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Una segunda oportunidad para el PRI l Verde que te quiero verde Peña Nieto, el voto real y su legitimidad l La invisible fragilidad de la democracia estadunidense l Rostros de la literatura Homenaje a Salvador Camelo l Colaboraciones de Martha Chapa, Roberto Bañuelas, Marco Aurelio Carballo, Hugo L. del Río
el Búho. Órgano de difusiÓn de la “fundaciÓn rené avilés fabila, a.c.”, revista mensual, Julio 2012editora responsable: ma. del rosario casco montoya l certificado de reserva de derechos al uso exclusivo 04-2008-112519134400-102 l número de certificado de licitud de título y de contenido: 15298 l domicilio de la publicaciÓn: yácatas 242, narvarte, c.p.03020, delegaciÓn benito Juárez, teléfono y fax: 56 39 59 10. cel. 04455-20959228 l www.revistaelbuho.com l impresiÓn y acabado:
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Rruizte (Rafael Ruiz)
De pequeño, el niño Rruizte se diver-tía rayando todo lo que estuviera al alcance de sus manitas: cuadernos, libros, paredes, etcétera.Hizo sus estudios en varias escue-las y por fin, en 1958, ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de México, de la que salió cargado de conocimientos en 1962. También en 1958 se integró a un estudio donde se hacían películas de dibujos animados y se la pasó dibujando para el cine hasta 1998, ¡40 años, ni más ni menos!Empezó a realizar caricatura políti-ca en medios impresos en 1963 en dos revistas: Sucesos para todos y en la revista Caballero que lo ponía muy triste y deprimido al mirar las fotografías de unas mujeres tan pobres, ¡tan pobres! que no tenían ropa que ponerse y, aún así ¡son-reían! Era la versión mexicana de la revista Playboy.Actualmente publica sus trabajos en el periódico Metro, en la revista Siempre! Y además imparte un taller de caricatura en la escuela de perio-dismo “Carlos Septién García”. El humor único de Rruizte, incon-tenible, venció la barrera del papel para invadir, sin piedad alguna para los funcionarios públicos, el univer-so del radio y la televisión, donde colabora constantemente con sus dibujos y su crítica implacable.
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ContenidoEditorial
La muerte callada de un gran poeta El Búho l 4
De nuestra portadaAcuerdo Acta César H. Espinosa V. l 6Una segunda oportunidad: Pedro Joaquín Coldwell Agustín Ambriz l 10Verde que te quiero Verde Carlos Flores Marini l 13Amor y otros suicidios, de Ana Clavel: un paraíso infernal Jorge Luis Herrera l 15Peña Nieto, el voto real y su legitimidad Jorge Bravol 18
ConfabularioTextos escoceses Roberto Bravo l 22Poemas Alicia Caballero l 23El curandero Francisco Javier Arroyo l 25Nuevos brevicuentos Roberto Bañuelas l 37Cuentos en Totonaca y Español Manuel Espinosa Sainos l 41La agonía de los alumbramientos Raúl Hernández Viveros l 44Perro sarnoso quiere querer con perrita finolis Hugo L. del Río l 47Poema Ana Laura Medellín l48Poemas Benjamín Torres Uballe l50
Letras, libros y revistasPremio Literario Casa de las Américas 2013 l51A solas con papel y pluma Perla Schwartz l 53Por las rutas de Ulises Roberto López Moreno l 54Los recuerdos del porvenir de Elena Garro Elsa Cano l 57La biblioteca de David recomienda... David Figueroa l 59De la gran familia Azuela Martha Chapa l 60
ApantalladosLa invisible fragilidad de la democracia estadunidense Alonso Ruiz Belmont l62Sicariato teatral Francisco Turón l67Rostros de la literatura Mario Saavedra l71
Arca de NoéImpacto de las encuestas en el resultado electoral Jorge Mancillas l73Turbocrónicas Marco Aurelio Carballo l 77Los trancos de Bracho Carlos Bracho l 80
Para la memoria histórica(archivo coleccionable)Poemas de Salvador Camelo l Páginas centrales
editorial
... La muerte callada de un gran poeta
� El Búho
Salvador Camelo alardeó su sentido de amistad. Era real. Quería a sus amigos, buscaba nuevos. Escribía sus delicados e ingeniosos poemas. Ponía algo suyo en cada verso. Amaba la ciudad, la recorría a pie y se detenía para saludar a conocidos y admi-radores, aquellos que habían leído sus libros o poemas aislados en pági-nas de revistas y suplementos. No parecía interesarse en la notoriedad, prefería una gozosa conversación y una copa, o muchas. Su amistad con Dionicio Morales, Alfredo Cardona Chacón, René Avilés Fabila, venía de muy lejos, de la juventud. Pero Salvador Camelo no era un hombre que se detuviera en una o dos perso-nas. Gozaba conociendo a muchas más. Platicaba con meseros, con can-tineros, con simples paseantes. De pronto se le podía ver en la Alameda, muy elegante de blanco, platican-do afablemente con un desconoci-do como si fueran amigos de años. Era, habrá que aceptarlo, un hombre de cierta extravagancia.
Mauricio Vega
Luis Garzón
Editorial �
La obra poética de Salvador Camelo no fue abundante. Escribía poemas cuando le venía en gana o cuando tenía necesidad de decir algo muy preciso. Jamás sus amigos lo vieron rabioso, solía ser gentil, simpático, hacía gala de su buen sentido del humor. Políticamente era un hombre de izquierda y tenía un enorme cariño por el Instituto Politécnico Nacional, donde trabajó años hasta obtener su jubilación.
En el fondo no era tan sociable como a simple vista parecía. Le gus-taba la soledad, la dis-frutaba, pero de pronto corría estupendas juer-gas. Murió en un hotel modesto. Las autoridades recogieron el cadáver en espera de que su fami-lia lo buscara. Amigos de su rumbo dieron con el cuerpo y le avisaron a sus más cercanos colegas y a la revista donde solía edi-tar sus poemas: El Búho.
Sus amigos más cer-canos buscan la forma de hacerle un homenaje muy de su agrado, con poesía y alcohol. Su pér-dida es atroz, su partida desconcertante. Había sabido mantener total dis-creción sobre sus males,
sobre un corazón fatigado. Nos deja un hermoso legado de poemas y el recuerdo entre quienes lo trataron de cerca de su original sentido del humor, sus estrepitosas carcajadas y su enorme cariño y respeto por sus amigos, en su mayoría escrito-res. Lo recordaremos con admira-ción, respeto y amor.
El Búho
� El Búho
de nuestra portada
César H. Espinosa V.
Las leyes SOPA y PIPA en Estados Unidos, y el acuerdo
ACTA con Japón, reinauguran una nueva etapa de la
“Guerra Fría” que abarcó la segunda mitad del siglo
XX. La “política del secreto” que caracterizó a ese episodio se
inició con la creación de la National Security Agency (NSA),
en 1952, cuando la Guerra Fría llegaba a un primer momento
álgido con las persecuciones anticomunistas de MacCarthy y
la ejecución del matrimonio Rosenberg en EUA.
El acto culminante de esta política del secreto tendría
lugar el 2 de abril de 1982, cuando el presidente Reagan publi-
có el decreto del poder ejecutivo (nº 12356) “que confiere a los
servicios de seguridad… el poder sin precedentes de mantener
en secreto las informaciones sobre la tecnología, incluso, si
fuera necesario, ciertos resultados de la investigación cientí-
fica fundamental”.
El régimen belicista norteamericano eliminó de un plu-
mazo la libertad de expresión con motivo de la Guerra del
Golfo (1992), la llamada “Tormenta del desierto” del primer
George Bush, y lo mismo haría durante las invasiones a Irak y
Afganistán tras el 11 de septiembre de 2001, en la “guerra pre-
ventiva” contra todo el mundo. La autocensura de los medios
y el espionaje doméstico fueron implantados por la Ley Patriota
(Patriot Law) en ese mismo periodo, además de admitir a la tor-
tura como sistema “legal-militar” de obtención de información.
En México: ¿Otra “Ley Televisa”? La Reforma ACTA
del IMPI y la “Ley Döring”
No vaya tan lejos: la Ley Döring, una propuesta hecha por
el senador Federico Döring Casar del Partido Acción Nacional
(PAN), es similar a la polémica Ley SOPA que proponen los
republicanos en Estados Unidos, y a la Ley Sinde, española,
que ya fue aprobada. Se trata de una reforma de la Ley Federal
de Derechos de Autor que busca reglamentar la difusión en
internet de obras registradas.
¿Otra “Ley Televisa”? Igualita, en su tratamiento legis-
lativo. El pasado 14 de diciembre de 2011, el Senado de la
República aprobó reformas a la ley de derechos de autor que
coinciden con la iniciativa de ley que pretende regular las cues-
tiones de piratería ocasionadas por las avanzadas opciones
que se pueden lograr por los medios digitales.
En un comunicado, el Instituto Mexicano de Protección
Industrial (IMPI) expone que las reformas se dan en segui-
miento de las negociaciones del Acuerdo Comercial Anti-
Falsificación (ACTA, por sus siglas en inglés), y que éste recoge
las preocupaciones de los usuarios de servicios de comunica-
ción electrónica y demás actores, tales como acceso a la infor-
mación y a la cultura, la libertad de expresión, la privacidad de
datos y el derecho de debido proceso.
La reforma, aprobada en paquete, porque no hubo mucha
discusión y pasó casi desapercibida, fue seguida al día siguien-
te por la propuesta del senador Federico Döring, e incluso han
llegado a confundirse aunque son dos proyectos diferentes que
tienen un mismo fin.
Supuestamente, la primera reforma aprobada protege los
derechos de autor que ya tienen registro y de los que en teoría
tienen derechos reservados. La controversia radica en que la
aplicación de esta reforma, que al parecer no fue pensada en
sus alcances, conlleva por sí misma una violación a las garan-
de nuestra portada �
tías individuales de audiencia y seguridad jurídica que estipula
nuestra Carta Magna. Las adiciones o reformas a la ley, cuan-
do están mal hechas, se prestan para ser aplicadas de mala
manera, y en este caso hasta se pueden manejar como parte
de la censura a los medios de comunicación con el pretexto de
defender los derechos de autor.
Bastaría una nota de un visitador de que no quiso ser reci-
bido en algún lugar, para que posteriormente se le notifique
el proceso judicial a la persona a quien se quiera afectar; ésta
sólo se daría cuenta cuando ya se le haya notificado la sanción
respectiva, la cual es demasiado grande. La multa prescrita
va desde 5 mil hasta 40 mil días de salario mínimo, es decir,
de 311,650.00 pesos la mínima hasta 2,493,200.00 pesos la
máxima. Se pretende volverla intimidatoria, pero que al mismo
tiempo puede generar más corrupción porque seguramente se
buscará pagar las súper gravosas multas con “una mordida”.
La iniciativa de la ley presentada por el senador Döring,
llamada también “Ley Döring” y aprobada por el Senado el
15 de diciembre, plantea reglamentar las descargas de conte-
nido que se hagan en el internet para “proteger la propiedad
intelectual”; pretende también bloquear los sitios donde se
comparten archivos, aunque sean gratuitos,
conocidos como P2P.
Esto obedece a que, en su opinión, el
compartir archivos sin afán de lucro merma
la cantidad de ganancias que recibiría
el artista o autor, y por ende el Estado reci-
be menos dinero por los impuestos. Como
queda patente, la visión está basada desde
un sólo ángulo, ya que también este tipo
de intercambio de archivos da a conocer al
artista y obtiene una difusión inesperada.
Tras una larga exposición de motivos,
la propuesta es la de controlar los sitios
web, controlar la información, las imágenes,
bloquear o cerrar los sitios que les parezcan
no convenientes y, en términos generales,
coartar la libertad de expresión y de comu-
nicación entre las personas, por lo cual se
asemeja a las leyes SOPA y PIPA.
Bajo el nuevo esquema legal, el IMPI tendría el poder de
iniciar una investigación de oficio, sin la petición de ningún
afectado. Es decir, sin importar que alguien se lo haya pedido
o no, el IMPI podrá iniciar una investigación sobre cualquier
usuario de Internet.
Una vez que el IMPI tenga a un infractor en indaga-
ción, podría pedir el IP del usuario a la empresa que sea su
proveedor de internet, sin ningún tipo de orden judicial de por
medio. El IP es la etiqueta numérica que identifica, de manera
lógica y jerárquica, a un interfaz, elemento de comunicación/
conexión de un dispositivo dentro de una red que utilice el
“Internet Protocol”.
El supuesto infractor tiene sólo tres días después de
recibir la notificación de que es un infractor para defenderse
y declarar que es el dueño de los derechos de autor. De otro
modo, el IMPI dictará la sentencia. Para que esto ocurra sería
necesario un sistema de vigilancia de la actividad de los usua-
rios en internet, algo que viola la privacidad (según algunos
expertos en redes).
Esto se realizaría mediante una tecnología llamada “deep-
packet inspection”, que consiste en una vigilancia del tráfico
Alberto Calzada
� El Búho
que viene y va en internet, y que también hace posible la redi-
rección, minado de datos y censura del mismo. Una tecnología
que usan los gobiernos de China, Irán y Cuba para tener en
vigilancia a los internautas.
Expertos de firmas de análisis de mercados, de la acade-
mia, derecho informático, derechos de autor y un represen-
tante del Poder Legislativo, en primera instancia desaprue-
ban el espíritu de ACTA y la propuesta del senador Federico
Döring, así como las iniciativas del Senado (PIPA) y la Cámara
de Representantes (SOPA) en Estados Unidos, pero afirman
que aún deben ser discutidas propuestas similares para que
todas las partes lleguen a un acuerdo.
¿Ha dicho la UNAM una sola palabra a propósito de las
leyes dirigidas a censurar el internet y anular las nuevas liber-
tades de expresión que han surgido en los últimos 15 años?
Tenemos noticias de que el Instituto Federal Electoral (IFE) y
la UNAM firmaron un convenio para que 200 estudiantes de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales realicen el monitoreo
de noticiarios en radio y televisión durante las precampañas y
la campaña electoral. (Milenio, 16-12-2011). Qué bien, la “torre
de marfil” toma cartas dentro de la realidad política del país.
Pero, hasta ahora, la institución no ha dicho esta boca es
mía en relación con las medidas destinadas a suprimir la libre
circulación de opiniones y el libre intercambio de ideas en la
red de redes y la supercarretera de la información. Como son
las iniciativas de leyes SOPA y PIPA en EUA, y la “Ley Döring”
y la suscripción del Acuerdo ACTA por el gobierno mexicano,
mediante la aprobación del Senado. ¿Por qué este pecado
de omisión?
Aquí, en los tiempos políticos la censura hace mutis
Aunque sólo aquí, porque el presidente Barack Obama
firmó, en Japón, junto con numerosos países de la Unión
Europea, el acuerdo ACTA. Éste considera imponer sanciones
absurdamente desproporcionadas a los “culpables” y permite
a los gobiernos entrometerse y desmantelar las redes digitales,
presuntamente para combatir la piratería según los dicta-
dos de las poderosas industrias cinematográfica y disquera.
Aunque ya hay parlamentos que están rechazando este sistema
orwelliano.
Apenas este 31 de enero, el columnista Jorge Monroy, del
diario El Economista, informaba que la llamada Ley Döring no
encontró el apoyo de las bancadas del PRI y PRD, por lo que
ese tema no estará dentro de las prioridades de la Cámara Alta
para el periodo febrero-abril. Quedará en el congelador, por lo
menos hasta septiembre próximo, la discusión de la iniciativa
que presentó el 15 de diciembre el senador panista Federico
Döring Casar, así como también cualquier legislación similar
para regular los contenidos de Internet.
Y luego de seis meses de que varios senadores instaron al
presidente Felipe Calderón a no suscribir el Acuerdo Comercial
Antifalsificación, manifestaron que no ha habido ninguna res-
puesta del gobierno, según informó Víctor Ballinas, del perió-
dico La Jornada, el viernes 20 de enero.
Los legisladores advirtieron que se vulnerarían las garan-
tías individuales contenidas en la Constitución y el principio
de presunción de inocencia que debe estar presente en todo
nuestro sistema jurídico.
El grupo plural resaltó que “la ambigüedad de algunas dis-
Ernesto Saemisch
de nuestra portada �
posiciones del proyecto de Acuerdo Comercial Antifalsificación
resultaría contraria a la seguridad y certeza jurídica de los
habitantes del país, y su implementación podría resultar
en una limitación a la universalización deseable del acceso
a Internet en la sociedad mexicana, ampliando así la ‘brecha
digital’ y (obstruyendo) la posibilidad de que el país se inserte
en la denominada ‘sociedad del conocimiento’”.
Por su parte, el magistrado Roberto Martínez Espinosa,
presidente de la Sala Regional del Distrito Federal, del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), declaró
que legislar Twitter y Facebook para las próximas elecciones
sería restringir el derecho de los ciudadanos a expresarse con
libertad (Excélsior, 11 de enero).
Las Leyes Duarte y Peña Nieto, ¿de la periferia
al centro?
El alcalde de Querétaro, el panista Francisco Domínguez
Servién, solicitó que de cara a los procesos electorales de 2012
los diputados locales aprobaran una legislación para regular
las redes sociales.
Afirmó que al conocer la identidad de los tuiteros se
podrían fincar responsabilidades, en caso de incurrirse en difa-
mación (Milenio, 2011-11-11). Agregó que así se podría evitar,
salomónicamente, la guerra sucia en contra de autoridades y
actores políticos. Sin embargo, el congreso queretano desmin-
tió la existencia de cualquier iniciativa al respecto.
No así en el estado de Veracruz, donde el Congreso estatal
aprobó una reforma al Código Penal que tipifica como delito la
perturbación del orden público, propuesta por el gobernador
Javier Duarte de Ochoa. Léase el viejo “delito de disolución
social”, abrogado a resultas del movimiento estudiantil de
1968. La iniciativa tuvo 33 votos a favor (del PRI) y 14 en contra
(del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano).
Presuntamente, dijeron, esa medida podría “atenuar” los
cargos que pesaban sobre los tuiteros María de la Luz Bravo
Pagola y Gilberto Martínez Vera, acusados de terrorismo y
sabotaje por difundir en redes sociales presuntos ataques
del crimen, lo que generó pánico en el puerto.
El 18 de octubre de 2011, la Comisión Nacional de
Derechos Humanos advirtió que la reforma al artículo 373
del Código Penal de Veracruz es contraria a la libertad de
expresión que consagra la Constitución Mexicana, además
de establecer una pena que resulta genérica y arbitraria contra
los ciudadanos de Veracruz.
A unas horas de que se venciera el término legal, la CNDH
interpuso una acción de inconstitucionalidad contra la refor-
ma a las leyes de Veracruz que crean el mencionado delito de
“perturbación del orden público”, orientado a castigar con
cárcel a los usuarios de redes sociales que difundieran “infor-
mación falsa” de balaceras y otros hechos de violencia en
esa entidad.
Otro hito relevante dentro de esta campaña u ofensiva
contra el internet y las nuevas libertades de expresión, tuvo
lugar en el Estado de México. A inicios de septiembre del
pasado año, los diputados federales del PRI anunciaron que
presentarían una iniciativa, que bautizaron como “Ley Peña
Nieto”, para castigar con cárcel el mal uso de las redes sociales
que pudiera generar terror entre la población y denostar a los
políticos en campaña con información falsa.
Con el hashtag #LeyPeñaNieto, la presión de miles de
usuarios de Twitter logró frenar la intención del diputado
federal David Sánchez Guevara de presentar esa reforma.
Como se ve, la dupla PRI-PAN tiene preparada toda la artille-
ría legalista –como ya hicieron con las leyes antiaborto– para
lanzar su ofensiva contra la libertad de expresión, de comuni-
cación e intercambio de ideas, de investigación, una vez que
hayan pasado los tiempos políticos de las elecciones federales
y estatales.
Sólo queda analizar y poner en práctica todas las formas
de resistencia civil y social contra los proyectos anti-internet en
todo el mundo, y especialmente en nuestro país. La pelota está
en el aire, y organizaciones clasistas como el STUNAM y la UNT
deben asumir como suya esta tarea de reivindicación de dere-
chos de los ciudadanos y los trabajadores. Y la propia UNAM,
como modelo de la inteligencia y el entendimiento científico
en México, también debe asumir su papel para rechazar esas
intentonas cuando aún es tiempo, no cuando haya que sacar al
niño ahogado del pozo del autoritarismo redivivo.
Publicado en el periódico Unión, nº 964 del 8 de febrero de 2012
y nº 965, del 15 de febrero de 2012
10 El Búho
agustín ambriz
El presidente nacional del PRI dice que el regreso a Los Pinos traerá consigo
una nueva correlación de fuerzas con los estados de la república, con el fin de
acabar con el verticalismo y autoritarismo de gobernadores
El confeti, la champaña y las serpentinas tuvieron que
esperar en la sede nacional del PRI, a donde se ha
tomado con mucha cautela el adelantado triunfo de
Enrique Peña Nieto reconocido tanto por el presidente Felipe
Calderón Hinojosa como por el árbitro electoral del país,
Leonardo Valdés Zurita.
Desde este emblemático edificio de las históricas glorias
del otrora “partido hegemónico”, a unas horas de conocerse
el fallo final del proceso electoral, el líder de los priístas Pedro
Joaquín Coldwell admite que todavía no es tiempo de cantar
victoria ni de echar las campanas al vuelo.
--¿Pero si ya prácticamente es un hecho, no? Ya hay reco-
nocimiento oficial de los principales actores del país--, se le
inquiere en entrevista.
--No, no, no. Tenemos que ser un partido responsa-
ble, esperaremos que las autoridades competentes nos den
oficialmente el triunfo y la constancia que así lo respalde.
La elección fue impugnada y habrá que esperar que siga sus
cauces legales.
“Ahorita estamos inmersos en la tarea de la calificación
de la elección presidencial. Hay todo un proceso, se tienen
que recontar los votos. Es una tarea muy ardua y deman-
dante. Dejaremos claro que la elección fue limpia y nuestro
triunfo irrefutable”.
Con los resultados oficiales reportados por el Instituto
Federal Electoral (IFE) que dan el triunfo a Enrique Peña Nieto
sobre Andrés Manuel López Obrador, el escenario político del
país pinta como hace 18, 12 y 6 años: una apretada agenda de
reformas estructurales que aguarda en la congeladora legisla-
tiva y que está supeditada a intereses partidistas.
Aunque se confirme su triunfo, el PRI no contará con la
mayoría necesaria en el Congreso de la Unión para hacer solito
las reformas. El nuevo presidente tendrá que buscar nueva-
mente la negociación con las otras fuerzas políticas si en reali-
dad quiere que haya cambios verdaderos para los mexicanos.
--¿Repetiremos un gobierno de presidente débil y par-
lamento fuerte? ¿Habrá entendimiento?--, se le pregunta a
Joaquín Coldwell.
--México lleva con gobiernos divididos ya, desde 1997,
entendiendo por tales aquellos donde el partido del presiden-
te no tiene mayoría en el Congreso. Pero en la democracia,
cuando la mayoría de la alternativa no te la dan los electores,
entonces tienes que construirla con base en acuerdos políticos
con las distintas fuerzas representativas en el Congreso.
--¿Ahora que será gobierno, no teme el PRI un bloqueo del
PAN en aquellas reformas que no fueron correspondidas con el
voto durante el gobierno de Felipe Calderón?
--Fueron muchas las reformas importantes del presidente
Calderón que el PRI apoyó, como la reforma de pensión del
ISSSTE, la de seguridad pública y justicia penal. No podemos
anticipar lo que hará una fuerza política a partir de diciembre
pero sí sabemos qué haremos nosotros, y desde luego hacer
acuerdos para sacar adelante los cambios que el país requiere.
de nuestra portada 11
En México hay una visión peyorativa de los acuerdos
de las reformas políticas, que son comunes y corrientes
en las democracias maduras, ésa es una forma en que se
hace política.
--¿Hay conciencia de que el país no puede avanzar si no se
logran esos consensos? ¿Cómo le van hacer con las izquierdas
si sigue la inconformidad?
--Yo creo que la sociedad está haciendo un reclamo muy
fuerte a todos los partidos políticos. Están condenando la
parálisis legislativa. En consecuencia, serán los electores quie-
nes valoren quiénes sí contribuyen participando para el país y
quiénes contribuyen a la parálisis.
--¿Le parece que Peña Nieto será un presidente débil?
--No, porque está avalado por una elección democrática.
El hecho de que el PRI no logre mayoría dentro del Congreso
no me parece una debilidad. La legitimidad de él dispone del
mayor número de votos que ningún otro presidente en la his-
toria nacional.
La recomposición de la geografía electoral del país
después del 1 de julio llevó al poder al PRI en estados del
norte cansados del PAN y a la derrota en aquellos conside-
rados como sus bastiones del sureste mexicano, Tabasco
y Quintana Roo.
--¿Qué pasó ahí señor?
--Yo creo que las elecciones expresan la pluralidad de la
sociedad mexicana. Somos un país que no es homogéneo y
la gente usa cada vez más su voto, y de manera diferenciada
muchas veces. Entonces se ve claro que en algunas zonas, el
PRI pierde y en otras zonas recupera una gubernatura que
perdió en 1995. Gana por ejemplo en el municipio de León,
Guanajuato, donde no gobernaba hace 28 años. Entonces es
la expresión de este México democrático.
--¿Se requerirá una estrategia diferente para recuperar los
estados que eran bastión priísta y que pasaron a las fuerzas de
la izquierda, como Tabasco donde hubo carro completo?
--Fue el mismo voto que se vio en Tabasco en el 2006.
Seguramente influyó la oriundez del candidato a la presidencia.
Equilibrios en los estados
Oriundo de Cozumel, Quintana Roo, Joaquín Coldwell
asegura que, de confirmarse el triunfo, el PRI que fue práctica-
mente echado de Los Pinos en el 2000 no será el mismo que 12
años después recupera la Presidencia de la República.
Adolfo Mexiac
12 El Búho
El líder priísta, en cuyo estado perdió Peña Nieto, refiere
que la nueva alternancia de un presidente priísta traerá equi-
librio en aquellos estados priístas donde los gobernadores
siguen siendo autoritarios. Como virreyes, los calificó el pre-
sidente Calderón.
“El PRI ha cambiado mucho. Es un partido que se des-
centralizó en ese proceso. Es ahora un partido mucho más
generalizado, de decisiones no tan verticales, sino que van
generando acuerdos en las distintas corrientes del partido, de
la estructura territorial. Es un PRI que ha aprendido a competir
en democracia”, comenta.
--Ese cambio no se ve todavía en todos los estados gober-
nados por el PRI, abundan los casos de gobernadores autorita-
rios e inexpertos, ¿cómo van a contrarrestar eso ahora con un
presidente de la república priísta?
--Precisamente la existencia de un presidente de la repú-
blica priísta, establecerá una nueva correlación respecto a las
expresiones políticas locales.
--¿Qué tipo de correlación?
--Establecer un mayor balance.
--¿Digamos que se vuelven a centralizar algunas decisiones?
--No, más bien se aspira a nuevos equilibrios y contrape-
sos de poder. Eso es lo que debemos encontrar.
--Con respecto a estas diferencias que hubo en algunos
estados, donde los senadores y diputados del PRI, alcanzaron
más votos que Peña Nieto ¿No se pudo ayudarle a conseguir los
mismos votos que sus compañeros de coalición? ¿Qué pasó ahí?
Por ejemplo, en Quintana Roo, donde el ex gobernador Félix
González Canto le ganó al candidato presidencial.
--Yo no puedo conocer tan pronto las motivaciones de los
votantes de todo el país, eso requiere estudios, la gente hoy en
México vota de manera más diferencial. En Quintana Roo hubo
más voto para los candidatos legisladores que para presidente
y hay otras regiones donde sucedió a la inversa.
--¿Qué sigue? ¿Qué hará el PRI para que el mayor número
de gente crea en él?
--Me parece que la gente ya le dio voto de confianza
al PRI en esta elección y me parece que nos está dando
una segunda oportunidad y tenemos que corresponder con un
gobierno eficaz.
Victoria colectiva
Principal responsable de los resultados electorales de su
partido, Joaquín Coldwell no está de acuerdo con la considera-
ción que algunos han expresado en el sentido de que el virtual
triunfo es una medalla de condecoración más en la trayectoria
del político cozumeleño.
--¿Lo veremos todavía en el CEN del PRI o irá al gabinete?
--He sido electo para terminar un periodo que llega
dentro de 3 años, pero depende de los priístas. Ahora mis 5
sentidos están en la calificación de la elección presidencial,
de diputados, senadores y gobernadores electos en 7 estados
del país.
--Su compañero, el senador Manlio Fabio Beltrones, habla
de la necesidad de los gobiernos compartidos y que el sistema
político mexicano transita del presidencialismo al parlamenta-
rismo ¿Está de acuerdo?
--Yo creo, que eso lo determinará la evolución política
del país y los acuerdos que deben irse construyendo entre las
diferentes fuerzas políticas. En este momento yo no quisiera
anticipar vísperas en ese tema.
--¿Pero hay consciencia de que se tiene que avanzar jun-
tos construyendo una agenda nacional de beneficio general?
-- Sí, la agenda política nacional ya lleva muchos años
construyéndose en las distintas fuerzas políticas y bueno
eso seguirá. Repito, ahora estamos inmersos en la tarea de
la calificación de la elección presidencial, en la integración
de las cámaras y ya vendrá el momento para tomar otro tipo de
decisiones, yo no quisiera anticipar juicios.
--¿De plano el virtual triunfo no representa otra medalla
en su carrera?
--Yo lo veo como una victoria colectiva. A mi me tocó
coordinar a los priistas, mal haría yo en darme este mérito,
aquí está el trabajo de millones de militantes del PRI, desde
los que pegaron propaganda, de los que hicieron activismo, de
los que se presentaron en las casillas, los candidatos, legisla-
dores, los directivos de campaña. Es un logro colectivo.
*Publicado en la revista Luces del Siglo. Cancún, Qna. Roo., a 9
de julio de 2012.
de nuestra portada 13
Carlos FlorEs marini
Para nosotros de chavos, lo verde era la
mota y sólo la consumían los soldados. Lo
recuerdo cuando hice mi servicio militar en
el cuartel de Trasmisiones. Porque yo sí hice servicio
militar. Marchábamos los lunes, no los domingos,
porque éramos del equipo de natación de ahí de
Trasmisiones.
Decían que la mota era consumida por los solda-
dos y cuando llegaban pasados, el lunes, los hacían
marchar y correr con el equipo de combate que era
pesadísimo. Arrojaban todo.
La primera vez que tuve conciencia de los
espacios verdes fue en la escuela. No había una
clase especial, pero Domingo García Ramos nuestro
profesor de: Iniciación al Urbanismo, nos llevó a
Xochimilco para ver las Chinampas y las semente-
ras. Todo era verde precioso. No olía a desagüe y no
estaban invadidas las riberas por cientos de cons-
trucciones irregulares, como hoy día.
Con el fino artista que era Chucho Reyes, autor
de los famosos gallos pintados con gouache en
papel de China, comprendí lo que eran los espacios
verdes un día que Helen Krauze lo invitó a un pro-
grama de televisión en que tratábamos “El Mundo
de la Mujer”. Su concepto del jardín, natural más no
olvidado, me cautivó.
Cuando la arquitectura de Luis Barragán se hizo
famosa todos descubrimos a Ferdinand Bac y sus
jardines de paz y de susurro. Volví a recordar mis
clases con Justino Fernández y el mundo oriental
que nos es tan cercano.
En otro orden de ideas me desazonó ver la sal-
vaje deforestación de la selva lacandona que había
conocido años atrás. Recordé que en sus orígenes
Teotihuacan estaba en un entorno selvático con todo
14 El Búho
un zoológico de flora y fauna. Hoy no hay, ni lo uno
ni lo otro, ni siquiera en La Gruta.
No ha mucho se empezó a hablar del cuidado
de la naturaleza y a interesarse los gobiernos en el
medio ambiente. Aunque no hemos podido proteger
el refugio de las mariposas monarca.
Ahora nuestros gobiernos con cualquier pretexto
se suben al carro de LO VERDE. Aunque sean las poco
afortunadas esculturas VERDES de Av. Chapultepec.
A propósito han visto la cantidad de árboles que el
gobierno de la ciudad ha tirado para hacer el segun-
do piso del periférico. Ahora tenemos cientos de
columnas de concreto en lugar de árboles.
Propugnamos por las azoteas verdes. Acabamos
de ver unas en Puerto Rico preciosas. A espaldas del
museo Carrillo Gil, sobre la calle de Altavista hay un
afortunado muro verde.
Se ha vuelto una moda que esperamos no sea
pasajera. Sin embargo tenemos que pensar en su
mantenimiento. Es caro si queremos conservarla
siempre verde.
Se imaginan los 72 millones de euros que va a
costar recubrir de verde la Torre Eiffel a la que se
piensa vegetarizar con 600.000 plantas como nos lo
informa Le Fígaro. Según la misma nota periodísti-
ca, en un programa de 4 años se espera convertir la
Torre en el árbol más grande del mundo.
Esta evidente exageración que alteraría el sím-
bolo de Paris, me hace pensar que ésta sería una
airosa salida a la desafortunada Estela de Luz, vol-
verla una ESTELA VERDE que se mimetizaría con el
bosque de Chapultepec. Se imaginan mantenida por
goteo en medio de un gran estanque. Saldría mucho
más barato que la iluminación y cuando menos más
novedosa.
Rruizte
de nuestra portada 15
JorgE luis HErrEra**¿Por qué la gente se obstina en deshacer sus sueños en vez de habitarlos?
ANA CLAVEL
Después de poco más de diez años, Ana
Clavel*** volvió a publicar un libro de
cuentos: Amor y otros suicidios, conforma-
do por dieciocho relatos unos inéditos, otros dados a
conocer previamente en revistas, antologías y libros,
escritos durante tres décadas; por ello, Amor y otros
suicidios puede ser visto como un primer libro de
cuentos selectos de Ana Clavel (entre los que desta-
can, para mí, “Ramillete de violetas”, “Altura inade-
cuada”, “Tu boca rojo carmesí”, “Una relación per-
fecta”, “Una advertencia y tres mensajes en el mismo
correo”, “Flor de sangre” y “Su verdadero amor”).
Los relatos de Amor y otros suicidios tienen el
sello característico de la literatura de Ana Clavel, que
se distingue, entre otras cosas, por su originalidad,
frescura, espíritu transgresor y por el frecuente diálo-
go que establece con otros autores; también porque
su prosa es fluida, clara, intensa, y porque posee una
fuerte carga erótica que apela a despertar los sentidos
del lector; vale la pena subrayar que el erotismo es un
elemento esencial en el libro, donde, acorde con una
de las ideas expresadas por la narradora de “Después
del paraíso”, se hace evidente que sólo por medio
del cuerpo, de las sensaciones, es posible conocer y
aprehender el mundo y la “realidad”: “Es que desde el
principio de los tiempos, el placer siempre ha comen-
zado por el tacto. La piel que se incendia y cuyo goce
es el más profundo de los saberes. Un saber que
no nos abandonará jamás”. Por otro lado, en Amor
y otros suicidios Ana Clavel continúa explorando
algunas de sus más reiteradas obsesiones: la fuerza
del deseo, la conformación y disolución de la iden-
tidad, la sexualidad y el amor; asimismo, aunque en
este libro a diferencia de varios de los anteriores no
es tan evidente su diálogo con otros lenguajes artís-
ticos (como con la fotografía en Cuerpo náufrago y la
pintura en El dibujante de sombras), está presente,
y con gran fuerza, su vena visual: los relatos contie-
nen múltiples imágenes… algunas perturbadoras.
El común denominador de los cuentos de Amor
y otros suicidios es que tratan, desde perspectivas
diversas, sobre las relaciones de pareja, el deseo
y algunas visiones en torno al amor. No obstante,
a pesar de lo que quizá podría pensarse, aunque
son relatos de temática esencialmente amorosa, en
general están permeados de cierto pesimismo y des-
encanto, pues por más que los personajes se afanan
por construir sus propios “paraísos”, cuando son
capaces de materializarlos, o creen haberlo hecho,
su gozo se desvanece y la cotidianeidad les recuerda
que están condenados a la insatisfacción y a la soledad.
La interacción de los personajes con sus propios
deseos es lo que los hace singulares; por ello viene
1� El Búho
como anillo al dedo una frase incluida en la novela
Cuerpo náufrago: “[…] la identidad empieza por lo
que deseamos. Secreta, persistente, irrevocablemen-
te. Lo que en realidad nos desea a nosotros”, pues
tanto el anhelo por saciar los deseos como la satis-
facción o insatisfacción producida por los mismos,
determinan las vidas de los personajes y, al final, la
soledad y la insatisfacción se apoderan de ellos, irre-
mediablemente (como si fueran versiones modernas
de Sísifo). En ese sentido, los deseos empujan a los
personajes hacia sus propios abismos, abismos que
a veces son padecidos, aunque en otras ocasiones
son asumidos, explorados y gozados… pues de cual-
quier modo quedarán en evidencia las contradicciones
y los contrastes causados por sus luces y sombras.
Tal como lo sugiere el título del libro, el amor es
mostrado como una forma de suicidio, quizá porque
en los diversos escenarios planteados en los relatos
el amor destruye a los personajes, ya sea porque par-
ticipan en una guerra de poder que los aniquila len-
tamente, o porque van “suicidando” ciertos aspectos
de sí mismos que, según ellos, impiden que el amor
se “concrete”. Al final, el amor se erige como una con-
dena: un paraíso infernal que desnuda la incapacidad
del ser humano para estar solo y su imposibilidad
para conciliar sus deseos con su “realidad”.
Ana Clavel utiliza diversos recursos literarios
que le otorgan mayor profundidad a los cuentos,
que problematizan la relación entre “ficción” y “rea-
lidad”, y que estimulan el cuestionamiento de ideas,
Peter Saxer
de nuestra portada 1�
valores y convencionalismos; por ejemplo, a través
de la creación de atmósferas y situaciones oníricas o
muy imaginativas (como en “Turbias lágrimas de una
simple durmiente” y en “Cuando María mire el mar”),
de los desdoblamientos de los personajes (como
en “Próxima visita a Florencia”, “En un rincón del
infierno”, “Turbias lágrimas de una simple durmien-
te” y “Una advertencia y tres mensajes en el mismo
correo”), de guiños autoficcionales (como en “Su ver-
dadero amor”) y de referencias intertextuales (como
en “Animales que mudan de piel”, “Ramillete de viole-
tas” y “Flor de sangre”). Particularmente atractiva me
resulta la intertextualidad en “Animales que mudan
de piel”, en el que se homenajea a Julio Cortázar y a
su novela Rayuela; en “Ramillete de violetas”, donde
se retoma el diálogo con Felisberto Hernández y sus
célebres hortensias (antes lo hizo en Las Violetas son
flores del deseo); y en “Flor de sangre”, que exige
la atención del lector de manera particular, puesto
que en una primera lectura resulta difícil compren-
derlo a cabalidad: la musicalidad y la cadencia de
las palabras envuelven al lector, como si las palabras
fueran el perfume embriagante de una flor exótica
o la fragancia de una bella mujer… Clarimonda. Sin
embargo, si uno vuelve a aproximarse a él después
de leer “La muerta enamorada” de Théophile Gautier,
el cuento se ilumina, adquiere otras dimensiones y
aumenta la riqueza interpretativa y el disfrute.
A manera de conclusión es posible decir que
Amor y otros suicidios ofrece una visión plural de
variados rostros del amor y de distintas posibilidades
en torno a las relaciones amorosas (heterosexuales,
homosexuales, “incestuosas”, “pedófilas”, “sadoma-
soquistas”, entre otras). También se cuestionan e iro-
nizan algunas de las ideas en torno al amor que han
predominado en occidente; por ejemplo, la noción
de que éste es, por sí mismo, un paraíso; y la idea de
que el amor “verdadero” debe producir sufrimiento.
Por eso, las historias de este libro invitan al lector a
que reflexione e ironice sobre sus propios deseos y
limitaciones, y sobre su forma de vivir y asimilar las
sombras culturales que determinan, ineludiblemente,
sus modos de amar y de convivir con sus pulsiones
y deseos más profundos.
*Clavel, Ana. Amor y otros suicidios. México: Ediciones
B, 2012.
**Jorge Luis Herrera (Ciudad de México, 1978) es
autor de Voces en espiral. Entrevistas con escritores mexi-
canos contemporáneos (Universidad Veracruzana 2009).
Ha colaborado con cuentos, entrevistas, reseñas, ensayos
y/o fotografías en publicaciones como los libros Pasiones
desde ring side. Literatura desde la lucha libre (2011),
Para repasar el círculo. Poesía reunida de Juan Manz
(1996-2007) (2007) y Lo monstruoso es habitar en otro.
Encuentros con Inés Arredondo (2005), así como en el
suplemento cultural El Ángel del periódico Reforma, y en
revistas como Los Universitarios, Tierra adentro, Literal,
Casa del tiempo, Siempre!, La palabra y el hombre, Universo
de El búho, La colmena y Luvina.
***Ana Clavel (Ciudad de México, 1961) es autora
de las novelas Los deseos y su sombra (1999), Cuerpo
náufrago (2005), Las violetas son flores del deseo
(2005) y El dibujante de sombras (2009); del libro de
ensayos A la sombra de los deseos en flor. Ensayos
sobre la fuerza metamórfica del deseo (2008); y de los
libros de cuento Fuera de escena (1984), Amorosos
de atar (1992), Paraísos trémulos (2001) y Amor y otros
suicidios (2012). Ha recibido distintos reconocimientos
como el Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen 1991,
la Medalla de Plata 2004 de la Société Académique Arts-
Sciences-Lettresde Francia y el Premio Juan Rulfo de
Novela Corta 2005.
1� El Búho
JorgE braVo
Como en votaciones anteriores, el PRI volvió
a ganar una elección presidencial de mane-
ra cuestionada, pero en esta ocasión sin el
control pleno de las instituciones y las circunstancias,
en medio de un repudio generalizado (sobre todo en
ambientes urbanos y principalmente entre los jóvenes
universitarios) pero con la posibilidad histórica de
realizar reformas trascendentales.
La primera ocasión fue en 1976, cuando José
López Portillo se alzó con la victoria como candidato
único y obtuvo 91.9 por ciento de los votos. Al año
siguiente impulsó la llamada “reforma política”, la
primera de gran calado en el país que, entre otras
cosas, permitió mayor juego partidista y el acceso a
los medios de comunicación.
Le siguió la elección de 1988, marcada por un
cisma relevante en el PRI, el crecimiento de la izquier-
da liderada por Cuauhtémoc Cárdenas, la “caída del
sistema” y la sombra del fraude electoral, además
de la consolidación de la política económica neolibe-
ral; en esa ocasión Carlos Salinas de Gortari triunfó
con el 50.7 por ciento de los sufragios.
Las elecciones de 1994 fueron igualmente cues-
tionadas, en un contexto de crímenes políticos, la
irrupción del EZLN, el inicio del Tratado de Libre
Comercio, la propaganda del miedo al cambio y
una inequidad en la contienda que fue reconocida
por el propio Ernesto Zedillo, quien ganó con 48.69
por ciento de las preferencias ciudadanas.
Después ocurrió el interregno de la alternancia
panista; Vicente Fox obtuvo 42.52 por ciento de los
votos y su legitimidad nunca se cuestionó, pero con
Felipe Calderón (35.89%), con apenas medio punto
de ventaja sobre su más cercano competidor, ocurrie-
ron impugnaciones y el PRD no reconoció la elección
y la calificó como un fraude.
Dos sexenios de gobiernos frágiles, ocurrentes e
inexpertos ocasionaron el triunfo electoral del PRI en
2012, ahora de la mano de Enrique Peña Nieto, quien
logró aglutinar 38.21 por ciento de los votos. En esta
ocasión el cuestionamiento mostró variables distintas
pero igualmente preocupantes: construcción desde la
pantalla de un candidato y apoyo de las dos televi-
soras privadas al mismo, encuestas sesgadas a favor
de él y acusaciones de financiamiento ilícito, rebase
en los topes de campaña y compra del voto a través
de complejas triangulaciones financieras. Sobre el
tema de las encuestas, el consejero electoral Lorenzo
Córdova se expresó en el sentido de que “las encues-
tas, lejos de ser fuente de certidumbre, hoy fueron
fuente de incertidumbre, y peor todavía: fuente de la
disputa política y jurídica”.
Si no ocurre otra cosa, la elección de 2012 repre-
sentaría el regreso del PRI a Los Pinos y al poder
de nuestra portada 1�
presidencial, pero cabe destacar que sería el triun-
fo priísta con el menor porcentaje de sufragios en
su historia.
Si nos permitimos interpretar los datos y jugar
con los resultados, se puede asegurar que más de
la mitad de los ciudadanos (59.29%) –sin contar a
los abstencionistas– no votó a favor de Peña Nieto,
si para ello sumamos el apoyo que recibieron sus con-
trincantes: Andrés Manuel López Obrador (31.59%),
Josefina Vázquez Mota (25.41%) e incluso Gabriel
Quadri (2.29%). Seguramente habrá quien diga que
el mismo ejercicio de interpretación se puede hacer
con los demás candidatos, pero ése es precisamente
el punto al que quiero llegar más adelante.
Es cierto que en la democracia se gana con votos.
También es verdad que el candidato postulado por
el PRI y el PVEM obtuvo el mayor número de sufra-
gios, pero no se puede asegurar que haya alcanzado
el mayor apoyo ciudadano. Podemos encontrar una
primera y obvia explicación en la competencia políti-
ca y el sistema partidista mexicano que disgrega las
preferencias electorales en tres principales fuerzas
políticas, lo que ocasiona resultados divididos y pos-
turas polarizadas, tanto de los electores como de la
propia clase política.
Sin embargo, no es la primera vez que Enrique
Peña Nieto enfrenta resultados que se prestan a
interpretaciones distintas a las del éxito electoral.
En 2005 triunfó en el Estado de México con el 47.57
por ciento de las preferencias. Pero si sumamos los
votos obtenidos por sus rivales Rubén Mendoza del
PAN (24.73%) y Yeidckol Polevnsky del PRD (24.25%),
resulta que 48.98 por ciento de los ciudadanos tam-
poco sufragó a favor del priísta. Lo interesante de la
elección de 2005 fue el abstencionismo de 57.3 por
ciento. Entonces el padrón electoral era de 8.8 millo-
nes de votantes y Peña Nieto sólo obtuvo 1.8 millo-
nes. Es decir, en términos reales apenas una quinta
parte (20.31%) de los votantes expresó su apoyo al
entonces candidato priísta.
En el caso de la elección federal de 2012, la lista
nominal estuvo integrada por 77.7 millones de ciu-
dadanos y la participación fue elevada, de 63.14 por
ciento (abstencionismo de 36.86%). De ese total, 19.2
millones votaron a favor de Enrique Peña, o sea, efec-
tivamente sólo una cuarta parte del padrón (24.73%)
apoyó al priísta.
Si a estos escasos resultados reales o efectivos
adicionamos la gravedad de las irregularidades duran-
te el proceso electoral de 2012, el descontento social
y la fragilidad de las instituciones, sin mencionar el
clima de inseguridad pública, entonces hablamos de
una democracia de bajísima calidad y de un contexto
de precaria gobernabilidad. Lo anterior parece obvio,
pero ya vimos sus preocupantes consecuencias de
parálisis e incluso retroceso democrático durante los
doce años de alternancia panista, y las que promete
Daniel Zamitiz
20 El Búho
el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto si no se crea
el acuerdo general para una reforma profunda del
Estado, incluido el régimen legal de la radiodifusión
y las telecomunicaciones.
En el Diccionario de política de Norberto Bobbio
el politólogo Lucio Levy define la legitimidad como
“el atributo del Estado que consiste en la existencia
de una parte relevante de la población de un grado
de consenso tal que asegure la obediencia sin que
sea necesario, salvo en casos marginales, recurrir a
la fuerza. Por lo tanto, todo poder trata de ganarse
el consenso para que se le reconozca como legítimo,
transformando la obediencia en adhesión”.
Sin embargo, el propio Levy sostiene que un
Estado será más o menos legítimo cuando el con-
senso se manifieste libremente y cuando el poder y
la ideología estén alejados de las relaciones sociales
y se permita a los individuos actuar de manera autó-
noma y consciente. Desde luego que lo anterior es
una aspiración, pero en eso consiste la democracia.
Si se acreditan las irregularidades durante el
proceso electoral, si se comprueban la compra de
votos, el dinero ilícito en la campaña de Peña Nieto,
así como las triangulaciones financieras, además
del apoyo que tuvo por parte del poder fáctico de la
televisión, estaríamos ante la negación e imposibili-
dad de alcanzar un consenso ciudadano libre y, por lo
tanto, de un candidato que se encumbró en el poder
de manera ilegítima. Esta suma de factores sugieren
que la mayoría de votos, que ya vimos que además es
relativa, no es suficiente para otorgarle legitimidad a
un gobierno.
Fotografía Roberto De la Torre
de nuestra portada 21
Por eso cobran relevancia el conjunto de estrate-
gias que ha emprendido López Obrador para que el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
declare la invalidez de la elección, nombre una
Presidencia interina y se indaguen las irregularida-
des, “porque –según AMLO– las elecciones no fueron
libres ni auténticas, y estamos hablando del uso de
miles de millones de pesos de procedencia ilegal”,
situación que generaría inequidad en la contienda.
A diferencia del conflicto poselectoral de hace
seis años, en esta ocasión AMLO ha sido más hábil
y responde congruentemente cuando le preguntan si
va a radicalizar su postura: “dicen eso, que estamos
radicalizando la postura, pero si apegarnos a lo que
establece la Constitución es ser radicales, ahora sí
que nos apunten en la lista: sí somos radicales”.
Al final del camino Peña Nieto no las tiene todas
consigo. Mientras el PRI obtuvo 7 millones de votos
rurales y 11.6 urbanos, los dos partidos de oposi-
ción alcanzaron juntos 8.3 millones de votos rura-
les y 19.4 urbanos. Es justo en las ciudades donde
el movimiento #YoSoy132 (jóvenes de clase media
ilustrada) ha aglutinado el repudio al candidato priís-
ta y se ha manifestado en contra de la imposición;
además, el movimiento crece y otros estados de la
República buscan participar y sumarse al mismo, y
hasta “las izquierdas” podrían unirse y conformar
un partido único que enfrentaría al PRI durante el
próximo gobierno.
Por si fuera poco, un sector empresarial tam-
poco parece apoyar del todo al candidato priísta.
Consultado en el marco de la reunión plenaria
del Círculo de Montevideo sobre la situación política
del país, el financiero Carlos Slim descartó que México
vaya a entrar en una crisis política: “lo que hemos
tenido desde hace muchos años es una democracia
muy participativa en la que ha habido una clara mani-
festación de los ciudadanos para votar, para asistir a
las elecciones, que han sido notablemente compe-
titivas, notablemente participativas, y en donde hay
instituciones que al final del día son las que acaban
resolviendo las diferencias que puede haber de los
partidos en general”.
Así, estamos ante un empresario que no ve como
desestabilizadoras las acciones emprendidas por
AMLO, quizá porque en la bancada del PRI y el PVEM
en el Congreso se encuentran algunos de los perso-
neros de Televisa y TV Azteca que han impedido que
Slim entre al negocio de la televisión de paga.
Es momento de recordar que desde el principio
Peña Nieto despertó animadversiones incluso en su
propio partido, imponiéndose como candidato único;
priistas tradicionales como Manuel Bartlett se pasaron
a la izquierda y otros fueron excluidos (Manlio Fabio
Beltrones) por el círculo cercano de jóvenes peñistas,
colaboradores que no han logrado evitar que su líder
se enfrente a situaciones límite como el apoyo abier-
to de Televisa, el surgimiento de #YoSoy132 en la
Universidad Iberoamericana y la opción de invalidez
de la elección.
Estas circunstancias ponen en duda la habilidad
política del equipo que rodea y paradójicamente no
protege a Enrique Peña Nieto. Y también hacen dudar
si, como en las anteriores elecciones cuestionadas
en las que triunfó el PRI, la nueva clase política será
capaz de impulsar y sacar adelante las reformas que
el país necesita. Como demuestran los escánda-
los que se ventilaron durante el proceso electoral,
lo cierto es que no es lo mismo el PRI que doce
años después…
Twitter: @beltmondi
22 El Búho
confabulario
RobeRto bRavo65
Una pregunta inexistente
De quien no escucha
Ni ve
Vaga sin respuesta.
123
Se un cardo en la adversidad
Una rosa
Una copa de champagne.
142
El aire mueve las ramas del fresno
Las hojas vuelan
Bajando del tejado
Lluvia será pronto el agua del cielo.
120
Las aves cantan y vuelan inquietas
Como en primavera, pero es marzo
Su canción no tiene la pasión de abril
Las rosas no abren sus pétalos todavía.
59
En las tardes me visita
Desde las ramas del fresno
Un colibrí
Las tiernas hojas del árbol
No lo protegen
Es tan pequeño, tan fuerte,
Tan silencioso. Rocco Almanza
confabulario 23
alicia caballeRo
Insomnio…
La noche duerme
y se sueña a sí misma
el viento
se abraza al silencio
bajo el denominador común
de su intemporalidad
y mis ojos abiertos
conversando con mi insomnio
preguntan quedamente
¿Dónde está?
El silencio se burla de mi candidez
la luna
incorruptible y serena
me mira indiferente
desde su trono
mi cuerpo se estremece
con la memoria de su cuerpo
y la noche, impávida
permanece eterna
soñándose a sí misma.
Rruiste
24 El Búho
Romance
La mar se enamoró del viento
y el viento… tal vez de la mar
la mar,
levantaba sus brazos de espuma
en busca del viento
que, fiel a su naturaleza
llega y se va,
besa y se difumina
con versatilidad
ligereza y libertad.
El viento, besaba a la mar
con pasión, con deseo
con su fugacidad e inconstancia
El viento abrazaba a la mar
y a veces la estrujaba
con la fuerza de un huracán
y la mar,
se elevaba en todo lo alto
con sus brazos de espuma
y sus besos de sal
deseosa de permanecer ahí, con él,
en la ingravidez del espacio infinito
sin juicios, sin tiempo
en su afán de seguir al viento,
su espuma
se volvía vapor tamizado por la calidez
pensando que siendo nube
acariciaría al viento,
y lo envolvería
en sus besos de sal.
El viento, veleidoso e inconstante
besaba y se iba
envolviendo con pasión
despertando en la mar
la fuerza de mil tormentas
se alejaba sin motivo
y el mar, se diluía
para regresar de nuevo a su lecho.
El viento
abraza y se va
dice para siempre
y se va
tal vez por miedo a amar
demasiado…
El viento, ¡ah el viento!
Ligero y voluble
impredecible y hermético
la mar levanta
los brazos de espuma
en busca del viento
y éste, veleidoso y ligero
le pide que lo siga…
La mar
no ha podido dejar la playa
y el viento,
no quiere volver más.
La mar se enamoró del viento
y el viento, tal vez
tiene miedo de amar.
La mar
levanta sus brazos de espuma
y en la arena dibuja
sus besos de sal
el viento, el viento…
ya no quiere regresar
porque tiene miedo de amar….
El aire mueve las ramas del fresno
Las hojas vuelan
Bajando del tejado
Lluvia será pronto el agua del cielo.
Javier Anzures
confabulario 25
FRancisco JavieR aRRoyo
Caía la noche. En una choza a orillas del río
Churubusco, en el pueblo de San José Aculco, se
escuchó una voz que decía:
—Termínenselo todo. Si no, nunca va a curarse. Este
té es lo mejor que puede haber para el mal que le hicieron.
Bébalo todo.
El paciente tragó todo, hasta la última gota, obedeciendo
las indicaciones de don Isidoro.
El enfermo llevaba varios meses con cansancio; diaria-
mente amanecía con dolor de cabeza, malestar estomacal
y, sobre todo, mareos que lo hacían permanecer la mayor
parte del día sentado; había ido con dos médicos de la ciu-
dad, pero no lo curaron; fue a parar con un droguero, que le
había preparado una sustancia a base de cloruro de plata y
bicarbonato de sodio, provocándole únicamente daño intes-
tinal que, aunado a su malestar inicial, le había provocado
mayores complicaciones que lo tuvieron en cama por más de
una semana.
Don Isidoro era un anciano de sesenta y ocho años;
a lo largo de su vida había acumulado tantas experiencias
como arrugas en el rostro. Nacido en Tierra Blanca, Veracruz,
sus antepasados habían sido conocedores de los secretos de
la herbolaria prehispánica, de ahí que su bisabuela le trans-
mitiera todos los conocimientos que poseía; además, con el
paso del tiempo él había adquirido mayores habilidades para
la curación de sus pacientes; incluso descubrió que sus manos
eran fuente real de energía; en ocasiones llegó a calmar fuer-
tes dolores de estómago, huesos, espalda, cadera, con el sólo
contacto de las manos; era increíble ver cómo el calor que
emitían sus palmas y dedos disminuía los intensos dolores de
sus pacientes. Mucha gente llegó a creer que era un enviado
de Dios.
Los testimonios de sus curaciones aumentaban cada día;
así surgieron mitos con respecto a que curaba todo tipo de
males. A veces acudían a verlo mujeres que solicitaban sus
servicios para tener novio, verificar la fidelidad de sus parejas
o saber si eran envidiadas por alguien. Era tal la demanda
de trabajo de don Isidoro, que me aceptó como alumno
y ayudante.
Don Isidoro vivía en la ribera del río Churubusco. En
1929, su casa de adobe y carrizo estuvo a punto de inundarse
por las fuertes lluvias que azotaron la zona. Vivía en condi-
ciones humildes; con sus ganancias compraba ingredientes
para hacer sus curaciones. Solíamos recorrer las chinampas y
canales de Santa Anita, Xochimilco, La Viga, San Antonio Abad
y La Merced para buscar plantas, semillas y demás productos
medicinales. Una de sus especialidades eran las infusiones,
linimentos, pomadas, ungüentos, maceraciones, tés, desti-
lados, bálsamos y demás compuestos y mezclas, la mayoría
creados por sus antepasados.
26 El Búho
Nunca le pregunté qué motivos tuvo para venir a vivir a la
ciudad de México; don Isidoro era muy reservado en cuanto a
su vida privada. Yo me dedicaba a obedecer sus instrucciones.
Mi casa estaba cerca del pueblo de Iztacalco, a pocos kilóme-
tros de la de don Isidoro, de modo que la mayor parte del día
lo pasaba con él. Yo, de trece años, me afanaba en aprender
todos los secretos del oficio. Don Isidoro me decía:
—Las infusiones, las mezclas y los tés deben llevar la
medida exacta de ingredientes para que surtan efecto; si
las cosas no se preparan con el cuidado y la porción necesa-
rios, es mejor que no se las des a los enfermos.
Cada mañana yo llegaba puntualmente y tocaba la puerta
de madera de la casa de mi patrón, entre pirules, eucaliptos,
nísperos, limoneros y otros árboles frutales; también había un
área pequeña donde don Isidoro sembraba algunas plantas
que servían para las curaciones, como, por ejemplo, albahaca,
manzanilla, hierbabuena, tomillo, laurel, mejorana, ajo, epazo-
te, malva, jengibre, ajenjo y menta. Alrededor de ello se oían el
cacarear de gallinas, el parloteo de guajolotes y el ladrido de
tres pequeños perros: El Güero, El Flaco y Benji.
En una ocasión llegué más temprano que de costumbre y
divisé a alguien sentado a la orilla del río; me parapeté tras un
árbol para ver de quién se trataba: era don Isidoro, que pensa-
tivo observaba la salida del sol y el vuelo de algunas aves. No
me atreví a interrumpirlo.
Cada día me granjeaba nuevas experiencias. Una maña-
na llegó una señora acompañada por un hombre fornido,
que cargaba a un niño de acaso doce años llamado Pascual.
La señora, madre de la criatura, contó (entre lágrimas) a don
Isidoro que su hijo sufría desmayos desde hacía un mes,
que apenas tenía fuerza en las piernas y que no comía; peor
aún, se convulsionaba con los ojos casi en blanco, o bien,
por la madrugada, aún dormido, se arrastraba al tiempo que
profería palabras extrañas y gritos que semejaban el rugido
de algunas bestias. Yo escuchaba todo eso horripilado, y mi
horror se disparó cuando la señora dijo que Pascual había
estrangulado a dos perros que fueran sus mascotas. La señora
ya no dormía; se la pasaba esperando que su retoño le hiciera
Margarita Cardeña
confabulario 27
algo malo. Un sacerdote había visitado su casa y asperjado
agua bendita, pero ello no aminoró la enfermedad. Entonces,
don Isidoro me dijo:
—A ver, Santiago. Tráeme seis almendras, aceite de olivo,
dos castañas, una veladora blanca, una cruz de ocote, pirul,
ruda y un poco de parafina.
Enseguida le llevé la parafernalia. Advertí que Pascual
me miraba con ojos diabólicos y sonreía sarcásticamente. Me
estremecí y flaqueé. Don Isidoro pidió a la señora que le dijera,
de ser posible, en dónde y con quién había estado jugando el
niño antes de que comenzaran sus males. La señora se empe-
ñaba en recordar cuando el propio Pascual balbuceó:
—Demetrio, mi amigo Demetrio, bajo el árbol de eucalip-
to, en el canal…
La madre añadió que su hijo decía tener un amigo, pero
que ella nunca lo había visto. Aquél salía de casa y se la pasa-
ba jugando a orillas del Canal de la Viga, en el barrio de San
Andrés. Más de una vez, Pascual había regresado a casa exhi-
biendo moretones, y el colmo fue cuando lució una herida en
la cabeza, presuntamente causada por su amigo, quien (moles-
to) lo había golpeado con la diestra, en la cual llevaba un anillo
pesado. La madre había buscado varias veces al amigo imagi-
nario y, claro, nunca lo halló. Una madrugada notó que Pascual
no estaba en casa; lo buscó por los alrededores y lo halló bajo
el mentado árbol de eucalipto, llorando; la mujer miró hacia
arriba y, pese a la oscuridad, divisó algo o a alguien que subió
trepando hasta la copa del árbol. Horrorizada, la señora tomó
a Pascual y volvió a casa; fue entonces cuando comenzaron
a ocurrir cosas tremebundas; los faroles se apagaban solos,
las sillas se movían solas, se escuchaban voces. Creyendo
que la causa de los fenómenos era la posesión de su hijo por
un espíritu malvado, la señora quiso curar a aquél con yerbas
de romero; fue inútil. Una comadre le recomendó que visitara
a don Isidoro, quien sin duda curaría a la criatura.
Don Isidoro le pidió que le indicara el lugar exacto donde
se encontraba el árbol de eucalipto; la señora dibujó una suerte
de croquis, que el curandero examinó apenas y luego guardó.
Don Isidoro me recomendó que saliera, pero no quise pasar
ante él como un cobarde, de modo que le aseguré que prefería
quedarme. Pascual me miró y comenzó a reír a carcajadas;
acto seguido balbuceó palabras extrañas e incomprensibles.
Don Isidoro pidió al sujeto fornido que atara al niño a una
silla, y a mí que apagara el quinqué de petróleo y encendiera
una veladora blanca. Entonces, Pascual profirió maldiciones
y gruñidos. Afuera, los perros aullaron. Pascual prorrumpió
en rugidos. La madre huyó del cuarto para no ser testigo de
lo que pudiera pasar. El cargador, perplejo, se quedó, tomó un
crucifijo que estaba colgado en la pared y se dedicó a rezar
en voz alta. A todo esto, el curandero ordenaba a gritos al espí-
ritu que abandonara el cuerpo de Pascual, al tiempo que molía
almendras y castañas en un molcajete; luego agregó a la mez-
cla aceite de oliva y, no sin dificultad, abrió la boca del niño
para hacerle beber; el niño intentó patalear y escupir. Entré
en acción; lo tomé por la mandíbula para mantenerle la boca
abierta. Don Isidoro le oprimió el estómago para que tragara
la sustancia viscosa; el niño cerró entonces la boca, sin que yo
pudiera sacar algunos dedos; escuché un crujido y enseguida
sentí mucho dolor, que me hizo gritar. Don Isidoro se apresuró
a ayudarme; logró abrir la boca de Pascual lo suficiente como
para que yo sacara los dedos; tomé un trapo para limpiar la
sangre, sobre todo la que brotaba de mi pulgar; don Isidoro me
recomendó que me lo lavara con aguardiente, cosa que hice
mientras que él forcejeaba con Pascual. En un momento dado
se desentendió de él para untarme una pomada en los dedos,
envolverlos en un pañuelo rojo y, por fin, darme de beber un
té amargo. Exigió que me fuera al cuarto de al lado; obedecí,
pero a través de la cortinilla de tela que servía de puerta espié
sus movimientos.
El cargador, con los ojos cerrados, rezaba el Ave María
junto a la puerta principal. Don Isidoro encendió una pequeña
estufa de petróleo, donde colocó una vieja cazuela con agua
a la que agregó parafina; después la tapó. Se armó entonces
de un ramo de ruda con pirul. Pascual se había callado y aga-
chado; parecía dormir. De repente se escuchó un grito que
me sobresaltó:
—¡Sal de este cuerpo! ¡Te ordeno te retires y abandones
a este niño!
Mientras gritaba, don Isidoro golpeaba con el ramo sobre
la cabeza, espalda y piernas de Pascual, que permanecía
agachado, como dormido. Su respiración se aceleraba. Don
28 El Búho
Isidoro dio un sorbo al aguardiente y lo escupió a los pies de
Pascual, después encendió la veladora blanca y la colocó frente
a los pies del niño.
—¡Regresa, Pascual! —gritó el curandero—. ¡Regresa de
dónde estés! ¡Tu madre te llama, regresa!
Nuevamente dio un sorbo al aguardiente y lo escupió
sobre la veladora; para mi horror, del piso surgió una enorme
llamarada que, en forma de remolino, desapareció en el techo.
Don Isidoro revisó la cazuela con agua y parafina y exclamó
que en ella se había dibujado el lugar exacto donde el espíritu
se había introducido en el cuerpo de Pascual. Efectivamente,
era el árbol de eucalipto. El cargador, aún aterrorizado, se
había arrinconado sin soltar el crucifijo ni abrir los ojos. Don
Isidoro, complacientemente, le dijo que no sintiera miedo,
dado que las ánimas buscan la luz; no hacen daño. De repente,
Pascual gritó una serie de palabras:
—¡Sálvame, libérame, agua, río, niño, madre, luz, sol,
cielo, dios!
Enseguida sobrevino el silencio, que don Isidoro rompió
para pedir al cargador que desatara al niño, ahora com-
pletamente relajado, inconciente. Pese al miedo, el hombre
obedeció, mientras don Isidoro salía para llamar a la seño-
ra. Ésta preguntó si Pascual ya estaba curado; don Isidoro
hizo algún gesto con la cabeza y dijo que faltaba otra visita,
que sería el viernes, antes del mediodía; ello bastaría para que
el niño volviera a la normalidad. La señora preguntó cuánto le
debía, a lo que don Isidoro respondió que, en cuanto el niño
estuviera recuperado, le cobraría cinco pesos. El cargador
tomó a Pascual en brazos y, precedido por la señora, se fueron.
Don Isidoro guardó algunas cosas en una bolsa de yute, me
preguntó cómo seguía de los dedos y si lo podía acompañar.
El dolor había menguado. Accedí a acompañar a don Isidoro
y dimos alcance a la madre de Pascual; don Isidoro le explicó
que tenía que visitar el árbol de eucalipto. Avanzamos unos
cinco kilómetros siguiendo la ribera del río Churubusco hacía
el poniente. Pascual seguía dormido. Pasamos de largo chi-
nampas, milpas, campos verdes, hortalizas y huertas. El cerro
de Huizachtépetl sobresalía por su verdor.
Don Isidoro continuaba platicando con la madre del niño;
ella decía que éste había quedado huérfano apenas cumplido
su primer año. El padre, cabo Renato Sandoval, había par-
ticipado en la Revolución y fue muerto en batalla a manos
de los federales. Ella se enteró de la trágica noticia dos años
después, por medio de un compadre; nunca supo qué hicieron
con el cuerpo de su esposo; le dijeron que había muerto en
Querétaro. El fallecido había dejado dos chinampas, donde
la mujer sembraba algunas hortalizas y flores que vendía
en el mercado de Santa Anita o en el de La Merced, además de
un jacal modesto donde vivían ella y Pascual. A la postre éste
despertó y comenzó a vomitar; el cargador lo puso en el piso
a toda prisa; de la boca de la criatura brotó un líquido negro
y espeso, que fue sucedido por una bola de pelos con uñas.
Agotado, Pascual se quedó mirando a su madre; se abrazaron
y comenzaron a llorar.
Ya en el sitio donde se encontraba el enorme árbol de
eucalipto, don Isidoro me dijo que me preparara, porque íba-
mos a ver algo inimaginable. Sentí terror, pero logré acopiar
algo de valor. Ubicado debajo del árbol, Isidoro fue sacando
de su bolsa las cosas necesarias para comenzar la sanación;
en un anafre de barro puso algunos carbones, que encendió;
agregó incienso, mirra y copal, comenzó a regar el tronco con
un líquido verdoso, y posteriormente sacó un pequeño ejem-
plar de La Santa Cruz de Caravaca, que a la larga sería la base
para mis curaciones. El hombre pronunció una breve oración,
a la que siguieron otras. Pascual, su madre y el cargador se
habían retirado algunos pasos. Con una pequeña pala, don
Isidoro comenzó a cavar bajo el árbol; quise ayudarlo, pero
me dijo que mejor me mantuviera atento de lo que pasara.
Tragué saliva.
El hoyo no estaba muy profundo cuando fueron visibles
unos huesos humanos; don Isidoro extrajo cada una de las
piezas, entre las que destacaron el cráneo, un sombrero y
una cuerda con un nudo corredizo. Don Isidoro me explicó
que del árbol habrían colgado al dueño de la osamenta. Aquél
continuó cavando y encontró una pequeña olla de barro,
tapada con algunos trapos; don Isidoro me miró y me dijo
que contenía monedas, añadiendo que era peligroso abrirla de
repente, dado que “los metales producen gases venenosos”.
Agujereó el trapo con un cuchillo y dejó que los gases salieran;
luego continuó cavando y encontró un rifle, unos huaraches
confabulario 29
y un escapulario con la virgen de Guadalupe, que en la parte
trasera tenía las iniciales R.S.L. Don Isidoro se quedó pensa-
tivo y acto seguido llamó la atención de la madre de Pascual;
la señora llegó al pie del árbol y vio el escapulario; comenzó
a llorar al ver las iniciales; dijo que eran de su esposo (Renato
Sandoval López). Don Isidoro le explicó que el infeliz había
sido ahorcado en ese árbol, de ahí que Pascual sintiera nece-
sidad de jugar por ahí; el espíritu del cabo Sandoval quería
comunicarse con alguien, y sólo encontró al niño, cuyo cuerpo
quiso poseer.
El pequeño anafre continuaba encendido. Don Isidoro
rezó en voz alta y pidió a la madre de Pascual que hiciera lo
propio, pidiendo por el descanso eterno de su fallecido marido.
En eso se escuchó un estruendo, una especie de alarido pro-
veniente de la copa del árbol; levantamos la mirada y vimos
algo enorme, oscuro, que salió volando hacía el oriente; era
una especie de gato con alas. Don Isidoro me explicó después
que se trataba de espíritus materializados en varias formas,
que se liberan para salir a la luz.
La mamá de Pascual estuvo llorando por un rato, mientras
don Isidoro terminaba de orar. Después enterraron los restos
del cabo Sandoval cerca de la casa de Pascual; pusieron una
cruz en la tumba y se verificaron los rezos de rigor. Por fin el
cabo descansaría en paz. Nunca se supo por qué lo habían
colgado del eucalipto.
Oscurecía cuando don Isidoro entregó a la señora la
pequeña olla de barro, ahora tapada con un pedazo de manta;
le dijo que la había encontrado junto al cuerpo de su esposo.
Nos despedimos, no sin dejar firme la cita del próximo viernes.
Llegado el día, resultó que no serían necesarias más curacio-
nes; Pascual había recuperado la salud. La señora pagó con
cuatro monedas de oro.
Pasaron algunos años. Yo seguía aprendiendo de mi
maestro. En cierta ocasión llegué a su choza y no lo encontré;
lo esperé un rato; me senté a la orilla del río, acompañado
por los perros, y observé a los patos. De pronto me llamó la
atención un tecolote posado sobre la rama de un árbol de
pirul, justo frente a la choza; su mirada era penetrante; parecía
observarme detenidamente. Esa mirada y la de don Isidoro
eran iguales.
En 1933, don Isidoro, que ya me había enseñado cantidad
de cosas, me dijo que es muy difícil curar a la propia familia:
“A la propia sangre no la curas tú. Tienes que buscar a alguien
de confianza para que lo haga.”
Un mediodía, mientras preparábamos un ungüento a base
de eucalipto, mentol y petrolato, alguien llamó a la puerta. Abrí
y vi a dos hombres: uno robusto, alto, bigotón, con sombrero
de palma y huaraches de tres correas, con pistola al cinto.
Esto último me asustó; creí que nos ajusticiarían a tiros. En
cambio, el tipo preguntó por don Isidoro, quien a mis espaldas
me ordenó hacerlos pasar. Entonces vi al otro hombre, cuyo
rostro estaba cubierto con una especie de paliacate; camina-
ba lentamente y despedía el hedor de la carne podrida. Don
Jorge López
30 El Búho
Isidoro, aparentemente inmune a la pestilencia, le preguntó
al de la pistola el motivo de su visita, y el hombre contestó que
su hermano Paulino se encontraba muy mal; alguien le había
hecho algún tipo de brujería, de ahí que su rostro se estuviera
llagando día a día. Don Isidoro descubrió sin ambages la cara
del enfermo; sentí miedo y asco al notar lo poco que quedaba
de ella; estaba despellejada y cubierta de ámpulas. El maestro
Isidoro contempló aquello de cerca y luego anunció que tenía
cura, si bien el procedimiento sería lento, de un par de meses.
De alguna parte tomó una bolsita roja rellena de algo, y pidió
al enfermo que la llevara siempre en el bolsillo, sin quitársela
ni aun para dormir. El contenido lo protegería de toda maldad.
Preguntó al enfermo cuál era su oficio, y el interpelado, no sin
dificultad, respondió con voz trémula que trabajaba en el pan-
teón municipal de Iztapalapa, pero aclaró que había dejado de
ir hacía seis meses, pues fue entonces cuando empezó a sentir
mucha comezón en la cara, la cual degeneró en ámpulas y
despellejamiento. Curiosamente, la enfermedad o lo que fuera
no se había extendido al resto del cuerpo.
Don Isidoro les recomendó que tuvieran fe; poco a poco
advertirían la mejoría. Ellos preguntaron cuánto costaría el
tratamiento; don Isidoro les dijo que hablarían al respecto
una vez que el enfermo se recuperara. Eso sí, los conminó
a que cierto día le llevaran un zopilote vivo y que Paulino se
presentara en ayunas. Los hombres, tan extrañados como yo,
estuvieron de acuerdo y, antes de irse, le dijeron a don Isidoro
que el señor Adalid, que vivía en Culhuacán, le mandaba
saludos; él los había recomendado con don Isidoro. Para mi
sorpresa, éste puso cara de espanto al escuchar ese nombre.
Me quedé intrigado, pero no pregunté nada. Don Isidoro me
dijo que me fuera a casa; aunque repliqué que nos faltaban
cosas por hacer, alegó que se sentía cansado y que nos vería-
mos a la mañana siguiente. Su actitud me inquietó; la atribuí
a que escuchara el nombre de Adalid. No puse más reparos y
me marché.
Transcurrieron tres o cuatro semanas antes de que Paulino
y su hermano Gaspar volvieran; el primero aún llevaba el ros-
tro velado. Llevaban, dentro de un costal de yute, un zopilote
vivo que se agitaba continuamente. Don Isidoro me pidió que
cerrara las ventanas para evitar que el zopilote escapara. Don
Isidoro lo agarró por el cogote y pidió que Paulino se quitara
el paliacate. Yo acerqué un jarrón de barro preparado especial-
mente para la cura; don Isidoro se las arregló para atar con un
mecate el pico y las patas del zopilote, y acto seguido lo cortó
el pescuezo de un tajo con un hacha; llenó el jarrón de barro
con la sangre de la criatura. Don Isidoro conminó a Paulino a
beber la sangre hasta la última gota. Los hermanos, como era
de esperar, se quedaron estupefactos. Tras breve vacilación,
Paulino se quitó el paliacate, tomó el jarrón con ambas manos
y comenzó a beber, poco a poco y con evidente asco. Ingirió
hasta la última gota.
Una vez concluida la curación, don Isidoro le pidió a
Paulino que descansara. Al rato éste preguntó sobre la próxima
curación, a lo que el maestro contestó que sería el siguiente
viernes, antes de las doce, en ayunas y con un nuevo zopilo-
te. Don Isidoro se negó otra vez a cobrar, y los otros, al irse,
volvieron a dejarle saludos de parte de Adalid. Don Isidoro
guardó silencio.
El siguiente viernes, los hermanos se presentaron pun-
tualmente, con el consabido zopilote. Paulino volvió a beber
la sangre del ave, y luego contó que ya podía descansar un
poco mejor; dormía en ciertas posiciones sin sentir comezón
en el rostro; además, las ámpulas habían desaparecido. Antes
de irse, don Isidoro les preguntó sobre Adalid, concretamente
si seguía viviendo en Culhuacán; ellos respondieron afirmativa-
mente. Por fin, y ante mi mirada interrogadora, el maestro me
dijo que Adalid era un amigo al que tenía más de treinta años
de no ver; la última vez que lo vio le había hecho una infusión,
y ambos habían prometido no reencontrarse. Entonces le pre-
gunté cuál era esa infusión, y me contestó tranquilamente que
algún día yo sabría todos los secretos del mundo, incluyendo
el de la infusión que diera a Adalid.
Una tarde llegaron una señora y su hijo (de ocho años,
más o menos), que era tartamudo, de modo que todos se bur-
laban de él; esto lo había vuelto triste y retraído; no quería salir
ni jugar con nadie; se pasaba todo el día bajo el cuidado de la
madre. Don Isidoro le preguntó su nombre, a lo que la mamá
respondió que Teodosio, y que tal vez había nacido así porque,
cuando ella estaba embarazada, sufrió un susto muy grande:
un toro escapado del rastro casi la corneó; milagrosamente
confabulario 31
no pasó nada, pero el susto quizá repercutió en el problema
de la criatura. Don Isidoro dijo que tal vez ésa fuera la razón, y
enseguida pidió a Teodosio que abriera la boca; observó la len-
gua y las encías y anunció que el mal tenía remedio, si bien la
curación debía llevarse a cabo bajo la luna llena, así que habría
que esperar hasta los dos últimos días del mes en curso.
El día 29, a las once de la noche, el par regresó pun-
tualmente; el plenilunio era hermoso. Don Isidoro no quería
que yo lo apoyara, pero ante mi insistencia accedió; me pidió
que vaciara un poco de vinagre de alcohol y una aguja en un
recipiente y lo pusiera a hervir; por su parte, él se armó de
unos trapos limpios y después de un rato inició la curación.
Até al niño a una silla y le abrimos la boca; don Isidoro usó
la aguja para pinchar ciertas partes de la lengua y del paladar.
Por supuesto que Teodosio rompió a llorar y a gritar. La cura-
ción fue efectiva; pasados diez minutos, don Isidoro pidió a
Teodosio que hiciera gargarismos de vinagre y luego escupie-
ra; repetida la operación tres veces, la sangre dejó de fluir de
la boca. El niño quedó más tranquilo. La madre le pedía que
hablara. Don Isidoro le pidió calma y recetó al niño que durmie-
ra, y que a la mañana siguiente, al despertar, se lavara la boca
con jugo de limón para acelerar la cicatrización de las heridas.
Una mañana llegué a casa de don Isidoro, que estaba a
punto de salir; llevaba a cuestas su bolsa y vi que metía en ella
una pequeña daga. Me dijo que nos veríamos al día siguien-
te. No estuve de acuerdo y me empeñé en acompañarlo. Nos
dirigimos a caballo a San Francisco Culhuacán; el maestro
desmontó al fin y preguntó a un hombre algo que no escuché,
y luego me dijo que iríamos a la hacienda Los Girasoles, al pie
del cerro del Huizachtépetl. Ante el portal de la hacienda nos
detuvieron tres caporales, que nos preguntaron a quién bus-
cábamos. Don Isidoro contestó que al señor Adalid. Entonces
se oyó una voz:
—Déjenlo pasar, es mi amigo. ¡Pásale,
Isidoro, pásale! Ya sabía que vendrías. Ésta
es tu casa. Veo que traes compañía. ¿Es
tu nieto?
Isidoro contestó con una pregunta:
—¿Por qué tantos guardias? ¿A quién le
debes? Sigues en las mismas, no cambias.
El fanfarrón contestó:
—Claro que he cambiado. ¿A poco no
se nota? ¿No me veo más joven? Yo diría
que unos cincuenta años menos, ¿no?
Comenzó a carcajearse. Isidoro se acercó
a él y le dijo:
—Quería visitarte para salir de dudas.
Quería ver cómo estabas. Paulino me dijo que
me mandabas saludos y quise venir a saludar-
te personalmente. Veo que ya tienes tu propia
finca, muy grande y con trabajadores. Creo
que te ha ido bien.
Adalid, sarcásticamente, respondió:
—Las herencias de la familia. Mi padre,
mi madre, mis tíos, mis hermanos y uno que
otro amigo, no todos podemos llegar a los
Pepe Maya
32 El Búho
ciento seis años, ¿o no, mi querido Isidoro? Todo te lo debo
a ti. Pero pásale, te voy a enseñar la finca, para que veas
mi ganado.
—Mira, Adalid —dijo Isidoro—, ya nos vamos. Sólo quería
saber cómo estabas y la verdad te veo bastante bien. Creo que
cuarenta años no pasan en balde y mi alumno quería cono-
certe. Le he platicado de ti. Le quedaba la curiosidad de verte
para creer.
Adalid se quedó pasmado y preguntó:
—¿Ya sabe el secreto?
Isidoro contestó que sí. Me quedé callado, no gesticulé.
Adalid saco de su pantalón de cuero un costalito con monedas
y le dijo a don Isidoro:
—Toma, amigo. Para que te ayudes.
—No, Adalid —contestó Isidoro—. No vine a pedir ayuda.
Al único al que le puedo pedir ayuda es a mi dios. Cuídate y
espero que te vaya muy bien.
No se estrecharon la mano. Dimos media vuelta y nos
retiramos al trote. Adalid se quedó en el portón. De pronto, el
maestro me dijo:
—¿Sabes por qué tuve que mentir, Santiago?
—No.
—Te contaré. Hace aproximadamente cuarenta años, yo
era muy joven. Adalid tenía sesenta y seis años, se enteró de
que yo curaba y que había adquirido un poco de fama. Acudió
a mí para que lo pudiera rejuvenecer, cosa que en mi vida había
podido hacer. Habían venido mujeres muy ricas que con tal
de darme la mitad de sus fortunas; trataban de convencerme
para que creara una fórmula y les hiciera el milagro de que se
vieran como doncellas. Nunca accedí, por miedo a cometer
alguna locura y perjudicarlas. Mi madre, que en esa época
se encontraba muy grave (nunca supe de qué), necesitaba
cuidados especiales. Estábamos hundidos en la pobreza, yo
huérfano de padre y ella muy enferma y sin poder hacer nada.
Justo entonces se me apareció Adalid; me dijo que me haría
rico a cambio de ayudarlo. Me negué, pero me prometió que
llevaría a mi madre a la ciudad, al mejor sanatorio y la curaría,
que yo sólo me dedicara a crear la fórmula.
“Era tanto el amor que le tenía a mi madre, que accedí;
sólo quería que ella se curara.”
Aproveché una pausa para preguntarle por qué no la había
curado él mismo.
—Santiago —contestó—, recuerda lo que un día te dije:
sangre no cura sangre. Yo no puedo curar a mi propia sangre,
es la maldición que heredamos los que tenemos este don.
Fue una de las razones por las que me alejé de mi familia en
Veracruz. Por eso nunca quise hijos; es mi destino desaparecer
o convertirme en viento, en agua o en fuego. Ahora compren-
des por qué estoy solo.
La compunción lo movió a llorar. Al cabo relató que Adalid
le había pagado para que investigara la fórmula; regresó a
Tierra Blanca para investigar al respecto. Pasó poco tiempo
allá; regresó para ver cómo seguía su madre. Había fallecido.
El mismísimo Adalid la había mandado sepultar en el panteón
del barrio de la Asunción.
—Pasé varias noches sin dormir —relató—, y luego, fuera
de mí, fui al panteón y desenterré el cadáver de mi madre;
lo llevé a la choza y lo enterré en medio de mi huerto. Nadie
lo supo, y si te lo cuento es porque estoy próximo a desapa-
recer. Adalid no tardará en venir a buscarme y tengo que con-
fiarte esto y más cosas para que ese desgraciado no te pueda
hacer daño. Necesito terminar de contarte la historia del reju-
venecimiento. Eso es lo que anda buscando Adalid; hoy que le
vi los ojos, los noté muy claros, signo de que de un momento a
otro volverá a envejecer y va a querer más fórmula. Sólo tengo
una ración más y no se la vas a dar a nadie, aunque te ofrezcan
todas las riquezas del mundo; no vayas a caer en la ambición,
porque ésa será tu perdición.
Íbamos ya por la ribera del río Churubusco, cuando el
maestro continuó su relato:
—Adalid no había llevado a mi madre a ningún lado. La
dejó morir, sólo para que yo le hiciera su fórmula. Pasaron
algunos meses y continuamente llegaba a amenazarme con
su pistola, para que le entregara la poción. Le di largas, al
principio, y al final le avisé que ya la tenía. La llamé “El rena-
cimiento”; dijo que no le importaba cómo se llamara, sino que
funcionara. Le previne que necesitaría quedarse, por lo menos,
quince días en la choza, pues el tratamiento era lento y doloro-
so. Accedió, informó a su familia que saldría de viaje y se mudó
conmigo. A nadie le dijo lo de la fórmula, y me hizo prometer
confabulario 33
que sólo nosotros lo sabríamos. Por eso le dije que tú sabías,
para que sintiera miedo.
“Primero le dije que debía estar en reposo durante tres
días, comiendo muy poco; luego tendría que extraerle un poco
de sangre durante cinco días, tres veces al día, y esa misma
sangre debía beberla en la misma dosis que la extracción, para
que estuviera en constante purificación; después de un receso
de un día comenzaría el tratamiento de materia prima, el cual
contiene varios ingredientes, unos traídos de Tierra Blanca y
otros que pude conseguir aquí. Uno de los mas difíciles de con-
seguir fue la hoja de chilhuacle, que crece en la zona húmeda
de Perote y Tajín. Con ese ingrediente ya tienes la mitad de
la fórmula.
“Adalid se debilitaba día a día. Le di una maceración
de víboras de cascabel, zincuate y coralillo, incluyendo sus
escamas, lo cual le provocó un sueño de dos días y ciertas
convulsiones; le sobrevenían fiebres que yo tenía que controlar
con trapos mojados. También sufrió delirios y leve pérdida de
razón. Perdió todo el cabello y su piel comenzó a madurar;
se convirtió en un bulto morado, como si estuviera lleno
de moretones. Desfallecía a cada pérdida de sangre, y al inge-
rirla con aguardiente se revigorizaba. Le unté un bálsamo a
base de ajenjo, jengibre, albahaca, mejorana, laurel, hoja santa
y otras yerbas prodigiosas, que transpiraba cada día. A los doce
días se le cayeron todos los dientes y comenzó a despellejarse;
al desprenderse, su piel crujía, haciéndolo convulsionarse y
gritar de dolor; los ojos se le transparentaban, las encías se le
amorataban. No dejé de darle líquidos para evitar que murie-
ra. Pasaron tres días. Al cuarto abrió los ojos, un poco más
repuesto, y me dijo: “Ya quedó listo, ¿verdad, Isidoro? Me sien-
to muy bien.” Me pidió un espejo, y su sorpresa fue mayúscula
al darse cuenta de su transformación radical. No creía lo que
había pasado. Tenía cabello nuevo, más corto y delgado, dien-
tes blancos como perlas, piel tersa sin arrugas. Efectivamente,
había renacido en perfecto estado de salud. Me besó las manos
(quise resistirme), me dijo que me volvería rico.
“Le dije que no quería nada de él. Lo albergué por dos
días más y al tercero le exigí que se olvidara de mí para siem-
pre, que no quería volverlo a ver en mi vida, y que nunca más
volvería a darle la fórmula. Antes de que se fuera, le eché
en cara que mi madre había muerto por culpa suya, cosa
que nunca le perdonaría. Se largó a caballo. Eso fue hace
cuarenta años. Ahora que lo vi noté que su piel comienza a
agrietarse y su rostro está cansado, muestra clara de que está
pasando el efecto de la fórmula. Lo que te voy a pedir es que
por nada del mundo le des la fórmula. Sólo tengo una dosis;
bueno, son dos, una es verde y la otra, azul. Si algún día tienes
que dársela a alguien, dale la azul. Tú te quedas con la verde,
no lo olvides. Ésa es la clave para que sigas aquí. Todo lo que
tengo va a ser tuyo, recuérdalo. Le dices a tu madre que yo
te lo dejé. Voy a escribirlo para que quede en papel; te dejo
mi formulario y mis ingredientes. Serás un curandero; eres
valiente, atento, obediente y muy inteligente. Yo me encargaré
de dejarte todo listo. Debes recordar todo lo que te he dicho
y jamás cobres. Deja que la gente te pague lo que considere
necesario. Nunca le quites nada a nadie, nunca abuses de los
débiles. Trata a los demás como quisieras que te trataran,
ayuda a los que no tienen, da esperanza a los afligidos, auxilio
a los necesitados, paz a los aturdidos, amor a los infames, tu
vida a los enfermos.”
El viernes siguiente llegó Paulino, sin su hermano, con
un zopilote dentro del costal. Ya no tenía paliacate; su rostro
estaba prácticamente recuperado. Lo primero que hizo fue
darle las gracias al maestro, que le impidió que le besara las
manos y luego me ordenó que desangrara al ave. La curación
culminó. Paulino preguntó si sería necesaria otra, a lo que el
maestro contestó:
—Depende de cómo te sientas. Si quieres recuperarte
totalmente y sientes que ya estás bien, ya no vengas, pero
recuerda que el que está enfermo eres tú. Tú debes saber cómo
te sientes.
Entonces Paulino dijo:
—Es que la verdad no tengo dinero para otro zopilote.
A mi hermano lo asesinaron y el patrón Adalid no quiso ayu-
darnos para el entierro. Unos tipos entraron a la finca y mi
hermano estaba cuidando el portón, le dieron varios balazos
y lo encontraron muerto al amanecer. Me gasté lo poquito que
tenía y no tengo ni para pagarle.
Don Isidoro se metió al cuarto contiguo, y después de
dos minutos le entregó a Paulino dos monedas de oro; le dijo
34 El Búho
que con eso trajera el próximo zopilote para que terminara la
curación. Paulino le dio las gracias. Don Isidoro replicó:
—Paulino, recuerda que al que mal obra, mal le va. Sigue
tu camino y no voltees atrás.
El hombre salió. Don Isidoro se sentó, bajó la cabeza y se
quedó ensimismado. Alcancé a escuchar que maldecía a Adalid
entre dientes. Luego me dijo que me fuera y que regresara al
otro día. Entonces tuvimos una sorpresa: nos visitó Teodosio,
aquel niño tartamudo, acompañado por su madre. Estaban
muy contentos; el niño, hablando perfectamente, saludó a don
Isidoro y le dijo que, gracias a él, su vida cambiaría. La mujer
preguntó al maestro cuánto le debía.
—Señora —dijo don Isidoro—, para mí es mucha alegría
ver al niño feliz. Ésa es mi mejor paga.
—Señor —dijo ella—, pero si lo que ha hecho no se lo
pago con nada. Ha curado a mi hijo, le ha cambiado la vida.
No voy a discutir. Le dejo estas monedas, le doy las gracias a
nombre de toda mi familia.
El niño tomó las manos del curandero y las abrazó contra
su mejilla. Cuando se fueron, don Isidoro me dijo:
—Ven, Santiago. Hoy es el día. Cierra la puerta y ven
al cuarto.
Movió una mesita de madera, debajo de la cual removió
una tabla falsa y, a su vez, un baúl cerrado con un candado
desgastado por el paso del tiempo. Del baúl sacó una pequeña
caja de ocote; dentro de ella había algo envuelto en un paño
rojo. Eran las dos fórmulas, cada una en un frasco de vidrio.
Las miré claramente, una azul y otra verde. Me dijo nuevamen-
te que, si alguna vez tenía que dar alguna, diera la azul. Me
dio la llave del candado y me dijo que pusiera todo adentro,
después me enseñó un cuadro con la foto de su madre; lo des-
colgó de la pared y dejó al descubierto un hueco, del que sacó
un pequeño recipiente de barro lleno de monedas de oro.
—Éstas son tuyas —me dijo—. Tú sabrás si te dedicas a
malgastarlas, a trabajar, a ahorrar o a gastar lo necesario. Tú
sabrás qué hacer.
Era tal mi incertidumbre, que le pregunté:
—¿Por qué me está dando todo esto, don Isidoro?
—Tengo que desaparecer. Estaré en el viento, en el agua
y en el fuego. Soy materia, no me voy, permanezco. Ahí estaré,
Rigel Herrera
confabulario 35
tú te darás cuenta y me observarás y me sentirás a tu lado,
enfrente, encima, detrás, en la noche y en el día. Éste será tu
hogar y el mío.
No entendía todo lo que el maestro trataba de decirme,
pero ya no quise preguntar más. Transcurrió la tarde, el clima
enfrió. En la noche me despedí del maestro. Lo noté muy raro.
Antes de que yo saliera, me dijo:
—Recuerda todo lo que has aprendido y todo lo que te he
dicho. Todo esto te pertenece. Tú tomarás mi lugar.
Ésa fue la última vez que lo vi. Nunca olvidaré su mirada,
su semblante, su tristeza, pero tampoco su bondad, su noble-
za, su humanidad. Durante tres días estuve llegando temprano
a la choza; tocaba hasta cansarme, pero el maestro no apare-
cía. Al cuarto día decidí abrir la puerta y no lo encontré. En la
mesa había unas hojas amarillentas con algunas fórmulas y
pociones; algunos dibujos de animales voladores y otras cosas
que con el tiempo entendería.
Un día antes de la navidad, mientras curaba a una señora
paralizada con una mezcla de abejas vivas, alguien tocó a la
puerta. Abrí y quedé espantado: era ese hombre, no olvidaré
su rostro; era el diablo, era Adalid. Me preguntó por el maes-
tro, le dije que no se encontraba; insistió en esperarlo, le dije
que no regresaría y decidió esperar a que la señora saliera
para ingresar. Me dijo con voz amenazadora que si trataba
de esconder al maestro yo también sufriría las consecuen-
cias. Me tomó por las solapas y me azotó contra la pared.
Su mirada perturbada me indicó que estaba desesperado; sus
ojos estaban completamente transparentes y sólo le quedaban
dos dientes que sobresalían de sus moradas encías, cientos de
arrugas cubrían su rostro, manos, cuello; ya no tenía cabello;
su piel estaba amoratada. Traté de no sentir miedo, pero él
sacó una pistola y me apuntó con ella.
—Dame la fórmula —dijo— o te meto un tiro y luego
vengo a matar a tu maestro, te lo juro.
Tomé las cosas con calma. Le dije que me esperara. Pasé
al cuarto contiguo, saqué mi llave, moví la mesa, abrí el can-
dado y saqué los dos frascos, guardé el azul y tomé el verde.
De repente, a través de la ventana entró una enorme lechuza
dorada con su cabeza blanca, me miró fijamente, me espantó;
comenzó a aletear a gran velocidad, trató de tirarme el frasco
verde. Recordé en ese instante que traía el frasco equivocado,
así que tomé el otro, regresé con Adalid, que desesperado me
quiso quitar la fórmula; se lo impedí, conminándolo a sentarse
y calmarse. Le extraje un poco de sangre y poco a poco comen-
zó a calmarse; respiraba agitadamente; fui vaciando poco a
poco la fórmula en la sangría y después de un momento le
di a tomar la poción. Se relajó, durmió, era de noche cuando
despertó. Me pidió un espejo, se lo di, quedó convencido y se
retiró, no sin antes sacar del pantalón una pequeña bolsita de
tela y arrojarla sobre la silla
—Ésta es tu paga —dijo—, después vuelvo por si algo
salió mal. Me saludas al anciano.
Se carcajeó y salió. Me asomé a la puerta y lo vi alejarse
a caballo. De repente apareció una vez más la lechuza y se
posó en una rama de un pirul. Se quedó mirándome fijamente.
Cerré la choza y corrí hasta mi casa; esa noche no pude dormir.
Mi madre se preocupó y trató de calmarme; intentaba cerrar
los ojos, pero se me aparecía ese desgraciado, Adalid; veía sus
ojos transparentes, sus arrugas, sus encías.
A la mañana siguiente llegué a la choza y vi a Paulino
con su zopilote; me preguntó por el maestro y le dije que yo
me ocuparía de su curación. Accedió a regañadientes. Tomé el
zopilote, lo desangré y vi cómo Paulino bebía la sangre.Le dije
que ya no serían necesarias más curaciones. Me dio unas mone-
das de oro, alegando que el patrón de su hermano les había
dado una gratificación y que él ya tenía trabajo nuevamente.
Antes de que anocheciera reapareció la lechuza; se posó
en la rama del pirul y me observó detenidamente, después
agitó las alas; repentinamente se alejó a toda velocidad. Cerré
la choza.
Pasaron dos días y una mañana encontré a media docena
de hombres malencarados ante la choza; iban armados con
rifles y pistolas. Uno de ellos, con la cara surcada por una cica-
triz, dijo que necesitaban urgentemente a Isidoro, por un motivo
de vida o muerte. Les pregunté quiénes eran y para qué que-
rían al maestro; no estaban para coloquios; entraron a la
choza y la revisaron de punta a punta. Atiné a comentarles
que el maestro no volvería. Entonces uno de ellos me aferró
por el brazo y me preguntó si yo me había quedado a cargo.
Asentí. Uno me dijo que su patrón, no otro que Adalid, estaba
36 El Búho
muy grave; había despertado “tieso” y con un extraño color en
la piel, que parecía escamosa. Les dije que los acompañaría,
para lo cual necesitaba algunas cosas: pócimas, aceites, unas
fórmulas, yerbas, mentol y demás, pese a que nada de eso era
necesario. Emprendimos el camino a Culhuacán.
En Los Girasoles había conmoción; la gente quería
ver a su patrón, y cuando llegué empezaron a preguntarme
qué le había pasado y si era cierto que la piel le cambiaba.
Los caporales trataban de contener a la gente y, de paso,
dejarme avanzar. Finalmente pasé de largo la sala y llegué a
una recámara, donde un tipo hacía guardia; le dijeron que
yo era el curandero que necesitaba su patrón. Me hizo entrar
y vi a Adalid en la cama, supino, envuelto en un paño blanco,
exhibiendo los ciento seis años que en realidad tenía. Estaba
irreconocible; su piel había engrosado, escamado, y brillaba
con el sol; sus ojos abiertos se veían transparentes; sus uñas
estaban moradas; en su frente se notaban dos protuberan-
cias, que no eran sino cuernos. En la espalda, increíblemente,
se apreciaba el nacimiento de dos alas, que de algún modo
se estimularon cuando les puse un poco de bálsamo de mentol.
Entonces Adalid se convulsionó. Empecé a rezar para evitar el
sufrimiento de su espíritu; le di de beber un poco de fórmula
de ajenjo para calmar el ansia. Comenzó a toser y a gritar, y
a aullar como si fuera coyote; a lo lejos, los perros aullaban
también. La gente congregada afuera de la casa comenzó a
impacientarse; algunos huyeron porque presentían que algo
malo estaba por venir.
Adalid lanzó un alarido, se incorporó y brincó al suelo;
su cuerpo comenzó a transformarse, sus piernas se tornaron
delgadas y sus alas se extendieron. Algunos presentes huyeron
aterrorizados. Un sacerdote asperjó inútilmente agua bendita
sobre la criatura. Los caporales corrieron a refugiarse a los
corrales. Nada quedaba de lo que fuera Adalid; ya no era un
hombre, pero tampoco un ángel; esta criatura era oscura, tenía
escamas y un par de cuernos. El clímax sobrevino cuando
avanzó de algún modo al patio de la casa grande y, ante el
horror de todos, emprendió el vuelo, sus enormes alas zumba-
ron con fuerza en el aire. Rápidamente se perdió de vista.
El hecho fue atestiguado por no pocas personas. Aquel
año, 1933, no sería olvidado jamás por los lugareños. Había
sido el año de la inexplicable desaparición del patrón Adalid.
A mí, por razones ignotas, la gente de la hacienda me dio un
caballo y un costal con 106 monedas de oro, que representa-
ban cada uno de los años cumplidos por el patrón. Conforme
cabalgaba rumbo a casa, la lechuza me seguía de cerca.
Pasaron los años. Acumulé experiencia. Una madrugada
del 27 de julio de 1957 tuve un espantoso sueño; me levanté
sobresaltado, ya no pude dormir. Nunca imaginé que, al día
siguiente, un terremoto cimbraría a la ciudad de México, cau-
sando muchas pérdidas humanas y destrucciones. Me dediqué
a interpretar mis sueños. Cada noche, cuando quería saber lo
que deparaba el futuro, ingería una infusión a base de jengi-
bre, ajenjo y menta, y me relajaba. Así predije muchos even-
tos, como el terremoto de septiembre de 1985 y la muerte de
mi madre.
Hay días en que sigo esperando el regreso de mi maestro
Isidoro. Acabo de cumplir cien años y a diario me pregunto
cuántos más me quedarán de vida. Hoy, al verme en el espejo,
he notado que mis ojos comienzan a transparentarse; ya no
tengo color, no tengo arrugas, no tengo ánimos, no tengo
ganas de seguir sufriendo en este lugar, que se ha convertido
en un caos. Recuerdo cuando todo esto era tan bello. Era mi
pueblo. Hoy todo está peor. Ya no quiero seguir dando malas
noticias, ya no quiero ser el curandero.
Hugo Navarro
confabulario 37
RobeRto bañuelas*
Encuentro virtual
Un difuso malestar, semejante a una red que
atrapaba pequeños dolores del estómago
a la cabeza, obligó al hombre a ir en busca
de un analgésico. Entró al cuarto de baño y fue tes-
tigo de que los espejos se despiertan con la luz
y de que él estaba contemplando los estragos que
habían producido los excesos de una noche en busca
de algún placer contra el mal de olvido. Mientras la
tableta efervescente se disolvía, él reunía las partí-
culas de un nuevo intento de posible felicidad para
la tarde de ese domingo en que se encontraría con
la todavía joven maestra de danzas orientales. La ale-
gría, reflejo de sí misma, no necesita de los espejos.
Otra vez, situado frente al espejo para podarse una
barba crecida de tres días y tres noches sin ella, la dolo-
rosa ausente, con su imagen incrustada en la mente, se
miró a los ojos y contempló la memoria de un pasado
que fue tan feliz y fugaz como la rapidez del recuerdo
que había engendrado este dolor y esta soledad, porque
ella no quiso compartir más el esplendor del amor ni
de los sueños, y, dueña de una cólera con palabras pre-
cisas, prefirió huir para instalarse en la realidad como
directora de tonterías y vacuidades en un programa de
televisión para un público educado en el servilismo y la
superstición… El hombre terminó de rasurarse, pero no
de pensar en ella.
En defensa del ego
El autor de solemnes imaginerías hace una vida intensa
y contaminada de literatura con la ficción como supre-
ma identidad; consecuentemente, ignora los juicios y
los errores de los demás: habla solo o no deja hablar
a nadie. Usa dentadura postiza a su medida, pero se
queja con frecuencia de dolor de muelas. Su talento
le permitió descubrir, sin recurrir a teorías peregrinas,
que se comía mejor en casa de los amigos que en su
apartamento de soltero insomne.
Ayer, invitado por amigos que le celebran otro
aniversario de su inevitable egolatría, llegó a la comi-
da, y, en lugar de una botella de buen vino, repartió
algunos libros que tenía repetidos o que no deseaba
leer. En verdad, es un hombre más solitario que soli-
dario, pero cree en el arrepentimiento hasta la próxima
ofensa; sin embargo, y a pesar de él mismo, su con-
tacto con la realidad se da a la hora de comer y en la
puntualidad de algunas exigencias del cuerpo, así como
de su sentimiento piadoso hacia algunos escritores
que no dejan de admirarlo aunque lo denuesten con
similar frecuencia.
Contra el mal de erotomanía
La mejor terapia contra el mal de lujuria se logra
al realizar vacaciones en hoteles con playa privada:
ahí abundan las conclusiones de lo que fue bello y de
38 El Búho
lo que nunca lo será: los excesos de peso, las ruinas
crecientes de la edad, las arrugas y los mapas varicosos
hacen pensar en la redención de los pecados.
Codicia
.Mujer inmoral y codiciosa, con virginidad restaura-
da, provocó en un hombre maduro, propietario de un
“Picasso”, un gran enamoramiento. La decepción para
la mujer fue más que dolorosa ante el descubrimiento
de aquel “piquito”.
Doble indecisión
Soñaba y meditaba, entre la tiniebla emocional del día
y la iluminación perturbadora de cada noche, hasta
completar el desgaste inevitable de otro año, en la posi-
bilidad del suicidio. Finalmente, sin esperar otra recom-
pensa que la de tolerar las contradicciones inevitables
de la existencia, decidió no realizarlo porque consideró
que era más doloroso escapar de la tormentosa vida que
de la desconocida muerte.
Vida para el recuerdo
Cuando aquel verano lluvioso de 2009 me llamó por
teléfono una ex amante, de buena familia y de moral
bien fundada, para encontrarnos en un hotel discreto
y realizar un homenaje a nuestro pasado de pasión y
de impaciencias, le aclaré que no era por el coste de la
cena y del hotel, sino porque ya era yo el feliz poseedor
de una definida impotencia sexual e insensible a todos
los fármacos de prestigio.
Me trató, con su repertorio de mujer frustrada,
de egoísta, engreído y malvado; pero así son algunas
mujeres y, llegado el caso, debemos ser, en homenaje al
pasado amor, tolerantes y comprensivos
Placentero genocidio
Todas las sucursales comerciales de alimentos natu-
rales y preparados del planeta, en convivencia con el
previo cónclave y acuerdo a nivel internacional de las
grandes potencias, creadoras del más perfeccionado
armamento para preservar la paz, decidieron ofrecer
como primicia comercial el regalo de todas las exis-
tencias de alimentos durante una semana. Cada día
de multitudinaria beneficencia estaba atendida por
tres turnos de empleados que distribuían el beneficio
en concordancia con el número de componentes de
cada familia. Las multitudes de peticionarios formaban
turbas y peregrinaciones constituidas por desemplea-
dos, trabajadores y técnicos de todas las especialidades,
artistas incomprendidos y profesionistas con título y
sin ocupación…
Al resultado regenerador y de optimismo conta-
gioso que se produjo después de ingerir la inesperada
e increíble beneficencia durante la primera semana, en
el transcurso de dos meses acaeció el funesto deceso
de millones de gratificados que fatigaron durante meses
los hornos crematorios -secretamente construidos para
la realización del proyecto-. El experimento, del que
hubo víctimas pero no culpables, resultó más exitoso
que las guerras y los controles de natalidad programa-
dos para la reducción poblacional.
Los viajes de Onán
Onán, extraviado en los caminos que él mismo inau-
guraba, entró al paraíso donde ya no estaba Eva.
Angustiado por la proliferación de serpientes, abandonó
los aromas de flores y frutos para correr en busca de
algo parecido al desierto que fuera el ámbito propicio
para su soledad.
Desacuerdo
Cuando Empédocles de Agrigento era niño, sus padres
discutían agriamente en definir el hipocorístico cariño-
so para su vástago: mientras la suplicante madre quería
llamarlo Empedoclitos, el airado padre insistía con el
de Empedítocles.
confabulario 39
Roberto Bañuelas
Amoroso sueño
El sueño ideal de aquel anciano consciente, era el
de llegar a morir rodeado de bellas enfermeras y no de
parientes codiciosos.
Castillo
Para no defraudar a sus enemigos, construyó su casa de
infamia con resistentes piedras de escándalo.
Contrastante identidad
Se encontraron en el vestíbulo del Gran Hotel y, con una
mirada de profundo reconocimiento en el mundo de las
dimensiones, el hombre más alto del mundo saludó con
la presión amable de sus dedos índice y pulgar la mane-
cita de la mujer más pequeña del mismo mundo.
La voz oculta
Más asombrados que de la lejanía de sus dioses per-
didos, los masai esperaban a que el cantante y los
músicos emergieran del fonógrafo que el antropó-
logo llevaba para darle música al horizonte de su
buscada soledad.
Otro póstumo
Después de la lacrimosa ceremonia en homenaje de
quienes no pudieron destruir, todos, casi en tropel pasa-
ron al salón del banquete. Convencidos de haber cum-
plido un deber de admiración, brindaron y comieron con
el entusiasmo que superaba todas las flaquezas.
Estilomanía
Excéntrico en sus escritos -derivados de la presencia
de un ego incansable- y concéntrico en su vestimen-
ta, cuando se aburrió del gobelino que adornaba el
saloncito de visitas, con ayuda de un sastre experto en
extravagancias lo transformó en un protagónico chale-
co, el cual estrenó en su conferencia quincenal con la
conclusión categórica: “Para escribir un bello poema, un
profundo ensayo o un cuento insustituible, son necesa-
rias la imaginación y la sensibilidad, pero sin tener que
recurrir al abuso de los sinónimos ni a una voraz adjeti-
vación para extenuar la fealdad del idioma”.
Fonética y dicción
Para expulsar cualquier vestigio de mestizaje, el secre-
tario del señor ministro pretendía hablar como un
español castizo y trasladaba sus faltas de ortografía a
la conversación con especialidad en temas y lugares
comunes.
40 El Búho
Previsora sensualidad
Aquella mujer, dura y madura, apasionada y sensual,
se maquillaba antes de dormir para estar preparada
y dispuesta por si se daba el caso de que en el sueño
apareciese un violador inevitable.
Última voluntad
Con las últimas luces de la conciencia, entre la agonía
y las telarañas que atrapaban su voz, don Antonio con-
fesó y suplicó a su segunda esposa:
-Queridísima Jovita: ahora que estoy por dejarte
para siempre, te suplico que tengas mucho cuidado en
que nuestras dos hijas no se vayan a casar con mucha-
chos de estas rancherías porque podrían ser sus herma-
nos… Júrame que cumplirás mi última voluntad…
Específica estrategia
Las tonantes órdenes del general contenían una
trágica lógica: quería agotar las municiones del enemi-
go con los cuerpos de nuestros bravos y resignados sol-
dados; cuando el enemigo agotara su parque, nuestras
tropas restantes entrarían a un definitivo exterminio
con el total de nuestro escaso armamento. La justifica-
ción final, en el supuesto caso de no lograr la victoria,
sería la de siempre: “Murieron por la patria”.
Ceremonia
Aquel adolescente asistía a la ceremonia de la mastur-
bación, convencido de que el amor perfecto consistía
en hacerlo con el ser más querido de su vida y que el
verdadero pecado consistía en renunciar al amor.
No desearás…
Los contubernios y los negocios con testaferros sobor-
nables incrementaron en forma inevitable la fortuna
del diputado representante de un distrito que nunca
conoció. Con la separación de su pasado gris, incluyó
el de su esposa, a la que pronto sustituyó por otra que
podría ser su hija. Para no provocar enconos ni sospe-
chas, adquirió nueva casa donde poder alojar y alejar a
la causa de su renovado erotismo. Seguro de sí mismo
y triunfante, consciente de la conducta licenciosa de
sus hijos mayores, pensó: “No desearás a la segunda
mujer de tu padre”.
Jinetes
Con la doble carga del flaco barbudo y la tetona teñida
de rubia, la motocicleta va por las calles anunciando su
estruendosa presencia.
El crimen perfecto
Me siento a leer alguno de los libros vírgenes que inva-
den mi biblioteca del futuro; lo hago habitualmente en
el cómodo sillón que propicia ver el jardín a través del
cristal y de las cortinas blancas que cancelan la curio-
sidad de los vecinos grises. Al acto de la lectura, acom-
pañada de un zumbido molesto y admonitorio, acude
con frecuencia la embajada o el mensaje de una robusta
mosca, contra la cual cometo el perfecto asesinato con
el auxilio de una revista -siempre el más reciente núme-
ro- de la ópera y sus intérpretes, de los aficionados y su
locura lírica por el “do de pecho”.
Fundación de país
A pesar de que tienen millones de representantes en los
cinco continentes y algunas islas de turismo y placer,
los activos ciudadanos de Sodoma y Gomorra -asilados
o ilegales-, claman y solicitan a las organizaciones
del imperio económico que les otorguen un territorio
donde fundar su país representativo.
*Tomado del libro inédito El ocaso de los quelonios,
de Roberto Bañuelas.
confabulario 41
Manuel espinosa sainos
Xatakganún lalakapastakat
Akxni lu pulana ktilakgatín
lakum pulha aktsu talhtsi kkataxawt
lituxtulh kilatamat.
Alh kilhtamakú ktatlankilh,
klitatliwakglh mintatlín lakum xtatlin stantas
lu tlanka kiwi kwa.
Ksmanipasalh kintankhaxekg,
kintantikiwi,
kin tawanín,
ki sakgsitawakat,
tipalhuwa tatlín takgastokglh
kki akganín.
Klitatliwakglh mintapaxkin
chu tsinu tsinu titaxtulh kilhtamakú,
liyukgolh wun kintawanín.
Chu antá tamá
k akgalasasa lasasa kiwi
lata xmasekga kuxtalampakga
akganuwaka mintalakapastakni.
Recuerdos colgantes
Al enamorarme de ti
me convertí en una semilla
parida por la madre tierra.
El tiempo me puso alas
y abonado con tu canto de pájaro,
me convertí en árbol.
Enrique Zavala
42 El Búho
Y me aferré a mis raíces
a mi tallo,
a mis hojas,
a mis frutos,
una diversidad de cantos
se anidaron en mis brazos.
Me alimenté del tiempo
mientras mis hojas
se fueron cayendo tras el viento.
Y en ese árbol
de ramas quebradizas,
como un nido colgante
permanece tu recuerdo.
¿Tu xpalakata nelh lichiwinankgoy lapaxkit kiwi?
Lipekwa anán akstutawalat, tini akgapixtinán,
lipekwa akgayukgonit kiwi, lasat akgawankgoy,
¿tuku xpalakata nelh lichiwinankgoy lakaxpit kiwi?
Xkatsit tapumakgantilhá lapaxkit ktiji,
lata tapumakgan xkgalhxtajat chichí,
lata titaxtuma kilhtamakú skaktilha lapaxkit.
¿Tuku xpalakata nelh lichiwinankgoy lapaxkit kiwi?
lipekwa akskaktamakgonít talhtsi kkakiwín,
ni a patikgoy sen tachanán, tini a majininán.
Lilakgapatsa litalhkintikgonít wun masekga,
nelhtu sakgsi tawakat chu laktsu spun kxakgan kiwi,
¿tuku xpalakata nelh laslakgkgoy paxkinanín
[kkatawanín?.
¿tukú xpalaka nelh lichiwinankgoy lapaxkit kiwi?
Jazzamoart
confabulario 43
¿Porqué los árboles ya no hablan de amor?
Tanta soledad colgada entre los brazos,
tantas ramas desmariposadas,
¿porqué los árboles ya no hablan de amor?
Tanto amor que va escurriendo
como la baba del perro sediento,
tanto amor que se va secando con el tiempo.
¿Porqué los árboles ya no hablan de amor?
tantas semillas moribundas en los campos,
olvidadas por la lluvia y por el humo del incienso.
Tantos nidos destrozados por el viento,
árboles abandonados por los frutos y por los pájaros,
tantos amantes que ya no se cortejan entre la hojarasca,
¿porqué los árboles ya no hablan de amor?
Kxa kiwi lapaxkit
Antá kxa kkwi lapaxkit
tlan puxkan xalakspininín
chu xalakskayiwán latsukat,
tlan lipuxkan latsukat listakni,
tlan lipuxkan xtatlinkan laktsu spun.
Wanti nitu xtalapaxkinkán
tlan anta namakgankgoy xtalipuwankan
kum nawakgoy xmankganat xatawan lapaxkit,
tlan namalakgsputaya miakstutawalat
kum nawaya ksakgsiní xa kiwi lapaxkit.
Antpa kxa kiwi lapaxkit
ni akxnikú lakgsputa talitsin,
lu stlan latsukkgoy tamputsni,
lakum klaktsu tawan anán lapaxkit kkgapín,
lustlan lapuntanukán.
Makgapitsin paxkinanin ankgoy tapuxtukgoy
xmaknikán chu xtakuwanikán,
ankgoy tampilitnankgoy kskgakgat lapaxkit,
ankgoy lilhakganankgoy lakspupukun xanat,
makgapitsin kaxman ankgoy wakgoy sakgsiní
akxní makgalhsputukgoy xtalakgxtamitkán.
En el árbol del placer
En el árbol del placer
se pueden cortar besos,
besos rojos y rosados,
con el silencio del alma,
con el canto de los pájaros.
Pueden las personas sin amantes
cubrir sus penas
si beben el rocío de las hojas,
es muy posible acabar la soledad
con una mordida a los labios frutales.
En el árbol del placer
hay sonrisas que nunca mueren,
ombligos que esperan un beso,
muslos abiertos como las verdes hojas,
se puede penetrar lo impenetrable.
Hay amantes que siempre acuden
a cambiar de piel y de nombre,
a revolcarse desnudos bajo la sombra,
a vestirse de flores azules,
o simplemente comer una fruta
después de hacer el amor.
*Tomados del libro Kxa kiwi tamputsni. En el árbol de los ombligos.
Manuel Espinosa Sainos.
44 El Búho
Raúl HeRnández viveRos
México fingía una necrópolis
Ramón López Velarde
I
Sobre las piedras de los sacrificios,
entre los volcanes y flores del altiplano,
el viento abre los caminos
rumbo al valle
donde la luz
se tiñe de rayos y relámpagos
que arrojan los dioses
de la traición y muerte.
Detrás de las montañas
se elevan los lamentos
bajo el júbilo sagrado,
entre los cuerpos vestidos
y envueltos con la esperanza,
acompañados del deseo por la salvación.
En el centro del universo
todo está en calma.
Dentro de las tinieblas
sosegadas por las estrellas brillantes
y el relámpago del tiempo vivido
frente a los dioses solares.
II
Desaparece la tristeza
en los rostros de hombres y mujeres.
De la noche a la mañana
brotan los rostros enmascarados,
vendaval de fusiles en las manos
se abre entre el ruido de las sirenas.
En este lance espurio
Juan Román del Prado
confabulario 45
continúa el fuego provocado
por el estallido de las explosiones.
El ruido cesa hasta la llegada de las sombras
se abre el telón crepuscular.
donde la muerte sopla la música
que fluye entre las calles y avenidas.
El asentimiento ordinario desaparece.
La ilegitimidad abre las puertas
a la violencia y corrupción.
De una manera sigilosa
los escrúpulos se hacen invisibles.
Las evidencias destruyen las ciudades
y en los campos inertes
triunfa la calamidad.
En el fuego los inocentes
danzan entre las tinieblas
de la oscuridad,
olvidándose hasta de sus nombres.
Los bienaventurados abren los pechos
de los adversarios que, sin lamento de agonía,
contemplan las imágenes
de sus corazones todavía palpitantes
entre las manos de los jinetes de la guerra.
Sobre las piedras de los sacrificios
se escuchan las exclamaciones
y rezos de los vencedores.
Las promesas divinas
de que algún día la verdad
sosegada abonará el jardín
de las azucenas pintadas de sangre.
III
Cuando aparece el crepúsculo,
algunos huérfanos preguntan,
con inocente ternura,
sobre el paradero de sus padres;
enlutados ignoran el lugar de origen.
Los restos de las figuras hirientes
pintan las calles y avenidas.
Por los campos
de la tierra abandonada
alzan las manos con sangre tibia
para exigir esperanza
de un poco de vida.
IV
Miles de hileras
de sombras fugaces
anhelan agua y comida.
Desde el fondo del cielo
brota la orden de los dioses.
El príncipe embriagado
ordena a sus ejércitos
la ampliación sagrada
del imperio de terror.
Desde lo alto de las pirámides
los huérfanos frenéticos
se precipitan hacia el fuego
que brota en el pebetero de la eternidad.
V
En la espalda del dios de la violencia
el penacho baila alrededor de sus hombros.
La muchedumbre llora
relumbra la clemencia
y se desmoronan las gargantas.
El dolor de los ausentes
hiere más que el olvido.
La espina dorsal de la patria
es atravesada por las cuchilladas
de los pedernales ensangrentados.
46 El Búho
Los verdugos encapuchados
desoyen los cantos angustiantes
de piedad y respeto a vivir.
La serpiente devora las plumas
de la poderosa águila
que agoniza debajo del nopal.
En la piel de los tigres brillan las manchas
que esconden las garras y colmillos.
Al borrar los fragmentos
de aquellos instantes
la vida se extravía en los episodios
y escenas de la historia de México.
Los sacrificios terminan cuando
los lamentos de las mujeres
se unen en coro:
¡Ay, mis hijos!
¿Dónde están,
a qué lugar se fueron?
Y el coro se repite desde
tiempos antiguos
hasta la eternidad
del presente del fulgor solar
que nadie puede contemplar
por la arena del infierno.
Fotografía Karla Mariana Cruz Jiménez
confabulario 47
Hugo l. del Río
¿Me amarás si te digo que he vivido como lo que
soy: un perro? Chucho callejero casi siempre: pata-
das en esta calle, patadas en la otra; aquí me arro-
jan agua hirviendo; allá me ofrecen un pedazo de carne
con vidrio molido; muchos automovilistas cambian de
carril con ánimo de atropellarme y dogos más grandes o
más hábiles que yo me muerden y me zarandean.
El hambre y el frío se tutean conmigo; sólo la llu-
via me limpia un poco el pelaje. El pordiosero mutilado
que me daba casi toda su mísera ración se murió hace
rato y sé, porque entiendo el lenguaje de los humanos,
que los de la perrera municipal han cruzado entre sí
apuestas a que me capturan.
Quizás lo lograrán. Por qué no.
No me malinterpretes: quejas, no. Hubo y hay perras
tan roñosas como yo que me dieron caricias y calor, y
algunos perros famélicos fueron mis amigos y compañe-
ros de correrías.
Algunos murieron, otros cambiaron de barrio. Hoy
camino solo, con una de mis pobres patas muy lasti-
mada. Los perros del rumbo me ven con malos ojos y
me gruñen, las perras se dan aires de grandeza y me
ignoran.
Y los niños, claro, me tiran piedras y botellas. Pero
sé esquivar toda clase de proyectiles. En la calle aprendes
a sobrevivir.
Déjame decirte que también conocí la buena vida.
Fui perro guardián en casas de ricos. Tenía mi casita de
madera con una caja de cartón como cama. En invierno
me procuraban mantas de lana y todos los días comía
croquetas con vitaminas.
Bueno, debo decirte que hasta novias me conseguían.
Perdonarás, también, la falta de modestia, pero fui
héroe. Salvé de un par de secuestradores al hijito de uno
de mis patrones. A mi gusto mordí a los truhanes, los hice
sangrar, los hice gritar.
Pagué el precio, claro. Me dieron un balazo en una
de las patas, que nunca me volvió a quedar bien. Pero
la familia me llevó a un hospital de mascotas domésticas
y fui bien atendido.
Y ahí la conocí.
Las cosas buenas nunca duran mucho. Nada me
costaba quedarme en aquella casa, dejarme querer. Pero,
qué quieres:
Claro, una perrita guapísima. Me volví loco por ella.
Cuando se la llevaron escapé del hospital y durante
meses seguí su rastro. El olfato y todo eso. Tú sabes.
Cuando la encontré, meses después, estaba yo hecho
un asco. Frunció su hociquito, que tantas veces besé,
alzó con desdén su cabecita de reina y me mandó a freír
espárragos.
Te hablaré con franqueza y seré muy claro. Lo único
que te puedo ofrecer es mi amor. Conmigo sólo te espe-
ran días de hambre y golpes y noches de frío y lluvia.
48 El Búho
ana lauRa Medellín
Han caminado mis pasos
En el tiempo fingido espejo
Donde la imagen se pierde
En fríos laberintos inciertos.
Dejan huella mis pasos
En la prisa de la vida
Entre los sueños perdidos
De noches que no tienen día.
Mis pasos ya viejos, caminan,
Temerosos de llegar al principio del fin
Donde empieza la existencia
La forma en que yo te amaba
Y el gran amor que me diste.
Hoy la noche interrumpió
Su danza con las estrellas
Y conmigo lloró
Abrazando la lluvia, mi corazón.
Rruizte
confabulario 49
benJaMín toRRes uballeLa soledad
La soledad es vida perdida,
manos inertes, dolidas y frías.
Horas eternas, cruzadas perdidas.
Llorar en silencio al alma vacía.
Ahogarse en veneno, morir en tormento.
Perderse en las sombras, callar los secretos.
Flagelos constantes, sumiso el momento.
Soledad, esclavitud rendida, maligna, perversa.
Es negación, ruindad; destruirse solo en el tiempo,
perder una y otra vez descarriadas batallas en miedo.
Corromper los ¿por qués? en pausas sombrías,
en sordidez extraviados, en los años hallarlos.
Enjuiciadora innoble, miserable te yergues,
inmisericorde, por la atrocidad de los yerros.
Soledad, en el hastío destrozas, rompes, vences;
juegas siempre a ganar, siempre humillas tú,
rejuegas indócil, asedias furtiva; es tuya la mente.
Aniquilas el color, sólo hay dolor en negro y blanco.
Miras las penas, y en el triste encono de los ojos,
en el lerdo andar, sinuosos caminos te maldicen.
Agonizas tantas marionetas inertes: en el pozo, en el fango,
[en el lastre.
Tu aura de maldad es viento impuro, rocío de hiel,
horas vanas, noches y mañanas álgidas, amargadas.
Soledad, eres luto y encuentro, saldo pendiente a quien debe,
cruel ejecutor puntual; presente que nos hiere, en el alma,
ahí, donde es verdad que duele, hoy... quizás... por siempre.
OcéanoEs pensar en tila disfunción de mis sentidos,arrogancia inexorable,aprendiz en vuelo nuevo.
Oprimir el alma al llantoque se opone entre crisoles,y obcecadas las razones,no hallan luz, son perdedoras.
Estoy a ti,donde anudan las fricciones,soy más simple caballero,rededor del mar entero,es tu océano,en él navego... Bésame¡Bésame! Felizcomo si en ellodejaras la vida;entrégate hoy aquí,y deja luego que el mundo entero diluya. /Guarda tus ojos hermososen mi corazón seducido,vierte la luz del sol,haz motivo de mis brazos. /Abrázame sin pudortan fuerte aunque yo muera;en el último aliento de amor mi alma entera te guardara. /Pon en mí tu piel y madrugada,desnuda el jardín, en estas horas amadas;en este agradecer a Dios,en estos etéreos aromas. /¡Ámame ya! Mañana nada nos sirve,
50 El Búho
necesaria es tu verdadde mi espacio y la inocencia.¡Bésame!, otra vez, suavecito, sin prudencia. /Detén las manecillas a las diez,cual instante portentoso, amarte siempre es mi pasión,necesario tal reposo. /¡Encántame!, sólo dime que me amas,sin palabras, sin maldad,en verbenas luminosas. /¡Ámame!, en nuestra vívida sustancia,de lo que somos, de lo que anhelamos,de lo que fuimos, de lo que añoramos,aun sí, a todo aquello que escapamos...
El Hombre Va el hombre detrás de la vida, a destiempo;en el crujir de la noche dura, tanta maldad exaltada.
Inmerso ya, ahogándose en traiciones. ¡Qué tristeza, cuánta soberbia!;ensimismado es él, por él.Bebe la hiel que a borbotones desprecia el tiempo.
Se va, en el espejismo final del retroceso inquieto;no es eterno, no su corazón certero, muere de sed;quiere ser hombre y mujer, quiere morirse todo en silencio.
Tiene mirada y corazón de fuego, está quemándose solo por [dentro;
miserable es su dolor, esclavo pronto, prisión del blanco y [negro.
Emisario de su dios, es perversidad, vileza, pretexto, débil voz.Ambigüedad de sol, inminencia de las manos, feligrés tan inexacto.
Desesperado busca sombra de ocasión, ignorante, ¡qué perdición!Su vuelo es odio rasante, desigualdad particular, veneno en su
[vientre;esclavo de ir y volver, invalidado juez en desasosegadas horas
[tarde.
Nómada en el desabrigo, del amor, del error en lo vivido, de la [seducción;
la ferocidad es aroma irracional que lo ha ungido.Bestia maldita, verdugo impío, tormento que lo ha engullido.
A ese hombre, no hay retribución, no hay espaciosidad, no hay
[lamento.
El dolor no es oropel: es sangre, angustia, arrepentimiento,
[llanto.
La memoria se extraviará, en el destierro execrable.
Sus lamentos gemirán, nadie escuchará, la piedad es modo
[imperceptible.
Hombre, desagravia el amor, duerme pleno, son horas de dolerse;
de redimir la paz, de tener erguida la frente, de plantar nueva
[simiente.
* Tomados de Benjamín Torres Uballe, Plural Vagabundo versión
19.52. Abril 2011; prohibida la reproducción total o parcial a través
de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por
escrito del autor.
www.benjamintorresuballe.blogspot.com
Pita Amor
para la memoria histórica �
Salvador Camelo murió el 3 de julio de 2012. A manera de
homenaje publicamos una semblanza de Dionicio Morales
y una selección de sus poemas.
Salvador Camelo: Poeta a contracorriente
En mi poema “Bar La Reforma” menciono a los amigos
que cada viernes acostumbrábamos reunirnos a partir del
mediodía; al referirme al infalible Salvador Camelo, digo en
unos versos:
Salvador pareciera que nunca tuvo abuela/ y no sabemos
qué festejarle más,/ si su pretenciosa locura de vivir/ o su
maldito cinismo. La vida de Camelo transcurre entre estos
extremos y en medio de ellos, la poesía le hace cosquilli-
tas... hasta en el alma. Para Salvador lo más importante es
vivir, como duermen los caballos, a rienda suelta. Es de los
que prefiere, como decía Novalis, tocar un cuerpo hermoso,
porque es tocar el cielo, que escribir un poema.
La biografía de Salvador Camelo tiene de todo como en
botica vieja: desde su juvenil amistad con ese gran maestro,
gran viejo, crítico y escritor de polendas mal entendido,
Rubén Salazar Mallén, a su furibunda y desesperanzada
participación en el Movimiento del 68; del accidente sufri-
do una madrugada etílica al ser arrollado por un camión
de carga en el eje vial de Félix Cuevas fracturándole pre-
cisamente la pierna izquierda, a su viaje intercontinental
inventado por Luis Echeverría para llevar de paseo a 120
intelectuales mexicanos en un avión, que por un milagro
guadalupano, no se desplomó; de su trabajo cultural en la
Universidad Autónoma de Guerrero con una administración
comunista, a sus elucubraciones mefistofélicas en una mesa
de cantina sobre la política, el arte, la vida, el sexo. Amigo
a carta cabal, ha aprendido que la sabiduría se adquiere
después de un largo silencio, después de haber padecido los
infiernos propios y ajenos.
Si su vida es un completo desmadre bien organizado,
su poesía, claro, es hija de. En su obra poética escasa y
siempre a salto de mata, resaltan las peculiaridades que
tanto nos asombran y nos divierten de su vida. El mismo
desparpajo que linda y colinda con la ingenuidad y la auda-
cia; el cinismo que raya, a veces, en la intolerancia; el reco-
gimiento instantáneo para planear y perpetrar los suaves
atropellos que todavía, a nuestra edad, pueden hacérsele a
la vida; el inventario de sitios y bares de la Ciudad de México
donde se aplatanan las nalgas y se le da vuelo a la hilacha
cuando se encienden los sentidos al ingerir la agüita que
ataranta bestial y celestialmente; las postales de ciudades
lejanas en las que como ráfagas lumínicas se desdobla su
existencia, y sus escandalosas declaraciones de los amores
que ya pueden no sólo decir sino gritar su nombre.
Un crítico “exigente”, de esos con apellido extranjero
pero que suena igual a un Pérez o López cualquiera, a los
que el aire evita tocarlos porque no quiere convertirse en una
lluvia de negras cenizas cayendo sobre nuestras cabezas,
podría “razonar” que la poesía de Salvador Camelo es des-
enfrenada, descuidada, de primera intención, despatarrada,
elemental —todo ello lanzado a la cara como una sarta de
maldiciones—, y al final, señalada arteramente como vicios
y defectos, y no sólo literarios. Para quienes, aun no siendo
críticos, no somos dados a la cartomancia literaria de des-
entrañar algunos crípticos escondidos, sepultados, en cada
uno de los versos, y además somos incapaces de realizar
traducciones directas del español para saber dónde quedó
la bolita, estas “imposibilidades poéticas” nos parecen, pre-
cisamente, su mayor virtud porque las salvan su llaneza, su
desenfado, su brevedad, su honestidad.
Ya sabemos que una poesía escrita de esta manera
conlleva sus necesarios riesgos. Camelo, quizá sin darse
cuenta, los asume, los corre y no le interesa preguntarse los
resultados inmediatos. Poesía sin artificios, directa, atrevi-
da, humorística, escrita quizá de un solo tirón, como sacan
los magos los conejos y las palomas de sus sombreros.
Poesía de un aparente olvido formal pero en la que, como
dirían otros críticos, laten las carnalidades de un poeta.
Dionicio Morales
Salvador Camelo
(Archivo coleccionable)
�� El Búho
Poemas de Salvador Camelo tomados de su libro POEMAS 1966-1996.
1Hoy quince de marzo de 1967nos hemos cansado juntos.Nuestros cuerpos que juntos permanecíanhan empezado a ceder, a aflojarselentamente hasta llegar a unalaxitud completa.
Por momentos el mundosólo lo formamos tú y yo.Nos olvidamos de la luz,del tic tac de mi corriente despertador.Fue hasta después de habernosamado que notamos que eldisco ya no sonaba y no hacíamospara que de nuevo tocaray ninguno de los dos lo apagaba.
No sé de qué color es elsudor que tú despides; perolo aspiré con tanto amorque me será difícil olvidarlo.Tu sexo es color de rosa y sobresaleentre las aguas de tu morena pielcomo las uñas de entre tus manos.
2Ayer nos amamos¡Sólo por eso hoy me siento diferentey superior a los otros!Yo me quedé en ti;tú vienes ya conmigo para siempre.La sensación de tus piernasanudadas a las mías,tu respiración acelerada,el violento latido de tu corazón fatigado,la fuerza de tus manosaferrándose a mi cuerpocomo con temor a perderse o a perderme.Toda esa secuencia de cosasque ni tú ni yo provocamos,que no hemos osado interrumpirque corrieron, que siguenhace que yo me sienta en tipara siempre.Ayer nos amamosy sólo por eso soy diferentey superior a todos.
VIUDO DE DIOSSi Dios no existiera,
todo estaría permitido.Dostoievsky
Mi año nuevo es el día de hoyse dice y consta que nací un 10 de abril— total—
Hoy cuando son mis cuarenta el abandono,y la dejadez las conozco; aun más,a estas alturas me declaro viudo de Dios de timuerto desde hace meses.A mis cuarenta años—tan esperados—,descubro poco a poco,con calma,sin alteracionesque me amaronque me abandonarony que después de siete mesessoy viudo de Dios.
Mi viudez la conocí ayerMi viudez atrás se quedó:Tu moriste solo, así lo quisiste
¡Buen viaje!ahí te alcanzo.
1Hay veces que te encuentro con toda la sal del maren los labios.
Octavio Ocampo
para la memoria histórica ���
Otras en que tienes en la miradatoda la humedadde un bosque.
También, a veces, tienestoda la luminosidadde una noche de luna.A veces traes contigosobre tu piel—en tus brazos y en la cara—todo el sol del caminoy los olores de tu cuerpo se confundenentre sudor y tierra y el gas que el camiónha consumido.
Pero siempre, invariablemente,te he encontradocon tu belleza a cuestascon tu soledady tu poco de muerte.
IIEn veinticuatro horascasi desaparece todo;primero la voz porque no te habloy junto con ésta, los sonidos porque no
[te escuchoy la vista porque no te veoy también el tacto porque no te toco.
Tú desapareciste. Decidiste irte—a pesar de que se te extraña.
Lo que lastimosamente permanece—como siempre—es la soledady también por suertela memoria y el recuerdo;no te olvido.
Llegaste al finalizarel verano.Durante el otoñopermanecisteintensamente;tensamentedurante el inviernoy ahora que ha entradola primaveraestás ausente.
Ya formas partede los amores llegados y ya idos.Eres historia,un poco de anécdota —como todo—,también dolory algunas lágrimas.Es difícil enumerartodo aquello que no se alcanza en la vida.
Por ahora séque no veré las cicatrices de tus piernasy ni tampoco cómo manejas un cochecómo te sumerges en el mar—aunque todos dicenque lo haces bien—.
Es más fácil saber la que sealcanza.Ya antes de mirartealcancé la tranquila soledad.Ahora no te miropero ya no tengo tranquilidad.Perdón, olvidabatambién se sabe lo que se pierde.
IPregúntome¿qué es lo que he hecho?Quererte mucho.Me contesto¿qué hago con todo este amor?¿Nada? ¿Todo? ¡Nada!Tú lo dijiste desdendenantes: NADA.
IIQuerer a la gente no es malo.Hay quienes sin temerla ni tenerlaevitan y atacan:A ellos se les revertirá la maldad.
IIIEstoy cansadome siento cansadoy no por ti,sino por los otrosque son mezquinosy están a diestra y siniestrate invito a descansar: descansemos.
IVCuando te hablo no hay ecoy quiero tu vozy no soy tu eco.Quiero un dúoun eco común y sostenido.
VQuiero ser un escritordecidor de palabrasy todas te las quiero decira ti, ahora.
PÉRDIDAS En un viaje suelen perderseun abrigocuatro suéteres
�V El Búho
luirse cuatro pantalonesgastárseles el talón a doce pares de
[calcetines—y desgraciadamente—muchos amores.Todo se va quedandoen diferentes lugares:En Quito, en Lima, en Santiago,en Concepción, en Buenos Aireso qué sé yo dónde.Lo que perdí hace mucho tiempofue la vergüenzay para ser francono sé ni dónde.Quizá entré a una oficina públicay al salir ya no la tenía;Tal vez, un día o una nocheme dormíy durante el sueñose saliócomo se le sale el almaal muerto.Sé que con todo lo anteriorme voy a reencontrar—hasta con el amor—pero por suerte con la vergüenzame será difícil.
Otro día se me irá el almay se unirá a la vergüenza perdiday yo buscaré a las dos—mi alma con vergüenza—en el juicio final.
…..En mis viajes nunca he perdido mi juventudy mucho menos el tiempo.
Ahora resulta quellevo vivido medio díade adelanto;no obstante,no hay una arruga másy mucho menos una cana(porque saldría de ganasy, yo ya dije, que no me lasaguanto).
Se que regresarépor donde vine(¡Siempre! En polvo eres y en polvote convertirás)y tendré en mi habertiempo ganado¡se sufre tanto!
BREVE POEMA A LOS COPREROSEsos treinta cadáveres me duelen,me calan muy hondo.Me angustia el no podercantar a esas ciento veinte extremidades
[morenas,quietas y sangrantesinmóviles y rojas,apacibles y costrosas.
¿Qué se puede decir de ojosque no se conocen?¿Que no se han visto nunca?¿Qué puedo decir de esos sesenta ojos,algunos desorbitados por los impactos,otros fijos indiferentespero todos con algo en común: sin luz e
[ignorados?
Me siento mal por buscar palabras—y no hallarlas— que encierrenla mísera tragediade esos treinta pobres quemados dorsos,ya para ahoritaagusanados, podridos y olvidados.
IEl que tengavergüenzaque aviente la primera piedra.
IIEsto es un valle de lágrimas en el cualyo soy vertiente.
IIIEn Méxicola tristeza es tantaque es impermeable.
IVDeambulares un pocoentrar en mucho conflicto.
VEs muy difícildescubrirlo todoy más las cualidades del silencio.
VILas bugambiliasson como mariposaspor esqueléticas.
para la memoria histórica V
VIISe fueron cayendo las inhibicionesapareció la verdady me hice auténtico.……Soy del ejército mundialde los de sin casaSoy nómadame cambio de casa de trabajo de amante con frecuencia
Lo que no me quito nuncason los zapatosque me acompañan siemprea buscar otra casa otro trabajo u otro amante según el caso lo requiera.
……….El tehuacanensede azul y blanco—no sin mentiras—me contó algosobre su viday algo sobre su buena suertedesumuertenadavalientetoreroélyolaadivino
IVeo el mary el mar no se envenena nunca:al amanecer toda la suciedadestá sobre la playa,la ha expulsado.
IIYo nunca me meto al mar.
IIIEl mar sólo respeta la bellezapues muere con ella.
IVYo sólo veo el mar...
……….
País sin pasadopaís de muertos.
Busco en el pasadoporque todos lo ignoran...su ayer, nada significa con su hoy.
El dolor se transformasin embargo, nosotrossufrimos sin sufrirluego entonces...
……..No se preocupenpor mi borracherani por mi conciencia:pido permiso para condenarme.
Angústiense por sustablishmentpor sus traicionesdiarias;por la miseria del paíspor su inmoralidadpor la parte que les toca de corrupción.
Déjense de oler a lociones
No traten de disimularel olor a mierda que despiden.
……….En efectoen el bar ku-ku no fui paridopero como si tal.
Mis primeros alcoholesal igual que los amores
Aída Emart
V� El Búho
allí se cristalizaron;de los segundosla mayoría se han desintegrado.El cuanto a los primerosestán totalmente polarizados,es decirpermanecen.
En efectoel ku-kuno fue mi cunapero todo me diceque será mi féretro
CONOZCO UNA QUE OTRA RUINA DEL MUNDO.
Del país todas;Monte AlbánTajínTeotihuacánChichen Itzá, etcétera,y las he gozado profundamente.
Otras, las ruinas vivientesy que en el país abundanno las tolero.
La mía,mi propia ruina la soporto,la sobrellevono sé si con dignidad.Eso que lo digan los testigos.
……….¿En el tren me voy o no me voy?¿En cuál me voy?En el petrolero, o en el areneroo en el de segunda, o en el de primera
Yo sé que voyen su silbato ensordecedor
Yo sé que vamos los que estamos.
OJOS NEGROSEn el mercado de Medellínallá en la Romaen La Sorpresanos asombramos al encontraral carnicero de los ojos negros.
Por fortuna
él no es un malvivientey para consuelo y regodeo de lavistaél es un bienviviente¡Viva Dios redivivo!
………..
Se creenpríncipes austríacospashas hindúesmandarines pekinesesPero sólo se creen¡Gracias a Dios!Porque no pueden serTlatoanis Mexicas¡viva Huichilobos!
EL CENTENARIOPara Benjamín Varela Orihuela
El centenario no es la moneda decincuenta pesosdonde aparece troquelado al Ángelde la Independencia.Tampocoson las Fiestas del Centenariopues ésas fueron de él y sólo para
él:para Don Porfirio.
El Centenario es una cantina debarrioen donde con agilidad delfinescael Gordo Víctor atiende con esmeroa sus comensalesque son entre otros ora el Púas ora Zuritaora yo mismoque soy su seguro servidorsediento necio e insaciable.
A TAMAYOEL DÍA QUE INGRESÓ
AL COLEGIO NACIONALPara Sergio Viñals Padilla
A ti te hablosí, a tisí, tú
para la memoria histórica V��
el Oaxaqueñoel de las SANDÍAS (Con Mayúsculas)a ti, ése que eres de la Repúblicay de Olgaa ti el críticosutil y lacerantedel Sistema Mexicanoa tiTamayoque como a Pelliceralguienquién sabe quiénles diolas manos llenas decolor.
IChapultepec esel tren de Cuernavaca a la media noche;el rugido de tos leones en el amanezque.
II¿Qué hacen los elefantes?Lo que haganno importalo hacen de noche y en Chapultepec;y se distinguen de los demás sonidos.
IIIChapultepec es el vientoque en la soledad y en el silenciode la nochemueve a los árboles.
Hacen que se froten,jadeencomo nosotrosen el habituariocohabituariodispensarioosario.
Poemas para Alejandro y Lucero Chacón I
Yo como buen borrachome retiro a dormira las altas horas de la noche
IIEn la mañana,digo que estoy dejado de la mano de Diosdel Diabloy de los hombres.
IIIDigo, que no me dueleni la muelani la duelani el alma¡Viva Altazor!
IConozco las ciudadespor el caminarpor la contemplacióny por sentarme en la banquetay en las calles.
Alonso
V��� El Búho
IIAl Apóstol—(alguno de entre los doce)—viejo, sucio y cansadoen la calley en la banqueta.
IIIÉl perdona mi vida de antes de ahora y de siempre
IVEn la soledad del apóstola quien siguen y protegen los perros nocturnosentendí a los apóstolesy por una vez másmi propia soledad.
VVA mí ¡mejor!No me sigue nadie sólo a veces mi sombra.
...............
Estoy quemado(en todos sentidos)La quemaduraes de un grado avanzadoLa huella será imborrableni tintas ni picratos ni la concha nácar quitarán la marca
Estoy dolidoes un dolor muy profundoque bien a bien no ubicono sé si es muscularu orgánicono hay calmante que lo calme¡vamos ni el árnica tan efectiva lo controla!el alcohol lo recrudecesólo el verte lo amainay te veo tan poco.
En fin que me debatoentre la quemadura y tu huellay el dolor y tu marca.
A LA CIUDAD DE MÉXICOPara Alfredo Cardona Chacón
Hay una ciudad espiritual emergida de los [siglos
con una arquitecturade rasgos rotundamente definidos.Al escalar sus murallas grises; colonialesel hechizo se desvanece sobre el calor del
[asfalto.
Sobre la melancolía del tezontle milenariose alzan las formas extrañas y fantásticas:los pisos de mármollos muros de luceslas columnas en orden mágicoen primavera el sol imprimesu carácter ritualen todo aquello.
Al entrar en ella,atrás dejamos el vallelo traspasamos lo abandonamosy penetramos en el ámbito insondable del
[misterio.
Hallamos ciudades emergentesy un pueblo ausente que se oculta,que se calla —parece ser que para siempre—abandonado en el vértice mismodel tiempo y del olvido.
Rruizte
letras, libros y revistas 51
La Casa de las Américas convoca para el año 2013 a la
LIV edición de su Premio Literario. En esta ocasión
podrán concursar obras inéditas en los siguientes
géneros y categorías: a) novela, b) poesía, c) ensayo de tema
histórico-social y d) literatura testimonial. Además, se convoca
a la literatura brasileña (con libros de ficción escritos en portu-
gués y publicados en esa lengua durante el bienio 2011-2012).
Al mismo tiempo —y en ocasión de conmemorarse el
centenario del intelectual y político guatemalteco Manuel
Galich, lúcido estudioso del mundo indígena y pilar de esta
propia institución— la Casa de las Américas convoca a un
Premio Extraordinario de estudios sobre las culturas origi-
narias de América. Podrá optar por dicho Premio cualquier
estudioso, sea indígena o no, con un libro inédito escrito en
lengua española. Serán aceptados, siempre que se ajusten al
tema convocado, todos aquellos libros que lo aborden desde
las más diversas disciplinas.
Los autores concursantes en novela, poesía, ensayo de
tema histórico-social y literatura testimonial, así como en el
Premio Extraordinario deberán regirse por las siguientes
BASES
1. Podrán enviarse obras inéditas en español en novela,
poesía, ensayo de tema histórico-social, literatura testi-
monial, así como en el Premio Extraordinario. Se consi-
derarán inéditas aun aquéllas que hayan sido impresas
en no más de la mitad.
2. En novela, poesía y literatura testimonial sólo podrán
participar autores latinoamericanos, naturales o natu-
ralizados.
3. Por el premio de ensayo de tema histórico-social
podrán concursar también autores de cualquier otra
procedencia, con un libro sobre la América Latina o el
Caribe, escrito en español. Igualmente por el Premio
Extraordinario podrán concursar autores de cualquier
nacionalidad siempre que el libro se ajuste al tema
convocado.
4. Los autores deberán enviar dos (2) ejemplares impre-
sos en un tipo y tamaño de letras perfectamente legibles,
a espacio y medio y foliados. Las obras no excederán en
ningún caso de las quinientas (500) páginas.
5. Ningún autor podrá enviar más de un libro por géne-
ro, ni participar con una obra en proceso de impresión,
aunque esté inédita, o que haya obtenido algún premio
nacional o internacional u opte por él mientras no se
haya dado el fallo del Premio Casa de las Américas.
Tampoco podrá participar en un género en el que hubie-
Jaime Godet
letras libros revistas
52 El Búho
ra obtenido ya este Premio, en alguno de los cuatro años
anteriores.
6. Se otorgará un premio único e indivisible por cada
género o categoría, que consistirá en 3000 dólares o su
equivalente en moneda nacional que corresponda, y la
publicación de la obra por la Casa de las Américas. Se
otorgarán menciones si el jurado las estima necesarias,
sin que ello implique retribución ni compromiso editorial
por parte de la Casa de las Américas.
7. Las obras serán firmadas por sus autores, quienes
especificarán en qué género o categoría desean parti-
cipar. Es admisible el seudónimo literario, pero en este
caso será indispensable que lo acompañe de su iden-
tificación. Los autores enviarán sus respectivas fichas
biobibliográficas.
8. La Casa de las Américas se reserva el derecho de publi-
cación de la que será considerada primera edición de las
obras premiadas, hasta un máximo de 10 000 ejempla-
res, aunque se trate de una coedición o de reimpresiones
coeditadas. Tal derecho incluye no sólo evidentes aspec-
tos económicos sino todas las características gráficas y
otras de la mencionada primera edición.
9. Las obras deberán ser remitidas a la Casa de las
Américas (3ra y G, El Vedado, La Habana 10400, Cuba), o
a cualquiera de las embajadas de Cuba, antes del 31 de
octubre del año 2012.
10. Los jurados se reunirán en La Habana en enero del
año 2013.
11. La Casa de las Américas no devolverá los originales
concursantes.
12. El incumplimiento de alguna de estas bases conduci-
ría a la invalidación del Premio otorgado.
La Casa de las Américas anuncia que una vez más entre-
gará tres premios de carácter honorífico. Dichos premios (José
Lezama Lima, de poesía; José María Arguedas, de narrativa,
y Ezequiel Martínez Estrada, de ensayo) se otorgarán a obras
relevantes escritas por un autor de nuestra América, cuya
primera edición en español sea de los años 2010 o 2011. En
el caso de los libros de ensayo se tendrán en cuenta también
aquéllos sobre tema latinoamericano y caribeño, publicados
asimismo en español, sea cual fuere la nacionalidad de sus
autores. Las obras concursantes, en lugar de ser enviadas por
los autores, serán nominadas exclusivamente por un Comité
creado al efecto.
PREMIOS CASA DE LAS AMÉRICAS 2012
TEATRO
El tao del sexo, de Ignacio Apolo y Laura Gutman (Argentina).
LITERATURA PARA NIÑOS Y JÓVENES
Mi hermano llegó de otro planeta un día de mucho viento, de Liza
Josefina Porcelli Piussi (Argentina).
LITERATURA BRASILEÑA
O alufá Rufino. Tráfico, escravidão e liberdade no Atlãntico negro
(1822-1853), de João José Reis, Flávio dos Santos Gomes y
Marcos J. M. de Carvalho.
LITERATURA CARIBEÑA EN FRANCÉS O CREOL
Le sang et la mer (novela), de Gary Víctor (Haití).
PREMIO DE ESTUDIOS SOBRE LATINOS EN LOS
ESTADOS UNIDOS
The Trouble With Unity: Latino Politics and the Creation of
Identity, de Cristina Beltrán.
PREMIO EXTRAORDINARIO DE ESTUDIOS SOBRE
LA PRESENCIA NEGRA EN LA AMÉRICA Y EL CARIBE
CONTEMPORÁNEOS
Elogio de la altea o las paradojas de la racianalidad, de Zuleica
Romay (Cuba).
PREMIO DE POESÍA JOSÉ LEZAMA LIMA
Obra cierta. Antología poética, de Humberto Vinueza (Ecuador).
PREMIO DE NARRATIVA JOSÉ MARIA ARGUEDAS
Blanco nocturno, de Ricardo Piglia (Argentina).
PREMIO DE ENSAYO EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA
Promesa y descontento de la modernidad. Estudios literarios y
culturales en América Latina, de Raúl Bueno (Perú).
letras, libros y revistas 53
Perla Schwartz El café es el lugar de la escritura. Se está a solas con papel
y todo lo más, dos o tres libros, aferrado a la mesa, como
un náufrago batido por las olas.”
Claudio Magris, Microcosmos
Se refugia en un café un tanto bullicioso, para
poder conectarse con la asimetría de sus
silencios. Está en un clásico lugar para solita-
rios, oasis en uno de esos domingos inacabables. Se
sienta en su mesa preferida, aquélla que se encuentra
junto al ventanal, a través de la cual puede mirar hacia
el parque.
Ella se abstrae, arrastrada por su status de soli-
taria irredenta. La acompañan el papel y la pluma,
anda hacia la búsqueda de una tabla de salvación: la
palabra. La inspiración no es su cómplice, ansía des-
plegar su grafiti personal a su máxima potencia. Pero,
no hay mayor congruencia en esas frases que afanosa
busca hilvanar.
Da un sorbo a su expresso. Lo disfruta, antídoto
a su tristeza. Sigue llenando hoja tras hoja de su
libreta. Su caligrafía es firme, mas su escritura domi-
nical no es del todo afortunada. El lenguaje naufraga
en su intento por capturar la música del azar. ¡Cómo
recuerda ese libro de Paul Auster!, sobre todo uno
de sus párrafos paradigmáticos: “Una comunidad
de hombres y mujeres solitarias, enclaustrados y
maniáticos que pasamos casi todo el tiempo encerra-
dos, luchando por colocar palabras en una página.
Es algo, en exceso arduo, demasiado mal pagado,
demasiado lleno de decepciones, para que, de otro
modo, alguien acepte este destino.”
Sí es una tarea ardua pero impostergable, tal vez
algo ingrata… Da otro sorbo a su café, quiere pro-
seguir, cada vez que escribe se siente viva, a pesar
de las exacerbadas turbulencias que la rodean. Cada
palabra tiene el poderío de conectarla con el fluir de
sus emociones y la aleja de las absurdas sombras
sin contornos.
Pero, ella es impaciente, su expresso se agotó y
las partículas del lenguaje andan aletargadas. El tedio
la atenaza y aún faltan muchas horas para que ter-
mine el domingo. En un estado de desasosiego, le
pide al mesero otra taza de café.
Francisco Tejeda Jaramillo
54 El Búho
roberto lóPez Moreno
De editora a editora, de librería a librería,
de biblioteca a biblioteca, de café a café,
de mesa redonda a mesa redonda, de centro
cultural a centro cultural, de citas con acelerados
a citas con acelerados hasta llegar a las inme-
diaciones de Ítaca, ésas son las circunvalaciones
de Velázquez.
Pero partamos del posible ábrara de las home-
raciones. Rubén Darío, nuestra primera gran fuente
para el mundo, utilizó para él el término “nefeliba-
ta”; desde sus raíces griegas la palabra nefelibata
apunta certera al que “anda entre las nubes”. Ese
término lo utilicé mucho tiempo para mí, pues
no he conocido a nadie más con tal vocación
para deambular entre masas fumígenas, en la
galaxia, en la luna, en el éter; que lo digan si no, los
400 mil pesos, ahorros de mi madre, que impune-
mente se embolsó Banamex en complicidad con un
abogado “amigo” mío; que lo digan si no, mis com-
pañeros escritores que frente a mi ignorancia saben
perfectamente quienes reparten los premios, becas,
viajes, entrevistas por televisión, radio, periódicos
o internet; quiénes publican libros y reciben home-
najes mientras yo guardo hojas y hojas amarillentas
en mis gavetas cada vez más saturadas; que lo digan
si no, los partidos políticos por los que he votado.
A la palabra nefelibata le antepuse la de chilan-
godante por mi inveterada tendencia de andar, como
en mi casa, por el cielo, la tierra y en todo lugar
de Chilangolandia. Así es que por mucho tiempo fui
el chilangodante nefelibata. Caminé mucho, es cier-
to, pero al contrario de otros, muy poco me enseñó
la calle, como menos la escuela.
Lo de nefelibata me sigue quedando como
anillo al dedo, pero en un gemelo escritor, Ulises
Velázquez, encontré mejor recipiendario para la
aplicación unitaria del chilangodantismo dentro
del mundillo literario. Ulises Velázquez -desde mi
percepción, no siempre confiable- es el más sobre-
saliente chilangodante de nuestras letras. Desde
la A hasta la Z y Ulises, mi personaje inolvidable,
en medio.
¿Cómo ve un chilangodante el día que nos
rodea? Ulises:
Cada domingo, la nostalgia
no conoce ciudadanía alguna
cuando la niña
juega con los pájaros en el Zócalo
y su quedo movimiento
se torna exageración del sol.
O bien:
Días de navegable radio
hacia invisibles urbes de sonido;
recintos de tiempo
amparados al mentido paraíso
de una espiral infinita.
La babel de Ulises. Babelises que arroba. De
hot mail a punto com, sus contrapuntos son sanas
letras, libros y revistas 55
manifestaciones de movimiento. Si en uno de
nuestros feroces inviernos nos estamos muriendo,
no con el Jesús, sino con el témpano en la boca, él
nos habla de que:
Septiembre cuidó a un niño
(nacido bajo el edén de las palabras)
e inventó su cuna con el níveo sueño
con que se forjan los atardeceres
y le devolvió la luz
cuando con su primer balbuceo
escribió su carta de ingreso al silencio.
….
Septiembre me mostró la lluvia:
única exasperación del tiempo
donde las lágrimas escriben la vida
que me concedió un verano
pleno de ciudades trashumantes,
prístinos paraísos conquistados
con la sangre de una pluma fuente.
Me refiero a uno de los personajes de la litera-
tura mexicana actual que habita más que nadie en
nuestra presencia física. Lo encontramos en todos
lados y él en todos lados nos encuentra, siempre
con su carga de novedades o cargándose de nove-
dades, siempre cordial y generoso, siempre Ulises.
¿Cuántos como él habrán existido en la historia
de la literatura en el mundo? Personaje emblema
éste del que hablo y que, ¡claro!, casi todos o muy a
lo mejor todos, sí, he dicho todos, le conocen, como
él nos conoce y nos hace cohabitar en la misma
ciudad a todos. Por él sabemos con precisión, cuán-
do cumpleaños fulano, qué libro acaba de publicar
zutano, cuándo va a dar su conferencia mengano,
Pedro Bayona
56 El Búho
en qué fecha pereció perengano, el todo de todos
lo mantiene minuciosamente procesado en el cere-
bro, y para mí que es un ser raro porque a todos
los quiere (yo quiero a muy pocos… y a veces ni a
mí mismo).
Para que todo esto sea posible Ulises Velázquez
es en una misma persona: agenda, diario, anuario,
inventario, bitácora, calendario, obituario, bibliote-
ca, hemeroteca, directorio, conmutador, ordenador,
libreta de memorias, de citas, de notas, anecdota-
rio, listado de efemérides, santoral, fichero, cardex,
índice, registro, prontuario, relación, canon respec-
to a autores actuales, a todos conoce, a todos trata,
con todos se lleva, de todos sabe todo, de las gene-
raciones que sean, en su ecumenismo cotidiano los
hace convivir a todos, buenos o malos (me refiero de
alma… también de letra). Si quieres saber por dónde
anda fulano de tal, al rato que te encuentres a Ulises
-porque te lo encontrarás- tendrás el dato. Veo que
ésa es una de sus maneras de servir a las letras
de su tiempo, siendo un archivo andando, amoroso
con la información y los materiales que maneja.
De su deambular por el mundo de la literatura,
cuando uno se entera de la gente con la que ha con-
vivido ese día, dice uno (a veces) “qué bueno que
estuvo con fulano” o dice uno (a veces) “cómo pudo
tener estómago”). Él está por encima de eso. Él ama
las letras y siempre encuentra la forma de servirles.
A este personaje único le conocí en la FES-
Acatlán, fiel fiel entre Raymundo Ramos y Oscar de
la Borbolla; lo conocí esa vez, pero si así no hubiera
sido, de cualquier forma lo iba a terminar conocien-
do en algún momento.
Contra el Ulises de la nave postroyana, nosotros,
aquí, tenemos nuestro Ulises de la nave métrica, de
la metrobúsica, de la microcida, es el andante, el
chilangodante, el poeta al que ahora cito:
Llegan las primeras lluvias
y un recuerdo apenas se desdibuja
del silencio que conlleva el llanto
cuando toda esperanza se ha perdido.
Se dispersa la tarde hacia el Norte:
invisible geografía donde el sueño
se torna sobre manera breve estancia
entre el tiempo y las ciudades.
Confluyen los segundos
en la exageración de la memoria
donde ansían hallar esa total palabra
cuyo destino se pierda en la lluvia.
Torres de luz y ríos de humo
se vuelven discretos centinelas
quienes guardan nuestra travesía
del hastío y la exageración,
desangrando una ilusión de ciudad.
Casi llega el fin del viaje
y obstinado estoy en quedarme a bordo;
exagero, sí, mas no deseo una postrer
invitación para detener mi itinerario.
No hay más. Sólo el viaje,
donde -¡por fortuna!-
la siguiente semana será igual.
(Ni modo,
La vida comienza en mayo,
y se niega a terminar en junio).
Este poema lleva por título “La vida comien-
za en mayo”, fue publicado en el número 88 de la
revista Universo de El Búho (agosto del 2007) y a
puño y tinta reza la dedicatoria: Para Roberto López
Moreno, cuya prosapia afroamericana surge -con sus
poemas- y con la franqueza y cordialidad chiapane-
cas. ¡¡Gracias!! Con afecto Ulises V. La dedicatoria
está fechada el 04 de marzo del 2008 en la ciudad
de México, a unas cuantas cuadras de la Ítaca de
Ulises Velázquez. Después de su firma aquella (esta),
aquella vez (esta), él regresó a transitar sus rutas
interminables, mientras yo me quedé flotando, plá-
cidamente, en mi intangible subyacer de nubes.
letras, libros y revistas 57
elSa cano
Esta novela fue publicada en 1962 y como el
tiempo que describe es otro, no es el nuestro,
o sea que el tiempo es distinto al real, siempre
será una novela vigente.
Elena Garro (México 1918-1998) nos ofrece en
este libro un relato cuya historia se ubica en los años
veinte (1926-1927) durante el gobierno de Plutarco
Elías Calles, por lo que la guerra cristera será el con-
flicto político-religioso que mueva a los habitantes-
personajes del pueblo llamado Ixtepec. Pero no es éste
el meollo del relato, sino las relaciones humanas en
Ixtepec. Entrar a este pueblo es entrar a un espacio
donde el tiempo se detiene, se acelera o se retarda,
según convenga a la estructura del discurso. Es como
entrar al “país de las maravillas de Alicia” o al “laberin-
to del fauno”, o a Comala o a Macondo o a un pueblo
de fantasmas.
La voz narradora es Ixtepec a veces en primera per-
sona del singular y otras en primera persona del plural.
Los recuerdos del porvenir fue considerada una novela
difícil durante mucho tiempo. Jean Franco dice que se
debe leer como novela fantástica, no histórica, no polí-
tica, no realista. Garro usa un lenguaje poético porque
esta historia lo exige. En el título del libro usa la figura
retórica llamada oxímoron que consiste en relacionar
dos antónimos en una especie de paradoja o antítesis;
por ello el manejo del lenguaje es la mayor riqueza de
esta novela.
La estructura es redonda, nada falta, nada sobra y
esto se da con el magistral manejo del tiempo: todo lo
que vivimos es lo que vamos a recordar, y también será
parte del futuro. Esas cosas del pasado que quisimos
hacer, pero no las hicimos son los recuerdos del porvenir.
Los personajes tienen capacidad de dialogar, pero son
escenas pequeñas; hablan los muebles, la luz, los vientos,
las armas como sucede en el teatro del absurdo. Elena
Garro se adhiere al surrealismo, pero no al realismo mági-
co porque ella lo consideraba “light”, obvio y comercial.
En Ixtepec vive la familia Moncada: Ana y Martín,
los padres; Juan, Nicolás e Isabel, los hijos. En esta casa
el tiempo no transcurre. El general Francisco Rosas no
sólo maneja el tiempo sino que impone su propio tiem-
po a todo el pueblo desde su llegada.
Los recuerdos del porvenir no puede leerse rápido
y seguido; el lector debe detenerse para disfrutar las
imágenes, las metáforas, el lirismo con los cuales Garro
describe la tradición y la oralidad. Las grietas y las elip-
sis debe llenarlas el lector.
Las cuentas pendientes de la Revolución Mexicana
en el medio rural, las denunció Elena Garro en esta
novela, por ello recién publicada fue mal aceptada.
Con ésta, su primera novela, Garro ganó el premio
Villaurrutia. Otras novelas suyas son: Andamos huyendo
Lola, Testimonios sobre Mariana, Recuento de persona-
jes. Entre sus obras de teatro Andarse por las ramas, Los
pilares de doña Blanca, Un hogar sólido.
58 El Búho
DaviD Figueroa
V iaje al centro de la Tierra. Pocas oca-
siones tenemos la oportunidad de leer
a un clásico que nos permita imaginar
lo impensable, lo que siempre quisimos reali-
zar pero que debido a carencias tecnológicas,
financieras y a veces, por simple negación, nos
limitamos para no realizar. Éste es ejemplo claro
de lo que una buena historia puede reflejar.
De la fantástica mente de Julio Verne, nos llega
esta gran lectura que, independientemente del
momento en la que nos adentremos en ella, siem-
pre nos permitirá imaginar mundos nuevos, esce-
narios extraordinarios que nos transportarán a un
sin fin de aventuras, cada una de ellas llevadas a
cabo por personajes similares a nosotros.
La época en la que dicha trama de desarrolla,
nos pareciera muy alejada de la actualidad; no
obstante, para Verne esto no era impedimento
para recrear un presente lleno de grandes posibi-
lidades, de descubrimientos insólitos de los que
muchos nos preguntamos y, ¿por qué no?; el ima-
ginar un futuro tecnológicamente más avanzado y
compartido por los seres humanos para el pleno
goce de su convivencia.
Viaje al centro de la Tierra se convierte en ese
gran relato de un joven, Axel, en el que admira
la dedicación de su tío, un erudito y estudioso
de la ciencia, geógrafo y ávido aventurero de las
páginas de libros antiguos, Otto Lidenbrock. De
esta forma, ambos, junto con Hans, un islandés
que contratan para acompañarlos a ese país, viven
una historia épica en la que emprenden un viaje a
las entrañas mismas del globo terráqueo.
Los tres, teniendo el gran espíritu del cientí-
fico, emprenden la marcha a una expedición que
anteriormente ya había sido recorrida por Arne
Saknussemm y quien deja rastros encriptados
que sólo alguien colmado en la sabiduría de las
ciencias podría descifrar. Es así como viajan a
Islandia y se adentran en un poderoso volcán
que es la puerta de entrada a un mundo nuevo y
maravilloso que nunca olvidarían.
Por grandes recorridos, los personajes centran
su atención cada uno en lo que más los mueve
a conocer el centro de la Tierra. El profesor, la
ciencia y la aventura; Axel, la aventura y el amor
de su prometida; Hans, la paga. Este último, logra
una estima por ambos al grado de salvarles la vida
en varias ocasiones.
Una vez dentro, nuestros aventureros pasan
hambre y sed, se pierden durante el trayecto;
la desesperanza en el relato -la historia misma-
de Axel, es conmovedora, siempre admirando la
gran sabiduría de su tío. Los escenarios con los
que se topan nuestros personajes son tan vívidos
que logran despertar en el lector imágenes que
letras, libros y revistas 59
parecieran increíbles óleos. La narración se vuelve
una búsqueda constante por saber cómo acabará
el relato.
Los escenarios narrados resultan poco pro-
bables en la realidad pero bastante reales en la
cabeza de Verne: un paraíso perdido con gigan-
tesca vegetación y seres vivos que hace millones
de años dejaron de existir sobre la faz de la tierra;
finalmente, la esencia de haber encontrado rastros
de seres humanos que pudieron haber vivido en
esos remotos lugares de la tierra.
La presente lectura, para los jóvenes y adultos,
es una muestra de que la literatura nos permite
dilucidar que probablemente la ciencia en la vida
real nos ponga un alto. Los sueños, la imagina-
ción, es una virtud que sólo nosotros como espe-
cie poseemos y que pocas veces logramos plasmar
en una maravillosa historia.
Julio Verne, con obras como la presente, se
convertiría en uno de los escritores más conoci-
dos en la literatura universal de corte fantástico.
Su ejemplo inspiraría hechos que para el hombre
han sido una constante en su devenir, ejemplo de
ello, la llegada a la luna o las grandes exploracio-
nes marinas. Sin duda, una lectura que se debe
gozar desde la primera página.
Viaje al centro de la Tierra. Julio Verne, Autores
Selectos. Grupo Ed. Tomo. 2009, 228-407
Rruizte
60 El Búho
Martha chaPa
De una familia de estirpe distinguida en
las letras mexicanas, Arturo Azuela hizo
méritos propios en el mundo de la litera-
tura y nos legó obras de primera línea.
Muy elogiada fue, por ejemplo, El tamaño del
infierno (1973), su primera novela, merecedora
del Premio Xavier Villaurrutia, obra inspirada en
su propia familia y que recrea el barrio donde vivie-
ron durante décadas: la legendaria Santa María
la Ribera.
Nieto del célebre escritor Mariano Azuela
–quien inauguró la novela de la Revolución mexi-
cana–, Arturo Azuela relataba que había nacido y
crecido entre libros. En una entrevista realizada
por Club de Lectores en 2005, el escritor recordó:
“En la casa donde nací, como era muy grande,
había tres viviendas; en una de ellas estaba mi
abuelo, Mariano Azuela; en otra estábamos noso-
tros, que éramos ocho. Vivíamos en la casa del
centro; en otra, que era la casa del fondo, estaban
mi tío y sus hijos. Y mi padre era un magnífico lec-
tor. De modo que había tres bibliotecas: la biblio-
teca de mi abuelo, la de mi padre y la de mi tío.
Pero muy especialmente la biblioteca de mi padre.
Desde muy niño, hizo que los libros fueran mis
compañeros de toda la vida”.
Aunque su formación universitaria provenía del
área de las ciencias, concretamente de la división
de matemáticas, disciplina en la que obtuvo el
grado de maestría, incursionó también en el campo
de historia, hasta alcanzar el doctorado. Obtuvo
también el doctorado cum laude de la Universidad
de Zaragoza en España. Esa formación multidisci-
plinaria le permitió adentrarse lo mismo en la lite-
ratura que en el ensayo, así como en la divulgación
de la ciencia.
Su brillante trayectoria académica se extendió a
la docencia en su propia alma máter, la Universidad
Nacional Autónoma de México, donde estuvo al
frente de la Dirección de la Facultad de Filosofía
y Letras en los años ochenta. En la misma institu-
ción fue también director de la Casa del Lago y de
la Revista Universidad de México.
Se desempeñó como profesor invitado en
diversos centros de enseñanza superior de Estados
Unidos, América Latina y Europa. Asimismo, pre-
sidió el muy prestigiado Seminario de Cultura
Mexicana desde hace siete años y hasta el momen-
to de su lamentable fallecimiento, ocurrido el pasa-
do 7 de junio.
Fue también un eficiente funcionario en varias
de nuestras instituciones culturales, como el
Instituto Nacional de Bellas Artes, donde ocupó
el cargo de director de Literatura. También diri-
letras, libros y revistas 61
gió la sucursal del Fondo de Cultura Económica
en España.
Como puede verse, fue la suya una vida fecun-
da, entregada al estudio de la filosofía, la divulga-
ción cultural y la creación literaria, que mereció
múltiples premios y reconocimientos dentro y fuera
de nuestras fronteras.
Otros de sus libros son: Un tal José Salomé
(1975), Manifestación de silencios (1979) –que lo
hizo acreedor al Premio Nacional de Novela José
Rubén Romero–, La casa de las mil vírgenes (1983),
El don de la palabra (1984) y Estuche de dos violines
(1994). Todavía hace un par de años publicó Desde
Xaulín. Historia de la ruta de Goya.
El poeta Jaime Labastida, presidente de la
Academia Mexicana de la Lengua, recordó que Arturo
Azuela era un hombre multifacético: “Era un hom-
bre de ciencia, fue historiador y escritor, su voca-
ción como narrador lo llevó a ser miembro de la
Academia Mexicana de la Lengua; de manera que
es una figura difícil de sustituir en cualquier terreno
por la multiplicidad de sus intereses”.
Hoy, aunque ya no está con nosotros, lo tengo
muy presente y lo recuerdo con aprecio y admira-
ción, pues tuve el gusto de conocerlo y atestiguar
su generosidad, sencillez y afabilidad.
http://www.marthachapa.net/
Twitter: @martha_chapa
Facebook: Martha Chapa Benavides
Martha Chapa
62 El Búho
apantallados
Alonso Ruiz Belmont
Las acusaciones de fraude (legítimas o infunda-
das) esgrimidas por la izquierda lopezobradoris-
ta ante los resultados oficiales de las elecciones
presidenciales en 2006 y 2012 simbolizan el infortunado
regreso de la sospecha y la desconfianza en la vida elec-
toral de nuestro país. El término “recuento electoral”
ocupa un lugar ya simbólico en la memoria de varios
mexicanos que observamos con preocupación la fragili-
dad de nuestras incipientes instituciones democráticas,
así como las sistemáticas dificultades que experimentan
nuestras leyes e institutos electorales para resistir los
embates originados desde los centros del poder econó-
mico y asegurar la limpieza de cada elección.
Sin embargo, no deberíamos perder de vista que
en el año 2000 los recuentos de votos jugaron un papel
central en otra crisis poselectoral que se desató tras los
comicios presidenciales celebrados el 7 de noviembre en
los Estados Unidos. En aquella fecha, el vicepresidente
demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush,
entonces gobernador de Texas, eran los dos principales
aspirantes a ocupar la Casa Blanca. El vicepresidente
destacaba por su brillante oratoria y una larga experien-
cia en la vida pública, mientras que el tejano sobresalía
por la ausencia de méritos políticos e intelectuales. Bush
cargaba con el estigma de la mediocridad, Gore con el de
la falta de carisma.
Las encuestas de opinión levantadas en días previos
anunciaban que aquélla sería una de las elecciones más
reñidas en la historia de ese país. Hacia las 19:00 horas,
tiempo del este (ET) del 7 de noviembre se hizo evidente
que la victoria en el estado de Florida definiría al gana-
dor: quien obtuviese la mayor votación allí tendría los
27 votos decisivos que aquel Estado aportaba al Colegio
Electoral (el presidente de los EEUU es elegido por
votación indirecta). A las 19:00 hrs. (ET) en el centro del
país, CNN y NBC anunciaban que Al Gore había ganado
Florida, un dato que el resto de las cadenas confirmaron
una hora después. Sin embargo, conforme avanzaba la
noche comenzaron a fluir en los medios reportes con-
tradictorios sobre lo que estaba ocurriendo en aquel
estado. A las 21:00 hrs. (ET) Tom Brokaw, locutor de
la NBC, informaba de un cambio abrupto y declaraba
que Florida era para Bush; en ese momento la cadena
también emitía los primeros reportes sobre protestas
de votantes demócratas en el condado de Palm Beach,
que decían haber votado equivocadamente por el ultrade-
rechista Pat Buchanan, candidato del Partido Reformista,
a causa de una confusión generada por la configura-
ción de las boletas electorales en esa demarcación. En
varios estados, entre los cuales se hallaba Florida, los
electores votan perforando con una aguja el recuadro
correspondiente al candidato de su preferencia en la
boleta electoral e insertan ésta en un lector automatiza-
do que contabiliza su voto de manera electrónica. Pese a
ello, el sistema no es infalible ya que, en muy contadas
ocasiones, las máquinas registradoras pueden anular o
apantallados 63
contabilizar erróneamente un voto al leer la boleta. Sin
embargo, hasta aquel entonces eso sólo había sido un
problema menor que no había influido en el resultado
final de alguna elección presidencial.
Para las 2:16 (ET) todas las cadenas de televisión
confirmaban el triunfo republicano en Florida; dos minu-
tos después, éstas declaraban a George W. Bush presi-
dente electo. Gore se comunica telefónicamente en pri-
vado con el gobernador de Texas para felicitarlo y aborda
un auto con su esposa afuera de su hotel en Nashville,
Tennessee. La comitiva del vicepresidente se dirige hacia
el War Memorial en el centro de la ciudad para que Gore
pronuncie su discurso de aceptación de derrota frente a
las cámaras de televisión. Sin embargo, unos segundos
antes de subir al templete para comenzar a hablar en
el Memorial, sus asesores le comunican que la ventaja
de Bush en la península se ha estrechado, de cincuenta
mil votos, a poco menos de dos mil. Florida sigue en dis-
puta. El demócrata abandona apresuradamente el lugar y
llama nuevamente a Bush para retractar su concesión, los
medios difunden la noticia inmediatamente. En el trans-
curso de la madrugada las cifras muestran que la ventaja
del republicano en Florida era de tan sólo 1,784 votos,
un 0.03% del total local y suficiente para que se activase
un recuento de votos reglamentario estipulado por las
leyes electorales. Las máquinas registradoras comienzan
dicho recuento y para el 10 de noviembre la brecha se
reduce a apenas 327 votos. Sin embargo, desde las pri-
meras horas del día 8 los asesores de Gore habían detec-
tado también un número anormal de votos anulados. El
9 de noviembre, los demócratas piden a la junta electoral
de aquel estado el primer recuento manual en los con-
dados de Volusia, Palm Beach y Miami-Dade; comenzaba
así una sorpresiva crisis poselectoral que colapsaría
a mínimos históricos la credibilidad de la democra-
cia liberal más importante en el mundo occidental.
Los detalles de este acontecimiento histórico son
abordados en la cinta de ficción Recount* (2008), de
Jay Roach. Dicho filme está centrado en la encarnizada
batalla política que protagonizaron los equipos legales
demócrata y republicano, encabezados a su vez por los
ex secretarios de Estado Warren Christopher (asesor de
Gore) y James Baker III (asesor de Bush). Mientras Gore
se dirigía al War Memorial, Ron Klain, ex jefe de aseso-
res del vicepresidente y encargado de prensa durante
la campaña, recibe en su habitación del Hotel Loews
en Nashville una perturbadora llamada del periodista
Ron Fournier, corresponsal de Associated Press (AP), la
agencia de noticias más antigua de los EEUU. Fournier
le informa a Klain que las cifras de AP no concuerdan
con las del resto de las cadenas informativas y que el
margen de diferencia en Florida es muy estrecho para
declarar un ganador en ese momento. Al mismo tiempo,
Michael Whouley, asesor demócrata, observa confundido
en el monitor de su computadora las cifras de la votación
actualizadas en tiempo real y se comunica con Klain para
decirle lo mismo que Fournier. Los lectores electrónicos
estaban fallando en varias demarcaciones, quitándole
miles de votos a los demócratas en cifras que rebasaban
el número de votantes registrados. En ese momento,
Gore y su esposa viajan solos en una limusina que se
hallaba en la punta de la caravana motorizada, pero
su línea telefónica está apagada y nadie puede hablar
con él para informarle que la situación ha dado un vuel-
co inesperado. Bill Daley, el director de la campaña es
contactado en su teléfono por Klain y Wohuley, Daley
se comunica entonces con otro asistente llamado David
Morehouse, la persona que viajaba más cerca del auto
de Gore, para pedirle que detenga al vicepresidente antes
de que suba al templete y acepte su derrota ante las cáma-
ras de televisión. Morehouse, con una rodilla lesionada,
trata de correr hacia Gore y le grita infructuosamente,
finalmente lo alcanza y se interpone desesperadamente
entre éste y los escalones al proscenio exclamando la
frase más importante de toda su vida: “Sr. vicepresidente,
hay un problema con los números en Florida”.
A partir de entonces se inicia una batalla contra
el tiempo en la que el equipo demócrata solicita a las
juntas electorales un recuento manual en cuatro de sus
más importantes bastiones en aquel estado, ubicados
en los condados de Miami-Dade, Broward, Palm Beach
y Volusia; de conformidad con lo estipulado por las
64 El Búho
leyes de Florida, los recuentos debían concluir el 14 de
noviembre. Sin embargo, únicamente Volusia estaba
en condiciones de cumplir el plazo perentorio estableci-
do. Ante esta situación, la única funcionaria con atribu-
ciones para ordenar la extensión de dicho plazo en los
tres restantes condados era Katherine Harris, secretaria
de Estado en el gabinete de Jeb Bush, gobernador de
Florida y hermano del candidato republicano. Sin embar-
go, Harris, quien también participaba como promotora
en la campaña de W. Bush, rechaza extender el plazo
legal. Los asesores de Gore y las juntas electorales de
Broward, Palm Beach y Miami-Dade acuden entonces a
la Suprema Corte de Justicia del estado de Florida; ésta
ordena extender la fecha hasta el día 26. Posteriormente,
los magistrados facultan a los funcionarios electorales
para recontar las boletas anuladas que hubiesen sido
procesadas erróneamente por los lectores electrónicos,
estas representaban varios miles de votos, suficientes
para alterar el resultado de la elección.
A pesar de la extensión otorgada por la Suprema
Corte del estado, los tres condados mencionados no
logran completar el recuento para el 26 de noviembre.
Harris declara a Bush como ganador el día 27 y, tras
un accidentado proceso de apelaciones y fallos, los
magistrados de Florida ordenan contabilizar los recuen-
tos extemporáneos en Palm Beach y Miami-Dade así
como otros sesenta mil votos nulos. Baker y su equipo
ya habían apelado el fallo en Florida ante la Suprema
Corte de la Nación en Washington, dominada por jue-
ces conservadores. Esta última anula la determinación
de los jueces estatales el 12 de diciembre. En un fallo
dividido por cinco votos a favor (William H. Rehnquist,
Sandra Day O’Connor, Antonin Scalia, Clarence Thomas,
Anthony Kennedy) y cuatro en contra (John Paul Stevens,
David Souter, Stephen Breyer, Ruth Bader Ginsburg), la
Suprema Corte en Washington ordena finalizar el proceso
electoral, argumentando que el recuento de los sesenta
mil votos nulos en Florida alteraba la llamada “cláusula
de equidad constitucional” (equal-protection clause) en
perjuicio de Bush y que sería imposible finalizar a tiempo
los demás cómputos. George W. Bush se convertía así en
el 43er presidente de los EEUU.
Recount consigue retratar de modo verosímil los
contrastes entre los equipos legales demócrata y repu-
blicano. Mientras Christopher creía ingenuamente que
la batalla que se estaba librando era una disputa entre
caballeros con estricto apego al orden jurídico, Baker
entiende desde un principio que el problema era emi-
nentemente político y que la crisis poselectoral sería
una auténtica pelea de perros. Los demócratas buscaron
Guillermo Ceniceros
apantallados 65
conjurar el peligro de enfrentamientos callejeros entre
sus partidarios y los seguidores de Bush, en tanto que los
republicanos enviaban grupos de agitadores a las juntas
electorales en Tallahassee, Florida con el propósito de
agredir e intimidar a los funcionarios que estaban efec-
tuando los recuentos y demorar el proceso para evitar
que concluyera a tiempo.
Aunque varias investigaciones independientes rea-
lizadas con posterioridad llegaron a conclusiones diver-
gentes acerca de quién había ganado realmente la
elección, el resultado final del litigio poselectoral cavó
brechas infranqueables entre muchos ciudadanos esta-
dunidenses. Autores como Vincent Bugliosi, Alan M.
Dershowitz, Michael Parenti y Jefrey Toobin señalaron
acertadamente que, lejos de apegarse a su papel ins-
titucional como garantes de imparcialidad, los cinco
jueces de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que
fallaron contra Gore prefirieron honrar sus inclinaciones
republicanas y hacer activismo político. Dicha polémica
ha seguido presente en años posteriores. En 2007, John
G. Roberts, presidente de la Corte nombrado por George
W. Bush, invocó también la “cláusula de equidad cons-
titucional” para detener los programas que impulsaban
la profundización de la integración racial voluntaria en
las escuelas de Seattle y Louisville. La misma cláusula
ha sido invocada por Roberts, Scalia,
Thomas y Samuel A. Alito (quien ocupó
el espacio vacante que dejó O’Connor)
para expresar su rechazo a iniciati-
vas de protección al medio ambiente,
así como al establecimiento de mayo-
res controles a la venta de armas y
de topes a las contribuciones privadas
de corporaciones a las campañas elec-
torales, tres posturas que definen a la
perfección el ideario conservador del
partido republicano.
A ojos de muchos estadunidenses,
el 7 de noviembre de 2000 los republi-
canos utilizaron diversas tácticas frau-
dulentas en Florida y otros estados
(votantes excluidos del padrón electoral, actos de intimi-
dación a los ciudadanos por miembros de las fuerzas de
seguridad locales, urnas de votación y boletas desapare-
cidas, cierre prematuro de casillas) que les permitieron
robarse la elección presidencial.
Pero más preocupantes aún resultan las conclusio-
nes de académicos y periodistas como Parenti, Mark
Crispin Miller, Rick Garves, Gregory Elich, Bob Fitrakis,
Harvey Wasserman, Anita Miller, Andy Dunn, Greg Palast,
Steven F. Freeman y Joel Bleifus, quienes aseguran que
Bush también le habría robado la elección presidencial
de 2004 al candidato demócrata John Kerry. Las encues-
tas de salida levantadas el día de la elección mostraban
que Kerry estaba obteniendo entre 47 y 53 por ciento
del total de los votos emitidos y que llevaba una ventaja
de 1.5 millones de sufragios frente a Bush, suficiente
para conseguir una sólida victoria en el Colegio Electoral.
Sin embargo, horas después las cifras oficiales le dieron
a Bush la victoria con una ventaja de dos millones de
votos, un giro en las tendencias técnicamente imposible.
En estos comicios las principales anomalías reportadas
fueron la desaparición de urnas provisionales y el envío
extemporáneo de boletas a estadunidenses residentes en
el extranjero (unas seis millones de personas), la mitad de
los cuales habían formado grupos de protesta anti Bush.
Extrañamente, el envío corrió a cargo de Pentágono y no
del Departamento de Estado, como en ocasiones previas.
Otros hechos anómalos, observados en decenas de miles
de casos, fueron la exclusión injustificada de votantes
demócratas en los padrones de varios Estados y miles de
votos contabilizados para Bush que excedían el número
de votantes registrados en condados ubicados en Ohio y
Florida, así como en la mitad del estado de Nuevo México
(¿suena familiar?). En 2004 una buena parte de los lec-
tores de tarjetas habían sido reemplazados por sistemas
computarizados que incorporaban monitores con sen-
sores de tacto, una tecnología mucho menos confiable
que los lectores, sin respaldos impresos y totalmente
vulnerable ante manipulaciones de las redes informáti-
cas. Los sensores de tacto fueron usados en al menos
once de los Estados en los que la ventaja de Kerry cambió
66 El Búho
abruptamente en favor de Bush en el transcurso de la
votación. Considerando lo anterior, no resulta ninguna
coincidencia que las principales empresas que comercia-
lizan dichos sistemas en la unión Americana (Sequoia,
Diebold y ES&S) sean propiedad de activos militantes del
partido republicano. Todos estos contratistas privados
se han opuesto de manera sistemática a que los fun-
cionarios electorales auditen sus softwares operativos
aludiendo supuestos secretos industriales.
Todos estos datos conllevan implicaciones demo-
ledoras si consideramos el entusiasmo con el cual
numerosos académicos y medios de comunicación en
la derecha del espectro político se empeñan en definir
a los Estados Unidos como la última de las grandes
democracias liberales en el mundo. Mientras que en
nuestro país el mayor reto hoy día es la consolidación de
las instituciones democráticas, en los EEUU los grupos
sociales mayoritarios parecen estar luchando en cambio
por evitar que la división de poderes y la rendición de
cuentas se conviertan en una ficción. No obstante, y sin
olvidar las diferencias históricas y culturales que dividen
a ambos pueblos, tanto en México como en los Estados
Unidos los violentos embates que están recibiendo
actualmente las instituciones democráticas desde los
centros del poder financiero y mediático parecen tener
un correlato implícito con la virtual desaparición de las
clases medias y el escandaloso incremento en los niveles
de pobreza.
Notas
*Recount, Estados Unidos, 2008. Dirección: Jay Roach.
Producción: Everyman Pictures, HBO. Films, Mirage Entertainment.
Guión: Danny Strong. Elenco: Kevin Spacey, Bob Balaban,
Denis Leary.
Patricia Gorostiza
apantallados 67
FRAncisco tuRón
“Ésta es una obra sobre gente obtusa”, escribe en
el programa de mano de la obra Los Asesinos,
su autor y director, David Olguín. La estridente obra,
que por cierto tiene un título bastante ordinario, trata
de un baño de muerte absurda. La historia marcha en
dos planos. En uno, “la gringa” dice: “nos vemos en
la Carretera 45, tres kilómetros hacia el Cerro Pelón, en La
fosa Bufalito”. Los primeros en llegar son “el chaparro”
y “el torcido”. El megalómano “chaparro” viene de fallar
en un golpe, y está esperando que vayan llegando el
resto de los miembros de la “clica”. Después de asesinar
a “el torcido”, gradualmente, lo que hace “el chaparro”,
es que los va matando a todos conforme van llegando, uno
por uno. Ésa es una línea de la historia, y de ahí, nos
vamos hacia atrás. Básicamente lo que vamos descu-
briendo es cómo los mata, porqué los mata, hasta que al
final, él mismo muere a manos de otro, en una situación
de autofagia de estas clicas.
Nos ha tocado vivir el festín de la muerte masiva de
una sociedad en pleno ocaso. Uno vive miles de muertos
que evidentemente no son ocultos. Los muertos apare-
cen decapitados en las calles, apilados en las cajuelas
de camionetas abandonadas, o colgados de los puentes, y
no se sabe quiénes son los que matan. Uno puede decir: “es
el crimen organizado”, aunque el problema es que nunca
supe de un “crimen desorganizado”. No se sabe si los
asesinos son policías, o narcotraficantes, o es un ejér-
cito que mata a los narcotraficantes, y a los que tal vez
no lo sean. No sabemos dónde está quién mate, y qué
motivos tenga para matar. Si hay una verdad política muy
elemental en el espectáculo es la idea de que nosotros
contamos muertos, y los culpables no están castigados
porque son la base de una pirámide. Los sicarios por cada
uno que maten, -que son legión-, seguirán apareciendo
más y más exterminados. Porque toda la estrategia del
fenómeno no ataca el asunto financiero, ni ataca el asun-
to político. La historia trata de contarnos cómo estamos
sumergidos en medio de la muerte cotidiana de mane-
ras distintas. Las cifras ascienden a decenas de miles de
muertos. ¿Pero por qué se produce una matanza inadmi-
sible? Me pareció interesante ver la obra en el sentido
de preguntarme: ¿Cuál es la respuesta de Olguín? ¿Cuál es
su propuesta de trabajo con este grupo de Ciudad Juárez,
Chihuahua, “Carretera 45 Teatro A.C.” (antes Alborde), en
relación a esa muerte que ellos llaman “el sicariato”? Un
término rarísimo que me suena como a una estructura
académica de denominación para una forma de destruc-
ción realizada con la mano de obra barata ejecutoria que
son los sicarios. Olguín es un teatrista que asume su com-
promiso con la teatralidad, y con cierta calidad de teatro,
al compartir su visión sobre el problema contemporáneo:
la muerte multitudinaria en medio de un desierto donde
suceden las aberraciones más grandes. Chihuahua esta-
dísticamente es la zona más violenta del país, y uno de los
primeros estados en los que se experimenta el envío de
tropas militares, que al final del día, sólo aumenta la cifra
68 El Búho
de muertos que catapulta exponencialmente la violencia
a un nivel estratosférico de homicidios. Al irrumpir las
fuerzas federales, lo que ocurre es que rompen el tejido
de las pequeñas complicidades de corrupciones menores,
y entonces lo que generan es la desorganización de todas
las fuerzas, y un vacío de autoridad de instancia, que es
lo más grave que esté ocurriendo en los estados fallidos
del país. Siempre cuando está de por medio una visión
ideologizante de la política, es cuando tu crees en un
todo contra puesto como una realidad múltiple. Olguín
combate esas visiones de blanco y negro, para abarcar
una realidad que no es de un teatro testimonialista, ni
de un teatro ideologizante de hace treinta años, sino
de un teatro que cuestiona esa realidad para enriquecer
la mirada, y las posiciones. Esa posición del artista de: no
bajo una visión ideológica como un todo, no bajo verda-
des, no bajo línea política, y sólo muestro una realidad,
un poco más compleja que la mirada común, sólo es para
poder enriquecer tú mirada. Sin embargo, un elemento
que me parece aún más importante que la muerte, es el
tema de la identidad, y de la disolución de las identidades
en el interno de una población determinada. El trata-
miento de la obra se da en Chihuahua, con un grupo de
Chihuahua, que coacciona a la realidad de su entorno.
¿Entonces qué dimensión nacional debe tener la lectura
de Los Asesinos? ¿En qué medida el eje fundamental es
Chihuahua un espejo de la realidad social del país, o sólo
refleja una realidad fronteriza? Al comienzo del espectá-
culo dicen: “Chihuahua es una isla”, que bien podríamos
decir: “México es una isla”, y al final terminan diciendo:
“Estamos solos”. Es como si dijéramos: “México es una
isla y estamos solos”. Está la paradoja de que Chihuahua,
siendo el estado más grande de nuestra república, pudie-
ra verse como un territorio aislado. Cuando hablamos de
islas podemos hablar del sentido literal del término, o en
el sentido figurado. “El Chaparro”, personaje interpreta-
do con el talante del actor Antonio Zuñiga, ha llegado a
la conclusión de haber creado una metáfora: “Chihuahua
es una isla”. Pero en realidad podríamos metaforizar que
todos los personajes son una isla. Lo que plantea esta
guerra, en ese espacio social, y en ese elemento destruc-
tivo del autor, es que todos los personajes son islas. En
otras palabras, lo que se ha destruido es el entramado de
relaciones. Si antes existía un entramado de relaciones
que se llamaba familia, y un entramado de relaciones
que se llamaba religión, y un entramado de relaciones
que se llamaba cultura social, ahora esos entramados de
relaciones, que imponían un sistema de comunicación, se
han quebrado. Y al quebrarse quedamos todos como islas,
en donde la única posibilidad de comunicarme con el otro
es, o violándolo, o matándolo. Siempre cuando destruyen
los sistemas comunicacionales, lo que te queda es un
sistema de muerte real, o de identidad. El tema de la isla,
es el que me parece que es interesante que proponga esta
obra: este sistema de muerte que impera, no solamente
produce la cifra murtuori de 60,000 muertos, sino produce
Los Asesinos. Texto y Dirección: David Olguín
apantallados 69
100 millones de muertos vivos. Y esas 100 millones de
islas son la muerte de nuestra identidad social, y de nues-
tro sentido de México como una estructura contenedora.
Y si ese elemento se coadyuva como una situación social
política como la que estamos viviendo, donde escucha-
mos a uno, y a otro, y no sabemos quién es quién, porque
todos dicen las mismas estupideces con la misma falta de
profundidad, y de concepción de lo que necesita México.
La pregunta sería: ¿dónde está la identidad del mexicano?
Y esa disolución de identidades se confronta fuertemente
con el concepto de mexicanidad que tiene nuestro propio
teatro. Los estereotipos del mexicano son parámetros
ya caducados, se desintegraron, se destruyeron, pero no
se transformaron. Esas escrituras de islas, significan que
la necesaria transformación de una identidad personal,
social y nacional, en vez de convertirse en algo que nos
siga conteniendo y enriqueciendo, se disuelve en una nada
política en medio de la muerte física, y biológica, y de la
muerte de opciones sociales, e históricas.
Por otra parte me pregunto ¿si puedo describir lo
nuevo con la mirada de lo viejo? La puesta en escena es
convencional en el sentido estructural, y en como está
construida la obra. El montaje de esta tragicomedia,
tiene un leit motiv que consiste en citas de connotacio-
nes bíblicas, y por otro lado, está el diseño sonoro que
retoma fragmentos de canciones y música como: Amor
de novela de Bobby Pulido, ¡Que viva Chihuahua! de José
Alfredo Jiménez, El gato de Chihuahua de Los huracanes
del Norte, New York, New York de John Kender y Fred Ebb,
Oh Chihuahua! en versión del DJ Bobo y Letter to me de
Brad Paisley, así como el tradicional Toque de difuntos,
de la Banda de alientos de la comunidad de San Bartolo
Tutotepec, Hidalgo. Las nuevas realidades están siendo
construidas con sistemas viejos. Los Asesinos puede
reflejar con un sistema viejo algo que no era contenido
por ese sistema. Me da la sensación de que cuando abro
una ventana, y descubro un paisaje que es absolutamente
inédito, los elementos convencionales de descripción de
ese paisaje ya no me sirven. Si es que el paisaje es inédito,
tengo que inventar un lenguaje que me describa lo que
antes no estaba. Las palabras que describían lo anterior,
estaban hechas para algo que ya no sirve. Si las estruc-
turas son convencionales, quiere decir que la realidad
no es tan novedosa. Si la estructura es novedosa, puede
que la descripción de la misma, teatralmente, no sea tan
convencional. El tema es la violencia en la realidad, y la
violencia en el teatro. Hay un fenómeno -claramente- en
los últimos años de teatralización de la realidad, lo cual
pone en crisis al teatro, porque la realidad se ha vuelto
mucho más teatral que el teatro mismo. Es claro que el
elemento de violencia, al igual que el elemento del ero-
tismo, dos componentes básicos del teatro, y de la reali-
dad, no pueden ser abarcados de manera lineal, porque
si no de lo contrario, la realidad es mucho más fuerte
que el teatro. Por supuesto que la violencia de la obra,
es menor que la violencia de la realidad. La violencia, y
el erotismo, sólo admiten en el teatro una metoforización.
Es el grado de poder de esa metáfora el que habla de la
eficacia del producto. Siento que más allá de las implica-
ciones ideológicas, la obra está formalmente por debajo
de los temas como la violencia, la muerte, y la identidad
de nuestro país. Los Asesinos toma distancia tanto de una
visión ideologizante de la política, como del testimonial
del teatro documental, para apostar por la exploración
de una mentalidad regional, y la construcción de una
metáfora con una lectura perturbadora que nos habla
del espacio específico de esa atroz realidad de México,
y la tragedia de su vecindad con Estados Unidos. Esto
lleva a sugerencias problematizadas. Durante décadas
la mano de obra barata mexicana sirvió para enriquecer
a Estados Unidos independientemente de la droga, por-
que cobraban un décimo de lo que cobraban los demás,
y se peleaban por trabajar horas extras. Los migrantes
están explotados en doble sentido: por los americanos
a nivel de trabajo, y por los mexicanos, porque vivi-
mos gracias a lo que nos mandan. A ese discurso de los
migrantes explotados, ahora aparecen otros explotados,
que además son unos asesinos sanguinarios capaces
de mutilar cabezas, brazos, manos y descuartizar, pero
que son la mano de obra última que está utilizándose
70 El Búho
para que Estados Unidos obtenga drogas a bajo costo.
Hay un parecido entre aquellos explotados que recogen
tomates, y los mexicanos explotados en el asesinato y
la distribución de drogas, que generalmente son jóve-
nes. Sin afán de desprecio, se retrata el caldo de cultivo
de seres primitivos con mentalidades muy estrechas,
y pauperizados, no solamente en lo material, sino en lo
intelectual; que en última instancia si les pegan un tiro
no me afecta, ni me produce rechazo que los maten. El
tema del “sicariato” como una mano de obra híper barata
y explotada por Estados Unidos como nuevos migrantes,
es una realidad muy complicada. Una de las líneas que
se exploran en el espectáculo lo expresa el personaje de
“La gringa” interpretada convenientemente por Laura
Almela cuando dice: “Todos matándonos: guachos contra
municipales, federales contra narcos, narcos contra nar-
cos, narcos contra soldados, y el Pato Donald, atascándose
de coca con toda libertad.” La reflexión es: ¿cuánto puedo
asumir de eso y cuánto no? El fenómeno de la violencia
es demasiado complejo como para generalizarlo. Pienso
en Bertolt Brecht que hablaba de los chinos, porque era
una forma muy cómoda de hablar de la realidad europea
en el momento racial de Alemania. Es frecuente que a la
cultura política la extendamos en el tiempo-espacio, para
en definitiva, hablar de nosotros mismos. En la obra hay
un problema de convocatoria de disolución de la iden-
tidad: en el carácter familiar, de la identidad en el uso
religioso y pertenencia, de la identidad del país, y de las
relaciones con otros países. Las preguntas que se plantea
un grupo de Chihuahua, son inherentes a su espacio,
y a la vez podemos extrapolarlo como una lectura de
un fenómeno particular y lejano. El estar hablando
de algo lejano, puede estar distante, o tan pegado a
nosotros, que no lo vemos. No veo la muerte desaforada
que está a mi lado, porque eso pasa allá, en Chihuahua.
En una ciudad, uno puede estar viviendo realidades que
no ve. La violencia hasta que te toca, pareciera que no
existiera. En Los Asesinos se busca ir más allá del revan-
chismo social, y del ingrediente de la violencia sembrado
en un terreno siniestro. Se hace un retrato aspiracional
de la limitada mentalidad de estos entrañables personajes
que están abandonados socialmente por nuestro país:
“El Torcido” (Gilberto Barraza), “La Telegrafista” (Sandra
Rosales), “El Chicolito” (Saith Torres), “El Nicanor”
(Rodolfo Guerrero), “El Sónico” (Gustavo Linares) y “El
Profesor” (Raúl Espinoza). Es cierto que en Los Asesinos
hay verdades políticas primarias, y que a pesar del riesgo
de interpretación del fenómeno, se logra una teatraliza-
ción de la realidad fronteriza convincente, sin embargo,
es mucho más efectiva la realidad, que el teatro.
*Los Asesinos. Texto y Dirección: David Olguín
Lunes, martes y miércoles 20:00 horas. Teatro El Galeón.
Centro Cultural del Bosque
Reforma y Campo Marte s/n. Metro Auditorio. Duración
110 minutos.
Los Asesinos. Texto y Dirección: David Olguín
apantallados 71
mARio sAAvedRA
Ya Baudelaire reconocía al referirse a Delacroix,
de quien fue su primer gran defensor y promo-
tor a ultranza, la generosa y noble compañía
que sus colegas los pintores y escultores habían veni-
do haciendo –desde tiempos inmemoriales– del oficio
literario. El primero en teorizar sobre la naturaleza
sinestésica del arte moderno, cuando en igualdad de
circunstancias defiende y promueve a Wagner en París,
el autor de Las flores del mal supo también poetizar
sobre esa cuasi indestructible “constancia de memo-
ria” que han representado las artes visuales para con
sus demás hermanas, cuando eternizan el semblante
humano del arte y de sus creadores.
Ya en el siglo XX, escritores como Susan Sontag,
en ese juego de espejos que es la propia creación y el
diálogo abierto entre las distintas artes, se ocupó a su
vez de consignar lo que un filósofo visionario como
Walter Benjamin había logrado descifrar de lo expresa-
do una centuria atrás por el clarividente poeta maldito:
“El verdadero rostro de la creación”. Y la propia Sontag
lo confirmó en su desgarrador ensayo Ante el dolor
de los demás, cuando atestigua que “…si la mirada
del otro no es capaz de penetrar en el alma de quien
sólo observa y no mira, acaso permanecerá la osadía
del extraño que interrumpe en la intimidad”.
Casi contraviniendo la tesis del transcurrir inexo-
rable implícita en la filosofía de Heráclito de Éfeso,
la fotografía ha sido desde sus orígenes testimonio
de lo que permanece eternamente para la memoria.
Y en nuestra propia tradición nacional tan prolífica
en virtuosos de la lente, la figura señera del artista-
fotógrafo por antonomasia Manuel Álvarez Bravo se
erige como la del gran maestro, quien en su amplio
y variado registro dejó de igual modo constancia de los
rostros de muchos artistas eternizados por la mirada
poética de quien consiguió penetrar en el alma misma
de creación.
Siguiendo esta tradición, el reconocido actor,
hombre de letras y también fotógrafo Carlos Bracho
nos regala con estas treinta y cuatro imágenes dete-
nidas en el tiempo, para conocimiento de las futuras
generaciones que ya no tuvieron la oportunidad de
conocer a igual número de distintos creadores que a
través de la palabra han construido la memoria litera-
ria de México y el mundo, la evocación imperecedera
de algunos “rostros de la literatura”…
Rostros de la literatura, o mejor sería decir …de
la escritura, pues incluye no sólo a literatos sino
también a periodistas, y en su mayoría a artífices
de estos dos oficios que René Avilés Fabila recono-
ce más que cercanos en su imprescindible Incómoda
frontera entre el periodismo y la literatura, pasa amplia
revista. Empezando por los premios Nobel Pablo
Neruda y Octavio Paz, de igual modo han tenido cabi-
72 El Búho
da en este ecléctico y plural recorrido, para honrar su
memoria, otros personajes, también ya desaparecidos,
de la talla del poeta Efraín Huerta, el cuentista Juan
José Arreola, el polígrafo Carlos Montemayor, el dra-
maturgo Víctor Hugo Rascón Banda y el también poeta
y hombre de teatro Alejandro Aura; o los más vincula-
dos al cine, de igual modo ya muertos, Alejandro César
Rendón y Jaime Casillas. Las más todavía en activo,
figuras literarias, o bien con peso específico en ambos
campos arriba mencionados, o incluso sólo periodistas
con un notable anclaje en el terreno cultural, cuando
no académicos o filólogos, Carlos Bracho rinde aquí
también tributo a estos otros reconocidos oficiantes
de la escritura (algunos de ellos, premios nacionales),
de distintas generaciones, imagen viva de un México
que si en algo no muestra crisis alguna, es en su natu-
raleza pródiga en talento: Miguel Aroche Parra, Carmen
de la Fuente, Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”,
María Luisa “La China” Mendoza, Juan Bañuelos, José
Martínez, Hugo Gutiérrez Vega, Marco Antonio Acosta,
Eraclio Zepeda, Miguel Sabido, Froylán López Narváez,
Leopoldo Ayala, René Avilés Fabila, Felipe Garrido,
Marco Aurelio Carballo, Dionicio Morales, José Agustín,
Eugenio Aguirre, Silvia Molina, Vilma Fuentes, Óscar de
la Borbolla, Adolfo Castañón, Bernardo Ruiz e Ignacio
Trejo Fuentes.
*Rostros de la literatura. Treinta y cuatro fotografías de
Carlos Bracho. Exposición fotográfica que se presentará en la
Feria del libro en Hidalgo, del 15 al 20 de agosto de 2012.
Fotografías de la inaguración de la exposición fotográfica: Rostros de la literatura en la Ciudad de México
arca de Noé 73
Jorge Mancillas
Además de la contradicción señalada por
Leonardo Valdez, entre la postura del PRD
de rechazar el impacto de las encuestas en
la elección Federal y no en la elección del DF, el argu-
mento del PRD revela una ignorancia completa de la
base de conocimiento técnico (y hasta cierto punto
de la ciencia) de la actividad electoral.
Yo participe por varios años, primero a nivel de
voluntario y por algunos años a nivel profesional,
en campañas electorales del movimiento sindical en
Estados Unidos. Recibí entrenamiento en la academia
creada para este objeto por el ala progresista del par-
tido demócrata.
Les puedo asegurar que es de conocimiento común
entre los profesionales del área, que la difusión de
resultados de encuestas que favorecen a un candida-
to son un factor de impacto negativo, no positivo. La
razón es que pueden ser y frecuentemente son, factor
que cataliza una mayor participación de los que favo-
recen al candidato contrario y al mismo tiempo dis-
minuyen las probabilidades de que quienes apoyan al
delantero, sientan mucha urgencia de ir a votar.
En el caso de México, la disminución de la ventaja
de Peña Nieto el día de las elecciones, con relación a lo
que mostraban las encuestas, podría muy bien deberse
en parte a ese fenómeno. Alguien debería realizar una
encuesta, y a quienes respondan que no votaron, pre-
guntarles por quien hubiesen votado y no me sorpren-
dería que el número de simpatizantes de Peña Nieto
que no votaron fue mayor que el de seguidores de
AMLO. En términos técnicos, el índice de ausentismo
de los favorecedores de un candidato que encabeza las
encuestas es generalmente mucho mayor, y el índice
está relacionado con la magnitud de la ventaja que
mostraban las encuestas previas.
No tienen idea del esfuerzo que pusimos en cam-
panas cuando nuestro(s) candidato(s) encabezaban las
encuestas, para tratar de impedir ese efecto negativo.
En campañas en que yo participé como parte del núcleo
de dirección estratégica, cuando nos veíamos en esa
situación, la considerábamos como una emergencia
y arreciábamos los esfuerzos para motivar y organi-
zar el "get out the vote", es decir, las actividades para
movilizar el voto el día de las elecciones. Esto incluía
recordar a la gente que ya habíamos confirmado apoyo
a nuestro candidato, a través de llamadas telefónicas,
visitas domiciliarias y reuniones en los centros de tra-
bajo, poniéndole colgajes en las perillas de la puerta
de su casa, llamándoles por teléfono, visitándoles en
la mañana antes del trabajo y al volver de éste, y hasta
ofrecerles llevarlos a la casilla.
Lo cual tiene relación con los mañosos videos
sobre el uso de tarjetas de Soriana, pues alguien tiene
que hacer todo ese trabajo. Cuando los vi, noté que
arca de Noé
74 El Búho
la mujer entrevistada mencionó, en respuesta a una
mujer cuya voz se escucha pero nunca se ve ni se le
identifica y quien visiblemente está tratando de influir
en las respuestas, la entrevistada dice que fue por el
trabajo que hicieron por el partido. ¡Pues si!
Nosotros, en el movimiento sindical progresista en
Estados Unidos, construíamos campañas con volunta-
rios, fundamentalmente trabajadores. Pero estos esta-
ban limitados, por ser trabajadores, en la cantidad de
tiempo que podían dedicarle a la campaña. Es por ello,
que utilizábamos recursos, dinero donado por los mis-
mos trabajadores, para "profesionalizar" a los mejores
voluntarios. Es decir, les pagábamos para que pudieran
pedir permiso para ausentarse de su trabajo por el
tiempo necesario, para trabajar de tiempo completo en
la campaña. Eso, contratar gente de medios limitados
para trabajar en las campañas, es reflejo de una cam-
paña de corte popular, no de compra de las elecciones.
Qué va a saber de eso un profesional de la grilla como
López Obrador y los profesionales de la política que
nunca han tenido trabajo productivo, como la cúpula
perredista y morenista.
Yo creo que el PRI ha tenido dos huecos post-
electorales por donde el equipo de Bartlett, Camacho,
AMLO y los Chuchos les han metido agua para dete-
nerles, y sí pueden, hundirles el buque presidencial.
Uno ha sido el de la campaña de mentiras y medias
pequeñas verdades insignificantes para construir una
percepción de ilegitimidad de las elecciones, argumen-
tar la invalidez y mantener a AMLO en los reflectores.
Aunque, como se ha señalado, ya están reaccionando.
Pero no siempre responden bien. Un ejemplo es en el
tema de las encuestas.
El otro hueco es el de arrebatarle el triunfo a Peña
Nieto. Ahora resulta que no es el ganador. Es cierto
que no recibirá la investidura hasta el 1 de Diciembre.
Es cierto que la decisión oficial del IFE será en
Septiembre. Pero la elección ya se dio. Los resultados
son muy claros. Mancera puede actuar y actúa como
Jefe de Gobierno electo del DF. No se arroga ningu-
na atribución, pero no sólo pueden él y Peña Nieto,
sino que tienen la obligación, de empezar a preparar
su gestión.
Todo lo que se pueda hacer en el campo de crear
base política para implementar su programa, para crear
apoyo entre la población o entre los sectores que debe-
rán participar, para construir relaciones con miembros
electos del Congreso y el Senado, para crear su equipo
de Gobierno, es recomendable y hasta indispensable.
¿Quién acusó de actuación ilegal a López Obrador
por empezar a nombrar su futuro Gabinete en el perio-
do anterior a las elecciones?
Para el Presidente y los gobernadores electos, dichas
reuniones y la construcción de relaciones, es parte de
la tarea de preparase para asumir la responsabilidad
del Gobierno, especialmente en este periodo tan difícil.
En ese sentido, Peña Nieto, a título de ciudadano
con propuesta, de dirigente político de un partido, y de
triunfador en las elecciones, debería empezar a tener
reuniones informales, no como jefe de estado, pero
como persona que ya ha recibido el apoyo de la mayo-
ría necesaria en las elecciones, con todos los actores
nacionales e internacionales. Debería difundir pública-
mente los resultados de reuniones con los miembros
de su partido electos a las dos cámaras. De reuniones
con todos los gobernadores que estén dispuestos. Con
los miembros de otros partidos electos al Congreso y
Senado que estén dispuestos. Con dirigentes sindica-
les, campesinos, populares, intelectuales, formadores
de opinión. Discutir con todos ellos los ejes centrales
de la política que promoverá durante su gobierno,
pedirles su apoyo, escuchar su opinión y propuestas
y empezar a construir las relaciones necesarias.
Todo esto lo debería difundir, para ir estableciendo
la percepción correcta: él será el próximo Presidente.
Es un hecho. Hay que crear la percepción acorde.
No hay que tenerle miedo al ataque de AMLO y sus
huestes, y a las acusaciones que vendrán, como se die-
arca de Noé 75
ron cuando se reunio con el Presidente Calderon. Eso
lo hacen para intimidar y para que efectivamente, se
detenga de efectuar dichas reuniones y actuar como lo
que es, el ganador de las elecciones, y crear la percep-
ción de que no está resuelto el asunto. Quieren crear
la percepción, no sólo de que todavía no es Presidente,
lo cual es correcto, sino de que TODAVÍA NO HAY
RESULTADO ELECTORAL. Esa es la percepción que
quieren crear y la que están creando.
La única manera de combatirla es actuar como
se debe de hacer en base a la realidad política. Ya se
dieron las elecciones, fueron tan correctas, con todas
sus imperfecciones, como lo pueden ser dentro de
una democracia burguesa en un sistema capitalista.
O rechazas el sistema político y económico y actúas
en consecuencia, dejando atrás el traje, la corbata, el
sueldo, el subsidio, los privilegios, el coche, la cobertu-
ra de medios y todas la prebendas y te pones a luchar
en serio y consecuentemente por una alternativa, o
si aceptas los términos del juego, juegas limpio. No
se pueden crear las bases para un eventual gobierno
honesto, sobre bases distintas, si actúas en forma des-
honesta, marrullera, y manipuladora desde ahora. ¿Si
se pueden encontrar razones para la deshonestidad y
la mentira fuera del Gobierno, qué se puede esperar
cuando tengan control de los instrumentos de poder?
¿Si intimidan a los que difieren de ellos, a los periodis-
tas, columnistas y ciudadanos comunes, cómo se les
puede confiar el aparato de Estado?
Cuando AMLO y los Perredistas criticaron la reunión
entre Calderón y Peña Nieto, habría que haberse bur-
lado de ellos y preguntarles ¿"pues no que Calderón
es espurio y no legítimo?" En su lógica, sólo se debe-
rían de quejar si Peña Nieto pide reunirse con "el legí-
timo." Y en todo caso, el que está violando la constitu-
ción sería AMLO, pues ésta prohíbe la re-elección. Pero
Angélica Carrasco
76 El Búho
Marco aurelio carballo
es que sus argumentos son surrealistas en el mejor de
los casos, risibles las más de las veces. El problema
es que en el vacío de gente capaz en el relativamen-
te reciente nuevo juego político en México, no se les
maneja bien.
Peña Nieto debería sostener entrevistas individua-
les en todos los medios impresos y electrónicos para
explicar el programa que implementará, dirigirse a la
población como Presidente electo de todos, a quien le
importa que todos entiendan su proyecto para que todos
participen y se pueda construir un México mejor. Si le
preguntan sobre las elecciones o sobre las acusaciones,
su respuesta debe ser simple y clara: las elecciones ya
se dieron, y cualquier acusación de irregularidad será
resuelta por el tribunal. Pedir que todos sean pacientes
en cuanto a lo segundo y comprensivos (y hasta "amo-
rosos") con aquellos que se sienten frustrados por no
haber tenido una propuesta convincente. Ser generoso
y decir que ya se calmarán.
Pedirles la consideración a su propuesta y el apoyo
a todos los que votaron por los OTROS TRES candida-
tos y que nos demos todos los mexicanos la oportuni-
dad de probar honesta y fraternalmente la propuesta
que él les ofrece. Que si no cumple en los primeros
meses, que le reclamen, con toda razón. Hablar de
los canales a través de los cuales todos los mexica-
nos podrán participar. Señalar que los que no están
de acuerdo con él tendrán representantes en las dos
cámaras del Congreso para OFRECER PROPUESTAS
alternativas. Alertar sobre aquellos que intentarán sólo
bloquear para fomentar el fracaso, obstaculizar el pro-
greso y lucrar con el resultante sufrimiento de muchos
mientras ellos disfrutan de privilegios y prebendas en
puestos políticos.
Pero bueno, todo mundo es quien es. En mi opi-
nión, eso es lo que haría un dirigente y un partido
comprometido y honesto y que realmente cree en
su propuesta.
Perla Estrada
arca de Noé 77
Marco aurelio carballo
Adicto a la adrenalina
En La Prensa de Managua, Nicaragua, me pasa-
ron la grabación inédita de una arenga del hijo
de Anastasio Somoza. Era nota de primera
plana, intuí. Ellos no la habían publicado por temor a
represalias. Mejor regresaba a México para publicarla.
En la proclama Tachito adiestra a un grupo de elite
para tratar a los sandinistas como se merecen. Le dejé
la decisión al jefe de Internacionales del Unomásuno,
Hugo Leonel del Río. Por otro teléfono le consultó al
director. Caballito, dijo el jefe del Río, dice que se vayan
a San José y entrevisten a comandantes de la guerri-
lla. Ardía en deseos de entrevistar al Comandante Cero
(a) Edén Pastora.
La presencia de la fotorreportera Martha Zarak
había influido en esa decisión, pensé. ¿Qué habría
sucedido si el foto hubiera sido hombre? Tampoco en
periodismo existe el hubiera. Ella era valiente o intrépi-
da porque llegábamos a cualquier ciudad bombardeada,
todavía con escaramuzas. Luego de citarnos en tal o
cual punto a tal o cual hora, antes del toque de queda,
se iba con los fotógrafos y yo con los corresponsales.
En la pacífica San José, aun cuando se tomaban ahí
decisiones cruciales en la guerra antiSomoza, mientras
buscamos por cielo, selva y tierra al Comandante Cero,
entrevistamos al sacerdote sandinista Ernesto Cardenal.
Vivía en una casa de madera, en una atmósfera bucó-
lica. Lo custodiaba un enorme perro policía aparte de
algún guardia.
Cuando envié la entrevista al ahora Premio Sofía de
Poesía 2011, en la actualidad separado del sandinismo,
el jefe Del Río nos transmitió la orden de regresar al DF.
El gerente había puesto el grito en el cielo debido a los
gastos de la Zarak y los míos. Regresaríamos a Managua
cuando le entrara dinero al periódico.
Regresé pero sin Martha Zarak. Los jefes argumen-
taron escasez de plata. Era para no exponerla, sospeché.
Aunque ella trabajaba al nivel de un Miguel Castillo o
de un Pedro Valtierra. Es que, a la pregunta de por qué
no habían atacado el búnker de Somoza, el sacerdote
Ernesto Cardenal dijo que, según el espionaje, al primer
intento el dictador lanzaría el contraataque al hotel
Intercontinental y culparía a los sandinistas. Ahí se
hospedaba noventa y nueve por ciento de los periodis-
tas, incluida la Zarak y el de la tecla. Adicto a la adre-
nalina volví a ese hotel durante mi segunda estancia
en Managua.
El desengaño
Feldespato teme que la realidad mal hecha le impida lle-
gar a tiempo a la casilla electoral. El avión aterrizará con
media hora de atraso y dispondrá de hora y media... Esa
mañana, cuando caminó hacia el baño del cuarto 204,
no había periódico gratis bajo la puerta. Mal comienzo.
Así que ¿por qué extrañarse de las enchiladas de mole
bajo un cúmulo de repollo sin rodajas de cebolla ni
queso. Una cocinera las prepara al modo clásico, le dije-
ron, y otra con repollo chorreando agua turbia,
78 El Búho
Su hermano lo lleva al aeropuerto sorteando calles
despanzurradas y de banquetas destruidas que el alcal-
de dejó a medias porque es candidato a gobernador. De
pie frente a la puerta de entrada, tres federales juegan
absortos en sus respectivos celulares, dos boquia-
biertos. Feldespato oprime el botón y se enciende la
luz verde. También los soldados le dicen adelante, no
hay revisión. En el televisor de la antesala el número
de vuelo aparece como el 561 pero en su boleto como
2489. Realidad absurda, surrealista, kafkiana.
Pide un café y cuando se lo están sirviendo pre-
gunta si hay crema. La vendedora suspende con vio-
lencia el chorro y tritura frases incomprensibles. Ella
devuelve el café a la cafetera y de otro recipiente
echa al vaso un chorro de crema. ¿Cómo adivina la
cantidad?, le pregunta. Ella vuelve a pulverizar hiel
sólida con las muelas. Podría haber quedado al gusto
del cliente por el color de la mezcla, pero está tibio.
Para beber cualquier café por malo que sea, Feldespato
le pone crema. En casa lo bebe sin crema y… caliente.
Compra agua en otro local. No es masoquista. En los fil-
tros decomisan las botellas de agua, ¿para beneficio del
comercio interno? En las salas del DF, cuesta diez pesos
más y en el aeropuerto de Tapachula veinte.
A los aviones de dos filas de asientos suben primero
los pasajeros de ventanilla y enseguida los de pasillo.
Una empleada le franquea el paso a una pareja, pero un
empleado sin criterios se lo impide a otra. El cuarentón
a su izquierda ocupa los dos descansabrazos marcan-
do su territorio, los orinaría si fuera gato. Cuando no
juega en su celular o le toma fotos a las nubes “ojea”
los anuncios de la revista gratuita, y se persigna en el
despegue. Feldespato devuelve los cacahuates y pide
café. Tiene que esperar, le dice, tajante, la aeromoza.
Si una mesera te ordena permítame es que la cosa ya se
chingó, decía Rafael Ramírez Heredia.
A las cinco y pico entra a la escuela donde está su
casilla, en territorio panista. Vota y siente la emoción en
el estómago. Ahí arrasará la izquierda.
Pero a las 11:30 pm escucha el resultado
absurdo, surrealista, kafkiano.
La mula de seises
Estimado Raúl, tus paisanos adoptivos
siguen pasándola canutas. Van de lo
duro a lo tupido con el alza generalizada
del IVA, incluidos servicios como el de
las peluquerías y el de las funerarias.
Puedes dejarte la pelambrera a lo que
dé, incluso en el continente de España,
aunque los burlones afirmen que ahí
empieza África. Pero ¿cómo evitas la
muerte para no salirle caro a tus deu-
dos? ¿Con una cuenta de ahorros exclu-
siva? Aquí aún andamos en lo postelec-
toral. Faltan cinco meses y pico a fin de
saber cómo será el nuevo gobierno en
materia de impuestos. Igual o peor.
Damián Andrade
arca de Noé 79
Ocupados como estamos los del oficio teclean-
do acerca del tema electoral, con información más o
menos completa o con la opinión y el análisis en pleno
uso de la independencia, o cooptados por el partido de
nuestras simpatías, los protagonistas de la vida pública
aprovechan para opinar gracias a la libertad obtenida
hace años, pocos. Aun cuando se trate de una libertad
despilfarrada con abuso de adjetivos o porque esté
en proceso de ajustes. Son creadores de una película
(Oliver Stone) o actuaron en otra (Héctor Suárez), o le
pondrán su nombre a un premio de traducción (Sergio
Pitol) o ganaron un premio de literatura (Ernesto de la
Peña). ¿Representantes de los sin voz? Pareciera. El ejer-
cicio de la libertad de expresión evoluciona y quién sabe
hasta dónde tope, cibernautas incluidos.
¿Alguien le habló de la mula de seises a Oliver
Stone? Para los recién nacidos: el artículo 33 consti-
tucional fascista que prohíbe a los extranjeros opinar
sobre este país. Él viene a promover una película y
equipara a nuestro gobierno con el de Bush. A uno por-
que sacó el Ejército a las calles y al otro porque llevó
el suyo, su Ejército, a Irak. Pero olvida tú esos puntos
de vista que escandalizaron a los chicos nativos de la
prensa, a pesar de que no influya en nada como para
cambiar ningún sistema, según dijo el propio Oliver.
Ni siquiera con sus películas. Él puede decir lo que le
dicte su conciencia en EE.UU. y no (le) sucede nada,
pero ¿aquí?, ¿en estos países al otro lado del río y entre
los servipoderosos nietos o bisnietos de caciques?
Quién sabe si la mitad le anda midiendo la temperatura
al mondongo, pero la otra mitad pareciera saltarín ante
la idea de volver a vivir como hace doce años, como
hace dos sexenios.
La relectura
Cuando estás metido en el hábito de la lectura, cuando
ya te has hecho adicto, llegas a preguntarte a veces en
qué momento comenzará en ti la relectura. Lo cual no
denota que hayas leído en una sola ocasión tal o cual
título, sobre todo durante la adolescencia. El repaso
comienza a edad madura, según la información coinci-
dente de tus autores preferidos. Acaso porque ya pocas
novedades te atraen y prefieres leer a tus clásicos, es
decir, releerlos. A los veinte, a los treinta fue difícil que
te detuvieras a reflexionar en el tema. Aún buscabas
con mayor o menor avidez y, al mismo tiempo, amplia-
bas la biblioteca o crecían las pilas de volúmenes.
Se te hizo hábito leer un libro tras otro hasta agotar
la totalidad de la obra si el autor estaba ya muerto. ¿Por
qué? Entre otras razones porque si compras el libro y lo
dejas para después podría ocurrir que meses adelante,
o años, estés interesado en otro u otros autores y te
cueste regresar a las lecturas pendientes.
Adicto a la lectura te ha sido difícil sustraerte a las
novedades y a no caer en la trampa de la publicidad y de
la crítica o de la reseña. El tiempo transcurre y el tiem-
po de la relectura ¿cuándo? Quizá olvidaste el asunto
metido hasta el cuello en las novedades o en la lectura
de libros que compraste en época de bonanza, mayor
número de cuanto podías leer por falta de tiempo. Así
que durante cada crisis buscas y rebuscas en tu librero.
Cuando lees acerca de la muerte súbita de Fuentes,
de que Bradbury se ha ido a Marte, de que Arturo Azuela
no estará más en esta dimensión sientes ganas de
releerlos. Buscas en el librero y descubres que alguien
se llevó las dos novelas de Fuentes más preciadas y que
los libros de Bradbury se han convertido en un mazo de
barajas amarillentas. Tampoco está el libro de Azuela.
¿Qué haces? Sin duda las editoriales vaciarán sus
bodegas de títulos de esos autores o reeditarán los
agotados. Le echas un vistazo a tu billetera y en el tra-
yecto lees la nota sobre la nueva edición de La ciudad
y los perros de Vargas Llosa. ¿Otro motivo de relectura?
¿Las reediciones por los primeros cincuenta años de
su publicación, por los primeros cien? Pero ¿comprarlo
de nuevo? Sí, porque sin duda ha desaparecido de tu
librero, y aunque no.
marcoaureliocarballo.blogspot. com
80 El Búho
carlos brachoTRANCO I
“Esta vez el maestro, el ínclito señor Bracho no
ha tocado directamente en su gustado Tranco
el asunto de las elecciones del pasado mes de julio.
Y hace bien. Todos los que formamos este siete veces
H. Consejo Editorial, como él, estamos bastante
disgustados, enormemente enojados y mayormente
indignados con los tristes sucesos que en ese proceso
se sucedieron. Realmente no sabemos dónde meter
la cara, pues no queremos parecernos a los avestru-
ces que la meten con singular alegría en la meritita
tierra. No, que nuestra cara se vea así, llena de coraje,
de fervor revolucionario, de ganas de saborear por
fin un México democrático. Pero no, parece que la
suerte maldita está echada, parece que el mal fario
nos perseguirá per saecula saeculorum. Sí, sexenios
van y sexenios vienen y el avance de las libertades y de
la justicia social y del reparto equitativo de la rique-
za y la dignidad y la soberanía nacional son metas
inalcanzables, son los famosos elotes atados a un
palo que lleva delante de su hocico el burro, son pro-
mesas intemporales y vagas -al cabo que el prometer
no empobrece- y son el caldo gordo de los discursos
de los políticos de marras. Pero, como otras veces
hemos hecho, dejaremos que el maestro nos cuente
algo de su basta y enojable memoria política y social:
Dejo de lado los berrinches de párvulos electo-
rales, dejo en el tintero los reproches a los IFES y a
todos los organismos en donde los que allí laboran
se dedican a ganar enormes sumas de dinero para que
-supuestamente- cualquier proceso electoral salga
chulo de limpio. Mejor es olvidar y dedicar el her-
moso tiempo a cosas que la hermosa vida nos ofre-
ce. Sí, mejor escuchemos los conciertos de Manuel
M. Ponce, de Silvestre Revueltas; dispongámonos
a escuchar las propuestas musicales del maestro
Lavista. En su aparato de sonido haga los ajustes
para que el oído perciba todos los tonos, todas las
variaciones y todos los bajos y agudos que las par-
tituras nos ofrecen. Y si a esta delicia musical usted,
lectora insumisa, le enciende su chimenea, pone en
su mesita la botella de coñac y entre trago y sorbo
se deleita con los malabares de cornos y trompetas
y de violas y contrabajos y pianos y violines, la vida
vista de esa manera rotunda será más bella que un día
de malhadadas elecciones federales. Eso que ni qué,
dicen los sabios. Así las cosas, digo que resulta más
grato al oído, más reconfortante al espíritu el -aparte
de los sonidos y silencios majestuosos de Bach y de
Wagner- tomar una libro de poesía de Ramón López
Velarde o de Garcilazo de la Vega o de Sor Juana o de
Pita Amor o de Villaurrutia o de Sabines o de Pellicer
y apoltronados en el sofá preferido, dispóngase a lo
mejor de lo mejor, ya que por la ventana se asomará
la luna lunera cascabelera, y le pido encarecidamen-
te que un vaso de vino tinto permanezca siempre al
lado -siempre lleno y siempre vacío, claro- y ya vera,
lectora no pripanista, como esa luna descenderá
más rápido que un rayo tormentoso y se posará en
el marco de su ventana y le ofrecerá a usted, amiga,
arca de Noé 81
su luz, su magia, su esplendor. Vaya, que leer poemas
es mucho más agradable que leer los discursos del
tal señor Calderón -claro, no de don Pedro, no- que,
aparte de ser una basura en términos métricos
y conceptuales, son las ideas de un fascismo que
salta a los cuatro vientos. Mejor Torri y mejor Novo,
mejor Lizalde y mejor Dionicio Morales y mejor
Neruda que enredarse en palabras necias y sobradas
del presidente en turno. Mejor escuchar los sonetos
de la vida profunda y las rimas de Góngora que ver
los sainetes de funcionarios electorales. Mejor lle-
nar a plenitud los espacios que cubren los ojos con
pinturas de Rembrandt y de Goya y de Nierman y de
Tamayo que ver el horror de los carteles de anuncios
políticos. Mejor es ver los movimientos de ballet y
de la danza de bailarines hechos de hierro o de espu-
ma de mar o de nubes o de resortes quiméricos que
observar el desplazamiento torpe de los guaruras
que cuidan a los que tienen que cuidarse de la ira
del pueblo. Es mejor escuchar la voz quejumbrosa
y dulce de la novia o de la voz de la amante inquie-
ta o de la mujer que está en la cima de las cosas y
que uno lucha por bajarla y tenerla en brazos para
besarla y amarla hasta morir en ello, que escuchar
los discursos de los que “trabajan por el pueblo”
y se sacrifican por México. De veras, es cosa probada
y de éxito la sugerencia que arriba me permito hacer-
le, amiga del alma, amiga abrazable, amiga besable,
amiga de todas las amigas. Yo, por lo pronto, ni tardo
ni perezoso me arrimo un tequila blanco, junto unos
cacahuates enchilados y me dispongo a escuchar
el Huapango del nunca olvidado maestro Moncayo.
Al escucharlo gritaré a los cuatro condenados vien-
tos: ¡Viva México ca…! Vale. Abur.
www.carlosbracho.com
Oswaldo Sagástegui