el ensayista como interprete

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    Revista PilquenSeccin Ciencias Sociales Ao VII N 7, 2005

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    EL ENSAYISTA LATINOAMERICANOCOMO INTRPRETE Y FUNDADOR DE NUEVAS REALIDADES

    Por Silvina Celeste Fazio

    CURZA - UNCo

    RESUMEN

    El siguiente artculo se propone abordar un aspecto particular del ensayo referido a la dimensin socialde la tarea del ensayista, en tanto intrprete del mundo y su calidad compleja. Para esto, el anlisis secentra en las reflexiones de algunos escritores latinoamericanos tales como Carlos Fuentes, OctavioPaz, Gabriel Garca Mrquez y Carlos Monsivis. El eje de la propuesta consiste en sealar, especial-mente, el carcter ontolgico de la palabra del ensayista: su capacidad para refundar y resignificar larealidad que indaga. De esta manera, el escritor configura su discurso como un espacio individual conproyeccin social, ya que, gracias a su indagacin subjetiva, propicia la reconsideracin de representa-

    ciones socioculturales que lo incluyen y lo transcienden.

    Palabras clave: ensayo Amrica Latina palabra dimensin social interpretacin creacin.

    ABSTRACT

    The following article proposes to approach a particular aspect of the essay about the social dimensionof the task of the essayist, as interpreter of the world and its complex quality. For this, the analysiscentres on the reflections of some Latin-American writers as Carlos Fuentes, Octavio Paz, GabrielGarca Mrquez and Carlos Monsivis. The axis of the proposal consists of indicating, specially, theontological character of the word of the essayist: his aptitude to re-found and to re-mean the realitythat he investigates. Hereby, the writer forms his discourse as an individual space with social

    projection, since, thanks to his subjective investigation, he propitiates the reconsideration ofsociocultural representations that include and extend him.

    Key words:essay Latin America word social dimension interpretation creation.

    Recibido: 26/03/05

    Evaluado: 06/05/05

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    La escritura constituye, en esencia, siempre un acto relacional, una instancia mediadora entre elmundo, sus interpretaciones y los sujetos protagonistas del orbe social en el que se da lugar esamediacin. El lenguaje es constructor de un horizonte de sentido donde los sujetos y los objetos sereconocen, en un gesto de aproximacin e interpretacin slo posible gracias al poder de tangibilidad einteligibilidad de la palabra. De la compleja y heterognea naturaleza del universo discursivo, me

    limitar a reiterar que las variables de sus formas acaso slo estn dando cuenta de otra naturalezacompleja y mayor: la naturaleza del hombre. De ese intrincado carcter dual, del hombre y suexpresin, rescato un tipo textual considerado un ejemplo de ligazn entre palabra y acto, sujeto yobjeto: el ensayo.

    En esta instancia tendr en cuenta un aspecto particular del gnero referido a la dimensinsocial de la tarea del ensayista, en tanto intrprete del mundo y de su calidad verstil y compleja. Elensayo es, al decir de Jean Starobinski, el gnero literario ms libre (1998:38), condicin quepropicia un tipo de hibridez textual fundada en la apertura y la discontinuidad. En esa atipicidadgenrica slo una premisa es necesaria: el acto de indagacin y reflexin subjetivo del ensayista queconstituye, en s mismo, una relectura personal y renovadora de la realidad. En este sentido, labsqueda de estrategias innovadoras se establece como uno de sus rasgos caractersticos. Al respecto,Georg Luckcs sostiene que al ensayo le es esencial el no sacar cosas nuevas de una nada vaca, sinoslo ordenar de modo nuevo cosas que ya en algn momento han sido vivas. (1985:28) El propsito,

    pues, del ensayista es resignificar el mundo, para decirlo ahora a las luces de un nombrar personal. Lainstancia referencial es violentada, entonces, por la voz de ese nombrar, en tanto la despoja de susignificacin de origen para refundarla segn una nueva y subjetiva interpretacin no slo delreferente, sino, y sobre todo, de lo referido. El ensayista se atreve a nombrar para nombrarse y arenombrarse para fundar lo ya fundado. Este acto constituye un gesto de rebelin contra las formas y,simultneamente, un modo de autoconfiguracin.

    En el caso de Amrica Latina, autores como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Gabriel GarcaMrquez o Carlos Monsivis discurrieron acerca de lo que significa ser latinoamericano, a despecho y acondicin de la voluptuosidad de sus rdenes polticos, sociales y culturales ms notorios. En la diversi-dad y el caos que supone una historia como la de los pases latinoamericanos, espejo sobre espejo, lahibridez cultural se ofrece en concomitancia con la hibridez discursiva del ensayo. En esta lgica de ladiversidad, que texto y vida comparten, se explican muchas de las consideraciones ensaysticas acercade Latinoamrica como problema y se comprende, adems, la asiduidad con la que esa correspondenciase ha hecho efectiva. La eleccin del ensayo como forma textual para indagar sobre problemticas cu-yas implicancias sean ms o menos contemporneas al ensayista, obedece a las propias caractersticasdel gnero: el ensayo no se propone concluir ningn tema, en tanto puede considerar las formas futurasde la revisin, la rectificacin y hasta el error. Si como manifiesta John Skirius [l]os diagnsticos de lasidentidades culturales y los problemas contemporneos han sido casi tan asiduos como sus analistas(1998:17), de este anlisis y de su frecuente manifestacin se infiere que Latinoamrica y su compleji-dad histrica instauran una necesidad constante de interpretacin, un entender el cmo somosdesenmascarado en rigor de una reflexin que, personalsima, se anima a reconfigurarlo. Bajo un nom-bre visible, que es el suyo, el ensayista configura su discurso como un espacio individual con proyeccinsocial. Manuel Cruz Rodrguez seala que frente a la descripcin de la ciencia, que es siempre an-nima, el discurso de lo humano, de lo histrico social, ha de incluir al sujeto. (2000:33) Esa inclusinse da en el ensayo, con la particularidad de que su configuracin obedece a una construccin dual: dis-currir para el otro desde la singularidad de lo propio.

    De los aspectos de la realidad latinoamericana que se tematizan, varios son los que se destacanen relacin con la poco comprensiva mirada que el resto del mundo tiene sobre nuestro continente.Octavio Paz, en el ensayo Amrica Latina y la democracia, sostiene: Desde hace cerca de dos siglosse acumulan los equvocos sobre la realidad histrica de Amrica Latina. Ni siquiera los nombres quepretenden designarla son exactos. Amrica Latina, Amrica Hispana, Iberoamrica? Cada uno de estosnombres deja sin nombrar a una parte de la realidad. (1984:162)

    Lo que Paz confirma, adems de una preocupacin por sumergirse en los asuntos de Amrica La-tina, es la relacin que se establece entre el lenguaje y el mundo. Puede existir lo que no se nombra?Puede hacerlo si no se lo incluye en el decir de la totalidad que es su esencia? En tal caso, lo que me

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    interesa destacar es el trabajo del ensayista, el compromiso de indagacin no slo del mundo y sus re-ferendos, sino tambin del acto mismo de su inquisicin. Jos Miguel Oviedo sostiene que [a]l reflexio-nar sobre un asunto y al hacer su propuesta, el ensayista se cuestiona a s mismo, haciendo del ensayoun doble vehculo de especulacin. (1991:15) Esa autorreflexin del escritor le permite, por otraparte, establecer una continuidad de su propio pensamiento disperso en otros textos, tal como lo hace

    Paz cuando comenta:

    Al comenzar el ao 1980 publiqu en varios diarios de Amrica y Espaa unaserie de comentarios polticos sobre la dcada que acaba de pasar. (p. 185) Los textos no se concibenaislados de la labor interpretativa de su autor, sino como partes constituyentes de un mismo nombrar yun mismo pensar.

    La escritura de indagacin comprende tanto al sujeto como al mundo y esto no puede serreductible a un mero acto de interpretacin referencial y lineal. La tensin entre lo dicho y lopensable, entre lo referido y quien lo refiere, slo se resuelve en el lenguaje como conciliacin designificados. Lo que caracteriza al ensayista latinoamericano es la actitud consiente de su tarea comointelectual en el sentido expuesto hasta aqu, esto es, como intrprete y mediador de la realidad y sulenguaje. Octavio Paz afirma que los intelectuales son ya que no la conciencia de sus pueblos, s susojos y sus odos (p. 176), cuestin que implica la aceptacin de la dimensin social de su discurrir. Laresponsabilidad que le atae en el debate de las ideas se asienta sobre la base de su propia lucidez ycapacidad de indagacin.

    Esta misma aceptacin respecto de las implicancias de la intervencin pblica del ensayistaaparece en Tiempos Mexicanos, de Carlos Fuentes, cuando afirma que los escritores descienden dela capacidad de transformar la experiencia en conocimiento. (1995: 204) Si esa transformacinculmina en la construccin de un saber, la funcin del intelectual esto es escritor, ensayista - sevuelve, necesariamente, pblica y social, ms an si, adems de impartir el conocimiento adquirido,debe construirlo a partir de una lectura reflexiva de la realidad. Reflexin que, por otro lado, es unejercicio posible en el ensayo, lejos de los espacios grises de la neutralidad y protegida por el subjeti-vismo con el que se construyen los ecos de su libertad y digresin.

    Por su parte, Gabriel Garca Mrquez, en el discurso de aceptacin del Premio Nobel de Litera-tura- al que considero un modo sesgado del ensayo, puesto que una vez desplazado del lugar en el queinicialmente fue dicho se presenta como un escenario posible para el debate y la expresin de las ideas-tambin indaga acerca de la realidad latinoamericana, inmersa en una soledad concebida en virtud de

    representaciones equvocas y ajenas. As, seala:La interpretacin de nuestra realidad con esquemasajenos slo contribuye a hacernos cada vez ms desconocidos, cada vez menos libres, cada vez ms

    solitarios. 1 Interpretar la realidad, indagarla, inquirirla, en fin, representarla, son tareas del ensayistaque, al decir de Liliana Weinberg, lo convierten en un gran lector del mundo. (2003: VIII) En esa lec-tura, los ensayistas se preguntan acerca de Amrica Latina: Dnde radica lo latinoamericano?2Qu une y que divide a pases hermanados por las deficiencias de la economa y las gravsimas insufi-ciencias de la poltica?3 [S]on modernas las actuales sociedades latinoamericanas?4 Estamos,ahora, en el tiempo de desintegracin tambin de los estados nacionales?5 Cada una de estas pregun-tas corresponden a ensayos diferentes, su lectura conjunta ofrece un panorama de la preocupacin ycontinuidad temtica de algunos de los exponentes ms notorios del ensayismo latinoamericano.

    Si como afirma Skirius, [l]os novelistas y poetas con frecuencia usan el ensayo en sus diversasformas para expresar un mensaje perentorio con mayor impacto inmediato de lo que pudiera tener unaobra de ficcin o de poesa (pp.29-30), en esa indagacin atenta y subjetiva de la realidad subyace

    siempre un compromiso con el mundo y, ms especialmente, con la sociedad. El escritor sella en laescritura un contrato de inteligibilidad que lo ata a su contexto y que lo condiciona a un ejercicio res-

    1 Garca Mrquez, Gabriel, La soledad de Amrica Latina, tomado de Biblioteca digital Ciudad Seva-www.ciudadseva.com, 15 de septiembre de 20052 Monsivis, Carlos, nclitas razas ubrrimas. Los trabajos y los mitos de la cultura iberoamericana enAires de

    Familia. Cultura y sociedad en Amrica Latina, Barcelona: Anagrama, 2000, p. 1143 ib. Id., p. 1544 Paz, Octavio, Op.cit., p. 1625 Fuentes, Carlos, Op. cit., p. 10

    http://www.ciudadseva.com/
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    ponsable de participacin. En ese acto de responsabilidad respecto del debate de las ideas que pre-senta, su palabra se conforma como un mecanismo visible de representacin, develando la relacinentre los smbolos y los cuerpos que los sustentan o, en otros trminos, entre las realidades discursivasy las propiamente vividas. Es posible asegurar, entonces, que la preocupacin acerca de Amrica Latinay de la problemtica identitaria que concierne a todos los aspectos de su mundo social, obedece a la

    propia naturaleza del continente. A diferencia de otras regiones, aqu han tenido lugar mltiples con-vergencias tanto tnicas como culturales, cuestin que ha dotado al continente de un sello complejo y,en algunos aspectos, indito. El esfuerzo ensaystico se justifica, entonces, por una necesidad externa asu propio despliegue discursivo. Horacio Cerutti Guldberg lo plantea as: si todo estuviera ya acomo-dado... no sera necesario el ensayo. ...Se procura ensayar porque hay demandas que la sociedadest presentando a las cuales los intelectuales no pueden permanecer con odos sordos. (2003: 96)

    La dialctica que el texto y su autor establecen con la sociedad a la que desean proyectarseobliga a develar cules son los mecanismos reales - y textuales - que posibilitan y efectivizan esa rela-cin. Sin duda, esos mecanismos son determinados por el propio lenguaje ensaystico, concebido comoun lenguaje abierto, cuidado, pero sencillo; culto, pero no hermtico. Esta dimensin del lenguajefunda una instancia de apertura permanente en el ensayo, por la cual el sujeto social referido puedeaproximarse, interpretativamente y sin mayores dificultades, a su representacin en el discurso. Oviedoseala al respecto:

    El ensayo habla al hombre en general, al que sabe algo y quiere saber ms. Y como le habla en unlenguaje artstico, no en una jerga impenetrable de especialista, cualquier persona mediana-mente culta o enterada puede disfrutarlo. En este sentido, el ensayo es dialogante, un pensa-miento que quiere ser comunicacin abierta, tanto con el lector como con el mundo histrico alque pertenece. (p. 16)

    El ensayista no es necesariamente un historiador, pero sabe y habla de historia; no es un espe-cialista en economa, pero indaga acerca de aspectos econmicos; el ensayista no es, necesariamente,poltico, filsofo o cientfico, sin embargo, su texto es inclusivo de todos estos campos del conocimientosin la rigidez disciplinaria que a muchos de ellos les compete. Octavio Paz afirma que su reflexin,claro, no tiene demasiadas pretensiones tericas; tampoco es un dictamen: es un simple parecer. (p.162) Interpretar esta declaracin como un mero acto de falsa modestia o como una instancia que limitael campo de accin intelectual es un error, puesto que en este gesto el ensayista ms que delimitar lasposibilidades de su discurrir, las amplifica: si no es un especialista, si no se debe a una rigurosidad detipo cientfica, tiene la libertad de indagar acerca de todo. En este sentido, el ensayo se vuelve unadiscursividad democrtica, ya que declara lo referido como producto de una voz particular, de un pare-cer, instaurando la certeza de que, por tanto, existen otras voces y otros pareceres coexistentes fuera ydentro del texto.

    Si bien la bsqueda estilstica del ensayo, caracterstica de su lenguaje, responde en gran me-dida a la naturaleza literaria del gnero, tambin se establece como una estrategia para suscitar elinters del lector y propiciar un alcance diferente de su reflexin. Un ejemplo lo constituyen los ensa-yos de Carlos Fuentes, los que se destacan por su preciosidad y esteticismo, por el predominio de lametfora y una cuidadosa seleccin lexical: El Dios del Fuego es un nio escupiendo lumbre a cambiode unos cuantos centavos en un cruce de avenida. Pero las parejas se aman ante las murallas de losviejos conventos... y todas las edades del hombre pueden almacenarse en la mirada de un anciano

    pueblerino. (p.211) Referir la realidad con el lenguaje de los poetas apunta a la conquista de unaatencin diferente por parte del lector; el mundo se renueva significativamente en esas palabras; el

    ensayo confirma la posibilidad de ligazn entre lo esttico y lo conceptual. Lo que caracteriza a la pa-labra ensaystica es su capacidad para persuadir sin la obligatoriedad de demostrar. La significacin seconstruye en el espesor de una simbologa esttica, no en la bsqueda de la verdad. La verdad, para elensayo, no es otra cosa que una presentacin personal y subjetiva de ideas que no pretende ser verifi-cable, sino creble. Al servicio de esta credibilidad es que aparecen los juegos con el lenguaje, las im-genes, las repeticiones; esos mecanismos, adems de dar cuenta del universo de pensamiento del ensa-yista, se proponen que ese universo sea comprendido y aceptado por el lector.

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    Mara Elena Arenas Cruz plantea que la expresividad del texto ensaystico es, a la vez que unafuente de placer, una fuente de conocimiento y un factor de la persuasin. (1997: 360). El objetivo delensayista es que el lector participe de su universo personal de ideas; el uso creativo del lenguaje, suextraeza formal y semntica, supone una superacin de la palabra cotidiana. Este hecho establece unlazo de complicidad entre el autor y el lector de un ensayo, puesto que lo referido se torna, a fuerza de

    estilo, original y esa originalidad slo es comprendida si se comparte un mismo horizonte de significa-cin. Esta complicidad de lectura que suscita el ensayo encierra, en s misma, una estrategia de persua-sin: el lector al reconocerse aliado del ensayista ya no puede permanecer neutral frente a lo que senombra. Fundada en la bsqueda de credibilidad, aunque figurada, la palabra del ensayista siempreintenta ser reconocida como natural; el artificio develado atentara contra la pretendida verosimilitud.Lo destacado, sin embargo, es que el estilo siempre desnuda una manera de nombrar; la palabra delensayo particulariza y otorga nuevas formas al mundo referido y, simultneamente, presenta a quien lorefiere.

    En el proceso de simbolizacin de la realidad, el ensayista tuerce la arbitrariedad del signo se-gn su propia disposicin interpretativa. Con esto, propicia la reconsideracin de representaciones so-ciales y culturales que lo incluyen y que lo trascienden. En esa superacin de s mismo se enlazan lasconciliaciones que lo ligan con otros discursos y con el propio lector, ste ltimo inscripto en la duali-dad convocante de sujeto interpretador y sujeto referido. Pensar en diversos ensayos latinoamericanos

    significa recuperar el concepto de palabra como instancia de creacin. Ese carcter ontolgico quedeviene del ejercicio de nombrar, en el caso del ensayo imprime, junto con la letra escrita, la firma desu autor. El ensayista dice al mundo dos veces, en tanto recupera lo que ya otros han dicho sobre l,pero en ese re-decir del mundo y de las cosas, y por la impronta de su subjetividad en la textura, lodicho se nombra distinto, lo dicho ya es lo otro. Los escritores latinoamericanos han confirmado, enesa otredad de lo propio que conforma el espacio ensaystico, la naturaleza pblica de su voz.

    La dimensin social del ensayo se asienta sobre las bases mismas de su nombrar. El ensayistaauspicia, a partir del trabajo subjetivo con el lenguaje, la renovacin de un mundo ya referido, al quese lanza con el propsito de refundar. Su palabra es creacin e interpretacin, inquisicin y compro-miso, en un claro gesto poltico de renovacin y apropiacin de sentidos, que resignifican el devenir y lapermanencia de los espacios socio- culturales. La visibilidad del mundo y su inteligibilidad slo es posi-ble en esa poltica escrituraria de los nombres, en ese espacio ensaystico que los recoge con libertad, ydonde mundo, vida y hombre se constituyen bajo la fluidez personalsima de un nombrar siempre dis-tinto, siempre renovado. El ensayo se establece, en este sentido, como una de las formas ms sensatasde aproximacin a la complejidad del mundo y a sus diversos esquemas de entendimiento. El ensayista,como un experimentador de esos esquemas, se orienta siempre hacia la bsqueda de nuevos horizontesde interpretacin. Por esto, pensar la escritura como un ejercicio fundacional es reconocer en los ensa-yistas una labor comprometida de resignificacin de realidades, que, para el caso de Amrica Latina ybajo las circunstancias de su naturaleza y diversidad, constituyen un gesto social de preocupacin ycreacin constantes.

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    OBRAS CITADAS

    Arenas Cruz, Mara Elena, Construccin textual del ensayo en Hacia una teora general del ensayo.Construccin del texto ensaystico, Cuenca: Edic. Universidad de Castilla- La Mancha, 1997.

    Cerutti Guldberg, Horacio, El ensayo como mtodo de nuestros maestros inmediatos en LilianaWeinberg (ed.) Ensayo, simbolismo y campo cultural, Mxico: Universidad Nacional Autnoma deMxico, 2003.

    Cruz Rodrguez, Manuel, Tiempo de narratividad (el sujeto, entre la memoria y el proyecto) enAnlisi. Quaderns de comunicaci i cultura N 25, Barcelona: Biblioteca de publicacions digitals de laUniversitat Autnoma de Barcelona, 2000.

    Fuentes, Carlos, Tiempos mexicanos en Nuevo Tiempo Mexicano, Mxico: Aguilar, 1995.

    Lukcs, George, Sobre la esencia y forma del ensayo en El alma y sus formas, Mxico: Grijalbo, 1985.

    Oviedo, Jos Miguel, Naturaleza y orgenes de un gnero en Breve historia del ensayo hispanoameri-cano, Madrid: Alianza Editorial, 1991.

    Paz, Octavio,

    Amrica Latina y la democracia

    en Tiempo Nublado, Buenos Aires:Sudamericana/Planeta, 1984.

    Skirius John, (compilador), Este centauro de los gneros en El ensayo hispanoamericano del siglo XX,Mxico: F.C.E. 1998.

    Starobinski, Jean, Es posible definir el ensayo? en Cuadernos hispanoamericanos 575, mayo 1998.

    Weinberg, Liliana (editora), Presentacin en Ensayo, simbolismo y campo cultural, Mxico:Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2003.