesarios.A la derecha, el mapa comienza a configurarse. Tras el exultante festejo en Salta, al que acudieron todos los pre candidatos K (a pesar de que el ganador se apur en sealar que no era kirch-nerista), el oficialismo fue derrotado en Santa Fe y Mendoza. Los resultados en Mendoza y Santa Fe pareceran estar proyec-tando a Macri, aunque no de manera contundente. La victoria completa en las PASO de la Ciudad de Buenos Aires han eleva-do an ms su apuesta, en una pelea que ahora parece limitarse a dos: Mauricio vs Daniel.

    Eso que tanto esperbamos

    Hay un elemento fundamental que distingue la situacin ar-gentina de la venezolana y brasilera. Aqu, la clase obrera no se debate solo entre el personal bonapartista y la oposicin de de-recha, sino que cuenta con una alternativa revolucionaria. En efecto, el FIT logr constituirse como tercera fuerza poltica en Salta y en Mendoza, y hoy figura en cualquier encuesta para las presidenciales. No se trata solo de un fenmeno electoral: la izquierda ha crecido en influencia sindical entre los obreros ocupados. Tras dcadas de alejamiento de esta fraccin, los lti-mos aos mostraron una insercin, minoritaria, pero creciente. En este punto aparecen dos novedades histricas. La primera es que a diferencia de los 70, la izquierda no debe disputar en las fbricas con variantes del peronismo que se presentan por iz-quierda. Hoy en el mbito gremial es claro que el peronismo es la burocracia y a su izquierda solo se encuentran las organiza-ciones revolucionarias. La segunda es que la fuerza reunida en las luchas sindicales comenz a traspasar ese mbito y comienza a expresarse polticamente. Este era uno de los grandes dilemas de la izquierda: nos votan en la fbrica, pero en las urnas votan a Pern. Es decir, la clase obrera no lograba trascender su con-ciencia sindical y, con ello, la lucha econmica. Hoy eso est co-menzando a cambiar. La fraccin que elige a la izquierda en sus lugares de trabajo, tambin lo hace en las elecciones. Comienza a inmiscuirse en la lucha poltica, aunque por ahora solo en lo electoral, lo que da cuenta que su conciencia ha dado un salto. Para completar ese salto es necesario que estn dispuestos a ha-cer algo ms que depositar un voto en una urna.Aprovechar esta coyuntura para potenciar esta fuerza y ampliar la influencia sobre las masas es la tarea del momento. Si el ci-clo se cierra por derecha, se perder gran parte de lo conquista-do. Por ello, como venimos planteando hace aos, el FIT debe darse la tarea de unificacin partidaria que le permita multipli-car su fuerza. Tenemos la oportunidad histrica a la que cost mucho llegar, porque no es el resultado solo de la crisis y la des-composicin del peronismo, sino del trabajo arduo y continuo de la izquierda durante dcadas. El recorrido que la clase obrera argentina realiz con el bonapartismo est terminando. Que al final de ese viaje comience un nuevo camino que valga la pena recorrer, el camino al socialismo, depender en buena medida de nuestros esfuerzos.

    EDITORIAL

    Ianina HarariEditora Responsable

    Peridico Cultural Piquetero

    Editora responsable: Ianina HarariDiseo e imagen: Sebastin CominielloCorreccin: Rosana Lpez Rodriguez

    Redaccin: Condarco 90, CABA, CP: [email protected]

    Para publicitar en El Aromo: [email protected]

    Para comunicarse con el Centro de Estudios e Investigacin en Ciencias Sociales (CEICS):

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    Julia Egan - 1151650487 - [email protected]

    Barrilete Libros - Centro cultural y librera de Razn y Revolucin

    Condarco 90, CABA, Arg. CP: 1406

    www.razonyrevolucion.org

    Ao XIII N 84 Mayo-junio de 2015

    ISSN 1851-1813Buenos Aires

    Los artculos firmados corren por exclusiva responsabilidad de los autores, asimismo las opiniones vertidas en las entrevistas corren por exclusiva responsabilidad de los entrevistados.

    SUMATE AL CENTRO DE ESTUDIOS E INVESTIGACIN

    EN CIENCIAS SOCIALESSomos intelectuales que militamos para el desarrollo de la revolucin socialista aqu y ahora. Nuestra tarea es desarrollar el conocimiento de la sociedad que queremos transformar. Nuestros grupos de investigacin tienen el objetivo de develar los interrogantes que plantea la revolucin en Argentina: la revolucin burguesa, el desarrollo del capitalismo, el estudio de la economa actual, la lucha de clases y sus expresiones culturales, el Argentinazo y el movimiento piquetero, los crmenes sociales, la historia de la educacin y la construccin de un arte revolucionario. El CEICS de Razn y Revolucin retoma las mejores tradiciones del marxismo, poniendo la produccin cientfica y artstica al servicio del socialismo. Si cres que como intelectual tens un lugar en la lucha, la revolucin te llama.

    Informes: [email protected]

    Al final de

    GuidoResaltado

    GuidoResaltado

  • 3Mayo-junio de 2015

    POLTICA

    El paro del 31M y la disputa por el impuesto a las ganancias

    El 31 de marzo, Cristina enfrent el 4 paro nacional de su gestin. Un paro que se reali-z casi contra la voluntad de los propios con-vocantes: los gremios del transporte reunidos en la Confederacin Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). Anunciado con una antelacin inaudita, los dirigentes de la CATT, en especial Fernndez, de la UTA, no pararon de dar seales de que esperaban que el gobier-no tomara alguna medida en torno a ganancias para levantar la huelga. Moyano, Barrionue-vo y Michelli haban estado aguardando que la UTA se decidiera a ir a la huelga, porque tras el ltimo paro haba quedado claro que es el gre-mio que decide el xito o el fracaso de una me-dida de fuerza. No solo los gremialistas opositores se encolum-naron tras el reclamo de los gremios del trans-porte. Para sorpresa de algunos, la propia tropa kirchnerista apoy el paro, por accin u omi-sin. El mismsimo Cal, que en otras oca-siones haba condenado una medida de este tipo, ahora daba libertad de accin a su gre-mio. Otros oficialistas decidieron directamen-te sumarse, como Alimentacin, la Federacin de petroleros y algunas seccionales de Comer-cio. Por su parte, otro ultra kirchnerista como Gerardo Martnez sali a respaldar el reclamo, aunque no la medida. Incluso Yaski anunci la presentacin de un proyecto para modificar el tributo.Esto se explica porque tanto los gremios oficia-listas como los opositores, se haban ilusiona-do con que el gobierno tomara alguna medida de fondo para solucionar el problema de ga-nancias. No eran ilusiones vanas: el ao pasa-do el gobierno haba desactivado el paro excep-tuando el medio aguinaldo y se crea que para evitar que las paritarias se dispararan, este ao al menos se subira el mnimo no imponible. Un sector del gobierno, encabezado por Anbal Fernndez y Carlos Tomada, haba prometido que el gobierno tomara alguna medida. Cristi-na y Kicillof, sin embargo, no dieron el brazo a torcer. La presidenta incluso volvi a atacar por cadena nacional a los que se quejan por ganan-cias, tildndolos una vez ms de egostas por no solidarizarse con los que menos tienen. Sin embargo, se especulaba con que la modifica-cin de ganancias era el as que el gobierno tena guardado como medida electoral. La propia UIA sali a marcarle la cancha al go-bierno sealando que no aceptara paritarias por encima del 20% y criticando la estructu-ra impositiva. El mensaje era claro: que el go-bierno quite presin impositiva sobre los tra-bajadores para que ellos puedan ajustar salarios por inflacin (un mecanismo menos directo y evidente de ajuste). Es claro que la disputa pasa por quien se beneficia con el ajuste sobre los salarios: el Estado, que lo utiliza para repartir

    a sus empresarios amigos, o el conjunto de la burguesa.Tras el paro, los gordos de la CGT Balcar-ce comenzaron a pasarle factura al gobierno por no haber accedido a reformar el impuesto. Cal anunci un paro por 36 hs., de no mediar acuerdo con la patronal metalrgica, y Luz y Fuerza hizo lo propio, aunque las medidas ha-ban sido anticipadas antes del paro.

    De cunto estamos hablando?

    La resistencia del gobierno a subir el mnimo no imponible o eliminar la cuarta categora (aquella que grava las remuneraciones por tra-bajo en relacin de dependencia) da la impre-sin de que la recaudacin que se logra en este rengln es vital para las finanzas pblicas. Si se eliminara, dice el gobierno, se caera todo el sis-tema asistencialista. Veamos en detalle.La recaudacin por el impuesto a las ganancias fue, en 2014, de $267 mil millones, de los cua-les $111 mil millones corresponden a la cuarta categora, que grava la renta del trabajo perso-nal e incluye el trabajo asalariado, es decir ms del 40%.1 El resto, unos $156 mil millones co-rresponde a lo que efectivamente constituye una ganancia: empresas y burgueses que viven del trabajo ajeno. En la cuarta categora la re-caudacin se multiplic 11 veces entre 2006 y 2014, mientras que el resto creci 6,7 veces. El gobierno dice que este tributo es fundamen-tal para sostener el sistema de planes sociales. El presupuesto de la Anses fue de 440 mil mi-llones en 2014, de los cuales solo 55 mil mi-llones correspondieron a planes sociales, a lo que se suman planes que parten de otros or-ganismos estatales. En total, el gobierno gas-t, durante 2014, $120 mil millones en planes sociales.2 Cualquiera que tenga conocimientos elementales de aritmtica podr darse cuenta rpidamente que si se elimina la cuarta catego-ra, el dinero recaudado por ganancias seguira alcanzando para financiar los planes de asisten-cia. Si esto no lo convence, le damos un argu-mento de la propia agencia de informacin ofi-cial, Telam: solo el 20% de ganancias se destina a financiar el sistema de seguridad social de la Anses, o sea, 53 mil millones.3 Es claro que el impuesto a las ganancias no se vuelca all. Y dnde va el dinero que le sacan a los trabaja-dores por este tributo? Prenda la tele y disfrute de Ftbol para todos y la propaganda oficial. O lea en los diarios cmo se reparten subsidios a todos los empresarios, desde las grandes petro-leras hasta las pymes. En total, durante 2014 el gobierno destin $178 mil millones a subsi-dios para empresas.4 Toda una redistribucin.

    Ajuste para todos

    El otro argumento que esgrime el gobierno es que este impuesto afecta a un porcentaje mino-ritario de trabajadores, que seran privilegiados con salarios muy elevados. Pues bien, segn la

    consultora Economa y Regiones, entre 1,5 y 2,9 millones de personas tributan entre uno y cuatro salarios al ao por ganancias. Es decir, se tratara, en el primer caso, del 14,3 por ciento de los ocupados registrados y, en el segundo del 27,6 por ciento.5

    Se trata de obreros que ganaban, a octubre de 2013, $15.000. Parece mucho. Si se tiene en cuenta que la canasta familiar en la ciudad de Buenos Aires, por la cual se mide la lnea de pobreza, est en $12.282 para las familias que tienen que alquilar, se entiende que se trata de ingresos pauprrimos.Pero hay otro dato que queda en evidencia: tras ms de una dcada, el modelo dej los salarios, en el mejor de los casos, al nivel del menemis-mo.6 A Cristina no se le cae la cara de vergen-za cuando afirma que solo el 10% de los traba-jadores gana por encima de los $15.000? No, claro. As como tampoco se le mueve un pelo cuando el propio Indec anuncia que la mitad de los obreros cobra por debajo de los $5.500. El Ministerio de Trabajo tampoco parece tener problemas en mostrar las cifras de esta chatura salarial a la que nos acostumbraron. El ao pa-sado el promedio de los salarios firmados por convenio se ubic debajo de los $12.000. Del otro lado, tenemos 13 millones de bene-ficiarios de planes sociales (entre quienes pue-den estar incluidos asalariados). Es decir, gente que tras ms de diez aos de kirchnerismo aun necesita de la asistencia estatal para subsistir, y que obviamente no alcanza los 15 mil pesos.

    Dos programas burgueses y una salida obrera

    El kirchnerismo no ha hecho ms que repar-tir miseria de la clase obrera entre la clase obre-ra. Atacando el salario de unos, con inflacin e impuesto a las ganancias, y manteniendo a los otros en la pobreza. Se trata de dos frac-ciones de la clase que el kirchnerismo pretende enfrentar. Mediante el argumento de quitarle a los obreros registrados mejor pagos para darle al resto, el gobierno se gana el apoyo de aque-llas capas de la sobrepoblacin relativa que se benefician de esta poltica. No hay redistri-bucin real ni siquiera en el sen-tido burgus (sacarle a los ri-cos para darle a los pobres): el impuesto a las ganancias aplica-do sobre los trabajadores consis-te en sacarle a un menos pobre para darle a un ms pobre. En trminos marxistas, no se tra-ta de disminuir la masa de plus-vala para aumentar la masa que corresponde a la fuerza de traba-jo, sino de distribuir trabajo ne-cesario en el interior de la fuerza de trabajo. Los ricos, el capi-tal? Bien, gracias. Aqu no se ha hecho justicia ni a la manera burguesa.

    Y qu ofrece la oposicin? Lo mismo, pero al revs. Macri y Massa buscan apoyo entre los sindicatos opositores con promesas de eliminar el impuesto sobre los salarios. Con un dficit fiscal creciente, lo que deja de entrar por un lado, tiene que recortarse por otro. El mensa-je es claro: dejemos de financiar a los vagos que viven del Estado con el sueldo de los que s trabajan. Es decir, otra vez el enfrentamiento. Ahora, va a sacarse a los ms pobres para dar-le a los menos pobres. O, lo que es lo mismo, la distribucin del trabajo necesario va a bene-ficiar ahora a los poseedores de una fuerza de trabajo ms cara. Los ricos, el capital? Bien, gracias. Aqu tampoco se ha hecho justicia ni a la manera burguesa.Es importante destacar esta diferencia en la igualdad: todo el espectro poltico burgus est tan corrido a la derecha, que se nos escapa el hecho que ni su variante ms izquierdista ca-lifica para el reformismo. Si el macrismo es la derecha populista, el kirchnerismo es el po-pulismo de derecha.El sindicalismo burgus se pliega a estos pro-gramas sin mayores diferencias. Es menos visi-ble en el caso del kirchnerismo, porque la masa de poblacin sobrante que es su base electoral, no est sindicalizada. El alineamiento del sin-dicalismo opositor con el programa macrista es claro toda vez que no incluyen entre sus reivin-dicaciones ninguna relacionada con el proble-ma de los desocupados o de los trabajadores cu-yos ingresos no superan la lnea de pobreza. No se preocupan por organizarlos ni tampoco por convocarlos. En ms, se oponen a los piquetes durante el paro, nica forma de manifestacin posible para los que no asisten a la fbrica el resto de los das.Pero la clase obrera argentina ha logrado cons-truir una alternativa propia. La izquierda re-volucionaria, hoy encarnada en el FIT, se ha hecho presente en cada reclamo tanto de los ocupados como de los desocupados. Ha pelea-do cada batalla y, a diferencia de las opciones que nos ofrece la burguesa, brega por la uni-dad del conjunto de la clase para dejar de con-formarse con tanta miseria reinante.

    Notas1El cronista, 27/3/2015 y http://goo.gl/cgZKza2http://goo.gl/qj22813http://goo.gl/2Ih3P54Clarn, 27/02/20155Se trata de una estimacin sobre el nivel de in-gresos de los asalariados, dado que la AFIP no proporciona informacin sobre la cantidad de tributantes.6Ver: Rodrguez Cybulski, Viviana: Un corte y una quebrada. El eterno tango de los salarios argentinos, en El Aromo, n 72, mayo/junio de 2013.

    El kirchnerismo no ha hecho ms que repartir miseria entre la clase obrera. Atacando el salario de unos, con inflacin e impuesto a las ganancias, y manteniendo a los otros subsistiendo en la pobreza.

    Ianina HarariTaller de Estudios Sociales-CEICS

    A la derecha

    OMAR DIBABOGADO

    Tel.: (011) - 4383-0098E-mail: [email protected]

  • Mayo-junio de 20154

    POLTICA

    La insercin de La Cmpora en el Estado y sus perspectivas frente al poskirchnerismo

    Tras los primeros aos de la presidencia de Ns-tor, y una vez ya abortada la etapa de la trans-versalidad, La Cmpora apareci en el escena-rio como punta de lanza del sueo kirchnerista del aparato propio, por fuera del Partido Jus-ticialista (PJ). Sin embargo, con el tiempo se vislumbr el fracaso de esta estrategia y hubo que empezar a volver a las huestes del partido.1 Hoy, cuando el kirchnerismo no tiene un suce-sor claro que surja de su propio rin, bien vale un anlisis del grado de desarrollo de La Cm-pora, para ver no slo hasta donde ha llegado este aparato, sino tambin qu quedar de l pasado octubre.

    Nacidos ayer

    Tanto la conduccin general como los cuadros polticos ms sobresalientes de La Cmpora es-tn vinculados al ejercicio legislativo. Veamos el prontuario de cada uno de ellos. Andrs Larroque es el secretario general de la organiza-cin. En el ao 2006 fue Director de la Juven-tud para el gobierno porteo de Telerman y ese ao conoci a Mximo Kirchner. En el 2011, fue elegido Diputado Nacional. Axel Kici-llof, actual Ministro de Economa, es egresado CNBA y Doctor en Ciencias Econmicas. Sal-to a la fama mediticamente por ser conocido como el economista de La Cmpora. Actual-mente es docente de la Facultad de Ciencias Econmicas de la Universidad de Buenos Aires (FCE-UBA) y director del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA). Tra-baj en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nacin, ocup cargos en representacin del Es-tado y fue Viceministro de Economa.Eduardo Wado De Pedro, es abogado egresa-do de la UBA, hijo de padres desaparecidos y anteriormente fue militante de HIJOS-Capi-tal. Tambin fue funcionario del gobierno por-teo de Telerman y fund junto a Mariano Re-calde la agrupacin Abogados por la justicia social (AJUS). Tambin fue elegido Diputado Nacional en el 2011. Hoy es Secretario Gene-ral de la Presidencia. Integr el Consejo de la Magistratura hasta marzo 2015, donde fue re-emplazado por Anabel Segasti. Juan Cabandi, hijo de padres desaparecidos, apareci junto a Nstor en un acto en la ESMA en el ao 2004. En el 2005 fue designado Se-cretario General de la Juventud del Partido Jus-ticialista y comenz a trabajar en el Ministerio

    de Desarrollo Social. En el ao 2007 ingres a la legislatura portea por el Frente Para la Vic-toria (FPV). En el 2011 revalid su cargo y en el 2013 fue elegido Diputado Nacional. Mariano Recalde, egres del CNBA, fue presi-dente de su Centro de Estudiantes y militante de la agrupacin Eva Pern. En la Facultad de Derecho (UBA) cre la agrupacin Necesi-dades Bsicas Insatisfechas (NBI) y comenz a militar en AJUS con De Pedro. Entre 1991 y 2003 trabaj en el Consejo de la Magistratura y fue asesor de su padre, Hctor Recalde. Hoy reviste como presidente de Aerolneas Argenti-nas y es precandidato a Jefe de Gobierno. Jos Mara Ottavis, duhaldista de origen, fue lder de la agrupacin Compromiso K en el ao 2003. Tambin trabaj en el gobierno de Telerman y luego fue designado por Ns-tor como Director de Estudios Polticos y Mo-nitoreo y direccin del Fondo de Capital So-cial (FONCAP) en el Ministerio de Economa dirigido por Boudou. En el ao 2011 asumi como Secretario General de la Juventud Pero-nista bonaerense y fue electo diputado por la provincia de Buenos Aires y vicepresidente de la cmara de diputados bonaerense. Fue de-nunciado por Laura Elas, su ex esposa por vio-lencia de gnero, a quien esa acusacin le cost reiteradas amenazas por parte de Ottavis y una paliza propiciada por dos hombres, quienes le fracturaron dos dedos de su mano y amenaza-ron con desaparecer a sus hijos.2 Ottavis jug un papel clave en la integracin de La Cmpo-ra al PJ en el ao 2013-2014.Mayra Mendoza, trabaj por primera vez en la poltica junto a un concejal quilmeo, Oscar Batalls. Ms tarde se incorpor como aseso-ra del senador Jos Eseverri, uno de los prime-ros radicales en incorporarse a la experiencia de Compromiso K, espacio donde Mendoza co-noci a Jos Ottavis. En septiembre de 2009, con Diego Bossio en la ANSES, Mayra se con-virti en gerente de Relaciones Institucionales. Hace poco menos de un ao, asumi su banca de Diputada Nacional por la Provincia de Bue-nos Aires. Julin lvarez, abogado egresado de la UBA, milit junto a Recalde en AJUS. Tra-baj desde el 2004 en ANSES y en el 2010 fue nombrado viceministro de justicia en el minis-terio de Jorge Alak; estuvo implicado en el asa-dito de la ESMA. Hoy aspira a la intendencia del partido de Lans.Por fuera de los cargos en el Estado, queda Mximo Kirchner, el creador de La Cmpora a pedido de Nstor. Se ha dicho que maneja la agenda de la presidenta, pero lo cierto es que no ha tenido relevancia pblica. En el ltimo

    tiempo Cristina pareci jugar con la posibili-dad de que fuera su sucesor, pero todo indica que esa idea tiene corta vida.Como puede verse, los principales dirigentes de La Cmpora lograron insertarse en la estruc-tura del gobierno casi desde la nada. La mayo-ra de ellos se desempean en tareas legislati-vas, tanto a nivel nacional como provincial, lo que les permiti ingresar miles de militantes en puestos de alta jerarqua, sin contar con la ex-periencia necesaria, as como tambin el pase a planta permanente de 7500 empleados.3 Un espacio de poder significativo, y una quintita para los compaeros.

    La caja de la ANSES (o de cmo los jve-nes militan con la plata de los viejos)

    La Administracin Nacional de Seguridad So-cial (ANSES) es la estructura estatal ms im-portante bajo el control de La Cmpora. Di-rigida por Diego Bossio, se convirti en los ltimos aos en la principal gerenciadora de planes sociales, a saber: el pago de jubilacio-nes y pensiones y de asignaciones familiares, la Asignacin Universal por Hijo y la Asignacin por Embarazo, Conectar Igualdad, Procrear y Progresar. Se trata de la institucin pblica que ms planes otorga -18 planes que cuentan con casi 14 millones de beneficiarios- y, por tanto, es el organismo estatal que mayor presupues-to maneja, representando un 45,5% del Pre-supuesto Nacional, seguido por el Ministerio de Planificacin Federal.4 El presupuesto fue de $440 mil millones en el 2014. La reconstruc-cin de la estructura nacional de ANSES nos muestra el grado de insercin que en ella ha lo-grado la agrupacin kirchnerista. Veamos.Comenzando por la regin pampeana, nos en-contramos en Crdoba, con Gabriela Estvez quien es la dirigente general de La Cmpora y en el ao 2012 fue nombrada gerente regional de ANSES Crdoba. La gerencia estaba vacan-te desde que el entonces titular, Martn Fres-neda, fue designado por la presidenta Cristina Fernndez como Secretario de Derechos Hu-manos de la Nacin. En Santa Fe, Marcos Cle-ri, adems de ser diputado nacional del FPV es el jefe regional de ANSES. Cleri apoya la can-didatura a senador de Cristian Recchio, lo que le permiti al candidato visitar las localidades junto a los planes sociales de ANSES. En la provincia Entre Ros, Blanca Osuna es la prin-cipal referente de La Cmpora, mientras Die-go Lutri, militante de la misma organizacin, es quien gerencia la Unidades De Atencin In-tegral (UDAI) de Ramallo. En la UDAI-Santa Rosa, La Pampa, se desempea Antonio Felice quien reemplaz a Alberto Bongianino, ambos pertenecientes a la organizacin kirchnerista.En el noroeste, Ariel Morales, Secretario Ge-neral de La Cmpora Misiones, reviste como jefe de la UDAI-Posadas de ANSES. Otros referentes de la agrupacin en la provincia, como Luciano Di Csare y Laura Braiza tam-bin cuentan con puestos claves en el Estado, como titular del PAMI y Directora Nacional de la Juventud, respectivamente. En Corrien-tes La Cmpora mantiene su relacin con AN-SES a travs de Mauricio Espinola. En Formo-sa, son Carlos Roble y Tito Fernndez, quienes mantienen la actividad poltica de control del ANSES.En Mendoza, Claudio Leiva fue uno de los fundadores de La Cmpora y fue designado en el 2011 en la UDAI de ANSES en la localidad de Godoy Cruz. Sin embargo, hoy se encuentra distanciado de la agrupacin kirchnerista. No

    casualmente se le comunic que dejara de ser el jefe de ANSES y que su lugar ser ocupado por otro militante camporista. En cuanto a la regin patagnica, Martn Do-ate es el principal referente de La Cmpora Rio Negro. Es Diputado Provincial y es par-te activa de ANSES sumando su participacin poltica con la implementacin de los planes emitidos por ese organismo. Matas Rulli es otro importante dirigente y en el 2013 se des-empe como Secretario General de la Go-bernacin, mantenindose en ese lugar a pesar de que Alberto Weretilneck, gobernador de la provincia, se haya pasado al Frente Renovador. En Chubut Santiago Igon es el secretario gene-ral provincial de la organizacin y est a cargo del UDAI-Esquel. Mientras que en Neuqun la camporista que ocupa la jefatura regional de ANSES es Andrea Vaca Narvaja. Por su parte, en Santa Cruz, ANSES est a cargo de Mar-tn Medvedovsky y Sebastin Valdez, ambos miembros de La Cmpora. En Tierra del Fue-go, Matas Rodrguez tom el control de AN-SES en Ushuaia en el 2012, sumado al control del PAMI provincial.5

    Por ltimo, el noroeste. En Salta, ANSES est a cargo del Lic. Ernesto Martnez y Maximilia-no Aragn quien fue puesto en funciones por Diego Bossio. Ambos militan abiertamente en la organizacin y se suma el caso de Federico Aquino, en cuya asuncin se vieron bandera-zos de La Cmpora en la puerta de la depen-dencia. En Jujuy, la Diputada Provincial Ca-rolina Moiss coordinadora del PJ y miembro de La Cmpora, dej en claro que los jvenes que quieran hacer beneficencia podran hacer-lo a travs de ANSES.6 En la misma provincia tambin tienen el control del PAMI a cargo de Cristian Javier Arnau, hijo del rector de la Uni-versidad de Jujuy. En Tucumn Gastn Robles asumi la conduccin provincial de la ANSES. En Santiago del Estero, Gabriela Ortiz, cercana a La Cmpora, recibi el respaldo de ANSES para construir su carrera poltica como coor-dinadora de la institucin y dando su camino para ser diputada.La Cmpora ha tomado el control de gran par-te de las dependencias de ANSES. Estas se han convertido en un nicho para el sostenimiento material de sus cuadros. Adems, su control le permite meter cuchara en los fondos y planes que maneja el organismo y usarlos para inten-tar impulsar candidaturas locales propias.

    Universitarios? (o de cmo los funcionarios militan con la plata de los estudiantes)

    A pesar de que se la ha querido presentar como la expresin de los jvenes que con Nstor vol-vieron a la poltica, lo cierto es que La Cm-pora no pudo hacer pie en los Centros de Es-tudiantes de las universidades nacionales ms importantes. Sin embargo, lo que no ha podi-do construir desde abajo, lo ha logrado desde arriba. Las universidades creadas recientemen-te por el kirchnerismo les han permitido tener cierta llegada al movimiento estudiantil y abrir nuevos nichos de financiamiento.Segn los informes publicados por el Centro de Estudios de Educacin Argentina (CAE) las universidades de reciente creacin estn reci-biendo, en relacin a la cantidad de estudian-tes, un mayor porcentaje de presupuesto.7 En su mayora, estn manejadas por personajes cercanos al gobierno y de lazos con La Cm-pora. Es sabido, adems, que la designacin de

    Hoy La Cmpora mantiene el control de importantes espacios del aparato del Estado. Sin embargo, ese control est directamente vinculado a tener a su disposicin los recursos del Poder ejecutivo. Sin el silln de Rivadavia, pueden perderse de un da a otro.

    Federico GeneraLaboratorio de Anlisis Poltico-CEICS

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  • 5Mayo-junio de 2015

    Para colaborar con este grupo de investigacin contactarse a: [email protected]

    docentes se maneja ms a dedo que por con-curso, lo cual abre un espacio para el uso dis-crecional de los cargos.Segn el presupuesto aprobado en el Congre-so para el ao 2015, la Universidad Nacional de Avellaneda (UndAv), creada en 2009 cuen-ta con 694 alumnos y recibir 152.679 pesos por cada estudiante, mientras que la Univer-sidad de Buenos Aires (UBA) con 380.098 alumnos -la que cuenta con la mayor cantidad de estudiantes del pas-, recibir 17.077 pesos para cada uno, es decir, casi nueve veces menos que la de Avellaneda. El rector, Jorge Calzoni, es compaero de frmula del intendente Jorge Ferraresi, quien frecuenta los plenarios de La Cmpora en la zona sur del conurbano; la vice-rrectora, Nancy Ganz, es esposa del Secretario de Educacin Nacional, Jaime Perczyk. La Un-dAv firm contratos con el Ministerio de Desa-rrollo Social para un relevamiento de beneficia-rios de la Asignacin Universal por Hijo, con el Ministerio de Educacin para realizar el plan Fines 2 para adultos y con la Comuna para un censo de arbolado pblico. La Universidad de Hurlingham, creada en no-viembre de 2014, fue resultado de un proyecto presentado por Juan Juanchi Zabaleta, secre-tario administrativo del Senado, operador pol-tico de Boudou y frecuente asistente a lo que se conoce como la oficina de La Cmpora en el tercer piso de la Cmara de Diputados.8 Hace unos das fue designado como rector Jaime Per-czyk, quien apadrin el intento de La Cmpo-ra, junto a otras organizaciones estudiantiles kirchneristas, de poner en pie una nueva FUA (oficialista).9

    La Universidad de Florencio Varela, que fue fundada en 2010 y que apenas tiene 5.800 alumnos (el 5% de la matrcula de la UNLP), recibir un aumento presupuestario de 69,2%. Esta casa de estudios tiene como rector a Er-nesto Fernando Villanueva, un ex integrante de Montoneros que tendra una estrecha rela-cin con el diputado ultrakirchnerista Carlos Kunkel, quien ya anunci que votara a Mxi-mo de ser candidato presidencial. La caja de esta Universidad pasar este ao de $95,4 mi-llones a $161,4 millones.En lo que respecta al movimiento estudiantil, La Cmpora no logr avanzar a pesar de contar con un gobierno afn hace ms de 10 aos. De las 52 universidades nacionales solo han logra-do conquistar 9 de los centros de las universi-dades creadas por el kirchnerismo: Avellaneda, Arturo Jaureche, Lomas de Zamora (Kolina), Moreno, Tres de Febrero, Jujuy, Rio Cuarto, Tierra del Fuego, Chaco Austral.

    Sigue la cuenta (o de cmo el militante se transform en buchn y cobra en secreto)

    Adems del ANSES y las nuevas universida-des, hay tambin otros espacios de poder en que la Cmpora puso a su personal. Uno de ellos es el que ha estado recientemente en el ojo de la tormenta: Inteligencia. Josefina Ke-lly aparece como el nexo entre La Cmpora y la ex SIDE10. Kelly lleg a la SI, al menos de manera oficial, junto a Oscar Parrilli y estable-ci relaciones con la organizacin K por me-dio de Waldo de Pedro, con quien comparte su procedencia del pueblo de Mercedes. Hoy est a cargo de la Direccin de Observaciones Judiciales (la OJOTA) dentro de la Secretaria Federal de Inteligencia. Hasta ese momento se desempeaba en el Ministerio de Seguridad de la Nacin, dentro del rea de la Subsecretara de Prevencin del Delito Organizado y Com-plejo, que entre otros temas, abarca la inves-tigacin de crmenes de terrorismo. Su pase a Seguridad coincidi con la llegada de la Minis-tra Mara Cecilia Rodrguez. Form parte de la comitiva elegida por la presidenta para viajar a Rusia en el ao 2013 al Foro Econmico de San Petersburgo, lo que la posicion en un lu-gar de importancia. Mximo Kirchner ubic a su amigo Fernando Basanta a controlar la caja de la SI, una masa de dinero desconocida y sin control alguno. Oriundo de Santa Cruz y fiel militante de La Cmpora, ya haba intentado entrar como Secretario Parlamentario en la C-mara de Diputados. Es Director Nacional de Relaciones con el Poder Legislativo del Minis-terio de Justicia, donde depende de Julin l-varez y sigui de cerca la sancin de la reforma judicial. Con la creacin de la Agencia Federal

    de Inteligencia (AFI) ha trascendido informa-cin sobre la incorporacin de ms de un cen-tenar de espas que provienen de La Cmpora y el Movimiento Evita.11

    Por su parte, la presencia de Kicillof en Eco-noma le permiti a la agrupacin kirchnerista tener cierta presencia en un espacio fundamen-tal: el Banco Central de la Repblica Argentina (BCRA). Luego de que en 2014 asumiera como nuevo presidente de la entidad, Alejandro Va-noli, hombre sindicado como muy cercano a la juventud camporista, Kicillof logr poner a dos hombres de su confianza en puestos de peso. El primero, Germn Feldman, quien alcanz la Superintendencia de Entidades Financieras del BCRA. Feldman es un economista joven, especialista en macroeconoma y profesor de la Universidad Nacional de San Martn. El se-gundo, Pedro Martn Biscay, un abogado que pas a ocupar la vicepresidencia de Entidades Financieras y Cambiarias. Kicillof busca po-ner un tercer personaje de confianza en la mesa

    directiva del BCRA, siendo posibles candida-tos Nicols Arceo, Mariana Gonzlez y Pablo Faria, todos ellos jvenes economistas de La Cmpora. Sin embargo, an no lo ha logrado.Adems de su presencia puntual en algunos ministerios (Ministerio de Planificacin Fede-ral, Ministerio del Interior y Transporte, Mi-nisterio de Justicia, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto), La Cmpora mantiene una fuerte presencia en el rea de medios. Canal 7 y la Agencia Tlam, gerenciados por Carlos Fi-gueroa y Santiago lvarez, respectivamente. Adems colocaron integrantes de sus filas en directorios de empresas estatales como Energa Argentina S.A. (Enarsa), Argentina de Solucio-nes Satelitales SA (Arsat), Aerolneas Argenti-nas y Compaa Administradora del Mercado Mayorista Elctrico S.A. (Camessa).12 Por ltimo, otro mbito de importancia donde la juventud kirchnerista hizo pie es el Consejo de la Magistratura (CM), que funciona como rgano de disciplina de los jueces y maneja el

    presupuesto del Poder Judicial, entre otras co-sas. Dada su importancia, varios miembros de la direccin de La Cmpora pasaron por all: Eduardo Wado De Pedro lo integr hasta marzo de 2015, oportunidad en que fue reem-plazado por Anabel Segasti. Mariano Recalde, por su parte, cumpli funciones all entre 1991 y 2003, como tambin lo hizo Julin lvarez. De Pedro y lvarez, haban llegado al CM a principios del 2014 en medio de acusaciones y juicios penales en trmite contra diversos fun-cionarios kirchneristas. All el kirchnerismo cuenta con 6 integrantes a su favor de los 13 que lo componen, lo que indica que no tiene mayora para ninguna de las decisiones que se adoptan, pues para ello, necesitara a su favor un integrante ms. Y no parece que lo vaya a conseguir. De modo que los 6 miembros no logran un efectivo blindaje judicial frente a los juicios que se avecinan luego del final, aunque s le permitirn tener cierto peso al momento de las negociaciones.

    Despus de octubre?

    Hoy La Cmpora mantiene el control de im-portantes espacios del aparato del Estado: la caja K de asistencia social, universidades re-cientes, magistratura e, incluso, espacios vitales como Inteligencia. Sin embargo, el control del grueso de estos cargos est directamente vin-culado a tener a su disposicin el Poder ejecu-tivo. Sin el silln de Rivadavia, pueden caerse de un da para otro. Todo ello demuestra que el sueo del aparato propio qued reducido a una estructura que puede sostener una ingen-te cantidad de cuadros militantes, pero que no ha podido convertirse en un factor de poder. El fracaso de La Cmpora en la disputa de los municipios bonaerenses frente al PJ evidencia esto. De all, la necesidad urgente de regresar a las filas del partido. No casualmente, esta se-mana tuvo lugar una reunin de la cpula de la organizacin en el despacho del Cuervo Larroque, para definir el apoyo a Scioli en las primarias. Slo volviendo al redil podrn dis-putar algo del poder que hoy detentan y con-servar incluso algunos puestos legislativos. En ausencia de ese reacomodamiento, su destino ser desaparecer.

    Notas1Vase Tal como lo dejamos. El kirchnerismo puro, entre el PJ y la disolucin, en El Aromo, n 80, septiembre-octubre, 2014.2Vase http://goo.gl/pv36MZ.3Vase La Nacin, 27/5/14.4Vase http://goo.gl/o4mB8T.5Vase http://goo.gl/mhtNwK.6Vase http://goo.gl/XDQJyr.7Vase Centro de Estudios de la Educacin Ar-gentina (CAE): El presupuesto de las univer-sidades nacionales, AO 3 - N 30, Universi-dad de Belgrano, Diciembre 2014.8Vase http://goo.gl/9Ezt6e.9Vase http://goo.gl/HZeorJ.10Vase Perfil, 22/2/15.11Vase http://goo.gl/Nj2cbf.12Vase http://goo.gl/TX8oLb.

  • Mayo-junio de 20156

    El virajeEl reciente acuerdo entre Estados Unidos e Irn ha dado pie a una importante controversia a ni-vel mundial. Mientras que algunos lo visuali-zan como un nuevo camino hacia la paz en una regin tan conflictiva como Medio Oriente, los detractores lo entienden en el sentido inverso: una forma de hacer crecer la capacidad nuclear iran en el largo plazo. En esta nota repasamos la historia de las relaciones entre EE.UU. e Irn, la naturaleza del acuerdo y las internas en la poltica norteamericana que suscit, lo que permite calibrar la magnitud de las transforma-ciones histricas que se estn operando en las relaciones internacionales entre las potencias.

    Breve historia de las sanciones

    La novedad que implica el acuerdo entre EE.UU. e Irn solo puede ser comprendida si se repasan los ms de 30 aos de conflic-tos y tensiones que han atravesado ambos pa-ses. Desde que en 1979 se produjo la cada del Shah Mohammad Reza Pahlevi, quien respon-da abiertamente a los intereses de EE.UU. en la regin, Irn pas a ubicarse entre los prin-cipales enemigos del gobierno estadouniden-se. Privado de un control poltico en la regin, EE.UU. se perda de sacar jugo de las inversio-nes que el Estado iran requera para explotar sus grandes reservas probadas de petrleo (las terceras ms grandes luego de Arabia Saudita y Canad) y gas (las ms grandes luego de Rusia). As las cosas, la implementacin de sanciones a este pas tuvo por objeto evitar su incorpo-racin al mercado mundial como exportado-ra de gas y crudo, as como tambin limitar el programa nuclear desarrollado con la ayuda de Rusia. No por ello EE.UU. dej de intentar de-rrocar al rgimen iran, apoyando militarmente a Saddam Hussein durante la guerra entre Irn e Iraq (1980-1988). De esta manera, durante la presidencia de Jimmy Carter las principales sanciones se con-centraron en el bloqueo de los activos del go-bierno iran y sus depsitos en los bancos es-tadounidenses, y un embargo comercial total. Tras un breve impasse entre 1981 y 1984, lo-grado gracias a los Acuerdos de Argel que des-activaron temporalmente las sanciones, Irn fue calificado como Estado patrocinador del terrorismo, lo que en concreto redund en la prohibicin de asistencia financiera y venta de armas desde EE.UU. De all en ms, comenz una etapa de progresivo endurecimiento. Tres aos despus, Ronald Reagan ved las impor-taciones de productos y servicios iranes, fun-damentalmente petrleo. Ya en pleno gobierno

    de Bill Clinton, hacia 1995-1996, se produ-jo una nueva profundizacin de estas ltimas sanciones, estableciendo que las empresas es-tadounidenses no podan comercializar petr-leo iran en ninguna parte del mundo, como tampoco exportar bienes hacia un tercer pas que luego los enve a Irn. En suma, posibilita-ba que EE.UU. sancionara empresas de terce-ros pases, afectando los negocios de estos con firmas locales. La implementacin del Acta de Sancin a Libia e Irn (ILSA), la primera gran sancin extraterritorial, le permiti al gobier-no norteamericano bloquear el flujo de capita-les europeos y japoneses a Irn, pero no pudo hacerlo con China y Rusia.Sin embargo, la cada de los precios agrcolas oblig al gobierno de Clinton a flexibilizar la comercializacin de estos productos. De ese modo, se implement un sistema de licencias, donde se permita la comercializacin de ali-mentos y productos mdicos a partir de la au-torizacin particular de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) perteneciente al Departamento del Tesoro. Se fijaron dos ti-pos de licencias, una destinada a autorizar ope-raciones en general y una especfica, que solo habilitaba las transacciones particulares. La ob-tencin de cada una de estas licencias dependa del producto que se venda. En el caso de los productos alimenticios y mdicos, se requera de ambas.1 Hacia el cambio de siglo se sancion una ley que buscaba evitar la proliferacin de armas de destruccin masiva, a travs de sanciones para personas fsicas o jurdicas que hayan colabora-do con programas de elaboracin de armas de destruccin masiva en Irn. Las sanciones in-cluan la prohibicin de exportacin de armas y productos denominados de doble uso (ci-vil y militar) por parte de EE.UU. a la entidad sancionada. En este sentido, George Bush emi-ti una orden en el ao 2001, que le permita a su gobierno bloquear los activos de las perso-nas y entidades que ofrecieran apoyo, servicios o asistencia a los grupos designados por el mis-mo como terroristas. En el ao 2005 se profun-dizaron las sanciones congelando los activos de los productores de armas de destruccin masi-va con el objetivo de aislarlos financieramente. De modo que quedaron inhabilitadas todas las transacciones entre los designados y cualquier persona estadounidense, adems de congelar cualquier activo que poseyeran en ese pas.A partir del ao 2010 el otorgamiento de licen-cias especiales para la comercializacin con el pas sancionado cobr un gran impulso bajo el paraguas de una exencin humanitaria. Esto signific el envo de bienes de primera necesi-dad para el desarrollo humano, fundamental-mente aquellos pertenecientes la rama alimen-ticia, mdica y telecomunicaciones. Fue as que

    se otorgaron ms de 10 mil licencias. La com-paa General Electric fue la primera gran be-neficiada con 160 licencias. Le sigui Coico Medical LCC, compaa dedicada al equipa-miento mdico, con 129 licencias. En tercer lugar, America Pulp & Paper Corporation, de-dicada a la comercializacin de papel, con 128 licencias. Tambin se suman alimenticias como Bunge Global Markets, Coca Cola Company, Pepsico Inc., Archer Daniels Midland y Mars; as como empresas relacionadas con la modifi-cacin gentica animal. En lo referente a la in-dustria armamentstica, la nica compaa be-neficiada fue Hrcules USA Inc.2

    Adems, se fij una regla especial que exime de sanciones a las empresas que se comprome-tan a poner fin a sus negocios con Irn y renun-ciar a la realizacin futura de cualquier negocio sancionable con aquel pas. Bajo esta excepcin obtuvieron beneficios empresas como Total SA (Francia), Stat Oil (Noruega), Shell (Holanda), Eni Spa (Italia)3, Petronas (Malasia), Inpex (Ja-pn) y las subsidiarias de Petrleos de Venezue-la (PDVSA).4

    Lo que deja como saldo esta apretada sntesis histrica es que, en efecto, desde hace varias dcadas EE.UU. viene sosteniendo una polti-ca de hostilidad hacia Irn. Sin embargo, las sanciones no son unvocas ni totales, sino que han estado atadas a los intereses econmicos de Norteamrica, en tanto el uso selectivo de las licencias en el ltimo tiempo, permiti poten-ciar el mercado de ciertos sectores de su econo-ma. En este sentido, las sanciones buscaron li-mitar el crecimiento de Irn y su capacidad de acumulacin basada en la renta petrolera y, al mismo tiempo, favorecer a algunas ramas de la industria norteamericana.

    El acuerdo de la discordia

    Esta historia comenz a sufrir un giro hacia no-viembre de 2013, oportunidad en que se fir-m el Plan de Accin Conjunto entre los pa-ses del G5+1 (China, Francia, Alemania, Rusia y Estados Unidos) e Irn, comprometindose este ltimo a detener el progreso de su progra-ma nuclear a cambio de un alivio en las san-ciones. De esta forma, consigui la suspensin temporal de aquellas restricciones a la compra y venta de oro y otros metales preciosos y la exportacin de productos petroqumicos, entre otros. El acuerdo tambin permiti la apertura de canales financieros para facilitar la importa-cin de Irn de ciertos bienes humanitarios, el pago de los gastos mdicos incurridos por los iranes en el extranjero, los pagos de las obli-gaciones de las Naciones Unidas, como tam-bin la liberacin de $400 millones de dlares de ayuda para la matrcula de estudiantes ira-nes en el extranjero.Esta solucin temporal se ha venido renovan-do hasta comienzos de este ao. Sin embargo, Obama enfrenta una enconada oposicin en el Congreso que pone en tensin su estrategia poltica de acercamiento a Irn. En febrero, el senador republicano Mark Kirk y el demcra-ta Robert Menndez, presentaron un proyec-to que propone un plan progresivo de sancio-nes, que tiene como piso el restablecimiento de las que temporalmente fueron suspendidas, en caso de que no se llegue a un acuerdo el 30 de junio. Adems, prohbe al Presidente otorgar cualquier tipo de exencin de sanciones y fija el inmediato restablecimiento de ellas si Irn no se comporta como debe.En un gesto de gran impacto poltico, Obama afirm que vetara la implementacin de las sanciones en caso de que el proyecto fuera vo-tado en el Congreso, ya que arruinara las ne-gociaciones que se han llevado adelante hasta ese momento. La oposicin no se qued atrs en las provocaciones y llev al primer ministro israel Benjamn Netanyahu al Congreso, sin la

    autorizacin del presidente, para pronunciarse en contra del acercamiento a Irn.Qu intereses estn detrs de esta enconada oposicin a la lnea de la Casa Blanca? Mark Kirk es senador por Illinois, fue co-autor del proyecto de sanciones a Irn votado en 2011 y se encuentra vinculado a varias organizacio-nes sionistas. La presentacin del proyecto fue impulsado por cuatro lobbys pro-israel: Ame-rican Israel Public Affairs Comittee (AIPAC), el American Jewish Committee, Anti-Defama-tion League y Zionist Organization of Ameri-ca. El AIPAC es el grupo pro israel ms po-deroso en EE.UU. y maneja recursos por 72 millones de dlares. En los ltimos cinco aos, AIPAC gast ms de $14 millones en lobby en el Congreso y Agencias Federales para presio-nar y meter cuchara en la agenda legislativa.5 Sus principales demandas han girado en torno a lograr un acuerdo duro con Irn (lo que en concreto implica continuar con las sanciones, dado que establece condiciones que el pas no va a aceptar), apoyar la asistencia y seguridad para Israel, suspender la ayuda humanitaria en Palestina y luchar contra el boicot a Israel por parte de los gobiernos europeos.6 El poder de este lobby no es menor. Un ejem-plo de su influencia pudo verse en 2011, cuan-do logr persuadir a cuarenta y seis miembros del Congreso para oponerse al reconocimiento del Estado Palestino. En efecto, AIPAC ejerce influencia tanto en republicanos como dem-cratas. Desde los inicios de la presidencia de Obama, el grupo se aline con la poltica de Netanyahu. Frente al estancamiento del pro-yecto Kirk-Menndez, que parece haber que-dado durmiendo en el Congreso, AIPAC impuls el proyecto Corker-Cardin que habi-lita al poder legislativo a revisar el acuerdo con Irn. En sus inicios, el proyecto contemplaba 60 das para la revisin del acuerdo y obligaba a Obama a la realizacin de un informe peri-dico sobre el cumplimiento por parte de Irn.Frente a esta oposicin, naturalmente, Obama no est solo. El principal rival de AIPAC es J Street, grupo ms liberal del lobby pro israe-l. J Street se encuentra abiertamente alineado con la Casa Blanca y acuerda con la poltica de Obama respecto a Irn. En marzo de este ao, tuvo lugar una conferencia del Jefe de Gabine-te Denis McDonough, quien dio un discurso para pedir el fin de la ocupacin israel de tie-rras palestinas y repudiar a Netanyahu por su presencia en el Congreso. En ocasiones J Street ya ha presionado al Con-greso para oponerse a condenas a Palestina, ins-t a declarar un alto al fuego cuando Israel ata-c la Franja de Gaza en 2008 y se opuso a la financiacin del sistema antimisiles (ms cono-cido como la cpula de hierro) de Israel. El principal financista de J Street es George So-ros, multimillonario judo crtico del sionis-mo. Desde 2008 este grupo viene teniendo un crecimiento exponencial: paso de tener cuatro empleados a 60 en la actualidad con 180 mil afiliados y un presupuesto de 8 millones de d-lares. J Street brinda apoyo financiero de Judos de Amrica para los candidatos polticos cuyos puntos de vista no estn en lnea con AIPAC. El principal terico detrs del grupo es Daniel Levy, hijo de Lord Levy de Gran Bretaa, que fue el principal recaudador de fondos del Par-tido Laborista del primer ministro Tony Blair7. Como es de suponer, J Street se opuso encona-damente al proyecto Kirk-Menndez.Por lo pronto, todo parece indicar que Obama

    La urgencia del acuerdo con Irn solo puede entenderse al considerar la situacin de Medio Oriente: es el nico Estado en la regin capaz de ordenar el conjunto de relaciones sociales dentro de su territorio. Resulta un aliado fundamental para controlar la zona.

    Sobre el acuerdo entre Estados Unidos e Irn

    POLTICA

    Nadia BustosLaboratorio de Anlisis Poltico-CEICS

  • 7Mayo-junio de 2015

    lleva las de ganar. Actualmente, posee apoyos internacionales que le permiten el cambio de poltica. Fue respaldado por el Primer Ministro britnico David Cameron, quien sostuvo que era necesario darle una oportunidad a las ne-gociaciones diplomticas. El Reino Unido for-ma parte de la coalicin diplomtica que lleva adelante las negociaciones con Tehern. A ello se suma, el apoyo del G5+1 en pleno. Con esa base, el 2 de abril el Plan de Accin Conjunta dej de ser renovado como solucin temporal y se alcanz un Acuerdo Marco, que de con-cretarse estara vigente durante 10 o 15 aos. El requerimiento fundamental de los pases miembros del G5+1 fue fijar parmetros para limitar el programa nuclear iran. Se acept el mantenimiento de 5.000 centrifugadoras que producirn uranio enriquecido en la instala-cin nuclear Natanz, la mitad de las que actual-mente se encuentran en ejecucin. Un punto particular de preocupacin fue la produccin de uranio en la instalacin nuclear Fordo, que fue sealada por Israel y algunos funcionarios estadounidenses como peligrosa por tener una ubicacin subterrnea inmune a los bombar-deos areos. Sin embargo, esta se utilizar solo para la investigacin nuclear avanzada y la pro-duccin de istopos mdicos. Otro punto lgi-do fue el reactor principal en Arak, que los fun-cionarios negociantes teman podra producir plutonio. Este operar de forma limitada, di-ficultando la produccin del combustible su-ficiente para producir una bomba. A cambio de todas estas concesiones, la Unin Europea y EE.UU. comenzarn a levantar las sanciones. En primer lugar, las que afectan al sector auto-motriz y petrolero. En el contexto de este Acuerdo Marco, Oba-ma impuso modificaciones al proyecto de AI-PAC, reduciendo el perodo de revisin a 30 das y obligando a la realizacin de informes peridicos nicamente sobre el apoyo de Irn al terrorismo. Adems, en relacin a dicho pro-yecto, obtuvo el control en los trminos del acuerdo.

    Impotencia nuclear

    De todo lo expuesto hasta aqu, surge una pre-gunta evidente: Qu es lo que est en juego en este acercamiento de EE.UU. a Irn que ha llevado a la Casa Blanca a enfrentarse abierta-mente con el Congreso? Veamos.Uno de los principales motivos que se esgrime

    como oposicin al acuerdo es el potencial desa-rrollo de armas de destruccin masiva por parte del gobierno iran. Sin embargo, este pas aban-don su programa de armas nucleares en 2003 y actualmente no posee la potencia suficiente como para construir una bomba. La produc-cin de uranio enriquecido iran estuvo des-tinada a fines civiles: se lo ha utilizado como combustible alternativo para las centrales at-micas, que le permiten al pas disminuir su de-pendencia de la importacin de combustible y gas. El dato curioso aparece cuando observamos cules son los pases que actualmente poseen armas nucleares: China, Francia, India, Pakis-tn, Gran Bretaa, Estados Unidos, Israel, Co-rea del Norte, Italia, Turqua, Holanda, Bl-gica y Alemania. De estos, los cinco ltimos almacenan armas pertenecientes a los Estados Unidos. Netanyahu afirma la existencia de una inten-cin genocida por parte de Irn y pide el reco-nocimiento del Estado israel como condicin para llevar adelante el acuerdo. Lo paradjico es que hace un tiempo se dio a conocer un do-cumento de los Estados Unidos de 1987, don-de se evala la capacidad nuclear de Israel y se demuestra la experimentacin de este pas con una codificacin que les permite construir bombas de hidrgeno, mil veces ms potentes que una bomba atmica. Israel desarroll su programa nuclear a fines de la dcada del 60 a partir de la asistencia y control tcnico de Es-tados Unidos. De este modo, queda claro que las crticas al acuerdo no se corresponden con la realidad de la produccin nuclear iran. Israel ejerce presin para mantenerse como potencia hegemnica en la regin a partir de la superio-ridad armamentstica. Las tensiones entre Israel y Estados Unidos no son nuevas, aunque se profundizan a partir del acuerdo con Irn, y la aparicin de organizacio-nes como el J Street las hacen ms evidentes.8 A

    esto se agrega que Irn puede reemplazar en el largo plazo el rol de Arabia Saudita como prin-cipal socio comercial petrolero de Estados Uni-dos. Todo indica que vamos hacia una modifi-cacin de las alianzas histricas de las potencias mundiales. Sin embargo, la urgencia del acuer-do con Irn solo puede entenderse al conside-rar la situacin social de Medio Oriente: el pas aparece como el nico Estado en la regin ca-paz de ordenar el conjunto de relaciones socia-les dentro de su territorio. En este sentido, re-sulta un aliado fundamental para controlar esta zona de importancia econmica vital y luchar contra la insurgencia reaccionaria del ISIS. Aqu la cuestin palestina aparece como un factor importante, ya que Obama est reeva-luando la poltica de su pas en el conflicto y podra intentar resolverlo mediante el recono-cimiento de aquel Estado. Es importante tener en cuenta que en el ltimo tiempo hubo va-rios cambios en la poltica europea respecto al conflicto palestino. En Octubre del ao pasa-do Suecia abri el debate reconocindolo como Estado. En diciembre se sum Irlanda. A esto se agrega la resolucin conjunta del Parlamen-to Europeo que lo reconoci como estado en el mes de diciembre. Se estima que en la prxima reunin de la Organizacin de Naciones Uni-das (ONU), Francia propondr el reconoci-miento. En este contexto, Israel est presionan-do a Obama para que emita un voto negativo.

    La resolucin de la situacin Palestina es fun-damental para la estabilidad de la regin. Ac-tualmente hay ms de 4 millones de palestinos viviendo en los pases rabes y ms de 2 millo-nes de ellos se encuentran en Jordania,9 conso-lidados como sobrepoblacin relativa.10 En este escenario, la configuracin de nuevas alianzas entre Estados Unidos e Irn no tiene nada de progresivo ni van a garantizar ninguna paz. El fin inmediato es apaciguar los movimientos que amenazan el domino de las burguesas lo-cales, lo que significa que la clase obrera seguir poniendo la sangre, a menos que aparezca una alternativa poltica obrera independiente.

    Notas1Vase http://goo.gl/02HZ5h.2Vase http://goo.gl/on7Yfs.3Vase http://goo.gl/OF1n9J, http://goo.gl/A9GCb8.4Vase http://goo.gl/znZX56.5Vase http://goo.gl/FUoxXN.6Vase http://goo.gl/MZAuzl.7Vase http://goo.gl/Qql4oo.8Vase http://goo.gl/Ygic5C.9Vase http://goo.gl/F4qrcx.10Harari, Fabin: El primer mandato, en El Aromo, n 41, marzo-abril de 2008.

    Para colaborar con este grupo de investigacin contactarse a: [email protected]

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  • Mayo-junio de 20158

    El mes de febrero encontr a Venezuela sumi-da en un nuevo ciclo de movilizaciones. En ese marco, el oficialismo anunci la rpida desacti-vacin de un supuesto golpe de Estado perge-ado por la oposicin. Las sanciones impuestas por Estados Unidos das despus, parecieron confirmar el escenario de una intervencin im-perialista en el pas. Sin embargo, un examen ms detallado de la coyuntura poltica pone en evidencia un panorama diferente.

    La batalla de Jeric

    Hacia mediados de febrero, Maduro denunci que se estaba perpetrando un golpe de Estado en su contra. Acusaba de ello a la oposicin ve-nezolana encabezada por la referente de Vente Venezuela, Mara Corina Machado, el diputa-do por Primero Justicia, Julio Borges, el alcal-de metropolitano de Caracas y lder de Alianza Bravo Pueblo, Antonio Ledezma, y el ex emba-jador de Venezuela en la ONU, Diego Arria. Todos ellos, con la venia de EE.UU. El llamado Plan Jeric, denominado de ese modo por el oficialismo, sera llevado adelante por la Fuerza Area entre el 11 y 13 de febrero. Sin embargo, el gobierno lo habra desactivado rpidamente gracias a la accin del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), que logr de-tener a 7 oficiales de la Fuerza Area. Maduro asegur que uno de los detenidos con-fes el modus operandi del magnicidio: del ex-terior llegara un avin Tucano, especialmente artillado, que atacara el Palacio de Miraflores o, en su defecto, algn sitio abierto donde es-tuviera el presidente. Diosdado Cabello, Presi-dente de la Asamblea Nacional, asegur que el general Oswaldo Hernndez -uno de los dete-nidos por el intento de golpe de Estado del ao pasado- le habra confesado la participacin de civiles y militares activos en el presunto golpe. A principios de marzo, y en el marco de es-tos sucesos, Obama anunci que EE.UU. con-sideraba a Venezuela una amenaza para el pas, toda vez que preocupa

    la erosin de las garantas de los derechos hu-manos; la persecucin de los opositores polti-cos; la reduccin de la libertad de prensa; el uso de la violencia y violaciones de derechos huma-nos y abuso en respuesta a protestas antiguber-namentales, y el arresto y la detencin arbitra-ria de manifestantes antigubernamentales, as como la presencia exacerbante de corrupcin en ese pas.1

    De este modo, el pas ingresara en la misma

    lista que Ucrania, Rusia, Sudn del Sur, So-malia, Siria, Yemen y Repblica Centroafrica-na, todos considerados una amenaza a la se-guridad nacional. En concreto, se acus a seis miembros de las fuerzas de seguridad venezo-lanas, tanto del SEBIN, como de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), el Ejrcito y la Polica, por violacin a los derechos humanos en las manifestaciones del ao pasado; y a la fis-cal Haringhton Padrn, de utilizar pruebas fal-sas contra Machado y Leopoldo Lpez, lder de Voluntad Popular. Esta acusacin implica cier-tas sanciones que el gobierno estadounidense impone para los implicados: el bloqueo de ac-tivos y bienes en territorio estadounidense, la deportacin de los EE.UU. y revocacin de vi-sas. Luego de esta situacin, Gonzlez Lpez, uno de los sancionados, fue nombrado Minis-tro de Interior, Justicia y Paz, mientras que la que ocupaba este cargo, Carmen Melndez, pas a dirigir el Ministerio de la Secretara de la Presidencia.Esta accin se dio luego de que Maduro solici-tara a EE.UU. la reduccin del personal de su embajada, que superaba los 100 funcionarios, a un mximo de 17, al mismo tiempo que iba a comenzar a exigir visas para los norteamerica-nos que ingresen al pas. Se trataba de una me-dida vinculada a que las fuerzas de seguridad venezolanas haban atrapado a estadounidenses realizando actividades de espionaje, aunque no se precisaron ni identidades ni tareas realizadas por los espas. As las cosas, el panorama presentado por el ofi-cialismo parece avalar la idea de un golpe de Estado impulsado por el imperialismo yanqui con base en la oposicin local y su influencia en sectores de las fuerzas armadas. Sin embargo, un anlisis de la situacin interna en Venezuela parece mostrar otro escenario.

    El escenario local

    La maniobra golpista denunciada por Maduro se dio en el marco de un nuevo ciclo de movi-lizaciones en el pas. En el mes de febrero tu-vieron lugar diversas marchas, tanto oficialistas como opositoras.El chavismo volvi a concentrar su fuerza en Caracas, el 12 de febrero, en coincidencia con el aniversario de la Batalla de la Victoria y con la fecha de comienzo de las marchas oposito-ras del ao pasado. La movilizacin se desple-g por el centro de Caracas, integrada por es-tudiantes, simpatizantes chavistas y miembros del gobierno. Las marchas opositoras comenzaron antes. El 24 de enero se produjo la marcha de las ollas vacas protestando contra la escasez de bie-nes. El 12 de febrero, en conmemoracin por las movilizaciones del ao pasado, estudiantes

    opositores se manifestaron en Caracas y otras ciudades del pas. En el centro de la capital, los manifestantes marcharon desde la plaza Las Tres Gracias hasta la iglesia San Pedro, ambos puntos adyacentes a la Universidad Central de Venezuela, pero fuerzas antimotines impidie-ron que llegaran al destino previsto, por lo que se concentraron en el campus. En San Crist-bal (al oeste de Tchira), cuna de las protes-tas de hace un ao, otra manifestacin de estu-diantes se dirigi hacia la sede de la Defensora del Pueblo y termin en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que usaron gases lacri-mgenos para dispersarlos. Segn las autorida-des, los disturbios dejaron un herido leve a raz de una pedrada en la cabeza, pero la prensa lo-cal report varios heridos y detenidos. Una nueva marcha opositora tuvo lugar el 18 de febrero, a un ao del arresto de Leopoldo Lpez, uno de los dirigentes de las moviliza-ciones del ao pasado. Al da siguiente se pro-dujo el arresto del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, a travs del accionar del SEBIN. En rechazo a esta detencin, se produjeron nuevas movilizaciones, que culminan con la muerte de Kluiverth Roa, de 14 aos, en las inmedia-ciones de la Universidad Catlica del Tchira (UCAT). El disparo provino de parte de la po-lica, y a diferencia del ao pasado, donde Ma-duro responsabiliz a la oposicin de generar desmanes, reconoci el hecho e inmediatamen-te fue arrestado el supuesto implicado, Javier Mora Ortiz. Esta muerte, se produjo luego de la sancin de la resolucin n 008610 titulada Normas so-bre la actuacin de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en funciones de control del orden pblico, la paz social y la convivencia ciudada-na en reuniones pblicas y manifestaciones, la cual indica que es competencia de la FANB [Fuerza Armada Nacional Bolivariana] restituir el orden pblico cuando la fuerza civil (poli-ca nacional, polica municipal, entre otros) ha sido superada por la magnitud de la manifesta-cin.2 Una ley que, aunque presentada como mecanismo de defensa de las manifestaciones pacficas (frente a las cuales no se podrn usar armas de fuego, segn el artculo 15.9), esta-blece, en el artculo 22.7, que ante una situa-cin de riesgo mortal, se aplicar el mtodo del uso de la fuerza potencialmente mortal. El gobierno parece estar preparndose de cara a una agudizacin de los enfrentamientos.Finalmente, el 27 de febrero, en el aniversa-rio nmero 26 del Caracazo, volvieron a pro-ducirse movilizaciones en ambos bandos. De todo este ciclo, ninguna marcha alcanz la ra-dicalidad y masividad de las acontecidas el ao pasado.

    La estrategia de la oposicin

    Atento a este escenario, surge la pregunta acer-ca de qu es efectivamente lo que se est co-cinando en Venezuela. Estamos ante la posi-bilidad de una invasin yanqui? La oposicin avanza hacia un golpe de Estado?La teora de una invasin norteamericana fue rpidamente desestimada incluso por el cha-vismo. Modesto Guerrero, por ejemplo, sostu-vo que los yanquis son malos, no pelotudos, ya que una intervencin pondra en riesgo su bsqueda de una Alianza del Pacfico.3 En el mismo sentido se expres Luis Bilbao, otro in-telectual chavista. Lo cierto es que la relacin econmica entre ambos pases, si bien ha su-frido modificaciones, sigue manteniendo a Venezuela como el tercer socio comercial de EE.UU. de la regin. En el ao 2014, Vene-zuela export US$30.219 millones en bienes a Estados Unidos, e import US$11.339 millo-nes. En el ao 2013, Venezuela le haba vendi-do US$31.997 millones. Y en 2012 la cifra al-canzaba los US$38.722 millones. En cambio, a Colombia, principal socio poltico de EE.UU. en la regin, le compr US$18.000 millones en bienes en 2014. Ms an, en la ltima Cumbre de las Amricas, Maduro y Obama mantuvieron un encuentro privado, y si bien no hubo un documento pi-diendo la marcha atrs de la sancin contra los funcionarios venezolanos por parte de la Cum-bre, la subsecretaria de Estado, Roberta Jacob-son, sostuvo que esta se limita solo a siete per-sonas (que, adems no poseen visa ni bienes en EE.UU), en un claro gesto por bajar el tono al asunto.Respecto a un nuevo intento golpista, debe contemplarse las diferencias en el interior de la oposicin, las cuales quedaron plasmadas en las movilizaciones del ao pasado y en el rechazo por parte de Capriles al plan La salida impul-sado por Leopoldo Lpez. Esta diferencia est marcada por el sector comandado por Lpez, Ledezma y Machado, que proponen una sali-da inmediata de Maduro. Por su parte, Capri-les es uno de los impulsores de una transicin por las urnas, de modo que Maduro pague los platos rotos de la situacin actual de Venezuela y se desgaste.La estrategia golpista tiene una base material real: existen lazos entre la oposicin y un sec-tor de las fuerzas armadas. Sin embargo, debe contemplarse que la oposicin viene del desar-me de dos intentos golpistas, con el consecuen-te arresto de dirigentes y militares implicados,

    Los tiempos post Chvez estn caracterizados por la inestabilidad y la crisis. La oposicin avanza. Sin embargo, Maduro no va a irse sin pelear. Todo indica que se aproximan tiempos violentos en Venezuela.

    El gobierno de Maduro en la recta final

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  • 9Mayo-junio de 2015

    por lo que esta accin aparece descartada en el corto plazo. En la tentativa del ao pasado, fueron arrestados 30 militares, la mayora de la Fuerza Area, aunque haba tambin miembros de otras fuerzas. Eleazar Daz Rangel, director del peridico ltimas Noticias, sostuvo que se comprob que los militares implicados tenan contacto con al menos un dirigente opositor. En ese marco, el mismo portal de noticias, de-nunci la existencia de una conversacin, don-de un poltico opositor (no trascendi su nom-bre) sentenciaba que haba una denuncia en su contra y tambin en contra del coronel Rive-ro Lago. El poltico le habra cometado: Ten-go dos aos trabajando con todo ese grupo, de los cuatro componentes (en relacin a las cua-tro fuerzas de las FANB); que, de ser ciertos esos rumores, toda la red que hemos armado en dos aos, con la Guardia de Honor, el Ejr-cito, la Marina y la Guardia Nacional, la ha-bran destruido hace tiempo, y que el riesgo lo corremos todos, ellos y nosotros; me he reu-nido con decenas de militares en todo el pas, a escondidas, por supuesto, corriendo riesgos, como es lgico, y todo se puede venir abajo. Luego, fueron arrestados otros 30 militares, de los cuales los de principal mando eran el coro-nel Rivero Lago y su hermano, dos oficiales de la Guardia Nacional, dos de la Armada y uno del Ejrcito, aunque se marcaba que la mayora de los involucrados eran miembros de la Fuerza Area. En el ltimo intento, los primeros arres-tados fueron Lus Hernando Lugo Caldern, Maximiliano Hernndez y Ricardo Antich Za-pata, todos ellos de la Fuerza Area.De este modo, la estrategia golpista se encuen-tra debilitada y se abre una coyuntura favorable para herir al gobierno a travs de las eleccio-nes. Esta va, que ha sido esquiva a la oposi-cin desde siempre, comienza a tomar ahora cierta viabilidad, cuando las encuestas son muy prometedoras de cara a las elecciones legislati-vas de este ao. Segn el Instituto Venezolano de Anlisis de Datos (IVAD) el bloque poltico opositor aglutina a 52,5% de los ciudadanos y el bloque chavista congrega a 33% de los elec-tores. Por otra parte, la consultora Datanlisis reporta que por primera vez en 11 aos quie-nes se autodefinen como opositores represen-tan al 38% de la poblacin, mientras que quie-nes se identifican como chavistas aglutinan al 28,9% de los electores. Otra encuesta realizada por Consultores 21, indica que el 48% de los ciudadanos dice que podra votar por los can-didatos de la Mesa de Unidad Democrtica y el 33% asegura que lo har por los aspirantes del PSUV. El trasfondo de la cada de la po-pularidad de Maduro, puede explicarse por el progresivo deterioro de la situacin econmica venezolana, con una inflacin por encima del 60%, sumado al creciente desabastecimiento, que oblig al presidente a subir el precio inter-no de la gasolina.La tendencia a la imposicin de la estrategia electoral de la oposicin se observa en la fir-ma del llamado Acuerdo nacional para la tran-sicin. Bsicamente, el documento pide la

    salida de Maduro del gobierno, acusa al cha-vismo de todos los males de Venezuela, propo-ne un llamado a elecciones, y plantea tres ejes. El primero de ellos es el poltico-institucional, donde se propone reconstruir el Estado de Derecho. En concreto, exige la liberacin de los presos polticos y pide por el cambio del personal en las instituciones del Estado. El se-gundo punto es el de emergencia social, en el que se seala la necesidad de acabar con el desabastecimiento de alimentos y salud, aun-que no se especifica cmo. Por ltimo, el punto econmico: dar marcha atrs con las nacionali-zaciones de empresas no petroleras y definir la forma de propiedad a establecer, dotar de auto-noma al Banco Central, cambiar la dirigencia de Petrleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y ele-var su produccin, modificar la poltica cam-biaria y acudir a crditos internacionales. En suma, un frente nico opositor dotado de un programa poltico que se lanza a derrotar elec-toralmente al gobierno, condicionarlo y forzar-lo a una capitulacin anticipada.

    Blindaje

    Sobre este escenario de descontento social y unidad en la oposicin, puede comprenderse la denuncia de un presunto golpe de Estado. Haya sido real o no la amenaza, lo cierto es que contribuye a la estrategia de Maduro de blin-darse y dotarse de fuerza suficiente como para mantenerse en el poder. Ya ha conseguido al-gunos resultados: la amenaza norteamericana le garantiz la sancin de una Ley Habilitante que le permite gobernar por decreto hasta di-ciembre, lo que posibilita legislar contra todo intento de agresin externa o interna. Y an no ha fijado fecha para las elecciones. Todo indica que, de continuar con esta estrategia, requerir de una fuerza propia, para enfrentar un nuevo intento de golpe por parte de la oposicin, si es que efectivamente contina sin fijar fecha de elecciones y se agota de ese modo la posibilidad de una transicin por las urnas.En efecto, frente a una notable influencia de la oposicin en las FANB, el sucesor de Chvez apunta a apoyarse en nuevas formaciones: las Milicias Bolivarianas y las Milicias Obreras. El mes pasado, se realiz un ejercicio militar llamado Escudo Bolivariano con 80 mil sol-dados y milicianos, a los que se sum la par-ticipacin de 20 mil civiles. Del ejercicio, par-ticiparon soldados y buques rusos. Las Milicias Bolivarianas se crearon en el ao 2008 como apoyo al resto de las FANB, y dependen del Presidente en sus aspectos operacionales y del Ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino Lpez, en el aspecto admi-nistrativo. Segn diferentes fuentes, hay ms de 100 mil milicianos en todo el pas y segn Ma-duro, el nmero asciende a 400 mil. En relacin a las Milicias Obreras, estas fue-ron creadas en el 2013. En un principio, el fin era participar en la lucha no armada para ayu-dar en casos de guerra o desastre natural con el problema del abastecimiento y atencin a

    damnificados. Sin embargo, Maduro mandat al Mayor General Gustavo Gonzlez, coman-dante de las Milicias, al Almirante en Jefe Die-go Molero, ministro de la Defensa y al Mayor General Wilmer Barrientos, jefe del Coman-do Estratgico Operacional, (en ese entonces, miembros del alto mando militar) a avanzar, lo ms rpido posible, en el establecimiento y organizacin de las Milicias Obreras, como parte de la Milicia Nacional Bolivariana.4 Sos-tiene que los obreros milicianos poseen armas para uso excepcional y se espera alcanzar el nmero de 1.5 millones. El ao pasado, Madu-ro tambin anunci que su deseo era alcanzar los 500 mil miembros de la Milicia Nacional Bolivariana. Estas ltimas, ya haban tenido un rol importante en el 2013, saliendo a controlar los precios en la llamada guerra econmica que los empresarios estaban teniendo contra el gobierno.Pero no solamente hubo una fractura en las FANB, sino que tambin se produjo un quie-bre en el propio PSUV. El ao pasado, el ex ministro de Planificacin, Jorge Giordani, cuestion la administracin de las empresas nacionalizadas. Luego de estas declaraciones, Giordani dej su cargo y acus a Maduro de no transmitir liderazgo, dar sensacin de va-co de poder y tomar decisiones equivocadas en materia econmica.5 Hctor Navarro y Ana Elisa Osorio, fueron dos funcionarios chavistas que respaldaron sus dichos. Navarro, ex minis-tro de Educacin, termin siendo suspendido de su rol dentro de la direccin nacional del PSUV. El diputado Freddy Bernal sostuvo que ninguno de ellos es un traidor, adems de con-siderar importante que el Gobierno recurra a asesores econmicos, no solo chavistas, para poder hacer frente a la crisis que vive Venezue-la. Rafael Isea, ex ministro de finanzas y ex go-bernador de Aragua, tambin se sum a las cr-ticas. El frente poltico interno muestra as un creciente agrietamiento.

    El origen del final

    Los tiempos post Chvez estn caracterizados por la inestabilidad y la crisis en Venezuela. En ese marco, y ante el empeoramiento de sus condiciones de vida, la clase obrera parece dis-puesta acercarse a la oposicin. Las crticas, in-cluso, comienzan a escucharse en el interior del PSUV de la mano de dirigentes y funcionarios. La oposicin avanza en un frente nico, dis-puesta a golpear electoralmente al gobierno y condicionar su futuro.Sin embargo, Maduro no va a irse sin pelear. Por eso, no estipul an las fechas de las prxi-mas elecciones, se blind con superpoderes y se garantiza una fuerza armada disciplinada (las milicias). Adems, no est solo: Venezuela est alineada con el eje imperialista de Rusia-China. En particular, con Rusia realiz actividades mi-litares conjuntas. Ms an, Venezuela es vital para la estrategia rusa, junto con Cuba y Ni-caragua, son los nicos tres puntos existentes para que sus aviones recarguen combustible,

    adems de poseer intercambios militares. Todo indica que se aproximan tiempos violen-tos en Venezuela. La coyuntura impone que los trabajadores no ingresen en el debate sim-pln de Maduro o la derecha, ya que inde-pendientemente de uno u otro, la tendencia es hacia el desmantelamiento por derecha del bo-napartismo. La izquierda que ha cado en ese falso dilema, y por lo tanto sucumbido ante el chavismo, ha dejado a las masas sin demasiada opcin. En estos aos no se ha constituido en Venezuela una alternativa revolucionaria que permita oponerse a la salida por derecha que preparan tanto el gobierno como la oposicin.

    Notas1http://goo.gl/V830Uh2http://goo.gl/0uxTfU3Rebelin 11/03/2015 http://goo.gl/GQ3BUf4http://goo.gl/IGmsdC5http://goo.gl/D1XMQt

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  • Mayo-junio de 201510

    Remontajes del tiempo padecidoEl ojo de la historia, 2Georges Didi-Huberman

    El temor y la esperanzaLa filosofa poltica de SpinozaVctor M. Pineda

    El momento GuizotEl liberalismo doctrinario entre la Restauracin y la Revolucin de 1848Pierre Rosanvallon

    Diccionario del pensamiento alternativoAdendaHugo E. Biagini

    No hay maana sin ayerBatallas por la memoria histrica en el Cono SurF. Lorenz - P. Winn - A. Marchessi - S. Stern

    Desencuentros y crisisEconoma y energa argentina 1900-1970Julio Panceri

    Pabelln Verde - Stand 112241 Feria Internacional del Libro en Buenos Aires

    Cmo se interes en los temas relacionados con la poltica exterior de Israel que se en-cuentran en su libro La ciencia original?

    Era un tema, naturalmente, muy importante para m, solo por haber crecido en Israel. Fue muy natural desde que estaba en la Universi-dad o incluso despus, desde que estaba inte-resado en el desarrollo poltico. Estuve intere-sado en esto desde que tena 10 aos y, luego, por supuesto, conoca mucha gente que era ac-tivista poltica y pas tiempo pensando y leyen-do. Creo que eso influenci mi trabajo y mi pensamiento.

    Qu investigaciones, polticos o intelectua-les lo influenciaron ms?

    Estuve cercano a gente de izquierda, varios orientados hacia el socialismo. Esto conduce a mis das en la secundaria, cuando tena 15 aos, estaba leyendo a Marx, a Lenin, y cosas por el estilo que todo el mundo estaba leyendo. Pero luego los problemas de la historia son real-mente nicos y especiales. Yo continu leyen-do, pensando e investigando y lo he estado ha-ciendo desde entonces. La ciencia original fue publicada en 1992, pero yo he estado haciendo muchsimo trabajo desde entonces, en el senti-do de leer e investigar. Me gustara mucho pu-blicar otro libro que va a reflejar el desarrollo desde entonces.

    Su libro anterior, La conexin israel, es un trabajo extraordinario y arduo. Qu es lo que quiere probar con ese libro?

    En 1987 publiqu La conexin israel acerca de la participacin israel en el Tercer mun-do. Para decirle la verdad, yo estaba hacien-do este trabajo sin ningn pre concepto, en el sentido de que estaba investigando y tratando de averiguar qu estaba pasando. Por eso hice muchsimas investigaciones. Por ejemplo, para el captulo Israel en Sudfrica, tena algo de conocimientos y luego pas dos aos investi-gando y encontrando ms documentos, ms informacin y luego me encontraba entonces preparado para describir el cuadro completo de cmo Israel en frica encabez una alian-za tan ntima. Pero ese no era un pre-concepto de ninguna manera, porque cuando comenc no lo saba. Pero despus fui encontrando ms hechos, ms informacin y tuve que arribar a estas conclusiones. Entonces debo decir que el proceso de escritura de este libro me hizo abrir los ojos. Cada da encontraba nueva informa-cin, hablaba con la gente, lea y encontraba cosas sumamente interesantes. Luego me di cuenta de algo que mucha gente hoy no sabe: que la alianza entre Israel y Sudfrica comen-z en 1948 o 1950. Esta es una historia muy antigua. Hoy hay mucha gente, algunos revi-sionistas, que dicen que Israel recin se ali a Sudfrica despus de 1973, porque Israel que-d aislado. Ah me di cuenta que no esto era cierto. Las cosas venan ocurriendo desde mu-cho antes de 1973. Incluso en 1971 sali un artculo que escrib en el New York Times en el que habl de la alianza entre Israel y Sudfri-ca. Escrib sobre cun antiguas eran en realidad

    estas alianzas. Ya entonces, en 1971, esto era una vieja historia. Entonces fue realmente un trabajo de descubrimiento y cuando hago esta clase de trabajo, pienso que la parte intelectual ms excitante es aprender ms cosas que no sa-ba cuando decid comenzar. Es algo muy lgi-co, pero es algo que aprend: que uno tiene que excavar y trabajar muy duro para descubrir qu es lo que est pasando, porque pueden estar su-cediendo muchas cosas.

    Qu puede decirnos su trabajo acer-ca de la poltica internacional de Israel en Sudamrica?

    Puedo hablar sobre la historia. El libro La co-nexin israel fue publicado en 1987, largo tiempo atrs. Las cosas han cambiado dram-ticamente desde entonces. Lo que escrib fue principalmente sobre los avances en los 60, en los 70 y en los 80. Pienso que Sudamrica ha cambiado muchsimo desde entonces. Si bien pasaron muchas cosas, podemos decir que, en primer lugar, est Estados Unidos, y el efecto sobre Israel es que no puede actuar en contra de los deseos de Estados Unidos. En segun-do lugar, la perspectiva, la visin global de los polticos israeles es reaccionaria, es decir, no quieren ver demasiados cambios revoluciona-rios, obviamente. Entonces apoyaron una serie de regmenes reaccionarios de los que podemos mencionar Nicaragua, donde se involucraron con la Contra, y en Honduras, en Colombia, en Argentina y en Chile, donde tens esa his-toria de conexiones con regmenes militares, con las juntas militares que son bien conoci-das. Si bien pienso que hubo muchos cambios, las cuestiones polticas bsicas no cambiaron, porque la perspectiva global no cambi.

    En su trabajo podemos ver que EE.UU. manda dinero a Israel, con el que sostiene la industria militar. Luego EE.UU. le pide ayuda a Israel en su poltica exterior. La pre-gunta es, por qu EEUU no hace esto direc-tamente? Por qu este atajo de la poltica exterior?

    Bueno, dos respuestas. La primera, por supues-to que hay muchas cosas que EE.UU. hace di-rectamente y no necesita a Israel para eso. His-tricamente muchas intervenciones las hacen directamente. Pero lo utiliza en las peores si-tuaciones, all donde no fuese conveniente para los Estados Unidos aparecer directamente in-volucrados, por ejemplo en Sudfrica, aunque hubo una disposicin natural de los israeles a apoyar el Apartheid en Sudfrica. Pero al mis-mo tiempo, creo que necesitamos advertir que no hubo un solo caso en que Estados Unidos ejerciera una gran presin sobre Israel para ha-cer este tipo de cosas, porque los israeles esta-ban dispuestos a hacerlas. Por ejemplo con Ni-caragua: Israel no fue forzado a hacerlo, sino que estaba entusiasmado en involucrarse. Esta-dos Unidos nunca tuvo que presionar demasia-do, sino que fue ms bien un desarrollo natural de la poltica israel.

    Cul es la idea central del trabajo de su tra-bajo La ciencia original?

    El trabajo de La ciencia original comenz cuan-do estaba trabajando sobre La conexin israel. Me di cuenta que era una necesidad del mun-do entero, porque la gente no saba realmen-te la historia del sionismo en Israel, sino que slo tena algunas ideas. Si usted lee los peri-dicos, son muy superficiales. Mi sensacin era que tena que escribir un libro bsico de la his-toria del sionismo y lo que el sionismo haba hecho en el planeta. Entonces decid comenzar a hacer una historia del judasmo en los tiem-pos modernos y cmo los judos reaccionaron al advenimiento del capitalismo moderno. Esta es en realidad la cuestin. Lo que le sucedi a los judos, que lo sabemos muy bien, es que hasta el siglo XVIII estaban aislados del resto de la sociedad europea -estoy hablando de los judos en Europa-. Posteriormente, en el sigl