el esqueleto del dragon de raul perez lumbiarres

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  • 1

    NDICE

    1. Mi nombre es ....................................................................................................... 3

    2. El Guardin de Secretos. ....................................................................................... 6

    3. Entrenamiento en las alturas ................................................................................. 13

    4. Tres encuentros ....................................................................................................... 23

    5. El navegante del ro elico ..................................................................................... 31

    6. Arushta, la ciudad sin calles .................................................................................. 38

    7. El anillo de Shag-Laah ........................................................................................... 51

    8. Viaje en Ikibi ........................................................................................................... 56

    9. La Prisin Andante ................................................................................................. 64

    10. La gran batalla del pequeo hroe ...................................................................... 76

    11. Madre no hay ms que una .................................................................................. 81

    12. El bosque de las espadas ...................................................................................... 85

    13. El templo de las cien puertas malditas ............................................................... 93

    14. El resurgir de Nhord-Ghart ................................................................................ 105

    15. La transformacin de Even ................................................................................ 111

    16. Elfinal? ............................................................................................................. 117

    Eplogo ......................................................................................................................... 122

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  • 2

    EL ESQUELETO DEL DRAGN (PRLOGO)

    La explosin destroz la gigantesca puerta levantando una nube de polvo. Los

    dos guardianes agarraron con determinacin sus lanzas, preparndose para lo peor;

    saban que cualquiera que fuera capaz de entrar a la fuerza en la Cmara de las Armas

    Prohibidas resultara un adversario imposible de derrotar.

    La humareda se abri de repente dejando paso a una mujer de rostro sereno y

    plido, ligeramente azulado, labios morados y pelo corto y blanco, con una chaqueta

    gris estilo militar que le llegaba hasta los tobillos.

    E Even Axracs! grit uno de los guardianes procurando que no se le notara el temblor en la voz.

    La intrusa, ignorndolos por completo, cruz por delante de ellos con ritmo

    pausado y decidido. Ms asustados que indignados, los dos guardianes atacaron a Even

    por la espalda con sus lanzas; antes de que las hojas de metal la alcanzaran, ambos

    cayeron fulminados en el acto.

    Even, sin ni siquiera detenerse a pestaear, continu avanzando hacia el fondo

    de la sala donde se hallaba un escudo tres veces mayor que ella con forma de medio

    crneo alargado, rodeado de una columna de luz anaranjada y custodiado por otro

    guerrero alto y musculoso con un hacha en cada mano que sonrea nervioso:

    Eres buena. No obstante, te equivocas si crees que conmigo te

    Aparta orden la mujer poniendo su mano en el costado de aquel hombre y lanzndolo contra una pared, en la cual se comenta que sigue empotrado.

    Tras eliminar la energa que lo protega, Even agarr el escudo con suave

    firmeza. Una pieza ms y habr completado al Dragn, pens mientras un gigante gordo y barbudo se le acercaba por detrs.

    Me alegro que hayis obtenido lo que buscabais, mi seora dijo el gigante, pero ella no le hizo mucho caso. No estara satisfecha hasta que no se apoderara de la

    ltima arma. Y saba en qu planeta se encontraba; slo era cuestin de tiempo. Disculpe que la desanime, mi seora, pero he odo que Her Kraizent acaba de

    trasladarse a ese planeta. Sospecho que no se trata de una mera coincidencia.

    No importa solt sin mostrar ninguna emocin. Nadie, ni siquiera el Guardin de Secretos, me impedir resucitar a Nhord-Ghrat.

  • 3

    CAPTULO 1 (MI NOMBRE ES)

    Eh, t! Niata cuatro ojos!

    Sin duda se referan a m, as que gir la cabeza. Una chica de dos cursos por

    delante del mo pero cuatro aos mayor y con pinta de macarrilla me sealaba con el

    dedo adoptando una pose amenazadora; la acompaaban tres seguidoras que no tardaron

    en rodearme.

    Venga, prstame algo me dijo la lder hurgndome los bolsillos de la chaqueta y de los tejanos. Bah, eres una pobretona. Es que no llevas ni un cntimo encima o qu?

    Es que mis padres no me dejan traer dinero intent justificarme. Aunque no saba por qu tena que hacerlo, saba que tena que hacerlo.

    La chica empez a rerse bien fuerte y las otras la imitaron.

    Menuda criaja! Con tus doce aitos yo ya iba en moto con mi cadenita de plata y t no luces ni un triste reloj. O es que ya te lo han robado?

    Y siguieron burlndose mientras me daban algn que otro empujn y palmaditas

    ms fuertes que suaves en la nuca. Ya me he acostumbrado a que me avasallen a la

    salida de la escuela, pero era la primera vez que lo hacan en el patio. Cuando crea que

    ya haban acabado conmigo, la lder volvi a ponerse seria y me pidi el bocadillo de

    foagrs que casi colgaba de mi mano. Sin esperarse a que se lo acercara, me lo quit, lo

    mir con desprecio y me lo tir por la cabeza.

    Das asco, niata. No tienes de bueno ni el bocata.

    Y se largaron por fin a por otra vctima. Yo me qued ah de pie sin saber muy

    bien cmo reaccionar. En realidad deseaba que alguien se interesara por m, pero nada.

    Me acerqu a la fuente y me limpi el cabello, ms que pringoso por culpa del pat.

    Cuando quise darme cuenta, mis compaeros ya se haban ido; la hora del patio se haba

    terminado y ninguno de ellos se molest en avisarme.

    Al regresar a la clase, la profe me ri por llegar tarde y hecha un asco y,

    cogindome de un brazo, me arrastr hacia mi mesa llamndome desastre con patas; como es natural, los dems se rieron. Y para rematar el da, repartieron las notas del

    ltimo examen; peor de lo que esperaba, y eso que me esperaba una nota muy mala.

    Aquella tarde no me apeteca volver a casa; con todo lo que me haba pasado

    slo me faltaba escuchar la bronca de mis padres. Tampoco es que hubiera sido un da

    muy diferente a los dems, la verdad, pero estaba harta. As pues, nada ms salir del

    cole, hu caminando en direccin contraria a la habitual con la vista clavada en el suelo.

  • 4

    Al cabo de un buen rato fui a parar a un barrio que no conoca. Ya anocheca

    cuando, dentro de un supermercado a oscuras y con la verja cerrada, vi unas sombras

    que se movan con rapidez de un lado para otro. Por curiosidad, o quiz porqu

    necesitaba distraerme con algo, me asom por uno de los ventanales. Unas ocho

    personas manejaban cables y ordenadores, pero apenas los distingua debido a que casi

    no haba luz. Al principio cre que rodaban una pelcula ya que hablaban de enviar a no

    s quin a otra dimensin, aunque cuchicheaban tan bajito que yo no les entenda muy

    bien.

    Entonces montaron sobre un carrito de la compra a una persona ms pequea

    que yo pero con los ojos amarillos y relucientes y lo lanzaron contra otros veinte

    aparcados. Al chocar, el cuerpo de aquel ser se desvaneci, transformndose en una

    corriente elctrica azulada que recorri los carros hasta desaparecer del todo. Me agach

    lo ms deprisa que pude. Se han cargado a un extraterrestre o ha sido un efecto especial de esos?, pens.

    Mientras le daba vueltas al asunto les o felicitarse entre s y recoger los trastos.

    De repente, y sin darme tiempo a largarme de ah, abrieron la verja y salieron por la

    puerta que yo tena al lado; se trataba de un grupito de chicos de unos quince aos. No

    saba dnde esconderme, as que me sent pegada a la pared apretando mis piernas

    contra el pecho convencida de que me iban a pillar. Por suerte siguieron en lnea recta

    para cruzar la calle y yo aprovech para meterme a gatas en el sper antes de que a

    alguno de ellos se le ocurriera mirar atrs.

    El corazn me lata a mil por hora y no me atreva ni a pestaear, sentada debajo

    de la caja registradora. Tranquila, Astrid, me dije a m misma, seguro que rodaban una peli para el insti o algo as. Adems, ya se han ido. Fue cuando escuch el ruido de uno de ellos acercndose. Contuve la respiracin hasta que me di cuenta de que haban

    bajado la verja; conmigo dentro, claro. Genial. Y ahora cmo salgo de aqu?. Tampoco es que tuviera muchas ganas de volver a casa, pero... pero no era plan de

    tirarme la noche entera ah, y vaya, que mi estmago ya empezaba a protestar.

    Cuando reun el suficiente valor como para levantarme y echar un vistazo fuera,

    ya no se vea ni un alma. Soy tonta. En cuanto abran el sper maana y me descubran aqu, me va a caer una buena. Eso sin contar con el discursito que me van a pegar pap

    y mam; sobre todo pap.

    Los ojos en seguida se me acostumbraron a la oscuridad y me li a buscar el

    modo de salir de all. Nada; todas las puertas me las encontraba cerradas y bien

    cerradas. Y por culpa de la verja, romper el cristal sera una prdida de tiempo.

    Me rend y me cog un par de bolsas de patatas fritas. Al menos de hambre no me voy a morir. Cuando ya me acababa la segunda, me fij en los carritos de la compra que haban utilizado aquellos chicos para... para lo que fuera; todava brillaban con un

    resplandor azulado. Camin poco a poco hacia ellos y senta como si me atrajesen de

    alguna manera; de hecho mis cabellos se movan hacia delante sin que hubiera ninguna

    corriente de aire. Esto es absurdo, me repeta a m misma acercndome cada vez ms, si sigo as lo nico que voy a conseguir es un calambrazo de los buenos. Sin embargo no lo poda evitar. Dej caer la bolsa de patatas al suelo y agarr con las dos manos la

    barra del mismo carrito que usaron los chicos para su experimento. Al instante not una

  • 5

    fuerza que me arrastraba hacia la nada y un impulso elctrico tan potente que perd el

    conocimiento.

    No s si transcurrieron unos segundos o unas horas. El caso es que, al abrir los

    ojos, me vi tumbada boca abajo en medio de un prado rodeado de rboles enanos, de mi

    altura ms o menos, y adems era de da.

    Pero... pero dnde... dnde diablos...? balbuce como si alguien me fuera a contestar.

    No tuve tiempo de nada ms, ya que se me plant justo en mis narices una araa

    roja ms grande que mi cabeza pero con boca de rata y dos patas que parecan guantes

    de boxeo. Paralizada por el susto, yo no saba cmo reaccionar ante una cosa tan rara

    que danzaba de un lado para otro ensendome los dientes.

    Entonces me di cuenta de que haba algo debajo de mi barriga que se retorca

    queriendo salir. Me apart hacia un lado y un ser de un palmo de longitud con cuerpo de

    lagartija y cabeza de cobra se me encar furioso. Encima eso!

    Intent retroceder medio-sentada, vigilando a los dos bichos que me acorralaban

    cada uno por un lado mientras el cuerpo me temblaba sin parar. De repente la lagartija-

    cobra salt hacia m y me llev los brazos a la cara. Como no pasaba nada, los baj con

    cuidado y vi una mano humana metida en un guante negro con un smbolo bordado en

    forma de ciudad flotante rodeada por dos aspas; haba agarrado al animal, el cual se

    retorca luchando por liberarse.

    Levant la mirada poco a poco. Aquella mano perteneca a una persona normal,

    aunque ms alta y corpulenta de lo que yo estaba acostumbrada a ver; vesta un

    uniforme militar azul oscuro, con pantalones lisos y chaqueta con medallas, en cuya

    gorra se dibujaba el mismo emblema que en los guantes. No fue hasta que empez a

    hablar que supe que se trataba de una mujer:

    Te esperaba dijo lanzando a aquella bestia bien lejos. Sin embargo, no calcul que fueras tan pequea.

    Ah, v-v-v-vale respond sin tener ni idea de qu iba la cosa; pero claro, todava quedaba la pedazo de araa acosndome. Le... le importara apartarme tambin esa... esa boca con patas?

    No te preocupes. Las araas boxeadoras no son venenosas. Si no la molestas te dejar en paz me coment ayudndome a levantar. Soy Arben Naira, General del Ejrcito de la Gran Ciudad. Y t? Cmo te llamas?

    Primero me sorprend que me lo preguntara; luego sonre despus de mucho

    tiempo que no lo haca.

    Mi nombre es Astrid.

  • 6

    CAPTULO 2 (EL GUARDIN DE SECRETOS)

    2-1

    Yo caminaba detrs de la General por un sendero rocoso procurando sin mucho

    xito detener el viento con las manos para que no me molestara tanto. Suerte que hoy no llevo falda, me dije apartndome los cabellos de la cara. A un lado se encontraba el bosque de rboles enanos que ya haba visto al aterrizar y en el otro, detrs de un

    precipicio, un mar violeta bastante agitado y repleto de unos palitos verdes con una bola

    en la punta del tamao de una pelota de ping-pong. Primero pens que se trataba de

    alguna especie de planta marina, pero en seguida me di cuenta de que eran... ojos!;

    sobre todo cuando uno de ellos me clav la mirada. Entonces, como una oleada, el resto

    tambin se gir hacia m siguindome los pasos hasta que se cansaron y se fijaron en

    otra cosa.

    Y... Y eso? pregunt sealando aquellos bichos.

    Eykerls. Nada que deba preocuparte respondi la General en un tono seco y sin aflojar el ritmo.

    Yo... yo jurara que de esto no hay cerca de mi casa, me dije sin acabarme de creer que realmente me haba metido en otro mundo. La verdad es que no estaba segura

    de nada y encima no haba manera de que la General me lo aclarara; yo le peda una y

    otra vez que me explicara qu haca yo aqu, a dnde nos dirigamos y qu haba

    querido decir antes con aquello de que me esperaba y ella siempre me contestaba:

    Paciencia, Astrid. Cada cosa a su momento.

    Pues vale. Y siempre sopla tan fuerte el aire en este sitio? coment ms que nada para hablar de algo.

    No. Este clima irregular lo hemos provocado nosotros por error. Nuestra ciudad se acerc demasiado a este planeta.

    Bueno, ya basta. Ahora s que me he perdido protest poniendo cara de no entender ni jota. Ella se limit a darme unos prismticos y me seal el firmamento.

    Pero dud. El Sol no me quemar los ojos?

    Esa estrella no se llama Sol sino Ademrdena. Por otra parte, los binoculares incluyen un filtro.

    Me sub las gafas en la frente y me coloqu aquel aparato ante los ojos; las lentes

    se adaptaron a mi vista y vi con perfecta claridad una ciudad espacial alejndose.

    Es tan grande como la luna de La Tierra me dijo acercndome la mano. Le devolv los prismticos; ella los estir y quedaron plegados como si fuera una lmina de

  • 7

    hierro y se los guard en el bolsillo de la chaqueta. Hemos venido a solucionar unos asuntos. Cuando te presente a Kraizent, el Guardin de Secretos, ya lo comprenders.

    S, ya; cada cosa a su momento la imit.

    Pero ella no me hizo mucho caso y seguimos caminando en silencio. Al menos

    ya tena claro que me encontraba muy pero que muy lejos de casa. Lo que no tena tan

    claro era cmo me las iba a arreglar para volver, aunque me imagin que quizs el tal

    Kraizent lo deba saber y que por eso bamos a verle.

    Mientras le daba vueltas al asunto llegamos a un edificio amurallado enorme,

    como seis veces mi cole y eso que el mo no es de los pequeos. Se trataba de una

    especie de palacio a medio camino entre un castillo medieval y un templo chino o

    japons, pintado de colores suaves y con adornos de tela sencillos pero bonitos.

    La puerta, ms oscura que el resto, la formaban un millar de barrotes de metal

    que se retorcan, de manera que no dejaban pasar ni una aguja. Al situarnos delante, los

    barrotes se movieron, replegndose en todas direcciones y ocultndose. Nada ms

    cruzar volvieron a surgir, enroscndose entre s hasta que no pudieron ms. Si pilla a alguien en medio, no lo cuenta, pens.

    Entre la muralla y el templo, al cual se acceda subiendo unas escaleras, haba un

    patio repleto de personas; bueno, eso de personas es un decir, ya que muy humanos no

    se vean, la verdad. Los que ms destacaban eran unos gigantes que parecan los hijos

    de pap King Kong y mam Godzilla y tambin otros tres, alargados y con una neblina

    oscura que les rodeaba; e incluso uno con pinta de masa de pelos, ms alto que un

    jugador de bsquet y con dos dientes enormes hacia abajo, como los de una morsa. Eso

    s, la mayora slo llamaban la atencin por ser muy musculosos y por llevar ropas de

    guerreros de toda clase: desde pieles hasta armaduras. Vaya, que impresionaban

    bastante. Lo peor de todo era que no paraban de observarme de arriba abajo como si

    fuera yo la rara.

    Y esta... gente? susurr pegndome a la espalda de la General. Qu pintan aqu?

    El Guardin de Secretos tambin es el mejor maestro de artes combativas que existe. Y ellos, la mayora grandes luchadores, han venido para que Kraizent les adiestre

    o les aconseje sobre cmo mejorar sus tcnicas.

    No le di mucha importancia hasta que, al subir por las escaleras, escuch algunos

    insultos que pronto se convirtieron en un abucheo brutal por parte de casi todos aquellos

    seres; algunos me amenazaban con matarme o cosas peores y otros empezaron a tirarme

    comida. Ni las abusonas de la escuela me haban tratado as.

    Cmo se atreve esa niata humana a adelantrseme a m, el gran Serraibmul?! gru uno.

    He esperado durante veinte das una triste audiencia y ahora no merezco semejante ultraje! protest otro en un tono desafiante.

  • 8

    Fue cuando entend el motivo de aquellas miradas asesinas. Aunque tampoco era

    para ponerse as; vale, me haba colado, pero yo no tena la culpa.

    Segu a la General intentando ignorarles hasta que un bol lleno de una masa

    verde y grasienta me golpe en la cabeza, dejndome toda pringosa y el patio entero

    estall en una carcajada. Yo ya no lo soport ms. Me par y not cmo se me

    escapaban las lgrimas, se me hizo un nudo en la garganta y me ca de rodillas.

    Entonces la General me alarg la mano y me ayud a levantarme.

    Vamos, Astrid, en pie. Tienes que ser ms valiente o no podrs cumplir tu misin.

    2-2

    Cruzamos la puerta del templo y las de unas cuantas salas ms; bueno, en

    realidad lo que se dice puertas no haba por ningn lado. Las habitaciones, con paredes

    rojizas y columnas redondas, eran un tanto oscuras y tan idnticas entre s que por un

    momento hubiera jurado que caminbamos en crculo. Tras atravesar ms de veinte,

    llegamos a una ms grande y ms alta llena de cortinas y con luz natural que vena del

    techo, situado como a unos diez pisos hacia arriba.

    Yo ya me haba tranquilizado un poco, sobre todo gracias a la General que me

    limpi el cabello en una fuente. Eso s, la sensacin de inquietud todava me duraba; al

    fin y al cabo ignoraba que sera de m y ms despus de haber escuchado eso de la misin. Y encima por ms que se lo preguntara ella no soltaba prenda.

    Suspir y me fij en que al fondo de aquella sala haba un hombre gigantesco; yo

    le deba llegar por la rodilla. Su traje lo cubran unas cadenas sujetas con un enorme

    candado en el pecho. De su cabeza, tapada por una capucha, slo se le vea la cara: una

    masa oscura como un Universo sin estrellas, excepto sus pupilas, similares a dos

    pequeas galaxias. Conversaba con un tipo un peln ms alto que yo envuelto en una

    sbana roja con dos agujeros para los ojos; pareca un idiota disfrazado de fantasma

    cutre.

    Quin es el fantoche de la manta? le susurr a la General.

    A pesar de que lo dije lo ms bajo posible aquello retumb como un eco. El

    pequeajo se gir hacia m y, con una voz potente pero amable, habl:

    Soy Kraizent, Guardin de Secretos de la Gran Ciudad. Y t eres?

    Yo era una tonta que se haba quedado muda y a cuadros. Por suerte la General,

    haciendo una reverencia, contest por m.

    Os presento a Astrid. Edad, doce aos. Una nia humana del planeta Tierra.

    No me gust que me llamara nia, y menos que lo recalcara tanto, pero como me

    haba sacado del apuro me lo call. Kraizent, tras darme la bienvenida, nos pidi que

    nos esperramos un momento y volvi junto al gigantn.

  • 9

    Minutos ms tarde, cuando el otro ya se haba marchado, Kraizent se me acerc.

    A pesar de que iba tapado de la cabeza a los pies sus ojos eran muy expresivos y se

    notaba si sonrea o no slo con mirarlos. Para romper el hielo Kraizent me coment que

    aquel hombre o lo que fuera haba venido para pedirle consejo sobre cmo combinar la

    Tcnica de las Cadenas Circulares con su Cuerpo del Vaco; la verdad es que si me

    hubiera contado que buscaba una receta para cocinar un pollo con sabor a merluza

    tambin me lo habra credo.

    Qu? me solt de repente en un tono alegre. Sorprendida por mi aspecto?

    Pues s reconoc con la cabeza medio agachada, pero no de la manera que me esperaba.

    l se ri; segn me dijo, todo el que vena a visitarlo pensaba lo mismo, aunque

    pocos se atrevan a decrselo.

    El Guardin de Secretos tambin debe permanecer en secreto aadi.

    Y no se lo ocurri otra cosa que liarse una sbana por encima? murmur; pero en aquel sitio hasta el ms pequeo susurro se oa como un trueno.

    Otra vez me qued de piedra y colorada y de nuevo Kraizent se lo tom bien. Me

    explic que su traje era obligatorio para el que ocupara su puesto y claro, al ser una

    tradicin de decenas de miles de aos, haba perdido aquel efecto intimidante de antao; vaya que haba pasado de moda.

    Adems continu, el anterior Guardin perteneca a una raza de seres altos y corpulentos y le sentaba mucho mejor que a m.

    Bromeamos los dos durante un ratito ms y me ayud a relajarme un poco, hasta

    que la General nos interrumpi advirtiendo a Kraizent que quiz no resultaba una buena

    idea. Que no es buena idea el qu?, me pregunt.

    Ahora no, General la hizo callar Kraizent con un gesto algo brusco. Lo primero son las necesidades de Astrid.

    Y me anim a que le consultara lo que yo quisiera. Yo, tras dudar un poco, le

    solt lo tpico:

    Don... dnde estoy? Lo siento, ya s que suena un poco tonto.

    No es preciso que te justifiques. Es una duda muy comprensible. Tratar de simplificar la respuesta al mximo.

    No tard en arrepentirme ya que Kraizent se enrollaba como mi profe de

    historia, que no para de hablar desde que entra por la puerta de clase hasta que sale. No

    es que no fuera interesante, pero con lo aturdida que me senta despus de llegar a un

    lugar tan extrao de sopetn, ya slo me faltaba una avalancha de palabras:

  • 10

    El Universo se divide en cuatro planos de existencia superpuestos, en uno de los cuales se encuentra el planeta Tierra y lo que veis a travs de vuestros telescopios.

    El caso es que tu dimensin y la nuestra se unen mediante portales espacio-temporales

    que se abren al azar. Y aunque yo no los dirijo, s que los vigilo todos. Cuando he

    notado tu presencia te he atrado lo ms cerca posible de aqu.

    S, vale, pe...

    Nuestro mundo en concreto lo componen varios miles de planetas con vida, el sesenta por ciento de los cuales posee civilizaciones ms o menos avanzadas. Ahora

    mismo nos hallamos en El Planeta de los Mil Lagos, el cual carece de una especie

    inteligente original; sin embargo los primeros en llegar fueron los Colmillos Negros,

    una raza guerrera que se asent en la zona clida del planeta y han sido testigos de cmo

    otras razas ocupaban el resto de regiones.

    Es que yo lo nico que...

    Hablando de razas: ya te habrs percatado de que la mayora presentamos un aspecto bastante parecido al tuyo. De hecho se cree que casi todos nosotros

    descendemos de humanos que alcanzaron esta dimensin hace millones de aos por

    razones que an se desconocen; en realidad muchos consideran el planeta Tierra un

    simple mito, conocido por el pueblo llano como El Hogar Original. Como es obvio

    notars diferencias, tanto en algunas particularidades fsicas como culturales; no

    obstante, en lo bsico casi todos somos iguales. Ayuda bastante el hecho de que

    dispongamos de un sistema de traduccin. No te voy a aclarar cmo funciona, pero s

    que traduce incluso las frases hechas o las expresiones faciales.

    Eso est muy bien. Lo que pasa es que...

    Por otra parte, y quiz esto sea lo ms chocante para ti, somos muchos los que dominamos la energa. Llmalo magia o cmo te apetezca. Los hay que superan sus

    capacidades fsicas, disfrutando de una fuerza y agilidad sobrehumana, y los hay que

    controlan los elementos; es como aprender una profesin como otra cualquiera. Los ms

    expertos incluso poseemos la capacidad de frenar nuestro envejecimiento. Yo, por

    ejemplo, y segn tu registro de tiempo, cumpl los seis mil a...

    Que yo slo quiero volver a casa!!

    Y por fin call. Me supo mal, pero a m ya me sala humo de las orejas. Kraizent

    me mir un momento y luego solt:

    Fcil de decir. Difcil de hacer.

    Y me cont, sin darme tiempo a digerir todo lo anterior, que l me poda abrir un

    portal hacia la Tierra, pero que no saba a qu pas o en qu poca ira yo a parar, por

    unos problemas con el espacio-tiempo y etctera. Resumiendo, que yo necesitaba una

    especie de calibrador que me permitiera regresar al punto exacto del que sal.

    Ya dije temindome lo peor. Y ese calibrador o lo que sea lo protege un monstruo gigantesco, no?

  • 11

    No exactamente. El problema principal reside en que existe otra persona que lo busca: una mujer llamada Even, una guerrera y maga bastante peligrosa. Sera grave

    si ella consiguiera semejante arma. Y como ya posee el resto de...

    Disculpe, Kraizent nos interrumpi la General. Si me lo permite...

    Ahora no, General respondi l lanzando una mirada asesina que la dej tiesa, para despus seguir como si nada comentndome que aquel calibrador se trataba

    de una espada llamada La Costilla del Dragn, capaz de rasgar el espacio-tiempo o algo as.

    Perdone, pero... yo ya no saba si aquello iba en serio o no. Eso significa que he de luchar contra la tal Even para volver a casa?

    Es muy probable, s reconoci Kraizent como si eso fuera lo ms normal del mundo.

    Pero... bueno, no es por nada, verdad?, pero a m eso de enfrentarme con ella... pues como que no. Y aunque me encantara la idea yo soy incapaz de ganar a una

    guerrera y maga y no s qu ms.

    No sufras por ello insisti Kraizent. Te entregar parte de mi energa y te ensear a utilizarla. De esta manera, conjurars hechizos y...

    Por qu yo? por fin me sali la pregunta que quera realizar desde el principio. Qu tengo yo de especial?

    Y es que aquello no me pareca lgico; lo ms razonable era que Kraizent o la

    General o cualquiera de los luchadores que esperaban en el patio se pelearan con esa

    Even y no yo. Kraizent me contest que cuando yo utilizara La Costilla del Dragn

    para regresar a mi planeta sta se quedara atrapada entre nuestros dos mundos, donde

    Even jams llegara a alcanzarla; o sea, que a los dos nos interesaba. Luego aadi que

    me acompaara en el viaje un tal Zechnas que me hara de guardaespaldas; eso ya me

    gust ms.

    Si optas por afrontar la misin, empezars tu travesa en el momento en que Zechnas se encuentre disponible; o sea, dentro de diez das.

    Diez das!, me alarm, diez das en este mundo de locos. Pero, por otra parte, quiz estara bien tomarse unas vacaciones de mi vida normal, que tampoco era

    una maravilla. Eso sin contar con que si sala del templo, aquella gente de antes me

    destrozara sin piedad. De todas formas eso no me importaba tanto como que despus

    me tocara embarcarme en una aventura con toda la pinta de ser muy peligrosa. Esos

    diez das me serviran para pensar con calma qu deba hacer; en ese momento me

    senta demasiado confusa y agobiada.

    Bueno dije resignada. No me sobran opciones precisamente, as que... acepto.

  • 12

    Sabia decisin se alegr Kraizent, acallando de nuevo las quejas de la General. Primero, tras recoger a Zechnas en el valle Lvesdysn, te dirigirs a Cirnaria para tomar un transporte hasta Arushta, donde Nebral Zhar...

    Un... un momento, por favor le interrump llevndome las manos a la cabeza. Que con tanto nombrecito raro me va a estallar el cerebro.

    Cierto, no haba cado en ese detalle asinti Kraizent como si hubiera previsto mi reaccin. En ese caso, a parte de Zechnas te acompaar un gua. Ya elegiremos a alguno de ah fuera, te parece bien?

    S, mejor suspir aliviada. Y qu voy a hacer durante estos diez das?

    Entrenarte, por supuesto.

    No me imagino qu cara puse, pero Kraizent en seguida me record su promesa

    de ensearme magia y claro, para manejarla bien necesitaba entrenamiento. La General

    sera la responsable de prepararme para... para lo que fuera. Bueno, no puede ser peor que ir a clase, me intent animar.

    Una vez cerrado el trato, Kraizent me dirigi hacia detrs de unas cortinas y me

    pidi que cambiara mi ropa por otra ms adecuada a mi adiestramiento, segn me dijeron. As pues, sal de la sala, dejando a Kraizent y la General solos. Mientras me

    desvesta, o como los dos hablaban, pero tan bajito que no me enter de nada.

    CAPTULO EXTRA (KRAIZENT)

    Al abandonar Astrid la sala, la General y Kraizent permanecieron inmviles y en

    silencio. Se notaba la tensin en el ambiente, algo que no les ocurra desde haca

    dcadas. Kraizent era consciente del motivo: la General se negaba en redondo en enviar

    a una nia a realizar una labor tan peligrosa; sin embargo no haba otra alternativa. Se

    requeran demasiados das para abrir un portal a la otra dimensin y slo un ser de aquel

    mundo poda cumplir el encargo.

    Kraizent interrumpi la General los pensamientos de su superior, en menos de un cuarto de da puedo traerte la Costilla del Drag

    Sabes que esa no es la cuestin, ni mi objetivo principal.

    Pero lo ms probable es que muera.

    Por supuesto, General. Se trata de una misin suicida.

  • 13

    CAPTULO 3 (ENTRENAMIENTO EN LAS ALTURAS)

    3-1

    Cuando me despert me sent un poco desorientada. Justo antes de abrir los ojos

    crea que lo del viaje a otro mundo haba sido un sueo; vaya, que en realidad me

    encontraba en mi cuarto y que mam entrara de un momento a otro para pedirme que

    me levantara de una vez. Pero no, en lugar de un dormitorio pequeo y lleno de muebles

    viejos se trataba de una sala enorme y vaca que se iluminaba lentamente a pesar de la

    falta de ventanas y lmparas. Adems fue la General la que me vino a buscar:

    En pie, Astrid me solt con su tono militar de siempre, aunque con una pizca de tristeza. Hora del desayuno.

    Apart las sbanas y entonces me di cuenta de que llevaba puesto el traje que me

    haban regalado: un vestido marrn con cuello alto y mangas muy anchas, que me

    colgaban de los brazos, con unos pantalones tambin amplios y que me cubran los pies

    sin llegar al suelo. Era cutre con ganas pero muy cmodo y justo a mi medida.

    Espabila, Astrid me meti prisa la General.

    Me coloqu unas zapatillas de deporte negras y un tanto simplonas situadas al

    borde de la cama y la segu. Cruzamos como diez habitaciones idnticas a la ma, yendo

    hacia delante, derecha, delante, izquierda, atrs, otra vez derecha... y yo me liaba; desde

    luego ese lugar lo haban diseado para que la gente se perdiera. Supuse que la nica

    sala diferente era la de Kraizent hasta que llegamos al comedor; lo haban decorado de

    manera que se pareca mucho al restaurante al que fui un par de meses antes con mis

    abuelos.

    Te gusta? me pregunt Kraizent, sentado delante de una mesa repleta de platos pequeos con comida. He imitado tanto las costumbres de tu planeta como los alimentos. As, al menos durante unos instantes, te olvidars de que te has visto atrapada

    en un mundo extrao con seres extraos.

    Ah pues... muchsimas gracias le agradec de verdad.

    Haba de todo: espaguetis, pizzas, pastas de crema y de chocolate, muslitos de

    pollo, calamares a la romana... bueno, y acelgas, ensalada de coliflor, aguacates y esas

    cosas que, segn todos los padres del mundo, tienen muchas vitaminas y estn muy

    ricas, pero no hay quien se las trague. Por suerte no me obligaron a probar nada que yo

    no quisiera y, con el hambre que traa, disfrut como nunca. Lo peor fue el ambiente:

    tanto la General como Kraizent se mostraban amables conmigo, cada uno con su propio

    estilo, pero entre ellos... vaya, ni se miraban a la cara. Claro que me daba un poco igual;

    ya me he acostumbrado a este tipo de cosas en casa, aunque no s si eso es bueno o

    malo.

  • 14

    Al cabo de un rato, Kraizent, con un movimiento suave de las manos, hizo

    desaparecer la mesa entera junto con los adornos, transformando aquella sala en una

    clavada a todas las dems. A m me fastidi bastante, ya que an no haba acabado:

    Ey, eso se avisa antes me quej.

    A media maana ya pararemos para echar otro bocado me coment Kraizent compresivo pero sin darme opcin a contestarle.

    Para acabarme de convencer aadi que no era recomendable llenarse tanto la

    barriga, y menos justo antes de un entrenamiento, y me orden que saliramos los dos

    juntos metindome prisa. As pues dejamos a la General sola sin despedirnos siquiera;

    cuando me di cuenta de esto ya nos habamos alejado mucho de ella. La verdad es que

    yo tena la cabeza en otra parte; no me acordaba de lo del entrenamiento y me puse a

    pensar en cmo sera y tambin en para qu me servira, ya que de la misin en s no me

    haban explicado casi nada. Bueno, es igual, me dije, en diez das me sobrar tiempo para enterarme, supongo.

    Tras recorrer un montn de salas ms llegamos a la de la Kraizent, o al menos

    donde le conoc. En esta ocasin me fij ms en los detalles, quiz porqu la primera

    vez yo me senta un poco confusa por tantas cosas que me haban pasado de sopetn. El

    techo era el doble o el triple de alto que en las dems y justo sobre nosotros se abri un

    agujero del tamao de una cama redonda a travs del cual se observaba el cielo a unos

    diez pisos de altura.

    Preparada, Astrid? me pregunt Kraizent muy serio. Antes de empezar, mentalzate: no resultar fcil ni...

    Disculpe le interrump antes de que se enrollara demasiado. No me iba a entrenar la General?

    No quieres que sea conmigo?

    No, no es eso. Es que yo crea que...

    Es mejor que te inicie yo. La general es buena adiestrando tropas pero le falta delicadeza y empata para ensear a una chica novata. Cuando cojas el ritmo ya tomar

    ella el relevo, de acuerdo?

    Asent con la cabeza. La verdad es que prefera que siempre fuera Kraizent; no

    s por qu, confiaba ms en l.

    Tal y como me orden, me plant a su lado como una estatua. Kraizent murmur

    unas palabras y los dos nos elevamos poco a poco, cruzando las plantas del edificio a

    travs de aquel agujero. No notaba nada debajo de mis pies ni tampoco viento

    empujndome o algo as; simplemente flotaba. No me atrev ni a pestaear hasta que

    salimos del edificio por el techo. Claro que eso tampoco me alivi mucho que digamos;

    aquella terraza consista un cuadrado tan pequeo como el comedor de mi casa y sin

    barandilla; vaya, que entre eso y el pedazo de boquete de en medio bastaba con un ligero despiste y adis muy buenas, como dira mi madre.

  • 15

    No te quedes embobada y sgueme me solt Kraizent andando tan tranquilo hacia el borde para luego subir por unas escaleras de aire.

    Ey, un momento. No me deje sola!

    Me acerqu a l con cuidado de no caerme y, al colocar el pie sobre el primer

    escaln transparente, ste cedi un poco. nimo, Astrid, me dije, si a Kraizent no le ocurre nada, a ti tampoco. Eso s, l saba volar y yo no. Avanc un poco ms sin mirar abajo; aquel trasto invisible se tambaleaba y encima Kraizent cada vez se alejaba ms de

    m. Por qu narices he de soportarlo?, me repeta una y otra vez, a pesar de lo absurdo que es eso de enfrentarme contra la tal Even, lo cual acepto porqu, en fin, lo

    acepto y punto, pero pero esto ya es demasiado fuerte. Y claro, al final tropec y me estamp los morros contra la escalera de aire. Por suerte, al ser tan blandita no me hice

    dao; por desgracia, al descubrir que me haba tumbado en medio de la nada a ms de

    cien metros de altura, casi vomito el desayuno all mismo.

    Valor, Astrid me ayud a levantarme Kraizent; haba retrocedido para echarme una mano, pero en seguida se apart de m. Lo siento. Esto debes superarlo t sola.

    Y eso por qu?! explot, para luego ponerme a llorar. Yo no... a m no...

    Conmigo no valen las lgrimas de cocodrilo. Tu mayor defecto es tu falta de entereza una manera muy fina de llamarme cobarde, pero tena razn. Y el presente ejercicio es uno de los que te impondr para corregirlo. Hoy te acompao; no obstante, a

    partir de maana lo realizars t sola sin que nadie te lo ordene. Si no lo logras, no slo

    fracasars en tu misin, sino tambin en tu vida.

    Qu exagerado murmur mientras l reanudaba la marcha.

    Respir hondo y continu; entonces vi el final de la escalera: un altiplano

    cubierto por hierba. Luego me gir hacia atrs y me mare, pero al menos comprob que

    iba por la mitad. No se trataba de un camino muy largo; ms o menos como recorrer el

    patio de mi escuela tres veces. Eso s, llegu a tierra firme agotada, como si hubiera

    participado en una maratn con una mochila de treinta kilos en la espalda.

    La cabeza erguida, Astrid me solt Kraizent; tambin podra haberme felicitado o algo as. En cuanto te recuperes, empezaremos. Aprovecha el rato para reconocer el terreno. Aqu pasars gran parte de los prximos diez das.

    Pues genial, intent contestarle pero no me sali, as que me sequ el sudor fro y obedec. Nos encontrbamos en un lugar algo ms pequeo que un campo de

    ftbol rodeado de precipicios desde donde se vea el patio del templo, lleno de guerreros

    esperando, y daba un poco de vrtigo asomarse; aunque no tanto como subir, claro. Al

    menos el terrero era blandito y estable y con la hierba ms mullida que haya pisado

    jams.

    De repente Kraizent me lanz una piedra al estmago, rpida como una bala, y

    me acert de lleno.

  • 16

    Ey! A qu ha venido eso?!

    No te ha dolido, verdad? Fjate bien en lo que te ha golpeado me mir la barriga; la roca se haba destrozado por el impacto. Al agacharme para recoger los

    restos comprob que eran ms duros que el granito. Todava no te he proporcionado poderes mgicos, tal y como te promet. En el momento en que lo haga poseers fuerza,

    agilidad y resistencia sobrehumana, a parte de la capacidad de crear hechizos, por

    supuesto. No obstante, ahora mismo sigues siendo una chica normal de La Tierra.

    Entonces te pregun...

    Bueno, me lo vas a contar, o no? qu to. Cmo le gustaba enrollarse.

    En fin, el caso es que me explic que mi traje se endurecera un instante antes de

    recibir un ataque. Justo al acabar la frase, Kraizent me envi una rfaga de rocas del

    tamao de un puo. La tela se tens y adopt la forma de una armadura; las piedras

    reventaban al chocar contra m y, si no fuera por el ruido que hacan, yo ni me enteraba.

    Luego quise probar a ver si tambin me cubra la cabeza, as que estir el cuello del traje

    y escond las manos. Funcionaba! Bueno s, pareca una tortuga jorobada, o sea, ms

    ridculo imposible, pero vaya, funcionaba.

    Adems continu Kraizent mientras yo me pona bien la ropa, con su habilidad para pegarse al cuerpo en caso de necesidad, te ayudar en los movimientos

    en caso de que pelees o salgas huyendo. De hecho, durante tu subida por las escaleras de

    viento, el Uniforme de Aprendiz Lim-h se ha ajustado a tu anatoma a la perfeccin.

    Y para demostrrmelo, al muy bruto no se le ocurri otra cosa que hacerme

    levitar encima del precipicio. Tena razn, el traje me quedaba como uno de esos de los

    superhroes; claro que en ese momento no era lo que ms me importaba.

    Vale, s patale nerviosa sobre el abismo. Djalo ya, por favor.

    Despus de soltarme en tierra firme, me entreg parte de su energa: sus manos

    se iluminaron y not una corriente de aire y agua, fra y caliente al mismo tiempo que

    entraba por mi cuerpo a travs de la piel, recorrindolo entero; me asust un poco, pero

    no fue desagradable.

    Gracias a esto dijo Kraizent antes de que me habituara del todo a la aquella sensacin extraa, has adquirido las cualidades que te promet. Y tal y como te promet te ensear cmo utilizarlas. Si no lo consigues dentro del plazo, introducir el

    conocimiento en tu subconsciente para que...

    Ey, un momento le interrump. Si puede hacer eso... Por qu no lo hace y punto?

    Porqu as lo asimilars mejor y por tanto lo aplicars de un modo ms adecuado y efectivo. En estos diez das aprenders a manejar los hechizos elementales y

    quiz algn otro; y lo ms esencial, a forjar tu carcter. Tus compaeros de viaje se

    encargarn del resto. Ahora basta de charla por fin, ya me sala humo de las orejas. Empezaremos por ejercicios bsicos para que te acostumbres a tus nuevas capacidades

    fsicas y ms tarde te iniciar en los principios de la magia.

  • 17

    Y ala, nos tiramos la maana entera realizando saltos de ocho metros hacia

    arriba y hacia delante, doblando gruesas barras de metal con las manos y dar como cien

    vueltas al altiplano sin cansarme ni un poquito. Slo paramos un momento para comer

    algo. Eso fue lo peor, ya que me oblig a ir y volver por la escalera de viento yo sola.

    El entrenamiento sigui por la tarde y todo el da siguiente. Era duro pero yo

    aguantaba. En parte porqu si quera volver a casa no me quedaba otra que obedecer, o

    eso crea en ese momento, pero tambin porqu Kraizent me caa bien y adems me

    defenda delante de la General. Me refiero a que, las pocas veces que paseaba sola por el

    templo, les pillaba discutiendo en voz baja. La General estaba convencida de que yo

    fracasara en la misin o algo as y le peda a Kraizent que enviara a otro. Sin embargo

    Kraizent no le haca ni caso y afirmaba que conmigo todo ira segn lo previsto.

    La General tambin se piensa que soy una intil, como todos los dems, me deca cuando les escuchaba hablar de m, pero Kraizent confa en que lo lograr y que yo s valgo para algo. As pues, me tom el entrenamiento ms en serio a pesar de no saber muy bien de qu iba todo esto. Pero fue a partir del tercer da que acept a

    Kraizent como a... como a alguien muy importante para m.

    3-2

    Aquel da fue el nico de los diez que llovi con fuerza, pero no por eso dej el

    entrenamiento al aire libre. Desde que haba llegado a este mundo, dedicaba todo mi

    tiempo a lo mismo: tras despertarme, cuando todava no haba salido el Sol, desayunaba

    y me marchaba yo sola a la sala donde nos habamos conocido Kraizent y yo. Levitaba

    por el agujero y suba las escaleras hasta el altiplano, donde l me esperaba.

    Kraizent era bastante pesado; repeta las cosas mil veces y encima enrollndose

    de mala manera. De todas formas he de reconocer que enseaba bien: en dos das y pico

    me haba acostumbrado al traje, endurecindolo a mi voluntad, y ya calentaba y enfriaba

    las piedras utilizando mi energa. Adems aprend a lanzarme a m misma como una

    bala humana al menos durante ocho segundos en cualquier direccin y me mova con

    ms agilidad que ninguna persona que yo conozca. Visto as pareca genial y todo eso,

    pero el cuerpo me dola una barbaridad de las agujetas y ms de una vez pens en

    renunciar. Normal; slo parbamos para comer y dormir y para que Kraizent me

    hinchara la cabeza con sus sermones. An as me senta satisfecha por lo que haba

    conseguido y me apeteca controlar los elementos, a ver si sera tan genial como en las

    pelculas. Ya dominaba la creacin de nieve y hielo a partir de la humedad del aire y por

    fin le haba llegado el turno al fuego.

    La maana del tercer da haba sido muy soleada, pero despus de la comida las

    nubes haban cubierto el cielo oscurecindolo tanto como si fuera de noche. Aunque yo

    casi ni me enter ya que me concentraba al mximo en la magia, con los dos brazos

    medio estirados y la mano derecha sujetando la mueca de la izquierda con las palmas

    abiertas hacia arriba. Al mismo tiempo Kraizent me orientaba; o me daba la paliza, que

    en su caso era lo mismo:

  • 18

    Astrid, as slo calientas el aire. Debes combinar el oxgeno con la materia orgnica del ambiente. Y no olvides generar una capa de vaco alrededor de tu mano o

    te quemars a ti misma.

    Qu s, pesao, pens. Me lo haba repetido mil veces. Lo saba, s, pero...

    Astrid, concntrate. No te preocupes tanto por lo difcil que es hacerlo y hazlo.

    Aquello me fastidi, como siempre, pero decid obedecerle ms que nada para

    que se callara. Respir hondo y me imagin el fuego brotando de mi mano. Entonces lo

    not: unas chispas aparecieron primero poco a poco y luego ms y ms hasta que

    encendieron una llama diminuta... la cual se apag con una gota de lluvia.

    No, no. Ahora no! me desesper al ver que mi esfuerzo mora ahogado. Por qu justo ahora!?

    Me enfad como nunca, gritando y pataleando la tierra fangosa mientras el agua

    caa cada vez con ms fuerza. Cuando me calm un poco, Kraizent, como si no hubiera

    ocurrido nada, me solt:

    Ya te has serenado? Prosigamos pues con el adiestramiento.

    Fue orlo y flipar en colores. Es que a ese tipo no le funcionaban los ojos o qu?

    Qu no vea que no poda ser con la que caa? Y claro, me volv a enfadar.

    Astrid me dijo muy tranquilo. Por mucho que te quejes no detendrs la lluvia.

    Ya, pero... Ostras, es que as es imposible!

    En tal caso, practicaremos de nuevo los hechizos de fro.

    Y convirti el agua de su alrededor en nieve y me la lanz en la cara. Yo, ms

    que harta de todo, quise hacer lo mismo, pero no lo control bien y cre una granizada

    justo sobre mi cabeza. Aprovechando que Kraizent perda el tiempo rindose, me las

    arregl para formar una bola de nieve de las grandes y se la estamp en los morros.

    Justo al abrir la boca para burlarme de l, otra bola se me encasquet entre los dientes.

    Esto es la guerra, pens, y nos liamos a dispararnos proyectiles blancos durante un buen rato hasta que de repente Kraizent se puso a brincar gritando que se le haba

    colado nieve dentro de la capa. Casi me parto en dos de la risa: el pobre quedaba

    ridculo, botando de ac para all intentado sacarse la nieve sin quitarse aquella sbana.

    Ya me dola la barriga y todo cuando Kraizent salt a mi lado:

    Ey, es la primera vez que te veo rer sin complejos. Y lo has hecho en un da tan horrible como hoy.

    Aquel comentario me pill por sorpresa. Y s, tena razn; nunca haba visto

    llover de esa manera, estaba calada hasta los huesos y me mora de fro... pero me lo

    pasaba genial. Kraizent y yo seguimos haciendo el tonto, cogindonos de los hombros y

  • 19

    yendo de un lado a otro del precipicio, burlndonos de la gente que corra a refugiarse.

    Por qu huyen? Con el buen tiempo que hace, decamos los dos. Luego Kraizent se relaj y me habl un poco ms serio:

    Astrid, hay cosas que no puedes cambiar, por mucho que lo desees. Lo que s puedes cambiar es tu actitud frente a lo que te rodea y disfrutar de la vida incluso

    cuando llueve.

    Record los malos momentos que me haban sucedido en el cole y en casa y dije

    que s con la cabeza agachada no muy convencida. Kraizent sigui con su discurso,

    mientras se alejaba de m y concentraba energa en su mano:

    Re, esfurzate en las cosas que consideras importantes, ten claro lo que deseas y as, algn da... levant el brazo y un rayo de luz surgi de l apartando las nubes como una onda expansiva... sers capaz de abrir el cielo.

    Ya no haba ni una sola mancha oscura en el horizonte y el Sol volvi a brillar,

    secndome el pelo y la ropa y calentndome el cuerpo.

    3-3

    El entrenamiento avanzaba y a Kraizent se le vea satisfecho de cmo aprenda:

    Ms deprisa de lo que me esperaba y eso que esperaba mucho de ti, me repeta. Claro que tambin me miraba a veces con cara de pena, como si le supiera mal enviarme a

    aquella misin. Supongo que la General le deba haber comido la cabeza con que yo era

    muy pequea y cosas por el estilo, as pues yo le deca que no se preocupara, que todo

    saldra segn lo planeado. No s por qu, pero eso pareca entristecerle an ms.

    Haba finalizado el quinto da y ya oscureca. Yo me dedicaba a respirar,

    tumbada boca arriba sobre la tierra hmeda de aquel altiplano, agotada pero contenta de

    haber dominado por fin los hechizos de fuego y hielo y el Shiokatn, uno para atravesar

    barreras mgicas. Cuando recuper un poco el aliento, Kraizent me ayud a levantarme.

    Senta mi cuerpo como adormecido.

    Creo que tendr que remolcarme hasta el templo, maestro le solt medio en broma.

    Ningn problema. No obstante, antes hablaremos sobre los ejercicios que realizaremos a partir de maana.

    Era una costumbre suya. Cada da acabbamos igual, as que no le di

    importancia. Pero en aquella ocasin se le vea diferente. Ms serio. No, por favor, otro sermn no, pens ya harta de sus interminables discursitos.

    Qu opinas de tu misin? pregunt de golpe y porrazo.

    Eso no me lo esperaba y me cost un poco contestarle, quiz porque me

    preocupaba su reaccin o bien porque no quera enfrentarme a esa idea:

  • 20

    Pues que... que a usted, la Costilla del Dragn y dems... no le importa nada.

    Correcto me solt el to como si tal cosa. Si no fuera porque estaba hecha polvo, le hubiera arreado una buena bofetada. Y conoces la razn por la cual te envo a ti a buscarla?

    Creo que... no, eso ya no.

    Le haba dado mil vueltas desde el da en que haba aterrizado en aquel mundo y

    aquello no me cuadraba: Por qu Kraizent en persona perda su precioso y

    ultrasolicitado tiempo conmigo? No entenda porqu no me entrenaba la General, tal y

    como habamos quedado al principio o porqu no utilizaba ese tiempo para ir l mismo

    a por la Costilla del Dragn y romperla o encerrar a la tal Even o algo as. Y vaya, que

    no, que no me cuadraba: Por qu se molestaba tanto en ensear magia y dems a una

    intil como yo por algo que no le interesaba? Entonces ca:

    El objetivo de la misin es otro? pens en voz alta.

    Admirable aplaudi Kraizent. Tus deducciones son correctas y sin embargo te falta informacin. Como ya sospechars no te voy a contar la autntica finalidad de tu

    tarea, puesto que sera contraproducente a mis intereses, pero s sus riesgos.

    Un momento, eso no lo entiendo me llev la mano a la cabeza ms confundida que otra cosa; ya no saba si enfadarme o no. Por qu no me lo puede explicar? De qu intereses me habla?

    Cada cosa a su momento. Por una serie de razones mi posicin es delicada, sin embargo eso tampoco te incumbe. Lo fundamental es que Even ya investiga este

    planeta para averiguar dnde se esconde La Costilla del Dragn. Dicha arma emana

    energa, por lo que slo existe la posibilidad de que se halle en tres lugares: la Cueva del

    Espejo Oscuro, Las Montaas de los Colmillos Negros y el Templo de las Cien Puertas

    Malditas, que es donde te dirigirs t. Gracias a las pistas falsas que he...

    Por favor le supliqu por decimoquinta vez. No podra dejar de enrollarse un poquitn? Si total, tampoco pillo la mitad de las cosas.

    De acuerdo. Resumiendo: Even considerar el Templo de las Cien Puertas Malditas como ltima opcin, por lo que dispondrs de unos cuatro das de margen para

    llegar a tu destino.

    Quise preguntarle porqu no me mandaba directamente al Templo Comosellame

    con magia, pero pens que quiz el viaje fuera ms importante que la propia Costilla del

    Dragn. Al fin y al cabo, aquella arma slo nos interesaba a Even y a m y Kraizent

    quera aprovecharse de eso para... para qu?

    No obstante, Even es precavida continuaba Kraizent a su bola. Cuando se percate de que t y tu grupo os dirigs hacia las Cien Puertas, enviar contra vosotros a

    uno de sus lugartenientes.

  • 21

    Kraizent cre un mapa en el aire con su magia. Segn me mostr, de camino al

    Templo yo y mi grupo atravesaramos tres ciudades y entre la segunda y la tercera dibuj un grupo de rboles mal hechos.

    Este es el Bosque de la Prisin Andante, hogar de uno de los hombres ms peligrosos de Even. Te lo dir con claridad, Astrid: no s si sobrevivirs al encuentro ni

    siquiera si logrars llegar hasta l o, en el caso que lo consigas, si superars las

    siguientes pruebas.

    Bueno pero... coment todava algo desconcertada. Para eso me entreno, no?

    S y no. En teora he calculado lo que pasar, sin embargo me he equivocado al pensar que necesitaras diez das en aprender lo que has aprendido en cinco, por

    consiguiente tambin me puedo equivocar en el resto. Si te enseo justo lo que preveo

    que va a ocurrir y ocurre algo inesperado, no sabrs cmo reaccionar y morirs antes de

    tiempo antes de tiempo?, pens, espero que sea una forma de hablar. Por ello lo mejor es no contarte nada ms y prepararte para que seas capaz afrontar cualquier

    eventualidad, a pesar de que quiz eso constituya un mayor riesgo. De todos modos, yo

    confo en ti; confo en que hars lo que debas hacer cuando llegue el momento y

    finalizars la misin con el xito deseado.

    Me dio la sensacin de que se callaba algo importante; sin embargo, se limit a

    preguntarme si de verdad iba a seguir adelante. Tampoco tengo otro remedio si quiero volver a casa, no?. Se notaba que Kraizent se senta culpable por utilizarme de esa manera, pero tambin se le vea que no le quedaba alternativa.

    No se preocupe por m le solt ms decidida que nunca. Nadie antes haba confiado en m. Todos me trataban como a una intil; pap, mam, los profes, los chicos

    de la clase... Pero usted me ha dicho que valgo mucho y yo... yo no le decepcionar. Se

    lo juro.

    Bien cerr los ojos y suspir. Ya es de noche. Vayamos a cenar y a dormir. Maana aumentar la severidad de los ejercicios.

    3-4

    Crea que los das anteriores haban sido duros pero comparados con lo que vino

    despus aquello parecan unas vacaciones. Eso s, dorma de maravilla; siempre me

    tiraba sobre la cama y, antes de caer en el colchn, ya soaba con los Krainzitos.

    Practicamos tantas cosas que me podra tirar horas para contarlo todo: pruebas

    de concentracin, de resistencia, de coordinacin... y as hasta el infinito. Estuvimos una

    maana entera slo para ejercitar las emociones: primero yo le atacaba en plan ms o menos tranquilo y luego l me haca enfadar para que yo le atacara de nuevo y despus

    me preguntaba por la diferencia. Aquello me sonaba a rollo Star Wars que tanto le

    gustaba al friki de mi to: la rabia y el odio te llevan al lado nocturno o algo as y le dije

    que ya me lo saba: los malos sentimientos son... em... malos y bla bla bla, aunque un

    poco mejor explicado.

  • 22

    No exactamente mencion Kraizent su frase favorita. Cuando te enrabias, aumenta la adrenalina, tu pulso se acelera, tus sistemas...

    Ayy. No sea pesado, maestro como le gustaba enrollarse al to.

    Resumiendo: Te vuelves ms fuerte, ms gil y ms insensible al dolor.

    No lo entiendo. Entonces es mejor, no?

    Y al mismo tiempo pierdes percepcin y equilibrio, te cansas ms deprisa y por tanto tu vulnerabilidad aumenta. Todo tiene ventajas e inconvenientes, sino todos

    seramos igual siempre.

    Sigo sin entenderlo.

    Astrid, no existen emociones positivas ni negativas, sino momentos adecuados para expresarlas. Si te hacen dao a propsito, es normal sentir odio y rabia. Y, siempre

    y cuando no te dominen, no tienes porqu sentirte culpable por ello. No hay ninguna

    parte de ti, ni emocional ni fsica, de la cual debas avergonzarte.

    No sabra explicar muy bien porqu, pero eso me hizo sentir mejor. Claro que

    me choc un poco or aquello de alguien que se esconda tras una capa ridcula. l se

    dio cuenta de lo que yo pensaba y me prometi que me dejara ver su casa en La Gran

    Ciudad y tambin su cara la prxima vez que volviera a su mundo, siempre y cuando

    consiguiera regresar al mo primero, por supuesto.

    Kraizent tambin inclua ejercicios que repetamos a diario, como uno en el que

    me tiraba al suelo, yo me levantaba y l me volva a tirar y as como veinte mil veces,

    hasta que uno de los dos se cansara; eso s, a m me tocaba la peor parte.

    Durante las pausas, mientras coma, me baaba o cuando me quedaba tumbada

    boca arriba respirando, repasbamos en voz alta las lecciones y, bueno, tambin

    hablbamos de nuestras cosas: yo de mis padres y de una amiga a la que haca

    demasiado tiempo que no vea y l de cuando entr en La Gran Ciudad: suspendi el

    examen de ingreso a no me acuerdo qu y luego, por sugerencia de alguien, prob con

    otra cosa y se gradu por los pelos; y Arben Naira, la General, se alist por una

    recomendacin, siendo ella una adolescente bastante tmida; nadie daba un duro por

    Arben y se metan todo el rato con ella. Y ahora los dos haban alcanzado el cargo ms

    alto posible; eso s, les haba costado un montn. S que eso me lo cont para animarme

    a trabajar duro, pero no creo que mintiera.

    Y de vez en cuando, al subir por la escalera de aire, yo miraba hacia el patio

    repleto de guerreros esperando; todava me daba un poco de vrtigo al hacerlo, pero me

    controlaba. Todos ellos eran unos bestias, menos un chico. Des de tan alto no lo

    distingua bien; slo vi que vesta unos pantalones oscuros y que tendra catorce aos

    como mximo. Supongo que no ser l mi gua, me deca a m misma. Aunque en el fondo me importaba poco quin fuera. A medida que se acercaba el da de marchar, me

    preocupaban ms las autnticas intenciones de Kraizent. Y si Even y yo bamos

    directas a una trampa mortal? Calma, Astrid, me intent animar, todo saldr bien. Kraizent no me enviara a morir. No, seguro que no lo permitira..

  • 23

    CAPTULO 4 (TRES ENCUENTROS)

    4-1

    Sal de la casa de Kraizent por la misma puerta por la que haba entrado diez

    das antes. Por fin despus de tanto entrenamiento haba llegado el momento de empezar

    la misin y me senta ms tranquila de lo normal.

    Mientras acompaaba a Kraizent, que bajaba por las escaleras buscando un gua

    para m, me fij en que el patio segua igual que la primera vez: repleto de guerreros

    grandes y fuertes, con la diferencia que haba bastantes ms y que ya no me miraban

    con odio sino con envidia e incluso algunos con respeto, algo normal me imagino;

    muchos se tiraban all un montn de das o incluso semanas esperando a que Kraizent

    los atendiera slo un ratito. Segn haba odo decirle a la General, desde la muerte de su

    anterior discpulo que Kraizent no le haba dedicado tanto tiempo a nadie y eso a pesar

    de que le haban visitado miles de luchadores famosos del Universo entero. No es por

    nada, pero ya tocaba que alguien me valoraba un poco y la verdad es que me sentaba

    genial.

    Cuando ya casi habamos bajado, me fij en que alguien me observaba con ms

    curiosidad que los dems. Se trataba de la misma persona que haba visto antes: un

    chaval unos dos aos mayor que yo, el cual me sacaba un palmo de altura por lo menos

    y que slo vesta unos pantalones oscuros y unas sandalias viejas. Me choc un poco su

    piel griscea pero el color que le caracterizaba era el negro: con unas finas lneas negras

    onduladas que parecan tatuadas y que recorran su cuerpo, su cabello negro todo

    alborotado y largo por la parte de arriba, sus cuatro colmillos negros que le daban un

    aspecto ms salvaje todava y una especie de guante slido negro, adornado con una

    gema roja que mantena su puo izquierdo cerrado y del cual surga una sombra idntica

    a la de una espada y densa como el mercurio (y muy-muy negra). Adems estaba

    bastante cachas y haca lo imposible por demostrarlo.

    Kraizent, por su parte, finga dudar a quien escoger para la tarea cuando en

    realidad se diriga directo hacia aquel chico. Eso me sorprendi bastante. Al fin y al

    cabo era el ms poca cosa y tambin el ms joven de todos los de ah. Aunque claro, l

    slo trabajara de gua as que, puestos a elegir, yo prefera uno de ms o menos mi edad

    antes que un mastodonte de aquellos.

    A medida que nos acercbamos a l, el pobre chaval se pona ms y ms

    nervioso, hasta el punto que casi se desmaya cuando Kraizent se le plant delante:

    Hola, chico le salud Kraizent. Si no me equivoco, perteneces a la tribu de los Colmillos Negros, no es as?

    S...s...s, seor! se cuadr el chaval de manera que por poco se parte la frente en dos con la espada que llevaba enganchada en la mano. Mi nombre es Ancars Freith Nimairotuyd Koiwefar El-eirt! Edad catorce aos! Domino las tc...!

    Suficiente le hizo callar Kraizent. Creo que t sers perfecto.

  • 24

    El chico salt de alegra y tard unos segundos en tranquilizarse; cuando lo

    consigui, dijo muy pausado y realizando una reverencia:

    Considero un honor ser su alumno.

    Me refera a que sers perfecto para hacerle de gua a mi discpula le aclar Kraizent, sealndome a m. Un mazazo en la cara le hubiera dolido menos:

    Ma Mande qu!?!

    Bien, tu raza coloniz este planeta antes que las dems. Seguro que conocers al dedillo la ruta hasta el Templo de las Cien Puertas Malditas.

    Por supuesto que s! chule el chico para luego volver a perder la compostura. U... un momento, no, o sea, por qu he de conducir a una niata humana hacia...?

    Acaso rehsas el favor que te pido?

    P-p-p-p-por supuesto que no, seor Kraizent solt muy nervioso para luego lanzarme una mirada asesina.

    No es justo, pens, Qu culpa tengo yo?. Con la ilusin que me haca ir con alguien cercano a mi edad y nada ms empezar ya la haba tomado conmigo. Por

    desgracia eso no fue lo peor que me pasara ese da, ni mucho menos.

    4-2

    Caminaba junto con mi gua, por el mismo sendero rocoso por el que haba

    venido la primera vez, aunque el aire ya no soplaba tan fuerte. Adems, en esta ocasin

    los Eykerls, aquellos ojos que asomaban por el mar, no me perseguan con sus verdes

    pupilas (esa frase trillada la pill de un libro que me obligaron a leer en quinto); ya me

    conoceran de sobra los bichos esos, digo yo.

    Ya haca un buen rato que nos habamos marchado los dos de la casa de Kraizent

    y todava me retumbaban los odos del ltimo sermn de mi maestro. Antes de salir,

    mientras la General le explicaba la ruta al chico de los colmillos negros, Kraizent me

    record el entrenamiento entero. Sobre todo me insisti en que deba conseguir el

    Anillo de Shag-Laah a cualquier precio, ni que fuera robndoselo a su dueo: un tal

    Nebral que viva en la ciudad de Arushta.

    Permanece siempre alerta, Astrid insisti. Te he preparado bien, sin embargo siempre surgen imprevistos...

    S, ya lo s sonre. Cmo te gusta machacarme los tmpanos.

    Mucha suerte, Astrid me respondi, devolvindome la sonrisa detrs de su capa roja.

  • 25

    No haba llegado a verle la cara; slo sus ojos y sus manos. An as, haba

    llegado a intimar bastante con l e incluso a valorarlo como... no s... como a un amigo;

    y creo que Kraizent tambin senta algo parecido por m. Incluso se haba planteado no

    enviarme a aquella misin.

    Dej de pensar en eso y me fij en que aumentaba el nmero de plantas y de

    rboles enanos que nos rodeaban y el sendero se volva menos rocoso. No se oan los

    ruidos que se supone que se oyen en los bosques, ni siquiera el sonido del viento. Tan

    slo de vez en cuando se escuchaba a alguna araa boxeadora golpear un arbusto para

    que cayera su fruto y cazarlo al vuelo con su bocaza. El paseo hubiera resultado

    agradable si mi compaero de viaje no hubiera sido un borde y un pedazo de... de

    antiptico:

    Que sepas, niata me repiti por decimoquinta vez sealndome con su guante-espada, que slo he aceptado porqu Kraizent me ha prometido media hora de clase a solas con l.

    Ya lo s, pesado.

    Y entrate que porqu yo sea tu gua no soy tu criado. Al contrario: t tienes que obedecerme a m.

    Que siiiiii. Y no te me acerques tanto con esos dientes tan sucios.

    Sucios!?! grit hacindose el ofendido. Pintarse los cuatro colmillos de negro es el ms grande honor recibido por los guerreros de mi raza, considerada la

    segunda ms poderosa del Universo, y t te atreves a mancillarlo con esas palabras!

    Y encima teatrero, suspir armndome de paciencia. No se me ocurri otra cosa que rezar para que al menos el guardaespaldas fuera un poco mejor, aunque luego

    pens que quiz el chico tuviera razn. Al fin y al cabo me haba burlado de una

    tradicin de su pueblo que no haca dao a nadie. Justo cuando iba a disculparme, el

    Colmillos Negros empez a meterse con mis gafas o alambres con cristales, como las llamaba l. Pero lo peor vino cuando me orden dirigirme a l como el Seor Ancars

    Freith Nimairotuyd Koiwefar El-eirt; as, todo seguido. Yo ya me haba acostumbrado

    a los nombres raros, pero esto me sonaba ridculo y, despus de meditarlo un rato, opt

    por una solucin de lo ms normal:

    Ey, haremos una cosa. Te llamar Pepe.

    Co Cmo que Pepe!? Qu clase de nombre raro es ese?

    l no paraba de protestar, pero como no me daba una alternativa razonable y al

    fin y al cabo le sentaba genial, as se le qued.

    Hubiramos podido tirarnos todo el viaje discutiendo sobre el tema sino hubiera

    sido por qu ella apareci.

    Una mujer de rostro sereno y plido, ligeramente azulado, con los labios

    morados y el pelo corto y blanco y vestida con una chaqueta gris estilo militar que le

  • 26

    llegaba hasta los tobillos avanzaba con tranquilidad hacia nosotros en lnea recta,

    atravesando lo que se le cruzara por delante: las plantas, las piedras e incluso los troncos

    de los rboles reventaban sin que ella los tocara, como si prefirieran suicidarse antes que

    interponerse en su camino.

    E... Even Axracs! exclam Pepe, parndose en seco y retrocediendo un par de pasos.

    Yo tambin la haba reconocido ya que Kraizent me haba enseado imgenes de

    ella. Su aspecto no impresionaba mucho; con otro tipo de ropa la tomara por una

    Universitaria con maquillaje fashion y para tratarse de una adulta no se la vea muy alta

    ni tampoco era una masa de msculos, como la General. Pero an as, su presencia

    bastaba para producirme un escalofro en la espalda; claro que quiz esto fuera culpa de

    Pepe que se haba escondido detrs de m. En teora no es al revs?, pens antes de quejarme:

    Ey, sal de ah. Y dime de qu conoces a Even.

    Silencio insensata me suplic Pepe al mismo tiempo que Even cruzaba por delante de nosotros cmo si no existiramos y fijo que me haba escuchado hablar de

    ella. No me gustaba que me ignoraran as y, aunque fue una tontera por mi parte, le

    solt:

    Si vas a ver a Kraizent por lo de la Costilla del Dragn, pierdes el tiempo. Ya me ha enviado a m para ir a buscarla.

    Antes de acabar la frase ya me arrepent. La mujer se detuvo y gir un poco la

    cabeza, lo justo para clavarme una mirada de esas que duelen. Mi traje, al notar que me

    pona tensa, se endureci y se me peg al cuerpo para ayudarme a pelear mejor... o huir

    ms deprisa. Iba a pedirle consejo a Pepe cuando me di cuenta de que se haba largado.

    Tuve el tiempo justo de ver cmo se esconda entre los matorrales; menuda ayuda.

    Entonces Even sonri y murmur con frialdad y con los ojos puestos en la casa de

    Kraizent:

    No s qu pretendes, Guardin de Secretos, pero de momento acepto tu juego.

    Y se march por otro camino distinto, que ella misma cre a travs del bosque.

    Por qu no me ha atacado? me pregunt en voz alta. No es que yo quisiera pelea, todo lo contrario, y hasta que la no perd de vista no me qued tranquila. Luego

    suspir aliviada mientras mi traje volva a la normalidad y me fui a buscar a mi hroe:

    Eh, seor guerrero. Cuando se le haya pasado el susto, me avisa, ok?

    Menos cachondeo, niata! dijo Pepe, saliendo de un arbusto con una rana peluda sobre la cabeza y sealndome con su guante-espada. Lo tuyo no ha sido valenta, sino estupidez. Even es una de las ms grandes luchadoras y estrategas que

    existen. Y t...

    Vale, vale. Ya lo he pillado. Lo siento, de acuerdo?

  • 27

    Pepe refunfu algo saliendo del matorral, pero no me dijo nada ms y

    empezamos a andar de nuevo.

    Perdona le consult al chico cuando vi que se haba calmado por fin. Lo que no comprendo es por qu Even se ha despreocupado as de nosotros.

    Es obvio que te falta prctica para afrontar y juzgar este tipo de situaciones chule un poco. Si ella nos hubiera eliminado en ese instante, Kraizent habra enviado a otros a la misin o incluso se hubiera encargado l mismo. Y a Even le resulta mucho

    ms fcil perseguir a dos chavales novatos para luego quitarles la Costilla del Dragn

    que desafiar directamente al Guardin de Secretos.

    Parece que la conoces muy bien.

    Slo de odas. Mi maestra me explicaba historias sobre los seres ms importantes de la historia, como Sel-o-Kreim o los discpulos de Kraizent. Todos ellos

    muertos con heroicidad en batallas picas.

    Yo tambin soy discpula suya, pens, espero que a m no me ocurra lo mismo.

    La fama de Even se remonta a unos cuatro mil aos atrs sigui hablando Pepe, cuando consigui alistarse en La Orden: una organizacin en la cual slo entraban los mejores. Seis siglos ms tarde, La Orden fue destruida y Even se dedic a

    recopilar las piezas que componen a Nhord-Ghrat, pero nadie sabe por qu. Fueron muy

    clebres las cruzadas que realiz tanto en su poca de soldado de lite de La Orden

    como cuando peleaba por el Esqueleto del Dragn. Sin embargo ahora, despus de la

    reciente guerra contra Zrep, ya nadie se acuerda de ella. Eso no significa que no siga

    siendo peligrosa. Dispone de ms de cuatro milenios de experiencia en combate, tanto

    en el cuerpo a cuerpo como en emboscadas y dems tcticas militares. Hay que ser

    prudentes y evitar enfrentarnos a ella o que se enfade con nosotros.

    Bueno, quiz s le coment un tanto indiferente. Aunque claro, si competimos con ella acabaremos cara a cara de todas formas, no?

    No seas tonta, niata. Tu objetivo es apoderarte de La Costilla del Dragn. La General me lo ha repetido y recalcado hasta la saciedad. Si Even la atrapa primero,

    huimos y punto, lo captas?

    Huir... otra vez? pens en voz alta. Pepe me mir sin entender a qu me refera. Llevo toda la vida huyendo. T haz lo que quieras, pero yo ya no huyo ms. Y ahora camina, yo no tengo ni idea de por dnde hay que seguir.

    S... s. De acuerdo.

    Me sorprendi mucho que, de repente, Pepe se comportara as de sumiso, pero

    an me sorprendi ms orme tan segura de m misma. La verdad es que deba

    agradecrselo a Kraizent, a pesar de lo mucho que me machac, en todos los sentidos.

    Nunca imagin que al final me tomara en serio esta misin absurda.

  • 28

    Mientras caminbamos en silencio por un camino cada vez ms repleto de

    vegetacin, me arrepent de no haberle consultado a Pepe ms cosas sobre Even.

    Tampoco saba cmo hacerlo en ese momento despus de haberme mostrado tan fra

    antes cuando sacamos el tema y no me apeteca liar las cosas. El caso es que l iba

    delante y bueno, al principio no me di cuenta, pero luego me fij que con su guante-

    espada apartaba los matorrales de manera que yo pudiera pasar despus. No, si a veces

    demostraba algo de educacin. Supongo que se senta culpable por dejarme tirada

    cuando se nos acerc Even.

    Tras un buen rato, Pepe se anim a preguntarme sobre si conoca de algo al

    guardaespaldas; al fin y al cabo, nos estbamos desviando de la ruta slo para irlo a

    buscar. Eso me gust. Ya era hora de que hablramos de cositas para entretenernos

    como las personas normales. Pero al comentarle de que se llamaba Zechnas, Pepe puso

    de nuevo su mejor cara de menosprecio.

    Ay, y ahora qu tripa se te ha roto? me quej.

    Ni... Ni siquiera sabes lo que es una Zechnas?! Pero de debajo de qu piedra has salido t, niata!

    Ya empezamos, pens. Haba durado demasiado la calma. Al explicarle por decimoctava vez que yo de su mundo lo ignoraba absolutamente todo, l se dign a

    contestarme:

    Zechnas no es el nombre de una persona. Es el de la raza ms poderosa que existe.

    4-3

    A medida que avanzbamos, nos topbamos con rboles cada vez ms grandes y

    una vegetacin ms y ms espesa, hasta que lleg un punto en el que costaba andar por

    mucho que Pepe se hiciera el chulo con su guante-espada. Al final tuve que pedirle que

    se tranquilizara un poco, ms que nada para que no me sacara un ojo con tanta

    acrobacia. As pues, caminbamos apartando las hojas y las ramas que se me metan por

    la boca y se me enredaban en el pelo; casi pareca que nadbamos en un mar verde.

    Al sacar por fin la cabeza de los matorrales, en medio de un claro vi a una mujer

    que emita una luz dorada. Quitando el hecho de que brillaba, se trataba de una seora

    normal, algo ms joven que mi madre y en mejor forma fsica, con un cabello rubio

    cubrindole la espalda. Pero lo ms sorprendente de ella era su vestuario: una armadura

    compuesta por unas cintas amarillas pegadas a su cuerpo con unos relieves muy bonitos.

    Las dos ms grandes se ajustaban como un bikini y luego llevaba una en el cuello, otra

    en las muecas y los tobillos, dos por cada brazo y pierna y una en la frente que haca

    las veces de diadema. Adems, de cada cinta le salan dos pinchos hacia arriba, como si

    fueran los cuernos de un toro, pero ms alargados y planos, aunque en las extremidades

    slo haba uno por cada lado; cada pareja de pinchos era de un tamao distinto

    dependiendo de la parte del cuerpo, siendo los del bikini los ms grandes. Total que

    gracias a su aspecto de arma humana impona un rato.

  • 29

    Se encontraba medio de espaldas y ni se inmut cuando la salud. Quise insistir,

    pero Pepe me detuvo: una Zechnas adulta jams se diriga a alguien que no fuera de su

    raza. Eso quera decir que no podramos charlar en todo el viaje? Pues vaya plan.

    Cuando ya empezaba a hartarme de tanto esperar, de entre la maleza sali una

    nia mucho ms pequea que yo, como una versin en miniatura de aquella mujer.

    La Zechnas adulta se arrodill frente a la cra y le habl con dulzura; eso s,

    segua ignorndonos.

    Bueno, hija. Hoy cumples seis aos. Y ya sabes lo que eso significa, verdad?

    S, mam asinti ella con cara de no estar muy conforme.

    S valiente insisti la madre, ponindole con suavidad las manos sobre las mejillas. Son tiempos difciles para nuestra raza. Ante todo ten cuidado con los Angfush y el polen de Hongo Azul.

    La mujer no paraba de darle consejos a la pequea mientras sta le iba diciendo

    que s mirndonos de reojo de vez en cuando.

    Oye, Pepe, de qu va esto? le susurr al odo.

    No me llames Pepe me contest apretando los dientes y procurando no alzar la voz.

    Segn me cont mi colega, las madres Zechnas obligaban a sus hijas a unirse a

    grupos de aventureros desde lo seis hasta los quince aos para que cogieran prctica y

    maduraran tanto fsica como mentalmente. Una costumbre muy guay, s; pero claro, a

    m no me apeteca nada hacer de niera. Sin embargo Pepe me advirti que no la

    rechazara. Bueno, en realidad creo que no tenamos otra opcin; de todas formas Pepe

    me dio un buen par de razones, por si acaso. Primero, que la mini-Zechnas nos ayudara

    muchsimo; incluso a esa edad posean una fuerza extraordinaria y aquella armadura

    dorada las protega, volvindolas casi invulnerables. Y segundo, porqu rechazar la

    propuesta de una Zechnas adulta era un suicidio.

    Quieres decir que esa pequeaja es ms fuerte que t? le solt.

    S. Ms fuerte, ms rpida y ms resistente. Yo sera incapaz de causarle ningn dao por culpa de su escudo energtico. Sin embargo en combate no me ganara,

    por supuesto. A esa edad son muy inocentes: no controlan bien su poder y su tcnica es

    psima. Sus golpes no me alcanzaran. Pero si lo que me preguntas es si Even se la

    cargara, la respuesta es s. Sin ningn problema.

    Entiendo dije pensativa. Entonces slo venceramos a Even combinando la fuerza bruta de la nia, tu habilidad y experiencia y mis

    T lo flipas, niata?! Ni siendo cuatro lo lograramos! Adems, yo slo soy el gua. No pienso enfrentarme a Even! Sera una estupidez.

  • 30

    Vale, vale, ya lo he pillado.

    Se le notaba nervioso, supongo porqu le afectaba al orgullo reconocer que no

    estaba a la altura. A pesar de eso, me daba igual; yo conseguira la Costilla del Dragn

    con su ayuda o sin ella. Mientras discutamos, aquellas dos ya haban acabado y la

    madre se marchaba sin habernos mirado a la cara siquiera. En cuanto a la nia, se qued

    all de pie y tard un buen rato en acercarse.

    Hola dijo por fin con una voz tmida y agachando la cabeza. Soy Zechnas. Mucho gusto en conocerles.

    No, definitivamente no era la bestia parda que me imaginaba, pero me resign; al

    menos pareca ms amable que cierto tipejo, aunque no pens que me resultara muy

    til. Eso s, mi opinin sobre ella cambiara por completo cuando la vi en accin.

  • 31

    CAPTULO 5 (EL NAVEGANTE DEL RO ELICO)

    5-1

    El prximo destino era Cirnaria, una ciudad de mercaderes. All pillaramos

    nuestro primer transporte: el Navegante del Ro Elico; Pepe no me quiso contar nada

    sobre l con la excusa de que ya lo vera.

    Nada ms salir del claro del bosque donde conocimos a la mini-guardaespaldas,

    Pepe nos gui hacia un pasillo muy oscuro de rboles apiados. Al principio bamos a

    tientas y tanto daba que cerrara los ojos o no, yo slo notaba que subamos poco a poco

    hasta que llegamos a las ramas. stas formaban un tnel, enredndose entre s para crear

    el suelo y las paredes; el techo consista en un montn de hojas apelotonadas y medio

    transparentes que dejaban entrar una luz verdosa muy agradable.

    Esto es el Laberinto de Ramas me inform Pepe, siempre con la vista clavada en el camino. Hay muchas rutas a elegir aqu dentro. Y cada una de ellas conduce a una ciudad distinta.

    Y t ya sabes por cul hay que tirar? le pregunt mientras vigilaba que la nia no se nos perdiera.

    Por supuesto se ofendi el chico. Mi olfato es excelente.

    Ese comentario me son raro, como casi todo en este mundo, pero pronto de di

    cuenta que en cada bifurcacin se perciban varios perfumes y que nosotros

    avanzbamos por donde ola a naranjas. Como el sendero estaba vivo, no se podan

    colocar carteles y ese mtodo era el ms prctico. Segn Pepe, el aroma a aceite

    conduca a una villa-restaurante, el de plvora a una ciudad militar y as hasta ms de

    treinta pueblos en una red de cientos de kilmetros que se ampliaba cada ao; o mejor

    dicho, creca.

    Aquello me pareca muy bien, sin embargo mi principal preocupacin en ese

    momento consista en hacerme amiga de la nia, ya que se la vea muy apocada. Lo

    primero eran las presentaciones: yo, Astrid; el de los colmillos negros, Pepe

    Que no me llamo Pepe!

    pero ella insista en que no tena; a todas las de su raza les tocaba el nombre de Zechnas y punto. As que decid regalarle yo uno:

    Oye. Y te gusta Zechni? Sera el diminutivo de Zechnas. O mejor an, Zeni.

    Bueno, vale me contest medio sonriendo.

    Creo que si la hubiera bautizado como Seorita Vaca Burra me lo hubiera

    aceptado igualmente. Mucho guardaespaldas y la especie ms poderosa y no s qu ms, pero segua siendo una cra muy modosita, hasta demasiado para mi gusto. Aunque

  • 32

    en el fondo yo la entenda; slo con seis aos, su madre la haba obligado a marchar de

    casa con unos desconocidos.

    Una cosa se me ocurri consultarle a Zeni. Y t pap?

    La pequea puso una cara rara, de no esperarse algo as. Oh, no!, pens, Y si le he dicho algo que no deba?.

    Y qu es un pap? me solt ella con toda la inocencia del mundo. Aquello s que me dej descolocada.

    Pu pues un pap es es y ahora cmo se lo explico? Un un seor que se ha juntado con la mam, captas?

    Pierdes el tiempo coment Pepe con sequedad. Las Zechnas carecen de padres. Slo existen mujeres en su especie.

    Y me explic que ellas se quedaban embarazadas, as sin ms, al llegar a la edad

    adulta. Y claro, slo nacan chicas.

    Eso significa que no sabes lo que es un hombre? le pregunt a Zeni.

    Ah, s! Eso s lo s! exclam levantando la mano. Me lo dijo mi mam. Pero nunca he visto a ninguno y me hace ilusin.

    Ah, pues ests de suerte. Aqu hay uno.

    Y cog a Pepe y se lo plant delante. Ella se lo mir toda curiosa mientras Pepe

    chuleaba sacando pecho. Entonces Zeni, con una reverencia, le solt:

    Lo lo siento mucho por ti.

    No me lo digas como si tuviera una enfermedad incurable!! protest Pepe.

    Hubo un momento de tensin, sobre todo cuando se me escap la risa, pero al

    menos sirvi para que la nia se relajara y, poco a poco, empez a hablar cada vez con

    ms naturalidad.

    Gracias a esto me enter de cosas interesantes, como que la armadura que

    llevaba Zeni era pura energa mental y se adaptaba a su cuerpo a la perfeccin, incluso

    para dormir. Adems, se trataba de una proteccin tan eficaz que las adultas se podan

    baar en lava sin problemas.

    Lo malo es que hay que andarse con cuidado solt Pepe en plan sabiondo. Si alguien roza uno de los salientes de su coraza le espera una buena.

    Bah, no ser para tanto me burl.

    Y tuve la maravillosa idea de agarrar con la punta de los dedos una de las puntas

    que le salan de la diadema. Me peg un calambrazo que casi me desmayo all mismo.

  • 33

    Aunque lo peor fue escuchar a Pepe veinte veces su ya te lo advert con retintn incluido.

    Tambin supe que las Zechnas eran una especie protegida y, a pesar de

    encontrarse en muchos planetas, slo vivan unas quinientas. Pepe me cont que haca

    unos dos aos, durante la guerra universal contra un tal Zrep, los lugares habitados por

    Zechnas se salvaron de la destruccin gracias a ellas; el resto de mundos civilizados

    quedaron arrasados. Y claro, eso provoc que su prestigio aumentara mucho.

    Mir a Zeni sorprendida por lo que acababa de or, pero la nia se limit a

    sonrerme como si la cosa no fuera con ella.

    Y de repente, cuando todo pareca ir de maravilla, ocurri: not en mi cuerpo

    aquella sensacin de nuevo y ya nada evitara lo inevitable.

    A... Alejaos de m! grit desesperada.

    Los dos retrocedieron mientras mi traje se remova, absorbiendo la humedad del

    aire y convirtindome en una fuente de agua humana. Luego vino el ciclo de

    centrifugado; fue tan fuerte, que me elev un palmo del suelo.

    Extraordinario! exclam Pepe con un cierto tono de burla. Un traje con lavado automtico. Es la primera vez que veo uno.

    S, fantstico y muy prctico y tal; fijo que mi madre pagara una fortuna por

    uno de estos, pero me fastidiaba no poderlo controlar. Al iniciarse el ciclo de secado,

    que era bastante agradable todo hay que decirlo, nos pusimos de nuevo en marcha.

    Un buen rato ms tarde salimos por fin de aquel laberinto de ramas, bajando por

    otro tnel formado por varios troncos, y fuimos a parar a una ladera rodeada por los

    rboles. Ms arriba se vea una muralla construida con madera rojiza: era Cirnaria. All

    tan slo tenamos que cruzar el pueblo para coger el llamado transporte elico que haba al otro lado. Fcil, no? Pues no.

    5-2

    Antes de entrar en Cirnaria, Pepe nos pidi a las dos que nos esperramos all un

    momento, tras lo cual subi la ladera y se meti en el pueblo. Al cabo de unos minutos

    volvi con un manto marrn que utiliz para cubrir a Zeni de manera que slo se le vea

    la cara. A ella no le import mucho, pero a m s:

    Se puede saber porqu lo has hecho? le pregunt.

    No conviene que averigen que es una Zechnas. En muchos lugares las consideran peligrosas. Y Cirnaria ha instalado Angfush: unos dispositivos anti-Zechnas.

    No son mortales pero s fastidiosos.

    Yo no acababa de pillarlo: ni lo de los Angfush ni, sobre todo, lo de las Zechnas;

    no se trataba de una especie protegida y muy respetada y tal? Claro que en seguida

  • 34

    record que en mi planeta animales como el tigre tambin lo son y no por eso a la gente

    le gusta que correteen por las ciudades.

    El pueblo, debido a que lo rodeaba una muralla, no lo vi bien hasta que no

    cruzamos la entrada. Lo primero en llamarme la atencin fue que slo dispona de

    tiendas, fabricadas con madera de tonalidades distintas aunque un tanto apagadas;

    supongo que lo hacan as para que la mercanca, expuesta bien a la vista, resaltara ms.

    Los tenderetes se apilaban uno encima del otro hasta los tres pisos y a travs de ellos se

    abran paso las calles, tan anchas como apelotonadas de gente. A los comercios de

    arriba se acceda trepando por unos postes o por unas pequeas escaleras que daban a

    unas plataformas para andar por all... quien se atreviera, por qu muy seguras no

    aparentaban, la verdad. Eso s, lo ms impresionante era la enorme cantidad y variedad

    de seres que circulaba de todos los tamaos, formas y colores: desde enanos

    encapuchados con unas enormes garras salindose de la espalda, dedicadas a manosear

    cualquier cachivache que se le cruzara por delante, hasta gigantes alargados que les

    bastaba con levantar la mano para alcanzar el puest