el descubrimiento de jequetepeque

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El descubrimiento de Jequetepeque Intro Cuantas veces nos hemos preguntado, en un momento especialmente estresante del día, qué necesitaríamos para escapar de la vida diaria, qué hacer con nuestro tiempo libre fuera de la rutina, a donde ir para desconectarnos y volver a respirar. Pensamos en ir a algún lugar, cualquier lugar que solo esté más allá, fuera de los límites de nuestra propia vida, no importa cuán lejos o cerca, solamente apartarnos de la presión de la vida y el ruido de la ciudad. A veces pensamos en muchas posibilidades, le damos vueltas en la cabeza a cientos de lugares, pero pocas veces nos detenemos a observar los pequeños paraísos que están a un paso de nuestra ciudad. 1. Este será un viaje especial. Pero aun no lo sabemos. Antes de tomar la ruta que nos llevará unos kilómetros al norte, nadie se imagina lo que nos espera. Es cierto que muchos trujillanos hemos escuchado hablar de Jequetepeque, de sus valles y sus playas, pero muy pocos tenemos una idea cabal de los atractivos y la historia de este gran pueblo. Al regresar todos sabremos que hemos conocido uno de los secretos mejor guardados de la costa norte del Perú. 2. Llegamos a primeras horas de la mañana, bajo un sol radiante y un cielo de un purísimo azul. Lo primero que llama nuestra atención, al bajar de la camioneta que nos ha traído a Jequetepeque, son las palabras de bienvenida sobre el chalán que, montado en imponente caballo negro, saluda a los visitantes sombrero en mano desde el centro de la Plazuela de la Identidad. Este chalán así como su caballo de paso es una

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El Descubrimiento de Jequetepeque

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El descubrimiento de Jequetepeque

Intro

Cuantas veces nos hemos preguntado, en un momento especialmente estresante del da, qu necesitaramos para escapar de la vida diaria, qu hacer con nuestro tiempo libre fuera de la rutina, a donde ir para desconectarnos y volver a respirar. Pensamos en ir a algn lugar, cualquier lugar que solo est ms all, fuera de los lmites de nuestra propia vida, no importa cun lejos o cerca, solamente apartarnos de la presin de la vida y el ruido de la ciudad. A veces pensamos en muchas posibilidades, le damos vueltas en la cabeza a cientos de lugares, pero pocas veces nos detenemos a observar los pequeos parasos que estn a un paso de nuestra ciudad.1.Este ser un viaje especial. Pero aun no lo sabemos. Antes de tomar la ruta que nos llevar unos kilmetros al norte, nadie se imagina lo que nos espera. Es cierto que muchos trujillanos hemos escuchado hablar de Jequetepeque, de sus valles y sus playas, pero muy pocos tenemos una idea cabal de los atractivos y la historia de este gran pueblo. Al regresar todos sabremos que hemos conocido uno de los secretos mejor guardados de la costa norte del Per.

2.Llegamos a primeras horas de la maana, bajo un sol radiante y un cielo de un pursimo azul. Lo primero que llama nuestra atencin, al bajar de la camioneta que nos ha trado a Jequetepeque, son las palabras de bienvenida sobre el chaln que, montado en imponente caballo negro, saluda a los visitantes sombrero en mano desde el centro de la Plazuela de la Identidad. Este chaln as como su caballo de paso es una imagen emblemtica del distrito, cuna de los mejores chalanes y caballos desde sus primeros tiempos. A medida que avanzamos vemos a un lado de la plazuela una muestra de las paicas, envase artesanal donde se conserva el claro, la bebida tradicional de Jequetepeque. Muy cerca, a unos metros, se erige una escultura que representa al degollador sentado bebiendo sangre de una copa.2. En la parte posterior vemos unos murales con diferentes motivos de sitios arqueolgicos como el cerro Dos Cabezas y la Huaca la Mina, vemos ceramios, tocados, y distintas obras de orfebrera.3. En la plaza mayor lo primero que llama nuestra atencin son las palmeras que rodean la pileta. Esta pileta ornamental est sostenida simblicamente por los emblemas de la actividad econmica del distrito: por un lado vemos a la mujer jequetepecana con su paica de claro, por otro a un agricultor con su mazorca de maz en la mano, cerrando el crculo un pescador artesanal. 4. Frente a la plaza mayor se destaca la iglesia del seor de la misericordia, que data del ao 1805. Esta construccin tiene una historia muy particular y ha jugado un papel muy importante en la historia de Jequetepeque. En la actualidad se encuentra cerrada por refaccin. 5. Apenas salimos de la plaza de armas, nos encaminamos al establo Monteverde, uno de los ms grandes del distrito

6. Fabrica de Yoleit

7. Llegamos a la Huaca Dos Cabezas, el famoso complejo arqueolgico, que es uno de los smbolos de la historia de Jequetepeque, a dos kilmetros de la plaza de armas del distrito. Esta plataforma de adobe se yergue desde hace aproximadamente dos mil aos frente al ocano pacifico. Esta construccin del periodo Moche ha sido declarado Patrimonio Cultural de la nacin, y es uno de las paradas indispensables en la ruta de todo viajero que se aventure a llegar a estas tierras. 8. Segn cronistas del periodo de la conquista, los conquistadores espaoles a su llegada pensaron encontrar tesoros escondidos en la punta del cerro, en la creencia generalizada de que cada pirmide albergaba los tesoros ms preciados del imperio. Pero los guardianes moche escondan los tesoros en la falda del cerro, y por esta razn los conquistadores no pudieron colmar su ambicin al no encontrar nada.9. La mejor parte del viaje aun estaba por llegar, y al regresar de la Huaca Dos Cabezas dimos una parada en el restaurante Ancoco, famoso en la zona por servir la mejor comida tpica Jequetepecana, como el cebiche de mariscos, cuyes, seco de cordero y pato estofado. Y por supuesto acompaado de la bebida smbolo del distrito, el claro. El claro es la bebida por excelencia de Jequetepeque, se prepara a base jora de maz y se endulza con chancaca, se deja reposar durante unos seis meses en paica y est listo para acompaar los mejores platos tpicos de la regin. Desde el momento en que empiezan a llegar los platos, el viaje se convierte en una fiesta de los sentidos. Desde el sonido de la vajilla que tintinea en la cocina mientras se sirven los diversos potajes, pasando por el olor penetrante de los guisos y el placer de la vista que empieza a llenarse con la contundencia de los platos y finalmente llegando a nuestros paladares en bocados picantes y generosos. 10. Luego de tan singular experiencia gastronmica partimos a conocer a los famosos caballos de paso, pero en mitad de nuestro recorrido nos sale al paso un singular habitante de Jequetepeque y nos obliga a detenernos durante unos minutos para observar su paso cansado y lento. Despus de visitar un establo para presenciar la operacin diaria del ordeo de las vacas, seguimos nuestra ruta y llegamos a una pequea zona agrcola donde nos topamos con el espectculo ms conmovedor e inesperado de este viaje. Mientras vemos a los caballos correr a nuestro lado nos sentimos por un momento ya no como visitantes, sino como parte misma de esta naturaleza salvaje, en la que hubiera sido lo ms natural del mundo subir al lomo de una de estas bellas criaturas y partir lejos, a donde nos llevara el viento.

Luego llegamos en la Hacienda El Palmito, donde nos recibe un carismtico personaje, que sale a nuestro encuentro como un anfitrin impaciente de dar la bienvenida a sus invitados, y por un momento la atencin de todos se distrae de la belleza del lugar. Este cachorro nos acompaara durante todo nuestro recorrido por la hacienda. El dueo del lugar nos da unos consejos y nos da la confianza para montar por unos momentos uno de sus caballos, lo que finalmente se convierte en una experiencia inolvidable.Finalizamos el recorrido con la visita a la playa La boca del rio, como su nombre los sugiere, en este punto las aguas que fluyen del rio se unen con las aguas del mar, dando lugar a un espectculo majestuoso. Antes emprender el regreso a Trujillo aun nos esperaba una ltima sorpresa: en la playa, un pescador solitario en plena faena nos cont que como parte de su rutina diaria utilizaba la vieja tcnica conocida como el triangulo. Hasta ese momento, no haba tenido mucha suerte y su nico botn era un pez borracho. Nos hubiera gustado acompaarlo un momento ms, pero la crueldad del tiempo nos hizo alejarnos mientras nuestro amigo pescador sigue con su faena, tranquilamente, esperando que la cada del sol en el horizonte le seale el final de su da.Al regresar, nos quedamos con muchas imgenes de Jequetepeque, nuevos sabores, nuevos olores, nuevos recuerdos de nuestra historia. Y ahora sabemos que para ir lejos de nuestra propia vida no necesitamos ir muy lejos de nuestra propia patria.