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El Franco-Condado en la obra de Francisco Elías de Tejada* ACOTACIONES EN BUSCA DE UN BALANCE por Antonio Truyol Serra Si analizamos la obra, rica y diversa. de Francisco Elías de Tejada, comproba- mos sin dificultad que, independic:ntemcnte de trabajos que cabe calificar de sistemáticos en el campo de la filosufía del derecho y del Estado -algullus tan importantes como su inconcluso Tratado de Filoso/fa "el Derecho (2 t., 1974-1977) -la mayor parte de la misma está consagrada a la historia de esta disciplina. También aquí, la riqueza y la diversidad caracterizan su producción. Y se advierte que, si bien Elías de Tejada inició una exposición histórica de conjunto que quedó sin terminar y dedicó un libro al pensamiento de la baja Edad Media inglesa. el mayor esfuerzo llevado a cabo por su infatigable afán investigador se dirigió al pensamiento hispánico en el más amplio sentido. y al pensamiento lusitano. Hemos dicho ,(pensamiento hispánico en el más amplio sentido», pues no se limita a lo que hoyes España, ni siquiera a Hispanoamérica. sino a la monarquía española l11u1linacional de la época de los y m.' agrupaba en unión personal no sólo sus reinos y dominios de la Península y! las [ndias, sino tamhién sus posesiones en Italia y Flandes. así como el Franco-Condado de Borgoña, incorporado luego a Francia. Elías de Tejada dedicó especial atención a (,las Españas» del Siglo de Oro, por él caracterizadas como verdadera Confederación monárquica bajo una realeza común, en la que cada miembro conservaba su personalidad histórica. encarnada en sus derechos y franquicias. Es de advertir que pocas veces se ha hecho tanto hincapié y analizado con tanta coherencia las consecuencias jurídico-públicas y doctrinales de esta forma peculiar de Estado, cuyo impacto sobre el pensamiento europeo ha analizado con profundidad el presidente de nuestra corporación en un importante libro l . De un " Este texto es una reclaboración ampliada de la intervención oral dc:-.arrollada en la Sesión Homenaje. (1) L. DIle/. DEL CORR"'I" La Mmt<1ll/uio española en el pensami/'!/IO europeo. De ;lfaq/lial'e!o a HlIlIlhof,'" Madrid. 1975. 17

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El Franco-Condado en la obra de Francisco Elíasde Tejada*

ACOTACIONES EN BUSCA DE UN BALANCEpor

Antonio Truyol Serra

Si analizamos la obra, rica y diversa. de Francisco Elías de Tejada, comproba­mos sin dificultad que, independic:ntemcnte de trabajos que cabe calificar desistemáticos en el campo de la filosufía del derecho y del Estado -algullus tanimportantes como su inconcluso Tratado de Filoso/fa "el Derecho (2 t., 1974-1977)-la mayor parte de la misma está consagrada a la historia de esta disciplina.También aquí, la riqueza y la diversidad caracterizan su producción. Y se advierteque, si bien Elías de Tejada inició una exposición histórica de conjunto que quedósin terminar y dedicó un libro al pensamiento de la baja Edad Media inglesa. elmayor esfuerzo llevado a cabo por su infatigable afán investigador se dirigió alpensamiento hispánico en el más amplio sentido. y al pensamiento lusitano.

Hemos dicho ,(pensamiento hispánico en el más amplio sentido», pues no selimita a lo que hoyes España, ni siquiera a Hispanoamérica. sino a la monarquíaespañola l11u1linacional de la época de los Au~trias. y m.' agrupaba en unión

personal no sólo sus reinos y dominios de la Península y! las [ndias, sino tamhiénsus posesiones en Italia y Flandes. así como el Franco-Condado de Borgoña,incorporado luego a Francia. Elías de Tejada dedicó especial atención a (,lasEspañas» del Siglo de Oro, por él caracterizadas como verdadera Confederaciónmonárquica bajo una realeza común, en la que cada miembro conservaba supersonalidad histórica. encarnada en sus derechos y franquicias.

Es de advertir que pocas veces se ha hecho tanto hincapié y analizado con tantacoherencia las consecuencias jurídico-públicas y doctrinales de esta forma peculiarde Estado, cuyo impacto sobre el pensamiento europeo ha analizado conprofundidad el presidente de nuestra corporación en un importante libro l

. De un

" Este texto es una reclaboración ampliada de la intervención oral dc:-.arrollada en la Sesión Homenaje.(1) L. DIle/. DEL CORR"'I" La Mmt<1ll/uio española en el pensami/'!/IO europeo. De ;lfaq/lial'e!o a HlIlIlhof,'"

Madrid. 1975.

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lado, Elías de Tejada tuvo un sentido vívido de 1'-1 diversidad de la Españapeninsular, con singular interés por Cataluña, cuyo pensamiento político clásicofue ubjeto de una obra en tres tomos que incluye también Mallorca, Menorca yValencia; y en su libro Las Españas expresa con delectación C:-ita diversidad,juzgada como enriquecedora. Pero de otro, extiende su mirada a lo que podríamosllamar, desde una perspectiva puramente geográfica, las «cspañas exteriores»:Cerdefia hispánica y singularmente Nápoles hispánico, que consta de cinco tOlTIns.

A esta serie de las «Españas exteriores) pertenece el trabajo de que nos vamos aocupar brevemente, El ¡'¡-anco-Condado Mspánico.

El pensamiento político del Franco-Condado de Borgoña fue el tema deldi,curso de apertura dé! curso de 1966-67 en la Universidad de Sevilla, publicadoen 1966 en sus Anales (a tío XXII, n Q 11). Una segunda edición aumentada ycorregida, bajo el título mús general El Franco-Condado hispánico, vio la luz,también en Sevilla (Ediciones luna), ocho ai)os más tarde, en 1974; edicióncuidada por su mujer, Gabriella Pércopo, «napolitana españolísima», según nosdice cl autor en el Preliminar, cuyo ac<.;nto apasionado de confesión íntima acercade la génesis del libro no deja insensible al lector, cualesquiera que sean las rcs"ervasque pueda suscitar en él la vehcmencia de no pocos juicios; y cuidó la portada.Ioaquin García de la Concha.

Este Preliminar nos relata la «peregrinación)' (como así la llama el autor) delmatrinlOnio, unido. en esta circunstancia, además, por el afán compartido de hacerrevivir la pléyaut Je «borgoñones hispánicos), cuya fidelidad a la Monarquíahispánica está, como veremos, fuera de toda duda. Algunos pasajes sonespecialmente reveladores: «De mano de mi mujer, mi Gabriela napolitanacspañolísima, he recurrido en peregrinación patétil.:a las [ierras del Franco­Condado de Borgoña. En nuestro silencioso c<lminar enamorado hemos ido villatra:i villa, aldea tras ald~a, tumba tras tumba, memoria tras memoria, ruina trasruina, evocando al ayer inmarcesible. percibido con d :-.cntido sutil de las cosasimperecederas, (on el rourmuHo callado que solamente el amor capta. Ella puso suamor sobre mi amor en amar el alma dolida del franl..:o-Condado de Borgoña,asesinado primero por la barbarie francesa, después por el olvido vergonzoso. Losdos hemos sentiJo en las entrañas el misterio enternecedor de las tumbaspisoteadas y marchitas, de los lugares profanados por el enemigo francés, de lasletras en que quedó inscrito con ardor de fuego incandescente la lealtad a suscondes, que eran mis reyes; de rezar en ODia por lean Doyvin l..:uando ya nadie rezapor .lean Boyvin en Oola» (p. ¡ S). 0, en el apartado siguiente: «Nacido del hondóndel alma emocionada, este libro fue compuesto por dos personas unidas en el amory en el ideaL Compañeros de andaduras, compañeros en la vida, andantessolitarios y férvidos por las sendas ultrajadas del Franco-Condado que se fue. Eneste libro está escrita la devoción a la mujer perfecta compañera, junto con la

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devoCIón por el Franco-Condado. otrora juya gentil de las Españas. Libro de amorpara los muertos, no lo han de comprender muchos de los vivos, Porque ha sidoredactado con la verdad de la hi:-;lOria. recibida en el corazón que ama; con un

amor sin experanza cuya justificación arraiga en el deber de piedad para losmuertos nuestros" (p. 16).

Estos textos dan buena idea de la pasión que alienta en el libro. conmuvedoraen su dimensión cunyugal y patriótica, pero también, como reverso. de la forma

contundente con que se manifiesta lo que, desde una perspectiva histórica(tcnit=lluo en cuenta que el autor reivindica para sí la objetividad del historiador)

puede ser calificado como animadversión tenaz, si no obsesiva, profunda, haciaFrancia, la francia borbónica de entunces desde luego, y lo que él no rehusaría

llamar la «rrancia cterna», en oposición permanente a lo que tamhién según élrepresenta l::::spaña. Asinli"smo llama la atención en este contexto la hostilidad hacia«Europa» entre comillas, una Europa de la que Francia sería en cierto modo

portavoz privilegiado. y que, victoriosa, truncaría los destinos e ideales de las

Españas. Puedo formular aquí estos reparos porque \e los expuse personalmente,en vida, al autor, con la sinceridad que nuestra vieja amistad permitía, sin olvidar,por lo demás, que «el estilo es el hornbr~>. srgún la l:onocida expre:':lión de Buffon, y

no cabe imponer el propio a los demás.

No podemos entrar aquí en pormenores Jellibro. Digamo~ tan sólu LJut': ofreceun balance sin duda exhaustivo, y de primera mano, del pensamiento político ensentido amplio (que incluye el pensamiento historiográfico y la propia historiogra­

fía) del Franco-Condadú de Borgoña durante el período de su vinculación a la

rama española de la Casa de Austria, es decir, a la Monarquía hispánica, si bienabarca también el reinado de Carlos V. aunque dicha vinculación se establecióconstitucionalmente, como veremos, al dividir éste sus dominios hereditarios.

Pero antes de analizar sus grandes líneas, conviene por nuestra parte recordar,para situar dicha vinculación en su contexto histórico, sus precedentes inmedia­

tos.

Prescindiendo de su compleja historia en la Edad Media, el condado y elJucado de Burgoña estuvieron unidos desde 1304, bajo los cuatro «grandes duquesde Occidente» de la casa de Valois, que eran a la vez, desde 1369, condes de Flandes(con cuyo título unificaron los Países Bajos). La muerte misteriosa, en medio de la

nieve, ante Nancy, de'Carlos el Temerario, en enero de 1477, y la boda. en agosto

de ese mismo año, de su hija y única heredera Margarita (de Borgoña) con elarchiduque Maximiliano de Austria, futuro Emperador (desde 1493 hasta 1519),

hicieron que el ducado pasase, en cuanto feudo masculino, a poder de Luis XI de

Francia. y el condado, feudo germánico y femenino. se incorporase a los dominiosde los Habsburgos juntamente con los Países Bajos; separación aquélla que, puesta

en cuestión por Luis Xl, que intentó apoderarse del condado, quedaría finalmente

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consolidada, después de su muene, en el tratado de Senlis (24 de mayo de 1493),por el cual, habiendo renunciado Carlos VIII al previsto matrimonio conMargarita de Austria, hija de Maximiliano y de Margarita de Borgoña, hubo derenunciar ti su dote: el Artois. el Charolais y el condado de Borgoña. El hijo deMaximiliano y de Margarita. Felipe el H~rmosü, se convirtió en soberano delcondado. Felipe se casaría en 1496 con Juana, hija de los Reyes Católicos.conocida como «La LCH,.:a". Fallecido prematuramente en 1503. su hermana~1argarita de Austria. viuda de filiberto el Hermoso de Saboya, recibió de supadre la gobernación vitalicia de los Países Bajos, del Charobis y del Condado.Entre tanto. se produjo la elección de Ca rlos 1de España. hijo de Felipe y de J llana,al trono imperial, en 1519. Margarita gobernó, desde Malinas, con granc1arividelh:ia, asegurando al Condado un largo períodü de seguridad y de pazconel establecimiento de una Liga hereditaria con los cantones suizos (1511) j', despuésde la elección imperial de su sobrino, la firma de un tratado de neutralidad conFram.:ia (1522) que, gracias a sucesivas prórrogas, mantuvo el Condado al margende la gunra entre Carlos V y los Valois. A la muerte de Margarita (1530), que habíaaconsejado a su real sobrino unir el gl)bierno del Condado al de los Países Bajos, elnuevo soberano dcl condado cncomendó la gobernación conjunta de ambosterritorios a su hermana María, reina titular de Hungría, que la ejerció hasta l555,asistida por tres L'l)nsejos (un Consejo oc Estado, un Consejo privado)t un Consejode Hacíenda).

Durante este gobierno, en I54g, Cados V incluyó el Condado, como parte delImperio, con los Países Bajos, l'n un «círculo de Borgoña». Atribuido el condado ala rallla española de la Casa de Austna, Felipe II tomó posesión de él en 1556,

A partir de rclipc 11 (1556-1598), el hecho de que siguiera sicndo conjunta lagobernación del Condado y de los Países Bajos, y la agitación que en éstos fueracreciendo, moti\',Hl\11 que la preocupación de los ... ucesivos responsables de dichagobernación se dirigiera más hacia los Países Bajos. De hecho, el Condado gozabade amplia autonomía en los asuntos corrientes, compartiéndose el poder entre ungobernador especial (yen caso de ausencia, su lugarteniente) para el Condado,perteneciente a lInajes noblcs del pais, y su Parlamento. Así ucurrió también con lahermanastra de Felipe, Margarita de Parma, que, con residencia en Gante, estuvode gobernadora oe 1559 a 1567, aunque mediatizada por una «consulta» cuyomiembro más inl1uy'ente fue precisamente un prócer del franco-Condado,Antaine Perrenut de Granvelk, hijo de Nicolás, canciller de Carlos V, al que habíasucedidü en este cargo. y futuro virrey de Nápnles, cuya impopularidad en losPaíses Bajos condujo a su cese en 1564.

Epoca áurea en lo material yen lo cultura\, comparable a la de Margarita deAustria, después de la invasión del Condado por Enrique IV en 1595, fue lallamada «época de lo, Archiduques» 1159S-1633): la de la infanta Isabel ClaraEugenia, hija prediJecra de Felipe I1 y de Isabel de Valois, designada soberana de

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los Países Bajos y del Franco-Condado por el Rey prudente antes de su muerle, yque habia de casarse con el archiduque Alberto de Austria (Acta de Cesión de 6 dema!'o, con la cláusula de reversión a la Corona en caso de que los Archiduques notuviesen suct'sión). Viviendo en Bruselas, Isabel y Alberto confiaron el condadu aCieriado (Clériadus) de Vergy. Fallecido Alberto en 1621, se cumplió la cláusula dela vuelta de rIandes a España, siguiendo Isabel de gobernadora hasta su muerte.Los cuatro decenio~ siguientes transcurrieron bajo el signo de los renovadosl;sfucrzos de Francia para apropiarse del Condado. La invasión francesa de 1636 yla franco-sueca de 1637, en plena Guerra de los Treinta Años, a pesar del tratadode neutralidad, fueron calamitosas. Más tarde, LUIS XIV n:c1amó el Condadoalegando el derecho de "devolución» comü parte de la dote de su mujer, Marí<lTerl:sa de Austria, que no había sido satisfecha, Conquistado fácilmente por la~

tropas francesas en 166~, el Condado hubo de ser devuelto por Francia (no sin que;tlltcs mandase LOll\ois lkslll<llltclar todas 1;\" rortak/<lsL al conccrtarsc la Pa/.lk

Aljuisgrán, aquel mismo ailo, Mariana de Austria, regente por la minoría de edadde Carll)S 11, disgustad~t pur lo ocurrido, confió el gobierno del Condado aextraños, entre otros al príncipe de Arcmberg, Ilamenco al que sl.:guirían dose~pJñoles,ya de breve mandato cada uno, Una segunda conquista francesa, de seismeses de duración, muchu más costosa, en 1674. durante la llamada guerra deHolanda, resultaría definitiva al SL:r confirmada, dos año;., después. por la Paz deNimcga,

Este es el trasfondo constitucional y político-internacional del Franco­Condado hispánico, que nos ha parecido conveniente evocar, dada su compleji­dad, y que en el libro de Elias de Tejada se da por supuesto. El objeto del libro loconstituye esencialmente el pensamiento jurídico, político e historiográfico delperíodo hispánico de la historia del Franco-Condado. Que yo sepa, es la primeraW:i. que tal estudio monográfico se Ul;'va a cabo, y ya he hecho referencia a que a mijuicio agota la materia. independientemente de los jucicios de valor, siempresujetos a discución y matización, que encierra. Pero más allá de las doctrinas seofrece también la visión del autor del destino histórico del Condado en el períodoen cuestión, especialmente en el capítulo 1 «,Puntos de partida») y los dos últimos(X: «Las cenizas pisoteadas»; XI; "El Franco-Condado de Borgoña»).

La exposición del pensamientll jurídico, políticu e historiográfico del ~ranco­

Condado hispánico se hace según un orden cronológico atemperado por tanecesidad de destacar las figuras salientes, en los capítulos 11 a IX. Sus títulos sonrq1rCSl'lltalÍvos del c-,píritLl dcl autor: "Carlos V,L'lllpcradnr! COIH.lC de BI)['g.tlll<l»

«relipe Il, Príncipe perh..'cto»; «Los Archiduques, paréntesis dichoso»; "El buenconde Felipe ¡V,,; «Maquiavelo, refutado pür Felipe ll, según Claudio Clemente ylean Girardot de Nozeroy»; ,·Jean Boyvin, borgoñón de las Españas»: «Losgrandes polemistas: Antoine Brun y Jean-Jacques Chifflct»; "Carlos 11 y la muerte

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del Franco-Condado de Borgoña)}. Destaca Elías de Tejada a seis autores -pues a

estos cinco cuyu nombre figura en el título del respectivo capítulo hay que añadir elprimero de ellos en el tiempo, Loys Go!lut-, y los caracteriza con frases y fórmulas

lapidarias de las que brotaban fáciles baJo su pluma: Loys Gollut (1535-1595),

jurista e historiador, «máximo escritor político del siglo» (se entiende que en elFranco-Condado), que en Les mémoires histonques de la Republique 5'equanaise, eldes Pl'illCCS de la Frallche-Comlé de BOlIl'gOgllC (que escribió entre 1575 y 15R7 Y

puhlicó en Oola en l5lJ2) hace especialllincapié en la personalid¡ld histót'ica delCondado y en sus privilegios, con la particularidad de que «cuando trata la

relación de los señores que han mantenido al Franco-Condado en la constanteindependencia política, a fuer de español e igual que hacían lus historiadores deNápoles o de la península ibérica, aliado de las dinastías propias coloca las de los

demás pueblos españoles en ansias de matizar el paralelo de sus pasados, incluso

cuando ",ún no esta han tllJO~ um:iuos en la confederación que er3 la MonarquíaCatólica»; Claudia Clemente (Claude Ckment; 1594- I642),jesuita, que después de

enseñar retórica en Lyon y Oola acubó de profesor ue humanidades en los RealesL~lll(jio:--de Sa 11 Isid ro de Madrid. a 1I t()r lkl iHac!liuvellisl11llsjuglllalus ( I(26). «por s II

lllall¡) nll~llla vertido en l'~lllpL.'nd() verbo casletlall¡)" (lj /}/ac/¡ial'cllislIlo degolladu

por la chrisliana sabiduría de Fspaña )' Austria; Alcalá. 1637), «cuyos docecapítulos, sabrosísimos, agudos, de la mejor espada polémica. son el libro

excepcional con que el r'ranco-Condado contribuyó egregiamente a las pugnasideológicas sobre la doctrina del Príncipe, contraponiendo los católicos reyes de las

Españas a los maLJuiavélicos monarcas de París»; .kan Gírardot de No/eroy

(1580-1651), cronista quc ensalzó el papel de la nubleza ya «Felipe 11, politic"cristiano, frente al maquiavélico RichelielH; .Jean Boyvin (1575-1650), jurista e

historiador, «el mayor hijo del Franco-Condado», para quien éste «n'a rien dccommun avec la France que le langage»; Antoine Brun (1599-1654), pulítico

activo, embajador de Felipe IV cerca de las Provincias Unidas, cuyo "pensar t<:JI1

elocuente cuanto respresentativo» en las polémicas de la época se halla disperso enuna serie de obras; Jean-Jacqucs Chifflet (158g-16 73 1, médico de cámara de Felipe

1I y de Isabel Clara Eugenia, cronista y polígrafo fecundo, empeñado a fondo «en

la polémica antifrancesa» y, a juicio de nuestro autor, «el más ilustre de losp\lkml:-'{~h c:-.pai"\(llL':-. dI..' ~1I :-.iglo ... t..)tra:-- pcr:--onalidadc:-. aJl¡tiiladas ~(JJl l-'rJnc;oi:-­Richardot (1507-1574), «encarnación de la Contrarreforma», los «cronistas

ilusionados" .lean de Vandenesse (1497-1567) Y Féry Guyon (1505-\567), el poeta

.lean Morelot (1- 1(16) como escritor politico, el clasicista .lean Gillet (n. en 1527),

el médico y poeta -'can Vuillemin (n. en 1540 y fallecido a comienzos del sigloXVI 1). el poeta Jean-Baptiste Chaosignet (h. 1570 - h. 1(30), el jurista e historiador

.lean Grivel, el teórico de la nobleza y adversario de Maquiavelo, Christophe de

Bonuurs. y los hijos de Jean-Jacques ChiffleL el «apologeta '! jurista» .lean Chifflet(t 16(6) Y el Jurista hIStoriador .1 liles Chifllet (16 I0-1(76), quien "al borde de la

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muerte de su patria», califica de tal al condado de Borgoña y de «ennemis» a losfranceses, entre otros muchos que nos vemos en la precisión de omitir aquí.

En cuanto a la conclusión global del libro, no cabe duda alguna que, porextremada que nos resulte, como antes dijimos, la forma en que se expresa el autor,es indiscutible: la fidelidad del Franco-Condado a la Monarq uía hispánica frente alos intentos de Francia para incorporárselo. Y ello fue así a pesar del hecho nomenos indiscutible de tratarse de una región de lengua francesa y que tenía encomún con Francia costumbres y formas de vida. Esta fidelidad se explica por dosrazones fundamentales, que se recogen en la obra que comentamos, pero que pornuestra parte matizamos.

Es la primera razón, el apego de los habitantes dd Condado a una autonomíaque los soberanos de la Casa de Austria respetaron y que obviamente tenían queconsiderar amenazada por la política centralizadora de la Monarquía francesa. Enla línea de lo que en otro lugar hemus pl.esto de manifiesto, en un Estadomultinacional como era la Monarquía hispánica el Franco-Condadu francófonocabía, en cuanto tal, lo mismo que Castilla y Aragón, que Cataluña, Mallorca y

Valencia. que Sicilia, Nápoles y Milán. con sus respectivas lenguas, y los PaísesBajos. ya fuesen éstos de habla francesa o neerlandesa2 • A lo cual podemos añadirque los intentos de incrementar el poder de la Corona, especialmente bajo Felipe 1I(Ordenanzas reales de 1573, no aplicadas, en forma sua vizada, hasta 1586), Ysobretodo bajo Felipe lV. si provocaron protestas. no prl)dujerun en el condado deBorgoña reacciones de desafecto. ni tendencias secesionistas, como otras delmismo signo en Aragón, Cataluña, Portugal y los Países Bajos.

En segundo lugar, el Franco·,Conuado compartió la misión rdigiosa queasumiera la Monarquía hispánica en su oposición a la Reforma, que sólo obtuvoalgunos resultados en Besanzón, por lo demás ciudad imperial hasta su unión máso menos efectiv'a al Condado en 1654 bajo Felipe IV, quien cedió a camhioFrankenthal al emperador Fernando 111. El catolicismo militante de la Contrarre­furma sintonizaha así con e[ de Felipe 11 y sus sucesores, a diferencia de 10 queocurrió en las provincias septentrionales de los Paíser.; Bajos, 4uc ante los esfuerzosue [a Corona por mantener la unidad religiosa se encaminaron hacia la secesiónfinal.

Esta fidelidad, con sus causas. ha sido comúnmente reconocida por loshistoriadores franceses, así como el afecto que a los habitantes del Franco­Condado supieron inspirar, en particular, Margarita de Austria, Carlos V, María,reina titular de Hungría, Isabel Clara Eugenia y su esposo, el archiduque Alberto.

(2) "La Monarquía hi~r;'inila lk la Ca~a de Austria como forma de btado". en VJlkcl"I"ah, ahRah/lordnung, I/I{ef!wtio/l(flc (;('ncllllharkeit. MC/lschcnl'cchtc, ICI!\chn/t tú, }/cnno!/!/ lvfoslcr. Berlin.Hciddberg. Ncw York. 1983. pp. 9Xl-991í.

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Así, al referirse a la separación del Condado y el Ducado sellada por el tratado deSenlis, Edmond Préclin escribe que «después de dos siglos de ocupación militar yde intluencia administrativa francesas. el Condado, ahora separado del Ducado,iba a vivir ~ajo la tutela de la casa de Austria, en el honor y la autonomía que levalían sus Estados, su Parlamento, su Universidad"J; 0, como dirá más sucinta­mente lean Brelot, «en una verdadera autonomía>.4. También Maurice Gresset y.Tean-Mare Debard comprueban que los Austrias (les Habsbourg), (~dueños

lejanos •• , dejaron al Condado de Borgoña una «amplia autonomía •• , y que laestructura política de su Estado era por cierto la más adecuada para dejarle unaautonomía real, que el Estado moderno de tipo francés <,hubiese soportadomenos,,). De ahí llna fidelidad que, como ya hemos apuntado, no quedóconmovida por las medidas centralizadoras, estimuladas por las necesidadesfinancieras debídas a la guerra. adoptadas bajo Felipe IV. Según observara alrespecto Jean-fran¡;ois Solnon. autor de una historia monográfica del Franco­Condado hisp<inico, ante dichas exigencias <<la provincia se indigna, recuerda susfranq uicias. pero perIll~Il1L:CL: fi¡,;! ),1'. y así segui r:1. ¡,;omo veremos. en la etapa fi na!. entiempo de Carlos 11, cuando se nombren gobernadores no oriundos del Condado.

En lo tocante a la vinculación entre el Condado y sus soberanos, ya JulienFebvre, en la primera historia contemporánea de conjunto del Franco-Conda·do,al hacer hincapié en la existencia de un sentimiento de identidad «borgoñón» en supoblación, situada entre Francia y el Imperio, dijo de Margarita de Austria, cuyo«I"t.'inado), fue« una épuca feliz, un alto de dicha pacífica», que era "selon le coeur de~'('s su/eIS)'; de Carlos V, que fue para la provincia »Ull cornIl' seton son coeu1'»; y si enlo concerniente a Felipe 11 señala que «el nuevo conde no era simpático)), admiteque en definitiva cumplió las promesas que hiciera, al posesionarse del Condado,en materia de neutralidad y de fiscalidad!. Préc!in, por su parte, describe aMargarita de Austria como «seductora. inteligente, de espíritu claro y ordenado)l\,

(3) JliHO/Ú' de /a Franche-Cmnfé. Pari~, I'.U.F.. 1947 (n>JI. Que sais-Jl'?, nY 26H). p. 49.(4) En l.. LI f{-\I J. HRLLO] el R. ~L\!{I \\: 1lil"f00re de la Iia/lchc-Colll/(;, París. P.U,F .. 1969 (misma

colección y 11l1Sm,) númcro).que se pTl'~enta cumo [a 2.. ' eJ. refundida de la anterior. p. 5.1. Los tres autMe~tratdn respecti\,¿¡menlc la 0poea (k la Antigüedad (cap, I l. la Ldad Media y los Til'mplh MoJernm (caps. II ~

1[1) Yel perioJo posterim d la u1llquista francesa (cap.. , [V:I VI). habiendo reuad¡¡uo d tercero también la

e()ll':hISIÚIl. M, (jtU ssl I ti tic· ,k"pll~'" del talkeimielll P d..: J. \ll(l I () I ha <IS\llllld,l la parte anh.'s rcd'lCtada pnll~\ p,Hd este periodo en la J .. ' edlcilltl r..:fundida de dieha IIil/Oirc. por l.. I.t !{\ 1 P.Gtn'<SNLR, M. (iRISSII y R.\1 \1(\ 1"\ (19Xl). :lbulld,ll'l1 villli .. nhl ¡llle'll>, ]¡<th[¡¡ndo al rc .. pel."tolk UIl,l "'IUII,\i-uU/OI/O/ll/('" (P, _~l))

(5) rn lIis/olú'dclu Franc!rc-('om/('. publicadd bajo la direCCll>11 de R. Ftl-I tI R. TUlllollSl'. Priva!. 1977,pp. 205 Y 20(', M_ (jl~1 "',",1 l. en la J..' cdlc·¡ón de la obra citad:] en I:lI1<lla anterior. sulnaya asimismo estaeil"Cunstancia (p. 59).

((J) fJuund la Frallc}¡l'-C!¡lIIfé é/aif c.lpagl/oll'. l';lris. rayan!. [910, p. 44.

(7) lli.\foi/"/' de Jámdlc-('omfé, Pari ... IYI2(rl'impr..Mar:-.l'Ila.19X.1),pp.151.1{,O.176-77.Cr.,a:-.inllSlllo~u obra fundal11enLal (IC~I" duuoral). I'hilippe Jl el la Frullc}¡c-Com/é, Paris, [912 (reil11pr. Jl'spués en eJiciónJe bolsill(l, sin el apartado cntil"u).

(\\1 Op. cif.. pp. 5X-59: y BHII ot. loc. elf .. p. 61.

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y por lo que se refiere a los Archiduques, subraya que «gustaron. El, por sugravedad y su dignidad, ella, adornada de todas las virtudes de un san Luis, más ladulzura»9. Gresset y Dcbard destacan que Margarita se había formado «en la duraescuela de la adversidad», que, «délicatc leflrée» , cual verdadera princesa delRenacimiento, protegía a los poetas y artistas, y que el período de los Archiduques,aunque menos conocido que el anterior, parece haber vuelto a dar al Condadoconfianza en sus destinos y confirmado su autonomia 10. Solnol1, por último, insisteen la popularidad que inmediatamente se ganó Margarita, su habilidad política, la«sabiduría y autoridad" con que ejerció sus poderes, y en cómo «por instinto y porrazón política», comprendió la originalidad de la herencia borgoñona en elimperio dL' su sobril1d, lo llU~ la l110viú a acon.'>L'jarlc. antes de su Ill11CrlL',conservar el Franco-Condado en la familia de los Habsburgos y mantener launidad de ')u destino .:on el de los Países Bajosl\. Subraya asimismü que, al darFelipe 11 a Isabel Clara Eugenia y al archiduque Alberto la plena propiedad de laprovincia y de los Paíse'i Bajos, dotaba al Condado de «soberanos particulares», yúnicamente la falta de descendencia de los esposos lo devolvería al rey de España,destacando la popularidad de aquéllos, reforzada por la renovación de laneutralidad que Isabel, «familiarizada con los asuntos públicos desde su juven­tud», negoció en 161ü 12

No es menor la unanimidad en lo que atañe a la intervención del factor religiosoen el comportamiento de la población del Franco-Condado dentro del Imperio y

de la Monarquía hispánica de los Austrias. Baste recordar, con E. Préclin, quehacia mediados del siglo XVI el Franco-Condado afirma con hechos «una de suscaracterísticas maestras: el apego a la fe católica»13; o, con J. F. Solnon, que,«tierra católica cercada porel protestantismo, el Franco-Condado permaneció fiela Roma~), y que <testa lealtad, puesta con frecuencia a prueba, y que sus vecino;.;intentaron debilitar sin deSGlnSO, se fortaleció siglo tras siglo" J~~ con lo que dio enun contexto de fuertes tensiones y temores confesionales conllevara, por lo demás,en orden a la persecución de la herejía, encaminada a impedir guerras de religión.Así. la lealtad religiosa resultaba ser condición de la lealtad política, en virtud deuna interconexión certeramente caracterizada por el autor últimamente citado,cuando dice de los habitantes del Condado que "la fidelidad a la religión católica essu primer mandamiento, el apego (alfachement) a su soberano, su segundo deber,cumplido con tanta mayor escrupulosidad cuanto que jamás contradice alprimero»l).

(9) Op cil. p_ 70; Y B'UIOlloc- ell" p_ 71.(10) Obra citad;; l'n la nota 5, p. 208.(11) QUilnd la Frandu'-Comlé élUir espagnole, ya citado, pp. 19-20.( [2) Ibid. pp. 43-44.(13) Op. cIf., p. 65.(I~) QUlllld laliwlc/¡¡; CO/ll(c ... p. 201.115) ¡hit/.. p. 46.

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De hecho, ha llamado comúnmente la atención la aportación realmentenotable del Franco-Condado, desde el comienzo mismo de su vinculación a laCasa de Austria, a la Monarquia hispánica, en el campo de la politica y el de lamilicia, a los que dio estadistas, agentes diplomáticos y mandos militares porJoquier presentes: unos nobles y otros burgueses. Ateniéndonos al reinado deCarlos V, recordemos, entre otros, siguiendo la evocación que de esta presencia dehumbres dcl Franco-Condado en los asuntos del Imperio hacen los citadoshistoriadores, a .loachim de Rye, que ayudó al Emperador en la batalla deMühlberg; .lean u'Anuelot, que le facilitó la huida hacia Innsbruck; Philiben deChalon-Arley, que "para él tomó Roma y murió en el sitio de Florencia (1530»>;Jean II Caründclet. sCl:retario de Carlos; Jean LalJemand de Bouclans (1470­1560), que redactó el tratado de Madrid; Laurent de Gorrevod, uno de losnegociadores de la paz de las Damas (1529); Simon Renard (1513-1573), quenegoció el matrimonio de Felipe 11 con María Tudor; Nicolás Perrenot (1468­1550), nieto de un herrador, consejero en Dula, l{lIe fue gran canciller de Flandes eintervino en todas las grandes negociaciones con Enrique VIII y Francisco 1, viajóa Túnez y a Trcnto, y acercó Besanzón al Imperio, alejándolo de Jos cantonessuizos. Pero con razón señalan también que el favor de que gozaron estos hombres"fue menos fruto del azar que el resultado de una política»; pues Carlus V, como su

tía, tenía en mucho la posesión de las dos Borgoñas, eje y centro de Estadosdispersos desde Madrid y Milán hasta Bruselas y Utrecht, por lo que «oturgó ~1I

confianza a los hijos eminentes del Condado trabajador y avisado, francés delengua, imperial de inclinación, europeo por los intereses,,16, Esta confianza siguió

otorgándose por sus sucesores, viéndose indefectiblemente correspondida. Y esdigno de ser resaltado el hecho de que, aunque se relajara, según vimos,posteriormente, y en particular en tiempo de la minoría de edad de Carlos 11, lamayoría de la población, en la crisis final. siguiera fiel al rey de España.

La fidelidad del Franco-Condado a la Monarquía hispánica, por otra parte,extensiva al orden del pensamiento, que Elías de Tejada nos ha puesto demanifiesto, lo fue singularmente en el de la defensa. Es también del dominio comúnla resistencia que el condado de Borgoña opuso siempre. desde su separación delDucado, a los reiterados intentos de los monarcas franceses para incorporarlo a sureino, EspeCialmente encarnizada fue la que opuso el Condado al asedio francés ysueco durante la Guerra de los Treinta Años, que en el Conuado fue la llamada"Guerra de los Diez Años», que en realidad fueron nueve (1635-1644), Yaqui como

(lb) Obras citadas en las notas 3 y 4, pp. 60-61 Y63. respectivamente. Lo mi~mo se ~eñaJa en las utra~ quehern()~ menCionado. En una monografía COIl título evocadnr y d~ grata lectura, ..tulir du f}(luh,~ el aft'nfrJul""('UN/II/I. /':([<'/1<1,'\ '" hil!OIl"n, <:\Ir¡¡ida (le /.,u/I(JI//ic el /ia!If{\! ((IIIC-"( 'O/llflJilc.l (lk~all¡':('Il. ~.r.). R. M \I~: 1"\

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en Alemania se llevó a cabo con una dureza y crueldad de procedimientos quetodos los historiadores describen sin paliativos; como (al margen de la monedacorriente que eran los incendios. horcas, matanzas, saqueos y violaciones).enterramientos de personas vivas o la quema del trigo en ciernes. por orden deRichelieu, para provocar hambre en la población, que tomó ciertamente parteactiva en la defensa y quedó diezmada". Muertos Richelieu (1642) y Luis XIII(1643), la regente Ana de Austria y MazariIlLJ aceptaron un armisticio, y aunqueEspaña no firmó la Paz de Westfalia (1648). el Condado se benefició de la paz,mediante treguas renovadas, durante velnte años. Repoblado el' Condado porgentes de Sabaya, de Auvernia y del país de Bresse, fue reponiéndose de sus gravesheridas en el temor de las miras de Luis XIV, movidas fundamentalmente pormotivaciones estratégicas como la de extenderse Ilacia el este y el nordeste, y

asimismo cortar las comunicaciones entre las posesiones hispánicas de Italia y delos Pai,es Bajos. Ya hemos aludIdo a las dos campañas, de 1668 y 1674,Ia última delas cuales, definitiva, tropezó con una resistencia de las fuerzas locales encarnizaday tenaz a pesar de la escasa protección con que podían contar de una España endeclive, El ya citado historiador francés Edmond Pr¿din comprueba objetIvamen­te la situación creada a raíz de la segunda campaña en términos que confirman elsentimiento de la población (en buena parte, como hemos visto, de nuevaprocedencia) en aquel trance decisivo, «La conquista definitiva había durado seismeses. Había sido difícil. En Salios, las cien jóvenes asociadas en la cofradía delLeón mandaban decir misas por Carlos 1) de España, En Arbois, entonce,> ciudadanti-francesa por excelencia, el P. Hilarían pudo predicar contra Luis Xl V ¡sin quenadie le dcnuní..:iara! M ucha gente del Condado se atavió en el exilio con la bufandaroja española. Miembros de la pequeña nobleza. antiguos combatientes de losterciosl~, labradores, expresaron, durante todavía algún tiempo, su lealtad. Sufidelidad al pobre rey de Madrid ponía de manifiesto su espíritu í..:aballeroso, suapego a una causa perdida, su amor a la autonomía, su desvío (éloignement) conrespecto a los C('1I4uistadores»J9. Y recuerda. como antes hiciera L. Febvre20 • queal rematarse en París la Puerta de San Martín y la Plaza de las Victorias. una figuraencadenada personificaba, en aquélla. el Franco-Condado vencido 21

En la reedición de la obra, Roger Marlin, que trata de la historia del Condado apartir de la conq uista francesa, después de sei1alar que «la conyuntura había hechoinevitable esta anexión a Francia», reconoce también objetivamente que la masade los habitantes del Condado seguía opuesta a la misma, .. aunque este último

\ 17) Ven'n p<.lrticular. 1)0\\\\ llIavorc,tensión ai resr~'cl(l, d (ap XliI dc la (lbr" de L r,:llvRI IquC Cilla

p. 202e\'oea la~ .. (rol/rail/es I'Otliquc,\'>o de Richelieu como la que 'l(.¡ui ~e lkscribe), y el VI [( .. ¡,cs l1liscres de la

guenc>o) de la de J.-I-. SOl ~(),"

\ 111) En Lasll'lh.\lw en d tt').tu origillal.

(Iq) Op. ell., p. 7i!,; v J. BRI LDl 10('_ cit, p. 79. quien sustituye «é/oi.lf.ncmcl1I" por «ho.l'lili/(;".

(0) Op. cit., P ;: Ió.

t::l) Op, fil., p, 7<,); 'j M.'\RI.\~, loc. dI.. pp. X(l-~l. La inscripción re¡¡l: .. Scqul/!/i.rhi.\' !Í'{¡c!i.\ el "/("(1.1'''.

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hecho haya sido negado o minimizado más tarde debido a un cambio de óptica,generador de anacronismos mús o menos ¡nvoluntarios»~~. Tanto Préclill, quededica un apartado de su capítulo VIII a las «represalias>. y las «conjuras>., comoMarlin, al referirse, en el capítulo IV de la segunda edición de la obra de aquél, a la"evolución política y religiosa», señalan que el <'partido de los Habsburgos>. (entérminos de Marlin) subsistió hasta comienzos del siglo XVlll, encabezado porsacerdotes, como el abate Gonzel d'Ornans, muerto después de una estancia decuatro años en la Bastilla, o el abate Proudhon (o Proud'hon), ahorcado en 170521

-nombres a los que Elías de Tejada, que también los rememora, añade los delcapítán Renaud. el calderero Nicolas Maldiney con su suegro. Claude AntaineDésctangs, el zapatero Louis-Joseph Navette y el carpintero Louis BernardHollat, que asimismo sufrieron el cadalso en ¡ 709 (p. 190). Era ya la época de laGuerra de Sucesión de España, que oponia en la lucha por la Monarquía deEspaña a un Barbón y un Austria, y en ella la masa de la población, C0l110 hicieraen la Península la de Aragón. Cataluña, Valencia y las islas Baleares. abrazó lacallsa del archiduqw: Carlos. La razón era, allí como aquí, la misma: el apego a laautonomía Y' la fidelidad a lo que, pUl' adaptar a nuestro caso una fórmulapredilecta dcl General de Gaullc. podríamos llamar «cierta idea de España>>: la deuna España estructurada en «Españas». En definitiva, como comprueban M.Gresset ':/ J. M. Debard, la dominación de los Habsburgos sobre el Franco­Condado, de casi dos siglos de duración, a pesar de las catástrofes acaecidas en losúltimos decenios (conviene recordar, sin embargo, que fueron debidas a las guerrasexteriores y a las invasiones sufridas), dejaba a los habitantes del condado buenosrecuerdos, siendo la razón de ello que los Habsburgos «habían sabidu satisfacer lasaspiraciones profundas de sus súbditos borgoñones, y que en su vasto imperiu elpe4ueño condado había podido en~ontrar su lugar»24.

Del llamado «partido español» se ha dicho que "se nutría de nostalgia de las/i·auchi.lf.\, como el haroiclJa,!!,l' () bouclwge de POlllarlu:r. del n:l.:lIerdo de lasatr,)Cidades de la conquista, como las horrendas matanzas de Arcey y defaucogneyen 1674, del heroísmo de los francotiradores de los que Febvre ClIentaque, capturados por los franceses. iban alegres a la muerte pidiendo beber Llna

última vez a la ,alud del rey de las Españas ("')'" El que estas palabras sean deRogcr Marlin 2) y no de Elías de Tejada, merece ser destacado, pues habla en favordel histOrIador francés que, al enjuiciar los acontecimientos de entonces, trata deevitar los anacrlJnismos por él mismo denunciados, surgidos de una óptica que noes la de la épuca.

(~2) f.Ol' .• (/l., p. X().

(23) P XO de arnh<l\ edicl()n(:~. el "I~illll\m(lla.l. edll'illil r<:!úndidó.J. y,l ci\¡Jda. pp. 79-X l. eL tarnhién J

1I Il\ RI IIp. e/t.. con rnalll'C~, pp. 2JU ~s

\::'--I¡ Obra (Ilada Cilla I1I\\a 5. p. 236.(25) !.oe. ell., p. XO.

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Ahora bícn, esto a mi entender. relativiza en buena medida la polémica queentre él y nuestro compatriota se suscitara con ocasión de un artículo. «AuLor desChinkt». qll~ en relación con 1<.1 primera l'Jlciún de \<.1 obra de Uí,-,s Jc Tcjada <...jUl'

col1lentamos escribió cn ellllJmlTO 49 de la Nouvel/c revue/"al1c-comlo!\'l', y de la«rcspuesta al profesor Marlin" que figura (On1l1 apéndice cilla segunda nliciún deEl Franco-Condado hispánico. A pesar de la vehemencia verbal, y"a señalada. deElías de Tejada -y que entonces sin duda, como por lo demás no tiene por quésorprender, movió al entonces catedrático del Liceo« Víctor Hugo" de Eksan/ón atomar la pluma al respecto-, acabamos de comprobar que también el profesorMarlin reconoce la fidelidad del Franco-Condado a la Corona española. E1í<:ts citade él otras frases significativas de un estudio suyo que acentúan lo que de él hemostra nscrito de la citada f Iistoire de la Franche-Comté. Así, escribe el profesor Marlinque el Condado "panionnrmenlllOs,¡/C ala France r.. .) ellel/emenl accroché b sesj¡'anchises, e'est-a-dire ases libertés respectées d'ailleurs par SeJ maitres lo in lain.\'» , yque había n:sistido siete meses con las armas en la mano, protestó mucho lnástiempo "par le COl'ur .. , siendo el tratado de Nimega de 167H, que ratificó el hechoconsumado, nulo y sin valor alguno para muchos de sus habit<mtes, y «si unpkbiscilO hubil.:sl' "alluonado este hecho. Sll resultado hubiera sido llcgali\·o"CI>. Ypor otra parte, en el ya mencionado recorrido que nos ha propueslo realizar a lolargo del Doubs y por sus alrededores -invitación realmente convinc~ntea visitar laatractiva región-o evoca, con la simpútica comprensIón que permite la distancia enel tiempo, a los viejos habitantes de sus montai1as que «enseñaron durante muchotiempo a sus nietos a rezar por Su Majestad el Rey. que no podía ser otro que El Rey(en castellano en el texto) de Madrid»".

En realidad, la diferencia entre Elias de Tejada y el profesor Marlin -aparte eljuicio que les merece la actituu de los Chifflet- radica en la distinta «óptica» desde lacual uno y otro enfocan la naturaleza del Estado, que en la Münar4uía hispánica.descentralizada y diversa. trascendía, como ya indicamos. la idea nacional,mientras que cn la francesa tendía a configurarse en relación con ésta, pero desde elEstado y bajo el signo de la centralización, significando el «raltachl'menl» de llnanueva provincia tina fusión en un Lodo l:uyo principio era una homogeneidadniveladora, que se impondría con el mayor rigor con la Revolución francesa. Eneste aspecto, la distinción entre lo «hispánico>} y lo «españoh, en la que hacehincapié Elías de Tejada, es ciertamente difícil de captar desde la tradición francesadel Estado-nación. En puridad no cabe hablar. como señala certeramente Elías deTejada, de un patriotismo español en el Franco-Condado, sino de un patriotIsmodel Franco-Condado en el seno de la Monarquía hispcínica supranacional. Que a lalarga esta forma de Estado, distinta del Imperio medieval y del Estado moderno.

( 2/) J .(, \1ll1ll~'llldIr,' ~LlI' k ~Il.'g~· ,h; Ik".Illo,:Oll ,-11 1(,7..1 '. Nn'lIi' 11I.I/nrit¡I/(' di' r ·II'/I";{'. I { I 'rJ J. pp. 1..1:-;:" 1:'.1(<.:Ilado Sl'glJll Elias de Tejada).

In) ,1u /11 du OOIlh,' .... ya ótado, p. 56. col. dnceha

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pudiese mantenerse ante los progresos del racionalismo centralizador y delnacionalismo, es obviamente otra cuestión, que no corresponde debatir aquí,como tampoco cabe suscitar la de si, tras los excesos de la centralización y elnacionalismo, y como antídoto, formas de unión análogas, sobre una basefederativa, no vuelven a ser deseables, por no hablar de los fenómenos deregionalización en Estados centralizados como en la propia Francia de hoy, y, engradación ascendente en cuanto al ámbito de la autonomía de sus regiones ycomunidades autónomas, respectivamente, Italia y España desde sus constitucio­nes de ¡948 Y 1978. Por mi parte, entiendo que la historia, más allá de lasvaloraciones que hagamos de los actores concretos de la misma y de sus móvilespersonales -que acaso Elías de Tejada sobrevalora-, ha constestado a la primera deestas cuestiones en el sentido de que la Monarquía hispánica no lograría superar lapresión creciente del principio del equilibrio- al igual dl: la Monarquía austríaca o(a partir de 1867) austro-húngara y el Imperio Otornano no conseguirían sobrevivir ala del principio de la~ nacionalidades, si bien el resultado fue precipitado, en lostres casos, por guerras perdidas; y la misma historia está contestando ante nuestrosojos a la segunda cuestión desde el momento en que la acción centrífuga, en lointernacional, de las soberanías estatales incontroladas bajo el signo de la razón deEstado, tras dos guerras mundiales en las que Europa ha sido la gran perdedora, vasiendo sustituida por fl1rmas de asociación y unión cuyo exponente másesperanzador son las Comunidades Europeas.

También pudo el Franco-Condado haberse unido finalmente a los cantonessuizos o convertirse, como asimismo e~cribiera el profesor Marlin, en otroLuxemburgo 2X

• Pero la historia es la que ha sido, configurada por factores entre losque las relaciones de poder aparecen, por doquier, como determinantes de losliLstinos, indivlduales)/ coleclÍvos. de primera magnitud.

En todo caso, un hecho llama poderosamente la atención, por lo significativoque resulta. y es el siguiente. De las tres grandes adquisicione~territoriales que hizoFrancia en su periferia en el siglo XVIl, a saber. Alsacia, de lengua y culturagermánica (Tratado de Munster, 164g, seguido del ulterior «mordisqueo» de lapolítica de «reuniones» hasta la ocupación, en plena paz, de Estrasburgo en 16X 1),el condado del Rosse~lón y parte del de Cerdaña, de lengua y cultura catalana (Pazde los Pirineos, 1659), y el condado de Borgoña, de lengua y cultura franccsa (Pazde Nimega. 1678), esta fue la única que tropezó con una resistencia activa de la

(2X) El o.:ontnlO. ~~renam~n\l' rcJati\)~ta desdo.: la pcrspecli\i.J Je llna realid<'IJ que el tiempo -Coll\() en\;ll1lo~ nI ros l\lgar~s- l1a consagrado y a 1<.1 vez lral1'.i"HmaJo, 1l1l.'ICCe ser reproduciDO ,'\l sus 10rmillosnriginalcs: ,,('olllme tlen n'cl! il'l'éI'o,'I/h!ell/c/1f á'ril d/l/u le /irte fou;oun mucitcv¡1 de I'l1i.l'foin', eC/le ('o/lJlé. ,1déftlUl de ('al/fon .\UiHe. alltl/lf 1)1/ d('l'enir 11/1 allfre l.u.\emhourg .IO[H le .\ccp,/'efámc Cf {kh<Jl/llairc de t}uclifllCd('\{'cl/dalll dc.1 "\1(!1/~(a/lnJJl ef dC.I gr,wd.\ dlles el nllllfc.\ de H¡iurg(Jgnc. ,. 'alfrl/¡I c/u pal',I' c/lflif rCIll f le 11111/111'. ['1

/1'.\ r'-al1{ais pOI//' le comwilrc auraienf h,; (J.I'freinll' adc.\' C/i/ficullé,\ .lUpplémcnllllú'I'» (p. 56, col. dd1<\.j.

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población, resistencia que, como hemos visto, fue heroica hasta la desesperación,Por lo demás, mientras Alsacia conservaría estrechas relaciones con el Imperio(Goethe y Metternich estudiaron en su universidad) y un estatuto especial hasta laRevolución francesa, los condados catalanes y el de Borgoña fueron sometidos al

régimen cumún, y no deja de ser paradójico, con respecto al último, que, comoobserva R. Marlin, la expresión «Franco-Condado'> tcndiesea pr~valecermientrasla provincia perdía sus «franquicias», que, embridadas bajo la monarquía, seríanfinalmente aplastadas por el jacoblnlsmo2~.Símbolo del nuevo orden había sido eltraslado de la capitalidad de Dala a Resanzón, la «ciudad imperial descoronada»,en términos ue Prédin 30

, nueva sede del Parlamento, y el de la Universidad. asícomo la imposición dI: un Intendente.

/1 modo dc cunc!u.\·¡ón personal. Afi "velada de Bcsan=óll»del }." de !Har;:o dc }979

A los dos años dé su publicación, la segunda edición del libro de EHas de Tejada~{)brc el Franco-Condado hispánico fllc lradu<:JJa al rnttlcé~, p()r .JacquesBongain l' ,a la ~azón profesor y supervisor del Seminario de Notre~Damc-Je-Vauxy <.JctualJllcntc ol"ií.:ial de la diócesis de SallH-Claude, produciendo en la región elimpacto que era de esperar,

Ello me mueve a concluir estas consideraciones con el relato de un recuerdopersonal vinculado al libro y la región. Yo había sido invitado. gracias a lainiciativa del entonces cónsul de España en Metz (de cuya jurisdición dependeHcsan¡ún). mi amigo D. Vicente Blanco G<.lspar, y de las (orrespondientcsinstanc·ias locales, a participar en un coloquio científico convocado en Dala el 16de septiembre de 1978 para conmemorar el tricentenario de la incorporación delFranco-Condado a Francia. pero a última hora no me fue posible asistír 12 . Ahorabien. menos de dos años después. en febrero-marzo de 1979, pasé por Bensanzónpara dar, bajo los mismos auspicios, el primero de marzo, una conferencia seguidade coloquio, en la Facuitad de Derecho de su Universidad, sobrc la Constituciónespañola recientemente aprubada. Fui amabilísimamentt: acogido por la vicccón­~ul (ha)' cónsul) honoraria de España en la ciudad. Sra Brigitte Quichon, queorganizó una cena a la que tuvo la acertad" idea de invitar también al profesorMarlin, pues pronto me di cuenta del eco que había tenido en la región lamencionada traducción. En la grata velada que siguió, la prolongada convcrS3-

(29) Obra ci(aua en la nola 4, 2." edición. p. SI.(30) Op_ cit., p. lll.í J JI /.u frandl'-Comlé hi.'paniq~('. PoJigny. 1977(J2) Las acla~ hl('r"n publkaus en el !ibrolJ,1émo/"ial du tl'icCl/ll'IUJi/"C de /a rél/Ilion de lo Frt/llt'hc-Cnmré a

/0 FI"IIIII'l', 1(,78-/<;78. Jk~¡IIl\(l11. 1',11'1.

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ción, al margen de las cuestiones relacionadas con el tema de mi conferencia.recayó sobre el libro de Elías de Tejada. Cumuniqué a mis comensales elfallecimiento del autor. acaecido el año anterior, del que no tenían noticia, y nosentretuvimos ampliamente sobre su pensamiento acerca del Franco-Condadocomo miembro integrante de las Españas. Dado que salió una noticia de prensaredactada por un periodista que estuvo presente, el Sr. Yves Dornier, creo deinteré~ reproducir la parte de la misma relativa al aspecto que aquí nos interesa.

Tras referirse a mi conferencia en la Facultad de Derecho y al subsiguiente debate,moderado por los profesores Guchet, entonces Decano de la Facultad, y Colard,daba cuenta de lo relativo al recuerdo del «terrible Sr. de Tejada», señalando queyo había enseñado antaño Filosofía del Derecho y había sido un colega det Sr. deTejada que enseñó Historia del Derecho en Sevilla (confunde aquí el relator laasignatura), y luego en Madrid. po¡,;o antes de fallecer, y ailadía: «Rc¡,;ordarónalgunos que este historiador. de un tradici(lnalislllo inlransigenlL', habiendoestudiado a fondo la historia del Franco-Condado, había publicado no hacemucho una obra cuya traducción francesa dio algo que hablar en el LanderneauCorntois. poco antes de la celebración del «tricentenario». j El terrible Sr. de Tejadafulminaba. en nombre de la historia, a los habitantes del Condado infieles aEspaña! Estigmatizaba incluso su apego actual a Francia, tomándola en particularcon el Sr. Roger Marlin, especialista de la historia del Condado, del quedenunciaba por escrito los «errores.) a la \¡,ez que la «mala fe» del puehlo delrranco-Condado. -Autor de una multitud de obras de tesis, el profesor de Sevilla.dotado de una erudición extraordinaria, no había lugrado convencer a los Comtoisde hoy, habiendo suscitado por lo demás su libro un tole general entre sus lectoresfranceses". Independientemente del hecho de que estas palabras llevan la cuestióna una actualidad que entiendo no le diera Elías de Tejada, pues es evidente que elpaso de tres siglos no puede dejar de transformar los datos iniciales de la cuestión.el calificativo dado a nuestro autor es sin duda sintomático en cuanto al impacto desu libro -el cual, por lo demás, está incluido en las bibliografías de la obra dirigidapor R. Fietier y en la de J. F. Solnoll. el primero en sus ediciones castellana yfrancesa, y el segundo en su traducción francesa- al que antes me referí. Relata acontinuación el narrador, reflejando un ambiente más sosegado, que «con ocasiónde una entrevista que le reservó la Sra. Brigitte Quichon, vicecónsul honoraria deEspaña en Besanl.ón, cl Sr. Ruger Marlin ha tcnido cl gustl) de charlar largo \tendido con el Sr. Antonio Truyol. El historiodar bisontino y el jurista español nosólo evocaron el recuerdo del Sr. de Tejada. Su conversación ha recorrido los siglosa propósito de España y del Franco-Condado. No por nada lleva hoy Juan Carlosel título de conde de Borgoña y es todavía uno de los depositarios de la prestigiosaorden ud Toisón de Oro». Y después de referirse a mi visita a los principalesmonumentos de la ciudad. empezando por la Ciudadela, en compañia de la Sra.Quichon, terminaba el cronistq diciendo del «jurista de Madrid» 4ue la capital del

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Condado le resuliaba atractiva. «Y3 había estado t:Jl ella. Volvtfá ciertamente, al

objeLO de hacer mayor acopio de fuentes históricas que le apasioJl,-H1 al mismotiempo que el Dcredw. Ha sentido dejar a su anfitriuna, la Sra. Brigilte Quicholl,

para lriHladarse a Mct7. y de allí a Nancy, donde dará 3 .. imismo llna clJl1(('rencia en

la facultad de Derecho. En todo caso, Resan~(}n yel Condado le atraen. Las raícesJe un pasado rl'muto permanecen. Nadie se extrañaría de eHon.

Ca"j diez años han transcurrido desde aquella plátii.:a con el profesor Marlin en

casa de la representante de España en!a que Víctor Hugn, que en ella mH.:iera por lamera circunstancia de estar allí destinado su padre, militar, calificó en un famoso

verso de «viei!te vil1e espagno/e» -lo 4uc en realidad. como hemos visto, fuepoco tiemro, pero !os po~las tienen sus licencia .... --; pl,íti(.;a durante la cual salieroll

a relucir, en un ambíentc am~no, distendido y sosegado. no pocas de las cosas queanteceden. El pronúslÍu) dd cronista de tlJ1 retorno mio (mevitah!ementeacompañado del recuerdo del ,(terrible Sr. Lit' Tejada ,) y de su h~)y también fallecida

esposa}. no se ha cumplido, por desgracia, y tampoco me sería ya dado yolver a

verle, pues a su vez n05l1a dejado para sielllpre. Peroallcnta en mi ánimo, C0l110 un

proyecto tanto más deseado l.:uanto cortas fueron, por la tiranía dd tiempo en Gldacaso disponible, las dos estancias que allí hidera.

(D) 1-'/::5/ répllUicain (FraIH.:he-C"llllIO. ~ de m;ITZ(l th; \';}79 (So: ha n,rn:gido un Crf"(Jr t·n la gl,ilj¡¡ dc,T~jada". debiJIJ ~jn duda alguna a la tiril nl¡¡ de/liempu Jisponihk, a :a qlle el! d les\;\ aludo .. del ida ahur>!al periodj~IJ l.

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