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LOS “ACTOS DE FUERZA” DEL ART. 36 C.N., LENGUAJE JURÍDICO E INTERPRETACIÓN 1
Dedicado a la memoria de la Dra. María Teresa López
Por Rodolfo Hugo LagarProfesor Titular de la Cátedra B
de Filosofía del Derecho de la Facultad de Derecho - U.N.L.Z.
SUMARIO: I.- Introducción: Breve reseña del Art. 36 C.N. y el Objeto del artículo. – II.- Algunas aclaraciones previas. – III.- “Actos de Fuerza” y Semántica: III.1.- Vaguedad – III.2.- Textura Abierta. – IV.- “Actos de Fuerza”, su significado emotivo y pragmática (usos del lenguaje) - V.- Conclusión: “Actos de Fuerza” como Situación de Valoración del hecho de la Interpretación: “Situación de vía de escape interpretativa deliberada”
I
Como es de público y notorio conocimiento, en el año 1993, se
convocó a Convención General Constituyente, mediante respectiva
Ley de Declaración de Necesidad de la Reforma de la Constitución
Nacional (Ley Nº 24.309) y subsiguiente llamado a elecciones.
Circunstancia que finalmente aconteció en el año siguiente,
procediendo tal autoridad constitucional transitoria a su tarea, y
culminando con su jura y efectiva entrada en vigor a partir del 24 de
Agosto de 1994.
Entre las añadiduras, sustituciones y modificaciones suscitadas,
como parte del elenco de los “Temas que son habilitados por el
Congreso Nacional para su debate por la Convención Constituyente”,
dicha Reforma Constitucional incorporó una nueva disposición,
integrando un nuevo capítulo también, en la denominada por la
1 El artículo es una adaptación de la ponencia de homónimo título, que en su momento ha sido presentada al IVº Encuentro Nacional de Profesores de Introducción al Derecho de la República Argentina. Celebrado en la Universidad Nacional del Nordeste. Corrientes, 5 y 6 de Noviembre del 2004.
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doctrina “Parte Dogmática”: el Artículo 362, en el “Capítulo II. Nuevos
Derechos y Garantías”, en sustitución de la antigua redacción que (sin
derogación de su contenido y con leves modificaciones) pasó a
ubicarse –y renumerarse- en el actual Art. 44º.
Esta nueva disposición -como se destaca en los proyectos de
artículos y sus fundamentaciones presentados por varios
Convencionales Constituyentes, los debates suscitados en las
Comisiones de Participación Democrática y de Redacción, así como
las sesiones plenarias de la propia Convención Nacional y la doctrina
constitucional mayoritaria que ha sido consultada– ha sido objeto de
especial incorporación, ya desde los Dictámenes del Consejo de
Consolidación para la Democracia en 1986, a la vez de reconocer
antecedentes tanto en nuestro Derecho Público Provincial, la
legislación nacional, el Proyecto de Constitución de Juan Bautista
Alberdi (su Arts. 27 y 29) como también en el Derecho Constitucional
comparado, el latinoamericano en particular.
Debe señalarse también que este artículo, junto con el Art. 29,
al decir de Martín R. Pancallo D´agostino, son “... producto de fuertes
experiencias históricas, y de una estructura de valores y de una
lógica que no estaban consolidadas en la consciencia colectiva.
Ambos tienen el mismo valor político cultural y la misma función
docente”3; siendo oportuno aquí completar esta característica de
2 Incorporación que es fruto de lo dispuesto en el Art. 3º de la LEY 24.309, a saber [transcripción parcial]: “Se habilitan también para su debate y resolución en la Convención Constituyente los puntos que se explicitan ... a continuación: A tal efecto la Convención Constituyente podrá: b) Incorporar un nuevo capítulo a la primera parte de la Constitución Nacional con cuatro artículos ... En todos los casos, esa habilitación está referida a los siguientes: Temas que son habilitados por el Congreso Nacional para su debate por la Convención Constituyente... J) Garantías de la democracia, en cuanto a la ... defensa del orden constitucional. Por habilitación de artículos nuevos a incorporar en el capítulo segundo de la primera parte de la Constitución Nacional...” 3 PANCALLO D´AGOSTINO, MARTÍN R. “Defensa del Orden Institucional y el Sistema Democrático (Art. 36, CN). E.D. Tomo164, Pág. 847.
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raigambre histórica de la norma con las palabras de uno de sus
protagonistas, el Dr. Alberto Natale: “Así como el art. 29 de la
Constitución fue redactado en 1853 con la mente puesta en lo que
había ocurrido hasta Caseros, el nuevo art. 36 refleja el afán de no
retornar a la dramática vida institucional de un largo medio siglo, que
comenzó con la ruptura del 6 de septiembre de 1930 y se prolongó
hasta el 10 de diciembre de 1983...”4 . De modo que, con estas citas
y las próximas referencias que en el desarrollo de la ponencia
surgirán, el objetivo o finalidad de su incorporación ha sido el de
preservar el orden constitucional, expuesto bajo la forma de los
bienes jurídicos tutelados “orden institucional” y “sistema
democrático”, proclamando su ultraactividad, consagrando tipos
penales diferentes, previendo directivas concretas en cuanto a sus
sanciones –que serán objeto de leyes reglamentarias respectivas-,
reconociendo el clásico “derecho de resistencia” e incorporando un
mandamiento al Congreso de sancionar una ley de Ética pública.
Del propio tenor de la bautizada “Cláusula de la Defensa del
Orden Constitucional”, caracterizada por una riqueza y vastedad de
temas y cuestiones para someter a consideración, el objeto del
presente artículo es muy sencillo y se circunscribe al análisis de la
expresión “actos de fuerza” –contenida allí como único medio ó factor
que atenta contra “el orden institucional” y el “sistema democrático”;
y que da lugar, pues, a la “revolución jurídica”- desde la perspectiva
del lenguaje jurídico y los problemas de interpretación que suscita. A
la vez que se pretende también con este análisis brindar un ejemplo
para el desarrollo en clase de contenidos específicos de Introducción
al Derecho y de Filosofía del Derecho, sin perjuicio de las propias del
Derecho Público.
4 NATALE, Alberto. “Comentarios sobre la Constitución: La Reforma de 1994. Editorial Depalma. Benos Aires, 1995. Pág. 33.
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II
Previo a todo, a fuer de pecar de redundancia, es menester
proceder a la transcripción del Artículo 36 C.N., que ha sido el
resultante de la presentación de más de cincuenta proyectos, siendo
derivados a la Comisión de Participación Democrática. La Comisión
decidió subdividir el tratamiento del “tema habilitado” en dos
aspectos: uno denominado “Cláusula Ética” (que derivó en los últimos
dos párrafos) y otro, que es el propio del artículo, que ha sido llamado
“Orden Constitucional”; siendo éste último mucho más posible de
lograr un acuerdo en su redacción, frente al primero (que dio lugar a
mayor debate)5.
“Esta Constitución mantendrá su imperio aún cuando se
interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden
institucional y el sistema democrático. Estos actos serán
insanablemente nulos.
Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el art. 29,
inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y excluidos
de los beneficios del indulto y la conmutación de penas.
5 Conforme SEGOVIA, JUAN FERNANDO. “La Defensa de la Constitución”. Colaboración a la obra “Derecho Constitucional de la Reforma de 1994” Tomo 1, del INSTITUTO ARGENTINO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES Y POLÍTICOS. Ediciones DEPALMA Bs. As. . Mendoza, 1995. Capítulo IIº, Pág. 55.
Por otra parte, redacción final que es fruto de la Orden del Día Nº 1, dictaminado por la Comisión de Redacción de la Convención con fecha 12/7/94, con observación en minoría. Es, a su vez, proveniente de los Despachos Nº 2 y 3 de la Comisión de Participación Democrática, dictaminados el 4/7/94 y sancionado finalmente en Plenario por aclamación en sesión Ordinaria del 21/7/1994. - Conforme: “Constitución de la Nación Argentina”. Con Introducción de MIGUEL M. PADILLA. Segunda Edición. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1995. Pág. 50.
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Tendrán las mismas sanciones quienes, como consecuencia de
estos actos, usurparen funciones previstas para las autoridades de
esta Constitución o las de las provincias, los que responderán civil y
penalmente de sus actos. Las acciones respectivas serán
imprescriptibles .
Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra
quienes ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo.
Atentará asimismo contra el sistema democrático quien
incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve
enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo que las leyes
determinen para ocupar cargos o empleos públicos.
El Congreso sancionará una ley sobre ética pública para el
ejercicio de la función.” .
Luego, es menester destacar que este autor parte de la
aceptación y enrolamiento en la tesis de Genaro R. Carrió en orden a
que el lenguaje jurídico es una especie del lenguaje natural, de su
célebre polémica con otro ilustre doctrinario del Siglo XX, el penalista
Sebastián Soler; con las consecuencias que de dicha posición se
siguen6.
Bajo dicha perspectiva es que los “actos de fuerza”, en cuanto
exclusivos medios que se disponen como causal de ruptura del
“Orden institucional” y del “Sistema democrático”, dan lugar a una
expresión susceptible de padecer los defectos lingüísticos de
“vaguedad” y su peculiar modalidad de la “textura abierta del
Lenguaje”; constituyendo a la vez, un apropiado ejemplo de
“significado emotivo” de las palabras. Todo ello, si nos ceñimos a la
especial subdisciplina y parte de la Semiótica llamada “Semántica”,
6 CARRIO, GENARO R. “Notas sobre el Derecho y el Lenguaje” Cuarta Edición. Corregida y aumentada. Reimpresión. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1990. Segunda Parte. Págs. 49 y s.s., También, en tal Edición, puede consultarse el ensayo “Algunas palabras sobre las palabras de la ley”, especialmente su Capítulo IIº (“Síntesis de las posiciones encontradas”. Págs. 135 a 148).
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anticipando la configuración de tal dentro de los “problemas
língüísticos de Interpretación”.
Pero, también, no deben desdeñarse los aportes provenientes
de otra parte de la Semiótica que aquí se ponen en juego: la
“Pragmática” y su específica cuestión de los denominados “usos del
lenguaje”. Pues la expresión bajo estudio tampoco puede escapar a
su consideración.
Finalmente, no debe olvidarse que el análisis de la expresión
revelará e importará la aplicación y presencia de ciertos elementos
provenientes de algunos métodos [exegético, dogmático,
predominantemente] y concepciones interpretativas, puesto que todo
estudio, análisis y consideración que se realiza en el ámbito jurídico –
en este caso, docente y doctrinario, “no auténtico”- implica, en
definitiva, una tarea interpretativa. En consecuencia, es momento de
ir por partes.
III
¿Cuál es el significado que debe atribuirse a la expresión “actos
de fuerza”, contenida en el Art. 36º, primer párrafo, de la C.N.?
Lejos de atribuir aquellos perfiles de “nitidez” y “contornos de
precisión” a los que se refería Sebastián Soler, el ponente ha
anticipado su opinión, en orden a la susceptibilidad de padecer tal
expresión el defecto lingüístico –de carácter semántico- de
vaguedad7. Esto implica estar en presencia, en este caso, de una
expresión cuya incertidumbre de significación no pasa por indagar
7 Es lo que, siguiendo a Carlos Santiago Nino, para ALBERTO R. DALLA VÍA, desde la perspectiva constitucional, se llama indeterminaciones constitucionales de clase semántica.
- Conforme DALLA VÍA, ALBERTO RICARDO. Colección de Analisis de Jurisprudencia “Derecho Constitucional”. La Ley. Série Libros Universitarios. Buenos Aires, 2002. Pág. 23.
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con cuáles de los sentidos ha sido empleada –por admitir distintos
significados, es decir, ambigüedad-; sino, por su falta de precisión en
la significación. De modo que, frente a esta vicisitud del lenguaje,
hay:
- casos centrales o típicos, en los cuales no hay dudas acerca de la
aplicación de la expresión;
- casos claros de exclusión, respecto a los cuales nadie duda en no
aplicarla o encuadrarla dentro del campo de significación; y, por
último,...
- una zona de penumbra, ámbito más o menos extendido de casos
posibles en los cuales, cuando se presentan, se duda acerca de
encuadrarlos en tal significación.
Y, dentro de la vaguedad, el ponente entiende que debe
encuadrarse en sus especies a) combinatorias, por faltar algunas de
las propiedades para definir el objeto, y b) de textura abierta, que
será objeto de especial consideración luego.
III.1.-
Es el turno, pues, de examinar qué es lo que sucede con la
expresión; y, a tales fines, en la consideración de ponente, nada
mejor que comenzar por el área de tan consabida “voluntad del
constituyente”. Es decir, método exegético pero con las reservas que
formula Alberto Adolfo Natale, ex convencional también.8
8 Señala ALBERTO NATALE (Ob. Cit., pág. 23), en orden a los artículos nuevos que surgieron de los temas habilitados por el art. 3 de la ley 24.309: “... Aquí la elaboración fue mucho más compleja. Sobre cada asunto existieron infinidad de proyectos. Los grandes bloques solían traer diez, veinte, treinta o más proyectos de diferentes convencionales respecto del mismo artículo. Algunos con posiciones muy contrapuestas dentro del mismo sector político. Se los discutía extensamente en la comisión pertinente. Luego se encontraba algún texto coincidente, que permitía el despacho unánime, o se hacían varios despachos de mayoría y minoría. Los dictámenes pasaban a la Comisión de Redacción donde, después de arduas controversias, se modificaban los despachos. Después se consideraba en el plenario y nuevamente surgían reformas, algunas propuestas por convencionales que se oponían, pero que con el afán de mejorar el texto que se sabía de antemano habría de aprobarse, trataban de ayudar en su
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Así, a continuación se pasa extractar la parte pertinente de la
intervención del Sr. Convencional Roberto Alejandro Etchenique9, que
es lo suficientemente llamativa y rica para abordar la cuestión de la
significación que está juego: “El proyecto ha creído conveniente
incorporar a la Constitución una definición de golpe de Estado: actos
de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Por
la expresión “actos de fuerza” se observa que para la mayoría el
golpe de Estado equivale a golpe militar. El medio comisivo es
exclusivamente el golpe de fuerza, el golpe militar. Creo que la
mayoría ha cometido el error que siempre se le atribuye a los estados
mayores de los ejércitos de las naciones derrotadas: analizar la
guerra que pasó y no prever la guerra que vendrá. Creo que más de
un redactor de esta cláusula constituyente tenía en su cabeza o en su
pensamiento, inclusive, hasta el nombre del golpista al que quería
referirse para el futuro.
En julio de 1989 el país vivió una imparable hiperinflación, saqueo,
sensación de anarquía y desgobierno. El oficialismo agonizante de
entonces, tras ser derrotado en las urnas, habló de un golpe de
mercado. Se dijo que sectores económicamente poderosos le habían
declarado la guerra a ese gobierno vencido en las urnas, provoca
aquella situación extrema y haciendo disparar el precio del dólar. No
sé si las cosas sucedieron exactamente así, pero supongamos que
redacción. Finalmente la norma quedaba sancionada ¿Se podría aplicar el método exegético en este supuesto?”.
- En relación a ello, ALBERTO R. DALLA VÍA (Ob. Cit., Pág. 22) opina que no es fácil captar la intención del Constituyente: “Aparentemente, son las convenciones sociales lingüísticas las que permiten asociar determinadas palabras con cierta intención y no es el caso que la intención asigne un significado diferente...”. Añade a ello tres tipos de problemas, a saber: 1º) la selección de los hechos que constituyen manifestaciones de intención; 2º) Lo difícil de reconstruir la intención de un órgano colegiado, por la intervención de una pluralidad de órganos colectivos (Senadores, Diputados, Presidente, etc.); y 3º) La toma en consideración de circunstancias contrafácticas.
9 CONVENCIÓN NACIONAL CONSTITUYENTE DE 1994. Diario de Sesiones. Tomo IIº. Versión taquigráfica. 12ª Reunión, 3ª Sesión Ordinaria, 19 y20/7/1994. Pág. 1407.
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hubo un golpe de mercado. Pues bien; ese golpe de mercado de
manera alguna está tipificado en el nuevo artículo. Por lo tanto, sus
autores no serían pasibles de ninguna sanción y podrían desde una
pizarra de cotizaciones de la bolsa forzar el orden institucional sin
respuesta punitiva...
Vamos a otro ejemplo, esta vez de afuera. El protagonista se llama
Alberto Fujimori y cierra el Congreso por inútil. Nace entonces el
término “fujimorazo”. El “fujimorazo” tampoco está contemplado en
el artículo nuevo. Supongo que no será porque la mayoría considere
compatible el “fujimorazo” en el orden institucional del sistema
republicano, representativo y federal.
A juicio del MODIN la norma es imprecisa. Nos gustaba más
cuando en su redacción original se hablaba de actos de cualquier
naturaleza, y no se refería únicamente al acto de fuerza. Lo que ha
ocurrido, a mi parecer, es que la mayoría sólo ha atinado a pensar en
golpes militares, pero dictar esta norma constitucional para un solo
caso de ruptura del orden constitucional no es sólo erróneo sino que –
como señalamos- se olvidan algunas otras hipótesis de igual o mayor
peligrosidad.
Creo que en la Argentina, de aquí en más, y desde hace unos
años en adelante, es mucho más difícil pensar que un general
trasnochado subleve un cuartel con posibilidades de usurpar el orden
constitucional, que un presidente se tiente en disolver el Congreso,
intervenir el Poder Judicial o usarlo de moneda de cambio como se
hizo con la Corte Suprema de Justicia para convocar a esta Asamblea
Constituyente.
La definición de golpe de Estado que trae el proyecto es
decididamente insuficiente...”
Bueno, de tan vehemente e ilustrativa intervención del Sr.
Convencional, se sigue que la expresión bajo estudio revela un
conjunto de casos centrales sobre los cuales no cabe lugar a ninguna
duda acerca de su aplicación (los golpes de Estado perpetrados por
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las Fuerzas Armadas y, en general, caracterizadas por el empleo de la
violencia armada o física) y, respectivamente, casos opuestos: los que
no atenten contra el “orden institucional” y/o el “sistema
democrático”; bienes jurídicos ahora constitucionalmente tutelados,
que obran como límite. Pero que tampoco están exentas de
dificultades propias de conceptualización tales expresiones (los
bienes), según han revelado también los doctrinarios en general,
además de constitucionalistas, que han opinado. Tema que merecerá
algunas consideraciones en particular más adelante.
Y, en el medio, una amplia gama de actos de naturaleza distinta
a aquéllos, sobre cuya aplicación –como ha quedado establecido-
generan considerables dudas. Y que, a juicio de este Convencional
Constituyente y otros, también serían merecedoras de inclusión.
Como bien señala Juan Fernando Segovia10, la cuestión ha sido objeto
central de debate en la Convención, generándose dos posiciones
opuestas: 1) Por un lado, aquéllos que restringían el ámbito de la
norma porque entendían que ella sólo abarcaba a los que accedían al
poder por un golpe de estado, es decir, a los que carecen legitimidad
de origen, y no a los que, poseyéndola, se tornan ilegítimos en el
ejercicio del poder11; y, por el otro, 2) los Convencionales que, frente
a esa interpretación restrictiva, reclamaron que se subsane la omisión
de la legitimidad de ejercicio o que se volviera a la redacción
originaria de la Comisión de Participación Democrática12.
10 SEGOVIA, JUAN FERNANDO. Ob. Cit., págs. 63/64.
11 Los Convencionales A. Cafiero, M. A. Ortiz Pellegrini y R.H. Torres Molina, entre otros. Conforme la cita que JUAN FERNANDO SEGOVIA (Ob. y pág. citadas) y el Diario de Sesiones de la C.N.C., págs. 1396, 1425 y 1456, respectivamente.
12 Suscribieron esta tesis los convencionales R. A. Etchenique (ya citado), E. P.Pontussi, Maeder, F. Saravia Toledo y L.A. Caceres. Mismas fuentes citadas que nota anterior. C.N.C., Diario de Sesiones, págs. 1407, 1420, 1467, 1478 y 1489 respectivamente.
- La redacción propuesta originalmente por la COMISIÓN DE PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA fue la siguiente: “Esta Constitución mantendrá su vigencia aún cuando se interrumpa su observancia por actos
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Así dispuestas las posiciones, cuando hacia el final del debate y
a raíz de una pregunta específica sobre el alcance de la expresión por
parte del Sr. Convencional L.A. Cáceres, con aclaración de su par
Carlos V. Corach (en orden a que los supuestos que él mencionaba
estaban previstos en otras disposiciones de la Constitución)13 el
miembro de la Comisión Redactora, Sr. Convencional Alberto Manuel
García Lema definió la cuestión de la siguiente manera: “... el
concepto de actos de fuerza está directamente vinculado con el
párrafo anterior, que es el que define la norma, donde se dice que ´La
Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere la
observancia...´ Es decir, la interrupción de la observancia importa
siempre un acto de fuerza porque significa una quiebra del
funcionamiento de las instituciones y del orden del derecho.”14
Aún cuando la problemática pareció quedar zanjada con las
aclaraciones de Alberto M. García Lema, esta particular interpretación
del Sr. Convencional no ha quedado clara desde la perspectiva de la
“Interpretación No Auténtica” realizada por la Ciencia del Derecho, la
de cualquier naturaleza contra el orden constitucional y el sistema democrático...”. Ha sido, entre otras, la propuesta del Convencional Iván Cullen. El resaltado en negrita es del ponente.
13 Señalaba CÁCERES: “... Sin embargo, lo que estoy planteando sí me preocupa, porque esta parte del artículo tiene que ver con lo que puede llegar a ser un golpe de Estado sin utilización de la fuerza, como por ejemplo el golpe de Estado económico o la acumulación por parte de un poder de las atribuciones de los otros poderes al estilo Fujimori, que con la redacción propuesta de la Comisión quedarían fuera de la penalización que fije el artículo...” - Conforme, C.N.C. Diario de Sesiones Cit., Pág. 1490 y 1491. También citado por AÍDA KEMELMAJER DE CARLUCCI en su Capítulo contribución a la obra general “La Reforma Constitucional interpretada” del INSTITUTO DE ESTUDIOS DE DERECHO ADMINISTRATIVO. Ediciones Depalma. Buenos Aires, 1995. Pág. 39.
14 Mismas fuentes consultadas que notas previas. C.N.C. Diario de Sesiones cit., Pág. 1491.
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cual reproduce el mismo tipo de debate que el que se ha suscitado en
el seno de la Convención Constituyente de Santa Fe - Paraná.
Para empezar, es interesante, por ejemplo, destacar la
apreciación crítica que el jurista y Profesor Dr. Carlos Alberto Mayón
formula en cuanto al alcance de tal expresión, quien -luego de afirmar
que se trata ésta de una cláusula que tiene el propósito de disuadir a
todo aquél que proyecte la ruptura del Orden Constitucional- opina:
“... nos parece criticable que esta norma se limite a descalificar sólo a
los ´actos de fuerza´. Es decir, que se previene contra las acciones
que vengan desde afuera del sistema, pero no prevé aquellos casos
en que se interrumpiere su observancia desde dentro mismo, es decir
por un Gobierno originariamente legítimo, pero que deja de serlo
porque, por ejemplo, desconoce los derechos y garantías previstos en
la Constitución. Un caso como ese no parece merecer el repudio del
Constituyente. Evidentemente, la cláusula está dirigida sólo contra los
golpes militares.”15 .
15 MAYÓN, CARLOS ALBERTO. “La Democracia en la Reforma Constitucional Nacional de 1994”. Artículo publicado en la Revista del Colegio de Abogados y Procuradores de la Provincia de La Pampa. Nº 47, Abril-Mayo del 2000. Pág.28.
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Tal interpretación estaría avalada en razón de los objetivos que
tuvieron en miras los Convencionales Constituyentes, al propiciar la
incorporación de la norma, por otra parte ya expuestos en el Capítulo
I. Cítese –a título ilustrativo- la opinión del Convencional
Constituyente Iván J. M. Cullen, cuando expresa que “... La gran
desgracia argentina de los últimos cuarenta años ha sido
precisamente la discontinuidad del ciclo constitucional. Desde 1955 a
1983 –28 años- hubo 18 años de gobiernos de facto, y sólo 10 de jure.
Se trataba de un proceso que venía creciendo: los gobiernos de facto
eran cada vez de mayor duración y más intensos y abarcativos en su
accionar, mientras que los gobiernos de jure eran más débiles en su
funcionamiento y más limitados en el proceso temporal en que se
desarrollaban.”16. De donde, conforme las vicisitudes de nuestra
historia en el Siglo XX y elementos provenientes del seno mismo de la
Convención Constituyente Nacional, puede adjudicarse tal alcance.
16 Conforme C.N.C. Diario de Sesiones Cit., Pág. 1468.
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Incluso, aceptando la directiva de “interpretar la Constitución
conforme al Derecho Infraconstitucional” (Constitución como parte
del Sistema Jurídico) que propone Rodolfo L. Vigo17, e ingresando a la
ponderación de elementos de una interpretación sistémica,
considerar la “Ley de Defensa de la Democracia, Nº 23.077, de 1984,
lleva a concluir que –después de un serio análisis de las figuras
delictivas allí tipificadas e incorporadas a nuestro Código Penal, en el
Título Xº - “Delitos contra los Poderes Públicos y el Orden
Constitucional”; y específicamente el primer capítulo, con
modificación de rúbrica según lo dispuesto en el Art. 5 de dicha Ley-,
no es desacertada la impresión de Carlos Alberto Mayón.18
17 VIGO, RODOLFO LUIS. “De la Ley al Derecho” Editorial Porrúa. México, 2003. Pág.118. Con citas al autor ALONSO GARCÍA, E.
18 Norma infraconstitucional que es, a la vez, un extraño caso de antecedente directo de la disposición constitucional.
Al respecto, en una colaboración a la obra “Estudios sobre la Reforma Constitucional de 1994”, del INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS Y SOCIALES “AMBROSIO L. GIOJA” (U.B.A.), el Profesor Dr. DAVID BAIGÚN hace su aporte con un interesante análisis para determinar si la cláusula del art. 36 admite las disposiciones del Código Penal incorporadas por la Ley 23.077 ó si debe el legislador revisar dichas normas del Código. Allí manifiesta que: “La reciente modificación de la Constitución nacional ha introducido, en el art. 36, algunos de los denominados delitos ´contra los poderes públicos y el orden constitucional´ previstos por el Código Penal en el Título X; se trata de un proceso inverso al habitual, pues es generalmente la cláusula constitucional la que sirve de plataforma para la ley penal...” y -más adelante- evaluar si “ese proceso cronológico inverso obligará al legislador a revisar nuevamente la ley penal en esta materia, para ajustarla a la Constitución”, concluyendo que “... b) La formulación del art. 36 actúa a modo de categoría genérica frente a las conductas del Código Penal en el Título X, aunque técnicamente encierra todos los componentes de un tipo penal; y c) La prevalecencia de la norma constitucional obra como un mandato sobre la legislación penal...”. BAIGÚN, DAVID. Su colaboración “El delito de atentado al Orden Constitucional y a la vida democrática” y la Reforma de la Constitución Nacional” en la Obra conjunta ya citada y coordinada por GERMÁN J. BIDART CAMPOS y HÉCTOR R. SANDLER. Editorial DEPALMA. Buenos Aires, 1995. Págs. 43-56.
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En similares términos a los de su colega de la U.N.L.P., el jurista
y constitucionalista Gregorio Badeni19, por su lado, reconoce que un
“... golpe de Estado o un acto revolucionario por el cual se accede al
ejercicio del poder, son actos de fuerza que usualmente se producen
en el curso del proceso político y que acarrean la ruptura del orden
constitucional...” pero también cree que es viable tal ruptura por
“actos no violentos y carentes de la fuerza a que alude el art. 36...”,
poniendo de ejemplos la prosecución del ejercicio del mandato
constitucional por miembros de los poderes legislativo o ejecutivo, al
margen de la Constitución; o su convalidación por un poder judicial
dependiente de la voluntad de los órganos políticos20. Posición que lo
lleva a postular una conceptualización de los “actos de fuerza” que no
se atenga a una interpretación literal (equiparándola a la semántica),
sino antes bien a una interpretación teleológica y sistemática.
19 BADENI, Gregorio. “Reforma Constitucional e Instituciones Políticas”. Editorial Ad-Hoc. S.R.L. Primera Edición. Buenos Aires, 1994. Pág. 182/183.
20 Adviértase, en igual sentido, los ejemplos que CARLOS A. MAYÓN (Ob. Cit., pág. 28) añade a este respecto: “En el caso de quienes ´usurparen funciones´, para que sus actos caigan bajo la sanción constitucional, esa usurpación debe ser ´como consecuencia de esos actos´, es decir, consecuencia de los actos de fuerza. Por lo tanto, aquéllos que usurpen funciones, pero que ello no sea como consecuencia de los actos de fuerza, no caen bajo la sanción constitucional. Por ejemplo, si el Poder Ejecutivo ejecuta funciones que le corresponden a alguno de los otros órganos del Gobierno Federal, mientras ese Poder Ejecutivo no haya surgido como consecuencia de un acto de fuerza, no cae bajo el anatema constitucional.”
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Así, el autor propone una conceptalización amplia de “actos de
fuerza”, en consonancia con aquel tipo de interpretación que se
ajusta a los fines ú objetivos de máxima por los cuales fue dispuesta
esta norma (conocida como Interpretación teleológica) y en
congruencia con otras disposiciones que la misma Constitución
Nacional ya contaba, previo a la última Reforma, a saber: los actuales
artículos 22, 29 y 119 (Ex art. 103 del anterior texto). Es decir, una
interpretación sistemática. Define dicha expresión como “...todo
procedimiento por el cual se accede ó conserva el poder
gubernamental mediante cursos de acción reñidos con los preceptos
constitucionales y aunque no sean, propiamente hablando, actos de
fuerza física o de violencia”; siendo consciente el propio Gregorio
Badeni que no todo “acto de fuerza”, a través de su redefinción,
quedaría previsto en el Art. 36º C.N.21
21 Esta tesitura de GREGORIO BADENI es compartida en similares términos y sensibles diferencias y ejemplificaciones, por los autores JUAN FERNANDO SEGOVIA (Ob. Cit., págs. 60 a 65) y AÍDA KEMELMAJER DE CARLUCCI (Ob. Cit., Págs. 39/40).
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Es que, tanto su propuesta como la de Carlos A. Mayón y los
otros autores citados en las notas, tienen un norte muy concreto y
que surge de la propia redacción del artículo: los bienes jurídicos
protegidos. Deben tratarse lisa y llanamente de “actos de fuerza” que
tengan por fin atentar contra el orden institucional y el sistema
democrático. Como oportunamente aclara Gregorio Badeni, el
primero “... es el que regula los cargos gubernamentales y la forma
federal de Estado...”; mientras que el “sistema democrático” se
orienta hacia “... aspectos políticos, reflejados en la participación del
pueblo en la formación de la voluntad política estatal, como aspectos
referentes a una forma de vida basada sobre el respeto, la tolerancia,
la armónica convivencia social y la plena vigencia de la libertad y
dignidad del hombre.”22
Pese a lo plausible y lógico que representan, equiparadamente,
ambos “bienes jurídicos protegidos”, cierta parte de la doctrina (entre
ellos, los autores que han sido citados) es conteste en que la mejor
opción hubiera estado en adoptar una fórmula alternativa: la ruptura
del orden constitucional23.
22 BADENI, GREGORIO. Ob. Cit., pág. 183.
23 Conforme propone GEGORIO BADENI (Ob. y pág. cit.). Por su lado, apelando al Derecho Público Provincial –particularmente la Constitución de Córdoba- CARLOS ALBERTO MAYÓN (Ob. Cit., pág. 28) sugiere referirse a ´... todo “acto violento o de cualquier naturaleza” que llegue a interrumpir...´ la vigencia de la Constitución.
Ø En igual sentido se expedía GERMÁN JOSÉ BIDART CAMPOS, al entender que “... Orden institucional y sistema democrático son, a este fin de atrapar la conducta tipificada, los que la constitución diseña y establece.” En su Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino. Tomo VI. “La Reforma Constitucional de 1994” EDIAR S.A.E.C.I. y F. Buenos Aires, 1995. Pág. 265.
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Entonces, a contrario sensu de aquellas observaciones, que dan lugar
a una redefinición -bajo la propuesta de adopción de fórmulas
alternativas-, se deduce la existencia de una conceptualización más
amplia de “actos de fuerza” -en su alcance o extensión-,
aconteciendo la vaguedad que se ha postulado por incertidumbres en
torno a características que deberían formar parte de la tan mentada
noción de “actos de fuerza” que son atentados contra sendos bienes
constitucionalmente protegidos. Así, la ponderación de propiedades
tales como actos de “cualquier naturaleza” (que fue propuesto desde
el Despacho de la Comisión de Participación Democrática) o actos
“intrasistemáticos” (planteado en las sesiones mismas de la
Convención y por la doctrina) forman parte de esa “zona de
penumbra” que hace a esta imprecisión constitucional, este defecto
del lenguaje. Un tránsito –devenido en debate- desde la
“concomitancia” como cualidad hacia la (ó con aspiración de)
condición de “definitoria”.
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De esta manera, actos “intra-sistema” como el que se
prescriben en el mismísimo quinto párrafo del Artículo 36 ú otros24,
como los que han sido señalados por los propios convencionales
constituyentes en los debates y la doctrina, quedarían perfectamente
comprendidos bajo el ámbito de los “actos de fuerza”; y, por ende,
alcanzados tales y los autores, usurpadores, etc. por las
consecuencias jurídicas dispuestas en la norma constitucional:
nulidad, sanciones penales(privativas de la libertad, inhabilitaciones)
y civiles.
En resumen, la vaguedad de la expresión queda establecida a
partir de los alcances ó extensión que se le pretenda otorgar a la
expresión bajo estudio, por las imprecisiones en la ponderación de
características definitorias, entre:
24 Al respecto, señala HORACIO DANIEL ROSSATTI [Convencional Constituyente de 1994 y miembro de la Comisión de Redacción de la Reforma], con ulterior citas al autor de este párrafo, el también Convencional y político Antonio F. Cafiero: “ En el contexto de la defensa del orden constitucional, la reforma contiene ... una previsión que se refiere al agravio a la democracia practicado desde adentro del sistema, en la inteligencia que el orden constitucional también se resiente cuando quienes habiendo accedido al cargo en forma regular, traicionan la confianza pública en ellos depositada.”
En cuanto a “u otros”, sería interesante considerar la propuesta del entonces Sr. Convencional CARLOS V. CORACH y rastrear dentro del propio texto constitucional las disposiciones que contemplan las otras modalidades de comisión [esencialmente no violentas]. Como por ejemplo las del Art. 29.y el actual Art. 119 (ex. 103), –que dan lugar a respectiva reglamentación como delitos en el Código Penal. - Conforme C.N.C. Diario de Sesiones Cit., pág. 1490.
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A) Una conceptualización “restringida”, que se circunscribe a
actos que han sido realizados mediante la utilización de la violencia o
fuerza física. Conceptualización avalada por: a) la historia de nuestro
país en el siglo XX, caracterizada por sucesivas quiebras al orden
institucional, siempre a cargo de las Fuerzas Armadas, y b) por los
antecedentes parlamentarios (Pacto de Olivos, el tratamiento y
posterior sanción de la Ley de Declaración de Necesidad de la
Reforma de la Constitución, Ley nº 24.309, y la adopción de esta
tesitura de varios Convencionales Constituyentes, según se ha visto).
Así, podría arriesgarse a priori una definición de tipo intensional
simple de “actos de fuerza”, entendiendo por tales “aquéllos
realizados mediante el empleo de la violencia o fuerza física que
interrumpan la observancia de la Constitución, teniendo como
finalidad atentar contra el Orden Institucional y el Sistema
Democrático”. O bien, recurrir a otra de tipo extensional, fruto de
una interpretación que incluya principalmente los elementos
sistemático e histórico, a través de la mención de un listado (de
carácter meramente enunciativo o taxativo) con ciertas figuras
delictivas tipificadas principalmente en el Capítulo Iº del Título Xº del
Código Penal Argentino (texto según Ley 23.077), más los ajustes
provenientes del tenor propio del nuevo Artículo 36, siempre (otra vez
más pecando de reiterativo) que tengan por inmediato fin atentar
contra los dos bienes jurídicos constitucionalmente tutelados25.
25 A título meramente ilustrativo, a continuación se propone una definición extensional: “A los efectos de esta norma, son actos de fuerza todos aquellos alzamientos en armas, realizados o no por personas que tuviesen estado, empleo o asimilación militar, que tengan por finalidad: a) cambiar la Constitución; b) deponer alguno de los poderes públicos de gobierno nacional; c) arrancarle alguna medida o concesión; d) impedir, aunque sea temporariamente, el libre ejercicio de sus facultades constitucionales ó su formación ó renovación en los términos y formas legales; e) cambiar de modo permanente el sistema democrático de gobierno; f) suprimir la organización federal; g) eliminar la división de poderes; h) abrogar los derechos fundamentales de la persona humana; i) suprimir o menoscabar, aunque sea temporariamente, la independencia económica de la Nación; j) amenazar pública e idóneamente con la comisión de alguna de las conductas anteriores. Definición que, por las características de tipo penal que revisten (en sí, la enumeración de las finalidades o propósitos que
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B) una conceptualización mucho más amplia, superando e
integrando a aquélla, comprensiva de todo acto, realizado bajo el
empleo de la violencia, fuerza física o “de cualquier naturaleza”,
que atenta contra o da lugar a la ruptura constitucional.
Esta conceptualización es aceptada y compartida por el que
suscribe en virtud de otras razones, además de compartir las que han
sido expuestas por la doctrina citada. Al un humilde entender, el
ponente considera que –con este alcance acordado- se optimizaría la
eficacia jurídica de la Constitución Nacional, direccionándola hacia
opciones hermenéuticas que la maximicen sin distorsionar su
contenido y en la inteligencia que, frente a la vaguedad –a través de
los distintos niveles de opción de modalidades de comisión de estos
actos- que puede ser advertida en el alcance de esta expresión, es
preferible entenderla en aquél que permita algún efecto antes que el
otro con el que no podría lograr ninguno. Adaptándola a las
circunstancias sociales de cada época y la “voluntad de la
Constitución”.26
acompañan al hecho, dispuestas en el Art. 226 C.P.), debe ser considerada con status taxativo. Ahora bien, si se prefiere la otra opción (carácter ejemplificativo), se sugiere añadir un último inciso –que, eventualmente, no es de aplicación en materia penal-, cuyo enunciado puede ser: “ y k) toda otro alzamiento en armas que contribuya a poner en peligro la vigencia de la Constitución Nacional”.
26 Siguiendo la “directiva de interpretación constitucional” de “optimización de la eficacia jurídica de la Constitución” que propone el Dr. RODOLFO LUIS VIGO, con las citas de autoría allí expuestas.
“Voluntad de la Constitución” –aclara R.L. VIGO- es así llamada por K. Hesse y quiere decir: la praxis conforme e imponiendo el orden constitucional por parte principalmente de aquéllos “responsables de la vida constitucional” - Conforme VIGO, RODOLFO LUIS. Ob. Cit., págs.113-115. También puede consultarse una versión previa en su obra “Interpretación Constitucional”. 2º Edición. LexisNexis. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 2004. [Que es reproducción de la Primera Edición]. Págs. 107 y s.s.
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Además, constituye esta conceptualización más amplia una
opción que es conteste con concepciones interpretativas de corte
voluntarista, mucho más afines a nuestros tiempos, dispensando un
marco de posibilidades –todas éllas válidas- que permitan al
intérprete buscar la solución para el caso.
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III.2.-
Precisamente, por la cuestión anteriormente considerada, es
que la expresión “actos de fuerza” también es susceptible del
defecto de vaguedad, en su particular especie de “Textura
Abierta”.
La “textura abierta del lenguaje” se presenta cuando, frente a
un criterio de aplicación de una palabra (que reúne cierto número de
características, o propiedades definitorias, excluyendo todas las otras
propiedades posibles que han sido consideradas, por ser no
relevantes), surgen, en un caso, una o más propiedades o
características posibles que no han sido consideradas y que
conduzcan a dudar acerca de su eliminación a partir del significado
corriente de la palabra. Puesto que dichas propiedades o
características no están excluídas, es que el uso puede estar
totalmente abierto: -es decir- no decidido o bien, dispuesto a admitir
extensiones o restricciones. En definitiva, las palabras generales que
se usan no están perfectamente definidas, máxime cuando se está
ante la presencia de un caso insólito. 27
Es que, como afirma Genaro R. Carrió [Ob. Cit., pág. 36], no se
dispone de un criterio que sirva para incluir o excluir todos los casos
posibles, ni agotar descripción de un objeto material, ni formular una
lista completa de propiedades, por la sencilla razón que no se pueden
prever todos los casos posibles, o bien, registrarse –respecto de aquel
listado - variantes o combinaciones de eventual relevancia. De allí
que se concluya que esta “vaguedad potencial” es enfermedad
incurable de los lenguajes naturales.
27 Una adaptación personal de la noción de Textuta Abierta del Lenguaje suministrada por GENARO R. CARRIO (Ob. Cit., pág. 35/36)
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Entonces, las preguntas en torno a la noción de “actos de
fuerza” devienen obvias: ¿Es posible suministrar una definición
intensional acerca de ellos?, ¿Qué propiedades debo considerar como
definitorias, de cara a una eventual reglamentación
infraconstitucional? ¿Cuál es el criterio de aplicación que debo
priorizar a tales efectos? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de
adoptar una definición extensional a este respecto?; ¿Qué sentido
adquiere la enunciación de una série siempre finita de actos para esta
categoría, si el futuro y sus vicisitudes pueden aportarnos nuevas
conductas, formas, mecanismos y/o modalidades de actos, que no
han sido tomados en consideración en el pensamiento de nuestros
Convencionales Constituyentes de 1994?; ¿Tiene sentido proveer una
enumeración con carácter taxativo, por presuntas razones de
seguridad jurídica?, etc.
Y las respuestas, respectivamente, también devienen obvias
puesto que cuentan con un denominador común a todas: trátase esta
expresión de un cabal ejemplo de “Textura Abierta del Lenguaje” o
Vaguedad potencial... ¿Alguien hubiera considerado muchos años
atrás, formando parte de esta categoría de actos, a una medida
económica, sin reparar en su procedencia intra o extra-sistema?. Las
características de la propia evolución de la humanidad y de la historia
de las naciones en particular nos han demostrado las múltiples
variantes que –en esta materia- se pueden asumir, perpetrar y
consumar (por más que haya sido factible predicar ciertas
propiedades y/o características definitorias, relevantes, comunes)... y
seguirán haciéndolo.
IV
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![Page 25: El Concepto de Actos de Fuerza - 36 b (1)](https://reader034.vdocuments.pub/reader034/viewer/2022051415/55cf936a550346f57b9d7844/html5/thumbnails/25.jpg)
La expresión “actos de fuerza” indudablemente es un ejemplo claro
de aquellas palabras (o expresiones) que tienen la virtud propia de
provocar respuestas emotivas en las personas. Máxime, en el
contexto de una norma cuya redacción se caracteriza por combinar
los usos o funciones del lenguaje emotivo junto al prescriptivo,
principalmente, y minoritariamente el operativo.
Es que los propósitos y los tristes acontecimientos provocados
por causa de los sucesivos y cada vez más violentos
quebrantamientos al orden constitucional (conocidos como Golpes de
Estado, y perpetrados por cúpulas militares) de la historia argentina,
que signaron a aquéllos y llevaron a nuestros Convencionales
Constituyentes de 1994 a incorporar este artículo 36º, le imprimen un
significado cargado de alta dosis de emotividad, despertando,
exteriorizando, agudizando –como expresa Genaro Carrió- y/o
“rememorando” actitudes de desaprobación28 en todos los habitantes
de la Nación. Expresión que es vivenciada, si bien no desde “tiempo
inmemorial”, sí desde muchos años hasta esta parte (30 de
Septiembre de 1930, con la caída del Sr. Presidente Hipólito
Yrigoyen).
28 “Desaprobación” que, desde el punto de vista jurídico strictu sensu, ha sido constitucionalmente materializada a través de la prescripción expresa de sanciones penales y civiles a quienes cometan los actos bajo análisis en la ponencia, a los que “usurparen funciones previstas para las autoridades de la Constitución ó las de las provincias”, extendiendo también la previsión a “... quien incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento...” . Extremos que, dado su carácter programático, quedaran a merced de las leyes reglamentarias.
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25
![Page 26: El Concepto de Actos de Fuerza - 36 b (1)](https://reader034.vdocuments.pub/reader034/viewer/2022051415/55cf936a550346f57b9d7844/html5/thumbnails/26.jpg)
Pasando revista a la doctrina constitucional argentina, la
mayoría (por no afirmar la totalidad) de los autores es conteste en
sostener lo endeble, lo frágil de consagrar el imperio de la
Constitución bajo estas circunstancias fácticas –aspecto que está
íntimamente vinculado con la cuestión de la vigencia y la validez-
pero también destacan, realzan, con explicaciones de similar
inteligencia29, el carácter, “el propósito de disuadir a todo aquél que
proyecte la ruptura del Orden Constitucional” a que alude Carlos A.
Mayón en el artículo ya citado.
Y es a tales efectos que, frente al catálogo que ofrece la
corriente y “bastante tosca” clasificación de usos del lenguaje que se
enseña en nuestra materia (a saber: descriptivo, expresivo ó emotivo,
prescriptivo y operativo), a nuestros Convencionales Constituyentes
de 1994 -hombres del ámbito político por excelencia- no les ha
resultado extraño ni difícil recurrir a este tipo de uso del lenguaje: el
emotivo, combinándolo con los usos antes mencionados. Por el propio
contexto histórico, político y jurídico que da origen a la consagración
de este artículo, por los fines por los cuales ha sido propiciado, y –
29 En este sentido, a continuación se citan algunas de tales opiniones:a) GERMAN J. BIDART CAMPOS (Ob. Cit., pag. 264): “El art. 36 exhibe un
rostro docente y catequístico, porque procura enseñar que el orden institucional y el sistema democrático deben ser respetados. Tiene también algo de prevención, de admonición y de disuasión para que la continuidad constitucional no se interrumpa”
b) ROBERTO DROMI y EDUARDO MENEM (“La Constitución Reformada. Comentada, interpretada y corregida. Ediciones Ciudad Argentina. Buenos Aires, 1994. Pág. 106): “ La propia Constitución procura su ultravigencia disuadiendo a quienes atenten contra su perdurabilidad, previendo sanciones...”
c) MIGUEL ÁNGEL EKMEKDJIAN (“Manual de la Constitución Argentina”. 4ª Edición actualizada. Editorial Depalma. Buenos Aires, 1999. Pág. 319]: “Se puede argüir que es un contrasentido incluir una cláusula de este tipo (que se refiere a una violación constitucional) en el texto constitucional. Pensamos que no es así. La referencia que se efectúa en la norma constitucional no implica legitimar ni convalidar un posible quebrantamiento del orden constitucional, sino todo lo contrario. Quizá a las declaraciones de los párrafos primero y cuarto del artículo se las pueda considerar líricas, pero tienen un sentido altamente moralizador.”
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26
![Page 27: El Concepto de Actos de Fuerza - 36 b (1)](https://reader034.vdocuments.pub/reader034/viewer/2022051415/55cf936a550346f57b9d7844/html5/thumbnails/27.jpg)
desde la perspectiva del Derecho Constitucional- por el status de
“declaración” que predominantemente reviste su contenido.30
Entonces, quizás en aras de ese “sentido altamente
moralizador” (que escribe Miguel A. Ekmekdjian), ese “rostro docente
y catequístico que tiene algo de prevención, admonición y de
disuasión” de Germán José Bidart Campos, conscientes de que “la
fuerza no siempre se detiene por el hecho que haya una norma”
como el artículo 36º -parafraseando al ilustre constitucionalista recién
fallecido-, es que se ha recurrido a este específico uso del lenguaje,
en combinación con los usos prescriptivo y operativo, y a expresiones
o palabras con significado emotivo. Con los cuidados que la materia
en cuestión requiere y la evaluación de sus alcances, hay que estar
muy atentos, en la interpretación, en orden la adjudicación de
sentidos de la expresión “actos de fuerza” –haciendo propias las
palabras de Carrió- por el aprovechamiento que el indudable valor
emotivo de élla tiene para dirigir los comportamientos de los
destinatarios de la disposición en cuestión y de la Constitución en
general.
V
En consecuencia, conforme ha sido expuesto precedentemente,
la expresión “actos de fuerza” contenida en el primer párrafo del Art.
36º de la Constitución Nacional (Texto según la Reforma
Constitucional de 1994, luego T.O. por Ley 24.340) constituye un
ejemplo propicio a brindar a nuestros estudiantes de la materia, de
expresiones o palabras de las normas que son susceptibles de los
defectos o problemas del lenguaje, aplicados a Derecho. A la vez que,
con su análisis (que también es un ejemplo de metalenguaje), se
30 De modo que, a las propuestas “a priori” de definición antes formuladas no les resultará extraño “caer” bajo los efectos de las características de una definición de tipo persuasivo; o advertir elementos de tal índole.
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![Page 28: El Concepto de Actos de Fuerza - 36 b (1)](https://reader034.vdocuments.pub/reader034/viewer/2022051415/55cf936a550346f57b9d7844/html5/thumbnails/28.jpg)
advierte la puesta en práctica efectiva y aplicación de algunos
métodos y/o –en sentido más amplio- concepciones interpretativas.
Es una expresión “vaga” por la imprecisión oportunamente
señalada en cuanto a sus alcances, puesta de manifiesto en el
análisis y consideración que varios desde la propia Convención
Nacional Constituyente de 1994 y los juristas constitucionalistas han
realizado (Interpretación doctrina o “no autentica”). Alcances que
transitan desde una conceptualización estricta o restringida de la
misma hacia otra más amplia.
Es, a la vez, una expresión “vaga” en su especie potencial o
“textura abierta”, capaz de albergar nuevas conductas, modalidades,
mecanismos, formas, etc. de comisión, de atentar contra el orden
institucional y el sistema democrático (como reza el propio artículo).
Y, también, reúne todas las condiciones para encuadrarla como
ejemplo de “significado emotivo” por lo que, conforme ha quedado
evidenciado, la expresión representó en los debates que se suscitaron
en el seno de las Comisiones internas de “Participación Democrática”
y de “Redacción” como de la Convención misma, y la del destinatario
directo de la Constitución, que no es otro que el pueblo argentino que
padeció sucesivamente las consecuencias de estos “actos”. Es decir,
razones históricas y teleológicas. Todo lo cual, lleva a reconocer en su
redacción –bajo el contexto amplio en el cual surgió la iniciativa de
esta norma- el empleo del uso emotivo o expresivo del lenguaje,
acompañando, en el artículo en general, al uso prescriptivo y -en
menor medida- operativo. A tales efectos, remitirse a las citas
doctrinarias de las notas al pié de página Nº 29, que dan cuenta de
esa actitud de desaprobación que se pretende lograr en los sujetos
destinatarios, a partir del empleo de expresiones como “actos de
fuerza”. E imprimiéndole un carácter “docente”, “catequístico” o
“moralizador”, que no es otro que propiciar los efectos disuasivos.
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En suma, visto que pueden advertirse y predicar tales defectos
o notas propias del Lenguaje Natural aplicado a Derecho, éllo mueve
a plantear al ponente el siguiente interrogante: ¿No son, acaso, éstas
algunas de características definitorias de aquello que Jerzy
Wroblewski denomina “Vía de Escape Interpretativa Deliberada”
como situación de valoración del hecho de la Interpretación? .
Para este autor, la situación de valoración del hecho de la
interpretación “Vía de escape interpretativa deliberada” es aquélla en
la cual el legislador (aquí lo sería el convencional constituyente)
deliberadamente crea una “vía de escape interpretativa” para el que
tiene que tomar la decisión, consistiendo la misma en el “... uso de
expresiones lingüísticas valorativas que pueden ser interpretadas de
diversas maneras en un contexto cultural determinado...”. Por lo que
el hecho de la interpretación está previsto y no puede ser valorado
negativamente. Su valoración posterior puede dar lugar a la
intervención o no intevención, con varias alternativas31., cuyo
tratamiento excedería el marco de este artículo.
Entonces, aunque –según surge del Diario de Sesiones de la
Convención- no ha sido previsto por los Sres. Convencionales
Constituyentes (quienes se les extiende el papel/rol del paradigma
“legislador racional”) –es decir, una de las propiedades definitorias de
la noción de Wroblewski- y luego de ser brevemente explicada en el
párrafo, permítase conceder a la expresión “actos de fuerza” el
carácter de tal clase de situación de valoración del hecho de la
interpretación. Concesión que, por un lado, obedecerá a
argumentaciones analógicas [¿O acaso “actos de fuerza” no es una
expresión lingüística valorativa (1) que será interpretada de diversas
31 WROBLEWSKI, JERZY. “Creación del Derecho e Interpretación” Artículo colaboración a la obra en homenaje a GENARO R. CARRIÓ, con traducción de Eugenio Bulygin. “El Lenguaje del Derecho”. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1983. Pág. 471 Y s.s.
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maneras (2) en un contexto cultural determinado (3), todas éstas
propiedades definitorias también?]; y que, por otra parte, es conteste
con concepciones interpretativas voluntarista, antes brevemente
aludidas, más afines a nuestros tiempos.
Es que así, el sistema jurídico argentino cuenta con un recurso
lingüístico útil y flexible que, a través del ejercicio de la interpretación
misma a cargo de distintos operadores del Derecho, posibilitará
extender o restringir (en el área del Derecho Penal, especialmente
por sus características), los alcances de esta nueva “expresión” de
Derecho Constitucional, que es tan cara a la sensibilidad de nuestras
esenciales instituciones políticas y jurídicas, como así también a la
vida misma de los argentinos32.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Además de las fuentes citadas en respectivas notas, han sido
consultadas las siguientes:
- FONTÁN BALESTRA, Carlos. “Derecho Penal” Parte Especial.
Actualización a cargo de GUILLERMO A. LEDESMA.
LexisNExis. Abeledo-Perrot. 16º Edición Actualizada. Buenos Aires,
2002.
- NINO, Carlos Santiago. “Introducción al Análisis del Derecho”. 2º
Edición, ampliada y revisada. 9º Reimpresión. Editorial Astrea.
Buenos Aires, 1998.
- QUIROGA LAVIÉ, Humberto. “Qué puede hacer la Convenciión
Constituyente” Ed. Zavalía. Buenos Aires, 1994.
32 Y en todo caso, si el devenir histórico de nuestras instituciones –Dios no lo permita- amerita volver a reflexionar sobre la cuestión, siguiendo las enseñanzas de JERZY WROBLEWSKI, se formulará una valoración negativa y se procederá al abandono de la Vía de Escape, a través de una convocatoria y desarrollo de una nueva Convención Nacional Constituyente.
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- SABSAY, Daniel Alberto. “La Constitución de los Argentinos”
Análisis y Comentario de su texto luego de la Reforma de 1994.
Errepar. Buenos Aires, 1994. [en coautoría con José MIGUEL
ONAINDIA]
- CÓDIGO PENAL ARGENTINO
- CONSTITUCIÓN NACIONAL ARGENTINA
- REFORMA CONSTITUCIONAL. DICTAMEN PRELIMINAR DEL CONSEJO
PARA LA CONSOLIDACIÓN DE LA DEMOCRACIA. Eudeba. Buenos
Aires, 1986.
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