el avaro mercader

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El avaro mercader Había una vez que se era, un viejo mercader al que los años habían vuelto tan y tan avaro que en lugar de comprarle un buen pienso al asno que utilizaba para acarrear sus productos, le ponía por encima una piel de león, para que asustara a la gente y pudiera alimentarse gratuitamente en los cultivos de la zona. Hartos de esta situación, los campesinos se armaron de valor y con sus instrumentos de trabajo quisieron ahuyentar de una vez por todas al león. Cuando el pobre burro vio a toda la gente dirigirse hacia el lugar en el que se encontraba comiendo, rebuzno con tal fuerza que todo el mundo se quedó parado por unos instantes. - ¡Es un burro!- gritaron todos. - Hay que ver lo tontos que hemos sido- dijeron los campesinos- al dejarnos llevar por la primera impresión y no comprobar si se trataba de un león de verdad. Vayamos tras él, para descubrir quien ha sido el causante de nuestros males. Tras largo rato persiguiendo al asno sin descanso, llegaron al fin a la morada del mercader. Cuando el tacaño comerciante salió de casa para ver que era todo ese estruendo, los campesinos le dieron una paliza tan grande, que jamás volvió a dejar a su animal pastar en un lugar que no le pertenecía. FIN

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  • El avaro mercader

    Haba una vez que se era, un viejo mercader al que los aos haban

    vuelto tan y tan avaro que en lugar de comprarle un buen pienso al

    asno que utilizaba para acarrear sus productos, le pona por encima

    una piel de len, para que asustara a la gente y pudiera alimentarse

    gratuitamente en los cultivos de la zona.

    Hartos de esta situacin, los campesinos se armaron de valor y con

    sus instrumentos de trabajo quisieron ahuyentar de una vez por todas

    al len.

    Cuando el pobre burro vio a toda la gente dirigirse hacia el lugar en

    el que se encontraba comiendo, rebuzno con tal fuerza que todo el

    mundo se qued parado por unos instantes.

    - Es un burro!- gritaron todos.

    - Hay que ver lo tontos que hemos sido- dijeron los campesinos- al

    dejarnos llevar por la primera impresin y no comprobar si se trataba

    de un len de verdad. Vayamos tras l, para descubrir quien ha sido

    el causante de nuestros males.

    Tras largo rato persiguiendo al asno sin descanso, llegaron al fin a la

    morada del mercader. Cuando el tacao comerciante sali de casa

    para ver que era todo ese estruendo, los campesinos le dieron una

    paliza tan grande, que jams volvi a dejar a su animal pastar en un

    lugar que no le perteneca.

    FIN