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EL ENGAÑO Y LOS ENGAÑADORES LOS FALSOS PROFETAS Y LAS FALSAS DOCTRINAS

EN LA IGLESIA ACTUAL Un análisis del tema basado en II Corintios 11.1-15

Pr. Javier Martínez

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna

manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo

CONTENIDO

LOS FALSOS PROFETAS Y LAS FALSAS DOCTRINAS EN LA IGLESIA ACTUAL ......................................................................................................... 5

INTRODUCCIÓN .......................................................................................... 5

I. QUIÉNES SON LOS ENGAÑADORES ................................................. 9

1. Falsos apóstoles: ............................................................................. 10

2. Obreros fraudulentos: .................................................................... 11

3. Burdas imitaciones: ........................................................................ 12

4. Ministros de Satanás: ..................................................................... 13

II. CUÁLES SON LAS OBRAS DE LOS ENGAÑADORES ..................... 15

1. II Corintios 11.2: ............................................................................ 16

2. II Corintios 11.3: ............................................................................ 18

3. II Corintios 11.4: ............................................................................ 20

4. II Corintios 11.5-6: ......................................................................... 22

5. II Corintios 11.8-10: ....................................................................... 23

6. II Corintios 11.11: .......................................................................... 24

7. II Corintios 11.12: .......................................................................... 24

8. II Corintios 11.13-15: ..................................................................... 25

III. CUÁLES SON LAS ENSEÑANZAS DE LOS ENGAÑADORES ........ 27

1. Los engañadores distorsionan el concepto de revelación ........... 28

2. Los engañadores tuercen lo que la Biblia dice con respecto a Dios ......................................................................................................... 30

3. Los engañadores tuercen el evangelio bíblico .............................. 33

IV. CUÁL ES LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA DE CRISTO

FRENTE A LOS ENGAÑADORES ............................................................. 37

1. Con respecto a su actitud frente a la iglesia, son muy dicientes las palabras del versículo 2: ................................................................. 37

2. Con respecto a su actitud consigo mismo, el versículo 7 nos dice: ......................................................................................................... 38

3. Con respecto a los falsos maestros, el lenguaje de Pablo revela una dureza sin igual. ............................................................................. 39

EL ENGAÑO Y LOS ENGAÑADORES

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LOS FALSOS PROFETAS Y LAS FALSAS DOCTRINAS EN LA IGLESIA ACTUAL

Un análisis del tema basado en II Corintios 11.1-15

INTRODUCCIÓN

Cuando Eva fue confrontada por el Señor con respecto a su pecado en el Edén, su respuesta llana y simple fue: “La serpiente me engañó, y comí” (Gn 3.13). Respuesta que a primera vista pareciera “un salir al paso” de la responsabilidad personal en el pecado y sin lugar a dudas algo de ello hay

allí, pues Dios no aceptó las palabras de Eva como una excusa para retirarle

las consecuencia de su decisión pecaminosa: “Multiplicaré en gran manera…”, dijo el Señor a la mujer (Gn 3.16); pero tenemos el comentario apostólico de este hecho en II Corintios 11.3: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”, estas palabras de Pablo nos deberían hacer cautelosos a la hora de juzgar severamente a Eva, pues aunque ella pecó voluntariamente, también hubo un proceder astuto y engañoso del enemigo de nuestras almas para seducir a nuestros primeros padres. El engaño fue real.

Si así fue con ellos que estaban en unas condiciones perfectas, ¿qué podemos esperar del resto de la raza que se encuentra ya en un estado

caído? El testimonio bíblico al cual podemos añadir el testimonio de la historia de la iglesia, es unánime en señalar que el engaño ha sido la principal estrategia de Satanás a través de los siglos. Génesis 3.13 nos

enseña algunas verdades introductorias que servirán de pauta para este estudio:

1. La serpiente: Aquí se reconoce la existencia del principal enemigo de Dios y del pueblo de Dios. Es alguien real y muy activo, por cierto.

“Serpiente” es un título muy adecuado para el gran enemigo pues señala la astucia con la que obra.


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2. Me: Se refiere al objeto de ataque de la serpiente, aquí es Eva y

posteriormente Adán, pero a través de la historia este “me” representa al ser humano pero primordialmente al pueblo de Dios que ha sido, es y será objeto de los ataques fieros del enemigo.

3. Engañó: He aquí el modus operandi de la serpiente, nunca actuando,

diríamos nosotros, “de frente”, siempre camuflándose e imitando. Este es el poder de la serpiente, presentarse “como ángel de luz” (II Cor 11.14) y como gran iluminador y benefactor de la humanidad. El poder del error es el poder de seducción.

4. Y comí: El objetivo de la serpiente, su propósito final, no es otro que

llevar al hombre a la rebelión contra Dios. Dios había dicho “no comerás” (Gn 2.17) pero Eva, engañada por la Serpiente, comió del árbol que Dios había prohibido. Todos conocemos las consecuencias,

nos afecta a cada uno de nosotros, pero esta historia se repite día tras

día, aún no hemos aprendido la lección. Estos párrafos tienen como objetivo denunciar a los engañadores que “encubiertamente han entrado” (Jd 4) en medio del pueblo de Dios, obrando como la serpiente, enseñando lo que la serpiente le enseñó a Eva y llevando al pueblo de Dios a la rebelión contra su Señor. Si un título

merecen estos siervos de la serpiente antigua (Ap 12.9) es el de “engañadores”; así que, en este documento nos referiremos a ellos de esta

manera como sumario de todo lo que son, hacen y merecen. Como siervos de Dios tenemos el deber de reconocer a los engañadores

para denunciarlos, pero también para celar al pueblo del Señor que está bajo nuestro cuidado, tal como lo hizo Pablo en sus días: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (II Cor 11.2-3). Nuestro texto central en esta serie de cuatro conferencias será II Corintios 11.1-15:



“¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme. Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis; y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles. Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado. ¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis enaltecidos, por cuanto os he predicado el evangelio de Dios de balde? He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso. Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya. ¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe. Mas lo que hago, lo haré aún, para quitar la ocasión a aquellos que la desean, a fin de que en aquello en que se glorían, sean hallados semejantes a nosotros. Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”.

Pablo reconoce la real posibilidad del engaño en medio del pueblo de Dios y con un celo amoroso advierte con respecto a estos engañadores que

imitan a la serpiente (son sus hijos). En este texto nos enseña: Quiénes son los engañadores, cuáles son sus obras, cuáles son sus enseñanzas y cuál es la responsabilidad de la Iglesia de Cristo frente a tales engañadores. Este será el orden que seguiremos en nuestra presentación del tema.



I. QUIÉNES SON LOS ENGAÑADORES

Por supuesto, lo primero que debemos hacer es identificar a “los engañadores” y en nuestro texto así lo hace el apóstol Pablo. Echando un vistazo rápido al texto de II Corintios 11.1-15 encontramos las siguientes descripciones:

− Imitadores de la serpiente antigua (v. 3),

− Predican a otro Jesús, otro evangelio en otro espíritu (v. 4),

− Se llaman a sí mismos apóstoles (v. 5),

− Despojan a las iglesias (v. 8), − Son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan (v. 13),

− Son ministros de Satanás (v. 14),

− Su fin será conforme a sus obras (v. 15). Aquí hay un marcado contraste con el verdadero siervo del Señor. De

hecho, este texto es la gran defensa que Pablo hace de su apostolado pues

algunos estaban calumniándolo. Las características de Pablo, que corresponden a las características de todo verdadero siervo del Señor, son:

− Tiene celo de Dios y del pueblo de Dios (v. 2), − Predica el verdadero evangelio (v. 4),

− Aunque no se destaque por su elocuencia o “carisma”, sí lo hace por su conocimiento de las Sagradas Escrituras (v. 6),

− Es humilde (v. 7),

− No mercadea con el evangelio (vs. 8-9), − Ama al pueblo de Dios (v. 11) no su dinero.

Aquí están descritos de manera general los engañadores en cuanto a lo que

son, hacen y enseñan. Nuestro interés por ahora es lo que la Biblia dice en cuanto a lo que son; podemos ampliar el asunto mirando el resto de las Sagradas Escrituras. En los versículos 13 y 15 Pablo usa varios apelativos para referirse a

aquellos que en el v. 3 implícitamente llama “engañadores”. Veamos cada uno de ellos:



1. Falsos apóstoles:

En primer lugar, para referirse a estos “engañadores”, el apóstol usa el término “falsos apóstoles” que si bien en nuestro lenguaje son dos palabras, en el original griego es una sola palabra pero compuesta. Ψευδαπόστολος (pseudapóstolos) es uno de esos términos de invención paulina, es decir, sólo aparece aquí en toda la literatura helenística. El

prefijo ψευδος (pseúdos) es bien conocido para nosotros porque en español se usa para señalar la falsificación; en el Nuevo Testamento se ha traducido como mentira en Juan 8.44 donde al diablo se la llama ψεύστης (pseútis), es decir, “mentiroso” porque es su padre, el originador de toda mentira y toda falsedad, el padre de la falsificación.

De manera que, ψευδαπόστολος (pseudapóstolos) significa “alguien que se hace pasar por apóstol”. Como en el caso de los “billetes falsos”, estamos ante una contradicción de términos, pues billetes son sólo aquellos que en

verdad lo son, los otros son cualquier cosa (papel no más) menos billetes. Es decir, estos “engañadores” no son apóstoles en ningún sentido de la

palabra. Les gusta un título que no les pertenece en absoluto. Definiendo este término, Kittel dice: “Estos falsos apóstoles no están autorizados por Cristo, como lo muestra su falta de compromiso exclusivo con Dios o con Cristo. Su descripción como «superapóstoles» (11:5) está llena de ironía, puesto que un apóstol se encuentra ya, como tal, en una posición

incomparable, y aun así se caracteriza por su humildad. Pablo tiene en la

mira a sus oponentes judaizantes que ponen en duda el apostolado de él (cf. Gá. 1:1). Probablemente los cristianos, tal vez el propio Pablo,

acuñaron el término que apoya la tesis que ἀπόστολος (apóstolos) en su sentido distintivo es también de procedencia cristiana. En cuanto a la

misma idea, aunque no la palabra, cf. Apocalipsis 2:2: «que se dicen ser apóstoles y no lo son»”1. El mismo sufijo ψευδος (pseúdos) es usado en otras partes del Nuevo Testamento para describir a los engañadores con otros títulos:

1 KITTEL, G., Friedrich, G., & BROMILEY, G. W. COMPENDIO DEL DICCIONARIO TEOLÓGICO DEL NUEVO TESTAMENTO. Libros Desafio, Grand Rapids, MI, 2002. Pgs. 79–80.



- Ψευδοπροφήτης (pseudoprofítis), “falsos profetas” en Mt 7.15; II Ped

2.1; etc. - Ψευδόμαρτυς (pseudómartis), “falsos testigos” en I Cor 15.15. - Ψευδάδελφος (pseudádelfos), “falsos hermanos” en II Cor 11.26; Gal

2.4. - Ψευδόχριστος (psedójristos), “falsos Cristos” en Mt 24.24 y Mr 13.22.

- Ψευδοδιδάσκαλος (pseudodidáskalos), “falsos maestros” en II Ped 2.1. Todos estos adjetivos apuntan a la misma realidad: Los engañadores son falsificadores. Aparentan ser lo que en realidad no son. Y como con los billetes, aquí también debemos aprender a identificar lo verdadero para

que lo falso salga a la luz.

2. Obreros fraudulentos:

“Obreros” (gr. ἐργάτης [ergátis]) parece ser, en la gran mayoría de textos

del NT donde se usa, un término técnico para referirse a aquellos que

trabajan en la obra del Señor y en la extensión del Reino de los cielos. Note por ejemplo su uso en Mateo 9.37-38 (“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”), Lucas 10.7 (“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa”), I Timoteo 5.18 (“Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario”) y II Timoteo 2.15 (“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”). En II Corintios, Pablo le añade un adjetivo para señalar claramente a qué tipo de obreros se está refiriendo, por

supuesto no a los verdaderos trabajadores de Dios. El adjetivo griego δόλιος (dólios) se usa sólo aquí en todo el Nuevo Testamento y significa “traicionero, engañoso, deshonesto, falso”2. Está relacionado con el sustantivo δόλος (dólos) que se traduce en Reina Valera

como mentira (Ap 14.5) y engaño (Mt 26.4; Mr 7.22). En Hechos 13.10 se le llama a Elimas el mago “lleno de todo engaño” y es descrito como “hijo

2 SWANSON, James. DICCIONARIO DE IDIOMAS BÍBLICOS: GRIEGO (Nuevo Testamento). Edicion electronica. Logos Bible Software, Bellingham, WA, 1997.



del diablo, enemigo de toda justicia” porque hacía oposición al ministerio

de los apóstoles usando sus artes mágicas, de manera que intentaba apartar al procónsul Sergio Paulo de la fe. Por su parte, Pablo en II Corintios 12.16 afirma, en forma de ironía, que no “… os prendí por engaño”, es decir, no llevó a los corintios a la fe por medio de engaños sino a través de la sana exposición de las Escrituras: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Cor 2.2). En I Tesalonicenses 2.3-4 se nos da una descripción más amplia: “Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”.

Entonces, tenemos que estos “engañadores” son falsificadores que mienten y engañan, con el propósito de desviar a las personas de la fe. Pueden,

incluso, hacer obras que maravillen a los hombres, pero son fraudulentas

porque alejan a los hombres de la verdadera predicación del evangelio, de Cristo y éste crucificado.

3. Burdas imitaciones: La tercera descripción que nos provee Pablo en II Corintios 11.13 es “que se disfrazan como apóstoles de Cristo”, bien interesante el lenguaje que el

apóstol usa aquí. Tres veces en esta sección (vs. 13-15) usa el verbo μετασχηματίζω ([metasjimatízo] “disfrazar”): “que se disfrazan… el mismo

Satanás se disfraza… también sus ministros se disfrazan”. Es un término que primariamente significa “alterar, cambiar la apariencia”3, y en estos tres casos se usa en la voz media, es decir ellos mismos son quienes se

disfrazan, como alguien que sale para un carnaval, compra su disfraz y él mismo se lo pone. ¿Para qué? Para aparentar lo que no es y engañar a otros. Se disfrazan, dice más adelante, “como ministros de justicia”. Aparentan predicar la justicia divina, la justicia que conduce a la piedad, pero con sus propias vidas lo niegan:

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos,

3 KITTEL, G., Op. Cit. Pg. 79.



impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (II Tim 3.1-5). Claro, sólo pueden imitar porque lo suyo es sólo un disfraz, pero

terriblemente a veces ellos mismos se creen su pantomima. Le llamo a este acto una “burda imitación”, como cualquier disfraz. Piense cuando un niño se “disfraza” para el Halloween y se pone un traje de Superman o del hombre araña, el niño (claro éste sí inocentemente, los falsos maestros no) piensa que por ponerse ese disfraz es ahora el súper–héroe que ahora

comienza a imitar. ¿Pero, qué sucede cuando sale a la calle? ¿Las personas

adultas creen esto? ¡Por supuesto que no! Alguien en su sano juicio no dirá “aquí va el verdadero Superman o el verdadero hombre araña”, sabemos que es un disfraz. Así obran los engañadores, se ponen un disfraz de

apóstol o maestro o profeta de Cristo, salen al mundo con la intención de

engañar y ¿qué sucede? ¡Las personas les creen! No son capaces de discernir entre “Superman” y un disfraz de Superman. ¡Qué gran tragedia ha alcanzado al cristianismo moderno! Hemos perdido la capacidad de distinguir entre lo real y un disfraz. A continuación (v. 14) Pablo afirma que esto no nos debería sorprender ni

maravillar porque tal es la manera típica de obrar de Satanás desde el mismo comienzo de la humanidad. ¿Cómo se presentó en el Edén? Lo hizo

como el gran benefactor de la humanidad, como aquel que traía la iluminación mística a los hombres, como aquel que tenía el secreto de la prosperidad y como aquel que les enseñaría el camino a la divinización a

los hombres. En suma, “se disfrazó como un ángel de luz”. Hoy, sus ministros no han cambiado esta forma de operar, así lo hicieron en días de los antiguos profetas, en los días de los apóstoles y también en nuestros días. Ellos siguen disfrazándose como grandes benefactores, pero lo cierto es que están conduciendo a los hombres a la condenación eterna.

4. Ministros de Satanás:

En el v.15, por último, Pablo les llama a estos engañadores “sus ministros”, es decir, “ministros de Satanás”. Como en “obreros”, aquí también



tenemos una usurpación satánica. El término para ministros es διάκονος

(diákonos), que se usa en el Nuevo Testamento para referirse a los siervos de Cristo. Los apóstoles son ministros del nuevo pacto (II Cor 3.6) y ministros de Dios que sufren padecimientos (II Cor 6.4ss). En II Corintios 11.23 Pablo vuelve a llamar a los engañadores “ministros” pero ahora señalando lo que estos falsificadores dicen de sí mismos: “¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces”. Se llaman a sí mismos “ministros de Cristo”, pero el verdadero ministro de Cristo está dispuesto a quitarles la máscara y mostrar que son en realidad: “ministros de Satanás”.

En otros textos del Nuevo Testamento se nos enseña que los ministros del Señor son sufridos (II Tim 2.24), fieles (Ef 6.21; Col 1.7), han recibido su llamado de parte de Dios (Ef 3.7; Col 1.23-25), para ser buenos ministros

de Jesucristo deben enseñar la “sana doctrina” (I Tim 4.6). Pero lo que más

identifica al ministro del Nuevo Pacto es que es un servidor que no se lleva él mismo la gloria sino que se la da a quien pertenece, a Dios: “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor” (I Cor 3.5). Los “ministros de Satanás”, por su parte, se exaltan a sí mismos y hacen a

los demás sus siervos (III Jn 9-10). Sirven sus propios intereses carnales y mundanos (Fil 3.18-19) pero además al mismo Satanás. Finalmente,

hablan de sí mismos y no de Cristo (Jd 12).



II. CUÁLES SON LAS OBRAS DE LOS ENGAÑADORES

Antes de avanzar hagamos una aclaración y una observación con respecto al tema que venimos tratando. La aclaración: Nuestro tema es con respecto a los engañadores al interior

de la Iglesia, es decir, estamos hablamos de aquellos que se llaman cristianos pero que son obreros fraudulentos. No estamos hablando de los engañadores que están fuera de la Iglesia ni de las falsas enseñanzas fuera de la Iglesia, a estos “herejes” es, en cierta manera, fácil identificar. Pero aquellos que están dentro de la iglesia que, como veíamos anteriormente

se mimetizan, no es tan fácil reconocerlos ni denunciarlos.

En cuanto a la observación, quiero decirles que para mí, hay una relación de causa y efecto entre las obras y las enseñanzas de estos engañadores.

Las obras son la causa y las enseñanzas son los efectos. En palabras

sencillas, estos obreros fraudulentos comienzan por sus obras que los llevan a sus enseñanzas particulares. En el transcurso natural de las cosas, tal y como la Biblia misma presenta el asunto, el engañador primero se propone un asunto (sus obras), luego tuerce las Escrituras para “validar” sus propósitos. De manera que, primero vamos a hablar de las obras de los engañadores, sus propósitos, qué intenciones tienen ellos, y luego sí

hablaremos de sus enseñanzas.

Volviendo a nuestro texto de II Corintios 11, observamos que allí Pablo también nos habla de las obras de los engañadores. Claramente afirma que estos engañadores:

- Extravían a los seguidores de Cristo de la sincera fidelidad a Cristo (v. 3),

- Predican herejías (otro Jesús, otro evangelio) (v. 4), - Son de otro espíritu (v. 4), - Buscan su propia gloria (v. 12),

- Se disfrazan (vs. 13 y 15). Pero además, por implicación podemos decir lo siguiente acerca de los engañadores:



- Su celo por la iglesia no es celo de Dios (v. 2),

- Invitan al pueblo de Dios a la fornicación espiritual (v. 2), - Gana el favor de la personas (“lo toleráis”, v. 4), - Humillan y ridiculizan a los verdaderos siervos de Cristo (v. 5-6), - Alegan tener un “conocimiento superior” (v. 6), - Despojan económicamente a las iglesias (v. 8-10),

- No aman sólo fingen (v. 11), - Sus propósitos son satánicos (v. 13-15).

Tenemos mucho material aquí para discernir las obras y las intenciones de los engañadores. Lo mejor que podemos hacer es dar una breve exposición

de cada uno de los textos mencionados arriba. Comencemos entonces.

1. II Corintios 11.2:

“Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”

Dos implicaciones sacamos de este texto con respecto a las obras e intenciones de los engañadores. La primera implicación es que si Pablo afirma que él cela a los corintios con celo de Dios, los engañadores no lo están haciendo así. La segunda implicación es que si bien el propósito de Pablo con este celo es que la iglesia corintia llegue a ser una novia pura para Cristo, el propósito del celo que tienen por los corintios los obreros

fraudulentos es contaminarlos empujándolos hacia la fornicación espiritual.

a. Es típico en estos engañadores la promoción de la persona y

no del mensaje, del mensajero pero no de quien lo envió. Por

supuesto, esto genera una competencia entre los cristianos, un celo “no de Dios” por ministros y ministerios. Lo que Pablo nos dice es que hay un celo divino que debe caracterizar al ministro del evangelio. Es el celo por la gloria de Dios, el celo que nos enseña el decálogo: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que



visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éx 20.4-5). En contraste, los ministros de Satanás no crean en sus seguidores celo por Dios sino por ellos mismos, celo por el ministro. Para lograr esto, es común que los engañadores

ejerzan tal señorío sobre sus seguidores que casi les anulan la voluntad. Como Diótrefes, a quien “le gusta tener el primer lugar entre ellos” (III Jn 9) y “prohíbe, y los expulsa” (v. 10), se convierten en señores de la grey gestando en los incautos celo por el hombre y no por Dios.

b. Pero además, Pablo se describe a sí mismo, y por lo tanto a todo fiel ministro del evangelio, como alguien que tiene como propósito presentar a la iglesia “como una virgen pura a Cristo”4. El celo de Pablo tiene un objeto y un propósito. Su

objeto es Cristo y su propósito es que la Iglesia de Cristo sea pura y sin mancha (cf. Ef 5.25-27). Todo lo que hacía como apóstol tenía este fin. Por su parte, los falsos apóstoles, además de promoverse a sí mismos y sus ministerios, también desvían a los oyentes de la

santidad, de la fidelidad, de la piedad. Apocalipsis 2.14-15 los describe con una precisión maravillosa: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas5, la que yo aborrezco”.

4 Claramente, el infinitivo παραστῆσαι es de proposito (“El infinitivo simple se usa aqui para expresar la idea de proposito: para presentarlos” (HANNA, Roberto, AYUDA GRAMATICAL PARA EL ESTUDIO DEL NUEVO TESTAMENTO GRIEGO. Editorial Mundo Hispano, El Paso, TX, 1993. Pg. 489)). 5 En cuanto a los “nicolaitas” dice Kistemaker: “Sabemos por la carta de Jesús a los efesios (ver mis comentarios acerca de 2:6) que las enseñanzas y prácticas de los nicolaítas eran abominables para Jesús. Aunque es escasa la información acerca de este



Hay aquí un calco exacto de lo que comúnmente se ve hoy en

muchos púlpitos que se llaman cristianos. Se les está enseñando a los “cristianos” a fornicar con el mundo, a ser codiciosos (Jd 11). La gente está yendo a las llamadas iglesias cristianas a buscar todo menos a Cristo. Se les promete sanidad, prosperidad, comodidad y las masas acuden

empujadas por la codicia. ¿Dónde está la presentación de Cristo? ¿Cuándo se les está diciendo a los hombres que su gran problema no es la pobreza o la necesidad, sino el pecado que los separa de Dios? Seguramente allí no están los verdaderos seguidores de Cristo.

Pedro nos advierte a quienes ostentamos el título de ministros del evangelio: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” (I Ped 5.2).

2. II Corintios 11.3: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”

Como consecuencia de lo anterior, los seguidores de Cristo son extraviados de su “sincera fidelidad a Cristo”. Al correr tras el mundo, empujados por

estos engañadores, los oyentes están siendo alejados de Cristo y por lo tanto de la salvación. Ese era el gran temor de Pablo y por ello comenzó este capítulo diciéndoles a los corintios que le toleraran un poco de locura

(v. 1). El apóstol enloquecía ante la mera posibilidad de que sus hijos espirituales fueran extraviados del camino. Recordemos la dura

grupo, asumimos que el estilo de vida de los nicolaítas se caracterizaba por pecados de inmoralidad sexual, por comer alimentos ofrecidos a ídolos y por pervertir enseñanzas apostólicas (2:14–16). Al insistir en la libertad humana, parece que enseñaban que las actividades físicas relacionadas con el sexo y los alimentos no eran pecaminosas. A los ojos de Dios, sin embargo, realizar actos sexuales con prostitutas del templo e ir a los templos paganos para comer alimentos consagrados a un dios pagano eran violaciones del Decálogo” (KISTEMAKER, Simon, COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO: Apocalipsis. Libros Desafío, Grand Rapids, MI, 2004. Pg. 152).



exhortación que al respecto les dirige a los gálatas: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” (Gál 3.1); pero también su celo y amor genuinos: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros” (4.19-20). ¿Qué hacen estos engañadores? Extravían, dice Pablo, término griego (φθείρω [fthíro]) que implica extraviar para pervertir como en II Corintios 7.2 “Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado”; Judas 10 “Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales”, y Apocalipsis 19.2 “porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella”. En el primer texto Pablo argumenta con los corintios demostrando que no los ha engañado en su mensaje, más bien, por el contrario, cual nana los ha conducido hacia Cristo para el bien de sus almas (cf. I Tes 2.5-8: “Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos”). En contraste, los otros dos textos nos dicen que los falsos

maestros se corrompen a sí mismos y así corrompen a otros como la gran ramera hizo con sus seguidores. ¿Qué extravían? El término traducido como “sentidos” es νόημα (nóima) y significa “Mente, pensamiento… Maquinación, intención”6. Desvían los

pensamientos de sus seguidores hacia sus propios deseos y codicias. Para este propósito, les predican lo que quieren oír, pero no lo que necesitan

6 TUGGY, A. E., LEXICO GRIEGO-ESPANOL DEL NUEVO TESTAMENTO. Editorial Mundo Hispano, El Paso, TX, 2003. Pg. 646.



oír. Su “sinceridad” hacia Cristo significa su “sencillez”7, es decir,

pervierten y complican tanto el evangelio que las personas extravían el camino.

3. II Corintios 11.4: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis”

Aquí encontramos tres verdades con respecto a los mentirosos:

a. Predican herejías: Ellos vienen predicando a otro Jesús y otro evangelio, como lo hacían los judaizantes en toda Asia Menor: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gál 1.6-

10). Claro, esto no quiere decir que abiertamente afirman presentar a otro Jesús y otro evangelio8. No, por el contrario, ellos afirman ser los verdaderos ministros de Jesús y del

7 El término griego ἁπλότης tiene ese sentido en II Cor 1.12. 8 Pablo usa dos términos griegos diferentes en este pasaje para “otro”. En el primer caso, “otro Jesús”, usa el término “ἄλλος” que significa otro de la misma clase y en los otros dos casos, “otro espiritu” y “otro evangelio”, usa el término “ἕτερος”, otro de diferente clase. La implicación es la que hacemos notar en la explicación. Ellos no hablan de “otro Jesús” en el sentido de presentar a un Jesús diferente al que Pablo predicaba sino uno diferente en cuanto al contenido de su mensaje acerca de Jesús. En cuanto al evangelio y al espíritu, la inferencia es que al cambiar la presentación de quién es Jesús, el evangelio ya no es evangelio y el espíritu anunciado ya no es el espíritu de Cristo.



evangelio, ¡hasta hablan de Jesús y hablan bien de él! El

problema es que lo que dicen acerca de Jesús es sólo mentiras, son sus propias invenciones, como los falsos profetas de antaño: “Envía a decir a todos los cautivos: Así ha dicho Jehová de Semaías de Nehelam: Porque os profetizó Semaías, y yo no lo envié, y os hizo confiar en mentira” (Jer 29.31).

Hoy se nombra mucho a Jesús en los púlpitos pero no se habla nada de él, no se le presenta como el Señor y Salvador de los pecadores. No es presentado como el Dios–Hombre que un día vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Y si algo se

habla de él es sólo mentiras. Como dijera Spurgeon: “Predicar

a Cristo sin su cruz, es entregarle con un beso”.

b. Son de otro espíritu: En cuanto a esta expresión, dice

Kistemaker: “Los intrusos querían ofrecerle a los corintios un

espíritu mundano en lugar del Espíritu Santo. Pero un espíritu mundano esclaviza a la gente y llena sus corazones de temor. Este espíritu carece de poder, amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (1 Co. 2:4–5; Gá. 5:22–23)”9.

c. Ganan el favor de las personas: Lo tercero en este texto y bien sorprendente, por supuesto, es que los corintios toleraban a

este tipo de personas. Sorprendente desde un punto de vista, pero desde otro no tanto. Nos sorprende pensar que alguien se someta a una persona que lo engaña y que lo explota, la

propia razón humana, sin la revelación, nos dice que eso es absurdo. Pero no es tan sorprendente porque la misma experiencia de los siglos nos ha enseñado que al hombre le gusta ser un esclavo. Después de la caída, el hombre siente un terror terrible por la libertad, de manera que la invitación de

Cristo: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn 8.36) suena a locura. Más bien los hombres dicen: “No

9 KISTEMAKER, Simón, COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO: 2 Corintios. Libros Desafío, Grand Rapids, MI, 2004. Pg. 399.



somos esclavos” (Jn 8.33) teniendo las cadenas en sus propias

manos.

Los engañadores conocen lo suficiente la naturaleza humana para saber esto, de manera que seducen a los hombres prometiéndoles libertad cuando ellos mismos son esclavos (II

Ped 2.19). Son grandes demagogos, maestros del arte de la palabra, grandes oradores y motivadores. Los hombres los siguen alucinados por sus palabras y sus promesas, aunque los conducen directo a las puertas del infierno.

4. II Corintios 11.5-6:

“y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles. Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado”

Pablo defiende su apostolado, lo vindica, porque había algunos que estaban

acusándolo falsamente. En el v. 5 es evidente la ironía paulina, pues se hace pequeño a sí mismo en comparación con aquellos “súper–apóstoles”, pero a la vez afirma que no es inferior a ellos (cf. II Cor 12.11). Probablemente Pablo esté aquí citando lo que estos impostores decían acerca de él: “Es inferior a nosotros, no es muy elocuente, no domina bien la palabra ni el público, hasta su presencia corporal es débil, etc.” (cf. 10.10). Ese es un

lenguaje burlón y de menosprecio que nace del corazón orgulloso de aquellos engañadores que se exaltaban a sí mismos. Su proceder es muy

simple: Engrandecerse a sí mismos y ridiculizar a los otros. Los falsos apóstoles pretenden tener revelaciones exclusivas, de forma tal

que nadie los pueda juzgar. Sólo Dios habla a través de ellos, alegan, y como tienen ese tipo de contacto especial, están por encima de cualquier juicio. Es típico hoy en día escuchar expresiones como “el ungido de Jehová”, “el siervo del Señor”, significando que son personas con un poder especial y una posición tan exaltada que nadie debería atreverse a juzgarlos.

Pero además, lanzan anatemas y ridiculizan a quienes se atreven a señalar sus herejías.




“He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso. Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya”

La ironía continúa y para ahondar la denuncia, Pablo habla de sí mismo de una forma deshonrosa porque en realidad no está hablando de él sino del proceder de los engañadores. El término συλάω “he despojado” en realidad es muy fuerte y más aun teniendo en mente a lo que se está refiriendo en

este texto. El término se refiere al despojo que tomaba el soldado en el

campo de batalla, y Pablo se está refiriendo a aquellas iglesias pobres de Macedonia que lo habían ayudado una y otra vez enviándole ayudas (cf. Fil 4.15). La ironía se extiende también a los cristianos corintios que se

caracterizaban por la opulencia (cf. I Cor 11.20-22). El apóstol fue apoyado

económicamente por iglesias pobres para ministrar a una iglesia rica. ¿Nos suena muy actual, no? La situación no podía ser peor, pues en realidad lo que Pablo está diciendo, es que los corintios que no habían sido gravados por Pablo, estaban apoyando económicamente a ministros de Satanás. Éstos, en verdad, eran

los que despojaban a la iglesia de Corinto porque trataban el evangelio mercenariamente, en otras palabras, le cobraban por la ministración que

hacían (I Cor 9.14). El principio bíblico es: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt 10.8; cf. II Rey 5.26). El ministro del evangelio no es un

asalariado que predica cuando hay dinero, pero no, cuando falta. El verdadero ministro tiene derecho al sustento económico (I Cor 9.9), pero no trata con el evangelio como un mercenario, él ministra no por dinero sino por llamado. Por el contrario, los falsos apóstoles predican por

ganancia deshonesta (I Ped 5.2), cobran por los favores espirituales, son propagadores de la simonía (Hch 8.18-24), hacen de la piedad fuente de ganancia (I Tim 6.5).



6. II Corintios 11.11:

“¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe” En el capítulo 12 versos 14-15 encontramos un conmovedor comentario de lo que aquí dice Pablo: “He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos”. Pablo amaba tanto a los corintios, que había renunciado a su legítimo derecho de sustento económico (I Cor 9.11ss), y era tan sincero este amor, que pone a Dios mismo por testigo10.

¿Qué podemos decir de los engañadores? Ellos son del tipo asalariado que “ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa” (Jn 10.12). No aman a las personas, aman su dinero y sus

posesiones. Aman condicionalmente. Aman por lucro; por supuesto, a algo

así no se le puede llamar amor, es más bien interés personal.

7. II Corintios 11.12: “Mas lo que hago, lo haré aún, para quitar la ocasión a aquellos que la desean, a fin de que en aquello en que se glorían, sean hallados semejantes a nosotros”

He aquí un resumen de todo lo dicho anteriormente. “Aquí se ofrece una referencia directa de los oponentes de Pablo, a quienes el apóstol identifica

por sus estratagemas y planes. Está plenamente informado de las tácticas de ellos y debido a ello escribe que quiere «quitar el pretexto de aquellos que buscan una oportunidad». Sus palabras son severas. Desea eliminar

cualquier justificación que ellos encuentren para realizar sus actos”11. ¿Serán semejantes estos obreros fraudulentos al apóstol? Claro que no, y el motivo de gloria para cada uno de ellos revela en realidad hondas diferencias. La gloria de Pablo era el evangelio, Cristo mismo (Rom 5.11), la gloria de Pablo eran sus sufrimientos por el evangelio (Rom 5.3), aún se gloriaba de su

autoridad, que era para edificación y no para destrucción (II Cor 10.8).

10 Cuando dice Dios lo sabe (gr. ὁ θεὸς οἶδεν) usa el tiempo perfecto, señalando así una accion pasada completa pero que continúa en el presente: “Dios lo ha sabido”. 11 KISTEMAKER, Simón, CNT: Corintios. Pg. 410.



¿De qué se glorían los falsos profetas? Se glorían de sí mismos (II Cor 10.18), alaban sus propias personas y sus obras (Mt 7.22), promueven sus ministerios, no el evangelio de Cristo.


“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”

Finalmente, Pablo señala dos obras de estos estafadores: Son maestros del

disfraz y sus propósitos son satánicos. En primer lugar, como ya explicamos, estos farsantes se disfrazan para entrar encubiertamente en medio del pueblo de Dios (II Ped 2.1; Jd 4). Su modus operandi es el de la

serpiente en el Edén. Entran “suavemente”, con lisonjas (Sal 5.9; Jer 23.32),

se ganan el favor de las personas y poco a poco revelan sus verdaderos propósitos. “…se meten en las casas y llevan cautivas a la mujercillas cargadas de pecados…” (II Tim 3.6). En segundo lugar, Pablo nos dice que son siervos de Satanás y por lo tanto sus fines son los del Ladrón, quien vino para “hurtar, matar y destruir” (Jn

10.10). Es decir, los engañadores roban el dinero de los fieles a través de cualquier tipo de estratagema, los llevan a la perdición eterna y destruyen

sus arcas y sus vidas. ¡Necesitamos identificarlos y denunciarlos prontamente!



III. CUÁLES SON LAS ENSEÑANZAS DE LOS ENGAÑADORES

Habiendo descrito a los engañadores y sus obras, nos resta ahora desenmascarar sus enseñanzas, lo cual hasta cierto punto ya ha sido dicho anteriormente, por supuesto, porque sus obras están íntimamente relacionadas a sus enseñanzas como ya señalamos.

Hablar de las enseñanzas de los falsos maestros es bastante difícil por varias razones. Primero, porque el error ha tomado múltiples facetas, podríamos decir que existen tantas herejías como falsos maestros. Segundo, porque generalmente en nuestros días los engañadores son muy

escurridizos en cuanto a afirmar creencias, su mayor énfasis hoy en día es

el efecto escenográfico de sus “shows” y no una enseñanza como tal. Tercero, porque ha sido típico de Satanás y sus siervos, mezclar la verdad con el error a tal punto que en ocasiones la cirugía para separarlas es una

obra bien técnica y que requiere gran precisión. Cuarto, porque la mentira

muta de tanto en tanto, es camaleónica, los errores del pasado pueden advertir algo con respecto al presente pero cada generación de cristianos está en el deber de descubrir y denunciar las herejías de su época. No obstante, también debemos estar convencidos que Dios nos ha llamado a la lucha por la verdad “una vez entregada a los santos” (Jd 3), y nos ha

equipado suficientemente para realizar tal tarea (Ef 6.16). En este sentido, tal vez lo mejor que podemos hacer es describir genéricamente las falsas

enseñanzas, es decir, reunirlas en categorías generales para que podamos discernir los particulares.

Nuestro texto, II Corintios 11, nos presta una muy buena ayuda aquí. Pablo describe las enseñanzas de los engañadores de la siguiente manera:

- Enseñan otro Jesús (v. 4), - Hablan de otro espíritu (v. 4), - Predican otro evangelio (v. 4),

- Se basan en un conocimiento “superior” (v. 6). Y de lo que hemos enseñando anteriormente, podemos sacar otras conclusiones:



- Hacen un fuerte énfasis en los aspectos económicos,

- Reclaman para sí sumisión absoluta, - Ofrecen un estatus mayor a quienes los siguen incondicionalmente.

Entonces, es fácil ver que el enfoque de los ataques de los falsos maestros es triple:

- Distorsionan el concepto bíblico de Dios, - Pervierten lo que la Biblia enseña con respecto a Cristo, - Tuercen el evangelio de la salvación.

Obviamente, para sustentar sus falsas enseñanzas primero tienen que

cambiar el concepto de revelación y el valor que la Biblia tiene con respecto

a ello. De manera que, sumariamente, podemos afirmar que los engañadores cambian los conceptos de revelación para luego torcer las doctrinas acerca de Dios, Cristo y el evangelio. Añaden o quitan a lo que

Dios dejó dicho en las Sagradas Escrituras para así poder crear un dios, un

cristo y un evangelio a su acomodo que promuevan sus perversos propósitos. Ahondemos en estos tres aspectos fundamentales usando como punto de partida nuestro texto.

1. Los engañadores distorsionan el concepto de revelación Aunque esto no es afirmado explícitamente en el pasaje, sí que lo

presupone en todo. Pensémoslo bien, ¿por qué Pablo está defendiendo su ministerio? ¿De quiénes lo defiende? ¿Cuáles son los ataques de sus oponentes? Claro que el foco del ataque de estos hijos de Satanás son las

enseñanzas de Pablo. Su punto es: “Pablo dice esto o aquello”, poniendo en tela de juicio la autoridad apostólica de Pablo. Pablo no se defiende por él mismo, esto es, no porque se interesaba por su propia reputación, sino porque es consciente de su alto llamado apostólico y la trascendencia de este.

El versículo 4 nos provee más claridad aún. Note bien que aquí hace un triple contraste que podemos resumir así:



PABLO LOS ENEMIGOS DE PABLO

- Predicaba a Jesús - Predicaban “otro” Jesús, es decir, diferente al que Pablo predicaba

- Había impartido un Espíritu

- Impartían “otro” espíritu diferente al que ya habían recibido los corintios

- Suministró un evangelio

que los corintios recibieron

- Suministraban “otro” evangelio diferente

al que Pablo había llevado a Corinto

¿Qué supone este triple contraste? Supone que Pablo era el mensajero divino y por tanto su mensaje era autoritario. El Jesús que Pablo anunciaba

debía ser creído, el Espíritu que Pablo anunciaba debía ser recibido y el evangelio que Pablo predicaba debía ser aceptado, si es que los corintios querían ser salvos (I Cor 15.1-8). Por el otro lado, aceptar el pseudo mensaje, el pseudo Cristo y el pseudo evangelio que traían los enemigos de la cruz, era rechazar automáticamente el mensaje apostólico y, por ende,

caer en riesgo de condenación eterna. Esto quiere decir que los “grandes apóstoles” que querían engañar a los corintios, se estaban oponiendo al mensajero autorizado por Dios y estaban cambiando el mensaje autoritario de Dios. Estaban quitando o añadiendo a lo que Dios decía por medio de su apóstol. Nadie podía alegar, en

aquellos días, tener un mensaje divino y contradecir lo que un apóstol ya había dicho: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal 1.8); “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (II Ped 3.15-16); y “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Ap 22.18-19).



Hoy, es común escuchar a los falsos maestros decir “Dios me dijo”, “recibí una revelación del Señor”, “anoche el Espíritu me habló”, los libros y los púlpitos están llenos de tales alegatos. Esto no es nada más, que querer añadir al testimonio apostólico. La mayor puerta abierta que tiene la iglesia a las herejías y a los herejes, es aquella que dice que Dios aún revela

verdades. De esta manera, los cristianos han aceptado cualquier idea que traen los engañadores, por absurda que sea. Varias falsas enseñanzas de nuestros días pueden ser catalogadas bajo este tópico, entre otras:

- Nuevas revelaciones,

- La “apostolítis” moderna, - El rema divino.

Tenemos que agudizar nuestros sentidos espirituales para discernir dónde

esta antigua herejía satánica está asomando su cabeza. La serpiente antigua añadió y negó la Palabra de Dios: “No moriréis”, dijo. Cuando alguien alegue tener un mensaje de parte de Dios, abramos bien nuestros oídos para poder así denunciar la mentira. La única verdad autoritaria de parte de Dios, que hoy tenemos, es la Santa Biblia, ella es el juez de todo cuanto se dice y enseña en las iglesias, a ella, y sólo a ella, el creyente le debe

obediencia, y los pastores no pueden hacer nada más y nada menos que predicarla.

2. Los engañadores tuercen lo que la Biblia dice con respecto a Dios

Esta es una categoría amplia, pues aquí debemos colocar todas aquellas

falsas enseñanzas que minimizan la Trinidad, a Dios, a Jesucristo y al Espíritu Santo. En el versículo 4 de nuestro texto, Pablo dice que los farsantes predican “otro” Jesús y “otro” espíritu. No hay muchos detalles con respecto a esto

en el contexto, sin embargo, sí encontramos algunas pistas en otros lugares del Nuevo Testamento.



I Corintios 2.2-5 dice: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Los corintios eran aficionados a la

elocuencia típica de los filósofos griegos, esta es una de las razones por las cuales fueron fácilmente seducidos por los falsos maestros (cf. I Cor 1.22, 24); pero Pablo renunció a esa elocuencia en pro de la sencillez del mensaje evangélico. Él estaba convencido de dos verdades fundamentales: Primero, el mensaje del evangelio es fundamentalmente el anuncio de la cruz de

Cristo (cf. I Cor 1.18-31); segundo, el poder del evangelio está en la

fidelidad al mensaje y en la obra del Espíritu Santo quien regenera y llama (I Cor 2.9-16). Entonces, en alguna medida, el “otro” Jesús y el “otro” espíritu del que hablan los falsos maestros tiene que ver con la negación o

la omisión de la cruz y la falta de confianza en la obra del Espíritu en la

conversión de los pecadores. En las prácticas eclesiales de nuestros días se evidencian estas dos falsas enseñanzas. Por un lado, hay quienes crasamente las niegan, pero por el otro, hay quienes las afirman con su boca pero tácitamente las niegan. Los primeros son fácilmente identificados, maestros del error que hoy están

negando la Trinidad, la deidad o la humanidad de Cristo, su nacimiento virginal, que confunden las obras y operaciones del Espíritu Santo, etc.

Tales maestros tienen tan adormecida la mente de sus seguidores que a duras penas disciernen lo que les dicen. Todos conocemos en alguna medida aquellas herejías, basta con echar una ojeada al internet para

encontrar miles de predicaciones (si se les puede llamar así) que incurren en estas herejías. Sinteticémoslas aquí:

- Dios es presentado como un gran “genio de la lámpara” cósmico. El cristiano simplemente debe saber cuál es la fórmula mágica para

poner a operar a Dios a su favor. - Conceptos falsos de la oración impulsan a los “creyentes” a usarla

como si fuera una lista de órdenes para Dios.



- La fe es vista como un poder por encima de Dios. Si tú tienes fe y la

ejerces bien, entonces tienes a tu disposición todo el poder del universo.

- En las enseñanzas más alejadas de la Biblia, el concepto de Dios ha sido grandemente influenciado por los maestros de la nueva era. Muchos, dentro de las llamadas “iglesias cristianas” piensan de Dios

como una energía cósmica. - Es común en nuestros días los conceptos reducidos de la soberanía

divina, algunos han llegado a negar hasta la omnisciencia de Dios. - En cuanto a Cristo, las falsas enseñanzas son variadas. Algunos

niegan la perfecta humanidad del hijo. Benny Hinn afirma en su libro

“Buenos días Espíritu Santo” que Jesús podía haber pecado12. Y estas

son palabras que día tras días se repiten en los púlpitos. - Otros minimizan la divinidad del Señor Jesús. Tal vez no la niegan

abiertamente pero sí la minimizan en sus enseñanzas. Algunos

simplemente ven en él un gran maestro o alguien a quien podemos

imitar. - Si en algo hay gran confusión es en cuanto a la persona y la obra del

Espíritu Santo. Cualquier cosa pasa hoy como una obra del Espíritu. Todos hemos escuchado de la risa santa, el lloro del Espíritu, el golpe del Espíritu, etc. Recientemente oí a alguien hablar del “silbido del Espíritu”. La lista se podría alargar indefinidamente. Por supuesto, si

se deja de lado la Biblia, ya no tenemos cómo comprobar si algo realmente es del verdadero Espíritu de Dios.

- Se cree que la unción del Espíritu es una capacidad para llenar los bolsillos, tirar a las personas al suelo, manipular las emociones, etc. En el mejor de los casos, el Espíritu es visto como una fuerza

espiritual pero no como una persona divina. Pero también en otros círculos se niegan estas verdades. Pienso en aquellos que, por incredulidad en el poder del Espíritu Santo para regenerar a los muertos espirituales, manipulan el ambiente por medio de la música y la

escenografía para lograr “conversiones”. Si bien los anteriores sobredimensionan la obra del Espíritu, estos la minimizan al extremo.

12 Citado por HANEGRAAFF, Hank, CRISTIANISMO EN CRISIS: SIGLO 21. Grupo Nelson, Tennessee, 2010. Pg. 171.



El apóstol Pablo nos advirtió que algunos pueden llegar con “otro” espíritu y eso es muy evidente en nuestros días. Seguramente mucho de lo que hoy se le adjudica al Espíritu Santo de Dios no proviene en realidad de él. ¿De qué espíritu es? No lo sé, pero sí sé que es de “otro” espíritu porque éstas no son las obras que, de acuerdo con la revelación divina, realiza el Espíritu

Santo. El verdadero ministerio del Espíritu, en palabras de Jesús, es: “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Jn 16.14). ¡Atendamos la exhortación apostólica!: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (I Jn 4.1).

3. Los engañadores tuercen el evangelio bíblico Alguien dijo: “Las sectas tienen suficiente verdad para convencer, pero suficiente error para condenar”, lo cual también podemos afirmar con

respecto a los falsos maestros. Incluso aquí, con el caso de los engañadores

que han entrado encubiertamente, la situación es más terrible aún. Lo digo porque los cristianos hemos aprendido a reconocer fácilmente las sectas, pero aún no hemos desarrollado suficientemente nuestro discernimiento espiritual para reconocer a los falsos maestros. Ellos son escurridizos y camaleónicos, son “políticamente correctos”, es decir, saben qué decir, dónde decirlo y a quién decirlo, son además, descarados. Las iglesias les

han abierto la puerta de par en par de manera que han logrado posiciones estratégicas y de poder. Han llegado a ser “intocables”.

Lo más aterrador del asunto es que con sus falsas promesas están llevando a sus seguidores directo al infierno. Estos falsos profetas están usando el

evangelio como fuente de ganancia y como excusa para hacer falsas promesas. Si algo tuercen estos farsantes es el evangelio. Sin lugar a dudas, esta es la necesaria consecuencia de haber abandonado la revelación bíblica, de torcer el concepto acerca de Dios y de tergiversar la obra del Espíritu Santo.

Con respecto a este asunto, hay tres grandes desviaciones en nuestros días:



- La esencia del evangelio: Pablo afirma en I Corintios 15.1-6 que la

esencia del evangelio es el anuncio de la muerte y la resurrección de Cristo. La muerte de Cristo requiere el anuncio del pecado y sus consecuencias, y de la incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo. La resurrección de Cristo implica el anuncio del perdón de los pecados en la obra salvadora del Señor, el llamado a la fe y al

arrepentimiento, y la presentación de Cristo como Salvador y Señor. Estas son verdades ausentes en los púlpitos de hoy. El evangelio de hoy es algo así como esto: Tienes algún problema que Cristo te puede ayudar a solucionar. Es decir, el problema no es el pecado, la

salvación no es del infierno y el Salvador absoluto no es Cristo. Hay

un problema con el hombre pero no es definido claramente, esto es difuso en sus mensajes, pero el problema no es de carácter espiritual sino material, físico. Cristo no es el Salvador pleno, sino alguien que

te puede ayudar en tus problemas. Y la salvación que se ofrece es de

la pobreza, de la enfermedad, de la maldición generacional, etc., meras banalidades.

- El poder del evangelio: Aquí hay gran confusión. Pablo dice en

Romanos 1.16: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. ¿En qué consiste el poder del evangelio? Llanamente, salvación del pecado y del infierno. La guía

para definir dónde está presente el poder del evangelio es la salvación de los oyentes.

¿En qué consiste el poder del evangelio de nuestros días? Para algunos este poder es demostrado en multiplicación de billetes, en sanaciones, en ruptura de maldiciones, en personas que se caen al piso y gritan frenéticamente, pero que después del culto viven, en palabras de un predicador moderno, “como diablos”. No es poder que

justifica del pecado, salva del infierno y santifica. Pero para otros este poder consiste en estadísticas de manos levantadas, de personas pasando al frente, de tarjetas llenas de nombres. Su poder está en la manipulación de la música y el ambiente, en la capacidad de



manipulación del predicador, pero no en el mensaje fiel y el Espíritu

que regenera. “Teologías” como la del poder de la palabra, la sanidad interior, la confesión positiva, entre otras, tienen en el fondo este empobrecido concepto del evangelio. También aquellas teologías de evangelismo

explosivo, de igle-crecimiento, de llamados al frente y de la decisión del pecador, han reducido al mínimo el precioso evangelio de la salvación.

- La promesa del evangelio: ¿Qué promete el evangelio? “Pero cuantas

cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Fil 3.7-10); “a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col 1.27). La promesa del evangelio es Cristo, él es la perla de gran precio (Mt 13.45-46). El

evangelio promete a Cristo y nos da a Cristo, en él tenemos todas las bendiciones de Dios (II Cor 1.20). Él es hecho para nosotros

justificación, santificación y redención (I Cor 1.30). Pero en los “púlpitos” modernos la promesa que se hace es la

“deificación” del hombre. Tú eres tu mismo salvador, se les dice a los incautos. Además se promete salud, prosperidad, poder. En nombre de Cristo y de su evangelio se hacen promesas que nada tienen que ver con ellos. La cruz de Cristo es el tema ausente. Cristo está fuera de la iglesia.

Hermanos, nosotros lo que no podemos dejar de hacer es predicar a Cristo y su cruz. Ese debe ser el tema constante de nuestros púlpitos, el Cristo todo suficiente, Salvador y Señor. Él es el todo del predicador y debe ser el todo del creyente.



IV. CUÁL ES LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA DE CRISTO

FRENTE A LOS ENGAÑADORES Finalizamos señalando la responsabilidad de la Iglesia frente a los engañadores. Lo podemos aprender de la actitud de Pablo frente a sus opositores en II Corintios 11. Aquí encontramos una actitud con respecto

a la iglesia, una actitud con respecto a sí mismo y una actitud con respecto a los falsos maestros.

1. Con respecto a su actitud frente a la iglesia, son muy dicientes las palabras del versículo 2:

“Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”.

En él hay celo “de Dios”, es decir, que proviene de Dios y que es conforme a Dios. Nos hace pensar en el celo divino expresado en el decálogo, allí se

le llama a Dios, “Dios celoso” (Éx 20.5) Si Dios es celoso de su pueblo,

quiere una relación exclusiva, no lo comparte con nadie más, entonces el apóstol piensa lo mismo con respecto a la iglesia. Pablo se ve a sí mismo como quien presenta la novia al novio y dice que la ha desposado con un solo hombre, Cristo Jesús. Pablo quiere, además, presentar esta novia como una virgen pura. “Cada palabra en este segmento está cargada de significado y ha sido escogida con mucho cuidado. Pablo se presenta a sí

mismo como un padre que ha buscado y ha encontrado un marido idóneo para su hija, que ya está lista para ser desposada. Él es responsable de la

pureza espiritual de la congregación corintia, la cual él desea presentarla a Cristo. El Antiguo Testamento describe a Israel como la novia prometida y a Dios como el novio (p. ej., Is. 54.5; Jer 3.14-15; Os. 2:19). Además, el

Nuevo Testamento menciona con frecuencia la relación espiritual que la novia (la iglesia) tiene con el novio (Cristo) (Mt. 9:15; Mr. 2:19; Lc. 5:34–35; Jn. 3:29; Ef. 5:25–32; Ap. 19:7–9)”13. Todo fiel ministro de Dios debe tener celo por la santidad de la iglesia y

porque ella sea una novia pura para Cristo. La iglesia se aleja de esa pureza cuando va tras ídolos, cuando coquetea con el mundo, cuando su corazón

13 Kistemaker, Simón, CORINTIOS. Pg. 395.



no es íntegro para su único Señor. Debemos tener celo por la esposa de

Cristo y ese celo nos debe empujar a denunciar donde quiera que la infidelidad asome. Hoy presenciamos mucho de esta “fornicación” espiritual promovida por los falsos maestros, quienes llevan de la mano a la iglesia hacia la adoración de los ídolos, a buscar a los dones de Dios y no al Dios de los dones, a la mundanalidad, la codicia, el amor al dinero,

etc. No podemos menos que amar al pueblo de Dios y demostrar este amor por medio de un celo que denuncia la falsedad y el engaño. El amor a la iglesia, después del amor a Dios, es el mayor aliciente que tenemos para no

permitir que falsos maestros sigan tranquilos en medio del pueblo de Dios

(II Cor 11.12). Toda iglesia bíblica debe ejercer disciplina sobre aquellos que enseñan el error en su interior (Tit 3.9-11).

Pero también, tal amor implica misericordia y paciencia hacia quienes

están siendo blanco de las falsas enseñanzas. Es notable la dureza de Pablo con los engañadores, pero más aún su amor y misericordia, la forma tan paciente y paternal como corrige a sus amados hijos en la fe. A los Gálatas les dice: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gál 4.19); y Judas, por su parte, nos advierte: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Jd 22-23).

2. Con respecto a su actitud consigo mismo, el versículo 7 nos dice:

“¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis enaltecidos, por cuanto os he predicado el evangelio de Dios de balde?”

El alto valor que Pablo le daba a su ministerio, que había recibido por encomienda divina, lo empujaba a la denuncia de los falsos apóstoles. Esto es claro frente al hecho de que estos hombres ensuciaban el ministerio

cristiano y el nombre de Cristo. Judas los llama “manchas” (Jd 12) e Isaías nos dice que por causa de ellos el nombre de Dios es blasfemado (Is 52.5). Dejar sin denunciar a los falsos maestros es dejar abierta “de par en par” la



puerta para que el nombre de Dios sea blasfemado entre los no creyentes,

algo que es pan diario hoy. Ser tolerantes con los falsos maestros es tener un muy bajo concepto del ministerio cristiano y permitir que entre los hombres se promueva esto. El ministerio cristiano es el más alto llamamiento que hombre alguno reciba

y, por lo tanto, deberíamos tomarlo con toda seriedad para nosotros mismos y para aquellos que lo manchan. Tan alto era el concepto que Pablo tenía de su ministerio que se humillaba a sí mismo para preservarlo, daba honor y prioridad a sus ministrados y

no cobraba por la ministración. ¡Cuán lejos estamos hoy de esta norma

apostólica! ¡Cuánto mal se ha hecho al nombre de Cristo y al ministerio cristiano! Apreciados hermanos, el amor al Señor que encomienda y al ministerio que nos encomendó debe movernos en la, para nada grata, tarea

de denunciar el error donde quiera que esté.

3. Con respecto a los falsos maestros, el lenguaje de Pablo revela una

dureza sin igual. Podríamos resumir la actitud apostólica para con los falsificadores como “cero tolerancia”, algo muy ajeno al espíritu de nuestros días. Pablo es directo y denuncia: sus falsas enseñanzas, sus obras malignas y sus

satánicas intenciones. En Gálatas, incluso, llega a lanzar un anatema, anunciando así el destino de los tales: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál

1.8-9). ¿Muy duro? Pues no es para menos porque quien predica en nombre de Cristo mentiras y falsedades, comete un gran crimen contra Dios, contra sus oyentes y contra ellos mismos. Contra Dios porque denigran su

carácter santo, contra sus oyentes porque los conducen directo a la condenación eterna y contra sí mismos porque se acarrean el juicio eterno.



Amados hermanos, escuchemos las palabras de advertencia de Juan y

avancemos con el anuncio de la verdad: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (II Jn 7). Finalicemos diciendo que la tarea de denunciar el error es sumamente

necesaria en nuestros días, pero nunca debe reemplazar la tarea sublime para la que fuimos llamados: “(anunciar)… las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (I Ped 2.9). Siempre recordemos que denunciar el error es una tarea interminable; si sembramos la verdad, el error se marchitará. ¡Denunciemos el error, pero sobre todo

prediquemos la verdad!

¡Que el Señor nos ayude!

AMÉN

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