el corazón humano puede albergar nobleza
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El corazón humano puede albergar nobleza, pero también crueldad. Cuando los impulsos
negativos del ser humano, tales como la ira, la intolerancia, el resentimiento o el
menosprecio a la vida llegan a un extremo, éstos desencadenan consecuencias
deplorables como las guerras. La filosofía budista analiza la dualidad del corazón humano
y enseña a orientar los impulsos negativos en dirección a lo positivo y a la creación de
valor. La historia del bodhisattva Jamás Despreciar, narrada en el capítulo 20º del Sutra
del loto, da respuesta a este asunto crucial.
Basado en la convicción de que todas las personas poseen la naturaleza de Buda, Jamás
Despreciar (Fukyo, en japonés) solía inclinarse en reverencia ante todas las personas y
recitaba el "Sutra del loto de los veinticuatro caracteres". Con una postura incondicional al
diálogo y el respeto, le decía a cada quien: "Siento profundo respeto por vosotros. Jamás
osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Por qué? Porque todos practicareis el
Camino del bodhisattva y podréis lograr la Budeidad". (El Sutra del loto, y los sutras de
inicio y de cierre, cap. 20, pág. 308.)
El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, destaca: "El bodhisattva Jamás Despreciar
reverenciaba respetuosamente la naturaleza de Buda inherente a cada ser humano y
recitaba el 'Sutra del loto de los veinticuatro caracteres'. Activamente iba al encuentro de
los demás, aunque los viera a la distancia, e iniciaba un diálogo sincero. (…) Sin
embargo, había personas arrogantes que respondían con ira y se burlaban de él. No
podían creer en la filosofía del Sutra del loto que afirma el valor de la vida, ni en la
enseñanza que expone que todas las personas tienen el potencial de la Budeidad. Por
eso lo atacaban, lo apaleaba o lo apedreaban. Y sin embargo, él nunca abandonó su
práctica de respetar a los demás. Nunca se permitirá despreciar a nadie. Por eso se lo
llamaba el bodhisattva Jamás Despreciar. (…) Eso es lo que convierte
al bodhisattva Jamás Despreciar en alguien tan admirable. Valientemente iba al encuentro
de la gente arrogante que despreciaba a los demás. Nunca se daba por vencido. Siempre
seguía esforzándose. En suma, tenía una enorme perseverancia. Sus actos no son los de
alguien pasivo. (…) El bodhisattva Jamás Despreciar sentía auténtica alegría por haber
podido conocer la verdad suprema expuesta en el Sutra del loto. Este alborozo era lo que
le permitía mantenerse invariable en la fe. (…) El bodhisattva Jamás Despreciar siguió
practicando la no violencia sin dejarse intimidar por la gente arrogante que encontraba a
su paso y que lo maltrataba y lo despreciaba. Su conducta encarna el supremo respeto a
los semejantes y la más noble conducta que pueda tener un ser humano". (IKEDA,
Daisaku: "El invencible espíritu del bodhisattva Jamás Despreciar", Los jóvenes y los
escritos de Nichiren Daishonin, Tokio, Seikyo Shimbun, 30 de junio de 2010.)
En el Sutra del loto, el buda Shakyamuni revela que originalmente Jamás Despreciar era
él mismo en otra existencia pasada, con lo cual implica que su iluminación fue fruto del
comportamiento que mantuvo en otra existencia.
En un escrito a un discípulo, Nichiren señala: "El corazón de todas las enseñanzas que el
Buda expuso a lo largo de su vida es el Sutra del loto, y el corazón de la práctica de
este sutra se encuentra en el capítulo 'El bodhisattva Jamás Despreciar'. ¿Qué significa el
profundo respeto que el bodhisattvaJamás Despreciar sentía hacia todas las personas? El
propósito con el cual nació en este mundo el buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas,
yace en su comportamiento como ser humano". (NICHIREN: The Writings of Nichiren
Daishonin, Tokio, Soka Gakkai, 1999, págs. 851-852.)
Mediante la historia del humilde bodhisattva Jamás Despreciar, el budismo explica de
manera concreta el concepto de la naturaleza de Buda o iluminación. Un buda, por lo
tanto, no es un ser extraordinario, sino una persona que está consciente de su propio
potencial y del potencial que tiene todo ser humano, y que se esfuerza para que sus
semejantes también desarrollen y saboreen dicha capacidad. Este tipo de acción
comprometida con la humanidad implica transitar por un camino trillado de desafíos. Sin
embargo, dicho esfuerzo impulsará sin duda a la transformación positiva de la sociedad.
El presidente Ikeda afirma: "La clave para que florezca el humanismo pregonado en las
enseñanzas budistas es la absoluta convicción en la bondad esencial del ser humano y la
dedicación a cultivar esa bondad, tanto en uno mismo como en los demás. Esta forma de
vivir es lo que Nichiren denomina la conducta del ser humano". (IKEDA Daisaku: "La
práctica de respetar a los demás", El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin:
Diálogo sobre la religión humanística, Tokio, Daibyakurenge, junio 2003.)
[Nota: Adaptación de un artículo publicado en la revista SGI Quarterly, abril 2005.]