el concepto de competencia comunicativa

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Lucrecia Bianciotto Fernández UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES ESCUELA DE LETRAS LINGÜÍSTICA II Competencia Comunicativa Lucrecia Bianciotto Fernández

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Análisis a través de las teorías de surgimiento de la noción de competencia comunicativa que busca precisar su concepto y su importancia en los estudios.

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Page 1: El concepto de competencia comunicativa

Lucrecia Bianciotto Fernández

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

ESCUELA DE LETRAS

LINGÜÍSTICA II

Competencia Comunicativa

Lucrecia Bianciotto Fernández

Page 2: El concepto de competencia comunicativa

Lucrecia Bianciotto Fernández

Introducción

Desarrollo “El concepto de competencia comunicativa (y su congénere más amplio, la competencia

social) es una de las herramientas organizaivas más poderosas que surgieron en las ciencias

sociales de los últimos años” (pag 32 Saville­Troike)

En el marco de la etnografía de la comunicación

En su introducción “Hacia etnografías de la comunicación” Dell Hymes plantea las

bases de una nueva teoría a la que llama “etnografía de la comunicación” y que englobaría los

estudios que le siguen en el libro. Planteando el estudio de la lengua más allá del terreno del

antropólogo pero al mismo tiempo incorporando al estudio lingüístico el contenido cultural y

la forma social, la propuesta se encuentra en un “entremedio”. Hablamos de la “lengua

situada dentro de las pautas de los hechos de comunicación” que va a traer una “nueva luz” a

los elementos y relaciones del código lingüístico.

En esta introducción no va a aparecer el concepto de “competencia comunicativa”

aún, sin embargo, la noción aparece de fondo al describir los aspectos que debe tener el

estudio de esta etnografía (éstos son “los componentes de los hechos de comunicación”, “las

relaciones entre los componentes”, “la capacidad y estado de los componentes” y “la

actividad del sistema”). En relación al tercer aspecto, la capacidad y estado de los

componentes, Hymes marca en las investigaciones de Bernstein, Gumperz, Albert, Frake, y

Roberts preocupaciones que tienen que ver con la competencia comunicativa (como el

repertorio verbal, la conmutación del código, los juicios sobre la capacidad del hablante, entre

otras). Además, explicita la novedad que representan estas investigaciones en relación con los

estudios realizados hasta el momento:

“El alcance y clase de habilidades que los hablantes y oyentes demuestran tener es un

área en gran parte inexplorada por etnógrafos y lingüistas, pero de gran importancia para la

teoría cultural y lingüística”

A estas habilidades las va a englobar en la noción de “capacidad”, entendida como

habilidades adquiridas en sociedad. Al concluir, remarca que uno de los intereses de la

etnografía de la comunicación son, precisamente, “las habilidades que el niño debe adquirir

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más allá de la producción e interpretación de todas las oraciones gramaticales para ser un

miembro competente de la comunidad, sabiendo no sólo lo que se puede decir sino lo que

debe o no decirse, cuándo y dónde”. Esta última afirmación nos remite al objetivo de la

gramática generativa que busca incorporar “un conjunto explícitamente formulado de reglas

sintácticas, semánticas, morfológicas y fonológicas que especifican cómo se forma, interpreta

y pronuncia un conjunto dado de oraciones” Radford 1988 en Fernández Lagunilla, Mariana

y Anula Rebollo, Alberto(1995): Sintaxis y cognición, introducción al conocimiento, el

procesamiento y los déficits sintácticos Madrid, Alianza. pág 32

En este sentido, su crítica se dirige hacia la oposición competencia lingüística ­

actuación lingüística de la gramática generativa. Mientras el primer término se centra en el

conocimiento tácito de la estructura de la lengua que posee un “hablante­oyente ideal” (lo que

contribuiría a la energeia), el segundo término abarca los procesos de codificación y

decodificación, presentándose como residual o manifestación imperfecta.Pero además, el

segundo término es utilizado en ocaciones como “reglas de actuación estilísticas”, lo que lo

vuelve ambiguo. Esta dicotomía, en definitiva, deja de lado los factores culturales de

competencia, adquisición y actuación propiamente dicha. Además, considerar un

“hablante­oyente ideal” como objeto de la lingüística deja afuera factores socio­culturales

esenciales del fenómeno del lenguaje. Sucede lo mismo al considerar a las comunidades

como homogéneas.

Por tanto, pensar en términos de comunidad homogénea, conocimiento perfecto,

independencia de los factores socioculturales e incluso pensar al sujeto como un ser abstracto,

como un “mecanismo cognoscitivo, sin ninguna motivación”, restringe la noción de

“competencia”.

La definición de comunidad de habla (“una comunidad que comparte reglas para el

manejo y la interpretación del habla, y reglas para la interpretación de por lo menos una

variedad lingüística”) de Dell Hymes, como señala Lucía A. Golluscio, también lleva a

ampliar la noción de competencia ya que para formar parte de una comunidad no sólo aparece

como necesario el compartir las reglas gramaticales sino también, y al mismo tiempo,

compartir las reglas del habla. Sin embargo, esta afirmación no debe llevar a pensar en una

“homogeneidad” lingüística de un conjunto de rasgos definidos. Precisamente la diversidad

es característica del uso en la vida social. Duranti señala que una manera de considerar la

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comunidad de habla es como un “prototipo” que contiene un conjunto de rasgos centrales o

ideales del uso con realidad psicológica.

Necesidad de un enfoque social

“El concepto de competencia comunicativa debe estar inmerso en la noción de

competencia cultural, esto es el conjunto total de conocimientos y destrezas que los hablantes

aportan a una situación.(...) Los sistemas cul­turales son patrones de símbolos y la lengua es

solo uno de los sistemas simbólicos en esta red. Interpretar el significado de la conducta

lingüística requiere conocer el significado en el que está inmersa.” p33 saville­troike

Los aspectos de la cultura que influyen más directamente sobre las formas y procesos

comunicativos “son la estructura social, los valores y las actitudes hacia la lengua y los

modos de hablar, la red de categorías conceptuales que resulta de las experiencias

compartidas, y los modos en los que el conocimiento y las destrezas se transmiten de una

generación a la siguiente y a nuevos miembros del grupo.” p33 saville­troike

Es una de las bases de la etnografía de la comunicación la atención a la dimensión

social. Parte de la idea de que “las reglas de los actos de habla intervienen como un factor de

control para la forma lingüística en su totalidad” pag 23. Así, hay condiciones que hacen que

las oraciones se consideren como determinados actos y también condiciones que hacen que

los actos se puedan realizar en determinadas oraciones. Por ejemplo, la posibilidad de

sustituir una palabra por un gesto en el acto de asentir.

Como hemos visto, partiendo de la noción de “competencia lingüística” Hymes

replantea la adquisición del código de la lengua, por parte de un niño, para llegar a producir y

entender todas las oraciones gramaticales de una lengua. Sin embargo, un niño aprende

también las reglas que rigen lo “apropiado”, que incluye reglas del uso, valores, motivaciones

y actitudes hacia la lengua, hacia su uso, e incluso hacia el lenguaje: “El niño adquiere la competencia relacionada con el hecho de cuándo sí y cuándo no

hablar, y también sobre qué hacerlo, con quién, dónde y en qué forma. En resumen, un niño

llega a ser capaz de llevar a cabo un repertorio de actos de habla, de tomar parte en eventos

comunicativos y de evaluar la participación de otros. Aún más, esta competencia es integral

con actitudes, valores y motivaciones relacionadas con la lengua, con sus características y

usos, e integral con la competencia y actitudes hacia la interrelación de la lengua con el otro

código de conducta comunicativa (Goffman,1956, pág. 477; 1963, pág. 335; 1964). La

interiorización de las actitudes hacia una lengua y sus usos es muy importante (Labov, 1965,

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págs. 85­85, sobre la prioridad de la evaluación subjetiva en el dialecto social y en los

procesos de cambio); también lo es la interiorización de las actitudes encaminadas hacia el uso

del lenguaje en sí (ej.: atención que se le da al uso) y el lugar relativo que la lengua ocupa en

un patrón de habilidades mentales (Cazden, 1966), y en las estrategias: qué lengua es

considerada como apropiada, digna de confianza y ajustada a otras clases de códigos.” (Hymes

pag 22)

Partiendo de que en estudios de la adquisición de la gramática inglesa aparecen en los

primeros años, reglas para el uso en situaciones diferentes

“La competencia para el uso es parte de la misma matriz de desarrollo que la de la

competencia para la gramática” 23. Los niños desarrollan una “teoría general del habla

apropiada en su comunidad” 24. Esto en el marco de otras formas de conocimiento cultural

Esto parte de encontrar un orden en el aparente caos del uso del lenguaje. Estamos

hablando de la necesidad de acompañar la descripción gramatical con condiciones de

pertinencia por un lado y el asumir la complementariedad del código gramatical con otros

aspectos del comportamiento gobernados por reglas. (Duranti 256­257)

Para Hymes, los estudios etnográficos facilitarían “los propósitos de educadores,

alfabetizadores, traductores, misioneros y quienes trabajan en antropología aplicada”. En su

artículo “Acerca de la competencia comunicativa” plantea su intento por “contribuir al

estudio de ´los programas del lenguaje en niños retrasados`” en una convergencia de

problemas teóricos y prácticos. Es por estos motivos que ve necesaria una teoría dentro de la

cual los factores socioculturales jueguen un papel explícito y constitutivo; “factores estos que

hasta ahora no han sido considerados”.

Saville­Troike va a señalar que el tomar conciencia de la complejidad de la

competencia comunicativa y de las consecuencias negaticas de los errores de juicio que se

realizan sobre esta puede conducir a cambios en los procedimientos e instrumentos de la

evaluación de la lengua.

Metodología?

El problema de la perspectiva en la etnografía de la comunicación parte ya desde el primer

aspecto que propone Hymes en “Hacia etnografías de la comunicación”. Al definir los

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componentes de los hechos de comunicación plantea que lo que es relevante en el análisis del

comportamiento cultural de los participantes se determina a través del análisis de las

capacidades culturales. En otras palabras, “predecir o juzgar como apropiado o inapropiado lo

que es en principio una cantidad infinita de actos de comportamiento cultural”.

Partiendo de que en los estudios etnográficos la observación es de gran importancia,

Hymes advierte que solo con ella no se garantiza la objetividad. Se debe buscar una

“objetividad intersubjetiva” (en relación a los participantes de la cultura), de modo que la

inferencia del etnógrafo no interfiera en las inferencias de los participantes de otra cultura.

De este modo adquieren validez las respuestas y criterios de los miembros de la

comunidad analizada. “Puesto que cada respuesta se da en un contexto, se debe lograr un

control de la interdependencia entre este último y los juicios y habilidades”. Esto es

importante ya que la naturaleza y la evaluación de la habilidad varían en cada cultura, por un

lado, y por otro, porque la misma competencia se construye en relación con factores

socioculturales.

“en la investigación lingüística, lo que con frecuencia ignoran los gramáticos

formalistas es el preconocimiento de la relación entre el comportamiento lingüístico y el no

lingüístico.” “Mediante un proceso de extrañamiento, se trata de desvelar aquello que

lingüistas y psicólogos dan por sentado a propósito del desarrollo del lenguaje en miembros

de su misma sociedad” 258 Duranti

Las teorías sobre el ser y el conocimiento de un lugar influyen no sólo en el

comportamiento lingüístico sino también en la descripción que de este comportamiento se

hace.

Construyendo la noción

Hasta aquí vemos que subyacente a la conducta existen sistemas de reglas que se

reflejan en juicios y habilidades. Hymes va a plantear cuatro preguntas que rigen los juicios: “ 1. Si (y en qué grado) algo es formalmente posible.

2. Si (y en qué grado) algo es factible en virtud de los medios de implementación

asequibles.

3. Si (y en qué grado) algo es apropiado (adecuado, feliz, exitoso) en relación con el

contexto en que se usa y evalúa;

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4. Si (y en qué grado) algo es realizado efectivamente, si realmente es ejecutado, y qué es

lo que su ejecución implica.” pag 26

Estos interrogantes se pueden plantear como un sistema en sí mismo, pero desde el

punto de vista de las personas estamos hablando de la competencia del hablante. Pero, no

podemos afirmar que las posibilidades de un sistema y el conocimiento individual sean

iguales ni que los sean el conocimiento de dos individuos diferentes.

El primer parámetro podría equipararse a lo que es “gramatical” o “cultural”, en

sentido de la potencialidad del sistema. Esta noción no se aleja de la “gramaticalidad” de

Chomsky aunque sí la expande al tener en cuenta no sólo el código lingüístico sino también

es sistema de usos y habilidades. El segundo parámetro se refiere a la aceptabilidad, se

relaciona con la conducta cultural tomada como un todo. Se deben tener en cuenta las

restricciones en la implementación cultural. El tercero se refiere a la pertinencia, en la

relación entre oraciones y situaciones. Todo juicio se emite en un contexto definido y utiliza

un conocimiento tácito.El cuarto refiere a lo “real”. La intención no es limitarse a el estudio

de hechos concretos sino no ignorarlos.

Teniendo en cuenta esto como lo observable, Hymes propone conservar, aunque

redefinida, la relación entre competencia y actuación. Entonces define a la competencia como

un término general para referir a las capacidades de una persona que dependen del

conocimiento y del uso (habilidad). Tanto el conocimiento como la habilidad se pueden

relacionar con los cuatro parámetros de la comunicación mencionados, pero además la

habilidad “de uso” tiene que ver con el poner en funcionamiento estos cuatro parámetros.

La actuación sigue refiriéndose al uso y a los eventos reales pero ya no abarca los

“modelos de uso” es decir, lo que se consideraba como reglas de la actuación pasa a ser parte

de la competencia, y específicamente, dentro del sistema de la habilidad. Entonces, con

actuación nos referimos a la interacción de las competencias de los participantes y las

propiedades del evento en cuestión y puede tener propiedades que no son reducibles a la

competencia individual. En este sentido, implica la interrelación del conocimiento de códigos

distintos y para la investigación sería parte de las formas simbólicas.

Una teoría de la competencia comunicativa debe “mostrar las formas en que lo

sistemáticamente posible, lo factible y lo apropiado se unen para producir e interpretar la

conducta cultural que en efecto ocurre…” pág 31

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Para el análisis de la competencia comunicativa deben contrastarse dos puntos de

vista, uno “corto” centrado en las capacidades innatas (y su desenvolvimiento en los primeros

años de vida) y uno “largo” centrado en la socialización continuada, es decir, el cambio de

competencia durante toda la vida. Esto es útil para el estudio de las “interferencias

comunicativas” (problemas de la interpretación de las manifestaciones de un sistema en

términos de otro) en lo relativo, por ejemplo, a estudios de educación.

Hymes describe tres conceptos interrelacionados que son importantes para la

descripción sociolingüística. Uno es el “repertorio verbal” (Gumperz 1964) que plantea la

investigación del conjunto de variedades, códigos y subcódigos que un individuo domina y

sus relaciones. Las “rutinas lingüísticas” referidas a organizaciones secuenciales que van más

allá de la oración como el estudio de la conversación (Sacks y Labov). Por último “los

dominios de la conducta verbal” (Fishman 1966) que trabaja sobre la complejidad y los

patrones de uso centrado en la utilización de una lengua en vez de otra en determinadas

ocasiones.

La competencia comunicativa implica conocer y manejar los rasgos sociolingüísticos

como un sistema de signos, ya sea la forma una lengua en su totalidad o en parte. Por

ejemplo, en paraguay el significante “español” se asocia al significado “distancia” y el

significante “guaraní” al significado “cercanía”. Este paradigma semántico media entre los

rasgos lingüísticos y el contexto.

Hymes plantea también cuatro puntos que comprenden las diferencias que se pueden

hallar al interior de una comunidad:

“1. Presencia o ausencia de un rasgo (código, rutina, etc.),

2. El valor semántico asignado a un rasgo (ej.: el inglés como valor de distancia y

hostilidad entre algunos indios americanos),

3. La distribución del rasgo entre contextos, y

4. Las integraciones entre éstos y cada uno de ellos en los usos marcado y

no­marcado.” pag 35

John J. Gumperz en “Las bases lingüísticas de la competencia comunicativa” propone

una redefinición de la competencia comunicativa en relación al análisis conversacional. La va

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a plantear como “el conocimiento de las convenciones lingüísticas y las convenciones

comunicativas vinculadas a éstas que los hablantes deben poseer para iniciar y sostener el

compromiso conversacional”. En este planteo se introduce entonces “el compromiso

conversacional”, como una “precondición necesaria para la comprensión”. Es decir, la

definición hace foco en el proceso de interpretación dentro de la comunicación. (pag 154)

Este autor plantea que la noción de competencia comunicativa apunta a ir más allá de

la mera descripción de los patrones de uso lingüísticos en el marco de la etnografía de la

comunicación. Se trata de procesos más “abstractos y generales” como aspectos del

conocimiento compartido y de las habilidades cognitivas. (gumperz. pag 153) “Los estudios sobre competencia comunicativa deben, (...) tratar los signos

lingüísticos en un nivel de generalidad que trascienda los límites del sistema gramatical de los

lingüístas, y debe concentrarse en aspectos del significado o la interpretación más generales

que los del contenido oracional.” pag 154 Gumperz

Siguiendo esta línea, incluye dentro de la competencia comunicativa “estrategias

tácitas de contextualización”que son presuposiciones adquiridas en la experiencia previa y

que pertenecen a convenciones o “redes de relaciones”. Estas convenciones se ponen en

juego en el acto de interpretación en lo que llama “inferencia conversacional” definida como:: “una compleja serie de juicios que incluyen tanto evaluaciones relacionales y

contextuales acerca del modo en que los ítems de información han de ser integrados a lo que

sabemos y al evento inmediato, como evaluaciones de contenido.”

Entonces se postula un proceso donde a partir de signos relacionales se trabaja para

canalizar la interpretación teniendo en cuenta convenciones aprendidas que toman o ignoran

algunos de estos signos a expensas de otros. Esto se va produciendo en expectativas sobre las

tareas comunicativas más inmediatas (como solicitar o narrar) entendidas en términos de

fuerza ilocucionaria (similar a la Teoría de los Actos de Habla). De esta manera el significado

situado es un proceso emergente y dinámico. (33 saville­troike)

Gumperz va a incluir dentro de la competencia comunicativa: “En última instancia, todo intento de relacionar las formas lingüísticas con su

contenido depende de la destreza con que los miembros de una sociedad ­y los investigadores­

emplean el contexto de habla como un mecanismo para obtener conocimientos y realizar

acciones.” 259 Duranti

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Las fallas en este proceso de inferencia, si no son remediadas por nuevos procesos de

contextualización, producen el abandono del compromiso conversacional y “suelen llevar a

evaluaciones peyorativas del otro y a la estereotipación mutua”. (160)

Pero además, va a postular una intención hacia lo universal por ejemplo al plantear las

tareas comunicativas como “universales de la interacción humana”. Además, va a criticar los

estudios que enuncian regularidades sobre emisiones aisladas proponiendo: “Lo que se necesita es una aproximación que pueda relacionar las especificidades de

la interpretación situada con la habilidad panhumana para involucrar a otros en el discurso”.

La competencia comunicativa abarca el “conocimiento que necesitan y exhiben los

participantes en la interacción verbal para comunicarse con éxito” (Duranti 256)

Adquisición de lenguas

Jasone Cenoz plantea que el paso de la noción de competencia lingüística a la de

competencia comunicativa representa un cambio en la perspectiva de la concepción del

lenguaje ya que incluye la habilidad para utilizar las reglas de la comunicación.

Siendo esta noción de carácter interdisciplinar, se va a centrar en el marco de la

enseñanza de lenguas donde la competencia comunicativa es central ya que constituye el

objeto de estudio. Aunque no hay una visión unitaria del concepto ni de las habilidades que lo

componen, Cenoz va a exponer que “los modelos más importantes provienen del área de

adquisición de segundas lenguas” (p 103). Los modelos a los que se refiere en el capítulo son

el de Canale y Swain (1980), el de Bachman (1990) y el de Celce­Murcia, Dörnyei y Thurrel

(1995).

Vistos en conjunto los tres modelos representan una tendencia a la mayor

especificación de la dimensión sociolingüística debido a que cuando es planteada en un

principio por Hymes: “la dimensión sociolingüística de la competencia estaba asociada con todo lo que

faltaba en la competencia lingüística” 112

En general, los elementos que componen la competencia son la competencia

lingüística (similar a gramatical, sigue refiriéndose al manejo del código), la competencia

sociolingüística (refiere a los usos en el contexto adecuado, lo que plantea Hymes como

“apropiado”), la competencia accional (es el saber transmitir y reconocer las intenciones

comunicativas), la competencia discursiva (capacidad para elaborar textos, por ejemplo,

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reglas de cohesión) y la competencia estratégica (saber superar las dificultades de la

comunicación; ésta junto a la capacidad accional constituirían lo que Gumperz llama

“estrategias de contextualización”).

Estos tres modelos tienen dos limitaciones, por un lado se centran sólo en la lengua

dejando de lado elementos como el conocimiento del mundo y por otro miden productos, no

explican los procesos que constituyen la competencia.(Cenoz).

Saville Troike va a recopilar como componentes esenciales de la comunicación:

1. El conocimiento lingüístico que incluye los elemento verbales y no verbales,

los patrones de elementos en sucesos de habla particulares, la grama de

variantes posibles y el significado de las variantes en situaciones particulares.

2. Las destrezas de interacción que abarcan la percepción de características

salientes en situaciones comunicativas, la selección e interpretación de formas

apropiadas a situaciones, papeles y relaciones específicas (reglas del uso del

habla), la organización y los procesos del discurso, las normas de interacción e

interpretación y las estrategias para alcanzar metas.

3. El conocimiento cultural que implica la estructura social, los valores y

actitudes, los mapas/esquemas cognitivos y los procesos de “enculturación”

(transmición del conocimiento y destrezas)

También va a señalar que existe una “competencia de la incompetencia” ya que en

ciertas situaciones comunicativas es apropiado parecer “incompetente”.

Consideraciones finales

En definitiva, si Hymes define la actuación como la interacción de los conocimientos de los

participantes con las características del evento en sí, Gumperz por el contrario, va a analizar

en esta interacción “estrategias” generadoras de interpretaciones y establecidas

convencionalmente y por tanto un segmento más de la competencia comunicativa. Debido a

esto, es necesario replantear la dicotomía competencia­actuación.

Bibliografía

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Lucrecia Bianciotto Fernández

Golluscio, Lucía Al (2002). Etnografía del habla. Textos fundacionales. Buenos Aires.

Eudeba. Introducción: La etnografía del habla y la comunicación: un recorrido histórico.

(Pp.: 13­48).

Saville Troike, Muriel (2005). Etnografía de la comunicación. Buenos Aires. Prometeo.

Términos básicos, conceptos y cuestiones (Pp.23­56)