el asesino de la esvastica - mario escobar

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el asesino de la esvastica

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  • Ttulo: El asesino de la esvstica. Parte 1Autor: Mario Escobar

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su incorporacin a un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, sea steelectrnico, mecnico, por fotocopia, por grabacin u otros mtodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infraccin de los derechos mencionados puede serconstitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Cdigo Penal)

    Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita reproducir algn fragmento de esta obra.Puede contactar con CEDRO a travs de la web www.conlicencia.com o por telfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47

    Mario Escobar, 2014

    Espasa Calpe, S. A., 2014Ediciones Tagus es un sello editorial de Espasa Calpe, S. A.Va de las Dos Castillas, 33. Complejo tica. Ed. 4, 28224 Pozuelo de Alarcn, Madrid (Espaa)

    Primera edicin en libro electrnico (epub): Diciembre 2014

    ISBN: (epub): 978-84-15623-68-7

    Conversin a libro electrnico: Agaram InfoTech Pvt. Ltd.

  • Saga Hitchcock

    1a parte

    El asesino de la esvstica

    Un rodaje peligroso

    La primera aventura del joven

    Alfred Hitchcock

    Mario Escobar

  • Imagnese a un hombre sentado en el soffavorito de su casa. Debajo tiene una bomba

    a punto de estallar. l lo ignora, pero elpblico lo sabe. Esto es el suspense.

    Alfred HitchcockEl negocio del cine es macabro, grotesco. Esuna mezcla de partido de ftbol y de burdel.

    Federico FelliniLas grandes masas sucumbirn msfcilmente a una gran mentira que a una pequea.

    Adolf HitlerHay que emitir constantemente informacionesy argumentos nuevos a un ritmo tal que,

    cuando el adversario responda, el pblico estya interesado en otra cosa.

    Las respuestas del adversario nunca han depoder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

    Joseph Goebbels

  • Prlogo

    Campo de exterminio de Bergen-Belsen, abril de 1945

    Cuando el camin atraves la terrorfica alambrada del campo de exterminio, Alfred Hitchcock no poda imaginar lo que estaba a punto de ver unos instantesdespus. El director de cine haba dejado haca tiempo sus creencias catlicas, pero lo primero que percibi fue un olor a carne quemada y a putrefaccin que le hizopensar en el Infierno y en que debera oler de la misma forma. El traqueteo del camin y el hedor le revolvieron el estmago de tal manera que estuvo a punto devomitar. Despus miro por la ventanilla y sus ojos, acostumbrados a observar de forma diferente al resto de los mortales, se cerraron ante la interminable alfombra decuerpos desperdigados. La desnudez de aquellos cadveres era lo ms obsceno que haba contemplado nunca. Los cadveres parecan despojos arrojados a las letrinas dela guerra. El resto del equipo tcnico intent no mirar hacia las cunetas y centrarse en el camino de polvo que les llevaba directamente hacia la gigantesca chimeneacentral.

    Cuando el camin se detuvo frente a los barracones de madera y todo el equipo tuvo que descender, Alfred se pregunt por qu haba aceptado aquel encargo delGobierno britnico. Durante la guerra haba accedido a dirigir una pelcula de trasfondo blico y carcter propagandstico en los Estados Unidos tituladaForeigncorrespondent.

    Tras su regreso al Reino Unido, el ao anterior, el director haba aceptado dos nuevos proyectos de propaganda. Aquella haba sido su forma de ayudar a su pasen un momento tan crtico como aquel. Aunque las dos pelculas parecan haber sentado mal al Estado Mayor. Demasiado realismo y poco herosmo le haba dicho elministro de propaganda, y el propio Winston Churchill, despus de visualizarlas a su lado. Por eso Alfred no entenda por qu le haban vuelto a encargar aquelproyecto a l. Pens que era un castigo por su poca sensibilidad patritica, ms que la recompensa por haber ayudado al esfuerzo blico.

    Los miembros del equipo caminaron por el camino de tierra seca entre los cuerpos resecos y blanquecinos. Las mujeres se tapaban la boca con pauelos rosados ylos hombres intentaban fijar su mirada en algn punto lejano, justo en el sitio en el que la mente deja de funcionar y el ser humano se comporta como algo parecido a unamquina.

    Alfred record el texto del libro de Ezequiel sobre el valle de los huesos secos y se pregunt si alguien podra devolver la vida a los miles de cuerpos despellejados,en aquel lugar apartado de la Baja Sajonia, en el terrible campo de concentracin de Bergen-Belsen.

    Stewart McAllister mir el rostro amoratado de Hitchcock y supo de inmediato que su hipocondriaco amigo estaba a punto de vomitar. Sac una pequea petacade whisky del bolsillo de su uniforme y se la pas. El director dio un par de tragos antes de recuperar en parte su tez plida y algo rosada. Despus mir a Peter Tannery con un gesto le indic que ayudara a los cmaras a bajar los equipos del resto de camiones.

    Alfred mir su uniforme del Ejrcito britnico y se sinti indigno de llevarlo puesto. Era incapaz de apretar un gatillo y le aterrorizaba tremendamente la muerte.Un ao antes, su hermana y su madre haban fallecido y su reaccin haba sido perder cuarenta kilos, atemorizado por su obesidad mrbida y su precaria salud. Habapensado que cuidara de su maltrecho cuerpo, aunque slo fuera para vivir una dcada ms. Ahora se senta mucho ms joven y vital, pero continuaba con la sensacinde desasosiego que siempre produce la prdida de personas tan queridas.

    Se atrevi a echar una rpida ojeada y se dijo as mismo que no poda creer que estuviera all, en mitad de aquel horror. Record cuando le llegaron algunasgrabaciones de los campos a casa. Despus de contemplar los primeros rollos realizados por los soldados de los campos de exterminio, haba estado una semana enterasin salir a la calle. Saba que tena que contar esa historia. Se lo haba prometido as mismo, tras reunir un poco de valor. Despus haba salido de su habitacin y con elrostro plido y la barba de cuatro das haba comunicado a su esposa Alma que viajara a Alemania para realizar la pelcula ms difcil de su vida.

    El viaje en un bombardero hasta el norte de Alemania le haba horrorizado casi ms que su temor a lo que poda encontrar en los campos de exterminio. Ahoraestaba en el Infierno y era tan consciente de ello que en su mente escuch una breve oracin infantil, como si de alguna manera intentara exorcizar todos sus miedos.

    Al ver el equipo preparado, la mente y el cuerpo de Alfred se transformaron por completo. Cuando su ojo se pona detrs de un objetivo, sus temores yansiedades se disipaban como la niebla tras el amanecer. Sin saberlo se converta en una especie de autmata, una extensin ms de las cmaras de cine.

    El equipo de filmacin se acerc a las alambradas, donde cientos de mujeres y nios sonrientes adormecan en parte el horror que acababan de contemplar. Lasmujeres y los hombres an vestan sus inverosmiles pijamas de rayas. Al menos sus uniformes maltrechos disimulaban en parte sus cuerpos famlicos.

    Entonces Alfred Hitchcock record su primer viaje a Alemania veinte aos atrs, cuando era un director de cine en ciernes y buscaba cualquier proyecto parahacerse un hueco en la naciente industria cinematogrfica europea. En aquel momento, Alemania, con la empresa cinematogrfica UFA a la cabeza, era una de lasproductoras ms importantes del mundo. Aquel horror poco o nada tenan que ver con los alegres aos veinte, cuando el mundo pareca florecer de nuevo de una terribleguerra y se prometa no volver a repetir el horror del 1914.

  • ndice

    Prlogo

    Captulo 1

    Captulo 2

    Captulo 3

    Captulo 4

    Captulo 5

    Captulo 6

    Captulo 7

    Captulo 8

    Captulo 9

    Captulo 10

    Captulo 11

    Captulo 12

    Captulo 13

    Captulo 14

    Captulo 15

    Eplogo

    Prximo libro

    Sobre el autor

  • 1Londres, abril de 1925

    La gabardina apenas evitaba que el fro le calara hasta los huesos. Era una viejo abrigo sin forro, de color gris y con un cinto que colgaba hasta casi rozar el sueloadoquinado del Soho. Alfred haba recorrido cientos de veces aquel camino. All estaban las oficinas de Michael Balcon, uno de los productores ms conocidos delmomento por su xito reciente De mujer a mujer. Alfred levant ligeramente la vista y observ el nombre de la productora,GainsboroughPictures, que apareca en letrascursivas. Mientras atravesaba el portal no pudo evitar acordarse de las tardes que iba al teatro con sus padres. Nunca pens que terminara haciendo guiones para el cineni que trabajara como director artstico en una pelcula.

    En aquellos tiempos el cine continuaba siendo un arte prcticamente artesanal. Comenzaban a producirse las primeras pelculas sonoras. La radio era an el granmedio de comunicacin de masas.

    Alfred subi las escaleras rpidamente y llam con fuerza a la puerta del despacho. La secretaria, de origen hngaro, le abri con una sonrisa. Despus le acompaamablemente hasta el despacho del seor Balcon. La puerta acristalada iluminaba un poco la apagada oficina de muebles baratos. El ambiente estaba cargado de humo.Cuando la secretaria abri, un rayo de luz ceg por unos momentos a Alfred. Eso no le impidi acercarse a la mesa y sentarse.

    Michael Balcon no era un hombre convencional, al menos no a la manera inglesa. Nunca sola dar la mano. Tampoco se pona en pie ni comentaba alguna cosa.Simplemente ignoraba a la visita hasta que le pareca que haba llegado el momento de atenderla. Al final, tras unos minutos leyendo lo que pareca una especie de guion,levant la vista y mir al joven.

    Quiere dirigir una pelcula? pregunt sin ms dilacin.

    Alfred le mir con sus grandes ojos oscuros. La educacin estricta que haba recibido y sus complejos le impedan ser tan franco y directo. Nadie le haba enseadoa moverse por impulsos; afortunadamente su novia Alma le haba aleccionado en este sentido. En el mundo del cine la nica respuesta posible era s. Haba muchacompetencia y negarse a realizar cualquier trabajo poda significar no volver a participar en un film nunca ms.

    Nunca lo haba pensado dijo Alfred, sin saber si aquella respuesta era la mejor para un hombre como Balcon.

    Balcon le mir a travs de sus lentes redondas. Despus toquete su pequeo bigote y sonri. Al productor le gustaban los tipos como Alfred Hitchcock, siempreaparentemente sosegados e indiferentes a las emociones externas. Aquella importante pelcula necesitaba a un director de su perfil. Era la primera vez que la UFA lesllamaba para hacer un film a medias, lo que significaba que su nombre comenzaba a sonar en el continente. Necesitaba un hombre con nervios de acero e indiferente a losproblemas de una produccin en el extranjero.

    Tenemos una propuesta para una pelcula anglo-alemana. Quiero que dirija el proyecto. Le asignar un segundo escritor para el guion. Pretendo que semarchen para Alemania lo antes posible dijo Balcon mirando a los ojos a Alfred durante unos segundos. Despus, baj la vista y continu hojeando el guionque tena sobre la mesa. La charla haba terminado.

    Alfred se levant y sin despedirse se dirigi a la otra sala. All la secretaria le entreg una carpeta de papel con todos los detalles y dos billetes de avin a Mnich.El productor haba tenido el detalle de incluir a su novia como ayudante en el proyecto, aunque viajara un da ms tarde. Mientras el joven Hitchcock se diriga conpaso rpido a la City, su mente no dejaba de dar vueltas al viaje y a su primer trabajo como director. An no se crea que eso le estuviese pasando a l.

    Un ao antes haba estado en Mnich, en los estudios de la UFA. All haba trabajado durante poco tiempo como asistente de director y director artstico. Alfredhaba aprendido muchas cosas en su corta estancia en Alemania, aunque el idioma alemn segua resistindosele un poco.

    Una de las cosas que le sorprendi fue lo liberales que eran los alemanes. A veces se trataba directamente de libertinaje, segn sus principios conservadores. Encontra de lo que suceda en Inglaterra, la sociedad se descompona rpidamente. La Repblica de Weimar pareca flotar entre el caos reinante, pero los extremismosreinaban por doquier.

    Al poco de llegar a la ciudad de Mnich, pudo ver cmo el juicio a un golpista austriaco llamado Adolf Hitler pareca alterar la sosegada vida de los bvaros.Aunque ahora, segn tena entendido, las cosas estaban ms estables.

    Los recuerdos de su estancia en Mnich no podan ser mejores. Una ciudad provinciana, pero muy bella y acogedora.

    Su idea sobre los alemanes, enemigos en la Gran Guerra, pareca disipada por la gente amable y servicial que haba conocido en su primer viaje. Aunque laexperiencia ms perturbadora, y que hasta ese momento no haba contado a su novia Alma, era la que tuvo con dos encantadoras jvenes de la UFA. Haba salido conellas una noche y le haban invitado a un night-club, que result ser de homosexuales y lesbianas.

    Tras aquella visita perturbadora, una de las chicas, la hija de un productor muy conocido, le invit a participar en una orga, con ella y una amiga. Aunque Alfred,educado en un estricto catolicismo, haba rechazado la oferta, no haba podido dejar de pensar en ello durante varios das. Sin duda, Alemania parece cambiar a pasosagigantados, pens mientras su avin sobrevolaba Baviera, con sus hermosos prados y bosques alpinos de fondo.

  • 2Londres,abril de 1925

    Fritz Singer se senta profundamente indignado. Sali del despacho del productor a toda prisa y baj de dos en dos las escaleras hasta la puerta de la entrada. Aquelera el barrio ms infecto de Londres, pero a Fritz eso no le supona ningn problema. El comerciante alemn estaba acostumbrado a moverse en los ambientes mssrdidos de Berln, Mnich, Hamburgo y Bremen. Aunque para lo que no estaba preparado era para soportar la impertinente flema inglesa. Hasta el tendero ms paletode Inglaterra se comportaba como un lord cuando tena a un extranjero delante. A pesar de los seis aos transcurridos desde el final de la guerra, los alemanes seguan sinser bienvenidos en Gran Bretaa.

    El alemn cruz la calle adoquinada y repleta de charcos para intentar meterse en el suburbano ,antes de que la intensa lluvia le calase hasta los huesos. Lo ltimoque deseaba era coger una pulmona tan lejos de casa.

    Fritz baj corriendo por la entrada del suburbano, mientras esquivaba a una multitud de obreros que regresaban a sus casas despus de una dura jornada. Eran lascuatro de la tarde. En dos horas las calles de Londres parecan un compelo desierto. All no haba los emocionantes cabarets y musichalls que fascinaban a los inquietosberlineses. Aquella sociedad era lbrega y rancia en comparacin con la pujante Alemania.

    Su pas haba cambiado mucho en los ltimos aos. De la estricta moral prusiana, en muchos sentidos parecida a la victoriana, se haba pasado a unos tiempos demodernidad, en los que todo se transformaba rpidamente. Todo lo que era anterior a la guerra pareca totalmente obsoleto.

    El alemn dej el vagn despus de veinte minutos bajo tierra. Pareca llevar impregnado el hedor de los repugnantes obreros en la piel, una pestilencia que llevabaaos intentando quitarse de encima. Su padre haba sido minero en el Sarre antes de que los franceses lo ocuparan como compensacin de guerra, pero poco a poco habalogrado estudiar y ejercer como profesor en un liceo a las afueras de Berln. Su madre era hija de una familia burguesa, duea de una pequea factora de conservas depimientos. l se senta muy por encima de esa chusma que pareca correr de un lado para el otro, con sus latas del almuerzo, las uas negras y la mirada abobada del queno sabe dirigir su futuro.

    Fritz haba coqueteado durante un tiempo con el comunismo, como la mayora de los jvenes estudiantes de las grandes ciudades, pero no haba tardado mucho endarse cuenta de que la igualdad de Marx siempre se produca por abajo. l crea ms en el esfuerzo y el sacrificio para alcanzar las cosas, sobre todo en ese superhombredescrito por Nietzsche, para l un alemn universal y el hombre ms sabio del siglo XIX.

    Naturalmente, el esfuerzo y el sacrificio nada tenan que ver con la idea moral burguesa. Para Fritz el fin justificaba los medios. El mundo era una gran jaura deperros rabiosos en bsqueda del mejor botn. l se haba prometido a s mismo hacerse rico antes de cumplir los treinta aos y para eso haba que romper algunas reglasy tomar algunos atajos que a los burgueses solan asustarles.

    Cuando sali en mitad de Piccadilly aquello le pareci otra cosa. All haba gente de todo tipo que caminaba con paso rpido, mientras la lluvia opacaba la luz delda hasta convertirlo en el preludio de la oscuridad que se aproximaba. Fritz llam a la puerta del palacio y esper bajo el porche de gigantescas columnas dricas. Le diotiempo a ojear un poco su aspecto en el cristal del ventanal. Vesta un abrigo de pao de corte ingls y un traje de finas rayas diplomticas. Su corbata dorada le daba uncierto aire sofisticado. Si no hubiera sido por el fino bigote rubio y las largas patillas, habra pasado por un gentleman. Los nobles ingleses haban tomado la moda deafeitarse el rostro, algo que les haca parecer an ms cerncalos, con aquella piel rosada y aquellas facciones flcidas.

    La doncella abri la puerta y le dej pasar. No era la primera vez que visitaba el palacio. Aquel lord era uno de sus mejores clientes. Sin duda, la aristocraciasiempre perteneca a la parte ms podrida de la sociedad.

    Fritz sigui a la sirvienta a travs del gran recibidor, forrado de mrmol hasta el techo. Sus pasos retumbaban en la estancia en penumbra. La doncella le hizo pasara la biblioteca y el alemn se puso a curiosear antes de que llegara su anfitrin.

    Le gusta la lectura, Herr Singer? pregunt una voz ronca desde la penumbra de la puerta.

    El alemn reconoci perfectamente al hombre. Su figura comenz a vislumbrarse a medida que se aproximaba a la nica luz que iluminaba la estancia. Fritz no pudoevitar un gesto de repugnancia cuando atisb en parte el rostro del lord. Su cara putrefacta comenzaba a mostrar algunas partes de su mandbula y de su crneo. Nosaba qu enfermedad tena aquel individuo, pero era lo ms repugnante que haba visto nunca.

    El noble se aproxim al alemn. Era completamente consciente de su desagradable aspecto. Le gustaba incomodar a las pocas visitas que reciba. Nadie habracredo que cuarenta aos antes haba sido uno de los galanes ms conocido de la City. Tal vez, de alguna forma, estaba pagando en su vejez tantos excesos de juventud.

    Me ha trado eso? pregunt el noble.

    S, he volado explcitamente de Berln para traerlo minti el alemn.

    Fritz introdujo su mano bajo el abrigo y extrajo una funda de cuero redonda. Alarg el brazo y se la ofreci al noble. Este sonri. Sin embargo, su carne putrefacta,en lugar de moverse hacia los lados, comenz a colgar desde la comisura de los labios. Despus su gesto cambi de repente.

    Es sola una? Tena que traer muchas ms.

    S, no he podido conseguir ms dijo el alemn nervioso.

    Necesito otras lo antes posible. No me queda mucho tiempo. Lo entiende? Esto es lo nico que hace que me sienta vivo dijo el noble mirndole con susgrandes ojos azules.

    Procurar la prxima vez traerle ms, pero no son fciles de conseguir. Este material es muy sensible dijo el alemn.

    Pagar lo que haga falta. Ya conoce mis gustos. No me vale cualquier cosa. Si me engaa, le aseguro que se arrepentir le advirti el noble.

    S, lord

    No pronuncie mi nombre. El dinero est sobre el escritorio. Cuntelo si quiere, pero necesito que regrese antes de una semana, entendido? dijo el noblemuy ofuscado.

    Regresar la semana que viene. Un socio me ha contado que tiene material fresco. Ser extremadamente caro, pero no le defraudar dijo Fritz con unasonrisa siniestra.

    El noble no se molest en contestar. Abraz la funda de cuero redonda y sali del saln despacio, como arrastrndose.

    Fritz tom el abultado sobre y no se molest en contar el dinero. Las libras esterlinas eran muy valiosas en Alemania. Cada viaje le reportaba tantos beneficios quehubiera podido vivir durante seis meses con todo tipo de lujos, aunque Fritz era astuto y saba que la nica manera de generar dinero era invertirlo adecuadamente. Yapodra gastarlo ms adelante. l tambin tena gustos refinados, pero afortunadamente le quedaba ms vida que a aquel viejo decrpito.

  • El alemn olfate la mezcla de perfume y putrefaccin que el noble haba dejado en el ambiente. Despus se dirigi a la entrada. Cuando el aire refrescante de lacalle le roz el rostro, respir hondo y se dirigi a un pub cercano. No era como una de las cerveceras de Berln, pero al menos podra tomar un poco de cerveza antesde dirigirse al aeropuerto y quitarse de la mente y del olfato aquel olor a podrido.

  • 3Mnich, abril de 1925

    La capital de Baviera pareca especialmente inquieta aquella primavera, en contra de lo que Alfred haba imaginado. Los nazis, despus de un periodo de calmaimpuesto por la prisin de Adolf Hitler, comenzaban a pavonearse de nuevo con sus uniformes pardos por las tranquilas y elegantes calles de la ciudad. Aunque Alfrednot un gran cambio en Alemania. Un ao antes la pobreza y la desesperacin se reflejaba en los rostros de una sociedad que haba vivido una terrible posguerra, pero,desde la llegada al poder de Gustav Stresemann, haban cambiado muchas las cosas. Lo primero que haba conseguido el canciller alemn haba sido romper elaislamiento internacional del pas. Tambin haba logrado formar un gobierno de coalicin, dando algo ms de estabilidad a la inestable poltica interior. Desde entonces,el canciller era la diana de todos los insultos de los nacionalsocialistas y de la extrema derecha alemana. Adems, Stresemann haba logrado controlar los conatos derebelin de algunas regiones y limitar el poder de los partidos que tenan grupos paramilitares como los nazis o los comunistas.

    Alfred no entenda muy bien la poltica alemana y tampoco era asunto que le interesase mucho. Mientras paseaba aquel viernes por las calles de Mnich, tena lasensacin de que los alegres bvaros eran las personas ms amables y apacibles de la tierra. Eso s, despus de unas cervezas en las inmensas cerveceras de la ciudad,comenzaban a agitarse como las hojas con un viento huracanado y podan ser peligrosos.

    Hitchcock haba quedado aquella tarde en la cervecera Hofbruhaus, la ms famosa de la ciudad, donde Hitler haba intentado perpetrar su golpe de Estado unosaos antes. Las farolas comenzaban a iluminar las callejuelas medievales de Mnich. El ingls tuvo la sensacin de estar viviendo en un cuento de hadas medieval.

    Miles Mander, el actor principal del rodaje, haba llegado a la ciudad por tren unas horas antes. Se haba comunicado por el telfono del hotel y haba quedado acenar en la cervecera. Alfred recordaba el local como framente bello, pero muy ruidoso. Por la noche, una banda compuesta de hombres vestidos a la tirolesa cantabacanciones populares y recitaba poesas arias. Primero tocaban sus instrumentos de una forma animada y alegre, para pasar a ltimas horas de la noche a sus baladasmelanclicas y tristes.

    Un vigilante del local observ a Alfred en la puerta y le dej pasar. Pareca totalmente inofensivo, con su cara redonda, su pelo peinado para atrs y su expresininocente. El ingls observ el ambiente cargado por el humo del tabaco y mir los frescos del techo. Esto parece un verdadero templo de la cerveza, pens mientrasbuscaba una mesa. Se sorprendi al ver cmo algunas de las camareras vestidas a la manera tradicional cargaban con seis o cuatro jarras de cervezas gigantescas.Mientras, los parroquianos hablaban y discutan en un tono moderado, pero el local estaba tan lleno que el murmullo lo invada todo y produca un ambienteensordecedor.

    Alfred pas delante del espacio dedicado a la orquesta, donde las sillas estaban vacas. An quedaba un rato antes de que comenzara la msica.

    Un camarero le hizo un gesto para que se sentase en uno de los bancos corridos, frente a una mesa de madera llena de parroquianos.

    Espero a un amigo dijo Alfred en alemn al hombre.

    El camarero indic al ingls una mesa ms apartada, en una de las esquinas de la inmensa sala. En ella nicamente haba un hombre delgado, pequeo y encorvadosobre una gran jarra de cerveza.

    Buenas noches dijo el ingls mientras dejaba su abrigo en el respaldo de la silla de madera.

    GuteNacht contest secamente el alemn.

    El camarero acudi a la mesa para tomar el pedido del ingls. Este intent explicar al hombre que prefera esperar a su amigo, pero el camarero no pareca entenderlo que deca. El alemn le dijo algo al camarero y este se retir rpidamente.

    Danke dijo Alfred.

    De nada contest el alemn en un correcto ingls.

    Habla mi idioma? pregunt sorprendido.

    S, claro. Lo estudi. Mi madre era irlandesa contest el hombre.

    Qu interesante! No he conocido a muchos alemanes que hablen mi idioma. En mi anterior viaje apenas pude comunicarme con nadie, hasta que comenc achapurrear algo de alemn. Aunque, como ver, prcticamente lo he olvidado por completo dijo Alfred sonriente.

    El hombre levant por primera vez la cabeza. Un sombrero de ala le ensombreca la mirada, pero en ningn momento hizo ademan de quitrselo, ni de presentarseformalmente. Algo muy extrao para un alemn, que en ocasiones consegua ser ms estirado y convencional que un britnico.

    No es su primer viaje a Alemania? pregunt el hombre con voz ronca.

    No, estuve en Mnich el ao pasado. Una ciudad encantadora. Parece una postal alemana. Todo est en su sitio y la gente es encantadora.

    El alemn hizo una mueca parecida a una sonrisa. Tom la jarra y bebi durante unos segundos. Alfred mir a su espalda, para ver si aparecera a Miles Mander,pero lo nico que vio fue la sala repleta de gente y la banda de msica que comenzaba a sentarse en sus sillas.

    Una joven alemana, con trenzas rubias y unos expresivos ojos verdes, se acerc hasta ellos y ofreci a Alfred una especie de dulce. La rubia se le qued mirandocon el dulce en la mano y l no saba qu hacer.

    Tmelo. Es un pretzel. Le gustar dijo el alemn.

    No s si debera. Los dulces son una de mis debilidades dijo Alfred sonriente. El ingls conoca su tendencia a engordar. Su novia Alma le haba puestouna estricta dieta alimenticia, pero, ahora que su prometida no les estaba observando, se decidi a tomar el dulce en forma de lazo.

    No es empalagoso ni est muy dulce dijo el alemn tomando el otro.

    La camarera rubia se retir. El improvisado compaero de mesa no apart la mirada de ella hasta que se perdi entre el gento.

    A qu se dedica, Herr?

    Alfred Hitchcock. Bueno, no es sencillo responder a esa pregunta. A pesar de ser joven, me he dedicado a muchas cosas en estos aos. He trabajado debotones, ilustrador, montador, director artstico y guionista. Ahora estoy en Alemania para rodar mi primera pelcula como director de cine dijo Alfred conuna mezcla de orgullo y timidez.

    El joven ingls tena 27 aos. Llevaba trabajando desde los diecisis, tras la inesperada muerte de su padre William. Era ahora cuando comenzaba a ver los primerosfrutos por tanto esfuerzo. No haba sido nunca un estudiante brillante, aunque sin duda las cosas habran sido ms fciles para l con una carrera universitaria.

  • Director de cine? Qu interesante! He trabajado durante un tiempo en los estudios de la UFA. Es increble esa ciudad de los sueos dentro de una urbecomo Mnich dijo el alemn a Alfred, al que por primera vez se le vea emocionado hablando de algo.

    S, a m tambin me impresionaron los grandes estudios. No hay nada parecido en Londres. La verdad es que tenemos mucho que aprender de los alemanesy de los norteamericanos.

    A pesar de la situacin de Alemania, la industria del cine ha seguido creciendo. Imagino que la gente necesita olvidar su miserable vida por un momento ydisfrutar con una historia contest el alemn.

    S, el cine terminar por desbancar a la radio muy pronto. Es el poder de la imagen frente a la palabra dijo Alfred entusiasmado.

    No estoy de acuerdo con usted, HerrHitchcock. La palabra hablada es muy poderosa. Si quiere, le puedo invitar a un mitin esta noche para que locompruebe. El acto es privado y a puerta cerrada. Ya sabr que la situacin poltica en Baviera es delicada. Primero los bolcheviques intentaron hacerse con laciudad y, hace un ao y medio, la revolucin nacional del Partido Nacionalsocialista. Desde entonces, las autoridades han puesto muchas restricciones a losmtines pblicos, especialmente a los de Adolf Hitler le explic el hombre.

    Conoce a Adolf Hitler? pregunt sorprendido Alfred. La prensa inglesa sola mofarse de aquel cabo delirante, que intentaba imitar a Benito Mussolini,pero que no dejaba de ser una burda caricatura de l.

    S, hace cuatro aos que milito en NSDAP Los nacionalsocialistas somos la nica esperanza para Alemania, qu digo, para el mundo entero dijo elalemn.

    Alfred mir de nuevo a su espalda. l era profundamente apoltico, peroaquel tipo de conversaciones le incomodaban. Miles Mander pareca retrasarse, aunque nole extraaba. Los actores solan ser personas bohemias, que difcilmente se adaptaban a horarios o normas convencionales.

    No piense que soy un fantico. Simplemente me considero un patriota. Mi pas est destrozado. Hemos perdido la mayor parte de nuestro territorio amanos de esos sucios polacos o de esos degenerados franceses. Nuestra economa est destrozada. Esta democracia de pantomima lo nico que hace es darlealas a los partidos de izquierdas. La Unin Sovitica quiere extender sus tentculos por Europa y nosotros somos su prximo objetivo. Quin va a detenerlessino nosotros? pregunt el alemn.

    Naturalmente, Alfred no se iba a poner a discutir de poltica en una cervecera. l prefera locales ms tranquilos y no rodeado de una multitud que comenzaba acantar y gritar.

    Creo que me voy a marchar. Mi amigo no llega y tengo hambre. Ha sido un placer conocerle,Herr dijo Alfred ponindose en pie y extendiendo lamano.

    No dejar que se marche solo. Le llevar a cenar a otro sitio. Los bvaros somos muy ruidosos cuando tomamos algo de cerveza dijo el alemn mientrasse pona en pie.

    No hace falta. Pedir algo en mi hotel. No se moleste contest Alfred. Prefera comer un sndwich en la habitacin que cenar con un desconocidoobsesionado con la poltica.

    En ese momento el ingls not que una mano le golpeaba levemente en el hombro. Alfred se gir y vio el rostro sonriente de Miles Mander. El ingls tard unossegundos en reconocer al actor. Llevaba un sombrero de fieltro azul, un abrigo claro y una pajarita. Su bigote fino y su frente amplia, con el pelo peinado hacia atrs, ledaban un aspecto de dandi y de seductor, que sola funcionar muy bien en las pelculas de la poca.

    Ya me iba dijo Alfred despus de saludar Miles.

    La noche es joven. Siento el retraso, pero me encontr en el hall del hotel con una joven admiradora y no tuve que atenderla. No saba que mis pelculas erantan conocidas en Alemania. El mundo es un pauelo, querido Alfred. Quin es este caballero? pregunto Miles, mientras observaba curioso al alemn.

    Pues no nos hemos presentado formalmente dijo el alemn. Despus aadi. Mi nombre es MaudSchwarzschild.

    Encantado. Soy Miles Mander dijo el actor dndole la mano.

    Miles era un tipo desenfadado. En otra poca habra sido un aventurero, pero el mundo a principios del siglo XX pareca mucho ms pequeo que cien aos antes.Tras la Gran Guerra, los pases europeos se replegaban en s mismos, mientras que algunas colonias comenzaban a pedir su independencia. Unos aos antes, grandesimperios haban desaparecido; otros estaban abocados a desaparecer en poco tiempo.

    Le deca a su amigo que podramos cenar en una taberna cercana y despus ir a escuchar un mitin. Pero parece que est cansado del viaje intervino elalemn.

    Alfred parece un anciano prematuro. Tenemos que aprovechar estos das en Alemania. Nunca se sabe cundo volveremos a pisar este hermoso pas.Adems he quedado con dos viejas conocidas tuyas: Frieda y Hanna dijo Miles.

    Alfred se sonroj, pero afortunadamente la luz del local lo disimul en parte. Aquellas dos mujeres eran las que le haban invitado a una orga en su primer viaje.Afortunadamente se haba negado a participar; despus de hacer algo as, no habra podido mirar a la cara de su novia Alma. De hecho, a pesar de haberse puesto demoda entre el mundo del cine, ellos seguan sin convivir, al no estar casados.

    Razn de ms para irme al hotel dijo Alfred.

    No te lo permitir dijo Miles tomndole del brazo.

    Los tres hombres salieron del local, que comenzaba a animarse por momentos. Las calles estaban abarrotadas de gente. Nadie pareca tener prisa por irse a dormir.

    Salimos maana por la noche para Gnova dijo Alfred al actor, para intentar quitarle la idea de la cabeza. An estaba buscando la manera de escabullirse.

    El local est en esa esquina dijo el alemn. El mitin comienza dentroo de una hora. Si quieren pueden estar en el hotel antes de las diez de la noche.

    Las diez de la noche? Yo no pienso acostarme hoy. Despus iremos a buscar a nuestras amigas. Creo que el local est por la Odeonsplatz dijo Miles.

    En Mnich todo est muy cerca aadi el alemn con una leve sonrisa.

    Caminaron cinco minutos hasta un edificio de aspecto medieval. La fachada estaba pintada de blanco, pero se vea la estructura de vigas de madera marrones. Laentrada era un pequeo arco de piedra. Despus se bajaban cuatro escalones y en seguida daban con una puerta muy pesada con clavos de hierro. Cuando empujaron elportn, este chirri un poco. Pasaron a un saln alargado, con una barra a la derecha.

    Hola, Derek. He trado a unos amigos ingleses para cenar. Pon codillo, salchichas y cerveza. Tenemos prisa. Hoy hay reunin dijo el alemn.

    Ser ms rpido que una centella contest el mesonero.

    Se sentaron en la mesa ms retirada de la entrada. El local estaba a rebosar. Algunas parejas ocupaban las mesas centrales. Tambin varias familias con nios y

  • abuelos disfrutaban del cercano fin de semana.

    La comida es muy buena y barata, y el trato es muy familiar. Podrn probar los platos tpicos de Baviera dijo el alemn orgulloso.

    Estupendo. Tengo un hambre voraz. Vengo de msterdam y he tenido que tomar dos trenes para llegar a Mnich dijo Miles, mientras se pona unaservilleta en el cuello.

    Por qu no tom un avin? Le da miedo volar? pregunt el alemn.

    Est de broma? Miles fue uno de los mejores aviadores de Royal ArmyService Corps dijo Alfred.

    Increble dijo el alemn.

    S, he tenido una vida intensa contest el actor disimulando algo de modestia.

    La familia de Miles era una de las ms ricas del pas. Su hermano era sir Geoffrey Mander, un noble muy influyente. Miles haba sido educado en las mejoresuniversidades de Inglaterra y Canad.

    Ha vivido en muchas partes? pregunt el alemn,

    He recorrido el planeta. Adems de residir en Canad, he viajado por todo el continente americano. Tambin fui ganadero en Nueva Zelanda con mi toMartin, aunque no estaba hecho para vivir en una granja a cientos de kilmetros de la ciudad ms cercana. Soy un urbanita dijo Miles con una sonrisa.

    Ya les cont que mi madre era irlandesa. Al parecer mis padres se conocieron en una concentracin de jvenes cristianos catlicos en Roma y se casaron alos pocos das. Toda una extravagancia, sobre todo para mi padre, que siempre ha sido un hombre muy convencional. Yo me parezco a l. Lo ms alejado quehe estado de Alemania fue en el frente, cuando estbamos luchando contra Francia dijo el alemn, dndose cuenta enseguida de que la conversacincomenzaba a moverse por derroteros incmodos. Haca apenas seis aos. Los britnicos y los alemanes se haban enfrentado en una guerra y era mejor nohablar del asunto.

    Yo no fui a la guerra, cosa de la que no me arrepiento. Puede que suene como algo extrao en Europa, pero soy esencialmente pacifista. No me he peleadoen mi vida con nadie. No s ni cmo colocarme en posicin de boxeo dijo animado Alfred, que haba comenzado a relajarse e intentaba disfrutar de la velada.

    Cuando la comida lleg a la mesa, durante unos minutos los tres hombres apenas intercambiaron palabras. Estaban realmente hambrientos. El alemn pidi mscerveza.

    Les gusta la comida? pregunt el alemn con una leve sonrisa.

    S, esta exquisita dijo Alfred.

    Muy bueno todo. Le aseguro que la comida no es uno de los puntos fuertes de nuestro pas brome Miles.

    Me alegro mucho. Ser mejor que terminemos cuanto antes. El mitin esta noche es en un local cerca del ro. Ya les expliqu que, en los tiempos que corren,tenemos que ser discretos dijo el alemn.

    Pero est ilegalizado el partido nazi? pregunt Alfred, al que no le haca ni la menor gracia cometer un delito en un pas extranjero.

    No, pero las reuniones tienen que ser pequeas y privadas contest el alemn.

    Me parece muy interesante. Espero entender bien el discurso. Mi alemn es bueno, pero tiene sus limitaciones dijo el actor.

    Adolf Hitler habla un correctsimo alemn. Seguro que entienden hasta la ltima palabra. De todos modos, pueden preguntarme a m, si se pierden en eldiscurso dijo el alemn mientras peda la cuenta.

    Por favor, deje que paguemos nosotros la cuenta intervino Miles.

    Ni hablar! Estn en mi ciudad. Si algn da visito Londres, ya podrn devolverme la invitacin dijo el alemn.

    Salieron del mesn algo aturdidos. Alfred se haba animado a tomar un poco de cerveza y notaba cmo su mente pareca flotar en una especie de neblina. Los otrosdos hombres no estaban mucho ms despejados. Se aproximaron al ro Isar, que despus del deshielo estaba bastante crecido.

    Cruzaron el puente Ludwig y caminaron por la orilla del ro hasta una discreta cervecera en una calle secundaria. No haba gente en los alrededores y nada parecaindicar que all se fuera a celebrar un mitin poltico. El alemn se acerc a dos hombres grandes que haba en la puerta, vestidos de civiles. Les dijo una contrasea y lostres entraron en el local sin ningn problema. Una docena de parroquianos les miraron de arriba abajo, pero no les dijeron nada. El alemn continu caminando hasta elfondo, entr en una especie de patio de vecinos cubierto y despus baj unas escaleras empinadas.

    No haba mucha luz. Alfred intent no caerse de bruces rodando por las escaleras. Cuando llegaron al stano, recorrieron un pasillo largo con cajas de botellas decerveza y barriles podridos. Unas bombillas polvorientas apenas iluminaban el suelo, que ola a cerveza agria y a orn.

    El alemn abri una puerta doble y les invit a entrar. Durante un instante los dos ingleses dudaron. Aquella ratonera pareca de todo menos un local en el que seestuviera celebrando un mitin. A Alfred se le pas por la cabeza que el alemn les haba llevada a una trampa para desplumarlos, aunque lo cierto era que no tenanmucho dinero encima.

    Miles escuch una voz y despus observ una sala poco iluminada y un escenario al fondo. Caminaron entre las sillas colocadas, donde medio centenar depersonas, la mayora hombres jvenes, estaban sentados escuchando atentamente a un hombre grueso con una cicatriz en la cara y un pequeo bigote.

    Los tres hombres se sentaron en una de las primeras filas. Entonces Alfred pudo observar mejor a los oradores. En la plataforma haba un hombre grueso, el queestaba hablando en ese momento. El individuo llevaba un traje barato, que le quedaba pequeo, y sostena un papel en la mano. A su derecha estaba otro orador, unanciano con aire prusiano. Su aspecto era marcial, a pesar de no llevar ningn uniforme. Un paso ms atrs haba un tercer hombre, con el rostro agachado, con unmechn de pelo negro que le velaba en parte la cara. Pareceque est concentrado o rezando, pens Alfred.

    El hombre grueso pronunci el nombre de Adolf Hitler y el ensimismado personaje de detrs levant la cara. Camin torpemente hasta el centro del escenario ymir un buen rato a la audiencia. Se hizo un silencio casi angustioso. Pareca como si la multitud estuviera aguantando la respiracin. Alfred mir el rostro del orador.Sus ojos azules brillaban en la oscuridad como los de un gato. No era un hombre atractivo. Sus rasgos eran vulgares, su talla mediana y su aspecto corriente. Entonces,comenz a hablar.

  • 4Mnich,abril de 1925

    La sala pareca vibrar ante las palabras de aquel hombre de aspecto corriente, ojos brillantesy voz estridente. El pblico no paraba de mover su cabezaafirmativamente, aunque a ratos pareca hipnotizado por el discurso del lder nazi. Alfred Hitchcock no era capaz de comprender todo lo que deca, pero, con laexperiencia que haba adquirido en el cine, saba que aquel tipo saba cmo encandilar a las masas. Su discurso era una mezcla de sentimientos nacionalistas con gravesacusaciones directas a los gobernantes, los partidos democrticos y los judos. Alemania, segn deca Adolf Hitler, necesitaba sacudirse a todos sus enemigos yrecuperar la gloria pasada.

    Miles segua el discurso en silencio. Alfred mir de reojo a su amigo y no pudo evitar imaginar qu pasaba por la mente de aquel aristcrata metido a actor. No erasencillo para un ingls ponerse en el lugar de un alemn. Ellos haban ganado la guerra y se sentan orgullosos de su pas. Para los ingleses el nacionalismo no era tantocuestin de banderas e himnos como de una larga tradicin parlamentaria, combinada con pequeas costumbres como tomar el t o jugar al cricket.

    El alemn, en cambio, estaba extasiado con el discurso de su lder. Aquel hombre gris de aspecto vulgar pareca dar esperanza a una Alemania que pareca endecadencia, aunque Alfred no tena esa impresin. Haba visto una situacin mucho mejor que un ao antes; adems, la casi total desaparicin de los uniformes pardosde los nazis de las calles de las ciudades pareca haber relajado el ambiente y apaciguado la tensin social.

    Hitler incluy un largo silencio en su discurso y despus dijo:

    Camaradas, la pualada por la espalda de los traidores socialdemcratas, de los partidos de izquierdas y de los judos buscaba provocar en nuestra amadaAlemania una revolucin bolchevique; pero la Divina Providencia quiso que los comunistas no pudieran hacerse con el poder directamente. Por eso ahora losjudos y los partidos de izquierdas quieren dominar el espritu alemn por medio de sus proclamas democrticas. La realidad es que cientos de miles dealemanes decentes no tienen empleo; que la mujer alemana se ve obligada a estar fuera del hogar para alimentar las tripas judas del capitalismo; y que llegan anuestro amado pas las degeneradas costumbres francesas y norteamericanas

    Alfred apenas poda digerir toda aquella verborrea populista, pero intent aguantar un poco ms. Salir en mitad de un discurso habra supuesto una afrenta paratodos aquellos fanticos.

    Cuando el lder nazi termin su perorata, el grupo de fanticos se puso en pie y empez a gritar. Los dos ingleses se sentan incmodos, con sus brazos bajados ymirando a todos lados, intentando no cruzar la mirada con la multitud. Afortunadamente la gente comenz a calmarse, Hitler sali caminando por el pasillo centralseguido por los otros dos oradores y la reunin se disolvi con rapidez. Los camaradas le daban la mano mientras l recorra el largo pasillo sonriente, como un nio queacaba de recibir un premio.

    La multitud comenz a salir poco a poco de la sala. Los tres hombres esperaron a que esta estuviera casi vaca. Alfred se tema las preguntas del alemn acerca de lacharla del lder nazi, por eso era mejor que Miles y l se fueran lo antes posible.

    El actor, tal vez para atajar el interrogatorio del nazi, se adelant y dio su opinin:

    Creo que he entendido la mayor parte. Imagino que la situacin que atraviesa Alemania es muy distinta de aquella en la que est Gran Bretaa. Pienso quelas cosas terminarn por estabilizarse.

    El comentario de Miles fue tan templado que el alemn no supo qu decir. nicamente se coloc el sombrero y con su sonrisa incmoda les dijo:

    La noche es joven. Dnde haban quedado con sus amigas? No les importar que un nuevo amigo alemn les acompae? pregunt el hombre.

    Los dos se quedaron mudos unos segundos. Aquel hombre haba sido muy amable con ellos y, aunque se sentan en las antpodas polticas de los nazis, eso noimpeda que le invitaran a una copa antes de irse al hotel a descansar.

    Naturalmente. Le invitaremos en agradecimiento a su hospitalidad dijo Miles, que para esas cosas tena ms don de gentes que Alfred.

    Yo s. Me retiro. Maana nos espera un largo viaje en tren. Gnova est muy lejos y quiero tener la mente despejada. Es la primera pelcula que dirijo ytengo que estar a la altura intervino Alfred.

    Ni hablar. Maana llega el resto del equipo y tu novia. Es tu nica oportunidad para salir y relajarte un poco replic Miles.

    Alfred termin aceptando a regaadientes. Siempre haba odiado su incapacidad para decir que no. Seguramente eran las ltimas secuelas de una infancia difcil yllena de complejos. Poco a poco haba superado muchos traumas, pero senta una necesidad imperiosa de ser aceptado por la gente.

    Pasearon en aquella agradable noche de primavera por las calles de Mnich, que poco a poco comenzaban a vaciarse. La Odeonsplatz no estaba muy lejos. Losedificios iluminados del hermoso ayuntamiento les hicieron sentirse en un lugar mgico.

    Cuando llegaron al local vieron que muchas personas estaban fumando en la puerta. Alfred odiaba las aglomeraciones, pero aquella noche pareca la ms oportunapara estar rodeado de gente.

    El local era amplio, pero estaba en penumbra. Luces de colores brillaban por todos lados mientras los tres hombres buscaban a las chicas. Al final, Miles vio aFrieda y Hanna sentadas en una mesa baja redonda.

    Alfred reconoci enseguida a Frieda, la hija de un importante productor de la UFA. Era una joven muy bella, pero de aspecto inquietante. Mirada dulce, caraaniada, pero siempre provocativa e irnica. Sus grandes ojos marrones y su pelo negro parecan algo extico en Alemania. El tipo de mujer fatal que les gustaba a todoslos hombres, pero que a l le atemorizaba especialmente. Su amiga Hanna pareca su anttesis. Pelo rubio pero muy corto, ojos azul intenso y piel muy blanca. Vestacomo un hombre y pareca ms el novio de Frieda que su amiga del alma.

    Alfred! grit Frieda. El ingls quiso que la tierra se lo tragase en ese mismo momento.

    Seorita Frieda, es un placer verle de nuevo.

    Djate de formalidades. Creo que has visto ms de m que la institutriz que me baaba todos los das dijo la joven guindole un ojo.

    Alfred se puso totalmente rojo, lo que pareci gustar ms a Frieda. Hanna se levant y le plant dos besos al ingls en las mejillas y el ltimo en los labios.

    Veo que tiene mucho xito con las mujeres dijo el alemn al odo de Alfred.

    Una orquesta tocaba msica a toda volumen, por lo que era difcil entender a la gente, a no ser que fuera a gritos y hablando directamente al odo. Los tres hombresse sentaron y pidieron un poco de whisky escocs. Alfred tom un sorbo y comenz a toser.

    Pareces recin sacado de una familia puritana de Gales le dijo Miles dando un fuerte golpe en la espalda.

  • Todos se rieron mientras seguan bebiendo. Unos minutos ms tarde, las dos chicas se pusieron en pie y comenzaron a bailar sensualmente. Los tres hombres nopodan apartar la mirada de ellas. Hanna abrazaba a Frieda de la cintura y la atraa hacia ella. Despus comenzaba a besarla.

    Guau! Menudo espectculo! exclam el alemn.

    Alfred respir hondo y tom de un trago el vaso con alcohol. Prefera relajarse un poco. Dentro de un par de horas estara tranquilamente durmiendo en la cama desu hotel. El da ya haba sido lo suficientemente agotador como para tener que lidiar de nuevo con su conciencia.

    _______________________

    Al despertar no recordaba nada. Tena un gran dolor de cabeza y la sensacin de que le hubiesen dado una paliza. La luz entraba a raudales por la ventana, casiquemando la estancia con su intensidad. Se incorpor en la cama y vio que estaba desnudo de cintura para arriba, aunque an llevaba puesto el pantaln del da anterior.nicamente tena ese traje y otro en la maleta, as que no poda permitirse estropear ninguno de los dos. Vio su camisa tirada al lado de la cama y la olfate. Ola a unamezcla de perfume barato, tabaco y alcohol. Pens que si Alma llegaba a descubrir dnde haba estado aquella noche le estrangulara.

    Camin aturdido hasta el cuarto de bao con la camisa en la mano. Sin encender la luz, meti la camisa en el lavabo, tomo la pastilla de jabn y comenz a frotar.Estuvo casi diez minutos intentando limpiar la camisa. Despus la sac y la coloc sobre una silla. Se acerc entonces a la mesita para mirar el reloj.

    Cielos! Qu tarde es!Y an tenemos que comprar pelcula antes de salir para Italia se dijo mientras se pona a toda prisa una de las camisas de la maleta.

    Mientras corra por el pasillo del hotel, termin de colocarse la chaqueta y anudarse la corbata. Baj una planta andando y llam a la puerta de Miles, pero nadie lerespondi. Insisti de nuevo, hasta que simplemente movi el pomo y la puerta cedi sin esfuerzo. Entr despacio, algo avergonzado por meterse a hurtadillas en lahabitacin de uno de los actores de la pelcula; pero Miles tena que ayudarle a comprar los rollos de pelcula. Eran las once de la maana de un sbado. Esa tarde salanpara Italia. Posiblemente las tiendas cerraran a las doce y ya no podran hacerse con ellas hasta el lunes.

    Miles, tenemos que irnos dijo Alfred al entrar en la habitacin. Las cortinas estaban echadas y apenas se intua el cuerpo del hombre sobre la cama.

    Hitchcock aferr las cortinas y tir de ellas con fuerza. La luz penetr con toda la intensidad del medioda e ilumin la cama. Alfred mir horrorizado el colchnempapado de sangre y, en el centro, el cuerpo de Miles.

    Miles, te encuentra bien? pregunt agachndose y sacudiendo el hombro del actor.

    No hubo respuesta. El cuerpo pareca totalmente inerte. A Alfred le invadi una mezcla de sentimientos encontrados: por un lado, pens que era una pena no teneruna cmara para poder grabar aquello; sin embargo, por otro,la simple idea le horroriz. Apart la vista y sigui sacudiendo al hombre con ms fuerza. Despus sutemor se convirti en pnico: Miles pareca muerto y l tena las manos empapadas en sangre. Sera el primer sospechoso, y encima en un pas extranjero.

    Qu sucede? pregunt al final el actor movindose un poco.

    Ests bien? Pens que te encontrabas herido.

    Tengo dolor de cabeza y reseca, pero aparte de eso, me encuentro bien dijo el actor frotndose la cara. De pronto, al notar el lquido viscoso que seextenda por su rosto, empez a moverse agitado sobre el colchn.

    De quin es esta sangre, Miles?

    No lo s contest el hombre examinando su cuerpo.

    El actor tena la camisa empapada en sangre, tambin el pantaln y todas las sbanas, pero no pareca estar herido. Despus de examinarse durante un rato mir alAlfred y se encogi los hombres.

    Esta es una de tus bromas? pregunt Miles intentando encontrar una explicacin a todo aquello.

    Me ves con cara de estar bromeando? dijo Alfred totalmente plido.

    Los dos hombres se quedaron en silencio. Estaban intentando hacer memoria y recordar algo de la noche anterior.

    Tengo la mente en blanco. No recuerdo nada de lo que sucedi anoche dijo Miles levantndose de la cama e intentando quitarse la camisa empapada desangre.

    Deja que mire en el bao dijo Alfred. Temblaba de miedo y estaba a punto de sufrir un ataque de pnico, pero de alguna manera se senta responsable delo sucedido. l era el director de la pelcula y ese su primer proyecto de cine. No poda fallar de aquel modo.

    Por un momento se olvid de los rollos de pelcula y de cualquier otra cosa que no fuera solucionar aquella situacin. Abri con decisin la puerta del cuarto debao y respir hondo antes de encender la luz. Cuando mir en el interior vio ms sangre, sobre todo en la baera, pero no haba rastro de ningn cadver. Sali aliviado,aunque tan intrigado como antes. Qu haba sucedido la noche anterior en aquel lugar?

    Viniste con algunas de las chicas alemanas a la habitacin? pregunt Alfred a Miles, que estaba en ese momento quitndose los pantalones.

    Lo ltimo que recuerdo es que salimos todos del local y que cogimos un coche. Creo que el vehculo era de tu amigo alemn.

    No era amigo mo. Lo conoc esa noche, como t contest indignado Alfred.

    Da igual. El caso es que nos fuimos con las chicas y l en el coche, pero no recuerdo nada ms. Suelo beber con asiduidad, pero nunca haba tenido unaresaca tan fuerte. Parece que la cabeza va a estallarme dijo Miles tocndose las sienes.

    Qu le vamos a decir a los gerentes del hotel?

    Nada. En los hoteles pasan este tipo de cosas. Simplemente nos largamos y no volvemos a pisar este lugar en la vida dijo Miles mientras se limpiaba lasangre con un par de toallas blancas.

    Alfred mir la hora y comprob que apenas quedaban veinte minutos para la una de la tarde. Alma llegaba a las cuatro y ellos salan para Italia a las ocho de lanoche. Tena que despejarse la cabeza y actuar cuanto antes.

    Toma tus cosas y llvalas a mi habitacin. Esta es la llave. Yo ir a por los rollos de pelcula. Me esperas all y despus recogemos a Alma. En la estacinde tren estarn el operador y una de las actrices, me has entendido?

    Puedo ir contigo a por los rollos dijo Miles.

    Mejor date una ducha y pide que te suban un caf cargado. Por favor, no te metas en otro lo mientras regreso.

    Vale, Alfred, que pareces mi padre.

    El ingls sali de la habitacin a toda prisa. Esper un par de minutos el ascensor y al final decidi bajar por las escaleras. La tienda estaba a cuatro o cinco

  • manzanas del hotel. Esperaba llegar en diez minutos.

    Alfred camin a paso ligero por las calles de Mnich. La gente andaba tranquilamente por las calles. Era fiesta y la mayora coma un poco ms tarde de lo habitual.El hombre dese con todas sus fuerzas que la tienda no estuviera cerrada.

    En la ltima manzana se puso a correr. Estaban dando la una de la tarde y prefera llegar sudoroso y jadeando antes que ver la puerta de la tienda cerrada. Cuandodobl la esquina, vio que un tendero, vestido con un mandil y unos cubremangas, comenzaba a echar el cierre de la tienda.

    Por favor, espere! grit Alfred desesperado.

    Est cerrado. Venga el lunes a las ocho dijo el empleado con el ceo fruncido.

    No puedo esperar al lunes! Tengo que llevarme doce rollos de pelcula. Alfred no era un hombre que soliera exaltarse mucho, pero en las ltimas horashaba sufrido demasiadas presiones.

    El empleado le observ sorprendido. Era muy poco habitual que un extranjero fuera a la tienda para comprar tantos rollos de pelcula, pero an ms extrao aquelcomportamiento.

    En este pas tenemos normas, horarios y formas de hacer las cosas

    Alfred sac de su cartera un pequeo taco de libras esterlinas. El marco alemn, aunque algo ms recuperado, todava era una moneda muy dbil. Los alemanesbuscaban dlares, francos o libras, para que la inflacin no se comiese sus pequeos ahorros.

    Le pagar en libras el doble de su verdadero precio.

    Est bien, pero tendremos que hacerlo muy rpido. Mi familia me espera en un restaurante para comer. Es el cumpleaos de mi suegro.

    El dependiente subi la persiana metlica y los dos hombres entraron en la tienda. Alfred tuvo que tener cuidado para no tropezar en la oscuridad. El olor familiar aceluloide le hizo relajarse en parte. Al final todo aquel embrollo de la sangre se resolvera. Seguramente era una broma de mal gusto de aquel nazi alemn tan peculiar.

    Alfred pag los rollos y tom las cuatro bolsas con las manos. Pesaban mucho, pero el hotel estaba a la vuelta de la esquina. Por la tarde estara el operador y unade las actrices, que podran ayudarles a llevar todo el equipaje.

    Las calles de Mnich estaban menos pobladas que media hora antes. Es un da perfecto de primavera, ideal para ir con Alma a tomar un picnic, pens mientras elsol le acariciaba la cara. Cuando terminara su primera pelcula, se tomaran unos das de vacaciones en el sur de Inglaterra. Los dos ltimos aos haban sido muyestresantes. Era difcil hacerse un hueco en cualquier profesin, pero el cine tena el aadido de la falta de recursos y las prisas. l era un hombre meticuloso. En muchossentidos se vea como un artesano medieval, componiendo piezas con esmero y tesn. Sus ilustraciones eran muy buenas y haba disfrutado como director de fotografa.Durante aquel tiempo haba observado cmo los directores hacan su trabajo. Crea que poda rodar perfectamente una pelcula, pero el problema era el bajopresupuesto, los escasos recursos y las prisas.

    Cuando lleg a la entrada del hotel tena toda la camisa sudada. Era la segunda que ensuciaba en menos de veinticuatro horas. Alma le echara una buena bronca. Lasmujeres siempre daban importancia a ese tipo de cosas.

    Para l su prometida era una de las mejores cosas que le haba pasado en toda su vida. Siempre haba sido demasiado tmido para relacionarse con mujeres,posiblemente por su educacin catlica. Alma le haba devuelto la confianza en s mismo y la ilusin por vivir.

    Al entrar en el hall del hotel uno de los botones corri ayudarle. Subieron por el ascensor principal hasta su habitacin. Alfred llam a la puerta y Miles abri unossegundos despus. Estaba plido y ojeroso, pero sobre todo tena una expresin de desasosiego que le hizo recordar enseguida que an tenan un problema muy graveque resolver.

    Gracias dijo Alfred dndole la propina al botones.

    Has tardado mucho se quej Miles.

    Maldita sea! Cometes una estupidez, casi me da un ataque cardiaco al ver toda esa sangre y corro a por los rollos, antes de que cierre la tienda y me dicesque he tardado mucho!

    Tenemos que irnos del hotel dijo Miles inquieto.

    Alma no llega hasta dentro de dos horas. Dnde quieres que esperemos?

    En la calle, en un restaurante, en el aeropuerto, pero no aqu, con mi cama cubierta de sangre en la planta de abajo dijo Miles. Despus cogi un cigarrilloy lo encendi con las manos temblorosas.

    Alfred nunca haba visto tan nervioso a su amigo, que pareca a punto de explotar. Necesitaba tranquilizarle de alguna manera, pero no saba cmo hacerlo.

    No vern nada. Pusiste el cartel de No molestar? pregunt Alfred.

    No, no se me ocurridijo Miles nervioso.

    Pero es increble! Se puede saber qu tienes en la cabeza?

    Alfred sali de la habitacin corriendo. Cruz a toda velocidad el pasillo y baj las escaleras de dos en dos. Cuando lleg a la planta inferior, camin a toda prisahasta la habitacin del actor. Un carro de la limpieza estaba aparcado justo en la entrada de la habitacin de su amigo. Alfred not que el corazn comenz a latirle a milpor hora. Se lanz a correr y lleg a la puerta justo cuando la doncella estaba metiendo la llave en la cerradura.

    Perdone dijo Alfred en su mal alemn.

    Qu le sucede, seor? pregunt la mujer. Su pelo canoso recogido en un moo le daba el aspecto de una institutriz venida a menos.

    Mi amigo no se encuentra muy bien y me pidi que nadie le molestase. Es un poco despistado y se olvid de poner el cartel en la puerta.

    Seor, debo hacer la habitacin. Tengo en misrdenes que el husped tiene que dejar la habitacin libre a las 12 horas y ya son las 14 horas dijo la mujercon sus pequeos ojos azules.

    No se preocupe. Lo arreglaremos con el hotel. Tiene sbanas limpias?Mi pobre amigo ha estado tan enfermo que ha vomitado y lo ha puesto todoperdido. Yo mismo le ayudar a que se cambie y deje la habitacin lo ms recogida posible dijo Alfred con el rostro empapado en sudor y la boca seca.

    La mujer le mir de reojo. Despus tom del carro un juego de sabanas y toallas, las coloc en las manos de Alfred y con tono disgustado le dijo:

    Al fondo del pasillo hay una ventanita. Puede poner la ropa sucia all dijo la mujer de la limpieza. Despus agarr su carrito y se alej lentamente.

    Alfred respir hondo mientras continuaba con las sbanas blancas y las toallas en las manos. Entr en la habitacin y con la mayor agilidad posible quit la ropa decama yle dio la vuelta al colchn. Despus, limpio el bao y el suelo de la habitacin. Quince minutos ms tarde todo pareca estar en prefecto orden. Enroll las

  • sabanas y toallas sucias, sali al pasillo y las introdujo por la ventanita.

    Al llegar de nuevo a su habitacin se sinti exhausto. Eran las tres de la tarde, no haban desayunado ni comido nada, tampoco haba dormido bien y senta lacabeza muy pesada. Miles estaba dormido sobre su cama medio deshecha. Pareca ms sosegado y con mejor color de cara. Pens que era mejor que no le despertara. Leescribi una nota en la que le pona la hora y el andn en el que sala el tren a Gnova. Despus baj a la recepcin, pag las habitaciones por una noche ms y encargque llevaran todo el equipaje al tren antes de que saliera a las ocho.

    Alfred se mont en un taxi en la entrada del hotel y se relaj por primera vez en aquella tumultuosa maana. El cielo comenz a encapotarse mientras el vehculorecorra las amplias avenidas de Mnich. Si de una cosa estaba seguro era de que no olvidara aquel viaje a Alemania. En menos de veinticuatro horas le haban sucedidoms cosas que en toda su vida. Cerr los ojos, mientras el coche pareca mecerle en el asiento de atrs. Despus pens que tena que recordar lo que haba visto ysentido. Aquel era material de primera clase para una pelcula de misterio.

  • 5Mnich, abril de 1925

    No era normal aquel comportamiento. Su hija estaba pasando lo que l llamaba una etapa desenfrenada, pero saba que pasados un par de aos volvera a sentar lacabeza. El pas atravesaba un periodo de efervescencia despus de la terrible guerra y de posguerra. Pareca que todo el mundo se haba propuesto ser feliz, aunqueaquella felicidad no estuviera apenas barnizada de un poco de alegra superficial y un consumismo exacerbado.

    Adler haba servido como oficial en el ejrcito del Kiser y como buen alemn haba trado del frente una pierna inutilizada, cinco medallas y la sensacin de que lehaban traicionado. Su familia, de origen judo, llevaba casi quinientos aos en el pas, aunque hasta haca apenas una generacin no se haba convertido al cristianismo.Su padre, Klaus se haba hecho un respetable funcionario luterano y l, despus de terminar sus estudios en la Universidad de Berln, se haba trasladado a Mnich paradirigir una empresa de galletas. Pero haba tenido que ir a la guerra, ver cmo la destruccin del pas y la hiperinflacinconsuma rpidamente su dinero y tuvo queempezar de cero en la industria del cine. Unos aos antes haba creado una pequea productora que se dedicaba a grabar anuncios. Todo el mundo le acusaba de estarcompletamente loco, pero en tres aos se haba convertido en un hombre rico y comenzaba a producir pelculas para el circuito alemn.

    Su mujer Sara haba muerto al dar a luz a su hija Frieda. l no se haba vuelto a casa, aunque tampoco haba sido un padre ejemplar. Algunas de las actrices sehaban convertido en sus amantes y eso era algo que su hija no estaba dispuesta a perdonarle.

    Adler se pase inquieto por el despacho sopesando las opciones. Poda llamar a la polica, aunque aquello no hara sino empeorar la situacin. An no habanpasado cuarenta y ocho horas, el tiempo mnimo para iniciar una bsqueda. Su hija era mayor de edad y hasta l mismo dudaba si realmente le haba sucedido algo. Almenos saba que aquella noche haba quedado con su amiga Hanna para ver a Alfred Hitchcock y a un actor britnico que estaban en el pas para realizar unacoproduccin con los estudios de la UFA.

    Al final el hombre levant el telfono y llam a Kiefer, un detective privado que le haba ayudado a resolver varios asuntos en el pasado. Esper a que la operadorale diera lnea y despus carraspe antes de ponerse a hablar.

    Kiefer? Soy Alder Rubinstein.

    Es un placer hablar con usted, seor dijo el detective.

    Tengo un caso importante para usted. Mi hija Frieda no ha venido a dormir esta noche. Puede que se trate de una chiquillada, pero estoy muy preocupado.S que estuvo en un garito del centro de la ciudad con un ingls llamado Alfred Hitchcock. El hombre ha venido a rodar una pelcula en Alemania. Imagino quese hospedaba en algn hotel del centro. No le ser difcil dar con l. Mi hija tambin sali con su amiga HannaWaas. No he hablado con sus padres, peroimagino que estn juntas. Nunca se separan. Espero que pueda decirme algo antes de que termine el da dijo Alder, intentando disimular su angustia.

    Seor, encontrar a su hija lo antes posible. Djelo en mis manos contest Kiefer.

    Gracias.

    Una sensacin de angustia invadi al hombre cuando colg el telfono. Le vino a su mente el sabor dulzn de la sangre de todas las batallas que haba tenido quesoportar durante la guerra. Toda esa muerte y esa destruccin pareca lejana, aunque apenas haban pasado siete aos. Todos se haban acostumbrado a dar la espalda alhorror y al sufrimiento, pero estos se negaban a abandonarlos. Cientos de miles de personas continuaban sin trabajo, mucha gente no tena un techo en el que cobijarseni un trozo de pan que llevarse a la boca. l era un privilegiado, pero ahora la muerte pareca de nuevo sacudir su vida. Pens que, si le haba pasado algo a su hija, nosera capaz de soportarlo. Dejara este mundo con la sensacin de que nada mereca la pena, consciente de que todo era un teatro absurdo en el que l era una pieza mssin importancia.

  • 6Mnich, abril de 1925

    Keifer apenas tuvo que hacer un par de llamadas para descubrir que el tal Alfred Hitchcock y otro ingls, Miles Mander, estaban alojados en un hotel discretocerca del ayuntamiento. El detective tom su gabardina y baj las escaleras de madera desgastada del edificio de oficinas hasta la puerta del edificio. Estaba a poco msde dos manzanas del hotel. Eran las cuatro de la tarde y tema que los dos ingleses ya hubieran abandonado las habitaciones.

    Las calles comenzaban a animarse un poco a aquellas horas. Todava anocheca pronto en primavera. Los muniqueses eran muy aficionados a pasar el mayortiempo posible en la calle.

    Keifer tena un aspecto bastante comn: pelo rubio, ojos verdes y piel plida algo pecosa. No era grueso ni delgado, tampoco demasiado alto. Aquel aspecto vulgarera una ventaja para su profesin. Cuando lleg a la puerta del hotel se dirigi directamente a la recepcin. Afortunadamente, en el turno de tarde estaba uno de losrecepcionistas que ms conoca.

    Es un gusto verle por esta casa, HerrKeifer dijo el recepcionista. Saba que la visita del detective siempre supona una buena propina. En los tiempos quecorran, hasta el ltimo marco era necesario.

    Estoy buscando a dos ingleses alojados aqu. Un tal Alfred Hitchcock y otro llamado Miles Mander dijo el detective sin andarse con rodeos. Cadaminuto contaba.

    Salan hoy para Italia, creo que a la ciudad de Gnova. El seor Hitchcockcogi un taxi para el aeropuerto hace unos instantes, pero el seor Mandercontina en su habitacin dijo el recepcionista sonriente.

    Cules son sus habitaciones? pregunt Keifer, despus de poner un billete sobre el mostrador.

    La habitacin del seor Miles Mander es las 203 y la del seor Alfred Hitchcock es la 306 dijo el recepcionista guardndose el dinero.

    Sabe si anoche vinieron los caballeros con alguna compaa? pregunt de nuevo el detective.

    Yo no estaba de guardia, pero creo que s quin puede ayudarnos dijo el recepcionista tomando el telfono.

    Esperaron unos segundos y, tras unas breves palabras, el recepcionista colg. El detective le mir impaciente, pero el recepcionista se limit a mirarle fijamente. Eldetective dej otro billete en el mostrador. El hombre lo cogi rpidamente y se lo guard en el bolsillo.

    Llegaron muy tarde, algo bebidos y acompaados por dos seoritas alemanas dijo el recepcionista.

    Cmo eran?

    Una tena el pelo rubio y la otra lo tena castao oscuro. Parecan tambin algo embriagadas y eran muy guapas.

    Gracias.

    El detective subi por las escaleras hasta la segunda planta. Despus, con su llave maestra abri la puerta de la habitacin de Miles. Entr con sigilo, pero lo nicoque vio fue la cama hecha y todo ordenado. No haba rastro del ingls por ninguna parte.

    Maldita sea!

    Keifer subi a toda prisa las escaleras y se dirigi hasta la otra habitacin. Realiz la misma operacin y con paso sigiloso entr en el cuarto. Tena las cortinasechadas y estaba en penumbra, pero enseguida percibi el inconfundible olor de un hombre adulto: una mezcla de sudor y testosterona. Uno de los ingleses todavaestaba all.

    El detective sac una pequea Mauser, no quera sorpresas. Prendi la luz y se acerc a la cama. Un hombre medio aturdido comenz a moverse entre las sbanas.Cuando se gir vio su rostro plido y su pequeo bigote.

    Es usted el seor Hitchcock? pregunt con tono firme.

    El hombre se le qued mirando, con los ojos rojos y medio adormilado.

    Qu demonios pasa? Es una broma? pregunt antes de ver el arma.

    Tengo cara de bromear? pregunt el alemn con gesto hosco.

    El ingls se incorpor rpidamente en la cama y se qued mirando el arma fijamente. Comenz a sudar y su corazn se aceler. Pareca que se le iba salir por laboca. Miles saba que aquel tipo estaba all por la sangre. l no recordaba casi nada de la noche anterior, aunque tena la sospecha de que no haban llegado solos al hotel,que las chicas y el alemn les haban acompaado. Aquella sangre deba pertenecer a algunos de ellos. Pero a quin? Y lo peor de todo, por qu haba hecho alguienalgo as?

    Es usted Alfred Hitchcock? pregunt de nuevo el detective.

    No, seor dijo Miles, intentando dilatar la respuesta. No quera contarle a aquel tipo quin era. Tena pinta de gnster o de detective privado, no parecaun polica. Su plan era ganar algo de tiempo y pensar una manera de escapar.

    Entonces, usted es Miles Mander?

    Bueno, no entiendo lo que quiere. Por qu ha entrado en esta habitacin y me ha amenazado con una pistola? pregunt Miles, intentando recobrar laserenidad. Su vida haba sido un cmulo de situaciones difciles y se haba visto en peores momentos que ese.

    El detective se sent en una silla. El interrogatorio iba para largo. Aquel tipo no era un simple actor, pareca muy seguro de s mismo. Seguramente haba servido enel Ejrcito. Toda su generacin era de tipos duros curtidos en la batalla.

    No juegue conmigo, seor Mander. Sabe perfectamente porqu estoy aqu. Estoy buscando a dos seoritas que estuvieron anoche con ustedes. La seoritaFrieda Rubinstein y su amiga HannaWaas. Llevan casi veinticuatro horas desaparecidas.

    Miles not que un escalofri le recorra la espalda. Aquello significaba que las dos chicas estaban muertas y l pareca el nico sospechoso.

    Es cierto que estuvimos con ellas anoche. Tomamos algo y despus se fueron con un alemn, una persona que conocimos anoche en una cervecera dijoMiles procurando mantener la calma. Pens que un poco de verdad, con algunas mentiras, contentaran al hombre.

    Con un alemn? Cmo se llamaba? pregunt Keifer.

  • El detective poda adivinar cuando alguien estaba mintindole, poda decirse que tena un don para esas cosas. Durante su periodo de servicio militar habatrabajado en el contraespionaje. All haba aprendido muchas tcnicas de interrogatorio y casi poda saber si alguien menta o no por el tono de su voz. Aquel tipo decala verdad, aunque no toda la verdad.

    A qu hora se separaron de ellas? pregunt el detective.

    Las tres o las cuatro de la madrugada, hoy tenamos que madrugar.

    Dnde se separaron y cmo se llamaba ese individuo?

    Cerca del ayuntamiento, el hombre se llamaba MaudSchwarzschild. Por lo menos eso fue lo que nos dijo. Comimos con l un mesn y despus nos llev aun mitin de Adolf Hitler en una cervecera al otro lado del ro. Pareca conocer a todo el mundo. Despus fuimos a ver a nuestras amigas y l nos acompa.Bailamos y tomamos unas copas, a las tres y media de la madrugada salimos y a las cuatro nos despedimos en la plaza del ayuntamiento dijo Miles.

    En la Marienplatz dijo el alemn.

    S, en la Marienplatz afirm Miles.

    Por qu unas amigas suyas se iban a ir con perfecto desconocido? pregunt el detective.

    Nosotros no queramos seguir la fiesta y l s, me imagino que las chicas iban algo bebidas y no dieron importancia a ese detalle.

    El detective se acarici su pronunciado mentn algo rasposo por la barba de dos das. Despus se puso en pie y agarr de la pechara al hombre apuntndole con lapistola debajo de la barbilla.

    Piensa que soy estpido? Eso es lo que creen los ingleses de los alemanes? Puede que nos ganaran en una guerra tramposa y sucia, pero no somos unospalurdos a los que es fcil engaar. Me ha mentido, seor Mander. Le voy a dar la ltima oportunidad, si me cuenta toda la verdad, puede que no le pegue untiro en la cabeza. Me ha entendido? dijo el detective con una voz tan amenazante que hasta Miles, curtido en mil batallas, tuvo que tragarse la saliva variasveces, para evitar ahogarse. Notaba el fro can de la pistola en el cuello. Y, con ese simple gesto, supo que aquel tipo iba en serio. Un tiro desde ese nguloera mortal.

    Lo nico que s es que bebimos mucho y que esta maana me encontr en mi cama, solo y con un fuerte dolor de cabeza. No recuerdo nada ms dijoMiles, intentado parecer convincente.

    Y si yo le digo que el recepcionista les vio entrar a las cuatro de la madrugada a usted y su amigo con dos jvenes, que responden exactamente a ladescripcin de Frieda y Hanna?

    Miles mir fijamente al detective. Aquello despert sus ms temidas sospechas. Las dos chicas haban estado con l en el hotel. No era capaz de recordarlo, peroeso le implicaba directamente. No importaba que no nadie encontrara sus cuerpos, los restos de sangre en las sbanas podran ser suficiente prueba para enviarle alpatbulo. Adems, nada le gustara a un pueblo derrotado, que ver a uno de sus enemigos colgado en mitad de la hermosa plaza del ayuntamiento. Aquel pensamiento lehizo sentir un escalofro. Respir hondo e intent pensar en la manera de escapar y buscar a Alfred antes de que ese tipo lo encontrara.

  • 7Mnich, abril de 1925

    Alma Reville observ detenidamente la pista desde la escalerilla del avin. No se fiaba mucho de Alfred; su prometido era el despiste personificado. Cuando viocmo una figura algo gruesa corra hacia el aparato, supo que se trataba de l. Se haban conocido en el primer rodaje de Alfred como realizador. Desde el primermomento le haba enamorado el humor socarrn de su prometido y su modesta inteligencia. Ella tena la sensacin de que Alfred siempre se estaba ocultando detrs demuchas mscaras, como si le costase ser natural. Alma pensaba que su prometido siempre quera contentar a todo el mundo, algo que, adems de imposible, eraagotador.

    Descendi por la escalinata y el aire templado de Baviera le reconcili con el mundo. En Londres haba estado haciendo un tiemplo de mil diablos y el vuelo habasido incmodo y turbulento. Cuando sus pies se posaron sobre el asfalto, respir hondo. No estaba acostumbrada a viajar en avin, sino que prefera el barco, aunquereconoca que no era una mujer muy aventurera y le gustaba la rutina. Llevaba unos aos como montadora de cine, pero nunca haba pensado que terminara casada conun director, con lo que eso supona de viajes y una vida nmada a la que no estaba acostumbrada.

    Alma no se sorprendi cuando Alfred le cont que Balcon le haba ofrecido rodar su primera pelcula. Su prometido era un hombre con mucho talento. Estaba muycontenta de que por fin la vida comenzara a darles un respiro a los dos. Se conocan desde haca ms de cinco aos, pero las apreturas econmicas haban impedido quese casaran. Ahora que su prometido era director, Alma esperaba que antes de un ao se pudiera celebrar la boda. La joven saba lo que eso supona: tendra que renunciaral protestantismo y hacerse catlica; pero ella nunca haba sido una mujer especialmente religiosa.

    Ese da llevaba dos pesadas maletas en las manos. Alfred le haba pedido que le trajera algo de material. Haca tiempo que ella se haba convertido en la chica de losrecados, siempre a su sombra. No le importaba aquel papel secundario, pues conoca a su prometido y saba que l necesitaba mucho ms los halagos de la gente queella. Era consciente, de algn modo, que, si no sostena a aquel grandulln, este se perdera en un mundo que no terminaba ni de entender ni de dominar.

    Alfred Hitchcock vio a Alma mientras corra hacia el avin. El hecho de contemplarla le relaj por completo. Las ltimas horas haban sido un infierno y, aunqueno pensaba contarle lo ocurrido, su simple presencia le produjo una profunda paz interior. Su prometida era el tipo de mujer que nunca perda los estribos, se ponanerviosa o se senta perdida.

    Querida, te he echado mucho de menos dijo Alfred cogiendo las maletas.

    Los dos jvenes no eran muy efusivos y mucho menos en pblico. La clase pequeoburguesa a la que pertenecan estaba muy preocupada por las apariencias. Aveces se sentan encorsetados por las miles de normas no escritas que deban cumplir. El ambiente de los rodajes y entre los actores era muy distinto. Aquellas eranpersonas de diferentes pases y procedencias que no parecan atados a ningn convencionalismo social.

    He tenido un viaje terrible mientras t disfrutabas de la noche de Mnich. Seguro que Miles te sac a cenar y despus a beber dijo Alma, como si pudieraleer la mente Alfred.

    Bueno, claro que cenamos, pero nos fuimos pronto a la cama dijo el hombre intentando parecer convincente.

    Por favor Tienes ojeras, los ojos rojos, ests sin afeitar, con la camisa sucia y el rostro desencajado. Qu bebiste para tener tanta resaca? preguntAlma arrugando la frente.

    La pregunta era lo que Alfred llamaba una pregunta trampa. Si responda que no haba tomado nada, ella continuara con el interrogatorio hasta que confesase todala verdad; pero si responda que efectivamente haba salido con Miles esa noche, su prometida se enfadara y el interrogatorio continuara hasta que le explicase el ltimodetalle. Aunque aquella vez era la peor de todas. Cmo iba a explicar a su prometida que haban pasado la noche con dos chicas de cascos flojos y que Miles se habadespertado encharcado en sangre? Opt por callar.

    Alma frunci el ceo al ver la actitud de Alfred, pero no quiso por el momento continuar con sus indagaciones. Esa misma tarde tena que salir para Cherburgo,para recoger a Virginia Valli, la actriz principal que llegaba en barco. Despus tena que llevarla a Pars, con el fin de que eligiera vestuario. Unos das despus se reuniracon el resto del equipo en Como, en el lago situado junto al hotel Villa dEste.

    Siento lo de tu viaje dijo al final Alfred, intentando romper el hielo.

    Es una gran oportunidad para ti, por eso tenemos que esforzarnos al mximo. Esto es solo el principio dijo Alma, cogindoseal brazo de su prometido.Ya se le haba pasado algo el mareo y el mal humor. Quera disfrutar de aquellos das en Alemania, Francia e Italia, pero sobre todo de la primera pelcularodada que iba a rodar su futuro esposo.

    Salieron de la terminal y tomaron un taxi hasta la estacin de tren, donde consignaron dos de las tres maletas. La ms pequea llevaba los objetos personales deAlma y tena que llevrsela a Francia. Despus se dirigieron paseando hasta Marienplatz. Su prometida nunca haba estado en Mnich. Pareca fascinada por lasuntuosidad gtica de los edificios, la simpata de la gente y los peculiares puestos callejeros. Por un momento se sintieron como dos recin casados en su luna de miel.

    Qu bonito es todo! Pareceque nos encontramos en el escenario de una pelcula medieval dijo Alma con una sonrisa.

    La mente de Alfred no dejaba de dar vueltas a lo ocurrido. Qu haba pasado aquella noche? Dnde estaban las dos mujeres? Quin era el misterioso tipo con elque haban estado?

    Cuando el hombre vio al pasar la taberna en la que haban cenado la noche anterior, propuso a su prometida tomar algo ligero. l no haba probado bocado desde lanoche anterior y no saban si podran cenar. Adems, tendra la oportunidad de preguntar al dueo por el alemn con el que haban ido el da anterior.

    Mientras Alma se sentaba en uno de los pequeos taburetes, Alfred se acerc al mostrador y pregunt al dueo.

    Anoche estuvimos cenando aqu con un amigo alemn llamado MaudSchwarzschild. Creo que usted le conoce. l pareci saludarle muy cordialmente.

    La verdad es que por mi taberna pasan cientos de personas todos los das y me saludan como si me conocieran de toda la vida. Es el carcter bvaro. Yosoy del norte.

    No se acuerda de nosotros? ramos tres hombres

    Lo siento contest el dueo encogiendo los hombros.

    Est bien. Pngame una tnica y una cerveza. Tambin algunas salchichas con pan pidi Alfred algo decepcionado.

    Al llegar a la mesa, Alma le pregunt a Alfred si se encontraba bien. l se limit a asentir con la cabeza y dio un gran suspiro. Por un segundo pens que aquellahistoria en la que estaba involucrado era mucho ms interesante que el rodaje de El jardn secreto, la pelcula que haba ido a grabar. El guion era una especie demelodrama en el que se contaba la historia de dos parejas. La protagonista era una corista de Londres y una bailarina de provincias, enamoradas de dos hombres que

  • tienen que ir a las colonias. Una historia de amores cruzados y final melodramtico. Alfred era ms aficionado a las pelculas de misterio que se estaban produciendo enlos Estados Unidos, pero, para ser su primer trabajo, El jardn de la alegra poda ser una gran oportunidad.

    Ests muy misterioso. Imagino que son los nervios de tu primera pelcula, pero no te preocupes. Estoy segura de que lo hars muy bien. En cuanto nosreunamos juntos en Italia, todo ser coser y cantar. Lo nico que te pido es que seas prudente y controles a Miles. Ya sabes que puede ser muy problemticodijo Alma acaricindole la mano.

    Aun les quedaban un poco ms de dos horas para disfrutar juntos. Durante los prximos tres das volveran a separarse. Precisamente Alfred estaba deseando salirde Alemania y poner tierra de por medio. En cuanto cruzaran la frontera, volvera a respirar tranquilo.

  • 8Mnich, abril de 1925

    El primer puetazo casi derrumba a Miles de la silla. Se aferr al asiento e intent poner sus pensamientos en claro. Aquel tipo era duro de verdad y no sera fcildespistarlo, pero an tena una oportunidad. Noto el fuerte dolor en la mandbula y levant las manos para que el hombre se detuviese.

    Por favor,le dir lo que pas.

    Keifer mir al hombre unos instantes. Le costaba creer que un tipo como aquel fuera capaz de rendirse al primer golpe, pero uno nunca llegaba a conocer del todo alser humano.

    Pues ser mejor que cantes.

    Tenemos que bajar a mi habitacin. Esta es la de mi compaero. All hay algo que necesito que vea dijo Miles muy serio.

    El detective no terminaba de creer las palabras del hombre, aunque tampoco perda nada por bajar a la otra habitacin. Le hizo un gesto para que se pusiera en piey le pidi que caminara delante.

    Si intenta huir le disparar. Si me ataca, le matar. No quiero sorpresas le advirti Keifer.

    No se preocupe, no tengo vocacin de hroe dijo Miles con un gesto hosco.

    Salieron al pasillo y Keifer comprob que no haba nadie a ambos lados. Despus se coloc discretamente la gabardina sobre la pistola y los dos hombres sedirigieron hacia las escaleras.

    El ingls pens que aquel era el mejor momento para escapar. Se lanz de espaldas y le propin un cabezazo en plena cara del alemn. El hombre solt el arma y sederrumb de dolor para atrs. Miles aprovech para lanzarse a la carrera escaleras abajo. No par de correr hasta llegar al hall. Despus sali a toda prisa a la calles deMnich. Durante unos segundos pens que todo lo que haba pasado en las ltimas horas era un mal sueo. Lo nico que tena que hacer era llegar a la estacin, tomar eltren hasta Gnova y olvidarse de lo sucedido.

    Pasadas un par de manzanas, Miles mir hacia atrs. No le seguan, haba logrado dar esquinazo al detective. Cuando mir su reloj de pulsera, le sorprendicomprobar que eran las ocho menos cuarto. Apenas tena tiempo para llegar a la estacin. Comenz a correr mientras las farolas iluminaban la noche de Baviera. Misprimeras horas en el Continente han sido un infierno, pens. Aquel viaje solamente poda mejorar en los prximos das.

    Despus de quince minutos corriendo not que el corazn se le sala por la boca. Estaba agotado y an no vea la estacin. No puedo perder ese tren, se dijomientras intentaba ignorar el dolor de las piernas y la falta de aire en sus pulmones. Se prometi aquella noche dejar de fumar para siempre y comenzar a hacer algo msde ejercicio.

    Cuando las luces de la estacin aparecieron en el horizonte, volvi a mirar el reloj, quedaba menos de cinco minutos para que el tren partiese. Dese con todas susfuerzasque la fama de puntualidad que tenan los alemanes fuera un mito. Necesitaba algo ms de seis minutos para llegar al arcn. Despus ya podra descansar.

    Corri por la estacin abarrotada de gente. Era sbado por la noche y pareca que todo el mundo se diriga a alguna parte. Tuvo que esquivar a la multitud. Mir elpanel que anunciaba su tren y corri hacia el arcn. Un poco ms y estara a salvo.

  • 9Mnich, abril de 1925

    La estacin estaba llena de vapores cuando Alfred bes rpidamente en los labios a Alma. Ella sala en otro tren una hora ms tarde y quera aprovechar hasta elltimo momento en compaa de su prometido. Aquellas horas se les haban hecho apenas un suspiro. Alfred estaba demasiado preocupado para disfrutar de ladespedida. A su lado estaba el operador BaronVentimiglia y una de las actrices de reparto, pero ni rastro de Miles.

    No te preocupes, seguro que llega tiempo. Ya sabes que ese dandi es un informal, pero no se atrever a quedarse en tierra mientras el resto de vosotros osmarchis a Italia dijo Alma para tranquilizarle.

    No tena que haberle dejado solo. Estaba muy cansado y prefera que estuviera fresco para maana dijo Alfred, que no poda contarle a su prometida laverdadera razn de su preocupacin.

    Escucharon un fuerte pitido que llamaba a los pasajeros al tren y despus oyeron la voz del jefe de estacin, que peda a los pasajeros que subieran a suscompartimentos.

    Los cuatro se quedaron en el andn. Alfred no se decida a subir sin Miles, aunque todo el equipaje estaba cargado, los hoteles reservados y los permisos degrabacin en exteriores concedidos.

    Ser mejor que subis. Miles tendr que coger el prximo tren para Gnova. Si le veo, le comunicar que le esperaris en la primera ciudad dijo Alma, alver que el actor no acuda.

    Es increble! Mi primer rodaje y pierdo al actor principal dijo Alfred al borde del llanto.

    No es culpa tuya dijo Alma.

    S, es culpa ma. Deba haberle tenido todo el rato a mi lado, y ms en un pas extranjero dijo Alfred frotando nervioso su frente sudorosa.

    Al final el hombre hizo un gesto y sus dos compaeros subieron al tren. l se qued enfrente de la puerta y mir el reloj de nuevo. Quedaba un minuto para lasalida del tren y Miles no estaba ni al final del andn. Tendran que viajar sin l.

    Ten cuidado dijo Alma mientras abrazaba a Alfred.

    Lo tendr. Dentro de unos das nos vemos en Como. Ten paciencia con Virginia Valli: es una de las mejores actrices de la Universal y a veces puede sacarde quicio a cualquiera aadi Alfred.

    No te preocupes, la tendr bien atada contest Alma con una sonrisa.

    Alfred subi al tren y ech un ltimo vistazo al andn. Lo nico que se vea era a una docena de personas que se estaban despidiendo de sus amigos y seresqueridos. Lanz un adis con la mano a su prometida y entr en el vagn.

    Apenas haba comenzado a cerrar la puerta cuando escuch una voz lejana entre los ruidos de la locomotora. El tren comenz a moverse lentamente. Al principiode una manera casi imperceptible, pero ms tarde tomando velocidad mientras el vapor creaba una nube a su alrededor.

    Alfred sac la cabeza del compartimento e intent ver algo entre la humareda. Distingui una figura que se mova a toda velocidad por el andn.

    Miles, monta en el tren! grit Alfred a su amigo.

    El hombre continu corriendo hasta llegar casi a la altura del vagn de sus compaeros, pero el tren iba muy rpido y no lograba alcanzar las manos de Alfred yBaron. El andn estaba a punto de terminarse y Miles decidi jugrsela: peg un gran salto y su pie logr caer sobre el cabestrillo del tren. Su cuerpo intent mantener elequilibrio, pero la inercia del tren le arroj hacia atrs. En ese momento, los dos hombres aferraron sus manos, tiraron de l y le introdujeron en el compartimento.

    Tras cerrar la puerta, Miles se lanz sobre uno de los asientos. Estaba exhausto, pero sonrea, moviendo su fino bigote y con el pelo alborotado por la cabeza.

    Se puede saber qu ha pasado? pregunt Alfred con el ceo fruncido. Aquello le pareca pasarse de la raya.

    Lo siento, pero si les cuento lo que me ha sucedido no se lo creern. Me gustara hablar contigo a solas, Alfred le contest con un gesto.

    Est bien. Iremos al vagn restaurante y tomaremos algunos sndwiches para cenar. Por favor, ustedes no se muevan de aqu advirti a los otros dosmiembros del equipo.

    Mientras los dos ingleses se dirigan traqueteados por el tren hasta el vagn comedor, Alfred pens en los pocos re